Educación Inclusiva: Un camino posible en JUNJI (Testimonios)

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Educación Inclusiva. Un camino posible en JUNJI. Testimonios Departamento Técnico Junta Nacional de Jardines Infantiles Testimonios de la comunidad educativa Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) Coordinación Hilda Muñoz Edición Rosario Ferrer Corrección de estilo Beatriz Burgos Diseño Alfredo Berríos Unidad de Comunicaciones JUNJI © Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) Marchant Pereira 726 Fono: 654 5000 Santiago de Chile www.junji.cl Primera edición: octubre de 2009 Impreso en Chile por XXXXXXX, que sólo actuó como impresor. Ninguna parte de este texto, incluido el diseño de la portada, puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por procedimientos químicos, electrónicos o mecánicos, incluida la fotocopia, sin permiso previo y por escrito de la Junta Nacional de Jardines Infantiles.



Educaci贸n Inclusiva Un camino posible en JUNJI

Testimonios



ÍNDICE

PRESENTACIÓN INTRODUCCIÓN TESTIMONIOS Región de Arica y Parinacota ­ La superación de Benjamín ­ Mamá e hijo aprendiendo juntos ­ Un jardín para todos Región de Tarapacá ­ Acojamos con amor a nuestros niños y niñas ­ Alejandrito, una buena noticia Región de Antofagasta ­ El pequeño milagro de Cristóbal ­ Mi jardín me ayuda a crecer Región de Atacama ­ El canto, lo que Rocío necesitaba para comprender Región de Coquimbo ­ Martina, un motivo de fiesta ­ Con dedicación y amor se pueden obtener grandes logros ­ Vicente nos enseña Región de Valparaíso ­ En mi jardín todos y todas tienen su espacio ­ Tomás, el regalo que Dios me tenía preparado Región del Libertador Bernardo O'Higgins ­ Si tengo que ir al fin del mundo, iré ­ Un ángel en el jardín


Región del Maule ­ Mamá de corazón ­ Reforzando comportamientos positivos Región del Bío Bío ­ Era momento de regresar Región de La Araucanía ­ Los abrazos que acogieron a Agustín ­ Un gran esfuerzo para un gran logro Región de Los Ríos ­ Los pasos de Florencia ­ Princesa bella del bosque encantado ­ Javiera y las ballenas Región de Los Lagos ­ Contra viento y marea ­ Susana no tiene límites ­ El mejor lugar para Francisca Región de Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo ­ Anita Laura ­ Yo elegiría a mi Javiera Región de Magallanes y la Antártica Chilena ­ Osvaldo, Zamir, Érika y Claudio Región Metropolitana ­ “Por si no estoy cuando ya sepas leer con los ojos y con el corazón al mismo tiempo” ­ Una puerta en el cielo ­ Vivir la vida con alegría ­ Tres angelitos


PRESENTACIÓN

El sentido de este texto es presentar testimonios que constituyen un aporte para el desarrollo de una educación que considere al niño y niña como sujetos de derechos. En este marco, la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) reconoce la educación como un derecho de todas y todos, razón por la cual estamos trabajando con la creciente diversidad de párvulos en nuestra institución. Esta diversidad nos muestra que las diferencias se encuentran en la lengua, la cultura, la religión, el sexo, las capacidades, los cuerpos, el estado socioeconómico, el marco geográfico y en muchas otras instancias que denotan la multiculturalidad existente en nuestros establecimientos. Hemos asumido esta realidad como una maravillosa oportunidad de aprender sobre la vida de otras personas y también, sobre lo que significa ser humano. Ser incluido, valorado y respetado por quien uno es, en un mundo diverso y plural por naturaleza, es un desafío que hemos emprendido como una forma de asegurar que todos los niños y niñas tengan acceso a aprendizajes significativos, a participar junto a sus familias en comunidades educativas donde se respeten las diferencias, donde la inclusión social, permita a niños y niñas convertirse en ciudadanos participativos. Hemos apostado por establecer y mantener comunidades educativas que den la bienvenida a la diversidad y que honren las diferencias, convirtiéndose en establecimientos de inclusión social que permitan a los niños y niñas la plena participación ciudadana. El Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet ha logrado implementar un histórico avance en cobertura para nuestro nivel, imprimiéndole un alto sentido de equidad, lo que no sólo significa igualdad de acceso, sino también, una educación de calidad capaz de dar respuesta a la diversidad, en especial a los grupos más vulnerables de nuestra sociedad. Este libro tiene un profundo significado. Los relatos testimoniales pertenecen a los distintos actores que conforman nuestras comunidades educativas, y nos permiten recorrer las regiones


de nuestro país donde la Junta Nacional de Jardines Infantiles realiza su labor y da vida a su misión. Una cultura de la paz y la tolerancia sólo será posible, en gran medida, si somos capaces de educar a los futuros ciudadanos y ciudadanas en la inclusión, el respeto y la valoración de las diferencias para que tengan la oportunidad de conocer y convivir con personas que tienen dificultades, situaciones y modos de vida distintos y que, pese a ello, puedan establecer lazos de cooperación y solidaridad que beneficien y enriquezcan a todos y todas. La necesidad de proporcionar una educación para todos a lo largo de la vida ha de tener como objetivos fundamentales incluir a los excluidos y alcanzar a los inalcanzables, es decir, hacer posible la educación inclusiva desde la cuna.

María Estela Ortiz Rojas Vicepresidenta Ejecutiva Junta Nacional de Jardines Infantiles JUNJI


INTRODUCCIÓN

Con el propósito de transitar hacia una educación inclusiva en que todos nuestros párvulos aprendan juntos, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales, la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) viene fomentando hace varios años los llamados Jardines Infantiles Inclusivos, que representan un marco favorable para lograr la igualdad de oportunidades, contribuyendo así a una educación que incentiva la solidaridad entre los niños y niñas, y contribuye a mejorar la calidad de la enseñanza. El acceso a una educación inclusiva temprana es un factor decisivo para compensar las dificultades que pueden experimentar los párvulos, como consecuencia de diferencias que son naturales, por tanto, nuestra propuesta curricular permite una mayor adecuación a sus necesidades. La participación de las madres y los padres, como principales agentes en la educación de sus hijos e hijas, contribuye notablemente a su desarrollo. Por lo tanto, es esencial la colaboración de las familias en el proceso educativo que se desarrolla en el jardín infantil, mediante la participación en la planificación del currículo, en la evaluación y apoyo a determinados aprendizajes en el hogar, siendo éstas, instancias clave para el progreso de los hijos e hijas. Una educación inclusiva de calidad y pertinencia, que favorezca la plena participación e inclusión de los párvulos sin importar su condición, requiere de la participación de toda la comunidad, en tanto ésta constituye el espacio que debe ofrecer igualdad de oportunidades y facilitar la integración social de todas las personas sin distinción alguna. Por otra parte, los servicios de apoyo a los jardines infantiles son de vital importancia para el éxito de las Políticas y Modelos de Educación Inclusiva que queremos implementar. En este sentido, cobran especial relevancia el Sistema de Protección Integral a la Infancia, Chile Crece Contigo, que el Gobierno ha implementado, y el Modelo de Gestión Técnica Territorial que JUNJI ha puesto en marcha, y que permite el acceso de niños, niñas y sus familias a las distintas prestaciones que la red ofrece.


El presente libro muestra testimonios de diferentes actores de nuestras comunidades educativas, madres, padres, educadoras de párvulos, técnicas en atención de párvulos, educadoras diferenciales y otros profesionales que participan en proyectos de apoyo a los establecimientos. Sus testimonios constituyen el mejor ejemplo de que es posible avanzar hacia una educación para la vida plena, individual y colectiva. En definitiva, a una mejor vida para todas y todos. Las experiencias reafirman la importancia de reeducarnos constantemente, de trabajar con las familias, con las redes, como una forma de entender y responder mejor a las necesidades de nuestros niños y niñas. Nuestro sueño y desafío es lograr transitar de la exclusión a la plena inclusión, en un ejercicio constante de los derechos de todos los niños y niñas con necesidades educativas especiales, permitiendo así que todos los niños y niñas, sin distinciones, crezcan juntos y aprendan, uno al lado del otro, en el mismo establecimiento, desarrollando una mayor comprensión y respeto mutuos.


Testimonios de inclusión en jardines infantiles de la Junta Nacional de Jardines Infantiles JUNJI





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Jardín Infantil Piolín Comuna: Arica Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Gloria Pastenes, educadora de párvulos

La superación de Benjamín Les quiero contar mi experiencia con un niño muy especial, no por sus capacidades diferentes, sino porque él me ha enseñado mucho. Con él comprendí que para enseñar hay que involucrar el corazón y la razón.

no me gustó lo que vi. El desafío que se me presentaba era mayor. Comencé a leer en internet la información que había sobre el síndrome de Autismo, cuáles eran sus características, tratamientos, prácticas inclusivas, actividades adaptables, entre otros muchos conocimientos. Así, fui conociendo la condición de ser autista y pude imaginarme cómo relacionaría lo aprendido con Benjamín.

Era el mes de marzo y me informaron que dentro de mi grupo curso, con niños y niñas de tres a cuatro años de edad, estaría Benjamín, un niño que presentaba un trastorno generalizado del desarrollo, con características muy marcadas de autismo.

Y llegó el gran día. Recuerdo que era la mañana del 9 de marzo, cuando Benjamín ingresó al jardín, acompañado de su madre y un simpático morral. Al principio, me quedé observando, lo saludé y me miró, pero inmediatamente dio vuelta su cabeza. Saludé afectuosamente a su madre y le comenté que estaba muy feliz de recibir a su hijo en la sala.

Al principio sentí mucho temor y me cuestioné cómo iba a trabajar con este niño especial. Comencé a reunir información sobre Benjamín, sus antecedentes pre y post natales, las evaluaciones del año anterior y todo lo que podía aprender sobre niños y niñas con necesidades educativas especiales. La verdad,

Benjamín no quería soltar a su madre, mientras yo le hablaba para tranquilizarlo e intentaba conectarme visualmente. Por ello le pedí a su madre que lo acompañara un ratito más para que él sintiera confianza y, al mismo tiempo, lo invité a explorar la salita: le coloqué juguetes

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en la mesa y, aunque no demostró interés, me di cuenta de que me miraba. Entonces, traté de transmitirle todas mis ganas de conocerlo.

rutina y variables, que se comunicara y, por sobre todo, que fuese un niño feliz, con afectos y conocedor de sus logros.

Benjamín venía lleno de limitantes. No controlaba esfínter, no se comunicaba, su desarrollo muscular y de coordinación eran deficientes, no se relacionaba con sus pares ni con los adultos, excepto sus padres, inclusive se auto discriminaba, pues se ubicaba siempre en un rincón, como una estatua.

Un gran desafío fue que dejara los pañales. La familia y el jardín trabajamos en conjunto, llevándole a cada ratito al baño a controlar, pese a que no quería y se negaba. Para persuadirlo, yo le cantaba, y a veces me resultaba, y en otras se ponía rígido, así es que comencé con el control de esfínter colectivo, donde él primero observaba a un compañero y después yo le explicaba, ejecutando paso a paso lo que realizábamos (verbalizando).

Pese a todo, comencé a integrarlo a las a c t i v id a d e s r ea l i za n do u n t ra b a j o personalizado. La verdad, partí de cero: realizaba las actividades al lado de él, verbalizando todo, hasta los detalles más específicos de la tarea, y fui viendo resultados porque me escuchaba, me miraba y trataba de imitar lo que yo hacía. Cuando fui experimentando los primeros logros, comprendí que Benjamín poseía potencialidades y aproveché esta situación para fijarme metas para él: que contralara esfínter, que se relacionara con sus pares, que se involucrara en todas las actividades de

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Después de tanto trabajo y todas las mañanas sacándole el pañal, aprendió a controlar su esfínter, tanto así que hace poco me dijo "chichi", corrimos al baño y solito se bajó los pantalones y orinó. Mi reacción fue decirle "¡muy bien!", lo abracé y le dije que estaba muy contenta. Ha pasado el tiempo y ya ha terminado el s e m e s t r e . B e n j a m í n e s u n n i ñ o completamente incluido en su grupo, participa en todas las experiencias de aprendizaje, es


muy afectivo y podemos pasar, fácilmente, un largo rato abrazándonos. Incluso me dice "mamá, amo" (maestra amo), juega con sus compañeros, canta, baila y trata de comunicarse verbalmente, aunque con cierta dificultad. Nos damos el tiempo para escucharlo, sus compañeros y compañeras ya no lo ven como el bebé del grupo, ahora comprenden que él es diferente pero que tiene muchas habilidades y que hay que apoyarlo. Estoy orgullosa de decir que el grupo y su familia demuestran lo que significa ser un "grupo inclusivo". Benjamín ahora juega, entrega los individuales para el almuerzo, realiza actividades de sicomotricidad, pinta, se enoja, juega a la pelota, participa en las actividades de asistencia y, por sobre todo, demuestra sus afectos.

