Nº 110. Los estudios sobre la juventud en España: Pasado, presente, futuro

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110 Los estudios sobre la juventud en España: Pasado, presente, futuro

El presente monográfico pretende hacer balance de los estudios sobre juventud en España en los últimos treinta años. Tras la introducción en el que se pasará revista a los antecedentes y al proceso de constitución del campo, la primera parte está dedicada a analizar la ‘producción’ de la juventud en los estudios generales sobre los jóvenes llevados a cabo en estos últimos treinta años, tanto en el ámbito nacional como en el autonómico. La segunda parte se ocupa de los grandes campos de investigación actuales. La tercera parte aborda algunos campos transversales (como el género y la exclusión). La última parte incluye un repaso de los estudios a la juventud a través de las tesis doctorales, así como una perspectiva comparada europea de la situación actual de los estudios de juventud. Cada artículo del monográfico se plantea como un estado de la cuestión que parte del pasado, reflexiona sobre el presente y proyecta tendencias de futuro en el campo de estudios de juventud. En todos los casos el horizonte temporal son los 30 años transcurridos desde el Programa de Investigaciones Básicas lanzado por el INJUVE con ocasión del Año Internacional de la Juventud en 1985.

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Los estudios sobre la juventud en España: Pasado, presente, futuro


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REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD

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Los estudios sobre la juventud en España: Pasado, presente, futuro Coordinadores: Jorge Benedicto y Carles Feixa


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Director Ruben Urosa Sánchez Coordinación del número Jorge Benedicto y Carles Feixa Diseño Gráfico Pep Carrió / Sonia Sánchez Antonio Fernández Ilustraciones Carlos Aquilué

Edición © Instituto de la Juventud Redacción Observatorio de la Juventud en España Tel: 91 782 74 82 Fax: 91 782 74 27 E-mail: estudios-injuve@injuve.es web injuve: www.injuve.es Biblioteca de Juventud C/ Marqués del Riscal, 16 Tel: 91 782 74 73 E-mail: biblioteca-injuve@injuve.es Libro impreso con papel reciclado, el 60% libre de cloro

ISSN: 0211-4364 NIPO Papel: 684-16-002-8 NIPO Línea: 684-16-003-3 Dep. Legal: M-41850-1980 Maquetación e impresión: ADVANTIA, COMUNICACIÓN GRÁFICA, S.A. Las opiniones publicadas en este número corresponden a sus autores. El Instituto de la Juventud no comparte necesariamente el contenido de las mismas.


ÍNDICE

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Los estudios sobre la juventud en España: Pasado, presente, futuro Coordinadores: Jorge Benedicto y Carles Feixa

EL TEMA | pág. 5

Introducción | pág. 7

1.

A los 30 años del Informe de Juventud de 1985. Investigación empírica y cuestiones teóricas. | pág. 13

José Luis de Zárraga, Investigador

2.

Produciendo la juventud: la imagen de los jóvenes en los estudios generales sobre la juventud española. | pág. 35

Almudena Moreno, Universidad de Valladolid.

.

3.

Los estudios de juventud en el ámbito autonómico entre 1985 y 2015. | pág. 49

Alessandro Gentile, Universidad de Zaragoza.

4. Pasado, presente y futuro de los estudios sobre las transiciones de los jóvenes. | pág. 69

Joaquim Casal, Maribel García y Rafael Merino, GRET - Universidad Autónoma de Barcelona.

5.

La construcción de los imaginarios colectivos sobre jóvenes, participación y política en España. | pág. 83

Jorge Benedicto, Universidad Nacional de Educación a Distancia. María Luz Morán, Universidad Complutense de Madrid.

6.

De las culturas juveniles a los estilos de vida: etnografías y metaetnografías en España, 1985-2015. | pág. 105

Carles Feixa y José Sánchez García, JOVIS - Universidad de Lleida.

7.

La investigación sociológica sobre los estudiantes universitarios en España. | pág. 131

Antonio Ariño, Universidad de València.

8.

Los estudios sobre jóvenes y TICs en España. | pág. 155

Héctor Puente Bienvenido, Universidad Francisco de Vitoria. Marta Fernández Ruiz, Universidad Carlos III de Madrid. Costán Sequeiros Bruna y Mélida López Jiménez, Universidad Complutense de Madrid.


9.

Los estudios sobre políticas de juventud en España. | pág. 173

Pere Soler, Universidad de Girona. Domingo Comas, Fundación Atenea.

10. Los estudios sobre juventud y perspectiva de género. | pág. 191

Anna Berga i Timoneda, Universidad Ramon Llull.

11. Los estudios sobre el tránsito a la vida adulta de jóvenes vulnerables y estrategias para su inclusión social. | pág. 201

Miguel Melendro Estefanía y Ana Eva Rodríguez Bravo, Universidad Nacional de Educación a Distancia.

12. La producción académica: treinta años de tesis doctorales sobre juventud en España. | pág. 217

Mariano Urraco Solanilla, Universidad de Extremadura. Juan Carlos Revilla, Universidad Complutense de Madrid.

13. Europa, juventud e investigación. | pág. 239

Sandra Gaviria, Universidad de Le Havre (Francia).

MATERIALES | pág. 255 COLABORAN EN ESTE NÚMERO | pág. 293


EL TEMA

Los estudios sobre la juventud en EspaĂąa: Pasado, presente, futuro


EL TEMA

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El presente monográfico pretende hacer balance de los estudios sobre juventud en España en los últimos treinta años. Tras la introducción en el que se pasará revista a los antecedentes y al proceso de constitución del campo, la primera parte está dedicada a analizar la ‘producción’ de la juventud en los estudios generales sobre los jóvenes llevados a cabo en estos últimos treinta años, tanto en el ámbito nacional como en el autonómico. La segunda parte se ocupa de los grandes campos de investigación actuales. La tercera parte aborda algunos campos transversales (como el género y la exclusión). La última parte incluye un repaso de los estudios a la juventud a través de las tesis doctorales, así como una perspectiva comparada europea de la situación actual de los estudios de juventud. Cada artículo del monográfico se plantea como un estado de la cuestión que parte del pasado, reflexiona sobre el presente y proyecta tendencias de futuro en el campo de estudios de juventud. En todos los casos el horizonte temporal son los 30 años transcurridos desde el Programa de Investigaciones Básicas lanzado por el INJUVE con ocasión del Año Internacional de la Juventud en 1985.

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El año 1985 fue escogido por Naciones Unidas como el Año Internacional de la Juventud. Con tal motivo se crearon comités nacionales e internacionales para promover acciones, encuentros y estudios en este campo. En España se constituyó un comité nacional del AIJ, presidido por el entonces Ministro de Cultura, Javier Solana, amén de diversos comités autonómicos y locales. Una de las iniciativas de tal comité nacional fue la promoción de un programa de investigaciones básicas, dirigido por el sociólogo José Luis de Zárraga, cuyo primer fruto fue el Informe Juventud en España: la Inserción de los jóvenes en la sociedad, publicado el mismo 1985. Hemos escogido dicha fecha como marco cronológico del presente monográfico, no sólo porque se cumplen 30 años, sino también porque el informe de Zárraga, y el resto de informes sectoriales a cargo de autores como Elena Menéndez, Enrique Gil Calvo, Domingo Comas, Fernando Conde, Rafael Prieto, constituyen un salto cualitativo importante en la constitución del campo de los estudios de juventud, en el periodo democrático. El presente número de la Revista de Estudios de Juventud –uno de los foros que permiten seguir la evolución de dicho campo a lo largo del tiempo– pretende hacer balance de los estudios sobre la juventud española a lo largo de las tres décadas transcurridas desde 1985, a manera de estado de la cuestión sobre el pasado, el presente y el futuro de dicho campo de investigación.

(1) Red de Estudios sobre Juventud y Sociedad (REJS). Ministerio de Economía y Competitividad. Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 20132016: Redes de Excelencia [CSO2015-71988-REDT]. Inicio: 01-01-2016. Final: 31-12-2017.

El monográfico es uno de los primeros resultados de la Red de Estudios sobre Juventud y Sociedad, constituida en octubre de 2013 en un encuentro que tuvo lugar en la UNED de Madrid, que acaba de ser reconocida como Red de Excelencia por el Ministerio de Economía y Competitividad (1). La Red está formada por ocho grupos de investigación radicados en ocho universidades españolas diferentes, en concreto se trata de la Universidad de Lleida, entidad que lidera la Red, la Universidad Nacional de Educación a Distancia, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad del País Vasco, la Universidad de Valencia, la Universidad de Valladolid, la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad de Girona. Estos ocho grupos reúnen a un amplio número de investigadores especializados en juventud, procedentes de diferentes disciplinas científicas como la sociología, la antropología, la educación, la psicología social y la comunicación, la economía y el derecho, lo que refleja el carácter interdisciplinar que actualmente caracteriza a los estudios de juventud y que precisamente esta Red temática quiere potenciar. En entre estos investigadores se incluyen algunos procedentes de universidades extranjeras (Francia, Portugal, Italia…) con los que se mantenían lazos de colaboración previa y que ayudarán al objetivo de internacionalización de la Red. Algunos de los textos del presente monográfico fueron presentados inicialmente en las jornadas que, con el mismo título, tuvieron lugar en el

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edificio histórico de la Nau de la Universidad de València el pasado mes de octubre de 2015 con el patrocinio del INJUVE, el Institut Valencià de la Joventut y la Universidad de València (2). En las jornadas participaron más de 100 investigadores de diferentes universidades españolas y extranjeras y se presentaron más de 70 comunicaciones que abordaban muy diferentes ámbitos de la realidad juvenil. En este mismo marco se constituyó también el Comité de Investigación sobre “Estudios sobre Juventud”, vinculado a la Federación Española de Sociología (FES) y presidido por Jorge Benedicto, que surge con una intención decididamente interdisciplinar (http://www.fessociologia.com/estudios-de-juventud/comites/37/). ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos? Los estudios de juventud poseen una larga trayectoria en las ciencias sociales españolas hasta el punto de que puede decirse que es uno de los ámbitos de trabajo con más recorrido histórico. Aunque no deban olvidarse los antecedentes representados por Ortega y Gasset y sus discípulos con sus contribuciones a la teoría de las generaciones (el filósofo madrileño es quizás el único autor español que se cita bastante a menudo en los manuales de estudios de juventud) y los primeros estudios encargados por el régimen franquista en la inmediata posguerra, será en la década de los 60 cuando empiecen a desarrollarse las investigaciones sobre la juventud, inicialmente circunscritas al segmento de los jóvenes universitarios y posteriormente ampliadas al conjunto de los jóvenes, gracias entre otras razones al desarrollo de la sociología empírica y con ello de la metodología de encuestas mediante muestras representativas de la población. Las Encuestas Nacionales de Juventud, la creación del Instituto de la Juventud vinculado al sector aperturista del régimen franquista y la aparición de la revista del Instituto constituyen tres elementos decisivos en el desarrollo de los estudios de juventud durante las décadas posteriores, poniendo de relieve una de las características más sobresalientes de esta área de estudio: la estrecha interrelación entre la producción de investigación científica acerca de los fenómenos juveniles y la necesidad del Estado y sus instituciones de disponer de conocimiento experto que le permita ‘tomar decisiones’ sobre la compleja realidad juvenil (decisiones que en unos casos son de intervención, en otras de control e incluso de inhibición).

(2) Una de las ponencias presentadas en Valencia, dedicada a la investigación sobre la situación de los jóvenes en la etapa de la crisis, a cargo de uno de los miembros de la red, Benjamín Tejerina, finalmente no ha podido ser incluida en este monográfico, si bien constituye uno de los nodos de trabajo futuro de la Red.

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Con la democracia, la producción en estudios de juventud se amplia y diversifica, aparecen nuevas líneas de trabajo y nuevos enfoques teórico-analíticos que responden tanto a la propia transformación que se produce en la vida de los jóvenes en esta nueva etapa histórica como a las nuevas corrientes que se difunden en las ciencias sociales en estas décadas. Sin embargo, a pesar de estos profundos cambios, se mantiene esa impronta político-institucional antes mencionada, que provoca una cierta discontinuidad en el desarrollo de los estudios de juventud, muy dependientes de las demandas estatales para elaborar e implementar sus políticas sectoriales en este terreno. El balance de este más de medio siglo de estudios sobre los jóvenes y la juventud es el de una producción científica ciertamente extensa y variada que proporciona una mirada multidisciplinar sobre múltiples aspectos de la vida de los jóvenes pero que, sin embargo, presenta dificultades para enmarcarse en un campo de estudio definido académica e institucionalmente. Las explicaciones de esta situación son múltiples y exigirían análisis detenidos sobre el funcionamiento y organización de las

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ciencias sociales o la relación entre conocimiento académico y políticas públicas, pero lo que ahora nos importa subrayar son sus consecuencias más evidentes. Y entre ellas la más destacada es una cierta fragmentación del conocimiento que dificulta la sistematización del trabajo realizado en las distintas áreas de especialización, la confrontación de posiciones y enfoques teórico-analíticos entre unos investigadores y otros o la puesta en relación de la investigación sobre jóvenes realizada desde diferentes disciplinas. En este sentido, analizar cuál es el bagaje acumulado durante estos años, en qué se está trabajando en estos momentos y hacia dónde se orientan los esfuerzos investigadores se convierte en una prioridad para lograr la consolidación de un campo de estudios transdisciplinar que permita avanzar en el conocimiento y análisis de una realidad como la juvenil en constante proceso de transformación. ¿De dónde venimos?, ¿en qué situación estamos? y ¿hacia dónde nos encaminamos? son las preguntas que se plantearon a todos los autores que participan en este monográfico. Cada uno de ellos ha respondido a estos interrogantes de acuerdo a sus puntos de vista y planteamientos respecto a la cuestión que trataba, configurando entre todos un mosaico bastante representativo de la variedad de enfoques y temáticas que componen hoy el campo de los estudios de juventud en España e indudablemente también de sus debilidades y limitaciones. El resultado global pretendemos que proporcione al lector unas coordenadas fundamentales del estado del arte de la producción científica sobre los jóvenes y la juventud, así como pistas sobre los caminos a seguir por la investigación en el futuro próximo. Los trece textos que componen el monográfico están agrupados en cuatro grandes bloques. El primero de ellos está dedicado a analizar la contribución decisiva de los informes y estudios generales sobre los jóvenes llevados a cabo en los últimos treinta años, tanto en el ámbito nacional como en el autonómico. Estos informes y estudios constituyen un elemento decisivo en el proceso de producción de la juventud y de su imagen social, así como en la propia evolución del campo de estudio. El primer artículo de este bloque y del monográfico corresponde a la conferencia pronunciada en las Jornadas antes mencionadas por José Luis de Zárraga, autor del Informe de 1985 que aquí se conmemora. En este texto Zárraga realiza una pormenorizada historia de las investigaciones sobre jóvenes en España, desde los antecedentes situados en la inmediata posguerra hasta el último Informe de Juventud de 2012, enmarcándolas en los cambios que se han producido en el proceso de juventud y analizando críticamente los enfoques predominantes en cada momento. Por su parte, Almudena Moreno, socióloga que ha participado en varios Informes de la Juventud, presenta en su artículo un análisis más sintético de cómo ha evolucionado el concepto, la problemática y la imagen de los jóvenes en los estudios sobre la juventud en España y cómo se ha enfocado su estudio. A lo largo de estos años, y en consonancia con los cambios socioeconómicos, políticos y culturales que se han producido, han ido variando los temas y preocupaciones, aunque también se ha mantenido inalterable el interés por una serie de temáticas transversales que afectan a las coordenadas fundamentales alrededor de las cuales los jóvenes construyen sus itinerarios personales y colectivos. Por último, dentro de este primer bloque Alessandro Gentile aborda los estudios realizados en el ámbito autonómico, los cuales han ido adquiriendo una relevancia cada vez mayor en estos últimos años como reflejo de la importancia que la distribución autonómica del poder político tiene

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en la vida de los ciudadanos, en general y de los jóvenes, en particular, conformando sus contextos de pertenencia y emancipación. Como deja bien claro Gentile en su pormenorizado análisis de los estudios autonómicos, prestar atención a este tipo de producción científica permite entender mejor las diferencias y semejanzas de los jóvenes que habitan en los distintos territorios, al tiempo que valorar la preocupación y el interés institucional de unas administraciones y otras por la temática de la juventud. El segundo bloque es el más amplio y se ocupa de las grandes áreas temáticas que concitan el interés de los investigadores en juventud. En los seis artículos que componen el bloque se pasa revista al tema de las transiciones juveniles, a la implicación social y política de los jóvenes, al estudio de las culturas juveniles, la investigación sobre los universitarios, a la creciente importancia de las nuevas tecnologías en la vida de los jóvenes y al análisis de las políticas de juventud. El primero de estos artículos lo firman Joaquim Casal, Maribel García y Rafael Merino, miembros destacados del Grupo de Investigación en Educación y Trabajo (GRET), plataforma desde la que han desarrollado una larga trayectoria de investigación sobre las transiciones de los jóvenes a la vida adulta y sobre los enfoques teóricos más apropiados para analizar en toda su complejidad los itinerarios de los y las jóvenes. En su contribución al monográfico, tras pasar revista a los distintos enfoques que se han utilizado en la literatura, defienden la conveniencia de apostar por una perspectiva biográfica, por estudios longitudinales y por privilegiar el estudio de la toma de decisiones clave por parte de los jóvenes y las constricciones de clase y horizonte social que pesan sobre las mismas. El segundo de los artículos de este bloque está dedicado a las interpretaciones y análisis de la vinculación de los jóvenes con la esfera pública, en general y con el ámbito político, más en particular. Jorge Benedicto y María Luz Morán analizan, a partir de diferentes estudios de juventud dedicados a este tema, los elementos clave de los dos grandes imaginarios sobre jóvenes, participación y política que han coexistido a lo largo de estos últimos treinta años y las condiciones que explican su evolución: esto es, cómo se transita desde la hegemonía –asentada durante varias décadas– de una imagen despolitizada de la juventud a su sustitución en los últimos años por la imagen de una generación comprometida y participativa que desborda los límites institucionales de la política. El artículo de Carles Feixa y José Sánchez aborda una de las áreas temáticas con mayor expansión dentro del campo de los estudios de juventud, nos referimos al análisis de las culturas e identidades juveniles. Los autores se remontan a los años 80s, cuando la emergencia de las llamadas “tribus urbanas” suscita interés mediático y luego académico, trazando la evolución hasta la contemporaneidad, cuando los estilos de vida juveniles dejan de vincularse exclusivamente a minorías visibles, para convertirse en patrimonio de amplias capas de la juventud (expandiéndose incluso a otras generaciones). Tal recorrido se ilustra con los resultados de varios proyectos nacionales y europeos, que trazan el camino que va de las etnografías locales a las metaetnografías globales. El siguiente artículo, realizado por Antonio Ariño, está dedicado a un ámbito más concreto como es el de la investigación sobre los estudiantes universitarios, la cual tiene una larga trayectoria en nuestro país, por cuanto las primeras investigaciones se remontan a los años cuarenta. Ariño analiza cómo van cambiando los temas y las preocupaciones de los estudios en este campo en estrecha relación con las propias transformaciones estructurales que vive la Universidad durante este periodo de tiempo.

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El artículo de Héctor Puente, Marta Fernández, Costán Sequeiros y Mélida López aborda una de las áreas temáticas con un mayor crecimiento en los últimos años: la “conexión” de los jóvenes con la cultura digital. En este tema tanto los jóvenes como las investigaciones son pioneros en la exploración de nuevos tipos de usos tecnológicos, relaciones en red e imaginarios sociales. Como afirman los autores del artículo, no sólo Internet pone de relieve aspectos cruciales de la sociedad actual sino que el uso de las TICs reconfigura los espacios, las prácticas y las culturas juveniles. El texto finaliza subrayando la necesidad de superar las deficiencias de la investigación actual con el fin de poder dar respuestas adecuadas a un fenómeno de extraordinaria relevancia social. El segundo bloque se cierra con el artículo de Pere Soler y Domingo Comas (quien con Zárraga participó en el Informe Juventud en España 1985) en el que se traza un panorama de los estudios sobre las políticas de juventud, tanto teóricos como aplicados, el cual por extensión permite evaluar la evolución de las instituciones locales, autonómicas, estatales y europeas especializadas en este campo. El texto reflexiona sobre la paradoja de que precisamente en un momento en el que la inversión pública en este sector se ha retraído como efecto de la crisis, la reflexión e investigación sobre el mismo se articula y madura en sus planteamientos. El tercero de los bloques se ocupa de algunas áreas transversales que tienen un peso importante dentro del campo de los estudios de juventud, en concreto se trata, por una parte, de la relación juventud-género y, por otra, de la inclusión de los jóvenes en situación vulnerable o de exclusión social. El artículo de Anna Berga reflexiona críticamente sobre el papel de las relaciones de género en la evolución de los estudios de juventud, en las dos grandes áreas (transiciones y culturas juveniles), mostrando como las innovaciones teóricas y metodológicas han venido precisamente de autores y autoras que han focalizado en dicha perspectiva. El artículo de Miguel Melendro y Ana Eva Rodríguez explora otro gran tema transversal: las diferencias sociales y la situación de los jóvenes en situación de vulnerabilidad. Tras analizar las especiales dificultades y complejidades que encierra el proceso de tránsito a la vida adulta de la juventud vulnerable, los autores distinguen dos tipos de investigación dentro de esta área de trabajo: en primer lugar, aquellas investigaciones dirigidas a estudiar las transiciones de los jóvenes adultos y específicamente al desarrollo de trayectorias fallidas relacionadas con la exclusión; en segundo lugar, las investigaciones centradas en estrategias y procesos de intervención dirigidas a la inclusión de los jóvenes tanto desde una perspectiva contextual como desde una perspectiva más micro que traduce el contexto a lo cotidiano para desde allí intervenir. El cuarto y último bloque incluye un repaso de la producción científicoacadémica de estudios de juventud a través del doble prisma que ofrece, por una parte, las tesis doctorales sobre juventud leídas en nuestro país en las últimas décadas y, por otra, la perspectiva comparada europea. El artículo de Mariano Urraco y Juan Carlos Revilla es un texto utilísimo, que parte de la base de datos TESEO para trazar un completo panorama de los temas, disciplinas, métodos y teorías emergentes en las tesis dedicadas a la juventud, lo que es relevante no sólo para la subdisciplina sino también para la evolución de las ciencias sociales en su conjunto. Finalmente, el artículo de Sandra Gaviria, socióloga española que ha hecho su carrera en Francia, nos ayuda a pasar de lo local a lo global, explorando un tema

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central: el rol de la juventud en los programas de investigación europeos en ciencias sociales e humanidades. La autora, tras analizar la evolución de los programas europeos de investigación en su relación con la juventud, llega a la conclusión que se ha pasado de considerarla un problema sobre el que hay que intervenir a considerarla como un recurso o un activo para el futuro europeo. Quizás por eso todos los programas y actuaciones se centran en lo que no funciona, olvidando muchos otros aspectos que están ocultos tras un aparente velo de ‘normalidad’. Los trece textos que acabamos de reseñar creemos que proporcionan al lector unas coordenadas fundamentales del estado del arte de la producción científica sobre los jóvenes y la juventud, así como pistas sobre los caminos a seguir por la investigación en el futuro próximo. Y es que el gran reto de los estudios de juventud y por tanto de aquellos que trabajamos en este campo es llevar a cabo un continuo proceso de revisión de las conceptualizaciones y los modelos teóricos y analíticos que utilizamos para comprender la vida de los jóvenes. Solo así seremos capaces de desentrañar las profundas transformaciones a las que está sometida una realidad juvenil cada vez más compleja y heterogénea.

(3) Entre las revistas internacionales sobre juventud en las que recientemente han publicado investigadores españoles, podemos destacar Young, Journal of Youth Studies, Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Última Década y Agora. Debats Jeunesses.

Entre las líneas de futuro que se adivinan podríamos destacar las siguientes. En primer lugar, la apuesta por superar la división clásica entre estudios sobre transición (basados mayoritariamente en teorías estructurales y metodologías cuantitativas) versus estudios culturales (basados mayoritariamente en teorías de agencia y metodologías etnográficas): hoy en día son innegables tanto los aspectos culturales de las transiciones a la vida adulta como los aspectos estructurales de los estilos de vida. En segundo lugar, el intento de reconceptualizar el ciclo vital, no sólo la juventud y sus divisiones internas (preadolescencia, postadolescencia, adultescencia, etc.) sino incluso la misma noción de adultez, superando el paradigma que ha limitado tal exploración: el adultocentrismo. En tercer lugar, las salidas de la crisis como tema central y en particular las transformaciones en el mundo del trabajo, los programas para incentivar la inserción profesional de los jóvenes –como la Garantía Juvenil–, y la emigración de los jóvenes españoles al extranjero –en especial de los titulados universitarios–. En cuarto lugar, la aproximación a los jóvenes como trendsetters o cazadores de tendencias, en el ámbito tecnológico o de consumo, y también en las innovaciones sociales y culturales. En quinto lugar, por último, la internacionalización de la investigación sobre juventud, que se traduce en la movilidad de los propios investigadores, su participación en proyectos europeos e internacionales comparativos, y su creciente protagonismo en las revistas internacionales especializadas en este campo de estudios (3). Parafraseando el título de un libro de Carmen Leccardi –la socióloga italiana que clausuró el encuentro de Valencia que originó este número monográfico– el futuro de los y las jóvenes es breve (4), pero su aceleración se compensa con una vuelta a la reflexividad, que es el mejor antídoto contra la banalidad. Red de Estudios sobre Juventud y Sociedad Jorge Benedicto (UNED) Carles Feixa (U. Lleida)

(4) C. Leccardi (1996): Futuro breve. Le giovani donne e il futuro. Turin: Rosenberg & Sellier.

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DOCUMENTOS

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Jose Luis Zárraga, Investigador

A los 30 años del Informe de Juventud de 1985. Investigación empírica y cuestiones teóricas*

El objeto de este texto es la historia de las investigaciones sobre los jóvenes en España. Se analizan los antecedentes de estos estudios en España, desde las primeras encuestas sobre muestras de jóvenes realizadas entre 1947 y 1955, hasta la ‘Encuesta de Presupuestos mentales de la juventud española’, de 1960, y la serie de ‘encuestas nacionales de juventud’, realizadas entre 1968 y 1982, que siguieron el modelo de la de 1960. El objeto principal es el análisis de las orientaciones teóricas y metodológicas de los ‘Informes Juventud en España’, iniciados con el Programa de Investigaciones Básicas sobre la Juventud en España, de 1983-85, y realizados por el Instituto de la Juventud cada cuatro años desde entonces hasta la actualidad. Se dedica una última parte del texto al análisis de la tipología y temática de los estudios de juventud y al examen de las cuestiones teóricas y empíricas que se plantean actualmente en la investigación sobre juventud.

Palabras clave: Juventud, Informes de Juventud, Investigación empírica, España.

1 Introducción El objeto de este texto es la historia de las investigaciones sobre los jóvenes en España, no la historia de los jóvenes o la evolución de la juventud durante las últimas décadas. Sin embargo, es conveniente enmarcar la historia de la investigación en un cuadro general de lo que ha pasado con los jóvenes y con el proceso de juventud durante este último medio siglo, porque esto condiciona aquello. (*) Este texto fue la conferencia inaugural de las Jornadas sobre Estudios de Juventud que se celebraron en Valencia los días 1 y 2 de octubre de 2015. (1) No ignoro que hay un ‘relato alternativo’ para explicar el retraso en la emancipación de los jóvenes en España, el del ‘síndrome de dependencia familiar’, propuesto por Aguinaga y Comas (1991) a partir de 1990, con fundamento en el ‘modelo mediterráneo de emancipación’ de Gil Calvo (2002, 2014). Pero en este texto, que no tiene por objeto el análisis de los procesos de juventud en España, no me detendré a debatirlo, aunque hay que reconocer los importantes efectos retroactivos de este síndrome, pero no la causalidad primaria que los autores le atribuyen.

En grandes líneas, los cambios en el proceso de juventud en España, que las investigaciones sobre los jóvenes han ido siguiendo durante el último medio siglo, pueden resumirse así: El anterior modelo normalizado de inserción social, con una sucesión lineal de etapas formativas que desembocaba en el acceso a un empleo estable y a la autonomía económica, con la separación del hogar de origen y la creación de una nueva familia en un nuevo hogar, modelo que domina y se ejecuta sin dificultad hasta mediados de los 60, entra en una crisis, primero, cultural y política, y luego, económica, entre 1965 y 1975. A finales de los 70 y principios de los 80 ese modelo deja de funcionar, en el marco de un cambio de ciclo social global que, en lo que toca a los jóvenes, se caracteriza a la vez por una profunda mutación en la ideología dominante y por el bloqueo de los procesos de inserción. Es la generación de jóvenes de los 80 –la que se estudia en los IJE.1985 y 1988– la que sufre de lleno el impacto de esta crisis de modelo, a la que en España no se sabe y no se puede dar respuesta, con consecuencias que para muchos de estos jóvenes fueron letales (recuérdese la brutal emergencia, en aquella época, de las drogas duras y el sida, y más en general, el desencanto y la depresión que se apodera de la juventud... (1).

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Tras el primer impacto, dramático, de la crisis, la necesidad de supervivencia conduce a la aparición, entre mediados de los 80 y mediados de los 90, de ‘situaciones de transición’, bajo múltiples formas. Lo que era simplemente ‘trans-situs’, el paso de un ‘situs’ juvenil al ‘situs’ del adulto, se convierte en un encadenamiento variable de ‘situs’ pre-adultos diversos. Estas situaciones se hallan generalizadas en la primera década del siglo XXI, articuladas en un proceso de juventud que se ha hecho ahora estructuralmente incierto, vulnerable y reversible, y que se estudia en los IJE-2004 y 2008. Este nuevo ‘proceso de juventud’, muy prolongado y diversificado en ‘situaciones de transición’ muy distintas, parece haberse estabilizado, como prueban los datos y los análisis retrospectivos del IJE-2012, manteniéndose con fluctuaciones menores a través de las coyunturas económicas muy diversas que se han sucedido desde el año 2000 (2). Este fenómeno es muy interesante, porque indica que se han consolidado las nuevas formas de transición a la vida adulta e inserción social que comenzaron a configurarse a partir de la crisis de los 80, cuando dejó de funcionar el modelo global precedente.

2 Breve historia de los Informes de Juventud

(2) Véanse, por ejemplo, las ‘tasas de emancipación juvenil’ (IJE.2012, p.67), que oscilan entre 25 y 30%, sin superar nunca esos umbrales. (3) No hay que olvidar que la primera cátedra de Sociología –después de las que, a finales del siglo XIX y principios de siglo XX, habían desempeñado Manuel Sales y Ferré (en 1899) y Severino Aznar (en 1916) – es la desempeñada por Enrique Gómez Arboleya, en la recién creada Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Madrid, desde 1954 hasta su fallecimiento en 1959. Hay que señalar que desde este mismo año, entre 1954 y 1956, también Francisco Murillo Ferrol, que era catedrático de Derecho Político en la Universidad de Valencia, se encargo de los cursos de una cátedra de Sociología en dicha universidad. Pero la segunda y tercera cátedras de Sociología, las de Salustiano del Campo, en la Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales de la Universidad de Barcelona, y José Jiménez Blanco, en la Facultad de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales de la Universidad de Bilbao, son ya de 1962. Por cierto, en todos los casos citados, estas cátedras son ocupadas por los sociólogos que dirigieron algunos de las primeras investigaciones sobre los jóvenes que se realizaron en España.

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Decía Martín Serrano en la Introducción del IJE-1996 que “España es el país de Europa que dispone del capital más importante en estudios de juventud” (p.11). Es cierto. Trataré, en este texto, de trazar un cuadro general de la historia de estos estudios. Hay que recordar que, en los años 40, la sociología, como disciplina autónoma, no existía aún en la universidad española (3). Y que el INE, creado en 1945, no realizaría su primera encuesta muestral hasta 1958, la primera Encuesta de Cuentas Familiares, casi simultáneamente a la primera encuesta de jóvenes de ámbito nacional, a la que volveré luego. En este contexto histórico, fueron las encuestas de juventud las primeras investigaciones muestrales publicadas en España después de la Guerra Civil. No fueron, sin embargo, las primeras encuestas muestrales realizadas. Hay una ‘prehistoria’, poco conocida, de la que nos informan Alejandro Almazán y José María Arribas en varios trabajos recientes (Almazán 2004, 2007; Arribas y Almazán 2006). Se remonta a los años de la posguerra española, 1942-1945. Cuentan Almazán y Arribas que, en septiembre de 1942, se crea, dentro de la Delegación Nacional de Prensa de la Vicesecretaría de Educación Popular, un llamado “Servicio Español de Auscultación de la Opinión Pública”, conocido también, en aquella época, abreviadamente, como “Instituto de Opinión Pública”. Hasta su desaparición, en 1946, este SEAOP realizó más de cien encuestas muestrales, con método de cuotas. Ninguna, que yo sepa, dirigida específicamente a los jóvenes. Luego, en 1951, se volvió a crear un organismo similar, ya bajo la denominación oficial de “Instituto de Opinión Pública”, que se mantuvo hasta 1957, año en el que vuelve a desaparecer, hasta su refundación definitiva en 1963.

Las encuestas a estudiantes, 1947-1955 Pero, al margen de estas encuestas, cuyos resultados no se publicaron nunca más que muy fragmentariamente, los estudios sobre los jóvenes fueron, efectivamente, los primeros que se realizaron en España. Las primeras

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(4) “Una encuesta a los estudiantes universitarios de Madrid”. RIS, nº 28 (5-49), 1949; nº 29 (1744), 1950, y nº 30 (313-354), 1950. (5) “Sobrevisión por muestreo de la Universidad de Madrid” Trabajos de Estadística, vol. IV, cuaderno 1, 1953. (6) “Sobrevisión por muestreo en las universidades españolas”, en Trabajos de Estadística, vol. IV, cuaderno 3, 1954. (7) También en 1953, el primer IOP hace una encuesta a estudiantes universitarios, pero limitada a sus aspiraciones profesionales. Se publica en Opinión, Boletín del IOP, abril de 1953 [según cita de Almazán, (2004), p. 454]. (8) Un extracto de esa presentación se encuentra en una Nota informativa de los servicios policiales, publicada por Roberto Mesa (1982). (9) Como anécdota, que ilustra los peligros que conllevaba la sociología bajo una dictadura, contaré que en el primero de los informes policiales dedicado a esta encuesta se consideraba acreditado que, en realidad, Pinillos había obrado “por consigna exterior y bajo pago de cierta cantidad”, y que el profesor “pertenecía secretamente a la masonería” (Mesa 1982: 57-58). (10) Todas las citas de este párrafo se extraen de las entrevistas que realizó Miguel S. Valles con los protagonistas para la “Historia oral de la primera Encuesta Nacional de Juventud. La peripecia humana y política” incluida en Miguel, A. de (2000). (11) La mayor parte de la información sobre la gestación y la realización de la Encuesta de 1960 se encuentra en la tesis doctoral que realiza Luis Buceta Facorro: La juventud ante los problemas sociales. Madrid: Doncel, 1ª ed.: 1966; 2ª ed.: 1976 y en los textos de Amando de Miguel: y de Miguel S. Valles: contenidos en De Miguel, A. (2000). Sobre los datos de la encuesta realizó también su tesis doctoral Cecilio de Lora Soria: Juventud española actual: socialización y educación de la juventud. Madrid: Ediciones y Publicaciones Españolas, 1965.

encuestas a jóvenes se remontan a finales de los 40 y principios de los 50. Son las encuestas a estudiantes que se realizan, entre 1947-48 y 1955, en la Universidad Central –la de Madrid–, y en 1955 también en la Universidad de Valencia. Las primeras tienen una historia azarosa. La que se realiza en el curso 1947-48 es la primera; la dirigen Manuel Fraga Iribarne y Joaquín Tena Artigas (estadístico, formado en Francia y en EE.UU., que en aquella época era Delegado del recién creado INE en el Ministerio de Educación), y sus resultados se publican en tres números de la Revista Internacional de Sociología (4). Tena Artigas realizará luego sendas encuestas, la primera, continuación de las anteriores, en 1950, en la Universidad de Madrid (5), y, junto con Francisco Azorín, otra posterior, ampliada a todas las universidades españolas (6). En 1953 (7), en cierta medida respondiendo a esas primeras encuestas concebidas desde la perspectiva del gobierno franquista, José Luis Pinillos realiza una nueva encuesta a los universitarios madrileños, que logra publicar bajo el título neutro “Actitudes sociales primarias” (Pinillos 1953); fue seguida, poco después, de otra sobre “Las actitudes sociales en la Universidad de Madrid”, que su autor no logra ya publicar y cuyos resultados presenta a la Junta de Estudios Jurídicos, Sociales y Económicos del CSIC en octubre de 1955 (8). Los resultados, obtenidos con una muestra de 294 entrevistas, eran muy poco satisfactorios para el régimen. Reflejaban un clima generalizado de disconformidad, con una hostilidad mayoritaria frente a las instituciones básicas del régimen y deseos de cambio también mayoritarios. Era algo difícilmente digerible para la dictadura. Los resultados de la encuesta no se publicaron en España, pero fueron difundidos por la prensa internacional, lo que dificultó la carrera académica de Pinillos, cuyo acceso a la cátedra se demoró por ello unos años (9). También en 1955 Francisco Murillo Ferrol y José Jiménez Blanco realizan una encuesta a estudiantes en la Universidad de Valencia (Murillo y Jiménez Blanco 1958). La encuesta de 1960 Llegamos así a la famosa encuesta nacional a los jóvenes de 1960, en la que me detendré porque es el primer hito de una serie que llega hasta 1982. De ella dice Juan Linz –que participó en su diseño– que “fue la primera encuesta española a escala nacional, la primera encuesta con muestreo representativo de la población”. Y Miguel Valles, que “marca un antes y un después en la investigación sociológica española”. Y Amando de Miguel, que también participó en ella, la califica de “hazaña intelectual”, y dice que su cuestionario “debe ser considerado como un verdadero monumento en la historia de las pesquisas sociológicas en España”; y, en fin, que “qué otro equipo sociológico, a la altura de 1960, podía mostrar un mayor conocimiento de la sociedad española”. Ponderando entusiasmado lo que este equipo representó, llega Amando a afirmar que “lo que luego hemos llamado ‘transición democrática’ empezó mucho antes, en vida de Franco” con estos personajes, entre los que estaba el propio autor, que se coloca así entre los protagonistas de esa presunta ‘transición’ (10). La encuesta de 1960 (11) se proyecta en 1959, por iniciativa del Departamento de Formación Política de la Delegación Nacional del Frente de Juventudes, organismo del Movimiento Nacional encargado del

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encuadramiento y formación de los jóvenes en los principios del Movimiento. El contexto en el que surge la iniciativa es bien conocido: entre 1956 y 1959 tienen lugar las primeras movilizaciones masivas en las universidades, en las fábricas y en el centro de las ciudades, y se forman nuevas organizaciones políticas antifranquistas. Los jóvenes empiezan a representar un problema político. En este contexto surge la idea de un estudio de los valores, actitudes y creencias de los jóvenes, de lo que llaman sus promotores los ‘presupuestos mentales de la juventud’. Los principales protagonistas en la iniciativa del estudio eran el Delegado Nacional, Jesús López Cancio, y Francisco Vigil Álvarez, un licenciado en Derecho, de 27 años, que, después de haber sido Jefe del SEU en Barcelona, había sido llamado por López Cancio a dirigir el Departamento de Formación Política. De Vigil fue la idea y la iniciativa de realizar la encuesta, en la que desempeñó el papel de ‘supervisor general’. Encarga a José Mariano LópezCepero la dirección del estudio y la coordinación del equipo técnico. López-Cepero, además de ayudante de Gómez Arboleya en la cátedra de Sociología de la Universidad de Madrid, era en la época profesor de Sociología de la Juventud en la Academia de Mandos ‘José Antonio’, en la que se formaban los profesores de Educación política y los cuadros del Frente de Juventudes. Él es quien invita a formar parte del equipo técnico a sus compañeros ayudantes en dicha cátedra, José Castillo Castillo y Luis González Seara, y al propio Gómez Arboleya. A propuesta de este se llama a Juan José Linz, alumno suyo que estaba en la Universidad de Columbia, que desempeñará el papel de asesor técnico y redactará una parte importante del cuestionario, partiendo de las investigaciones que Almond y Verba están haciendo en EEUU. Al equipo se incorpora también Amando de Miguel, todavía estudiante en la época, que estaba colaborando ya con el equipo de Vigil, José Bugeda, Manuel Lizcano, el dominico Jesús María Vázquez y otros.

(12) Tanto ésta como las citas siguientes se extraen de las entrevistas de Valles a los protagonistas.

Cuando dice Andrés Orizo (12) que aquella encuesta “tenía que ser científica…” refleja sin duda la voluntad de todos, ya que se trataba de conocer “la realidad social juvenil”. Pero es menos acertado cuando califica la empresa como “una lucha por la ciencia casi”. Su motivación última y su objetivo fundamental –los de quienes la encargaron, ampararon y financiaron– era enfrentarse al problema que la juventud empezaba a representar para el régimen. Era, pues, un objetivo político, desde la perspectiva del régimen, como recordaba muchos años después López Cancio a Valles: con aquellas iniciativas, dice, “yo me mantenía fiel a lo que había servido desde el principio. Lo que ocurre es que mi fidelidad me exigía unas adaptaciones de… aquel aparato al que estaba sirviendo… a la realidad social cambiante”. Está acertado González Seara cuando dice que las intenciones de los promotores eran “el conocimiento del movimiento juvenil… para orientar mejor la formación [política] que tenía encomendada la Delegación [del Frente de Juventudes]”. Y Gabriel Cisneros, que conoció bien a Vigil y a López Cancio y sucedió a éste años después: “Yo creo que Cancio concibió la Encuesta como una herramienta de trabajo, como un instrumento para orientar su propia tarea en la Delegación Nacional de Juventudes”, que obviamente no era una tarea científica, sino estrictamente política. Todo ello no obsta, desde luego, para que la Encuesta representara, para los sociólogos que participaron en ella y para quienes hoy podemos analizar sus resultados, una oportunidad preciosa de penetrar en el terreno virgen del estudio de la sociedad española de aquella época. Pero el contexto de la Encuesta es esencial, y la orientación funcionalista de sus

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autores sociólogos resultaba también ‘funcional’ para sus promotores políticos, al margen de los intereses científicos que aquellos tuvieran. La encuesta se realiza con dos muestras independientes, una de 1316 varones y otra de 415 mujeres, de 16 a 20 años, estratificadas por zonas geográficas y status socioeconómicos (‘campesinos, estudiantes y trabajadores’, por una parte, y ‘sus labores’, además, por la otra), con un cuestionario de 323 preguntas. Se titula “Encuesta sobre presupuestos mentales de la juventud española” y su contenido responde bien a ese título, porque predominan en él las cuestiones sobre valores, creencias y actitudes sociales, políticas y religiosas, además del estudio de las prácticas deportivas, culturales, de ocio y asociativas, y de las relaciones familiares y personales. El informe de la encuesta no se publicó hasta 1976 (13).

Las ‘encuestas nacionales de juventud’, 1968-1982 Tras la de 1960 se suceden otras cuatro encuestas a jóvenes de ámbito nacional. Son encuestas en las que predomina, como en la primera, el estudio de los valores, creencias y actitudes de los jóvenes.

(13) Los resultados de la Encuesta de 1960 se publican en 1976, junto con los de la III Encuesta nacional (Revista del Instituto de la Juventud, nº 64, abril 1976 –pp. 151-301). Anteriormente se publicaron diversos artículos sobre resultados parciales de la encuesta, especialmente por Amando de Miguel en una serie de artículos en la Revista del Instituto de la Juventud, en 1965 y 1966. Un ‘informe retrospectivo’, basado en esos artículos y en otros trabajos que el autor realizó durante su estancia en EEUU en 1961-63, se encuentra en De Miguel, A. (2000: 25-111). (14) El cuestionario se había publicado en el nº 20 de la Revista del Instituto de la Juventud, 1968 (pp. 139-166) y los datos técnicos en el nº 21, 1969 (pp. 167-176). Juan González Anleo publicó, sobre los resultados de esta encuesta, un artículo en la Revista del Instituto de la Juventud y José Ramón Torregrosa realizó sobre los datos de esta encuesta su tesis doctoral y publicó: La juventud española, conciencia generacional y política. (Torregrosa 1972). (15) El diseño técnico y los resultados principales se publicaron en: “III Encuesta Nacional a la Juventud – 1975”. Revista del Instituto de la Juventud, nº 64, abril 1976 (pp. 9-149).

En julio de 1968 el renacido Instituto de Opinión Pública, ahora bajo la presidencia de Salustiano del Campo y la dirección técnica de Díez Nicolás, realiza una Encuesta sobre la juventud española, con una muestra de 1931 entrevistas, que tiene la peculiaridad de ampliar su ámbito poblacional hasta los 29 años, anticipándose a la prolongación de la juventud que se produciría unos años después. El cuestionario que se aplica es una selección de preguntas de la E.1960, en la que el estudio de valores y creencias sigue ocupando el centro de atención de los investigadores. Con Salustiano del Campo, dirigieron esta encuesta Juan González-Anleo y Eduardo Moreno, publicándose sus resultados en 1969 en la REOP nº 15 (14). No puede dejar de recordarse el contexto histórico en el que se concibe y se diseña esta encuesta: la rebelión de los jóvenes y las movilizaciones políticas masivas que en todo el mundo suceden en torno a Mayo de 1968. En noviembre de 1974 el Instituto de la Juventud realiza una tercera encuesta sobre actitudes y opiniones de la juventud española, la III Encuesta Nacional a la Juventud, dirigida por quien era a la sazón director del Instituto, José Mariano López-Cepero. El cuestionario, de 284 preguntas, retoma el de 1960. Realiza sus trabajos de campo una empresa privada de estudios de mercado, ECO, con 3414 entrevistas y un ámbito poblacional más reducido que en la anterior (15-24 años). Los resultados se publican en 1976 (15). La encuesta se realiza en plena crisis terminal del franquismo y, en la intención de sus promotores políticos, según el propio director explica, pretende proporcionar “consejos de terapia social”, a partir del conocimiento de “la problemática actual de este importante sector del cuerpo social, su inserción y su adaptabilidad en las instituciones y ‘patterns’ mentales hoy vigentes”. Los ‘consejos’ llegarían tarde, porque con la muerte del dictador las instituciones quebrarían y las ‘pautas mentales’ cambiarían. Es por ello lógico que solo dos años después, en 1977, el Ministerio de Cultura del gobierno de Adolfo Suárez, del que había pasado a depender el Instituto de la Juventud, encargara a Juan José Linz una nueva encuesta a los jóvenes, la cuarta en esta cuenta. La realiza, en julio de 1977, la empresa privada DATA, que preside el propio Linz y dirigen dos de los sociólogos que habían participado en las encuestas anteriores, Manuel Gómez Reino

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y Francisco Andrés Orizo. El tamaño de la muestra es amplio (3.268 entrevistas), pero el ámbito poblacional se encoge de nuevo al grupo de 15 a 20 años. Sus resultados se publican en febrero de 1978 (Linz 1978) (16). Una vez más, la encuesta a los jóvenes se encarga en una situación muy marcada políticamente, recién fundada la Unión de Centro de Democrático, y el trabajo de campo se realiza inmediatamente después de las elecciones para la legislatura constituyente. De esta encuesta dice María Ángeles López –en una revisión de la Sociología de la Juventud que realiza en 1990– que es ‘marco de referencia’ de ella “la encuesta de Yankelovich, sobre la nueva moralidad de los jóvenes americanos (y) los informes de los valores sociales de los jóvenes europeos” (López 1990: 218) (17). La ‘moral’ y los ‘valores’ sociales sigue siendo, pues, su principal objeto. En mayo de 1982 se realiza una quinta encuesta nacional, en colaboración del CIS y el Instituto de la Juventud y bajo la dirección de Juan José Toharia y Manuel García Ferrando, con una muestra de 3 725 entrevistas, también solo a la población de 15 a 20 años, cuyos resultados se publican en 1984 (Toharia y García Ferrando 1984). La encuesta es concebida, encargada y realizada de nuevo en una situación de crisis política aguda, con el gobierno de UCD a punto de perder las elecciones y ser sustituido por un gobierno socialista en diciembre de 1982. “La preocupación aquí es el apoliticismo de los jóvenes. Se rastrean sus decepciones políticas, su retraimiento en la vida privada, la tímida aparición de nuevos movimientos de protesta” (López 1990: 218).

(16) Hay que observar que este texto no suele aparecer incluido en las bibliografías del autor. Véase, por ejemplo, la de H. E. Chehabi, realizada en mayo de 2005, que pretende ser ‘a complete list of all his writings’; el Informe no figura ni en el original de Chehabi [en Juan J. Linz: Robert Michels, Political Sociology, and the Future of Democracy, New Brunswick: Transaction Books, 2006], ni en la versión revisada y corregida que publicó José Ramón Montero [en REIS, nº 114, 2006 (pp. 173-210].

A partir de 1984 se produce un cambio, que Juan Sáez, en sus trabajos sobre los Informes de Juventud, califica de radical, en la orientación de las encuestas y los informes sobre la juventud española (Sáez 1990, 1995). De una opinión parecida es Ángeles López para quien “el cambio de perspectiva política del Instituto de la Juventud es evidente, como lo es el de la orientación teórico-ideológica de los investigadores” (López 1990: 220). El objeto central de estudio dejan de ser los valores, creencias y actitudes de los jóvenes para pasar a ser las condiciones objetivas y el modo como se desarrolla el proceso de inserción de los jóvenes en la sociedad, el paso de la condición juvenil a la situación adulta, de la dependencia a la autonomía, de los estudios al trabajo, de la familia de origen a la creación de nuevas entidades familiares.

(18) Los informes se titulan: Juventud española 1984, Jóvenes españoles 1989, Jóvenes españoles 94, Jóvenes españoles 99, Jóvenes españoles 2005 y Jóvenes españoles 2010, y están todos ellos publicados por la Editorial SM.

Este cambio de orientación no interrumpirá las encuestas centradas en los valores de los jóvenes, que encuentran continuidad amparadas por la Fundación Santa María, de los religiosos marianistas, que encargarán nuevas encuestas a los sociólogos que habían realizado las anteriores. Como dice Martín Criado “resulta significativo que estos informes se inicien justo tras la subida al poder del PSOE: todo parece indicar que el relevo gubernamental lleva a la Iglesia a financiar sus propias investigaciones… El desplazamiento a la Fundación Santa María de sociólogos que habían realizado investigaciones para el Instituto durante el franquismo y los gobiernos de UCD parece confirmar –para el autor– esta hipótesis” (Martin Criado 1988: 63). Lo primero que se hace es una recapitulación de las encuestas de juventud realizadas entre 1960 y 1982 (Beltrán et al. 1984); “los motivos… quedan bien claros –en opinión de Martín Criado-: la juventud es un grupo problemático, amenazado por la pérdida de valores” (Criado 1988: 63). De las seis encuestas (18) que esta Fundación realiza sobre los jóvenes españoles entre 1984 y 2010 me ocuparé brevemente más adelante].

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(17) La autora se refiere al libro de Daniel Yankelovich: The New Morality. A Profile of American Youth in the 70’s. New York: McGraw-Hill, 1974.

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El Informe Juventud en España, 1985 El Informe de 1985 supone efectivamente un giro radical en la perspectiva, el marco teórico y la temática de las encuestas de juventud (Zárraga 1985). Se plantea la problemática de la juventud desde la perspectiva de la sociedad, de su articulación en la estructura social. En un marco teórico que concibe la juventud inserta en la reproducción social, como proceso de producción de los agentes sociales y como mecanismo de cambio de la ideología social a través de las rupturas generacionales. Y con una temática que se centra en los procesos de inserción social de los jóvenes, de emancipación del hogar de origen y la creación de nuevas familias, del paso de la dependencia a la independencia, de la heteronomía a la autonomía. Se decía al inicio del capítulo que cerraba el Informe: “La posición de la juventud en una sociedad está siempre doblemente determinada. Está determinada genéricamente por el lugar que ocupa la juventud en el proceso de reproducción de la sociedad, por su función en la inserción de los sujetos como agentes sociales. Y está también determinada específicamente por el momento histórico en que acontece su existencia como juventud, por sus características generacionales concretas” (Zárraga 1985: 377). Expresión de todo ello es ya el título del informe: La inserción de los jóvenes en la sociedad, y la Introducción, en la que se identifica como principal problema de los jóvenes de los 80 el bloqueo de su generación y la quiebra del modelo de juventud propuesto por la ideología social y vigente hasta los años 70. Este cambio en el marco teórico y el objeto principal del estudio de la juventud viene propiciado, sin duda, por los cambios sociales que se habían producido durante los años precedentes, entre 1968 y 1985: cambios económicos, con la emergencia de la crisis y la generalización del paro y la precariedad del empleo; políticos, con la transición de la dictadura a la democracia, consumada con el acceso de los socialistas al poder; ideológicos y culturales, que se estaban gestando desde finales de los 60 y se aceleraban y se generalizaban con el cambio político.

(19) En el Ministerio de Agricultura, un estudio sobre ‘Juventud rural’, en 1983-1984, realizado por Juan José González, Ángel de Lucas y Alfonso Ortí publicado en González, Lucas y Orti,(1985). El Ministerio de Sanidad y Consumo, una encuesta sobre ‘Consumo de alcohol y otras drogas’, en 1984, dirigida por Francisco Alvira. y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, un estudio cualitativo sobre ‘Juventud y drogas (iniciación al consumo)’, también en 1984, realizado por Juan Carlos Azcáreate, Nora López, Rosa Moyano y Mary Paz Toledo. (20) Las tablas estadísticas principales de todas estas encuestas se publicaron en volumen aparte (Zárraga, 1986).

El IJE-1985 se basó en un amplio programa de encuestas que pudo realizarse gracias al impulso político que logró en la perspectiva del Año Internacional de la Juventud. El Instituto de la Juventud, dirigido por Ignacio Quintana, asumió, como aportación española a esa convocatoria, un plan de estudios, que se desarrollaría entre 1983 y 1985, denominado Programa de investigaciones básicas sobre la juventud. Este Programa estaba integrado por siete encuestas y un estudio cualitativo financiados por el Instituto y otros tres estudios, sobre campos específicos, financiadas por otros organismos (19). Las encuestas del Instituto eran tres encuestas básicas –la Encuesta sobre el empleo del tiempo y los medios económicos de los jóvenes y la Encuesta sobre hábitos y prácticas culturales, realizadas en 1983, y la Encuesta sobre la emancipación de los hijos, de 1984– y cuatro encuestas ‘omnibus’, que trataban monográficamente una serie de aspectos y campos distintos –hasta dieciséis en total– de la situación y condiciones de vida de los jóvenes, realizadas entre 1984 y 1985 (20). Las dos encuestas básicas de 1983 mantuvieron el ámbito poblacional de las precedentes encuestas nacionales, las personas de 15 a 24 años. A la vista de los resultados de estas primeras, las restantes encuestas ampliaron su muestra al estrato de 15 a 29 años, ámbito poblacional que se ha mantenido desde entonces en las encuestas para los sucesivos IJE del Instituto de la Juventud.

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Los resultados de este programa de estudios fueron analizados por distintos investigadores en informes monográficos, de los que se publicaron seis, además del ya citado, realizados por Enrique Gil Calvo y Elena Menéndez Vergara [Ocio y prácticas culturales de los jóvenes], Fernando Conde [Las relaciones familiares y personales de los jóvenes], Domingo Comas [El uso de drogas por los jóvenes], Rafael Prieto Lacaci [La participación social y política de los jóvenes], Francisco Alvira y Andrés Canteras [Delincuencia y marginación juvenil] y Ricardo Montoro [La inserción en la actividad económica: empleo y paro juvenil] (21). Hay que señalar, como efecto más relevante del programa de estudios del IJE-1985, que se puso en primer plano, tanto mediático como político, la problemática de la juventud. Se tomó conciencia entonces de que, no solo los jóvenes eran un problema para la sociedad, sino que, sobre todo, la sociedad –la integración en ella– era un problema para los jóvenes. Y ello hizo, en el terreno sociológico, que se promoviera la realización de estudios locales y regionales sobre la situación de los jóvenes y sus problemas, que proliferaron desde aquellos años, iniciándose series de Encuestas e Informes de Juventud en casi todas las Comunidades Autónomas, que en algunas han continuado hasta ahora.

Los IJE 1988-2012 La E.1988 continúa la línea de investigación iniciada con las de 198385, aunque ya sin el amplio programa de estudios que sirvió de base al primer IJE (Zárraga 1989). Se realiza una encuesta a jóvenes de 15 a 29 años, con una muestra de 5.242 entrevistas. Además del estudio de las situaciones de dependencia/autonomía y del proceso de emancipación de los jóvenes, y de su relación con la actividad y su incorporación al empleo, se integran en la encuesta los estudios del empleo del tiempo y de los ocios y prácticas culturales que en el programa de 1983-85 habían sido objeto de investigaciones específicas. Se continuaba así, en sus aspectos principales, la investigación que se había iniciado con el IJE-1985.

(21) Todos estos informes fueron publicados por el Instituto de la Juventud entre 1984 y 1986. Hay que observar que algunos informes proyectados inicialmente en el programa no llegaron a realizarse. Este es el caso, en particular, del que se basaba en el estudio cualitativo, sobre Ideología, normas y valores de la juventud, de Ángel Carrión, Narciso Pizarro y Jesús Ibáñez, que no llegó a concluirse. Por sus autores, habría sido sin duda un trabajo muy importante, con el que lamentablemente no contamos.

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El IJE-1992, dirigido por Manuel Navarro López y María José Mateo Rivas, representa un cierto giro respecto a los de 1985 y 1988, apostando claramente por un modelo de Informe ‘mosaico’, con un temario exhaustivo, que pretende abarcar todos los aspectos de la vida de los jóvenes. Es un informe que está a caballo entre los anteriores, centrados en la problemática de la inserción social, y los que dirigirían a continuación Martín Serrano y Olivia Velarde con una perspectiva centrada en el cambio generacional. Los directores del IJE-1992 consideraban –como dicen en su Introducción– que “ya no se trata de cuestionar o interrogarse sobre… el alargamiento del periodo de inserción social del joven”, que se toma como una “realidad inexorable”, sino de fijar la atención en las “respuestas adaptativas [de los jóvenes] a tal circunstancia” (IJE-1992: 15). Este propósito inicial –que sería retomado en Informes ulteriores– se pierde, en cierta medida, en una encuesta que pretende abarcar, descriptivamente, todo el “amplio espectro de problemas y situaciones de los jóvenes”. La enumeración que de su temática hacen sus directores en la Introducción es realmente exhaustiva, incluyendo, además de los temas relacionados con la emancipación y la inserción social, “las pautas de consumo, la vivienda, las situaciones familiares, las relaciones de pareja y

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las experiencias sexuales, actitudes hacia la vida familiar y la igualdad en la pareja, actividades de tiempo libre, prácticas culturales y de deportes, salud, pertenencia a asociaciones, partidos o sindicatos, ideologías, preferencias e intereses políticos, racismo y marginación social, ética social, problemas colectivos, valoraciones y opciones socioeconómicas y actitudes políticas…”(IJE-1992: 14). Pese a ese planteamiento general, hay que observar que el trabajo de Rodolfo Gutiérrez sobre “Los jóvenes y el trabajo”, que abre el informe, se centra en las vicisitudes y problemas de la transición entre la educación y el empleo, como carril fundamental del ‘proceso de transición’ en que consiste la juventud, según el autor. Y el de uno de los directores del estudio, Manuel Navarro, sobre “Economía, consumo y vivienda”, fija la atención en las condiciones de dependencia/independencia económica de los jóvenes y de permanencia/abandono del hogar de origen. La E.1996, dirigida por Manuel Martín Serrano y Olivia Velarde, vuelve a un modelo más centrado en la emancipación y la inserción socioeconómica de los jóvenes, modelo que se mantiene en la E.2000, de los mismos autores, ampliado con el análisis de aspectos específicos de las condiciones de vida y las actitudes que permitan estudiar el ‘cambio generacional’. Desde el ‘planteamiento sociohistórico’ que asumen los autores se propone desarrollar, en perspectiva histórica, el inicial enfoque generacional del IJE 1985. Hay que recordar que, previamente a este IJE-1996, Martín Serrano había realizado ya un análisis generacional sobre los jóvenes de 1960 a 1990, distinguiendo cuatro generaciones, con distintas ‘mentalidades’, que se correspondían a tres ‘etapas axiológicas’ (Martin Serrano, 1994). Definía la ‘etapa axiológica’ como el “periodo histórico durante el cual está vigente entre los jóvenes una determinada representación de su condición juvenil”, entendiendo que esa ‘representación’ abarcaba “todos los valores relativos a lo que el joven es…, tiene…, aspira… y… cree que debe hacer” (Martín Serrano 1994: 18). En suma, Martín Serrano definía y caracterizaba a las generaciones de jóvenes por sus valores, y se centraba en el estudio de las ‘mentalidades’ de los jóvenes, de sus ‘visiones del mundo’. “El objetivo que yo persigo –decía– es comprender la transformación de las conciencias” (Martín Serrano 1994: 17). Sin embargo, el IJE.1996 aborda el análisis de los cambios generacionales más en cuanto a las condiciones socioeconómicas en que viven los jóvenes –en continuidad con los IJE de 1984 y 1988– que en cuanto a sus mentalidades. Aunque reserva a estas un último capítulo (“Visión del mundo y representaciones”), el grueso del informe está dedicado a analizar la situación de los jóvenes y los cambios experimentados en relación con su residencia familiar, la emancipación del hogar de origen, la dependencia/ autonomía económica y la ocupación. La orientación del Informe está explícita en esta declaración de su planteamiento: “Lo propio de los IJ es aclarar la manera en la que, en cada época, la sociedad interviene para hacer de un niño un adulto”… [y] “ayudar a entender el sentido histórico del cambio generacional” (IJE-1996: 11). Como efecto de procesos que se habían iniciado dos décadas y media antes, a principios de los setenta, Martín Serrano sostenía, en este informe de 1996, que: (a) estaba “en marcha una redefinición de la identidad juvenil”; (b) que “los modos de vida de la gente joven [habían] experimentado cambios

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muy drásticos [en] sus ocupaciones, sus relaciones, sus recursos y sus necesidades”, y (c), que esos “cambios en la condición juvenil deriva[ba]n de que se esta[ba] llevando a cabo otro reparto entre las generaciones de los recursos sociales disponibles” (IJE-1996: 16). Entre los que se suele numerar ‘IJE 4’, de 1996, y ‘IJE 5’, de 2000, se intercalan unas ‘Encuestas Nacionales de Juventud 1998’ (22), retomando el título de las anteriores a 1984, que vendrían a constituir una especie de IJE.4½ si no fuera porque se apartan marcadamente de la serie. Se trata con ellas de recuperar la serie de ‘encuestas nacionales’, centradas en los valores, que se habían realizado bajo el franquismo y el gobierno de UCD. En efecto, las ENJ.1998 se proponen, según declara su director, Amando de Miguel, “replicar… la Encuesta de 1960” y “dar cuenta del perfil de los jóvenes españoles a la altura de 1998, en los amenes del siglo” (De Miguel 2000: 431). Para ello se centran en las creencias y valores, actitudes e imágenes, y recuperan el paradigma parsoniano y la dicotomía ‘universalismo/ particularismo’ como guía de interpretación de los cambios. Esta ENJ.1998 se hallaría “lejos de la mera curiosidad descriptiva de algunas encuestas a la juventud realizadas posteriormente [a la de 1960, se supone] en España” (De Miguel 2000: 273), lo que debe explicar, quizás, que en el texto nunca se cite ninguna de ellas. En todo caso, por su orientación y su temática, esta ENJ.1998 es ajena a la serie de IJE del Instituto de la Juventud y constituye, más bien, un nexo de unión entre las ENJ de 1960-82 y los informes de la Fundación Santa María. En el IJE-2000, realizado, como el IJE-1996, por Martín Serrano y Olivia Velarde, se mantenía la ‘perspectiva evolutiva’, sobre todo en la parte vertebral del estudio y puede considerarse como continuación del anterior. Como aquel, este IJE-2000 se centra en la situación familiar y de vivienda de los jóvenes, sus medios de vida y su dependencia o autonomía económica y sus ocupaciones y el tránsito de la formación al empleo. Junto a ello, se estudian ahora también las actividades y experiencias vitales de los jóvenes (ocio, consumo, información, relaciones sexuales…) y se amplía la última parte dedicada a su identidad, expectativas y actitudes.

(22) Los resultados de estas Encuestas [en realidad, una sola, subdividida en dos muestras, de ‘jóvenes adolescentes’ (16-20 años) y ‘jóvenes maduros’ (21-29 años)] se publican junto con los de la Encuesta de 1960 en De Miguel, A. (2000).

En su Introducción, Martín Serrano sintetiza los cambios en el proceso de socialización en que consiste la juventud, y los problemas que conllevan esos cambios. La prolongación de la juventud y la pérdida de la relación entre las actividades y las situaciones en que se encuentran los jóvenes y su inserción social plena como adultos –en suma, la desarticulación del proceso y la quiebra práctica del modelo– habían conducido a una disociación cada vez mayor entre “el ser joven” y “el hacerse adulto”. Es lo que Martín Serrano analiza como “incongruencias observadas entre la ontogénesis y la sociogénesis”, es decir, entre el desarrollo de las conductas y actitudes de los jóvenes en su modo de vivir su condición juvenil (‘ontogénesis’) y su efectiva inserción social como adultos y ciudadanos en sentido pleno (‘sociogénesis’) (IJE-2000: 17). Apunta al hecho fundamental del desajuste y la disociación entre lo uno y lo otro, de su desarticulación, que tiende a dotar a la condición juvenil de un sentido propio autónomo, desvinculado de su articulación con el estado adulto. Martín Serrano habla de “dos mundos distintos, separados, en los que viven los jóvenes el ‘querer ser’ [la vivencia de la condición juvenil] y el ‘querer llegar a ser’ [la expectativa de la condición adulta]” (IJE-2000: 30-32). Ello le lleva a proponer como principal problema y objetivo –de la sociedad en general y de las políticas de juventud en particular– “el mejor ajuste posible entre la ontogénesis y la sociogénesis” (IJE-2000: 44).

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Un efecto de esta situación de los jóvenes, que señala Martín Serrano, es el mayor “protagonismo de las familias”, tanto en la reproducción social, como en las condiciones materiales de vida de los jóvenes. Esto ha llevado, como veremos, a que se centren en las relaciones familiares los estudios ulteriores. Y, por otra parte, esta situación de juventud prolongada ha inducido a otros investigadores y teóricos a centrar su atención en la condición juvenil como ‘estado’, pleno de sentido en sí mismo, abstracción hecha de su articulación con un estado adulto. Tanto en un caso como en el otro, hay que recordar que el problema principal, desde un punto de vista social, sigue estando en la transición, y que la mirada –sin duda necesaria– a los problemas de la condición juvenil prolongada y a las condiciones de dependencia familiar, no debería convertirse en un ‘mirar para otro lado’, o ‘ya que no podemos resolver el problema, ignorémoslo, tachémoslo’… El IJE-2004 (23), realizado por un equipo dirigido por Andreu López Blasco, mantiene la intención de “conectar con el Informe inicial de 1984”. El IJE2008 (24) continúa el anterior en sus dos volúmenes dedicados a estudiar las transiciones a la vida adulta, realizados por el mismo López Blasco y por Almudena Moreno. Poniendo entre paréntesis los estudios monográficos, podemos considerar aquí juntas las dos Encuestas de 2004 y 2008, no solo por su autoría común, sino porque constituyen una unidad en su perspectiva, marco teórico y problemática que aborda. Los IJES de 2004 y 2008, al menos en su parte más general, de la que es autor en ambos López Blasco, suponen un cierto giro en la perspectiva, aunque no tanto en la materia de las investigaciones. Se abandona la perspectiva del análisis generacional, característica de de los estudios dirigidos por Martín Serrano (IJE-1996 e IJE-2000), aunque el objeto central de estudio sigue siendo la problemática de la transición (o las transiciones).

(23) Este IJE incluye estudios monográficos sobre las desigualdades de género – Josune Aguinaga–, la juventud inmigrante –Lorenzo Cachón– y el conocimiento y uso de las TIC. (24) Este IJE incluye estudios monográficos sobre Estado de salud de la juventud –de Domingo Comas–, Cultura, política y sociedad –de María Jesús Funes– y Desigualdades de género y Jóvenes inmigrantes –de Sònia Parella. (25) En el sentido sociológico del término, que amplía metafóricamente el restringido sentido jurídico original.

Para marcar ese giro se declara el abandono del término ‘emancipación’, del que se dice que “hoy –en 2004– resulta poco operativo para definir la situación actual” (IJE-2004: 5). Hay que observar, sin embargo, que, desde la perspectiva sociológica que se había asumido en los estudios de los años 80, la ‘emancipación’ (25) es solo un aspecto, una faceta –pero fundamental– del concepto poliédrico de ‘inserción social’, la del paso de la dependencia a la independencia de la familia de origen. No sé en qué sentido –más allá de preferencias terminológicas– puede decirse que el término, en su acepción sociológica, sea poco operativo. En todo caso, la realidad es que, aunque en el IJE-2004 se abandone el término –y no del todo–, no se abandona –ni se podía abandonar– lo que designa. Al contrario, la principal materia del análisis de López Blasco es la permanencia o abandono de la familia de origen. Lo que caracteriza los informes de mediados y finales de los 2000 es el foco de su atención dentro de la problemática de la emancipación. Se propone fijar la atención en las “decisiones” de los jóvenes, en sus ‘elecciones’, en sus ‘estrategias activas’, “las estrategias de las que se sirven para configurar su propio estilo de vida”; decisiones con las que se enfrentarían a los problemas de su condición, dejándose en segundo plano las ‘constricciones’ bajo las que toman esas ‘decisiones’. Es decir, se adopta una perspectiva individualista. Para ello, se asume un “marco teórico” centrado en el sujeto, una “teoría del sujeto” (aunque apenas esbozada en el capítulo que se propone exponerla...). Remitiendo a Beck y a Luhmann –y, aunque, sin citarlos, quizás más a los teóricos de la ‘elección racional’, tan

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de moda desde aquella época– López Blasco fija su atención en la “elección individual”: los jóvenes “optan”, “la permanencia en casa de los padres es una estrategia”: “abandonar o permanecer en casa de los padres se está convirtiendo en una opción voluntaria”; “nos centramos –dice el autor– en las decisiones que los/las jóvenes van tomando”... Pero hay muy poco de ‘elección individual’ en la vida de la mayoría de los jóvenes. En la mayoría de los casos, los jóvenes ‘toman (las) decisiones’, por así decir,…que se ven forzados a tomar. En el recuadro que resume la idea de “la permanencia en casa de los padres [como] estrategia”, se dice que “ante la necesidad [¡la imposibilidad!] de tomar decisiones los/las jóvenes optan [¿] por esperar a tiempos mejores”. Es decir, optan por hacer aquello que es lo único que, sensatamente, pueden hacer, lo que se ven forzados a hacer, y dejan en suspenso –al albur de las condiciones objetivas– la decisión, esa decisión que querrían poder tomar y no pueden tomar. Y, claro está, en estas condiciones tratan de adaptarse a su forzada situación. Más allá de las palabras sobre la ‘elección individual’, eso es lo que los propios datos recogidos en la IJE-2004 muestran, en el apartado que se dedica a las “condiciones estructurales”: el alargamiento forzado de la fase de juventud. El apartado se inicia con el equívoco de suponer que se han “superado los conceptos de emancipación y autonomía”: no es que se hayan ‘superado’ los conceptos, que siguen designando el proceso, sino que las nuevas condiciones sociales lo bloquean, cambiando radicalmente el modo como ese proceso se produce, abriendo una nueva problemática que es la de la juventud ya desde los años 80. Decir que estas condiciones “propician la decisión de los jóvenes a permanecer en casa de sus progenitores” no es más que un piadoso eufemismo. En la Introducción al IJE-2008 se profundiza más en el malentendido, proyectándolo hacia el pasado. Se deja suponer que la permanencia prolongada de los jóvenes en el hogar de origen se interpretaría, a las luz de los Informes precedentes, “como un abuso por parte de los/las jóvenes que preferirían vivir en casa de sus padres por comodidad”, mientras el IJE-2004 (y 2008) vendría “a centrarse más en las causas y motivos que llevan a que los/las jóvenes retrasen su salida de casa de los padres, insistiendo en interpretar esta situación como una ‘estrategia’ y una forma de ‘pragmatismo’...” (IJE2008: 17) por parte de los jóvenes. Pero de los IJE precedentes –y desde luego de los de 1985 y 1988– no cabía desprender aquella interpretación, sino justamente la contraria: que los jóvenes permanecían en el hogar de sus padres porque no podían hacer otra cosa. Y, desde luego, que tampoco lo hacían por ‘elección libre’, por calculado pragmatismo o ‘estrategia’, como se venía ahora a proponer. Más que ‘estrategias de transición’, lo que aparece a partir de los años 80 son estrategias de supervivencia de los jóvenes y de las familias en las ‘situaciones de transición’ en las que se ven forzados a permanecer, estrategias ante el fenómeno nuevo –potencialmente muy problemático, como mostraron claramente los años negros de la década de los 80–. Aunque el marco teórico en que se expresa no cambia esa problemática ni la realidad de los problemas del proceso de inserción, la perspectiva que se adopta en los IJE-2004 y 2008 al exponerlos efectúa una especie de inversión en el modo de expresarlos y describirlos. Un ejemplo solo: se dice –y a ello se dedica un apartado– que “los modelos de relación padres-hijos no hacen necesaria una pronta independencia de los hijos” (IJE-2004: 10), como si un proceso autónomo de cambio en los modelos

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de relación fuera lo que indujese a la prolongación de la dependencia, cuando más bien habría que decir que la dependencia prolongada fuerza un cambio en el modelo de relación. Respecto a los resultados de la E-2008, hay que recordar que sus trabajos de campo se realizan en septiembre-octubre de 2007, antes de que empezase la crisis económica, y por tanto su marco de referencia es una situación económica, política y cultural muy distinta de la que se produciría a continuación. La consideración de esta situación económica tan distinta de la actual –y de la de los años 80– podría servir de base para justificar el giro a una perspectiva individualista, de ‘libre elección’, de ‘estrategia’ de los jóvenes en la prolongación de su condición dependiente. Pero, por una parte, habría que ignorar, para ello, que la situación de los jóvenes, en su relación con el empleo y con la vivienda, aunque se haya agudizado mucho bajo la crisis, era también estructuralmente precaria durante las ‘vacas gordas’ de los 90. Entonces era una precariedad con empleos precarios y sin posibilidad de acceder a una vivienda propia; ahora, una precariedad –mucho peor sin duda– sin empleos (de la vivienda ya ni se habla...). Pero tanto, en un momento como en el otro, sin poder consumar una inserción social plena sin altos costes y graves riesgos. No debe olvidarse, como señalaba recientemente Jorge Benedicto, “que las raíces del problema responden a procesos de más largo alcance que han provocado la modificación de las pautas de reproducción social que aseguraban la integración de las nuevas generaciones en el capitalismo del bienestar” (Benedicto 2014: 56). Por otra parte, el cambio de tendencia que constata el IJE-2008 durante la década de 2000, con una fuerte disminución de los jóvenes que viven en casa de sus padres y el adelantamiento de la separación del hogar de origen, en estos años en que se multiplican los empleos –aunque precarios– y se reduce mucho el paro (26), prueba que los jóvenes se independizan en cuanto pueden, incluso en condiciones precarias. Son las condiciones objetivas, no las ‘estrategias’ ni la ‘libre elección’ de los jóvenes lo que decide la prolongación o acortamiento de su proceso de inserción social.

(26) Las tasas más bajas de paro entre los jóvenes se registran, en la EPA, entre 2005 y 2007. En esos años caen a menos de la tercera parte respecto a las cifras de los años 80 y 90 y las de 2010-2015. El número de empleos ocupados por jóvenes cae a menos de la mitad entre 2005-2007 (años en los que la cifra oscila entre 4,5 y 5,0 millones) y la actualidad (2,3 millones en el primer trimestre de 2015). Pero aproximadamente la mitad de los empleos ocupados por jóvenes en 2005-2007 eran contratos temporales.

No debería confundirse lo que es una situación problemática –la prolongación excesiva de la permanencia en el hogar de origen–, que se ha dado durante las últimas décadas en muchos países de nuestro entorno (Requena 2002) y de forma especialmente aguda en España, con un nuevo ‘modelo social’ de juventud, más moderno, que vendría a sustituir al clásico, ni de ello se deriva un concepto teórico distinto de ‘juventud’. Como proponían Joaquim Casal y otros miembros del GRET hay que distinguir entre la “definición sociológica de juventud” –la “condición social” de joven–, y la “situación social” de los jóvenes –el modo como son afectados por las condiciones socioeconómicas en sus procesos de transición– (Casal, Merino y García 2011). No es que el de ‘emancipación’ deje de ser un concepto pertinente, lo que hay, por el contrario, es una situación muy distinta de la que había hasta los años 70, con un problema agudo de emancipación excesivamente retardada, que en España resolvemos como podemos, inventando formas ‘adaptativas’ nuevas a esta situación defectiva. Al final, la ‘emancipación’ ha de producirse, por tardía y dificultosa que sea. Esto no obsta, desde luego, para que haya que fijar la atención en las formas en las que se vive este problema de la emancipación demorada y en las que se resuelven los problemas que plantean a los jóvenes y a la sociedad.

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La desaparición de la ‘linealidad’ en el proceso de juventud –en la que insiste, con razón, López Blasco– no equivale a la desaparición del ‘proceso de juventud’: este cambia, “las transiciones a la vida adulta se han vuelto inciertas, vulnerables y reversibles” (IJE 2004: 59), sin duda; pero la cuestión de la juventud sigue siendo ‘la transición a la vida adulta’. Para evitar malentendidos hay que advertir que no pretendo en absoluto ignorar o minusvalorar el análisis del modo como se vive la juventud como estadio prolongado, algo de primordial importancia tanto para el conocimiento de la condición juvenil como para las políticas de juventud. Estas consideraciones sobre los ‘marcos teóricos’ no restan el interés de los datos recogidos sobre la prolongación de la dependencia, las condiciones de la permanencia de los jóvenes en sus hogares de origen y las formas y vicisitudes de la transición de la dependencia a la independencia, es decir, de la inserción social plena que es el necesario destino último del proceso. El análisis de la diversidad de las transiciones y la pluralidad de formas que adopta, y de la incertidumbre, vulnerabilidad y reversibilidad del proceso de transición son las aportaciones más interesantes de los IJE-2004 y 2008. Hay que mencionar además una interesante innovación metodológica (27), en el IJE-2008: la utilización de relatos biográficos para complementar cualitativamente los datos de encuesta sobre la situación y el proceso de inserción social de los jóvenes, algo que debería ampliarse y normalizarse en futuros estudios. El IJE-2012, realizado por Almudena Moreno y Elena Rodríguez, es un informe reducido, respecto a los anteriores, por las limitaciones económicas con las que se realiza, como se declara en su Introducción. Almudena Moreno había participado ya en el IJE-2008, como autora de su Tomo 2, “Economía, empleo y consumo: las transiciones juveniles en el contexto de la globalización”. Y la perspectiva internacional, que allí se introducía, es una característica destacada de su aportación en el IJE2012. Comparte el marco teórico de los informes de López Blasco, el de la ‘segunda modernidad’, de Ulrich Beck, la ‘sociedad de riesgo’, caracterizada por la inseguridad y la incertidumbre. En el caso de los jóvenes, de la ‘primera’ a la ‘segunda modernidad’ se habría producido el paso de “una biografía convencional y lineal que caracteriza(ba) la transición a la vida adulta” a una “biografía elegida o experimental” (IJE-2012: 179). Ya hemos discutido esta perspectiva teórica que, por lo demás, pierde pertinencia, más aún si cabe, en el contexto de la crisis económica actual. Hay que decir que, más allá de la declaración inicial, este ‘marco teórico’ tiene, sin embargo, escasa influencia en el diseño y los análisis. Y tampoco el ‘contexto de la globalización’ desempeña un papel importante en los análisis de los IJE-2008 y 2012, más allá de servir como introducción general a unas comparaciones internacionales que lo que muestran es, sobre todo, las profundas diferencias que existen entre los procesos de inserción de los jóvenes españoles y los de otros países europeos.

Los informes ‘Jóvenes españoles’ de la Fundación Santa María, 1984-2010

(27) Aunque realizada con una base demasiado exigua: solo seis ‘relatos biográficos’.

Como he dicho anteriormente, durante estos años de 1984 a la actualidad han seguido realizándose, en paralelo con los IJE del Instituto de la Juventud, los informes titulados Jóvenes españoles, de la Fundación Santa María. Se han publicado hasta ahora seis informes, con referencia a 1984

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(Orizo et al. 1985), 1989 (González Blasco et al. 1989), 1994 (Elzo et al. 1994), 1999 (Elzo 1999), 2005 (González Blasco (2005) y 2010) (González Blasco 2010). Todos ellos están realizados por un equipo de sociólogos, de cuya dirección ha formado parte siempre Pedro González Blasco (fallecido recientemente), y en varios casos también Juan González-Anleo, Javier Elzo, Francisco Andrés Orizo y José Juan Toharia. Esta autoría dota a estos informes de una continuidad extraordinaria, que constituye uno de sus valores más destacables. Por otra parte, la mayoría de los autores citados –salvo González Blasco y Elzo– lo habían sido también de algunas de las Encuestas Nacionales de 1960 a 1982. El mismo Juan Linz, que había dirigido dos de ellas, participa como coautor de la primera encuesta de la Fundación Santa María, la de 1984. Hay, por tanto, también cierta continuidad con aquellas encuestas. En efecto, tanto aquellas como estas están centradas fundamentalmente en la investigación de valores y creencias, actitudes e imágenes. Es expresión y prueba de la orientación de esta serie de encuestas a cuestiones y problemas ajenos al proceso de inserción social de los jóvenes el hecho de que en todas ellas se haya mantenido el ámbito poblacional de 15 a 24 años, dejando siempre fuera a los jóvenes de 25 y más años, que es a quienes se plantean estos problemas de modo más generalizado y agudo. Puesto que entre el 75 y el 90% (según diversas fuentes) de los jóvenes de 15 a 24 años continuaban viviendo con sus padres durante la última década, centrar en ellos el estudio con exclusión de los mayores implica dejar a un lado los problemas de la transición a la independencia y de la inserción social plena de los jóvenes. Y es lógico también que quienes están interesados primordialmente en sus valores y conductas morales se centren en ese primer estadio de la juventud, en el que los procesos formativos son todavía predominantes. En efecto, son campos de investigación recurrentes en estas encuestas las creencias, opiniones y prácticas religiosas de los jóvenes; sus actitudes y valores sociales; las imágenes y actitudes ante la política y la economía; las relaciones personales, familiares y de pareja, y las prácticas de ocio. En este marco, se trata también de definir una tipología de los jóvenes basada en sus actitudes y valores, tarea a la que se dedica parte de los Informes de 1989, 1994 y 1999. Martín Criado lo criticaba porque, a su juicio, suponía “una nueva vuelta de tuerca en la evacuación de las clases sociales y las determinaciones estructurales en la explicación de la juventud” (28). Es cierto, pero hay que decir más bien que no son las ‘determinaciones estructurales’ lo que se pretende estudiar en estas investigaciones, concebidas, en último término, desde una perspectiva ética o religiosa y con unas preocupaciones que podríamos denominar ‘pastorales’.

(28) Martín Criado, Enrique: op. cit., p.65. (29) En el texto original de José Luis Zárraga este apartado acababa con una referencia somera a los estudios sectoriales y sobre todo territoriales que se han realizado en España durante estos 30

Hay que decir, sin embargo, que esta serie de encuestas e informes de la Fundación Santa María y las encuestas e informes del Instituto de la Juventud, lejos de duplicarse, son complementarias. Es cierto que el Instituto ha realizado y publicado numerosos estudios monográficos sobre los valores o las actitudes de los jóvenes, y que en los estudios de la Fundación se acopian y analizan también datos sobre la situación de los jóvenes y sobre los procesos de emancipación y de inserción social. Pero las perspectivas son distintas y, aunque se solapen a veces los campos, las investigaciones se complementan. Los sociólogos españoles podemos congratularnos por ello (29).

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3 Tipología y temática de la investigación de Juventud Resumiendo la revisión de las investigaciones sobre la juventud que acabamos de hacer pueden llegarse a algunas conclusiones sobre su tipología. En cuanto a la temática de los ‘informes de juventud’ de carácter general, pueden distinguirse cuatro grandes campos: (1) El campo de las actitudes y los valores de los jóvenes (sus creencias religiosas, su ideología, sus concepciones sobre la vida y la sociedad, sus opiniones sobre cuestiones morales, etc.). (2) El campo de las actividades de los jóvenes (su empleo del tiempo, su modo de vida, sus consumos, sus ocios y prácticas culturales…). (3) El campo de las relaciones sociales de los jóvenes (sus relaciones familiares, personales y de amistad, de pareja y sexuales…). (4) El campo de las condiciones de vida de los jóvenes y su inserción en la sociedad (hogar y vivienda, condiciones económicas, formación y empleo, participación social…). Desde luego, estos contenidos no son nunca exclusivos en los estudios de carácter general, pero ocupan en ellos un lugar más o menos destacado, lo que los caracteriza temáticamente. Pero en una tipología de los ‘informes de juventud’ tienen más importancia las preocupaciones, intereses y objetivos que los guían, la perspectiva con la que se abordan y su marco teórico. Y pueden distinguirse tres grandes tipos: Los estudios de inspiración pedagógica o pastoral, realizados desde una perspectiva ética –política o religiosa–, estudios diseñados en orden a la intervención ideológica (en sentido amplio) cuyo objetivo último es formativo. Estudios para los que la juventud es, esencialmente, un estadio formativo, en el que se conformarán la ideología y los valores de los futuros ciudadanos, un estadio sobre el que han de actuar las instituciones formativas, sociales y religiosas. Son, por ello, estudios centrados en el análisis de las creencias, actitudes y valores de los jóvenes, que constituyen su principal temática, con extensiones complementarias a los campos de las relaciones personales, de las conductas morales y de las actividades y ocios. La mayoría de las ‘Encuestas nacionales de juventud’ realizadas entre 1960 y 1982 y todas las encuestas de ‘Jóvenes españoles’ de la Fundación Santa María pertenecen a este tipo. Los estudios de inspiración sociológica, realizados sea desde una perspectiva funcionalista, sea en el marco teórico del individualismo metodológico y la elección racional. Estudios que toman como objeto más a los jóvenes, como individuos, que a la juventud como condición social. Aunque su planteamiento es más abstracto, sus objetivos últimos se sitúan en el terreno de la gestión asistencial, de las políticas específicas para los jóvenes, para sus ocios y actividades como jóvenes, y para su mejor adaptación a sus condiciones de vida y a los papeles que se les asigna. En parte podrían incluirse dentro de este tipo algunas de las ‘Encuestas nacionales de juventud’, en particular en los aspectos inspirados por Linz y sus discípulos, y también en parte los Informes Juventud en España de 1992 y 2004-2008, que ha dirigido López Blasco (aunque, en este caso, más por su orientación teórica que por su contenido temático).

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Los estudios de inspiración sociopolítica –o sociohistórica–, realizados desde la perspectiva de la sociedad en su conjunto, de su estructura y su dinámica de cambios, con un marco teórico de sociología crítica. Son estudios con un concepto de juventud inserto en la reproducción social, en el proceso de producción de los agentes sociales, focalizados en la inserción de los jóvenes en la sociedad y en los cambios que se producen en la sucesión generacional. Su temática está centrada en el campo de las condiciones de vida de los jóvenes y su inserción familiar, laboral, económica, cívica en la sociedad, incluyendo, complementariamente y en relación con ello, los demás campos. Sus objetivos apuntan en último término a las políticas generales –de empleo, de vivienda, de formación, de participación política…–, aunque sea también, derivado de ello, a través de políticas específicas para los jóvenes. Pertenecen a este tipo la mayoría de los IJE de los años 80 y 90, desde el de 1985, cuyo XXX aniversario se evoca en estas Jornadas.

Planteamiento de cuestiones de la investigación –teórica y empírica- sobre juventud Solo unos apuntes sobre estas cuestiones, que pueden clasificarse en tres grupos: a) cuestiones metodológicas; b) cuestiones relativas al lugar y el papel de la juventud en la sociedad; c) cuestiones relativas a la relación entre juventud y cambio social. Por lo que respecta a las cuestiones metodológicas cabe realizar las siguientes consideraciones: (a) Se alternan y a veces se superponen dos definiciones de juventud: una definición operativa, como estrato etario empírico, y una definición teórica, como concepto de la estructura sociodemográfica. No hay que perder de vista que son dos tipos de abstracciones: el de las categorías empíricas y el de los conceptos teóricos; tanto aquellas como estos son abstracciones. La delimitación de categorías empíricas se hace con criterios pragmáticos –en orden a una práctica social– y atendiendo a uniformidades características; la producción de conceptos, en el marco de una estructura teórica, de una teoría –de la sociedad, o de un ámbito social (así, la estructura política…). En la investigación no deben confundirse, ni reducirse uno a otro (frecuentemente se reduce el concepto de juventud al estrato etario).

(b) La ‘correspondencia’ imperfecta –nunca podría ser perfecta– entre categorías empíricas y conceptos teóricos es algo que es propio de los estudios generales de ‘juventud’, a diferencia de estudios ad hoc sobre colectivos delimitados empíricamente con criterios legales o prácticos. Dado que la ‘juventud’, conceptualmente, no puede identificarse con un estrato etario definido, los estudios de juventud toman, operativamente, como ámbito demográfico, un estrato muestral dentro del cual realizar el estudio. Y en los análisis debería tenerse en cuenta que una cosa son los ‘jóvenes’ y otra el estrato de población de 15 a 29 años, por ejemplo, en el que se confunden estadísticamente adolescentes, jóvenes y adultos. En lo que atañe a las cuestiones relativas al lugar y el papel de la juventud en la sociedad, la cuestión fundamental a plantearse es: ¿tiene la ‘juventud’

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alguna entidad específica, desempeñan los ‘jóvenes’ algún papel social característico, algunas funciones sociales propias en la estructura social? ¿Cómo se integran los jóvenes en las estructuras sociodemográficas, políticas, económicas que constituyen la sociedad? Apunto en este campo cuatro tipos de cuestiones, todas ellas fundamentales, aunque de distinto nivel: (a) en el ámbito sociodemográfico, las cuestiones de la formación de nuevos hogares, sus formas y condiciones, y sus relaciones con las unidades familiares de origen; (b) en el ámbito sociopolítico, el campo de la relación entre juventud y ciudadanía, entendida en sentido amplio; (c) en el ámbito socioeconómico, el campo de la relación con la actividad económica y el acceso al empleo, y el de la adquisición de independencia y autonomía económica, y sus formas; y (d), en un nivel más general el de la relación entre juventud y clase (30). (a) El ámbito sociodemográfico ha sido continuadamente estudiado desde 1985, tanto en las encuestas del Injuve como en las de la Fundación Santa María (31). Pero se ha fijado la atención más en las condiciones de dependencia de la familia de origen que en los procesos de emancipación mismos y en las formas que han adoptado los nuevos hogares. No se ha hecho, por ejemplo, ninguna encuesta con una muestra suficiente de nuevos hogares de formación reciente (ya sean concebidos como transitorios o como definitivos), sobre su configuración y características y el proceso de su creación.

(30) No hay que ignorar que todas estas cuestiones se superponen. La clase incide en todos los ámbitos, no solo el socioeconómico. La ciudadanía debe considerarse en todos los ámbitos, no solo el político: puede hablarse restrictivamente de ‘ciudadanía’ en sentido político, pero sociológicamente la ‘ciudadanía’ (es decir, la pertenencia plena a la civis, la integración social plena) implica el desempeño de todos los papeles que se atribuyen a los miembros de la sociedad: en la política, pero también en la actividad económica, la formación de familias, las relaciones sociales de todo tipo… (31) Son numerosos los trabajos publicados sobre la emancipación de los jóvenes, desde el libro de Garrido y Requena (1995), hasta el de Ballesteros, Megías y Rodríguez: (2012). Hay que mencionar también los informes trimestrales de los Observatorios de Emancipación del Consejo de la Juventud de España, publicados desde 2003.

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(b) En el ámbito sociopolítico se han estudiado la participación de los jóvenes en la política y en las asociaciones ciudadanas. Entre otros, Jorge Benedicto y María Luz Morán han estudiado a los jóvenes como actores sociales y políticos (Moran y Benedicto 2008), y Rafael Prieto Lacaci, su participación en asociaciones. Pero este ámbito es muy amplio, porque la ciudadanía no consiste solo en la participación política y asociativa sino en la intervención responsable en todos los aspectos de la vida de la comunidad, en todos sus niveles; y, en esa perspectiva, queda aún mucho por investigar en este campo. El tema, en todo caso, está en primer plano en la coyuntura actual, como evidenciaba recientemente Benedicto en su artículo sobre la integración sociopolítica de los jóvenes y sus estrategias de supervivencia (Benedicto 2014). (c) El ámbito socioeconómico ha sido muy estudiado, sobre todo en el aspecto del acceso al empleo. Se han estudiado menos los recursos económicos de los jóvenes y su distribución, así como los modos, más o menos autónomos, compartidos o dependientes con que se asignan. Y menos aún en el caso de los jóvenes que se hallan en situaciones de semidependencia o que han formado nuevos hogares. Y aunque se conocen bien las situaciones de dependencia o independencia y de empleo o paro de los jóvenes, se han estudiado menos, con detalle, los itinerarios que han seguido. En esa línea, proponían Joaquim Casal, Rafael Merino y Maribel García, en un trabajo reciente, aplicar al análisis de los procesos de transición la metodología del estudio longitudinal (Casal, Merino y García 2011). (d) El estudio de las relaciones entre juventud y clase no puede reducirse al análisis de las condiciones y procesos de los jóvenes según la clase de la familia de origen, que se realiza en casi todas las

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encuestas. La juventud es, en nuestra sociedad, una ‘fase borrosa’ en la identidad de clase; esta es una característica fundamental de las sociedades modernas, específica de ellas, sin la cual no podrían funcionar: es indispensable una ‘fase borrosa’ para que la estructura de clases sea compatible con la ideología democrática (la ‘igualdad de oportunidades’), el sistema político (el principio de isonomía) y el sistema socioeconómico (la competencia y el funcionamiento del mercado)… Es clave la articulación de ‘in-determinación’ (en el sentido de no-predeterminación) del destino de clase y ‘condicionamiento’ de clase (eficaz, esencial en la reproducción del sistema). El proceso de juventud es también un proceso de des-clasamiento y en-clasamiento (32); algo que se ha estudiado muy poco, salvo en el nivel, muy superficial y descriptivo, de la movilidad ocupacional intergeneracional. En cuanto al último de los temas que antes planteaba, es decir el de las cuestiones relativas a la relación entre juventud y cambio social, las preguntas a resolver son: ¿en qué medida la condición juvenil es afectada por los cambios sociales? ¿Qué papel desempeña –si desempeña alguno– la juventud en los cambios sociales? ¿Cuál es la relación entre la condición juvenil y la articulación de generaciones? ¿Y entre la juventud y las rupturas generacionales? Podemos distinguir aquí tres tipos o campos de cuestiones: (a) el papel de la juventud en la transmisión y cambio de la ideología y la cultura social; (b) la relación entre el concepto de juventud y el de generación; (c) la identificación y análisis de las ‘rupturas generacionales’ en la juventud. Transmisión y cambio cultural. Una primera cuestión es el papel fundamental de la juventud en el cambio cultural, no tanto porque sean los jóvenes los creadores de nueva cultura –que solo en parte lo son–, cuanto porque los cambios culturales –cuando se producen, sean quienes sean los creadores de nueva cultura– se introducen en las sociedades a través de los jóvenes, en su transición. Y otra cuestión es el modo como la ideología y la cultura dominantes en la sociedad inciden sobre la condición juvenil. Desde hace varias décadas se han estudiado bastante las denominadas ‘subculturas’ juveniles, y algo las imágenes de la juventud en la sociedad. Pero se ha estudiado menos cómo estas ‘subculturas’ inciden –y en qué medida lo hacen– en los cambios de la cultura dominante en el conjunto de la sociedad, y cómo las ideas e imágenes sobre la juventud inciden en la propia condición juvenil.

