Suplemento Cultural 21-04-2012

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Una idea original de Rosauro CarmĂ­n Q.

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Los mundos transparentes de Elsie Wunderlich

Guatemala, 21 de abril de 2012

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“TRIBUNA, NO MOSTRADOR”, Clemente Marroquín Rojas DECANO DE LA PRENSA INDEPENDIENTE

Sobre

Nueva Guatemala de la Asunción, 21 de abril de 2012 Tómelo con filosofía

dolores y laceraciones

Existe en el hombre una necesidad aparentemente natural de obtener poder y supremacía por sobre el resto de la sociedad, lo que pretendería justificar el empleo de medios antagónicos a los principios humanitarios. La competencia despiadada. La canibalización del ser humano en pos de beneficios personales o sectarios, o la mera carrera por el manejo de los resortes del poder evidencian la esterilidad de las pautas de formación que impone este tiempo de cerebros utilitarios y corazones matemáticos.

E

l retorno del hombre a las cavernas, a la sumisión a través de la fuerza, es una realidad contemporánea a esta era de avances tecnológicos, con el agravante de que se ha sustituido el garrote -elemento aunque contundente todavía romántico- por argucias y engranajes milimétricamente pensados. Dotados de una agudeza y efectividad tales que permiten acceder a las más variadas bajezas, tomando de la caja de Pandora todo aquello que allane el camino hacia el poder. De esta semilla, y a la sombra de una cultura del oportunismo, nacen las dictaduras, es decir, el avance de la fuerza en favor de la sofocación de las ideas. El poder absoluto. La autocracia y la dominación. El ahogo de las libertades individuales. Y un paraíso en donde el hombre es obligado a alimentarse del fruto, perecer, o exiliarse en pequeños infiernos personales. El silencio. Dictadura: “Gobierno que se ejerce fuera de las leyes de un país, invocando el interés público” (Diccionario Magister -1970-, Editorial Sopena Argentina). El retroceso arbitrario a una Edad Media en la que el hombre no tiene permitido beber del agua que ha probado. Las dictaduras son el reflejo claro del imperio

POR SERGIO MANGANELLI

de la prepotencia sobre la ley y la razón. El despotismo y sus garras milenarias sobre la voluntad de los más débiles. A partir de ello queda sobreentendido que toda manifestación que exceda lo mecánicamente permitido, se convierte en un atentado contra el nuevo “orden”, cuya raíz se nutre en la subversión del estado de derecho, el relegamiento de las instituciones republicanas, y esencialmente la supresión de las garantías que las constituciones prevén para los ciudadanos de una nación. Paradójica, trágica e irónicamente, este cúmulo de bondades se presenta envuelto en la bandera del bien común, y bajo el desenfadado lema de preservar para las generaciones venideras lo que de plano se nos ha quitado.El orden se constituye en mordaza del deseo, y las pasiones en pecado capital. Un Estado faccioso toma inmediata presa de todos los elementos de formación de pensamiento y opinión, discriminando y aboliendo aquello que aún puerilmente pueda proponer un ideal de soltura. La cultura es botín de guerra. Nada parece escapar al control oficial. Se tejen métodos de silenciamiento de la prensa independiente, se eliminan todas las formas de participación popular.

Actúa la censura sobre la creación o representación artística, ofreciendo a cambio una vasta fauna de abominables modelos de una cultura tan falaz como insípida. No están exentas de la proscripción obras cuyo tiempo de creación, temática y ambientación son claramente distantes de los motivos que esgrimen quienes las censuran. Lo que hace doblemente incomprensibles las supuestas causas de su mutilación o prohibición. Así, en la historia, la humanidad ha presenciado la destrucción de obras de real valor artístico en oprobiosas hogueras moralizadoras. Casualmente, en los umbrales de la Segunda Guerra Mundial -al sólo efecto de citar un antecedente -los partidarios de aquella forma de locura que pregona la superioridad en la raza, tan alarmantemente palpable en nuestros días, ocupaban el tiempo en alimentar su piromanía con escritos célebres, preferentemente de autores judíos, sin que ello fuera de carácter excluyente. La consigna es arrasar cuanto represente un punto de comparación, un parámetro de libertad, una invitación al análisis crudo, o la sutil insinuación de una realidad diferente a la impuesta. La piedra angular de este sistema es la marginación de quienes tienen la necesidad de rescatar ideales, recrear sentimientos, ha-

ciendo pública la evidencia de lo contranatural del suceso institucional, por lo que los artistas independientes gozan en el concepto estatal de un lugar de privilegio en la nómina de enemigos de la sociedad. Acallar la voz de la conciencia es el objetivo, provocando confusión general, tras la sórdida cortina de humo de la lucha contra ideologías foráneas. Preservar las instituciones, sustentar una moral propia y unilateral, imponer un patriotismo sin autocrítica, sin otro sustento que la adoración simbólica de valores impracticados. En esta realidad, una canción puede significar lo mismo que un arma, y la poesía, más cercana a los dolores de la tierra que a las deidades del Olimpo, cobra la forma de panfleto lesivo a los intereses del régimen. Nadie en su sano juicio -esencialmente en buen estado de salubridad moral- podría sostener que la sola tenencia de bibliografía con temática opuesta a sus postulados pueda constituir delito, y menos aún un acto violento en reacción a esa forma de desgobierno. La expresión de las ideas deja de estar garantizada, y aunque a veces no adopte el color de declaración oficial, las listas de prohibiciones y “sugerencia” de no difusión transitan, anulando una porción fundamental de la comunicación y la cultura.