J a r d í n I n f a nt i l A p r e n d i e n d o J u nt o s Comuna: Arica Programa educativo: Jardín Infantil para la Familia, Modalidad Jardín Comunicacional Testimonio: Virginia Tupa, madre de Sebastián Blanco

Mamá e hijo aprendiendo juntos Mi nombre es Virginia Tupa Huanca, vivo en la ciudad de Arica, y soy mamá de Sebastián Blanco Tupa, que tiene cuatro años. Sebastián ingresó el año pasado al Jardín Comunicacional Aprendiendo Juntos, por intermedio de Teletón, donde me informaron que había una posibilidad de que mi hijo asistiera. Mi hijo nació con una enfermedad crónica llamada mielomeningocelis que le causó una hidrocefalia e intestino y vejiga neurogénica. Este diagnóstico me atemorizó como mamá al momento de decidir llevar o no a Sebastián a un jardín tradicional. Por eso, cuando en Teletón me informaron acerca de este programa educativo y me explicaron de qué

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se trataba, me pareció muy bueno porque podría participar con él en su aprendizaje. Esto me dio mucha confianza en el primer paso en la educación de mi hijo Sebastián. Al ingresar al Jardín Infantil Comunicacional me entregaron una guía de apoyo, que me ha servido mucho, así como escuchar el Programa de Radio que transmite la JUNJI, y que me orienta en la estimulación inicial. Así es como Sebastián ha aprendido muchas cosas como pintar, pegar, recortar, distinguir colores y objetos y, además, concentrarse en lo que hace y compartir con los demás. Asimismo, el jardín realiza paseos educativos donde a los niños y niñas les muestran cómo son distintos oficios como carabinero, bombero o marino. También les enseñan a relacionarse con los animales que no siempre conocen. El Jardín Comunicacional ha sido de gran apoyo para mí como mamá ya que nos enseña cómo educar y formar a nuestros hijos. El jardín cuenta con una excelente educadora que es muy responsable y preocupada de los niños.

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Cuando nació Sebastián y se me dio a conocer su diagnóstico, tuve mucho miedo de cómo mi hijo enfrentaría la vida. Sin embargo, con la ayuda de diferentes profesionales y con los avances que he visto en Sebastián, he ido superando este sentimiento. Recuerdo que el primer logro sucedió cuando comenzamos a formar parte del Jardín Comunicacional y mi hijo pudo relacionarse con niños y adultos. Este hecho lo hizo sentir contento, como cualquier otro niño, y a mí me hizo sentir feliz de que así ocurriera.

Jardín Infantil Las Palmeritas Comuna: Arica P ro gr a m a e d u c a t iv o : J a r d í n I n fa nt il Transferencia de Fondos Testimonio: Margarita López, madre de Martín Aguilera

Un jardín para todos Mi hijo, Martín Helaman Aguilera López, tiene síndrome de Down y, en sus primeros años, asistió a estimulación temprana en la escuela F­22. Con el pasar del tiempo lo dieron de alta,


por lo que traté de integrarlo al jardín infantil de la misma es cu ela , co n nefastas consecuencias. Así es que opté por retirarlo y dejarlo en casa por un tiempo, hasta que mi hija mayor, Irene, estudiante de la Universidad de Tarapacá, me hizo abuela. Irene debía seguir estudiando y, para evitar que desertara, le informaron de la existencia del jardín infantil Las Palmeritas destinado a los hijos de las estudiantes de su universidad. Irene matriculó a su hija en el establecimiento y yo decidí conversar con su directora para ver alguna posibilidad para Martín. Cuando me reuní con ella, le conté lo que Martín sabía y las capacidades que poseía para interactuar con los demás niños y niñas. Aún recuerdo que la tía me escuchó atentamente y que yo, mientras hablaba, iba reconociendo la cantidad de cosas buenas que hacía mi hijo. Frente a esto, la directora me preguntó por qué no lo dejaba todo el día. En ese momento, de mucha sorpresa para mí, entendí que este lugar de verdad estaba incluyendo a mi hijo.

En el jardín infantil, Martín aprendió a interactuar con sus pares, a respetar y ser respetado, a mantener el orden, a ser cariñoso, supo que existía Dios y que hay que amarlo, aprendió colores, figuras y formas geométricas, a no usar pañales y a tantas cosas más, por las que estoy muy agradecida. En particular, por toda la preocupación y atención que tenían para con mi hijo. Las educadoras, técnicas y todo el personal, se destacan por su entrega y cariño por todos los niños y niñas, y quiero aclarar que son extremadamente celosas del cuidado de cada uno de ellos, al margen de que tengan o no alguna enfermedad. Todos los niños y niñas son tratados con amor, de la misma forma. Martín ya egresó del jardín y por todo lo aprendido fue incorporado a un colegio con programa de integración donde actualmente cursa el pre kínder. Agradezco infinitamente al jardín Las Palmeritas por la oportunidad de incluir a mi hijo, pues éste fue para él una verdadera familia en los momentos más difíciles.

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Relato mi testimonio con mucha emoción y agradecimiento. Sean todos enormemente bendecidos. Deseo que sigan por siempre en la senda de la verdadera inclusión de la discapacidad.

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Jardín Infantil Lobito Marino Comuna: Iquique Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Flavia Rivera, madre de José Rivera

Acojamos con amor a nuestros niños y niñas Cuando Josesito entró al jardín infantil Lobito Marino no podía caminar, sólo se arrastraba para poder jugar. Sin embargo, el jardín lo recibió con mucho amor y Josesito pudo permanecer en él hasta que creció y tuvo que partir a una nueva escuela. Durante los años en que Josesito estuvo en el jardín aprendió muchas cosas. Entre ellas, lo más importante, fue que aprendió a caminar para poder ir a todas partes y jugar con sus amigos. Gracias al jardín y a quienes trabajan en él, Josesito avanzó enormemente en cuanto a sus aprendizajes. Además, con la ayuda que brindó Teletón, fue posible que mi hijo caminara, creciera y fuese más independiente. Josesito aprendió a ayudar y a cooperar en la sala; las tías le permitían colaborar según lo

que él podía hacer, y él se sentía muy feliz por eso. Ahora, en su nueva escuela, la profesora me cuenta que José siempre ayuda, arregla las sillas y las mesas, y reparte los materiales de la sala. Y también a mí me ayuda en las tareas de la casa. Estoy muy agradecida del jardín, por todo lo que hicieron por mi hijo, por los cuidados, por los cariños y el amor que le entregaron. Espero que sigan recibiendo hijos como el mío, pues ellos necesitan aprender, crecer y ser felices.

Jardín Infantil Brumita Comuna: Alto Hospicio Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Molly Araya, técnico en atención de párvulos

Alejandrito, una buena noticia Mi nombre es Molly Soledad Araya López y trabajo en JUNJI hace ya ocho años. Uno de

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los regalos que me ha dado Dios y la vida ocurrió cuando recibí la hermosa noticia de que llegaría a nuestro jardín un nuevo párvulo, Alejandrito. La entrada de Alejandrito a nuestro jardín infantil hizo surgir en mí muchos miedos y varias preguntas, ya que la única información que teníamos era que lamentablemente no veía, no escuchaba, no caminaba y tendía a golpearse la cabeza. Conocer a este niño fue como ser madre por primera vez y experimentar también, por primera vez, el no saber enfrentar la enfermedad de un hijo, ya que mi experiencia sobre necesidades educativas especiales era prácticamente nula. Alejandrito me conquistó cuando lo vi y, en ese minuto, se fueron lejos todos mis miedos. Ahora tenía el reto de ganar su confianza, crear un vínculo de afectividad y darle la seguridad que él necesitaba, cosa que en realidad se logró mediante el trabajo en equipo que desarrollamos en el jardín, además de nuestra disposición y del cariño que supimos entregar.

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La labor más difícil fue la de relacionarnos con la familia de Alejandro, debido a las necesidades y carencias emocionales que había de por medio. Más allá de eso, la integración en el jardín resultó excelente pues, desde un comienzo, sus compañeritos lo cuidaron y respetaron. Así, la participación de Alejandro fue completa, tanto en la sala como en las actividades realizadas fuera del jardín. Ver cómo Alejandro nos demostraba su cariño y sus notables logros fue realmente emocionante. Recuerdo que esperaba que sus compañeros se durmieran para empezar a saltar y reír. Hacía sentir que sabía que era un tiempo sólo para él. De esta forma, nos enseñó que querer es poder y que todo cuanto le entregamos no es ni la mitad de lo que él nos entrega a mí y a las tías Sandra, Lisbeth y Lucía. A pesar de sus limitaciones, este angelito fue capaz de romper barreras y hacernos entender que, con cada pasito, cada abrazo y sobre todo, con su hermosa sonrisa, puede realizar un enorme trabajo de superación personal.


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Jardín Infantil Bambi Comuna: Antofagasta Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Cristina de Lourdes Pizarro, educadora de párvulos

El pequeño milagro de Cristóbal "Mi querido Cristóbal: Quiero relatar una bella experiencia que comenzó un día soleado del mes de marzo, como suelen ser los días en nuestro norte de Chile. Llegaste, querido Cristóbal, a nuestro Nivel Sala Cuna. Esa mañana, tu mamá reflejaba en su rostro preocupación y dudas sobre cómo te adaptarías en esta nueva aventura tuya. Recuerdo que te recibimos con cariño e invitamos a tu madre a participar en la mañana en el saludo y en el desayuno. Esa vez, ella se sintió motivada cuando el equipo de trabajo compuesto por la tía Cristina Maura y la tía María Eaton, ambas técnicas en atención a párvulos, sugirieron que participara en las actividades de la sala cuna, en la medida que

pudiera compatibilizarlas con su horario de trabajo. Cristóbal lloró durante toda la mañana de su primer día en el jardín. Para calmarlo, lo tomé en brazos y lo acuné. Luego de unos momentos, en su rostro se reflejaba una leve sonrisa. Los diagnósticos emitidos por los profesionales entendidos en la materia eran lapidarios: hemiparesia facio braquio plural; secuela paro cardio respiratorio e hipoacusia bilateral profunda severa. Me propuse como gran desafío, junto a mi equipo de trabajo, entregar a Cristóbal, como sujeto de derecho, una atención de calidad y aprendizajes significativos y relevantes. Es decir, hacer que la integración llegara a ser inclusión, con gran respeto a la diversidad, e integrar a su familia como primer agente educativo. Desarrollar el apego con Cristóbal fue lo más importante en un mundo con niños y adultos que él no conocía. Lentamente, comenzó a

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relacionarse con las tías, a dejar de llorar y a acercarse a los demás párvulos. Hoy, al conversar con la mamá y el papá de Cristóbal, entiendo que se sienten agradecidos del jardín infantil, ya que ambos se integran a las diversas actividades pedagógicas curriculares que desarrollamos en el establecimiento. Al principio, una duda afloró en mí: cada vez que llamaba a Cristóbal por su nombre, y él estaba de espaldas; cuando él pronunciaba las primeras sílabas o cuando decía "ven", "hola", "chao", me cuestionaba si es que realmente me escuchaba u observaba mis gestos. Luego de pensar en estas situaciones, y orientada por un alumno en práctica de Fonoaudiología que trabaja en el jardín, comencé a pensar que Cristóbal no tenía hipoacusia bilateral profunda severa. Un día, los padres de Cristóbal me informaron que el estudiante de Fonoaudiología y yo, debíamos ir al control que el niño tenía en Teletón. El personal de la fundación nos señaló que Cristóbal había tenido un gran avance, y

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que su hipoacusia no era tan severa como se dijo en un comienzo. Este nuevo diagnóstico fue recibido por la mamá de Cristóbal como un pequeño milagro. Actualmente, Cristóbal sigue en estudio y se controla periódicamente en Teletón. También asiste a nuestro jardín, y es parte de nuestras actividades educativas, las cuales siguen a p o y a d a s p o r e l e s t u d i a n t e d e Fonoaudiología".

