La Jornada, 02/18/2013

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LUNES 18 DE FEBRERO DE 2013

os problemas constitucionales, decía Lasalle, no son problemas de derecho, sino de poder. Las reformas constitucionales pactadas en San Andrés el 16 de febrero de 1996 no tenían aún forma jurídica. Eran asunto de un poder misteriosamente ejercido por una capacidad política llena de imaginación. Estábamos preparados para la guerra, no para el diálogo, decía perplejo el subcomandante Marcos en marzo de 1994, apenas tres meses después del levantamiento, ante el diálogo de catedral. Los zapatistas no sabían cómo entablarlo… pero aprendieron pronto. Y si aquel diálogo no prosperó no fue solamente por el asesinato de Luis Donaldo Colosio. Fue porque del otro lado no aprendían. Pensaban, con Camacho a la cabeza, que todo se resolvería con dinero: un buen programa de desarrollo para los pobres indios marginados, con electricidad, educación, salud y todo lo demás. La puerca torció el rabo cuando los “pobres indios” incluyeron en el diálogo libertad, justicia y democracia y afirmaron que todo era cuestión de dignidad. No se cuenta aún la historia de los diálogos de San Andrés, que merece relato puntual y detallado. Tras la cuidadosa negociación de su formato en San Miguel, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) dio la primera sorpresa con sus asesores: más de un centenar de personas variopintas, en que sólidos dirigentes indígenas se mezclaban con prominentes intelectuales y especialistas. Los zapatistas no necesitaban asesoramiento alguno para negociar sus cosas. Pero no iban a eso a San Andrés. Cuando un asesor les preguntó por su noción de autonomía, para orientar el asesoramiento, respondieron sonriendo: “Tenemos nuestra propia noción, que aplicamos todos los días. Pero no es la única que hay en el país ni es necesariamente la mejor. Los hemos invitado para traer a la negociación una noción de autonomía que refleje lo que quiere el conjunto de los pueblos indios”. Es la tónica que define a los zapatistas. Son mayoritariamente indígenas, pero no constituyen un movimiento indígena; no reducen sus reivindicaciones a lo indígena ni a sí mismos. “Para todos todo, nada para

la edad de 58 años, murió el pintor Juan Alcázar. Como Francisco Toledo y Rodolfo Morales, se distinguió por estar en primera línea a la hora de defender la cultura y los recursos naturales de su natal Oaxaca. En los medios se ha comentado su invaluable trabajo para despertar el interés de los jóvenes por la pintura. Fundador del Taller de Artes Plásticas Rufino Tamayo, el Museo de los Pintores Oaxaqueños (Mupo) y la Escuela Gráfica Oaxaqueña, Alcázar impulsó otras tareas de divulgación venciendo no pocas dificultades. En el campo de la ecología, destaca el proyecto multidisciplinario que culminó en 2010 con información valiosa sobre 29 mamíferos en peligro de extinción en Oaxaca. Además de las fichas técnicas elaboradas por reconocidos especialistas sobre, por ejemplo, el tigrillo margay, el oso hormiguero enano, la liebre de Tehuantepec, el zorrillo pigmeo, la nutria de río, el leoncillo jaguarundi, la musaraña, el tapir, el tlacuache acuático, el cereque, varias especies de ratones (de agua o árboles) o el murcíelago néctar, logró que igual número de artistas ilustraran el hábitat de cada especie. El resultado fue un libro, Sobreviviendo, testimonio de la necesidad de cuidar las especies que existen en el bosque y el agua. Dejó pendiente otros dos proyectos que merecen concluirse por parte del gobierno estatal: uno, sobre el universo cultural y ecológico del mezcal. Y otro con la información botánica de 50 árboles endémicos de Oaxaca y su importancia ambiental y cultural. Cada ficha iría acompañada de un grabado y de un poema alusivo lo mismo de Carlos Pellicer, Octavio Paz o Robert Graves que de Seamus Heany o José Emilio Pacheco. A su diversidad cultural Oaxaca suma numerosos ecosistemas con una valiosa y única biodiversidad, diezmada por la acción humana y las políticas gubernamentales. Mientras es notable el esfuerzo de los pintores de Oaxaca y las organizaciones ciudadanas en defensa

OPINIÓN

Del verbo acordar

GUSTAVO ESTEVA

nosotros” no es lema de campaña, sino principio ético rigurosamente respetado. Poco avance se registró en las primeras dos sesiones del diálogo. Mientras los asesores del EZLN trabajaban frenéticamente, forjando consensos y propuestas, pocas y malas señales venían del lado del gobierno. El comisionado convocó alguna vez a una reunión urgente a los asesores. “Ustedes y los zapatistas están hablando todo el tiempo de dignidad. Queremos que nos expliquen bien a qué se refieren”. Pero no bastaron las explicaciones. El asunto quedaba claramente por encima de sus entendederas.

