Día de la paz

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Amor entre guerras

Sandra Gonzรกlez- Besada Gรณmez - 2ยบ ESO


Amor entre guerras

Capítulo 1 Lo primero que noto es que tengo la garganta seca, irritada, como si me hubiera tragado dos litros de agua salada. Enciendo una cerilla, y con ella, busco a tientas algún resto de alimento o de agua. No es en vano. Debajo del cuerpo de Muf, el gato de Leyla, hay una vasija cerrada con agua. El animal, de origen persa, hace ya tiempo que aposentó su cuerpo sobre la jarra.

Con cuidado, cojo mi chaqueta, me acerco al minino, lo levanto y lo coloco con suavidad encima de mi abrigo. Comienzo a depositar, poco a poco, gotas húmedas sobre mis labios, pero el ruido despierta a mi mejor amiga, Leyla.

Leyla tiene 14 años y vive en Berlín desde hace 13. Su familia se mudó para poder salvar a su hija, que con tan sólo un añito, ya se moría de hambre. Aún era ella un bebé cuando la conocí. Yo tenía cinco años y ella, dos. Mi padre y yo, tras la repentina muerte de sus padres, dos años más tarde, la acogimos en nuestra casa. Vive con nosotros desde entonces.

Le entrego la jarra, y ella despacio, bebe. En ese momento, la puerta de la habitación se abre. Es Rolf, el vigilante de las hogueras. Él, comunista en secreto, nazi en apariencia, es el encargado de supervisar que el ardor de las fogatas que organiza el Partido Nazi, no se extinga hasta que sus superiores lo ordenen.


Rolf despierta a todos suavemente. Mi padre, Jan, se despereza y pone en pie para animar a sus amigos a imitarlo. Sin prisa, la gente sale del improvisado refugio y contempla el triste y desolador espectáculo que tiene ante ellos. Las casas destrozadas, los campos arrasados y los edificios derruidos. Toda mi vida, mi casa, mi ciudad… Todo perdido, irrecuperable… Observo los rostros demacrados, sin vida ni esperanza. La guerra les ha robado todo. Avanzo despacio, entre los escombros de lo que, antes, había sido mi

casa.

Todos

los

muebles

y

las

habitaciones

están

completamente quemados.

Entre los pedazos de cemento, ennegrecido y muy sucio, distingo un colgante con una abertura; en ella hay una foto y una inscripción que reza <<siempre estaré contigo>> La foto en blanco y negro contiene tres caras sonrientes: Jan, mi padre; Mory, mi madre y un bebé con el pelo negro como el carbón (soy yo, Layla, con un añito).

Esa fotografía fue tomada en el año 1921, cuando mi madre aún vivía. Dos años más tarde, mi madre moría a causa de una infección en el pulmón, según me contó mi padre. Poco a poco su vida se fue apagando, lentamente. Mientras crecía, contemplaba, como mi madre se moría. Ahora todas las caras tienen algo en común, sus vidas arruinadas.

Contemplo con amarga tristeza lo mucho que sufrimos mi padre y yo durante esos años. Yo era un bebé, pero lo sentí como un adulto.


Recojo el medallón, lo guardo en un bolsillo y me marcho de allí. Me acerco hasta mi padre, y él me promete que todo se arreglará, e intento creerlo, aunque me cuesta. Se saca del bolsillo dos billetes de tren, con destino a Grecia. Allí vive la hermana de madre. No hay guerras, ni batallas, es un lugar pacífico. Un entusiasmo exultante me recorre por dentro, ¡Se acabó la guerra! Abrazo a mi padre y nos damos la mano. Por fin, después de tanto tiempo, la guerra para nosotros, se ha acabado.


Capítulo 2

Contemplo los campos verdes que se extienden ante mí, y sonrío. El cielo azul es muy relajante y me dejo llevar. Desde la ventana del tren, un maravilloso paisaje me invita a recorrerlo. Cierro los ojos y me dispongo a dormir, pero antes de conseguirlo, Jan me despereza y me ofrece una tableta de chocolate y un zumo de piña.

