SEGUNDO NÚMERO DE MONOLITO

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EDITORIAL

Soy un convencido de que la sociedad mexicana está viviendo uno de sus peores momentos en materia de valores, educación y civismo: una época de oscurantismo ético. No es algo que se haya dado de un día a otro, es el producto orgánico que ha parido la sociedad mexicana por generaciones. Es triste darse cuenta de la realidad en la que vivimos, tal vez, por ello la ciudadanía prefiere soslayar los problemas que se avecinan, y solo esperan el choque del meteoro directo al corazón del país (la sociedad), resignados, a la espera de que la tragedia que viven día a día otros mexicanos, no les pase a ellos, buscando con la ayuda divina y expresada a través de la oración, escudarse detrás de un halo mágico, impenetrable, llamada fe que dejó de servirles a los otros, estos que ya enfrentan la realidad con uñas y dientes, ahora sí, sufriendo por lo que antes les producía solo un gesto de molestia o simplemente el cambiar de tema o canal de televisión. El costumbrismo, la rutina y la monotonía mantienen a la sociedad en un estado de adormecimiento mental, del cual no da tiempo de salir, porque cuando se quiere, ya el sueño nos domina y nos golpea el rostro, caemos redondos sobre la cama y de ahí no queremos saber más nada. Es un estado que gusta a los malos gobiernos, pues ¿qué tiempo queda de luchar por nuestros derechos y por los de los otros si el ciudadano promedio pasa 12 horas o más diariamente metido en un trabajo que, en la mayoría de los casos, no les produce satisfacción alguna? Ya no hablemos de lo mal remunerados que están estos empleos, claro, si tienes la suerte de conseguir alguno. Pero aún con todo esto creo que sí podemos hacer algo para reformar de fondo a la sociedad, a nosotros mismos, a cada miembro de nuestra familia. Si bien es cierto que no podemos cambiar la manera de pensar de toda la gente (y hacerlo sería caer en el error), sí podemos inculcar en las nuevas generaciones esta conciencia social que se extingue a cada minuto, y que tanta falta le hace a este país y a las generaciones venideras. No esperemos que el gobierno resuelva todos los problemas que nos aquejan, sabemos que los gobernantes son muy limitados en el terreno del pensamiento y los valores humanos, por eso debemos, nosotros, y solo nosotros, la sociedad como un todo, movernos para conseguir un cambio: ese cambio verdadero del que tanto se llenan la boca los candidatos presidenciales.

JUAN MIRELES DIRECTOR-EDITOR http://wwwjuanmireles.blogspot.mx/

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2 de Junio del 2012 3

REVISTA BIMESTRAL

EDITORIAL Juan Mireles

EL LIBRO SOBRE LA SILLA

Director-Editor

Mario Islasáinz Editor

José Pulido Editor

José Molina Jule Verdugos de Magdalena Arte de portada

Justina Cabral Publicidad online Colaboradores Alejandro Montaño Alejandro Morales Álvaro Iván Ortegón Don Gellver Gerardo Bono González Javier Sachez Jorge Dávila Vázquez Juan Fernando Alzate Lynette M. Pérez María Paz Ruíz Nuria de Espinoza Pernando Gaztelu Roxana Torres Neira Yolanda Gelices Wanda Lluveras

