Folleto 86 zambrano unturbe

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zambrano unturbe

Una instalación fotográfica realizada por Javier Herrero Valle Comisariada por Susana de Andrés, Rodrigo González y Marifé Santiago Ochenta y seis alumnas del Campus María Zambrano en Segovia

Según Aumont, el fotógrafo François Soulages decía que la “gran foto” es la que “reconoce su incapacidad para captar el rostro, y obliga a verlo de otra forma”. La exposición 86 Zambrano-Unturbe provoca a nuestra mirada, y lo hace con la semejanza, con el juego creativo de forma y sentido. Se encuentran semejanzas cuando hay búsqueda de categorías, en la indagación de líneas de continuidad. Pero semejanza no es igualación, por eso el trabajo serial de Herrero Valle es fotografía funambulista en el difícil equilibrio de provocar confusión entre rostros, y a la vez expresar la individualidad absoluta. Con la magia fotográfica rompe y obvia la distancia del tiempo y su brecha tecnológica.Y expresa continuación. Sugiere proximidad. Albergada en el escenario de la casa del saber, la exposición de Herrero Valle ficcionaliza al entregar un rol a las retratadas por él: el de seguidoras, imitadoras y reconocedoras de la retratada por Unturbe. Y entrega guión y desenlace a María Zambrano, sobre esa sensación vital suya que describía como la “presión del futuro que viene a nuestro encuentro”. Barthes, en La cámara lúcida, encontraba en la fotografía de retrato “el deseo obstinado de encontrar en ella un parecido absoluto, completamente íntimo y personal, que va más allá de la apariencia física y alcanza a la persona misma”. Así ocurre que en estos retratos no hay modelos, sino personas. Algo logrado con una distinción estética, es decir, desde la mirada del artista. Si el retrato buscaba la verdad, hay aquí una aproximación a la verdad simbólica, más que a la psicológica; un deseo obstinado de encontrar un parecido íntimo y personal entre los rostros de un ágora y el de la pensadora; entre la actitud y promesa de ser estudiante en este campus y la actitud y promesa de un pensar desde la razón poética. La exposición 86 Zambrano-Unturbe crea un camino, una senda transitada ya por 87 pasos, porque señala una luz. Y hacia una luz, dejamos de ser errantes. La “iluminación”, no sólo es la clave técnica de estas fotografías, sino la clave intelectual, por señalar en una dirección, en un sentido y un fin. “Son los caminos los que crean una cultura” María Zambrano

[…] estos signos nos conducen, nos reconducen más bien, a una paz singular, a una calma que proviene de haber hecho en ese instante las paces con el universo […] María Zambrano: Claros del bosque

Susana de Andrés del Campo

Marifé Santiago Bolaños

A veces la primavera se adelanta sembrando de sus misterios luminosos el territorio del olvido. Las huellas fértiles de la tierra y los pasos de lo seres humanos por los caminos del mundo desvelan, entonces, bosques de rostros y palabras que llegan del territorio del Amor y la Belleza. Bosques o laberintos de los que se sale, tan solo, cuando se sigue la clara estela del Poema: hilos de testimonios que la fotografía teje y entrega en la imagen de un perfil de mujer. Pero lo que alumbra esa imagen es su pensamiento sintiente, por eso la mirada, por eso el gesto. Por eso la reiteración del instante detenido en el texto fotográfico. Javier Herrero –Ariadna, Teseo y Minotauro- ofrece su talento para que sea guía en esta delicada e inquietante celebración de la memoria. Toma entre sus dedos la cámara que, como una mariposa de aceite encendida, se posa sobre la fotografía de María Zambrano que realizara Unturbe, también en Segovia, en una adolescencia, en una incipiente juventud de la filósofa guardada entre las cartas que ella escribió a Gregorio del Campo en la década de los años veinte del Novecientos. El hallazgo de tal tesoro escondido inspira a Javier Herrero la intuición poética de esta exposición. Y así, un grano de trigo, entre los brazos de la luz y de la oscuridad, entre los brazos del tiempo y la memoria, se harán pan de compañía, como en los cultos de las diosas antiguas. …Para que tantas mujeres –simbólicas- como años –simbólicos- vivió María Zambrano regalen la digna continuidad de la mejor memoria. Para que nadie tema compartir su vida, sus relatos, sus sueños. Para que la historia sea presencia palpitante y las muchas existencias tengan su sitio de la felicidad. Para que los rincones acaparados por el grito se apaguen en la delicadeza del susurro. Para que los bosques sean intimidad y refugio de amantes y maravillosas ilusiones aun por nacer. Para que una paz singular, invencible… Para que Javier Herrero y sus ochenta y muchas luciérnagas poéticas…

Ágora del Campus María Zambrano Universidad de Valladolid Paseo del Alto de los Leones de Castilla 1, Segovia Del 7 al 31 de Marzo. Lunes a Viernes de 9 a 21 h.

Toda obra parte de un concepto y una apariencia. En esta instalación, el corpus está representado por la memoria de un recuerdo, de una presencia: la de María Zambrano. La estética está configurada por la fotografía pictorialista de Jesús Unturbe. Filosofía y poesía. Poesía hecha imagen, formada por luz, pero, sobre todo, por sombras. Partiendo del retrato de Unturbe llegamos a “refotografiar” estas 86 obras que junto a la obra original forman una sola instalación. No hay 86 fotografías, son todas una. La iluminación minimalista y la captura tranquila desde el trípode se vuelven a repetir (casi cien años después). Son exposiciones lentas, previsualizando la luz, sin más artificios que un par de fuentes de luz contínua. Medios y forma similares a los de Unturbe. Retratos de perfil: no hablamos con ellas, hablamos de ellas, de su relato y de su historia. Ajenas al observador, nos llevan todas a una vida de creación y exilio, de lejanía y de humanismo. Retratos en cierto modo renacentistas, para la constitución de una nueva forma de mirar y de representar el espacio. Momento histórico que nos enseñó a mostrar el mundo con orden. Para componerlo dentro de los cuatro lados de una imagen, a sus límites. Bordes que, lejos de acotar, nos ayudan a protegerla del caos visual que nos desborda. Fotografiar a las 86 mujeres, alumnas del campus que lleva su nombre, hace que sea consciente de mi subjetividad, de mi individualismo. En buscar no solo la mirada de Zambrano y la que su autor moldeó con luz y palabras, sino encontrar también, la mía. Un fotógrafo no hace retratos sin estar él también retratado en cierta forma. Un retrato es siempre obra del autor, nunca totalmente del modelo. Reflejo de querer ver en el retratado su propia mirada. De querer ver en ellas, las inquietudes y anhelos de la joven María. Todas miran ahora como María miró. Posando con una luz tan escasa y a la vez tan sutil. Una luz fundamental que ojalá nos alumbre a todas y todos de nuevo. Javier Herrero Valle


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