La escuela de retórica
INTRODUCCIÓN: Con la capacidad de la buena expresión oral podrías abrirte puertas tanto en el Senado como en el foro, los tribunales etc. El ciudadano romano será un acérrimo partidario de los estudios de retórica conociendo a fondo el poder y el valor de la oratoria. La cultura clásica es una cultura eminentemente oral, por ello la oratoria ocupaba un lugar reconocido entre la vida pública y su valor se extendía en los tribunales (discursos judiciales), en el foro (discursos políticos) y en algunas manifestaciones religiosas (elogios fúnebres). El pueblo romano, extraordinariamente aficionado a los discursos, sabía valorar y aplaudir a los oradores brillantes, e intervenía en las discusiones entre las distintas escuelas y tendencias.
DEFINICIÓN: Tanto retórica como oratoria se definen como la posesión de la excelencia que capacitaba en el dominio del lenguaje, una habilidad que permitía argumentar, persuadir y mostrar todas las caras de una cuestion. Solamente accedían a esta escuela los nobles. METODOLOGÍA DE LA ESCUELA DE RETÓRICA: Estudiaban bilingüe y tambien filosofía y derechos romanos. La enseñanza superior se impartía en las escuelas de retórica El rethor era el encargado de la educación básica enseñando la técnica oratoria así como el sistema de reglas y procedimientos tradicionales En las escuelas de retórica los alumnos componían, memorizaban y recitaban los discursos. El rethor era el encargado de supervisar la entonación, la pronunciación, los gestos, el grado de persuasión del contenido… Estos ejercicios se denominaban: Suasoriae: para los principiantes, eran discursos ficticios y orientados a completar la capacidad de desenvoltura del alumno. Controversiae: eran prácticas oratorias (debates entre alumnos) de nivel mas avanzado de contenido jurídico. Los ejercicios practicados contribuían a desarrollar la agilidad mental, la facilidad de palabra y la capacidad dialéctica del alumno preparándolo para argumentar de la manera mas segura posible. La importancia de la oratoria queda reflejada en la costumbre de redactar de nuevo y publicar los discursos ante el público.