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MANUEL JULAR, DESCENSUS AD INFEROS

ace medio milenio muchos de los jóvenes artistas de la más creativa vanguardia de Europa se afanaban en descender con hachones y antorchas a las ruinas enterradas de la Domus Áurea de Nerón, localizada en el Palatino romano en 1480, para levantar los pilares de un nuevo arte, de un nuevo tiempo, sobre los escombros de uno muy antiguo. Deambulaban pasmados como arqueólogos bisoños por aquellos dédalos decorados con profusión para esbozar apuntes resueltos en carpetas de dibujo polvorientas, manchadas y desordenadas que habrían de inflamar multitud de espíritus entusiastas. Sus pupilas dilatadas por la oscuridad subterránea y la excitación del descubrimiento escudriñaban nerviosamente las paredes de la que una vez fue la residencia más fastuosa de la Antigüedad para inventar (de inventio: descubrir) un repertorio inagotable de motivos absolument modernes, pues la maniera antica era, por aquel entonces, la maniera moderna. Motivos (de motivar, impulsar, mover...) que iban a inundar el arte de los siguientes siglos, desde el primer Renacimiento hasta el Neoclasicismo, de Alberti a Piranesi. Aquellos falsos túneles dotados del frágil embrujo de una

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aparición fantasmal, tal y como los recrearía Fellini en una escena memorable de su Roma (1972), no sólo proporcionaron algunos objetos arqueológicos celebérrimos, tan influyentes como el Laocoonte, sino también la certeza de que había un nuevo camino para el arte y que, si bien se ofrecía desconocido y hasta hermético, también parecía inagotable y firme. Las pinturas murales de esa mansión sepultada fueron calificadas como ornato grottesco, pues se hallaron en una suerte de grotta o gruta, de donde derivó en castellano el término grutesco para referirse a la decoración de estirpe clásica que proliferó en los siglos siguientes gracias a tratados y dibujos, a objetos muebles y suntuosos. En España especialmente el plateresco pero también muchos otros estilos posteriores deben a este repertorio y a sus interpretaciones gran parte de su vocabulario básico y hasta de su hálito creador. Aunque, claro, también hay algo de grotesco en el grutesco. Porque lo grotesco es también críptico (“gruta” deriva del latín vulgar crupta, que se origina en crypta), y por ello puede ser visto como extravagante, capri-


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choso o, en ocasiones burlesco, según quien lo juzgue, según si quien lo juzga ha sentido o no el pálpito de la oscuridad grutesca y ha sabido interpretarlo. Lo grotesco y lo grutesco, muchas veces, dependen entre sí y del juicio de los tiempos. Y los tiempos, ya se sabe, regresan, obstinados, a un mismo y diferente lugar, de igual manera a como el mundo gira pero nunca lo hace en el mismo espacio. Así Manuel Jular, joven e intrépido artista desde siempre, ha descendido órficamente a las cavernas de ese pasado que nunca pasa con el auxilio del brillo céreo de una pantalla de ordenador. Y de su propia iluminación. Y en esas infinitas galerías y redes de sendas que se bifurcan, se entrelazan y vuelven a separarse que constituyen la arqueología de las formas y su manifestación epistemológica contemporánea ha rescatado con su cuaderno de microcircuitos unos trazos apurados sobre los que trabajar en su taller. Rindiendo culto, pero sin hipotecas, tomando sin saqueo, disfrutando del mero acto de apuntar del natural, pues nada más natural que aquello que reconocemos de inmediato como parte de nosotros. Manuel ha descendido ad inferos, al lugar que guarda tantos pasados y memorias como relatos se han olvidado en sus orillas para su perpetua evocación y especulación. Del infierno se infiere, se lleva hacia dentro, se acarrea. Y con esa carga, Jular ha regresado, para su descarga. A algunos de estos bagajes y encuentros los llama jáculas y máculas. O al revés, pues Manuel suele regocijarse también en otras madrigueras de la consonancia, la cacofonía o la travesura, muy de juglar jularesco, tan melómano como melancólico. Las jáculas, así vistas o por ver, se muestran como eyaculaciones o jaculatorias (tanto da) de su pincel incorpóreo, arma arrojadiza pero inasible, venablo virtual que se ceba en aquello que puede o debe ser cazado, apresado, aprehendido. Y puestos al latín neroniano, jacula se llaman también las redes del pescador (y las del gladiador en la arena) que son arrojadas hacia la incertidumbre o el desafío. Y las máculas tiznan esos pecios reflotados por azar (si es que

