Humanitas 67

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H umanitas Nº 67 invierno 2012 – AÑO XVII

Año de la Fe 2012-2013 CREDO DEL PUEBLO DE DIOS

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HUMUS DE LA CULTURA CRISTIANA Tracey Rowland

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LA NUEVA EVANGELIZACIÓN ¿QUÉ ES? Rino Fisichella

434

La familia y el trabajo en la actualidad: ENTRE OPORTUNIDAD Y PRECARIEDAD Pedro Morandé

450

Psicología con alma LA AVARICIA, TENTATIVA ILUSORIA DE POSEER LA VIDA Giovanni Cucci S.J.

466

Exhortación apostólica Verbum Domini LEER LA ESCRITURA CON UNA RAZÓN ABIERTA Samuel Fernández

478

DIOS Y LA BELLEZA Bruno Forte

486

Conversación con Fabrice Hadjadj “QUERIDO LAICO, NO IDOLATRES EL ATEÍSMO”

500

Destacamos en NOTAS

LA PERSONA EN EL CORAZÓN DEL DESARROLLO Ignacio Sánchez Díaz

513

RAZÓN Y FE Juan de Dios Vial Larraín

521

Destacamos en LIBROS

José Manuel Eguiguren UNA EXPERIENCIA DE LECTIO DIVINA Jaime Antúnez Aldunate

En portada: Símbolo oficial del Año de la Fe 2012-2013.Mosaico con Cristo Pantocrator, en ábside central de la catedral de Cefalu, Sicilia.

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Sumario Editorial Notas La Palabra del Papa Panorama Libros Sobre los Autores

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HUMANITAS

diecisiete años sirviendo al encuentro de la fe y la cultura

HUMANITAS (ISSN 07172168) recoge los trabajos de sus colaboradores regulares, nacionales y extranjeros. Asimismo, de otros autores cuya temática resulta afín con los objetivos de esta publicación. Toda reproducción total o parcial de los artículos publicados por HUMANITAS requiere de la correspondiente autorización, a excepción de comentarios o citas que se hagan de los mismos. Diseño y Producción: Publicidad Universitaria UC Impresión: Ograma Impresores Suscripciones y correspondencia: HUMANITAS, Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, 3er piso, Santiago, Chile. Teléfono (562) 354 6519, Fax (562) 354 3755, E-mail: humanitas@uc.cl Suscripción anual, $28.000; estudiantes, $18.000. Valor por ejemplar, $7.000.

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Este Cuaderno Humanitas N° 26 puede ser descargado en formato PDF desde el sitio www.humanitas.cl

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HUMANITAS Sumario n° 67 (julio- septiembre 2012)

HUMUS DE LA CULTURA CRISTIANA, por Tracey Rowland. Juan Pablo II comenzó su primera encíclica Redemptor hominis con las palabras “El Redentor del Hombre, Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia”. Mostraba así a una Iglesia preparada para enfrentar la ideología marxista, vigente en aquellos años, que proclamaba que la historia del mundo estaba determinada por el conflicto de clases. Hoy, cuando el secularismo se ha convertido en una religión alternativa, en la que la soberanía de la chusma ha sustituido a la de Cristo, mientras un ego perdido busca ansiosamente en el mercado un hogar espiritual y símbolos para una identidad propia, la Iglesia resiente esas condiciones sociales adversas. Frente a ello, tanto la antropología teológica de Redemptor hominis, como la teología litúrgica de Sacramentum caritatis, son documentos que presentan enfoques que posibilitan una sanación cultural para restablecer a Cristo como centro y principio infraestructural de la civilización occidental y del mundo entero. El trabajo que aquí se reproduce se sitúa en el contexto del Congreso con que el Pontificio Instituto Juan Pablo II en colaboración con los Caballeros de Colón conmemoró los 30 años de la encíclica Redemptor hominis. Se trató de una reflexión antropológica a la luz de Cristo, apuntando a ofrecer la base para una cultura capaz de formar el humus de la nueva evangelización. Humanitas 67, 2012, III, págs. 422 - 433

LA NUEVA EVANGELIZACIÓN ¿QUÉ ES?, por Rino Fisichella. El fuerte acento puesto por S.S. Benedicto XVI en emprender la tarea de una Nueva Evangelización resulta «profético» en las circunstancias del mundo actual, pues proyecta con clarividencia el futuro en el cual la Iglesia deberá desempeñar su ministerio: una realidad sometida a grandes transformaciones culturales que determinan el inicio de una nueva época de la humanidad. El esfuerzo del Papa se encamina a dar impulso a un espíritu misionero expresado en consonancia con la fuerza de la razón, sobre todo en aquellos lugares donde la fe pareciera debilitarse por la presión del secularismo. El hombre contemporáneo está fuertemente caracterizado por el celo de la propia autonomía y la responsabilidad de vivir a su manera. Olvidando toda relación con la trascendencia, se aleja del pensamiento especulativo y se limita al simple momento histórico, al instante, creyendo ilusoriamente que es verdad sólo lo que es fruto de la verificación científica. Se precipita en una suerte de empirismo pragmático que lo lleva a apreciar los hechos y no las ideas. La crisis actual reside en la incapacidad del poder y saber hablar de Dios: Dios hoy no es negado, sino desconocido. El llamado del Papa atiende a esta realidad del hombre, con el afán de sanar. Permanecer recluidos en nuestras iglesias tornaría vano el día de Pentecostés. Humanitas 67, 2012, III, págs. 434 - 449

La Familia y el Trabajo en la actualidad, por Pedro Morandé. Desde la síntesis proveniente de la encíclica Centesimus annus de Juan Pablo II se hace posible la comprensión de la relación entre trabajo y familia. Aunque conseguir el sustento material de la vida es necesario como condición requerida para el desarrollo humano, existe un horizonte más extenso que se relaciona con la vocación del hombre como persona, cuya realidad supone un llamado profundo a satisfacer anhelos trascendentales de bien, verdad y belleza. De este modo la finalidad de educar a los hijos en el bien y en la verdad es la orientación fundamental que debe guiar la vida familiar, junto con la exigencia de amarlos de manera que puedan descubrir en la figura de sus padres la dignidad con la que el Creador les ha conferido la existencia. Humanitas 67, 2012, III, págs. 450 - 465

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La Avaricia: tentativa ilusoria de poseer la vida, por Giovanni Cucci. La reflexión de todos los tiempos ha reconocido la fascinación que la riqueza y el dinero genera en los hombres, al punto de que ésta puede ser considerada, como notaba Péguy, la única alternativa verdaderamente atea a Dios. El presente artículo analiza las características fundamentales de este desorden, que lo constituyen como un vicio esencialmente espiritual, al ser una tentativa de tranquilizar el miedo a la incertidumbre a partir del descanso en los medios materiales. Se demuestra así la peligrosidad y la vanidad que este vicio supone, y se propone como remedio el aprendizaje de la tendencia a donar lo que se ha recibido, para que los demás puedan vivir bien. De este modo la persona generosa se aleja de aquella soledad infernal que es la condena que recae sobre el avaro. Humanitas 67, 2012, III, págs. 466 - 477

Leer la escritura con una razón abierta, por Samuel Fernández. Con ocasión del Sínodo de la Palabra el Papa Benedicto XVI proclamó la Exhortación Apostólica postsinodal Verbum Domini. Se destaca en ella la fecundidad de la exégesis histórica y se insiste en la necesidad de completar el acercamiento histórico con una exégesis teológica. Esta última requiere una interpretación del texto que tenga presente la unidad de toda la Escritura, la tradición viva de la Iglesia y la analogía de la fe. Los tres elementos no se deducen de los textos, sino que son convicciones de fe anteriores a la lectura, que la sostienen como una mirada verdaderamente teológica de la Biblia, la más adecuada a la naturaleza de las Sagradas Escrituras. Benedicto XVI advierte en Verbum Domini: “La falta de una hermenéutica de la fe con relación a la Escritura no se configura únicamente en los términos de una ausencia; es sustituida por otra hermenéutica, una hermenéutica secularizada, positivista, cuya clave fundamental es la convicción de que Dios no aparece en la historia humana. Según esta hermenéutica, cuando parece que hay un elemento divino, hay que explicarlo de otro modo y reducir todo al elemento humano. Por consiguiente, se proponen interpretaciones que niegan la historicidad de los elementos divinos”. Una lectura fideísta de la Biblia, que excluye la razón, en la práctica, elabora un sistema que se apoya sobre pocos versículos bíblicos y no escucha a Dios, sino a su propia ideología, abriéndose así camino para el fundamentalismo. Humanitas 67, 2012, III, págs. 478 - 485

DIOS Y LA BELLEZA, por Bruno Forte. Más que el aristocrático “amor de la sabiduría”, reservado a pocos, la teología es la sabiduría del amor, el esfuerzo humilde e intrépido de llevar a la palabra la experiencia del amor recibido y donado, el ser amado por Dios y en él, en la comunión de su pueblo. El teólogo se deja hacer discípulo de la caridad, de su precio de dolor, de su belleza que salva, consciente de que su palabra tiene que ser la palabra que sale del silencio, de la herida y del don de amar. La belleza que salva es el amor que comparte el dolor y que no necesita palabra, es la verdad que se expresa a sí misma callándose, por su presencia de amor. Así como el Prisionero frente a Pilato contestó a la pregunta ¿qué es la verdad? con su simple silenciosa presencia. Por eso los medievales refundían en forma de anagrama la pregunta Quid est veritas? en la afirmación Est vir qui adest: “Es el hombre que está enfrente de ti”. Es posible hablar de Dios por medio de esta belleza que salva, de este silencio de amor lleno de presencia, en diálogo con dos grandes del pensamiento de la fe, San Agustín y Santo Tomás de Aquino. El artículo retoma tres perspectivas. La primera mira a la belleza como forma, en diálogo con San Agustín. La segunda parte, «el crucificado amor», mira a la belleza como herida de amor, como resplandor que es irrupción y arrobamiento. Finalmente tenemos la conclusión de que Dios no es sólo verdad y bondad, sino también belleza, verdad que abre el camino de una experiencia hecha de silencio, más allá de toda palabra: la experiencia de la belleza salvadora, del crucificado amor que salvará al mundo. Humanitas 67, 2012, III, págs. 486 - 499

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“Querido laico, no idolatres el ateísmo”, entrevista a Fabrice Hadjadj. La conversación que se reproduce en estas páginas presenta desde la perspectiva de un intelectual europeo cómo la cuestión de Dios y de la fe, considerada desde hace años prácticamente muerta en el escenario de los principales canales mediáticos, está en realidad viva y pulsante en el ánimo profundo de la sociedad. Se destaca en ella cómo el cristianismo es lo contrario de un orgullo espiritualista, “es la espiritualidad de la encarnación: el Verbo se hizo carne y se da a nosotros mediante un acto tanto espiritual como carnal, la eucaristía. Los sacramentos son toques de Cristo”. Asimismo identifica que “lo específico de la Verdad cristiana es que nunca es una teoría, sino una Persona. Y Dios mismo no es una naturaleza anónima, sino una comunión de Personas”. Respecto al ateísmo, responde que el reproche que puede hacerse a los ateos es de no ser lo que pretenden llegar a ser. Un ateo es por definición alguien “sin dios”. Por tanto, debe deshacerse de todos los ídolos, y por consiguiente debe esforzarse por no convertir su propio ateísmo en ídolo. La dificultad de ser realmente ateo es que tal situación supondría no divinizar nada, ni siquiera el propio juicio. Pero el verdadero problema, en el momento en que se abandona al Dios-abismo, al Dios-amor, es que se confecciona una multitud de ídolos complacientes: la razón, la raza, la revolución, el mercado. Los llamados ateos convencidos viven a menudo con un sustituto de Dios. Por otra parte, proyectan los atributos divinos en artículos comerciales. Humanitas 67, 2012, III, págs. 500 - 506

NOTAS San José, por Monseñor Dominique Rey. En 1560 tuvo lugar en Cotignac, una aparición de san José. Muy pronto, la noticia recorrió rápidamente toda Francia y, reconocida por las autoridades eclesiásticas, dio lugar a que Luis XIV declarara el 19 de marzo fiesta laborable para todo el país y consagrara Francia a san José. Monseñor Rey, actual obispo de Fréjus-Toulon, en preparación de la celebración del Año de la Fe convocó al solemne acto de consagración de la diócesis a san José. En la ocasión recordó cómo la presencia de san José en la vida cristiana constituye la ayuda e intercesión eficaz que toda la Iglesia necesita para poder hacer frente a las dificultades y duras pruebas que sufre el mundo actual. La Persona en el Corazón del Desarrollo, por Ignacio Sánchez Díaz. El día 7 de mayo pasado tuvo lugar en el patio Juan Pablo II de la Casa Central de la Universidad Católica la apertura de un Congreso Social consagrado al tema Persona y Desarrollo. En esa ocasión, el rector Ignacio Sánchez pronunció un discurso inaugural en el que señaló que el objetivo de esta asamblea era el de reflexionar sobre el concepto de desarrollo que impera hoy en Chile y el lugar que ocupa la persona en este proceso, de manera de iluminar una acción eficaz en orden a ubicar al ser humano en el centro de dicho desarrollo. La secularización y su mitología: los orígenes de “Radical Orthodoxy”, por Alejandra Gerolin. Según el teólogo y filósofo anglicano John Milbank, la gran mentira que caracteriza el secularismo consiste en el hecho de que, tanto en la vida personal como en la vida política y social, permanentemente se formulan juicios y se toman decisiones, con lo cual siempre se hace referencia a “valores”. Sin embargo, si estos últimos no provienen de un juicio crítico y de una verificación personal y comunitaria, en cuanto sólo serían expresión de una preferencia “privada” y por tanto “subjetiva”, ¿cuáles serían los criterios sobre cuya base se formularán los juicios y tendrán lugar las elecciones? Esos criterios —observa Milbank— reflejarán la lógica impuesta por el poder dominante, que en forma absolutamente mentirosa se define como “neutral”, a pesar de ejercer una soberanía absoluta sobre todo aquello de lo cual puede disponer. La única posibilidad de superar la razón secular consiste en recuperar una experiencia real e informada de la fe en el interior de la Iglesia. Por este motivo, la teología siempre debe basarse en la vida de la Iglesia, en su tradición de pensamiento, en su práctica social y litúrgica, evitando el riesgo de perder su propia identidad.

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Razón y Fe, por Juan de Dios Vial Larraín. A partir de los filósofos del siglo XVIII, que inspiran a la Ilustración, a la Revolución francesa y al positivismo de los siglos XIX y XX, la filosofía quedará decapitada de la metafísica por su pretensión de afirmar que Dios existe y que el alma es inmortal. El racionalismo de Descartes progresivamente se convierte, entonces, en laicismo agnóstico y ateo. El Dios cuya existencia muestran las Meditaciones Metafísicas queda desvirtuado en esas cimas del pensar moderno, Kant y Hegel, cuya sombra ampara absolutamente todo lo que hoy se dice en los dominios del pensamiento filosófico. Todo eso ha dado lugar a que, en nuestro tiempo, haya podido decirse que Dios ha muerto, que la religión es el opio del pueblo o que es una neurosis obsesiva, como hicieran Nietzsche, Marx y Freud. En realidad es necesario observar que las ciencias aparecen construidas sobre dos bases: una es la experiencia sensible que forjan los sentidos, la memoria, la imaginación. La otra es la matemática. Pero ninguna de esas columnas se sostiene más allá de sí misma, pese a que pudiera parecer que son suficientes por sí mismas. Esa pretendida autosuficiencia puede ser irremisiblemente falsa, de manera que sus verdades parciales resulten meras apariencias. Humanitas 67, 2012, III, págs. 508 - 525

LIBROS “Los orígenes de la pretensión cristiana” por Luigi Giussani (Ediciones Encuentro); “Despertar a la realidad de Dios” José Manuel Eguiguren Guzmán (Editorial San Juan S.A); “Nadar contra corriente. El Papa más sincero y más íntimo” por Benedicto XVI (Ediciones Planeta); “El Pensamiento de John Milbank. Una introducción a la ‘Radical Orthodoxy’” por John Milbank y Adrian Pabst (Editorial Nuevo Inicio); “Una Nueva Teología Política” por Denis Sureau (Editorial Nuevo Inicio); “Camus en diálogo con cristianos sobre temas esenciales” por Inés de Cassagne (Editorial UCALP); “Santidad, falta santidad y posesiones demoníacas en Perú y chile en los siglos XVI y XVII, estudios sobre mentalidad religiosa” por René Millar (Ediciones UC); “Lodate Dio con arte” por Joseph Ratzinger- Benedetto XVI (Marcianum Press); “Hermann Cohen, apóstol de la Eucaristía” por Charles Sylvain (Fundación Gratis Date); “La dignidad de la persona” por Jesús González Pérez (Editorial Civitas); “Karl Marx y la tradición del pensamiento occidental” por Hannah Arendt (Ediciones Encuentro); “Irene Nemirovsky. El Mirador. Memorias Soñadas” por Elizabeth Gille (Editorial Circe). Humanitas 67, 2012, III, págs. 584 - 600

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Atentos al Año de la Fe L

a portada de esta edición de HUMANITAS ha querido, reproduciendo el impresionante rostro del Cristo de la catedral de Cefalú en la isla de Sicilia –símbolo del próximo Año de la Fe convocado por el papa Benedicto XVI (11 de octubre 2012-24 de noviembre 2013)–, invitar a sus lectores a poner toda su alma en este caminar conjunto a que el Santo Padre llama a toda la Iglesia, sin duda central en la historia de su pontificado. Por similar motivo abrimos las páginas del número con el solemne texto del Credo del Pueblo de Dios que proclamó el papa Pablo VI al cierre del Año de la Fe por los 1900 años del martirio de San Pedro y San Pablo y que concluyó en julio de 1968. Si bien caracterizados por circunstancias históricas distintas, tanto 1968 como 2012 advienen para la iglesia como grandes desafíos para la profundización en la fe. Al momento en que Pablo VI concluía el anterior Año de la Fe, nadie suponía, en efecto, que ese mismo 1968 daría su nombre a una generación ni tampoco que al 25 de julio siguiente, cuando ese Papa publicara su encíclica Humanae vitae, proclamando su “no” a la anticoncepción artificial, se desencadenaría un verdadero terremoto en la Iglesia de Occidente. Hoy, en un momento de crisis caracterizada por un universal secularismo, vienen al encuentro dos momentos extraordinarios para atender a la reflexión sobre la fe: la conmemoración de los cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano II y de los veinte de la publicación del Catecismo de la Iglesia católica. La actual crisis de fe es expresión dramática de una crisis antropológica que va dejando al hombre abandonado a sí mismo, solo y confundido, a merced de fuerzas de las que no conoce siquiera el rostro, mientras carece de una meta a la cual orientar su existencia. Sólo tomando conciencia de esa crisis y de su hondura se puede encontrar el camino de la salud. Recientemente Benedicto XVI ha recordado, a este propósito, el discurso del Beato papa Juan XXIII en la solemne apertura del Vaticano II, el 11 de octubre de 1962: “Lo que principalmente atañe al Concilio ecuménico es esto: que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado de forma cada vez más eficaz”. El Papa, añade Benedicto XVI, “comprometía a los padres a profundizar y a presentar esa doctrina perenne en continuidad con la tradición milenaria de la Iglesia: Transmitir la doctrina pura e íntegra sin atenuaciones o alteraciones, sino de una manera nueva, como exige nuestro tiempo” (citado en discurso a la Conferencia Episcopal italiana, 24.05.12) Esta es precisamente la clave de lectura del Concilio que el actual Pontífice ha señalado desde el comienzo de su gobierno y particularmente en su conocido

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EDITORIAL

“En un tiempo en que Dios se ha vuelto para muchos el gran desconocido y Jesús sólo un gran personaje del pasado, no habrá relanzamiento de la acción misionera sin la renovación de la calidad de nuestra fe y de nuestra oración”.

discurso a la Curia romana de diciembre de 2005. “No en la perspectiva de una inaceptable hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura, sino de la hermenéutica de la continuidad y de la reforma” podrán leerse, aplicarse y hacerse propias las autorizadas indicaciones del Concilio, que “constituye el camino para descubrir las modalidades con que la Iglesia puede dar una respuesta significativa a las grandes transformaciones sociales y culturales de nuestro tiempo, que también tienen (Benedicto XVI). consecuencias visibles sobre la dimensión religiosa” (ibídem). Es así el caso, por ejemplo, frente a la racionalidad científica y la cultura técnica que pretenden “delinear el perímetro de las certezas de razón únicamente con el criterio empírico de sus propias conquistas”, desvinculando toda norma moral y perdiendo hasta la exigencia de verdad. Signos graves de lo anterior, continúa el Pontífice, son la disminución de la práctica religiosa sacramental y el ambiente de duda sobre las enseñanzas de la Iglesia, cuando no su reducción a valores que tienen que ver con el Evangelio, pero que no dicen relación con el núcleo central de la fe cristiana. De modo muy visible, la relegación de Dios al ámbito subjetivo, reducido a un hecho íntimo y privado, marginado de la conciencia pública. Quienes vivieron la preparación del Concilio –etapa que Joseph Ratzinger, como teólogo asesor del Cardenal Frings, conoce bien– saben, dice el actual Papa, que la Asamblea conciliar pretendía dar respuesta a la pregunta “Iglesia, ¿qué dices de ti misma?” Y profundizando en esta pregunta, recuerda enseguida, los padres “fueron reconducidos al corazón de la respuesta: se trataba de recomenzar desde Dios, celebrando, profesando y testimoniando”. No en vano, señala, la primera Constitución aprobada fue la de la Sagrada Liturgia: “el culto divino orienta al hombre hacia la Ciudad futura y restituye a Dios su primado”.

Conclusión que no puede sino sopesarse con toda la gravedad que merece en este Año de la Fe a que entramos, dice así Benedicto XVI: “En un tiempo en que Dios se ha vuelto para muchos el gran desconocido y Jesús sólo un gran personaje del pasado, no habrá relanzamiento de la acción misionera sin la renovación de la calidad de nuestra fe y de nuestra oración; no seremos capaces de dar respuestas adecuadas sin una nueva acogida del don de la Gracia; no sabremos conquistar a los hombres para el Evangelio a no ser que nosotros mismos seamos los primeros en volver a una profunda experiencia de Dios” (ibídem).

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Año de la Fe 2012-2013

Credo del pueblo de Dios En la Plaza San Pedro, el domingo 30 de junio de 1968, clausurando el “Año de la Fe” en el XIX centenario del martirio de los Apóstoles Pedro y Pablo, el Siervo de Dios Papa Pablo VI, proclamó “urbi et orbi” la siguiente profesión de fe, conocida como CREDO DEL PUEBLO DE DIOS. Atentos a la convocación por S.S. Benedicto XVI a un nuevo “Año de la Fe” que se abrirá el 11 de octubre próximo y que se prolongará hasta el 24 de noviembre de 2013, invocamos, en unión al Santo Padre, este Credo, que en el espíritu de Nicea, proclamó su venerado antecesor.

La incredulidad de Santo Tomás. Caravaggio, 1601.

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Palabras introductorias de la homilía de Pablo VI Venerables hermanos y queridos hijos: 1. Clausuramos con esta liturgia solemne tanto la conmemoración del XIX centenario del

martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo como el año que hemos llamado de la fe. Pues hemos dedicado este año a conmemorar a los santos apóstoles, no sólo con la intención de testimoniar nuestra inquebrantable voluntad de conservar íntegramente el depósito de la fe (cf. 1Tim 6,20), que ellos nos transmitieron, sino también con la de robustecer nuestro propósito de llevar la misma fe a la vida en este tiempo en que la Iglesia tiene que peregrinar en este mundo.

2. Pensamos que es ahora nuestro deber manifestar públicamente nuestra gratitud a aquellos

fieles cristianos que, respondiendo a nuestras invitaciones, hicieron que el año llamado de la fe obtuviera suma abundancia de frutos, sea dando una adhesión más profunda a la palabra de Dios, sea renovando en muchas comunidades la profesión de fe, sea confirmando la fe misma con claros testimonios de vida cristiana. Por ello, a la vez que expresamos nuestro reconocimiento, sobre todo a nuestros hermanos en el episcopado y a todos los hijos de la Iglesia católica, les otorgamos nuestra bendición apostólica.

3. Juzgamos además que debemos cumplir el mandato confiado por Cristo a Pedro, de quien,

aunque muy inferior en méritos, somos sucesor; a saber: que confirmemos en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32). Por lo cual, aunque somos conscientes de nuestra pequeñez, con aquella inmensa fuerza de ánimo que tomamos del mandato que nos ha sido entregado, vamos a hacer una profesión de fe y a pronunciar una fórmula que comienza con la palabra creo, la cual, aunque no haya que llamarla verdadera y propiamente definición dogmática, sin embargo repite sustancialmente, con algunas explicaciones postuladas por las condiciones espirituales de esta nuestra época, la fórmula nicena: es decir, la fórmula de la tradición inmortal de la santa Iglesia de Dios.

4. Bien sabemos, al hacer esto, por qué perturbaciones están hoy agitados, en lo tocante a la fe,

algunos grupos de hombres. Los cuales no escaparon al influjo de un mundo que se está transformando enteramente, en el que tantas verdades son o completamente negadas o puestas en discusión. Más aún: vemos incluso a algunos católicos como cautivos de cierto deseo de cambiar o de innovar. La Iglesia juzga que es obligación suya no interrumpir los esfuerzos para penetrar más y más en los misterios profundos de Dios, de los que tantos frutos de salvación manan para todos, y, a la vez, proponerlos a los hombres de las épocas sucesivas cada día de un modo más apto. Pero, al mismo tiempo, hay que tener sumo cuidado para que, mientras se realiza este necesario deber de investigación, no se derriben verdades de la doctrina cristiana. Si esto sucediera —y vemos dolorosamente que hoy sucede en realidad—, ello llevaría la perturbación y la duda a los fieles ánimos de muchos.

