Discurso Amparo Gómez de Arango

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Discurso caldense del año, Amparo Gómez de Arango Amigas y amigos que nos acompañan esta noche. Primero Quiero dar mi agradecimiento especial a las entidades que generosamente nominaron mi nombre para este reconocimiento: Comité Ínter gremial de Caldas Corporación Cívica de Caldas Cámara de Comercio de Manizales Andi Cruz Roja de Caldas Asociación Plenitud Tercera Edad Club de Jardinería de Manizales Agradezco inmensamente este reconocimiento, que con el corazón les digo es para ustedes la gente de Manizales. Sin su apoyo permanente y su gran generosidad, esta obra no seria posible. Nosotras en el Hogar de la Divina Misericordia, somos simples administradoras de su buena voluntad, gracias por creer en nosotras. Me da pena insistir pero nuevamente quiero invitarlos a que donen, a que nos ayuden, a que se desprendan de todo eso que no necesitan. Ustedes y yo sabemos que en el cielo no nos reciben con trasteo. Quiero hacer en este momento un homenaje a tantas personas que en el anonimato y con muchas dificultades entregan su vida a la misión más importante del ser humano:


El servicio a los más necesitados. A todas esas personas que Dios las bendiga. En este lugar sagrado, la casa de Dios, le pido hoy que nunca deje de bendecir esta ciudad maravillosa y su gente. Soy hija adoptiva de Manizales, aquí llegue con mi esposo Carlos Arturo Arango Correa hace 48 años a formar una familia. Y me enamore de esta cuidad. El debe estar muy feliz en el cielo viendo lo que hemos logrado, que además sin su ayuda, no hubiera sido posible. En pocas palabras les voy a contar lo que ustedes han hecho en estos 11 años. Cuando mi hija Maria Fernanda hacia trabajo voluntario en el Hospital Infantil, exactamente recreación a niños enfermos de cáncer que venían a tratamiento a este Hospital, ella se dio cuenta que las familias de estos niños no tenían un sitio a donde llegar. Con frecuencia tenían que dormir en los pasillos del Hospital, casas de enfermeras, o personal del Hospital que se ofrecían para ayudarlos. A raíz de este problema tan grande, decidimos que había que hacer algo y así comenzó esta obra. En agosto de 2001 alquilamos una habitación en una casa de familia en el barrio San Jorge, muy cerca del Hospital Infantil. Durante 4 meses allí se alojaron los primeros padres de niños enfermos de cáncer del Hospital Infantil.


Ya viendo la necesidad de un espacio más grande decidimos conseguir una casa y milagrosamente apareció, a una cuadra del Hospital. Con el apoyo generoso de Carlos Arturo, mis cuñados, la familia y amigos cercanos empezamos nuestra labor. En ese momento la Fundación fue constituida legalmente como una entidad de carácter civil y privado, de utilidad común y sin ánimo de lucro. Al año de estar allí, ya esta casa era pequeña pues allí empezaron a llegar muchos niños y padres de todo el Eje Cafetero, Norte del Valle y del Tolima a recibir tratamiento medico al Hospital Infantil de Manizales. Empezamos a buscar una nueva casa y nuevamente, y milagrosamente, resulto una maravillosa en la misma cuadra. Digo milagrosamente porque desde el comienzo esta obra fue puesta en manos de Dios, de ahí su nombre, HOGAR DE LA DIVINA MISERICORDIA. Su amor se manifiesta a través de todas las personas que nos donan su ropa, las empresas que nos regalan sus productos y personas que nos ayudan con aportes económicos. En esta nueva casa, también alquilada, empezamos a recibir niños de otras unidades del Hospital Infantil como Quemados, Quirúrgica y Pediatría. También nos llegan niños y padres que llegan a consulta a la Fundación Pequeño Corazón, adultos enfermos de cáncer que vienen del Eje Cafetero a tratamiento a Oncólogos de Occidente y a Teleton de Manizales. La capacidad del Hogar es de 65 personas, el alojamiento y la alimentación son totalmente gratis para padres y niños.


Más tarde empezamos a ver que teníamos necesidad de más dinero para poder crecer y seguir prestando servicios a los más necesitados. Así nació el ROPERO. La forma más sencilla de conseguir esos fondos fue pedir a las personas de bien que nos regalaran la ropa que ya no usaban y que estuviera en buen estado, para nosotros venderla a través de nuestro ROPERO, a precios comodísimos. De esta manera se hacia una doble labor, primero tener con que sostener el HOGAR y segundo, proporcionar a muchas personas la oportunidad de comprar por muy poco dinero ropa en excelente estado. Quiero destacar en esta primera etapa del ROPERO, la ayuda valiosísima del Periódico de Casa, La Patria, que en su página social sacaba una nota pidiéndole a la gente generosa y de buen corazón que nos donaran lo que ya no usaban. Esta idea tuvo un gran eco desde el comienzo, la respuesta de la gente fue maravillosa. Cada día nos llega más ropa en muy buenas condiciones. Nosotros la clasificamos, la mejor la ponemos en el ROPERO para su venta, otra se la regalamos a las familias de los niños del HOGAR y otra parte la enviamos a parroquias de escasos recursos de la ciudad. Hace 4 años conseguimos nuestra propia sede. Adquirimos un crédito muy grande pero con la ayuda de muchas personas de corazón grande y generoso salimos adelante. El primero de octubre del año pasado abrimos nuestra primera casa para personas de la tercera edad, donde ancianos de Manizales vienen a pasar sus últimos días con


mucho afecto, bienestar físico, material y espiritual y total mente gratis. Tenemos 25 ancianos. En los dos Hogares contamos con 90 camas. Quiero invitarlos a hacer algo grande por los ancianos de Manizales. Tenemos más de 30 solicitudes de cupo. No saben la inmensa satisfacción que genera poder darle tranquilidad y paz a una persona en los últimos años de su vida. Antes de terminar estas palabras tengo que nombrar una persona muy importante para mí, para mi familia y para esta Fundación y de la cual me siento muy orgullosa, porque desde hace muchos años ella también ha entregado todo su tiempo y amor a esta obra. Ella es mi hija Maria Fernanda. Sé, que a ella no le gusta que diga esto, pero ella es la que en este momento maneja la Fundación. Yo no puedo ganar indulgencias con jaculatorias ajenas. Nandita te queremos mucho y estamos muy orgullosos de ti. Esta es, en términos generales nuestra Fundación Hogar de la Divina Misericordia. Esperamos con su apoyo seguir creciendo para ayudar a tanta gente que lo necesita. Contamos con un equipo de trabajo de 20 personas y un maravilloso grupo de voluntarias. Mil y mil gracias por todas sus manifestaciones de cariño y por acompañarnos esta noche. Que Dios los bendiga a todos y a sus familias.


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