Aique Mundo nº 10

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La dulzaina es un instrumento con muchos siglos de historia: quizá fueron los pueblos islámicos los que la introdujeron en España y tras la conquista cristiana fue adoptado por toda la población con instrumento idóneo para las fiestas grandes en las que se concentra mucha gente, debido a su sonoridad y a su capacidad de ser sobria o jocosa según lo que requiera la ocasión. En La Mancha fue un instrumento que no podía faltar en las fiestas principales pero con el tiempo, las modas, la despoblación que sufrieron muchos de nuestros pueblos y otros avatares históricos fue desapareciendo de las celebraciones, dándose la paradoja de que hoy en día mucha gente cree, erróneamente, que se trata de un instrumento forastero. La dulzaina es un instrumento con muchos siglos de historia: quizá fueron los pueblos islámicos los que la introdujeron en España y tras la conquista cristiana fue adoptado por toda la población con instrumento idóneo para las fiestas grandes en las que se concentra mucha gente, debido a su sonoridad y a su capacidad de ser sobria o jocosa según lo que requiera la ocasión. En La Mancha fue un instrumento que no podía faltar en las fiestas principales pero con el tiempo, las modas, la despoblación que sufrieron muchos de nuestros pueblos y otros avatares históricos fue desapareciendo de las celebraciones, dándose la paradoja de que hoy en día mucha gente cree, erróneamente, que se trata de un instrumento forastero. De hecho en Pedroñeras vivió uno de los últimos dulzaineros que ejerció como tal en algunos pueblos de La Mancha: Bernardino Guijarro (en la fotografía), dulzainero y gaitero que tocó en Pedroñeras –para esta fiesta de Santa Lucía-, en Mota del Cuervo, en La Almarcha y en algunos otros lugares. Los dulzaineros actuales no queremos dejar pasar ninguna ocasión para reivindicar estos antecesores nuestros que merecen todo nuestro respeto, reconocimiento y agradecimiento ya que su labor anterior nos legitima a nosotros hoy. Él tocaba sólo con su tamborilero, que iba cambiando en función de la disponibilidad que tuviese. Hoy en día en la procesión de Santa Lucía tocan tres dulzainas, tambor y bombo, permitiendo esto enriquecer la sonoridad con las polifonías que este instrumento nos permite pero sin que cambie esencialmente la función musical dentro de la festividad. Si bien es una fiesta religiosa hemos de ser capaces de mirar un poco más allá y entender que su valor realmente hemos de dárselo por lo que tiene etnográfico y antropológico, por lo que supone de cultural de raíz. Y porque así al menos algo de lo que podemos ver con nuestros ojos y escuchar con nuestros oídos no es una moda advenediza que nació ayer en un departamento de marketing para ser sustituido mañana. 40


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