5. A este propósito, es de suma importancia advertir que, además de lo que es observable y

de lo descubierto por medio de las ciencias, la inteligencia, que nos ha sido dada por Dios, puede llegar a lo que es, no sólo a significaciones subjetivas de lo que llaman estructuras, o de la evolución de la conciencia humana. Por lo demás, hay que recordar que pertenece a la interpretación o hermenéutica el que, atendiendo a la palabra que ha sido pronunciada, nos esforcemos por entender y discernir el sentido contenido en tal texto, pero no innovar, en cierto modo, este sentido, según la arbitrariedad de una conjetura.

6. Sin embargo, ante todo, confiarnos firmísimamente en el Espíritu Santo, que es el alma de la Iglesia, y en la fe teologal, en la que se apoya la vida del Cuerpo místico. No ignorando,

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Año de la Fe 2012-2013 La Anunciación. Caravaggio, (ci. 1608). Nancy, Museo de Bellas Artes ciertamente, que los hombres esperan las palabras del Vicario de Cristo, satisfacemos por ello esa su expectación con discursos y homilías, que nos agrada tener muy frecuentemente. Pero hoy se nos ofrece la oportunidad de proferir una palabra más solemne. 7. Así, pues, este día, elegido por Nos para clausurar el año llamado de la fe, y en esta cele-

bración de los santos apóstoles Pedro y Pablo, queremos prestar a Dios, sumo y vivo, el obsequio de la profesión de fe. Y como en otro tiempo, en Cesarea de Filipo, Simón Pedro, fuera de las opiniones de los hombres, confesó verdaderamente, en nombre de los doce apóstoles, a Cristo, Hijo del Dios vivo, así hoy su humilde Sucesor y Pastor de la Iglesia universal, en nombre de todo el pueblo de Dios, alza su voz para dar un testimonio firmísimo a la Verdad divina, que ha sido confiada a la Iglesia para que la anuncie a todas las gentes.

Queremos que esta nuestra profesión de fe sea lo bastante completa y explícita para satisfacer, de modo apto, a la necesidad de luz que oprime a tantos fieles y a todos aquellos que en el mundo —sea cual fuere el grupo espiritual a que pertenezcan— buscan la Verdad. Por tanto, para gloria de Dios omnipotente y de nuestro Señor Jesucristo, poniendo la confianza en el auxilio de la Santísima Virgen María y de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, para utilidad espiritual y progreso de la Iglesia, en nombre de todos los sagrados pastores y fieles cristianos, y en plena comunión con vosotros, hermanos e hijos queridísimos, pronunciamos ahora esta profesión de fe.

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Profesión de fe

CREDO DEL PUEBLO DE DIOS 8. Creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de las cosas visibles —como es este mundo en que pasamos nuestra breve vida— y de las cosas invisibles —como son los espíritus puros, que llamamos también ángeles1 — y también Creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal2. 9. Creemos que este Dios único es tan absolutamente uno en su santísima esencia como en todas sus demás perfecciones: en su omnipotencia, en su ciencia infinita, en su providencia, en su voluntad y caridad. Él es el que es, como él mismo reveló a Moisés (cf. Ex 3,14), él es Amor, como nos enseñó el apóstol Juan (cf. 1 Jn 4,8) de tal manera que estos dos nombres, Ser y Amor, expresan inefablemente la misma divina esencia de aquel que quiso manifestarse a sí mismo a nosotros y que, habitando la luz inaccesible (cf. 1 Tim 6,16), está en sí mismo sobre todo nombre y sobre todas las cosas e inteligencias creadas. Sólo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de sí mismo, revelándose a sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo, de cuya vida eterna estamos llamados por la gracia a participar, aquí, en la tierra, en la oscuridad de la fe, y después de la muerte, en la luz sempiterna. Los vínculos mutuos que constituyen a las tres personas desde toda la eternidad, cada una de las cuales es el único y mismo Ser divino, son la vida íntima y dichosa del Dios santísimo, la cual supera infinitamente todo aquello que nosotros podemos entender de modo humano3. Sin embargo, damos gracias a la divina bondad de que tantísimos creyentes puedan testificar con nosotros ante los hombres la unidad de Dios, aunque no conozcan el misterio de la Santísima Trinidad. 10. Creemos, pues, en Dios, que en toda la eternidad engendra al Hijo; creemos en el Hijo, Verbo de Dios, que es engendrado desde la eternidad; creemos en el Espíritu Santo, persona increada, que procede del Padre y del Hijo como Amor sempiterno de ellos. Así, en las tres personas divinas, que son eternas entre sí e iguales entre sí 4, la vida y la felicidad de Dios enteramente uno abundan sobremanera y se consuman con excelencia suma y gloria propia de la esencia increada; y siempre hay que venerar la unidad en la trinidad y la trinidad en la unidad5.

1 2 3 4 5

Cf. Conc. Vat. I, Const. dogm. Dei Filius: Denz.-Schön. 3002. Cf. enc. Humani generis: AAS 42 (1950) 575; Con. Lateran. V: Denz.-Schön. 1440-1441. Cf. Conc. Vat. I, Const. dogm. Dei Filius: Denz.-Schön. 3016. Símbolo Quicumque: Denz.-Schön. 75. Ibíd.

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12. El mismo habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad. Anunció y fundó el reino de Dios, manifestándonos en sí mismo al Padre. Nos dio su mandamiento nuevo de que nos amáramos los unos a los otros como él nos amó. Nos enseñó el camino de las bienaventuranzas evangélicas, a saber: ser pobres en espíritu y mansos, tolerar los dolores con paciencia, tener sed de justicia, ser misericordiosos, limpios de corazón, pacíficos, padecer persecución por la justicia. Padeció bajo Poncio Pilato; Cordero de Dios, que lleva los pecados del mundo, murió por nosotros clavado a la cruz, trayéndonos la salvación con la sangre de la redención. Fue sepultado, y resucitó por su propio poder al tercer día, elevándonos por su resurrección a la participación de la vida divina, que es la gracia. Subió al cielo, de donde ha de venir de nuevo, entonces con gloria, para juzgar a los vivos y a los

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11. Creemos en nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Él es el Verbo eterno, nacido del Padre antes de todos los siglos y consustancial al Padre, u homoousios to Patri; por quien han sido hechas todas las cosas. Y se encarnó por obra del Espíritu Santo, de María la Virgen, y se hizo hombre: igual, por tanto, al Padre según la divinidad, menor que el Padre según la humanidad6, completamente uno, no por confusión (que no puede hacerse) de la sustancia, sino por unidad de la persona7.

6 Ibíd., n. 76. 7 Ibíd.

El prendimiento de Cristo. Caravaggio, 1602.

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Coronaci贸n de espinas (detalle). Caravaggio, (ci .1602).

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Y su reino no tendrá fin. 13. Creemos en el Espíritu Santo, Señor y vivificador que, con el Padre y el Hijo, es juntamente adorado y glorificado. Que habló por los profetas; nos fue enviado por Cristo después de su resurrección y ascensión al Padre; ilumina, vivifica, protege y rige la Iglesia, cuyos miembros purifica con tal que no desechen la gracia. Su acción, que penetra lo íntimo del alma, hace apto al hombre de responder a aquel precepto de Cristo: Sed perfectos como también es perfecto vuestro Padre celeste (cf Mt 5,48).

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muertos, a cada uno según los propios méritos: los que hayan respondido al amor y a la piedad de Dios irán a la vida eterna, pero los que los hayan rechazado hasta el final serán destinados al fuego que nunca cesará.

14. Creemos que la Bienaventurada María, que permaneció siempre Virgen, fue la Madre del Verbo encarnado, Dios y Salvador nuestro, Jesucristo8 y que ella, por su singular elección, en atención a los méritos de su Hijo redimida de modo más sublime9, fue preservada inmune de toda mancha de culpa original10 y que supera ampliamente en don de gracia eximia a todas las demás criaturas11. 15. Ligada por un vínculo estrecho e indisoluble al misterio de la encarnación y de la redención12, la Beatísima Virgen María, Inmaculada, terminado el curso de la vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste13, y hecha semejante a su Hijo, que resucitó de los muertos, recibió anticipadamente la suerte de todos los justos; creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia14, continúa en el cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo, por el que contribuye para engendrar y aumentar la vida divina en cada una de las almas de los hombres redimidos15. 16. Creemos que todos pecaron en Adán; lo que significa que la culpa original cometida por él hizo que la naturaleza, común a todos los hombres, cayera en un estado tal en el que padeciese las consecuencias de aquella culpa. Este estado ya no es aquel en el que la naturaleza humana se encontraba al principio en nuestros primeros padres, ya que estaban constituidos en santidad y justicia, y en el que el hombre estaba exento del mal y de la muerte. Así, pues, esta naturaleza humana, caída de esta manera, destituida del don de la gracia del que antes estaba adornada, herida en sus 8 Cf. Conc. Efes.: Denz.-Schön. 251-252. 9 Cf. Concilio Vaticano II, constitución dogmática Lumen gentium, 53. 10 Cf. Pío IX, Bula Ineffabilis Deus: Acta p. 1 vol. 1 p. 616. 11 Cf. Lumen gentium, 53. 12 Cf. Ibíd., n. 53.58.61.. 13 Cf. Const. apost. Munificentissimus Deus: AAS 42 (1950) 770. 14 Lumen gentium, 53.56.61.63; cf. Pablo Vl, Al. en el cierre de la III sesión del concilio Vat. II: AAS 56 (1964), 1016; exhort. apost. Signum magnum: AAS 59 (1967) 465 y 467. 15 Lumen gentium, 62; cf. Pablo Vl, exhort. apost. Signum magnum: AAS 59 (1967) 468.

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La flagelación. Caravaggio, 1607.

mismas fuerzas naturales y sometida al imperio de la muerte, es dada a todos los hombres; por tanto, en este sentido, todo hombre nace en pecado. Mantenemos, pues, siguiendo el concilio de Trento, que el pecado original se transmite, juntamente con la naturaleza humana, por propagación, no por imitación, y que se halla como propio en cada uno16. 17. Creemos que nuestro Señor Jesucristo nos redimió, por el sacrificio de la cruz, del pecado original y de todos los pecados personales cometidos por cada uno de nosotros, de modo que se mantenga verdadera la afirmación del Apóstol: Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia (cf. Rom 5,20). 18. Confesamos creyendo un solo bautismo instituido por nuestro Señor Jesucristo para el perdón de los pecados. Que el bautismo hay que conferirlo también a los niños, que todavía no han podido cometer por sí mismos ningún pecado, de modo que, privados de la gracia sobrenatural en el nacimiento, nazcan de nuevo, del agua y del Espíritu Santo, a la vida divina en Cristo Jesús17. 16 Cf. Conc. Trid., ses.5: Decr. De pecc. orig.: Denz-Schön. 1513 17 Cf. Conc. Trid., ibíd.,: Denz-Schön. 1514.

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Año de la Fe 2012-2013 Enterramiento. Caravaggio, (ci. 1604). Pinacoteca Vaticana.

19. Creemos en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, edificada por Jesucristo sobre la piedra, que es Pedro. Ella es el Cuerpo místico de Cristo, sociedad visible, equipada de órganos jerárquicos, y, a la vez, comunidad espiritual; Iglesia terrestre, Pueblo de Dios peregrinante aquí en la tierra e Iglesia enriquecida por bienes celestes, germen y comienzo del reino de Dios, por el que la obra y los sufrimientos de la redención se continúan a través de la historia humana, y que con todas las fuerzas anhela la consumación perfecta, que ha de ser conseguida después del fin de los tiempos en la gloria celeste18. Durante el transcurso de los tiempos el Señor Jesús forma a su Iglesia por medio de los sacramentos, que manan de su plenitud19. Porque la Iglesia hace por ellos que sus miembros participen del misterio de la muerte y la resurrección de Jesucristo, por la gracia del Espíritu Santo, que la vivifica y la mueve20. Es, pues, santa, aunque abarque en su seno pecadores, porque ella no goza de otra vida que de la vida 18 Cf. Lumen gentium, 8 y 50. 19 Cf. Ibíd., n.7.11.. 20 Cf. Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium n. 5.6; Lumen gentium n.7.12.50.

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de la gracia; sus miembros, ciertamente, si se alimentan de esta vida, se santifican; si se apartan de ella, contraen pecados y manchas del alma que impiden que la santidad de ella se difunda radiante. Por lo que se aflige y hace penitencia por aquellos pecados, teniendo poder de librar de ellos a sus hijos por la sangre de Cristo y el don del Espíritu Santo. 20. Heredera de las divinas promesas e hija de Abrahán según el Espíritu, por medio de aquel Israel, cuyos libros sagrados conserva con amor y cuyos patriarcas y profetas venera con piedad; edificada sobre el fundamento de los apóstoles, cuya palabra siempre viva y cuyos propios poderes de pastores transmite fielmente a través de los siglos en el Sucesor de Pedro y en los obispos que guardan comunión con él; gozando finalmente de la perpetua asistencia del Espíritu Santo, compete a la Iglesia la misión de conservar, enseñar, explicar y difundir aquella verdad que, bosquejada hasta cierto punto por los profetas, Dios reveló a los hombres plenamente por el Señor Jesús. Nosotros creemos todas aquellas cosas que se contienen en la palabra de Dios escrita o transmitida y son propuestas por la Iglesia, o con juicio solemne, o con magisterio ordinario y universal, para ser creídas como divinamente reveladas21. Nosotros creemos en aquella infalibilidad de que goza el Sucesor de Pedro cuando habla ex cathedra22 y que reside también en el Cuerpo de los obispos cuando ejerce con él mismo el supremo magisterio23. 21. Nosotros creemos que la Iglesia, que Cristo fundó y por la que rogó, es sin cesar una por la fe, y el culto, y el vínculo de la comunión jerárquica24. La abundantísima variedad de ritos litúrgicos en el seno de esta Iglesia o la diferencia legítima de patrimonio teológico y espiritual y de disciplina peculiares no sólo no dañan a la unidad de la misma, sino que más bien la manifiestan25. 22. Nosotros también, reconociendo por una parte que fuera de la estructura de la Iglesia de Cristo se encuentran muchos elementos de santificación y verdad, que como dones propios de la misma Iglesia empujan a la unidad católica26, y creyendo, por otra parte, en la acción del Espíritu Santo, que suscita en todos los discípulos de Cristo el deseo de esta unidad27, esperamos que los cristianos que no gozan todavía de la plena comunión de la única Iglesia se unan finalmente en un solo rebaño con un solo Pastor. 23. Nosotros creemos que la Iglesia es necesaria para la salvación. Porque sólo Cristo es el Mediador y el camino de la salvación que, en su Cuerpo, que 21 Cf. Conc. Vat. I, Const. Dei Filius: Denz-Schön. 3011. 22 Cf. Ibíd., Const. Pastor aeternus: Denz-Schön. 3074.. 23 Cf. Lumen gentium, n. 25. 24 Ibíd., n. 8.18-23; decret. Unitatis redintegratio, n. 2. 25 Cf. Lumen gentium, n. 23; decret. Orientalium Ecclesiarum, n. 2.3.5.6.. 26 Cf. Lumen gentium, n. 8. 27 Cf. Ibíd., n. 15.

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24. Nosotros creemos que la misa que es celebrada por el sacerdote representando la persona de Cristo, en virtud de la potestad recibida por el sacramento del orden, y que es ofrecida por él en nombre de Cristo y de los miembros de su Cuerpo místico, es realmente el sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares. Nosotros creemos que, como el pan y el vino consagrados por el Señor en la última Cena se convirtieron en su cuerpo y su sangre, que en seguida iban a ser ofrecidos por nosotros en la cruz, así también el pan y el vino consagrados por el sacerdote se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, sentado gloriosamente en los cielos; y creemos que la presencia misteriosa del Señor bajo la apariencia de aquellas cosas, que continúan apareciendo a nuestros sentidos de la misma manera que antes, es verdadera, real y sustancial30.

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es la Iglesia, se nos hace presente28. Pero el propósito divino de salvación abarca a todos los hombres: y aquellos que, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan, sin embargo, a Dios con corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, por cumplir con obras su voluntad, conocida por el dictamen de la conciencia, ellos también, en un número ciertamente que sólo Dios conoce, pueden conseguir la salvación eterna29.

25. En este sacramento, Cristo no puede hacerse presente de otra manera que por la conversión de toda la sustancia del pan en su cuerpo y la conversión de toda la sustancia del vino en su sangre, permaneciendo solamente íntegras las propiedades del pan y del vino, que percibimos con nuestros sentidos. La cual conversión misteriosa es llamada por la Santa Iglesia conveniente y propiamente transustanciación. Cualquier interpretación de teólogos que busca alguna inteligencia de este misterio, para que concuerde con la fe católica, debe poner a salvo que, en la misma naturaleza de las cosas, independientemente de nuestro espíritu, el pan y el vino, realizada la consagración, han dejado de existir, de modo que, el adorable cuerpo y sangre de Cristo, después de ella, están verdaderamente presentes delante de nosotros bajo las especies sacramentales del pan y del vino31, como el mismo Señor quiso, para dársenos en alimento y unirnos en la unidad de su Cuerpo místico32. 26. La única e indivisible existencia de Cristo, el Señor glorioso en los cielos, no se multiplica, pero por el sacramento se hace presente en los varios lugares del orbe de la tierra, donde se realiza el sacrificio eucarístico. La misma existencia, después de celebrado el sacrificio, permanece presente en el Santísimo Sacramento, el cual, en el tabernáculo del altar, es como el corazón vivo de 28 Cf. Ibíd., n. 14.. 29 Cf. Ibíd., n. 16. 30 Cf. Conc. Trid., ses. 13: Decr. De Eucharistia: Denz-Schön. 1651.. 31 Cf. Ibíd.: Denz-Schön. 1642; Pablo Vl, Enc. Mysterium fidei: AAS 57 (1965) 766.. 32 Cf. Santo Tomás, Summa Theologica III, q.73 a.3

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La cena de Emaús (detalle). Caravaggio, 1606. Pinacoteca de Brera, Milán. 418

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nuestros templos. Por lo cual estamos obligados, por obligación ciertamente suavísima, a honrar y adorar en la Hostia Santa que nuestros ojos ven, al mismo Verbo encarnado que ellos no pueden ver, y que, sin embargo, se ha hecho presente delante de nosotros sin haber dejado los cielos. 27. Confesamos igualmente que el reino de Dios, que ha tenido en la Iglesia de Cristo sus comienzos aquí en la tierra, no es de este mundo (cf. Jn 18,36), cuya figura pasa (cf. 1 Cor 7,31), y también que sus crecimientos propios no pueden juzgarse idénticos al progreso de la cultura de la humanidad o de las ciencias o de las artes técnicas, sino que consiste en que se conozcan cada vez más profundamente las riquezas insondables de Cristo, en que se ponga cada vez con mayor constancia la esperanza en los bienes eternos, en que cada vez más ardientemente se responda al amor de Dios; finalmente, en que la gracia y la santidad se difundan cada vez más abundantemente entre los hombres. Pero con el mismo amor es impulsada la Iglesia para interesarse continuamente también por el verdadero bien temporal de los hombres. Porque, mientras no cesa de amonestar a todos sus hijos que no tienen aquí en la tierra ciudad permanente (cf. Heb 13,14), los estimula también, a cada uno según su condición de vida y sus recursos, a que fomenten el desarrollo de la propia ciudad humana, promuevan la justicia, la paz y la concordia fraterna entre los hombres y presten ayuda a sus hermanos, sobre todo a los más pobres y a los más infelices. Por lo cual, la gran solicitud con que la Iglesia, Esposa de Cristo, sigue de cerca las necesidades de los hombres, es decir, sus alegrías y esperanzas, dolores y trabajos, no es otra cosa sino el deseo que la impele vehementemente a estar presente a ellos, ciertamente con la voluntad de iluminar a los hombres con la luz de Cristo, y de congregar y unir a todos en aquel que es su único Salvador. Pero jamás debe interpretarse esta solicitud como si la Iglesia se acomodase a las cosas de este mundo o se entibiase el ardor con que ella espera a su Señor y el reino eterno. 28. Creemos en la vida eterna. Creemos que las almas de todos aquellos que mueren en la gracia de Cristo —tanto las que todavía deben ser purificadas con el fuego del purgatorio como las que son recibidas por Jesús en el paraíso en seguida que se separan del cuerpo, como el Buen Ladrón— constituyen el Pueblo de Dios después de la muerte, la cual será destruida totalmente el día de la resurrección, en el que estas almas se unirán con sus cuerpos. 29. Creemos que la multitud de aquellas almas que con Jesús y María se congregan en el paraíso forma la Iglesia celeste, donde ellas, gozando de la bienaventuranza eterna, ven a Dios, como Él es33 y participan también, ciertamente en grado y modo diverso, juntamente con los santos ángeles, 33 1Jn 3, 2; Benedicto XII, Const. Benedictus Deus: Denz-Schön. 1000.

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Año de la Fe 2012-2013 El niño y la Virgen aplastan a la serpiente (detalle de “La Madone des Palefreniers”). Caravaggio, (ci. 1606). Galería Borghese, Roma.

en el gobierno divino de las cosas, que ejerce Cristo glorificado, como quiera que interceden por nosotros y con su fraterna solicitud ayudan grandemente nuestra flaqueza34. 30. Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia; y creemos igualmente que en esa comunión está a nuestra disposición el amor misericordioso de Dios y de sus santos, que siempre ofrecen oídos atentos a nuestras oraciones, como nos aseguró Jesús: Pedid y recibiréis (cf. Lc 10,9-10; Jn 16,24). Profesando esta fe y apoyados en esta esperanza, esperamos la resurrección de los muertos y la vida del siglo venidero. Bendito sea Dios, santo, santo, santo. Amén. 34 Lumen gentium, n. 49.

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Representaci贸n de la Creaci贸n. Miniatura en Biblia. Par铆s, siglo XVI.

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Por TracEy Rowland

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uan Pablo II comenzó su primera encíclica con estas palabras: “El Redentor del Hombre, Jesucristo, es el centro del cosmos y la historia”. De este modo, hacía una advertencia y una demostración de que la Iglesia estaba debidamente preparada ante el marxismo, en boga en esa época, que consideraba que la historia del mundo estaba determinada por la dinámica del conflicto de clases. Como escribía el filósofo Peter Wust, de Sarre, en su obra Crisis in the West (Crisis en el Occidente), el hecho de conocerse el cristianismo a sí mismo implicaba por primera vez el descubrimiento del alcance total de la estructura metafísica del hombre y del rango real y potencial completo de su historia1. La Comisión Teológica Internacional, presidida por el Cardenal Ratzinger, expresó la posición en los términos siguientes: En los últimos tiempos, inaugurados en Pentecostés, Cristo resucitado,

Alfa y Omega, entra en la historia de los pueblos: a partir de ese momento, se abre el sentido de la historia y por lo tanto de la cultura, y el Espíritu Santo revela este sentido describiéndolo vívidamente y comunicándolo a

todos. La Iglesia es el sacramento de esta revelación y su comunicación.

Nueva Evangelización

Humus de la cultura cristiana

Milbank sostiene que la soberanía de Cristo se perdió con el nacimiento de la filosofía moderna, que no sólo se emancipó de la teología, sino también surgió del espacio de la naturaleza pura, algo que él considera una ficción creada por los teólogos del período barroco.

Centra nuevamente a todas las culturas donde Cristo es recibido, situándolas en el eje del mundo que viene, y restablece la unión quebrada por el Príncipe de este mundo. Así, la cultura se sitúa escatológicamente: tiende

hacia su consumación en Cristo, pero no puede salvarse sino mediante su asociación con el repudio del mal.

Empleando el lenguaje de las correspondencias trinitarias, el dominico inglés Aidan Nichols abordó el tema de lo que podría significar para una cultura estar centrada en Cristo: En primer lugar, una cultura debe tener conciencia de la trascendencia

como verdadero origen y fin de sí misma, y a esto llamamos la dimensión

“paterológica” tácita de la cultura, su referencia implícita al Padre. En segundo lugar, las formas empleadas por una cultura deben manifestar integridad —totalidad e interconexión—, claridad —transparencia en el significado— y armonía: una debida proporción en las formas de relación

de sus elementos constitutivos con la cultura como una totalidad. Y por cuanto estas cualidades —integridad, claridad y armonía— corresponden

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1 P. WUST, Crisis in the West, Sheed and Ward, Londres, 1931, 11.

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en teología clásica con el Hijo divino, el “Arte” de Dios y el esplendor del

Padre, podemos decir que tales características de la forma bella constituyen los aspectos específicamente cristológicos de la cultura… Y así, en tercer lugar, en el orden trinitario, el carácter espiritualmente vital y

proveedor de salud del ethos moral de nuestra cultura revela la dimensión pneumatológica de la cultura, su relación con el Espíritu Santo2.

Al celebrar el 30º aniversario de la encíclica cristológica del Papa Juan Pablo II, centré mi análisis únicamente en los problemas contemporáneos asociados con lo que Nichols llama la dimensión cristológica. Específicamente, me gustaría abordar la siguiente interrogante: ¿por qué la dimensión cristológica es tan débil en los países «Un punto de partida para del mundo occidental? este análisis es el juicio Un punto de partida para este análisis es el juicio de Alasdair de Alasdair MacIntyre MacIntyre en el sentido de que las instituciones de la cultura ocen el sentido de que las cidental contemporánea constituyen el terreno de una guerra civil instituciones de la cultura entre quienes proponen tres versiones rivales de la moralidad, la occidental contemporánea constituyen el terreno justicia y la verdad. En sentido amplio, estas versiones se distribuyen de una guerra civil entre en las siguientes categorías: la síntesis clásico-teísta, las filosofías de quienes proponen tres la Ilustración del siglo XVIII y la reacción romántica, en su forma versiones rivales de la nietzscheana, en el siglo XIX, contra la Ilustración. Según MacIntyre, moralidad, la justicia y la verdad. En sentido cada una de estas tres grandes tradiciones trae consigo su propia amplio, estas versiones lista de vicios y virtudes, sus nociones de racionalidad y justicia y se distribuyen en las sus enfoques de la relación entre fe y razón. En cada institución en siguientes categorías: la particular, es posible encontrar partidarios de las tres tradiciones, síntesis clásico-teísta, las filosofías de la Ilustración siendo que en algunas de ellas, como los tribunales y los parlamentos, del siglo XVIII y la reacción hay un predominio de los tipos iluministas, mientras en instituciones romántica, en su forma nietzscheana, en el siglo XIX, como las universidades y las profesiones con orientación más artística predominan los tipos románticos nietzscheanos. contra la Ilustración.» MacIntyre observa que las culturas caracterizadas por conflictos de valores entre las instituciones y dentro de las mismas estimulan a los individuos a fragmentar su propia identidad y usar distintas máscaras en los diversos contextos con el fin de evitar la marginación social. El intelectual checo Vaclav Havel ha descrito este comportamiento comparándolo con personas que en una cancha de fútbol están jugando al mismo tiempo para varios equipos, cada uno con un uniforme distinto, y sin saber en definitiva de cuál equipo son parte. MacIntyre señala que el comportamiento del rebelde sartreano, una especie sociológica popular en los círculos intelectuales y artísticos de los años 60, era una tentativa por parte del yo de defender su integridad contra las prácticas burocráticas que lo dividen de acuerdo con funciones determinadas por roles, 2 A. NICHOLS, Christendom Awake: On mientras la celebración contemporánea posmoderna de la diferencia Re-Energising the Church in Culture, es también, al menos en parte, una reacción contra lo que Weber Gracewing, Londres, 1999, 17.

