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Abril 2015

DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE


CIUDAD DE MÉXICO: ESCASEZ, SÍ; DESABASTO, NUNCA

De La Merced

a la CEDA SUSANA GONZÁLEZ G.

LA EXTINTA ZONA CHINAMPERA DEL PUEBLO DE ACULCO, en Iztapalapa, donde por siglos sus habitantes cultivaron nabos, zanahorias, lechugas, coles, chiles, chía, calabazas, alcachofas, apio, betabel, romeritos, poro, tomates y quelites para autoconsumo, pero también para venderlos en el centro de lo que primero fue Tenochtitlán, después el corazón de la Nueva España y finalmente de la ciudad de México, fue elegida hace tres décadas para edificar la Central de Abasto, que, hasta hoy, es considerada la más grande del mundo.

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ada día la Central de Abasto de la Ciudad de México (CEDA) comercializa 30 mil toneladas de productos, fundamentalmente frutas y verduras, provenientes de todo el país y también del extranjero para abastecer a los habitantes de la capital, de los municipios conurbados del estado de México y a centrales más pequeñas de otras entidades. Sus 5 mil comerciantes atienden un promedio diario de 300 mil personas, es decir, 109 millones de visitantes-compradores que superan en 3.7 veces o 276 por ciento los 29.1 millones de turistas extranjeros que, según datos oficiales, visitaron todo México durante 2014. La CEDA concentra la tercera parte del valor generado por el sector alimentario, que incluye desde productores de alimentos y empresas que los industrializan hasta transportistas, bodegueros y comerciantes, asegura Alfredo Neme Martínez, ex presidente de Confederación Nacional de Agrupaciones de Centros de Abasto (Conacca). La cadena aporta casi la quinta parte de los 18 billones de pesos del producto interno bruto (PIB) de México y concentra

36 por ciento de la población económicamente activa. “El año pasado se vendieron 300 mil 700 millones de pesos en todas las centrales de abasto del país y la del Distrito Federal concentró 30 por ciento”, destaca.

EL ORIGEN Construir una Central de Abasto en la capital del país era un proyecto que en los años 60 del siglo pasado sólo existía en la mente de algunos comerciantes mayoristas de La Merced. El tradicional barrio que debe su nombre al convento de La Merced –por los frailes mercedarios o de la misericordia, la última orden religiosa que llegó a la Nueva España– fue fundado en 1602. Sin embargo, le antecedió una vocación comercial que data desde la época prehispánica y que fue facilitada por los canales que llegaban a sus inmediaciones, por los cuales arribaban los pochtecas, los comerciantes viajeros y sus tamemes o cargadores, con alimentos y productos de Xochimilco, Tláhuac y Chalco, pero también de lejanas regiones del ahora territorio nacional e incluso de una parte de Centroamérica y Estados Unidos. Bajo el régimen colonial, el cabildo de la ciudad de México en-


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FOTOS: DEL LIBRO NACHO LÓPEZ: IDEAS Y VISUALIDAD Tianguis de La Merced, México, DF,1951

tregó en 1539 los primeros solares de la zona donde comenzó la construcción de grandes residencias y casonas virreinales, pero al embarcadero de Roldán no cesaron de llegar los alimentos. Incluso en 1570 a la zona se le conocía como “lecherías”, por la venta de este alimento. Con la reforma, el convento de La Merced fue demolido a mediados del siglo XVIII y en sus ruinas se instaló primero un tianguis y luego, en 1863, se edificó un mercado cuando era presidente Benito Juárez. Seguían existiendo entonces los canales que conectaban el barrio con los ríos La Viga, Churubusco y Piedad. La extensión de la red ferroviaria en el país, la incipiente industrialización de la capital y su extensión a zonas rurales, el auge económico urbano y la duplicación de los habitantes de la capital durante la dictadura de Porfirio Díaz estuvieron aparejadas del deterioro arquitectónico de La Merced, cuyas casonas históricas se convirtieron en bodegas, vecindades y locales comerciales (las autoridades han identificado 103 inmuebles de distinta época con valor artístico, histórico y patrimonial en la zona).

El viejo mercado fue sustituido hasta 1957 por otro nuevo, pero el caos ocasionado por la saturación de transportistas y el hacinamiento de vendedores en las calles generó a su vez problemas de inseguridad, insalubridad, prostitución y alcoholismo en el barrio.

LOS COMERCIANTES Desde 1925, los comerciantes de La Merced constituyeron la Unión de Comerciantes de Frutas y Legumbres (Uncofyl). Décadas después, algunos de ellos comenzaron a buscar tanto terrenos en la ciudad como el apoyo de las autoridades para construir una central de abasto fuera del Centro Histórico. “Nosotros fuimos los que estuvimos luchando por una central, porque tener bodegas en las casonas coloniales de La Merced no era propio. Desde 1968 comenzó la expropiación de los terrenos en lo que era la chinampería de Aculco, en Iztapalapa, pero pasaron varios gobernantes antes de que el proyecto se concretara. Rolando Stivalet Corral, originario de Veracruz, descendiente de franceses y comerciante de plátano, fue muy importante en

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ese proceso, ya que tenía muy buena relación con los políticos”, asegura Guillermina Posada de Zunzunegui, más conocida como Mina Zunzunegui, quien trabajó 38 años en la Uncofyl como responsable de los trámites oficiales de los comerciantes y luego fue directora –ocho años– de la Central de Abasto Asociación Civil. Hubo muchas resistencias para el proyecto y la mayoría de los comerciantes no quería mudarse, porque en La Merced eran propietarios de sus locales y casas. “¿Para qué dejarlas si se trataba de construir, empezar de nuevo y pagar?”, comenta. La lucha por crear la central de abasto provocó la fractura de la Uncofyl. Stivalet Corral y sus compañeros renunciaron para crear la CEDAAC. En 1980 el entonces Departamento del Distrito Federal (DDF) por fin aprobó que se hiciera la Central de Abasto. “Entonces ofrecimos a todos los comerciantes de La Merced con cédula o constancia de que eran comerciantes, agricultores o que tenían terrenos, que podían apartar su bodega con 50 mil pesos y el resto lo pagaban en un plazo de 48 meses”, asevera Mina Zunzunegui. Las bodegas de 92 metros costaban un millón 800 mil pesos, más 150 mil pesos por lugar de estacionamiento, dice, pero también había de 72 y de 244 metros. “Las facilidades para adquirir las bodegas eran tremendas, casi las regalaban”, sostiene Alfredo Neme, quien también ha sido dirigente para América de la Unión Mundial de Mercados Mayoristas (WUWM, por sus siglas en inglés) y vocero de la Federación Latinoamericana de Mercados Mayoristas (Flama) Édgar Álvarez, dirigente del Frente de Comerciantes Colabora-

FOTOS: DEL LIBRO NACHO LÓPEZ: IDEAS Y VISUALIDAD Sin título 1951

dores del Servicio Público de Mercados de México, asegura que el hoy inexistente Banco del Pequeño Comercio (Banpeco) ofrecía créditos a los bodegueros, pero muchos no aceptaron. “Había mucha resistencia porque no tenían muy claro a qué iban a la central y qué derechos iban a tener, además de que no todos tenían dinero ni querían endeudarse”, abunda. Cuando se construyó la CEDA, La Merced albergaba mil 345 bodegas de frutas y legumbres; 270 de abarrotes y víveres; 131 de chiles secos y especias, y 67 cremerías. Adicionalmente al comercio de comestibles, había 316 almacenes de ropa, 160 boneterías, 97 fábricas de ropa, 77 zapaterías, 69 ferreterías y tlapalerías, 65 dulcerías, 50 consultorios médicos, 32 jarcerías, 30 comercios de aparatos eléctricos, 37 pulquerías, 38 piqueras, 44 cantinas, 40 cervecerías, 10 salones de billar, 26 líneas de camiones de carga, 249 restaurantes, 66 papelerías, 32 hoteles, 32 vinaterías, cuatro tabaquerías y 13 baños públicos, de acuerdo con el recuento que hizo entonces la Comisión de Desarrollo Urbano, antecesora de la Secretaría de Desarrollo Económico. Mina Zunzunegui seguía trabajando en la Uncofyl, pero ayudaba a los disidentes. La confianza y amistad que tenía con los comerciantes de La Merced sirvieron para persuadir a la mayoría de dejar el centro de la ciudad y mudarse a casi ocho kilómetros de distancia, a la Central de Abasto de Iztapalapa, y afiliarse a la CEDAAC, que entonces sólo tenía unos 200 socios. “A mí me dejaron hasta el final con los enemigos para convencer a la gente. En Uncofyl me decían ya vete, por favor. ¡Déjanos a la gente! Cuando me fui a la CEDA me jalé mil 300 comerciantes”, asevera quien


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resistían a dejar La Merced se mudaran. “Por la misma idiosincrasia del sector y el temor de que las ventas bajaran, muchos no querían irse, pero el poder del Estado lo logró”, comenta Neme. “Cerraron vías para impedir que los camiones de pequeños productores o intermediarios llegaran a La Merced. La policía los desviaba a la Central de Abastos y les decían que a La Merced ya no podían ingresar”, recuerda Édgar Álvarez. El cerco se reforzó luego del terremoto de 1985, y el gobierno, en manos del PRI, presionó más a los mayoristas para que se fueran, incluidos los vendedores del mercado de Jamaica, a quienes forzó a establecerse en las áreas de pernocta y subastas de la CEDA. Álvarez sostiene que con la CEDA el gobierno aprovechó para impulsar “un modelo privatizador” en los mercados públicos para dejar de hacerse cargo de los servicios públicos de los mismos, tales como los servicios de luz y agua, hasta guarderías, bibliotecas y regaderas para los locatarios. Desde 1973 ya no se construyeron mercados públicos y las autoridades federales y locales, con excepción del Distrito Federal, dejaron de hacerse cargo de ellos.

