ROMA

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MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA CULTURA CLÁSICA 3º E.S.O.


ÍNDICE

-Roma. -Los orígenes de Roma: del mito a la historia. -Roma en geográfico.

sus

marcos

histórico

y

-El latín y las lenguas románicas. -Grandes hitos de la literatura latina . -La sociedad romana de la República al imperio: instituciones y derechos romanos. -Obras públicas y urbanismo. -La Hispania romana.

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¿De dónde viene el nombre de Roma? Pues Dios sabe por qué, quién y cuando llamaron a esa pequeña ciudad Roma. Tenemos la opción de la colonia etrusca, ya que 'Rumon' en etrusco quiere decir 'río' y es muy probable que al estar situada la colonia al lado del Tíber le dieran ese nombre. También tenemos que Roma pudiera venir de Rómulo, pero aquí viene una cosa y es que Rómulo significa 'pequeña Roma' por lo tanto, ¿no es más probable que le hubieran puesto el nombre de Rómulo después? En fin, fuese como fuese el caso es que ha pasado a la historia con el nombre de Roma.

1.-De la Roma Clásica a la Roma actual

La antigua Roma nació como ciudad y murió como imperio. Desde que Rómulo, según la mitología, fundara la ciudad en el siglo VIII a.C. sus habitantes supieron como asimilar para posteriormente enseñar. Se enfrentó a las naciones dominadoras de su época y las primeras derrotas las transformaron en victorias consiguiendo la hegemonía de prácticamente todo el mundo civilizado. Desgraciadamente, tras doce siglos de existencia y con un extenso territorio donde gobernar, las insurrecciones internas y las invasiones externas hicieron que el espíritu de Roma se perdiera. La Roma actual es ciudad y capital tanto de Italia como de la región del Lacio y de la provincia de Roma, situada junto al río Tíber, en la parte central del país cerca del mar Tirreno. La Ciudad del Vaticano, ubicada en su mayor parte en el interior de Roma, es la sede del papado de la Iglesia católica, reconocido como estado independiente por el gobierno italiano en el año 1929 por los Pactos de Letrán. La majestuosa cúpula de la basílica de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano, sobresale sobre el horizonte de la ciudad. Roma ha sido la capital de la Italia unificada desde 1871. Roma actual

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Roma Clásica 2.-Los orígenes de Roma

2.1.-Diversas hipótesis sobre la fundación de la ciudad (753 a.C.) Pues bien, ya tenemos a Italia, a mediados del siglo VIII a.C. con multitud de poblados y ciudades tanto sabinas, como latinas como etruscas. Una vez ubicados vayamos por cada una de las hipótesis (en algunos casos con gran parte de leyenda). Hipótesis primera, los albalonganos La ciudad más importante por esos lares cerca del Tiber era Alba Longa, capital del Lacio. De allí se supone que un día partieron un puñado de jóvenes (más o menos un centenar entre los que quizás se encontrasen Rómulo y Remo) y que unos 12 Km. más hacia el norte fundaron Roma. Eligieron ese lugar por diversas razones, principalmente porque estaban a unos 20 Km. del mar a resguardo de los piratas que pululaban por la zona, además el brazo de rió que conducía al mar podía ser convertido en puerto ya que era navegable y las colinas que la rodeaban actuaban de protección. Así que se instalaron pero, tenían un problema, la mayor parte eran solteros y no es que las mujeres abundasen. En fin, hay que volver otra vez a la leyenda (por mucho que me pese). La leyenda cuenta que Rómulo para conseguir mujeres organizó una gran fiesta, con el fin de celebrar el nacimiento de la ciudad, e invitó sus vecinos los sabinos, con su rey Tito Tacio y sobre todo a sus hijas. Éstos acudieron y aquellos les robaron a sus hijas.

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No era de extrañar que al día siguiente acudieran los padres y hermanos de estas mujeres armados hasta los dientes y dispuestos a todo con tal de recuperarlas. Los sabinos sitiaron el Monte Capitolino (donde se encontraba la ciudad) y así estuvieron un tiempo. Pero los romanos cometieron un error, le dieron las llaves de la fortaleza a una chica romana llamada Tarpeya, según cuentan hija del jefe romano (Rómulo o quien fuera) y también, según cuentan, una chica enamorada de Tito Tracio. Los sabinos le convencieron para que abriera las puertas de la ciudad acordando que éstos le darían lo que llevaban en sus brazos izquierdos (lo que Tarpeya quería era los brazaletes de oro que los sabinos usaban), así una noche ella abrió secretamente las puertas y los primeros sabinos conforme iban entrando arrojaban sus escudos (pues también los llevaban en el brazo izquierdo) sobre Tarpeya, que murió aplastada. Tiene gracia la cosa, el caso es que a los sabinos no les gustaban mucho los traidores (aunque fueran a su favor) y esa fue una forma de recompensarla sin traicionar a su palabra. En ese instante comenzó la batalla y fue cuando se produjo una situación nueva. Las mujeres sabinas que habian sido secuestradas se interpusieron en el combate ya que no querían quedarse huérfanas (si morían sus padres) o quedarse viudas (si morían sus maridos romanos a los que les habian tomado cierto cariño). Así que decidieron dejar de matarse y regularizar los matrimonios. Y Rómulo y Tracio acordaron gobernar juntos, ambos con el título de rey, aunque éste último murió pronto y Rómulo quedó como único rey de Roma.

Hipótesis segunda, versión 'light' de la primera Tras haber fundado Roma tanto los romanos como los sabinos decidieron mezclarse voluntariamente ante algún enemigo común como podrían ser los etruscos que se habían extendido por la Toscan y Umbría y que avanzaban hacia ellos provistos de una tecnología mucho más avanzada. Y claro, con esa mezcla o unión también vinieron los matrimonios mixtos. Pese a que era una ciudad nueva ya tuvo que vérselas con un poderoso rival y los venció mediante diplomacia primero y con mucho valor después, aunque necesitó siglos.

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Hipótesis tercera, unión de aldeas vecinas La zona de las siete colinas (donde más tarde se alzaria Roma en todo su esplendor) estaba habitada por varias aldeas y con el paso del tiempo tres de esos poblados decidieron unirse. Cada uno de los cuales aportaba una 'tribu': una de sabinos, otra de latinos y otra de etruscos. Hipótesis cuarta, la colonia etrusca

Los etruscos recorrían con sus barcos toda la costa occidental de Italia ya que eran grandes comerciantes. Viajar por tierra en aquella época era bastante peligroso, no habian caminos y la región estaba llena de bosques y animales peligrosos, así que hacerlo por mar era más seguro aunque se requerian largas jornadas y puestos para abastecerse. Por eso la desembocadura del Tíber era un buen sitio pues podian internarse con los barcos por la bahía y comerciar con las aldeas latinas y sabinas. Por ello fundaron una colonia en el Tíber a la que llamaron Roma (que proviene de 'Rumon' que en etrusco quiere decir 'río). Allí dejaron algunos marineros y mercaderes que tenían que hacerse cargo de una especie de astillero para la reparación de los barcos que quedaban deteriorados en la travesía y de los almacenes de provisiones y víveres para que estos se abastecieran. El caso es que igual los etruscos de Roma sentían su traslado allí como un castigo y mientras tanto algunos grupos de latinos y sabinos se acercaban a ellos para comerciar. Cada vez llegaban más y más, sabinos y latinos, y es probable que un día decidieran unirse y vivir juntos. La unión entre ellos se hizo normal y dió lugar a que Roma creciera. Muchos historiadores afirman que Rómulo de hecho era un etrusco, aunque en fin, etrusco, sabino o latino eso da igual, lo que si es muy probable es que Remo ni siquiera existió.

2.2.-Mitología Mitología romana, creencias, rituales y otras prácticas concernientes al ámbito sobrenatural que sostenía o realizaba el antiguo pueblo romano desde el periodo legendario hasta que el cristianismo absorbió definitivamente las religiones del Imperio romano a principios de la edad media. Las religiones primitivas romanas se modificaron tanto por la incorporación de nuevas creencias en épocas posteriores, como por la asimilación de gran parte de la mitología MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


griega. Así pues, la religión romana se consolidó antes de que comenzase la tradición literaria, por lo tanto, los primeros escritores romanos que se ocuparon de ella desconocían sus orígenes en la mayor parte de los casos, tal como el polígrafo del siglo I a.C. Marco Terencio Varrón. Otros escritores, como el poeta Ovidio en sus Fastos, con una gran influencia de los modelos alejandrinos, incorporaron creencias griegas para llenar los vacíos de la tradición romana. El ritual romano distingue claramente dos clases de dioses, los di indigetes y los di novensides o novensiles. Los indigetes eran los dioses nacionales protectores del Estado y los títulos de los primeros sacerdotes, así como las festividades fijas del calendario, indicaban sus nombres y naturaleza; treinta de esos dioses eran venerados en festivales especiales. Los novensides fueron divinidades posteriores cuyos cultos se introdujeron ya en el periodo histórico. Las primeras divinidades romanas incluían, además de los di indigetes, una serie de dioses, cada uno de los cuales protegía una actividad humana y cuyo nombre se invocaba cuando se ejecutaba dicha actividad, la cosecha, por ejemplo. Fragmentos de un viejo ritual que acompañaba actos tales como arar o sembrar revelan que en cada fase de la operación se invocaba una divinidad diferente, cuyo nombre derivaba regularmente del verbo correspondiente a la acción que se realizaba. Esas divinidades pueden agruparse bajo el término general de dioses auxiliares o subalternos, a quienes se invocaba junto con las divinidades mayores. El primitivo culto romano no era tanto politeísta como polidemonista: adoración a los seres invocados por sus nombres y funciones, y el numen o poder de cada divinidad se manifestaba de maneras muy especializadas.

2.3.-Dioses romanos El carácter de los indigetes y sus festivales muestran que el primitivo pueblo romano no era sólo una comunidad agrícola sino que también practicaba la lucha y la guerra. Los dioses representaban claramente las necesidades prácticas de la vida cotidiana, tales como las sentía la comunidad romana a la cual ellos pertenecían. Estaban escrupulosamente acordados los ritos y las ofrendas que se consideraban adecuadas. Así, por ejemplo, Jano y Vesta guardaban las puertas y el hogar, los lares protegían el campo y la casa, Pales, los ganados, Saturno, la siembra, Ceres, el crecimiento de los cereales, Pomona, los frutos, y Consus y Ops, las cosechas. Hasta el majestuoso Júpiter, el soberano de los dioses, era venerado por la ayuda que sus lluvias podían dar a las granjas y a los viñedos. En un sentido más amplio se le consideraba como el que tenía el poder sobre el rayo, era el encargado de regir la actividad humana y, dado su poder omnímodo, protegía a los romanos en sus actividades militares en las fronteras de su propia comunidad. En los primeros tiempos sobresalían los dioses Marte y Quirino, a menudo identificados entre sí. Marte era un dios protector de los jóvenes y de sus actividades, especialmente de la guerra; se le honraba en marzo y MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


en octubre. Los modernos investigadores piensan que Quirino era el patrono de la comunidad armada en tiempo de paz. A la cabeza del panteón más antiguo estaba la tríada formada por Júpiter, Marte y Quirino (cuyos tres sacerdotes, o flamines, pertenecían a la jerarquía más alta), y Jano y Vesta. Estos dioses tenían en los primeros tiempos una individualidad poco definida, y sus historias personales carecían de bodas y genealogías. A diferencia de la mitología griega, no se consideraba que los dioses actuaran como los mortales, por lo que no existen muchos relatos de sus actividades. Este culto, más antiguo, se asociaba con Numa Pompilio, el segundo rey legendario de Roma, cuya consorte y consejera, según se creía, era la diosa romana de las fuentes y de los partos, Egeria. Sin embargo, se añadieron nuevos elementos en una fecha relativamente temprana. La leyenda asignaba a la casa real de los Tarquinos el establecimiento de la gran tríada capitolina: Júpiter, Juno y Minerva, quienes poseían el lugar supremo en la religión romana. Otras incorporaciones fueron el culto de Diana en el Monte Aventino y la introducción de los Libros Sibilinos, profecías sobre la historia del mundo que, según la leyenda, obtuvo Tarquino a finales del siglo VI a.C. de la Sibila de Cumas.