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identificaba como la jaula de hierro de la razón instrumental. Lejos de ser “neutral en cuanto a los valores”, MacIntyre estima que las prácticas burocráticas son ideológicas, es decir, específicamente destinadas a estar al servicio de un fin político, en este caso ocultar el conflicto entre las tres tradiciones predominantes. Por cuanto la acción del liberalismo está dirigida a impedir la atracción hacia lo que podría describirse vagamente como los “valores fundamentales”, existe una tendencia social a socavar el criterio prudencial de los profesionales y circunscribir sus acciones mediante regulaciones obligatorias de valor supuestamente neutral. A consecuencia de esto, John Milbank ha observado que los profesionales “han perdido confiabilidad, por lo que son espiados incesantemente y evaluados en conformidad con una lista especial de verificación, mediante un procedimiento de rutina contrario a toda forma genuina de inculcar la excelencia”3. Milbank sostiene también que en la sociedad occidental contemporánea la soberanía de Cristo ha sido sustituida por la soberanía de la chusma. En su presentación de esta tesis, aplica la exposición de Giorgio Agamben sobre el homo sacer en la jurisprudencia romana para hacer un análisis del juicio de Cristo. Al incorporarse a la sucesión la plebe en Roma, se otorgó a la misma el derecho de perseguir a muerte a aquel que ésta como entidad colectiva hubiese condenado. Semejante individuo era declarado homo sacer: una persona expulsada de la comunidad. Para Milbank, Cristo fue homo sacer en tres oportunidades. Es abandonado en primer lugar por los líderes judíos en manos del gobernador de Roma, luego por los representantes de la soberanía en manos de la chusma soberano-ejecutiva, y por último entregado por ésta a los soldados romanos. Milbank señala como conclusión que no era posible condenar a Cristo basándose en la legislación judía o romana, y esto sólo podía ser llevado a cabo por una chusma en la cual se hubiese desintegrado el poder soberano y la delegación plebiscitaria4. La “soberanía de la chusma” y su yuxtaposición con la soberanía de Cristo es un tema recurrente en el análisis de Milbank de la cultura occidental contemporánea. Siguiendo a Jean-Yves Lacoste y Olivier Boulnois, Milbank sostiene que la soberanía de Cristo se perdió con el nacimiento de la filosofía moderna, que no sólo se emancipó de la teología, sino también surgió del espacio de la “naturaleza pura”, algo que él considera “una ficción” creada por los teólogos del período barroco. Mientras en la interpretación anterior a la modernidad, la Encarnación de Cristo y el hipostático descenso del Espíritu Santo inauguraron en la Tierra una contrapolítica que ejercía una contrasoberanía, alimentada por la aniquilación de la soberanía, en la teología del período barroco, especialmente en la obra

Lejos de ser neutral en cuanto a los valores, MacIntyre estima que las prácticas burocráticas son ideológicas, es decir, específicamente destinadas a estar al servicio de un fin político, en este caso ocultar el conflicto entre las tres tradiciones predominantes.

3 J. MILBANK, Being Reconciled: Ontology and Pardon, Routledge, Londres, 2003, 185. 4 Ibid, 91-93.

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«La teoría política de Francisco Suárez fue sumamente popular en el pensamiento social católico de mediados del siglo XX, pero se han objetado seriamente sus pretensiones de linaje tomista clásico, y en la actualidad hay consenso general en el sentido de que la noción de la existencia de dos extremos de la naturaleza humana, uno natural y otro sobrenatural, con sus correspondientes órdenes secular y sacro, es ajena al tomismo clásico.»

de Suárez (1548-1617), se desarrolla un dualismo entre naturaleza y gracia y entre lo natural y lo sobrenatural, igualándose lo natural con lo secular y lo sobrenatural con lo sagrado. La teoría política de Suárez fue sumamente popular en el pensamiento social católico de mediados del siglo XX, pero se han objetado seriamente sus pretensiones de linaje tomista clásico, y en la actualidad hay consenso general en el sentido de que la noción de la existencia de “dos extremos” de la naturaleza humana, uno natural y otro sobrenatural, con sus correspondientes órdenes secular y sacro, es ajena al tomismo clásico. Como señaló el erudito tomista Fr. I. Th. Eschmann, “por independientes que sean la Iglesia y el Estado (en el pensamiento de Santo Tomás), no pueden dejar ser partes de una res publica hominum sub Deo, principe universitatis”5. Los eruditos católicos que se denominan a sí mismos “tomistas liberales (whig)”, expresión acuñada por Michael Novak, siguen fomentando el dualismo de Suárez, siendo que esta línea divisoria entre los seguidores de Suárez y quienes prefieren una interpretación más bien premoderna es crucial en relación con la adhesión teológica a los fenómenos de la cultura moderna y posmoderna. Está surgiendo una nueva generación de filósofos de la política y teólogos católicos, que prefieren el concepto agustiniano de las dos ciudades y no el concepto de Suárez de los dos extremos, como lo ha expresado William T. Cavanaugh: Agustín no hace un mapa de las dos ciudades en el espacio, sino más bien las proyecta en el tiempo. El motivo por el cual Agustín debe hablar

necesariamente de dos ciudades no es porque existan ciertas búsquedas humanas propiamente terrestres y otras vinculadas con Dios, sino senci-

llamente porque Dios está libre del tiempo. La salvación tiene una historia cuyo clímax está en el advenimiento de Jesucristo, pero cuya culminación

permanece en el futuro. Cristo ha triunfado sobre los principados y los poderes, pero subsiste la resistencia a la acción salvadora de Cristo. Las dos ciudades no son las esferas sagrada y profana de la vida. Las dos ciudades son el ya y el no todavía del Reino de Dios 6.

5 I. T. ESCHMANN, St Thomas on the Two Powers , en Medieval Studies 20 (1958), 177-205, en p. 180. 6 W. T. CAVANAUGH, From One City to Two: Christian Reimagining of Political Space, por editarse, en The Journal of Political Theology. 7 CAVANAUGH, Theopolitical Imagination, T & T Clark, Edimburgo, 2003, 5.

De acuerdo con la interpretación de la historia intelectual y social que hace Cavanaugh, el Estado moderno no nació de la secularización de la política, sino de la sustitución de la imagen del cuerpo de Cristo por una teología herética de la salvación mediante el Estado7. Mientras la modernidad representa la salvación mediante el Estado, la posmodernidad está llegando a representar la salvación mediante la globalización. Al reemplazarse la soberanía de Cristo por la soberanía de la chusma, el consumo del Cuerpo y la Sangre de Cristo es reemplazado por

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el consumo de marcas que sirven como símbolos de algún atributo personal o social deseado. Según Naomi Klein, autora del best seller No Logo del año 2002, las corporaciones multinacionales con marcas registradas venden imágenes y estilos de vida más que meros productos: “La creación de marcas implica ideas, actitudes, un estilo de vida y valores incorporados en el logotipo. El ‘logotipo trascendental’ sustituye al mundo tangible de la mercadería, de los ‘productos ligados a la tierra’”8. Por ejemplo, un par de calzoncillos de Dolce e Gabbana costará varias veces más que la misma prenda sin el logotipo D e G. El consumidor no compra el producto caro con la marca del diseñador debido a una calidad superior del tejido o la confección, sino porque cree que el logotipo otorgará pseudo-sacramentalmente un atributo social deseado, como la destreza física de David Beckham, al cual se le han pagado millones de libras esterlinas por aparecer fotografiado usando el producto. El poder de las marcas y los logotipos en el mercado da testimonio de una necesidad subliminal de lo sacramental en la posmodernidad, es decir, de señales y símbolos que otorguen definición al yo individual. De Maeseneer, en un fascinante ensayo en que compara la recepción de los estigmas por San Francisco de Asís con los mecanismos mediante los cuales los logotipos de las marcas se graban en la memoria humana, desarrolla la tesis según la cual las corporaciones multinacionales con marcas registradas tienen su propio programa teo-estético9. Lugares como Eurodisney y los diversos almacenes Disney no sólo son, como dice uno de mis amigos franceses, “un Chernobyl cultural”; se señala también que en la cultura secular constituyen un equivalente de los espacios sagrados en los cuales sigue habiendo una promesa de evasión de lo mundanal. William Cavanaugh considera que “la kenosis de Dios crea la posibilidad de un sujeto humano muy distinto al yo consumidor”. Sin embargo, llega a la conclusión de que “la solución trinitaria para el ego desamparado en busca de un símbolo mediante el cual definirse está actualmente eclipsada por el mercado. Los logotipos de las marcas de diseñadores han sustituido a la Eucaristía como fuente de unidad o falta de unidad del yo”10. Para Cavanaugh y Milbank, el actual neoliberalismo global representa un carácter sacro en rivalidad con el de Cristo: “Las relaciones económicas no operan en conformidad con leyes neutrales en cuanto a los valores, sino más bien como portadoras de convicciones específicas sobre la naturaleza de la persona humana, sus orígenes y su destino. En toda economía hay una antropología y una teología implícitas”11. En contraste con la ideología del neoliberalismo global, Cavanaugh cree que una teología eucarística “produce una catolicidad que no prescinde simplemente de lo local, pero contiene lo universal católico dentro de cada materialización local del Cuerpo de Cristo”12. Por

De Maeseneer, en un fascinante ensayo en que compara la recepción de los estigmas por San Francisco de Asís con los mecanismos mediante los cuales los logotipos de las marcas se graban en la memoria humana, desarrolla la tesis según la cual las corporaciones multinacionales con marcas registradas tienen su propio programa teo-estético.

8 N. KLEIN, No Logo: No Space, No Choice, No Jobs, Verso, Londres, 2002, 22. 9 Y. DE MAESENEER,“Saint Francis Versus McDonald’s? Contemporary Globalization Critique and Hans Urs von Balthasar’s Theological Aesthetics”, en The Heythrop Journal XLIV, 1-14. 10 CAVANAUGH,“Balthasar, Globalisation and the Problem of the One and the Many”, en Communio 28, 324-347, en p. 342. 11 Ibid., 325. 12 Id.,“The World in a Wafer: A Geography of the Eucharist as Resistance to Globalization”, en Modern Theology 15/2, 181-196, en p. 182.

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Para Cavanaugh y Milbank, el actual neoliberalismo global representa un carácter sacro en rivalidad con el de Cristo: Las relaciones económicas no operan en conformidad con leyes neutrales en cuanto a los valores. (…)

consiguiente, “el consumidor de la Eucaristía ya no es el sujeto esquizofrénico del capitalismo global, a merced de las olas en un mar de presentes inconexos, sino alguien que camina en una historia con un pasado, presente y futuro”13. Más que la ideología del neoliberalismo, la cristiandad es la tradición en la cual puede en definitiva conciliarse la división entre persona corriente y aristócrata, universal y particular, distrito y comunidad global. En esta tradición existe el lugar más sagrado, pero se encuentra más allá del tiempo, en la eternidad de la Nueva Jerusalén, mientras en el período entre la primera Pascua y la consumación del mundo, la Eucaristía une lo universal y lo particular en una multitud de lugares sagrados en todo el mundo. La teología de la Eucaristía y su conexión del amor con la vida social es expresada vigorosamente por Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis:

13 Ibid., 192.

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El hombre ha sido creado para la felicidad eterna y verdadera, que sólo

el amor de Dios puede dar. Pero nuestra libertad herida se perdería si no fuera posible experimentar, ya desde ahora, algo del cumplimiento futuro. Por otra parte, todo hombre, para poder caminar en la dirección

correcta, necesita ser orientado hacia la meta final. Esta meta última, en realidad, es el mismo Cristo Señor, vencedor del pecado y la muerte, que

se nos hace presente de modo especial en la Celebración eucarística. De este modo, aún siendo todavía como “extranjeros y forasteros” (1 P 2, 11)

en este mundo, participamos ya por la fe de la plenitud de la vida re-

sucitada. El banquete eucarístico, revelando su dimensión fuertemente

(…) sino más bien como portadoras de convicciones específicas sobre la naturaleza de la persona humana, sus orígenes y su destino. En toda economía hay una antropología y una teología implícitas.

escatológica, viene en ayuda de nuestra libertad en camino14.

14 BENEDICTO XVI, Sacramentum Caritatis 30.

«De acuerdo con la interpretación de la historia intelectual y social que hace Cavanaugh, el Estado moderno no nació de la secularización de la política, sino de la sustitución de la imagen del cuerpo de Cristo por una teología herética de la salvación mediante el Estado. Mientras la modernidad representa la salvación mediante el Estado, la posmodernidad está llegando a representar la salvación mediante la globalización.»

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«De manera prescriptiva, Urs von Balthasar advierte que la tarea de hacer que la existencia histórica de Cristo sea la norma de toda existencia individual es obra del Espíritu Santo y que todo, en el orden sacramental, debe incorporarse en el nivel personal, como mediación y encuentro, como un gesto que expresa la intención personal, y por lo tanto siempre comunica gracias personales, históricas, y crea situaciones personales, históricas.»

Más que la ideología del neoliberalismo, la cristiandad es la tradición en la cual puede en definitiva conciliarse la división entre persona corriente y aristócrata, universal y particular, distrito y comunidad global. (…)

En esta Exhortación, el Papa Benedicto llega a enlazar el sacramento de la caridad, como llama a la Eucaristía, con el amor del hombre y la mujer unidos en matrimonio. El vínculo matrimonial está intrínsecamente conectado con la unidad eucarística de Cristo, el Novio, con Su Novia, la Iglesia. Esta visión de la Eucaristía como afirmación de la libertad de la persona individual, por una parte, y fuente de unidad por otra, ha sido expresada poéticamente por Gottfried Benn, un médico alemán y poeta expresionista del siglo XX. En el poema Verlorenes Ich (El ego perdido), escribió: Oh, cuando todos se inclinaban hacia un centro y hasta los pensadores sólo pensaban en el dios, cuando se dispersaban hacia los pastores y el cordero, cada vez que la sangre del cáliz los limpiaba/y todos fluían

desde la única herida, todos partían el pan que cada hombre comía – oh, distante y apremiante hora cumplida, que en otros tiempos cubría también al ego perdido15.

15 G. BENN, Verlorenes Ich, en L. FORSTER (ed.), The Penguin Book of German Verse, Penguin, Hamondswor th, 1980, 427. Benn era hijo de un pastor luterano que prestó servicios como médico en un burdel del ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial y posteriormente ejerció como especialista en enfermedades venéreas durante el período de la República de Weimar. Fue simpatizante nazi durante un período breve, en los años 1933 y 1934, pero luego pasó a ser contrario a los nazis y fue perseguido por ellos.

Si bien lo anterior constituye una relación sobre una patología, señalando dónde es débil la dimensión cristológica, no responde totalmente la pregunta del porqué. Aun cuando se puede decir que el secularismo es una religión alternativa y la soberanía de la chusma ha sustituido a la soberanía de Cristo, y que el ego perdido está vagando en los mercados del mundo en busca de un hogar espiritual, fascinado con las señales y los símbolos de compañías mediante los cuales podría construirse una identidad propia, estas explicaciones con todo no dan cuenta de por qué la Iglesia ha sido tan ineficaz pastoralmente como para que semejantes condiciones sociales existan. Se puede sostener aquí que el problema es fundamentalmente litúrgico. En su relación sobre el nacimiento del secularismo, Von Balthasar comienza con el período del Renacimiento, en el cual de la realización cultural como producto de una vida impregnada de la consagración litúrgica de la religión se pasa a una situación en la cual la realización cultural como fin en sí mismo adquiere prioridad. Él sugiere que esta

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transición del Renacimiento refleja una transición parecida de la época clásica, desde Esquilo, para quien el arte todavía era parte de la vida litúrgica, hasta Eurípides, para quien ya se había convertido en un fin en sí mismo. De manera prescriptiva, Von Balthasar advierte que la “tarea de hacer que la existencia histórica de Cristo sea la norma de toda existencia individual es obra del Espíritu Santo y que todo, en el orden sacramental, debe incorporarse en el nivel personal, como mediación y encuentro, como un gesto que expresa la intención personal, y por lo tanto siempre comunica gracias personales, históricas, y crea situaciones personales, históricas”16. La pregunta consiste entonces en determinar cómo lo sacramental se incorpora en lo personal. Aquí es útil el trabajo de Jean Borella. Borella sostiene que el sentido de lo sobrenatural es de naturaleza superior, es decir, un sentido según el cual las posibilidades de la existencia no se limitan a nuestra experiencia común. Para que este sentido despierte en las personas, ellas necesitan tener una experiencia de formas que en sí mismas no remitan a nada mundano. Si bien siempre hay implícitos elementos del mundo físico —de lo contrario ninguna experiencia del mismo sería posible—, éstos se sitúan fuera del orden natural al cual pertenecían originalmente y se consagran con el fin de hacer presentes realidades de otro orden17. Como destaca Louis Dupré, el propósito de un acto ritual no es repetir la acción común que simboliza, sino otorgar significado a la misma en una perspectiva superior. Una reducción de los gestos rituales a una actividad común anularía todo el propósito de la ritualización, que es transformar la vida, y no imitarla18. Si bien es difícil generalizar sobre la totalidad del mundo occidental, ciertamente, en los sectores de habla inglesa del mismo, las prácticas litúrgicas han sido bastante problemáticas, por lo menos desde los

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«Mientras no se resuelvan estos problemas, las dimensiones cristológicas de la cultura occidental seguirán siendo débiles, porque el orden sacramental no estará suficientemente incorporado en lo personal. Además de que nuestra juventud no experimentará amor por la Eucaristía, sus intelectos no estarán muy receptivos a la obra del Espíritu Santo, porque entre sus recuerdos no se encontrará algo así como un momento de Transfiguración.»

(…) En esta tradición existe el lugar más sagrado, pero se encuentra más allá del tiempo, en la eternidad de la Nueva Jerusalén, mientras en el período entre la primera Pascua y la consumación del mundo, la Eucaristía une lo universal y lo particular en una multitud de lugares sagrados en todo el mundo.

16 H. U. VON BALTHASAR, A Theology of History, Ignatius Press, San Francisco, 1994, 82-83. 17 J. BORELLA, The Sense of the Supernatural, T & T Clark, Edimburgo, 1998, 59. 18 L. DUPRÉ, Symbols of the Sacred, Eerdmans, Grand Rapids, 2000, 13.

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La noción según la cual uno sólo se encuentra a sí mismo mediante actos de amor (el tema de Gaudium et Spes 24), es precisamente lo que rechaza el nietzscheano. Para el nietzscheano, Gaudium et Spes 24 es la perspectiva moral del esclavo.

«Al reemplazarse la soberanía de Cristo por la soberanía de la chusma, el consumo del Cuerpo y la Sangre de Cristo es reemplazado por el consumo de marcas que sirven como símbolos de algún atributo personal o social deseado.»

años 70. Lo que el Papa Benedicto llama pragmatismo pastoral o hacer descender a Dios al nivel de la gente, como la liturgia en reuniones para tomar té en las parroquias y la música sacra pop, ha sido parte importante de la experiencia con la liturgia de cualquier niño católico durante los últimos cuarenta años. Mientras no se resuelven estos problemas, las dimensiones cristológicas de la cultura occidental seguirán siendo débiles, porque el orden sacramental no estará suficientemente incorporado en lo personal. Además de que nuestra juventud no experimentará amor por la Eucaristía, sus intelectos no estarán muy receptivos a la obra del Espíritu Santo, porque entre sus recuerdos no se encontrará algo así como un momento de Transfiguración. Sus experiencias litúrgicas y sacramentales no se habrán liberado suficientemente de lo mundano. Al parecer, podrán optar entre seguir a la chusma y buscar una identidad propia en las señales y los símbolos del mercado o buscar la opción del rebelde sartreano o nietzscheano, que si bien representa de alguna manera una forma de liberarse de la chusma, obliga a una actitud fundamental contra el amor, es decir, contra el tipo de compromisos humanos que parecen poner límites al ejercicio de la libertad humana. La primera opción —seguir a la chusma— representa una variedad de la falta de autenticidad, que el joven Karol Wojtyla llama conformismo servil, mientras la segunda opción representa una especie de falta de autenticidad descrita por Wojtyla como no participación: un alejamiento estoico de la comunidad y la vida pública justificado por

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La cultura superior de Europa adquirió la universalidad de la Iglesia

que la engendró. Al mismo tiempo, sobrevivió la experiencia esencial de

membresía, para representarse constantemente en la Misa: la comunión, que también es establecida por la comunidad. Precisamente en esta experiencia se renovó nuestra cultura común, y el arte de nuestra cultura

es testimonio de esto, ya sea honrando o deshonrando el pensamiento de la encarnación de Dios20.

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el hecho de ser todo demasiado banal o requerir demasiada entrega de sí mismo. La noción según la cual uno sólo se encuentra a sí mismo mediante actos de amor (el tema de Gaudium et Spes 24), es precisamente lo que rechaza el nietzscheano. Para el nietzscheano, Gaudium et Spes 24 es la perspectiva moral del esclavo. El conformismo servil con los objetos del deseo de la chusma no es un rechazo deliberado del verdadero amor, sino puramente una situación en que no se sabe dónde es posible encontrar el verdadero amor. Sin embargo, la opción de la no participación, de un alejamiento estoico en los sueños o proyectos personales del yo emocionalmente desapegado, representa realmente una exclusión consciente contra el amor. Así, las soluciones para el problema de la debilidad de la dimensión cristológica parecen residir en los ámbitos de lo sacramental, especialmente el sacramento de la Eucaristía, y en la liturgia que, como se dijo, está íntimamente vinculada con la Eucaristía. Pero, también residen en asumir una actitud crítica ante la tendencia a socavar el criterio prudencial de los profesionales circunscribiendo el ejercicio de dicho criterio mediante regulaciones burocráticas destinadas a impedirles promover sus propios valores morales. En Occidente, no menos que en los ex países comunistas, la gente necesita aprender a vivir en la verdad y a oponer resistencia a que su integridad sea socavada por regulaciones ideológicas. Además, la Iglesia misma necesita oponer resistencia a la posibilidad de enredarse a causa de ese tipo de regulaciones y a la tendencia a imitar las prácticas corporativas modernas. El Beato John Henry Newman escribió que la Iglesia no es un mero credo o filosofía, sino un contrarreinado ante el cual todos deben inclinarse y lamer el polvo de sus pies de manera que el mundo pueda llegar a ser un objeto digno de amor19. La soberanía de Cristo se ejerce a través de Su Iglesia, y su contacto personal con sus súbditos se lleva a cabo mediante la administración hecha por la Iglesia de los sacramentos, incorporados en ritos litúrgicos. Se puede entonces tomar la antropología teológica de Redemptor hominis y la teología litúrgica de Sacramentum Caritatis y visualizar a la segunda proporcionando la sanación cultural que es preciso emprender para la restauración de la primera como principio infraestructural de la civilización occidental y ciertamente de todo el mundo. Como ha concluido el filósofo inglés Roger Scruton:

En Occidente, no menos que en los ex países comunistas, la gente necesita aprender a vivir en la verdad y a oponer resistencia a que su integridad sea socavada por regulaciones ideológicas.

19 J. H. NEWMAN, Sermons Bearing on Subjects of the Day, primera edición, 257 y 120; citado por Christopher Dawson en C. DAWSON, St Augustine and His Age, en Id., Enquiries into Religion and Culture, Sheed & Ward, Londres, 1933, 254. 20 R. SCRUTON, The Philosopher on Dover Beach, Carcanet, Manchester, 1990, 123.

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«Retorna inmediatamente la escena tan familiar de Pablo en las calles de Atenas (Hch. 17, 16-34). No ha cambiado tanto desde entonces. Las calles de nuestra ciudad están repletas de nuevos ídolos. El interés hacia un muy genérico sentido religioso parecería tomarse una especie de revancha: expresiones religiosas se multiplican y frecuentemente están vacías de espesor racional. En algunos casos se sigue el soplo de la emotividad, en otros, al contrario, diversas formas de fundamentalismo; ambos no indican otra cosa que la ausencia de espesor intelectual.» San Pablo, Dibujo de Rembrandt, París. Bibioteca Nacional de Francia.

