Papel Salmón 11 de noviembre de 2012

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EDICIÓN 1.044 domingo 11 de NOVIEMBRE de 2012 Manizales - Colombia

creación y vida

Cartografía fotográfica de la Galería

Al arca de Noé la llaman galería Octavio Hernández Jiménez

La biblioteca del dragón Bryce Echenique: entre el cinismo del plagiario y la complicidad de sus defensores Orlando Mejía Rivera

Boleros para recordar El tiempo de Roberto Cantoral Roberto Montes Mathieu

Leonardo Favio, original, completo y genial Para decir adiós al Maestro Jorge Abel Carmona Morales

Sindéresis De humanos, inhumanos y Rito Alejos Luis Enrique García Restrepo


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La biblioteca del dragón

Bryce Echenique: entre el cinis mo del plagiario y la complicidad de sus defensores

En Colombia la defensa de Bryce Echenique ha sido indiscutible y contundente. En México, Juan Villoro ha sido un crítico radical de esta decisión. Ataques. Orlando Mejía Rivera* Papel Salmón

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a reciente entrega del importante Premio de Literatura en Lenguas Romances 2012, otorgado por la Feria Internacional del libro de Guadalajara, al escritor peruano Alfredo Bryce Echenique ha suscitado en México y en casi todo el mundo la polémica entre intelectuales, escritores y lectores. La razón es la siguiente: el jurado, que lo premió con 150 mil dólares (entre los cuales están la periodista colombiana de la Revista Arcadia Margarita Valencia, el mexicano Jorge Volpi, el peruano Julio Ortega y la argentina Leila Guerrero, entre otros), no tuvo en cuenta las condenas de plagio que recibió el peruano al comprobársele que copió a 16 autores y publicó columnas de prensa saqueando a sus colegas. El argumento central del jurado fue que se premiaba al autor de dos libros fundamentales y perdurables en la literatura hispanoamericana: Un mundo para Julius (1970) y La vida exagerada de Martín Romaña (1981), pero no al columnista de artículos plagiados. Es decir, el jurado premió al respetable doctor Jekyll y desconoció la existencia del delincuente señor Hyde. Jorge Volpi, en un artículo que tituló El Premio FIL y la inquisición literaria, defiende su decisión y acusa de intolerantes inquisidores literarios a los que han protestado pues, según él, la valoración moral de los escritores no les correspondía a ellos, y da como otros ejemplos a Gunter Grass, que nadie ha pensado en despojarlo del premio Nobel por la revelación reciente de su pasado juvenil nazi, o el caso de Álvaro Mutis que a pesar de que fue a la cárcel por desfalcar a la compañía Esso, recibió el apoyo de los intelectuales mexicanos encabezados por Elena Poniatowska y Octavio Paz.

Defensa colombiana

En Colombia la defensa de Bryce Echenique ha sido indiscutible y contundente. A Marianne Ponsford, en su artículo Querido Bryce (El Espectador, 7 de octubre), le pareció que él le “hizo querer la literatura” y lo demás no importa, pues “el plagio en sus columnas fue un acto de ve-

Foto|Tomada de http://carlosmsotomayor.lamula.pe|Papel Salmón

Alfredo Bryce Echenique.

jez”. Esta es una hipótesis novedosa, pues la vejez le sirvió a Saramago, por ejemplo, para dar sus más sólidas muestras de calidad literaria y ética personal. El mismo Hemingway, acabado, envejecido y alcoholizado como Bryce, no plagió a sus contemporáneos, sino en un acto extremo de dignidad prefirió volarse “los sesos” con una escopeta. Ella también retoma la idea de Volpi de rechazar a los inquisidores moralistas. Pero más allá de su desprecio burlesco por “los eticistas” Marianne está, de manera implícita,

dictando “jurisprudencia” absolutoria a nuestros propios “plagiarios” colombianos: un joven novelista que plagió a un cronista reconocido y que la revista Arcadia defendió al decir que fue más bien un gesto de admiración y homenaje de su parte. O la famosa profesora y crítica literaria que fue condenada por la justicia por plagiar la tesis de una alumna y cuyos defensores, sus propios colegas universitarios, llegaron a decir que el “plagio” era una figura “arcaica” y que para la postmodernidad “plagiar” no era

