Mis Historias

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[colección de cuentos desvergonzados]

Leonel E. Mejía



«Mi plan es envejecer sin dignidad» Joaquín Sabina


contenido

“y si llueve… me mojo, y no me enojo por que no encojo.”...................................3 ¿a cuánto los chiles? …por ser usted, a diez por un peso niña. ¡huy! …no me da cinco por el peso............................................................................5 yo nunca he matado a nadie… pero reconozco que he leído algunos obituarios con mucho placer..............................................................................7 no me han invitado, pero tampoco me han dicho que no vaya, chis........................9 los amores son como las frutas, hay que olerlos bien antes de probarlos.............11 a veces, es peor el remedio que la enfermedad. ..................................................13 la fiera de más fiereza, no es el tigre… es la tigresa............................................15 si las esposas fueran buenas… Dios tendría una.................................................17 madre sólo hay una… y justo a mi me tenía que tocar.........................................19 qué grande será la madre… que hasta Dios quiso tener una...............................21 no abras la boca si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio...........................................................................23 el día que la mierda tenga algún valor los pobres van a nacer sin culo.................25 el que nace pa’ maceta, no sale del corredor…...................................................27 el procurar no caerse es mejor que el levantarse... aunque sea con ayuda...........29 no hay duda que Dios ama a los idiotas… ¡por eso sigue haciendo muchos!.......31 algunos matrimonios terminan bien… ¡otros duran toda una vida!......................33 santitos, voz si que estas como si fueras queso de dieta… ¡ricota!......................35 cuando bebas, no manejes... ¡no vaya ser que se te de vuelta el vaso!.................37 ¡huy…! téngale cuidado a ese niño que es bravo.................................................39 ¡don Leo, y a usted que le pasó!...........................................................................41 “y usted cipote, como que tiene chichicaste en las nalgas que nunca se está quieto.” —Francisco Andrés Escobar, Q.E.P.D. 2010, en un viaje durante la Semana Santa de 1977........... 43 que es lo que te pide una del sagrado corazón después de una revolcada….......45 mami, en el colegio me dicen pollo… ¿y porqué te dejas? y qui, qui, qui-res que haga pues…................................................................................47 ¿qué quiere ser de viejo? me preguntaron, chiche, contesté… ¡quiero ser niño de antes!................................................................................49 dos cervezas por favor… ¡ah! y una limonada para el cipote… y con limón extra.............................................................................................51 …de viacrucis pagano ¡de bar en bar con mis cofrades!......................................53 cipote, decime ¿y vos andas saliendo con alguna bicha?.....................................55 Nayik....................................................................................................................57 apurate abue, vení rápido y toma foto... mirá este gran relajo que he hecho.........59 Sensunapan, Semana Santa no tan sagrada.........................................................61 DUI en el consulado..............................................................................................63


Gracias a Sor Juana, mi monja querida, que me enseñó a juntar letras en las aulas del colegio de la sagrada familia, hoy me doy el lujo de escribir estas historias que espero ir contando en la medida que me abunde la imaginación. Gracias por leerlas, son para ustedes... Se las dedico a Marta, por amarme... a Leonel Antonio, Anna y Josie por enseñarme a amar... A Gabby y Leah por enseñaeme a ser abuelo, el milagro más bello del mundo. Pero sobre todo al Creador, que sin su anuencia, aqui no pasa nada.



“y si llueve… me mojo, y no me enojo por que no encojo.” septiembre 1, 2004

Don Guayo, me permite palabrearle... es que a mi me gusta su hija Rosa, la más chiquita. Con su permiso, me la quiero llevar a vivir conmigo. Usted bien sabe que yo tengo lo que ella necesita y hasta un poco más. Me cuenta la madre que la muchacha ya pensó —como dicen en el campo cuando ya conocen el amor carnal— es mejor digo yo, nos quitamos de encima las babosadas de ponerse nerviosa y todo eso. Así, ya sabe lo que le toca, cómo y por donde... Yo, con más de 50 años, ya no tengo paciencia para arrullos y murmullos, ni se me antoja como para andar estrenando.

Ya mis críos crecieron y volaron, me siento solo y fuerte como para empezar otra vez... quiero ver de nuevo el huerto lleno de algarabía, risas y piscuchas. La Rosita tiene las caderas como para darme una mi media docena de críos. Calculo yo, que para cuando llegue a cumplir el cuarto de siglo, bien ya ha terminado con su tarea, y a cuidar nada mas. Mantener la mazorca unida y galana va ser toda su encomienda. Lo de andar chupando aguardiente ya no me interesa, amen que sea para las fiestas del pueblo y tiempos para celebrar algo... porque para eso creo que el calor dentro de las venas refuerza la entereza… eso sí, lo que se dice chupar, ya no chupo. Eso de que la señora me dejo porque le pegaba, son puras pendejadas que me inventó ella misma porque ya no quería mis historias

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cumplirme. Le agarro que ya éramos viejos para retozar... y que los nietos... y no se que más cuentos. Don Guayo, créame que en el último año tan sólo una vez si me la enderecé bien porque andaba va de que joder con que me habían visto con la Rubidia, y con la fama de ésta, rapidito se imaginó que me la andaba componiendo… y ya sabe usted que si a uno no le dan, pues uno busca. Yo, Nana para que me regañe ya tuve, la tengo tres metros bajo tierra y ojalá que el señor me la tenga en su seno. Ya no se me antoja tener otra. Así, que con un par de manadas me dejo en paz. Y ya sabe como es la gente, rapidito le apodan el mata chuchos por haber matado tan sólo a uno. No me interesa andar con putas, ni pajueliando de flor en flor. Cuándo se le ofrecen, bueno eso es distinto ¡uno tiene que cumplir! Prometo guardar recato y se como hacer las cosas para que nadie se ande enterando. Además, si le dan de comer en casa, uno no anda buscando que hartarse en la calle. Yo se como retirarme a tiempo para que no me anden echando hijos que no son de mi semilla... eso nunca me ha pasado, o caso a oído usted que alguien diga que tengo fruta fuera del canasto. Eso jamás, y mire que por un buen tiempo no faltaron 2 ó 3 flores que regara por semana además de la mata en casa. Eso si, todavía tengo el ánimo para hacerlo a diario, sólo que más tranquilo, con paciencia y sin apuro. No se preocupe, su hija va estar bien atendida. Bueno, ay se lo dejo de tarea. A menos que se anime a que nos echemos unos farolazos. Yo creo que ya abrieron la cantina, y si usted así gusta, podemos continuar la discusión a su conveniencia, o hablar de los dolores de su reuma si así le place. Yo soy agradecido... su anuencia será compensada. Piénselo, le conviene a su merced... no cualquiera le ofrece tanto en estos tiempos.

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¿a cuánto los chiles? …por ser usted, a diez por un peso niña. ¡huy! no me da cinco por el peso. septiembre 4, 2004

La niña Celia ya no estaba completa de las tejas. La verdad es que nunca lo había estado, pero últimamente se le miraba peor. Todo el vecindario lo sabía y trataban de protegerla lo mejor posible. Pagaba más de lo que le pedían, cocinaba la fruta y la ensalada, mientras servía cruda la carne y el pollo.

Desde que la dejó Luis, como que ya nada le importó. Los niños andaban todos sucios y alborotados. Comían aunque sea un tiempo entre los vecinos que, aunque apenas les alcanzaba para nutrir a los propios, siempre se las arreglaban para compartir con los más necesitados. Juan, Jaime y Pedro —hijos de Celia y Luis, no acumulaban ni un cuarto de siglo entre los tres— parecía que no echaban de menos al padre ausente… ellos andaban libres, que con la locura de la madre y el abandono del padre, ya ni por la escuela se asomaban. Luis que nunca fue muy cariñoso, mas bien andaba siempre apurado y un poco malhumorado. Una tarde de verano, con esos calores que por aquí hacen que hasta pensar da pereza, Luis entró corriendo a la casa, se cambió la camisa empapada de sudor y mal olor, y se fue así no mas… no dio explicaciones a nadie, y nadie tiene ni idea por el rumbo que se largó. Celia sigue poniendo un plato para él en la mesa todos los días, y vuelve a lavar las camisas y los calzoncillos que no se mis historias

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llevó... como si estuvieran sucios. Nadie se extrañó en el barrio cuando Pedro, el más pequeño de los hijos, tampoco llegó a cenar un día. Se tardaron en empezar a buscarlo, y nunca encontraron señales de él. Hubo quien aseguró que lo vieron hablando con los del circo Vásquez que por ese entonces tenían funciones en el predio de la antigua penitenciaría y quienes la misma tarde que el muchacho desapareció, levantaron carpa. Pedro era bueno para hacer piruetas y todo desgonzado, nos entretenía —y se distraía— metiéndose en una hielera donde apenas cabía una docena de cervezas con hielo, y deleitaba a todos saltando entre las ramas de los árboles como si fuera mono. Jaime y Juan anduvieron como una semana tristes, pero nada mas. Celia, al igual que con la ausencia de Luis, no pispilió ni un poco, y también nunca dejó de poner platos en la mesa para Pedro, ni lavar su ropa. A Jaime se le ocurrió poner una venta de sandías en el parque, quiso convencer a Juan que le ayudara con el puesto, pero éste prefirió meterse a lustrador de zapatos. Mejor de independientes dijo, que si con una pedrada no nos bajamos al mango, tal vez con dos. Después, cuando ya estaba cansado de andar las manos todas teñidas, se convenció a doña Tencha para que pusieran un puesto de Pupusas a donde él preparaba el curtido y atendía a los clientes. No es que vendían mucho, pero entre los dos les alcanzó para llevar a la mamá donde el doctor, de donde Celia salió para no volver a saber lo que era la libertad, o a lo mejor la encontró… El doctor diagnosticó lo que ya todos sabíamos… que estaba loca. Se la llevaron para el sanatorio y nunca se le volvió a ver. Las malas lenguas dicen, que ya adentro, se hizo mujer del celador. Quien sabe, pero desde que la recluyeron, se supo que andaba cantando y silbando, y a Joaquín, el celador, se le vio más cansado y jodido que de costumbre, pero bien contento. 6

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yo nunca he matado a nadie… pero reconozco que he leído algunos obituarios con mucho placer. septiembre 7, 2004

¡Puta… está muerto! Ahí, tirado en la calle, estaba Rogelio con la cara triste y un tiro entre las cejas. Ese día no había sido bueno, pero terminó peor. Ya ni llamaron al doctor, sólo al juez para que levantara un acta. En las primeras fotos que tomaron los del diario, el difunto tenía en la mano izquierda una bolsa de tela donde se podía ver que había algo de dinero adentro…

En el parte de la policía, figuraba que nunca se recuperó el botín que el insulso acababa de robar de la sucursal del centro del banco Comercial, aunque había testigos que decían haber visto al sargento Marcos tomar la bolsa y meterla en el carro patrulla. Muchos de éstos, después de haber sido llamados a testificar frente al sargento —como para aclarar las cosas— cambiaron su opinión. El sargento Marcos sugirió que muy probablemente lo que habían visto era cuando metía una bolsa de jocotes que recién había comprado a una vendedora que pasaba por el lugar de los hechos. Chepe, uno de los interrogados, se acordó que estaban en diciembre... que los palos de jocotes para esta época sólo están llenos de hojas, pero le dio miedo hacer el comentario… total, el dinero ni era suyo y no vaya ser que el sargento de repente se acordara de las veces que a él lo han visto en el mercado vendiendo cosas de procedencia dudosa. Con suerte y no sólo me meten preso, pensó para sus mis historias

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adentros, sino que hasta una buena pijeada me voy a ganar por andar de metido en cosas sin importancia… yo ni tengo vela en este entierro, pensó, y cerro la boca para siempre. Sobre el reporte de don Alfredo, el gerente de la sucursal del banco que había sido asaltada, muchos dudaron que se hubiera robado tanto de un sólo cajero... y a los empleados de la sucursal les pareció raro que don Alfredo esa tarde, después del asalto, se llevará su maletín de vuelta a la casa. Debe de haber tenido más de un año que ese maletín estaba debajo de su escritorio, lo trajo un día que anunció que ya era hora de rebajar de peso y que iba a comenzar hacer ejercicios a la hora del almuerzo, pese al sacrificio que tendría que hacer ya que no iba a ver a su amada esposa e hijos durante ese tiempo, pero que por el bien de la familia, él tenía que cuidarse, y la barriga que le impedía ver el color de sus zapatos, tenía que ceder. En el banco se extrañaron que después de un año, don Alfredo estaba más gordo que antes. Eso si, todos los mediodías salía apurado disque para el gimnasio. Lo extraño es que nunca lo vieron salir con el maletín y que al mismo tiempo salía Celina, la contadora, con el mismo apuro y con la excusa que don Alfredo le diera un aventón porque iban por el mismo rumbo. Deben de ser buenos y mágicos los aventones que da don Alfredo, que a los meses la Celina salió embarazada... y eso que no estaba casada. A la semana del asalto, don Alfredo —a petición de los dueños del banco, a quienes no les daban las cuentas cabales del dinero desaparecido— aceptó un error con origen en contaduría. Lo robado resultó ser mucho más del doble de la cifra original reportada por éste. El nuevo estimado tenía mucha importancia, ya que era la suma final que se reportaría al seguro del banco para que repusieran lo perdido… el contador, después de firmar la auditoría final, le vieron suspirar profundo y decir: «…total, en río revuelto, ganancia de pescadores». 8

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no me han invitado, pero tampoco me han dicho que no vaya, chis. septiembre 14, 2004

Hoy si que me siento jodido… quien sabe y vaya a trabajar. Cristi, porfa, háblale a Don Pedro y decíle que se me metió un virus o algo por el estilo. —¡Ve qué chiste!, al que no sabe hablar lo están mandando a predicar. Claro, y como ya te diste cuenta que estar jodiendo es mejor que estar jodido, no paras de andar en la jodedera. Te hubieras visto como llegaste anoche, parecías mas bien estaca en jaula de loros, todo cagado y miado. No te bastó con que te limpié hasta el fundío, que hoy además querés que recoja las pendejadas que andas dejando regadas.