existe el azar) y los ponen ante nosotros de nuevo limpios, pasmosamente renovados. Eran libros o ilustres ilustraciones forzados a imaginar la luz desde la profundidad lúgubre y cavernaria de anaqueles incógnitos y son ahora piezas de dorados lomos y ojos sin párpados. Hay también otras imágenes cavernícolas y platónicas que se despliegan o se evocan en las sombras de paredes y oquedades de hipogeo. Bernini, Giacometti, Miguel Ángel, Apolo y su Dafne que nunca fue suya, Pan el híbrido, un kouros que avanza impávido y un Ecce homo estático y perplejo que sufre; una Afrodita desentendida de alter ego inmaculado y virginal, una Piedad de mármol que aún es capaz de conmover y un simio que busca capacidad de conmoverse, un perrillo vivaracho y la muerte que lo roe todo... Es un viaje al principio y hay muchos compañeros, aunque reine la más absoluta soledad. Y al fin, en el gran guiñol de un mundo lleno de falsas actuaciones, todo se cierra con un alarde de ficciones y disimulos que quizás sean las sombras de aquella caverna y que, como toda sombra, cuando la función acaba y se apagan los focos... se desvanece. Ese es el universo que Manuel Jular ha querido traer al Museo de León. No sorprende que así sea. Éste es, y no otro, el universo que habitan los museos. ¿Qué otra cosa son los museos sino la gruta, grotesca e infernal a un tiempo, de nuestras honduras confesadas e inconfesables? ¿Qué otra visita puede hacerse sino aquella destinada a reconocernos a nosotros mismos en sus ficciones de salón y sus sombras de teatrillo? ¿Acaso un museo no es una domus aurea demolida y redescubierta una, otra vez, cien veces? Si es así, esta vez contamos con un guía excelente: nada nos dirá. Y nos dejará caminar libres por sus laberintos.

Luis Grau Lobo, Director del Museo de León

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Soy inasible en la inmanencia. Pues, igualmente, resido en los muertos y en los seres que todavía no han nacido. Paul Klee

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JÁ C UL A S , M Á C U LA S Y as imágenes que siguen se estrenaron en un blog, y no tienen todavía título. Posiblemente no lo tendrán nunca.

Jaculaturas, maculatorias... Maculaturas, jaculatorias. Al derechas y al revés. Palimpsestos, palimséptimos, octavos y muchos más de regalo. No son las Mil y una noches, pero sí muchas, y muchos días de una fascinación inconcreta ante las iluminaciones librescas, persiguiendo formas casuales y signos arcaicos vagamente causales, en abstracto homenaje a todos aquellos que han impreso, manuscrito, o dibujado músicas, palabras y formas. Beatos, Códices de Bura, partituras de Bach, Beethoven o Bloch (tres bés de tres religiones distintas, separadas del mismo dudoso tronco) pueden convivir gráficamente con autógrafos de enciclopedistas del pre y filosocialismo, pero también con caligrafías de sociópatas y renegados monárquicos o republicanos. De un modo general responden a una apuesta de contraste. El grado de confrontación de mis signos con las páginas salidas del acervo cultural común es unas veces reflexivo y otras automático.

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La “riqueza” del trabajo es más o menos barroca y depende, obviamente, de la mayor o menor lucidez en la elección

y acercamiento a las maculaturas utilizadas. Alguna cuasi repetición en dos pinturas podría demostrar lo dicho anteriormente. Los signos son mestizos y a veces un tanto escenográficos... como si se tratara de telones o proyectos para óperas imposibles. O reales. Algunas de estas láminas parecen tal vez demasiado figurativas, pero su “lectura” es tan tartamuda, o “interrotta”, como la música –pongo por caso– del Stravinsky neoclásico. Todo este material, mundano, o angelical, desordenado, entre jáculas, máculas y al revés define, algo, una parte del trabajo que estoy haciendo. EN CONSTRUCCIÓN En construcción... En ello estamos. Inevitablemente en "perpetua" y contínua construcción. Haciendo un viaje espiral, que evite los carrefours, que haga los menores nudos posibles, que no termine en un enredado ovillo. Así está este pintor, Manuel Jular, que cierra este cuaderno seriado con estas cortas líneas. Trabajo de forzado... Desde que Jular dejó de lado los pinceles convencionales para trabajar solamente con los programas de diseño por

AL

RE VÉ S

ordenador, el pintor le ha echado tantas horas a las máquinas, que casi parece formar parte de ellas. Esto podría ser exagerado, pero el insospechado número de imágenes, que esperan salir a la luz tras la organización, autocrítica, etc. a los que la soberbia creadora del autor somete sus obras, dan, o darán fe de esto que escribo. Y lo harán, antes o después, pese a su timidez (o incapacidad) para resolver las logísticas y economías de que dependen las exposiciones, pues ahí están. Una veintena de diseños alrededor de la obra de Antonio Gamoneda. Las docenas y docenas de "grafomúsicas", u homenajes a la música y músicos preferidos. Esta serie, que lleva provisionalmente el título de Jáculas, máculas y al revés... Los paisajes del recuerdo. Fusiones, fisiones. Las espirales... Todo ello forma parte de un continuum, que de no estar guardado digital y virtualmente, empezaría a no tener cabida física, ni en estudios, o salas de exposiciones. Ni, probablemente, en las estructuradas salas de algún museo. “Todo ello constituye, (dice Jular) un equipaje, que a fuer de sincero, empieza a resultar agobiante y del que debería, y no sé cómo, liberarme”. M. D. K.


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HIPOGEOS, CAPILLAS, "BOTTEGHE", NINFEOS, LÁPIDAS Y CATACUMBAS... Pero en el fondo: láminas.

Láminas que relatan lo pensado ante lo arqueológico visto, que rellenan vacíos de información con adivinaciones y que otras veces parecen proponer adivinanzas. Láminas imposibles, entre los chispazos de brillantes especulaciones, lucidez pesimista y empanada mental. Láminas que fabulan entre mitologías, religiones y el peso destructivo del tiempo histórico. Láminas darwinianas que, técnicamente, se apoyan en la copia de lo existente bajo la apariencia de las acuarelas o las temperas de cuadernos de campo, pintados reflexivamente por arqueólogos descubridores. En ellos habita el romanticismo de la ruina, la tristeza de lo roñoso. Su tema...