más que aceptar la tesis de la “muerte del autor”. Incluso, un conocido crítico, amigo de la profesora, llegó a expresar, sin ruborizarse, que también Shakespeare y Cervantes habían plagiado, que la literatura era un juego de intertextualidades. De hecho, tres semanas después, el reconocido escritor William Ospina, que firmó una carta de apoyo a Bryce Echenique, publicó su artículo Los ecos y los brujos (El Espectador, 21 de octubre). Allí trae múltiples ejemplos para demostrar que la literatura jamás ha sido una actividad original. Eso es obvio y lo sintetizó bien Goethe cuando le contesta a Eckermann que “no existe nada nuevo bajo el sol”. Pero agrega Ospina que se “habla” de plagios en estos tiempos porque “la propiedad privada lo gobierna todo”. Entonces, nos dice el bucólico ensayista y novelista de moda, lo que no debemos es “confundir el robo descarado y literal de páginas enteras” con las influencias de otros autores e “incluso el arte de tejer variaciones sobre los textos previos y ajenos”. Esta curiosa y original diferenciación que propuso Ospina me llevó a escribirle a Fidel Cano, quien es uno de los símbolos de la transparencia y la ética ciudadana del país, lo siguiente: “Mi inquietud es la de un humilde profesor universitario de provincia que todos los días conoce argumentos como los de Marianne y William para justificar el ‘cortar y pegar’ desde la Internet y las citas extensas sin comillas ni reconocimiento de la fuente. Señor director: ¿Cuántas páginas enteras hay que copiar para que estemos ante un plagiario y no ante un genio de la intertextualidad? ¿Es la posición de El Espectador aceptar que sus columnistas, por ejemplo, hagan homenajes ocultos a otros citándolos sin mencionarlos? ¿Serán también actos de intertextualidad los casos de los notarios y congresistas pillados en el ‘borgiano acto’ de ‘cortar y pegar’ a otros? El asunto no es legal, en eso estoy de acuerdo con William, sino ético. En el año 2006 el periódico La Nación de Buenos Aires y la editorial Sudamericana despojaron de su premio de novela a Sergio Di Nucci porque un lector al conocer su obra ‘Bolivia construcciones’ identificó varios pasajes de la novela Nada de la española Carmen Laforet. La defensa del autor fue parecida a la que invocan, con autoridad, sus columnistas: era un homenaje de reescritura. ¿Debo suponer que si acá ustedes tuvieran un concurso similar le

ratificarían el premio y sus columnistas harían una apología del arte de la escritura intertextual en estos tiempos donde ‘el plagio’ es solo un asunto de abuso ‘de la propiedad privada’?” Todavía no he recibido la contestación de Cano, y pienso que sería beneficioso para la cultura colombiana saber si el director del periódico más respetable que tenemos, está de acuerdo con la defensa que sus columnistas han hecho del plagiario Bryce Echenique. Además, porque no he conocido otros intelectuales nacionales que hayan rechazado la posición del jurado del premio con la excepción del escritor Eduardo García Aguilar. Por el contrario, en México el gran intelectual Juan Villoro ha sido un crítico radical de esta decisión y en un texto titulado La ética de un oficio (La Reforma, 19 de octubre) ha rebatido el endeble argumento de que el periodismo de Bryce no tiene que ver con su narrativa y luego de recordar la labor indisoluble que ha tenido la actividad periodística y literaria en autores como García Márquez, Camus, Monsiváis, entre otros, afirma que la moral personal de un escritor es, en efecto, un asunto privado, pero “Lo que sí se le debe exigir es que tenga ética en su escritura”.

¿El fin justifica los medios?

Este sólido argumento desbarata, a mi modo de ver, la defensa de Volpi, Ponsford, Ospina y otros. Pues no es la validación de una “inquisición moral” extraliteraria la que pretende cuestionar al peruano, sino la elemental exigencia de que su escritura premiada sea un paradigma de calidad y transparencia ya que: “El plagio es el equivalente literario del dopaje deportivo o la negligencia médica. ¿Merece el Balón de Oro un futbolista que ganó el Mundial pero en otros 16 partidos dio positivo por dopaje? ¿Merece ser Médico del Año alguien que inventó una vacuna pero perjudicó a 16 pacientes? Por supuesto que no”. Supongo que los defensores de Bryce Echenique, si son coherentes, estarán defendiendo al ciclista Lance Armstrong y lo harían con el médico alemán Frederich Wegener, que luego de ser reconocido durante más de 50 años como un gran maestro de la clínica y descubridor de una enfermedad vascular que llevaba su nombre como un homenaje, fue despojado de sus reconocimientos al comprobársele que sus investigaciones exitosas las hizo con miles de cadáveres de judíos masacrados en los campos de concentración nazis.

han quedado en las viejas categorías de la “modernidad literaria” y los nuestros son avanzados “postmodernos” y “decostruccionistas”. Incluso, William Ospina termina su defensa de los plagios (léase influencias) “no descarados” citando como ejemplo el famoso cuento del Pierre Menard de Borges. Lástima por las nuevas generaciones que pensarán que basta citar a “Borges” para justificar esa facilista e indebida acción de “copiar y pegar”. A propósito, el Pierre Menard de Borges no es una defensa del “plagio” y “la muerte del autor”, sino uno de los más feroces, sutiles y enigmáticos ataques que se han escrito en la historia de la literatura sobre los simuladores de la cultura.

Se confirmó el Premio

A pesar de la polémica y la tormenta en México, el jurado se ratificó y Bryce Echenique recibió el premio a escondidas, en su propia casa y sin viajar a Guadalajara. Pero no porque él se haya arrepentido de sus plagios y tuviese alguna vergüenza frente a esos hechos del pasado. Aunque

Foto|Tomada de http://blog.rtve.es|Papel Salmón

Jorge Volpi.

