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u r t a a r y e t

ex perienc i a

c o k , r l l i E

■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 13 de julio de 2014 ■ Núm. 1010 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

Xabier F. Coronado

Entrevista con el musicólogo Ramón Andrés Antropología, contracultura y rock, Miguel A. Adame Cerón

Arnaldo Córdova y La ideología de la Revolución mexicana, Carlos Martínez Assad


13 de julio de 2014 • Número 1010 • Jornada Semanal

bazar de asombros ARNALDO CÓRDOVA Y PAOLA VIANELLO

Hugo Gutiérrez Vega

“Si buscamos huellas literarias en la música rock aparecen decenas de rastros en toda su historia.” Así lo afirma Xabier Coronado y así se comprueba al hacer incluso la revisión más sucinta: casos bien conocidos como los de Edgar Allan Poe, William Blake y Lewis Carroll, pero también alusiones y referencias a Cicerón, a la Orestía­ da y la Odisea, entre muchos otros autores y obras, alimentan el espíritu de un género musical cuya importancia y longevidad seguramente no serían las mismas, si no contara entre sus fuentes de inspiración con una tan pródiga y sólida como la literatura universal misma. Por su parte, Miguel A. Adame escribe sobre antropología, contracultura y rock, y complementa el tema una entrevista con el musicólogo español Ramón Andrés. Finalmente, publicamos un texto de Carlos Martínez Assad en memoria del recientemente fallecido politólogo, historiador, catedrático e investigador Arnaldo Córdova, entrañable amigo y colaborador de este diario. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

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e están yendo los mejores. Estos tres últimos años han sido terribles para la clase intelec­ tual y artística de nuestro país. Ahora se acaba de ir Arnaldo Córdova, jurista, historiador, politó­ logo, autor de numerosos libros sobre la historia de México, militante político impecable, valor intelec­ tual de la izquierda mexicana y hombre honesto a carta cabal. Quiero recordar algunos aspectos de su vida y de su obra. Una tarde de otoño estaba en mi oficina de Mé­ xico en Roma, cuando entró Lucha Pruneda (her­ mana de exrector de la unam Alfonso Pruneda y exsecretaria del Lic. Ramón López Velarde en Go­ bernación. Luchita me anunció que me esperaba la sig norina Vianello que quería tratar conmigo algu­ nos temas relacionados con nuestro país. Entró Paola con desenfado y resolución, se sentó y me dijo que iría al grano. Hablaba un buen español; quería in formación sobre algunos puntos de la his­ toria de México, necesitaba diapositivas, algunas películas documentales y, sobre todo, conversar sobre esos temas con la amplitud necesaria para disipar sus interrogantes. Su tono de voz era afable, pero decidido. Tuvimos varias reuniones y logré despejar al­ gunas de sus dudas aunque su curiosidad y su afán de precisión eran implacables. Nos hicimos amigos y una noche fue a cenar a la casa y probó los frijoles refritos de Lucinda. Un día me dijo que quería hablar de Michoacán, y de Lázaro Cárdenas. Le entregué toda la informa­ ción que pude, pero vi que no quedaba satisfecha con mis respuestas. Estábamos en plena reunión en la casona de vía Spallanzani, en la que apenas cabía­ mos los cuatro funcionarios y las cancilleres que formábamos el equipo comandado por el embaja­ dor Rafael Fuentes. La casona había sido construida por Eduardo Hay y la residencia tenía una escalinata digna de ser caminada por Drácula o por algún ex­ presidente de México. Me anunciaron que me espe­ raba el señor Córdova. Paola sonrío, me pidió que recibiera a Arnaldo, y me lo presentó como su futuro esposo. En ese momento pensé que la pareja sería ideal, pues combinaría la sabiduría histórica y polí­ tica del hombre con el conocimiento profundo de los clásicos greco­latinos de la mujer.

Pasaron muchos años y cuando regresé a Mé­ xico después de una larga estancia en Inglaterra, me dediqué a dar clases de Teoría de los medios de comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas. Recuerdo con afecto a Henrique González Casano­ va, que fue mi gestor y mi Virgilio por los caminos de la unam . En las reuniones que celebrábamos para la for­ mación del sindicato de profesores, me encontré de nuevo con Arnaldo. Militamos en esa empresa y am­ pliamos nuestro diálogo y nuestra amistad. Salí de nuevo al extranjero y, después de muchos años de ausencia, regresé a México y entré a La Jornada. Nuevamente me encontré con Arnaldo y con­ tinuamos nuestro diálogo con un “decíamos ayer” al estilo de Fray Luis de León. Leí con interés creciente un libro fundamental: Ideología de la Revolución Mexicana. Esta obra me entregó un panorama de gran claridad sobre las con­ tradicciones, virtudes y errores del movimiento re­ volucionario. Recuerdo sus puntualizaciones sobre Zapata, su admiración por Madero y sus reticencias ante Carranza y Obregón. Esto era secundario. Lo fundamental era el vasto panorama de un movi­ miento revolucionario que fue el primero del siglo xx y que, más tarde, fue deturpado. Por último, lo recuerdo en la casa de Lilia y Chema Pérez Gay con motivo de las reuniones que tenía­ mos un grupo de intelectuales con Andrés Manuel López Obrador. Estaba ya enfermo, pero su voz ad­ quiría un tono juvenil, cuando en sus intervencio­ nes aplicaba la lógica más implacable y manejaba una retórica a veces indignada, pero siempre lumi­ nosa y persuasiva. En esos momentos recordaba su historia de militante de la izquierda y admiraba su talento, su sabiduría y sus interpretaciones siem­ pre originales y llenas de aciertos. Paola había muerto, pero creo que Arnaldo aprendió de ella la cla­ ridad de la retórica greco­latina. De esta manera la sabiduría del hombre y la sabiduría de la mujer se­ guían unidas y dando frutos para el beneficio del país. Por eso los recuerdo juntos y pienso en la tarde romana en la que Paola preguntó por Michoacán, por Lázaro Cárdenas y me presentó a un joven ner­ vioso y entusiasta que se llamaba Arnaldo Córdova y que iba a ser su hombre

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La palabra de Ana Paula Pintado

Yásnaya activista mixe

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ásnaya Aguilar Gil se considera ayuujk (mixe), aunque su padre no lo sea. Fue criada por sus abuelos y sus tíos en lengua mixe, en un pueblo mixe. Lo de ser indígena o no serlo no le pasó por la cabeza hasta que llegó al dF . Aquí, ser ayuuk se perdía en el concepto totalizador de ser indígena. Pero en realidad no fue porque a ella la vieran como tal, pues su tez blanca y su impecable español la hacían pasar desapercibida; sus tíos se empeñaron en que lo hablara correctamente: “eso facilitaría mi vida”. Pero ella siempre quiso que la gente

qué? Pues porque el problema con dichas políticas es que “lo indígena” homogeniza, es decir, cancela la posibilidad de la pluralidad cultural. Asunto trascendental para poder construir alternativas reales, pues cada pueblo indígena tiene su particularidad: “¿Qué tiene que ver un tarahumara con un mixe? Un mestizo oaxaqueño tiene más en común”, dice Yasnaya. Lo que sí tienen en común todos es que “no constituyen un Estado, son minoritarios y son discriminados. Solo así se puede referir a lo indígena, en términos de

Yásnaya Aguilar en entrevista en el programa Luchadoras de Rompeviento TV. Fuente: Youtube

lo supiera: “¿Tú?, ¿indígena? ¿A poco? Pero si no pareces”. Yásnaya no sólo habla bien el español, sino que su oficio de lingüista y su pasión por la literatura rebasan en conocimiento y propiedad al uso que la mayoría de los mexicanos tenemos de nuestra lengua. Yásnaya era, y quizá lo siga siendo, una ayuujk disfrazada de no-indígena. Pasaba desapercibida en el mundo de los “blancos”, escuchaba los comentarios que entre “blancos” se hacen en relación con los indígenas. Fue desde allí, desde esa trinchera, desde ese camuflaje –su cuerpo y su palabra– que Yásnaya asumió su lucha. Ella pelea por desmitificar al indígena, por repensar ciertos conceptos que nos llevan a acciones apresuradas en relación con políticas indigenistas. Ella derriba preconcepciones, les arranca los lentes a la gente con los cuales, por costumbre, por la educación escolar o por ignorancia, miran a los indígenas. Yásnaya es una luchadora. Para ella, la categoría “indígena” es ambigua, escurridiza y no ayuda a mejorar las políticas indigenistas. ¿Por

unificar una lucha”, dice Yásnaya. En este sentido, argumenta que la lengua no es lo que define a un pueblo indígena, que es importante considerar también su cultura, su pensamiento y su manera de vincularse con la comunidad, la cual se construye día a día a través de la interacción y el compromiso. Y es aquí donde Yásnaya subraya que la labor para mejorar la situación del indígena es entender que no es la lengua o la apariencia física lo que te hace ser indígena, sino tu congruencia con tu pensamiento y tu relación con la comunidad. ¿Pero cuántos de nosotros entendemos esto? Para mejorar la situación del indígena, dice Yásnaya, hace falta trabajar con el no-indígena, volverlo multicultural, intercultural, algo que los pueblos originarios han aprendido a lo largo de sus vidas, sobre todo, a raíz de la conquista. Muchos indígenas hablan por lo menos dos lenguas. En cambio, el resto de la población mexicana, aprende el inglés antes que una lengua indígena.

Para crear políticas adecuadas se requiere de un buen entendimiento de su pensamiento. Para crear empatía hay que provocar el conocimiento. Por ejemplo, Yásnaya comenta que hay personas que no entienden por qué un indígena “pobre” se gasta sus ahorros en un castillo que se quema en una noche de fiesta. Tal vez si esa persona supiera la importancia que tiene para el indígena aportar a su comunidad, lo respetaría. Un castillo es una inversión para toda la vida, pues la comunidad representa la principal seguridad del indígena, el nido que los protege. No se trata de idealizar a los pueblos indígenas, pues entonces, cuando hacen algo mal, a los ojos de la sociedad occidentalizada es mucho más grave. Tal es el caso del renombrado machismo indígena: “Yo soy tan compleja como cualquiera –dice Yásnaya–, las cosas como el machismo lamentablemente son transculturales. A la luz del mito del buen salvaje, no se concibe que un indígena pueda ser machista y por eso se le reprueba más severamente. Todo lo que puede estar en su cultura también está en la nuestra.” Pocos hablan de la gravedad que tienen las imágenes del ideal de mujer occidental que nos impone la sociedad de consumo por todos lados y a todas horas. Esto ha traído consecuencias muy dañinas para nuestra sociedad. Para Yásnaya, si queremos trabajar a favor de los indígenas, la tarea prioritaria es transmitir la experiencia indígena a los no-indígenas. Hay muchas cosas que aprender de ellos: no son sólo lengua, fiestas y pobreza, sino también experiencias cotidianas, como las de los niños ayuuk que juegan libremente en su enorme jardín: su bosque, su tierra, su milpa. Desde pequeños son tratados como personas completas con responsabilidades de trabajo que no pueden dejar de cumplir. Allí es donde se construye su esencia, su “ser ayuuk”. Viven rodeados de música y desde muy pequeños aprenden a tocar instrumentos. También, desde muy pequeños, conocen la historia de su comunidad a través de la oralidad. La historia es la base del conocimiento, la que crea individuos con un pasado y un presente y con valores que permanecerán allí por siempre. Estamos acostumbrados a que el Estado se equivoque con la población indígena basado en prejuicios añejos, porque “somos distintos […] porque no pagamos impuestos, porque no entramos al mercado, el gran motor de nuestra civilización. Si no eres consumidor no eres nadie”. Yásnaya le hace honor a su nombre: así le pusieron por León Tolstoi. Yásnaya Polyana era su casa, allí fue donde escribió la mayor parte de sus obras. Para Tolstoi, la única fuente de conocimiento para comprender la vida era “la sabiduría popular”: “Hay que entender la vida no como nosotros, los parásitos, la vemos, sino como el hombre común de trabajo la ve.”


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AntropologíA, El roCk Es ContrACulturA

Miguel Ángel Adame Cerón

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esde los enfoques de la antropología sociocultural, la contracultura del rock se ha abordado básicamente desde tres perspectivas: como una modalidad subcultural de la cultura popular, específicamente “juvenil”; como una contracultura en lo general (digamos que contestataria) y específicamente de la com­ munitas; y como una manifestación y estimulación del ejercicio y la búsqueda del éxtasis colectivo o la festividad.

