NO. 99 Brasil

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19 de diciembre de 2015 • Número 99 Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver Suplemento informativo de La Jornada

BRASIL TEMA DEL MES

NUESTRAMÉRICA

EN LA ENCRUCIJADA ARMANDO BARTRA


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DE LOCOS Y CUERDOS:

EL ALIENISTA DE MACHADO DE ASSIS Suplemento informativo de La Jornada 19 de diciembre de 2015 • Número 99 • Año IX

19 de diciembre de 2015 “La ciencia es mi compromiso", sostiene Simón Bacamarte, un médico europeizante formado en Coimbra y Padua, pero que decide radicar en su natal Itaguaí. Ahí casa con doña Evarista, calculando que por ser fea y antipática no lo distraerá de sus investigaciones en el “área de lo síquico” y la “patología cerebral”. Y como en el pueblo los locos mansos andan por la calle y a los furiosos se les tiene en casa, el alienista decide que hay que encerrarlos a todos en una residencia que llama la Casa Verde, para ahí “estudiar profundamente la locura, sus grados diversos, clasificar sus casos, descubrir en fin la causa del fenómeno y el remedio universal”. Simón es un “hombre de ciencia y sólo de ciencia, nada lo consterna fuera de la ciencia”.

COMITÉ EDITORIAL Armando Bartra Coordinador Luciano Concheiro Subcoordinador Enrique Pérez S. Lourdes E. Rudiño Hernán García Crespo CONSEJO EDITORIAL Elena Álvarez-Buylla, Gustavo Ampugnani, Cristina Barros, Armando Bartra, Eckart Boege, Marco Buenrostro, Alejandro Calvillo, Beatriz Cavallotti, Fernando Celis, Luciano Concheiro Bórquez, Susana Cruickshank, Gisela Espinosa Damián, Plutarco Emilio García, Francisco López Bárcenas, Cati Marielle, Yolanda Massieu Trigo, Brisa Maya, Julio Moguel, Luisa Paré, Enrique Pérez S., Víctor Quintana S., Alfonso Ramírez Cuellar, Jesús Ramírez Cuevas, Héctor Robles, Eduardo Rojo, Lourdes E. Rudiño, Adelita San Vicente Tello, Víctor Suárez, Carlos Toledo, Víctor Manuel Toledo, Antonio Turrent y Jorge Villarreal. Publicidad Rosibel Cueto Flores Cel. 55 2775 8010 Tel. (55) 2978 4735 publicidadjornadadelcampo@gmail.com Diseño Hernán García Crespo

PORTADA: Indio Kalapalo / Juan Francisco Cerezo Torres

La Jornada del Campo, suplemento mensual de La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, SA de CV; avenida Cuauhtémoc 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, delegación Benito Juárez, México, Distrito Federal. Teléfono: 9183-0300. Impreso en Imprenta de Medios, SA de CV, avenida Cuitláhuac 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, delegación Azcapotzalco, México, DF, teléfono: 53556702. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin la autorización expresa de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo del título La Jornada del Campo número 04-2008-121817381700-107.

Mis libros son como los beodos; se tambalean de derecha a izquierda, andan y se paran, refunfuñan, rugen, ríen a carcajadas, amenazan al cielo, resbalan y caen […] Eso del método es mejor tenerlo sin corbata ni tirantes, sino un poco a la descuidada, como quien no se ocupa de la vecina de enfrente ni del inspector de manzana.

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Joaquín María Machado de Assis

Por qué ocuparme de un texto literario en el editorial de un suplemento de temas rurales que en este número está dedicado a Brasil? Porque El alienista es una novela corta del escritor brasileño Joaquín María Machado de Assis, que trata de la dificultad de distinguir a los locos de los cuerdos para así poder aislarlos. Y, por extensión, de lo relativa que es la distinción entre nosotros y los “otros”. Todos los “otros”: los desviados, los extraños, los salvajes, los indios y, naturalmente, los campesinos… * En la antigüedad los locos eran expulsados de la ciudad y hubo barcos de locos y torres de locos. Segregación que durante el Renacimiento muda en fascinación. “El hombre descubre en estas formas fantásticas uno de los secretos y la vocación de su naturaleza”, escribe Foucault. Yendo más allá, Erasmo concluye que en todos hay locura y que ésta es necesaria. Pero “la locura cuya voz el Renacimiento ha liberado, y cuya violencia domina, va a ser reducida al silencio por la época clásica”, concluye el autor de Historia de la locura. Comienza entonces el gran encierro, la internación más policiaca que médica de los locos en Hospitales Generales que en verdad son cárceles. Durante el siglo XVIII a los insensatos se les enclaustra junto con los criminales, los viejos desvalidos, los mendigos, las putas y los libertinos… Más que prevención, castigo o terapia es el apartamiento de los “otros” por el hecho de serlo. Se dice que durante la gran revolución francesa, Scipión Pinel dejó ir a los locos que estaban encerrados en Bicetre. Lo cierto es que la revolución de “los derechos del hombre” emancipa a los lunáticos de sus grilletes físicos... sólo para

Fueron coeditoras en este número del suplemento: Andrea Santos Baca, estudiante del doctorado en Economía en la Universidad Federal Fluminense, Río de Janeiro (UFF-RJ); Berenice Morales Aguilar, candidata a doctora en Antropología Social de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp); Jimena de Garay Hernández, candidata a doctora en Sicología Social de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), y Lívia Moreira de Alcántara, candidata a doctora en Sociología en el Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (IESP/UERJ)

encadenarlos a otros aún más férreos pero metafísicos, como los que arrastran los internos en los Asilos y Retiros creados por Samuel Tuke y por el propio “liberador” Pinel. La violencia del nuevo Manicomio es distinta de la violencia de los Hospitales, pues aquí se obliga al loco a adoptar vicariamente la posición del cuerdo y en sus “momentos de lucidez” reconocerse en falta, reconocerse loco. “La terapéutica –escribe Foucault- trata de persuadir al loco de su locura”. El asilo positivista sustentado en la ciencia es la dura dictadura de la razón sobre la insensatez. Previa definición inapelable de lo que es cordura y lo que es locura, el alienista separa el trigo sensato de la insensata cizaña con la frialdad de quien emite un fallo judicial. Porque en una sociedad desencantada que se sustenta en la ciencia, el verdadero poder disciplinario reside en quien formula la definición del mal, codifica los síntomas acusatorios y emite el inapelable veredicto… Y de la Casa Verde, una residencia de orates de inspiración positivista establecida en el Brasil decimonónico, trata El alienista de Machado de Assis, un hombre que hace 150 años y en un país remoto, cortesano y esclavista, había descubierto con desazón que, aun ahí, en los tiempos de la racionalista modernidad “el orden de los Estados no tolera ya el desorden de los corazones”. Pobre, mulato, autodidacta, epiléptico y tartamudo, Machado de Assis es un alien total que sin embargo no se resigna a la marginalidad ni se encierra en su diferencia. Nacido en 1839 en una quinta de Río de Janeiro a cuyo personal pertenecían sus padres, Joaquín María logra educarse, adopta los modos de la “gente de bien” y, venciendo dificultades, se convierte en un escritor a la moda. Ya exitoso, sorprende a todos rompiendo los moldes literarios: romanticismo, indianismo, pintoresquismo. Pero también los ideológicos y morales como el de la ciencia positivista y la pretensión de normalidad de una sociedad que se creía capaz de distinguir sin lugar a dudas la locura de la cordura. Y de eso trata El alienista. Veamos.

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Empieza entonces el gran encierro en Itaguaí, pues al demarcar “definitivamente los límites de la razón y de la locura” el alienista concluye que “la razón es el perfecto equilibrio de todas las facultades y que fuera de ella todo es insania”. Lo que lo lleva a una inquietante conclusión: “La locura era hasta ahora una isla perdida en el océano de la razón [pero] empiezo a sospechar que es un continente”. Y la Casa Verde se llena de presuntos alienados; algunos, personas a quienes los lugareños estiman y aprecian. “La Casa Verde no es más que una cárcel privada”, dice alguien. “Bastilla de la razón humana”, la llama el poeta local. Y la gente sale a la calle a reclamar. Pero el ayuntamiento no quiere intervenir porque “la ciencia no puede ser enmendada por protestas callejeras”. “Hay que derrocar al tirano”, proclama alguien. Y con otros se avoca a organizar la rebelión. “Los trescientos que marcharon hacia la Casa Verde –dada la diferencia entre París y Itaguaípodían ser comparados con los que tomaron la Bastilla”. Los encabeza Porfirio Caetano das Neves, barbero y desde entonces autonombrado “Protector de la villa”. “No pedimos nada –vociferan los alzados- ordenamos que la Casa Verde sea demolida”. Pero, como Pinel en Francia, el Protector de Itaguaí considera que una cosa es tomar la Bastilla de la Casa Verde y otra cosa es que los locos anden sueltos. Además de que, como muchos caudillos, el barbero quiere gobernar, tarea en que puede ser muy útil un sitio de reclusión y la complicidad de la ciencia en la función de definir quién debe ser segregado y quién no. Entonces Porfirio se apersona con Bacamarte y Machado de Assis resume en una escena el sino de casi todas las revoluciones que, diciéndose libertarias, hacen suyo el sistema disciplinario del orden anterior. “El pueblo, dominado por una legítima indignación puede exigir al gobierno cierta prioridad en sus actos; pero éste no los debe practicar al menos íntegramente […] ¿Puede entrar en el ánimo del gobierno eliminar la locura? No ¿Y si el gobierno no la puede eliminar, al menos está apto para discriminarla y reconocerla? Tampoco. Ello es materia de la ciencia […] Arbitremos un medio para contener al pueblo. Unámonos y el pueblo sabrá obedecer.”

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Diálogo entre el poder emergente y la ciencia, la conversación entre el Protector de la villa y el alienista de la Casa Verde devela con tino ideológico e ironía literaria nada menos que la complicidad entre la ciencia positivista y los Estados burgueses posteriores a la revolución francesa –incluyendo los emergentes y contrahechos Estados nación latinoamericanosen la tarea de mantener el orden, evitar los sobresaltos y administrar el cambio. Sin olvidar el papel que juega en este control social el poder enviscado en las formas de la vida cotidiana, el biopoder. La inapelable autoridad del juez, el gendarme, el maestro, el médico, el marido y el padre en lo tocante a diferenciar las conductas admisibles de las inadmisibles, la normalidad de la perversión, la culpa de la inocencia, la enfermedad de la salud, la cordura de locura. “El orden es la base del gobierno”, anunció el Protector de la villa una vez concluida la rebelión. “Cinco días después, el alienista encerró en la Casa Verde a cerca de 50 animadores del nuevo gobierno”. Incluido el Protector. Y el poder disciplinario que Bacamarte ejerce en Itaguaí se desborda al punto de que en unas semanas el 80 por ciento del pueblo ha sido internado. Incontenible crecimiento de la locura que convence al alienista de que algo está mal: si el equilibrio de las facultades es tan infrecuente, es que ahí está la perversión: el verdadero anormal es el equilibrado. Establecido el nuevo paradigma, los subsecuentes inquilinos de la Casa Verde ya no son histéricos, esquizofrénicos o depresivos, ahora son tolerantes, sinceros, magnánimos, rectos… Ya teniéndolos en el encierro, y gracias a sus eficaces terapias, Bacamarte corrompe a los virtuosos y con ello los normaliza. Pero su éxito absoluto le resulta dudoso precisamente por ser absoluto. Y en su duda el alienista se descubre modesto. Virtud patológica por la que se encierra a sí mismo en la Casa Verde, donde meses después muere. Como sabía Erasmo y redescubrió Foucault, la cordura y la locura se entreveran y toda separación tajante es dudosa, además de disciplinaria y represiva. Y Machado de Assis es de la misma idea. El tema se repite, por ejemplo, en su novela Memorias póstumas de Blas Cubas, donde en un apartado que se titula precisamente “Razón contra locura” nos dice que estas dos condiciones se disputan nuestra conciencia: “En nuestro caso, hubo casi un pleito a la puerta de mi cerebro, porque la advenediza [Locura] no quería dejar la casa, y la dueña no cedía en su intención de tomar lo que era suyo. Por último, ya se contentaba la Locura con un rinconcillo en el sótano. -No señora –replicó la Razón-; estoy cansada de cederte sótanos… -Está bien, déjame aquí algún tiempo más, que ando en la pista de un misterio… -¿Qué misterio? -De dos –enmendó la Locura-; el de la vida y el de la muerte; sólo te pido unos diez minutos”. Hacia el final del libro, Quincas Borba, filósofo y amigo del protagonista le dice que está loco. Y éste, para salir de dudas, va a consultar a un alienista. Después de examinarlo, el médico

la guerra de Crimea. Y en el debate, que de tan apasionado se torna incluso epistolar, las distancias se anulan: el leproso sale de la cárcel corpórea que lo aísla y el protagonista olvida la repugnancia que antes sentía y lo trata como su igual. Y de reseñar la discusión política, Machado de Assis transita, en una sola frase, a la imagen de Manduca muerto. Imagen en la que, sintomáticamente, el contenido novelista dirige sus adjetivos al lastimoso cobertor y no al cuerpo torturado que cobija. “Si los rusos entraran algún día en Constantinopla, esa era la cuestión para mi vecino leproso, debajo de la triste, rota y sucia colcha de retazos”.

concluye que él no está loco… pero que en cambio el filósofo sí lo está. Preocupado por la suerte de su camarada, Blas Cubas le trasmite el diagnóstico. Para su sorpresa, el pensador no se acongoja. “Quincas Borba no sólo estaba loco, sino que sabía que estaba loco… Lo sabía y no se irritaba contra el mal”. Y termina la novela. La locura es otredad que estigmatiza. Pero también lo es la lepra. Los leprosos, como los locos, han sido históricamente segregados y al freack que es Machado de Assis el asunto le escuece. Como reacción al patetismo romántico que antes practicó en sus escritos a la moda, en Don Casmurro, como en todas sus novelas de madurez, el escritor brasileño trata con distancia y hasta con frialdad el dolor humano. De modo que en las pocas páginas en que aparece Manduca, el protagonista muestra incomodidad y desagrado por su presencia, sobre todo cuando al joven leproso se le ocurre morirse precisamente en los momentos en que él pensaba visitar a su amada Capitú. Hasta aquí el tratamiento del tema es el previsible. Pero inopinadamente, como acostumbra, el novelista intercala un apartado que en apariencia no viene a cuento, donde relata la acalorada polémica de Casmurro y Manduca, o -como el mismo dice- de la salud con la enfermedad, en torno al papel de Rusia y de los países aliados en

LAS MALAS VIDAS. Machado de Assis se identifica con los pobres, con los marginados, con los sufrientes en especial si son mujeres. Pero muestra su simpatía de manera no panfletaria sino irónica y distanciada.

Sin patetismo, sin chantaje moral, el novelista construye la imagen entrañable de un excluido radical, de un adolescente leproso que escapa de su aislamiento por la vía más inesperada discutiendo con un vecino la coyuntura política europea. Y de la misma manera oblicua, primero asimilándose y luego rompiendo, enfrenta su otredad el mulato, epiléptico y tartamudo que fue Joaquín María Machado de Assis. En el curso de sus esfuerzos por asimilarse a la normalidad, Machado de Assis había descubierto que la alteridad no sólo sustenta la estigmatización social, es también parte de la condición humana y como tal hay que admitirla. Así la ironía que impregna su obra de madurez, más que a los otros apunta hacia sí mismo, a su propia inconsistencia manifiesta en la energía invertida en mimetizarse literaria y socialmente. Y por tanto apunta a nosotros sus lectores. Y lo hace en el modo sobrio y abismado de la introspección y no en el distante y adjetivado de la sátira social. Teatro de máscaras, la sociedad juega un juego de imposturas. El verdadero rostro no existe y si es que existe, se oculta. Sólo se le sorprende a veces fugazmente, con el rabillo del ojo y en reveladoras minucias. ¿Cómo traspasar la radical otredad del leproso Manduca? ¿Por habituales palancas del romanticismo como la piedad, el amor, o el arte? No. La clave está en otra parte, en las cosas sencillas y triviales. El extrañamiento se rompe, por ejemplo, discutiendo con pasión la guerra de Crimea.

CAMPESINOS Y LOCOS. Todos somos extraños, así sea de clóset. Pero los rústicos más. Desde que hay ciudades se disminuyó a los campesinos y el capitalismo los declaró en extinción. Mientras tanto se les envía al rincón –como se hacía antes con los niños que se portan mal- y a la vez se les folkloriza. Anacrónicas anomalías, los campesinos son exhibibles curiosidades, pero sobre todo son “otros”; “otros” inquietantes y por tanto indeseables al igual que los homosexuales, los locos, los raros... No es casual que haya tantos campesinos e indígenas en la cárcel, pues están ahí no porque realmente todos sean delincuentes, sino porque su rústica condición los hace sospechosos. Seguramente la Casa Verde de Bacamarte estaba llena de campesinos.

Hija casual de los amores de su madre y un sacristán, Plácida es una figura secundaria en Memorias póstumas de Blas Cubas, sin embargo el novelista dedica un breve párrafo a la ofensiva vacuidad de un destino que en las deshilachadas orillas de la sociedad tantas y tantos comparten. Es de suponer que ésta no hablaría aun cuando nació; pero si hubiera hablado podía haber dicho a los autores de sus días: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamasteis? Y el sacristán y la sacristana le hubieran naturalmente contestado: “Te llamamos para que te quemaras los dedos en las cazuelas y los ojos en la costura, para comer mal o no comer; andar de un lado a otro en la faena, enfermando y sanando, con el fin de enfermar y sanar otra vez, triste una veces, desesperada otras, en ocasiones resignada, pero siempre con las manos en las cazuelas y los ojos en la costura, hasta acabar un día en el lodo o en el hospital; para esto te llamamos en un momento de simpatía”.

LA CASA VERDE, NOVELA DE VARGAS LLOSA. Dice el Premio Nobel peruano que lo que en 1966 lo llevó a escribir su segunda novela, fueron “los recuerdos de una choza prostibularia, pintada de verde, que coloreaba el arenal de Piura el año 1946”. Pero lo cierto es que el congal peruano es un eco del manicomio brasileño. La fascinación que ejercen las “otras”, las putas amazónicas de las que escribe Vargas Llosa, es muy semejante a la que ejercen los “otros”, los alienados de Itaguaí de los que se ocupa Machado de Assis.


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CAPITALISMO DEPENDIENTE Y LUCHA DE CLASES EN EL BRASIL DEL SIGLO XXI Marcelo Dias Carcanholo Presidente de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico (Sepla), profesor de la Universidad Federal Fluminense (UFF), miembro del Núcleo Interdisciplinar de Estudios e Investigaciones en Marx y Marxismo (NIEP-UFF) y profesor colaborador de la Escuela Nacional Florestan Fernandes (ENFF-MST) Traducción: A ndrea Santos Baca

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o es raro que la llegada al poder del Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, a partir de 2003, sea interpretada como un cambio radical en las políticas neoliberales que venían siendo implementadas desde el inicio de los años 90’s del siglo pasado. Aunque esta idea es relativamente común en el propio Brasil, tal vez sea en el resto de América Latina que se ha arraigado con mayor intensidad. Sin embargo, no es verdad. Como toda fuerte mistificación, esta idea también tiene sus bases reales concretas. Entre 2003 y 2007, la economía brasileña presentó tasas de crecimiento relativamente elevadas; sus saldos en la balanza comercial volvieron a ser positivos, en una magnitud tal que incluso sobrepasaron los déficits estructurales en la balanza de servicios; con ello se logró en varios periodos saldos positivos en cuen-

ta corriente y la acumulación, por tanto, de importantes reservas internacionales. Por un lado, este crecimiento económico ocurrió sin presión inflacionaria, lo que permitió ganancias relativas del salario real. Por otro, la fuerte recaudación del gobierno le permitió elevar con alguna consistencia el salario mínimo real, sin mayores presiones sobre las cuentas de gasto público. Con esos recursos, el Estado brasileño pudo incluso implementar políticas públicas de transferencia de ingreso que llegaron a tener notoriedad internacional, como Bolsa Familia. En suma, parecería que la economía brasileña vivía una nueva etapa. Algunos llegaron a denominar esto como postneoliberalismo. Pura apariencia. En las decisiones macroeconómicas, se mantuvo el carácter contraccionista de la política fiscal y

de la monetaria. En cuanto a lo estructural, los procesos de privatización, en las llamadas alianzas público-privadas, y la liberalización de los mercados (específicamente los financieros y laborales) se fortalecieron. En general, el neoliberalismo se profundizó.

y 2007, en precios y cantidades, lo cual propició un gran aumento de reservas internacionales. Por otro lado, el ascenso en los mercados de crédito internacionales aumentó la entrada de capital externo, a tasas bajas de interés, lo cual impulsó las reservas internacionales, sobrevaluó el tipo de cambio y contuvo las presiones inflacionarias del crecimiento económico. Todo esto, a su vez, posibilitó la mayor recaudación estatal. No fue la política económica o la estrategia de desarrollo lo que se modificó. Fue el escenario externo, que se volvió favorable.