Devoro la comida con una rapidez inimaginable, pues llevo sin comer desde hace horas. El tren se detiene y una voz monótona, traducida a más de veinte idiomas, nos avisa de que hemos llegado a la estación de tren de Epidamno.

Descendemos del tren y un hombre ataviado con un llamativo sombrero verde nos hace señas, es Pom, el novio de mi tía Larty. Llevan casados desde hace 10 años. Se divorciaron hace 6 años, y se reconciliaron hace 3. Él es amable y simpático, pero viste de un modo muy estrafalario: siempre lleva ropa muy llamativa. Esa es la razón por la que todo el mundo nos mira. Sobre todo eso y más, pienso durante el trayecto que nos lleva de Epidamno a Pella. Por fin después de 5 años voy a volver a ver a mi tía.


*

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*

*

-¡Bienvenidos!- chilla con una potente voz aguda mi tía Larty. Corre hacia nosotros y nos abraza. No la recordaba así: lleva un amplio sombrero de paja que rodea su diminuta cabeza. Un vestido decorado con margaritas se agita al vuelo mientras se desliza suavemente por los jardines de la mansión Lennard, propiedad de mi tatarabuela Lonna. Me abraza y me acaricia, mientras nos reímos, y le da dos besos a mi padre. Estamos felices y alegres.

Nos acompaña hasta la mansión. Unos soportales sostenidos sobre unas columnas nos dan la bienvenida. Lleva perteneciendo a mi familia desde hace generaciones. Unas escalinatas nos conducen a las habitaciones. La mía está situada a la derecha de las escaleras. Deposito allí mis maletas. Guardo mi ropa y objetos en el armario. Es muy grande con magníficos decorados.

Termino de almacenar las cosas y me marcho a reunirme con mi familia. Es hora de comer. Recorro toda la casa, pero no localizo ni a Jan, ni a Larty, ni a Pom, no a ningún otro empleado del servicio. Retorno al punto de partida, mi habitación. A la derecha hay una puerta cerrada. Por la cerradura, observo que hay por dentro un hilo rodeando el pomo de la puerta. Está atado a una silla que hay al fondo del cuarto cerrado. Debido a mi incesante curiosidad, introduzco una horquilla por la cerradura para abrir la misteriosa puerta. Con ella comienzo a rasgar el hilo, hasta que rompe. La puerta emite un quejido y con un suave movimiento, se abre.


Conduce a un largo pasillo, decorado con esculturas y frescos, en las paredes. Hay dos direcciones, derecha e izquierda. Al fondo del pasilla de la derecha, se vislumbra una luminosa luz. Guiada por la curiosidad, avanzo temerosa. Hay una diminuta ventana, tapada con una mantilla. La aparto. Jan, Larty, Pom, y los demás empleados están reunidos en una sala, oscura, iluminada por una lamparilla, situada encima de un cajón. Deduzco que es una sala oculta, pues no la conocía. Un bodega, quizás. Jan está caminando de un lado a otro del salón, parece inquieto. A escondidas, escucho conversar a Jan y a Larty:

- No funcionará. La descubrirán. Es cuestión de tiempo.

- Tiene que funcionar. Sino, la matarán, salvo que se enteren de la verdad. Y no podemos permitir que eso ocurra. Estamos muy lejos de Berlín. No te preocupes, no pasará nada.

- Es una niña. Debemos protegerla, aunque eso nos cueste la vida.Asustada, me alejo de allí, corriendo. No necesito saber más. Reflexiono sobre lo ocurrido. Ya sé quien es la niña a la que se referían: soy yo.


Capítulo 3

Me persigue un ejército de encapuchados, armados hasta los dientes. Llevan largas capuchas negras que les cubren los rostros. Gritan con voz grave: <<te mataremos, te mataremos>>.