LA MERCED, DESPUÉS DE CINCO SIGLOS DE COMERCIO

de 1984 a 1992 fue directora general de la nueva agrupación de comerciantes. La Central de Abasto se inauguró finalmente el 22 de noviembre de 1982 por el entonces presidente José López Portillo y Carlos Hank González, regente del Distrito Federal. La mudanza de los comerciantes de La Merced se dio en dos etapas: “El mismo día de la inauguración todos los comerciantes de frutas y verduras llenaron sus bodegas y vendieron. Todo estaba construido, pero faltaba la luz y las cortinas. En una semana todo mundo ya tenía electricidad, pero las cortinas tardaron más”, dice Mina Zunzunegui. Luego, el 11 de diciembre de ese mismo año, se mudaron los comerciantes de la Asociación de Distribuidores Mayoristas de Abarrotes, el segundo sector de importancia en La Merced y la tercera agrupación más grande que opera en la CEDA.

DIFICULTADES DE INICIO En las 327 hectáreas que comprende la CEDA hay mil 881 bodegas de frutas y verduras y 338 de abarrotes, además de mil 500 “crujías” o locales de 60 giros diferentes. “Muchos comerciantes que no quisieron comprar bodegas se dieron la arrepentida de su vida, porque su valor y las ventas han crecido tremendamente”, afirma Alfredo Neme. Algunos las adquirieron por traspaso, pero mucho más caras o de plano tuvieron que rentarlas, mientras otros compraron todas las que pudieron desde el primer momento. El gobierno ejerció presión para que los comerciantes que se

El comercio en La Merced se desplomó al quedar desmantelado el sistema que por cinco siglos había funcionado e incluso hubo despoblamiento en la zona, asegura Berenice Ramírez, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Paralelamente, las ventas en la CEDA no despegaron de inmediato, pese a las facilidades que se otorgaran a comerciantes y compradores. “Al principio nos veíamos las caras y nos hacíamos plática para no aburrirnos”, dice Alfredo Neme. Para los comerciantes minoristas, sobre todo locatarios de mercados públicos, y los consumidores en general “adaptarse a la Central de Abasto no fue nada fácil”, indica Édgar Álvarez. Las vías y medios de transporte a La Merced, incluido el Metro, en nada se comparaban a los que existían en los años 80 para llegar a la CEDA. “Por estar retirada, se gastaba más tiempo y dinero, fuera por transporte público o en vehículo propio, pero no todos tenían. En aquel entonces las rutas de taxi cobraban 15 pesos por ir de un mercado a otro, pero de pronto tuvimos que desembolsar el doble. Era mucho dinero y eso provocó que se incrementaran los precios de los alimentos”, dice el dirigente de comerciantes de mercados públicos. El cambio, aunado a la crisis económica de los años 80 que dejó a mucha gente sin trabajo, entre ellos burócratas y profesionistas que no encontraron otra manera de ganarse la vida, propició el surgimiento y desarrollo de los tianguis y mercados en vía pública en otras zonas de la ciudad, como Iztapalapa o los municipios mexiquenses, cuyos habitantes estaban acostumbrados a abastecerse en La Merced.

ENCARECIMIENTO SÍ, DESABASTO JAMÁS La mudanza de los comerciantes mayoristas de frutas y verduras, así como de abarrotes de La Merced a la Central de Abasto no provocó, ni de lejos, un problema en la distribución de alimentos en la capital del país. Desde que existe, la ciudad de México ha sido incapaz de autoabastecerse, por lo que le llegan provisiones de todas partes del país. Pese a esa dependencia, nunca en toda su historia ha sufrido un problema de desabasto. Ni con desastres naturales, como sequías, heladas, terremotos, huracanes o inundaciones ocurridos en otras zonas de México, conflictos armados como en la Revolución, guerrillas, conflictos o protestas sociales. “Los anales de la ciudad de México no registran interrupciones

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ejemplo, subió 40 por ciento en tan sólo un mes; el limón se encareció hasta 150 por ciento y el precio del huevo se duplicó. “Nunca, desde la Segunda Guerra Mundial, según me han comentado compañeros a quienes les tocó vivir esa época, se habían presentado eventos tan graves en el encarecimiento de precios como el del limón y el huevo. El consumo bajó 30 por ciento. Nunca dejamos de tener. Había poco pero caro”, señala el ex dirigente de la Conacca y actual presidente de la Asociación Mexicana para un Mercado Justo. Al Distrito Federal siempre llegan personas de todas partes a vender sus productos y por eso no falta casi nada, dice Álvarez. En La Merced, por ejemplo, el año pasado se consiguió limón hasta de huertos familiares, comenta Berenice Ramírez. Édgar Álvarez y Alfredo Neme responsabilizan al gobierno federal del desabasto parcial de ciertos alimentos y su consecuente aumento de precio, en tanto que se carece de una política agroalimentaria que garantice la producción de alimentos para satisfacer el consumo nacional y en cambio se apuesta a las importaciones, en perjuicio de los campesinos y agricultores mexicanos. “Esas políticas nos han llevado a que actualmente importemos 60 por ciento de los alimentos. En 2008 importábamos 38 por ciento y con esa tendencia para 2030 llegaremos a 80 por ciento. Nosotros, que somos la cuarta potencia en biodiversidad a escala mundial, vamos al revés que otros países, como Chile, que hace 10 años importaba alimentos y ahora es una potencia agroalimentaria que exporta sus productos a más de 150 países”, sentencia Alfredo Neme.

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serias en su abasto alimentario: hubo alguna escasez esporádica o problemas en tiempo de revoluciones, pero nunca, que se sepa, desabasto masivo y desquiciador de la vida urbana”, sentencia Fernando Rello, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, en una investigación. “La gran diversidad de nuestro país nos permite traer alimentos de diferentes lados. Así, cuando un problema le pega al sureste, el norte y el occidente está produciendo. Eso lo vimos en 2013 cuando dos huracanes, Ingrid y Manuel, impactaron simultáneamente a la República por el Golfo de México y el Atlántico. Fue un fenómeno extraño que sí afectó el nivel de precios, pero ni con esos ni otros problemas hemos tenido nunca un desabasto generalizado”, afirma Alfredo Neme. Berenice Ramírez coincide al señalar: “desabasto, como tal, no ha habido en la ciudad de México, pero sí escasez y encarecimiento de algunos productos en época de crisis o con desastres naturales en alguna región del país”. Basta recordar los episodios del limón el año pasado por la violencia en Michoacán, así como del huevo y el pollo en 2012, y del maíz y la tortilla en 2007, estos últimos correspondientes al sexenio del panista Felipe Calderón. El precio de la tortilla, por

Al paso del tiempo La Merced volvió a reposicionarse como zona comercial, pero tardó al menos 10 años en hacerlo porque el terremoto de 1985 generó presión para que los comerciantes no volvieran a establecerse, señala Álvarez. Muchos de los comerciantes mayoristas de mayor poder adquisitivo que se fueron a la CEDA mantuvieron sus bodegas en La Merced o regresaron para abrir otras, pero para ventas de medio mayoreo y menudeo. Probaron suerte en ambos lados. “Los comerciantes de los 13 mercados de la zona de La Merced dicen que son los bodegueros de la central quienes los abastecen”, indica Berenice Ramírez. La actividad comercial en el añejo barrio fue diferente al de la CEDA, surgieron nuevos giros y se mantienen los mercados especializados, como el de dulces o el de flores. A la fecha hay aproximadamente 6 mil comerciantes establecidos en los mercados y locales de la zona, y en vía pública otros 3 mil 300, según estimaciones de Berenice Ramírez y José Gasca, también investigador del IIEC. “Hay muchos elementos por los que La Merced mantiene su importancia comercial, como las vías de comunicación, donde se abastecen todos los negocios de comida del centro. Siguen siendo proveedores de mercados y consumidores en general. Incluso mucha gente del sur del país va a comprar ahí”, señala Ramírez. Advierte que entre los comerciantes establecidos prevalece la venta de alimentos, mientras que los ambulantes privilegian la ropa, juguetes, zapatos, entre diversos productos chinos o de piratería. La Merced sobrevive, pese a los incendios que ha tenido en 1988, 1998, 2012, 2013 y 2014, pero está vinculada completamente a la Central de Abasto de la ciudad de México.


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NINGÚN DESPERDICIO DE ALIMENTOS

os bodegueros lo llaman desperdicio, pero para otros es subsistencia. La presencia de varios hombres acompañados de cajas en la parte alta del andén marca el inicio de su jornada de trabajo. Como hormigas tras el azúcar, un ejército de hombres, mujeres y niños corren a los cajones de concreto ubicados en los patios de maniobra a “ganar” los jitomates, cebollas, chiles, pimientos y aguacates que otros han desechado. Una bolsa de mandado, un costal de yute, una caja de cartón o una cubeta de plástico se convierten en auxiliar para “pelear lo mejorcito” entre la basura, “sin importar las cortaduras con pedazos de vidrios o fierros enterrados; lo importante es ponerte buzo, porque con esto la vamos pasando; de esto vivimos”. Desde hace dos años, Anastasia Campos viene con sus dos hijas y su hijo, de ocho, seis y cuatro años a trabajar, pues “en ningún lado me aceptan, porque no tengo papeles y jalo para todos lados con mis niños, la necesidad es muy grande”. El miedo a cortarse o “pescar” una enfermedad siempre está presente, pero “los 60 o 70 pesos que ganamos al día son buenos desde que nos venimos del pueblo, allá cerca del Real del Oro, en el estado de México”, comenta. La competencia, reconoce, es mucha, porque “somos varios aquí y a veces no nos dejan vender. Hay gente que se le echa encima al cliente. Nos hemos ido con las manos vacías después de estar horas bajo el sol, la lluvia y hasta el granizo, sin comer, pero ni modo, no sabemos hacer nada”. La pérdida del empleo llevó a Víctor Osornio a trabajar con su pareja, Elvia, en la salida del andén S-T, limpiando jitomate, cebolla, tomate y chile, “lo que encontremos”. Desde hace dos años buscan de manera incesante su incorporación a una fábrica, sin éxito. Los empleos obtenidos con su preparatoria concluida, dice, han sido eventuales, pero “la burocracia es mucha y tenemos necesidades, aunque ya se nos casó la hija, pero nos faltan dos muchachos, uno quiere ser estilista y el otro veterinario”. Alrededor de las cinco de la madrugada salen de su casa en Ecatepec para llegar a la Central de Abasto cerca de las 6:30 y “agarrar lo mejorcito”. Con pedazos de papel periódico limpian las verduras que sacaron en sus cubetas para colocarlas en cajas de 12 a 14 kilos.

