Entrevistas

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ENTREVISTAS: ROTHBERG, MARÍA LAURA] [


Resistirse al olvido Entrevista a Verónica Robaldo, directora del Documental “Pueblos que Resisten”.

“Cuando el colectivo no pasa más. Cuando el cartero tampoco. Cuando no hay un médico en el pueblo. Cuando llueve fuerte y queda aislado en sus caminos de ripio. Cuando el tren sigue de largo con productos brasileños. Cuando las casas quedan abandonadas. Cuando los jóvenes se van en busca de mejores oportunidades. Cuando la gente se va. Cuando pasa todo eso, un pueblo comienza a morir. La estocada mortal, sería quitarles la esperanza. Porque no hay peor muerte que el olvido” “Pueblos que Resisten”, es un proyecto audiovisual para recuperar el patrimonio cultural de Entre Ríos. A partir del análisis de la compleja problemática en la que se encuentran muchos pequeños pueblos de Entre Ríos, en los que la falta de oportunidades fue minando su población y con ello su historia y su cultura, surge el objetivo de este proyecto: luchar contra


el olvido, usando el poder de la narración audiovisual para recuperar ese patrimonio cultural que está en peligro de desaparecer. Verónica Robaldo, directora del documental, cuenta un poco de qué se trata: ¿Cómo nace la idea de realizar un documental en Irazusta? ¿Y por qué? Verónica: Fue más que nada por azar. Fui un día a Irazusta para sacar unas fotos para otro proyecto en el que estaba trabajando. De repente pincho una rueda del auto, y tuve que ir al único mecánico del pueblo, quien mientras me cambiaba la rueda, me comentó acerca del festejo de los 100 años de Irazusta. Cuando volví a mi casa, le comenté a mi mamá y ella fue en realidad la de la idea, me dijo: ¿Y por qué no les haces uno de esos videítos que a vos te gustan y se los regalas para la fiesta, Vero? Y así nació en realidad este proyecto. Que después se fue transformando. Sabiendo que muchos de los integrantes del proyecto son entrerrianos, ¿Qué les conmovió de la historia y la cultura de este pueblo? Verónica: En realidad, todos los que formamos parte del proyecto somos de Entre Ríos, particularmente de Gualeguaychú. Y eso fue algo que buscamos con Herman (el co-director del corto), y fue porque queríamos que quienes estén involucrados en el documental, sientan que la historia de Irazusta, también forma parte de ellos. Hay muchos de nuestros antepasados (abuelos, bisabuelos, tíos, primos, etc) que vivieron en Irazusta cuando no era solamente un pequeño pueblo a la deriva, sino un lugar pujante. Así que en ese sentido, compartimos un poco la historia con esta gente. Gualeguaychú también nace como nació Irazusta, solo que bueno, tuvo otras particularidades que hicieron de esa ciudad lo que es hoy. Y con respecto a la cultura y las costumbres, no sé, tal vez uno este acostumbrado a la vida más agitada que hay en la ciudad y cuando llega a Irazusta lo primero que nota es como si el tiempo se hubiese detenido. Los ritmos de vida de la gente de allí son muy distintos, a pesar de que se levantan a las 4


