María y un día florido Quique Figueroa
Un manto de pétalos de flores blancas ornamenta este miércoles la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, para celebrar la dedicación al santuario mariano más antiguo de Occidente. Su arcipresete, el cardenal español Santos Abril y Castelló presidió la Santa Misa en la Basílica, y afirmó que “la fe verdadera a la Madre de todos los cristianos lleva a mejorar nuestra Iglesia, nuestra sociedad, y el respeto por la naturaleza, como nos indica Francisco en la encíclica Laudato Sí”. Esta basílica se mandó construir después del Concilio de Éfeso, siglo V, cuando María fuera proclamada Madre de Dios, tiene un significado especial para el papado franciscano, porque la primera salida de Francisco, fue a esta basílica para encomendarle el pueblo romano. Antes y después de cada viaje, el Obispo de Roma, se encomienda primero, y agradece a su regreso, visitandola. La lluvia de flores recuerda el “Milagro de la nieve”, porque habría nevado sobre la colina romana del Esquilino la noche del 5 de agosto de 358, ¡en pleno verano romano! De acuerdo a la tradición, la Virgen habría aparecido en el sueño al Papa Liberio, pidiéndole que construyera una iglesia donde había nevado. Desde 1983, dicho milagro, se evoca con un espectáculo de luces y sonidos frente a la basílica. María, la nieve y las flores, conforman un espectáculo impar.