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Por Rino Fisichella

Nueva Evangelización

La Nueva evangelización ¿Qué es? J

esús de Nazaret ha querido la Iglesia para que fuera la continuación viva de su presencia en medio del mundo. En los dos mil años transcurridos desde aquel mandato de ir por el mundo entero para anunciar el Evangelio y hacer discípulos a todos los pueblos de la tierra, la Iglesia nunca abandonó esta obligación tan esencial para su propia vida. Esta es una misión que se manifiesta sobre todo en un momento de crisis como el que estamos atravesando. Estamos por entrar en una nueva era del mundo todavía incierta en sus primeros pasos y que parece vacilar por la debilidad del pensamiento. Por este motivo, el rol de los católicos adquiere mayor importancia por la riqueza de la tradición que supimos construir en el pasado. El Papa Benedicto XVI ha instituido el 21 de septiembre de 2010, fiesta litúrgica de san Mateo Apóstol y Evangelista, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. Una intuición verdaderamente “profética”, porque atiende a nuestro presente con la intención de dar una respuesta significativa a los grandes desafíos que tenemos por delante; y al mismo tiempo, con clarividencia nos obliga a mirar el futuro, para comprender de qué manera, la Iglesia deberá desempeñar su ministerio en un mundo sometido a grandes transformaciones culturales que determinan el inicio de una nueva época de la humanidad. Con este pensamiento profético, el Papa quiere dar nuevamente fuerza al espíritu misionero de la Iglesia, sobre todo en aquellos lugares donde la fe pareciera debilitarse por la presión del secularismo. En un momento como el actual, somos invitados a ser misioneros con la fuerza de la razón. Mostrar que ella y sus conquistas no se contraponen a los contenidos de la fe, porque la búsqueda de la verdad es común, y no se puede aislar en uno solo de sus componentes; esto es tal vez lo que nuestros contemporáneos esperan. No será inútil, entonces, partir del concepto mismo de “nueva evangelización”, del cual debemos estudiar el sentido, producir una sistemática comprensión y explicación, sobre todo en el magisterio de los últimos Pontífices, para que no aparezca como una fórmula

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Se podrá discutir largamente sobre el sentido de la expresión “nueva evangelización”. Preguntarse si el adjetivo determina al término no carece de racionalidad, pero tampoco agota la cuestión. El hecho de que se la llame “nueva” no pretende cualificar los contenidos de la evangelización que permanecen iguales, sino la condición y la modalidad en la cual viene realizada.

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«Etiamsi daremus non esse Deum. La expresión de Grocio aparecía a la luz. Mirando bien, las interpretaciones iban más allá de la intención del jusnaturalista holandés. Para el filósofo, en realidad, lo que importaba demostrar era el fundamento del derecho natural que conservaba todo su valor en sí mismo al punto de poder sobrevivir sin la demostración de la existencia de Dios. Sin embargo, progresivamente, de la simple enunciación de un principio teórico la secularización se infiltró en las instituciones hasta llegar a ser en nuestros días, cultura y comportamiento de masa, al punto que no podemos percibir sus límites objetivos.»

Ponerse al servicio del hombre para comprender el ansia que lo mueve y proponer un camino de salida que le brinde serenidad y alegría es lo que se resume en la bella noticia que la Iglesia anuncia. Nueva evangelización, porque nuevo es el contexto en que viven nuestros contemporáneos, frecuentemente agredidos aquí y allá por teorías e ideologías trasnochadas.

* Extracto de conferencia pronunciada por el autor en la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín.

abstracta, y sobre todo para que no se piense que en el pasado reciente la Iglesia se hubiese apartado de lo que constituye su esencia. El Señor Jesús ha querido su Iglesia para transmitir de manera viva su Evangelio de generación en generación, sin tener en cuenta ninguna frontera territorial ni temporal. Se podrá discutir largamente sobre el sentido de la expresión “nueva evangelización”. Preguntarse si el adjetivo determina al término no carece de racionalidad, pero tampoco agota la cuestión. El hecho de que se la llame “nueva” no pretende cualificar los contenidos de la evangelización que permanecen iguales, sino la condición y la modalidad en la cual viene realizada. Benedicto XVI en la Carta Apostólica Ubicumque et semper subraya con razón que considera oportuno “ofrecer respuestas adecuadas para que la Iglesia entera se presente al mundo contemporáneo con un arrojo misionero capaz de promover una nueva evangelización”. Alguno podría insinuar que decidirse por una nueva evangelización equivale a juzgar la acción pastoral desarrollada precedentemente por la Iglesia como fracasada por la negligencia puesta o por la poca credibilidad de sus hombres. Incluso esta consideración no carece de plausibilidad, sólo que se detiene en el aspecto sociológico en su fragmentariedad sin considerar que la Iglesia en el mundo presenta rasgos de santidad constante y de testimonios creíbles que todavía hoy son sellados con la entrega de la vida. Efectivamente, el martirio de tantos cristianos no es distinto del ofrecido en el transcurso de nuestra multisecular historia, y sin embargo es verdaderamente nuevo porque lleva a los hombres de nuestro tiempo, a menudo indiferentes, a reflexionar sobre el sentido de la vida y el don de la fe. Cuando desaparece la búsqueda del genuino sentido de la existencia, cuando se lo susti-

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Para el próximo mes de octubre el Sumo Pontífice Benedicto XVI ha fijado dos eventos de grandísima importancia en orden al objetivo principal de su pontificado: descubrir la alegría de creer y el entusiasmo de transmitir la fe profesada. El día 11 de Octubre tendrá lugar el inicio del Año de la Fe en coincidencia con el quincuagésimo aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, siendo que para ese mismo mes ha sido convocada la Asamblea General del Sínodo de los Obispos que tratará el tema La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Dos eventos que se reclaman el uno al otro, cuya importancia y centralidad, por lo que se refiere a este pontificado, la confirman a todo momento la claridad de las intervenciones del Papa que buscan concentrar en este momento la atención de toda la Iglesia.

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Asamblea general del Sínodo de los Obispos y nueva evangelización

Todo cristiano está llamado a tomar conciencia de que su fe es fruto de una ininterrumpida e intrépida obra de evangelización que el Espíritu Santo, sirviéndose de instrumentos humanos, guía a través de la historia. En la conferencia de prensa donde se diera a conocer el Instrumentum laboris del Sínodo de La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana (7 al 28 octubre 2012), el arzobispo Nikola Eterovic, Secretario General del mismo, señaló que “los padres sinodales deliberarán sobre la transmisión de la fe cristiana. Se trata de uno de los grandes desafíos de la Iglesia que será profundizado en el contexto de la nueva evangelización. La reflexión sinodal será enriquecida gracias a la relación con el Año de la Fe que comenzará el 11 de octubre”. (Ver más información sobre el Año de la Fe en sección Panorama de este número, p. 565).

tuye por senderos que asemejan una selva de propuestas efímeras, sin que se comprenda el peligro que esto significa, entonces es justo hablar de nueva evangelización. Ella se transforma en una verdadera provocación a tomar en serio la vida para orientarla hacia un sentido completo y definitivo que encuentra su verdadera garantía en Jesús de Nazaret. Él, manifestación del Padre y su revelación histórica, es el Evangelio que todavía hoy anunciamos como respuesta al interrogante que inquieta al hombre desde siempre. Ponerse al servicio del hombre para comprender el ansia que lo mueve y proponer un camino de salida que le brinde serenidad y alegría es lo que se resume en la bella noticia que la Iglesia anuncia. Por tanto, nueva evangelización, porque nuevo es el contexto en que viven nuestros contemporáneos, frecuentemente agredidos aquí y allá por teorías e ideologías trasnochadas.

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La secularización

Uno de los primeros datos que emerge como proyecto del secularismo es el tentativo espasmódico de obtener la plena autonomía. El hombre contemporáneo está fuertemente caracterizado por el celo de la propia autonomía y la responsabilidad de vivir a su manera. Olvidando toda relación con la trascendencia, se ha vuelto alérgico a todo pensamiento especulativo y se limita al simple momento histórico, al instante, creyendo ilusoriamente que es verdad sólo lo que es fruto de la verificación científica.

Aparece en el horizonte el gran tema de la secularización, que quisiera exponer brevemente en sus rasgos más característicos. Ya ha pasado medio siglo desde cuando veía la luz el “manifiesto” de la secularización moderna propuesto y modificado sobre las ideas iniciales de D. Bonhoeffer. La ciudad secular del profesor H. Cox de la Iglesia Bautista estadounidense, y Dios no existe del obispo anglicano de Woolwich, J. A. T. Robinson, daban a conocer al gran público las ideas madres de un movimiento que tenía un horizonte más amplio y raíces mucho más profundas de cuanto conocemos por la influencia en la teología y a nivel eclesial. El programa se concentraba en torno a la expresión que se ha convertido en tecnicismo: vivir y construir un mundo etsi Deus non daretur. El desafío venía a ponerse, en aquella época, sobre un terreno sumamente fértil y encontraba rápidamente un entusiasmo y receptividad que hoy, con el paso de los años, lleva a preguntarse con cuánto espíritu crítico fue recibido y acompañado. La Iglesia había terminado recientemente su segundo Concilio Vaticano y en el horizonte ya se dejaban entrever los síntomas de una crisis que llegaría a cautivar a muchos creyentes; mientras, el Occidente terminaba de vivir la gran contestación juvenil del ‘68. En una palabra, muchos parecían encontrar en la idea de la secularización la clave para darle al mundo su autonomía y a la Iglesia la posibilidad de descubrir la simplicidad de los orígenes. Sin embargo, no todo lo que relucía era oro. Etiamsi daremus non esse Deum. La expresión de Grocio aparecía a la luz. Mirando bien, las interpretaciones iban más allá de la intención del jusnaturalista holandés. Para el filósofo, en realidad, lo que importaba demostrar era el fundamento del derecho natural que conservaba todo su valor en sí mismo al punto de poder sobrevivir sin la demostración de la existencia de Dios. Sin embargo, progresivamente, de la simple enunciación de un principio teórico la secularización se infiltró en las instituciones hasta llegar a ser en nuestros días, cultura y comportamiento de masa, al punto que no podemos percibir sus límites objetivos. Como todo fenómeno, también la secularización está sometida a la ambigüedad y a la pluralidad de las interpretaciones. Difícil precisar el verdadero rol que Bonhoeffer desempeñó en este movimiento; mucho más complejo es aún el tratar de individuar el verdadero sentido de su manifiesto en la Carta: “Se impone reconocer honestamente el deber de vivir en el mundo como si no existiese algún Dios, ¡y esto es realmente lo que reconocemos plenamente delante de Dios! Dios mismo nos conduce a esta conciencia: nos hace saber que debemos vivir como hombres que pueden arreglárselas sin Él. ¡El Dios que está con nosotros es el

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Dios que nos abandona (Mc.15, 34)! Estamos continuamente en presencia del Dios que nos hace vivir en el mundo sin la hipótesis de Dios”1 Frente a movimientos de pensamiento que se apoyan sobre conceptos así genéricos y a menudo utópicos, los equívocos y los extremismos no tardan en aparecer; de diversas maneras, la secularización degeneró en secularismo, con sus consecuencias negativas sobre todo en el horizonte de la comprensión Mons. Rino Fisichella, presidente de la existencia personal. Sedel Consejo Pontificio para la Nueva cularismo, de hecho, dice disEvangelización. tancia de la religión cristiana; ésta no tiene y no puede tener ninguna voz en el momento en que se habla de vida privada, pública o social. La existencia personal se construye prescindiendo del horizonte religioso, que queda relegado a un mero sector privado que no debe incidir en la vida de las relaciones interpersonales, sociales o civiles. Por otra parte, en el horizonte privado, la religión tiene un puesto bien delimitado; de hecho ella sólo interviene en parte y marginalmente en el juicio ético y en los comportamientos. A este punto, decir que la secularización es un fenómeno religiosamente neutro significa no captar las consecuencias que se manifiestan en estos decenios y que tienen sus raíces en el secularismo. De cualquier manera que se quiera juzgar la autonomía del hombre, ella nunca podrá ser separada de su vinculación original con el creador; cortar el cordón umbilical no puede significar otra cosa que rechazar al que nos ha engendrado. Una autonomía creatural, en todo caso, debe tener como base la experiencia de la gratuidad, sin la cual es imposible una comprensión coherente de la identidad personal. En fin, reducir todo el proceso de la secularización a una crítica del fanatismo religioso o de la intolerancia significa perder de vista la globalidad del movimiento y sus diversos rostros con los cuales se ha presentado. Pasado el entusiasmo que en los años ‘60 había contagiado a muchos, se debe concluir que el proceso de secularización y secularismo ha identificado demasiado apresuradamente a Dios como una función sucedánea de la vida. En el horizonte contemporáneo, sin embargo, en el que la cultura de la muerte parece superar a la vida misma,

Dios pierde su lugar central. la consecuencia que se deriva, sin embargo, es que el hombre mismo viene a perder también el suyo. El “eclipse” del sentido de la vida hace que el hombre no sepa más como colocarse, que no encuentrE más su lugar en la creación y en la sociedad.

1 Resistenza e Resa. Lettere dal carcere, Milano 1969, 278-279; Sobre Bonhoeffer siempre permanece válida la obra de I. Mancini, Bonhoeffer, Firenze 1969; sobre este aspecto, cf. pp 329-438.

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Instrumentum laboris para el Sínodo sobre La nueva evangelización

El mayor desafío que afronta hoy la Iglesia es la secularización. Y no sólo en Europa. Así lo han señalado Episcopados, Congregaciones o movimientos de todo el mundo, consultados por la Santa Sede, que ha elaborado, a partir de sus respuestas, el Instrumento de trabajo para el próximo Sínodo de los Obispos, en octubre, sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana

¿Cómo será la Iglesia dentro de cincuenta años? ¿Habrá rostros jóvenes, o sólo quedarán personas ancianas? ¿Será el cristianismo un elemento decisivo de renovación, creatividad y esperanza para las sociedades y culturas? La respuesta que vayan a tener estas preguntas depende de una factor decisivo: la nueva evangelización. Los dos últimos Papas lo habían comprendido, desde hace bastantes años. Juan Pablo II, quien acuñó el término nueva evangelización, le dedicó buena parte de su pontificado, y ahora Benedicto XVI ha hecho de este desafío su brújula. El 19 de junio, la Santa Sede publicaba un documento en el que se puede constatar cómo ahora la nueva evangelización se ha convertido en la preocupación más grande de los cristianos del planeta, no sólo en la vieja Europa. Se trata del Instrumentum laboris, es decir, el documento de trabajo, que plantea los temas que deberán afrontar los obispos del mundo, del 7 al 28 de octubre, en el Vaticano, bajo la presidencia de Benedicto XVI, para discutir sobre el tema: La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. En algo menos de noventa páginas, el texto recoge las respuestas a una especie de sondeo mundial, realizado por la Santa Sede para preparar esa cumbre episcopal. Ninguna empresa de estudios de opinión realiza una investigación geográficamente tan amplia. Han participado en las respuestas las Conferencias Episcopales de todo el mundo, las Iglesias de Oriente y de Occidente, los organismos de la Curia Romana, las Congregaciones religiosas, así como personas individuales (obispos, sacerdotes, miembros de Institutos de vida consagrada, laicos, asociaciones y movimientos eclesiales...) ¿Un mundo sin Dios? Las respuestas son claras y convergentes: el mayor desafío actual de la Iglesia católica es la secularización, es decir, el modelo o forma de vida de millones de personas que viven como si Dios no existiera. La novedad más clara de este documento es que este desafío, antes, se circunscribía sobre todo a las sociedades económicamente más desarrolladas de Occidente. Ahora, se constata que la secularización ha penetrado todos los continentes, en países de antigua cristianización y de cristianización más reciente. En cierto sentido, se trata de otro de los efectos de la globalización. El documento muestra, a partir de la respuesta de las comunidades locales, cómo la secularización ha cambiado, respecto a décadas anteriores: «En estos años, la secularización no tiene tanto la forma pública

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de discursos directos y fuertes contra Dios, la religión y el cristianismo, aun cuando en algún caso estos tonos anticristianos, antirreligiosos y anticlericales se han hecho escuchar también recientemente. Como señalan muchas respuestas, la secularización ha asumido más bien un tono débil que ha permitido a esta forma cultural invadir la vida cotidiana de las personas y desarrollar una mentalidad en la cual Dios está, de hecho, ausente, en todo o en parte, de la existencia y de la conciencia humana». Los efectos de esta mentalidad, descritos por el documento publicado por la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, son evidentes en cualquier parroquia: «Debilidad de la vida de fe de las comunidades cristianas, disminución del reconocimiento de la autoridad del Magisterio, privatización de la pertenencia a la Iglesia, reducción de la práctica religiosa, falta de empeño en la transmisión de la propia fe a las nuevas generaciones». Este fenómeno se explica más fácilmente si se comprende el nuevo escenario mundial, como ilustra el Documento de trabajo del Sínodo. El nuevo escenario En primer lugar, el Instrumentum laboris se refiere al escenario cultural de fondo. «La muerte de Dios, anunciada en las décadas pasadas por tantos intelectuales ha cedido paso a una estéril mentalidad hedonista y consumista, que promueve modos muy superficiales de afrontar la vida y las responsabilidades». Y añade el documento: «El influjo de este clima secularizado en la vida de todos los días hace cada vez más ardua la afirmación de la existencia de una verdad. Se asiste, en la práctica, a una eliminación de la cuestión de Dios de entre las preguntas que el hombre se hace. Las respuestas a la necesidad religiosa asumen formas de espiritualidad individualista, o bien formas de neopaganismo, hasta llegar a la imposición de un clima general de relativismo». Otro elemento que caracteriza el escenario actual es el «el gran fenómeno migratorio, que induce cada vez más a las personas a dejar el propio país de origen para vivir en contextos urbanizados. De esto deriva un encuentro y una mezcla de las culturas. Se están produciendo formas de desmoronamiento de las referencias fundamentales de la vida, de los valores y de los mismos vínculos a través de los cuales los individuos estructuran las propias identidades y acceden al sentido de la vida». El nuevo escenario político también explica la situación actual, considera el documento: «con la crisis de la ideología comunista ha terminado la división del mundo occidental en dos bloques. Esto ha favorecido la libertad religiosa y la posibilidad de reorganización de las Iglesias históricas. El surgimiento, en la escena mundial, de nuevos actores económicos, políticos y religiosos, como el mundo islámico, el mundo asiático, ha creado una situación inédita y totalmente desconocida, rica de potencialidades, pero también plena de riesgos y de nuevas tentaciones de dominio y de poder». Y está también el avance de la secularización en el campo de la investigación científica y tecnológica. «Todos podemos experimentar, en la vida cotidiana, los beneficios ofrecidos por estos progresos», reconoce el texto. «Todos dependemos cada vez más de ellos. Frente a tantos aspectos positivos, existen también peligros de excesivas esperanzas y de manipulaciones. La ciencia y la tecnología corren así el riesgo de transformarse en los nuevos ídolos del presente. Es fácil, en un contexto digitalizado y globalizado, hacer de la ciencia nuestra nueva religión». Por último, el documento presenta el nuevo escenario de la comunicación, con todos sus aspectos positivos, y sus límites, que está forjando «la cultura de lo efímero, de lo inmediato, de la apariencia, es decir, una sociedad incapaz de memoria y de futuro».

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Estos escenarios, por una parte, permiten comprender cómo está teniendo lugar el proceso secularizador, «con la consecuencia en muchas personas de una atrofia espiritual y un vacío del corazón». Sin embargo, se afirma también que «es posible observar en muchas regiones del mundo los signos de un consistente renacimiento religioso». La respuesta ¿Qué debe hacer la Iglesia, entonces, para afrontar el enorme desafío que plantea la secularización? En realidad, la respuesta a esta pregunta la tendrán que proponer, en detalle, los obispos del mundo, durante el Sínodo. El documento de trabajo, sin embargo, ya presenta las pistas que proceden de todas las Conferencias Episcopales. En realidad, se constata que cada bautizado, cada familia cristiana, cada parroquia, cada comunidad, necesita una conversión: de evangelizado, debe convertirse en evangelizador. La evangelización no es, como parecía en ocasiones, un trabajo de los misioneros, en África. La evangelización se convierte en el desafío de cada bautizado, sea obispo, sacerdote, religioso, casado o soltero. «El contexto en el cual nos encontramos nos pide que sea explícita y activa la tarea del anuncio y de la transmisión de la fe, que corresponde a cada cristiano», pide el documento preparatorio del Sínodo. Laicos protagonistas «La primera urgencia de la Iglesia hoy es el deber de despertar la identidad bautismal de cada uno, para que sepa ser verdadero testigo del Evangelio y para que sepa dar razón de la propia fe». «A los fieles laicos corresponde, en particular, demostrar, con el propio testimonio, que la fe cristiana constituye una respuesta a los problemas existenciales que la vida plantea en cada tiempo y en cada cultura, y que, por lo tanto, la fe interesa a cada hombre, aunque sea agnóstico o no creyente». Para ello, se considera que hay que superar «la fractura entre Evangelio y vida, recomponiendo en la cotidiana actividad —en la familia, en el trabajo y en la sociedad— la unidad de una vida que en el Evangelio encuentra inspiración y fuerza para realizarse en plenitud». Nueva evangelización En definitiva, como concluye el texto, «nueva evangelización no significa nuevo Evangelio, porque Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos. Nueva evangelización significa dar una respuesta adecuada a los signos de los tiempos, a las necesidades de los hombres y de los pueblos de hoy, a los nuevos escenarios que muestran la cultura, a través de la cual expresamos nuestra identidad y buscamos el sentido de nuestras existencias. Nueva evangelización significa promoción de una cultura más profundamente radicada en el Evangelio. Quiere decir descubrir el hombre nuevo, que está en nosotros gracias al Espíritu que nos ha sido dado por Jesucristo y por el Padre». El Instrumentum laboris concluye asegurando que «la celebración de la próxima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos será para la Iglesia como un nuevo Cenáculo, en el cual los sucesores de los Apóstoles, reunidos en oración junto con la Madre de Cristo, que ha sido invocada como Estrella de la nueva evangelización, prepararán los caminos de la nueva evangelización». JESÚS COLINA Alfa y Omega

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todavía queda por demostrar la tesis de fondo del secularismo según la cual este mundo ha llegado a ser “adulto” y, consecuentemente, no tiene más necesidad de Dios. Uno de los primeros datos que emergen como proyecto del secularismo es el tentativo espasmódico de obtener la plena autonomía. El hombre contemporáneo está fuertemente caracterizado por el celo de la propia autonomía y la responsabilidad de vivir a su manera. Olvidando toda relación con la trascendencia, se ha vuelto alérgico a todo pensamiento especulativo y se limita al simple momento histórico, al instante, creyendo ilusoriamente que es verdad sólo lo que es fruto de la verificación científica. Perdido el vínculo con lo trascendente y rechazada toda contemplación espiritual, se precipita en una suerte de empirismo pragmático que lo lleva a apreciar los hechos y no las ideas. Sin resistencia, cambia velozmente su modo de pensar y de vivir y parece cada vez más como un sujeto en movimiento, siempre listo a experimentar, deseoso de participar en cualquier juego aun cuando lo supere, sobre todo si lo arrebata en aquel narcisismo en absoluto velado que lo engaña acerca de la esencia de la vida. En fin, el proceso del secularismo ha generado una explosión de reivindicaciones de libertades individuales que llegan a la esfera de la vida sexual, de las relaciones interpersonales y familiares, del uso del tiempo libre así como del trabajo, también a la educación, llegando fatalmente a los medios de comunicación y modificando todo el ámbito de la vida. Por paradójico que pueda parecer, las reivindicaciones sociales siempre se realizan en nombre de la justicia y de la igualdad, pero en el fondo siempre se encuentra el deseo de vivir más libremente a nivel individual; se toleran y soportan mucho más las injusticias y desigualdades sociales antes que las prohibiciones en la esfera privada. En suma, se ha creado una situación completamente nueva en la que los antiguos valores —expresados sobre todo por el cristianismo— se ven sustituidos. En un horizonte como este, en que el hombre viene a ocupar el lugar central, criterio de toda forma de existencia, Dios se convierte en una hipótesis inútil y en un competidor que no sólo hay que evitar, sino en lo posible eliminar. La revolución antropológica se activa de manera relativamente fácil, cómplice de una teología débil y de una religiosidad a menudo fundada sólo sobre el sentimiento e incapaz de mostrar el verdadero horizonte de la fe. Dios, entonces, pierde su lugar central; la consecuencia que se deriva, sin embargo, es que el hombre mismo viene a perder también el suyo. El “eclipse” del sentido de la vida hace que el hombre no sepa más como colocarse, que no encuentra más su lugar en la creación y en la sociedad. De alguna manera cae en la tentación prometeica de pensar ilusoriamente que es él el señor de la vida y de la muerte,

La ambigua concepción de la libertad, el fuerte subjetivismo que ya no sabe reconocer el valor de la verdad perenne y, sobre todo, el eclipse del sentido de Dios, han llevado a olvidar el valor de la vida y al desinterés por el hermano al punto de comprobar con horror que una sociedad que se proclama civilizada y evolucionada está cada vez más cerrada en el círculo de la muerte.

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El enigma de la existencia personal no se resuelve rechazando el misterio, sino eligiendo sumergirse en él (Gaudium et spes 22). Este es el sendero a recorrer; todo atajo corre el riesgo de perderse en los laberintos selváticos, donde es imposible ver tanto la salida como la meta a alcanzar.

porque puede decidir el cuándo y el cómo. Una cultura que tiende a idolatrar la perfección del cuerpo, que discrimina las relaciones interpersonales de acuerdo con la belleza o la perfección física, termina por olvidar lo esencial. Se cae así en una suerte de narcisismo constante que impide fundar la vida sobre valores permanentes y sólidos, para quedarse sólo al nivel de lo efímero. Nadie, sin embargo, denuncia esta situación como trágica porque no existe más el ejercicio auténtico de la libertad. El hombre, de hecho, perdida la relación con Dios, pierde consecuentemente la referencia a la creación. No es más el centro de la creación, sino una parte cualquiera del mundo. Por un lado se exalta al hombre a costa de Dios y contra Dios; por otro, se lo destruye convirtiéndolo en un simple fragmento de la naturaleza. Rota la armonía con la naturaleza para dar lugar al primado de la técnica, se ha venido a encontrar frente a un poder que ha violentado la naturaleza misma. Otro conflicto al que se asiste es la pérdida del sentido de responsabilidad. Este horizonte viene simbólicamente encontrado en la pregunta que Dios dirige a Caín: “¿Dónde está tu hermano?” Por paradójico que pueda parecer, el secularismo nacido a la sombra de la responsabilidad plena delante de sí mismo con el rechazo de la autoridad de Dios, acaba con la destrucción del objetivo que se proponía. Cerrado en sí mismo, en un individualismo exasperado, el hombre de hoy ha perdido de vista también al otro. Una lúcida expresión de esta situación se encuentra en la fórmula sartreana les autres son l’enfer. La ambigua concepción de la libertad, el fuerte subjetivismo que ya no sabe reconocer el valor de la verdad perenne y, sobre todo, el eclipse del sentido de Dios, han llevado a olvidar el valor de la vida y al desinterés por el hermano al punto de comprobar con horror que una sociedad que se proclama civilizada y evolucionada está cada vez más cerrada en el círculo de la muerte. En suma, una cultura secularizada que se pretende autónoma de Dios termina con la pérdida del sentido mismo de la vida. Aquí, por tanto, se pone el gran desafío que mira al futuro. Quien quiere la libertad de vivir como si Dios no existiera lo puede hacer, pero debe saber lo que le espera; debe tener conciencia de que esta elección no es premisa de libertad ni de autonomía. Limitarse a disponer de la propia vida nunca podrá satisfacer la exigencia de libertad; silenciar forzosamente el deseo de Dios que está radicado en la interioridad más profunda nunca podrá arribar a la autonomía. El enigma de la existencia personal no se resuelve rechazando el misterio, sino eligiendo sumergirse en él (Gaudium et spes 22). Este es el sendero a recorrer; todo atajo corre el riesgo de perderse en los laberintos selváticos, donde es imposible ver tanto la salida como la meta a alcanzar.

