CONTEXTOS_2016

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CONTEXTOS


CONTEXTOS


Los textos recogidos en esta publicación son el resultado de las creaciones literarias realizadas en clase a propuesta del profesorado y de los certámenes literarios organizados por el centro. Hay un importante trabajo detrás por parte del profesorado, que le pone pasión a su tarea y que se plantea impulsar la creatividad y el gusto por la lectura. Esto demuestra también lo que pueden hacer los jóvenes cuando están abiertos al aprendizaje, activan sus capacidades y ponen los cinco sentidos cuando son protagonistas y se les implica en tareas con utilidad para la vida. Escribir es una actividad compleja y más aún escribir de manera creativa, si no póngase quien lo dude en el camino y lo comprobará. Estos jóvenes lo hacen con gran dignidad, mostrando sus intereses vitales, sus sentimientos, su ingenuidad y su fantasía. Este pequeño libro es ya el cuarto que se publica por el centro. Todo un record teniendo en cuenta que no es tarea fácil y que exige un gran esfuerzo en trabajo y en recursos. Ello conlleva ir un poco más allá de la simple lectura y hacer que deje un poco más de huella en toda la comunidad educativa, especialmente entre las familias y el alumnado. Implica lo que decimos, convertirlo en un pretexto para impulsar la actividad y la participación. Esto supone usarlo de una manera creativa en la clase y hacer una presentación no convencional para las familias, en la que no sean meros espectadores. Que una madre o un padre lea algo de estos textos a los demás o dé su opinión sobre ellos es un pasito más en el camino de que la educación se hace con la contribución de todos. Para el alumnado se abre la posibilidad de continuar creando con esta publicación, añadiendo dibujos y colores a los que ya existen o usando las páginas vacías como espacios para la escritura.


Este año en el que se celebra el cuarto centenario de la muerte de Cervantes, el García Lorca, como Alonso Quijano, sigue luchando con pasión contra los molinos de viento, los monstruos de esta sociedad educativa: la desigualdad, la desmotivación, la falta de valores, el desinterés y falta general de compromiso. Con ingenuidad, como estos jóvenes que escriben, pero con pasión quijotesca. Y está consiguiendo resultados, humildes, como este librito, pero persistente en su locura por ser un centro que mejora, que crece y aprende y que se inserta en su comunidad como una herramienta para mejorarla. Las ilustraciones que aparecen en la portada y en el interior están basadas en la obra de Paul Klee, pintor alemán que desarrolló su labor en la primera mitad del siglo veinte. Practicó el surrealismo, el expresionismo y la abstracción. Sus cuadros tienen como referencia los sueños, la música y la poesía. Están llenos de colores y de signos que unas veces recuerdan a lo real y otrás sugieren evocadoras sinfonías cromáticas. Cristóbal Sánchez Carreño Orientador



RELATOS



T

ODO POR RECORDAR

Me levanto de la cama, me visto y desayuno, miro el reloj, y, cómo no, llego tarde. Hoy se estrena la película “Jumping on the fire”, en la que soy protagonista. Desde pequeña lo había soñado, ser actriz, y hasta los que han llegado más alto lo dicen: “Los sueños están para cumplirlos”. Así lo hice: un día me presenté a un casting, en cuanto cumplí los dieciocho años. Estaba en segundo de bachillerato, no tenía experiencia y no conseguí el papel, pero la vida te pone muchos obstáculos, y yo fui superándolos uno a uno. Hasta que un día me llamaron para ser la protagonista de una película de mi país, España. Lo recuerdo como si hubiese sido ayer: ese día me desperté sobresaltada de un sueño. Era un sábado por la mañana, menos mal, no tenía que ir a la universidad, estaba en mi casa, y no en aquella residencia en la que tenía que dormir porque estaba bastante lejos de mi pueblo. De repente sonó el móvil, lo cogí y como de costumbre pregunté la identidad del llamante, era el productor de la película del casting al que asistí, me había elegido a mí para interpretar el papel protagonista, mis ojos se abrieron como platos y mi felicidad era tan plena que me obligó a soltar un chillido de emoción. Termino de desayunar rápido y me llama el director de la película, lo cojo: -Tiana, queda media hora para empezar, ¿dónde estás? -Llegando, es que hay un atasco enorme. -No pongas más excusas, si todos te conocemos, llega lo antes que puedas, por favor. Mi jefe cuelga, me sorprende que sepa que es una excusa. Llevo uno de mis mejores vestidos, unos tacones bien altos y cuando llegue allí me pintarán y peinarán correctamente. Ya estoy preparada, salimos todos del estudio y nos espera una limusina en la puerta. Cuando estamos llegando la multitud se puede percibir desde lejos y la alfombra roja es tan larga que corta la mitad de la calle. Los fans se nos echan encima, literalmente, pero los compañeros de seguridad los 11