Es decir, Wegener faltó a la ética médica, como Armstrong vulneró la ética deportiva y Bryce Echenique pervirtió la ética de su escritura. Afirmar que eso no importa si los resultados fueron exitosos es vivir ya en un mundo donde la idea maquiavélica de que “el fin justifica los medios” se vuelve hegemónica y ha contaminado para siempre los reductos humanistas de la cultura. Se entendería, entonces, la posición de Marianne Ponsford que permite a la cultura bogotana y oficial del país ponerse acorde con nuestro “espíritu de los tiempos”: la dimensión ética es un anacronismo, solo existe lo legal y todo lo demás “está permitido y es bienvenido”. Sin embargo, unos pocos dinosaurios seguiremos pensando que el poeta Vicente Huidobro tenía toda la razón cuando dijo: “quien se roba un adjetivo, si puede, se roba un banco”. No veo diferencias entre los actos de plagio cometidos por Bryce Echenique y el francés Patrick Poivre d’Arvor. Pero existe una abismal valoración de ello entre nuestra Marianne Ponsford de El Espectador y Arcadia y, por ejemplo, Jerôme Depuis del L’Expres. Tal vez los críticos franceses se

Foto|Tomada de http://3.bp.blogspot.com|Papel Salmón

Juan Villoro.

no lo crean, fue lo contrario. Tuvo el cinismo de expresar que era una persecución de sus enemigos y de los envidiosos, y afirmó que no reconocía ninguna falta ética e incluso mintió de manera pública al decir que “Yo ya he ganado todos los juicios, e INDECOPI, la institución peruana que defiende los derechos de autor, me ha devuelto con intereses la multa que me impuso”. Los peruanos han rectificado las palabras de Bryce Echenique y confirmaron que ello no es cierto. Sin embargo, lo más bochorno es que la investigadora chilena María Soledad de la Cerda ha demostrado que los plagios del peruano alcanzan la cifra de 42 textos, en un lapso de varios años y con la mala fe, en diversos casos, de copiar del francés y del italiano. La lista de los textos “fusilados” de forma descarada son, también, de temas literarios y culturales como los siguientes: “John Ford, la épica del Western” y “El intrigante Antonio Salieri” de Blas Gil Extremera, “Cortázar, enormísimo cronopio” de Guillermo Niño de Guzmán, “La correspondencia entre Pound y Joyce” de Odile Barón Supervielle, “La angustia de Kafka” y “Sartre y la literatura” de Juan Carlos Ponce, “William Blake y los proverbios del infierno” de Jorge de la Paz, “El psicoanálisis en el cine de Woody Allen” de Benjamín Herreros Ruiz, entre otros. Me he tomado el trabajo de leerlos y confrontarlos con los firmados por Bryce Echenique e, incluso, aplicándole la laxa y etérea propuesta de William Ospina son, sin lugar a dudas, un indiscutible “robo descarado y literal de páginas enteras”. ¿Entonces qué? ¿Después de conocer todos estos artículos literarios plagiados seguirán nuestros respetados intelectuales colombianos defendiendo a Bryce Echenique? Si es así, creo que ellos merecen ser nombrados, en un futuro próximo, en la Comisión de absoluciones del Senado de la República. Qué “ejemplito” para las nuevas generaciones eso de confundir “tolerancia” con “complicidad” y reivindicar el reinado postmoderno del “todo vale” como hace años escribió Agnes Heller. Por supuesto, los “dinosaurios” solo somos voces aisladas en esta Nueva Era de la “muerte de la ética” y el festín de la “razón cínica” que retrató tan bien el germano Peter Sloterdijk. Lástima que Bryce Echenique no traduzca del alemán *Escritor. Profesor titular, departamento de Salud Pública, Universidad de Caldas.


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domingo 11 de NOVIEMBRE de 2012

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Cartografía fotográfica de la Galería o Plaza de Mercado de Manizales

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Carlos-Enrique Ruiz

Al arca de Noé la llaman La Galería es un laboratorio en donde se puede avanzar en el estudio de la llamada antropología cultural. En ella confluye lo bello y lo feo, lo duro y lo tierno, lo optimista y lo triste, lo ideal con lo prosaico. Imágenes. Octavio Hernández Jiménez* Papel Salmón

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urante los días finales de octubre y la primera quincena de noviembre de 2012, se lleva a cabo, en la Rotonda del Palacio de Bellas Artes, la exposición de fotografías titulada Cartografía fotográfica de la Galería o Plaza de Mercado de Manizales, bajo la dirección de Liliana Villegas, Sylvana Blanco y Lina Marcela Giraldo. A estas tres mujeres se debe el planteamiento, la recopilación, procesamiento y exhibición del material acompañado del mapa que sirve de orientación, pegado al piso. Se trata de un cúmulo de fotografías, en colores, tomadas al ritmo del que camina por la despensa de la ciudad. Ahí, la vista se puede regodear por las áreas dedicadas al grano, abarrotes, artesanías, flores, hierbas, frutas, verduras, restaurantes, carnes, papas, mascotas, cambalaches y corretaje.

Microcosmos, laboratorio

La conocida plaza de mercado de Manizales o Galería es un sitio en donde convergen distintos grupos étnicos, clases sociales con sus patrones de conducta, sus valores y variados oficios. Se trata de un microcosmos de lo que somos. Alguien podría catalogarlo como museo viviente pero es mucho más. La vida en toda su ebullición. Equivale a un laboratorio en donde se puede avanzar en el estudio de la llama-