A lo lejos Jan y Larty susurran:<<la matarán, la matarán>>. Los llamo a gritos para que me ayuden, pero me ignoran. Corro y corro, intentando huir, pero sucede lo contrario. Tropiezo y caigo en un profundo agujero.

Uno de los encapuchados se acerca, coge una flecha y me dispara. Lloro y lloro, mientras él ríe, ¡es terrible! Me despierto, empapada en lágrimas y sudor. Jan y Larty irrumpen asustados en la habitación, traen consigo el desayuno. Como con desgana, tengo miedo de que me pregunten por lo sucedido. No puedo revelarles la verdad, que los escuché a escondidas.

*

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*

*

Pasan las semanas en la mansión y mi incertidumbre no cesa. Un día, un mes más tarde de escuchar aquella conversación entre Jan y Larty, tomo una decisión, quiero saber la verdad. Saber si soy yo la que está en peligro. ¿Por qué? No puedo soportar más la terrible pesadilla. Siempre la misma. Siempre el mismo efecto.

A la hora de comer, me reúno con ellos y, durante el postre, comento el tema:


- ¿A quién hay que proteger?- Comienzo con voz dulce.

- ¿Cómo?- Preguntan los dos al unísono.

- Hay que proteger a alguien, ¿a quién?- Intento averiguarlo.

- Cariño, ¿qué ocurre?- Pregunta preocupado mi padre. - Nada, solo quería saber… nada, no es importante.- Zanjo la situación en un tono demasiado sospechoso, intento evitarlo, pero mi padre se da cuenta.

- ¿POR QUÉ PREGUNTAS ESO?- Grita mi padre enfadado. Con lágrimas en los ojos, y, entre sonoros hipidos y balbuceos, les confieso la verdad; la puerta, el pasillo, la conversación a escondidas, y las terribles pesadillas. Temblando, les pregunto lo que yo suponía, ¿Hablaban sobre mí?, mi padre, visiblemente más relajado, me confirmó la respuesta.

Aquel día, habían reunido a todo el personal para ponerles al corriente de mi situación. No querían que me enterara de nada. Mi padre, viéndome en ese estado me cuenta lo sucedido, y, lo que me cuenta, me golpea como una maza:

<<Hace 17 años, Mory, tu madre, se dirigía a la embajada húngara en Berlín, para renovar los certificados de establecimiento en Alemania, pues, tu madre emigró a Alemania cuando tenía 19 años. Allí encontró a un viejo amigo, húngaro, Connery. Ahora era un nazi empedernido. Él debía entregar a todos los emigrantes al


Fúhrer, Hitler. Según lo que me contó tu madre, Hitler se enamoró de ella nada más verla. Tu madre, impresionada por su gentileza y amabilidad, aceptó pasar la noche con él. Y en su habitación, un beso lo selló todo>>.  ¿Qué quieres decir?- Pregunto inquieta. 

No soy tu verdadero padre. Tu madre y yo nos conocimos dos meses más tarde. Ya estaba embarazada.- Tengo miedo. Es imposible.

 Mi padre es...  Hitler, Adolf Hitler.- Yo quería saber la verdad. Ahora deseo no saberlo. Quizás no fue la mejor idea.  Cariño, ¿estás bien?- Me caigo... me quedo sin vida dentro del cuerpo... mi padre biológico ha destruido mi pueblo, mi hogar... ¡ASESINO!


Capítulo 4

Cuando abro los ojos, Jan está asomado sobre mí. Lleva un vaso de agua en la mano y me está extendiendo paños mojados en la frente. En cuanto me despierto, se aleja para dejarme espacio. Poco a poco me recuesto en el sofá en el que estoy tumbada, y respiro lentamente. Jan me tiende una tostada con azúcar. Mientras mastico, me pregunta inquieto:

- ¿Cómo estás?- Su voz denota inquietud.

- Bien. Un tanto cansada, pero bien. ¿Qué me pasó?

- Te desmayaste. Llevas una hora inconsciente. -¿Es verdad lo que me contaste? Lo de…- Temo a la verdad.