Los precios van de 15 a 20 pesos, según la condición del producto, desechando el que “ya está podrido o muy feo, pues no metemos goles a los clientes, porque ya no regresan”. Tras 12 horas de trabajo “sacamos de 200 a 250 pesos, pero de esos gastamos cien en camiones y comida, pero ahí la vamos llevando, para que nuestros hijos no terminen aquí”. Tampoco para Miguel González resulta agradable que sus hijos vengan a ayudarlo. Desde las 8:00 horas llega preparado con cuchillo, cubeta, papel periódico o un trapo para recuperar, limpiar y seleccionar la mercancía que desechan los bodegueros, porque “está ya muy madura para venderla a buen precio”. En un día muy bueno, estima, gana hasta 400 pesos, pero “ahorita la venta está baja y sacó como 250, pero no libres, porque debo tomar camiones para llegar a Tacuba y comer aquí algo. Me quedan como 150, pero eso es mucho más de lo que ganaría en una fábrica, aunque tiene sus contras, como pescar una enfermedad”. Para Leticia también es “una gran oportunidad cuando tienes cuatro hijos, no tienes papeles y sí muchas necesidades. Los sábados, por ejemplo, nos venimos todos a trabajar y sacamos para la comida, aunque sea sólo una en el día, y los camiones para Neza”. La caja se vende entre 15 y 18 pesos, pero “muchos no lo pagan, porque lo quieren güeno y van a la bodega. Yo quisiera ir a otro lado, pero tengo a mis hijos en la escuela y no puedo, po´s quiero que ellos, cuando sean grandes, se dediquen a otra cosa”. Los olores aquí son “requetefeos, pero te acostumbras, como también a enterrarte un vidrio, un clavo o cortarte con una lata. Los doctores dicen que nos hacemos inmunes al lugar en que estamos, nos adaptamos, por eso no nos enfermamos tanto, y mientras el cuerpo aguante estaremos aquí, porque tampoco tenemos alma de ratero”. Para José Juan ayudarle a su esposa a limpiar cebollas fue la última opción que le quedó luego de “lastimarme el lomo de tanto cargar y descargar con el diablo durante años. Ganamos poco, sólo sale para la comida; somos ocho, pero no tenemos de otra”. Los cajones de concreto son vigilados por sus trabajadores. Ninguna otra persona puede meterse y sí lo hace, en un descuido, le dicen que “se trata de su zona de trabajo, y si quiere llevárselo debe pagarnos uno, dos o cinco pesos, según lo que sea”, explican.

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FOTOS: Pablo Ramos García y Jazmín Ortega Cortés LA JORNADA

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Central de Abasto el estómago de la nación LAURA FLORES

EL CENTRO DE ACOPIO Y COMERCIALIZACIÓN MÁS GRANDE DEL MUNDO EN SUS 327 HECTÁREAS PROVEE ALIMENTO A 20 MILLONES DE PERSONAS


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LOS HABITANTES DEL DISTRITO FEDERAL Y SU ZONA CONURBADA (la tercera aglomeración humana más poblada del mundo, de acuerdo con la ONU) como parte fundamental de su sobrevivencia requieren de un abasto diario no menor a 30 millones de kilogramos de productos como frijol, arroz, maíz, hortalizas, legumbres, frutas, cárnicos y abarrotes, que se concentran y expenden en el mercado más grande del mundo: la Central de Abasto (CEDA), la cual cotidianamente provee alimento a más de 20 millones de personas

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a macrofagia de la gran metrópoli se satisface, cotidianamente, con la compra-venta de miles de toneladas de frutas y legumbres; abarrotes; cabezas de ganado bovino; cerdos, ovino-caprinos y aves. También forman parte del consumo diario millones de litros de leche, refresco, agua potable envasada, tortillas, huevo y otros productos. De hecho, la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM) consume 35 por ciento de las cosechas del país. Casi 100 por ciento del abasto de la ZMCM se garantiza con alimentos provenientes de 24 estados de la República y del extranjero; de hecho, fuera de la producción del nopal, puede decirse que todo lo que consume el “estómago de la nación”, procede de otras latitudes, porque su autoabasto es prácticamente inexistente. En buena medida, la nación trabaja para darle de comer a esta región, y es tal la relevancia de la Central de Abasto como centro de recepción, consumo y redistribución de alimentos, que se venden en ella productos que en otras regiones del país no se comercializan, aunque en ellas se produzcan. La Central de Abasto tiene una superficie total de 327 hectáreas y es el centro mayorista más grande del mundo. Le siguen en tamaño e importancia el Mercado Internacional de Rungis, Francia, con 232 hectáreas de extensión, y el Merca Madrid, con 176. A la CEDA acuden diariamente 350 mil visitantes para realizar transacciones comerciales, y en épocas especiales (como Semana Santa, Día de Muertos o Navidad) se reciben hasta medio millón. Anualmente es visitada, en promedio, por 127 millones 750 mil personas, es decir, en un año la CEDA abastece alimentos para una población equivalente a tres tantos de la que registra Centroamérica, aunque ésta se asienta en una extensión territorial cercana a 523 mil kilómetros cuadrados. En las 327 hectáreas de extensión de la CEDA se distribuyen y operan 3 mil 755 bodegas y 2 mil 500 locales comerciales, donde se expenden más de 15 mil productos provenientes de la mayor parte de la República y de más de 10 países (desde Canadá hasta la Patagonia, en Argentina, así como de Turquía, España, Alemania e India). Sólo como ejemplo, vale mencionar que en ella se compra y distribuye 30 por ciento de la producción hortofrutícola nacional. Diariamente miles de personas recorren sus ocho mercados especializados, naves y áreas de subasta, donde conviven los mayores productores del país y también los más pequeños, pues la compra-venta se realiza desde un kilogramo hasta cosechas completas, en función de los artículos ofrecidos y demandados, logrando comercializar 35 por ciento de la producción nacional. El grueso de las transacciones es por la noche, con la llegada de cientos de enormes camiones con gran variedad de productos. Este gran mercado mayorista registra un movimiento económico de alrededor de 150 mil millones de pesos anuales, un monto únicamente superado por el de la Bolsa Mexicana de Valores. Es tal su importancia, que la CEDA regula la oferta y la demanda; fija los precios de los alimentos; es el principal generador de empleos en el oriente de la ciudad de México –más de 90 mil

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150 MIL MILLONES DE PESOS ANUALES

Es el mercado mayorista más grande del mundo, con un movimiento económico DE un registro sólo superado por la Bolsa Mexicana de Valores.

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hectáreas de extensión donde funcionan ocho mercados, 3 mil 755 bodegas y 2 mil 500 locales comerciales.

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MILLONES 750 MIL PERSONAS VISITAn ANUALMENTE LA CEDA, una población equivalente a tres tantos la que registra Centroamérica,

de productos alimenticios, a más de 20 millones de personas.

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directos y 500 mil indirectos–, e impulsor de inversiones privadas en la zona por alrededor de 770 millones de pesos. Se trata de una ciudad dentro de la ciudad, con una superficie equivalente a 55 veces la plancha del Zócalo, donde lo mismo se compra, vende, negocia, subasta, empaca, desempaca, acomoda, tira, recupera o se come durante las 24 horas del día. El “estómago de la nación” nunca descansa. Su clientela es universal: pequeñas centrales de otras ciudades, municipios y estados; tiendas de autoservicio y abarrotes; mercados públicos y ambulantes; tianguis; misceláneas; restaurantes; hoteles, y amas de casa que encuentran gran variedad de productos al mejor precio, por los volúmenes de mercancía y los bajos costos operativos. El primer contacto de la clientela es con los bodegueros; después son los diableros o cargadores, cuyo grito de “ahí va el golpe” hace que la gente se mueva rápido para evitar chocar con ellos; y por último las “chicas del carrito”, que ofrecen pan y café, y los encargados de los puestos de fritangas o restaurantes. Otros, “recuperan” comida desechada por los bodegueros en los patios de maniobra, para venderla a “muy bajo precio” a los “salseros” y “tener un peso para echarnos un taco y sacar adelante a nuestros hijos”. Desde el año pasado la autoridad de la CEDA trabaja para mejorar las condiciones de seguridad de la central y modernizar su imagen con el cambio de pisos, iluminación, sanitarios, cajones de estacionamiento y sistema de peaje, mediante la inversión de recursos fiscales y contraprestaciones que se tienen por la entrega de cuatro concesiones al sector privado. Una segunda fase en su agenda de actualización y transformación para mejorar su competitividad es convertirla en un centro logístico agroalimentario que facilite el comercio interno y la integración con proveedores y clientes. De igual forma, se creará un banco de alimentos y se construirá el nuevo mercado de Jamaiquita, que contará con una plaza comercial, hotel, hospital y servicios. El gran “estómago de la nación” es administrado por el Fideicomiso Central de Abasto de la Ciudad de México, constituido el 7 de julio de 1981, con una vigencia de 99 años, e integrado por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, la Secretaría de Desarrollo Económico y otros participantes, con carácter de fideicomitentes y de fideicomisarios, cuya institución financiera es Banco Santander. Cuenta con un Órgano de Gobierno, Comité Técnico y Co-