Las editoriales desdeñan, en una suerte de autocensura, la obra de escritores marginados, a partir de la insinuación oficial de ser inconvenientes para la formación cultural del pueblo. De esta forma, tan sólo se logra aletargar la difusión masiva de textos que igualmente circulan en medios alternativos. Idéntica situación genera la autocensura y censura subrepticia por parte del Estado, con las radiodifusoras, canales de televisión, teatros, bibliotecas públicas y por supuesto, los programas de educación, o su aplicación por parte de los docentes. Ante el rumor o la sospecha de que una obra es mal vista desde las esferas gubernamentales, los resortes del temor se tensan, produciendo una especie de paraguas llamado autocensura. Ello no carece de justificaciones válidas para quienes muy a pesar de sus propias convicciones deben desmontar espectáculos, recortar escenas, adicionar ridículos “bips” en cintas magnetofónicas, o presenciar la autopsia censora de su obra literaria, por una crítica absurda y mal intencionada, carente por completo de concepciones de belleza, e investida de una mediocridad burocrática que sólo puede aceptar de buen grado los abortos culturales de adulones y genuflexos. La palabra es una herramienta perniciosa con la que cuentan los opositores, y es necesario establecerle un molde y una medida razonables. No hay espacio para la esencia. Todo debe ser visible y mortuoriamente estático. Es preferible el silencio forzado a las palabras con eco. A las frases que resuenan en la memoria colectiva. La fuerza es el derecho fáctico, y no hay más ley que ella. Nada debe alterar la bucólica placidez del pensamiento, impartido desde las alturas. El ser humano puede ser feliz sin tantas complicaciones intelectuales y filosóficas. No hay que meterle pajaritos en la cabeza a la gente. Alcanza con instalar una atmósfera de festejo artificial, de patriotismo sin sustento, para que puedan disfrutar de una vida planificada en el orden. Lo demás son perversiones de la mente. La hilaridad artificial, la idolatría a modelos del ser nacional prefabricados, la imagen de lo “simple”, son la clave para lograr una idea de que todo está bien. La esencia, el fondo de los hechos, la verdad, la razón, el consenso, el diálogo, son molestias innecesarias para el destino de pueblos que bien pueden ser guiados por pequeños grupos de notables.


Nueva Guatemala de la Asunción, 21 de abril de 2012

Los

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Desde la portada

mundos transparentes de

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Elsie Wunderlich

Cuando Elsie Wunderlich empieza su proceso de creación, prefiere un ambiente tranquilo y sin muchas distracciones. Por ello, alrededor de las seis de la mañana, se encuentra en su estudio, en un área iluminada y aislada de su casa, y se dispone a crear. Ése es el momento más íntimo e importante de su creación.

A

veces no sabe exactamente qué pintará. Simplemente traza una línea y otra y otra más. Luego sigue el proceso que la misma figura le pide para terminar. En ese momento, Wunderlich dice que es cuando realmente está conectada con su interior y trata de exteriorizarlo a través del arte. Así es todos los días. Pero el proceso de creación de sus más recientes obras fue más extenso de lo normal. Sin embargo, todo esfuerzo rinde su fruto, y ahora vuelve a los espacios públicos para presentar su más reciente muestra. Desde el pasado miércoles, en la Galería Ana Lucía Gómez -arte latinoamericano- (16 Calle 7-30 zona 14), se encuentra abierta la exposición “Escenarios a un Mundo de Luz”, de la artista guatemalteca Elsie Wunderlich. La muestra permanecerá hasta principios de mayo. La entrada es libre. “Escenarios a un Mundo de Luz” nos presenta una nueva evolución de Wunderlich, ya que es la primera vez que utiliza el vidrio como material artístico. El proceso es muy complejo y laborioso. Se inicia desde el estudio, en el momento de la concepción, casi siempre a través de la pintura. Algunas obras dan para que se

POR MARIO CORDERO ÁVILA

externe en forma de escultura y de vidrio. La pintura es el proceso más importante, porque de allí surge todo, dice Wunderlich. Y a través de allí la obra puede evolucionar. En esta muestra, encontraremos desde pinturas hasta esculturas, algunas de ellas con incrustaciones de vidrio, casi siempre fundido en una forma circular y con decoraciones pictóricas. El vidrio es una introducción técnica que presenta la artista para esta exposición. Pero ello ha provocado que cada pieza tenga una mayor elaboración, sobre todo por los tiempos requeridos por este material. En un vidrio plano, empieza a decorar en su reverso representando la pintura, que previamente estaba elaborada. Cada forma de la pintura, está realizada por pequeños trazos de vidrio pintado. Otros detalles los logra con polvo de vidrio y algunos esmaltes. Sin embargo, por el proceso de horneado del vidrio, debe tener mucho cuidado, porque a veces cambia demasiado el tinte, y ello podría ser perjudicial para la obra. El proceso lleva al mismo vidrio varias veces al horno. Finalmente, cuando la parte del vidrio está terminada, se le da una forma esférica (para la mayoría de piezas). Luego, algo que también requiere mucha paciencia y dedicación, es incrustar el vidrio en la pieza de escultura, a fin de que no se note que son dos partes separadas, sino que una es continuación de la otra. Como elemento de decoración, la mayoría de estas piezas que poseen vidrio decorativo, también tienen una opción para que una luz (provista por una bombilla ahorradora de energía) esté detrás o debajo de la obra, e ilumine la creación; probablemente, de allí el nombre de la exposición. Pero más que una cuestión técnica o de materiales, “Escenarios a un Mundo de Luz” es más bien temático. Las metáforas plásticas de Wunderlich sobre el amanecer, la luz y los mundos circulares, son frecuentes. UNA TRADICIÓN PAISAJÍSTICA En sus inicios, cuando Wunderlich se interesó en la creación artística, comenzó en una de las mayores tradiciones de Guatemala, como es la pintura paisajística. Su mano empezó a acostumbrarse al pincel con esta tendencia. Pero pronto empezó a descubrir su propio estilo, y aunque continúa con esta tendencia paisajística, lo hace a su

