GANADORES CONCURSO LITERARIO

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Ganadores y finalistas CONCURSO LITERARRIO Biblioteca IES S谩nchez Lastra Recopilaci贸n de las descripciones seleccionadas en el concurso 2009-2010


CONCURSO LITERARIO BIBLIOTECA IES”SÁNCHEZ LASTRA” CURSO 2009 -2010 MODALIDAD TEXTUAL: DESCRIPCIÓN (Dentro del proyecto “¿Qué vemos cuando miramos?”) NIVEL: 1º Y 2º DE ESO


GANADORA

El camino, bordeado de pequeños árboles que han perdido sus hojas parece mucho más hermoso con ella a mi lado. Su mano, pequeña, frágil, se sujeta con fuerza a la mía, que parece demasiado grande de pronto. Lo mira todo con curiosidad, señala cada pájaro como si jamás hubiese visto uno. Sonríe, encantada, cada vez que pasamos cerca de un charco, esperando que la coja en brazos para saltarlo. Se siente volar, supongo, como los pájaros. Sonrío yo también, inevitablemente nostálgica. Todos dicen que se parece a mí, pero yo la veo mucho más hermosa. Su pelo rizado, que parece agitarse como un par de alas. Sus ojos, que revolotean como los pájaros a los que pretende imitar, mirándolo todo, que se clavan en mí esperando siempre un por qué, y brillan de esa forma tan especial que la hacen única; radiante, como una estrella nueva. Su rostro, teñido con un ligero rubor es fresco como una gota de lluvia. Un enorme pastor alemán viene hacia nosotras, ladrando. Ella corre, asustada, a refugiarse en mis brazos. Me siento repentinamente protectora. Ella depende de mí. Yo debo protegerla. Se aferra a mi pelo llorando. Le gusta su olor, percibo. La calma. Su pequeño cuerpo es cálido contra el mío; siento el roce de la lana de su chaqueta contra la piel. Beso su rosada mejilla y le susurro un secreto al oído. Ríe, con una carcajada cristalina, que enciende de nuevo esa chispa de ilusión, esa luz de la inocencia que se aloja en sus ojos que, de pronto, parecen muy grandes. Siento que me sumerjo en ellos, me veo como ella me ve. Grande, alta, fuerte. Me susurra al oído su propio secreto. Río. “Te quío”… Te quiero … Me quiere. La quiero.

MOONY MOONLIGHT (ANDREA ABELLO COLLADOS 1º ESO B)


GANADOR

Amanece en Llastres Me asomé a la ventana. El sol asomaba a regañadientes entre la ligera bruma matutina que cubría el horizonte. Algunas nubes con formas caprichosas arropaban al sol en su salida, mientras otras corrían por el cielo empujadas por el viento del nordeste. Cientos de gaviotas revoloteaban en el cielo y con sus ásperos graznidos anunciaban la llegada del nuevo día. Dirigí mi mirada hacia el muelle, donde aún seguían encendidas las farolas, que, incansables, ayudaban en su tarea a los pescadores, que desde el muro echaban sus cañas al agua con la esperanza de obtener su recompensa. Algunos afortunados ya subían por la cuesta del muelle con sus calderos repletos de chipirones que iban a suponer un suculento bocado en la cena de esa noche. Desde mi ventana se oía el rugir de los motores de las lanchas que perturbaban la tranquila salida del sol. A su alrededor, los marineros afanosos preparaban los últimos aparejos antes de iniciar la partida hacia el duro destino que les reservaba cada día la mar. Todavía se podían ver algunos marineros, que desde el bote intentaban alcanzar su lancha. Preparé mis aparejos y bajé al Escanu para ayudar a mi abuelo en su afición, la pesca del pulpo. Mientras bajábamos, Joaquín, un amigo de mi abuelo, nos adelantó con su moto y nos saludó. El sol ya está en lo alto. Amanece en Llastres.