El roCk Es subCulturA Se plantea que los orígenes del rock se gestan como una subcultura alterna propia, insertada en una cultura popular que tiene dos vetas: la minoría negra en Estados Unidos y la cultura popular vernácula ubicada en zonas semiurbanas. Se trata de una cultura de y para el pueblo, contextuada en estos grupos y en un período de auge económico y político que repercutirá inmediatamente, sobre todo en los sectores juveniles y estudiantiles de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta tanto en Estados Unidos como en Inglaterra y otros países europeos. Primero como rhythm and blues y rock and roll y posteriormente como rock. Será en estos sectores, dado que son las nuevas generaciones postsegunda guerra mundial, y la música y la actitud de estos ritmos y sus ejecutantes les sirve como un canal de expresión de sus inquietudes “anticonformistas” o “rebeldes”, que será útil para conformar una identidad subalterna, rebelde y de búsqueda de libertades de la juventud de este período, y se prolongará durante todos los sesenta y los setenta. Durante el proceso, esta cultura popular juvenil va siendo cada vez “cooptada” y “desviada” hacia la cultura de masas dominada por las llamadas industrias culturales, concretamente la industria musical (específicamente la disquera1) y la industria del espectáculo, de los medios, de la droga y de la mercadotecnia; claro está que los llamados aparatos de Estado participan en esta reacción contra la cultura del rock. Igualmente, en términos culturales participa la subcultura avant garde (como vanguardia de la exploración artística) y se fusiona con la música de rock, lo que potencia (principalmente en los años sesenta y principios de los setenta) sus creatividades musicales y sus estilos de vida política y sociocultural. Es sabido que, dentro de la cultura juvenil de esta época, se desarrollan múltiples subculturas, grupos y movimientos (hippies, movimientos contestatarios, feministas, ecologistas, pacifistas, etcétera).

Concebir a la subcultura del rock como un movimiento contracultural ha sido el abordaje que ha tenido más adhesiones, no sólo desde el punto de vista de la antropología, sino en el conjunto de escritos sobre esta temática. La concepción más frecuentemente utilizada es la de contracultura (counter culture), pero también se han utilizado otras similares y conexas (como cultura subterránea o under­ ground, cultura subalterna, cultura alternativa, cultura contestataria, cultura opositora o marginal, cultura en opción, cultura a la contra, cultura contrahegemónica, cultura antisistémica o nueva cultura, entre otras). Específicamente, en la corriente de la antropología procesual del ritual, el antropólogo británico Victor Turner ha usado su concepto de communitas para referirse a su carácter antiestructural. En efecto, Turner concibe a la communitas como una relación entre individuos históricos y concretos y con una idiosincrasia determinada que no están segmentados en roles y status, y que mantienen relaciones cara a cara, espontáneas e inmediatas, libres que, por lo tanto, no mantienen inicialmente una estructura o normas. Aunque Turner aclara que existen varios tipos de communitas (existencial o espontánea, normativa e ideológica), e incluso que a lo largo del tiempo las communitas acaban por convertirse en relaciones regidas por la norma y con ejercicios de control social, nos interesa rescatar el primer tipo: existencial o espontánea, en la que predomina “el instante fugaz en su decurso”, el happening, “el perdón mutuo de toda culpa”, es decir, las relaciones espontáneas, inmediatas y no institucionalizadas. Turner ubicó en este tipo de communitas a la literatura, la música –entre otras expresiones artísticas–, así como a las formas de conductas colectivas de las generaciones adolescentes y juvenil-adulta de la beat generación, del movimiento hippie y de otras agrupaciones con estas características de los años sesenta.

El roCk Es fEstividAd Esta tercera vertiente concibe el movimiento juvenil y la cultura del rock como expresión y estimulación del ejercicio y la búsqueda del éxtasis colectivo o la festividad, plantea y pone énfasis en primer lugar en los aspectos rebeldes de los jóvenes rocanroleros y luego rockeros de los sesenta y principios de los setenta, seguidamente y en conexión con ello, los aspectos ritualísticos, festivos y de placer comunal de la cultura juvenil del período. Al respecto está el trabajo de la investigadora Barbara Ehrenreich (Una historia de la alegría, Paidós, 2008) que se basa en varios antropólogos para plantear su perspectiva acerca de la importancia de los éxtasis colectivos en la historia de la convivencia humana, desde los tiempos arcaicos hasta la modernidad capitalista. Precisamente la “rebelión del rock” es uno de los casos que ilustran el cultivo, la expansión y la vivencia de la subversión en búsqueda de la realización y expansión de las experiencias colectivas exaltantes y festivas. Así, en los años sesenta el rock era mucho más que un géne-

Escena de la película Beat Generation, 1959

ro musical: estaba convirtiéndose en el punto de encuentro de una cultura alternativa profundamente alejada de las estructuras dominantes; el rock salió de los teatros y atrajo a sus seguidores a lugares más comunicativos y sociables, por ejemplo “las salas de baile psicodélicas” y los espacios exteriores donde se celebraron los festivales de rock; los jóvenes empezaron a reunir los antiguos componentes del carnaval y los activistas contra la guerra pudieron tomarse un respiro de sus labores de persuasión y organización porque “la paz ya estaba en el ambiente”. Pero, al mismo tiempo, la autora plantea algo importante: la reacción del orden establecido fue de suma hostilidad contra el crecimiento o proceso de desarrollo sociocultural y político de dicha cultura.

A Modo dE ConClusión Las tres perspectivas en torno a la subcultura del rock aportan aspectos que son parte integrante del fenó-


, contraculturayroCk

Hippies

Jimi Hendrix en concierto, Festival de Woodstock, 1969

meno sociocultural, dado que este es –como dijera el socioantropólogo Marcel Mauss– un “fenómeno social total”, esto es, es un complejo multidimensional, compuesto de cultura popular, proyecciones juveniles, rebeldía, oposición, alternatividad, dionisismo, arte y fiesta. 2 En efecto, la cultura del rock de los sesenta y principios de los setenta puede considerarse una contracultura, pero no sólo por lo que tiene de contestatario, sino en lo que tiene de propositivo y creativo: creó, nutrió y retroalimentó aspectos lúdicos, subversivos, artísticos y convivenciales que pretendieron y conformaron estilos de vida alternativos. Desgraciadamente para esa y las siguientes generaciones de jóvenes, la mayoría suConcierto de Avándaro en México, 1971

cumbieron, declinaron o fueron subordinadas al sistema capitalista (drogas, comercialización de indumentaria y símbolos, estereotipación de ideologías, control de los discursos, monopolización de la música y otras artes y su incorporación a la moda, a la cultura de masas y a los medios electrónicos, “espectacularización” de los festivales, institucionalización de varias de sus luchas, etcétera). Así fue que la reacción se incubó en la segunda mitad de los setenta y se impuso en los ochenta y hasta la actualidad, traducida no sólo en hostilidad, violencia y depresión, sino en banalización, subsunción y cinismo con la postmodernidad, el new age, la globalización, el neoliberalismo... en suma, con el capitalismo salvaje y desbocado. Esto no quiere decir que se haya derrotado a la contracultura sesentera de manera completa, con el advenimiento hegemónico del “fin de la historia”, del “fin de las ideologías” y de los “juegos del lenguaje”. Dicha contracultura no se extinguió, pero sí sufrió cambios desmembradores de su efervescencia, de su espíritu rebelde, contestatario y crítico. A partir de los ochenta vino la dispersión, la desviación, la confusión en términos de los objetivos libertarios que estuvieron presentes en los jóvenes contraculturales de los sesenta (sobre todo los de izquierda). Aparecieron y surgieron “tribus”, “colectivos” y “estilos” cuasi, semi y pseudo contraculturales, ubicados más bien en la mera resistencia e incluso en la desesperación, la marginación y la atomización. Ejemplos hay muchos. En México, los hoyos fonkis y las bandas de las zonas urbanas periféricas. A nivel internacional, el punk, el dark, el grunge, los emos, etcétera. Muchos de ellos conservaron algunos elementos contestatarios, pero son definitivamente “oscuros” y carecen de utopías revolucionarias radicales. Reivindicar y recuperar la contracultura sesentera del rock es importante, por lo que tiene de experimentación, rebelión, politicidad, creatividad, ecología, utopía, éxtasis y fiesta; especialmente la festividad, en lo que tiene de gozoso, convivencial y revolucionario. Con estos

Protestas en el Pentágono por la guerra de Vietnam

elementos se estaba –y se está (por parte de los grupos, organizaciones y movimientos que los siguen practicando)– prefigurando una sociedad y una socialidad verdaderamente alternativa al capitalismo (hoy en día paradójicamente monstruoso, decadente y en crisis, pero aún fuertemente dominante y hegemónico). En esa contraculturalidad alternativa han seguido abrevando los jóvenes antisistémicos, anticapitalistas y socialistas, y es, en efecto, donde se puede y debe abrevar reactualizando y proyectando la historia y la utopía sociocultural revolucionaria.

Notas: 1. Así, por ejemplo, John Lennon denuncia cómo ni Los Beatles pudieron contra la industria disquera musical-publicitaria: “Sí, son dueños de todos los periódicos y controlan la distribución y promoción. Cuando surgimos como Beatles sólo estaban los sellos Decca, Philips y emi para producirte alguna grabación. Tenías que nadar por entre toda la burocracia para llegar al estudio de grabación. Estabas en una posición tan endeble que no tenías más de doce horas para hacer un álbum completo. Así le hacíamos en los primeros días. Aun ahora [1971] es un poco así. Si eres un artista desconocido tendrás mucha suerte si te dan unas horas de estudio. Hay una jerarquía, y si no cuentas con éxitos, ya ni te vuelven a grabar. Y controlan la distribución. Con Apple intentamos cambiar esto, pero no pudimos. Siguen controlando todo”. “La entrevista perdida con John Lennon (y Yoko Ono)” Tarik Ali y Robin Blackburn, La Jornada Semanal núm. 941, 17/ iii /2013. 2. Como dice Arturo García Niño, fue una amalgama de revuelta juvenil, religiones orientales, ateísmo, misticismo, posturas apolíticas eminentemente políticas, pacifismo, uso lúdico de drogas naturales y sintéticas, espíritu comunitario y vuelta a la naturaleza, todo ello acrisolado en los happenings, las marchas, los plantones, las tocadas y la vida cotidiana toda

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música, eloído

El ruido y su ensordecedora tortura. La música y su eterno misterio. Ramón Andrés es quizá uno de los eruditos y musicó­ logos que mejor conoce los misterios y los recovecos del alma humana, de la que traza su historia desde la invención del sonido, que imitaba el mugido del bisonte para dominar­ lo. Su obra ensayística y poética, editada por Acantilado, va desde libros de aforismos y poemas hasta libros como el Diccionario de instrumentos musicales. Desde la antigüedad a J . S . Bach; El oyente infinito. Reflexiones y sentencias sobre música; y el Diccionario de música, mitología, magia y religión. Este brillante pensador navarro, nacido en Pamplona en 1955, profundiza aquí en una de sus ideas matrices desde la que desarrolla el resto de su pensamiento: “La música y la necesidad de ritmo, de pautar, de crear simetrías con los sonidos, ha elaborado una forma de pensamiento”.

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a la sensación de que con todo lo que usted ha escrito, sus ensayos, sus poemas, sus diccionarios, es como si quisiera explicar al individuo y a la historia del hombre como especie a través de la música. –En parte es así por la importancia que tiene la música como fenómeno natural. En la música dejamos asomar una parte nuestra muy espontánea, también una forma social de pensar, de organizarse y también de lo que somos capaces de dar a través de otro lenguaje, de un lenguaje paralelo. Ahí se nos ve muy bien, de una manera muy diáfana. Digamos que hay menos truco que en el lengua-

–¿Crees que el origen de la música ya depurada se relaciona con la conciencia del ser humano o con la irrupción de sentimientos como la tristeza o a la felicidad? –Por supuesto que sí. Hoy sabemos, gracias a los estudios de antropología y paleontología, que los funerales hace cien mil años se acompañaban muchas veces con música. Esto sorprende porque puede parecer algo más reciente. Aquel mundo estaba lleno de sonidos que imitaban a la naturaleza; existía la necesidad de explicar la naturaleza a través de una aprehensión de sonidos. Por ejemplo, unas flautas que se han encontrado en unas excavaciones en Alemania ya tienen orificios, lo cual indica que hay la necesidad de crear una melodía. Lo que confirma que somos muy antiguos... Es cuando el ser humano necesita el símbolo, cuando intuye otro mundo, un más allá. De una forma rudimentaria, pero intuye un más allá y tiene atisbos metafísicos. –Precisamente en su libro El mundo en el oído, usted sostiene que en los hallazgos en las cuevas más antiguas de Europa se perciben esos atisbos. ¿Qué importancia tiene esto en la historia del hombre? –Representa muchas cosas, pero es verdad que, al margen de esa imitación de la naturaleza, empieza a aparecer también un deseo de dominio sobre el lugar a través del sonido. Por ejemplo, utilizaban un instrumento que nosotros conocemos como “rombo”, que era un hueso que se pulía en forma de punta de lanza con un cordel que se giraba y eso generaba una vibración y un sonido. Pensaban que ese sonido era el mugido de un bisonte y para ellos era como un conjuro, como haber atrapado esa presa a través del sonido. Esta necesidad de imitar a un animal para poseerlo está todavía en muchas comunidades indígenas. Es muy antiguo. –Entonces usted cree en la música como la mejor vía para acercarse a la metafísica de nuestro origen. Y de nuestro destino. –Pienso que sí, aunque a lo mejor sueno parcial. Porque la música indica muchas veces, por el sonido de la naturaleza, lo previo a nosotros, lo previo a nuestra conciencia. Cuando hacemos un símbolo gráfico, cuando el hombre primitivo crea algo gráfico, ya es una proyección posterior. La música está en el oído y en nuestro interior, y yo creo que ha servido en el sentido metafísico, como podemos ver en Grecia, con Aristóteles y Platón, y después podemos verlo en pensadores como Schopenhauer, Nietzsche o Lévi-Strauss, que le dan mucha importancia al hecho musical.