“La literatura no puede ser el adorno del poder sino el remordimiento de las imperfecciones de una sociedad; el factor de corrección de la situación económica y social”. José Cardoso Pires ¿Debe haber un libro en la silla presidencial? ¿Qué repercusión tienen las lecturas de un primer mandatario en la toma de definiciones? ¿Quiénes gobiernan mejor, los presidentes que han leído, por lo menos a los clásicos, o quienes definitivamente no han recurrido a la literatura para ampliar su acervo cultural? Estas y otras preguntas giran alrededor de los electores cuando piensan y desean transformar un país. En Francia, François Hollande, ha disfrutado de la lectura de Émile Zolá, Víctor Hugo y la obra completa Marcel Proust, entre muchos otros autores ingleses y norteamericanos. Angela Merkel, primera mujer canciller federal de Alemania, opta por las lecturas de Dostoievski y Tolstoi y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tiene preferencias por escritores como Dave Eggers, Richard Price, Jeffrey D. Sachso Derek Walcott. Se dice que uno de los presidentes mexicanos con muy elevado índice cultural fue Adolfo López Mateos, inclusive su gabinete fue nombrado “de alto nivel”. La lista de los gustos literarios de quienes dirigen el rumbo de las naciones es interminable, pero también es finita. Cabría la pregunta: ¿Sirve de algo leer o de qué manera es importante la formación cultural de quienes dirigen el rumbo de las naciones. José Emilio Pacheco, afirma que “sin lectura no hay lenguaje y sin lenguaje no podemos pensar en los problemas del país… los límites del lenguaje son los límites del pensamiento”. Las lecciones de los libros muchas veces hacen más cierta la experiencia de las cosas. El que lee con atención, repara una y muchas veces en lo que va leyendo, y el que mira sin ella, no repara en nada, diría en el Persiles, Miguel de Cervantes Saavedra. El poeta, ensayista, editor y crítico literario, Juan Domingo Argüelles es más firme en sus convicciones y embiste sin miramientos: “Los que leen realmente se delatan como lectores, de la misma forma que se delatan los falsos lectores. Por su comportamiento y por su actitud. Leer es esa acción que modifica siempre a las personas, incluso cuando las vuelve pedantes o insufribles”. Si como afirma Umberto Eco, la lectura es una necesidad biológica, lo que nos queda por saber, en la máxima dificultad investigativa, es por qué unas personas se convierten en lectoras consumadas y otras jamás pasan de las primeras páginas obligatorias. En la práctica y siendo observadores de las naciones desarrolladas, el grado de lectura es elevado y humanístico, comparado con los países en vías de desarrollo, en donde la lectura de autores elementales es bajo y superficial; sin embargo no siempre funciona así, porque aunque a mayor número de libros leídos, mayor será la respuesta a los conflictos sociales, en algunos casos es la comprensión de los textos lo que hace diferente a los lectores. Entonces: ¿Debe de haber un libro en la silla presidencial? Sí y no sólo uno, sino la conciencia de que esa obra va a transformar al hombre y a la sociedad. Los caminos del éxito, no siempre son resultado de la lectura, sino de la asimilación y aprovechamiento. Para alcanzar el camino del encuentro con las palabras y las palabras mismas, hay que buscar, escudriñar y hasta rescatar de los rincones de la historia, aquellos textos que nos iluminan el camino, no ya de la felicidad, sino el de un bienestar social y humano.


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El placer de la lectura es trascendental para la formación intelectual de las personas. En ese camino, el lector, se encuentra con una serie de obstáculos diseminados por edades, caracteres, grados de estudio, posición social, posturas políticas e ideológicas y hasta religiosas; sin embargo el gran problema es: “No me gusta leer”. La lectura, para algunos es emoción, para otros es simplemente flojera. ¿La lectura hace mejores a quienes leen y nos gobiernan? Y la respuesta es contundente: No, la lectura produce mejores personas en quienes son mejores personas. No es fácil encontrar a un gran lector que sea un verdadero tonto, definitivamente no es fácil, pero sí es posible encontrar a un gran lector que sea un canalla. Desde luego, no hay un determinismo tal. En general un gran lector no es un canalla ni sería un carcelero en Auschwitz, ni se prestaría a las trampas del racismo, pero tampoco hay que olvidar que, por ejemplo, el siglo XIX está lleno de conservadores que eran grandes lectores y que, al mismo tiempo, eran absolutamente enemigos de la libertad y la democracia. Leer para encontrarnos Leer implica recibir palabras que fueron escritas por otros escritores, que expresan pensamientos, ideas y culturas, pero que pone a al lector en una situación de receptor y no de autor de su propio pensamiento y de sus propias identidades. El lector tiende a buscar información hablada, escrita o en audiovisuales que refleja lo que somos. Nos buscamos en imágenes de nosotros mismos en la televisión, en las películas o en los libros, pero a través de estos medios erigimos nuestra propia identidad cultural. Lo que el lector lee le permite reconstruir, preformar, ampliar y transformar la representación de si mismos, pero no sólo nos construimos individualmente, sino que nos comprendemos también como parte de ciertos grupos, comunidades o tradiciones culturales. La lectura no es sino un eslabón en una cadena cultural mucho más amplia, integrada por conversaciones directas a las que uno tiene acceso, espacios sociales donde uno conoce el mundo. Conocemos el mundo a través de los medios de comunicación, las instituciones sociales, la iglesia, los partidos políticos, los grupos sociales, culturales. Sí leer, ¿pero qué? Se cuestionarían los políticos. Hay listas de escritores que van desde las tragedias griegas hasta la filoso fía china; otras más, cercanas a nuestros siglo, están enmarcadas en escritores románticos del siglo XVIII y XIX. Para los académicos de actualidad, no importa qué se lea, lo prioritario es comenzar a leer. Pero ahí está el grave problema. ¿Por dónde comenzar? Para investigadores y promotores de la cultura universal estos son los diez libros básicos que no hay que dejar de leer: 1. El libro de las ilusiones, Paul Auster: 2. 1984, George Orwell: 3. El Lobo Estepario, Herman Hesse: 4. A sangre fría, Truman Capote: 5. Ulysses, James Joyce: 6. Los Pilares de la Tierra, Ken Follett: 7. Crónica de una muerte anunciada, Gabriel García Márquez: 8. Historia de dos ciudades, Charles Dickens: 9. El guardián entre el centeno, J. D. Salinger: y 10. El nombre de la rosa, Umberto Eco. Si leemos para adquirir conocimientos, después de la lectura sabemos algo que antes no sabíamos, tenemos algo que antes no teníamos, pero nosotros somos los mismos que antes, nada nos ha modificado. Y esto no tiene que ver con lo que sea el conocimiento, sino como nosotros lo definimos. Sabemos muchas cosas, pero nosotros mismos no cambiamos con lo que sabemos. Tenemos el conocimiento, pero como algo exterior a nosotros, como un útil o una mercancía. Sin embargo, la lectura, como el fármaco, el viaje, o la traducción, es algo que forma o transforma al lector y, en esta transformación se valora el origen del cambio de nuestras sociedades. Por eso la pregunta: ¿Se gobierna para el cambio, para trascender, para hacer de una nación un territorio de igualdad social o construir estados despóticos? La respuesta se encuentra en la utilidad que se le dé al libro, a la lectura y a la cultura en general. De una cosa hay que estar seguros: en cualquier régimen social debe existir un objeto muy valioso que debe permanecer sobre la silla de quienes dirigen el rumbo y la historia de los países. Un instrumento leal a las ideas. El libro.