Jardín Infantil Bambi Comuna: Antofagasta Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Blanca Mardones, madre de Cristóbal Rojas (Cristóbal habla a través de su madre, Blanca)

Mi jardín me ayuda a crecer Cuando llegué al jardín, tenía un poquito de temor porque quizá no iba a ser aceptado a causa de algunas dificultades motoras que tengo, a raíz de mi diagnóstico clínico: hemiparesia facio braquio plural. Además, no


camino solito, pese a que tengo un año y ocho meses de edad. Grande fue mi sorpresa al encontrar en el jardín infantil a un equipo de trabajo maravilloso que me acogió cálida y afe ctu os amente, j unto a mis o tros compañeritos de sala cuna. ¡Qué tranquilidad para mi mamita! que necesita trabajar para costear los medicamentos que requiere mi enfermedad. Ahora, ella puede hacerlo sabiendo que yo me encuentro bien cuidado. En un comienzo me costó adaptarme, lloraba demasiado. Es que estaba acostumbrado a pasar la mayor parte del tiempo con mi mamita. Poco a poco me fui acostumbrando, ya que en el jardín me entregan mucho cariño y se preocupan por mí desde la dirección hasta las auxiliares que trabajan conmigo en la salita. Me siento un niño muy afortunado, pues el jardín me apoya día a día en mi rehabilitación y me otorga sesiones con un educador diferencial, que me ha permitido integrarme al grupo y crecer. También destaco la labor que realiza mi educadora y las auxiliares que

trabajan con ella. Todas siempre muestran mucho interés y preocupación por mi fo rmación y nivelación para p oder desarrollarme en forma normal. El trabajo es constante y hecho con mucha dedicación hacia mí y mis compañeritos. Las tías nos entregan el cariño que, como niños, necesitamos. Esa dedicación no se limita sólo a nosotros. También las tías son muy dedicadas con nuestros padres, especialmente con nuestras mamitas, pues las orientan en cuanto a nuestra educación en el hogar. Esta labor la llevan a cabo a través de charlas y reuniones formativas en las que abordan temas relevantes y que están latentes en nuestra sociedad. Como niño me siento muy contento y querido y no me queda más que agradecer a mi jardín por el apoyo que me brindan diariamente. Sólo espero que muchos otros niñitos tengan la oportunidad de formarse en una sala cuna como la que yo tengo.

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Jardín Infantil Amancay Comuna: Freirina Programa educativo: Jardín Infantil Alternativo Testimonio: Inés Callejas, técnica en educación de párvulos

El canto, lo que Rocío necesitaba para comprender Siempre pensé que todas las personas tienen derecho a la educación y a ser respetadas en su singularidad. Pensaba que este respeto por las diferencias, por los derechos de los niños y la posibilidad de generar ámbitos sociales que dieran respuesta a las diversas y complejas necesidades de la infancia, eran un compromiso. Pero el "pensar" y el "hacer" son términos muy distintos. Cuando conocí en el jardín infantil a Rocío, una niña de dos años de edad que presenta discapacidad, comprendí que había una posibilidad para el "hacer". Durante mucho tiempo me acostumbré a realizar adaptaciones curriculares en mis planificaciones, en el espacio educativo, en la organización del tiempo y en las evaluaciones. Pero Rocío me hizo hacer mucho más.

Rocío presenta un retraso en el desarrollo sicomotor. Aunque posee este diagnóstico, será sometida a exámenes neurológicos pues existen sospechas de que hay un retraso mental severo. El primer día en que Rocío entró al jardín observé que no podía caminar por sí misma, y que no respondía a mis saludos. Hacía sonar mis dedos, pero parecía que a ella no le importaba, pues su mirada siempre estaba dirigida hacia arriba y gritaba constantemente o saltaba sin parar. Otras veces, Rocío se tiraba al suelo y se quedaba sentada hasta que un adulto la volvía a levantar. Frente a este escenario, una y otra vez, resolvía variaciones en la planificación pedagógica de manera de encontrar la mejor forma para que Rocío aprendiera y obtuviera buenos resultados, pese a que la verdad, veía que se alejaba la posibilidad de observar algún avance por pequeño que éste fuera. Investigué sobre estrategias adecuadas, conocí su realidad familiar y solicité ayuda técnico­ pedagógica a la educadora diferencial a cargo

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de la Unidad de Inclusión en la provincia. Sin embargo, cada día terminaba frustrada y triste por no conseguir lo que para mí antes había sido tan fácil en otros casos de discapacidad. Aún recuerdo que un día tomé mi guitarra y comencé a cantar frente a Rocío. Ella se quedó mirándome fijamente, como escuchando. Cuando terminé de cantar, Rocío comenzó a moverse y a saltar en su silla, por lo que nuevamente tomé mi guitarra. Rocío parecía acompañarme con sus movimientos y esfuerzos por cantar conmigo. Fue justo en ese momento cuando sus ojos pudieron expresar que me estaba comprendiendo. Pude observar su esencia, me permití ver su ser. Ahí me di cuenta de que Rocío no tenía d i s c a p a c i d a d y q u e a m b a s n o s comprendíamos, tanto así que sabía que ella me pedía con sus ojos que cantara más y más. Cada día que pasa canto cerca de ella. Para decirle algo, canto. Para entregarle un material, canto. Para evaluarla lo hago cantando. Esa era la estrategia que Rocío necesitaba para comprender.

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Esto, la verdad, no significa que Rocío haya avanzado notoriamente en sus aprendizajes pero, a pesar de eso, puedo decir que dejé de "pensar tanto" para "hacer mucho". He comprendido que el espíritu de Rocío no tiene discapacidad y que es el mejor motor que podrá mover su cuerpo para aprender.


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Jardín Infantil Las Ardillitas Comuna: Coquimbo Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Karina Araya, educadora de párvulos

Martina, un motivo de fiesta Martina Rodríguez Collao es una parvulita de nuestro jardín que actualmente tiene tres años de edad y presenta síndrome de Down, con un retardo generalizado del desarrollo que abarca todas las áreas. Cuando vi a Martina por primera vez, no pude dejar de asombrarme al notar su fragilidad y lo desconectada que se encontraba de todos quienes la rodeábamos. Estaba físicamente con nosotros, pero su mente divagaba por lugares que sólo ella conocía. Las tías me contaban que ella llegó al jardín cuando tenía 84 días de nacida y, en ese momento, su cuerpo era tan pequeño e indefenso que inspiraba infinita ternura. Su cuerpo hipotónico y extremadamente "blandito", no realizaba ningún tipo de

movimiento más que el de su acelerada respiración, y sólo adaptaba la misma postura: de espaldas con los brazos alineados y encogidos a la altura de los hombros. Muchos de los esfuerzos realizados por las tías para establecer mayor conexión con ella al estimularla eran vanos, ya que no respondía como se esperaba. Sin embargo, desde un comienzo las tías la acogieron y le entregaron todo el afecto y la dedicación que ella requería, teniendo especial cuidado con sus problemas respiratorios, de reflujo y las complicaciones estomacales que presentaba, para lo cual le realizaban masajes que contribuyeran a su estimulación integral. Cuando asumí como educadora del nivel de Martina, sentí que ella era una gran responsabilidad y, a la vez, una gran oportunidad de construir junto a ella un futuro de logros y de experiencias enriquecedoras que le permitiesen avanzar aún más. Junto al equipo de la sala la integramos como a una más de nuestros párvulos y buscamos estrategias para que ella pudiese acceder, de

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forma más real y significativa, a las experiencias realizadas cada día junto a sus pares. Desde un comienzo le tuvimos un cariño tan especial que cada logro que ella tenía era para nosotros un motivo de fiesta. Cosas tan simples como mirarnos a los ojos o seguirnos con ellos, significaba para todos y para mí en especial, una alegría inmensa que nos seguía alentando a guiarla para que avanzara aún más. Es imposible olvidar cuando por primera vez tomó su mamadera o aquella galleta que con tantas ansias devoró, pues era la primera que sostenía con sus propias manos. Este proceso que juntas hemos vivido ha estado lleno de altos y bajos, de bellos momentos y de otros más difíciles. Y es que en el camino existen frustraciones y ansias de mayores cosas, pero siempre queda la satisfacción por aquel agradecimiento sincero que Martina nos entrega hoy al mirarnos a los ojos y mover su cabecita para cada lado, sonreír y abrir sus brazos cuando le ofrezco los míos. Forma más bella de agradecer no existe, ya que no puede haber mejor

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recompensa que ver los logros que hoy tiene aquella niña indefensa que sólo movía sus ojos y que hoy es capaz de mantenerse sentada, deslizarse reptando, manipular diferentes objetos, comenzar a alimentarse sola, reconocer a sus tías o intentar ponerse los zapatos. Ha transcurrido más de un año desde que conocí a Martina y al observarla hoy me siento orgullosa y feliz de lo que ha logrado, y tengo la plena confianza de que el esfuerzo y la dedicación de todos quienes hemos estado a su cuidado y enseñanza, tendrá grandes frutos. Quizá éste sea un proceso lento y difícil para nosotros que somos a veces ansiosos e impacientes. Sin embargo, tenemos todas las ganas y la disposición de generar un cambio en ella y con el sólo hecho de ver cómo nos retribuye, ya tenemos suficiente para continuar con esta hermosa tarea que es educar inclusivamente a nuestra querida Martina.


Jardín Infantil Chispita de Oro Comuna: La Serena Programa educativo: Jardín Infantil Alternativo Testimonio: Zaida Bravo y Viviana Zepeda, técnicas en atención de párvulos

Con dedicación y amor se pueden obtener grandes logros Carlitos ingresó a nuestro jardín el 2009 con cuatro años y siete meses, presentando dificultad motriz, de lenguaje y habla. Para ayudarlo a su inclusión, diseñamos diferentes actividades realizadas dentro y fuera del establecimiento, a las que él respondió positivamente. El proceso de enseñanza aprendizaje de Carlitos Carrillo Araya, requirió diversas estrategias metodológicas, modelando acciones pedagógicas para que él pudiera realizarlas. Incentivamos el desarrollo motriz por medio del traslado con obstáculos, la manipulación de objetos con diferentes volúmenes y texturas, y el encaje de elementos pequeños con diferentes pesos y formas. A través de diversas actividades, desarrollamos el lenguaje para lograr un mayor avance en el

vocabulario y comprensión de Carlitos. A través de láminas y otros textos, apoyamos a Carlitos para que pudiera describir, imitar, modelar y conversar, lo que potenciamos mediante actividades presenciales con animales, personas, alimentos, vestuario y transporte, entre otros. También apoyamos la pronunciación de sonidos con práctica habitual de plaxias en aula y en el hogar. Asimismo, participaremos en su atención médica en Teletón, para obtener diagnósticos que permitan complementar o implementar acciones pedagógicas de apoyo a sus ne ces ida de s edu ca tiv as e sp ec ial es. Con dedicación, amor y paciencia de nuestra parte, se pueden lograr grandes aprendizajes en los niños y niñas.

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Jardín Infantil Las Tortuguitas Comuna: La Serena Programa educativo: Jardín Infantil Alternativo Familiar Laboral Testimonio: Mónica Araya y Marcela Barahona, técnicas en educación de párvulos

Vicente nos enseña Cuando a inicios de 2009 llegó Vicente Huerta Godoy a nuestro jardín con un diagnóstico de tetraparesia espástica de predominio izquierdo, lo recibimos con las puertas abiertas del establecimiento y del corazón, a pesar de no saber con claridad qué significaba realmente su enfermedad. Pese a ello, lo reconocimos como un niño con un valor agregado: ser una personita transparente y especial. Nunca olvidaremos su primer día de jardín: Vicente llegó en su silla de ruedas muy temprano acompañado de su mamá, mirando y tratando de tocar todo lo que lo rodeaba. Su alegría fue inmensa cuando vio a sus compañeros y compañeras, gritando y riéndose con cada saludo, caricia y gracias que le regalaban.

