Introducción al Antiguo Testamento

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Este protestante alemán recogió los datos nuevos que habían ido apareciendo, les dio mayor precisión científica, logró ponerles fecha, y en 1878 estuvo en condiciones de presentar, por primera vez, su nueva hipótesis que lo consagrará para siempre ante el mundo: la “teoría de los cuatro documentos”, llamada también, en homenaje a él, “teoría wellhauseniana”. Según ésta, el Pentateuco no sería obra de Moisés sino el resultado de una compilación de cuatro escritos, que en un principio eran independientes y que luego se fusionaron en uno sólo. ¿Cómo nacieron estos cuatro documentos, y qué contenían? 6. Los documentos Yahvista y Elohísta El más antiguo de todos es el llamado documento Yahvista. Fue compuesto en Jerusalén alrededor del año 950 a.C., en tiempo del rey Salomón. Su autor era un gran teólogo y excepcional catequista. Comenzaba con la historia de Adán y Eva (de Gén 2), la vida en el Paraíso, el pecado original, el asesinato de Caín, el diluvio universal y la torre de Babel. Seguía después con la vida de Abrahán, Isaac, Jacob, y José en Egipto. Luego contaba algunas cosas sobre la opresión egipcia, el nacimiento y la vocación de Moisés, las plagas de Egipto, ciertos episodios del monte Sinaí, y terminaba con la llegada de los israelitas a las puertas de la tierra prometida (Núm 25). Los relatos del Yahvista se distinguen en el Pentateuco porque están contados con un arte muy primitivo, llenos de colorido y atrevidos antropomorfismos. Presentan a Dios como alfarero, jardinero, cirujano, sastre, huésped de Abrahán, interlocutor familiar de Moisés. Es decir, un Dios cercano, casi “humano” en la historia de los hombres. Cuando a la muerte de Salomón el país se dividió en dos, el reino del sur se quedó con la historia Yahvista. Entonces dos siglos más tarde, hacia el 750 a.C., un autor anónimo del reino del norte decidió componer otra obra que recogiera las tradiciones propias norteñas. Este nuevo documento, llamado Elohísta, relataba más o menos la misma historia que el Yahvista, con la particularidad de que era más breve pues comenzaba directamente con Abrahán (Gén 15). Se lo distingue en el Pentateuco porque, a diferencia del Yahvista, evita describir a Dios con características tan “humanas”. Sus relatos no muestran a Dios hablando con los hombres cara a cara sino desde el cielo, desde una nube, desde el fuego, a través de ángeles, o en sueños. El documento terminaba, igual que el Yahvista, con la llegada de los hebreos a la tierra prometida (Núm 25).


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