3.-Roma en sus marcos histórico y geográfico. 3.1.-Marco histórico La crisis general que el Imperio Romano atraviesa en el siglo III había llevado a una fragmentación del poder político (tetrarquia) hasta entonces detentado por la persona del emperador. Al convertir CONSTANTINO EL GRANDE la antigua colonia griega de bizancio en capital del imperio oriental(año330), razón por la que toma el nombre de Constantinopla, no hace sino culminar un proceso que aseguraba la pervivencia del Imperio de Oriente a la caída del sector occidental y de su capital Roma. La separación de ambas partes del imperio se consumara a la muerte del emperador TEODOSIO (395), así como la división definitiva del extenso imperio entre sus hijos Honorio, heredero del occidente, y ARCADIO, que recibió el oriente. Primera Etapa:395-850 La primera etapa del imperio bizantino comprende desde la época de la dinastía Teodosia hasta mediados del siglo IX, destacando el reinado de MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


Justiniano(527-565),quien intento reconstruir el Imperio Romano, aunque sus conquistas en el mediterráneo no se mantuvieron sino un breve tiempo. Los fundamentos culturales del imperio bizantino serán básicamente el derecho y la administración romana, el idioma y la civilización griega y las creencias y las costumbres cristianas. Desde el punto de vista del poder político se va consolidando la posición autocrática con intervención en los asuntos religiosos, poniendo en práctica un modo de actuar conocido con el nombre de cesaropapismo. Las invasiones musulmanas de los siglos VII y VIII ponen en una situación crítica al Imperio Bizantino que debe adecuar su división administrativa a las exigencias bélicas y estrategias defensivas. En el año 726 LEON ISAURIO dicta la prohibición de exhibir y reproducir imágenes postura que solo cesara con el levantamiento de tal prohibición por la emperatriz TEODORA en 843, permitiendo de nuevo el culto a las imágenes. Segunda Etapa: 850-1050 A finales del siglo X el Imperio Bizantino alcanza la dinastía Macedonia, consigue relanzar el poderío bizantino y construir una etapa de esplendor una vez finalizada "la guerra de las imágenes". El poder absoluto de la monarquía se refuerza constantemente, al propio tiempo que el aparato administrativo sufre un proceso intenso de burocratización. Tercera Etapa: 1050-1453 Desde mediados del siglo XI hasta la caída de Constantinopla (1453), el imperio bizantino recorrerá una etapa de progresiva decadencia. Desde el siglo XV quedara reducido a la capital, Constantinopla. El proceso de feudalización y el incremento de la propiedad territorial latifundista Irán minando las bases fiscales y militares del imperio. El poder central pierde paulatinamente autoridad y el territorio se vera atacado simultaneamente por normandos, venecianos, cruzados y finalmente por los turcos. Las tensiones religiosas con Roma irán creciendo de modo incontenible: en 1054 se produce el cisma de la Iglesia Oriental dirigido por el patriarca de Constantinopla. Miguel Cerulario. Las persecuciones contra los católicos justificarán la intervención de los codiciosos comerciantes venecianos, quienes apoyan una cruzada en la que quedarán unidos los intereses económicos y políticos con los religiosos. La fundación del imperio latino (1204-1261), como consecuencia de la cuarta cruzada, culminará estos procesos y coincidirá con la aparición de

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otros reinos independientes (Nicea, Trebisonda, Salonica) y la consolidación de los imperios veneciano y genovés. El fin del imperio latino no significo la recuperación del imperio bizantino, pues era ya imposible y acabara bajo la dominación otomana.

3.2.-Marco geográfico

4.-El latín y las lenguas románicas

Lengua latina, idioma de la Roma antigua y de los territorios del Lacio. Gracias a la expansión del pueblo romano el latín llegó a todo el mundo entonces conocido y se convirtió en lengua predominante de Europa occidental. Se ha empleado el latín en la enseñanza superior y en las relaciones diplomáticas hasta el siglo XVIII y sigue siendo la lengua universal de la iglesia católica. No era lengua nativa de Italia, sino que en tiempos prehistóricos el latín fue traído a la península Itálica por unos pueblos que procedían del norte. El latín pertenece a la familia de lenguas indoeuropeas y es miembro de la subfamilia itálica; por otro lado es el antecedente inmediato de las actuales lenguas románicas. En el conjunto de las lenguas indoeuropeas, que no eran itálicas, se encontraba relacionado con el sánscrito y el griego, y con las subfamilias céltica y germánica. Una vez introducido en Italia fue el dialecto de la región de Roma. Las lenguas itálicas están constituidas por el grupo latino al que pertenecieron los dialectos falisco, latino y algunos otros dialectos, y por otro lado el osco y el umbro menos documentados. Las primeras inscripciones en latín son del siglo VI a.C., en tanto que los primeros textos escritos son ligeramente anteriores al siglo III a.C. Sufrió la influencia de los dialectos célticos del norte de Italia, de la lengua etrusca, que no era indoeuropea, y se hablaba en el región central de la península Itálica, y del griego que se hablaba en el sur antes del siglo VIII a.C. Bajo la influencia de la lengua y la literatura griega, que se tradujo al latín ya

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en la segunda mitad del siglo III a.C., se convirtió en una lengua de cultura con literatura propia. Se suelen considerar cuatro periodos que corresponden a los de la literatura latina:

1 Periodo antiguo Se fija entre el 240 hasta el 70 a.C. En él se incluyen los autores Ennio, Plauto y Terencio.

2 Edad de oro Abarca desde el año 70 a.C. hasta el 14 d.C. En este periodo se incluyen los prosistas Julio César, Cicerón y Tito Livio, los poetas Catulo, Lucrecio, Virgilio, Horacio y Ovidio. En esta época la lengua alcanza las más altas cotas de expresión artística tanto en prosa como en verso y permite una enorme riqueza y flexibilidad.

3 Edad de plata Va desde el año 14 hasta el 130. Se caracteriza por permitir la expresión retórica y ornamental, así como la concisión y el epigrama, todo lo cual se encuentra en la obra del filósofo y dramaturgo Séneca y en los escritos del historiador Tácito.

4 Edad del bronce o periodo tardío Se extiende entre el siglo II al VI (c. 636), en el se incluye la literatura de los santos padres de la Iglesia, también llamada la Patrística. En aquellos momentos las tribus bárbaras introducen en la lengua numerosos préstamos léxicos y sintácticos; a esta forma del latín se le ha llamado lingua latina opuesta a la lingua romana, que es la forma en que se estudia este idioma.

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5.-Grandes Hitos de la Literatura Latina

INTRODUCCIÓN En Roma existía una antigua tradición teatral (si podemos llamarla así), ligada a las manifestaciones religiosas, cuyos participantes danzaban, se movían y representaban como una parte más del ritual. Sabemos también de diversas manifestaciones en que el diálogo era parte esencial, como, por ejemplo, los cantos de banquete. Sin embargo, no existía una tradición teatral propiamente dicha, es decir, escénica, con autores y combinación de diálogo y gesto, ni mucho menos existen formas teatrales literarias. La conquista de las ciudades griegas del sur de Italia y de Sicilia puso a los romanos en contacto con la gran tradición teatral griega, de gran arraigo en la Magna Grecia. Así, los magistrados encargados de la organización de los diversos ludi o juegos de carácter religioso incluyeron las representaciones teatrales como una parte integrante de los mismos, tal como ocurría en Grecia. En efecto, la primera representación teatral que conocemos en Roma data del año 240 a.C., justo un año después del final de la Primera Guerra Púnica, que supuso el control romano sobre la isla de Sicilia. La composición de estas piezas teatrales fue encargada a los autores de más fama (Andrónico, Nevio, Enio), que se limitaron a adaptar al latín originales griegos. Fueron también estos autores los que promovieron la creación de compañías de actores y los que, sobre todo, acostumbraron al público a asistir a las representaciones.

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Actores y máscaras de comedia La tradición teatral griega incluye dos grandes géneros (si hacemos excepción del drama satírico): la tragedia y la comedia. La comedia, de orígenes inciertos, fue en principio una comedia de tipo político: en la escena aparecían ciudadanos quejosos de diferentes problemas más o menos preocupantes (la guerra, la administración de justicia, la educación, etc. ). El gran representante de esta comedia (llamada "antigua") es Aristófanes. Posteriormente la comedia evolucionó en Grecia hacía la llamada “nueva” o “comedia burguesa de costumbres” representada por Menandro, Fue este último tipo de comedia (la “nueva”, representativa del siglo IV ateniense) la que se cultivó en Roma, donde las circunstancias políticas hacían simplemente imposible el desarrollo de una comedia de tipo aristofánico. Como ocurrió con casi todos los géneros literarios, los autores romanos tomaron y adaptaron la parte material, pero la dotaron de un espíritu profundamente romano. Surge así en Roma el género cómico llamado palliata.

1. LA COMEDIA PALLIATA Y SUS SUCESORAS La fabula palliata o simplemente palliata tiene las siguientes características: 1. El tema, el ambiente, el nombre de los personajes, sus vestiduras (el pallium griego frente a la toga romana) y las ciudades en que se desarrolla la acción son griegos. 2. Está inspirada en comedias originales griegas, fundamentalmente de Menandro. A veces no se inspira en un solo argumento, sino que funde varios. 3. Es una comedia de personajes típicos (no hay creación de personajes ni estudio psicológico de los mismos ) Los principales autores de palliatas en Roma son Plauto y Terencio, separados entre sí por casi dos generaciones y de característica bien diferentes entre sí, como veremos.

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Sin embargo, la palliata se agotó con estos dos autores, y su éxito ya con el primero de ellos. El género fue sustituido por la llamada fabula togata, de iguales características que la palliata, pero de tema y personajes romanos. La togata apenas tuvo éxito y rápidamente fue sustituida por la llamada fabula atellana o comedia itálica, espontánea y popular, que. sin embargo, tuvo escaso cultivo literario. Todos los géneros fueron, a su vez, depuestos por el mimo (una manifestación escénica dialogada, un tanto improvisada y obscena, que fue cultivada literariamente) y la pantomima (una especie de ballet cómico ), de gran éxito entre el público y que pervivieron hasta bien entrada la época imperial. En cuanto a los aspectos materiales del teatro romano, cabe decir que en Roma no hubo teatros estables hasta época avanzada. Las representaciones, un tanto improvisadas, tenían lugar en tablados levantados en zonas concurridas y, en el comienzo, no existían ni decorados ni telón. Los representantes (salvo en el mimo) son todos hombres y a menudo cada actor representaba varios papeles. a. Plauto No sabemos demasiado sobre la vida de este Tito Macio Plauto (ni siquiera si ese era su verdadero nombre completo) Sabemos, sin embargo, que era un itálico, pero desconocemos las circunstancias en que llegó a Roma: tal vez como esclavo o como comerciante o como soldado En cualquier caso, todo indica que fue actor y director de una compañía teatral y que, pese a ser extranjero, llegó a dominar el latín con una gran perfección, y su lengua, ágil y brillante además de pura, nunca dejó de ser admirada. En su actividad como actor debemos buscar seguramente la clave del éxito de sus comedias. Plauto conoce perfectamente al público, lo que le gusta y lo que no le gusta, y sabe cómo complacerle. Hasta nosotros han llegado un total de 21 comedias plautinas prácticamente completas, lo que nos permite tener una visión bastante clara del género palliata tal como Plauto lo cultivó. Sus características son las siguientes: 1. El tema, ambiente, personajes, nombres y ropas son griegos. 2. Los personajes son siempre los mismos, es decir, responden a los mismos tipos: el adulescens (joven de buena familia), el senex (el anciano más o menos gruñón), el seruus (el esclavo astuto), elleno (un proxeneta), el parásito, etc. Tales figuras no son personajes ni estrictamente reales ni de creación, sino tipos o caricaturas.

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3. La caracterización de los personajes se lleva a cabo mediante máscaras y pelucas que son siempre las mismas para cada personaje, y que el público conoce e identifica perfectamente. 4. El argumento de las comedias es similar: un joven de familia rica se enamora de una esclava de origen desconocido; un esclavo astuto e intrigante le ayuda en sus amores y burla la oposición del viejo padre del joven. Sobre este argumento se produce un sinfín de escenas de enredo hasta que finalmente se descubre que la esclava es en realidad una muchacha de origen noble, se casan y todo concluye felizmente como en uno de nuestros modernos "culebrones". 5. La única finalidad de la comedia de Plauto es hacer reír: no existe intención crítica ni mucho menos política. La comedia se abre con un prólogo en que se cuenta el argumento. Por tanto, el público conoce la trama desde el principio y sólo espera ver cómo se resuelve. Para conseguir la risa del público Plauto no presta atención a la coherencia de la acción ni a los detalles: alarga escenas, presenta desenlaces bruscos y sorpresivos, etc. No importan las contradicciones si con ello se hace reír al público 6. Durante la representación se combinan escenas cantadas, recitadas con acompañamiento musical y dialogadas, lo que da a estas comedias un aspecto de opereta o zarzuela. 7. El escenario es muy elemental y siempre el mismo: representa una calle y la fachada de una casa con una puerta. Si el personaje entra por la puerta, se entiende que está en casa. Si sale por uno de los lados del escenario, se entiende que se ha ido al campo; si sale por el otro, está en el puerto. La acción siempre tiene lugar en la calle. 8. Está inspirada en modelos de la comedia griega nueva, especialmente Menandro. Plauto emplea, a veces, la técnica de la contaminatio o mezcla de argumentos y escenas de dos o más comedias. 9. La lengua de Plauto es muy pura, ágil y variada. Presenta juegos de palabras, expresiones coloquiales y hasta groseras junto a parodias de diversos géneros literarios como la épica, la lírica o la tragedia. Plauto tuvo un gran éxito entre los romanos, especialmente entre las clases más populares, que, hasta cierto punto, reconocían en los personajes de Plauto su propia forma de ser y de entender la vida. Como títulos más representativos de sus comedias podemos citar: Miles gloriosus (El soldado fanfarrón), Amphitruo (Anfitrión), Mostellaria (La comedia del fantasma), Aulularia (La comedia de la olla) y Cistellaria (La comedia de la cesta). La palliata no murió con Plauto, pero con él comenzó su decadencia, principalmente por falta de autores populares y la competencia de otros espectáculos. b. Terencio Dos generaciones más tarde, Q. Terencio Afro es el último representante del género. Como su nombre indica, era un africano llevado a Roma como esclavo por un noble MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


que acabó concediéndole la libertad. Tuvo una esmerada educación y muy pronto entró en contacto con el filohelenista y refinado "Círculo de Escipíón". Todo ello le impidió tener un contacto directo con el pueblo, con el mundo de la calle.