Los resultados fueron otros por una y simple razón. El contexto internacional se modificó. Entre 2002 y 2007 la economía mundial creció aceptablemente bien, y las principales economías fortalecieron su importación de productos, lo cual robusteció el patrón exportador brasileño. Desde los años 90’s del siglo pasado, en función del neoliberalismo, ocurrió un fuerte proceso de desindustrialización y de reprimarización de las exportaciones, que crecientemente se basaron en commodities agrícolas y minerales. Así se explica el fuerte crecimiento de las exportaciones brasileñas, entre 2002

El estallido de la crisis económica mundial en 2007 alteró radicalmente el escenario externo favorable que la economía brasileña vivió hasta aquel momento, explicitando todos los problemas estructurales propios del persistente neoliberalismo (vulnerabilidad externa, re-primarización de ex-

portaciones, desindustrialización, entre otros). Inicialmente, intentando mantener algún perfume de izquierda o progresista, el gobierno respondió a la crisis con ampliación del crédito público para consumo y con exenciones fiscales para los sectores que producían productos dirigidos a ese consumo

CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA Y VIDA EN EL CAMPO: ¿CAMINOS QUE SE CRUZAN? *Ana Elena Muler e **Ian Mikael Paulini Paiva Bióloga y maestra en Ecología en Ecosistemas Neotropicales ** Biólogo y colector de semillas forestales nativas

Traducción: Jimena de Garay Hernández

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Sin embargo, esta forma de producción genera diversos desdoblamientos sociales y ecológicos negativos para la sociedad brasileña. La producción de commodities es apoyada en detrimento de la producción de alimentos, y el éxodo rural provocado por la concentración de tierras causa sobrepoblación en las grandes ciudades y genera pobreza. La intensificación del uso de agrotóxicos y el aumento de la conversión de bosques a zonas agrícolas han causado diversos problemas de salud en las poblaciones rurales y el agotamiento de recursos naturales extremadamente valiosos como el

agricultura, aun cuando es gracias a ellas fundamentalmente que los bosques persisten. Esa cuestión genera innumerables conflictos, pues en alrededor de 80 por ciento de las áreas protegidas en Brasil hay poblaciones.

suelo y el agua. Así, ese sistema no es capaz de atender todas las demandas actuales. Por otro lado, en el intento de proteger áreas biodiversas restantes y frenar la expansión de la agricultura, fueron creadas en Brasil legislaciones para protección de los recursos naturales, pero éstas se basan en el modelo de áreas protegidas fundadas en la idea de belleza y contemplación, sin interferencia humana, y se materializan con la creación de parques nacionales. Con eso, las poblaciones y comunidades vinculadas a estas áreas son criminalizadas por sus formas tradicionales de

A partir de estos ejemplos, podemos percibir cómo la forma de pensar los espacios de producción y conservación y las legislaciones derivadas de esa visión contribuyen a la desagregación de estas actividades, estableciendo así límites rígidos y muchas veces incoherentes en nuestro paisaje.

FOTO: Ian Mikael Paiva

l gran dilema actual del mundo es cómo conservar la naturaleza, restaurar áreas degradadas y producir alimento para los futuros nueve mil millones de personas de población. ¿Cómo lograremos cumplir todas esas demandas al mismo tiempo? En Brasil, la principal forma de explotación y desarrollo económico está en la agricultura mecanizada. En ese proceso, intensificamos nuestros sistemas productivos, reducimos la mano de obra en el campo, generamos crecimiento económico y garantizamos gran parte de la producción mundial de commodities agrícolas.

Restauración forestal de un Área de Preservación Permanente (APP) ubicada al lado de la producción de frijol (monocultivo). Fazenda Taquari, São Paulo

Esa desagregación se refleja nítidamente en las acciones de restauración forestal y ecológica, apuntadas como solución para la conservación en nuestro país. En su mayoría, tales acciones de restauración se planifican sin la participación de los productores rurales, que son actores estratégicos y protagonistas en el desafío de restaurar los paisajes agrícolas. Así, cuando las acciones de restauración son implementadas, muchas veces se muestran como prácticas exógenas a la realidad que viven los agricultores, con la utilización de especies estandarizadas y sin aprovechar los conocimientos y

Sistema agroforestal con especies que generan producción Barra do Turvo, São Paulo

las demandas locales. Además, la planeación de la restauración forestal está basada en los biomas de Brasil, de forma tal que la heterogeneidad ambiental y cultural de las diferentes regiones y micro hábitats no se incluyen. Como resultado, observamos altas tasas de mortalidad de especies en las áreas en restauración. Por otro lado, cuando los productores buscan auxilio para elaboración de sistemas más agregados y complejos, raramente encuentran fuentes de inversión y técnicos capacitados que contribuyan a la elaboración de sistemas con aptitud para producción y conservación. Ese panorama muestra cómo el campo ha sido gestionado sin la participación de las propias comunidades que lo habitan.


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FOTO: Daniel Zanini H.

Estado ofreció, motivado por la crisis, al mercado financiero. Si, por un lado, ofrece mayores recursos, comprando título con poca aceptación, por otro, para financiar esa actuación, contrae mayor endeudamiento con el mismo sector privado, a cambio de mayor emisión de títulos públicos.

Si en la época del escenario externo favorable alguna política de conciliación de clase fue imposible, la radical reversión de ese escenario externo hace explícito aquello que en el capitalismo es imprescindible estructuralmente: los intereses del capital son contrarios a los trabajadores, en particular en periodos de fuertes crisis del capitalismo.

FOTO: Cooperafloresta

(electrodomésticos y automóviles, entre otros). Esa respuesta de corto plazo encontró sus límites en el sobre-endeudamiento de las familias, que hoy destinan la mayor parte de sus ingresos a pagar deudas anteriores, y en la fuerte caída de la recaudación del Estado. Esta última contribuyó a agudizar la crisis en las cuentas públicas, creada en buena parte por la ayuda que el

n y conservación de recursos naturales, sin límites definidos.

Sea para la producción de alimentos o para las políticas conservacionistas, o incluso para la restauración forestal, las comunidades se encuentran excluidas de esos procesos y sus conocimientos tradicionales y culturales olvidados. De esa forma, la pregunta que hacemos es: ¿puede existir una propuesta de restauración de áreas degradadas que contribuya con la conservación de los ecosistemas restantes y, al mismo tiempo, con el uso productivo de áreas por las familias, garantizando la seguridad alimentaria y a justicia social? Es en este contexto que destacan los Sistemas Agroforestales (SAFs), que están definidos como “Sistema sustentable de gestión de tierras, que aumenta el rendimiento global de la tierra, pues

El neoliberalismo, sin calificativos o perfumerías, es la forma con la que el capitalismo brasileño está tratando los impactos de la crisis económica mundial. El ajuste de esta crisis está siendo pagado por la clase trabajadora, sea con contracción salarial; una mayor profundización de las reformas estructurales contrarias a los trabajadores, o con contracción fiscal con fuerte reducción de gastos en áreas prioritarias como salud, educación, vivienda, etcétera.

combina la producción de culturas de plantas (incluyendo árboles), plantas forestales y/o animales, en un sistema simultáneo o secuencial, en la misma unidad de área, y aplica prácticas de gestión que son compatibles con las prácticas culturales de la población local”. Esos sistemas han sido desarrollados por órganos públicos, comunidades rurales, tradicionales y quilombolas (comunidades afro-descendientes conformadas luego de la abolición de la esclavitud), así como por la sociedad civil organizada de diversas regiones del país, con resultados extremadamente interesantes en lo que se refiere a la producción de alimentos y materias primas, generación de ingresos y recuperación de procesos ecológicos. Uno de sus principios está ligado a la autonomía de los agricultores al escoger las especies y los diseños agroforestales, lo que, a su vez, está relacionado con el conocimiento transmitido de generación a generación. Además de eso, su complejidad demanda más mano de obra en la ejecución, lo que contribuye a generar más puestos de trabajo en el campo, favoreciendo mayor distribución de ingresos y mejores opciones de ocupación para la permanencia de la juventud en el campo. Sumado a eso, ese sistema respeta los límites de la naturaleza y está construido regionalmente, lo que garantiza las oportunidades de sobrevivencia y conservación de micro hábitats con especies nativas. Siendo así, parece ser el mejor camino para la resolución de los desafíos actuales.

AGRICULTURA CAMPESINA: EL ALIMENTO DE LA RESISTENCIA

Adriene Sá y Wilson Silva Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA) Traducción: Andrea Santos Baca

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a desigualdad en el acceso a la tierra en Brasil se remonta a la invasión colonial, con la que se inaugura un sistema productivo agroexportador que, guardadas las debidas proporciones, perdura hasta los días actuales. Hecho que hace de la lucha campesina por tierra para plantar y vivir una marca de la historia del país. Ejemplos de esta lucha son la guerra del Contestado y la resistencia de Porecatú (1940-1950) en la región sur del país; la Guerrilla de Trombas y Fornoso (1950’s) en el centrooeste; los conflictos de Corumbiara (1995), Eldorado dos Carajás (1996) y Felisburgo (2004) en el norte y sureste, y también las Ligas Camponesas (Campesinas) organizadas por el Partido Comunista Brasileño, que lucharon en defensa del cultivo de la vida en la tierra en casi todo el territorio nacional (1946-1964). A lo largo de la historia estas luchas fueron violentamente reprimidas por las fuerzas del Estado y la oligarquía agraria. En los años recientes, este cuadro no ha cambiado, la dictadura civil-militar (1964-1985) creó las condiciones para que la violencia permaneciera aun en el Estado democrático (de 1985 a la fecha), y hoy la consolidación del patrón del agronegocio mantiene el otrora autoritarismo de los coroneles (latifundistas). Con los gobiernos desde Goulart (1961-1964) hasta Dilma (de 2011 a la fecha), se ha mantenido el amplio financiamiento de la producción de commodities agrícolas, transformando los latifundios en grandes empresas agrícolas, aliadas a bancos y compañías extranjeras, con inversiones no sólo en la compra de tierras y explotación de los recursos naturales, sino también en los diversos eslabones desde la producción hasta el consumo, donde ejercen control. La comida producida por esta industria, que llega a nuestros platos por medio de las grandes redes de mercados, es reducida a porciones envenenadas que no nutren ni brotan de nuestro trabajo, de nuestra vida. Esta situación demanda resistencias amplias contra este modelo de explotación. En medio de una crisis financiera, el actual gobierno anunció en 2015 una “Agenda de futuro”, que plantea recortes y ajustes en las políticas sociales. ¿Qué futuro se está anunciando? ¿Por qué en un contexto donde la estructura de la te-

nencia de la tierra y de la producción agrícola compromete nuestra soberanía, el gobierno privilegia el financiamiento del agronegocio colocando a su disposición 187 mil millones de reales (unos 49 mil 792 millones de dólares), mientras que para la agricultura familiar son destinados apenas 28.9 mil millones de reales (unos siete mil 705 millones de dólares) para la cosecha del próximo año? Además, y no obstante la pequeña rebanada destinada al sector que produce 70 por ciento de los alimentos, el gobierno anuncia una serie de ajustes, apostando a la “modernización de la agricultura familiar” y a la creación de un estrato medio en el campo. La experiencia con los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), de 2002 a la fecha, nos ha mostrado que la política de creación de nuevas clases medias únicamente genera una ampliación del consumo basado en el endeudamiento de los trabajadores y la pérdida de derechos sociales. Las medidas anunciadas declaran el incentivo a la producción de alimentos saludables, pero no consideran la eliminación de los agrotóxicos y transgénicos, con lo cual descartan las formas de organización de nuestro trabajo, plantado según la forma de nuestras manos, porque el alimento es la fuente de nuestra vida. El gobierno también se manifiesta sobre las demandas colocadas por los movimientos sociales, pero no las asume, porque aún está al servicio del agronegocio. En esta coyuntura necesitamos seguir luchando, hacer que nuestra sangre y sudor puedan sembrar los días en que las y los trabajadores del campo y de la ciudad prueben el dulce sabor de los frutos cultivados por nuestra resistencia. Es imperativo seguir luchando por una reforma agraria amplia, cuyo sinónimo no sea el crédito para la compra de tierras; perseguir una política

agrícola, cuyo objetivo no sea sólo el desarrollo de la producción, sino también el desarrollo social, y continuar defendiendo nuestras propias formas de plantar, cosechar y alimentar.

Con los gobiernos desde Goulart (19611964) hasta Dilma (de 2010 a la fecha), se ha mantenido el amplio financiamiento de la producción de commodities agrícolas, transformando los latifundios en grandes empresas agrícolas En este sentido, los movimientos sociales campesinos se organizan para enfrentar la ofensiva del complejo del agronegocio, que incluye también a las empresas de agro tóxicos y semillas transgénicas. Uno ejemplo de este tipo de acciones ocurrió en 2013, cuando cerca de cinco mil campesinos organizados en el Movimiento dos Pequenos Agricultores (Movimiento de los Pequeños Agricultores) ocuparon una unidad de investigación de la empresa Monsanto, en la zona rural de Petrolina, en el noreste de Brasil, denunciando los impactos sociales y ambientales causados por la empresa. Del 12 al 16 de octubre de este año, en Sao Paulo, se celebró el Primer Congreso Nacional do Movimento dos Pequenos Agricultores, que tuvo como tema el “Plano camponês, Aliança camponesa e operária por soberania alimentar” (Plan campesino, Alianza campesina y obrera por la soberanía alimentaria); allí se reunieron miles de campesinos y campesinas para debatir elementos de la unidad campesina y para reafirmar la alianza entre los trabajadores del campo y de la ciudad. Invitamos a todas las trabajadoras y trabajadores a unirse a nosotros y alimentar esta lucha.


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Sin embargo, la sentencia aún no es ejecutada. Debido al retraso para obtener una decisión judicial, en 1995, los familiares enviaron una petición a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos (OEA) contra la República Federativa del Brasil, solicitando informaciones de la localización de los restos mortales y las circunstancias de los desaparecidos de la guerrilla del Araguaia. Finalmente, el 24 de noviembre de 2010 fue dada la sentencia favorable a los familiares de los guerrilleros desaparecidos del Araguaia, que hasta hoy no ha sido cumplida.

GUERRILLA DEL ARAGUAIA

Victória Grabois Presidenta del Grupo Tortura Nunca Más/Río de Janeiro (GTNM/RJ) Traducción: Jimena de Garay Hernández

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n 1966, el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) inició el movimiento armado en la región del Araguaia con el objetivo de desencadenar una revolución para derrotar la dictadura civil-militar, instituida por la vía de un golpe de Estado desde 1964. En dicha región realizaron un trabajo de movilización con la población rural y crearon vínculos con ésta. Los militantes del PCdoB se instalaron en la región del Araguaia, sobre un área de seis mil 500 kilómetros cuadrados entre las ciudades de São Domingos y São Geraldo, del lado izquierdo del río Araguaia, localizado entre los estados de Pará, Goiás y Maranhão.

En el inicio de los preparativos de la guerrilla, el partido contaba con dos frentes más, en los estados de Goiás y Maranhão.

En el periodo de 1966 a 1967, después de definir la región donde sería iniciada la lucha guerrillera, el PCdoB destacó en la región de los ríos Araguaia-Tocantins los primeros cuadros que iniciarían los trabajos con la población campesina. La dirección partidaria escogió esta región porque ofrecía condiciones adecuadas: era una zona de mata, de difícil acceso, donde el armamento pesado del Ejército no llegaría, y los habitantes vivían en extrema pobreza, sobreviviendo de la caza, la colecta de la nuez amazónica y del babasú.

Según el Informe Arroyo, el 12 de abril de 1972 se inició la lucha guerrillera en el Araguaia. Cerca de 20 soldados del Ejército atacaron el principal punto de apoyo (PA) del destacamento A, entrando por São Domingos. El 14 de abril, unos 15 soldados atacaron el PA del Pau Preto del destacamento C, entrando por São Geraldo. En los primeros días de abril, algunos policías ya habían hecho incursiones por el área del destacamento A y C en búsqueda de informaciones sobre “los paulistas”, nombre usado por la población para referirse a los guerrilleros.

Al inicio de 1972, cerca de 70 personas formaban el contingente guerrillero. Gran parte de esos hombres y mujeres era oriunda del movimiento estudiantil, en el cual habían participado en importantes manifestaciones contra el régimen golpista entre 1967 y 1969. Cerca de 70 por ciento de los guerrilleros eran de clase media: estudiantes, médicos, profesores, abogados y geólogos. El otro 20 por ciento correspondía a campesinos reclutados en la región. Sólo el diez por ciento restante eran operarios.

Los guerrilleros formaron dentro de la selva tres destacamentos: A, B y C. Cada comando poseía 21 combatientes, divididos en grupos de siete, y en el centro de ese triángulo formado por los tres destacamentos se encontraba la Comisión Militar. Los preparativos para la organización de la guerrilla en un área rural correspondían a la estrategia de guerra popular prolongada, inspirada en la revolución china y en los manuales de Mao TseTung. Cerca de 40 militantes del PCdoB tuvieron entrenamiento militar en China.

La primera ofensiva del Ejército se verificó cuando no se había terminado la preparación de los tres destacamentos para la lucha. A pesar de que los guerrilleros ya conocían, en parte, la región, las deficiencias todavía eran muy grandes: a muchos se les dificultaba orientarse en la mata y cazaban mal. No existía una red de información y comunicación ni organizaciones del PCdoB en las áreas periféricas y en los estados vecinos. A pesar de las dificultades, los guerrilleros lograron expulsar a

las fuerzas represoras de la región durante dos incursiones realizadas por el ejército, en 1972. En octubre de 1973, tuvo inicio la tercera y última expedición contra la guerrilla. En esta nueva campaña fueron movilizados, además de los que ya se encontraban en la zona, cerca de 750 militares específicamente entrenados para el combate directo a los guerrilleros, y que recibían apoyo de helicópteros y aviones. El gobierno de la dictadura asumió directamente el control de las operaciones, y dio la orden de no aprehender ningún guerrillero, todos debían ser asesinados. Se estima que en octubre de 1973, había en la región cerca de 60 guerrilleros, concentrados en un solo destacamento. Con las informaciones levantadas con los agentes infiltrados, los campamentos de la guerrilla fueron identificados y pasaron a ser atacados por pelotones especialmente entrenados. Además, los habitantes de la región también fueron intimidados, presos, torturados y humillados. Cerca de 700 personas fueron privadas de su libertad y la mayoría fue torturada.

Las décadas de 1960/70 se revelan como una época de prisiones, torturas y asesinatos, en el contexto dictatorial brasileño. En dicho clima de represión generado por el Estado, miles de demócratas fueron presos y torturados, decenas de brasileños fueron asesinados en los cuarteles militares o casas de “terror”, utilizadas por los militares como cárceles privadas. Las madres de los opositores del régimen civil-militar, en especial las de los combatientes del Araguaia, iniciaron búsquedas solitarias, clandestinas e individuales, para localizar el paradero de sus hijos. En 1982, se presentó a la Justicia Federal una acción de responsabilidad de la Unión, en el Distrito Federal, en la cual 22 familias de desaparecidos políticos en la guerrilla del Araguaia solicitaban el esclarecimiento de las circunstancias de las muertes de 25 guerrilleros, así como la localización de los restos mortales y las respectivas actas de defunción de dichos militantes.

En función de esas operaciones de aniquilamiento y eliminación de la guerrilla, ocurrieron innumerables detenciones, torturas y muertes durante las campañas, perpetradas por agentes militares. El Estado también realizó operaciones donde aprehendió a dirigentes y militantes del PCdoB que fueron torturados o ejecutados en Brasilia, Río de Janeiro y São Paulo. A lo largo de muchos años, el Estado brasileño negó las desapariciones ocurridas entre 1972 y 1975, y se opuso expresamente a proveer cualquier tipo de información y documentación oficial sobre los hechos y las muertes, así como la localización de los cuerpos. Búsqueda de huesos de la guerrilla en Araguaia

Al inicio de 1972, cerca de 70 personas formaban el contingente guerrillero. Gran parte de esos hombres y mujeres era oriunda del movimiento estudiantil, en el cual habían participado en importantes manifestaciones contra el régimen golpista entre 1967 y 1969 Los autores de la demanda del Araguaia esperan que el Estado brasileño cumpla la sentencia proferida por la Corte Interamericana y colabore para poner punto final a la impunidad de los crímenes de lesa humanidad del pasado, lo que podrá contribuir con el fortalecimiento de la administración de la justicia en Brasil. Asimismo, presionan al Estado para que adopte medidas concretas para eliminar los obstáculos que se imponen a la conquista de una justicia eficaz. Se busca la verdad sobre lo ocurrido y una satisfacción necesaria a los familiares y a la sociedad brasileña como un todo.


