Boletín estatales abril 2014

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1er BOLETIN DE LOS

TRABAJADORES ESTATALES DE


Editorial Desde MAREA Popular, al igual que la gran mayoría de las organizaciones de la Izquierda Popular Argentina, nos reivindicamos como hijos e hijas del 2001. Nuestra militancia política comenzó en un momento donde las luchas en nuestro país tenían un carácter defensivo, donde la desocupación alcanzaba cifras históricas, al igual que la pobreza y la indigencia. Nos sabemos hermanos de Maxi y Darío, que dieron la vida para cambiar esa realidad. Con la “normalización institucional” que siguió al 2003 la situación de los laburantes en nuestro país cambió. Comenzó una década con recuperación del empleo en la cual el protagonismo de los/as trabajadores/as creció, dándonos la certeza de que es imposible encarar un proceso de cambio social radical en nuestro país sin organizarnos desde este sector. Por lo tanto, como militantes de MAREA Popular estamos dispuestos a contribuir en ese sentido y esperamos estar a la altura de los desafíos. Como decíamos, en esta última década se vivió una fuerte recomposición del mercado laboral, con una desocupación menor al 10%. Sin embargo, cerca de la mitad de los y las laburantes en Argentina hoy se encuentran precarizados/as, sea por contratos basura, tercerizaciones o trabajo en negro. El Estado no es la excepción sino todo lo contrario. En los organismos nacionales, provinciales y municipales nos encontramos con miles de compañeros y compañeras precarizados/as. Nos volcamos a la militancia en ATE por su trayectoria de lucha y resistencia en los 90s, por ser parte de la experiencia de la CTA y porque nuestro sindicato organiza a los/as precarizados/as, a los/as contratados/as, a los/as laburantes en negro. Hoy todo hace pensar que se avecina un nuevo cambio de ciclo. Con el kirchnerismo ajustando a pedido de los grupos económicos concentrados, con una inflación que se estima va a superar holgadamente el 30%, quieren que seamos los laburantes los que paguemos los platos rotos ofreciéndonos salarios de miseria. Los/as jóvenes que hoy trabajamos en el Estado con contratos basura seremos moneda de cambio si las cosas se ponen más complicadas. Es por esta razón que nos parece imprescindible organizarnos. Con un movimiento obrero atomizado, desde nuestra ATE tenemos que mostrar que si nos unimos vamos a poder hacer frente a los desafíos de la etapa. Las disputas al interior de la conducción no hacen más que abonar al quietismo y la desorganización debilitando nuestra herramienta gremial. Queremos una Asociación de Trabajadores del Estado con la fuerza necesaria para afrontar los desafíos que vienen y eso sólo se logrará en unidad. Los trabajadores y trabajadoras del Estado tenemos mucho para decir. No podemos volcar nuestra militancia exclusivamente al reclamo gremial, tenemos que asumir la disputa sobre el rol del Estado. Porque como decía Germán Abdala: “no hay por qué subestimar, los trabajadores no necesitamos estar nada más que en mameluco y pedir por el salario, queremos opinar sobre el país también” Desde los Estatales de MAREA Popular queremos aportar a la organización de los laburantes porque queremos transformar el Estado para liberar la Nación y porque tenemos el norte del Cambio Social para nuestro pueblo.