da antropología cultural que versa sobre la cultura aprendida, típica de ese conglomerado identificado vagamente como pueblo caldense que, cada semana, arriba a este puerto terrestre desde los cuatro puntos cardinales del departamento. En la plaza de mercado es en donde mejor se observan los resultados de las prácticas con las que distintos sectores de una comunidad buscan adaptarse al medio ambiente. Qué come, como viste, lo que consume básicamente, cómo cambian las costumbres en ciertas circunstancias de la vida y toda la ritualidad del diálogo en el encuentro entre distintas categorías de personas: el campesino con el individuo de ciudad, el que vende y el que compra, el patrón con los trabajadores, los varones y las mujeres en relaciones a veces azarosas, los que se dedican al rebusque y siempre encuentran, los capataces y compañeros de trabajo semanal dándole rienda suelta a instintos, intereses, gustos y caprichos. Centenares de fotografías, tamaño yumbo, que muestran a quienes desempeñan el oficio de proveedores de vituallas para la comida diaria y para suplir lo requerido en otros menesteres. Podríamos decir que la mayor parte de las viandas que consumimos han sido elaboradas con ingredientes que han hecho tránsito por la Galería. Ese espacio es el eje de la gastronomía en la generalidad de ciudades alrededor del mundo. No hay como visitar las plazas de mercado, digamos, de París, Roma, Nápoles o Ciudad de México. Pura Vida, el título de la exposición, es el más acertado. Gente y más gente, con su indumentaria de trabajo o dominguera, haciendo demostración, en gran parte de dignidad, jovialidad, premura, parsimonia y un conveniente aseo. La sección de hierbas es un alarde de flores de todos los matices y ramas que los dolientes persiguen para aliviar los acha-

galería

ques ante la dificultad, imposibilidad o inutilidad de la visita a un médico.

Trabajos en la Galería

María Inés Gallego, a quien desdichadamente se tragó la gran ciudad, funcionó, por larga temporada, con la Galería de Manizales y su selva amazónica que es la sección de hierbas medicinales y con sus dependientes. Llamó el proyecto Penca de Sábila pero, fuera de ese logro, armó un bonito espacio con estantes y libros, a modo de biblioteca. María Virginia Santander y su bella hija, con el mayor idealismo, retomaron ese montaje que aprovechan los sábados para leer e inducir a la lectura a los niños, en su mayoría hijos de los dependientes

en la Galería. Han reunido hasta 20 niños, a muchos de los cuales, si no se presentara esta oportunidad, las madres ubicarían, de mañana a tarde, en un rincón oscuro de sus diminutos cubículos. A través de este programa altruista esos niños pueden salir a ver la luz del día y de la sabiduría. Las fotos son documentos gráficos de esos desvelos. Liliana Villegas, Sylvana Blanco y Lina Marcela Giraldo hicieron el inventario de las artes útiles, de los trabajos y los días de que hablara Hesíodo, el poeta griego que compuso su poema sobre el trabajo como redención del hombre, las duras condiciones que afrontan los que se dedican a él, los productos según las temporadas de cosecha, los distintos tratos a las mujeres

desde el desprecio hasta la admiración y en cuyo texto conmina a su hermano a quien dedica el libro con esta sentencia: “el trabajo no es en ninguna forma ignominioso; que sea la ociosidad la que te produzca vergüenza”. Los trabajos y los días es un poema en que confluyen lo bello y lo feo, lo duro y lo tierno, lo optimista y lo triste, lo ideal con lo prosaico. Todo como en la Galería de Manizales, en donde, como en la obra de Hesíodo, solo la paz podrá salvarla; una paz trágica, porque, el poeta no cree en ella.

Semblanza

En el año de 2005, visité la Galería de Manizales en compañía del extraordinario y malogrado chef colombo-escocés Kendon MacDonald quien, luego, en El Tiempo, publicó su semblanza de la visita a la ciudad: “Me apena decir que (en Manizales) el nivel de la cocina de sus restaurantes es pésimo y también el servicio. Irónicamente, mi mejor comida fue un desayuno en la plaza de mercado: caldo con unas enormes albóndigas, una taza sopera de chocolate, una arepa y queso y todo por dos mil pesos (un dólar). Si esta región quiere volverse turística, las cosas no pueden seguir así. Yo no visito a Manizales pensando que voy a encontrar la mejor comida tai del mundo pues no existen los ingredientes, los equipos ni el paladar para hacerla. Como turista sí pienso que puedo encontrar la mejor comida caldense. En sus campos crecen los mejores ingredientes y hay tradición, historia y paladar para preparar y juzgar sus sabores”. Es difícil hacer un elogio más merecido de la Galería de Manizales que el que le hizo este maestro de la más exigente cocina mundial. Fuera de una arraigada fe en los santos que hacen parte del folclor religioso, con sus imágenes de bulto o en láminas, con

las veladoras que cabecean, se manifiesta cierto humorismo en algunos avisos como “Hospital Superior de los Serruchos”, “Clínica de calzado” y “Desechables El Tío”.

Textos que despiertan leves sonrisas en un mundo que, a pesar de su opulencia, también está colmado de privaciones. La procesión va por dentro.

Una mirada esperanzadora

En las fotografías escogidas para la exposición de Bellas Artes la luz entra por arriba, como un destello que enceguece y que ilumina las personas y las cosas. Esa luz en tal o cual dirección provoca sombras que dan relieve, profundidad y perspectivas insospechadas en los rostros y las cosas. Uno exclama ante ciertos enfoques: jamás pensé que esto fuera así para haber ido a conocerlo antes. Al visitar la exposición Pura Vida, en la Rotonda de Bellas Artes, nos sentimos complacidos con el sosiego y la dignidad que inspira el pueblo raso de Caldas. Las mujeres, ancianas, adultas y jóvenes con sus delantales y blusas blancas; los señores con los distintos estilos de sombreros y camisas transmiten la sensación de que pertenecen a un pueblo digno, de facciones armónicas, aire más adusto que alegre, silenciosos seguramente rumiando para ellos solos la