Se macho, mirá que me junté con vos no sólo por que me preñaste, sino porque te vi futuro, y me gustaba las ganas que mostrabas para salir adelante —tanto así como las ganas con que lo hacíamos al principio... te acordás Romualdo como rechinaban los resortes del colchón, y rechinaban por un buen rato, tanto de noche como de día. Además, te quiero. Eso sí, no se te olvide que el sólo decir te quiero, no logra amor duradero. Yo no te estoy pidiendo queso Romualdo, lo que ya me urge es salir de la ratonera. Ojo que me estoy cansando. Si tan sólo fuera la chupadera que te traes desde hace un par de años… pero ya me contó la comadre que te han visto visitando el parque centenario para palabriar con la que vende chicles. Andá con cuidado, yo le tenmis historias

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go fe a lo que decía mi tata —que en paz descanse y Diosito me lo tenga cholotón y bien contento— «macho no es quien tiene muchas mujeres, macho es el que se aguanta con una sola». Y vos te tenés que aguantar conmigo, no sólo porque ya te ando cargando el tercer crío, que se me hace que éste si va ser varón, y ojalá me salga con tus ojos claros y esas pestañas colochas que son la envidia de todas las viejas del barrio. Si ya las veo como te menean el trasero al pasar. No creas que no me doy cuenta lo fácil que te olvidas que tu nana te enseñó que «una mujer vale por lo que valga, no por sus nalgas». Vos seguí en las mismas, ya vas a ver como te quito lo que me queda de andar vendiendo cosméticos… ya se que los tiempos están caros, pero no me gusta que la gente diga que te tengo todo maltrecho. A mi lo que me encanta es verte salir bien almidonado, oliendo a Aqua Velva, con suficiente Brylcreem en el pelo y que estrenes a menudo. Pero también es cierto que prefiero que un asno me lleve, a que un caballo me tire... aunque por lo visto vos preferís ser todo un burro descansado, en lugar de macho ajetreado. Tené en cuenta que para las cuestas arriba quiero a mi burro, por que las cuestas abajo, yo me las subo. Levántate hombre, mirá que es mejor tener que dar que tener que mendigar. Hay que atajar al principio el mal, porque sino echa raíz y se cura tarde... se me hace que ya se te pasó la hora, porque por más que te vengo diciendo que quien llega tarde a la fiesta, no logra cena ni orquesta, vos empeñado sólo en hartar pero como que no te gusta bailar. —¡Ay, no seas tan bruto! vos crees que no me duele, seguí así pegándome y me vas a sacar a la criatura. ¡Ya no me des riata, pues!. Ya entendí que tenés hambre... ahorita mismo salgo a comprar tortillas, y si querés, también te hago una sopita de mondongo mi amor. 10

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los amores son como las frutas, hay que olerlos bien antes de probarlos. septiembre 15, 2004

Por más que el tío Rolando se gasto saliva diciéndome que amor con casada no debía de durar más de una semana, amén que quisiera que me llevara la que no me trajo... yo de terco. No se si por lo prohibido, o porque está bien buena doña Guadalupe Kressley, como le gusta que le digan por respeto a sus 40 años que los tiene bien disimulados, y a su apellido extranjero —babosadas que por estos rumbos todavía cuenta— o porque es la esposa del señor ministro de cultura, aunque diga que ya van más de tres años que éste no le toca ni las mañanitas, ella no se puede dejar que cualquier pendejo la trate sin los rigores que merecen su estatus social.

Lupe, como me encantaba decirle para hacerla rabiar un poco después de revolcarnos por un par de horas, a media mañana, en su cama cubierta de sábanas de algodón egipcio prelavado, era medio rara. Le preocupa bastante lo de las sábanas. Para mi gusto, ya fuera por desocupada o por que no encontraba otra manera de diferenciarse del resto de nosotros que no teníamos ni por donde caernos muertos, ni apellidos finos, se gastaba mucha labia en un par de telas que su función principal era la de estrujarse no mas. Es que taparse en esta tierra tropical era costumbre sólo de quienes tenían aire acondicionado en los cuartos, y como al señor ministro eso le daba catarro, en esa casa se sudaba. Ella decía que esos trapos eran de los más finos, mis historias

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que tenían más de 340 hilos por no se que diablos… en fin, como que a mis nalgas le importaban donde se iban a restregar. Sólo una vez si tuve que meter mi cuchara en lo que respecta al asunto de las sábanas, de uno de esos viajes que Lupe acompañaba disque a la fuerza a su marido, porque éste tenía un presupuesto y había que gastárselo antes de que se le acabará el chance, a la vuelta de la India se trajo unas sábanas 100% de lino. Chepa, que trabajaba de adentro, como estaba acostumbrada a planchar las camisas del señor con almidón de un bote con spray que traían de los Estados Unidos, le dio con ganas al spray hasta que se acabo el bote y dejó las sábanas más tiesas que una tuza… si parecían papel de lija. Yo no me acuerdo como le fue a Lupe aquella mañana, pero lo que es a mi, me tuvieron que poner agua con vinagre en la espalda y las rodillas por tres días. Me fueron a comprar Vitacilina, y con tal de menguar el ardor, no me importó andar oliendo por una semana a sulfato de neomicina. Desde ese entonces, antes de hacer la tarea, procuré siempre darle primero una ojeada al campo de acción. A Lupe le gustó la idea de juguetear un rato antes de hacerlo, que me estaba volviendo romántico me dijo, y hasta hizo el esfuerzo por rebajar una libritas. Aprendí que Chepa planchaba los jueves, así que ni maje que me asomaba antes del lunes por esos rumbos. La última vez, tuve que cumplir un sábado, pero se me ocurrió ponerme la bata de seda del mini-stro, por si las de hule me serviría de aislante, pensé. Así fue como me agarró el dueño de la prenda, que al parecer se enojó más por verme con su bata, que por tenerle a su señora sólo en calzones en su recamara. Llegó con dos asistentes, que le asistieron bien en pegarme una arrastrada de padre señor nuestro… que poquito les faltó para matarme. Me duelen hasta las uñas y los pelos. El doctor no sabe si voy a poder coger de nuevo porque se empecinaron a darme por donde más nos duele a los hombres. 12

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a veces, es peor el remedio que la enfermedad. octubre 18, 2004

—Buenas tardes… pues… por aquí medio amolado… me regala dos aspirinas porfa. El dolor de cabeza me tiene hasta mareado, y quiero que me inyecte una ampolla de vitaminas… de cualquiera, con tal que sea completa pues ando todo desganado, sin ganas de comer, me tiemblan las patas y me zumban los oídos.

—No… no tengo calentura, si hace más de una semana que no toco a mi mu... ¡Ah…! fiebre dice usted… bueno, déjeme ver… no, eso no… me siento fresco… Muy bien, aquí le espero sentado. Eso sí, le agradecería lo de las aspirinas primero… si quiere hasta se las pago ahorita mismo … y un vaso de agua, que hasta estrellitas veo, siento como si Pérez Prado me estuviera tocando el mambo #8 entre un oído y el otro… y la Tongolele no deja de menear sus nalgas dentro de mi cabeza. —Buenas tardes… aquí jodido… ¿Y a usted que le afecta maestro…? No, yo esperando por unas aspirinas que el dependiente fue a traer hace como media hora… pero ya ve usted, parece ser que esta muy ocupado. Arrímese al mostrador y póngase listo, que aquí el que quiera prosperar, tiene que empezar por madrugar. A ese morenito con cara de venado no le pida ni la hora, yo primero fui con él pero me ignoró del todo, por más que batallé no conseguí ni que me volteara a ver. Al alto, si a ése con plante de que anda ocupado, no me lo distraiga por favor, ése es el que me anda transando las aspirinas. Deben de estar mis historias

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escasas, o se le olvido donde las pusieron, yo creo que primero me da un soponcio antes de que ése me las traiga. —Gracias por el agua don… le encargo las pastillitas para la próxima… no es broma, en mi cabeza, la Tongolele ya se convirtió en escuela de samba, y si las nalgas de aquella me tenían atolondrado, los pitos y tambores de la batucada me van a estallar los sesos. Apiádese de mi y tráigame algo para este dolor de cabeza… Aunque sea una Dolofín. —Lo atendieron al fin maestro… Ya ve, si bien le digo que aquí uno se puede morir y les vale su santa madre. Y eso que esto es un negocio. Ni le cuento cuando va al Seguro… Dios me guarde ¡ahí asustan! …El otro día, un mi compadre se palmó haciendo cola para entrar a la emergencia, y nadie se dio cuenta hasta al día siguiente que lo encontraron ya bien tieso. Fue un vendedor de lotería el que dio la alarma al extrañarle que mi compadre fue el único que no se mosqueó por más que éste andaba ofreciéndole el premio mayor. Todo el mundo ya le había mentado la madre, pero para esas horas, seguro que el compadre estaba dándole las cuentas a Dios y no le importaron las insistencias del vendedor… y que le iban a importar, si así como se portó el condenado, a mi que se estaba defendiendo como gato panza arriba para no terminar en el chimbolero. —¿A cuánto las aspirinas, dice? 10 dólares cada pastillita… ¡No joda! Si el dolor es sólo en la cabeza, no en todo el cuerpo. Ah, que éstas no son fármacos ante-inflamatorios, no esteroideos sino que «triptanos» que curan mejor la migraña… ¿Y qué es eso usted…? Yo lo que tengo es dolor de cabeza, no mis…greñas. —Chis, más pendejo será usted, no por que me ve todo jodido crea que va poder conmigo… vengase para afuera y le voy a enseñar lo bruto que soy… ¡Ey! si la cosa no es con usted señor guardia, es que este cara de sapo me esta insultando. Bueno, ya me voy… total, ya hasta se me quito el dolor de tanto esperar. 14

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la fiera de más fiereza, no es el tigre… es la tigresa. noviembre 15, 2004

¡Pórtense bien niños! ya vamos llegando al final de la calle Modelo. Si siguen molestando, en la parada nos regresamos y nadie va a ver al hipopótamo ni a Guayito, el tapir. ¡Julieta! no moleste al señor conductor, ya le dijo que si, esta es la ruta 2C. Con lo que me esta costando convencer al tarado que llevo a la par con que a la mujer y la guitarra para tocarlas hay que templarlas primero, éste, todo desafinado, creo que ya me toco hasta el himno.

—¡Qué no joda le digo! Que no le da vergüenza que ando cuidando niños. No sea tonto, mire que buscando lo mejor, suele desaprovecharse lo bueno. Bien decía el tío Joaquín, que Diosito me lo tenga a fuego lento y me lo voltee de cuando en vez para que no se chamusqueé de un solo lado, que la vergüenza cuando sale, ya no entra… y usted, que entró como arrimado, quiere salir como dueño. —¡Aquí nos bajamos todos! Espérenme ahí abajo, agárrense de la mano y no se suelten que aquí roban niños. A ver, nada de comprar dulces todavía, todos en una fila, bien portados, que los cuente el señor portero para pagar la entrada. Que la Virgen de Candelaria me proteja y se lleve al que me venía molestando en el bus a desbaratar a otra doña, porque aunque dar gusto da gusto y sarna con gusto no pica… eso si, mortifica. —Maestra, ¿Y el tigre porqué está tan triste? mis historias

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—Bueno, no se crean que los tigres son así de apangados y desnutridos. En África, estas bestias andan bien listas y dispuestas a atacar a su presa en cualquier momento. Lo que pasa que aquí lo ven todo enclenque porque sólo tortillas le dan de comer… no alcanza para más. Total, ni que con los cincuenta centavos que pagamos por la entrada va a dar abasto para nutrir a semejantes fieras. Ellos comen carne, pero aquí cuando ven esos menesteres es por que el día anterior sanidad hizo redada de perros callejeros. Créanme, entonces si se junta el hambre con las ganas de comer. Estos animales pasan más hambre que un maestro de escuela. —Usted si que es el colmo don… estando ya en misa —en primera fila— y necio que quiere tocar las campanas, dar el sermón y hasta recoger la limosna… con lo de tocar ya se dio gusto… eso si, no asuma que porque quiere recoger yo me voy a redejar. Confórmese con ver, que lo que no pueda ver seguro que en su casa lo ha de tener. ¿Qué se encuentra solito? ¿Qué nadie lo quiere? Así dicen todos cuando andan buscando quien se los dé. Se que al trabajo y a la esposa siempre le faltan alguna cosa, y los hombres como usted andan buscando lo que no son capaces de encontrar en casa. En fin, hacer hijos me gusta, pero como darles de mamar me asusta, hay la dejamos nomás. Apréndale al mono que tiene enfrente… no, no al señor que vende mangos, que parece simio el pobre pero no es para tanto. Mire para el otro lado, al que esta en la jaula jugando con sus menudos… si a ése… aprenda a consolarse usted mismo y deja de andar jodiéndome. —Vaya niños, hagan una fila que ya nos vamos, no vaya ser que llueva y aquí se va a armar un lodazal de los mil demonios. Agárrense de la mano y me siguen para la parada. Julieta, ya no hay tiempo para comprarle mangos al mono, perdón, al señor. Lo peor es que en la escuela piensan que esto es paseo, y ya hasta me quieren descontar el día. 16

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si las esposas fueran buenas… Dios tendría una. noviembre 26, 2004

Buenos días mi amor, ayer no me podía dormir con tus ronquidos y me puse a buscar en la caja de nuestros recuerdos donde encontré esta foto de cuando éramos novios… ¿Te acordás? mirá que flaco y bien parecido eras, si hasta tenés pelo… pero por más que trato no me explico que te paso, si sólo hace 20 años de esta foto, pero a voz como que te dieron racumín, el de acción retardada, porque cada día te vas poniendo peor.