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Nueva Evangelización «Otro conflicto al que se asiste es la pérdida del sentido de responsabilidad. Este horizonte viene simbólicamente encontrado en la pregunta que Dios dirige a Caín: “¿Dónde está tu hermano?”» Grabado de Gustave Doré.

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Preguntarse si el hombre de hoy está todavía dispuesto a creer en Jesús como Hijo de Dios comporta necesariamente la cuestión conexa: si el hombre de hoy siente todavía la necesidad de la salvación.

“El punto crucial de la cuestión es este: si un hombre, empapado de la civilización moderna, un europeo, puede todavía creer; creer propiamente en la divinidad del Hijo de Dios Cristo Jesús. En esto, de hecho, está toda la fe”. Son palabras cargadas de provocación que provienen de uno de los escritores más significativos del siglo pasado: Dostoievski. Preguntarse si el hombre de hoy está todavía dispuesto a creer en Jesús como Hijo de Dios comporta necesariamente la cuestión conexa: si el hombre de hoy siente todavía la necesidad de la salvación. Aquí está todo el problema para nosotros creyentes, para nuestra credibilidad en el mundo de hoy; pero también el problema para cuantos no creen y desean darle un significado pleno a su vida. No encuentro otra posibilidad fuera de esta cuestión, que impulsa a buscar una respuesta. Frente a la posibilidad de Jesucristo no se puede permanecer neutral; se debe dar una respuesta si se quiere dar un sentido a la propia vida. Aquí se concentran las grandes cuestiones que nos tocan a cada uno de nosotros y la simple respuesta que la Iglesia ofrece anunciando, como si el tiempo nunca hubiera pasado, el mismo contenido de los primeros años de nuestra existencia como cristianos: Jesús, crucificado y resucitado; El que ha pasado en medio de nosotros, anunciando el reino de Dios y haciendo el bien a cuantos se dirigían a Él. Sabemos que estamos en medio de una profunda crisis que se ha convertido en crisis de Dios. Esquemáticamente se podría decir: la religión sí, pero Dios no. En donde este “no”, en todo caso, no debe entenderse en el sentido categórico de los grandes ateísmos. No existen más, permítaseme repetir, grandes ateísmos. El ateísmo de hoy en realidad puede nuevamente hablar de Dios sin entenderlo realmente. En síntesis, la crisis actual está determinada del poder y saber hablar de Dios; el tema no puede dejarnos indiferentes después de casi cincuenta años del Concilio Vaticano II, que tuvo entre sus principales objetivos el hablar de Dios al hombre de hoy de manera comprensible. La crisis que vivimos, entonces, se podría resumir de manera aún más sintética: Dios hoy no es negado, sino desconocido. Por parte del hombre contemporáneo hay algo de verdadero, probablemente, en este modo de plantearse el problema en torno al nombre de “Dios”. En algún sentido se podría decir que se ha pasado de la hipótesis inútil a la buena posibilidad ofrecida al hombre. Con respecto a esta perspectiva deberíamos ser capaces de agitar las aguas a menudo demasiado tranquilas de dos lagos artificiales: el de la indiferencia, que frecuentemente domina el contexto cultural referido a esta problemática; y el de la obviedad, que evidencia cuánta ignorancia, a menudo supina, existe acerca de los contenidos religiosos. Indiferencia e ignorancia, lamentablemente, se encuentran en la base

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del sentido común religioso todavía presente, haciendo siempre más débil la pregunta religiosa y, especialmente, la decisión consciente y libre. Retorna inmediatamente la escena tan familiar de Pablo en las calles de Atenas (Hch. 17, 16-34). No ha cambiado tanto desde entonces. Las calles de nuestra ciudad están repletas de nuevos ídolos. El interés hacia un muy genérico sentido religioso parecería tomarse una especie de revancha; expresiones religiosas se multiplican y frecuentemente están vacías de espesor racional. En algunos casos se sigue el soplo de la emotividad; en otros, al contrario, diversas formas de fundamentalismo; ambos no indican otra cosa que la ausencia de espesor intelectual. Por último, aparecen de nuevo en el horizonte mesías de la última hora, predicando el inminente fin del mundo. En este contexto hay que preguntarse quiénes son los nuevos Pablo de Tarso conscientes de ser portadores de una hermosa novedad que entra en el areópago de nuestro pequeño mundo con la convicción y la certeza de querer anunciar al “Dios desconocido”. “Dios”: el término está entre los más usados del lenguaje mundial y, sin embargo, cuántos sentidos diferentes y tantas veces contrarios entre sí al punto de oponerse mutuamente. Debemos preguntarnos si Dios existe y qué cosa sea, o quién sea Dios. Preguntas inevitables que no pueden permanecer sin respuesta. El Dios del que hablamos no sólo se ha hecho escuchar, sino que se ha hecho uno de nosotros. Y consigo trae a nuestra vida la respuesta a la pregunta fundamental por el sentido: “Con la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre. Ha trabajado con manos de hombre, ha pensado con mente de

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«“El punto crucial de la cuestión es este: si un hombre, empapado de la civilización moderna, un europeo, puede todavía creer; creer propiamente en la divinidad del Hijo de Dios Cristo Jesús. En esto, de hecho, está toda la fe”. Son palabras cargadas de provocación que provienen de uno de los escritores más significativos del siglo pasado: Dostoievski.»

El ateísmo de hoy en realidad puede nuevamente hablar de Dios sin entenderlo realmente. En síntesis, la crisis actual está determinada del poder y saber hablar de Dios; el tema no puede dejarnos indiferentes después de casi cincuenta años del Concilio Vaticano II, que tuvo entre sus principales objetivos el hablar de Dios al hombre de hoy de manera comprensible. La crisis que vivimos, entonces, se podría resumir de manera aún más sintética: Dios hoy no es negado, sino desconocido.

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«Una imagen con la que el nuevo dicasterio pretende identificarse, se encuentra en la Sagrada Familia de Gaudí (…) La belleza de la Sagrada Familia sabe hablar al hombre de hoy, conservando al mismo tiempo los rasgos fundamentales del arte antiguo.»

“Dios”: el término está entre los más usados del lenguaje mundial, y sin embargo, cuántos sentidos, diferentes y tantas veces, contrarios entre sí al punto de oponerse mutuamente.

hombre, ha actuado con voluntad de hombre, ha amado con corazón de hombre. Naciendo de María Virgen, él verdaderamente se ha hecho uno de nosotros, en todo semejante a nosotros, menos en el pecado” (GS 22). Ningún pretexto de parte nuestra. Él ha experimentado en todo nuestra condición humana, sobre todo allí donde ella significa dolor, sufrimiento, enfermedad, muerte. La nueva evangelización requiere, entonces, la capacidad de saber dar razón de la propia fe, mostrando a Jesucristo, el Hijo de Dios, único salvador de la humanidad. En la medida en que seamos capaces de esto, podremos ofrecer al mundo contemporáneo la respuesta que espera o que debemos provocar en él. Como decía Benedicto XVI el día antes de ser elegido Papa: “En estos momentos de la historia tenemos verdadera necesidad de hombres que, a través de una fe iluminada y vivida, hagan a Dios creíble en el mundo... Tenemos necesidad de hombres que tengan la mirada dirigida a Dios, aprendiendo de Él la verdadera humanidad. Tenemos necesidad de hombres cuyo intelecto sea iluminado por la luz de Dios y a quienes Dios abra el corazón, de modo que su intelecto pueda hablar al intelecto de los otros y su corazón pueda abrir el corazón de los otros.

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Solamente a través de hombres tocados por Dios, Dios puede retornar a los hombres”. La nueva evangelización, por tanto, parte de aquí: de la credibilidad de nuestra vida de creyentes y de nuestra convicción de que la gracia actúa y transforma hasta el punto de convertir el corazón. El mundo de hoy tiene necesidad profunda de amor, porque conoce desgraciadamente sólo sus grandes fracasos. Aquí probablemente nace la paradoja que se despliega ante nuestros ojos y que empuja a la mente a reflexionar sobre el sentido de una tal acción.

La imagen de la nueva evangelización Una imagen con la que el nuevo dicasterio pretende identificarse, se encuentra en la Sagrada Familia de Gaudí. Quien la observa en su gravidez arquitectónica encuentra las voces de ayer y de hoy. A nadie escapa que es una iglesia, espacio sagrado que no puede ser confundido con ninguna otra construcción. Sus agujas se dibujan hacia lo alto, obligando a mirar el cielo. Sus pilares no tienen capiteles jónicos ni corintios y, sin embargo, los reclaman aun cuando se permiten de andar más allá para recorrer un espacio de arcos que hace pensar en una foresta donde el misterio lo invade a uno, sin suprimirlo, llenándolo de serenidad. La belleza de la Sagrada Familia sabe hablar al hombre de hoy, conservando al mismo tiempo los rasgos fundamentales del arte antiguo. Su presencia pareciera contrastar con la ciudad hecha de palacios y calles que al recorrerlas muestran la modernidad a la que somos enviados. Las dos realidades conviven y no desentonan; al contrario, parecen hechas la una para la otra: la iglesia para la ciudad y viceversa. Aparece evidente, entonces, que la ciudad sin la iglesia estaría privada de algo sustancial, manifestaría un vacío que no puede ser colmado por cualquier otra construcción, sino por algo más vital que empuja a mirar a lo alto sin apuro y en el silencio de la contemplación. Mirar al futuro con la certeza de la esperanza verdadera es lo que nos permite no permanecer recluidos en una suerte de romanticismo que mira sólo al pasado, ni caer en un horizonte de utopía, amarrados a hipótesis que carecen de garantías. La fe compromete en el hoy en que vivimos, por lo que no corresponder sería ignorancia o miedo; y a nosotros cristianos no nos está permitido ni lo uno ni lo otro. Permanecer recluidos en nuestras iglesias podría darnos cierta consolación, pero tornaría vano el día de Pentecostés. Es tiempo de abrir de par en par las puertas y retornar al anuncio de la resurrección de Cristo de la que somos testigos. Según las palabras del santo Obispo Ignacio en los albores del cristianismo: “No alcanza con ser llamados cristianos es necesario serlo de veras” (a los Magnesios, I,1). Si alguno quiere reconocer a los cristianos, debería poder hacerlo por su compromiso de fe, y no por sus intenciones.

La nueva evangelización requiere, entonces, la capacidad de saber dar razón de la propia fe, mostrando a Jesucristo, el Hijo de Dios, único salvador de la humanidad. En la medida en que seamos capaces de esto, podremos ofrecer al mundo contemporáneo la respuesta que espera o que debemos provocar en él.

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La Familia y el Trabajo en la actualidad:

Entre oportunidad y precariedad Por Pedro Morandé

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l beato Juan Pablo II escribió en Centesimus annus: “La primera estructura fundamental a favor de la “ecología humana” es la familia, en cuyo seno el hombre recibe las primeras nociones sobre la verdad y el bien; aprende qué quiere decir amar y ser amado, y por consiguiente qué quiere decir en concreto ser una persona. Se entiende aquí la familia El magisterio social de la fundada en el matrimonio, en el que el don recíproco de sí por Iglesia nos ha enseñado que parte del hombre y de la mujer crea un ambiente de vida en toda la actividad humana el cual el niño puede nacer y desarrollar sus potencialidades, pertenece al ámbito del hacerse consciente de su dignidad y prepararse a afrontar su trabajo. No sólo la que es destino único e irrepetible” (n.39). En estas frases se sintetiza de remunerada por la sociedad, una manera excepcional qué significa el trabajo para la familia. sino que también aquella que Por una parte, ciertamente, procurar el sustento material de la se ofrece gratuitamente como vida, sin el cual no puede haber desarrollo humano. Pero más un don a otras personas Todas fundamental todavía es educar a los hijos en la verdad y el bien, las personas siempre trabajan amarlos de modo que puedan descubrir la dignidad con que más de lo que reciben como han sido llamados por el Creador a la existencia, educarlos a la retribución monetaria. Si esto conquista de su libertad interior para enfrentar humanamente vale para todos los ámbitos de la vida social, con cuánta su destino único e irrepetible. Toda la evidencia empírica, en la actualidad, acerca de la mayor razón se aplica a la educación y el origen de las desigualdades sociales, señala que familia, la que gratuitamente la educación temprana de los niños es decisiva para su desarrollo nos enseña muchos aspectos posterior, generándose precisamente en esta etapa del desarrollo esenciales de la vida. humano, la mayor distancia social entre quienes recibieron atención, acogida y estímulo emocional a sus habilidades cognitivas y quienes no las recibieron. La escuela no es capaz de corregir con posterioridad lo que los padres y la familia no hicieron en su momento. Por ello, la relación entre familia y trabajo no es extrínseca, sino intrínseca, no es una carga que la sociedad impone sobre las personas y las familias, sino es más bien el resultado de la dignidad co-creadora que quiso dar a los seres humanos el designio divino sobre la creación. El magisterio social de la Iglesia nos ha enseñado que toda la actividad humana pertenece al ámbito del trabajo. No sólo la que es remunerada por la sociedad, sino que también aquella que se ofrece gratuitamente como un don

* El presente texto corresponde a la ponencia del autor en el Congreso Teológico Pastoral del VII Encuentro Mundial de las Familias.

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Mosaico, realizado por el artista jesuíta Marko Rupnik, que representa la Sagrada Familia y la Santísima Trinidad y será el nuevo icono símbolo de los Encuentros Mundiales de Familias.

Vivimos en una sociedad que algunos cientistas sociales denominan “postindustrial”. Ello significa que el dinamismo creador de la economía y de la sociedad en su conjunto se ha ido transfiriendo desde la producción en gran escala que las personas y las máquinas realizaban en las industrias, al conocimiento, a la innovación tecnológica, a las comunicaciones, al sector de los servicios.

a otras personas y a la comunidad a que pertenecemos. Todas las personas siempre trabajan más de lo que reciben como retribución monetaria. Si esto vale para todos los ámbitos de la vida social, con cuánta mayor razón se aplica a la familia, la que gratuitamente nos enseña muchos aspectos esenciales de la vida, como, por ejemplo, a controlar nuestro cuerpo, sus movimientos, su ritmo. Nos enseña también el siempre complejo idioma materno, con las distinciones y sutilezas entre la facticidad del acontecer de la actividad humana y las hipótesis relativas a su posibilidad pasada y futura. En familia aprendemos también la moralidad de los actos humanos y a asumir la responsabilidad sobre la dignidad de nuestra conducta tanto en relación con nosotros mismos como en relación al prójimo. En ella, aprendemos a compartir también el aprecio a la sabiduría, a los bienes espirituales que hemos recibido como dones de quienes nos han precedido en la existencia y, muy especialmente, el don de la fe. Por todo ello nos ha enseñado el magisterio social de la Iglesia que el trabajo no sólo tiene una dimensión objetiva en cuanto produce bienes transables e intercambiables que van construyendo el tejido social, tanto a nivel local como regional y mundial, y también una dimensión subjetiva, intransitiva, que construye nuestra propia persona y que estimula el crecimiento de la libertad para ofrecerse a otros, con respeto y dignidad. El trabajo pertenece al dinamismo de la libertad y de la creatividad humanas por medio de las cuales transformamos el mundo para dar satisfacción

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a las necesidades de las personas. Sin esta satisfacción no podría haber una convivencia pacífica y justa entre los pueblos. Pero esta satisfacción de necesidades no se logra sólo por medio de la adquisición de bienes de consumo transables. Ciertamente, para la gran mayoría de las personas, el trabajo remunerado es la principal fuente de sus ingresos para sostenerse a sí mismos y a sus familias. Sin embargo, el trabajo excede su retribución económica por el amor con que se hace, por la libertad que arriesga, por la innovación y creatividad que propone. El trabajo es la respuesta objetiva que los seres humanos dan al don de la vida y a todos los demás dones que reciben de sus antepasados, de sus progenitores, de sus familias, de sus maestros. Es un elemento esencial de la reciprocidad de los vínculos sociales, a partir de los cuales se produce una convivencia pacífica entre las personas, se genera confianza, deseos de cooperación, ayuda recíproca. En una palabra, el trabajo ayuda a las personas a descubrir su El deseo de adquirir ese vida como vocación, como aquella exhortación que reciben de saber, de hacerlo propio, los otros a desarrollar sus talentos, sus virtudes, la plenitud de emprender desde él un de su libertad. trabajo creativo al servicio Estas consideraciones preliminares son muy importantes del bien común, depende de al momento de analizar las novedades que presenta el tra- la libertad de cada uno y de bajo en nuestra época. Quisiera mencionar, en primer lugar, la perseverancia con que se que vivimos en una sociedad que algunos cientistas sociales practique la autoformación denominan “postindustrial”. Ello significa que el dinamismo continua. Es decir, requiere creador de la economía y de la sociedad en su conjunto se ha del entendimiento de la vida ido transfiriendo desde la producción en gran escala que las humana como vocación y ello personas y las máquinas realizaban en las industrias, al cono- sólo puede percibirse en la cimiento, a la innovación tecnológica, a las comunicaciones, al comunión con otras personas, sector de los servicios. “Si en otros tiempos el factor decisivo de siendo la familia la mayor y la producción era la tierra y luego lo fue el capital, entendido más frecuente experiencia de como conjunto masivo de maquinaria y de bienes instrumen- comunión que experimentan tales, hoy día el factor decisivo es cada vez más el hombre las personas. mismo, es decir, su capacidad de conocimiento, que se pone de manifiesto mediante el saber científico, y su capacidad de organización solidaria, así como la de intuir y satisfacer las necesidades de los demás”, dice Centesimus annus (n.32). Esta transformación ha cambiado muy hondamente las relaciones de trabajo y su relación con la familia. Aunque la expresión no es completamente satisfactoria, la familia se ha vuelto un factor esencial en la formación del “capital humano”. Ya mencionamos la importancia de la educación temprana. Pero a ella se agrega el deseo de saber, de progresar, de servir a los demás y a la sociedad en su conjunto. Las fuentes del conocimiento y de la información están cada vez más a disposición de las personas. Pero el deseo de adquirir ese saber, de hacerlo propio, de emprender desde él un trabajo creativo al servicio del bien común, depende de la libertad de cada uno y de la perseverancia con que se practique la autoformación continua.

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Benedicto XVI es aclamado por el pueblo de Milán a su llegada al Duomo.

El segundo factor social determinante de nuestra época ha sido el acceso de la mujer al mercado del trabajo remunerado, por su acceso previo a la educación, incluida la educación superior. Me parece que esta ha sido la revolución social más importante del siglo XX.

Es decir, requiere del entendimiento de la vida humana como vocación y ello sólo puede percibirse en la comunión con otras personas, siendo la familia la mayor y más frecuente experiencia de comunión que experimentan las personas.

Hechos nuevos

Estos cambios sociales representan nuevas oportunidades para la familia y la sociedad, pero también nuevos riesgos que dejan en evidencia su precariedad. Pero antes de hacer un balance de ellos, quisiera completar la enumeración de los hechos nuevos necesarios de considerar. Así, el segundo factor social determinante de nuestra época ha sido el acceso de la mujer al mercado del trabajo remunerado, lo que ha sido posible en el contexto antes descrito, por su acceso previo a la educación, incluida la educación superior. Me parece que esta ha sido la revolución social más importante del siglo XX. Se trata de un proceso aún en curso, con importantes rezagos en los países emergentes y en los subdesarrollados, donde faltan todavía grandes inversiones en el ámbito educativo. Con todo, parece ser un proceso irreversible que ha cambiado sustancialmente las relaciones de trabajo y también el rostro de los espacios públicos de la sociedad. En sus inicios, se abrieron tímidamente puestos de trabajo para oficios típicamente femeninos. Pero en su decurso, la incorporación de la mujer al mercado del trabajo abarca ya todos los ámbitos sociales, incluidos los considerados con anterioridad como típicamente masculinos, como la minería, la construcción, la investigación científica, las fuerzas armadas, la policía y muchos otros. Incluso en el ejercicio del poder político las mujeres han demostrado habilidades y talentos que les permiten competir con ventaja con los varones. El ingreso de la mujer al trabajo remunerado no sólo ha significado un reconocimiento del valor social de la condición femenina como tal, sino

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que ha significado una profunda redefinición de los roles sociales afectando a la sociedad en su conjunto. Por de pronto, ha ayudado al crecimiento económico al disponer la sociedad de mayor número de recursos humanos calificados y de mayor variedad de especializaciones. La mujer tiene cualidades naturales y habilidades sociales que no necesariamente compiten con las masculinas, sino más bien las complementan. Las empresas, por su parte, han debido reorganizarse y disponer de servicios que antes no tenían. Las leyes sociales han debido reconocer licencias remuneradas pre y posnatales para las mujeres, como también para el cuidado de los hijos menores cuando se enferman. Se han debido instalar salas-cuna en los lugares de trabajo bajo determinadas condiciones, instituir el trabajo de tiempo parcial y aumentar la flexibilidad laboral. Jurídicamente ha debido reconocerse la capacidad de las mujeres para administrar sus bienes y, en el caso de las mujeres casadas, para co-administrarlos con sus respectivos cónyuges. Para la familia, un segundo ingreso ha significado el fortalecimiento de su poder de compra y de su capacidad de endeudamiento, lo que no siempre ha significado mayor consumo, sino también ahorro También ha significado e inversión. La situación a este respecto es muy distinta en las para los padres varones un diferentes regiones del mundo conforme al grado de desarrollo acercamiento a la realidad de social de los países. Pero, en general, puede afirmarse que ha sus hijos, preocupación por su ayudado a la progresiva desaparición del proletariado y al in- cuidado y por su educación, lo cremento de los grupos medios con expectativas de movilidad que ha desarrollado vínculos social ascendente. Las familias comienzan a gastar menos en emocionales habitualmente alimentación y más en equipamiento del hogar, especialmente de desconocidos con anterioridad. alta tecnología, como también en automóviles, en las vacaciones, en viajes y uso del tiempo libre. Por otra parte, sin embargo, las mujeres han debido asumir, al menos en un período de transición que aún no termina, el doble trabajo de su profesión y de las tareas domésticas. La redefinición de roles al interior de la familia no ha sido fácil. Los varones han debido asumir, al menos parcialmente, tareas domésticas, ocupándose del cuidado y de la salud de los hijos y de su educación. Acostumbrados a ser los únicos sostenedores del hogar, han debido acomodarse a la idea de que sus cónyuges pueden tener ingresos superiores a los suyos o cargos de responsabilidad y de liderazgo de mayor jerarquía, lo que ha dañado, a veces, su autoestima. Pero tal vez lo más importante, han debido aceptar que sus mujeres son económicamente autosuficientes, y que la antigua dependencia al hogar debe ser reeducada aceptando, reconociendo y valorando su libertad para ejercer su profesión u oficio y para realizar su propio proyecto de vida. Las oportunidades introducidas en la familia por esta redefinición de roles tienen relación esencialmente con la calidad de vida, no sólo material, sino también espiritual. Para los matrimonios ha significado una profundización de su relación de reciprocidad y complementariedad, entendiendo que los talentos de ambos deben compartirse en una vida construida cotidianamente en común. También ha significado para los padres varones un acercamiento a la realidad

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«¿Por qué teniendo condiciones sociales tan favorables aparece la familia como una institución disminuida y, en algunos contextos sociales, como el europeo, como una institución al borde de la extinción? Una situación como esta requiere múltiples explicaciones. Muchas de las funciones que antaño desempeñaba la familia las cumplen ahora otras instituciones, como por ejemplo el sistema escolar, que recoge a los niños tempranamente para situarlos en la realidad social en su complejidad y multipolaridad.»

(Aspecto de la Fiesta de los Testimonios con Benedicto XVI. Aeropuerto de Bresso, Milán).

La experiencia del “padre ausente” se ha vuelto una verdadera cultura en nuestra época. Los hijos educados sin padres, a su vez, se infantilizan y se vuelven inmaduros, retroalimentando el círculo de las rupturas matrimoniales, especialmente a temprana edad o con pocos años de convivencia.

de sus hijos, preocupación por su cuidado y por su educación, lo que ha desarrollado vínculos emocionales habitualmente desconocidos con anterioridad.

