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Suplemento Especial de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade 10 de Junio de 2015

LA RUTA DE LAS

vacunas orĂ­genes, temores, victorias y esperanzas


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Los beneficios invaluables: Ignacio Villaseñor ÁNGELES CRUZ MARTÍNEZ

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roteger a la mayoría de los niños lo más pronto posible para evitar las enfermedades. Con esa premisa trabaja el Programa de Vacunación Universal que en México existe desde 1973 y actualmente se compone de 10 biológicos que previenen 14 padecimientos. Ignacio Villaseñor, director del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia (Censia) recordó que la epidemia de sarampión que se registró en México entre 1989 y 1991 y afectó a más de 80 mil individuos, dio el impulso más fuerte a la estrategia.

el tema de vacunas es “totalmente transparente. No hay opciones. Sirven o no sirven” y en México la calidad, seguridad y eficacia de los biológicos está plenamente asegurado” Un decreto presidencial de 1991 dio paso a la creación del programa y a la fundación del Consejo Nacional de Vacunación (Conava), órgano rector en la materia. En ese año nacieron los Días Nacional de Vacunación que luego se transformaron en Semanas Nacionales de Salud, e iniciaron las acciones de inmunización masiva en niños de cero a seis años de edad. El primer objetivo era combatir el sarampión, lo que se logró en poco tiempo. El último caso autóctono se reportó en 1996, comentó el funcionario. México ha tenido una gran movilización social

a favor de la vacunación. Los beneficios en protección de la salud, evitar discapacidades y muertes es invaluable, apuntó. Además está el ahorro en los costos indirectos, entre ellos, los días laborales perdidos y el impacto que tiene en las familias la pérdida de alguno de sus miembros. No existe punto de comparación con los efectos adversos que pudieran reportarse y que en el caso de México no son más de 160 al año. En el mismo periodo se aplican entre 80 y 100 millones de dosis de vacunas, que representan una inversión aproximada de seis mil millones de pesos. En entrevista, Villaseñor recalcó que las vacunas, junto con otras medidas de salud explican el descenso de la mortalidad infantil –62 por ciento de 1990 a la fecha–; entre ellas está el acceso al agua potable, la lactancia materna, la hidratación oral para contrarrestar infecciones por diarrea y hace poco reforzada con la inmunización contra rotavirus. Aseguró que el tema de vacunas es “totalmente transparente. No hay opciones. Sirven o no sirven” y en México la calidad, seguridad y eficacia de los biológicos está plenamente asegurado. Así que los retos se ubican en mantener coberturas altas de vacunación por biológico y grupo de edad de los niños; acercarlas a la población; mejorar la red de frío –el sistema que preserva una temperatura de entre 0 y 8 grados centígrados– para asegurar la eficacia de los productos; fortalecer la confianza de la población en el programa de vacunación; y dar continuidad a la capacitación del personal que participa en la estrategia. Indicó que cada año se imparten los cursos a todos los trabajadores, sin importar si llevan 30 años como vacunadores o responsables del programa en

MÉXICO: LOGROS DEL PROGRAMA DE VACUNACIÓN UNIVERSAL ● 23 años sin poliomielitis. Último caso: 1990, Tomatlán, Jalisco. ● Sarampión: último caso autóctono, 1996. Última defunción, 1995. ● Tétanos neonatal: tasa menor a un caso por 1000 nacidos desde 2000; la OMS lo considera eliminado. ● Rubéola: 0 casos en 2011. ● Rubéola congénita: 0 casos desde 2006. ● Difteria: 0 casos desde 1991. ● Haemophilus influenzae tipo B en menores de 5 años: 0 casos registrados desde 2008