Por Gerardo Bono González


CARLOS: ESCRITOR DE PLUMA FUENTE

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Cuando muere un escritor, mueren también todos los libros que no ha escrito, que quedaron presos en su mente y no fueron liberados por sus manos. Cuando muere un escritor, se apagan las luces del entendimiento que sus palabras no alcanzaron a encender. Cuando muere un escritor, como Carlos Fuentes, mueren miles, millones de mundos en las mentes y corazones de sus lectores.

Martes, 15 de mayo, 2012 Mi amigo Juan Mireles me envía un mensaje por Facebook. -Que se murió Carlos Fuentes. -No. No puede ser. No él. No ahora. Y mientras platicamos, toda esa cabeza preclara, esa sabiduría, ese inmenso bagaje cultural, esa inteligencia, esas neuronas privilegiadas, ese talento, esa vigorosa mente, se esfuman en el viento... Para algunos será el trending topic del momento, que luego será sustituido por otro. Para otros, una nota intrascendente. ¿Y ese quién es? Me vale. Para algún petulante se tratará de “… un escritor sobrevaluado, que se diluye en un país que no lee…”. (Éste salió peor que Enrique Peña Nieto que confundió los libros de Fuentes con los de Krauze). Han transcurrido unas horas, un día, y apenas comienzo a entenderlo. Aún me niego a aceptar que acabo de quedar huérfano, pues perdí a uno de mis padres literarios, ni más, ni menos. Uno de los que me hizo pensar, “¡wow!, ¡yo quiero ser escritor!, quiero conmover al mundo con mis palabras, quiero meterme en sus cabezas, quiero crear nuevos mundos, quiero ser inmortal”, al terminar de leerlo, tal vez, fue Agua Quemada, que leí por obligación en la secundaria; quizás Aura, que devoré a escondidas no mucho después.