La Tere mi hermana, en todas las fiestas te voltea a ver y me dice que quien ama al feo, bonito le parece. Hoy mismito en la tarde le llevo esta foto para que vea que, por lo menos al principio, vos estabas guapo y galán, ya me cansé que te haga el feo… ni que el chompipe de Julio, su marido, fuera la gran cosa… plata tiene, eso sí, dicen que está más rico que el presidente, y eso que de ministro sólo lleva 2 años, pero como bien dice, él nunca pidió al partido que le dieran, más bien, que lo pusieran donde hay… y ahí, él se encargaría… y se cargó los bolsillos, maletines, maletas, cofres, costales, bolsas de basura, y sólo sabe Dios que más, con la plata del pueblo. En estas tierras, como robar es más fácil que trabajar, Julio no ha dejado de robar desde que le dieron el chance, y claro, ahora es guapo, si vieras a la gatita que se anda echando… él dice que es su asistente, lo que no se atreve a decirte es en lo que le asiste… si hasta el genio le ha cambiado al condenado, ya no le pega mis historias

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a la Tere y la deja comprarse lo que se le antoja… ¿te acordás lo tacaño que era? pues hoy hasta cuenta con chequera le ha puesto a la pendeja de mi hermana, que con lo alucinada que anda, ni cuenta se ha dado con quien coge su marido, ni lo seguidito que se da gusto. Ya le va a pegar alguna enfermedad, a mi me da miedo que le vaya a dar el sida, pero ésta, ¡feliz con sus trapos y zapatos nuevos! Fijate que en La Gran Vía, esas tiendas nuevas, enjambre de asfalto, cemento y hierro que han abierto en ciudad Merliot, donde antes habían unos cafetales hermosos, ya hasta la conocen por su nombre. —¡Contéstame algo jodido, qué me estoy volviendo loca en este silencio! pone el periódico a un lado y miráme a la cara... ¿Qué, porque no tengo cara de nalgas ya nunca me miras a los ojos? ojalá y la tuviera, de ser así, te apuesto que no dejarías de verme... eso si es lo único que te gusta, además de feo y pervertido, sin vergüenza. En serio, Rolando, ya te viste últimamente al espejo... mira que jurado tiene el espejo no hacer bonito lo feo, ni joven lo viejo. Vete bien y decime si no tengo la razón. Hace algo hombre, ponete a ser ejercicio para ver si bajas esa panza de bolo. Comprate una peluca y ponete tinte en el bigote para ver si te ves menos viejo. Yo se que a perro viejo, no hay quien le enseñe trucos nuevos... pero inventate algún truco para mejorar tu apariencia, se me hace que no pasas de subgerente de sucursal por lo feo que estas, agraviado con la pinta de pordiosero que te cargas con ese saco desteñido y las camisas mal planchadas. Haceme caso, que aunque las flores pintadas no huelen a nada, pintate algo para ver si cambias tu suerte, no ves que la otra mañana, si más me quiebro la rabadía del susto de verte cuando entraste a la cocina, gracias a Dios me detuve en una silla, sino, al hospital mi hijo.

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madre sólo hay una… y justo a mi me tenía que tocar. [a mi madre, por darme la vida … y enseñarme a vivirla] diciembre 1, 2004

—Siéntece bien mi hijo, Dios no lo quiera y tengamos un accidente… ya vamos a llegar a donde don Manuel Salazar, el sastre de la Tesagüic, él le va a medir el traje que le está haciendo para que el domingo haga la primera comunión bien «entacuchado.» No, no abra la ventana que me despeino, ya conoce a su papá, no vaya a imaginarse otras cosas si llego a la casa toda desarreglada.

—¡Haga caso mi amor! váyase bien sentado y sin molestar… mire las flores a la orilla del camino… esas moraditas y rosadas se llaman campánulas, son flores silvestres que se dan para esta época de semana santa… hay gente que creé que la virgen lloró tanto la muerte y sufrimiento de la pasión de su hijo, que ahí donde derramó sus lágrimas, nacieron después estas flores tan bellas y delicadas… Leíto, mi hijo, ya sé que Jesús no murió camino a Santa Tecla, es en sentido figurado mi amor… bueno, mejor ya no discutamos… ¡Qué se siente bien le digo! acuérdese que el otro día en este mismito lugar se nos atravesó una vaca y por poquito la atropellamos. —Mi hijo, mire los celajes, que bellos… parecen pintados por la mismísima mano del Señor… que colores más lindos. Mire ese anaranjado con celestito, como se parece al color de la flor de los cañaverales… se acuerda mi hijo de los cañales en flor camino a Sonsonate… sobre todo en octubre, cuando los vientos mis historias

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los mueven de un lado al otro acariciando sus espigas, justo ahí en la vuelta para el desvío al Cerro Verde… esos vientos de octubre que a usted tanto le gustan. Sí, claro que Diosito pinta —¿Qué pregunta es esa?— además canta y baila también, Dios puede hacer lo que quiera y todo lo hace bien. Mire para atrás, ahí no hay celajes, pero las nubes se han ido juntando para formar figuras que parecen animales… ¿A qué no encuentra un caballo? …muy bien mi niño, ahora busque una gallina… ¿Qué se parece más a un cuzuco? Bueno, lo que usted diga… pero siéntese bien, haga caso por favor, no toque el suelo del carro que esta sucio… mire que hoy no llegó el choquito a limpiarlo y esta más mugre que un corral de cerdos. Si no me hace caso, al salir del sastre no pasamos por la panadería a comprar semita de la alta. Para la hora que salgamos de medirle el traje, va estar recién salida del horno, seguro que nos la comemos bien calientita, ya se me esta haciendo agua en la boca... Además, si deja de molestar le compro… no le digo pues… ¡No le pegue patadas a mi asiento que voy manejando y vamos a tener un accidente! Me voy a enojar y no vamos a comprar fresco de tamarindo, hay se va atorar todo con la semita… olvídese de comprar «sorpresas» de las Delicias, esos tamalitos de papel con juguetes adentro que tanto le gustan, y ni se haga ilusiones con las botellitas de miel y azúcar, ni las gomitas que vende la señora en el portal… Está bien pues, no llore, sólo compórtese como buen niño, yo se que le cuesta mucho, pero deme un poco de paz para disfrutar el paisaje… mire, ahí van los pericos, parecen una nube verde en el firmamento. ¿Qué para donde van? …bueno, como decía el poeta: “«ellos van a donde les apunta el pico.» Mi hijo, no saque la cabeza por la ventana que la virgen de Candelaria nos proteja y no se la arranque un poste… por Dios, que tiene chichicaste en las nalgas que no puede tener sosiego ni siquiera por un minuto. Al llegar a casa le cuento a papi para que lo castigue. 20

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qué grande será la madre… que hasta Dios quiso tener una. diciembre 15, 2004

Y nació del vientre de una mujer virgen, en un establo, pobre y sin hacer mucho ruido, el unigénito hijo de Dios, creador del cielo y de la tierra. Y nos enseñó que la pobreza no es sinónimo de vergüenza. Nadie se quiso hacer cargo de su madre a la hora de que Ésta dio a luz… y Él, concebido por el poder del Espíritu Santo, nos amo, aún más, nos enseñó a amar, a como amar a nuestro prójimo… y el prójimo ya no sólo fue el vecino… nuestro hermano, de pronto no vestía ni comía con nosotros, no frecuentaba los mismos lugares, ni vivía en el mismo tipo de casa, y aunque tenía nuestro mismísimo ADN, por miles de años nos la habíamos arreglado, y seguimos intentando, que lo que nos cubre sea más importante que lo que nos une por dentro.

Creció con el amor de su padre y su madre, jugó con todos los niños: ricos, pobres y de cualquier clase y raza. Aunque todo lo sabía, aprendió junto a todos y con todos. Algunas veces, cuando no entendían su misión, tuvo que recordársela a quienes se les había encargado su bienestar temporal. Aprendió el oficio de su padre terrenal, oficio humilde, y con su sudor nos mostró como honrar el trabajo, apreciar los momentos en que podemos laborar, que el trabajo puede ser oración si aprendemos a dar gracias al Creador por su generosidad al dejarnos ser útiles. Me imagino, que entre otras cosas, fabricó juguetes y mis historias

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contó chistes… porque entre nosotros Él fue feliz, y su alegría fue gozo de quienes compartieron su espacio. A la hora de buscar amigos, no le importó el color de la piel, la textura de los cabellos, ni el color de sus ojos, para Él todos somos hermanos de un mismo Padre. Buscó dentro de ellos, y los escogió parecidos a nosotros, todos unos santos en potencia, diamantes en bruto… y los templó con fuego y agua fría. Sólo uno se perdió, pero ya estaba escrito. Con ellos, y muchos más que le siguieron de cerca, nos reveló el plan divino. Tuvo paciencia con la mujer adultera, pero no con quienes habían hecho un mercado del templo de su Padre. Compartió la mesa con recaudadores de impuestos y entró a la casa del soldado imperialista e invasor, pero fue duro con quienes ocupaban el nombre de su Padre para fingir santidad por provecho propio, los llamo hipócritas y los comparó con sepulcros blanqueados. Además, nos advirtió como comportarnos ante los pobres, Y YA SE NOS OLVIDÓ. Bajo la autoridad de Poncio Pilato, fue juzgado, se burlaron de Él y sufrió dolor corporal como nadie lo ha vuelto a sufrir. Su alma lloró, no por su dolor, el cual lo ofreció para lavar nuestros pecados, sino porque al ofenderlo ultrajamos al Creador. Lo crucificamos delante de su Madre, que es nuestra Madre, la que lo acarreó en su vientre, le pidió hacer su primer milagro y lo cuidó para nosotros. Murió y fue enterrado, después, descendió a los infiernos y en el tercer día resucitó de entre los muertos. Comió y bebió con sus amigos, terminó su misión en la tierra, ascendió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, el Padre todo poderoso, de donde volverá para juzgar a los vivos y a los muertos. Por eso creo en El Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de pecados, la resurrección del cuerpo y la vida eterna. Amen. 22

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no abras la boca si no estás seguro de que lo que vas a decir es más hermoso que el silencio. junio 24, 2005

—Se lo digo niña… para mi que ya van con encargo al casorio. El otro día me contaron, que en el parque, detrás del puesto de don Vicente, los vieron con las manos en la masa… bueno, ya sabe usted, ella como que estaba amasando pan francés y él con cara de chucho en celo le tocaba las nalgas a la pobre inocente. A mi no me la hacen, le apuesto lo que sea a que tenemos bautizo dentro 6 meses.

—No ande hablando lo que no ha visto doña Adriana… acuérdese que cuando apunta con un dedo, los otros tres le están señalando a usted. Deje en paz a esos pobres muchachos para que disfruten de sus ganas y arrebatos… por el bendito Señor Jesús, que ya no se acuerda cuando todavía disfrutaba usted de esos juegos… mire que aún me acuerdo de cuando me juraba que no le importaba tanto lo largo y lo grueso, sino lo que duraba tieso. Doña Prudencia, usted no hace honor a su nombre, no sólo anda repitiendo chismes, sino que trabaja arduo para mejorarlos. —Le digo: la que se emperra se emperra, la que se enchila se enchila… y la que se encula se chinga. ¡Y esta ya se chingó! Ya me contaron que él anda visitando a otra muchacha en el centro, hija de un taxista —por ahí andan diciendo que ya hasta lo han visto ayudándole a cambiar llantas al suegro. La mamá de la niña tiene un puesto afuera del cine mis historias

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Apolo donde vende panes con pollo. Las malas lenguas juran que se surte con las aves que se mueren antes de llegar al mercado, se los vende un chelito después de ofrecérselos primero a una cadena de restaurantes famosos, donde ya fritos y llenos de químicos, nadie les siente el chuquío. Ella se queda con los que rechaza el restaurante ¡imagínese usted! Quizás por eso últimamente se le ve más robusto al novio, es verdad que un poco pálido y con tez tirando a verde limón, pero hasta cachetón anda el jodido. Como el matrimonio es la principal causa del divorcio, yo creo que éstos se separan antes del nacimiento de la criatura. —Bien dice mi abuela que cuando se reúnen los aduladores, el demonio sale a comer. Pucha niña Prude, usted debe de mantener al cachudo bien gordo, hartando de día y de noche... mejor, así tal vez pierde la carrera conmigo y no me alcanza antes de que yo estire las patas. No se le olvide que el que tiene boca se equivoca. Ya deje en paz a la pareja, no me meta ideas torcidas en la cabeza que a mi el ver pecar me convida pecar. Además, aquí estamos en público, recuerde que si quiere hablar mal de alguien, hágalo por donde no sopla el aire. —Ve pues, cada quien habla como le fue en la feria, yo sólo le cuento lo que me han dicho que dicen los que oyeron a quienes pasaron por donde contaron. Total, ¿y a usted que le molesta? hoy anda toda saltona… recuerde que no hay cosa más rica que rascarse donde pica… o ya hasta le perdió el gusto a una buena rascadita. Yo no peco si son fantasías de otros, pecan los que se las inventaron… si es por puro deporte hombre, no vaya ser que hoy paguemos justos por pecadores. A mi que me registren doña, le aseguro que lo dicho viene de muy buena fuente.