“MANÍN” (PABLO RONCERO FERNÁNDEZ 2º ESO B)


FINALISTA

¿Qué vemos cuando miramos? ¿Qué vemos cuando miramos? Vemos un mundo lleno de conflictos, guerras y crisis económicas, también vemos un cambio climático acercándose, vemos países llenos de gente sin casa, sin comida, vemos unos líderes políticos que no hacen nada para resolver problemas, vemos árboles talados, vemos armas que pueden destruir ciudades enormes en un segundo, vemos enfermedades que no tienen cura, vemos familias destrozadas por la guerra, por explosiones nucleares, vemos piratas modernos, vemos animales en peligro de extinción, vemos muros que se levantan....Pero también vemos muros que se derriban, animales extraordinarios, vemos un mundo cada vez con mas lógica, vemos un mundo con democracia, un mundo sin o con pocos dictadores, un mundo cada vez con menos guerras, menos intentos de dominar el mundo, de formar un Imperio, vemos un mundo libre, lleno de amor hacia los demás, vemos un mundo con energías renovables, vemos un mundo lleno de misioneros, y gente que da su vida por los demás, vemos también que cada vez menos gente es muy rica, y que en los países desarrollados hay menos pobres, vemos que los deportistas se comprometen con las ONGs, vemos cada vez menos resentimiento hacia los perdedores de las guerras. Vemos un mundo azul y verde, vemos gente que es feliz con poco. En definitiva, vemos un mundo extraño y peligroso, pero a la vez agradable. Vemos un mundo en el que merece la pena vivir.

GHOST (DIEGO RODRÍGUEZ PRIETO 2° ESO B)


FINALISTA

JOLIE Y YO Un sentimiento es algo difícil de describir pero, hacer que experimentes mi sentimiento describiéndotelo, es más complicado aún. Yo lo intentaré. Soy una chica de 12 años, con una vida normal y sencilla, excepto por una cosa, monto a caballo. Puede pareceros algo habitual, pero no lo es. Además de montar, que ya es una sensación muy bonita, compito con mi poni en salto de obstáculos; esto último es fantástico, maravilloso, estar en el aire, sentirte libre... Intentaré transmitíroslo con una corta explicación: El primer paso antes de saltar es calentar al caballo, primero al trote, luego al galope... Para mí es mucho más que eso, es mi momento de concentración y unión en un ser con el caballo. Para ello tengo que estar atenta y no descuidarme. Así conseguiré anticiparme a los movimientos del equino. Es un momento esencial e imprescindible. El segundo paso, cuando ya estáis el caballo y tú preparados, es comenzar a SALTAR. Te pones a galope y haces una vuelta fácil y rápida para dirigirte al salto. En esos momentos sientes seguridad y complicidad con el animal. Pero, a medida que te acercas al salto, el corazón se acelera y los sentimientos se transforman en duda y un poco de miedo. Delante del salto tienes que tomar la gran decisión: saltar, continuar adelante o parar. Yo siempre escojo la primera opción. El caballo bate en el suelo y se eleva en el aire; es una sensación peligrosa pero, en esas décimas de segundo en las que estás allí encima volando, sientes algo extraño pero fantástico a la vez, se funden adrenalina, vértigo y libertad; eres libre en ese momento en el que sólo oyes la respiración entrecortada de tu caballo que se da cuenta, a través de tu postura inclinada hacia delante, de que no está solo en esta difícil orden que le das con tus piernas apretadas. Cuando nos recibimos del salto, las sensaciones deben enfriarse porque nos espera un nuevo obstáculo.

