LEYENDAS DEL PLAYGROUND

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y murmullos de desconocidos muy serios. Esto a Hammond le traía sin cuidado. Enterado de que cierta élite profesional acudiría la siguiente noche a verle' no se presentaba. Y de tan frecuentes las burlas muchos se cansaron de perseguirle y llegaron incluso a enviar a sus franquicias informes falsos sin haberle visto realmente jugar. Hammond era incapaz de encajar en ningún equipo de ninguna clase (los Milbank de la Rucker no eran más que sus brothas...) porque le repugnaba la disciplina y sobre todo la ley y el dinero blancos. El All Star de la Eastern League agrupaba a los mejores jugadores de las pequeñas ligas del Atlántico y Hammond fue invitado a participar en la edición del 71 dejando boquiabiertos a todos por la insultante superioridad mostrada en apenas unos minutos de juego, los suficientes antes de largarse a vender. Con apenas 20 años y habiéndose ganado un lugar mayúsculo en la pequeña liga, jamás se le rindió un solo honor por una mera cuestión de forma, de igual naturaleza política que los últimos despidos del Rodman profesional; algo insólito cuando elevó a los Jets al trono de la década (campeones en 1968, 1970, 1972, 1975 y 1976) en torno a Wingo, Eddie Mast, Ken Wilburn, Dennis Bell y posteriormente Aulcie Perry, Major Jones y Greg Jackson. Desde 1928 ningún jugador como Hammond había pisado la liga comercial pese a joyas como Love, Criss, Arizin, Heyman o Ramsey, pero ni siquiera el 50 aniversario se mostró indulgente con su fama, la peor que pueda imaginarse. Sin embargo sí hubo una mirada persistente sobre él que llegó a acudir de incógnito a la 155 de la octava avenida para verle en acción. Los Lakers, trisubcampeones de la NBA por aquel entonces y humillados pese a Chamberlain en abril del 71 por los Bucks de Robertson y Abdul Jabbar, buscaban un tercer hombre de recambio al intocable trío de perímetro West-Baylor-Goodrich, incapaz de detener el chorro de carreras de un Greg Smith desatado en aquella serie. El culpable de la obsesión por Hammond, de 1.93, fue Bill Sharman, fichado aquel verano para sustituir a Mullaney en la dirección amarilla. Sharman venía de ganar la ABA con Utah tras otros dos años con Los Angeles en la liga pobre, donde había visto de todo y no le asustaba lo más mínimo un negro más por incorregible que fuese. Y así convenció al propietario Jack Kent Cooke de que Hammond era su hombre, la pieza que añadir a la mejor plantilla de la historia angelina hasta entonces. - 27 -


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