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LA COMISIÓN CAMPESINA DE LA VERDAD: CONSTRUYENDO LA MEMORIA DE LAS LUCHAS SOCIALES DEL CAMPO FabrícioTeló*, Iby Montenegro de Silva** y Marco Antonio Teixeira*** *Estudiante de doctorado en Desarrollo Agrícola de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (UFRRJ) **Maestro en Desarrollo Agrícola de la UFRRJ ***Estudiante de doctorado en Sociología del Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (IESP/UERJ) Traducción: A lejandra Estevez

FOTO: Contag

ciones de los derechos. Expandir el entendimiento en este ámbito es fundamental para que se reconozcan las diversas situaciones de represión que afectaron a los trabajadores en el campo. El informe de la CCV también apunta a la necesidad de considerar al Estado como partícipe en las violaciones de derechos no solamente cuando se constata su acción directa, sino también cuando existe colusión, encubrimiento, omisión y “privatización” de su acción (con la participación de los terratenientes como brazo privado de la represión). La CCV espera con esto resaltar la vinculación entre agentes públicos y privados en la violación de los derechos humanos de campesinos y sus partidarios entre 1946 y 1988.

Reunión de la Comisión Campesina de la Verdad. Foto tomada el 6 de mayo de 2013

Entre las comisiones creadas después de la CNV, la Comisión Campesina de la Verdad (CCV) ha sido la más importante en el debate sobre los problemas del campo. Surgió a partir de la Declaración del Encuentro Nacional Unitario de los Trabajadores y Trabajadoras y Pueblos del Campo, de las Aguas y de las Florestas, realizado en 22 de agosto de 2012. Los movimientos sociales y las organizaciones que firmaron el documento se comprometieron a luchar porque el Estado asuma su responsabilidad en la muerte y desaparición forzada de campesinos y reconozca los derechos de reparación a sus familiares. El principal objetivo de la CCV hasta la fecha ha sido producir un informe sobre casos emblemáticos de violaciones a los derechos humanos en la zona rural de Brasil entre 1946 y 1988. El trabajo

involucra a representantes de movimientos sociales del campo y a una red nacional de investigadores comprometidos con el tema.

Los movimientos sociales y las organizaciones que firmaron el documento se comprometieron a luchar porque el Estado asuma su responsabilidad en la muerte y desaparición forzada de campesinos y reconozca los derechos de reparación a sus familiares

campo. En este esfuerzo, al menos tres puntos son fundamentales en el informe. En primer lugar, la defensa de una comprensión más amplia de las graves violaciones de los derechos humanos durante la dictadura que aquella contenida en la ley de creación de la CNV (Ley número 12.528, de 18 de noviembre de 2011). Además de las torturas, los asesinatos, el ocultamiento de cadáveres y las desapariciones forzadas –todo ello violaciones graves-, los campesinos han sido desalojados, han tenido sus bienes destruidos, sus derechos laborales violados y sus entidades organizativas cerradas, entre otras viola-

Por último, se destaca en el informe el debate sobre memoria y reparación. La Comisión identificó que hay un proceso político y social de “invisibilización” de las luchas y resistencias campesinas, acompañado de una negación sistemática de la reparación a campesinos. Los pocos casos investigados por la Comisión de Amnistía y la Comisión Especial de Muertos y Desaparecidos –instituidas por el Estado en 1995 y 2002, respectivamente- demuestran el “olvido” de los campesinos en el proceso de reparación. La CCV señala la importancia de reconstruir la memoria campesina y la historia desde el punto de vista del campesino, reforzando su protagonismo en la resisten-

El principal objetivo de la CCV hasta la fecha ha sido producir un informe sobre casos emblemáticos de violaciones a los derechos humanos en la zona rural de Brasil entre 1946 y 1988 El informe de la CCV debe ser visto como una contribución central de los movimientos sociales y de los investigadores para la lucha por la memoria, verdad y justicia. El esfuerzo de diálogo y cooperación entre ellos ha ayudado a traer al debate el carácter de la represión en el campo, y ha denunciado el poco reconocimiento público de los campesinos afectados por la represión y su baja inclusión en los instrumentos de justicia de transición. La continuidad de ese debate y la realización de acciones de justicia y reparación permanecen abiertas.

El informe final fue entregado a la CNV en diciembre de 2014. Son 452 páginas, con más de 70 casos de violaciones de los derechos humanos en el campo en todas las regiones del país. Anexo a este informe hay una lista de 663 campesinos que aparecieron en investigaciones de la policía militar o en procesos de la Justicia Militar durante el régimen. Once de ellos fueron asesinados, 34 torturados y 132 detenidos. Hay además una segunda lista, con mil 196 campesinos y sus partidarios muertos o desaparecidos entre 1961 y 1988. FOTO: Iby Montenegro de Silva

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a Comisión Nacional de la Verdad (CNV) fue creada por el Estado brasileño en noviembre de 2001 y ha tenido efectos importantes en el debate sobre justicia de transición en el país, que comprende un conjunto de medidas jurídicas y políticas cuyo objetivo es facilitar el paso desde regímenes arbitrarios, dictatoriales o violentos hacia regímenes democráticos. Luego de la instauración del mandato de la CNV, muchas unidades de la federación han creado comisiones de la verdad. También desde la sociedad civil han surgido comisiones que se unieron a otros grupos que participan desde hace años en las discusiones sobre verdad, memoria y justicia.

cia a la dictadura. Para, a partir de ello, dar visibilidad pública a las violaciones cometidas por los agentes estatales y privados contra los hombres y las mujeres del campo; fortalecer la inserción del campesino en los debates sobre la dictadura civil-militar y su brazo privado, el latifundio; construir caminos hacia la justicia y la reparación y, por tanto, reducir la impunidad que marca el campo brasileño en el pasado y el presente.

Al enumerar estos casos emblemáticos, la Comisión Campesina, más allá del relato de las violaciones sufridas por los campesinos y sus apoyadores, quiere colaborar para desarrollar una interpretación que explique la estructura de la represión en el Reproducción de la obra Mutirão em Novo Sol, en el Encuentro Unido de los Trabajadores y Trabajadoras de Pueblos del Campo, de Aguas y de la Flora. Foto tomada el 21 de agosto de 2012


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CAMPAMENTOS SIN TIERRA, BARRACAS Y PERSONAS: UN LENGUAJE CONTEMPORÁNEO DE DEMANDA SOCIAL COLECTIVA Nashieli Rangel Loera Profesora del Departamento de Antropología del Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas e investigadora del Centro de Estudios Rurales, Universidad Estatal de Campinas (IFCH-Unicamp)

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urante los 12 años recientes me he dedicado al estudio de la dinámica y las formas de acción de uno de los movimientos sociales más importantes de América Latina, el Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra, MST), que surgió en el sur de Brasil a finales de los años 1970 y se consolidó cuando terminó la dictadura militar, a mediados de la década de 1980. Desde entonces, las ocupaciones de tierras y el montaje de campamentos en los terrenos ocupados han sido la marca del Movimiento. La dinámica y configuración social de los Campamentos sin Tierra en el estado de São Paulo es una temática que se inscribe en las preocupaciones etnográficas y teóricas más amplias sobre las formas y lenguajes de reivindicaciones colectivas contemporáneas en Brasil.

En los campamentos organizados por el MST, la circulación de personas y objetos materiales e inmateriales es fundamental para la reproducción social y física tanto de los campamentos como del Movimiento. Es esa circulación de personas y cosas, así como la constitución de relaciones de obligación y mutualidad, lo que torna la vida posible en estos lugares, donde muchas veces hay que esperar entre cuatro y cinco años o más para que el Estado brasileño expropie los terrenos y genere un proyecto de asentamiento. La circulación de personas en los Campamentos sin Tierra está relacionada principalmente con dos categorías de acampados: los moradores, que son los que viven durante la semana en los campamentos, y los andorinhas (golondrinas), que están solamente los fines de semana o a cada 15 días en los campamentos. Estas categorías, así como otras designaciones nativas, son una puerta de entrada

barraca e instalar un campamento es un acto simbólico, es una forma de “decir” que esa es la tierra o espacio físico que se pretende, conformando un lenguaje social de demanda colectiva.

para la comprensión de los modos de vida. Por medio de ellas es posible identificar modos de circulación de personas, barracas y otros bienes materiales e inmateriales de ese mundo social, que forman parte de los mecanismos sociales que mantienen y dan continuidad a los campamentos.

En los años recientes hubo cambios significativos en la organización social de los Campamentos sin Tierra. Hace diez años, la gente debía vivir permanentemente en el campamento para aspirar a tener una tierra y hoy es posible hacerlo por medio del establecimiento de una barraca.

Para quien no está familiarizado con la problemática del MST en Brasil, en su mayoría sigue un mismo modelo de organización social: Los acampados se instalan a la orilla de las tierras que están siendo reivindicadas y posteriormente son montadas las denominadas barracas de lona. Este es un elemento de extrema importancia, ya que es el que marca la presencia en el campamento y funciona como una especie de inscripción (tanto el movimiento que organiza el campamento como el Estado tomarán en cuenta como candidato a la reforma agraria al que mantenga una barraca en un campamento). El hecho de montar una

Los campamentos se han ido instalando en las proximidades de los pequeños poblados al dentro del estado de São Paulo (anteriormente se encontraban en localidades más distantes), lo que ha generado la atracción de la población local que vive en esos poblados. Es de esta manera que se establece una barraca para comenzar a mantenerlo y circular diariamente o con más frecuencia por el campamen-

Campamento en el municipio de Marabá Paulista. Foto tom

to. Se entiende que en diferentes escalas, ya sea en esa circulación más extensa en el tiempo y el espacio en el mundo de las ocupaciones de tierra, o en la circulación cotidiana de las personas dentro de los campamentos, la ba-

OCUPACIÓN, CAMPAMENTO Y ASENTAMIENTO: EL MST Y LA REFORMA AGRARIA Marcos Paulo Campos Estudiante de doctorado del Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (IESP/UERJ) Traducción: Jimena de Garay Hernández

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l Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) surge en el contexto de la redemocratización y su formación puede ser comprendida como una respuesta popular, organizada como movimiento social, a la política de modernización de la producción agrícola impetrada por los militares.

FOTO: Circuito Fora do Eixo

Según Porto-Gonçalves (2005), el MST se presenta como una síntesis creativa de experiencias emancipadoras tejidas en la historia brasileña reciente. Bajo el régimen militar ocurrieron dos procesos fundantes del MST: la modernización conservadora de la agricultura y la aproximación de los elementos de la ideología socialista con la teología cristiana. El primero se refiere al fenómeno económico que profundizó la expropiación de los trabajadores del campo, no más necesarios para los grandes cultivos debido a la mecanización de las técnicas agrícolas, y produjo la figura del “sin tierra” a gran escala. El segundo corresponde al conjunto de significados

que forjó la organización política del contingente de población rural desocupada por el latifundio mecanizado y que, por sus propias características, tenía dificultad de ser representado por el movimiento sindical; se trata de la Teología de la Liberación (TdL), una corriente teológica de las Iglesias cristianas, de orientación progresista, que fomentó la acción de la Comisión Pastoral de Tierra (CPT), principal entidad de apoyo al surgimiento del MST en el medio rural brasileño. Para establecer un marco histórico del surgimiento del MST, Fernandes (2000) apunta el encuentro ocurrido en Cascavel, en el estado de Paraná, en 1984. Participaron en él más de cien trabajadores rurales venidos de 13 estados, principalmente del sur, sureste y centro-oeste. La movilización fue realizada por la CPT y contó con apoyo de obispos y padres católicos ligados a la corriente progresista, pastores luteranos, sindicatos de trabajadores rurales, intelectuales y partidos políticos, sobre todo el Partido de los Trabajadores (PT). Vale resaltar aquello


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FOTO: Nashieli Rangel Loera

convirtiéndose en un bien valorizado y disputado en ese mundo social. La barraca también aparece como objeto central en las conversaciones, historias y acontecimientos narrados sobre el campamento o las personas. La barraca también simboliza una posibilidad, una apuesta y es la referencia de un cambio en la vida de la gente. Tener una barraca significa ser candidato a la reforma agraria y a un pedazo de tierra, abriendo la posibilidad de un futuro diferente: La barraca es un devenir.

mada en enero de 2013

rraca se ha convertido en un elemento central para la comprensión de la dinámica y constitución social de los espacios durante la demanda por la tierra. La barraca puede ser vendida, cambiada, prestada, recuperada o cuidada,

que Fernandes considera la fase de gestación del MST, o sea la ocurrencia de diversas luchas y enfrentamientos anteriores al encuentro de Cascavel que movilizaron contingentes sociales de población sin tierra en la lucha contra el latifundio, inclusive antes de la formación del MST. Después de tres días de debates, se acordó que el MST debía ser construido por los propios trabajadores sin tierra, independientemente de la Iglesia Católica, de los sindicatos y de los partidos políticos; debía estar abierto a toda la familia, y ser un movimiento de masas. Fueron definidos cuatro objetivos de la lucha del Movimiento, a saber: 1. Luchar por la reforma agraria; 2. Luchar por una sociedad justa; 3. Luchar por el fin del capitalismo; y 4. Garantizar que la tierra sea de quien la trabaja y quien viva de ella. Desde entonces, el MST actúa en la lucha por la tierra y ha sido el responsable del impulso de la cuestión agraria en el debate público y de la realización de la reforma agraria a partir de ocupaciones y campamentos. Además, el Movimiento expandió su acción a una escala nacional: está presente en 22 de las 27 unidades de la federación brasileña. Actualmente, las ocupaciones de tierras improductivas por familias de trabajadores sin tierra organi-

La circulación de barracas, objetos y personas nos permiten percibir diferenciaciones sociales y modos específicos de organización social en el mundo de los campamentos sin tierra. Finalmente, es posible decir que las categorías no son fijas sino porosas, por lo que en los campamentos de São Paulo, hay quien es un poco morador y un poco golondrina. Por esa razón, se hace fundamental el análisis de esa fluidez de la vida social, la cual se ve reflejada en la materialidad de las cosas y de las barracas, donde se observan agencias y relaciones. Cuando hablamos de barracas estamos hablando también de circulación de bienes materiales e inmateriales como cuidados, atención, favores, afectos, parte fundamental de la configuración y reproducción social de los campamentos y del MST.

zadas por el MST son la forma de comunicar al Estado la demanda por reforma agraria. Durante las negociaciones, la forma de campamento se configuró como el medio para mantener a las personas en la tierra reivindicada para desapropiación. Además, después del posible despojo, son establecidos asentamientos donde la combinación de una propiedad común, parcelas familiares y asociaciones constituye comunidades rurales basadas en la vivienda y el trabajo. La acción del MST, así como de los sindicatos y de otros movimientos sociales rurales en las décadas recientes, no se da en dirección a la formación de pequeños productores rurales independientes, sino en la perspectiva de construir una comunidad de interconocimiento, propiedad y trabajo colectivos, asociativista y viable en el mercado interno de la agricultura familiar. Eso es comprensible, ya que si se observan “la situación presente y pretérita de las familias asentadas, al margen de la fuerte heterogeneidad entre los proyectos y la precariedad de la infraestructura prevaleciente en buena parte de los mismos, podrá fácilmente ser constatada una mejoría en sus condiciones de vida” (Leite, 2006). Los asentamientos rurales son la expresión contemporánea de la reforma agraria en Brasil que no ocurriría sin la lucha social en el campo.

INSURGENCIA POPULAR Y LA CRISIS ESTRUCTURAL DEL CAPITALISMO: LA EXPERIENCIA DEL MST Marildo Menegat Profesor de la Universidad Federal Fluminense, Río de Janeiro (UFF-RJ) Traducción: A ndrea Santos Baca

del Estado, pero ocupadas por décadas por campesinos desplazados de otras regiones, obligó el encuentro del MST –que había sido fundado en 1984 como una idílica tentativa de retomar las luchas campesinas de los años inmediatamente anteriores al golpe militar de 1964- con estas masas urbanas desesperadas. Cabe decir que la desesperación iba unida a un crecimiento exponencial de la violencia urbana, que llevó el número de asesinatos a 27 por cada cien mil habitantes (un cuadro de guerra civil que aún perdura).

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as tentativas de la sociología por encuadrar conceptualmente movimientos sociales como el Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) hace mucho tiempo que mostraron su debilidad. Por un lado, la simple definición de éste como un movimiento de campesinos tropieza con dos fenómenos que deslegitiman el uso, sin mediaciones, de esta categoría para clasificar su base social. El primer fenómeno se refiere a las grandes transformaciones en la división social del trabajo ocurridas en las cuatro décadas recientes, cuando la internacionalización impuesta del capital en la sociedad brasileña trastocó completamente la frontera entre el campo y la ciudad. El sentido clásico en que el término campesinado era utilizado aún en los años 1950 no encuentra más correspondencias empíricas en estas nuevas condiciones. Los diferentes y combinados grados de asalarización temporal o las actividades mercantiles ligadas a los servicios, por ejemplo, que estas poblaciones están obligadas a mantener para sobrevivir hacen del antiguo modo de vida, que por este término era conocido, una mera referencia del pasado. El segundo fenómeno tiene que ver con la propia base social militante del MST. En general, a partir de los años 1990, principalmente después de 1994-95, esta base pasó a agruparse en las periferias urbanas. ¿Cómo explicar, entonces, que el mayor movimiento de campesinos de América Latina contemporánea no está formado predominantemente por campe-

sinos, a pesar de luchar por una redistribución de la propiedad de la tierra? Es una paradoja que nos obliga a buscar otras perspectivas conceptuales y teóricas para entender lo que hay de nuevo en la realidad. La hipótesis que presento aquí debe ser explicada a partir de dos movimientos históricos – uno de mediana y otro de corta duración- de la sociedad brasileña. El primero corresponde al agotamiento del proceso de modernización del país, que colapsa en los años 1980 constreñido por un endeudamiento externo impagable sin recurrir a infames sacrificios humanos. Desde este periodo, la sociedad brasileña se equilibra y desmorona al mismo tiempo sobre una asustadora regresión social. La economía no consigue más los niveles de crecimiento elevado de las décadas anteriores. Esta situación de estagnación económica por casi una década (1985-94), con inflación alta, erosionó el esfuerzo anterior de industrialización. En la medida que el proceso de desindustrialización avanzaba, el número de desempleados se fue transformando en una calamidad social. En este mismo proceso, la agricultura y la minería pasaron a ocupar cada vez más la centralidad que antes era de la industria. ¡Un impresionante proceso de re-primarización de una ex economía industrial! El segundo movimiento histórico fue la coyuntura de los años 1990, en la que el desempleo en masa, junto con la creciente presión ejercida por grandes empresas de reforestación, minería o agronegocio por ocupar las tierras legalmente en manos

¿Cómo el MST reunió a esa masa urbana? Por medio de un eficiente trabajo de base en las periferias, en las que se movilizaban familias enteras para realizar campamentos y posteriores ocupaciones de propiedades agrarias improductivas. En tiempos de barbarie, la vuelta al campo se convierte en una real alternativa de vida. Desde 1997 este proceso creció mucho, al punto de que el número de familias movilizadas al mismo tiempo y en todo el territorio nacional llegó en 2002 (vísperas de la posesión del presidente Luiz Inácio Lula da Silva) a 230 mil. Si multiplicamos cada familia por el número promedio de miembros, cinco, resulta que teníamos una masa de un millón de personas movilizadas. Este parece ser un nuevo modelo de insurgencia popular, resultado del encuentro de masas urbanas desempleadas con los últimos resquicios del éxodo rural, propio de estos tiempos de regresión a la barbarie, en los cuales la ciudad no es más aquel centro de atracción, frente a un campo “atrasado”, sino el eje propulsor mismo de la barbarie. Esta coalición, sin embargo, fue posteriormente desmovilizada por las políticas “de emergencia” de gestión de la barbarie implementadas por el gobierno del Partido de los Trabajadores (PT); las cuales, como el programa Bolsa Familia, buscaban reducir los impactos de la desagregación social producida por la crisis, y aunque pensadas como medidas temporales de emergencia, tienden a permanecer vigentes por tiempo indefinido. Ahora que la crisis mundial se profundiza, tal vez estas experiencias vuelvan a suceder y ello nos exija, esta vez, nuevos referenciales críticos para pensarlas y potenciarlas.