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Desde ese día, hasta hoy, lo hemos incluido a él y a su madre en las actividades educativas, adecuando una y otra vez los modos de incorporarlo y de lograr un mayor goce de Vicente al aprender. Nuestros avances también han sido significativos en los aprendizajes de su madre en cuanto al apoyo que le da a Vicente. Además, hemos ganado la generosidad de esta cariñosa y dedicada mamá, al apoyar en lo que ella puede a otros párvulos que requieren de ayuda en el aula. La tarea con Vicente no ha sido fácil. Hemos sufrido la frustración de no lograr avances con la rapidez que deseamos, lo que incluso nos ha hecho cuestionar nuestro trabajo educativo, ya que muchas veces no contamos con herramientas y materiales especiales para trabajar con él. Sin embargo, esta situación nos ha impulsado a seguir aprendiendo, a buscar apoyo, a trabajar en equipo y a ser cada día más creativas al tener que improvisar, crear estrategias y materiales para dar una mejor atención a Vicente. La llegada de nuestro niño ha sido un aporte para crecer como unidad educativa, puesto


que no sólo nosotras le enseñamos a Vicente; también él nos ha enseñado valores como la a cep t aci ón, la t o ler anci a, el a m o r desinteresado y a comunicarnos de una manera diferente. También las familias de los demás niños se han sensibilizado en relación a la importancia de incluir a párvulos con necesidades educativas especiales, tanto así que se emocionan al ver los avances de Vicente que cada vez más comparte con sus compañeros y compañeras al jugar, aprender, bailar y al ser uno más dentro de esta gran familia. Su sonrisa, sus logros, el reconocimiento y orgullo de su familia nos impulsan a seguir trabajando con cada niño y niña que presenta necesidades educativas especiales, y a creer que sí es posible trabajar con ellos valorando sus diferencias más que asustándose frente a ellas, asumiendo con responsabilidad nuevos grandes desafíos al educar.

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Jardín Infantil Naranjín Comuna: Los Andes Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Claudia Carvajal, madre de Gabriel Carvacho

En mi jardín todas y todos tienen su espacio Cuando todas las puertas se cierran, siempre hay una que se abre. Cuando hay un tema de discapacidad, uno se topa con un mundo que no conoce y, pese a que finalmente te dan las posibilidades de que tu hijo se desenvuelva, uno alberga temor, inseguridad y miedo a que tu hijo salga de la burbuja en la que ha estado junto a su familia, para salir a un ambiente distinto. Luego de pasar tanto tiempo soportando largas noches en un hospital, me asaltó la incertidumbre de si mi hijo Gabriel podría o no integrarse a la sociedad, ya que ésta, lamentablemente, no se encuentra preparada para recibirlo con su discapacidad. Sólo con mencionar esa palabra, discapacidad, uno piensa que se va a topar con un no por respuesta. Y cuando realmente te dicen que no, te duele y se acaba en uno la ilusión de

que, en mi caso, Gabriel, por quien tanto he luchado, sea tratado e integrado de forma normal a la sociedad. Sin embargo, un día me encontré en la calle con las tías del jardín Naranjín y les pregunté si existía la posibilidad de que mi hijo ingresara al establecimiento. La sorpresa fue que, sin titubeos, las tías me respondieron que sí era posible, lo que resultó gratificante, pues empecé a ver que Gabriel compartía con otros niños que no son de su círculo cotidiano y que no van a la Teletón. Al ingresar al jardín tuve que contar a las e d u ca d o ra s q u e m i h ij o su fre d e mielomeningoceli, una enfermedad que ya sólo de nombrarla resulta complicada y que, por esto, Gabriel no puede caminar. Además, les conté que tiene hidrocefalia y que deberá usar pañales hasta grande. A pesar de todo, la respuesta por parte del jardín siempre ha sido positiva y Gabriel, mi hijo, ha sido acogido de la mejor forma. En su primer día de jardín tuve muchos

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sentimientos encontrados. Sentí miedo de separarme de Gabriel, de quien nunca antes había estado lejos. Pero fue tanta la calidez con la que lo acogieron que, dentro de todos los temores, primaba la tranquilidad. Las primeras semanas fueron caóticas, pues Gabriel no quería quedarse en el jardín. Tuvo llantos y vómitos. Frente a ello, las tías siempre tenían una palabra sabia para que no bajáramos los brazos y nos hacían entender que todo correspondía a un proceso de adaptación. Efectivamente, comenzamos a ver esa adaptación poco a poco, cuando Gabriel fue adoptando entre sus afectos a las tías del jardín, cuando lo oímos en las noches hacer sus oraciones en las que pedía por sus compañeros, cuando jugaba con su amigo imaginario a quien daba instrucciones como lo hacían las tías con él. Cosas tan simples como ésas, han sido para nosotros una luz. Gabriel puede ser tratado en la sociedad como una persona con

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necesidades especiales, tal como el resto, con derechos y deberes. Creemos que para las tías integrar a Gabriel al jardín también ha sido un proceso, que ha sido muy bien aceptado por ellas, ya que en todo momento crean las condiciones necesarias para que él se integre sin problemas, en las actividades que desarrollan. Que Gabriel haya sido acogido en el jardín constituye el primer paso en este largo camino que nos queda para integrarlo a la sociedad educativa. Sólo nos resta agradecer el amor, la entrega, el compromiso y la honestidad que nos han entregado las tías Nora, Katy, Marcela, María José y todas las demás que trabajan en el jardín.


Jardín Infantil Valle de la Luna Comuna: Quilpué Programa educativo: Jardín Infantil Vía Transferencia de Fondos Testimonio: Andrea Campos Gutiérrez, madre de Tomás Álvarez

Tomás, el regalo que Dios me tenía preparado Al saber que sería mamá por tercera vez, mi alegría se desbordaba por todo mi ser. Si me remonto unos años, debo decir que la vida me estaba preparando para afrontar lo que vendría por razones que sólo Dios sabe. Tuve un aborto espontáneo con casi seis meses de embarazo. Mi pena y mi dolor fueron tan grandes que sólo pensaba que si volvía a embarazarme, aceptaría lo que Dios me enviase. Esta promesa fue un presagio y una preparación para mi vida futura, ya que luego de este episodio nuevamente quedé embarazada y, con ello, sentí que la tristeza había pasado. Sin embargo, al quinto mes, mediante una ecografía de control, la cara de preocupación

con la que me miró el doctor traspasó mi alma y nuevamente sentí que las cosas habían cambiado en un solo segundo. Los temores que sentí cuando le comuniqué a mi familia lo que pasaba, se acrecentaron cuando Tomás nació y lo llevamos a la casa. Era tan pequeño, apenas se movía, y ni lloraba. Luego de un deambular por muchos doctores y tener que operar a mi hijo, a Tomás se le diagnosticó un síndrome genético dismórfico en estudio, que traté de asumir de la mejor manera posible y con el compromiso de abrir los espacios sociales que Tomás no podría. Siempre quise que mi hijo participara en diferentes actividades, tal como lo hacían sus hermanos. Para ello busqué, sin éxito, jardines infantiles donde llevarlo, incluso traté de ver la posibilidad de enviarlo a escuelas especiales, pero ninguna llenó mis expectativas, pues soñaba con algo más para él. Y es que no se trata de falta de resignación, sino de que Tomás pueda llevar una vida mejor, donde las limitaciones y barreras sociales sean escasas.

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Sí, hub o de salie nto, preo cup ación, i nce r t i du m b re , m ie do s y d is t i nto s sentimientos que aún rondan en mi cabeza y que se traducen en el temor de afrontar esta situación día tras día. Como padres y madres queremos ver que nuestros hijos pueden caminar, hablar, pero enfrentarse a que, a los cuatro años, tu hijo no camina y no dice mamá, es terrible. Justamente, con ese sentimiento y con la necesidad de trabajar, pues soy jefa de hogar, postulé a mi hijo a la sala cuna Valle de la Luna ubicada en Quilpué, lugar donde vivo con mis hijos. A pesar de mis temores, confiaba plenamente en el equipo que estaría a cargo de mi hijo, pues alivianaron mi carga emocional y desde un comienzo le brindaron amor a Tomás. Cuando voy a buscar a Tomás al jardín y palpo sus manitos con témpera o sus deditos con plasticina, siento que tiene posibilidades. Verlo jugar con sus compañeros y las actividades que realiza, satisface mi alma. Asimismo, ante la entrega de las tías y la "garra" que ponen en su trabajo, doy gracias a Dios por haberlas

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encontrado, pues ellas, junto con la Teletón, hacen posible la rehabilitación y la integración de Tomás y también de Benjamín, Elías y Vicente, otros tres niños que fueron recibidos por este jardín con amor y sin prejuicios. He aprendido a disfrutar cada día, he ido calmando mis ansiedades, mis aprehensiones, proyecto un futuro para mi hijo y me siento apoyada por tías, padres y apoderados del jardín con quienes comparto experiencias y diversos puntos de vista. Me he dado cuenta de que es necesario ampliar los conceptos de vida de las personas, hay que eliminar miedos y mitos del subconsciente del común de la población, puesto que un niño con capacidad educativa especial es también una persona que merece las mismas oportunidades de crecer, de ser y de desarrollarse. De ahí mi agradecimiento a Claudia, la directora del jardín Valle de la Luna, que aceptó este gran desafío y quien se ha sumado a mi lucha por integrar a Tomás ­ Tomazila, como le dicen las tías y los niños­ y aceptar a otros párvulos que necesitan ser acogidos.


L i b e r t a d o r G e n e r a l B e r n a r d o O ’ H i g g i n s

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Jardín Infantil Encuentros Pedagógicos Sala Chile Crece Contigo Comuna: El Olivar Programa educativo: Jardín Infantil para la Familia, Modalidad Jardín Comunicacional Testimonio: Pilar Díaz, madre de Elvis Bravo Díaz

que un modo de hacerlo es a través de la música, que a él le gusta mucho. Pienso que tengo el privilegio de recibir mucha ayuda para facilitar la estimulación de mi hijo, ya que lo visitan en la casa a través del Programa Comunicacional de la JUNJI.

Si tengo que ir al fin del mundo, iré Soy Pilar, tengo 27 años y soy mamá de seis hijitos. Uno de ellos, Elvis, nació con un problema. Él ya tiene un añito y muchas ganas de vivir. Yo tengo mucho que agradecerle a la vida, pues cuento con el apoyo de mis hijos y de mi marido. Ellos son todo para mí y, si no estuviesen conmigo, no sé qué haría. Además, me ayudan las tías del Chile Crece Contigo y de la JUNJI, pues con Elvis asisto a una salita de estimulación. En ella conocí a la tía Fabiola, mi angelito como le digo yo, pues llegó en el momento cuando más la necesitaba.

Gracias al trabajo de la tía Fabiola que le canta a Elvis y le graba música, mi hijo ha logrado balbucear. Incluso, ahora ya me es posible saber cuándo está enojado, tiene hambre o está inquieto por algo. Además, la tía Fabiola es quien me da fuerzas, y me dice que lo estoy haciendo bien. Sólo puedo darle a ella las gracias de corazón. Mi hijo es todo para mí. No dejo de ir a ningún control y en la Teletón me dicen que soy una "mamá muy jugada". Es que si tengo que ir al fin del mundo, iré.

La tía Fabiola me enseñó a entender que Elvis no es una burbujita, que debo estimularlo y

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Jardín Infantil Padre Pío Comuna: Rancagua P r o g r a m a e d u c a ti v o : J a r d í n I n fa n ti l Transferencia de Fondos Testimonio: Berta Villa, madre de Ángel González

Pienso en el jardín como una primera buena etapa de inclusión para Ángel, pues ha podido desarrollarse y aprender. Ojalá él siga siendo igual cuando el próximo año entre al colegio. Co mo m am á, le temo a esa etapa.

Un ángel en el jardín

Agradezco a las tías por el apoyo que nos han dado, y espero que Ángel siga igual como es hasta ahora, y que no ocurra nada que lo haga opacarse u ocultarse ante otra persona.

La llegada de Ángel al jardín fue, simplemente, como llegar a su casa. Recuerdo que ese día Ángel me pedía que me fuera porque no tenía pena. Mi hijo asiste a la Teletón desde que tiene un mes de vida, producto de una amputación congénita de sus cuatro extremidades, situación que ha significado un gran desafío para Ángel y para nosotros, como familia. El jardín Padre Pío ha sido muy importante tanto en lo pedagógico como en la integración social, puesto que Ángel avanza y aprende como cualquier otro niño de su edad y ha incrementado sus habilidades pues, por ejemplo, es un modelo para sus compañeros: es el único de la sala que, al comer, no se mancha.

