Freakonomics (traduccion, cap. 1)

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SuperFreakonomics Lecturas selectas* Steven D. Levitt Stephen J. Dubner Abril, 2010

¿En qu´ e se parecen una prostituta callejera y un Santa-Claus? p´ ag. 19 No hace mucho tiempo atr´ as en una acogedora tarde de verano, una mujer de 29 a˜ nos llamada LaSheena se sentaba en el capote de un SUV en las afueras de Dearborn Homes, un proyecto inmobiliario en el sur de Chicago. Sus ojos luc´ıan cansados, aparte de eso, parec´ıa llena de juventud, su atractivo rostro era enmarcado por su cabello alisado. Ten´ıa puesto un conjunto deportivo negro con rojo que le quedaba ancho, del tipo que probablemente usaba desde ni˜ na. Sus padres rara vez ten´ıan dinero para comprarle ropa nueva, entonces ella sol´ıa usar la ropa de sus primos, y el habito se le hizo permanente. LaSheena estaba hablando sobre como ella se gana la vida, indic´o que tenia 4 fuentes principales de ingresos: “boosting”, “roosting”, cortes de cabello y la prostituci´on. “Boosting”, dec´ıa, consiste en la venta de art´ıculos de dudosa procedencia. “Roosting” significa hacer de campanero 1 para las bandas locales que venden drogas. LaSheena obten´ıa $8 por el corte de ni˜ no y $12 por el corte de adulto. —¿Cu´ al es el peor trabajo de los cuatro? “La prostituci´ on”, responde, sin dudarlo. —¿Por qu´e? “Po’que realmente no me gustan los hombres. Supongo que me molesta mentalmente.” —¿Y, si la prostituci´ on pagara dos veces m´as? “¿Lo har´ıa m´ as?”, pregunta. “Obvio!” A lo largo de la historia, invariablemente, siempre ha sido m´as f´acil ser hombre que mujer. S´ı, esta es una generalizaci´ on y s´ı, hay excepciones, pero por cualquier ´ındice importante, las mujeres siempre han tenido que enfrentar situaciones m´ as adversas que los hombres. A pesar que los hombre tuvieron que encargarse de las guerras, las cacer´ıas y el trabajo f´ısico extremo; las mujeres siempre tuvieron una expectativa de vida menor. Algunas muertes tuvieron menos sentido que otras. Entre el siglo XIII y el XIX casi un millon mujeres europeas, la mayor´ıa pobres y viudas fueron ejecutadas por brujer´ıa, halladas culpables del mal clima que destru´ıa los campos. Las mujeres finalmente superaron al hombre en la expectativa de vida gracias, principalmente a las mejoras m´edicas relacionadas con dar a luz. En muchos pa´ıses, sin embargo, ser mujer contin´ ua siendo un infortunio a´ un en el siglo XXI. En Camer´ un, los senos de las mujeres j´ovenes son planchados— golpeados o masajeados con un mazo de madera o la corteza del coco hirviendo— para hacerlas menos sexualmente atractivas. En China, despu´es de casi mil a˜ nos, aunque se ha eliminado la tradici´on de * Tomado 1 T´ er.

del libro Superfreakonomics y traducido por Juan Jos´ e Salcedo coloq. Persona que alerta a los dem´ as, en actividades ilegales.

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atar los pies2 , las beb´es tienen mayor probabilidad de ser abandonadas, de ser iletradas y de suicidarse. Asimismo, las mujeres en la zonas rurales de India, pr´acticamente, son discriminadas en casi todos los ambito. ´ Sin embargo y especialmente en los pa´ıses desarrollados, la calidad de vida de las mujeres ha mejorado dram´ aticamente. No hay punto de comparaci´on entre el panorama del futro para una ni˜ na en Am´erica, Inglaterra o Jap´ on del siglo XXI con su equivalente uno o dos siglos atr´as. En el ´ambito que analicemos— educaci´ on, leyes, derechos, oportunidades laborales, etc— es mejor ser mujer ahora que en cualquier otro punto de la historia. En 1872, el a˜ no m´as antiguo para el cual existen estas estad´ısticas, 21 % de los estudiantes universitarios en Estados Unidos eran mujeres. Hoy en d´ıa, ese n´ umero es 58 % y sigue en aumento. Y aun as´ı existen costos econ´ omicos por ser mujer. Para la mujer americana pasada de los veinticinco a˜ nos con t´ıtulo de bachiller y trabajo a tiempo completo, el ingreso medio is casi 47,000 USD. Mientras tanto, un hombre con caracter´ısticas similares, gana por encima de 66,000 USD, una prima del 40 %. Lo mismo sucede para mujeres que asistieron a las universidades de elite. Los economistas Claudia Goldin y Lawrence Katz hallaron que las mujeres que asistieron a Harvard ganaban menos de la mitad que el hombre de Harvard promedio. Aun cuando el an´alisis solo incluy´o trabajadores que tuvieran trabajos estables y a tiempo completo y separados por profesi´on, especializaci´on y otras variables, Goldin y Katz hallaron que las mujeres de Harvard ganaban casi el 30 % menos que su contraparte masculina.

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¿Qu´e cosa podr´ıa explicar tal diferencia salarial? Existe gran cantidad de factores que influyen. Las mujeres son m´as propensas a dejar su trabajo o a buscar trabajos flexibles para poder tener hijos. Incluso en profesiones de alta remuneraci´on como medicina o leyes las mujeres tienden a escoger especializaciones que pagan menos (medicina general, por ejemplo). Y aun ah´ı es probable que soporte gran cantidad de discriminaci´on. Esta va, desde los descarados— negarle un ascenso u ´nicamente por no-ser hombre— hasta los insidiosos. Una considerable cantidad de investigaciones han demostrado que la penalidad en el salario por obesidad es mayor para las mujeres que para los hombres con sobrepeso. Lo mismo se aplica para las mujeres con dientes feos. Adicionalmente, existen factores biol´ogicos que juegan en su contra. Los economista Andrea Ichino y Enrico Moretti, al analizar datos personales de una banco italiano, hallaron que las empleadas bajo los 40 a˜ nos de edad tend´ıan a faltar al trabajo de manera consistente en ciclos de 28 d´ıas. Al comparar este ausentismo contra los indices de productividad, los economistas determinaron que el ausentismo biol´ ogico explicaba 14 % de la diferencia salarial entre las mujeres y los hombres del banco. O consid´erese la ley norteamericana de 1972, conocida como Title IX. Aunque fue ampliamente dise˜ nada para evitar la discriminaci´ on sexual en ambientes educativos, Title IX tambi´en requer´ıa a los colegios y universidades que elevaran el nivel de sus programas deportivos femeninos a aquel del programa masculino. Millones de se˜ noritas j´ovenes se enrolaron en estos nuevos programas, y como la economista Betsey Stevenson descubri´o, las mujeres que practican deportes en el colegio son m´ as propensas a asistir a la universidad y obtener un trabajo estable, especialmente en algunas de las ´areas t´ecnicas tradicionalmente ocupadas por hombres. Esas son las buenas noticias. Pero Title IX tambi´en trajo algunas malas noticias para las mujeres. Cuando la ley fue aprobada m´ as del 90 % de los equipos femeninos de estas instituciones eran entrenados por mujeres. Title IX hizo m´ as atractivos estos puestos de trabajo: los salarios aumentaron y hab´ıa m´as exposici´on en los medios. Tal como una humilde comida campesina que es ‘descubierta’ por la ´elite culinaria y r´apidamente ya no s´ olo se hallaba en las comilonas de pueblo sino tambi´en en los restaurantes m´as sofisticados, asimismo, estos trabajos r´ apidamente se colmaron de un nuevo grupo de clientes: hombres. Hoy en d´ıa, apenas el 40 % de los equipos femeninos universitarios son entrenados por una mujer. Entre los trabajos de entrenador m´ as visibles dentro de los puestos de deporte femenino est´an aquellos en la WNBA3 , fundada hace 14 a˜ nos como corolario de la NBA4 . Para el a˜ no 2009, la WNBA ten´ıa 13 equipos adscritos y solo 6 de estos— menos de la mitad— eran entrenados por mujeres. A pesar de 2 Binding