apartan mencionando siempre un: “lo siento, son las normas”. Cuando terminamos de sacarnos fotos con los fans, toca la rueda de prensa en la entrada del cine, la cual está rodeada por cintas de tela bloqueando con ellas las sillas y mesas donde vamos a sentarnos. Éstas están cubiertas por un mantel blanco y sobre cada una de ellas hay un micrófono. Cada uno de los protagonistas y coprotagonistas del reparto tomamos asiento. Jason y yo nos sentamos juntos, somos los protagonistas y tenemos un romance apasionado en la película, así que el jefe ha comentado que si mostramos amor frente a las cámaras dará audiencia. Aunque solo actuamos, no hay nada entre nosotros, salvo una gran amistad, ya que él vivía en un pueblo cerca del mío, estudiamos en la misma universidad y a él le interesaba mucho actuar desde pequeño como a mí. Ha sido una suerte poder actuar con él en esta película. Por fin terminan las entrevistas. A Jason y a mí nos dan unas tijeras para que cortemos los dos juntos la tela que bloqueaba la puerta del cine y al cabo de segundos el interior está lleno. La película ha sido un taquillazo y todos vamos a celebrarlo a un restaurante el cual no conocía, se come bastante bien. Llego a mi casa muerta del sueño y veo la foto de mi madre en mi mesita de noche, me acuerdo de que llevo meses sin ir a mi pueblo desde que estoy en Hollywood, aunque hablo con ella todos los días. «Tengo que ir a verles», pienso. Me acuesto y en poco tiempo me duermo. En cuanto despierto cojo mi ordenador portátil de mi mesita de noche, busco un vuelo para España, directo, no quiero pasarme el día en aeropuertos. Lo encuentro, y a continuación lo compro. Cojo mi teléfono y aviso a mis padres de que voy a ir. Tengo el vuelo en tres horas así que, aunque ya ha pasado todo el lío del estreno, decido llamar a mi jefe y comentárselo. Cojo un taxi para que me lleve a Los Ángeles, desde donde sale el avión, no había vuelos desde Hollywood, además me apetece salir un poco a la ciudad. Llego y le pago al taxista,

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pronto llaman a los pasajeros y durante el viaje me da tiempo a dormir dos veces y leerme un libro, aún así se me ha hecho larguísimo. Me dejan en Madrid y cojo el móvil para llamar a otro taxi que me lleve a mi pueblo, pero mis padres y mi hermano me están esperando. Después de muchos abrazos y lágrimas de emoción, decidimos iniciar el viaje hacia mi pueblo natal, no sin antes ser interrumpidos por algún que otro fan deseoso de una foto. Mi padre ha cambiado de coche; éste es más bonito para mi gusto. Me acribillaron a preguntas entre los dos: mi madre y mi hermano. Mi padre soltaba alguna sutil, pero recibía la verdadera impresión de que yo no quería hablar con él. Hace bastante tiempo le fue infiel a mi madre, y aunque el tiempo pasa, y mi madre ya le ha perdonado, aún le tengo algo de rencor. Estamos muy cerca, solo faltan un par de calles para estar en el pueblo en el que nací, bajo la ventanilla para respirar el aire puro de los campos, ya que en Los Ángeles es del todo imposible. Estoy deseando ver a mis amigos, pero ya se encarga un coche que va por el carril contrario a toda velocidad de que ese momento no llegue. Me despierto de golpe y veo a cuatro personas mirándome, una de ellas parece una doctora. ¿Dónde estoy? ¿En un hospital? ¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido? Todos menos la doctora se acercan a mi camilla corriendo y con una sonrisa en la cara. -¿Cómo estás?- me dice una mujer de unos 50 años de edad cogiéndome de la mano. -¿Quién es usted? ¿Qué ha pasado?- pregunto asustada. La señora me suelta la mano y me mira fijamente a los ojos, puedo observar su abatimiento pero no sé la razón. ¿Qué le pasa? ¿Acaso he dicho algo malo? Solo quiero saber su identidad. Un chico algo más mayor que yo me mira con lágrimas en los ojos. La doctora corre hacia mi camilla, aparta a las tres personas de mi lado e intenta tranquilizarlos. No sé lo que dicen, pero los tres empiezan a llorar. Al final de la conversación le oigo decir a la doctora:

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-Se va a poner bien, suele pasar cuando ocurren semejantes accidentes de tráfico, además se ha dado un golpe muy fuerte en la cabeza, vamos a hacerle pruebas, pero si todo va bien en unos meses irá recordando cosas, no debéis contarle nada, hay que dejar que su mente vaya construyendo los datos por sí sola. ¿De qué habla? ¿Qué golpe? ¿Qué se supone que tengo que recordar? No entiendo nada, estoy tan asustada que me pongo a llorar yo también y me agarro a la almohada que tiene esta incómoda camilla. La doctora me dice que tengo que irme con esas personas, que son de confianza y que no me ocurrirá nada con ellas. ¿Por qué se supone que debo confiar en sus palabras? No los conozco de nada, podrían ser psicópatas, pero como no quiero alarmar más la situación decido ceder a acompañarlos. El señor que estaba conmigo en el hospital llama a un taxi y enseguida llega a la puerta de éste. Llego a una casa muy espaciosa, y la señora que me acompaña me da una mochila y me dice que ella llevará el resto de mis cosas a mi habitación, aún tiene la voz ronca y las lágrimas saltadas, si supiera el por qué, la podría ayudar. El chico me acompaña a una habitación y me mira fijamente a los ojos, se le escapa una lágrima y de repente me abraza muy fuerte, el repentino movimiento me asusta, pero él me suelta rápidamente. -Lo siento. Ésta es tu habitación, si necesitas algo avísame la mía está allí. Señala una puerta que está como a tres metros de distancia de mi cuarto. -No te preocupes, y gracias por tu amabilidad. El chico se va y entro en mi habitación, pintada de muchos colores. Tiene una cama, un escritorio, una silla blanca rotatoria, un armario con apenas ropa y un zapatero dentro de él. Me echo en la cama y observo un marco en el que no me había fijado antes. Está justo en la pared de mi espalda, pegado en ella. Es enorme, de un metro de ancho y dos de largo aproximadamente. Está lleno de fotos mías, lo que me sorprende bastante. Las miro y me veo a mí con chicos de

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aproximadamente mi edad, otra con el chico que me ha acompañado a la puerta de mi cuarto, otra con los dos señores, otra con la señora solo, otra con unos ancianos, otra con un chico que tendrá aproximadamente mi edad y cada uno tenemos en la mano un título de universidad. ¿Qué hago yo en estas fotos? Me subo a mi cama para observarlas de cerca, y me fijo en una que me llama bastante la atención, soy yo en Los Ángeles. Entonces recuerdo que de pequeña quise siempre ir allí. Una lágrima recorre mi mejilla sin un por qué. Justo al secarme la lágrima, aparece la señora, me trae el resto de mis cosas como dijo, le doy las gracias y antes de que se fuera le digo: -Oye, sé que no le puedo preguntar quién soy porque le oí decir a la doctora que sería peligroso, pero por lo menos ¿me puede decir su nombre? -Claro, me llamo Tamara, y puedes tutearme - me responde con una sonrisa claramente falsa y con voz temblorosa. A continuación se va cerrando la puerta. Tamara. La cabeza me da vueltas y repite su nombre, Tamara, Tamara. Me mareo y la foto con ella del marco cobra vida. En mi mente aparecemos ella y yo. Me dice que me ponga a su lado y el chico que me acompañó antes está haciéndonos la foto, nos dice que sonriamos y a continuación pulsa el botón del móvil. ¿Qué ha pasado? ¿Esto es lo que se supone que tenía que recordar? Mi cabeza sigue repitiendo su nombre. El mareo se hace mayor y sin poder más me desmayo. De nuevo vuelvo en sí en un hospital, pero esta vez estoy de pie, menos mal. Entonces veo que las tres personas de antes están rodeando una de las camillas de la habitación. ¿Qué pasa? Me acerco y me veo allí tendida y pálida, en coma. Le doy dos golpes en el brazo a una doctora que está allí, pero me ignora. ¿Me estoy volviendo loca? Esto no puede estar pasando. No entiendo nada, esto es demasiado raro. Así que sin saber qué está pasando, asimilo que puedo verme inconsciente. Llevo dos días en coma y no paro de recibir visitas, entre