estados o municipios, además de que se refuerzan cuando se introducen nuevos biológicos al esquema. Respecto al sistema de información, el funcionario comentó que en los últimos dos años se hicieron algunos ajustes porque el antiguo conocido como Provac fue “extraordinario en su tiempo”, pero quedó rebasado por la incorporación de nuevas vacunas. De cualquier manera, el Censia ya tiene reportes actualizados sobre la cobertura. Villaseñor compartió algunos de los datos. Al cierre de 2014 se alcanzó 90 por ciento de niños inmunizados contra difteria, tosferina y tétanos (DPT); 98 por ciento de sarampión. De los biológicos introducidos recientemente al programa universal está el del virus de papiloma humano (VPH) que llegó 92 por ciento de las niñas de 9 a 11 años; y 90 por ciento en rotavirus, del cual se aplican tres dosis en los primeros seis meses de vida de los infantes. El director de Censia comentó que el “asunto desafortunado de Chiapas”, donde 31 niños presentaron complicaciones de salud por una contaminación externa (la bacteria estafilococo hominis) durante el proceso aplicación de la vacuna contra Hepatitis B, no debe afectar la confianza en el programa de vacunación porque no existe en la historia de la humanidad ni un caso de efectos adversos, alergias con las características de lo ocurrido en Chiapas, sostuvo. “Los mexicanos debemos mantener la confianza plena en un programa seguro y efectivo, que ha demostrado plenamente contribuir a la salud publica”, subrayó ▲ Semanas Nacionales de Salud, que iniciaron las acciones de inmunización masiva en niños de cero a seis años de edad. Fotos: Alfredo Dominguez y Notimex


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uchos siglos antes de que se descubrieran los mecanismos microscópicos con los cuales los organismos se defienden de infecciones y cuerpos extraños, diversas culturas en diversas zonas del planeta desarrollaron de una manera intuitiva prácticas preventivas ante diversas enfermedades que consistían en fortalecer el sistema inmunológico de las personas mediante el contacto con los virus y microbios que las provocan. Algunos pueblos africanos inoculan a su población desde tiempos inmemoriales frotando líquidos procedentes de un enfermo en incisiones practicadas a individuos sanos. En India era habitual inmunizar a los niños con la práctica de ponerles las ropas de enfermos de viruela. Tales métodos se extendieron lentamente a Asia Menor y Medio Oriente. En el antiguo Imperio Otomano se aplicó a las esclavas caucásicas, célebres por su belleza, para preservarlas de las cicatrices de la enfermedad. En Estambul, a principios del siglo XVII, algunos diplomáticos y médicos occidentales tomaron nota de tales procedimientos y los comunicaron a sus lugares de residencia en Europa. Fue así que en Inglaterra y en Francia se sistematizó la variolación,

la Salud, “se entiende por vacuna cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Puede tratarse, por ejemplo, de una suspensión de microorganismos muertos o atenuados, o de productos o derivados de microorganismos. El método más habitual para administrar las vacunas es la inyección, aunque algunas se administran con un vaporizador nasal u oral.” Se fabrican a partir de bacterias o de virus cultivados ex profeso con ese propósito y tratados con procedimientos físicos o químicos diversos a fin de reducir o neutralizar su virulencia, aislando ciertos componentes del microorganismo en cuestión y, con mayor frecuencia, mediante réplicas sintéticas, y totalmente inofensivas, de estructuras virales y microbianas.

Un procedimiento milenario

METODOS DE FABRICACION DE LAS VACUNAS

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a primera vacuna que surgió en el mundo fue la de viruela. La desarrolló el doctor Eduard Jenner en 1796. Pasaron muchos años antes de que aparecieran las siguientes, pero en los últimos 15, la evolución ha sido vertiginosa, al grado de que nuevos productos se lanzan al mercado cada tres a cinco años, comentó Rodrigo Romero, secretario técnico de la Asociación Mexicana de Vacunología. En 2015 saldrá al mercado la vacuna contra el dengue y los investigadores confían en que durante la próxima década habrá alternativas de prevención de la malaria y tal vez el VIH/ sida. Hasta ahora, se pueden contabilizar tres generaciones de métodos para la elaboración de las vacunas. Los primeros biológicos se hacían con virus o bacterias muertas, aunque implicaba un alto riesgo de falla porque se inoculaba el agente causante de la enfermedad, los beneficios eran mayores. En una siguiente etapa, se han usado virus atenuados con una alta eficacia y calidad y una reducción sensible en el riesgo de efectos adversos. La tercera generación está emergiendo con el uso de la ingeniería genética. Actualmente sólo las vacunas contra Hepatitis B y el Virus del Papiloma Humano se elaboran con esta tecnología. Para ello, explicó Romero, en un principio se tomaban “pedacitos” de la cepa infecciosa donde se encuentran los elementos que protegen contra la enfermedad (inmunidad). En la Hepatitis B es una proteína que se encuentra en la superficie del virus y en el VPH es la proteína L1. La investigación científica siguió avanzando y ahora lo que se hace es tomar el material genético del virus que fabrica esas proteínas. En un ambiente externo se producen millones de copias de esa sustancia química que luego se purifican y se colocan en una vacuna. La ingeniería genética aumenta la seguridad, calidad y eficacia de los biológicos y prácticamente elimina la posibilidad de efectos adversos. Lo único que falta es que las personas se las pongan, apuntó el especialista. (ACM)

