De un tiempo a esta parte

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de un tiempo a esta parte

impresiones lasjustas 2011. octubre- noviembre- diciembre

NĂşmero 0


Ă?ndice Instrucciones en 5 sencillos pasos para ser llamado poeta Te odio

cuatrocinco

seissiete

Y me crecen alas

ocho-nueve El arte de lo prohibido

diezonce

Contradice a tus muecas

doce-trece dos

Mi salsa de espera

catorce-quince


Al otro lado del poema

dieciochodiecinueve

Palabras que se caen en el té

dieciséisdiecisiete

No somos los legítimos culpables de nuestras futuras derrotas

viente-veintiuna En el nudo de tus manos

vientidósveintitrés

Acróbatas de la vida

vienticuatroveinticinco Vendrá mi marido

última tres


cuatro


Trabajan mis manos para ti. Blasfeman de dolor mis dedos inertes. De ellos se ahorcan los adjetivos imperfectos que no te arañan lo suficiente, o se suicidan los pequeños poetas que una vez creí ser. Si furtivamente me sugieres que te quiero, el tipo duro que me sostiene lo negará, como el infame villano que es.

Adrián Atenza

Te odio como te quiero, te necesito como te desprecio.

ilustrado por

Te odio

Rehuyo de ti casi tanto como me acerco a tu intimidad desnuda. Te admiro como te temo, oh lector.

cinco


Instrucciones en 5 sencillos pasos para ser llamado poeta Introducción Tiene ante sí el difícil reto de crear los manjares de dioses, el elixir secreto que es la poesía, que es ser poeta. ¡Qué grandeza! Está a punto de ingresar en el selecto club de los quevedos, esproncedas, de los bécqueres y de los lorcas. Anótese a fuego que debe tomar estas instrucciones al pie de la palabra. Cualquier contra indicación que acontezca a su salud, cualquier desobediencia literaria exime de toda culpa o de fracaso a la empresa organizadora. Primer paso Pida prestado una herramienta de escritura, azul o negra. Decline con amabilidad cualquier instrumento que se le ofrezca que raye en rojo o en verde. ¡Usted no es un corrector! ¡Es un poeta! Segundo paso Ponga la mirada lo más ausente posible, suspire como si estar dentro de su piel doliese, como quien ha probado (y lo sabe) el desamor. Imagine estar solo en soledad aun rodeado de gente. Busque el refugio del prisionero o del náufrago.

seis


Nicolás Gómez Dávila

ilustrado por Tercer paso Piense una palabra, escriba esa palabra con pasión, ¡no la tache! Rehuya de lo que tiene el amor con el corazón, lo que produce alegría a la poesía y demás bajezas literarias. Las pautas para cursis o pedantes se dan en un curso avanzado. Cuarto paso Tras escribir la primera palabra, escriba a continuación otra y después una tercera. Si las musas están de su parte, atrévase con una cuarta o una quinta. Cuando lleve media página escrita, cambie de verso y repita los pasos anteriores. Quinto paso Si la angustia se apodera de su piel, usted, sin duda, ya es un poeta. Recuerde repasar con cuidado lo escrito y pula con esmero cualquier falta de ortografía indeseable. Que nadie le diga que usted no es todo un literato. El curso ha expirado. ¡Enhorabuena! No se olvide de pasar por caja, amigo poeta.

siete


Y me crecen alas Y me crecen alas, y puedo cabalgar toda la noche, desnuda y sin chaleco antibalas hacia cualquier punto lejano. Y se me acumulan las risas y las carcajadas en la boca. Veo cómo unas empujan a otras, todas locas por arrasar las calles. Y me crecen alas, me meriendo al mundo así de rápido, y me quedo aún con más hambre, ay, cuántos mundos me faltan por probar. Y el espacio se ensancha, el aire sabe mejor, la luz me cuida con gratitud, el universo se acorta en mi mano. Y me crecen las alas, y levitan mis ideas sobre mi imaginación que sueña despierta. Y me crecen alas, y hoy el amor me deja dormir contigo. y los monstruos de mi corazón no se escapan del armario ni de tus ojos.

ocho


nueve

Sophie Griotto

ilustrado por


El arte de lo prohibido

Se prohíbe soñar, o dibujar verdades alternativas, o pensar de forma disonante de como lo hace la manada que dice pensar. Se prohíbe leer, o reflexionar acaso sobre si lo que se puede o se debe leer es tan solo ruido. Se prohíben los poemas libres, los que nacen de un dibujo desconocido, los poemas apátridas que bailan abrazados a ninguna bandera. Se prohíbe amar más allá de las normas dictadas, al margen de matrimonios sexos o afirmaciones posesivas. Se prohíbe vivir, caminar desarmado, ser un poeta loco con demasiado desinterés por la batalla. Se prohíben pactar rendiciones, acercar posturas opuestas, ser cobarde en este mundo de valientes. Se prohíbe en este poema, prohibir.

