En lugar de nada...

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En lugar de nada... MAR ARZA

Exposició a cura d’Assumpta Bassas Vila 21 d’abril – 10 juny, 2007 Germinació i gestió del projecte de La Galeria: Marta Vergonyós i Lluís Bruguera

Organitza:

Col·labora:


nada. (Del lat. [res] nata, [cosa] nacida)

“…a medida que crece el ser crece la nada. Y entonces la nada funciona a manera de la posibilidad. La nada hace nacer.” El hombre y lo divino, María Zambrano

“…mas en la nada obtenida por un puro retirarse para que lo más preciado aparezca, surge, no notado el principio, un algo inseparable, más alla de toda figuración…” El espejo de las almas simples, Margarita Porete

“… insinúa lo que está más allá de todo decir, de toda palabra, que tal es el secreto de la fascinación: insinuar lo que no podría ser dicho, produciendo así un lleno que paraliza el ánimo. El “lleno” que la nada produce en quien se detiene frente a ella.” El hombre y lo divino, María Zambrano

“y hay que enmudecer con ellas [las palabras], respirando algo de su aliento, si lo han dejado al irse…” Claros del bosque, María Zambrano



NADA reiterada‌



...tempos... (soliloquio)



NADA era la herida‌



De todo el libro el cuerpo en vilo‌



Del instante en los ojos nada‌





Lugar en nada‌



NADA reiterada‌




“Habrá una escritura de lo no escrito. Algún dia esto llegará. Una escritura breve, sin gramática, una escritura hecha sólo de palabras. Palabras sin gramática de apoyo. Perdidas. Allá escritas. Y enseguida abandonadas.” Marguerite Duras C’est tout

“Me fui volviendo oído y al volverme para mirar, nadie me escuchaba. Sin recinto sonoro me adentré en el silencio, soy su prisionera, y aunque hubiese aprendido a escribir no podría hacerlo; criatura del sonido y de la voz, de la palabra que llega en un instante y se va a visitar quizás otros nidos de silencio. Había dado por sabido que la escritura es cosa de unos pocos hombres, a no ser que haya una escritura de oído a oído” María Zambrano, Diótima (Fragmentos)

MAR ARZA, al eco de la palabra en lengua materna

1 Zambrano, María. “La Mirada” en La Aurora. Madrid: Tabla Rasa, 2004: 61

Mar Arza trabaja recortando palabras de libros de segunda mano que busca y encuentra en las librerías de viejo de las ciudades que visita. Le encantan esos rincones empolvados donde las agujas del reloj se acompasan con el sonido de las voces que vienen y van, incansables viajeras que atraviesan el tiempo buscando un resquicio donde reposar, un hueco encarnado para resonar. El libro es materia prima y materia viva para esta artista, y también, objeto de devoción. Devoción que no lo convierte en fetiche sino que precisamente, por obra y gracia del amor a la lengua, lo transforma en sujeto de una interlocución secreta y sagrada.

Mar Arza reconoce en el libro algo grande, que se le revela en un diálogo en voz baja con él, en un encuentro nocturno, casi clandestino, porque sabe - como escribe María Zambrano- que hay que resguardarse de la mirada “que va de caza”, de la que sufre “el engaño que procura el ansia de “captar”. La tiranía del concepto, que somete la libertad con el cebo del conocimiento”.1 Por eso, los curiosos ejemplares de los que se enamora no son siempre ensayos o grandes obras de la literatura. Mar Arza se deja seducir por las cualidades visuales o táctiles del libro, por el título, por algunos capítulos y, sobre todo, por las palabras. Nombres, adjetivos, adver-