una técnica de inoculación consistente en hacer un corte en la piel de una persona y colocarle allí polvo obtenido de costras causadas por la viruela. Se conseguía de esa forma que la enfermedad atacara de manera atenuada. Aunque el procedimiento permitió salvar muchas vidas, no estaba exento de riesgos: si las muestras habían sido obtenidas de manera reciente, existía el peligro de que el inoculado se infectara gravemente, además de que podía contraer otras enfermedades padecidas por el donante de las costras. Durante la epidemia de viruela que azotó a Europa en 1796, el médico inglés Edward Jenner cayó en la cuenta que las ordeñadoras de vacas enfermaban con frecuencia de una llamada “viruela vacuna”, mucho más benigna que la viruela humana, y que tras su restablecimiento ya no se contagiaban con la segunda. Jenner extrajo el líquido de una pústula de una granjera enferma, se lo inyectó en el brazo a un niño de ocho años y éste cayó enfermo durante 48 horas. Pasado ese lapso, el médico le administró virus de la viruela humana, pero el menor ya no mostró ningún síntoma y permaneció sano. Casi un siglo más tarde, en mayo de 1881, el médico francés Louis Pasteur realizó un experimento crucial: inoculó a 24 carneros, un chivo y 6 vacas con un cultivo de bacilos de ántrax atenuados y 12 días más tarde repitió las inyecciones (refuerzo). A los 26 días les introdujo cultivos virulentos (no atenuados) e hizo otro tanto con grupos iguales de ejemplares que no habían sido inmunizados previamente. A princpios de junio, ante una nutrida concurrencia, mostró los resultados: todos los animales vacunados se encontraban sanos, en tanto que casi todos los no vacunados murieron. Como homenaje a Jenner, Pasteur llamó “vacuna” al procedimiento. De entonces a la fecha se han desarrollado numerosas vacunas para prevenir otras tantas enfermedades e incluso para contrarrestarlas en sus fases tempranas, como la rabia. Además de la viruela, el ántrax y la rabia, actualmente existen imunizaciones contra el tétanos, la difteria, la peste, la tos ferina, la tuberculosis, la fiebre amarilla, el tifus, la gripe, la poliomielitis, la encefalitis, el sarampión, las paperas, la rubéola, la varicela, la neumonía, la meningitis, diversos tipos de hepatitis y el virus del papiloma humano (VPH), entre otras, y muchas más se encuentran en fase de prueba. Entre los últimos desarrollos de la investigación biomédica hay procedimientos de vacunación novedosos, como las vacunas polisacarídicas y las vacunas de ADN, que prometen ser más seguras, baratas y versátiles que las tradicionales. Qué son Según la definición de la Organización Mundial de

Cómo funcionan Las vacunas sirven para alertar, “entrenar” y activar a los diversos componentes del sistema inmunológico. A partir del principio de que los organismos poseen una suerte de “memoria inmunológica”, se introduce en él ejemplares de distintos virus y bacterias débiles a fin de que las células y los anticuerpos encargados de contrarrestarlos los “conozcan” antes de que sobrevenga una infección y sean capaces, posteriormente, de combatirlos con mayor eficacia. Las vacunas son, pues, un aviso para que las defensas del cuerpo estén preparadas para destruir a los agentes patógenos antes de que penetren a las células sanas o reconociendo y eliminando las células enfermas, todo ello antes de que el virus o la bacteria puedan reproducirse en gran número. Enfermedades erradicadas y reducidas Los programas de vacunación masiva emprendidos por los gobiernos a partir del siglo XIX han permitido eliminar la viruela en el mundo y reducir en forma drástica la tifoidea, la tuberculosis, la poliomielitis, el sarampión, la rubéola, la varicela y las paperas. Tales programas no sólo impiden que las personas vacunadas enfermen sino que también reducen de manera drástica las probabilidades de contagio de individuos no vacunados, en lo que se conoce como “inmunidad colectiva” ▲ Caricatura francesa circa 1800. Reproducción inglesa de una caricatura francesa del siglo XVIII en la que se muestra el temor de la población a las primeras inoculaciones. Biblioteca Médica Histórica del Colegio de Médicos de Filadelfia