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Miércoles, 16 de mayo, 2012 Mientras viajo desde mi casa, en San Cristóbal de las Casas rumbo a mi oficina en Tuxtla, me asalta un recuerdo: Descubrí Aura entre el montón de libros de mi padre. Comencé a hojearlo, y de inmediato me sedujo, como sólo seduce lo prohibido. Lo metí bajo mi brazo, y luego lo escondí entre mis propios libros para leerlo clandestinamente. Su lectura me dejó intrigado, turbado, confuso. Muchas cosas se escapaban a mi inocente entendimiento de 12 años. Tal vez, mi papá lo echó en falta; quizás me delató mi mirada culpable y excitada. Me sorprendió leyendo, con el delgado libro oculto dentro de otro, y cuando descubrió lo que leía, miré su desconcierto; seguramente esperaba encontrar otra cosa. -Deberías leer antes otras historias más adecuadas para tu edad –me dijo eso o algo así-. Pero no me quitó el libro que terminé de leer con una extraña mezcla de excitación, culpa y deleite. Mi mente infantil perdió la virginidad con Aura. Estoy tan, tan agradecido… Carlos Fuentes se fue repentinamente, en días en los cuales México necesita a sus mejores mujeres y hombres, en medio de uno de esos momentos cruciales para nuestro país; un periodo de elecciones trascendentales que van más allá del sufragio por quién nos ha de gobernar durante los próximos seis años, en una coyuntura en la cual los tiempos nos exigen emitir un voto razonado y consciente. Carlos Fuentes deja dos libros en prensa: Federico en su balcón, novela, y Personas ensayos, y nos queda debiendo el que ya tenía en la cabeza, El baile del centenario se hubiera llamado. No era un autor de los que viven de pasadas y añejas glorias. Seguía en activo; hombre de su tiempo y de todos los tiempos, y por eso duele más su partida. Pocas muertes, como la suya, me dejan un hueco similar (Saramago, Ibargüengoitia, Cortázar, Benedetti, Sabines, Arreola, Monsiváis, Granados Chapa, Jan de Vos), aquí, en San Cristóbal… Tan sólo algunas de las muertes de hombres de letras que me han tocado como la de un familiar cercano, otros padres que tambié n se me han ido. Crecí con ellos, viví sus muertes. ¿Cómo se puede extrañar a alguien que nunca se ha visto, sólo leído? La respuesta es sencilla y compleja a la vez. Al escritor lo dejo entrar en mi mente y en mi corazón, sin las defensas que el pudor y la mesura imponen. Establezco una relación íntima y apasionada, pues si bien el autor (o autora) no me conoce, sé que pensó en mí cuando escribió esas letras que me han cimbrado y conmovido. Con la muerte de Carlos, sin embargo; me pasa algo diferente: la negación, la sensación de pérdida de una mente privilegiada, la sensación de que se ha secado para siempre la tinta de su pluma fuente, aquella con la cual acariciaba el papel en blanco como quien toca la piel de la mujer amada… Luego, el enojo. ¿Por qué justo en este momento cuando más se necesitan mentes brillantes, conciencias claras, en momentos tan oscuros para nuestro país? Ése que descubrió en 1938, con la expropiación petrolera, cuando entendió que México es un país real, y no imaginario, cuando comprendió que no conocía ni a su padre, ni a su patria. 83 años no le bastaron para terminar de descubrir y dar a conocer al mundo todos los rostros de México, su México, nuestro México. Jueves, 17 de mayo, 2012 Carlos, te hablo de tú, porque te siento cercano. Te vas, y no es justo. Nos dejas en un momento en el cual te necesitábamos tanto, tanto, tanto… Quién como tú nos ayudará ahora a entender este momento, y los que faltan. Hoy las letras, estas tristes letras, estas letras enojadas que hoy escribo, nacen huérfanas. Hoy, a pocas horas de tu partida, sólo me consuela el sentarme a releer lo que dejaste, lo que ya he leído, lo que he dejado para después, pensando que había tiempo suficiente. Tu partida me recuerda que no es así, que tenemos los minutos contados, que la muerte llega muchas veces sin aviso, y que más vale darme prisa por escribir las palabras que se agolpan en mi mente y pugnan por salir. Hoy te leo, y te escribo, Carlos, con estas letras, tuyas y mías, que me enseñaste a escribir, leyéndote, a ver si en ellas te encuentro para encontrar algo de luz y no sentirme tan solo. Entre San Cristóbal y Tuxtla. Mayo 16-17, 2012 Por Alejandro Montaño


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EL despertar, de Issac Babel Por Javier Sachez

Cuentos rusos. Libro RTV, nº 56. Biblioteca Básica SALVAT. Este ucraniano judío de Odessa (menudos tres factores para configurar una personalidad) nació cuando terminaba el siglo XIX y murió (miento, lo mataron) en 1940.

Isaac Babel (1894 -1941) Isaac Babel nace en Odessa (1894). Tras sufrir las excluyentes leyes zaristas estudia Derecho, y en Petesburgo conoce a Máximo Gorki, que siempre tutelaría al joven judío. Gracias a esta amistad, ven la luz sus primeros escritos en la revista Létopis (1916). Se incorpora (1921) a las campañas militares en el frente de Rumanía y de allí nacen sus relatos (Caballería Roja. 1926), ambientados en la brutalidad de la guerra. Acompañado de su mujer, viaja con frecuencia a Francia y entra en contacto con escritores e intelectuales franceses. En 1931 reúne varios relatos referidos a su infancia bajo el título de Cuentos de Odessa, en los que describe la difícil vida de los judíos y, posteriormente, realiza una nueva selección de narraciones (Relatos). En 1939 es arrestado en Peredelkino. El juicio (26 de enero de 1940) dura veinte minutos. Sus últimas palabras fueron: “Solamente pido una cosa. Déjenme terminar mi trabajo". A la una de la madrugada fue fusilado.

