boletin colectivos 27 junio

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ara nadie es un misterio que este año al movimiento estudiantil le ha costado retomar la iniciativa e irrumpir como una real fuerza en el escenario, y aunque si bien las pocas marchas que se han hecho en el año siguen siendo masivas, la escasa discusión política sobre la coyuntura y la moderación que desde un inicio se ha visto en la CONFECH tildando este como el “año de las propuestas” en donde “marchas, paros y tomas” eran formas desgastadas, han impedido que estos hitos se inserten en un real proceso de lucha, expresando más que nada una suerte de inercia y naturalización de la protesta social, dadas por las condiciones de pasividad, despolitización y desarticulación organizativa en las que aún nos encontramos como Movimiento Estudiantil, las que impiden que pasemos del descontento latente al desarrollo de mayores claridades políticas por nuestra lucha por la educación. Mientras tanto el gobierno sigue cursando la agenda de ajustes para el sistema de

educación superior del bloque dominante, apoyándose muchas veces en cuestiones que el mismo movimiento planteó, pero que ante la imprecisión y falta de proyecto dejaron un flanco abierto para que los poderosos ejecuten los ajustes que necesita el modelo (por mencionar algunos ejemplos: “fin del CAE” que abre de lleno las puertas del financiamiento estatal a las Ues privadas, anuncio de la superintendencia de educación, incorporación del ranking a las ponderaciones de ingreso a la ESUP por el CRUCH, reformas del pregrado, etc.) Ante esta situación las fuerzas políticas presentes en la mesa FECH han manifestado un consenso generalizado en torno a que este año para reimpulsar la movilización la lucha del movimiento estudiantil debe centrarse en plantear “demandas estratégicas” que permitan “avanzar y ganar cosas concretas” (fin al lucro por medio de una superintendencia, democratización, AFD Ues estatales), junto con la instalación en el “debate público” y a nivel de institucionalidad de ciertas “temáticas estratégicas” (carácter del estado, reforma tributaria, reformas políticas). Frente a esto ¿Qué tan estratégicos son estos avances? ¿Dónde quedaron las demandas enarboladas el año pasado? ¿Desde cuándo peleamos por regular el mercado y paliar los exce-


sos del modelo? Para nosotros la disyuntiva en la que se encuentra hoy el movimiento estudiantil se resume en si saldremos este 2012 a exigir un cambio estructural del modelo educativo –y por ende de la sociedad que lo sustenta- o si nos limitaremos a pedir ajustes que lo “mejoren”. Y frente a ella tenemos una respuesta categórica: nuestra lucha es hasta alcanzar una educación igualitaria y de calidad para el pueblo, en la que el sentido que tenga el conocimiento sea la realización completa de la sociedad, eliminando toda posibilidad e intención de generar un negocio a raíz de él. Esta no cabe en los marcos y lógicas del capitalismo, por lo que para conseguir una educación igualitaria la lucha debe ser una disputa que represente al pueblo a través de un proyecto de transfor-

mación del conjunto de la sociedad. En este sentido, lo reivindicativo se enmarca en el objetivo de enfrentar el modelo político-económico imperante (capitalismo neoliberal avanzado), esto implica que no debemos apuntar ni a mejorarlo, ni hacerlo sostenible, sino justamente a lo contrario: a ir derribando los pilares en los que se sustenta. Lo anterior no es posible de conseguir si no es en la movilización, en la lucha y en la protesta por cambiar la sociedad y en el trabajo constante entre compañeros en las facultades, forjando en lo cotidiano las claridades políticas y de proyecto que nos permitan fortalecer el movimiento y conseguir nuestros objetivos.

Este boletín ha sido realizado en base a una serie de discusiones que han llevado a cabo en conjunto distintos colectivos locales de la Universidad de Chile que mantienen una preocupación por la construcción de un movimiento estudiantil que adopte la lucha por la educación como una demanda del pueblo chileno, siendo parte de él y no viéndolo como algo ajeno o por fuera del movimiento.

EL DESPERTAR

LA REVOLTOSA

Facultad de Economía y Negocio (FEN)

Instituto de Administración Pública (INAP)

LA ESCOTILLA Facultad de la Salud

PLATAFORMA COLECTIVA

NODO

Campus Juan Gómez Milla (JGM)

Facultad de Derecho



En los últimos años se han levantado muchas consignas al calor de la lucha estudiantil: “Educación gratuita”, “Educación pública y de calidad” o “Fin al lucro” han sido algunas de las banderas de lucha que han copado las marchas, coronado las tomas de los liceos, decorado las murallas de la ciudad, etc. Y si bien sabemos que unas pocas palabras difícilmente expresan todo lo que aparece en los petitorios, si creemos que estas deben contener la centralidad de las demandas y el horizonte al que se aspira como movimiento estudiantil. En ese sentido ¿Por qué levantar como horizonte y aspecto central de nuestras demandas la lucha por una “Educación Igualitaria y de Calidad”? la respuesta es simple si coincidimos en que es necesario hacer un cambio estructural de todo el modelo educativo para resolver los problemas que esta tiene, inclusive la misma concepción que se tiene de la educación actualmente.