manera. Y es que en vez de mostrar al paisaje como se debería ver, lo muestra cómo lo ve ella misma desde su interior. Entonces, la visión aparece codificada desde sus propios ojos. A partir de ese entonces, ha ido evolucionado, y ahora se encuentra en una fase de mayor evolución. Primero fue el paso del paisaje realista a uno que está sublimizado por la subjetiva mirada del artista. Luego, fue el paso de la pintura a la escultura; y ahora, la utilización del vidrio decorativo como un elemento adicional a la escultura. Y ente esta tendencia paisajística personalísima, Wunderlich ha encontrado en las hojas de los árboles son mayor expresión. Y es que las hojas, aunque todas son de la misma forma, se puede decir que ninguna es igual a otra. Cada una es un mundo, con su propia forma. Cada hoja tiene colores distintos, matizados por su posición con respecto a la luz, o bien por su longevidad. Pero más que llevarnos a un viaje al mundo natural que queda, probablemente, a varios kilómetros de casa, la opción preferencia de Wunderlich es llevar la naturaleza a esos ambientes artificiales como los urbanos.


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Reportaje

Lavaplatos cubano de lujoso

restaurante resulta ser gran pintor

En la jerarquía de la cocina del restaurante, un lavaplatos no tiene demasiadas oportunidades de progresar, ni siquiera si está en un lujoso centro turístico en Northeast Valley. el cubano Nelson García Miranda lo sabía muy bien. El residente de Phoenix también confió en que su trabajo como pintor y sus pinceladas le abrirían paso al sueño estadounidense. Pero jamás pensó que terminaría en el salón social del restaurante donde lavó trastes. En abril de 2005, García Miranda comenzó a lavar trastos en Deseo, el restaurante insignia del Westin Kierland Resort and Spa. Ahora, el cubano de 65 años es el artista residente del restaurante: pinta para clientes en el salón social y vende su trabajo por cientos de dólares. Sus creaciones cubren las paredes de Deseo, complementando el ambiente del restaurante y su cocina neo-latina. A comienzos de 2008, el centro turístico le encomendó hacer varias pinturas para el restaurante y el salón social después de que el chef Roberto Madrid descubriese el talento de García Miranda. García Miranda comenzó a vender varias obras inspiradas en Cuba y a llamar la atención de los invitados. Al ver la reacción, los administradores de Westin Kierland empezaron a hacer planes más grandes. “Realmente queríamos que él fuera una mayor parte de la experiencia”, dijo Stephanie Dowling, directora de relaciones públicas del centro turístico en el

Por PHILIP HALDIMAN

FOTO LA HORA: AP The Arizona Republic, Pat Shannahan

Nelson García Miranda, cubano en Scottsdale, Arizona, muestra su portafolio de pinturas.

noreste de Phoenix. Para finales de 2008, García Miranda dejó de lavar trastes para siempre y se instaló en la entrada para vender sus pinturas. Desde que llegó a Estados Unidos en 1999, trabajó en un sinnúmero de empleos. Pero nunca dejó de pintar.

“Sé cómo tener dos empleos, y luego uno extra”, dijo. “Pero sabía que cuando alguien viera mi trabajo, estaría bien”. García Miranda nació y se crió en un vecindario pobre de Holguín, al este de Cuba. Estudió pintura y cuando tenía 18 años, su trabajo ya había

sido exhibido en Alemania. A loso 30, sus creaciones eran exhibidas en hoteles, restaurantes, salones de música y diferentes instituciones culturales en Cuba. García Miranda dijo que ganó mucho respeto con su trabajo como pintor en su país y a nivel internacional. Enseñó

pintura y estaba entre la élite creativa, con presentaciones en La Habana, República Checa, Ecuador, España, Estados Unidos y otros países. Pero dijo que vivir en la Cuba controlada por Fidel Castro era artísticamente restrictiva. Aunque pudo crear y vender pinturas, una parte importante de sus ventas se las quedaba el gobierno, relata. “En Cuba, el arte está regulado”, dijo García Miranda. “Era visto como un artista liberal y debido a eso, fui excluido de muchas actividades sociales, al igual que otros artistas que eventualmente tuvieron que dejar el país”. Entonces García Miranda tuvo la oportunidad de irse de Cuba a buscar una mejor vida. Llegó a Estados Unidos con una visa que su entonces esposa se ganó en un sorteo. “Fue como ganarse el boleto dorado”, dijo. “Si tienes la oportunidad de ir a Estados Unidos, te vas”. Después de una breve escala en Miami, García Miranda se fue a Arizona, donde recibió una cálida bienvenida. “Fue como si hubiese nacido aquí. Mis pinturas más importantes han sido hechas en Arizona”, indicó. Pero no por eso se duerme en sus laureles. “Siempre, incluso en la noche, cuando ya me voy a dormir, estoy seguro de que puedo hacer más”, dijo. “Estoy seguro de que puedo hacer más de lo que hago actualmente”.