foot. National Basketball Association 4 National Basketball Association 3 Woman

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todo, esto representa una mejor´ıa; en el aniversario No. 10 de la WNBA, solamente 3 equipos ten´ıan entrenadores mujeres. Aun con todo el progreso que las mujeres han alcanzado en el siglo XXI, las cosas le resultar´ıan mejor a la mujer promedio si pudiera decidir nacer hombre. Sin embargo, existe un mercado laboral que las mujeres siempre han dominado: la prostituci´on. Su modelo de negocio esta construido alrededor de un premisa muy simple. Desde tiempos inmemoriales y en cada rinc´ on del mundo, los hombres han deseado m´as sexo del que podr´ıan obtener gratuitamente. Entonces sucede lo inevitable, surge un grupo de ofertantes mujeres, que dado un precio justo, est´ an dispuestas a satisfacer esta demanda. Hoy en d´ıa la prostituci´ on es ilegal en varios estados de Estados Unidos, sin embargo existen excepciones y muchas inconsistencias. En un principio la prostituci´on era rechazada, pero no era un crimen. Fue durante la Era Progresista5 , desde 1890 hasta 1920, en que la prostituci´on fue condenada. Hubo una protesta popular en contra de la “esclavitud-blanca”, en la cual miles de mujeres eran explotadas contra su voluntad trabajando de prostitutas.. El tema de la esclavitud blanca resulto ser una tremenda exageraci´on. La realidad era tal vez m´ as espeluznante: en vez de ser obligadas a trabajar de prostitutas, las mujeres estaban decidiendo serlo por su propia voluntad. A principios de 1910 el Departamento de Justicia condujo un censo de 310 ciudades en 26 estados para medir el n´ umero de prostitutas en los Estados Unidos: “Hemos estimado un n´ umero conservador de aproximadamente 200,000 mujeres en el club del pecado.” Para esa fecha, la poblaci´ on americana inclu´ıa 22 millones de mujeres entre 15 y 40 a˜ nos de edad. Si la cifra del Departamento de Justicia estuviera correcta, 1 de cada 110 mujeres en ese rango de edad era una prostituta. Pero la mayor´ıa de prostitutas, como el 85 %, tiene ventitantos. En ese rango de edad, 1 de cada 50 mujeres americana era una prostituta. El mercado era particularmente s´ olido en Chicago, que ten´ıa m´as de mil burdeles conocidos. El alcalde conform´ o una honorable y distinguida comisi´on con autoridades religiosas y de organismos civiles, educativos, legales y de salud para investigar el asunto. Una vez que empezaron el trabajo, estas buenas personas se dieron cuenta que se enfrentaban a algo m´as venal que el sexo: la econom´ıa. “¿Le causa sorpresa a alguien”, la comisi´on se preguntaba, “que una jovencita quien recibe u ´nicamente $6 semanales trabajando con sus manos, decida vender su cuerpo por $25 semanales , cuando ella sabe que existe la demanda por eso y que los hombres est´an dispuestos a pagar el precio?” Transformados a d´ olares actuales, aquella jovencita que trabaja por $6 semanales obtiene un salario anual de 6,500 USD. La misma jovencita que se prostituye y gana $25 semanales acumula 25,000 USD anuales. Pero la comisi´ on sab´ıa que $25 semanales era lo que menos ganaba una prostituta de Chicago. Una mujer trabajando en los burdeles de “a-d´olar6 ” (algunos burdeles cobraban tan poco como 50 centavos; otros cobraban 5 ´ o 10 USD) llevaban a sus hogares un salario medio semanal de 70 USD , o el equivalente actual a 76,000 anuales. En el centro de Levee, un sector del sur de Chicago que ten´ıa burdeles en cada cuadra, se erig´ıa el Club Everleigh, que la comisi´ on describ´ıa como “la m´as famosa y lujosa casa de prostituci´on del pa´ıs”. Su clientela reun´ıa a los m´ as importantes hombres de negocios, pol´ıticos, deportistas ol´ımpicos, presentadores de noticias y algunos activistas anti-prostituci´on. Las prostitutas de Everleigh, conocidas como las “mariposas”, no era u ´nicamente atractivas, higi´enicas, y de confianza, sino tambi´en gustaban de la literatura cl´ asica y pod´ıan recitar poemas griedos si alg´ un caballero as´ı lo requer´ıa. En el libro Pecado en la Segunda Ciudad 7 , Karen Abbott escribe que el Everleigh ofrec´ıa exquisiteces que no se hallaban en otros clubes— el estilo “franc´es” por ejemplo, conocido hoy en d´ıa como sexo oral. En una ´epoca donde una cena simp´atica pod´ıa costar hasta §12 en d´olares actuales, los clientes del Everleigh estaban dispuestos a pagar el equivalente a $250 s´olo para entrar al club y $370 por una botella de champagne. Considerando eso, el sexo era relativamente barato: apenas costaba $1,250. 5 Progressive

Era. que cobraban un d´ olar 7 Sin in the Second City 6 Burdeles

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Ada y Minna Everleigh, las hermanas que dirig´ıan el burdel, cuidaban sus preciosos activos: las mariposas eran provistas de una dieta saludable, un excelente seguro m´edico, una educaci´on completa y el salario m´ as competitivo del mercado, 400 USD semanales o el equivalente al casi 430,000 USD anuales. S´ olo para estar seguros que la idea est´a clara , el salario de una mariposa de Everleigh estaba fuera de los gr´ aficos. Pero, ¿C´ omo es que aun una prostituta cualquiera de Chicago cien a˜ nos atr´as ganaba tanto dinero? La mejor respuesta es que los salarios se hallan determinados en gran medida por las leyes de la oferta y la demanda, que en muchas ocasiones son m´as fuertes que las leyes del congreso. En los Estados Unidos al menos, la pol´ıtica y la econom´ıa no se mezclan bien. Los pol´ıticos tienen todo un poco de razones para aprobar una ley que, por m´as bien intencionada, no logra adecuarse a la forma como las personas reales responde a incentivos reales. Cuando la prostituci´ on fue penalizada en los Estados Unidos, se puso mayor esfuerzo en controlar a las prostitutas, y no a sus clientes. Esto es algo com´ un. Tal como sucede con otros mercados ilegales– enti´endase drogas o mercado negro de armas– la mayor´ıa de gobiernos castiga a las personas que proveen los bienes y servicios en lugar de a las personas que los consumen. Pero cuando encierras a un proveedor, se crea una escasez que inevitablemente eleva el precio, y lo vuelve un negocio cada vez m´ as atractivo. La batalla contra las drogas liderada por los Estados Unidos no ha sido eficiente precisamente porque se enfoca en los proveedores y no en los consumidores. Aunque los consumidores de drogas obviamente superan en n´ umero a los vendedores, m´as del 90 % del tiempo en prisi´ on por drogas es cumplido por los distribuidores. ¿Por qu´e la sociedad no apoya castigar a los usuarios? Pareciera ser injusto castigar al hombre peque˜ no, al usuario, cuando ´el mismo no puede evitar tomar parte del il´ıcito. Los proveedores, por otro lado, son mucho m´ as f´ aciles de satanizar. Pero si un gobierno realmente quisiera golpear fuerte el mercado de bienes y servicios ilegales, ir´ıa tras las personas que los consumen. Por ejemplo, si los hombres que contrataran prostitutas fueran sentenciados a castrarse, en un abrir y cerrar de ojos el mercado se contraer´ıa. En Chicago algunos siglos atr´ as, el castigo ca´ıa enteramente sobre la prostituta. Aparte de las amenazas de arresto constante, tambi´en estaba el profundo stigma social vinculado a la prostituci´ on. Tal vez el castigo m´ as importante para una mujer que ejerciera la prostituci´on, es que nunca hallar´ıa un esposo adecuado. Al sumar estos factores se puede apreciar que el salario de una prostituta debe ser los suficientemente alto para atraer un n´ umero importante de mujeres para satisfacer la fuerte demanda. Obviamente los gruesos de dinero se los llevaban las mujeres de la punta de la pir´amide de prostituci´ on. Para cuando el Club Everleigh fue clausurado— la comisi´on de Chicago finalmente hall´o la manera— Ada y Minna Everleigh hab´ıan acumulado, en d´olares actuales, cerca de 22 millones USD. La mansi´ on que albergaba al Club Everleigh ya no es m´as, asimismo sucedi´o con el Distrito Levee. Fueron demolidos en 1960 y reemplazados por un proyecto inmobiliario y llenado de edificios. Pero todav´ıa es el sur de Chicago y las prostitutas todav´ıa trabajan ah´ı– como LaSheena, en un traje negro con rojo– aunque tenga la certeza que ellas no le estar´an recitando poes´ıa griega. LaSheena es una de las muchas prostitutas callejeras que Sudhir Venkatesh ha podido conocer u ´ltimamente. Sudhir Venkatesh, un soci´ologo de la Universidad de Columbia en Nueva York pas´o su vida universitaria en chicago y suele regresa para hacer investigaciones. Cuando reci´en llego a Chicago, era un chico ingenuo, relajado y amante de la banda de rock Grateful-Dead, quien hab´ıa crecido en una California relajada, ansioso de cogerle el ritmo a la ciudad donde la raza– particularmente los blancos y negros– se desarrollaba con mucho recelo. No ser ni negro ni blanco (´el hab´ıa nacido en India) funcionaba a su favor porque le permit´ıa estar con los acad´emicos (quienes en su mayor´ıa eran blancos) y con los marginados del sur de la ciudad (quienes en su mayor´ıa eran negros). No pas´ o mucho tiempo antes que ´el se hallara con una pandilla callejera que pr´ acticamente manejaba el vecindario y se financiaba de la venta de crack y coca´ına. Debido a

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su experiencia, Sudhir Venkatesh se volvi´o una autoridad en temas de econom´ıas subterr´aneas en los vecindarios, y cuando termin´ o de estudiar a los vendedores de droga empez´o con las prostitutas. Pero una entrevista con una mujer como LaSheena s´olo puede revelarle hasta cierto punto. Quien realmente quiera entender el negocio de la prostituci´on necesita recolectar muchos datos reales. Suena m´ as f´ acil de lo que realmente es. Debido a la naturaleza il´ıcita esta actividad, las fuentes tradicionales de informaci´ on (enti´endase censos, formularios de impuestos, etc.) no son de mucha ayuda. Aun cuando las prostitutas han sido encuestadas en varias ocasiones anteriores, las entrevistas se realizan mucho despu´es de los eventos de inter´es y por agencias que no necesariamente obtienen respuestas objetivas (centros de rehabilitaci´on de drogas, iglesias, etc.). Es m´ as, investigaciones previas han demostrado que cuando las personas son encuestadas sobre comportamientos con alta carga moral, ´estas suelen restarle importancia o exagerar su participaci´ on, dependiendo qu´e est´ a en juego o qui´en est´a preguntando. Consideremos el programa de bienestar social en Mexico, Oportunidades. Para recibir asistencia, los aplicantes deben enumerar sus posesiones personales y los electrodom´esticos en su casa. Una vez que la solicitud es aceptada se env´ıa a un trabajador social que constate que el aplicante estaba diciendo la verdad. C´esar Martinelli y Susan W. Parker, dos economistas quienes analizaron los datos de mas de 100,000 beneficiados de Oportunidades, hallaron que los aplicantes sistem´aticamente no inclu´ıan en sus reportes carros, camiones, videograbadoras, televisores y maquinas para lavar. Esto no deber´ıa sorprender a nadie. Las personas que esperan recibir ayuda social tienen incentivos para hacer parecer que son m´ as pobres de lo que realmente son. Pero Martinelli y Parker descubrieron que los aplicantes reportaban tener otros bienes: ca˜ ner´ıas de agua, grifos, cocinas de gas y suelos de cemento. ¿En qu´e cabeza se les ocurre a estas personas decir que ten´ıan estas cosas esenciales cuando no es cierto? Martinelli y Parker se lo atribuyeron a la verg¨ uenza. Aparentemente, incluso las personas que son los suficientemente pobres para necesitar asistencia social, no quieren que se sepa que no tienen un servicio higi´enico o que el suelo de su casa es de tierra. Sudhir Venkatesh, sabiendo que los m´etodos tradicionales de encuestas no necesariamente producen resultados confiables para un tema tan sensible como la prostituci´on, us´o un m´etodo algo diferente: recolecci´ on de informaci´ on en tiempo real. Contrat´o a personas para ponerlas en las esquinas o sentarlas dentro de los burdel con las prostitutas, observando directamente muchas m´as facetas de ellas y obteniendo detalles ´ıntimos de las prostitutas tan pronto como los clientes se hubieran ido. La mayor´ıa de estas personas sol´ıan ser prostitutas antes– un factor muy importante, porque estas mujeres pod´ıan obtener respuestas m´ as honestas. Sudhir Venkatesh tambi´en les reconoc´ıa un valor a las prostitutas por participar de su estudio. Si est´an dispuestas a tener sexo por dinero, dedujo, ciertamente est´ an dispuestas a hablar de sexo por dinero. Y s´ı que lo estaban. Durante los dos a˜ nos de la investigaci´ on, Sudhir Venkatesh acumul´o datos de casi 160 prostitutas de 3 vecindarios del sur de Chicago, registrando m´ as de 2,200 transacciones. El formulario de Sudhir Venkatesh registraba una gran cantidad de datos, que inclu´ıan:

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El acto sexual realizado y la duraci´on Donde el acto se realizaba (en un carro, al aire libre, o en motel) Pago recibido en dinero Pago recibido en droga La raza del cliente La edad tentativa del cliente

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El atractivo del cliente (10=bien parecido, 1=repugnante) Si se cond´ on o no

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Si era un cliente nuevo o cliente antiguo Si el cliente era casado, si trabajaba, si era de alguna pandilla y si era del vecindario (en los casos que se pudiera saber) Si la prostituta le robaba al cliente Si el acto sexual era pagado o era un “free-rider” ¿Qu´e puede esta informaci´ on decirnos? Empecemos con los salarios. Resulta ser que en Chicago la prostituta t´ıpica trabaja 13 horas a la semana, realizando 10 actos sexuales y ganando un promedio de $27 por hora. En t´erminos generales ella gana m´ as o menos $350 a la semana. Esto incluye un promedio de $20 que las prostitutas roban de sus clientes y a aquellas que reciben droga– generalmente coca´ına o hero´ına– en vez de dinero. De todas las mujeres en el estudio de Sudhir Venkatesh 83 % eran adictas a alguna droga. Pero as´ı como LaSheena, muchas de estas mujeres tambi´en ten´ıan otros tipos de trabajo, Sudhir Venkatesh tambi´en registraba datos sobre estos. La prostituci´on sin embargo pagaba 4 veces m´ as. Aunque la prima por prostituirse es alta, no parece suficiente cuando se toman en cuenta las desventajas. En un a˜ no dado, la prostituta promedio en el estudio habr´ıa experimentado una docena de incidentes violentos. Al menos 3 de las 160 prostitutas que participaron muriendo durante el estudio. “Los tipos se ponen violentos cuando, por alguna raz´on, no pueden tener una erecci´on”, afirma Sudhir Venkatesh, “entonces se sienten avergonzados–‘Soy mucho hombre para ti’ o ‘Eres demasiado fea para mi!’ entonces piden que les devuelvan su dinero, y cr´eeme, no querr´as negociar con un hombre que acaba de perder su hombr´ıa” Por otra parte, la prima salarial de una prostituta actual se opaca por aquella de una prostituta mal pagada hace cien a˜ nos. Comparadas, una mujer como LaSheena est´a trabajando casi que por nada. ¿Por qu´e los salarios de las prostitutas han ca´ıdo tan bajo? Resulta a que la demanda se ha contra´ıdo. No la demanda por sexo, esta aun es robusta. Pero la prostituci´ on como toda industria es vulnerable a la competencia. ¿Qu´e constituye la m´ as grande amenaza a la prostituci´on? Simple: la mujer que est´a dispuesta a tener sexo con un hombre sin recibir nada a cambio. No es ninguna sorpresa que las costumbres sexuales han cambiado sustancialmente en las u ´ltimas d´ecadas. La frase ’sexo casual‘ no exist´ıa un siglo atr´as, ni se diga nada de los amigos con derechos. Antes, tener sexo fuera del matrimonio era mucho m´as dif´ıcil de obtener e implicaba grandes sanciones. Imaginemos un joven, reci´en salido de la universidad pero que no est´a listo para sentar cabeza y que quiere tener sexo. La prostituci´ on era una opci´on viable hace algunas d´ecadas. A pesar que era ilegal, las prostitutas no eran dif´ıciles de hallar y el riesgo de ser arrestado era m´ınimo. Aunque relativamente era costosa en el corto plazo, a largo plazo representa una opci´on m´as valiosa porque no tienes que incurrir en los costos potenciales de un embarazo no deseado o un matrimonio. Al menos el 20 % de los americanos nacidos entre 1933 y 1942 tuvieron su primera relaci´on sexual con una prostituta. Ahora imaginemos ese mismo joven 20 a˜ nos despu´es. El cambio en los paradigmas sexuales le ha brindado una oferta m´ as amplia de sexo. En su generaci´on s´olo el 5 % de los hombres pierden su virginidad con una prostituta. Y no es que ´el y sus amigos se est´an guardando para el matrimonio. M´ as del 70 % de los hombres en su generaci´on tienen relaciones sexuales antes del matrimonio, una generaci´ on antes esta cifra llegaba s´ olo hasta el 33 %. El sexo prematrimonial emerge como un sustituto viable de la prostituci´on. Y, mientas la demanda por sexo pagado disminu´ıa, tambi´en los hac´ıan los salarios de las mujeres que lo prove´ıan. Si la prostituci´ on fuera una industria t´ıpica, hubiera contratado un poco de agentes para que le hagan frente al sexo prematrimonial. Ellos hubieran presionado hasta convertir al sexo prematrimonial en un crimen, o por lo menos, gravarle muchos impuestos. Cuando los productores de acero y los y procesadores de az´ ucar empezaron a sentir el calor de la competencia– por productos m´as baratos 6

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de M´exico, Brasil y China– convencieron al gobierno que ponga aranceles para proteger la industria nacional. Esta tendencia proteccionista no es nueva. Hace ya m´as de 150 a˜ nos, el economista Fr´ed´eric Bastiat escribi´ o “La petici´ on de los Fabricantes de Velas” que te´oricamente defend´ıa “los intereses de los fabricantes de velas, cirios, faroles, candeleros, apagaderos8 y extintores” as´ı como ‘los intereses de los productores de ceras, aceites, resinas, alcoholes, para resumir, todo lo relacionado con la iluminaci´on”. Esta industria, Bastiat afirmaba, esta siendo atacada por una destructiva competencia del exterior, quien aparentemente es tan eficiente en la producci´on de luz, que ha abarrotado el mercado de un producto incre´ıblemente barato. ¿Qui´en era este tan ruin rival? “Nada menos que el sol”, escribi´ o Bastiat. Le imploraba al gobierno que aprobara una lay prohibi´endole a los ciudadanos franceses usar la luz solar dentro de sus casas. (Claro, su petici´on era una s´ atira; entre los economistas esto es una atrocidad completa). Eso es! A la industria de la prostituci´on necesita un defensor tan comprometido, tan apasionado y tan c´ omico como Bastiat. Sin embargo la Industria de la prostituci´on, a diferencia de las industrias de acero y la az´ ucar, no tiene la influencia necesaria en los pasillos de Washington– a pesar de tener muchas, muchas conexiones con hombres en altos puestos del gobierno. Esto explica porque esta industria ha sido golpeada tan fuertes por los remezones del libre mercado. P´ ag. 32 La prostituci´ on es una de las actividades ilegales geogr´aficamente m´as concentrada: casi la mitad de los arrestos por prostituci´ on ocurren en menos del 1 % de las cuadras de la ciudad. ¿Qu´e tienen estas cuadras en com´ un? Se hallan cerca de estaciones de tren y calles principales (las prostitutas necesitan estar donde puedan ser halladas) y son vecindarios pobres– aunque contrario a los vecindarios pobres comunes, no son hogares dirigidos por mujeres. Este nivel de concentraci´ on permite tomar los datos de Sudhir Venkatesh y analizarlos junto a los registros de arresto de la polic´ıa para estimar la magnitud de prostituci´on callejera en la ciudad. Se concluy´ o que, en cualquier semana dada, casi 4,400 mujeres est´an trabajando de prostitutas en Chicago, realizando un total de 1.6 millones de servicios sexuales para 175,000 clientes diferentes. Es casi el mismo n´ umero de prostitutas que hab´ıa hace cien a˜ nos. Considerando que la poblaci´on de Chicago ha aumentado un 30 % desde entonces, la cantidad de prostitutas per-capita ha disminuido significativamente. S´ olo una cosa ha cambiado, al menos para los clientes, la prostituci´on apenas si es ilegal. Los datos muestran que un hombre que visita prostitutas ser´a arrestado una vez cada 1,200 visitas. En el estudio de Sudhir Venkatesh se incluyeron las prostitutas de tres sectores de la ciudad: West Pullman, Roseland y Washington Park. La mayor´ıa de los residentes de estas ´areas son afroamericanos, as´ı tambi´en las prostitutas. West Pullman y Roseland son vecindarios de la clase trabajadora al sur de Chicago, que sol´ıan ser exclusivamente de gente blanca. El vecindario de Washington Park ha sido de personas afroamericanas pobres por d´ecadas. En los tres vecindarios la raza de los hombres que visitan a las prostitutas es variada. El lunes el movimiento nocturno es muy bajo. Los viernes por la noche siempre est´an ocupadas, sin embargo, el s´ abado en la noche ganaran 20 % m´as que el viernes. ¿Por qu´e la noche de m´ as movimiento no es tambi´en la noche m´as rentable? Esto se debe a que el determinante m´ as importante en el precio de una prostituta es el servicio para el cual la contratan. Y por alguna raz´ on, los clientes del s´ abado contratan servicios m´as caros. A continuaci´on se presentan los servicios sexuales m´ as comunes con sus respectivos precios: Servicio sexual Estipulaci´on manual Sexo oral Sexo vaginal Sexo anal 8 utensilio

empleado para apagar las velas.