Terencio pasa a la historia de la literatura romana como el primer autor que escribe en un latín verdaderamente clásico (el mismo de Cicerón y César). Conservamos prácticamente completas seis comedias suyas: Andria, Hecyra, Heautontimoroumenos (El torturador de sí mismo), Adelphoi (Los hermanos), Eunuchus y Phormio. Su esmerada educación hace que la palliata de Terencio no se parezca ya casi nada a la exitosa palliata plautina. Como características generales de las obras de Terencio podemos citar las siguientes: 1. Se mantienen las convenciones griegas del género. 2. Los personajes son también constantes, pero en Terencio tienen una cierta vida interior y propia: piensan, sienten preocupaciones y ternura, etc. No son caricaturas, sino auténticas personas, gente más o menos normal. 3. Es también una comedia de enredo, con aproximadamente los mismos argumentos de Plauto, pero tratados de forma culta, refinada, psicologista; se plantean problemas y temas serios, como la educación de los hijos, las relaciones familiares, etc. No es una comedia pensada para hacer reír, sino para hacer sonreír y, sobre todo, pensar. 4. La acción es continua y se intenta mantener una cierta intriga hasta el final; en consecuencia resultan obras más equilibradas y menos bruscas. 5. No se representa con música y es casi en su totalidad dialogada 6. Reproduce fielmente no sólo los argumentos de la comedia nueva de Menandro, sino también el tono y los temas; no hay juegos de palabras ni groserías y no mueve

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a la carcajada. Es, en definitiva, como se ha llamado, una "comedia burguesa de costumbres". En consecuencia, esta palliata culta, sensible y refinada no podía tener éxito entre el gran público, sobre todo cuando el pueblo tenía a su alcance espectáculo más divertidos y de su gusto, como la matanza de gladiadores y de fieras o las carreras de carros. Todos los estrenos (salvo el del Eunuchus) de Terencio fueron un desastre, y sus obras sólo gustaron a las personas nobles de educación esmerada y helenizante. 2. LA TRAGEDIA

Lo mismo que ocurre con la comedia, la tragedia que comenzó a representarse en Roma es una tragedia griega, con temas y personajes griegos. Casi todos los autores más arcaicos (Andrónico, Nevio, Enio) escribieron comedias y tragedias. El modelo fundamental (igual que para la comedia lo será Menandro) es el último gran trágico griego: Eurípides; y el tema fundamental serán los episodios del ciclo troyano.

Se intentó, paralelamente a lo que había ocurrido con la fábula togata, un tipo de tragedia con personajes y temas romanos, llamada pretexta (pues los personajes salían a escena ataviados con la toga pretexta, la toga de los magistrados y de los niños). El inventor de la pretexta parece que fue Nevio. Sin embargo, sólo nos ha quedado una pretexta, la Octauia, atribuida a Séneca, pero ya de época imperial y no representativa de lo que debió de ser el género en el arcaísmo. Lógicamente la tragedia estaba dirigida a un público más culto, pero éste rechazaba mezclarse con la plebe en los teatros; la tragydia morirá, pues, por falta de público, ya que sólo pervivirán en forma de recitaciones privadas en los círculos cultos. En cualquier caso, la tragedia en lengua latina nunca estuvo a la altura de la griega.

3.- HISTORIOGRAFÍA

El prestigio de la lengua griega era tan grande que la primera historiografía romana escrita por romanos estaba redactada en dicha lengua. Catón el Viejo fue el primero

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en escribir la historia de Roma en latín y su ejemplo inspiró a otros autores. Salustio, impresionado por la obra de Tucídides, desarrolló un brillante estilo literario en latín que combinaba reflexiones éticas con agudos retratos psicológicos. Su análisis político, basado en las motivaciones humanas, tuvo una larga y perdurable influencia en la literatura histórica. Al mismo tiempo Cicerón, aunque no era historiador, definió los ideales de la historiografía en términos de elegancia estilística y aplicó los principios morales tradicionales a los acontecimientos de la vida pública. Las obras históricas latinas continuaron esta tendencia con Tito Livio, Tácito y Suetonio. Julio César, por su parte, no sólo destacó por su vida política, sino por los relatos escritos en tercera persona sobre sus campañas militares. Las primeras fuentes históricas sobre la península Ibérica las encontramos en autores clásicos griegos y romanos que relatan el inicio de la colonización fenicia hasta la conquista romana de Hispania en su lucha contra Cartago durante las Guerras Púnicas. En muchos casos son copias o adaptaciones de obras anteriores más antiguas. De este modo, por ejemplo, nos ha llegado la Ora maritima de Rufo Festo Avieno. Estas fuentes son un complemento necesario en la actualidad para el trabajo de los arqueólogos, puesto que confirman, desmienten o aportan nuevos datos a los obtenidos en las excavaciones. Gracias a estos textos fueron conocidos nombres, costumbres, prácticas o estructuras sociales que la arqueología no permite obtener. En ocasiones presentan severas contradicciones con los testimonios arqueológicos obtenidos.

4.-POESÍA ÉPICA Poesía épica o Epopeya, género poético que se caracteriza por la majestuosidad de su tono y su estilo. Relata sucesos legendarios o históricos de importancia nacional o universal. Por lo general se centra en un individuo, lo que confiere unidad a la composición. A menudo introduce la presencia de fuerzas sobrenaturales que configuran la acción, y son frecuentes en ella las descripciones de batallas y otras modalidades de combate físico. Las principales características del género son la invocación de las musas, la afirmación formal del tema, la participación de un gran número de personajes y la abundancia de parlamentos en un lenguaje elevado. En ocasiones ofrece detalles de la vida cotidiana, pero siempre como telón de fondo de la historia y en el mismo tono elevado del resto del poema. Los poemas épicos no son historias más o menos divertidas de héroes reales o legendarios; compendian y expresan el carácter o los ideales de todo un pueblo en un periodo significativo o crucial de su historia. Los más antiguos exponentes del género son la Iliada y la Odisea del poeta griego Homero. Las características que definen al héroe de un poema épico son más nacionales que individuales y la manifestación de estos rasgos en sus hazañas heroicas se propone satisfacer el orgullo nacional. En otros momentos la épica puede sintetizar los ideales de un gran movimiento religioso o MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


cultural. Tal es el caso de obras como la Divina Comedia (1307-1321) de Dante, que refleja la fe de la Cristiandad durante la edad media, La Araucana (1589) del poeta español Alonso de Ercilla, que exalta la conquista de América y el heroísmo de los indígenas, o el Paraíso perdido (1667) de John Milton, que encarna los ideales del humanismo cristiano. 5.-ORATORIA Los Romanos eran un pueblo especialmente dotado para la palabra, pero hasta la introducción del helenismo en Italia, en el siglo III a. C. no se dieron cuenta de lo poderosos que podrían ser si la empleaban bien, tomando ejemplo de los griegos y teniéndolos como maestros. Todos conocemos los nombres y las obras de los grandes oradores griegos Demóstenes, Esquines y Lisias. Los Romanos quisieron estudiar el estilo, la composición y las formas literarias de estos oradores para dar brillantez a sus discursos. Desde los comienzos del siglo II a. C. se habían establecido en Roma muchos oradores griegos (rhetores graeci) que enseñaban elocuencia en griego. A pesar de que el senado expulsó a los filósofos y oradores griegos en el año 161 a. C., no se consiguió que dejaran de enseñar filosofía y elocuencia. A imitación de los griegos muchos oradores propiamente romanos (rhetores latini) se dedicaron a enseñar elocuencia, oponiéndose de esta forma a los griegos, pero no se oponían del todo, ya que el arte que ofrecían a sus alumnos era totalmente griego, si bien se lo enseñaban en latín. Ésta fue la manera de que la oratoria griega se extendiera por toda Italia. De este modo se cumplió el tópico horaciano de que Graecia capta ferum victorem cepit. Brutus, o El Orador De todos los oradores de estos siglos tenemos conocimiento por el Brutus de Cicerón, ya que los pocos fragmentos que nos quedan de ellos no nos permiten una crítica suficientemente responsable. Sin embargo Cicerón tenía cercanía en el tiempo y elementos de juicio suficientes para hacerlo. En esta obra aparece una enumeración, además de una crítica, de los principales oradores latinos de los siglos III y II a. C. Los principales oradores también eran los que se distinguieron en la política y en las armas: Appius Claudius Caecus, Q. Caecilius Metellus, Q. Fabius Maximus

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"Cunctator", M. Portius Cato, Ser. Sulpicius Galba, P. Cornelius Scipio Aemilianus, L. Licinius Crassus, Ti. y C. Sempronius Graccus, etc. A principios del siglo I a. C. aparecieron en Roma diferentes corrientes oratorias: 1.- La corriente asiática (rhetores asiatici), que se distinguió por su forma florida, por su ritmo oratorio, por su sutileza e ingenio y un estilo a veces rebuscado y sentencioso. 2.- La corriente neo-ática, sin artificios, con frases breves, directas y secas, tomando como modelo al orador griego Lisias. Tuvieron poco éxito y no formaron escuela. De estas escuelas tenemos noticias por el Brutus de Cicerón. Parece ser que los de la escuela ática pensaban que Cicerón era demasiado asiático. El principal oponente de Cicerón en la oratoria romana del siglo I a. C. fue Q. Hortensius Hortalus, digno representante de la corriente asiática. Tenía una gran facilidad natural para la elocuencia. Hortensio fue el principal y más famoso orador de la Roma Republicana hasta que Cicerón le venció en el Pro Quinctio (81 a. C.). En ese momento su estrella empezó a declinar al tiempo que refulgía más la de Cicerón. Se enfrentaron en muchas ocasiones (Verrinas, 70 a. C.) pero más tarde se hicieron amigos y participaron juntos en diferentes causas en el foro. En sus discursos se advertía el uso de divisiones metódicas y recapitulaciones que nadie había utilizado antes que él. Cuando comenzó a fiarse de su habilidad natural y de su elocuencia innata su reputación bajó y quedó en el olvido. No se conserva ninguno de sus discursos. Las obras de todos estos autores se han perdido. Sin embargo nos queda una obra de retórica: Rhetorica ad Herennium. Se trata de un manual de oratoria que da una idea bastante completa de lo que enseñaban los "rhetores latini". El fondo de sus ideas está sacado de los griegos, aunque los ejemplos, frases, y textos son latinos. Demuestran una lengua todavía un tanto imperfecta. No sólo no menciona un solo autor griego, sino que incluso los ataca. A pesar de todo, no logra disimular su procedencia griega. Su valor no está en el estilo, sino en la claridad en la exposición de los conceptos. En la antigüedad se atribuyó a Cicerón: obra de juventud junto con De inventione, ya que es muy clara en la preceptiva oratoria. Sin embargo la teoría más extendida y más verosímil, es que la escribió un tal Cornificius, inspirada, parece ser, en el griego Hermágoras. 2.- TIPOS Y PARTES DEL DISCURSO

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1.- Tipos de discurso Los principales tipos de discurso romano que podemos indicar son los siguientes: a.- Laudationes fúnebres o panegíricos Discursos que se hacían cuando una persona había fallecido. Por lo general no eran muy veraces, sino que alababan al difunto con exageración, "falseando la historia y acumulando sobre el difunto honores inexistentes e inmerecidos" (Holgado Redondo). Generalmente no se conservan ninguno de estos discursos, y tenemos conocimiento de ellos por el Brutus de Cicerón. b.- Discursos políticos Son los que se pronunciaban durante el desempeño de algún cargo público, sobre todo, durante el consulado. Ejemplos de este tipo son las Catilinarias o In Catilinam orationes IV de Cicerón. Se solían pronunciar en el Senado, pero algunos también eran pronunciados en la curia, delante del pueblo y en el foro c.- Causas criminales o discursos judiciales Discursos que se hacían generalmente en el foro delante de la gente, pero también delante del tribunal de justicia que iba a emitir el veredicto. Se referían tanto a acusaciones (In Verrem) como a defensas (Pro Milone, Pro Archia poeta) d.- Acciones de gracias Tanto a los dioses, como al senado y al pueblo. Por múltiples motivos. Por ejemplo, Cicerón dio las gracias por su vuelta del destierro en dos discursos: Post reditum in senatu (oratio cum senatui gratias egit) y Post reditum ad Quirites (oratio cum populo gratias egit). A partir del siglo I p. C., la retórica dejó de ser un ejercicio real para convertirse en ejercicios de escuela. Séneca el Retor escribió en su obra Sententiae, divisiones, colores, un conjunto de ejercicios de retórica, que se pueden dividir en dos partes claramente diferenciadas: Suasoriae (conjunto de ejercicios oratorios con asuntos ficticios referentes a temas sacados de la mitología o de la literatura), y Controversiae (discursos judiciales cuyos asuntos son convencionales y poco reales: el discurso tiene generalmente dos partes, una a favor del tema y otra en contra) Encontramos también discursos en las obras de historiografía. Es un procedimiento para explicar una situación en primera persona por boca de sus protagonistas. Por lo general, Salustio y Tito Livio se distinguieron por sus discursos intercalados en las narraciones de los episodios históricos.