bios pero también artículos, preposiciones o puntos suspensivos, palabras sueltas o de dos en dos que resuenan en ella de manera especial cuando las lee. Cuando he escrito “que las palabras resuenan en ella” quiero referirme concretamente al sentido que le da a la palabra “resonar” la filósofa italiana Adriana Cavarero en un texto dedicado a explorar la escritura de María Zambrano, concretamente el dedicado a Diótima de Mantinea. Si Zambrano se situa “en resonancia” con Diótima no es una casualidad, escribe Cavarero. La sabia mujer griega confía su saber a Sócrates el último representante de la filosofia oral (que desaparece con Platón), revelando de esta manera uno de sus legados: que el pensamiento se transmite “da bocca a orecchio, come nei percorsi iniziatici”. La escritura de Zambrano, observa Cavarero, confía claramente en la musicalidad de las palabras, en el ritmo del texto, en todo aquello que atañe a su “textura sonora”, no por una cuestión estético-literaria sino porque Zambrano como Diótima “ aludiria (…) a un logos que reconoce su propia raíz en lo vocálico, a un logos que es palabra y no concepto.”2 Si por un lado Mar parece reconocer en lo vocálico, en “la palabra viviente”3, la raíz del pensamiento, por otro lado, sus obras confían de igual manera en la profundidad y intensidad de las imágenes para ir desplegando esa resonancia, el pensamiento que nace en esos círculos que se van abriendo en la

superficie del agua tras tirar una piedra. A través de la “textura sonora” del libro, la artista establece con el texto una relación a la vez mundana y espiritual. Y el libro parece dejarse amar, esto es, transformarse en sus manos, darle a conocer algo de lo que atesora, desplegándose en imágenes tridimensionales de alto voltaje simbólico.

2 Cavarero, Adriana “Risonanze” en Zamboni, Chiara (ed.) María Zambrano, in fedeltà alla parola vivente. Florencia: Alinia Editrice, 2002: 45-55. Cavarero comenta el texto de Zambrano dedicado a Diótima de Mantinea publicado en el libro: Laurenzi, Elena (ed.) All’ombra del dio

Esas imágenes que ella crea con sus obras nada tienen que ver con lo espectacular, hoy tan de moda en el arte. Su austeridad y levedad piden ojos para la contemplación y, más allá, llaman a: “Los ojos con que miramos lo que ni siquiera sabemos si es visible, con los que rastreamos la presencia y la figura. Aurora de la palabra son los ojos que así miran”, escribe María Zambrano4.

sconosciuto. Milano: Pratiche,

Hay imágenes que “crean mundo”, afirma la filósofa italiana Chiara Zamboni, al estudiar la particular naturaleza y función que las imágenes tienen en el pensamiento de María Zambrano: “La imágenes que Zambrano presenta como tejido de una lengua nueva son (…) figuras que deben ser tomadas literalmente. Atraen y fijan la mirada sobre sí mismas. Irradian, es el término utilizado por Zambrano. Resplandecen porque de ellas emana una luz. Y justamente por ese motivo no pueden ser traducidas a otras palabras, aunque no sean del todo comprensibles. Permanecen ambivalentes. Es más, justamente por ser enigmáticas nos despiertan e invitan a entrar en un camino en el

4 Zambrano, María. De la

1997 (en castellano está en Laurenzi, Elena (ed.) María Zambrano. Nacer por sí misma. Madrid: horas y Horas, 1995: 125-133) 3 Tomo prestado el término del libro de Chiara Zamboni citado.

Aurora. Madrid: Tabla Rasa, 2004.


5 Zamboni, Chiara. “Imágenes

que nuestra personal transformación se desarrolla paralelamente a la facultad de poner en palabras lo que en ellas se nos muestra 5 como presencia”.

que crean mundo. María Zambrano y la mística iraní” en Aurora, núm.7, (2005): 90-94. 6 Zamboni, Chiara. “La lengua materna entre el límite y la apertura infinita” en Thüne, EvaMaria (ed.) All’inizio di tutto la lingua materna. Torino: Rosenberg & Sellier, 113-134.

Mar Arza crea metáforas visuales a partir del libro y la lectura, a medio camino entre el poema visual u objetual, el lenguaje de la escultura y el de las instalaciones. Más allá de los múltiples temas que va desgranando intuitivamente en cada obra, mostrando una gran capacidad para ahondar en su experiencia de la lectura, percibo en su trabajo una meditación de fondo sobre “el tejido de esa lengua nueva” al que pertenecen, sin duda, las imágenes que va creando. Arte, lenguaje y lengua materna Desde que el arte adquirió consciencia de su propio “ser lenguaje”, la práctica artística se ha interesado por diversos temas de lingüística y de filosofía del lenguaje. Siempre me ha llamado la atención la escasez de mujeres artistas que han explorado la vertiente más abstracta de la relación arte y lenguaje. En cambio, en los 70s y 80s, muchas se interesaron en analizar el lenguaje mostrándolo como aliado de la política del poder, fiel funcionario en la construcción de categorías sociales y mandatos, especialmente en el ámbito de la definición de la identidad y de sus roles. En estas prácticas artísticas, las artistas reclamaron a la lengua que fuera portadora de razón y justícia y, muchas veces olvidaron o confiaron poco en la capacidad