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Precio medio $ 26.70 $ 37.26 $ 80.05 $ 94.13

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Es interesante notar que el precio del sexo oral ha ca´ıdo en picada. En la ´epoca del Everleigh, los hombres pagaban el doble o hasta el triple por el sexo oral; ahora apenas si cuesta la mitad de una relaci´ on sexual normal. ¿A qu´e se debe esto? Cierto es que el sexo oral implica menores costos a la prostituta porque se elimina la posibilidad de quedar embarazada y disminuye el riesgo de enfermedades de transmisi´on sexual. (Tambi´en ofrece lo que un erudito en salud p´ ublica llam´o ‘escape f´acil’, por el cual una prostituta puede r´apidamente escapar de un polic´ıa o de un cliente violento). Pero el sexo oral siempre ha brindado estos beneficios. Entonces, ¿qu´e es lo que hab´ıa provocado la diferencia de precios en otras ´epocas? La mejor respuesta es que el sexo oral ten´ıa una especie de impuesto por tab´ u. En esos tiempos era considerado una forma de perversi´ on, especialmente por los religiosos, porque satisfac´ıa la lujuria sin cumplir con las necesidades reproductivas. El club Everleigh obviamente estaba contento por este tab´ u. En efecto, los m´edicos los club respaldaban ´avidamente al sexo oral porque implicaba ganancias m´ as altas para el club y menos desgaste y cansancio para sus mariposas. Pero conforme la forma de pensar fue cambiando, el precio cay´o para reflejar esta nueva realidad. Este cambio en las preferencias no ha sido confinado u ´nicamente a la prostituci´on. Entre los adolescentes americanos, el sexo oral sigue en aumento mientras que las relaciones sexuales y los embarazos disminuyen. Algunos lo llamar´ an una coincidencia (o peores t´erminos), pero nosotros decimos que es la econom´ıa funcionando. El bajo precio del sexo oral se ha topado con una fuerte demanda. Aqu´ı realizamos un desglose de la participaci´ on del mercado de cada servicio sexual realizado por las prostitutas de Chicago. Servicio sexual Sexo oral Sexo vaginal Estipulaci´ on manual Sexo anal Otros

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Participaci´ on del total 55 % 17 % 15 % 9% 4%

En la categor´ıa “Otros” hemos incluido bailes nudistas, “s´olo conversar” (un evento extremadamente raro, observado pocas veces en m´as de 2,000 transacciones), y una variedad de servicios que son lo opuesto a “s´ olo conversar”, cosas que van m´as all´a de la imaginaci´on. Esta es una de las principales razones por la prostituci´ on aun es pr´ ospera: los hombres contratan a estas mujeres para hacer aquello que sus enamoradas o esposas no est´ an dispuestas a hacer. (Dicho sea de paso, que muchos de los actos m´ as pervertidos en nuestra muestra inclu´ıa miembros de familia, de todas las posibles combinaciones de edad y g´enero) Las prostitutas no cobran lo mismo a todos sus clientes. Por ejemplo, los clientes negros pagan en promedio 9 USD menos que los clientes blancos, y los clientes latinos algo en la mitad. Los economistas tienen un nombre para la pr´ actica de cobrar diferentes precios por el mismo producto: discriminaci´ on de precios. En el mundo de los negocios, no siempre es posible aplicar una discriminaci´on de precios. Al menos dos condiciones se deben cumplir: El cliente debe poseer alguna caracter´ıstica f´acilmente observable para clasificarlo y cobrarle un precio diferenciado. (Y el color de piel es una caracter´ıstica muy f´acil de observar.) Y, El vendedor debe poder prevenir la reventa del producto, y as´ı destruir cualquier oportunidad de arbitraje. (En el caso de la prostituci´on, la reventa es casi imposible.) Si estas condiciones se cumplen, cualquier empresa va beneficiarse de una discriminaci´on de precio cada vez que pueda. Los viajeros de negocio est´an muy familiarizados con estos conceptos, porque au ´ltima hora siempre paga tres o cuatro veces m´as por el mismo pasaje de avi´on que aquel turista sentado a su derecha. Las mujeres que se cortan el cabello en los salones tambi´en lo saben, ya que pagan casi el doble que los hombres por lo que esencialmente es lo mismo. O considere el catalogo electr´onico 8

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del Dr. Leo, que vende una m´ aquina para afeitar el cabello por 12.99 USD y en otra parte en el mismo sitio vende una m´ aquina para afeitar el cabello de mascotas por 7.99 USD. Los dos productos son ser id´enticos– pero el Dr. Leo estima que las personas est´an dispuestos a pagar m´as por afeitar su cabello que el de sus mascotas. ¿C´ omo practican la discriminaci´ on de precios las prostitutas de Chicago? Tal como Sudhir Venkatesh descubri´ o, ellas emplean diferentes estrategias de precio entre los clientes blancos y negros. Cuando negocian con hombres negros, la prostituta establece un precio alto para desalentar cualquier negociaci´ on. (Sudhir Venkatesh observ´ o que los clientes negros son m´as propensos a regatear– tal vez, el pens´ o, porque est´ an m´ as familiarizados con el vecindario y por lo tanto conocen el mercado mejor.) Cuando negociaba con un cliente blanco, la prostituta le hace a ´el poner el precio, esperando recibir una oferta generosa. Como se puede apreciar en el diferencial de los precios, la estrategia parece funcionar bastante bien. Otros factores pueden echar abajo el precio. Por ejemplo: Pago en drogas en vez de dinero Acto sexual al aire libre Si el cliente usa cond´on

Descuento Promedio $ 7.00 $ 6.50 $ 2.00

El descuento otorgado por la droga no es nada sorprendente considerando que las mayor´ıa de prostitutas son tambi´en drogadictas. El descuento por hacerlo al aire libre es m´as un descuento por el tiempo, porque los actos realizados al aire libre tienden a durar menos tiempo. Pero tambi´en, las prostitutas cobran m´ as por hacerlo en un motel porque tienen que pagar por la habitaci´on. Algunas mujeres alquilan una habitaci´ on en la casa de alguien, o ponen un colch´on en el s´otano; otras usan moteles baratos o incluso usan tiendas que est´an cerradas por la noche. Lo sorprendente es el descuento otorgado por el uso de cond´on. Aun m´as sorprendente es saber que en menos del 25 % de las ocasiones usan cond´on, s´olo tomando en cuenta sexo vaginal y sexo anal. (Los clientes nuevos son m´ as propensos a usar cond´on que los antiguos; y los clientes negros son los que menos usan cond´ on.) Una prostituta t´ıpica en Chicago tendr´a casi 300 relaciones sexuales sin protecci´ on al a˜ no. Las buenas noticias es que, seg´ un otros estudios, entre los hombres que visitan estas prostitutas existe un ´ındice de VIH sorprendentemente bajo: menos del 3 %. (Esto no se aplica para los hombres que contratan hombres, su ´ındice est´a por encima del 35 %.) Entonces, son muchos los factores que influyen en los precios de una prostituta: el acto en s´ı, algunas caracter´ısticas del cliente, e incluso la ubicaci´on. Pero sorprendentemente, los precios pr´acticamente no var´ıan de una prostituta a otra. Uno pensar´ıa que una mujer atractiva cobrara m´ as que una menos deseable. Pero eso rara vez sucede. ¿Por qu´e? La u ´nica explicaci´ on es que la mayor´ıa de clientes ven a las mujeres como lo que los economistas llaman sustitutos perfectos o commodities que pueden ser f´acilmente reemplazados. Tal como un comprador habitual de frutas ve una banana tan amarilla como la que la siguiente, el mismo principio parece mantenerse para los hombres que frecuentan este mercado. Una manera certera de obtener un buen descuento es contratar a la prostituta directamente, antes que a trav´es de su chulo. Si lo hace, seguramente obtendr´a el mismo servicio por $16 menos. Esta estimaci´ on est´ a basada en datos de las prostitutas en Roseland y West Pullman. Ambos vecindarios se hallan juntos y son similares en tantos aspectos importantes. Pero en West Pullman las prostitutas emplean chulos, mientras que las de Roseland no. West Pullman es un poco m´as residencial, lo que crea presi´ on por parte de la comunidad para mantener las prostitutas fuera de las calles, mientras que Roseland tiene mucha actividad de pandillas. Aunque las pandillas de Chicago no suelen meterse en los negocios de chulo, no quieren que nadie ande entrometi´endose en su vecindario y en su econom´ıa. Esta diferencia fundamental nos permite evaluar el impacto de tener un chulo, de aqu´ı en adelante nos referiremos a este como pimpact. Pero antes, ¿C´omo podemos estar seguros que estas dos poblaciones son realmente comparables? Pudiera ser que las prostitutas que trabajan con un chulo difieren

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en caracter´ısticas de aquellas que no. Tal vez son m´as inteligentes o menos drogadictas. Si ese fuera el caso, estar´ıamos analizando dos poblaciones de prostitutas diferentes y no el pimpact. Pero sucede, que muchas de las prostitutas en el estudio de Sudhir Venkatesh cambiaron de sector varias veces, algunas veces trabajaban solas y otras con un chulo. Esto nos permite analizar datos de la forma para aislar el pimpact. Como acabamos de mencionar, los clientes pagan 16 USD si negocian con el chulo. Sin embargo, clientes quienes usan un chulo tienden a solicitar servicios m´as caros– nada de estipulaci´on manual para estos caballeros– lo que aumentan los salarios de las mujeres. Incluso aun cuando le descuentas 25 % por la comisi´ on del chulo, las prostitutas ganan m´as trabajando menos. Prostituta