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Jardín Infantil Blanca Nieves Comuna: Talca Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Nancy Ríos, madre de Carlos Gómez

Mamá de corazón Soy la mamá adoptiva de Carlitos. Nuestra historia comienza hace siete años cuando Carlitos tenía tres años de edad. Él había nacido con un síndrome Klippel Feil que trae como consecuencia una serie de malformaciones externas e internas, como escoliosis, malformaciones renales y cardiacas y sordera, entre otras, aunque en Carlitos es leve. Sin embargo, todo lo anterior no importó pues, desde que me lo presentaron en el jardín lo quise mucho, más que a otros niños que he conocido. Para mí, Carlitos era un ser hermoso y tan vulnerable que no podía dejar de hacer algo por él. Yo soy manipuladora de alimentos en el jardín Blanca Nieves, por lo que tengo contacto con todos los párvulos en el establecimiento y me preocupo de las dietas especiales que ellos necesitan. De este modo, me fui encariñando

más y más con Carlitos, hasta que llegó un punto en que mi corazón se partía cada vez que él se iba y yo no sabía si lo iba a volver a ver. Gracias a Dios y a las gestiones de la directora del establecimiento, califiqué para ser la tutora de Carlitos y sólo fue cosa de tiempo y paciencia para que llegara el momento que mi hijo estuviera junto a mí. En el mes de octubre de 2002, Carlitos llegó a nuestra casa. Era un niño que no pronunciaba palabra y que parecía temeroso de todo, pero que se dejaba querer fácilmente. En nuestra casa, mis cuatro hijos son jóvenes adultos y esto fue ideal para que a Carlitos se le diera toda la atención y ayuda que necesitaba para desarrollarse completamente. Carlitos había estado hospitalizado casi dos años de su vida, por lo que, cuando lo recibimos, parecía un bebé, tenía desnutrición evidente y sólo pronunciaba ruidos nasales. Además, su estatura era mucho menor a la de sus pares en el jardín, y padecía una bronquitis crónica que siempre lo tuvo en riesgo.

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Carlitos recibió durante toda su formación en el jardín la atención, apoyo y amor que las tías y su familia le brindábamos. A pesar de sus limitaciones para comunicarse y de sus visibles diferencias físicas, los niños lo adoraron y comenzaron a cuidarlo mucho. Carlitos es un niño muy inteligente. Su enfermedad no incluye retraso mental, por lo que su desempeño académico hoy es excelente, y siempre está dispuesto a tenderle una mano al prójimo como lo han hecho con él. Los años han pasado. Carlitos ha ido creciendo y llegó la hora de que entrara al colegio. Ahí, mi temor de madre se hizo realidad cuando mi hijo fue juzgado por sus características físicas, sin considerar su desarrollo intelectual normal. Fueron días tristes, en los que no se puede hacer entender al mundo que los prejuicios solamente causan infelicidad. Yo siempre estuve apoyada por las personas que aman a Carlitos y en esa oportunidad todos logramos encontrar un lugar donde mi hijo fue recibido como se merece, que le da toda la atención del mundo. Su desarrollo ha seguido siendo de lo mejor y se sigue

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destacando académicamente, pues tiene una de las mejores notas del curso. Carlitos ha seguido asistiendo conmigo al jardín y nunca se ha separado del ambiente que lo vio crecer desde bebé. Actualmente, va por las mañanas y por las tardes se dedica a sus estudios. Es realmente una bendición. Carlitos ha sido capaz de superar todas las limitaciones que la vida le ha presentado. Aún más, es capaz de compensar sus limitaciones con su gran espíritu. ¡Pensar que fue un bebé de muy alto riesgo y hoy es un niño muy sano! Por otro lado, Carlitos es tío de cinco sobrinos que lo quieren y necesitan mucho. Es divertido, pues parecen hermanos. Mis nietos han sido una gran compañía para él en este mundo de adultos que era mi familia. Ésta es, a grandes rasgos, nuestra historia, y me enorgullece haber tomado la decisión de integrar a Carlitos a mi vida, a nuestra vida, y agradezco a todos quienes nos apoyaron y que nos han acompañado en cada paso importante.


Jardín Infantil Los Cariñositos Comuna: Parral P r o g r a m a e d u c a ti v o : J a r d í n I n fa n ti l Transferencia de Fondos Testimonio: Ximena Agurto, educadora de párvulos

Reforzando comportamientos positivos El jardín infantil y sala cuna Los Cariñositos no presenta niños o niñas con necesidades educativas especiales detectadas por profesionales, pero sí atiende a párvulos con evidentes carencias afectivas. Un caso particular es el de David, de cuatro años, que a su corta edad ha sufrido una difícil situación familiar.

invitación a reflexionar sobre sus propios actos sin hacerlo sentir culpable. Al trabajo realizado con el niño se suman las constantes conversaciones con su madre, que evidencian que es posible mejorar el comportamiento de David. La madre ha recibido orientación acerca de cómo relacionarse con su hijo, resaltando las virtudes que presenta, evitando el castigo como método de enseñanza y fomentando el diálogo con su hijo. Además, se le ha sugerido a la madre que dedique tiempo para compartir las cosas que son agradables para David.

A raíz de este ambiente que le ha tocado vivir, David presenta una personalidad muy especial: pelea con sus pares, no obedece a los adultos del aula y le cuesta sentarse a trabajar y concentrarse en sus actividades. Por este motivo, las tías del nivel heterogéneo al cual David pertenece, han debido trabajar cuidadosamente en lo referido a sus carencias emocionales a través de estímulos como la felicitación de sus acciones positivas y la

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Jardín Infantil Lord Cochrane Comuna: Penco Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Graciela Coletti, educadora de párvulos

Era momento de regresar Recuerdo con exactitud que el 20 de diciembre de 2007 acudió al jardín, donde soy directora, una ex párvula nuestra, Cynthia Escobar, con la idea de inscribir a su hija en el establecimiento. En esa oportunidad, Cynthia me contó con mucha tristeza que Sayén Cortés, de dos añitos de edad, no caminaba debido a una mielomeningoceli lumbosacra con vesícula neurogénica. Ante esto, le dije que su hija era bienvenida y que no era enferma sino distinta, y que lo importante era que esta pequeñita podía decir "te quiero, mamá". El tratamiento que Sayén mantenía en Teletón y el cuidado de su segundo hijo Gael, hacían que Cynthia necesitara urgentemente nuestra ayuda. Pensé que era el momento de que ella regresara al jardín para recibir el apoyo que

como educadoras podíamos entregar. Desde ese momento, ambos niños ingresaron al establecimiento y se incorporaron muy bien junto a su mamá. El personal del jardín fue adaptándose a los requerimientos de Sayén, que diferían de la atención que habíamos entregado a otros párvulos. En esto contábamos con la ayuda de Cynthia. Por su parte, la niña compartía los espacios de sala y, adoptando una posición hincada y sentada sobre sus piernas, podía mantenerse erguida e incluso, bailar. A fines de 2008, Sayén fue beneficiada por Teletón con una órtesis que le permitió ponerse de pie y usar un burrito, situación que le hizo recorrer la sala y el patio del jardín y ver su entorno desde otra perspectiva. En enero de 2009, la educadora Beatriz Padilla presentó un proyecto JUNJI­Región del Bío Bío al Fondo Nacional de la Discapacidad (FONADIS), que posibilitó la llegada al jardín de elementos facilitadores del aprendizaje. Frente al uso de este tipo de elementos y de

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los que ha entregado Teletón, hemos conversado con Cynthia sobre lo importante que es que la niña los use. En particular, porque a la mamá de Sayén le ha costado mucho asumir la diferencia entre su hija y el resto de los párvulos. Actualmente, Sayén es muy alegre y es capaz de expresar con su cuerpo lo que percibe de un cuento o de un juego. Además, se relaciona con los adultos y con sus pares, los reconoce incluso por sus nombres, siempre se la ve atenta y se adapta a diferentes experiencias educativas. En este aprendizaje de la niña, Cynthia ha estado presente. En junio de este año disertaron juntas frente al resto de los párvulos sobre higiene personal, apoyadas por un material de los Simpson que hicieron ellas mismas. La inclusión es un tema que ha estado presente desde 1977 en este jardín, cuando comenzamos a recibir a niños con necesidades educativas especiales. Todos ellos han seguido estudiando con excelentes calificaciones.

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Pretendo que este relato sea un apoyo para los padres de niños con necesidades educativas especiales, ya que en los jardines de la JUNJI todo es posible, con amor y con la entrega personal diaria. Gracias a quienes confían en nosotros al entregarnos a sus hijos y gracias al personal de los jardines que entregan lo que más pueden de su profesionalismo, para dar felicidad a los niños y niñas que llegan a nuestras aulas.


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Jardín Infantil Lucerito Comuna: Temuco Programa educativo: Jardín Infantil Alternativo Testimonio: Leticia Espinoza y Susana Mancini,técnica y educadora de párvulos

Los abrazos que acogieron a Agustín Con la premisa de que tener a Agustín en nuestro jardín nos ha llenado de sensibilidad, de esperanzas, de nuevos conocimientos, de importantes desafíos, de nuevos compromisos y de gran felicidad, nos permitimos compartir esta experiencia de inclusión. Todo comenzó en octubre de 2007 cuando recibimos en el nivel familiar de la jornada de mañana a Agustín Zúñiga Ascencio, de dos años y cinco meses de edad. En esa ocasión, sus padres, Héctor y Jessica, nos contaron que su hijo era muy regalón y que no hablaba. Al correr los días nos dimos cuenta de que Agustín tenía movimientos repetitivos, como introducir los dedos índices en sus orejas, además rebotaba casi permanentemente, no fijaba la mirada, no obedecía y, lo más llamativo, era que cuando quería tomar algo,

utilizaba nuestras manos para alcanzarlo, como si nuestro cuerpo fuera una proyección del suyo. Muchas veces conversamos con los padres de Agustín sobre estas conductas que nos parecían tan extrañas, pero que eran interpretadas por ellos como mero regaloneo. No conformes con la situación y observando que Agustín no jugaba con sus compañeros de sala y que, a pesar de nuestros esfuerzos por tener contacto afectivo con él nos ignoraba, decidimos buscar ayuda en otros organismos. Así llegamos al CESFAM Amanecer, específicamente a la sala de estimulación que era atendida por alumnos de internado de diferentes especialidades y universidades. Allí nos acogió una alumna de Educación Diferencial de la Universidad Católica de Temuco, quien sugirió que esa rara conducta del niño podría deberse a autismo. Preguntarnos qué hacíamos fue lo primero que hicimos. Como los padres de Agustín mantenían rígida su posición frente a que la causa del comportamiento era simple

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regaloneo, recurrimos a otra red de apoyo, esta vez el Centro CETU de la Universidad Católica donde, pese a lo avanzado del año, logramos que Agustín fuera atendido. El niño acudió junto a sus padres durante varias sesiones, pero todo quedó en receso por el período de verano. En marzo, Agustín llegó igual al jardín, incluso más irritable. Gritaba cuando no lo dejábamos hacer lo que quería y comenzó a pegarnos. Se encontraba con mucha hiperactividad. Insistimos en el CETU y finalmente nos llegó un informe. Sin embargo, éste señalaba lo que hacía y no hacía Agustín, cosa que nosotras ya sabíamos. Lo que necesitábamos entender era su diagnóstico para, así, poder ayudarlo. Volvimos a la sala de estimulación y allí conocimos a Mirtha, alumna de internado de Educación Diferencial de la Universidad Católica, quien se interesó en Agustín y decidió trabajar con él una vez por semana en el mismo jardín Lucerito. Mirtha nos ayudaba con las adecuaciones curriculares, con ideas, sugerencias y actividades no sólo para Agustín, sino para todo el grupo. Con ella conocimos

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las tarjetas de anticipación con fotos del propio Agustín. Éstas nos fueron ayudando para pasar de un momento de la jornada a otro sin que se enojara nuestro hermoso niño. Asumimos muchos acuerdos con sus padres, que ya se veían más dispuestos a aceptar que su hijo tenía alguna necesidad educativa especial que aún no identificábamos completamente. Buscando y buscando, llegamos al Centro AGAPE de Temuco y después de muchos correos y llamados telefónicos, Elly, su directora, invitó a los padres de Agustín y a nosotras a una reunión en su propio centro. Allí, esa mujer maravillosa y sabia nos habló sobre las características de un niño autista desde la perspectiva de una educadora. Luego, nos presentó a un alumno de 11 años que la llamó mamá y entonces nos empezó a hablar desde otra perspectiva, la de madre. Más tarde, Elly trajo a un niño de 4 años en los que Héctor y Jessica vieron reflejado a su hijo. Por fin ellos se abrían al tema, lo que permitió que, a los pocos días, una neuróloga evaluara a Agustín y confirmara nuestras sospechas de autismo.