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2014: ¿Año de la unidad? Este año arrancó muy complicado para los laburantes. A la inflación y la precarización que veníamos soportando, se sumaron los límites estructurales del “capitalismo serio”. Resultante de las características dependientes de la economía argentina, desde 2013 se venían arrastrando fuertes problemas de disponibilidad de divisas para garantizar el crecimiento, encontrándonos en 2014 con la fuerte presión de los grupos económicos concentrados que buscaban una devaluación y que se garantice la “seguridad jurídica”, eufemismo usado para acceder al endeudamiento externo y así extranjerizar aún más nuestra economía. Finalmente, frente al dilema de ausencia de divisas, el Gobierno optó por aceptar el triple combo propuesto por estos sectores: devaluación, inversiones extranjeras y deuda externa. En primer lugar, en enero se depreció el peso en más de un 60%, provocando la mayor devaluación en una década. Presentada como el medio para recuperar competitividad, lo único que se logró fue erosionar aún más la capacidad de compra de los salarios. Luego, a partir de la estatización parcial de YPF, se llegó al acuerdo con Chevrón para la explotación de Vaca Muerta, lo que no parecería ser la mejor opción si vemos cómo les ha ido a los países que han tenido a esta empresa yanqui como socia. Finalmente, empezaron a darse señales de mayor acercamiento al FMI, el CIADI y el “Club de París”, un hecho que la derecha ayer exigía bajo el lema de “acercarse a los mercados” y hoy aplaude de pie. Pero las turbulencias con que se inició el 2014 no terminaron ahí. Con la depreciación del tipo de cambio vino aparejado el reconocimiento de la inflación (exigencia del FMI para “comenzar las conversaciones”), que ya en el primer trimestre del año, cuando aun no se trasladó a precios la totalidad de la devaluación, alcanzó los 10 puntos porcentuales. En este marco una parte importante de los laburantes comenzaron a discutir paritarias. Contra el intento del Gobierno de imponer un techo del 22% a los aumentos salariales, a fuerza de unidad, se terminaron logrando acuerdos que con diferentes mecanismos se acercan al 30%, reduciendo menos de lo que muchos deseaban el poder de compra de los salarios. Esta situación no se dio por un acto de bondad del Gobierno y las patronales, sino que fueron necesarios dos hechos recientes y centrales. En el marco de un movimiento obrero fragmentado por sus cúpulas sindicales, en el que el líder de la CGT oficialista señaló que era tiempo para cuidar el trabajo y relegar el bolsillo, se logró la unidad de acción, primero en la paritaria docente y, luego, en el paro general del 10 de abril. Los 17 días de paro de los docentes bonaerenses fueron llevados a cabo por todos los sectores gremiales, incluso aquellos afines al gobierno. Al mismo tiempo, el paro general del 10 de abril fue convocado y sostenido por sectores absolutamente heterogéneos. Estos hechos demostraron con contundencia no sólo que la pauta pretendida carecía de sustento objetivo, sino que la unidad de los laburantes es más necesaria que nunca en los períodos en los que se busca avanzar sobre nuestras conquistas, sobre nuestros salarios y, principalmente, cuando se buscan detener nuestros futuros avances. Además, es importante aclarar que los miles de docentes movilizados en La Plata y en la Ciudad y la fuerte adhesión al paro general no fortalece necesariamente a la derecha. Como muestra de ello basta con ver los resultados: aumento del techo de las paritarias, implementación de políticas para la reducción del empleo en negro y reapertura de la discusión del impuesto al salario. Como militantes que somos no nos asustan las diferencias de pertenencia política, siempre conviviremos con ellas, pero debemos entender que para evitar el fortalecimiento de expresiones como las de Massa y Scioli y el retroceso de lo conquistado por nuestra clase, es necesario priorizar la unidad de los/as trabajadores/as.