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ellas el chico que salía conmigo en la foto. Nos dejaron solos y se puso a decirme que me quería y que iba a estar esperando a que recupere la consciencia. Luego gritaron “Jason” y se fue, no sin antes apretar mi mano con fuerza y darme un beso en la mejilla. Jason, ese deberá ser el nombre del chico. Al día siguiente llega el señor que me ha acogido en su casa. Me coge de la mano muy fuerte y empieza a llorar, me pide perdón por algo que no logro escuchar porque habla muy bajito. A continuación me da las gracias por ser tan buena chica y me ruega que despierte. Justo en ese instante la máquina que tomaba mis pulsaciones entra en parada. No puede ser, me muero. No sé quién soy, pero desde luego no quiero morirme. Empiezo a llorar mientras me intentan reanimar y el señor sigue a mi lado, justo en ese momento cae una lágrima suya en mi rostro, y la máquina de nuevo empieza a regularse. Consigo abrir los ojos y el señor que aún no ha percibido mi consciencia suspira y pone su mejilla en mi rostro. De repente empiezo a percibir imágenes en movimiento: estoy en un parque y a Tamara le digo mamá, al chico que me abrió la puerta a mi cuarto le digo Joan y él en otra imagen me dice hermanita. En otra, veo a todos los chicos de las fotos que son mis amigos y me hacen bromas al hacernos la foto. En un campo de flores veo a los señores mayores, les llamo abuelos y me dan un beso. El chico que me visitó ayer me tira por los aires y me grita con alegría que los dos somos protagonistas en una película. Por último al señor que me agarra de la mano también le recuerdo. -Te quiero… papá.- consigo decir con una voz muy baja en su oído. Mi padre se levanta el cuello rápidamente y se fija en mi sonrisa al mirarle, algo que él no veía desde hace años. Me abraza con fuerza. -Y yo a ti preciosa.- me responde dejando caer sus lágrimas de alegría sobre mi hombro. Celia Blanco

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A

MIGOS EN LA BATALLA

Esta historia comenzó en una época de continuas guerras. Las personas de las aldeas más escondidas luchaban contra las criaturas mágicas del bosque, por miedo a que aquellas las arrasaran. Esos monstruos no tenían piedad. Eran tan grandes como moles de piedra, y a pesar de su fortaleza tenían dos debilidades conocidas por la gente de la zona: sus cerebros no eran muy desarrollados y solo podían atacar por las noches. Porque no podían recibir la claridad, debido a que se quemaban y se desintegraban en contacto directo con cualquier tipo de radiación. Los aldeanos, cuando se acercaba la noche, comenzaban a encender grandes fogatas y a armarse con grandes tridentes y antorchas. Así, mientras los hombres vigilaban, las mujeres y los niños dormían. El guía de aquellos poblados se llamaba Samuel y tenía una familia muy numerosa, pero entre todos sus hijos destacaba el pequeño Nicolás, que solo tenía cinco años. Aquella noche, mientras los demás dormían en la cabaña, Nicolás, que siempre había tenido una curiosidad extrema por aquellas criaturas, decidió ir al bosque para buscarlas. Tenía muchas agallas e imaginación y, sin pensárselo dos veces, salió en busca de ellos. El bosque era frío y oscuro, apenas se podía ver el camino. Pasaron las horas y él seguía sin tener rastro de esas criaturas, Nicolás se siguió adentrando cada vez más y más en la floresta hasta encontrarse con un lago. El lago era inmenso y sus aguas eran tan limpias y cristalinas que hasta se podía apreciar los pequeños peces diminutos que habitaban en él.