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Salustio, en su obra De coniuratione Catilinae, pone en boca de Silano, de Catón y de César tres discursos, que son la parte fundamental de la obra. Tito Livio, por su parte, introduce en su Ab Vrbe condita más de 400 discursos de todo tipo, en los que sigue las normas de la oratoria clásica. 2.- Partes del discurso Las partes de un discurso se han establecido desde la antigüedad griega, ya que se piensa que incluso Aristóteles ya las conocía. Son la aplicación de la psicología a la oratoria, porque no da lo mismo empezar de una manera que de otra, o poner una argumentación o una descripción en desorden, para que el discurso tenga el éxito que se pretende. Por eso, casi quedaron fijas todas las partes del discurso, sin que sufriera más que pequeños retoques a lo largo del tiempo. Las partes fundamentales son: 1.- Exordium (exordio) Se trata generalmente de disponer al auditorio atento, y favorable a lo que se va a decir después. A veces falta, pero la razón es que en ese momento no es necesario, ya que la gente está dispuesta a escuchar. 2.- Narratio (narración). Se trata de la relación de los hechos. Ésta ha de ser, según los maestros antiguos, breve, clara y verosímil. Generalmente va a continuación del exordio, ya que es el momento de indicar de qué se trata. 3.- Partitio (División) Se trata de una especie de esquema de lo que va a ser el discurso. Hortensio lo hacía siempre; Cicerón solía hacerlo al principio, y, en el De inventione, que habla de cómo ha de ser el discurso, lo cita como importante y necesario; pero más tarde dejó de hacerlo 4.- Argumentatio (argumentación) Es una de las partes más importantes del discurso. Algunos autores hablan de una división en dos: confirmatio (pruebas positivas) y refutatio (respuesta a los argumentos del adversario), que no siempre se distinguen 5.- Digressio (digresión) Se trata de un momento importante del discurso. El orador, después de la argumentatio deja ir su imaginación, y trata cuestiones ajenas al tema; pero de ninguna manera ha perdido el hilo de la cuestión. Se trata de agradar al auditorio, de dejarle un momento de respiro para que acepte mejor las conclusiones a las que va a llegar.

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6.- Peroratio (peroración o epílogo) Es la parte más necesaria del discurso, y donde el orador se permite el mayor patetismo para conseguir lo que pretende. En algunas ocasiones los oradores hacen una recapitulatio, un resumen o recuerdo somero de la argumentación Hay que decir que éste es el esquema de un discurso clásico. Sin embargo no está de más advertir que no todos los oradores ni en todos los discursos lo seguían al pie de la letra. Las circunstancias en las que se desarrollaba, la situación del auditorio, el tema que se iba a tratar, el conocimiento o desconocimiento de la causa criminal que se defendía, etc. hacían que el orador adaptase este esquema a sus intenciones. Sin embargo en todas las obras de retórica antiguas se encuentra esta disposición del discurso.

3.- EL PRINCIPAL REPRESENTANTE DE LA ORATORIA ROMANA: CICERÓN En la Roma del siglo I a. C. los muchachos, primero estudiaban gramática, entre los 12 y 16 años. Consistía en el estudio de los poetas y escritores griegos (Homero, Hesíodo, Platón, Aristóteles, Sófocles, Esquilo, Eurípides, Herodoto, Tucídides, etc.) y romanos (Livio Andrónico, Ennio, Catón, etc.). Entre los 16 y 18 años estudiaban la retórica, y aprendían, sobre todo, elocuencia griega (Demóstenes, Esquines, Lisias). La enseñanza superior se hacía en Grecia, de manera que todos los hombres importantes de Roma tenían que conocer y hablar de una manera fluida la lengua griega. Marcus Tullius Cicero (3 - I - 106 / 7 - XII - 43 a. C.) nació en Arpino, una pequeña población del sur de Roma, que había sido también la cuna de Mario, el vencedor de Yugurta, tío de César y fundador del partido democrático o popular, antagonista del partido aristocrático o del Senado. La familia de Cicerón pertenecía al “ordo equestris”, que era la clase acomodada de Roma. Pero era un “homo novus” es decir, que no pertenecía a la nobleza patricia de la Urbe. Sin embargo, con su genio oratorio llegó a escalar las más altas cimas de la clase política romana. Su instrucción fue más amplia de lo que solía ser habitual para los romanos de su tiempo. Estudió filosofía, que entonces abarcaba todas las ciencias; se interesó por los trabajos de los jurisconsultos y por los problemas técnicos de la elocuencia. Sus idas al foro donde Antonio y Craso defendían sus pleitos completaron su formación. Debutó

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con una audacia extrema, tomando la palabra contra Hortensio en el año 81, y atacando en el 80 a. C. a Crisógono, un poderoso secuaz del todopoderoso Sila, que había acusado a Publio Roscio, ciudadano de Ameria, del asesinato de su padre, y al que Cicerón defendió ("Pro Roscio Amerino"). No tenía nada que perder, y sí mucho que ganar si obtenía la victoria, cosa que sucedió. Es cierto que las familias patricias de Roma, los Metelo y los Pompeyo le apoyaban. Sin embargo consideró más prudente pasar un tiempo en Grecia lejos de las posibles represalias de Sila. Allí encontró a Molón de Rodas, un maestro que le ayudó a fijar el tono de su elocuencia. Los procedimientos de la elocuencia asiática estaban ya pasando de moda y eran sustituidos por la oratoria de la escuela de Rodas, que, sin renunciar a la brillantez ni a la abundancia de términos y conceptos, daba a la palabra una apariencia más clásica. En el año 77 a. C. regresó a Roma, y enseguida Cicerón adquirió reputación y clientela como abogado. De esta forma pudo entrar en el "cursus honorum", es decir, en la carrera política. Quería darse a conocer, y la mejor manera era la de defender causas penales o acusar a personas corruptas. Una de ellas fue el pretor de Sicilia, Verres, acusado de concusión, al que atacó en los célebres discursos conocidos con el nombre de "Verrinas". Muy pronto intentó, en medio de las crecientes agitaciones, lograr el acuerdo entre los dos órdenes más poderosos de Roma: “ordo senatorius” y “ordo equestris”. De esa manera se aseguraba el orden en el estado. En el año 63 fue elegido cónsul, y en el ejercicio de su consulado sofocó la "Conjuración de Catilina", un golpe de estado protagonizado por un noble, Catilina, que quería terminar con la república y hacerse con el poder. Durante este episodio se gestó la animadversión que se tenían los dos más grandes hombres de la parte central del siglo I a. C.: César y Cicerón. El partido demócrata de César le volvió la espalda. Por sus vanidades imprudentes provocó los celos de Pompeyo, las iras de Clodio, y consiguió que los triunviros César, Pompeyo y Craso, lo abandonaran. Cuando César fue elegido cónsul logró que fuera desterrado (19 - III - 58 a. C.) por haber mandado ejecutar sin juicio a los cómplices de Catilina. Al año siguiente (4 - IX 57 a. C.) volvió con todos los honores, pero ya no tenía ninguna fuerza en la política. Sólo se le encomendó el gobierno de la provincia de Cilicia (51 - 50 a. C.). Durante la guerra civil entre César y Pompeyo se declaró abiertamente partidario de Pompeyo, a pesar de que César quería tenerle más de amigo que de enemigo. Después de la victoria de César en Farsalia, éste perdonó a Cicerón, pero ya no tenía nada que hacer: Su estrella había perdido todo su brillo. El asesinato de César en los Idus de marzo del año 44 le llenó de alegría. Se creyó de nuevo a la cabeza del

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estado y atacó a Marco Antonio, que aspiraba a suceder al dictador, con 14 discursos que, por imitación de los de Demóstenes contra el rey Filipo de Macedonia, se conocen con el nombre de "Filípicas". No todos fueron pronunciados. Con ello favoreció sin querer los planes del joven Octavio: cuando éste y Marco Antonio se unieron con Lépido y formaron el segundo triunvirato, Cicerón fue proscrito. Fue alcanzado en su huida y asesinado. Afrontó la muerte con valor el día 7 de diciembre del año 43 a. C. Se dice que antes de morir dijo la siguiente frase: "Causa causarum miserere mei" “Causa de las causas ten compasión de mí” “No era ni héroe ni santo, pero sí uno de los romanos más estimables de su tiempo” (Laurand) En toda la antigüedad no hay otro hombre que sea tan conocido como Cicerón. Su correspondencia nos hace penetrar en su intimidad. Se ven con facilidad sus defectos, y a veces se queda uno con eso solamente: su vanidad insaciable, su impresionabilidad. Tenía grandes cualidades, y algunas muy raras en los hombres de su tiempo: era un hombre honesto en una época de corrupción en que los gobernadores robaban descaradamente en sus provincias. Fue bueno, paciente, amable, charlador alegre, simpático. Literato sin igual y hombre de estudio, amigo de los libros, que hubiera preferido para vivir un momento histórico más tranquilo, se encontró inmerso en varias guerras civiles y golpes de estado. En estas circunstancias no podía triunfar. Pero merece más estima desde el punto de vista moral que su vencedor, César, el gran organizador. LAS OBRAS DE ORATORIA.Cicerón fue ante todo, un gran abogado. Primero de pleitos; más tarde fue criminalista. Los procesos criminales eran muy populares en Roma y afectaban a la vida política, sobre todo si se trataba de un personaje conocido y una acusación importante. Cuando los encausados tomaban varios defensores, Cicerón se encargaba de las generalidades llenas de patetismo que debían arrancar la absolución por parte de los jueces. 1.- Discursos de defensa o acusación *Concusión (aprovecharse de un cargo público para el enriquecimiento personal) "In Verrem" <”Verrinas”> (70)

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“Pro Fonteio” (69) “Pro Flacco” (59) “Pro Rabirio Postumo” (54) *Lesa república o alta traición “Pro Rabirio perduellionis reo” (63) “Pro Sulla” (62) *Maniobras electorales “Pro Murena” (63) “Pro Planctio” (54) *En otras ocasiones la defensa propiciaba un enfrentamiento entre los dos partidos principales “Pro Roscio Amerino” (80) “Pro Sextio” (56) “Pro Coelio” (56) “Pro Milone” (52) *Después de la muerte de Pompeyo abogó delante de César por los pompeyanos desterrados o caídos en desgracia "Pro Marco Marcello" (45) "Pro Ligario" (45) "Pro rege Deiotaro" (4 - XI - 45) 2.- Los discursos propiamente políticos forman cuatro grupos: 1.- En favor de Pompeyo “De imperio Cn. Pompei” <66 a. C.>

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2.- Discursos consulares (63 a. C.) In Rullum de lege agraria” <3 discursos> (1 - I - 63) "In Catilinam" <4 discursos> “Catilinarias” (8 y 9 - XI; 3 y 5 - XII - 63 a. C.)

El primer discurso de los cuatro contra Catilina comienza con esa frase que se ha hecho célebre: “Quousque tandem, Catilina, abutere patientia nostra? Quamdiu furor iste tuus nos eludet?” (“¿Hasta cuándo, Catilina, vas a seguir abusando de nuestra paciencia? ¿Cuánto tiempo seguirá burlándose de nosotros esta furia que te caracteriza?”). Éste es el momento a que se refiere la imagen. Cicerón en medio, de pie, y Catilina abrumado por las acusaciones del orador. Probablemente Cicerón tenía preparado otro comienzo para este discurso, pero al ver que Catilina, el golpista, se presentaba en el Senado como senador que era y que tenía derecho a ello, cambió el principio con esas frases que se han hecho célebres y que atacan directamente al traidor. Cuando Catilina vio descubiertos sus planes huyó de Roma para ponerse al frente del ejército de los sublevados. Fue vencido por Petreyo en la batalla de Pistoya y murió el 8 de enero de 62 a. C. 3.- Discursos del “retorno del destierro”, (57 a. C.) Post reditum in senatu (oratio cum senatui gratias egit) (5 - IX - 57 a. C.) Post reditum ad Quirites (oratio cum populo gratias egit).(7 - IX - 57 a. C.) De domo sua ad Pontifices (29 - IX - 57 a. C.) Para dar gracias al senado y al pueblo por la vuelta y para poder entrar a tomar posesión de sus bienes 4.- Las "14 Filípicas" In M. Antonium orationum Philipicarum libri XIV, (del 2 IX - 44 al 21 - IV - 43) Estos discursos resultan ser la última lucha política de Cicerón. Son discursos, unos reales y otros ficticios, redactados a modo de panfletos para ser difundidos por toda Italia y levantar los ánimos contra la indignidad moral y los proyectos sin escrúpulos de Marco Antonio.

