CRÓNICAS 51

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LA SALAMANCA JUDÍA EN EL SIGLO XV HASTA E INCLUSO LA POS-EXPULSIÓN (II) Kenneth Brown Profesor Emérito, Universidad de Calgary

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sta docena de individuos heterodoxos, en conjunto eran capaces de confeccionar un texto memorístico, recordatorio, de su antigua ética cultural hispanojudía, y crear de ella una narración dramática y alocada en diálogo titulada Tragicomedia de Calixto y Melibea or La Celestina (c. 1498). Dentro de los mismos confines del campus universitario estos mismos jóvenes lograron confiscar, para luego ocuparlo un rato indeterminado, un rincón físico selecto que apuntaba al este geográfico, hacia Jerusalén. Era donde podrían ellos meldar, es decir rezar, leer y encantilar la liturgia judía y reverenciar a su Torah, la Ley. El resultado táctil de sus esfuerzos era la no tan ficcional Tragicomedia, obra suya cuando más autobiográfica. En ella los doce chavales lanzaban barbas envenenosas, pero muy cómicas, hacia el Santo Oficio, la Iglesia, el Estado Mayor, y la sociedad española en general. Incluso algunas de sus barbas iban dirigidas a su Alma Mater, la Universidad. Los miembros, o sea los actores de este quórum criptojudío, eran correligionarios que habrían recitado, actuado e interrumpido la recitación del nuevo texto literario, titulado la Tragicomedia de Calixto y Melibea, muy a menudo agregando a su recitación y actuación de lo manuscrito comentarios paratextuales, personales, como si fueran glosas al margen del folio. Incluso recordaban en el texto de La Celestina el adorado dialecto judeoespañol, que habían empleado desde hace muy poco en el espacio público salmaticense. Ese dialecto judeo-castellano de Salamanca y su entorno era ya casi olvidado, pocas veces articulado, salvo en secreto y detrás de puertas cerradas. Tenía sus múltiples registros: el nombre de Dios = Adonai, lecciones de la Torah, fuentes judías canónicas, ritos y ceremonias, chistes, insultos, refranes, dichos, expresiones hogareñas. Serrano y Sanz (p. 253) relata la “treta” que el judaizante Bartolomé Gallego hizo a los inquisidores de Toledo en los primeros años del s. XVI. Condenado a un encarcelamiento perpetuo y obligado a llevar el Sambenito “con el aspa de San Andrés”, Bartolomé, el antiguo “niño Menahén” / ‫ םחנמ‬cuando judío, como buen pícaro ingeniosamente ideó su propio escape y destino cruel: “se reiría de lo lindo al imaginar en la hoguera su muñeco y el pensar en la treta que había jugado a los honrados y venerables Inquisidores de Toledo” (p. 255). El grupo capitaneado por Fernando de Rojas había urdido una treta semejante a los inquisidores salmaticenses et alii.

Escena inicial de la película española La Celestina, de 1996, protagonizada por la actriz madrileña Penélope Cruz. A su izquierda inmediata está un sidur, libro de rezos litúrgicos diarios en hebreo, con un Magen David, el escudo del Rey David, en la tapa. Debajo de él está una menorá, candelabro ceremonial en todo hogar judío.16

eran ya reducidas a meros relicarios de un pasado borrado de la faz del mundo español por el Nuevo Orden. Las bibliotecas de libros hebreos y una totalidad de miles de manuscritos eruditos, redactados, copiados, algunos luego preparados e imprimidos en Castilla, en La Puebla de Montalbán, Aragón, Híjar, Zamora, Guadalajara y acaso Valencia se habían quemado o fueron desmembrados. Algunos seguramente se salvaron, siendo enterrados o emparededados. Milagrosamente por lo menos un solo ejemplar pervivió la destrucción y propositada aniquilación de una cultura mayor y su etnia: el Sēfer Tešuḅāh [Libro de Penitencias], MS. 2015 de la Biblioteca Universitaria de Salamanca.12 Está escrito en ladino, que es una “lengua” litúrgica sinagogal y rabínica, usada para la escritura, pero que evidencia a la vez atisbos del dialecto judeo-castellano coloquial, comunicativo.

En fin, en una época pos-Expulsión el Beit Midrash de la Comunidad judeoespañola ya no existía. Las tres sinagogas, el Bayit Adonai o Beit Knesset o Kahal Kadosch, donde los

La historia judía de Salamanca es una historia fascinante, digna de contar, recrear, y de que aprender. Aquellos judíos sefarditas que se exiliaron se llevaron consigo su dialecto judeoespañol, su judeocastellano, en su trayecto hacia África del Norte y/o el imperio Otomano. Pero expresiones de ese dialecto, con sus giros, dichos, chistes, refranes y recuerdos del pasado glorioso de la España judía se les quedó a aquellos conversos que no se fueron de Salamanca en 1492. Dicho dialecto aparece y reaparece con frecuencia en La Celestina.

feligreses habían practicado el Minkḥag Sefaradi en unísono, que era la liturgia, los ritos y costumbres judaicas,

En nuestro mundo actual de la biogenética, sería muy factible que aun perviviera el genotipo judeoespañol

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