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Una década que se va

La precarización laboral, en sus diferentes formas, golpea a gran parte de los trabajadores y trabajadoras de nuestro país. En el epicentro de este problema se encuentran los trabajadores no registrados, que no cuentan con los derechos colectivos más elementales, como las paritarias, una obra social y los aportes provisionales. Clavado en un 35%, el trabajo en negro es un irresuelto del Modelo Nacional que tiene una raíz estructural. El lanzamiento, por parte del Gobierno Nacional, del proyecto de ley para combatir este problema puede despertar alguna expectativa, aunque lo tardío de la medida impide creer que se trate de una política efectiva y de largo plazo. Este proyecto, junto al discurso oficial que habla sobre el rol regulador y benefactor del Estado propiciador del trabajo decente, choca con un hecho irrefutable: la Administración Pública Nacional no es un ejemplo por la positiva, con respecto a las condiciones en las que se encuentran sus trabajadores. En la llamada década ganada, las funciones sustantivas del Estado se vienen desarrollando por medio del crecimiento exponencial del plantel de trabajadores contratados, ya sea como monotributistas o bajo la figura de contratos transitorios. Para poner ejemplos, basta con mencionar la expansión en los últimos años de los contratos anuales para “tareas transitorias”, que se viene desarrollando tanto en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social como en el Ministerio de Desarrollo Social. En estos organismos los trabajadores de planta permanente apenas representan el 27% y el 7%, respectivamente. El Ministerio de Trabajo representa un caso paradigmático, llegándose al colmo de que una gran parte de los inspectores que fiscalizan el trabajo registrado son contratados sin el derecho a la estabilidad, violándose, inclusive, los Convenios de la OIT a los cuales el Estado Nacional adhiere. Este panorama puede ser conservador, si se toma en cuenta que en los diferentes organismos del Estado Nacional la tercerización también ha hecho pie. Cabe mencionar al respecto, el caso de los trabajadores de limpieza y de maestranza que prestan servicio en los diferentes organismos, cuyas funciones no son reconocidas como fundamentales para el desarrollo de las tareas. De esta forma, se da lugar al festín parasitario y explotador de las empresas de limpieza, que hacen su negocio con el Estado, manteniendo a sus trabajadores en condiciones deplorables desde el punto de vista salarial y de las condiciones laborales. La condición de tercerizados en la Administración Pública representa, sin dudas, ser el escalón más bajo y alejado de la planta permanente. En consecuencia, el primer desafió de estos trabajadores es ser reconocidos en su relación laboral con el Estado. La precarización laboral no es simplemente una herencia del entramado legal de la década menemista que socavó las funciones del Estado y destruyó las conquistas de los trabajadores. Por

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el contrario, es una parte fundamental del llamado modelo nacional. En la administración estatal, en sus diferentes niveles provincial, municipal y nacional, es una gran herramienta de fragmentación y disciplinamiento. Pero en particular la precarización en el Estado Nacional cumple otra función, ya que oficia de ejemplo para el conjunto de los empresarios, dando el visto bueno para que se pueda precarizar si la situación así lo requiere. Desde el punto de vista del Estado Nacional, discriminar entre trabajadores de planta y contratados no representa grandes ventajas en términos económicos. La prioridad pasa por no reconocer como derecho adquirido la estabilidad de la planta permanente de los trabajadores y trabajadoras que venimos ejerciendo funciones desde hace años, para que sigamos siendo la variable de ajuste en caso de ser necesario. El reconocimiento de la relación laboral por parte de la gestión kirchnerista de una gran cantidad de laburantes, que pasaron de ser monotributistas a contratados bajo la figura del Articulo 9 de la Ley Marco, a corto plazo puede ser visto como progresivo. Sin embargo una mirada en perspectiva, deja ver que el crecimiento de esta forma de contratación directa con el Estado oficia de colchón para que siga cayendo el porcentaje de laburantes de la planta permanente. La respuesta que viene dando el Gobierno Nacional a esta situación de irregularidad permanente es descongelar un número insignificante de vacantes para ser concursadas, como si se tratara de nuevos puestos de trabajo. De este modo, los laburantes nos vemos obligados a competir por un puesto que venimos ocupando desde hace años para acceder a la planta, perdiendo nuestra antigüedad y, con esto, parte de nuestro salario. Si en la década ganada no se pudo resolver la situación de los trabajadores y trabajadoras que venimos poniéndole el cuerpo a las políticas públicas, ¿cuándo será entonces? Esta pregunta empieza a resonar de cara al 2015, entre un importante número de trabajadores, sin distinciones de orientación política. Se acerca el cambio de gestión y la denominada estabilidad de hecho de los contratados, empezará a ser puesta en discusión. Por lo tanto, es clave que los trabajadores de la Administración Pública Nacional empecemos a dar los pasos necesarios para luchar por la estabilidad, creando y fortaleciendo la organización con la mayor unidad posible. Porque, además, entendemos que la lucha contra la precarización también es una batalla política en torno al sentido que queremos construir sobre el Estado. Esa es la tarea que debemos darnos todos/as aquellos/as que nos comprometemos en la militancia diaria de nuestra ATE y a eso apostamos día a día los compañeros y compañeras que militamos en la corriente sindical de MAREA Popular.