GAUDINA (MÓNICA SUÁREZ PIZARRO, 1º ESO B)


FINALISTA

Lo que vemos cuando miramos es muy variado. Yo, por ejemplo, miro a mi alrededor y veo un precioso paisaje verde bañado por un leve rocío sobre las coloridas flores y las rojas manzanas. A veces, es posible observar alguna pequeña capilla a lo lejos, o quizás una casa de piedra. También se puede ver a una pequeña liebre o, con suerte, una ardilla corriendo de árbol en árbol. En la distancia puedes observar a un pequeño pueblo con su iglesia sobresaliendo sobe los demás edificios. Rara vez se oye a un coche o a una moto pasar por algún camino de alrededor. Si miras a algún monte cercano, con certeza verás un precioso prado y, con suerte, una yegua con su potro pastando de la verde hierba. A lo lejos, unas grandes montañas, nevadas casi todo el año; y si miras con atención quizás seas capaz de ver algún pueblo o si miras muy bien una casa de algún pastor. Y,no, señores, no; no estoy describiendo ningún paisaje inventado, sino la belleza de un paisaje asturiano.

LA LETRA (JORGE DEL CUADRO CASTRO 2º ESO B)


CONCURSO LITERARIO BIBLIOTECA IES”SÁNCHEZ LASTRA” CURSO 2009 -2010 MODALIDAD TEXTUAL: DESCRIPCIÓN (Dentro del proyecto “¿Qué vemos cuando miramos?”) NIVEL: 3º Y 4º DE ESO


GANADOR

A las dieciocho horas por el dique de Levante

La invernal brisa fresca del mar, acariciaba mi piel como si intentara congelar la belleza de ese acaramelado momento, parecía más, como si esa brisa hubiera desecho los lazos del tiempo en aquel lugar, en aquel preciso instante. En mi mente solo se encontraba una imagen. Era nítida, ya la había observado en muchas ocasiones a lo largo de mi corta vida, pero cada vez que acudía a verla parecía más especial aún, como si se tratara de la primera vez que la veía. El antiguo dique de la ciudad me servía como lugar de reposo, porque ver como aquellos pescadores se pasaban de sol a sol haciendo su labor, era relajante. Es posible, que en alguna ocasión me haya dejado llevar por la emociones y haya pernoctado en ese dique. A mi nariz venían olores del mar, al pescado que esos hombres capturaban con sus antiguas cañas de pescar, y que los entendidos felinos callejeros de nombre gatos, les lograran arrebatar un parte del preciado botín, del que luego él y su familia vivirían. Era un olor ameno, pero de tanto probar su deliciosa sensación, ya no lo olfateaba, sin acercarme a un atún. Pero esas no eran las únicas excelencias que podrían mostrarme el dique, ni tampoco las mejores. Si animaba mi vista a mirar más lejos que a tierra firme, podía divisar a los pescadores en alta mar, capturando con redes hechas a mano, unos rémoles y jureles. Solo veía formas, nunca la cara de aquellos intrépidos hombres, que, aun con olas muchos mayores que sus frágiles barcas, se adentraban en la mar para encontrar mejores tesoros que en la costa. También, el faro era bello, daba una iluminada señal, como intentando abrazar a los barcos que se dirigían a puerto, a descargar sus mercancías tras innumerables días entre agua y espuma. Pero allí, fija en el cielo y en mi mente, seguía esa figura tan inexpugnable, tan intangible, pero a la vez tan cercana a nosotros. Se dedica a defender el firmamento y observarnos todos los días. Pero su tiempo se acaba en este día. Es la puesta de sol, es esa puesta de sol que todas las tardes voy a admirar, porque es especial y porque solo una vez al día, durante unos minutos, la puedo apreciar con mis jóvenes ojos, más aún, los curtidos pescadores se deleitan viendo como el sol se guarda en su morada, detrás de las montañas para, como si intentara dormir y recoger energía, salir al día siguiente y despertarnos a todos nosotros al albor de la mañana. Esa esfera amarillenta que se torna anaranjada, como la fruta de un naranjo en el árbol, no se encuentra sola, se encuentra flanqueada por una tibias nubecillas como si de sus hijos e hijas se tratara. Su prole es de muchos colores, como si el sol tuviera una paleta y los fuera pintando uno a uno como mucho esmero.