de la mañana y trabajan tal vez todo el día en los campos o allí mismo en el pueblo, se toman las cosas de otra manera. Cuando llegaron a Irazusta por primera vez, ¿Qué expectativas tenían y cuáles eran las de la comunidad de Irazusta? Verónica: Nuestras expectativas eran unas al principio, ahora son otras. Con el paso del tiempo el proyecto adquirió vida propia. Comenzamos con la idea de un cortometraje documental de unos pocos minutos, hoy estamos hablando de un mediometraje de casi una hora. Y además esto nació algo muy puntual y muy específico que era regalarle a la gente de Irazusta un video para su centenario, y hoy tiene todo un proyecto atrás. ¿Y cuál es entonces ese proyecto? Verónica: “Pueblos que resisten” nace como un homenaje, pero también como una idea, como un punto de vista. Y es justamente la idea de que cada uno de los habitantes del pueblo nos cuente su historia. Ellos son los protagonistas de esto. El documental es un documental testimonio, lo que quiere decir, que no es el típico documental con voz en off que va contando una historia para el público. Acá nosotros quisimos que la gente de Irazusta cuente ella misma su historia, nos muestren sus costumbres, sus cosas. Siguiendo un poco la idea de que los mismos habitantes sean los protagonistas de la historia, ¿Con qué respuestas se encontraron por parte de ellos con respecto al proyecto? Verónica: Al principio no fue tan fácil, si bien la gente fue súper amable y nos brindó lo que nosotros necesitamos. Encontramos tal vez dos barreras que con el tiempo se fueron borrando. Una fue un poco la desconfianza en el proyecto en sí y en la gente. No era la primera vez que alguien venía a ofrecerle algún proyecto a esta gente y que después nunca cumplieron. Pero esa desconfianza se fue borrando cuando la gente vio que nosotros realmente estábamos comprometidos en el proyecto, que realmente queríamos llevarlo a adelante. La otra barrera con la que nos encontramos fue cuando se prendían las cámaras. Con las cámaras apagadas las gente nos contaba de todo, pero cuando se prendían había muchos que no querían


hablar. Algunos decían que les daba vergüenza, otros que tenían miedo que después se les rieran, otros nos preguntaban quienes iban a ver lo que estábamos filmando. Pero finalmente de a poco y con paciencia se fueron soltando, hasta que prácticamente todos querían hacer su aparición por cámara! Metiéndonos un poco en la cocina del documental, ¿Cuáles fueron las etapas del trabajo y cómo las desarrollaron? Verónica: Diferenciamos claramente 3 etapas del trabajo. La primera fue la más difícil, y fue la de empezar a movernos para presentar el proyecto ante diferentes organizaciones e instituciones en busca de su apoyo para poder lograr un presupuesto básico que nos permitiera alquilar equipos para poder empezar a grabar. Sinceramente, no tuvimos mucho éxito en esta primera etapa y parecía que el proyecto se venía a pique. Pero después, en lo que fue la segunda etapa, se nos sumó Agustín (De Torrescamarógrafo) que puso sus propios equipos y eso nos dio el empujón inicial. La tercera etapa fue en la que se fue sumando el resto del equipo y empezamos definitivamente el rodaje para continuar con la edición luego. Todo proyecto en el que uno se involucra muchas veces en la medida en que va cambiando, nos cambia también a nosotros mismos, ¿En qué cosas ven ustedes que el proyecto los cambió? Verónica: Yo creo que por supuesto en la experiencia. Es un proyecto más que se suma a nuestra experiencia como estudiantes de cine y futuros cineastas. Pero sobre todo creo que lo que tal vez nos dejó el proyecto, tiene que ver con la idea de un proceso y como a veces esas ideas geniales que uno tiene en la cabeza muchas veces no se adaptan a la realidad o directamente no aplican, no sirven. En ese sentido uno tiene que estar siempre dispuesto a ir mutando, a ir modificando esas ideas, y es a veces la parte más difícil. Pero con el género documental casi siempre es así, uno no puedo planear las cosas a su antojo, porque la realidad después termina modificando en algo al proyecto. Y eso es muy bueno, porque, si lo sabes captar, te permite ser mucho más abierto y se generan mejores cosas. Creo que con este proyecto nos pasó eso, veníamos con una idea en la cabeza y fue mutando, fue