–De hecho, usted suele recordar las reflexiones de San Agustín sobre la música. –Efectivamente, por su manera de pensar la música. San Agustín es un resumen sagrado de un pensamiento pagano. Como podría ser el pitagórico en la armonía de las esferas; los pitagóricos y los órficos pensaban que cada planeta emitía un sonido y que se creaba una gran escala armónica que sostenía el universo y la tierra ahí en medio. Es decir, que todo estaba sustentado por un sonido. En el fondo, por una vibración. Y eso es muy importante. Hoy esas reflexiones nos pueden parecer muy ingenuas, pero hay que recordar que estaban hechas con matemáticas y que calculaban las distancias a su manera entre planeta y planeta y, por lo tanto, entre altura de nota y nota. La tierra representaba el silencio y alrededor se generaba una música: la música de las esferas o la armonía de las esferas. –Una evocación en la que Bach es una figura determinante. ¿Por qué? –Bach es el eje de la gran tradición polifónica de Occidente y la apertura hacia una música más abstracta. Bach es capaz de generar una música que puede escucharse en actos sociales, como funerales, o en momentos de exaltación, como se ve en la mística que está en las cantatas, en las pasiones. Y a la vez es capaz de crear obras extraordinariamente abstractas como la Suite para violonchelo solo, que era un instrumento que prácticamente no tenía repertorio solista porque sólo era para acompañar el bajo continuo. O el Clave bien temperado, por ejemplo. El Arte de la fuga o la Ofrenda musical. Por todo eso, Bach es algo que no se explica. Es haber entendido la abstracción del mundo y, sobre todo, haber comprendido que todo gira, que todo es una mudanza. Que nada es. Que nada se puede fijar. Que nada permanece, pero no desde la melancolía o desde la tristeza, sino desde la idea de que somos materia viva, en transformación.

Es haber entendido la abstracción del mundo y, sobre todo, haber comprendido que todo gira, que todo es una mudanza. Que nada es. Que nada se puede fijar. Que nada permanece, pero no desde la melancolía o desde la tristeza, sino desde la idea de que somos materia viva, en transformación.

El silencio y sus evocaciones poéticas.

je oral. En ese sentido me ha interesado mucho la música como explicación del fenómeno humano, como individuo y como especie. Está clarísimo que la música y la necesidad de ritmo, de pautar, de crear simetrías con los sonidos, ha elaborado una forma de pensamiento.


VOZ INTERROGADA

entrevista con Ramón Andrés Armando G.Tejeda

y elsilencio

Fotos: página de Facebook de Ramón Andrés

–Y que rehuye poner los sentimientos y el conocimiento en espacios estancos, ¿no es así? –Exacto. Eso es lo profundamente moderno y al mismo tiempo lo profundamente antiguo; por lo tanto, permanente, de siempre. Bach era un melancólico precisamente porque vivió en un espíritu de soledad. Los libros y la musicología alemana del siglo xix lo han presentado como un matemático, como alguien imperturbable, frío y calculador. Y no hay nada de eso. Bach es otra cosa. Es el pensamiento puro en música. –En su Diccionario mezcla magia, música, instrumentos y religión. ¿Qué le llevó a escribir esta obra tan curiosa y singular? ¿Es, quizá, una forma de intentar de explicar todo lo inexplicable que hay alrededor de la música? –Sí, creo que sí. Es lo no explicable, pero sin tratar de hacer esoterismo ni nada parecido. Es lo que está más allá de nosotros, que está aquí, pero que quizá no sepamos distinguir o ver. Como si nos faltara una dimensión cerebral para captar algo que tenemos al lado y que no vemos. Y luego también, en ese diccionario, también he querido expresar la cualidad o la capacidad que tenemos los seres humanos para la fabulación. De instituir símbolos, de pensar que detrás de un árbol también hay música, con las hojas. O de cómo utilizaban eso en Grecia para descifrar oráculos. Cómo sonaba el viento en un roble, qué les decía y qué interpretaban. Toda esta capacidad de fabulación que está en nosotros, y que ahora tenemos reprimida, creaba un mundo abierto al enigma que nosotros, como

los hombres técnicos en que nos hemos convertido, estamos aboliendo. –Y las respuestas que fue encontrando siempre han sido abiertas, nunca cerradas, porque todo está en movimiento, como la música de Bach. –Efectivamente. Pero era un mundo que tenía más relieve. Ahora hemos homogeneizado todo. Una tienda en México se parece extraordinariamente a otra en Barcelona o Birmingham. Estamos creando esa corriente de talla única de la que hablaba Hegel, y en eso hemos perdido muchos rincones de nuestra mente. –La música también tiene una parte más tenebrosa. Por ejemplo, la relación entre la música y las guerras, o las proclamas patrióticas que tiñen de sangre las partituras. –Nunca me han interesado los himnos de ningún lugar. Pero el porqué tiene una explicación muy antigua. Esta exaltación patriótica o la utilización de la música en las guerras ya la usaban los egipcios, que tenían instrumentos para estimular al guerrero. Los ritmos de los mayas o de los aztecas también eran para estimular la lucha. O los espartanos o los persas, que tenían mucho de esto y que se pueden ver en las historias de Herodoto o Tucídides, en donde se narra la importancia de los instrumentos de viento para dar coraje en el combate. Esto ha derivado en las marchas militares y en los himnos, y en la apropiación de la música o la creación de músicas para causas siniestras.

–Usted recuerda precisamente que el primer sentido que desarrollamos es el oído y lo hacemos en el vientre materno. –Es así. Somos oído. Las revelaciones espirituales han venido a través del oído porque los dioses no se ven. Es el oído el que nos hace presentir algo; ya sea a través del viento, del sonido de un árbol, de una catarata, de un río o del mar. De algo que nos evoca que hay una fuerza que nos envuelve. En toda la tradición judía aparecen truenos o vientos fuertes como revelaciones de Dios. Y Dios nunca se ve, pero lo intuimos por el oído. No lo hemos tocado nunca. No lo hemos probado nunca. Pero hemos oído estas fuerzas sobrenaturales, o que creemos sobrenaturales. –Uno de sus impulsos intelectuales ha sido precisamente la expresión a través del silencio. O, dicho de otra manera, la búsqueda del silencio como antesala del conocimiento. –El silencio está recobrando terreno, si es que alguna vez lo ha tenido, porque permite pensar. Permite que se aposenten las ideas, el saber, sobre todo en un mundo tan agitado en el que el saber no puede reposar, no puede tener poso porque todo está en continua agitación y no sedimenta nada. Todo consiste en información muy rápida, muy abultada, de corta y pega. Cuando se habla del silencio mucha gente piensa en algo sagrado o espiritual y se trata del silencio interior de uno mismo. De dejar de remover el vaso con la cucharita para que todo se pose, porque necesitamos tiempo interior. El mundo civil no ha conseguido estos espacios de silencio para poder hacer. Es una carrera de amontonamiento, de negación del vacío por miedo y porque necesitamos producir y acumular cosas sin saber muy bien para qué. Y como el silencio cuestiona todo esto, entonces se vuelve incómodo, peligroso. Por eso en mi libro No sufrir compañía. Escritos místicos sobre el silencio, quise hacer una antología de pensadores españoles quienes, por cierto, estaban muy perseguidos y mal vistos por la Iglesia, como San Juan de la Cruz, Francisco de Osuna o Santa Teresa de Jesús, precisamente porque cuestionaban. Todos ellos escribieron sobre el silencio, que es lo contrario de la pompa eclesiástica que tanto le ha gustado a las autoridades de la Iglesia. En el libro está la confluencia de muchas tradiciones espirituales precisamente en el silencio. –Le voy a leer en voz alta algunos de sus aforismos y si quiere comentar algo, bienvenido sea. O si prefiere silencio, también bienvenido sea. “No pretendemos hacer camino, sino conquistarlo.” –Esa es nuestra pena, y está en relación con todo lo que hemos comentado; el camino ya no importa, sino su conquista. Es decir que estamos en él y que probablemente es nuestro. “La austeridad debería empezar por el silencio.” –Sí. Hay que ir al silencio. “El que grita saquea.” –Yo detesto el grito, que me griten. No lo soporto. “La esfera de lo eterno es la esfera de lo cantado.” –Sí, porque la canción hace las cosas eternas. Pensamos en los cantores que entonaron los cantos homéricos o los que están cantando ahora y siempre nos remiten al mismo mundo. A un mundo que no está aquí pero que es éste. Eso es lo eterno. “El primer estrado fundó la muerte.” –Yo creo que sí. El primer estrado, el primer púlpito, a eso nos redujo. Nos quitó libertad

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El rock,

Jornada Semanal • Número 1010 • 13 de julio de 2014

Xabier F. Coronado

literatura

lA litErAturA En El rock and roll

E

William Burroughs con Tom Waits

l rock celebra aniversario y casi todos nos felicitamos. Hay que alegrarse porque esa manera de hacer música, que rompió moldes y creó nuevas formas, haya alcanzado una madurez que muchos no auguraban. Lo bueno es que el rock, al no tener un perfil único por ser multifónico, ilimitado y mutante, admite variedades; por eso muchos estamos de aniversario. A mediados del pasado siglo se produjo un fenómeno social sin precedentes: en una generación la juventud experimentó un evidente cambio de actitud. La conciencia juvenil se abrió a la búsqueda de otra visión del mundo y, aunque mucho se lo engulló el sistema, hubo consecuencias. Entre ellas, nuevas formas de expresión que se manifestaron, sobre todo, a través de la literatura y la música en donde surge el fenómeno del rock and roll. Muchas cosas se quedaron atrás y otras, como el rock, llegaron para quedarse y marcar nuevos ritmos por caminos contrapuestos que todavía se bifurcan. Una retícula que se extendió para penetrar el panorama musical y social de las últimas décadas. Desde su origen, el rock trascendió el ámbito musical para convertirse en un concepto sociocultural: nació como contracultura y se convirtió en movimiento popular para diferentes ambientes y capas sociales. Es una plaga que se transmite entre la juventud cada nueva generación, pero que trasciende barreras de edad porque aquellos pioneros que aún viven siguen llevando el veneno del rock en sus venas. La palabra tiene la siguiente definición en el diccionario de María Moliner: “(ingl.; pronunc. [rocanrol]) m. Género musical surgido en Estados Unidos hacia los años cincuenta, de ritmo muy marcado y melodía sencilla y pegadiza. Þ Grunge, heavy [metal], punk, rockabilly.” Los antecedentes del rock hay que buscarlos en el gospel, el blues (rythm and blues) y en la música folk (country). Estos ingredientes, puestos en la coctelera con unas gotas de jazz, todo batido con la fuerza del inconformismo, produjeron un compuesto cuya esencia permanece en todas las formas en que fue mutando. El rock es una música que se fusiona con facilidad –jazz rock, pop rock, flamenco rock, folk rock, etcétera–, y se adapta a medios y clases sociales: rock urbano, country rock, heavy metal; rock proletario… El rock requeriría una larga y lúcida exposición para explicar y comprender su existencia. En este texto nos conformamos con hacer unos apuntes sobre su relación con la literatura, simbiosis que se ha mantenido activa todos estos años.