Las más alejadas tienen un color rojizo escarlata, mezclándose con un intranquilo bermellón en las sombras. En el medio hay colores rosáceos, casi magentas claros, pero sin llegar a tanto. Y las más cercanas al sol, que parecen sus primogénitas, son las más preciosas, y por esa razón, comparte el mismo color que él, son naranjas que se mezclan con ocres, y si lo observas detenidamente, hasta es posible que tenga destellos dorados. El cielo en esos momentos parece una caja de colores con las que los niños pintan esas obras que nunca estarán en un museo, pero son igual de soberbias. Desafortunadamente, las cosas buenas son las que primero se acaban. Las escarpadas montañas en el horizonte, por las que ningún montañero se ha atrevido a trepar y escalar, ya esconde la mitad del sol. Ahora el cielo ya no es azul, sino naranja, como el rey de los cielos, el impasible, el juzgador y, ese amigo que siempre esta cuando lo necesitas. Es ahí cuando cierro los ojos lo más fuerte que puedo, y trato de conservar esa imagen, esa representación del cielo tan perfecta como es la puesta de sol. Al poco abro los ojos y compruebo que la luz se ha marchado, que ya no reina el sol, sino ahora, la Luna, su compañera eterna, a la que solo se podrá encontrar dos veces al año, en un eclipse, es quien reina en el cielo.

CARPE DIEM (JAVIER PÉREZ PANIAGUA.3ºESO B)


FINALISTA

“La vuelta a casa” Mis ojos, en vez de mis pies, me permiten sentir la suave hierba bajo ellos. El viento, golpeándome la cara, mientras que lentamente desciendo por la verde pendiente. De pronto, por puro impulso, clavo la vista en el horizonte, donde una hermosa puesta de sol se está llevando a cabo ante mis ojos. Es entonces, en todo momento así, cuando lamento más tu ausencia y no poder disfrutarlos contigo. Mientras la melancolía me susurra que jamás volverás, mi corazón se engaña, forzando a mi racionalidad a huir a un rincón de mi cabeza, de donde mi alma no la dejará salir. Deslizando la vista por los cuatro puntos de mi rosa de los vientos, vuelo colina abajo, pero lo único que veo es la inmensidad de un paisaje inacabado, sin bosques, sin ciudades ni ninguna persona con quien desahogar mi cuita, mientras busco, sigo vagando, ya sin rumbo, no me importa ahora, pues ya estoy perdido .Las últimas lluvias de mis emociones han borrado las huellas de mi memoria, y así, solo, desconsolado, y creyendo que nadie me entiende, empiezo a pensar en trivialidades, y de repente, veo dinero, veo un lujoso palacio vacío, y vuelvo a pensar de qué me sirve todo esto si no estás a mi lado para compartirlo. Es entonces cuando lo entiendo; tú no eres la única importante, porque aunque te necesite, no estoy solo. De pronto, la pradera se torna calle, mis alrededores en ciudad, y ese vacío que tú dejaste se convierte en familia, familia irremplazable que me ayuda y a la que yo injustamente descuido. “¿Ya has llegado a casa?”, me pregunta una conocida voz. “Sí mamá”, responde por mí mi cuerpo de forma automática, mientras mi racionalidad vuelve a susurrarme al oído.

MILENIUM (ESTEBAN LÓPEZ LÓPEZ. 3ºESO B)