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Decíamos en otro sitio, que Manolo Jular se fue a Sicilia... Italia, Sicilia más aún, es el resumen de la variopinta muestra de culturas que acompañaron las dominaciones políticas y económicas mediterráneas. Griegos, etruscos, romanos, fenicios, cartagineses, árabes, aragoneses, catalanes, normandos, turcos... Todos han estado antes o después en la antigua Trinacria. Casi todos. Y casi todos los dioses. En las catacumbas de Agrigento, Cristo, su cruz, convive escatológicamente con las ofrendas a Isis, del mismo modo, que las primitivas poternas griegas han servido de base a los topos cristianos para cavar las galerías salvadoras en las persecuciones.

La vida y la muerte se estrechan la mano bajo tierra, porque el refugio protector ha de ser –se convierte en– también necrópolis. MJ ha vuelto notablemente impresionado: –Desde la belleza de los arquetipos helenos a las toperas de los primitivos cristianos todo convive en ese mesti-

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zaje que me resulta tan querido. Pero sobre todo la muerte y sus paisajes, el ritual de cavernas e hipogeos, los juguetes que acompañan al pasante hacia el “más allá”. –Es irónico... porque en el exterior de ese paisaje de la muerte, que es un hipogeo, o las rodajas caídas de un templo, el olivo está presente, la ginesta, el tomillo y el orégano se enzarzan, bajo un sol apolíneo ante la boca abierta de la cava. Dentro, se intuye –intuye Jular– la temida sombra eterna. Una doncella coquetea, la muerte, inexorable, mide la hora. Por ejemplo. Y empezó a pintar.

"Julareó" la boca de un genuino sepulcro, pidió prestada a Hans Baldung la fábula medieval y construyó una lámina ucrónica que fué su primer hipogeo, Hipogeo de la Doncella y la Muerte. En el ruinoso recinto amurado del Valle de los Templos, los nichos y las arcadas paleocristianas que conviven con el templo griego de la Concordia, aparecen bajo formas y organizaciones caprichosas. –He imaginado un Grial levantado por las tres Gracias y colocado tres manzanas en un cenotafio de tres nichos. Si el bello Alejandro (llamado también Paris) al juzgar sobre la belleza de Hera, Atenea y Afrodita, hubiera tenido no una, sino tres manzanas (una para cada diosa), la guerra de Troya no habría tenido lugar.

Hipogeo de las tres manzanas.

Sin embargo, la sorpresa más paradójica –y profundamente dolorosa– la constituye comprobar la contemporaneidad de la obra bella con la crueldad humana. Permitidme una digresión: El escultopintor y “escenógrafo” Fidias crea maravillas bajo la influencia y gobierno de Pericles, que impone en Atenas una genuina democracia “vigilada”. El dinero sale del botín de guerras, a veces fratricidas. El filósofo Sócrates, que convivió con ambos cerca de 40 años será condenado a muerte por una asamblea popular, que parece creer en los dioses hasta el crimen. Por otra parte ¿qué hacen los oscuros designios de los dioses sino favo-

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Hipogeo del Grial y las Tres Gracias.


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recer el crimen? Jular al pintar el Hipogeo de Cassandra, relata como la profetisa troyana intenta escapar de su violador poniéndose a los pies de la diosa enemiga. Un dios, que prefiere guardar el anonimato –sin insignias, ni otro atributo que una olímpica indiferencia– da testimonio, como si estuviera en un teatro barroco. En el Hipogeo de Afrodita perpleja, la fatídica manzana gravita sobre la diosa del amor, que ocupa el centro de una lámina abocetada, tan amarilla como el propio mito. En el de Afrodita geómetra, la diva fantasea manzana en mano en una torre que semeja una ergástula. Algunas láminas se sumen en un sueño premonitorio: Ariadna, como en la ópera de R. Strauss, flota fundida sobre la piedra sepulcral esperando al Dionisio liberador. Un arcaico Kouro, impávido, parece escuchar las confidencias de un alegre y juguetón Ganímedes, desemparedado de un vaso de arcilla para amurarse en una pared subterránea. (Hipogeo de los alegres muchachos). Una Victoria Alada puede convertirse en el Hipogeo de la alada melancolía, porque ¿para qué sirven las alas en un estrecho cenotafio? –Bernini metamorfoseó a Dafne en laurel (con la orden y complicidad de Apolo) bajo la materia de un exquisito mármol blanco. Yo he petrificado “a los tres”, en un mausoleo de barroca piedra marina, como un telón de un viejo ballet.

Ninfeo del Grial.

Así pues, la catacumba encierra la cripta, que encierra el cenotafio, que encierra el hoyo, que encierra la urna, que encierra... Y en un empeño de arrastrar a lo desconocido algo de lo que en vida se poseyó, estas toperas mortuorias terminan llenas de todo tipo de sugestivos y mestizos “juguetes”. Jular juega con el tiempo histórico (en otro sitio hemos escrito que jularea) trayendo y llevando estos

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Hipogeo de Afrodita perpleja.