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Las derrotas de la viruela, la polio y el sarmpión ÁNGELES CRUZ MARTÍNEZ

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argas eran las filas que se hacían, en los años 60 del siglo pasado, en las clínicas o donde quiera que llegaran médicos y enfermeras a vacunar a los niños contra la poliomielitis. Es una enfermedad “tan horrible” que nadie quería que a sus hijos les fuera a dar. Las complicaciones que causa y en particular la discapacidad por la parálisis permanente en las piernas no es algo que alguien pudiera desear. La aplicación de la vacuna oral primero, obligatoria en el país desde 1963, y más recientemente la inyectable, permitió que en 1990 se reportara el último caso de polimielitis a nivel nacional. En 1994 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la eliminación de este padecimiento en el continente americano. Es un “logro tremendo”, advierte Rodrigo Romero Feregrino, secretario técnico de la Asociación Mexicana de Vacunología (AMV). El mismo recuerda que de niño, en la escuela todavía le tocó ver a compañeros y maestros con secuelas de la polio, pero “nuestros hijos ya no saben qué es eso”.

Tal vez ese desconocimiento y en algunos adultos el olvido de lo que implica la enfermedad, favorece el pensamiento de que las vacunas ya no son importantes. “Si ya no hay, para qué ponérsela”. El problema explica el médico, también coordinador del Instituto para el Desarrollo Integral de la Salud, es que en otros países aún circula el virus de la poliomielitis. La globalización y la facilidad de traslado de personas “hace que en menos de 24 horas estemos del otro lado del mundo”, con lo cual aumenta el riesgo de adquirir el germen. El mayor riesgo es para los niños cuando no han sido vacunados. Se pueden enfermar por el contacto con la persona portadora del virus. Apenas el pasado mes de abril se cumplieron 60 años del descubrimiento del doctor Jonas Salk de la vacuna contra la poliomielitis y ya transcurrieron Primeras vacunas contra influenza en el DF y Chihuahua. Fotos: Francisco Olvera y Notimex

más de 200 años desde que inició la inmunización para evitar la viruela. De esta última, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró su erradicación del planeta el 8 de mayo de 1980. Romero comentó que la agresividad de la viruela era tal que ocasionaba la muerte de tres de cada diez individuos que la padecían y los que lograban sobrevivir quedaban con cicatrices permanentes en la piel. Se les identificaba como “cacarizos”. El pasado mes de abril la OMS también declaró la eliminación de la rubéola de la región de las Américas y en un futuro próximo se espera que ocurra lo mismo con el sarampión, del cual en México el último caso autóctono se reportó en 1996. Estas son hazañas médicas que a diario deben recordarse y tener en mente que es posible erradicar otros males. Respecto del sarampión, resaltó la importancia de seguir aplicando las vacunas, pues aunque nadie ha adquirido la infección en la República, el riesgo de que resurja está latente. Prueba de ello es lo ocurrido en diciembre de 2014, cuando se generó un brote en el parque de diversiones de Disney en California, el cual afectó a 131 personas en aquella entidad estadounidense. El problema se originó en un niño que contagió a otros que no habían recibido la vacuna. Otro caso es el de la tosferina. Está en curso un movimiento mundial del que México participa, para inmunizar a los adultos jóvenes que tienen hijos o conviven con recién nacidos. En los años recientes se observó un repunte del padecimiento en los bebés debido a un descenso en la inmunidad de las mamás y en general de adultos del entorno familiar. Romero explicó que si un adulto enferma de tosferina, tendrá tos y malestar general y ya. Pero en los pequeños menores de dos meses de edad, es decir an-