(32) En este sentido, tienen razón Casal, Merino y García, cuando dicen, en el artículo citado, que “la base de la sociología de la juventud… es…una sociología de la posición social y del enclasamiento” (p. 1158).

(b) Juventud y generaciones. La relación entre el concepto de juventud y el de generación es compleja. Por una parte, el proceso de juventud y la conformación generacional se superponen: la identidad generacional se constituye esencialmente en el periodo de juventud. Por otra parte, el proceso de juventud, los modos de ser joven y la propia condición juvenil están muy sobredeterminados generacionalmente, de un modo doble: por las condiciones históricas específicas bajo las cuales se desarrolla la juventud y por la relación existente entre las generaciones en la coyuntura histórica en la que se es joven. Desde otra perspectiva, la del cambio social, como ya se ha apuntado, la generación de los jóvenes es siempre el vector del cambio ideológico y cultural.

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Tanto por lo que sus condiciones y características generacionales determinan en la juventud, como por el papel que la generación joven desempeña en la dinámica social, el enfoque generacional es indispensable en el estudio y la explicación de la juventud. Y hay que decir que el enfoque generacional está bastante ausente de la investigación actual sobre la juventud, ocupa un lugar muy marginal, prácticamente confinado a los análisis superficiales de los medios de comunicación. Pese a ello, como decían en un trabajo reciente Carmen Leccardi y Carles Feixa, “la importancia de la teoría de las generaciones sigue tan vigente como siempre”, observando también que “todavía no ha generado una actualización de sus bases teóricas y metodológicas” (Leccardi y Feixa, 2011: 28). (c) Las rupturas generacionales. Está por hacer un estudio riguroso y suficiente de las rupturas generacionales y de las generaciones de jóvenes que se han sucedido desde la posguerra española a la actualidad (el ámbito demográfico de la población actual). Y hay que apuntar también que, en este campo, la próxima E.2016 del Instituto de la Juventud ofrece una oportunidad ideal para el estudio de una (hipotética) nueva generación de jóvenes, la que podríamos llamar ‘generación de la crisis’. Hay razones para pensar que en torno a 2008 se habría producido una ‘ruptura generacional’, no solo por la emergencia de la crisis económica y sus consecuencias, sino también por la crisis política e institucional y por el surgimiento y rápida extensión de movimientos sociales contestatarios. Los límites de la muestra de la próxima encuesta de juventud vienen a coincidir casi exactamente con los que podrían atribuirse a esta generación, que estaría formada por los nacidos en torno a 1990, que estaban entrando en su juventud justamente al comenzar la crisis, y las cohortes posteriores, hasta los nacidos el año 2000, que entran ahora en esa fase, aun bajo las condiciones de esta crisis.

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DOCUMENTOS

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Almudena Moreno, Universidad de Valladolid

Produciendo la juventud: la imagen de los jóvenes en los estudios generales sobre la juventud española

Los jóvenes se han convertido en uno de los principales centros de interés de los estudios sociales en un contexto en el que la crisis económica ha acentuado la problemática de ser joven en España. Sin embargo, los estudios sobre juventud en España no siempre han tenido el mismo significado e interés, sino que más bien han ido cambiando su enfoque en función del contexto socio-económico y cultural. El objetivo de este artículo es presentar en perspectiva histórica, desde que disponemos de estudios de juventud, cómo ha evolucionado el concepto de juventud en España y cómo se ha enfocado su estudio en comparación con el contexto europeo. La identificación de estas temáticas y problemáticas nos permitirá explicar el interés y el impacto socio-cultural que han tenido los estudios de juventud en España en las últimas décadas como colectivo de análisis social y por tanto, de intervención social y política.

Palabras claves: Estudios de juventud, España, problemáticas, retos, imágenes.

1. El concepto de juventud en los estudios sociales El concepto de juventud es un concepto versátil cuyo significado se construye y se reinventa en función de las situaciones económicas, culturales y políticas del momento histórico. Frente a las concepciones más empiristas que se refieren a la juventud como una categoría analítica homogénea delimitada por la edad (Comas, 2007), nos encontramos con la perspectiva crítica que trata de dotar de identidad al concepto de “juventud”, subrayando que se trata de una invención social Galland (2007), y de una categoría socio-histórica (Allerberch y Rosenmayr, 1995), en la que se agrupan situaciones que van más allá de la edad (Martín Criado, 1998) y que cuestiona el tratamiento de la etapa juvenil como un «todo» homogéneo. En base a estas consideraciones, Bourdieu (1993) considera que no se debe considerar a la juventud como una categoría homogénea, ya que integra situaciones diversas asociadas a determinadas variables como al clase social, el género, la étnica, etc.), que derivan en situaciones de desigualdad en los diferentes procesos de integración en la vida adulta. En base a esta interpretación contextualizada de lo que significa ser joven emerge la idea de diversidad y pluralidad de jóvenes dentro del mismo grupo de edad. La juventud deja de ser considerado un grupo homogéneo circunscrito a la edad (Martín Criado, 1993; Prieto, 1994; Ronge y Molitor, 1987) para convertirse en una categoría de análisis que define diferente situaciones

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dependiendo de las condiciones estructurales en las que vive el joven y que en parte inciden en el acceso a los recursos y en definitiva a la diferente gestión de su propia trayectoria vital (Schwartz, 1984). Tal y como subraya Merino, las trayectorias y comportamientos de los jóvenes se convierten en variables dependientes de la situación laboral, de la clase social de pertenencia, de la subcultura a la que pertenece, etc., (Willis, 1977; Feixa, 1989). De acuerdo con Izquierdo (1985), la categoría de joven no se puede entender remitiéndose únicamente a diferencias biológicas y psicológicas, sino a las situaciones de desigualdad en las que viven los jóvenes, siendo la utilización de esas diferencias lo que permite legitimar las desigualdades como el bien conocido paradigma de la meritocracia y la igualdad de oportunidades. Esto explica que los primeros estudios sobre juventud en España asocien el concepto de juventud con la desigualdad y el diferente acceso a los recursos según situación de clase social. Será Zárraga quien innove en la definición de juventud y se refiera a esta como una “condición social”. Este concepto permite superar las limitaciones teóricas y metodológicas que suponía asociar el concepto de juventud con la clase social, la edad, la generación y la reproducción social.

Esto no quiere decir que no haya cierto consenso sobres los aspectos que definen la juventud. Estos consensos se presentan como el resultado de un conjunto de reflexiones y prácticas analíticas que se traducen en diferentes convenciones académicas y sociales sobre la juventud. Son múltiples las perspectivas paradigmáticas que han tratado de aproximarse a la conceptualización de la etapa juvenil, aunque de acuerdo con Casal et al. (2011) la sociología española de las últimas décadas se ha centrado casi de forma exclusiva en la perspectiva del ciclo vital y el conflicto entre generaciones, mientras que la perspectiva de la “agency” (biografías, trayectorias e itinerarios), se ha empezado a desarrollar sólo recientemente. En todas estas construcciones teóricas las transiciones se convierten en la piedra angular que define la etapa juvenil.

En estos discursos académicos emerge con fuerza la emancipación como el proceso básico que caracteriza al ciclo biográfico juvenil y que significa la inserción definitiva en el mundo de los adultos. Galland (1994), Furlong y Cartmel (2007), Leccardi y Ruspini (2006) han sido algunos de los referentes internacionales de este paradigma interpretativo. Este enfoque tiene como objetivo ampliar los discursos homogeneizadores sobre el concepto de juventud. En España nos encontramos con referentes indiscutibles de la sociología de la juventud que suscriben este enfoque crítico sobre el concepto de juventud. En concreto José Luis de Zárraga entiende que “la juventud es esencialmente un proceso de inserción en la sociedad, que se inicia cuando el adolescente, ya con la capacidad necesaria para hacerse cargo de las funciones que la sociedad asigna a los adultos, comienza a realizar el aprendizaje social de dicho ejercicio, y concluye cuando el joven ha ocupado un lugar propio en las estructuras sociales, de un modo socialmente reconocido, la cuestión crucial que se plantea en el análisis de los jóvenes es la emancipación” (Zárraga, 1989: 21). Por su parte Casals (1996) se refiere a la transición como el proceso clave de la etapa juvenil al que define como el ‘tiempo de resolución y de adquisición de responsabilidades laborales, económicas y familiares.

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En el caso español, la autonomía e independencia de los jóvenes se entendía como el resultado automático de la inserción laboral y la adquisición de responsabilidades profesionales y familiares. Será a partir de la década de los ochenta cuando la independencia de los jóvenes se torna problemática y se convierte en un objeto de estudio prioritario, dando lugar a lo que se denominó “emancipación tardía”. Los cambios demográficos asociados al baby boom de los años sesenta que convierten a estas generaciones en las más numerosas de la historia de la población española con un ratio de esperanza de vida jamás conocido, unido a los problemas estructurales del mercado laboral que empiezan a emerger a mediados de la década de los ochenta, sitúan a las transiciones juveniles en el punto de mira de los académicos. Es Zárraga quien se refiere a un concepto de autonomía absolutamente novedoso, según el cual la independencia se mide en función del grado de dependencia socioeconómica de los padres.

Precisamente el retardo de la adquisición de la autonomía residencial y la crisis del empleo son dos de los factores protagonistas que ahora mismo definen el concepto de juventud en España. ¿Pero cómo repercute esto en la construcción de la juventud como concepto académico y en la propia construcción que hace la sociedad del hecho de ser joven? La pluralidad de formas de entender la juventud plantea un contexto analítico que permite comprender los discursos contradictorios sobre la juventud que genera la propia sociedad en los cuales los jóvenes tan pronto se consideran un problema y amenaza (nini) como la única opción futura de cambio en situaciones de crisis como al que estamos viviendo en estos momentos (Feixa, 1989). Tal y como muy bien indica Serrano (1995), las situaciones de incertidumbre y de crisis económica como la actual generan relativa ambigüedad y contradicción en torno al concepto de juventud, lo que se traduce en discursos antitéticos sobre los jóvenes. Este ambivalente y antagónico discurso para referirse a la juventud explicaría parte de la dialéctica existente en las argumentaciones de las élites políticas, los medios de comunicación y los propios académicos acerca de la condición juvenil, que tal y como señala Serrano (1995) acaban culpabilizando al joven (agente social) por ser joven (objeto social).

Esta ambigüedad y contradicción en la definición de ser joven puede también entenderse como el resultado de los cambios sociales que sitúan al joven en un contexto de mayor capacidad para tomar decisiones, ya que permite al individuo interpretarse como joven en distintas situaciones sin necesidad de restringirse a definiciones exclusivas y unívocas. En este sentido me parece muy pertinente y adecuada la definición de Serrano (1995) para entender el significado de lo que hoy es ser joven: “Joven, por tanto, puede entenderse como una forma de organizar y definir las relaciones sociales y, en este sentido, negociable, abierto y sometido a polémica” (Serrano, 1995).

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2. La producción científica en torno a los jóvenes en España En los últimos sesenta años se ha producido una nutrida producción científica sobre los jóvenes en España desde diferentes perspectivas que, en parte, ha respondido a los cambios sociales, económicos y políticos que han acontecido en España y a las diferentes fuentes disponibles de financiación para la investigación (1).

Los jóvenes han sido objeto de estudio en España desde que en el año 1959-61 se realiza la Encuesta sobre Presupuestos Mentales sobre La Juventud Española. Se trata de la primera encuesta a nivel nacional que se realiza en España y que tiene como objeto de estudio a los jóvenes en un contexto dictatorial previo a la transición democrática. Este encargo viene motivado por los movimientos sociales que se están produciendo en contra de régimen político franquista y que en muchos casos tienen como protagonistas a los jóvenes (Martín Criado, 1998).

El contexto en que se realiza esta encuesta viene marcado por la creación del Instituto de Opinión Pública (actual CIS) y por la transformación de la Delegación Nacional de Juventudes en el Instituto de la Juventud (1961). Las publicaciones que se derivan de esta Encuesta son un reflejo de la escasa visibilidad institucional y académica de los jóvenes como objeto de estudio y de intervención política. En el año 1968 se crea el Gabinete de Sociología y Estadística en el Instituto de la Juventud con el fin de realizar estudios específicos sobre el colectivo juvenil y su relación con otros colectivos. Asimismo se le encarga al Instituto de Opinión Pública la realización de una segunda Encuesta de Juventud, sobredimensionando la muestra en Madrid y Barcelona, ciudades donde se estaban produciendo los principios movimientos sociales de protesta protagonizados por los jóvenes. Esta encuesta dará lugar a una serie de publicaciones que asimilan el concepto de juventud con generación y subrayan aspectos relativos al cambio de valores de los jóvenes (González Anleo, 1970; López Cepero, 1970; Torregrosa, 1972). La tercera Encuesta se realiza el año 1977 motivado por las repercusiones políticas que podría tener la incorporación de los jóvenes al electorado, colectivo que hasta ahora había recibido poca atención por parte de las élites políticas y la propia sociedad.

(1) Para un análisis muy detallado de los orígenes de la investigación oficial sobre la juventud en España y de su desarrollo con las Encuestas Nacionales e Informes de Juventud véase el artículo de José Luis Zárraga contenido en este mismo monográfico [Nota de los Coordinadores].

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La investigación sobre la juventud en España adquiere un nuevo significado en la década de los 80 como consecuencia fundamentalmente de los problemas de empleabilidad de los jóvenes que empiezan ya a hacerse visibles y patentes en el procesos contradictorios de modernización económica que se inicia con la transición democrática. Concretamente en el año 1977 se creo el Instituto de la Juventud (INJUVE) que dará cobertura a muchas de las investigaciones que se han realizado en España, además de realizar los Informes de Juventud que se vienen realizando desde el año 1985 cada cuatro años, teniendo como base fundamental la realización de una Encuesta. En esta tarea de producción de datos ha colaborado el Centro de Investigaciones Sociológicas, que viene colaborando con el INJUVE en la realización de Encuestas y Estudios

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Cualitativos sobre los jóvenes desde los años 80. La transición política inicia una nueva etapa para la imagen de los jóvenes. Estos son definidos como un “problema” en los diferentes estudios e incluso se les estereotipa como infantiles, narcisistas, dependientes y hedonistas. En este contexto destacan dos artículos, Garrido (1980) y Moya (1983), que se desmarcan de estas connotaciones peyorativas y tratan de realizar un ejercicio teórico conceptual de definición de la “juventud”, centrando el debate en los procesos de reproducción social de la desigualdad. En la década de los ochenta proseguirá la producción investigadora sobre los jóvenes. El Instituto de la Juventud pondrá en marcha el Programa de Investigaciones Básicas, bajo la dirección de Zárraga, que dará lugar a diez monografías con lo que se inicia la redacción del Primer Informe de Juventud en 1984 en el que se recogen los principales aspectos que definían el comportamiento de la juventud y que se han mantenido en los informes que se han realizado con posterioridad por el Instituto de la Juventud (ideología y valores, relaciones familiares, tiempo libre, situación laboral, participación política, etc.). Los estudios posteriores vendrán marcados por la problemática específica de los jóvenes como el desempleo juvenil, la inserción o la reproducción de la desigualdad a través de la clase social.

En este contexto de proliferación de estudios sobre la Juventud, la Fundación Santa María ha tenido también un papel destacado realizando diferentes informes sobre la situación de los jóvenes. El primer informe fue realizado en 1982, al que le siguieron sucesivos informes dirigidos por Javier Elzo en que se trataban temas como los valores, las relaciones sociales y vivenciales, la socialización o la religiosidad de los jóvenes (Elzo et al., 1999). Cabe también destacar la labor realizada por el Consejo de la Juventud, quien a través del Observatorio de la Juventud y la publicación periódica del OBJOVI, está realizando una importante función recapitulatoria de datos agregados existentes a nivel nacional y regional de las diferentes problemáticas de los jóvenes. Otros organismos como la Fundación Encuentro, la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), la Fundación Sistema o la Fundación Alternativas también han incluido en sus diferentes informes y estudios capítulos referidos a la situación de los jóvenes.

Más allá de la realización de Encuestas e Informes por las diferentes Instituciones públicas y privadas, los jóvenes han sido objeto de numerosos estudios académicos que han tratado de centrar la reflexión sobre la situación de los jóvenes, sus problemáticas, anhelos y perspectivas de futuro. Si bien y a pesar de la proliferación de estudios académicos y científicos destacados, el Ministerio de Ciencia y Competitividad no contempla una línea específica de investigación en juventud en los planes nacionales de I+D+I.

Temáticas y problemáticas de los jóvenes como objeto de estudio: la imagen cambiante de los jóvenes

El propio desarrollo que han tenido las ciencias sociales y concretamente la sociología en España y las peculiaridades de la población joven han marcado, por una parte, los estudios sobre la juventud y, por otra parte, la

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imagen que tiene la sociedad sobre los jóvenes, que en muchos casos no se corresponde con los resultados obtenidos por los investigadores. En primer lugar, la propia evolución demográfica que ha tenido la sociedad española en las últimas décadas ha convertido a la población joven en objeto prioritario de estudio. La primera y segunda transición demográfica se producen con cierto retraso en España en comparación con los países europeos de nuestro entorno económico. Tras la finalización de la Guerra Civil se empiezan a recuperar los nacimientos y por tanto las tasas de natalidad aumentan teniendo sus picos máximos en la década de los sesenta y setenta, apoyados por la política natalista del régimen franquista. Esto redunda en un aumento considerable de la población joven nacida entre las décadas de 1950 hasta 1975, momento en que se inicia el descenso de la natalidad. Los jóvenes nacidos en estos años se convierten en las generaciones más numerosas que ha tenido la historia de la población española, por lo que los estudios demográficos se convierten en un pilar angular de de los estudios de juventud. Este proceso demográfico de rejuvenecimiento de la sociedad española en pleno régimen franquista se traduce en una imagen de “amenaza” para el régimen dictatorial y para la propia sociedad que se encuentra recluida en el miedo ante los cambios y movimientos sociales que se empiezan a vislumbrar entre la población joven. Por lo tanto, nos encontramos con una imagen distorsionada políticamente de la población joven, resultante de la evolución natural demográfica de la población española reflejada en los estudios demográficos. Aunque la evolución de la población joven ha cambiado sustantivamente, reduciéndose su potencial poblacional como consecuencia de la reducción de la fecundidad, sobre todo de los jóvenes entre 15 y 24 años. Sin embargo, este fenómeno demográfico actual y el contexto político democrático no han cambiado la imagen de los jóvenes que tienen las élites políticas y la propia sociedad, puesto que estos siguen siendo vistos como una “amenaza”. Esa amenaza se traduce en términos y eslóganes en muchos casos peyorativos como “ninis”, “generación X”, “generación Y”, “generación pérdida”, y en otros casos denominaciones más o menos rupturistas con el orden establecido y acordes con el momento histórico y cultural que le ha tocado vivir a las diferentes generaciones (Feixa, 2006). Tal y como subraya Feixa (2006:3), la historia de la juventud en los últimos cien años puede definirse como la sucesión de diferentes generaciones de jóvenes que se visibilizan en la escena pública para ser protagonistas en la reforma, la revolución, la guerra, la paz, la globalización, o bien para ser protagonistas mudos de la debacle económica en el contexto de crisis económica actual.

Otro tema estrella en los estudios de juventud ha sido la “independencia tardía de los jóvenes españoles”, que ha dado lugar a todo tipo de imágenes e interpretaciones distorsionada sobre la imagen de los jóvenes españoles (López, 2006). Se trata de un fenómeno reciente, que empieza a hacerse visible en la década de los años ochenta y que se ha convertido en un objeto de estudio prioritario en los estudios de juventud y en un tópico para la opinión pública, los periodistas y la propia sociedad. Son numerosos los estudios que se han realizado sobre esta temática en las dos últimas décadas, además de ser un tema central en los diferentes informes de juventud realizados por el INJUVE y la Fundación Santa María. Los estudios de la sociología de la juventud española sobre esta temática han destacado los factores explicativos de esta tardía emancipación. Posponer la independencia

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residencial y económica se asocia con la prolongación de los estudios, con las dificultades del mercado laboral asociadas al acceso a la vivienda y con una cultura familista que refuerza esta pauta transicional. Estas características comunes han convertido a los países del sur de en un cluster de países definidos por la tardía emancipación juvenil y en objeto de estudio por parte de la comunidad científica internacional (Van de Velde, 2008; Vogel, 2012; Tagliabue et al., 2014; Walther, 2006: Moreno Mínguez, 2012). Sin embargo quedan muchas preguntas no resueltas asociadas a la emancipación tardía, tales como las repercusiones en la fecundidad, en las formas familiares, en las relaciones de pareja y en el propio bienestar de los jóvenes. Asociado a la emancipación y a los efectos de la crisis sobre el desempleo juvenil, se ha desarrollado una fructífera línea de investigación en torno a las transiciones formativas-laborales de los jóvenes. Aquí nos encontramos con numerosos trabajos que tratan de identificar los factores que explican el elevado desempleo juvenil y que están relacionados con la formación, las políticas de empleo y el propio mercado laboral (Dolado, 2015: Felgueroso, 2014). De hecho el desempleo juvenil se ha convertido en una de las principales imágenes replicantes de los jóvenes españoles a nivel nacional e internacional. Unida a esta imagen nos encontramos con dos estrategias políticas y económicas de moda para solventar el problema del desempleo juvenil como son la aplicación de la Garantía Juvenil y el Plan de Empleo Juvenil centrado fundamentalmente en favorecer el emprendimiento juvenil como política para favorecer la empleabilidad de los jóvenes. Ambas estrategias plantean serias dudas sobre su efectividad real para hacer frente al elevado desempleo juvenil en España (Cabasés y Pardell, 2014).

La participación política social de los jóvenes en su condición de ciudadanos ha sido otro de los objetos clave de estudio en la sociología de la juventud española, habiendo tomado impulso en los últimos años como consecuencia del surgimiento del movimiento 15M y sus ramificaciones en diferentes movimientos sociales y políticos (Benedicto, 2014; Benedicto y Morán, 2014; Morán, 2007). Si bien la imagen de los jóvenes respecto a su participación política y social antes del 15M era su alejamiento de la escena política y de la movilización social como han documentado los numerosos estudios realizados (Tejerina y Perugorria 2012), a partir del movimiento 15M, la imagen de los jóvenes es otra y se traduce en una mayor visibilidad en los movimientos sociales y políticos en el que los jóvenes cobran protagonismo, como respuesta a la crisis de confianza en las instituciones tradicionales y como respuesta a la ineficacia de los movimientos sociales tradicionales. Las coordenadas para interpretar este fenómeno hay que buscarlas en los efectos de la globalización de estos movimientos que se contagian de unos entornos a otros y en el potencial de las nuevas tecnologías de la comunicación que permiten a los jóvenes expresarse en tiempo real y deconstruir y construir la realidad al instante. Quizás los jóvenes siempre tuvieron interés en la política y en la participación social alternativas a las forma tradicionales pero no encontraron las herramientas que ahora les ofrecen las nuevas tecnologías. A esto se une el agotamiento de las fórmulas tradicionales para acabar con problemas endémicos de legitimación que España arrastra desde el antiguo régimen como son la corrupción o el clientelismo político.

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Otros temas que atañen a la juventud y que han atraído la atención de los investigadores proyectando una imagen de estos en la sociedad, es la utilización de las nuevas tecnologías y el consumo a veces denominado “compulsivo” de los jóvenes. Ahora se les denomina “nativos digitales”, porque no podrían entender sus biografías y sus vidas sin la presencia de estos dispositivos electrónicos. Son numerosos los estudios desde diferentes disciplinas que tratan de cuantificar y medir los efectos del uso de las nuevas tecnologías de los jóvenes en la educación, en las relaciones familiares y sociales, en su empleabilidad, en su salud, etc. Los resultados y hallazgos son diversos y no siempre concluyentes lo que alimenta todo tipo de tópicos sobre el uso de las nuevas tecnologías y los jóvenes (Merino, 2010; Ortega y Ricuarte, 2013).

La salud de los jóvenes es otros de los aspectos que ha despertado el interés de los estudiosos. En los años 80 fue la adicción a las drogas y la sexualidad los centros de interés. Posteriormente el alcoholismo, los accidentes de tráfico y el consumo de drogas de diseño fueron tomando protagonismo como factores claves de la mortalidad juvenil y el estado de salud de este colectivo. Sólo recientemente, como un efecto de la crisis, se ha empezado a contemplar el aumento de los suicidios como un indicador del estado de salud de los jóvenes (Informe Juventud en España, 2012).

Como consecuencia de los efectos de la crisis, la precariedad o también el surgimiento del denominado “precariado” (Dolado, 2015) está centrando el interés de numerosos estudios sobre juventud. El colectivo juvenil está siendo uno de los más afectados por la precarización de las condiciones laborales y el empobrecimiento de las familias. Los procesos de precarización vital están conduciendo a nuevas estrategia prácticas de resistencia que pueden llevar a nuevas forma de movilización aún por explorar y analizar (Calderón y López Calle, 2010; Benski et al., 2013). A esto hay que añadir que estos procesos de precarización vital se agravan entre los jóvenes cuando introducimos las variable género e inmigración, puesto que la precarización se agudiza cuando nos referimos a jóvenes inmigrantes y además mujeres (Berga, 2009; Cachón, 2003; Parella, 2008).

El consumo de los jóvenes también ha sido objeto de interés por parte de los investigadores y de las instituciones. De hecho se han realizado varias encuestas por parte del INJUVE sobre diferentes aspectos del consumo juvenil, tales como el presupuesto de los jóvenes para su consumo, destino de los gatos, consumo del tiempo de ocio y de medios de comunicación, formas de compra, etc. Los informes de Juventud dedican también un apartado destacado a cómo van cambiando las formas de consumo entre los jóvenes.

Si bien estas han sido algunas de las temáticas básicas que han centrado la atención de los investigadores y de las instituciones hay otros aspectos de la vida juvenil que han recibido menos atención como son los jóvenes en situación de desventaja, las políticas sociales destinadas estos jóvenes o el tema del bienestar juvenil. En lo que se refiere al primer aspecto

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cabe destacar que el régimen de bienestar español se caracteriza por ser “subproteccionista” (Walther, 2006) y por haber desarrollado una limitada red de ayuda a los jóvenes (Moreno Mínguez et al., 2012), que en caso de necesidad recurren a las familias como red principal de bienestar y protección (Soler, Planas y Feixa, 2014). Esto ha agravado la situación de muchos jóvenes que estaban en situación de desventaja y que la crisis ha agudizado, incrementando sus incertidumbres y sus dificultades para gestionar adecuadamente los retos que se les presentan.

Cuando nos referimos a jóvenes en desventaja no sólo estamos aludiendo a los jóvenes con déficits formativos, económicos o familiares, sino a factores subjetivos como la autoestima, la motivación o la capacidad para gestionar los restos que se les presentan a los jóvenes en esta sociedad de riesgo. Esto se refiere a la distinción que hace Bonvin (2013) entre las «viejas» desigualdades (referidas a los ingresos o la educación), y las «nuevas» desigualdades (como la falta de reconocimiento o de motivaciones para gestionar adecuadamente la incertidumbre). Estas nuevas forma de desigualdad se presentan como invisibles ante las élites políticas y los investigadores, lo que explica en parte la brecha existente entre las instituciones y los jóvenes y que se expresa en su reducido interés por la participación social y política en los canales convencionales, tal y como han documentado Hueso et al. (2015).

Otro aspecto inexplorado se refiere a la calidad de vida y bienestar de los jóvenes. El estudio realizado por Javaloy (2007) desde una perspectiva psicológica se pregunta sobre el grado de felicidad de los jóvenes pero deja sin responder muchas preguntas relativas al bienestar material (condiciones objetivas) y subjetivo (percepciones y relacione con el entorno). Este es uno de los temas aún inexplorados y que requeriría un trabajo conjunto de investigadores e instituciones para la obtención de datos sobre estos aspectos, en estos momentos inexistentes. A nivel internacional contamos con numerosos estudios que dan cuenta del bienestar juvenil abordando temáticas tan variadas como la percepción sobre su estado de salud, sobre las relaciones con sus padres, amigos y el entorno más inmediato (UNICEF, 2010). Sin embargo en España carecemos de estudios específicos que den cuenta de la calidad de vida y bienestar de los jóvenes, desde una perspectiva objetiva y subjetiva. Se requiere por tanto la realización de estudios cuantitativos y cualitativos que focalicen su atención en cómo los jóvenes viven y experimentan la compleja relación que mantienen con el entorno y como esto afecta a su salud, a sus relaciones con la familia, con amigos, con la educación y en definitiva a su calidad de vida y bienestar e inserción social, tal y como han sugerido algunos investigadores expertos en bienestar (Fitousi y Stigliz, 2011).

La vida familiar de los jóvenes es otro ámbito de estudio aún por desarrollarse. Conocemos las formas residenciales de los jóvenes pero sabemos poco de cómo afrontan la formación de la pareja y la familia. En el ámbito internacional se han realizado varios estudios sobre esta temática que en España es aún inexplorada, salvo algunos estudios puntuales (Aboim, 2011: Moreno Mínguez, 2010). En relación con este

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tema se plantean preguntas relativas a las expectativas y actitudes que tienen los jóvenes respecto a la maternidad, la paternidad, la conciliación laboral y familiar, la división del trabajo familiar, etc. Lo poco que conocemos al respecto apunta a un progresivo cambio en las actitudes y valores que se contradice con las prácticas reales de los jóvenes españoles cuya expresión máxima pudiera ser la violencia de género detectada en los comportamientos de los adolescentes y jóvenes por numerosos investigadores (FAD, 2015, Díaz Aguado, 2005).

A este respecto, en la literatura sobre esta temática parece haber consenso en el hecho de que se requiere una perspectiva nueva para comprender y analizar las nuevas realidades de los jóvenes (Rocha, 2012; Serracant, 2012). De hecho el análisis de la realidad juvenil realizado con instrumentos del pasado no ayuda sustantivamente al diseño de políticas públicas que conecten e integren a los jóvenes en la participación política y social. De acuerdo con Hueso et al. (2015), las evidencias empíricas recogidas alertan de la necesidad de conectar los discursos de las políticas públicas y de los actores relevantes con los discursos y motivaciones de los jóvenes para diseñar políticas efectivas dirigidas a los jóvenes.

Conclusiones El concepto, problemática e imagen de los jóvenes, ha ido cambiando en los estudios de juventud en España en consonancia con el cambio socio-económico, político y cultural que se ha producido. Si bien parece haber temáticas transversales en estos estudios como son las transiciones juveniles, la integración formativa-laboral, la participación socio-política, mientras que otras temáticas han ido surgiendo de forma paralela a su importancia y resonancia en la opinión pública y en la estructura productiva, tal como la inmigración, el uso de las nuevas tecnologías o las cuestiones de género. Los desarrollos teóricos novedosos en el ámbito internacional vinculados con las transiciones diferenciadas, la agencia, los riesgos y la precariedad asociados a la condición de ser joven han dado lugar a nuevas líneas de investigación que también empiezan a despuntar en España, tales como las situaciones de desventaja de los jóvenes, las nuevas relaciones familiares y de género, el bienestar juvenil o las nuevas formas de movilización juvenil de las que son partícipes los jóvenes. Sin embargo, aún son muchos los retos epistemológicos y empíricos a los que se enfrentan los estudios de juventud para comprender las coordenadas en las que construyen socialmente los jóvenes sus itinerarios personales y colectivos.

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DOCUMENTOS

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Alessandro Gentile, Universidad de Zaragoza

Los estudios de juventud en el ámbito autonómico entre 1985 y 2015

En este artículo revisamos la evolución de los estudios sobre juventud realizados en las Comunidades Autónomas desde los años ochenta hasta la actualidad. En particular, hacemos referencia a las investigaciones sociológicas que se han desarrollado entre 1985 y 2015 por iniciativa de los gobiernos regionales, teniendo en cuenta la heterogeneidad territorial del Estado español para describir la condición juvenil. La oportunidad de esta labor de recopilación y análisis documental es doble: por un lado, nos ayuda a entender la importancia de las Comunidades Autónomas como contexto de pertenencia y emancipación de las personas jóvenes; por el otro, nos permite saber cómo han cambiado los objetivos, los métodos y los contenidos de los informes sobre juventud llevados a cabo desde las instituciones públicas competentes en esta materia a nivel regional.

Palabras clave: Contexto de emancipación, comunidad autónoma, descentralización administrativa, políticas de juventud, Observatorios de juventud.

1. Introducción (1) La juventud adquiere una entidad sociológica propia y distintiva en la España democrática gracias (también) a la demanda de investigación sobre la nueva condición juvenil que se desarrolla a nivel autonómico durante las últimas tres décadas. En este periodo, los estudios sobre los y las jóvenes hacen hincapié en las idiosincrasias culturales, sociales e institucionales de los diversos territorios que componen el país como características decisivas para definir sus identidades (individuales y colectivas), su realidad más próxima y su contexto de emancipación. Por ello, es de sumo interés resaltar las publicaciones sociológicas en este ámbito llevadas a cabo entre 1985 y 2015 por iniciativa de los gobiernos regionales dentro del Estado español.

(1) El autor agradece a José Luis Zárraga, director del Informe de Juventud en España de 1985, Pau Serracant, Coordinador del Área de Investigación en el Observatori Català de la Joventut, Belén Serrano Valenzuela, Jefa de Servicio de Programas del Instituto Aragonés de la Juventud y a los profesores Jorge Benedicto, de la UNED, y Pablo García y Ana Lucía Hernández, de la Universidad de Zaragoza, por las sugerencias e indicaciones proporcionadas para la realización de este artículo.

Las Direcciones Generales de Juventud, y los Observatorios Regionales de Juventud como órganos técnicos que de ellas dependen, representan hoy en día las principales referencias institucionales a través de las cuales las administraciones autonómicas promueven los estudios sobre el colectivo joven. Junto a ellas, aunque sea en menor medida por lo que se refiere a la cantidad de material de investigación producido, otros promotores de este tipo de estudios son los Consejos de la Juventud, las asociaciones juveniles y alguna otra entidad respaldada por grupos o sectores con signo ideológico más o menos definido, como fundaciones, sindicatos, ONGs, etc. Con cada vez mayor frecuencia, desde los años ochenta, las universidades, los institutos y las empresas privadas de investigación reciben encargos o colaboran con estas instituciones y con los gobiernos autonómicos y locales para estudiar aquellas cuestiones de interés que más afectan a la población joven.

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La consolidación de la línea de investigación sobre juventud en España pasa por el conjunto de estos estudios y depende del compromiso de todas estas diferentes entidades (públicas y privadas). Aquí damos cuenta de la evolución de este proceso, destacando sus características más importantes y desglosándolo en tres etapas: 1) la segunda mitad de los años ochenta, con los primeros estudios modélicos realizados a nivel autonómico; 2) desde los principios de los años noventa, con los planes integrales de juventud, hasta los albores del siglo XXI; 3) desde los años inmediatamente anteriores a la crisis económica empezada en 2008 hasta la actualidad. Para cada etapa, nos detenemos en los objetivos de análisis, en las temáticas principales y en las técnicas de recopilación de la información útil para describir y entender las vivencias, los problemas y las necesidades de los jóvenes en sus contextos regionales. Finalmente, complementamos este panorama general aportando las experiencias de unas Comunidades Autónomas que destacan por la cantidad y la calidad de sus investigaciones en materia de juventud. Nuestra intención es referenciar, sin ánimo de exhaustividad, las publicaciones más significativas del periodo en examen y disponer así de una hoja de ruta que nos informe sobre el desarrollo reciente y las perspectivas futuras del estudio sobre los jóvenes en España a partir de las semejanzas y de las peculiaridades de sus ámbitos autonómicos.

2. La comunidad autónoma como contexto de vivencia y emancipación de los jóvenes Uno de los aspectos centrales y más recientes en el debate sociológico sobre juventud radica en la superposición de las características individuales (personales y sociodemográficas) de los jóvenes con las que son propias de sus contextos sociales de procedencia y de residencia (Melo y Miret, 2010). Cuando hablamos de estos contextos solemos especificar el tiempo socio-histórico, es decir el periodo más o menos amplio y denso de acontecimientos, coyunturas o circunstancias socialmente influyentes o características (como puede ser una crisis económica o una situación política determinada) y el espacio social en el que los jóvenes están insertados. El espacio social está definido por las relaciones formales e informales que ellos establecen (por ejemplo en el hogar familiar, con la red de parentesco, con los compañeros y amigos o con otras personas cercanas en las interacciones cotidianas, como los vecinos, los maestros, etc.) y su estructura depende de las características culturales, institucionales y territoriales del lugar donde ellos viven. En estos contextos cada joven desarrolla su biografía con base en los itinerarios recorridos y en las trayectorias que proyecta, como también en los valores y patrones de comportamiento, en las posiciones sociales (adscritas y adquiridas) y en los capitales culturales, sociales y económicos a su alcance (Casal et al., 2006). El entorno, entonces, influye en sus condiciones existenciales y en las decisiones que él/ella toma para desarrollar su proceso de emancipación (entendido como la interrelación entre transición profesional, autonomía personal e independencia residencial).

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La territorialización del espacio social como sistema de oportunidades para las personas jóvenes puede referirse a una escala geográfica de dimensión variable: puede comprender el ámbito local más próximo (incluso a nivel de barrio o de vecindario), los contextos urbanos y metropolitanos o los entornos rurales y de pueblo, hasta llegar a acogerse en unos ámbitos más extendidos (regionales, nacionales o internacionales). En España y en Europa la dimensión regional para investigar la realidad juvenil se trabaja con menor intensidad respecto a las perspectivas analíticas centradas en los casos nacionales y en la comparación internacional (2). Muchos exponentes destacados de la literatura sociológica sobre estudios de juventud (entre otros: Fernández Cordón, 1997; Holdsworth, 1998; Walther, 2006) justifican la oportunidad de recalibrar las dimensiones de los contextos de residencia de los jóvenes e investigar también la dimensión “meso” (entre lo local y lo nacional) donde ellos mismos se desenvuelven. Esta oportunidad es perfectamente coherente con la importancia creciente que las instituciones regionales adquieren en la administración de los territorios de muchos países europeos, y de forma particular en España. En nuestro país, la descentralización de los poderes públicos a favor de los organismos regionales y locales se pone en marcha con la transición democrática y se concreta durante los años ochenta. Desde entonces el reparto competencial jerarquizado desde el gobierno central a los gobiernos autonómicos es el pilar fundamental para la gestión administrativa de las 17 regiones (y dos ciudades autónomas) que configuran el mapa político del Estado español. El apoyo a las Comunidades Autónomas para que se doten con equipamientos e infraestructuras que garanticen el bienestar y la cohesión social de sus ciudadanos no es solamente una cuestión organizativa o funcional, sino también un reconocimiento formal de la unicidad y de la especificidad de todos los territorios que componen España. Por tanto, las Comunidades Autónomas se entienden como “meso-gobiernos” en cuanto referentes legítimos de las expresiones culturales y políticas de una determinada población regional y entidades con el objetivo de coordinar los recursos públicos entre una pluralidad de municipios y administraciones locales (Moreno, 2000). Esta estructura multinivel se define en un marco de subsidiariedad formal, reciprocidad y respeto mutuo entre todas las instituciones de gobierno que la integran, tal como queda establecido en la Constitución nacional de 1978 y en los Estatutos Autonómicos.

(2) Los estudios sobre juventud en Europa insisten tradicionalmente en el análisis de los contextos nacionales y, en menor medida, en los locales. La perspectiva comparada de análisis se consolida al tiempo que se va desarrollando la Unión Europea, influyendo grandemente en la producción y homogeneización de los datos disponibles (Walther 2006).

Para entender los contenidos y los objetivos de los estudios sobre juventud a nivel regional es necesario entender la comunidad autónoma como uno de los posibles contextos de emancipación y de vivencia para los jóvenes a partir de estos principios de organización territorial. La historia y los valores tradicionales de cada región influyen en las formas de vivir, de comportarse y presentarse que los jóvenes despliegan como pautas características de su identidad y que ellos mismos aprenden a desempeñar tras haberlos aprendidos a lo largo de sus procesos de socialización. Por tanto, las Comunidades Autónomas son unos ámbitos de referencia práctica para ellos y unas realidades específicas a las que pertenecen en términos no solo demográficos, sino también identitarios y afectivos, aunque sea en condiciones de identidades múltiples (apelando a su pertenencia nacional, regional y local de forma exclusiva o conjunta para definirse y/o distinguirse de los demás). Este planteamiento tiene aún más sentido para

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un país como España que está históricamente abogando a una configuración territorial fuertemente heterogénea, con una pluralidad de rasgos axiológicos y estructurales distintos en cada región (Moreno, 2000). Los estudios que reseñamos a continuación asumen los contextos autonómicos como ámbitos privilegiados para conocer la variedad y la especificidad de la juventud española en los últimos treinta años.

3. Los estudios regionales durante el proceso de consolidación autonómica Con la inauguración en la etapa democrática de los organismos nacionales de juventud (el Consejo de la Juventud de España en 1983, el INJUVE en 1985, y la Comisión Interministerial en 1986) y de sus homólogos territoriales (las Consejerías, las Secretarías Generales y los Consejos de la Juventud Autonómicos) (3) se hace explícita la atención institucional sobre el colectivo joven en el nuevo curso democrático del país y se hace efectiva la transferencia de competencias en esta materia a las Comunidades Autónomas (4). Desde su creación los organismos autonómicos varían de una región a otra: en Andalucía, Navarra y Valencia se constituyen los Institutos de Juventud mientras que en las restantes Comunidades Autónomas existen Direcciones Generales específicas, excepto en el caso de Asturias, CastillaLeón y La Rioja, cuyas Direcciones Generales concurren con Deporte, en Baleares y Murcia con Familia y en País Vasco con Acción Comunitaria. En su mayoría ellos dependen de las Consejerías (o Departamentos) de Cultura y/o Educación, mientras que en el caso de Andalucía, Baleares y Murcia, pertenecen a la Consejería de Presidencia. Sus principales mandatos son: administrar los recursos y los servicios públicos en beneficio de las personas jóvenes, y fomentar su participación en los procesos constituyentes de todas las políticas que más les afectan (Alemán y Martín, 2004: 87).

(3) Los Consejos de la Juventud son organizaciones de derecho público y de base asociativa con personalidad jurídica propia. Desde su constitución, funcionan como plataformas de entidades juveniles de ámbito nacional y local promoviendo la participación de las personas jóvenes y representando sus intereses en la sociedad y ante las instituciones de gobierno. (4) Las competencias públicas sobre juventud no están atribuidas expresamente ni a las Comunidades Autónomas ni al Estado, sin embargo por asimilación y por el contenido del artículo 149.3 de la Constitución se entiende que los gobiernos regionales sean responsables de ello (Comas, 2007: 97).

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Los Ayuntamientos democráticos que protagonizan la primera mitad de los años ochenta abren el camino a los organismos regionales de juventud en el cumplimiento de sus compromisos institucionales. En las grandes ciudades los principales mecanismos de participación son los consejos consultivos a nivel territorial (de barrio o distrito) o sectorial (en diversas áreas de las políticas municipales), integrados por los representantes de los ayuntamientos y los delegados de las asociaciones de la sociedad civil. En este contexto de movilización ciudadana, conocer los problemas de las nuevas generaciones ayuda a los actores sociales y a las autoridades locales a entender mejor la situación actual y los escenarios futuros de la joven democracia española. Los primeros estudios sobre la integración social de los jóvenes, en sus contextos más próximos, son financiados mayoritariamente por los ayuntamientos y dirigidos por concejales o académicos expertos en ciencias sociales: piénsese por ejemplo en las investigaciones en las áreas metropolitanas de Madrid (EDIS, 1982 y 1985) y Barcelona (Blanc y Viladot, 1981; ICSA-GALLUPP, 1983), y también en las ciudades de Sevilla (AAVV, 1982), Zaragoza (López y Ansó, 1981; López, 1986), Girona (Sergi, 1984), Lérida (Feixa, 1987) y Puertollano (Ramírez, 1989). A partir de estos estudios se formulan los planes municipales para el fomento de la participación juvenil: es este el caso del Pla Jove de Barcelona (1985) y de las experiencias similares de Zaragoza, Hospitalet de Llobregat, Alcobendas y Gijón.

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Con la proclamación del Año Internacional de la Juventud por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1985 se da un impulso ulterior al debate y al estudio sobre la realidad juvenil desde las administraciones públicas y desde la sociedad civil. Una de las directrices principales que los gobiernos consensuan en esta convocatoria mundial es la necesidad de planificar medidas específicas a favor de los jóvenes para fomentar su protagonismo en el desarrollo social, económico y cultural de su entorno. La entrada en vigor del tratado de adhesión de España a la Comunidad Europea, en 1986, abre otra ventana de oportunidad para fomentar la integración ciudadana de los jóvenes siguiendo las directrices o las “buenas prácticas” de los vecinos europeos. Asimismo, se multiplican los encuentros entre las instituciones de gobierno, los agentes sociales y las asociaciones juveniles y se crean fórmulas de coordinación para consensuar una agenda común de intervención a favor de los jóvenes. A pesar de todo ello, el “impacto internacional” en las políticas de juventud que se empiezan a desarrollar en España no es tan evidente como en otros ámbitos sectoriales de las políticas sociales (por ejemplo educación, empleo o salud) durante los años ochenta y a principios de los noventa (Comas, 2007). Un hito de cambio crucial para los estudios sobre juventud a nivel regional es representado por el Informe Juventud en España de 1985, dirigido por José Luis de Zárraga y promovido por el INJUVE. Este estudio llega a ser pronto de obligada referencia teórica y metodológica para las investigaciones que los organismos autonómicos plantean sobre la transición de los jóvenes a la vida activa. Los objetivos declarados en los prólogos de estos primeros estudios es tener un diagnóstico detallado de la condición juvenil, perfilando las características sociodemográficas básicas de la población joven y profundizando en su tránsito de la escuela al trabajo, en sus relaciones familiares y en sus hábitos de consumo. Con la evidencia empírica generada sobre estos temas se pretende enfocar mejor las intervenciones públicas para resolver los “problemas juveniles” que la administración considera más urgentes en ese periodo, tales como el desempleo, la drogadicción, la delincuencia y la marginación social. Cabe recordar que el gobierno central cuenta con los recursos humanos, materiales, financieros y técnicos suficientes para llevar a cabo encuestas extendidas a muestreos nacionales ya a partir de los años ochenta, mientras que los organismos autonómicos tardan un poco más en la puesta en funcionamiento de sus mecanismos administrativos y de sus estructuras dedicadas al estudio sobre jóvenes (Alemán y Martín, 2004) (5). Además de estas limitaciones objetivas en comparación con los aparatos estatales, queremos destacar otras cuestiones que condicionan la capacidad y la posibilidad de las Comunidades Autónomas a la hora de producir investigaciones sobre juventud. (5) Las primeras versiones de los Estatutos de Autonomía se firman entre 1979 y 1983 (Ceuta y Melilla esperan hasta 1995) pero el traspaso de competencias desde la administración del Estado a la autonómica se inicia en 1980, con las transferencias a Cataluña y País Vasco, y finaliza en 1989, con el traspaso a Asturias, Galicia, Comunidad Valenciana, Madrid y a las dos ciudades autónomas.

En primer lugar, la realización de análisis sociológicos rigurosos depende de la existencia de unidades operativas (académicas y no académicas) que estén suficientemente preparadas y equipadas para hacer estudios sobre el colectivo joven. Este asunto no tiene fácil solución si consideramos que la sociología de la juventud hace treinta años en España constituye un nicho relativamente pequeño dentro de las ciencias sociales (López, 1990): no es casualidad que entre 1980 y 1990 las universidades no aparezcan como promotoras o realizadoras directas de estudios sobre jóvenes en ninguna comunidad autónoma (Sáez, 1995).

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Por otra parte, aunque muchos grupos de investigación se constituyan sobre una base multidisciplinar, incorporando a la sociología de forma transversal o sectorial en su ámbito de trabajo (París et al., 2006), su distribución en el país resulta todavía muy desequilibrada en los años ochenta. Las regiones con centros e institutos de investigación o con polos universitarios con una tradición sociológica más larga o más fuerte pueden contar con investigadores capaces de conducir estudios complejos (Vilà, 2006). En diversas ocasiones algunos organismos autonómicos de juventud confían en la disponibilidad de su personal técnico y funcionario para contribuir en la realización de estudios ad hoc, solicitándoles que demuestren una preparación teórica y metodológica propia de las ciencias sociales, a menudo sin tener una base profesional adecuada o una titulación previa (Galán, 2001). En todas estas circunstancias, como en el caso de que se decida encargar los estudios de juventud a equipos de investigación privados o mixtos (bajo la dirección de un académico y la coordinación de un consejero, o viceversa), el factor financiero y las orientaciones políticas de cada gobierno regional son determinantes. En los años ochenta la disponibilidad presupuestaria para los estudios y las políticas de juventud es bastante variable porque depende de los diferentes estadios de desarrollo socioeconómico alcanzados por cada comunidad autónoma y de la visión estratégica de los respectivos regidores políticos (Alemán y Martín, 2004). Gracias a la recopilación bibliográfica realizada, podemos afirmar, en términos generales, que la intensidad y la extensión del proceso de democratización municipal en el territorio regional, el grado de apertura institucional a las instancias de la participación ciudadana, y en particular a las entidades reunidas en los Consejos de Juventud, así como el nivel de concertación entre los gobiernos autonómicos, las autoridades locales y la sociedad civil, son elementos que contribuyen a explicar la mayor o menor producción de estudios de juventud a nivel regional en estos años. El conjunto de estos elementos puede matizarse mejor si consideramos la importancia de otros factores políticos. La estabilidad de los gobiernos autonómicos y la coordinación organizativa entre los distintos niveles de la administración territorial (nacional, regional y municipal) influyen grandemente en las intervenciones públicas que se quieren desarrollar a favor de los jóvenes. Tal como se ha señalado en otros análisis sobre el tema (Giménez, 2003; Comas, 2007) esto significa que en las regiones donde se producen cambios de gobierno con menor frecuencia es donde mejor funciona esta coordinación institucional y, en consecuencia, hay una continuidad mayor de las políticas de juventud como apuesta programática de largo plazo. Tales condiciones redundan positivamente también en la mayor iniciativa investigadora sobre temas de juventud desde los organismos regionales. Por otra parte, las distintas orientaciones ideológicas de los representantes políticos en cada peldaño de la administración del Estado determinan las estrategias y las orientaciones a seguir cuando se trata de entender a la condición juvenil y de priorizar o aplazar, desde los órganos de gobierno, las intervenciones en los problemas que ésta precisa. A este propósito, está demostrado que cuando existe una correspondencia entre los partidos de gobierno en los distintos niveles administrativos generalmente resulta mayor y/o mejor la colaboración institucional y la atención política para determinadas áreas de gestión, inclusive para las cuestiones relativas a

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juventud (Comas, 2007). En caso contrario, el desarrollo de la acción política puede sufrir complicaciones o retrasos por la existencia de vetos recíprocos entre las fuerzas políticas de color opuesto. Tales cuestiones asumen un significado aún más profundo porque, tanto en los años ochenta como en los noventa, la juventud representa un colectivo fundamental en términos electorales y, sobre todo, de movilización social y de reivindicación territorial en nuestro país. De hecho, los partidos que más se benefician de la participación política (y del voto) de los jóvenes para reforzar su estabilidad de gobierno (a nivel nacional y regional) son más proclives en prestar atención a las demandas del colectivo joven en ese periodo (Marí-Klose, 2012). Asimismo, en aquellos contextos donde los actores sociales y políticos hacen más explícita su reivindicación territorial –además de lingüística y cultural– reclamando constantemente el estatus de nacionalidades históricas (es decir en Cataluña y País Vasco como también, pero con menor intensidad, en Galicia y Aragón), resultan más fuertes la atención institucional otorgada a la población joven y el fomento de las investigaciones sobre su condición social y su participación ciudadana. El conjunto de estos elementos funcionales y políticos intervienen de forma decisiva en el planteamiento, en los contenidos y en la difusión de los estudios de juventud –y de las políticas de juventud– e ámbito regional durante las tres décadas aquí en examen. Los primeros ejemplos de estos estudios los encontramos en Catalunya (Romero, 1985), Aragón (López, 1987), País Vasco (Elzo, 1986 y 1990), Andalucía (González, 1988) y Navarra (Fundación Bartolomé de Carranza, 1983 y 1988), es decir en aquellas Comunidades Autónomas donde se han dado una o más condiciones positivas, de las que hemos referenciado hasta ahora, para investigar la realidad juvenil (6).

(6) Por cuestiones relativas a la extensión del artículo no podemos aclarar cuáles elementos son más o menos influyentes en cada comunidad autónoma. Sin embargo, estos mismos elementos nos ayudan a entender por qué algunas investigaciones inéditas sobre juventud realizadas en la segunda mitad de los años ochenta no han tenido continuidad en los veinte años sucesivos: como por ejemplo en el caso de Castilla y León (Arribas y González, 1987), La Rioja (Asensio, 1985) y Extremadura (CIS, 1989). (7) Desde el 1985 el límite inferior de edad de los colectivos investigados como “juventud” nunca fue menor de 15 años: ya desde entonces “hay consenso en lo sociológico, aunque no en la política juvenil, al excluir como no jóvenes a los niños o adolescentes” (Sáez, 1995: 161).

La recopilación de datos se lleva a cabo a través de encuestas sobre muestreos estadísticamente representativos de todas las personas jóvenes que residen en cada región. Los equipos que desarrollan estas publicaciones diseñan unos indicadores específicos para describir la situación formativa y laboral de los jóvenes, sus comportamientos sociales y sus valores. Con frecuencia se plantean comparaciones entre los datos autonómicos y los nacionales, con el apoyo de otras experiencias internacionales de investigación, como en el caso de las dos encuestas en el País Vasco que incorporan informaciones de las Encuestas Europeas de Valores. De esta forma se asientan las bases para repetir estos análisis a intervalos regulares de tiempo, sobre los mismos temas y con la posibilidad de extender el alcance de los resultados alcanzados. Los estudios mencionados pueden entonces considerarse completos y pioneros por la apuesta científica que incorporan, el rigor de su planteamiento y la fiabilidad de los datos sobre los cuales se fundamentan. Sin embargo, tales estudios presentan algunos elementos controvertidos que merecen mayor comentario. El límite etario mínimo para definir el estatus de “joven” es común para todas estas investigaciones (15 años) (7) mientras que el límite máximo varía en función de la categoría social que se quiere investigar: por ejemplo, este límite es fijado en 21 años en las encuestas de Navarra y en 25 años para las encuestas catalanas. La cuestión no es baladí porque los contenidos de estas encuestas se justifican en función de la cohorte que se decide tomar

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como objeto de estudio. De esta forma, se corre el riesgo de construir herramientas de investigación que son el resultado de elaboraciones más ideológicas que analíticas (Cardús, 1985). Sin entrar en el mérito de los distintos enfoques sociológicos para distinguir entre “situación juvenil” y “condición juvenil” (Casal et al., 2006), queremos destacar que estos primeros estudios autonómicos adolecen de una visión estereotipada que el mundo de los adultos mantiene sobre los jóvenes, considerándoles aun no plenamente integrados o maduros (Martín, 1998: 65) (8). El énfasis sobre los problemas que bloquean su inserción social es el reflejo de una preocupación típicamente institucionalista y adultocéntrica de entender a la juventud como una categoría que precisa de soluciones específicas desde la administración pública (Sáez, 1995). Esta es la visión más extendida entre las Comunidades Autónomas donde se ha dado más producción sociológica sobre juventud entre 1985 y 1995. Sin embargo, no se puede afirmar que estos mismos estudios, y las políticas integrales que se sostienen en ellos, acaben traduciéndose siempre en medidas concretas y resolutivas de los problemas que se busca dar a conocer y atajar (MaríKlose, 2012). La evolución de las políticas a favor de los jóvenes desde la mitad de los noventa hasta 2000, la mayor experiencia de los técnicos de juventud en los organismos autonómicos y la creciente importancia del asociacionismo juvenil y de nuevas instituciones regionales (los observatorios de juventud) contribuyen a unos cambios sensibles en los contenidos y en los métodos de análisis adoptados para esta materia, así como en la interpretación de las informaciones recopiladas a través de ellos y en su uso político.

4. Los estudios asociados a las políticas de juventud hasta los albores del nuevo siglo Hasta finales de los años ochenta la explotación de los datos producidos en los informes del INJUVE es bastante limitada a nivel regional, a pesar de la disponibilidad – abierta y pública– de este material. Si exceptuamos los estudios mencionados en el apartado anterior, las investigaciones sobre juventud en otras Comunidades Autónomas están escasamente coordinadas entre sí, con datos a veces dispersos y poco homogéneos, sin un plan de investigación sistemático más allá de lo coyuntural.

(8) Plantear la juventud como “fase de transición”, significa definir las características de los jóvenes tomando como referencia el ideal de los adultos. “Ser adulto” aparece no sólo como una meta normativa o deber social, sino como una necesidad individual y determinista, haciéndose equiparable el desarrollo físicopsicológico del joven con su desarrollo ético-moral (Serrano, 1995).

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Por su parte, los Consejos Autonómicos de Juventud (presentes en todas las Comunidades Autónomas y en muchos municipios) editan informes periódicos sobre el perfil de sus asociados y dan difusión de algunos indicadores básicos sobre la población joven a partir de los datos producidos por el INE, el INJUVE o el Centro de Investigaciones Sociológicas. Más bien estos consejos destacan por sus actividades de sensibilización social sobre los problemas de los jóvenes y por la elaboración de una gran cantidad de material informativo (boletines, revistas, panfletos, etc.) sobre los servicios y las numerosas oportunidades asociativas, formativas, culturales y de tiempo libre dirigidos a este colectivo y diseminados en cada región. Para encontrar verdaderas publicaciones sociológicas es necesario observar la producción de estudios en las Comunidades Autónomas tras el impulso que las políticas de juventud reciben desde el Estado central y a nivel regional.

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La euforia de los primeros años de transferencia competencial en esta materia contagia a los distintos niveles de la administración pública nacional con una intensidad variable. Los gobiernos autonómicos llegan a ser los organismos rectores en su ámbito territorial para plantear y coordinar las políticas integrales, pero son los ayuntamientos, como instituciones públicas más próximas a los jóvenes, los que se hacen directamente cargo de su implantación. Las Diputaciones Provinciales (o Forales, Cabildos y Consejos Insulares, según los casos, como también las Comarcas y las Mancomunidades) atienden a las realidades locales y a los municipios más pequeños en la gestión de las infraestructuras y de los servicios, y también en la conducción de los estudios sobre la realidad juvenil en sus territorios (Alemán y Martín, 2004). Un entramado tan complejo hace difícil explicar los distintos escenarios de políticas de juventud y las diversas iniciativas de análisis sobre jóvenes que se articulan en cada región. Para sintetizar podemos resaltar que a principios de los años noventa el compromiso de investigación asumido por las Comunidades Autónomas en este ámbito se consolida en términos organizativos, presupuestarios y funcionales. Los Institutos (o Secretarías) Regionales de la Juventud, asistidos por los respectivos Institutos Regionales de Estadística, impulsan y coordinan aquellos estudios que sirven como base documental para elaborar los planes estratégicos y ejecutar las intervenciones públicas a nivel autonómico. Tales estudios se siguen desarrollando en la forma de “investigaciones-acciones” de utilidad social, pero ahora asumen una periodicidad fija (cada cuatro o cinco años) y replican a escala regional las estructuras de los informes del INJUVE. Se favorece así una doble perspectiva comparativa de análisis: una de tipo longitudinal, describiendo la evolución histórica de la juventud, y otra de tipo territorial, entre los contextos locales y los nacionales. Las encuestas siguen siendo la técnica principal de recopilación empírica, mientras que la cohorte de 15 a 29 años se asume como población de referencia en prácticamente todos estos estudios (9).

(9) Desde principios de los noventa el límite etario máximo de la población joven encuestada en las Comunidades Autónomas es 29 años: respecto al pasado se integra a la cohorte de jóvenes entre 25 y 29 años que extienden su educación con la formación universitaria o demoran su salida del hogar familiar.

Algunos temas de análisis sobre la población joven permanecen invariables respecto a la década anterior, como es el caso de su transición educaciónempleo y de su distribución demográfica en los territorios regionales. Sin embargo, durante los años noventa, los cambios socioeconómicos redefinen los ciclos vitales de las nuevas generaciones produciendo un alargamiento hasta entonces inédito de su proceso de emancipación. Los estudios sobre juventud están muy influenciados por el foco en la nueva condición juvenil y por las llamadas “políticas afirmativas” que intentan evitar, o por lo menos paliar, el sesgo funcionalista y adultocéntrico de las “políticas de transición” avaladas en las investigaciones anteriores. Se propone entonces una visión más juvenil, en los análisis y en las políticas que de ésta se originan, para entender el punto de vista de los jóvenes de acuerdo con su ubicación cultural, expresiva, simbólica y psicosocial (Casanovas et al., 2002). En consecuencia, la investigación sobre sus opiniones y actitudes empieza a abarcar ámbitos cada vez más amplios y variados (como el uso del tiempo libre, la participación política, el voluntariado y el asociacionismo), mientras que los asuntos relativos a la transición a la vida adulta ya engloban el acceso a la vivienda, la precariedad laboral, las relaciones paterno-filiales y la vida en pareja.

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Los Institutos Regionales de Juventud hacen propio este cambio de perspectiva a partir de la segunda mitad de los noventa, promoviendo estudios con técnicas cualitativas, sobre todo entrevistas y grupos de discusión. Hasta entonces la información cualitativa generalmente se emplea como base para el diseño del cuestionario de las encuestas o bien para complementar las estadísticas que de ellas se extraen. Lo cualitativo aporta mucho a la hora de enfocar el objeto de estudio, interpretar mejor los datos y también para formular hipótesis de trabajo que puedan ser contrastadas mediantes técnicas cuantitativas. Además, esta perspectiva garantiza profundidad y riqueza para desvelar las motivaciones y los razonamientos de los jóvenes, explorando cómo se perciben y cómo interpretan su realidad a partir de sus relatos y testimonios (Martín, 1998). Las nuevas apuestas teóricas y metodológicas nos pueden hacer intuir la proporción de los recursos que se invierten en materia de juventud desde los organismos autonómicos en el periodo considerado. En términos agregados, los presupuestos de las Comunidades Autónomas para el área de juventud evolucionan positivamente entre finales de los años ochenta y principios de los noventa, hasta estabilizarse en cifras muy altas (más del triple) comparadas con 1985 (Comas, 2007: 102). Este esfuerzo económico contribuye notablemente a la financiación de unos estudios completos, fiables y duraderos. La elaboración de los primeros Planes Integrales de Juventud está precedida por una gran labor de documentación y de análisis para animar el debate sobre sus contenidos, involucrando también a las asociaciones juveniles en la formulación de las medidas a adoptar. Con la aprobación de su plan, cada gobierno autonómico se dota de una estrategia coherente para favorecer el bienestar y la emancipación de los jóvenes, fomentar su integración ciudadana y coordinar las actuaciones de todos los departamentos de las administraciones locales con responsabilidades en estas materias (Giménez, 2003). Se posibilita así el despliegue de las políticas integrales de juventud a nivel regional con vista de futuro en las líneas generales de actuaciones, adoptando unos principios funcionales claros como la transversalidad y la organización interdepartamental (Gentile y Mayer, 2009). El nuevo rumbo estratégico logra también atribuir más sistematicidad a la producción de estudios sobre las personas jóvenes. Los mismos planes integrales ponen de manifiesto la necesidad de mantener permanentemente actualizada la documentación y los datos disponibles sobre la realidad juvenil de cada comunidad autónoma, tanto como herramienta básica de la planificación política, como por el hecho de ser el referente de cualquier evaluación correspondiente. En este marco, dentro de los Institutos Regionales de Juventud se crean los Observatorios de Juventud: las unidades técnicas encargadas de recopilar cuanta más información posible sobre los jóvenes y de evaluar las acciones y programas adscritos a los planes integrales a la finalización de cada ejercicio presupuestario. Su objetivo principal es dar continuidad y mantener viva la reflexión pública sobre la juventud fomentando estudios pormenorizados con el apoyo de los institutos estadísticos regionales y con encargos o convocatorias específicas de investigación. A través de estos observatorios, los organismos autonómicos procuran reforzar sus Centros Regionales de Información y Documentación Juvenil, promover sinergias con las asociaciones juveniles, y estrechar colaboraciones

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con los institutos de investigación y con las universidades, gracias también a la proliferación de los centros académicos (en particular de los departamentos de sociología) y de los Colegios Autonómicos de Doctores y Licenciados en Ciencias Políticas y Sociales en el territorio español (10). Además, en los años noventa, se especializa la figura profesional del “técnico de juventud”, que llega a tener cabida en la estructura funcionarial de la administración gracias, entre otras cosas, a una formación específica, con unos conocimientos mejores y unas experiencias mayores respecto a la década anterior. Junto a ellos encontramos sociólogos, trabajadores sociales y ex integrantes del asociacionismo juvenil que trabajan en equipos pluridisciplinares de gestión e investigación (París et al., 2006). Con el aporte de estos recursos profesionales se intenta estimular la iniciativa investigadora desde los observatorios: por un lado, se promueven estudios monográficos sobre las cuestiones consideradas más urgentes o novedosas; por el otro, se construyen indicadores sintéticos para facilitar el diagnóstico sobre juventud en los intervalos de tiempo establecidos entre sucesivas oleadas de encuesta, incorporando también datos internacionales para disponer de comparaciones más amplias. El análisis comparativo internacional llega a ser una constante en las encuestas autonómicas gracias también a la influencia del Libro Blanco 2001: un nuevo impulso para la juventud europea, publicado por la Comisión Europea con el objetivo de solicitar a los actores sociales y de gobierno de todos los estados miembros que intervengan de forma coordinada a favor de su población joven. En la misma línea estratégica se desempeña la labor de otras instituciones, como el Fórum Europeo de la Juventud y el Consejo de Europa, muy influyentes en las agendas políticas nacionales y regionales a la hora de señalar las temáticas más relevantes sobre juventud.

(10) A este propósito, la fundación de numerosas revistas de ciencias sociales en los ámbitos autonómicos puede considerarse como una oportunidad editorial importante para difundir y compartir los estudios sobre jóvenes que se realizan en la academia con los datos de encuesta producidos por los gobiernos regionales, retroalimentando la demanda de investigación y el debate sociológico y político sobre juventud a nivel local. Se recuerda, entre las primeras revistas regionales de este tipo, Inguruak: revista vasca de sociología y ciencia política (1992), la Revista Catalana de Sociología (1995) y Barataria: revista castellano-manchega de ciencias sociales (1998). (11) Hasta 2001 el presupuesto del área de juventud no alcanza ni el 1% del presupuesto anual en un gran número de Ayuntamientos, incluso en las provincias tradicionalmente más ricas (Gentile y Mayer, 2009).

Las indicaciones europeas están recogidas en los planes integrales, pero las comparaciones con los datos procedentes de los países de nuestro entorno constan efectivamente en las encuestas de País Vasco y Cataluña, con larga antelación respecto a las otras Comunidades Autónomas, y de Navarra (López Blasco, 2002 y 2005) retomando la senda trazada por las publicaciones anteriores de la Fundación Bartolomé de Carranza por lo que se refiere al tratamiento de las estadísticas sobre los valores de los jóvenes. En otras regiones se sigue haciendo más hincapié en las comparaciones con España que con Europa: es este el caso de los estudios sobre datos de encuestas a los jóvenes realizadas en la Comunidad de Madrid (Llés, 1991), Asturias (González Fernández, 1995; Bernete, 1998) y Cantabria (Pérez, 2002). La frecuencia de las publicaciones sociológicas sobre juventud a nivel regional es muy sensible a los periodos de estancamiento y progresiva disminución de las dotaciones financieras públicas. La crisis económica entre 1993 y 1995 provoca una importante reducción presupuestaria en las arcas autonómicas que acaba teniendo consecuencias en las actividades cuyo desarrollo está previsto para la segunda mitad de los años noventa (Comas, 2007). Los organismos autonómicos mantienen sus funciones, ya que no se altera negativamente el “capítulo I” de personal, pero la traducción práctica de los Planes de Juventud queda muy afectada, sobre todo a nivel local (11), y con ello la posibilidad de realizar más estudios de los que ya estuvieran previstos.

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5. Los estudios sobre juventud antes y durante la crisis económica A partir de 2001 los presupuestos autonómicos vuelven a crecer. En esa coyuntura los estudios sobre juventud toman especial inspiración de los desafíos sociales que se proponen con el nuevo siglo y, más precisamente, con el Libro Blanco 2001 de la Comisión Europea. Además, gracias a la consolidación de la periodicidad, sistematicidad y homogeneidad metodológica de estas investigaciones, se hace posible compararlas entre sí desde una perspectiva temporal cada vez más extensa. Los temas clásicos sobre juventud siguen dominando el campo de las ciencias sociales y, en consecuencia, los contenidos de los análisis realizados desde los observatorios regionales: las transiciones profesionales, residenciales y familiares continúan explicando en gran parte la realidad de los jóvenes y su capacidad de adaptación al cambio social (Casal et al., 2011). El retraso de la emancipación es un fenómeno que fundamenta las preguntas de partida de todas las investigaciones autonómicas sobre juventud en los primeros años del 2000, hasta llegar a justificar un cambio sustancial en la composición de las muestras de análisis: desde el bienio 2006-2007 en diversas encuestas (como la catalana, la vasca y las de Navarra y Canarias) se incorporan los jóvenes-adultos de la cohorte de 30 a 34 años para estudiar sus trayectorias de independencia y autonomía. En el debate más reciente sobre sociología de la juventud, y desde los mismos observatorios regionales, se encomienda a los investigadores y a los técnicos en esta materia que superen la (supuesta) contraposición entre las “políticas de transición” y las “políticas afirmativas”. El nuevo modelo de referencia puede describirse como una síntesis entre estas dos perspectivas, intentando vislumbrar un cuerpo de “políticas emancipatorias” (Giménez, 2003) adecuadamente flexibles y adaptables a los proyectos biográficos de cada joven. Entender su visión de la realidad adquiere entonces una relevancia creciente respecto al hecho de conocer su posición en ella. Por tanto, además de los asuntos estructurales relativos a los itinerarios y a las trayectorias vitales de los jóvenes, en las encuestas autonómicas ocupan cada vez más espacio las informaciones relativas a sus nuevas pautas (residenciales, laborales, relacionales) de transición a la adultez, a su activismo político, sus formas de consumo y sus expectativas en cuestiones de gran actualidad como la igualdad de oportunidades, la inmigración, la multiculturalidad, el medio ambiente y el uso de las nuevas tecnologías informáticas en su vida cotidiana. Las informaciones recopiladas sobre estos temas en los estudios regionales de los últimos años nos devuelven una juventud que se siente muy ligada a su territorio. Cuando se intenta averiguar el sentido de pertenencia de los jóvenes con su lugar de origen y su satisfacción personal observamos que las influencias de la globalización no anulan sus identidades locales: ellos se reconocen como ciudadanos del mundo pero afirman mayoritariamente que su identidad más importante es la de su espacio social más cercano. Ahora bien: la significatividad de esta cercanía puede ser relativa. En los estudios de los observatorios de juventud se subrayan los aspectos idiosincráticos de los territorios para explicar cómo los jóvenes auto-definen su identidad. En virtud de las diferencias históricas entre las regiones

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que componen el Estado español, los jóvenes manifiestan con intensidad variable su pertenencia dependiendo de cómo las características de cada contexto influyen en sus formas de vivir. La amplitud, la dispersión o el aislamiento territorial así como las herencias culturales de cada región son algunos de los elementos más significativos que ayudan a entender esta variedad. Las personas jóvenes en Aragón (Gastón, 2002) y Extremadura (Cambero, 2008) se identifican sobre todo con sus pueblos/ciudades, luego con España y finalmente con su comunidad autónoma; sus coetáneos catalanes y vascos reivindican principalmente su pertenencia regional como expresión de una identidad nacional; para los jóvenes residentes en las comunidades insulares –como por ejemplo Canarias– el discurso identitario es más complejo, ya que su sentido de pertenencia nacional está vinculado a cuestiones logísticas no siempre favorables y a fuertes arraigos en las realidades locales (Younis, 2000). Si consideramos el conjunto de los contenidos aquí presentados, podemos tener una idea del amplio abanico de temáticas que actualmente los responsables de los observatorios regionales manejan a la hora de plantear y coordinar los análisis sobre juventud en sus territorios. La preparación teórica y práctica de estos técnicos y de los demás operadores y expertos que trabajan en los organismos autonómicos con competencia en juventud está cada vez más certificada y corroborada por su experiencia personal, por los años de servicio, y por los cursos de formación específicos a los cuales pueden acceder (12). Lo que tienen en común todos los estudios recientes sobre juventud promovidos por los organismos autonómicos es la atención prestada a los impactos de la inestabilidad del mercado laboral sobre el bienestar (individual y social) y los comportamientos de las personas jóvenes. El tema del empleo retoma un vigor particular con la intensificación de la precariedad del trabajo para los jóvenes, entre 2002 y 2007, y con la crisis económica que empieza en 2008. Sin embargo, esta vez el objeto de estudio no es únicamente su inserción laboral, como mera transición educación-trabajo, sino también su integración ocupacional y las cuestiones referidas a su subjetividad y trayectorias profesionales (sobre-cualificación, satisfacción personal, movilidad, etc.) en los contextos regionales de empleo (Albaigés, 2004).

(12) La primera experiencia de formación interuniversitaria en materia de juventud es el Máster en Estudios y Políticas de Juventud, ofertado por diversas universidades catalanas entre 2000 y 2004 y luego reconfigurado como Máster Interuniversitario en Juventud y Sociedad desde el curso 2008-2009. Sucesivamente se organizan cursos similares en otras Comunidades Autónomas, como el Posgrado Universitario en Juventud y Sociedad, entre 2004 y 2009, organizado por la UNED y el INJUVE.

Las reformas de la administración pública de los últimos cinco años de crisis limitan los márgenes de maniobra de los organismos autonómicos y locales en materia de juventud. En primer lugar, los estrictos controles presupuestarios para reducir los déficits de las Comunidades Autónomas condicionan negativamente la implementación a nivel regional de las políticas a favor de los jóvenes y la operatividad de sus observatorios de juventud. En segundo lugar, los consejos regionales de juventud hoy en día no cuentan con el reconocimiento institucional que tenían hace una década y ven peligrar su existencia en el inmediato futuro: queda así afectada la posibilidad de articular aquel mismo contexto de concertación y participación ciudadana que tanto ha estimulado la producción sociológica en juventud desde el ámbito autonómico en los años ochenta y noventa. La atención institucional sobre las personas jóvenes se concentra ahora en otros departamentos (tanto a nivel nacional como regional), como por ejemplo los organismos competentes en educación y empleo. Es cierto que a día de hoy no faltan las encuestas regionales sobre juventud, sobre todo gracias a la competencia, el compromiso y las capacidades de funcionarios

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o académicos con una contrastada experiencia en materia. Sin embargo la promoción de este tipo de investigaciones se está estancando porque los recursos humanos y materiales disponibles son cada vez menos. En este periodo, las publicaciones de las fundaciones y de los institutos privados de investigación son muy valiosas e interesantes para radiografiar la condición juvenil actual a nivel regional. De todas formas, tales entidades no siempre garantizan la periodicidad de las recopilaciones de datos y tampoco suelen ser muy permeables a la participación de la administración pública o del asociacionismo juvenil a la hora de establecer los temas a investigar e interpretar los hallazgos alcanzados. Se sigue estudiando la realidad juvenil a nivel regional en España, pero la situación de los organismos autonómicos competentes en la producción de estudios y políticas de juventud, en algunos casos, es tan complicado que hace dudar si investigar en este ámbito es todavía una prioridad con vista de futuro o más bien un privilegio que pocos pueden permitirse (y costearse) con la misma generosidad de hace unos años.

6. Breve repertorio de estudios por comunidad autónoma A continuación reseñamos brevemente los estudios sobre juventud más importantes generados por los organismos autonómicos públicos desde el 1985 hasta la actualidad. El objetivo es destacar una selección de Comunidades Autónomas por la cantidad de las referencias documentales que han producido, por la innovación aportada en este ámbito, gracias a las investigaciones que han promovido y por los enfoques teóricos adoptados. Nuestro objetivo es profundizar en la evolución de los estudios desde los respectivos institutos u observatorios de juventud y señalar los contenidos de las publicaciones que consideramos más destacadas de entre todas a las que pudimos tener acceso.

6.1 Andalucía El índice de juventud (13) de esta comunidad autónoma es tradicionalmente uno de los más altos del país. Si consideramos también su extensión territorial y las cuestiones más acuciantes con relación a su población joven (altas tasas de desempleo y riesgos de marginación social) se entiende mejor la atención institucional que se presta a este colectivo desde la primera mitad de los años ochenta. Los estudios impulsados en ese periodo por el Instituto Andaluz de la Juventud, desde la Dirección General de Juventud y la Escuela Pública de Animación Sociocultural son contribuciones inéditas para conocer la realidad juvenil andaluza. Por un lado (Equipo Margen, 1988), se profundiza en los distintos aspectos de su vida cotidiana y en las actitudes con que definen su identidad grupal; por el otro se recogen las informaciones aplicables a la práctica de los trabajadores del área de juventud y se ponen las bases para seguir realizando otros estudios similares durante intervalos regulares de tiempo (Andreu, 1993). En ambos casos se trata de análisis centrados en la observación de los datos estadísticos desde una perspectiva que entiende la juventud como etapa de transición. (13) El porcentaje de las personas jóvenes, entre 15 y 29 años, respecto al total de la población residente.

Una perspectiva analítica más refinada es la que asumen los investigadores del Instituto de Estudios Sociales Avanzados del CSIC en coordinación con

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el Instituto Andaluz de la Juventud, entre 2000 y 2004, cuando se inaugura una intensa producción de estudios con técnicas mixtas de investigación sociológica (entre otros: Fernández y Ruiz, 2003; Fernández et al., 2003; Gavira y González, 2003). El Informe Social de la Juventud en Andalucía, 2011 es el último estudio actualmente disponible, encargado por la Junta de Andalucía y realizado por el Instituto Andaluz de la Juventud en colaboración con el Centro de Estudios Andaluces.

6.2 Cataluña Desde la transición democrática, y a la par del caso vasco, la producción catalana de estudios sobre juventud se fundamenta en un discurso centrado principalmente en la construcción identitaria y nacional de su territorio y en la confrontación con el Estado central (Cardùs y Estrusch, 1984). Tales contenidos se hacen explícitos en las primeras encuestas de juventud (1985, 1990 y 1998) así como en el Pla Interdepartamental 1993-1994, considerado un ejemplo modélico a tener en cuenta en otros ámbitos geográficos del país y en otros sectores de actuación desde la administración pública autonómica además del de juventud (Giménez, 2003). La encuesta de juventud pasa a ser reconocida como estadística oficial de la Generalitat de Catalunya en 2002. Hay que remarcar esta novedad porque sanciona el compromiso institucional del gobierno autonómico en la recopilación periódica y rigurosa de datos útiles para conocer la realidad juvenil catalana, y porque implica la participación directa del Instituto Regional de Estadística en esta labor. Asimismo, la encuesta de 2002 prevé el registro de informaciones retrospectivas sobre las experiencias biográficas de los jóvenes que integran el muestreo de análisis, hace hincapié en todos los aspectos integrales de sus vidas (incluso su conocimiento de la lengua catalana) e insiste en los contenidos expresivos y las percepciones de la realidad que de ellos se desprenden. Desde 1998 las colecciones de estudios y aportaciones del Observatorio Catalán de Juventud (creado en 2000) son de las más completas y ricas que se producen en España durante la última década. A éstas se añade una serie de guías prácticas para la aplicación de las políticas de juventud. En 2005 el Observatorio inaugura la encuesta de participación política (que se repite en 2011) con la intención de analizar el protagonismo ciudadano y la implicación cívica asumidos por los jóvenes en una fase álgida de cambio político (reforma del Estatuto de Autonomía) y social (crisis económica) en la historia más reciente de esta región. Finalmente, recordamos los informes periódicos que dan difusión de unos índices sintéticos básicos sobre la realidad juvenil en cuanto referencias fundamentales para quien quiera investigar la juventud catalana. Además de este material documental, cabe señalar que la apuesta por el estudio sobre juventud en Cataluña está fomentada también por unas convocatorias específicas de premios y ayudas a la investigación y por los convenios existentes con otras instituciones públicas y privadas, nacionales e internacionales, competentes en los mismos temas de interés.

6.3 País Vasco Desde 1986 el Gobierno Vasco mantiene con regularidad la producción de encuestas y estudios sobre la juventud en su territorio. En todos los análisis

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se hace hincapié en la distribución sociodemográfica y en la inserción social de los jóvenes residentes en las tres provincias regionales. La búsqueda y la descripción de los elementos distintivos de la población joven vasca, y en particular de sus opiniones y valores, son una constante en la serie de 17 informes titulados Retratos de juventud realizados por el Gabinete de Prospección Sociológica, con el apoyo de los Sociómetros Vascos, entre 1997 y 2014. Después de la encuesta sobre la juventud vasca en 1996 y el primer Plan Joven 1999-2001, los estudios sociológicos en este ámbito aumentan de forma considerable. Las notas de investigación y los hallazgos alcanzados están recopilados por los Boletines del Observatorio Vasco de Juventud y editados en la Colección Gatze Plana, incluidos los informes de evaluación de las políticas autonómicas de juventud redactados por la Fundación EguíaCareaga en 2006 y 2010. Los observatorios realizan también un análisis detallado de los indicadores sobre la situación actual de los jóvenes y sobre sus expectativas personales y sociales en relación al futuro. Estos organismos técnicos coordinan todas las encuestas que se inauguran en 2000, dando continuidad a las ediciones anteriores, y se reeditan a intervalos regulares (2004, 2008 y 2012). Además, promueven estudios monográficos sobre temas de particular relevancia en esta Comunidad Autónoma, como por ejemplo la educación bilingüe y la normalización del euskera entre los jóvenes vascos, las características de su participación y movilización política, su proyección internacional y sus proyectos de emancipación en unos contextos de inestabilidad laboral.

6.4 Canarias (14) El índice de juventud en el archipiélago canario está sobre la media nacional a lo largo de gran parte del periodo considerado. La peculiaridad territorial y socioeconómica de este contexto se refleja en las formas de vivir y de actuar de las personas jóvenes que allí residen. A pesar de los graves problemas de inserción socio-laboral para los y las jóvenes en este sistema insular, solo después de la aprobación del Libro Blanco de Juventud Canaria (Barroso et al., 1998) el gobierno autonómico se decide a implantar el estudio de la realidad juvenil de forma sistemática para diseñar sus intervenciones públicas (el sucesivo Plan Canario Joven). Este retraso se debe en parte también a la consolidación relativamente tardía, en comparación con la mayoría de las regiones en la península, de las infraestructuras técnicas y académicas para estudiar a los jóvenes desde las ciencias sociales.

(14) Para el sub-apartado sobre Canarias, nos hemos apoyado en el documento titulado “La sociología de la juventud en Canarias. Un estado de la cuestión (19982015)” que Josué Gutiérrez Barroso y Gomer Betancor Nuez han presentado en las jornadas de investigación Pasado, presente y futuro de los estudios de juventud en España (Universidad de Valencia, 1 y 2 de octubre de 2015). A ambos va el más sincero agradecimiento por su colaboración.

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Desde finales de los años noventa se realizan investigaciones centradas principalmente en el enfoque transicional y en la recopilación de datos sobre conductas sociales de riesgo, como en el caso de consumos poco saludables, embarazos prematuros y abandonos escolares tempranos. La producción sociológica sobre estos temas se intensifica en años recientes, sobre todo por iniciativa de los Cabildos Insulares, como es el caso de Lanzarote (2004) y Gran Canaria (2009). Las encuestas de jóvenes canarios coordinados por los organismos autonómicos en 2010 y 2012, así como los estudios promovidos por el observatorio regional de juventud y encargados a docentes universitarios y expertos en materia, resaltan los rasgos distintivos de esta Comunidad Autónoma y su influencia en las personas jóvenes. Por ello, adquieren gran importancia las cuestiones relativas a las opiniones de los jóvenes canarios sobre los flujos migratorios

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y turísticos en estas islas, sobre la multiculturalidad que de ellos se genera, sobre la oferta de empleo estacional y sus perspectivas de especialización académica o profesional y de movilidad residencial fuera del espacio isleño de pertenencia.

7. Conclusiones Describir y sistematizar la investigación sociológica sobre juventud desde el ámbito autonómico representa un reto importante para la misma disciplina. En particular, definir su evolución reciente y determinar cuál es su estado actual es una operación bastante compleja, tanto por el objeto de estudio como por las fuentes disponibles, a menudo dispersas y no siempre accesibles en formato digital. Aunque el ejercicio de recopilación documental aquí realizado no sea del todo inédito (De Bolos, 2004), nuestra labor contribuye a la reflexión sobre los desarrollos recorridos y las posibilidades de mejora de los organismos autonómicos competentes en las políticas de juventud y en el estudio de la realidad juvenil. En general, la producción sociológica en esta materia durante los últimos treinta años crece progresivamente en intensidad, variedad temática y complejidad metodológica. Con el paso de los años aumenta el número de los estudios que se ocupan de jóvenes en sus contextos de vivencia y de emancipación regionales, pero también se mantienen –y a veces incluso se profundizan– las diferencias entre Comunidades Autónomas con respecto a la cantidad de las investigaciones finalizadas y a la disponibilidad de estructuras y recursos para su realización y renovación. La influencia internacional y, más recientemente, la crisis económica, refuerzan la atención de los gobiernos regionales sobre la población joven de sus territorios. Muchos de los discursos políticos acerca de los jóvenes y de sus condiciones específicas, suelen multiplicarse especialmente cuando este colectivo resulta más afectado por la inestabilidad estructural (Marí-Klose, 2012) o más interesado por las oportunidades que se abren con el cambio social, en concreto con los retos de la globalización y de las nuevas formas de consumo, expresión, comunicación y convivencia social (Revilla, 2001). Los únicos retos pendientes que queremos plantear instan a un compromiso institucional que entienda la realidad juvenil desde y con los jóvenes, según una dialéctica abierta e interactiva entre juventud y sociedad. Esto es exactamente lo que hemos comprobado a lo largo de nuestra revisión documental: el valor estratégico (en términos analíticos y políticos) de los gobiernos a nivel regional y meso-territorial como punto de encuentro y elemento explicativo de la realidad social, cultural e institucional a la que pertenece y en la que se mueve la juventud española. Valorar los estudios autonómicos sobre juventud significa, a la postre, entender mejor las diferencias y las semejanzas de las personas jóvenes que habitan nuestro país: cuanto más se sepa de las variables que explican las identidades y las vivencias de los jóvenes en estos contextos, tanto más sabremos cómo se estructuran, cambian y evolucionan las idiosincrasias de nuestros territorios y, con ellos, nuestra historia.

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DOCUMENTOS

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Joaquim Casal, Maribel García y Rafael Merino. GRET-Universidad Autónoma de Barcelona

Pasado, presente y futuro de los estudios sobre las transiciones de los jóvenes

El artículo versa sobre los enfoques de los estudios sobre transición de los jóvenes a la vida adulta. Primeramente se hace referencia a los cambios en la transición en el paso de la modernidad a la postmodernidad tal como ha sido planteado en los estudios, sobre todo por lo que atañe a los cambios en la definición y prosecución de los itinerarios de los y las jóvenes. El artículo proclama que en el estudio sociológico de la juventud se está en una triple posición o ángulo de perspectiva: la perspectiva del funcionalismo, la perspectiva de la conflictualidad social y la perspectiva constructivista basada en lo biográfico. Ello tiene una concreción en el estudio de la transición de los y las jóvenes a la vida adulta (enfoque de la moratoria, enfoque del generacionalismo y enfoque de los itinerarios de transición, respectivamente) apuntando la conveniencia de tomar la perspectiva biográfica para encarar el estudio de la transición de los jóvenes a la vida adulta. Precisamente el término “adulto” se somete a crítica así como se han generado otros malentendidos. El artículo termina con una relación acerca de criterios y pautas a seguir en posteriores estudios acerca de la transición de los y las jóvenes.

Palabras clave: Transición de la Juventud a la “vida adulta”, juventud, biografía, itinerario y emancipación.

1. Introducción

(1) En España el Informe Juventud de 1985 de J. L. Zárraga, junto con las contribuciones de Conde o Gil Calvo entre otros y publicado por el Ministerio de Cultura y Juventud y Sociedad significaron un antes y después en los informes sobre juventud española muy al amparo del régimen franquista. Otros informes tuvieron un impacto similar como el de B. Swartz publicado en castellano poco después o los informes de Coleman y Husen acerca de la transición de los jóvenes.

En este texto se presenta una reflexión teórica y metodológica acerca del enfoque de los estudios sobre transición de los/las jóvenes a la llamada vida adulta. Ha sido una temática muy dada a la sociología sobre todo a partir de los cambios en la transición de los y las jóvenes con la irrupción del llamado capitalismo informacional. La reflexión se inició ya con el arranque de los estudios sobre transición ya en el inicio del Grupo de Investigación sobre Educación y Trabajo de la Universidad Autónoma de Barcelona (en adelante GRET) en el 1987 y que supuso en su momento el planteamiento teórico y metodológico de los itinerarios de transición. Este texto ha sido escrito con motivo del encuentro sobre Juventud en la Universidad de Valencia en el 1-2 de octubre del presente año aunque es una reflexión en continuidad al realizado y publicado en el 2011 en la Revista Papers de Sociología de la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona). Para ubicar los estudios sobre transición en el GRET habría de remontarse a mitad de los años ochenta cuando los estudios sobre inserción social de los jóvenes emergen con fuerza en la sociología de la juventud (1). Para aquel entonces en el GRET se consideró que los marcos de referencia para el estudio de la transición de los y las jóvenes habían quedado bastante obsoletos; los años ochenta suponían el final de un largo trayecto de

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informes y estudios acerca de los jóvenes: el desarrollismo y el crecimiento tocaba a su fin lo cual era objeto de atención y escándalo por parte de la Sociología de la Juventud (como subespecialidad de la disciplina) anclada en el adultocentrismo imperante y por el camino sin salida del planteamiento de la juventud como eje de revolución o cambio social (2). Los enfoques acerca de la contracultura llegaban a su fin pero también llegaban a su fin planteamientos acerca del desarrollo continuado y de la movilidad social ascendente. Supuso todo ello dar rienda suelta a nuevos informes y estudios de carácter desigual en lo teórico y en lo metodológico tanto a nivel de territorio de Estado como en aglomeraciones urbanas. Desde aquel entonces el GRET ha estado en el tema buscando enfoques o perspectivas más prometedoras en lo que atañe a la transición de los y las jóvenes (3). El artículo tiene tres partes diferenciadas: en la primera se recurre al planteamiento más en auge acerca de la transición de los y las jóvenes considerando que hoy en día discurre la transición por caminos y modelos muy diferentes (que algunos vienen a identificar como “una nueva juventud” y otros vienen a identificar como modelos distintos; los primeros más con descripciones acerca de los efectos del cambio y los segundos más analíticos acerca de los procesos; en esta óptica se trata de considerar que algo ha cambiado en la “transición de los y las jóvenes a la vida adulta” a partir de los años ochenta aproximadamente. Ha sido por donde ha discurrido más la sociología de la juventud tanto los amantes de la sociología de la modernidad y de la crisis de la modernidad como a los amantes del postmodernismo. Pero para el GRET el meollo de la cuestión no está en los estudios de la juventud actual en relación a la globalización y el cambio social sino que hay tres enfoques o perspectivas teórico-metodológicas desde donde analizar los cambios y las direcciones acerca de la transición de los y las jóvenes a la llamada vida adulta. El enfoque sociológico de la moratoria, el enfoque sociológico del conflicto generacional y el enfoque sociológico acerca de la construcción de lo social y lo biográfico de los individuos. Tres enfoques o lecturas de la realidad social por lo que atañe a la juventud. Esto ocupa el segundo epígrafe de la reflexión. Por último el tercer apartado de circunscribe a relacionar los principales malentendidos que hay que tener en cuenta para próximas aportaciones de estudios acerca de la transición de los y las jóvenes con el objetivo de no ser muy exhaustivo en este campo ya que los promotores actuales de estudios conocen sobradamente las limitaciones; en el fondo se trata en este tercer punto de centrar bases y criterios para un futuro de los estudios acerca de la transición de los y las jóvenes a la llamada “vida adulta”.

(2) La consideración de la ruptura generacional dio pie a muchas contribuciones. Seguramente el impacto generacional futuro tuvo eco en Beck en Hijos de la Libertad, por ejemplo (3) Algunos de los textos escritos en el GRET vieron la luz editorial; omitimos algunos primeros para referimos principalmente a la recopilación de conceptos y avances realizadas en la Revista Papers de Sociología 79 y 96.

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2. La transición de la Juventud en el paso de la “modernidad a la “post-modernidad” Seguramente hay un punto de confluencia común entre juvenólogos acerca de que la transición de los y las jóvenes a la vida adulta ha quedado muy modificada con la crisis de la modernidad (no confundirla con la crisis económica) y el paso a la post-modernidad. De hecho la sociología de la juventud ha planteado tres transiciones de los y las jóvenes a la vida adulta: la transición de éstos y estas en la pre-modernidad, en la modernidad y

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la post-modernidad. Tres estadios que han sido lugar de encuentro para discurrir acerca de los cambios. La transición de los y las jóvenes a la vida adulta en la pre-modernidad ha sido terrero abonado para la antropología cultural. Las ciencias sociales, y la antropología cultural en ellas, han sido permeables a los cambios puberales del crecimiento fisiológico de los individuos (repetidamente y cansinamente han descrito aspectos de la adolescencia social tanto en el crecimiento hormonal como en la relación entre adolescentes y adultos). Dos han sido los temas centrales en esta fase histórica: la existencia de la adolescencia y de la juventud antes del capitalismo industrial y los ritos de paso de la infancia a la vida adulta. La Antropología Cultural (y también la Historia) ha acudido muy rauda a discurrir acerca de estos dos aspectos. La Juventud ha sido descrita (aunque dentro de la misma disciplina en forma muy polar) como un paso más bien breve a la vida adulta, superando aspectos biológicos de cambios ubicados en la pubertad y los ritos de paso (muchas veces ancestrales) a la vida de los adultos, reconociéndoles competencias ocupacionales y familiares (principalmente). La Sociología de la Juventud no ha estado específicamente en este debate y se ha dedicado a compilar aportaciones de historiadores y antropólogos acerca del paso a la vida adulta por parte de sociedades ancestrales y posteriormente de las sociedades pre-capitalistas. Para algunos la “transición de los y las jóvenes a la vida adulta” ha sido una particularidad del capitalismo y para otros ha sido una construcción cultural más allá de éste y muy ancestral (aunque corto en tiempo y centrado en ritos de paso); mientras tanto la Sociología se ha centrado en la transición del feudalismo al capitalismo como paso previo al arranque posterior de la Sociología de la Juventud como tal (4). La Sociología de la Juventud propiamente no ha enfocado el tema “jóvenes” hasta muy entrado el modo de producción capitalista en occidente, dando por cimentado la aportación de la antropología cultural muy proclive a vincular “juventud” a una forma de construcción social basada en el alargamiento y generalización de lo “juvenil” (cosa que ha sido clave en su posterior desarrollo académico como se explicitará en este texto). Los sociólogos han confluido unánimemente en tres aspectos: la cooptación de jóvenes por parte de adultos, la reproducción de la especie basada en la familia, y la escolarización primaria obligatoria (o primera escuela de masas). De hecho han sido las tres claves que la Sociología de la Juventud ha utilizado para discurrir acerca de la Juventud y construir un concepto a su alrededor. En la cooptación social por parte de las instituciones (ordenadas por una adultocracia dominante) hay el primer aspecto: cooptación para el pleno desarrollo de fuerzas productivas basadas en el trabajo asalariado y fabril, cooptación militar para confeccionar amplios ejércitos para guerras territoriales o imperialistas y cooptación de jóvenes para instituciones políticas (juventudes en los sindicatos y partidos políticos emergentes), juventudes en las instituciones religiosas (Seminarios Conciliares, conventos, JOC, etc.) o juventudes en instituciones benéficas (Cruz Roja o similares) y asociaciones.