que el lenguaje tiene en sí de crear orden simbólico materno. Afortunadamente, también en esos mismos años aparecieron obras que en vez de pasar cuentas con el lenguaje, se aproximaban a él con ánimo de encontrar lo que éste atesora para cada ser humano. Algunas, por ejemplo, de Susan Hiller, de Theresa Hak Kyung Cha y poco más tarde de Ann Hamilton y de Elena del Rivero, por citar varias que conozco, se dedicaban a explorar la realidad material de la lengua: su relación con el balbuceo, la respiración, el aliento, el habla, la voz, sus cualidades sensoriales… Ahondando en los preámbulos y origen de la palabra y en su misma materialidad aparecía la brillante capacidad del lenguaje para decir el cuerpo y el alma, el amor y el dolor, el todo y la nada, la diferencia sexual y la libertad femenina. Hay pues en el arte - como en la literatura, en la vida política y en la académica-, obras, textos y palabras que nos indican que hay una manera de “estar en la lengua” que es portadora de una riqueza muy grande para todas y todos. Chiara Zamboni, filósofa del lenguaje, la llama “lengua materna” y la define como “la lengua viva, sostenida por la confianza en las palabras y en quien nos las enseñó”. La lengua materna “toca el cuerpo y el alma” , descubre “ese placer profundo de las palabras que ilumina las ideas” 6. Como ha escrito recientemente Maria Mi-



7 Rivera Garretas, María-Mila-

lagros Rivera: “…Mar Arza es una artista que conserva asombrosamente vivo el don de la lengua materna. La lengua materna no es una lengua nacional o étnica sino que es el habla fluida, el habla en la que las palabras, las cosas y mi cuerpo coinciden: un habla que reevoca y restaura la experiencia deliciosa en la que mi madre –o quien ocupara su lugar- me humanizó enseñándome a hablar. Mar Arza parece una mujer elegida para custodiar precisamente esta experiencia extraordinaria y corrientísima.”7

gros. “Reseña de la exposición de Mar Arza MAR ARZA, “en lugar de nada...”. Barcelona, Galería Alonso Vidal, noviembre-diciembre 2006” en la Duoda, Revista d’Estudis de la diferència sexual, nº32 (abril), 2007 (en publicació). 8 Ver el texto de Zamboni, Chiara. “La vía simbólica en la relación materna y el cortejo de las imágenes del ‘yo’” en Duoda (Revista d’Estudis Feministes), nº. 19, 2000: 89-104. 9 Zamboni, Chiara. . “La lengua materna entre el límite….(traducción al castellano sin paginar)

La lengua materna La adquisición del lenguaje, escribe Chiara Zamboni, entraña siempre una pérdida: “el placer de la comunicación que se daba sin la mediación de las palabras”. La adquisición del lenguaje nos incorpora al mundo separándonos de alguna manera de él: “(…) empezar a hablar implica renunciar a la infinitud de un goce sin palabras”. Zamboni argumenta que ese paso es diferente para mujeres y para hombres, dado que mantenemos una relación diferente con la madre y por tanto, también con los dones que recibimos de ella. Para las mujeres, la madre es la mujer de quien hemos recibido el don de la vida y el don de la lengua y a su vez el modelo femenino con el que nos medimos en la fase de construción simbólica del “yo”.8 Ese doblez que lleva consigo la relación con la madre para nosotras marca también nuestra relación con la lengua, manteniéndonos mudas a veces o recelosas del lenguaje. No