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cachivaches espectaculares que son los objetos artísticos. Así un broncíneo gato, o un perro desmedrado de Giacometti puede pasear un florido enterramiento, o formar parte del Hipogeo de Ganímedes y el perro flaco, también conocido como de San Giacometti. O bien, un efebo apolíneo de apariencia helenística (esta vez la ucronía no es tan acusada) descansa su mano mutilada, contemplando un nicho sobre el que campea – una sibilante sierpe– la señal divina. Todo aparece bajo el carácter de un descubrimiento, tras los ojos de una adivinación –inventada o no–: los hombres creemos ser acechados por dioses, perseguidos por diosas, que se divierten con nuestras penurias gracias a sentimientos, que nosotros mismos les prestamos. Es un ejemplo.

Y es un asombro. –Sí, porque uno patrulla estas ruinas, por las que han rulado tantos vientos, con la desoladora sensación de ser un primate, atónito ante la capacidad abstracta –mental/manual– de las gentes que las habitaron. Y por eso Jular ha traído a estas láminas a los pensativos bonobos, más evolucionados –entre otras cosas más hábiles, a veces copulan de frente y “cariñosamente”–, que otros simios de nombre, hasta hace poco, más conocido. Son, hasta ahora, siete pinturas. Ocupantes, o turistas, en medio de esta hermosa herencia romántica, que el inventado padre Cronos ha cargado de misterio y Zeus-Jehová-etcétera, de dolor, los bonobos construyen una doble meditación (a lo "planeta de los simios"). que, por obvia no voy a explicar.

Hipogeo/Ninfeo bipolar del autor.

Jular ha visto a uno de estos “parientes” –no demasiado lejanos– indolentemente tumbado, en una cripta cuya naturalidad contradice la picante pin-

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tura pompeyana del techo. Es el Hipogeo de la ardiente soledad. Otro primate, más reflexivo, desprecia los presentes y ofertas de una bottega erótica (Hipogeo del teorema), meditando sobre geometría clásica. En otra catacumba (Hipogeo del aprendizaje), bajo la misma pintura y un herma priapesco, el primate practica con un ambiguo congénere un amable juego amoroso. En Hipogeo de los dos amores, lo ha colocado en difícil equilibrio entre dos mundos, la Venus victrix, trasformadora de corazones y la Madonna degli Mille Putti. No se asusten, en italiano, un putto es un amorcillo angélico. En algunas láminas aparecen los gatos. Permanentes, territoriales y seguros testigos. Quizá inmortales. También aparece la cannolina segretta, el west highland familiar. Anche questa posee floridos mausoleos propios (Hipogeos della cannolina segretta, 1ª y 2ª versiones), es también la guardiana petrificada del Hipogeo bipolar del autor. Por ello, por el humor un tanto ácido, esta cueva más parece un ninfeo que un fosario. Amén. ........ He desordenado, voluntariamente, el discurso para finalizarlo volviendo al Cristo de la escatología judeocristiana. El parecido de alguna obra de Giacometti con juguetes o exvotos etrusco-romanos no es casual. La apariencia de primitivismo de la Pietá Rondanini, menos aún. Buonarrotti construye un Cristo inacabado, que más que reposar en el regazo de la Dolorosa, parece llevarla a cuestas. La obra es tan ambigua como la propia inutil crueldad, que respira el invento cristiano de la salvación. El rostro del dios/hombre es borroso y la capucha de la madonna muestra un pentimento, que parece parte de un segundo rostro “olvidado”. Su sitio no debería ser el museo, sino la tumba cósmica. –He situado el magnífico exvoto intemporal de Miguel Angel hacia la piedra primitiva, o hacia el universo abstracto, con mi cabezota demasiado caliente por la salvajada

Hipogeo de los dos amores.

redentora. y he llamado a esas láminas –varias versiones– Hipogeos de la crueldad inútil.

Tras haber colocado un Ecce Homo popular, de los que hacen guardia en hornacinas callejeras, en una genuina garita mortuoria, MJ saltó en el espacio/tiempo sustituyendo el Cristo siciliano por la maravillosa talla de Gregorio Fernández. Así nació barroco, sobre "barroco" bárbaro, el Hipogeo del Flagelado. Alguna repetición demuestra que el signo/símbolo/señal es intercambiable, o al menos al autor se lo parece. Las iglesias barrocas abren su oscuridad de catacumba hacia altares (galería de arte), que parecen enriquecidos cenotafios: lo vegetal, lo aurífero, rodeando la bocacha teatral de un nicho, la fuerza del arco abovedado común en altares, cuevas, botteghe...


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La presencia de la muerte en las románticas ruinas es polivalente. El deterioro, que convierte en bello lo cotidiano, puede venir del dulce y doméstico paso del tiempo como la mecedora de la abuela. Más frecuentemente es fruto del desastre, de la catastrófica movida terrestre o marítima (los "dioses" plutonianos). Otras veces es fruto del homicidio esclavista y genocida, o del magma sanguíneo de la entraña de Gea. Así pasan el arte y las artesanías, rotas y envejecidas, a ese rango de insano siniestro cargado de misterio, la dramatización del recuerdo.

Incluso con lo que tiene de teatral. Los calcos – que G. Fiorelli realizó en 1860– de personajes enterrados en Pompeya y Herculano por la tremenda explosión del Vesubio en el año 76 D.C. son un ejemplo. De entre los cientos de seres aterrados por los furibundos cambios geológicos, un par de docenas de ellos, volatilizados, han dejado huella de última pose, que hoy podemos contemplar gracias a i calchi. El mestizaje de culturas y añadas, la entrada en la obra de otros, no siempre anónima, lleva al homenaje. Este es el sentido de los cuadros dedicados a José de León, o al escultor Amancio González, que no serán las únicas que Jular realice. En ese terreno andan ahora las últimas nuevas láminas de MJ. ... ... ... Estas líneas continuarán (si deben continuar) transcritas por Marta Delgado de Klee, que en algunos casos cita textualmente a Manuel Jular. Verano/Otoño de 2011. M. D. K.