Si buscamos huellas literarias en la música rock aparecen decenas de rastros en toda su historia, tanto en los nombres de las bandas y de las canciones como en las letras que acompañan la música. La relación sería interminable, pero se pueden apuntar datos concretos para satisfacer curiosidades. Vamos a hablar, sobre todo, de autores literarios y libros, por ser ellos las fuentes donde se inspiraron los músicos rockeros para poner nombres y escribir textos. Los libros más antiguos de la historia de la humanidad, leyendas anónimas y relatos contados por escritores de todas las épocas, están en esa larga lista derivada del afán de los compositores de rocanrol por musicalizar la literatura. Las grandes obras literarias captaron desde el principio la atención de esta música, que paradójicamente muchos califican de bárbara e inculta, creada e interpretada por individuos antisociales que se drogan y no tienen base moral. De la Biblia echaron mano, entre otros, Leonard Cohen para sus canciones “Story of Isaac”(Songs from a room, 1969) o “Hallellujah” (Various positions, 1984). En su último trabajo, Johnny Cash compuso “The Man Comes Around” , basado en el Libro del Apocalipsis (American iv, 2002); y Depeche Mode un tema llamado “Judas” (Songs Of Faith And Devotion, 1993). Hay canciones fundamentadas en clásicos grecolatinos: la Odisea fue inspiración para Eric Clapton, cuando tocaba en Cream, en el tema “Tales of the Brave Ulysses” (Strange Brew, 1967); Virgin Steele se basa en la Orestíada, tragedia de Esquilo, para componer una ópera-metal en dos actos, The House of Atreus (2000); y Deus Ex Machina, grupo de rock progresivo que canta en latín, tiene el álbum De Repú­ blica (1995), sobre esa obra de Cicerón. La leyenda de Sigfrido sirve a la banda German Oak para su trabajo Nibelun­ genlied (1976), y no se libran de tener sus versiones en rock autores clásicos como Cervantes, Dante o Shakespeare. Entre muchos otros escritores, hay que nombrar algunos de los más solicitados por el rock. El genial William Blake (1757-1827) fue referencia para el nombre de The Doors; Bob Dylan se inspiró en “Auguries of Innocence” para componer “Every Grain Of Sand” (Shot Of Love, 1981); The Verve se hizo eco del poema “London” en su tema “History” de A Northern Soul (1995), y Patti Smith le compone una oda, “My Blakean Year”, en Trampim (2004). Jefferson Airplane, recuerda a Lewis Carroll (18321898) en un tema psicodélico de ritmo raveliano, “White Rabbit” (Surrealistic Pillow, 1966). Por su parte, Tom Waits le dedicó un álbum con el nombre genérico de Alice (2002). Carroll es de los escritores más adaptados en la historia del rock y quizás de los peor comprendidos, como le pasó a John Lennon, que compuso para The Beatles la canción “I Am the Walrus” (Magical Mystery Tour, 1967), basándose en el poema de Carroll “La Morsa y el Carpintero”; Lennon confesó no haber entendido, hasta lecturas posteriores, que en la morsa el autor había personificado al sistema capitalista. Esa misma canción tiene mezclada al final una

Derecha: Bob Dylan con Allen Ginsberg

grabación de radio con un fragmento de El rey Lear, de Shakespeare. Entre los escritores más requeridos por los rockeros está Edgar Allan Poe (1809-1849), en quien Alan Parsons Project se inspiró para su primer trabajo, Tales of Mystery and Imagination (1976); los españoles Radio Futura se basaron en el último poema escrito por Poe para componer su tema “Annabel Lee” (1987), y Lou Reed lo recordó en su disco The Raven (2003). George Orwel (1903-1950) es referencia para muchas composiciones: el álbum Animals, de Pink Floyd (1977) y el tema de Suede, “We Are The Pigs” (Dog Man Star, 1994), están inspirados por Rebelión en la granja. La novela 1984 influyó en David Bowie para componer Diamond Dogs (1974), y la banda inglesa The Jam utilizó el Homenaje a Cataluña para “Start”, de su disco Sound Affects (1980). J . d . Salinger (1919-2010) es otro autor que está presente en multitud de canciones, entre ellas “Bananafishbones”, de The Cure (The Top, 1984); “Who Wrote Holden Caulfield?”, de Green Day (1992); “I Fought In A War”, de Belle & Sebastian (2000), y en el tema “Catcher In The Rye”, de Guns N’Roses (2008). Para finalizar este recuento de los escritores más solicitados por el rock, falta J. g. Ballard (1930-2009): Buggles, “Video killed the radio star” (The Age of Plastic, 1979); Joy Division, “Atrocity Exhibition (Closer, 1980); el dúo australiano Empire of The Sun toma su nombre de un texto homónimo del autor; igual que Klaxons, en su álbum Myths Of The Near Future (2007); etcétera.

lA litErAturA beat y El roCk Hay quienes aseguran que existe un antecedente literario que influyó en el surgimiento del rock –quizás por eso la


a y experiencia Izquierda: Patti Smith con William Burroughs

Kurt Cobain visitando a William Burroughs

música rock va desde sus orígenes unida a la literatura– y echan la culpa a los escritores de la generación beat de contagiar a la juventud con esa manera desesperada e inconformista que que tenían de vivir. Una piña de escritores amigos, que viajaban juntos y exploraban otras maneras de relacionarse: Jack Kerouac, Neal Cassady, William Burroughs, Allen Ginsberg, John Clellon Holmes, Herbert Huncke y Gregory Corso, agarraron esa corriente vagabunda que cristalizó en una serie de libros donde quedó reflejada su búsqueda frenética de algo diferente. Al ser contemporáneos, escritores y músicos interaccionaron entre ellos. Por su prematura muerte, Jack Kerouac (1922-1969) fue el escritor que menos se relacionó con los rockeros, aunque es recordado por muchos de ellos. Estos son algunos ejemplos: King Crimson se refiere a On the Road en la canción “Neal and Jack and Me”, del álbum Beat (1982); The Smiths componen “Pretty Girls Make Graves” (1984), con una de sus frases más comentadas; Elliot Murphy hacía lo propio con “The Ballad of Sal Paradise” (1987); y 10,000 Maniacs lo aluden directamente en “Hey Jack Kerouac” (1993). Pero sin duda fueron Allen Gisberg y William S . Burroughs quienes más se mezclaron con los músicos de rock. Ginsberg participó activamente en el movimiento punk rock: en la canción “Ghetto Defendan”, del álbum de The Clash, Combat Rock (1982), recita un mantra budista (El Sutra del Corazón); también compartió con el grupo inglés escenario en algunos conciertos. En el documental de Yony Leyser, W.S. Bou­ rroughs: A Man Within (2010), aparecen Patti Smith, Iggy Pop y Thurston Moore, de Sonic Youth, hablando sobre el autor. Además, se ven fotos del escritor con Frank Zappa, Mick Jagger, Sting, Kurt Cobain y componentes de los grupos Blondie, rem, U2, The Clash, Ministry, etcétera. El término “Heavy Metal” fue sacado de un texto de Burroughs, al igual que nombres como “Soft Machine” o “Steely Dan”. También colaboró directamente con varios músicos, entre ellos Tom Waits o Nick Cave (Smack My Crack, 1987) y Kurt Cobain (The “Priest” They Called Him, 1993) Ginsberg y Burroughs fueron amigos de la cantante Patti Smith y compartieron a menudo recitales y lecturas. La creadora de Horses (1975) piensa que hay una conexión real entre Burroughs y el punk: “Hay pasajes en sus libros en los que profetizó el punk. William tuvo esa visión del futuro en todo el mundo de Johnny, personaje de la novela The Wild Boys.” Burroughs tuvo una columna, “El tiempo de los asesinos”, en la pionera revista de rock Crawdaddy. Para Joe Strummer, líder de The Clash, “el punk rock fue influenciado por Burroughs porque yo veo al punk como algo amplio, internacional, antiautoritario, un redescubrimiento

David Bowie y William Burroughs

cultural y una revolución recreativa”. Burroughs elogió y recomendó a los Sex Pistols y es considerado por muchos el padrino del punk, aunque él mismo declaró: “No soy punk y no sé por qué me consideran el padrino del punk.”

lA litErAturA dE lA ondA Desde otro ángulo, son numerosos los libros que se escriben sobre rock. Entre ellos podemos diferenciar los que tratan aspectos concretos –historia, análisis, biografías– y los libros de ficción que en su trama ponen al rock en lugar destacado. Siguiendo la temática literaria, centrada en este país, es obligatorio mencionar que, a mediados de los años sesenta, surgió un grupo de escritores que crearon la versión mexicana de la literatura beat, bautizados por Margo Glantz como “la literatura de la onda”. José Agustín (1944), Gustavo Sáinz (1940) y Parménides García Saldaña (1944-1982), formaron el núcleo de escritores de la onda. La literatura generada por estos autores supuso una ruptura con la manera de escribir que se había tenido hasta entonces en México. Fundamentalmente, incorporaron otro vocabulario y una temática que estaba impregnada por las inquietudes de la juventud “en la onda”: marginación, inconformismo, sexo, drogas y rocanrol. El resultado es una serie de libros que hoy en día podemos considerar ya clásicos recientes de la literatura mexicana: La tumba (1964), De perfil (1966) y Se está haciendo tarde (1973) de José Agustín; Gazapo (1965), Obsesivos días circulares (1969) y La princesa del Palacio de Hierro (1974) de Gustavo Saínz; Pasto verde (1968), El rey criollo (1970) y En la ruta de la onda (1972) de García Saldaña; y Chin chin el teporocho (1971) de Armando Ramírez. Son novelas y relatos de jóvenes para jóvenes donde el viaje es urbano; el desencanto y la inquietud por ser libres, total; y en ellos la contracultura, la literatura y el rock están siempre presentes. Como ejemplo, cabe señalar que cada uno de los relatos de El rey criollo lleva de encabezamiento la letra de una canción de los Rolling Stones que el autor tradujo al lenguaje de la onda: auténtica literatura con soundtrack.

El roCk CoMo litErAturA Queda un último ángulo de esta relación: el rock como literatura. La parte literaria del rocanrol es muchas veces relato o historia, pero sobre todo poesía. Por eso bebe en fuentes literarias para consolidar memorias y excitar creatividades. Músicos de rock como Leonard Cohen o Bob Dylan han recibido premios literarios por sus textos; otros son más compositores que poetas, pero en todos coexisten, en simbiosis íntima, música y literatura: cada una con sus cualidades propias apoya a la otra y, como resultado, se enriquecen mutuamente


Arnaldo

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Carlos Martínez Assad

Córdova

y La ideología de la Revolución mexicana

C

uando publicó La ideología de la Revolución mexi­ cana, el nombre de Arnaldo Córdova ya era sinónimo de alguien inteligente que había trabajado en Italia con Humberto Cerroni, muy familiar para los estudiantes de entonces de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Se hablaba entonces de las crisis de los paradigmas y 1973 fue un año de intensas búsquedas y de discusiones notables en un amplio espectro que iba de Adolfo Sánchez Vázquez a Enrique González Pedrero. No habían transcurrido cinco años del movimiento de 1968 ni dos de la agresión del Jueves de Corpus de 1971. Había surgido el gobierno de la Unidad Popular en Chile y pronto esa utopía caería. Desde febrero de 1973, los interesados pudimos adquirir La ideología...; unos meses después (parece que en junio) fue la presentación en la Librería Gandhi, que apenas hacía dos años se había convertido en lugar de encuentro de los universitarios atraídos por varias actividades culturales. Me impresionaron varios asuntos: la forma como fue discutido el libro por Carlos Monsiváis, la imposibilidad de darle la voz a todos los que querían hablar entre el público y, por supuesto, la respuesta de Arnaldo. Él se consideraba ante todo politicólogo y jurista, aunque para muchos se trataba de un historiador y el gremio consideró esa obra como “estrictamente histórica” e incluso como “una aportación de relieve a los estudios históricos”. Para el autor, la historia es parte fundamental de su metodología para el análisis político, y él mismo lo dice: “mi principal herramienta de investigación ha sido siempre la historia, a la que alguna vez llamé, con la mayor convicción, maestra de la política”. En efecto, Arnaldo se acercaba con su libro a los debates que tenían lugar entonces tanto en las ciencias sociales

como en la filosofía política. Se debatía siguiendo los escritos de Marx y Engels, en particular esgrimiendo La ideo­ logía alemana. Luis Villoro iniciaba un artículo al respecto: “La palabra ‘ideología’ es usada actualmente en los más diversos sentidos. Estos pueden variar desde una acepción tan amplia y vaga como ‘un conjunto de creencias generales sobre el mundo y la sociedad’, hasta otra más estrecha pero igualmente vaga como ‘conciencia falsa’. Sin embargo, Carlos Pereyra consideraba a la ideología como un concepto sociológico perteneciente a la teoría de la sociedad y agregaba: “carece de sentido preguntar si una ideología es verdadera o falsa”. La discusión tenía lugar durante el auge del estructuralismo althusseriano. Con un bagaje teórico marxista, Córdova avanzaba y definía “la ideología de la clase dominante como un movimiento colectivo de ideas y valores o creencias, que de alguna manera inspira, define o dirige la conducta y la acción de esa clase social en la realidad política, económica y social y que se plantea la promoción, la defensa, la explicación general y la justificación del sistema social imperante”. Y así encontraba la pauta para dar cuenta del liberalismo y el positivismo mexicanos. El punto de partida de Córdova fue el análisis teórico y, como él mismo afirma, no buscaba el relato cronológico de la historia tradicional, ni la reconstrucción de los hechos; así se distanciaba de los historiadores tradicionales descriptivos en su forma de aproximación reflexiva. El libro, pese a la propia apreciación del autor, se inscribió en la historia de las ideas, un campo poco frecuentado entonces en la historia de México, aunque coincidía con las obras de Charles Hale, El liberalismo mexicano en la épo­ ca de Mora (1821-1853) (Siglo xxi , 1972) o la de James d . Cockroft, Los precursores intelectuales de la revolución me­

xicana (Siglo xxi , 1968). De su lectura logro desprender varios puntos:

• Córdova vio entre el porfiriato y la Revolución una continuidad vinculada al proyecto capitalista. Para ello debía romperse con la idea difundida durante varios años de igualar ese período con una “edad media” de la historia mexicana. Fue años después, en 1982 con Francois-Xavier Guerra, en Del antiguo régimen a la Revolución ( FCe , 1988), cuando se reforzó la idea de las continuidades. La coincidencia se dio aunque los objetivos buscados fueron diferentes.

