Nares, George S._ Viajes al Polo Norte por el Capitán Nares (1875-1876) y por el Doctor Nordenskio

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rwlTVio

ban presentes; su convalecencia

me ha

pa-

m

IX.

descuido en lia

nor del i^édico, que no hemos tenido mi\s

obsequio

ellos

y

mayordomo;

el

la at-

sitio

húmedo; y

el resto se

repartido hoy; inútil parece decir que el

recido bien larga; pero debo añadir, en ho-

enfermos que

un

mereció

más favorable aco-

la

gida.

En

mósfera exterior es tan seca y sana, que nadie se queja de reuma, tos ni dolores de

jor gusto, los manteles se cubren de apetito-

ninguna

sos manjares:

especie.

— El

el

primer puente, decorado con

en cada mesa

se

ve

un

el

me-

cuarto

ha llegado esta mañana á su posición más meridional; ya ha trascurrido la mitad do nuestro primor invierno, y aun-

de buey almizclero ó de carnero fresco,

que apenas nos separan del polo cuatrocien-

este

cincuenta y tres millas (480 kilómetros), todavía podemos permitirnos hablar del dirr

carne, la capa de grasa medía dos pulga-

i?-^.

sol

tas

tnhH corto del año:

¡I

mediodía un tinte ver-

doso iluminaba vagamente

y

el sur,

la

extremidad opuesta del cielo. Esta aurora ha bastado para eclipsar las estrellas de la vía láctea, A treinta grados sobre el hori-

zonte del norte y del mediodía; apenas se distinguían cuando nu'is las del cénit. Para llegar A las regiones

no existo ya

sería

ciento veinte millas al

polo norte;

donde

este crepúsculo

necesario

más

allí el sol

acercarnos

('¿20 kilómetros)

desciende por detrás

del horizonte, durante el invierno,

y ocho grados,

límite sobre el cual sus pri-

meros albores permiten el

mundo -55.

á diez

al

centinela en todo

dar la señal del día.

— Salvóla ausencia del

das;

gran

día;

en

la

sol,

ausencia

aJ libitum\

parte exterior de la

nunca he comido nada tan

tierno

y

sabroso.»

Se había matado la res á fines de agosto;

que se descuartizaron en julio del año

las

siguiente estaban

«Desde que .SI"

y

— 41°

mucho más

flacas.

la

temperatura oscila entre

el

techo del primer puente,

cerca de la escotilla de entrada, se

hume-

dece cada vez más: sólo es cuestión de carbón; mas no dejado tener gravedad.

no

se

ocupa esta

me

ni de noche,

samente

jiarte del

buque

Como

ni de día

limito á enjugar cuidado-

los baos,

frotándolos después con

pedazos de paño. El doctor Colan piensa, y yo que una temperatura de

bién,

lo

creo tam-

— 35°

es el

hombre puede soportar impunemente, á menos que la atmósfera esté del todo serena. Cuando el límite inferior del frío

que se puede reconocer más ó menos i'ácilmentc en el color de cada uno, tenemos una Navidad espléndida: cielo estrellado y sereno, con un indicio de aurora á medio-

y

los víveres ordinarios

mejores tajadas se han reservado para

las

hasta

una nube de bruma en

reflejábase en

además de

que

el

termómetro baja más necesítanse grandes precauciones. "

'^uestros

convalecientes se han restable-

para

cido casi del todo; ciertamente debían estar

que sea más higiénico nuestro paseo sobre

ya cansados de su encierro, donde no po-

el hielo.

dían disfrutar del sol ni del aire.

día,

bastante agitación en

el aire

pedida en Queenstown, que contenía re-

Uno de nuestros animales de tiro, abandonado por Aldrich en octubre á gran distancia del buque, había vuelto en un estado deplorable; vélasele vagar errante

galos para todos los individuos de la expe-

por

Autes de

salir

de Inglaterra habíamos

cibido de parte de la señora Coote, otros parientes de sir

Pawy, una

caja

y

re-

de

ex-

los alrededores;

pero no dejaba á nadie

conspiraban

dición.

acercársele,

fijada

Por desgracia, antes de la época fué necesario distribuir lo que ence-

rfaba

ñno de

evidentemente para declararle «fuera de la ley» Nuestros hombres han conseguido

los

paquetes, colocado por

.

y

los otros perros

m


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