VIAJES AL POLO NOnTB.
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Yo dudaba
sobre
si
Carey
convendría volver A
sólo
por nosotros, cuando su propó-
tomarle, pero
sito era explorar
que la j necesitampoco al estrecho de Hayes, tando ya nuestro auxilio, nos contentamos con lo que teníamos y resolví avanzar hi'icia Disco á fin de aprovechar la estación
sir
favorable.
do
como estábamos seguros do Pandora no iría hacia el norte, ni
La espesa capa de nieve extendida
me
servicio cuyo pueden apreciar los (lue se hayan hallado en una situación como la
Young
habla depositado á veinte
magnético del cairn, á fin de anunciarme que había desembarcado por prudencia la mayor parte de la correspondencia en la isla Litleton. Por esta circuns-
pies al norte
hemos dejado de
tancia
recibir
la
yor parte de nuestras cartas. Por
Eran más de
ma-
lo
de-
de la noche cuan-
las diez
Feilden volvieron del cabo Isabel; cuando el bote se hubo acercado y vimos que traían el correo resonó un grito
sir
UlACIAII
Alien
nuestra.
sobre
impidió hallar la nota que
muy diferente,
un
valor sólo
r
el suelo
una región
Alien nos ha prestado
IIR
Markham y
I.EFFFIlTS.
de alegría.
Más
un año había transcumenor notic'" de la papersonas queridas, y esto era de
rrido sin tener la
y de las un gran vacío en
tria
nuestra círta existencia.
¿Qué habría pasado
allí
en tan largo inter-
valo? Todos estábamos dominados por esta
preocupación,
y después
de la primera ex-
una
más, á no haber estado tan avanzada la
plosión de alegría no se pronunció ya
no me hubiera faltado combustible, seguramente habría ido á visitar la isla Litleton y Puerto
palabra hasta que se hubo repartido la co-
estación,. ó
más
bien,
si
Foulke.
Los
oficiales
y
tripulantes de arabos bu-
ques no podrían expresar
agradecimiento á esfuerzos de la
sir
lo
bastante
su
Alien Young por los
Pandora durante
dos vera-
nos consecutivos para establecer comunicaciones con nosotros.
Al
sacrificar
una gran
rrespondencia. Había
un paquete de
cuya lectura consoló algo á
perió-
que no tenían cartas. Después de tan larga permanencia en medio de los hielos polares, nos causaban una extraña sensación los movimientos del buque en las aguas del norte del mar de dicos,
los
Baffin.
Detrás de nosotros
el
cabo Isabel, uno
parte de la fugitiva estación navegable de
de los gigantescos pórticos del peligroso
1875, para detenerse dos veces
estrecho de Smith, desaparecía lentamente
en. las islas