gravedad de la crisis económica. Sin embargo, en las fotos y esperamos que en la realidad, miran al mundo con esperanza. La dedicación, duración y extensión de la pesquisa de las tres escrutadoras que exhiben el fruto en Bellas Artes son argumentos para no temer y decidirse a conocer los vericuetos de la Galería. De acuerdo al creciente número de agentes de policía, parece que, cada día, la administración municipal se convence más de la vitalidad e importancia de la Galería. La Galería de Manizales no es un lugar anquilosado; a diario se renueva en sus servicios y en su dotación. Debe llegar a tener la misma aceptación de cualquier centro comercial. Es más indispensable que los centros promocionados por la sociedad de consumo. En esta clase de visitas, las cosas han marchado bien a la mayoría de las personas que han decidido ingresar en esas áreas cargadas de sorpresas en donde, tal vez cubierto de orín, reposa cuanto trebejo ha inventado la curiosidad humana. No tiene nada de rato que encontremos ahí, colgado en el rincón de un cambalache, la auténtica armadura de Don Quijote o los arreos de Rocinante. En definitiva se trata de un área urbana que deberemos organizar, con material como el de la exposición en mano, para recibir el grueso de turistas que busca conocer la cultura del café, en algunos de sus aspectos más vistosos y vigorosos *www. espaciosvecinos.com


6 | MÚSICA|

domingo 11 de NOVIEMBRE de 2012

domingo 11 de NOVIEMBRE de 2012

besarme/ yo lo comprendo/ Que de mí te cansaste, que otro amor encontraste/ yo lo comprendo. Reconoce que “lo que empieza termina” y cómo no tiene derecho a obligarla a que siga con él “aunque sangre la herida”. Haces bien en marcharte, para qué complicarte/ yo lo comprendo. Y aquí es donde el poeta Jaime Arturo Martínez arruga la cara: V. Pero como le explico a mi corazón/ mi vergüenza de verte con otro amor/ que te dio lo que ya no te diera yo/ que fallé como amante. Noche no te vayas evoca la noche (el tiempo nocturno) que ampara a los amantes para evitar el escándalo, pues cada uno lleva vida diferente. Noche no te vayas / quédate con nosotros para siempre/ tú que sabes que somos dos amantes/ que vivimos dos vidas diferentes. Lo reafirma cuando dice: Que nos diga quién quiere Juzgar/ si en su vida jamás ha pecado. Ahí está el amor correspondido: “preferimos morir que separarnos”. Se luce en Soy lo prohibido, que resulta una esperanza y una satisfacción. Lograr el amor por encima de todo. Soy el pecado que te dio/ una ilusión en el amor/ soy lo prohibido/ Soy la aventura que llegó/ para ayudarte a continuar/ en tu camino.

Boleros para recordar

El tiempo de

Roberto Cantoral El reloj, La barca o Regálame esta noche son boleros de su autoría. Poesía en sus letras. Impresiones.

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Jorge Abel Carmona Morales* Papel Salmón

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l 5 de noviembre del año en curso ha dejado de respirar el artista audiovisual más original, más completo y más genial que ha dado esta parte del mundo en las últimas décadas. Dudo mucho que el empobrecimiento promedio de las expresiones cinematográficas actuales, pueda siquiera aproximarse a la hondura y sutileza de una obra tan grande como la del cineasta argentino y que por ello mismo, el envilecimiento de las propuestas

Una vida musical

Roberto Montes Mathieu* Papel Salmón ebió ser el año de 1957, el siguiente de su grabación en México, que conocí la letra de El Reloj. La letra sin la música, ésta no la escuché porque todo sucedió de manera inesperada. Yo acompañaba a mi padre al taller donde tenía el carro, en pleno centro de Sincelejo, cuando al sacar algo del bolsillo de la camisa cayó al suelo una pequeña hoja de papel que solícito me apresuré a recogerla. Al entregársela me dijo: “Mira, este es un bolero que empieza a oírse, un amigo músico me lo copió”. Lo cantó y, como era sólito en él, destacó algunas frases explicándomelas. Es posible que no me haya impresionado entonces aunque lo escuché con mucha atención, como ha sido habitual en mí. Pero una noche, buscando emisoras “raras” en el viejo radio Philips que parecía una casa de lo grande, atrajo mi atención el bolero interpretado por un trío de cuerdas, Los Tres Caballeros, formado por Chamín Correa, en el requinto; León Gálvez Polanco, primera voz, y Roberto Cantoral su autor. Esto, lógicamente, lo iba a saber años después. Se me pegó y al no poder desprenderme de su embrujo, con la misma diligencia con que recogí el papel del suelo, se lo solicité a papá. Después Lucho Gatica, en su “cuarto de hora” que lo mantuvo en alto muchos años, lo popularizó en todo el continente, como otras creaciones de Cantoral.

Su obra consta de nueve largometrajes llenos de innovaciones en lo temático. Tuvo influencias de los directores Leopoldo Torre Nilson y Robert Bresson. Testimonio.

Foto|Tomada de http://xfinity.telemundo.com|Papel Salmón

El cantante y compositor mexicano Roberto Cantoral formó el dueto de los Hermanos Cantoral, luego hizo parte del Trío Los tres caballeros y en 1960 se convirtió en solista.