La obra “El despertar” es un relato (los rusos son los grandes maestros de esta especialidad literaria) que apenas cuenta nada. Un niño se resiste a acudir a clases de música, en las que su padre tiene puestas grandes esperanzas en forma de rublos. El muchacho quiere ser escritor y sus ausencias serán finalmente descubiertas por el padre. Y poco más. Pero entre cada línea se derrama un lirismo cercano, una hermosa y doliente ternura, un sentimiento tan cotidiano que obliga al lector a empatizar con el muchacho. Algunas de sus imágenes son pura poesía y las descripciones son tan exactas, tan limpias que uno no necesita ni una letra más, ni menos. Los tipos están perfectamente definidos, tanto en sus variantes psicológicas como en su lenguaje, sus usos y sus costumbres (ropajes). Es una literatura sin estrías, sin absolutos morales…pero es tan ética. Irrepetibles elementos simbólicos se desparraman por el relato (“Las pesadas olas del dique me separaban cada vez más de mi casa, que olía a cebolla y a destino judío”) dándonos a entender que nos hallamos ante un escritor sin parangón. Babel se auto-inculpaba señalando que le faltaba imaginación para crear una historia. Gracias a eso, el autor procuró plasmar sobre el papel lo que sus ojos contemplaban, sin más ni más. Y hay que recordar que contemplaron acontecimientos horripilantes. Ello dio lugar a unos relatos eminentemente realistas. El realismo (en una sociedad como la rusa y en una época como la de Entreguerras) es peligroso si no se convierte en loa y alabanza hacia los medalleros colgantes. Este judío cometió el imperdonable error de no alabar a los detentadores del poder. Lo pagó con su vida. Seleccionaba las vicisitudes, los hechos desnudos y les daba forma literaria. Su obsesión por la exactitud, su amor por Maupassant, su redacción impecable, su necesidad de no escribir nada innecesario lograron crear una narrativa bien moldeada, sencilla, infante, como un delicioso veneno que te mata sin ruido. Algunos escritos no los daba por terminados hasta repasarlos cien veces. En sus revisiones no añadía, eliminaba. Imprescindibles son sus Cuentos de Odessa (qué delicia de escritura) o la Caballería Roja (brutal, entremezclando el tremendismo con tiernas metáforas). He leído tres traducciones del relato que citamos y, de ellas, me quedo con la de Laín Entralgo. Qué lástima no saber ruso. Sólo por leer a Babel en su lengua original, merece la pena aprenderlo. En enero del 1940 fue ejecutado en la prisión de Butyrka. Nunca se lo perdonaremos.


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INDIFERENTE ROXANA TORRES

(Óleo sobre tela 60 x 80)

Roxana Torres Neira nació en Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, en 1963. Es poeta y narradora. Asistió a varios talleres literarios y fue distinguida en concursos nacionales e internacionales. Su obra integra diversas Antologías de poesía y cuento en Argentina y Latinoamérica. Entre sus libros publicados se encuentran: De las bestias que me acosan (2008), Cuentos Rojos (2010) y 300 km (2010), a pesar de lo cual, gran parte de su trabajo literario permanece aún inédito.


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RELATOS La última cena (Versión 3.0) Por María Paz Ruiz En una mesa alargada, bajo la promesa de un asado de tira, cayeron ruidosamente los doce apóstoles del amor. Un matemático, un actor de Bollywood, una madre de octillizos, un pintor escatológico, una joven poeta, dos neurocientíficos siameses, un meditador publicado en Boosks4pocket, dos indígenas que vinieran de lugares antipódicos, un músico electrónico, y por último, el cadáver incorrupto de una niña; codo a codo reunidos con la idea peregrina de redactar la definición para esa manida palabra a la que debían su apostolado. Abrieron la noche los dos científicos que estaban unidos por las nalgas y escribieron en la pizarra, que el amor era un milagro neuronal. ¿O dos? Acto seguido, el compositor electrónico encendió el reproductor de música y entre atronadoras baterías y teclados furiosos cantó a los apóstoles que no, que el amor era un tripi infinito. El actor de Bollywood empezó a moverse como solía hacerlo, con esa plasticidad ridícula que usaba para volverse famoso, y sentenció que el amor era una coreografía millonaria.

EN MÉXICO

Son tiempos difíciles en este

país

lleno

violencia, en este lugar donde la gente prefiere la comodidad y el camino fácil.

La madre se levantó, y en un instante los dejó atónitos con eso de que el amor era más hermoso que un parto múltiple. El matemático, que no había tenido hijos ni pensaba tenerlos, habló entre dientes para intentar convencerlos de que el amor era más misterioso que un número complejo. La poeta, cansada de escuchar ese alud palabras sin ritmo, decidió proclamar que el amor era un verso mortal.

de

Estamos

enajenados, somos parte de un sistema que obtiene sus

beneficios

de

la

ignorancia. Así están las Las indígenas, haciendo uso de un traductor telefónico, escribieron con mala ortografía que el amor era una invención occidental, una palabra sin traducción para los de su tribu descalza y práctica. El pintor escatológico, que no estaba sentado en la mesa sino jugando con caracoles muertos en el suelo, gritó que el amor era una mierda divina.