“La muerte vacunadora”, en un pasquín de la Sociedad Londinense para la Abolición de la Vacunación Obligatoria, fines del siglo XIX. Biblioteca Médica Histórica del Colegio de Médicos de Filadelfia

tes de recibir la primera dosis de la vacuna, pueden tener complicaciones e incluso morir por esa causa. El médico destacó que la vacunación es la única forma que existe en la actualidad para asegurarnos de que no nos vamos a enfermar. Aparte están otras medidas que disminuyen el riesgo de presentar algún padecimiento, como la alimentación saludable, el ejercicio físico y el lavado de manos. Eso está bien, dijo, pero “lo primero es vacunarse”. Tampoco es recomendable atender los comentarios de los grupos antivacunas y las personas que promueven “lo natural” como lo mejor para prevenir. Ese criterio no aplica para males como los mencionados. Comentó que hay 25 vacunas para prevenir igual número de enfermedades infecciosas. Algunas no existen en México porque los males tampoco se presentan aquí como la encefalitis japonesa o la encefalitis transmitida por garrapatas. La fiebre amarilla tampoco hay en el país, pero se aplica para prevenirla en las personas que viajan a zonas como el Amazonas o el continente africano, donde circula el virus. Otros biológicos que están disponibles en la República Mexicana en el ámbito privado, pero no forman parte del Programa de Vacunación Universal son el de meningococo, varicela y Hepatitis A, indicó ▲


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documentos oficiales exigibles para diversos trámites. En cuanto a la vacuna misma, en todos los casos el profesional sanitario debe explicar los beneficios y perjuicios de los efectos que la inoculación puede tener sobre el paciente, y por tanto, la norma es el consentimiento informado previo a la vacunación a fin de que estén en condiciones de adoptar la decisión apropiada en libertad.

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tabla 1 “¡Los maravillosos efectos de la nueva inoculación!”, viñeta satírica de 1802, obra de James Gillray, aparecida en las Publications of the Anti-Vaccine Society, que muestra a Edward Jenner administrando vacunas contra el virus de la viruela bovina. El temor popular era que la vacuna provocaría el crecimiento de “apéndices vacunos” en los pacientes. Biblioteca del Congreso, Washington, EU.

Vacunar a la fuerza El rechazo organizado y masivo contra las vacunas fue provocado por las campañas de vacunación obligatoria que diversos gobiernos empezaron a aplicar a mediados del siglo XIX. La Ley de Vacunación aprobada en Inglaterra en 1853 ordenaba la inoculación de todos los recién nacidos hasta los 3 meses de edad y en 1867 la edad se amplió a los 14 años. Como reacción, los ciudadanos que reclamaban su derecho a controlar sus cuerpos y los de sus hijos se organizaron en la Liga Antivacunación y en la Liga contra la Vacunación Obligatoria. Ambas organizaciones emprendieron ruidosas campañas de propaganda anti vacuna que reforzaron y mutliplicaron los temores populares, las supersticiones y las posturas religiosas en contra del procedimiento inmunológico. En Estados Unidos, en donde el gobierno había adoptado un esquema de vacunación similar al inglés, se fundó en 1879 una Sociedad Antivacunación y, años más tarde, la Liga contra la Vacunación Obligatoria y dos organizaciones locales en Nueva Inglaterra (1882) y Nueva York (1885). La oposición a las campañas sanitarias se tornó tan masiva que el parlamento británico constituyó en 1896 una comisión para estudiar la vacunación y ésta dictaminó que si bien las inmunizaciones daban una protección efectiva contra la viruela, las multas por no vacunarse debían ser eliminadas. La ley de 1898 acabó con las penalizaciones y estableció un artículo que permitía a los padres que no creyeran en la eficacia del tratamiento declararse “opositores conscientes” y evitar la vacunación de sus hijos. En fecha tan tardía como 1905 un ciudadano de Cambridge, Massachusetts, fue obligado a vacunarse por sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos, la cual argumentó que el Estado estaba facultado para forzar la vacunación a fin de proteger a la sociedad de enfermedades contagiosas. En los años siguientes el esquema de vacunación obligatoria fue desechado por la mayor parte de los países en los que había sido implantado. Con ello desapareció el carácter masivo y organizado de los movimientos anti vacuna. Actualmente se impulsa el cumplimiento de los programas oficiales de vacunación mediante la conversión de los carnets o cartillas de vacunación de los niños en