- Sí, es verdad. Es tu padre biológico. Por desgracia, sí.

- ¿Por eso me querían matar?

- No exactamente. Perteneces a una familia judía, con lo cual eres perseguida, como todos los demás. Hitler no sabe nada, de tu verdadera procedencia. Pero si averiguan la verdad…

-¿Qué?

- Querrán enviarte a Berlín para que vivas con él.


- Ah…

- Tranquila, nunca te encontrarán. Aquí estás a salvo. Pero debes tener cuidado y no salir demasiado de casa.

- Vale.- De pronto, de entre las sombras surge un joven. Alza una mano para saludar y mi padre me lo presenta:

- Jon, esta es Layla. Layla, este es Jon, el hijo de la vecina. He pensado que como no vas a salir mucho de casa, sería bueno tener un amigo- Mientras lo pronuncia, abandona la sala y los dos nos quedamos solos. Me avergüenzo. ¡Mi padre me trae niños a casa como si fuera un bebé! Me pongo colorada como un tomate.

-Hola.

-Hola.

-¿Qué tal?

-Bien, ¿y tú?

-Bien- No sé si es por la monótona conversación que estamos manteniendo, o por la terrible situación que estoy pasando, el caso es, que tengo ganas de desahogarme- Bueno, en realidad, no me siento bien. Llevo aquí 3 meses y siento que no pertenezco a este lugar- Y sin darme cuenta, estoy relatándole todo lo sucedido desde que llegué a Grecia. Lloro y lloro, triste, desconsolada.


- Tranquila, túmbate aquí, despacio- Con un gesto, me indica que me tumbe en el sofá. Su voz me adormece y, cuando me despierto, tras una larga siesta, me acerca una bebida; sabe a naranja.

- Gracias. Siento haberte aburrido con mi vida- Lágrimas corren por mis mejillas, abundantes.

- No lo has hecho- Es una única frase, pero me alegra. Él está serio, mas, poco a poco, esa seriedad desaparece y la sonrisa se perfila en su cara. Tiene una sonrisa muy dulce, alegre.

Me toma de la mano, y un escalofrío me recorre el cuerpo. Con la otra mano, me alza la barbilla y se acerca lentamente. Giro la cabeza suavemente y sus labios se posan en los míos. Son dulces, apasionados. De pronto, jadeantes, nos soltamos.

- Gracias, lo necesitaba- Sonreímos, agarrados de la mano.

- Yo también- Quiero abrazarlo y no soltarlo.

Respirando, acelerados, nos encuentra Jan. Lleva la cena en una bandeja. Macarrones con queso, y de postre, manzanas.

- Aquí tenéis. Buen provecho- Y Jan se va. Jon coge una manzana, me besa en la mejilla, y abandona el salón. Es hora de dormir.


Capítulo 5

Como por arte de magia. Las pesadillas se transforman. Ahora no me persiguen. Duermo en una cama con dosel, de pronto, entra un hombre con manchas sangrientas en la ropa. No entiendo como ni por qué, pero sé que la sangre pertenece a mi familia. Un sentimiento me embarga por dentro, rabia. Deseo fervientemente matarlo, hacerle pagar caro lo que ha hecho. Pero no puedo, no soy capaz de salir del lecho. Él se ríe, y yo lloro, desesperada.

Me despierto, sobresaltada, gritando. Jan y Larty irrumpen en la habitación, dispuestos a calmarme.

Pasan los meses y las pesadillas continúan. Ya ni duermen mucho. Saben la hora sobre la que me despierto, asustada. Antes de dormirme, me traen un vaso de agua y una porción de comida. Se ha convertido en una rutina.

Hasta que un día, un hombre serio y uniformado se presenta en mi casa, diciendo que quiere hablar con mis padres. Me refugio en mi habitación, temiéndome lo peor, cuando de pronto, oigo en un susurro: - Bssss…

-¿Quién anda ahí?

- Soy yo, Jon- Uf, que alivio.