Desde mi butaca

Recuerdos del Parque Navidad Leí que el instituto Guatemalteco de Seguridad Social tiene en estudio la creación de la Plaza Navidad, que busca devolver a la zona con el gusto arquitectónico de antaño, un espacio público agradable, a inmediaciones de sus oficinas centrales. Esa noticia me trajo gratos recuerdos de cuando yo era un mozalbete, pues con otros de mis compañeros que vivíamos en un “palomar” de la 3ª. avenida sur número 115, acostumbrábamos ir todas las mañanas a partir de las cinco y media al Parque Navidad, en donde nos uníamos a los alumnos de la Escuela de Educa-

POR JOSÉ ANTONIO GARCÍA URREA

ción Física pues los profesores nos aceptaban de buen grado. El Parque tenía todo lo necesario para esas prácticas, incluso una piscina con peces de diversos colores, y hasta un laberinto de arbolitos de ciprés, del cual costaba un triunfo salir y el perdido empezaba a gritar para que llegara un guía a rescatarlo. Yo algunas veces me caí de las argollas pues por tener un defecto en el brazo derecho me sostenía con la base entre el dedo índice y el pulgar y por lo tanto, al dar la vuelta de campana se me resbalaba la mano y porrazo seguro. En medio de las clases había

veces que nos salíamos e íbamos a la baranda sobre la sexta avenida a ver pasar la tropa del Castillo de San José, hoy Centro Cultural, con el gran teatro nacional que lleva el nombre de nuestro Premio Nobel, Miguel Ángel Asturias Rosales, tropa que se dirigía al Campo de Marte para sus prácticas cotidianas. Esto me trae otros recuerdos, cuando ya jóvenes íbamos a ese Campo a hacer prácticas militares en calidad de “voluntarios”, pues constituíamos las reservas militares. Del Parque, a las siete de la mañana estábamos de regreso a casa para bañamos a la

orilla de la pila a puro guacalazo con agua fría para luego desayunar y después salir hacia el trabajo. En medio de estos recuerdos hay una anécdota: estábamos haciendo ejercicios en las paralelas cuando se acercó un cura, el Padre Minera, que todas las mañanas pasaba por el Parque rumbo a la iglesia en donde oficiaba misa, pues cuando nos vio y que nos movíamos con tanta facilidad, se acercó y dijo: “eso lo hago yo también”, el Maestro le dijo que no lo hiciera porque ya era adulto y además gordo, no hizo caso, se metió entre las cañas e

hizo lo que nosotros, terminó y se fue. Desapareció varios días, cuando lo vimos de nuevo llegó a regañamos y a decir que todos juntos nos íbamos a ir al infierno, porque por culpa nuestra había dejado de ir a decir misa varios días, nuestra respuesta fueron risadas. Se fue maldiciéndonos y mandándonos con el cachudo. Ese aviso de reinstalar el Parque Navidad o Plaza Navidad, me llena de alegría, aunque no sea como la que me tocó vivir y disfrutar, lástima que no pueda llegar a verla en su nueva versión. Veré fotografías periodísticas y reportaje televisivo.


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Galería de artistas

Los nuevos artistas en Cantón Exposición

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n Cantón Exposición cuatro artistas nuevos (Jonathan Ardón, Roberto Carrillo, Luis Alejandro González y Diego Morales Portillo), egresados en los últimos años de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, muestran, con leve consciencia de grupo, sus trabajos audaces, generosos y profundos, reunidos bajo el título de “Multiplicidades”. A diferencia de la violencia impersonal del fenómeno generacional, la pasión personalísima con la que estos artistas realizan su obra — es decir, sus propuestas de cambios al estado de cosas que heredaron, incluyendo allí a la estética— es lo que legitima la autenticidad de su expresión y la pertinencia de su lenguaje artístico: la forma, el tema y la técnica. Para nada impacientes o desconcertados, al contrario, muy seguros de su oficio, desarrollan con laboriosidad sus intuiciones formales y articulan con lucidez sus discursos poéticos, críticos y filosóficos. Su consciencia de grupo no les viene de una estrategia de “asalto al escenario” sino del reconocimiento inmediato y espontáneo de sus sensibilidades a la deriva en la caudalosa y desbordada realidad de nuestro tiempo. El hecho de que estos cuatro artistas nuevos provengan de la Escuela Nacional de Artes Plásticas nos da algunas pistas sobre el carácter de sus propuestas. Primero, su apego al buen oficio y a la figura humana; luego, el carácter conceptual de sus temáticas que les permite articular discursos coherentes a base de variaciones sobre un tipo de imágenes; después, y derivado de lo anterior, el carácter reflexivo de las obras, que si bien no son producto de una introspección tampoco se detienen en lo anecdótico; por último, el

Con una mezcla de valentía e impaciencia y al mismo tiempo de audacia y desconcierto, las nuevas generaciones suelen irrumpir en el escenario artístico con una actitud beligerante, criticando y denunciado las falsedades del arte que les preexiste y exigiendo y mostrando compromisos más profundos de la creación con la condición humana. La violencia que caracteriza al relevo generacional es, sin embargo, hasta cierto punto impersonal; no es que un grupo de artistas nuevos, por razones de ego y de mercado, trate de arrebatar el protagonismo a sus predecesores y desplazarlos a segundos planos sino que entre una y otra generación se ha dado un cambio de sensibilidad que hace que la más reciente ponga en duda los valores desde los cuales las anteriores aprecian la realidad social y la pertinencia de la conducta y los ideales —artísticos en este caso— en relación a ella, y exige consecuentemente cambios drásticos o reacomodos profundos y significativos.

POR JUAN B. JUÁREZ

carácter artesanal de su trabajo, que evita, deliberadamente y en contra de la tendencia de nuestra época tecnológica, los recursos informáticos y digitales.