mité de Distribución de Fondos, en los que intervienen por igual a representantes de los sectores público y privado, y de los gobiernos local y federal, entre cuyas funciones se cuenta la aprobación de los presupuestos de ingresos y egresos del fideicomiso, así como la emisión de normas operativas y la aprobación de proyectos. Su administrador general es Julio César Serna Chávez, quien se encarga de coordinar, organizar y vigilar el desarrollo de las actividades derivadas del manejo de los recursos humanos, financieros y materiales con que cuenta la CEDA, así como las funciones relacionadas con el cuidado y mantenimiento de la infraestructura del mercado, la seguridad y la protección civil. El órgano de gobierno de la CEDA lo constituye el Comité Técnico y de Distribución de Fondos, integrado paritariamente por representantes del sector privado y de los gobiernos local y federal. El Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, preside dicha instancia de mando y tiene voto de calidad en caso de empate. En su concepción, el proyecto arquitectónico fue del arquitecto Abraham Zabludovsky y se integró con 14 zonas dispuestas para urbanizar 2 millones de metros cuadrados, mientras que en otros 600 mil se construirían los inmuebles. La Central de Abasto fue creada como una figura hexagonal deformada, cuyo eje central mide 2 mil 250 metros, y en sus extremos se localizan las entradas y salidas. Para no repetir los problemas de distribución y espacio que existían en La Merced, se determinó con precisión el número de bodegas que deberían construirse y la superficie de cada una de ellas. Desde su creación y puesta en operación, la función primordial de la CEDA adquiere un carácter estratégico, pues se constituye en un vínculo vital entre la producción y el consumo para satisfacer las necesidades alimentarias de los habitantes de la gran ciudad, mediante el acopio y comercialización de productos agrícolas, pecuarios y abarrotes, entre otros. De acuerdo con la autoridad de la Central de Abasto, para el sector agrícola, por ejemplo, este gran mercado mayorista permitió “transformar una oferta amorfa, sin estándares de calidad y fraccionada, en una oferta homogénea para sus clientes habituales: la red de mercados públicos, los mercados itinerantes, las tiendas de autoservicio, los hoteles, restaurantes y tiendas de barrio, entre otros”. Así, en marzo de 1981 se iniciaron las obras de la CEDA en el predio denominado Chinamperías, ubicado en la delegación


ES UNA CIUDAD DENTRO DE LA CIUDAD con una superficie equivalente a

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la plancha del Zócalo, donde lo mismo se compra, vende, negocia, subasta, empaca, desempaca, acomoda, tira, recupera o se come durante las 24 horas del día. Nunca se descansa y nada se desperdicia

Es tal su relevancia como centro de recepción, redistribución y consumo, que expende productos que en otras regiones del país no se comercializan, aunque en ellas se produzcan.

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ACUDEN a ella para realizar transacciones comerciales, y en épocas especiales (como Semana Santa, Día de Muertos o Navidad) hasta medio millón.

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Iztapalapa. La obra fue concluida en 1982 e inició operaciones el 22 de noviembre de ese mismo año. Desde su creación, la función primordial de este mercado mayorista ha tenido un carácter estratégico: constituirse como vínculo esencial entre la producción y el consumo para satisfacer las necesidades alimentarias de los habitantes de la capital, mediante el acopio y comercialización de productos agrícolas y de abarrotes. Y también los requerimientos financieros de vendedores y compradores, pues en ella operan 18 sucursales de 10 instituciones bancarias. La autoridad de la CEDA subraya la importancia de la actitud asumida por un sector de participantes mayoristas que, ante una actividad agrícola de bajo perfil tecnológico y descapitalizada, desarrolló esquemas de financiamiento, selección y envase de productos del campo para ofrecerlos a los grandes núcleos urbanos, incluida su participación en el mercado internacional. “La función de este centro no se limita al acopio y comercialización de productos alimenticios, sino que también regula la oferta y la demanda de los hortofrutícolas y fija sus precios; por lo que representa un sector estratégico fundamental de la actividad económica del país”. Pero la Central de Abasto de la ciudad de México va más allá, pues desempeña otras funciones sociales de particular importancia, toda vez que brinda apoyo a las clases sociales más desprotegidas. Por ejemplo, espacios y soportes logísticos al Albergue Infantil del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, al Centro de Apoyo al Menor Trabajador y al Instituto Nacional para la Educación de los Adultos. Además, las asociaciones de comerciantes han suscrito acuerdos con instituciones de asistencia privada, como Sólo por Ayudar y Alimento para Todos, a las que otorgan donaciones en especie para canalizarlas a los sectores que lo necesiten. También, los empresarios de este complejo comercial mayorista han manifestado siempre una actitud solidaria con la sociedad, ofreciendo ayuda a la población afectada por desastres naturales. La participación social abarca también la promoción y desempeño de actividades culturales y recreativas para los sectores que integran la comunidad interna y su zona de infraestructura. Es el “estómago de la nación”, una ciudad dentro de la ciudad, en donde participan todas las autoridades del Distrito Federal en materia de seguridad, además del área federal antinarcóticos, la Procuraduría General de la República, un sector completo de la Policía Preventiva y elementos de la Policía Auxiliar. Todos son coordinados por un general del Ejército Mexicano.

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Modernización

de la CEDA A LA VANGUARDIA, CON 36 PROYECTOS EN EJECUCIÓN MEJORAMIENTO Y ACTUALIZACIÓN EN TODAS SUS ÁREAS

MANTENER ACTUALIZADO AL MERCADO MAYORISTA MÁS GRANDE DEL MUNDO resulta ser una tarea titánica, pero no por ello imposible. Por el contrario, Julio César Serna Chávez, director general de la Central de Abasto (CEDA) puso en marcha un ambicioso “portafolio de proyectos”, en el que se incluyen 36 programas institucionales de alto, medio y bajo impactos.

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esde el inicio del gobierno de Miguel Ángel Mancera, se intensificaron los trabajos de mantenimiento y modernización de la CEDA, con el fin de ofrecer una mejor atención al público que cotidianamente abarrota al gran mercado mayorista que abastece a la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. De acuerdo con la información del Fideicomiso para la Construcción y Operación de la Central de Abasto (Ficeda), cuyo administrador general es el propio Serna Chávez, 13 proyectos de alto impacto están en operación, que van desde el mejoramiento de la vialidad y el rencarpetamiento asfáltico en la avenida Cazuelas y el Sistema de Transporte de Pasajeros (Cedabus), hasta el Programa de Seguridad de la central y el saneamiento de las finanzas del citado fideicomiso. También está considerado el mejoramiento del sistema de torres de alta tensión, peaje y estacionamientos elevados, la nueva red de agua potable, la aplicación de pisos industriales, la generación de energía solar, la nueva iluminación base plasma, el nuevo mercado Jamaiquita, la restructuración y aplicación de asfalto y el sistema de contenedores. El Ficeda detalla, por ejemplo, que el proyecto del Cedabus (un sistema de transporte público interno) considera la operación de 10 unidades para que la clientela de la Central de Abasto se movilice sin problema alguno, y otras dos de reserva para cubrir contingencias. En dos turnos, dará servicio desde las dos de la madrugada hasta las 18:00 horas, con un estimado de 45 minutos por recorrido y una tarifa única de seis pesos. Ocho son los proyectos de mediano impacto: sistema de comunicación de fibra óptica; subasta y pernocta, planta de tratamiento y baños públicos; nuevo mercado de follaje; desazolve

del área hidrosanitaria; nuevo número telefónico de emergencia para la Central (01 800 000 CEDA, o 2332; una aplicación gratuita para dispositivos móviles con la finalidad de mostrar información útil que promueva los productos que se comercializan, además de atraer a un nuevo sector de consumidores y la rehabilitación de las áreas de transformadores. Otros 15 proyectos, considerados de menor impacto, dan cuerpo al “portafolio”: sistema de comunicación y emergencias; Expo CEDA Buen Fin; asistencia social; centro de atención al participante; módulo vehicular; programa de regularización a gasolineras; reordenamiento del comercio en andadores; circuitos de gimnasios al aire libre; ordenamiento del sector carretillero; módulo del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas; módulo Tesorería; imagen institucional; banco de alimentos; programa de rehabilitación, mejoramiento de andenes de energía eléctrica y corredor ecológico (recuperación del espacio público, con chaponeo y limpieza de áreas verdes). Así, la CEDA es sometida a una cirugía mayor. Con la entrega de cinco concesiones inició el mejoramiento del servicio de peaje, estacionamientos elevados, suministro de agua, iluminación, sanitarios, seguridad, repavimentación y cambio de pisos. Rafael Núñez Gornés, del Sistema de Control de Unidades, explica que desde el año pasado cuentan con un contrato a 10 años, prorrogable por un periodo igual, con una inversión millonaria, para mejorar las condiciones de la Central de Abasto, tras 32 años de servicio. Una primera etapa de la agenda de modernización y transformación es la instalación de pisos industriales en la totalidad de los pasillos de compradores. Cada noche cien personas distribuidas en dos cuadrillas se encargan de limpiar el área a intervenir,