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De pronto escuchó un ruido, se quedó inmóvil mirando hacia los arbustos por donde lo había percibido. De nuevo volvió a escucharlo acompañado de pasos sigilosos, como si esa criatura desconocida anduviera de puntillas por entremedio de aquellos matorrales. Nicolás ni siquiera se inmutó, ahora estaba más entusiasmado que nunca en conocer aquella desconocida criatura, así que cogió un palo y empezó a hablarle aún sin poder saber quién era: -- ¡Hola! ¿Quién eres? ¡Sal, que no te voy a hacer daño! No encontró una respuesta inmediata. Atravesó el arbusto y vio a un pequeño crol temblando y asustado por el miedo. -- ¿Qué clase de criatura eres? ¿Y tus padres, te han abandonado? El crol, al contemplar que no le causaba daño, decidió hablarle: -- Me llamo Rex, soy un crol y mis padres no me han abandonado, sino que me he perdido jugando y ahora no los encuentro. Nicolás decidió ayudarlo y encontrar a su padre, así que tomó de la mano a su nuevo y extraño amigo y pensó que les esperaba una buena amistad. En el poblado todos estaban muy preocupados por el pequeño Nicolás. Sus padres pensaban melancólicos que se lo habían llevado los crols para comérselo. Todos los aldeanos decidieron apartar sus miedos y sumergirse en el bosque. Se separaron y, cargados de tridentes y antorchas, prosiguieron su búsqueda. Cuando se adentraron en el corazón del bosque, comenzaron a emitir sonidos para que Nicolás los escuchase y regresara con ellos. -¡Nicolás! ¿Me oyes? ¡Contéstame hijo!-gritaba su padre,

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quien prosiguió una y otra vez sin cesar ni un solo instante. Una de esas desesperadas voces llegó hasta el oído de Rex, gracias a que eran más desarrollados que el de los humanos. El chiquitín despertó a Nicolás: --¡Nicolás! ¡Nicolás! ¡Despierta! Tu padre está aquí, los he podido escuchar. --¿De verdad? ¿Dónde se encuentra? ¡Llévame con ellos! Esa increíble criatura, con ayuda de sus desarrollados oídos, condujo a Nicolás con su padre y victoriosamente lo consiguió. Se reencontraron y su padre lo abrazó y empezó a darle besos en la mejilla. Nicolás le comentó a su padre que tenían que encontrar a la familia del pequeño crol, porque se lo había prometido y además pensaba que era lo menos que podía hacer por estarle agradecido. Regresaron al poblado para pensar un plan sobre cómo contactar con los crols sin ningún reto. Nicolás y Rex jugaban tranquilos en la puerta, y de pronto surgió una bandada de cuervos negros enfurecidos. Nicolás se quedó pálido e inmóvil. Rex contemplaba callado a su amigo, sin saber qué era lo que estaba pasando, ni lo que significaba aquella bandada de pájaros furiosos que se quedaban en el aire sobrevolando el bosque. - ¿Qué pasa? ¿Qué son todos esos cuervos que no paran de dar vueltas en el aire? --dijo Rex estremecido - Rex, siento decirte esto pero… esos cuervos indican problemas, y ese problema es que va a suceder algo terrible le confirmó Nicolás. -- ¿Qué va a suceder? Dilo de una vez sin balbuceos. -- Habrá una guerra entre tu pueblo y el mío. Esta vez estoy seguro de que no será una guerra cualquiera, esta vez será quien pueda sobrevivir a ella. - Yo no quiero que se maten, tenemos que detenerlos y yo, le explicaré todo a mis padres para que se detengan. ¡Voy a