acabamos de entender porqué se nos exige una separación en la comunicación entre cuerpo y palabra cuando de alguna manera nosotras vivimos “como un tejido” la entrada en lo simbólico a través de la relación con la madre. A menudo las reglas y normas del lenguaje nos “resultan ajenas” o las percibimos amenazando el legado materno que custodiamos. En cambio, los hombres , dado su distanciamiento de la madre en la fase de construcción simbólica del “yo”, no tienen tantas dificultades en confiar en la mediación de las leyes (las normas, los códigos) para manejarse en el lenguaje. Sin embargo, aún reconociendo que “la lengua materna” no es reducible a una competencia lingüística sino que lleva en sí un “saber simbólico”, poco hombres valoran el sentido de “la pérdida” que comporta la entrada al lenguaje – Zamboni lo demuestra en su estudio de las teorías de lingüistas modernos como Jacobson, Chomski, o els psicolingüista Piaget9. Partiendo del saber de su experiencia como profesora de chicos y chicas en la universidad, estudiando las reflexiones de los y las lingüistas clásicos/as, y releyendo las de otras pensadoras, sobre todo, las de Luisa Muraro, Zamboni explica la importancia de aceptar que el lenguaje deja cosas sin poder decir y que es precisamente ese “límite” o “confín” –como ella lo llama – el que hace posible paradójicamente recobrar la capacidad de infinito que nos trae la lengua viva.


La pérdida, el vacío, “En lugar de nada…” A diferencia de piezas anteriores en las que Mar Arza daba más relieve a los “llenos”, esto es, a las palabras y a las cosas, esta vez dirige nuestros ojos a los espacios vacíos que han dejado las palabras una vez recortadas de las páginas del libro. El libro escogido es una de las primeras ediciones de la novela Nada de Carmen Laforet. A un extremo de la instalación, dándole un lugar esencial, la artista ha colocado el original del que parte la obra: una de las primeras ediciones de esta novela. El ejemplar entreabierto sólo mantiene las cubiertas y algunas páginas blancas del inicio y del final, unidas dejando una pequeña obertura entre medio que parece sexualizar en femenino este objeto. En este sentido, la obra que le acompaña se despliega como un canto extraordinario a la capacidad de obertura a “lo otro” que inaugura la madre dando a luz, haciendo en sí vacío capaz de engendrar otro ser, un vacío que es amor y tiempo de creación. Una a una, suspendidas en la pared, las páginas de la novela muestran los vacíos que han dejado las palabras recortadas. Agujeros ordenados, rectángulos seriados, recortes meticulosos a la medida de cada palabra que mantienen la presencia del texto, ahora convertido en un discontinuo de palabras y vacíos, de sonidos intermitentes, como en un lenguaje cifrado en morse. Hay rastro de las palabras en los rectángulos minimalistas que mantienen el ritmo de las frases y el dibujo

de los párrafos invitándonos a una lectura de vacíos puntuados que deja entre-sentir la voz. Aunque no hay prácticamente palabras impresas parece que podemos leer el texto. No sólo porque la artista crea un nuevo texto con las que ha ido dejando cuidadosamente seleccionadas con algunos signos de puntuación en cada página. Sino porque el vacío de las palabras es, de hecho, una radiografia que muestra su esfera acústica o su transparencia. Las páginas aparecen como persianas entabladas que dejan pasar más que la iluminación, el clarear del texto, permitiendo que éste se reescriba sobre la pared, como una partitura de John Cage anota los silencios, o como las líneas horizontales de Agnes Martin traen consigo la belleza y la felicidad “with no cause in the world”.10

10 Martin, Agnes. Writings. Ostfildern- Ruit: Hatje Cantz,

Al recortar las palabras de una manera amorosa, una a una, y despegarlas del tejido que las hace significar, la artista no anula el texto ni tampoco habla a favor o en contra de él. El vacío no aparece en esta pieza como la negación del texto ni por otro lado tampoco es una potenciación metafórica de su significado. No estamos delante de una lectura sugerente de la obra literaria ni tampoco de un punto de partida abierto para la interpretación de esta novela. La “Nada reiterada…” (2005-06) de Mar Arza es un auténtico retablo de ventanas entreabiertas que pa-

2005.