En Diego Morales Portillo (1992) el apego a los procedimientos artesanales es bastante notorio y se fundamente en su repudio a la uniformidad y empobrecimiento espiritual del ser humano a manos de la tecnología. En sus grabados se pone de manifiesto no sólo el buen dibujo sino, a través de él, del delicado tratamiento de los asuntos humanos que se reflejan, por ejemplo, en un rostro o en una mirada que persiste más allá de la muerte. Este apego al carácter único y excepcional cada ser humano lo obliga a intervenir cada uno de sus grabados como una manera de salir de la serie y escapar de las estadísticas. Roberto Carrillo (1990) es decididamente un artista conceptual. Las imágenes que presenta en esta exposición revelan

las formas de ser (no anecdóticas) que se derivan de las condiciones en que actualmente se da la existencia humana, es decir, del ser humano como ciudadano bajo los poderes omnívoros del Estado, el Ejército y la Iglesia. Presentadas como una serie de radiografías que no captan peculiaridades étnicas, culturales o religiosas, la descarnada igualdad humana que descubren no es producto de la filosofía o del arte sino de la voracidad de esos entes institucionales. Menos discursiva, las imágenes de Luís Alejandro González (1983) son intuitivas e impactantes y, a pesar de su complejidad formal y de su intensidad emotiva, se dejan captar en el acto simple y unitario de una mirada sorprendida. Son en verdad imágenes poéticas cuya compacta sensualidad esconde muchas sutilezas que exi-

gen una estancia permanente en esos parajes del “entendimiento emotivo” y una lectura demorada de sus signos enigmáticos y fulgurantes. Jonathan Ardón (1988), dueño de una comprensión precoz de las posibilidades analíticas e interpretativas de la línea, lo que muestra en Cantón Exposición son los rostros y los gestos complejos y precisos del escepticismo, la duda, el descreimiento, la tristeza, el dolor, ejecutados por un solista virtuoso y apasionado que se libera de esta manera de esos estados de ánimo que parecen marcar un ritmo contagioso a la vida actual. No es tarea del crítico hacer pronósticos sobre el futuro de los artistas jóvenes, sino simplemente constatar su presencia activa en la dinámica artística de este momento histórico del arte y la cultura guatemalteca.


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Desde mi Balcón

Cisne del cielo

“No tengo real ni maravidé...” asentó el Santo Hermano Pedro en su Testamento. Quiso expresar su pobreza material. No tenía nada y sin embargo, lo tenía todo.

L

POR MARIO GILBERTO GONZÁLEZ R.

os enseres de la enfermería -logrados de limosnas- declaraba que pertenecían a la Casa de Belén y si algo apareciera –que lo era muy remoto- instituía como heredera a su madre doña Ana García, de quien presumía que aún vivía en Vilaflor, Tenerife Islas Canarias. Por esa razón fue que pidió de limosna su entierro y de favor que le acompañaran el Cura Párroco de la iglesia de los Remedios y el sencillo sacristán. Y por ser miembro de la Tercera Orden Franciscana, rogó –por caridad- que lo sepultaran en la Capilla de los Terceros en la iglesia de San Francisco el Grande. ¿Qué sucedió? ¡Las maravillas de la Divina Providencia! En su lecho de enfermo, lo atendió con delicada diligencia, su amigo Mauricio López de Lozada, para evitar que la bronconeumonía le robara el oxígeno a sus pulmones. Como centinela, su confesor el Padre Manuel Lobo, permaneció junto a su cama para auxiliarlo espiritualmente y confortarle el alma. Dije ¿Cama? Le queda muy grande ese nombre a lo que realmente era. Si las de la enfermería eran rústicas y sencillas que, al decir de los cronistas, llegaban fácilmente a “tapescos”, la de él eran dos tablas rústicas con un colchón encima bajo palio blanco, donde lentamente se consumió el hombre para florecer el santo. ¿Y cuando falleció el 25 de abril de 1667 lo acompañaron únicamente el Cura Párroco de la iglesia de los Remedios y el sencillo sacristán con cruz alta y ciriales...? -¡Qué va! Al divulgarse la noticia de su fallecimiento, de inmediato se detuvo frente a la puerta de la Enfermería, la carroza nada menos que del señor Obispo Fray Payo Enríquez de Rivera y poco tiempo después, la del Presidente de la Real Audiencia y Capitán General don Alfonso Rosica de Caldas y tras de ellos, los Superiores de las

diversas órdenes religiosas, Alcaldes y Regidores, Miembros del Cabildo Eclesiástico, gentiles hombres y el pueblo que lo admiro siempre y que reconocía su fama de santidad, colmó la plazuela de Belén, amplia pero para el caso resultó pequeña. Las campanas de todos los templos doblaron al unísono y la ciudad se vistió de luto. Se suspendieron las labores habituales y presurosos los habitantes enfilaron hacia Belén. Entre la multitud, alzó su voz el señor Obispo para expresar que respetaba el sentimiento religioso y de piedad que cada quien tenía por el Hermano Pedro, pero que evitaran expresarlo públicamente y ordenó que en su carroza fuera trasladado su cadáver al templo de la Escuela de Cristo. Y en un cortejo impregnado de dolor y de silencio lo llevaron cuidadosamente amortajado. La pequeña cuadra que separa a la Enfermería de Belén de la Escuela de Cristo, se recorrió lentamente por la multitud de fieles que lo acompañaron. La plazuela de la Escuela de Cristo estaba totalmente abarrotada por todos sus admiradores. En la puerta del templo esperaban el cadáver, el Capitán General y los Señores Oidores, quienes lo llevaron en hombros al interior de la iglesia. La sorpresa de todos fue ver que el señor Obispo se desplazaba a pie, junto al santo cadáver y encontrar abarrotada de vecinos, la plazuela y las calles adyacentes, cuando se creía que la ciudad venía en el cortejo. En el templo de la Escuela de Cristo, se veló su cadáver y se oficiaron misas en los diversos altares, incluso en otros que fueron improvisados. Velas y hachones iluminaron el templo durante la noche y en pebeteros se quemó mirra e incienso. El cronista franciscano Fray Francisco Vásquez, dejó para la posteridad, éste elocuente retrato. “…Entre lo que admiramos en el Venerable Hermano Pedro fue que quedó su rostro tan hermoso, tan venerable