Hipogeo del Teorema.

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Hipogeo/Cueva de Dafne y Apolo.


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Hipogeo de Cassandra.

Hipogeo de los alegres muchachos.

Hipogeo del dulce hogar.

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Hipogeo de El Flagelado.


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Hipogeo de Afrodita y la celosía.

Hipogeo de Afrodita geómetra.

Hipogeo del Gran Sueño.Hipogeo del Gran Sueño.

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Hipogeo de la melancolía alada..


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Hipogeo del Oscuro Amor.

Hipogeo de Esculapio.

Hipogeo de la “cagnolina segreta” y los alegres muchachos.

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La “cagnolina segreta” y la urna.

Hipogeo de las tres sorpresas..

Hipogeo de Afrodita y el gato rabón.

Hipogeo del solitario.


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Hipogeo de las imiyaciones.

Hipogeo de la soledad.

Hipogeo de la complacencia de Zeus


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Hipogeo del Discurso sobre la Vida y la Muerte.


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Hipogeo de Miguel Ängel o del Sueño Eterno

Hipogeo de la Inútil Crueldad. 1ª versión.

Hipogeo de la Inútil Crueldad. 2ª versión.

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Hipogeo de la Inútil Crueldad. 4ª versión.


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Hipogeo de Sebastiรกn mรกrtir-.

Hipogeo de Cecilia mรกrtir.

Hipogeo del muchacho de la sierpe.

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Hipogeo de las manchas.


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Hipogeo delle mulini, o de la Molinera y el Herrero.

Hipogeo de la pareja feliz, o de Ratatouille.

Hipogeo del doble crimen.

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Hipogeo y calco.


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Mausoleo de Europa, también llamado de Venus recontando las bajas de Vulcano.

Cava de la muerte impensable.

Cava de la impotencia de Asclepio.

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Ninfeo del sueño eterno.

Hipogeo del accidente sereno.

Hipogeo del óbito pensativo.

Bottega de la cagnolina guardiana del estupor final.


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Exposición Manuel Jular. 2012

Hipogeo de Ganímedes y el perro de Giacometti.

Nicho del gato.

Botteghe de San Giacometti, o del paseante solitario/solidario.

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Cava/Homenaje de José de León.


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Exposici贸n Manuel Jular. 2012

Hipogeo del mito incongruente.

Casa del huevo.

Ara de Giuseppe Verdi.

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Hipogeo del esfuerzo. Homenaje a Amancio Gonzรกlez.


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Las doctrinas fantásticas (como el cristianismo, el islam o el marxismo) requieren unanimidad de creencias. Un disidente proyecta dudas sobre el credo de millones. De ahí el miedo y el odio; de ahí la cámara de tortura, la estaca de hierro, las galeras, el campo de trabajo, la vigilancia psiquiátrica. Edward Abbey Para TI yo soy un ateo, para Dios soy la Oposición Leal. Woody Allen El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto. Jorge Luis Borges Abre la boca y cierra los ojos, y toma lo que te enviará Zeus. Aristófanes

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ACERCA DEL GRAN GUIÑOL D E L M U N DO

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en vez de mercadillo y baretos, haya estado cubierta de malvas y margaritas.

o es seguro que, cada vez que uno cree algo, haya de justificarlo. Sin embargo, a mi, Manuel Jular, de una raza de pintores en minoría –los pensantes melancólicos–, no sólo me parece necesario, sino una tentadora obligación. Aunque, a menudo, la explicación se enmarañe y sume a la obra un plus de “poética” oscuridad.

Lo históricamente cierto es que en ella se aventaron las cenizas de Giordano Bruno –ciudadano de la Europa de entonces–, quemado vivo por el dubitativo Clemente VIII, tan indigno de su patronímico.

Veamos: Estaba en Roma, con Toe y Cristina Jular. Paseábamos la maravillosa Campo de’ Fiori.

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Puede que la plaza no deba su nombre a Flora, famosa concubina del Pompeyo, sino a que alguna vez,

Prometeo

Bromeábamos sobre si la estatua, que hoy honra al “hereje”, da la espalda o enfrenta la Pétrea Basílica. Pero la verdad es, que la terca libertad de Bruno daba por el culo (coloquialmente) al Vaticano y que la sacratísima/secretísima sede tomó, por ello, la decisión


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de tostar el culo (salvajemente) al exdominico. Verde y con asas. Vuelto a la Capital del Invierno, me puse a dibujar, o a digitalizar, si ustedes lo prefieren. En definitiva: a pintar al valiente monje y, mientras tanto una vez más, tascaba personalmente el freno de la infamia y dolor, que las políticas religiónes imponen.

Casandra.

Circe y Odiseo.

¡Hagan memoria! Porque después de Giordano, vino el asunto Galileo. Y no era sólo la cruel catolicidad. Ésta (“sólo”) había quemado a Miguel Servet en efigie, pero Calvino le asesinaba en nombre del protestantismo. Y Henry VIII apiolaba a Tomás Moro bajo pretextado anglicanismo. En este teatro de la intolerancia eché un vistazo hacia el pasado – no por más lejano menos vívido– y me encontré con Sócrates, él tan monoteísta, condenado “democráticamente”... ¡por impiedad! Yo estaba al borde del ataque

Andrómeda.