Cambios y precariedad en la vida familiar

Pero estos cambios han traído también nuevos riesgos que han mostrado la precariedad de la vida familiar. En primer lugar, han hecho del matrimonio una relación más personalizada y, por lo mismo, mucho más exigente, lo que ha traído como consecuencia mayor frecuencia en las rupturas matrimoniales cuando las relaciones son inmaduras y unilaterales. Si se produce la ruptura de la convivencia, en la mayoría de los casos la tuición sobre los hijos es entregada a la madre, generándose en ellos la experiencia del “padre ausente”, que se ha vuelto una verdadera cultura en nuestra época. Los hijos educados sin padres, a su vez, se infantilizan y se vuelven inmaduros, retroalimentando el círculo de las rupturas matrimoniales, especialmente a temprana edad o con pocos años de convivencia. Todos los factores mencionados están estrechamente vinculados y se refuerzan entre sí, de modo que los matrimonios y las familias tendrán que aprender a controlar los riesgos de las rupturas de la convivencia acentuando su donación recíproca, la confianza en la vocación humana de cada integrante de la familia, el respeto a la dignidad inalienable de todos sus miembros y la calidad espiritual de la cultura que van forjando en común. También los cientistas sociales han observado otros riesgos vinculados a la más alta educación de la mujer y a su incorporación al mercado laboral, como son la postergación de la edad de contraer matrimonio hasta después de terminados los estudios, la postergación del nacimiento del primer hijo hasta que la nueva pareja se sienta segura de su relación, la formación de familias

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pequeñas y el distanciamiento entre los nacimientos cuando Falta aún mucha imaginación hay más de un hijo. En el extremo, ello puede significar que la social para generar empleos mujer vea la natalidad como un problema antes que como una adecuados a las personas en bendición de Dios que dona la vida al matrimonio y la pone a su retiro, que tengan en cuenta cuidado para su crecimiento y educación. Pero tal vez el riesgo su experiencia y también sus más importante para el matrimonio y la familia es que los mé- condiciones particulares de todos anticonceptivos actualmente en uso, tanto los preventivos administración del tiempo y de como los así llamados de “emergencia”, dejan la decisión de la resistencia a la fatiga. concepción unilateralmente en manos de la mujer si ella así lo decide, pudiendo esta situación generar desconfianza entre los cónyuges que desconocen los procedimientos efectivamente usados por sus mujeres. Esto no se aplica solamente al caso de querer impedir el embarazo, sino también cuando se lo desea. Es el caso, por ejemplo, de las madres adolescentes, en el que la investigación empírica más reciente ha demostrado que estas madres deseaban tener sus hijos para consolidar su situación de vida al interior de su familia de origen, sin importar mayormente quién era el padre, el que, habitualmente, suele ser un varón maduro de bastante más edad que la adolescente. Finalmente, en el caso del continente latinoamericano, se debe reconocer la alta proporción de hijos nacidos fuera del matrimonio. Aunque no se conocen aún todos los factores en juego, esto se explica, en parte, por la tradición histórica de una sociedad nacida originalmente del mestizaje, en parte por el decrecimiento de los matrimonios y por el incremento del divorcio entre aquellos ya celebrados. El convivir consensualmente de varones y mujeres sin contraer matrimonio se está volviendo una práctica habitual, especialmente entre los jóvenes, y la sociedad ha dejado de mirar esta conducta con reparos, sino que más bien la ha legitimado.

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Si el trabajo realizado ha sido además creativo e innovador, con un alto componente de vida intelectual, y si se ha experimentado como una vocación, resulta indispensable que la sociedad haga un esfuerzo por mantener la vida laboral en el contexto de la actual esperanza de vida, la que sobrepasa con mucho la actual edad de retiro.

Como se puede apreciar, los riesgos introducidos por esta nueva posición de la mujer en la sociedad pueden ser bastante graves y de ocurrencia frecuente, si se compara con otras épocas. Pero esta precariedad mostrada por la vida conyugal y familiar no debe oscurecer las enormes oportunidades abiertas para las familias tanto en el goce de un mayor estándar de vida, de una educación más esmerada y de un trabajo más creativo y productivo que acrecienta la interdependencia social, la reciprocidad y la colaboración conjunta al bien común. Para que estas oportunidades se fortalezcan, es indispensable crear una cultura del trabajo atenta a las nuevas características de la era “postindustrial”. La semántica, a veces dominante, es heredera todavía de la condición del trabajador manual de la época de la industrialización y de la introducción de la máquina, que destaca la fatiga del trabajo y la poca remuneración obtenida a cambio. Se asociaba preferentemente también esta cultura al trabajador masculino. Pero estas condiciones han cambiado completamente en la actualidad. Así como el beato Juan Pablo II renovó profundamente la teología del matrimonio y la familia al interpretar la “imagen y semejanza de Dios” por parte del ser humano a partir de la complementariedad del varón y de la mujer y del don recíproco de su humanidad, habría que extender este mismo principio teológico-antropológico al ámbito de la cultura del trabajo, puesto que la participación conjunta del varón y de la mujer en la formación de “capital humano” avanzado, en el diseño y prestación de servicios a las personas y a sus necesidades, en la construcción de la imagen de las organizaciones y de su buen clima laboral, resulta actualmente indisociable. Algunas empresas ya han comenzado a interiorizar estas nuevas condiciones y se esfuerzan por crear condiciones laborales para la mujer que compatibilicen su doble rol de trabajadora y de madre al cuidado de sus hijos. Pero falta

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«La formación de la personalidad y del carácter está íntimamente vinculada a la conciencia del hecho de que sólo podemos venir a la existencia en virtud de que tuvimos progenitores y ellos, los suyos, en un largo y delgado hilo ontogenético que nos remite hasta el misterioso origen de la vida humana, hasta el Creador.» (Dos momentos de la celebración eucarística presidida por el Santo Padre, Benedicto XVI).

mucho por hacer todavía, especialmente para que las sociedades prioricen la solución de los nuevos problemas prácticos que genera la incorporación de la mujer al trabajo remunerado. La posibilidad del trabajo a distancia, favorecido por la comunicación electrónica, genera condiciones tecnológicas suficientes para resolver algunas de estas situaciones. Sin embargo, ello exige de parte de todos los trabajadores, varones y mujeres, una administración más racional del tiempo que se distribuye entre el trabajo y el hogar, como ahora también el tiempo dedicado a la educación continua y la constante actualización que exige la velocidad de la innovación tecnológica. Aunque existe una formación básica del “capital humano” que se extiende para toda la vida, el conocimiento necesita un constante perfeccionamiento y actualización, lo que exige, a su vez, tiempo dedicado a esta tarea. Algunas empresas realizan por sí mismas estas capacitaciones, pero en muchos casos, externalizan este servicio y los trabajadores deben concurrir a otros lugares, a veces distantes, a recibir esta enseñanza. Para las familias esto representa, sin duda, un sacrificio que sus miembros pueden asumir gustosos si se ha construido una experiencia de comunión suficientemente fuerte como para comprender las necesidades generadas en las fuentes de trabajo. Cuando esta experiencia falta, los miembros de las familias suelen generar resentimientos y recriminaciones mutuas que trizan la convivencia, poniéndola en riesgo de destrucción. La situación antes descrita puede verse agravada también en los casos en que existen personas mayores con enfermedades crónicas o adultos mayores que ya no pueden valerse por sí mismos. Sabemos que, al menos en el caso del mundo occidental, la población está envejeciendo aceleradamente. Na-

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turalmente, hay importantes diferencias en el ritmo de este envejecimiento según países y regiones, pero el proceso de transición demográfica tiene alcances mundiales y, como bien saben los demógrafos, toma siglos revertirlo. Tradicionalmente han sido las mujeres las que asumen los cuidados paliativos sobre los ancianos, sea que se encuentren en su propio hogar o en hogares especializados dedicados a su cuidado. Pero sea de modo directo o indirecto, estos cuidados paliativos terminan afectando a la familia completa, por los recursos involucrados, el tiempo de dedicación y el afecto y respeto debido a las personas que padecen esta situación. El crecimiento de la esperanza de vida al nacer, tanto en varones como mujeres, aunque en el caso de estas últimas alcance aún más años, plantea también un nuevo desafío social en cuanto a la mantención de las fuentes de trabajo para los adultos mayores. Hemos visto en los últimos años discusiones en casi todos los países respecto a la edad del pensionamiento y la tensión entre el alto desempleo juvenil y el deseo de permanecer más años en el trabajo de las Para algunos, la personas con buen estado de salud. Algunos de estos adultos viven vinculación entre el trabajo solos y el abandono del trabajo no sólo disminuye sustancialmente y la agregación de valor sus ingresos, sino que deteriora su autoestima y se perciben en siconduce inexorablemente tuación de abandono. Por otra parte, no todas las familias están en al predominio de una condiciones de hacerse cargo de sus adultos, en una edad en que se mentalidad economicista. encarecen los gastos médicos y suben las primas de los seguros de Efectivamente, puede darse salud. Falta aún mucha imaginación social para generar empleos esa distorsión. Pero no hay adecuados a las personas en retiro, que tengan en cuenta su expeninguna necesidad de que riencia y también sus condiciones particulares de administración ello ocurra en el contexto de del tiempo y de resistencia a la fatiga. Con todo, será sin duda uno la sociedad actual. de los problemas sociales más agudos de nuestro siglo cuando el efecto de la transición demográfica se complete. En varios países se ha buscado como solución el turismo de los adultos mayores, pero son muchos los que no pueden darse ese lujo y necesitan mantener una fuente de ingreso por medio de su trabajo. Si el trabajo realizado ha sido además creativo e innovador, con un alto componente de vida intelectual, y si se ha experimentado como una vocación, resulta indispensable que la sociedad haga un esfuerzo por mantener la vida laboral en el contexto de la actual esperanza de vida, la que sobrepasa con mucho la actual edad de retiro, heredada de las condiciones del pasado.

Una mirada global Después de haber analizado algunos problemas sociales específicos que crean desafíos particulares a la sociedad y a las familias, quisiera hacer un balance más global sobre las oportunidades y precariedades que nuestra época presenta a la familia y el trabajo. Durante el siglo XIX el trabajo fue considerado esencialmente como “fuerza de trabajo”, concepto que implicaba que todos los seres humanos son relativamente equivalentes en el plano laboral. Con la introducción de la cadena de montaje, aunque se exigió una mayor especia-

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«Así como el beato Juan Pablo II renovó profundamente la teología del matrimonio y la familia al interpretar la “imagen y semejanza de Dios” por parte del ser humano a partir de la complementariedad del varón y de la mujer y del don recíproco de su humanidad, habría que extender este mismo principio teológico-antropológico al ámbito de la cultura del trabajo.» (Misa de los voluntarios del VII Encuentro Mundial de las Familias presidida por el Cardenal Angelo Scola, Arzobispo de Milán).

lización y nuevas destrezas, la dirección del proceso de trabajo no quedaba en manos del trabajador, sino que era conducido por el ritmo de la máquina. Esto ha cambiado completamente en la era “postindustrial”, en que la cadena de montaje se ha robotizado completamente y se pide ahora a los trabajadores interactuar con máquinas inteligentes y desarrollar habilidades multipropósitos, que no se limitan al horizonte cognitivo, sino que incluyen también “habilidades sociales”, como la capacidad de trabajar en equipos interdisciplinarios, tener iniciativa y liderazgo, colaborar en la creación de un buen clima laboral, pensar en la satisfacción de las necesidades de los clientes, gestionar bases de datos y generar información. La mirada sobre el trabajo no se limita, en consecuencia, hacia lo que sucede al interior de la fábrica, sino que exige levantar la mirada hacia la marcha del conjunto de la sociedad, hacia sus requerimientos y necesi-

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Fotografía del panel en que expuso el Prof. Pedro Morandé. A su lado el Cardenal Tettamanzi, arzobispo emérito de Milán, y Mons. Jean Laffitte, Secretario del Pontificio Consejo para la Familia.

dades. En pocas palabras, se pide disponibilidad constante hacia los clientes y consumidores, competencia, eficiencia y cortesía o amabilidad en la prestación de los servicios que se solicitan. Por ello se suele decir en la actualidad que el “capital humano” requerido incluye también “capital social”, como capacidad de trabajar en amplias redes de colaboración, y “capital cultural”, como capacidad de constante actualización del conocimiento y de desarrollo de más refinadas habilidades personales que incluyen una más aguda percepción, un mejor dominio del lenguaje, sea del propio como también de lenguas extranjeras, una mayor tolerancia a la frustración cuando no se alcanzan los resultados esperados y una mayor perseverancia para recomenzar el camino. Por decir así, el trabajo se ha hecho cada vez más social. Si antes se enfocaba hacia la apropiación y dominio de la naturaleza, la exigencia actual al ser humano es la agregación de valor a los productos del trabajo y a los servicios sea por la oportunidad o por la calidad de las relaciones sociales que hace posible. Esto explica, en buena medida, por qué el trabajo ha desaparecido, en cierto sentido, del vocabulario y de la semántica contemporánea, con la excepción de cuando sobreviene la desocupación y el desempleo. El trabajo coincide ahora con la actividad humana misma, cualquiera que ella sea, si es capaz de agregar valor a las relaciones sociales. Se ha desprendido, incluso, del mismo concepto de necesidad que se había ocupado para la racionalización de la actividad económica durante el siglo XIX, puesto que las sociedades y las personas producen y consumen ahora mucho más de lo que necesitan. Para algunos, la vinculación entre el trabajo y la agregación de valor conduce inexorablemente al predominio de una mentalidad economicista. Efectivamente, puede darse esa distorsión. Pero no hay ninguna necesidad de que ello ocurra en el contexto de la sociedad actual. Un buen ejemplo de ello es la industria del turismo, que ha florecido con los nuevos medios de transporte y comunicación, que cobra sus precios sobre la

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base de la calidad de la atención a las personas. También podría mencionarse la industria de la educación, la que efectivamente se ha industrializado a nivel mundial, que fija sus precios por la calidad de los recursos humanos de que dispone y por la calidad de los resultados logrados por quienes se someten a ella. La vinculación entre trabajo y agregación de valor no queda limitada a los productos de consumo, sino que se extiende a los bienes espirituales de la sociedad, los que se producen exclusivamente por la cooperación social y solidaria entre las personas. Pienso que este contexto social de la evolución del trabajo representa una gran oportunidad para la familia, puesto que es ella misma la gran formadora de las personas, especialmente en su edad más temprana. La escuela, la universidad y los medios de comunicación podrán ofrecer después conocimiento e información. Pero la actitud hacia el conocimiento y la información, la curiosidad intelectual, el dejarse provocar intelectual y emocionalmente por la realidad, la conmoción frente a todo lo que existe, particularmente frente a los seres humanos, son virtudes que se alimentan de la libertad interior, que no es ni será nunca un producto de la industria, sino que surge de la experiencia Este contexto social de de comunión vivida con otros y que comienza ciertamente en el seno la evolución del trabajo de la familia. Incluso en el caso de las familias destruidas a causa representa una gran de la infidelidad, la indiferencia o la violencia es posible encontrar oportunidad para la familia, las huellas originarias de una experiencia de comunión quebrada puesto que es ella misma y posteriormente olvidada. La formación de la personalidad y del la gran formadora de las carácter está íntimamente vinculada a la conciencia del hecho de que personas, especialmente en sólo podemos venir a la existencia en virtud de que tuvimos proge- su edad más temprana nitores y ellos, los suyos, en un largo y delgado hilo ontogenético que nos remite hasta el misterioso origen de la vida humana, hasta el Creador. Esta conciencia no es sólo ni primordialmente biológica, como suele plantearse a menudo unilateralmente, sino antes antropológica y social. Nacemos de una relación cara a cara entre un varón y una mujer, nacemos de su comunión, y tomamos conciencia de ella habitando en el lenguaje que nos han dado, que se sostiene, a su vez, en esa misteriosa convivencia de los hablantes de una lengua. Que el trabajo se identifique en la actualidad con toda la actividad y comunicación humana, simultáneamente material y espiritual, mundana y trascendente, si ella crea la expectativa de una agregación de valor, me parece un gran logro histórico-evolutivo de la realidad social, en el que la familia tiene un lugar muy destacado. Surge, entonces, la pregunta: ¿Por qué teniendo condiciones sociales tan favorables aparece la familia como una institución disminuida y, en algunos contextos sociales, como el europeo, como una institución al borde de la extinción? Una situación como esta requiere, ciertamente, múltiples explicaciones. Quisiera avanzar algunas de ellas. En primer lugar, muchas de las funciones que antaño desempeñaba la familia las cumplen ahora otras instituciones, como, por ejemplo, el sistema escolar, que recoge a los niños tempranamente para situarlos en la realidad social en su complejidad y multipolaridad. Ello ha llevado, en múltiples casos, a que los padres de familia depositen a sus hijos en

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Cardenal Angelo Scola, Arzobispo de Milán, cabeza de la sede anfitriona del VII Encuentro de Familias.

el sistema escolar, para que hagan de ellos lo que en el hogar no lograron o quisieron realizar. En segundo lugar, la comunión de personas en el seno de la familia no se considera una experiencia espontánea y connatural, sino que han entrado en competencia las redes sociales y la comunicación virtual que hace que cada miembro de la familia, especialmente los más jóvenes, tengan sus propias redes de comunicación que los validan y legitiman ante la sociedad. Se da el caso de familias que cohabitan el mismo hogar y, sin embargo, cada miembro construye su red de comunicación con independencia de los restantes miembros de la familia. El estar reunidos bajo el mismo techo ya no significa frecuencia de interacción y co-presencialidad de las interacciones. En tercer lugar, las nuevas exigencias de individuación y personalización hacen que la familia deba desarrollar un entorno cultural complejo y rico en virtudes y bienes culturales que difícilmente logra realizar, más todavía cuando por exigencias del trabajo, el tiempo dedicado a la familia se concibe sólo como tiempo de descanso y ocio, y no como la ocasión de una experiencia educativa para todos sus miembros. Cuando ello ocurre, es fácil reducir la convivencia familiar a la expresión de afectos recíprocos, perdiendo de vista el horizonte más extenso de la vocación humana a ser persona y a satisfacer todas las exigencias de bien, verdad y belleza que anidan en el corazón humano. La relación entre familia y trabajo en la actualidad requiere, por todo lo dicho, un nuevo horizonte cultural. Ya no se trata solamente de obtener los ingresos necesarios para la sobrevivencia y el desarrollo, sea a través del tradicional padre providente o, ahora, de los varios ingresos aportados por los miembros de la familia, especialmente de las mujeres que trabajan. Tampoco es suficiente la relación emocional de apego y reconocimiento de pertenencia a un tejido social construido cotidianamente por la relación cara a cara de los distintos miembros de la familia. Más insuficiente es, todavía, la estrechez demográfica producida por la reducción de las familias y la reducción resultante de los vínculos de parentesco. Así como la Iglesia definió a las familias en el Concilio Vaticano II como iglesias

Ello ha llevado, en múltiples casos, a que los padres de familia depositen a sus hijos en el sistema escolar, para que hagan de ellos lo que en el hogar no lograron o quisieron realizar. La comunión de personas en el seno de la familia no se considera, [en este contexto] una experiencia espontánea y connatural, sino que han entrado en competencia las redes sociales y la comunicación virtual que hace que cada miembro de la familia, especialmente los más jóvenes, tengan sus propias redes de comunicación que los validan y legitiman ante la sociedad.

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domésticas, para indicar que en ellas se daba la profundidad del sentido de la comunión eclesial, desde el punto de vista social falta definir a la familia como el lugar de la vida y del trabajo, de la formación del capital humano integral que las personas ofrecen a la sociedad para alcanzar la convivencia pacífica y el bien común de todas las personas. Falta que la familia aprecie, como señala Benedicto XVI, que la “caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. El amor —“caritas”— es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz” (Caritas in veritate n.1). Sin embargo, a esta exhortación sale al encuentro la inmensa desigualdad social entre las familias que se ha puesto más en evidencia en el contexto de una sociedad organizada por la agregación de valor. Cuando se trataba de satisfacer las necesidades elementales de las personas en el ámbito de la El tiempo dedicado a la familia alimentación, la vivienda y el vestuario, las diferencias sociales se concibe sólo como tiempo tenían una medida muy específica y acotada. Pero tratándose de de descanso y ocio, y no como la agregación de valor, las diferencias sociales se hacen más agula ocasión de una experiencia das, especialmente por la falta de desarrollo del capital humano educativa para todos sus en el seno de las familias. Se trata de un fenómeno mundial que miembros. Cuando ello ocurre, no afecta solamente a los países pobres o a los emergentes, sino [se pierde] de vista el horizonte también a las sociedades desarrolladas. Aun cuando existen polítimás extenso de la vocación cas públicas destinadas a satisfacer la igualdad de oportunidades, humana a ser persona y a prácticamente en todos los países, los incentivos económicos y satisfacer todas las exigencias monetarios no se han mostrado suficientes para revertir la desde bien, verdad y belleza que igualdad. Por otra parte, los cambios en la estructura demográfica anidan en el corazón humano. de las sociedades occidentales han puesto severas restricciones a la capacidad de los Estados para asegurar el bienestar de las familias. Ciertamente las nuevas tecnologías de la comunicación ayudan a poner a disposición de muchas personas el conocimiento y la información relevante para su desarrollo. Pero el problema en la sociedad actual no es la escasez de información, sino que el exceso de ella, lo que requiere procedimientos y criterios de selección que sólo pueden darse en una persona educada con capacidad de discernir lo que necesita y puede favorecer el desarrollo de sus talentos y de su vocación. Estamos en presencia de una verdadera “emergencia educativa”, como la denominó el Papa, y ella sólo podrá resolverse con una renovada solidaridad intergeneracional entre las personas, que donen su sabiduría y experiencia a los más jóvenes para ayudarlos a la conquista de su libertad interior y al descubrimiento de su vida como una vocación. Si este ha sido siempre el principal desafío del trabajo en el seno de la familia, el contexto social de hoy le da una dramaticidad y una urgencia mucho más acentuada. La “caridad en la verdad” es el criterio hermenéutico que el magisterio pontificio nos ofrece hoy para renovar la comunión en el seno de las familias y para orientar el trabajo humano al desarrollo integral de las personas.

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«Quienes han reflexionado sobre este vicio advierten que no es la necesidad lo que mueve al avaro, sino el poder: él espera que al acumular podrá disponer como quiera de su propia vida, liberándose de la aflicción de la inseguridad y de la dependencia de los demás, poniéndose al abrigo de los caprichos de la fortuna, de las posibles calamidades ocasionales y en definitiva también de Dios.» Detalle de “La Traición de Judas”, por Giotto, Fresco Capilla Scrovegni, Padua.

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ilusoria de poseer la vida Por Giovanni Cucci, s.j.

Psicología con alma

La avaricia, tentativa

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a reflexión de todos los tiempos ha reconocido la fascinación que ejerce el dinero en quienes lo poseen y más aún en quienes no lo poseen, dando origen al vicio conocido como avaricia. Aristóteles recomienda ser desprendidos en lo tocante a los bienes materiales, es decir, vivir en el justo medio, cuidándose de que sirvan como instrumentos para poder vivir, mientras apegarse a los mismos es señal de injusticia. “Por cuanto el hombre injusto es un hombre que desea tener más, se verá afectado por los bienes: no todos, sino aquellos vinculados con la buena y la mala suerte, los cuales son siempre bienes en sentido absoluto, pero no siempre lo son para algunos. Los hombres los piden en sus oraciones y los persiguen; pero es preciso rogar que los bienes en sentido absoluto lo sean también para nosotros, y elegir aquellos que son bienes para nosotros”1. El peligro del apego a las cosas es un tema muy presente en la Biblia: “El dinero todo lo allana” (Qo 10, 19); “No te afanes por enriquecerte, deja de preocuparte. Apartas tu mirada y no queda nada, pues echa alas como águila y vuela hasta el cielo” (Pr 23, 4-5); “No te apoyes en tus riquezas, ni digas: «Ellas me bastan»” (Si 5,1): “El insomnio del rico acaba con su salud, sus preocupaciones ahuyentan el sueño” (Si 31, 1). Para Santo Tomás, se trata de una tendencia también presente en los otros vicios capitales, ya que muestra el elemento común de la avidez, “el apetito desordenado”, dirigido hacia cualquier bien posible, sin que esté presente una verdadera necesidad2. La razón “formal” que hace a la avaricia ser un vicio no es tanto mostrar un interés especial en el dinero y las cosas en general, sino que éstas asuman un valor simbólico desmesurado, convirtiéndose en sinónimo de estima, paz, seguridad, poder. No se puede ciertamente sostener que la avaricia es un vicio actualmente reprobado; por el contrario, una sociedad que procura transformar todo tipo de acontecimiento en valor monetario, difícilmente podría censurar la avaricia. Oscar Wilde lo reconoció hace más de un siglo con su acostumbrado y agudo humour: “Hoy en día los jóvenes creen que el dinero es todo. Y sólo cuando

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La razón formal que hace a la avaricia ser un vicio no es tanto mostrar un interés especial en el dinero y las cosas en general, sino que éstas asuman un valor simbólico desmesurado, convirtiéndose en sinónimo de estima, paz, seguridad, poder.

1 ARISTÓTELES, Etica a Nicómaco I, V, 2, 1129b, (ver también I, IV, 1, 1119b). Aristóteles distingue entre bienes exteriores, bienes del cuerpo y bienes del alma (ver Etica Eudemia, I, II, 1, 1218b, 32), que son los bienes supremos, como la sabiduría, búsqueda de las causas primeras, objeto de la metafísica, que hace ser libre a quien la adquiere, acercándolo a la felicidad de la cual goza Dios (ver Metafisica, I, I, 2, 983a). 2 Ver TOMÁS DE AQUINO, S., De malo, q. 8, a.1. Para una profundización del tema, ver G. CUCCI, Il fascino del male. I vizi capitali, Roma, Adp, 2008, 167-211.

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Si bien con el término avaricia se entiende precisamente el apego a las cosas en general, en realidad ésta ha sido considerada en la reflexión literaria, filosófica y espiritual principalmente en su acepción específica de philargyria, amor al dinero , reconociéndose en el dinero el elemento representativo de todo cuanto puede ser útil y servir en cualquier circunstancia.