11 Cavarero, Adriana, opera

rece enraizar cada palabra a una caja de resonancia e invitarnos a pronunciarla o escribirla recuperando el sonido que la nutre y que encuentra eco en nosotras/os. Adriana Cavarero observa, en el texto citado, cómo Diótima señala la diferencia entre un pensamiento “senza suono, senza luogo”, y un “pensamiento que nace del silencio”. Diótima, escribe Cavarero, “deja a los demás la atracción por la organización metafísica del discurso, por un pensar que tiene como mito fundante no aquello que es silencioso, sino lo que debe permanecer mudo, desonorizado, desvocalizado, deslocalizado para poder ser eficaz en el sistema de poder” 11.

cit:52 12 Cavarero, Adriana, opera cit:50.

El silencio y el vacío coinciden pues en ser raíces del pensamiento vivo, no de aquel que sirve a los significados pre-escritos. El silencio “es el momento de cesura que la oralidad necesita también para no ser determinada de antemano por el significado12. El vacío no es tanto aquello que no podemos decir sino “fides”, escribe Zamboni, “espera” y “confianza” en que es precisamente cuando nos situamos en ese “confín” como se situa la madre en un tiempo de espera gestante, asumiendo al mismo tiempo el vacío hecho en ella y aquello que acaece, desde donde la palabra puede traernos su riqueza, y enraizada en el acantilado reverberar y desplegarse. La imagen de los vacíos en la …Nada reiterada… de Mar Arza parece dar cuerpo a lo

Chiara Zamboni ha llamado tan bellamente “el pozo de la palabra” o la “reserva de sentido de las palabras”13, esto es, la capacidad del lenguaje de no enjaular el mundo sino de traer realidad en sus infinitos matices y hacerla coincidir con su sentido pleno en la vida de cada cual. Hacer presente aquello que con la palabra nos llega de la mano de la madre cuando nos enseña a hablar a cada una y a cada uno. Lo que hoy sabemos es precioso legado de la política de las mujeres y podemos encontrar en la práctica de las relaciones de autoridad femenina. La nada, el cuerpo, la herida Es curioso como una de las obras de Mar Arza titulada De todo el libro el cuerpo en vilo (2006) expone de alguna manera esa “espera” como un pasaje carnal y hasta de un cierto sufrimiento (que no debe confundirse con el que produce el “ego” atormentado). Las fotografías de fragmentos del brazo han sido usadas por la artista como soporte sobre el cual sitúa las páginas del libro “Nada” de Carmen Laforet para cortar con el cúter una a una las palabras del texto que luego le serviran para la Nada reiterada. Una vez realizada la operación, las fotografías funcionan independientemente como una nueva obra pero han adquirido una dimensión metonímica con el texto a través de los múltiples pequeños cortes reales que aparecen ahora sobre la imagen de la piel y las venas del brazo. El vacío que dejan las pa-


labras en el texto, encuentra eco aquí en la herida entendida como inscripción, asunción del “vacío” y evocación de la encarnación de la palabra. Como en la mística femenina, la herida es corte real y simbólico, la cesura, la raja por donde emana la verdadera fuente del conocimiento: el amor. El amor entendido como obertura al otro y a “lo otro”, es decir a lo intersubjetivo e incluso a lo transcendente. Así también puedo leerlo en Nada era la herida (2005), donde las incisiones del cúter sobre el papel blanco pueden ser contempladas como prefiguraciones de la piel así como momentos en los que la artista insiste en el sentido de realidad al que le interesa aludir en su exploración del lenguaje, lejos de la metáfora. Casi imperceptible, ese signo del “corte” sobre el papel me remite también a la experiencia del “corte simbólico” que crean las prácticas que vamos haciendo en la política de las mujere. Por ejemplo, cuando poniendo nombre a nuestras experiencias del mundo y de las relaciones hallamos las palabras que crean sentido a nuestro hacer y son fecundadas para otras. Zamboni apunta la necesidad de un “materialismo forzoso” para paradójicamente hacer simbólico en la práctica de la lengua materna. El juego de obertura real y simbólica al que nos confiamos hablando en lengua materna no es algo abstracto: pone en juego el cuerpo y produce una transformación real, “un salto de ser”, dice Zamboni. Las fo-

tografías hiperrealistas de un fragmento de los brazos que expone Mar Arza son el contrapunto esencial a la ingravidez de la …Nada reiterada….