Salario Semanal

No. de clientes a la semana

trabajando sola

$ 325

7.8

con chulo

$ 410

6.2

El secreto para el ´exito del chulo radica en que ellos van tras un tipo de clientes que las prostitutas no pueden conseguir por su cuenta. Los chulos de West Pullman invert´ıan mucho de su tiempo reclutando clientes, en su mayor´ıa blancos, en los clubes nudistas en el centro de la ciudad y en los casinos en las riveras del rio Indiana. Pero, los datos muestran, que el pimpact va m´as all´a de simplemente elevar los precios. Una prostituta trabajando para un chulo tiene pocas probabilidades de ser violentadas o golpeadas por alg´ un cliente, u obligada hacerle un free-ride a alg´ un l´ıder de pandilla. Si fueras una prostituta de Chicago, tener un chulo parece ser una bendici´on. Aun despu´es de pagar la comisi´ on, sales ganando en casi cualquier aspecto. Si tan solo todos los agentes en cada industria proporcionaran tantos beneficios. Consideremos ahora otro entorno de ventas: bienes ra´ıces. As´ı como puedes vender tu cuerpo con o sin la ayuda de un chulo, tambi´en puedes vender tu casa con o sin la ayuda de un agente de bienes ra´ıces. A pesar que un agente de bienes ra´ıces cobra una comisi´on mucho m´as baja que el chulo– casi el 5 %– su ingreso por transacci´ on se contabiliza en decenas de miles de d´olares. ¿Los agentes de bienes ra´ıces se merecen lo que ganan? Recientemente, tres economistas analizaron la venta de casas en Madison, Wisconsin, porque posee un floreciente mercado de venta-de casas-sin-intermediario o FSBO9 (Se pronuncia “FIZZ-bo”). Esto gracias a la p´ agina web FSBOMadison.com, que unicamente cobra $150 por registrar una casa en el portal, y no cobra comisi´ on cuando la casa es vendida. Al comparar las ventas FSBO en Madison vs. Casas vendidas a trav´es de un agente de bienes ra´ıces en diferentes variables– precio, caracter´ısticas de la casa y del vecindario, tiempo en el mercado, y dem´as– los economistas fueron capaces de medir el impacto causado por El agente de bienes ra´ıces(o, para ser consistentes, el Rimpact). ¿Y qu´e hallaron? Las casas vendidas en FSBOMadison.comgeneralmente alcanzan el mismo precio que aquellas vendidas a trav´es de un agente de bienes ra´ıces. Ahora, eso no hace lucir nada bien a los agentes de bienes ra´ıces. Usar un agente de bienes ra´ıces para vender una casa de $400,000 implica una comisi´on de $20,000– contra s´ olo $150 de FSBOMadison.com. Pero hay que notar ciertos aspectos importantes. Por la comisi´on del 5 % alguien m´as hace todo el trabajo por ti. Para algunas personas que quieren deshacerse de su casa es un precio justo. Tampoco podemos afirmar que estos resultados se mantienen invariables en otras ciudades. Y aun mas, el estudio se condujo durante un tiempo donde el mercado inmobiliario era fuerte, lo que probablemente felicita la venta de casas. Asimismo, el tipo de personas que deciden vender su propia casa tal vez tengan un mayor conocimiento de negocios. Y para finalizar, a pesar que las casas que se vendieron 9 For

Sale By Owner.

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en FSBOMadison.comten´ıan un precio similar a aquellas de los agentes de bienes ra´ıces, les tom´o en promedio 20 d´ıas m´ as concretar la venta. Aunque la mayor´ıa de personas estimar´a que aguantar su casa 20 d´ıas m´ as, bien vale los $19,850 extra. Tanto un agente de bienes ra´ıcescomo un chulo ejercen el mismo servicio: promoci´on tu producto ante posibles clientes. Tambi´en hemos demostrado que el internet puede ser un sustituto poderoso del agente de bienes ra´ıces. Pero si intentas vender los servicios de una prostituta, el internet dif´ıcilmente constituye un buen medio– al menos, no a´ un– para cerrar el trato. Cuando consideras el valor a˜ nadido por cada uno de estos agentes, claramente se aprecia los servicios del chulo son mucho m´ as valiosos que aquellos del agente de bienes ra´ıces. O para quienes prefieren tener la conclusi´ on expresada matem´ aticamente: P IM P ACT > RIM P ACT

(1)

Durante el estudio de Sudhir Venkatesh, 6 chulos dirig´ıan la prostituci´on en West Pullman, y pudo conocer a cada uno de ellos. Todos eran hombres. En los viejos tiempos, los c´ırculos de prostituci´ on en Chicago eran manejados enteramente por mujeres, incluso en los vecindarios m´as pobres. Pero los hombres, atra´ıdos por los altos salarios, eventualmente se hicieron cargo del trabajo– otro ejemplo del hombre pisoteando el trabajo de la mujer. Los seis chulos ten´ıan entre 35 y 45 a˜ nos de edad y “no les va nada mal”, dice Sudhir Venkatesh, ganando casi 50,000 USD al a˜ no. Algunos incluso ten´ıan trabajos leg´ıtimos– mec´anicos, administrador de tiendas– y la mayor´ıa ten´ıa casa propia. Ninguno era drogadicto. Uno de sus roles m´ as importantes era mediar cuando la polic´ıa apareciera. Sudhir Venkatesh descubri´ o que los chulos manten´ıan estrechos v´ınculos laborales con la polic´ıa y con un polic´ıa en particular, Charles. Cuando reci´en fue asignado al sector, Charles acosaba y arrestaba a los chulos. Pero esto resultaba contraproducente. “Cuando arrestas a un chulo, los dem´as se pelean por reemplazarlo”, dice Sudhir Venkatesh, “y si hay algo peor que la prostituci´on, es la prostituci´on con violencia”. En vez de eso, Charles tranz´ o algunos acuerdos. Los chulos accedieron a no estar en los parques cuando los ni˜ nos jugaran y a mantener la prostituci´on a escondidas . A cambio, la polic´ıa dejar´ıa tranquilo a los chulos– y, m´ as importante a´ un, tampoco arrestar´ıan a las prostitutas. Durante el tiempo del estudio de Sudhir Venkatesh, s´olo se arrest´o a una prostituta en el ´area controlada por los chulos. De todos los beneficios que implicaba tener un chulo, no ser arrestada era uno de los m´ as importantes. Pero realmente no necesitas un chulo para permanecer fuera de la c´arcel. La prostituta promedio de Chicago vender´ a su cuerpo 450 veces antes de ser arrestada, y s´olo 1 de cada 10 arrestos conduce a prisi´ on. No es que la polic´ıa no sepa donde est´an las prostitutas. Ni tampoco que la c´ upula policial haya conscientemente ordenado dejar que la prostituci´on prospere. Si no, que este es un ejemplo de lo que los economistas llaman el problema del principal y el agente. Es lo que sucede cuando dos individuos en una determinada situaci´ on parecen tener los mismos incentivos, pero la realidad no es tal. En este caso, pensemos al jefe de la polic´ıa como el principal. Lo que el m´as quisiera es limpiar las calles de prostitutas. El polic´ıa que est´a en las calles ser´a el agente. El tambi´en quisiera limpiar las calles de las prostitutas, al menos en teor´ıa, pero no tiene incentivos suficientemente fuertes para realmente hacerlo. Desde el punto de vista de muchos polic´ıas, las prostitutas ofrecen algo m´as valioso que un arresto adicional para su record: sexo. Esto se aprecia claramente en el estudio de Sudhir Venkatesh. De todos las servicios registrados en el estudio, el 3 % fue sexo no-cobrado con polic´ıas. Los datos no mienten: es m´ as probable que una prostituta tenga sexo con un polic´ıa a que sea arrestada por ellos. Ser´ıa dif´ıcil exagerar cuan indeseable es ser una prostituta callejera– la degradaci´on, el riesgo de enfermedad y la casi constante amenazas de violencia. Ning´ un otro lado ten´ıa condiciones tan malas como Washington Park, el tercer sector incluido en el estudio de Sudhir Venkatesh, que se hallaba unos diez kil´ometros al norte de Roseland y West 11