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FOTOS: Éder Ferreira

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Vista panorámica de la ocupación de tierra abandonada en Campo Florido/MG, a la orilla de la carretera BR-262 y cruce con Avenida JK

OCUPACIÓN VITÓRIA: LUCHA Y RESISTENCIA POR LA TIERRA Éder Ferreira Abogado popular miembro de la Asociación Brasileña de Defensa de los Derechos Colectivos (ADC) y juez internacional del Tribunal Permanente de los Pueblos en México (TPP, México) Traducción: A ndrea Santos Baca y R aymundo Espinoza

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a Ocupación Vitória es un asentamiento humano que data de febrero de 2015, cuando 950 familias entraron en un área abandonada, situada en los márgenes de la carretera BR-262, en la Ciudad de Campo Florido, región del Triángulo Minero, en el estado de Minas Gerais (MG). El área ocupada se sitúa en zona rural en frontera con la urbana y está constituida por un conjunto de parcelas con unas 44 hectáreas. En el lugar hay cerca de 20 propietarios, de los cuales la mitad no reivindica en tribunales la devolución de la posesión, ya que quedó abandonada/improductiva por más de 30 años. Dentro de los habitantes de la Ocupación Vitória están registradas cerca de tres mil 600 personas, lo que equivale a poco más de la mitad de la población municipal (de aproximadamente siete mil habitantes), incluyendo por lo menos 350 niños y adolescentes, cien ancianos

y 40 personas con capacidades diferentes. Otro factor relevante es que las mayores fuentes de empleo en el municipio de Campo FloridoMG son dos ingenios de caña de azúcar, los cuales además de traer fuerza de trabajo de otras ciudades del noreste del país, acostumbran despedir a cerca de mil 500 trabajadores cada año. Además de esto, el municipio no desarrolla ninguna política habitacional compatible con la demanda de la población, lo que fue reconocido por el vice-prefecto de la ciudad, Rufino Francisco Vieira. La ocupación está involucrada en tres acciones judiciales en la Comarca de Uberba-MG. El juez de la Segunda Corte Civil, Fabiano Rubinger de Queiroz, determinó, ilegalmente, la reintegración inmediata de la posesión, con fecha prevista de cumplimiento del desalojo forzado de las familias el 10 de agosto de 2015. La medida es

ilegal porque no existe en el proceso prueba de que alguien ejerciera propiedad del área antes de la ocupación. Resalta que para el desalojo forzado no fue previsto un local para el alojamiento provisional de las familias, ni almacenes para guardar sus pertenencias. Además de esto, las familias no fueron registradas y no están siendo proporcionadas las medidas cautelares necesarias para garantizar sus derechos humanos. Algunos ejemplos de la violación a los derechos fundamentales de los tres mil 600 ocupantes son: la negación al acceso al derecho a la vivienda; la privación del acceso a los servicios básicos como salud, asistencia social y saneamiento básico, y el riesgo en que se pone la integridad física y sicológica de las personas, así como la vida de las familias, durante el cumplimiento del interdicto posesorio. El 3 de agosto de 2015, el Tribunal de Justicia de Minas Gerais

Habitantes de la Ocupación Vitória (Campo Florido/MG), en protesta en la carretera BR-050 el 6 de agosto de 2015

(TJMG) determinó, mediante un mandamiento judicial dirigido al gobernador del estado y al comandante general de la Policía Militar de MG, que sólo se cumpliera la orden de desalojo si se conseguía cumplir con todas las normas nacionales e internacionales de protección a los derechos humanos.

El Poder Judicial se presenta como un aparato burocrático al servicio de poderes locales en la regularización de sus conquistas de tierra por vías fraudulentas. Se sabe, además, que los hermanos Carneiro actúan conjuntamente en la regularización de áreas abandonadas/sobrantes de los municipios de la región. Pedro Umberto Carneiro, representante de la empresa Vale do Sol Empreendimentos Imobiliários LTD, es el hermano del diputado federal por el Partido de los Trabajadores (PT) Adelmo Carneiro Leão. Vale decir que Pedro Umberto es el mayor contribuyente de donativos a campañas electorales de su hermano. En las más recientes elecciones donó 130 mil reales (34 mil 637 dólares). Según comentarios comunes en la región de Uberaba-MG, el hijo del diputado del PT, Carlos Renato de Oliveira Carneiro Leão, es oficial titular de la Notaría de Oficio del Registro de Títulos y Documentos y Civil de las Personas Jurídicas de Uberaba-MG, y ejerce influencia en el ámbito de los notarios locales, situación que le permite obtener fácilmente escrituras apócrifas de compra y venta de inmuebles en la región.

Reconociendo que existen en la región áreas abandonadas por años, políticos locales liderados por Adelmo Carneiro Leão estimulan la ocupación por parte de la población pobre y, en seguida, intentan acciones de reintegración de la posesión, ilegalmente, con fundamento en la propiedad, siendo que los magistrados locales otorgan incontinenti (inmediatamente) la orden de reintegración y reconocen durante la instrucción la propiedad del área a las empresas de Pedro Umberto Carneiro y, de esta manera, legitiman las escrituras falsas y sus registros. Así, el Poder Judicial se presenta como un aparato burocrático al servicio de poderes locales en la regularización de sus conquistas de tierra por vías fraudulentas. En este contexto, se cita la reintegración de posesión determinada por el juez de la Primera Corte Civil de Uberaba, Lúcio Eduardo de Brito, en el caso del “Assentamento Nova Estrela” de Uberaba-MG, y la reintegración de posesión en el “Assentamento Vitória” de Campo Florido-MG, procesada ante el juez de la Segunda Corte Civil de Uberaba-MG. En el caso de la Ocupación Vitória hay por lo menos otra ilegalidad. El 23 de junio de 2015, en la sede de la Prefectura Municipal de Campo Florido-MG, inmediatamente después de reunirse con los ocupantes del área en litigio, el prefecto municipal de Campo Florido, Ademir Ferreira de Mello, afirmó que para conseguir el aplazamiento del procedimiento de interdicto de posesión, gastaría hasta un millón de reales con jueces involucrados en la causa. La explicación de esa afirmación se encuentra en el hecho de que algunos de los pretendidos propietarios del área en litigio son herederos del prefecto: Ademir Ferreira de Mello Junior, Angéica Mello Boldrini y Karina de Mello.


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LIGA DE CAMPESINOS POBRES: LA REVOLUCIÓN AGRARIA ENFRENTA AL TERRORISMO DE ESTADO

dar a activistas presos y perseguidos políticamente en Río de Janeiro durante la Copa del Mundo de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA).

FOTO: Jornal O Rebate

Jonathan V. Pachecho Rodrigues Estudiante de Economía en la Universidad Federal de Río de Janeiro y miembro del Centro Brasileño de Solidaridad con los Pobres (Cebraspo) Traducción: Jimena de Garay Hernández

Protesta en Pedras de Maria da Cruz contra el asesinato de Cleomar Rodrigues

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Ceremonia de funeral de Cleomar, en Pedras de Maria da Cruz

2014, 47.23 por ciento corresponde a grandes predios, mientras que el minifundio representa sólo 10.2 por ciento del total. Aun después de la elección en 2002 de Lula –quien siempre defendió la reforma agraria en sus discursos antes de ser electo y tuvo candidaturas apoyadas por el movimiento campesino más grande de Brasil, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST)-, no ha habido avances

El 22 de octubre de 2014, en Pedras de Maria da Cruz, estado de Minas Gerais, el líder campesino Cleomar Rodrigues de Almeida, de 46 años, fue asesinado con un tiro de escopeta calibre 12, en una emboscada cerca del área donde vivía. Él era dirigente de la LCP de Minas Gerais y sur de Bahía, otro estado

FOTO: Jornal A Nova Democracia

A pesar de que la ley que estableció los primeros pasos para lo que se llamó “reforma agraria” en Brasil (Ley 4.504, de 1964) permanece en vigor con algunas alteraciones, y que la Constitución de 1988 reafirma como deber del Estado desintegrar el latifundio improductivo, el país continuó con una de las mayores concentraciones de tierra del mundo. Datos del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) muestran que de toda el área de propiedades de tierra registrada en Brasil en el año

FOTO: Jornal A Nova Democracia

n la historia de Brasil han ocurrido diversas revueltas campesinas y nunca han dejado de ser intensos los conflictos agrarios. En el Informe anual de 2014 de la Comisión Pastoral de la Tierra constan 793 quejas de conflictos agrarios, con más de 600 mil personas involucradas. Organizaciones campesinas luchan contra la estructura agraria concentrada en grandes propiedades, lo que ciertamente es la principal causa de que ese tipo de conflicto sea constante a lo largo de tantos años de historia.

Inauguración de la Escola Popular Cleomar Rodrigues de Almeida

significativos en la repartición de las grandes propiedades. Luiz Inácio Lula da Silva asignó tierras en su gobierno a menos familias que su antecesor, Fernando Henrique Cardoso. En la administración de su sucesora, Dilma Rousseff, también del Partido de los Trabajadores (PT), fueron registrados los peores indicadores relacionados con la reforma agraria en 20 años.

Ante un proyecto de reforma agraria del Estado que hace más de 50 años no democratiza el acceso a la tierra y sólo ha decepcionado a un segmento de la población que esperaba resultados efectivos, diversas organizaciones campesinas persisten en la lucha por tierra. Algunas centran su actuación en presionar al Estado para que cumpla la ley, que dé asentamiento a familias en las tierras que no ejercen su función social. La Liga de los Campesinos Pobres (LCP) es una de las principales organizaciones de lucha por la tierra en Brasil. Sin embargo, no se enfoca en exigir el cumplimiento de la reforma agraria, sino que pugna por una “revolución agraria” que reparta todas las tierras del latifundio. Así como otras organizaciones campesinas sufren por la represión del Estado y por la violencia de grupos armados al servicio de latifundistas, la LCP ha debido enfrentar el asesinato de varios de sus líderes, en medio de la lucha por la tierra y por la aplicación de su Programa Agrario Revolucionario. El 22 de octubre de 2014, en Pedras de Maria da Cruz, estado de Minas Gerais, el líder campesino Cleomar Rodrigues de Almeida, de 46 años, fue asesinado con un tiro de escopeta calibre 12, en una emboscada cerca del área donde vivía. Él era dirigente de la LCP de Minas Gerais y sur de Bahía, otro estado. Cleomar ayudó a realizar el corte popular (como la LCP le llama a las divisiones entre los campesinos de las tierras tomadas del latifundio) en decenas de áreas de la revolución agraria, organizó junto con sus compañeros la producción de miel de abeja en el área donde vivía y en 2014 contribuyó con la miel producida por ellos para ayu-

La muerte de Cleomar Rodrigues sigue un guión semejante al de otros asesinatos de líderes, donde campesinos se reúnen con representantes del Estado para denunciar amenazas de latifundistas y pistoleros, cobrar regularización de sus bienes y posteriormente los matan en emboscadas. Algunos días antes de su asesinato, el 9 de octubre, Cleomar participó en una Audiencia Pública con el gobierno, el Ministerio Público y el comando de la Policía Militar, denunciando amenazas realizadas por latifundistas y la participación de policías y de un oficial de justicia en intentos de expulsar campesinos de las tierras tomadas por la Revolución Agraria. No se hizo nada. En la ceremonia de funeral de Cleomar, una dirigente campesina de la LCP tomó la palabra: “Él era ejemplo de que no debemos tener ilusiones con ese Estado que negó tierra, que negó agua a los campesinos. Romper cualquier ilusión con ese Ministerio Público que negó justicia para el compañero. ¿Cuántas veces fue amenazado? ¿Qué se hizo? ¡Nada! Ninguna medida fue tomada.”

La Liga de los Campesinos Pobres (LCP) es una de las principales organizaciones de lucha por la tierra en Brasil. Sin embargo, no se enfoca en exigir el cumplimiento de la reforma agraria, sino que pugna por una “revolución agraria” que reparta todas las tierras del latifundio En mayo de 2015, campesinos del área donde Cleomar vivía y trabajaba inauguraron la Escuela Popular Cleomar Rodrigues de Almeida. La escuela fue construida por los propios campesinos y promueve la enseñanza desde la fase inicial de alfabetización, desarrolla la lectura, escritura, conocimientos matemáticos y generales. Esa fue una conquista más de la organización popular. A pesar de las intimidaciones y del terror promovido por los grandes propietarios de tierras, la LCP sigue firme con su objetivo de, independientemente del Estado, tomar todas las tierras del latifundio, haciendo la Revolución Agraria en Brasil.


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DIVERSAS VISIBILIDADES INDÍGENAS Raúl Ortiz Contreras Candidato a doctor en Antropología, Universidad Estatal de Campinas (Unicamp) Chego e rimo o rap guarani e kaiowa Você não consegue me olhar. E se me olha não consegue me ver. Aqui é o rap guarani que está chegando pra revolucionar. O tempo nos espera e estamos chegando Por isso venha com nós. (Llego y rimo el rap guaraní kaiowá Tú no logras mirarme y si me miras no logras verme. Aquí traigo el rap guaraní que está llegando para revolucionar. El tiempo nos espera y estamos llegando Por eso, ven con nosotros) Eju Orendive Brô Mc´s

proletarios y campesinos comprometidos con la nación.

a política indigenista estatal brasileña, una de las más antiguas del continente, ha estado marcada por una profunda ambivalencia.

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Por otro lado, la creación de un profundo régimen tutelar idealizado por el mariscal Cándido Rondón (primer director del SPI) comportó efectivas políticas de demarcación y protección de múltiples territorios indígenas, otorgándoles importantes espacios de autonomía y resguardo cultural, a pesar del vigoroso avance de las expediciones de expansión nacional. Lo cierto, es que entre 1910 y 1967 el SPI logró regularizar 54 reservas indígenas, abarcando casi un total de 300 mil hectáreas.

Por un lado, bajo el alero del Servicio de Protección a los Indios y Localización de Trabajadores Nacionales (SPI) –creado en junio de 1910, y reformado en 1967 dando lugar a la Fundación Nacional del Indio (Funai), vigente hasta hoy–, comenzó a configurarse el trato oficial hacia los indios, acorde con el carácter anticlerical y positivista de la naciente República federativa. Desde esta perspectiva, la condición indígena era vista como transitoria y, por lo tanto, se pensaba que sería inevitable la conversión de los indios en

La renovación de la agencia indigenista hacia finales de la década de 1960, la creación del Estatuto del Indio en 1973 y el proceso constituyente de 1988, fueron instancias que permitieron una acción indígena e indigenista comprometida, aún más, con la demarcación de sus territorios. Con una definición jurídica clara de “Tierra Indígena”, los procesos demarcatorios comenzaron a ser más eficientes, al punto que en la actualidad las tierras indígenas en Brasil suman 670 áreas, ocupan-

do una extensión total de 112 millones de hectáreas, equivalente al 13.2 por ciento del territorio brasileño (el Instituto Socioambiental, ISA, cuenta con datos pormenorizados). Gran parte de estas tierras indígenas se encuentran en áreas de conservación ambiental, especialmente en la cuenca amazónica. Cuando contrastamos los datos territoriales con los censales, nos enfrentamos a conclusiones interesantes. El Censo de 2010 reveló que en el territorio brasileño hay en la actualidad 896 mil personas que se declaran o consideran indígenas, entre las cuales 572 mil (63.8 por ciento) viven en las áreas rurales y 517 mil (57.7 por ciento) lo hacen en territorios indígenas oficialmente reconocidos. Esto quiere decir que la población indígena representa menos del 0.4 por ciento de la población brasileña total. Muchos de estos territorios fueron demarcados en situaciones de profundos conflictos que involucraron a indígenas, terratenientes, explotadores ilegales de minas, antropólogos, organizaciones no gubernamentales, agentes estatales, entre otros, siendo quizás los casos más

emblemáticos las demarcaciones del Parque Indígena de Xingú (1961), la Tierra Indígena Yanomami (1992) y la Raposa Serra do Sol (2005). Y es aquí donde la ambivalencia entre la protección y la integración ha generado diferentes maneras de relación entre la sociedad brasileña y su inmensa diversidad étnica. Al tiempo que se impregnó una tendencia de concebir a las poblaciones indígenas como entidades prístinas, pequeñas, frágiles, inexorables, distantes, nobles e íntimamente relacionadas con la naturaleza –en la medida que mantenían lo que Darcy Ribeiro llamó en su clásico Los indios y la civilización” (1982) el ethos tribal-, paralelamente otra visión fue ganando espacio entre legisladores, terratenientes, militares, políticos y en parte de la población brasileña: que el indígena representaría una amenaza en el contexto de una nación que constantemente se ha autoimaginado encaminada hacia el progreso. Frases populares como “índio bom é índio morto” (un buen indio es un indio muerto) o “muita terra para pouco índio” (mucha tierra para pocos indios) pasaron a constituir parte del repertorio folclórico de visiones intolerantes y etnocidas que en definitiva siempre han convivido –en abierto

RECONCÂVO DA BAHIA: ESCENARIO DE LUCHA Y RESISTENCIA DE LAS COMUNIDADES TRADICIONALES Cristiane Santos Souza Doctora en Antropología y profesora adjunta del área de Antropología de la Universidad de la Integración Internacional de Lusofonía Afro-brasileira (Unilab) Traducción: Berenice Morales Aguilar

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l Recôncavo da Bahia es un territorio donde la colonización y ocupación es de las más antiguas y violentas de la historia brasileña. Es una región configurada por procesos sociales de opresión y resistencia que han dejado huellas posibilitando nuevas formas de organización social y de activismo político. El Recôncavo forma un arco en torno de la Bahía de Todos los Santos, en la costa del litoral del estado, ofreciendo una diversidad de paisajes: tramos de tierra rodeados por mar, ríos, lagunas, cascadas, manglares, desembocaduras, etcétera, donde existen poblaciones y comunidades seculares: indígenas, ribereñas, pescadoras, religiosas y quilombos. En Bahia se celebran los festejos rituales de devoción a Iemanjá y diferentes santos católicos, que ocupan el imaginario de fe de las poblaciones locales y de los visitantes, quienes al mismo tiempo celebran la fuerza de lucha y resistencia de estas poblaciones. Celebraciones rituales que hasta la fecha motivan a innumerables personas a traer sus derroteros por Kirimurê –el gran mar interior de los tupinambá– en la búsqueda de trabajo y mejores condiciones de vida. Escenario de contacto,

zona de frontera. Espacio por donde diferentes sujetos formaron aglomerados sociales y culturales, que optaron por construir puentes flexibles de interconexión y no delimitaron fronteras culturales fijas.

El Recôncavo y su bahía en el pasado componían una de las principales zonas de plantaciones de caña de azúcar de la Colonia portuguesa, donde se explotaba el trabajo esclavo. Indígenas y africa-

nos trabajaban distribuidos en las regiones de producción pecuaria extensiva, de corte de madera, producción de tabaco, corte de caña de azúcar y, más tarde, en la industria textil. Durante la primera mitad del siglo XX, se mantuvo parte de esa dinámica económica hasta que se observaron cambios radicales a partir de la instalación de la primera refinería de petróleo del país, la cual fue llamada Landulfo Alves en la década de 1950 y fue construida cuando todo el estado era inminentemente agrícola. Después de décadas de estancamiento económico, el estado de Bahia asumió la planificación de la región, y consideró al turismo como el sucesor casi natural a las actividades predominantemente rurales, para ocupar la atención primordial de los órganos públicos. Diversos estudios y planeamientos han sido ejecutados con la intención de incrementar las inversiones en la actividad turística, que en la región articularía el potencial náutico, paisajístico/ecológico e histórico.

Cartografía elaborada por Cristiane Santos y José Fasina Neto; fuente: SOUZA, Cristiane Santos (2013). Trajetória de migrantes e seus descendentes: transformações urbanas, memória e inserção na metrópole baiana. 2013. Tese (Doutorado em Antropologia Social). Universidade Estadual de Campinas

En los diez años recientes, los pobladores más vulnerables en

la región en términos sociales, en especial de las comunidades tradicionales, han sido constantemente amenazados por nuevas inversiones de desarrollo gubernamental, como la implementación del gasoducto de Petrobras; el proyecto de construcción del puente que une la capital del estado con la isla de Itaparica, y la construcción en distintos puntos de hoteles, resorts, puertos y desembarcaderos, que ha ocurrido a pesar de le resistencia de dichas comunidades. A pesar de que estas comunidades han triunfado en algunas acciones de rechazo a la imposición de los capitales privados y estatales, prevalece la invisibilidad, el autoritarismo y la negligencia ante las demandas específicas que han sido presentadas por estas poblaciones. Las tasas de analfabetismo, por ejemplo, informan que la mayoría de los municipios del Recôncavo presentan índices que sobrepasan la media del estado. La población negra es la predominante en la región y los jóvenes hacen la mayoría. A partir de los años de 1990 presenciamos el surgimiento y la consolidación de nuevos movimientos sociales y, al mismo


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13 conflicto- con las dinámicas de reconocimiento étnico, y que hoy ganan presencia en conflictos como el de la construcción de la Hidroeléctrica de Belo Monte en territorios indígenas.

tiempo, el fortalecimiento de antiguas formas de actuación colectiva, como las asociaciones de pobladores y los sindicatos rurales, las colonias de pescadores y marisqueras y los trabajadores rurales sin tierra, quienes reafirman antiguas pautas, especialmente el derecho a la posesión de la tierra, a las condiciones de producción y al flujo de los excedentes. Al mismo tiempo surgieron nuevas asociaciones comunitarias, como las entidades artísticas y culturales y las organizaciones no gubernamentales ambientalistas y culturales, en el rastro de las luchas nacionales de reconocimiento identitario de territorios ancestrales y sus usos tradicionales. Fue entre los años 1990 y 2000, que en el Recôncavo y su bahía muchas de comunidades tradicionales de pescadores y marisqueras, quilombolas (comunidades afro-descendientes conformadas luego de la abolición de la esclavitud), y religiosas de matriz africana lograron conquistas sociales y por tanto visibilidad. Por medio de esos movimientos, hombres y mujeres construyeron instrumentos de reivindicación que demandaban el acceso, la calidad y expansión de infraestructura de salud y educación. El reconocimiento reivindicado por estas comunidades, la aceptación y autoestima, así como el derecho a la memoria (principalmente para las nuevas generaciones) se afirman en sus especificidades culturales y étnicas, las cuales fueron igno-

En las décadas recientes, sin embargo, la visibilidad indígena se ha diversificado. Un hecho fundamental ha sido la construcción de una agencia indígena más independiente que no requiere ser representada ni por los órganos indigenistas ni por actores sucedáneos. La consolidación del asociativismo indígena como mecanismo de representación étnica y pluriétnica y el reconocimiento de la presencia indígena en áreas metropolitanas han sido igualmente motores de tales transformaciones, logrando generar conciencia sobre una voz propia que expone la riqueza de su particularidad cultural y enfrenta las injusticias que a diario continúan sufriendo millares de indígenas perseguidos, asesinados, desplazados y silenciados en el complejo campo de las relaciones interétnicas en el Brasil actual.