cambiando y creo que finalmente quedó mucho mejor de lo que habíamos pensado en un primer momento. INTEGRANTES DEL EQUIPO: AGUSTÍN DE TORRES: 25 Años- Licenciado en Enseñanza de Artes Audiovisuales. UNSAM- ENERC. AGUSTÍN PUENTE: 23 Años- Estudiante de Comunicación Audiovisual – UNLP. CAROLINA TAFERNABERRI: 24 Años- Estudiante de Diseño de Imagen y Sonido- UBA. PABLO DAROCA: 29 Años- Estudiante de Fotografía- CETAE. NICOLAS LUNA: 25 Años- Director de Arte Publicitario- AAAP. STEFANIA POWASNIAK: 23 Años- Estudiante Licenciatura en Artes Audiovisuales con Orientación Montaje- IUNA. MARTÍN COSTA: 23 Años- Estudiante Arquitectura- UNLP. MAURICIO SOSA: 23 Años- Estudiante Diseño Multimedial- UNLP. VERONICA ROBALDO: 24 Años- Estudiante de Cine- UNLP.


Cuando el arte construye ciudadanía: Entrevista a Corina Gonzales del Circuito Cultural Barracas.

El Circuito Cultural Barracas es un proyecto artístico comunitario que promueve a través del arte, procesos de transformación social para la construcción de la ciudadanía. Abrió sus puertas en el año 1996 y se constituyó como Asociación Civil sin fines de lucro en el 2011. Entre sus principales propuestas se encuentran la creación y producción de espectáculos colectivos y obras teatrales que presentan en su sede y en espacios públicos. Con una voz pausada pero alegre, Corina (integrante del circuito desde sus inicios), me cuenta que el Circuito Cultural Barracas tiene más de quince años: “Primero fuimos un grupo de teatro llamados Los Calandracas, vivíamos todos por la zona, así que decidimos empezar a trabajar con los vecinos del barrio y mostrarles lo que hacíamos”. Así nació la obra de teatro “El Casamiento de Anito y Mirko”, que lleva más de diez años en el escenario y que cuenta con la participación de los vecinos del barrio de Barracas. Corina me cuenta que primero se instalaron en lo que antiguamente era una fiambrería, un lugar chico, pero era lo que podían alquilar en ese momento; y luego, con el paso del tiempo se mudaron y se instalaron en donde están hoy: Iriarte al 2000, Barracas. Cuando le pregunto cuál es el objetivo del Circuito Cultural, Corina me mira y se rie. Dice que son muchos los objetivos del Circuito, pero que la idea fundamental es la de “socializar nuestros saberes a través del arte”. Me cuenta que es un proyecto artístico para la construcción de ciudadanía a través de la inclusión social y la dignidad.


Le pido que sea más precisa, que me explique cómo se logra la construcción de ciudadanía a través del arte, y me cuenta que lo hacen a través del juego, del teatro y de la música. Me explica que la idea de arte que se tiene en el Circuito Cultural Barracas, no es el concepto de “arte para unos pocos”, sino todo lo contrario, el arte desde la solidaridad. Por esa misma razón me cuenta que el Circuito tiene diferentes propuestas, talleres y actividades que fomentan el encuentro, a través del arte, entre vecinos del barrio. Uno de estos talleres es el de música, que ya tiene una banda con nombre propio: Circuito en Banda, integrada por unos treinta vecinos de todas las edades. La idea del taller, es la integración generacional a través de la música y tiene como dinámica la retransmisión de horizontal de saberes. Corina me explica cómo es aquello de “socializar saberes”: “Así por ejemplo, tenemos un chico que sabe tocar el violín y le enseña a una abuela, y a su vez esta abuela le enseña tal vez, a tocar el piano a alguien más”. El Circuito Cultural Barracas, integra la “Red Metropolitana de Arte y Transformación Social”, junto a los grupos de teatro Catalinas Sur, Crear Vale la Pena, y Culebrón Timbal. Además forma parte de la “Red Latinoamericana de Arte y Transformación Social”, conformada por 24 organizaciones de Brasil, Argentina, Chile, Perú y Bolivia; que realizan prácticas similares en torno a la generación de la trasformación social hacía la igualdad, el ejercicio de la ciudadanía efectiva, la integración social y la promoción de Derecho Humanos, entre otras. Desde el Circuito, además se brinda asistencia técnica y capacitaciones a otros grupos de la “Red Nacional de Teatro Comunitario” (de la cual también forma parte). La idea de los integrantes del Circuito es transferir herramientas del teatro comunitario a organizaciones de la sociedad civil y pública que trabajen diferentes temáticas (salud, educación, trabajo, juventud, etc). Para esto trabajan con el grupo de teatro “Los Calandracas”, dictando cursos y talleres de reflexión para pensar cómo abarcar diferentes problemáticas sociales a través del hecho teatral: “Se intentan generar espacios para la reflexión y proyección de acciones posibles, a partir de situaciones problemáticas que son dramatizadas desde el humor”.