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el día que la mierda tenga algún valor los pobres van a nacer sin culo... julio 1, 2005

Llegaron en tanquetas y picops todoterreno, eran más de 800 miembros del grupo de Reacción Inmediata con bombas lacrimógenas, equipo contra motines, uniformes bien planchados y almidonados, botas lustradas y hasta peinados... más parecían que iban para un desfile de la independencia y no ha apalear a unos desesperados invasores con harta necesidad de terreno para alzar sus viviendas. Ese día, 14 de junio, los de la autoridad se habían hasta lavado los dientes, estaban esperando salir en el noticiero del mediodía y en los periódicos del día siguiente. El capitán, antes de marcharse del cuartel, les recordó que todo era cosa de imagen, un poco para amedrentar al enemigo y otro más para no parecer tan brutos ante la opinión pública.

El batallón se apostó en la entrada del terreno que al parecer es de la municipalidad, pero dicen que lo quiere un grupo de inversionistas para construir un centro comercial con aire acondicionado y área de comida rápida. Poco a poco los milicos se fueron apoderando de la tierra invadida por más de 350 familias integrantes de la Asociación Campesina para el Desarrollo Integral (ACDI), que ocuparon el terreno el 25 de diciembre del año pasado y le llamaron «colonia navidad.» Construyeron sus champas, una cancha de fútbol y una capilla medio improvisada, todo en 2 meses. A la capilla nunca la visitó un cura, y eso que le fueron a rogar varias veces a los del Opus, mis historias

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que tienen un colegio grande a la par, para que les prestaran un sacerdote que diera misa aunque sea una vez al mes. En el colegio, la comitiva nunca pasó del portón de entrada y jamás les dieron cuenta de porque no les mandaron al cura para dar misa. Al final, les dijeron que tenían que tener paciencia y siguieran pidiendo al Señor que les perdonara sus pecados… que dejarán de vivir en amasiato y que antes de andar pidiendo que les bautizaran a sus criaturas, que se casarán por la Santa Iglesia y dejarán de vivir en pecado. Al verse acorralados, un comité del ACDI pidió hablar con la autoridad. Don Lucio, uno de los que más había trabajado para que la capillita fuera digna a los ojos del Señor, armó un gran alboroto entre los presentes cuando agarró a sus 6 hijos, su mujer, su suegra, 3 sobrinos, 2 chanchos, el perro y 7 nietos gritando: “mejor que digan que aquí corrió y no que aquí murió”. Cuando las cosas se calmaron, la autoridad aceptó a conversar. Después de 2 horas, los invasores decidieron desalojar el lugar según un acuerdo con el gobierno municipal a cambio de que les tomaran en cuenta sus necesidades en un plazo no mayor a 14 días. El funcionario, que participó en las conversaciones junto al comandante militar, agregó a la prensa ahí reunida: «Estamos conscientes de las necesidades de la población marginal sin vivienda, vamos a estudiar las posibles soluciones. El gobierno ayuda a los ciudadanos por medio del diálogo y no por la fuerza… ¡éste es un día glorioso donde gano la razón!» Los del ACDI regresaron a la semana siguiente a hablar con el delegado municipal, quien les explicó que el gobierno continuaba estudiando las posibles soluciones al problema… pero que mejor se olvidaran del asunto porque la cosa estaba bien jodida… además, tenían apuntado los nombres de los dirigentes y sus familias para evitar que volvieran al relajo de antes. Les dio las gracias, y pidió al secretario que les acompañara a la puerta. 26

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el que nace pa’ maceta, no sale del corredor... agosto 31, 2005

Dos padres de familia murieron a causa de un accidente automovilístico ocurrido en horas de la madrugada de ayer. Las víctimas José Pedro López Martinez, 38 años, y Guillermo Mancía de 53, perecieron en el mismo lugar del impacto debido a que salieron expulsados de sus respectivos asientos al no llevar puestos sus cinturones de seguridad. Pasada la medianoche, López Martinez manejaba su taxi Hyundai por la Avenida Gustavo Guerrero, desde el parque Cuscatlán, cuando al traspasar el cruce con la Primera Calle Poniente, Guillermo Mancía, que venía en dirección contraria, se estrelló contra el vehículo de López Martinez.

José López era militar en retiro. Hasta hace dos años fue músico de la marimba Alma Pipil del ejercito nacional. Con su padre, se turnaba para manejar dicho taxi. «Era nuestro único sustento», declaró conmovido Mauro López, padre del difunto. “Mi hijo acostumbraba a trabajar en la noche, pero no más allá de las 2 de la madrugada, por ello, nos empezamos a preocupar cuando dieron las 5 y no llegaba”, relató. El diálogo es interrumpido por la atribulada madre, para manifestar su angustia e indignación porque de la policía no les comunicaron el trágico accidente, sino que ellos mismos tuvieron que iniciar las averiguaciones cuatro horas después. Las versiones iniciales eran confusas, indicaban que el hecho había ocurrido dentro mis historias

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del estacionamiento del Seguro Social, ante lo cual los padres temieron que su hijo pudiera haber sido víctima de un asalto. El cuerpo ya había sido ingresado al Servicio Médico Legal cuando los familiares tomaron conocimiento de la versión oficial de lo sucedido. Sobre el accidente, el padre precisa que según un testigo ocular, el hecho se produjo cuando el otro conductor no respetó el semáforo en el cruce de la tragedia, a raíz de lo cual su hijo, no pudo esquivarlo. El malogrado conductor era casado y padre de gemelas de 8 años, compartía la misma casa con sus padres, en la Residencial San Carlos, al final de la Autopista Norte, donde comenzaron ya a llegar los seres queridos y los amigos consternados a esperar el arribo del difunto para su vela. Por otro lado, los restos de Mancía eran esperados en el que fuera su domicilio, en el Reparto Santa Clara, por la Calle México. Éste era mecánico de la empresa Alensa, encargada de la recolección de basura en edificios particulares. Su esposa Ana María y dos de sus seis hijos, Ana y Juan, estaban muy angustiados. Sus hija recordó que antes de ser mecánico, su padre trabajó años manejando buses. El difunto era conocido entre amigos y familiares como «El Negro». Por su parte Juan Mancía destacó: «mi padre murió trabajando… y es que a la hora que lo llamaban, ahí estaba presto para salir a atender una falla mecánica. Entiendo que fue un accidente fortuito, por tanto no hay ánimo de perseguir responsabilidades», subrayó. La policía no se decide a quien culpar por el accidente para cobrar a la familia del implicado la «multa…» están pensado que ambos son culpables para ver si pueden sacar algo de ambas familias, ya que sin haber solventado dicha multa, no se puede entregar los difuntos a sus doliente.

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el procurar no caerse es mejor que el levantarse… aunque sea con ayuda. enero 2, 2006

Era 2 de enero, me levanté bien temprano y con ánimos de empezar el año con ganas. Estaba bien fría la mañana, arropado con una cobija, preparé el café y me senté afuera a ver como se formaba el día frente a mis ojos. Mi casa estaba en alto, desde aquí, podía ver al sol como recién empezaba a iluminar el borde de las montañas. El ambiente tenía ese color gris-amarillento que apenas me dejo ver la silueta de un par de vecinas correr a la tienda por el pan. Sí, estaba seguro que éste era un buen día para comenzar el año.

Ya bañado y comido me fui para el trabajo lleno de ilusiones. No me molesto que el autobús fuera más lleno que de costumbre, ni el olor a perro muerto que despedía el maistro que llevaba a la par… tampoco me incomodo los pedazos de tortilla con queso que llovían de la boca de la señora de atrás cuando hablaba, y por primera vez en años, ni preste atención a lo que decían. No me molesto las veces que el cobrador anunció con voz burlona justo en mi oído: «busquen la parada.» Yo estaba feliz, ni me acordaba si me había peleado con mi compañera antes de salir, o si me había recordado, como era su costumbre, lo pobre de nuestra circunstancia y lo inútil que yo era. Al rato y le había mentado la madre como siempre… de ser así, lo había borrado de mi mente. Al llegar al trabajo me encontré con que había que limpiar el mis historias

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baño del primer piso porque estaba tapado y se había rebalsado toda la mugre. El supervisor, Mario Murcia, al que le decíamos «el gallo» —no por lo apuesto sino porque se la pasaba cacareando— al verme con una sonrisa en la cara, me encomendó la tarea para ver si así se me quitaba el plante de pendejo que traía yo esa mañana, que según él, era por pura burla. No me importó el trabajo, alguien tenía que hacerlo, ni maldije a los cabrones que en la fiesta de fin de año seguro habían tapado el escusado. Sólo limpie lo más rápido posible y hasta me sentí contento de ver como ahora todo estaba más limpio que nunca… soy bueno para limpiar pensé, y me sentí orgulloso. Es bonito saber que uno sirve para algo. Don Mario me felicito cuando llego hacer la inspección, pero como todavía traía la sonrisa en mi boca, me dijo que anduviera con cuidado, que a él no le gustaba trabajar con retrasados mentales, así que mejor me fuera cambiando el semblante o me iba a tener que buscar otro lugar donde limpiar la mierda de otros. Yo le pedí disculpas nomás… me dio lástima el jefe, quizá se había enterado de que su señora andaba encamándose con todos los del barrio, pensé que lo duro no era aguantar el peso de los cuernos, sino más bien aguantar a la vaca… y como la vieja tenía plata, don Mario se la tenía que aguantar. Me sentí alegre que a la mía, como estaba fea y torcida, segurito que sólo yo me la volteaba… y no por gusto, sino más bien por las urgencias que uno tiene. Al terminar el trabajo, me dieron ganas de ir a la iglesia a agradecerle a Dios por todo lo que me había tocado ese día… no por burla, realmente me sentía agradecido. Tomé el autobús y al llegar a casa me supieron bien rico los frijoles tiesos con las tortillas quemadas que me habían preparado, le di un beso a mi compañera, le toque las piernas. «Promete la noche…» —contestó— y me fui para el cuarto tranquilo… ¡Y prometió! 30

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no hay duda que Dios ama a los idiotas... ¡por eso sigue haciendo muchos! abril 26, 2006

Su tono brasileño cautivaba al pueblo, quienes todos los días encendían la radio para escuchar el mensaje místico que el Maestro Julio les brindaba «sin ningún fin de lucro.» Todo en él era un misterio, hasta que éste misteriosamente desapareció con el dinero de sus fieles. El Maestro tenía una gran imaginación, total, decía: «la verdad la puede decir cualquier pendejo, lo jodido es mentir» y para tal menester hacía falta la creatividad que a él le sobraba.

El mentalista llegó a Sonsonate con un perfil bastante bajo. Con el correr del tiempo fue ganando adeptos y compró un espacio en la radio del pueblo… donde montó su circo. Todos los días contaba casos espectaculares que gracias a su intervención habían podido ser resueltos de forma favorable. Cada programa empezaba y terminaba con el mismo slogan: «Junto parejas, arreglo vidas, pero aún más importante, con mis poderes salvo negocios de la quiebra.» El mensaje era claro, la audición tenía una gran popularidad. Era común ingresar a cualquier local comercial y escuchar la voz del Maestro Julio sonando en la radio. «No soy un chanta brasilero, ni brujo de Izalco, mis poderes son reales,» rezaba en su audición el místico. Muchos le creyeron y pagaron por audiencias personales para resolver los más variados problemas cotidianos. Éste no cobraba barato, pero sus mis historias

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fieles juntaban dinero y a cambio de promesas se lo entregaban sin titubear. Cuentan que un cafetalero de Apaneca se acercó al Maestro por ayuda, su siembras estaban dando pérdidas y necesitaba «un rescate urgente», el Maestro le cobró 5 mil pesos a cambio de sus servicios esotéricos. Los días pasaron y el ansioso productor no recibía la ayuda prometida, decidió pedir explicaciones, pero jamás volvió a ver su dinero. Después, se supo que otro agricultor le había entregado al brujo 20 mil pesos a cambio de sus poderes, pero la víctima no recibió ni la ayuda de los cielos para mejorar sus cosechas, ni consiguió los favores de la vecina, por los cuales gustosamente aumentó en un 25% su contribución… ni la devolución de su dinero. El golpe final lo dio cuando en una de sus últimas audiciones por radio dijo: «Si ustedes quieren más dinero tienen que darle dinero a la tierra... entierren sus dólares en el campo que les voy a mencionar y verán cómo la tierra se los devuelve multiplicado.» Decenas de creyentes enterraron dinero en el lugar indicado. La Dirección de Investigaciones de la policía siguen en busca del estafador, quien después de abandonar el hotel céntrico donde estaba alojado, se marchó con rumbo desconocido. Al parecer, los últimos días del Maestro en la ciudad cocotera fueron bastante ajetreados. Se sabe que además de desenterrar todo el dinero de sus seguidores, compró pasaje de avión, empacó los objetos que sus fieles le regalaban, y visitó muy seguido a una señora en el barrio del Pilar, que al parecer, le pagaba con otro tipo de favores por sus servicios… que según cuentan los vecinos deben de haber sido bastantes y muy seguidos, hasta 2 veces diarias. La verdadera identidad del parapsicólogo se desconoce, pero se confirmó reiteradas estafas en distintas ciudades del istmo. Lo único sospechoso es que fue el señor alcalde quien lo llevó al aeropuerto.

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algunos matrimonios terminan bien... ¡otros duran toda una vida! abril 13, 2007

Hace un par de días oí a Marta, mi esposa por más de 27 años, diciéndole a María Estela, una de sus mejores amigas: «mi marido es un ángel» y ésta le contestó: «¡Qué suerte la tuya mujer, y el mío que aún esta vivo!» Me cuentan que en algunos países de África uno no conoce a su consorte hasta que se casa, no entiendo como esto es novedad para muchos… para mi, lo mismo pasa cada día en todas partes del mundo, dicen que nadie conoce su verdadera felicidad hasta que se casa, lo jodido es que para entonces ya es muy tarde.