Diógenes.

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y los socarrones dioses sonreían une fois de plus. Es difícil saber – si se entra en el retablo de cultos persiguiendo burlas– cuándo el personaje empieza a pesar tanto como el autor, lo mítico tanto como lo histórico y, finalmente, el gran abuelo se totemiza en dios. O cosa parecida. Además, ¿Quién es más real? ¿Homero –múltiple o único–, o sus héroes Odiseo y Aquiles? ¿Sófocles, casi desconocido, o Edipo, del que sabemos más de la cuenta? Demócrito.

Heráclito.

Este robot genético que es el hombre, suele comportarse como una marioneta de seres que inventa, para evitar el horror de la caótica nada. Así Prometeo, que recrea hombres y les trae el secreto del fuego celestial, paga su filantropía torturado eternamente por un dios cachondo y prevaricador, Zeus, que es el mal invento de la necesidad humana de un gran padre perpetuo.

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Sócrates.

Androcles.

En este rincón de agravios, si algo nos sorprende, es siempre la maldad. La pobre Antígona, hija del incesto de Edipo, será sacrificada por un exceso


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de amor filial: desobedecer una injusta ley y enterrar a su hermano Polinices condenado a fantasmal vagar terrestre. Aquí el agravio se consuma bajo otra “diosa” mitificada por el poder: la justicia. Themis, que –como todo invento homínido– cada vez es menos ley natural y más fuerza autoritaria. A veces –los malignos– no son los dioses sino las sacrosociedades que los necesitan a través de los sacralizadores que los inventan.

Antígona y Edipo.

Empédocles.

Mi confianza en el género humano se tambalea. Por eso estas láminas son, en cierto modo, un ajuste de cuentas y por ello la explicación va a ser tan incompleta como lo es el propio catálogo de personajes (inocentes, injuriados, humillados, mártires...) que he reconocido. Finalmente, (es un ejemplo) pienso que, no debía ser fácil para alguien como Demócrito intentar convencer, al personal paisano, de que el alma estaba formada por livianos átomos –invisibles por ello–, y que el cuerpo

Catulo.

Safo en Riolago.

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lo estaba de otros más pesados, mientras se le escapaba una de sus extravagantes risas. A veces uno no sabe de qué se ríe. En estos devaneos mentales empezaron a cuajar estas láminas, de técnica cimarrona y significado mulato. Ahistóricas y ucrónicas, teñidas de leyenda, citas plásticas y préstamos de lo antiguo, no están en riguroso orden, ni creo que lo necesiten. Tampoco son caóticas aunque lo quisieran. Lucrecio.

Safo en Lesbos.

Pido comprensión para el humor. La ironía quizá no pudo librar a Swift de la cárcel –ni a Sócrates de la cicuta–, pero al menos libera mis arterias de un exceso de presión. Y por una vez acompaña a estos dibujos una necesidad casi angustiosa de hacer de ellos pública exportación. Los “videntes” de estas mis visiones tendrán que perdonar la parte oculta de mis pensamientos. O inventarla por mí. Como dicen en mi pueblo: Esto son lentejas... I Manuel Jular León 2010

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Miguel Servet.

Giordano Bruno.


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Exposiciรณn Manuel Jular. 2012

Galileo.

Tomรกs Moro.

Hamlet.

Otello.

Inocencio X.

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Newton.

Swift.

Camille y Rodin.

Lรกzaro

Fray Luis de Leรณn.

El Nazareno.


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Tres interpretaciones sobre el Cristo de Carrizo. 2012.

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TESELAS Y PARTITURAS

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somarse a la obra de Manuel Jular –con los inevitables recodos de sus supuestos éticos– es imposible sin el conocimiento de su militancia activa, pero aún más sin su dominio de la teoría musical y de su vasta cultura clásica.

No es, sin embargo, en este terreno donde voy a incidir, sino en el mensaje estético de su pintura, con abstracción, si ello fuera posible, de sus propios compromisos ideológicos. El deslumbrante abanico de estas creaciones pictóricas, y más concretamente las alumbradas desde su paso a la pintura digital, iluminan el itinerario de acercamiento a su obra: la imbricación de la música como arte abstracto por antonomasia, informando texturas, coloridos y signos plásticos sobre una imaginaria partitura o lienzo pautado en que el autor elabora su obra como un tapiz cromático, de atormentada modulación. Y también los iconos del imaginario primitivo, que despliegan la imaginería de los mitos antiguos, donde las sucesivas manos del hombre firman el mundo como una nebulosa, enlazando el pasado con lo actual. En todo caso, una mirada lúcida, irónica, comprometida

con su ideario, que se resuelve en creaciones abstractas, llenas de guiños cómplices. Mi invencible hábito de sistematizar, incluso en el decurso del caos, me advierte de la división de esta muestra en tres bloques conexos, y un epílogo:

i.- Jáculas, máculas… Este material mundano y angelical, cuya propia abstracción no necesita títulos, es un homenaje a la música. Parece que Jular compuso estas iluminaciones alrededor de la obra de Antonio Gamoneda. El pintor viaja hasta donde le alcanza la bolsa para asistir a festivales y conciertos. De regreso a la capital del frío diseña modulaciones a las familias de instrumentos y fija sus teorías en la plancha donde despliega oníricas partituras en su PC (Ordenador personal, no otras siglas, en este caso) Detrás de cada una de estas pinturas suena una música inconfundible: un violín, un piano, una trompeta, un órgano, o quizás un tambor. También el ácido alarido de una flauta tallada en la mimbrera, junto al agua humeante, o las voces acordadas de un coro ´a capella´ que se interrogan en contrapunto.