(4) Seguramente la contribución de Allerbeck y Rosenmayr fue referente de la Sociología de la Juventud. O. Galland y A. Cavalli tomaron después el relevo.

Junto a la cooptación de los y las jóvenes por parte de “los adultos” está la reproducción sexual mediante estructuras legitimadas socialmente como la familia legitimada canónicamente (no confundir con la práctica sexual no reproductiva como la prostitución u otras formas de prácticas sexuales no legitimadas pero socialmente existentes). La reproducción sexual mediante

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estructuras socialmente y religiosamente aceptadas ha sido el segundo eje donde se ha abonado la Sociología de la Juventud (sobre todo para analizar la distancia entre la plenitud reproductiva post-puberal y la estructura familiar legitimada mediante la nupcialidad y su ritualización). El tercer aspecto donde la Sociología de la Juventud se ha abonado atañe a la escolarización primaria obligatoria efectiva en los países propios del capitalismo industrial (a lo largo del siglo XIX promovido por los Sistemas Educativos de algunos Estados como el francés). Se trata de la llamada “primera escuela de masas” muy estudiada por la Sociología de la Educación y de su propensión a generalizar una vía académica y una vía profesional, aspectos que van a ser clave en la génesis de formas de vida de los y las jóvenes en “el paso a la vida adulta” a través de un sistema educativo que va a ser definido por lo obligatorio (aunque con concreciones muy dispares en los países). Ello entonces va a generalizar el término “juventudes” (dentro de un mismo territorio) ya que se supone que algunos jóvenes realizan la “transición a la vida adulta” mediante el trabajo asalariado y fabril iniciado en terminar (o abandonar precozmente) la escolarización primaria y mediante el matrimonio legalizado por el Estado a fin de la reproducción “legítima”, mientras que otros retrasan la inserción laboral debido a itinerarios escolares prolongados (5). Cooptación juvenil, nupcialidad y primera escuela de masas han sido los tres aspectos que han iluminado la Sociología de la Juventud: la emergencia de un grupo social muy diverso en cuanto a logros sociales (vínculos estrechos con el sistema de clases sociales) sometido a designios de la población “adulta” establecida (en la producción fabril, en la legitimación y ritualidades de la nupcialidad, o en el acceso a viviendas unifamiliares), mediante procesos migratorios interiores o exteriores (familiares o exclusivamente juveniles) y construidos a partir de un Sistema Educativo en la primera fase de expansión (escolarización primaria efectiva y división de la vía académica y la profesional con tasas de escolarización aún muy reducidas). En fin, tres aspectos que convergen y hacen posible un análisis sociológico del crecimiento industrial y efectos sociales y culturales sobre los y las jóvenes que después dejaron de serlo porque se hicieron mayores (algunos dicen “adultos”).

(5) Toda la “literatura sociológica” sobre el tema ha tenido en el Sistema Educativo un punto fuerte para la Sociología de la Juventud; así los estudios conocidos, entre otros, de Baudelot-Establet. (6) La diversidad de análisis y consideraciones es múltiple pero hay común acuerdo en tener a M. Castells como sociólogo estelar del informacionalismo.

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Pero donde la Sociología de la Juventud ha tomado cuerpo ha sido en los análisis de la transición de la Juventud en la post-modernidad (algunos dicen post-industrialismo, otros informacionalismo y otros post-modernidad) (6). Todo ello ha ocurrido a mitad de los años ochenta y aún estamos en ello: una post-modernidad basada en cambios significativos en la salarización y formas de precariedad laboral, juntamente con aspectos vinculados a la “segunda escuela de masas” (aumento espectacular de jóvenes en la escolarización post-obligatoria y en las tasas de escolarización universitaria en países llamados “avanzados”) y formas de secularización y laicización de la vida cotidiana basada en consumos específicos y formas de vida en pareja no ritualizadas ni oficializadas. En los años ochenta seguramente emerge de forma propiamente dicha la Sociología de la Juventud basada en cambios substanciales en la transición a la “vida adulta”. El mismo concepto de “adultez” será puesto en cuestión (en el texto esto se va a tratar más adelante), se considera la precariedad incluso más allá de lo laboral, se incide en la reversibilidad de los itinerarios y se plantea los ajustamientos

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de los y las jóvenes entre las expectativas generadas (mediante el sistema escolar, los imaginarios o las propensiones familiares o el grupo de pares y círculos próximos, etc.) (7). En el contexto de segunda modernidad, post-modernidad o términos similares la Sociología de la Juventud basada en el estudio de la transición de los y las jóvenes a la vida adulta se basa en el criterio de reversibilidad: la posibilidad real y efectiva de modificar itinerarios ya iniciados de inserción laboral y familiar. Desde los años ochenta los análisis sociológicos acerca de los procesos de inserción social y profesional de los jóvenes se han basado en dos ideas clave: la primera reside el en hecho de considerar que los años ochenta no son muy halagüeños para los jóvenes: de jóvenes los hay en cantidad (cohortes de jóvenes derivadas del “baby boom”) y que demandan trabajo y espacio social después de haber circulado largamente por el Sistema Educativo, juntamente con aumentos considerables de problemas económicos para el acceso a la vivienda propia (por ejemplo, el precio umbral de la vivienda para la juventud del momento ante la mejor posición económica de mayores y su disponibilidad para el gasto); este primer aspecto ha fundamentado la mayor parte de estudios sobre transición de los jóvenes a la “vida adulta” en los años ochenta que se han basado en la consideración de las dificultades para el logro de la Juventud en estos menesteres. La segunda idea clave en el análisis de la transición de los y las jóvenes en los ochenta y las décadas siguientes ha sido la consideración de la diferencia substantiva acerca de la transición en la modernidad basada según los juvenólogos en una secuencia uniforme y generalizada entre educación y trabajo (concluir la formación, tránsito al empleo y trabajo asalariado) y entre dependencia domiciliar e independencia (dependencia domiciliar e independencia familiar). Desde este ángulo la transición de la Juventud a la “vida adulta” deviene reversible debido a la cantidad de posiciones intermedias y la posibilidad real de modificar trayectorias: una emancipación económica variable debido a la ausencia de trabajo asalariado fijo o continuado (períodos de paro deseado o no deseado, cambios de profesión, regresiones a situaciones de dependencia, etc.) y una emancipación domiciliar también variable (divorcios y cambios de situación, regreso a domicilios parentales, etc.) Se trata de considerar que el sistema educativo es permeable en los reingresos y reorientaciones, que la emancipación domiciliar se separa de la nupcialidad, o que la precariedad ha generado procesos de ajustamiento muy diferentes a los anteriores (años sabáticos, usos de segundas residencias parentales, separaciones y reconstituciones de núcleos, etc.). En definitiva: una transición muy (o bastante) reversible en los itinerarios y mucho más apegada a la toma de decisiones que podrían parecer sorpresivas.

(7) Así los estudios de Furlong, Cartmel y Biggart junto con los de Machado Pais y otros consideran rupturas en la transición en el postindustrialismo o en le postmodernidad y las llamadas transiciones “yo-yo” acuñadas entre otros autores por Walter, Stauer, Bendit, López Blasco o bien por L. Chisholm.

En el fondo, pues, los análisis sociológicos de la transición de la Juventud se centran en la consideración que hay un antes y un después en esta transición: un antes definido por un modelo muy lineal (o modelos lineales) y un después definido por un modelo muy reversible (o modelos reversibles). Se trata básicamente de un análisis socio-histórico según el cual hay dos momentos cumbre: las sociedades del capitalismo industrial (o postmodernidad) las sociedades del capitalismo avanzado (también llamadas del capitalismo monopolista de Estado en las formulaciones dictatoriales y las de un Estado del Bienestar) y, en segundo lugar, un post-industrialismo o capitalismo informacional basado en la caída de expectativas de logro social de la Juventud a la par que genera fundamentos de autoconciencia y

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juvenilización mediante el acceso a formas culturales y de consumo propias y diferenciadas (la música y su comercialización, los “smartophones” y el mundo de pantallas interactivas y las llamadas redes sociales, las formas de agrupamiento, etc.). Esta consideración ha llevado finalmente a proclamar la conveniencia de arbitrar una acción social del Estado y Administraciones Locales para una intervención directa a favor de la transición de los y las jóvenes en relación a su inserción social y profesional. De ahí que surgen nuevos términos como políticas afirmativas, empoderamiento juvenil o “espacio juvenil” destinados a vestir un campo de acción de las administraciones públicas acerca de la transición de la Juventud entregada a los vaivenes y constricciones de los mercados; es decir, las políticas públicas en relación a la transición de los y las jóvenes “a la vida adulta”.

3. La transición de los /las jóvenes desde tres perspectivas La mayor parte de las aportaciones de la Sociología de la Juventud en los estudios sobre transición a la “vida adulta” se han realizado en el esquema anterior señalado del “antes y después”. El “antes” como pasado analizando la transición en el capitalismo industrial y en el Estado del Bienestar y el “después” como presente y futuro (crisis y cambio), analizando el impacto del post-modernismo en las transiciones juveniles, en sus “logros” sociales, en sus demandas y necesidades, en la incertidumbre respecto el futuro, etcétera. Desde el GRET, no obstante, consideramos la oportunidad de explicitar que hay tres perspectivas o enfoques teóricos acerca de la “transición de la Juventud a la vida adulta” tanto para el análisis del “antes” como del “después”. No es que el enfoque socio-histórico señalado no sea correcto ni potencialmente poco interesante; pero consideramos que el acercamiento al estudio de la “transición de los/las jóvenes a la vida adulta” resulta más clarificador considerando las tres perspectivas teóricas de la Sociología de la Juventud: la transición desde el supuesto de la “moratoria”, desde el conflicto generacional y desde el supuesto biográfico y constructivo. Se trata de tres ángulos de visión y optamos en el GRET por el tercero (una opción que repetidamente hemos explicitado en libros y artículos y nos remitimos a ellos como complemento de este texto).

3.1 El supuesto de la moratoria El primer enfoque teórico de la Sociología de la Juventud proviene del enfoque más que consabido de la “Teoría General de Sistemas” y que en el caso de la Sociología ha tenido una concreción en el “funcionalismo estructural”. El enfoque funcional de la mano de Parsons ha calado hondamente en la Sociología y por tanto en la Sociología de la Juventud: la percepción de la “Juventud” ha estado ligada a la génesis de la Sociología y se ha inspirado bastante en las aportaciones de la psicología evolutiva, proponiendo finalmente cuatro grandes etapas en el ciclo vital de las personas: infancia, juventud, vida adulta y vejez y dentro de cada etapa más subdivisiones (en Sociología de la Juventud se ha tendido a dos subdivisiones: los adolescentes y los jóvenes adultos). La división del ciclo vital en cuatro grandes etapas queda así servida y sociológicamente

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“sacralizada”: sin duda la perspectiva de las etapas ha hecho mella en la Sociología como se concreta en los principales manuales y en la literatura sobre el tema; los manuales de Sociología cuando hacen referencia a los adolescentes tienden a centrarse en consideración de ciclo en el sentido de etapa: la distancia entre la atribución de roles de adulto y la asunción de la capacidad reproductiva. En realidad la sociología ha construido este concepto acerca de la Juventud. El análisis sociológico versa entonces sobre las distancias entre los logros psicofísicos en la pubertad y el retraso en asumir responsabilidades sociales plenas (plena fuerza física y de impulso sexual versus reconocimiento social de adultez a causa de la formación escolar en curso, la prioridad para la ocupación laboral estable y continuada, el matrimonio como forma de vida en pareja, el noviazgo como forma previa de preparación al hogar, etc.). Según esta manera de representar el hecho juvenil en muy poco tiempo los púberes conseguirían estatuto de adulto en términos físicos pero serían vetados al acceso al mundo adulto hasta unos años más tarde (profesión definida, vivienda propia, matrimonio de elección, nupcialidad ritualizada, etc.). El desajuste de logros y de responsabilidades en el tiempo sería la razón de malestares y tensiones entre hijos y padres, entre jóvenes y adultos: la afirmación de la “moratoria” queda así establecida. Así se sientan las bases para un análisis de la transición de los y las jóvenes a la “vida adulta”: el salto entre un tiempo inicial significado por la dependencia familiar y escolar y el tiempo final significado por la profesión lograda y la emancipación familiar (generalmente por nupcialidad). Por un lado los logros sociales y por el otro el malestar de los y las jóvenes en el interregno de los dos tiempos (8). Esta percepción además ha tenido referentes muy adultocéntricos. La juventud sería pensada como un tiempo vacío o de espera, solo evaluable positivamente en función de logros en roles propiamente de adulto; la juventud sería pensada desde la indeterminación y la “moratoria” en términos de toma de roles de adulto. El mismo término “adulto” ha sido un contrasentido; una categoría muy poco científica e impregnada del pensamiento acerca de la “metamorfosis”. Una analogía muy poco afortunada y muy poco ajustada a los avances de la neurociencia actual.

3.2 El supuesto del conflicto generacional

(8) Los manuales de sociología (Horton, o Giddens p.e.) coinciden en el supuesto de la “moratoria” para definir la Juventud y su malestar con el coque con la realidad cambiante.

El segundo enfoque teórico acerca de la Juventud se focaliza en el hecho “generacional” sobre todo desde el conflicto entre generaciones de jóvenes y “adultos”. Inicialmente este enfoque provenía de Mannheim pero tiene su máximo esplendor en el análisis de la contracultura durante los años sesenta. Así, la perspectiva de las generaciones en tensión fue construida hace bastantes años. Según ésta la Juventud representaría los valores asociados al cambio social y el progreso en detrimento de adultos y ancianos que representarían los valores asociados a la tradición, la identidad étnica y geográfica; los y las jóvenes según los “adultos” representarían las tendencias a la “anomia” mientras que los “adultos” representarían los valores más inmutables y seguros. A menudo, también desde este enfoque más rupturista se ha afianzado la perspectiva de las generaciones sobre todo al elevar a la Juventud a la categoría de “nueva clase social ascendente y revolucionaria” como ocurrió en ciertos análisis de la realidad juvenil en los años sesenta. De hecho contracultura, antiautoritarismo y comunitarismo

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han sido los campos de estudio preferidos en la ruptura generacional de los sesenta y que han dado paso a la figuración de la metáfora actualmente señalando que en las juventudes vemos una expresión metafórica del cambio social; en parte ruptura generacional y en parte metáfora de la tensión e incertidumbre ante el futuro (9). El enfoque del generacionalismo tiene su referente en las teorías acerca del conflicto tan estudiadas por la Sociología. La Sociología americana establecida se ha desarrollado dominantemente en una perspectiva funcionalista (sobre todo mediante una traducción de los llamados “padres fundadores” de carácter parsoniano y la incorporación de proposiciones de la teoría de sistemas) que ha cristalizado en las conocidas proposiciones acerca de la estratificación y la movilidad social. El generacionalismo, sin embargo, tiene su referente en las proposiciones de Mannheim pero también en la llamada sociología del conflicto y de las clases sociales que arranca en Marx y sigue por marxismos europeos lejanos a la sociología soviética de la Academia de las Ciencias de la URSS hasta la sociología del conflicto inspirada posteriormente en Touraine o Darrendorf. Si aquí la tensión del conflicto está en la posición hegemónica detentada por las clases llamadas dominantes, en el generacionalismo el vector del conflicto pasa por la confrontación de las generaciones más mayores de edad (ocupantes de posiciones sociales de logro y poder económico, político e institucional) y las generaciones de jóvenes excluidas de tales logros y posiciones. En el enfoque generacionalista actual hay como mínimo dos proposiciones centrales: la que se basa en la precariedad juvenil en lo económico y lo social respecto las generaciones mayores (posiciones sociales y profesionales detentadas, salarios y convenios colectivos establecidos, sistema de pensiones para jubilados, renta según edades, etcétera) y la que se basa en la “juvenilización” de las generaciones a partir de la autonomía relativa conquistada y el llamado “empoderamiento” juvenil explícito o implícito. La proposición central del generacionalismo basada en la precariedad incide en aspectos de exclusión e impactos de la crisis en países centrales, mientras que la proposición central del generacionalismo basado en la “juvenilización” versa sobre todo en la especificidad de lo juvenil como ruptura (generacional y socio-cultural).

(9) El enfoque generacional ha tenido mucho predicamento en la Sociología de la Juventud y la Antropología. Quienes han aportado en este sentido son muchos pero destacamos C. Feixa en el lado europeo y R. Reguillo y Pérez Islas en zona latinoamericana. (10) Sobre la relación de las transiciones juveniles con las generaciones políticas, ver el artículo de Benedicto y Morán en este monográfico; sobre su relación con las subculturas juveniles, ver el artículo de Feixa y Sánchez. [Nota de los Coordinadores].

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Así, la perspectiva de las generaciones se ha basado en tres aspectos: la descripción de las rupturas, la propuesta de las subculturas juveniles y la juvenilización (10). De hecho son tres direcciones que ha tomado la sociología del conflicto generacional, sin contar con una vertiente muy poco sociológica y supuestamente descriptiva basada en la identificación de muchas y variadas formas de generaciones en la prensa y programas televisivos (las llamadas “generaciones” con nombre inicial de letra de forma parecida a huracanes y terremotos). La hipótesis del conflicto generacional en los años sesenta ha tenido momentos posteriores de silencios pero un rebrote insospechado en la actualidad. Ciertamente ha habido continuidad con el análisis del particularismo de las subculturas juveniles o de las tribus urbanas, pero donde emerge el enfoque generacionalista de nuevo es en la consideración de lo juvenil propiamente dicho; un cierto retorno al esencialismo juvenil basado en la ruptura. En los años sesenta sería más bien contra el poder establecido y el reclamo de espacios de libertad (los análisis acerca de la contracultura de la Juventud); actualmente sería más bien una ruptura contra el mismo sistema social de los países punteros ubicados en plena

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crisis societal con síntomas de crisis de modelo socio-ecológico. No sólo la crisis económica del capitalismo urbano y post-industrial sino la crisis de modelo de crecimiento y reconocimiento.

3.3 El supuesto de la Juventud como tramo biográfico El tercer enfoque analiza el hecho biográfico de las personas articulando algunas aportaciones del neomarxismo, el enfoque estructural, el interaccionismo simbólico y el constructivismo social. Desde el punto de vista metodológico propone un enfoque biográfico y longitudinal que contribuye a conseguir una mejor comprensión de los procesos biográficos de los jóvenes; desde el punto teórico está cercano a las tesis de la segmentación del mercado de trabajo y enraizado con las transiciones laboral y familiar sobre todo en la perspectiva de los itinerarios de transición y las trayectorias sociales. La perspectiva de la transición se ha construido pues como una tercera vía teórica a fin de superar algunos de los tropiezos o sesgos heredados de los otros dos enfoques, sin caer en pretensiones ni eclecticismos fáciles, y encontrar un camino que permita un enfoque de la Juventud más sociológico, más político y también más próximo a las elecciones racionales y a las emociones de los actores (11). El punto de partida es el actor social como sujeto histórico y protagonista principal de la propia vida que articula de forma paradójica y compleja la elección racional, las emociones, las constricciones sociales y culturales y las estrategias de futuro. El tema de los y las jóvenes no es sólo un conflicto de roles ni tampoco sólo un conflicto entre generaciones; la perspectiva biográfica procura integrar estos aspectos en la concepción de itinerario y de trayectoria; el enfoque de la teoría de los roles ha surgido de una raíz muy estructural; la perspectiva del conflicto generacional ha tenido raíces en el análisis del cambio social y cultural; el enfoque de las biografías y los itinerarios procura una triangulación a tres bandas: la sociedad como estructura, los hombres y las mujeres como actores y las generaciones como resultantes de procesos históricos de cambio. En definitiva: estructura, acción e historia como proyecto de trabajo sociológico centrado, en este caso, en los y las jóvenes y la construcción social de ello. La Juventud se entiende, desde este enfoque, como un tramo dentro de la biografía, que va desde la emergencia de la pubertad física hasta la adquisición de la emancipación familiar plena y desde la salida del sistema escolar hasta la inserción laboral (posición y enclasamiento); es decir, transición profesional y familiar (y la desigualdad social en sus logros). Como nuestro contexto histórico pasa por el cambio domiciliar respecto la familia parental o de origen (dimensión neolocal) la juventud no es otra cosa que un proceso social de autonomía económica y emancipación familiar plena que concluye con el acceso a un domicilio propio e independiente. Es, pues, una concepción de juventud que adopta algunos aspectos de la teoría de roles y que incorpora la tensión familiar entre hijos y padres, pero que se focaliza en el proceso de adquisición, enclasamiento y emancipación familiar plena: un proceso social que tiene lugar en un determinado tramo biográfico.

(11) Es el enfoque del GRET junto con aportaciones de otros autores como Cachón o Rose.

En resumen, este tercer enfoque recoge una propuesta acerca de la construcción de lo social iniciada hace mucho tiempo y que venimos etiquetando como interaccionismo y una propuesta metodológica acerca de los procesos sociales que rigen la toma de decisiones de los individuos en un contexto histórico y territorial determinado. Es por todo ello que la

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propuesta biográfica de la transición profesional y domiciliar de los y las jóvenes entendemos que aporta valor añadido a la interpretación de esta en un contexto societal de cambio y crisis. La particularidad de este tercer enfoque radica en tres aspectos: un concepto de Juventud como tramo biográfico (proceso de emancipación profesional y domiciliar), una opción metodológica longitudinal (la construcción del pasado, presente y futuro de los individuos jóvenes) y la complejidad de la toma de decisiones clave en un campo constreñido por motivos de clase y horizonte social. Tramo biográfico clave, opción longitudinal y toma de decisiones son los tres aspectos básicos de este proyecto investigativo.

4. Principales malentendidos y requisitos del estudio sobre transición de los/las jóvenes Antes de proponer requisitos y caminos de futuro para el análisis sociológico de la transición de los y las jóvenes cabe señalar o identificar algunos de los malentendidos acerca de los términos que hemos utilizado en estos últimos años y que han supuesto limitaciones. Aunque los malentendidos podrían ser bastantes más, señalamos básicamente cuatro: los límites de la analogía, el término “vida adulta”, la “reversibilidad” de los itinerarios y la elección constreñida. La mayor parte de conceptos y términos que se han usado en el estudio de la transición de los y las jóvenes provienen de analogías (itinerario, trayectoria y transición principalmente) con lo cual se han generado malentendidos y limitaciones acerca de los mismos: básicamente “itinerario” como vía socialmente establecida y marcada sin incluir la toma de decisiones de los individuos y sus constricciones sociales (los itinerarios formativos de los y las jóvenes versus las vías formativas señaladas por los diseñadores del Sistema educativo; los itinerarios laborales de los y las jóvenes en un mercado de trabajo versus las acciones recomendadas por orientadores acerca de las competencias y su identificación en el mercado de trabajo). Básicamente la confusión proviene del mismo término “itinerario” y su plasticidad (para unos sería un itinerario a diseñar y para otros un campo de decisiones del individuo constreñidas por lo social). Igualmente habría malentendidos acerca del término “trayectoria” (para unos destino predeterminado y para nosotros probabilidad en vistas a un futuro próximo; para unos sinónimo de itinerario y para nosotros dirección de futuro). Igualmente con el término “transición” (para unos tiempo simple de espera y para nosotros tiempo de grandes tomas de decisión; para unos paso a la “vida adulta” y para nosotros transición profesional y domiciliar) (12).

(12) D. Raffe considera que la analogía tiene límites en lo teórico y que estos límites podrían tener consecuencias negativas en los análisis de la transición de los y las jóvenes.

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En segundo lugar, el término “vida adulta” supone de hecho un planteamiento implícitamente adultocéntrico en el marasmo de una perspectiva morfogénica poco o nada recomendable para usos científicos aplicados a humanos (“vida adulta” ha sido utilizada por el GRET más como convención social que como término científico). La misma expresión “vida adulta” supone dar fuerza al primer enfoque teórico antes presentado y criticado ya que supone implícitamente establecer fronteras entre mayores (los “adultos”) y los y las jóvenes (“pre-adultos”) en un ejercicio claramente adultocéntrico y de poco calado científico ya que presupone ciertos atributos como propios de adultez (profesión y emancipación domiciliar) lo cual supone no pocos sesgos derivados de un pensamiento muy explícito impregnado de adultocentria y un sesgo

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muy superado de apegos morfogénicos donde los y las jóvenes serían pensados como “crisálida”. De ahí que en la tercera perspectiva teórica se define juventud en transición como tramo biográfico de transición profesional y familiar (en este “interim” los y las jóvenes describen formas propias de vida e interés estudiadas también por la sociología de la Juventud: formas de agrupamientos, de rollos juveniles, emociones y enamoramientos, representaciones y voliciones, etc., aunque estos aspectos por si mismos están al margen de una sociología basada en la transición de los y las jóvenes (transición profesional y familiar) (13). En tercer lugar, la “reversibilidad” planteada por extremos: a un lado las transiciones llamadas yo-yo y en el otro extremo las transiciones llamadas “tradicionales” basadas un modelo más bien lineal; hemos proclamado la baja reversibilidad lo cual ha llevado a muchos a pensar que en el enfoque se prioriza en exceso un modelo excesivamente lineal y poco congruente a la llamada “sociedad líquida”. Efectivamente las transiciones en el capitalismo (Industrial y del Estado del Bienestar) han sido más bien lineales (secuencias lineales tipificadas estudio-trabajo; dependencia-independencia familiar) en detrimento de cambios muy importantes: un sistema educativo más permeable a reingresos, un mercado laboral más permeable a salidas muy entradas a partir de supuestos neoliberales, un sistema de acceso a primera vivienda muchas veces transitorio o parcial, un modelo familiar no nupcial y abierto al divorcio y la reconstitución, etc. Aun así, el GRET (y varios más) señalan la permanencia de trayectorias basadas en la exclusión determinante de algunos itinerarios y determinaciones contextuales (el fracaso escolar certificado en la escuela obligatoria, la segmentación del mercado de trabajo, formas de compromiso con el gasto, etc.) que suponen que parte de la reversibilidad no significa un regreso al punto de origen (14).

(13) El fondo adultocéntrico dominante de la Sociología de la Juventud ha sido analizado críticamente por muchos autores, entre los que destacamos (por ejemplo) O. Dávila y C. Duarte en Chile. (14) Sobre jóvenes en situación de vulnerabilidad social y sus transiciones lineales, reversibles o fallidas, véase el artículo de Melendro y Rodríguez en este monográfico. [Nota de los Coordinadores] (15) El artículo “¿Quién teme al individualismo metodológico?” de J. A. Noguera hay una lectura de interés que se puede complementar con la aportación de A. Lizón (2007) sobre la Sociología Analítica.

En cuarto lugar, el malentendido de tomar el individualismo metodológico como orientación metodológica centrada en el análisis de los procesos sociales de los sujetos basados en el término de “elección racional” vinculando este proceder con el individualismo fuera del contexto social en la toma de decisiones. Ciertamente, la opción metodológica del GRET pasa por cierto apego al individualismo metodológico, lo cual ha supuesto que no pocos adláteres consideraran cierta propensión a la plena libertad individual en la toma de decisiones y una consideración de la elección racional muchas veces anclada en supuestos de racionalidad económica exclusivamente; el coste de oportunidad ha sido para el GRET un vector para el análisis (15). Más allá de los malentendidos están también los límites de la investigación sobre transición de los y las jóvenes; de hecho se trata de límites aplicables a la investigación sociológica en general: señalamos sólo dos límites aunque a decir verdad hay mucho más de ellos y el espacio no da para un texto amplio sobre tales limitaciones: los tiempos de investigación en juventud y los tiempos de intervención social o política en primer lugar; en segundo lugar, la exigüidad de variables con las que contar en el análisis sociológico de la transición de los y las jóvenes. Por lo que atañe a los tiempos, sea del marco teórico que se parta, los tiempos de la investigación en transición de los y las jóvenes son lentos en relación a la rapidez de los individuos jóvenes en transición y los momentos claves (elección de estudios, terminación de los mismos, búsqueda del primer empleo, etc.). Los tiempos de la investigación son particularmente lentos (por ejemplo en tesis doctorales o investigaciones a tres años vista) en comparación a la rapidez con que afrontan los sujetos jóvenes momentos clave en sus itinerarios escolares

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y laborales. Por lo que atañe a las variables con las que contar cabe decir que son exiguas y muy limitadas para penetrar en el fondo de decisiones personales muy determinantes; muchas veces se trata de variables construidas limitadamente a partir de respuestas posibles demasiado estereotipadas en un trabajo de campo también mediatizado y limitado con lo cual hay cierta tendencia hacia la “sociología” de lo evidente, cuando hay aspectos que podrían considerarse emergentes pero que no se identifican suficientemente en la significación estadística. Aun así, la transición de los y las jóvenes merece ser tenida en cuenta en la Sociología de la Juventud en el enfoque que hemos presentado en dos aspectos básicos: la longitudinalidad (retrospectiva o por panel), aspecto clave en lo metodológico y la toma de decisiones (o caja negra) de los individuos mediatizadas por el horizonte de clase, las oportunidades y sus costes y las constricciones sociales (de territorio, de clase social, de origen social familiar, de pertenencia cultural, del grupo de proximidad, etc.). El futuro como tal no es halagüeño (el futuro profesional y domiciliar de los y las jóvenes) como tampoco el futuro de los investigadores sobre transición de los y las jóvenes (muy mediatizados por la precariedad absoluta, la soledad de la investigación social, y la prioridad para la confección de un C.V. basado en la publicitación de la investigación). Aun así, el análisis de la transición de los y las jóvenes (profesionalidad y emancipación domiciliar) es un campo de estudio nuclear para la Sociología y en particular la Sociología de la Juventud. Asegurar su continuidad es mantener y abrir más el centro nuclear de las políticas de Juventud.

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DOCUMENTOS

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Jorge Benedicto, Universidad Nacional de Educación a Distancia María Luz Morán, Universidad Complutense de Madrid

La construcción de los imaginarios colectivos sobre jóvenes, participación y política en España

A lo largo de estos 30 años, los estudios de juventud han sido un elemento fundamental para ir configurando una interpretación colectiva, una forma de entender la relación que los jóvenes españoles mantienen con la política y en general con el ámbito de lo público. La preeminencia de un enfoque positivista-individualista sobre otros más colectivos e interpretativos, la escasa atención otorgada a algunos aspectos de la condición ciudadana juvenil o el olvido de la dispar forma en que unos jóvenes y otros se relacionan con lo público han sido decisivos para proyectar durante mucho tiempo una imagen despolitizada de las nuevas generaciones. Pero junto a este imaginario de despolitización también se ha generado una imagen alternativa centrada en el activismo juvenil, que resalta la capacidad de determinados grupos de jóvenes para convertirse en actores sociales y políticos. Este segundo imaginario colectivo ha adquirido una notable notoriedad en los últimos años proyectando así la imagen –no exenta de grandes dosis de idealización– de una generación comprometida y participativa que amplía los límites de lo político.

Palabras clave: Imaginario colectivo, despolitización, desafección política, activismo juvenil, política era digital.

1. Introducción La relación entre los jóvenes y la política es un tema que siempre suscita gran controversia pública por cuanto está vinculado con aspectos fundamentales de la organización y el funcionamiento de la vida social. Esta relevancia justifica las disputas y polémicas entre las diferentes interpretaciones que buscan dar sentido a la realidad social, a la posición de los jóvenes en la misma y a la propia noción de política. En este proceso de construcción de imaginarios colectivos (1) los estudios de juventud juegan un papel clave por cuanto con sus preguntas y análisis sobre jóvenes y política legitiman sentidos, definiciones e imágenes sociales que tienen efectos sobre la propia realidad que nombran y sobre sus actores. (1) Para Duarte los imaginarios colectivos son “figuras interpretativas de nuestro entorno que le otorgan plausibilidad a una determinada interpretación de la realidad social, en la medida que dicha interpretación –en sus grandes rasgos– es socialmente compartida” (Duarte, 2015: 23).

En base a lo anterior, el objetivo de este artículo es analizar la contribución de los estudios de juventud a la elaboración de interpretaciones colectivas sobre la relación de los jóvenes españoles con la política y, en general, con el ámbito de lo público, a lo largo de estas tres últimas décadas. Este ‘estado del arte’ no se entiende como una mera evolución histórica de enfoques de investigación que refleje la evolución de la realidad sociopolítica española, sino más como un contraste polémico entre formas de plantear

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la vinculación política juvenil y el propio sistema democrático, que guardan una relación dialéctica con los cambios sociales y políticos del contexto. Así, la imagen de apatía, desafección y pasotismo, que casi se ha convertido en una representación ‘natural’ de la juventud durante estos años, ha coexistido, no sin contradicciones, con la de un activismo juvenil que amplía los límites de la política. En el juego de estos dos imaginarios situaremos nuestro análisis de la producción investigadora. No nos proponemos, sin embargo, hacer un trabajo de recopilación bibliográfica, sino un repaso de las principales líneas de trabajo que se han seguido, que ilustraremos con la referencia a algunos estudios representativos de esos diagnósticos. El artículo comienza con una reflexión sobre los aspectos fundamentales a tener cuenta cuando se aborda el análisis de la implicación política de los jóvenes. A partir de estas diferentes formas de plantear e interpretar la vinculación jóvenes-política, analizamos en sendos apartados las dos visiones contrapuestas a las que nos hemos referido anteriormente, para finalizar en un último apartado con algunas ideas sobre las futuras líneas de trabajo a seguir por los estudios de juventud dentro de este campo de trabajo.

2. Ciudadanía, participación e integración sociopolítica de los jóvenes El estudio de la participación política de los jóvenes posee una larga historia puesto que el interés por la singularidad de sus formas de implicación aumentó a medida que el análisis sociopolítico admitía que la edad era una variable clave para comprender las diferentes formas e intensidades del comportamiento político en los sistemas democráticos contemporáneos (Verba, Nie y Kim, 1978). Paralelamente, las especificidades de la participación juvenil se advirtieron desde los primeros estudios de juventud, a partir de finales de los sesenta, puesto que una de las cuestiones más urgentes era explicar las raíces de su potencial contestatario y su significativa presencia en los “nuevos movimientos sociales”. En el caso español, ya en el tardofranquismo pero sobre todo a partir del restablecimiento de la democracia, sociólogos e historiadores se interesaron por el papel de los jóvenes –en especial del movimiento estudiantil– en la contestación al franquismo y en los conflictos que marcaron la transición política (Maravall, 1978; González Calleja, 2009). Pero no nos interesa detenernos en estos antecedentes, sino considerar la etapa en la que se empezó a reflexionar sobre los jóvenes en una democracia ‘normalizada’. Dichas investigaciones no han tenido un papel demasiado destacado en los estudios de juventud, pero sí han contribuido a componer la imagen de una “juventud como problema” que, aunque con matices diferentes, ha predominado desde entonces. En estos trabajos, los cambios en los temas de interés y en los diagnósticos responden a transformaciones en los paradigmas académicos, pero también a las nuevas condiciones que afectan a la vida y a las transiciones de los jóvenes. En definitiva, el surgimiento de nuevos focos de análisis, la matización de antiguas certidumbres y las nuevas preocupaciones y temas de estudio son el resultado de un proceso complejo de influencia mutua entre cambios sociohistóricos, interpretaciones académicas y discursos públicos.

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En esta confluencia de lógicas de acción, los diagnósticos resultantes producen representaciones colectivas bastante estables, en las que se articulan diferentes respuestas al cuestionamiento sobre la politización juvenil; es decir, coexisten distintas imágenes del vínculo jóvenespolítica, aunque el peso de cada una de ellas varíe a lo largo del período analizado. Por consiguiente, podemos establecer una tipología basada en la interpretación dominante acerca del modo en que los jóvenes entienden y ponen en práctica su condición ciudadana. Tres son las cuestiones clave que permiten ubicar los argumentos de cada una de estas representaciones, entender sus énfasis y sus omisiones y olvidos. La primera es la forma en que se establece la relación entre la participación de los jóvenes y sus procesos de integración social. Los estudios más convencionales de participación política no incorporan una de las principales especificidades de la condición juvenil: los jóvenes se encuentran insertos en tránsitos –más o menos complejos y dilatados– hacia la vida adulta. Concretamente, el modelo socioeconómico –asociado con la escuela pluralista– ‘naturaliza’ las transiciones al manejar una concepción lineal de las mismas en las que los procesos de integración sociopolítica son sustancialmente similares para todos/as y están marcados únicamente por la edad. En el polo opuesto, la idea de jóvenes como “ciudadanos en construcción” aborda este fenómeno desde otro ángulo, ‘problematiza’ el vínculo entre integración económica, social y política, y profundiza en las complejas –y en ocasiones contradictorias– relaciones entre dichos procesos (Benedicto y Morán, 2003). De ahí que hable de los jóvenes “en plural”, considerando cómo las principales dimensiones de la desigualdad social intervienen en su propia concepción de miembros de la comunidad política, en su ubicación en el seno de la misma y en sus prácticas de ciudadanía. Una segunda dimensión a analizar en estos diagnósticos es la concepción de la política que se maneja a la hora de calificar la participación. En este caso, nos movemos entre una concepción muy estricta, restringida prácticamente a aquellas actividades relacionadas con la vida política representativa, en la que el voto y las organizaciones y actividades relacionadas con el mismo definen un ámbito estrecho pero bien delimitado. Aunque se admiten formas de participación no convencional –vinculadas fundamentalmente a la política de la protesta–, se les suele atribuir un carácter secundario y, además, potencialmente desestabilizador para los sistemas democráticos. Pero, desde hace tiempo el análisis socio-político ha tratado de superar esta visión “maniquea” de la participación. El principal argumento para ampliar su significado es que una concepción limitada impide comprender un importante cambio de la vida política contemporánea: la diversificación de los canales y formas de la puesta en práctica de la condición ciudadana. Esta concepción ampliada del ámbito político es especialmente rica cuando se desean captar las transformaciones de la implicación cívica juvenil. Pero también aumenta la complejidad del análisis, al tiempo que se enfrenta a una inevitable ambigüedad puesto que difumina las fronteras entre lo político y lo social (Parés, 2014).

(2) Sobre el impacto de los estudios sobre transición en los estudios sobre participación política, ver el artículo de Casal, García y Merino en este monográfico. [Nota de los Coordinadores].

Por último, el estudio de la participación juvenil revela el difícil equilibrio entre estructura y agencia que caracteriza el análisis sociológico contemporáneo. Afirmar que el ejercicio de la ciudadanía de los jóvenes está influido por los factores que impulsan u obstaculizan su integración socioeconómica no significa negar su capacidad de acción. De hecho, los estudios de sus transiciones apuntan en sentido contrario (2). Para bien o

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para mal, los jóvenes son cada vez más actores “en primera persona” de la adquisición de autonomía en la medida en que se ven empujados a realizar elecciones constantes de las que dependen sus éxitos o fracasos en las mismas (Benedicto et al., 2014). Esta capacidad de agencia juvenil se olvida muy a menudo en la investigación sobre la participación política juvenil. Bien sea porque se considera que están insertos en un proceso natural, lineal e inevitable hacia la vida adulta, o porque se insiste en las constricciones estructurales que afectan a sus vidas, se observa una tendencia a prestar poca atención a su ‘voz’ y a sus posibilidades de agencia. Incorporar, por tanto, los discursos y narrativas de los propios jóvenes a la práctica investigadora habitual en este campo se revela como un instrumento decisivo para captar la complejidad, y las contradicciones, del modo en que se convierten en ciudadanos en unos contextos de transformación de la propia juventud.

3. El imaginario despolitizado de la juventud: distintas lecturas de la realidad El discurso dominante sobre los jóvenes en cada coyuntura socio-histórica es el producto de un complejo proceso de interacciones entre los modos de comportamiento juvenil más habituales, la representación social de los adultos sobre las nuevas generaciones, la autoimagen que los jóvenes tienen de sí mismos y el reflejo que todo ello tiene en el discurso de los medios de comunicación. El resultado suele ser una imagen social ambivalente, en la que juegan un importante papel los modelos de referencia que se utilizan para realizar evaluaciones. Pues bien, en el caso de la relación de los jóvenes españoles con la realidad política, el discurso dominante durante bastantes décadas –y que aún hoy se puede rastrear en múltiples instancias– les atribuía una cierta rebeldía e inconformismo pero muy matizada ante el rasgo dominante que era su desapego hacia la política democrática. Esta aparente apatía política contrastaba, además, con la imagen idealizada que se tenía de la politizada generación de la transición. Aunque durante estos años se suceden las quejas y lamentos de los adultos sobre lo que consideran egoísmo de los jóvenes, el hecho innegable es que esta representación despolitizada de la juventud, ampliamente asumida por la investigación sociopolítica, resultaba funcional para una concepción formal e institucionalista de entender la práctica democrática, promovida e impulsada desde las elites.

3.1. La “normalización” de una juventud políticamente apática La difusión de una imagen de jóvenes políticamente apáticos comenzó a perfilarse desde mediados de los años ochenta, el período de ‘rutinización’ de la democracia en España. Para comprender sus bases, así como su rápida difusión, conviene comenzar tomando en cuenta los marcos en los que se inscribió. Entender el distanciamiento de los jóvenes de la esfera de la política como un fenómeno “normal”, que no suscita problemas relevantes para la vida democrática, se corresponde con un enfoque pluralista, hegemónico en el análisis sociopolítico al menos desde la década de los cincuenta,

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que atemperaba los planteamientos republicanos acerca del papel de la implicación cívica. Dicha perspectiva privilegiaba la participación política institucional –vinculada con las instituciones de representación– y miraba con recelo las formas de implicación “no convencionales”. Se aceptaba, e incluso se fomentaba, una moderada intensidad de la participación política de un ciudadano “naturalmente” alejado de las cuestiones públicas. Dicho planteamiento se reforzó por la concepción tradicional de la cultura cívica así como por el modelo socioeconómico de explicación de la participación política (Morán, 1997). Por lo que respecta a los jóvenes, se recurría a la explicación del ciclo vital, considerando que la edad es una variable significativa de los fundamentos culturales de la implicación política (interés por la política, competencia interna y externa…). Así, su distanciamiento se atemperaría a medida que éstos asumieran los roles de adultos, lo que supondría mayores niveles de implicación política (Moral y Mateos, 2002). En el caso español, estas explicaciones se insertan en la particular interpretación de la “matriz cultural” de la joven democracia español, que triunfó en los noventa. Se extendió entonces la convicción de que se había construido una cultura política plenamente comparable con la de las asentadas democracias occidentales, lo que explicaba el fin de las elevadas expectativas que había provocado la transición política y un cierto retraimiento al ámbito privado. Ambos hechos se consideraban, pues, como prueba de normalidad de la vida democrática rutinaria, aunque se admitía que la desafección política era un elemento estable de la cultura política española que no afectaba de forma significativa a la legitimidad del sistema democrático. A estas interpretaciones hay que unir los nuevos diagnósticos sobre la transformación de los sistemas de valores en España que se interesaron en mostrar la sustitución de los valores tradicionales por otros plenamente modernos propios de la naturaleza de la ciudadanía contemporánea (Orizo, 1996; Noya, 1991). Estos trabajos señalaron el crecimiento de todos los índices de bienestar personal (satisfacción, libertad de elección y control sobre la propia vida...), especialmente significativo entre los jóvenes. Ello provocaba un aumento de las demandas de libertades y de autonomía personal mayor que en el resto de los países europeos y, por tanto, niveles más altos de permisividad moral en la esfera privada y en el ámbito de las libertades personales (Orizo, 1996). Por su parte, Torcal (1989, 1992) afirmó que el alza de valores “libertarios” y hedonistas era clave para la difusión del posmaterialismo, en la línea de lo mantenido por Inglehart (1991). Aun así, se mantenían valores de solidaridad ciudadana, igualitarios y estatalistas, que explicaban el peso que se seguía otorgando al Estado en el mantenimiento del bienestar y en la reducción de las desigualdades sociales (Noya y Vallejos, 1995). En el terreno concreto de los estudios de juventud, el fenómeno del alargamiento de la juventud y sobre todo el importante retraso en la emancipación juvenil que ponen de manifiesto los datos estadísticos abrieron un interesante debate sobre las razones que llevaban a los jóvenes españoles a permanecer en casa más allá de lo habitual en otros países y sobre las consecuencias que ello acarrea (Gil Calvo, 2002). El análisis de la dependencia familiar obligará a poner en relación las ‘nuevas’ aspiraciones juveniles de realización personal y profesional con las estrategias que jóvenes y familias ponen en marcha.

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Pero no sólo son importantes los argumentos que se ponen en juego sino también los presupuestos teóricos y analíticos desde los que se formulan. En concreto, hay que referirse a la utilización predominante de una concepción individualista y en gran medida descontextualizada de la participación política como conjunto de acciones preestablecidas institucionalmente que realizan los ciudadanos (Benedicto, 2004). Una concepción que además se refuerza por la utilización de las encuestas de opinión como principal fuente de información para el análisis de actitudes, valores y comportamientos políticos de los jóvenes. Sobre este conjunto de presupuestos, se edificó la imagen de unos jóvenes despreocupados y hedonistas, alejados de lo público y escasamente interesados y comprometidos con la política. Dos son los rasgos centrales de esta representación, dominante en los años noventa, pero influyente hasta el comienzo de la crisis. Ante todo, cabe resaltar la naturalización del fenómeno; es decir, no se advirtieron sus riesgos ni sus consecuencias negativas para la salud y la calidad de la vida democrática (Alaminos, 1994). En segundo lugar, la responsabilidad de la desafección política se atribuyó casi en exclusiva a los propios jóvenes. Aunque se admitió el peso de los medios de comunicación en la creación y transmisión de esta imagen, se pasó más bien por alto el papel de los factores estructurales e institucionales. El número de trabajos académicos que contribuyeron a formular y difundir esta imagen es ciertamente abundante. El informe Jóvenes y política. El compromiso con lo colectivo (Megías Valenzuela, 2006), aunque posee una riqueza metodológica y analítica no muy habitual en este campo (3), nos permite resumir de forma muy clara los principales argumentos de esta lectura despolitizada de la realidad juvenil. La siguiente cita condensa a la perfección los postulados: “El caso es que esa imagen del joven “pasota”, despreocupado, hedonista, pragmático, tolerante con lo que no le compromete en exceso pero huidizo de compromisos cercanos, que ha ido creciendo desde los años ochenta, se acrecienta a medida que esos mismos jóvenes responden las preguntas de estudios sectorialmente enfocados: absoluto desinterés por la política, desprecio por los políticos, escasa preocupación por la actualidad nacional e internacional, escasa participación en tareas de la comunidad, bajas tasas de afiliación o pertenencia a agrupaciones de acción social, escasa confianza en el papel de las instituciones, pobre percepción del propio papel como ciudadanos...” (Megías Valenzuela, 2006: 9).

(3) La investigación realizada por la FAD se basa en los datos obtenidos en una encuesta a jóvenes entre 15 y 24 años y en el análisis de los discursos juveniles recogidos en ocho grupos de discusión. El informe propone una tipología de cinco tipos de jóvenes según su implicación y participación sociopolítica: indiferentes (28,6%), escépticos (21,2%), de partido (21,2%), proactivos (17,9%) y apolíticos (11%).

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A partir de aquí, se defiende una concepción de juventud construida sobre la ausencia de responsabilidad, el hedonismo y una rebeldía muy controlada. En consecuencia, sus identidades giran en torno al consumo y el ocio, crecientemente diferenciados del de los adultos. De ahí, la consciente dilatación de la asunción de responsabilidades ciudadanas y, por tanto, el alejamiento –totalmente consciente y voluntario– de los centros de toma de las decisiones políticas. La no participación e implicación en lo colectivo se asumen como un rasgo que define la etapa juvenil, lo que genera una representación despolitizada de la ciudadanía, en la que priman los derechos otorgados sobre las obligaciones y los intereses individuales sobre los colectivos: “La tendencia dominante apunta hacia posturas distanciadas, limitadas por el ámbito de los propios intereses, legitimadas por la convicción de que son

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compartidas por la mayoría del grupo generacional. Posturas que, además, no parecen suponer mayor inquietud desde el momento en que se viven como lógicas, como condicionadas por el contexto o como producto de situaciones ajenas o preestablecidas” (Megías Valenzuela, 2006: 294). Estas características se corresponden con una cultura política definida por el escaso interés por la política institucional, como muestra que entre 1980 y 1990 descendiera el porcentaje de jóvenes muy o bastante interesados en casi 20 puntos (Alaminos, 1994) y entre 1990 y 2004 oscilaran entre el 19% y el 23%. Su socialización política también era débil y, además, primaban los sentimientos negativos frente a la misma: desconfianza, aburrimiento e indiferencia (Moral y Mateos, 2002). El alejamiento los canales tradicionales de representación –en concreto, los partidos políticos– era una consecuencia lógica de todo lo anterior. Incluso el voto, siempre considerado como un derecho ciudadano clave, despertaba poco interés entre los jóvenes, cuyo abstencionismo es siempre mayor que el de los adultos. No obstante, estos mismos estudios constataban un cierto movimiento hacia actividades de voluntariado o hacia las asociaciones, aunque no se olvidaba que seguían siendo un fenómeno minoritario. La conclusión a la que se llega se deduce de todo lo anterior. Si no hay nada alrededor del joven que le impulse hacia la acción comprometida y la política se considera un ámbito de responsabilidad de los adultos, es lógico concluir que se estaba construyendo una ciudadanía despolitizada, en la que la mayoría de los jóvenes apuestan voluntariamente por excluirse de los asuntos colectivos. Se trataba, en suma, de una “autoexclusión”.

3.2. Problematizar la desafección política de los jóvenes A pesar del énfasis en la normalidad de la apatía política juvenil, algunos de estos trabajos ya apuntaban hacia una concepción más compleja de la participación política juvenil y una nueva formulación de la “juventud como problema”. A finales de los noventa, se detecta un cambio de la interpretación de la desafección política y de la transformación de valores con un énfasis hasta entonces minoritario sobre las consecuencias negativas de estos fenómenos, al tiempo que se buscaron signos del desplazamiento de la implicación juvenil hacia a otros ámbitos de la vida pública. El análisis sociopolítico señaló las carencias de la matriz cultural de la democracia española (Colomer, 1998), y lo que unos años antes había sido prueba de normalidad pasó a ser una debilidad con un indudable impacto en la “calidad” de la vida democrática. En cierto modo, se anunciaba la profunda revisión de la transición y de los fundamentos de la vida democrática que se produjo a comienzos del siglo XXI. Ante todo, se subrayaron las debilidades de las dimensiones simbólicas de la ciudadanía; es decir, la fragilidad de las bases del “nosotros común” ciudadano, consecuencia de las limitaciones de la socialización política de las nuevas generaciones (Morán, 1997). Por otra parte, se insistió en que los marcos institucionales no favorecían la implicación cívica. En el caso español, ambas cuestiones suscitaron las preocupaciones por el papel de la desafección política en una posible crisis de legitimidad democrática. En la misma línea, se atemperó el optimismo sobre el aumento del asociacionismo y el voluntariado. Se cuestionaron los resultados de ciertas investigaciones

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sobre el desarrollo del tercer sector (Ariño, 2004; Morales, 2005; Montero, Font y Torcal, 2006) que entendían –en la línea de Putnam (1993) – que la participación en asociaciones de todo tipo tenía una influencia positiva en la implicación política puesto que favorecía el desarrollo del capital social. En definitiva, se criticaron los postulados acerca del impacto de una sociedad civil rica en la vida política (Pérez Díaz, 1997), poniendo en duda la relación directa y no problemática entre ambas esferas. Pero la principal problematización de la desafección política juvenil provino de los estudios de las transiciones juveniles que suscitaron nuevas interpretaciones de los obstáculos de su integración sociopolítica en un contexto de bonanza económica. Se fue sustituyendo la culpabilidad de los jóvenes y el énfasis en los valores por la influencia de las condiciones de contexto que les “forzaban” a dilatar su dependencia o semi-dependencia. Ello dificultaba, al tiempo, la plena asunción de sus derechos y deberes cívicos, y en particular hacer realidad su implicación política. En definitiva, se empezó a hacer hincapié en las consecuencias más negativas de su exclusión sociopolítica. Así, estos trabajos adoptaron una explicación generacional, en la que el peso del contexto socioeconómico e institucional jugaba un papel clave. Los trabajos de López Blasco son un buen ejemplo de este giro (López Blasco, 2005; López Blasco y Walther 2004). Comenzó reconociendo que los jóvenes dilataban sus transiciones “a pesar suyo” y condicionados por la economía familiar. Y, aunque admitió que sus tránsitos estaban marcados por la clase social de origen, advirtió que las familias españolas se esforzaban por aumentar la formación de sus hijos/as aunque la inserción en el mercado laboral había dejado de ser el factor clave de la independencia económica. En el cambio de siglo, se mantenían altas tasas de paro juvenil, el trabajo de los jóvenes sufrió una creciente precarización, y otros factores dificultaron abandonar el hogar de la familia de origen, concretamente la subida del precio de la vivienda. Puesto que el individualismo y las relaciones personales seguían siendo los principales ejes de su satisfacción vital, no sorprendía la pobreza de su implicación política, ni tampoco que prefirieran alternativas de participación mucho más individuales (Benedicto y Morán, 2013). Todos estos factores sentaron las bases de un pacto intergeneracional, especialmente sólido en las familias de clase media. Ante los obstáculos para lograr su plena incorporación socioeconómica y la realización de sus aspiraciones personales y profesionales, los jóvenes aceptaban renunciar (parcialmente) a su autonomía, “a la espera de tiempos mejores”, para reforzar su capacitación e incorporarse en mejores condiciones al mercado de trabajo. Un pacto reforzado por las políticas públicas de juventud, que no promovían el logro de su autonomía. Así, surgieron las primeras valoraciones de los costes a medio y largo plazo del retraso de la asunción de la ciudadanía plena de los jóvenes en España, de mantenerlos “en los márgenes” de lo público. Ante todo, se entendió que ello limitaba la calidad de la vida democrática y aumentaba los riesgos de una importante crisis de legitimidad. Además, nada indicaba que se pudiera recuperar su lealtad y adhesión una vez concluidas sus transiciones, puesto que sólo se constataba la debilidad de los valores cívicos y la limitación de los espacios y experiencias en donde éstos pudieran ser aprendidos y puestos en práctica. Las consecuencias de este vaciamiento de la vida democrática a medio plazo eran inciertas. Surgieron signos de alarma ante las consecuencias no

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deseadas de una traslación de la implicación cívica juvenil a la política de la protesta. Por otra parte, también se encuentran las primeras advertencias acerca de los peligros de la pérdida de peso de los valores democráticos tradicionales. Por ejemplo, si unos años antes se insistía en los valores asociados a la libertad individual, en ese momento se prestó atención al surgimiento de actitudes intolerantes de los jóvenes frente a la diversidad; concretamente, ante la inmigración. Así, otros estudios se hicieron eco de estas preocupaciones, tratando de matizar el argumento de la singularidad de la participación política de los jóvenes españoles, al tiempo que considerar las posibles consecuencias de su desafección política. Mariona Ferrer (2006) planteó como hipótesis esta rotunda aseveración: “Por lo tanto, cuando se afirma que los y las jóvenes participan poco en política, o se observa que muestran ciertas actitudes críticas respecto al sistema político y/o sus actores principales, cabe puntualizar que lo hacen de forma similar al conjunto de los españoles, en ningún caso, son una excepción” (Ferrer, 2006: 197). Su análisis le llevó a comprobar que la política jugaba un rol marginal en la vida de todos los españoles, aunque es todavía más entre los jóvenes. Pero no encontró diferencias significativas entre jóvenes-adultos (24-29 años) y adultos en la gran mayoría de los indicadores clásicos de la desafección política (interés por la política, competencia ciudadana, satisfacción con la democracia, identificación partidista y con movimientos alternativos…). La única diferencia significativa era el voto y la donación de dinero a organizaciones políticas, pero en el resto de acciones políticas los jóvenes participaban en igual medida que los adultos, o incluso más en algunos casos. “En definitiva, se puede concluir que la juventud española es bastante similar al resto de la población en cuanto a sus pautas de comportamiento político. En otras palabras, si se destaca su pasividad, se tendría que generalizar para el conjunto de la sociedad española.” (Ferrer, 2006: 205). Unos resultados y una interpretación muy similares expuso Eva Anduiza (2001) en su estudio comparativo entre las actitudes, valores y comportamientos políticos de los jóvenes españoles y los europeos. No nos interesa resaltar las significativas diferencias de nuestros jóvenes con los europeos, sino mostrar cómo contribuyó a desterrar la imagen de unos jóvenes desencantados por voluntad propia. Concretamente, encontramos por primera vez la afirmación de que, aunque el grado de interés de los jóvenes en España por cuestiones políticas era muy bajo comparado con otros países europeos, era mayor que el de los adultos españoles. Igualmente, no existían diferencias significativas en la satisfacción con el sistema democrático pero sí en la competencia ciudadana. Aunque pueda parezca sorprendente, la eficacia interna de los jóvenes españoles (considerar que pueden influir en el gobierno) era bastante elevada en comparación con los jóvenes europeos y, además, era mayor que la de los adultos españoles. En suma, la autora concluye que la edad influye sobre todo en la autoubicación ideológica –más a la izquierda entre los jóvenes– y en la participación electoral –más elevada entre los adultos– posiblemente porque los jóvenes valoran de forma más negativa las elecciones como mecanismo para influir en el gobierno. Pero su presencia en todas las actividades ajenas a los canales de representación y a la política electoral era mucho más elevada (Anduiza, 2001).

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3.3. La debilidad de la condición ciudadana juvenil: impotencia cívica y frustración social Si en las dos versiones del imaginario juvenil despolitizado que acabamos de analizar se asume –de forma más o menos intensa– la debilidad del vínculo jóvenes-política como un rasgo prácticamente ‘natural’ del momento sociohistórico en el que vivimos, en esta tercera versión, por el contrario, se admite la mencionada debilidad pero el énfasis se pone en la investigación de las causas de esta situación. Es decir se parte de la constatación empírica de que para la mayoría de la población juvenil “ser joven significa, así, manifestar que la política no les interesa, les es ajena y es algo, una vez más, en lo que no pueden influir” (Morán y Benedicto, 2003: 118). Pero las raíces del fenómeno no se buscan en la propia condición juvenil ni en un contexto inaccesible, sino más bien en el proceso de construcción de la ciudadanía entre los jóvenes españoles. La reflexión sobre la ciudadanía juvenil no ha tenido mucho peso en los estudios de juventud, pero ha abierto nuevas vías para el análisis de su implicación cívica. Esta perspectiva ha insistido en la estrecha vinculación entre sus procesos integración social y política –de su constitución como ciudadanos plenos–, al tiempo que ha subrayado algunas limitaciones de los estudios sobre la participación política juvenil. Entre sus aportaciones, hay que referirse al hecho de haber trabajado con una concepción de implicación más laxa, que supera la tradicional división entre la participación en organizaciones sociales y estrictamente políticas. Puesto que se trata de comprender cómo se forman los vínculos entre los jóvenes y lo público, el interés se desplaza hacia los procesos de aprendizaje de los marcos simbólicos y culturales de la vida política, la politización de las demandas y las formas de implicación en acciones colectivas o en organizaciones de muy diverso tipo (Benedicto y Morán, 2002, 2003). A partir de lo anterior, es fácil entender por qué se opta por metodologías cualitativas que, a través del análisis de los discursos y de la observación de las prácticas de los jóvenes, captan el modo en que éstos atribuyen significados a lo público y a su propia condición ciudadana. En el caso español, las investigaciones proporcionan una explicación más completa y compleja de las dificultades de los jóvenes para lograr su protagonismo cívico. Es decir, proporcionan una comprensión más rica y matizada de la desafección política, entendida como un problema importante para la sociedad española, y además, incorporan nuevos elementos para comprender el activismo y la innovación política de ciertos grupos de jóvenes. Formulados de un modo ciertamente esquemático, sus principales resultados son los siguientes. Ante todo, el análisis de los discursos de distintos tipos de jóvenes ha permitido comprobar que los principales factores de la desigualdad social siguen siendo decisivos para entender las distintas vías –sus obstáculos y oportunidades– de su integración sociopolítica. Pero ello no significa obviar la innegable individualización de sus tránsitos, por lo que nuestros jóvenes se sienten obligados a diseñar estrategias individuales para realizar sus aspiraciones de autonomía (López Blasco, 2005). En una compleja interacción entre condiciones estructurales y capacidad de agencia, estos ‘ciudadanos en construcción’ son conscientes de que juegan con las cartas marcadas, aunque están obligados a tomar elecciones individuales de las que depende la dilatación y el éxito de sus transiciones.

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Por otra parte, a pesar de la debilidad de los “marcos culturales” de la democracia española, ello no implica operar con una imagen de jóvenes con escasas competencias y capacidades ciudadanas. Cuando se presta atención a sus discursos, bajo una retórica de “pasotismo” y en ocasiones bastante agresiva, encontramos niveles razonables de información política, un vocabulario político bastante rico y un notable interés por los asuntos públicos. Además, a pesar de sus diferencias, los jóvenes españoles comparten su concepción de ser un grupo “en los márgenes de la vida social”. De ahí que repitan con frecuencia la expresión “no nos escuchan” (Benedicto y Morán, 2013). Ciertos factores estructurales explican esta extendida percepción de marginación sociopolítica. Los jóvenes han perdido un considerable peso demográfico lo que implica que ya no sean un grupo prioritario para las políticas sociales. Paralelamente, los obstáculos para lograr su autonomía se han exacerbado con el estallido de la crisis económica. Desde comienzos de siglo, se produjo una creciente frustración social consecuencia del bloqueo de sus expectativas de realización personal y profesional. En los márgenes de la vida social, y afectados también por la escasa implicación cívica que permite nuestro sistema democrático, las oportunidades para ejercer sus derechos y deberes son muy escasas. Así, la frustración social que conlleva admitir el fracaso del pacto familiar de dilatar su dependencia para mejorar sus oportunidades de integración socioeconómica se convierte en impotencia cívica. Pero reconocer que la impotencia cívica es un elemento clave para entender la relación de los jóvenes españoles con lo público, no significa apoyar las tesis de su desafección política. Ello es así porque esta impotencia da lugar a distintos discursos que van desde el rechazo directo a un sistema que ‘no cuenta con ellos’ –un pasotismo que en ocasiones posee un componente crítico–, pasando por la resignación y aceptación de formas de participación convencional –en concreto, el voto-, hasta llegar a la búsqueda de espacios y medios alternativos en los que hacer realidad su condición ciudadana. Es cierto que las experiencias y condiciones de vida de los jóvenes dificultan una identidad juvenil fuerte, y explican la sobrevaloración de lo cercano –del ‘close to home’– como lugar por excelencia de la ciudadanía participativa. Finalmente, no se pueden negar sus considerables dificultades para politizar temas que les afectan directamente. Pero aun así, algunos jóvenes –si bien de forma minoritaria– han jugado un papel muy relevante en las nuevas formas de participación política que han ido surgiendo al menos desde comienzos de siglo.

4. El activismo social y político de los jóvenes: un fenómeno en constante transformación El predominio de una perspectiva individualista y en ocasiones descontextualizada en el análisis de la participación de los jóvenes en la vida social y política española ha contribuido, como acabamos de analizar, a consolidar y justificar una imagen pública del colectivo juvenil más proclive al hedonismo que al compromiso colectivo, cuyas preocupaciones no rebasan el ámbito de sus intereses personales. Sin embargo, esta

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interpretación dominante no puede tampoco hacer olvidar otros enfoques que, con diferentes argumentos y perspectivas analíticas, resaltan la capacidad de determinados grupos de jóvenes para convertirse en actores sociales y políticos, mediante una presencia activa en la esfera pública y un alto grado de compromiso colectivo. Aunque a lo largo de estos años aparecen planteamientos diversos, todos ellos comparten una concepción de la participación más centrada en los procesos de acción colectiva en los que participan los jóvenes y en las prácticas que allí se desarrollan. Las motivaciones individuales dejan paso a las identidades generacionales y la política entendida en su sentido institucional más restringido se amplía hasta abarcar la gestión y resolución de los problemas colectivos (Parés, 2014: 47). Las diferentes representaciones sobre el activismo juvenil guardan una estrecha relación con las profundas transformaciones que ha sufrido el fenómeno en sí mismo, sus protagonistas, los significados que se le atribuyen o el propio contexto sociopolítico en el que tiene lugar. Pero también han cambiado las formas de mirar e interpretar ese fenómeno desde las ciencias sociales y en concreto desde los estudios de juventud. Por eso, en lugar de establecer una suerte de evolución histórica a lo largo de estos años como si se pudiera analizar el activismo juvenil como un fenómeno aislado del proceso polémico de su conceptualización, optaremos por subrayar los diferentes énfasis temáticos presentes en la producción investigadora.

4.1. De la despolitización juvenil al compromiso solidario En primer lugar, hay que referirse al tema del asociacionismo juvenil, una cuestión que adquirió una enorme relevancia a partir de la segunda mitad de los años 90. En los años previos, la mayoría de los especialistas se preocuparon, como hemos visto en el anterior apartado, por el alejamiento de muchos jóvenes de la política en general y más en particular de las instituciones democráticas fundamentales, como los partidos políticos o el voto. La consolidación de la democracia fue desplazando las prioridades colectivas hacia nuevas áreas de la vida social. La etapa de normalización democrática generalizó, en los ámbitos intelectuales y en la opinión pública, el relato del éxito modélico de la transición (Tezanos, Cotarelo y de Blas, 1989; Cotarelo, 1992) y el énfasis se desplazó hacia la construcción del Estado del bienestar. En este contexto, el asociacionismo altruista, el voluntariado o la solidaridad colectiva empezaron a recibir una gran atención, puesto que ya no se trataba de debatir sobre la construcción del nuevo sistema político, sino de la contribución de los ciudadanos al bienestar colectivo. Además, no debe olvidarse que en los años 90 se asistió a un renacimiento de la sociedad civil como ámbito privilegiado de participación ciudadana y una agudización de la crisis del Estado del bienestar que parecía exigir nuevas soluciones más allá de las esferas estatales (Cohen y Arato, 1992). En este contexto, se enmarca la especial atención que los especialistas en juventud otorgaron al asociacionismo juvenil y especialmente a un asociacionismo altruista basado en el voluntariado solidario siempre minoritario pero con una alta legitimación entre las nuevas generaciones (Ariño y Llopis, 2003).

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Entre los muchos estudios sobre este tema, resulta especialmente interesante el de Rafael Prieto Laccaci (1998), titulado Tendencias del asociacionismo juvenil en los años 90, en el que efectuaba un balance de la evolución y de las características del asociacionismo juvenil en las dos décadas de democracia. Esta obra muestra cómo el tópico del pasotismo y desinterés de los años 80 es sustituido por la imagen también estereotipada de una juventud preocupada por los problemas colectivos, y dispuesta a realizar acciones altruistas. “La imagen de una juventud solidaria podría ser el nuevo tópico de esta segunda mitad de los 90. En este sentido no faltan los discursos que destacan las actitudes altruistas de los jóvenes su solidaridad con los países del tercer mundo o con los grupos sociales marginados y su participación en asociaciones que se dedican a ayudar a los demás” (Prieto Laccaci, 1998: 78). Un tópico que, sin embargo, no se ajusta del todo a la realidad según reconoce el propio autor: “La existencia de estos hechos resulta innegable, pero no creemos que se trate de una novedad absoluta ni que la solidaridad sea el principal rasgo que defina a la juventud de hoy” (Prieto Laccaci, 1998: 78). Si atendemos a los datos que se proporcionan tanto en esta obra como en otras investigaciones, el asociacionismo juvenil nunca ha tenido una importancia cuantitativa destacada. A lo largo de los 90 y principios del 2000 la pertenencia a asociaciones oscila entre el 36% y el 39%, porcentaje que desciende bruscamente en la primera década del siglo XXI, de acuerdo con el Informe Juventud en España 2012 que sitúa la tasa de asociacionismo juvenil en el 22%. Los porcentajes se reducen mucho más cuando se trata de la participación en actividades de voluntariado altruista o solidario (en torno al 10%) o en asociaciones dirigidas a la transformación social (entre el 2 y el 5%). Pero ello no impide que se resalte la predisposición de los jóvenes hacia el voluntariado y la elevada legitimidad de las asociaciones y grupos vinculados a los nuevos movimientos sociales (Prieto, 1998; Ariño y Llopis, 2003; INJUVE, 2013). Una de las cuestiones más importantes al hablar del asociacionismo de los jóvenes es su heterogeneidad, que lleva a agrupar bajo una misma denominación fenómenos con matrices ideológicas diferentes y en ocasiones contrapuestas, con lógicas diversas y con consecuencias sociopolíticas también. Ariño y Llopis distinguen tres modalidades asociativas: las comunidades de práctica –entidades autocentradas cuyos los socios comparten una afición–, las organizaciones altruistas de prestación de servicios para la solución de problemas concretos, y las asociaciones de defensa de causas que conllevan proyectos de transformación social. Los estudios más descriptivos suelen centrarse en las comunidades de práctica, dado que son las más numerosas, mientras que los estudios más críticos se preguntan por la construcción de los jóvenes como sujetos políticos a través de la acción solidaria altruista y la defensa de causas colectivas. La pregunta latente en estas investigaciones es cómo interpretar este auge –más mediático que real– del asociacionismo juvenil y la legitimidad que conceden a las ONGs, aunque no participen mucho en ellas. Bastantes de los estudios afirman que, en un momento de desconfianza mayoritaria hacia la política institucional, el voluntariado altruista y solidario revela el activismo de unos jóvenes que buscan fórmulas alternativas para hacerse

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presentes en la sociedad. Implícitamente, se sostiene que muchos trasladan su compromiso cívico a la esfera de la solidaridad altruista, sustituyendo el modelo clásico de la militancia por una vinculación menos exigente que, además, les permite desarrollar acciones creativas, eficaces socialmente (Funes, 1999). Al tiempo, encontramos una fuerte corriente crítica que relaciona el ascenso del asociacionismo con la crisis del Estado del Bienestar. Luis Enrique Alonso (1999) es uno de los autores que mejor ha criticado esta visión y el optimismo que acompañó al desarrollo del tercer sector. Para él, el asociacionismo de los jóvenes es producto de un ciclo largo de participación social en el que, tras el repliegue y fragmentación de lo juvenil en universos simbólicos micro de los 80, se produce un discurso de la participación juvenil vinculado a la cooperación y la solidaridad. En éste, se mezclan individualismo y altruismo con una perspectiva explícitamente apolítica, cuando no antipolítica. Alonso habla de una solidaridad sin política que sustenta y legitima la nueva fórmula de Estado de bienestar en la que la redistribución deja paso a la integración de grupos marginales.

4.2. Movilización política de los jóvenes y reconfiguración del imaginario colectivo Este debate sobre la naturaleza del voluntariado juvenil y su significado político tiene su auge en los años del cambio de siglo, pero paralelamente se comienza a insistir en la implicación juvenil en temas colectivos y en su presencia en los movimientos sociales que, por entonces, empiezan a llamar la atención, especialmente el movimiento antiglobalización (Pastor, 2002). Las protestas de Seattle (1999), Praga (2000) o Génova (2001), el bloqueo de la reunión del Banco Mundial en Barcelona (2001), las movilizaciones del Nunca Máis (2002) y el movimiento contra la guerra de Irak (2003) son hitos de un ciclo de movilización y protesta suscitado por la profundización de la hegemonía neoliberal en un mundo cada vez más globalizado, y que convierte a los jóvenes en protagonistas de los ‘novísimos’ movimientos sociales (Feixa, Saura y Costa, 2002). No obstante, ya no se trata de movimientos estrictamente juveniles, a diferencia del anterior movimiento estudiantil, sino que se proclaman intergeneracionales y con reivindicaciones transversales, aunque la mayoría de los activistas sean jóvenes. Esta segunda tendencia de análisis del activismo juvenil opera con otra forma diferente de mirar e interpretar la implicación de los jóvenes en la arena pública. De la imagen del joven solidario preocupado por los otros, comprometido con lo social y que trata de contribuir a mejorar los problemas comunes, se pasa a hablar de movilizaciones colectivas en las que los jóvenes juegan un papel destacado, por su presencia como activistas y porque incorporan innovaciones acordes con la nueva condición juvenil de las sociedades de la segunda modernidad, como por ejemplo el uso masivo de las nuevas tecnologías. Al tiempo, en estas formas de acción colectiva los jóvenes construyen nuevas identidades generacionales, sentidos alternativos a los hegemónicos en el mundo de los adultos y nuevas formas de ciudadanía. El monográfico “Movilización social y creatividad política de la juventud” de la Revista de Estudios de Juventud, coordinado por María Jesús Funes (2006), es un buen ejemplo de esta línea de investigación. En su introducción se plantea una distinción muy interesante entre participación y movilización:

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“Participar es actuar, implicarse, formar parte de algo. Movilizar, incluye un aspecto dinámico, supone ‘poner en acto’, activar recursos, mover voluntades. Pueden entenderse como dimensiones (o aspectos) de un mismo fenómeno o como realidades relativamente diferenciadas. El concepto de participación no incorpora, necesariamente, elementos propositivos ni intencionalmente políticos, sino que puede ser avalorativo en términos políticos. Movilización, en cambio, nos lleva a imaginar una actividad con intención de influencia o presión social” (Funes, 2006: 20). Sobre esta distinción, y utilizando ampliamente la teoría de los movimientos sociales, se argumenta la necesidad de dejar de preocuparse por los actos participativos de los jóvenes y sustituirlo por el análisis de la acción colectiva de los movimientos sociales en los que los jóvenes son protagonistas y de las prácticas que desarrollan. De las acciones preestablecidas de carácter formal codificadas en preguntas de encuesta, se pasa a indagar las prácticas colectivas no convencionales en las que los jóvenes se socializan en el compromiso político, se encuentran con otros y se vinculan con determinadas causas (Soler, 2013). El planteamiento de Funes (2006) cuestiona la imagen de la generalizada despolitización y apatía juvenil, sustituyéndola por otra más compleja en la que los sectores juveniles alejados de lo político coexisten con otros que actúan a través de procedimientos alejados de los patrones clásicos de la acción política, pero que pretenden transformar la realidad en la que viven. “Se trata de actividades que se sostienen en la dramatización social, la espectacularización de los discursos, o el diseño de escenarios que no por el hecho de ser distintos, cambiantes o fragmentados carecen de sentido. En dichas prácticas se desdibuja la diferenciación funcional de la política en relación con sus límites clásicos que separan la vida cotidiana de la institucional, la esfera pública de la privada; y así, favorecen la adecuación entre la vida política de los individuos y la dimensión social de su identidad personal”. (Funes, 2006: 12). El concepto de creatividad política juvenil supone una aportación destacable por cuanto remite a cuestiones fundamentales de nuestro campo de estudio. Supone entender la política no como un ámbito definido institucional o normativamente, sino como un ámbito de la vida colectiva en continuo proceso de re-configuración a través de las prácticas de los actores allí presentes (ciudadanos, grupos, elites, instituciones estatales, etc.). Así, los jóvenes se habrían convertido en actores destacados de la reconfiguración de lo político al ampliar los límites de la participación en tres direcciones: más allá de la democracia institucional, de la división vida privada-espacios públicos y de la división online-offline (Pleyers y Karbach, 2014). Por otra parte, vincular creatividad política y juventud implica reconocer su heterogeneidad interna, la existencia de sectores emergentes, poco visibles pero con gran capacidad de incidir en la realidad, y la pluralidad y riqueza de su repertorio de acciones. A través de estas acciones expresan su propósito de ser protagonistas en la esfera pública y en los procesos de transformación social. La dimensión lúdica, la centralidad de la socialidad, la dramaturgia de sus acciones o el uso de las nuevas tecnologías aparecen como rasgos de esta creatividad política que tendrá en el 15-M uno de sus máximos exponentes. La referencia al 15-M en este campo de análisis resulta imprescindible por cuanto, casi desde su aparición, ha articulado un nuevo imaginario sobre

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la relación entre jóvenes y política. Como afirman Sanz y Mateos (2014: 30) “el 15-M tuvo un impacto extraordinario en el imaginario colectivo, poniendo letra a una música de fondo que venía sonando desde hacía ya tiempo”. En efecto, las continuas quejas sobre la falta de reacción de la juventud ante una crisis que obstaculizaba el logro de una integración socioeconómica exitosa y que era una demostración más de pasotismo se convierten, casi de la noche a la mañana, en elogios sobre su capacidad para impulsar una nueva cultura participativa que dota de sentidos renovados a la imagen del ciudadano activo y comprometido (Funes, 2012; Gil Calvo, 2013a) (4). Durante toda la primera década del 2000, se habían acumulado abundantes indicios sobre la creciente vulnerabilidad de los jóvenes en la sociedad adulta (Benedicto y Morán, 2013), así como sobre las transformaciones de la relación jóvenes-política, tal y como acabamos de comentar. Sin embargo, no se ha prestado mucha atención ni a las ‘corrientes soterradas de resistencia’ (Betancor y Cilleros, 2014) que constituyeron el fermento necesario para que el movimiento de los indignados se hiciese realidad (5), ni tampoco a los factores que explican cómo amplias capas de jóvenes sin experiencia participativa anterior se implicaron activamente en un proceso de resignificación de la política, más allá de los limites institucionales establecidos (Pastor, 2012). Del joven desenganchado de la política, con un alto grado de desafección institucional y sólo preocupado por enfrentarse a la crisis se pasa, casi sin solución de continuidad, al relato de una ‘generación indignada’ (Feixa y Nofre, 2013) con un elevado potencial de politización y movilización colectiva, y que plantea en el espacio público nuevas formas de hacer y entender la política (Sanz y Mateos, 2014) (6).

(4) Este optimismo incluye al conjunto de la ciudadanía: “el mejor resultado obtenido como fruto de la performativa indignación del 15-M (es) el de transformar la conciencia y la identidad de la ciudadanía española, que de caracterizarse por su anterior cinismo político ha pasado a profesar una nueva cultura política, caracterizada, ahora sí, por masivas muestras cada vez más frecuentes e intensas de civismo participativo” (Gil Calvo 2013b: 237). (5) Sobre los antecedentes del 15-M véanse, entre otros, Sanz y Mateos (2011); Betancor y Cilleros (2014); Laraña y Diez (2012). (6) Sobre la construcción social de la ‘generación indignada’, véase el artículo de Feixa y Sánchez, en este monográfico. [Nota de los Coordinadores]. (7) Sobre el impacto de las TIC en los estudios sobre juventud, ver el artículo de Puente, Fernández, Sequeiros y López en este monográfico. [Nota de los Coordinadores].

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Este nuevo imaginario colectivo –impulsado en parte por una opinión pública necesitada de héroes mediáticos– ofrece, como le ocurría al anterior, una lectura de la realidad juvenil básicamente homogénea, que omite su diversidad, las debilidades de sus identidades ciudadanas, y la poderosa influencia de una razón neoliberal que expulsa a los jóvenes del ámbito de lo colectivo, empujándolos hacia la esfera del consumo como lugar privilegiado para cumplir sus deseos y necesidades, tanto individuales como generacionales. Por lo que respecta a la política y la participación, esta conceptualización subraya la ampliación y diversificación de sus significados, quebrando así la imagen tradicional de la política como una actividad especializada en la que los ciudadanos participan de acuerdo con unos procedimientos preestablecidos. Esta nueva forma de interpretar la política y los procesos de participación abre un camino interesante para estudiar las lógicas que los diferentes sectores juveniles construyen sobre lo colectivo; cómo las combinan y las utilizan para dar sentido a la realidad que los circunda (Benedicto, 2013).

4.3. Jóvenes, Internet y política. Las ambivalencias de la política en la era digital (7) Un consenso indiscutible de los trabajos realizados en los últimos años es el papel crucial atribuido a Internet y las NTICs en los procesos de politización de las nuevas generaciones. En consecuencia, existe un creciente acuerdo sobre la necesidad de “incorporar Internet como una variable ineludible en los estudios de participación política juvenil” (Parés, 2014: 53).

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Inicialmente, la repercusión de Internet se enfocó desde una posición instrumentalista; es decir como un nuevo canal de comunicación que utilizaban preferentemente los jóvenes y que aumentaba exponencialmente las posibilidades de transmitir contenidos políticos con el consiguiente potencial movilizador, pero pronto se vio que su trascendencia iba mucho más allá. El éxito de las movilizaciones del 13-M tras los atentados de Atocha con su uso masivo de las redes sociales y los dispositivos móviles para movilizar sin depender de estructuras institucionales previas (Sampedro, 2005) constituye un primer ejemplo de su capacidad para transformar la actividad política de gentes muy diversas que se convierten en actores sin mediaciones organizativas. La Primavera Árabe, el 15M o el movimiento Occupy corroboraron la necesidad de analizar unas transformaciones que generaban un espacio de inter-conexión e inter-relación entre las personas y la construcción de una nueva esfera pública virtual donde se articulaba una concepción de la política y del activismo más amplia y horizontal, con lógicas de cooperación y colaboración diferentes (Feixa y Nofre, 2013; Anduiza, Cristancho y Sabucedo, 2014; Castells, 2012; Subirats, 2014, 2015; Toret, 2013). Estas nuevas formas de acción colectiva mediadas por las NTICs han acuñado un nuevo concepto, la tecnopolítica, con un indudable potencial analítico para considerar la relación jóvenes-intenet-política. Ésta ha sido definida como la ‘capacidad colectiva de apropiación de herramientas digitales para la acción colectiva’ (Alcazan et al., 2012: 8). De acuerdo con Feixa (2014), la tecnopolítica revela un cambio de las formas de movilización política, que abandonan la especialización espacial y temporal de la política tradicional para dispersarse por el cuerpo social en múltiples modalidades, utilizando el poder multiplicador de las herramientas digitales. Así, Internet constituye una herramienta de transformación e innovación político cultural en la que los jóvenes tienen un papel protagonista dada su intensa socialización digital (Toret, 2013). Sanz y Torres resumen muy acertadamente la multidimensionalidad de la influencia de internet en la política, en referencia a las nuevas generaciones: “Las posibilidades que ofrece Internet y las nuevas tecnologías están permitiendo muchos cambios a nivel sociopolítico a múltiples niveles. Internet está siendo fundamental como espacio para crear nuevas formas de coordinación, movilización y de comunicación política, como canal que cuestiona la hegemonía a los medios de comunicación a nivel informativo, pero también como herramienta fundamental para poner en marcha nuevas iniciativas basadas en lógicas colaborativas y de cooperación, o como espacio de aprendizaje político” (Sanz y Torres, 2014: 50). Aunque ya disponemos de estudios que analizan las relaciones jóvenesInternet-participación política –muchos de ellos desde el militantismo digital–, es necesario seguir profundizando en esta cuestión, evitando el voluntarismo tecnológico de aquellos que piensan que el uso de las tecnologías por parte de los jóvenes hará desaparecer las formas tradicionales de acción política. Por el contrario, como argumenta Subirats (2014) en una reciente investigación, el escenario actual es sumamente complejo. Las formas tradicionales de hacer política, ancladas en la lógica estadocéntrica de la representación y la organización institucional, siguen siendo muy fuertes; en unos casos coexisten y en otros se hibridan con las nuevas formas de acción ancladas en la colaboración en red, dirigidas a convertirse en protagonistas del cambio social y político.

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5. A modo de conclusión: la cambiante experiencia política de los jóvenes A lo largo de estos 30 años de estudios de juventud, la pregunta sobre la relación jóvenes, política y participación ha ido variando y también lo han hecho las respuestas, conforme se modificaban el contexto sociopolítico y las prioridades colectivas. En este período, se han construido imágenes sobre la juventud, lo juvenil y la política que codifican en cada momento las formas ideales de entender y representarse la democracia, la participación ciudadana y la integración sociopolítica de las nuevas generaciones. De la imagen predominante en la etapa de la consolidación democrática de un joven desinteresado, aburrido o desconfiado de la política, los partidos y las instituciones políticas, hemos pasado a la representación de una generación comprometida –a su manera– con lo colectivo, bastante politizada y que desarrolla formas de implicación y participación novedosas, más autónomas y variadas. Los cambios en los presupuestos de estos imaginarios tienen que ver, sin duda, con la propia evolución de unas ciencias sociales que han incorporado nuevos enfoques teóricos, conceptuales y metodológicos para analizar la realidad actual de los jóvenes. La ya comentada necesidad de ‘dar voz’ a los jóvenes ha generado estrategias metodológicas en las que los discursos y narraciones juveniles adquieren una mayor relevancia, permitiendo poner de relieve las complejas identidades políticas de los jóvenes y la propia polisemia de algunos conceptos como la desafección política, que deja de ser considerada como atributo de la juventud (Aguilera y Muñoz, 2015). La distancia entre estas dos imágenes es innegable, pero tienen un elemento en común: las interpretaciones propuestas transmiten homogeneidad, reducen la complejidad del vínculo ciudadanos-política a unos rasgos más o menos estereotipados que invisibilizan los procesos colectivos de cambio. Frente a esta visión reduccionista que uniformiza la variedad de identidades políticas juveniles, los estudios de juventud necesitan subrayar una y otra vez la heterogeneidad del colectivo juvenil y la creciente complejidad de sus experiencias políticas. Si la lectura despolitizada de la juventud ha sido criticada por su individualismo y descontextualización, la idealización de una generación de jóvenes comprometidos con la resolución de los problemas colectivos puede llevar a una percepción errónea de la posición que ocupan los jóvenes en nuestras sociedades. No puede olvidarse la persistencia de obstáculos estructurales que empujan a los jóvenes hacia una posición de vulnerabilidad desde donde la implicación política resulta muy difícil. Además las razones que explicaban la desafección juvenil hacia la política institucional siguen aún vigentes. Pero no sólo hay que admitir la profunda heterogeneidad del colectivo juvenil sino que su experiencia política es en sí misma el resultado de un proceso complejo en el que intervienen fuerzas contrapuestas. Anne Muxel lo expresa de forma clara: “la experiencia política de los jóvenes toma forma en la rica y fascinante trama de sus vivencias, en el entrelazado de los azares y las necesidades, de las idiosincrasias singulares y las circunstancias históricas (…). Entre herencia y experimentación, el juego se hace a partes iguales pero sin que se pueda prever el mecanismo que a la larga va a prevalecer” (Muxel, 2001: 173-174). Si bien en los últimos años, como consecuencia de las transformaciones que afectan a todos los ámbitos de la vida colectiva (social, político, cultural…), resulta especialmente relevante

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investigar la lógica de la experimentación y la innovación, tampoco deberían olvidarse las trazas de las continuidades intergeneracionales, la acción de los determinantes históricos e institucionales. En último término, la dialéctica entre ambas lógicas de interpretación y acción constituye la base sobre la que se construyen unas identidades políticas cada vez más inestables e inciertas, carentes de sólidos principios de estructuración. Los jóvenes se mueven en varios mundos políticos, combinando significados, símbolos y categorías según una lógica en la que sus necesidades y circunstancias vitales juegan un papel decisivo (Benedicto, 2013). Incorporar esta perspectiva de complejidad y relativa incertidumbre en la investigación de la vinculación jóvenes-política constituye, a nuestro juicio, uno de los desafíos que deben afrontar los estudios de juventud en un futuro próximo. Esta tarea requiere profundizar al menos en tres aspectos cruciales: el contexto de la politización juvenil, las peculiaridades de su implicación y la significación política de las nuevas formas de participación. Respecto al primero de ellos, resulta evidente que el ecosistema de su implicación política (Soler, 2015) está surcado por profundas transformaciones estructurales (transiciones vulnerables, nueva lógica de relación entre ciudadanos y política; amplias posibilidades de comunicación e inter-relación por la proliferación de las NTICs…) que repercuten en la conformación de las subjetividades políticas y también descubren nuevos espacio de acción. En la segunda dimensión, hay que seguir profundizando en las características y consecuencias de un tipo de activismo político emergente muy distinto de los parámetros del tradicional compromiso militante y en el que destaca el propósito de reducir al máximo las estructuras de intermediación, construyendo espacios virtuales de conectividad y experimentos con nuevas formas híbridas de compromiso y participación (Subirats, 2015). Por último, cada vez se hace más relevante entre las nuevas generaciones un tipo de participación cívica basado en una lógica colaborativa que se plasma en prácticas muy diversas (gestión de huertos urbanos, experimentos de economía colaborativa, autogestión de espacios urbanos, etc.) a través de las que los jóvenes buscan incidir en el espacio público, reformulando de esta forma el significado político de su participación. Los retos de los estudios de juventud en este campo son evidentes. Vivimos en un cambio de época en el que emergen nuevos fenómenos y también nuevas formas de entender e interpretar el escenario sociopolítico que está surgiendo. Cómo se enfrentan las nuevas generaciones a estos cambios socioculturales puede aportar pistas interesantes para comprender mejor la especificidad juvenil, así como los retos a los que la sociedad en su conjunto debe dar respuesta en un futuro próximo.

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DOCUMENTOS

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Carles Feixa, JOVIS - Universidad de Lleida José Sánchez García, JOVIS - Universidad de Lleida

De las culturas juveniles a los estilos de vida: etnografías y metaetnografías en España, 1985-2015

El artículo esboza un mapa de los estudios sobre culturas e identidades juveniles en España, realizados en los últimos tres decenios, en su contexto internacional. Desde los estudios pioneros sobre las “tribus urbanas” en la década de los 80s hasta los estudios contemporáneos sobre “estilos de vida” en la era digital, pasando por la reaparición del “fantasma de las bandas”, este subcampo de los estudios sobre juventud ha crecido de manera exponencial. En la primera parte del texto, se retoma el camino trazado por el libro Culturas juveniles en España, 1960-2003 (Feixa y Porzio, 2003), a manera de estado de la cuestión sobre las grandes tendencias de la investigación. En la segunda parte se presentan estudios de caso basados en proyectos de investigación nacionales y europeos, en los que las culturas juveniles aparecen como la metáfora de los cambios sociales (de la transición democrática a la crisis actual). En la tercera parte se plantea una reflexión crítica sobre las perspectivas de la investigación, en el contexto del debate teórico sobre bandas, subculturas, contraculturas, microculturas, postsubculturas, escenas, redes, neotribus, hibridación, poscolonialidad y ciberculturas juveniles.

Palabras clave: Juventud, culturas juveniles, tribus urbanas, estilos de vida, España.

1. Introducción En 2003 el Injuve encargó al primer autor de este texto el estudio Culturas juveniles en España, 1960-2003 (Feixa y Porzio, 2004), que originó también un número monográfico de la Revista de Estudios sobre Juventud (REJ), titulado “De las tribus urbanas a las culturas juveniles” (Feixa, 2004), que incluía una serie de estudios de caso sobre distintas subculturas urbanas: heavies (Martínez, 2004), makineros (Romo, 2004), okupas (Costa, 2004), pijos (Tinat, 2004), punks (Fouce, 2004), skinheads (Porzio, 2004) y ultras (Adán, 2004). Han pasado más de diez años desde entonces, y aunque nuestra intención inicial en el presente texto era actualizar el estado de la cuestión, la tarea se ha demostrado inviable, debido al crecimiento exponencial de los estudios sobre culturas juveniles, a cargo sobre todo de investigadores de las nuevas generaciones, pero también de la llegada al escenario de académicos de disciplinas afines (comunicación, psicología social, historia, geografía, lingüística, ciencia política, informática, etc.), que han ampliado el abanico de temas y metodologías. Creemos no equivocarnos si afirmamos que se trata hoy del campo que aporta un número mayor y más influyente de investigaciones a los estudios sobre juventud. Y lo que es más importante: es un campo que ha dejado de ser marginal, para convertirse en un sector que marca tendencias de la investigación en ciencias

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sociales (como lo demuestran los distintos calls dedicados a estos temas en los programas marco de la UE y en el programa Horizon 2020) (1). Por ello hemos optado por un acercamiento más modesto, pero no menos atractivo: analizar el papel de las culturas e identidades juveniles en algunos proyectos de investigación, llevados a cabo en la última década, en los que hemos participado los autores de este texto. Se trata de dos proyectos nacionales (uno centrado en las llamadas “bandas latinas” y otro en la “generación indignada”) y un proyecto europeo (sobre las condiciones de vida, representaciones y prácticas de jóvenes del área mediterránea después de la “Primavera Árabe”). Vale decir que esta selección presupone una concepción amplia del campo, pues además de los estudios realizados sobre la juventud española, también tomamos en consideración los estudios realizados por investigadores españoles en proyectos comparativos llevados a cabo en otros lugares: si las culturas juveniles son hoy transnacionales, también lo son los proyectos de investigación que intentan abordarlas. Los casos analizados revelan una doble tendencia de cambio. En primer lugar, la evolución desde los estudios sobre las “subculturas juveniles” o las llamadas “tribus urbanas” (que incluyen a determinadas minorías juveniles “visibles”) a los estudios sobre “estilos de vida” (que incluyen prácticas e imaginarios culturales que afectan a la mayor parte de los jóvenes). En segundo lugar, la evolución de las etnografías locales, centradas en una subcultura determinada o en una dimensión cultural, a las metaetnografías transnacionales, que suelen abordar varias escenas y redes juveniles y una diversidad de dimensiones culturales. Pero antes de analizar dónde estamos, es necesario sintetizar de dónde venimos, para poder esbozar al final hacia dónde vamos.

2. ¿De dónde venimos? Antecedentes de los estudios sobre culturas juveniles [el gamberrismo juvenil]… es el fruto de un conjunto de fines y causas muy complejas, muy interrelacionadas con la transformación de una sociedad de cultura rural o agraria a industrial y posindustrial. Cuando ese paso se hace rápidamente se produce una crisis cultural y sociológica, como de obturación de los canales de integración del individuo en las normas de la sociedad. España se encuentra en un proceso semejante (López Riocerezo, 1970: 244). No es que los jóvenes reales cierren sus grupos de iguales para imitar el cierre de los grupos musicales: es que los grupos musicales están cerrados porque imitan el cierre de los grupos reales de jóvenes reales (Gil Calvo y Menéndez, 1985: 240).

(1) La evolución de los estudios sobre culturas e indentidades juveniles puede seguirse también a través de las tesis doctorales, analizadas con mayor detalle en el artículo de Urraco y Revilla en este monográfico. [Nota de los Coordinadores].

Las dos citas que encabezan este epígrafe enmarcan el origen y apogeo de las culturas juveniles en España: desde el surgimiento del interés por las “bandas” en los años 60s (analizadas como un fenómeno vinculado a la delincuencia) hasta la eclosión de las “tribus urbanas” en la década de los 80s (analizadas como un fenómeno vinculado a las modas musicales). En el citado informe (Feixa y Porzio, 2004) hacíamos un repaso de los estudios sobre este campo, desde el periodo franquista a la democracia, pasando por una transición en la que lo juvenil se convirtió en metáfora del cambio social y político. Distinguíamos cinco etapas, que correspondían a otros tantos conceptos clave, marcos interpretativos y subculturas dominantes. A continuación resumimos dichas etapas, completándolas con dos etapas posteriores para llegar hasta el presente.