Además, siempre hay que tener en cuenta que Dios, después de descostillarnos nunca nos dijo: !Entiéndanlas! Por eso, para hacer feliz a una mujer sólo se necesita ser su amigo, compañero, amante, hermano, padre, hijo, maestro, alumno, confidente, cocinero, carpintero, mecánico, plomero, pintor, decorador de interiores, estilista, electricista, sexólogo, ginecólogo, psicólogo, psiquiatra, terapeuta, audaz, simpático, atlético, cariñoso, tierno, atento, caballeroso, inteligente, imaginativo, creativo, tonto, dulce, amargo, fuerte, bravo, comprensivo, tolerante, prudente, ambicioso, capaz, valiente, decidido, confiable, respetuoso, apasionado… pero sobre todo: ¡Solvente económicamente! (como quien dice, rico). De la misma forma hay que poner atención en no ser celoso, mis historias

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pero tampoco desinteresado; llevarse bien con su familia, pero nunca dedicarles más tiempo que a ella; darle su espacio es aconsejado, pero mostrarse preocupado de donde ha estado y que ha andado haciendo es muy importante... pero no mucho. Algo muy esencial es no olvidarse de las fechas de cumpleaños, aniversario de novios, de boda, graduación, santo, su menstruación y cualquier otra celebración. Por desgracia, aún y si cumplimos al pie de la letra todas estas instrucciones, no podemos garantizar al 100% la felicidad de la mujer con la que escogimos para compartir toda nuestra vida. Tus acciones podrían sumergirla en una rutina que se puede volver sofocantemente perfecta —algo considerado inusual— lo cual sería motivo suficiente para que ella se fugase con cualquier instructor personal de ejercicios que encuentre en el primer gimnasio que tenga que frecuentar urgentemente porque recién se dio cuenta que, en los últimos 20 años, ha aumentado 10 libras. Por eso —y por muchas cosas más— un amigo muy querido trato de quitarse la vida el otro día tomándose 100 aspirinas… ya no aguantaba su condición de casado, había agotado todas sus energías infructuosamente en hacer feliz a su amada esposa. No se murió, gracias a Dios como a la octava aspirina se le quito el dolor de cabeza que cargaba desde el día de su boda y optó por seguir luchando por lograr la felicidad de su amada. Este amigo es el hombre perfecto para cualquier mujer: es un 80-2-80, o en cristiano, el condenado tiene 80 años, 2 infartos y 80 millones de dólares en el banco… ¡Qué Chucito me lo ampare!

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santitos, voz si que estas como si fueras queso de dieta… ¡ricota! junio 2, 2008

Cayendo… cayendo con lo de siempre don Marcos, hoy por hoy son 10 pesos. Ahórrese los comentarios para cuando le pregunten por ahí sobre «mis huesos…» o mejor dicho de mis carnes, que es lo que todos ustedes disfrutan. Mire que necesito más negocio y que con lisonjas no se come —peor en estos días. Con eso de que la gasolina ya casi llego a los 5 pesos, una «acostada» ya no le alcanza a uno ni para las tortillas. Porfa, páseme la voz a la muchachada… que se vayan alistando, que para la próxima quincena quizás vamos a subir la tarifa.

Fíjese que estas nachas ya no dan para moler más atole, a lo sumo 8 ó 9 cuerpos diarios, y con esa producción no alcanza uno a saciar las tripas de la mole de monos que alimento. Ni la de mis viejitos, que aunque no comen mucho, viera como gastan en medicinas… y si me tiro las 3 ó 4 horas en la cola del seguro para que me den algunas, ni me quedan ganas para satisfacer a la clientela. Total, de cualquier lado salgo amolada. El otro día, me lleve a un cipote para que me cuidara el puesto en la cola mientras me sentaba un rato a resguardarme de la gran asoleada, y vea usted, que en lo que me arrimé —con mi minuta de tamarindo— a la sombra del palo de hule que está ahí en la merita entrada, me empujaron al bicho de la cola y por más que me pelié, perdí como 20 puestos… total, al final ya ni alcance número para ese día y fue sólo tiempo perdido. mis historias

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Ya se que soy babosa y que la caridad empieza en casa, pero si no atiendo a esos desamparados ¿quién pues? Ni modo que los deje morir de hambre. Si viera como me hacen compañía… es bien cierto eso de que la desgracia compartida es menos sentida, porque al verlos contentos, se me hincha algo por dentro y ya no me duelen tanto los huesos. ¡No se queje hombre! mejor calladito, que cuando menos diga, menos tendrá que rectificar más tarde. Ya parece bicho peche llorando por su leche… que aunque es verdad que cada uno habla según como le fue en la feria, fíjese bien que no le estoy cobrando por lo que se tarda, que en esos menesteres usted me sale debiendo… ¡viejo mañoso! bien se las arregla para tardarse un buen. Y usted que cree, que yo nací ayer, que no me doy cuenta del truquito de parar un rato entre las zangolotea-das para calmar el libido. Siéntase dichoso que con otros me desquito… mire ahí —por poner tan sólo un ejemplo— a tiro rápido el pobrecito no ha terminado de bajarse los chones cuando ya tiene torcidos los ojos y enmarañadas las patas. El muy dichoso con la vista se deleita… y yo, aunque ya haya terminado, le doy su sobadita para que no se me vaya triste y le den ganas de volver. Que diera por tener una mi docena de ésos todas las semanas, me compongo sin joderme el cuero… chucha, así hasta ganas me dieran de hacer todos los días eso del «pilates» y echar más nalgas para subir la clientela. A poco usted no sabía porque le decían tiro rápido a don Memito, eso que le gustaba cazar de joven y que con una bala se apeaba los pájaros rapidito, fue cuento que le inventó su tata, digo yo por la angustia de que la gente fuera a creer que de tal palo tal astilla… ¡puras pajas! Hágase el enterado, y no lo ande repitiendo por el pueblo. O por lo menos, hágame el favor de no revelar su fuente de información. Hay nos vemos el viernes pues, saludes a su señora y a los bichos, haber cuando me trae al más grandecito, ya va siendo tiempo de iniciarlo… 36

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cuando bebas, no manejes... ¡no vaya ser que se te de vuelta el vaso! junio 24, 2008

Doña Tula: «Regáleme una bien heladita porfa.» Sí, hay voy pa el pueblo a ver a los viejos. No, hoy no vino la niña, fíjese que se quedo estudiando para los finales. Sí, gracias a Dios me salió estudiosa y responsable, con ella no tengo los problemas que tuve con el varón que se me fue a la guerrilla y ahí me lo mataron. Que jodida, hoy tendría 25 años el bicho, y quien sabe, bien y ahí andaría conmigo... mejor deme otra que está como que tenía hoyo en el fondo, pero bien heladita por que la otra parecía sopa...

Hay don Aroldo ¡Y usted que le apura! Yo nunca lo había visto quejarse y de hoy hay anda todo arisco y refunfuñando. Le van ha ser daño las chelitas. Siéntese ahí a la sombra y cuénteme que mosco le ha picado. No se preocupe, yo no le voy a contar mas que a los de siempre... total, si aquí nadie lo conoce, no mas lo ven una vez por semana, se imaginan que esta es una de sus paradas en su vía crucis camino para el pueblo donde dejo enterrado el ombligo... yo les he contado que es usted un buen hijo y va a visitar a sus progenitores. A más de eso, ni su apellido conocen... a pues: «¿Y cuál es su apellido usted?» ahorita me voy dando cuenta que ni yo se lo conozco... y eso que ya van más de unos veinte años que le vengo despachando una media docena de heladas todos los sábados. Si, no le digo pues que el Marito —mi hijo, el negrito— ni había nacido, ni al papá se lo habían mis historias

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llevado para el cuartel... ahí fue donde conoció a la señora que tiene hoy, es la del queso, la misma de los atados que usted le gustan para boquitas. Pues ya ve, yo no soy rencorosa... y de que me sirve si el rencor no se come. Cuando me junté con él, yo ya sabía que tenía otras y del mal que padecía... a mi me gusto y no me importo, me hablo dulce al oído, yo me descompuse, y él no perdió el tiempo para componerme pues. Si a mi me lo quitaron, ni modo, total que yo se lo había quitado primero a otra. Así son las cosas en este pueblo y nadie protesta. Total, no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió. Bastante trabajo me ha costado cometer mis pecados como para malbaratarlos en arrepentimientos vanos. Doña, páseme la otra pues... y que esta no sea con boquita de paisaje. Para cambiar, suéltese aunque sea una tortilla con frijoles y ese queso de atar... mire que ya me están chillando las tripas. Con eso de la parlada se esta haciendo la loca y no está atendiendo a la clientela como se debe. Ya le aviso que con boquita valen pesetas más... ya ve que después hay anda protestando por la cuenta. Mire, y ya le conté que se nos murió don Marcelino —el tata de Leopoldo. Si, el mismo que aquí lo acompaña de cuando en vez con la guitarra, el dueño de la «chanchona» del pueblo. Pues verá que el otro día se fueron amenizar una boda ahí por Juayua, y que se le antoja llevarse al viejo, disque para que le cuidara los instrumentos mientras arreglaban el local. Pues que el viejo se tomo un chuco bien caliente en el parque, a la mañana siguiente amaneció bien soplado y todo totoreco, ya para la tarde estaba tieso el pobrecito... ni tiempo de llevarlo donde el doctor tuvieron. Ayer lo enterraron. Yo cerré en la tarde para acompañar al viejo a su último lecho. Viera que alegre estuvo, lástima que no lo enterraron hoy para que usted viera que bonito se despide uno de sus difuntos por estos lares. Bueno pues, son 8 pesos por ser usted. Hay lo veo la otra semana pues. 38

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¡huy…! téngale cuidado a ese niño que es bravo. febrero 25, 2010

—Tío Chente, le presento a mi novia Lilian… —Buenas tardes señorita, veo claramente que mi sobrino, Miguelito, como ya nos tiene acostumbrado, ha tenido un gusto muy atinado al escogerla a usted como su novia de hoy. Es que en cosas del corazón este cipote salió a don Cipriano, el abuelo materno, muy enamorado el señor y con buen gusto. Mire, y a usted ya le presentaron al hermano menor, Leito, se lo menciono para que vaya poniéndole la atención y el cuidado debido. ¡Ese niño si que es bravo! por ahí anda todo el día aventando puertas y contrariando a medio mundo. Yo no le discuto nada, no vaya ser que me falte al respeto… parece ajuate el muchachito. Es como que si le restregaron chichicaste en las nalgas, nunca se está quieto… a mi me cansa con sólo verlo.

—Si oigo bien, como que Miguelito se refiere a su merced como «mi chinita,» ¡ahhhhhhh, pero que bonito apelativo! Y usted señorita ¿ya probó estos dulcitos de leche de burra que vienen de mi pueblo, Sonsonate? Tenga cuidado, después de probarlos no hay quien le pare el gusto. Si quiere le doy uno, pero que conste que le aviso que va andar pidiéndome más. Bueno, tenga uno, pero vea que se lo advertí, hay si quiere más, pídaselos mejor a Miguelito… él sabrá cobrarle lo justo por el placer que le ha de brindar saciar su apetito. —Cipote, ¿tendrá hoy su hermanito paquines para vender? mis historias

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—Yo le compro a Leito esos libros de historietas para que él se pueda abastecer de sus gomitas envueltas en papel celofán, las que vende la señora en el portal frente al parque libertad, y de los caramelos de miel de 2 por centavo de la tienda donde doña Conchita, la que está ahí enfrente, bien empacados en cucuruchos de papel de empaque. Ese niño se nos va a ser diabético un día de estos de tanto dulce que se harta. Bueno los paquines en realidad son como una mina sin explotar, una inversión donde a la larga creo que voy a salir ganando… no crean que soy tan pendejo, ya van a ver como van a subir de precio esas cosas con los años… y por pisto para dulces, ese muchacho vende hasta el alma. —Señorita, ¿desde hace cuánto anda saliendo con Miguelito? Perdone por la indiscreción, pero es que a este mi sobrino le conocemos muchas chicas, tantas que ya le perdí la cuenta y a ratos me confundo. Me pregunto si ¿ya la llevo a comer minutas con jarabe de tamarindo a Atecozol? Tenga mucho cuidado que en ese balneario milenario hay un sin fin de veredas donde es fácil perderse… y por lo que veo, usted todavía no tiene edad para andar en esos vericuetos. Pero si va, no deje de comer yuca con pepeshca, curtido y chicharrón… no hay platillo mejor en toda la república. Y cuando estén ahí, siéntense a ver a los niños encumbrando piscuchas, jugando con trompos, capiruchos, chibolas y chirolones (fíjese bien y verá que más de alguna es caca de mico) para aprender así como se divierte el pueblo, que aunque cholco, chorriado, con los pantalones cutos y descalzos, igual gozan más que con esos juguetes electrónicos y computarizados de hoy. Bueno, se me hace que ya la estoy aburriendo con tanta babosada y cosas de viejo de pueblo. Hay me cuida bien a mi Miguelito… se lo encargo, mire que es buena bestia el jodido, lo único que le falta es cuido. Y no se preocupe por el hermanito, mire que con el tiempo hasta el vinagre se endulza. 40

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¡don Leo, y a usted que le pasó! marzo 19, 2010

Rasurándome está mañana y sin muchas ganas de verme al espejo, pero con aún menor ganas de cortarme la cara… me di a la tarea de contemplar mi triste reflejo por unos minutos, y pensé para mis adentros: «¡Joder, el tiempo no perdona!» De repente me vino el recuerdo del comentario que Martita —ese angelito que en casa de mis padres confecciona los platillos más exquisitos con sus manos toscas— hizo hace un par de años… Con Martita teníamos mucho tiempo de no encontrarnos (casi como 60 libras, desde que decidí mudarme a estos parajes del norte hace más de 30 años), cuando de repente entré en la cocina de mis padres, y ella al verme, desparramó la olla de frijoles y exclamó: «¡Don Leo, Dios mío, y a usted que le pasó!»