y placentero, la cara lúcida y como sonrosada, que no parecía aquel hombre penitente, requemado a los ardores del sol, percudido al rigor de las intemperies y maceraciones, sino un hermoso joven vivo, amortajado en este privilegio y presagio de la gloria a que su bendita alma caminaba, a su Padre tan amado y el mío el seráfico Patriarca de los pobres. Los ojos le quedaron abiertos y claros como si estuvieran mirando aquella devota multitud que concurría y como con su vista asegurando al tenerlos siempre propicios y siempre abiertos al socorro de los necesitados de tantos pobres, a la conmiseración y a las plegarias de sus devotos…” Para el sepelio, la Calle de la Amargura hacia San Francisco, resultó angosta y pequeña. Apenas pudo contener a la ciudad entera que acongojada lo acompañó a su última morada. Los religiosos franciscanos acordaron que en atención a sus méritos de santidad, fuera sepultado en el cementerio de los frayles franciscanos, revestido con el sayal del seráfico. ¡Qué diferente resultó todo! Porque –incluso- el panegerista que lo fue Fray Gerónimo Verona y Loayza, exaltó brillantemente sus servicios caritativos y le pronosticó su resurrección espiritual. “...murió el cisne...” –dijo el orador desde el púlpito franciscano. “Y al ponerlo en su sepulcro yo pude decirle... ¡Oh Pedro...” Tú que fuiste el montón de trigo donde hallaron hartura tanta hambre, entrarás en este sepulcro, como una troje, donde quedará ensilado el trigo de los pobres, entra en él y reposa, macolla abundante de frutos...reposa en este sepulcro Cisne del Cielo, para resucitar después como Fénix...resucita en buena hora, Fénix abrazado en llamas de caridad, resucita y levanta el ligero vuelo de tus plumas, hasta la cima de aquel monte de la eternidad, a multiplicar los días de tu duración, por los siglos de los siglos...” Poco a poco, la piedad cris-

FOTO LA HORA: ARCHIVO

El Santo Hermano Pedro, en su peregrinaje diario de pedir limosna para su obra de caridad. tiana rescató de la tumba al santo –como pronosticara el orador Loayza-. Al reconocer la Santa Sede los méritos divinos y el Poema de la Caridad que escribió con su espontáneo servicio en la ciudad que amó tanto, en la que el mismo dijo que quería vivir y morir, fue admirado siempre y venerado como Siervo, Venerable, Beato y ahora como Santo, tal como lo dijera el orador al decirle: “... levanta el ligero vuelo de tus plumas, hasta la cima de aquel monte de la eternidad, a multiplicar los días de tu duración, por los siglos de los siglos...” En mi libro el Poema de la Caridad, recojo el venero inagotable de su fecunda vida humana, espiritual y caritativa y tiene el propósito de acercar al lector a todo aquello que conforma su mundo espiritual para disfrutar el gozo que despierta adentrarse en los secretos misteriosos de un Santo, que son el timbre y aureola de una entrega limpia y amorosa al servicio del prójimo. ¿Cuál fue la siembra del Hermano Pedro en sus escasos quince años en la ciudad de

Santiago de Guatemala? Amor. Amor sin límite al hermano... La fama de santidad recogida de la tradición popular y luego sometida a estudios rigurosos documentados, fue convertida en verdad y confirma la fe que el pueblo depositó en él, hasta llegar a gozar de devoción pública. Así lo confirman las Letras Remisoriales (134) cuando se refieren a su fama de santidad. “…Que de las cosas dichas, y de cada una, no solo en los Lugares donde el Siervo de Dios vivió, y fue sepultado, sino también en otros próximos y remotos, en todas partes, siempre existió, y ahora existe, la pública voz, y fama, y la común reputación, firme constante, e inconcusa, de tal suerte que nunca se haya oído, ni dicho ni hecho alguna cosa en contrario, como mas latamente lo deponen los testigos informados dando en todo la razón de su dicho y causa de su ciencia.” Con su Canonización, la bella, histórica, santa y muy amada ciudad de Antigua Guatemala, vio realizado un deseo secular y tiene el gozo de que su Hermano Pedro tenga culto público en la Iglesia Universal. Su tumba –sencilla desde sus inicios- siempre ha sido visitada por fieles que invocan su intersección para


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Nueva Guatemala de la Asunción, 21 de abril de 2012 con avidez. De noche, tenía la sensación de que en cualquier momento, al cruzar una mortecina esquina antigüeña, me iba a encontrar con él tañendo su sonora campanilla, tal como lo sentía vivir al leer los Nazarenos de Milla. El encuentro físico –claro está- sólo era posible en mi fantasía infantil, pero ha sido posible desde la dimensión de la mística, de lo humano y de lo apologético. También en la investigación histórica y en la pintura. Lo importante es que lo aprendí a admirar desde niño. Quizá porque mi sencillez infantil me hacía sentir que era uno a los que él también protegía. Así se fue metiendo poco a poco en el alma, hasta poder saber valorar su portentosa obra nimbada de caridad. Años después, lo encontré desde otra dimensión en Lobo, García de la Concepción, Montalvo y con mayor deleite en los elogios que cuarenta años después de su tránsito, se le dedicaron en la Catedral Metropolitana de México, recogidos en la Exaltación Magnífica de la Bethlemítica Rosa de la Mejor Americana de Jericó. Me deleité también en la so-

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El Santo Hermano Pedro auxilia a sus enfermos.

