150619(diálogo a 360°)

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Un diálogo a 360° Quique Figueroa Desde el vamos, se percibió que el papado de Francisco, daría pasos por mejorar el medio ambiente. Desde que el Obispo de Roma explicó, durante aquel primer encuentro con los colegas periodistas, aquel sábado 16 de marzo de 2013. Allí habló sobre la elección del nombre que hacía poco había asumido: refiriéndose al amor por los pobres y las creaturas a las cuales el santo de Asís dedicó el maravilloso cántico y del cual ahora toma el nombre su segunda encíclica. Laudato si’ es un documento de largo aliento. Una especie de ensayo, que viene a romper con el estilo tradicional, muy formal y bastante autoreferencial. Esta carta encíclica, tiene rasgos poéticos, conmovedores y también palabras crudas. El texto tiene muchas novedades. Su contenido fue ansiado, espiado y rechazado de antemanno en algunos sectores. Laudato Si' ya es pública, y quien quiera leerla y debatir honestamente no puede dejar de percibir su novedad. Dirigida a «cada persona que habita este planeta», ya nos moviliza e interpela. Todos tenemos algo para decir, y para hacer, a los efectos de cuidar esta, nuestra casa, como nos invita María Elena Walsh en “Barco quieto”: No te vayas/quédate. Que ya estamos de vuelta de todo/ y esta casa es nuestro modo de ser.

La carta encíclica hermana la reflexión cristiana sobre el medio ambiente del último medio siglo con el debate cultural y científico, vivaz y marcado por extremismos de signo contrario, en un contexto donde prima cierta inercia y debilidad política. Pese a esto, Laudato Si' retoma la sensibilidad ecológica, basandose en la tradición, de las Escrituras, trayendo a Tomás y Buenaventura, sumando aportes de Romano Guardini y Pierre Teilhard de Chardin. Hasta se da el lujo de abrirse a la voz de una católica conversa al islamismo, como Eva de Vitray – Meyerovitch, con un pasaje memorable donde se complementa con san Buenaventura, para permitir descubrir a Dios en cada rincón del universo, al inicio del sexto capítulo. Mejor aún, la novedad del texto papal, que para hacerse eco de evitar la autorreferencialidad, recurre a voces de los obispos de todo el mundo: veintitrés veces, Laudato si’ cita documentos de conferencias o comisiones episcopales, publicados durante los últimos treinta y cinco años. Siendo las mas citadas las conferencias de Bolivia, Alemania y la Argentina (dos citas cada una). Completan la lista, Sudáfrica, Filipinas, EE.UU., Canadá, Japón, Brasil, Rep.Dominicana, Nueva Zelanda, Portugal, México y Australia con una cita para sus prelados.


La encíclica reconoce a las tradiciones del cristianismo oriental, en especial al pensamiento ortodoxo. De allí, la importante reflexión del patriarca Bartolomé, y el hecho de que la encíclica haya sido presentada, por Ioannis Zizioulas, metropolita de Pérgamo. Con esta encíclica nuestro Obispo de Roma, vero constructor de puentes, primerea, y nos invita a debatir con honestidad sobre como vivimos, y que podemos hacer desde las acciones mínimas, para mejorar nuestro planeta, y nuestro modus vivendi. Allí, ya estaremos reviendo nuestro sistema de creencias, y si somos honestos o no, entre nuestra vida y nuestros principios. No son pocas cosas las que están en juego: el destino de la tierra, nuestra “casa común”, y el futuro de los pobres, los más afectados por una degradación innegable. Por eso, Francisco nos insta a protegerlos, en la espera y en la contemplación del creador. Una búsqueda esperanzada, tal como nos propone Paulo Freire, a lo largo de toda su pedagogía. Un punto en común con el pontífice latinoamericano: la mirada esperanzada sobre los pobres, con un horizonte trascendente. No en vano, Freire y Claudio Hummes, el obispo emérito admirado por Francisco, vivieron en el nordeste brasileño. Se perciben aires latinoamericanos. Ha reAparecido cierta frescura, por eso nuestras loas son mas sentidas y sinceras. A Dios gracias.


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