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Pullman. Es un sector econ´ omicamente deprimido y menos accesible para perdonas de otros lugares, en especial para la gente blanca. La prostituci´on se halla centrada en cuatro ubicaciones: dos edifico de departamentos, un sector comercial de cinco cuadras y el parque en s´ı, un ´area verde de 190 hect´areas dise˜ nada en 1870 por Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux. Las prostitutas en Washington Park trabajan con chulos y tienen los salarios m´as bajos de todas prostitutas en el estudio de Sudhir Venkatesh. Esto podr´ıa llevar a pensar que estas mujeres preferir´ıan trabajando en otras cosas. Pero una de las caracter´ısticas de la econom´ıa de mercado es que el precio tiende a hallar un nivel donde aun el peor trabajo imaginable vale la pena. Aunque les este yendo mal a estas mujeres, probablemente estar´ıan peor sin la prostituci´ on. ¿Suena absurdo? La evidencia m´as fuerte para respaldar este argumento viene de una fuente muy particular, una antigua tradici´on americana: las reuniones familiares. Cada verano para el feriado de cuatro de Julio, Washington Park se atesta de familias y grandes grupos de personas quienes se re´ unen para cocinar y hacer cosas juntas. Sin embargo, para algunos de estos visitantes, ponerse al d´ıa de los chimes familiares no es lo suficientemente estimulante. Resulta que el negocio de la prostituci´ on se dispara cada a˜ no durante este periodo. Y las prostitutas hacen lo que cualquier buen empresario har´ıa: elevan el precio casi un 30 % y trabajan tanto sobretiempo como les sea posible. Lo m´ as sorprendente de esto, es que el aumento de la demanda atrae a un grupo especial de trabajadores– la mujer que se mantiene alejada de la prostituci´on durante casi todo el a˜ no pero que esta ´epoca, y que renuncia a sus trabajo normal para trabajar de prostituta. La mayor´ıa de estas prostitutas de medio tiempo tienen hijos y cuidan de su hogar; no son drogadictas. Tal como har´ıa un especulador en una fiebre de oro o un agente de bienes ra´ıcesdurante un boom de viviendas, ellos ven una oportunidad de ganar algo de dinero y van tras ella. Regresando a nuestra pregunta principal y titulo del cap´ıtulo– ¿En qu´e se parecen una prostituta y un Santa-Claus? – La respuesta ya deber´ıa ser obvia: Ambos se aprovechan de oportunidades laborales de corto plazo consecuencia de los picos en la demanda por las festividades. Hemos afirmado que la demanda por prostitutas es mucho m´as baja hoy que hace sesenta a˜ nos (compensada en parte por los feriados), debido en gran medida a la revoluci´on feminista10 . Si te parece sorprendente eso, considera otra v´ıctima improbable de la revoluci´on femenina: los ni˜ nos en edad escolar. La ense˜ nanza tradicionalmente ha sido un trabajo de mujeres. Cien a˜ nos atr´as, era uno de los pocos trabajos disponibles para mujeres que no involucraba cocinar ni limpiar. (Otra de estas profesiones era enfermer´ıa, pero ser profesores es era mucho m´as distinguido, habiendo 6 profesoras por cada enfermera.) Para la ´epoca, casi el 6 % de la fuerza laboral femenina eran profesores, cargadoras (19 %), sirvientes (16 %) y lavanderas (6.5 %). Y era ampliamente la profesi´on m´as escogida por las graduadas de universidad. En 1940, un asombroso 55 % de estas mujeres en sus treintas ejerc´ıan de profesoras. Poco tiempo despu´es, sin embargo, las oportunidades laborales para las mujeres inteligentes empezaron a multiplicarse. La Acta de paga Igual11 de 1963 y la Acta de los Derechos Civiles12 de 1964 fueron algunos factores que contribuyeron, sumados los cambios de la percepci´on en los roles de la mujer. A medida que m´ as mujeres iban a la universidad, m´as mujeres emerg´ıan listas para unirse a la fuerza laboral, especialmente en las profesiones que hab´ıan estado fuera de consideraci´on: leyes, medicina, negocios, finanzas, etc. (Uno de los h´eroes an´onimos de esta revoluci´on fue la leche formulada13 , que les permiti´ o a las mujeres volver al trabajo inmediatamente despu´es de dar a luz) Estas carreras demandantes y competitivas ofrec´ıan altas remuneraciones salariales y atrajo a las mujeres m´ as brillantes de la naci´ on. Sin duda, si estas mujeres hubieran nacido una generaci´on antes, hubieran escogido ser profesoras. 10 feminist

revolution. Pay Act. 12 Civil Rights Act 13 Preparado que sustituye la leche materna 11 Equal

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Pero no lo hicieron, Como consecuencia hubo una fuga de cerebros hacia estas nuevas carreras. En 1960, casi 40 % de las mujeres profesoras se hallaba en el quintil superior en las pruebas de IQ, con tan solo el 8 % en el quintil inferior. Veinte a˜ nos m´as tarde menos de la mitad se hallaba en el quintil superior, y m´ as del doble en el inferior. Y para variar el sueldo de las profesoras se desmoronaba en relaci´ on con los otros trabajos. “La calidad de las profesoras ha estado decayendo por d´ecadas”, afirmo el director de la asociaci´ on de escuelas p´ ublicas de Nueva York en el 2000, “y nadie quiere hablar del tema.” Esto no implica que no haya excelentes profesoras. Claro que las hay. Pero las aptitudes generales de las profesaras ha disminuido estos a˜ nos, y consigo la calidad de la ense˜ nanza. Entre 1967 y 1980, las puntuaciones de las pruebas se redujeron en 1.25 puntos en promedio. El analista educativo John Bishop nombr´ o este retroceso “hist´ orico y sin precedentes”, argumentando que implicaba un serio obst´ aculo para la productividad nacional, y que f´acilmente continuar´ıa en el siglo XXI. Pero por lo menos, todo esto resulto bueno para las mujeres, no? Bueno, m´ as o menos. Como mencion´abamos anteriormente, incluso las mujeres m´as preparadas ganan menos que sus equivalentes masculinos. Esto es verdad en especial para los puestos de alto vuelo en los sectores corporativos y financieros– donde, las mujeres se hallan subrepresentadas. El n´ umero de mujeres CEOs14 se ha multiplicado sustancialmente en a˜ nos recientes, pero a´ un as´ı ellas ocupan menos del 1.5 % de los puestos gerenciales. De entre las mejores 1,500 empresas de los Estados Unidos, s´ olo 2.5 % de los puestos ejecutivos de alta remuneraci´on son ocupados por mujeres. Esto es extra˜ no debido a que las mujeres han obtenido el 30 % de todas los MBA15 otorgado por las m´ as prestigiosas universidades del pa´ıs en los u ´ltimos 25 a˜ nos. Los economistas Marianne Bertrand, Claudia Goldin y Lawrence Katz intentaron explicar este diferencial analizando el desarrollo profesional de 2,000 MBA hombres y mujeres de la Universidad de Chicago. Concluyeron que aunque la discriminaci´on por g´enero contribuye a la diferencia salarial, es el deseo de superaci´ on– o la falta del mismo– que contribuye de manera m´as importante. Los economistas identificaron tres factores principales:

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Las mujeres tiene un GPA ligeramente m´as bajo que los hombres, y tal vez m´as importante aun, toman menos materias de finanzas. Todo lo dem´as constante, existe una fuerte correlaci´on entre una educaci´ on financiera y los ingresos profesionales. Durante los primero quince a˜ nos de vida profesional, las mujeres trabajan menos horas que los hombres: 52 vs. 58 horas a la semana. Las mujeres interrumpen su carrera m´as a menudo que los hombres. Despu´es de 10 a˜ nos en la masa laboral, s´ olo 10 % de los hombres con MBA pasaron m´as de 6 meses sin trabajo, comparado con 40 % de las mujeres MBA. El gran problema parecer ser que a muchas mujeres, incluso aquellas con un MBA, quieren tener beb´es. La MBA mujer sin hijos trabaja 3 % menos que el MBA hombre promedio. Pero la MBA mujer con hijos trabaja 24 % menos. “Las costos monetarios por jornadas laborales m´as cortas e interrupciones laborales frecuentes son enormes entre los MBAs”, afirman los economistas. “Parece ser que las MBA mam´ as, en especial aquellas con esposos pudientes, deciden tomarse las cosas con m´as tranquilidad los a˜ nos siguientes al nacimiento de sus primeros hijos”. Esto es algo peculiar. Muchas de las mejores y m´as brillantes mujeres de los Estados Unidos obtienen un MBA para ganar buenos sueldos, pero terminan cas´andose con los mejores y m´as brillantes hombres, quienes tambi´en ganan bueno sueldos, lo que les permite darse el lujo de no tener que trabajar tanto. ¿Esto quiere decir que la inversi´ on de las mujeres para obtener un MBA no es aprovechada? Tal vez no. Probablemente nunca hubieran conocido a estos hombres si no hubieran asistido a las escuelas de negocios. 14 Corporative 15 Master

Executive Officer, i.e. Director ejecutivo. in Business and Administration, i.e. Maestr´ıa en Administraci´ on de Empresas.

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A´ un tenemos algo m´ as para considerar. En vez de pensar los sueldos bajos de las mujeres como un fracaso, deber´ıamos pensar que los salarios altos no son tan importantes para las mujeres como lo es para los hombres. ¿Es probable que los hombres tengan una debilidad por el dinero, tal como las mujeres la tienen por los beb´es? Consideremos un par de experimentos recientes en donde a hombres y mujeres j´ovenes se les tomo un examen de matem´ aticas parecido al SAT16 con 20 preguntas. En el primer experimento, cada participante recib´ıa 5 USD simplemente por asistir y 15 USD por completar la prueba. En el segundo experimento, segu´ıa recibiendo los 5 USD por presentarse al examen pero ahora con 2 USD adicionales por cada respuesta correcta. En primer experimento, donde el ingreso el mismo para todos, los hombres los hicieron a penas si mejor que las mujeres, obteniendo en promedio 1 respuesta correcta m´as que las mujeres. Pero en la segunda versi´ on, donde hab´ıa incentivos monetarios, los hombres superaron con creces a las mujeres. El desempe˜ no de las mujeres permaneci´o invariable con aquel del primer experimento, mientras que los hombres obtuvieron en promedio 2 respuestas correctas adicionales. Los economistas hacen los mejor que para reunir datos y aplicar complicadas t´ecnicas estad´ısticas para explicar por qu´e las mujeres ganan menos que los hombres. El problema fundamental, sin embargo, es que los hombres y las mujeres difieren en tantos aspectos a la vez. Lo que un economista quisiera hacer es tomar un poco de mujeres clonarlas y hacerlas hombres, luego tomar un poco de hombres clonarlos y hacerlos mujeres, y ver qu´e pasa. Al medir el desempe˜ no laboral de cada g´enero contra su propio clon se pueden obtener algunos datos reveladores. O si, clonarlos no es una opci´ on, puedes tomar un mont´on de mujeres, y a la mitad m´agicamente le cambiamos de g´enero, dejando todo lo dem´as constante. Y hacer lo mismo con un poco de hombres. Desafortunadamente los economistas no pueden conducir ese tipo de experimentos. (Al menos a´ un.) Pero quienes quieran intentarlo pueden hacerlo. Se llama operaci´on de cambio de sexo. ¿Qu´e ocurre cuando un hombre decide ir al quir´ofano e inyectarse hormonas para vivir como una mujer (un transg´enero MTF17 ) o cuando una mujer decide vivir como un hombre (una transg´enero FTM18 )? Ben Barres, un neurobi´ ologo de Stamford, naci´o como Barbara Barres y se hizo hombre en 1997 cuando ten´ıa 47 a˜ nos de edad. La neurobiolog´ıa como toda ´area cient´ıfica, est´a profundamente dominada por hombres. Su decisi´ on “tomo por sorpresa tanto a sus colegas como sus alumnos”, dice, “sin embargo, todos han sido ultra comprensivos conmigo”. En efecto, su nivel intelectual pareciera haber aumentado. En una ocasi´ on, despu´es de un seminario de Barres, un colega cient´ıfico le comento a una amigo de Barres, “la investigaci´ on de Ben es muy superior a la de su hermana”. Pero Ben no tiene hermana. “Es mucho m´ as dif´ıcil para las mujeres ocupar puestos de hombres que para los hombres ocupar puestos de mujeres”, admite Ben. El problema, dice, es que se asume que los hombres son competentes en ciertas ´ areas– en especial, ´ areas cient´ıficas y financieras– mientras que las mujeres no. Por otro lado, consideremos a Deirdre McCloskey, una destacada economista de la Universidad de Chicago, Illinois. Ella, que naci´ o como Donald McCloskey, se hizo mujer a los 53 a˜ nos de edad en 1995. La econom´ıa, tal como la neurocirug´ıa, son campos generalmente ocupados por hombres. “Me hab´ıa hecho a la idea de mudarme a Spokane19 y ser secretaria en alguna piladora” dice Deirdre. Eso fue innecesario, pero Deirdre “ha notado cierta indisposici´on hacia m´ı en muchas ´areas de la econom´ıa. Yo s´e que ganar´ıa m´ as dinero si aun fuera Donald”. McCloskey y Barres no son sino dos puntos muestrales. Un par de investigadores, Kristen Schilt y Matthew Wiswall, quer´ıan analizar sistem´aticamente que ocurr´ıa con los salarios de las personas que se cambiaban de g´enero en la adultez. Es un experimento ligeramente diferente al que propon´ıamos arriba– porque el grupo de personas que cambian de g´enero no son una muestra aleatoria– pero de 16 Scholastic