- Hola. - Hola- Y en ese instante, me siento asustada, vacía, moribunda…

- ¿Qué te ocurre?, ¿estás bien?- Viene hacia mí, y me abraza con suavidad.

- Hay un hombre serio, uniformado, en el salón, hablando con Jan y Larty.

- ¿Quién es?- Pero Jon no llega a oír la respuesta, un fuerte sonido nos traspasa los oídos. Me temo lo peor. Explosiones. Potencia. Sin importarme el miedo que recorre mi cuerpo, bajo corriendo las escaleras. <<Ojala no hubiera pasado>>. Furia. Tristeza. Dolor. Un reguero de lágrimas inunda mis ojos. Tendidos en el suelo, entre charcos de sangre, con heridas visiblemente profundas, están Jan y Larty. El hombre, situado en la puerta, con una escopeta en la mano, apunta a Jon con ella. No voy a permitir que más personas mueran por mi culpa. Doy un paso al frente, y pronuncio con voz temblorosa:

- Lléveme con usted. No puedo más. Por favor. Lléveme con usted y deje en paz a mis amigos.

- De acuerdo. Acompáñame. Tienes cinco minutos para despedirteSu voz, dulce, pero sin entonación, contrasta con sus ojos, oscuros y firmes. - Jon…- Pronuncio con lágrimas en los ojos.


- Shh, acércate. Cierra los ojos- Llorando, me acerco. Sus labios, suaves, se posan en los míos. Deseo que este instante no acabe nunca- Quédate, déjale que me mate, por favor.

- ¡NO! Sería injusto que murieran más personas por mi culpa. Debo pagar lo que he causado.

- Vale. Pero debes prometerme una cosa, sigue viva- Asiento, espero poder cumplir esa promesa.

- Vámonos- Ordena el hombre serio. Me separo de Jon, deseando que nada de esto hubiera ocurrido, que aquel día no hubiera escuchado a escondidas aquella conversación.

Mis pesadillas,

desgraciadamente, se han hecho realidad. Vienen a por mí.


Capítulo 6

Las heridas duelen, pero me aferro a una esperanza, que no descubran mi identidad. Llevo dos años aquí encerrada. Prefiero que me torturen de por vida, a tener como padre a un asesino. Cuando llegué, me encerraron en la prisión de Berlín, transportaba pesos pesados y armas nucleares; eran muy peligrosas, en cualquier momento podrían explotar y matarme. Pero decidieron cambiar de estrategia. Pensaban que les ayudaría, que les revelaría todo lo que sé. Pasaron a la tortura, latigazos, puñetazos, cuchilladas… Hasta yo misma pensé que el dolor y el sufrimiento acabarían pronto. He aguantado mucho.

Reflexiono sobre todo esto, cuando irrumpe en la celda un soldado armado, y me conduce hasta otra estancia. Soledad absoluta. Me encierran allí y yo, asustada, acostumbro mis ojos a la luz. Avanzo, temerosa, y lo que encuentro me deja sin palabras, ¡Jon! Está atado de pies y manos e inconsciente. Lo desato y lo tumbo en el suelo. No parece herido, pero su frente está caliente y casi no tiene pulso. - Jon, Jon, por favor, escúchame, Jon…- Con lágrimas en los ojos recorro la comisura de sus labios. Y, en ese momento, una descarga eléctrica sacude su tembloroso cuerpo. Él abre los ojos.

- ¿Layla?, ¿Qué ocurre?, ¿He muerto?

- Shh, sí, soy yo. No, no has muerto, estabas inconsciente y te he despertado. Tranquilo, cálmate.


- Estamos atrapados, los dos…

- Sobreviviremos. Prometido- Y nos abrazamos. Hacía tiempo que no me sentía tan… liberada.

- Venid conmigo. Vamos- Nos interrumpe el mismo soldado que me trajo aquí.

Recorremos pasillos, hasta que llegamos a una sala ricamente adornada con complementos nazis. No me doy cuenta de quién es hasta que lo tengo delante, sentado en su trono de acero. El hombre asesino. El de las pesadillas. ¡ADOLF HITLER!