Comentarios a distintos boleros

El reloj plantea una situación recurrente en varios boleros de este cantautor: la despedida de la amada, o el abandono que hace la mujer del hombre al que estado unido. Reloj no marques las horas/ porque voy a enloquecer/ Ella se irá para siempre/ cuando amanezca otra vez. Pide lo imposible, que el tiempo se detenga para que eso no ocurra. Detén el tiempo en tus manos/haz esta noche perpetua/ para que nunca se vaya de mí/ para que nunca amanezca. En La barca, también versión de Gatica, se lamenta por lo mismo: Hoy mi playa se viste de amargura/ porque tu barca tiene que partir/ Para terminar aceptando de manera resignada una situación diciente: Cuando la luz del sol se esté apagando/ y te sientas cansada de vagar/ piensa que yo por ti estaré esperando/ hasta que tú decidas regresar. Demasiado eso de “hasta que tú decidas regresar”. Otro hermoso bolero, Regálame esta noche, sigue la misma temática: No quiero que te vayas/ la noche está muy fría/ abrígame en tus brazos/ hasta que vuelva el día. Aquí la petición tiene otro sentido. Está pasándola bien y no quiere que eso

acabe pronto. Lo ratifica al final con esta frase maravillosa: Entonces será en vano/ tratar de retenerte/ regálame esta noche/ retrásame la muerte. El poeta Jaime Arturo Martínez asegura que se trata de un “amor prohibido” que, si ella se queda, le puede resultar caro; que el sacrificio que el hombre le exige es grande, con la hipérbole de que le retrase la muerte. Buen pretexto para retener a una mujer. El triste, éxito grande en la voz de José José, finalista en un festival de la OTI, mantiene la línea. Qué triste fue decirnos adiós/ cuando nos adorábamos más/ hasta la golondrina emigró/ presagiando el final/ Qué triste luce todo sin ti/ los mares de la playa se van/ se tiñen los colores de gris/ hoy todo es soledad. No se puede negar que hay poesía, además la interpretación de José José, todavía no ahogado en el alcohol, le da un alcance especial. Yo lo comprendo, plantea una situación más complicada. La razón de la partida, el rompimiento, es la existencia de “otro” porque al final lo dice. La versión de Sofronín Martínez es extraordinaria, pero prefiero recordar al cuentista cartagenero Sícalo Pineaud, una noche en la desaparecida taberna La Quemada, cantando a lo Roberto Ledesma. Que has dejado de amarme, y no sientes

Al compositor como al escritor no le suceden todas las cosas que dice en lo que escribe. Hay que mirar todo como una licencia poética, lo que tiene que decir en las distintas vidas que como creador le toca vivir. Roberto Cantoral (1935-2010) fue un hombre feliz con las dos familias que lo acompañaron a la última morada. Desde muy joven se interesó por la música. Cuando tenía quince años formó con su hermano Antonio un dueto que se presentó como Los hermanos Cantoral. En ciudad de México integró Los Tres Caballeros, que debutó en público en 1952, en la XEW. Casi enseguida empezaron las giras por México y Estados Unidos y grabó El reloj y La barca. Después otras grabaciones y muchas presentaciones. En 1960 se lanzó como solista y algunas veces cantó con su hija Itati. Entre sus numerosas canciones, además de las mencionadas, están El preso número nueve, Al final y Yo no voy a la guerra, con la que ganó el festival de la OTI en 1971, cantada por Alberto Ángel, El Cuervo, y censurada por el gobierno de Luis Echeverría. En 1977 repitió en la OTI con Quijote. Entre sus intérpretes se destacan Lucho Gatica, Marco Antonio Muñiz, Antonio Prieto, Javier Solís, Los Panchos, Los Diamantes, Olga Guillot, Juan Manuel Serrat, José José, Frank Pourcel, Nelson Ned y Luis Miguel. Esperamos que un día lo haga Antonio Mora *Escritor y musicólogo.

Leonardo Favio, original, completo y genial

Para decir adiós al Maestro presentes permita la superación del hoyo negro en que nos encontramos en esa materia. Jorge Fuad Jury nace en Las catitas, Mendoza (Argentina), un 28 de mayo del convulsionado 1938, un año antes de la segunda gran conflagración mundial y a unos pocos lustros de que su gran amor, el general Perón, se encaminara a la Casa Rosada, para erigirse por siempre en el motivo de inspiración de su vida pública. Y es que su pasión por aquel militar no puede decirse, ni mucho menos, que sea impostada, precisamente porque su devoción estuvo siempre cargada de un inmenso fervor que elevó su magia cinematográfica hasta lo más alto, algo que podemos observar en las casi seis horas de su Perón, Sinfonía de un sentimiento (1999), película recomendada para quienes recién i ncursiona n en la militancia política.

Creatividad en su obra

Foto|Tomada de http://la-bocina. com.ar|Papel Salmón

Leonardo Favio, por encima de ser cantante y compositor, fue productor y director cinematográfico, guionista y actor.