13 Zamboni, Chiara. opera cit. 14 Zambrano, Maria. De la Aurora. Madrid: Tabula Rasa, 2004:75

La nada y la luz En una de las obras de la exposición En lugar de nada…(2006) la luz sale literalmente desde dentro del libro, a través de los vacíos de las palabras. Esta pieza cierra de alguna manera esta meditación sobre la palabra y la nada y abre una nueva via que la artista ya ha empezado a elaborar en la nueva obra Lluerna Ulls (2007) que presentó en Valls persiguiendo sin temor el rastro de la luz. Del instante en los ojos nada… (2006) es la confirmación de la especial naturaleza de las imágenes que trabaja esta artista y que la acercan tanto a las de Zambrano: “La imagen funciona con su irradiación. (La irradiación de la imagen es su primera forma de trascendencia, paralela en cierto modo a la extensión del concepto)”14. La luz que surge del libro incide todavía más en la intimidad que precisa el diálogo con las palabras, como cuando al acabar el día encendemos la lámpara para seguir leyendo o escribiendo rodeadas ahora por la oscuridad. Asomada al resplandor de los vacíos leo los rectángulos de luz como entrañas en flamas, fogonazos que más que iluminar se prenden de las pupilas. Luz que viene de le-


15 Zambrano, María. Los bienaventurados.Mardid: Siruela, 1990:107 16 Zambrano, María. Opera cit: 112

jos y de dentro, eco del insondable y siempre presente fondo de sentido que trae al mundo la lengua materna. Imagen de la intensidad en primer término, de la intensidad como vínculo subterráneo, como hilo conductor de un pensamiento que amando las palabras con pasión, no las quiere para sí sino que las impulsa, las hace libres y creadoras de realidad vivible para todas y todos. Imagen también de los ojos como pasajes que se abren al sentido de esa luz. Lejos de la metáfora ilustrada de la iluminación, la luz que emana de los vacíos del texto me lleva a pensar con naturalidad en “la nada como revelación” que - como voy aprendiendo- es común en el pensamiento femenino. Zambrano escribe “El puente tiene sus arcos llamados también ojos. Arcos que sostienen y dejan pasar , abierta arquitectura. Ojos no porque vean, sino porque dejan ver (…). La esperanza tiene sus pasos, y sus ojos

que dan a ver y que ven ellos mismos. Ojos de elección pues que descubren y revelan”15. ¿Qué hay pues en “lugar de nada”? Cada una y cada uno se responderá a esta pregunta después de la exposición. Para mí, dándome pie a una meditación sobre el lenguaje, la palabra y la lengua materna, En lugar de nada… me trae un pensamiento transformador de la realidad a través de un canto, casi una invocación, sutil y afinada, a lo que Zambrano llama “la esperanza creadora: la que extrae del vacío, de la adversidad, de la oposición, su propia fuerza sin por eso oponerse a nada, sin embalarse en ninguna clase de guerra. Es la esperanza que crea suspendida sobre la realidad sin desconocerla, la que hace surgir la realidad aún no habida, la palabra no dicha. La esperanza reveladora.”16 Assumpta Bassas Vila, Barcelona, abril, 2007



La nada como plenitud Y esta Alma, que se ha convertido en nada, lo tiene todo y por ello no tiene nada, lo quiere todo y no quiere nada, lo sabe todo y no sabe nada. Margarita Porete1

1 Margarita Porete, El espejo de las almas simples, edición y traducción de Blanca Garí. Madrid, Siruela, 2005, pág. 56.

La nada, estupor de la razón, comienza a insinuarse en la búsqueda eterna y nunca saciada de la trascendencia, una inclinación surgida de lo más profundo del ser humano que se convierte en deseo, deseo de sentido. Anhelo de luz que se desliza entre los dedos. Difícil de expresar en palabras, la nada despierta un sentimiento de verdad y libertad del que quizá no sea posible desprenderse porque estimula una mirada que permite ver lo que antes estaba en penumbra, oculto, apenas dibujado. Lo que antes parecía impenetrable, en un instante comienza a apreciarse, balbuceante, nace la atracción por el misterio. Lo inefable, curiosamente, se convierte en un espacio en el que la existencia cobra otro sentido, y la disputa entre lo decible y lo no decible se desvela ámbito de