diez


once

LluĂ­s Pons, James

ilustrado por


doce


Contradice a tus muecas Confía en tu corazón aunque bebas dudas y desasosiego sobre en qué parte de la carretera están tus huellas desaparecidas. Cree en el sonido de tus papeles aunque se desborden de sangre los versos rotos que los habitan. Confía en tu corazón, aunque ya nadie le preste efectivo, aunque tus ideas ya sin crédito alguno, estén retenidas en la frontera, o aunque la aduana se haya apropiado indebidamente de aquello que te hacía subir montañas. Confía en tu corazón, en cada letra que conforma su nombre. Sabes cómo hacerlo, aún debes recordar sus sabores. Contradice a tus muecas, anima a tus ánimos desanimados, sal, sonríe y grita, meriéndate la vida.

ilustrado por

Fabrizio Puzzella trece


Mi sala de espera Cuelga de mi cabello la cadena presidiaria de lo que me transforma. Debo cerrar de un suave portazo estas ventanas de mi cara, dejar de sostener las lágrimas que retengo y las que les tengo prohibido el tránsito por mi rostro, porque me late otra vez esta enfermedad que llena mi cabeza. La calavera y la serpiente que cohabitan conmigo, se instalan en mi sala de espera. Se reparten a partes iguales los despojos de mi parte humana que se muere. Mientras tanto huyen por la puerta trasera de la desesperanza las pocas mariposas que resistían los saqueos. Cierro lentamente esos pequeños ventanucos que hoy esconden demonios. No muero aunque el tumor que me arrastra lo desea. Mañana abriré de par en par ese par de ventanas a las que llamo ojos. Quiero volver a ver el sol que la vida aún me regala.

catorce


ilustrado por

OcĂŠano Mar

quince


ilustrado por

diecisĂŠis

Erika Kuhn


Lo que me provoca discutir con la almohada cada vez que amanece por la noche se concentra en este tropel de caracteres que desembocan agolpadas en la taza de té que abraza mis manos. Este torbellino de tinta es posible que lleve impreso en el corazón negro de sus líneas, las claves precisas que permiten percatarse del garabato prescindible con el que me vida se define.

Palabras que se caen en el té

Ese lento remolino silente es probable que describa por qué se desbrozan los férreos lazos de los que están hechas las familias, por qué una simple y tonta tontería, que se suma a un malentendido, que se añade a cualquier infantil torpeza, y que se anexa a una serie de gestos imperfectos, sean el abismo insalvable que ahora nos distancia. Aquel laberinto de números y letras que alguien trazó por mí, ayer o mañana, es factible que conozca por qué me enamoro de las bocas equivocadas, o por qué la música que más silbo últimamente es el estruendoso bramido que ruge el silencio. Lo que derrota a mis derrotas de días nocturnos cae, flota y se diluye en la taza de té que me acompaña en este viaje, mientras camino por el final de otro poema sin respuestas, mientras me interrogo sin éxito qué hacer con esas palabras abandonadas en el margen no escrito.

diecisiete


Al otro lado del poema

Al otro lado del poema hay un mundo ignoto que tiene calles empedradas con hoteles de alquiler donde dos cuerpos desconocidos viajan en un lienzo y se desnudan en tonos rojizos para conocerse. Al otro lado del poema las palabras no ríen cuando se visten de negro y de helvética y enviudan mudas si los maltrechos adjetivos se cansan de matizar vidas ajenas. Al otro lado del poema lo imposible se alcanza con la punta de los dedos de los pies, los laberintos son rectos, curvos y con paredes de cristal, y los espejos brillan tranquilamente sin duplicar la realidad. Al otro lado del poema una orquídea es un pájaro que vuela sobre la cabeza del que imagina y sueña que imagina lo que sueña mientras imagina. Al otro lado del poema se suicidan mis tristezas más tristes si desafinan los versos finales de un poema que nace de otro poema.