3 CH. PÉGUY, Note conjointe sur M. Descartes et la philosophie cartésienne, en id., Oeuvres en prose: 1909 -1914, París , Gallimard, 1961, 1531.

llegan a ser más viejos saben que [¿NO?] así es”. Este consenso general en cuanto a “su majestad el dinero” se advierte también en el espacio dedicado por los medios de comunicación a quienes son indebidamente llamados vip, situados en el más alto nivel de las empresas, bancos, instituciones: parecen haber llegado a ser los nuevos sacerdotes del templo en el cual se celebra el culto del hombre moderno. Sin embargo, rara vez parece acompañar al prestigio económico una riqueza igualmente evidente a nivel ético, espiritual y humano, como ya reconociera Aristóteles. Cuando estas personas son entrevistadas o descritas en un artículo, casi nunca se muestra “la otra cara de la medalla”, es decir, el precio pagado por todo esto, no sólo en términos de operaciones, sino sobre todo en lo tocante a las personas, a menudo los más débiles, que han pagado los gastos de este victorioso ascenso. También el desarrollo histórico de la sociedad europea ha contribuido indudablemente a la formación de esta mentalidad, que de ningún modo es obvia ni se debe dar por sentada. Recordemos, por ejemplo, el asombro de los exploradores de los siglos anteriores al advertir la falta de avidez y la total ignorancia a propósito de algo vagamente parecido al término “dinero” en muchos pueblos injustamente definidos como“primitivos”. Semejante comparación, sin embargo, no ha puesto para nada en tela de juicio las convicciones del hombre europeo a este respecto: si bien a partir de Descartes comenzó a dudar de todo, el dinero jamás ha sido objeto de esta revisión crítica propia de la modernidad y nunca ha sido motivo de algún tipo de perplejidad. Retomando a Descartes, la moneda podría calificarse en cambio como una de las pocas “ideas claras y distintas” que se imponen por su propia evidencia. Como observa agudamente Péguy: “Por primera vez en la historia del mundo, el dinero está solo ante Dios. Ha recogido en sí mismo todo cuanto existía de venenoso en lo temporal y ahora es una especie. A causa de una aberración no identificada de un mecanismo, de una alteración de la verdad, de un desorden, de un monstruoso enloquecimiento de la mecánica, aquello que debía servir únicamente para el intercambio ha invadido totalmente el valor intercambiable. No se debe decir solamente, por tanto, que en el mundo moderno la escala de valores se ha invertido. Hay que decir que se ha aniquilado desde el momento que el aparato de medición, de intercambio y de evaluación ha invadido todo valor a medir, intercambiar y evaluar, a lo cual dicho aparato debía servir. El instrumento se ha convertido en la materia, el objeto y el modo”3. Esta mentalidad —que de hecho admiran quienes se enriquecen a cualquier costo aun cuando aparentemente la condenan (aunque

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Fenomenología de la avaricia Si bien con el término “avaricia” se entiende precisamente el apego a las cosas en general, en realidad ésta ha sido considerada en la reflexión literaria, filosófica y espiritual principalmente en su acepción específica de philargyria, “amor al dinero”4, reconociéndose en el dinero el elemento representativo de todo cuanto puede ser útil y servir en cualquier circunstancia5. Quienes han reflexionado sobre este vicio advierten que no es la necesidad lo que mueve al avaro, sino el poder: él espera que al acumular podrá disponer como quiera de su propia vida, liberándose de la aflicción de la inseguridad y de la dependencia de los demás, poniéndose al abrigo de los caprichos de la fortuna, de las posibles calamidades ocasionales y en definitiva también de Dios. Y con el tiempo ese vicio ciega y hace ser capaz de llevar a cabo las cosas más horribles con tal de aumentar la propia riqueza. La avaricia resulta ser por lo tanto sumamente difícil de extirpar, porque penetra con suavidad en la profundidad del corazón humano, generando otras malas disposiciones. Precisamente esta dinámica ramificada de la avaricia la hace ser un vicio capital. Ésta es una de las razones por las cuales, según Santo Tomás, la avaricia es un mal muy difícil de curar, “a causa de la condición del sujeto, puesto que la vida humana está permanentemente expuesta a la carencia; pero cada carencia impulsa la avaricia: por este motivo, ciertamente, se buscan los bienes temporales, con el fin de obtener remedio para la carencia de la vida presente”6. Bosch representa la avaricia como un juez corrupto, que parece estar escuchando a un campesino que le pide justicia; pero toda la atención está concentrada en su mano izquierda, que se dispone a recibir una pesada bolsa de monedas para emitir una sentencia suavizada. El dinero se muestra con capacidad de realizar milagros en sentido contrario: hace ciego al que ve, sordo al que escucha y mudo al que habla.

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tal vez en la base de eso se encuentra otro vicio, la envidia)— puede encontrar una confirmación en los problemas jurídicos para evaluar la gravedad de tales acciones. Se advierte, en efecto, cierta complicada dificultad para reconocer y consiguientemente castigar en forma apropiada a quienes se apropian del dinero ajeno de manera sofisticada, con apoyo en sistemas computacionales, llevando a cabo operaciones ilícitas, atropellando con la mayor tranquilidad la confianza de clientes ignorantes y ahorrantes con tal de sacar provecho, con consecuencias desastrosas a escala planetaria, como puede comprobarse con la actual crisis económica.

La avaricia, por cuanto no tiene relación con una necesidad del cuerpo ni tiende a un placer en sí mismo, busca una satisfacción de tipo afectivo, pero al mismo tiempo impalpable, vinculada con la imaginación. Este carácter espiritual de la avaricia lo muestra muy bien su objeto básico, el dinero, que tiene en sí mismo un componente esencialmente simbólico de referencia a otra cosa.

4 EVAGRIO, Gli otto spiriti della malvagità, Cinisello Balsamo (Mi), San Paolo, 2006, n. 8; G. CASSIANO, Conferenze ai monaci, Roma, Città Nuova, 2004, I, V, 11; id., Le istituzioni cenobitiche, Praglia (Pd), Monastero, 1992, I, VII, 1. 5 Ver AGOSTINO, S., De libero arbitrio, Roma, Città Nuova, 1976, I, I, XV, 32: Summa Theol., II-II, q. 117, a. 1 ad 2; De malo, op. cit., q. 13, a. 1; ARISTÓTELES, Etica Nicómaco, op. cit., I, IV, 1, 1119b, 26. 6 TOMÁS DE AQUINO, S., De malo, op. cit., q- 13, a, 2, ad 8.

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La avaricia, vicio del espíritu

El dinero, muy lejos de tranquilizar, cuando se convierte en un fin en sí mismo, aumenta los temores: el temor de perder lo ganado, de que un rival se adjudique un negocio anhelado, de ser superados en la escala social, resultando inútil el afán de toda una vida.

7 C. CASAGRANDE S. VECCHIO, I sette vizi capitali. Storia dei peccati nel Medioevo, Turín, Einaudi, 2000, 113.

Las consideraciones desarrolladas hasta aquí muestran cómo la avaricia no consiste esencialmente en el hecho de poseer muchos bienes y tampoco es en sí misma sinónimo de riqueza; es más bien la apetencia y la avidez de posesión lo que endurece el corazón y conduce a la presunción de autosuficiencia, de ser suficiente para uno mismo y no tener necesidad de nada. Éste es el motivo por el cual ha sido asociada estrechamente con la soberbia, con la envidia (porque desearía poseer los bienes de los demás), con la ira (si se pierden los codiciados bienes o no resulta posible conseguirlos). La raíz de semejantes vicios es común: la codicia y el apego a las cosas, como recuerda San Pablo (ver 1 Tm 6, 10; Ef 5, 5; Col 3, 5). Se trata por tanto de un vicio esencialmente afectivo y espiritual: “Dirigido hacia lo superfluo, el deseo del avaro no puede sino ser infinito, pero en la medida en que es infinito es también necesariamente frustrado, ya que las riquezas, cualesquiera sean y en cualquier medida, sea como fuere son siempre finitas”7. De aquí proviene el aspecto religioso de la avaricia, porque el dinero da la ilusión de ser omnipotente: el dinero, dada su naturaleza, permite una autosuficiencia que ningún otro objeto podría ofrecer. Para Péguy, éste constituye la única alternativa realmente atea de Dios, ya que da la ilusión de poder obtenerlo todo, puesto que toda realidad puede transformarse en dinero, que a su vez permite entrar en posesión de cualquier cosa. Marx, analizando la mentalidad capitalista, fruto de la revolución industrial, advirtió con agudeza y de manera incisiva su carácter esencialmente religioso, es decir, de consagración de todo el propio ser a una realidad considerada absoluta, superior a todas las demás. El dinero es el nuevo dios, el centro del universo capaz de hacer girar alrededor suyo cualquier cosa, con el cual podemos sentirnos omnipotentes: “Soy feo, pero puedo comprarme a la más linda de todas las mujeres. Por lo tanto, no soy feo, en cuanto el efecto de la fealdad, su poder desalentador, es anulado por el dinero. Soy, como individuo, lisiado, pero el dinero me da 24 piernas: no soy por lo tanto lisiado. Soy un hombre malvado, infame, sin conciencia, sin ingenio, pero el dinero es honrado y por consiguiente también lo es su poseedor. El dinero es el más grande de los bienes, de manera que su poseedor es bueno: el dinero me exime de la pena de ser deshonesto, y por lo tanto soy considerado honesto; soy estúpido, pero el dinero es la verdadera inteligencia de todas las cosas: ¿cómo podría ser estúpido su poseedor? Además éste puede comprar a las personas inteligentes, ¿y no es quien tiene poder sobre las personas inteligentes más inteligente que el hombre inteligente? (…) Por el hecho de que el dinero, en cuanto concepto

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existente y actual del valor, confunde e intercambia todas las cosas, éste constituye la confusión general y la inversión de todas las cosas, y por lo tanto el mundo trastrocado, la confusión y la inversión de todas las cualidades naturales y humanas”8. Esta página repite la historia de siempre de la avidez del hombre occidental. La consideración del dinero como una especie de varita mágica capaz de resolver todos los problemas, de transformar cualquier cosa en su contrario, está muy presente también en la poesía y en la literatura, como se puede ver en este poema del siglo XII, muy parecido a las consideraciones de Marx: “Si un ladrón o un bandido es arrestado, /se da dinero a los jueces, y de inmediato / se convierte en el justo Catón; / si uno es estúpido y no está en condiciones de estudiar / las artes sagradas, estudie entonces los dineros: / se convertirá en Aristóteles. / Llega un amante agradable a ver a una bella señora. / Si no ha traído nada, es expulsado del tálamo; / se abre camino uno feo, pero lleno de dinero, / y encuentra todo a su disposición. / El dinero reina, gobierna, impera y todo derrota. / Manda junto con Júpiter; / ambos, erigidos en divinidad, son venerados en todo el mundo, / pero vale más el dinero, que como dios cuenta por dos. / En realidad, lo que ni los truenos ni los rayos pueden someter, el dinero lo somete y lo hace propio. /Júpiter ofendido no se venga de todos los insultos; / son innumerables en cambio las ofensas que el dinero castiga”9. La avaricia, por cuanto no tiene relación con una necesidad del cuerpo ni tiende a un placer en sí mismo, busca una satisfacción de tipo afectivo, pero al mismo tiempo impalpable, vinculada con la imaginación. Este carácter espiritual de la avaricia lo muestra muy bien su objeto básico, el dinero, que tiene en sí mismo un componente esencialmente simbólico de referencia a otra cosa: es un simple trozo de papel, pero permite el acceso a otras cosas, proporcionando de tal manera honores y consideraciones. El dinero parece estar en condiciones de abrir cualquier puerta, de transformar cualquier defecto, como observó Marx: “El dinero no sólo está en condiciones de representar todas las riquezas en cuanto medida de su valor; hay en éste, en el material que lo constituye y en el uso que los hombres hacen del mismo, también una extraordinaria fuerza simbólica, que mediante la evocación del fantasma de la idolatría, es capaz de dar una connotación ética a las riquezas en sentido negativo, aumentando de este modo el peso específico de la culpa de todos aquellos que lo aman demasiado”10. De este modo, la avaricia se manifiesta como una forma mundana de consagración a un ídolo, algo a lo cual estamos dispuestos a ofrecer toda nuestra vida, sacrificando por el mismo ante todo la propia libertad y dignidad: “Así como el perro está condicionado para emitir la saliva, ya no a la vista de la comida, sino al sonar la campana que la anuncia, sin verla en realidad, el avaro es atraído por el dinero aun

«De aquí proviene el aspecto religioso de la avaricia, porque el dinero da la ilusión de ser omnipotente: el dinero, dada su naturaleza, permite una autosuficiencia que ningún otro objeto podría ofrecer. Para Péguy [en la ilustración], éste constituye la única alternativa realmente atea de Dios, ya que da la ilusión de poder obtenerlo todo, puesto que toda realidad puede transformarse en dinero, que a su vez permite entrar en posesión de cualquier cosa.»

8 K. MARX, Manoscritti economicofilosofici del 1844, Turín, Einaudi, 1968, 151-156. 9 PIETRO PICTOR, De denario, en Corpus Christianorum. Continuatio Mediaevalis, vol. XXV, Turnhout, Turnholti Typographi, 1972, 101 s. 10 C. CASAGRANDE S. VECCHIO, I sette vizi capitali..., op. cit., 106.

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Los Padres de la Iglesia destacan a menudo la angustia mortal que perturba al avaro, considerada como una serpiente que se muerde la cola: mientras más posee, es más poseído por aquello que lo impulsa a acumular, es decir, el ansia y el miedo. «Debido a un curioso mecanismo psicológico, cuando se busca una seguridad excesiva, que el dinero debería proporcionar, se obtiene el resultado precisamente contrario: el ansia y la inseguridad se difunden y prosperan con intensidad cada vez mayor. Éste es exactamente el estado de ánimo característico de los avaros: “Siempre están agitados y su alma no tiene reposo. La urgencia por poseer lo que aún no tienen hace que lo que ya tienen les parezca nada. Por una parte, traman a causa del temor a perder lo que ya han acumulado, y por otra trabajan por poseer otras cosas, lo cual implica nuevos motivos de temor, señala San Juan Crisóstomo”.» (Imagen San Juan Crisóstomo. Museo del Icono del Instituto Elénico de Estudio Bizantino y Postbizantino de Venecia)

11 S. SCHIMMEL, The Seven Deadly Sins; Jewish, Christian and Classical Reflections on Human Psychology, Nueva York, Oxford University Press, 1997, 173. 12 Que primero hayan de tentar (los demonios) de codicia de riquezas, como suele ocurrir, para que más fácilmente vengan a vano honor del mundo, y después a crecida soberbia; de manera que el primer escalón sea de riquezas, el 2º de honor, el 3º de soberbia, y de estos tres escalones induce a todos los otros vicios (IGNACIO DE LOYOLA, S., Ejercicios Espirituales, n. 142).

cuando éste se acumule sin ser utilizado”11. En este vicio se advierte una situación invertida también a propósito de la práctica de mortificación y penitencia: el avaro se impone un ascetismo con miras al futuro, experimentando vagamente el presente en vez de vivirlo. Y el ansia, por su parte, le impide gozar de lo que posee, aun cuando lo haya obtenido con éxito. San Ignacio de Loyola reconoció en la avidez por las cosas el primer lazo puesto por el demonio en el pie del que desearía caminar en la vida espiritual, de lo cual proviene cualquier otro tipo de vicio y mal posible12. Ciertamente, el dinero, muy lejos de tranquilizar, cuando se convierte en un fin en sí mismo, aumenta los temores: el temor de perder lo ganado, de que un rival se adjudique un negocio anhelado, de ser

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superados en la escala social, resultando inútil el afán de toda una vida. Debido a un curioso mecanismo psicológico, cuando se busca una seguridad excesiva, que el dinero debería proporcionar, se obtiene el resultado precisamente contrario: el ansia y la inseguridad se difunden y prosperan con intensidad cada vez mayor13. Éste es exactamente el estado de ánimo característico de los avaros: “Siempre están agitados y su alma no tiene reposo. La urgencia por poseer lo que aún no tienen hace que lo que ya tienen les parezca nada. Por una parte, traman a causa del temor a perder lo que ya han acumulado, y por otra trabajan por poseer otras cosas, lo cual implica nuevos motivos de temor”14. Los Padres de la Iglesia destacan a menudo la angustia mortal que perturba al avaro, considerada como una serpiente que se muerde la cola: mientras más posee, es más poseído por aquello que lo impulsa a acumular, es decir, el ansia y el miedo15. Otro sentimiento típico del avaro es la tristeza, ligada a la desilusión de nunca poder encontrar plenamente lo que anhela, sintiéndose en cambio cada vez más indigente: “Así como el mar nunca está sin olas, del mismo modo el avaro nunca está sin tristeza”16. Su tribulación recuerda el castigo terrible al cual fue sometido el rey Midas, un castigo que consiste precisamente en atender a su voraz apetencia. Hay una especie de extraño masoquismo en este vicio, en cuanto lo que se considera la única fuente de felicidad en realidad hace angustiarse hasta arruinar la propia vida: “No sólo se privan los avaros de la alegría de lo que tienen y de lo que no se atreven a usar para su deleite, sino también de aquello con lo cual nunca se sacian y siempre tienen sed: ¿puede haber algo más penoso?”17. Dante muestra el carácter peculiar del avaro mediante un esbozo fulgurante: en el canto VII del Infierno, destaca que los avaros resucitarán con el puño cerrado, para simbolizar su manera ya cristalizada para siempre de enfocar la vida, los demás y los bienes. El avaro está fijado para la eternidad en una actitud que lo hace desear atrapar todo en sí mismo, pero termina atrapando el vacío, sofocando y matando todo cuanto lo rodea, empezando por sí mismo. Para Dante, éstos constituyen el grupo más numeroso que se encuentra en el infierno, hasta el punto que sería preciso poner en la entrada el fatídico anuncio: “Estamos llenos, no hay más lugar”. “Vi aquí mucho más gente que en las otras partes”, señala con sarcasmo18. Quienes tienen este vicio son tantos y tan diversificados que deben ser colocados en diversos circuitos del infierno: están los usureros y los simoníacos, respectivamente en el séptimo y el octavo círculo; los avaros y los pródigos (“el corto aliento“), que basaron su vida en la vana fortuna, y eternamente se reprenden por sus respectivos vicios, aun cuando es inútil, ya que unos son incapaces de comprender la actitud de los otros.

La imagen es de un personaje triste, solitario, abandonado por los amigos, poco locuaz, siempre suspicaz, a menudo brusco y arrogante, en el mejor de los casos mal educado, porque la avaricia embrutece el ánimo, hace ser a las personas burdas, superficiales, infelices, en una palabra inhumanas.

13 Ver G. CUCCI, La forza della debolezza. Aspetti psicologici della vita spirituale, Roma, Adp, 2007, 41-47. 14 JUAN CRISÓSTOMO, S., Comentario al Evangelio de Mateo, Roma, Città Nuova, 2003, Hom LXXXI, 4. 15 Ver GREGORIO MAGNO, S., Moralia, Roma, Città Nuova, 1994, I, XV, 19; G. CASSIANO, Le istituzioni cenobitiche, op. cit., I, VII, 1; BERNARDINO DE SIENA, S., Prediche volgari, Milán, Rusconi, 1989 (Om XXXVIII); PERALDO, Summa Vittorum et Virtutum, Brescia, 1494, I, II, IV, 4; AMBROSIO, S., De Nabuthae, en id., Opere (VI, 28), vol. 6, Roma, Città Nuova, 1985; EVAGRIO, Gli otto spiriti della malvagità, op. cit., c. 8. 16 JUAN CLIMACO, S., La escala del paraíso, Milán, Paoline, 2007, I, XVI, 21. 17 JUAN CRISÓSTOMO, S., Homilías sobre I Corintios, XXII, 5 (PG 61, 187 s.). 18 DANTE, Inferno, VII, 25.

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El avaro, un hombre solo

“No sólo se privan los avaros de la alegría de lo que tienen y de lo que no se atreven a usar para su deleite, sino también de aquello con lo cual nunca se sacian y siempre tienen sed: ¿puede haber algo más penoso?” (SAN Juan Crisóstomo)

La avaricia, siendo animada por la estrechez de espíritu, manifiesta la pobreza de ánimo de quien padece de la misma: es incapaz de gestos generosos, de involucrarse en algo sin calcular antes cuánto podrá ganar. Hay una estrecha relación entre avaricia y soledad: el avaro se encuentra a sus anchas sólo en compañía de las cosas, única realidad en la cual puede confiar: “La imagen es de un personaje triste, solitario, abandonado por los amigos, poco locuaz, siempre suspicaz, a menudo brusco y arrogante, en el mejor de los casos mal educado”19, porque la avaricia embrutece el ánimo, hace ser a las personas burdas, superficiales, infelices, en una palabra inhumanas. El avaro se ha fosilizado, convirtiéndose en una sola cosa con las riquezas que ha acumulado, asumiendo la misma fijeza impersonal de las cosas, que es como decir que ha muerto. De hecho, precisamente en el momento de la muerte, la soledad del avaro se manifiesta enteramente, ya que nada de cuanto lo rodea y a lo cual se ha apegado puede realmente sostenerlo y confortarlo; haciendo trueques entre las personas y las cosas, nunca ha podido amar a nadie. Como un faraón sepultado en su pirámide, ha realizado a pesar suyo el sueño que lo acompañaba desde siempre: llegar a ser una sola cosa con sus riquezas; pero quien observa las cosas desde afuera advierte un espectáculo muy distinto: “Quienes han descubierto el tesoro de Tutankamón deben haber experimentado algo espectral. Imaginemos el cuerpo del faraón sellado junto con sus riquezas durante todos estos siglos en una habitación oscura y sin aire. Al abrirse, su cuerpo se había descompuesto, pero el oro y los alabastros conservaban su forma y sustancia, y resplandecían como siempre. Lo que resultaba estar ausente de todo esto era el faraón mismo. Las joyas hablaban de su majestad —es decir, de su status—, pero nada decían del hombre (…), un objeto sepultado entre otros objetos (…), en medio de los cuales ese hombre se convirtió en el objeto más apagado y sin vida. Si observamos con franqueza nuestras sociedades actuales, ¿cómo podemos negar que ésta es también nuestra imagen?”20.

Remedios para la avaricia

19 C. CASAGRANDE S. VECCHIO, I sette vizi capitali…, op. cit., 120. 20 H. FAIRLIE, The Seven Deadly Sins Today, Washington, University of Notre Dame Press, 1979, 152.

Para Aristóteles, la virtud contrapuesta a la avaricia no es la prodigalidad, que es más bien un vicio opuesto en sus manifestaciones, pero muy parecido en su dinámica afectiva, como muy bien lo vio Dante. La actitud contraria a la mezquindad es más bien la liberalidad, analizada en el libro IV de la Ética a Nicómaco, entendida como la capacidad de dar de acuerdo con las propias posibilidades. Usar lo

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Psicología con alma «Dante muestra el carácter peculiar del avaro mediante un esbozo fulgurante: en el canto VII del Infierno, destaca que los avaros resucitarán con el puño cerrado, para simbolizar su manera ya cristalizada para siempre de enfocar la vida, los demás y los bienes».

que se ha recibido para que otros puedan vivir bien es el mejor remedio para el vicio de la avaricia, porque atañe al afecto, permitiendo experimentar a quien da sentimientos nuevos, que lo hacen capaz de gestos no concebidos anteriormente. Este cambio de sensibilidad afectiva hacia las cosas puede contrastar eficazmente la avaricia, como muy bien lo reconoció Cassiano: “De nada servirá privarse del dinero si subsiste en nosotros el anhelo de poseerlo”21. Semejante predisposición ciertamente despierta en el corazón de quien procede de ese modo el deseo de emplear bien la propia vida, y hace a la persona capaz de sacrificios incluso notables, porque el corazón se ha vuelto sensible a los sufrimientos y a las necesidades de los demás. Ésta es por otra parte la verdad misma de las cosas: éstas existen en vista del otro; son, como recuerda Winnicott, objetos transicionales , una posibilidad de salir de la soledad autista del yo para encontrar al otro (trans-ir)22. Precisamente en el encuentro con el otro, en la relación, el hombre encuentra la verdad de sí mismo. Compartir los bienes es la condición básica para que la vida se difunda y desarrolle cada vez más. La actitud del avaro constituye violencia contra la naturaleza misma; su tendencia a la acumulación es un auténtico proyecto de anticreación. El Creador quiere transmitir y comunicar su propio ser y aquello que le pertenece. Del mismo modo se comportan sus criaturas: el sol transmite la luz, el fuego el calor, los árboles los frutos

La avaricia, siendo animada por la estrechez de espíritu, manifiesta la pobreza de ánimo de quien padece de la misma: es incapaz de gestos generosos, de involucrarse en algo sin calcular antes cuánto podrá ganar. Hay una estrecha relación entre avaricia y soledad.

21 G. CASSIANO, Le istituzioni cenobitiche, op. cit., VII, 21. 22 D. W. WINNICOTT, Transitional objects and transitional phenomena: a study of the first not-me possession, en International Journal of Psychoanalysis 34 (1953), 89-97.

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Usar lo que se ha recibido para que otros puedan vivir bien es el mejor remedio para el vicio de la avaricia, porque atañe al afecto, permitiendo experimentar a quien da sentimientos nuevos, que lo hacen capaz de gestos no concebidos anteriormente.

(…). El avaro, en cambio, no quiere compartir con nadie lo que posee sino cuando lo obliga la muerte23. Tal vez en el fondo de la avaricia se encuentra este esfuerzo sobrehumano de querer ganarse la existencia, merecer vivir: forma enfermiza de autoestima. Por el contrario, sin la gratuidad nada sería posible, y con mayor razón no sería posible ganancia alguna, riqueza alguna. Por otra parte, nadie podrá jamás equilibrar las cuentas, debiendo más bien gastar para emplear a su vez lo que recibió gratuitamente. Indudablemente, también a propósito de este vicio, un recorrido espiritual resulta de gran ayuda para cultivar la gratuidad y saborear la vida, mostrando la importancia de situarse frente al Señor en un espacio que es por definición sagrado (= separado) y no productivo. Semejante predisposición de ánimo abierta a la relación que acoge gratuitamente el amor de Dios ayuda a introducir sentimientos nuevos que dan sabor a la vida. Ésta es una de las múltiples verdades contenidas en la enseñanza bíblica del sábado, entendido como día consagrado al Señor: El judaísmo procura transformar nuestro deseo de las cosas del espacio en deseo de las cosas del tiempo, enseñando al hombre a desear el séptimo día durante toda la semana (…). Es como si al mandamiento: «No desear las cosas del espacio», correspondiese: «Tú desearás las cosas del tiempo» 24. Cuando se olvida santificar ese día, uno se enajena, extraviándose en las cosas. En el fondo de las prescripciones dadas al pueblo de Israel en vista de la entrada a la tierra prometida, se encuentra la convicción de que lo que más cuenta, más que los bienes recibidos, es el bien que con éstos se puede realizar con los más pobres. Esta preciosa enseñanza es recordada por la Biblia mediante la invitación a ofrecer el diezmo al Señor (ver Dt 14, 22-29) a favor del necesitado y el forastero. El diezmo para ofrecer recuerda dos cosas fundamentales al creyente: que todo cuanto tiene y es, existe en forma de don y no de mérito, además que mediante el diezmo el hombre restituye en pequeña medida aquello que en el fondo no le pertenece realmente, creando esos espacios de comunión que pueden considerarse, como el sábado, un anticipo de la beatitud eterna. En el relato de K. Blixen, La fiesta de Babette, que ha llegado a ser famoso también gracias a una excelente realización cinema-

23 PERALDO, Summa…, op. cit., II, IV, 3. 24 A. HESCHEL, Il sabato, Milán, Garzanti, 1999, 111 s. En bastardilla en el texto.

