Informe Nacional de Desarrollo Humano 2009/2010

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nacionalismos asesinos vinculados con la limpieza racial y diversas formas de genocidio.

1.2.2 La guerra En el surgimiento de muchos Estados —no necesariamente en el Estado moderno— fueron importantes las guerras o violentos conflictos que movilizaban fuerzas militares locales frente a vecinos diversos. Las guerras constituyeron vigorosos impulsos de expansión territorial para imponer la legalidad propia y explotar la mano de obra y, o las riquezas fronterizas. En cuanto a ello, conviene indicar que el Estado se define por los rasgos básicos internos forjados, en parte, por el enfrentamiento con otros Estados. Además, como resultado de victorias o derrotas, los Estados cambiaron su tamaño, su configuración externa, su estructura organizativa, su composición étnica, su infraestructura material y otros atributos.14 La disponibilidad de esta fuerza y de estos rasgos determinó la aptitud del Estado para ordenar sus relaciones externas e internas o, en otras palabras, la capacidad para organizar sus medios de coerción (ejércitos y otras fuerzas armadas) y utilizarlos cuando fuese necesario. En estas épocas, las funciones del Estado fueron básicamente militares (o geopolíticas).

Recuadro 1.2 Los cambios de y en la modernidad del Estado Los siglos XVIII y XIX vieron la culminación de cambios acelerados como los que propició la ciencia moderna y su correspondiente desarrollo tecnológico. Desde el capitalismo mercantil hasta el desarrollo industrial. De la monarquía absoluta al Estado de derecho. Por eso se afirma que la modernidad se asienta sobre un trípode formado por ciencia, capitalismo y Estado.15 Así, se establece una vinculación entre el impetuoso desarrollo de las ciencias físico-naturales —a la cabeza de las cuales marchan las matemáticas— con el capitalismo, que marcó un desarrollo superior de la producción y la productividad; una nueva relación de las fuerzas productivas, las personas y el medio ambiente y la noción de que la soberanía descansa en el pueblo. Y, como resultado, la ciudadanía. Con los enfrentamientos bélicos unos Estados desaparecieron y otros se vigorizaron; estos últimos crecieron juntamente

con la ampliación de la economía comercial. El crecimiento económico fue paralelo a la capacidad militar, pues la existencia de enormes batallones durante largos períodos supone una población que consume pero no produce. De esa cuenta, en el seno interno de los Estados fue decisiva la racionalización del tema fiscal, pues las guerras exigieron crecientes y enormes gastos que el Estado «extraía» de sus habitantes.16 También se precisó una burocracia capaz de administrar algo que estaba lejano de la economía familiar. La guerra, en particulares condiciones, fue un motor de crecimiento económico, concentración política, expansión territorial y auge científico. Fue necesaria una capacidad para sostener las operaciones bélicas, fueran hombres, armas, víveres o impuestos.

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Durante lapsos prolongados, la población civil fue sacrificada en las batallas y saqueada fiscalmente en tiempos de paz; en algunos casos, ello produjo que dicha población se organizara alrededor de un descontento cada vez más fuerte. La gente empezó a reclamar retribuciones y ayudas del Estado, como condición de colaboración y reciprocidad. Así, ocurrió que «a medida que aumentaron los costos militares, mayor fue la necesidad de los gobernantes de negociar con sus súbditos y obtener su apoyo».17 En algunos países, estos fueron los gérmenes de la ciudadanía y la democracia.

1.2.3 La ciudadanía En la vida económica y social de la sociedad moderna fue apareciendo con gran fuerza la figura del habitante de las ciudades que, como consecuencia de múltiples situaciones, era productor, consumidor, propietario, asalariado, burócrata, profesional, delincuente, intelectual y otras muy variadas formas de existencia. Los grupos dominantes reconocieron su propio crecimiento en cantidad y recursos y, por su número, se convirtieron en una fuerza política. El soldado-súbditotrabajador se convirtió en soldado-trabajador-ciudadano. Fue importante que quienes pagaban impuestos y trabajaban en condiciones inhumanas organizaran el reclamo. Eran los habitantes más integrados a la sociedad, vale decir, los que vivían en la ciudad y, por ello, se les llamó ciudadanos. De manera creciente en la ciudad se aprendía a leer, el trabajo era colectivo, la interacción cultural se volvió más intensa que en el campo y la organización social facilitaba el acceso a la justicia y a la propiedad. Como resultado de todo ello se produjo el surgimiento, la participación y la representación del pueblo.

14 Hintze, O. (1996: capítulos 4 y 6). 15 Esta integración ha sido analizada por numerosos autores, a la cabeza de los cuales están Max Weber y Carlos Marx. Fue Weber quien afirmó que la modernidad de Occidente cambió la vida de la humanidad y elaboró la noción de los sistemas de dominación, entre ellos el racional-burocrático como respaldo del Estado moderno. 16 Por ejemplo, del siglo XII al XIX, entre el 70 y el 90% de los recursos financieros en Inglaterra fueron utilizados para el empleo militar; a lo largo de este período el Estado creció efectivamente gracias a las guerras y a los desarrollos asociados con ella. Se menciona el ejemplo inglés porque existen datos confiables, pero lo mismo ocurrió con los otros Estados nacionales. Cf. Held, D. (1997: 76). 17 Giddens, A. (1985: cap. III). El surgimiento del Estado moderno: el Estado liberal, democrático, de derecho y plural

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