FOTO LA HORA: ARCHIVO

El Santo Hermano Pedro hincado frente al Nacimiento de Belén, que fue su cátedra e inspiración de su obra caritativa. la cura milagrosa. No se retiran de ella, sin antes dar tres toques con los nudillos de la mano en la lápida que guarda sus santas cenizas. Y allá, en la iglesia de El Calvario, esperan pacientes la floración blanca del árbol de Esquisúchil que él sembró, para recoger las flores color marrón que sirven para la cura milagrosa. Conocí al Hermano Pedro, cuando niño. Mis visitas frecuentes al templo franciscano, me detuvieron en más de una vez frente a su tumba. Inquirí de quien se trataba y por qué los fieles le expresaban emotiva devoción. Los sencillos vecinos de los municipios de las Milpas Altas, de Santa María de Jesús, San Juan del Obispo, San Antonio Aguas Calientes, Ciudad Vieja... adornaban su tumba con flores silvestres, encendían numerosas velas de cebo y le platicaban las cosas de la vida en su lengua, con una entrega amorosa y esperanzadora. Eso sucedió muchas veces cuando en las tranquilas tardes antigüeñas –junto a otros niños de mi edad- ayudábamos al Sacristán don Layo en el toque de la campana mayor

en la hora del Angelus. Don Layo, envejeció adornando los altares franciscanos en las festividades del Venerable, de la Porciéncula, del Seráfico y de la Concebida. Mi padre me enseñó el perfil histórico del terciario y me hizo bellísimos relatos, cuando en nuestros paseos matinales, pasábamos frente a los sitios que él frecuentaba. Mi madre –por su lado- me deleitaba contándome la ternura de su fecunda caridad. De oídas escuché delicados relatos que hacían viejos devotos antigüeños y lo leí en las Crónicas de Mencos Franco, con mayores detalles en don Julián Arriola y trascendente en Soto Hall. Imaginad mi alegría, cuando al amparo de la tranquilidad que brindaba el derruido claustro franciscano donde antaño funcionó su rica librería, David Vela lo relataba en su “Vida y en las Letras” que leí

FOTO LA HORA: MARIO GILBERTO GONZÁLEZ R.

Rosario del Santo Hermano Pedro.

nora prosa de Rodríguez Cerna y en la del Doctor Carlos Martínez Durán. Las Letras Remisoriales -por el contrario- con su severidad, confirman de verdad, las singulares virtudes y los dones divinos que aureolan y distinguen su obra donde la caridad es pródiga. Y acepta como verdad los milagros que realizó en vida y después de su tránsito. “De qué manera es verdad –dicen Las Letras Remisoriales- que el año de 1655 y cinco años después de haber venido a esta Ciudad de Santiago de Guatemala, negándose asimismo y ofreciéndole en sacrificio al Altísimo, consiguió ser admitido entre los Terceros de San Francisco y vestido con suma alegría aquella túnica de Penitencia, se levantó como gigante a correr el camino de la perfección y para hallar los fueros que están dados a los sabios y solo se rebelan a los pequeños y humildes; lo cual fue y es verdad público y notorio, y fue y es pública voz y fama.” (f.1 y 1v) Lector amigo, déjate llevar de la ternura que irradia nuestro Santo Hermano Pedro. Fórmate una visión y valoración documental de su fecunda obra y de esa una manera sencilla, acercarte a su mundo espiritual, para que tú también, te llenes de su perfume y te nutras de su ejemplo.


8 Suplemento Cultural

Nueva Guatemala de la Asunción, 21 de abril de 2012

En primera persona

Marco Antonio Flores:

“Yo había decidido no envejecer”

M

arco Antonio Flores es un veterano escritor guatemalteco. Con 27 libros publicados, la próxima semana presentará su más reciente novela “Viaje hacia la noche”, la cual puede ser la última que escriba, aunque esto no lo podría asegurar. A los 20 años, había decidido que no envejecería y que no sería inútil, una idea que persistió hasta los 74 y que se refleja en esta novela. Siempre escribió siguiendo un impulso, pero ahora ya no tiene deseos de escribir más novelas o cualquier otro tipo de género literario, aunque ello no depende de él, sino del impulso. Por el momento, Marco Antonio Flores se dedica sobre todo a leer y a gozar de su nieto Antonio, con quien quiso tomarse esta foto, únicamente “porque lo quiero mucho; eso es todo”, indicó. El próximo martes, 24 de abril, a las 18:30 horas, en el Centro Cultural “Luis Cardoza y Aragón” (2ª. avenida 7-57 zona 10, Embajada de México), se presentará la novela “Viaje hacia la noche” de Marco Antonio Flores, con comentarios de Vanessa Núñez Handal, Eduardo Villalobos y el autor. Entrada libre. A continuación, una entrevista con el autor al respecto del tiempo en que vive y esta novela.