José Manuel Flores Investigador de Posdoctorado, Universidad Estatal de Campinas (Unicamp)

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l estado de Mato Grosso del Sur (MS), que forma frontera con Bolivia y Paraguay, tiene la segunda mayor población amerindia en Brasil, sólo después del de Amazonas. En él habitan poco más de 70 mil indígenas (nueve por ciento de los indígenas del país y tres por ciento de la población del estado), de los cuales los más numerosos son los guarani-kaiowá (60 por ciento). El 81 por ciento de la población indígena en MS vive en alguna de las más de 50 Tierras Indígenas (TIs) que hay en la entidad.

mayores a tres mil 600 hectáreas. Éstas quedaron bajo la administración del Servicio de Protección al Indígena (SPI), que entre 1910 y 1967 fue el órgano encargado de la aplicación de la política indigenista, basada en nociones particulares sobre la evolución, la integración y la tutela.

En la década de 1980 comenzaron algunos movimientos organizados para retomar sus antiguos territorios. De 1980 a 2004, por ejemplo, los guaraníkaiowá recuperaron diez nuevas áreas y diez más entraron en proceso de recuperación. Esos movimientos ganaron impulso con la Constitución de 1988, que modificó la relación entre el Estado y los indígenas. Se eliminó la figura de la tutela, se reconoció la especificidad cultural de esos grupos y se garantizó su derecho a las tierras de ocupación tradicional.

La política de colonización de la frontera, impulsada en el régimen conocido como Estado Novo (1935-1945), reconfiguró la región, rompiendo el precario equilibrio establecido entre latifundios, reservas y asentamientos de indígenas dispersos. Una parte importante de las tierras de

radas e irrespetadas durante siglos por el Estado brasileño. En la lucha por la demarcación de sus tierras ancestrales, estos grupos han tenido participación activa en el proceso de preservación de áreas naturales fundamentales para mantener “saberes y haceres” culturales, que permiten la reproducción y sobrevivencia de la comunidad. Han contribuido incluso a la creación de “unidades de conservación ambiental”, que en algunos casos nacieron con el fin de obtener el reconocimiento, la demarcación y certificación de sus territorios tradicionales. Sin embargo, eso no ocurre sin conflictos de intereses entre los diferentes sujetos sociales involucrados. Evidentemente, en muchos casos el traslape de los territorios ambientales y étnico-culturales, ha generado nuevos desafíos y pautas en la reivindicación de estos grupos. En el caso del Recôncavo da Bahia, fueron reconocidos algunos territorios tradicionales (quilombolas, pescadores y marisqueros), así como unidades de conservación, tal como el área de Preservación ambiental de Bahía de Todos los Santos y Reservas Extractivistas (Resex). Finalmente, vale destacar los procesos de lucha en torno al reconocimiento de los saberes locales como la Samba de Roda do Recôncavo y la Capoeira, ambas declaradas patrimonio inmaterial de la humanidad.

FOTO: José Manuel Flores

FOTO: Juan Francisco Cerezo Torres

Confinados, exotizados, integrados e indeseados, la tendencia histórica de las relaciones interétnicas en Brasil ha sido hacia la invisibilidad de los indios.

CONFLICTOS TERRITORIALES EN EL SUR DE MATO GROSSO DEL SUR: LOS GUARANÍ-KAIOWÁ, ENTRE LA VIOLENCIA Y LA RESISTENCIA

Campamento Apykay. Desde 2012 familias guaraní-kaiowá ocupan una pequeña área dentro de la hacienda São Fernando, en el municipio de Dorados (MS). La tierra es reivindicada como tradicional y se encuentra en proceso de identificación y delimitación por la Fundação Nacional do Índio (Funai)

El resto lo hace fuera, ya sea en las áreas rurales o en los pequeños y medianos centros urbanos. En Brasil, Terras indígenas es un término legal, definido en la Constitución, pero es usado convencionalmente en un sentido amplio para referirse a las diferentes áreas ocupadas por indígenas y reconocidas en distintos momentos por el Estado brasileño. Actualmente hay 505 TIs, que ocupan 12.5 por ciento del territorio nacional, el cual abarca, este último, el equivalente a unas cuatro veces el de México. La problemática y los procesos contemporáneos de ocupación territorial guaraní-kaiowá en el sur de MS son resultado de profundas transformaciones históricas caracterizadas por intensos conflictos por tierras. A principios del siglo XX, en el contexto de una estructura agraria dominada por enormes propiedades e inmensas áreas arrendadas a empresas extranjeras, fueron demarcadas ocho reservas indígenas, no

los latifundios volvió al dominio público y fue destinada a la colonización y al fomento de propiedades agropecuarias. Hubo entonces una frenética carrera para ocupar esos espacios fronterizos por medio de la adquisición de tierras públicas y proyectos de colonización. A lo largo de la década de 1940 y principalmente de la siguiente, no sólo en las reservas sino en casi todas las áreas habitadas por los guaraní-kaiowá hubo invasiones, conflictos y expulsiones violentas. Fueron presionados para abandonar sus tierras y recluirse en las reservas y para incorporarse como mano de obra en las haciendas, en la extracción de mate o bien como trabajadores urbanos en las ciudades regionales. Sus territorios sufrirían un impacto todavía mayor bajo el régimen militar (1964-1985), que le dio un fuerte impulso al proceso de modernización de las actividades agropecuarias, y se expandieron e intensificaron el monocultivo y la agroindustria.

Hoy, la lucha guaraní-kaiowá por la recuperación de sus territorios, imbricada en complejos procesos de afirmación étnica y de alianzas políticas, vive momentos dramáticos. Los movimientos para la “retomada” de sus tierras han adquirido la forma de precarios campamentos instalados en las márgenes de las carreteras o dentro de las propiedades cuyas tierras reivindican, en donde aguardan, bajo constante amenaza, la resolución de la Justicia. La inevitable confrontación con los fazendeiros, en un contexto marcado por el recelo y la discriminación, ha desembocado en una violencia cotidiana casi imparable. Un reporte del Consejo Indigenista Misionero señala que entre 2003 y 2010 el 55.5 por ciento de los asesinatos cometidos contra indígenas en el país tuvo lugar en Mato Grosso del Sur. Entre esas muertes se cuentan las de varios líderes, caídos directamente en la disputa por la tierra. Desnutrición, altas tasas de mortalidad infantil y suicidio, son algunos otros datos alarmantes. El último rubro es de particular atención. En 2005, cuando la tasa de suicidios en Brasil fue de 4.5 por cada cien mil habitantes, entre los guaraní-kaiowá fue de 86.3, una de las más altas en el mundo (las cifras se han mantenido con pequeñas variaciones hasta la fecha). Este contexto adverso ha sido denunciado constantemente por varias organizaciones nacionales e internacionales por medio de una gran cantidad de documentos y reportes fácilmente disponibles en internet. A pesar de la pobreza, el prejuicio racista, la violencia y las órdenes de desalojo, los guaraní-kaiowá siguen resistiendo y luchando para revertir esa historia de despojo y opresión.


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CORPORACIONES MINERAS Y COMUNIDADES TRADICIONALES: TERRITORIOS EN DISPUTA

Lejos de las representaciones de la Amazonia como un espacio socialmente vacío –constante histórica en las intervenciones del Estado y el capital-, en ella se expresa una fuerte vitalidad cultural, social y política. Grupos y comunidades indígenas, quilombolas (comunidades afro-descendientes conformadas luego de la abolición de la esclavitud), recolectores y ribereños, entre otros, soportan procesos de degradación de sus ambientes producto de la lógica asimétrica que les asigna cargar con los costos del crecimiento económico. Sin embargo, ellos también resisten activamente por la defensa de las formas de uso comunal de bosques, planicies, lagos y ríos de los cuales depende la permanencia de sus modos de vida. La minería a gran escala es sin duda uno de los principales vectores de conflicto y resistencia, en particular en la región oriental, cuyo foco son los estados de Pará y Maranhão. En ambos estados las minas y su infraestructura logística avanzan hacia nuevos espacios o intensifican sus niveles de explotación en los ya establecidos, aumentando la extracción de hierro, bauxita y manganeso, en especial. El incremento más o menos sostenido durante los años recientes de la demanda internacional de minerales; el papel preponderante asignado al sector minero en las políticas de estabilidad macroeconómica; el carácter de la minería como actividad de interés nacional, así como una serie de medidas tributarias y de flexibilización de las regulaciones sociales y ambientales, hacen más atractiva la inversión minera, pero además han conferido a las corporaciones mineras –nacionales e internacionales- mayor poder en el devenir de los territorios.

tales estrategias se dirigen a los entornos sociales y políticos de la empresa con el propósito de garantizar condiciones de permanencia de la actividad extractiva. En algunos casos son presentadas como formas de participación en el desarrollo y la gestión de los territorios, bajo el entendido de que la interacción y sintonía con el conjunto de actores locales son un factor de productividad y competitividad económica.

Lejos de las representaciones de la Amazonia como un espacio socialmente vacío –constante histórica en las intervenciones del Estado y el capital–, en ella se expresa una fuerte vitalidad cultural, social y política

Las empresas suelen justificar tales acciones al considerarlas necesarias para enfrentar los riesgos que las formas de resistencia y movilización social puedan significar para la continuidad de sus actividades. Riesgos que van desde el bloqueo de una vía férrea hasta la reivindicación de derechos sobre los bienes de uso común. Los denominados programas de “responsabilidad social” son expresivos de estas formas de operación, e intervienen en diversos campos como la salud y la educación, donde es notable la ausencia del Estado en la garantía de derechos. Estos programas parecen orientados a lidiar con el potencial desestabilizador de la crítica que pueda emanar de las comunidades y movimientos; procuran activamente su consentimiento y adhesión en cuanto permean múltiples ámbitos de la vida local. Ese parece ser el sentido de lo que en el lenguaje empresarial viene siendo denominado “licencia social para operar”.

Estrada de Ferro Carajás en Açailândia-MA

Al encuentro salen grupos y comunidades afectadas por la minería que tienen como estrategia la lucha por los territorios que les garantizan su reproducción material y cultural, incluso re-significando con ello las tradicionales luchas por la tierra. Y en esta disputa por los territorios han desencadenado también un proceso de construcción política de identidades colectivas. Además de fundarse en diferencias de carácter étnico, estas identidades

son configuradas a partir de situaciones derivadas de formas tradicionales de uso y apropiación del espacio y sus recursos, como en el caso de comunidades tradicionales de pescadores, recolectores y seringueiro (comunidades extractoras del látex de la seringueira o árbol del caucho). Son luchas territoriales y de reconocimiento que han tenido como efecto limitar en alguna medida la inclusión de sus tierras en el mercado y la apropiación privada de bienes co-

munes, al paso que amplían el debate nacional por un tratamiento más justo y democrático en la definición de los proyectos de desarrollo. Entre aquellas formas empresariales preocupadas por la conquista del consentimiento y estas formas comunitarias que reivindican sus derechos territoriales e identitarios, los espacios sociales del extractivismo minero exhiben hoy una intensa dinámica política.

FOTO: Edwin Alberto Muñoz

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a Amazonia brasileña viene siendo intensamente disputada por la apropiación de sus recursos naturales. Ciertamente no es una situación nueva, de hecho es parte de un proceso recurrente desde los tiempos del comercio de especias y la extracción de caucho. Hoy la región continúa siendo vista como la frontera de expansión de la acumulación capitalista, y la minería a gran escala como la punta de lanza del ciclo extractivista más reciente.

FOTO: Edwin Alberto Muñoz

Edwin Alberto Muñoz Gaviria Doctor en Planeación Urbana y Regional de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (UFRJ)

Sin embargo, esto también ha representado para las corporaciones la necesidad de poner en marcha estrategias políticas para hacerle frente a esa conflictiva inserción territorial. Más allá de las acciones estrictamente mercantiles, Minaría ilegal


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EL MODELO ENERGÉTICO BRASILEÑO: DESAFÍOS Y PERSPECTIVAS PARA LOS TRABAJADORES

FOTOS: Archivo del Movimento dos Atingidos por Barragens (MAB)

Movimento dos Atingidos por Barragens (Movimiento de los Afectados por Represas, MAB) Traducción: Letícia Faria y Thcenna Maso

Movilización en el Encuentro Nacional de las Mujeres Organizadas en el MAB, Brasilia, abril de 2011

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s innegable que la energía tiene una importancia estratégica, ya que está relacionada con el valor de la producción y se presenta como una forma de aumentar la capacidad de trabajo. Es por eso que, en la fase actual del modelo económico capitalista, la propiedad privada sobre los recursos naturales como el agua y la energía está creciendo. El proceso de las privatizaciones de los años 90’s del siglo pasado impuso fuertes pérdidas al pueblo brasileño. Los servicios públicos y los derechos alcanzados históricamente por las luchas de la clase obrera fueron privatizados y convertidos en mercancías. Gran parte de las empresas estatales estratégicas fueron vendidas y cayeron bajo el control de las empresas privadas trasnacionales y, a la vez, la planificación de las instituciones políticas y las leyes reguladoras pasaron a ser capturadas y subordinadas para adaptarse a los intereses privados. En el sector eléctrico, además de la entrega de las principales empresas estatales, la privatización representó el aumento de la explotación de los trabajadores, el encarecimiento de las tarifas para los consumidores y el desplazamiento de poblaciones afectadas por las represas. La industria de la electricidad se ha fraccionado, transformándose en diferentes negocios (generación, transmisión, distribución y comercialización de productos) organizados y dirigidos por el sistema financiero internacional. A esta práctica la especulación fijó altas tasas de interés, negociaciones de títulos en las acciones de las empresas privadas y públicas, deuda pública de valo-

res, mercados de futuros, aseguradoras, etcétera. Este modelo ha convertido la electricidad en una mercancía rentable. Los 64 millones de familias brasileñas son clientes residenciales directos, obligadas, por lo tanto, a pagar altos precios. El cálculo de la tarifa se realiza en

El proceso de las privatizaciones de los años 90’s del siglo pasado impuso fuertes pérdidas al pueblo brasileño. Los servicios públicos y los derechos alcanzados históricamente por las luchas de la clase obrera fueron privatizados y convertidos en mercancías

les 73 por ciento correspondía a electricidad generada en grandes y pequeñas centrales hidroeléctricas. El Plan también prevé en un horizonte hasta 2023 la construcción de nuevas represas hidroeléctricas, principalmente en la región amazónica. Esto representaría un aumento de 57 por ciento de la energía eléctrica total generada en Brasil en diez años. En este plan de expansión es posible observar al menos 20 proyectos en la Amazonia, principal frontera hidroeléctrica brasileña. Nueve de los cuales son estudios ya licitados y en proceso de construcción, siete están en fase de finalización de estudios y cuatro se encuentran en las primeras etapas de análisis. En Brasil es posible, entonces, producir mucha energía hidráulica con garantía de lucro extraordinario para los inversionistas,

anulación de los derechos de las familias afectadas, explotación de los obreros en las construcciones y la venta de la energía a altos precios basados en las elevadas cotizaciones internacionales de la energía térmica. Soberanía energética: una lucha estratégica. Hablar de soberanía energética es algo diferente de hablar de seguridad energética. La primera está relacionada con la capacidad de un pueblo a establecer y organizar la cantidad, la forma de explotación, de distribución y el destino de la energía producida Esa lucha debe dar prioridad a la participación de la sociedad en la toma de decisiones acerca del sector energético. El Estado debe estar al servicio de la sociedad y no sólo de los intereses de algunos grupos económicos. El Movimento dos Atingidos por Barragens (Movimiento de los Afectados por Represas, MAB) es una organización popular de masas que agrupa a familias, en todo territorio brasileño, afectadas por represas hidroeléctricas y por represas con otras finalidades. Las familias buscan derechos económicos básicos como indemnización justa, tierra y vivienda. En Brasil 70 por ciento de los afectados no tienen garantizados sus derechos. Esa situación empeoró con la privatización del sector eléctrico. Más allá de las directrices económicas, el MAB busca el debate y la construcción de una alternativa política a ese modelo capitalista de energía, reuniendo a trabajadores del campo y de la ciudad alrededor de un proyecto energético popular que tenga la energía y todos los bienes naturales para el pueblo y su soberanía.

función del precio base de la fuente energética internacional más cara, la generación térmica. Antes de la privatización, la tarifa se basaba en el costo de la producción hidráulica, la más barata. Por lo tanto, el cabildeo de las empresas ha sido para ampliar aún más la explotación hidráulica y, más recientemente, para presionar al gobierno brasileño a crear condiciones de rentabilidad similares a las de otras fuentes, en particular la eólica, y la solar. El Plan Decenal de Expansión de Energía 2014 del gobierno brasileño permite comprender mejor la contradicción energética existente en el país. Según los datos contenidos en este Plan, en 2013, 83 por ciento de la energía provenía de fuentes renovables, de las cuaJoão Zinclar, represa de Três Marias construida en el Alto Rio São Francisco, Minas Gerais

Para el MAB esa lucha debe considerar algunos puntos fundamentales, empezando por la afirmación de que la energía no es mercancía. Es necesario hacer de ella un bien de uso común y por eso es indispensable romper con la lógica de la propiedad privada. Además, es necesario comprender que difícilmente alcanzará la soberanía energética un modelo económico centrado en la explotación de los recursos naturales para la exportación o en la generación de energía que impide la diversificación de las fuentes y da prioridad a la inversión en grandes centrales eléctricas, ya que esto facilita el control y el monopolio energético. Para el Movimiento son prioridad la vida humana y los derechos de las y los trabajadores afectados. Así, todo proyecto hidroeléctrico debe respetar la autodeterminación de los pueblos y establecer procesos democráticos de participación donde quede claro la orientación de los proyectos, y sus verdaderos impactos sociales y ambientales. La energía es un derecho de los pueblos y no una mercancía. No debe permitirse que grupos capitalistas poderosos se la apropien. Son inversionistas que destruyen la democracia para garantizar sus ganancias extraordinarias. Todas y todos los afectados de Latinoamérica deben estar unidos para construir una alternativa política que empiece un nuevo orden social, donde la vida humana sea la principal preocupación de la sociedad. Con todos los que están organizados en el MAB de Brasil, un grito fuerte resonará: “¡Agua y energía: con soberanía, distribución de las riquezas y control popular!”


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FOTOS: Pedro Martins/achivo de la ONG Terra de Direitos

QUILOMBOLAS EN BRASIL Y LA RESISTENCIA NEGRA POR LA TIERRA

Quilombo Surubiu-Açú, municipio de Santarém, oeste del estado de Pará

Layza Queiroz Santos Asesora jurídica de la organización Tierra de Derechos; actúa con comunidades quilombolas del Bajo Amazonas Traducción: José Hildo de Oliveira Filho

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as comunidades quilombolas en Brasil surgieron durante el perido en que la esclavitud estuvo legalmente instituida, entre 1559 y 1888, y se caracterizan por el hecho de que fueron construidas por los esclavos huídos, por medio de la ocupación de tierras en las que pudieron vivir en libertad y subvertir el orden del esclavismo. Así, se puede decir que la formación de quilombos fue la más grande expresión de resistencia negra en Brasil durante la esclavitud. Tras la abolición de la esclavitud y el fin de las persecuciones oficiales, las quilombolas poco a poco fueron estableciendo relaciones exteriores, incorporándose a la sociedad. Sin embargo, no han perdido su relación de identidad con los quilombos ni han abandonado sus valores sociales y cultu-

rales; no han concretado por tanto un completa fusión a la sociedad que los excluía. Así, los pueblos que han mantenido el lazo histórico y social con los quilombos y han construido su historia al margen de la sociedad que los acosaba pasaron a reivindicar la identidad de remanentes de quilombos. Ratificada en 1988, la Constitución Federal de Brasil garantizó a los remanentes de quilombos el derecho de posesión permanente e intransferible sobre las tierras tradicionalmente ocupadas. Esta protección constitucional debe ser entendida sobre todo desde el punto de vista cultural y social, pues lo que se busca es asegurar el respeto a estas comunidades para que puedan seguir reproduciéndose de acuerdo con sus propias tradiciones.