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En su no prolífica obra contamos nueve largometrajes, variados todos y llenos de innovaciones en lo temático. Desde Crónica de un niño solo (1964), la película que nos muestra su enorme desgarramiento por las condiciones en las que viven los niños de las Villas miserias de Buenos Aires, pasando por Juan Moreira (1973), un viejo tema de la literatura argentina sobre el renegado que se rebela contra el Estado, hasta la última de su creaciones que es Aniceto (2008), un musical que nos muestra a un Leonardo Favio pletórico de plasticidad y siempre renovado con personajes que han actualizado sus biotipos faciales acordes con los nuevos tiempos que, para él, pasaron como un huracán dejando sus películas como verdaderas piezas de colección, encontramos una creación fílmica sólida y a la espera de nuevas reinterpretaciones por las múltiples posibilidades de comprensión que ofrece. Y esto en razón de que su propuesta estética abunda en imágenes de acabados únicos y de finos hilos de hermosura casi extinta por el cáncer de la industria cinematográfica que arrasa con la sutileza creativa de numerosos artistas.

El cine antes que la música

Sus influencias cinematográficas inician con la colaboración al lado del director argentino Leopoldo Torre Nilson, de quien Favio admite fue su principal mentor en el oficio de la dirección. Asimismo, Robert Bresson, el gigante director francés, con su película Un hombre

condenado a muerte se ha escapado, contribuye a la distancia con esa primera película arriba referenciada y que causó tanto impacto en la manera como se apreciaba el cine a nivel mundial. Esos dos personajes llenaron su mundo, mucho antes de que la música, algo que hiciera casi por simple circunstancialidad. No obstante, desde su primera canción Fuiste mía un verano, ya veíamos a un cantante popular que marcó las vidas de millones de personas en Hispanoamérica. Ninguna de nuestras madres, ninguna de nuestras tías estuvieron exentas de su presencia como cantante en alguna radio lejana o en el murmullo de un vecino que tarareó alguna vez alguna de sus canciones.

Cine de autor

Su obra, para decirlo de una vez, constituye un auténtico cine de autor. Crónica… es para los argentinos una de su mejores películas y si en algunos casos no existe tal acuerdo, Nazareno Cruz y el lobo (1975), se alza como el film más querido por ese país, acostumbrado desde siempre a parir grandes directores. Lo que nos propone es un conjunto de planos que, tomados en conjunto, apuntan a recuperar ese amor por el otro, comprendiéndolo en sus contradicciones y exaltando además un tejido metafísico que nos encauzan la mirada hacia nuevos ángulos con el fin de adentrarnos en los problemas fundamentales de la naturaleza humana. En sus hermosos encuadres dilucidamos pinturas en movimiento que nos despliegan tanto la grandeza de los hombres como los egoísmos más simeros de personas que por momentos parecen caricaturas, pero que al mirarlos mejor, resultan una fotografía bastante fidedigna de nuestro verdadero rostro. Su cine nos devuelve el convencimiento de que existe el detalle, de que ciertas personas pueden inspeccionar la realidad con el bisturí de su sensibilidad y diseccionar el alma como si fuesen cirujanos que tienen la cura para el vacío espiritual en que habitamos todos. Su sensibilidad se reproduce como un paliativo para la desazón de los tiempos presentes y su talento direcciona la esperanza de quienes se atreven a tomar una cámara y mostrar la realidad bajo el lente de su mundo interior.

Vive a través del cine

Ha muerto el maestro… pero nos queda su cine como un testimonio del arte latinoamericano que, quizás, por primera vez, ha levantado la mano ante el mundo para decir, presente. Nunca le tuvo miedo a la muerte, siempre fue, en sus propias palabras, un “careculo”, “un perdedor”, un exiliado de su país por la dictadura perversa de Videla que sacudió a la Argentina y que lo llevó a refugiarse en Mexico y en Colombia durante diecisiete años, el hijo de una actriz de radiotelenovelas tan entregado al difícil arte de la filmación para captar esa esencia inmaterial de la humanidad mediante la imagen audiovisual. Paz en su tumba. Resta, como un homenaje, deleitarnos y estudiar cada una de sus películas, con la idea de seguir subiendo el listón a los que hoy empiezan la exigente labor de la filmación cinematográfica *Dalisur99@yahoo.com.mx


|Director Nicolás Restrepo Escobar | Editora Gloria Luz Ángel Echeverri|Diseño Virgilio López Arce| Circula con LA PATRIA todos los domingos |Cra 20 No.46-35. Tel 878 1700 |Impresión: Editorial LA PATRIA S.A |E-mail: salmon@lapatria.com

