Letra núm. 747, 12 de diciembre de 2021

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ADVIENTO La temporada inicia del 28 de Noviembre al 24 de Diciembre

Encarnación e Implicaciones En El clímax de la película de 1996, “Jerry Maguire”, es en el momento en que Tom Cruise irrumpe en la casa de su esposa, la ve fijamente a los ojos y le dice la frase que todos recordamos: “Tú me completas”. Él acababa de alcanzar la cima de su carrera profesional, solo para después darse cuenta que no era lo que él esperaba. Con ese logro, él pensaba que por fin iba a ser feliz, pero solo encontró soledad. Él esperaba sentirse realizado, pero terminó sintiéndose vacío. Finalmente, él se dio cuenta que toda su vida estuvo persiguiendo algo que no era realmente lo que él deseaba o necesitaba. Maguire no estaba completamente equivocado, en una cosa tenía razón: nuestras carencias definen nuestra vida. No importa cuánto lo intentemos, la realización está fuera de nuestro alcance. Para los no creyentes, la búsqueda de la felicidad se torna eterna y el objetivo es cambiante; y así será hasta que Jesús se vuelva el objeto de su deseo. Incluso, para los creyentes, existe una noción de que no hemos encontrado lo que buscamos. La plenitud se halla solo en Cristo, en Su muerte por nuestro pecado y en Su resurrección; pero no lo vamos a comprender completamente, hasta que en nuestros cuerpos resucitados, nos paremos frente a la presencia de nuestro Salvador. Y esto no será hasta que las palabras de Jesús, en Mateo 24:30, sucedan: “Y entonces, por fin, aparecerá en los cielos la señal de que el Hijo del Hombre viene, y habrá un profundo lamento entre todos los pueblos de la tierra. Verán al Hijo del Hombre venir en las nubes del cielo con poder y gran gloria.” (NTV) El regreso de Jesús y la restauración final del mundo, son nada más y nada menos que nuestra esperanza. Pablo lo sabía bien cuando se sentó y escribió Romanos 8. Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que él nos revelará más adelante. Pues toda la creación espera con anhelo el día futuro en que Dios revelará quiénes son verdaderamente sus hijos. Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición de Dios. Sin embargo, con gran esperanza, la creación espera el día en que será liberada de la muerte y la descomposición, y se unirá a la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime de angustia como si tuviera dolores de parto; y los creyentes también gemimos —aunque tenemos al Espíritu Santo en nosotros como una muestra anticipada de la gloria futura— porque anhelamos que nuestro cuerpo sea liberado del pecado y el sufrimiento. Nosotros también deseamos con una esperanza ferviente que llegue el día en que Dios nos dé todos nuestros derechos como sus hijos adoptivos, incluido el nuevo cuerpo que nos prometió. Recibimos esa esperanza cuando fuimos salvos. (Si uno ya tiene algo, no necesita esperarlo; pero si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos esperar con paciencia y confianza). Rom. 8: 18-25 El tema central de este pasaje es acerca de lo que todos esperamos: gloria. El eje principal en la Biblia, desde Génesis hasta el Apocalipsis trata acerca de nacer y volver a nacer para poder experimentar completamente, la gloria de Dios. Con el paso de la historia, estamos cada vez más cerca del día en que la ciudad celestial “no tiene necesidad de sol ni de luna, porque la gloria de Dios ilumina la ciudad, y el Cordero es su luz” (Apocalipsis 21:23). Habrá un día en el que finalmente seremos partícipes de la gloria de Dios, pero hasta que ese día llegue, tendremos sufrimiento.