cosas. Como lectores y creadores, como agentes sociales,

no

podemos

hacernos

los

desentendidos, Por último, el meditador publicado en Books4pocket los convenció a casi todos para que repitieran, que el amor es el mantra peor aprendido.

como

somos,

bien

Aristóteles,

decía “animales

El cadáver no habló, pero los siameses tradujeron sus extraños cambios de olor. Primero a excremento de burro, seguido por un tufo a setas con canela y pepperoni. Esa era la ecuación buscada, la esencia nueva del amor, así que entre todos la olieron hasta embriagarse. El músico sacó su portátil y detonó una canción brutal que inmediatamente compró el agente de la mismísima Stefani Joanne: Angelina Germanotta (quien aparece con otro nombre mejor en Google). El meditador entró en trance y comenzó a brillar como un buda en ascenso, la poeta recitaba A Ballad Of The Mulberry Road con los ojos volados, y el actor intentó dominar su instintivo cuerpo frente al pintor escatológico, quien corría desnudo con un trozo de hígado de la niña muerta. La madre octilliza empezó a cocinarla en ocho sartenes, el matemático la partió en doce platos. Estaba exquisita, y entre todos descubrieron que la jodida niña tenía un sabor diferente en cada plato.

políticos”, de ahí que en

Las indias, tanto la Nimkish canadiense como la de Madagascar, salieron gritando con los ojos descompuestos corriendo de aquel carnaval funerario. Fueron las únicas supervivientes de aquella cena caníbal. Ahora son buscadas por la policía, y decenas de viajeros con dinero han llegado a sus poblaciones a preguntar a qué sabía la niña incorrupta que resolvió, sin abrir la boca, la ecuación más complicada del mundo.

la

tiempos aciagos no se trata de politizar la cultura o

de

hacer

política,

literatura

se

trata

de

despertar conciencias, de no vivir atribulados y asustados. La palabra es construcción

más

maravillosa del hombre, sobre

ella

levantado héroes,

se

han

sociedades, genios,

pero

también ha servido para subyugar, amedrentar

oscurecer el

y

espíritu


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RELATOS

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Casandra

héroes,

genios,

por Jorge Dávila Vázquez

pero

también ha servido para subyugar,

oscurecer

amedrentar

el

y

espíritu

humano. Volvamos a las páginas de Rousseau,

Voltaire, Imagen de la obra La hoguera de Diana Profilio.

Guillermo Prieto, Moro, a las pinturas de Delacroix, al teatro siempre crítico de

-Cierra la puerta, no te asomes a la ventana, no la mires, no la oigas, es una hechicera, te hará algún daño, maleficios.

Moliere y Lope de Vega.

-Madre, que no es más que una pobre princesa loca.

Son tiempos difíciles pero decisivos,

en

nuestras

-Tú no sabes nada, cállate. Se prometió a Febo y él le concedió la clarividencia, pero Casandra lo abandonó y él le ha quitado la razón.

manos está la posibilidad de ejercer nuestro derecho a

elegir;

debemos

desmitificar

-Madre, ¿y si esas cosas terribles que dice, sobre unos hombres que vienen por el mar en naves innúmeras, a poner sitio a Ilión; y si esa guerra por el rapto de una mujer, y toda esa matanza de nuestros hombres y el incendio de la ciudad, llegaran a cumplirse?

y

desenmascarar. No estoy

-¡Estás como ella, loca! Esta es una ciudad de altos muros, nadie pueda tomarla. Son sólo pesadillas de una mujer privada de cordura.

tratando de decirle a nadie por quién votar, trato de hacer

conciencia,

de

demostrar que este no es un tema solamente de unos cuantos, que a la cultura le compete

tanto

como

a

cualquier otro sector social. Revisemos el pasado, “un pueblo

que

no

es

- ¿Y si fueran verdaderas? -Basta ya, y cierra la ventana, que no deseo escuchar sus gritos, me molestan. Y tampoco quiero que tú sigas oyendo sus insensateces. Antes sólo pasaba esto rara vez, pero ahora es casi el rito de la semana, alguien debiera decírselo al viejo rey. Ella y sus locuras y todos esos niños boquiabiertos y esos perros que la siguen por las calles. Es un castigo. Un verdadero castigo divino. -¡Pobre princesa! -¡Pobres de nosotros! -Sí... Pobres.

consciente de su historia está destinado a repetirla”.

Por José Pulido

Y en el horizonte, más allá de los gritos proféticos de Casandra que nadie cree, para que se cumpla la maldición de Febo-Apolo, el radiante, las oscuras aves rapaces que presagian la guerra vuelan hacia Ilión la amurallada.


