Foro TV, un canal para el círculo rojo

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Foro TV, un canal para el

cĂ­rculo rojo Por RaĂşl Trejo Delarbre


Ilustraci贸n: el chavo


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Más dudas que expectativas: de esa manera se puede apreciar al nuevo canal de noticias de Televisa. Los directivos de ese consorcio dicen que quieren participar del “nicho de mercado” que ha ocupado Milenio Televisión. Pero si el propósito de ese nuevo espacio es antes que nada hacer negocio, resulta descabellado que Televisa quiera ganar dinero con una fórmula similar a la que hace menos de una década tuvo que desechar, precisamente, por problemas financieros. Los motivos de Foro TV, como se denomina al nuevo canal, son oscuros. Su desempeño, de cualquier manera, estará sujeto al escrutinio de los televidentes desde este lunes 15 de febrero, cuando comience a transmitir. Si los directivos de Televisa quieren competir con Milenio Televisión, que desde hace algo más de un año ofrece contenidos noticiosos distintos a los que suelen exhibir las grandes cadenas, tendrían que conferirle al nuevo canal libertad editorial y creatividad de las que suelen carecer sus noticiarios. Allí se encontrará, muy previsiblemente, la debilidad principal de Foro TV. La producción colorida, los enlaces satelitales, el sofisticado respaldo acústico o la promoción en los canales de televisión abierta no sustituyen al ingrediente indispensable con que se hacen los buenos noticiarios. Ese componente es, valga la obviedad, el periodismo. Para hacer periodismo de calidad se requiere decirle a las cosas por su nombre y luego ir más allá, indagando y poniendo las noticias en contexto. Sin que sea paradigma de periodismo audiovisual, en Milenio Televisión hay un esfuerzo de búsqueda, tanto en contenidos como en la manera de presentarlos, que no se advierte en Televisa y mucho menos en Televisión Azteca. La fórmula que tanto éxito le dio a CNI Canal 40 –y que a la postre contribuyó a esa forma de censura del gobierno foxista que fue la indiferencia ante las trapacerías de Televisión Azteca contra ese proyecto– es desplegada, en un momento y en condiciones diferentes, por los periodistas de Milenio. Para competir con ella, el nuevo canal tendría que contar con características muy distintas a las que han sido inherentes al manejo de las noticias en Televisa.

Eco, una “empresa política”

El comienzo de Foro TV recordará inevitablemente aquel 1 de septiembre de 1988 cuando, a las seis de la mañana, Jacobo Za-

Los noticiarios de Televisa difícilmente ofrecerán un periodismo del todo profesional mientras se encuentren sujetos a los intereses de una empresa que utiliza la información como instrumento de negociación política

bludovsky inició las transmisiones de Eco, una aventura informativa que sus creadores suponían perenne: “En este momento comienza sus labores Eco, la primera estación de televisión en el mundo con un servicio de noticias en español las 24 horas del día”. Las transmisiones de Eco nunca se interrumpirán, se ufanaba Zabludovsky, promotor junto con Miguel Alemán Velasco y Emilio Azcárraga Milmo de esa versión mexicana de la CNN. El canal de noticias creado por Ted Turner había cumplido ocho años y era referencia indispensable en el panorama internacional. Los fundadores de Eco buscaban un perfil propio, apuntalado en la lengua común de los televidentes y anunciantes a quienes buscaban interesar en toda Hispanoamérica. Llegó a tener 82 corresponsales y se le podía ver en sistemas de cable en docenas de países, pero era notoria la escasa publicidad que incluía. Difundido sobre todo en televisión por cable, Eco sirvió además para rellenar los horarios de madrugada en El Canal de las Estrellas y en sus inicios se le promovió con mucho bombo en la cadena Univisión en Estados Unidos. Eco duró menos de 13 años. El 17 de abril de 2001 Televisa anunció que una semana más tarde suspendería las transmisiones de ese canal. Para entonces, contaba con 230 trabajadores y unas finanzas absolutamente desbalanceadas. En 2000, Eco había tenido gastos de operación por 22 millones de dólares e ingresos únicamente por 3.5 millones de dólares (etcétera, mayo de 2001). Entonces se dijo que Televisa nunca había buscado que Eco fuera negocio, al menos en el terreno financiero. Una fuente anónima le confirmó a La Jornada del 18 de abril de 2001: “No funcionó desde un principio; se sostuvo porque le daba credibilidad al proyecto informativo de Televisa frente a su público, pero a nivel comercial los anunciantes nunca respondieron”. Álvaro Cueva, comentarista de asuntos de televisión, escribió entonces que Eco era símbolo del éxito global de Televisa: “Emilio Azcárraga Milmo y Jacobo Zabludovsky diseñaron el primer sistema informativo en español para demostrar la supremacía de Televisa en el mundo, no para hacer negocios ni para inflar sus chequeras” (Milenio, 22 de abril de 2001). La ostentación, que constituye una forma de simulación, era parte del estilo de negocios de Televisa y allí es donde se encontraba la utilidad que Eco tenía para el entonces propietario de ese consorcio. Los autores de