- Cuéntenos un poco de esta novela. ¿Es de reciente escritura? - Pues la empecé hace con un año y medio, y la terminé hace unos seis o siete meses. - ¿Con todo y correcciones? - Ya corregida. Yo no corrijo mayor cosa los textos. Ni la poesía, ni el teatro, ni a nada de lo que hago. - Entonces, usted termina en una primera escritura. - Más o menos. La forma en que yo encontré para escribir se basa en un impulso interior el que produce el texto; no es mi consciente, sino mi inconsciente. Entonces, se produce mi texto sin que tenga que generar las ideas, sino que las ideas surgen solas. - ¿Así, sin ningún censor ortográfico, ni sintáctico ni de ideas? - Sí, sale solo. - Y de esa forma, ¿no surge un texto muy desordenado? ¿O después lo ordena? - No, no lo ordeno. Bueno, habrá algunas correcciones en el puro texto, gramaticales, quizá. - Entonces, por ser de producción re-

POR MARIO CORDERO ÁVILA - No, no debe estar atento. Surge. El escritor no debe pensar en eso. Yo puedo pensar en un montón de cosas, y de repente surge el impulso. - ¿Alguna vez dejó de seguir ese impulso? - Cada vez que surgió un impulso, siempre lo seguí. A veces la obra no se realizó. - Pero no porque no se sentó a escribir. - No, sino porque ya no continué escribiendo, porque ya no me producía un impulso interior muy intenso, ni emotividad ni me producía nada.

ciente, ¿esta novela refleja sus sentimientos e ideas de los últimos años? - No necesariamente. Esto lo pienso desde mi vida de niño. - ¿Es una novela de muchas interrogantes o de muchas respuestas? - Se trata de ideas de lo que he vivido. Y lo que he vivido se va acumulando en el inconsciente y se van acumulando en ideas. - Si viene del inconsciente, y con ideas desde niños, ¿allí hay muchas ideas guardadas? - Ah, sí. Allí hay mucha parte de mi vida guardada. Lo más importante de mi vida. - Desde que era niño hasta ahora, ¿tiene algunas preguntas que siempre se ha formulado y que siempre ha buscado la respuesta? - No, no me hago muchas preguntas. Simplemente surge el texto solo. Sin hacerme preguntas. Ni me planteo que va a ser en este orden. Tampoco tiene una línea narrativa. Así he escrito toda mi obra. Y no sólo esta novela. Todos los libros que he escrito de creación literaria, han surgido así. Aparte son los ensayos, porque tienen una norma racional que dirige el ensayo. Pero de lo que he escrito de literatura, surge de un impulso interior. - Usted ha dicho que ésta será la última novela, ¿no es muy tajante asegurarlo? - Pues es tajante en el sentido de que ya no tengo muchos deseos. Pero tampoco es definitivo, porque ya no depende de

mí. Mire, he publicado 27 libros de todo tipo: cuento, teatro, novela, poesía... de todo. Entonces, ya no tengo necesidad de estar escribiendo de más. Pero no sé tampoco. - ¿Y de otro tipo de género? - Tengo menos deseos. - Al menos en cuanto a novela aún le quedaba cierto impulso... - La novela surgió como ha surgido todo mi trabajo. De repente empecé a escribir y ya no me detuve. Ya fui escribiendo la novela, según mi impulso. - Pero si le hubiera preguntado hace tres años, antes de empezar la novela, me hubiera dicho que no tenía deseos. - Sí, así ha sido toda mi obra. Yo nunca he tenido muchos deseos ni ideas de lo que quiero escribir, sino que en un momento de mucha emoción interior, surge la necesidad de empezar a escribir. - Tras esa emoción e impulso interior, ¿sigue escribiendo hasta terminar? ¿O ha habido novelas que se han postergado? - No. Yo escribí novelas en 19 días, pero otra novela, del mismo tamaño, la escribí en 21 años. - Es decir, que ese impulso no se puede normar... - No, mi impulso surge, y se debe estar al servicio del impulso, no al revés. - Bueno, el oficio del escritor consiste en estar atentos a ese impulso.

- ¿Y en qué momento sabe que un libro terminó? - En el momento en que termina. Por ejemplo, en esta última novela, ya tenía un final prefabricado, que no estaba en mí, pero que ya había pensado. Yo había decidido terminar con mi vida a los 20 años. Yo había decidido no envejecer ni ser inútil a cierta edad. Sino que a los 20 años decidí acabar con mi vida cuando yo quisiera. Y así termina esa novela. No me lo propuse. Sencillamente, así terminó. - Tras terminar no sólo esta novela, sino otros libros, ¿cuál es la sensación que le deja? - Es una sensación de tranquilidad de haber acabado un trabajo. Porque la literatura es trabajo. Surge un momento tras otro, habiendo momentos de reposo. - Después viene un proceso de edición, y tras terminado el libro, ¿a usted ya no le preocupa qué pasa después? - Si, ya el libro ya se acabó. Si consigo al editor, qué bueno. Si no, allí se mantiene el libro. - El lector lo puede tomar como quiera. El lector toma el texto con plena independencia, eso ya no tiene nada que ver conmigo. El lector, al igual que el escritor, es un hombre libre. - Con respecto a esta novela, ¿no podríamos decir que sea autobiográfica? - No, no es autobiográfica. Sí tiene partes de mi vida. - Al final, lo único que establecemos como importante es que hay que escribir. - Sí, y no sólo importante, sino que necesario. - ¿Qué hubiera pasado, por ejemplo, si hubiera tenido el impulso de escribir y no lo hubiera seguido? - No sé qué hubiera pasado. Desde los 21 años hasta los 74 he seguido ese impulso.


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