• Arnaldo inició su capítulo“Del Liberalismo al Populismo” un poco en los mismos términos que el Zapata y la Revo­ lución mexicana de John Womack Jr. (Siglo xxi , 1969). Decía: “En México, la Revolución nace acompañada de una candente defensa del pasado”, pero da un sesgo cuando completa la idea porque “el pasado no es el porfirismo, sino la tradición libertaria que se da a partir de la independencia”. Ese pasado no era el porfirismo sino la tradición de los valores de la Constitución de 1857. Tal como se pondrá de manifiesto con los clubes liberales y la acción, por ejemplo, de los hermanos Flores Magón y todas las ideas que cristaliza el movimiento de Francisco I. Madero.

Para él, Madero es, como afirma Stanley Ross, no el creador de la Revolución porque ésta contaba ya con sus cimientos; más bien la proveyó de una bandera y de un caudillo que simbolizó el deseo de cambio de los descontentos. Veía a Madero como el eslabón entre el elogio y la crítica a Porfirio Díaz, pero el ideólogo capaz de luchar por “el grandioso ideal democrático, consistente en la reivin-


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ENSAYO

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dicación de nuestros derechos, a fin de dignificar al mexicano, de elevarlo de nivel, de hacerle ascender de la categoría de súbdito, a la que prácticamente está reducido, a la de hombre libre.”

• Al diferenciar las luchas de Zapata y de Villa, Córdova se

• Con lo que designó “la otra revolución”, Arnaldo rescató

el impacto que sobre las masas populares tuvo lo que Luis Cabrera llamó la “clase media intelectual”, categoría a la que consideró “el núcleo del resurgimiento democrático en 1909”. Bajo ese parámetro consideraba que el movimiento zapatista no puede entenderse como una revolución porque “una revolución, política o social, nunca es local, ni mira a restablecer el pasado; una revolución es nacional, y por ello mismo se plantea como primer objetivo la toma del poder político”. La utopía revolucionaria era entonces algo que no se había cumplido.

En la asunción del populismo, Córdova dice: “En el breve periodo durante el cual don Francisco i . Madero ocupó la Presidencia de la República, México conoció el régimen de mayor libertad y de más efectiva democracia en toda su historia”. Con esta afirmación también se adelantó a otros historiadores que revaloraron más adelante el maderismo, aunque tal argumentación fue puesta en duda por nuevos archivos antes desconocidos. Lo importante es que Madero tuvo claridad sobre los problemas sociales, como la necesidad de crear la pequeña propiedad; sin embargo, no pudo dejar de lado al personal político del antiguo régimen.

Venustiano Carranza no pensaba en forma tan diferente de Madero y no hay que olvidar que éste veía con desconfianza a quien había sido un gobernador postulado por Porfirio Díaz. Pero fue precisamente Carranza quien inició la respuesta contra el golpe y asesinato de Madero activada por la acción de Victoriano Huerta por medio del Plan de Guadalupe. Además contribuyó a la reforma que desde la Ley del 6 de enero de 1915 inauguró lo que el autor llamó “estilo populista”. Con la Constitución de 1917 afianzó

“Los sujetos sociales relevantes, para los que el propio sistema existía, a cuyo servicio se ponía al Estado, y a la sociedad entera, eran tan sólo los propietarios, y ello en particular, en razón de ser quienes detentaban la riqueza.”

deslindaba de la historia oficial que ya mostraba su agotamiento. “Los diferencia netamente el arraigo profundo y casi atávico del primero y sus seguidores, a su tierra, frente a la movilidad y desarraigo de lumpenproletario rural del segundo”. Dicho de otra forma, donde abundaban las comunidades agrarias despojadas había que devolver la tierra, y donde prevalecían los más grandes latifundios, lo básico era dividirlos. Posteriormente Friedrich Katz, en Pancho Villa (era , 1998), dio la dimensión exacta del significado de esa lucha como ya lo había hecho Womack para Zapata. El ideal individualista de la pequeña propiedad de Villa no tenía que ver con el problema de pueblos y comunidades del segundo; la diferenciación estaba claramente marcada.

ArnAldo C órdovA

su idea de un Estado fuerte, sin dejar de lado su idea de conciliación de clases; sin embargo, según el autor no fue tan audaz para llevar adelante todas sus reformas. Privó la concepción liberal individualista, pero aún así se redactó el artículo 27 para dirimir todo lo concerniente al problema agrario y las facultades del Estado sobre las tierras.

• Respecto a los personajes, sin Carranza es difícil enten-

der a Obregón y sus capacidades como caudillo para organizar al Estado. Desligado de la personalidad autoritaria de Carranza, Obregón –con su prestigio militar– logró hacer del populismo su práctica política. Con Calles prevalecerá la política del hombre fuerte gracias a sus cualidades administrativas y su particular capacidad para crear instituciones.

Además del lúcido libro de Arnaldo Córdova, la nueva historiografía ha mostrado el México diverso en el cual la Revolución tuvo motivos y desarrollos muy diferentes, como lo atestigua la investigación empírica cuando nuestro enfoque se concentra en espacios más específicos. Los casos de Chihuahua y aun de Morelos explican las profundas causas de los levantamientos vinculados a cuestiones agrarias, pero otros estudios como el de Gilbert Joseph en Yucatán explican “la revolución desde fuera”, el proceso por medio del cual, de manera consciente, los jefes revolucionarios buscaron extender el movimiento político e ideológico a todas las regiones del país, incluso en aquellas menos revolucionadas. La historiografía, con énfasis en los procesos regionales, ha demostrado que la Revolución fue llevada también a Tabasco y a Veracruz, así como que nunca logró implantarse en Chiapas, que aún espera una interpretación desligada de prejuicios. También se ha establecido que los intereses de los revolucionarios no coincidían necesariamente, y esto se puede ver con el ejemplo de la concepción capitalista y provinciana de Francisco i . Madero, que puede resumirse en el choque de intereses de clase entre lo que su padre consideró “nuestros 18 partidarios millonarios” y los mineros norteños, rancheros, campesinos y agraristas. Desde luego, ningún proceso es puro, por lo que no puede negarse la presencia de antecedentes y situaciones que influyeron en las prácticas que dieron sentido a las acciones revolucionarias, de acuerdo con los idearios que se aplicaron en los diferentes lugares. Unos están más próximos a las generalidades y otros ponen el acento en las particularidades, según sus propias tradiciones y antecedentes históricos. Así, algunas regiones fueron más revolucionarias al comienzo, otras se aletargaron y, finalmente, las demás se radicalizaron e incluso mantuvieron un fuerte activismo ya en el período revolucionario. La ideología de la Revolución Mexicana, de Arnaldo Córdova, queda como uno de los análisis más lúcidos y avanzados de la historia de la ideas, con un arsenal del pensamiento y de la inteligencia que se ha desarrollado en el país. Su influencia en la actividad docente ha sido definitiva y acaso sus argumentos fueron de los que más dieron en qué pensar; tal sucede con su disyuntiva conceptual de la revolución política y la revolución social, que orientó muchas de las investigaciones que luego se produjeron. En lo personal, su reflexión histórica, para la cual se apoya en la ciencia política, amplió mis perspectivas; es decir, le perdí el miedo a pensar en la historia con algunas de las herramientas de la sociología. Mucho hemos aprendido de lo que ha escrito Arnaldo Córdova, desde su libro La formación del poder político en México (1972), pasando por La política de masas del carde­ nismo (1974), hasta La Revolución en crisis. La aventura del maximato (1995), que aun sin que él lo considerara la saga para entender la formación del poder, es exactamente eso: una obra integrada para la comprensión del presente

en nuestro próximo número:

Filosofía, política y poder: los Cuadernos negros de Heidegger Ángel Xolocotzi Filosofía y psicoanálisis

España: Guerra civil y exilio

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

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Naief Yehya

Ricardo Guzmán Wolffer

M

ARGUERITE YOURCENAR DICE QUE es la mejor novela de todos los tiempos y todas las lenguas: la amplia Novela de Genji, de la japonesa Murasaki Shikibu (siglo x), habla de varios temas aún vigentes. Aunque la autora perteneció a la aristocracia y sus principales personajes son nobles de primera categoría (ella era de “segunda”), las andanzas amorosas y sexuales del príncipe Genji se leen en varios niveles. Desde la anticipación freudiana –se establecen las ausencias infantiles como generadoras de preferencias en la juventud y madurez–, hasta la necesidad de hablar en poemas, para establecer el máximo grado

Ilustración de Masao Ebina

de refinamiento entre los nobles del pe- con quien ha estado por años, dice: “Heríodo Heian, siempre aconsejados, y mu- mos pasado muchas noches/ como dos chas veces dirigidos, por el clan Fujiwara, hermanos./ Tarde o temprano/ tenía que al cual pertenecieron Murasaki y su espo- llegar el momento.” Uno de los atributos so. También se advierten las influencias de la narración de Shikibu es la falta de religiosas y fantásticas (duendes, anima- adjetivos como narrador: apenas califiles mágicos, brujas, etcétera), muchas ca las acciones, sólo las describe. Genji podría ser considerado hoy coprovenientes de China (como siglos después continuaría mostrando el Nobel mo misógino: “las mujeres inteligentes Mo Yan). Incluso la novela puede ser vis- suelen ser complicadas, y, siempre a punta como un tratado de filosofía: el prínci- to de mostrarse celosas, obligan a los pe reflexiona sobre la transitoriedad de hombres a estar perpetuamente en guarla vida y la repetición de las situaciones dia”. Luego de escuchar a Una No Kami en la distancia y el tiempo: “basta con hablar sobre las distintas clases de mujeque me sea dado contemplar las flores res que llegan a la Corte y cuál es convede una nueva primavera para que me afe- niente para esposa, o amante, o consejera, rre a la realidad visible, por más que sepa Genji contesta: “¿No sería mejor olvidar que es sólo un sueño volátil”. En la tradi- las categorías y cortejar muchachas capación budista de la época, el karma es la ces de aportar buenas dotes?” La paradoja del personaje es que el materialización de los errores cometidos en una vida y su mala influencia en las deseo desbordado nunca se sacia. No imreencarnaciones sucesivas: Genji comete porta cuántas mujeres consiga, siempre atrocidades a granel. Incluso en la época, querrá más. Y en esa necesidad apremiante no hay reposo ni alegría. Apenas sus andanzas eran mal vistas. Genji es un extraño esclavo de su fas- un instante de satisfacción para respirar cinación por las mujeres. Es más una víc- al impulso siguiente. Favorecido por el tima de tal compulsión del Eros (como el soberano debido a su belleza y aptitudes, protagonista de El hombre que amaba a desde pequeño su paso por la Corte es las mujeres, de Truffaut, quien fallece visto con asombro, pero también como siguiendo las últimas piernas que se le señal de males venideros. “El emperador paran enfrente) que un Casanova, pero el volvió a asustarse: ¿cuánto tiempo pertiempo todo lo cura. Bueno, casi. De ahí manecería en la tierra aquel prodigio?” La novela ha dado pie a varias pelícuparte del éxito de esta amplia novela: la figura del pecador redimido es un atrac- las y novelas gráficas. La Novela de Genji tivo en todas las épocas. A pesar del refi- es un relato de largo aliento que destila namiento de los estudiados poemas que situaciones contrastantes: ante el inaudisuelta a sus muchas conquistas, no se to atrevimiento de Genji las damas reacdetiene ante la edad o la posición social. cionan halagadas, pero terminan por suEs capaz de pasar peligros mortales para frir. Él se despide: “¡Tan pocas han sido conseguir a las mujeres. Los abusos de las noches compartidas,/ tan pocos los Genji marcan a sus víctimas: posee violen- sueños!/ ¡Ojalá el de esta noche/ se me tamente a su hija adoptiva y la marca de llevara para siempre.” Luego llora. Ella se por vida con una ilusión de incesto que le compadece: “Si yo desapareciese/ con el impide ser madre. La constante de la no- último de tus sueños,/ ¿acaso no dejaría vela, y de la época, era el refinamiento en el mundo/ un nombre infame?” Borges decía de esta obra magna que en el vestir, en el perfume, en el uso de la lengua china para elegancia del japonés no es mejor o más intensa que Cervantes, al escribir, y, claro, en los poemas: para “pero sí más compleja y la civilización que hablar de la violación a la menor de edad denota es más delicada” •