Para asegurar estos derechos es imprescindible que los territorios sean regularizados. Han transcurrido más de 25 años desde la aprobación de la Constitución Federal y son pocos los avances en los derechos territoriales de los quilombolas. Hoy en día existen en Brasil alrededor de mil 290 comunidades quilombolas, pero solamente 28 han conseguido el reconocimiento de su territorio, según datos del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), instancia responsable de la regularización de tierras de los quilombos en Brasil. Tal retraso causa enormes daños a estos pueblos. En la Amazonia brasileña existen diversos quilombolas que luchan por el reconocimiento de sus derechos y comparten sus territorios con emprendimientos madereros, con grileiros (ladrones

de tierras) y propietarios de tierra que, por su turno, tienen grandes facilidades para la regularización de sus tierras. Además de convivir permanentemente con los conflictos y la inseguridad, los quilombolas enfrentan frenos para acceder a recursos naturales necesarios a su supervivencia. Este es el caso de la comunidad Patos do Ituqui, ubicada en el bajo río Amazonas, en la municipalidad de Santarém. Este quilombo existe desde hace unos cien años y está constantemente amenazado por la presencia de un propietario de tierras en la región. Además de evitar el tráfico y la pesca en el río, este propietario de tierras amenaza a los quilombolas, armando grupos para intimidarles. Sin posibilidad de utilizar el margen del río, los quilombolas viven permanentemente en conflicto con este “propietario”. Las tradiciones culturales y sociales de la comunidad Patos do Ituqui sólo se efectuarán plenamente con la regularización de su territorio y la retirada de este estanciero. Pero no hay siquiera alguna proyección de cuándo se conseguirá efectuar estos derechos. La situación amenaza no sólo la reproducción física, social y cultural de este quilombo, sino también la vida e integridad física de las personas involucradas en el conflicto. La lentitud en la garantía al derecho a la tierra que aquí se comenta tiene sustento en una ideología racista, herencia de la esclavitud, que no reconoce a los quilombolas como sujetos de derechos territoriales en Brasil. Además, Brasil es el segundo país en el mundo en concentración de tierras, y el avance del modelo capitalista de producción en el campo establece un contexto político

Quilombo Bom Jardim, municipio de Santarém, oeste del estado de Pará

desfavorable a los quilombolas, indígenas, sin tierras, pueblos y comunidades tradicionales. Además, se cierne una gran amenaza al movimiento de los quilombolas en Brasil: se trata de un proceso judicial en marcha en la Suprema Corte de Brasil. Sectores conservadores intentan limitar por medio de este proceso el acceso quilombola a la tierra, pues buscan que solamente tengan derecho a protección constitucional los quilombolas que ocuparon su territorios entre 1888 (abolición de la esclavitud) y 1988 (ratificación de la Constitución Federal). Sin embargo, en este periodo, muchos quilombolas fueron expulsados de sus tierras por estancieros, madereros y grandes propietarios de tierras. Además, en el tiempo de la esclavitud legal, muchos quilombos fueron perseguidos y destrozados. La ausencia de políticas públicas que garanticen el derecho quilombola a la tierra ha tornado imposible la supervivencia y permanencia de estos grupos. Se hace evidente el conservadurismo de aquellos que quieren limitar el derecho quilombola, pues al fin y al cabo están responsabilizando a éstos por haber sido masacrados. Por esta razón, no tiene ningun sentido la delimitación del periodo de ocupación de la tierra 1888-1988 para que los derechos quilombolas estén garantizados. El acompañamiento de este proceso judicial está en la pauta de luchas del movimiento quilombola y su juicio determinará las acciones de esta etnia en Brasil. Si actualmente encontramos enormes dificultades para hacer valer su derecho constitucional, en caso de que los sectores conservadores obtuvieran una victoria en este proceso, el reconocimiento de las comunidades remanentes de quilombos será aún más complicado.


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“MARGARIDAS”: DESARROLLO SOSTENIBLE CON DEMOCRACIA, JUSTICIA E IGUALDAD DE GÉNERO

FOTO: Suellen Araújo

Maria Luiza D. Azevedo Barbosa Maestra en Ciencias Sociales y militante feminista de la Marcha Mundial de las Mujeres, núcleo Rosa de Vientos, en Río de Janeiro Traducción: Jimena de Garay Hernández mueve la violencia en diferentes dimensiones.

violencia intrafamiliar contra las mujeres.

Este año, la Marcha ocurrió en un momento importante, ante la ofensiva de grupos políticos de derecha, y afirmamos que no vamos a tolerar retrocesos democráticos y políticas conservadoras que restrinjan nuestros derechos sexuales y reproductivos, por ejemplo. Así, apuntamos la importancia de las reformas estructurales –política, agraria y tributaria- y la democratización de los medios de comunicación, y gritamos alto y nítido: “¡Fuera Eduardo Cunha!” (actual presidente de la Cámara de Diputados de Brasil).

En 2003, se dio la segunda acción, realizada por 40 mil mujeres. Entonces fue reafirmada la importancia del combate a la violencia y el acceso a los ingresos y las políticas públicas específicas para las mujeres. El lema fue: “2003 Razones para marchar contra el hambre, la pobreza y la violencia sexista”.

La Marcha es un espacio político que promueve encuentro, debate, intercambio de experiencias, formación, denuncia y construcción de una pauta de reivindicaciones común. Además es un mecanismo para negociar con el Estado y (re)afirmar cuál desarrollo queremos

Para nosotras, Margaridas, el foco de la lucha es la construcción de la “justicia social” y ésta combina con autonomía económica,

Marcha de las Margaridas, 2015 ¡Seguiremos en Marcha hasta que todas seamos libres! Consigna de la Marcha de las Margaridas

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La Marcha fue nombrada “Margarida” en homenaje a la trabajadora rural Margarida Maria Alves, una importante luchadora brasileña en las décadas de 1970 y 1980. Durante el periodo que presidió el Sindicato de los Trabajadores Rurales de Alagoa Grande en el estado de Paraíba, movilizó a trabajadoras y trabajadores rurales para buscar sus derechos laborales y en el combate al analfabetismo, el hambre y la violencia de los propietarios rurales. Sin embargo, el 12 de agosto de 1983 fue asesinada brutalmente en la puerta de su casa. La trabajadora se convirtió así en un símbolo de la resistencia y lucha para mujeres y hombres del campo e, inspiradas en su trayectoria, miles de “Margaridas” se reúnen desde el año 2000 para fortalecerse y reivindicar la justicia social. La Marcha es un espacio político que promueve encuentro, debate,

FOTO: Jimena de Garay Hernández

as luchas protagonizadas por las mujeres que habitan los territorios rurales de Brasil -indígenas, quilombolas, ribereñas, pescadoras, extractivas, rompedoras de coco, asentadas por la reforma agraria, asalariadas rurales y campesinas, entre otras-, junto con las mujeres de las ciudades convergen en la Marcha de las Margaridas. Mujeres, feministas, que habitan diferentes biomas del país y están organizadas en movimientos sindicales, auto-organizados o agrupaciones mixtas.

Marcha de las Margaridas, 2015

intercambio de experiencias, formación, denuncia y construcción de una pauta de reivindicaciones común. Además es un mecanismo para negociar con el Estado y (re) afirmar cuál desarrollo queremos. Un desarrollo sostenible basado en la vida humana, y el respeto a la naturaleza; a la diversidad racial, étnica, generacional y sexual, y a la autodeterminación de los pueblos. Un desarrollo que garantice la soberanía alimentaria y nutricional a partir de la agricultura, la extracción, la ganadería y otras formas productivas, todas con una perspectiva ecológica. Este año, el 11 y 12 de agosto, realizamos la Quinta Marcha de las Margaridas, ocupamos Brasilia con 80 mil mujeres y mucha irreverencia y solidaridad feminista.

Marchamos para denunciar el modelo de desarrollo que predomina en Brasil, vinculado al agronegocio –con uso de agrotóxicos; concentración de tierra; deforestación; uso insostenible del agua, sobre todo en la minería y en los monocultivos; precarización del trabajo de las mujeres; violencia de género, etcétera. En otras palabras, denunciamos el modelo de producción y reproducción social patriarcal que mercantiliza los bienes de la naturaleza –tierra, agua, bosques y semillas- y nuestras vidas, provocando, entre otros impactos, la desterritorialización que a su vez implica la ruptura con los vínculos al medio ambiente, con las prácticas religiosas y los hábitos alimentarios, y también pro-

socialización del trabajo doméstico, con garantía de uso del territorio, libertad sexual, agricultura agroecológica, valorización de la producción para el autoconsumo, democracia y, sobre todo, con feminismo popular. Un poco del contexto histórico. La primera Marcha de las Margaridas ocurrió en el 2000 en adhesión a la marcha mundial de las mujeres, el lema fue “2000 Razones para marchar contra el hambre, la pobreza y la violencia sexista” y reunió a 20 mil mujeres en Brasilia, capital del país. Esta acción tuvo un fuerte carácter de denuncia al neoliberalismo y, específicamente, sus efectos sobre el mundo rural. La principal problemática era el estancamiento de la reforma agraria y la

En 2007 ocurrió la tercera Marcha de las Margaridas realizada por 70 mil mujeres; su lema fue “2007 Razones para marchar contra el hambre, la pobreza y la violencia sexista” y en 2011 fue la penúltima Marcha, construida por cien mil mujeres. En ésta, el lema fue “2011 Razones para marchar por desarrollo sostenible con justicia, autonomía, igualdades y libertad”. Entre las importantes conquistas podemos citar: la obligatoriedad de la titulación conjunta para parejas que reciben tierras vía reforma agraria, las políticas de incentivo a la producción específicas para las mujeres, como el Programa Nacional de Agricultura Familiar para Mujeres (Pronaf Mujer) y políticas para enfrentar la violencia, como las patrullas móviles. Además, en 2003 fue creada la Secretaría Especial de Políticas Públicas para las Mujeres, espacio que tiene como finalidad desarrollar políticas centradas en el combate a la desigualdad de género. De manera general, la Marcha de las Margaridas contribuyó, sobre todo, a la construcción de unidad entre las mujeres de todo el país, considerando y respetando su diversidad, y es responsable, en ese sentido, de la catalización de acciones de resistencia cotidiana a la dominación de nuestros cuerpos y territorios y de la creación de una plataforma de lucha y reivindicaciones revolucionarias.


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ARTICULACIÓN EN EL SEMIÁRIDO: UNA TRAYECTORIA DE LUCHAS Y DIÁLOGOS EN DEFENSA DEL DERECHO AL AGUA Alexandre Henrique Bezerra Pires Coordinador general del Centro Sabiá y coordinador ejecutivo de Articulación en el Semiárido Brasileño (ASA) en el estado de Pernambuco, Brasil Traducción: Cássio Uchoa les disponibles en el ambiente, la amenaza a los conocimientos y territorios de los pueblos tradicionales y el aumento de las desigualdades socioeconómicas.

FOTO: Retrographie

En Brasil, hemos tenido conquistas importantes para la gente más pobre en los 12 años recientes, fruto de las luchas y habilidades de diálogo de las organizaciones sociales con el gobierno, pero el avance es aún limitado frente a todas las necesidades de esa población. Un ejemplo son las políticas del gobierno para el territorio semiárido brasileño, que han seguido la lógica del desarrollo dominante, ejecutando acciones emergentes y obras que la mayoría de las veces favorecen al sector empresarial y al latifundio. Así se refuerza la concentración del poder económico y político en el territorio, y las acciones emergentes generan –como ha ocurrido durante décadas- una dependencia en la gente, sobre todo en la población campesina.

Neguinha y su producción

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cional de los recursos naturales para ampliar el consumo y se rige por el crecimiento económico de pocos grupos y por el cúmulo del capital privado. Esta lógica ha generado, entre otras cosas, agotamiento de los recursos natura-

en la perspectiva de influir en las políticas, teniendo el derecho al agua y la convivencia con el Semiárido como estrategia de movilización social de la población de este territorio, que es diverso por su riqueza cultural, ambiental, social e identitaria. Sistematizar los conocimientos de las y los campesinos de modo que se generen reflexiones y aprendizajes resulta clave para valorar las identidades y los saberes populares y establecer canales de diálogo con los gestores de las políticas públicas. El conocimiento construido y vivido por campesinos y campesinas está en el centro de los diálogos y las negociaciones de la ASA con el gobierno brasileño, donde se muestra la importancia de invertir en tecnologías sencillas, de bajo costo y gran alcance y transformación de la realidad de la gente del Semiárido. A partir de un diálogo, ya en el año 2003, el gobierno brasileño aseguró en el presupuesto plurianual recursos financieros destinados a la construcción de cisternas para recoger y conservar el agua de lluvia para el consumo humano. Hoy suman más de 800 mil cisternas construidas con la participación de centenas de organizaciones integrantes de la ASA, como sindicatos, iglesias, y varias organizaciones no gubernamentales, asociaciones y cooperativas de base. La Articulação no Semiarido Brasileiro también defiende, como principio, la institución de mecanismos y formas de gestión y control social de las políticas públicas con la participación de las organizaciones sociales.

Sin embargo, las organizaciones de la sociedad civil y movimientos populares siempre han buscado reaccionar a estas políticas, ya sea desarrollando experiencias que demuestren la posibilidad de nuevas perspectivas, o influyendo y construyendo políticas. Así nació la Articulação no Semiarido Brasileiro (Articulación en el Semiárido Brasileño, ASA) cuyas acciones de hecho ya existían, pero de forma dispersa entre las organizaciones. La ASA surgió bajo la égida de la articulación de acciones de la sociedad civil,

FOTO: ASA

a principal causa de las crisis ambiental, energética, alimentaria y económica que estamos presenciando es el actual modelo hegemónico de desarrollo, que está basado en la explotación irra-

Niños y cisterna en la escuela

Movilización de ASA 2007, Bahia

Dos programas de la ASA se convirtieron en pilares de esta lucha por el derecho al agua y por la sobrevivencia con el Semiárido: El P1MC Programa 1 Millón de Cisternas (programa para la captación

de agua de lluvia para el consumo humano), y el P1+2 –Programa 1 Tierra y 2 Aguas-, para la captación de agua de lluvia para la producción. Estos programas han contribuido a desarrollar la autonomía de las y los campesinos, hacer las economías locales más dinámicas, movilizar a la población del Semiárido para la gestión del agua y, sobre todo, considerar el agua como derecho de todos los pueblos. Este proceso ha generado reflexiones en torno a: 1) la soberanía y seguridad alimentaria y nutricional, sobre todo en lo referente a la producción de alimentos siguiendo los principios de la agroecología; 2) el rescate y la conservación de las semillas


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ALTAMIRA: RELATO DEL FIN DEL MUNDO

FOTO: ASA

FOTO: Ana de Francesco

Ana de Francesco* y Augusto Postigo* *Estudiante de doctorado del Programa de Antropología Social de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp) **Antropólogo del Instituto Socioambiental, Programa Xingú, Terra do Meio. Traducción: Berenice Morales Aguilar

criollas; 3) la conservación de los suelos, el agua y la agrobiodiversidad; 4) la valoración y construcción de conocimientos locales; 5) los derechos de las mujeres campesinas, que representan más de la mitad los participantes; 6) el aumento del autoestima de la población campesina, con una mejor salud y más dignidad; 7) mejores perspectivas para la juventud campesina en el medio rural. La ASA es una red que construye una movilización social desde prácticas e iniciativas de convivencia con el Semiárido. Esta lucha e influye en la construcción de políticas públicas que dialoguen con la realidad del territorio.

Invasão dos Padres, foto tomada en Altamira, julio de 2014 Toda noite clara é ruim de pescar, hoje toda a noite é clara. (Todas las noches claras son malas para pescar, hoy todas las noches son claras.) Pescador de Altamira

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ltamira es un municipio localizado al suroeste del estado de Pará, en la región amazónica brasileña, que se encuentra en los márgenes del rio Xingú (Xingú Medio). En términos de área, es considerado uno de los mayores municipios del mundo; es más grande que Guatemala y alberga una gran diversidad cultural y biológica. El municipio está habitado por nueve pueblos indígenas que pertenecen a tres troncos lingüísticos distintos, tupi, macro-jê y karib, así como por pueblos tradicionales no indígenas de origen campesino, que se formaron a partir del siglo XIX con el inicio de la explotación del látex extraído del caucho, que originó la migración de un gran contingente de personas del Semiárido, ubicado en el noreste brasileño, hacia la Amazonia, región donde se encontraban los árboles de caucho, las seringueiras. A pesar de la gran riqueza socioambiental de la zona, en la década de los 80’s del siglo pasado comenzó a conformarse un proyecto de una planta de energía hidroeléctrica que impediría el flujo del rio Xingú. En 1989 la gran movilización indígena, liderada por los Kayapó con el apoyo de la opinión pública internacional, logró parar este plan por ser considerado inconstitucional pues inundaría diversas tierras indígenas. Más de 20 años después, el proyecto de la instalación de la planta de Xingú (Usina Hidroeléctrica de Belo Monte) fue retomado, con algunas alteraciones, como el he-

cho de no plantear la inundación de las tierras indígenas y presentarse como una de las principales medidas del paquete económico del gobierno federal, llamado Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC). Se inició la movilización contra la construcción de la hidroeléctrica y se puso en tela de juicio su potencial verdadero sobre la generación de energía. No obstante, fue autorizada su instalación en 2011, favoreciendo a un consorcio que incluye grandes constructoras de Brasil. Hoy en día, una parte de las instalaciones de la planta ya están concluidas y el consorcio se encuentra en espera de la “licencia de operación”, que es la última autorización que otorga el gobierno federal para su funcionamiento. Mientras tanto, la ciudad de Altamira se convirtió en un escenario de guerra: más de nueve mil familias fueron removidas y las calles fueron tomadas por el transporte de carga, en una ciudad donde hasta hace poco tiempo todos se conocían. Actualmente, es posible observar el continuo flujo de un gran contingente de trabajadores, el aumento de la violencia, de la deforestación, del costo de vida, en un momento en que la abrumada población se prepara para la alteración del curso del río. El muelle de la ciudad de Altamira es el punto de salida y llegada de los pescadores (parte de la población tradicional ribereña procede del proceso migratorio asociado a la explotación de látex de las seringueiras), que viven en la ciudad y tienen su principal fuente de sustento en el río, y de las familias que viven en las islas y ribera del río, que llegan para acceder a

los servicios públicos o al comercio, así como para visitar a sus parientes. El muelle es el lugar de tránsito, permanencia o punto de encuentro para actividades recreativas. El barrio llamado Invasão dos Padres se localiza cerca del muelle y es la región de la ciudad donde gran parte de estos pescadores y ribereños establecieron sus casas. La Invasão dos Padres, una ocupación irregular de tierras de la Iglesia Católica, era un aglomerado de casas de madera, conectadas por calles de tierra y callejones que se inundaban durante el invierno, cuando parte de las casas quedaban sobre el río, garantizando así la cercanía a las canoas y a toda la parafernalia pesquera de las residencias. En el llamado puerto de las carretas es donde circula la producción de pescado, transportado con carretas arrastradas por animales de carga. Ahí era donde se comercializaba el pescado, entre el puerto, el barrio y la calle del Pescado. En suma, los barrios de los ribereños en la ciudad, como es el caso de Invasão dos Padres, así como sus casas en las islas o en la ribera del río, formaron parte de un modo de vida tradicional. El proceso fue clasificado como genocidio por la procuradora de la república en Altamira, debido a que los ribereños han sido sistemáticamente removidos de barrios, islas y riberas, de los cuales dependen para vivir. Por ejemplo, la familia de don Darío vivía en la región de Paratizão, junto a una isla, donde compartía vecindad con las familias nucleares constituidas por sus hijos. En la isla esas familias trabajaban juntas en la caza y la agricultura, para la subsistencia, y en la pesca para la comercialización del pescado en el mercado de la ciudad. Su casa en la calle del Pescado se encontraba a dos horas

A pesar de la gran riqueza socioambiental de la zona, en la década de los 80’s del siglo pasado comenzó a conformarse un proyecto de una planta de energía hidroeléctrica que impediría el flujo del rio Xingú. En 1989 la gran movilización indígena, liderada por los Kayapó con el apoyo de la opinión pública internacional, logró parar este plan por ser considerado inconstitucional pues inundaría diversas tierras indígenas de distancia de la isla, recorridas en las pequeñas embarcaciones de la familia. La construcción consistía en un palafito ubicado en la orillas del río, que mantenía cierta proximidad con el centro de la ciudad. La casa estaba constituida por diversos cuartos y cada uno de ellos correspondía a cada familia nuclear perteneciente a la familia extensa de don Darío. Esta casa garantizaba el estudio, el acceso a los servicios públicos y el comercio del pescado. Con el proceso de desalojo, don Darío perdió su isla y su casa en la ciudad y hoy su familia vive en casas prefabricadas en un barrio que fue establecido lejos del río. Su mundo dejó de existir y con él su futuro como ribereño.