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DE EMBALSAMADOR A RECUPERADOR DE VERDURAS

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oisés Fernández Velasco tiene 45 años, de los cuales diez los ha pasado en una funeraria, en donde aplica sus conocimientos de embalsamador de cadáveres. Pero la escasez de trabajo lo ha llevado a la Central de Abasto. Desde hace un año se dedica a pelar y limpiar pimientos morrones, cebollas y jitomates en el patio de maniobras durante 12 horas para completar el gasto y sacar adelante a sus dos hijos, porque es padre soltero. Las nuevas reglas de operación en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) para trasportar cadáveres, la desaparición de Mexicana de Aviación y la incineración de cuerpos “ha pegado fuertemente al sector funerario”, comenta. Además, dice, se tiene “una baja en el trabajo después de los Reyes Magos, pues el número de muertitos disminuye, vienen los puentes y se pone bueno, pero lo mejor es en fin de año, porque hay muchos accidentes, por andar manejando rápido o hacerlo bajo los influjos del alcohol, pese a las campañas de no hacerlo”. Hace ocho años, recuerda, ganaba entre 8 mil y10 mil pesos a la semana, era una cantidad constante, porque la gente enviaba a sus familiares en avión para embalsamarlos y lo aprovechábamos, pues mi patrón tiene tres funerarias en la zona de Iztapalapa y trabaja en el área de Sanidad Internacional del AICM. La aplicación de nuevas reglas y más papeleo para traer los cuerpos a la ciudad de México, y de aquí trasladarlos a los estados o el extranjero, para evitar el ingreso de funerarias “patito”, redujo muchísimo el trabajo, sobre todo el proveniente de Estados Unidos. A ello se suma la incineración de los cuerpos, porque la gente únicamente “te da un premio de consolación, como una propina, porque ya no se embalsaman, sólo se limpian, cambian y maquillan para estar presentables durante el velorio”, señala. Los conocimientos adquiridos durante seis años de estudios de medicina forense y tres de paramédico, explica, “no los aplicó con tanta frecuencia. Ya no hago la extracción e inyección de agua primero y luego de químicos, ni tampoco el sellado del cuerpo con cera para que aguante, según la distancia que va a recorrer”. La mayoría de la gente se espanta de este proceso de “momificación, porque le resulta desagradable o de mal gusto, cuando es una forma de preservar a la persona muerta, porque los baño, rasuro bien, perfumo, maquillo y visto, según la sugerencia del cliente, para introducirlo en su caja; o es una fuente de trabajo para cientos de personas”, precisa. El costo del trabajo es de mil pesos, contra 200 que se reciben en caso de incineración, pero “ambos están escasos y mientras entramos al puente Guadalupe-Reyes, andamos aquí pelando y limpiando lo que caiga, por 300 pesos al día. Después estaremos en los dos lados para completar el gasto”. Su intención es “continuar así hasta que mi hija concluya sus estudios de enfermería y mi hijo la preparatoria y luego pase a la universidad, lo cual significa muchos años, en los cuales también tengo que ahorrar para mi vejez. Para muchos, mi trabajo como embalsamador es feo, pero me agrada, al aplicar mis conocimientos y permitir a los familiares del muertito verlo como si estuviera vivo, para despedirse, sobre todo cuando fallecen en accidentes, donde hacemos milagros ante los daños que presenta”.

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para luego colocar una base que recibirá el nuevo piso de color gris, con una durabilidad de 20 años, cuyos labores son supervisadas para evitar malos acabados o fallas. También está en operación la remodelación de 100 por ciento de la infraestructura de iluminación. La sustitución de luminarias de gas por un producto denominado base de plasma –mejor que la tecnología Led–, significará un ahorro importante de energía y costos, registrándose avances en vialidades principales; zonas de ingreso y salidas, y los circuitos de flores y hortalizas. Se instalan 32 kilómetros de tubería de agua potable, con el apoyo del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, además de 4 mil 500 medidores y la construcción de una planta de tratamiento, con lo cual se garantiza un abastecimiento hasta de 13 horas. La instalación de un nuevo sistema de peaje con boleto y la contratación de nuevo personal con mejor sueldo y prestaciones evitará fugas de dinero y el robo hormiga en cajas, así como el de vehículos. El funcionamiento de 598 cámaras de video-vigilancia y la identificación de la placa y su VIN contribuye a un

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entorno mucho más seguro cuando se circula por las instalaciones de la CEDA. El rencarpetamiento, balizamiento y colocación de nuevas luminarias y escaleras en los ocho estacionamientos elevados, que cuentan con 3 mil 865 cajones, es otra de las acciones, así como el mejoramiento de los 59 servicios sanitarios. Estos últimos cuentan con acabados de primera calidad, espacios más amplios, jabón y papel, mientras los 400 mingitorios no requieren agua por contar con un nuevo sistema de absorción, con lo cual se ahorrarán 125 mil litros al año. Paralelamente, se lleva a cabo el reencarpetamiento de las vialidades principales, secundarias y patios de maniobras al interior, por parte de la administración de la Central de Abasto, ante el desgaste que implica la entrada de 60 mil vehículos diarios, algunos de los cuales transportan hasta 20 toneladas, y se unirá al proyecto que realiza el gobierno capitalino al exterior. Además, un ejército de 316 trabajadores de limpia, de los cuales 30 por ciento son mujeres, se encarga de recolectar mil 250 toneladas de basura, en su mayoría residuos orgánicos, atendiendo uno de los aspectos prioritarios de este mercado.

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POBRES DIABLEROS

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a posibilidad de ofrecer una vida mejor a sus familias que viven en Chiapas, Guerrero, Oaxaca o el estado de México lleva a cientos de hombres a migrar a la ciudad de México y trabajar como carretilleros en la Central de Abasto (CEDA). Se les conoce como diableros. Un total de 13 mil carretilleros prestan su servicio en la CEDA durante todo el día, pero la mayoría lo hace de las 22:00 a las 6:00 horas, cuando se dan las ventas al mayoreo, mientras en el día son al menudeo y difícilmente la gente contrata sus servicios. “Es el sueño de la gente que vive en extrema pobreza y espera ganar cientos de pesos con el esfuerzo de su fuerza física, pero la mayoría se queda en el camino, al perderse en el alcohol o el juego”, explica José, uno de ellos. Desde hace dos años su jornada “fuerte” de trabajo inicia alrededor de la una de la madrugada en el mercado de hortalizas, donde carga y descarga alrededor de 10 cajas de nopales en un viaje, cuyo peso unitario supera 100 kilos, 40 por ciento superior a su peso corporal. Las rampas ubicadas en los andenes permiten que su diablito, con llantas de gran tamaño y más gruesas respecto de las utilizadas en los otros mercados, se deslice fácilmente y concluya antes su labor, para seguir en las otras naves. Con el paso de las horas abren sus puertas las bodegas de los otros mercados para iniciar sus ventas al mayoreo o por camión, pues mientras la ciudad duerme, miles de comerciantes y prestadores de servicios acuden a surtirse todas las madrugadas. Sus ingresos diarios, comentan Pedro, Luis y Roberto, son de 200 pesos, “algunos ganan más porque ya tienen apalabrado el trabajo en las áreas grandes, pero la chinga es más y sólo duras unos años, porque te trozas la espalda y después ya no sirves para nada”. La credencialización del servicio de carga, descarga y acarreo, consideran, “será bueno, porque hay muchos que se meten a chambear aquí, invadiendo nuestra fuente de trabajo, lo cual no se vale, porque ya de por sí nos pega el servicio privado que tiene bodegas y lleva la mercancía de su cliente al carro”. El sueño de viajar a Estados Unidos y allá trabajar no se realizó, porque “no había dinero para pagar el pase al otro lado. La necesidad nos hizo quedarnos aquí, donde ya tenemos nuestros añitos de carretilleros y hemos logrado que nuestra gente esté mejor, porque allá 50 pesos que les mandemos son rebuenos”, comenta don José. Los años pasan. Algunos vuelven a su pueblo y otros se pierden en el vicio, todo depende de uno y su cabeza, agrega Daniel Pérez, quien con su carga de frutas y verduras zigzaguea por los largos pasillos de las naves de la CEDA con el grito: “cuidado ahí va el diablo”, para que la gente le abra camino. La administración de la Central de Abasto lleva a cabo un programa de regularización del sector carretillero, con el otorgamiento de autorizaciones por seis años, prorrogables por periodos iguales. También se otorgarán, por un año, a mexicanos mayores de 18 años de edad que se encuentren en uso de sus facultades mentales, que no sean afectos al consumo de drogas y/o bebidas embriagantes. En el caso de menores de edad, sólo con el consentimiento por escrito de los padres o tutores, siempre y cuando tengan 16 años. Las carretillas deberán portar su placa, que será de color blanco cuando son del servicio de carga público, y amarillo, para el privado, y la coordinación supervisará y retirará las carretillas que no cuenten con la matrícula autorizada. Con estas normas se crea la Comisión del Servicio de Carga Público, a fin de representar los intereses del sector carretillero frente a terceros y autoridades, así como emitir opiniones relacionadas con las controversias que se susciten en la prestación de este servicio.

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CIUDAD DE MÉXICO: ESCASEZ, SÍ; DESABASTO, NUNCA

Un mundo

al revés

MIENTRAS LA GRAN CIUDAD DUERME, cientos de tráileres, camiones de redilas, rabones, pick ups y camionetas forman largas filas en las entradas a la Central de Abasto en espera de que abra sus puertas. La desesperación hace que suenen sus bocinas, que se replican para presionar al personal a levantar las plumas y así ingresar al gran mercado mayorista. Pagan peaje por 175, 85, 40, 60 y 37 pesos, respectivamente, en busca del mejor lugar dentro de la CEDA. SUSANA GONZÁLEZ G.