Que la educación es un bien de consumo es algo que casi se ha hecho parte del sentido común, como también que se obtienen ganancias con nuestro aprendizaje. Y es tanta la implantación de esta forma de concebir la educación que hasta nosotros mismos la vemos lucrativamente ¿no parece ser esta una inversión más que en algún momento se retribuirá por medio de un cartón y una profesión? Pero ¿qué concepción podría estar en contra del entendimiento del conocimiento y la educación como una mercancía transable? Durante el 2011 e incluso en años anteriores se instaló con fuerza la idea de que la educación debe ser un derecho social garantizado constitucionalmente, es decir que el Estado asuma la responsabilidad superando su carácter subsidiario al sector privado y la mera focalización de sus recursos e incidencia donde el mercado no entra a cubrir un servicio por su baja rentabilidad. A esto se ha sumado la consigna de la hegemonía pública y control del sector privado (eufemismo para plantear un sistema mixto de provisión y oferta educativa en el que las instituciones asuman un “rol público”), pero ¿es esto suficiente? :

Cuando hablamos de Educación Igualitaria entendemos esta demanda como parte de un horizonte mayor que es la lucha por una nueva sociedad en donde la igualdad sea un principio básico. Por ejemplo, en la sociedad que tenemos actualmente aunque la educación sea gratuita o esté garantizada constitucionalmente ¿será posible que realmente un niño rico y uno pobre asimilen de la misma forma el conocimiento y reciban la misma educación? Creemos que no basta con que el Estado asegure cierto nivel educativo si la sociedad sigue reproduciendo desigualdades estructurales por medio de la apropiación de las riquezas a expensas del trabajo mal remunerado y precarizado de la mayoría. La educación igualitaria es realmente una demanda revolucionaria si entendemos que esta no cabe en los marcos y lógicas del capitalismo es decir nos estructura un horizonte social para construir nuestras plataformas de lucha y nuestros pliegos reivindicativos sin limitarnos a lo que nos impone el modelo. Y ¿qué tipo de educación igual para todos queremos? Una que esté realmente al servicio del pueblo, en donde el conocimiento sirva para el desarrollo pleno de la sociedad y de los sujetos de forma inte-


gral. Eso pensamos al hablar de educación de calidad, al igual que concebimos que para alcanzarla es necesario desalojar completamente el mercado de nuestro sistema educativo en la medida que imprime sus lógicas a lo que se entiende por calidad.

acomodados seguirán recibiendo mejor educación, por medio de instituciones para que los ricos puedan acceder cumpliendo mecanismos de selectividad formales o por medio del pago (si son instituciones privadas), e instituciones privadas para los pobres sin selectividad formal y por medio de alguna beca o algún crédito (subsidio a los priespecie de vados)

Queda claro por tanto que el límite que impo“Esta ne el hablar de derechos sociales y de he- sección estudiantil de gemonía pública sin Para asegurar un dereprofundizar el contenido un “Programa Popu- cho social y eliminar la estratégico de esta noción de bien de conlar” es el que define apuesta (horizonte) y sumo de la educación sin dar cuenta del meel contenido de un no basta con regular el canismo concreto de la mercado y darle un propuesta, esta reduci- real proyecto educa- peso relativo mayor al do a un mayor peso del sector estatal (tomando cional del pueblo” en cuenta que el sector Estado en la garantía y regulación del sistema privado absorbe más de educación superior. del 80% de la matricuEl mercado educativo queda intacto, la) para que conviva con el sector privamanteniéndose lógicas como la compe- do. Si hablamos de un nuevo proyectencia y empobreciéndose nuestra edu- to de educación debemos luchar por cación: sus pilares se barnizan con un una reforma estructural integral. El leve pintarrajeo de justicia social. Mercado educacional, por tanto la segmentación y la competencia entre instiAsí, los problemas seguirán reprodu- tuciones, debe ser eliminado, el sector ciéndose al dejar intacto el negocio legal estatal debe reforzarse a tal nivel que o ilegal con la venta de títulos y conoci- involucre un plan de financiamiento namientos, por medio de un sistema seg- cional como fondo de recuperación e mentado, propio de la diversificación na- inversión para la educación pública en tural de un mercado, donde los sectores su nivel básico y medio, mediante la estatización de los liceos, en su nivel técnico por medio de la creación de ins-