8 | P U B L I C A C I O N E S | domingo 11 de NOVIEMBRE de 2012

CONVOCATORIA

SINDÉRESIS

De humanos, inhumanos y Rito Alejos Luis E. García* Papel Salmón

E

stuve viendo la serie sobre Escobar hasta cuando no pude soportar algunas imprecisiones históricas y tanta maldad, aunque vale destacar el talento de nuestros directores y artistas, especialmente para hacer el papel de malos o, mejor, de inhumanos. Retomando la máxima introductoria que pretende justificar la serie, y yendo contra la corriente informativa del país, menciono otro hecho olvidado de la época, que según van las cosas, también se repetirá. Como lo pueden constatar ojeando periódicos de la época, en los años noventa aparecían al menos día de por medio noticias sobre las extorsiones, secuestros, atracos en carretera, abigeatos, atentados, crímenes de todo tipo, cometidos por unas llamadas guerrillas, ya convertidas en grupos narcoterroristas y veladamente defendidas por cierto colectivo de abogados y “activistas de derechos humanos”, más precisamente “de algunos inhumanos” ¿Y qué hacía el estado -sus gobiernos y la fuerza pública- para proteger la vida, honra y bienes de sus ciudadanos? Prácticamente nada. Marchaban, como lo dijo Álvaro Uribe, en “operación tortuga” y no llegaban al sitio de los hechos criminales y luctuosos sino para controlar la recogida de escombros, el asedio de curiosos o el despinche de las tractomulas. Negligencia, cobardía, ineficiencia y comodidad parecían ser los nuevos lemas de las fuerzas del Estado. Entre tanto, valerosos civiles organizaron grupos de autodefensa (que luego se degeneraron, es otra historia) y un general con pundonor y valentía le puso pecho al problema: Rito Alejo del Río enfrentó valientemente a los grupos guerrilleros del Urabá, causantes del problema y de la reacción civil armada. Pues bien, ahora al general lo condenan a 26 años de cárcel por la muerte de un campesino (falta ver si era un guerrillero camuflado, según la estrategia farquiana) a manos de autodefensas. ¿Y su culpa? No haber destinado sus tropas a combatir por igual a los enemigos de sus enemigos (El Tiempo, agosto 24-08-12). Debido a la creciente desocupación laboral es probable que pululen en todo el territorio bandas armadas, criminales, extorsionistas. Y ya con la cobardía convertida en valor, los creadores de empresas, de empleos y los ciudadanos de bien no tendrán otra opción que esperar con resignación su turno como víctimas, o clamar por la presencia de Rito Alejos.

*lugares@une.net.co

Técnica en construcción y montaje escenográfico El Ministerio de Cultura amplió la convocatoria hasta el próximo 19 de noviembre para aspirar al programa de formación en técnica en construcción y montaje escenográfico, con el cual se busca fortalecer las artes escénicas del país. Se seleccionarán 160 aspirantes para abrir el primer

cohorte con dos grupos, y el segundo, se abrirá para los otros 80 aspirantes. Los interesados deben remitir los documentos al Ministerio de Cultura de Colombia (Carrera 8 # 8-43 - Dirección de Artes, Área de Teatro y Circo). Informes en http://www.mincultura.gov.co/?idcategoria=50478

EN ESTANTERÍA

Revista Aleph No. 162 En el primer trimestre del año aparece la revista Aleph No 162 con artículos como: “Un filósofo con los pies de tierra. Acercamiento a Juan Nuño” de Ana Nuño, “La muerte de Lezama” de Omar Vargas, “Los caminos recrudecen la espera” de Carlos-Enrique Ruiz, “Las grandes circunstancias” de Douglas A. Palma, “Con el olor del hueso -tríptico-” de Mario-Hernán López, “On/Off; Premiados; Voyeur” de Lia Master, “Barcos de papel; Un regalo maravilloso; Pasión por los insectos; Goles” de Eduardo Bechara-Navratilova, y dos poemas autografiados de Eduardo Escobar, más las notas tradicionales. AUTORES VARIOS. Revista Aleph No. 162. Editorial Aleph. Manizales. 2012. Pp. 64.

Revista Aleph No. 161

Puesto de combate No.78

Siete de la noche

La revista Aleph del segundo trimestre del año está dedicada a los 300 años de Jean-Jacques Rousseau. Artículos como “Rousseau y la música: las razones del corazón” de Valentina Marulanda, “Las enfermedades de Rousseau” de Orlando Mejía-Rivera, “Rousseau el libertario” de Gabriel Restrepo, “Rousseau: intempestivo y actual” de Marta de la Vega Visbal, “Notas sobre algunas polémicas de Rousseau” de Iván-Darío Arango, “Rousseau: la modernidad cuestionada” de Carlos-Alberto Ospina H. y “Ecos del Rousseau pedagogo” de Heriberto Santacruz-Ibarra, aparecen en sus 80 páginas.

La última revista Puesto de combate, que cumplió 40 años de circulación, llega con una entrevista al poeta Juan Gustavo Cobo Borda y algunos poemas suyos; poemas de José Luis Díaz-Granados, Manuel Boix Palacián, Pedro Arturo Estrada, Lidia Salas, Esperanza Carvajal Gallego, Juan Malaver, Mario José Cervantes, Lina Luz Pardo Oyala, Ela Cuavas, Paula Andrea Altafulla Dorado, Fredy Yezzed, Andrés Uribe Botero, Carolina Dávila, María Tabares, Johanna Rozo Enciso, Daniela Tobón Agudelo, Yudy Constanza Sánchez y los cuentipoemas de Aníbal Tobón, entre otros artículos.

M a m á Armadillo nos lee un cuento antes de dormir. Es una historia muuuy emoc iona nte sobre una a… a… a… A… AA… AAAA… ¿En qué terminará? Siete de la noche es un cuento para divertirse cuyos protagonistas son hermosos armadillos. Contiene maravillosos dibujos de una de las autoras-ilustradoras más reconocidas del país y, por primera vez, con textos de su autoría, Olga Cuéllar Serrano, nacida en Ipiales (Nariño). Entre sus libros están Las pesadillas de las brujas (Primer Premio de la Cámara Colombiana del Libro 1992), Saltarines (2010), Escondidas y Los animales me enseñan.

AUTORES VARIOS. Revista Aleph No. 161. Editorial Aleph. Manizales. 2012. Pp. 80.

AUTORES VARIOS. Revista Puesto de combate No. 78. Impresol ediciones. Bogotá. 2012. Pp. 80.

CUÉLLAR SERRANO, Olga. Siete de la noche. Editorial Norma. Bogotá. 2012. Pp. 24. $18.000.


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