Aptitude/Assessmente Test To Female. 18 Female To Male. 19 Spokane, es una ciudad en Washington cuya econom´ ıa est´ a basada en la agricultura. 17 Male

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todas maneras, lo resultados pueden ser intrigantes. Schilt y Wiswall descubrieron que las mujeres que cambian de g´enero ganan un poco m´ as despu´es de la transici´on, mientras que los hombres que cambian de g´enero, en promedio, ganan un tercio menos que su antiguo salario. Sin embargo, u conclusi´ on tiene algunos puntos en contra. Para empezar, la cantidad de observaciones fue muy reducida: solo 14 transg´enero MTFs y 24 FTMs. Adicionalmente, las personas que ellos estudiaban eran halladas en conferencias sobre transg´eneros, esos los ubica en grupo de “Profesionales que cambian de g´enero”, y no necesariamente son un grupo representativo. “Uno f´ acilmente podr´ıa creer”, dice ella, “que las personas que se cambian de g´enero tendr´an una vida de tormento en el ´ ambito laboral y nunca ser´an exitosas, pero eso no es cierto.” (Tal vez se haya cambiado de g´enero, pero el economista nunca deja de ser.) P´ ag. 49 De regreso en Chicago, en un vecindario elegante a pocos kil´ometros de donde las prostitutas trabajan, vive alguien que naci´ o mujer, permanece mujer, y gana m´as dinero que lo que jam´as imagin´ o posible. Nacida en Texas y criada en una familia disfuncional, se escap´o de su casa para unirse a las fuerzas armadas. Con sus conocimientos en electr´onica trabaj´o en el desarrollo de sistemas militares de navegaci´ on. Despu´es de 7 a˜ nos, se retiro de la milicia y empez´o a trabajar de programadora en una empresa multinacional. Ganaba una cifra redonda de cinco n´ umeros, y se cas´o con un hombre que ganaba asimismo una cifra de 6 n´ umeros trabajando en hipotecas. Aparentemente, ten´ıa todo– pero su vida era aburrida. Se divorci´ o (la pareja no pudo tener hijos) y regreso a Texas, en parte para ayudar a un familiar enfermo. Volvi´ o a trabajar como programador y conoci´o a otro se˜ nor. Se cas´o nuevamente, pero este matrimonio tambi´en fall´ o. Su carrera profesional tampoco estaba del todo bien. Era inteligente, capaz, sofisticada, amante de la tecnolog´ıa, y encima, era f´ısicamente atractiva, una rubia simp´atica y llena de curvas, cuyos atributos f´ısicos no pasaban desapercibidos en el entorno corporativo. Sin embargo, no le gustaba tener que trabajar tanto. Entonces decidi´o emprender su propio negocio de tal forma que pudiera trabajar entre diez y quince horas a la semana. Su nombre es Allie, y es una prostituta. Aterriz´ o en el negocio de la prostituci´on por accidente. En la familia de Allie son evang´elicos devotos, y que ella creci´ o “bien mojigata”. De adulta la historia no cambi´o. “Ya sabes: los concursos del jard´ın m´ as pulcro, m´ aximo dos cervezas por noche, y nunca antes de las siete”. Pero una vez divorciada, comenz´ o a visitar p´ aginas de citas en internet– le gustaban los hombres y le gustaba el sexo– y solo por molestar, puso en su p´ agina de perfil “dama de compa˜ n´ıa”. “Pero fue algo instant´aneo”, recuerda, “solo quer´ıa poner y ver qu´e pasaba”. Inmediatamente su computadora se lleno de mensajes. “Se abr´ıan m´as mensajes de los que me era capaz de minimizar!!” Acord´ o encontrarse con un hombre a las dos de la tarde entre semana en el parqueadero de un motel. El llego manejando un mercedes-benz negro. Allie no ten´ıa idea de cu´anto cobrarle. Pero imaginaba que unos $50 estar´ıan bien. El era un dentista– un hombre corpulento, casado, y muy amable. Una vez dentro de la habitaci´ on, Allie t´ımidamente se quit´ o la ropa. A estas alturas Allie no recuerda los detalles del sexo (“Ese recuerdo ya est´ a algo borroso” dice) pero recuerda que “no fue pervertido ni nada”. Cuando hab´ıan terminado, el se˜ nor puso el dinero en la c´omoda. “¿Esta es tu primera vez?” le pregunto. Allie quiso de mentir, pero no ten´ıa sentido hacerlo. “Est´ a bien”, dijo, “esto es lo que tienes que saber”. Y empez´o a darle consejos. Ten´ıa que ser m´ as cuidadosa; no debes aceptar encontrarte con un desconocido en un parqueadero; y deb´ıa investigar algunos antecedentes de sus clientes. “El era el primer cliente perfecto”, dice Allie. “Hasta el d´ıa de hoy estoy agradecida”. Una vez que ´el se fue de la habitaci´ on, Allie cont´o el dinero que le hab´ıa dejado en la c´omoda: $200. “I’d been giving it away for years, and so the fact that someone was going to give me even a penny– well, that was shocking.” 15

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Se sinti´ o tentada a prostituirse a tiempo completo, pero lo preocupaba que su familia se llegara a enterar. Entonces decidi´ o no hacerlo mucho, s´olo con clientes de fuera de la ciudad. Y continu´o trabajando de programadora, trabajaba menos horas pero aun as´ı el trabajo era realmente sofocante. Es entonces cuando decidi´ o mudarse a Chicago. Claro que era una ciudad grande, lo que Allie hallaba un poco intimidante, pero a diferencia de Nue´ va York o Los Angeles, era lo suficientemente acogedor para hacerla sentir en casa. Allie construy´o una p´ agina web (al fin le sirvieron esos a˜ nos de estudio) y, a trav´es de un intenso proceso de prueba-y-error, determin´ o qu´e p´ aginas web de servicios er´oticos le permitir´ıan atraer el tipo de correcto de clientes. (Los ganadores fueron Eros.com y BigDoggie.net). Una de las ventajas m´ as importantes de manejar su propio negocio es que Allie no ten´ıa que compartir sus ganancias con nadie m´ as. En los viejos tiempos, Allie probablemente hubiera tenido que trabajar para alguien como las hermanas Everleigh, quienes le hubieran pagado bien, pero lo suficiente para hacerse ellas ricas primero. El internet le permiti´o a Allie ser su propia Madame y acumular ella mismo todas las riquezas. Mucho se ha dicho de la incre´ıble capacidad del internet para eliminar al “hombre del medio” en industrias como los viajes, los bienes ra´ıces, seguros, y la venta de acciones y bonos. Por obvias razones, no existe un mercado m´as adecuado para carecer de intermediarios que la prostituci´ on. El lado negativo para Allie es que no tiene a nadie m´as que le ayude a filtrar posibles clientes para evitar que la violenten o traten de intimidarla. Pero hallo una soluci´on simple pero muy buena. Cuando alg´ un cliente nuevo la contactaba, ella no aceptaba hasta que estuviera segura de tener su nombre y n´ umero de tel´efono verdaderos. Entonces, ella lo llamar´ıa la ma˜ nana misma de su cita, aparentemente s´ olo para decirle cu´ an excitada estaba de verse con ´el. Pero la llamada tambi´en implicaba que ella pod´ıa hallarlo a su voluntad y si algo saliera mal, ella lo atormentar´ıa a su oficina. “Todos quieres evitarse la escena de la puta loca”, dice Allie entre risas. Hasta ahora, Allie no ha tenido que recurrir a esta t´actica sino una vez, cuando un cliente le pag´ o con dinero falso. Entonces decidi´ o irlo a visitar a su oficina, el cliente repentinamente hall´o dinero de verdad. Ella se encontraba con los clientes en su departamento, principalmente durante el d´ıa. La mayor´ıa eran hombres maduros, el 80 % eran casados, y se les hac´ıa m´as f´acil escaparse del trabajo en la ma˜ nana que tener que explicar porque llegaban tarde a la casa. A Allie le encantaba tener sus tardes libres para poder leer, ir al cine, o simplemente relajarse. Ella cobraba 300 USD por hora– eso es lo que muchas de las mujeres de su calibre cobran– con algunas opciones de descuento: $500 por las dos horas o $2,400 por la noche. Casi el 60 % de sus citas son por una sola hora. La habitaci´ on de Allie– y “su oficina tambi´en” dice ri´endose– tiene una gran cama de la ´epoca victoriana hecha de caoba con pilares tallados y s´abanas blancas de seda. No es f´acil de subirse a una cama as´ı. Cuando le preguntamos si algunos clientes hab´ıan tenido dificultades para subirse a la cama, nos confes´ o que un cliente un poco gordo rompi´o la cama no hace mucho tiempo. ¿Qu´e hizo Allie? “Le dije que esa cosa ya estaba rota de todas maneras, y que me disculpara no haberla hecho arreglar antes”. Ella es del tipo de persona que ve algo bueno en cada persona que conoce– y esto, dice– ha contribuido a mi ´exito empresarial. A ella genuinamente le gustan los hombres que la visitan, y los hombres a su vez, les gusta Allie m´ as all´a del hecho que tendr´a sexo con ella. Muchas veces le traen obsequios: un certificado por $100 para Amazon.com, una buena botella de vino (luego busca la marca para ver el precio); e incluso, una vez le trajeron una MacBook nueva. Los hombres le dicen palabras dulces y la halagan por su f´ısico o la decoraci´on de la habitaci´on. Los hombres la tratan tal c´omo se esperar´ıa que traten a sus esposas, pero no lo hacen. La mayor´ıa de mujeres que cobran tarifas similares a la de Allie se hacen llamar “damas de compa˜ n´ıa”. Cuando conversa con sus colegas, se llaman simplemente “chicas”. Pero ella no es exquisita. “Me gusta puta, me gusta zorra, me gustan todos los nombres”, dice, “yo s´e qu´e es lo que hago, no voy tratar que se oiga bonito”. Allie mencion´o a alguna de sus colegas que cobran $500 la hora. “Ella