la verdad que está siendo pero que todavía no se ha dicho o no puede decirse. Es en la contemplación de una verdad tan viva e íntima donde se puede oír la voz que responde al deseo, reflejo de la singularidad de cada cual, para formar parte de lo infinito, en una perfecta imbricación de lo humano y lo divino, porque lo espiritual trasciende el mundo, pero se revela en el mundo, en la vida cotidiana, en el cuerpo. Esto se puede apreciar extraordinariamente en la relación que tuvieron las místicas con la nada, sus escritos muestran momentos de éxtasis donde son arrebatadas por lo divino después de abrazar la nada, instantes en los que alcanzan la felicidad. Escucharon la sabiduría inscrita en su cuerpo, en su alma, sin hacer caso de reglas que no compartían, que consi-


deraban equivocadas, ellas sabían dónde habitaba la belleza. El Dios-Amor que, por ejemplo, podemos encontrar en Margarita Porete o en Teresa de Jesús desde luego no estaba en las normas impuestas desde fuera sino dentro de ellas mismas, pues su Dios era reflejo de su propia espiritualidad, de lo divino que había en ellas2. Vaciaban su alma colmada de deseo para llenarse de la nada y cuanto más cerca estaban de la nada más cerca estaban de la plenitud. Plenitud que quisieron compartir, pues revelaron la sabiduría de su relación con lo excelso, la clave para encontrar la libertad de decir(se). Una búsqueda de sí en lo sublime, en la belleza y en la verdad disponible para todo el mundo. Porque lo espiritual forma parte de nuestra vida, es un aliento necesario para nuestra existencia.

Pero el misterio de la nada no es exclusivo de la fe, no sólo nos puede descubrir lo divino, también nos trae lo bello, la verdad... Porque la nada es fértil, rica, generosa, femenina; poco tiene que ver con las posturas nihilistas que dan la espalda a la vida, los sueños, los anhelos y el misterio. La nada no es una especulación ni un término inverosímil, es una reverberación constante que apunta a lo irreductible, una fuente de inspiración que se muestra en la literatura, la poesía, las artes plásticas... No obstante, la ingratitud de las posturas nihilistas ha dejado tras de sí un rastro de devastación que ha soterrado lo que de verdad es la nada, porque la nada únicamente revela, ni se defiende ni aniquila. La nada no desprecia lo que hay, es una invitación al misterio de lo inasible, al

2 Ver Luisa Muraro, El Dios de las mujeres, trad. María-Milagros Rivera Garretas. Madrid, horas y HORAS, 2006.


enigma reflejado en el lenguaje y los recuerdos, los signos y las creencias. La nada es presencia de lo ausente, pero presencia. Nunca ha estado huida del arte, ni de la ciencia, ni de la filosofía. Su existencia, callada, silenciosa, ha inundado los distintos ámbitos en los que el ser humano ha atesorado su saber, porque en la nada palpita la magia, el azar y lo divino, aspectos que se encuentran en el conocimiento desarrollado por el ser humano. Aunque resulte sorprendente, la nada es una parte esencial del decir, una oquedad en la que alojar significados nuevos, ideas inesperadas, sentimientos profundos. Es una apertura máxima que, en su exceso de ausencia y vaciamiento, abre la posibilidad — y el temor— de dar un espacio a lo inesperado, a lo imprevisible. Sin embargo, no pertenece a ningún ámbito en especial por-

que todo contenido abandona la nada para dejar paso a lo absoluto. Sin destruir. El aire encuentra vacíos que llenar, espacios que transformar, lugares en los que reposar. La vida y la realidad se transforman. La nada habita en el ser y apuesta por el cambio. Todas las cosas son y no son al mismo tiempo, la posibilidad de mirar lo que ha estado oculto está permanentemente abierta, siempre dispuesta para revelarse y sorprendernos, sólo es necesaria una mirada atenta, acogedora, que haga posible lo que parecía imposible, que desvele lo que estaba velado, que descubra lo que estaba oculto, para encontrar, por un instante, la belleza de la nada.

