El grupo cuenta hasta esa hora, mientras la persona elegida pone la zapatilla detrás de algún miembro del grupo. Cuando abren los ojos, quien tiene la zapatilla la coge y sale corriendo a pillar a otro niño o niña antes de que se siente en el hueco libre que ha quedado.
TESTIMONIOS: “No sé qué pasó, pero llegué a casa un día sin un zapato. Mi madre por poco me mata, pero yo me lo había pasado tan bien...” (Testimonio recogido en el distrito de Retiro).
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