El cuadro
Es una oleografía con el busto de Nuestra Señora de los Dolores, con el corazón visible traspasado por siete puñales, en la mano izquierda los tres clavos de la Cruz, y con la derecha estrechando sobre su pecho, la corona de espinas. Es una imagen sencilla, de colores discretos y apagados, con una expresión de gran serenidad, bondad y melancolía; la mirada está llena de dulzura, y unas lágrimas adornan sus mejillas. Una de esas estampas de la Virgen de los Dolores, pero
de gran equilibrio espiritual, sin dramatismos ni impresionismos. Mide 52 cms. de largo y 40 de ancho.
Los primeros testigos del prodigio
Los alumnos internos del Colegio San Gabriel en 1906 eran sólo 36. Estaban entre 10 y 17 años. Durante la cena del 20 de abril de 1906, en la mesa más cercana al cuadro de la Virgen de los Dolores, colgada en la pared a 180 cms. del suelo, estaban tres niños de los que habían hecho
recientemente
la
Primera
Comunión.
Uno
de
ellos,
Carlos
Herrmann hablaba con Jaime Chávez; mirando al cercano cuadro en la pared, notó que la Virgen movía los párpados, los abría y cerraba. Creyó que era una impresión suya, y asustado se cubrió los ojos con las manos. Luego dijo a Chávez: "Ve a la Virgen". Miró también éste, y vio el mismo prodigio. Ambos se arrodillaron entre la mesa y la banca, y rezaron… El hecho se fue corriendo entre los alumnos que reaccionan entre curiosos y devotos. Entre tanto avisan al P. Roesch y el H. Alberti que estaban en el mismo comedor.
Sentido del Milagro de la Dolorosa del Colegio
¿Por qué, aquella manifestación prodigiosa de la Virgen de los Dolores, en su modesto cuadro, ante los internos del Colegio "San Gabriel"? El sentimiento unánime de todo el pueblo creyente, comenzando por los prelados, los sacerdotes, los religiosos, igual que los intelectuales y las gentes sencillas, todos veían que la Virgen Dolorosa quiso mostrar su preocupación, su dolor, por la campaña anticristiana y atea que se abatía
entonces
sobre
la
religiosidad
del
Ecuador;
la
compasión
maternal que la Santísima Virgen quería llamar la atención y defender a los niños, víctimas de la lucha contra la fe. Toda la reflexión ulterior sobre ese prodigio, y sus consecuencias, señalaban que el milagro iba a ser una amorosa y maternal asistencia de la Virgen Dolorosa en favor de los niños en grave peligro.
Efectos del prodigio
La fe del Ecuador se iluminaba de nuevo y renacía el entusiasmo por mantener y defender la educación cristiana de la niñez y juventud. El Liberalismo anticlerical amainó velas. Las leyes y los gobiernos recuperaban el respeto a la Iglesia y su presencia en la vida del Ecuador. El sectarismo disminuía. El amor y devoción a la Dolorosa no sólo se mantenía, sino que iba creciendo, y cada año, en la Novena a la Dolorosa, y el 20 de cada mes, estallaban la fe y el amor a la Virgen del Colegio. Desde aquel bendito 20 de Abril de 1906, la historia del Ecuador y de tantos corazones, se llenó de María. La espiritualidad de los jesuitas del Ecuador quedó impregnada por la devoción a la Madre Dolorosa, devoción que ha marcado también a los alumnos de nuestros Colegios y en general a los católicos del Ecuador.
Patrona de la educación
En 1956 se celebraron las bodas de oro del Milagro. Por decreto pontificio de Pío XII, se concede la coronación canónica de la Dolorosa del Colegio. Más tarde Juan Pablo II la declara Patrona de la educación de la juventud. Hoy es la Patrona de la educación.