“¿QUÉ HACER CUANDO LOS TRES PODERES CONSTITUIDOS SE NIEGAN A ACEPTAR LA VOLUNTAD MAYORITARIA DE LA NACIÓN?

¿QUÉ HACER CUANDO VIOLAN CONTINUAMENTE LA LEY...?”

Entre las sesiones segunda y tercera del diálogo el EZLN convocó al Foro Nacional Indígena. Por primera vez en 500 años los pueblos indios del país se reunieron por propia iniciativa. Cientos de dignos representantes discutieron por muchos días hasta que surgió un mandato claro. Del foro brotó la decisión y el impulso que crearon el Congreso Nacional Indígena. Sus ideas siguen siendo fuente de inspiración. Una nueva negociación, cuando los acuerdos se empantanaron, desembocó en una iniciativa de reforma constitucional. Aunque formalmente sólo el gobierno federal suscribió el acuerdo, lo hicieron también todos los partidos en el Congreso. Fue un compromiso de Estado que sigue sin cumplirse. Cuarenta millones de mexicanos acudieron a los mítines de la caravana que recorrió diez estados en 2001, para llevar al Congreso el punto de vista de los zapatistas en la Marcha del Color de la Tierra. Miles de organizaciones y millones de personas respaldaron la “iniciativa Cocopa”. No hubo una sola organización que se opusiera públicamente a ella. Pero todos los partidos en el Congreso produjeron una contrarreforma. La Suprema Corte se lavó las manos. ¿Qué hacer cuando los tres poderes constituidos se niegan a aceptar la voluntad mayoritaria de la nación? ¿Qué hacer cuando violan continuamente la ley que han impuesto a la población, abusan de ella e instalan un estado de excepción no declarado? ¿Qué hacer cuando siguen pensando que bastarán algunas salpicadas de dinero y desarrollo, como fueron a ofrecer a Las Margaritas? De manera callada, aunque no sigilosa; a partir de la voluntad orgánica que forma su propio orden interno; como capacidad de resistencia que transforma en coraje transformador la digna rabia; como digna respuesta ante el horror que desde arriba se instala, los pueblos crean su propio estado de excepción. Tiene diversas formas, tiempos y nombres en distintas geografías. Pero ahí van. Paso a paso. Cada vez más firmes. Abiertos al concierto, a un acuerdo entre ellos capaz de detener el horror que cunde. Como los zapatistas, ellos cumplen y respetan los acuerdos de San Andrés. Para muchos, son su ley. ■ gustavoesteva@gmail.com

El pintor Juan Alcázar y la naturaleza IVÁN RESTREPO

de la naturaleza, no falta quien pose feliz luego de matar animales, algunos en peligro de extinción. Por ejemplo, Humberto Cavazos Chena, abogado laboral favorecido con contratos multimillonarios durante el sexenio del becario de Harvard. En la revista Proceso del 20 de enero último se incluyen varias fotos del valiente abogado-cazador en las

MIENTRAS ES NOTABLE EL ESFUERZO DE LOS PINTORES DE OAXACA Y LAS ORGANIZACIONES CIUDADANAS EN DEFENSA DE LA NATURALEZA, NO FALTA QUIEN POSE FELIZ TRAS MATAR ANIMALES

que luce con algunos de sus trofeos: un gigantesco elefante al que seguramente después le quitaron los colmillos de marfil para lucirlos en la mansión del abogado. Desborda igualmente felicidad al posar llevando en sus hombros un leopardo; o al pie de una gacela, los restos de un león, un búfalo africano, un borrego cimarrón (especie que tanto ha costado salvar de la extinción en el noroeste de México) o un enorme antílope. Mientras este abogado favorecido con dinero público se vanagloria de cazar paquidermos (como el rey de España), en la isla de Borneo envenenaron recientemente 14 elefantes pigmeos, la subespecie más pequeña de todas. Las autoridades ofrecen una recompensa para dar con los autores de la matanza. Los elefantes pigmeos forman parte de la fauna exclusiva de Borneo. Por eso se encuentran protegidos legalmente igual que la reserva forestal donde viven. Son, además, atractivo turístico. Otros elefantes, los más grandes, también mueren en África víctimas de la caza ilegal que se ceba en los machos de mayor edad, los que tienen los colmillos más largos y más valiosos en el mercado. La matanza crece a medida que aumenta la demanda y el precio del marfil en Asia. Y muy especialmente en China, donde la prosperidad económica crea nuevos y ostentosos ricos. El comercio de marfil está prohibido internacionalmente, pero la corrupción oficial hace de las suyas. Finalmente, en Saltillo existe un bello museo donde se muestra la riqueza que albergan los desiertos de México y, de manera destacada, de Coahuila. Es una de las atracciones culturales que quienes visitan esa ciudad no deben perderse. Sin embargo, en la última sección del museo se exhiben los trofeos de un cazador que desborda felicidad mostrando los ejemplares que ha matado. Debe de ser muy influyente para que una dependencia gubernamental albergue ese ejemplo de prepotencia y pésimo gusto. ■


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