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La represión como respuesta Desde la asunción de Macri como Jefe de Gobierno de la ciudad, las condiciones de precarización de los/as trabajadores/as se han agudizado y ha crecido el número de compañeros/as en dicha situación, siendo hoy más de diez mil los que nos desempeñamos en la ciudad sin obra social ni vacaciones pagas y con sueldos que en su mayoría están muy por debajo de la canasta básica. Como parte de su política empresarial, en 2011 el PRO ha creado el Ministerio de Modernización para hacer más “eficiente” el Estado. Sin embargo, a lo largo de estos años hemos podido comprobar que este organismo ha sido erigido para perseguir a los/as trabajadores/as que se organizan y, sobre todo, a los que nos nucleamos en ATE. Este ministerio se ha dado la tarea de impugnar 16 juntas internas de nuestro sindicato, más allá de que cumplían con todos los requisitos legales, como en los casos de Promoción Social, Museos, BAP y Cultura. A su vez, ya se cumplió un año de la jornada que se vivió en el Hospital Borda, donde cientos de compañeros/as fuimos reprimidos/as por la Policía Metropolitana durante el desalojo y demolición del taller protegido número 19, causa donde aún tenemos compañeros/as procesados/as, entre ellos a Daniel Catalano, Secretario de Organización de ATE Capital. En esta misma línea nos encontramos con el procesamiento de Humberto Rodríguez (Secretario General Adjunto de ATE Capital) y Maro Skliar (Delegado General de la JI de Promoción Social) que reclamaban un aumento de emergencia para los contratados de Promoción Social. En todas estas acciones el macrismo actúa en connivencia con el gremio conciliador y entregador SUTECBA, que es utilizado muchas veces como grupo de choque allí donde los trabajadores defendemos la libertad sindical y luchamos contra la precarización laboral. En este contexto, se desarrollaron las paritarias en la ciudad en las cuales el macrismo sólo se sienta con SUTECBA, desconociendo la representación de más de 22.000 trabajadores/as nucleados en ATE. Como consecuencia, el resultado de las mismas no sólo otorgó un aumento salarial efectivo menor a la inflación, sino que ni siquiera se discutió acerca de las condiciones laborales y las formas de contratación (carrera y reencasillamiento). Pese a todos estos avatares, los estatales de ciudad no hemos podido conformar una oposición fuerte ni poner en juego ninguna propuesta que tuerza al brazo a la gestión. No hemos logrado hacerle pagar el costo a los responsables de la represión en el Borda, estructurar una campaña seria por el pase a planta permanente ni deslegitimar el accionar del Ministerio de Modernización. Esto se debe a la desarticulación en la que se encuentran las Juntas de ciudad con la estructura general del sindicato, responsabilidad de la conducción que, partida en dos, se preocupa más por dirimir internas que por poner en pie un sindicato de lucha que pueda enfrentar el ajuste y la represión. Por todo esto, los trabajadores y trabajadoras de la Ciudad necesitamos un sindicato unido para disputarle al macrismo más y mejor política pública, que atienda las necesidades de los sectores postergados y que pueda garantizar la organización en los lugares de trabajo.

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¿Donde estamos? En Ciudad: - Hospital Piñero - Porgrama Buenos Aires Presente - Subsecretaria de Promocion Social - Ministerio de Espacio Público En Nación: - Comisión Nacional de Comercio Exterior - Ministerio de Trabajo - Ministerio de Economía - Biblioteca Nacional - Ministerio de Educación - Ministerio de Planificación. - Ministerio del Interior - INADI

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CAMPAÑA INTEGRAL CONTRA LA PRECARIZACIÓN LABORAL.

Por el pase a planta, reconociendo la antigûedad y sin reducción del salario. Ningún tercerizado en el Estado.

JARDINES MATERNO-PATERNALES EN LOS LUGARES DE TRABAJO. NINGÚN SALARIO POR DEBAJO DE LA CANASTA BÁSICA. PLENARIOS MENSUALES DE NACIÓN Y CIUDAD CON TEMARIO PREESTABLECIDO. Basta de paralelizar instancias. PARTICIPACIÓN DE LOS/AS TRABAJADORES/AS EN EL DESARROLLO DE POLÍTICA PÚBLICA.

COMEDORES A PRECIOS POPULARES EN TODAS LAS DEPENDENCIAS DEL ESTADO.

LIBERTAD Y DEMOCRACIA SINDICAL.


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