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MICRORRELATOS PUNTO CIEGO En un conato mediático de identidad moral, un espejo que rumiaba su crisis existencial, optó por mirarse en la realidad: —Realidad, realidad ¿Dime de dónde vengo? ¿Para dónde voy? ¿Quién es el otro, el simulacro o yo? —Si te miras en mí y te empañas, eres también ilusión —la realidad respondió—. Si te miras en mí y te reflejas en mil y un pedazos, no eres tampoco, sólo ficción. El cristal meditó durante siete años sobre el objeto de ser el sujeto pasivo de la reverberación de la imagen externa, configurada por la mente como representación gráfica en la conciencia y, al cabo del tiempo, aprendió que por más que subsista el olvido de los aspectos ruines de la vida contenidos en el dolor, en el presente, la realidad es tan sutil como es y no tan fútil como se desea.

Justina Cabral Nació

en

1987

en

Argentina (Mar del plata). Es poetisa por vocación.

Dubitativo, cual pedante renacentista, en un riesgo en el que la sabiduría proporcionada por las leyes de la imagen asevera que no existe equivalencia semblante sino inversa, el espejo se miró a si mismo en la penumbra de los seres inmortales y, cual desvarío verídico, reverberó empañado en mil y un pedazos. Don Gellver

Estudio

en

el

taller

literario Jorge Cocaliadis dictado por la profesora Julia Zelis de Ercolani. Es

HORROR SÚBITO La descarga eléctrica reflejada en sus pupilas desencadenó la huida. No todos podían correr, nadie miró atrás. Seguían un relámpago, una luz en el horizonte, sin preguntar. Parecía que se unían al grupo cada vez más personas, una estampida imprevista, súbita. Me pareció pisar a alguien, no lo sé. Ella seguía a mi lado, o tal vez no, en aquel momento no estaba seguro, todo iba muy rápido. Tropecé y la desesperación me consumió. Pisadas y más pisadas sobre mí, gritos, otros cayeron a mi lado también. Creo que todos caímos, dejé de oír la estampida para sólo oír gritos.

socia de la Sociedad de escritores latinoamericanos

europeos. Hoy en día difunde su obra poética en importantes sitios web, antologías, radios

Ya nadie me pisaba, tal vez no había tropezado o quizás todos lo hicimos. No supe más. Pernando Gaztelu

INESPERADO Ya hace algunos años la comunidad científica adoptó una medida controversial: El tiempo empezaría a ser geométrico. De manera que un minuto equivaldría a seis, para constituirse en un conjunto de 360 segundos y así dar paso al siguiente minuto. Pero éste, al ser el tiempo geométrico, no sería un avance, en realidad se constituiría como un regreso al punto inicial del minuto anterior. Siguiendo la lógica, el día dejaría de ser una concatenación de horas para pasar a ser un remplazo constante de las mismas, volviéndose cada mes un círculo, excepto febrero, que al no tener las medidas correctas fue tomado como un polígono irregular. El almanaque se transformó, como era de esperarse. Se le restaron 5 días al año para convertirlo todo en una circunferencia perfecta. Eso sí, la expectativa de vida sufrió, inexplicablemente, un descenso notable, por lo que se ha convocado el próximo martes a una nueva reunión en la que los científicos buscarán dar fin a este nuevo y extraño problema.

y

revistas,

y

internacionales.

Ganó premios como el tercer lugar en el Premio “Quiero curar a la tierra" organizado por Poetas del mundo

Ning,

Segundo

lugar en el Premio "La natividad" organizado por Castillo

mágico

de

poetas. Integra antologías como

Poiesis

hispanoamericana Lima Perú Editorial Río negro. Y Poesías, cuentos, y vos, Buenos Aires Argentina,

Juan Fernando Alzate

Editorial escritores.

Pasión

de


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POEMAS

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PENSAMIENTO…

CARNAVAL DE LA MUERTE

PERFUME DE ROSAS BLANCAS

No puedo estar

Entre la batahola de cadavérica alegría,

Perfume de rosas blancas,

donde no camino,

danzante sierpe, sinuosa y melancólica,

en tu cuerpo inquietas olas,

ni puedo sentir

canto el réquiem a la tórrida voz eólica

torbellino de deseos

si no existo,

y empuño la oscura hoz de sangre fría.

en el cauce de tu boca.

y sin embargo;

Veo la cromática lascivia alcohólica,

Crisantemos, alelíes,

puedo soñar, sin dormitar

el ápice mortuorio y la voz de la orgía;

y tricolor amapola;

pero no puedo

si bailo entre la multitud con simpatía

bórdenme en la primavera

dormir sin soñar.

oculto encarno la voluntad diabólica.

y naceré mariposa.

