Leer para comprender

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Pensar a nivel crítico es el nivel que muchos considerarán como el específico de pensar. Consideramos que todos los niveles reseñados implican una dosis de pensar o de sopesar lo leído, ya que en todos ellos lo que se lee se remite a la propia capacidad de gustar y de interpretar, y aquí de criticar. ¿Criticar? Casi nada. Difícil nivel. Lo será si esperamos del alumnado una capacidad que, a veces, ni tienen los críticos de profesión, sean de arte, de literatura o de filosofía. Aquí criticar significa sencillamente estar de acuerdo o no, y dar razones de ello. Y, desde luego, se puede no estar de acuerdo ni en lo que se dice ni en el cómo se dice. Y esta actividad ¿se puede hacer con todo tipo de textos? Sin duda alguna. La cuestión es probarlo. Proponemos, por tanto, tres textos diferentes para realizar la operación mental que acabamos de insinuar. Texto para considerar a nivel personal El objetivo es que la persona que lea un texto diga si le gusta o no y por qué razón si es que el gusto personal las tiene. Ojo, no se trata de cuestionar el gusto de nadie. Tan sólo hacerlo emerger de la interioridad de cada cual. Si se confrontan los gustos entre sí es posible que consigamos incluso su educación. Porque todos sabemos que hay gustos que merecen palos y otros que, en lugar de serlo, son disgustos. Y no puede olvidarse que los gustos tienden siempre a ser conservadores en materia estética. Tanto que solemos calificar de exquisitos los gustos de los demás, si coinciden con los nuestros. Es bueno respetar –recuérdese que respeto viene de respicere, es decir, mirar una y otra vez una cosa– los gustos de los otros, pero mucho más educarlos. Y convengamos en que el gusto del alumnado en materia estética, no es que deje mucho que desear, es que tiene mucho que educarse. Hacerlo sin herir es todo un arte de la sensibilidad.

LA LLAVE DE LA FELICIDAD Dios se sentía solo y quería hallarse acompañado. Entonces decidió crear unos seres que pudieran hacerle compañía. Pero, cierto día, estos seres encontraron la llave de la felicidad, siguieron el camino hacia Dios y se reabsorbieron en Él. Dios se quedó triste, nuevamente solo. Reflexionó. Pensó que había llegado el momento de crear al ser humano, pero temió que éste pudiera descubrir la llave de la felicidad, encontrar el camino hacia Él y volver a quedarse solo. Siguió reflexionando y se preguntó dónde podría ocultar la llave de la felicidad para que el hombre no diese con ella. Tenía, desde luego, que esconderla en un lugar recóndito donde el hombre no pudiese hallarla. Primero pensó en ocultarla en el fondo del mar; luego, en una caverna de los Himalayas; después, en un remotísimo confín del espacio sideral. Pero no se sintió satisfecho con estos lugares. Pasó toda la noche en

91 LEER PARA COMPRENDER 1. Actividades previas a la lectura comprensiva


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