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2.1. El tiempo de las bandas (1960-1976) La emergencia de las culturas juveniles en España se produce en pleno régimen franquista, aunque corresponda a la fase denominada “dictablanda” que comprende las casi dos décadas que van desde los planes de desarrollo (1959) a las primeras elecciones democráticas (1977). En el ámbito institucional, se produce la conversión del Frente de Juventudes en Organización Juvenil Española, sustituyendo las formas de encuadramiento autoritario de los jóvenes por otras fórmulas de servicios a la juventud más cercanas a los modelos democráticos (Sáez Marín, 1988). En el seno del Instituto de la Juventud surge una tendencia modernizadora que empezará a servirse de las técnicas de la sociología empírica para promover las primeras encuestas a la juventud (De Miguel, 2000). Sin embargo, el tema de la cultura juvenil apenas aparece en estas encuestas, que ofrecen una visión sobre las actitudes y valores entendidos en un sentido muy general. Para encontrar referencias a los estilos juveniles surgidos en Europa y Estados Unidos hace tiempo, debemos mirar hacia otro tipo de discursos. En su mayoría, se trata de traducciones o adaptaciones de publicaciones internacionales, aunque a menudo aparecen comentadas o incluso censuradas, como sucede con la versión española de un tratado sobre los hippies (Cartier y Naslednikov, 1974). (2) Pero también van apareciendo estudios realizados por investigadores españoles, muchos de ellos publicados en la REJ. En primer lugar, tratados vinculados a la literatura edificante o a la criminología, normalmente obra de autores eclesiásticos, que se interesan por la influencia negativa de las nuevas corrientes en la moralidad de los jóvenes, vistas bajo el doble prisma del gamberrismo y la disidencia político-cultural (Trías Mercant, 1967; López Riocerezo, 1970). En segundo lugar, escritos de periodistas o escritores, ya sean crónicas urbanas que narran el nacimiento de una cultura de consumo en los márgenes de la gran ciudad (Huertas, 1969) o libros de viajes de autores que tras viajar por Europa y Norteamérica escriben sus impresiones sobre la contracultura en un tono entre documental y testimonial (Mellizo, 1972; De Armas, 1975). En tercer lugar, algunos ensayos más académicos, a caballo entre la filosofía comprometida y la sociología empírica, entre los que destacan sendos textos sobre la protesta universitaria a cargo de intelectuales represaliados por el régimen (Tierno Galván, 1972; López Aranguren, 1973) y algunos estudios de jóvenes investigadores que suponen un primer intento de basar las teorías en datos recogidos sobre el terreno (Salcedo, 1974; Reguant y Castillejo, 1976).

2.2. El tiempo de las tribus (1977-1985)

(2) Debemos destacar, como excepción, un texto de López Aranguren titulado precisamente “Las subculturas juveniles” (1973).

A fines de los 70s, coincidiendo con la transición democrática, irrumpe en escena un nuevo sujeto social, bautizado con una significativa etiqueta: “tribus urbanas”. Los medios de comunicación pronto dedicaron gran atención al fenómeno: campañas de pánico moral (como la que siguió a la muerte de un joven mod a manos de un rocker en la discoteca madrileña Rock-Ola) se combinaban con la apropiación comercial (como los reportajes en que se anunciaban las tiendas donde comprar los atuendos de cada tribu). Un teddy boy de Zaragoza escribió una carta al director para recordar que “las únicas tribus que existen en el mundo son las de los negros de África”. Pero un punk minusválido (“el Cojo”) se hizo famoso gracias a la televisión por destrozar una farola con su bastón, en las

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masivas manifestaciones estudiantiles de 1987, lo que suscitó el siguiente comentario a cargo de un columnista: “Los sociólogos deberían dar alguna explicación de este fenómeno africano y subdesarrollado” (citado en Feixa, 1988). El contexto institucional se caracteriza por la democratización del Instituto de la Juventud y la transferencia a ayuntamientos y comunidades autónomas de las competencias en juventud. Una de las primeras iniciativas de los nuevos organismos es la promoción de estudios a la juventud, casi siempre con la forma de las encuestas de opinión, analizadas y criticadas por Cardús y Estruch (1984) para el caso catalán. Paradójicamente, en plena efervescencia de la movida, desaparecen los estudios cualitativos y testimoniales que podrían dar cuenta de las culturas juveniles emergentes. Solo al final del periodo aparecen algunos estudios que marcan un cambio de interés hacia el consumo cultural. Podemos agrupar a los estudios en tres grandes ámbitos. En primer lugar, aquellos que se centran en las contraculturas juveniles de los 70, ya sea para hacer un balance teórico (Racionero, 1977, De Miguel, 1979), una reconstrucción histórica (Moya, 1983, Vázquez Montalbán, 1985) o para reflexionar sobre los cambios en la condición juvenil con la llegada del “pasotismo” (Díez del Río, 1982). Destacan en esta dirección las contribuciones de Romaní a las subculturas del hachís (1982), los trabajos de Funes sobre la nueva delincuencia juvenil (1984) y un libro de González sobre las bandas de menores (1982). En segundo lugar, los estudios basados en metodologías cuantitativas que empiezan a interesarse en el consumo cultural de los jóvenes: además de la monografía del Informe Juventud en España coordinado por J.L. de Zárraga (3) dedicado al ocio y las prácticas culturales (Gil Calvo y Menéndez, 1985), destaca un sugerente ensayo sobre los “depredadores audiovisuales” (Gil Calvo, 1985), una encuesta promovida por la Fundación Santamaría sobre el tema de las subculturas (Beltrán, 1985) y un texto teórico sobre los jóvenes y los espacios significativos de la ciudad (Uña y Fernández, 1985). En tercer lugar, algunos estudios protoetnográficos sobre el fenómeno de las movidas nocturnas y la emergencia de las tribus urbanas, como un artículo pionero sobre la discoteca Rock-Ola, una de las cunas de la movida madrileña (Muñoz, 1985), y una tesis de licenciatura sobre las subculturas juveniles en una ciudad media en la que por primera vez en España se introducen los postulados de la Escuela de Birmingham (Feixa, 1985).

2.3. El tiempo de las subculturas (1986-1994)

(3) Ver el artículo de Zárraga incluido en este monográfico.

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En la época de gobierno socialista en España se consolida en el poder una generación que había protagonizado la lucha antifranquista y que ve con cierta suspicacia la presencia de jóvenes aparentemente apáticos y despolitizados, cuyas estéticas y formas de vida descalifica como un fenómeno puramente comercial y consumista. Desde el punto de vista de las culturas juveniles, el periodo se caracteriza por tres procesos: la segmentación de las tribus urbanas en múltiples subculturas; el renacimiento de lo pijo (una forma de recuperar sin complejos la identidad de clase alta); la hegemonía de la marcha nocturna con el nacimiento del estilo makinero. Un sociólogo llega a proponer abandonar el término tribus urbanas y sustituirlo por el de tribus almaceneras: “Estas tribus rebeldes, organizadas de forma inorgánica, que inventaban gritos que eran como canciones, que sabían rasgar sus vestiduras para hacer uniformes sociales, que inventaban una manera de beber, de comer, de sentarse, de caminar, de hablar o de

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saludar y vestirse, ya no tienen sentido... Los hippies hace tiempo que están enterrados... En cambio, los pijos, incondicionales de los grandes almacenes, son sin duda la tribu hegemónica de los años 90” (Ruiz, 1994: 192-6). Entre los estudios sobre las culturas juveniles que se publican en este periodo, podemos destacar tres grandes líneas. En primer lugar, los primeros intentos de balance teórico-conceptual, entre los que destaca una antología sobre comunicación y lenguaje juvenil (Rodríguez, 1989) y algunos intentos de formulación teórica (Feixa, 1993). En segundo lugar, las monografías locales sobre las distintas tribus urbanas presentes en una ciudad, entre los que destacan diversas monografías realizadas en Cataluña (Barruti, 1990). En tercer lugar, los estudios etnográficos que cuestionan las categorías al uso y proponen nuevas metodologías basadas sobre todo en el uso de historias de vida (Gamella, 1989; Adán, 1992) y estudios monográficos sobre productos culturales como los fanzines (Aymerich, 1990). La mayoría de estos autores publican también artículos en la REJ, que tras una época de hegemonía de lo cuantitativo vuelve a prestar atención a las culturas emergentes, dedicando textos al lenguaje juvenil (Rodríguez, 1987), al papel de los medios de comunicación (Espín, 1986) y a las movidas nocturnas (Feixa, 1989). Asimismo, debe citarse el informe de Martín Serrano (1994) sobre el cambio de mentalidades de los jóvenes españoles, en base a la comparación del apartado sobre valores e identidades de las encuestas a la juventud.

2.4. El tiempo de las escenas (1995-1999) El último quinquenio del siglo XX contempla la aparición de nuevos actores juveniles, que evolucionan desde los rasgos subculturales del periodo anterior hasta su visibilidad en escenas performativas vinculadas al espacio urbano. Desde el punto de vista social, ciertas problemáticas estructurales (como la nueva inmigración, las limitaciones en el acceso a la vivienda y la “noturnización” del ocio juvenil) abren espacios para un nuevo protagonismo de las culturas juveniles. Desde el punto de vista mediático, el fenómeno se traduce en campañas de pánico moral casi siempre con el mismo esquema: hecho noticiable-amplificación mediática-creación de un problema social-retroalimentación en las culturas juveniles-nuevo hecho noticiable. Esta construcción mediática se concentra en dos temas recurrentes (drogas y violencia urbana) y en dos subculturas surgidas en la década anterior pero que ahora atraen la atención pública (okupas y skinheads). Los cuerpos policiales en sus distintos niveles (estatal, autonómico, local) organizan brigadas específicas, que en ocasiones emiten informes sobre la cuestión, alguno de los cuales llegan a la prensa. Desde el punto de vista académico, el tema de las “tribus urbanas” alcanza carta de naturaleza y empieza a ser objeto de un sinfín de publicaciones (que llegan con más de una década de retraso respecto al surgimiento del objeto como problema social). Se trata de publicaciones de calidad desigual, basados en estudios realizados en la etapa anterior, pero que van construyendo un corpus de publicaciones, teorías y datos empíricos que contribuirán a consolidar un “objeto”. La mayoría son más ensayos que investigaciones una base empírica seria. Desde un punto de vista temático, los estudios se caracterizan por tres grandes rasgos: una aceptación acrítica del concepto “tribus urbanas”; una catalogación estereotipada de los diferentes estilos; y la negación del conflicto social o político (presentado como remedo de conflictos estéticos).

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Entre las publicaciones del periodo, podemos destacar tres grandes tendencias. En primer lugar, las que aspiran a dar una visión general de las distintas tribus urbanas, aunque casi siempre se basen en investigaciones limitadas en el espacio y en el tiempo. Por orden de edición, debemos citar el monográfico de la revista Cuaderno de Realidades Sociales dedicado a las tribus urbanas (VV.AA., 1995); un ensayo periodístico que constituye una divertida categorización musical (Colubi, 1997); una monografía sociológica que intenta aplicar las teorías de Bourdieu al estudio del gusto juvenil (Martínez y Pérez, 1997); un ensayo supuestamente antropológico que concentra buena parte de los defectos de esta perspectiva (Aguirre y Rodríguez, 1998); y un libro teórico que plantea la necesidad de remplazar el modelo de las tribus urbanas por el de las culturas juveniles (Feixa, 1998). En segundo lugar, las instituciones públicas y las fuerzas del orden encargan estudios aplicados sobre tres problemáticas causadas por las tribus urbanas percibidas como las más lacerantes: la violencia urbana, la ocupación y el consumo de drogas sintéticas. Sobre el problema de la violencia, destaca el libro Tribus urbanas originalmente encargado por el gobierno civil de Barcelona, convertido en best-seller y referencia internacional, pese a la endeblez de su marco teórico y pobreza de datos empíricos (Costa, Pérez y Tropea, 1996), diversos informes oficiales no publicados (Ministerio de Justicia e Interior, 1995; INJUVE, 1998) y algunos intentos de comprensión (Martín Serrano, 1996; Comas, 1996). La mayor parte de estas investigaciones confluyen en las jornadas Ideología, Violencia y Juventud organizadas por el INJUVE (Dirección General de la Guardia Civil, 1998). Sobre los okupas, aparecen una serie de estudios que reproducen sobre todo la visión de las instituciones (De Frutos, 1997; Navarrete, 1999). Sobre las drogas de síntesis, destaca el libro de Gamella y Álvarez (1999), y las aportaciones de Romaní (1999). En tercer lugar, empiezan a publicarse las primeras investigaciones etnográficas homologables, fruto de un trabajo de campo serio y de un conocimiento directo de la bibliografía internacional sobre la cuestión. Debemos destacar, en esta dirección, diversos estudios sobre ultras y skinheads (Adán, 1996), punks (Feixa, 1998), makineros (Feixa y Pallarés, 1998), neonazis (Casals, 1995), okupas (Costa, 1998), y heavies (Martínez, 1999). Otras investigaciones no se centran en un grupo en particular sino en los estilos juveniles en un sentido amplio (Ruíz, 1998).

2.5. El tiempo de las ciberculturas (2000-2003)

(4) Sobre el papel de la perspectiva de género en los estudios sobre culturas juveniles, ver el artículo de Berga en este monográfico. [Nota de los Coordinadores].

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Con el cambio de milenio, las culturas juveniles se generalizan en España a partir de tres grandes tendencias. En primer lugar, renace un cierto activismo en la escena pública que se proyecta en el denominado movimiento antiglobalización. En segundo lugar, se generaliza la “cultura de baile”, simbolizada en el movimiento fiestero, en sus distintas vertientes (la más intelectualizada en torno a festivales como Sónar, publicaciones digitales y el estilo techno, la más lúdica en torno a los nuevos clubes y el estilo fashion, y la más clandestina en torno a las fiestas rave). En tercer lugar, la difusión de Internet abre espacio a la generación de culturas de habitación y comunidades virtuales que se expresan en estilos como ciberpunks y hackers), aunque el uso del espacio virtual afecta a todas las subculturas (que se convierten en ciberculturas). El impacto de los elementos distintivos de las culturas juveniles se proyecta hacia otros grupos de edad (como los preadolescentes y los jóvenes adultos) y empieza a considerarse cabalmente una perspectiva de género. (4) Pero lo más representativo del periodo es la difuminación de las

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fronteras entre las distintas subculturas y los procesos de sincretismo que entran en juego (Nilan y Feixa, 2006). Podemos distinguir cinco grandes tendencias de los estudios publicados en este periodo. En primer lugar, monografías sobre los dos grupos protagonistas de la década anterior (skinheads y okupas), en forma de crónica periodística, discurso militante o análisis sociológico aplicado (Salas, 2002; Ibarra, 2002; Gomà, 2003; Adell y Martínez, 2004). En segundo lugar, estudios etnográficos sobre la escena fiestera, en sus distintas vertientes makinera, techno, raver y fashion (Gistain, 2001; Lasén y Martínez, 2001; Pallarés y Feixa, 2000; Oleaque, 2004). En tercer lugar, estudios sobre los novísimos movimientos sociales, que caracterizan la emergencia de estilos alternativos y antiglobos (Feixa, Costa y Saura, 2002; Romaní y Feixa, 2003). En cuarto lugar, estudios que focalizan la investigación en algún aspecto temático relevante, como la música (Viñas, 2004), la comunicación (Tinat, 2002), el tatuaje (Porzio, 2004), la estética (Delgado, 2002), el graffiti (Reyes y Vigara, 2002), etc. En quinto lugar, estudios que profundizan en el impacto de las culturas juveniles en la vida cotidiana de los jóvenes, o en términos de Willis de su “cultura viva” (Comas, 2003; Feixa et al., 2004; Lasén, 2000; Rodríguez y Megías, 2003; Rodríguez, Megías y Sánchez, 2003), así como visiones de conjunto sobre la cultura e identidades juveiles (Feixa, Costa y Pallarés, 2002; López, 2003).

2.6. El tiempo de las bandas latinas (2004-2010)

(5) En este periodo se publica también un número monográfico de la REJ sobre “Culturas y lenguajes juveniles” con un énfasis en la comunicación social (Bernete, 2007), una rigurosa tesis doctoral sobre la movida madrileña (Fouce, 2006), una completa disección del mundo ultra del fútbol (Viñas, 2005), ensayos sobre la dimensión educativa y consumista de la cultura juvenil (Lozano, 2007; Montesinos, 2007), y crónicas periodísticas sobre las nuevas tribus del ciberespacio (Barbolla et al., 2010).

El resto de la primera década del presente siglo está dominada por un revival del primer prototipo juvenil estudiado en los 60s: las bandas. Pero en este caso no se trata de un actor local vinculado a procesos de migración interna, sino a un actor transnacional vinculado a migraciones internacionales, en concreto procedentes de América. Nos referimos a la temática de las denominadas “bandas latinas” (aunque en realidad su origen sea Norteamérica), que tratamos con más detalle a continuación. Significativamente, el término “banda” se convierte en paradigma de nuevas forma de socialidad juvenil, aplicándose desde este momento sólo a jóvenes de origen migrante, y limitándose en la mayoría de los casos a su vertiente criminal, mientras el término “tribus urbanas” se identifica sólo con jóvenes autóctonos, se convierte en algo vinculado a la moda o desaparece. La investigación académica va detrás del interés mediático y a menudo reproduce los mismos estereotipos, que en 2010 se trasladan al código penal, en el que se introducen las figuras de “asociación criminal” y “grupo criminal”, con menos garantías probatorias que la de “asociación ilícita”. Además de libros basados en fuentes policiales (Asociación de Jefes y Mandos de la Policía Local-Comunidad Valenciana, 2010; Botello y Moya, 2005), podemos citar varios estudios fruto de encargos de administraciones locales o autonómicas, algunos con visiones más cercanas a la perspectiva criminal y otros más centrados en su dimensión cultural y de sociabilidad (Aparicio y Tornos, 2009; Feixa et al., 2006; Martínez y Cerdá, 2009; Scandroglio, 2009). (5)

2.7. El tiempo de los movimientos indignados (2011-2015) Tras la ocupación de las plazas por parte del movimiento 15M, los estudios sobre culturas juveniles experimentan una triple transformación. En primer lugar, se politizan, volviendo a conectar los estilos de vida

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con las formas de participación en la vida pública, lo que en el plano teórico supone conectar los estudios culturales de raíz británica con las teorías sobre los nuevos movimientos sociales. (7) En segundo lugar, se focalizan en el ciberespacio, explorando el uso de las TIC por parte de las nuevas generaciones y las formas emergentes de activismo en red (Feixa, 2014). En tercer lugar, se amplían a ámbitos de la vida cotidiana alejados de la visibilidad y la espectacularidad, abordando el estudio de los estilos de vida, que dejan de ser estrictamente juveniles y pasan a ser intergeneracionales. Las etnografías de las plazas indignadas, que abordamos a continuación, remplazan a las bandas latinas como objeto de estudio dominante. Significativamente, la REJ no dedica ningún número durante este periodo a la cultura juvenil, pero si se incluyen varios artículos sobre el tema en los numerosos monográficos sobre los jóvenes en la red (Espín, 2011; Galán y Garlito, 2011) y en las pantallas (Muela y Baladrón, 2012; Chicharro, 2014).7

3. ¿Dónde estamos? Proyectos de investigación nacionales y transnacionales 3.1. Jóvenes de origen latinoamericano en España: de bandas latinas a organizaciones juveniles (JOVLAT) Vinieron a buscar un futuro mejor huyendo de los fantasmas que dejaron atrás. (Alegato de la Fiscalía durante el juicio por el caso Ronny Tapias, 2005).

(6) Sobre la dimensión política de estas culturas emergentes, ver el artículo de Benedicto y Morán en este monográfico. [Nota de los Coordinadores]. (7) Se publican también varios estudios sobre ciberculturas, entre los que podemos destacar uno coordinado por Néstor García Canclini en el que se comparan las formas de creatividad juvenil digital en la ciudad de México y Madrid, con estudios de caso innovadores sobre trendys, músicos en red, coolhunters, VJs, hackers y autofotógrafos (Cruces, Fouce, Durán, Sama, González, Lasen; en García Canclini, Cruces y Urteaga, 2012).

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El 28 de octubre de 2003 fue asesinado en Barcelona el adolescente colombiano Ronny Tapias, a la salida del instituto donde estudiaba, tras sufrir una agresión por parte de un grupo de jóvenes. Según la investigación policial posterior, el asesinato fue un acto de venganza de los miembros de una banda (los Ñetas), que supuestamente confundieron a Ronny con un miembro de otra banda (los Latin Kings) con el que se habían peleado días antes en una discoteca. El caso supuso el “descubrimiento” mediático del fenómeno de las “bandas latinas”, y despertó una oleada de “pánico moral” que no ha cesado desde entonces. Al cabo de un mes fueron detenidos nueve jóvenes de nacionalidad dominicana y ecuatoriana. Tres eran menores y fueron juzgados y condenados (entre ellos el supuesto autor material del crimen). El juicio a los otros seis (mayores de edad), realizado en abril de 2005, se convirtió en un acontecimiento seguido con gran atención por parte de los medios de comunicación. A raíz de este acontecimiento y de otros que se sucedieron después en Madrid y Barcelona, las alarmas del Ministerio del Interior y de los medios de comunicación, se fue creando una imagen estigmatizada de la juventud latinoamericana. Tras el fantasma de las bandas, una presencia ignorada: la de miles de muchachos y muchachas, llegados a Barcelona desde fines de los años 90 (gracias fundamentalmente a diversos procesos de reagrupación familiar), (des)terrados de sus lugares y redes sociales de origen en uno de los momentos más críticos de sus vidas (la siempre difícil transición a la vida adulta), y enfrentados en su lugar de destino a adultos aterrados (madres súper ocupadas, padres a menudo ausentes, profesores y asistentes sociales inseguros, vecinos con miedo) frente a su liminaridad jurídica e institucional. Tras esta presencia inquietante, un espectro: el de nuevas formas de sociabilidad que cruzan fronteras geográficas y temporales

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para reconstruir identidades globales que seguimos confundiendo con pandillas tradicionales. El proyecto de investigación se desarrolló en tres etapas y tuvo una importante dimensión aplicada: pretendía tener influencia en las políticas públicas hacia esta comunidad. La primera etapa de la investigación se centró en los itinerarios de los adolescentes latinoamericanos que migran. El trabajo de campo se llevó a cabo en 2005 en el marco del proyecto Jovlat, encargado por el Ayuntamiento de Barcelona y luego financiado por el Plan Nacional de Investigación. La metodología consistió en la triangulación de técnicas diferentes: la técnica principal se basó en 30 historias de vida de los adolescentes de ambos sexos procedentes de doce países diferentes de Centro y Sur América; que también se llevaron a cabo grupos de discusión y entrevistas en profundidad a informantes adultos clave (profesores, padres, trabajadores sociales, periodistas, policías, etc.); observaciones en espacios escolares, públicos y de ocio; y un seguimiento de cómo fueron retratados en los medios. El resultado del análisis consistió en la comparación de las experiencias de migración de acuerdo a la edad, sexo y lugar de origen, la reconstrucción de la etnogénesis de una nueva identidad “latino” en el lugar de destino (Jovlat, 2004-05; Feixa et al., 2006). La segunda etapa de la investigación se centró en la organización social urbana de esta comunidad, especialmente en la aparición y transformación de las llamadas “bandas latinas”, lo que causó una gran alarma social en el pasado, y todavía lo hace hoy. El trabajo de campo se llevó a cabo entre 2006 y 2008, dentro del proyecto europeo Tresegy. Consistía en el seguimiento de algunos temas vinculados a estos grupos, identificados en la etapa 1, y la etnografía del grupo más grande, el Todopoderoso Latin Queens y Kings Nación (ALQKN), comúnmente conocido como Latin Kings, una “pandilla” transnacional nacida en los EE.UU. en la década de 1960, que se extendió a algunos países de América Latina en la década de 1990 y llegó a España en 2000. La metodología utilizada fue la observación participante, entrevistas en profundidad con los líderes y miembros de base y el estudio de la literatura sobre este grupo. El análisis de los resultados consistió en la elaboración de narrativas sobre perteneciente al grupo (entendida como las pandillas, la familia, la subcultura, la organización y la nación transnacional). En una asamblea del Todopoderoso Latin King y Queen Nation España celebraron en 2006 en Barcelona, ​​nos reunimos los datos sociodemográficos de 118 miembros que respondieron a una encuesta (de los aproximadamente 300 miembros del grupo): el 68,6% son hombres (81) y 31,4% de mujeres (37). La edad media es de 18,5 años, los hombres de ser un poco mayor que las mujeres con edades 18.81 y 17.83 respectivamente. Alrededor del 70% son de Ecuador, y entre el 30% restante la mayoría son españoles (fondo de la clase obrera y migrante en España, con más mujeres que hombres), seguido de otras nacionalidades latinoamericanas. En general, se presentan niveles bajos de fin de estudios tempranos de la educación y puestos de trabajo de baja remuneración a menudo sin un contrato. (Tresegy, 2006-08; Feixa et al, 2008; Feixa y Romaní, 2010). La tercera etapa de la investigación se centra en los dilemas de la transición biográfica de estos temas en la vida adulta, y en la transición social de sus formas de organización, como una respuesta a las alternativas ofrecidas por la sociedad de acogida (su “legalización” como asociaciones juveniles y su persecución como “grupos criminales” o “asociaciones ilícitas”). El trabajo de campo de esta etapa se llevó a cabo entre 2009 y 2012, junto con la eclosión

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de la crisis financiera internacional y sus efectos entre los jóvenes inmigrantes, en el marco de otros dos proyectos europeos: Eumargins y Yougang. La metodología consistió en 30 entrevistas en profundidad a jóvenes adultos inmigrantes de diferentes orígenes (no sólo América Latina); entrevistas de seguimiento biográficos con algunos de los informantes de las etapas anteriores (incluyendo algunos de los líderes) y una serie de talleres que culminó en un documental y una película de ficción basada en sus experiencias (Eumargins, 2008-11; Yougang, 2.011-13; Genind, 2013-15; Feixa et al 2010; Feixa et al 2011; Romaní, Feixa y Latorre, 2012; Soler, Planas y Feixa, 2014). Nuestro estudio sobre los jóvenes latinos de Barcelona (Feixa et al, 2006) permitió documentar que pese a que sólo una minoría de jóvenes de este origen pertenecían a bandas, en el imaginario colectivo se había establecido una fuerte identificación entre latinos, bandas y cultura hip-hop (de hecho la estética rapera –“ir de ancho”- empezó a confundirse con “ser de bandas”). El estudio también puso de manifiesto la inmensa capacidad de creatividad cultural existente entre estos jóvenes migrantes transnacionales, que estaban construyendo una nueva “latinidad” en Europa. A raíz del estudio, el Ayuntamiento, con el apoyo de entidades como Fedelatina (una federación de entidades latinoamericanas), y el Instituto Catalán de Derechos Humanos, impulsó un diálogo entre las dos principales agrupaciones, que se concretó en la creación de dos nuevas entidades juveniles, reconocidas por la el gobierno autónomo catalán: la Organización Cultural de Reyes y Reinas Latinos de Cataluña (constituida en agosto de 2006) y la Asociación Sociocultural, Deportiva y Musical Ñetas (constituida en marzo de 2007). Una vez legalizadas, las asociaciones querían mostrar que, más allá de los problemas de violencia que los habían estigmatizado, eran capaces de generar propuestas sociales y culturales para el conjunto de la ciudad. La más exitosa fue Unidos por el Flow. En palabras de uno de los Latin Kings participantes en el proyecto: “Ahora estamos unidos, no como enemigos, como si nos hubiéramos conocido de toda la vida ¿sabes? Cuando tú vas ahí no vas como un Latin King y cuando un Ñeta va allí, no va como un Ñeta sino que vamos Unidos por el flow, o sea, vamos a lo que a mí me gusta. Yo me metí en este proyecto porque también estoy montando y como llevo mi propio grupo, entonces, me gusta la música y me gusta esto de la producción musical. Es el proyecto que desde montar una base, desde montar una pista hasta que los artistas puedan cantar y rimar las letras. Y que la letra sean mensajes o críticas constructivas ¿me entiendes?”. Y en palabras de uno de los Ñetas: “Para mí lo importante es que llegue el mensaje. Estoy allí para representar a mi gente. Quiero que llegue al mundo entero. Que puedan ver que estamos juntos, que no todo es guerra y peleas. Todos los inmigrantes luchamos por un mismo propósito. Y el mensaje es que no hay diferencia entre nosotros”. La iniciativa se apoya en cuatro actores colectivos. El primer actor es el Kasal Juvenil de Nou Barris, entidad que gestiona un equipamiento del Ayuntamiento ubicado en una antigua zona marginal convertida en espacio de acogida de varias oleadas migratorias: la interna de los años 60 y la transnacional posterior al 2000. El Kasal tiene vocación comunitaria: es municipal pero está gestionado por una entidad privada comprometida con el movimiento cívico del barrio, muy combativo desde fines del franquismo, agrupado en torno al Ateneu Popular de Nou Barris (entidad intergeneracional pero con fuerte protagonismo juvenil). El segundo actor es la Organización Cultural de Reyes y Reinas Latinos de

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Cataluña, versión local de la Todopoderosa Nación de los Reyes y Reinas Latinos (ALKQN en sus siglas en inglés), de los que ya hemos hablado. El tercer actor es la Asociación Sociocultural, Deportiva y Musical Ñetas, versión catalana de la Asociación Ñetas pro Derechos del Confinado, fundada en Puerto Rico por un militante independentista en los años 70 para defender los derechos de los presos, saltando luego a las calles de Nueva York y de allí a otros enclaves de los Estados Unidos y de América Latina. Aunque en los Estados Unidos Latin Kings y Ñetas tienden a ser grupos aliados, cuando llegaron a Ecuador se produjeron algunos altercados que los convirtieron en supuestos enemigos. El cuarto actor son otros jóvenes del barrio, no necesariamente latinos ni miembros de estas agrupaciones, como una joven gitana nadida que canta flamenco, y un rapero nigeriano llegado hace poco a Barcelona, que participa del proyecto mientras busca trabajo e intenta regularizar sus papeles. El proyecto se basó en los principios de la investigación participativa, incluyendo una técnica de terapia de grupos –denominada refleacción– tendente a la resolución de conflictos a través de la música (surgida en las favelas de Brasil en torno al hip-hop intercultural). Fue madurando a partir de la interacción entre los animadores que creyeron en él y lo impulsaron inicialmente, los jóvenes de la asociación Ñeta y de la nacion king, algunas entidades que dieron su apoyo material y moral (el Kasal de Roquetes, el Casal de Prosperitat, el Ateneu), y otros “compañeros de viaje” que colaboraron puntualmente, como algunos académicos, artistas y militantes políticos. Los contactos iniciales se establecieron a fines de 2005, en un clima todavía de gran suspicacia entre ambos grupos. El punto de inflexión fue un concierto que tuvo lugar en el Ateneu Popular de Nou Barris en junio de 2006, en el que participaron medio millar de Latin Kings y Ñetas que acabaron bailando juntos un rap gritando “paz, paz”, sin que se produjera ningún incidente. Ello convenció a los educadores de la posibilidad de proponer un proyecto colectivo que involucrara a ambos grupos. El proyecto se formalizó a fines de 2006 pero paradójicamente no recibió ninguna subvención institucional y tuvo que acudir a una financiación privada a cargo de una discográfica (K Industria Cultural), en la que colaboran reputados artistas alternativos como Manu Chao y la Mala Rodríguez. La discográfica se hizo cargo del equipo de formadores (técnicos de sonido, músicos, profesores de baile y teatro), además del proceso técnico de elaboración del disco. La creación de las canciones fue un complejo proceso de interacción entre la inventiva de los jóvenes participantes en los distintos talleres (las letras y la base melódica son suyas), los recursos técnicos aportados por los formadores, y un posterior proceso de producción y masterización a cargo de la productora. Algunas canciones contaron con la colaboración de músicos profesionales como uno de los componentes del grupo catalán Dusminguet. A los jóvenes les costó entender que cumplir con el objetivo requería un intenso trabajo, con clases y ensayos semanales, y muchos abandonaron, pero otros siguieron y se fueron incorporando nuevos y entusiastas chicos y chicas de procedencias diversas. El producto final, presentado públicamente y a los medios de comunicación en la Casa de América de Madrid en diciembre de 2007 y en el CCC de Barcelona en enero de 2008, fue un CD que contiene 16 canciones con ritmos hip-hop, rap, reaguetton, con algún toque de flamenco, cumbia, salsa e incluso de música electrónica. Aunque como es lógico la calidad de las

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canciones sea desigual, el nivel general es notable, y la que da nombre al proyecto es un ritmo pegadizo que combina raps individuales con coros, y que en su momento incluso generó la ilusión de competir como candidata a ser el representante español de Eurovisión. Además de la música, se produjo un libro multimedia que, además del CD, incluye la crónica de la experiencia, relatos biográficos y fotos de los protagonistas, textos académicos, dibujos rompedores, amén de un DVD documental donde se visualiza la experiencia. El tercer resultado del proyecto fue una representación teatral –Más que tres: teatro cultural de hip-hop– creada colectivamente por los propios participantes, con la asesoría de una directora colombiana comprometida con el teatro comunitario, en la que los jóvenes dramatizaban su experiencia migratoria, desde el viaje inicial y los riesgos de la clandestinidad, acabando haciéndose fotos ante la estatua de Colón y estableciendo un diálogo con el conquistador y de paso con la sociedad de acogida. La cuarta pata del proyecto se centró en la cultura digital, con la creación de una página web, de un espacio en Youtube, de foros de contacto entre los miembros de la asociación, e incluso de descargas de politonos para teléfonos móviles. El libro fue presentado apoyado en una campaña de prensa: la principal agencia de noticias española –EFE– distribuyó el evento por todos los medios; uno de los programas musicales de mayor solera –Radiópolis– le dedicó una de sus emisiones, y el suplemento de tendencias de El País publicó una elogiosa crónica de la experiencia. ¿Cuál fue el impacto de la iniciativa en la cultura juvenil? Desde un punto de vista interno, los jóvenes se sintieron protagonistas, pero su compromiso fue irregular y necesitaron el apoyo más o menos regular de los educadores; el objetivo de crear espacios profesionales –que permitieran a algunos convertir la formación recibida en medio de ganarse la vida como cantantes, DJs, etc.– sólo se concretó en un caso, aunque se hicieron algunas giras. Desde un punto de vista externo, la iniciativa tuvo una gran repercusión mediática y ayudó a que la imagen de las bandas latinas en Barcelona mejorara, aunque cada vez que pasaba algún suceso trágico volvían las imágenes estigmatizadoras clásicas. Desde el punto de vista del producto cultural, se demostró que la falta de profesionalidad no tenía por qué ir reñida con la calidad: el disco no fue un gran negocio, pero tampoco un fracaso comercial. Desde el punto de vista organizativo, se constituyó la Asociación UPF, presidida por un joven latino que era de ningún grupo, pero su actividad quedó aletargada tras la marcha del educador que estuvo detrás desde el principio, y el traslado de la sede a otro local en el centro de Barcelona, con un teatro de formato reducido en el que se querían hacer actuaciones teatrales y musicales. Quizá la principal repercusión se dio en el plano simbólico: los jóvenes se empoderaron de su imagen a través de la cultura, contribuyendo significativamente a gestionar mejor los conflictos internos –por ejemplo, entre Ñetas y reyes– y sobre todo las tensiones con la sociedad de acogida. Por último, merece destacarse que proyecto tuvo una dimensión europea y transnacional no desdeñable: en otra ciudad europea con presencia de Latin King y Ñetas –Génova, en Italia– se llevaron a cabo iniciativas paralelas, impulsadas en este caso por un centro social ocupado y por la misma universidad. Y en Ecuador –tierra de origen de muchos de los protagonistas– lo sucedido en Barcelona facilitó un cambio en las políticas de “mano dura” hacia las bandas, permitiendo la constitución de la corporación de reyes latinos de Ecuador, que fueron recibidos por el mismo presidente Correa. Incluso

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en Madrid se dieron cuenta de que las políticas meramente policiales que estaban aplicando no estaban dando buenos resultados: invertir en cultura es casi siempre más rentable que hacerlo en seguridad, como forma de prevenir la violencia y favorecer la inclusión social. Pese a sus buenos resultados y su impacto mediático, social y político, la investigación tuvo un final algo amargo: a fines de 2008, cuando el proyecto estaba en un momento álgido, se presentó otro más ambicioso en la convocatoria I+D+i para dar continuidad al mismo, pero fue denegado con argumentos discutibles. El Ayuntamiento de Barcelona dejó de apoyar el estudio, surgieron conflictos internos dentro de las pandillas y entre los investigadores, y el equipo se desintegró. Con el inicio de la crisis, la situación de los jóvenes migrantes empezó a empeorar, al no tener acceso al mercado de trabajo. La sentencia de la audiencia de Madrid declarando asociación ilícita a los Latin Kings sentó un precedente, que con la reforma del código penal de 2010 se convirtió en lugar común, al introducir las figuras de grupo criminal y asociación criminal, simplificando los criterios para aplicar tales tipos, que en la práctica totalidad de las ocasiones se aplicarán sólo a las bandas latinas y casi nunca a las autóctonas. (8) Con el cambio de gobierno en Cataluña la línea preventiva de los Mossos de Esquadra también se acabó, empezándose a aplicar una política de mano dura, centrada en macrorredadas constantes, en un tratamiento penal sistemático, y en la reducción cuando no la eliminación de los programas sociales, situación que dura hasta hoy (Feixa, 2014). 3.2. ¿Una Generación Indignada? Espacio, poder y cultura en los movimientos juveniles de 2011 (GENIND) Young people’s struggle to attain freedom from want often allows them to achieve freedom from fear. From more or less spontaneous street riots and protests in Mozambique, Senegal, Spain, Chile, Greece, UK and the USA to the revolutions in Tunisia, Egypt and Libya, this generation in waithood appears to be losing fear and openly defying dictatorships, autocratic governments and political repression (Honwana, 2012).

(8) La Reforma de la Ley del Menor de 2007 preparó el terreno, al introducir la pertenencia a “bandas” como agravante en la comisión de delitos.

La cita que abre este capítulo, de la profesora mozanbiqueña Alcinda Honwana, permite emplazar la repercusión para la investigación en ciencias sociales que los movimientos políticos encabezados, fundamentalmente, por jóvenes de procedencias sociales heterogéneas en cada uno de esas “geografías de la indignación”. El descontento de las generaciones jóvenes hacia las políticas sociales impulsadas por organizaciones transnacionales favoreció la emergencia de formas de protesta insólitas desde hacía años. La Generación Ni-Ni se convertía súbitamente en Generación Sí-Sí-Sí. Los jóvenes indignados dedicaban su tiempo para un compromiso político que causaba sorpresa entre los investigadores en ciencias sociales. Así, más allá de sus dilemas estratégicos y de sus errores tácticos, los movimientos sociales y políticos desde el ya lejano 2011 se han convertido en uno de aquellos “objetos culturales” que Lévi-Strauss consideraba “buenos para pensar”. Cuestiones como ¿qué tienen en común todos estos movimientos?; ¿cuáles son las extrañas galerías que conectan sus actores, motivaciones y propuestas?; o ¿qué lecciones plantean a nuestras sociedades democráticas?, se situaban en las agendas de investigación. En esta línea, el proyecto Genind, bajo el impulso del Centro de Investigación sobre Juventud y Sociedad de la Universidad de Lleida (actual Jovis), animaba

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a aportar luz sobre la naturaleza, tomando el caso español como punto de referencia, a través de un trabajo comparativo con las movilizaciones en otros cuatro países del área mediterránea (Portugal, Italia, Grecia, Egipto), y con otros referentes internacionales donde también hubo movilizaciones (Inglaterra, Estados Unidos, Chile, Brasil). A diferencia de otros tipos de proyectos de investigación similares Genind contaba con el trabajo etnográfico realizado durante años por miembros del equipo en movimientos sociales y políticos protagonizados con jóvenes, con el objetivo de pensar colectivamente formas teóricas y metodológicas adecuadas para posteriores investigaciones en el ámbito de la participación y activismo juvenil. Sin embargo, al mismo tiempo, animaba a la participación en ese proceso de reflexión teórica a miembros de los diferentes colectivos juveniles que participaron en los movimientos de protesta pero, a un tiempo, también científicos sociales. De esa manera, el proyecto ha facilitado una co-construcción teórica entre investigadores y activistas, situando a los jóvenes no sólo como sujetos de investigación, para conseguir contrastar los elementos constituyentes de tales movimientos, sus aspectos innovadores y continuadores respecto a movimientos anteriores, así como su impacto en la juventud y en la sociedad. Como primera conclusión, y de manera general, podemos afirmar que desde las semánticas y gramáticas políticas generadas en los espacios centrales de numerosas ciudades del planeta se pre-figuraron nuevas maneras de entender la política, la ciudadanía y el activismo político que han cristalizado y diseminado entre el resto de ciudadanos. El punto de partida de Genind fue asumir que son los cambios socioeconómicos, políticos y culturales en las postrimerías del siglo XX los que han modificado la trayectoria vital de los categorizados como jóvenes en el sistema-mundo. Los afectados, especialmente jóvenes, por su precaria situación económica constituyen formas de sociabilidad totalmente nuevas para las que no encuentran prototipos en generaciones anteriores. En el mundo laboral, puesto que los cambios reconocidos como efecto de la globalización han transformado en todas partes la mano de obra, disminuyen sus posibilidades de empleo (Sennett, 1998). Respecto de esta última dimensión, si bien ciertos procesos de homogeneización asociados a la globalización parecen producir similitudes supranacionales en las respuestas políticas, al mismo tiempo, el contenido específico de la categoría a partir de las realidades locales afianza diferencias en estas respuestas. Estas creaciones permiten establecer formas de relación similares en zonas muy distantes del planeta, afectadas por el flujo cultural global, incidiendo en las morfologías y en las dinámicas de los procesos políticos locales. De esa manera, se formularon cuestiones e hipótesis de trabajo para interrogar a los datos etnográficos de cada uno de los investigadores o grupos de investigación del proyecto en la misma dirección. (9) Como es de dominio público en estos momentos ese contraste entre la “nueva” y “vieja” política se ha convertido en uno de los debates académicos más significativos para obtener contenidos a esas dos maneras de entender y practicar la política en España. Además, el debate ha transcendido a la primera línea de los debates políticos sobre todo con la irrupción del grupo político Podemos a escala nacional y de las CUP a nivel catalán, orientando opciones electorales y pactos entre grupos políticos.

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Significativamente, en el primer encuentro de investigadores realizado en Lleida en la primavera de 2013, una primera conclusión del análisis comparativo sugería que la anteposición a escala global de diferentes maneras de hacer política –la ‘nueva’ frente a la ‘vieja’ (9)– corresponde a una eclosión en las esferas públicas de los respectivos países de un ‘choque generacional’, es decir, entre jóvenes y su generación ascendente, aunque en muchos casos con un pacto intergeneracional entre jóvenes e integrantes de la llamada tercera edad. Así, se constataba la existencia de una cierta intergeneracionalidad en los órganos asamblearios de los diferentes movimientos de protesta (juvenil), incorporando, por tanto, la memoria de la práctica política de generaciones anteriores en estos movimientos. Así,

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se apuntaba a la posibilidad de transformación del ‘malestar ciudadano’ en una fuerza política activa –cuyo rango no podría ser valorado a ciencia cierta como consecuencia de la falta de perspectiva histórica hasta el momento– pero que indicaba ciertos ‘movimientos de fondo’ en la articulación política de la ciudadanía en relación a nuevas formas de contestación al orden social y político establecido. Sin embargo, Genind proponía también un reto metodológico fundamental. ¿Cómo trabajar con datos provenientes de tan dispares situaciones sociales y campos de disciplinas dispares? Se abrían varias posibilidades: utilizar el método de casos extendidos (Buroway, 1998; 2007), entender los datos etnográficos como un trabajo a partir de la llamada etnografía multisituada –aunque en sentido estricto es ese un método que debería ser aplicado por un sólo investigador– (Hannerz, 2003) o proponer un trabajo meta-etnográfico (Britten et al., 2002). Como horizonte general, el método escogido fue el meta-etnográfico que permite una síntesis cualitativa de los datos empíricos proponiendo un enfoque interpretativo más que agregativo. Se trata de utilizar el principio de la “traducción recíproca” de los significados de un caso buscando ese significado en otros casos. Cuando usamos el término “síntesis”, nos referimos al proceso de sintetizar los datos de los diferentes investigadores para generar ‘temas’ (meta-códigos/metáforas) que tienen un significado a nivel transnacional. Sin embargo, esta síntesis no reemplaza el análisis de los diferentes investigadores sino que proporciona una capa adicional de análisis que se puede presentar como el valor añadido de la realización de varios estudios de caso en un gran número de contextos. Los estudios de casos, por lo tanto, pueden ser únicos en cuanto a su ubicación geográfica, la sustancia o la naturaleza del activismo de los involucrados. Sin embargo, con el fin de facilitar el análisis transnacional, se estableció un procedimiento común para el análisis de los datos a través de un proceso de co-colaboración entre todos los miembros del grupo de investigación del proyecto, del campo a la mesa de análisis. De esa manera, el proyecto ha trabajado con cuatro campos principales de clasificación de los datos para establecer luego los meta-códigos para el trabajo de comparación etnográfico. Estos campos obedecen a distintas dimensiones del activismo político juvenil que han permitido establecer marcos teóricos y metodológicos, así como campos de indagación específicos para investigaciones y tesis en curso de distintos miembros del equipo de investigación (10). De forma resumida estas dimensiones son: 1. Geografías e historias de la generación de los movimientos intentando establecer dialécticas que tengan en cuenta los referentes tanto particulares como globales. 2. Imaginarios y representaciones emanados tanto de los medios de comunicación como desde el interior de los propios grupos. (10) En ese sentido, podemos citar el concepto de evento cronotópico para designar acciones masivas realizadas en tiempos y espacios específicos, apareciendo como representaciones culturales complejas que permiten a los participantes expresar sus mensajes simbólicos a las audiencias mediante la creación de una asamblea en el que se produce y experimenta como un ritual. Se trata de un concepto aparecido a partir de un trabajo meta-etnográfico (Feixa, Sanchez y Nofre, 2014).

3. Discursos y redes teniendo en cuenta tanto las ideologías como las formas de organización de las asociaciones políticas juveniles. 4. Gramáticas y actores implicados en los movimientos dónde se establecen las dimensiones sociales –interseccionalidades identitarias– de los jóvenes implicados y los códigos culturales que usan para sus expresar discursos políticos en las diversas actividades políticas. Después de este recorrido, pretendidamente evaluativo de Genind, y a modo conclusivo podemos considerar que el conocimiento interdisciplinario – incluyendo la propuesta de co-construcción de este conocimiento desde y con los propios agentes– combinado con aportaciones de distintos espacio-

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tiempos juveniles constituye un valor añadido para las investigaciones sobre juventud. De esa manera, los llamados Estudios de Juventud dónde tradicionalmente se han cruzado perspectivas que tienen en cuenta tanto el trabajo social con jóvenes, las políticas públicas como la investigación básica sobre juventud, se ve ampliado con perspectivas otras procedentes de la significativa presencia de los jóvenes.

3.3. Ser joven en los países árabes mediterráneos (SAHWA) Queridos medios occidentales, si soy un egipcio anti-islamista, visto polos y escucho a Bon Jovi, eso no significa que sea liberal. (“TheBigPharaoh@”, 2012). Si en los casos antes presentados estábamos frente a una internacionalización de los estudios de juventud a partir de la manera de acercarse a el objeto de estudio –esto es el activismo político juvenil– desde tradiciones académicas aparecidas en el contexto español, la presentación del proyecto Sahwa permiten ilustrar cómo los grupos de investigación e investigadores de los estudios de juventud en España participan en proyectos transnacionales (11). La observación realizada por un conocido avatar de Twitter egipcio que abre el apartado, muestra una de las motivaciones para la investigación que propone el proyecto Sahwa (12): la sorpresa que causó entre los académicos en el año 2011 la participación masiva de jóvenes árabes en las protestas políticas en el Norte de África y Oriente Medio. Esta puede ser una de las razones por las cuáles en la investigación sobre Oriente Medio y el Magreb, la pertinencia de los estudios sobre juventud ha saltado como un elemento fundamental en las agendas de investigación debido a la sorpresa provocada por su participación en la llamada “Primavera Árabe” y por el protagonismo juvenil en los movimientos yihadistas transnacionales. Las causas de estos fenómenos había que buscarlas en las condiciones de vida de los jóvenes árabes, convirtiendo a la juventud en un tema relevante para entender la situación social, económica y política en los países árabes, y para la política exterior de las agencias gubernamentales europeas. Sin embargo, se apreciaba una carencia en relación a investigaciones en las cuáles la juventud fuera el foco y no una mera variable.

(11) El marco general de los proyectos europeos y su impacto en los estudios sobre la juventud puede seguirse en el artículo de Gaviria en este monográfico. [Nota de los Coordinadores].

Por otro lado, un segundo asombro inundó las agendas de investigación. Los perfiles de los protagonistas de las revueltas no eran los esperados por los investigadores especialistas en el área. De hecho, el compromiso político juvenil durante los años previos a las revueltas se centró en lo que se definió como “sospechosos habituales”. Es decir, los jóvenes que participaban en organizaciones no gubernamentales y organizaciones benéficas seculares o religiosas, por lo general de clase media. Sin embargo, en los levantamientos destacó la presencia y el compromiso político de sectores socialmente marginados y en particular de jóvenes procedentes de barrios pobres (Knickmeyer, 2011; Alwazir, 2012; Sánchez García, 2014; Poupore, 2014).

(12) El proyecto resultó evaluado positivamente y, por tanto, financiado por la Unión Europa en el marco del Seventh Framework Programme for Research, Technological Development and Demonstration.

En las sociedades árabes del Mediterráneo, hasta la primera década del siglo XXI, la juventud era una variable fundamental en los análisis sobre la educación, el empleo, la política, el género, la política o la movilidad. Sin embargo, pocas obras se produjeron focalizando como variable de investigación explicita explícita en los países árabes del Mediterráneo

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desde dónde explicar los cambios sociales que se estaban produciendo. En ese sentido, investigadores procedentes de diferentes disciplinas dentro de las ciencias sociales, sostenían –y sostienen– un punto de vista crítico hacia esa carencia de una perspectiva desde los Estudios de Juventud en la construcción de la juventud en el mundo árabe como categoría en los discursos y proyectos académicos y políticos. Son autores que exigen atención a la cultura material de la juventud, la negociación del espacio juvenil, las relaciones de género, la participación económica y política, y la construcción de la realidad social por los jóvenes (13). Así, Sahwa se nutre de la existencia previa a los sucesos del 2011 de una tradición Estudios de la Juventud en contextos árabes y/o musulmanes que nos permite abordar la compleja dinámica de la construcción social de la juventud, sus oportunidades y sus aspiraciones. Estos reveladores datos exigen, en una agenda de investigación de la juventud árabe, desmantelar la representación metonímica y dicotómica de los chicos y chicas árabes intentando focalizar en las culturas juveniles árabes a partir de la tradición de los estudios de juventud. Eso es lo que el proyecto Sahwa pretende. Una aproximación a las experiencias, performatividades y saberes de los jóvenes árabes a partir de un método combinado para la obtención de datos cuantitativos y cualitativos. De esa manera, el proyecto Sahwa parte del ánimo metodológico de la aplicación combinada de un marco asentado en los estudios de juventud junto con una perspectiva fundamentalmente situada. Esto es, lo que Donna Haraway (1988) definió como “conocimiento situado”: un enfoque que nos permite una descolonización del conocimiento establecido sobre las realidades diferenciadas de las realidades occidentales que, en este caso, dialoga con lo que se ha definido como estudios decoloniales que permite un fructífero encuentro para los estudios de juventud abriendo nuevos caminos teóricos y metodológicos (14). (13) Aunque con diferentes orientaciones teóricas y procedencias diversas, entre otros podemos citar a Assaad, Roudi-Fahimi, Meneley, Schielke, Konig, Peterson, Sukarieh, Tannok, SalehiIsfahani, Dhillon, Haenni, Al-Momani, Roudi, Deeb, Swedenberg o Singerman. (14) En ese sentido, un buen ejemplo de este diálogo creativo y enriquecedor para los estudios de juventud tradicionalmente asentados en contextos occidentales, es la conceptualización de la transición a la vida adulta y de los propios jóvenes situados en ese espacio social liminal como “adult-waithood”. Se escapa del alcance de este artículo una discusión sobre el concepto que considera, además, un espacio social que facilita la creatividad pre-figurativa de los jóvenes durante ese período para reclamar su “juvenibilidad”. Se trata de un concepto alternativo a los conocidos adultez emergente o joven-adulto. Pueden consultarse para el debate Sánchez García (2009), Singermann (1995, 2007) y Honwana (2012).

Dado el carácter transnacional e interdisciplinario, se consideró necesario adoptar un método mixto, combinando datos estadísticos cuantitativos y datos cualitativos procedentes de diversas aplicaciones de técnicas etnográficas sobre el terreno. Esa orientación permitiría, además, combinar la perspectiva macro (cinco países árabes del Mediterráneo en su contexto regional específico) con el micro (sus respectivos contextos locales y nacionales). Sin embargo, la recogida de datos se está llevando a cabo por separado, ya que el objetivo del proyecto es que el marco teórico-metodológico que produce las preguntas de investigación, similares en ambas formas de recogida de datos y los análisis posteriores, se llevarán a cabo en un método coordinado y combinado. S ahwa ha producido un proceso de investigación mixto aplicando a la recogida de datos métodos cuantitativos y una variedad de métodos cualitativos (entrevistas narrativas, grupos focales, observación participante y métodos virtuales en línea) para responder a las mismas preguntas de investigación. El uso de este método permite, a un tiempo, la captura de algunos patrones más generales y co-construir conocimiento desde los propios jóvenes de dos maneras. En primer lugar, recogiendo las voces de jóvenes árabes e integrar en los diferentes equipos de investigación a jóvenes investigadores de las distintas localizaciones. Eso permitirá una comprensión de las formas de vida, estilos, valores, estrategias, representaciones y prácticas que los jóvenes están

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proponiendo para hacer frente a su realidad social, con el fin último de aportar ideas y propuestas para reorientar las políticas activas de jóvenes en el nivel micro. Además, el enfoque propuesto permite aplicar un sentido de complementariedad entre las tendencias generacionales y las trayectorias individuales. Ciertamente el uso de un método mixto implica ciertas oportunidades cuando se trata del análisis de datos de campo. La parte cuantitativa de la investigación nos dará una base firme cuando se habla de tendencias generales. De esta manera, los resultados estadísticos serán utilizados en diferentes niveles de precisión para validar el proceso de investigación y los resultados de los estudios cualitativos y viceversa. El objetivo es tanto comparar los estudios nacionales como identificar variaciones y conclusiones entre ellos susceptibles de utilización en los análisis de las diferentes estrategias y formas de enfrentarse a las presiones sociales y culturales que sufren los jóvenes. Al final del proyecto –después de haber accedido a todo el material empírico– también tendremos la posibilidad de dibujar un panorama más general y global de la situación de la juventud en los países árabes del Mediterráneo, sin perder de vista situaciones concretas recogidas con técnicas cualitativas. Así, la ventaja de utilizar una combinación de métodos cuantitativos y cualitativos es, por un lado, tener la posibilidad de responder a las preguntas cuantitativas clásicas “cuánto” y “cómo”; y, por otro lado, estar en situación de profundizar en cuestiones específicas relacionadas con la percepción de los jóvenes de su propia realidad. Será en el análisis final, en la mezcla de lo cuantitativo y lo cualitativo, cuando podremos estimar cómo las variables socioeconómicas, rural/urbano, de género, ideológicas, familiares o étnicas afectan y se correlacionan con las actitudes hacia los planes de futuro, las aspiraciones y los estilos de vida de los jóvenes árabe-mediterráneos. La estrategia de investigación ha diseñado un método de análisis basado en clusters. Es decir, la agrupación de los datos recogidos en temas pero de forma más significativa, a través de categorías conceptuales utilizadas por los jóvenes en el transcurso de las entrevistas en profundidad o en los grupos de discusión. Eso asegura el uso de metáforas comunes a los distintos estudios de casos locales que permitirán establecer marcos referenciales teóricos para la interpretación de otros casos particulares relacionados con el contexto en que se desarrolla la investigación. La investigación en curso está mostrando cómo de significativo es acercarnos a los jóvenes del Mediterráneo árabe usando categorías conceptuales saturadas de significados locales recogidas empíricamente. En las investigaciones que estamos llevando a cabo, la condición juvenil se revela como una categoría atravesada por un conjunto de intersecciones –transaccionalidades del poder en el lenguaje epistemológico del sur–entre clase, género, etnia que se unen a categorías construidas en las propias relaciones sociales entre los jóvenes propias del universo de investigación. Así, la legitimidad de la aplicación en estos contextos y otros contextos de una perspectiva arraigada en los Estudios sobre la Juventud, pasa por entender que es necesario que al analizar las experiencias concretas vividas por poblaciones juveniles en mundos contemporáneos, también debemos prestar atención a las diferencias que la construcción categorial de la juventud presenta. Es preciso, entonces, al iniciar un proyecto de investigación sobre juventud considerar las transaccionalidades identitarias

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de género, clase social, espacios sociales, etnias y las producciones y representaciones culturales que se producen en cada medio social para producir su propia juventud.

4. ¿Hacia dónde vamos? Tendencias de futuro De las investigaciones recientes y en curso podemos extraer algunas orientaciones para las investigaciones futuras. En primer lugar, la concepción de los jóvenes como agentes activos que contribuyen a la producción, reproducción y transformación de los valores culturales, normas y significados de la sociedad en que viven. Eso implica el uso de enfoques centrados en las dinámicas contemporáneas de producción, consumo y participación de los jóvenes en sus actividades culturales y simbólicas. El objetivo es permitir comprender cuán diferentes son las personas clasificadas como jóvenes, cómo negocian, dan sentido y manejan las limitaciones y oportunidades relacionadas con su posición estructural. Es una perspectiva que se centra en el cambio en los valores, las subjetividades y las formas de expresión cultural de los jóvenes en un momento de aceleración del tiempo social (Leccardi, 2012). Por último, pero no menos importante, este enfoque presta especial atención a la cuestión clave de la diferencia. Su objetivo es describir cómo las diferencias relacionadas con el género, la clase, la etnia, la religión o la orientación sexual hacen que las expresiones culturales de los mundos juveniles deben ser analizadas a través de una visión interseccional. De esa manera, no podemos dejar de lado el papel crucial de la agencia juvenil en la creciente incertidumbre que caracteriza a las sociedades complejas. Por eso, como marcos referenciales deberían ser tenidos en cuentas las tendencias a la prolongación, fragmentación e individualización del proceso de transición a la edad adulta, más allá de las especificidades locales y las diferencias sociales y culturales. Es necesario trabajar con conceptos que tengan en cuenta la convergencia de los elementos estructurales y políticos que enmarcan la transformación contemporánea de la juventud. En el mundo actual, los jóvenes se ven obligados a dar sentido a su presente (en relación a su experiencia pasada) y proyectarse hacia el futuro, para averiguar sus posibles trayectorias de vida, en contextos dónde los marcadores institucionales de la transición a la vida adulta son borrosos, y donde la posibilidad misma de hacer proyectos a largo plazo es débil. Las biografías juveniles ya no se adhieren a los modelos lineales de transición y están cada vez menos inspirados por narraciones arraigadas en la tradición, o alimentadas por la transmisión intergeneracional de valores e imaginarios. Los jóvenes están desarrollando sus propias estrategias para afrontar su vida cotidiana y construyendo sus propios proyectos biográficos sobre la base de los recursos culturales disponibles, luchando por co-construir la posibilidad de controlar su propio mundo social. Es necesario, por tanto, que los Estudios de Juventud en las próximas décadas contemplen estos marcos estructurales para avanzar en la dirección correcta. (15)

5. Conclusiones

(15) Ver el articulo de Casal, García y Merino en este monográfico.

La implicación que para los estudios de juventud proponen los referentes epistemológicos mixtos como el del proyecto Sahwa, es la de producir marcos conceptuales enriquecidos a partir de un dialogo establecido entre los teóricos postcoloniales, los teóricos de la juventud y los datos empíricos.

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Esa combinación permite realizar contribuciones significativas para nuestra comprensión de las formas identitarias emergentes, desde contextos no occidentales, en un tiempo de cambio social y cultural, también en los mundos juveniles occidentales. Estos marcos teóricos y metodológicos nos sitúan más allá de los paradigmas reductivos y permiten dar sentido a las nuevas identidades, subjetividades descentradas y culturas hibridas características de la contemporaneidad (Spivak, 1988; Bhabha, 1990; Gilroy, 1993). Este dialogo permite conceptualizar las respuestas a los cambiantes procesos identitarios de los jóvenes percibiéndolos como un conjunto de narrativas dispersas a través de una multiplicidad de relaciones de poder. Además, la integración de jóvenes en los propios equipos de investigación permite el diseño de métodos co-participativos como el propuesto por Genind. En ese caso, el compromiso político de algunos integrantes de los equipos de investigación nos proporciona la capacidad de descubrir importantes cuestiones empíricas y generar conocimientos teóricos críticos, no accesibles a través de métodos objetivistas tradicionales. Como señalamos en la introducción de este artículo, los estudios de juventud han dejado de ser un campo marginal en la investigación social española pero, al mismo tiempo, como investigadores no podemos dejar de estar atentos a aportaciones de otras disciplinas que permiten enriquecer el campo y, en última instancia, comprender mejor los mundos juveniles que pre-figuran la sociedad del mañana (Leccardi, 2012). REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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DOCUMENTOS

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Antonio Ariño Villarroya, Universitat de València

La investigación sociológica sobre los estudiantes universitarios en España

En España la investigación sociológica sobre el estudiantado universitario se remonta a los años cuarenta del siglo pasado. Este artículo efectúa un recorrido por las distintas etapas y concluye con los desafíos que enfrenta el análisis social en la actualidad. Durante este periodo, en estrecha relación con las transformaciones estructurales de la propia universidad, cobran especial importancia los asuntos relativos al acceso, su expansión y democratización, a la creciente diversidad del estudiantado y a su fragmentación en universos académicos y socioculturales diferentes. Entre los retos de futuro se halla la inserción de la investigación en una perspectiva comparativa internacional.

Palabras clave: Juventud, educación, estudiantes, universidad, España.

1. Introducción Para trazar el pasado de la investigación sobre la condición estudiantil, como vamos a ver, hemos de remontar la mirada setenta años atrás. En ese momento, en concreto, en el curso 1945-1946, en las doce universidades españolas de la época, había 35.277 estudiantes matriculados; en el curso 1961-1962 eran 64.000, pero, a final de siglo, en el curso 19992000, habían alcanzado lo cota máxima, por ahora, de 1.587.055. Desde entonces, en los últimos cursos, se asiste a un proceso de lenta reducción como consecuencia del acceso a la Universidad de las cohortes de menor tamaño, posteriores al baby boom, sumando, en el curso 2014-2015, un total de 1.529.530 estudiantes entre titulaciones de grado, de máster y doctorado. Pese a que la tasa estudiantil viene creciendo año a año, se está produciendo una contracción del volumen total de la matrícula. Esta expansión tan espectacular de la demografía universitaria, desde los 35.000 estudiantes hasta el millón y medio, refleja la importancia que la educación superior ha adquirido en este periodo y no puede ser desconectada de los profundos procesos de modernización y transformación de la sociedad y la economía españolas. Los guarismos desnudos, sin embargo, pese a su impacto, no dan cuenta cabal de las transformaciones que también experimentó la propia universidad y la comunidad estudiantil. Estas han sido objeto de numerosos estudios, que han tratado de analizar, con mayor o menor rigor y amplitud, los rasgos más relevantes; se han realizado encuestas de opinión y, sobre todo, se han investigado aspectos relacionados con la composición social y con la experiencia y la trayectoria de los estudiantes por las aulas universitarias.

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Este trabajo se propone efectuar un repaso por las principales investigaciones y publicaciones realizadas desde el comienzo del franquismo hasta la actualidad y concluir con una reflexión sobre los desafíos que enfrenta la sociología del estudiantado, en el momento presente. Por ello, el texto se estructura en 5 apartados, de desigual extensión: el primero considera el momento fundacional de los estudios sociológicos sobre el estudiantado universitario (años cuarenta); después se observa la importancia de la universidad y de los movimientos estudiantiles en la deslegitimación del régimen franquista y el papel, en dicho momento, de las encuestas sobre opiniones y actitudes. En la transición democrática y durante el despliegue de una agenda de modernización, creció el interés por la demanda, los perfiles de la matrícula y la relación con el mercado de trabajo; progresivamente, la sociología del estudiantado universitario fue adquiriendo mayor relieve, experimentando un proceso de institucionalización tanto como de fragmentación en temáticas muy dispersas en el horizonte de una constante internacionalización. El último apartado esboza los retos y líneas de investigación que se abren para el próximo futuro.

2. El nacimiento de la sociología del estudiantado universitario en España (1) El 29 de julio de 1943 se aprueba la Ley sobre Ordenación de la Universidad española que regula la enseñanza superior de acuerdo con los principios del régimen franquista: “educar y formar a la juventud para la vida humana, el cultivo de la ciencia y el ejercicio de la profesión al servicio de los fines espirituales y del engrandecimiento de España”; el artículo 15 crea la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, que comenzaría las clases en febrero de 1944. También en 1943 se creó el Instituto Balmes de Sociología, dentro del CSIC, centro que inició ese mismo año la publicación de la Revista Internacional de Sociología.

(1) El contexto político y académico de estos estudios, y su impacto en los informes sobre la juventud española, pueden seguirse en el artículo de Zárraga que abre este monográfico. [Nota de los Coordinadores] (2) Fraga y Tena, 1949; 1950a y 1950b.

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Este es el marco en el que Manuel Fraga, a la sazón catedrático de sociología, y Joaquín Tena, profesor de estadística, en la referida Facultad de Ciencias Políticas y Económicas, deciden realizar un ambicioso experimento de investigación social mediante una encuesta a la población universitaria. Se concentran en las universidades madrileñas, distribuyen 12.000 cuestionarios por todos los centros y escuelas especiales y obtienen 941 cuadernos válidos de respuestas. Se trata de la primera encuesta dedicada al estudiantado universitario. Los resultados fueron publicados, de forma muy sucinta y concisa, en tres artículos de la Revista Internacional de Sociología 2). De entre lo publicado, cabe destacar los aspectos siguientes. La encuesta fue contestada por un 92% de varones y un 3,5% de mujeres, produciéndose una infrarrepresentación de éstas, puesto que en la totalidad del universo estudiado representaban ya el 12,7%. A la luz de este dato, los autores comentaban: “No hay duda de que estamos todavía, por fortuna, lejos de un problema feminista en la universidad, como se deduce del análisis de las encuestas contestadas por señoritas, muy femeninas en cada uno de sus detalles” (1949: 36).

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La población estudiantil nacida en Madrid apenas llegaba a un tercio del total; de cada cinco personas que respondieron, solamente una procedía del mundo rural, siendo las capitales de provincia las principales emisoras de estudiantes a Madrid. El 80% tenía entre 18 y 24 años y el 92% se hallaba entre 18 y 28. Tras una somera aproximación demográfica, el estudio se adentraba en el capital familiar: nivel educativo, profesiones y nivel económico de los progenitores. Al estudiar las profesiones del padre, los investigadores agrupaban los datos relativos a profesión liberal universitaria, funcionario y militar, obteniendo que el 50% formaba parte de una categoría de clases medias profesionales; además, un 25% estaba formado por hijos de comerciantes. Por otra parte, el 13,8% eran clasificados como industriales; un 3,0% como labradores y un 1,4% como jornaleros. Ello permitía concluir a los autores que el 90% pertenecía “a nuestra clase media”. En cuanto a las madres, la inmensa mayoría se dedicaba a sus labores: 67,3%. Solo un 2,1% ejercía una profesión liberal. Además, en 6 carreras se producía una gran reproducción social, puesto que las elecciones de hijos e hijas se habían visto influenciadas por la profesión de los progenitores (Derecho, Medicina, Farmacia, Economía y Ciencias Políticas). Ante ello, los autores consideraban urgente la adopción de medidas para corregir dicha situación y para que los hijos de “los proletarios” pudieran llegar en mayor proporción a “los centros de la alta cultura”. En cuanto a las preguntas relativas a las rentas, becas y ayudas, resulta significativo, por elevado, el porcentaje de personas que no contesta. En cualquier caso, se observa que un 3% tiene vehículo propio; un 2,7% motocicleta y un 33% bicicleta; que un 42% dispone de menos de 500 pesetas mensuales, pero un 16% cuenta con entre 701 y 950 pesetas. El porcentaje de personas con becas es muy bajo, de un 6%. Un 15% dedica un número de horas semanales a trabajar en actividades burocráticas, de enseñanza o de negocios para obtener unos pequeños ingresos. Un 18,4% contaba ya con otro título profesional. Un tercer apartado de la encuesta se ocupa de evaluar la vida académica. Según los autores “existe un cierto absentismo de las clases teóricas” y una opinión extendida “sobre su escasa utilidad”. En general, “la opinión sobre el profesorado es hostil: Los resultados confirman nuestra impresión de que en nuestra Universidad no hay realmente problema de profesorado, sino de dedicación del profesorado” porque emplean su tiempo en otras actividades “para una subsistencia normal”; en consecuencia, existe un anquilosamiento de los procedimientos de enseñanza, reducidos al “método catedrático” o de predicación de las asignaturas. Un bloque posterior de preguntas se centra en las prácticas culturales y en las preocupaciones sociales y políticas. De la encuesta surge una imagen de estudiantes activos en lectura, en música y en escucha de la radio; en su mayoría, con preocupación por problemas sociales, económicos y políticos, pero con escaso interés por la política como profesión: solamente un 27% afirma que le gustaría ocupar un cargo político. Especial atención merece la práctica religiosa. Los investigadores hallan lo que consideran un hecho prometedor: el 50% acusa una “piedad elevada”. Por el contrario, detectan con pesar la baja “cultura física y deportiva” y que sólo el 27,2% pertenece a alguna asociación, problemas generales de una sociedad que necesita modernizarse.

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La síntesis de resultados que se ofrece en los tres artículos es muy somera, aunque la información obtenida debió ser extensa y de gran interés. De los datos publicados se desprende el carácter homogéneo y elitista de la población estudiantil universitaria, una categoría social que por su extracción sabe que le están reservados los empleos públicos mejor pagados y las profesiones liberales y accederá a ellos “con el mínimo esfuerzo”. Por su parte, en la interpretación realizada por los autores se combina una lente nacional-católica con otra modernizadora: necesidad de que accedan a la universidad los hijos del proletariado y de que la población estudiantil se socialice en pautas culturales, asociativas y deportivas modernas, si bien en el horizonte del franquismo. Partiendo del mismo cuestionario, Joaquín Tena Artigas realiza en el curso 1950-51 una encuesta por muestreo al estudiantado de la Universidad de Madrid y F. Azorín, otra en el curso 1952/53 a los estudiantes de todas las universidades españolas. También en este caso fue muy sucinta la publicación de resultados, pero permiten atisbar los rápidos cambios que se estaban produciendo. En Farmacia, Derecho y Medicina, ya eran un 54,6% los estudiantes que accedían, por primera vez en la historia de la familia, a cursar estudios superiores. “Ello da idea muy clara –se afirma–de la aportación de sangre nueva a la universidad” (1953: 101).

3. La agitación universitaria y la desafección al régimen franquista A mediados de los años cincuenta, aparecen estudios que cambian de perspectiva, porque también son realizados por profesores de otros centros y con otra formación, y que han de ser interpretados en una clave política nueva: el surgimiento de la desafección al régimen y sus valores tanto entre el profesorado como entre el estudiantado. En 1951, los profesores Francisco Murillo Ferrol y José Jiménez Blanco ensayan en la facultad de Derecho de Granada, de la mano del catedrático Sánchez Agesta, un estudio sobre la existencia y alcance de la “conciencia de grupo” de los estudiantes universitarios. Esta conciencia se explora indirectamente mediante preguntas relativas a la motivación para ir a la universidad, el funcionamiento de la institución, la reacción ante opiniones críticas hacia ella (conciencia de solidaridad) y la actitud para con el resto del estudiantado y del profesorado (en qué medida existe un tipo específico de conducta a seguir dentro del grupo).

(3) Francisco Murillo Ferrol y José Jiménez Blanco, 1958. (4) Un 33% observaba que los profesores no asistían a clase. (5) Ver también Rodríguez Tejada, S., 2009.

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En el curso 1954-1955, aplican el cuestionario a toda la población estudiantil de las cuatro facultades de la Universidad de Valencia (3). Recogen 1.476 cuestionarios y consideraron válidos 1.078. Entre las opiniones obtenidas cabe destacar las siguientes: la mayoría se ha matriculado en la universidad para “adquirir los conocimientos necesarios para ejercer una profesión” (83,5%), considera que la enseñanza es muy teórica (65,1%), que es preciso renovar los métodos (57,6%) (4) y que la condición de estudiante les obliga a defender y ayudar tanto a los compañeros como a los profesores, si lo precisan (5). El cuestionario no permite detectar la existencia o no de un clima político crítico en el interior de la universidad.

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Éste sería precisamente el aspecto abordado en 1955 por el profesor José Luis Pinillos en la Encuesta sobre las actitudes sociales del universitario. Dicho estudio formaba parte de un programa de investigación sobre actitudes sociales básicas del estudiantado universitario iniciado en 1952 en 4 colegios universitarios de Madrid y con 57 alumnas de comunes de la Facultad de Filosofía y Letras. Pinillos utilizó escalas de distintos tipos de actitudes (radicalismo, confesionalismo, etc.) procedentes de un estudio de Eysenck y aplicó a los datos un análisis factorial; halló un 47% de conservadores, un 40% de radicales y un 13 % de indiferentes (Pinillos, 1953). En 1955, el cuestionario fue elaborado ad hoc y se centró en la realidad española. En él se solicitaba la opinión sobre las jerarquías eclesiásticas, los catedráticos de universidad, los políticos, los industriales y los militares; sobre las preferencias por distintas formas de gobierno y sobre el papel de la Iglesia en la sociedad. Se pedían valoraciones sobre la universidad anterior al 36, sobre el papel de la juventud en el futuro y sobre la confianza “en las minorías rectoras del país”. En el avance de resultados que el profesor Pinillos redactó en octubre de 1955 para la Junta de Estudios Jurídicos, Sociales y Económicos del CSIC (Las actitudes sociales en la Universidad de Madrid, 1955), se concluía que “una gran mayoría de los universitarios madrileños considera insatisfactoria la actual estructura socioeconómica del país y el clima cultural reinante”. También un porcentaje muy elevado (82%) valoraba negativamente a las elites dominantes. Esta hostilidad era interpretada por Pinillos como “reactiva” y carente de “una operatividad decidida” para el cambio: “se trata más bien –afirma– de un difuso estado de ánimo disconformista, frenado en sus consecuencias prácticas por miedos colectivos, por ambiciones económicas y, sobre todo, por la carencia de claros ideales constructivos, con visos de viabilidad”. En el resumen final, concluye que “sobre un 44 por 100 de la Universidad de Madrid se halla en abierta disconformidad con la situación socioeconómica, política y cultural del momento (frente a un 38 por 100 del año anterior) y desea un cambio” (en Mesa, 1982: 58-64). Además de este texto, que provocó una gran alarma en el Régimen, el profesor Pinillos redactó un Informe adicional sobre las actitudes sociales de los universitarios que fue entregado por el autor al ministro del ramo, Joaquín Ruiz Jiménez. En dichas páginas, se habla de dos encuestas privadas más, hechas por dos discípulos de Pinillos, cuyos datos son convergentes con los obtenidos previamente: entre un 55% y un 60% de los estudiantes manifiesta actitudes radicales y un 57% carece de sentimientos patrióticos, a los que puede añadirse un 13% de indiferentes (en Carpintero, 2010: 92). Dado el recelo suscitado entre las autoridades políticas y el creciente malestar universitario, el rector de la Complutense, Pedro Laín Entralgo redactó Sobre la situación espiritual de la juventud española, un texto destinado a aplacar el miedo, el furor y la tormenta generados en el interior del Régimen. Pero lo bien cierto es que, pese a prohibir la difusión de resultados y el retiro del pasaporte al profesor Pinillos, el 4 de enero de 1956, el New York Times publicaba un resumen de los datos encabezándolo con el titular “Los estudiantes en España denuncian al Régimen” y se hacía eco de una agitación en ascenso entre la juventud. Este malestar se plasmaría a comienzos de 1956 con la ocupación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid y algunos centros privados, como el Colegio

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Estudio, donde se reunían los retoños de la clase liberal madrileña, y tendría, entre otras consecuencias, la dimisión del ministro y del rector. Una tercera investigación en ámbito estudiantil (Sobre el cometido de la mujer como esposa y madre de familia) la realizan los profesores Gómez Arboleya y Salustiano del Campo en 1958 (del Campo, 1960) (6). Pese a que tenía por objeto estudiar la transición familiar en España, eligieron el estudiantado universitario por considerar que sus componentes eran “los adelantados del cambio social”. La investigación detectó la existencia de “un hondo conflicto entre posiciones tradicionales y modernizantes” en la familia urbana de clase media y la aparición de actitudes que mostraban el estado de transición (1960: 135). La Universidad española seguía siendo minoritaria y elitista, pero también incapaz de ofrecer un ámbito de producción de sentido y de socialización para los alevines destinados a ocupar las posiciones de elite. La década siguiente y hasta mediados de los setenta, la agitación política tendría su caldo de cultivo principal en el ámbito universitario. El objetivo de socialización que se había propuesto la Ley sobre Ordenación Universitaria de 1943 se había mostrado irrealizable.

4. ¿Explosión o transición universitaria? El periodo que va hasta la publicación de la Ley de Reforma Universitaria en 1983 se puede considerar como la época de la transición universitaria (y más ampliamente de la transición educativa), porque la universidad comenzó a cambiar mucho antes de que se produjera la transición política, propulsada por las necesidades de modernización socioeconómica y por el imperativo de apertura a los saberes universales. Así lo vio ya en 1968 Salustiano del Campo cuando hablaba del “reventón de unas instituciones pensadas para otras épocas y para otros fines” y lo vieron los autores del Informe Foessa de 1970 cuando pronosticaron que dicha década sería la de la educación. Varios hechos y fenómenos justifican nuestro aserto referido a la transición educativa: en el plano político, se venía produciendo un debate, cada vez más enconado, sobre la democratización de la universidad, que en cierto sentido cristalizó en 1966, en un manifiesto (“Los problemas de la universidad”) publicado por un grupo de catedráticos de la Universidad de Madrid, encabezados por Joaquín Ruiz Jiménez, en la revista democristiana Cuadernos para el Diálogo (números 33-34). (6) El cuestionario se aplica a estudiantes de Políticas de Madrid, de Derecho de Salamanca y a sacerdotes y mujeres de los cursos del Instituto Social León XIII. (7) Su título era La educación en España. Bases para una política educativa. Una síntesis del mismo se encuentra en http:// redined.mecd.gob.es/xmlui/ handle/11162/73633. Por otra parte, una valoración de su importancia en Tiana, 2013.

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En el plano legislativo, cabe destacar la aprobación de la Ley General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa de Villar Palasí, que vino precedida de un diagnóstico riguroso y crítico (el Libro Blanco de la Educación, publicado en 1969) (7) y cuyas medidas se fueron desplegando en la década de los setenta, con la implantación de la enseñanza obligatoria hasta los 14 años, la creación del BUP y la FP; la reforma del acceso a la universidad, incluyendo la apertura de oportunidades para los mayores 25 años. Esta transición se plasmó también en la elevación a rango universitario de las escuelas técnicas, de magisterio y de enfermería; en la creación de cuatro universidades politécnicas, de dos autónomas y de la UNED y la fundación de nuevas universidades en provincias.

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El cambio de mentalidad se hizo patente tanto en artículos de opinión y en algunos estudios de sociología religiosa, que se ocuparon de analizar el avance de la increencia, como en varias encuestas. Cuadernos para el Diálogo publicada un número extraordinario en 1967 con los resultados de una encuesta realizada a estudiantes de Derecho, de la Escuela Técnica de Agrónomos y del Colegio Mayor Pio XII. Por su parte, María Ángeles Durán daba a conocer los resultados de otras tres encuestas de opinión, realizadas para la Regiduría Central de Estudiantes y Graduados de la Sección Femenina, en las que se estudiaban las relaciones con la universidad, con la religión, con la familia y los amigos; la visión de las relaciones de pareja; la concepción de la sociedad española, de la política y las expectativas profesionales. Una de las encuestas se realizó a las estudiantes asistentes a un curso de verano de la Sección Femenina; otra a las y los estudiantes de cuarto curso en 1969 y una tercera a personas graduadas y licenciadas en el mismo año. El informe global, publicado en 1970, ofrecía una panorámica del cambio que se estaba produciendo en la visión del mundo del estudiantado universitario así como de los límites del mismo. De un lado, se observaba la modernidad de la juventud universitaria, homologable a la europea, que se plasmaba en una visión ideal de relaciones igualitarias entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida, la separación entre religión y moralidad (en pautas sexuales), y la apuesta por formas republicanas de gobierno. Esta modernidad se hacía patente también al comparar los resultados de la encuesta de la juventud universitaria de 1969 y la encuesta general de juventud de 1968. De otro lado, se reflejaban las ambigüedades y limitaciones típicas de procesos de transición: pese a un marcado distanciamiento de la religión católica (8), éste era claramente inferior entre las mujeres; todavía un 25% consideraba que la mujer casada debía dedicarse al hogar o, en todo caso, a una jornada laboral reducida; y existían contrastes muy marcados de carácter territorial entre las universidades de la grandes ciudades y el resto así como entre distintas carreras y facultades. Un cuarto aspecto que mereció especial atención en este periodo fue la conocida como “explosión universitaria” que propició un debate en torno a los términos de democratización y masificación y que abordó los impactos que tenía la expansión de la matrícula en la propia universidad y en el mercado de trabajo.

(8) El distanciamiento hacia la religión católica se halla patente en los discursos de autoridades eclesiásticas que muestran su alarma ante el mismo, pero también en estudios realizados por grupos de católicos progresistas: En el verano de 1965 se hace una encuesta a estudiantes de La Granja (3.121 universitarios) que da para Madrid y su población universitaria masculina un 7,14 por 100 de increencia. La revista El Ciervo hace otra encuesta. El ateísmo es un fenómeno colectivo y asimilado, no solo cuantitativo, sino sobre todo cualitativo en tanto que afectaba a los “sectores más vivos” (Marzal, 1967).

Los datos de la evolución de la matrícula eran, desde luego, contundentes: en 1960 arrojaba la cifra de 77.000 estudiantes, pero en 1975 ya eran 530.000 y en el curso 1980/1981 llegaron a 649.000. Como consecuencia de la concentración de estudiantes en Madrid y Barcelona, dos universidades se hallaban especialmente “masificadas”: la Complutense y la Central. Las investigaciones se ocuparon, en primer lugar, de evaluar el alcance real del incremento de la matrícula, concluyendo que más que una explosión se había producido una expansión moderada; en segundo lugar, se preguntaron por su interpretación a la luz de la composición real del alumnado y, en este debate, ocupó un lugar clave el esclarecimiento del concepto de democratización de la universidad. En relación con el primer aspecto, en el informe Foessa de 1983 se efectúa una evaluación de las distintas causas que podrían haber contribuido a la expansión: en primer lugar, sin duda, había que señalar el efecto derivado de la incorporación al rango de enseñanzas universitarias de aquellas que

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anteriormente se situaban en el nivel superior de las enseñanzas medias: escuelas de comercio, ATS, magisterio y técnicas. Ahora bien, en este caso, no existía una incorporación de alumnado nuevo, sino un simple traslado formal, resultante de una decisión administrativa. En segundo lugar, se debía contar con el efecto resultante de la maduración del sistema educativo: el constante incremento del tamaño de los grupos de bachillerato (9), que a su vez dependía de factores demográficos (baby boom entre 1950 y 1964), trasladaba cada año a la universidad cohortes más numerosas. En tercer lugar, y esto si era una revolución, las aulas universitarias se habían abierto incuestionablemente a las mujeres. Todo ello estaba relacionado con el factor propulsor que derivaba del credencialismo o el incremento del valor de los títulos en un mercado de trabajo en proceso de modernización, que llevaba a valorar la educación universitaria como una inversión, al cual se respondía desde la universidad, además, con la creación de nuevas carreras. En el análisis que se hacía en el informe Foessa (1983) se sometía a escrutinio el papel de estos factores, pero se señalaba además la importancia de la acumulación de estudiantes como consecuencia del retraso en la adquisición del título y la ausencia de normativas estrictas de permanencia. “El nutrido grupo de alumnos que traspasa el umbral del Alma Mater, matriculándose en primero, sale de ella, al acabar quinto, muy menguado y maltrecho”. De cada 100 alumnos de facultades que comenzaron sus estudios en el curso 1975-1976 llegaron al final del camino sólo 22 y en el caso de las escuelas técnicas superiores, “los afortunados apenas han superado la media docena” (Foessa, 1983: 276). En cierta medida, un factor endógeno del funcionamiento del sistema universitario estaba produciendo una “burbuja” como resultado de la ineficiencia más que de la capacidad de captación de alumnado nuevo. En consecuencia, más que de explosión había que hablar de una expansión moderada (10).

(9) Arango y Carabaña, también señalan que los flujos del sistema educativo dependen de factores económicos, académicos y administrativos (1983: 58- 62). (10) Ver también Libro Blanco (1969) y Moltó y Oroval (1982).

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¿En qué medida la incorporación de alumnado nuevo significaba un cambio en las bases sociales del estudiantado? Aquí es donde se introdujo, a mediados de los años sesenta, el término democratización y se produjo un debate y una evaluación de su significado y alcance en revistas como Cuadernos para el Diálogo, Educadores, Mundo Social, Revista de Educación y también en el Libro Blanco. En un artículo publicado en la primera por Salustiano del Campo, este afirmaba que “los hijos de obreros agrícolas, peones y obreros sin calificar y personal de servicio, únicamente representan el 2,75 por 100 del total de los estudiantes universitarios y de Escuelas Técnicas Superiores. En los distritos de Madrid y Barcelona todavía pesan menos”. Destacan, por el contrario, los altos porcentajes de los hijos de cuadros profesionales y cuadros medios “que imprimen el talante mesocrático a nuestras aulas. De hecho, los vástagos de ambos grupos superan el 56 por 100 del total” (1967: 42). El artículo de del Campo no se limita a describir, contrastando la validez limitada de los datos, sino que interpreta y lo hace desde la perspectiva de la modernización y la justicia: un sistema económico moderno y justo debe entender la educación como una inversión pública, basarse en el mérito (frente a la adscripción) y en la igualdad de oportunidades y debe abrir las puertas a todos por igual, en todas las carreras y niveles. Su objetivo ha de ser la democratización que, en ningún caso, puede ser reducida a la mera extensión. “Aquí la educación no

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reforma la estratificación social, sino que la refuerza”. Ante esa “injustísima discriminación” socioeconómica, se necesita una planificación acorde con el objetivo de promocionar el talento y el mérito. A similar conclusión llegaba María Ángeles Durán al estudiar la población estudiantil femenina y sus oportunidades de acceso. Los datos obtenidos en sus encuestas muestran una universidad clasista (apenas hay representación de la clase trabajadora), urbana (las dificultades son mayores para quienes no tienen cerca una universidad), de elites profesionales, injusta (el sistema de becas parciales favorece principalmente a familias de clase media). Durán también señala la relevancia del factor cultural, es decir, la difusión entre las clases profesionales de una visión de la educación como inversión. En el encuentro anual de 1967 de la Federación Española de Religiosos de Enseñanza (FERE), Amando de Miguel pronunció una ponencia titulada Ideologías en torno a la democratización de la Universidad. En ella, al tiempo que censuraba a quienes utilizaban datos inexactos sobre el porcentaje de estudiantes universitarios procedentes de familias obreras y manuales (léase a los críticos desde las páginas de Cuadernos para el diálogo), sostenía que no había propiamente hablando democratización sino “una mera extensión de la enseñanza”. Por otra parte, afirmaba que “el clasismo era superior en las Enseñanzas Técnicas que en las Facultades Universitarias” (1968: 368), puesto que en el curso 1962-1963 los hijos de obreros ya llegaban al 7,8 por 100 en las segundas, mientas que solo eran un 2,5 por 100 en las primeras. Carmen Ruiz Gómez, le replicó desde las páginas de la Revista de Educación que sus datos también eran inexactos e incompletos y sus afirmaciones infundadas (1968: 118). A la luz de la información que proporcionaba el INE y de una macroencuesta analizada por Rubio (1967), las enseñanzas técnicas superiores se estaban democratizando a mayor velocidad que las facultades: si en las primeras el porcentaje de hijos de familias modestas en la universidad había crecido en un lustro un 30% y era de un 7,8%, en las escuelas técnicas lo había hecho un 200%, llegando a ser ya en el curso 1965-1966 un 8,8%. Por tanto, sí existía democratización. Pero, aún quedaba mucho camino por recorrer, como señalaban otros autores –generalmente técnicos de estadística del gobierno– en diversos números de dicha revista. El debate quedó zanjado con la aportación de cifras muy rigurosas por parte del Libro Blanco (1969). En este se afirmaba: “De cada 100 alumnos que iniciaron la Enseñanza Primaria en 1951 llegaron a ingresar 27 en Enseñanza Media; aprobaron la reválida de Bachillerato elemental 18, y 10 el Bachiller Superior; aprobaron el Preuniversitario cinco y culminaron estudios universitarios tres alumnos en 1967”. Y al examinar la procedencia social “se observa que las posibilidades de acceso a la enseñanza media y superior son muy limitadas para los sectores sociales menos favorecidos: “en el acceso a los estudios influye más la situación económica que la aptitud para los mismos”. De cada 100 hijos de obreros agrícolas solo el 0,2% realiza estudios superiores y algo similar sucede con los hijos de los obreros manuales. La democratización requería un sistema adecuado de becas y ayudas (11).

(11) Para una evaluación de esta reforma, ver Revista de Educación, nº extra, 1992.

Los análisis de la década de los años setenta y comienzos de los ochenta mantendrían una conclusión idéntica, si bien apareció en la escena del debate el término masificación. Según Martín y De Miguel (1979) en el curso 1975/76, de cada cien personas con veinte años solo doce cursaban estudios universitarios y, pese a estar llenas las aulas, se hallaban “reservadas a una reducidísima minoría” donde los cuadros superiores y profesiones liberales, que representan el 3,3 por 100 de la población activa, conseguían que sus

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hijos fueran el 32 por 100 de la matrícula universitaria, mientras que los jornaleros del campo, siendo un 10 por 100 apenas contaban con 1 por 100 de las plazas de la universidad (1979: 41). ¿Cómo interpretar entonces la masificación? Según los informes Foessa de 1975 y 1983, nada tiene que ver con la universalización o generalización del acceso a la universidad (“cualquier persona que quiera puede estudiar en la universidad”), ni con la democratización (distintos estratos sociales conseguían para sus descendientes un peso relativo muy asimétrico). Con dicho término se puede hacer referencia a un desequilibrio elevado en la ratio profesor/ alumno o a un desbordamiento de la capacidad de las aulas con el consiguiente hacinamiento. El primero se dio, sin duda, en las universidades históricas o más antiguas, pero no en las nuevas y pequeñas; el segundo, apareció en unas titulaciones más que en otras. Por todo ello, en el informe Foessa de 1983, se considera que la explosión fue moderada. Al hilo del debate no solamente se tuvo en cuenta la incorporación de las escuelas técnicas superiores a la universidad y su dinámica social relativamente distinta, sino también cómo se producía un cambio en la composición social de las carreras y los distintos centros. En concreto, se estaba produciendo un desplazamiento desde el predominio de las Facultades de Derecho y Farmacia (en el año 1970) hacia las facultades de Letras, puesto que en 1978, éstas sumaban el 57% de la matrícula. En parte, se consideraba que este incremento estaba relacionado con la irrupción de las mujeres en las aulas y su decantada preferencia por estas carreras.

5. Heterogeneidad y fragmentación de la población estudiantil El día 25 de agosto de 1983 se publicaba en el BOE la Ley de Reforma Universitaria, propuesta por el primer gobierno socialista de la democracia y que estaría vigente hasta 2002. En ella se reconocía a las comunidades autónomas competencias como la creación de universidades, que con el tiempo ha tenido como resultado, de un lado, su regionalización (en 1978/1979 había 30 universidades y en 2000/2001 ya eran 47 públicas) y, de otro, su privatización (en 2000/2001 ya había 17 privadas); se afirmaba el carácter estatutario y democrático de la universidad y la presencia de representación estudiantil en todos los órganos de gobierno; se proponía una mejora del sistema de ayudas y becas así como la movilidad estudiantil que se plasmaría luego, de forma especial, en el programa Erasmus; y la necesidad de evaluación de titulaciones y docencia desde criterios de calidad. Durante el despliegue de este modelo legislativo fue cuando verdaderamente se produjo la explosión universitaria, pues la matrícula pasó de 649.098 estudiantes en el curso 1980/1981 a 1.065.707 en el curso 1990/1991 y a 1.587.055 en 1999/2000. A ello responderían las universidades con la implantación de servicios dedicados a atender las necesidades de la población estudiantil, tanto generales, de información y comunicación, como otros especializados y sectoriales: apoyo a la discapacidad y a la empleabilidad, por ejemplo. ¿Cuáles son los asuntos principales que ocuparon a la sociología de la educación? Desde luego, proliferan publicaciones dedicadas al estudio de

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la “demanda” y su evolución; se convierte en objetivo central de algunos autores la comprensión de la fragmentación o heterogeneidad del mundo estudiantil; aparece la preocupación por el fracaso universitario y, más aún, por el empleo o desempleo (12) y, sobre todo, abunda la investigación aplicada orientada a facilitar información en cada universidad o comunidad autónoma para el desarrollo de políticas concretas. También, como veremos, en el siguiente apartado, en la década de los noventa y principios del siglo actual se pueden identificar novedades que apuntan a la institucionalización del estudio sobre la población estudiantil universitaria. Dado que resulta imposible dar cuenta de toda esta amplia producción, seleccionaremos algunas de las que consideramos más relevantes. En relación con la demanda es preciso mencionar el artículo de Arango y Carabaña (1983) (13) . A la luz de las interpretaciones discrepantes de publicaciones previas de A. de Miguel y de Tena Artigas, los autores revisan las limitaciones que tienen y tratan de predecir el comportamiento de la demanda en el periodo 1980-2000. Para ello, realizan un análisis de las relaciones complejas entre demanda de títulos y expectativas de rendimiento, oferta universitaria e inserción laboral. Para Arango y Carabaña, si la educación puede presentarse como una inversión, es porque los ingresos dependen de ella; pero no directamente, sino por mediación de un puesto de trabajo, puesto que éste se consigue con un determinado nivel de estudios: “no depende de ese nivel per se, sino del nivel educativo de los que compiten por el mismo puesto de trabajo. Todos se ven así obligados a competir mediante la educación por un lugar más adelantado en la cola de empleo” (1983: 60). Como pronóstico de lo que sucedería en las décadas siguientes, al artículo no fue muy certero, pero ofreció un análisis preciso de los factores en juego: “mientras la educación sirva como criterio para la distribución de los puestos de trabajo, es decir, mientras se obtenga mejor empleo con educación que sin ella, su demanda no tiene por qué disminuir como consecuencia del paro o de la recesión económica”. El problema principal será exterior al sistema educativo: “el número de licenciados lanzados al mercado de trabajo excederá con mucho las expectativas más optimistas de las necesidades del sistema económico… por mucho que se esperen tipos de rendimiento negativos de la educación, es poco probable que disminuya la demanda social de ésta si, como parece, la educación tiene el carácter de un bien posicional, que mejora la condición relativa en la cola de trabajo” (Arango y Carabaña, 1983: 88). Un segundo aspecto del cual se cobra aguda conciencia en los noventa es la creciente heterogeneidad de la población estudiantil universitaria, como resultado de la expansión de la demanda. Así lo refleja la tesis de Torres Mora (1993) y los análisis de María Antonia García de León (1991 y 1992). Esta autora afirma: “la realidad universitaria se ha fragmentado y la heterogeneidad es la característica dominante tanto para la propia institución como para su alumnado” hasta el punto que hablar de juventud universitaria es hacer uso de “una categoría ideológica”. Pese a ello, dos rasgos que se hallan internamente relacionados definen la universidad de esta época: el predominio o hegemonía de la matrícula en las titulaciones de Letras y la feminización. (12) Por ejemplo, Pérez Díaz, 1983. (13) También se ocupan de la demanda, Latiesa, 1987 y 1989; CIDE, 1989 y Cabrera, J. 1997.