GALERÍA

Shikibu y la delicadeza como forma de vida

El misterio de la reforma de telecomunicaciones (ii y última) La trampa de Las reformas secundarias La reforma de las telecomunicaciones fue recibida con escepticismo dados los vínculos reales e imaginarios del presidente Peña Nieto y su familia con la empresa Televisa. El público estaba prejuiciado. Sin embargo, cuando se presentó el paquete de las llamadas leyes secundarias, el 24 de marzo de 2014, se confirmaron las sospechas. Lo que podía haber sido una iniciativa honesta para modernizar un servicio, garantizar su calidad, accesibilidad “equitativa” y universalidad, incluía artículos redactados de muerte aL hacktivismo una manera tan engañosa que podían Para contrarrestar y perseguir el hackinterpretarse como claras violaciones tivismo, la ley legaliza el uso de intera la Constitución, abrían las puertas a net para espionaje, control e intimidavigilancia y censura estatal sin prece- ción del público. Los artículos 189, 191, dentes y beneficiaban a las empresas 192, 193 y 194 exigen a las empresas “preponderantes”. La reforma compro- de telecomunicaciones almacenar los metía el principio de la neutralidad de metadatos de las comunicaciones (orila red. Los proveedores de servicios gen, destino, hora, fecha, duración, lode internet (isp) deben ser transparen- calización geográfica), sin órdenes de tes en su administración del flujo de un juez. Esta información puede ser información, en particular en momen- usada por la policía, la Marina, Presitos de congestión. Los isp no pueden dencia y cisen (con sus pavorosos antebloquear ni dar trato preferencial al cedentes de abuso). Se obliga a los isp contenido legal, aplicaciones y servi- a vigilar y censurar los contenidos de cios en el ciberespacio, sino que todo los usuarios, a riesgo de ser acusados acceso debe realizarse en las mismas de complicidad. Estos artículos de la condiciones. El artículo 146 establece iniciativa de ley legalizan transgresiola posibilidad de crear “carriles de alta nes y atropellos de espionaje indiscrivelocidad” en internet: “Los concesio- minado y masivo, como los cometidos narios y los autorizados que presten por la nsa y el gchq británico, que fueron el servicio de acceso a Internet podrán denunciados por Edward Snowden. hacer ofertas según las necesidades de los segmentos de mercado y clientes, diferenciando entre niveles de reconsideración o medio tiempo capacidad, velocidad o calidad.” José El Ejecutivo ha eliminado por ahora de Ignacio Peralta, subsecretario de Co- la propuesta de ley los incisos que se municación de la sct, declaró que esto refieren a internet. Sin embargo, la era un modelo de gestión de tráfico autonomía que se le había dado al ift equivalente a las casetas de cobro de parece anulada, pues ahora se le sitúa las carreteras. El articulo 145 dice:“Los como una dependencia subordinaconcesionarios y autorizados que pres- da a la Secretaría de Gobernación y a ten el servicio de acceso a Internet […] la Presidencia, quienes tendrán realpodrán bloquear el acceso a determi- mente el control de los contenidos de nados contenidos, aplicaciones o ser- las telecomunicaciones. La ilusión cenvicios a petición expresa del usuario, tral de la modernización de Peña Nieto cuando medie orden de autoridad o reside en el concepto de la competitisean contrarios a alguna normativi- vidad, al cual se le atribuyen poderes dad.” La fracción vii del Artículo197 casi mágicos para crear oportunidapermite: “Bloquear, inhibir o anular des y mejorar servicios. Debemos prede manera temporal las señales de te- guntarnos: ¿de qué forma protege la lecomunicaciones en eventos y luga- competitividad los derechos del usuares críticos para la seguridad pública y rio? Al dar tal importancia a la competinacional a solicitud de las autoridades tividad se asume que las interacciones competentes”, para crear “zonas de si- en el ciberespacio y las telecomunicalencio”. Esto impediría documentar y ciones son simplemente transacciones reportear en manifestaciones, “even- comerciales y el usuario queda reducitos y lugares críticos”, actos represivos do al papel de simple consumidor. La y confrontaciones entre ciudadanos y propuesta de ley favorece a los giganautoridades. Peralta explicó que se in- tes de las telecomunicaciones al no tentaba evitar que los criminales pu- imponer límites para las propiedades dieran comunicarse entre ellos, ya sea cruzadas (posesión de diversos medesde reclusorios y prisiones o duran- dios en una sola localidad) y al dejarte secuestros o ataques violentos, e los intactos con apenas un simulacro intentaban “detener la propagación de sanción. de rumores peligrosos y mentiras que Esperemos lo peor • pudieran provocar pánico”.

JORNADA VIRTUAL

naief.yehya@gmail.com


........ ARTE Y PENSAMIENTO

Germaine Gómez Haro

Alonso Arreola @LabAlonso

germaine@pegaso.net

Cy Twombly: Ritmo, armonía y libertad

“No hay un pájaro, el árbol canta”

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L TRABAJO DEL ARTISTA estadunidense Cy Twombly (1928-2011) es sin duda uno de los más destacados de la segunda mitad del siglo xx. Muy cercano en su origen al expresionismo abstracto, su obra evolucionó rápidamente hacia formas más líricas, apartándose de esa corriente para construir un estilo absolutamente personal y original. Su pintura y escultura son de difícil clasificación por la inaprensible libertad creadora que las caracteriza. Fue un incansable explorador de técnicas y recursos formales que alcanzó a desplegar un amplio e inabarcable universo estético en el que el ritmo, la armonía y la libertad constituyen su tríada fundacional. La exposición que se presenta actualmente en el Museo Jumex titulada Paradise –la primera en América Latina– da

cuenta de la riqueza formal y conceptual de su caleidoscópica creación a partir de una excelente selección de obra que cuenta con pintura, escultura y dibujos que conforman un vasto panorama de su profuso quehacer plástico. Twombly nació en Lexington, Virginia, y estudió en la universidad de su ciudad natal, y posteriormente en Boston y Nueva York, en el momento que el expresionismo abstracto dominaba la escena. Asiste al Black Mountain College en Carolina del Norte, centro interdisciplinario donde se relaciona con personajes como Ben Shahn, Robert Motherwell, Franz Kline y el poeta Charles Olson, quienes dejan una huella profunda en su incipiente formación. Tras unos años en Nueva York, donde comienza a exhibir su trabajo, en 1957 se traslada a Roma, y ahí residirá hasta su muerte. La cultura mediterránea deviene el principal leitmotiv de su vida y obra, y se verá reflejada a lo largo de toda su creación. Incansable viajero, recorre las principales ciudades de Europa en las que absorbe la herencia del pasado griego y latino, cuya historia y mitología plasma en forma velada y poética en su trabajo, así como la sensibilidad apolínea del Renacimiento y los excesos dionisiacos del barroco. Esto propicia que a lo largo de su trabajo se perciban los polos opuestos que con sublime sensibilidad supo entreverar: el minimalismo y el barroco, el reposo y el dinamismo, el silencio y la estridencia, lo ancestral y lo contemporáneo, lo sagrado y lo profano… Conceptos opuestos y complementarios que dotan a su obra de armonía y universalidad.

Como para Paul Klee, la línea es el punto medular de la expresión de Twombly. Sus líneas emborronadas son a la vez misterio y revelación. El artista escarabajea unas veces con delicadeza, otras con violencia, pero siempre con un ritmo y una consonancia que se antojan improvisaciones jazzísticas. Sus grafías –unas veces simples, otras complejas– vibran en diferentes tesituras en sus variaciones sobre un mismo tema y se convierten en una suerte de “escritura” que, más que leerse, se palpa. Llama mi atención ver que el público hace un esfuerzo por descifrar los textos esparcidos al desgaire en sus dinámicas composiciones. En ocasiones, éstos se refieren a fragmentos de poemas, pero en realidad se trata de meros elementos sígnicos que actúan más como dibujos que como caligrafía. Su colorido oscila entre la mesura y la explosión: su extraordinario manejo de los blancos y grises aplicados con una delicadeza asombrosa lo emparentan con la poética callada del minimalismo –pienso en Robert Ryman–, en tanto que sus arrebatos de colores estridentes –hasta diríase “psicodélicos” en su última etapa– son una experiencia viva que habla de su pasión y arrojo. Twombly recorre todos los estadios en su aventura pictórica: desde las delicadas veladuras y transparencias, hasta el óleo frotado, embadurnado y escurrido, aplicado en vehementes trazos gestuales en sus lienzos de gran formato, como la monumental pintura de 252 × 740 cm titulada The Rose (iv). Sus esculturas son misteriosas y juguetonas, fiel reflejo de su espíritu lúdico y explorador. Construidas en su mayoría con objetos encontrados y ensamblados –fue un gran admirador de Kurt Schwitters y de Beuys– estas obras destilan aires ancestrales, como una suerte de fetiches primitivos que seguramente tienen sus orígenes en sus experiencias vividas en viajes a parajes africanos, India, las Antillas y nuestras ciudades precolombinas que lo fascinaron. Una de sus constantes es la aplicación de pintura blanca o pátinas sutiles que dotan a sus bronces de un envejecimiento singular. Cy Twombly nos invita a navegar sin brújula por las aguas de sus mares oníricos y a dejarnos seducir por el canto de las sirenas que habitan el fondo de sus inaprensibles lienzos •

Ilion (Una mañana diez años después) ‹Parte i ›, 1964 Arriba: La rosa ( iv ), 2008

UESTRA RELACIÓN CON FACEBOOK es ambivalente. Por un lado detestamos la cantidad de textos e imágenes relacionados con la mundanidad ajena; por otro, celebramos su existencia empoderando a una sociedad que puede deslindarse de gobernantes y autoridades. Ello permite diálogos, acciones y llamados de emergencia entre ciudadanos de a pie y “conecta” afinidades, lo que abre caminos ignotos en cualquier campo de interés. En nuestro caso: la música. Pues bien, revisando una madrugada el “muro” de Jorge Pedroza, melómano y neumólogo de fiar, encontramos un video cuya promesa era por demás suges-

tiva: revelaría el verdadero canto de los árboles (“No hay un pájaro/ el árbol canta”, diría Francisco Hernández). Dimos clic. La filmación mostraba rebanadas delgadas de troncos (sí, de abetos, cedros o pinos) girando en un tornamesa como si fueran discos de acetato. El aparato lucía convencional, por lo que sospechamos una tomadura de pelo e imaginamos los segundos que gastaríamos entendiendo su valor. Aguardamos. La música de fondo era de piano. Pese al caprichoso entramado, algo en ella engendraba un sueño perfecto. Seguimos atentos. Pensamos que en cualquier momento aquella “musicalización” daría pie al verdadero sonido de la madera rompiendo la punta de la aguja. Incluso esperamos algún título o crédito que le diera sentido a esa introducción sonora. Poco a poco, empero, entendimos que aquel piano indeciso era la propia voz del árbol develando el paso de cada año en sus anillos. Se nos erizó la piel. No diremos que la materia que volaba a nuestros oídos era excepcional en términos formales. Sin embargo, era lo suficientemente orgánica, poética, como para dejarla vivir y relajarnos. La disposición de aquellas notas respondía a órdenes que supusimos manipulados y metidos con calzador en la teoría más occidental de la música. Pensamos en los experimentos computarizados de Brian Eno, en los muchos instrumentos que el hombre ha hecho para ser ejecutados por el viento o el correr del agua. Tarde como era, investigamos más sobre el asunto. Se trataba de la obra Years, del artista conceptual Bartholomäus Traubeck. Claro, es alemán. (Tenía que serlo.) Nació en 1987, en Munich, y ahora estudia en Holanda, otro de los bastiones del movimiento contemporáneo. Su logro radica en intervenir tocadiscos usando un lector óptico de videojuegos para luego digitalizar la información de anillos de troncos que, de acuerdo con su color, textura y surcos, activan en tiempo real un programa generativo que determina escalas y asigna notas previamente grabadas al piano. Es así que cada árbol suena distinto (aunque se trate de la misma especie). “The foundation for the music

is certainly found in the defined rule set of programming and hardware setup”, acepta su autor en una entrevista de hace dos años. “But the data acquired from every tree interprets this rule set very differently.” Lo que no dice es que, muy probablemente, su lector es capaz de interpretar de la misma forma cualquier otra superficie y no exclusivamente ésta. Sea cierta o no nuestra suposición, la suya es una ocurrencia comprometida y llevada al extremo, y el resultado vale mucho la pena, lectora, lector. Más allá de las reflexiones que impulsa a propósito de nuestra relación con los árboles y la naturaleza, y aunque haya optado por el camino más obvio (en lugar del piano pudo haber usado cualquier otro instrumento del mundo), la música sugerida por el paso de los años en la madera es un agradable y profundo paisaje que puede abrazarnos con su aliento. Ya no es el crujir ni el susurro del aire entre las hojas, ya no la fauna oculta en sus múltiples brazos. No es tampoco la savia ni las raíces gritando en el pavimento carcelario. Ahora son sus edades, la invisible piel que se le va quedando adentro y que hasta hoy era muda. Cabe decir, claro, que la obra de Traubeck es vasta y no sólo se circunscribe a la relación entre el hombre y el bosque. Aunque en más de una ocasión le ha prestado enseres a los elementos naturales (ejemplo es su pieza Dos hachas en el bosque), su exploración combina balanceadamente la tecnología de punta con diferentes entornos orgánicos y a éstos con la actividad cotidiana en las grandes urbes. Por lo pronto, su esfuerzo por darle voz a los que nos dan oxígeno nos parece encomiable. Escuchándolo nuevamente no encontramos mejor final este domingo que los versos de Octavio Paz en Árbol adentro: “Amanece en la noche del cuerpo. Allá adentro, en mi frente, el árbol habla. Acércate, ¿Lo oyes?” Buen domingo. Buena semana. Buenos silencios •