La vacunafobia y sus

expresiones N

o existe ni ha existido nunca un medicamento infalible, perfecto ni 100% seguro. Y aunque la humanidad le debe a los antibióticos y a las vacunas el dramático incremento de la esperanza media de vida que ha tenido lugar en el siglo pasado y en lo que va del presente, el temor y el rechazo a las vacunas ha sido alimentado a lo largo del tiempo por mitos, supersticiones, malos entendidos, fallas de información, malas prácticas gubernamentales, episodios magnificados y deformados con propósitos sensacionalistas y hasta por el miedo a las inyecciones que experimentan muchísimas personas. De hecho, la fobia a las vacunas surge casi al mismo tiempo que éstas. Ya en una fecha tan temprana como 1721, masas enardecidas y aterradas destruyeron la casa de Cotton Mather, un ministro puritano de Nueva Inglaterra que ensayaba el método de la variolación para hacer frente a una epidemia que diezmaba a la población de Boston. Los agresores no tomaron en cuenta que la práctica de Mather había permitido reducir drásticamente la tasa de mortalidad entre los inoculados de 14 a 3%. Desde entonces, la inoculación y la vacunación han generado diversas corrientes de rechazo que igual echan mano de argumentos religiosos que de formulaciones pseudo científicas o de reclamos políticos. Se ha dicho que las vacunas no sirven para nada porque, según una creencia medieval forjada en tiempos en que no habían sido descubiertos los microbios ni los virus, las epidemias eran causadas por material en descomposición suspendido en la atmósfera; se ha afirmado que la inoculación es anticristiana porque se realiza con compuestos procedentes de cuerpos de animales. Más recientemente, se han esparcido rumores como que las nuevas vacunas contienen sustancias tóxicas (el aluminio en ciertas formulaciones, por ejemplo), que tienen efectos secundarios devastadores e incluso que las empresas farmacéuticas están empeñadas en matar a millones de personas o que las campañas de vacunación son aprovechadas por las instituciones para realizar esterilizaciones masivas.

tabla 2

Rumores setenteros En los años setenta del siglo XX las campañas de vacunación DTP (difteria, tétanos y tosferina) provocaron reacciones furibundas, basadas principalmente en un informe parcial que hablaba de 36 niños que presentaron problemas neurológicos después de ser vacunados en un hospital de Londres. Se ordenó un exhaustivo análisis de cada uno de los casos y a relación entre la inoculación y las encefalopatías no pudo ser demostrado en ninguno de ellos. Sin embargo, una asociación de padres de los niños afectados inició un litigio de años en tribunales y, aunque a la postre perdió el caso, logró convencer a un buen número de personas de la toxicidad de las vacunas. Un documental estadunidense presentado en 1982 (DTP: la ruleta de la vacunación) se hizo eco de los argumentos de los padres y reavivó el debate. Le siguió un libro editado en 1991 con el título Un tiro en la oscuridad en el que se retomaban los alegatos contra la vacuna DTP. A la postre, la eficacia misma de las vacunas, que ha incidido en una gran reducción de las enfermedades y en una caída de las tasas de mortalidad, infantil, ha sido el mejor argumento para disipar la oposición a a inmunización preventiva (ver tablas 1 y 2). La vacunofobia, hoy en día Actualmente se objeta, entre otras cosas, la inclusión de componentes como alumino y timerosal en las soluciones inyectables. En efecto, algunas vacunas incluyen en su fórmula aluminio a fin de incrementar la reacción del sistema inmunológico, como es el caso de las vacunas contra la hepatitis A, algunas clases de gripe, la peste bubónica y el colera. Para minimizar los riesgos de que el aluminio produzca irritación, inflamación o lesiones en los tejidos, esas vacunas se aplican por vía intramuscular profunda. El timerosal, por su parte, es un compuesto que contiene mercurio. Algunos han sostenido que esta sustancia favorece el desarrollo de autismo. No se ha demostrado la veracidad de tal aserto pero existe el consenso de que “el timerosal debe reducirse o eliminarse de las vacunas como una medida de precaución”. Otro blanco de la vacunafobia es la inmunización contra el virus del papiloma humano (VPH). Se ha dicho, entre otras cosas, que tal vacuna es inefectiva, que se aplica en niñas prepúberes porque los adultos, más informados, se rehusarían a inocularse, y que se han registrado algunas muertes. Pero las únicas fuentes que las reportan son, precisamente, las publicaciones vacunafóbicas y ninguno de los gobiernos que han incluido la vacuna contra el VPH en sus cuadros de vacunación ha reportado un solo fallecimiento. La que sí ha producido víctimas mortales certificadas es la vacunafobia. A principios de este año un niño alemán que no había sido vacunado murió de sarampión, enfermedad que había sido prácticamente erradicada de Europa occidental y que ha hecho su reaparición allí y en Estados Unidos. Mientras que entre 2001 y 2015 los casos anuales registrados en el país vecino no sobrepasaron los 200, en 2014 superaron los 600 y en el primer trimestre de este año se habían sumado más de 150. En la generalidad de los casos, los enfermos no habían sido vacunados. Pero la vacunafobia va a la alza, impulsada por publicaciones y sitios web sensacionalistas y pseudo científicos carentes de cualquier medida de control editorial. Por desgracia, la única vacuna posible en contra de este fenómeno es la información veraz y el compromiso de cada persona para con su propia salud ▲