Elly visitó varias veces nuestro jardín, nos apoyó con bibliografía, ideas y sugerencias, y nos habló de la dieta especial que debía comer Agustín. Más que todo, Elly nos transmitió tranquilidad y la certeza de que estábamos en el camino correcto. Hoy, Agustín tiene cuatro años. Con el aporte del equipo de educadores diferenciales de nuestra dirección regional, este año nos adjudicamos un proyecto con el Fondo Nacional de la Discapacidad (FONADIS), que incluye material adecuado y una educadora diferencial, que nos ayuda a facilitar las rutinas del aula común para que Agustín pueda participar de las actividades pedagógicas preparadas para su nivel. En la hora del círculo, él marca su asistencia, fija su mirada cuando le hablamos, nos saluda y despide con besos. Agustín ha logrado jugar con sus compañeros por ratitos cortos, se sienta junto a sus pares para desayunar o almorzar, responde a algunas órdenes sencillas y eso nos llena de orgullo y satisfacción. Esto da cuenta de que la apertura a la atención a la diversidad y la posibilidad de un

diagnóstico adecuado a temprana edad, junto al apoyo de los padres, posibilita una inclusión verdadera en el aula común a niños con ne ces ida de s edu ca tiv as e sp ec ial es. Hoy estamos convencidas de que, con la misma perseverancia de siempre, con nuestros brazos amplios de cariño, con nuestra dedicación y la de los padres y con los conocimientos adquiridos, más la ayuda de los especialistas, podemos decir que Agustín ya sabe dónde estamos y que pronto nos va a encontrar.

Jardín Infantil Cajoncito de Amor Comuna: Vilcún P ro gr a m a e d u c a t iv o : J a r d í n I n fa nt il Transferencia de Fondos Testimonio: Marianela Pradenas, educadora de párvulos

Un gran esfuerzo para un gran logro La experiencia que quiero contar es muy especial, ya que nos ha llenado de alegría y esperanzas y de un mayor compromiso hacia nuestro trabajo como educadoras y técnicos

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en educación de párvulos. Se trata de la historia de Martina Vega Rivas, una niña que a mediados de agosto de 2008 llegó a nuestra sala cuna Cajoncito de amor. Ella presenta un síndrome hipotónico que afecta la tonicidad de su musculatura, enfermedad que según el diagnóstico hecho al momento de nacer, dificultará que la niña aprenda a caminar. Cuando Martina cumplió 11 meses de edad, en Teletón le sugirieron a la madre inscribir a la niña en una sala cuna. Fue ahí cuando nos eligieron y comenzamos a advertir que la niña se quedaba quieta donde la dejáramos, que si estaba sentada y la empujaban, se caía, y que su cuerpo no tenía las fuerzas para enderezarse. Además, Martina hacía el mínimo esfuerzo. La madre de Martina trabajaba, por lo que no tenía mucho tiempo para estimularla y hacerle los ejercicios necesarios que le habían sugerido en la Teletón, por eso nos dio las indicaciones que nosotras comenzamos a seguir. Paralelamente, solicitamos consejo a

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especialistas para conocer más información y estrategias de trabajo para apoyar cada día mejor a Martina. De hecho, logramos que la educadora diferencial de la JUNJI nos asesorara y orientara en cómo trabajar y planificar actividades diarias que incluyeran a Martina. Al pasar el tiempo, observamos que con los ejercicios que nosotras le practicábamos a la niña, sus músculos iban teniendo más fuerza. Sin embargo, teníamos que animarla y motivarla constantemente porque, si no lo hacíamos, se quedaba sentada mirando cómo los demás jugaban. Todos estábamos muy contentos, pues veíamos que cada día Martina tenía nuevos logros. Los mismos niños y niñas se daban cuenta de esto, la apoyaban, se preocupaban por ella y aplaudían cada avance. Todo esto junto al amor, la esperanza y el trabajo diario hicieron que Martina lograra desplazarse gateando. Así pasó el tiempo y comenzó a levantar sus rodillas. Luego, trató de pararse solita, siempre con nuestro apoyo y nuestra motivación. La


madre, sorprendida de los avances de su hija, se dirigió a la Teletón, donde le señalaron que t o d o c o r re s p o ndí a a u na p r i m e ra aproximación de la marcha. Seguimos con nuestro trabajo, con la esperanza de que Martina podría superarse, y así fue como, a mediados de diciembre, con un año y 3 meses de edad y estando todo el personal del jardín presente, la niña logró pararse y ponerse de pie en medio de la sala. Todos nos sorprendimos y corrimos a ayudarla para que diera unos pasos. Lloramos de emoción al verla caminar 3 ó 4 pasitos, y la misma reacción tuvieron sus papás cuando los llamamos por teléfono para contarles. No lo podíamos creer. Como equipo sentimos que estas experiencias son el regalo más hermoso de nuestro trabajo, pues entendemos que con apoyo, esfuerzo, cariño, perseverancia, trabajo compartido y estimulación temprana, pueden revertirse condiciones establecidas.

los profesionales observaron los enormes avances producidos. Actualmente, Martina va a controles de chequeo, recibe apoyo de fonoaudiólogo y, gracias a la gestión del Programa de Inclusión Educativa de la JUNJI, también cuenta con atención sicopedagógica de un alumno en práctica de la Carrera de Educación Diferencial de la Universidad Católica de Temuco. Gracias a esta experiencia llena de desafíos y de aprendizajes que nos llenan de orgullo, hoy atendemos también a niños con síndrome de Down y, junto al apoyo de profesionales especialistas y las redes con el consultorio, estamos trabajando día a día para lograr atención a la diversidad e inclusión educativa de niños y niñas con necesidades educativas especiales en nuestros jardines infantiles y salas cuna.

En enero de 2009, Martina y su madre fueron a la Teletón donde, con asombro,

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Jardín Infantil Campanita Comuna: Valdivia Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Jessica Alvarado, madre de Florencia Geldres

Los pasos de Florencia Son tantas las cosas que se pueden decir de mi hija. Desde el día que ingresó al jardín infantil ha tenido muchos avances, su adaptación ha sido muy buena, se integra muy bien. A la vez, las tías se preocupan harto para que los niños se integren y avancen. Mi hija llevaba un mes en el jardín, y ya estaba dando más pasos para caminar, conversaba y le encantaba ir a clases. Ella despierta muy temprano para que la vistan y la lleven a clases. Todo este proceso que ha tenido mi hija ha sido maravilloso, ya que en poco tiempo ha aprendido muchas cosas. Florencia sufre los fines de semana cuando no va al jardín.

Florencia también se lava sola los dientes, trata de vestirse, lava sus manitos, comparte con los niños, y ellos no la discriminan, cosa que para mí es muy importante. Creo que el jardín le ha aportado mucho a mi hija, ya que ha aprendido por imitación, cómo ver los libros o hablar harto y más claro. Lo más importante de estos avances y logros, es que son gracias a todas las tías que quieren a mi hija tal y como es. Que Dios las bendiga por la linda obra que hacen con nuestros hijos. Mi Florencita se los agradece mucho.

Jardín Infantil Campanita Comuna: Valdivia Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Patna Cortez, madre de Laura Ibáñez

Princesa bella del bosque encantado A nosotros, como familia, las educadoras nos han apoyado mucho. Mi niña ha aprendido a avisar cada vez que quiere ir al baño y pide que la pongan en la "nica". Yo jamás pensé que esto iba a suceder.

Te esperamos con tanta ansiedad y llegaste para ser nuestra niña, Laura Gabriela, nuestro tesoro, nuestra "princesa bella del bosque encantado".

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Cada día tu papá, tu hermano y yo nos preguntábamos cómo serías, porque cuando se espera un hijo con el corazón, esa inquietud es permanente. Llegaste un 14 de febrero y la casa se llenó de luz y de alegría, de proyectos y también del disfrutar el día a día. Todo era fiesta, pero al pasar los días nos dimos cuenta de que algo no estaba bien. Desde entonces, comenzamos a conocer una dimensión desconocida de la vida: la discapacidad y la rehabilitación. Primero fue la kinesióloga del consultorio con su terapia Vojta, luego neurólogos, fisiatras y terapias ocupacionales, hasta que llegó el día de la resonancia nuclear magnética, que arrojó una parálisis cerebral y hemiparesia derecha. ¿Causas? Esquizoencefalia bilateral. Al final de todo, la Teletón, que sólo conocía por televisión. Debo reconocer que, en un principio, me pregunté por qué a mí. Pero después de un tiempo surgió una nueva pregunta, el para qué. Desde esos difíciles momentos, a la fecha, han surgido muchas respuestas que me han

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hecho entender que no soy dueña del destino, que la familia siempre está, que puedo reconocer a los verdaderos amigos, que valoro la diversidad y que disfruto de lo simple, y soy feliz con pequeños logros. Soy educadora de párvulos y por mucho tiempo estuve a cargo de las necesidades educativas especiales en el jardín infantil donde trabajaba. Hoy estoy en la otra vereda, donde están las familias, los que necesitan ser acogidos, aceptados, donde están los que requieren adecuaciones curriculares y evaluación diferenciada. Recuerdo con mucho cariño cuando llevé a mi hija al jardín infantil, la forma en que fue recibida, mimada y querida por sus tías. Siempre vi a las tías disfrutar de los logros de Laura. Siempre se mostraron muy interesadas en aprender respecto de su patología, acogiendo las sugerencias de los distintos profesionales, apoyándola y motivándola a superar pequeñas tareas. Sentí el apoyo y el interés por ser un aporte en su rehabilitación en cada momento, sobre todo cuando debía demostrar cómo se usaba la férula o la órtesis.


Recuerdo con especial alegría cuando Laura sacaba uno tras otro los pañuelos desechables de la caja, antes de que la tía la pillara o cuando se escabullía para ir a mojarse al baño. Recuerdo también con agradecimiento cuando alguien me decía "le hice masaje en su piernita mientras la mudaba" o "le pasamos todos los juguetes por el lado derecho". El compromiso de cada una de las tías de sala cuna menor y mayor ha sido semilla sembrada que da frutos pequeños cada día. Hoy Laura Gabriela Ibáñez Cortez, tiene casi 4 años.

Cuando supe la noticia de que iba a ser madre por primera vez, me sentí la mujer más feliz del mundo. Esperaba con ansias su llegada y disfrutaba cada día viendo crecer mi guatita. Comencé a prepararme para ese día, preocupándome de mi alimentación y de todos los cuidados que debía tener.

Jardín Infantil Francisco José Bode Comuna: La Unión P r o g r a m a e d u c a ti v o : J a r d í n I n fa n ti l Transferencia de Fondos Testimonio: Patricia Mena, educadora de pár vulos y madre de Javiera Faúndez

El parto se complicó y mi princesita nació con secuelas que le produjeron una parálisis cerebral mixta y síndrome de Torch. Su pronóstico de vida no era el más alentador, lloré mucho, sufrimos todos como familia, pero los ojitos de mi princesita me hicieron ver que nos quedaba un camino muy largo por recorrer.

Javiera y las ballenas Mi nombre es Patricia Mena Ríos, soy educadora de párvulos en el jardín infantil Francisco José Bode, donde asiste mi hija Javiera Valentina.

Así fueron pasando los meses y la felicidad por la llegada de mi princesita aumentaba cada día, hasta que la mañana del 3 de diciembre de 2003, Javiera anunció su llegada, un mes antes de lo esperado.

Así fue que comenzamos con terapias ocupacionales, sesiones de kinesioterapia y estimulación temprana.