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on la última campanada, que marca las 22:00 horas, se escucha un ruido ensordecedor proveniente de los aceleradores de los vehículos para ganar el paso. Los cajeros no se dan abasto para cobrar, aún con el nuevo sistema de peaje, pues son cientos los camiones que entran velozmente para ubicarse en los andenes del mercado de flores y hortalizas, y de subasta, donde se registra el mayor movimiento. En cuestión de minutos los andenes se encuentran abarrotados.

Nadie cede un milímetro de su espacio, que es cubierto del lado norte por alrededor de 300 tipos de flores, que van desde rosas, claveles, gladiolas y nubes, hasta girasoles o gerberas. En paquetes, cajas o ramos las flores se acomodan para su venta al mayoreo. Algunos vendedores tienen suerte y en cuestión de segundos “pierden” su camión, es decir, venden su mercancía al mejor postor. Otros tendrán que esperar dos o tres horas para alcanzar ese objetivo. El riesgo de que se marchite la mercancía lleva a algunos a


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Los vendedores de nopal proveniente de Milpa Alta, Morelos y el estado de México, por su parte, se colocan en una nave alterna. En cuestión de segundos quitan las espinas y colocan en cajas la mercancía para su venta al mayoreo. Gelasio Flores Padrón, presidente de la Federación de Transportistas de la CEDA, informa que alrededor de mil 685 vehículos “hacen abasto y desabasto por la noche, por lo que recorrer el mercado de flores y hortalizas en las primeras horas de la madrugada representa un reto. No hay espacio donde estacionarse”. Por ejemplo, tan sólo en el área de subasta de productores pueden contabilizarse 624 tráileres, pues la mercancía se comercializa en tonelaje, a camión cerrado, por contenedor y al mayoreo, agrega el también representante de la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga, quien ha destinado 34 años de su vida al sector. La Central de Abasto, recuerda, se construyó porque La Merced ya era insuficiente, llevando a establecer horarios de carga de 6 a 11 horas, pues al mediodía regresaban todos a sus locales y bodegas distribuidas en las naves 1 y 2, ubicadas en la calle de Ramón Corona. “Cuando llegamos al predio localizado en el oriente de la ciudad, la actividad era muy poca, la mayoría era terracería, pero evolucionó y ahora ya no cabemos, existiendo alrededor de 30 asociaciones de transporte, de las cuales cinco son las más fuertes”, precisa. De mayo a octubre ingresa un promedio diario de 56 mil vehículos, pero en el último bimestre del año se incrementa a 74 mil (incluidos de carga, pasaje y particulares), lo cual ha llevado a la administración de la CEDA a hacer cambios para mejorar la circulación, pues “se agrandaron” respecto de hace unos años, afirma. Conforme trascurren las horas en la CEDA otros mercados van abriendo sus puertas y empieza el movimiento, que culmina alrededor de las 6:00 horas, cuando “todo mundo se va con su mercancía a venderla fuera, aunque después viene la venta al menudeo”. La Central de Abasto nunca deja de trabajar. Funciona las 24 horas del día, aunque cierra su paso a los vehículos de 18:00 a 22:00 horas para realizar trabajos de limpieza y mantenimiento, pues es la principal herramienta de política pública en materia de seguridad alimentaria que se tiene, así que mientras la gente se dispone a descansar, aquí empezamos a trabajar, destaca Flores Padrón.

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venderla casi al costo, ya entrada la mañana, pues “sólo venimos un día sí y otro no. Mejor que saquemos algo que nada”, dice don José Solís, uno de los participantes. Los diableros aprovechan la presencia de la clientela para ayudarla a trasladar su mercancía al carro o camioneta, pues “aquí viene a surtirse desde la gente de Jamaica hasta de las florerías muy acá, po´s tenemos de lo mejor y muy barato, aunque ellos le suben rete harto”, dicen los marchantes. En el lado sur la gente rápidamente baja los costales de elote, col, cebolla, apio, brócoli, espinaca, acelga, cilantro, lechuga, betabel y papa, para acomodarla al paso de los clientes, cuyo número todas las madrugadas asemeja el Zócalo de la ciudad de México al mediodía. Sus colores, verde en su mayoría, contrastan con el amarillo, rosa, rojo, naranja o blanco de las flores, aunque sus olores se mezclan y atraen a la gente, que aprovecha para llevarse lo “mejor” para su local en el mercado, sobre ruedas, tianguis o recaudería. Los negocios grandes, comentan los productores, “no tienen necesidad de venir, porque ya lo tienen apalabrado con algunos grupos que les llevan la mercancía, mientras nosotros buscamos abrirnos camino desde hace años, pues tenemos capacidad de cubrir sus necesidades”.

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TIENDAS DE AUTOSERVICIO, FUERTE COMPETENCIA

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a proliferación de tiendas de autoservicio y las llamadas exprés “están matando al hombre de campo, pues sus ventas han caído 50 por ciento. Tenemos calidad, precio y frescura, pero nos falta publicidad”, afirma Fernando Pérez Ramírez, presidente de la Unión de Campesinos y Productores de los Reyes de Juárez, Puebla. La administración de la Central de Abasto(CEDA) implementa medidas para mejorar su competitividad y entorno comercial, con base en una agenda de transformación que contempla la aplicación de cinco ejes para atender la problemática que enfrenta. Ellos son: mejora de infraestructura y servicios; fortalecimiento de la administración, finanzas y consolidación patrimonial; espacio seguro y funcional; relanzamiento comercial y de innovación, y política social, explica el director general de la Central de Abasto, Julio César Serna, al anunciar la instalación de Tecnotiendas en 200 comercios, que podrán cobrar todos los pagos de la Tesorería del Distrito Federal a partir del presente año. El director de la CEDA juega un destacado papel en el comercio tradicional, al permitir a pequeños y medianos productores vender su mercancía en gran parte de sus 327 hectáreas, y de ahí distribuirse a mercados públicos, tianguis, mercados sobre ruedas, restaurantes, comedores, tiendas de abarrotes, hospitales y autoservicios, entre otros. Se trata, puntualiza, de “la principal herramienta de política pública en materia de seguridad alimentaria, además de ser un motor de desarrollo económico al concentrar el mayor volumen de mercancía en el país, al convivir aquí los mayores productores nacionales, pero también los más pequeños. Encontrar otro espacio semejante, sería muy difícil”. Durante la noche, la gente camina entre lechuga, betabel, coliflor, poro, apio, cebolla, elote, cilantro y papa en busca del mejor precio y calidad, y muchas veces uno o 10 pesos menos por manojo hace la diferencia en venta a detalle, y varios cientos a camión cerrado, sin considerar el tiempo que hay que invertir para traerlos. En ocasiones no se venden las 80 a 100 toneladas de mercancía que se traen a diario, porque no es posible competir con los intermediarios, quienes suben los precios y entregan a los supermercados y autoservicios, que pueden sacrificar su utilidad en algunas hortalizas y frutas para enganchar a los consumidores.

A la derecha, Julio César Seinz, Coordinador general de la Central de Abasto de la Ciudad de México y administrador general del Ficeda

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a incidencia delictiva en la Central de Abasto (CEDA) va a la baja. El funcionamiento de 598 cámaras de seguridad distribuidas en sus accesos y salidas, mercados, andenes, patios de maniobras y áreas de pernocta redujo en 54 por ciento los robos con violencia a negocios y transeúntes, así como el de vehículos. Asimismo, existe la infraestructura necesaria para la detección de vehículos robados que ingresen a este centro mayorista. La coordinación con la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal ha erradicado los casos de secuestro y favorecido la detención de bandas, pues cada movimiento es captado durante las 24 horas del día por el Centro de Monitoreo, cuyo material grabado se almacena hasta por dos meses, explica el mayor Lorenzo Fernández Nieto. El coordinador de Seguridad, Vialidad y Protección Civil de la CEDA señala que se lleva a cabo una bitácora de las pantallas, a fin de proporcionar la información a la policía de investigación, lo que ha permitido la detención de una banda dedicada al robo y extorsión en las inmediaciones de la central, así como diversos operativos para el tema de trata de personas. Todos los días, a las 8:30 horas, el director del Fideicomiso Central de Abasto (Ficeda), Julio César Serna, se reúne con los representantes de esas dependencias para analizar los sucesos del día anterior y casos relevantes, lográndose una eficiencia de 67 por ciento, es decir, de 100 delitos cometidos, 67 se esclarecen por el área de vigilancia con la que cuenta el mayor mercado de alimentos del mundo. La inversión en este sistema “es millonaria, pero corre a cargo de un concesionario”, y se tiene la única agencia del Ministerio


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Seguridad LA INCIDENCIA DELICTIVA EN LA CENTRAL DE ABASTO VA A LA BAJA. El funcionamiento de 598 cámaras de seguridad distribuidas en sus accesos y salidas, mercados, andenes, patios de maniobras y áreas de pernocta redujo en 54 por ciento los robos con violencia a negocios y transeúntes, así como el de vehículos. Asimismo, existe la infraestructura necesaria para la detección de vehículos robados.

3, quien explica que “no ha habido ningún secuestro ni homicidio culposo en esta administración; se destapó el caso de la banda de Los Oaxacos y se han logrado sentencias condenatorias altas por el trabajo de la policía de investigación, como el de la banda de transportistas, que purgará una pena de 35 años”. Hoy se cuenta con el número telefónico 01-800-2332 para quejas, denuncias y casos de emergencia, que atiende las 24 horas del día, dándoles seguimiento hasta su resolución. Además, se instalaron torres de vigilancia en puntos estratégicos de los pasillos comerciales, donde es asignado un policía para atender a la gente, precisa el coordinador de seguridad. Además, se construyó un módulo del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas para dar atención inmediata a los visitantes, empleados y comerciantes de la CEDA, y se vigila y supervisa cada una de las entradas y salidas.