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conseguir que de una vez por todas que puedan convivir aunque seamos de razas opuestas! - ¡Bien dicho, Rex! Vamos a pararlos antes de que ya sea demasiado tarde, querido amigo. Los crols ya estaban cerca de la aldea. Los aldeanos afilaron los trineos y espadas y empezaron a colocarse en forma de barrera, uno detrás de otro. Todos los animales, aves e incluso parásitos del bosque huyeron lo más lejos posible. Uno de los habitantes vigilaba la entrada trasera, y de pronto vio grandes figuras oscuras con ojos rojos, eran ellos. Al soltar un enorme grito, le atravesaron con una lanza la espalda. Los demás aldeanos, al escucharlo, se sobresaltaron: -¡Han entrado por detrás! ¡Corred! Y pronto empezó la lucha. Crols y humanos caían al suelo, sangre y cadáveres se derrumbaban por la planicie. Nicolás y Rex, con su cuerno de minotauro, se dirigieron hacia los combatientes de la batalla. Cuando llegaron se quedaron aturdidos, pues veían que sus familias se destruían. De tanta ira que le entró al verlos, Nicolás cogió su cuerno y soltó un enorme berrido con llanto:¡ Paraaad! Todos se quedaron inmóviles mirando aquellas dos criaturas sollozando. -¿No os dais cuenta de que todo lo solucionáis con la guerra? Crols,aquí tenéis a vuestro hijo, le ayudamos y le trajimos aquí, somos como hermanos y nos ayudamos. ¿Por qué no probáis a dialogar? - Dijo Nicolás muy convencido. Todos escucharon, soltaron las armas y sonrieron. Las dos razas se reconciliaron, velaron a los fallecidos e hicieron una enorme celebración del nuevo comienzo de una hermosa amistad. Rex y Nicolás se cogieron de la mano y se unieron a la celebración. Todos comprendieron una gran lección: NO IMPORTA LA RAZA, DONDE HAY CARIÑO. Teena Gutiérrez 20


POESÍAS



N

O SÉ

No sé si es furia o sabiduría. No sé si es luz o es oscuridad. Sólo sé que soy yo: yo en la oscuridad, yo en la luz, yo en la furia, yo en la sabiduría. Yo, yo misma. Sin miedo a decir quién soy. Sin miedo a gritar alto. Sin miedo a despertar. Sin miedo al mañana y sin miedo al hoy. ¿Por qué tenerle miedo a hablar alto? ¿por qué tenerle miedo al sentir? ¿por qué tener miedo de vivir? Ahora sé quién soy. Ahora sé que vale la pena luchar por lo que amas. Ahora sé que me querrán por lo que soy y no por lo que parezco ser. Ahora lo soy, ahora lo sé y ahora me enfrento a ello. Me enfrento al pasado, al ayer y al mañana. Me enfrento a mi ego y a mi ser. Me enfrento a un reto: el de no dejar nunca de ser yo.

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Me enfrento a ser humilde, a ser yo misma, con los pros y los contra, con las dudas y la firmeza, con lo negativo y lo positivo, con el odio y el amor, con todo o con nada, contigo o sin ti, con mi familia o sin nadie, con apoyo o sin apoyo. Sólo me necesito a mí, a mi ser, a mi bondad, a mi amor, a mi tormenta y a mí misma. Porque no hay mayor mentira que callarse la verdad, que mentir sobre quién eres. Que dejar de ser tú, que dejar de sentir. Que dejar de amar, que dejar de quererte. Sólo sé tú misma. Quiérete y ámate, porque tú eres tu propia salvación. Pilar Granados Limones, 2º C

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S

I TÚ ERES...

Si tú eres el río y yo la corriente, navegaremos por las aguas, aguas limpias, aguas claras. Llevaremos de la mano, apretadas, nuestras llamas. Si tú eres el cuento y yo soy el hada, cantaremos bajo la lluvia, lluvias cantarinas, lluvias animadas, abrazadas nuestras miradas. Miranda Sánchez Crespillo 1º C