¿Cuáles son los factores que producen diversidad? Entre las coordenadas que destaca esta autora, en primer lugar, aparece el régimen de dedicación (combinación de las actividades de estudio y de trabajo). En 1988, el 39%

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de los jóvenes matriculados en la universidad trabaja, bien en actividades laborales continuas bien en pequeños trabajos. La clase social sigue operando como un factor determinante de diferenciación, pero atenúa su fuerza: la universidad ya no es estrictamente hablando una institución subsidiaria de la clase media-alta y los estudiantes de primera generación con escaso bagaje cultural o uno que se halla poco ajustado a las condiciones de aprendizaje en la universidad, tienen una presencia creciente en las aulas: en 1988 un 32% de ellos lo son de primera generación con progenitores de estudios primarios o inferiores. En suma, la población estudiantil universitaria se diversifica, pero sin perder el carácter privilegiado. Otros factores de diversidad se hallan en el sexo (feminización) (14); en la edad (la universidad se abre a los mayores de 25 años); en la procedencia (como resultado de la creciente movilidad y del programa Erasmus). En este y otros sentidos, puede decirse con Lamo que “la cantidad transforma la calidad” (2001: 244).

Tabla 1.- Evolución del porcentaje de mujeres matriculadas en la Universidad española entre 1930 y 2010 Curso académico

% mujeres

1910/1911

0,05

1930/1931

6,2

1935/1936

8,8

1945/1946

12,7

1950/1951

15,0

1961/1962

23,4

1965/1966

27,6

1971/1972

28,2

1980/1981

44,0

1986/1987

50,1

2000/2001

53,0

2004/2005

53,0

2009/2010

54,3

2014/2015

54,3

Fuente: Elaboración propia

(14) Para un debate sobre las interpretaciones del fenómeno ver Carabaña 1984 y Alberdi y Alberdi, 1992. Ver también Elizondo et al., 2010. (15) García de León, María Antonia, 1991.

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De otro lado, en el interior de la universidad el numeroso estudiantado se distribuye entre quienes cursan estudios presenciales y a distancia (15); y los primeros lo hacen en diversos turnos de asistencia (diurno, vespertino y nocturno), por universidades públicas y privadas, metropolitanas y provinciales; en nuevos tipos de centros (escuelas y politécnicas), entre ciclos cortos y largos; por un mayor y nuevo número de carreras, si bien las Letras son hegemónicas. “Entre 1985 y 1991 el Estado ha creado trescientos once centros universitarios de los que más de la mitad, el 55 por 100 exactamente, corresponden a carreras del área de Humanidades y Ciencias Sociales, y sólo el 10 por 100 de los nuevos centros se ha

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dedicado a carreras técnicas. En cierto sentido, el peso de estas carreras está relacionado con la masiva afluencia de mujeres y la “discriminada orientación” de estas hacia aquellas (García de León y García de Cortázar, 1992: 95-96) (16). Como también hemos comentado, en este periodo prolifera la investigación aplicada, en ocasiones demandada por las propias universidades o por los gobiernos autónomos: Málaga (Del Pino y otros, 1984), Murcia (Alonso Monreal, 1986), La Laguna (Zamora, 1997; Cabrera, 1998), Jaén (Del Moral, 1999; Rayo, 1999), Granada (Cazorla, 1995), Extremadura (González y Castro, 1991), Salamanca (Martin Sosa y Barrio, 1998; Tejedor, 1998), Cantabria (Salvador y García Valcárcel, 1989), País Vasco (Lasso et al, 1997) y Cataluña (Masjoan et al. 1994). En la presentación de resultados de las investigaciones realizadas en Cataluña, Masjoan et al. concluyen que “el incremento de la oferta universitaria, actuando conjuntamente con otros factores de carácter más general, ha hecho posible una democratización real de la universidad, tanto en lo que se refiere al origen social del estudiantado como al sexo del mismo. Persiste, no obstante un sesgo diferencial puesto que la distribución del alumnado no es homogénea en el conjunto de carreras” (1994: 72). La interpretación de Jerez Mir, para España, es bien diferente y para explicar su posición introduce el concepto de Universidad dual: “Una universidad de élites, privada y pública, con salida profesional más fácil y acceso a los mejores empleos, para la minoría que dispone de un capital económico, social o cultural suficiente; y una universidad, pública, masificada, para la mayoría, con una salida laboral bastante más difícil y a las ocupaciones medias, para la mujer y «los otros estudiantes» en general” (1997:149, 168). En realidad, aunque se hubiera incrementado el porcentaje de estudiantes procedentes de las clases con menores recursos, la evolución y maduración del propio sistema educativo, al tiempo que organizaba la diversidad también estructuraba nuevas formas de desigualdad.

6. Institucionalización e internacionalización Aunque la LRU contemplaba la movilidad de los estudiantes, no se producirá un salto cualitativo en ella hasta que, a finales de la década de los ochenta, Manuel Marín, a la sazón comisario europeo de educación, hizo suyo el programa Erasmus promovido por una asociación estudiantil. Desde ese momento, la participación en el programa creció significativamente y creó un perfil nuevo entre el estudiantado, los Erasmus, una selección de entre la selección universitaria.

(16) Los alumnos de las Facultades de Derecho y de Medicina suman el 50% del total de estudiantes universitarios en 1865-1866, el 53% en 18811882, el 60 % en 1919- 1920 y el 70%en 1931-1932; en 1961 y 1962 son el 44,6% (Jerez Mir, 1997: 142).

Los problemas de armonización entre sistemas educativos que generaba esta movilidad hicieron patente de forma progresiva la necesidad de abordar la internacionalización de la enseñanza superior de forma más decidida y compleja. De aquí nacería, a finales de los años noventa, la propuesta de creación de un espacio europeo de educación superior, conocido popularmente como Plan Bolonia, pese a que propiamente hablando no haya existido nunca tal Plan.

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Aunque, a tenor de los datos (17), el estudiantado español acogió con entusiasmo la movilidad europea, una visión política de lo que suponía la creciente internacionalización no se hallaba todavía presente en las universidades ni tampoco en el gobierno, como se hace patente en la escasa atención que mereció el fenómeno en la Ley Orgánica de Universidades de 2001. Pero, desde entonces, la internacionalización y el EEES han operado como piedra de toque de la transformación de la Universidad española en el ámbito de la enseñanza. Por ello, en los últimos diez años, la comprensión de la condición estudiantil se ha convertido en un asunto especialmente relevante y el factor que, en gran medida, está propulsando la investigación académica sobre el estudiantado y sus trayectorias. Al contemplar la investigación sobre la condición estudiantil en el marco europeo, resulta inevitable hacer mención del Observatoire de la Vie Etudiante (18), que desde principios de los noventa realiza estudios sistemáticos, de acuerdo con la gran tradición de la sociología francesa de la educación, sobre los más diversos aspectos de la vida estudiantil y la universidad, pero sobre todo es preciso referirnos a la red Eurostudent, creada en 1999 y que en el año 2000 efectuó una primera publicación sobre las condiciones sociales y económicas de la vida estudiantil en 7 países; progresivamente, amplió el número de países participantes hasta llegar a los 30 actuales, habiendo realizado ya cinco oleadas de encuestas (19). En el cuestionario utilizado en las últimas oleadas se abordan 3 áreas de la vida estudiantil (acceso y características de los estudiantes, condiciones de estudio, movilidad internacional y planes futuros) que se distribuyen en 10 ámbitos, mediante los cuales se analiza la trayectoria integral de los estudiantes: transición a la educación superior, bagaje social, características sociodemográficas, tipos y modos de estudio, regímenes de dedicación, recursos, gastos, situación residencial, movilidad y planes de futuro (20). Queda excluida la transición al mercado laboral, aspecto este que suele ser abordado por observatorios universitarios especializados o de ámbito nacional (21).

(17) Para datos recientes, ver Encuesta sobre Movilidad de los Estudiantes 2014, INE. (18) http://www.ove-national. education.fr/ (19) http://www.eurostudent.eu/ (20) http://www.eurostudent.eu/ download_files/documents/ EVSynopsisofIndicators.pdf (21) Véase el Observatorio de la Empleabilidad y empleo Universitarios de la Cátedra Unesco de la UPM http://www. catedraunesco.es/13-noticias/ actualidad/170-observatorio. html (22) Para un análisis ver Ariño, 2014.

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Un estudio de estas características, dada la heterogeneidad de los sistemas universitarios, no está exento de limitaciones y riesgos. Por ello, uno de los trabajos más arduos de la red consiste en afinar las herramientas de recogida de información y garantizar la comparabilidad de los datos. Solamente así, el cruce de distintas variables permitirá identificar modelos nacionales más o menos inclusivos y constatar qué factores permiten caminar hacia sistemas educativos más justos. Por otro lado, la investigación conducida por la red Eurostudent ha quedado ligada de forma especial a la política del EEES sobre la dimensión social, que inicialmente fue demandada por las asociaciones estudiantiles pero que forma ya parte intrínseca de la agenda de las reuniones ministeriales. ¿Qué es la dimensión social del EEES? En el comunicado del encuentro de Londres de 2007, se entiende, en clave de trayectoria –ingresar, participar y culminar la educación en todos los niveles– como la aspiración a que la educación superior “refleje la diversidad” de cada sociedad; los estudiantes han de poder completar sus estudios “sin obstáculos relacionados con su situación socioeconómica”. Los análisis de Eurostudent se acomodan y responden a dicho planteamiento al analizar la dimensión social como un ajuste a la diversidad de la estructura social de cada país (22).

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España ha participado en la tercera (2005-2008) y cuarta ronda (2008-2011) de Eurostudent, pero se ha descolgado de la quinta como consecuencia de la política de recortes. Los resultados de la cuarta ronda fueron publicados en ¿Universidad sin clases? (2012) y, siguiendo el planteamiento de Eurostudent, se pasó una segunda encuesta a 200.000 estudiantes sobre sus condiciones de vida, estudio y participación (Desigualdad y Universidad, 2014); posteriormente, se realizó una tercera investigación centrada exclusivamente en la movilidad, tanto entre quienes salen al extranjero como entre quienes vienen a España, cuyos resultados se han dado a conocer a través del Observatorio Campus Vivendi (23). Por otra parte, la Universitat de Barcelona ha creado un observatorio interno que viene produciendo investigación sistemática sobre su estudiantado (24). Cerrado el apoyo del ministerio, la Fundació Bofill acordó retomar este tipo de investigación entre las universidades pertenecientes a la Xarxa Vives. Se trata del proyecto Via Universitària que ya ha concluido el trabajo de campo y presentará en breve los resultados obtenidos (25). Entre las aportaciones fundamentales del proyecto Eurostudent se halla la promoción de la investigación comparada y sistemática (cada tres años), la definición operativa del concepto de dimensión social y la generación de datos que permitan examinar los objetivos asociados a ella. Un segundo aspecto relevante a señalar de este último periodo se halla en la creciente institucionalización de los estudios sobre el estudiantado universitario. Ya en la década de los noventa, especialmente a finales de la misma, se pueden identificar varios fenómenos que apuntan en esta dirección: la mayor frecuencia de artículos en revistas especializadas como Revista de Estudios de Juventud y Revista Española de Investigaciones Sociológicas, la creación en 1989 del Grup de Recerca en Educació i Treball (GRET) de la Universitat Autònoma de Barcelona (26), la presentación de ponencias o comunicaciones en congresos y la elaboración de las primeras tesis doctorales (27). Evaluar esta producción durante los últimos 20 años merece de por sí un trabajo específico, pero se puede adelantar que la riqueza de materiales aportados proporciona una visión más amplia y compleja de la experiencia y condición estudiantil.

(23) http://www.campusvivendi. com/ (24) http://observatoriestudiant. ub.edu/ (25) http://www.viauniversitaria.net/ (26) Para la producción reciente, de gran interés, ver http:// grupsderecerca.uab.cat/gret/ es/biblio (27) Lerena, 1976; Latiesa, 1987; Calero, 1993; Torres, 1993; Solano, 2000. Entre las más recientes Palacios, 2013 y Berlanga, 2014.

En este sentido, diversas tesis han tratado de elaborar tipologías de estudiantes. Soler (2013) se ha centrado en los regímenes de dedicación, diferenciando 4 categorías en función de su grado de compromiso institucional, mientras Langa se ocupa de las experiencias del estudiantado a partir del tipo de roles asumidos de forma preferente (2003 y Langa y Ríos, 2013). En su investigación, distingue un rol académico (todas aquellas actividades de aprendizaje de los contenidos científicos profesionales de la carrera) y un rol cultural (“adhesión expresiva a la cultura elaborada, en sus diversas manifestaciones –científica, artística, saber crítico...– de la que se supone la institución universitaria debe ser garante y promotora”). A partir de ahí, surgen distintos grupos que mantienen correlación con la estructura de clases en función del tipo de dependencia que mantienen con los progenitores: a un segmento con progenitores de clases medias altas que vive una experiencia “natural” de la condición estudiantil se contrapone otro de procedencia de clase baja que tiene “sentimientos de deuda” hacia su familia; en medio, estaría un tercer segmento que esgrime el mérito como su principal fuente de legitimidad y que tiene en el capital educativo de los progenitores una importante motivación hacia el logro académico.

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En tercer lugar, durante este periodo también se han desarrollado estudios dedicados a conocer las opiniones, actitudes y prácticas del estudiantado universitario, algunas de ellas centradas específicamente en la participación cultural. En este sentido, cabe mencionar el lanzamiento de una serie de encuestas periódicas por parte de la fundación BBVA, entre 2003 y 2010, sobre opiniones, valores y pautas de comportamiento de los estudiantes universitarios, al principio en España, pero después en un horizonte europeo (28); y la creación del Observatorio Atalaya, por parte de las universidades andaluzas, que han venido realizando encuestas sobre hábitos y prácticas culturales de los estudiantes de dicha comunidad autónoma, entre otros. En los últimos cinco años han proliferado, además, los estudios relacionados con el uso y penetración de las nuevas tecnologías de la información, la comunicación y la organización y su impacto sobre diversos aspectos de la experiencia universitaria (29).

7. Cuestiones candentes y agenda futura Desde las primeras encuestas al estudiantado universitario realizadas a finales de los años cuarenta hasta la última de 2014 (Via Universitària, Fundació Bofill) varias cuestiones han permanecido constantes en la investigación sociológica: la primera, conocer su composición social, su bagaje socioeconómico familiar y en qué medida la universidad reproduce desigualdades existentes o genera movilidad social; pero también, la diversidad de perfiles, la autonomía vital y la calidad de la experiencia universitaria. En cambio, un asunto que no ha suscitado interés es el de la comparación entre la experiencia estudiantil y la de la población joven que no sigue estudios terciarios.

7.1 Reproducción y producción de desigualdades

(28) Para 2010 http://www.fbbva. es/TLFU/dat/resultados_ universitarios_2010.pdf; para 2006 http://www.fbbva.es/ TLFU/dat/universitarios_2006. pdf y para 2003 http:// estaticos.elmundo.es/ documentos/2003/10/ estudiobbva.pdf

La preocupación por este asunto y por las condiciones en que se realiza el oficio de estudiar en la universidad ha sido persistente. Además de las referencias ya citadas a lo largo de estas páginas, hay otras: en 1959 Pedro Bustinza se ocupaba de estudiar el “coste de la vida y de la enseñanza de un estudiante”; al mismo tiempo, el Instituto Nacional de Estadística, iniciaba un estudio sobre su “origen social”, de cuyos resultados daba cuenta Carlos Díaz de la Guardia en varios números de la Revista de Educación. El cuestionario se había aplicado en las 12 universidades y 13 escuelas técnicas superiores existentes entonces. En el número 126 de dicha revista se recogía que el 63% vivía con sus progenitores mientras realizaba la carrera y el 37% restante tenía que desplazarse y residir en colegios, pensiones u otro tipo de residencias; que un 23% recibía de la administración algún tipo de ayuda para financiar sus estudios; y afirmaba que “el 75% de los alumnos universitarios proceden de las clases medias y altas de la sociedad, que están constituidas por personas de economía familiar muy desigual” (Díaz de la Guardia, 1960/61: 10).

(29) Por ejemplo, Ruiz Olivares et al., 2010; Lahay et al., 2011; Monge y Olabarri, 2011; Iglesias y González, 2012; Padilla, 2013; Álvarez, 2014; Navarro et al., 2015.

En años posteriores, como hemos visto, la sociología se ocupó de diferenciar entre extensión, masificación y democratización. También de analizar cómo la moderada democratización del acceso, no impedía la reproducción de desigualdades de trayectoria en el interior de la universidad: ciclo corto/

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largo, universidades públicas y privadas, tipos de carreras, etc. Un pionero de ello sería Carlos Lerena en su tesis doctoral (1976); también Jerez Mir (1993, 1994 y 1997) ha señalado que “la expansión universitaria no se ha dado de un modo uniforme para todas las clases” y que se ha completado con una diferenciación y jerarquización en el interior de la universidad. El análisis más reciente de desigualdades y composición del estudiantado universitario ha sido realizado por Julio Carabaña, prosiguiendo su dedicación a estos temas en los últimos veinte años. Para él, una perspectiva de conjunto del periodo 1990-2013 permite reconocer un “leve incremento” de la desigualdad entre los hombres, pero no entre las mujeres. Los hijos de profesionales, directivos y autónomos han tenido incrementos de 15 puntos, mientras que sólo han crecido 5 puntos los hijos de administrativos, comerciales, obreros y campesinos. “La distancia entre profesionales y obreros ha pasado de 43 puntos porcentuales a unos 54”. En suma, no se puede hablar de democratización “en el sentido de que entre el alumnado universitario haya aumentado el procedente de las ‘clases populares’” (2015). En esa misma dirección, hemos hablado nosotros, a partir de datos de varias encuestas en el marco de Eurostudent, de la existencia de una democratización relativa (en el acceso), selectiva (por ramas) y segregativa (por capital educativo final alcanzado) (Ariño et al., 2012 y 2014). Ahora bien, el problema candente de cara el futuro, a mi juicio, no radica ya solamente en plantearse en qué medida y hasta qué punto la matrícula universitaria, los regímenes de educación y las experiencias estudiantiles, reproducen el sistema de estratificación social, sino cómo y por qué los sistemas educativos maduros producen nuevas desigualdades como consecuencia del efecto Mateo, de la competencia darwinista por los títulos más elevados y de las diferencias extraordinarias en la esperanza educativa entre quienes fracasan temprano y quienes culminan carreras más longevas. Forma parte de este ámbito de análisis, la crítica de la ideología o mitología meritocrática que subyace en el funcionamiento del sistema educativo (Lerena, 1976); hablamos de ideología en la medida que el mérito opera como un elemento discursivo legitimador de los logros individuales sin considerar las condiciones sociales de su producción y constituye un eufemismo de la desigualdad (Gil Calvo, 1990) o una “ideología bastarda” (Torres, 1993). Otra extensión de la cuestión de las desigualdades se halla en el análisis de trayectorias. La propia elaboración operativa del concepto de dimensión social, como hemos visto, es un resultado de este proceso y en relación con ella la consideración de la diversidad de itinerarios y la calidad de las experiencias de aprendizaje. Y un aspecto fundamental de la trayectoria se halla en las distintas formas de “ausencia” y abandono (Villar, 2011) (30).

(30) Sobre deserción universitaria, hay que recordar el estudio clásico de Latiesa, 1990.

Finalmente, se ha de incluir también, en el repertorio de cuestiones sobre la reproducción y producción de desigualdades educativas, la cuestión de las tasas y las becas. Como afirma Langa, “en un país cuyo porcentaje de gasto en educación superior siempre estuvo muy por debajo de la media de los países de nuestro entorno, no es extraño que la expansión universitaria se haya cargado en buena parte sobre las espaldas de unas familias que en muchos casos no tenían tradición de enviar a estudios terciarios a sus hijos y que, sin embargo, lo han hecho de un modo muy decidido” (2015). La política seguida, a partir del conocido como decreto Wert, de subida de tasas y recorte de becas, ha consistido precisamente en desviar todavía más

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hacia las familias los costes de la formación universitaria, en un contexto en que el modelo español de becas siempre ha tenido un impacto muy reducido para facilitar las oportunidades de estudio a quienes proceden de familias modestas y no tiene carácter progresivo. Las investigaciones realizadas (Langa, 2003 y 2005; Villar, 2011, Daza y Elias, 2013 y 2014, Soler, 2013) muestran el impacto que este hecho tiene sobre los tipos de compromiso con el estudio, sobre los logros académicos y la predisposición al estudio a determinadas edades.

7.2 Diversidad y autonomía Sostenemos que los sistemas educativos maduros operan como organizadores de una nueva desigualdad y también lo hacen con la diversidad. En conjunto, las investigaciones que hemos presentado permiten concluir que ya no existe en la universidad “un” mundo cultural estudiantil más o menos homogéneo, sino una “pluralidad de universos culturales” que tiene una incardinación anterior y paralela a la propia experiencia universitaria. Con el final de la universidad de elites (la de los “herederos”), se ocluye también la capacidad de socialización “fuerte” y “relativamente homogénea” de la universidad, de manera que el estatuto de estudiante no genera una identidad única, pues mientras unos se hallan en la universidad como en su medio natural, aquellos que esperan promocionar socialmente mediante el título académico tienen como horizonte de clase a grupos de referencia distintos y distantes de su grupo originario de pertenencia. Por otra parte, la socialización –en la era de la comunicación móvil– no se produce principalmente en los campus. Obviamente, con ello no se quiere decir que entre la población que estudia en la universidad y que logra títulos superiores, de un lado, y el resto, de otro, no haya diferencias significativas y cualitativas en las preferencias y prácticas culturales y en los estilos de vida, pues las hay y de hondo calado (31), sino que la población estudiantil está internamente muy fragmentada y diferenciada. Esta diferenciación es resultado tanto de la heterogeneidad de las procedencias como de la diversidad de carreras y ramas con las que la institución académica trata de responder al nuevo mercado, constantemente cambiante, de las ocupaciones. Diversidad y desigualdad se cruzan en el interior de las aulas y los campus. La diversidad es, pues, un hecho incontestable en el estatuto estudiantil y tiene múltiples dimensiones desde donde puede ser observada. Una de ellas que ha sido poco explorada en España es la relacionada con la identidad juvenil en general y con las lógicas de la autonomía, la emancipación y la transición a la vida adulta. Un discurso idealista puede haber identificado, metonímicamente, la condición estudiantil con la juvenil, en tanto que el estudiantado está conformado por personas en proceso de autonomización, que gozan de una autonomía cultural, residencial y relacional elevada, si bien son dependientes de los recursos económicos de la familia y del Estado y no se hallan integrados en el mercado de trabajo (Cichelli, 2013).

(31) Ariño y Llopis, 2016, Culturas en tránsito, en prensa

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Sin embargo, la realidad es bien diferente: la condición de las personas jóvenes que no siguen estudios superiores y la de quienes los siguen es muy distinta. Estas diferencias no se han explorado de forma sistemática. Cada vez es

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más evidente y mayor la brecha entre unos y otros y lo es especialmente en España donde, como muestran los informes de la OCDE, se da una situación especialmente polarizada y con unas tasas de abandono escolar temprano superiores a la media. El análisis de las diferencias internas entre quienes comparten el estatuto estudiantil no debe hacer olvidar las diferencias entre quienes siguen estudiando y quienes han dejado de hacerlo.

7.3 La perspectiva comparada internacional Afirma Dubet que “todos los sistemas de enseñanza superior seleccionan a los estudiantes, jerarquizan las formaciones, arbitran la financiación de los estudios entre el coste para los individuos y para la colectividad, todos los sistemas ofrecen bolsas, ayudas y garantizan préstamos… Pero todos no lo hacen de la misma manera ni toman las mismas decisiones” (2015, 7). En consecuencia, es necesario indagar la relación entre la enseñanza universitaria y la justicia y las tensiones existentes entre igualdad y excelencia, cantidad y calidad o apertura y mérito. Los estudiantes de movilidad internacional constatan en la práctica que existen formas muy diversas de organizar los servicios y la administración universitaria y de poner en acción los modelos que se defienden. Por ello, Nicholas Charles ha decidido investigar la relación entre enseñanza superior y justicia a partir de las experiencias prácticas de los estudiantes. En su análisis comparado, constata que estudiar tiene un significado distinto en Suecia, en Inglaterra y en Francia. Y ello tiene que ver con cómo cada sistema operativiza los principios de mérito, igualdad y autonomía (2015). Pues bien, necesitamos abordar en los próximos años, desde una perspectiva comparativa, en el marco de una creciente movilidad estudiantil internacional, en qué medida el modelo español es más o menos inclusivo, más o menos justo y con qué principios opera realmente. Los discursos sobre lo público pueden ocultar prácticas menos justas de lo que en principio parece. Desigualdad, diversidad, calidad y trayectorias seguirán siendo conceptos clave para afinar el análisis y para conocer mejor qué políticas se deben adoptar.

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DOCUMENTOS

Héctor Puente Bienvenido, Universidad Francisco de Vitoria y Colectivo Enjuegarte Marta Fernández Ruiz, Colectivo Enjuegarte Costán Sequeiros Bruna, Colectivo Enjuegarte Mélida López Jiménez, Colectivo Enjuegarte

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Los estudios sobre jóvenes y TICs en España

El presente trabajo consiste en una revisión desde una perspectiva socio-histórica acerca de los estudios y análisis sobre juventud y nuevas tecnologías de la información y comunicación realizados en España en las últimas tres décadas (entre 1985 y 2015). Planteado como una panorámica o estado de la cuestión que parte de los primeros estudios realizados, se reflexiona sobre el presente de los y las jóvenes y las nuevas tecnologías; esbozando una perspectiva o cuadro que proyecta las tendencias de futuro en el campo de estudios de la juventud y las NTICs. Debido a la creciente ubicuidad y accesibilidad de las nuevas tecnologías y a la emergencia de dispositivos que reconfiguran las prácticas, espacios, imaginarios y culturas juveniles, estamos asistiendo a una creciente presencia de nuevas formas de prácticas sociales que están cambiando en alcance, modalidades y procesos de interacción entre la juventud española y que permean múltiples ámbitos de la realidad social (siendo sensibles a las particularidades de los distintos trabajos realizados tanto a nivel nacional como autonómico).

Palabras clave: NTICs, jóvenes, estudios digitales, Internet, móviles, redes sociales, tabletas, videojuegos.

1. Introducción y breve panorámica de las NTICS y la juventud española El mundo cambia a un ritmo cada vez más rápido. Allá donde la vida de un campesino o campesina medieval podía permanecer en unos parámetros muy similares a la que hubiera tenido su padre o su abuela (incluso muchas generaciones antes), la vida contemporánea cambia a una velocidad tan alta que se producen alteraciones profundas en la forma de interactuar de las personas no en el plazo de una generación, sino incluso varias veces en el interior de cada una. Este acelerón del tiempo histórico tiene numerosas causas, pero una de las más importantes es el avance científico/tecnológico y la difusión de nuevos tipos de productos que llegan a los ciudadanos cada pocos años. Las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento (NTICs a partir de ahora) se encuentran en el centro de gran parte de las transformaciones que se están dando en el mundo moderno, especialmente a partir de la extensión de dispositivos como Internet. En su avidez por nuevas experiencias y productos, los colectivos más jóvenes suelen ser los primeros en abrazar las NTICs, adaptando su uso a nuevas necesidades e ideas, llevando con ello a una difusión de formas novedosas de relación y comunicación que rápidamente van permeando en otros colectivos y ámbitos.

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Aunque algunos autores ubiquen la aparición de las NTICs a mediados de los 90 (Berrios y Buxarrais, 2005), lo cierto es que éstas tienen su origen bastante antes. En Estados Unidos se puede hablar de ellas ya en los años 70 sin ningún problema y, aunque en España su entrada es posterior, creemos que el punto de partida para hablar de las NTICs en nuestro país debería situarse a principios de los 80. Prueba de esto es que uno de los primeros monográficos sobre las nuevas tecnologías en la juventud se publica tan pronto como 1986, en el número 21 de la Revista de Estudios de Juventud (INJUVE, 1986), en el cual se analizan cuestiones como la imagen de la juventud en los medios de comunicación del momento, su relación con el futuro, las transformaciones que las nuevas tecnologías implican para la vida cotidiana, etc. Desde prácticamente el principio, la juventud es la mayor usuaria de Internet, como señala Zárraga en su libro de 1998 “Usos actuales de Internet por colectivos juveniles”, un texto que hoy día es muy difícil de acceder. Pero este hecho señala de modo claro la fuerte relación que se establece entre la juventud y la difusión de las nuevas tecnologías. El Instituto de la Juventud (INJUVE a partir de ahora) publica otro informe dedicado a la juventud y las nuevas tecnologías en 1999, donde se analizan en profundidad las relaciones entre los y las jóvenes y las nuevas tecnologías, el mercado de trabajo, la telefonía, el entorno multimedia, el teletrabajo, etc. Por esa misma época, Amando de Miguel y Roberto-Luciano Barbeito (1997) publican un extenso trabajo sobre el fenómeno de la telefonía móvil, novedoso en aquel entonces. Analizan cuestiones como los grupos de amigos, el uso que se le da a esa nueva tecnología, el modo en que cambia la interacción, el proceso de expansión/resistencia al móvil, etc. Todo ello, por medio de muchas entrevistas y análisis para todas las cohortes de edad (por aquel entonces, el mayor uso era de adultos que lo tenían por cuestiones de trabajo), aunque prestando bastante atención a la juventud. (1)

(1) Tan sólo dos años después, la Fundación Airtel/Encuentro, bajo la dirección de Martín (1999), publicaría el estudio titulado “La telefonía móvil en la sociedad española”. Como afirma Antolínez (2012), dichos estudios pioneros trabajan especialmente la población adulta, con menor énfasis en otros colectivos como la juventud debido a que tenían por entonces menor acceso a teléfonos móviles que el colectivo ejecutivo o de empresa. Por otro lado, de acuerdo con Lasén (2006), esta primera etapa coincidente con la aparición de los primeros terminales, se caracterizó por la presencia de una serie de discursos tecnofóbicos que asociaban, tal y como ha ocurrido con otras tecnologías novedosas, a los teléfonos móviles con peligros variados como las adicciones o la dependencia (en este caso, la “telefonitis”) inscribiéndose en los discursos conocidos como media panics.

2. Jóvenes e Internet: la complejidad del escenario

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No es posible aquí profundizar en estos dos conceptos de manera más reflexiva, no obstante, es necesaria una breve acotación. Según la RAE Internet es una “Red informática mundial, descentralizada, formada por la conexión directa entre computadoras mediante un protocolo especial de comunicación”. A parte de las nociones manifiestas, en esta definición los conceptos hardware y software están latentes. Podría decirse que al encontrarse éstos en un estado de evolución permanente el propio concepto Internet se transforma de manera constante y flexible, incorporando nuevos significados e imaginarios. Un ejemplo de esto sería el modo en que el binomio Internet-ordenador se ha ido transformando incorporando nuevas posibilidades de asociación tales como: IoT (Internet of Things), smartphones, smartgrids, wearables, etc. De este modo Internet representa un elemento físico (a través del dispositivo utilizado para el acceso); una finalidad o utilización como herramienta para la consecución de un fin (en función de la orientación de la acción); y, lo que resulta más destacable, un espacio simbólico con capacidad mediadora y transversal a multitud de espacios, tiempos,

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relaciones, instituciones y relaciones que conforman nuestra cotidianidad. Esta pluralidad permite que otros significados operen de manera paradigmática con el concepto Internet. Nociones como información, ubicuidad, movilidad, conexión, nube, multitarea, hipertexto, navegación, etc., forman parte del extenso imaginario colectivo tecnológico. Creemos importante destacar este aspecto complejo de la aproximación al fenómeno debido a la observación de un excesivo reduccionismo de algunas labores de investigación realizadas en la materia. En relación al concepto “jóvenes” nos gustaría señalar que a veces es necesario mantener una mirada vigilante frente a los fenómenos sociales analizados, en este sentido es preciso recordar que la propia noción de juventud es una construcción social, por tanto resulta inevitable tener presente el devenir de lo que hoy entendemos por “jóvenes” en Occidente. De este modo la juventud es representada con una naturalidad plena en el nuevo escenario tecnológico, conceptos como “nativos digitales” o “nativos interactivos” (García Fernández, 2009) afianzan una brecha generacional enunciada frecuentemente. Y es precisamente en la amenaza a esta racionalidad o lógica lineal donde el discurso del riesgo se consolida. Es posible encontrar cuatro líneas principales en los estudios: educación, familia, usos de Internet orientados al ocio y a la comunicación, y participación política. Las dos primeras comparten un extenso discurso del riesgo. Como se verá más adelante, muchos de los trabajos coinciden en la construcción del mito juventud/tecnología (mediante nativos digitales o interactivos, etc., obviando posibles diferencias socioeconómicas, culturales o geográficas de trasfondo), situando a la población juvenil y adolescente en el centro de una sociedad en constante transformación por la mediación de las NTICs. Pero al mismo tiempo se legitima un discurso del miedo (tecnofóbico) apelando a un mayor control por parte de las instituciones legítimas (escuela y familia), quienes, por otro lado, no cuentan con las capacidades y recursos necesarios para desempeñar dicho control. Por otro lado, parte del emergente discurso del miedo se apoya en una limitada utilización por parte de la juventud de las NTICs, ya que son las prácticas ociosas y comunicativas las que prevalecen sobre la búsqueda o gestión de la información, o sobre la potencialidad total de la red. En un contexto en el cual las empresas privadas son quienes determinan en gran medida la deriva de los inminentes cambios tecnológicos, la fiebre tecnologicista, que impregna una nueva y recuperada convicción en el progreso, sitúa a los y las jóvenes en el centro de dicha evolución hacia una ciudadanía inteligente y conectada. Ante este escenario son muchas las preguntas posibles. Alguna de ellas quizá pase por repensar la noción de alfabetización tecnológica, y no se trate sólo de poder seguir el ritmo de los acelerados cambios, sino de poder ser parte activa de ellos. Por otro lado es difícil resistir tentaciones reduccionistas que enfoquen simplemente la punta del iceberg y que impidan entender como Internet, y los usos y transformaciones de la red derivados, atraviesan, resaltan y desenmascaran entramados y complejos procesos de una sociedad globalizada y capitalista, incidiendo de una forma abrupta en lo mejor y peor de tal contexto.

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3. El presente de los estudios sobre jóvenes y NTICs. Prácticas, culturas digitales y procesos de cambio social Si adelantamos el reloj hasta el comienzo del siglo XXI, con la extensión de las NTICs se ha observado una pareja proliferación de estudios al respecto, que han ganado en profundidad y variedad con respecto a los estudios pioneros de finales del siglo XX.

3.1 Internet Desde INJUVE se han publicado muchos trabajos en relación a jóvenes e Internet. En 2004 se publica “Jóvenes, relaciones familiares y tecnología de la información y de la comunicación”. El objetivo de este estudio es analizar cómo las NTICs, que conforman y diseñan el modelo de sociedad prevalente actualmente, la Sociedad de la Información (Castells, 2001), afectan, modulan y condicionan la vida de los y las jóvenes en sus relaciones familiares. En 2006 publica “Jóvenes y cultura messenger”, el informe realiza una gran aportación al analizar el papel de las NTICs como elementos de socialización y factores condicionantes del proceso vital y laboral de los y las jóvenes. La investigación buscaba evidencias sobre los procesos de reestructuración y cambio social a partir del estudio de las relaciones entre ocio, trabajo y tecnología en la vida de la juventud. En su trabajo destacan dos posturas predominantes: por un lado aquellas que sostienen que las NTICs suponen una erosión de los límites entre infancia y la edad adulta y las que las entienden como un recurso de liberación para los y las jóvenes. Esta erosión guarda relación con la vulnerabilidad y conecta con un creciente discurso del miedo. En el año 2011 se publica “Adolescentes digitales”, a través de sus capítulos se aportan herramientas analíticas para el futuro. En el capítulo “Consecuencias futuras del despertar de una generación de adolescentes digitales. Escenarios posibles”, presentan cuatro escenarios posibles: la pervivencia de las “brechas”, la capacidad de los y las jóvenes, el control y la obligatoriedad y la pervivencia de la palabra frente a la imagen. En otro capítulo aparece la noción de “nativos digitales” o interactivos. Un año después, en 2012, se publica “Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI”, cuyo objetivo era conocer las principales tendencias que van a afectar a los sistemas educativos. En este mismo año, el “Informe Juventud en España” (IJE, 2012) destaca que la auténtica brecha digital en la juventud está en el estatus social y formativo. El uso tecnológico y de Internet dependería así del nivel socioeconómico (mayor uso cuanto más alto sea el estatus), con una brecha clara entre la juventud de estatus inferior y el resto. Igualmente, aquellos de nacionalidad española (o de doble nacionalidad) usan las NTICs con mayor frecuencia que los que no la tienen, así como usan mayor variedad de funciones.

En 2003 también hay un estudio sobre la influencia de las tecnologías de la información y comunicación en la vida de los chicos y chicas de 12 a 16 años realizado por el Instituto de Infancia y Mundo Urbano de Barcelona (Gil, et al., 2003).

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En 2004 se publica “Jóvenes, relaciones familiares y tecnologías de la información y de la comunicación”, donde los autores sostienen que la Sociedad de la Información afecta, modula y condiciona la vida de los y las jóvenes en sus relaciones familiares. En 2008 el Consejo Audiovisual de Navarra publica “La Generación Interactiva frente a un nuevo escenario de comunicación. Retos sociales y educativos”. Busca analizar la incorporación de los procesos tecnológicos en la vida cotidiana de la población joven en España. Este estudio podría enmarcarse dentro del discurso del peligro, ya que habla de una nueva generación interactiva y busca que aquellos con responsabilidades educativas (familia, centros escolares y administración) puedan actuar sobre los problemas y desafíos que plantean las NTICs. En 2009 Fundación Telefónica publica “La Generación Interactiva en España. Niños y adolescentes ante las pantallas”. Y, en ese mismo año, el Observatorio de la Seguridad de la Información, perteneciente al Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO), llevó a cabo en marzo del 2009, un estudio sobre hábitos seguros en el uso de las TIC por niños y adolescentes y e-confianza de sus padres. Este mismo año también la UOC publica “Jóvenes y ocio digital. Informe sobre el uso de herramientas digitales por parte de adolescentes en España”, centrándose en la población entre 12 y 18 años a nivel nacional (sin incluir las Comunidades de Canarias, Ceuta y Melilla). Sobre los hábitos de las/os adolescentes en relación a Internet sostienen que el 96,7% de la población consultada se ha conectado alguna vez y que los porcentajes mínimos de no conexión guardan una relación con el tamaño de la localidad en la cual residen. En 2011 desde el Observatori Educació Digital se publica “La influencia de las TIC en la vida cotidiana de las familias y los valores de los adolescentes”, donde buscan aproximarse a la relación entre padres, madres, jóvenes y TIC. La población de estudio se sitúa entre los 12 y los 16 años. En 2012 FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) publica “Consumo televisivo, series e Internet. Un estudio sobre la población adolescente en Madrid”. La investigación aborda, a través de una metodología cuantitativa y cualitativa, la relación de los y las jóvenes madrileños de 14 a 18 años con la televisión y en concreto con las series juveniles. Esta misma organización publica en 2014 “Jóvenes, Internet y política”, y analiza el efecto de las redes sociales en el sistema político. Y en 2015 publica “Jóvenes en la red: un selfie”, donde llevan a cabo una encuesta online a un panel de jóvenes usuarios y usuarias de Internet para poder aproximarse al campo de las relaciones online y offline. En el mismo año también presentan “Política e Internet. Una lectura desde los jóvenes (y desde la red)”, estudio acerca de los movimientos en Internet y de los intentos de hibridación entre ellos y los instrumentos políticos formales. También ese año “Ya nada será lo mismo. Los efectos del cambio tecnológico en la política, los partidos y el activismo juvenil”. En 2014 Institut de la Comunicació de la UAB publica “Audiencias juveniles y cultura digital”. Ofrecen un amplio panorama de qué supone investigar la juventud en calidad de audiencias mediáticas en la actualidad. Todos los capítulos presentan una elaborada reflexión teórica que, en la mayoría de ocasiones, viene acompañada de resultados/conclusiones de trabajos empíricos y de análisis de estudios estadísticos.

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Se destaca el artículo publicado en 2013 por Gordo, Parra y D’Antonio “Niños, familias y educación digitales: el nuevo tridente para la convergencia de la sociedad de la información en España”. Aportan con mucha claridad un estado de la cuestión manteniendo dos sospechas analíticas que guían su investigación. La primera sería la existencia de un cambio de registro en los discursos en torno al binomio jóvenes/NTICs, especialmente el modo que los riesgos y oportunidades educativas asociadas han existido al integrar el aspecto tecnológico; la segunda, más general, radica en cómo las cuestiones sobre el desarrollo (evolutivo, educativo, económico…) están todas interrelacionadas. También hay diferentes estudios críticos acerca de las TIC y sus inflexiones neoliberales (Area, 2001; 2004; Bautista, 2001; 2004; Echevarría, 2000, 2001; García, Gros y Ayuste, 2002; Gordo, 2004; Martín y Aguiar, 2004). Estos sostienen que las multinacionales de las telecomunicaciones y las administraciones europeas y estatales han dado carta de naturaleza al estudio del uso y valores por parte de la juventud de las NTICs, vinculando así la dimensión del poder al del uso. Señalar también los informes procedentes de iniciativa privada, como el Informe elaborado en 2005 por la Fundación AUNA, el informe Digiworld 2005 elaborado por la Fundación IDATE, el Informe elaborado por BBVA en 2005, y el estudio de la Fundación Orange en 2010.

3.2 Telefonía móvil Los estudios presentes de telefonía móvil y juventud, al igual que ocurre con otros dispositivos expuestos, cuentan con multitud de ejemplos que han sido abordados desde el ámbito público al privado; desde la focalización internacional, a la local; desde objetivos generales a otros más específicos (usos, consumo, impactos, motivaciones, imagen, cambio social y/o diferentes fenómenos imbricados). A continuación presentamos las principales investigaciones realizadas por organismos públicos (tanto en el ámbito nacional como en el autonómico). Centrada en el uso y penetración de diferentes tecnologías como la telefonía móvil en España la “Encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares” (INE, 2014) comienza a realizarse en 2002. Con metodología armonizada (que permite la comparación con otras encuestas europeas como las del Eurostat), se centra en la población mayor de 15 años de edad (aunque incorpora un apartado de uso de ordenadores, Internet y telefonía móvil en niños y niñas de 10 a 14 años). Durante el mismo año, 2002, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) junto al INJUVE realizaron el sondeo “Violencia, Inmigración, Telefonía móvil e Internet” dirigido a población de entre 15 y 29 años e interesados en la posesión, frecuencia y uso del teléfono móvil. Mientras tanto, en Cataluña, Amorós et al. (2002), en colaboración con el Observatorio de la Familia, publicaban un estudio centrado en la influencia del uso de las TICs entre los y las adolescentes catalanas de entre 12 y 16 años. Asimismo, el Gobierno de Navarra encargó a Naval et al. (2002, 2003) un estudio similar dirigido a indagar en el uso de NTICs –y especialmente el teléfono móvil– entre la juventud navarra con el objetivo de analizar su impacto en las relaciones sociales.

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También desde el ámbito regional, la Comunidad de Madrid en colaboración con la ONG Protégeles (2005), publicó el estudio “Seguridad infantil y costumbres de los menores en el empleo de telefonía móvil” donde se analiza el uso, riesgos y el nivel de seguridad en el empleo de los dispositivos, así como las pautas y estilos de uso de los y las jóvenes madrileños de entre 11 y 17 años. Por otro lado, tan sólo un año más tarde, el Consejo de la Juventud de Extremadura (2006) publicó el “Estudio sobre el uso y consumo del teléfono móvil en los jóvenes extremeños”, dirigido a jóvenes de entre 15 y 25 años y donde se abordan los hábitos de práctica y consumo con la telefonía. Durante el 2007, el INJUVE realiza la segunda oleada del estudio “Uso de TIC, Ocio y Tiempo libre e Información”, donde se concluye que la juventud española de entre 15 y 29 años utiliza el teléfono móvil en busca de la sensación de encontrarse permanentemente conectada. La Oficina del Defensor de la Comunidad de Madrid se interesó en 2008 por el rol que juegan los dispositivos móviles en la vida y en las formas de comunicación e interacción grupal de la juventud madrileña. La publicación de “La telefonía móvil en la infancia y adolescencia: usos, influencias y responsabilidades” revela cómo el teléfono se convierte en una herramienta de vigilancia y control para los padres y en una seña de identidad, independencia y autoafirmación para la juventud (la cual le permite socializar con su grupo de pares). En 2010, el INTECO, junto a Orange, llevaron a cabo el estudio “Seguridad y privacidad en el uso de los servicios móviles por menores españoles”, donde se evidencian altas tasas de penetración entre la juventud española y se concluye que la principal motivación de compra del dispositivo radica en la tranquilidad de los padres (control y localización permanente). Entre los usos más frecuentes destacan las llamadas de voz, los mensajes de texto, llamadas “perdidas”, música o juegos. Se trata del primer estudio público donde se revela que los y las jóvenes no perciben al teléfono móvil como un sustituto de las relaciones cara a cara, sino como un instrumento que fomenta la sociabilidad y dota de mayor autonomía y privacidad al usuario. Finalmente, el Informe cuatrienal de la Juventud en España (INJUVE, 2012) dedica una pequeña parte de sus análisis al uso por edades de los dispositivos móviles. Más allá de la investigación de los organismos públicos también se han dado los siguientes estudios por parte de instituciones privadas, académicas o independientes. Desde el año 2000, el Estudio General de Medios (AIMC, 2001) incluye información sobre consumo de telefonía móvil entre diferentes cohortes de edad; por su parte, la Asociación de Investigación de Medios de Comunicación viene elaborando desde 1998 el informe “Audiencia Infantil/ juvenil de Medios en España” sobre consumo tecnológico y hábitos de la juventud (donde también se incluye información relativa a otras tecnologías emergentes como los videojuegos). En una línea similar, Valor y Sieber (2004) publicaron el análisis “Uso y actitud de los jóvenes hacia Internet y la telefonía móvil”, donde se combinaron encuestas online y presenciales sobre usos del móvil en España (con una muestra específica para Cataluña).

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Publicado en 2005 pero iniciado en 2002, aunque con resultados previamente disponibles online, Lasén (2005) y Vodafone Group R&D llevaron a cabo el primer estudio comparativo transnacional (Madrid, París y Londres) donde se abordaron los usos, prácticas y movilidades de los dispositivos telefónicos mediante técnicas de observación (ahondando en cuestiones como tecnología e identidad, espacios públicos y privados o subjetividades). Adicionalmente, en 2004, Fontela y la Fundación Vodafone publicaron en España el informe titulado “Telefonía móvil y familia” donde se analizó el rol que cumple el teléfono móvil en la familia española. En cuanto a los estudios más recientes, Malo (2006) dedicó un artículo de investigación al “Impacto del teléfono móvil en la vida de los adolescentes entre 12 y 16 años” en España. Un año después, Jiménez y Ramos (2007) publicaron el análisis “Jóvenes y móviles: estrategias de los operadores de telefonía en España”, el primer análisis donde se abordan las estrategias comerciales dirigidas hacia la juventud usuaria de telefonía móvil. En 2014 Rivero coordina el “Informe Ditrendia: Mobile en España y en el mundo”, uno de los estudios más recientes donde se aporta información de consumo y penetración entre jóvenes. Por otro lado, Ruiz y Belmonte (2014) han realizado una aportación interesante indagando acerca de “Los jóvenes como usuarios de aplicaciones de marca en dispositivos móviles”. 3.3 Redes sociales La problemática de las redes sociales y el impacto que éstas tienen sobre la juventud en España ha sido un aspecto abordado en reiteradas ocasiones. Tanto organismos públicos como entidades privadas se han visto interesados por aspectos relacionados con la seguridad de los y las jóvenes una vez estos se exponen al uso de estas comunidades digitales, así como por las diferencias de género, los fenómenos migratorios de unas redes a otras o el potencial de estas nuevas comunidades como herramienta para mejorar la experiencia de aprendizaje en centros de educación secundaria y/o universidades. El año 2009 es un año clave en los estudios sobre redes sociales, pues salen a la luz dos destacados informes que abordan la forma en que los y las jóvenes viven, valoran y entienden esta forma de comunicación digital. Uno de ellos es el que lleva a cabo la Fundación Pfizer, “La juventud y las redes sociales en Internet. Informe de resultados de la encuesta” (2009), que presenta un análisis de hábitos, usos y comportamientos de los y las adolescentes frente a las NTIC. El estudio señala que más de 9 de cada 10 encuestados y encuestadas han accedido alguna vez una red social y hace destacar la correlación existente entre el grado de utilización y la edad, dado que a más edad mayor es el nivel de participación en estas comunidades digitales. Tuenti y Messenger, seguidas de Youtube, Facebook y Fotolog, aparecen como las redes sociales más usadas. Otro aspecto abordado en el estudio de la Fundación es el que alude a las vías por las que la juventud accede a las redes sociales. El ordenador personal se presenta en 2009 como la vía de acceso prioritaria en todos y cada uno de los segmentos de los entrevistados y entrevistadas, aunque se empieza a observar cierto uso del teléfono móvil (especialmente entre las chicas) y de la consola de videojuegos (sobre todo entre los varones). El estudio también analiza las motivaciones que llevan a la juventud a acceder a las redes sociales. Estar en contacto con amigos (tanto con los

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que ven a diario como con los que raramente ven en persona), compartir prácticas, así como hacer planes con ellos, son las principales motivaciones que los y las jóvenes españolas tienen para acceder a las redes sociales. En el estudio se manifiesta cierta preocupación por las cuestiones relacionadas con la seguridad de las y los usuarios y sus familiares. Así aborda, por una parte, el tipo de información que la juventud revela en las redes sociales (el género, el nombre, la edad, la fecha de cumpleaños y la ciudad de residencia son los datos más revelados por los y las jóvenes) y, por otra, el control que los padres realizan sobre sus hijos e hijas y cómo los y las adolescentes valoran los riesgos de estar en redes sociales. En este sentido, cerca de un 70% de los y las jóvenes afirma no estar bajo el control de sus progenitores nunca o en pocas ocasiones. Los encuestados y las encuestadas perciben como principal peligro de usar las redes sociales la vulneración de la información personal, seguida de la suplantación de la identidad, el acceso a contenidos inapropiados (pornografía, etc.) y el peligro de entrar en contacto con gente deshonesta y con malas intenciones. Además de estos miedos, los usuarios y las usuarias citaron con frecuencia el de la adicción. El segundo estudio destacable del año 2009 que aborda las redes sociales es el ya mencionado “Jóvenes y ocio digital. Informe sobre el uso de herramientas digitales por parte de adolescentes en España”, realizado desde la Universidad Oberta de Catalunya (Aranda y Sánchez Navarro, 2009). Éste presta especial atención a cuestiones como la frecuencia, la motivación, la seguridad o las redes más utilizadas. En lo relativo a la frecuencia de uso, algo más del 33% de adolescentes que actualizan sus estados en sus redes sociales lo hacen a diario. Los principales motivos para hacer un uso tan reiterado de las mismas son la capacidad que ofrecen estos canales de comunicación para hablar con amigos sobre sus vidas o sobre otros temas de interés y dar su opinión. Estos y estas jóvenes, en 2009, no parecen usarlas como herramienta de estudio, ni para jugar, ni para estar en contacto con familiares o profesores. La Fundación Telefónica (2009), en su “Informe sobre la Sociedad de la Información en España”, señala este año como un momento clave en el aumento del uso de las redes sociales, y menciona al segmento juvenil español al indicar que para los y las adolescentes la principal motivación de usar las redes sociales es la de mantener el contacto con sus amistades y divertirse. En su mismo informe publicado en 2010 (Fundación Telefónica, 2010), cita el “Informe Generación 2.0” de la Universidad Camilo José Cela (Sánchez y Poveda, 2010) para resaltar el hecho de que la rápida incorporación de la juventud a las redes sociales provoca un descenso de la utilización de herramientas consideradas “más maduras” o formales, como el SMS o el correo electrónico. Un año más tarde, la Fundación Telefónica (2011) resalta un hecho importante: que la juventud en España promueve un patrón de uso de las redes sociales que posteriormente traslada al resto de la sociedad. El estudio indica, además, que si bien los y las jóvenes se han convertido en grandes comunicadores digitales, no lo hacen a costa de la comunicación en persona. Subraya también el hecho de que Tuenti lidera el segmento de los y las jóvenes (de 14 a 19 años) en España. La evolución del uso de las redes sociales por parte de la juventud española se observa en los estudios realizados con posterioridad. En 2012 se publica el “Informe Juventud en España 2012” del INJUVE. De nuevo se hace énfasis

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en que los usuarios y las usuarias acceden a más de una red social, y de dos. Las más usadas son Facebook, Tuenti y Twitter. La hegemonía de Facebook se hace palpable en todos los grupos de edad y Tuenti pierde relevancia. A las motivaciones citadas en los anteriores estudios, el INJUVE hace destacar la aparición de otras, como la apertura a grandes grupos de contactos o a posibles amistades. La heterogeneidad de las redes sociales facilita que cada vez más jóvenes encuentren su entorno favorito para la interacción en torno a un hobbie, a una profesión o a un debate político o social. Además de estos estudios, cabe mencionar las Guías Legales elaboradas por el Instituto Nacional de la Ciberseguridad, que tienen como fin advertir al segmento juvenil de los riesgos (la privacidad en la red) y los peligros con los que pueden encontrarse (ciberbullying, sexting, etc). Junto a este tipo de estudios, la comunidad académica ha prestado gran atención al fenómeno de las redes sociales entre los y las jóvenes, sobre todo a partir del año 2011. Así, se ven investigaciones centradas en los hábitos y motivaciones de la juventud ante las redes sociales, bien a nivel local (Bernal y Angulo, 2013; Colás, González y de Pablos, 2013), a partir de comparativas con otros países (Almansa, Fonseca y Castillo, 2013) o a nivel nacional (García, López-de-Ayala y Catalina, 2013). Trabajos como los de García-Galera, del Hoyo Hurtado y FernándezMuñoz (2014) van más allá de considerar las redes sociales como espacios pertenecientes a la esfera personal, y se centran en el papel que éstas tienen en la movilización ciudadana, social y solidaria entre la juventud española. Estos investigadores observaron que más del 80% de los y las jóvenes participan en las acciones a las que se les convoca a través de redes sociales, y concluyen con que éstas han extendido el ámbito de la participación, han motivado el compromiso y han conseguido que jóvenes que no se movilizaban fuera de estas redes ocupen un papel más activo fuera de ellas. Otros estudios pretenden clarificar algunos conceptos sobre redes sociales que generan confusión y que, bien entendidos, pueden facilitar a la comunidad en general, y a la comunidad educativa en particular, el análisis de las herramientas que tiene a disposición (Castañeda, González y Serrano, 2011), lo que desemboca en una corriente de estudios que abordan el uso de las redes sociales como herramienta educativa. Si bien en los estudios de 2009 se veía que los y las más jóvenes no usaban las redes sociales como herramienta para facilitar el aprendizaje, se observan trabajos que centran el uso de las redes sociales como apoyo al estudio de jóvenes universitarios. Así, investigaciones como las de Gómez, Roses y Farias (2012), Cabero y Marín (2013), Gewerc, Montero y Lama (2014) y Hortigüela y Pérez Pueyo (2015), analizan, mediante encuestas, entrevistas y tests realizados en diferentes facultades de universidades españolas, la percepción del alumnado universitario sobre la motivación hacia el aprendizaje que genera el uso de las redes sociales como estrategia metodológica, discuten cuáles son las redes más adecuadas para su uso académico, qué tipo de actividades pueden tener mejor acogida entre los y las estudiantes y qué herramientas de las redes sociales podrían ser más útiles para propósitos académicos. Estas investigaciones destacan la actitud positiva de los universitarios y las universitarias a que los docentes utilicen las redes como recurso educativo, puesto que éstas permiten una mayor motivación hacia el aprendizaje y una mayor implicación con los contenidos educativos abordados.

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Otra línea de investigación centrada en las redes sociales y la juventud tiene que ver con los fenómenos migratorios entre unas redes sociales y otras. Si bien en los estudios del año 2012 se observa una predominancia de Facebook entre los y las jóvenes (una vez ésta desbanca a Tuenti), los últimos estudios señalan un crecimiento exponencial de Instagram sobre otras redes sociales. Marcelino Mercedes (2015) señala cómo la llegada masiva de un público más adulto a Facebook coincide con el crecimiento de Instagram. La llegada colectiva de los adultos y las adultas de mayor edad ha desarrollado en la juventud un sentimiento de “espacio invadido”. Facebook y Tuenti han coincidido en herramientas y posibilidades (publicar fotos y vídeos, confirmar asistencia a eventos, chatear), pero Facebook e Instagram no comparten un uso similar, por lo que los y las jóvenes empiezan a usarlo con mayor frecuencia que Facebook, aunque a modo de plataforma complementaria. Otro aspecto al que se le ha prestado atención en el contexto de jóvenes y redes sociales es el de las representaciones y diferencias de género (Tortajada, Araüna y Martínez, 2013). Mediante un análisis cuantitativo y cualitativo de las autopresentaciones que los y las adolescentes elaboran para Fotolog, se revela que estos producen autopresentaciones altamente sexualizadas, tanto a través de los alias como mediante las imágenes. Por una parte, los alias reflejan un patrón de roles sexuales activos/pasivos en función del género, en el que los chicos indican lo que pueden hacer a las chicas (conforme a los modelos tradicionales de atracción). Por otra, y mediante las fotografías, los chicos se retratan en poses activas, dando especial importancia a partes del cuerpo que transmiten fuerza (torso, músculos), mientras que las chicas focalizan en la belleza y la intimidad, a través del escote, las piernas, los labios, la espalda o los hombros.

3.4 Videojuegos Si bien el estudio de las relaciones entre jóvenes y NTICs es un fenómeno reciente, la aparición de los videojuegos supuso un cambio trascendental en las prácticas e identidades (subjetividad) de una parte considerable de la juventud española (actualmente el software lúdico se caracteriza por su carácter ubicuo y por tratarse de la primera industria cultural española en facturación). Al igual que ocurrió en el caso de otras NTICs presentadas, los discursos tecnofóbicos (distópicos) y filotecnológicos o solucionistas (utópicos) han acompañado a los videojuegos desde su nacimiento. Uno de los primeros estudios sobre jóvenes y videojuegos es el de Rodríguez et al. (2002) donde los autores analizan la representación social de los videojuegos (se les atribuye un carácter adolescencial e identificativo para jóvenes que se encuentra asociado a nociones de modernidad y de diferencia generacional). Asimismo, defienden que los videojuegos ya no son una práctica exclusiva de la juventud, sino que gran parte de la generación que se crio con los primeros videojuegos a principios de los 80 y 90 aún sigue jugando. En este estudio ya se observa cómo los prejuicios sobre los videojugadores y videojugadoras empiezan a remitir (se evidencia cómo la percepción social comienza a mejorar), aunque los autores mantienen un discurso tecnofóbico que denota una cierta visión de peligrosidad en el imaginario en torno al juego (peligro de adicción). En el mismo año, Balaguer (2002) presenta un trabajo donde se analiza la influencia de Internet y los videojuegos sobre las generaciones más jóvenes (centrándose en las experiencias socializantes, la relación con el aprendizaje

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y los cambios cognitivos). Así mismo se reflexiona sobre la violencia en los juegos y sus posibles consecuencias. Desde 2008, la Asociación Española del Videojuego (antigua aDeSe) ha publicado numerosos estudios e informes sobre el perfil, usos, hábitos e inquietudes de los y las jugadoras de videojuegos en España, dedicando una especial atención a las cohortes de usuarios y usuarias más jóvenes. Sus análisis se caracterizan por un discurso muy filotecnológico que resalta los beneficios de los videojuegos en diferentes ámbitos como la educación. Durante el mismo año, el anteriormente citado “La generación interactiva frente a un nuevo escenario de comunicación. Retos sociales y educativos”, publicado desde el Consejo Audiovisual de Navarra (Bringué, Sádaba y Rodríguez, 2008), informa sobre la proporción de jóvenes que consume videojuegos (más de la mitad de los encuestados y las encuestadas), los géneros que éstos prefieren (aventuras, deportes, acción y lucha) o la problemática de la adicción (el 13% de las y los encuestados declara estar enganchado a algún juego). El estudio publicado en el año 2009, “Jóvenes y ocio digital. Informe sobre el uso de herramientas digitales por parte de adolescentes en España”, dedica un apartado a los videojuegos en el que se destaca la libertad que tienen los y las jóvenes a la hora de elegir los videojuegos que consumen. Se advierte que la supervisión de los padres y tutores en lo relativo a los contenidos de los videojuegos que consume la juventud suele ser escasa. El “Estudio sobre hábitos seguros en el uso de las TIC por niños y adolescentes y e-confianza de sus padres” del INTECO (2009) también aborda la supervisión que padres y tutores realizan sobre las y los jugadores desde el punto de vista del tiempo que éstos dedican a los videojuegos. Resaltan el hecho de que solo a 4 de cada 10 menores se les imponen normas sobre el tiempo que deben dedicar a los videojuegos. Son también destacables los estudios realizados en torno al aprendizaje y los videojuegos. Compendios de artículos académicos como el de “Videojuegos y Aprendizaje” (Gros, 2008) y manuales como “Los videojuegos. Aprender en mundos reales y virtuales” (Lacasa, 2011) son ejemplo de ello. El número “Videojuegos y Juventud” publicado en 2012 por el INJUVE, también aborda las oportunidades del videojuego como herramienta educativa (Escribano, 2012; Marcus y Santorum, 2012; Fernández-Vara, 2012; Rubio, 2012). Por último, desde el ámbito más sociológico son también interesantes los enfoques sobre interacción social y performatividad en comunidades de videojugadores, donde los estudios de Puente (2011, 2015) revelan qué discursos, usos y prácticas emergen en las relaciones sociales y en procesos de interacción de la juventud española en videojuegos online. Y el estudio de Puente et al. (2014) sobre la evolución de los videojuegos y la industria precisamente por el impacto de la comunidad y, a través de ella, la juventud.

4. El futuro de los estudios sobre jóvenes y nuevas tecnologías ¿Adónde vamos? El conjunto de todas estas líneas de investigación crea un panorama interesante a la hora de describir cómo se encuentran España y la juventud ante la aparición de las NTICs. Ha surgido así un cuerpo teórico y analítico que incide en dos cuestiones principales. La primera es la que vincula

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estrechamente a Internet con esa Sociedad de la Información. Desde luego, como medio social y de interacción, las diferentes dimensiones de las NTICs tienen especificidades propias que crean patrones novedosos y originales, pero al mismo tiempo se han convertido en uno de los principales soportes de la sociedad en red informacional que describe Castells (1996, 2003 y 2001). De hecho, hoy en día, es difícil encontrar mejores ejemplos de una red informacional que Facebook o Twitter. Por su parte, el segundo elemento es la consolidación de la rotura de la barrera entre productor/consumidor y entre emisor/receptor. Desde el surgimiento de la llamada web 2.0 en los noventa, Internet ha crecido en la capacidad para que cualquier usuario pueda convertirse en emisor de sus propios contenidos: blogs, videoblogs en Youtube, reviews en páginas especializadas… Pero no se trata únicamente de que los tradicionales consumidores y receptores ahora puedan ser también productores y emisores. La red 2.0 va más allá, al crear un soporte y un entorno donde ambas funciones se alternan recíprocamente (entre todos los participantes) mediante lógicas reticulares de agencia compartida y mediación (Tirado y Domenech 2005). Alguien que está viendo un programa de televisión (espectador/receptor) puede decidir coger el teléfono móvil y mandar un mensaje que a los pocos minutos aparecerá en pantalla, convirtiéndose simultáneamente en emisor y productor. Las páginas de blogs, videos, etc. incluyen normalmente secciones donde la gente puede comentar lo que acaba de ver o leer, de modo que los espectadores se vuelven parte activas en un proceso dinámico de creación y producción colectiva (los dispositivos y productividades culturales no se agotan una vez concluido la obra final, sino que los productos son continuamente transformados mediante prácticas, remediaciones y procesos de creación colaborativa). Los videojuegos son un ejemplo emblemático de esta división, ya que a partir de la aparición de los mods (con Counter-Strike como mejor ejemplo) han visto cómo toda la relación entre empresas productoras y usuarios consumidores se transformaba por completo, creando entornos más horizontales donde las empresas producen videojuegos con la participación de los futuros jugadores (por ejemplo, mediante crowdfunding) y a la vez los jugadores crean modificaciones y nuevos contenidos de todo tipo para los juegos que más les gustan. Surge así una relación nueva y horizontal –de tendencia emergente– que transforma la relación entre ambas partes por completo (Puente y Sequeiros, 2014). El resultado de la red 2.0 interactuando con la sociedad de la información es la estructura básica sobre la que se construye el fenómeno de las NTICs. Sin una no existiría la otra y sin ambas las NTICs serían completamente diferentes. Y este fenómeno se potencia a toda velocidad en la medida en que nuevas generaciones se incorporan a la red desde edades cada vez más tempranas, creciendo en entornos digitales donde las viejas nociones cada vez imperan menos. Esta incorporación de las nuevas generaciones a la red es vital, en la medida en que su entrada la fortalece, la renueva y la actualiza. Pero, sobre todo, profundiza su transformación. Es por esto que es necesario continuar investigando la relación de la juventud con las nuevas tecnologías, porque es sobre sus hombros sobre los que se traza en buena medida la evolución de la red de redes global.

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Esto se refuerza porque, en buena medida, las investigaciones existentes están planteando nuevos interrogantes con cuestiones como el papel de las NTICs en la educación de la juventud y, con ello, nuevos modelos para la escolarización. Pero para abordar estas dimensiones es necesario lentamente ir dejando atrás los discursos tecnofóbicos y tecnofílicos, y evolucionar hacia modelos donde pesen menos los estereotipos y miedos sobre el avance tecnológico y más la observación empírica de cómo está siendo la realidad que se está construyendo con esos medios. Junto a esto se plantea la cuestión del tipo de investigación que se está realizando. Es inevitable que, en un campo novedoso y que cambia con rapidez, los primeros pasos sean tentativos y cuidadosos, para delinear los contornos complejos del fenómeno estudiado. Pero es necesario que este enfoque descriptivo vaya cediendo paso cada vez más a un enfoque más analítico que permita la construcción de modelos teóricos más complejos acerca del triángulo formado por sociedad, juventud y nuevas tecnologías de la comunicación. La descripción de la realidad no es suficiente para entenderla, sino que hay que progresar en la elaboración de relaciones causales, modelos teóricos y análisis de hechos y consecuencias que vayan más allá de los avances que ha habido con el paso de los años. Es necesario, además, poner estos modelos analíticos en conexión con otras disciplinas y ámbitos, porque la Red cada vez más marca la iniciativa de cambio en otras dimensiones sociales y entender el papel de la misma (y de la juventud en su interior) es vital para entender cambios económicos, políticos y sociales de una envergadura mucho mayor. En resumen, el campo de la investigación sobre juventud y nuevas tecnologías es necesario para entender el mundo actual. Sin embargo, pese a la enorme evolución que se observa en estos 20-30 años, sigue adoleciendo de algunas deficiencias sobre las que debe continuar trabajándose para que pueda empezar a dar más que descripciones: es hora de que empiece a dar respuestas a las preguntas que la sociedad tiene sobre esta esencial dimensión.

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DOCUMENTOS

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Pere Soler Masó, Universidad de Girona Domingo Comas Arnau, Fundación Atenea

Los estudios sobre políticas de juventud en España*

Esta aportación consiste en una revisión de los estudios sobre políticas de juventud en España, con la finalidad de aportar una visión útil para reflexionar, tras un tiempo de crisis en el que en algunos casos estas políticas han desaparecido y en otros han sobrevivido bajo mínimos con la connotación de políticas de austeridad. Los estudios empíricos y las evaluaciones sobre políticas de juventud en España son escasos, pero si añadimos a este campo las reflexiones y las propuestas para las políticas, la bibliografía se amplía y facilita algunas interpretaciones. En las primeras prima una visión de lo ocurrido en un período prolongado y en cierto sentido se ofrece un componente histórico y descriptivo. Las segundas son en cambio más propositivas, utilizan con mayor frecuencia componentes teóricos y sostienen posiciones más políticas, más ideológicas y en general la opción por cómo deberían ser estas políticas. A la vez estas últimas se subdividen entre aquellas que se refieren a los contenidos y aquellas que se refieren a las metodologías. En este artículo se pretende hacer una revisión de estas aportaciones y valorar la incidencia e impacto que estos estudios han tenido y tienen en las políticas de juventud.

Palabras clave: Políticas de juventud, España

1. Introducción

En este artículo tratamos de ilustrar y comentar la evolución de los estudios sobre políticas de juventud en los últimos treinta años, centrando la atención en los años más recientes con la crisis y las políticas de austeridad, con el propósito de ofrecer un balance de la producción documental. El objeto de análisis no son las políticas de juventud en sí, sino los estudios sobre ellas.

(*) Este trabajo ha sido posible gracias a la investigación financiada por el MINECO: “Proyecto HEBE. El empoderamiento de los jóvenes: análisis de los momentos, espacios y procesos que contribuyen al empoderamiento juvenil”. Programa Estatal de I+D+I Retos de la Sociedad 2013. Ref.: EDU2013-42979-R. Pere Soler (IP) (Universitat de Girona),

Los estudios empíricos sobre las políticas de juventud son escasos y en esta aportación tratamos de citarlos y analizarlos en su mayor parte. ¿Por qué son tan escasos? La falta de interés en tener una visión sistemática de lo ocurrido y el desconocimiento de herramientas y medios adecuados para ellos seguramente explican parte de esta situación. Además, habría que añadir también la excesiva dependencia a la forma partidista de fundamentar dichas políticas siguiendo una ideología (y en ocasiones un simple criterio) sobre lo que “hay que hacer”, que tiene que ver poco con las necesidades y demandas de las personas jóvenes y mucho con la visión global de los principales responsables políticos que suelen manejar una agenda de políticas de juventud acorde con el relato de su propuesta política global. Los organismos de juventud se limitan a aplicar, normalmente con pocos recursos, estas estrategias. Han existido muy pocos

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debates sobre políticas de juventud. Las diferentes orientaciones y opciones -cuando las hay–, se significan poco y se diluyen en los discursos políticos más generales y genéricos sin dar lugar a confrontaciones y debates que requieran posicionamientos claros y opciones definidas. Precisamente la escasez de los estudios sobre las políticas de juventud nos ha aconsejado adoptar una visión muy amplia en relación a nuestro objeto de trabajo. Optamos así por considerar como tales estudios algunos textos que son más bien reflexiones en torno a “qué hacer con las personas jóvenes”. Textos que podemos considerar como componentes constitutivos de gran parte de las PJ, que sin ser ni conceptuales ni teóricos, aunque en ocasiones los incluyan, han sido utilizados como “bases racionales” desde las que proponer o interpretar las políticas de juventud. Como consecuencia citaremos, de manera puntual, estas reflexiones que son las únicas que nos permiten reconstruir la historia de los debates y las formulaciones en torno a las políticas de juventud. (1) En el año 2008 se preparó un manual para cubrir esta necesidad (Comas, 2008). Se trataba de aplicar lo que el manual indicaba y de evaluar bien Políticas, Planes o actividades en materia de juventud. Pero a pesar de que muchos técnicos de juventud de muy diversas administraciones se plantearon “comenzar a evaluar”, nunca dispusieron de medios ni apoyos para hacerlo. El propio manual explicaba cómo, hasta entonces, desde los ambitos políticos y administrativos de juventud había una clara preferencia por las “memorias” y un cierto temor a las “evaluaciones”, que el inicio de la crisis a partir de 2008 ha reforzado. (2) Hay que decir que en los últimos años, en algunas comunidades autónomas (este sería el caso de Catalunya y el de Euskadi), se ha avanzado en el diseño de los planes locales de juventud y se programan y aplican un mínimo de indicadores y pautas sistematizadas para la evaluación de dichos planes. Este ha sido un progreso significativo aunque muy lejos de una auténtica evaluación de las políticas de juventud y de una incidencia real en la posterior toma de decisiones (3) En la página web: http:/www. cabuenes.org se acumulan todas las convocatorias desde 2003 hasta la actualidad, lo que sería una buena guía para localizar todo el material, e incluso en la primera de las convocatorias aparece un texto sobre “Más de 20 años de Encuentros Cabueñes” que recoge, de manera muy poco sistemática, los programas de los 20 años anteriores.

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A la vez no podemos dejar de tener en cuenta el hecho de que los estudios sobre las políticas de juventud deberían de ser, en sentido estricto, las evaluaciones de tales políticas. Pero en España prácticamente no existen evaluaciones de políticas de juventud (1), ni en el ámbito nacional, ni en el ámbito autonómico, aunque si alguna en el ámbito local, como puede ser la del Ayuntamiento de Chipiona (2006). Tampoco hay tradición en la evaluación de planes y programas de juventud (2), con algunas excepciones (Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, 2006; Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, 2010; Obregón Blasco y Ferrer, 2009; Mas, sin fecha o Ayuntamiento de Santa Coloma de Cervelló, sin fecha), si hay en cambio algunas evaluaciones de actividades y situaciones concretas que forman parte de los propias políticas, pero esto no son políticas de juventud, sino actividades que se someten a prueba de evidencia, no siempre bien fundada metodológicamente, para su proyección profesional (Comas, 2014). Asimismo deberíamos tener en cuenta, que de políticas de juventud se ha hablado y bastante en los Encuentros de Juventud de Cabueñes (Gijón) que se iniciaron en 1983 y de los que se acaba de celebrar su 33 edición. Pero no es posible recuperar y sistematizar todo el material producido en estos encuentros. En una gran medida porque nunca ha sido publicado como tal, ni existe una versión digital del mismo. Sin duda alguna buena parte de lo que podemos referenciar en este artículo ha sido dicho y escrito para los Encuentros de Juventud de Cabueñes, pero, aunque nos consta su disponibilidad como “literatura gris” en algunos archivos no hay publicaciones accesibles sobre la misma (3). Se han producido varios intentos de describir la trayectoria de Cabueñes e incluso uno de los autores de este artículo colaboró en la preparación de un texto sobre “Memoria visual de Cabueñes” que incluía el programa de todos los encuentros, pero por razones que se ignoran nunca fue editado. Este hecho va a tener su importancia de cara a las propuestas de asuntos pendientes y por supuesto en las conclusiones. Lo mismo podríamos decir de los numerosos cursos realizados en el Centro Euro- latinoamericano de Juventud (CEULAJ) de Mollina (Málaga), en particular los dirigidos a políticos, responsables y técnicos de juventud del área latinoamericana (y algunos países europeos) en los que, con mayor o menor rigor, se han explicado las políticas españolas de juventud (incluidas

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las autonómicas y locales), pero en este caso no nos consta siquiera que el material utilizado esté archivado de una forma conveniente. Se han realizado además muchos congresos y seminarios de ámbitos autonómicos y locales, en ocasiones con una perspectiva general sobre políticas de juventud y en otras ocasiones tratando de delimitar cuestiones más concretas. Algunos nos son conocidos, en especial aquellos a los que hemos concurrido, pero hay muchos y sus publicaciones son muy desiguales y en algunos casos poco sistemáticas. Falta una recopilación de los mismos y no hemos querido citar sólo aquellos que conocemos para evitar sesgos. Además, la bibliografía que utilizamos en este texto ya es suficientemente amplia para un artículo que pretende simplemente abrir el tema.

2. ¿De dónde venimos? La definición y el contenido de las políticas de juventud en España. El franquismo se caracterizó por la ausencia de políticas de juventud, al menos de forma explícita, aunque ciertamente en los 40 años que duró aquel sistema político sí se explicitaron una serie de acciones de encuadramiento a través del Frente de Juventudes y la Sección femenina y en los años 50 la Iglesia Católica, a través de las escuelas y colegios confesionales, definió un modelo de actuaciones hacia la juventud que respondía a una determinada concepción del papel atribuido y el futuro de las personas jóvenes y, por tanto, podía ser considerada como una Política de Juventud (Comas, 2007). Pero lo más sorprendente, y esta es una importante novedad que pretendemos aportar en este artículo, la Revista del Instituto de la Juventud (1965/1978), a pesar de depender de la Secretaria General de Movimiento (hasta el número 33 de febrero de 1971 que pasó a depender del Instituto de Estudios Políticos), no se ocupó nunca del tema de las políticas de juventud en el franquismo. Es como si dichas políticas no existieran. Ciertamente su impacto era escaso, muy ambiguo y más implícito que explícito, pero sorprende que el órgano del Instituto de la Juventud (INJUVE), que debería describir, presentar o incluso analizar estas políticas, no se refiriera jamás a las mismas. Un silencio sorprendente en un régimen político tan ideologizado como el franquista. Pero a la vez quizá comprensible si consideramos que el INJUVE fue más bien parte del proyecto de los Planes de Desarrollo (PdD), lo que quizás explica que la revista sirvió, especialmente, para la promoción de nuevas titulaciones universitarias, como Sociología y Psicología, al menos hasta que aparecieron revistas profesionales especializadas. Representaba por tanto una proyección de futuro en el que las políticas reales del franquismo no tenían cabida, ni siquiera en el año 1965 y, sin embargo, la noción de modernización y desarrollo económico, pero sin democracia necesitaba tener órganos de expresión (algo propio de los PdD y que en la actualidad se lleva a cabo en China). Uno fue sin duda la Revista del Instituto de Juventud. En realidad lo que sabemos sobre las políticas de juventud franquista se lo debemos a trabajos más bien historiográficos como el clásico texto de J. Sáez (1988) sobre el Frente de Juventudes, junto con otras aportaciones más recientes como el trabajo de M. Parra (2001) sobre el proyecto pedagógico del Frente de Juventudes o el análisis del fracaso del Frente

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de Juventud y su concomitancia con el sistema educativo del momento, realizado por J. I. Cruz (2001). Hay algunas importantes y significativas aportaciones más, entre las cuales vale la pena consultar el trabajo editado por M. Fernanda y J. Ruiz (2002) con perspectiva iberoamericana. Hay también algunos estudios dedicados a las políticas de juventud en la democracia que incluyen el análisis de los precedentes en el franquismo. Este es el caso de la obra de M. B. Martín (2007), en la que se realiza un análisis de la política de juventud en España entre el período 1975-2005 y en la que aparece una valoración de la situación de partida en el franquismo. Asimismo tenemos el estudio empírico de D. Comas (2007) sobre las Políticas de Juventud en la España democrática que incluye también una síntesis sobre las políticas de juventud en el franquismo, aunque es cierto que profundiza en el contenido y evolución de estas políticas en la etapa democrática. Estas dos aportaciones son fundamentales para comprender las políticas de juventud en España a la vez que abordan también análisis y propuestas sobre modelos y enfoques de las mismas. Si el franquismo mostró un cierto silencio sobre sus políticas de juventud, en particular a partir de los Planes de Desarrollo, y si las propias publicaciones de juventud adquirieron un tono más bien profesional y modernizador a partir de mitad de la década de los años 60, ¿de dónde surgió el relato sobre lo que debían ser las Políticas de Juventud en el nuevo sistema que se presuponía iba a suceder al franquismo? ¿Cómo es posible que este relato estuviera ya consolidado en el momento de la transición a la democracia? Previamente hay que comprender que en la década de los años 60 y en el ámbito mundial surgieron dos modelos antagónicos de políticas de juventud, de una parte una política afirmativa que expresó la juventud contracultural norteamericana, que conformó incluso un programa político a través del Youth International Party (YIP), ferozmente combatido (y desarticulado) por las partidos políticos clásicos de EE.UU. (Comas, 2011), y de otra parte una política de transición que expresó Leonidas Brezhnev en el XVIV Congreso de PCUS celebrado en 1971 (Moskvichov, 1977) y que en la actualidad en España, es más bien conocida por la recensión crítica que le dedicó Pierre Bourdieu en 1978 (Bourdieu, 1978). Las primeras trataban de impulsar la condición y la identidad juvenil, o en términos más actuales, empoderar o convertir en emprendedores a las personas jóvenes a las que en el caso del YIP convertían incluso en un “sujeto revolucionario” y las segundas venían a decir que esta actitud revolucionaria o identitaria no era la tarea ni un derecho de las personas jóvenes, bien porque la revolución ya “había ocurrido” (Brezhnev) o bien porque, en una perspectiva de revolución pendiente, los jóvenes no podían ser el sujeto revolucionario porque eran sólo un sujeto dependiente (Bourdieu). Pues bien, al inicio del tardo franquismo se suscitó en España un debate, de tipo racional aunque también marcadamente ideológico, en el que las políticas afirmativas fueron ignoradas, mientras que las políticas de transición recibieron un fuerte impulso, como políticas propias de un futuro Estado Democrático. Numerosos autores fueron acumulando argumentos sobre la necesidad de abandonar las políticas franquistas, que nunca se definieron más allá del nombre del sistema político, por políticas de transición que se ocuparan “del futuro” de las personas jóvenes y de la sociedad española (VVAA, 1965; Buceta, 1966). Aunque fue en el entorno del franquismo agónico donde aparecieron los textos más conocidos (Tierno Galván, 1972; García y Comín, 1974; López, 1972;

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Soler, 1972; VVAA, 1972; Gil, 1973; Carandell, 1972), de tal manera que cuando la democracia tiene que definir cuáles van a ser sus políticas de juventud, tiene muy claro su carácter de políticas de transición (Joventut i Societat, 1983; INJUVE, 1983; INJUVE, 1984). Es también de este momento un texto famoso por lo crítico (pero también por lo divertido) con la existencia de algunas prácticas afirmativas en las administraciones locales del área metropolitana de Barcelona, el cual provoca comentarios irónicos que sin duda fueron muy bien recibidos por aquellos que tenían que planificar las políticas públicas (Cardús y Estruch, 1984). Un pequeño libro en la actualidad difícil de encontrar y publicado en 1982 por Javier Pérez Llorca, entonces un estudiante de derecho afín a la izquierda política, realizó un magnífico, apretado y sintético resumen de cuáles deberían de ser estas políticas de transición. Comenzaba con una cita de David Morse en la Conferencia Internacional del Trabajo donde señalaba que los problemas de la juventud no existían como tales, sino como proyección del desorden social en las edades adultas (Pérez, 1982), algo que la propia Conferencia definió como una consecuencia del “desorden laboral” propio de las sociedades avanzadas. Otro libro relevante en este proceso de síntesis fue el de Toni Puig relativo a la animación sociocultural en el ámbito local (Puig, 1985), que se convirtió en la guía de una parte importante de la actuación real de los ámbitos de juventud local. Ambos textos representan muy bien la paradoja de las políticas reales de juventud, de una parte la retórica política de lo que debían ser, es decir, políticas de transición, y de otra lo que eran, en este caso políticas culturales, de ocio y tiempo libre y, por supuesto, participativas. De hecho Javier Pérez nunca estuvo en Cabueñes y en cambio Toni Puig formó (e influyó) mucho en un gran número de técnicos de juventud presentes en Cabueñes entre 1988 y 1992. Como consecuencia las políticas afirmativas parecía que caían en el olvido (aunque era la orientación utilizada en las actuaciones municipales) hasta que en el año 1998 la Diputación de Barcelona organizó un congreso en torno a las políticas afirmativas (Diputació de Barcelona, 1999), que abrió al camino para que, en la década siguiente se iniciara un cierto debate entre los partidarios de la exclusividad de las políticas de transición, con argumentos mucho más consistentes que los utilizados en la década de los años 70 (Benedicto y Moran, 2003; Casal et al., 2006), y aquellos que defendían la necesidad de encontrar un punto de equilibrio entre todos los tipos de políticas.

3. ¿Dónde estamos? Los estudios sobre políticas de juventud en la actualidad En la actualidad nos encontramos en un escenario en el que, si bien hay aportaciones significativas en políticas de juventud, estas no son abundantes ni cubren las distintas necesidades de este sector, con más tendencia a la práctica y la acción que a la teorización y reflexión. El estudio realizado por Comas (2007) pone en evidencia que la productividad documental en juventud aborda escasamente el análisis y la reflexión sobre estas políticas. Los protagonistas de las políticas de juventud, más allá de los jóvenes, han sido mayoritariamente dinamizadores juveniles, técnicos de

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juventud, informadores juveniles, monitores y educadores y, en contra de lo que sería deseable, estos profesionales, a pesar de su abundante práctica y experiencia, no acostumbran a publicar y realizar estudios teóricos y análisis desde las políticas de juventud. Este es justamente uno de los retos pendientes en este sector. Por este motivo, una de las fuentes de mayor documentación sobre la evolución de las políticas de juventud hay que buscarla más allá de las publicaciones científicas y los estudios publicados en diferentes formatos y por distintas instituciones. Seguramente hay mucha documentación poco accesible en Cabueñes y en el CEULAJ, así como en las actas de los congresos, jornadas, seminarios y encuentros que a lo largo de la geografía española se han desarrollado y se organizan cada año�. Con el tiempo, a través de estos eventos se podrán seguir las inquietudes, malestares, nuevos enfoques y retos que nutren y alientan las políticas de juventud en España durante las tres últimas décadas. Se trata mayoritariamente de documentos con un perfil técnico, metodológico y descriptivo de experiencias y programas de juventud. En algunos casos esta documentación es difícil de detectar y consultar. A pesar de este análisis sobre la producción de estudios sobre políticas de juventud, hay que reconocer la tarea realizada desde algunas instituciones. En primer lugar, la contribución del Instituto de la Juventud (INJUVE). En concreto hay que resaltar dos números de la Revista Estudios de Juventud que han tratado monográficamente estudios sobre políticas de juventud, el número 59 coordinado por R. Martínez y el número 94 coordinado por D. Comas. En ambos números se proporciona una selección de referencias documentales sobre políticas de juventud que vale la pena considerar. Más allá de esta revista, hay documentación relevante en la colección de Estudios del INJUVE, la mayor parte de ellos citados a lo largo de este artículo. Merece la pena mencionar también el esfuerzo realizado por la Diputación de Barcelona en la línea de documentar y profundizar en las políticas de juventud. A través de las publicaciones de la Oficina del Pla Jove se puede acceder a una base documental considerable que será también motivo de análisis en los siguientes apartados. En la misma línea hay que mencionar también los estudios publicados desde el Observatori Català de la Joventut a través de la colección Sinergia. Se trata, en este caso, de materiales y guías prácticas para la aplicación de políticas de juventud. Hasta el momento hay aportaciones que orientan el diseño de políticas de juventud desde la interculturalidad (Alberich y N’Diaye, 2010), la inmigración y el tiempo libre (Abdelouahed et al., 2002), la creación de fórums jóvenes (Brunet, 2002), la vivienda (Fusté y Rossell, 2005), el análisis de la realidad juvenil (Serracant y Brunet, 2004), la evaluación de planes locales de juventud (Tolosa y Brunet, 2002), la participación juvenil (Sellarès, 2003) y como hacer un plan integral de juventud (Brunet, 2002). La misma tarea de proporcionar materiales y estudios útiles para el diseño metodológico de las políticas de juventud es realizada por el Gazteen Euskal Behatokia (Observatorio Vasco de la Juventud) a través de las publicaciones del Departamento de Cultura. Merece también mención la labor desempeñada por el Observatorio Galego da Xuventude. El análisis de esta documentación sobre políticas de juventud nos sugiere una primera clasificación “práctica” a partir de las distintas perspectivas de estudios que se han realizado sobre las políticas de juventud.

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3.1. Estudios sobre políticas de juventud en España desde una perspectiva histórica Hay algunos estudios que recopilan la evolución histórica que las políticas de juventud han tenido en España. Mayoritariamente se trata de estudios que presentan un análisis de las instituciones, servicios, programas y planes que se han desarrollado. Sin embargo, encontramos en falta un análisis en profundidad que permita valorar la incidencia de estas políticas en el desarrollo y progreso de la juventud. Hay que mencionar también, aunque en este caso desde una perspectiva de análisis legislativo y organizativo, los trabajos de C. Alemán y M. B. Martín (2004) profundizando en las estructuras y el diseño de las políticas de juventud en España, así como también en las funciones desempeñadas por la estructura administrativa y competencial en los distintos niveles de la administración. En el mismo sentido de análisis constitucional y legislativo, en este caso sobre la participación juvenil, encontramos la aportación de Goig y Núñez (2011). Más allá de estas obras hay aportaciones significativas desde ámbitos particulares de las políticas de juventud, como la aportación de G. Navarro (2003) sobre los 20 años de Información juvenil en España. En la misma línea M. Fernanda y J Ruiz (2002) aportan un trabajo de análisis sobre 10 años de políticas de juventud. De notable interés resulta el trabajo, muy crítico, de P. Mari-Klose para el período 1982/1996 (Mari-Klose, 2012). Asimismo desde una óptica territorial podrían citarse las aportaciones de la Diputación de Barcelona (1987) y de P. Soler (2005) relativa a las políticas de juventud en Cataluña en la etapa democrática.

3.2. Estudios sobre los modelos y enfoques de las políticas de juventud en España La evolución del discurso sobre las políticas de juventud en España durante los últimos 30 años se ha articulado, en especial a partir del trabajo de la Diputación de Barcelona en 1999, sobre una serie de conceptos clave que han dinamizado el debate teórico con relativa incidencia en el ejercicio práctico y aplicado de estas políticas a través de los programas y servicios de juventud. Algunos de estos conceptos o ideas fuerza han sido: la emancipación, las políticas integrales, la transición a la vida adulta, la afirmación de la condición juvenil y las políticas de austeridad. Existen estudios y documentos que abordan estas temáticas. En muchos casos de forma específica sin hacer referencia a las políticas de juventud. Aquí nos interesan únicamente aquellos estudios que han abordado estas temáticas desde las políticas de juventud con la finalidad de articular propuestas o modelos de acción política (Soler, 2012). La revisión de los estudios sobre políticas de juventud a partir de los modelos o enfoques de estas políticas nos permite detectar aportaciones que profundizan en su importancia, necesidad y oportunidad. En este sentido, una obra esencial es el número 94 de la Revista de Estudios de Juventud, coordinada por D. Comas y en la cual se encuentran abundantes materiales que profundizan en el sentido y oportunidad de estas políticas públicas (Bartolomé y Alborná, 2011), (Camacho, 2011), Montes (2011) y Comas (2011), entre otras.

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Complementarían los estudios sobre modelos y enfoques las aportaciones centradas en la finalidad de estas políticas. A lo largo de las últimas décadas este debate se ha articulado a partir de dos posiciones aparentemente opuestas: el enfoque de transición a la vida adulta (políticas de juventud de transición) versus el enfoque de afirmación de la nueva condición juvenil (políticas de juventud afirmativas). Las disquisiciones, aportaciones e implicaciones de cada uno de estos posicionamientos han ocupado buena parte de los materiales teóricos sobre política de juventud a lo largo de los años noventa e inicios de este siglo. Tal como ya se ha tratado anteriormente en este artículo, estas posiciones sobre lo que debían ser las políticas de juventud ya dieron lugar a opciones de abordaje distintas a partir de los años setenta del siglo pasado. La finalidad de las políticas de juventud centradas en la transición a la vida adulta es la emancipación e independencia de los jóvenes de manera que abandonen esta categoría social y pasen a ser considerados adultos de pleno derecho. Para ello, las políticas de juventud han de articularse fundamentalmente a partir de aquellas cuestiones que más pueden ayudar a cambiar sus condiciones de vida: la educación, el trabajo, la vivienda y la salud. Este enfoque se va imponiendo en el discurso teórico a partir de los primeros planes integrales de juventud a finales de los años ochenta a través de los cuales se insiste en un abordaje global de la juventud. En este sentido se pueden referenciar las Jornadas sobre el enfoque integral en las políticas de juventud celebradas en Cabueñes en 1990. Posteriormente, en pleno debate con las políticas afirmativas ya a finales del siglo XX esta posición se argumenta y justifica a partir de los trabajos de J. Casal (1999, 2000 y 2002). Por su parte, las políticas de afirmación de la nueva condición juvenil se articulan a partir de una opción juvenilista, de mantenimiento y aprovechamiento de esta etapa con el fin de obtener el máximo beneficio de la misma (Diputación de Barcelona, 1999). La juventud se entiende con valor afirmativo propio a partir de la autonomía individual y el deseo de multiplicar experiencias vitales. Se define en positivo, a partir de lo que los jóvenes tienen y son, y no por sus déficits. Este enfoque consiste pues en reafirmar las políticas de juventud explícitas a partir de la cultura juvenil, la identidad, el ocio y la experimentación. Hay que referenciar al respecto algunas aportaciones significativas, en este caso, sin ninguna pretensión de ser exhaustivos. Los postulados, enfoques y algunos ejemplos de estas políticas afirmativas quedan bien recogidos en las actas del congreso “La nueva condición juvenil y las políticas de juventud” celebrado en Barcelona el año 1998 y que significa la culminación de este enfoque. Vale la pena referenciar la aportación de Marañón (1999) en esta recopilación de actas. Unos años más tarde se dedica el número 59 de la Revista Estudios de Juventud (2002), coordinada por Roger Martínez, a este debate, con interesantes aportaciones analizando las políticas afirmativas (Abad, 2002), (Agiriano, Bergua y Castaño, 2002), (Bernales, 2002), (Casanovas, Coll y Montes, 2002), (Muñoz, 2002) entre otras. En la misma línea encontraríamos el trabajo de Giménez y Llopart (2002), el estudio sobre la orientación de las políticas locales de juventud en la provincia de Barcelona a cargo de Gomà, Jiménez y Llopart (2002), así como buena parte de las aportaciones en la publicación de la Diputación de Barcelona (Diversos autores, 2007). Se podrían añadir en este apartado también las aportaciones realizadas desde el sector asociativo juvenil. Entre esta documentación hay que mencionar los documentos y estudios promovidos por los distintos

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Consejos de la Juventud, desde el Consejo de la Juventud de España, hasta los distintos y diversos consejos de la juventud existentes en las comunidades autónomas. Finalmente, hay que mencionar la irrupción de las políticas de austeridad a partir del final de la primera década del siglo XXI. Éstas se imponen en buena parte de las políticas sociales y, de forma manifiesta y evidente, en las políticas de juventud de España (Soler, Planas y Feixa, 2014). Suponen una gran contracción de los programas, servicios y proyectos que materializan estas políticas y, en el caso de los estudios sobre políticas de juventud, la reducción drástica de proyectos, becas y ayudas a este sector, con la consiguiente disminución y paralización, en algunos casos, de los estudios y publicaciones al respecto.