El Tigre, la espléndida biografía de Azcárraga Milmo —padre de Emilio Azcárraga Jean, actual presidente de Televisa— recuerdan que para ese personaje “era importante que México tuviera presencia en cada rincón del planeta. En parte, también, se trataba de orgullo personal, de saberse presente en la mitad del mundo. Es difícil creer, sin embargo, que por razones nacionalistas, o de orgullo, un hombre de negocios admitiría asumir una sangría financiera permanente” (Claudia Fernández y Andrew Paxman, El Tigre. Emilio Azcárraga y su imperio Televisa. Grijalbo, México, 2000). Para esos autores, desde que lo planeó Azcárraga sabía que el canal de noticias “no sería una máquina para hacer dinero; sería una empresa política”.

hechos, es uno de los rasgos del periodismo mexicano en todos los formatos y determinó el estilo de Eco. En aquel proyecto, cada hora se repetía un segmento de informaciones presentadas por distintos conductores. Fernández y Paxman recuerdan que la mayor parte de ellos, aunque había excepciones, “era inexperta y con un entrenamiento muy pobre. En general los elegían porque eran atractivos, pero algunos lucían totalmente asustados”.

Periodismo ceremonial

Si el Eco que fue orgullo de Televisa durante las últimas dos décadas del siglo XX tenía ambiciones globales pero lastres oficialistas, los noticiarios que actualmente difunde esa empresa siguen padeciendo fuertes carencias profesionales pero, sobre todo, las restricciones que les imponen los intereses de los propietarios. Televisa sigue utilizando los noticieros para defender sus negocios e incluso para amagar políticamente a sus competidores. No ha transcurrido mucho tiempo desde que, a fines de 2006, Televisa y TV Azteca se coaligaron para difundir reportajes en contra de las empresas que distribuyen medicamentos a las farmacias. La súbita preocupación por ese tema no se debía a la inquietud de tales corporaciones por la salud de los mexicanos sino a que el Grupo Saba, aliado con la empresa estadunidense Telemundo, le había solicitado al gobierno federal que abriera una licitación de frecuencias para una nueva cadena de televisión nacional. El Grupo Saba tiene fuertes intereses en el negocio de la intermediación de medicamentos y, al golpearlo en ese terreno, Televisa y Azteca lograron disuadirlo para que no se metiera en sus terrenos. Los dichos siguen imperando por encima de la difusión y, más aún, la explicación de hechos en esos noticiarios. Las declaraciones de funcionarios gubernamentales llenan tales espacios pero ahora también aparecen como parte de la publicidad, pagadas por gobernadores, secretarios de Estado, presidentes municipales y directores de variados organismos que coinciden en su avidez para comprar —desde luego con recursos públicos— unos segundos de fama en El Canal de las Estrellas. La publicidad política se ha convertido en fuente muy importante de ganancias para Televisa. En ocasiones la empresa premia con otras apariciones en distintos programas a