FINALISTA MI PLAYA La solitaria playa, era la más hermosa que mis ojos siquiera soñaron contemplar, el limpio naranja del atardecer se clavaba como una dulce espina en mi corazón y otorgaba al mar un precioso efecto, un exquisito cuadro que cualquier pintor desearía dibujar y que producía en lo más profundo de mi ser unas emanaciones de paz y sosiego. Las olas suaves y constantes se mecían, y producían una blanca espuma, que en ese atardecer que se había tornado rojo, la hacía sobresalir, al igual que el brillo de algunos granos de arena, desperdigados por la playa, cuyos destellos se perdían conforme el sol descendía vagamente sobre un mar carmesí, que poco a poco iba cayendo en una oscuridad solo quebrantada por la luz que las estrellas emanaban. Las verdes palmeras que se alzaban tras de mí emitían un sonido similar al de las olas de plata, que se arrastraban por la arena cual sinuosa serpiente. Mientras me consumía en aquella visión, una inherente luna apareció orgullosa sobre el cielo impregnado de luceros, como una pulcra esfera de nácar, cuya irreprochable belleza eclipsaba la magnificencia de las estrellas y confería al paisaje un aspecto más lúgubre y misterioso. Durante ese transcurso, hallábame yo oteando el horizonte en busca de algo, pero desconocía el qué, mientras las nubes engullían con avidez la luz que los astros vertían sobre la playa, y me sumían en las tinieblas. Mi vista deambulaba sin rumbo como un barco sin timón. La luz, volvía a aquella apremiante noche que arremetía contra el mar, y pude entonces vislumbrar algo que me turbó profundamente e hizo que mi corazón se contrajera, obligándome a retirarme sin demora a la trocha por la qua había descendido a la playa y por la cual me había percatado de que un irrisorio grupo de individuos había tenido la conveniencia de contemplar ese prodigioso lugar. Miraba atrás constantemente mientras que las ingentes rocas que se erigían, siniestramente, con hierba y palmeras en la mitad del golfo quedaban reducidas a nada. Seguí avanzando por la trocha hasta adentrarme en el bosque donde perecería. Yaceré eternamente atormentado sin saber qué me ha llevado a esa aciaga y funesta situación. Más sintiéndome afortunado como el que más, pues a pesar de que mi alma vaga eternamente por aquella playa, tratando en vano de invocar qué fue lo que me azoró aquella vez, día tras día tengo el privilegio de contemplar los maravillosos atardeceres de mi playa, la playa por la que caí en infortunio, y por la que volvería a caer. MICHULA (ALEJANDRO DÍAZ ÁLVAREZ. 4ºESO B)


FiNALISTA No sé el porqué ni tampoco el dónde, solamente que aquella magnífica noche vi resplandecer La luna como nunca jamás la había visto. Intentaré describirlo, a pesar de ser abstracto y complicado. Es algo que casi todas las personas lo experimentan, al menos, una vez en su vida, algo tan difícil de explicar... pero tan fácil de sentir.,. No sé cómo empezar, lo que sí tengo claro es cómo acabar... pero si lo digo ya sabréis de qué estoy hablando y prefiero que lo vayáis descubriendo poco a poco. Mi pequeño corazón carmesí empezó a latir velozmente, tanto que sus fuertes y sonoros latidos parecían que iban a salir de mi tenue cuerpo. A su vez, mis manos temblaban mientras que al unísono no paraban de acariciar mi delicado pelo, moviéndolo de aquí para allá. Él se dio cuenta de que no podía controlar esos desmesurados nervios. Mis mejillas estaban sonrosadas, lo sentía aún sin ver mi cara reflejada en el espejo. En mi cara se iba esbozando una dulce y a la vez picara sonrisa, sonreía como si fuera la última vez que pudiera aparecer en mi rostro ese gesto tan perfecto que me encantaba mostrar a todas horas, aún más cuando mis ojos color azabache se daban cuenta de su mágica presencia. ¿Y qué pasa con lo que sucedía en mi interior? Sí, mi corazón, mi pequeño e inquieto corazón latía pero aquello que sentía no era propio en mí, era algo nuevo. En realidad, me encantaba sentirlo y saber que aquella maravillosa persona que tenía en frente de mí me podía corresponder... Cada vez que oía hablar de él, cada vez que lo miraba, o que recordaba los infinitos maravillosos momentos que pasamos juntos, una especie de cosquilleo subía por mi tripa hasta que un puñado de mariposas revoloteaban en mi estómago... Sí, estoy describiendo las maravillas del amor, ese sentimiento que se dice que es ciego porque no lo ves pero lo sientes, ¡EL AMOR!