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En poco tiempo, Javiera fue demostrando que era capaz y que podía aprender muchas cosas, lo que me llenaba de orgullo, felicidad y aumentaba mis fuerzas de seguir luchando. Al cumplir 1 año 4 meses, llegamos a la Teletón de Puerto Montt, donde nos recibieron con las puertas abiertas y comenzó otra etapa de su rehabilitación. Javiera llegó al jardín el año recién pasado al nivel medio mayor, donde yo era su tía. Fue una experiencia inolvidable verla compartir con sus amigos y amigas, era lo máximo. Ella se incorporó como cualquier niña y debía cumplir con las mismas tareas. Un día le correspondió disertar sobre las ballenas, lo hizo genial, mis ojos brillaban de emoción al escucharla con su lenguaje tan selecto y cuando quise intervenir para apoyarla, me respondió textual: "ssshhh…guarda silencio, tía Paty", y continuó con su exposición. No puedo dejar de mencionar y agradecer a todo el equipo de mi jardín por la acogida y el cariño que han demostrado cada día con mi Javiera.

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Jardín Infantil Piolín Comuna: Castro Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Ángela Leiva, madre de Susana Badilla

Contra viento y marea Mi nombre es Ángela Leiva Díaz, madre de Susana Carolina Badilla Leiva, que tiene síndrome de Down. Tuve a Susana Carolina cuando tenía 42 años, a una edad no muy apropiada para tener un bebé. Aunque mi embarazo no fue planificado, Susana llegó contra viento y marea, el 3 de marzo de 1994. Desde el momento que llegó al mundo nos propusimos con mi marido y mis hijos sacarla adelante, ya que Susana tiene 15 años de diferencia con su hermana mayor, y casi 13 con su hermano. Mi hija tuvo una nana que la cuidó durante sus tres primeros años. Pero, cuando cumplió 2 años y medio, me acerqué al jardín Piolín para ver si al año siguiente la podían recibir. Recuerdo que, desde el primer momento que

hablé con la directora, tuve muy buena acogida. Ella me dijo que nunca había tenido un niño discapacitado y que iba a ser una experiencia nueva. También me dijo "señora, no piense que vamos a experimentar con su hija, vamos a tratar de hacerlo lo mejor que podamos". Y así, Susana entró al jardín en marzo del año 1997. Transcurridos algunos años, pienso que ese lugar ha sido la base de lo que ella es hoy. Le enseñaron hábitos de higiene y a comportarse. Susana conocía a todos los papás y mamás de sus compañeros. La querían tanto, que era el centro de mesa. Estuvo tres años en el jardín y, de ese tiempo, sólo tengo palabras de agradecimiento para todo el grupo humano que trabaja allí, encabezado por su directora, la señora Blanca Elena Villegas Sánchez. Para concluir, les cuento que mi hija nunca ha asistido a un colegio especial y que hoy en día cursa Primero Medio en el Complejo Educacional San Crescente de la comuna de Castro.

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Sólo me resta decirle a las tías del jardín Piolín, gracias y que Dios las bendiga por haber hecho de mi hija lo que es hoy día.

Jardín Infantil Piolín Comuna: Castro Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Blanca Villegas, educadora de párvulos

Susana no tiene límites En marzo de 1997 se presentó en nuestro jardín infantil Ángela Leiva, madre de Susana Carolina Badilla Leiva, nacida el 3 de marzo de 1994, con síndrome de Down. Nunca habíamos pasado por la experiencia de tener entre nuestros párvulos a uno con este síndrome, por lo tanto, la incorporación de Susana a nuestro establecimiento implicó un reto, un desafío y un compromiso de alta responsabilidad. Siempre tuvimos presente que la diversidad caracteriza la existencia humana en todos sus ámbitos, y que nuestro deber es reconocerla y asumirla con un alto valor educativo.

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Gracias a Dios llegó Susana a nuestro jardín para enriquecernos profesionalmente, en una mutua y estrecha interacción con su familia, ya que sus objetivos eran similares a los nuestros. Susana estuvo tres años con nosotros, con niños y niñas que aprendieron con ella y se enriquecieron con su aporte. La familia siempre demostró plena confianza en nuestro quehacer, ya que transcurrido el tiempo, iban corroborando los progresos, logros y avances en su autonomía, socialización, adquisición de hábitos y mejoras en su comunicación y lenguaje. En el jardín no hemos perdido el contacto con Susana, a pesar de que su familia se trasladó a otra ciudad. Susana nunca ha asistido a un colegio especial y actualmente es alumna de IPrimero Medio en el Complejo Educacional San Crescente de Castro. Esta experiencia reforzó nuestra convicción de abrir las puertas y acoger a los niños y niñas que así lo requieren. En este sentido, durante estos años han sido varios los párvulos


recibidos con diversas necesidades educativas esp eciales. De sde 1997 nos hemos comprometido con niños y niñas con síndrome de Down quienes, al igual que Susana, están actualmente estudiando en colegios con programas de inclusión.

Jardín Infantil Piolín Comuna: Castro Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Marianela González y César Zúñiga, padres de Francisca Zúñiga

El mejor lugar para Francisca Queremos expresar el agradecimiento que tenemos no sólo con la directora del jardín Piolín, la tía Blanca Villegas, sino también con todo su plantel docente. Nuestra hija se llama Francisca Leonor Zúñiga González, tiene dos años recién cumplidos y nació con síndrome de Down y, desde este año, asiste al jardín que tan profesionalmente la atiende. Después de todo el proceso doloroso que fue este primer período, llegamos a la Teletón de Puerto Montt y una de las recomendaciones más insistentes de los profesionales del lugar,

fue que integráramos a Francisca a un jardín infantil, pues necesitaba mucha estimulación y sobre todo compartir con niños y niñas de su edad. Desde ese momento tuvimos claro que apenas se dieran todas las condiciones, lo haríamos. Gracias a nuestro trabajo, podríamos haber optado por llevarla a otros jardines pero, luego de averiguar y ver nuestra realidad local, decidimos sin ninguna duda postular al jardín Piolín. Teníamos la claridad de que los jardines infantiles de la JUNJI están orientados a atender a niños y niñas con una serie de situaciones, sobre todo de tipo económico. Por ello nos inscribimos pensando que, por nuestros ingresos, no habría ninguna posibilidad. Gracias a Dios se pudo y estamos muy agradecidos como padres y como familia, porque hemos visto grandes avances en nuestra hija, a pesar de la poca regularidad en su asistencia, producto de todos los eventos de salud que ha presentado, durante este año. Hoy como padres tenemos la certeza de que

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no pudimos elegir un mejor lugar para Francisca, ya que estamos en conocimiento de la permanente capacitación de las tías para el trabajo con niños con éstas y otras discapacidades. Esta certeza y tranquilidad se refuerzan con el testimonio que dan otros padres que también llevan a sus niños con Down a esta prestigiosa institución. Permanentemente, estamos en contacto con el los, po rque pe r tenecem os a u na organización de padres con hijos con estas características genéticas, y todos mantenemos el nivel de aprobación al hermoso trabajo que se realiza en el jardín con nuestros hijos. Cada vez que Francisca llega al jardín la vemos muy contenta, activa y esto nos llena de alegría porque sabemos que ella se siente parte de ese entorno. Agradecemos una vez más la labor de quienes trabajan en el jardín y que entienden que este mundo no sólo está hecho para niños y niñas "normales" sino que se abren a las diferencias e inculcan los valores de la tolerancia y el amor.

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Ay s é n d e l G e n er a l Ca r l o s I b á ñe z d e l C a m p o

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Jardín Infantil Mi Baker Comuna: Cochrane P r o g r a m a e d u c a ti v o : J a r d í n I n fa n ti l Transferencia de Fondos Testimonio: Rosa Muñoz, madre de Anita Laura Muñoz Muñoz

Anita Laura El año 2005 marcó mi vida. Esperaba con ansias a quien sería mi hija adorada, que correría, saltaría, me preguntaría mil cosas y con quien yo caminaría y jugaría. Pero, de un minuto a otro, todos esos sueños cambiaron. Algo estaba sucediendo con esta pequeña que crecía en mi vientre y que, al parecer, no era muy bueno, por lo que lograba comprender de los doctores. En mi pueblo no hay especialistas, así que me derivaron a Coyhaique. Allí confirmaron que efectivamente mi guagüita venía con graves problemas pero, como ahí tampoco había especialistas para tratar mi caso, me enviaron a Santiago, donde me enteré de que mi hija no tenía esperanzas de vida y que al nacer, moriría.

En Santiago estaba sola, no conocía a nadie. Fue un tiempo muy difícil, pues finalmente tuve el diagnóstico: encéfalo meningoceli. Me sentí sola, triste, no sabía qué hacer. Le dije a la doctora que me atendía que si mi hija iba a morir de todos modos, prefería volver a mi región y a mi tierra, pues no quería que mi niñita quedara abandonada. Quería que el cuerpo de mi hija estuviera cerca de mí para poder ir a dejarle flores. Ante esto, la doctora me miró y me dijo que Dios es quien da la vida y es Él quien también la quita, por lo que teníamos que darle la oportunidad a mi hija, a pesar de todo. Fue entonces cuando decidí quedarme en Santiago para que naciera en esta ciudad. Cuando Anita Laura nació por cesárea programada, no escuché su llanto. Nació con asfixia y, por un momento, pensé que se había ido. La doctora que me acompañaba me dijo que Anita Laura estaba bien, incluso fue a sacarle fotos a Pediatría y me las trajo para que yo la conociera. La miré, y ahí estaba mi niña. Era gordita y hermosa y, al verla, un aliento de esperanza recorrió todo mi cuerpo

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y sentí que mi hija estaba ahí, vivía y que se iría conmigo de vuelta a casa. Al regresar a mi pueblo, decidí matricularla en un jardín infantil. Cuando cumplió tres meses comencé a trabajar y le confié a Anita Laura a las tías del jardín. Hoy puedo decir, con mucha certeza, que gran parte de lo que ha logrado mi hija es gracias al jardín, pues allí aprendió a caminar y a compar tir con otros niños y niñas. Hoy, Anita Laura tiene cuatro años. La miro y puedo ver en ella un milagro de Dios, pues Él decidió que creciera y se desarrollara como los demás niños.

Jardín Infantil Gabriela Mistral Comuna: Coyhaique Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: María Andrade, técnica en atención de párvulos y madre de Javiera Avilés

Yo elegiría a mi Javiera Cuando esperaba a mi hija Javiera, yo trabajaba como técnica en párvulos en el jardín infantil Arco Iris de Coyhaique. Cuando cumplí alrededor de cinco meses de embarazo me trasladaron al Gabriela Mistral y allí permanecí hasta mi prenatal. Todo estaba bien hasta que Javiera quiso nacer antes de tiempo y, como el doctor me informó que al parecer algo estaba mal, mi hija debió nacer por cesárea. Javiera nació a las 23.45 horas. Yo estaba cansada y muy adolorida. No tenía ganas de nada y sólo había alcanzado a ver los ojos hinchaditos de mi hija. Luego de eso, me dormí con la preocupación de que algo no andaba bien. Luego de las horas de reposo, mi marido llegó a mi pieza junto al doctor. A ambos les noté

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algo raro en la cara. Germán, mi esposo, me preguntó cómo me sentía. Luego, el doctor me dijo que había un 80% de posibilidades de que mi hija tuviera síndrome de Down. Yo sé inmediatamente cuando un niño tiene síndrome de Down, por lo que le dije al doctor que me confirmara este diagnóstico y, claro, me ratificó lo que había dicho y, además, me informó de las otras complicaciones que existían: cardiopatía, hepatitis neonatal, leucemia. La verdad, yo había trabajado en el jardín con niños con síndrome de Down y sabía que el apoyo hacia ellos no era tan difícil. Lo único que quería era saber si mi bebé se iba a salvar. Ahora recuerdo que luego de esa conversación terminé calmando a Germán y que después me permitieron ver a Javiera. No la pude tomar, pues estaba llena de cables y con un color amoratado. En ese momento, la paramédico de Neonatología me dijo que, desde ese día, íbamos a ser hermanas, pues ella también tenía un hijo como el mío y que todos ellos conformaban una gran familia.