Gemma del Olmo Campillo.



“El proceso de escribir esta hecho de errores la mayoría esenciales –de valor y pereza ,desesperación y esperanza, de vegetativa atención, de sentimiento constante (no pensamiento) que no conduce a nada y de repente aquella que se pensó que era “nada” era el propio temible contacto con la textura de vivir .Y ese instante de reconocimiento, ese sumergirse anónimo en la textura anónima, ese instante de reconocimiento (igual a una revelación) necesita ser recibido con la mayor inocencia, con la inocencia de que estamos hechos” Clarice Lispector “Para no olvidar“

¿Qué fue antes el hueco o la palabra? ¿Qué hay antes que la palabra?… el aliento para pronunciarla… el silencio interior para acogerla… ¿Qué hay antes de la escritura? ¿La hoja blanca…y antes de la hoja? nada… ¿Y antes que nada?... el origen… nada, que no vacío… nada o instante anterior al óvulo de la palabra, hueco que toca el centro neurálgico de la palabra… respiran las entrelíneas por fin…códigos secretos de niñas cuánticas,se esconden en estas cavidades de esperanza, para rellenar con la nostalgia de lo que fue, de lo que fuimos…entre todo y nada la “y”…conjuntiva…conjunto vacío que se llenara…aguardamos en silencio… vacías… silencio por favor…

silencio… ojos entreabiertos… vigilia ambigua…escucha la pestaña que se cae…p ide un deseo… parece aguardar una respuesta… pero de ti nada exige la nada, origen, matriz del lenguaje… una placenta es un conjunto vacío? No, una placenta es el placer de la espera… de dar a luz…no algo sido sino algo siendo… hueco, eco de luz mas allá de lo escrito… esta será nuestra ofrenda, la ofrenda de todos nuestros libros de cabecera…desnúdalos con la ternura de tu bisturí, abre luciérnagas en sus entrañas…huecos de amor a la intemperie… vacío abierto a un mas allá de la palabra… Marta Vergonyós Cabratosa


“En el libro, la escritura es ausencia, y presencia la página en blanco.” Edmond Jabès

La labor creativa de Mar Arza dota al libro del mismo aliento que la vida posee. El libro, sometido a un proceso de metamorfosis, deja de ser puro contenedor de signos y palabras. Palabras recortadas, divididas, quemadas… Desocupación -exilio de la palabra-, que da paso a lo inmaterial. La ausencia, la nada, invaden el libro. Palabra escindida transformada en luz. Luz blanca - principio i fin de la vidavisible en sus extremos. Segmento acotado. Silencio. Final de trayecto. Lluis Bruguera



Catàleg d’obres en l’exposició NADA reiterada… 2005-2006 Pàgines del llibre: “Nada” Paper, cotó, fil metàl·lic, agulles. Fulls de 18x11 cms. Instal·lació mides variables. NADA era la herida… -Díptic2005 Del llibre: “Nada” Paper, fusta, vidre. 71x58 cms cada un, emmarcats. ...tempos... (soliloquio) 2005 Del llibre: “Nada” Fusta, mirall, paper, vidre i fil metal·lic. 110x101x14 cms. Lugar en nada… 2006 Del llibre buit: “Nada” Paper, fil metàl·lic, fusta. 30x30x34 cms. Del instante en los ojos nada… 2006 Pàgines del llibre: “Nada” Paper, instal·lació elèctrica, fusta. 32x42 cms. De todo el libro el cuerpo en vilo… III 2006 Fotografia retallada. 27’1x31’5x3 cms. …tempos… (manantial) -Díptic2004 Del llibre: “Eternidades” Paper, polpa, fil metàlic, fibres vegetals, vidre i seda. Mides variables


Catàleg editat en motiu de l'exposició "Mar Arza. En lugar de nada..." que tingué lloc del 21 d'abril al 10 de juny, 2007 a La Galeria, Palafrugell. Editat per l'Ajuntament de Palafrugell-La Galeria © de les fotografies: Mar Arza © dels textos: les autores Dipòsit legal: B-31.998-07 Edició: 500 exemplars Impressió: El Tinter, SAL (empresa certificada ISO 14001 i EMAS)



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