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LOS PESCADORES ARTESANALES DE NITERÓI: CONTRADICCIONES DEL PODER PÚBLICO

FOTOS: CMI-Rio Centro de Mídia Independente do Rio de Janeiro

Maurício Campos dos Santos Ingeniero y asesor voluntario de movimientos sociales Traducción: Berenice Morales Aguilar

Rio de Janeiro visto desde la Aldeia Imbuhy

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l 23 de junio de 2015, un fuerte aparato militar, que incluía lanchas y camiones del Ejército, garantizó la demolición de tres de las 32 casas en la Aldeia Imbuhy, comunidad con más de 120 años de antigüedad que ocupa una localidad situada en área militar en la ciudad de Niterói, en la región metropolitana de Río de Janeiro. Poco después, el 12 de agosto, otro fuerte aparato con casi 50 policías (federales, de la Policía Militar Estatal y de la Guardia Municipal) acompañó la destrucción de dos de las tres casas de los habitantes de Praia do Sossego, en la misma ciudad. En los dos casos, se cumplían las decisiones de la Justicia Federal a favor de la Unión (Ejército) en Imbuhy y de la Prefectura en Sossego. Las dos comunidades de pescadores están localizadas en la región oceánica de un área paradisiaca geográficamente análoga a las famosas playas de la zona sur de su ciudad vecina, Río de Janeiro. Desde la década de 1970, la

Demolición de las casas de Aldeia Imbuhy

región sufrió un intenso proceso de especulación inmobiliaria y la ocupación de nuevos habitantes pertenecientes a una clase mediaalta. La mayoría de los pescadores artesanales, que habitan tradicionalmente las playas y lagunas de la región, tuvieron que abandonarlas debido a las amenazas recibidas por tierra, así como a las amenazas recibidas en el mar (contaminación y la frecuente pesca industrial). Sin embargo, más de una centena de familias logró resistir y mantener un modo de vida, que acabó tomando forma a partir de la década de 1990, cuando comenzaron una lucha por la creación de una Reserva Extractivista (Resex) en la región. Las Resex son categorías de las Unidades de Conservación (UC), definidas legalmente en Brasil en 1990, y cuyo concepto nació de las luchas de los seringueiros del estado de Acre durante los años 1970 y 1980, luchas que fueron internacionalmente conocidas por medio de la actuación de Chico Mendes. Las Resex no

plantean la expulsión de las personas de sus territorios, ya que tienen como objetivo la preservación de las condiciones y los modos de vida de las poblaciones tradicionales, en el entendido de que son ellas las que contribuyen decisivamente en la defensa de la biodiversidad. Finalmente, en 2013, fue creada la Resex Marina de Itaipu, bajo la administración estatal, la cual, abarca el área marítima de varias playas y lagunas de la región, inclusive, la de Sossego. Parte de los pescadores que fueron favorecidos por la Resex viven dentro de otra UC, el Parque Estadual da Serra da Tiririca (Peset). La pequeña y poco accesible Praia do Sossego fue convertida en una UC municipal por medio de diversos decretos a partir de 1991. La Prefectura adoptó una visión “conservacionista” exacerbada y pidió a la justicia desalojar a las familias que vivían ahí desde hace más de diez años. Sus primeros habitantes eran agricultores que pronto apren-

dieron con los pescadores artesanales de la región, convirtiendo así la pesca en el principal medio de vida de las generaciones siguientes. Sin embargo, lejos de incluirlas en una solución análoga como la que fue dada a los pescadores de Itaupu, la Justicia Federal acató el pedido de la prefectura en mayo de 2014.

Con la instauración del régimen militar en 1964, la relación entre la comunidad y los militares fue empeorando. Sus habitantes tenían que entregar parte del producto de su pesca al Ejército y cada vez se endurecían más las restricciones que les eran aplicadas Todavía fueron más anacrónicos los motivos alegados por el Ejército para lograr la expulsión de la Aldeia Imbuhy: ésta podría convertirse en una “amenaza de seguridad nacional”. El fuerte de Imbuhy fue creado cuando ya existía el núcleo de pescadores en el lugar y fue desactivado en 1946 por ser considerado tecnológicamente obsoleto. Desde entonces, ha servido como un centro de recreación y fuente de ingreso para los militares (los civiles, sólo pueden frecuentar el lugar si pagan una cuota). Con la instauración del régimen militar en 1964, la relación entre la comunidad y los militares fue empeorando. Sus habitantes tenían que entregar parte del producto de su pesca al Ejército y cada vez se endurecían más las restricciones

Habitantes de Praia do Sossego desesperadas frente a sus casas demolidas por la Prefectura de Niterói

que les eran aplicadas. El club construido por la población fue transformado en residencias de suboficiales en 1966 y en 1986 la escuela pública se convirtió en alojamiento recreativo para oficiales. A esas alturas, no existía más interés de los militares por el pescado y cada vez eran mayores las presiones para transformar el lugar en un espacio exclusivo de recreación para los oficiales, hasta que consiguieron la acción judicial para la expulsión definitiva de los pobladores en 1995. No obstante, de las 800 familias que habitaban allí, 32 continúan resistiendo. Si detrás del discurso de “seguridad nacional” en el caso de Imbuhy aparecen claramente los intereses privados de los oficiales del Ejército, entonces es bastante justificada la desconfianza sobre los motivos “ambientales” para desalojar a los familias de Sossego; lo que hay oculto son intereses inmobiliarios y turísticos. Es un hecho que la presencia de las familias, aunada al difícil acceso al lugar, es lo que salvó a Praia do Sossego de la invasión de condominios, los cuales ahora se han apropiado de las playas alrededor. Esto explicaría el súbito interés “ambientalista” por Praia do Sossego de políticos involucrados en actividades ilícitas, como el ex jefe de la Policía estatal, Álvaro Lins. Intereses que explican la contradicción en una ciudad relativamente pequeña: por un lado el Estado brasileño se muestra permeable (caso de la Resex y del Peset), o absolutamente contrario (Sossego e Imbuhy) a los conceptos de la conservación ambiental y defensa de los derechos de las poblaciones tradicionales, oriundas de las luchas sociales recientes en el país.


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LA ILEGALIDAD EN TERRITORIO DE LOS PESCADORES CAIÇARAS DE VILA DO AVENTUREIRO

FOTOS: Berenice Morales

Berenice Morales Aguilar Candidata a doctora del Programa de Antropología Social de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp)

Itá mostrando una red elaborada por él mismo. Foto tomada en Vila do Aventureiro, septiembre de 2015

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Caiçaras extrayendo el pescado de la red de espera que dejaron la noche anterior. Foto tomada en Vila do Aventureiro, junio de 2013

a región Mata Atlántica fue declarada Reserva de la Biósfera por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1991 . Dentro de esta Reserva fueron decretadas unidades de conservación en espacios específicos, que abarcan diferentes áreas núcleo y de amortiguamiento. Las autoridades conservacionistas han señalado que las extensiones boscosas de Paraty, Angra dos Reis y Mangaratiba son las más conservadas del territorio de la Reserva de la Biósfera de la Mata Atlántica en el estado de Rio de Janeiro. Ilha Grande forma parte del municipio de Angra dos Reis y es considerada una unidad de extrema importancia biológica de la Mata Atlántica, por lo que su territorio marítimo fue decretado Parque Estatal de Ilha Grande desde 1971. Vila do Aventureiro está poblada por una comunidad de pescadores caiçaras que han ocupado ancestralmente este territorio. En Brasil, son denominados pueblos caiçaras aquellos grupos de pescadores que también practican la caza, así como la tumba, roza y quema. Estos grupos han habitado ancestralmente el litoral de Paraná, São Paulo y Río de Janeiro. Hoy en día la población caiçara de Vila do Aventureiro se dedica a la pesca de algunas especies como anxova (Pomatomus saltatrix), corvina (Micropogonias furnieri), marimbá (Diplodus argenteus), cavala (Scomberomorus cavalla), olho de cau (Priacanthus arenatus), pirajica (Kyphosus incisor) y tainha (Mugil platanus); al turismo de camping, y en mucho menor medida al cultivo

Pesca en canoa caiçara. Foto tomada en Vila do Aventureiro, julio de 2015

de caña de azúcar (Saccharum officinarum), plátano (Musa s.p.), frijol (Phaseolus vulgaris) y mandioca (Manihot esculenta) en la roza. Este territorio está localizado en la región suroeste de Ilha Grande. Sin embargo, fue declarado Reserva Biológica de Praia do Sul en 1981, lo que implicó su categorización como unidad de conservación de protección integral, y por lo tanto es una de las zonas núcleo en la Reserva de la Mata Atlántica donde se restringe toda presencia humana. Aunado a esto, el territorio marino de la población caiçara de Vila do Aventureiro fue declarado en 1990 Parque Estatal Marinho do Aventureiro. En 1994 fue desactivado el Penal Cândido Mendes, ubicado en la playa Dois Rios. Desde entonces el turismo en Ilha Grande fue en ascenso, incluso en Vila do Aventureiro, donde el acceso es complicado debido a que su

zona costera se encuentra de frente al mar abierto del Atlántico. La implementación de las unidades de conservación impide la especulación inmobiliaria en Vila do Aventureiro y la introducción de energía eléctrica, por lo cual la población depende de generadores de energía de diesel que sólo funcionan por las noches. De acuerdo con el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama), las personas tampoco podrían practicar ningún tipo de pesca o extracción de las especies, sin embargo, los pescadores continúan practicando esta actividad. Con la aplicación de estas políticas de protección a la biodiversidad en Vila do Aventureiro, se desataron muchos conflictos e incluso hubo intentos de las autoridades por desalojar a toda la población de pescadores que ocupa ese territorio. El estado ha intentado controlar las

Don Dito, pescador caiçara. Foto tomada en Vila do Aventureiro, octubre de 2013

actividades de la población de pescadores, señalando que, en términos jurídicos, la ocupación y todas las actividades desarrolladas por los caiçaras son “ilegales”. Desde que Vila do Aventureiro se convirtió en unidad de conservación, el Instituto Estatal del Ambiente (Inea) ha intentado anular la posibilidad de que la población establezca el gobierno de sus bienes comunes y construya sus propias estrategias de conservación. No obstante, la población de pescadores caiçaras ha mantenido la ocupación de su territorio exigiendo el respeto a sus prácticas culturales y económicas, que involucran el uso y aprovechamiento del espacio y de sus recursos naturales. Hacia el 2010, la comunidad inició un nuevo periodo de disputas y conflictos con las autoridades; ese año la Asamblea Legislativa del estado de Río de Janeiro propuso el cambio de

categoría de la Reserva Biológica de Praia do Sul (RBPS), a una Reserva de Desarrollo Sustentable (RDS), lo cual fue aprobado en mayo de 2014. Con la creación de esta reserva, los caiçaras de Aventureiro consideran que ganaron una lucha, ya que lograron negociar su permanencia en la isla con la práctica de sus actividades. No obstante, una de las cosas que estipulan determinadas unidades de conservación es la prohibición de construir nuevas viviendas, por lo que las nuevas generaciones no podrán levantar nuevas casas en el territorio de sus ancestros. Por lo tanto, los pescadores señalan que la ilegalidad que les han impuesto formará un modo de vida para su comunidad y al parecer: “Nunca vai estar certa a coisa. Sempre tem uma coisa que não deixa estar legalizados no nosso território” (“Nunca va a estar bien la cosa. Siempre habrá una cosa que no nos deje estar legalmente en nuestro territorio”).


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PROCESOS DE RESISTENCIA EN AMÉRICA LATINA: LA RECIENTE EXPERIENCIA DE LA UNILA Roberta Traspadini Profesora de la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (Unila) y profesora militante de la Escuela Nacional Florestan Fernandes (MST) Traducción: Sofía Escobar

FOTO: Blog do Planalto

nuevas síntesis, frutos de aprendizajes colectivos de clase que tejen caminos posibles para transformar el orden dominante.

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a historia de América Latina colonial se expresa en la lucha permanente entre el ser para sí y el ser para otros. Esta historia debe ser pensada en relación con las luchas vividas por varios pueblos en sus territorios. Inmersa en la historia de la transición ocurrida en Europa en los siglos XVI y XVII, el deber ser de América Latina expone la violencia de la acumulación originaria de capital. Desde el año 1500 la violencia inherente a la invasión modificó el rumbo, alteró las dinámicas y generó un proceso de subordinación colonial, sin que esto

haya aniquilado en el continente la memoria, la historia y la presencia de las luchas por el derecho a la tierra y a la vida digna y colectiva. La historia sangrienta vivida en estas tierras se mezcla con las otras violencias vividas en el propio continente europeo. Muchos campesinos perdieron sus vidas, otros lucharon por ellas y acabaron siendo deportados o esclavizados de diferentes formas, inclusive con deudas impagables que los forzaron a migrar. Entonces, lo que hay en común en las historias de los pueblos es que fueron fundados so-

bre las bases perversas de la expropiación, espoliación y explotación de la fuerza de trabajo. Ante la tiranía actual de la producción con veneno y de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, la lucha de los pueblos originarios/campesinos sigue viva, aun bajo el dominio sangriento del capital, y demarca los múltiples sentidos dados a la tierra y al trabajo. La historia es movimiento y los pueblos desde sus raíces se erigen y reivindican el derecho al buen vivir, vinculado a la lucha por la emancipación en todos los continentes. De esta fusión entre las historias surgen

En el siglo XXI, en varios países latinoamericanos como Bolivia (Evo Morales), Paraguay (Fernando Lugo), Uruguay (José Mujica) y Venezuela (Hugo Chávez), los pueblos originarios se levantaron y consiguieron imprimir otros horizontes de enfrentamiento a la tiranía del capital. Estos países asumieron una construcción identitaria cuya representatividad se materializa en idiomas y culturas originarias, con producción de la vida más allá del capital. Sin embargo, prevalecieron contradicciones inherentes a un movimiento como este, de lucha anti-imperialista en el continente. Otros Estados como Brasil, con su dinámica subimperialista en el continente, generó procesos contradictorios que podrían potencializar las semillas germinadas por el primer grupo de países. Entre los procesos creados en el período de Luiz Inácio Lula da Silva (20032011) se encuentra la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (Unila). La belleza de este proyecto localizado en la ciudad de Foz de Iguazú –triple frontera, Brasil-ParaguayArgentina- debe ser vista dentro y fuera de sus muros. Seres sociales latinoamericanos produciendo conocimiento a partir del encuentro de referenciales epistémicos producidos por la clase trabajadora a lo largo de la historia de la lucha de clases, en sus múltiples y diversos espacios. Tales procesos de movimiento dialógico cuestionan al orden dominante y demandan nuevos sentidos para la concepción científica de clase. Retomar el encuentro entre lo académico y lo popular exige la recuperación de lo mejor de la producción de la clase trabajadora a lo largo de su herencia histórica de resistencias, revueltas y revoluciones. Entre los procesos en construcción en la Unila se destacan: 1. La perspectiva latinoamericanista con vistas a otorgar un sentido más allá del mercantil a la integración en el continente; 2. El ciclo común de Fundamentos de América Latina proporciona a todas las carreras el contacto directo con la formación histórico-social del continente; 3. Cursos de graduación y posgraduación a ser desarrollados a partir de las demandas de los movimientos sociales latinoamericanos, vía pedagogía de la alternancia, y 4. La participación directa en actividades generadas por los movimientos sociales con pautas concretas, relativas a la situación de la población del campo y de la ciudad.

Universidad Federal de la Integración Latinoamericana (Unila)

El desafío latinoamericano de crear las condiciones para recibir sujetos de diferentes partes de América Latina que contribuyan en la conformación de una universidad abierta, plural y vinculada a las demandas populares, hace de la consolidación de la Unila un proyecto que traspasa las fronteras nacionales y la formalidad nacionalista de las leyes brasileñas. Requiere revisiones que van desde el papel de Brasil en la perspectiva de la integración latinoamericana, hasta el necesario replanteamiento del sentido de la producción de conocimiento pautado por las demandas reales de los pueblos, en consonancia con la diversidad de los movimientos sociales de la región. Bilingüismo, interdisciplinaridad y latinoamericanismo se fusionan en una potencial nueva praxis pedagógica. Para que la Unila concrete un proyecto distinto, otros sujetos, provenientes de varias partes de nuestra América necesitan sumarse a la construcción de algo verdaderamente emancipador, cuyas fronteras, cuando existan, sean de la producción de un mundo sin explotadores ni explotados. Instituir la praxis del diálogo en una sociedad que cree en la democracia formal como sinónimo de libertad torna el desafío aún más profundo. Una función social, que deberá ser asumida de forma conjunta en la Unila, consiste en a) construir una producción colectiva capaz de crear caminos que revisen la lógica de comprensión sobre la ciencia y su relación con la política y b) conformar un proyecto diferenciado cuya centralidad esté en la emancipación de los pueblos y en los derechos originarios a la tierra y a la vida. Dado el papel que cumple una universidad que no se separa de las necesidades concretas de los pueblos, con los cuales ella interactúa y produce, todo desafío exige paciencia histórica, compromiso social con el papel de la universidad en su relación con la sociedad y respeto profundo por los conocimientos puestos en diálogo en varias partes del mundo. ¡Es hora de plantar! La Unila es uno entre varios proyectos sembrados para la construcción de otro sentido para la tierra y el trabajo en América Latina. En tiempos de múltiples crisis esta construcción exige una actuación rigurosa en el tema de la autocrítica colectiva, que sea capaz de consolidar el compromiso con un conocimiento de alta calidad y que nos permita transformar la sociedad históricamente desigual en la cual vivimos.


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NUESTRAMÉRICA EN LA ENCRUCIJADA PAR A AMPLIAR EL “CICLO PROGRESISTA” Armando Bartra Los gobiernos nacionales no tienen un poder ilimitado […] están constreñidos por […] el sistema mundo […] No obstante pueden hacer algo para aliviar las penurias, [lo que] es un avance, no un retroceso […] Pero si un movimiento va a ser un participante serio […] debe involucrarse en la transición a un sistema mundo alternativo. Es sólo cuando […] aprenden a combinar medidas de corto plazo que “minimizan las penurias” con esfuerzos de mediano plazo por […] un nuevo sistema, que podemos tener esperanza de arribar al resultado que deseamos.

or tres lustros, Nuestramérica ha sido un caldero social donde se cocinan cambios justicieros y libertarios. No revoluciones al modo de las del siglo XX, sino mudanzas emancipadoras de nuevo tipo impulsadas por una combinación de movimientos sociales y triunfos comiciales, que permitieron tanto rupturas drásticas con el orden anterior, como cambios graduales y acumulativos gestores de una nueva correlación de fuerzas y una inédita direccionalidad en el curso histórico subcontinental. Viraje con alzas, bajas y quiebres regresivos previsibles cuando la transición se opera con democracia y pluralismo político y no con dictaduras revolucionarias. Los triunfos de la derecha en las elecciones presidenciales de Argentina y en las legislativas de Venezuela son descalabros preocupantes que, sin embargo, no cancelan de un golpe comicial la fuerte inserción social de la izquierda en esos países. Los ríos profundos del llamado “ciclo progresista” no se han secado, siguen fluyendo y de lo que se trata es de alimentarlos. Y lo primero es ponderar los muchos y sorprendentes cambios hasta hoy operados.

R einventando la revolución

En vez de esto la revolución boliviana resultó de una feliz y comparativamente incruenta combinación de movimientos sociales y triunfos comiciales, operada concertadamente por organizaciones populares y partidos políticos. Y pudo consolidarse porque, a diferencia –por por ejemplo- de la Unidad Popular chilena en 1970, en Bolivia antes de triunfar en las elecciones ganaron reiteradamente las calles, o sea que antes de tomar el poder arriba tomaron el poder abajo.

José Mujica y Luiz Inácio da Silva

social y poder moral, combinando las acciones colectivas de masas con la concurrencia ciudadana a las urnas, también se ha mantenido en el gobierno ganando reiteradamente las elecciones. Ratificación comicial que hace de la boliviana una inédita revolución inobjetablemente democrática y políticamente pluralista, donde el proyecto revolucionario es sin duda hegemónico, pero las oposiciones también gobiernan al participar en minoría de los poderes Ejecutivo y Legislativo.

Pero no sólo la revolución se hizo Estado emergente, es decir poder político, poder

FOTO: Blog do Planalto

Me aproximaré por Bolivia a las mudanzas sociales nuestramericanas, porque conozco un poco mejor sus experiencias que las de otros países. Y lo primero es decir que el pueblo boliviano reinventó la revolución. En unos cuantos años de intenso activismo, los revolucionarios de ese país mediterráneo rehicieron el paradigma revolucionario, rediseñaron la revolución.

En el despegue del tercer milenio los pueblos andinos y amazónicos de Bolivia ensayaron una vía inédita, un curso de transformaciones nunca antes recorrido. Concibieron y realizaron una revolución nueva, un vuelco social que se aparta de la canónica revolución francesa de 1789, cuyo modelo siguieron con más o menos apego todas las revoluciones del siglo XX: derrocamiento violento del gobierno, expropiaciones y ejecuciones perentorias, dictadura revolucionaria y largos años de penuria si no es que de hambrunas y mortandad.