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A excepción de las “Catilinarias” y las “Filípicas” en que el calor patriótico y la inspiración llena de odio son admirables, las arengas políticas no añaden gloria a la elocuencia de Cicerón. Los discursos judiciales, por el contrario, son el triunfo de Cicerón, por la variedad de los efectos, propios de una viva imaginación. Podemos decir que Cicerón es el más grande de los oradores de Roma, y eso que tanto antes como durante y después de él, los hubo muy buenos. No podemos apreciar el mérito de Cicerón sólo con sus discursos escritos, ya que lo importante y principal era el tono con que se pronunciaban. Sin embargo algo sí que nos queda. Tenía una habilidad especial y un tacto exquisito para evitar choques en el auditorio y ganar su simpatía; para disponer las pruebas. Fue el más espiritual de los romanos de su tiempo. Describe y retrata a sus personajes de una manera perfecta. Producía en el auditorio un efecto demoledor, de manera que sus amigos le dejaban hablar en último lugar. Además de un gran orador fue un estupendo teórico de la oratoria, ya desde sus primeros años. Sus obras teóricas sobre la elocuencia son: “De inventione” (86) Es una obra de juventud. Consiste en una enumeración seca de los procesos para encontrar ideas y componer correctamente un discurso. Está imbuido de las ideas de su tiempo. “De oratore libri III” (55) Está escrito en forma de diálogo entre cuatro de los mejores oradores: Antonio, Craso, Escévola y César Estrabón. El primer libro trata sobre la ciencia necesaria al orador; el segundo, acerca de la búsqueda y la disposición del discurso; y el tercero, sobre el estilo del orador. “Brutus” (46) Es otro diálogo en que los principales personajes son el mismo Cicerón, su amigo Ático y Bruto. Aquí narra la historia de la elocuencia romana. Da gran número de ideas y se defiende del ataque de los neoáticos. “Orator” (46) Retrato del orador perfecto, que, por supuesto, es él mismo. En este tratado expone con gran claridad y lujo de detalles su teoría sobre el estilo del discurso y su extensión. “De optimo genere oratorum” (46) Opone a los dos más grandes oradores griegos: Lisias y Demóstenes. “Tópica” (44) Trata sobre los lugares comunes en los discursos. Es un resumen de memoria y con su peculiar estilo de una obra de Aristóteles.

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Es uno de los pocos escritores que compaginan teoría y práctica. No es excesivamente original, ya que su fuerza no estaba en la novedad de las ideas, sino en la manera como las ponía en práctica. Su mérito consiste en haber escogido bien y en haber dado a sus teorías una forma literaria. Por eso no basta tener ideas y seguir las normas, sino que el orador debe tener talento, ejercicio y conocimientos. Su ideal de elocuencia es él mismo, y el criterio para conocer si la elocuencia es auténtica es la acogida del público y el efecto sobre él. Sin lugar a dudas, Cicerón tiene el estilo clásico por excelencia. Es natural, no lo fuerza nunca, y al mismo tiempo lo hace con gran corrección y purismo, con armonía y musicalidad, como ningún otro en la prosa latina. La perfección formal llama menos la atención que la variedad, y sus escritos están llenos de matices. En los discursos el poder y la riqueza de ritmo atestiguan el apogeo de su estilo. Cuando se le cree uniformemente solemne es que no se le ha comprendido o que no se le ha leído. El valor de sus obras estriba sobre todo en la belleza formal. Sin embargo la importancia de Cicerón va más allá de ser un buen escritor: es el notario más fiel de su época. Nos presenta el cuadro más completo de la sociedad en la que le tocó vivir. Es la persona sin la cual no tendríamos actualmente un conocimiento correcto de la historia y las instituciones de su tiempo. En todos los estudios sobre ello se citan sus obras. No sólo es el mejor orador de Roma, sino que es el mayor hombre de letras de la antigüedad, y del que se conservan el mayor número de obras. 6.-POESÍA ELEGIACA Es un género también propiamente romano. Está escrito en dísticos elegíacos (dísticos formados por un hexámetro más un pentámetro dactílico). La temática es la siguiente: se trata de poesía amorosa, escrita con apariencia autobiográfica por un sujeto lírico que canta su relación erótica, apasionada y monógama con una mujer hermosa, culta y algo despiadada. Se tratan todos los episodios de la relación, desde el flechazo inicial hasta la ruptura final, pasando por etapas de felicidad y engaño, de decepción y reconciliación, celos, etc. El enamorado hace dejación de sus obligaciones sociales, profesionales y políticas. Se somete a la mujer amada (tópico de la esclavitud del amor). Caracteriza su relación con todo un universo metáforico: enfermedad del amor, locura amorosa, fuego amoroso, la navegación del amor, la milicia del amor, etc. El género se desarrolló durante unos cincuenta años (segunda mitad del s. I a. C.) y los representantes son: Catulo (escribió algunos epigramas extensos, como el 76 y el 68, que pueden considerarse como antecedentes del género), Cornelio Galo (inventó propiamente el género; de su obra sólo se conserva un fragmento), Propercio MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


(cuatro libros de elegías), Tibulo (dos libros de elegías) y Ovidio (Amores, en tres libros). 6.-La sociedad romana:

6.1.-El derecho romano: Derecho romano, conjunto formado por las disposiciones jurídicas y el sistema legal desarrollado en Roma desde la primera compilación de leyes, conocida como la Ley de las Doce Tablas, en el año 450 a.C., hasta la muerte de Justiniano I, soberano del Imperio bizantino, en el año 565 d.C. De forma concreta, se utiliza para designar la compilación de la ley conocida como Corpus Iuris Civilis, también llamado Código de Justiniano, realizado bajo los auspicios del mismo y que fue la base del Derecho civil de muchas naciones europeas continentales.

6.1.1.-El jurista Gayo Las Instituciones del jurista romano Justiniano I contenían los elementos fundamentales del Derecho romano que estaban basados en las Instituciones de Gayo, vigente todavía en numerosos sistemas Antes de las XII Tablas, el Derecho en Roma tenía un carácter religioso y su interpretación la realizaban sacerdotes que eran miembros de la clase patricia. Las protestas y agitaciones de la clase plebeya condujeron a que la ley consuetudinaria existente se escribiera añadiendo algunos principios que no formaban parte de la costumbre. La Ley de las Doce Tablas, tras ser escrita, fue sometida a una asamblea MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


popular y aceptada. Este Código contiene reglas simples, ajustadas a una comunidad agrícola, establece la igualdad ante la ley de los patricios y los plebeyos y fue erigido en la fuente de todo el Derecho público y privado romano. El sistema legal instaurado por este Código y el conjunto de reglas que se desarrollaron a su alrededor era aplicado en exclusiva a los ciudadanos romanos y se conocía como el ius civile. La expansión territorial por la cuenca mediterránea obligó a los romanos a elaborar un sistema legal nuevo. Cada territorio conquistado contaba con su propio sistema, por lo que se requería un cuerpo de leyes que fuese aplicable tanto a los ciudadanos romanos como al resto. Más o menos entre el 367 a.C. y el 137 d.C. este nuevo sistema se desarrolló a partir de los edictos del pretor, que definía e interpretaba la ley para los casos particulares. El pretor de los extranjeros administraba justicia en Roma, en todas las controversias donde alguna de las partes no era un ciudadano romano, y el pretor provincial establecía sus edictos en materias de interés comercial tras los edictos del pretor de los extranjeros de Roma. Durante los últimos años de la República de Roma las reglas de este nuevo sistema solían aplicarse a los conflictos entre ciudadanos romanos. Este nuevo sistema legal se conocía como el ius gentium. La ampliación de la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio romano hizo que la distinción entre ius civile y ius gentium quedara obsoleta y la ley de la ciudad, o ius civile de Roma, se convirtiera en la ley de todo el imperio. Las diversidades provinciales fueron eliminadas por la legislación del Senado y del emperador y por la interpretación de los jurisconsultos. El hito más importante en el desarrollo del sistema romano en este periodo es el Derecho, concedido por el primer emperador romano Augusto y sus sucesores a algunos eminentes juristas, de elaborar responsa, u opiniones, en los casos que se presentaban en un proceso ante los tribunales. Entre los más famosos juristas romanos de esta época estaban Gayo, Papiniano, Julio Paulo y Ulpiano. Los tres últimos citados desempeñaron el cargo de praefectus praetoria, similar a un ministro de justicia del Imperio romano.

6.1.2.-Compilación legal En el siglo III d.C. los decretos promulgados por los emperadores fueron adquiriendo importancia en el sistema legal romano. La primera compilación de estas leyes imperiales, el Codex Theodosianus, fue publicado por Teodosio II, soberano del Imperio bizantino, en el 438 d.C. Teodosio estudió la propuesta, que no llevó a cabo, de realizar una obra más ambiciosa, que incluyera un sumario oficial de la ley antigua como inicio de la literatura jurídica. Más tarde, Justiniano I nombró un comité de diez juristas, siendo el más famoso Triboniano, para hacer esta compilación. Los libros de leyes publicados por Justiniano eran conocidos como el Corpus Iuris Civilis y

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comprendían los siguientes: Institutiones (533), Digesta o Pandecta (533), Codex Constitutionum (528-529 y revisado en el 534) y Novellae (534-565). Las Institutiones de Justiniano señalaban los elementos del Derecho romano y estaban basadas en las Institutiones de Gayo. Al principio se destinaban a los estudiantes de leyes, pero al cabo de unos años se publicaron con fuerza de ley. El Digesta o Pandecta, compuesto a partir de extractos de la literatura jurídica de cuatro siglos (entre el 30 a.C. y el 300 d.C.), era una colección de decisiones de los tribunales con comentarios de varias leyes. El Novellae era una colección de las leyes promulgadas por Justiniano y sus sucesores. El Codex Constitutionum revisado era una compilación de la legislación imperial hasta el 534 d.C. Los libros de leyes de Justiniano estuvieron en vigor en el Imperio bizantino hasta el final del siglo IX, momento en el que fueron condensados en un solo libro, escrito en griego, y conocido como Basilica. Este código continuó en vigor, al menos en teoría, hasta la conquista de Constantinopla por el Imperio otomano en 1453. En la Europa occidental, la principal fuente del Derecho romano entre los siglos VI y XI fue el Breviario de Alarico, realizado por el rey visigodo Alarico II en el 506 d.C. En el siglo XI los libros de Justiniano eran estudiados y utilizados en Lombardía (sur de Francia y norte de Italia) y en Cataluña (España). En Italia, las leyes de Justiniano se divulgaban en la Escuela de Derecho de Pavía. A principios del siglo XII se emprendió un estudio más minucioso de estos textos en Bolonia. La difusión sistemática del Derecho romano se propagó desde Italia al resto de Europa a partir del siglo XII. Con el renacimiento del comercio en Europa y debido a la imposibilidad del Derecho medieval de satisfacer las necesidades de los cambios de las condiciones económicas y sociales, el Derecho romano se incorporó a los sistemas legales de muchos países de la Europa continental.

6.2.-Patricios Miembros de las familias hacendadas de la antigua Roma que formaban un orden social propio definido por la pertenencia a una misma gens. En un principio se decía que los patricios habían sido sabinos que conquistaron un pueblo ligur ya establecido en el emplazamiento de Roma; según esta teoría la plebe o plebeyos, que componían el otro elemento del pueblo romano libre, eran los ligures conquistados cuya organización familiar estaba mucho menos desarrollada que la de los sabinos. Todos los cargos políticos y religiosos se reservaban para los patricios, y el matrimonio mixto con plebeyos estaba prohibido. Una larga lucha entre las dos clases, que comenzó en el siglo VI a.C., terminó con la obtención de igualdad política para los plebeyos y el establecimiento de una nueva aristocracia, de nobiles, formada por familias dirigentes de ambas clases. Desde el 300 a.C., las viejas distinciones políticas entre los patricios y los plebeyos ya no tuvieron significado real, excepto que los patricios no podían MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


acceder al tribunato o al consejo de plebeyos. Desde principios del siglo IV d.C. en adelante, patricius se convirtió más bien en un título personal que en un título hereditario y era otorgado con grandes honores y privilegios.