3.3. Estudios sobre el diseño y las herramientas para la formulación de políticas de juventud Decíamos que los profesionales de las políticas de juventud han sido un sector profesional dado más a la acción práctica y la intervención con jóvenes que no a la reflexión y construcción teórica. Seguramente por ello, en la revisión de la documentación sobre políticas de juventud se encuentran estudios, documentos y material abundante sobre la metodología, el diseño, la planificación y la gestión de estas políticas. Referente a la planificación y gestión de las políticas municipales de juventud se pueden mencionar los documentos (Diputación de Barcelona, 1995) y (Cádiz y Cardona, 2011). Quizás la aportación más completa es la obra de P. Montes (2009) en la que detalla de forma precisa como desplegar una política local de juventud. Precede este estudio la aportación del mismo autor sobre las políticas de juventud en los municipios pequeños y medianos (Montes, 2000). Sobre el diseño de planes de juventud hay interesantes propuestas: (Brunet, 2002), (Serracant y Brunet, 2002), (Soler, Bayot y Vila, 2003) y (Departamento de Cultura del Gobierno Vasco, 2004). Complementan estas referencias los trabajos sobre sistematización de la práctica (Castaño y Zinkunegi, 2011); la participación juvenil a nivel local (Romero, 2010); los servicios de información juvenil (Diputación de Barcelona, 1985), (Diputació de Barcelona, 2005), (Alcoceba y Cadilla, 2006) y (Injuve, 2002); la programación y las potencialidades de los equipamientos municipales de juventud (Coll, Sutorra y Camprubí, 2003); los presupuestos participativos en las políticas de juventud (Comas, 2010) y, diversos manuales sobre políticas de juventud y empleo, vivienda, salud, voluntariado y ocio y tiempo libre, redactados por Ideas y Expansión (IDEX) y publicados per la Federación Española de Municipios y Provincias entre 1998 y 2003. Sobre la evaluación de planes y programas de juventud hay algunas aportaciones que merecen referencia, aunque la aplicación de estas propuestas no es ni mucho menos generalizada. Existe un material básico y muy práctico a partir de la guía realizada por Tolosa y Brunet (2002) elaborada desde el Observatori Català de la Joventut. También el Observatorio Vasco de la Juventud propone un manual de evaluación y programación de planes y programas de juventud (2004). Un trabajo más extenso y completo es el manual de evaluación orientado específicamente a las políticas de juventud (Comas, 2008). También recientemente se

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ha presentado el trabajo de Planas, Soler y Vilà (2014) a partir de una propuesta de sistema de indicadores para evaluar las políticas municipales de juventud. En este caso, el sistema de indicadores y las fichas de aplicación están disponibles en http://siapjove.udg.edu/es-es/inicio. aspx. Existen también aportaciones insistiendo en la importancia de la participación juvenil en la evaluación de dichas políticas (Cano, 2011). Sobre evaluación ya hemos tratado anteriormente en este artículo el déficit de estudios empíricos que rindan cuenta de la utilidad y resultados de la aplicación de los planes y programas que se ejecutan y, de manera más completa, de la materialización de las políticas de juventud llevadas a cabo. Al respecto podemos citar contados materiales, entre ellos, las evaluaciones realizadas por el Departamento de Cultural del Gobierno Vasco respecto al I y II Planes Joven de Euskadi (1999-2001) y (2002-2005) respectivamente. La evaluación del Pla Nacional de Joventut de Catalunya 2000-2010 (Obregón, Blasco y Ferrer, 2009) así como también el Informe de evaluación final del Pla Jove 2000-2004 del Govern de les Illes Balears (Mas, sin fecha). Se suma a estas aportaciones el trabajo realizado desde el Ayuntamiento de Chipiona y la Universidad de Cádiz (2006) en el que se presenta el proceso de evaluación institucional realizado.

3.4. Estudios sobre políticas de juventud y sus profesionales Se podría considerar un cuarto grupo de estudios y documentos sobre los profesionales de las políticas de juventud. En este caso se trata de pocas aportaciones al respecto, pero merecen ser tenidas en cuenta porque justamente en el reconocimiento y visibilidad de estos profesionales se juega buena parte del futuro de estas políticas específicas. Desde el ámbito catalán se realiza un primer estudio empírico sobre los técnicos en la política de juventud de la administración pública catalana. El estudio pretendía conocer y describir la realidad profesional de este colectivo y sus inquietudes (Soler et. al, 2002). Esta aportación es completada de forma más exhaustiva a partir del estudio promovido por la Associació Catalana de Professionals de les Polítiques de Joventut (Viñas, 2010) a partir de la construcción de un Censo de profesionales del ámbito de la juventud en Cataluña con datos del 2008. A nivel del estado español D. Comas (2007) nos acerca también la visión, opinión e imagen que tienen quienes trabajan con y para los jóvenes, respecto de su propia tarea y la que desempeñan las entidades e instituciones dirigidas a los jóvenes. Parece claro que la consolidación de los profesionales del sector es uno de los retos pendientes en las políticas de juventud (Montes, 2011).

4. ¿A dónde vamos? Tendencias de futuro Una serie de autores (Camacho, 2011; Bayón, 2009; Montes, 2011; Soler, Planas y Feixa, 2014) han planteado en el contexto de la gran recesión cuales son los principales retos para las políticas públicas de juventud. El

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equilibrio entre diversos tipos de políticas es uno de ellos, una puesta al día de los instrumentos y metodologías también parece necesaria, pero para hacer ambas cosas antes hay que clarificar las propias políticas de juventud, es decir, lo que se ha hecho, evaluando sus consecuencias e impactos. Es por tanto necesario hacer estudios sobre las políticas de juventud en España. Estudios explícitos y específicos que nos informen sobre lo hecho, sobre los resultados obtenidos y las carencias y necesidades. En la actualidad la gran recesión que se inició en 2008 ha producido unas consecuencias para nada favorables a un planteamiento continuista. De hecho las políticas de juventud han sido uno de los sectores más afectados por los recortes sociales, tan afectado, que en amplios territorios, en especial en el ámbito municipal han desaparecido, se han diluido o han sido sustituidas por iniciativas puntuales, subcontratadas con entidades creadas por los propios técnicos de juventud tras perder sus puestos de trabajo. Por si fuera poco la Ley de Racionalización de las Administraciones Públicas que se ha aplicado en 2015 es el clavo definitivo en este ataúd de las políticas locales de juventud. A la vez, aunque algunas políticas autonómicas parecen mantenerse en lo formal, han visto disminuir sus recursos de una forma muy significativa. Lo que implica una escasez de medios notable, tan notable, que frente a las protestas de otros sectores como educación, sanidad, servicios sociales y por supuesto, trabajo, los ámbitos de juventud no han tenido siquiera capacidad de reclamación y movilización. Por la propia lógica de la situación social y económica las políticas de juventud deberían ser un elemento articulador de las políticas públicas. Esta era la propuesta central del Libro Blanco sobre Políticas de Juventud de 2012, incluso desde la propia demanda de la Comisión Parlamentaria que lo propuso. En una gran medida porque reflejaba el impulso que partiendo de Europa trataba de expresar esta centralidad (Comisión Europea, 2002) y de la que se hicieron eco muchos textos españoles (Bayón, 2009; Consejo de la Juventud, 2010). Pero ha ocurrido todo lo contrario y las políticas de juventud se han visto recortadas a mínimos insoportables. Llama la atención que siendo el paro juvenil y la dificultades de las personas jóvenes para emanciparse el centro de la crisis, las políticas de transición han caído en el olvido, salvo por el proyecto europeo de “Garantía Juvenil” que, con las primeras estimaciones, parece que está teniendo una aplicación muy cuestionable y un alcance muy limitado. El relato en torno a las políticas de juventud se ha convertido, en la última fase de la gran recesión, en el mero relato de las políticas económicas, en el sentido de que se supone que el crecimiento producirá empleo y con un menor índice de paro juvenil, los problemas de las personas jóvenes se resolverán, es decir, volvemos al argumento Brezhnev/Bourdieu aunque desde una paradójica óptica neoliberal. Una noción que además no parece tener en cuenta que los cambios estructurales realizados en el ámbito laboral (y en el económico) van a dificultar una emancipación, que si en el pasado ya era difícil, con las condiciones actuales se complica mucho más. Expresado en otros términos, no hay políticas de juventud porque se las ha convertido en variables dependientes de la evolución económica y del empleo, sin considerar que en el supuesto que estas fueran muy favorables, los problemas para las personas jóvenes no se resolverían. Una parte muy importante de estas políticas neoliberales se plantea en términos de emprendimiento personal transmitiendo al individuo que él

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es el único responsable de su situación de precariedad y que está en su mano, con mucho esfuerzo y dedicación, alcanzar el éxito. Estas propuestas de emprendimiento se lanzan para apoyar a los “emprendedores” como si constituyeran una categoría social natural, que puede surgir de forma espontánea y sin que unas políticas afirmativas (de largo recorrido además) hayan preparado y formado a las personas jóvenes para sentirse motivadas hacia esta opción laboral. Ante este escenario no parece posible determinar cuáles son los estudios necesarios y pertinentes en ausencia de políticas de juventud expresas y explícitas. Lo que nos retrotrae a la situación del tardofranquismo y nos invita a elaborar un nuevo relato sobre ¿qué políticas de juventud deberíamos y podríamos proponer? Con una respuesta que incluyera tanto la evaluación, como los estudios sobre las mismas. ¿Es posible construir este relato? Hay ciertas ventajas como la existencia de un entorno europeo que ha vivido su propia crisis, pero no tan intensa como la recesión española, la existencia de profesionales competentes para hacerlo y organizados en redes formales o informales y la ventaja de partir desde cero para no tener que ligar la propuesta a la existencia de políticas reales que siempre han sido muy contradictorias entre sí. Pero también hay algunos inconvenientes: las políticas de juventud se han considerado como una parte del Estado de Bienestar y en este momento los recursos sociales están en franco retroceso. Si las prioridades explicitas como la educación, la salud o los servicios sociales tienen dificultades para responder a problemas básicos, ¿Cómo destinar recursos a un tipo de políticas cuyo objetivo y contenido es confuso? Pero también hemos aprendido algunas lecciones del pasado. Un pasado en el que las políticas de juventud se proclamaban de transición pero en realidad eran un poco de todo y en particular, afirmativas, participativas y también culturales y de ocio. Un pasado en el que una parte muy significativa de los estudios citados ha sido realizada por una mayoría de técnicos de juventud (sin que faltaran académicos) con el objetivo de reivindicar su acción y profesión a la vez que rechazar las retóricas políticas más o menos idealizadas. En estas condiciones lo primero que hay que hacer es un balance. Un balance sistemático y empírico de toda la producción sobre políticas de juventud en el período democrático, comenzando por los ya citados casos de Cabueñes, el CEULAJ y los congresos y seminarios autonómicos y locales. Lo lógico es que fueran tres tesis doctorales que se limitaran a cada uno de estos campos. Después convendría saber que queda de las políticas, planes, programas y acciones en materia de juventud tras la gran depresión. Y esto es algo que deberían hacer las administraciones públicas. En tercer lugar hay que pensar más allá de los debates del pasado y tratar de ofrecer un marco teórico diferencial.

5. Algunos argumentos complementarios Los estudios sobre las políticas de juventud se han desarrollado en España muy ligados, como no podía ser de otra manera, a las características

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y peculiaridades, reales o ficticias, de las propias políticas de juventud. Mayoritariamente en el caso español estas políticas se han construido fundamentalmente a partir de la intuición y la experiencia. En algunos casos, se han tenido en cuenta algunos estudios de juventud como fuente inestimable e imprescindible, pero esta fundamentación no ha sido la práctica mayoritaria. La principal razón en el caso español es la ausencia de estudios específicos sobre las políticas de juventud. Por este motivo son tan escasos, como escasas son las formulaciones explícitas de políticas, más allá de los planes de juventud estatales y autonómicos que aparecen desde fines de los años ochenta hasta el inicio de la gran recesión en 2008. Se trata de una trayectoria elíptica que se inicia para volver al mismo sitio, tras transcurrir por curvas de difícil determinación. Textualmente solo puede ser una hipérbole: no se sabía lo que eran las políticas de juventud hasta que en el tardofranquismo algunos autores las describieron y construyeron un relato sustentado en un modelo de transición sobre las mismas, a partir del cual se pusieron en marcha diferentes acciones, planes y programas, superpuestos y enumerativos (que no respondían necesariamente al modelo de políticas de transición) y cuyas trayectorias no son fáciles de entender, pero tras la gran recesión hemos vuelto a punto de partida y quizás tengamos que construir otro relato alternativo. Ya hemos descrito la necesidad de un nuevo relato conceptual y teórico, sus ventajas e inconvenientes, pero ¿cómo puede ser este nuevo relato? Muy distinto de aquel que se escribió en los años 70 y se corrigió tras el congreso promovido desde la Diputación de Barcelona en 1998. Por ejemplo, el concepto de emancipación debe ser profundamente trasformado, porque la emancipación de las personas jóvenes es una categoría “cultural”, como describieron por primera vez Aguinaga y Comas hace ya muchos años (Aguinaga y Comas, 1993), como describió Sandra Gaviria en su rompedora tesis doctoral (Gaviria, 2007) y como han comenzado a proponer de forma concreta algunos autores (Aguinaga y Comas, 2013; Alberdi, 2014; Gil Calvo, 2014; Aguinaga y Comas, 2015), que podrán estar equivocados pero al menos elevan el debate a nuevos términos. Por supuesto, para hacer esto hay que elevar el techo conceptual y metodológico, trabajando desde una perspectiva más científica y más ponderable. Pero no hay que olvidarse ni de la realidad de las experiencias y actuaciones, ni de las condiciones materiales que permiten ejecutar las políticas y alcanzar buenas prácticas. Tampoco hay que olvidarse de que una política requiere profesionales experimentados y formados específicamente para poder desarrollarla. Y finalmente hay que aclarar, de una vez por todas, cual es la administración que tiene las competencias en materia de juventud y cuales son estás.

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DOCUMENTOS

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Anna Berga i Timoneda, Universidad Ramon Llull

Los estudios sobre juventud y perspectiva de género

Los estudios sobre juventud se han desarrollado en su mayoría al margen de uno de los ejes de estructuración de las desigualdades sociales como es la variable género. Así como la clase social o el origen cultural han sido variables explicativas centrales en el curso de las investigaciones sobre juventud, son escasas las investigaciones que incorporan el género como variable explicativa, sea de las trayectorias diferenciales de chicos y chicas (desde la perspectiva del estudio de los procesos de transición) o de la especificidad del papel femenino en las culturas juveniles (desde la perspectiva del estudio de las subculturas juveniles). En este artículo se presentan algunas claves explicativas del porqué de esta ausencia, así como hasta qué punto la incorporación de la perspectiva de género nos permite no sólo visibilizar las experiencias juveniles femeninas, sino también cuestionar hasta qué punto muchas de las categorías de análisis utilizadas en los estudios de juventud tienen un sesgo androcéntrico. Finalmente, se plantean algunos de los retos y perspectivas de futuro de los estudios sobre juventud y género.

Palabras clave: Juventud, género, desigualdad, androcentrismo

1. Presentación

Los estudios sobre juventud se han desarrollado en su mayoría al margen de uno de los ejes de estructuración de las desigualdades sociales como es la variable género. Así como la clase social o el origen cultural han sido variables explicativas centrales en el curso de las investigaciones sobre juventud, son escasas las investigaciones que incorporan el género como variable explicativa, sea de las trayectorias diferenciales de chicos y chicas (desde la perspectiva del estudio de los procesos de transición) o de la especificidad del papel femenino en las culturas juveniles (desde la perspectiva del estudio de las subculturas juveniles) (1).

(1) Sobre la ausencia de las chicas en los estudios sobre transiciones y culturas juveniles, ver los artículo de Casal, García y Merino, así como el de Feixa y Sánchez, incluídos en este monográfico. [Nota de los Coordinadores]

Esta ausencia de la mirada de género no es exclusiva de los estudios de juventud, sino que es extensible hasta un tiempo reciente a las diferentes áreas de estudio de las ciencias sociales. Como consecuencia, bajo una definición genérica de la juventud que no toma en cuenta la perspectiva de género, la presencia y el papel de las chicas en los estudios han tendido a ser marginales o secundarias. Y, por otro lado, las experiencias juveniles femeninas han tendido a ser invisibilizadas, dado que las categorías de análisis utilizadas en los estudios de juventud han tenido un seso androcéntrico.

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En este artículo se presentan algunas claves explicativas del porqué de esta ausencia e invisibilidad históricas y se propone la incorporación de la perspectiva de género, tanto para dar visibilidad a las experiencias juveniles femeninas como para entender que incorporándola transversalmente al análisis de las prácticas y culturas juveniles (tanto de chicos como de chicas) se consigue ganar en profundidad y complejidad en el análisis de la juventud.

2. El género en los estudios de juventud: ¿no presencia o invisibilidad? “De hecho, la transición juvenil es esencialmente un proceso de identificación con un determinado género, aunque a menudo se haya confundido con un proceso de emancipación familiar, económica e ideológica que históricamente ha sido privilegio casi exclusivo de los varones (y aun de los pertenecientes a determinados estratos sociales). Ello explica por qué, hasta fechas muy recientes, las imágenes sociales predominantes de la juventud se hayan asociado inconscientemente a las de la juventud masculina” (Feixa, 1998: 19). Estruch y Cardús (1984), en su ya clásico estudio sobre las encuestas a la juventud, apuntaban la idea según la cual los jóvenes han sido desde siempre un grupo social objeto de preocupación desde la mirada adulta, como un espejo en el cual los adultos se ven reflejados y que les retorna una imagen no siempre agradable. Los jóvenes han sido, y son, objeto de exaltación y preocupación a la vez, y en esta paradoja reside precisamente la clave que convierte a la juventud en una categoría socialmente construida que sintetiza las contradicciones de la mirada adulta. Esta visión alarmista de los jóvenes se ha venido concretando en el hecho de identificarles con algunos de los principales problemas sociales percibidos desde la sociedad adulta: delincuencia juvenil, violencias, tribus urbanas, drogadicciones, fracaso escolar… De hecho, los primeros estudios de juventud, de la mano de los primeros Ayuntamientos democráticos y las correspondientes nuevas regidorías de juventud, surgieron precisamente de la necesidad de conocer quiénes eran los jóvenes en cada territorio para la definición de políticas sociales. A menudo, estos primeros estudios estaban planteados desde la perspectiva del “problema social”, es decir, poniendo el foco precisamente en las conductas conflictivas para la sociedad que protagonizaba la juventud, buscado las claves explicativas al servicio de la intervención social. Pero difícilmente se cuestionaba por qué esta juventud definida socialmente como “problemática” era, en realidad, mayoritariamente masculina. En realidad, la misma categoría de juventud, definida como etapa de transición entre la infancia y la vida adulta consistente en la emancipación de la familia de origen y la construcción de una identidad propia –en el espacio público– ha dejado de lado las diferencias de género. Las transiciones femeninas tradicionales consistían en el tránsito de la dependencia parental a la conyugal, y se expresaban en el espacio privado. En este sentido, como afirma Carles Feixa en la cita inicial de este apartado, la juventud como tal es una categoría que, centrada en la variable edad, ha acabado invisibilizando la variable género.

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En cambio, si incorporamos una mirada de género, los datos nos muestran, por ejemplo, que las conductas violentas dentro y fuera de las aulas están protagonizadas fundamentalmente por chicos (Berga y Sáez, 2013). En referencia a la delincuencia juvenil, también los datos demuestran que la mayoría de infractores son chicos. En Catalunya, las últimas estadísticas publicadas por el Departamento de Justicia (2) muestran que un 84,2% de la población infractora de Justicia Juvenil es masculina, respecto al 15,7% que representan las chicas. Y este es un dato que se repite en la mayoría de los países occidentales. En relación al fracaso escolar, entre la población escolarizada masculina un 35’8% chicos no finaliza los estudios obligatorios, y esta cifra baja hasta el 23’8% en el caso de las chicas. Así mismo, en los estudios de juventud de orios, en relacion acion e Catalunya. las aulas, estan a intervencion sociales percibidos desde el número de repetidores chicos dobla el de las chicas (49% chicos vs. 26% chicas). En referencia a la población universitaria, el 61% de los graduados universitarios españoles son chicas (3). A pesar de que los datos parecen reveladores, y como ha sucedido en otras áreas de la sociología, los estudios de juventud desde sus diferentes vertientes (las culturas juveniles o las transiciones a la vida adulta) han tendido a descartar el análisis de género. En un celebrado estudio sobre jóvenes y conducta antisocial, así resumía irónicamente Rutter la prevalencia del género como factor explicativo de la delincuencia juvenil: “No tenemos que seguir buscando el “gen del crimen” porque ya lo hemos identificado: ¡el gen del sexo biológico que se encuentra en el cromosoma Y! (...) Ser varón es uno de los predictores más fuertes de la delincuencia que tenemos entre los atributos fácilmente mesurables” (Rutter, 2000: 352). En este sentido, el protagonismo masculino se naturaliza, se da por descontado, y bajo la definición genérica de “estudios de juventud” nos encontramos con estudios que, bajo denominaciones de “juventud y delincuencia”, “jóvenes y tribus urbanas” o “violencias juveniles”, por poner algunos ejemplos, no se cuestionan el porqué en su mayoría estas conductas socialmente más visibles las protagonizan los chicos, y hasta qué punto las chicas, y sus expresiones particulares, son ausentes, o bien han sido invisibilizadas dadas las categorías de análisis que se han utilizado.

3. La juventud como “problema social”: ¿un problema masculino? Una perspectiva de género para los estudios de juventud

(2) http://justicia.gencat.cat/ca/ departament/Estadistiques/ justicia_juvenil. (3) Planas, Juan Antonio “Diferencias entre sexos en el fracaso y abandono escolar”. Blog Canal Educación. http:// www.blogcanaleducacion.es/ diferencia-entre-sexos-en-elfracaso-y-abandono-escolar/ (23 febrero 2013).

“The study of youth subcultures in western societies has so far had much more to say about boys than about girls. This has in part been because male youths have engaged in more delinquent confrontational activities –their cultures have at the same time been ‘social problems” (Wulff, 1988: 165). Así, unas de las principales críticas que recibieron los estudios “clásicos” sobre juventud fue el haberse focalizado en el estudio de la espectacularidad, la desviación social y aquellas expresiones generadoras de “pánico moral”, escenificadas en el espacio público, en detrimento del estudio de las expresiones culturales de la vida cotidiana de los y las jóvenes, y aquellas expresadas en los espacios privados (habitaciones,

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hogar…). En este sentido, el protagonismo masculino en los estudios se explicaría, fundamentalmente, porque lo que mayoritariamente se ha estudiado no es la juventud sino el “problema social”. Las primeras en denunciarlo fueron las feministas de los Cultural Studies británicos, que criticaron los estudios sobre las culturas juveniles por haberse focalizado exclusivamente sobre los chicos, mientras que las chicas escasamente aparecían y, cuando lo hacían, siempre era ocupando una posición subordinada o secundaria (McRobbie y Garber, 2002). Esto es debido, según estas autoras, a que los estudios sobre culturas juveniles han tendido a priorizar la esfera pública como ámbito de análisis, y olvidar las características diferenciales del ocio femenino, que tiene en el ámbito privado una esfera de expresión clave, descrita como la “bedroom culture”, en referencia a la habitación de las adolescentes y jóvenes como espacio que se apropia y utiliza, sola o en compañía de amigas, para experimentar con la ropa, el maquillaje, las revistas juveniles… Para Angela McRobbie esta sería una estrategia femenina alternativa a las subculturas juveniles espectaculares y expresadas en el espacio público, propias de los chicos. Por lo tanto, desde una perspectiva de género, la cuestión no es solamente la presencia o ausencia de las chicas en las culturas juveniles, definidas en términos androcéntricos, sino poner de relieve las maneras que ellas utilizan para interactuar entre sí, y con los demás, para negociar su propio espacio, construyendo formas culturales específicas de respuesta, adaptación y/o resistencia. Las nuevas tendencias en los estudios de juventud de los últimos años han sido, precisamente, la progresiva propuesta de más estudios etnográficos y centrados en la vida cotidiana de los jóvenes, la apertura hacia estudios más comprensivos así como la progresiva incorporación, en algunos de ellos, de la perspectiva de género. De unos estudios iniciales en los cuales el género era, como hemos dicho, una variable ausente, a partir de finales de los años 90 comienzan a aparecer estudios, tanto a nivel internacional como estatal, que incorporan el estudio específico de las experiencias femeninas, tanto desde la perspectiva de los estudios más “estructuralistas” (centrados en el análisis de las transiciones juveniles), como en la aparición de algunas etnografías sobre culturas juveniles femeninas. Un ejemplo de los primeros, el análisis de la vulnerabilidad juvenil poniendo el foco en las trayectorias de transición desestructuradas protagonizadas por las chicas de entornos sociales desfavorecidos (Furlong, 2000), o el concepto de “feminización de la pobreza” promovido por diferentes organismos internacionales, que cuestiona el concepto de pobreza infantil y juvenil desde una perspectiva de género, identificando la pobreza con rostro femenino. En nuestro país continúan siendo todavía escasos los estudios desde esta perspectiva, la mayoría fruto de tesis de máster o doctorado. Entre ellos, destacar la monografía sobre culturas juveniles y género (Martínez, 2001), el estudio desde la perspectiva de género de las culturas del baile (Romo, 2001; 2004) o de los skinheads (Porzio, 2004), una mirada de género al ámbito escolar (Ponferrada, 2011), o el doble estudio de caso (microculturas antiacadémicas femeninas y embarazo adolescente) sobre jóvenes y riesgos (Berga, 2007).

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4. Una perspectiva de genero Entendemos por género la construcción psicológica, social y cultural de las características consideradas femeninas o masculinas que se atribuyen a los miembros de cada sexo. Ésta es, de hecho, una construcción cultural e histórica que puede cambiar de una sociedad a otra, de una cultura a otra (Berga, 2005). Los roles de género son construcciones socioculturales que, por otra parte, y a diferencia de lo que planteaban las teorías funcionalistas en los años 50, no son complementarios sino que constituyen categorías conflictivas que conllevan relaciones de poder. Los roles sexuales, y el dominio masculino que a lo largo de la historia ha caracterizado el modelo de sociedad patriarcal, se ha impuesto en buena parte gracias a lo que Pierre Bourdieu (2000) ha definido como “violencia simbólica”, que es aquella que los dominantes son capaces de ejercer sobre los dominados con su consentimiento, es decir, aquella que se impone de forma natural e incuestionable gracias a que no se considera, en realidad, una acción violenta. Así, a través de la socialización diferencial de género, aprendemos y aprehendemos a ser masculinos y femeninas, según las expectativas sociales de cada momento y contexto determinado, e interiorizamos las categorías de género hasta el punto que estas pasan ser percibidas como naturales (Berga, 2005). Este hecho ha tenido consecuencias importantes en la invisibilización de las desigualdades de género, incluso por las mismas mujeres (Juliano, 2004). Desde pequeños padres, maestros, educadores esperan de niños y niñas conductas diferentes. Ciertamente esta diferencia en la socialización tiene como ámbito central el entorno familiar y es el resultado de unas expectativas paternas influenciadas por los estereotipos de género. Incorporar una perspectiva de género al estudio de la juventud significa partir de la premisa que el género es una categoría relacional, es decir, que como dice María Jesús Izquierdo “lo que les ocurre a las mujeres lo es en relación a lo que les ocurre a los hombres” (Izquierdo, 1997). En este sentido, incorporar la perspectiva de género significa entender que una perspectiva de género aplicada al estudio de la juventud no significa únicamente estudiar o visibilizar a las mujeres, sino analizar hasta qué punto los procesos de adaptación y respuesta de los y las jóvenes frente a las condiciones materiales de sus vidas están condicionadas, en buena medida, por su socialización diferencial de género, así como en relación con el proceso de negociación de una identidad femenina o masculina. Por otro lado, considerar que hombres y mujeres tienen un papel activo en la construcción, mantenimiento y transformación del sistema de género. Los géneros no son entes esenciales ni estáticos, sino que son categorías cambiantes y dinámicas. Los modelos de feminidad y masculinidad de las nuevas generaciones de jóvenes se han transformado profundamente respecto a los de las generaciones anteriores. Como apunta Manuel Castells (1998), las mujeres han protagonizado la principal revolución del s. XX y actualmente nos encontramos ante un nuevo escenario como es la crisis de legitimidad del patriarcado. Los géneros son relacionales, y por esto las transformaciones en uno de los géneros implican, necesariamente, un reajuste del otro. Si las jóvenes alcanzan cada vez más el éxito académico y generalizan su presencia pública, los modelos de género que se han basado

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en la división sexual del trabajo y el papel de la masculinidad hegemónica necesariamente entran en crisis. Precisamente, reivindicar esa visibilidad de las particulares expresiones femeninas, romper con los modelos androcéntricos de análisis y, a su vez, proponer una mirada sobre lo femenino que trascienda el victimismo y los enfoques siempre centrados en las mujeres como colectivo desfavorecido y en situación de desventaja social, sino centrada en la agencia de las jóvenes es, a mi modo de entender, dónde reside el interés de la aplicación de una perspectiva de género al estudio de la juventud. En definitiva, la incorporación de la variable género a los estudios sobre juventud nos permite aproximarnos a un análisis más profundo, complejo y rico de las realidades juveniles en nuestra sociedad.

5. Transformaciones de los roles de género y consecuencias para la juventud “Possibilities for autonomy for women are developing today, but for men it may be the opposite: autonomy in a traditional male sense seems rather to be on the wane. This has to do with the altered relations between the sexes: one of the prerequisites for the autonomous man in the traditional sense of the word has been the non-autonomous woman. The man changes when the woman’s position ans role is changed”. (Holstein-Beck, 1995: 96-115). El contexto de la nueva modernidad o de la modernidad reflexiva a la que aluden autores como Giddens y Beck tiene consecuencias evidentes en los procesos de socialización y la construcción de las identidades personales. Los modelos de socialización son cada vez más plurales y flexibles y, en consecuencia, los adolescentes actualmente tienen que decidir cómo construir su identidad entre múltiples formas posibles. Las opciones y, por lo tanto, los procesos de decisión y de negociación individuales son indiscutiblemente mayores que en otras generaciones. Esto no significa que desaparezcan los condicionantes sociales sino que, a pesar de que estos puedan ser tan o más determinantes que antes, existe una mayor conciencia de que cada persona puede, de algún modo, escoger su propio itinerario y que no existen modelos únicos que prefiguren su camino. En relación a las desigualdades de género, Beck (1998) se refiere a la transformación del orden estamental moderno sobre el que se basaba la sociedad industrial (fundamentada no únicamente en la división capitalista del trabajo, sino también en la división sexual del trabajo) hacia un nuevo modelo en el cual las relaciones de género podrían ser cada vez más igualitarias. En este sentido podemos afirmar que se están produciendo importantes cambios en los modelos de socialización de género en las nuevas generaciones. Unos cambios que, sobre todo, están protagonizando las chicas. Las chicas jóvenes crecen con una concepción de la realidad considerablemente diferente a la que vivió la generación de sus madres y que se manifiesta, por ejemplo, en un mayor éxito académico y una incorporación masiva al mercado laboral.

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Si consideramos, como hemos planteado, que el género es una categoría relacional, es necesario analizar hasta qué punto las transformaciones del rol femenino tienen, y tendrán, inevitables consecuencias para los hombres. En este sentido, algunas de las conductas consideradas “problemáticas” en los jóvenes pueden explicarse también a partir de este contexto cambiante en la socialización de género, y pueden ser entendidas precisamente como respuestas de chicos jóvenes en este nuevo escenario. Existen diversos estudios británicos que siguen en la actualidad esta línea de investigación. Así, Paul Willis (2000) se refiere a la crisis de la masculinidad entre los jóvenes de clase obrera definida –según este autor– a partir de los crecientes índices de paro de larga duración y sus consecuencias para el eje sobre el que construir su identidad masculina como es llegar a ser el “breadwinner”. Precisamente una de las formas de resolver la crisis de masculinidad de los jóvenes, indica Willis, puede ser una afirmación agresiva del estilo masculino, con importantes consecuencias, sobre todo para las mujeres. En un sentido similar se expresa Connell (1997) cuando se refiere a la tendencia actual a la crisis de un orden de género que puede provocar intentos de restaurar una masculinidad dominante, por ejemplo a partir de la violencia contra las mujeres. En este sentido, las violencias juveniles, protagonizadas mayoritariamente por los chicos, podrían encontrar entre alguna de sus razones la respuesta a las tensiones a las cuales está sometido el rol masculino actualmente. Aun así, estas transformaciones de roles y la tendencia a una mayor participación de las chicas jóvenes en la esfera pública y los espacios de autonomía en la creación de su identidad no se están produciendo del mismo modo en todas las clases sociales. Si la respuesta de los chicos de entornos de clase trabajadora en este contexto cambiante es, como tendencia dominante, una reafirmación de la masculinidad hegemónica, en el caso de las chicas se produce una doble alternativa: por un lado, su aproximación a espacios formas de conducta tradicionalmente masculinos, cada vez más accesibles a las chicas, y por otro lado a partir de estrategias que las reafirman en el modelo femenino tradicional. Así la tendencia creciente al consumo abusivo de sustancias tóxicas entre las chicas, o el incremento del número de delitos con uso de violencia, por poner algunos ejemplos, serían expresiones de lo que se ha denominado una creciente “masculinización” de las formas de expresiones femeninas, que adquieren mayor visibilidad social. Estos cambios, que están protagonizando las chicas jóvenes han sido considerados en algún sentido como “consecuencias no esperadas” del avance de la igualdad de género, que ha supuesto en otros ámbitos un mayor protagonismo y empoderamiento de las chicas, que destacan entre el alumnado con expedientes académicos brillantes y, cada vez más, en el liderazgo entre iguales. Observamos, en el otro extremo, realidades como el embarazo adolescente que han pasado a formar parte desde hace unos años de la nueva agenda de “problemas sociales” asociados a la juventud en las sociedades occidentales y que, en este caso, ilustra una estrategia social, singular y diferencial en clave de género, para comprender los procesos de adaptación, negociación y resistencia de las adolescentes en condiciones de vulnerabilidad social (Berga, 2010).

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6. Conclusión: retos y perspectiva de futuro de los estudios de juventud y género Para concluir este artículo, quisiera subrayar algunos de los ejes presentados y, a partir de ahí, plantear algunas claves sobre retos y perspectiva de futuro de los estudios de juventud y género. Hemos manifestado la necesidad de visibilizar las experiencias femeninas y las particularidades de las formas de expresión de las chicas que, a menudo, han permanecido invisibles en los estudios de juventud centrados sobre todo en las experiencias masculinas que son, a su vez, las que han protagonizado el problema social. Así mismo, se ha planteado la necesidad de reivindicar la incorporación de la perspectiva de género al estudio de la juventud en general. Así como variables como la clase social o la etnicidad han sido más explícitamente incorporadas, demasiado a menudo la perspectiva de género ha sido la gran ausente de los estudios de juventud. Y cuando ha tenido una presencia muchas veces se ha reducido a un capítulo aparte, en el cual se analizaba la experiencia de las mujeres, dentro de un estudio general sobre juventud. Incorporar la perspectiva de género significa, sin embargo, ir más allá de los estudios “de mujeres”. Sin duda, etnografías centradas en las experiencias femeninas nos permiten la visibilización y poner de relieve las particularidades de sus formas de expresión. Pero entender el género como perspectiva significa también ser capaces de cuestionar las propias categorías de análisis, y obtener una visión mucho más compleja y plural de la realidad juvenil. Actualmente la perspectiva internacional, tanto en estudios como en las políticas públicas, tiende hacia el “mainstreaming de género”, es decir, la transversalidad de género. Esto significa la incorporación de la mirada de género a nivel transversal en los estudios con el fin de tener en cuenta las relaciones entre mujeres y hombres y el papel que cada género desempeña en afectar las oportunidades y el estilo de vida del otro. Así, las perspectivas de futuro de los estudios de juventud y género deben ir más allá de los estudios de mujeres, para pasar a considerar que el género es una categoría relacional, clave en la construcción de las identidades y en la definición de las posiciones sociales de las personas. Finalmente, y a luz de lo anteriormente dicho, cada vez más los estudios están planteando, en un contexto de transformación de los roles de género en las nuevas generaciones, el tema de las masculinidades como eje de análisis interesante para la comprensión de algunas de las nuevas expresiones juveniles, y para explicar algunas de las conductas consideradas “de riesgo” entre la juventud masculina. Será necesario, pues, estar atentos al curso que vayan siguiendo estas transformaciones y sus efectos en las identidades y las prácticas juveniles de cara al futuro.

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DOCUMENTOS

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Miguel Melendro Estefanía y Ana Eva Rodríguez Bravo, Universidad Nacional de Educación a Distancia

Los estudios sobre el tránsito a la vida adulta de jóvenes vulnerables y estrategias para su inclusión social

En el contexto actual de incertidumbre, procesos de cambio acelerados y pérdida de estabilidad en las estructuras y las relaciones, definido como sociedad líquida, del riesgo, la globalización o el conocimiento, el proceso de tránsito a la vida adulta de la juventud vulnerable implica aún mayores dificultades y complejidades que en el caso de la juventud con situaciones más normalizadas. En este artículo se presenta una revisión de las investigaciones que se han realizado en España desde la década de los ochenta. Por una parte, en relación al perfil del colectivo denominado jóvenes-adultos, las características de su tránsito a la vida adulta y el desarrollo de trayectorias fallidas vinculadas a procesos de exclusión. Y por otra parte, sobre las estrategias y procesos de intervención para la inclusión de la juventud vulnerable en tránsito a la vida adulta, tanto desde una perspectiva macro o relativa a aquellas intervenciones que buscan modificar el contexto; como desde una perspectiva micro, que aborda la traducción de lo contextual a lo cotidiano. El propósito de esta revisión es ofrecer un mapa de antecedentes, líneas de trabajo actuales y tendencias de futuro, que permita la contextualización y enmarcado teórico de nuevos trabajos en este campo.

Palabras clave: Juventud, desfavorecido, transición, integración social, investigación.

1. Introducción La situación de la juventud y su futuro es uno de los temas más preocupantes en las sociedades europeas del nuevo milenio; especialmente de esta juventud más vulnerable, que encuentra mayores dificultades para su inclusión social. La nueva sociedad de la globalización y de la información supone un nuevo contexto en el que se han instalado situaciones de dificultad social diferentes a las conocidas anteriormente. A ello hay que añadir las dificultades provocadas por la reciente crisis económica, una realidad que ha situado a un mayor número de jóvenes –especialmente a la juventud más vulnerable– en grave riesgo de exclusión social. En el caso de la Unión Europea, el análisis del tránsito a la vida adulta de los y las jóvenes y sus efectos de futuro se concretaron en un objetivo central para las dos primeras décadas del nuevo siglo: la construcción de una sociedad sostenible e inclusiva teniendo como referencia fundamental a sus jóvenes y, entre ellos, de forma prioritaria, a los y las jóvenes en dificultad social. Así se refleja de forma explícita en el Pacto Europeo de la Juventud, que forma parte de la Estrategia de Lisboa, en el Informe de la Comisión Europea sobre Inclusión Social o en la Nueva Estrategia para Jóvenes Europeos “2010 – 2018. Investing and empowering“, promovida por el EKCYP (European Knowledge Centre for Youth Policy) del Consejo

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de Europa y la Unión Europea. Un planteamiento en el que se señalaba a la juventud desfavorecida como un grupo objetivo estratégico y se planteaba abordar estas situaciones de desventaja desde dos ámbitos prioritarios: la educación y formación de los y las jóvenes y el incremento de su participación en el mercado laboral. En el caso de la juventud en situación de vulnerabilidad el proceso de transición a la vida adulta conlleva mayores riesgos que en el caso de aquellos y aquellas jóvenes con situaciones más normalizadas. Entre otras cuestiones, se les exigirá un desarrollo madurativo y una responsabilidad que les conducirá a asumir precozmente conflictos y estilos de vida propios de la edad adulta, disponiendo además de menos recursos personales y sociales para enfrentar éste proceso. Como el propio concepto de vulnerabilidad plantea, pueden identificarse cinco dimensiones sociales claves en la identificación de factores de riesgo asociados a él (Jurado, Olmo y Pérez, 2015): una dimensión laboral y/o económica (asociada a dificultades para acceder a un trabajo, la consecución de empleo precarios, situaciones de desempleo, baja empleabilidad…); una dimensión familiar (asociada a la carencia de vínculos familiares fuertes, exceso de dependencia, debilitamiento de los lazos parentales, aislamiento, hogares desestructurados…); una dimensión educativa (asociada a un bajo nivel académico, una baja cualificación, carencia de estudios…); una dimensión organizativa y/o institucional (asociada al desconocimiento y a la desvinculación de las actividades de apoyo de las instituciones públicas) y una dimensión de la salud (asociada a problemas de adicción, condición de discapacidad o de dependencia, problemas de salud o una baja autoestima). En las últimas tres décadas es posible identificar investigaciones españolas que se han aproximado al estudio de esta temática desde dos perspectivas. Por una parte, un primer grupo de investigaciones se ha centrado en la identificación de las características propias del grupo de población juvenil europea que se vincula con el momento del tránsito a la vida adulta. Un grupo al que se denomina “jóvenes adultos” y dentro del cual se identifica ya un conjunto de factores de vulnerabilidad social que remiten a la ausencia de niveles de independencia laboral, económica, familiar y social que les permitan vivir de forma autónoma. Así como a procesos de reversibilidad, también denominados “procesos de ida y vuelta” o “trayectorias yo-yo”, que suponen una transición a la vida adulta dentro de parámetros de incertidumbre y circularidad, menos nítidos y lineales que en periodos anteriores. Un segundo grupo de investigaciones está conformado por aquellas que han orientado sus intereses a profundizar en la descripción de las trayectorias fallidas de los jóvenes más vulnerables y en la propuesta de reestructuración de las políticas sociales pensadas para favorecer la inclusión social de este colectivo. La revisión de estos dos grupos de investigaciones constituye el marco en el que se desarrollan un tercer grupo de estudios: aquellos que ahondan en lo que se está haciendo con el colectivo de jóvenes vulnerables y cuáles son las líneas estratégicas de intervención que se siguen para su inclusión social. La complejidad del contexto y la diversidad de los entornos de los que proceden son elementos determinantes a la hora de entender el tipo de actuaciones a realizar, por lo que se requiere además de abordajes intersectoriales e interdisciplinares. En nuestro caso desde el ámbito de las

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ciencias sociales, y más concretamente desde la pedagogía, la sociología, la psicología, la educación social y el trabajo social. A continuación se presenta una revisión de estos tres grupos de estudios, que toma como referencia los trabajos y publicaciones de las tres últimas décadas. El propósito de esta labor es ofrecer un mapa de antecedentes y líneas actuales de trabajo que permita navegar por las aportaciones científicas realizadas respecto a este tema en nuestro país y facilite la contextualización y enmarcado teórico de futuras investigaciones sobre el mismo. En cualquier caso no es este un tema fácil de tratar, dada la enorme producción y diversidad de investigaciones existente. Se trata especialmente de investigación aplicada, desde diferentes ámbitos disciplinares, muy heterogénea en cuanto a los contenidos, metodologías y propuestas. Haremos un amplio repaso por las líneas más destacadas, aunque la profundización en muchos de los aspectos señalados y la inclusión de los que no ha sido posible abordar aquí corresponde a futuros trabajos monográficos y de mayor extensión.

2. Antecedentes En cuanto a los antecedentes sobre el estado de la cuestión en esta temática, diferentes modelos teóricos han venido orientando, a lo largo de los últimos decenios, las actuaciones sobre los procesos de tránsito a la vida adulta de la juventud más vulnerable. De los modelos explicativos centrados en la descripción del individuo y sus características definidas como marginales, se dio paso, con el auge del estructuralismo, a la consideración del sujeto excluido en referencia al espacio que la sociedad le reserva en su organización. Se fue entendiendo así que la exclusión no era un fenómeno individual, perteneciente al ámbito de la patología, de la enfermedad, de la anomalía personal, sino que tenía que ver con la organización de las comunidades y las relaciones sociales. Estos enfoques, con un enorme grado de elaboración, de diversidad y de complejidad en sus aportaciones teóricas y en sus aplicaciones, se encuentran e intercambian argumentos y propuestas con gran intensidad a partir de la segunda mitad del siglo XX. Esa contraposición entre factores estructurales e individuales constituirá, como indican Benedicto et al.:

“Uno de los principales ejes de debate dentro del campo de los estudios de juventud… poniendo el énfasis en el juego combinado de los procesos macro y de las acciones micro, en tanto en cuanto la integración de los jóvenes como miembros de la comunidad no se desarrolla de acuerdo con unas pautas institucionales, establecidas de manera genérica, ni tampoco es la consecuencia directa de las decisiones que adoptan los individuos en su camino hacia la vida adulta” (Benedicto et al., 2014: 42). En ese sentido, diferentes enfoques –desde los socio-ecológicos, el constructivismo social o el modelo de competencias a la sociología de la vida cotidiana, la teoría de sistemas o el interaccionismo simbólico, entre otros– han abordado esa interacción entre lo macro y lo micro para acceder a la realidad y transformarla desde la acción.

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De la mano de ese proceso de construcción teórico-práctica, en las décadas de los ochenta y noventa del pasado siglo y durante los primeros años del nuevo siglo, con el fortalecimiento del Estado de bienestar, asistimos al diseño y despliegue de un amplio dispositivo de planes, programas, proyectos y recursos destinados a la atención a la población excluida, y de forma específica a la juventud vulnerable. Este dispositivo incorporará, de forma masiva y progresiva, equipos de profesionales de diferentes ámbitos disciplinares, desde la sociología, el derecho o el trabajo social a la pedagogía, la educación social, la psicología, el magisterio y otras profesiones del ámbito de lo social. Un dispositivo que se encuentra ahora elaborando alternativas viables a la incertidumbre provocada por el cruce de caminos entre la sociedad del bienestar, los planteamientos mercantilistas y neoliberales y la nueva y cada vez más evidente sociedad que han ido caracterizando autores de diferentes ámbitos de conocimiento, como Robertson (1992), Bauman (1999), Klein (2002), Beck (1998) o Castells (1996): una sociedad de la globalización, de la información, de la sostenibilidad y, también, de la crisis y del riesgo. Como señala Bonil, “sumergidos en lo que se ha llamado la sociedad de la información, o la sociedad del conocimiento, los referentes se transforman continuamente y sitúan a las personas ante un futuro incierto” (Bonil, 2004: 106). En este contexto, nos enfrentamos al reto de generar aquellos instrumentos que nos ayuden a asumir los cambios del nuevo milenio, de forma solidaria e inclusiva. Unos cambios que suponen la formación de una nueva ciudadanía, cosmopolita, compatible con y a su vez fuente de una emergente cultura global. Algo difícil de alcanzar, en cualquier caso, desde una situación concreta, la de nuestro país, que está lejos de ser la más favorable. Planas, Soler y Feixa (2014) muestran cómo las políticas de juventud han experimentado enormes recortes y transformaciones en estos tiempos de crisis, austeridad y drásticos recortes sociales. Hasta el punto de que muchos jóvenes, entre ellos claramente los más vulnerables, se encuentran sin el apoyo o con el apoyo muy mermado de las redes de protección tradicionales como la familia, las organizaciones sociales o las propias entidades y recursos públicos. Las actuaciones socioeducativas con jóvenes son en este contexto esenciales, ya que contribuyen a su empoderamiento ante situaciones críticas, facilitando la integración y la cohesión social. Pero, como plantean y documentan ampliamente los autores citados, “con las políticas de austeridad y los recortes en las políticas sociales, los avances realizados en este ámbito quedan inexorablemente quebrantados” y se produce un deterioro tanto en la dimensión como en la calidad de los recursos disponibles (Planas, Soler y Feixa, 2014: 560-561). Teniendo en cuenta todo esto, nos enfrentamos, de acuerdo con Parrilla, Gallego y Moriña, a “múltiples perfiles e itinerarios de acceso a la vida activa, cuestionando la posibilidad de inferir patrones generalizables sobre las transiciones al conjunto de los jóvenes”. Si bien es importante planificar y apoyarse en actuaciones personalizadas en la transición a la vida activa, estás han de basarse en sistemas y referencias comunes a partir de “actuaciones estratégicas y políticas integrales… que respondan a una mayor justicia social y que promuevan prácticas de inclusión, de participación y apoyo a los procesos de transición” (Parrilla, Gallego y Moriña, 2010: 229).

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3. Estudios sobre “jóvenes adultos”, vulnerabilidad y trayectorias fallidas en el tránsito a la vida adulta Entre las investigaciones centradas en explicar que los y las adolescentes y jóvenes se encuentran en un momento extremadamente vulnerable de su trayectoria vital y necesitan de apoyos externos para poder acometer con ciertas garantías de éxito su tránsito a la vida adulta, es posible diferenciar varias líneas de trabajo. En primer lugar, como antecedentes claros de la temática, destacan aquellas investigaciones que describen cómo es la juventud de nuestro país y cómo ha ido aconteciendo su proceso de transición durante las tres últimas décadas; a partir de la descripción de los principales indicadores vinculados a este tránsito: el acceso al empleo remunerado, la emancipación del núcleo familiar de origen y la formación de una familia propia (emparejamiento, maternidad/paternidad) (1). Así, en la década de los ochenta algunas de estas investigaciones centraron su descripción en regiones concretas (Casal, 1981, 1984; Elzo, 1986; Cascales y Chilón, 1986). Sin embargo, el referente más claro lo constituyen los Informes de Juventud realizados desde 1984 por el Instituto de la Juventud dependiente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, habiéndose publicado su octava y última edición en el año 2012. No obstante, otros trabajos de actualidad revisan los principales rasgos del tránsito a la vida adulta de los y las jóvenes españoles y analizan los cambios y desigualdades en sus pautas de emancipación (García y Merino, 2006; Meio y Miret, 2010; Moreno, et al., 2012; Ballesteros, et al, 2012; Instituto Max Weber, 2013). Por otra parte, es posible identificar un segundo grupo de investigaciones, aquellas que buscan definir modalidades de transición – algunas en recesión y otras emergentes– a partir de las formas en las que los jóvenes describen sus itinerarios de inserción social, laboral y familiar. Así como la vinculación de algunas de estas modalidades, como son las de precariedad y erráticas o de bloqueo, con los procesos de exclusión. Desde esta perspectiva, son referencias imprescindibles los trabajos desarrollados desde la década de los ochenta por el GRET o Grupo de Investigación en Educación y Trabajo de la Universidad Autónoma de Barcelona, orientados a analizar las relaciones entre educación y empleo desde la perspectiva de las transiciones de los y las jóvenes y su inclusión y exclusión laboral y social (Casal, 1985; Casal, 1996; Casal, 2002; Casal, et al. 2006; Casal, et al, 2011; García, et al, 2007; García y Merino, 2009; García, et al, 2013).

(1) Para un análisis más detallado de la producción científica sobre las transiciones juveniles en nuestro país véase el artículo de Casal, García y Merino contenido en este mismo monográfico. [Nota de los Coordinadores].

Un tercer grupo lo integran, por un lado, los estudios que tienen como objeto de interés las políticas públicas de transición a la vida adulta desarrolladas en Europa y España (Cachón, 2004 y 2008). Y, por otra parte, los trabajos que plantean la necesidad de crear estructuras de apoyo que ayuden a los y las jóvenes-adultos/as en esta fase difícil de sus biografías a cerrar el ciclo de la socialización con una exitosa transición a la vida adulta y su plena inclusión social. Desde esta perspectiva, la formación para la mejora de competencias, la orientación para el empleo y la inserción laboral son definidos como los campos de actuación que se están promoviendo desde las políticas sociales en aras de favorecer a la juventud. Algunos trabajos desarrollados en esta última línea fueron, en primer lugar, los del grupo de investigación INSONA de la Universidad Pública

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de Navarra (López Blasco, et al., 1999 y 2001; Hernández Aristu, 2002; Hernández Aristu y López Blasco, 2003). No obstante, sigue siendo una línea de trabajo importante, dada la prolongación del periodo vital que se identifica con la juventud y la complejidad de la realidad social en la que acomete su inclusión en el mundo adulto (De la Fuente y Martín, 2012; Doménech y Giménez, 2012). Complementan esta línea en la actualidad trabajos críticos con la postura y actuaciones de los servicios sociales ante las circunstancias de vida de los y las jóvenes que requieren de este apoyo (Aliena, et al., 2012; Arias y Sánchez, 2012; Moreno Mínguez, 2012b). Un grupo importante de investigaciones es el integrado por los estudios que analizan las condiciones y estructuras que favorecen el éxito de las transiciones a la vida adulta y el desarrollo de trayectorias de inclusión entre el grupo de los “jóvenes adultos”, y ponen en valor el papel de la educación y la intervención educativa (Morch, et al. 2002; Sesgado y Acebes, 2012). De igual forma, tienen cabida en este grupo las investigaciones que, en contraposición, abordan los elementos vinculados a trayectorias fallidas y concluyen que las políticas sociales orientadas a favorecer la inclusión social de los y las jóvenes logran lo contrario, producir o reproducir la exclusión social. Estos estudios señalan que sus transiciones a la vida adulta cada vez son más desestandarizadas, mientras que las políticas sociales que se desarrollan para favorecer su inclusión siguen asumiendo un modelo lineal del curso de la vida (Du Bois-Reymond y López Blasco, 2004; López Blasco, 2006). Por último, dentro del estudio de las trayectorias fallidas encontramos los análisis que ponen el acento sobre los escenarios de futuro que pueden percibir en la actualidad los jóvenes-adultos. Escenarios que muestran la extrema dificultad de las condiciones de la sociedad actual para acometer la plena incorporación de estos y estas jóvenes al mundo adulto, que reduce el éxito o el fracaso del proceso de tránsito a lo acertado o no de las decisiones e inversiones individuales, restando importancia a los factores estructurales que mediatizan y condicionan dichas decisiones (Benedicto, et al., 2014). Sin embargo estos son fundamentales para entender la vulnerabilidad de los jóvenes del nuevo milenio. Como apuntan Lasheras y Pérez Eransus (2014: 150), “desde 2007, las personas menores de 30 años han triplicado su presencia en la exclusión social y constituyen ahora un 44 % del total de personas excluidas… Este cambio de perfil (sin olvidar el efecto de la insuficiente cobertura de las políticas sociales) se produce principalmente como resultado del fuerte impacto de la destrucción de empleo en el caso de los y las jóvenes”. A ellos se unen aquellos análisis que buscan contrastar el discurso mediático en torno al fenómeno Ni-Ni, los jóvenes que no estudian ni trabajan, como una categoría específica dentro de los jóvenes-adultos de la sociedad del siglo XXI; concluyendo la necesidad de acotar con rigor el concepto para poder abordar consecuentemente el estudio de este fenómeno y el alcance real de mismo. Al hacerlo se comprueba que los y las ni-nis en España – entendido como el grupo de personas jóvenes que no estudian ni trabajan, ni lo intentan, que no refieren incapacidad por enfermedad y que no asumen cargas familiares– no llega al dos por ciento de la población entre dieciséis y veintinueve años (CIS, 2011).

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4. Estudios sobre estrategias y procesos de intervención para la inclusión social de jóvenes vulnerables en tránsito a la vida adulta Las investigaciones que analizan las “trayectorias fallidas” de la juventud más vulnerable en nuestro país están íntimamente ligadas a aquellos estudios que profundizan en las estrategias y procesos de intervención para su inclusión social. En ambos casos se pretende relacionar los aspectos contextuales de naturaleza institucional, familiar o socioeconómica de la historia de vida de estos y estas jóvenes, con aspectos básicos de su situación adulta, los apoyos recibidos y la inclusión social lograda. Partiendo de la idea planteada por Benedicto y su equipo (2014) de que la contraposición entre los factores estructurales e individuales constituye uno de los principales ejes de debate dentro del campo de los estudios de juventud, organizamos la revisión de investigaciones que sigue en ese juego combinado entre aquellas actuaciones enfocadas a elementos “macro” y las centradas en los elementos “micro”.

4.1 Estudios sobre actuaciones “macro”: transformar desde lo colectivo Comenzamos revisando los estudios sobre procesos y estrategias de intervención centrados en trabajar con los y las jóvenes, el sentido que adquieren los elementos macroestructurales en sus vidas y los procesos de transformación colectiva que estos requieren. Entre ellos, aquellos que les ayudan a encontrar un sentido al mundo y a reconocer su capacidad “para reapropiarse de los significados construidos socialmente, elaborando nuevas cadenas de significación adaptadas a sus necesidades de orientación en el entorno en el que viven” (Benedicto, 2014: 43). Para ello, en sus investigaciones biográficas sobre jóvenes vulnerables, Parrilla, Gallego y Moriña (2010: 229) apuntan la necesidad de “ir más allá de escuchar sus voces y sugiere el interesante reto de considerar la participación directa y real de los grupos de afectados en los procesos de toma de decisiones sobre los mismos... cuestionándonos nuestros programas y actuaciones sociales en torno a su participación, e incluso la forma de hacer investigación sobre ello”. En esta línea de trabajo, Úcar y Llena señalan cómo el desarrollo de modelos de participación en la intervención con juventud vulnerable es efecto, entre otras cuestiones, de las transformaciones que en materia de políticas sociales se han ido produciendo desde finales del siglo pasado. Unas transformaciones que han facilitado el paso “de modelos de política social verticales, jerárquicos y normativos a otros de tipo horizontal, relacional e interactivo que implican, necesariamente en su elaboración, a la ciudadanía” (Úcar y Llena, 2006: 15). Estos autores serán artífices de importantes estudios en torno a la intervención sociocomunitaria y la evaluación participativa como metodología de investigación y de aprendizaje para el empoderamiento (Úcar et al., 2014; Llena et al., 2008; Úcar y Llena, 2006). Un enfoque en parte similar al planteado por Marchioni a lo largo de los años noventa sobre trabajo social comunitario y participación, que desembocó a principios de los dos mil, en su

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perspectiva de “sostenibilidad social” y trabajo sociocomunitario en barrios marginales (Marchioni, 2002; Programa El Patio, 2005) (2). Otro de los grandes temas “macro” tratados en los estudios sobre jóvenes vulnerables es el del tránsito de la formación al empleo. Más allá de las investigaciones sobre educación compensatoria de los años noventa o sobre inserción sociolaboral de los dos mil, los estudios en este ámbito se han venido centrando en estrategias concretas de intervención que conciben la educación no como una mera “transmisora” o “compensadora” de conocimientos, sino como “transformadora” de realidades. Especialmente, en línea con los planteamientos freirianos de las realidades de las personas oprimidas, excluidas, marginadas social y/o políticamente y también de los enfoques posmodernos y de pensamiento complejo, ligados a Bauman, Habermas o Morin. En esta línea se enmarcan una serie de interesantes investigaciones, muy diversas, en las que se plantean temáticas tan interesantes para la intervención socioeducativa como la contradicción entre la necesidad y el miedo al vínculo o los efectos de las disfuncionalidades sistémicas en los y las jóvenes en desventaja (López, Gil e Iglesia, 2011), los enfoques dialógicos y concientizadores de las comunidades de aprendizaje y la metodología comunicativa crítica en investigación del Instituto CREA (3) (Centre Especial de Recerca en Teories i Pràctiques Superadores de Desigualtats de la Universidad de Barcelona) o los que plantean, desde la investigación evaluativa y la investigación-acción, nuevos marcos de enseñanza reglada abiertos al entorno, al partenariado y al ámbito empresarial desde las Escuelas Taller, las Escuelas de Segunda Oportunidad (4) o la educación dual (Hernández y Rosaleny, 2011; García 2011; De Miguel et al., 2008; Cañedo-Argüelles et al., 2003). Todos ellos con la característica común de romper los enfoques tradicionales en el ámbito de la educación formal en ese momento especialmente sensible del tránsito a la vida adulta y, con él, al mundo laboral.

(2) http://procesoelpatio.blogspot. com.es/ (3) Como referencia básica de esta línea de investigación, ver Flecha, R., y Larena, R. (2008). Comunidades de aprendizaje. Fundación ECOEM. Web del Instituto: http://www.ub.edu/ web/ub/es/recerca_innovacio/ recerca_a_la_UB/instituts/ institutspropis/crea.html (4) http://www.e2c-europe.org/

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En una ruta similar, en la actual sociedad de la información las nuevas tecnologías están teniendo también sus efectos sobre los y las jóvenes vulnerables, que asumen un papel reproductor del sistema, con escasas posibilidades de participación y transformación de su realidad a través del cada vez más presente espacio virtual. Uno de los elementos más significativos y difíciles de superar tiene que ver con la denominada “brecha digital”, la carencia del capital cultural necesario para transformar la información circulante en conocimiento relevante a través de las TIC (Lugo, 2015). Los estudios sobre este tema muestran cómo los y las jóvenes vulnerables, aunque dedican significativamente más tiempo al ocio electrónico, el uso de chats y redes sociales virtuales, manejan habitualmente contenidos de bajo nivel de complejidad, poco elaborados, más lúdicos que formativos, con una percepción del tiempo centrada en el sentido de inmediatez y que relativiza el conocimiento más fundamentado y crítico de la realidad. Hasta el punto de llegar al aislamiento social y la adicción a las pantallas en los casos más extremos, al denominado efecto “hikikomori”, (Fernández Montalvo et al., 2015; Ferreira, Pose y De Valenzuela, 2015; Vaquero, E., 2013; Kato et al, 2012; López Vidales, 2005). Esta realidad supone, en consecuencia, la necesidad de avanzar en nuevas técnicas y estrategias de intervención socioeducativa. Especialmente en los tiempos de que más disponen los jóvenes vulnerables, los tiempos de ocio.

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Un enfoque novedoso y original en este tipo de trabajos lo aporta la red Ociogune (5), constituida por más de cincuenta investigadores de ocho universidades españolas y que investiga el uso de los “tiempos” en diferentes momentos evolutivos y formativos. Su último proyecto, “De los tiempos educativos a los tiempos sociales: la construcción de la condición juvenil en una sociedad de redes”, incluye una línea de investigación específica sobre jóvenes en dificultad social abordando esta temática, fundamental cuando se trata de ofrecer alternativas para la intervención con población juvenil con una parte muy importante de sus “tiempos” disponible porque no la invierte en estudiar o en trabajar (Caride y Varela, 2015; Ferreira, Pose y De Valenzuela, 2015; Fernández-García, A.; Poza-Vilches, M. y Fiorucci, M. , 2015; Melendro, García-Castilla y Goig, 2015; Pérez Serrano y De Juanas, 2014).

4.2 Estudios sobre actuaciones “micro”: la traducción del contexto a lo cotidiano Si bien hay que actuar sobre lo “macro”, en la intervención directa con la juventud vulnerable es fundamental no perder la perspectiva de lo “micro”. Como señalan Benedicto et al. (2014: 43), “entender el desarrollo de lo micro es una forma de valorar la capacidad de los factores macroestructurales para llegar a la cotidianeidad, pero también una manera de comprender cómo los y las jóvenes traducen, interpretan y manejan el contexto de oportunidades y riesgos en el que se desarrollan sus vidas.” En esos espacios “micro” se viene produciendo, desde los años ochenta y noventa, una transición de los estudios sobre elementos puramente descriptivos y escasamente interrelacionados –factores e indicadores de riesgo en las situaciones de los y las jóvenes vulnerables– a otro tipo de investigaciones más complejas e interactivas, con un elevado componente aplicado y sinérgico, como son las relacionadas con la resiliencia, el empoderamiento o las estrategias flexibles de intervención. Entre finales de los años ochenta y mediados de los noventa, los estudios de De Paul y su equipo (1988, 1996) sobre identificación de factores de riesgo en el maltrato infantil y juvenil marcaron un hito. Numerosos autores continuaron investigando esta temática y enriqueciéndola con nuevas aportaciones, avanzando hacia la localización de elementos más positivos y proactivos –como los denominados “indicadores de protección”– o contribuyendo con otras visiones más dinámicas, desde modelos multicausales y sistemas interrelacionados de variables. (Cerezo, 1989; Gracia y Musitu, 1993; Palacios, 1995).

(5) En la Red Ociogune participan investigadores de las universidades de Deusto, Santiago de Compostela, UNED, Burgos, La Rioja, Barcelona, Valencia y Pablo de Olavide de Sevilla. Consultar http://www.redociogune.net/

A estos estudios siguieron numerosas investigaciones centradas en espacios o estrategias de intervención más específicos con esta población: la prevención o intervención con adolescentes y jóvenes en situaciones de riesgo y o dificultad social, el buen trato y la resiliencia, el apego y el vínculo en la juventud, los programas de formación dirigidos a educadores de jóvenes en riesgo como Lisis o Umbrella o la intervención socioeducativa con jóvenes institucionalizados (Romero y Abril, 2015; Melendro, Cruz, Iglesias y Montserrat, 2014; Delgado, Oliva y Sánchez-Queija, 2011; Cruz, 2009; Lila, Buelga y Musitu, 2006; Del Valle y García, 2006; Barudy y Dantagnan, 2005). Y también un ámbito de investigación específico, el

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relativo a la intervención con jóvenes infractores, con medidas judiciales o penales. En nuestro país cabe destacar, en este ámbito, las investigaciones de Graña, Garrido y González Cieza (2007), las de Capdevila, Ferrer y Luque (2005) y las de Fernández Molina y Rechea (2006), sobre las características de los y las jóvenes infractores/as, un indicador clave como el nivel de reincidencia en su transición a la vida adulta y su relación con la planificación del tratamiento y la intervención. De forma específica, a partir de finales de los años noventa y principios de los dos mil se comienzan a investigar las transiciones a la vida adulta y sus efectos en una de las poblaciones juveniles más vulnerables, la que se encuentra tutelada por las instituciones públicas. La investigación en relación a los jóvenes extutelados, su tránsito a la vida adulta y los obstáculos con los que se encuentran tienen sus orígenes en los trabajos de Del Valle (1998), que se vieron ampliados y complementados en años posteriores por las investigaciones de Inglés (2005), García Barriocanal, Imaña y De la Herrán (2007), Melendro (2007) y Casas y Montserrat (2009). Estos primeros estudios relacionan, por una parte, aspectos contextuales de tipo institucional, familiar y socioeconómico de la historia personal de los y las jóvenes, con una serie de descriptores básicos sobre su situación adulta y el grado de inserción social logrado. Y por otra parte incorporan referencias concretas a las estrategias y procesos de intervención socioeducativa que se desarrollan con ellos. La primera línea de investigación planteada, iniciada por Del Valle, es la que aporta inicialmente más antecedentes a este campo de estudio. En ella un trabajo inicial a tener en cuenta en este ámbito fue el desarrollado por Del Valle, Álvarez-Baz y Fernández (1998). En este estudio se realizó un seguimiento de aquellos y aquellas jóvenes que en su día habían vivido acogidos y acogidas en residencias de protección de menores en el Principado de Asturias, con objeto de identificar su grado de integración social una vez finalizada la cobertura del sistema de protección a la infancia. Con posterioridad, desde este grupo de investigación, se ha comparado también la transición de jóvenes desde el sistema de protección a la independencia adulta en varios países, concluyendo que en los distintos países analizados son similares los retos a los cuales se enfrenta la juventud que ha sido atendida por el sistema de protección mientras que existen grandes diferencias entre las respuestas que se dan desde los distintos sistemas para apoyarles en el difícil proceso de transición que han de acometer (Del Valle, 2008; López, Santos, Bravo y Del Valle, 2015). Pocos años después, el proyecto Telemaco (Inglés, 2005) analizó desde una perspectiva institucional los programas de intervención socioeducativa llevados a cabo en distintas comunidades autónomas con objeto de favorecer transición de la vida adulta de adolescentes y jóvenes tutelados, mediante su inserción laboral y fomento de su autonomía personal; buscando asimismo identificar actuaciones que pudiesen ser consideradas buenas prácticas. De igual forma, García-Barriocanal, Imaña y De la Herrán (2007) llevaron a cabo una investigación que contribuyó al análisis del tema con numerosos elementos de reflexión sobre la situación adulta de los y las jóvenes ex-tutelados y su relación con el sistema de protección; asimismo, aportaron claves sobre buenas prácticas en la intervención socioeducativa para favorecer la incorporación al mundo adulto de estos y estas jóvenes.

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Cabe mencionar, desde esta perspectiva, dos investigaciones sucesivas dirigidas en este campo por Melendro (2007 y 2010). En estas investigaciones se analizan las características particulares del proceso de transición a la vida adulta de los y las jóvenes en dificultad social; cómo valoran la intervención socioeducativa desarrollada con ellos y ellas en el marco de los programas de inserción sociolaboral en los que participaron y la percepción de los profesionales y los empresarios implicados sobre la eficacia de estos programas. Asimismo, en estas investigaciones se identifican aspectos claves a la hora de acometer procesos educativos orientados a favorecer transiciones a la vida adulta exitosas entre los y las jóvenes más vulnerables. Avances recientes en este sentido son las investigaciones de Sala-Roca, Villalba, Jariot y Rodríguez (2009), Montserrat, Casas y Sisteró (2013) y Campos (2013). La primera de ellas profundiza en el análisis de cómo la inserción laboral después de la mayoría de edad de los y las jóvenes que fueron acogidos en residencias de protección está condicionada por sus propias características y las de las residencias, entendiendo que esta información es necesaria para maximizar sus oportunidades de desarrollar una vida adulta autónoma y responsable. Por su parte el trabajo de investigación de Montserrat, Casas y Sisteró (2013) plantea el estudio sobre la atención que reciben los jóvenes extutelados en cuanto a la evolución de las prestaciones y servicios que les atienden a lo largo de los últimos años, la valoración de impacto en los jóvenes y las expectativas de futuro. Finalmente, Campos (2013) se centra, a partir de un enfoque longitudinal, en identificar los criterios de éxito o fracaso del proceso de transición a la vida adulta desde el acogimiento residencial en pisos para adolescentes en la Comunidad de Madrid. Y, junto a ello, aborda la percepción que tienen estos y estas jóvenes de la preparación que reciben para la vida adulta mientras están tutelados por el sistema de protección, así como de su propia transición. Describe, por último, las características que tiene esta transición en cada caso, así como los recursos disponibles para garantizar su éxito.

(6) http://www.gifi.es/ (7) https://www.udg.edu/ tabid/5897/language/ca-ES/ Default.aspx (8) http://opcion3.es/fundISOS/ (9) En la red Jóvenes e Inclusión Social participan las universidades de Santiago de Compostela, UNED, Girona, Illes Balears y A Coruña. Su web es: http://www.joveneseinclusion. org/

A partir de esos antecedentes, se van estructurando diferentes grupos de investigación que continúan abordando esta temática o se incorporan a ella: el GIFI (6) (Grupo de investigación en familia e infancia, de la Universidad de Oviedo) que desarrolla su actividad investigadora en torno a la práctica profesional de los servicios sociales de familia e infancia y el tránsito a la vida adulta de jóvenes protegidos (López et al., 2013; Del Valle et al., 2011); el IRQV (7) (Institut de Recerca sobre Qualitat de Vida, de la Universidad de Girona), que ha centrado sus investigaciones en los elementos del tránsito ligados a los niveles educativos de los y las jóvenes extutelados/ as y la intervención socioeducativa en centros de menores; en Madrid, el Instituto ISOS (8) (Instituto para la Sostenibilidad Social) junto al grupo de investigación Contextos de Intervención Socioeducativa, de la UNED, que ha profundizado en las estrategias y procesos de intervención socioeducativa y sociolaboral con jóvenes en dificultad social, en su tránsito a la vida adulta (Melendro 2014, 2010 y 2007; Rodríguez Bravo, Melendro y De Juanas, 2014; Campos, 2013). Y a nivel nacional, dos grupos que han realizado estudios descriptivos sobre la situación de los y las jóvenes extutelados/as y la intervención que se realiza con ellos y ellas en todo el país: la red Jóvenes e Inclusión Social, que aglutina entidades sociales y universidades (9) de diferentes comunidades autónomas y la FEPA (Federación de Entidades con Proyectos y Pisos Asistidos), de ámbito estatal.

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5. A modo de conclusión: otros focos de investigación y escenarios de futuro Cerramos este artículo siendo conscientes tanto de la importancia de profundizar en muchos de los temas tratados, como en la de haber pasado de puntillas o incluso habernos escabullido de otros de enorme interés que, mereciendo nuestra atención, nos parecieron menos relevantes en relación a lo planteado en este artículo. Entre ellos los múltiples estudios en campos específicos que afectan esa transición de los jóvenes vulnerables a la vida adulta, como el fenómeno de las bandas urbanas, el tratamiento a los problemas de las adicciones, la situación de vulnerabilidad de la juventud inmigrante o la violencia de género en las relaciones entre jóvenes, esta última en preocupante ascenso en los últimos tiempos. La trayectoria de la investigación sobre intervenciones y/o acciones inclusivas en estas situaciones es también reseñable, y objeto necesario de futuros trabajos. A ello hay que añadir un efecto importante de los estudios realizados que tiene que ver con la identificación de nuevas situaciones de vulnerabilidad juvenil, problemáticas poco conocidas, emergentes, que ya están requiriendo de aportaciones en torno a su caracterización y a cómo abordar la intervención en ellas. Claro ejemplo de estas nuevas líneas de investigación lo constituyen los estudios relacionados con los abusos a través de las redes sociales o la violencia filio-parental. Elementos muy significativos en el juego macro-micro que suponen nuevos retos para la intervención inclusiva, y cuyos efectos tienen que ver con la representación actual de esa sociedad del riesgo que describiera magistralmente Ulrich Beck (1998).

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DOCUMENTOS

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Mariano Urraco Solanillas, Universidad de Extremadura Juan Carlos Revilla, Universidad Complutense de Madrid

La producción académica: treinta años de tesis doctorales sobre juventud en España

Este artículo pretende llevar a cabo una revisión de las tesis doctorales que, en torno a la juventud, se han leído en universidades españolas desde 1984. Se analiza una serie de grandes temáticas (delincuencia, trabajo, consumo, ciudadanía, educación, identidad, familia, vivienda, políticas de juventud…) en evolución histórica, tratando de entroncar las preocupaciones sociales de cada momento con su reflejo en las tesis que se producen a lo largo de estos años. Se lleva a cabo un filtrado del total de tesis producidas desde el ámbito de la Sociología, la Psicología Social y la Antropología Social y Cultural para analizar aquellas que tengan por objeto a los jóvenes españoles o residentes en España, en las que los fenómenos o la condición juvenil sean cuestiones centrales. Para realizar este trabajo documental se manejan los datos sobre tesis recogidos en la plataforma TESEO, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, cuyo alcance y fiabilidad son discutidos a la luz de los resultados obtenidos, resultados que permiten establecer una serie de “relatos” sobre las líneas de desarrollo que, durante estas décadas, han seguido los estudios de juventud que han adoptado la forma de tesis doctoral.

(1) Para una descripción de dicho programa de investigación (“Programa de Investigaciones Básicas”), véase el primer anexo del propio informe de Zárraga (1985:391-397). (2) Véase el magnífico trabajo de Sáez Marín (1995) para una revisión de los estudios de juventud desde 1960 hasta 1990. Para una revisión crítica de estos estudios que toman (y construyen) a la juventud como objeto de análisis, la referencia obligada es el texto de Martín Criado (1998). (3) Debemos hacer notar que esos “treinta gloriosos”, en expresión tantas veces utilizada por Luis Enrique Alonso (véase, por ejemplo, 2007) no han de ser, exactamente, treinta años, sino que se refiere a una “época”, a un período que se extendería entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la crisis de los años setenta.

Palabras clave: Juventud, Tesis Doctorales, España.

1. Introducción: los estudios sobre juventud y la juventud: España (1984-2015)

Intentar hacer, en 2015, una revisión de las tesis doctorales sobre juventud defendidas en universidades españolas durante las últimas tres décadas nos vincula, inevitablemente, con una fecha clave en el desarrollo de la Sociología de la Juventud en nuestro país, que marca el hito en torno al cual se construye este monográfico en el que se inserta nuestro artículo. En 1985, cuando se celebra el Año Internacional de la Juventud, aparece el trabajo de José Luis de Zárraga (La inserción de los jóvenes en la sociedad), en el marco de un ambicioso programa de investigación que daría lugar al Informe Juventud en España (1), marcando un punto de inflexión con respecto a los estudios de juventud que se venían desarrollando en nuestro país con anterioridad a esa fecha (2). En 1985, los “Treinta gloriosos” (3) tocaban a su fin, y la economía y la sociedad española, apenas ingresada en las pautas sociolaborales del

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(4) Para un recorrido histórico en materia de regulación laboral, véase Cano (2000), Bilbao (2000), Polavieja (2003), Ruiz Galacho (2006) o Laparra (2006), para una revisión de esa fase de supuesta “desregulación” a partir de 1984. La literatura ha convergido en describir el tránsito de una regulación protectora de los trabajadores, propia de esta etapa fordista-keynesiana, a una “desregulación” (o una “neorregulación” –con Standing–, una regulación tendente a la precarización de las condiciones laborales) a partir de la crisis de los setenta (más coacción que desregulación, apuntará Standing 2000). (5) Una revisión sobre la noción de “generación” puede encontrarse en Leccardi y Feixa (2011), así como conviene consultar, también, la útil distinción terminológica en el informe de Zárraga (1985:378379). (6) Feixa y Porzio (2004) para una revisión de los estudios sobre subculturas juveniles desde el “desarrollismo” hasta los inicios del siglo XXI. (7) Para una crítica de esta visión, que tiende a “naturalizar” un modelo de transición (lineal, estable, fluido) muy concreto y circunscrito a una época histórica muy particular (y, quizás, irrepetible), véase Miret (2005).

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fordismo, cuyo desarrollo en Europa había ido configurando los distintos regímenes del Bienestar, afrontaba una intensa crisis de empleo, vinculada a las tendencias de desindustrialización del país, que tendrá graves consecuencias sobre la situación del colectivo juvenil, como grupo social que primero sufre los cambios socioeconómicos de cualquier período y el que los experimenta con mayor intensidad (Zárraga, 1985). La reforma del Estatuto de los Trabajadores de 1984 (4), cuyo principal efecto es la “descausalización” del contrato temporal (Ley 32/1984), se viene a sumar a otras reformas previas llevadas a cabo por el gobierno de la UCD, que habían ido abriendo la puerta a la flexibilización de las relaciones laborales (algunos leen, a la precariedad legalizada), dando carta de naturaleza a la erosión de la pauta fordista (como modelo de sociedad, en línea con Prieto, 2002). La generación objeto del informe de Zárraga (quien, por cierto, dedica grandes esfuerzos a argumentar respecto a la pertinencia del manejo del término “generación” (5)) empieza a sentir las dificultades para llevar a cabo el tránsito a la vida adulta, o su inserción en la sociedad. En un contexto de incipiente (pero creciente) desregulación, los estudios sobre juventud tratarán de atender a la explosión de estilos juveniles (subculturas, tribus) que se extienden en una sociedad de consumo y ocio (6). Son jóvenes crecientemente inclinados al ocio, al consumo, unos “depredadores” (Gil Calvo, 1985) de experiencias con las que cubrir los tiempos muertos de un proceso de transición a la adultez que se retrasa, se posterga y amenaza con derivar en fracaso, ante las tasas de desempleo juvenil (temporalidad, precariedad contractual, etc.) y ante la creciente fractura de un pacto intergeneracional tácito (Garrido, 1996; Rodríguez y Ballesteros, 2013). El intercambio de sumisión por estabilidad laboral (o por integración en la vida adulta, por ciudadanía plena –o vicaria para todavía muchas mujeres–) tiende a desvelarse como una jaula de oro para los y las jóvenes, cada vez más cualificados educativamente, cada vez más precarizados laboralmente, cada vez más frustrados a todos los niveles, por más que la “solidaridad intrafamiliar” les permita disfrutar de niveles de consumo y de una veneración social, esencialmente estética. No obstante, 1985 marca también, a decir de algunos autores, el fin de un ciclo de crisis económica y el arranque de un nuevo escenario de crecimiento, que sólo se detendría con la crisis de 1991-1994, crisis que incide en el cambio de gobierno en España y en la implantación, de un modo más decisivo, de toda la política neoliberal de “flexibilización” del mercado de trabajo, cuyos postulados tendían a imponerse en las economías del entorno occidental. En 1994, el gobierno socialista, que afrontaba ya tasas de paro rondando el 25% de los activos, lleva a cabo una profunda reforma del Estatuto de los Trabajadores, en la que una de las principales medidas “flexibilizadoras” fue la legalización de las Empresas de Trabajo Temporal (Ley 14/1994). Con todas estas reformas, los márgenes del poder empresarial no habían hecho más que crecer, socavando el principio de estabilidad en el empleo del que el franquismo había hecho bandera como concesión a la intensa actividad reivindicativa de la clase trabajadora (Ruiz Galacho, 2006). El fin de los “treinta gloriosos” daría paso a los “veinte dolorosos” (Boyer, 1994), cambiando las pautas de emancipación “clásicas” (7), los escenarios (pero no los imaginarios) en que los y las jóvenes se habían socializado. Las elecciones generales de 1996 dan un triunfo ajustado, por mayoría simple, al Partido Popular, que accede al poder en un ciclo expansivo de la economía,

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iniciado en 1995. La reducción de la tasa de desempleo había sido la coartada para desarrollar políticas de corte neoliberal más o menos decididas por parte de los gobiernos anteriores (8) (más allá de la ineficacia manifiesta de estas medidas en el objetivo de reducir el desempleo en general, y el juvenil en particular). Pero cuando este descenso se produce (a costa de un aumento de la temporalidad (9) y de los empleos otrora atípicos) sitúa a los decisores políticos ante la necesidad de buscar nuevos elementos que justificasen el avance del proceso de flexibilización del mercado de trabajo, paralelo a un profundo socavamiento de las bases del Estado de Bienestar español, en línea con las ideas que hacían camino en el resto de Europa. Y esa coartada la hallarán en una noción que tiende a convertirse en mantra a medida que nos acercamos al final del milenio: la globalización. Concepto difuso y, por ello mismo, fácilmente adaptable a cualquier discurso, la globalización, en su versión de mercado global, se ofrece como un “ellos” cuya actuación está fuera del control por parte de los gobernantes, como una fuente inagotable de presiones competitivas que fuerzan a tomar decisiones, muchas veces dolorosas, a fin de mantener la economía española en la carrera por la supervivencia. En el altar de la competitividad se sacrifica todo aquello que pudiera constituir un lastre para unas empresas crecientemente necesitadas de flexibilidad (libertad de movimientos) en sus actividades: el programa neoliberal desarrollado durante estos treinta años en España enfatiza las cuestiones de “flexibilidad” sobre los elementos de “seguridad”, dando origen a un modelo profundamente desequilibrado entre los dos términos de la supuesta “solución” que constituye, frente a la precariedad y el desempleo, la “flexiguridad” (Klammer, 2007, Tovar y Revilla, 2012). Se supedita, con ello, el funcionamiento del mercado laboral (y, consecuentemente, las propias bases de integración social a través del trabajo, heredadas de la pauta fordista) a los intereses del capital financiero, que fluye libremente en una economía-red sin compromisos ni arraigos.

(8) En ese sentido, el desempleo juvenil aparecía de forma recurrente como “excusa” para tomar medidas neo-reguladoras de un mercado laboral supuestamente esclerótico. Véase, en ese sentido, el breve pero conciso texto del profesor Bilbao (1989), que tendrá continuación en sus magníficos análisis posteriores sobre el mercado de trabajo español (1999, 2000). (9) Temporalidad que distintos autores asimilan con “precariedad”, si bien son abundantes las propuestas que abogan por reconocer la multidimensionalidad del concepto de precariedad. Véase, por ejemplo Laparra (2006), Cano (2000, 2007), Prieto (1999) o la clásica caracterización de Rodgers (1992).

Se difunde, así, una ideología de “sálvese quien pueda” (Díaz-Salazar, 2003; Alonso, 2007), que explota, en el caso español, la segmentación del mercado laboral (Bilbao, 1993), llevando a los sectores secundarios a riesgos evidentes de desafiliación (Castel, 1995/1997). Roto el pacto keynesiano, iniciado un camino aparentemente irreversible hacia la terciarización (de empleos en el sector de los servicios personales, en el caso español, empleos de baja cualificación y condiciones normalmente precarias), la sociedad tiende a polarizarse y la llamada a la competitividad, que no es sino una adaptación del darwinismo social más descarnado, actúa como desintegrador de cualquier solidaridad social o proyecto colectivo (Santos, 2008). Los “veinte dolorosos” darán paso a unos años de “incertidumbre como forma de vida”, unos “años inciertos” en los que las estrategias para la supervivencia se irán diversificando al ritmo que se rompen los esquemas previos. A partir de finales de 2007, el país vive una profunda crisis económica, que tiene su expresión más dramática en la destrucción masiva de empleo, pero que presenta otras manifestaciones más larvadas, como la agudización de las desigualdades sociales o la profundización de las condiciones de precariedad. Para los y las jóvenes, podríamos caracterizar este período como el del auge de la tensión competitiva por ocupar unos puestos de trabajo cada vez más escasos, normalmente en el sector terciario de la economía, bajo condiciones de creciente precariedad, toda vez que dichos empleos, del segmento secundario, están crecientemente regidos por el

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arbitrio del empleador, en un contexto de individualización contractual resultado de décadas de erosión de los derechos colectivos en materia laboral. En estas circunstancias, la estrategia defensiva adoptada por los y las jóvenes (con mayor o menor inversión económica en función del origen social de sus familias, como principales sustentadores) pasa por un aumento de las credenciales educativas (10), ante el progresivo triunfo del paradigma de la activación (véase Moreno y Serrano, 2007; Santos 2008), pilar fundamental de la Estrategia Europea de Empleo (Serrano, 2005, 2009), con su discurso de la empleabilidad y las competencias.

(10) Véase Cardenal (2006) o Langa (2005) para una recuperación de la noción de clase social, tan presente en la obra de Martín Criado (1993, 1997, 1998, 1999) en este análisis sobre cómo los y las jóvenes, apoyados desigualmente por sus familias, siguen comprando “billetes” en esa “estación fantasma” educativa de la que hablase Beck (1986/1998). Títulos cada vez más difíciles de rentabilizar en un mercado laboral hostil y precarizado, que contribuye a que la frustración se apodere de una generación que se ve crecientemente bloqueada, sin futuro (Alonso de Armiño, Gómez, Moreno y Zubero 2002; Santos 2003). (11) Generación que mira con envidia la condición de “mileurista” y que recibe, ahora, distintos nombres, desde “generación de la cultura de la precariedad” (Gálvez, 2007), hasta “generación atrapada” (Sanmartín y Ballesteros, 2015), o, simplemente, “generación precaria” (García Aller, 2006), una generación que, en una metáfora muy adecuada planteada por esta última autora, periodista de formación, se queja y da codazos para intentar que los demás se vayan de la barra del bar en el que ellos/as también quieren ser atendidos. (12) Inseguridad que alude a riesgos muy prosaicos, lejos de la prosa etérea de que tantas veces adolecen los sociólogos: el riesgo de pobreza de los y las jóvenes (máxime si intentan una “aproximación emancipatoria”, por decirlo parafraseando términos del GRET) es elevado, de no contar con el “colchón familiar” (Pérez-Agote y Santamaría, 2008; Moreno, López y Segado, 2012). Para un análisis reciente de la cuestión de la pobreza juvenil en España, véase Brunet, Belzunegui y Valls (2013).

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Ya en 2009, Alonso, Fernández y Nyssen publicaban un trabajo al respecto: la tendencia, durante estos años de acumulación de credenciales, no ha sido sino exacerbar ese discurso supuestamente meritocrático/credencialista, como única salida al desempleo, de cuya responsabilidad se carga ahora al propio desempleado, que es quien debe actuar como “empresario de sí mismo” (Foucault, 2004/2007; Muñoz y Santos, 2014) para aumentar su empleabilidad, entendida como posibilidad de encontrar uno de esos trabajos que “están ahí”, “flotando” a la espera de que llegue el individuo adecuado (Alonso, Fernánez y Nyssen, 2009). Este progresivo interés en responsabilizar al individuo, esta psicologización (Crespo, Revilla y Serrano, 2009; Crespo y Serrano, 2011) se enmarca dentro de un proceso más general de desmantelamiento (bajo la supuesta premisa de la eficiencia económica, de la optimización de recursos públicos) del Estado del Bienestar, que experimenta el abandono de cualquier pretensión redistributiva para quedar reducido a tareas asistenciales, que cada vez se prestan a un número más reducido de individuos (los controles y los requisitos para ser beneficiario de ayudas se multiplican) y con unas cuantías económicas menguantes. Se asiste, como diversos autores apuntan, a un paso del “welfare” al “workfare” (Cano, 2000; Zubero, 2006; Alonso, 2007), a una “commodification” de la sociedad española que hace que el individuo se vea impelido, por necesidad absoluta, a buscar trabajo en un mercado laboral profundamente precarizado. Esta presión, por su parte, empuja a la baja las propias condiciones del empleo disponible, haciendo que los trabajadores y las trabajadoras tengan que aceptar trabajos crecientemente degradados, precarios en todas las dimensiones normalmente reconocidas. Y serán, precisamente, los grupos subalternos en la estructura social (inmigrantes, jóvenes –especialmente los que cuentan con escaso nivel de cualificación–, mujeres, trabajadores mayores…) los que sean utilizados como punta de lanza de este proceso de precarización generalizada. Si en los primeros momentos de la crisis, los y las jóvenes mostraban “malestar” (Requena, 2008), durante los años siguientes han ido mostrando desde desesperación hasta indignación, pero, siempre, frustración, ante la experiencia del choque entre las promesas recibidas y la realidad social en la que, mal que bien, se han “integrado” (integración que se produce en los intersticios, como diría Castel, 1995/1997, o el propio Zárraga, 1985:385). Si para ser considerado adulto/a (léase: para obtener el estatuto social de ciudadanía plena) hace falta lograr una serie de requisitos (integración laboral, estabilidad de ingresos, emancipación residencial… los indicados por el propio Zárraga –recurrentes en multitud de estudios–, por lo demás), nos encontramos ante una generación (11) condenada a una situación estacionaria de “juventud”, indefinida, insegura (12), precaria, que ha hecho de la inestabilidad y la incertidumbre su medio de vida. Unos/as “funambulistas” (Beck y Beck-Gernsheim, 2001/2003) permanentemente

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adaptables que, en un último movimiento del proceso de precarización vital a que se hallan expuestos, ven cómo se les muestra la puerta de embarque de la emigración para que puedan, con ello, seguir aumentando sus competencias, mejorando su empleabilidad (Santos y Muñoz, 2015).

(13) Un análisis individualizado sobre la progresión posterior, en cuanto a línea temática, de la producción del doctorando sería objeto de un artículo complementario a este: cuántos “juvenólogos” y “juvenólogas” abandonan esta línea de investigación, o, paralelamente, cuantos juvenólogos o juvenólogas “actuales” empezaron su carrera investigadora centrados en otros temas de estudio. (14) En este artículo, cuando hablemos de “visibilidad”, manejaremos la métrica de Google Scholar, asumiendo sus limitaciones (la más que limitada posibilidad de rastreo en libros no digitalizados es, quizás, la más importante), como instrumento de medida del impacto de las publicaciones, por cuanto nos ofrece un listado relativamente exhaustivo de las citas (en documentos, insistimos, con “huella digital”) que las distintas tesis han recibido. Esta herramienta será tanto más útil cuanto más avancemos en el tiempo, toda vez que las tesis previas a la expansión de internet pueden haber recibido mayor número de citas en documentos que posteriormente no se hayan digitalizado. Además, de cualquier tesis se han podido derivar otros trabajos (artículos, monografías, etc.) que hayan recibido mayor volumen de citas que la propia tesis. Así, por citar un ejemplo quizás paradigmático, mientras que de la tesis doctoral de Enrique Martín Criado (“Estrategias de juventud: jóvenes, estudios, trabajos y clases sociales”), defendida en 1993 en la Universidad Complutense de Madrid, sólo están disponibles para consulta dos ejemplares (ambos en la propia biblioteca de la UCM), y tan sólo ha sido citada 6 veces según Google Scholar, su libro “Producir la juventud: crítica de la sociología de la juventud” (publicado por Istmo en 1998), que de algún modo es una reelaboración a partir del trabajo que constituyó la tesis doctoral, se encuentra en 31 localizaciones de miembros de la Red de Bibliotecas Universitarias Españolas (REBIUN) y es un referente fundamental de los estudios de juventud en España, con más de trescientas citas en Google Scholar.

Treinta años después, el dictum de Zárraga sigue plenamente vigente: los problemas de cada generación de jóvenes han de analizarse a la luz de su contexto histórico particular. Sólo desde ahí podremos entender, jugando con el título del primer capítulo de este informe germinal, el lugar que ocupan los y las jóvenes en la (cada) sociedad. El ejercicio que proponemos a continuación viene a conectar realidad histórica y “problemas juveniles” a lo largo de estas tres últimas décadas, a partir de la reflexión académica plasmada en un tipo muy concreto de trabajo de investigación: las tesis doctorales.

2. Metodología: la base de datos TESEO y el registro de tesis doctorales en España Partimos de la idea de que la tesis doctoral marca un hito en la carrera investigadora de su autor (13), y constituye, por el minucioso trabajo de revisión bibliográfica que se le presupone, un indicador bastante fiable sobre el estado de la cuestión en un topic determinado (Muñoz, 2005; Fuentes y Arguimbau, 2010; Díaz-Campo, 2014). Si hasta hace relativamente poco tiempo las tesis doctorales gozaban de escasa visibilidad (salvo en el caso de ser publicadas en formato de monografía, con lo que ello implica, muchas veces, de adaptación del texto original, que supone con frecuencia una verdadera mutilación de los aspectos más “teóricos” de las tesis), el desarrollo de Internet y la digitalización de las tesis, como destacan Sorli y Merlo (2002), está permitiendo un acceso cada vez mayor a estos trabajos de investigación, tanto a los datos sobre las tesis que se producen como, en muchos casos, al propio texto completo de dichas tesis doctorales (14). Este escaso impacto de las tesis doctorales, como tales, en trabajos posteriores, es un elemento a destacar, pues se convierte en una constante que parece situar a las tesis más como un trabajo “administrativo” que como un producto académico compartible y con difusión más allá del acto frente a un tribunal evaluador. En 2010, Fuentes y Arguimbau presentan una revisión de áreas de conocimiento en las que se habían llevado a cabo estudios sobre las tesis doctorales producidas en España. Presentan 18 disciplinas distintas, entre las que no se cuenta la Sociología. De este modo, nuestro análisis, que no tendrá la complejidad bibliométrica de los estudios recogidos por Fuentes y Arguimbau, se presenta como pionero en el ámbito de la Sociología y, específicamente, de la Sociología de la Juventud. No buscaremos la representatividad estadística, sino, más bien, seguiremos los pasos del trabajo de Feixa y Porzio (2004) y trataremos de plantear un relato coherente de la evolución de las tesis que constituyen estudios sobre juventud en España en los últimos treinta años, relato enmarcado por unos datos cuantitativos (y enmarcado, sobre todo, a un nivel más general, por un contexto socioeconómico concreto, que va variando en la línea que expusimos en la introducción de este artículo), pero sin aspirar a la exhaustividad estadística ni tampoco “narrativa” que pudiera tener una revisión detallada de las más de cien tesis doctorales que constituirán nuestra población de referencia.