Y aún así

Adoro el desdén y el crúor de la herejía;

Perfume de rosas blancas

elevo la mirada

amo la muerte asperjada de sedientas sonrisas,

pintado en pasiones rojas,

hacia las estrellas…

acechante y lúgubre entre vírgenes occisas.

quiero amanecer sudada

y fluye en mi,

Fúnebres carrozas llevan la cruenta algarabía

con el fuego de la aurora.

la pasión por las letras,

y de sus horridos trajes de invernal felonía,

y la inspiración,

eyacula el carnaval un infierno de cenizas.

para crear,

Justina Cabral

Álvaro Iván Ortegón

insólitos poemas. Nuria de Espinoza

OSCURIDAD No pude con lo que me enviaste, Dios, no aguanté ni la sangre, ni los gritos. Menos las neuronas convulsionadas. No aguanté la falta ni el picor en la vejiga ni los hálitos escalando la tráquea. No resistí despierto para esperarte, llegabas como insomnio a mirarme llorar.

Alejandro Aparicio Morales


Miedo en dos actos

POEMAS Soy Cosmo

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Acto Primero

Me gusta beber estrellas azucaradas,

Volver a robar.

sentirlas cristalizarse en mí,

Entrar sigiloso.

y unirme a su titiritar dejándolas brillar.

Buscar aquello que tenga valor.

Me gusta romperme en el rayo fugaz

Temblar de frío.

que cae en tierra lamiendo el polvo que toca.

Pensar en la posibilidad de que pase algún guardia.

Como amarillo ramillete nocturno

Me vea un vecino.

me esparzo en ti.

Llegue la dueña de la casa.

Estoy asomada en el oro destellante de tus ramas,

Hace una semana me quedé sin trabajo.

asombrada por la música madrigal, de tu cada comienzo sobre el horizonte,

Debo conseguir más dinero.

que se extiende en el llano, en los rubios montes.

Cubrir los gastos de la hipoteca.

Yo: que soy néctar de tus flores,

Pagar las cuentas del hospital.

oxígeno de tu oxígeno,

Pensar en mi hijo, que está enfermo de cáncer.

noche de tus noches.

Wanda Margarita Lluveras Gómez

Acto Segundo

LAS TRAMPAS DEL RECUERDO

Algo en la atmósfera me sacude.

Furtivo código

Algo frío que se introduce bajo la piel.

arrancado a un golpe de viento,

Miro de un lado a otro.

apenas un murmullo de pasos de pantera,

Tengo la esperanza de que no haya entrado nadie.

o un extraño rumor

Ayer desmantelaron la casa de al lado.

de puertas abatidas.

Al vecino de enfrente le robaron la computadora.

Todo el peso de un canto de peces insaciables

Pero hay que salir a la calle.

que me conduce hacia ti.

Llevar los niños al colegio.

Y soy un cuerpo azul de navegables sueños,

Trabajar, ir de Compras.

una mano sedosa en tu mirada,

Seguir con mi vida.

vuelo profundo

Lynette M. Pérez

crepitando sobre las olas y último espacio jadeante en el que desembocan todas las palabras.

Yolanda Gelices


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DEL DOLOR A LA PAZ (70 cm x 1.70 cm, acrílico, y hecho el año 2001) JOSÉ MOLINA JULE Es la descripción en agonía de los gestos dolorosos por los que pasa el alma en experiencia de quebranto; cuando nuestra casa de carne y voluntad quedan esclavizadas, y nuestra libertad interior no es ya nuestra identidad, porque ha caído en la trampa de un estigma que nos causa el peor de los decrépitos; invitándonos al suicidio, a la vergüenza, la desesperanza; tocando un fondo que no imaginábamos por qué empezó. Como el fuego de una fantasía en nuestra mente que después se convirtió en el peor de los infiernos dentro de nosotros, y no queda otro remedio que buscar el perdón por medio de un profundo resurgimiento que nos encamine al reposo de conciencia. Es la paz medicina y fruto necesario con lo que sana un alma esclavizada por una transgresión común en nosotros los humanos. José Jule de Ralea Pipil es nativo de San Salvador, El Salvador y se ha mezclado entre nosotros como el maíz desde diciembre de 1972. Fue bautizado en los talleres de la Esmeralda, San Carlos; la gráfica popular y por algún periodo ayudante de Vlady. Ha mostrado su trabajo como jornalero de la plástica en nuestro país, en museos, galerías y recintos públicos diversos. Su trabajo ha viajado parte de México, U.S.A y Japón. Ha ganado premios; ha sido jurado y ex miembro de la sociedad de autores plásticos de la republica mexicana. A Jule le interesa que la técnica tenga una relación estrecha con el tema, ya que viene de las cenizas de la estirpe proletar ia de su país; se considera un afortunado, porque ha incursionado en los temas más profundos del ser humano. Como anillo al dedo, le queda la plástica y la escritura, con las que pinta y relata, las más hermosas experiencias de la cotidianidad humana.


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Espera el próximo número con más microrrelatos, relatos y poemas.


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