Capítulo 7

- Vaya, vaya, ¿A quiénes tenemos aquí?- Mis dientes chirrían pero contengo mi rabia- Observa a Connery, tiene 43 años, y una puntería excelente- Lo hago y observo, aterrada. Está apuntando con la escopeta a Jon.- Creo que ya os conocéis. ¿Me equivoco? Tu amiguito sí ha querido colaborar.- Señala a Jon. Su mirada indica que no le ha contado mi procedencia. Relajo los músculos, estoy muy tensa.

- ¿Vas a decirnos ahora lo que sabes?, ¿O lo matamos? Decídete rápido. - No lo hagas, déjame morir…- Jon me lo suplica. - Se te está acabando el tiempo…- Hitler se impacienta.

- Está bien, pero después nos vas a dejar en paz para siempre, a los dos- Decido- Nadie más morirá.

- Vale- Acepta con una maliciosa sonrisa en la cara. No entraña nada bueno. Me acerco a Jon, y le susurro al oído:

- Te quiero y por eso hago esto. Lo siento, de verdad- Comienzo la historia- <<Hace 17 años…>>


- Y le relato lo que mi padre, a su vez me había contado a mí, hacia ya 3 años. La cara de Hitler se va poniendo cada vez más y más verdosa. - Creí que…- Nunca pensé que Hitler algún día se asustaría. Imposible.

- Creíste mal- Ha ocurrido, parece que se va a desmayar- Y ahora, nos vamos. Nos dejas libres- Cojo a Jon de la mano, pero en ese momento…

- No, no os vais- Contesta con una maliciosa voz. No sé cómo, pero la ira cede paso al dolor. Con un rápido movimiento, le arrebato la escopeta a Connery, que estaba detrás de mí y comienzo a disparar. Me escondo detrás del trono en el que Hitler estaba sentado.

- ¡Escóndete!- Le grito entre todo el pánico y las balas, a Jon. Está en un extremo de la sala, muy lejos de mí, esquivando las balas que intentan alcanzarlo. Cuando ya está a salvo, compruebo cuántos soldados quedan: cinco, de los veinte que allí había. Con cuidado, me aseguro de que me queden balas, y apunto al Fúhrer con toda mi alma. La bala sale disparada y, sin que nadie pueda impedirlo, se le incrusta en la cabeza, acabando con su horrible vida. En ese momento, una bomba aérea aterriza y nos hace volar por los aires.


Capítulo 8

- Alemania ha perdido la guerra- Es la primera noticia que recibo, tras despertarme. - Jon, Jon…- Su voz me tranquiliza. Está vivo.

- Estoy aquí, shh, tranquila, todo ha terminado. Somos libres. Por fin- Me acaricia los labios.

- Gracias- Agradezco a los médicos presentes en la sala.

- De nada- Y se retiran. Quieren dejarnos intimidad. - Jon… - Shh… - Pero…

Me besa con delicadeza y suavidad. Pero quiero más. Me aferro desesperada a su pelo, de color carbón, como el mío. Él responde. Más tarde, se separa.

- Tranquila, aún estás débil. Aunque no lo parece.- Y me toca los labios con los dedos.

- Quédate conmigo.


- Claro, lo haré, no me separaré de ti.

- <<Y desde aquel día, mamá y papá no se separaron jamás>>.Termino de contar la historia.

- Vaya, sufristeis mucho. Vaya- Repite Lary, nuestra hija mayor.

- Sí, es verdad- Coincide Dan. El benjamín de la familia.- ¿Adónde vamos?- Pregunta inquieto, me he levantado del sofá.

- Al cementerio, vamos a visitar a Larty, Jan y Mory. Ahora que conocéis la historia, podéis ir.

- Vamos.- Remata Jon. Y se levanta. Y cogidos de la mano, nos dirigimos al camposanto. A visitar a aquellas personas que dieron la vida por mí.


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