Más allá de la posibilidad de que Eco fuera sintonizado en las principales ciudades hispanoamericanas, es difícil considerar que significara beneficios sustanciales para la imagen de Televisa. Sus audiencias, como las de todo canal en cable o que solamente se difunde en señal abierta durante horarios marginales, eran escasas. Eso se debía, entre otras causas, a que el sesgo que imponía su origen mexicano propiciaba que Eco no resultase atractivo en otros países. Los colombianos, por ejemplo, quieren que las noticias acerca de su país las lean compatriotas suyos y no conductores de otra nacionalidad. Y en México, la gente prefería mirar los noticiarios de la televisión abierta en vez de sumergirse en los repetitivos contenidos de Eco. En ese canal era especialmente notorio el déficit periodístico que experimentan los noticiarios de la televisión abierta de nuestro país. La mayor parte de las notas contienen declaraciones de funcionarios, o de otros personajes públicos, habitualmente sin contexto ni esfuerzo alguno para ofrecer una información más diversificada. El periodismo de investigación prácticamente no existe en la televisión mexicana. Para la mayor parte de productores y reporteros, periodismo de investigación es el que ocupa varios minutos y no solamente algunos segundos, o el que resulta de recoger las declaraciones de dos o tres y ya no sólo de un informante. Algunos reporteros de Televisa se esfuerzan llegando con cámaras y micrófonos a sitios inhóspitos o a zonas de desastre, pero muy pocos de ellos han tenido experiencia auténticamente reporteril indagando antes de recoger una declaración, buscando fuentes que ofrezcan versiones adicionales de los acontecimientos, rastreando en archivos y bases de datos, ganando noticias y no solamente transmitiéndolas. El valor fundamental que la televisión comercial mexicana imprime a sus noticias se encuentra en el escándalo para capturar la atención de los televidentes o, en otros casos, en la recreación acrítica de la visión oficialista de los acontecimientos. Alocuciones conmemorativas, inauguraciones de obras públicas, visitas de funcionarios o declaraciones hieráticas, forman parte de los asuntos más difundidos en esos noticieros. Cuando hay notas que rompen esa monotonía suele tratarse de acusaciones o cuestionamientos –cuanto más ríspidos, más telegénicos– que los políticos se hacen unos a otros. Ese estilo, fincado mucho más en la declaración que en los

Panegíricos y ocultamientos


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Discusión, ¿y reflexión?

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Ese periodismo les interesa cada vez menos a los televidentes mexicanos. En mayo de 1998, el rating nacional del noticiario estelar de Televisa era de 21.5 puntos. Una década más tarde, en mayo de 2008, el rating de ese noticiario había descendido a 5.04 puntos, según los reportes de Ibope. Todos los programas de la televisión abierta han experimentado caídas de audiencia pero los noticiarios constituyen una de las zonas más desairadas de la programación de las televisoras. Televisión Azteca ha intentado paliar ese desplome con un manejo desfachatadamente sensacionalista del contenido de sus noticiarios. En Televisa la búsqueda de audiencias ha sido errática. Foro TV es una de las soluciones que propone esa empresa para reactivar el interés de los televidentes. El nuevo canal de noticias de distingue más por su oferta en el terreno de la opinión que en el de la información. Foro TV no aspira a coberturas globales como las de Eco, sino a una televisión más involucrada en temas que afectan directamente a sus espectadores. Habrá muchas mesas redondas pero es de dudarse que sean espacios de reflexión y no solamente de opinión. Al formato habitualmente restrictivo que la televisión suele imponer al análisis y la discusión, se añadirán los

