LEYENDAS DEL PLAYGROUND

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Pero no hubo nada que hacer. Tarkanian perdió aquel choque y la estrella de Los Ángeles anotaría 53 puntos. El viejo, que siempre se comportó como un padre con sus chicos, no estaba dolido sino todo lo contrario. Al término del partido declaró que se alegraba muchísimo por Raymond porque parecía que las cosas le estaban saliendo bien. Y Lewis se tomó tan en serio aquella actuación, una más, y aquellas palabras de ánimo, que se juró no volver a pisar una pista universitaria tras dos años de íntimo dolor. Queda claro que Raymond Lewis sólo fue a la Universidad como forma de prepararse para los 'pros'. Era el momento de largarse. Dice Feinberg en su reportaje que es difícil saber dónde termina la vida y dónde empieza la leyenda de Raymond Lewis. Es posible, pero si hubiéramos de disipar dudas ante un momento concreto, urge escoger aquellos últimos días de la primavera del 73, cuando Raymond, solo como siempre, se declaró elegible en el 'hardship draft' (igual que hizo Hammond), una lista de 'malditos' que por sí sola ya presuponía un segundo plato para las franquicias NBA. El equipo de Philadelphia venía de arrastrarse en la peor temporada de todos los tiempos (9-73). La primera y última elección de primera ronda recaería sobre ellos. Por una mera cuestión académica, por un rango primario de prestigio, los Sixers dieron aquel número 1 a Doug Collins, all-american en Illinois State y anotador de los puntos 49 y 50 en la dolorosa final olímpica de Munich. Vaya por delante la excelente trayectoria universitaria de Collins (29.1) pero igualmente cabe destacar aquella velada mentalidad que trataba aún de premiar de algún modo a los sufridores de aquella final olímpica y sobre todo, la ignorancia real sobre el potencial deportivo, estrictamente deportivo, de Raymond Lewis, el mejor jugador de largo de aquel draft del 73 y apurando, uno de los diez mejores jugadores del mundo entonces. Así que Philadelphia escogió a Collins como número 1 cerrando Lewis la primera ronda como número 18. Con todo, ningún 'hardship' había alcanzado jamás una elección tan alta. Quedaron por detrás nombres como D'Antoni, McGinnis, Caldwell Jones, Larry Kenon o el mismísimo Cosic pero daba igual. A Raymond no le gustó nada ser segundo plato de alguien sobre quien se consideraba muchísimo mejor jugador. Aun así, había cumplido su sueño' 'o no?

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