m cogerle,
Viajes aí POLO NORTfe.
y he dispuesto
de una libra
se le
de conserva de carne diaria, además de
lo
que obtenga de la caridad pública. Con este régimen comienza á engordar ahora demasiado, y por lo tanto le sometemos otra vez á la ración tasada. Sus compañeros le acogen ahora con buena voluntad porque han visto que le tratábamos con deferencia;
hoy es el rey del más serviciales.
tiro,
y uno de
los perros
!
I
)0
cuotidianos
y
visitar los dos observatorios
Kew
una, y
recien nacidos.
los
A
las
las
es de
chozas de nieve de
—
—
2°,
20";
18,
—
y
la
de
la del
11° más hoyo para el fuego continúa elevada que el aire exterior. Difícil es impedir que nuestras polainas
'I
los
y aunque por muchos conceptos se debe elogiar á Federico, nunca se le podría
tro bajo la superficie,
I
para trabajar;
para entregarse á sus ejercicios
oficiales
termina su trabajo diario. Los oficiales permanecen fuera hasta
de perder uno de el único
hembras que están á punto de parir (ahora tenemos dos, instaladas en barriles vacíos), no queremos conservar ningún perro á bordo; jairas duermen tan bien como al aire libre. La temperatura del suelo, á medio me-
I
esta hora todos salen del
que sobrevivía á otros cinco de la misma edad. Los esquimales no sirven para «oíír«-
excepción de
,
A
la tripulación
nuestros mejores perros jóvenes,
enseñar á cuidar de
i
es á las diez.
buque,
y de Greenwlch. Los marineros van á comer á la una y vuelven al hielo hasta las cuatro de la tarde, hora en que
Zds,
r
el hielo y se pasa revista. Los oficiaalmuerzan á las ocho y medía, y ya no tienen casi tiempo de emprender ningún trabajo antos de la llamada general, que
les
de
En cambio acabamos
I
primer puente, van á trabajar una hora sobre
el
la
tiempo que media desde su en-
trada hasta la comida, es decir hasta las dos
y
treinta minutos, trascurre con sor-
prendente rapidez. Después se fuma y reina el silencio á bordo; algunos duermen la siesta; pero el thé despierta
todo el
á
las siete
á
mundo.
Después se
asiste á la escuela,
hasta las nueve,
momento en que
mera vez, durante
el día,
que dura por pri-
podemos prose-
guir nuestros estudios en paz, seguros de no ser molestados. Las lámparas reglamentarias se
apagan á
once; pero ¿se extra-
las
ñaría ver bugías de contrabando iluminar
may"^ mismo
de lana se deslicen hasta los talones, y así es que los calcetines se gastan muy pron-
la
to.
Para caminar rápidamente, los oficiapueden llevar medias de telar y borceguíes, sin temor de que se enfríen los pies; pero los marineros que trabajan y deben estar largo tiempo derechos en el mismo sitio han de ponerse las botas con suelas de corcho, más sanas, aunque menos cómodas. Se cree que el tiempo debe parecer muy largo á bordo de los buques árticos, y hasta nostros pensábamos leer y escribir mucho; pero voy á decir cómo se pasaban
tan sabiamente, que no
les
za
el
para
amigos
se
parte de los camarotes,
y
hasta
salón? Estas veladas se utilizan
quejarme;
me
siento con fuer-
pero como
nuestros
acuestan tarde, no se levantan
temprano; y si todos deben presentarse á la revista de la 'uañana, algunos han de aplazar su almuerzo hasta la comida, como
no quieran reemplazarle por una cena á las once, lo cual es beneficioso para la despensa. Este arreglo se prestaría á la crítica con otros hombres que no fuesen nuestros oficiales, jóvenes,
cundos en recursos.
trabajadores
y fe-
Sin duda no tendré
nuestros días.
que hacer ninguna modificación en todo
Los marineros almuerzan á las siete y media, y después se ocupan en limpiar el
invierno.
el
Se come temprano para economizar el