6.3.-Plebeyos Plebe, orden social de la antigua Roma cuyos miembros eran aquellos ciudadanos que no eran patricios, incluía a los pobres y a aquéllos que carecían de tierras. Por extensión el término ha venido usándose para referirse al pueblo. El origen de la plebe es incierto. Algunos eruditos creen que eran personas de origen inferior, que llegaron a la ciudad como empleados, ociosos o clientes de las familias patricias, y cuyo número creció constantemente debido al sometimiento de las ciudades y estados circundantes. Otros eruditos mantienen que la plebe llegó desde Liguria, y que estaban entre los colonos más antiguos de Roma, más tarde conquistados por los sabinos.

Durante la República romana (siglo VI a.C.-segunda mitad del siglo I a.C.) la plebe adquirió gradualmente distintos derechos y, después de una larga lucha con los patricios, tuvo acceso a todos los cargos civiles y religiosos. Se estableció entonces una nueva aristocracia de nobiles, basada en la riqueza y el cargo, compuesta por patricios y plebeyos. Desde entonces el termino plebe se usó de forma imprecisa para referirse a la muchedumbre, en oposición a los senadores y los caballeros.

6.4.-Clientes Ricos de la época

Política de hombres libres y hombres esclavos En aquella época los ricos poseían uno o más esclavos que se vendían e intercambiaban. Mientras que los esclavos realizaban las taréas duras, los hombres libres llevaban una vida cómoda y relajada. El esclavo no se podúia casar ni tener pertenencias y tampoco defenderse de los malos tratos del amo.

6.5.-República de Roma 1 INTRODUCCIÓN MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


República de Roma, periodo de la historia de Roma caracterizado por el régimen republicano como forma de gobierno, que se extiende desde el 510 a.C., cuando se puso fin a la monarquía con la expulsión del último rey, Lucio Tarquino el Soberbio, hasta el 27 a.C., fecha en que tuvo su inicio el Imperio. 2 CONQUISTA DE LA PENÍNSULA ITÁLICA (510-264 A.C.) En sustitución del rey, el conjunto de la ciudadanía elegía anualmente a dos magistrados, conocidos como pretores (o jefes militares), que más tarde recibieron el título de cónsules. La participación dual en el ejercicio del poder supremo y la limitación a un año de permanencia en la magistratura evitaban el peligro de la autocracia. El carácter del Senado, órgano asesor ya existente durante la monarquía, fue modificado al poder ingresar en él los plebeyos, conocidos como conscripti, por lo que desde entonces la denominación oficial de los senadores fue la de patres conscripti (padres conscriptos). Inicialmente sólo los patricios podían ocupar las magistraturas, pero el descontento de la plebe originó una violenta lucha entre los dos grupos sociales y la progresiva desaparición de la discriminación social y política a la cual los plebeyos habían estado sometidos. En el 494 a.C., la secesión (retirada) al Aventino (una de las siete colinas de Roma) de los plebeyos, obligó a las clases patricias a conceder la institución de los tribuni plebis (tribunos de la plebe) que eran elegidos anualmente por el Concilium plebis (Asamblea de la plebe) como representantes de los plebeyos para la defensa de sus intereses. Tenían derecho a veto sobre los actos de los magistrados patricios y de hecho actuaban como dirigentes de la plebe en los conflictos con los patricios. La constitución de un decenvirato (comisión de diez hombres) en el 471 a.C. tuvo como resultado la redacción de un código legal a su cargo veinte años después. En el 455 a.C. la Ley Canuleya declaraba legalmente válidos los matrimonios entre patricios y plebeyos. En virtud de las Leyes Licinias-sextias (367 a.C.) uno de los dos cónsules debía ser plebeyo. El resto de las magistraturas se fueron abriendo gradualmente a los plebeyos, incluida la dictadura (356 a.C.), una magistratura excepcional cuyo titular era elegido en tiempos de gran peligro, la censura o dignidad de censor (350 a.C.), la praetura o cargo de pretor (337 a.C.) y las magistraturas de los colegios pontifical y augural (300 a.C.). Estos cambios políticos dieron paso a una nueva aristocracia compuesta por patricios y plebeyos enriquecidos y propiciaron que el ingreso en el Senado fuera casi un privilegio hereditario de estas familias. El Senado, que originalmente había tenido escaso poder administrativo, se convirtió en un órgano fundamental de poder; declaraba la guerra y firmaba la paz, establecía alianzas con otros estados extranjeros, decidía la fundación de colonias y gestionaba las finanzas públicas.

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Aunque el ascenso de esta nobilitas puso fin a las disputas entre los dos grupos sociales, la posición de las familias plebeyas más pobres no mejoró y el agudo contraste entre las condiciones de los ricos y la de los pobres originó a finales de la República las luchas entre el partido aristocrático y el popular. Roma aplicó durante este periodo una política exterior expansionista. Antes de la disolución de la monarquía, Roma ya era la potencia hegemónica en el Lacio. Ayudados por sus aliados, los romanos lucharon contra etruscos, volscos y ecuos. Entre el 449 y el 390 a.C. Roma se mostró especialmente agresiva. La conquista de la ciudad etrusca de Veyes en el 396 por el militar y político Marco Furio Camilo señaló el inicio de la decadencia de la civilización etrusca. Otras ciudades etruscas se apresuraron a firmar la paz, y a mediados del siglo IV a.C. se habían establecido guarniciones romanas en el sur de Etruria en las que se asentaron un gran número de colonos romanos. Las victorias sobre los volscos, latinos y hérnicos dieron a Roma el control de Italia central y también la hicieron entrar en conflicto con los samnitas del sur de Italia, a los que derrotó después de las denominadas Guerras Samnitas (343290 a.C.). Roma reprimió una revuelta de los latinos y volscos y en el 338 a.C. la Liga Latina (una confederación de ciudades del Lacio establecida muchos años atrás) fue disuelta. Las poderosas coaliciones formadas por etruscos, umbros y galos en el norte, y por lucanos y samnitas en el sur, amenazaron el poder de Roma hasta que fueron derrotadas, primero la confederación del norte en el 283 a.C. y poco después la del sur. En el 281 la colonia griega de Tarento solicitó ayuda a Pirro, rey de Epiro, contra Roma. Sus campañas en Italia y en Sicilia (280-276 a.C.) no tuvieron éxito y regresó a Grecia. Durante los siguientes diez años, Roma completó su dominio en el sur de Italia y de este modo logró imponer su poder sobre toda la península Itálica hasta los ríos Arno y Rubicón. 3 HEGEMONÍA EXTERIOR En el 264 a.C. Roma comenzó su lucha con Cartago por el control del mar Mediterráneo. Cartago era en esta época la potencia marítima hegemónica en el mundo y dominaba de forma absoluta el Mediterráneo central y occidental en tanto que Roma centraba su predominio en la península Itálica. 3.1 Las Guerras Púnicas y Macedónicas La primera (264-241 a.C.) de las Guerras Púnicas tuvo como causa principal la posesión de Sicilia y supuso el nacimiento de Roma como una gran potencia naval. Con el apoyo de Hierón II, tirano de Siracusa, los romanos conquistaron Agrigento, y su recién creada flota, bajo el mando del cónsul Cayo Duilio, venció a la cartaginense en la batalla de Milai (260 a.C.). La continuación de la guerra en África acabó con

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la derrota y captura del general romano Marco Atilio Régulo. Tras una serie de derrotas en el mar, los romanos obtuvieron una gran victoria naval el año 242 a.C. en las islas Égates, al oeste de Sicilia. La guerra acabó en el 241 a.C. con la cesión a Roma de la zona cartaginesa de Sicilia que se convirtió en una provincia romana, la primera posesión exterior de Roma. Poco después, Cerdeña y Córcega fueron arrebatadas a Cartago y anexionadas como provincias. Como Roma había logrado un equilibrio de fuerzas en el mar, Cartago se preparó para la reanudación de las hostilidades al adquirir posesiones en Hispania. Bajo el mando de Amílcar Barca, Cartago ocupó la península Ibérica hasta la altura del río Tajo. Asdrúbal, yerno de Amílcar, continuó la labor de sometimiento de este territorio hasta su muerte (221 a.C.) y entre los años 221 a.C. y 219 a.C. el nuevo general cartaginés Aníbal, hijo de Amílcar, amplió las conquistas cartaginesas hasta el río Ebro. La segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.) comenzó al invadir Aníbal la península Itálica tras partir desde sus campamentos de la península Ibérica y cruzar los Alpes con elefantes. Derrotó a los romanos en sucesivas batallas y asoló gran parte del sur de Italia durante varios años, pero tuvo que regresar a África para enfrentarse con Publio Cornelio Escipión el Africano, que había invadido Cartago y que obtuvo una victoria decisiva sobre Aníbal en la batalla de Zama (202 a.C.). A consecuencia de esta batalla Cartago tuvo que entregar su flota, ceder Hispania y sus posesiones en las islas del Mediterráneo a Roma y pagar una enorme indemnización. Desde este momento Roma obtuvo el control completo del Mediterráneo occidental. El trato que los romanos dieron a las comunidades itálicas bajo su dominio se hizo más severo, al tiempo que las ciudades griegas del sur de Italia, que habían apoyado a Aníbal, se convirtieron en colonias romanas. Roma continuó extendiendo su poder hacia el norte: entre el 201 y el 196 a.C. los celtas del valle del río Po fueron sometidos y su territorio fue latinizado, aunque se les negó la ciudadanía romana. Córcega y Cerdeña fueron sometidas e Hispania fue ocupada militarmente, práctica que originó los primeros ejércitos romanos permanentes. Durante los siglos III y II a.C. Roma hubo de enfrentarse a Macedonia por el dominio del mar Egeo en las denominadas Guerras Macedónicas. Las tropas macedónicas estuvieron dirigidas durante las dos primeras guerras por Filipo V, que resultó finalmente derrotado en el año 197 a.C. Con la ayuda de las ciudades griegas del sur, los romanos procedieron contra Antíoco III Megas, rey de Siria, al que derrotaron en Magnesia del Sípilo en el año 190 a.C. y le forzaron a entregar sus posesiones en Europa y Asia Menor. El hijo y sucesor de Filipo, Perseo (c. 212166 a.C.), continuó la resistencia contra los romanos, lo que condujo al estallido de la tercera Guerra Macedónica. En el año 168 a.C. su ejército fue puesto en fuga en Pidna por el cónsul Paulo Emilio el Macedónico. Macedonia se convirtió en provincia

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romana en el 148 a.C. Dos años más tarde, la revuelta final de la Liga Aquea en Grecia contra el dominio romano concluyó con la conquista y destrucción de Corinto. Roma reemprendió la lucha contra los cartagineses en la tercera Guerra Púnica (149-146 a.C.), que finalizó cuando Publio Cornelio Escipión Emiliano conquistó y destruyó Cartago, que a partir de entonces formó parte de la provincia romana de África. La conquista de Numancia en el 133 a.C. puso fin a una serie de campañas en la península Ibérica. Ese mismo año Roma también incorporó a su control el reino de Pérgamo tras la muerte de su último gobernante, Atalo III; poco después este territorio formó parte de la provincia de Asia. Roma había creado, en 131 años, un imperio (administrado todavía bajo una forma republicana) que dominaba el Mediterráneo desde Siria hasta Hispania. Como resultado de esas conquistas los romanos entraron en contacto con el mundo griego, primero en el sur de Italia y Sicilia y más tarde en el este, adoptando gran parte de su cultura, arte, literatura, filosofía y religión. El desarrollo de la literatura latina comenzó en el 240 a.C. con la traducción y adaptación de la poesía épica y los dramas griegos. En el 155 a.C. se establecieron escuelas de filosofía griega en Roma. 4 CONFLICTOS INTERNOS Con la adquisición de tan vastos territorios comenzaron los problemas internos de Roma. Algunas familias plebeyas extremadamente ricas se aliaron con las viejas familias patricias para excluir al resto de ciudadanos de las más altas magistraturas y del Senado. Esta clase dirigente aristocrática (optimates) se hizo cada vez más arrogante y propensa al lujo, perdiendo los altos niveles de moralidad e integridad de sus antepasados. La gradual desaparición de los campesinos, causada por la creación de grandes propiedades agrarias, de un sistema de producción esclavista y por la devastación del campo por la guerra, condujo al desarrollo de un proletariado urbano cuya opinión política no se tenia en consideración. El conflicto entre el partido aristocrático y el popular era inevitable. Los intentos de los tribunos de la plebe Tiberio Sempronio Graco y su hermano Cayo Sempronio Graco por aliviar la situación de los ciudadanos más pobres con una reforma agraria y el reparto de cereales, acabaron en revueltas en las que ambos hermanos resultaron muertos, en el 133 y en el 121 a.C. respectivamente. La ampliación territorial de Roma continuó. En el año 106 a.C. Yugurta, rey de Numidia, fue destronado por el cónsul Cayo Mario con la ayuda de Lucio Cornelio Sila. Esta victoria incrementó el prestigio militar de Roma, consolidado tras la derrota de los cimbrios y teutones en el sur de la Galia y norte de Italia a manos de Mario tras su regreso de África.