Esta experiencia incomoda se repitió en mi memoria, más tarde, con el encuentro casual con una amiga que disque que me tiene cariño desde que somos muy jóvenes, casi niños diría yo… y cuando al preguntarle sobre el chiste que el tiempo me ha regalado de sopetón, o mas bien de año en año y de libra por libra, en mi rostro y en todo mi cuerpo, me comentó que no tenía que preocuparme por esas tonterías, que ella estaba casada con alguien que se había mantenido bien lindo, en muy «buena forma»… y ya ve, me dijo: «a usted lo amo más por lo que lleva adentro…» Por un rato, tan sólo por un instante, sentí como se comenzaba a dibujar una sonrisa libidinosa en mi rostro… mis historias

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«¡ajá! le gusta lo que llevo adentro» pensé con orgullo varonil, justo en el momento que ella agregaba: «porque usted es bueno, y por dentro lleva mucho amor por los demás…» ¡Joder! ya sólo faltaba que me dijera que el marido de seguro también la tenía más grande… bueno, pero nos despedimos una vez más sin afán ni motivo… 40 años de encontrarnos por casualidad de cuando en vez… y como siempre, cada cual se llevó de aquel encuentro fortuito algo para arrullarnos en los momentos en que necesitemos del pasado para seguir andando. A paso lento hasta mi carro, recorriendo en mi mente cada instante del encuentro, amenazaba con llover, yo iba disfrutando de esa brisa que te envuelve y casi te deja desnudo ahí en la mitad de la calle… y —justamente antes de llegar a mi destino— apareció en mi teléfono un correo de Lito, nuestro insigne primer bachiller, presidente vitalicio de la promoción Pericos 75, padre del internet en mi patria, y memoria viviente de nuestros años de estudio. Lito quería recordarme que hoy se celebraba el día de San José, Santo Patrono de la escuela Jesuita donde pasamos 12 años (algunos 13 ó 14) educándonos todos los días y en muchas oportunidades, gracias a Dios, también deseducándonos. Además nos recordaba que pronto cumpliríamos 35 años de habernos graduado y había que reunirnos para celebrarlo… pucha, pensé: «7 lustros de no pegarle a una pelota de fútbol…» se dicen fácil, pero se siente como un par de quintales al lomo. Antes de arrancar el carro me vuelven los recuerdos de mi encuentro, que bello es verse con alguien que te lleva al pasado… poder decirle «hola»” y oírle decirte «adiós.» Me halaga estar en sus recuerdos, me conforta recordarla. Llegan más correos, los compañeros empiezan a planear la próxima reunión… recuerdan a los que estamos lejos y envían mensajes con deseos de nuestra presencia. Hoy es tan sólo otro día con 52 ó 53 años de edad. 42

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«y usted cipote, como que tiene chichicaste en las nalgas que nunca se está quieto.» –Francisco Andrés Escobar (Q.E.P.D.) en un viaje durante la Semana Santa de 1977 mayo 10, 2010

Nos despedimos cordialmente, habíamos tenido una entrevista por más de media hora en la salita de la portería del colegio Externado de San José, como siempre ante la custodia del Hermano Alberdi —San Pedro, para aquellos quienes lo amamos en vida y aún lo seguimos llevando en nuestros corazones, hoy que vela por nosotros desde el cielo— yo había sido escogido para que asistiera en la clase de Metodología de la Investigación a este señor «raro» que al terminar la entrevista, ya cuando me marchaba, me preguntó: «¿perdón, cuál es su nombre?» —Leonel, contesté con una sonrisa, pero por favor llámeme Leo, agregué.

Paco, aún sentado y con sus piernas cruzadas, sonrió, agradeció amablemente a mi respuesta y me dejó partir por unos 10 metros… me volvió a llamar. Al acercarme nuevamente me preguntó: «¿perdone, cómo me dijo que se llama usted?» —Leonel Mejía —contesté, ya sin sonrisa— pero por favor llámeme Leo, reiteré. A lo cual, con esa suavidad y ternura que Paco siempre presentaba en cada uno de sus actos, volvió a agradecer e hizo referencia a la fecha y hora de nuestro próximo encuentro. Volví a partir, ya un poco preocupado por que se me hacía tarde para ir a visitar a Marta… cuando estaba por montarme al carro (30 metros después) Paco volvió hacerme un gesto de urgencia, como que necesitaba volver a hablar conmigo… Acalorado, y bastante mis historias

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irritado, corrí hacia donde él estaba, afuera de la portería del recinto escolar… «¿perdone, cómo me dijo que se llamaba?» volvió a preguntarme. Molesto, yo le contesté en voz alta ¡Leonel Edgardo Mejía Ramirez! quiere que se lo apunte, le pregunté… mire, me dijo, me habían dicho que me iba a ayudar un joven brillante, que no sabía nada, pero que era listo y que podría ser que aprendiera rápido… veo que tenían razón con lo de brillante, usted brilla como el sol del medio día… pero, se ha preguntado alguna vez: «¿qué quién putas quiere sentarse a contemplar el sol del mediodía…?» Le voy a pedir un favor, me dijo con cara un poco más seria, vamos a trabajar bastante para que cuando nos separemos usted siga siendo brillante, pero como el sol de las 5:30 de la tarde… el que la gente busca para sentarse a disfrutar su presencia… ese va a ser mi regalo… y se marchó mientras se dibujaba en su cara una dulzura pocas veces presenciada por mis ojos. Paco se fue ayer a escribir poemas e historias más nobles para deleitar a quienes están ya junto a nuestro Creador. Hoy, exactamente hace 30 años, a esta misma hora, 11:45 AM, Paco se había levantado de su lecho de enfermo en la Policlinica Nacional, con úlcera sangrante, ha recitar —en la iglesia de San Ignacio de Loyola— un poema escrito por él en ocasión de nuestra boda con Marta. No tengo copia del poema, ni recuerdo lo que él escribió… probablemente los versos de amor más bellos del mundo. Lo que no se me olvidará es que Paco estuvo allí, con nosotros, porque siempre ha estado allí… en esa ocasión más cherche que una página de papel bond y bien trajiadito… Hoy, finalmente, está para siempre aquí, en todo lo que escribo, toco y veo… en las lágrimas que estoy derramando y la sonrisa con que hablo de él a todos los que hoy forman parte de mi vida… No creo que logré alcanzar la meta que Paco me propuso en nuestro primer encuentro, pero adentro sigo llevando el sol de las 5:30 que él me regaló y la dulzura de su espíritu. ¡Gracias Paco! Misión cumplida… 44

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que es lo que te pide una del sagrado corazón después de una revolcada… sin querer ofender a nadie de tan digna institución educativa julio 15, 2010

Te voy a contar hermano las experiencias vividas con una que estudió en el Sagrado Corazón… si, de esas con cuello de enfermera, educadas por monjas de las que eran más católicas y apostólicas que el Santo Papa… y yo con eso que de «cuando no hay calor en el nido uno lo busca afuera…» y sin acordarme del otro dicho, «el que ama a una casada puede morir de cornada» …me encontré con ella por casualidad un día y te digo, si te gusta que te soben, que te rocen, que te hagan sudar… adoptar nuevas posturas, llegar al fondo, subir… bajar… entrar… salir… mejor móntate en un bus, pero no te revolques con una educada por monjas.

Nombre… en el primer encuentro, te rozan su rodilla con la tuya, y se dejan tocar un poco… se levantan para ir al baño para que te des cuenta las gracias que tienen al caminar debajo de la espalda, y cuando estas distraído, viéndole algo que te están enseñando, te besuquean todo… y después te echan en cara que te aprovechaste de su vulnerabilidad porque vos bien sabías (porque ellas te lo contaron) que las cosas andan mal en su casa con el marido… que ya no la voltean a ver, que ni se acuerda de la última vez que lo hicieron… total, al final fue tu culpa todo el embrollo… y sos un perverso, hasta que te piden que las beses de nuevo… Y como bien dice la Isabel Allende que el punto «G» está en el oído y que buscarlo en otro lado es una pérdida de tiempo. Un mis historias

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buen día, al fin, me atreví a preguntarle si sabía cual era la diferencia entre comer pizza y hacer el amor… como me contestó que ¡no!, se me ocurrió invitarla a cenar pizza y me la lleve a un motel... Por haber sido educado como Católico, el sexo me parece una cosa más pervertida que divertida… y quizá porque todo lo pervertido me entretiene, pienso que lo que pasó ya adentro de la habitación del hotel es para hacer una buena película… te aseguro que estoy convencido que esas monjas les enseñaban tácticas de malabarismo y contorsionismo a sus alumnas… eso sí, no las preparaban para salir en público, porque primero te piden que apagues todas las luces y que hay que cerrar bien las cortinas (aunque el cuarto este en el décimo piso), dizque para que nadie nos vea y no entre luz… y entonces comienza el «acto» —si es que alcanzas a llegar a la cama sin haberte mal matado en la oscuridad— después de un par de besos y caricias se quitan el sostén sin quitarse la camisa (la cual ya la estabas desabotonando) y se lo sacan por una manga… más tarde, mientras con una mano te ayudan a que le bajes los pantalones, con la otra —y al mismo tiempo— se suben los calzones… lo que es una perdida de tiempo porque también se los vas a quitar al ratito. De ahí les entra la duda… es algo así como el intermedio, para continuar, tenés que asegurarles una 50 veces que las amas de verdad…¡pero de verdad! ...y ya cuando terminaste, y estás bien rico disfrutando del cansancio, a ella se le ocurre ir al baño… y aunque ya recorriste todo su cuerpo, no quiere que la veas como Dios la trajo al mundo y te pide que le pases la ropa… y con otro acto de contorsionismo se logra vestir dentro de las sábanas… y al regresar, a comenzar de nuevo con toda la función. Debe de ser por todo esto que dicen que el sexo es lo más divertido que uno puede hacer sin reírse… me olvidaba, lo que te pide una del Sagrado Corazón después de una revolcada es que por favor, pero en serio, le jures que no se lo vas a contar a nadie… perdón, ya lo conté. 46

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mami, en el colegio me dicen pollo… ¿y porqué te dejas? y qui, qui, qui-res que haga pues… [a un pollo que es todo un gallo] julio 15, 2011

Joaquín llegó a mi vida a temprana edad, y desde entonces, he guardado celosamente su presencia muy dentro de mi. La comparto cuidadosamente sólo con quienes amo y muestran interés por conocerme, ya que nunca he estado seguro que cualquiera pueda entender la belleza que Joaquín irradia… y sin conocerle a él, es difícil que se entiendan las pocas o muchas cosas buenas que yo acarreo por la vida… Fui uno de los tantos que compartimos el comienzo de su andar como educador —Maestro— aunque no se cuantos entendimos que estábamos presentes ante un ser especial, lleno de amor, prudencia, juicio, sapiencia y entendimiento… en un lugar común de este planeta donde cuesta descubrir y apreciar a los iluminados.

Pero ahí, entre las múltiples piezas del rompecabezas que conforma el lugar donde nací —la mayoría bastante torcidas y medio agrietadas— sobresale Joaquín con su movimiento apacible, reposado, agradable a los sentidos… no hay prisa en él… no es necesario, intuye que tres saberes gobiernan el espacio que ocupamos: el saber, el saber vivir y el saber hacer… y Joaquín ha sabido hacer bien los tres. Dicen que nadie nace «maestro» pero algunos pocos se hacen con el tiempo… Joaquín no necesitó mucho tiempo para convertirse en uno de ellos… y como los años y el trabajo ponen mis historias

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el pelo blanco, hoy me encanta ver sus fotos publicadas en los periódicos que demuestran lo mucho que ha trabajado. Hace ya varios años nos volvimos a encontrar por un instante en un pueblo no muy santo, lleno de seres envidiosos por haber perdido privilegios según ellos heredados, y que se habían mudado a esta tierra empujados por un conflicto que sus mismos abusos habían creado. Joaquín trató en vano de iluminar con su palabra a la audiencia reunida esa tarde en un recinto universitario, no ahí presentes para «escuchar», sino para descargar sus dolores e injurias… poco falto para que eso fuera un desastre, de no ser por un buen amigo que —con sus más de 250 libras, dos metros de altura y un corazón más grande que su cuerpo— se paró y dijo: «si quieren hacerle algo a Joaquín, primero me lo tiene que hacer a mi…» y gracias a Dios nadie se animó, como siempre, los que son buenos para gritar, rara vez se animan a actuar. Días después ese amigo me confesó que él tampoco creía en lo que Joaquín pregonaba por esos días, pero que un amigo se defiende con cuerpo y alma… y a los amigos de los amigos también. ¡Gracias Fernando! nunca he tenido la oportunidad de agradecerte ese gesto de amor que por poco nos cuesta el pellejo a quienes sacamos a Joaquín corriendo de la universidad aquel día. Quini, no creo que yo haya sido de tus amigos o alumnos más cercanos, pero si de los que me fije lo suficiente como para reconocer que estaba ante un verdadero regalo de Dios. Tu hermano, el otro pollito, un día me dijo que con suerte, si seguía por donde iba, podría yo llegar a «taxista filósofo…» gracias a Dios no soy filósofo (hoy los matan a tiros camino del aeropuerto de Guatemala, trayecto que hago varias veces al año en mis visitas de presencia con los Mayas) y por desgracia tampoco taxista (oficio que te regala interesantes compañeros de viaje) pero soy hijo, esposo, padre, abuelo, amigo… y no tan malo gracias a ti Joaquín. 48

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¿qué quiere ser de viejo? me preguntaron, chiche, contesté… ¡quiero ser niño de antes! noviembre 16, 2011

Es que los niños de antes nos la pasamos bien chivirico jugando con nuestra imaginación, en tiempos bien marcados por eventos repetitivos que nos daban una gran seguridad, y un poco de salud mental, a pesar de que nuestros mayores se esforzaban por arruinarnos la fiesta. La mayoría de nuestros juguetes no necesitaban baterías —mi nieta, a los 18 meses, tomó una muñeca, la sacudió y al ver que no hacía nada me dijo: «abue, no baterías». El 3 de mayo siempre llovía y con la puesta de la cruz en el patio de adentro, empezaba uno a deleitarse con frutas tropicales: mangos, paternas, zapotes, nísperos, coyoles, marañones… y por supuesto los tesoros de mi niñez, mis mamones (melicoccus bijugatus como diría mi amigo Castrillo) y no paraba de llover hasta octubre.

