CAPITULO el
capitán Hall ó sus compañeros
.
Nuestro
MI
XII.
temo que
la
bruma
tiempo.
persista largo
amigo lleva uno do los barcos Berthon, que Beaumont podrá uülizar A su vuelta. Todo ha salido bien hasta ahora: hemos
Nuestros amigos no tendrán ya ni aun la
norte del estrecho de Smith, al
plar los hielos eternos, pues á causa de esta
llegado
al
limito extremo de la navegación;
buque
está
nuestro
un poco
sar
montañas nevadas para repocansada de contem-
la vista,
densa bruma confúndense con
el cielo'gris.
admirablemente situado para
¡Qué imaginación sería bastante poderosa
com-
para representarse, bajo su lúgubre reali-
las futuras exploraciones;
y
niiestras
pañías de trineos, compuestas de hombres
parecer robustos
al
silueta de las
y sanos, acaban de
dad,
los
padecimientos de nuestrofj explo-
radores durante
marchas monótonas de hielo, on me-
esas
marchar en circunstancias tan favorables como es posible, excepto en lo concerniente á la naturaleza de los hielos. Sin embargo, el doctor Colan me anuncia hoy que cinco de los hombres que han quedado con-
en
migo presentan síntomas de escorbuto. Cada caso se puede explicar, no obstante, por causas determinadas, y aun no me
7. El doctor Colan manifiesta mucha inquietud por Peter=;en; nuestro pobre da-
alarmo formalmente por
debilita cada vez
estado sanitario
el
dio de la niebla
—El teniente Giffard
noche, habiéndose separado de Aldrich á treinta millas
más
allá del
cabo José Enri-
que. Todos siguen bien, y el buen
humor
los
,
penetra con su huelegir la
camino
el
aglomeración de
—
nés, siempre paciente, siempre sereno, se
El
ha vuelto esta
que
medad impidiéndoles menos malo á través do hummocks!»
de la tripulación. 3.
los escabrosos desiertos
teniente
(ciento sesenta
mós. Giffard
y
,
un
con
tres libras
trineo
por hombre),
ha ido á completar los depósitos de provisiones que se necesitarán á la vuelta del
y un
teniente Aldrich; lleva víveres
bote
res
da retarda mucho la marcha. Los cazadohan visto un tarmigan y matado cua-
Berthon para el comandante Markham. En los antiguos fondos de los lagos secos, el cieno, duro como una roca este in-
tro liebres.
vierno, se ha ; eblandecido
está á la orden del día; pero la nieve blan-
El teniente May emprende la marcha con los perros (sesenta y ocho libras para cada uno) en dirección á Groenlandia; va en busca de M. Egerton, que debe dejar allí el
trineo auxiliar de la expedición Beaii-
mes último hubiera
el
guijarros
.i
ya notablemente;
sido difícil arrancar
conchas con un instrumento de
metal; hoy se puede hundir sin dificultad
un
palo ó los dedos en la tierra, mullida
por la evaporación; la escarcha ha desa-
mont. José Self sustituirá al conductor Simmcns, á quien la enfermedad obliga á
parecido del aparejo del buque;
permanecer á bordo.
la tensión.
El hielo del fué su
floe
máximum
tiene ahora 2"'05: este
durante
el
año.
«Ayer tarde sopló una fuerte brisa del bruma y tormenta de nieve. La temperatura ha bajado á 23°, y la escarcha so acumula en los mástiles por primera vez norte, con
—
en la estación. Este viento gulai-; espero,
metr<i
en favor de
no será causado por
el
húmedo es sinMarkham, que
deshieb) del pack:
9.
el higró-
marca diez grados de diferencia en
—May y Egerton vuelven de
la costa
groenlandesa: su expedición será por ahora la última de nuestras excursiones á la extremidad norte del estrecho. El camino re-
currido por tantos trineos está suficiente-
mente
trillado ahora,
y ofrecerá una buena
vía para el regreso de nuestra gente. el
En
depósito de la bahía Repulsa Egerton ha
encontrado á Coppinger, quien
le
ha dado
ív