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cree se cree mejor que esas mujeres en la calle que dan una mamada por $100 o que m´ı, pero te digo algo querida, ‘eres de misma tontera”’. Aqu´ı es donde Allie se equivoca. Aunque ella se considera similar a una prostituta callejera, tiene m´ as cosas en com´ un con una mujer ejemplar que con una prostituta callejera. Allie es, esencialmente, una mujer ejemplar que se alquila por hora. Ella no vende sexo, o al menos no s´olo sexo. Ella les vende la oportunidad de tener una esposa m´ as joven, m´as activa sexualmente– sin los problemas ni gastos que esto hubiera representado. Por una par de horas, ella es la esposa ideal: bella, atenta, inteligente, se r´ıe de tus chistes y satisface tus deseos. Ella se pone feliz cada vez que llegas a su puerta. Tu m´ usica favorita ya est´ a puesta y te tiene tu bebida favorita en la mano. Y nunca te pedir´a que saques la basura. Allie dice ser “m´ as liberal” que algunas prostitutas cuando se trata de satisfacer los deseos inusuales de alg´ un cliente. Hab´ıa por ejemplo, un cliente en Texas que le ped´ıa que incorporara a su sesi´on algunos objetos muy extra˜ nos que ´el cargaba en un malet´ın. De todas maneras, ella insiste categ´oricamente que sus clientes usen cond´ on en cada sesi´on. ¿Qu´e ocurre si alg´ un cliente te ofrece un mill´on de d´olares

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para tener sexo sin cond´ on? Allie hace una pausa para reflexionar la pregunta. Luego, haciendo una exhibici´on de un entendimiento profundo de lo que los economista llaman selecci´ on adversa, dice que no lo har´ıa– porque cualquier cliente que ofrezca un mill´ on de dolares por una ronda de sexo sin protecci´on, debe estar los suficientemetne loco, por lo que ser´ıa mejor de evitar a cualquier costo. Cuando empez´ o a trabajar en Chicago, a $300 la hora, la demanda era casi irresistible. Quer´ıa tomar tantos clientes como su cuerpo pudiera aguantar, trabajando casi 30 horas a la semana. Mantuvo el ritmo por alg´ un tiempo una vez que termino de pagar el carro y guardo una reserva de efectivo, continu´ o trabajando pero s´ olo 15 horas a la semana. Pero se empez´ o a preguntar si una hora de su vida era m´as valiosa que otros $300. De todas maneras, una semana laboral de 15 horas produce un ingreso medio anual de $200,000. Eventualmente elevo su tarifa a $350 la hora. Esperaba que la demanda se contrajera, pero eso no sucedi´ o. Entonces, unos meses despu´es, subi´o tu tarifa a $400. Pero tampoco sinti´o alg´ un cambio significativo en la demanda. Allie se puso enoada consigo misma. Claramente, hab´ıa estado cobrando muy poco todo ese tiempo. Por lo menos ahora pod´ıa estrat´egicamente usar su tarifa empleando un poco la discriminaci´ on de precios. A sus clientes favoritos les cobraba la tarifa anterior, y a los clientes que no le agradaban tanto les dec´ıa que su tarifa era $400 la hora– si no quer´ıan pagar, entonces ten´ıa una buena excusa para librarse de ellos. De todas maneras, siempre pod´ıa encontrar nuevos clientes. No tard´ o mucho en elevar nuevamente su tarifa, a $450 la hora, y unos meses despu´es a $500. En un par de a˜ nos Allie hab´ıa subido su tarifa un 67 % y pr´acticamente no hab´ıa disminuido la demanda por ella. Pero el aumento de su tarifa revelaba algo importante: mientras m´as cobraba, menos tiempo efectivo de sexo ten´ıa. A $300 la hora, ten´ıa una fila de clientes que quer´ıan acostarse con ella, y cada uno quer´ıa obtener tanta acci´ on como le fuera posible. Pero al cobrar $500 la hora, a menudo la invitaban a cenar y tomar vino– “ten´ıa cenas de 4 horas que terminaba con 20 minutos de sexo”, dice, “a pesar que sigo siendo la misma chica, visto lo mismo, y tengo las mismas conversaciones que sol´ıa tener cuando cobraba $300.” Pens´ o que tal vez de deb´ıa a una econom´ıa fuerte. Esto era entre el 2006 y 2007, que eran a˜ nos pr´ osperos para muchos de los banqueros, abogados, doctores que ella atend´ıa. Pero Allie descubri´o que muchos de sus clientes era, en argot econ´omico, precio-insensibles. La demanda por sexo pareciera estar desconectada del comportamiento de la econom´ıa. Nuestra mejor estimaci´ on es que existen menos de mil prostitutas como Allie en Chicago. Las prostitutas callejeras como LaSheena tal vez tengan el peor trabajo en Am´erica. Pero para las prostitutas de elite como Allie, las circunstancias son completamente diferentes: altos salarios, horario flexible, y relativamente pocas probabilidades de ser violentadas. El verdadero enigma no es como Allie se hizo prostituta, sino porque no hay m´ as mujeres que escojan esta carrera. Ciertamente la prostituci´ on no es para todas las mujeres. Te tiene que gustar bastante el sexo, y

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estar dispuesta a hacer algunos sacrificios, como no tener un esposo (al menos que el sea muy muy comprensivo o muy muy avaro). De todas maneras estos son peque˜ nos detalles cuando cobras 500 d´ olares por hora. Efectivamente, en alguna ocasi´on que Allie le confi´o a una amiga que se hab´ıa vuelto una prostituta y le describi´ o su nueva vida, unas semanas despu´es su amiga se uni´o al negocio de Allie. Allie nunca ha tenido problemas con la polic´ıa y tampoco espera tenerlos. La verdad es que no se alarmar´ıa si la prostituci´ on fuera legalizada, despu´es de todo, ella puede cobrar tarifas estratosf´ericamente altas, en parte debido a que la prostituci´on no es legal. Allie se ha vuelto una experta en su campo. Fue una empresaria perspicaz quien inicialmente mantuvo su margen de ganancias bajo, controlando la calidad de su producto, aprendi´o a discriminar los precios, y comprend´ıa claramente las fuerzas de mercado. Y adem´as disfrutaba de su trabajo. Pero sabiendo todo eso, Allie empez´o a buscar una forma para salirse. Ten´ıa algo m´as de treinta a˜ nos, y aunque aun era atractiva, ella sab´ıa que su el valor de su mercanc´ıa era temporal. Le daba mucha pena por las prostitutas mayores, que como un deportista viejo, no saben cuando retirarse. (Un atleta, un futuro futbolista del Sal´ on de la Fama, le propuso a Allie un encuentro, cuando ella estaba de vacaciones en Am´erica del sur. Allie lo rechazo, no estaba interesada en trabajar en sus vacaciones.) Tambi´en se estaba cansando de tener una doble vida. Su familia y amigos no sab´ıan que era una prostituta, y no pod´ıa m´ as con el peligro constante de que se enteraran. Las u ´nicas personas con quien pod´ıa estar desprevenida era con las dem´as chicas de las profesi´on, y no eran precisamente sus mejores amigas. Ella ha ahorrado mucho dinero, pero no lo suficiente para retirarse. Entonces empez´o a prepararse para su pr´ oxima carrera. Obtuvo licencia para ser agente de bienes ra´ıces. Y la transici´on entre trabajos parec´ıa bien simple, dado que ambos ten´ıan horarios flexibles. Pero demasiadas personas ten´ıan la misma idea. Las barreras de entrada para ser agente de bienes ra´ıces son tan bajas, que con el m´ as m´ınimo boom inmobiliario, atrae una multitud de nuevos agentes– en los u ´ltimos diez a˜ nos, la membres´ıa para asociaci´ on nacional de Agentes de Bienes Ra´ıces se ha incrementado 75 %– lo que ha deprimido su ingreso medio. Allie se espant´o cuando se dio cuenta que tendr´ıa que dar la mitad de su comisi´ on a la agencia que la contratara. Eso era mucho m´as de lo que un chulo se atrever´ıa a cobrarle! Finalmente, Allie se dio cuenta que era lo que realmente quer´ıa hacer: volver a estudiar. Usar´ıa todo lo que hab´ıa aprendido al manejar su propio negocio, y si todo resultaba, aplicar estos nuevos conocimientos a alguna carrera que pagara terriblemente alto sin tener que usar su cuerpo. ¿Qu´e decidi´ o estudiar? Econom´ıa, naturalmente.

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