dieciocho


diecinueve

Javier H. Rubistein

ilustrado por


No somos los legítimos   culpables de nuestras futuras   derrotas

De qué sirve tirar uno del otro, con esa fiereza fratricida con que lo hacemos de un tiempo a esta parte. Cuelgan de nuestras sogas los candados forjados que nos mantienen presos mientras las llaves que los liberan avanzan en una cuerda paralela pero en dirección contraria. Somos más víctimas que asesinos de todo esto que nos ha tocado vivir por suerte o por desgracia, y que sin ser legítimos culpables de nuestras futuras derrotas, lo que nos enlaza o lo que nos fundió en uno al principio de esta historia nuestra de hace casi cuatro años, ahora nos deteriora de manera irreparable. Ahora me doy cuenta.

veinte


Pavel Titovich

Lucho contra lo que soy, a diario, contra lo que me amordaza últimamente mis huesos y me secuestra palabras, con este excesivo equipaje que es ser quien soy en estos momentos de la partida. Imagino que como tú. Me surgen preguntas sin respuesta, como todas las importantes. ¿Seremos al final un lazo que termine por romperse? ¿Podrás cargar conmigo cuando me mates? ¿Podré vivir junto a tu cadáver cuando te suicide? ¿Cuándo nos convertimos uno enemigo del otro? ¿O cómo? ¿O por qué?

de

fotografía

Irremediablemente, estás atada a mí como yo a ti. Tu destino es el mío y el mío, el de los dos. Eso ya lo sé. Eso creo también que ya lo sabes. Somos los prisioneros de guerra que comienzan a ver al tipo de enfrente como su cruel verdugo. Te maltrato a oscuras con mi boca cerrada que ya no sabe cómo hablarte mientras tú eres esa hermosa flor que me golpeas con un silencio tras otro. Ambos cargamos con lo que cargamos, ambos luchamos por nuestra cuenta y riesgo, ambos buscamos nuestra salvación, Ambos desconocemos cuál es el valor del inmenso esfuerzo que gastamos, ambos no volveremos a ser lo que fuimos.

veintiuno


En el nudo de tus manos Primera versión Miro tus manos. Mi boca no es mi boca. Es un collage perdido en el nudo de tus manos, prisioneras de lo que son o de a quién pertenecieron

Segunda versión Ataron mis manos. La boca me susurra algo sobre mis sueños alquilados que se aleja sin moverse. Viajé a un collage perdido, sin retorno.

veintidós


haré que la ciega música gima vocales verdes, rojas consonantes y que te arañen el alma y su cima.

Cuarta versión

Nieves Herranz

Pero aunque dedos estén atados por la sangrante rima que no rima dentro de mi collage abandonado

de

Esa boca me sugiere mil retos, hilvanar estos endecasílabos al final o al principio de un terceto.

collage

Tercera versión

Si tu boca no fuera dirección prohibida mis manos no estarían atadas.

Quinta versión Mis manos están atadas porque tu boca es dirección prohibida.

veintitrés


Acróbatas de la vida Soy un mal acróbata de la vida. Siempre se termina cayendo alguien que me importa demasiado. Unas manos cruzadas que buscaron mis manos y éstas al final del número circense que representamos cada día no cumplieron bien su cometido. A veces el error es una indiscreción hueca, -malditas seanun malentendido que se traduce en un por qué dijiste a quién aquello que te presté como una confidencia. En otras ocasiones tu sombra te coloca entre la espada y la pared y la espada te atraviesa sin piedad, empujado por la pared que te arrincona. Siempre me reclaman la hoja de reclamaciones cuando el mal acróbata de la vida me sustituye fraudulentamente y me hace confundir, de manera cruel e inexplicable, oraciones que oye su boca con frases que dicen sus oídos, secretos de confesionario con información sin derechos de autor. Relleno por triplicado los impresos correspondientes a sus torpezas y alzo mis manos mudas en señal de disculpa o de no se lo tengas en cuenta, otra vez, acaso buscando la amarga redención que no merece ese mal acróbata de la vida que me la juega y que me traiciona poniendo en clara evidencia la frágil fragilidad que supone confiarte a otro.

veinticuatro


Juan Bautista

ilustrado por

Morรกn

veinticinco


Vendrá mi marido Vendrá mi marido y nos verá en la cama o a ti en el armario Vendrá mi marido y me pongo azul solo de pensar que pensará Vendrá mi marido y preguntará por la cena o por qué los platos están sucios Vendrá mi marido y querrá fútbol y fútbol y sexo que dura un chasquido o menos Vendrá mi marido y presumirá de cómo sabe pararle los pies a su jefe Vendrá mi marido pues que se joda que mis besos se largan contigo a partir de hoy Vendrá mi marido y verá que no hay maleta alguna y preguntará estúpidamente dónde se ha metido esta mujer.

ilustrado por

Ana Belén Ramón última


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