FOTO: Blog do Planalto

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Immanuel Wallerstein. La protesta contra los partidos predominantes

Dilma Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner

En cuanto al Estado, los bolivianos no lo refundaron simplemente porque en Bolivia no existía ni había existido un verdadero Estado nacional. Así las cosas, tuvieron que fundarlo, edificarlo desde sus cimientos. Y ya puestos a hacer, se les ocurrió diseñar un Estado que no tiene paralelo en Nuestramérica ni en el mundo, un “Estado plurinacional comunitario”. Presididos e impulsados por el primer gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) se gestaron un amplio Pacto de Unidad en que convergieron todas las fuerzas políticas y sociales, un plural

Proceso Constituyente y finalmente una nueva Constitución que, entre otras cosas, reconoce los derechos políticos y sociales de una treintena de pueblos originarios. Logros de sociedad y gobierno que cambiaron radicalmente el rostro político de Bolivia, un país nuevo que hoy garantiza la autonomía de todas las etnias, desde las que agrupan a millones de personas hasta las que no llegan a la decena de integrantes. En lo tocante a la economía, la que ha venido tejiendo la revolución boliviana es, por mandato constitucional, una quimera. Una abigarrada combinación de las más divergentes lógicas productivas. “Economía plural” en que coexisten y se entreveran empresas privadas, empresas públicas y emprendimientos sociales tanto familiares, como comunitarios y cooperativos. Todo bajo la conducción del Estado revolucionario cuyo encargo es erigir un paradójico “socialismo comunitario”. Y digo paradójico, porque antes se pensaba que el socialismo tenía como punto de partida al capitalismo, sistema que debía


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24 negar y superar, y a su vez el capitalismo suponía la previa disolución de la comunidad. Comunidad que en Bolivia persiste y, gracias a la revolución, se fortalece pues el Ayllu –la comunidad andina- es el cimiento del inédito orden al que esos pueblos quieren arribar.

hombres y las mujeres del subcontinente, el segundo es que el latinoamericanismo dejó de ser una fórmula vaga para convertirse en una pujante realidad manifiesta en que nos conocemos mejor y nos queremos más, pero también en debutantes instancias multinacionales como Alba, Mercosur, Celac, Unasur, Petrocaribe, entre otras.

Los pueblos bolivianos están haciendo camino al andar. Reinventaron la revolución, fundaron un nuevo Estado, han ido cambiando de carril la economía y lo están logrando sin penurias y con pluralismo político. Un milagro no caído del cielo sino hecho a mano y con mucho esfuerzo. Así contado, parece fácil. No lo ha sido. Y será más complicado ahora en que la economía mundial se estanca, caen los precios de las materias primas, refluyen los capitales y se elevan las tasas de interés, imponiendo severas restricciones a las economías emergentes, que de ahora en adelante tendrán que moverse en escenarios de estrechez.

Raúl Castro y Barack Obama

FOTO: Matthew Straubmuller

Hecho sin precedentes, el milagro histórico que representa una revolución de bienestar, y no de penuria como las de antes, fue posible porque el gobierno revolucionario supo aprovechar la coyuntura de altos precios de las materias primas y los productos primarios. Bonanza resultante de la combinación de una crisis civilizatoria de escasez, con progresivo agotamiento del petróleo y otros minerales y un aumento de la demanda resultante de la sostenida expansión de la economía mundial. Oportunidad excepcional que se hizo efectiva gracias a la decisión revolucionaria de rescatar la soberanía cedida a las trasnacionales, recuperando el control de los recursos naturales y de sus rentas. Lo que dio al gobierno la holgura económica necesaria para trabajar por la equidad e impulsar una generosa revolución de bienestar.

FOTO: David Levy

Por si fuera poco, la boliviana ha sido una revolución de bienestar. No sólo del “buen vivir” como paradigma y aspiración, sino del bienestar aquí y ahora. Una revolución que desde el principio se tradujo en mejores condiciones de vida y trabajo para las mayorías populares. Incremento del empleo, elevación de los ingresos y mayor cobertura y calidad de los servicios, que sacaron a muchos de la pobreza extrema.

Álvaro García Linera y Noam Chomsky

No terminó el “ciclo progresista”, como celebran algunos y lamentan otros, pero sí cambió de signo el ciclo económico. Lo que a su vez demanda cambiar el modelo inicial cuya palanca era la recuperación, inversión y redistribución de las rentas. Ahora más que antes, de lo que se trata es de depender cada vez menos de la puesta en valor de los recursos naturales y más del trabajo de los bolivianos y las bolivianas. Y en el difícil tránsito, pasar de la bonanza a la austeridad sin que mermen demasiado el respaldo y la energía social que han hecho posible la revolución. Este es el desafío. Documenta el tamaño del reto la constatable pérdida de respaldo que padecen las izquierdas cuando –como ha sucedido recientemente en Venezuela, Argentina y Brasil- al frenarse la economía se estanca o deteriora del nivel de vida de la gente. Lo que indica que la ideología no lo es todo y que, si bien no es lo único ni lo principal, pues cuentan, y mucho, la dignidad, la soberanía y las libertades, el bienestar de la población ha sido y es un pilar importante de las recientes revoluciones conosureñas.

Bolivia no es la excepción sino sólo un ejemplo. La mayor parte de los países del cono sur ha emprendido, cada uno a su modo, la apasionante aventura pos-neoliberal. Venezuela, Ecuador, Brasil, Argentina, Chile y Uruguay eligieron gobiernos de izquierda. Y aquí empleo “izquierda” en términos relativos: no una sustancia sino un lugar en

Dignidad, soberanía, libertades, reconocimiento de derechos, democracia, pluralismo y participación son dimensiones sociopolíticas del viraje en curso. Viraje que en el ámbito económico se tradujo en recuperación soberana de los recursos naturales y redistribución democrática de una parte de sus rentas, aprovechando para ello la fase expansiva global y la apreciación de las materias primas Ser oposición política o social es sencillo, todo consiste en señalar y combatir los males sistémicos que nos agobian. Ser gobierno es mucho más enredado. Simplificando, podríamos decir que la tarea de la oposición de izquierda es ir cambiando a favor del pueblo la correlación de fuerzas, mientras que un gobierno de izquierda debe en principio asumir la correlación de fuerzas de la que ha surgido y de donde viene su mandato. El gobierno tiene más recursos institucionales pero menos margen de maniobra, en cambio la oposición tiene menos aparatos institucionales pero mayor libertad de acción. Así el que la oposición devenga gobierno no debiera cancelar la movilización social. No sólo para apoyar al gobierno progresista sino para cuestionarlo y empujarlo desde abajo. A esto el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, lo llama “tensiones creativas de la revolución”. Aunque a veces no son tan creativas. Sea porque los gobiernos progresistas pierden impulso o extravían el rumbo, sea porque las oposiciones sociales y políticas se dejan arrastrar por el inmediatismo y los particularismos, lo que eventualmente las lleva a fortalecer movimientos de derecha. Una derecha latinoamericana que –atención- está descubriendo que también los movimientos sociales pueden ser su arma.

Diego Armando Maradona y Evo Morales

La aventura pos-neoliberal

Rechazar las tóxicas recetas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, y hacerlo en países como los nuestros, atrapados por una economía globalizada, en que siguen imperando las trasnacionales y el capital financiero especulativo, no es fácil. Y menos cuando las oligarquías locales y el imperio presionan por todos los medios, golpismo incluido, para evitar que nos salgamos del redil.

espectro político de los contendientes. Gobiernos pos-neoliberales también llamados “progresistas” que resultaron del hartazgo y repudio de los pueblos al capitalismo desmecatado y canalla que se impuso en el último tercio del siglo XX. El saldo primero y mayor del vuelco es la dignidad, la autoestima que hoy tienen los

En esta coyuntura, algunos temas polémicos cobran visibilidad al ser retomados por expertos y analistas. Uno es el del llamado “extractivismo”, término con el que se estigmatiza a las políticas de Estado que, además de ocasionar deterioro socio ambiental, conducen a una excesiva e insostenible dependencia económica respecto de las exportaciones primarias. Otro tema sensible


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FOTO: Blog do Planalto

cesos de la izquierda gobernante son, en parte, resultado de sus avances, pues la mayor base social de las fuerzas conservadoras son las clases medias, robustecidas por los gobiernos y las políticas que hoy combaten.

Hugo Chávez, Luiz Inácio da Silva y Cristina Fernández de Kirchner

Un ejemplo: en Argentina el gobierno de Cristina Fernández dio la batalla contra la poderosa oligarquía del campo para incrementar la renta agrícola captada por el Estado y destinada a servicios públicos y otros gastos sociales. Su política fue acusada por cierta izquierda de extractivista por lo primero y clientelar por lo segundo. Ahora los voceros del presidente Mauricio Macri anuncian que se cancelarán o reducirán las retenciones agrícolas estatales, merma que obligará a aumentar los precios de los servicios públicos y deteriorará el nivel de vida de los argentinos. ¿De verdad es tan malo recuperar y redistribuir las rentas? ¿De veras todos los gobiernos no pos-capitalistas son iguales?

FOTO: Presidencia de la República del Ecuador

es la dificultad de conciliar los derechos autonómicos de los pueblos originarios con el interés nacional presuntamente representado por el Estado. Son estas, sin duda, cuestiones importantes, pero pienso que la forma más productiva de debatirlas es ubicándolas en su contexto, pues transformar toda discrepancia en una cuestión “de principios”, como acostumbran cierta academia y algunas ONGs que hacen de esas batallas su razón de ser, no favorece el diálogo ni ayuda a encontrar puntos de coincidencia.

Rafael Correa y Néstor Kirchner

soberana de los recursos naturales y redistribución democrática de una parte de sus rentas, aprovechando para ello la fase expansiva global y la apreciación de las materias primas.

En 1998 Venezuela dio la señal de salida y años después, al encabezar con Lula, Kirchner y Evo la derrota del Alca e inaugurar los tiempos del Alba, Hugo Chávez devino el padre fundador de la nueva América bolivariana. Emblema de la indianidad empoderada, Evo Morales es artífice del primer Estado plurinacional comunitario del continente y del mundo. La nueva Constitución de Ecuador le mueve el piso a la teoría jurídica liberal, reconociendo los derechos de la Pachamama. Los gobiernos del brasileño Partido de los Trabajadores redujeron dramáticamente la desigualdad social en uno de los países más desiguales del planeta. Los Kirchner llevaron a la Argentina del “corralito” y el “¡que se vayan todos!” a la tenaz reconstrucción tanto de la economía como

FOTO: Antonio Cruz

Pero en el terreno de las ideas de izquierda, el problema mayor que yo encuentro es que una parte del pensamiento crítico sigue mirando con ojos del siglo XX los procesos ocurridos en el cono sur en el arranque del siglo XXI. Sigue pensando en una revolución y un socialismo que quedaron atrás, y es incapaz de percibir las vertiginosas y felicísimas novedades revolucionarias que nos trajo el tercer milenio.

Fernando Lugo

de la dignidad nacional. Y los gobiernos de izquierda ganaron elecciones una y otra vez.

¿Fin del “ciclo progresista”?

Dignidad, soberanía, libertades, reconocimiento de derechos, democracia, pluralismo y participación son dimensiones sociopolíticas del viraje en curso. Viraje que en el ámbito económico se tradujo en recuperación

De estos logros y de los factores que los posibilitaron, lo que sin duda terminó con la caída de las commoditie, es el ciclo económico anterior y el modelo de desarrollo en él sustentado, no necesariamente el ciclo político social. Dimensiones macroeconómica y sociopolítica que están relacionadas, pues, como dije antes, la legitimidad de los gobiernos de izquierda depende en parte del bienestar y la inclusión social que han propiciado, pero que no deben confundirse. Como tampoco deben confundirse los descalabros o derrotas electorales de la izquierda, con cambios equivalentes en la correlación de fuerzas. A fines de 2015, en Argentina la derecha de Cambiemos le ganó las elecciones al Frente para la Victoria, mientras que en Venezuela el Gran Polo Patriótico impulsado por el Partido Socialista Unificado perdió la mayoría legislativa frente a la Mesa de Unidad Democrática, en tanto que en Brasil los conservadores capitalizan el desgaste del gobierno de Dilma Rousseff y lo mismo sucede en Ecuador con la oposición a algunas propuestas del gobierno de Correa. Paradójicamente estos retro-

Pero este eventual vuelco en las mayorías electorales no debe confundirse con un vuelco proporcional en la hegemonía que durante varios lustros fueron construyendo los gobiernos de izquierda y los movimientos sociales, a veces antisistémicos, que los llevaron al poder. El rechazo al neoliberalismo, el derecho de los pueblos a gobernarse y el valor de las libertades políticas y de la justicia social redistributiva se han vuelto gramsciano sentido común, tan así que la derecha tiene que retomarlas, así sea de dientes para afuera, si quiere avanzar electoralmente. En Argentina Macri la tiene cuesta arriba pues, además de enfrenar un Legislativo en contra, no le será fácil desmontar lo construido por el kirchnerismo. Y una cosa es ganarle la mayoría legislativa al chavismo palanqueándose en el impacto social que tiene la caída del petróleo y otra suponer que en Venezuela se ha diluido el protagonismo popular de los tres lustros recientes. En Ecuador Correa ha dejado claro que ya no piensa reelegirse de manera consecutiva, lo que no significa que Alianza País deje de gobernar. Nadie debiera sobreestimar los módicos retrocesos electorales del boliviano Movimiento al Socialismo. Y tampoco debiera darse por muerto en Brasil al Partido de los Trabajadores y al propio Lula da Silva. La revolución caló en las conciencias, en las prácticas sociales y en las instituciones y estas son sus mayores trincheras. Para remontar las dificultades que provienen del ciclo económico regresivo, es necesario un cambio drástico en el modelo de desarrollo, que del énfasis en la actividad primario exportadora habrá de transitar a una economía de la transformación sustentada no tanto en los recursos naturales de la región como en el trabajo de sus pobladores. En esto coincidimos casi todos los analistas de izquierda. La diferencia está en que para algunos se trata de rectificar el que consideran grave error extractivista, mientras que para otros como yo, la recuperación soberana de los recursos naturales y redistribución de una parte de las rentas por ellos generadas fueron decisiones éticamente necesarias, políticamente adecuadas y económicamente pertinentes que por un rato hicieron posible la continuidad y estabilización de las mudanzas pos-neoliberales del subcontinente. Decisión virtuosa pero necesariamente transitoria e insostenible en el mediano plazo, la cual ciertamente debilitó las políticas paralelas de fomento productivo que, habiéndose planteado desde el principio, tuvieron sin embargo que competir con la lógica del mercado que convoca a maximizar los resultados económicos inmediatos provenientes de las rentas, y con la lógica político electoral (¿clientelar?) que convoca a privilegiar los avances también inmediatos en bienestar por sobre la sostenibilidad estratégica de los mismos. Se los dijo Raúl Castro en una reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) celebrada en 2014: “Hemos padecido el problema de no haber traducido los periodos de altos precios de los productos naturales que se exportan, en


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FOTO: Agência Brasil

Lo que supone, también, modificaciones sustantivas a la estrategia, las tácticas y el dispositivo político social, pues no es lo mismo gobernar continuadamente en condiciones de bonanza que hacerlo en un marco de carencias, restricciones y por tanto crecientes oposiciones. Fuerzas de derecha que eventualmente ganarán elecciones, no sólo porque el imperialismo y las oligarquías juegan sucio, también porque de eso trata el pluralismo democrático. Un sistema político donde la capacidad de recuperar en subsecuentes elecciones lo circunstancialmente perdido en unos comicios depende de la habilidad política que se tenga para asumir eventuales derrotas en las urnas sin por ello desfondarse.

FOTO: Antonio Marín Segovia

procesos de desarrollo de largo plazo”. Lo padeció Cuba, lo padece gravemente Venezuela, lo padecen en mayor o menor grado todos los países que viraron a la izquierda. Y es que en la medida en que se mueven en medio de una economía de mercado y gobiernan en el marco incierto de la pluralidad política, el cambio de pista esbozado es de extrema dificultad. Pero no hay de otra. La nueva fase de la revolución nuestramericana pasa por la conversión del modelo económico.

Michelle Bachelet

Hugo Chávez y Fidel Castro

poco vamos formando parte del generoso, multicolor y carnavalesco otromundismo nuestramericano. *

Para no retroceder hay que avanzar

Estoy convencido de que, pese a la ofensiva de la derecha y a que el contexto macroeconómico es desfavorable, el proyecto libertario y justiciero seguirá calando en las conciencias, las prácticas y las instituciones como lo ha hecho en los pasados tres o cuatro lustros, de modo que la izquierda continuará gobernado donde ya lo hace o cuando menos siendo socialmente imbatible donde haya perdido provisionalmente la mayoría. Confío también en que gobiernos y pueblos serán capaces de radicalizar los cambios socioeconómicos, transitando de forma paulatina del modelo primario exportador redistributivo sustentado en la puesta en valor de los recursos naturales a otro sustentado en el trabajo, la productividad y el mercado interno. Pero mi apuesta mayor no es tanto que en el cono sur se conserve en lo fundamental lo ganado como que el ciclo progresista se amplíe y que la izquierda avance todavía más. Y ese avance tendrá que ser sobre todo en Colombia y en México, dos grandes países del subcontinente hoy gobernados por la derecha neoliberal, pero donde el descontento es grande y se aprecian progresos políticos y sociales de las izquierdas. En Colombia son muy alentadores los acuerdos de paz con la guerrilla, que la coyuntura obligó a firmar a un gobierno tan de derecha como el de Santos, y paralelamente movimientos sociales como los dos Paros Nacionales Agrarios que ponen dentro de sus fronteras, y no en La Habana, el debate sobre el futuro del país. En México el crimen de Iguala rompió el dique liberando la soterrada indignación popular, de modo que va quedando atrás el pasmo en que nos sumió el retorno del PRI a la Presidencia, y a la mitad del sexenio el gobierno de Peña Nieto está profundamente desacreditado y por momentos peligrosamente acorralado.

FOTO: Presidencia de la Nación Argentina

Atrevámonos a ser optimistas. En el tercer milenio América Latina es un pasmoso laboratorio de innovación social en donde todos los días se reinventa el futuro. Ha habido tropiezos y habrá fracasos pero creo que en perspectiva vamos de gane.

Cristina Fernández de Kirchner y el papa Francisco

Pese a que en años recientes los mayores protagonistas del cambio fueron los gobiernos de avanzada y no los movimientos sociales que lo dinamizaron al principio, la izquierda escéptica sostiene que en tres lustros nada memorable hicieron las administraciones disque progresistas del cono sur. Contradictoriamente sostiene también que lo que hicieron fue insuficiente y por añadidura pronostica que ya no lo harán más pues su ciclo terminó. Mensaje que, amén de incoherente, es extremadamente desalentador para los mexicanos y en general los que aún estamos en esta orilla y cuando nos animemos a tirarnos al agua nos costará más cruzar porque hay viento en contra. Por suerte el balance es erróneo y el pesimismo infundado. Lo que ha venido ocurriendo en la orilla de enfrente bien vale un chapuzón. Como se ha visto en mi reseña, son abundantes los saldos positivos del viraje subcontinental, y lejos de cerrarse, el ciclo progresista continúa. Nuestros hermanos del cono sur nos aguardan. No los hagamos esperar.

Posdata

Barack Obama, Nicol

Y si Colombia y México se suman pronto al frente progresista, el efecto será continental, en todas partes se fortalecerá la izquierda y el ciclo de cambios será imparable. Y no estoy pensando sólo en las posibilidades de ampliar el bloque económico sino, y sobre todo, en el vuelco en la correlación de fuerzas continental que supondría el que dos grandes países se añadieran a la convergencia.

Para nosotros, asumir el papel geoestratégico que nos tocó es un desafío y una gran responsabilidad. Responsabilidad grande porque hoy luchamos por nuestra propia emancipación pero también por hacer la parte que nos toca en la emancipación del subcontinente. La ventaja es que ya no estamos solos, pues nos vamos integrando a un potente movimiento multinacional, poco a

“No puedo hablar mucho porque a las 12 de la noche me convierto en calabaza”, dijo Cristina Fernández ante cientos de miles que la despedían. Y sí, a las 12 de la noche del 9 de diciembre de 2015 la presidenta de Argentina se bajó de la carroza gubernamental para reincorporarse a la calabaza plebeya. No lo dijo con amargura, cólera o derrotismo, pues la mujer que junto con su esposo Néstor Kirchner más coadyuvó a que ese país conosureño recuperara la dignidad, sabe bien que “el lugar natural del militante no es siempre el gobierno sino… el pueblo”. Y además tiene una convicción, una seguridad que debiéramos compartir quienes a veces nos sentimos tentados a confundir fracasos electorales con fines de ciclo y derrotas definitivas. “Estoy convencida –dijo– de que la gente va a defender cada uno de los derechos adquiridos”. No podía haberse despedido mejor. ¡Salud Cristina!


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