ESMERI (ESTELA MENÉNDEZ RIVERO. 4º ESO B)


FINALISTA M I E D O Dulce sensación oscura de desesperación y angustia que recorre mis venas lentamente acelerando mi corazón con mayor rapidez a cada segundo que pasa, creando una sensación nerviosa y nublando esa visión realista que puedo tener normalmente de cualquier cosa, una dulce sensación que me deja ciega, más ciega aún de lo que les puede dejar el amor a dos locos enamorados que por amar abandonan todo aquello que les dio tanta tranquilidad, armonía y paz en el pasado. Quizá está dulce sensación de oscuridad e impulsos nerviosos tan solo me atormente unos minutos, unas horas o quizá nunca se vaya pero dure lo que dure, y suceda lo que suceda la única culpable de todo esto seré yo, yo que permito que está sensación me inunde de angustia, yo que permito que mi mente piense lo peor incluso antes de no haber ni siquiera tenido noticia alguna ,preparándome así para la mayor catástrofe habida y por haber, yo que no he luchado para intentar vencer está sensación que me atrapa entre mis tinieblas, yo que no me permito ser tan fuerte como debería ser para poder darme cuenta en el momento adecuado de que ese miedo solo está en nuestras mentes; Sí, puede que sea una emoción mucho más fuerte que nosotros mismos a primera vista pero a pesar de todo no es imposible de vencer… es como la timidez de tus pasos al actuar, es igual… pues, ¿Sino gritas ahora quien lo hará por ti? Nadie, ¿verdad? Porque aunque lo hicieran seguirías sin romper tú barrera, porque esa vez han actuado por ti pero quizás la próxima vez no será así y no lucharas porque no has aprendido, y aun te puede tu absurdo miedo a gritar, tu absurdo miedo a hacer cualquier cosa fuera de lo normal, ese absurdo miedo que te impide liberarte de lo que no quieres más, y si esperas para sentirte capaz de afrontar tu miedo pasará igual, seguirás perdiendo una y otra vez, porque el mejor momento es ¡ya!, y aunque tuvieras a alguien que siempre te sacará de tus problemas tampoco estaría bien, porque no los estarías afrontando tú, es tu vida, y sino la vives como deseas otro ocupará tu lugar y te derribara una y otra, y otra vez más, todos tus problemas te atraparán en tus tinieblas profundamente hasta que llegue tu hora. Sin embargo, si luchas podrás quedarte con el orgullo, y la satisfacción de haber sido tu mismo, de haber sabido vivir como quisiste, y por lo menos, de haber intentado todo aquello que estaba al alcance de tu mano. El miedo no se merece todo nuestro tiempo, hay que ser fuerte y no dejar que se lleve todo nuestro ayer, la oscuridad es bella pero a veces hay que salir al sol y ver la verdadera luz brillar, ver una nueva perspectiva de la carretera por la cuál caminas y caminarás hasta el fin de tus días. RAYO DE LUNA (ESTEFANÍA GONZÁLEZ TABOADA. 4ºA)


FINALISTA Una mañana nevada de invierno Desde mi ventana se veía un manto blanco por todo el valle que, se había posado mientras dormía. Unos cuantos centímetros de fría nieve cubrían la pequeña villa. En los árboles, acostumbrados a vestirse de verde, había una fina capa y algunas gotas congeladas de agua. Se olía el humo gris de las chimeneas y se veían algunos pájaros volando rápidamente. Mirase a donde mirase, el color predominante era el blanco; en los edificios ya no se veía el rojo de los tejados e incluso en les canalones colgaban carámbanos helados. Las carreteras ya no eran grises, y los coches habían perdido sus colores, el frio y resbaladizo hielo se había apoderado de ellos. Y poco a poco, lentamente, el rostro y las manos adquirían un color rojizo.