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Las comunidades itálicas aliadas con Roma sintieron que sus cargas aumentaban en tanto que sus privilegios disminuían y exigieron compartir con Roma los beneficios derivados de las conquistas, a las que habían contribuido. El tribuno Marco Livio Druso intentó conciliar a la población pobre con una serie de reformas legales sobre la posesión de la tierra y reparto de cereales, y a los ejércitos itálicos con la promesa de la concesión de la ciudadanía romana. Su asesinato fue seguido, un año más tarde (90 a.C.), por una revuelta de los ejércitos itálicos cuyo objetivo era crear un nuevo Estado itálico gobernado según las directrices de la constitución romana. Tras la denominada Guerra Social los pueblos itálicos (principalmente marsos y samnitas) fueron finalmente derrotados, pero consiguieron la plena ciudadanía romana. Los problemas internos de Roma continuaron. Durante la guerra con Mitrídates VI Eupátor, rey del Ponto, estalló el conflicto entre Cayo Mario, portavoz del partido popular, y Lucio Cornelio Sila, dirigente de los optimates (partido aristocrático) a causa de quién debería dirigir la expedición militar. Sila marchó sobre Roma con las tropas que había mandado durante la Guerra Social y por vez primera las legiones romanas entraron en la ciudad. La posterior huida de Mario y la ejecución del tribuno Publio Sulpicio Rufo dejaron vía libre a Sila para imponer medidas arbitrarias y pudo dirigirse contra Mitrídates en el 87 a.C. En ausencia de Sila, Lucio Cornelio Cinna, líder del partido popular y encarnizado opositor de aquél, quiso introducir las reformas inicialmente propuestas por Rufo, pero fue expulsado de Roma; reunió en torno suyo las legiones en la región de Campania y junto a Mario (que había regresado de África) entró en Roma. Compartieron el consulado en el año 86 a.C. pero Mario murió poco después, tras lo cual se inició en represalia una masacre de senadores y patricios. Cinna permaneció en el poder hasta el 84 a.C., fecha en la que Sila regresó de Asia Menor con 40.000 hombres, marchó hacia Roma y derrotó al partido popular. En adelante, la constitución republicana estuvo a merced de quien tuviera el apoyo militar más fuerte. Sila suprimió a sus enemigos al proscribirles, redactando y colocando en el Foro una lista de hombres importantes que eran declarados enemigos públicos y fuera de la ley; también confiscó las tierras de sus oponentes políticos, las cuales otorgó a los veteranos de sus legiones, quienes por lo general las descuidaron o abandonaron. La rica economía agrícola de Roma decayó y la ciudad tuvo que importar gran parte de sus víveres, especialmente de África que se convirtió en el mayor suministrador de cereales para Roma. 5 LA ASCENSIÓN DE CÉSAR En el año 67 a.C. Cneo Pompeyo Magno, político y militar romano que había luchado contra los partidarios de Mario en África, Sicilia e Hispania, acabó con la piratería en el Mediterráneo y fue el encargado de dirigir la guerra contra Mitrídates. Mientras tanto, su rival Cayo Julio César, aprovechándose de su ausencia, adquirió

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gran prestigio como líder del partido popular al reivindicar la rehabilitación de los injuriados nombres de Mario y Cinna, rogando clemencia para sus hijos y llevando ante la justicia a los corruptos seguidores de Sila. César encontró un servicial aliado en Marco Licinio Craso, hombre de gran riqueza. No obstante, César provocó la oposición de la clase media al estar implicado en la conjura de Catilina en el año 63 a.C.; dos años más tarde Pompeyo regresó victorioso de Oriente, demandó al Senado que ratificara las medidas que él había adoptado en Asia Menor y concedió tierras a sus veteranos. Sus peticiones encontraron fuerte oposición hasta que César optó por la reconciliación; Pompeyo, Craso y César constituyeron el denominado primer triunvirato en el año 60 a.C. El triunvirato logró obtener el consulado para César y satisfacer las demandas de Pompeyo. Los ecuestres (caballeros), muchos de los cuales eran ricos miembros de la clase mercantil, fueron aplacados a costa del Senado y se llevó a cabo una reforma agraria que permitió a César recompensar a sus tropas. No obstante, su mayor éxito fue la obtención del mando militar en la Galia Cisalpina, Iliria y más tarde en la Galia Transalpina, donde realizó importantes conquistas militares. En el 55 a.C. los triunviros renovaron su alianza y César prorrogó su mando en la Galia durante cinco años más. Pompeyo y Craso fueron elegidos cónsules en el 55 a.C. y al año siguiente Pompeyo recibió el mando de las dos provincias de Hispania y Craso el de Siria. La muerte de éste último (53 a.C.) originó el conflicto entre César y Pompeyo. Roma cayó en un periodo de desórdenes hasta que el Senado indujo a Pompeyo a que permaneciera en Roma, confiando su provincia a legados; le nombró único cónsul en el año 52 a.C. y le apoyó en su lucha contra César. El Senado, con el propósito de evitar que César se presentara como candidato al consulado en el 49 a.C., le exigió que abandonara su mando militar. César se negó, cruzó en el 49 a.C. el río Rubicón desde la Galia Cisalpina y tomó Roma, obligando a Pompeyo y los líderes aristocráticos a retirarse a Grecia. La victoria de César supuso la introducción de reformas económicas y administrativas en un intento de vencer la corrupción y restaurar la prosperidad de Roma. César continuó la guerra contra Pompeyo, derrotando a sus ejércitos en Hispania y pasó a Grecia, donde libró a comienzos del año 48 a.C. la decisiva batalla de Farsalia. Tras su victoria César regresó a Roma como dictador vitalicio. Pompeyo fue asesinado poco después en Egipto, pero la guerra contra sus partidarios continuó hasta el año 45 a.C. con su derrota definitiva en Munda (en la Bética, Hispania), tras la cual César fue nombrado cónsul por un periodo de diez años. César se granjeó la enemistad de la aristocracia al ignorar las tradiciones republicanas y fue asesinado el 15 de marzo del año 44 a.C. Marco Tulio Cicerón MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


intentó restaurar la vieja constitución de la República, pero Marco Antonio, que había sido nombrado cónsul con César, se unió con Marco Emilio Lépido y el hijo de una sobrina de César, Octavio (más tarde el emperador Augusto), para formar el segundo triunvirato. Los triunviros iniciaron su mandato proscribiendo y asesinando a sus opositores republicanos, incluido Cicerón. En el año 42 a.C. Octavio y Marco Antonio derrotaron a las tropas de Marco Junio Bruto y de Cayo Casio Longino, dos de los asesinos de César, en Filipos, al norte de Grecia; más tarde los tres se repartieron el control de los territorios pertenecientes a Roma: Octavio se quedó con Italia y Occidente, Marco Antonio con el Oriente y Lépido con África. Poco después de asumir el control de su zona oriental, Marco Antonio, rendido ante los encantos de la reina de Egipto Cleopatra VII, planeó crear con ella un imperio oriental independiente. Lépido, llamado a Sicilia por Octavio para que le ayudara en la guerra contra Sexto Pompeyo (hijo de Pompeyo Magno), intentó conquistar Sicilia para sí mismo, por lo que fue privado de su provincia y apartado del triunvirato. La muerte de Sexto Pompeyo, tras la destrucción de su flota, dejó a Octavio —que había reforzado su posición en Occidente— solo frente a Marco Antonio como rival. Tras la batalla de Accio (o Actium) (31 a.C.) y el posterior suicidio de Marco Antonio y Cleopatra, Octavio obtuvo el control de Oriente (29 a.C.), con lo cual pasó a poseer la total supremacía sobre el territorio de Roma. Dos años más tarde recibió del Senado el título de augusto que asociaría a su propio nombre, acto que se considera el inicio del periodo imperial. A pesar de las sucesivas guerras civiles, la literatura latina experimentó un notable desarrollo durante el llamado ‘periodo ciceroniano’ (70-43 a.C.). Es la primera parte de la llamada edad de oro de la literatura romana. El siguiente periodo (43 a.C.14 d.C.) es conocido con el nombre de ‘periodo augusteo’. César y Cicerón llevaron la prosa latina a nuevas cimas, Terencio fue en esta época uno de los más brillantes dramaturgos y Catulo y Lucrecio destacaron por su brillante actividad poética.

7.-Obras públicas Entre los diversos proyectos de construcciones públicas de los romanos, la red de puentes y calzadas que facilitaron la comunicación a través de todo el Imperio y los acueductos que traían el agua a las ciudades desde los manantiales cercanos (Pont du Gard, siglo I a.C., cerca de Nimes), son los más extraordinarios.

El puente de Alcántara sobre el río Tajo, en Cáceres (España), puede ser considerado como una gran obra de ingeniería, gracias a la combinación del arco y la bóveda. Fue

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construido por el arquitecto Lacer en tiempos de Trajano y llevaba asociados un arco de triunfo y un templo. Aún se yergue el famoso acueducto de Segovia. Está formado por dos series de arquerías (160 arcos en su totalidad), superpuestas en dos niveles por robustos pilares de granito. Su cometido radicaba en surtir y proveer a la ciudad del agua necesaria. Fue construido en el siglo I d.C. Debemos destacar también los acueductos de los Milagros y de San Lázaro en Emerita Augusta (Mérida).

Suelo de mosaico de Roma

7.1.-Templos

Los templos de la antigua Roma (siglo IV a.C.- siglo III d.C.) heredaron la tipología constructiva de los griegos. Sin embargo, los modelos romanos presentan una escalinata en uno de los extremos para acceder hasta la parte superior de la gran plataforma o podio sobre la que descansa el conjunto, que sustituye al crepidoma griego. Cada ciudad romana tenía al menos un templo de estas características, situado en la propia trama urbana en lugar de sobre la acrópolis, destacado sólo por la elevación propia que le proporcionaba el podio. Uno de los ejemplos mejor conservados de esta tipología es la Maison Carrée (casa cuadrada) de Nimes, en el sur de Francia. Los templos griegos y romanos han influido sobre otras muchas tipologías occidentales, en especial en los edificios públicos, religiosos o civiles, que han pretendido cimentar su autoridad en el pasado clásico. MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


El panteón de Agripa, en Roma

7.2.-Teatro Los teatros romanos aparecieron por primera vez al final del periodo republicano. Constaban de un alto escenario junto a un foso semicircular (orchestra) y un área circundante de asientos dispuestos en gradas (cávea). A diferencia de los teatros griegos, situados en pendientes naturales, los teatros romanos se construyeron sobre una estructura de pilares y bóvedas y de esta manera pudieron ubicarse en el corazón de las ciudades. Los teatros fueron populares en todos los lugares del Imperio. Podemos encontrar ejemplos impresionantes en Orange (principios del siglo I d.C., Francia) y en Şabr tah (finales del siglo I d.C., Libia). Los teatros de Itálica y de Mérida fueron realizados en tiempos de Augusto y de Agripa, respectivamente. El segundo de ellos, aunque presenta diferentes fases constructivas, destaca por su pórtico a modo de gran fachada trasera del escenario (frons scaenae) del siglo I d.C. y por su orchestra semicircular.

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Teatro de Tiestre

7.3.-Anfiteatro Anfiteatro, en arquitectura, es una gran edificación descubierta, compuesta por una superficie oval, llamada arena, circundada por un graderío elevado sobre el terreno. El nombre hace referencia a su origen como unión de las cáveas de dos teatros. Los antiguos romanos, que ya construyeron los teatros como edificios exentos, sin apoyar sus gradas sobre una pendiente natural, desarrollaron el anfiteatro como escenario ideal para combates de gladiadores, peleas de fieras y otros espectáculos públicos. De hecho, la tipología contemporánea más similar es la de las plazas de toros.

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Coliseo Los primeros ejemplos se construyeron en madera, con graderíos provisionales, en los foros y plazas públicas. El primer anfiteatro estable de Roma se construyó en el año 59 a.C. por orden del máximo pontífice (y jefe de obras públicas) Cayo Escribonio Curio. El primero que se construyó parcialmente en piedra fue el de Augusto, en el año 30 a.C., antes de que éste llegara a ser el primer emperador de Roma. El anfiteatro de Augusto siguió siendo el único que no estaba hecho totalmente de madera en la ciudad de Roma hasta que se construyó el Coliseo o anfiteatro Flavio en el año 80 d.C. por orden del emperador Vespasiano. Todas las ciudades importantes del Imperio siguieron el ejemplo de Roma. Los principales anfiteatros romanos se encuentran en Pozzuoli, Capua, Verona (que conserva todo su graderío), Nimes, Arlés, Mérida, Itálica y Tarragona.