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CARTAS



Querido Amor: Tal día como hoy poso mi mano en el cristal mientras veo la lluvia caer. Con un café muy caliente me siento en el sofá, cojo un bolígrafo y me dedico a escribir todas las frases que me decías. Al terminarlas, abro la ventana, enciendo un mechero y de hoja en hoja voy quemándolas despacio, muy despacio, como si fueran mariposas aleteando en primavera, dejándolas caer al vacío. Aquellas cenizas me causaban mucho dolor, dolor que se fue con el viento. Tal vez no tenga mucho sentido, pero se puede decir que toqué la libertad con mis propias manos. Mis lágrimas caían por mi rostro y dejaban una huella fría que acababa en mis labios. Solté un suspiro muy profundo. Me lavé las manos y me quité ese olor a humo, que me recordaba a la chimenea donde todas las tardes me calentaba junto a ti. Hoy es el segundo día que continúo escribiendo esta carta. Ha amanecido soleado, escucho a los pájaros cantar, y a los niños correteando por los largos y estrechos pasillos del hotel y, lo más importante, es el segundo día que espero tu regreso. Salgo a la calle y no reconozco a nadie, me siento sola, pero sigo caminando sin rumbo. En todas las personas veo tu rostro, alzo mi cabeza como si no hubiera horizonte. Mi sonrisa es deslumbrante, pero mi interior es una casa en ruinas. Tomaste el camino de la derecha, yo el de la izquierda, pero no nos dimos cuenta que el mundo es redondo. Espero que seas muy feliz y si estamos destinados a estar juntos el tiempo lo decidirá. Te quiero. Alicia Barroso. 2º de ESO 29


Hola: Sé que no te escribo nunca pero, quería hacerlo, porque no aguanto más. Papá siempre está con el mismo tema: “salir más a la calle” y todos los demás de la familia no hacen más que reñirme, aunque creo que es porque no se ponen en mi situación. Bueno, todos no, una persona de la familia es la única a la que le importa mi salud y que tenga respeto hacia los demás. Creo que es porque le ocurrió lo mismo que a mí pero a más edad. Además tú eras la única persona que me importaba lo suficiente para seguir avanzando en esta vida, en ti podía confiar y también contar contigo. Tú me ayudabas a volar y a conseguir lo que me proponía. Aunque todo eso cambió el 20 de junio del 2013. Lo recuerdo perfectamente: tú habías venido a casa a pasar unos días, porque querías estar con nosotros y dejar un tiempo el hospital. El único inconveniente era que tenías que tener todo el rato una bomba de oxígeno. Pero eso no importaba, porque yo disfrutaba mucho de tu compañía. A la mañana siguiente, me despertó mi tía diciéndome que la bomba de aire dejó de funcionar en plena madrugada, y que tuvisteis que ir corriendo al hospital. En ese instante me quedé de piedra, porque antes yo confiaba en que te recuperarías y en que volveríamos a hacer lo que te gustaba. Al siguiente día iba de excursión, pero a las 8 llegó mi padre advirtiéndome que sería mejor que me quedara con mi familia porque habías empeorado. Por la tarde llegó papá y le hice la gran pregunta: “¿Cómo está ella?” A lo que él respondió entre lágrimas y una cara muy triste: “Hija… Se ha ido…” Entonces rompí a llorar

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como nunca antes lo había hecho, me pasé más de 36 horas sin dormir. No podía creerlo. La locura me ató a las cadenas de la amargura y de la soledad. Luchaba y luchaba pero ellas eran más fuertes que mi voluntad y mi fuerza unidas. También hice cosas de las que me avergüenzo, pero eso lo contaré en otro momento. Si no estás aquí no conseguiré avanzar, porque eras la que me daba fuerza, ánimos y ganas de seguir. Te quiero con toda mi alma. Y ahora me despido citando las últimas palabras que me dijiste: “Dulces sueños, Ana”. Ana Molina. 3º de ESO

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Índice Curso 2014/2015 • Ganadoras del certamen de relatos: -Todo por recordar, de Celia Blanco. 1er premio....... 11 -Amigos en la batalla, de Teena Gutiérrez. Finalista.. 17 • Ganadoras del certamen de poesía: - No sé, de Pilar Granados. 1er premio....................... 23 - Si tú eres, de Miranda Sánchez. Finalista................. 25 • Ganadoras del certamen de cartas: - Alicia Barroso. Premio de 2º de ESO....................... 29 - Ana Molina. Premio de 3º de ESO........................... 30


En el mes de abril de dos mil diecisĂŠis, se imprime este pequeĂąo libro cuando se celebra el cuarto centenario de la muerte de D. Miguel de Cervantes, que sigue vivo con cada joven que goza con los perfumes de la cultura que exhala cada palabra que lee y que alucina con los ecos de esa palabra que acaba de encontrar para culminar su escritura.


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