Y con las lluvias salían los zompopos de mayo, combatientes de muchas hazañas bélicas durante los recreos… después, las temporadas de juegos, primero se sacaban los trompos, hacíamos ruedas y nos empeñábamos en «calaciarle» el trompo a los contrincantes. Después, era tiempos de chibolas —con sus chirolones y cacaemicos (canicas de color café y verde que sólo se encontraban en Nahuizalco). Jugábamos «toque y cuarta,» «al hoyo,» «chusco,» y otras invenciones para ver quien se quedaba con las chibolas de los compañeros. A diez pasos del hoyo (que se hacía en la tierra con una «corcholata») mis historias

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marcábamos una raya en el suelo, nos parábamos junto al hoyo y lanzábamos las chibolas a la raya, el que más cerca cayera de ésta, era el primero y así sucesivamente —cada cual tenía su canica favorita a la que llamábamos la pulsuda — en mi curso, lo jodido era ganarle a Rodolfito. Después era tiempo de álbumes de tarjetas que las intercambiábamos, también jugábamos con ellas a «vivas y muertas» al vuelo, pero había que estar muy listo y con ojo al Cristo, porque cualquiera te podía hacer «truncia» y ganarte la apuesta doblando un poco la esquina de la tarjeta. Al capirucho lo jugábamos todo el año, hacíamos «güimbas» y malabares con los ojos cerrados, algunos hasta con la zurda (Miguel Ángel, el Ñurdo) y cargábamos «cachanflacas» para hacernos la guerra. Por la tarde, al salir del colegio y después de haber jurado y mentido que ya habíamos terminado las tareas, volábamos en bicicletas por las calles de la colonia… no había problemas, ni razones para andar con cuidado, en ese entonces los adultos protegían a los niños en lugar de molestarles. Con los «vientos de octubre» se iban las lluvias y se terminaban las clases… era tiempo de andar en la calle todo el día, de jugar «ladrón librado» y competir con carretas de rodos con frenos de pedazos de «caite de llanta,» de subir al volcán, o jugar fútbol en la calle con porterías marcadas con cumbos vacíos de leche Ceteco… y a encumbrar «piscuchas» hechas con papel de china, varas de castilla, engrudo, papel periódico e hilo de papalota #10... yo le daba todo el hilo hasta verlas subir con mi imaginación, y volaba con mi piscucha más allá del firmamento, esos vientos de octubre me transportaban a lugares imaginarios donde abundaba de todo y nadie era pobre, como los niños que vivían en los barrancos... ya entonces no entendía la injusticia —y sigo sin entenderla. Todo eso sin baterías… hasta que los pericos pasaban camino del volcán, que con el chillido de sus picos anunciaban que era hora de regresar al hogar… se acababa la vagancia y a otra cosa mariposa. 50

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dos cervezas por favor… ¡ah! y una limonada para el cipote… y con limón extra. febrero 3, 2014

Para vossssss Joey.

Al son de una marimba tocando Luna de Xelajú, entre el relajo de unas guacamayas revoloteando sus alas, turistas franceses tomando fotos a niños Maya en un patio empedrado y un lustrador de zapatos silbando «Guantanamera». Sobre adoquines españoles del siglo XVI, el Chelito Gavidia, en la ciudad de Antigua, Guatemala, intentaba darnos —al Joey y a mi— una clase de construcción de cielos con lozas pintadas…

Chele, con la llamada que temprano me ha traído tu hijo para contarme que has partido a trabajar en otros proyectos más celestiales —hasta el final, responsable… seguro te fuiste temprano para reportarte a tiempo en tu nueva tarea— busco en mi memoria el nombre de ese procedimiento que en la Antigua te afanaste en enseñarnos hace ya más de 35 años, y se me escapa, no lo encuentro… busco… busco en el internet y sólo me salen casas a la venta en la ciudad colonial… pero el nombre no aparece por ningún lado… No se porque busco con tanto afán, probablemente trato de amarrar recuerdos tuyos que no quiero perder… tantos buenos recuerdos… las conversaciones compartidas… lo que te afanaste por educarnos… las tazas de té (café tan sólo uno por la mañana)… los conceptos arquitectónicos… el protector de camisas para los bolígrafos… las cervezas y los Tom Collins (con limón extra para mí) al son de una marimba Maya… mis historias

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la novelas de suspenso baratas en inglés, de las que venden en los supermercados… el gran cuidado que le ponías a los detalles y terminados de las cosas que diseñaste y construiste. Pero sobre todo, trataste de enseñarnos con tu ejemplo diario a ser profesionales honestos… hombres buenos, nobles, tiernos, con responsabilidad social… nunca llegue a contarte que hoy voy varias veces al año de misiones de presencia, junto a los Mayas en el Quiché, y que en cada viaje llevo muy dentro la convicción de que mi afán de misionero comenzó con tu hijo en las Aldeas SOS, las que tu construiste en Sonsonate. Tu labor con P. Flavian Mucci —que hoy nos dice en su muro de FB que nunca le cobraste ni un centavo por todo lo que diseñaste y construiste para los más necesitados— me ayudo a ser misionero… Nunca llegue a compartir contigo la inmensa alegría que me causan mis nietas y que sigo amando a Marta (a quién tu siempre quisiste mucho) tanto como la noche antes de mi matrimonio, cuando nos juntamos en tu casa para despedirme de mi vida de soltero, junto a don «Bicicleta» (me cuentan que ha llorado mucho tu partida) me pediste cuidar y amar a Marta siempre porque era una bella mujer y espero haber cumplido (de no ser así, podes jalarme las patas que me lo merezco). Pero es que ya no tuve tiempo de agradecerte tantas cosas… pero al final no importa, ya debes de haberte enterado lo importante que has sido para muchos de nosotros, los amigos de tu hijo… Cheto, bien conmovido, me decía ayer: «…durante su vida aquí con nosotros ¿qué no hizo y qué no nos dio el tío Eddie?» Chelito, dale un besote a Lorraine, que seguro te ha de haber estado esperando… y por si las de hule, y me logro colar entre los «buenos,» hay te encargo que me vayas diseñando mi casita en el cielo (que a vos te salen mejor que a mí) ya habrá tiempo eterno para tomarnos una cervecita bien helada —ojalá y que para entonces ya me gusten esas babosadas amargas— con boquita de camarón, de los que te gustaban tanto… 52

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…de viacrucis pagano ¡de bar en bar con mis cofrades! febrero 27, 2017

Faltan sólo 48 horas para el Viernes Santo, ya estamos en vacaciones y hay tiempo para celebrar con los amigos… Chepe sugiere un «viacrucis» para calentar motores antes de irnos a descansar al mar con la familia. Recorrer «14 estaciones» de camino al calvario, y en cada parada una cerveza. Catorce bares en una noche es algo complejo y hay que planificarlo bien… primero, hay que escoger con cuidado a los «cofrades» que te han de acompañar hacia la cruz —no se puede andar por ahí chupando (mejor decir «tomando» como me corrigiera Juan Francisco, por aquello de las malas interpretaciones) con gente desconocida sin saber que pueden hacerle a uno si se pierde el balance y la conciencia.

A un compañero, por no escoger bien a sus cofrades, terminó tirado en la calle, con chicles pegados en su pelo, un par de velas y un lata vacía pidiendo limosna para su entierro. No hay que olvidarse de la importancia de escoger bien quienes te cuidarán durante tu borrachera. Por ejemplo, salir con el Chele Matías te garantiza una velada llena de carcajadas… el otro día, después de unas cuantas heladas, encontramos a un Cura y el Chele le preguntó: —Disculpe maistro ¿es usted uno de los que andan apartando a las mujeres del mal? A lo que el buen Cura contestó: mis historias

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—Sí mi hijo ¿te puedo servir en algo? Y el insulso del Chele le pidió: —Sí, porfa ¿me puede apartar dos para este sábado? El cura ofendido y un poco cabreado le contestó: —¿Compañero, anda usted buscando problemas? Y mi amigo, el que no tiene ningún respeto por la Santa Iglesia Católica y Apostólica, respondió: —Desde luego que no Señor Cura, si anduviera buscando problemas ya me hubiera ido a mi casa con mi mujer. El Cura por poco y pierde su santidad, le soltó un insulto que nos sonó medio en latín (quizá para que no le entendieran los presentes) dijo: —¡Impudice! ¡Caudex! no eres más que un Vervex... Pero como no entendimos, sólo se nos ocurrió pedirle, a una señorita que llevaba la falda tan corta que se le veían hasta mis malos pensamientos, otras dos con boquita de ceviche. Y como además, el Chele no es agnóstico, sino que ateo; porque dice que el agnóstico es el que tiene dudas, y él no tiene la menor duda de no ser religioso, menos aún en «tiempo de guardar» y ante quienes representan a las autoridades eclesiásticas, asiesque mejor no le hicimos caso al ministro de Dios y nos dedicamos a olvidar lo ocurrido, un buen maestro nos enseñó que la mejor vacuna, aunque tome su tiempo, es el olvido… y comenzamos a planear como envejecer sin dignidad. Ojalá, antes de morir, nos convirtamos en viejos ridículos que se tiñen el pelo y van a lugares públicos a perseguir jovencitas… porque decidimos, como dice Sabina: «que le pelearemos a la vida hasta el último segundo y nuestro epitafio será: No estoy de acuerdo.»

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cipote, decime ¿y vos andas saliendo con alguna bicha? mayo 7, 2020

Y es que no eran tiempos mejores, pero tampoco peores… eran sólo distintos, aunque hoy que ya estamos por entrar al otoño de nuestras vidas, nos parecieron, por lo menos, más limpios e inocentes. Eran tiempos en que las llamadas telefónicas eran caras y los teléfonos tenían candado. Por eso, muchos —y yo uno de ellos— aprendimos a marcar presionando el interruptor para poder hablar con las novias. Durante el día era de ir al colegio con los Jesuitas, donde aprendimos a estar cerca de Dios y a ser justos con nuestros semejantes. Las tardes, entrenando fútbol en las canchas del colegio… y algunas noches, cuando nos daban permiso, a visitar a las novias. Los sábados eran de fiestas donde lo importante era bailar y mientras más apretado mejor, con ese calor tropical que te hace sudar, pero que no importa cuando eso es lo que se tiene 11 meses al año. Nuestro equipo de fútbol era uno de los mejores en el circuito en que jugábamos, en 4 años no perdimos más de 3 o 4 partidos, pero la principal característica era la unión y compañerismo que se disfrutaba entre todos los miembros del equipo, realmente nos encantaba estar juntos, jugar juntos… y por supuesto ganar también juntos… no recuerdo discrepancias entre nosotros y siempre bajo la dirección de nuestro entrenador, Leonardo Salas, un ser amable que nos enseñó a jugar de manera moderna el fútbol, pero sobre todo aprendimos de él valores tan importantes como disciplina, constanmis historias

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cia, orden, respeto por los contrarios… en fin, valores que nos han servido toda la vida y que nos han ayudado a lidiar en este mundo complejo donde tanto hacen faltas estos principios, y muchos otros también. Leonardo se marchó hace poco a enseñar a canchas celestiales, dejando un profundo recuerdo lleno de agradecimiento en todos los que tuvimos la dicha de ser sus pupilos. ¡Hasta pronto Leo! Guárdame un puesto en tu nuevo equipo, que todavía me queda mucho que aprender de ti. Las visitas a la casa de las novias era algo importante. Yo ya tenía auto, por lo que era el encargado de llevar y traer a mis amigos desde sus casas a donde las novias y viceversa. Las visitas donde mi novia se terminaban alrededor de las 9 de la noche, de ahí iba a donde la novia de mi amigo el Cheto, donde nos permitían quedarnos hasta las 10 o 11 de la noche, eran tiempos sencillos donde aprendimos a amar y ser amados… donde nuestras amistades crecieron y agarramos fuerzas para lo que nos faltaba por andar en este mundo. Tuve un grupo de 4 amigos que los llevo tatuado en mi alma. Con 3 de ellos jugamos juntos en el equipo de fútbol, y con todos compartimos estudios, viajes, fiestas, ilusiones, y hasta nos han acusado, sin mérito alguno, de haber compartido alguna novia… Joey, con quién compartimos aulas desde prekinder hasta la universidad, es mucho más que un hermano, lo admiro por su autenticidad y capacidad de entrega incondicional a quienes le necesitan y están cerca de él; Cheto, mi amigo fiel desde comienzos de colegio, que ha decidido estar hoy distanciado, pero siempre muy cerca en mi corazón con los recuerdos de una niñez y juventud compartida de forma inseparable; el Chachas siempre empujándonos a mejorarnos con su constante cuestionamiento; y el Chele que entregó su juventud a las causa en pro de la justicia social y que ahora le llegó el tiempo de preocuparse más por el bienestar de su familia. Todos ellos me formaron y son parte del rompecabezas que llevo a cuestas con gran amor, y uno que otro dolor. ¡Gracias amigos del alma! 56

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joder… y si le apruebo, me caen encima las ñoras de la escalón y si protesto, me putean los de la zacamil mayo 15, 2020

Cuando la situación esta peliaguda [pelja’γuðo, -ða: que es complejo y difícil de resolver o entender] y para muchos hoy lo está, no siempre podemos —y a veces no deberíamos— reír, ya que hoy hay gente que se está muriendo, y otros sufren de pánico, hambre y frustraciones (reales o inventadas). Nuestras emociones básicas —alegría, tristeza, miedo, ira, asco, sorpresa— desempeñan papeles fundamentales para mantener nuestro equilibro mental, diría mi amigo el psicólogo que escribe los sábados en uno de los periódicos locales, y escribe mucho mejor que yo. Pero a veces, digo, vale la pena forzar una sonrisa para evitar que el cielo se nos venga encima, lo que para algunos es lo mismo que los chinos nos digan lo que hay que hacer... Provocar la risa en estos tiempos del Covid 19 es como acudir a la farmacia que llevamos dentro para medicarnos contra la adversidad, sin zambullirnos química artificial, de esa que para aliviarte te jode otras cosas.... o fumarte un cigarro de esos que dan risa en lugar de matarte.