JENGI (HELENA MEDIAVILLA ÁLVAREZ. 3º ESO B)


CONCURSO LITERARIO BIBLIOTECA IES”SÁNCHEZ LASTRA” CURSO 2009 -2010 MODALIDAD TEXTUAL: DESCRIPCIÓN (Dentro del proyecto “¿Qué vemos cuando miramos?”) NIVEL: BACHILLERATO


GANADORA

RECUERDO DE UNA CAÍDA Oía campanas y no sabía dónde. Puede resultar extraño, pero aquello era lo que me ocurría en aquel mismo instante. La intensa luz del sol que se colaba por el ventanuco de mi prisión me cegaba a través de los párpados cerrados. La extenuación se había adueñado de mi cuerpo a la vez que mi sordera había ido en aumento hasta tal punto que sólo era capaz de escuchar un leve murmullo constante que se apagaba poco a poco. El aire abrasador se colaba por mi boca con cada estertor agónico, haciendo que mis pulmones ardiesen a cada bocanada. Pero no me encontraba en la celda. En un doloroso esfuerzo por abrir los ojos, pude distinguir un rostro familiar entre haces de luz cegadora y caras desconocidas. La esperanza iluminó mis facciones durante un brevísimo instante hasta que comprendí que aquello que brillaba en esos ojos compasivos era una lágrima. Movido por mi delirio, torcí el gesto con desprecio al notar el tacto áspero que rodeaba mi cuello. Mi última visión fue la del suelo de madera que se desvanecía bajo mis pies, precipitándome brevemente antes de frenar en seco. Lo último que escuché fue el chasquido de mi cuello cuando las vértebras se dislocaron. Mi última sensación, la presión de la soga sobre mi tráquea acompañada del sabor ferruginoso de la sangre en la boca.

BERENICE

(MARINA MUÑIZ TORREJÓN, 2º BCTH)


GANADOR

Dama en apuros

Mírala. Mira sus bracitos de dama en apuros. Empiezan en unos hombros al descubierto y acaban en cinco delicados dedos, por los que no cruza ninguna vena. Me entristece saber que todos ellos se apoyan en los hombros del juez corrupto y del verdugo carnicero. Su vaporoso vestido te mostrará sus atributos más bellos. Allá donde te ofrezca es donde menos has de pararte. Sabe esconder bien aquellas imperfecciones que la avergüenzan de ser quien es. Como todos, la conocerás. Quizás más de lo que desearías. Pocos son los que la han esquivado a lo largo de su vida. Ella es el pilar de las farsas que acaban en desgracias. De las oportunidades que concluyen a dos palmos bajo tierra. Ella se encarga de destruir parejas, romper amistades y desgarrar en pedacitos la ilusión. Sus facciones son terriblemente anodinas. Podrías encontrártela cientos de veces y no reconocerla. Raro es el día que alguna nota de color suene en su alma. Se cree perfecta. Tanto que no necesita ayuda de ningún tipo para embellecerse. Es tan joven... Una niña. Pero envejecerá mal y pronto. Quizás viva un par de horas, unas semanas, meses, incluso años. Pero será una existencia frágil y plagada de intranquilidad. Y su muerte no traerá paz atada a su alma. Si no corazones rotos y culpabilidades que nadie querrá asumir.

Mírala. Es mi amiga. La Mentira recién contada. HANZEL (RODRIGO AGUIRRE DEL PINO, 1ºBCTH)


