Leer para comprender

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Una estrategia que da excelentes resultados es utilizar textos que informen de algo insólito. Por tanto, todos los textos –de cualquier naturaleza– pueden servirnos, siempre y cuando su información resulte novedosa para el alumnado. Antes de leer el texto en voz alta por parte del profesorado, éste advertirá que, al terminar su lectura, hará diez preguntas sobre ella. Las respuestas a las mismas se limitarán a consignar si lo afirmado/negado es verdadero o falso. O, siguiendo otra modalidad, eligiendo entre varias posibilidades ofrecidas como respuestas, la que se considere válida. Veamos dos ejemplos.

CAFETERA: 1800, FRANCIA Los granos de café fueron masticados durante cuatrocientos años a partir del momento en que un pastor de cabras etíope llamado Kaldi descubrió las propiedades de la planta en el año 850 d.C. Sin embargo, el comercio no ofreció un modelo de cafetera para la infusión del café en polvo hasta la introducción de la cafetera francesa en 1800. Durante los siglos anteriores, en los muchos países que consumían ya enormes cantidades de café, éste se preparaba hirviendo los granos en agua y pasando la mezcla a través de un filtro diseñado al efecto. Los paquetes de café en grano solían llevar instrucciones escritas de hervirlo hasta que «oliera bien». La cafetera francesa, pese a su sencillez, fue muy bien recibida en las cocinas. Creada por el farmacéutico R. Descroisilles, consistía en dos esbeltos recipientes metálicos, que podían ser de estaño, cobre o peltre, separados por una placa agujereada que hacía de filtro. Alrededor de 1850, los fabricantes franceses presentaron la primera cafetera esmaltada. La primera adaptación norteamericana de esta cafetera fue patentada en 1873. El cilindro, de una sola cámara, contenía un filtro que se hacía avanzar presionándolo a través de la mezcla de granos de café y agua caliente, obligando con ello a los granos a depositarse en el fondo. Por desgracia, el diámetro de los filtros no siempre se ajustaba al del recipiente, y muchas veces el resultado era una bebida mal colada. Este problema exasperó a una mujer hasta el punto de impulsarla a inventar una cafetera que diera mejores resultados. Melitta. En 1907, la alemana Melitta Bentz empezó a experimentar con diferentes materiales aplicables entre las dos cámaras de una cafetera. Un disco de tela de algodón colocado sobre el filtro del recipiente funcionaba durante algún tiempo, pero la tela no tardaba en estropearse. En 1908 descubrió un papel poroso, casi perfecto, al recortar un disco en una hoja de papel secante, y con ello el sistema de filtro Melitta inició su camino hacia la comercialización.

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