Leo Circus

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–¡TE AMO! –grita ella y hay ternura, deseo, pasión y amor verdadero en esa declaración. Todos los presentes comienzan a llorar, conmovidos en lo más profundo de sus corazones. Se oye incluso algún que otro “Yo también te amo” entre el público. Amapola solo tiene ojos para Impávido, que ahora le devuelve la mirada. Él tiene los labios entreabiertos y parece a punto de decir algo, pero no lo hace. Al cabo de unos instantes, vuelve a cerrar la boca, pero ya no parece aburrido. Ella llega a su altura y le toma de las manos. Un grito asustado recorre las filas de espectadores. El Gran Grizzly levanta ambas manos y pide silencio. –Te amo –susurra ella, y entierra su rostro entre las manos de él. Algo brilla en los ojos de Impávido, una solitaria lágrima. –Yo también te amo a ti –declara finalmente con voz grave–. Más que a mi propia vida. La lágrima cae sobre el cabello de Amapola y las llamas se apagan lentamente. El Gran Grizzly se adelanta y envuelve el cuerpo desnudo de ella con su enorme capa negra. Los dos amantes abandonan la pista cogidos por la cintura mientras el público aplaude con fuerza. No hay rostro que no esté surcado de lágrimas ni corazón que no haya sido conmovido. El Juego del Amor ha concluido.

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