Llegamos a Santiago, y aunque no conocíamos a nadie, se abrieron todos los brazos para ayudarnos. Además, la tía Magali, Sandra, la señora Julieta y mis compañeras de la JUNJI estaban pendientes de nosotros en Coyhaique. En el Hospital Calvo Mackenna confirmaron los diagnósticos que nos habían dado y al final descansé cuando descubrieron que el color amoratado de mi guagua se debía a un antibiótico que yo tomaba y que estaba contraindicado para niños con síndrome de Down. Luego de tres meses, los doctores nos dejaron volver a Coyhaique pues, como sabían que Javiera iba a morir, preferían que estuviéramos cerca de la familia. Llegamos a nuestra ciudad y todos nos ayudaron con cadenas de oración en la región y fuera de ella. Javiera salió adelante, el milagro se realizó. Cuando ella cumplió dos años me atreví a volver a trabajar y a traerla a mi jardín para que compartiera con más niños. Por fin se hacía realidad mi sueño de verla correr. En el jardín, todos querían a mi niña y ella se

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adaptó muy bien. Era una tía chica, pues ayudaba a los otros niños, les cantaba, ordenaba y hasta firmaba papeles como una persona grande. Hoy Javiera va a la escuela y recuerda muy bien el jardín infantil. Ella ya puede pronunciar el nombre del jardín, Gabriela Mistral. Si yo pudiera volver atrás y me ofrecieran una Javiera normal, sólo lo pensaría por ella, pues yo elegiría de todas formas a mi Javiera.

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M a g a l l a n e s y l a A n t á r t i c a C h i l e n a

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Jardín Infantil Continente Blanco Comuna: Punta Arenas Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Gloria Cáceres, educadora de párvulos

Osvaldo, Zamir, Érika y Claudio Mi nombre es Gloria Cáceres Lorca, soy educadora de párvulos y desarrollo mis funciones en la ciudad de Punta Arenas. Voy a relatar mi experiencia con niños y niñas con ne ce si da des e du cat iv as es p ecia le s. Elegí estudiar Educación Parvularia porque me di cuenta de que aportaría más si tenía la posibilidad de trabajar en cualquier jardín infantil, como el que acogió a Osvaldo, Zamir, Érika o Claudio. Mientras realizaba mi práctica profesional, conocí a Osvaldo. Él estaba en observación para ratificar un diagnóstico de autismo. En ese tiempo advertí que la sociedad invisibiliza a las personas discapacitadas al no conectarse con su mundo y realidad. Mi intervención con Osvaldo no pasó más allá de conocerlo y tratar de entrar a su mundo. Años más tarde supe

que, en definitiva, lo que Osvaldo tenía era fobia social. A fines de 2003, Zamir llegó al jardín infantil Pulgarcito un día después que su madre solicitara su ingreso. Él fue el primero en cambiar mis esquemas. Los niños y niñas lo recibieron bien, pero las familias lo miraban extraño y, claro, era obvio, ya que era la primera vez que tenían la posibilidad de conocer a una persona diferente a lo acostumbrado. Desde su primer día, nos enfocamos en que Zamir compartiera de igual a igual con otros niños y niñas. Lo logramos. Pronto, Zamir pasó a ser uno más del grupo, ayudaba a sus pares y, por decirlo así, se acostumbró a mandar a quienes lo ayudaban. Hoy cursa Tercero Básico en un colegio inclusivo. Luego, conocí a Érika, quien actualmente cursa Primero Básico en un colegio que cuenta con profesionales especializados en sus requerimientos. Ella ingresó a sala cuna cuando tenía un año y tres meses de edad, con hipoacusia.

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El camino con ella fue un poquito más difícil, ya que requeríamos de herramientas que nos p e r m i t i e r a n o f r e c e r l e l a s m i s m a s oportunidades que al resto de los lactantes. Mientras estudiaba lenguaje de señas, me enteré que estaba embarazada. A los ocho meses, nació Gabriel. Él también es diferente. Más tarde, la educadora de la sala cuna menor detectó que uno de los niños no respondía a los estímulos y notaba en él cierta dificultad para mantener el equilibrio. Fue así como a Claudio Ayancán Huineo se le detectó hipoacusia neurosensorial severa. Al año siguiente, con el equipo de aula trabajamos con él y lo pasamos genial. Muchas de las actividades que desarrollamos fueron hechas pensadas en Claudio. Como niños y niñas con alguna limitación desarrollan otras habilidades, las experiencias táctiles fueron nuestras aliadas. Y también lo fueron las auditivas, como bloquear nuestra propia audición, para relacionarnos de igual a igual con él.

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Fue emocionante cuando Claudio comenzó a usar audífonos y a sentir la música y sus vibraciones. Estábamos experimentando esta nueva realidad cuando nos enteramos de que la institución dispondría de recursos para contar con una educadora diferencial, fortaleciendo así el camino hacia una efectiva educación inclusiva. La nueva profesional me comentó sobre la existencia de los proyectos PAED de FONADIS, y las ideas comenzaron a brotar por sí solas. El proyecto se presentó, y fue aprobado. A fines de 2008, me reencontré con Claudio en el jardín Las Charitas. Agradezco a Cecilia, la educadora que hoy está con él, por compartir los alcances del proyecto de inclusión, ya que también se pudo conseguir el traslado del PAED. Hoy Claudio cuenta con fonoaudióloga y varios recursos que permitirán favorecer su desarrollo. A veces nos vemos, y sé que él me recuerda. Cada vez que un niño o niña con características diferentes se integra al grupo de párvulos,


revaloro la profesión que elegí, lo que aumenta aún más la empatía con ellos y me desafía a buscar e inventar nuevas estrategias educativas. Agradezco a las técnicas que se han contagiado con esta dosis de alegría y compromiso, y a las familias que nos han regalado la posibilidad de formar parte de la vida de sus hijos e hijas, todos ellos, únicos e irrepetibles.

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Jardín Infantil La Viñita Comuna: Peñalolén Programa educativo: Jardín Infantil Familiar Testimonio: Patricia Fuentes, técnica en atención de párvulos

“Por si no estoy cuando ya sepas leer con los ojos y con el corazón al mismo tiempo” (Poldy Bird) Kairo Isaak Díaz Díaz nació el 10 de octubre de 2004. Luego de un tiempo, su mamá dejó el hogar, y su papá fue quien asumió la responsabilidad de criarlo junto a sus abuelos. A los dos años, Myriam, la persona que lo cuida, lo llevó a nuestro jardín. Ahí comenzó a participar de las actividades y a descubrir nuevos amigos. Al pasar los días, sus avances fueron evidentes. Y también sus dificultades. Kairo comenzó a sufrir las primeras crisis epilépticas en diciembre de 2007 y, con ello, un gran deterioro que terminó con él en el hospital y sin poder caminar. A Kairo le diagno st ica ro n lipofus cinos is, u na enfermedad degenerativa con pocas probabilidades de vida.

Los adultos de la comunidad educativa nos impactamos con la noticia, pero reflexionamos que ése era el momento más apropiado para que a Kairo le entregáramos lo mejor que pudiéramos brindar, demostrándole que lo amábamos mucho. A nuestro niño le gusta mucho la música, aplaudir, las fiestas, comer torta, jugar con globos y bailar reggaetón. Los más generosos con él son los demás niños y niñas que siempre están preocupados de lo que Kairo necesita, y trabajan junto a él porque saben que no puede caminar. Las adecuaciones de los materiales son permanentes, aceptamos su lenguaje y seleccionamos aquellos objetos grandes que puede manipular. La participación en el proyecto Fonadis y la Teletón han sido una gran experiencia, ya que gracias a ellos nosotros tenemos orientación técnica y Kairo cuenta con una silla de ruedas que facilita su desplazamiento por los distintos lugares del jardín.

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El diagnóstico de Kairo no es auspicioso. Como es evidente, a su familia le ha costado mucho asumir su enfermedad. Sin embargo, nuestro desafío y compromiso es estrechar nuestros lazos afectivos con él, continuar potenciando sus habilidades y hacer de éste su mejor momento.

Jardín Infantil Kipay Antu Comuna: La Pintana Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Paola Cid, educadora de párvulos, Susana Fuentes y Uberlinda Fuenzalida, técnicas en atención de párvulos

Una puerta en el cielo Cada día con Violeta es un aprendizaje. Más que enseñarle, ella nos ha abierto la puerta a un mundo diferente, muy lindo, que nos ha permitido darnos cuenta de que, en verdad, so mos no sotros los discap acitados. Al trabajar con ella hemos adquirido nuevas técnicas de alimentación, terapia ocupacional y kinesioterapia. Los terapeutas nos han enseñado técnicas de ejercicios que

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conversamos con la comunidad educativa, y que luego se transforman en una tarea a lograr en conjunto. El fruto de este trabajo se espera con mucha ansiedad, es algo así como llegar a la meta todos juntos, niños, niñas, familias y tías. Pero, lo más importante en este proceso, es el amor incondicional, puro y transparente que todos hemos sido capaces de dar. Un abrazo fuerte de Violeta nos renueva y nos da fuerza para seguir adelante en la tarea de construir cimientos concretos en su vida. Ella nos abrió una puerta en el cielo que nos ilumina con sabiduría. Sólo tenemos que abrirla y recibir este nuevo y hermoso aprendizaje de amor. Nuestro jardín se ha transformado en un mundo especial, con gente que da cuenta de una nueva forma de pensar, pues creemos que todo se puede conseguir con cariño, paciencia y perseverancia.


Jardín Infantil Bambi Comuna: La Granja Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Wilma Rebeco, educadora de párvulos

Vivir la vida con alegría Antes de que Alex se incorporara a la sala cuna, conversamos con el equipo sobre el trabajo y las adecuaciones curriculares que debíamos implementar. El día en que Alex llegó con su burrito, los demás niños y niñas siguieron con sus actividades, pero los padres y madres se quedaron observando. Me puse en el lugar de la mamá de Alex, y me sentí muy mal porque reparé en el error de no haberles comentado a los apoderados que un niño con necesidades educativas especiales se incorporaría al jardín.

Para Fiestas Patrias preparamos un número artístico donde Alex participaba, hecho que a su mamá le sorprendió, pues su hijo demostró una personalidad que ya la quisiera otro niño. Todos lloramos, pero no de pena, sino de orgullo al ver cómo nuestro niño se desenvolvía frente a un grupo de 50 adultos y frente a todos los niños del jardín. Al momento de evaluar estas prácticas pedagógicas nos dimos cuenta de que no fueron necesarias tantas adecuaciones al currículo. La actitud que tuvimos al recibir a Alex, al acogerlo e incluirlo nos dio una gran lección: vivir la vida con alegría y entereza, tal cual ella se nos presenta. Esto nos ha hecho darle un sello a nuestro jardín, cual es "educar para la vida". Damos gracias a la familia de Alex por confiar en nuestra comunidad educativa.

En cuanto a lo pedagógico, Alex se incorporó al subgrupo de los niños y niñas de más edad. Realizaba con ellos las mismas actividades, ocupaba los mismos materiales y participaba de los bailes grupales que organizábamos.

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Jardín Infantil Mi Capullito Comuna: La Granja Programa educativo: Jardín Infantil Clásico Testimonio: Angélica Ponce, profesora del Proyec to Educativo para Párvulos con N e c e s i d a d e s E d u c a t i v a s E s p e c i a l e s

Tres angelitos Es la primera vez que me enfrento a esta experiencia totalmente nueva para mí: trabajar y conocer a Vania, Ignacio y Brayan, tres niños con discapacidad. La primera es una niña maravillosa a la que le falta una parte importante de su manito derecha. Los varones son otros dos angelitos que tienen síndrome de Down. Yo llegué al jardín justamente gracias a ellos, pues quería participar como profesora del taller de teatro en el Proyecto Educativo para Párvulos con Necesidades Educativas Especiales. Veo a los niños una vez a la semana durante unas dos horas y, en esos momentos, compruebo que es verdad que son especiales, no porque sean diferentes a los demás, física

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o mentalmente, sino porque, en su manera de ser, desarrollan una increíble potencialidad para entregar cariño que, a medida que pasa el tiempo, se intensifica más. Los tres niños siempre están dispuestos y alegres, son totalmente capaces de integrarse y de realizar las actividades como cualquiera de los otros párvulos. Todo el amor que entregan durante ese pequeño tiempo que comparto con ellos, me hace sentir distinta y me contagia una sensación de alegría y satisfacción.



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