El humor es un recurso muy poderoso que tenemos los seres humanos para maniobrar en momentos difíciles, porque nos permite convivir con acontecimientos angustiantes al dejarnos experimentar momentos favorables —o cierto placer— aunque este sea tan solo por un instante. Juan Francisco me envió el otro día un meme que decía: «Nunca en toda mi vida me imaginé que mis manos iban a consumir mis historias

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más alcohol que mi boca» y Joaquín otro: «No se preocupen, el primer año de la cuarentena siempre es el más difícil» mientras el Chelito me hacía llegar este: «Hoy mientras doblaba la ropa con mi mujer me dijo: ‘dame un gancho, pero de los buenos’. Lleva la pobre media hora en el suelo…» El Ñurdo, un mi amiguito que por su tamaño y sus compañías, de niño se dedicaba al acoso de los compañeros, hoy ya le salieron alas, no por llamarse Ángel, sino por ser más santo que la hermana Teresa de Calcuta, de seguro me regañaría por este último chascarrillo, y tiene toda la razón, uno no debería de reírse por que alguien pescoceó a su mujer… perdóname Ñurdito, porque si bien un chiste puede aliviar la ansiedad; el humor también puede avivar tensiones y transmitir la información equivocada. El problema con las bromas despectivas es que puede relajar las inhibiciones contra un hecho de violencia. Pero al final, el humor nos permite salir de aquello que nos deja tiesos, nos paraliza, para soltar una carcajada, o al menos una sonrisa. No es que superamos el peligro, solo lo desmentimos por un rato. «La señora que me ayuda con la limpieza en casa me acaba de hablar, con esto de la pandemia va ha trabajar desde su casa, asisque ya me enviará instrucciones de lo que debo de hacer… también el número de su cuenta para que le deposite su salario». El humor es parte de la naturaleza del ser humano, no hay sociedad en la que no se haya encontrado el chiste. Freud dijo: «que lo risible es uno de los pocos placeres corporales y sociales» (Jorge Alejandro, corregidme si estoy mintiendo). Es que si me cuento un chiste a mí mismo, ta difícil que me ría.... el otro, el que te lo cuenta, es importante para que el chascarrillo funcione mejor, y si te lo cuenta Juan Francisco, seguro te sabe mejor. Pero hoy, encerraditos como estamos, las redes sociales nos permiten estar solos y reírnos de un meme… El otro día oí a mi vecina preguntar: «¿Cuánto se supone que dura el distanciamiento social? Es que mi esposo sigue tratando de entrar a la casa». 58

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apurate abue, vení rápido y toma una foto… mirá este gran relajo que he hecho julio 13, 2020

Toda la vida me he caracterizado por mantener cierto orden a mi alrededor… Me gusta que las cosas que me rodean estén en su debido puesto. Mi familia y mis amigos tienen más de medio siglo de mofarse de mi manía de ver todo en su lugar, algo así como decía Jorge Harrison: «Soy un tipo ordenado. Mantengo los discos en su lugar, el té en la lata del té, la vajilla en el armario y la marihuana en la caja de la marihuana» y aunque yo no tenga un sitio para la marihuana (todavía…) trato de mantener los niveles de orden e higiene que mi madre me enseñó y que considero aceptables… cada mañana hago la cama lo mejor que puedo y vuelvo a poner en su lugar las cobijas y cojines extras que mi conyugue casi ocupa durante la noche, porque sigo sin entender la necesidad de una colcha y dos cojines extras, si en la mañana ambos los encuentro siempre en el suelo…

Algunos me toman por iluso por una sencilla razón, para que tanto esfuerzo sí al día siguiente volverá todo a estar descompuesto… pero es que tengo está manía de que sí no sé que las cosas están en su lugar, no puedo continuar con mis labores normales, que en estos día de pandemia y semi-retiro, consisten en leer los periódicos, un par de libros, revisar los comentarios de los amigos en WhatsApp y ver las nuevas series en Netflix… No obstante la razón principal por lo que trato de ser ordenado es simple: el desorden me pone muy nervioso, y me cuesta funcionar con cierta normalidad cuando sé que hay cosas que no están en mis historias

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su sitio. Pero hace 10 años vino al mundo un ser muy especial, Gabriella Marie, mi primer nieta. Gabby tiene una adicción especial hacia el desorden, su inteligencia ha sido evaluada varias veces muy por encima de la media para su edad, entre el 97 o 98 porciento, lo que implica que de cada 100 niños en los Estados Unidos de su edad, 97/98 de ellos obtienen una puntuación menor en los test de aptitudes administrados en las escuelas de este país. Pero ningún test ha evaluado su fascinación por el desorden. Y su hermana menor, mi otra bella nieta, Leah Celeste, ha heredado el mismo cariño al desorden… cada visita de ambas trae consigo múltiples instantes de recoger juguetes, envolturas de dulces y chocolates, vasos a medio terminar de leche o jugos, almohadas y cojines que antes de su llegada decoran los muebles y camas de nuestro hogar, colchas y toallas que reposaban en sus lugares debidos… en fin, en cada visita, la casa de los abuelos se vuelve el epicentro donde recién paso con devastadora fuerza un huracán y un tornado a la par. Por cierto, esos son los sobrenombres que mi querida esposa le da a las peques: «Huracán» y «Tornado». Tanto así que mientras disfrutaba de la lectura de uno de los más exquisitos libros de James Martin, S.J., Jesus, a Pilgrimage, Gabby vino corriendo gritando llena de júbilo: «Abue, Abue, apurate, trae el teléfono (ella no conoce lo que es una cámara, las fotos se toman con el celular, y tampoco sabe que hay otro tipo de teléfonos, sólo conoce los que sacan fotos…) y vení rápido a tomar una foto del relajo que he hecho… creo que hoy si se me pasó la mano.» Y cierto, el desorden que había armado en el baño principal era de carácter monumental, todas las toallas, medicinas, jabones, botes de champú, etcétera, estaban regados por el suelo… y ni modo, tome la foto, lo que le causó mucha alegría a mi Gabby —y debo admitir que a mi también— tanto que hoy mientras estaba haciendo la cama, recogiendo los cojines del suelo, añoraba la próxima visita de esos seres tan especiales que hoy desordenan y alegran mi vida. 60

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Sensunapan, Semana Santa no tan sagrada marzo 25, 2021

Acabamos de pasar por el desvío al Cerro Verde, vamos camino a mi ciudad natal, Sonsonate, la que fuera fundada con el nombre de «Villa del Sagrado Espíritu» por 1552, en las riveras del río Sensunapan. A mi derecha, la vista imponente del volcán de Izalco, del otro lado, los inmensos y mansos cañales, justo ahí donde mi madre siempre me recordaba aquella maestral estrofa del poeta niño: «Eran mares los cañales que yo contemplaba un día, mi barca de fantasía bogaba por esos mares.» Es Jueves Santo, y como tantos otros, había que ir a celebrar las fiestas al terruño mágico a donde la familia había dejado enterrado sus ombligos.

Mi padre al volante y mi madre a la par, siempre tomados de la mano… mi hermano mayor y yo atrás, las ventanas abiertas… Siento el aire fresco pasar por mi rostro tratando de juguetear con mi pelo, pero recién cortado al acostumbrado estilo de «pato bravo», el viento pasaba sin mover mi rígido peinado, que además, esa mañana había sido engomado con una buena capa de Brylcreem. Hay algo en mi que los recuerdos de Semana Santa —el olor a candela quemada, lirios e incienso— me transportan a lugares seguros y felices…llegamos por fin a la casa de mi tío junto al río, me encuentro con la «Chica Perica» la yaya indígena de mi prima Tere que nos saluda en su lengua: «Mah cualli tonalli» (buenos días) y «Mah cualli xihualacan» (bienvenidos). Hacía un calor mis historias

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insoportable, pero esa era mi tierra mágica, la que me formó desde mis entrañas. Ese Jueves Santo, de noche, los miembros de la cofradía encargados de representar a los soldados romanos con la tarea de custodiar a Cristo, un tal Juan Cipriano, talabartero del pueblo, un pobre malnutrido de 30 años, le llegaron donde mi tío, el abad de la hermandad del vía crucis: —¿Don Marco, y hay que azotar al Cristo antes de la crucifixión? preguntaron al abad. —Pues, que dice la Biblia, les contestó este de manera maliciosa —Lo berguiaron don Marco —Entonces, no vamos a ponernos a cambiar la historia a estas alturas, sentenció el abad al inocente que se había apuntado solo para actuar, sin saber lo que le esperaba… Al día siguiente, temprano de mañana, subimos de dos en dos los escalones de madera del edificio de la sociedad de empleados, esquina opuesta al parque central, corrimos con mi hermano sobre el suelo crujiente (también de madera) del segundo piso hasta uno de los balcones para mirar la Pasión de Cristo, que ese año tenía un encanto especial ya que don Carlos había donado trajes nuevos de latón a los soldados romanos, todos sudando a cantaros bajo el calor tropical propio del mes de abril… también habían parlantes por todos lados y micrófonos para los personajes importantes, así que aunque no se pudiera ver bien debido al gentío ahí presente, si se pudiera oír todo. La tensión y solemnidad del acto era impresionante hasta que trajeron al Cristo apabullado por la legión de romanos que le custodiaron, lo arrodillaron y este casi sin aire gritó desesperado: —«¡POR LA GRAN PUTA! estos salvajes de mierda me han taleguiado toda la noche» Y a duras penas, semidesnudo, Cipriano se levantó y se largó para su casa… ahí terminó todo, solo se oyó decir a doña Armida, la que vende mangos twist: «Puta, este año viene bravo el Santísimo». 62

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DUI en el consulado... abril 10, 2021

Gugolie Consulado de El Salvador en Houston para informarme de los teléfonos de dicho consulado y verificar los requerimientos para renovar mi DUI (Documento Único de Identidad) vencido… después de varios intentos frustrados, al fin conseguí tres números a los que intenté llamar solo para darme cuenta que los tres estaban fuera de servicio, al final me encontré un número no local (888) 301-1130 donde después de marcar varios dígitos una grabación me informó que para renovar mi documento vencido tenía que ingresar en el sitio web del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde después de rebuscármela, me enviaron a otro sitio para registrarme, llenar un formulario y programar una cita.

En este sitio, dui.gov.sv, se encuentra información del Consulado en Houston y sus teléfonos (que también están fuera de servicio). Después de varios pasos logre conseguir la cita más cercana posible, 3 semanas a la fecha en la que la solicité… Llegó el día esperado, las oficinas consulares se encuentran en un moderno edificio de 6 pisos, al entrar tienes que hacer una larga fila frente a un maistro de seguridad con cara de pocos amigos que te toma la temperatura y verifica si tienes cita para visitar el consulado. El agente del orden está más que abrumado con su tarea que envió a la fila a un par de gringos que su destino era la cafetería del edificio y a otros que se dirigían a diferentes oficinas y no al consulado, mientras a sus espaldas pasaban desapercibidos muchos compatriotas que si iban para el consulado… fue interesante ver mis historias

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la cara de asombro de los gringos cuando el agente le preguntó en español la razón de su visita al consulado, y si tenían cita… tuve que traducirles las insistentes preguntas del guardia, para que de mala manera los dejara pasar a sus destinos. Como buenos coterráneos, ahí no llega nadie solo, cada quien lleva a sus hijos, mamá, tía y un par de hermanos… nunca he comprendido porque los salvadoreños tenemos que ir siempre acompañados a cualquier lugar… está costumbre hacía la labor del guardia más complicada —y nuestra espera más larga— ya que para asegurarse que solo la persona que iba por un tramite subiera al cuarto piso, él las acompañaba hasta el ascensor que quedaba a unos 40 metros (en ocasiones, peleándose con los familiares que a toda costa insistían en acompañar a su pariente). Ya arriba, 30 minutos después, se encuentra otro personaje a medio pasillo preguntando la razón de la visita, al explicarle que tenía cita para renovar mi DUI, me comunicó que eso de la cita no servía de nada y que hiciera fila en el Salvador del Mundo… un poco confundido con las indicaciones, entre en unas oficinas que bien podría ser el mercado de San Miguelito por la cantidad de gente ahí aglomerada, sin mantener ningún distanciamiento social… al divisar un poster con el mencionado monumento capitalino, me puse en una larga fila donde tuve que esperar una hora para que me atendiera la señora, muy amable por cierto, de la única ventanilla abierta de cuatro disponibles. Ella me envió a otra ventanilla a pagar $35 por el tramite… 25 minutos más tarde, me atendió don Joaquín Omar Paz Hernández, colector, quien me dio un recibo con los correspondientes sellos y firma. Don Joaquín me envió de nuevo al Salvador del Mundo, para que 45 minutos después me volviera atender la señora amable para preguntarme su había algún cambio, al decirle que no, me instruyo que regresara dentro de 30 días a recoger mi DUI… Ya de salida, oí al señor de la entrada mandar a alguien hacer la cola a la playa del Espino. 64

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[colección de cuentos desvergonzados]

Leonel E. Mejía


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