FINALISTA

¿Qué vemos cuando miramos? A veces, durante nuestro corto paso por esta vida nos sentimos invadidos por sentimientos demasiado complejos, por estímulos incesantes, por estridentes sonidos… El tiempo pasa demasiado deprisa entre libros, trabajos, discusiones y apenas tenemos tiempo para nosotros. Es entonces cuando llega el esperado momento en el que todo parece superarte. Cuando te apetece dejarlo todo, escapar de los constantes ruidos y disfrutar de lo que verdaderamente merece la pena. Sentarse y disfrutar del suave tacto de la hierba, ver como millones de trabajadoras hormigas realizan su labor sin descanso, como el noble árbol sigue en su misma posición a pesar del devastador paso de los años. Poder oír como los pájaros entonan su dulce melodía que induce a un inquebrantable encantamiento parecido al que ejercen las hermosas sirenas en los valientes marineros. Apreciar como las nubes, aquellas dulces traidoras, nos hacen echar la mente a volar, perdiéndonos en sus formas, que son esculpidas por ese viejo aventurero como es el viento. Sentir que solo somos uno más en el ciclo de la vida y que no hay nada en contra nuestra. Ver como la vanidosa luna muestra su encanto durante la oscura noche y como las coquetas estrellas la adornan con su brillo sonrojado. Poder pasar horas y horas mirando al dudoso horizonte, preguntándonos qué se esconderá detrás de él. Sin fastidiosas presiones, sin preocupantes temores, solo disfrutar de lo que la libre naturaleza ha puesto a nuestra disposición. Notar como la tierra mima a sus consentidas flores. Sentir que la satisfacción te invade cuando un capullo se convierte en una joven flor. Inundar el olfato con el embriagante olor de las flores. Quizás también poder recorrer ese idílico paisaje. Disfrutar de cada firme paso que das, sentir como la tierra cede bajo tus pies y erguirte por el mero hecho de disfrutar de la hermosa vista. Guiarse por ese instinto animal y dejarse llevar por una arrolladora pasión que te llena, que te extasía con solo pensar en ella. Echar a correr y dejar atrás todo lo demás. Solos tú y el salvaje viento que azota tus mejillas. Sentir el revoloteo del cabello mientras coquetea con cada ráfaga de aire que se fija en él. La furiosa intensidad con la que la ropa lucha por escapar de los confines de un cuerpo cálido y, lo más importante, la sensación de felicidad, de libertad, de plenitud.


Llenar tus pulmones con aire fresco y oír como la sangre bulle por tus venas aún cuando la carrera ha llegado a su fin. Sentir ese dulce cansancio que lejos de dejarte un recuerdo amargo te llena hasta límites insospechados. Estos momentos te hacen sentir llena. Quizás es porque dejas de ser solo un nombre, o un cuerpo, incluso dejas de ser la pesada nota con la que los demás intentan hacerte cargar. Ni siquiera eres algo tan valioso como un cerebro. No existe clasificación, porque todo está al mismo nivel. Todo tiene su función y todo es igual de importante. Supongo que esta es mi descripción de mi momento ideal, de un pensamiento que alguna vez corrió por mi mente. De un esquivo deseo.

LIBERTAD (MARÍA GUNDÍN SARIEGO. 1º BCTA)


FINALISTA

¡DESPIERTA QUE YA SON LAS DOS!

Cuando abro los ojos, y abandono el asombroso mundo de los sueños, donde cualquier cosa es posible, veo el sol que entra por mi ventana, me da en la cara y pienso; ¡Qué día tan fantástico hace hoy! Me siento bien y con fuerza. Tras unos instantes termino de espabilarme y me doy cuenta de que lo que me ha sacado de mi sueño, no ha sido una voz, ese alegre ¡Despierta;, sino la estridente melodía del despertador, que sólo con oírla hace que desee con todas mis fuerzas que no existiera y a la que siempre acabo pidiendo cinco minutos más. También reparo en que la luz que me deslumbra no viene del sol sino de las farolas que alumbran mi calle y cuyos haces atraviesan las finas cortinas de mi cuarto. A continuación trato de incorporarme, toda la fuerza que sentía al despertar se esfuma dando paso a un dolor frío y punzante al apoyar mis pies."¡Dios! ¡El tobillo!"... " ¡Gabi, despierta hombre!" me regaño a mí mismo. Al final encuentro las muletas, después de unos instantes de buscar a tientas y golpearme el tobillo con todos los muebles de la habitación -lo que hace que mi enfado aumente- y me dirijo a la ducha. Esto es lo que ven mis ojos cuando me despierto un lunes. Eso del sol en la ventana, levantarse a las dos de la tarde... ¿Será sólo un sueño?

RUDOLFINO (GABRIEL SUÁREZ DEL FUEYO. 1ºBCTA)


FELICIDADES PARA LOS JÓVENES ESCRITORES DEL IES SÁNCHEZ LASTRA


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