tituciones técnicas estatales, en sus universidades regionales y metropolitanas (que asegure un fondo basal 100% y gratuidad). Luego que se aseguren condiciones de infraestructura se deberá genera un aumento radical de la matricula estatal por medio de un acceso igualitario, sin restricciones formales o financieras más allá de las que plantee la necesidad de profesionales por parte de la sociedad según un plan de desarrollo nacional específico. De esta forma se asegura un derecho social universal para todos y no solamente un fortalecimiento de la regulación de los privados. Esta especie de sección estudiantil de un “Programa Popular” es el que define el contenido de un real proyecto educacional del pueblo y no el mero hecho formal de asambleas multisectoriales (del pequeño activo político); no se trata de procedimientos, sino de contenidos, y sólo en su combinación pueden constituirse en espacios de real soberanía popular. Sólo así tiene sentido hablar de “demandas estratégicas”, ya que con un horizonte claro podemos hacer material un nuevo proyecto educativo que tenga como principio el desarrollo del conocimiento y la enseñanza para to-

dos y de forma igualitaria. Esto no sólo permite luchar por algo concreto, sino que calibra el objetivo al cual debemos apuntar. No basta con decir que hay que luchar por cualquier demanda para evitar quedarnos con las manos vacías, como plantea la mayoría de las fuerzas del pleno FECH. El límite entre la desorientación, el oportunismo y las buenas intenciones, se difumina si antes no definimos nuestros horizontes y los contenidos, aunque sean provisionales e iniciales, que le den sentido a verdaderas “demandas estratégicas” o correctas “demandas concretas”. !A LEVANTAR DESDE NUESTRAS ASAMBLEAS EL PROYECTO DE EDUCACIÓN QUE QUEREMOS DESDE Y PARA EL PUEBLO!


El “No al lucro” es uno de las tantas cosas que dejó el 2011 para el movimiento estudiantil. Es una consigna que al igual que las movilizaciones, es tan masivamente conocida como imprecisa. A todos nos suena familiar, es un frase que los estudiantes hemos podido instalar incluso más allá de los muros universitarios, pero ¿qué entendemos por “No al lucro”? ¿La Confech entiende lo mismo? ¿Y el gobierno? No. muchos

Para

estudiantes dicha consigna representó el rechazo al negocio educativo. Una forma de decir que

basta de enriquecer a los empresarios a costillas del esfuerzo de las familias trabajadoras. Y nosotros no podemos estar más que de acuerdo con ello. Pero, el problema empieza cuando vemos que la línea oficial que se ha ido marcando en la Confech aprovecha la imprecisión del “No al lucro” para transar los objetivos de nuestra lucha. Sin cambiar la consigna pasamos desde oponernos completamente al negocio educativo a pedir arreglines que regulen el funcionamiento del mercado. El gobierno comprendió muy bien que en el “segundo tiempo” los dirigentes quieren jugar más moderado y comenzó a afinar su estrategia para que toda nuestra rabia contra este modelo injusto quede sólo en crear una Superintendencia que fiscalice a los empresarios de la educación. ¿Qué pasó? ¿Por qué el “No al lucro” resultó ser tan elástico como un chicle? El problema es que el lucro es sólo uno de los tantos elementos propios del modelo educativo. Como lucrar es sacarle provecho a un negocio, es decir, que algún dueño o administrador de una universidad privada pueda retirar excedentes (ganancias), la


consigna “No al lucro” da para mucho o para muy poco. ¿Acaso las universidades estatales no están sometidas también a la lógica del negocio educativo o es que de verdad creemos que el problema educacional del pueblo de Chile se limita a que las 7 universidades señalas del Informe de la Cámara de Diputados se suben por el chorro aprovechando la débil legislación? Debemos luchar para eliminar completamente el negocio educativo, porque sólo de esta manera es posible imaginarse la nueva educación que nuestro pueblo necesita. No sirve de nada blanquear el sistema creando instituciones anti-lucro, porque nada asegura que mientras bloqueemos una puerta por la que los empresarios sacan sus ganancias, ellos sepan abrir otras tres. Además la existencia del negocio implica que se apliquen distintas lógicas que dañan nuestra educación. Por ejemplo, las instituciones deben competir entre ellas por los recursos, obligándolas a diferenciarse y potenciar lo mejor que tengan para captar a los estudiantes/consumidores. Se inventan pruebas estandarizadas únicas en el mundo, para rankiar desde los colegios hasta las universidades y mejorar la posibilidad de competencia precarizando aún más nuestra enseñanza y el conocimiento, como bien lo ha expresado el SIMCE.