BEMOL SOSTENIDO

Jornada Semanal • Número 1010 • 13 de junio de 2014

ARTES VISUALES

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

13 de julio de 2014 • Número 1010 • Jornada Semanal

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Jorge Moch

Ana García Bergua

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NA CIUDAD, YA LO sabemos, son muchas ciudades, cables que se cruzan, dimensiones sobrepuestas. La Ciudad de México de los pobres no es la misma de quienes viven en Las Lomas; mi Ciudad de México es muy distinta de la que gozan y padecen mis hijas o caminaron mis abuelos. Existe la ciudad de cada barrio y existe la ciudad de los coches y los fríos edificios. También existen las ciudades de los exiliados, ésas que recorrieron españoles, libaneses, egipcios, judíos, rusos, chilenos, argentinos, nicaragüenses (y en Estados Unidos: mexicanos), y en sus pasos han impreso la huella de esa patria abandonada a fuerzas por causas muy diversas, siempre ur-

gentes. Las ciudades del exilio, en vez de calles, trazan para los transterrados avenidas de arcilla donde los pasos se ahondan cada vez más. Llega a mis manos una caja maravillosa que contiene dos ciudades –y un libro también es una ciudad con sus vías, sus puentes y sus islas–, ambas surcadas por el agua, aunque en la nuestra esa agua corre por la memoria subterránea; México, capital del exilio y París, capital del exilio. El empeño de estos libros es mostrar los mundos de los artistas y escritores exiliados en dos capitales a lo largo del siglo xx . Como dice Pierre Assouline en su prólogo a París..., “el exilio les permitió encontrarse, reencontrarse, forjarse en una comunidad de pensamiento, constituirse en una familia del espíritu. Darse una identidad común que probablemente no habrían podido delimitar, o en todo caso no tan rápidamente ni tan intensamente, si cada uno habitara en su propio país”. Y en el correspondiente prólogo a México..., Fabrizio Mejía Madrid señala: “No ‘contribuyeron’, pues ese término significaría que ya existía una construcción delimitada a la que sólo se le puede adornar, sino que se recombinaron en esa salsa de variedades de chile, a la que todo mexicano dice que es adicto, pero que nos hace, a todos, ver colores y dolores, al mismo tiempo.” La iniciativa y la dirección editorial de esta bella caja binacional corresponden a Philippe Ollé-Laprune, quien ya lleva tiempo al frente de la Casa Refugio Citlaltépetl, la cual forma parte de la red de casas que acogen a escritores en el exilio, labor a la que corresponde con creces este proyecto consolidado en el que participan autores franceses y mexicanos. Comparten la edición el Fondo de Cultura Económica, la Casa Refugio y el gobierno del Distrito Federal. Es imposible detallar en el espacio de esta columna los capítulos que cada ciudad abarca: sólo diré que de París... se cuentan las historias de Walter Benjamin, de los ru-

manos Eliade, Cioran y Ionesco, del egipcio Albert Cossery; el poeta africano Daouda Ndiaye cuenta la suya, o sabemos de la pintora y escenógrafa, inventora de la iluminación teatral Alexandra Exter. Tampoco faltan el París del tango al que contribuyó Julio Cortázar, el de la librería polaca y la biblioteca yiddish, o aquel a donde acompañó a Vasconcelos Antonieta Rivas Mercado para escenificar su tragedia, entre muchas otras historias. A su vez, de México conocemos aspectos poco usuales del exilio español, como la aventura del editor catalán Bartolomé Costa Amic por Fabienne Bradu, o la labor de los médicos españoles. El Fisgón cuenta la historia de los caricaturistas del exilio que con sus cartones predijeron además el desastre europeo. Sabemos de los centros españoles y su, dice Jorge f. Hernández,“enrevesada mescolanza con todo lo mexicano”, o la llegada de futbolistas a Ciudad de México, por Mauricio Molina. Tanya Huntington nos cuenta del músico estadunidense Conlon Nancarrow y nos enteramos del exilio alemán apoyado por Gilberto Bosques, en el que llegó Paul Westheim. Myriam Moscona nos habla de la comunidad sefardí y sabemos del exilio libanés o el caso del director teatral Seki Sano. Tampoco faltan los exilios latinoamericanos en Ciudad de México. Una sección especial de creación despliega textos de Jacques Serena, Annie Cohen, Olivier Msulin, Patrick Deville, Enrique Serna, Francisco Hernández, Mauricio Montiel Figueiras, Margo Glantz y Jaime Moreno Villarreal. Este libro es también un álbum de fotografías sentimental en el que figuran retratos, pasaportes, boletos; la iconografía del viaje sin retorno. Dos ciudades que recorrer en este libropuente, bilingüe además, con el paso a la vez cansino y vigoroso de quienes abandonaron una patria para adoptar una ciudad y echar a andar por sus calles la sangre de su vida •

¿Qué más quiere el señorito? Nuestro mercado en este país es muy claro:

la clase media popular. La clase exquisita,

muy respetable, puede leer libros…

Emilio el Tigre Azcárraga Milmo

(Discurso del 10 de febrero de 1993)

UÉ MÁS QUIERE EL señorito? ¿Q¿Qué capricho ordena su ma-

jestad en esta mañana que aunque de horizontes foscos será diáfana siempre para usted? ¿De qué tiene antojo el nene hoy? Acá sus tarugos le seguimos y por lo visto seguiremos consintiendo, cómplices a la vez que víctimas en colectivo y demencial síndrome de Estocolmo, todas sus minuciosas, disparatadas marranadas. Le permitimos ya hurtar el poder (y corromper la dignidad de millones) por vías que en muchos otros rincones del planeta supondrían cárcel y hasta paredón. Acá en cambio las usurpaciones obsequian respeto y músculo, pero sobre todo ser cabeza de la pirámide de la depredación, la corrupción, la fina de red de complicidades criminales con que se constituye en realidad eso que llamamos Estado. Y ello puede solamente significar al final una cosa: dinero. Despáchese usted con la cuchara grande y sin cuidado, que si algo nos caracteriza es la cortedad, a más de miras, de memoria. Recuerde con ánimo relajado que no gobierna un país ni un emporio: usted administra impunidad. La regula. La obsequia o la niega. Es suya. Diga orgulloso:“La impunidad soy yo.” ¿Cuál es la orden, perdón, la sugerencia de sus “socios” trasnacionales, sus “asesores” de los consorcios arrendatarios forzudos de soberanía, riqueza patrimonial, dignidad nacional y cualquiera de esas paparruchas que reclamamos los resabiosos?, ¿que hay que desmantelar este sindicato porque no se dobla ante las imposiciones legaloides de la patronal o la voracidad de un proyecto empresarial? Hecho. Indique usted si hay que ponerle una madriza –o mire, ya, de plano, desaparecer pero que no le expliquen detalles, qué horror, a lo que lo obligan a uno, pinches comunistas, pinches chairos, pinches nacos retobones, los tetos, los proles, las chachas, si uno no quiere mandar matar a nadie, pero los revoltosos, los inconsecuentes, los indiscretos (allí tanto periodista que se hace martirizar, oiga), ésos que solamente protestan terminan haciéndose matar solos, ¡tanto infortunio, las amenazas, las intimidaciones, los despidos, los levantones y hasta su propia muerte es culpa de ellos mismos, esos intransigentes que luego se hacen llamar víctimas!– a aquel lidercillo social o campesino porque estorba al negocio

de las placas o de las nuevas credenciales obligatorias, a una minera extranjera (con destacados socios mexicanos, se entiende, de ésos que salen encopetados y perfumados en fotos de sociales), a la construcción de una autopista que va a encarecer primorosamente los terrenos que los socios de la constructora, los parientes del gobernador – o sus prestanombres– compraron a precios de miseria porque la miseria engendra la ignorancia que permite embaucar a la gente pobre: indíquelo y será puntualmente obedecido, cómo chingados no. ¿Que vamos a traicionar a aquel soliviantado que andaba levantando gente en armas para pararle las patas a nuestros socios de este o aquel privilegiado grupo criminal por cuyos moches los conoceréis?, traicionémosle, pues. Su capricho es nuestra ley, aunque mordamos con rabia el freno y la brida. No por nada sus súbditos suelen terminar cualquier frase que le dirijan con una palabra que delinea de manera inconfundible el monolítico, inquebrantable código de las jerarquías de las que usted habita la cima: “Señor.” ¿Qué manda el señorito hoy?, ¿hay que incordiar a lo poco que quede de oposición política, bañarla de denuestos, de insultos, de una oportuna –pero anónima, claro, si no para qué paga a tanto operador en las redes– catarata mediática de mierda? Cuente con ello, señor, faltaba más, para eso son las concesiones y sus largos procesos de negociación. Para eso tanto cabildeo en las cámaras, tanta zalamería en Palacio, tanta costosa simulación parlamentaria… ¿Que mejor enviar las proclamas públicas incómodas o esas protestas de gente inconforme al rincón del olvido por omisión?, hecho, si para eso son los videos chistosos, los chismes de los famosos, la opereta de los noticieros a modo. ¿Que hay que activar los grandes dispositivos distractores de la población, no sea que vaya a hacerle caso a su enojo? Garantizado. No hay problema. Ahí siguen los rescoldos futboleros, ahí viene de visita su Santidad, o está en fila el próximo gran escándalo… No se preocupe, capitán, su barco y el de la industria de la propaganda siempre han navegado juntos en las procelosas aguas de lo que es verdad y lo que es mentira siendo, como cantaba uno de esos muchos estribillos idiotas tan útiles, “uno mismo” •

CABEZALCUBO

Las calles del exilio

PASO A RETIRARME

tumbaburros@yahoo.com Twitter:@JorgeMoch


Jornada Semanal • Número 1010 • 13 de julio de 2014

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Juan Domingo Argüelles

Los grandes escritores han sido siempre, casi sin excepción, grandes lectores, pero especialmente notables lectores de poesía. Lo fueron Montaigne, Hesse, Rulfo y García Márquez, y también Tolstói, Dostoievsky, Proust, Thomas Mann y otros que, aun si no cultivaban ellos mismos en su escritura el género poético, lo frecuentaban y conocían, con la certeza de que el escritor que no tiene un conocimiento profundo del lenguaje esencial está imposibilitado para las grandes hazañas literarias. Aunque Hermann Hesse comenzó escribiendo y publicando poesía, pronto se dio cuenta de que era mejor lector de poesía que poeta. Leía, con devoción, a Novalis, y

bajo el influjo de sus lecturas publicó en 1898 su primer libro, Canciones románticas. No tuvo ningún éxito, y él mismo, que entonces era librero, pudo percatarse de ello. Sedujo a los lectores hasta que publicó sus novelas Peter Camenzind (1904) y Bajo las ruedas (1906), y los convenció definitivamente con Demian (1919), Siddartha (1922), El lobo estepario (1927) y Narciso y Goldmundo (1930). Narrador espléndido y pensador agudo, Hesse siempre conservó un pensamiento poético de primer orden y una conciencia profunda del valor de la poesía. Escribió, por ejemplo: “Quien carece de sensibilidad para el verso es seguro que, a la hora de leer buena prosa, también pasará por alto los valores y encantos más delicados de la belleza lingüística.” Así como hay poetas que no leen narrativa ni ensayo ni filosofía ni psicología ni sociología y a veces ni siquiera poesía a no ser la suya propia, así también hay narradores que no leen poesía ni por equivocación, y por eso es comprensible que escriban novelas y cuentos tan horribles, pues no tienen ni la más remota idea de la estética del idioma. Éste, como ya advertimos, no fue el caso de Hermann Hesse, uno de los grandes escritores universales y uno de los indispensables de la lengua alemana. No hay duda en la afirmación de Hesse: quien carece de sensibilidad para el verso, seguramente no será capaz de advertir los valores y encantos de la prosa. Y esto es válido no sólo para los lectores en general, sino para los escritores en especial. Uno acaba sorprendiéndose de los lectores y escritores presuntamente muy agudos en el ejercicio de la lectura de los grandes autores, pero que cuando ellos mismos practican la escritura son tan inocentes o tan ridículos que es obvio que no se dan cuenta que lo que escriben es la más acabada contradicción de lo que leen. Están incluso los escritores y lectores que, muy severos, despotrican contra la llamada “literatura light”, pero que cuando escriben no hacen otra cosa que “literatura light”,

tan light, pero de veras tan light que uno no comprende si su afición masoquista es darse con una piedra en la boca. Hesse supo comprender la poesía, leerla con devoción y volcar en su prosa todo lo que había aprendido de la belleza y concentración del idioma. Supo, además, esta enorme verdad: “Los libros de los poetas no necesitan ni de aclaración ni de defensa, son harto pacientes y saben esperar; si tienen algo de valor, la mayoría de las veces viven más tiempo que los que discuten sobre ellos.” De hecho, vale decir que lo que se denomina crítica de poesía, muchas veces no lo es en absoluto. Se trata de juicios (y de prejuicios), de gustos (y de disgustos), de amistades (y de enemistades) sobre lo que otros escriben. Grandes poetas han sobrevivido a la crítica desfavorable, y muchos malos poetas que recibieron el aplauso y el ensalzamiento de los reseñistas profesionales, hoy no existen siquiera en las páginas de los diccionarios o enciclopedias de la literatura, y nadie tiene idea de si realmente vivieron. La calidad de la poesía poco o nada tiene que ver con la popularidad o la impopularidad. La popularidad es, con frecuencia, inversamente proporcional a la calidad de un poeta. Hay poetas enormemente populares, que mueven al fervor colectivo, y que pasada su época de moda acaban en el total olvido. La masa no es un buen termómetro de los valores estéticos. Hermann Hesse no se equivocaba tampoco en esto. Sostenía:“Hay pensamientos y sermones colectivos, pero no hay una poesía colectiva.” Y a ello añadía un concepto complementario: “La opinión de que pensar y escribir es aproximadamente lo mismo y de que la poesía debe dar expresión a opiniones filosóficas es un error.” Y concluía con este maravilloso chiste: “Cuando alguien le pregunta al autor de una buena obra poética: ‘¿No crees que hubiera sido mejor elegir otro tema?’, es como si el médico le dijera al enfermo de pulmonía:‘¡Ay, se hubiera decidido usted por un catarro’.”•