Corina me habla de una transformación que se produce en la gente, en los vecinos que forman parte del Circuito Cultural; lógicamente le pregunto cuál es esa transformación: “Sentir la alegría de pertenecer a un proyecto, animarse a conocerse y a integrarse con el otro”- responde ella. Corina habla de una realidad que todos vivimos, pero que muy pocos percibimos: el deterioro de los lazos sociales en el barrio”. “La gente ya no se junta, no se saluda, no sabes ni quien es tu vecino”. Y enseguida propone una solución: “Para eso está el Circuito Cultural Barracas, para que los vecinos tengan un lugar en donde juntarse, en donde compartir experiencias, en donde sentirse cómodos”- dice emocionada. A raíz de esta transformación que Corina ve en los vecinos, me habla acerca de La Murga: Los Descontrolados de Barraca, y me cuenta que fue el proyecto inicial del Circuito, que nació en el año 1996 y que su objetivo fue reunir a los vecinos de todas las edades en una propuesta que les permitiera juntarse, expresarse y comunicarse a través del lenguaje popular de la murga porteña. Así nació este proyecto que ya tiene más de diez años y que es casi una marca personal del Circuito Cultural Barracas. Corina sigue hablando de la banda musical, de las obras de teatro (las que están en cartel y las que pasaron) y cuenta, que son más de trescientos los vecinos que forman parte del Circuito. Más de trescientos los vecinos que se animaron a conocerse y compartir saberes y experiencias. Por último me hace una invitación: “Todos los Sábados estamos con la obra- El Casamiento de Anita y Mirko- a las 22:00 horas, venite. Te esperamos para que nos conozcas, no somos exclusivos para los vecinos de Barracas”. Le digo que sí, que un Sábado de estos voy a caer por allí. “El Casamiento de Anita y Mirko”, es la obra teatral que está actualmente en cartelera en el Circuito Cultural Barracas. En su onceavo año consecutivo, este evento teatral recrea la fiesta de casamiento de Anita y Mirko, en donde cincuenta vecinos de diferentes edades comparten con los vecinos-publico este acontecimiento tan importante en la vida de los dos personajes. La propuesta para la gente que acude a ver la función, es la de meterse de lleno en la obra, participando de la fiesta como un invitado más.


La idea ha sido bien recibida por el público que en estos once años a acudido a sala llena. Se termina la entrevista, Corina ya no habla más, y yo me quedo pensando en la invitación, pero también me quedo pensando en sus palabras, en lo que dijo. Pienso en la idea de juntarnos, en la idea de conocernos más. Como era antes en los barrios, en los clubes, en las escuelas; donde la gente se conocía, compartía experiencias. Donde había solidaridad y siempre una mano dispuesta a ayudarnos, porque nos conocíamos. Pienso en lo poco que nos conocemos hoy, y pienso en mi barrio, en mi club y en cómo han cambiados las cosas ahí también. Pienso en el individualismo que está tan de moda hace ya varios años, y pienso que sería bueno que cada vez sean más los lugares como el Circuito Cultural Barracas, que fomenten este tipo de ideas y actividades para que nos animemos a conocernos y compartir más cosas entre nosotros.


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