Nares, George S._ Viajes al Polo Norte por el Capitán Nares (1875-1876) y por el Doctor Nordenskio

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capItui O XIX.

Una

pareja do lialconos que so

airo

anidaba sin duda en estas rocas, donde

ya

los

Kl

vimos

el

pero

el

el hielo se

paso por el

paso expedito

el

hasta la inmediación de los cabos Hayos y Napoleón. So hace la señal A los huques y

nos apresuramos á volver en

Después de dar

mos A un das

ú.

vuelta

la

la

nos sirvieron de refugio

los

Napomismos quo

el

19

de agosto

del año último.

el esto

cho en

región donde es<os

la

al

sudoes-

forma un canal bastante anúltinu)S días

no podíamos recorrer más que una milla ó

ignoramos

dos por etajia;

más

me

pesar de la completa falta de viento

en ciertas

que

do

fases

bierta no

la

marea: diría-

la

aquí todo. Des-

la casualidad lo rige

de nuestra marcha de

había de

hemos podido encontrar

orientada hacia

te

marcha dol

es imposi])lo esplicarme la

hielo se

prolonga

se

si

cabo Hayos.

allá díd

A

llega-

gruiH) do moles do hielo encalla-

probablemente

por

te;

canoa.

al Iloe,

dos millas del esto del caho

león: son

do evitar

l¡n

Kl hielo so conserva compacto el

dilataba hacia

promontorio, dejándonos

207

pane entro los dos buques A quo choquen.

año pasado.

nos cerraba siempre

Iloo

el oeste,

comían on

el

la

Descu-

la corrien-

sur que nos llamó la )

La oscuridad

es ahora bastante densa á

media noche para quo en

el

se necesiten

hugias

primer puente.

Las corrientes de agua comienzan á murmurar bajo la influencia de una temperatura más elevada ( 1 7;t)l Por la tarde la bruma nos impido observar los movimientos dol hielo. lio visto

prendía

una

carpadura de

al

la cresta

do una

menos ochocientos

me

elevación, lo cnal esas aves anidan

¡'i

gran altura. El capitán

cas,

que

un

se dejan caer al

silbido estraño

mar desdo

las

las ro-

que nos preocupa-

ba cuando costeábamos; la rapidez de su caída es inconcebible, creer

pero se

que ese rumor, semejante

me al

resiste

susurro

un cuerpo tan abundan al rededor de

— Nievo

7^.

marca

En

cero, el el

y bruma;

cabo Alejandra

Por

y no

se

el

banco de hielo

la

Pandora debió

abre

en la no tarda en retenernos prisioneros. Hasta el día siguiente el llujo y trar

flujo

nos balancearon en

pricho;

mas

el

el 2S), el hielo

el

re-

golfo A su ca-

continua

la

mar-

cha y el íloo sale do la bahía, arrastrando en su movimiento giratorio á la Dcscucual abandona á unos cien

tros del cabo Hilgard,

que bordean

la

el hielo con el floe, conseguimos penebahía de Dobbin, donde el pack

la tardo

hicrl'i, la

charcas

tormóraotro

sin arriesgarnos

pequeño. Las urias

más allá del golfo de Maury. 20. Tiempo nebuloso: bajamos

el

tiempo está sereno.

del viento, se produzca por

las

si

sufrir los chubascos del sudoeste.

pies de

induce A creer quo

Feilden había atribuido largo tiempo á urias

es-

año último:

el

timos días.

om-

uria negra que

vuelo desde

el

no hubiésemos conocido su existencia, seguramente no la habríamos sospechado tampoco por los singulares movimientos del hielo estos úlatención

en un

no hay ninguna montaña de do por

lo

tanto

el

buque

ser

sitio

medonde

hielo, pudien-

arrojado á la

red á

costa al primer capricho del pack; durante

profundidad de cincuenta brazas y sa-

algunos momentos experimentamos una

la

cárnosla cargada de peces de diversas espe-

viva inquietud.

equinodermos, esponjas y moluscos. A las ocho de la noche conseguimos avanzar tres kilómetros, mas luego es pre-

deja por fin libres

Un

cies,

ciso detenerse cerca

de una pequeña

taña de hielo; se amarra en

mon-

un gran tém-

en de

y

un un

segundo impulso de la marea nos y podemos refugiarnos paraje rel-ativamenle seguro, cerca floe

encastado entro la tierra firme

la isla del

Príncipe Imperial: nos damos

'


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