@luistovars

JORNADA DE POESÍA

Hermann Hesse y la poesía

Luis Tovar Ausencia y herencia

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erencia no es, por supuesto, únicamente aquello que se lega en caso de ausencia definitiva; por esa razón, el sentido figurado del acto de heredar admite posibilidades infinitas. Una de ellas es la que consiste en el legado que no por voluntad propia, sino como resultado de alguna circunstancia, alguien le deja a otro. Así, por mencionar un ejemplo frecuentísimo en estos tiempos que corren, hay una herencia compuesta por lo material y, sobre todo, por lo intangible –con total seguridad esta última es la porción más importante–, que acaba en las manos, la memoria y la personalidad de un hijo, una hija, a la que decisiones para ella ingobernables y de las cuales más bien es en gran medida ajena, la han

privado de la presencia de alguno de rio, en su variante de inautenticidad, sus progenitores. encarnado en alguien que, por propia Mucho menos la madre que el pa- iniciativa o alentado por algún tercero dre en estos casos, en el momento pre- –la madre, verbigracia–, suplanta usurciso en que una separación obliga a pando, y al revés también, y quizá lo dos, a partir de entonces, a añadir el hace con las mejores intenciones, y prefijo “ex” a palabras como “pareja”, quizá con fundadas perspectivas de “esposa” y “cónyuge”, el padre ve cómo hacerse en el futuro con una legitimisu presencia en la vida de su hija pue- dad basada en hechos... pero eso no de quedar, de tajo y por lo tanto diríase significa que lo consiga necesariamenque violentamente, reducida a los ob- te, ni siempre ni con garantías de ninjetos, los recuerdos, las costumbres, los gún tipo. Añádase también la invetehábitos, los rasgos de carácter, que rada y muy generalizada tendencia una cotidianidad extinta pudo dejar materno-social y hasta jurídica a conen la vida de la hija hasta el punto de la siderar que las decisiones de la madre separación paterna y que, cabe insis- y la obtención de su bienestar persotir, no estaban ahí ni eran mantenidos nal –emocional, físico, de todo tipo–, como parte del día a día con el propó- empatan invariablemente, sin desajussito de hacerlos fungir como heredad. te alguno, con el bienestar integral de Por alguna razón que carece precisa- su hija, y subráyese integral. mente de eso mismo, de razón, se exPor un instante imagine que usted tiende el uso del prefijo “ex” a perso- es una hija pequeña, de unos siete u nas para las que no es aplicable en ocho años, a la que su madre le dice “él estos casos. es tu nuevo papá”, mientras señala a un Hay ausencias que son como la sujeto al que usted ha visto apenas, del muerte, y tal vez peores. Del que ha que nada sabe salvo el nombre, y que su muerto se obtiene más de una certe- madre afirma esto a pesar de que usza y todo consta: en qué lugar se en- ted y ella saben que el “papá viejo” exiscuentra –o en cúales no podrá encon- te, aunque no esté, y que un “papá nuetrarse nunca más, comenzando por vo” es permisible en un único caso de “aquí” y “conmigo”–, cómo está, y cons- dos posibles: a causa de la muerte o ta no qué hace sino, lógicamente, qué por la renuncia manifiesta del “papá no hace. Dígase así para contrastarlo viejo” a seguir siendo lo que de todos mejor con esa crueldad más allá de modos nunca dejará de ser. lo tanático que la ausencia instala: el De verdades tales, que no necesaausente vive, pero en otro lado; está, riamente lo son, así como de sus conpero no aquí, y no puede saberse có- secuencias, está compuesta la trama mo; se ignora lo que hace, cómo se de Manto acuífero (2014), segundo siente, qué cosas echa más de menos, largometraje de un Michael Rowe que qué le gustaría... Mucho puede intuirse, en 2011 debutara con la muy premiainferirse, derivarse, pero esos ejercicios da Año bisiesto. Haber(se) puesto tan pueden ser tan poco fructíferos y poten- alto el cordón en cuanto a calidad fílcialmente tan frustrantes como un mal mica hace cuatro años, desfavorece la acto de adivinación, y en ese hueco de apreciación que puede hacerse de incertidumbre que se alimenta de con- esta segunda propuesta. Empero, y jeturas se acumula una pus de cuya can- salvo el desempeño menos que mediatidad y gusto amargo sólo podrían dar no de quien encarna al padrastro, así cuenta quien imagina y quien extraña, como una que otra reiteración guioníses decir el padre ausente y la hija au- tica más bien inane, la trama de ausensentimizada, valga el neologismo. cia y herencia vista desde algunas de sus consecuencias más desoladoras que propone Manto acuífero termina te presento a tu papá Añádase aquí la presencia de lo espu- por contarse aceptablemente •

CINEXCUSAS

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ENSAYO

13 de julio de 2014 • Número 1010 • Jornada Semanal

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odo comenzó en Chile, en 2010. Con espíritu moviliza‑ dor y creativo, las escri‑ toras Pía Barros, Gabriela Aguilera, Susana Sánchez Bravo, Lilian Elphik y Silvia Guajardo se dieron a la tarea de armar la primera antología Basta! para llamar la atención sobre un flagelo que reco‑ rre los países y las vidas cotidianas: el feminicidio. Una definición legal para visibilizar el delito que atraviesa la historia de la humanidad: el crimen contra las mujeres sólo por el hecho de serlo. El desafío fue convocar a cien mujeres, cien escritoras con la propuesta de asestar un golpe literario con un máximo de ciento cincuenta palabras. Revelar en historias ficcionales el femi‑ cidio, escribirlo. Gritarlo. Denunciarlo. Cien formas diferentes de decir basta. De nombrar el horror. Cien formas para resistir.

F ue la chispa que encendió la pradera Desde entonces, el modelo de la antología Basta! se ha replica‑ do en Perú, se prepara una edición en Colombia y en Esta‑ dos Unidos. En Venezuela ya está lista y a la espera deim‑ presión. Y recientemente acaba de publicarse la versión de Basta! en Argentina. El proyecto “cruza activamente las fronteras geográficas y amplía sus objetivos extendiendo el desafío a otras hacedoras de la microficción en Latinoamérica” escriben los/as editores/as de la antología presentada en octu‑ bre y noviembre pasado en las ciudades de Buenos Aires y Mendoza, y desde entonces viene recorriendo el país a través de lecturas en las más diversas instituciones, calles y plazas. La iniciativa corrió por cuenta de los autores argentinos Amor Hernández, Fabián Vique, Lean‑ dro Hildalgo, Miriam Di Gerónimo y Sandra Bianchi, quienes se dieron a la tarea de convocar a escritoras de todo el país para expresar el feminicidio a través de microficciones. “Quienes elaboramos la versión argentina mediante dos convocatorias, un arduo trabajo de selección y un largo proceso de edición, sentimos la satisfac‑ ción de ser parte de la construcción de este entra‑ mado de religación solidaria y social”, dice el equipo editor en la introducción. La flamante antología, publicada por la Editorial Macedonia, recoge textos de autoras reconocidas y noveles de todas las edades y de diferentes lugares del territorio nacional. Que sean cien mujeres escritoras no es poca cosa. Y que el mensaje esté concentrado en microficciones, en historias de un máximo de ciento cincuenta palabras, le da una contun‑ dencia especial. Golpes dirigidos a las concien‑ cias para denunciar que la violencia de género atraviesa los diversos sectores sociales insta‑ lada en la costumbre. Escondido durante años bajo el eufemismo legal de “emoción violenta”, y presentado a menudo por los medios como “crimen pasional”el feminicidio, la violencia de género, el abuso por la condición de ser mujer, salta hoy a la vista.

rosada, y te devora despacito, haciéndo‑ te creer que estás a salvo en tu escondite.

d esaire Susana Aguad (Córdoba)

Cien mujeres contra la violencia de género

No cenó esa noche. Se acostó sin cenar y con la ropa puesta. Al día siguiente seguía en la misma posición. No tenía por qué moverse. Estaba bien así. Podía recordarla riéndose, o callada miran‑ do a todos lados antes de presionar el timbre con su dedo. Dejó que sonara el teléfono y luego lo desenchufó. Nadie lo buscaría en su departamento. Nadie la encontraría a ella que en sus últimos momentos le había suplicado que le permitiera irse. ¿Qué otra cosa había hecho sino apretar su cuello y dejarla sin aire? Le había dicho que no lo quería. Le había dicho que quería a otro. ¿Qué esperaba ella, que habiendo alentado sus esperanzas de amor pudiera frustrar‑ las, tan de golpe, y sobrevivir como si nada hubiese pasado?

p or eso crucé la Frontera Zulema Moret (residente en usa )

Esther Andradi

Según el Observatorio de Femicidios en Argentina Adriana Marisel Zambrano, dirigido por la Asociación Civil La Casa del Encuentro de Buenos Aires, entre 2008 y 2012 se registraron mil 236 asesinatos de mujeres en el país. A lo largo del año pasado se registraron en promedio cinco feminicidios por semana. En total fueron asesi‑ nadas 255 mujeres por el hecho de ser mujeres. El sesenta y tres por ciento fue ultimada por su esposo, amante, novio o expareja, de acuerdo con el último informe dado a conocer por el Observatorio. Para reflejar la variedad de historias de la antología Basta! de Argentina, aquí van como muestralos microrrelatos de las escritoras Zule‑ ma Moret, Susana Aguad, Graciela Tomassini, Susana Szwarc y Silvia Alejandra García:

l obo está Graciela Tomassini (Rosario)

Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está. ¿Lobo está? Está el lobo. Se pone los pantalones, los zapatos que ocultan las uñas y los pelos. ¿Lobo está? Se pone la camisa y la corbata, se echa perfume para esconder su olor a bestia. ¿Lobo está? Está afilando el cuchillito, el lobo, su colmi‑ llo nostálgico de entraña. Lobo está. Lobo acecha. Lobo te sale al encuentro y te acaricia con su garra enguantada y te envuelve con su larga lengua

‒¿Cómo cruzaste la frontera? ‒Con mis cinco chamaquitos. Pasamos mucho miedo y frío. Caminamos por el desierto con el coyote por la noche y por el día, yo le pedía a Jesusito que no nos abandonara, que pudiéra‑ mos llegar a salvo. No quiero acordarme. Yo tenía mucho miedo por ellos. ‒¿Por qué te viniste? ‒Ya Víctor estaba en el norte con un tío y me dijo mamá, véngase usted también, no quiero que siga sufriendo con ese viejo. Le mando el dinero. No me importó arriesgarme. Lo otro era mucho peor. Mi viejo se emborrachaba, luego la descargaba conmigo a golpes y otro hijo más y yo a trabajar en la milpa. Tuve ocho muchachos. No era vida.

a dvertencias Susana Szwarc

De la boca para afuera nada, ¿escuchaste?, ni una palabra. Si me entero que alguien se entera...¿Te queda claro? No quiero tener que repetir ni una sola vez. ¿Escuchaste? ¿Qué escuchaste? Te estoy preguntando. Contestame. ¿No sabés hablar? Escribí entonces, escribí.

r onda inFantil Silvia Alejandra García (San Carlos de Bariloche)

A la niña que está en el medio le quisieron regalar una tijerita de oro para que aprenda a bordar. Pero la niña, tijera en mano, se abre paso entre las niñas de la ronda y, con una sonrisa despia‑ dada, avanza hacia la puerta de la casa, donde su padrastro la espera con un cliente •

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