De acuerdo con Romanos 8, los hijos de Dios tendrán sufrimiento. Este sufrimiento no solo se refiere a persecución y martirio, sino también a las penas con las que nos enfrentamos a diario; desde problemas financieros, matrimoniales, hasta soledad. Los padecimientos de este mundo caído son comparados con el gemido de angustia como si tuviera dolores de parto. En este punto, esperaríamos que Pablo nos calmase diciendo que el Espíritu Santo aliviará el dolor, pero en lugar de eso él hace algo inesperado e impredecible. En un pasaje que nos habla de gloria y sufrimiento, Pablo presenta nuestro sufrimiento como la evidencia de los frutos del Espíritu. Pablo dice que hay un aspecto en nuestro lamento que es fortalecido porque el Espíritu Santo nos revela Quien es Jesús realmente, y que Él regresará para vencer definitivamente al pecado y a la muerte. Vivir bajo el peso de pecado se hace más difícil cada vez porque sabemos que no siempre va a ser así; por consiguiente, la anticipación intensifica aún más nuestro sufrimiento. Este es el “ya, pero todavía no” del que nuestros pastores tanto nos hablan. El precio del pecado ya fue pagado, pero las consecuencias de este todavía no han terminado. Somos una iglesia que tiene esta verdad muy clara. Enfermedades, cirugías, abortos espontáneos y muertes, han hecho que nuestra comunidad esté consciente del sufrimiento que viene de un mundo que clama por el regreso de Cristo; por la gracia de Dios, eso no fue todo lo que dijo Pablo. La esperanza de Pablo es que, cuando estas aflicciones son sostenidas por la gloria resplandeciente de Dios, estas “no son nada al compararse”. Pablo no estaba hablando por hablar. Así como nosotros somos un cuerpo consciente del sufrimiento, Pablo era un hombre consciente de la aflicción. Desde azotamientos, encarcelamientos, naufragio, hasta eventualmente morir, Pablo sabía en carne propia lo que era el sufrimiento. Entonces, ¿qué podía hacer a un hombre que padeció tanto dolor, hablar con tanta certeza? Pablo lo responde en una sola palabra: “presente”. El sufrimiento no es eterno, pero la gloria futura sí lo es. Jesús va a regresar, y cuando Él lo haga, vamos a experimentar y compartir la plenitud de Su gloria. Cuando lo hagamos, el texto dice que experimentaremos dos cosas: la adopción como hijos, que es la redención de nuestros cuerpos, y una tierra nueva, libre del peso del pecado. Aunque el texto dice que “la creación espera el día en que será liberada de la muerte y la descomposición, y se unirá a la gloria de los hijos de Dios”, estas declaraciones no están desasociadas, sino son una sola realidad que va a ocurrir cuando las trompetas gloriosas suenen y el Siervo Sufriente regrese como Rey. Mientras ese día llegue, las carencias definirán nuestras vidas porque vivimos como hijos adoptados, que no han sido recogidos aún por sus padres. Aunque conocemos el nombre de nuestros padres, sabemos que ya pagaron por nuestra adopción y que la adopción ya fue aprobada, seguimos parados en la banqueta con nuestras maletas esperando a que ellos vengan y nos digan “Estás en casa”. Esta ha sido una realidad para todos los creyentes a lo largo de los siglos. Los creyentes que viven ahora y esos quienes ya entraron a la presencia del Señor, estamos a la espera de la finalización de nuestra adopción mediante la redención de nuestros cuerpos. Esta es la esperanza cristiana de que fuimos salvados. Sabemos que Jesús ya pagó por el precio de nuestra adopción, pero seguimos esperando a que el Padre lo envíe de nuevo, para renovar nuestro hogar y more eternamente entre nosotros, mientras experimentamos la resurrección de nuestros cuerpos y Su gloria, completamente. Esa es la salvación que va mucho más allá de solo “ir al cielo cuando muramos”. Es salvación que nos habla de restauración, redención y renovación. Esa salvación que va desde ser los enemigos de Dios hasta ser hechos hijos de Dios, coherederos junto con Cristo. Esa salvación de vivir total y completamente a la imagen de Dios, como Él lo había planeado. ¡Oh, qué gran día será! Hasta el regreso de Cristo, Pablo nos da un ejemplo de cómo podemos clamar apuntando a la eternidad. Él ejemplifica cómo

podemos ver las dificultades de un mundo caído a través de los ojos de la gloria futura. Vivir alumbrados por la eternidad no significa que los tropiezos y el cáncer no van a ser dolorosos. Significa que no van a ser devastadores. El cáncer es doloroso porqué la muerte es el enemigo más grande contra el que luchamos, pero no es devastador porqué solo es cuestión de tiempo antes de que nuestra resurrección venza toda enfermedad. Significa que la soledad no es algo que solo nuestros hermanos solteros experimentan. Todos experimentamos soledad por ejemplo en el matrimonio porqué no es la solución a la condición humana. Es un regalo y una representación de la esencia de lo que todos esperamos. La esencia que realmente acabará con nuestra soledad reside en el estar finalmente cara a cara con nuestro amado Jesucristo. Para estar cara a cara, dos cosas deben suceder: Él debe regresar, y nuestra carne debe ser redimida, la glorificación de nuestros cuerpos. Cuando nos aferramos a nuestra esperanza, podemos aguantar cualquier sufrimiento porque sabemos que solamente es temporal, y que la gloria futura es eterna. Hasta ese día, lucharemos con fe inamovible, esperaremos pacientemente, y estaremos firmes y confiados en que nuestro Salvador va a regresar para completar la adopción que tanto esperamos. PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN PERSONAL 1. ¿Cómo explicarías la esperanza que tenemos en Romanos 8? 2. ¿Qué sufrimiento estás atravesando actualmente? ¿Cómo estás tratando de enfocarlo en la eternidad? 3. Si nuestra futura resurrección es cierta, ¿cómo entender eso moldea la manera en la que percibes la soltería, la familia, los negocios y las misiones? 4. ¿Estás en una comunidad centrada en el Evangelio? Si es así, ¿cómo te ha ayudado el vivir en comunidad, a mantener el sufrimiento en perspectiva? ¿Cómo estás ayudando a otros a ver el sufrimiento a través de los lentes de la eternidad? DEVOCIONAL FAMILIAR Como familia, compartan lo que saben acerca de la promesa del regreso de Jesús. ¿Cómo va a ser? ¿Cuándo va a pasar? ¿Por qué es importante? El regreso de Jesús marcará el inicio de un cielo nuevo y una tierra nueva, una época en la que seremos libres del pecado y de los efectos del mismo. ¿Cuáles son algunos de los efectos del pecado que has podido percibir? ¿Qué cosas en tu vida podrías considerar como “sufrimientos”? Si pudieses imaginar un mundo sin pecado ni sufrimiento, ¿cómo sería? Como familia, pasen tiempo con Dios. Lean Apocalipsis 21:1-5 y discutan las siguientes preguntas. PREGUNTAS EN FAMILIA 1. ¿Hubo alguna palabra con la que no estuvieran familiarizados? ¿Alguna que no comprendieran? 2. ¿Qué sí va a ser cierto acerca de la muerte y el dolor, una vez Jesús regrese? 3. El verso 3 nos habla de lo que será la mejor parte de la eternidad. ¿Cuál es? ¿Crees que es cierto? 4. ¿Qué nos revela el regreso de Jesús, acerca de la naturaleza y del carácter de Dios? 5. ¿Cómo la primera venida de Jesús nos permite confiar en su regreso.

Continuara…. Guía de Adviento adaptada del material de TVC ©


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