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(15) Al menos hemos detectado algunas ausencias, como la tesis de Garrido Luque (publicada después por la editorial de la Universidad Complutense de Madrid en 1992), como tampoco se encuentran tesis anteriores a 1976, como la tesis de Torregrosa Peris, a la sazón director de la tesis de la propia Garrido. (16) Por ejemplo, la tesis de Carbajo Padilla (2014) no se encuentra etiquetada más que bajo el código 630701 (“Evolución de las sociedades”), mientras que la tesis de Cardenal de la Nuez (2003) no presenta ningún descriptor en el registro de TESEO, por lo que es imposible encontrarlas mediante una búsqueda directa que utilizase los códigos más habituales de la Sociología, a pesar de que su contenido es, claramente, de Sociología de la Juventud. (17) Por ejemplo, la tesis de Osuna Carrillo-Albornoz, defendida en 1988 en la Universidad Complutense de Madrid, que lleva por título “Perfil psicofisiológico y biográfico en los delincuentes juveniles: aplicación a la prevención de las conductas asociales precoces”, incluye entre los descriptores: “Ciencias médicas”, “Medicina forense”, “Delincuencia”, “Problemas y conflictos sociales”, y “Sociología”. La tesis de este autor, actualmente catedrático en el Área de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Murcia, siendo de interés por cuanto nos indica sobre el contexto académico del momento (y sobre “el problema juvenil”), no puede tomarse como “sociológica”, por más que, con la lógica que le llevó a introducir ese código en el registro, cualquier investigación sobre sujetos humanos pudiera ser así considerada. (18) De hecho, cuando la Estadística de la Enseñanza Universitaria deja de ser gestionada por el INE, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ofrece, en sus “Estadísticas Universitarias”, una sección dedicada específicamente a “Estadística de tesis doctorales”, en la que se recoge información relativa

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El análisis de tesis doctorales que aquí se presenta se basa en la revisión de la base de datos de TESEO, registro dependiente del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que aporta información sobre tesis doctorales defendidas en España desde 1976. Diversos estudios (Díaz-Campo 2014, por ejemplo) han señalado las carencias de esta herramienta, destacando los problemas en cuestión de exhaustividad (no se recogen todas las tesis defendidas en España (15)), la calidad de la información (muchas veces incorrecta –fechas de lectura– o incompleta –no se recogen, en ocasiones, los Departamentos, los nombres de Directores de tesis, etc.–), o la escasez de tesis con acceso abierto al texto completo. Problemas, todos ellos, que parecen aumentar a medida que nos alejamos del momento actual en nuestra búsqueda de tesis doctorales. En buena medida, estos problemas se derivan del hecho de que es el propio doctorando (o la Unidad universitaria correspondiente, en su defecto) el que ha de incluir una serie de datos sobre su tesis, como los descriptores (Códigos UNESCO), lo que ocasiona que tesis “de Sociología” no aparezcan debidamente etiquetadas como tales (16), mientras otras tesis, producidas en áreas muy distintas a la nuestra, sí que merezcan tal “reconocimiento” por parte de la herramienta de búsqueda de TESEO (17). Este problema sobre la ausencia de un código claro y diferenciado para Sociología (cualquier doctorando puede registrar su tesis como “Sociología” en sus descriptores) es recurrente en otras herramientas de búsqueda (la Sociología aparece junto a Comunicación en tesisenred, pero es que también aparece junto a Ciencia Política en la propia estadística de tesis doctorales del Instituto Nacional de Estadística –incluida dentro de la Estadística de la Enseñanza Universitaria–, cuya gestión es asumida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a partir del curso 2011/2012 (18)) y exige un trabajo de “artesanía” que puede generar distintos problemas que serían de fácil resolución con una gestión más profesional del registro ministerial. Resulta difícil precisar, por lo tanto, a la luz de los defectos de la herramienta, cuándo una tesis es “de Sociología” (nosotros hemos adoptado un enfoque que introduce una cierta perspectiva temporal, analizando, caso por caso, el recorrido académico posterior de los autores y las autoras, para ver en qué medida se acercaban a la producción de textos en el ámbito de la Sociología a lo largo de su carrera, con posterioridad a la lectura de su tesis), del mismo modo que resulta complicado, en un momento ulterior, determinar hasta qué punto es “sobre juventud”, es decir, si en ella la juventud aparece como objeto y sujeto de estudio o si, por el contrario, no es sino uno más de una serie de distintos colectivos estudiados, al que se le dedica un mayor o menor interés relativo por parte del autor de la tesis. La búsqueda concreta que hemos realizado ha consistido en un rastreo de palabras clave en el título o en el resumen de las tesis doctorales que hubieran sido etiquetadas con los siguientes códigos ofrecidos por TESEO a la hora de crear el registro informático de la tesis (incluimos sólo el nombre de la etiqueta –códigos UNESCO–): “Historia de la Sociología”, “Sociología Política”, “Sociología”, “Sociología Cultural”, “Sociología del Arte”, “Sociología Jurídica”, “Sociología de la Literatura”, “Sociología de la Religión”, “Sociología Experimental”, “Sociología General”, “Sociología Comparada”, “Sociología Histórica”, “Sociología Matemática”, “Análisis Estadístico en Sociología”, “Sociología del Trabajo”, “Sociología Educativa”, “Sociología Industrial”, “Sociología Médica”, “Sociología de la Educación”, “Sociología del Derecho”, “Sociología de los Medios de Comunicación de Masas”, “Sociología de la Ciencia”, “Sociología de los asentamientos humanos”, “Sociología Ecológica”, “Sociología Local”, “Sociología Rural”,

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“Sociología Urbana”, “Antropología”, “Antropología Social”, “Antropología Cultural” y “Psicología Social”. Por ello, y pese a considerar TESEO como la principal referencia en esta materia en España (“obligada consulta”, como ya apuntaban Sorli y Merlo, 2002:9), hemos optado por complementar la búsqueda recurriendo a Dialnet (que, en el momento de redactar este artículo, recoge 306 tesis etiquetadas como “Sociología”, a partir del registro de 46 universidades españolas), a tesisenred.net (que, impulsada desde Cataluña, recoge actualmente 477 tesis con el código 316:Sociología-Comunicación, de 18 universidades, en su mayoría catalanas), o al buscador mastesis.com (que devuelve un total de 194 tesis de Sociología, todas ellas defendidas entre 1975 y 1986). Después de desarrollar esta búsqueda, constatando la ausencia de algunas tesis que podrían encuadrarse en Sociología de la Juventud (que aún carece de código UNESCO), se procedió a llevar a cabo una revisión individualizada de cada Departamento de Sociología (o que incluya un Área de Sociología) del conjunto de universidades españolas, utilizando nuevamente la herramienta TESEO, pero esta vez sin especificar términos de búsqueda, sino unidad administrativa (Área, Departamento, Universidad). Aunque son casos excepcionales, algunas tesis centradas en la población juvenil no incluyen, ni en su título ni en su resumen de TESEO, palabras que pudieran identificarlas directamente, como la tesis de Esperanza Roquero (1992: “Integración a la vida activa: elementos que inciden en el proceso y problemas relativos a su tratamiento metodológico”). Como resultado de todo lo anterior, se revisaron más de 1700 tesis doctorales, de las que finalmente se consideraron 153 tesis “sobre juventud” producidas en, o dirigidas desde, Departamentos españoles de Sociología (o que incluyen Áreas de Sociología), Psicología Social o Antropología Social y Cultural, entre 1985 y mayo de 2015. Un filtrado ulterior, ya en base a los autores (sobre todo valioso para las tesis más antiguas), nos hizo reducir el número que finalmente analizaríamos en detalle a 138 tesis doctorales. De ellas, son 28 las etiquetadas (etiquetadas por el doctorando, insistimos) como de “Psicología social” y 12 las que tienen algún descriptor que las vincule con la “Antropología Social y Cultural” o hayan sido dirigidas desde Departamentos de Antropología, sobre juventud española o juventud inmigrante en España. Los porcentajes que presentaremos en el siguiente apartado de este artículo se construyen, salvo mención expresa, sobre esta población de textos.

3. De modas y paradigmas: fenómenos y problemas 3.1 Panorámica general: datos 1985-2015

a las tesis doctorales leídas en España desde 2008. Los datos, sin apenas desagregación, distinguen únicamente entre grandes ramas de conocimiento, agrupando a todas las Ciencias Sociales en “Ciencias Sociales y del Comportamiento”.

El primer dato que cabe destacar a partir de la revisión que hemos llevado a cabo es el aumento en el número de tesis que, sobre juventud, se han producido en el ámbito de la Sociología (incluimos, en este análisis, como dijimos en el apartado anterior, las tesis procedentes también de la Antropología Social y Cultural y de la Psicología Social) a lo largo de estas tres décadas. Si en los cinco años posteriores a 1985, punto en el que iniciamos este recorrido y que, como vimos en la introducción del artículo, constituyó un año de especial relevancia en los estudios sobre juventud en España, apenas se defendieron diez tesis sobre juventud en el conjunto de universidades del país, los últimos años (de 2010 en adelante) reflejan una gran efervescencia de tesis

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doctorales en la Sociología española sobre diversos elementos vinculados con los jóvenes (19). Como puede verse en la tabla siguiente, la mayor parte de tesis doctorales españolas que abordan la juventud, desde una perspectiva sociológica, se concentran en los años más recientes, marcados por la situación de crisis económica (el 49,27% de las tesis son defendidas a partir de 2006). Todo ello tendrá reflejo en la propia temática de dichas tesis doctorales, como tendremos ocasión de señalar a continuación. Tabla 1. Tesis sobre juventud defendidas en universidades españolas (por lustro). Año

N

%

1985-1990

10

7,25%

1991-1995

17

12,32%

1996-2000

27

19,57%

2001-2005

16

11,59%

2006-2010

26

18,84%

2011-2015 (hasta mayo)

42

30,43%

138

100,00

(19) Lo cual, por supuesto, también ha de entenderse a la luz de los propios datos del crecimiento del sistema universitario español, con un mayor número de estudiantes que acceden a estudios doctorales.

Más interés que los datos absolutos pueden revestir los datos relativos al peso de tesis “sobre juventud” con respecto al total de tesis doctorales en Sociología. No obstante, la debilidad de la herramienta, unida a los propios problemas derivados de la organización de la Sociología en las distintas universidades españolas, dificulta este ejercicio. TESEO sólo ofrece datos relativos a Departamentos, de manera generalizada para todas las universidades españolas, a partir del curso 1999/2000 (lo cual también ha de leerse a la luz del propio proceso de desarrollo de los propios Departamentos y Áreas de Sociología en las distintas universidades del país). Y son datos que no están desglosados a nivel de Área, lo cual, en ciertas universidades, supone agrupar tesis de Sociología junto a tesis de Trabajo Social, Ciencia Política, Derecho, Filosofía, Marketing… Sí que podemos hacer, no obstante, un intento de aproximación al peso relativo de los estudios de juventud sobre el total de tesis defendidas a partir de los datos de los últimos quince cursos académicos (de 2000/2001 a 2014/2015) en los dos principales focos de producción de tesis doctorales sobre Sociología de la juventud en España: las universidades Complutense de Madrid y Autònoma de Barcelona, que presentan una división departamental muy clara y aportan 35 y 14 tesis doctorales, respectivamente, lo que constituye un 25,36 y un 10,14% del total de las tesis doctorales de nuestro listado), habiéndose defendido, en los últimos quince cursos, 19 y 12 de estas tesis, respectivamente. Durante estos quince últimos cursos académicos, en la UCM, sumando los Departamentos de Sociología I, Sociología II, Sociología III, Sociología IV, Sociología V, Sociología VI, Psicología Social y Antropología Social, se han defendido un total de 327 doctorales, mientras que en la UAB las tesis defendidas en los Departamentos de Sociología, Psicología Social y Antropología Social y Cultural hacen un total de 273 tesis en este período temporal. Es decir, que las tesis centradas en la juventud dirigidas desde estos Departamentos durante estos quince años suponen un 5,8 y un 4,4%, respectivamente, del total de tesis defendidas durante

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estos años en dichos Departamentos. Ese sería el porcentaje aproximado de tesis que cabría considerar como de “Estudios de Juventud” en estos dos focos principales de producción de tesis doctorales en la materia en España. Bien es cierto que, si limitamos nuestro análisis a las tesis dirigidas desde Departamentos de Sociología (cualquiera de los seis de la Complutense o el Departamento de Sociología de la Autònoma de Barcelona), el porcentaje sube, por cuanto el número de tesis centradas en la juventud española o residente en España producidas en los Departamentos de Psicología Social (UCM y UAB) o de Antropología Social (UCM) o Antropología Social y Cultural (UAB) es muy reducido (cuatro en la universidad madrileña, una en la catalana, en este período que va de 2000 a 2015). Así, si sólo consideramos las tesis en el ámbito de la Sociología, tenemos un resultado de 15 tesis sobre juventud sobre un total de 230 (6,5%) de Sociología para la UCM y de 11 sobre 104 (10,57%) en la UAB. Geográficamente, como señalábamos en el punto anterior, el mayor porcentaje de tesis doctorales sobre juventud se han defendido en Madrid, con más de un cuarto del total de las tesis españolas dirigidas desde la Universidad Complutense. El otro foco principal es Cataluña, con más de un 20% de las tesis sumando las distintas universidades (Universitat Autònoma de Barcelona, Universitat de Barcelona, Universitat Rovira i Virgili, Universitat Pompeu Fabra y Universitat de Lleida). Las Universidades de Granada, País Vasco y Valencia también aportan un número considerable de tesis sobre juventud en las disciplinas que estamos considerando (Sociología, Antropología Social y Cultural, Psicología Social). Tabla 2. Tesis sobre juventud defendidas en universidades españolas. Universidad

N

%

UCM

35

25,36

UAB

14

10,14

UGR

10

7,25

UB

9

6,52

UV

8

5,80

URV+UPF+UdL

7

5,07

UPV

7

5,07

UDC+USC

6

4,35

UVA+ULEON+USAL

6

4,35

UNED

5

3,62

UOVI

5

3,62

ULL+ULPGC

4

2,90

Resto <5 tesis (UAM, UA, US, UMA, UZ, UM, UPN, UDEUSTO…)

22

15,94

Total

138

100,00

En lo que se refiere a temáticas principales de las tesis, llevamos a cabo una codificación en torno a los grandes temas de investigación normalmente vinculados a la juventud. Así, establecimos los siguientes temas: “Subculturas”, “Transiciones”, “Delincuencia/Desviación”,

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“Trabajo”, “Educación”, “Ocio/Medios/Consumo”, “Ciudadanía/Política/ Valores”, “Identidad”, “Familia”, “Políticas de juventud”, “Vivienda”. Obviamente, una misma tesis puede abordar simultáneamente varios de estos temas, vinculando distintos fenómenos. Obviamente, también, nuestro trabajo de codificación presenta un componente de subjetividad que queremos explicitar desde el primer momento: a la hora de codificar las distintas tesis doctorales hemos identificado los temas “centrales” de las mismas, a través de una lectura preliminar de los resúmenes de tesis, en los casos en que no fuera accesible el texto completo. Con las cautelas antes expuestas, encontramos que el “tema estrella” cuando se habla de juventud es la problemática vinculada con el mundo del trabajo, presente, como tema central, en un 35,51% de las tesis analizadas (49 de las 138). Muchas veces vinculado con aquél, el tema de la educación también está presente en numerosas tesis (37, un 26,81% del total). El análisis de las transiciones juveniles (una de las más recurrentes es, de hecho, la que marca el tránsito de la formación a la vida activa) es objeto de estudio en 39 tesis (28,26% del total). Otros temas de interés recurrente son los relacionados con la identidad juvenil (23,19%) o la familia (que aparece, como uno de los ejes principales de la investigación, en el 14,49% de las tesis de este período de treinta años). Menos interés reciben las políticas de juventud, con apenas un 5,80% de las tesis doctorales, o las cuestiones residenciales (pese a que, obviamente, el tema de la vivienda sí que está presente, si bien normalmente más como epifenómeno o consecuencia de un problema mayor, en estudios sobre transiciones).

Tabla 3. Temas centrales en las tesis sobre juventud. Tema central

N

%

Trabajo

49

35,51

Transiciones

39

28,26

Educación

37

26,81

Identidad

32

23,19

Ciudadanía/Política/Valores

23

16,67

Delincuencia/Desviación

21

15,22

Familia

20

14,49

Ocio/Medios/Consumo

17

12,32

Subculturas

8

5,80

Políticas de juventud

8

5,80

Vivienda

6

4,35

Total

138

100,00%

3.2 La juventud española a través de las tesis doctorales: relatos interpretativos A partir de estos datos, nos planteamos la existencia de, al menos, dos posibles estrategias de aproximación para el análisis de ese conjunto de tesis doctorales. La primera consistiría en seguir la línea cronológica, marcando los años de defensa de las tesis, vinculándolos con el contexto

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(20) Podríamos apuntar como momentos excepcionales, o grandes “épocas” de un determinado tema, el auge de los estudios centrados en distintas manifestaciones de marginalidad (drogadicción, delincuencia) durante los años 80, la proliferación de estudios sobre transiciones juveniles en los noventa, o el énfasis que recibe la cuestión de la precariedad laboral (en su dupla con la incertidumbre vital generalizada) en los años posteriores a la crisis actual. En todo caso, este recorrido, digamos “temporal”, quedará integrado en el relato (digamos “temático”) que presentaremos a continuación. (21) En el recorrido que realizaremos a continuación (como en los apuntes cuantitativos presentados en el subapartado anterior o en las referencias bibliográficas) tomaremos como “fecha de defensa” la que aparece en el registro de TESEO, por más que es evidente a primera vista que no es una base de datos fiable en este punto: hasta el año 2000, prácticamente todas las tesis aparecen con fecha de defensa 1 de enero. (22) Resultaría de interés un análisis cruzado de las tesis doctorales que se produjeron a partir (o en contra) de las distintas investigaciones que han ido configurando el campo de estudios de juventud en España, promovidas desde el Instituto de la Juventud, la Fundación Santa María u otras instituciones de diverso alcance. Para una revisión de dichos estudios, véase Sáez Marín (1995), Martín Criado (1998) o, dentro de este mismo número monográfico de la Revista de Estudios de Juventud, especialmente los trabajos de Almudena Moreno Mínguez y de Alessandro Gentile. (23) Tesis como las de Luengo Martín (1983), Ruiz Fernández (1984), González González (1984), o Pérez Puebla (1984).

socioeconómico que recorrimos en la introducción de este artículo. La segunda se centraría en las temáticas principales de las tesis producidas durante estos treinta años, tomándolas como parte de un “programa” de investigación, geográficamente disperso, incluso intelectualmente desconectado en ocasiones, analizando cómo los distintos temas expuestos se transforman, también, a la luz del propio desarrollo de la sociedad española a lo largo de estas tres décadas. Esta será la estrategia que desarrollemos a continuación, por cuanto hemos constatado una relativa impermeabilidad de los grandes temas a las cuestiones del momento (20), quizás también debido a que, por el tipo de trabajo que constituye una tesis doctoral, suele existir un cierto desfase entre la fecha de defensa (y, más aún, de publicación) de una tesis y el fenómeno social que dicho trabajo de investigación aborda. En un campo tan crecientemente volátil como el de los fenómenos sociales, esta mirada diacrónica, que vaya más allá de la fecha concreta en que un trabajo se da por finalizado (momento que es bastante previo a la fecha de defensa pública, en el caso de las tesis (21)), nos parece absolutamente necesaria a la hora de realizar este ejercicio de revisión de tesis doctorales vinculándolas con el momento histórico en que son producidas. Además, entendemos que esta aproximación temática puede ser más enriquecedora a la hora de marcar la “agenda” de los estudios de juventud en España desde 1985.

Relato 1. El relato de la juventud problemática (desviación, marginación, y valores) El primer relato que nos proponemos construir es, también, el más antiguo, pues no en vano conectaría con los propios propósitos de “terapia social” que animaron los primeros estudios de juventud en España (22) (desde la célebre encuesta sobre los “presupuestos mentales de la juventud”, de 1960) y que, a la altura de 1985, tenían continuación en distintas tesis doctorales, no procedentes del ámbito de la Sociología, que mostrarían claramente el tipo de “problema” que se consideraba al hablar del “problema juvenil” (23). Incluimos en este relato, por lo tanto, los estudios sobre diversas manifestaciones de conducta desviada (drogadicción, delincuencia), así como, a modo de conglomerado, introducimos los estudios que se han centrado en distintas “soluciones” (estudios sobre valores, ciudadanía, etc.) a este tipo de problemas, que, como veremos, conectarían también con la siguiente “familia” de tesis, sobre integración social. El tema de las relaciones entre los jóvenes y las drogas captó el interés de los investigadores en los ochenta y primeros noventa, con tesis como las de Muñoz Martín (1986), Azcarate Benedit (1990), Vea Orte (1992) o la quizás más conocida de Comas Arnau (1995), que parece clausurar una época de estudios sobre drogas “duras”, que se tendía a entretejer con análisis de distintas formas de delincuencia o marginalidad, como la magna tesis de Gamella Mora (1990) o los trabajos de Blanco García (1990) y Mirón Redondo (1991). Tras años de relativo vacío en los análisis sociales (desde la Sociología, la Psicología Social o la Antropología, queremos decir) de la delincuencia juvenil, encontramos dos tesis en la presente década que resultan de interés por su original enfoque: la tesis de Pozo Gordaliza (leída en la Universidad de Granada en 2011) y la de Uceda Maza (defendida ese mismo 2011 en la Universitat de València). Próximo al estudio sobre la delincuencia juvenil encontramos la reflexión sobre distintas formas de violencia en los y las jóvenes. Desde la violencia grupal, que se puede

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encontrar en las tesis de Durán González (1995), San José Sebastián (2010), o, sobre terrorismo islamista, en la de Moyano Pacheco (2011), a la violencia autoinflingida, como en la tesis de Casadó Marín (2011) o, en el extremo del suicido, la tesis de Pinto Rodríguez (2006). Y, frente a todas estas manifestaciones de desviación, encontramos también tesis que apuntan a un estudio de los valores ciudadanos (con dos textos fundamentales, procedentes ambos del ámbito de la Psicología Social, como son las tesis de Hernando Sanz, 1995 y Vera Martínez, 1996) y de la religiosidad de los jóvenes, en una línea que se extiende a lo largo de las tres décadas consideradas, desde el estudio histórico de Fernández Fernández (1989) sobre religiosidad juvenil, pasando por el de Vidal Fernández sobre asociacionismo católico (1999), hasta llegar al análisis de García Jiménez sobre identidad católica de los jóvenes universitarios actuales (2012). El asociacionismo, en sus distintas formas, ha sido otro tema profusamente estudiado en distintas tesis doctorales, entre las que podríamos señalar, haciendo también un cierto recorrido histórico, los trabajos de Prieto Lacaci (1999), Chicharro Merayo (2000), los estudios sobre voluntariado de Soler Javaloy (2002) y Zurdo Alaguero (2004), o las tesis de Guzmán Concha (2012) sobre el movimiento “okupa” o de Díaz Moreno (2012) sobre el altermundismo.

Relato 2. El relato de la integración social (transiciones, precariedades, incertidumbres)

(24) Somos conscientes de lo delicado que es el término “transición” (y, más todavía, “vida adulta”). Tómese aquí como una convención para hablar de los estudios e investigaciones que se centran en las distintas formas de cambio biográfico experimentadas durante el período juvenil (sic de lo anterior: tómese “período juvenil” como convención también), manteniendo todas las cautelas y reservas necesarias para englobar bajo el mismo topic a estudios que presentan enfoques declaradamente críticos con respecto a esta idea misma de “transiciones” o “fases de la vida”.

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Seguramente, el relato de las transiciones (en las distintas formas que éste puede adoptar (24)) es el más frecuente en los estudios de juventud en España, no ya sólo en lo que hace a tesis doctorales. Hablar de transiciones (del sistema educativo al mercado laboral, de la familia de origen a la vida independiente, de la residencia paterna a la vivienda propia, etc.) nos sitúa de nuevo frente al trabajo de José Luis de Zárraga, por más que no será hasta los noventa (como consecuencia, quizás, de las transformaciones del mercado de trabajo que apuntamos en la introducción de este artículo) cuando este tema, sobre todo centrado en el estudio del trabajo, se convierta en “tema estrella” de las tesis sobre juventud en España. Así, tras una primera aparición del tema de las transiciones en los últimos ochenta, en las tesis de Valles Martínez (1988), Garrido Medina (1988) o Espina Montero (1990) (aunque estos últimos no se centren específicamente en la situación de los jóvenes en sus análisis del mercado de trabajo español), encontramos las tesis de autores y autoras que posteriormente se han constituido en referencia obligada en materia de juventud: Roquero García (1992), Planas Coll (1993), Casal Bataller (1993), Martín Criado (1994), Serrano Pascual (1995), Díaz Méndez (1996), Ibáñez Pascual (1997), García Espejo (1997)… La propia reflexión sobre el sentido del trabajo fue merecedora de distintas tesis, como las de Sánchez Bravo-Villasante (1991), Salanova Soria (1993), Agulló Tomás (1996) o Trillo Blanco (2000). Cuando llegamos a la altura del año 2000, y antes de que se desate la crisis económica que marcaría un hito en el desarrollo social del país y, quizás particularmente, de los problemas asociados al colectivo juvenil, vemos cómo van adquiriendo una creciente prevalencia los enfoques dirigidos a abordar la relación (que tiende a hacerse cada vez más tensa, menos “fordista”) entre formación y trabajo. Así encontramos las tesis de Solano Lucas (2000), Verd Pericàs (2002), Rivière Gómez (2002), Langa Rosado

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(2003), Cardenal De la Nuez (2003) o Baños Páez (2005). Los distintos aspectos relacionados con el trabajo y con la cada vez más difícil transición a la vida activa van viéndose reflejados en estos trabajos, o en tesis más específicas, como la de Antón Morón (2007) sobre las relaciones entre jóvenes y sindicalismo. Se trata de estudios que analizan distintos efectos de los procesos de desregulación laboral que, como vimos en la introducción, caracterizan los años del cambio de siglo. Con el estallido de la crisis económica, las tesis que aparecen enfatizan la situación de precariedad, de inestabilidad, de incertidumbre en que se encuentran los jóvenes, su posición de extrema vulnerabilidad. Magnífico reflejo de esto es la tesis de Santamaría López (2009) que vincula las transformaciones acaecidas en el ámbito del trabajo (noción a cuya revisión histórica dedica buena parte de sus esfuerzos teóricos) con cambios en los ámbitos privados del individuo: la familia, la identidad. En una línea similar encontramos la reflexión de Gentile (2009), en lo que resulta un compendio de términos que nos han acompañado desde entonces (y una revisión de nociones clásicas, como la de “estrategias”, que se conecta directamente con un análisis de la evolución de la propia institución familiar (25)). Estas condiciones de precariedad también encuentran reflejo en estudios de caso como en el que constituye la tesis de Agulló Fernández (2010), o en análisis que vinculan esta incertidumbre con el tema clásico de la emancipación residencial (Carbajo Padilla, 2014) o con la importancia de las redes personales como elemento “facilitador” de las transiciones laborales, tema de larga tradición en la Sociología española (García Moreno, 2010; Alcaide Lozano, 2013). Las nociones que, como vimos, tendían a imponerse a lo largo de este proceso de despliegue de políticas neoliberales, reciben también la atención de los doctorandos y las doctorandas, como sucede con la “flexiguridad”, a cuyo análisis dedica su tesis, no centrada exclusivamente en los jóvenes, Alonso Domínguez (2013), o la “empleabilidad” (revisada en la tesis de Gamboa Navarro, 2014), que se conectarían, años después, con una tesis de finales de los noventa, de título sintomático (González González, 1998). En todo este análisis de las transiciones juveniles, destaca la escasa presencia, como tema central de la tesis, de análisis sobre políticas juveniles, quizás reflejo de la proverbial debilidad de dichas políticas en España. Acaso estudios puntuales, como los desarrollados por Cuesta Ojeda en Canarias (2004), Antelo García en Galicia (2015), o el estudio de Montiel Roig (2008) sobre cuestiones de comunicación a través de internet de este tipo de políticas.

(25) La familia aparece, con un papel más o menos protagónico, en buena parte de las tesis doctorales sobre juventud (sería, por lo tanto, elemento transversal a todos los relatos que estamos presentando). Como tesis centradas en la propia institución familiar, podríamos señalar las de Del Fresno García (2008) o, sobre la función de “soporte” tradicionalmente atribuida a la familia española (o “mediterránea”), Ballester Brage (2006).

Por otra parte, este es el momento en el que empiezan a desarrollarse investigaciones doctorales en torno a la juventud de origen inmigrante en España (más antiguas son algunas investigaciones, tutorizadas por académicos pertenecientes a universidades españolas, centradas en la juventud de/en otros países), como pueden ser las de Eseverri Mayer (2010), Jiménez Delgado (2012) o Laiz Moreira (2015).

Relato 3. El relato de las identidades juveniles (subculturas y configuraciones identitarias) Agrupamos en este tercer relato una serie de tesis doctorales centradas en los aspectos de construcción identitaria de los jóvenes, así como trabajos en torno a subculturas que tengan en el componente juvenil su clave constitutiva. Obviamente, en gran parte de las tesis referenciadas en los epígrafes anteriores

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se analizan estos procesos identitarios (transicionales, también, si se quiere), del mismo modo que distintas tesis de las que podamos presentar se mueven entre la subcultura y la desviación, referida en el primer relato. El estudio sobre (sub)culturas juveniles en España tiene su punto de arranque, en lo que se refiere a tesis doctorales, en el trabajo de Feixa Pàmpols (1990), autor que después gozaría de gran visibilidad académica gracias a sus trabajos sobre “tribus urbanas”. Precisamente sobre tribus urbanas trata la tesis doctoral de Millán Leiva (2012), que lleva a cabo un estudio en torno al movimiento “okupa”, tema sobre el que ya hablamos con anterioridad. También en la línea que relacionaría subculturas y marginalidad podemos citar la tesis de Maza Gutiérrez (2000) sobre el barcelonés barrio del Raval. Un estudio de las culturas juveniles, en el contexto de la globalización, centrado en la incidencia de éstas en el proceso de construcción identitaria, lo encontramos en la tesis de Zebadúa Carbonell (2008). Desde una perspectiva distinta, pero también enfatizando los aspectos subculturales de la juventud, la tesis de Bergua Amores (1996) nos ofrece otra perspectiva del conflicto juvenil o intergeneracional. El estudio de las identidades juveniles aparece, normalmente, vinculado a un análisis de las distintas situaciones por las que pasa el joven en su relación, crecientemente incierta a medida que avanzan los años de nuestro recorrido histórico, con el mercado de trabajo. Así es en las tesis, ya citadas, de Sánchez Bravo-Villasante (1991), Salanova Soria (1993), Serrano Pascual (1995), Agulló Tomás (1996), o Santamaría López (2008), pero también, desde la Psicología Social (área en la que se integrarían las tesis de Salanova, Serrano y Agulló), en las tesis de Caballer Hernández (1995) o, mucho después, de Gallardo Góngora (2008). En ese ámbito de la Psicología Social cabría destacar la tesis doctoral de Revilla Castro (1996), que intenta recoger la pluralidad de elementos constitutivos de una identidad juvenil narrativa, sin limitarse a los aspectos laborales (26). En ese proceso de construcción identitaria, a la luz de la revisión llevada a cabo, podríamos hablar sobre un eventual movimiento de “privatización” del individuo, a partir de dos factores fundamentales como son la crisis económica (con lo que tendría, a decir de distintos autores, de crisis también de las posibilidades de enclasamiento de los jóvenes) y el auge de las nuevas tecnologías de la información. Así, encontramos una serie de trabajos que centran su interés en lo que podríamos tener la tentación de identificar como un “repliegue” hacia el individuo, basado, en buena medida, en nuevas formas de consumo, comunicación, socialidad (como las tesis de González-Anleo Sánchez, 2004; Merino Malillos, 2010; Sabater Fernández, 2012; o Callejo González, 2010), por más que también hay quien analice estos nuevos contextos de socialización digital por su potencialidad de conexión social (Montiel Roig, 2008; Martínez Gras, 2012).

(26) Un enfoque narrativo que también encontramos en la tesis de De Castro Pericacho (2010), por más que no se centre, específicamente, en los jóvenes (a los que considera, en todo caso, como particular colectivo de trabajadores).

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Una última referencia, en un repaso que no se pretende exhaustivo, a las cuestiones de socialización y construcción identitaria es la tesis de Parra Contreras (1997), sobre juventud rural. Cabe destacar la relativamente escasa presencia de la juventud del ámbito rural en las tesis doctorales de estos treinta años, con escasas monografías centradas en este colectivo, más allá de esta de Parra, la ya mencionada de Díaz Méndez (1996) o la más reciente de Gastón Faci (2012).

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4. Conclusiones A lo largo de los últimos treinta años, la juventud, como objeto y como sujeto de estudio por parte de los académicos y las académicas (entendemos que, generalmente, académicos/as jóvenes a su vez, por cuanto la tesis doctoral suele constituir la primera gran experiencia de investigación de la carrera profesional), ha ido mostrando su carácter poliédrico, reflejado en la diversidad de temas y problemas que se han analizado (una revisión individualizada y exhaustiva de las más de cien tesis doctorales que hemos manejado excedería los límites de este artículo). Temas que han fluctuado, pero no en la relación unívoca que tal vez cabría esperar, al ritmo de los propios cambios que experimentó la sociedad española durante estas tres décadas. La propia definición de “juventud”, sus límites (por no hablar de su peso relativo sobre el conjunto poblacional de España), como puede verse en los Informes Juventud en España posteriores al germinal de Zárraga, ha sufrido cambios que son muy significativos y que, resumiendo muchísimo, podríamos caracterizar como de “prolongación” de la juventud, como estado dependiente. Y ese es, precisamente, el vector que describiría la propia evolución de los estudios de juventud que adoptan la forma de tesis doctorales: el alargamiento de la juventud, el retraso en completar las transiciones a la “vida adulta”, vinculado a toda una serie de fenómenos que tienen que ver con el mercado de trabajo (tema central en un gran parte de las tesis doctorales sobre juventud), con su relación con el sistema educativo, con cambios en las formas familiares, con las consecuencias psicosociales que todo este proceso supone. Si de un espejo se tratase, el análisis de las tesis doctorales de este período nos ofrece la imagen de una juventud (de unas juventudes, en plural, mejor dicho, por cuanto se destaca la heterogeneidad y pluralidad de casos y situaciones) crecientemente dificultada en su proceso de adquisición de pleno reconocimiento (existencia) social (llámese “ciudadanía”, “estatuto de consumidor”, “trabajador con capacidad de automantenimiento”, etc.). Si de un espejo se tratase, la imagen de la juventud (las juventudes) actual sería borrosa, de contornos distorsionados, incierta. Pero, al mismo tiempo, abierta, plural, aparentemente capaz de conducir un cambio social. Esa tensión, entre objeto y sujeto en suma, está presente en la mirada académica que constituyen las tesis doctorales, indicador aproximado del estado de la cuestión (de la cuestión juvenil, si se quiere) en la reflexión sociológica (antropológica, psicosociológica) procedente de la Universidad.

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DOCUMENTOS

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Sandra Gaviria, Universidad de Le Havre (Francia)

Europa, juventud e investigación

En este artículo se analiza el contexto europeo de la investigación sobre juventud desde sus orígenes. Recorremos los grandes programas marco y analizamos los proyectos que han tratado sobre juventud a lo largo del tiempo. Se trata de proyectos comparativos sobre varios países. Aparecen temas centrales, recurrentes con ligeras variaciones como las transiciones entre educación y empleo, la inclusión y la ciudadanía. Los jóvenes son tratados como una población sobre la que hay que actuar porque constituirá el futuro de Europa. Se resalta y se investiga lo que no funciona y los problemas. La actualidad de la juventud como los indignados o la emigración de los jóvenes diplomados no son de interés europeo. A través de los textos aparecen tres juventudes una integrada, otra precarizada y otra excluida.

Palabras clave: Europa, juventud, investigación, educación, inclusión, ciudadanía.

1. Introducción Entender cómo se estructura el campo de la investigación sobre juventud en Europa (1) es complejo ya que existen estrategias, programas, acciones, decisiones del consejo, etc. Hemos hecho un esfuerzo de clarificación. En este artículo trataremos de los programas marco de investigación financiados por Europa, se trata de un campo amplio ya que los proyectos tienen que cumplir los requisitos exigidos a nivel europeo. Por estas razones hemos decidido no tratar las investigaciones comparativas realizadas en otros contextos (Esping Andersen, 1999; Gaviria, 2007; Van de Velde, 2008). A nivel europeo, la preocupación sobre la juventud y la educación empieza sobretodo en el tratado de Maastricht (1992) en el que se hace referencia a la educación y a la formación profesional. En el Tratado de Lisboa (1999) se hace referencia, además, a la subsidiariedad.

(1) Las traducciones de los documentos en francés e inglés han sido realizadas por la autora.

Se favorece el acceso a la formación profesional, la movilidad de los educadores y de las personas en formación, especialmente los jóvenes. En 1995 empiezan los programas Sócrates (académico), Leonardo (educación profesional) y juventud (educación no formal). Se pone en marcha una acción común de ayuda humanitaria: el cuerpo voluntario europeo de ayuda humanitaria. Entre el 2000 y el 2006 se consolidan los programas. La investigación europea sobre juventud empieza progresivamente desde el 2001. Veremos en una primera parte cómo está organizada y estructurada y en una segunda parte el contenido de los programas marco.

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2. Un interés creciente por la juventud La Europa de la investigación se crea progresivamente. En los primeros años (2000) se crea la ERA (2) (Agencia Europea de Investigación) y se van poniendo en marcha diversas políticas, medidas, métodos, acciones y líneas de trabajo. El objetivo es crear un marco Europeo tanto para la investigación, como para las políticas y las acciones y, al mismo tiempo, una coordinación entre los países.

2.1 Una Europa de la investigación La ERA concentra la cooperación multilateral en los campos de la tecnología, medio ambiente, industria e investigación socio-económica. Se puede comparar al mercado único en materia de investigación. El objetivo es aumentar la competitividad de las instituciones de investigación europeas, trabajando juntas, como existe en América del Norte o en Japón. Se trata de fortalecer el campo científico y tecnológico, logrando un espacio europeo en el que los científicos, el saber y la tecnología circulen libremente. En la cumbre de Lisboa se pidió un mejor aprovechamiento del esfuerzo europeo de investigación mediante la creación del Espacio Europeo de Investigación (EEI). Los proyectos marco son el instrumento financiero que ayudará a convertir el EEI en realidad. En el 2001 emerge el Libro Blanco de Juventud. Se presenta como la prueba de querer desarrollar nuevas formas de gobernanza europeas. Resalta los cambios que sufre la juventud: “alargamiento y endurecimiento de las transiciones a la edad adulta, fragilidad general de su condición, pérdida de confianza en los sistemas de decisión existentes y desafección por las formas tradicionales de participación en la vida pública, pero también de participación en las organizaciones de juventud” (Cicchelli, 2011:74). Define una política específica y un programa de acción es aprobado por el consejo. Contiene una propuesta a los Estados miembros para aumentar la cooperación en cuatro temas prioritarios: la participación, la información, las actividades de voluntariado y la comprensión y conocimiento de la juventud. Se propone tenerla más en cuenta y fomentar su participación en el desarrollo de las políticas. Por ejemplo en educación, formación profesional, empleo e integración social, salud y la lucha contra la discriminación. Sobre la base de este documento, el Consejo de la Unión Europea establece, en el año 2002, un marco de cooperación europea en el ámbito de la juventud. La política de coordinación de la ERA se diseña a través del Método Abierto de Coordinación (2002-2009). Se favorece la cooperación entre los estados miembros y se aplica tanto en las políticas relacionadas con la investigación como en la movilidad de los investigadores. Se adopta una amplia innovación estratégica y se fomenta un mejor conocimiento de la juventud.

(2) European Research Agency.

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En el 2005 hay una actualización del tratado de Lisboa y se incluye el Pacto Europeo para la Juventud. El objetivo es actuar en tres campos: empleo, integración y promoción social, educación, formación y movilidad y, por último, conciliación vida familiar y vida profesional (Cicchelli, 2011: 74-75). Se trata de investigar para actuar. Se parte de la situación de la juventud en Europa: guettoización de los/las jóvenes marginados en muchos países como consecuencia del paro y de la falta de oportunidades. Se piensa que

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las políticas se tienen que centrar en los individuos y en las transiciones entre formación y empleo. Pensar en la inclusión de los individuos en la sociedad y desarrollar políticas a nivel local, nacional y europeo. Se trata de favorecer la formación a lo largo de la vida. La juventud se considera el pilar del desarrollo, de la inclusión social y de la cohesión de una sociedad basada en el conocimiento (Cicchelli, 2011). Se desarrollan respuestas a los/las jóvenes a través del dialogo y proyectos en los que participen en las políticas. Se intenta entenderles en el conjunto de sus necesidades, vivienda, salud, finanzas, Estado de Bienestar. En los textos la educación formal e informal se consideran complementarias y se resalta el papel de las organizaciones no gubernamentales para promover la ciudadanía, la inclusión social y el desarrollo de la mentalidad empresarial.

2.2 El marco renovado para la juventud 2010-2018 En el 2009, la Comisión presenta un comunicado titulado “Una estrategia de la UE para la juventud: inversión y capacitación. Un método abierto de coordinación renovado para abordar los desafíos y las oportunidades de los/las jóvenes”. La nueva estrategia invita a los Estados miembros y a la Comisión a cooperar, durante el periodo 2010-2018, en el ámbito de la juventud mediante un método abierto de coordinación renovado. Se decide una cooperación europea para favorecer y dar mejores oportunidades a los/las jóvenes. Se insta a los Estados miembros a organizar un diálogo permanente y regular con ellos/as. La estrategia fomenta una política sobre juventud basada en la investigación y en datos. El marco renovado para la juventud (2010-2018) es adoptado por el Consejo el 27 de noviembre de 2009. Sus objetivos son: ofrecer más y mejores oportunidades en condiciones de igualdad, en la educación y el mercado de trabajo, (dimensión empleabilidad), y promover la ciudadanía activa, la inclusión social y la solidaridad de los jóvenes (dimensión de participación). Hay varios ámbitos de acción: educación, formación, empleo, espíritu empresarial, participación voluntariado, inclusión social, juventud en el mundo, creatividad y cultura. Hay por una parte iniciativas específicas (aprendizaje no formal, participación, movilidad, formación, trabajo con jóvenes) y por otra iniciativas de integración (planteamiento intersectorial entre la agenda social renovada y la estrategia 2020). El informe de juventud europeo del 2012 (European Commission: 2012) contiene un resumen de cómo se ha aplicado desde 2010 la Estrategia de la UE para la juventud a nivel nacional y de la UE. Se basa en las aportaciones de los Estados miembros, los organismos públicos y los ministerios, así como en consultas con los/las jóvenes.

2.3 La estrategia Europa 2020

(3) http://europlan.pixel-online. org/news.php?id=198.

La estrategia Europa 2020 (3) consiste en una voluntad de crecimiento europeo para la próxima década. En el consejo del 20 de mayo de 2014 se establecen lazos entre las estrategia 2020 y programa juventud 2010-2018. Se trata de elaborar políticas de juventud basadas en resultados concretos y de crear un marco flexible para reaccionar a los eventos que ocurren. Se favorece: la cooperación entre los Estados, reforzar el campo de socio-educación en tiempos de crisis y la educación no formal, la cooperación intersectorial, la

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autonomía, el acceso a los derechos, la participación, la ciudadanía activa, la creación de políticas intersectoriales, la transición de la educación al trabajo. Se considera clave la participación no formal y la movilidad. El Programa Juventud en Movimiento es un conjunto de iniciativas políticas relacionadas con la educación y el empleo para los/las jóvenes europeos. Lanzado en 2010, es parte de la estrategia Europa 2020 considerado en los textos como necesario para un crecimiento “inteligente, sostenible e integrador”. Además hay otros objetivos: reducir la deserción escolar a menos del 10%, aumentar hasta un 40% el índice de titulados de superior de 35-40 años, mejorar la formación de los/las jóvenes y la empleabilidad con el fin de reducir el desempleo juvenil. Se trata de aumentar las tasas de empleo (tasa de empleo del 75 % de la población en edad de trabajar 20-64 años). Las medidas previstas para lograr esto son: la realización de las necesidades de educación y formación de los/las jóvenes; animarles a beneficiarse de subvenciones europeas para estudiar o formarse en otro país; simplificar la transición de la educación a la vida laboral; invertir 3% PIB en I + D; reducir la pobreza social. Este recorrido nos permite ver el conjunto de las preocupaciones. Vemos como todo está entrelazado, la política, las acciones, los programas, etc. Los temas tratados y los objetivos son recurrentes. Hay una gran anticipación y la flexibilidad y los márgenes de maniobra teniendo en cuenta los cambios o evoluciones son mínimos.

1993- 2015:

Programas marco.

1999:

Tratado de Lisboa.

2000:

Pacto de Lisboa, creación de la Agencia europea de investigación.

2001:

Libro Blanco de Juventud.

2002:

Marco de Cooperación Europea.

2002-2009

Método Abierto de Coordinación. Política de coordinación de la Agencia europea de investigación.

2005:

Actualización del tratado de Lisboa del 2000. Inclusión del Pacto Europeo para la Juventud.

2009:

La estrategia de la UE para la juventud/Marco renovado de juventud.

2010-2018-:

Método abierto de coordinación.

2014:

Lazos entre la estrategia 2020 y programa juventud 20102018.

Fuente: Sandra Gaviria

3. Los programas marco La investigación en Europa está estructurada a través de los programas marco. Se trata de programas de investigación financiados por la unión europea que favorecen los estudios comparativos y ciertas líneas y temas. En los programas financiados intervienen varios países y centros de

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investigación de distintas universidades, lo equipos están formados por investigadores de, como mínimo, tres países. Trataremos aquí de lo que respecta a la juventud.

3.1 Un espacio europeo de la investigación Cuando se analizan los programas europeos de investigación sorprenden varios elementos. Hay dos mundos: el mundo europeo y el mundo nacional. En el mundo europeo, los investigadores que participan en los proyectos no son mayoritariamente los más conocidos en el ámbito nacional dentro de la problemática que se trate. Además Europa no se nutre ni discute teóricamente en profundidad los estudios nacionales. Los informes de los proyectos de los programas marco suelen publicarse años después de ser acabados. Son muy ricos en información, contenido, experiencias, etc. En algunos, los equipos que colaboran pertenecen a disciplinas distintas: psicología, ciencias de la educación, sociología... A veces se trata de verdaderas comparaciones, otras de yuxtaposiciones de estudios en los distintos países. En algunos casos se intenta poner en marcha una metodología comparativa, aunque no siempre con éxito. En general, cada informe lleva unas recomendaciones, lo que les asemeja en cierto modo a una investigación-acción. Además de los informes por proyecto existen informes sintéticos europeos sobre varios proyectos y temas. Se trata de síntesis de los programas marco pero no de una puesta en perspectiva de los resultados europeos con los nacionales. Del mismo modo que a nivel nacional estos estudios están poco difundidos. En los variados documentos, algunos programas están presentados bajo aspectos diversos. El mismo proyecto, por ejemplo, aparece en educación, inclusión y políticas. Los temas de investigación de los programas son bastantes recurrentes desde hace quince años, aunque evolucionan en la manera de tratarlos y en las prioridades. Aparecen la educación, la inclusión, el empleo y la ciudadanía. De manera transversal encontramos la preocupación por la vivienda, la movilidad y la salud. Se utiliza un lenguaje que aparece progresivamente según las épocas: educación formal e informal, empoderamiento o sociedades inclusivas (aparece en 1993). Observamos que la juventud, a lo largo de los años, pasa de ser vista como un problema a ser tratada como un recurso y como determinante e influyente del futuro de Europa (Williamson, 2006). Las políticas que piden a la juventud que resuelva sus problemas están, como lo muestran ciertos autores, en competencia con las que los ven como un problema (Vulbeau, 2001). Desde los años 80 los grandes programas europeos y las instancias europeas han vehiculado una cierta idea de la juventud. Se considera que los/las jóvenes con formación universitaria, móviles, cosmopolitas y socialmente comprometidos, serán un recurso para el futuro de las sociedades europeas y de la unidad europea (Cicchelli, 2013). Los programas marco se prevén con antelación y cuando hay movimientos nuevos, como por ejemplo el de los indignados (2011), su estudio no está previsto, ni se integra sobre la marcha. La cuestión de la relación entre generaciones es crucial (Chauvel, 1998) pero aparece de forma mínima. Hay temas que brillan por su ausencia. Todo lo que está en relación con el amor y la amistad, las relaciones sociales de los/las jóvenes, no interesa. Europa tiene una preocupación

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económica por la juventud: ¿cómo conseguir formarla y darle empleo? Los programas se centran en lo que no funciona a través de una visión económica. Temas o prácticas novedosas o que se intensifican como la vuelta al hogar o la emigración de los/las jóvenes diplomados no están presentes en los textos, ni en la reflexión. No hay tampoco documentación sobre la emigración de los/las jóvenes diplomados y la relación con la identidad europea.

3.2 Una síntesis de los programas Los programas marco aparecen (4) desde 1984, actualmente está vigente el octavo. Cubren un periodo de cinco años. El primero consistía, sobretodo, en acciones en investigación y estaba bajo la responsabilidad de la Dirección General de la Investigación. Han ocupado un papel muy significativo en los grandes cambios económicos, científicos y sociales europeos. El objetivo del sexto (2002-2006) ha sido contribuir a la creación de un auténtico Espacio Europeo de Investigación (EEI). Hasta el año 2007, la juventud no aparece claramente definida como un tema importante. Varios aspectos son centrales en los programas marco: definir las prioridades, constatar que el contexto social y económico contribuye a crear sociedades prósperas, crear políticas de transición integradas, reforzar las conexiones entre los sistemas de educación y el conjunto de la comunidad (Directorate general for research socio-economic sciences and humanities, 2009:23-25). Un número significativo de proyectos muestran las condiciones necesarias para que los/las jóvenes tengan apoyos para participar como actores económicos de la sociedad. Se han focalizado en estrategias para reducir la exclusión y en el desarrollo de respuestas integradas de empleo y de integración. Estos proyectos resaltan la importancia de las políticas para conseguir que los/las jóvenes contribuyan al desarrollo, a la dinámica social y económica. El éxito no es el resultado del azar sino de una creación de políticas apropiadas. Las condiciones del bienestar económico y el maximizar las oportunidades de los/las jóvenes en el empleo es un vector mayor para el desarrollo con éxito a través de las sociedades inclusivas (Directorate general for research socio-economic sciences and humanities, 2009:21). Tratamos seguidamente una síntesis comentada y analizada de varios documentos europeos en cuanto a los proyectos desarrollados en los programas marco en relación con la juventud. Hemos optado por señalar entre paréntesis con la nomenclatura PM (número del programa marco de cada proyecto) para facilitar al lector la contextualización de estos. Hemos elegido, teniendo en cuenta el tema de la revista, un orden cronológico, sin incluir todos los proyectos pero resaltando las grandes líneas de algunos de ellos y los temas centrales. Hemos elaborado un cuadro sintético (cuadro nº2) para facilitar al lector la comprensión.

(4) 1 (1984–1987), 2 (1987–1991), 3 ( 1990–1994), 4( 1994–1998), 5 ( 1998–2002), 6 (2002–2006), 7 (2007–2013), 8 (Horizon 20202014–2020).

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Programa Marco nº 4 (1994–1998)

Programa Marco nº 5 (1998–2002)

Programa Marco nº 6 (2002–2006)

Programa Marco nº 7 (2007–2013)

Balancing comptenciesEquilibrio de competencias en el aumento de la participación de los jóvenes adultos en el proceso económico y social.

CHICAM- Les niños en la comunicación sobre la inmigración.

CIVICWEB-Ciudadanos y gobernabilidad en una sociedad basada en el conocimiento.

CSEYHP- Combatir la exclusión social entre los jóvenes “sin-techo”.

Case- La exclusión social como un proceso multidimensional.

EUYOUPART- La participación política de la juventud en Europa. Desarrollo de indicadores para la investigación comparativa en Europa.

EMILIE- Un enfoque europeo de la ciudadanía multicultural.

EDUMIGROM- Diferencias étnicas en el ámbito de la educación y perspectivas de futuro divergentes para jóvenes de zonas urbanas en una Europa ampliada.

EDEX- Expansión educativa y mercado de trabajo.

FATE- Familias y transición en Europa.

INCLUD-ED- Estrategias de inclusión y de cohesión social en Europa desde la educación.

EUMARGINS- En los márgenes de la comunidad europea.

EGSIE- Educación, gobernanza e integración social y exclusión en Europa.

YOUTH AND EUROPEAN IDENTITYJuventud e identidad europea. Orientaciones de los hombres y las mujeres jóvenes hacia la ciudadanía y la identidad europea.

PROFIT- Respuestas políticas superando factores en la transmisión de las desigualdades intergeneracionales.

YIPPEE- Los itinerarios educativos de los jóvenes extutelados.

ENTRANCE- Empresa y transferencias en el combate de la exclusión social.

YOYO- Juventud, política y participación.

SPREW- Enfoque generacional en los modelos sociales de relación al trabajo.

YOUNEX- Jóvenes desempleo y exclusión social en Europa.

INTEGRATION SYSTEMS- Las políticas de integración social en los sistemas europeos de la acción colectiva.

UP2YOUTH-Los jóvenes, actores del cambio social.

MISLEADING TRAJECTORIES Trayectorias fallidas. Evaluación de los efectos no deseados de las políticas de integración del mercado del trabajo para los jóvenes adultos en Europa. SOCIAL CONSTRUCTION EMPLOYEMENT- La construction social del empleo. YUSEDER- Desempleo juvenil y exclusión social. Fuente: Sandra Gaviria

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3.3 Transiciones de la formación al trabajo Es uno de los temas centrales de los distintos proyectos de los programas marco. En Europa hay una parte de los/las jóvenes, en todos los países, los ni-ni (NEETS) que ni estudian, ni están en formación ni trabajan. Abandonan el sistema escolar y no consiguen entrar en el mundo laboral. Las estadísticas muestran que la baja formación prolonga la inserción tardía en el mercado de trabajo. Hay una relación entre baja formación y jóvenes de orígenes étnicos no europeos. Observamos como a lo largo del tiempo, y en el séptimo programa marco, que la cuestión de la etnicidad toma una mayor importancia.

El contexto Varios proyectos tratan de definir las prioridades de las políticas, así como el contexto social y económico que crea sociedades prósperas. Un gran número de ellos resalta las condiciones y los contextos necesarios para que los/las jóvenes participen como actores de la sociedad. Se centran también en analizar estrategias para reducir la exclusión y desarrollar respuestas integradas de empleo e integración. El trabajo en redes entre los sistemas de educación, la empresa y el contexto de empleo aparecen como centrales para desarrollar políticas adaptadas. Los proyectos resaltan ejemplos que son el fruto de políticas adecuadas y planeadas que han apoyado la participación de los/las jóvenes en el empleo. Las políticas consideran a los/ las jóvenes no solo como actores necesarios al desarrollo de respuestas adaptadas sino como objetivos de ellas (Directorate general for research socio-economic sciences and humanities, 2009). Los programas marco se hicieron, entre otras razones, con el objetivo de aumentar el conocimiento para desarrollar una mayor empleabilidad de los/las jóvenes y su inserción en mercado de trabajo. Se trata además de desarrollar políticas de transición coherentes con el contexto. De pensar en la importancia de un enfoque integrado y holístico. Hay que situar a los individuos en sus contextos sociales, políticos y culturales. Se debe tener en cuenta el conjunto de los actores del proceso de creación de políticas, así como a los profesionales que las aplican. El concepto de Agency a través de los diversos programas designa la capacidad del individuo de actuar. En los proyectos que presentamos a continuación, por orden cronológico, la conexión entre el mundo de la educación y el conjunto de la comunidad se considera urgente. En los diversos estudios constatamos que se plantea el problema de cómo adaptar la formación a las oportunidades en el mercado de trabajo. Esto nos parece en contradicción con la lógica de individualización y de proyecto personal que existe actualmente en la familia (Singly, 1996) y en las distintas formaciones. Se les pide a los/las jóvenes hacer proyectos según sus intereses y elegir las formaciones que quieren hacer, pero a nivel macro europeo los sistemas de formación se intentan adaptar a las necesidades del mercado. El proyecto Balancing competencies (PM 4) muestra que hay que reforzar las conexiones entre la educación y el conjunto de la comunidad. Los sistemas de educación deben estar abiertos y conectados con la comunidad. ENTRANCE (PM 4) resalta la importancia de una colaboración entre varios actores y EGSIE (PM 4) cómo hay diferencias de modelos de exclusión de

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la juventud según los regímenes de los estados de bienestar. El proyecto YOYO (PM5) muestra que no hay respuestas viables sin tener en cuenta las necesidades de los empleados y de los empleadores. El proyecto FATE (PM 5) resalta la importancia de políticas integradas de transición. El proyecto UP2Youth (PM 6) trata de poner énfasis en el papel que juegan los/las jóvenes como actores del proceso de cambio social. Hay proyectos, como el proyecto YiPPEE (PM 7), en el que se tiene en cuenta a un público más desfavorecido como los/las jóvenes ex - tutelados. Es un grupo con muchas desventajas sociales y exclusión de los y las jóvenes. (Directorate general for research socio-economic sciences and humanities, 2009). Los proyectos y la reflexión se centran en lo que no funciona y en los/las jóvenes que no consiguen entrar en el mundo laboral, o en la formación, etc. El objetivo es encontrar une adecuación entre los dos. Las políticas en el campo de la educación muestran vías para asegurar la participación personal y profesional de los/las jóvenes en la sociedad. Estos proyectos resaltan que el objetivo, no siempre conseguido, es apoyar a los individuos y sus necesidades y asegurarse de que la sociedad cree oportunidades para el éxito económico: está visto como la base para las sociedades inclusivas y prósperas. La reflexión parte de la idea de que la sociedad del conocimiento y los constantes cambios globales requieren una mayor inversión en políticas innovadoras para apoyar el desarrollo personal en un contexto de aprendizaje a lo largo de la vida.

3.4 Lograr sociedades cohesionadas e inclusivas Es un tema recurrente y central a lo largo del tiempo. En el séptimo programa marco, aparece la importancia para la población inmigrante de la educación no formal. Se ven resultados sobre la integración de las minoridades étnicas: depende del país de origen, de la actitud de los valores culturales de los padres y de los amigos. Se afirma que los valores familiares, pueden llegar a aislar a la gente joven de la cultura mayoritaria pero no con precisión sobre cuales serían esas culturas. Aparece que la escuela contribuye a mantener, reducir o profundizar las desigualdades entre la gente joven y el resto de la población. En los resultados de estos proyectos se observa que la familia y la educación son consideradas como esenciales y determinantes del futuro de los jóvenes en las sociedades europeas contemporáneas. Se les atribuye mucho poder y responsabilidad. En el siglo XIX, en los orígenes de la sociología francesa la familia aparece para algunos autores como necesaria para proteger a los individuos de los males de la sociedad. La importancia que retoma en algunos informes recuerda parcialmente a este discurso. Observamos la influencia de la individualización a través de la importancia que se da a los/ las jóvenes como actores de los procesos de las políticas destinadas a ellos. La inclusión de la juventud en la política europea es un término relativamente reciente: la primera referencia aparece en 1993, en el Tratado de Maastricht. Es un tema muy discutido cuando se trata de poner en marcha nuevas políticas. Los temas de inclusión, exclusión social y cohesión social son recurrentes. A lo largo de los años, los términos integración inserción van desapareciendo. Uno de los retos que da la unión es la conciliación del desarrollo económico y el control de las dificultades de la globalización para construir sociedades inclusivas. El aumento del

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desempleo en el conjunto de la comunidad europea produce que se haga hincapié en desarrollar la participación de los/las jóvenes en la vida social y económica. El objetivo es fortalecer los modelos sociales europeos y la cohesión de las sociedades. Es un tema que se considera transversal cuando se plantea la puesta en marcha de nuevas políticas. En Europa ha sido una inquietud constante crear sociedades inclusivas desde el pacto para la juventud (2005). El objetivo es reducir la fractura social favoreciendo la participación y dando oportunidades al conjunto de los ciudadanos residentes en un país. Es tratar a la población de manera igualitaria y asegurar el acceso de los/las jóvenes una participación total en la sociedad.

Tener en cuenta a la población más excluida Una serie de proyectos piensan en cómo reducir y promover, a través de estrategias sociales, el compromiso y la inclusión (Directorate general for research socio-economic sciences and humanities, 2009). Aquí presentamos cronológicamente algunos resultados. El proyecto EGSIE (PM 4) muestra la influencia del contexto europeo en la manera en la que se desarrollan las políticas, por ejemplo en los países escandinavos se realiza un trabajo concertado muy importante con los protagonistas. Esto ayuda a resaltar la importancia de los actores en el proceso y a valorar su experiencia. La importancia de crear una información estadística comparable en los distintos estados miembros aparece en EUYOUPART (PM 5). Las políticas tienen un impacto diferente según los grupos sociales, como lo muestra el proyecto INCLUD-ED (PM 6). Se interesa por la interrelación entre las políticas para promover la inclusión y su impacto en los grupos vulnerables, especialmente las mujeres migrantes, minorías culturales, gente con discapacidades y jóvenes personas, y así se identifican estrategias comunes de educación para favorecer la inclusión social en Europa. Vemos a partir del sexto, pero sobretodo del séptimo programa marco, que el tema de la población inmigrante está cada vez más presente. En EUMARGINS (PM7) se analiza el fenómeno de inclusión y exclusión de los inmigrados. Los más marginados tienen experiencias de inclusión y los menos marginados tienen experiencias de exclusión. Este proyecto permite entender de manera más profunda las razones por las que algunos adultos inmigrantes consiguen participar como ciudadanos activos en la sociedad mientras que otros no consiguen hacerlo. Los programas YOUNEX (PM7) y YIPPEE (PM7) se centran en una población específica de jóvenes: los sin techo y los que tienen riesgos de estar sin techo, los migrantes, las minoridades étnicas, los tutelados. Permite tener una visión general de las razones de la precariedad. Explorar las necesidades en términos de desafíos políticos para producir una buena inclusión a través de más oportunidades y de mejores accesos a la educación, al mercado de trabajo en el interior de un marco de solidaridad entre estos jóvenes y la sociedad. Resaltan las implicaciones políticas de una política transversal. En el séptimo Programa Marco hay cinco proyectos. Se observa la necesidad de colaborar entre distintas instituciones para producir efectos positivos sincronizados en la educación, en los sistemas de cuidado (Care) y en los sistemas de bienestar. Se trata de jóvenes con desventajas a nivel del “background”: perdida del apoyo familiar, disfuncionamientos, familias aisladas, socialmente pobres, sin techo, dependencia de la asistencia pública que pertenecen a una minoridad, grupo de inmigrantes o personas con bajos recursos, bajas aspiraciones, necesidad de apoyar el estado de bienestar,

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transiciones problemáticas a las vida independiente. Las investigaciones muestran que tienen pocas oportunidades, pocas relaciones sociales una fragilidad en cuanto a la solidaridad en las relaciones sociales y pocas redes, comparadas con el conjunto de la población. Las posibilidades de avanzar en la vida con esta población joven con desventajas dependen del contexto político de las políticas del Estado de Bienestar y de los enfoques de empleo, educación, vivienda o de otras políticas. Los proyectos resaltan las diferencias nacionales en términos de las responsabilidades entre el individuo la familia, el estado y el mercado de trabajo.

Una visión global En el conjunto de la reflexión sobre la inclusión se tiene en cuenta una visión holística. El empleo se ve como una construcción social. En algunos países su significado social y cultural influye no solo la política que se desarrolla sino también las medidas en términos de implementación, en cómo se evalúa. Dar a los/las jóvenes opciones variadas y flexibles de formación es esencial como lo muestra el proyecto Balancing competencies (PM4). Las relaciones e interacciones entre los diferentes actores (mercado y sociedad) contribuyen en el movimiento hacia la integración o inclusión. El trabajo en redes para ver cómo se puede facilitar el conocimiento, la transferencia de la práctica y la experiencia entre los sectores y los contextos puede facilitar el proceso de creación de políticas adaptadas. El apoyo individual es esencial para conseguir implicar al joven en su transición de la formación al empleo. La comunicación entre los distintos sectores y agentes que favorecen la inserción de los/las jóvenes en el mundo del trabajo para conseguir éxitos y para minimizar los peligros de desafección social, como lo muestra el proyecto YOYO (PM5). La familia aparece como una célula de reproducción de la desigualdad como lo muestra PROFIT (PM6). Analiza la reproducción de la pobreza en las familias y en la juventud. La pobreza depende de la familia y de la ausencia de apoyo de la escuela. Familia y escuela/educación aparecen como centrales para sacar a delante a la gente joven. Las prácticas que funcionan en un sitio no funcionan siempre en otro (YUSEDER). Las relaciones entre las generaciones es un tema que aparece progresivamente en el sexto programa marco. El proyecto SPREW (PM6), a partir del estudio de los cambios en el mundo social y en el mundo del trabajo, analiza las relaciones entre las generaciones y el mundo laboral. Se trata de pensar en políticas innovadoras para conseguir que la mayoría de los/las jóvenes salgan adelante. Pensar “out of the box” para implementar estrategias. Se trata de metodologías para conseguir la implicación de todos los actores calves. A través del análisis de estos proyectos aparecen tres juventudes europeas. Una diplomada, integrada a la que las políticas europeas no piensan especialmente, otra precarizada y otra excluida.

3.5 Fomentar la participación para desarrollar la ciudadanía Se considera que los/las jóvenes con una identidad europea contribuyen a dar una cierta estabilidad y continuidad a Europa. En los textos aparece la importancia de la educación formal y no formal para desarrollar el sentimiento de ciudadanía. La educación no formal es esencial para ciertos

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grupos de jóvenes que están muy lejos de la participación. Para algunos autores (Vulbeau, 2001) estas cuestiones son complejas ya que siempre participan en las políticas los/las jóvenes que están en el sistema. A nivel europeo se reflexiona sobre la manera en la que los/las jóvenes se implican en la sociedad a través de la educación, de la formación y el empleo. Se les incita a entrar en el mercado del trabajo y en la educación porque se considera que esto contribuye a la ciudadanía en el interior del contexto europeo. Se analiza la percepción que tienen de su identidad. Se considera que influye no solo en la sociedad en la que viven sino también en el sentimiento de ciudadanía.

El sentimiento de ciudadanía Se intenta entender cómo se construye para favorecer su desarrollo en los individuos. El sentimiento europeo aumenta cuando aumenta el sentimiento de ciudadanía local y nacional. Esto influye en mejorar la implicación local de los/las jóvenes como creadores activos de las políticas más que como objetivos de estas, tanto a nivel local como europeo. El proyecto YUSEDER (PM4) resalta la importancia de un marco común para las políticas sociales europeas. La importancia del concepto de ciudadanía a nivel local nacional europeo está explorada en el proyecto Balancing Comptentecies (PM4). Se observa la importancia de mejorar la participación de los/las jóvenes adultos en el proceso económico y social para erradicar la exclusión. Se trata de entender al individuo en distintos niveles y contextos sociales para entender su identidad. Youth and european identity (PM5) analiza el momento y la manera en la que los/las jóvenes adquieren las identidades europeas. Resalta la importancia de enseñar a los/las jóvenes el papel económico y social que pueden tener en la sociedad. Se trata la ciudadanía como un conjunto de identidades de niveles locales y nacionales. Cuando los/las jóvenes participan en los contextos locales desarrollan y entienden mejor el sentido de lo que representa ser un ciudadano europeo. Aparece la importancia de que los/las jóvenes sean actores de las políticas y no solo beneficiarios. Esto ayuda a desarrollar el sentimiento de ciudadanía. El proyecto YOUNEX (PM6) construye un trabajo previo sobre la exclusión social y sobre la participación cívica y política para aumentar el conocimiento sobre los procesos y las perspectivas para el cambio de la exclusión social política y el desempleo de los/las jóvenes. El proyecto mezcla proyectos macro y micro que tienen en cuenta varias dimensiones de la exclusión. Es un enfoque multidimensional para entender cómo los individuos hacen frente a su situación de desempleo. Aparece como esencial entender los contextos sociales para comprender su influencia en la creación, por ejemplo, de políticas. Están en relación con la inclusión en general, con la participación de los/las jóvenes en una sociedad en particular y con la creación de políticas para asegurar que estén integrados en la educación, la formación y en el mundo del trabajo. Otro punto importante es el enfoque individual y estructural en el mundo de la ciudadanía. Los proyectos apoyan la participación de los/las jóvenes en el mercado de trabajo, lo que contribuye la ciudadanía. Hay diferencias según el contexto político y social en el que se desarrolla, muy diferente según la tradición democrática, como en los países escandinavos que los más liberales que tienen un enfoque más económico.

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Estos proyectos investigan y muestran que hay que tener en cuenta los contextos sociales para desarrollar las respuestas adaptadas.

3.6 Perspectivas de Horizon 2020 Actualmente está en vigor el 8 programa marco: Horizon 2020. A finales de 2014, más de cinco millones de jóvenes (menores de 25 años) estaban desempleados (22%), más del doble que la de los adultos (9%). En Horizon 2020 la convocatoria de juventud se integra en el tema Europa en un mundo cambiante - sociedades inclusivas, innovadoras y reflexivas. La generación joven en una Europa innovadora, inclusiva y sostenible. Tiene como objetivo desarrollar oportunidades y soluciones para los/las jóvenes: fomento de la movilidad, creación de oportunidades de empleo, aumento de la conciencia social y política. El objetivo “es analizar las consecuencias a largo plazo de estos desarrollos para las políticas económicas de mercado, sociales y laborales exitosas que podrían abordar de una manera integral este problema, ahora y en el futuro”. Otros objetivos son: investigar las importantes diferencias en el rendimiento de los mercados de trabajo, las medidas de asistencia social y servicios juveniles anticipatorios que existen en todos los Estados miembros, tener en cuenta la perspectiva de género, los grupos más vulnerables, las consecuencias económicas, sociales, personales y sicológicas de la inseguridad laboral temprana, la exclusión social en el corto, mediano y largo plazo. Cuestiones como las experiencias de las generaciones pasadas que fueron expuestos a la alta tasa de desempleo y la inseguridad laboral en su juventud también interesan.

4. Conclusión En este artículo hemos podido mostrar cómo se ha construido a lo largo del tiempo la investigación sobre la juventud en Europa. Al principio se crearon acciones y programas de movilidad de jóvenes. Esto ha sido uno de los éxitos de Europa. Más adelante el objetivo fue contribuir al conocimiento y a una mejor intervención a través de políticas, programas y acciones. La investigación se estructura desde hace quince años a través de los programas marco. Financiados por Europa, permiten a equipos de diversos países y disciplinas profundizar en el conocimiento de la juventud. Los temas son bastantes recurrentes, aunque evolucionan en la manera de tratarlos y en las prioridades. Aparecen como centrales la educación, la inclusión, el empleo y la ciudadanía. Se utiliza un lenguaje que aparece progresivamente según las épocas: educación formal e informal, empoderamiento o de sociedades inclusivas. La juventud a lo largo de los años pasa de ser vista como un problema a ser tratada como un recurso y como determinante e influyente del futuro de Europa (Williamson, 2006). Desde los años 80 los grandes programas europeos y las instancias europeas han vehiculado una cierta idea de la juventud. Se considera que los/las jóvenes con formación universitaria, móviles, cosmopolitas y socialmente comprometidos, serán un recurso para el futuro de las sociedades europeas y de la unidad europea (Cicchelli, 2013). Hay temas que brillan por su ausencia. Todo lo que está en relación con el amor y la amistad, las relaciones sociales de los/las jóvenes no interesan.

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Europa tiene una preocupación económica por la juventud: ¿cómo conseguir formarla y darle empleo? Los programas se centran en lo que no funciona. Los programas marco se prevén con antelación y cuando hay movimientos nuevos como, por ejemplo, el de los indignados (2011), su estudio no está previsto, ni se integra sobre la marcha. Tampoco la emigración de los jóvenes diplomados (por ejemplo españoles). La cuestión de las relaciones entre generaciones no ha sido tratada en profundidad a pesar de ser un tema central: los jóvenes no tienen sitio en el mercado, entre otras razones, porque está ocupado por las otras generaciones. Constatamos que realmente son pocos los proyectos que se centran en jóvenes y que habría que tomarlos más en serio y conocerlos mejor. El análisis de distintos textos muestra que aparecen tres juventudes y no únicamente dos (Galland, 2009). Una juventud relativamente integrada, de la que Europa no se preocupa (jóvenes formados que acceden rápidamente a una cierta estabilidad laboral), una precarizada (Laparra y al., 2007) y una excluida, al margen de la sociedad sin apenas formación. En la manera de tratar a los jóvenes en los textos oficiales hay ciertas paradojas. Se resaltan sus problemas y la vez se les responsabiliza del futuro de Europa. Igualmente se favorece su movilidad a nivel europeo pero a nivel nacional, cuando emigran para trabajar, se habla de una situación dramática: la generación más formada de la historia se va del país. Todas las referencias a ellos hablan de lo que no funciona. Sin embargo son jóvenes pacíficos, no violentos, que soportan sin rebelarse el no poder entrar en el mundo de la estabilidad profesional, residencia y afectiva con rapidez, en ese mundo de los adultos.

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MATERIALES

Los estudios sobre la juventud en EspaĂąa: Pasado, presente, futuro



MATERIALES

Selección de referencias documentales Los Estudios sobre la Juventud en España: Pasado, Presente, Futuro Esta relación está formada tanto por libros, como por artículos de revista o documentos de distinta procedencia, incluidos los electrónicos, ingresados y seleccionados en la base de datos de la Biblioteca del Instituto de la Juventud. (Observatorio de la Juventud). Caso de estar interesados en alguna de estas referencias pueden solicitar copia del material susceptible de reproducción, según la legislación vigente, así como la realización de otras búsquedas, dirigiéndose a: BIBLIOTECA DE JUVENTUD. Marqués de Riscal, 16.- 28010 MADRID. Tel.: 917827473 - bibliotecainjuve@injuve.es Así mismo puede consultar ésta o anteriores Revistas de Estudios de Juventud, así como las Novedades de la Biblioteca en la página web del Instituto: http://www.injuve.es, o acceder a la CONSULTA DEL CATÁLOGO

Actitudes de la juventud en España hacia el emprendimiento: distribuciones marginales: estudio nº 2.938: marzo - abril 2012 / Centro de Investigaciones Sociológicas.-- [Madrid]: Centro de Investigaciones Sociológicas, [2012] 32 p.: todas tabl. Estudio encargado por el INJUVE, que quiere establecer un perfil de la juventud abordado desde la situación laboral, familiar o económica del entrevistado, así como sus actitudes hacia el emprendimiento mediante un cuestionario realizado a una muestra de jóvenes de 15 a 29 años. http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/ Marginales/2920_2939/2938/Es2938.pdf Actitudes de la juventud en España hacia la participación y el voluntariado: Estudio nº 3039. Septiembre 2014 / CIS.-[Madrid]: CIS, 2014. 27 p.: principalmente tab. Recoge información estadística general sobre los jóvenes: problemas principales en España y los que personalmente les afectan más; grado de satisfacción con la vida personal y expectativa de futuro; aspectos que hacen feliz; lugar de residencia habitual; nivel de estudios alcanzado, convivencia en pareja, etc. Ahonda principalmente en los aspectos relacionados con la participación: situación de pertenencia a distintas asociaciones, motivos para participar; autodefinición de su ideología política; participación electoral. http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/ Marginales/3020_3039/3039/es3039mar.pdf

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Actitudes políticas de la juventud en España / Instituto de la Juventud.-Madrid: Instituto de la Juventud, 1991. 158 p.: cuad. Anexos. Superada la etapa de transición y en una dinámica políticageneral que discurre por el cauce democrático, se realiza este estudio sociológico, a través de una serie amplia de encuestas, se analizan las actitudes políticas de la juventud española. Presenta las directrices globales de comportamiento y profundiza en las particularidades de los subcolectivos. ISBN 84-85961-67-6 Adolescentes y jóvenes en la red: factores de oportunidad / directora Ángeles Rubio Gil; equipo Juan Jesús Menor Sendra, Mª José Mesa Olea, Belén Mesa Olea.-- Madrid: Instituto de la Juventud, D.L. 2009. 103 p.: tab. gráf.; 24 cm. Bibliografía: p. 87-90. Estudio del impacto de Internet sobre los adolescentes y jóvenes españoles y el uso que hacen de este instrumento, para lo que se realiza un perfil sociodemográfico de las y los usuarios y sus pautas de consumo, se enumeran las dificultades de acceso, la influencia de Internet en su educación y ocio, etc. además de proponer nuevas formas de uso de este medio. ISBN 978-84-96028-75-3 http://www.injuve.es/observatorio/infotecnologia/adolescentes-y-jovenesen-la-red-factores-de-oportunidad París, Pilar. Análisis de la realidad juvenil y estrategias de apoyo a la investigación sobre juventud / Pilar París, Pau Serracant y Míriam Tintoré.-- [Madrid]: [Federación Española de Sociología], 2004. 24 h. Documento electrónico. Comunicación presentada al VIII Congreso Español de Sociología; Grupo de trabajo 17: Sociología de la edad y ciclo vital; coordinador Luis Garrido Medina. En la primera parte se describe la evolución de la investigación sobre juventud y se analiza la relación entre el conocimiento académico y las políticas y programas que afectan a los jóvenes. En la segunda se analizan las necesidades actuales de conocimiento para orientar las intervenciones sobre el mundo juvenil. Por último, se describen las experiencias y estrategias del “Observatori Catalá de la Joventut” y del “Grupo de Trabajo sobre Juventud” http://www.fes-web.org/edadyciclovital/comunicacions/Paris_1_Analisis%20 de%20la%20realidad%20juvenil.pdf Fernández García, Ana. Análisis metateórico sobre el ocio de la juventud con problemas sociales = meta theoretical analysis on the leisure of youth with social problems / Ana Fernández-García, María de Fátima Poza-Vilches y Massimiliano Fiorucci. En: Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria n. 25 tercera época (2015); p. 119-141 ISSN: 1139-1723 Se estudian las formas de ocio de los jóvenes, especialmente los que tienen dificultades sociales, con el objetivo de establecer un mapa de las

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tendencias de entretenimiento juvenil en España. Para ello se analizaron 40 investigaciones de entre 2009 y 2013 y la información se estructuró teniendo en cuenta cuatro categorías: tecnologías de la información y comunicación, los valores en la juventud, las formas de ocio juvenil y las relaciones sociales. Según los autores los jóvenes que presentan mayor capacidad prosocial mantienen unas relaciones sociales más saludables. http://www.upo.es/revistas/index.php/pedagogia_social/article/ view/1029/892 Bienestar y felicidad de la juventud española / Federico Javaloy (coordinador).-- Madrid: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Injuve, 2007. 231 p.: tab., gráf.; 24 cm.-- (Estudios) El estudio trata de averiguar si se corresponde la mejora de las condiciones económicas y de desarrollo material con un mayor grado de satisfacción personal o, como sostienen otros, incrementa el hedonismo y el egoísmo de la juventud. ISBN 84-96028-43-7 ISBN 978-84-96028-43-2 http://www.injuve.es/observatorio/economia-consumo-y-estilos-de-vida/ bienestar-y-felicidad-de-la-juventud-espanola Fernández-Llebrez González, Fernando. Cambios y persistencias en la igualdad de género de los y las jóvenes en España (1990-2010) / Fernando Fernández-Llebrez González, Francisco Camas García.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2012. 113 p.: gráf., tabl.-- (Estudios) Trata de indagar en el entramado de datos agregados disponibles sobre la juventud, para contribuir al conocimiento de la situación de la igualdad y las desigualdades de género en la España contemporánea. Analiza las diferencias en las percepciones en materia de igualdad de género en función de la edad y las creencias para conocer la dirección en torno a la cual es preciso orientar las estrategias políticas y sociales, para ayudar a superar las desigualdades. http://www.injuve.es/sites/default/files/2012/42/publicaciones/estudio%20 cambios%20igualdad%20genero.pdf Aguinaga Roustan, Josune. Cambio de hábitos en el uso del tiempo: Trayectorias temporales de los jóvenes españoles / [Josune Aguinaga Roustan, Domingo Comas Arnau].-Madrid: Instituto de la Juventud, 1997. 276 p.: gráf., tablas. V. a.: R.L. D02058 [Informe-Síntesis] Anexos. Bibliogr.: p. 239-247. Las variaciones en la ocupación del tiempo que los jóvenes vienen protagonizando desde finales de los años setenta, son uno de los indicadores más valiosos para contrastar cómo se han modificado en muy pocos años, tanto su situación personal, cómo sus comportamientos. Confirma algunos hechos como la prolongación de los estudios, a la vez que matiza la actitud de muchos jóvenes a la hora de enfrentarse a ciertos retos, desde la sexualidad hasta la vivienda o los gastos personales. ISBN 84-89582-335

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Comunicación, infancia y juventud: situación e investigación en España / Antonio García Jiménez, ed.-Barcelona: Editorial UOC, 2012. 365 p.: gráf.; 24 cm.-- (Media Literacy; 3) Las conexiones entre comunicación, infancia, adolescencia y juventud son motivo de una amplia preocupación social, científica y académica. Este libro recoge textos de especialistas y grupos de investigación más relevantes sobre internet, en la esfera educativa o en la televisión, describiendo investigaciones, proyectos e iniciativas desde diferentes ópticas, todo ello a partir del proyecto Procotin. ISBN 978-84-9029-024-8 Bosch Meda, Jordi. Crisis y emancipación juvenil en Europa: Un análisis desde los modelos de Estado de Bienestar / Jordi Bosch Meda.-Vitoria-Gasteiz: Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 2015. 230 p.: gráf., tabl.-- (Gazteak Bilduma; 10) Los patrones de emancipación residencial de la juventud están muy condicionados por cuatro variables: la situación macroeconómica, sobre todo en lo relativo a su influencia sobre el mercado laboral juvenil, los niveles de provisión de vivienda, los factores institucionales y el comportamiento del mercado residencial. A pesar de que el retraso de la edad de emancipación es una tendencia más o menos extendida en occidente, las diferencias entre países son notables, y fundamentalmente responden a factores institucionales, en particular, al desarrollo del Estado de bienestar en materia de política de vivienda y empleo. ISBN 978-84-457-3364-6 http://www.gazteaukera.euskadi.eus/contenidos/noticia/berria_ emantzipazioa_europa_15/es_def/adjuntos/emantzipazioa_europa_c.pdf Feixa i Pampols, Carles. Culturas juveniles en España (1960-2003) / Carles Feixa y Laura Porzio; Fotografías: Mireia Bordonada; Capítulo 5: Israel Gutiérrez.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2004. 232 p.: fot. Bibliogr.: p. 221-232. Las culturas juveniles, conocidas en España como “tribus urbanas”, han sido uno de los temas más recurrentes en la caracterización social de la juventud de las últimas décadas. De los primeros hippies a los últimos ravers, pasando por multitud de estilos más o menos etiquetados, la historia de la transición española puede verse como la sucesión de diversas oleadas de presencia juvenil en la escena pública, vistas a veces con preocupación, y otras con admiración, por parte de las instituciones sociales y de los medios de comunicación. ISBN 84-96028-23-2 http://www.injuve.es/observatorio/economia-consumo-y-estilos-de-vida/ culturas-juveniles-en-espana-1960-2004 Soler i Martí, Roger. Democràcia, participació i joventut: una anàlisi de l’Enquesta de participació i política 2011 / Roger Soler i Martí.-- Barcelona: Observatori Català de la Joventut, 2013. 276 p.: tabl., gráf.; 24 cm.-- (Estudis; 33)

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Analiza la relación de las personas jóvenes con la democracia en un momento de cambios profundos que afectan los vínculos que la ciudadanía establece con las instituciones democráticas y, en general, con la esfera pública. Para hacerlo, se analiza la Encuesta de participación y política 2011, que permite comparar las actitudes y los comportamientos de la población joven con el resto de grupos de edad. ISBN 978-84-393-9039-8 http://www20.gencat.cat/docs/Joventut/Documents/Arxiu/Publicacions/ Col_Estudis/Estudis_33_EPP.pdf Desmontando a ni-ni: Un estereotipo juvenil en tiempos de crisis / Ilustre Colegio Nacional de Doctores y Licenciados en Ciencias Políticas y Sociología.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2011. 134 p.: Gráf., tabl.; 24 cm.-- (Estudios) El objetivo de este estudio es conocer la realidad social de los/las jóvenes españoles en situaciones vitales de inactividad laboral y formativa, tanto en sus parámetros demográficos como en relación a la actividad, la educación, otros tipos de formación, y su situación económica y familiar, desde una visión informada y pormenorizada sociológicamente de dicho asunto. La principal conclusión es que supone un grupo muy poco relevante desde un punto de vista poblacional. ISBN 978-84-96028-92-0 http://www.injuve.es/observatorio/formacion-empleo-y-vivienda/estudiodesmontando-a-ni-ni Diagnóstico de la situación de la juventud de Canarias: Encuesta de jóvenes de Canarias 2012 / Dirección de proyecto y redacción de informe, Juan del Río Alonso.-- [Las Palmas de Gran Canarias]: Gobierno de Canarias. Consejería de Presidencia, Justicia e Igualdad, 2012. 468 p.: gráf., tablas. Empresa responsable, Técnicos en Socioanálisis, S.L. (TSA) Bibliografía: p. 463-468. Se ofrecen los datos estadísticos sobre la población joven de Canarias, encuadrados en distintos apartados relativos a educación, empleo, ocio, y valores, entre otros. http://www.gobiernodecanarias.org/opencms8/export/sites/cpji/ ripc/_contenido/Publicaciones/EJC2012_DIAGNOSTICO_JUVENTUD_ CANARIAS_2012_COMPLETO.pdf Dos generaciones de jóvenes [1960-1998] / [director del estudio Amando de Miguel].-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2000. 446 p.: tab. Análisis sociológico comparativo sobre los jóvenes españoles de 1960 y de 1998. Se estudian los siguientes aspectos: posición social de la familia, relaciones afectivas, valores, la experiencia religiosa y los sentimientos políticos a través de las encuestas nacionales realizadas en los años mencionados. ISBN 84-89582-59-9 Álvarez, Rosario. Economía y juventud: estudio / Rosario Álvarez, Mª José Azofra, María Cuesta.-- Madrid: Instituto de la juventud, 1998. [230] p. Anexos.

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Bibliogr.: p. [ca.226-230] Estudio realizado en forma de encuesta entre jóvenes españoles de 15 a 29 años para conocer cómo ven ellos la realidad social y económica de España. Se han seguido tres perspectivas, para realizar el trabajo: el proceso de socialización, el análisis cultural y el status de edad. En esta investigación se describe la población juvenil, su comportamiento económico y sus valores y actitudes con relación a la economía. Marí-Klose, Pau. Edad del cambio: Jóvenes en los circuitos de solidaridad intergeneracional / Pau Marí-Klose y Marga Marí-Klose.-- Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas; Siglo XXI de España, 2006. 208 p.: gráf., tabl.; 21 cm.-- (Monografías; 226) Bibliogr.: p. 184-195. Estudio sociológico sobre jóvenes en transición a la vida adulta en España. En él se analizan las trayectorias de inserción a la madurez y las frustraciones de deseos y expectativas personales que se producen en ese camino. El libro expone las desigualdades intergeneracionales, los contextos políticos y sociales que las propician, y la posibilidad de que esas desigualdades se conviertan en el detonante de conflictos intergeneracionales. ISBN 84-7476-412-2 Mateos, Araceli. El comportamiento electoral de los jóvenes españoles / Araceli Mateos, Félix Moral.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2006. 188 p.: cuad., gráf; 24cm.-- (Estudios) El cambio de ciclo político de las elecciones generales de 2004, y la posibilidad de que el voto joven hubiera tenido una importancia relevante en este cambio, impulsaron la elaboración de una nueva investigación que completara los hallazgos del estudio anterior de 2001. En esta ocasión se incluye el comportamiento electoral de los jóvenes en las elecciones de 2004 y en las dos convocatorias de elecciones de ámbito nacional que le han seguido: las del Parlamento Europeo de 2004, y las del referendum de la Constitución Europea de 2005. Junto al tipo de participación y orientación del voto, se profundiza en las actitudes y opiniones de los jóvenes. ISBN 84-96028-34-8 http://www.injuve.es/observatorio/valores-actitudes-y-participacion/ comportamiento-electoral-de-los-jovenes-espanoles El horizonte social y político de la juventud española / Grupo de Estudio sobre Tendencias Sociales (GETS); Fundación Sistema; Autores: José Félix Tezanos...[et al.].-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2010. 164 p.: Gráf., tabl.; 24 cm.-- (Estudios) Refleja los datos sobre la situación de la juventud española en lo que se refiere a condiciones de vida y tendencias de emancipación, sus valores e identidades, su participación social y política, su actitud y tendencias político-ideológicas. ISBN 978-84-96028-83-8 http://www.injuve.es/observatorio/valores-actitudes-y-participacion/ el-horizonte-social-y-politico-de-la-juventud-espanola Modenes Cabrerizo, Juan Antonio. Els joves catalans en el 2001: els canvis que vénen / Juan Antonio Módenes

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Cabrerizo, Julián López Colás.-- Barcelona: Generalitat de Catalunya, Secretaria General de Joventut, 2001. 167 p.: tab.-- (Estudis; 4) Bibliogr.: p. 118-119. Estudio en el que se analiza, por una parte, la evolución del colectivo de jóvenes en Cataluña en cuanto a número, distribución territorial, nivel de estudios y actividad laboral en los primeros años de la década de los noventa. Por otro lado, se han proyectado, a partir de los resultados obtenidos, los efectivos, nivel de estudios y también actividad laboral de los jóvenes entre 15 y 29 años para el año 2001. ISBN 84-393-5329-4 Encuesta de jóvenes de Canarias / Dirección de proyecto y redacción de informe: Juan del Río Alonso.-- Las Palmas de Gran Canaria: Gobierno de Canarias. Dirección General de Juventud, 2010. 262 p.: tabl., gráf.; 30 cm. + Disco. Encuesta hecha a más de 3000 jóvenes a los que se les han planteado diversos temas que les preocupan e interesan, como el empleo, la vivienda, la educación o su manera de integrarse y participar en la sociedad. Esta nueva visión pretende dinamizar y mejorar la gestión de las políticas dirigidas a la juventud de las islas, con un trabajo coordinado en red, en el que todas las administraciones y departamentos aúnen sus esfuerzos. http://www.juventudcanaria.com/es/documentacion/index.php Encuesta juventud Navarra 2013: informe final de resultados / Observatorio Navarro de la Juventud.-- [Pamplona]: Gobierno de Navarra. Departamento de Políticas Sociales, 2013. 143 p.: gráf., tablas. Para este primer informe anual del Observatorio, las cuestiones analizadas se han trabajado en dos niveles. El primero plantea una caracterización general de algunas de las principales problemáticas de la vida de las personas jóvenes como son las trayectorias de emancipación, la formación o el empleo. El segundo nivel analítico trata de identificar y valorar algunas cuestiones más específicas relativas al acceso a la vivienda, a los cambios sociales generados por los diferentes dispositivos y servicios tecnológicos, a la participación social y al tiempo libre. http://www.navarra.es/NR/rdonlyres/1E977ED7-01FD-4917-B288637E488F6552/271789/Informe_Encuesta_Juventud_Navarra_2013.pdf Enquesta a la joventut de Catalunya 2012 / Pau Serracant (coord.).-Barcelona: Direcció General de Joventut, 2013. 380 + 422 p.: tabl., gráf.-- (Estudis; 34) Volum 1. Transicions juvenils i condicions materials d’existència.- Volum 2. Les diferents vivències de la joventut. La encuesta se llevó a cabo en 3.002 jóvenes de 15 a 34 años que viven en Cataluña. Presenta los resultados, en dos volúmenes, de un análisis conjunto de las transiciones educativas, de trabajo, hogar y familia, poniendo el acento en las circunstancias socioeconómicas que las condicionan, especialmente con la crisis. El volumen 2 analiza diversos aspectos (como la salud, la lengua, la cultura y el ocio), estudia el impacto de las variables de desigualdad social (el género, el lugar de nacimiento, el origen social y el territorio de residencia) y sus oportunidades y trayectorias vitales. http://benestar.gencat.cat/ca/detalls/Article/Serracant_P_2013_Enquesta_ joventut_Catalunya_2012_2_Volums-00003

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Estat de la joventut 2013 / Observatori Catalan de la Joventut.-- Barcelona: Generalitat de Catalunya, 2014. 36 p.: gráf., tabl. El sistema de indicadores sobre la juventud en Cataluña (SIjove), es un instrumento de seguimiento y monitorización. A través de los datos más relevantes se hace una revisión del estado de la juventud en el momento actual. La fotografía que ofrece está muy condicionada por el impacto que ha tenido la crisis económica. En casi todos los ámbitos estudiados se observan las consecuencias del empeoramiento de las oportunidades disponibles para los jóvenes. http://benestar.gencat.cat/web/.content/observatori_catala_de_la_ joventut/documents/arxiu/estadistiques/sistema_indicadors/estat_ joventut_2013_informe_sistema_indicadors.pdf Estilos de vida de la juventud asturiana / Mª Amparo Novo Vázquez (coord.).-- [Oviedo]: Instituto Asturiano de la Juventud, [2005?] 366 p. Encuesta a la juventud asturiana para poder emitir un perfil que defina los rasgos característicos de la misma y las inquietudes más notorias que les motivan. Estudio de la “Encuesta de la juventud 1958-60” / Tábula-V.-- [Madrid]: [INJUVE], 1998. 117 p.: cuad., gráf.; 30 cm. Primera gran encuesta de alcance nacional cuya gestación comienza en 1958, durante diez años más, se siguen publicando resultados y comentarios, y que posteriormente continuaría el Instituto de la Juventud. Pocos países en el mundo cuentan con una serie tan completa de sondeos sobre los jóvenes. Para entender el significado de la decisiva encuesta de 1960 hay que registrar el sutil cambio político que experimentó el Frente de Juventudes durante los precedentes a esa fecha. Muy cuidada técnicamente en cuanto a la muestra, cuestionario, tabulación, etc., fue la primera vez en la sociología española en la que se usaron métodos electrónicos. Este estudio analiza la historia y el contexto de esta encuesta y hace un examen retrospectivo de algunos datos sobre los jóvenes de la época. Estudio de opiniones, actitudes y expectativas vitales de la juventud española: Informe de Resultados / TNS Demoscopia.-- [Madrid]: Fundación Pfizer, [2013] 125 p.: principalmente gráf. Estudio sociológico que ahonda en las circunstancias y problemas que rodean y afectan hoy a los jóvenes de nuestro país en términos de estudio, trabajo, valores, círculo familiar y de amistades, cómo viven y abordan todo ello y, de forma especial también, qué esperan nuestros jóvenes en algunos momentos claves de su desarrollo vital. Además de resultados globales para todo el colectivo, entre 15 y 32 años, también se han realizado estudios parciales por tramos de edad. https://www.fundacionpfizer.org/sites/default/files/pdf/Encuesta_ opiniones_actitudes_expectativas_vitales.pdf Estudio sobre derechos y deberes de la juventud: Aspectos legales y jurídicos / Realizado por el Instituto Universitario de la Familia de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid; Directora: Salomé Adroher Biosca; investigador: Juan Ignacio Grande Aranda.-- Madrid: Universidad Pontificia de Comillas, [2001]

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2 v. (pag.var.+ 32 p.); 30 cm. Estudio preliminar; Memoria de investigación Los objetivos principales de este proyecto consisten en desarrollar de forma sistemática y estructurada los derechos y deberes de los jóvenes en el Ordenamiento Jurídico Español profundizando en los aspectos jurídicos y legales y analizando comparativamente las respuestas que otros Ordenamientos Jurídicos han dado a los problemas de la juventud. Finalmente se presentan las conclusiones que puedan mover a la acción política y legislativa. Mancho Gomez, Santiago. Estudio sobre las necesidades de los jóvenes en materia de vivienda / Santiago Mancho y Luis Seoane, [Enrique Petit Pérez].-- [Madrid]: [Instituto de la Juventud], [1992?] 182 h.: gráf., tabl. Se busca la relación estructural entre el joven y el mercado de la vivienda. Siendo la vivienda un bien necesario, su alto coste complica su adquisición y favorece la extensión temporal de la condición juvenil al obligar al joven a continuar viviendo dependiente de sus padres. Instituto de Marketing y Opinió Pública -IMOPEstudio sociológico cualitativo sobre “Juventud, Formación y Empleo: Adecuación de la formación al mercado de trabajo” / IMOP.-- [S.l.]: CIS, 2013. 21 p. Recoge las principales reflexiones que se desprenden de los discursos de los entrevistados sobre los distintos desajustes que se producen entre los estudios universitarios y de formación profesional y el mercado de trabajo. Responde a los interrogantes planteados por el proyecto de investigación desde un enfoque analítico e interpretativo y no meramente descriptivo. También provee de datos estadísticos y teóricos que enriquecen el análisis en distintos aspectos temáticos. http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/ Marginales/2960_2979/2971/FT2971.pdf Estudio sociológico sobre los jóvenes: resumen y principales conclusiones / Comunidad de Madrid, Dirección General de Juventud, Ayuntamiento de Arganda del Rey.-- Madrid: Comunidad, 1992. 115 p.: tabl. Anexos I y II. El objetivo es acercarse a la realidad cotidiana de los jóvenes de Arganda. Se usan técnicas cualitativas que permiten un conocimiento profundo de la dinámica juvenil, junto con la clásica encuesta cuantitativa sobre la situación de los jóvenes en materia de vivienda, ocio, sanidad, sexualidad, ideología, etc. European youth: Report / Conducted by TNS Political & Social.-- [Bruselas]: European Commission, 2015. 55 p.: gráf., tab.-- (Flash Eurobarometer; 408) Anexos metodológicos Encuesta realizada por teléfono a más de 13144 jóvenes europeos de entre 15 y 30 años, cuyo principal objetivo es estudiar su grado de implicación en la sociedad. Se hace especial hincapié en cuanto a la participación en actividades de voluntariado, en las elecciones políticas y en actividades culturales.