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El círculo de la tonalidad. Las espirales de los crescendos. El proceso acumulativo de la disonancia: una partitura que no acumula silencio, sino rumor. Los períodos musicales y sus cadencias se extrapolan directamente a la pintura, hasta que ambas se funden en arte abstracto por antonomasia. Las Jáculas y Máculas (o quizás sus contrarias) son un caleidoscopio donde códices y músicas se superponen. Abierto palimpsesto nunca terminado de sobredorar.

II.- Hipogeos, capillas, ”botteghe”, ninféos, lápidas, catacumbas

Tres interpretaciones sobre el Cristo de Carrizo. Cristo/Buda. 2012.

Esta colección de simulacros paleopictóricos alberga todo tipo de paganismos. Son, cada una de ellas y en su conjunto, adivinaciones y especulaciones sobre lo arqueológico, que representan el peso destructivo del tiempo histórico. La omnipresente actualidad de los mitos vuelve a la superficie de la imagen, en una mirada cáustica que los desmitifica, y les adosa una carga irónica, un ´dejá vù´ que deja intacta su trascendencia. Sobreviene en los hipogeos, capillas y catacumbas el dolor de la belleza, donde el infierno es infinitamente más fascinante que el paraíso, según advierte el Dante en su Commedia. Estas cuadrículas atormentadas, arrebatadas al trasmundo, acometen una vertiginosa superposición de teselas multicolores, que funcionan por separado, aunque es en el

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Tres interpretaciones sobre el Cristo de Carrizo. Cristo/Zeus. 2012.


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conjunto y se diría mejor en el invisible bastidor de la trama donde se acoge el cosmos de creatividad en estado de expansión. Son el bajo continuo del devenir humano, su dedo indicador de creencias y sueños que se transmiten por incontables generaciones.

III.- El gran guiñol del mundo

Gran lizo de Félix Rex.

De la ideología que impregna la obra de Manuel Jular dan fe sus activos blogs: www.loscuadernosdejular.blogspot.com y www.sin espátula.blogspot.com. En ellos es frecuente la preponderancia de comentarios socio políticos, por encima de la propia faceta de creador, que sería subordinada, según la concepción dialéctica del arte defendida por los filósofos marxistas Georg Lukacs o Karel Kosic. En esta fase de su exposición, que se inicia con la lámina del Gran Teatro de la Intolerancia, resulta evidente que la creación artística nace imbricada de la ideo-logía propia del autor, a la que evoca como las sombras de la Caverna de Platón. Láminas de personajes, mitos, ideas y desastres para un ajuste de cuentas, donde fijar los puntos sobre las íes. Con trazo iconoclasta de relector del mundo, se proyecta el Jular irreductible denunciador de lo establecido. Fustiga las conciencias de quienes están o ya estuvieron, sin encontrarse nunca entre ellos. Su ausencia lo ha convertido, tras larga y rectilínea andadura, en un “pensante melancólico”, que reivindica a los ajusticiados por pensar. Como reacción al determinismo económico y de una forma subliminal, los temas denuncian la actividad manipuladora y la alienación histórica que genera el capitalismo. Contra ello, contra los setenta y siete pecados capitales en su fase creciente, lucha el pintor desde su ciudad capital del frío. Denuncia activa de la mugre política de las mayorías, y quizás asimismo de los marginales.

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Tabla de los escaques del martirio.


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Un tono irónico, acorde a su persona, medita acaso si no hay verdad en lo que escribió Borges, “el infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto” Dice Onetti que “serán procesados quienes intenten encontrar una finalidad a cualquier relato”, a todo tipo de propuesta de regeneración. No parece ser intención del autor sermonear al oyente de tanta música encerrada en su partitura.

Prólogo o epílogo. On verrá Tres impactantes variaciones sobre el Cristo de Carrizo encaminan esta muestra antológica hacia el principio o el final. ´El triunfo y la ejecución de la fe´ se convierten en máscaras de un precipicio que nos rodea. Lúcido, cáustico, dueño del trazo y del color, enmascarado tras los maravillosos empastes de forma e introspección, viene a contar Jular una verdad incontestable: que la civilización es una estafa.

Ángel Fierro del Valle

Fusión en forma de parábola.

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Triunfo de la fe.


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Ejecuci贸n de la fe. Le贸n 2012.

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M an ue l Jula r Sa nt a ma r t a

h a n ac i d o e n Le ón e n fe br e r o d e 1 93 9 .

