El Fenomeno del Niño

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Díaz & Ortlieb anotan sin embargo que en el caso de los choritos la gran mortandad parece estar más relacionada con las marejadas a que da origen el fenómeno que con la elevación en la temperatura del mar 110. En la costa peruana parece no haberse reportado nada en relación con las focas. En las islas Galápagos, sin embargo, se ha probado que las poblaciones de esa especie disminuyeron sensiblemente como consecuencia del evento de 1982–83 111. En sentido contrario, la presencia de aguas más cálidas atrae transitoriamente hacia las costas peruanas especies marinas de hábitat típicamente tropical, tanto de peces como de moluscos, ninguna de las cuales resulta sin embargo todavía susceptible de explotación comercial. Entre los moluscos que ingresan no parece estar, no obstante, el tan afamado Spondylus (spondylus princeps). Según Díaz & Ortlieb, no ha sido comprobado que esta famosa y mítica especie haya vivido al sur de Ecuador y Tumbes en los últimos 10 mil años (Holoceno) ni en el período anterior (Pleistoceno Superior) 112. Finalmente, algunas especies de moluscos locales muestran un gran incremento poblacional durante el fenómeno. Destacan sin duda los casos de la concha de abanico (Argopecten purpuratus) y del caracol marino (Thais chocolata), que permiten incluso un boom comercial. Así, el fenómeno de 1982–83 dio paso a una captura “40 veces mayor que en épocas normales”, del primero, y a un aumento de 500% de la extracción comercial del segundo 113 . En el mismo sentido se ha comprobado que “como nunca” 114 prosperan los pinzones (aves) en las islas Galápagos.

Las advertencias del fenómeno vienen del oeste Resta sin embargo que explicitemos dos consideraciones de gran importancia. Por obvio que resulte, la primera puede formularse sintéticamente con la frase “las advertencias del fenómeno vienen del oeste”. En efecto, gestándose en el Pacífico Occidental (Oceanía), es allí donde empiezan a manifestarse los primeros indicios, que sólo meses más tarde se hacen ostensibles en las costas sudamericanas, pero en particular en Ecuador y Perú, a miles de kilómetros de distancia. El Gráfico N° 15 (en la página siguiente) resulta muy elocuente. Corresponde al fenómeno océano–atmosférico de 1982–83, el más grave de los últimos siglos y, aparentemente al menos, un caso paradigmático. En el gráfico se ha representando las tres manifestaciones que hasta la fecha asoman como las más evidentes y significativas: las anomalías de diferencia de presión atmosférica entre Darwin y Tahiti, que se expresan en el Índice de Oscilación Sur (IOS), las anomalías en la elevación del nivel del mar y, finalmente, los anómalos incrementos de la temperatura superficial del mar. Corresponde sin embargo hacer tres aclaraciones previas al análisis. En primer lugar que, para facilitar la explicación –y hacer más patética la evidencia–, la curva del Índice de Oscilación Sur se ha colocado invertida (la convexidad debería quedar hacia arriba, en tanto los valores absolutos del IOS son negativos y deberían figurar pues debajo del 0). En segundo lugar, debe reconocerse que no es precisamente lo más acertado presentar

EL NIÑO – LA NIÑA: El fenómeno océano–atmosférico del Pacífico Sur, un reto para la ciencia y la historia • Alfonso Klauer

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