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Público (MP) con una certificación ISO 9001 en el país, lo cual ha elevado los niveles de denuncia de “cero en 2012 hasta 450 en delitos de bajo, mediano y alto impactos, porque la gente cree en el trabajo que estamos realizando”, dice. Tan sólo de enero a octubre de 2014, detalla, se levantaron 837 averiguaciones previas, de las cuales 546 eran competencia de la CEDA y 508 fueron visualizadas en el Centro de Monitoreo, dándoles seguimiento al exterior con el apoyo de las dependencias policiacas y el sistema C4, y evitar que la comisión de delitos quede impune. La atención personal, la eficiencia en la resolución de casos, una buena coordinación con las diversas instancias policiacas, la existencia de un Ministerio Público itinerante y mejores instalaciones en la CEDA han permitido que “la gente venga y denuncie”, explica Diana Sonia García López, titular del MP Iztapalapa

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Agua potable:

700 por ciento mテ。s 20

GRACIAS A LOS PROYECTOS DE ALTO IMPACTO que lleva a cabo la autoridad de la Central de Abasto, la disponibilidad de agua potable en el mayor centro mayorista del mundo se ha incrementado 700 por ciento y actualmente cuenta con el servicio 14 horas continuas al dテュa en todos los mercados que la integran, es decir, en el horario de mayor actividad. Todo ello en cumplimiento de las instrucciones del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel テ]gel Mancera.


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Nueva Red de Agua Potable en los Mercados de Abarrotes y Víveres (80% Proceso de Instalación), Frutas y Legumbres (100%) y Flores y Hortalizas (100%) Ejecución 2013 y suministro y colocación de 2 mil 864 tomas de agua y medidores digitales.

lo largo de la década anterior los sectores de abarrotes y víveres, frutas y legumbres, y flores y hortalizas no contaron con el servicio de agua potable y el suministro del líquido lo realizaban mediante la costosa contratación de pipas, que no solucionaba el problema de fondo. Por ello, la autoridad de la Central de Abasto (CEDA), con Julio César Serna Chávez a la cabeza, puso en marcha el Programa nueva red de agua potable en los mercados de frutas y legumbres, abarrotes y víveres, y flores y hortalizas, lo que permitió aumentar sustancialmente la cantidad y calidad de agua. Al mismo tiempo, se remodelaron los baños públicos, permitiendo así un ahorro diario superior a 66 mil litros de agua. Desde la inauguración de la Central de Abasto, el 22 de noviembre de 1982, “no se había realizado una inversión como la que ahora estamos haciendo”, destacó Serna Chávez, coordinador general y administrador general del Fideicomiso para la Construcción y Operación de la CEDA. Ahora, detalla, los mercados citados (que en conjunto ocupan 67.7 hectáreas, 20 por ciento de la superficie de la central) “ya cuentan con agua potable constante, con mayor presión y de buena calidad”. La magna obra fue una acción conjunta del Sistema de Aguas de la Ciudad de México y la Coordinación y Administración General de la Central de Abasto de la Ciudad de México, y la inversión para construir e instalar el sistema de red aérea de agua fue absorbida por el Gobierno del Distrito Federal. Los trabajos consistieron en sustitución de la red de agua potable subterránea por una aérea, con 32 mil metros lineales de tubo de polietileno de alta densidad; la instalación de 2 mil 864 nuevos medidores digitalizados, y el abastecimiento de agua que se realiza con el equipo de bombeo de la CEDA, conectado a dos cisternas de 500 metros cúbicos cada una, con ocho bombas de 35 caballos de fuerza en cada caso (las anteriores tenían una antigüedad de 32 años). Además, se cuenta con un moderno equipo que permite regular la presión de agua, de acuerdo con el consumo, y reduce los costos de energía eléctrica. Así, el suministro mantiene una presión de siete litros por minuto, lo que equivale a llenar una cubeta de 19 litros en sólo tres minutos. Por lo que toca a la remodelación de sanitarios públicos, la CEDA informa que como parte del compromiso de las autoridades con participantes, clientes y usuarios para la modernización de la infraestructura, se reconfiguraron integralmente los 56 sanitarios instalados en diferentes sectores del mercado mayorista. Entre los trabajos que se realizaron están la rehabilitación de la planta de tratamiento de aguas negras y la sustitución del equipo de bombeo, así como la renovación de las instalaciones hidráulicas y sustitución de 726 retretes., 331 mingitorios ecológicos, 448 lavabos y el cambio de torniquetes y monederos. Dichas áreas se encontraban abandonadas y destruidas, sin servicio de agua. Con el nuevo programa todo se ha rehabilitado y se ha logrado un ahorro anual superior a 24 millones de litros. Estos trabajos forman parte del Programa de Modernización de la CEDA que entre sus objetivos tiene garantizar mejores instalaciones a clientes y usuarios; permitir que sea más competitiva; se adapte a un nuevo entorno de cambios acelerados en lo tecnológico, productivo y comercial, y crear una nueva concepción del mercado de alimentos.

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PROCESO

Rehabilitación ASFALTO Y PISOS INDUSTRIALES, EN BENEFICIO DE LOCATARIOS Y CONSUMIDORES

de vialidades CON SUS CERCA DE 33 AÑOS DE FUNCIONAMIENTO ininterrumpido, el acceso y circulación diaria de más de 60 mil vehículos, y el cotidiano trajín que implica comercializar alrededor de 30 millones de kilogramos de productos alimenticios para la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, la Central de Abasto, el mayor mercado mayorista del mundo, requería actualizarse y modernizarse urgentemente.

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omo bien lo ha destacado el coordinador general y administrador general del Fideicomiso para la Construcción y Operación de la Central de Abasto, Julio César Serna Chávez, desde la inauguración de la Central de Abasto, (CEDA) el 22 de noviembre de 1982, “no se había realizado una inversión como la que ahora estamos haciendo”. Y uno de los programas de actualización y modernización comienza con la A de asfalto, que incluye el rencarpetamiento de 55 mil metros cuadrados con el fin de mejorar el tránsito vehicular, disminuir los desperfectos en automóviles y aminorar los contaminantes que emanan. “Las vialidades de la CEDA presentan un gran deterioro de la carpeta asfáltica, como ondulaciones y baches de hasta 50 centímetros de profundidad, deterioro que afecta a los miles de vehículos que circulan diariamente por sus instalaciones”.


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Programa de restructuración y aplicación de asfalto en vialidades. Superficie 5,731.95 M2

Ambas vialidades presentaban condiciones inestables del suelo provocadas por la falta de mantenimiento desde cuando menos 10 años, que ocasionaban inundaciones en la temporada de lluvias y hacían intransitable la zona, además de propiciar que se tirara basura y cascajo en forma cotidiana. La superficie de mejoramiento de esas dos vialidades resulta similar a la cinta de rodamiento de la carretera Tláhuac-Chalco, en el tramo que va del límite con el estado de México a la calle Acueducto. Por lo que se refiere al interior de la Central de Abasto, después de cerca de 33 años servicio ininterrumpido el piso de los pasillos comerciales, los más transitados por los consumidores, presentaba un deterioro físico que, además de afectar su imagen, ponía en riesgo la seguridad de las personas. Por ello, la autoridad de la CEDA puso en marcha el programa de aplicación de pisos industriales. Así, se inició la instalación de 65 mil metros cuadrados de dicho material en los pasillos de las bodegas de abarrotes y víveres, así como de frutas y legumbres, lo que representa 100 por ciento de la parte comercial de las bodegas. Con los nuevos pisos industriales, además de mejorar la imagen, se contribuye a la seguridad de quienes transitan diariamente y ayudan a mantener la estructura.

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En 2014 inició el proyecto de rencarpetamiento, y a la fecha el volumen de asfalto utilizado equivale al aplicado en cuatro carriles del segundo piso, de San Antonio a San Jerónimo, o si se prefiere, igual al de una vialidad de seis carriles de la Central de Abasto al Zócalo de la ciudad de México. El programa incluye la recuperación de la Zona de Transferencia; avenida Envases, calles 1, 2, 3, 4, avenida Sólo por Ayudar, Zonas de Vialidades Primarias y Secundarias, Mercados Internos, Patios de Maniobra, Zonas de Contenedores y Bajo-Puentes. Paralelamente está en operación el programa de mejoramiento de vialidad y rehabilitación de la avenida Cazuelas, la cual presentaba severos problemas de pavimentación y drenaje, con 15 años de antigüedad. La autoridad de la CEDA puso manos a la obra, y reniveló y mejoró los suelos, bacheó toda el área, mejoró el sistema de drenaje, restructuró hasta 40 centímetros de profundidad, y aplicó asfalto En resumidas cuentas, rencarpetó una superficie de 21 mil 628 metros cuadrados. De igual forma, en la avenida Sólo por Ayudar se restructuró el suelo en sus diferentes capas, se rehabilitó el drenaje y se aplicó asfalto en una superficie de más de 9 mil metros cuadrados.

