Diario La Hora 03-07-2013

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Reportaje

La Hora

Guatemala, 3 de julio de 2013/Página 7

Donde no se ve una movilización importante y trascendente, es en la Capital. Por un lado puede ser el mismo temor que se muestra cuando el Estado toma mecanismos de represión contra las movilizaciones. Por otro lado puede ser cierta conformidad, a los estatus de la clase media. Además, existe una desinformación muy fuerte que generan algunos medios de comunicación por una fuerte presión del Estado, para generar represión. Entonces, eso tampoco contribuye a que la población esté bien informada o que tome mayor conciencia”. Úrsula Roldán Movimiento Social Agrario

PARA UN ESTALLIDO SOCIAL

nción de los guatemaltecos

FOTO LA HORA: ARCHIVO

En Guatemala, la falta de liderazgos dificulta la movilización social. por lo cual se ve complicada la creación de un modelo ideal de democracia participativa. La población es apática. La directora de la ECP agrega: “El Estado es legal, pero le falta la legitimidad y la credibilidad. Y es ahí cuando la sociedad no respeta ni acata a sus gobernantes o no respeta las leyes, y caemos en una anarquía donde cualquiera hace lo que quiere. No hay un orden preestablecido, y eso sí puede generar una crisis a nivel institucional”. Finalmente, el coordinador del Sistema Nacional de Diálogo Permanente, Miguel Ángel Balcárcel, opina que la protesta social es diversa, porque está caracterizada por una serie de cosas que van desde el problema del transporte, suministro de agua, problemas agrarios, problemas que tienen que ver con minería; es amplio el universo. Sin duda alguna, afirma, esto demuestra una cultura de cómo se resuelven los problemas en la sociedad guatemalteca y lo que es indicativo de todo esto, no importa de dónde o por qué sea o quién tenga razón; es que la sociedad guatemalteca tiene una cultura de resolver las cosas por la vía de las protestas, lo cual no quiere decir que no sea legítima esa protesta. Para Balcárcel, las personas protestan porque la solución a sus problemas fundamentales o sus necesidades no la encuentran en la institucionalidad; o si la encuentran es por una respuesta muy poco oportuna, o que lleva muchísimo tiempo. “Y se ven obligados a movilizarse, a tomar las calles, que sea atendida su voz y se escuchen sus principales demandas.

La demanda como tal pertenece a los problemas algunas veces inclusive, individuales. Pero tiene que ver más con el sentido de comunidad, y por eso es una demanda absolutamente dispersa. En otras sociedades más desarrolladas políticamente, y no estoy hablando de lo partidario, sino los movimientos sociales son capaces de expresar demandas colectivas mucho más globales de carácter nacional”. Balcárcel expone que la respuesta gubernamental es una eventual manifestación masiva que dependerá de las circunstancias particulares y de la naturaleza de las demandas mismas. “Es diferente una marcha pacífica que tenga su permiso correspondiente, a una marcha que vaya quebrando todas las vitrinas, pegándole fuego a los autobuses o a los carros”, indica. egún Luis Mack, al registrase un evento con mucha participación, lo que se generaría es un mayor compromiso de las autoridades políticas, aunque en el mediano plazo supone que podría representar un quiebre institucional; dependiendo cómo lo manejen las autoridades, caso contrario podría representar prosperidad. “Esto es lo que algunos temen. Si se dan condiciones para un estallido social, que las autoridades no lo sepan manejar adecuadamente, como en ocasiones anteriores. Si se diera así, podría representar un problema institucional muy grave que podría traer más consecuencias”, sostiene el investigador. Mack agrega: “Este es el problema con los movimientos sociales de este tipo: que hasta cierto punto son impredeci-

bles. Son difíciles de pronosticar. Guatemala tiene más condiciones que Brasil para tener expresiones sociales que no ha tenido en mucho tiempo. Eso no quiere decir que no se pueda dar; está latente... El problema de Guatemala es que en los últimos años ha habido tantos temas y sobresaltos, que la capacidad de asombro ya se perdió. La misma gente se acostumbra a lo malo”. Por aparte, Úrsula Roldán, estima que las consecuencias dependen mucho de la respuesta gubernamental y de las élites de poder, porque si bien saben interpretar una movilización fuerte y una cohesión de fuerza social, demandando cuestiones que son legítimas y que responden a una realidad, los esfuerzos se podrían canalizar en esas protestas y demandas y convertirlas en la posibilidad de un nuevo pacto político en el país. Sobre lo que haría falta para que se dé el escenario para una participación que incluya a todos los sectores sociales para un fin común, Luis Mack indica que lo primero es lograr que las personas demanden sus propios objetivos, porque aclara que sí han existido pequeños “estallidos” a lo largo de la historia del país, pero nunca trascienden hacia el ámbito nacional, porque hace falta una causa que realmente sea común. En cambio, para la activista Roldán el camino a seguir es el de la búsqueda de liderazgos. Admite que aunque hay líderes sociales que han transmitido demandas sentidas en la población, estas se pronuncian sin poder generar aún los puentes con las demandas de los otros. “También es importante abrirse a la urbanidad, donde hay una población que está paralizada. Por eso a veces no se logra que el discurso de los líderes sociales llegue de manera concreta y que genere mayores alianzas con la población que no se moviliza”, asevera. Para Miguel Ángel Balcárcel, la posibilidad de una reacción popular siempre existe, pero lo que no está claro es dónde están ese tipo de liderazgos, pues aduce que los liderazgos sociales no se forman ni crean de la noche a la mañana, sino que son procesos históricos que tienen que ver con la credibilidad de los dirigentes y con la oportunidad de esas grandes demandas que se formulan. “Hay sociedades que tienen una conducta social de esa naturaleza, que les lleva en un momento dado, a expresarse masivamente”. Balcárcel finalmente declara: “Nosotros no tenemos ese tipo de cultura de grandes movilizaciones sociales; eso se perdió, los liderazgos también se perdieron a lo largo de nuestro reciente proceso histórico. De manera que lo que debe haber en el fondo, es la construcción de verdaderos movimientos sociales que sean capaces de interpretar las más sentidas demandas y necesidades de la sociedad guatemalteca en su conjunto. Y en eso tienen un papel absolutamente clave los partidos políticos”.

FOTO LA HORA: AP

En Brasil el alza en el transporte, la corrupción y el gasto en eventos futbolísticos hicieron que más de un millón de personas salieran a manifestar a las calles.


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