El corazón de la espiral

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EL CORAZÓN DE LA ESPIRAL Ana B. Méndez


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Negro, color de la muerte y del miedo; color de la noche que asusta a los niños, color de los ciegos. El llanto se escurre por entre los cuerpos, tan fríos y oscuros, tan negros. Se mueven las formas: figuras ardiendo, prendidas de un fuego siniestro que quema las almas, destroza los cuerpos y hace el camino más largo, más negro. Los pasos se acortan llegando al destino.


路12 El llanto es un grito, la llama un incendio, la Tierra una bola vestida de negro. Y all谩, en su centro, se acaba el camino, se pudren los cuerpos, se deja una vida y queda el recuerdo de una sonrisa perdida en lo negro.


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Eres del rosal la flor y espina que todo lo embelleces y perfumas, y al tiempo pinchas; el agua que susurra en los arroyos, el mismo que las noches de tormenta lo inunda todo; el pájaro que trina en la mañana y arrasa por la tarde la cosecha; el sueño que dormidos nos alegra, el mismo que despiertos nos apena; el dulce caramelo, la hiel amarga; las risas y los llantos; la luz y la tiniebla; el arpa y el puñal de quien yo me fui a enamorar.


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Me sueño dentro de ti, como pez de colores en el agua, tan libre y tan contento, jugando con los sueños que tu alma guardó en el pensamiento. Yo quiero quedarme en ti, como quedan las estrellas en la noche prendidas en el cielo; y quiero en tus labios grabar mi nombre con un eterno beso; ser esa lava que el volcán furioso arroja de tu pecho, o el fuego que descubro en tu mirada en pos de algún deseo. Yo, ¡pobre de mí!, yo quiero quedarme en ti, pero no puedo.


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Donde la razón y la verdad no llegan, donde lo material se pierde por momentos, donde tan sólo gobiernan las leyes del sentimiento; donde la sonrisa es el mayor tesoro, donde los sueños más bellos jamás acaban, donde el amor nunca es poco, allí debe estar mi casa.


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Tú, fiel espejo de mi alma, el equilibrio frágil de la imagen proyectada en el agua, incierta y voluble en ondas, nítida y estable en la calma. ¡Qué extraña idea de identidad! Ser yo sin ser tú mismo ni aprehender la figura que devuelves, tan exacta. Esa forma de mi ser que entre los dedos se desliza y regresa a ti, descalza. En ella mi sonrisa descubro, en otro mirar mi mirada, mi pensamiento en la voz de suaves arrullos. Veo mi corazón entre tus aguas, con la duda constante de ser Yo.


路72 Dulcedo quedam mentis advenit


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