Nares, George S._ Viajes al Polo Norte por el Capitán Nares (1875-1876) y por el Doctor Nordenskio

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CAPITULO el

capitán Hall ó sus compañeros

.

Nuestro

MI

XII.

temo que

la

bruma

tiempo.

persista largo

amigo lleva uno do los barcos Berthon, que Beaumont podrá uülizar A su vuelta. Todo ha salido bien hasta ahora: hemos

Nuestros amigos no tendrán ya ni aun la

norte del estrecho de Smith, al

plar los hielos eternos, pues á causa de esta

llegado

al

limito extremo de la navegación;

buque

está

nuestro

un poco

sar

montañas nevadas para repocansada de contem-

la vista,

densa bruma confúndense con

el cielo'gris.

admirablemente situado para

¡Qué imaginación sería bastante poderosa

com-

para representarse, bajo su lúgubre reali-

las futuras exploraciones;

y

niiestras

pañías de trineos, compuestas de hombres

parecer robustos

al

silueta de las

y sanos, acaban de

dad,

los

padecimientos de nuestrofj explo-

radores durante

marchas monótonas de hielo, on me-

esas

marchar en circunstancias tan favorables como es posible, excepto en lo concerniente á la naturaleza de los hielos. Sin embargo, el doctor Colan me anuncia hoy que cinco de los hombres que han quedado con-

en

migo presentan síntomas de escorbuto. Cada caso se puede explicar, no obstante, por causas determinadas, y aun no me

7. El doctor Colan manifiesta mucha inquietud por Peter=;en; nuestro pobre da-

alarmo formalmente por

debilita cada vez

estado sanitario

el

dio de la niebla

—El teniente Giffard

noche, habiéndose separado de Aldrich á treinta millas

más

allá del

cabo José Enri-

que. Todos siguen bien, y el buen

humor

los

,

penetra con su huelegir la

camino

el

aglomeración de

nés, siempre paciente, siempre sereno, se

El

ha vuelto esta

que

medad impidiéndoles menos malo á través do hummocks!»

de la tripulación. 3.

los escabrosos desiertos

teniente

(ciento sesenta

mós. Giffard

y

,

un

con

tres libras

trineo

por hombre),

ha ido á completar los depósitos de provisiones que se necesitarán á la vuelta del

y un

teniente Aldrich; lleva víveres

bote

res

da retarda mucho la marcha. Los cazadohan visto un tarmigan y matado cua-

Berthon para el comandante Markham. En los antiguos fondos de los lagos secos, el cieno, duro como una roca este in-

tro liebres.

vierno, se ha ; eblandecido

está á la orden del día; pero la nieve blan-

El teniente May emprende la marcha con los perros (sesenta y ocho libras para cada uno) en dirección á Groenlandia; va en busca de M. Egerton, que debe dejar allí el

trineo auxiliar de la expedición Beaii-

mes último hubiera

el

guijarros

.i

ya notablemente;

sido difícil arrancar

conchas con un instrumento de

metal; hoy se puede hundir sin dificultad

un

palo ó los dedos en la tierra, mullida

por la evaporación; la escarcha ha desa-

mont. José Self sustituirá al conductor Simmcns, á quien la enfermedad obliga á

parecido del aparejo del buque;

permanecer á bordo.

la tensión.

El hielo del fué su

floe

máximum

tiene ahora 2"'05: este

durante

el

año.

«Ayer tarde sopló una fuerte brisa del bruma y tormenta de nieve. La temperatura ha bajado á 23°, y la escarcha so acumula en los mástiles por primera vez norte, con

en la estación. Este viento gulai-; espero,

metr<i

en favor de

no será causado por

el

húmedo es sinMarkham, que

deshieb) del pack:

9.

el higró-

marca diez grados de diferencia en

—May y Egerton vuelven de

la costa

groenlandesa: su expedición será por ahora la última de nuestras excursiones á la extremidad norte del estrecho. El camino re-

currido por tantos trineos está suficiente-

mente

trillado ahora,

y ofrecerá una buena

vía para el regreso de nuestra gente. el

En

depósito de la bahía Repulsa Egerton ha

encontrado á Coppinger, quien

le

ha dado

ív


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