fotografía: eduardo loza

los personajes políticos que derrochan recursos fiscales para alquilar espacios en sus canales. La promoción del gobernador Enrique Peña Nieto amalgama el empleo de abundante dinero público y el interés de Televisa para apadrinar a ese precandidato presidencial. El periodismo que resulta de ese repertorio de intereses enfrenta una competencia cada vez mayor en otros estilos y recursos televisivos. Eco nunca pudo acercarse a la presencia global pero tampoco a la independencia editorial de CNN. Los noticiarios de Televisa, hoy en día, difícilmente ofrecerán un periodismo del todo profesional mientras se encuentren sujetos a los intereses de una empresa que utiliza la información como instrumento de negociación política. El reciente lunes 1 de febrero, por la noche, el país ya se había indignado y conmovido con el asesinato de 16 jóvenes en Ciudad Juárez. Los diarios de esa mañana y la radio durante todo el día se ocuparon de este tema. Sin embargo, en el noticiario estelar del Canal 2, que conduce Joaquín López Dóriga, la matanza fue soslayada. En el resumen inicial fueron mencionados cuatro temas: las inundaciones en diversos sitios del país, la averiguación del atentado contra el futbolista Salvador Cabañas, la búsqueda policiaca del agresor y las declaraciones racistas de un diputado del PRD. Ni una palabra al crimen en Juárez, que era el asunto más relevante en muchos días. Solamente cuando el noticiario llevaba 41 minutos y medio de transmisión, fue presentada una breve nota sobre los asesinatos en aquella ciudad fronteriza. El arrinconamiento que hizo Televisa de los hechos en Ciudad Juárez no fue resultado de un descuido, ni pudo haber surgido de una decisión personal de López Dóriga. Esa ausencia solamente tiene que haberse originado en una decisión expresa de los directivos del consorcio que quizá –la especulación es inevitable a falta de más información– pretendieron ayudar al gobierno federal escondiendo esa noticia.

Estudio del nuevo canal de Televisa, Foro TV. Se podrá ver, a partir del lunes 15 de febrero, por los sistemas de paga Cablevisión y SKY.

recelos de Televisa para promover y respetar intercambios auténticamente plurales. Los programas de análisis, que nunca tuvieron presencia abundante, desaparecieron hace rato de las pantallas de Televisa. Hay espacios como Tercer Grado, que ofrece un interesante espectáculo en donde opinan los conductores de varios noticieros pero sin contraste con otros puntos de vista y en horarios inaccesibles a la mayoría del público. Algo similar puede suceder con Foro TV. Aunque tuvieran márgenes eficaces para expresarse con libertad, las voces que allí comparezcan estarán confinadas al ámbito de un canal de televisión restringida que solamente


puede ser visto, en el caso de que deseen sintonizarlo, por uno de cada cuatro mexicanos. El interés de Televisa para abrir ese espacio de noticias y conversaciones está acotado por las prioridades que asigna al espectáculo y la estridencia. En El Canal de las Estrellas habrá la misma programación de siempre. Foro TV será, en el mejor de los casos, un gueto para el círculo rojo que conforman los televidentes ya interesados en esa programación. Los promotores de Foro TV emplearán de manera intensa recursos de interacción digital como Twitter. Aparentemente esas tecnologías podrían dotar de frescura y participación a los nuevos noticiarios. Pero quizá se olvida que las redes sociales funcionan en espacios acotados por los intereses de quienes las integran y son, por ello, contradictorias con el espacio abierto de un medio de comunicación convencional.

Mientras más Twitter haya, los contenidos de Foro TV estarán más circunscritos al interés de unos cuantos grupos. Y así como en Twitter el intercambio es precario porque tiene que ceñirse a los 140 caracteres que puede alcanzar cada mensaje, es altamente posible que en Foro TV las opiniones estén constreñidas al empobrecedor formato tradicional de la televisión: más retórica que información, frases contundentes y no explicaciones puntuales, escasas oportunidades para la argumentación, réplica comprimida por los segundos antes del corte. ¶


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