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Vacunación segura y eficaz

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N MÉXICO, LA VACUNACIÓN es una estrategia de Salud Pública segura y eficaz, que

ha logrado erradicar y controlar importantes enfermedades. El Programa de Vacunación Universal (PVU) ha sido un ejemplo en la prevención de las enfermedades infecciosas, mediante la administración de vacunas que han demostrado ser de calidad, seguras y eficaces. Cada año, en nuestro país se aplican alrededor de 80 millones de vacunas. Sólo durante la Segunda Semana Nacional de Salud, que se realizará del 23 al 29 de mayo, se prevé la aplicación gratuita de 14 millones de dosis a todos los menores de edad que las requieran, para completar su esquema de inmunización y evitar con ello que desarrollen enfermedades que antes eran causa de muerte o discapacidad. El programa de vacunación en México es uno de los más completos y seguros a escala mundial, ya que además de estar compuesto por 14 biológicos, también se alcanzan coberturas de inmunización de alrededor de 95 por ciento. La inmunización permite erradicar, eliminar o controlar numerosas enfermedades transmisibles graves y potencialmente mortales, como tuberculosis, rotavirus, neumonía, hepatitis b, tos ferina, difteria, tétanos, sarampión, rubéola, poliomielitis, influenza y virus del papiloma humano, entre las más importantes. Y para comercializarse, debe pasar por diversas pruebas que demuestren que es altamente eficaz y lo más segura posible.

Mediante un proceso de análisis, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) evalúa la calidad de las materias primas utilizadas para la producción de las vacunas, el proceso de producción, así como el transporte y almacenamiento de los biológicos. La Cofepris cuenta con el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud, como Agencia

Funcional en materia de vacunas, que es el máximo reconocimiento que puede recibir una autoridad sanitaria en esta materia, y con el que cuentan sólo 28 países en el mundo. La vacunación universal debe mantenerse como programa nacional líder dirigido a la infancia, ya que al reforzar estas acciones preventivas, se mejora la calidad de vida de nuestra población.

DIRECTORIO Suplemento Especial de La Jornada. Foto portada: José Carlo González DIRECTORA GENERAL Carmen Lira Saade, GERENTE GENERAL Luis Linares Zapata, COORDINADOR DE EDICIÓN Elena Gallegos, COORDINADOR DE PUBLICIDAD Marco Hinojosa, PUBLICIDAD Rubén Hinojosa y Eva Vargas, DISEÑO Francisco García Noriega, EDICIÓN DE TEXTOS Arturo Jiménez, Fotografías: Archivo La Jornada. PROCESAMIENTO Y CONSERVACIÓN DE IMAGEN Rebeca Panameño, Pablo Cámacho y Francisco del Toro Editado por Demos Desarrollo de Medios, S.A. de C.V. Av. Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, delegación Benito Juárez, C.P. 03310, México, D.F. Teléfonos: 9183 0300 y 9183 0400, ext.: 4475 y 4473 Página electrónica: http://www.jornada.unam.mx Impreso en Imprenta de Medios, S.A. de C.V. SUPERVISIÓN DE IMPRESIÓN Enrique Martínez. Av. Cuitláhuac 3353, col. Ampliación Cosmopolita © Se prohíbe la reproducción total o parcial de cualquier contenido sin autorización de los editores, México, 2014.


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