7.4.-Circos

Circo romano, construcción de la antigua Roma, y de los territorios dominados por ella, cuya utilidad era permitir la asistencia a diversos espectáculos tales como carreras de carros, actividades gimnásticas o luchas. El término también se refiere tanto a dichos espectáculos como al espacio estrictamente destinado a su desarrollo, es decir, sin incluir a las gradas destinadas a la ubicación del público. El circo fue una adaptación del hipódromo griego y estaba formado por un gran circuito para carreras de carros. Gradas de asientos rodeaban el ruedo excepto en la parte final, donde se

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localizaban los establos para los caballos y los carros. En el centro del circo, extendiéndose a lo largo, casi de extremo a extremo, había un muro bajo, la spina, alrededor del cual corrían los carros. Competían cuatro equipos que vestían de verde, rojo, azul y blanco representando los elementos, y cada uno conducía cuatro caballos representando las estaciones. Una carrera duraba siete vueltas y cada día había 24 carreras. Frecuentemente había disturbios, aunque se suponía que el “pan y circo” apaciguaba al pueblo, que en ocasiones podía demandarles a través de los candidatos políticos. También existían otras distracciones en el circo, tales como combates entre gladiadores, entre bestias salvajes y entre hombres y bestias salvajes. En el 55 a.C. se dice que el general romano Pompeyo Magno patrocinó cinco días de juegos circenses durante los cuales se mató a quinientos leones y a veinte elefantes. El circo también se utilizaba como lugar para celebrar ceremonias imperiales, en las cuales el emperador aparecía ante su pueblo normalmente como parte de la celebración de una victoria militar o de su acceso al trono. Las ciudades que tenían circo, incluidas Roma, Tesalónica (Grecia), Sirmium (la actual Sremska Mitrovica, en Serbia) y Constantinopla, continuaron llamándolo hipódromo. El circo más conocido fue el Circo Máximo en Roma, construido hacia el 600 a.C., y ampliado por Julio César en el siglo I a.C. Sus dimensiones exteriores eran de 610 metros de largo y 190 de ancho, mientras la zona interior era aproximadamente de 564 metros de largo y 85 de ancho. Tenía capacidad para más de 300.000 espectadores. En los siglos IV y V d.C., bajo la creciente influencia de la Iglesia, las distracciones que tradicionalmente habían tenido lugar en el circo dejaron de ser apreciadas y finalmente desaparecieron. Hacia el siglo VII d.C., los circos habían sido abandonados y fueron desmantelados para recuperar sus piedras o usados como vertederos de basura.

7.5.-Casa Romana o domus Las viviendas unifamiliares se construyeron con una amplia variedad de formas y tamaños, pero las domus romanas generalmente mostraron preferencia por la simetría axial, que caracteriza también la mayor parte de la arquitectura pública. Las casas más antiguas, fechadas entre los siglos III y IV a.C., parecen haber sido construidas de acuerdo con los modelos etruscos. La domus italica, o casa de los inicios de la República, constaba de un pasillo de entrada (fauces), un espacio principal a MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


cielo abierto (atrio) con un estanque central para recoger el agua de la lluvia (impluvium), una serie de pequeñas habitaciones (cubicula), una zona de recepción y trabajo (tablinum), un comedor (triclinium), una cocina (culina) y a veces un pequeño jardín trasero (hortus). La parte delantera contaba en ocasiones con estancias abiertas a la calle que servían de tiendas. Durante el final de la República y el comienzo del Imperio, las casas romanas se convirtieron en unidades más complicadas. En el atrio se instalaron columnas de estilo griego, el antiguo hortus se ensanchó y se rodeó de una columnata (peristilo), y la decoración se hizo bastante profusa. Las viviendas de las ciudades más ricas llegarían a ocupar un bloque entero, como ocurrió con la denominada casa del Fauno de Pompeya, construida a principios del II siglo a.C.

7.6.-Termas Tanto las ciudades grandes como las pequeñas, tuvieron termas o baños públicos (véase Baños y termas). Bajo la República se completaron generalmente con un vestuario (apodyterium) y habitaciones para bañarse con agua caliente, templada y fría (caldarium, tepidarium, frigidarium) junto a una zona de ejercicios llamada palestra. Las termas cerca del foro de Pompeya, construidas hacia el siglo II a.C., son un ejemplo excelente de los modelos más antiguos. Bajo el Imperio estas estructuras comparativamente modestas se volvieron progresivamente más grandiosas. Ejemplos posteriores, como los baños de Caracalla (c. 217 d.C.) en Roma tenían incluso bibliotecas, tiendas y enormes espacios públicos abovedados, decorados con estatuas, mosaicos, pinturas y estucos.

Termas de Caracalla

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7.7.-Basílica Romana En las basílicas romanas se celebraban las transacciones comerciales y los procesos judiciales, pero este edificio se adaptó en tiempos cristianos, convirtiéndose en la tipología de iglesia occidental con un ábside y un altar al final de la nave mayor. Las primeras basílicas se levantaron a comienzos del siglo II a.C. en el propio foro romano, pero es en Pompeya donde se encuentran los ejemplos de basílicas más antiguas y mejor conservadas (c. 120 a.C.).

Basílica de San Pedro

7.8.-Puente Romano

Los romanos construyeron muchos puentes de caballete con madera, uno de los cuales se describe con detalle en la obra Comentarios sobre la guerra de las Galias de Julio César. Sin embargo, los puentes romanos que se mantienen en pie suelen sustentarse en uno o más arcos de piedra, como el puente de Martorell cerca de Barcelona, en España, construido hacia el 219 a.C., y el Ponte di Augusto en Rímini, Italia, del siglo I a.C. El Pont du Gard en Nimes, Francia, tiene tres niveles de arquerías que elevan el puente a 48 m sobre el río Gard, con una longitud de 261 m; es el ejemplo mejor conservado de gran puente romano y fue construido en el siglo I a.C. La utilización de arcos de medio punto derivó más tarde en la de arcos apuntados. Los arcos modernos suelen ser escarzanos o con forma semielíptica, ya que permiten tramos más largos sin interrumpir la navegabilidad y con altura moderada. El puente sobre el río Tweed (1803) en Kelso, Escocia, ejemplo de puente de arco semielíptico, fue diseñado por el ingeniero británico John Rennie.

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Los puentes de vigas tienen limitada la longitud de los tramos por la resistencia de las vigas. Esta limitación se supera ensamblando las vigas en triángulos. Leonardo da Vinci esbozó puentes de este tipo, y el arquitecto italiano Andrea Palladio probablemente construyó varios. En Suiza se construyeron dos puentes de vigas trianguladas en 1760. Sin embargo, la construcción de este tipo de puentes no se desarrolló a gran escala hasta después de 1840.

7.9.- Acueducto El primer acueducto romano que transportaba el agua sobre la superficie del suelo fue el Aqua Marcia, en Roma; tenía una longitud de 90 Km. y fue construido por el pretor Marcio en el año 144 a.C. La sección de este acueducto, soportada por puentes, medía unos 16 km. Diez acueductos suministraban agua a la antigua ciudad de Roma, unos 140.000 m3 de agua al día. En la actualidad se encuentran porciones de ellos que todavía están en funcionamiento, y proporcionan agua a las fuentes de Roma. Los antiguos romanos también construyeron acueductos en otros lugares de su imperio, muchos de los cuales se mantienen todavía en buen estado: el acueducto sobre el canal de Francia; el de Segovia en España y el de Éfeso en Turquía.

Acueducto de Segovia

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7.10.-Vía Romana

Vías de la Hispania romana Las más destacadas poblaciones de la Hispania romanizada aparecen en este mapa, unidas por las principales vías creadas por el poder de Roma.

7.11.-Los arcos de triunfo Los arcos de triunfo levantados en todas las partes del Imperio se destacan como uno de los monumentos más importantes. Aunque casi ninguno de los grandes grupos escultóricos (a menudo cuadrigas) que alguna vez remataron estos arcos ha subsistido, el propósito originario de tales construcciones fue únicamente servir de soporte a la estatuaria honorífica. Los arcos primitivos eran muy sencillos pero bajo Augusto y los emperadores posteriores se fueron complicando. Con el tiempo se convirtieron en verdaderos soportes propagandísticos, recubiertos con series extensas de bajorrelieves, anunciando las victorias y las grandes hazañas de los emperadores. Las imágenes solían representar acontecimientos históricos concretos, pero frecuentemente se desarrollaron también temas alegóricos en los que el emperador podía aparecer en compañía de los dioses o recibiendo el homenaje de los pueblos conquistados. Entre los arcos más importantes conservados en Roma están el de Tito (c. 81 d.C.), en el foro romano, y el de Constantino (312-315 d.C.) cerca del Coliseo. En los dos bajorrelieves del arco de Tito se representa el desfile triunfal del emperador con los tesoros del gran templo de Jerusalén. El arco de Constantino presenta una mezcla de relieves reutilizados de monumentos más antiguos y otros realizados especialmente MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


para dicho arco. Los medallones y frisos muestran una gran cantidad de temáticas, incluyendo escenas de batalla, sacrificio y distribución de dádivas. En los relieves antiguos la cabeza de Constantino fue labrada en sustitución de las de sus predecesores. Esta remodelación de los relieves antiguos fue algo corriente en la Roma imperial. Los monumentos de los emperadores condenados a título póstumo por el Senado (damnatio memoriae) fueron modificados o destruidos. Algunos arcos decorados con suntuosidad pueden contemplarse también fuera de Roma. En Benevento, en el sur de Italia, se levantó hacia el 114 d.C. un gran arco con 14 placas en las que se rendía homenaje a Trajano. En Orange, Francia, el arco de Tiberio (c. 46 a.C.), uno de los más antiguos, se decoró con representaciones de las tropas y de los prisioneros, escenas de los romanos luchando contra los galos y escudos y armas de los prisioneros. En España se conservan en la actualidad los arcos de Bará en Tarragona, el de Caparra en la ciudad antigua de Capeta (Cáceres) y el de Medinaceli en Soria. El primero de ellos presenta un único vano central, el segundo de ellos, de finales del siglo I d.C., presenta una configuración cuadrifonte y el tercero una estructura tripartita, con un arco central más grande flanqueado por otros dos de menor tamaño.

Arco de Constantino

7.12.- Columnas Ocasionalmente se levantaron también columnas historiadas, con frisos de bajorrelieves en espiral, que relataban con gran detalle las campañas militares de los MARÍA JOSÉ MARTÍN GARCÍA


romanos. La primera y más grande de ellas fue la del foro de Trajano (113 d.C.) de Roma, levantada por el arquitecto Apolodoro de Damasco (véase Columna de Trajano). Describe las actividades de la armada romana en su guerra contra los Dacios, en la frontera septentrional del Imperio (actual Rumania). Los relieves históricos adornaron también grandes altares como el Ara Pacis Augustae (fechado en Roma del 13 al 9 a.C.), cuyos relieves celebran el inicio con Augusto de la pax romana, la gran época de paz y prosperidad del Imperio romano.

8.- Hispania Nombre por el que los romanos conocieron a la península Ibérica. Llamada por los griegos Iberia en alusión al río Iberus (Ebro actual), Roma prefirió una palabra —derivada de una voz cartaginesa— alusiva a una característica zoológica de estas tierras en la antigüedad: ser una 'tierra de conejos', que es lo que etimológicamente significa. La nueva denominación pervivió más allá del fin del Imperio Romano y por evolución lingüística fue transformándose, primero en Spania y, finalmente, en España (en castellano). Inicialmente el territorio fue dividido en 2 provincias: Hispania Citerior (la más cercana geográficamente a Roma, que comprendía el este y noreste peninsulares) e Hispania Ulterior (la más alejada de la metrópoli). Durante doscientos años no se cambió, excepto en los límites geográficos, acrecentados por las conquistas (correspondiendo el centro y norte a la primera y el oeste y noroeste a la segunda). Sin embargo, Augusto en el 27 a.C. dividió la Ulterioren dos nuevas provincias — Lusitania, Bética— y llamó Tarraconense a la Citerior. El emperador Caracalla a comienzos del siglo III desgajó de la Tarraconense la provincia Hispania Nova Citerior Antoniniana —futura Gallaecia—, que comprendía el noroeste peninsular. Su sucesor de principios del siglo IV, Diocleciano, creó la Cartaginense (centro y este peninsulares, más las islas Baleares) desgajada también de la Tarraconense. A fines del siglo IV las Baleares pasan a ser provincia insular llamándose Balearica. Por otro lado, el norte de África fue englobado en ese siglo como parte de Hispania con el nombre de Mauritania Tingitana, con capital en Tingis (actual Tánger). Consecuencia de todo ello, en el siglo V Hispania se componía de 7 provincias.

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Hispania romana Este mapa muestra la reorganización administrativa de Hispania realizada en el año 27 a.C. por el emperador Augusto. La antigua provincia de la Hispania Ulterior fue dividida en dos nuevas circunscripciones, denominadas Lusitania y Bética, mientras que la Hispania Citerior cambió su nombre por el de Tarraconense.

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