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CEDABUS:

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omo elemento fundamental en la modernización de la Central de Abasto (CEDA) de la ciudad de México, la autoridad responsable del centro mayorista más grande del mundo puso en marcha el Sistema de Transporte Público Interno de la Central, conocido como Cedabús, con el objetivo de atender puntualmente las necesidades de movilidad de los 350 mil clientes (en temporadas especiales aumentan a 500 mil) que diariamente recorren sus instalaciones y de los 90 mil trabajadores que en ella laboran. El 22 de julio de 2014 el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, inauguró formalmente dicho sistema, y en esa ocasión el mandatario destacó que “en la nueva etapa de la ciudad de México todo el tiempo vamos a estar colocando transporte sustentable, transporte de última generación, como en esta entrega a la comunidad de la Central de Abasto. Se trata de los autobuses que recorren las instalaciones de la CEDA, en un servicio que parte del Metro y del Metrobús, es decir, cuenta con dos lugares de salida. Estamos hablando de facilitar la movilidad interna en el mercado mayorista más grande de la ciudad, de la República y del mundo”. El horario de servicio del Cedabús es desde las dos de la madrugada a las 19:00 horas, precisamente por ser ese el horario de trabajo y visita de la gente que cotidianamente acude a la Central de Abasto. Se trata de un servicio que, mediante tarjeta prepagada o pago directo, se puede utilizar sin ninguna carga o costo adicional; es decir, 24 horas hasta llegar a la siguiente jornada, lo cual constituye un apoyo fundamental para todos los trabajadores de CEDA y para las personas que acuden a sus instalaciones. El Cedabús funciona en dos circuitos, y para facilitar la movilidad de clientes y trabajadores enlaza directamente a la Central de Abasto con las estaciones del Metro Aculco y Apatlaco (línea 8), así como Rodeo del Metrobús (línea 2). El precio del servicio es de a seis pesos en modernos vehículos de última generación. Con el pago del boleto personal, comerciantes, clientes y visitantes po-

drán abordar las unidades las veces que lo requieran durante el día, sin necesidad de volver adquirir otro. El circuito 1 comprende desde las estaciones del Metro señaladas, y los usuarios podrán rodear el sector frutas y legumbres y la parte anterior del de aves y cárnicos. El circuito 2 recorre los sectores abarrotes y víveres, flores y hortalizas, frutas y legumbres, aves y cárnicos, subasta y productores y envases vacíos. La autoridad detalla que el sistema Cedabús no afecta negativamente a las rutas de transporte que actualmente in-

gresan a la CEDA, pues éstas prestan su servicio sin conflicto alguno, “toda vez que no existe algún indicio de competencia desleal y representa una ayuda para clientes y trabajadores, al prestar servicio de las 2:00 a las 19:00 horas”. Se trata, precisa, “de un transporte facilitador de la movilidad de trabajadores y clientes que potenciará la actividad micro empresarial, y, desde luego, tiene la finalidad de apoyar la economía de las personas que se transportan en Metro o Metrobús hacia este mercado”. Con casi 33 años de funcionamiento, esta es la primera vez que la Central de Abasto cuenta con un servicio interno de transporte de pasajeros. Para el armado y la entrada en operación del Cedabús la autoridad consideró 10 unidades en permanente operación (sin que sea limitativo); dos más en mantenimiento y/o reserva para cubrir contingencias; 16 horas de servicio en dos turnos; 18 vueltas al circuito por autobús/día; 45 minutos de recorrido; 900 pasajeros/autobús/día (punto de equilibrio) y una tarifa única de seis pesos. En los factores de operación se han considerado intervalos de paso de seis minutos; una velocidad comercial de 15 kilómetros por hora; 30 puntos de ascenso-descenso; dos circuitos de cierre y servicio los 365 días del año. Cada autobús cuenta con un “vigilante itinerante”: seis cámaras conectadas al Centro de Inteligencia y Monitoreo de la CEDA, para brindar mayor seguridad a los usuarios.

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la central en movimiento


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Tecnología de punta y a innovación tecnológica llegó a la Central de Abasto (CEDA), y como parte de su programa de modernización el mayor mercado mayorista del mundo ha puesto a disposición de la ciudadanía un nueva aplicación para dispositivos móviles, como los teléfonos celulares, por medio de la cual se podrán consultar y comparar los precios de los productos que en ella se expenden. Se trata de incorporar las nuevas tendencias tecnológicas a la vida cotidiana del consumidor, con la finalidad de mostrar información útil que promueva los productos que se comercializan en la CEDA y atraer a un nuevo sector de consumidores. De acuerdo con la autoridad de la Central de Abasto, “se puso en marcha la aplicación para teléfonos móviles CEDACDMX, un sistema de consulta permanente de precios, en tiempo real, de los diferentes productos que se comercializan en la central. Es una aplicación gratuita y está disponible en Apple Store y Android, y así se fomenta la competencia entre los locatarios, se facilitan las compras a los usuarios y se cuida el bolsillo de los consumidores, pues se puede consultar en tiempo real quién vende más barato”. Así, los consumidores pueden decidir a quién le compran, al tiempo que podrán revisar diariamente el precio de frutas, abarrotes, verduras y legumbres, así como la ubicación de las bodegas y locales en las que se venden dichos productos. “Esta aplicación se ha creado en beneficio de los consumidores y público en general, como una opción para ayudarlos a adquirir alimentos frescos y de calidad, a los mejores precios. Asimismo, se muestran los distintos lugares de compra para que el usuario elija dónde adquirir su despensa”.

La autoridad de la CEDA detalla que para utilizar la citada aplicación hay que ingresar a la tienda virtual de aplicaciones del teléfono celular o la tableta de preferencia y seleccionar CEDACDMX –disponible para Android, iOS, Windows iPhone– y seguir las instrucciones para su instalación. El software permite ver un listado de productos de la canasta básica y de temporada, con cinco precios al menudeo de cada uno de éstos, mostrando el mínimo, máximo y el frecuente, registrados en distintos lugares donde se comercializan. Una vez instalada la aplicación, hay que ingresar para descargar la lista del día. Aparecerá una ventana con tres barras de colores que señalan las siguientes clasificaciones: abarrotes, frutas y verduras y legumbres. Si se presiona alguna de las barras anteriores aparecerá una serie de productos con imágenes y nombre, y del lado derecho el precio frecuente. En la parte superior aparecen seis íconos, un catálogo para abrir la lista de precios, una flecha para abrir el mapa de localización, el del Banco de Alimentos, información del Cedabús, de Mi Nueva Central de Abasto y una reseña del mercado mayorista. A la derecha del precio aparece una flecha, al presionarla aparece un mapa de la ubicación del lugar en donde se encuentra el consumidor y el sitio en el que se comercializa el producto seleccionado para la compra. Con esta aplicación los usuarios no sólo facilitan sus compras, sino que tienen la facilidad de presupuestar su despensa y saber cuánto se gastará en las compras. “Al ser este el centro de distribución más grande de América Latina y del mundo, es fundamental que haya un control estricto de los precios y que, por supuesto, se pueda servir a la ciudadanía”, puntualiza la autoridad de la CEDA.

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Precios Bajos

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En la CEDA, nuevo

Banco de Alimentos

ATENDERÁ A 40 MIL FAMILIAS VULNERABLES FORMA PARTE DEL PROGRAMA ALIMÉNTATE, PARA GARANTIZAR LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

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ara garantizar el derecho a la alimentación de cerca de 40 mil familias que viven en pobreza extrema y con carencia alimentaria en la ciudad de México, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, y el coordinador y administrador general de la Central de Abasto (CEDA), Julio César Serna Chávez, inauguraron el Banco de Alimentos de la CEDA “Es una gran noticia para la ciudad de México que cuente con un Banco de Alimentos. Aquí tenemos una reserva segura, probada para muchos de los programas. Este Banco de Alimentos no sólo será uno de los más grandes del país, sino también uno de los más competitivos en el ámbito mundial y va a canalizar sus donaciones para atender la demanda de las instituciones públicas, de la Secretaría de Desarrollo Social, del DIF-DF, a las organizaciones civiles, fundaciones, asilos, comunidades y orfanatos, a quienes no se cobrará cuotas de recuperación por el otorgamiento y/o donación de los productos. Es para la población que más lo requiere”, dijo Mancera. El jefe de Gobierno detalló que el Banco de Alimentos de la CEDA “se suma al programa Aliméntate. Estimamos que por día podríamos tener cinco toneladas almacenadas, para el inicio


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El jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, y el coordinador y administrador general de la Central de Abasto, Julio César Serna Chávez, inauguraron el Banco de Alimentos de la CEDA FOTO: Cortesía GDF

se regirán por lineamientos de transparencia y sin fines de lucro. Tengan la seguridad de que llegarán a las familias que más lo necesitan”. Estas acciones, dijo Serna Chávez, “se enmarcan en una visión de gobierno, encabezada por Miguel Ángel Mancera, que busca garantizar la seguridad alimentaria y nutricional a la población de la ciudad de México. Asumimos una responsabilidad compartida, por lo que el Banco de Alimentos de la CEDA es una oportunidad para avanzar en un derecho constitucional: el de la alimentación”.

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tenemos 70 y al mes se manejarán 120 toneladas de una variedad de alimentos”, los cuales serán canalizados a la población más vulnerable por conducto de instituciones públicas del Distrito Federal. Desde el inicio de su administración, recordó Mancera, “emprendimos una serie de acciones encaminadas a garantizar a las familias más vulnerables de esta ciudad el acceso a la alimentación, entre ellas los programas Aliméntate, la red de 375 comedores comunitarios y públicos, los desayunos escolares del DIF-DF –con el cual se beneficia a más de 685 mil personitas– y SaludArte. Hoy tenemos un programa muy importante, que es Aliméntate, que beneficia a quienes no tienen manera de alimentarse. No estoy hablando de la Cruzada Nacional contra el Hambre, sino de Aliméntate, un programa de la ciudad”. Por su parte, el coordinador y administrador general de la CEDA, Julio César Serna Chávez, subrayó que con la puesta en marcha del Banco de Alimentos se beneficiará a la población capitalina más vulnerable. “Es resultado del esfuerzo y generosidad de quienes formamos esta comunidad. Los productos agroalimentarios que se donarán serán de alta calidad, sanos y frescos, 100 por ciento aptos para su consumo; su acopio y distribución

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