Los pos-títulos que cada vez pasan a ser un negocio más rentable para sustentar lógicas de autofinanciamiento apoyadas con la política “de educación continua y precarización del pre-grado”, a esto podemos agregar la venta de servicios o de patentes y la búsqueda de nuevos mecanismos de triangulación, como él aumento directo de sueldos para los controladores, etc. Hay quienes dicen que al menos eso sería un avance, nosotros creemos que sí lo seria, pero para los ricos, pues les permitiría apaciguar el conflicto, que se extiende más allá de la visión economicista que ha primado durante el último tiempo ¿Alguien se ha cuestionado el contenido y el sentido de nuestra educación? el nivel de “ignorancia ilustrada” en que han entrado los profesionales, que llega a tal nivel que los esforzados títulos comienzan a perder toda su valoración, ante un mercado de la educación y del trabajo, sustentado en un único criterio: la ganancia de unos cuantos mercachifles. Tenemos que entender que contra la lógica depredadora de los negocios no hay regulación estatal que pueda proteger al pueblo y que por lo tanto, debemos tomar el problema educacional desde su raíz:

¡A sacar el mercado de la educación! ¡Fin al negocio educativo, a sus mecanismos y a sus lógicas!


¿Que define a la lucha por la educación como una lucha popular?, ¿Porque esta no debe quedarse en los límites de una disputas meramente corporativa? Desde la CONFECH, plenarios y asambleas se ha escuchado el diagnóstico de que el 2011 perdimos porque los sectores de trabajadores productivos no se sumaron a la lucha. Es decir, que la fuerza estudiantil tiene límites y que la efectividad de esta sólo tiene sentido si es una lucha multisectorial. Esa tesis que ya se repite constantemente y que parece ser signo de radicalidad tiene bastantes falencias. En primer lugar el 2011 no perdimos porque los sectores productivos no se unieron a la lucha (por medio de paros productivos y huelgas), sino que por las propias incapacidades del movimiento: la falta de organización real y de una dirección eficaz, más allá del posicionamiento mediático de las dirigencias. En segundo lugar, se presupone que los sectores productivos están organizados y dispuestos a luchar, lo que si bien puede ser cierto ante un posible impulso coyuntural de un movimiento y en ciertas expresiones minúsculas en comparación con la totalidad de los trabajadores, tiende a ser un

contrasentido ante la realidad que vive el conjunto del movimiento popular chileno y ante el carácter de la organización y movilización del trabajador organizado ¿Se presupone con esto que la lucha junto a los trabajadores no es necesaria? claro que no, esta es primordial, pero no se hará efectiva y real por el hecho de agitar una consigna de articulación multisectorial o por la declaración conjunta de los dirigentes del pequeño activo sindical actual - ampliamente hegemonizado por las fuerzas concertacionistas y reformistas del PC. El contenido de la lucha por la educación no se define solamente por las fuerzas con la que se articula el movimiento estudiantil, sino que también y principalmente por la dirección a la que apuntan (reformas, ajustes o cambios estructurales) y a quien benefician (sólo a los estudiantes, a al conjunto del pueblo). Por eso nos atrevemos a decir que aunque hayan salido más de 200.000 a las calles o que porciones no menores del pueblo apoyaron al movimiento, nuestra lucha no superó un formato corporativo, es decir, una lucha estudiantil por evitar que se nos quiten o den beneficios. A pesar de esto debe quedar claro que una lucha por demandas inmediatas para los estudiantes, mientras involucre un alto grado de


participación y organización es un proceso valioso para darle crecimiento y acumulación al movimiento, pero el problema ocurre precisamente cuando tenemos que pasar de la consigna a la materialidad de la demanda popular. Una demanda es popular en tanto tenga sentido para el mundo popular, es decir que permita que este pueda hacerla suya y luchar por ella porque mejora directamente sus condiciones de vida y se direcciona a cambiarlas de forma radical. La educación gratuita y el fin al lucro tiene sentido si es que estas mejorar también son sentidas por el gran abanico de gente que no puede ingresar a la educación o por los hijos de trabajadores que hoy están recibiendo un conocimiento precarizado que sólo les dará el status de del título universitario, pero los condenara a sufrir las mismas carencias que sus padres: deudas, bajos sueldos o condiciones laborales alienantes. Una educación igualitaria involucra el hecho de que una educación de calidad debe ser para todos por igual, eliminando la existencia de ghettos de privilegio como las universidades de elite. Sólo de esta forma es posible que el pueblo trabajador asuma esa lucha como suya y que por medio de procesos de organización que los involucren a ellos directamente (desalojando todo signo de paternalismo o asistencialismo) asuman a la vez la tarea de lu-

char por una sociedad distinta. Esta última es la condición para que se resuelva de

raíz el

problema educativo, y la lucha que damos hoy en los marcos de este Chile injusto y desigual debe apuntar no sólo a solucionar nuestros problemas inmediatos, sino que articular y proyectar nuestra lucha hacia ese objetivo estratégico. Es decir, ir acercando nuestra pelea hacia horizontes populares y anticapitalistas, como condición base para entender al movimiento estudiantil como parte del pueblo organizado.



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