E xp o s i ci o ne s i nd i v i du al e s

1962. Galería Costa. Palma de Mallorca 1964. Sala Altamira. Gijón Sala de la Diputación Provincial. León 1965. Sala de la Caja de Ahorros de León. León Sala Altamira. Gijón 1968. Ateneo de Salamanca. Salamanca 1970. Galería Tassili. Oviedo 1972. Sala Provincia. León Sala Jacobo. Valladolid Galería Naharro. Zaragoza 1975. Librería-Galería Antonio Machado. Segovia 1978. Sala de la Obra Cultural de la Caja de Ahorros de León. León 1987. Sala de la Biblioteca Pública del Estado. León Sala de la Caja de Ahorros Provincial. Valladolid 1989. Sala de la Casa de León. Madrid 1990. “Proyecto 1991”. Galería Centro Arte. León 1992. Galería Zero. Murcia 1995. Galería Centro Arte. León 2000. Sala Lucio Muñoz. Junta de Castilla y León 2004. Galería “Detrás del Rollo”. Murcia 2005. Con Juan Carlos Uriarte. “Our Way” (A nuestra manera). Patio del Palacio de los Guzmanes Sala del Viejo Ayuntamiento. León 2007. “Preguntas/Respuestas”. Galería Ármaga. León 2009. “Johann Sebastian Bach en el Fornos”. León 2011. “De anteayer... de hoy...”. Galería Ármaga. León 2011. “Hipogeos, cavas, ... etc. en el Fornos”. León 2012. Manuel Jular en el Museo de León. León

E x p o s i ci o n e s c o le c t i v a s

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1956. Arte universitario. Madrid Exaltación de los Valores Leoneses. León 1957. Exaltación de los Valores Leoneses. León 1958. Antológica de Pintores Leoneses. Casa de León. Madrid Concurso Nacional de Pintura. Madrid

1959. Concurso Nacional de Pintura. Madrid Exaltación de los Valores Leoneses. León 1960. Exaltación de los Valores Leoneses. León 1961. Con Alejandro Vargas. Sala de la Diputación Provincial. León 1962. Certamen de Navidad. Palma de Mallorca 1963. Salón de Otoño. León 1964. Salón de Otoño. León 1965. Salón de Otoño. León 1966. Exposición “Lo que pasa en España”. Comunales de Bolonia y Milán 1969. Exaltación de los Valores Leoneses. León. Medalla de oro y Primer Premio 1970. Varios pintores. Sala Pelaires. Palma de Mallorca 1971. I Bienal “Provincia de León”. León Exposición “Todos somos Picasso”. Galería Machado. Madrid 1973. Colectiva inauguración de la Sala Bernesga. León II Bienal “Provincia de León”. León 1974. Exposición-Homenaje a Manuel Millares. Sala Provincia. León 1975. Club Cultural y de Amigos de la Naturaleza. León VIII Premio Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León. Primer Premio 1986. Artistas Plásticos en el Bimilenario de Astorga. Astorga VII Bienal “Provincia de León”. León 1987. II Muestra Plástica “San Juan Ortega”. Colegio de Arquitectos Técnicos. León 1988. “Volumen”. Escultores Leoneses. Salón de las Artes Pallarés. León 1992. “C.C.A.N.”, un quinto de centenario”. Salón de las Artes Pallarés. León 1994. “Reencuentro”. Sala Provincia. León 2009. “10 años”. Galería Ármaga. León 2012. “Bodegones”. Galería Ármaga. León

Obr a s v a ri a s

Murales, altorrelieves y esculturas en diferentes edificios públicos y privados

E di c i one s

Carpeta de litografías “Viva Picasso”. (1974) Carpeta-libro “Trece de los llamados Arcanos Mayores encolado para Gloria y Aviso de un magistrado”.(1987) “Cuaderno Rambó”. Ilustraciones para Una temporada en el Infierno de Arthur Rimbaud. (2011)

O tr a s a c t i v i da d es g rá f ic a s

1956/57. Dibujos, portadas, comics en “RC”, revista del Colegio Mayor Reyes Católicos. Valladolid 1957/58. Dibujante en Publicidad Arce & Potti. Madrid 1958. Funda con Eduardo Rodríguez Velasco la agencia de servicios generales de publicidad Rodríguez & Jular de León 1962. Dibuja para Publicidad Aries de Palma de Mallorca 1965. Dibuja humor en el periódico “Proa”, de León 1962. Dibuja humor en “Diario de León”. 1978. Dibujos, comics en el diario “Mundo Obrero” 1978. Dibuja Museo Imaginario en el periódico “Pueblo”, de Madrid 1980/82. Diseñador maquetista de la revista de cine “Casablanca” 1985. Funda con Jaime Ara el taller free-lance Grafismo y diseño

Desde 1990 hasta 2004 fué Director de Arte en el Grupo NUEVO LUNES (editor del semanario económico EL NUEVO LUNES y de la revista de información general EL SIGLO DE EUROPA)

P r oye c tos a c or to y me di o p l a zo

E x p o s i c i o n e s : –Espirales, vibrantes y otros fundidos.

En la r ed

http://www.jular.net http://www.sinespatula.blogspot.com/ http://www.loscuadernosdejular.blogspot.com/ http://www.jaculasmaculas.blogspot.com/


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Exposición Manuel Jular. 2012

Autoretrato, 2011.

Agradecimientos: A Luis Grau Lobo, Director y Conservador del Museo de León y a las gentes del Museo.

A los profesionales de la impresión Punto y Seguido y Qué Arte y al enmarcador de las telas expuestas, Manuel Villadangos. A Ana R. Jular, por su habitual apoyo logístico.

A Toe M. F. que desde hace varios años cobija cariñosamente mi IMac.

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© ManuelJular DL LE 357–2012

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