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ISBN 978-92-79-45655-8 http://ec.europa.eu/public_opinion/flash/fl_408_en.pdf http://ec.europa.eu/public_opinion/flash/fl_408_sum_en.pdf http://ec.europa.eu/public_opinion/flash/fl_408_fact_es_es.pdf Acceso a resultados en España Toharia Cortes, Luis. Flexibilidad, juventud y trayectorias laborales en el mercado de trabajo español: una explotación del estudio 2321 del Centro de Investigaciones Sociológicas / Luis Toharia Cortés, Mª Ángeles Davia Rodríguez, Virginia Hernanz Martín.-- Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 2001. 164 p.: gráf., tab.-- (Opiniones y actitudes; 40) Anexos. Bibliogr.: p. 83-85. Análisis del mercado laboral español y de los aspectos más relevantes que afectan al colectivo de jóvenes y mujeres. Compara los trabajos tradicionales con los nuevos empleos y la aceptación de éstos por parte de los dos colectivos estudiados, así como sus reacciones ante las nuevas medidas de creación de empleo diseñadas en la última reforma laboral. ISBN 84-7476-325-8 Generación Z y Millennials buscan estabilidad económica, cumplir sus sueños profesionales y casarse: Millennials y Generación Z: quiénes son, en qué se parecen y en qué se diferencian /Perdiguero, Luis ... [et al.].-Madrid: Adecco, 2015. 4 p. Estudio realizado por Adecco, para conocer cuáles son las preocupaciones, aspiraciones, y percepciones sobre el mundo laboral de la juventud en España, comparando los resultados entre los de los nacidos entre 1996 y 2010 -generación Z-, y los Millennials, nacidos entre 1980 y 1995. http://www.adecco.es/_data/NotasPrensa/pdf/684.pdf Brito Lemus, Roberto. Hacia una sociología de la juventud: algunos elementos para la deconstrucción de un nuevo paradigma de la juventud / Roberto Brito Lemus.-- [S.l.]: [s.n.], 1996. En: Jóvenes: Revista de estudios sobre juventud n. 1 (julio-septiembre 1996); p. 24-33 La ciencia sociológica encuentra muchos obstáculos en el momento de conceptualizar lo que significa ser joven y lo que es la juventud. Por esta razón se realizan una serie de propuestas que permitan establecer un modelo válido para las ciencias sociales y que delimite el concepto juventud. ISSN 1405-406X Martin Serrano, Manuel. Historia de los cambios de mentalidades de los jóvenes entre 1960-1990 / Martín Serrano, Manuel.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 1994. 315 p.: gráf. col.; 24 p. Anexo: Bases de datos y fuentes. Tablas. Análisis de la transformación de los valores de los jóvenes desde los años 60 hasta los 90 en el ámbito de la política, la religión, la familia, el estudio, el trabajo, etc., al que se añade un estudio sistemático de otras investigaciones existentes al respecto. ISBN 84-85961-88-9

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Sanmartín Ortí, Anna. Indicadores básicos de juventud / [Anna Sanmartín Ortí].-- Madrid: Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción, 2013. 97 p.: tabl. Esboza un retrato de la adolescencia y la juventud española aportando los datos más actuales, entre los existentes, de fuentes estadísticas europeas y españolas, así como su evolución. La información procede de fuentes estadísticas secundarias y del material propio generado en las investigaciones impulsadas desde el Centro y se actualiza periódicamente. http://adolescenciayjuventud.org/es/component/zoo/item/indicadoresbasicos-de-juventud Indicadores de juventud 2007 / [autor, Consultora Emic-Etic, S.L. ; coordinación editorial, Bakame Zuazua Astarloa].-- Vitoria-Gasteiz: Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 2007. 1 v. (pag. var.) : tab., gráf.; 30 cm.-- (Panorámica de la juventud de Euskadi; 1) Texto contrapuesto en euskera. Con la publicación de Indicadores de juventud 2007 se da inicio a la colección de Panorámica de la juventud en Euskadi que nace con el propósito de dar a conocer periódicamente a la sociedad vasca los principales indicadores sociales, demográficos y económicos de la juventud. Pero, además, se ha querido trascender el nivel meramente descriptivo y los datos estadísticos más actualizados vienen acompañados de una perspectiva explicativa y teórica que permita conocer las tendencias más actuales de cada fenómeno y realizar unas conclusiones donde se recojan los resultados más relevantes. ISBN 978-84-457-2585-6 http://www.gazteaukera.euskadi.net/r58-7657/en/contenidos/noticia/ prensa_indicadores_2007/es_prensa/prensa_indicadores_2008.html Indicadores de juventud 2011. / [autor, Elías Trabada Crende, Consultora Emic-Etic, S.L.; coordinación, Nieves Corcuera Bilbao].-- Vitoria-Gasteiz: Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 2012. 225 p.: tablas. Informe cuantitativo para conocer las similitudes y diferencias que en diversos indicadores socio-demográficos presenta la Comunidad Autónoma del Pais Vasco, especialmente en su cohorte de jóvenes de 15 a 29 años, con respecto a los datos publicados por el Eurostat sobre el conjunto de la Unión Europea. http://www.gazteaukera.euskadi.eus/contenidos/informacion/gazteen_ panoramika/es_liburuak/adjuntos/indicadores_juventud_c.pdf Indicadores de juventud 2013: panorámica de la juventud de Euskadi / [equipo de investigación: Oskar Longo Imatz, Miren Bilbao Gaztañaga y Nieves Corcuera Bilbao, con la colaboración del Siis, Centro de Documentación y Estudios de la Fundación Eguía Careaga].-- Bilbao: Observatorio Vasco de la Juventud, 2015. 119 p.: gráf., tablas. La finalidad de este informe es la de describir y analizar la situación de la juventud vasca desde diferentes perspectivas -demográfica, educativa, laboral, económica…- y tomar en consideración cuestiones como la emancipación y la vivienda, la salud, el ocio, la cultura y el deporte, o los valores y las actitudes de la población joven. Con todo ello, se pretende hacer un diagnóstico eminentemente cuantitativo de los principales aspectos que afectan a la juventud y que definen su situación relativa en la sociedad, así como sus perspectivas de futuro.

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http://www.gazteaukera.euskadi.eus/contenidos/noticia/berria_ panoramika_15/es_def/adjuntos/Indicadores2013_c.pdf Infancia y juventud en la Comunidad Valenciana / Fundación Valenciana de estudios sobre la infancia y juventud; Joaquín Colomer Sala...[et al.].-Valencia: Bancaja, 2002. 93 p. Estudio sobre las estructuras de población más jóvenes que forman el sector más sensible de la sociedad valenciana y que merecen una dedicación especial. Partiendo de los datos demográficos, se analiza el entorno sanitario en que se desenvuelven, los estilos de vida y participación, la educación, la formación y el empleo de los jóvenes. ISBN 84-8471-028-9 Informe de campo del estudio “La situación de la juventud en España” / Emopública.-- Madrid: Emopública, 1988. 101, [30] h. Estudio encargado por el Instituto de la Juventud. Tablas. Descripción técnica del estudio “La situación de la juventud en España”. El tamaño de la muestra es de 4320 personas más un suplemento estimado entre las 1000 y las 1300 entrevistas a individuos solteros. El universo se establece en jóvenes de ambos sexos con edades comprendidas entre los 15 y 29 años. El ámbito geográfico es la Península y las Islas Baleares. Se incluye cuestionario e instrucciones al entrevistador así como diversas precisiones sobre el trabajo de campo. Informe Juventud en España 1988 / dirigido y redactado por José Luis de Zárraga.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 1989. 360 P.: tab. En la presente versión del Informe Juventud en España, de aparición cuatrienal, tras evaluarse los ritmos decrecientes del conjunto de población entre 15 y 24 años, lentos en principio pero acelerados desde finales de la década, se verifica la escasa incidencia de este descenso en el proceso de inserción e integración social de las nuevas generaciones, ya que, aunque haya disminuido cuantitativamente el número de personas jóvenes, la duración de la edad considerada juvenil se ha prolongado. ISBN 84-85961-41-2 Navarro Lopez, Manuel. Informe Juventud en España 1992 / Manuel Navarro López, María José Mateo Rivas.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 1993. 275 p.: cuad., gráf., cuest. “Radiografía” de la juventud española que, cada cuatro años, realiza el INJUVE. Mediante una operación de encuesta, avalada por una amplia muestra, se presenta el panorama general acerca de la situación, perspectivas, inquietudes, objetivos, problemas y planteamientos vitales de este colectivo (de 15 a 30 años) que supone la cuarta parte de la población. ISBN 84-85961-81-1 Martin Serrano, Manuel. Informe Juventud en España 1996 / Manuel Martín Serrano, Olivia Velarde Hermida.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 1996. 482 p.: cuad., gráf., cuest. Incluye tablas, cuestionario y ficha técnica.

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Bibliogr.: p. 469-482. Con una muestra de 6.000 jóvenes de ambos sexos de todo el Estado, comprendidos entre los 15 y 29 años, se ha realizado este último informe cuatrienal del Injuve. Además de constituir un análisis descriptivo en sí mismo, se convierte en un estudio sociohistórico, en relación con los precedentes y futuros, para el estudio de las transformaciones de las generaciones juveniles a lo largo del tiempo. De acuerdo a este doble planteamiento se incluyen indicadores de encuestas anteriores, además de aparecer items referidos a fenómenos emergentes, como el de los comportamientos violentos. ISBN 84-89582-19-X Martin Serrano, Manuel. Informe juventud en España 2000 / Manuel Martín Serrano, Olivia Velarde Hermida.-- Madrid: Instituto de la Juventud, D.L. 2001. 696 p.: tab. Ed. en CD-ROM (nº 17) Bibliogr.: p. 686-696. Análisis sociológico que estudia el papel de la juventud en la sociedad española atendiendo a los siguientes aspectos: familia, medios de vida y autonomía económica, ocupaciones, ocio, sexualidad, violencia, toxicomanías y asociacionismo juvenil, entre otros. Con respecto a informes anteriores, en esta ocasión se ha utilizado con más profusión una información más extensa sobre la juventud española a partir de fuentes secundarias, especialmente de informes anteriores y estudios sectoriales realizados por el INJUVE y otras entidades de interés. ISBN 84-89582-84-X http://www.injuve.es/observatorio/demografia-e-informacion-general/ informe-juventud-en-espana-2000 Informe juventud en España 2004 / Josune Aguinaga Roustan, Jaime Andréu Abela, Lorenzo Cachón Rodríguez, Domingo Comas Arnau, Andrey López Blasco, Lorenzo Navarrete Moreno.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2005. 864 p.: tab., gráf. Anexos Sexta edición de los informes cuatrienales que viene realizando el INJUVE sobre las condiciones de vida de las personas que viven en nuestro país con edades comprendidas entre los 15 y los 29 años. Además de permitir la comparación con datos del pasado demográficos, de familia o empleo, y posibilitar prospecciones de futuro, en la presente edición se abordan, como novedad, reflexiones sobre las desigualdades de género, sobre las tecnologías de la información y las comunicaciones, y sobre la presencia cada vez más relevante de los jóvenes inmigrantes. Toda esta información constituye la principal base teórica para la fundamentación de políticas de juventud y, en consecuencia, para la elaboración del reciente Plan de Juventud 2005-2008 del Instituto. http://www.injuve.es/observatorio/demografia-e-informacion-general/ informe-juventud-en-espana-2004 Informe Juventud en España 2008 / Andréu López Blasco, German Gil Rodriguez, Almudena Moreno Mínguez, Domingo Comas, Mª Jesús Funes y Sonia Parella.-- Madrid: Observatorio de la Juventud, 2009. 5 v.: tabl., gráf.; 24 cm.

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Séptima edición de este análisis sociológico de carácter cuatrianual basado en la encuesta aplicada en noviembre de 2007 a una muestra de 5.000 jóvenes, de entre 15 y 29 años, en todo el territorio nacional. El análisis estadístico se complementa con el uso de más de 50 fuentes secundarias (INE, CIS, Eurostat) y aunque se incorporan novedades, se mantienen criterios continuos de homogeneidad que hacen posible el análisis transversal y diacrónico (de las series históricas) de la evolución de este colectivo. Se compone de cinco textos que abordan diferentes aspectos temáticos como la evolución demográfica, las desigualdades de género, determinadas especificidades de la población inmigrante, aspectos laborales, económicos y de consumo, el estado de salud de la juventud, sus valores y creencias, su participación social y política o sus prácticas de ocio. ISBN 978-84-96028-58-6 (obra completa) http://www.injuve.es/observatorio/demografia-e-informacion-general/ informe-juventud-en-espana-2008 Moreno, Almudena. Informe Juventud en España 2012 / Autoras: Almudena Moreno Mínguez y Elena Rodriguez San Julián; Colaboradores: Enrique Crespo Ballesteros, Alberto Juliá Cano y José Luis Fernández Sáez.-- Madrid: Observatorio de la Juventud, 2013. 398 p.: tabl., gráf.; 24 cm. El Informe, basado en la Encuesta de Juventud realizada a 5.000 jóvenes de entre 15 y 29 años, se organiza en dos partes, una primera dedicada a la situación demográfica y las transiciones por un lado, y el conjunto de lo relacionado con la formación, el empleo, la economía y el consumo en estos tiempos de crisis, por otro. La segunda parte aborda desde el análisis de los jóvenes en su entorno, en términos de ciudadanía, de participación social y política, de ocio y de tecnología, hasta la salud y sus relaciones sexuales. ISBN 978-84-15368-06-9 http://www.injuve.es/observatorio/demografia-e-informacion-general/ informe-de-la-juventud-en-espana-2012 Lopez Blasco, Andreu. Informe Juventud en Navarra, 2000 / Andreu López Blasco, Jesús Hernández Aristu, Juan Jesús Viscarret Garro.-- [Pamplona]: Gobierno de Navarra. Instituto Navarro de Deporte y Juventud, D.L. 2002. 418 p.: gráf., tab. Incluye ficha técnica y cuestionarios. Bibliogr.: p. 387-393. Informe sobre la situación y las condiciones de vida de los jóvenes en Navarra, basado en estadísticas homologadas, en el que se analizan las características demográficas, su estructura familiar, los medios de vida y la autonomía económica, las ocupaciones, las actividades y experiencias vitales, los riesgos, las identidades y los horizontes existenciales, así como la tolerancia y la participación.

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Lopez Blasco, Andreu. Informe Juventud en Navarra, 2004 / Andreu López Blasco, Jesús Hernández Aristu, Juan Jesús Viscarret Garro.-- Pamplona: Gobierno de Navarra, Instituto Navarro de Deporte y Juventud, 2004. 449 p. Informe sobre diversos aspectos de la juventud navarra referidos a: familia y transiciones; economía y ocupaciones; actividades y experiencias vitales e identidades y horizontes vitales. http://www.cfnavarra.es/indj/juventud/textos/publicaciones/ InfJuvNav2004/Informe%20juventud%202004.pdf Informe sobre la situación sociolaboral de la juventud en la Comunitat Valenciana / Comité Econòmic i Social de la Comunitat Valenciana.-[Valencia]: CES, 2015. 169 p.: gráf., tablas. Partiendo de un contexto socioeconómico general, se analiza la juventud en el mercado laboral europeo y español para posteriormente centrarse en la Comunitat Valenciana, profundizando en aspectos como la población, paro, empleo, condiciones de trabajo, tipos contratación, afiliación y emprendedurismo. Asimismo, se analizan los niveles de formación y situación social de la juventud en la Comunitat abordándose aspectos como el acceso a la vivienda, la exclusión social, la emigración forzosa y la participación juvenil. http://www.ces.gva.es/pdf/trabajos/In-02-2013.pdf Informe sobre políticas de juventud en España: informe técnico / Centro Superior de Estudios, Gestión, Análisis y Evaluación.-- [Madrid]: Instituto de la Juventud, 1998. 142 p. Bibliogr.: p. 136-142. Con la llegada de la democracia a España se produjo un profundo cambio social en el que aún estamos inmersos, y que ha afectado a la juventud que ha crecido con ella, puesto que los cambios socioeconómicos han transformado las expectativas educativas y relacionales de los jóvenes. En la actualidad los jóvenes se encuentran con una serie de problemáticas específicas como el empleo, la educación, dificultades de emancipación, etc. provocando un retraso en el acceso a la vida adulta. Debido a todo esto se hace necesaria la existencia no sólo de políticas para los jóvenes, sino también de políticas educativas, de empleo, etc. destinadas a ellos. Fernandez Esquinas, Manuel. Informe Social de la Juventud en Andalucía / Centro de Estudios Andaluces. Coordinadores: Antonio M. Jaime Castillo, José M. Echavarren Fernández.-- Sevilla: Instituto Andaluz de la Juventud, [2012] 393 p.: tabl., gráf. Diagnóstico de la población andaluza de entre 14 y 30 años, desarrollado a través de 3.200 entrevistas en las ocho provincias de Andalucía. Se organiza en siete capítulos que analizan desde los valores de la juventud andaluza hasta su relación con el sistema educativo, pasando por otros capítulos como su desenvolvimiento en el mercado de trabajo, sus relaciones familiares y su emancipación, la salud, el ocio y su cultura cívico-política. http://www.juntadeandalucia.es/institutodelajuventud/patiojoven/export/ portal/com/bin/contenidos/Programas_actuaciones/InformacionJuvenil/ publicaciones/guias/INF_SOC_JUV_AND/1355237795923_informe_social_ juventud_andalucia.pdf

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Informe técnico sobre calidad de vida de los jóvenes españoles, 19941999 / Instituto de la Juventud, Ilustre Colegio Nacional de Doctores y Licenciados en Ciencias Políticas y Sociología; [director, Lorenzo Navarrete Moreno].-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2000. 231 p.: tab.-- (Estudios E-58/00) Estudio sobre los datos obtenidos en la encuesta sobre economía y juventud realizada en 1998 por el Centro de Investigaciones Sociológicas para, a partir de la metodología de indicadores, establecer los aspectos más relevantes que en forma de índices expresen la calidad de vida de los jóvenes españoles. Se añade un estudio comparado con la encuesta citada y la realizada por la empresa Q/índice sobre el mismo tema en 1994. Jóvenes adultos y consecuencias demográficas 2001-2005 / Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Sociología, Injuve, Lorenzo Navarrete Moreno (dir.).-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2006. 168 p.: tab., gráf.; 24 cm. El retraso de las nuevas generaciones en incorporarse al mundo laboral ha traído como consecuencia la tardanza en la creación de nuevos hogares y, consecuentemente, una demografía más baja que se refleja en el nuevo perfil de la sociedad. La “emancipación tardía”es la nueva situación con que se denomina ese retraso demográfico, que puede retrasarse hasta la treintena o cuarentena, al contar con la aprobación parental hasta conseguir un estatus social adecuado. ISBN 84-96028-35-6 http://www.injuve.es/observatorio/demografia-e-informacion-general/ jovenes-adultos-y-consecuencias-demograficas-2001-2005 Jóvenes a través del tiempo en la Revista de Estudios de Juventud. En: Revista de estudios de juventud n. 100 (diciembre 2014); 204 p ISSN 0211-4364 Monográfico. Con motivo del número centenario de la revista se recopila una muestra de los artículos publicados por la Revista a lo largo de su historia. Está distribuido en ocho grandes bloques temáticos que atañen a las siguientes cuestiones relacionadas con la juventud: Demografía e información general; Valores, actitudes y participación; Familia, pareja e igualdad de género; Formación, empleo y vivienda; Economía, consumo y estilos de vida; Salud y sexualidad; Ocio y tiempo libre; Infotecnología. http://www.injuve.es/observatorio/demografia-e-informacion-general/ jovenes-a-traves-del-tiempo-en-la-revista-de-estudios-de-juventud Jóvenes de la Comunidad de Madrid de cara al siglo XXI / Consejería de Educación, Dirección General de la Juventud.-- Madrid: Comunidad de Madrid, 2003. [471] p.: graf. Estudio sociológico sobre la juventud de la Comunidad de Madrid que refleja las necesidades, estilo de vida, perspectivas y objetivos de los jóvenes de esta Comunidad y finaliza con una serie de conclusiones con el fin de ayudar a la toma de decisiones por parte de los responsables sociales, políticos y comunidades docente e investigadora en materia de políticas de juventud. Fumero, Antonio. Jóvenes e infotecnologías: Entre nativ@s y digitales / Antonio Fumero, Óscar Espiritusanto.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2012.

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73 p.: fig.; 24 cm.-- (Estudios) Además de ofrecer datos sobre la realidad de los medios sociales en la Red, se ha trabajado a partir de cinco rasgos estructurales relevantes -a saber, capacidad cognitiva personal, socialización primaria, inteligencia social, inteligencia cooperativa y acción social- y una segmentación en tres tramos de edad -preadolescentes, adolescentes y jóvenes- en cada uno de los cuales se analizan los elementos y las evidencias de los rasgos más destacables. ISBN 978-84-96028-99-9 http://www.injuve.es/sites/default/files/Jovenes%20e%20infotecnologias. pdf Ballesteros Guerra, Juan Carlos. Jóvenes en la red: un selfie / Juan Carlos Ballesteros Guerra, Ignacio Megías Quirós.-- Madrid: Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, 2015. 203 p.: tablas. Investigación cuyo objetivo es analizar cuantitativamente la manera en que las nuevas tecnologías, y en especial las redes sociales, influyen en la creación de formas de comunicación diferenciada entre la población joven, y ofrecer así una perspectiva complementaria, desde una metodología distinta, de lo plasmado en el primer volumen del estudio: Jóvenes y comunicación: la impronta de lo virtual. ISBN 978-84-92454-35-8 http://adolescenciayjuventud.org/es/publicaciones/monografias-y-estudios/ item/jovenes-en-la-red-un-selfie Gonzalez Blasco, Pedro. Jóvenes españoles 2000 / Pedro González Blasco.-- Madrid: Acento Editorial, 2000. 92 p.: tablas.-- (Flash; 147) Bibliogr.: p. 91-92. Partiendo del análisis de los datos de la encuesta de la Fundación Santa María publicada en 1999, a una muestra de 3853 jóvenes de toda España, uno de sus autores traza un perfil de los jóvenes actuales, poniendo especial énfasis en algunos aspectos y campos que mejor caracterizan y que mas determinan y condicionan sus aficiones culturales y sus actitudes vitales. ISBN 84-483-0509-4 Jóvenes españoles 2005 / Pedro González Blasco (dirección); Javier Elzo Imaz... [et al.].-- Fundación Santa María: Madrid, 2006. 428 p.: tabl. Analiza en profundidad los diferentes aspectos que configuran el perfil de los jóvenes españoles de 15 a 24 años. El estudio, sexto de la Fundación, con una muestra representativa de 4000 entrevistas, revela que conocen cada vez con mayor claridad la realidad que les rodea y se adaptan a ella con lucidez. Las principales conclusiones reflejan una pérdida de valores como la religiosidad, la abnegación o la constancia, aunque cada vez se marcan más las diferencias entre los jóvenes de una misma generación, que no forman un conjunto homogéneo sino cada vez más fragmentado. ISBN 84-675-0825-6 Jóvenes españoles 2010 / Juan González-Anleo (dir./coord.), Pedro González Blasco (dir./coord.), Luis Ayuso Sánchez, Juan María González

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Anleo Sánchez, Gonzalo González Sanz, José Antonio López Ruiz y Maite Valls Iparraguirre.-- [Madrid]: Fundación Santa María, 2010. 392 p.: tabl., gráf.; 28 cm. Octavo estudio que edita la Fundación SM desde 1982 , en el que se mantienen las aproximaciones clásicas a los valores de los jóvenes, su integración social y política, la familia, la religión, el ocio, el consumo y los medios de comunicación. Como novedad en el presente informe aparece un capítulo específico del tema de los jóvenes y la inmigración. ISBN 978-84-675-4474-9 http://blogdsi.typepad.com/files/dossier-informe-j%C3%B3venesespa%C3%B1oles-2010-v3.doc - Acceso a dossier de prensa Gonzalez Pozuelo, Fernando. Jóvenes extremeños 1995: estudio sociológico de la juventud de Badajoz y Cáceres / Fernando González Pozuelo.-- Mérida: Consejería de Educación y Juventud, Junta de Extremadura, 1995. 544 p.: gráf., tab.; 24 cm. La necesidad de encargar un estudio sobre las características definitorias de la juventud extremeña responde al interés de los responsables políticos de poner en marcha políticas adecuadas a los objetivos que demanden los jóvenes de la Comunidad. ISBN 84-7671-331-2 Moran, Mª Luz. Jóvenes y ciudadanos: propuestas para el análisis de las culturas ciudadanas de la juventud / Mª Luz Morán, Jorge Benedicto.-- Madrid: Instituto de la Juventud, D.L. 2000. 175 p.: gráf. Bibliogr.: p. 167-175. Análisis sobre los procesos a través de los cuales los jóvenes llegan a ser ciudadanos. Para ello, se estudian las relaciones entre los jóvenes y lo público, su implicación en la vida cívica y cómo ejercen su condición de ciudadanos. Se añaden algunas propuestas de investigación sobre ciudadanía, juventud y políticas sociales. ISBN 84-89582-63-7 Jóvenes y cultura messenger: Tecnología de la información y la comunicación en la sociedad interactiva / Angel J. Gordo López Coordinador.-- Madrid: Instituto de la Juventud; Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, 2006.215 p.: tab., gráf.; 24 cm. Bibliogr.: p. 209-215. Existe una consolidada representación social que une estrechamente juventud y tecnología, hasta el punto de entender la relación con lo tecnológico como un criterio de diferencia intergeneracional. Este estudio se dedica a analizar en qué medida existe realmente dicho vínculo y cuál puede ser el trasfondo del mismo. Es de especial interés el análisis de la relación entre tecnología y construcción social, o el señalamiento de algunos efectos de carácter estructural que la relación entre jóvenes y tecnología supone en campos como el de la integración social o laboral, la distinción entre los espacios de ocio y de trabajo, y las relaciones familiares o las interpersonales. ISBN 84-95248-72-7 http://www.injuve.es/sites/default/files/culturamessenger.pdf

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Jóvenes y estilos de vida: valores y riesgos en los jóvenes urbanos / Domingo Comas Arnau (coordinador)... [et al.].-- Madrid: Injuve, Fad, 2003. 351 p. Describe los estilos de vida más característicos de los jóvenes españoles, la distribución de su tiempo, qué hacen a cada hora del día, dónde y cómo lo hacen, y explica cómo se produce una influencia mutua entre la forma de ver la vida y de vivirla. Concluye con la idea de que determinados comportamientos y actitudes concentran riesgos particulares. http://www.injuve.es/observatorio/economia-consumo-y-estilos-de-vida/ jovenes-y-estilos-de-vida-valores-y-riesgos-en-los-jovenes-urbanos-fad Jóvenes y política: El compromiso con lo colectivo / Eusebio Megías Valenzuela (Coordinador).-- Madrid: Instituto de la Juventud; Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, 2005. 445 p.: tab., gráf.; 24cm. Bibliogr.: p. 313-316. Apéndice; Anexos Investigación realizada a través de una encuesta y grupos de discusión que, desde la lectura de indicadores cuantitativos y desde el análisis del discurso juvenil, intenta desvelar muchas y muy fundamentales cuestiones relativas a la comprensión de las exigencias sociales, a la participación, al compromiso ciudadano, a la visión de la política y de los políticos, y a la identidad generacional frente a todo ello. ISBN 84-95248-68-9 http://www.fad.es/sala_lectura/politica.pdf Rodriguez San Julian, Elena. Jóvenes y relaciones grupales: dinámica relacional para los tiempos de trabajo y de ocio / Elena Rodríguez San Julián, Ignacio Megías Quirós, Esteban Sánchez Moreno.-- Madrid: Fundación de Ayuda contra la Drogadicción; Injuve, D. L. 2002. 191 p: tab. Bibliogr.: p. 167-169. Anexos Analiza las relaciones grupales de los jóvenes, sus condiciones sociales, culturales y estilos de vida y estudia el papel de los distintos grupos en los diversos contextos de realidad social, así como la instrumentalización de las relaciones en función de distintos objetivos y expectativas. ISBN 84-95248-17-4 Jóvenes y valores (I): un ensayo de tipología / Javier Elzo Imaz (codirector), Eusebio Megías Valenzuela (codirector)... [et al.].-- Madrid: Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud; FAD, 2014. 175 p.: tabl. Encuesta domiciliaria con el objetivo de desvelar el sistema de valores de una muestra representativa de jóvenes entre 15 y 24 años. Se abordan temas como los valores finalistas respecto a su vida y a la sociedad en su conjunto, los valores asociados a comportamientos y los asociados a la asignación de recursos, o los niveles de satisfacción (con la vida en general y en sus relaciones personales) y de confianza en las instituciones. Finalmente, se elabora una tipología de jóvenes españoles en función de dichos valores. ISBN 978-84-92454-27-3 http://adolescenciayjuventud.org/es/component/zoo/item/jovenes-yvalores-1-un-ensayo

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Jóvenes, autonomía económica y situaciones de exclusión / Lorenzo Navarrete Moreno (dir.), Colegio de Politólogos y Sociólogos.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2006. 3 vol. (669 p.): tab., gráf.; 30 cm. El estudio analiza, por Comunidades Autónomas, la situación de los jóvenes en relación a su integración social y económica para tratar de aplicar políticas de intervención pública que corrijan esos desajustes y puedan ayudar a la recuperación de los sectores más depauperados de la sociedad. http://www.injuve.es/observatorio/formacion-empleo-y-vivienda/jovenesautonomia-economica-y-situaciones-de-exclusion Martin Criado, Enrique. Juventud / Enrique Martín Criado. En: Diccionario Crítico de Ciencias Sociales, Madrid, Plaza y Valdés, 2009, ISBN: 978-84-96780 Vol. 4, pag. 1630-1635 En primer lugar, señala las dinámicas a partir de las cuales se construye la “juventud” como problema social. En segundo lugar, repasa el papel que ocupa la “sociología de la juventud” como juez y parte -sobre todo parte- en esta construcción teóricamente dudosa, pero políticamente “interesante”. Por último, indica cuáles deberían ser los objetos de investigación teóricamente construidos que sustituyesen a las prenociones sobre las que normalmente se asienta la sociología de la juventud. http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/J/juventud.htm Pérez Torralbo , Juan. Juventud en Cantabria / Juan Pérez Torralbo.-- [Santander]: Gobierno de Cantabria, Dirección General de Juventud, 2002. 155 p.: graf. El informe recoge una muestra de la situación real en la que se desenvuelve la juventud de Cantabria con el objetivo de dar las respuestas adecuadas a la misma. Aborda aspectos como la ocupación, emancipación y vivienda, nuevas tecnologías, asociacionismo y consumo de drogas. Acaba con unas conclusiones sobre su visión global del mundo y una síntesis de sus preocupaciones y anhelos. Gonzalez Rodriguez, Juan Jesús. Juventud rural 2000 / Juan Jesús González, Cristóbal Gómez Benito.-Madrid: Instituto de la Juventud, 2002. 124 p.: gráf., tab. Incluye anexo. Bibliogr.: p. 123-124. Estudio sobre los principales rasgos que identifican a la juventud rural, basado en datos estadísticos y en una encuesta dirigida a jóvenes de ambos sexos, de edades entre 15 y 29 años, residentes en núcleos de población menores de tres mil habitantes. A tenor de los datos obtenidos se analizan los estilos de vida, las preferencias políticas, la inserción laboral y el proceso de emancipación. ISBN 84-89582-92-0 Alonso Población, Enrique. Juventud urbana en Asturias: emancipación, trabajo y redes familiares / Enrique Alonso Población, David Pemán Mariño.-- Oviedo: Consejo de la Juventud del Principado de Asturias, 2008. 192 p.: tab., graf.; 24 cm.

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Expone los resultados obtenidos por la Investigación llevada a cabo con jóvenes de entre 20 y 35 años de las ciudades de Gijón y Oviedo, tanto emancipados como no emancipados, con el fin de obtener datos verídicos sobre su situación. Se realizaron entrevistas personales divididas en dos fases: la primera, sobre la situación general de Asturias y sus ciudades, el empleo, etc; y la segunda, sobre pequeñas historias de vida de estos jóvenes. ISBN 978-84-606-4611-2 Gonzalez, Ramón S. Juventud valenciana: 1996 / autor, Ramón S. González; director del estudio, Manuel Martín Serrano.-- Valencia: Institut Valencià de Joventut. EURODOXA, 1996. 262 p.: cuad., gráf Informe sobre la juventud valenciana en el que se analizan sus señas de identidad, la familia, la emancipación, la autonomía económica, las relaciones personales y su visión del mundo. En 1996, por primera vez en España, se realizan también informes a nivel de Comunidades Autónomas, gracias a los cuales se han podido analizar los rasgos diferenciales existentes entre el conjunto nacional de la juventud y los jóvenes de diferentes comunidades. Juventud vasca 2000.-- Vitoria-Gasteiz: Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 2000. 170 p.: tab.-- (EEAEko Gazte Plana = Plan Joven de la CAV; 6) Bibliogr.: p. 169-170. Análisis sociológico de la población juvenil de Euskadi. Se estudian los siguientes aspectos: empleo, familia, ocio y tiempo libre, actitudes políticas, religión, valores sociales y sexualidad. En algunos de estos aspectos se realiza un análisis comparativo con estudios similares de años anteriores. ISBN 84-457-1638-7 Juventud vasca 2004 / Gobierno Vasco, Dirección de Juventud y Acción Comunitaria; coordinación Francisco Javier Gutiérrez Páramo.-- VitoriaGasteiz: Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 2004. 190 p: tabl.-- (Gazte plana; 14) Con una muestra de 1500 jóvenes en todo el territorio vasco, este estudio sociológico aporta una amplia visión del colectivo, analizando su situación laboral, familiar, de ocio, su posicionamiento político o religioso, sus valores sociales o su sexualidad. Así mismo constituye una herramienta útil para observar la evolución de esta juventud, en contraste con los resultados del anterior informe del 2000. http://www.euskadi.net/r58-855/es/contenidos/noticia/juventud_ vasca_2004/es_6268/adjuntos/JUVENTUD_VASCA.pdf Bilbao Gaztañaga, Miren. Juventud vasca 2008 / [redacción Miren Bilbao Gaztañaga; coordinación Bakarne Zuazua Astarlao].-- Vitoria-Gasteiz: Eusko Jaurlaritzaren Argitalpen Zervitzu Nagusia = Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 2008. 318 p.: tab.; 28 cm.-- (Colección Gazteak Bilduma; 4) Estudio sociológico a partir de las opiniones de los y las jóvenes de Euskadi de edades comprendidas entre los 15 y 29 años. Los datos obtenidos se han clasificado temáticamente en varios apartados. Los temas sobre los que los jóvenes fueron inquiridos fueron: mundo laboral, familia, ocio, situación

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actual, actitudes políticas, religiosidad, valores y conductas sociales, euskera y sexualidad. A partir de sus respuestas se puede conocer las escala general de valores predominante para los jóvenes del País Vasco. ISBN 978-84-457-2876-5 http://www.gazteaukera.euskadi.net/r58-801/es/contenidos/noticia/ juventud_vasca_2008/es_estudio/adjuntos/juventud_vasca_08_c.pdf Bilbao Gaztañaga, Miren. Juventud vasca 2012 / [Miren Bilbao Gaztañaga, Oskar Longo Imatz, Nieves Corcuera Bilbao].-- Vitoria-Gasteiz: Eusko Jaurlaritzaren Argitalpen Zervitzu Nagusia = Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 2014. 292 p.: gráf., tablas.-- (Colección Gazteak Bilduma; 9) Responde a la necesidad de conocer a la población joven desde una perspectiva multidimensional que abarque todas las circunstancias vitales que suceden en dicho período de la vida y que ofrezca, tanto a las administraciones públicas, como a todas aquellas entidades que trabajan con jóvenes, información sobre sus necesidades, inquietudes y actitudes. http://www.gazteaukera.euskadi.eus/contenidos/informacion/euskadiko_ gazteak/es_liburuak/adjuntos/euskadiko_gazteak_12_c.pdf Martin Serrano, Manuel. Juventud y consumo / [estudio realizado por Manuel Martín Serrano].-Madrid: Instituto Nacional de Consumo, D.L. 1998. 120 p.: gráf., tab. Incluye anexos. Intento de abordar las peculiaridades del consumo juvenil. Se tratan las funciones del mismo en relación con su identidad, su incorporación a la sociedad adulta, su disposición de ingresos, el gasto que controlan, los hábitos de consumo, etc. Entre sus conclusiones destaca la necesidad de que los jóvenes dispongan de criterios y de formación para elegir de forma consciente las numerosas posibilidades y ofertas a su disposición. Juventud y Educación ante las nuevas sociedades tecnológicas del siglo XXI / Grupo de Estudio sobre Tendencias Sociales (GETS); Redacción Observatorio de la Juventud en España.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2012. 79 p.: gráf., tabl.-- (Estudios) El estudio tiene su origen en la emergencia de un escenario en el que coinciden, por un lado, exigencias de mejorar los niveles de calidad y de ajuste funcional de nuestros sistemas educativos a los requerimientos de una época de grandes cambios, y por otro, importantes tendencias de transformación en las mentalidades y los patrones culturales de los jóvenes. Trata de identificar y calibrar las principales tendencias en curso, anticipando eventuales conflictos, desacoples y riesgos de http://www.injuve.es/sites/default/files/2012/40/publicaciones/ Juventud%20Educacion.pdf Escapa Garrachon, Rosa María. Juventud y tiempo libre: Aportación de datos a partir de los estudios del Injuve / Rosa Mª Escapa Garrachón.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 1995. 6 hojas: Cuadros. Souto Kustrín, Sandra. Juventud, teoría e historia: La formación de un sujeto social y de un objeto de análisis / Sandra Souto Kustrín.

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En: HAOL núm. 13, invierno 2007; p. 171-192 ISSN 1696-2060 Recorrido de las experiencias por las que la juventud pasó para su nacimiento y consolidación como grupo social y de qué manera el concepto de jóvenes fue cambiando a lo largo de la historia. Se defiende desde el trabajo la necesidad de ahondar en el estudio de los jóvenes desde una perspectiva comparada que incorpore fenómenos similares en otras partes de Europa y del resto del mundo. http://www.historia-actual.org/Publicaciones/index.php/haol/article/ view/208 Cieslik, Mark. Key concepts in youth studies / Mark Cieslik and Donald Simpson.-Londres: Sage, 2013. 178 p.; 21 cm.-- (Sage Key Concepts) Introducción al mundo de los estudios de juventud desde un prisma interdisciplinar a partir de las últimas investigaciones y avances llevados a cabo en este área. Partiendo de la definición del concepto de juventud, se ofrece una panorámica sobre las distintas formas en que los investigadores de las ciencias sociales han explorado las vidas de los jóvenes. ISBN 978-1-84860-984-6 La brecha digital de género en la juventud española: diciembre 2010: estudio cuantitativo.-- [Madrid]: Observatorio e-igualdad UCM, 2010. 134 p.: tablas. Análisis de la situación de la incorporación a las TIC desde una perspectiva de género y el impacto de su difusión entre mujeres y hombres. El estudio pone de manifiesto la desigualdad en el acceso, la intensidad de uso y el tipo de utilización de Internet y cómo, a su vez, esas diferencias afectan a las empresas y a la sociedad en su conjunto, desaprovechando la oportunidad de alcanzar mayores niveles de capital humano y bienestar social. http://www.e-igualdad.net/sites/default/files/Brecha_digital_genero_ juventud_espanola_2010.pdf Perez Camarero, Santiago. La economía de las personas jóvenes / Santiago Pérez Camarero -Instituto Max Weber-, Álvaro Hidalgo Vega -Universidad de Castilla La Mancha-, Mª José Calderón -Universidad de Castilla La Mancha-.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2006. 139 p.: tab., gráf.-- (Estudios) Bibliogr.: p. 135-139. El descenso de la natalidad, el retraso en la edad de nupcialidad, la inestabilidad laboral, el encarecimiento del suelo y la vivienda, y una mejor lubricación de las relaciones familiares han contribuido a retrasar la edad de emancipación de los jóvenes, posibilitando que estos permanezcan mas tiempo en los hogares familiares y ralentizándose el proceso de reproducción demográfica y social. En este estudio se analizan variables relativas a los ingresos de los jóvenes, la composición del gasto o el umbral de la pobreza en la juventud. http://www.injuve.es/observatorio/economia-consumo-y-estilos-de-vida/ la-economia-de-las-personas-jovenes Garrido, Luis. La emancipación de los jóvenes en España / Luis Garrido y Miguel Requena.-- 1ª.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 1996.

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250 p.: tab., graf.; 24cm. Los jóvenes disfrutan actualmente de un nivel formativo impensable hace dos décadas, la tolerancia en el seno de la familia contrasta con las formas autoritarias de antaño y la conjunción de ambos factores permite disfrutar de un grado de realización personal muy superior al de sus antecesores. Sin embargo, el paro y la inestabilidad en el puesto de trabajo prolonga la estancia en la casa paterna retrasando la emancipación de los jóvenes y la constitución de nuevas familias, siendo éste uno de los factores determinantes de la drástica disminución de la natalidad. ISBN 84-89582-20-3 Castillo Ceballos, Gerardo. La fiebre de la prisa por vivir: jóvenes que no saben esperar / Gerardo Castillo Ceballos.-- Pamplona: EUNSA, 1996. 362 p.-- (Educación) Incluye anexo. Bibliogr.: p. 361-362. Investigación sobre las conductas típicas de los jóvenes de hoy a partir de las respuestas obtenidas por dos encuestas aplicadas a una muestra de padres, jóvenes y tutores de bachillerato, sobre temas como la familia, el tiempo libre, el trabajo, el futuro y el matrimonio. A partir de las conclusiones obtenidas ofrece recomendaciones a padres y profesores para reorientar las conductas de los jóvenes. ISBN 84-313-1407-9 Mathieu Breglia, Gladys. La investigación sobre la relación de los jóvenes con la política en los Estudios de Juventud de España (1990-2004) / Gladys Mathieu Breglia; dirigida por Francisco Bernete García.-- Madrid: Universidad Complutense, Departamento de Sociología,2007. VIII, 443 h.: graf., tab.; 30 cm. + Base de Datos en CD ROM. Tesis doctoral Univ. Complutense. La investigación sobre la relación de los jóvenes con la política, ha dado lugar a numerosos estudios sociológicos de la juventud en España. Se han hecho estudios que abarcan de forma completa la década de los 60, 70 y 80; pero en este trabajo, el estudio está compuesto por cuestionarios aplicados entre 1990 y 2004, que analizan el repertorio de comportamientos, actitudes y opiniones de los jóvenes respecto a diversos aspectos políticos. Serracant, Pau. La Joventut catalana al segle XXI: una anàlisi del sistema d’indicadors sobre la joventut a Catalunya / Pau Serracant i Melendres y Roger Soler i Martí.-- [Barcelona]: Generalitat de Catalunya. Departament d’Acció Social i Ciutadania. Secretaria de Joventut, 2009. 176 p.: Gráf., tabl.; 21 cm. Ofrece una información panorámica de la realidad juvenil primordialmente descriptiva, mostrando las tendencias de la juventud catalana con datos recogidos entre el año 2000 y el 2008. Paralelamente, se tratan las diferencias a partir de las variables de sexo, edad y ámbito territorial para detectar desigualdades entre los mismos jóvenes. Finalmente, se intenta tener en cuenta también, cuando hay información, la perspectiva comparada con los adultos o con otros niveles territoriales (El Estado y la Unión Europea)

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ISBN 9788439382119 http://www20.gencat.cat/docs/Joventut/Documents/Arxiu/Publicacions/ Col_Altres/joventut_catalana_sXXI.pdf La juventud: recursos y estrategias para el análisis de la realidad juvenil / [ coordinación: María del Mar Herrera Menchén; autores Paca Muñoz Donate... et al.; colaboración Aurora Barranco Martos, Hugo Alfredo Saquilán].-Sevilla: Instituto Andaluz de la Juventud, D.L. 2008. 131 p.: il. col.; 21 cm.-- (Programa de Formación del Personal Ténico de Juventud; Módulo 3) Bibliografía: p. 127-131. Guía de formación para profesionales dedicados al trabajo con jóvenes en la que se proporciona una serie de sencillas orientaciones y herramientas que permiten conocer la realidad de los jóvenes de hoy en día. En primer lugar se informa sobre las características psicosociales de la juventud actual y, a continuación, se aporta la metodología para elaborar el análisis de su situación. Además se proporcionan recursos que favorecen la reflexión sobre los temas que afectan a este sector de la sociedad. La juventud aragonesa a principios del siglo XXI / Enrique Gastón [dir].- Zaragoza: Gobierno de Aragón, Departamento de Cultura y Turismo, Dirección General de Juventud y Deporte, 2002. 200 p.: gráf., tab. Basado en el Informe Juventud en España 2000 del INJUVE, este estudio analiza los condicionantes sociales de los jóvenes aragoneses: los desequilibrios territoriales internos, la emancipación tardía, la percepción del trabajo por parte de élites universitarias, la juventud rural, las actitudes políticas, sociales y ecológicas, la participación social, el tiempo libre, las desigualdades de género, etc. ISBN 84-95879-05-0 La Juventud de los noventa: estudio sociológico de la juventud de Castilla y León / Q índice, equipo de estudios.-- [Valladolid]: Junta de Castilla y León. Dirección General de Juventud y Deportes, D.L. 1994. 348 p. ISBN 84-7846-310-0 Alaminos Chica, Antonio. La juventud y sus límites operativos / Antonio Francisco Alaminos Chica. En: Revista OBETS. Revista de Ciencias Sociales, Alicante: Instituto Universitario de Desarrollo Social y Paz N. 2 (dic. 2008), p. 5-23ISSN 19891385 Los estudios de juventud representan una labor muy significativa en la investigación en Ciencias Sociales, tanto en esfuerzos presupuestarios como académicos. No obstante, la revisión de la mayoría de estos estudios refleja una notable inconsistencia conceptual que permite un empleo ideológico, donde la elaboración científica de categorías se sustituye por los prejuicios culturales del científico. http://rua.ua.es/dspace/handle/10045/9027 La situación de la juventud vulnerable atendida por la Cruz Roja / Cruz Roja Española. Departamento de Estudios e Innovación Social. En: Boletín sobre vulnerabilidad social n. 06 (abril 2013); 44 p gráf., tabl

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Análisis específico sobre la situación, condiciones, problemáticas y expectativas de la población de 14 a 24 años atendida en los programas sociales de Cruz Roja. Los jóvenes que viven en España tienen una tasa de pobreza más alta que la de las personas adultas. Las dificultades que afronta la juventud en tiempos de crisis no son sólo económicas, sino que afectan a factores fundamentales del desarrollo personal, como la educación, la situación anímica, la salud, las relaciones intrafamiliares o el desarrollo de los valores cívicos, por citar algunos factores que son clave y que se analizan. http://www.sobrevulnerables.es/sobrevulnerables/ficheros/boletines/Bol6. pdf Fernandez Esquinas, Manuel. La situación social de los jóvenes en Andalucía / Manuel Fernández Esquinas, María de los Angeles Escrivá Chordá, Sara Robles Rodríguez; coordinadora María del Mar Herrera Menchén.-- Sevilla: Instituto Andaluz de la Juventud, 2003. 436 p.-- (Investigación y Juventud; 6) A partir de una amplia recogida de datos sobre los jóvenes andaluces se elaboran una serie de programas destinados a encauzar los objetivos más demandados; desde sus posibilidades educativas y de ocio o las salidas profesionales, hasta su relación con otros sectores de la sociedad y de la propia juventud. ISBN 84-87632-203 La Solidaridad de la Juventud / Instituto de la Juventud; realización Equipo de Investigación Sociológica (E.D.I.S.).-- Madrid: Instituto de la Juventud, 1995. 166 p.: tabl., gráf. Bibliogr.: p. 165-166. Parte notable del estudio se ha dedicado a medir el alcance y la dimensión de la conducta y práctica solidaria. Entre otras cuestiones se analizan las posiciones ante la pobreza y la desigualdad social, la actitud ante los emigrantes o la lucha contra el subdesarrollo en otros países, así como la escala de valores de la juventud y su actitud respecto al servicio militar. También se menciona la situación acerca del asociacionismo, para finalizar resaltando el auge y potencial del voluntariado. ISBN 84-89582-03-3 Moreno, Almudena. La transición de los jóvenes a la vida adulta: Crisis económica y emancipación tardía / Autores: Almudena Moreno Mínguez (coord.), Antonio López Peláez y Sagrario Segado Sánchez-Cabezudo.-- Barcelona: Obra Social “La Caixa”, 2012. 151 p.: gráf., tabl.-- (Estudios Sociales; 34) Bibliogr.: p. 133-143. Presenta un análisis de las transiciones juveniles, estableciendo una comparación con datos procedentes de países de nuestro entorno, a la vez que se investigan los efectos de la actual coyuntura económica. Los autores cuestionan hasta qué punto las políticas sociales dirigidas a la juventud son efectivas para facilitar la transición a la adultez. Con una atención especial a la dimensión europea, aportan datos para orientar el debate sobre las posibles recomendaciones y actuaciones en favor de la necesaria integración y autonomía de los jóvenes como recurso clave de cohesión social. ISBN 978-84-9900-068-8

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http://www.fundacio.lacaixa.es/ambitos/estudiossociales/volumenes12_ es.html#vol34 Fernandez Esquinas, Manuel. Las razones de los jóvenes: discursos de los jóvenes andaluces / Manuel Fernández Esquinas, Jorge Ruiz Ruiz; coordinadora María del Mar Herrera Menchén.-- Sevilla: Instituto Andaluz de la Juventud, 2003. 228 p.-- (Investigación y Juventud; 1) Para conocer mejor a la juventud andaluza se han iniciado una serie de investigaciones cuyo objetivo principal es conseguir un diagnóstico que permita sacar unas conclusiones acerca de los anhelos de este sector de la sociedad mediante conversaciones y debates con jóvenes de diversas poblaciones de la Comunidad Andaluza. ISBN 84-87632-08-4 Barroso Ribal, Cristino. Libro blanco de la juventud en Canarias, 1: del diagnóstico al autoanálisis / [autores Cristino Barroso Ribal, Olegaria Cuesta Ojeda, Jaime Granados López].-- Tenerife: Gobierno de Canarias, Consejería de Empleo y Asuntos Sociales, Dirección General de la Juventud, D.L. 1998. 407 p.: tabl.; 25 cm. En la port.: “Plan Canario Joven” Análisis sociológico de la situación de los jóvenes canarios. A través de los datos estadísticos se permite conocer tanto la realidad de estos jóvenes como sus opiniones y actitudes en cuestiones relacionados con el ocio, la educación, la emancipación, el empleo, las políticas para la juventud, la participación social, la pobreza, etc. http://www.juventudcanaria.com/extras/publicaciones/documentacion/ Libro_Blanco_Juventud_Canarias.pdf Fuentes Rey, Pedro. Los colectivos poblacionales: juventud / Pedro Fuentes Rey. En: Documentación social n. 149-150 (abr.-sept. 2008); p. 159-175 ISSN 0417-8106 Analiza las características básicas de la sociedad juvenil, haciendo una comparativa de la actitud de los jóvenes de hace una década a la de la actualidad. Sanchez Vicente, Pilar. Los estudios de juventud en el Principado de Asturias: aproximación bibliográfica / Pilar Sánchez Vicente.-- [Oviedo]: Consejería de Educación y Cultura, [1997?] 15 p. Separata. Bibliografía. Análisis de los Informes de la Juventud Asturiana de 1988, 1994 y 1996 y de estudios sectoriales referentes a población estudiante, empleo y formación, además de los dedicados a colectivos específicos como la juventud rural o la mujer joven. Los jóvenes en España [Recurso electrónico] / [estudio realizado por la empresa Análisis Sociológicos, Económicos y Políticos].-- Madrid: Injuve, [1998] 1 disco compacto (CD-ROM); 12 cm.

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Estudio destinado a los investigadores sociales sobre la juventud y su imagen en España, a través del análisis de datos estadísticos. Se contrastan los comportamientos y las actitudes de los jóvenes de ahora con las actitudes y comportamientos que recuerdan de su juventud los que ya no son jóvenes, lo que permite comparaciones entre generaciones. Los jóvenes españoles y la Unión Europea / CIS.-- [s.l.]: CIS, 1998. 39 p. Los jóvenes españoles aceptan con buenos ojos la incorporación a los organismos europeos, fundamentalmente, porque aprecian una serie de ventajas en la pertenencia a ese espacio social que les posibilita oportunidades que no disfrutarían estando fuera de ellos. Comas Arnau, Domingo. Los presupuestos participativos y las políticas de juventud: Un estudio de caso sobre la cultura de la participación social en España [Recurso electrónico] / Domingo Comas Arnau; [Redacción: Observatorio de la Juventud en España].-- Madrid: Injuve, [2010] 76 p.; 12 cm.-- (Estudios) El estilo de participación sustentado en la idea de una “cultura vecinal” se aleja de los intereses e inquietudes de las personas jóvenes, lo que quizás explique la inhibición de los mismos. Propone algunos cambios, tanto en la estrategia metodológica de los Presupuestos Participativos, como en el ámbito de las políticas de juventud, para propiciar un acercamiento entre ambas interpretaciones de “compromiso social”, con el objetivo de facilitar así una mayor participación de las personas jóvenes. http://www.injuve.es/observatorio/valores-actitudes-y-participacion/lospresupuestos-participativos-y-las-politicas-de-juventud Martin Serrano, Manuel. Los valores actuales de la Juventud en España / Manuel Martín Serrano.-Madrid: Instituto de la Juventud, 1991. 87 p.: cuad., tabl., cuest. Encuesta concebida para cerrar el ciclo que, desde comienzos de los sesenta, ha realizado el Injuve para conocer la visión del mundo de los jóvenes españoles. Los datos de esta investigación proporcionarán un mayor rendimiento cuando se integren con las series precedentes en una próxima publicación. ISBN 84-85961-66-8 Mirando al futuro = Aurrera Begira.-- San Sebastián: Gobierno Vasco. Presidencia, 2014. 83 p.: principalmente gráf., tabl. Investigación realizada entre el Observatorio Vasco de la Juventud y el Gabinete de Prospección Sociológica, cuyo principal objetivo es conocer cómo percibe la juventud el futuro a corto y medio plazo. A partir de los resultados de esta encuesta, se elaboran diez indicadores que ofrecen una síntesis del posicionamiento de la juventud ante el presente y, sobre todo, el futuro. http://www.lehendakaritza.ejgv.euskadi.net/contenidos/informe_estudio/ o_13tef5_juventud/es_13tef5/adjuntos/13tef5_juventud.pdf Lopez Blasco, Andreu. Navarra: Jóvenes 2000: Informe Juventud en Navarra 2000 / Andreu

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López Blasco, Jesús Hernández Aristu, Juan Jesús Viscarret Garro.-[Pamplona]: Gobierno de Navarra. Instituto Navarro de Deporte y Juventud, D.L. 2002. 132 p.: gráf., tab. Incluye cuestionario. Bibliogr.: p. 111-115. Primer informe sobre los jóvenes navarros, su situación y sus condiciones de vida elaborado por el Gobierno autónomo, sobre un total de 110.000 encuestas. Se abordan temas como estudio, trabajo, relaciones personales, familia, valores y actitudes, entre otros. Nociones y espacios de juventud / Oscar Dávila León, Sergio Daniel Paz. En: Última década n. 21 (dic. 2004); p. 81-117 ISSN 0717-4691 Contiene: Adolescencia y juventud: de las nociones a los abordajes / Oscar Dávila León. -- Los jóvenes y la redefinición local del consumo / Sergio Daniel Paz Por una parte, se estudian los usos del concepto de adolescencia y juventud, entendido como un campo de análisis y de disputa conceptual, analítica y programática en el ámbito de los estudios sobre juventud. Por otro lado, se presentan las relaciones actuales que estarían estableciendo los jóvenes y los consumos desde sus espacios locales, tanto materiales como simbólicos. http://www.cidpa.cl/decada21.asp Pasado, presente y futuro de los estudios de juventud. 30 años de estudios de juventud en España (2015. Valencia) Pasado, presente y futuro de los estudios de juventud: 30 años de estudios de juventud en España / Red de Estudios de Juventud y Sociedad.-- [S.l.]: Red de Estudios de Juventud y Sociedad, 2015. 1 vol., pag. var. La Red de Estudios de Juventud y Sociedad tiene entre sus objetivos fomentar el desarrollo y la consolidación del campo de los estudios de juventud desde una perspectiva multidisciplinar. Para ello ha decidido iniciar su labor llevando a cabo una reflexión colectiva sobre la evolución seguida por los estudios de juventud en España en las últimas décadas, las características de la investigación actual y las líneas de investigación futura que demanda la complejidad del mundo juvenil. Este propósito coincide además con el treinta aniversario del Informe de Juventud de 1985 y el Programa de Investigaciones Básicas que llevó a cabo el INJUVE. Este esfuerzo investigador supuso un impulso decisivo en el desarrollo de los estudios sobre los jóvenes en nuestro país. http://jornades.uab.cat/seminarisrejs/es/content/comunicacions Miguel Luken, Verónica de. Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud / Delegación del Gobierno para la Violencia de Género; este informe ha sido realizado por Verónica de Miguel Luken.-- Madrid: Ministerio de Sanidad Servicios Sociales e Igualdad,2015. 236 p.: gráf., tabl. A partir de los datos resultantes de una encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) a jóvenes de entre 15 a 29 años, se analiza cómo perciben los jóvenes la igualdad de género y las relaciones de pareja, el maltrato y los estereotipos sobre agresores y víctimas. Asimismo, se indaga sobre la presencia de casos en el entorno cercano y el conocimiento que los jóvenes tienen sobre la legislación vigente y las campañas de

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prevención. Se comparan, además, los datos obtenidos con los de los años anteriores. http://www.msssi.gob.es/ssi/violenciaGenero/publicaciones/ estudiosinvestigaciones/PDFS/Percepcion__Social__VG__Adolesc_Juv.pdf http://www.msssi.gob.es/gabinete/notasPrensa.do?id=3537 Nota de prensa Quiles García, Sara. Planificación anual de las investigaciones: contextualización y desarrollo de un Plan de Estudios sobre Juventud / Sara Quiles García.-- [Madrid]: Instituto de la Juventud, 1992. 15 p.; 30 cm. Comunicación presentada al IV Congreso Español de Sociología. Los planes anuales de estudios del Injuve se plantean como propuestas de análisis específicos sobre aspectos concretos que quedan fuera de los objetivos estructurales que, con periodicidad cuatrienal, establece la investigación global, troncal o “marco” que es cada “Informe de Juventud” Población jóven en Aragón: informe 2010 / Instituto Aragonés de la Juventud.-- Zaragoza: Instituto Aragonés de la Juventud, 2010. 197 p.: gráf., tablas. Se ofrecen datos estadísticos sobre la población joven de Aragón, incluyendo los relativos a temas como educación, empleo, ocio, y relaciones, entre otros. http://www.aragon.es/estaticos/GobiernoAragon/Organismos/ InstitutoAragonesJuventud/Documentos/Informe2011optimizado.pdf Población joven en Aragón: Observatorio 2013 / Instituto Aragonés de la Juventud.-- Zaragoza: Instituto Aragonés de la Juventud, 2013. 343 p.: gráf., tablas. Diagnóstico de la situación de los jóvenes de Aragón para adecuar el diseño y la implementación de las distintas políticas de juventud, en función de las circunstancias de cada momento. http://www.aragon.es/estaticos/GobiernoAragon/Organismos/ InstitutoAragonesJuventud/Documentos/Observatorio-JuventudArag+%C2%A6n-MarketReal-final%20%20%20v11%20.pdf Brunet, Ignasi. Pobreza y exclusión social de la juventud en España / Ignasi Brunet, Ángel Belzunegui, Francesc Valls.-- Valencia: Tirant Humanidades, 2013. 399 p.: tabl.; 21 cm.-- (Políticas de Bienestar Social; 37) Bibliogr.: p. 327-364. El fenómeno de la pauperización de amplias capas de la sociedad que antes permanecían a resguardo de las situaciones de vulnerabilidad económica es lo que se ha venido a denominar como ‘socialización de la pobreza’. El texto se centra en el estudio de los datos sobre el impacto de la pobreza en los jóvenes y cómo ésta afecta más o menos en función de la capa social de la que se procede. ISBN 978-84-15442-90-5 Ballesteros Guerra, Juan Carlos. Política e internet: Una lectura desde los jóvenes (y desde la red) / Juan Carlos Ballesteros Guerra, Elena Rodríguez San Julián, Anna Sanmartín Ortí.- Madrid: Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud; Fundación de

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Ayuda contra la Drogadicción (FAD), 2015. 322 p.: tab. Investigación cuyo objetivo es analizar, a través de una encuesta online a unos 800 jóvenes de entre 18 y 25 años, cómo perciben la sociedad actual y el sistema político, cuáles son sus canales y modalidades de participación ciudadana, y qué papel juega en todo ello el uso de Internet. El análisis de los resultados permite establecer una tipología que dibuja las diferentes formas en que los jóvenes participan y se interesan por la política. ISBN 978-84-92454-34-1 http://adolescenciayjuventud.org/es/component/zoo/item/politica-einternet Precariedad vital y juventud vasca: Condiciones sociales y estrategias biográficas para llevar una vida normal / Benjamín Tejerina... [et al.].-Vitoria-Gasteiz: Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, 2012. 95 p.: gráf., tabl.-- (Gazteak Bilduma; 06) Investigación con un doble objetivo: en primer lugar, analizar la presencia de la precariedad como algo cotidiano en las esferas del empleo, la familia, las relaciones sociales y la participación sociopolítica de la juventud vasca; y, en segundo, mostrar las distintas estrategias de gestión de la precariedad usadas por las personas jóvenes. Entre las conclusiones destaca la gran capacidad de adaptación de la juventud y la creatividad con la que afronta los cambios sociales. ISBN 978-84-457-2876-5 http://www.gazteaukera.euskadi.net/r58-7657/es/contenidos/noticia/ liburua_prekarietatea/es_liburua/adjuntos/prekaritatea_gazteak_6.pdf Resumen del Informe Jóvenes españoles 2005.-- Fundación Santa María: Madrid, 2006. 24 p.: tabl.; 30 cm. Resumen del estudio de la Fundación Santa María, en el que se analizan los diferentes aspectos que configuran el perfil de los jóvenes españoles de 15 a 24 años, a través de 4000 entrevistas. Se presentan, por capítulos, los principales datos obtenidos. http://www.info.upv.es/jo/2007/documentos/Rojano-Estudio.pdf Retratos de juventud 1999-2000 [octubre 2001] / [Gabinete de Prospección Sociológica - Presidencia del Gobierno Vasco].-- [Vitoria]: Presidencia del Gobierno Vasco, 2001. 142 p.: tablas. Bibliogr.: p. 140-142. Este informe constituye la cuarta entrega de la serie Retratos de Juventud, y es fruto de la agregación de las respuestas de los jóvenes vascos de 15 a 29 años en el periodo indicado. El contar con datos similares desde el año 1996 permite aportar una visión evolutiva. Además, se establecen comparaciones con otras edades y otros jóvenes de todo el estado. http://www.gazteaukera.euskadi.eus/contenidos/informacion/gazteen_ argazkiak_bilduma/es_5561/adjuntos/Retratos_Juventud_4_(1999-2000) M.pdf Social situation of young people in Europe / Eurofound.-- Luxemburgo: Publications Office of the European Union, 2014. 28 p.: tabl., gráf.-- (EQLS policy briefs; 3) El foco de este informe está en la calidad de vida de los jóvenes en Europa,

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centrándose en dimensiones como la organización de la vida, la exclusión social, las relaciones y las fuentes de apoyo, así como la participación en la sociedad y en las actividades sociales y culturales. Ofrece una visión comparativa entre los distintos Estados miembros de la UE y describe las tendencias en evolución. http://www.eurofound.europa.eu/pubdocs/2014/04/en/1/EF1404EN.pdf http://www.eurofound.europa.eu/publications/htmlfiles/ef1404_es.htm Texto en español Canteras Murillo, Andrés. Sentido, valores y creencias en los jóvenes / Andrés Canteras Murillo.-Madrid: Injuve, 2003. 277 p. Describe el modo en que los jóvenes construyen su “credo” personal y sus valores, atendiendo tanto a su dimensión mítico-creencial, como al modo en que tales creencias se ritualizan bajo actitudes y comportamientos diversos. Se detiene en comprobar la escasa credibilidad que las instituciones sociales, y en particular la Iglesia Católica, tienen entre los jóvenes, y evalúa el grado de salud moral y ética que comparten en conjunto. ISBN 84-96028-05-4 http://www.injuve.es/observatorio/valores-actitudes-y-participacion/ sentido-valores-y-creencias-de-los-jovenes Situación económica y social de la juventud en Castilla-La Mancha 2008 / Instituto de Estadística de Castilla-La Mancha, Instituto de la Juventud de Castilla-La Mancha.-- [Toledo]: Instituto de Estadística; Instituto de la Juventud, 2008. 207 p.: gráf., tablas. Situación económica y social de la juventud en Castilla-La Mancha que sirve de punto de partida de la línea de trabajo temática y sectorial, que sobre los asuntos que afectan a la juventud completarán en diferentes ámbitos el conocimiento científico de esta situación real. http://www.portaljovenclm.com/documentos/informes/estudio_ juventudCLM.pdf Mathieu Breglia, Gladys. Sociología de la juventud en España: la investigación sobre la cultura política de los jóvenes / Gladys Mathieu. En: Intersecciones en Comunicación. n.3 Olavarría ene./dic. 2008 n. 3 (Olavarría ene./dic. 2008) Se quiere visualizar y comprender el camino recorrido en la investigación sociológica sobre la juventud en relación con la cultura política en España mediante datos publicados en el informe de juventud realizado por el Injuve. La aplicación de una perspectiva metodológica cuantitativa en este campo de estudio tiende a mantener los diseños de investigación tradicionales, sin incluir indicadores capaces de captar las dinámicas de la sociedad actual y las experiencias sociales en que se inscriben los jóvenes. http://www.soc.unicen.edu.ar/index.php?option=com_content&view=arti cle&id=370%3Aarticulo-mathieu&catid=48%3Arevista-intersecciones-encomunicacion&Itemid=102 Tendencias de cambio de las identidades y valores de los Jóvenes en España: 1995-2007 / Grupo de Estudio sobre Tendencias Sociales (GETS), Fundación Sistema; redacción, Observatorio de la Juventud.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2008.

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102 p.: gráf.; 24 cm.-- (Estudios) Las últimas décadas la sociedad española ha sufrido profundos cambios: sus estructuras sociales han dejado de ser las propias de una sociedad industrial para adoptar las características de una sociedad tecnológicamente avanzada. Los jóvenes son quiénes más rápidamente han acusado este cambio social y este estudio determina cómo les ha afectado en los ámbitos cultural y social. ISBN 978-84-96028-56-2 http://www.injuve.es/observatorio/valores-actitudes-y-participacion/ tendencias-de-cambio-de-las-identidades-y-valores-de-la-juventud-enespana-1995-2 Prieto Lacaci, Rafael. Tendencias del asociacionismo juvenil en los años 90 / [Rafael Prieto Lacaci].-- 1ª.-- [Madrid]: Instituto de la Juventud, 1998. 163 p.: tab. Incluye anexo estadístico. Bibliogr.: p. 109-119. Una de las características de los jóvenes es su participación en grupos y asociaciones de las más diversas índoles. El marco cronológico de esta investigación se remonta de los años 80 a la actualidad. Se describen las posibles líneas de evolución de la participación de la juventud en asociaciones voluntarias. Para la confección de este trabajo se han consultado todas las investigaciones sociológicas de ámbito estatal que abordan este tema. ISBN 84-89582-37-8 Transitar a la intemperie: jóvenes en busca de integración /Equipo de investigación: Jorge Benedicto... [et al.].-- Madrid: Injuve, 2014. 196 p.-- (Estudios) Bibliogr. p. 187-195. Analiza los procesos de integración de las nuevas generaciones desde los propios contextos de experiencia de los protagonistas. Se trata de procesos complejos y ampliamente contradictorios, en los que los sujetos se ven obligados a enfrentarse a las dificultades desde una posición institucional bastante vulnerable pero provistos de un amplio bagaje de conocimientos y herramientas que les facilita la elaboración de estrategias dirigidas a alcanzar sus objetivos personales y colectivos. http://www.injuve.es/observatorio/valores-actitudes-y-participacion/ transitar-a-la-intemperie-jovenes-en-busca-de-integracion Iturrate Meras, Diana. Un acercamiento al análisis de la cultura política de la juventud universitaria / Diana Iturrate Meras. En: RASE vol. 7, n. 1 (2014); p. 190-206 ISSNe: 1988-7302 Aborda la cultura política de la juventud universitaria a partir de una investigación más amplia que versó sobre la relación entre juventud y satisfacción con el modelo democrático vigente, aunque en este caso se han actualizado los datos contemplados con la última Encuesta Social Europea, así como con otros estudios publicados recientemente al respecto. http://www.ase.es/rase/index.php/RASE/article/view/226/237 Un futuro sin generación perdida: Una revisión de la situación de los jóvenes en España / Instituto Max Weber; Dirección y Texto Santiago Pérez

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Camarero.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2013. 107 p.: tabl., gráf. Estudio cofinanciado por el Fondo Social Europeo. Revisa el pasado, presente y futuro de los jóvenes y aborda cuestiones relacionadas con la situación demográfica de la población joven, la educación, el mercado laboral y la emancipación juvenil. http://www.injuve.es/observatorio/formacion-empleo-y-vivienda/un-futurosin-generacion-perdida Urbanismo y juventud (estudio exploratorio) / Emilio Martínez (Dirección), Aina López, Lorenzo Navarrete.-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2008. 155 p.: tablas, gráf.-- (Estudios) Edición electrónica. Anexo: Experiencias de diseño y participación juvenil en el medio urbano. Bibliograf.: p. 145-153. Partiendo del contexto urbano existente se indaga cómo los jóvenes españoles, que son mayoritariamente urbanitas, perciben la realidad de las ciudades que habitan, su configuración y los problemas que ellos identifican como propiamente urbanísticos. Algunas de las cuestiones que se plantean son: cuál es la imagen de la ciudad, qué esperan de ella y cómo experimentan sus espacios, de qué manera se ven afectados por su estructura y de qué manera creen que podrían intervenir para mejorarlas. http://www.injuve.es/observatorio/demografia-e-informacion-general/ manual-de-evaluacion-para-politicas-planes-programas-y-actividades-dejuventud Valores y actitudes democráticos de los jóvenes andaluces: percepciones sobre las instituciones sociales / Rocío Cárdenas Rodríguez... [et al.], coordinadora-directora Gloria Pérez Serrano.-- Sevilla: Instituto Andaluz de la Juventud, 2003. 172 p.-- (Investigación y Juventud; 4) Conectar a la juventud con las instituciones encargadas de atenderla es la labor primordial de la presente investigación. El desconocimiento, por parte de un sector de la juventud, de las posibilidades que ofrecen las distintas instituciones oficiales es la tarea que se proponen los autores. ISBN 84-87632-18-1 Vida cotidiana de los jóvenes.-- [S.l.]: [s.n.], 2000.En: Datos de opinión n. 23 (ene.-mar. 2000); p. 1-13 Estudio CIS 2302, septiembre. Tablas. Estudio que intenta profundizar en los comportamientos, opiniones y actitudes de los jóvenes respecto a su calidad de vida. El grupo al que se aplicado la investigación es la población española de ambos sexos entre 15 y 29 años y se analizan aspectos como sus fuentes de ingresos, consumo de tabaco y bebidas alcohólicas, relaciones afectivas y tiempo libre. Serracant, Pau. Viure al dia: condicions d´existència, comportaments i actituds dels joves catalans: informe sobre la joventut catalana al 2001 / Pau Serracant.-Barcelona: Generalitat de Catalunya. Secretaria General de Joventud, 2001. 119 p.: gráf., tab.-- (Estudis; 6) Bibliogr.: p. 111-113. Análisis de la situación de los jóvenes catalanes en lo referente a las condiciones de vida, comportamientos y actitudes hacia el trabajo, la

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emancipación, la salud, la participación social, la familia, el tiempo libre, la educación y la cultura. De los datos estadísticos relativos a jóvenes entre 16 y 29 años se desprende que existen grandes desigualdades sociales y económicas, así como fuertes contradicciones culturales. ISBN 84-393-5547-5 Vivienda y juventud en el año 2000 / [dirección técnica del estudio, Equipo de Investigación de Provivienda].-- Madrid: Instituto de la Juventud, 2001. 111 p.: gráf.; 24cm. Investigación sobre el acceso de los jóvenes españoles a la primera vivienda, destacando las alternativas que existen a la adquisición tradicional de la misma. Se trata de las bolsas de alquiler, la autoconstrucción, las cooperativas, los programas de vivienda compartida, etc. Se incluyen datos de los países de la Unión Europea a este respecto. ISBN 84-89582-82-3 Xuventude galega 2010 / Redacción e Dirección do Estudo: Julio Cabrera Varela.-- [Santiago de Compostela]: Xunta de Galicia, Dirección Xeral de Xuventude e Voluntariado, D.L. 2011. 124 p.: gráf., tabl.; 17 cm. Estudio enmarcado en el Plan Xuventude 2013, llevado a cabo por la Xunta de Galicia con más de 1.200 encuestas a jóvenes de 15 a 29 años, con el objetivo de conocer la situación de la juventud gallega en este momento de crisis económica, y mejorar y priorizar las políticas de juventud. http://xuventude.xunta.es/uploads/docs/rix/observatorio_galego_da_ xuventude/informexuventude2010.pdf

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COLABORACIÓN

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MATERIALES

Colaboran en este número Antonio ARIÑO VILLARROYA Catedrático de sociología y Vicerrector de Cultura e Igualdad en la Universitat de València. Ha dirigido las investigaciones y publicaciones “El oficio de estudiar en la Universidad” (PUV, 2008), “¿Universidad sin clases?” (Ministerio de Educación, 2012) y “Desigualdad y Universidad” (2014, PUV). Dirige el Observatorio sobre la Participación y Condiciones de Vida de los Estudiantes (http://www.campusvivendi.com/). Jorge BENEDICTO Catedrático de Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Profesor de Sociología Política en el Departamento de Sociología II de la citada Universidad. Es responsable –junto a María Luz Morán– del Grupo de Estudios sobre Sociedad y Política (UCM-UNED) y miembro del Grupo de Trabajo ‘Juventudes, Infancias: Políticas, culturas e instituciones sociales’ de Clacso. Es presidente del recién creado Comité de Investigación en Estudios de Juventud de la Federación Española de Sociología. Forma parte del equipo investigador de la Red de Excelencia de Estudios en Juventud y Sociedad. Especializado en la investigación sobre juventud y ciudadanía, entre sus publicaciones más recientes pueden señalarse: “De la integración adaptativa al bloqueo en tiempos de crisis. Preocupaciones y demandas de los jóvenes” (2013); “The political cultures of young people: an uncertain and unstable combinatorial logic” (2013); “¿Otra clase de politización? Representaciones de la vida colectiva y procesos de implicación cívica de los jóvenes en situación de desventaja” (2014); “Transitar a la intemperie: jóvenes en busca de integración” (2014). Ha sido Director del Posgrado en Juventud y Sociedad organizado por la UNED y el INJUVE, así como consultor de la Organización Iberoamericana de la Juventud y asesor internacional del PNUD-Honduras. Anna BERGA I TIMONEDA Licenciada en Ciencias Políticas y Sociología (1993) y doctora en Sociología por la UAB (2004). Es profesora titular de la Universitat Ramon Llull (URL) en la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés, donde ha desarrollado diferentes cargos. Ha sido profesora asociada al Departamento de Sociología de la UAB (2009-2010). Especializada en temas de adolescencia y juventud, exclusión social y estudios de género, ha participado en diferentes investigaciones y ha realizado múltiples publicaciones científicas. Ha formado parte de diferentes consejos, entre ellos el Consejo Asesor del Plan Nacional de Juventud (Generalitat de Catalunya). Actualmente es presidenta de la Comisión “Mujer y Ciencia” del Consell Interuniversitari de Catalunya. Desde 2010 forma parte del Equipo Rector de la URL como vicerrectora de Relaciones Internacionales y Estudiantes (2010-2012) y secretaria general (2012-act.).

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Joaquim CASAL Doctor en Sociología y profesor con contrato de emérito en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), miembro del Grupo de Investigación en Educación y Trabajo (GRET) de la UAB especializado en Sociología de la Educación y Sociología de la Juventud. Ha ejercido la docencia en Sociología de la Educación en la Facultad de Educación de la UAB. Su actividad profesional actual se centra en la coordinación por parte de la Facultad de CC. Políticas y de Sociología de la UAB del Master Interunivarsitario en Juventud y Sociedad (MIJS). Sus principales textos han visto la luz editorial en la Revista de Educación del MEC y en la Revista de Sociología Papers de la UAB. Domingo COMAS ARNAU Doctor en Ciencias Políticas y Sociología (UCM), licenciado en Antropología (UCM), profesor tutor de la UNED, ha sido director técnico de la Fundación de CRE, preside desde su creación en 1985 la Fundación ATENEA y se dedica profesionalmente a la investigación y la supervisión de programas de intervención social. Es autor, entre otros, de libros como “El uso de drogas en la juventud” (1984), “Las drogas: guía para mediadores juveniles” (1985), “Las Comunidades terapéuticas y el tratamientos de las drogodependencias” (1987), “La metodología de los estudios de seguimiento” (1988), “El síndrome de Haddock: alcohol y drogas en enseñanzas medias” (1990), “Infancia y adolescencia: la mirada de los adultos” (1991), “Los jóvenes y el uso de drogas en la España de los noventa” (1994), “Las trayectorias temporales de los jóvenes españoles” (1997), “La evaluación de programas de ocio alternativo de fin de semana” (2001), “Estilos de vida, valores y riesgos de los jóvenes urbanos españoles” (2003), “Comunidades Terapéuticas en España: Situación actual y propuesta funcional” (2006), “Las Políticas de Juventud en la España democrática” (2007), “Manual para la evaluación de políticas, programas y actividades en el ámbito de juventud” (2008), “La salud de la juventud española” (2009), “Los jóvenes asturianos 2008: los escenarios de la generación premeditada” (2009), y “Un lugar para otra vida: los centros residenciales y terapéuticos del movimiento carismático y pentecostal en España” (2011). Entre 2008 y 2011 se ocupó de la dirección y la preparación del “Libro Blanco de las políticas de juventud en España” por encargo de la Comisión de Juventud del Congreso de los Diputados y del INJUVE. José Luis DE ZÁRRAGA Sociólogo. Desde 1969 hasta la actualidad se ha dedicado profesionalmente a la investigación sociológica y sociodemográfica, en diversos campos y ámbitos institucionales, principalmente Sociología de la Juventud y Sociología Política y Electoral. En 1983-85 dirigió el Programa de Investigaciones Básicas sobre la Juventud en España. Entre otros trabajos publicados ha dirigido las Encuestas de la Juventud en España de 1985 y 1989, la Encuesta Sociodemográfica del INE de 1992 y, entre 2007 y 2012, los sondeos de opinión y encuestas de tendencias de voto del diario Público. Ha sido coordinador de los Grupos de Trabajo sobre Sociología de las Edades, en el IV Congreso Español de Sociología (1992), y de Sociología de la Juventud, en los Congresos V (1995), VI (1998) y VII (2001). Carles FEIXA Doctor en Antropología Social por la Universidad de Barcelona y catedrático de la misma especialidad en la Universitat de Lleida. Especializado en el estudio de las culturas juveniles, ha llevado a cabo investigaciones sobre el terreno en Cataluña y México. Entre sus libros podemos destacar De jóvenes, bandas y tribus (1998; 5ª ed. 2012), Global Youth? (2006) y De la

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Generación@ a la #Generación (2014). Ha sido vicepresidente del comité de investigación sobre “Sociología de la Juventud” de la International Sociological Association y es miembro de la Red de Estudios sobre Juventud y Sociedad - REJS. Coordinador del Grup de Recerca sobre Joventut i Societat (JOVIS) del Departamento de Geografía y Sociología de la Universitat de Lleida (http://www.joventut.udl.cat/) Marta FERNÁNDEZ RUIZ Licenciada en Comunicación Audiovisual y Doctora en Investigación en Medios de Comunicación por la Universidad Carlos III de Madrid. Ha sido Técnico de Apoyo a la Investigación en el proyecto “Nuevas Tecnologías Aplicadas al Arbitraje de Fútbol” de la misma universidad y ha publicado diferentes investigaciones relacionadas con el diseño de videojuegos, la experiencia de usuario y los puntos de contacto y divergencia entre medios tradicionales y medios digitales. Actualmente trabaja como desarrolladora de materiales multimedia educativos. Pertenece al Colectivo Enjuegarte de investigación en mediaciones tecnológicas, procesos de ludificación e implicaciones socioculturales del juego. Maribel GARCÍA Doctora en Sociología y profesora contratada doctora (agregada) en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), miembro del Grupo de Investigación en Educación y Trabajo (GRET) de la UAB, especializada en Sociología de la Educación y Sociología de la Juventud, siendo docente en la Facultad de Educación de la UAB. Su actividad profesional actual se centra en la docencia en la Facultad de Educación de la UAB, la dirección de investigación en el GRET y la participación en el Máster Interuniversitario en Juventud y Sociedad (MIJS). Sus principales textos han visto la luz editorial en la Revista de Educación del MEC y en la Revista de Sociología Papers de la UAB. Sandra GAVIRIA Profesora titular de sociología en la Universidad de Le Havre (Francia) y miembro del centro de investigación IDEES. Sus investigaciones tratan de temas relacionados con juventud, familia y comparaciones internacionales. Ha sido co-responsable de la red de estudios Juventudes, generaciones y edades de la vida de la Asociación francesa de sociología. Ha sido consultora para diversos organismos españoles y franceses así como para revistas científicas. Es miembro del consejo de redacción de la revista Agora Débats-jeunesses, Vice-presidenta de la sección de sociología-demografía del Consejo nacional de universidades francés y miembro del equipo de dirección del comité de Estudios de juventud de la FES. Entre sus publicaciones figuran: “La souffrance de l’autonomie. La première expérience de vie en solo des étudiants” (2012); “Politiques de logement et autonomie résidentielle de la jeunesse en Espagne” (2011); “Dime cómo te construyes y te diré como te irás de casa”. La emancipación de los jóvenes en Europa (2011). Alessandro GENTILE Doctor en Sociología, Profesor de Sociología del Departamento de Psicología y Sociología de la Universidad de Zaragoza, miembro del grupo Sociedad del Riesgo de esta Universidad y colaborador del POSEB (Políticas Sociales y Estado de Bienestar) del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC. Se ocupa de nuevos riesgos sociales, políticas públicas en perspectiva comparada y cambio social, con particular atención en los temas relativos a mercado de trabajo, precariedad laboral, relaciones intergeneracionales, juventud y transición a la vida adulta. Ha sido profesor

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de la Universidad Complutense y de la Universidad Carlos III de Madrid, investigador asociado del IESE Business School e investigador visitante en la London School of Economics, en la University of Stockholm, en la Università Sapienza de Roma y en la University of Pennsylvania. Mélida LÓPEZ Licenciada en Sociología, colabora con diferentes proyectos de procomún y economía colaborativa. En el sector privado ha trabajado en diferentes proyectos de comunicación online, presencia digital y social media. Actualmente es socia de una startup tecnológica desempeñando el rol de CSO. Pertenece al Colectivo Enjuegarte de investigación en mediaciones tecnológicas, procesos de ludificación e implicaciones socioculturales del juego. Miguel MELENDRO ESTEFANÍA Doctor en Educación. Profesor del Departamento de Teoría de la Educación y Pedagogía Social de la UNED. Director del Máster Universitario en Intervención Educativa en Contextos Sociales y del Máster en Acción Socioeducativa con colectivos vulnerables: Familia, infancia, adolescencia y juventud, de la Facultad de Educación de la UNED. Director de Fundación lSOS (Instituto de Investigación y Formación para la Sostenibilidad Social). Miembro del Grupo de Investigación “Contextos de Intervención Socioeducativa” de la UNED. Ha participado en diversos proyectos internacionales relacionados con la intervención educativa en contextos sociales y ha sido profesor invitado en la Université de Liège (Bélgica), la Université de Québec à Montréal (UQAM, Canadá), la Universidad de Sonora (Hermosillo, México), la Universidad de Comahue (Argentina) y las Universidades Uninorte y USTA (Barranquilla y Bogotá, Colombia). Cuenta con más de cincuenta publicaciones, entre ellas ocho libros y numerosos artículos y capítulos de libro en el ámbito de la pedagogía y la educación social, la intervención socioeducativa con infancia, adolescencia y juventud en dificultad social, la educación ambiental, ecosocial y para el desarrollo sostenible, el pensamiento complejo y la teoría de sistemas aplicados al ámbito educativo. Rafael MERINO Doctor en Sociología y profesor contractado doctor (agregado) en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), miembro y director del Grupo de Investigación en Educación y Trabajo (GRET) de la UAB, especializado en Sociología de la Educación y Sociología de la Juventud. Su actividad profesional actual se centra en la docencia en la Facultad de Educación de la UAB, la dirección de investigación en el GRET y la participación en el Máster Interuniversitario en Juventud y Sociedad (MIJS). Sus principales textos han visto la luz editorial en la Revista de Educación del MEC y en la Revista de Sociología Papers de la UAB. María LUZ MORÁN Doctora en Sociología por la Universidad Complutense, es Catedrática de Sociología en el Departamento de Sociología I de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de dicha Universidad en donde imparte las asignaturas de “Sociología Política” y de “Conflicto Social y Violencia Colectiva”. Sus publicaciones e investigaciones más recientes tratan sobre cultura política, juventud y ciudadanía. Almudena MORENO Profesora titular de Sociología en la Universidad de Valladolid. Doctora en

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Sociología por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha participado en numerosos proyectos sobre jóvenes, cambio familiar, Estados de bienestar y género. Entre las últimas publicaciones destacan la coordinación del monográfico titulado “Family Well-Being: European Perspectives”, Social Indicators Research nº 49 (2012), El Informe de Juventud (2004; 2008), “The transition to adulthood in Spain in a comparative perspective”, “Young” (2012), “La transición de los jóvenes a la vida adulta” (2013), “The early school leaving in Europe: Approaching the explanatory factors”, “New Horizons in Education” (2014), “Family policy indicators and well-being in Europe from evolutionary perspective”, Applied Research of Quality of Life Review, (2014). Ha realizado estancias en las universidades de Oxford, Turín, Chicago y Göteborg. Actualmente mantiene una intensa colaboración investigadora con diferentes Universidades europeas. Su obra ha recibido el Premio Extraordinario de Doctorado y el Premio Internacional de Jóvenes Sociólogos de la Asociación Internacional de Sociología. Héctor PUENTE BIENVENIDO Profesor de creación y narración de videojuegos en la Facultad de Comunicación de la Universidad Francisco de Vitoria. Doctor en Sociología y máster en metodología de investigación por la Universidad Complutense de Madrid, ha sido investigador en diferentes proyectos I+D+i (Innovaciones metodológicas para prácticas emergentes). Sus temas de investigación son las implicaciones sociales de las TICs y los videojuegos, en especial en relación con los procesos de interacción social y emergencia; así como el estudio de las culturas de juego, comunidades virtuales y agencia del usuario. Asimismo, desarrolla actividad profesional en el sector privado como experto en técnicas de análisis de datos (big data). Pertenece al Colectivo Enjuegarte de investigación en mediaciones tecnológicas, procesos de ludificación e implicaciones socioculturales del juego. Juan Carlos REVILLA Doctor en Sociología por la UCM (1996) y profesor titular del Dpto. de Psicología Social de la UCM, del que también es director. Sus áreas de interés son los estudios de juventud, identidad y subjetividad, trabajo y organizaciones, violencia social y género. Ha participado en más de 10 proyectos de investigación financiados, muchos de ellos internacionales, entre los que cabe destacar los proyectos SPHERE y RESCuE, ambos dentro del 7º PM de la UE, el último todavía activo, y del que es coordinador del grupo nacional. Asimismo, es autor o coautor de más de 40 trabajos científicos en revistas nacionales e internacionales, entre las que destacaríamos sus trabajos en la REIS, International Sociology, Comunicar, Comunicación y Sociedad, Sex Roles, Aggressive Behavior, RIS, Papers, Papeles del CEIC, Política y Sociedad y Cuadernos de Relaciones Laborales. Ana Eva RODRÍGUEZ BRAVO Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Profesora Asociada del Departamento de Teoría de la Educación y Pedagogía Social de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Actualmente, es miembro del Grupo de Investigación (GI17) “Contextos de Intervención Socioeducativa” y ha participado en numerosas proyectos nacionales e internacionales. Sus intereses investigadores en el ámbito de la juventud se relacionan con la intervención-acción socioeducativa con adolescentes y jóvenes en dificultad social; la relación entre educación y empleo y la formación de capital humano y mejora de sus competencias. Cuenta con una veintena publicaciones entre libros, capítulos

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de libros y artículos en revistas, vinculados al ámbito de la pedagogía y la educación social, la intervención socioeducativa con infancia, adolescencia y juventud en dificultad social, la relación entre educación y empleo y la metodología de enseñanza a distancia. José SÁNCHEZ GARCÍA Investigador post-doctoral del Grup de Recerca sobre Joventut i Societat (JOVIS) del Departamento de Geografía y Sociología de la Universitat de Lleida, es doctor en Antropología Social por la Universitat de Barcelona. Especializado en el estudio de las culturas juveniles en sociedades árabes, ha llevado a cabo investigaciones sobre el terreno en Egipto y Marruecos. Ha publicado en diversas revistas nacionales e internacionales artículos dedicados a cuestiones etnográficas y metodológicas. Ha sido coordinador científico del proyecto Genind y actualmente es coordinador etnográfico del proyecto Sahwa. Costán SEQUEIROS Doctor en Sociología y licenciado en Ciencia Política. Actualmente está preparando la defensa de su tesis doctoral a la vez que investiga sobre cuestiones de globalización, relaciones internacionales, videojuegos y cultura. Pertenece al Colectivo Enjuegarte de investigación en mediaciones tecnológicas, procesos de ludificación e implicaciones socioculturales del juego. Pere SOLER MASÓ Doctor en Pedagogía y profesor titular de universidad en el Departamento de Pedagogía de la Universidad de Girona. Su línea de investigación se ha desarrollado principalmente a través del estudio de los jóvenes en el tiempo libre, la participación juvenil, el diseño y evaluación de políticas de juventud y los procesos y medios que contribuyen al empoderamiento juvenil. Ha sido investigador principal en diferentes proyectos de investigación, entre ellos: La participación de estudiantes en el gobierno de la universidad (2008), la evaluación de las políticas locales de juventud (2010) y actualmente el proyecto HEBE sobre empoderamiento juvenil (2014). Actualmente es miembro del Grupo de Investigación en Políticas, Programas y Servicios Educativos y Socioculturales (GRES) del Instituto de Investigación Educativa – UdG y del Grupo de Investigación Consolidado (SGR) en Educación, participación e inclusión (GREPI) (2014SGR 774- GRC). Director desde el 2007 del Máster Oficial Interuniversitario en Juventud y Sociedad (MIJS) impartido por las universidades de Girona, Barcelona, Autónoma de Barcelona, Rovira i Virgili, Lleida y Pompeu Fabra. Ha publicado diversos artículos en el ámbito nacional e internacional sobre la participación de los estudiantes en la universidad, políticas de juventud y evaluación de programas y políticas juveniles y socioculturales. Sus principales publicaciones pueden consultarse en http:// www.udg.edu/personal/pere.soler.maso. Mariano URRACO SOLANILLA (Guadalajara, 1982) es licenciado en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid (2005), Universidad en la que también obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados (2008). Asimismo es licenciado en Antropología Social y Cultural por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (2013). Desde 2009 es profesor en el Área de Sociología de la Universidad de Extremadura, impartiendo docencia en distintas asignaturas (Sociología de la Educación, Sociología del Consumo, Técnicas Avanzadas de Investigación Social…) mientras realiza su tesis doctoral, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, sobre transiciones juveniles.

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110 Los estudios sobre la juventud en España: Pasado, presente, futuro

El presente monográfico pretende hacer balance de los estudios sobre juventud en España en los últimos treinta años. Tras la introducción en el que se pasará revista a los antecedentes y al proceso de constitución del campo, la primera parte está dedicada a analizar la ‘producción’ de la juventud en los estudios generales sobre los jóvenes llevados a cabo en estos últimos treinta años, tanto en el ámbito nacional como en el autonómico. La segunda parte se ocupa de los grandes campos de investigación actuales. La tercera parte aborda algunos campos transversales (como el género y la exclusión). La última parte incluye un repaso de los estudios a la juventud a través de las tesis doctorales, así como una perspectiva comparada europea de la situación actual de los estudios de juventud. Cada artículo del monográfico se plantea como un estado de la cuestión que parte del pasado, reflexiona sobre el presente y proyecta tendencias de futuro en el campo de estudios de juventud. En todos los casos el horizonte temporal son los 30 años transcurridos desde el Programa de Investigaciones Básicas lanzado por el INJUVE con ocasión del Año Internacional de la Juventud en 1985.

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