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tográfica, se encuentra en forma literaria todo lo que se advertía en el ámbito espiritual, es decir, el poder del don de reestructurar una situación a nivel individual y social. En el relato, ambientado en un pequeño pueblo de Dinamarca a fines del siglo XIX, esta transformación se nota ante todo en relación con la donante, Babette, que ha llegado como prófuga a ese pueblo, con una historia de fracasos, sufrimientos y luchas a su haber. Lo único que todavía conserva es un boleto de lotería, con el cual al cabo un tiempo obtendrá el primer premio, 10.000 francos, una verdadera fortuna. En este punto, todos esperan que Babette abandone el pueblo y disfrute con el dinero; ella, en cambio, decide utilizarlo únicamente en preparar una comida de agradecimiento a la comunidad, una comida rica en todos los bienes de Dios. Y al final del relato se llega a saber que la persona más beneficiada ha sido precisamente Babette. Ante la objeción en el sentido de que no debería haber derrochado todo esto por ellos, responde con inesperada sencillez: ¿Por ustedes? No, por mí (…). Soy una gran artista (…). Un gran artista, mesdames, nunca es pobre. Tenemos algo, mesdames, sobre lo cual nada saben los demás 25. Ciertamente, Babette, al preparar esa fiesta, pudo ella también reconciliarse con los que le habían hecho daño, las personas que dieron muerte a familiares suyos, obligándola a huir sola e indigente de París. Ella ya no está resentida con ellos, porque también para ellos supo poner a disposición su capacidad de cocinera: también dio a conocer su talento de cocinera a sus enemigos y es esto en definitiva lo único que ahora cuenta para ella, lo que ha hecho que sea bella su vida. Porque, mesdames —dice al final—, esta gente me pertenecía, era mía (…). Podía hacerla feliz. Cuando me esmeraba, lograba hacerla perfectamente feliz 26. Este relato puede considerarse un hermoso comentario narrativo de la Eucaristía, la comida en la cual el Señor Jesús llama a reunirse a los suyos, amigos y enemigos, consumiendo todo su ser, su vida misma por todos, para que todos estén en comunión con Él y entre ellos. La verdadera riqueza, que realmente nos pertenece, es la que se recibe ofreciendo lo mejor que se tiene, convirtiéndonos en partícipes de la generosidad superabundante de Dios. Sólo dando es posible salir de la soledad infernal en que se ha encerrado el avaro.

En el fondo de las prescripciones dadas al pueblo de Israel en vista de la entrada a la tierra prometida, se encuentra la convicción de que lo que más cuenta, más que los bienes recibidos, es el bien que con éstos se puede realizar con los más pobres.

25 K. BLIXEN, Il pranzo di Babette , en id., Capricci del destino, Milán, Feltrinelli, 2005, 44. 26 Ivi, 45.

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«La Escritura requiere de los métodos filológicos serios para ser comprendida, porque “La Palabra se hizo carne” (Jn 1,14), pero los acercamientos históricos y filológicos no agotan su lectura: el momento histórico debe ser complementado con el momento teológico.» Biblia monumental de Nonnberg (fragmento), monasterio de San Pedro, Salzburgo.

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Leer la Escritura con una razón abierta al misterio En torno a un aspecto de la Exhortación Apostólica Verbum Domini Por Samuel Fernández Pbro.

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na simple comparación entre la Verbum Domini, la intervención del Papa Benedicto en el Sínodo de la Palabra, y la producción teológica del profesor y luego del cardenal Ratzinger permite constatar algunas insistencias constantes, en torno al modo de relacionar exégesis bíblica científica y revelación, es decir, razón y fe, que han acompañado el amplio arco del servicio eclesial del actual pontífice. Desde sus primeros trabajos, como El Dios de la fe y el Dios de los filósofos, publicado en 1960, hasta sus últimas intervenciones, pasando por discursos programáticos como el de Ratisbona, se reconoce una gran continuidad en el desarrollo de algunos conceptos.

Exégesis histórica y exégesis teológica La exégesis histórico-crítica se ha demostrado como un excelente instrumento para leer las fuentes históricas e interpretar los textos antiguos; de hecho, en la programática introducción al primer tomo del libro Jesús de Nazaret, el Papa Benedicto afirma que este método «sigue siendo indispensable»1, porque responde a la lógica de la encarnación: el texto bíblico nace en un contexto histórico y, en sí mismo, tiene una historia. Pero este método tan necesario muestra sus límites cuando se comprende como autosuficiente, es decir, como el único camino y como el camino completo para la comprensión del texto bíblico. La Escritura requiere de los métodos filológicos serios para ser comprendida, porque «La Palabra se hizo carne» (Jn 1,14), pero los acercamientos históricos y filológicos no agotan su lectura: el momento histórico debe ser complementado con el momento teológico. En la exhortación Verbum Domini se recoge la intervención pronunciada por el Papa durante el Sínodo de la Palabra. En esa ocasión, Benedicto XVI destacó la fecundidad de la exégesis histórica e insistió en la necesidad de completar el acercamiento histórico con una exégesis teológica. Sobre la base de Dei Verbum 12, recordó

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Alguien podría sin embargo preguntarse: ¿No es menos científica una lectura que parte de convicciones de fe? La pregunta es importante, porque lleva a una reflexión en la que coinciden los resultados de las actuales filosofías del lenguaje.

1 Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, vol. I, p. 12.

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Para aceptar la revelación cristiana, entonces, es necesario estar abierto a una verdadera novedad en la historia, es decir, a estar disponible para que la realidad pueda ser más amplia y más rica de lo que estamos habituados a comprobar.

los elementos fundamentales de la exégesis teológica: 1) Se debe interpretar el texto teniendo presente la unidad de toda la Escritura. 2) Se debe tener presente la tradición viva de toda la Iglesia. 3) Es necesario observar la analogía de la fe2. Estos elementos cualifican una interpretación como estrictamente teológica. Asimismo, estos tres elementos —unidad de la Escritura, relevancia de la tradición y analogía de la fe— no se deducen de los textos, sino que son convicciones anteriores a la lectura de los textos: son convicciones de fe que sostienen una lectura verdaderamente teológica de la Biblia, la lectura que es más adecuada a la naturaleza de las Sagradas Escrituras. Alguien podría sin embargo preguntarse: ¿No es menos científica una lectura que parte de convicciones de fe? La pregunta es importante, porque lleva a una reflexión en la que coinciden los resultados de las actuales filosofías del lenguaje.

Los presupuestos del lector de la Biblia La pregunta se resuelve de modo radical al constatar que no es posible leer sin convicciones previas. Por ello, Benedicto XVI advierte en Verbum Domini: «La falta de una hermenéutica de la fe con relación a la Escritura no se configura únicamente en los términos de una ausencia; es sustituida por otra hermenéutica, una hermenéutica secularizada, positivista, cuya clave fundamental es la convicción de que Dios no aparece en la historia humana. Según esta hermenéutica, cuando parece que hay un elemento divino, hay que explicarlo de otro modo y reducir todo al elemento humano. Por consiguiente, se proponen interpretaciones que niegan la historicidad de los elementos divinos» 3.

2 Benedicto XVI, Verbum Domini, 34; cf. Intervención en el Sínodo (14 de octubre de 2008). 3 Benedicto XVI, Verbum Domini, 35b; cf. Intervención en el Sínodo (14 de octubre de 2008).

Este tipo de hermenéutica secularizada no está abierta a la novedad: no está dispuesta a que las cosas hayan sido de un modo diferente de cómo suceden en torno a nosotros. Allí donde hay algo que va más allá de nuestra experiencia cotidiana habrá que «interpretarlo» hasta reducirlo a la medida de dicha experiencia. Allí, pues, no cabe un verdadero ingreso de Dios en la historia: «En efecto, la hermenéutica secularizada de la Sagrada Escritura es fruto de una razón que estructuralmente se cierra a la posibilidad de que Dios entre en la vida de los hombres y les hable con palabras humanas» (VD 36). Una exégesis crítica que presupone metodológicamente que la historia es estrictamente uniforme, es decir, que el hombre y el mundo están determinados de tal modo por las mismas leyes y los mismos límites, que se siente la necesidad de eliminar lo que parece imposible al interior de estas leyes. Según esta postura, en el estudio académico de la Biblia, lo que hoy no puede ocurrir debe ser negado, porque no pudo tampoco suceder

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ayer, ni tampoco sucederá mañana4. Se verifica la aguda crítica del filósofo Friedrich Schlegel (1772-1829) dirigida a los representantes de la crítica histórica de su época: «Los dos principios fundamentales de la así llamada crítica histórica son el postulado de la vulgaridad y el axioma de lo rutinario. Postulado de la vulgaridad: todo lo auténticamente grande, bueno y bello es improbable, pues es extraordinario y, por lo menos, sospechoso. Axioma de lo rutinario: tal y como son las cosas entre nosotros y alrededor de nosotros deben haber sido en todas partes, pues así todo es verdaderamente tan natural» 5.

Para aceptar la revelación cristiana, entonces, es necesario estar abierto a una verdadera novedad en la historia, es decir, a estar disponible para que la realidad pueda ser más amplia y más rica de lo que estamos habituados a comprobar. Ahora bien, ¿significa esto acaso que debemos renunciar a la razón para realizar una lectura creyente de la Escritura? ¿O debemos valernos de la razón, mientras ella nos pueda acompañar, pero abandonarla cuando nos topemos con el misterio? Una interpretación de la Biblia que renuncia a la razón, en alguna de sus fases, es decir, una lectura fideísta, degenera en fundamentalismo. Este tipo de acercamiento a los textos sagrados es capaz de sustentar cualquier tipo de arbitrariedad, injusticia y violencia. Una manera de leer la Escritura que deja fuera a la razón no es humana y, por ello, no es cristiana, porque no reconoce que Cristo es el «sí» pleno de Dios al hombre, a todo el hombre, incluida la inteligencia. La lectura fideísta de la Biblia abre paso a lo irracional, con todos los peligros que ello conlleva. La delicada correspondencia entre nuestra razón subjetiva, la razón objetiva de la historia y la historia, y la Razón divina, es decir el Logos creador, exige la participación de la razón en la lectura creyente de la Sagrada Escritura. Luego, nuevamente nos preguntamos, ¿debemos renunciar a la razón para leer la Escritura como creyentes? ¡De ninguna manera! Entonces, la pregunta ya no es si utilizar o no la razón, sino qué razón utilizar. La pregunta acerca de la relación entre filosofía y exégesis bíblica es inevitable. La cuestión fundamental, entonces, sigue siendo la relación entre razón y fe, en este caso concreto, entre filosofía y exégesis bíblica, entre los presupuestos de lectura y la revelación. Es ilusoria una lectura bíblica que pretende ser filosóficamente neutra: «No es la exégesis la que prueba la filosofía, sino la filosofía la que engendra la exégesis»6. No es posible una lectura «neutra», sin convicciones previas, en lo cual concuerdan las actuales filosofías del lenguaje. Si no están presentes las convicciones de fe cristiana, habrá otro tipo de convicciones previas. Dicho de otro modo, los lectores son siem-

Es ilusoria una lectura bíblica que pretende ser filosóficamente neutra: «No es la exégesis la que prueba la filosofía, sino la filosofía la que engendra la exégesis». No es posible una lectura «neutra», sin convicciones previas, en lo cual concuerdan las actuales filosofías del lenguaje. Si no están presentes las convicciones de fe cristiana, habrá otro tipo de convicciones previas.

4 Cf. J. Ratzinger, Situación actual de la fe y la teología, Humanitas (mayo 2005) 30-43. 5 F. Schlegel, Fragmentos del Lyceum, 25. 6 J. Ratzinger, Situación actual de la fe y la teología, Humanitas (mayo 2005) 41.

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Una exégesis teológica exige un diálogo «de ida y vuelta» entre las convicciones del lector y el contenido de la lectura, es decir, entre la filosofía y la revelación. La revelación es leída por la razón y, a su vez, la revelación ilumina, purifica y amplía la razón. (…)

pre «creyentes», la diferencia es que algunos «creen» en una cosa y otros «creen» en otra; unos leen con determinados presupuestos, mientras otros parten de presupuestos diferentes. En síntesis, no es posible leer sin presupuestos. Y, por lo tanto, no se debe considerar menos científica una exégesis animada por las convicciones de la fe cristiana, como si para practicar una exégesis verdaderamente científica y académica fuera necesario dejar a un lado la fe. Parece demasiado amplio preguntarnos cuáles son los presupuestos más adecuados para leer la Escritura. Tal vez debemos contentarnos, por ahora, con preguntarnos cuáles son los presupuestos más adecuados para la exégesis teológica. Pero la cuestión es más compleja, porque los pre-supuestos no pueden ser simplemente anteriores, desde el punto de vista cronológico. Si esto fuera así, la Escritura no podría, de hecho, aportar ninguna real novedad a nuestra visión del mundo, y su lectura sólo podría confirmar las convicciones que el lector ya tenía previamente.

El programa de la ampliación de la razón Una exégesis teológica exige un diálogo «de ida y vuelta» entre las convicciones del lector y el contenido de la lectura, es decir, entre la filosofía y la revelación. La revelación es leída por la razón y, a su vez, la revelación ilumina, purifica y amplía la razón. De esta manera, ya no es la experiencia humana que se alza como única medida de la interpretación bíblica, sino que la Escritura se vuelve

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«Mientras en Adán, parece que la libertad está definida por el «no» a Dios, en Jesús ella se realiza en su “sí” a Dios: la obediencia a Dios se revela como la plenitud de la libertad humana. Por este camino, el lector que se ha dejado impactar por la Biblia no sólo conoció mejor a Jesús, sino que amplió su propio concepto de libertad, conoció mejor qué es la libertad humana, su propia libertad, y por lo mismo comprendió mejor su propia vida». Representación del Génesis. Biblia napolitana, siglo XIV.

también medida de las posibilidades de nuestra experiencia humana. La revelación histórica debe impactar en las estructuras de pensamiento: «El conocimiento de que Dios es un Dios referido al mundo y al hombre, que opera dentro de la historia, o dicho más hondamente, el conocimiento de que Dios es persona, un «yo» que sale al encuentro de un «tú», este conocimiento exige sin duda un nuevo examen en toda la línea de las declaraciones filosóficas, un «repensarlas», como todavía no se ha ejecutado suficientemente»7. En otras palabras, mientras una hermenéutica secularizada, desde el a priori de la imposibilidad de la intervención de Dios en la historia, sólo puede aceptar como real aquello que en la Escritura concuerda con nuestra parcial experiencia, una hermenéutica ampliada por la fe debe estar dispuesta a ensanchar los límites de las propias categorías de pensamiento para acoger —de modo intelectualmente responsable— aquello que se revela en la Escritura y que, en un primer acercamiento, parecía estar en discordancia con la propia experiencia humana. Para ilustrar la fecundidad de este concepto en el campo de la cristología, presentemos un ejemplo de la aplicación de este método. Una mentalidad no iluminada por la fe tiende a reconocer una contradicción entre libertad humana y obediencia a Dios: obedecer

(…) De esta manera, ya no es la experiencia humana que se alza como única medida de la interpretación bíblica, sino que la Escritura se vuelve también medida de las posibilidades de nuestra experiencia humana. La revelación histórica debe impactar en las estructuras de pensamiento.

7 J. Ratzinger, El Dios de la fe y el Dios de los filósofos (Madrid, 2007) 32.

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La fe cristiana, para mantenerse fiel a su identidad, no puede renunciar a la filosofía, ni tampoco puede dejarse juzgar por la filosofía, para que sea ella la que decida qué es «de acuerdo a la razón» o qué está en contradicción con ella (…)

es visto como la renuncia a ser libre. Esta convicción conduce a una disyuntiva en la lectura de los evangelios: si Jesús fue plenamente obediente, entonces no pudo ser plenamente libre y, por ello, no fue plenamente humano. En esta forma, Jesús es «medido» con la vara de un concepto precristiano de libertad, y no supera la prueba. Pero una razón dispuesta a ser ampliada por la revelación, al contemplar a Jesús en el huerto, reconoce que es posible la plena libertad y la plena obediencia a Dios porque descubre que «la voluntad humana está orientada a la divina. Al asumir la voluntad divina, la voluntad humana alcanza su cumplimiento, y no su destrucción»8. Mientras en Adán, parece que la libertad está definida por el «no» a Dios, en Jesús ella se realiza en su «sí» a Dios: la obediencia a Dios se revela como la plenitud de la libertad humana. Por este camino, el lector que se ha dejado impactar por la Biblia no sólo conoció mejor a Jesús, sino que amplió su propio concepto de libertad, conoció mejor qué es la libertad humana, su propia libertad, y por lo mismo comprendió mejor su propia vida.

Conclusión La unidad de la razón y su pretensión de universalidad, basada en la imagen y semejanza divina en el hombre (Gn 1,26) y, más aún, en la encarnación (Jn 1,14), impulsa a la exégesis no sólo a valerse de la filosofía mientras ella la acompañe, sino a intentar una «reforma» de la misma filosofía a la luz de la revelación. Es una aplicación de la fecunda invitación del Papa Benedicto «a ampliar el concepto y el uso de la razón»9. El creyente que quiere ser intelectualmente responsable, guiado por la convicción de la inteligibilidad y unidad de la realidad, e iluminado por la revelación bíblica, está llamado a repensar las propias convicciones, es decir, a repensar su propia filosofía para hacerla capaz de acoger la nueva realidad que ha conocido por me-

8 Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, vol. II, p. 190. Cf. Catequesis (1 de febrero de 2012). 9 Benedicto XVI, Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones (Regensburg, 12 septiembre de 2006).

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dio de la revelación. Es el camino seguido por los cristianos de los primeros siglos que, fieles al contenido de la regla de fe, buscaron nuevas categorías para expresar el contenido de la fe, convencidos de que la revelación cristiana es susceptible de ser pensada. La fe cristiana, para mantenerse fiel a su identidad, no puede renunciar a la filosofía, ni tampoco puede dejarse juzgar por la filosofía, para que sea ella la que decida qué es «de acuerdo a la razón» o qué está en contradicción con ella (de este modo, la novedad cristiana quedaría fuera de la razón). La solución viene por un diálogo en que el pensador cristiano, iluminado por la revelación, reforma a la misma filosofía, y piensa de un modo crítico la propia fe para no confundir una determinada manera de comprender la fe, siempre culturalmente situada, con el contenido de la revelación. En este diálogo crítico, se purifica la fe y se purifica la razón. Es decir, este diálogo permite aproximarse a lo que verdaderamente pertenece a la fe y a las verdaderas exigencias de la razón. Es el camino que, penosamente, recorrió la teología cristiana que fue capaz de modificar y de «ajustar» la filosofía para hacerla capaz de dar cuenta de la realidad nueva que se ha dado a conocer al hombre por medio de la revelación. Una lectura fideísta, que excluye la razón, en la práctica, elabora un sistema que se apoya sobre pocos versículos bíblicos y que, en la selección de estos versículos, no escucha a Dios, sino a su propia ideología, y así se abre camino para el fundamentalismo. Una lectura racionalista, que excluye a priori la actuación de Dios en la historia, tampoco escucha a Dios, sino a su propia ideología y está cerrada a la radical novedad de la revelación. Sólo una lectura bíblica que se vale de una razón abierta a la novedad del misterio de Dios, en la encarnación, capaz de ampliar las propias categorías de pensamiento, es digna del hombre y es adecuada para escuchar a Dios, en su Palabra.

(…) La solución viene por un diálogo en que el pensador cristiano, iluminado por la revelación, reforma a la misma filosofía, y piensa de un modo crítico la propia fe para no confundir una determinada manera de comprender la fe, siempre culturalmente situada, con el contenido de la revelación.

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«La luminosidad “conviene a aquello que es propio del Hijo, en cuanto que él es el Verbo, luz y resplandor de la inteligencia”. El Todo se hace presente en el Verbo encarnado como “resplandor” de la gloria del Padre, en una circularidad plena típica por lo demás del pensamiento medieval entre el “momento estético” y el “momento teofánico”». La bendición del Redentor. Taller de Fra Angelico.

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Dios y la belleza Por Bruno Forte

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ás que el aristocrático «amor de la sabiduría», reservado a pocos, la teología es la sabiduría del amor, el esfuerzo humilde e intrépido de llevar a la palabra la experiencia del amor recibido y donado, el ser amado por Dios y en él, en la comunión de su pueblo. El teólogo se deja hacer discípulo de la caridad, de su precio de dolor, de su belleza que salva, consciente de que su palabra tiene que ser la palabra que sale del silencio, de la herida y del don de amar. Hay una página de Dostoievski que ilumina maravillosamente esta condición del estar suspendido entre palabra y silencio frente al dolor de amor, a la belleza que salva. La encontramos en la El entero itinerario seguido por novela «El idiota» que, según Romano Guardini, representa San Agustín aparece así como la cristología de Dostoievski. El protagonista es el Príncipe un camino que condujera de Myskin, el inocente que sufre del infinito dolor del mundo, y la belleza a la Belleza, de lo cree a todos, disculpa a todos, soporta todo, quiere a todos. penúltimo a lo Último con el Un día Myskin está sentado al lado del lecho donde un joven, propósito de hallar, a la luz del Hyppolit, un ateo, un nihilista —como se decía en la Rusia de fundamento de toda belleza, el aquel tiempo— está muriendo, consumado por la tisis. El joven sentido y la medida de la belleza se dirige a Myskin y le dice: «Usted dijo una vez que la belleza de todo cuanto existe. salvará al mundo. Príncipe, ¿cuál belleza salvará al mundo?». Y Myskin contesta con su silencio, con la silenciosa presencia de su compasión. La belleza que salva es el amor que comparte el dolor y que no necesita palabra, es la verdad que expresa a sí misma callándose, por su presencia de amor. Así como el Prisionero frente a Pilato contestó a la pregunta: ¿qué es la verdad? con su simple silenciosa presencia. Por eso los medievales refundían en forma de anagrama la pregunta Quid est veritas? en la afirmación Est vir qui adest, «Es el hombre que está enfrente de ti». Quisiera hablar de Dios hablando de esta belleza que salva, de este silencio de amor lleno de presencia. Lo hago en diálogo con dos grandes del pensamiento de la fe, San Agustín y Santo Tomás de Aquino, del cual soy humilde sucesor en la cátedra napolitana de teología. Mi exposición se articula, por eso, en tres partes:

1. La primera, «los números del cielo», mira a la belleza como forma, en diálogo

con San Agustín. «Formosus» – hermoso es lo que es bello;

2. La segunda parte, «el crucificado amor», mira a la belleza como herida de

amor, como resplandor que es irrupción y arrobamiento. Lo bello es lo bueno humilde, el «bonicellus», como decía el latín medieval con una palabra de donde provienen el italiano «bello» y el castellano «bonito».

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3. La conclusión —subrayando que Dios no es sólo verdad y bondad, sino

también belleza— quisiera abrir el camino de una experiencia hecha de silencio, más allá de toda palabra: la experiencia de la belleza salvadora, del crucificado amor que salvará al mundo.

Los «números del cielo»: la Belleza como «forma» ¿Qué relación existe entre la belleza y Dios? La entera existencia de San Agustín responde a esta pregunta: podría decirse que toda su reflexión ha estado regida por los temas Dios-Trinidad, y lo bello1; si bien es cierto que en la época anterior a su conversión primaba el segundo sobre el primero, a ambos los consideraría íntima y recíprocamente conectados. El propio San Agustín lo reconoce así en las Confesiones con esa conmovedora exclamación en la que el Tú de la invocación se dirige a Aquel Ulteriormente, San Agustín que es la belleza: «¡Tarde Te amé, belleza tan antigua y tan nueseguirá firmemente convencido va, tarde Te amé!»2. San Agustín admite que fue justamente la de que no es posible amar belleza de las criaturas la que lo mantuvo alejado del Creador; otra cosa que lo bello: pero Éste, con su belleza —confiesa él—, le capta por la senda «Non possumus amare nisi misma de los sentidos, a cuyo través percibimos lo bello en todas pulchra». Entre arrobamiento y sus manifestaciones: «He aquí que Tú estabas dentro de mí, y yo correspondencia, el movimiento fuera: ahí te buscaba y, deforme como era, me arrojaba sobre las de la belleza no es más que cosas bellas que Tú has creado. Tú estabas conmigo, yo no estaba el movimiento del amor: contigo. Me alejaban de Ti aquellas cosas que, si no estuviesen «ordo amoris» es el mundo en Ti, no existirían. Llamaste, clamaste, venciste mi sordera; de la belleza. resplandeciste, brillaste, ahuyentaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, lo aspiré y desde entonces Te anhelo; gusté de Ti y ahora tengo hambre y sed de Ti; me tocaste y encendí en deseo de tu paz»3. Oído, vista, olfato, gusto, y tacto son alcanzados y apresados por la belleza; en un primer momento por la de las cosas creadas, después por la Belleza última, autora de cualquier otra belleza. El entero itinerario seguido por San Agustín aparece así como un camino que condujera de la belleza a la Belleza, de lo penúltimo a lo Último con el propósito de hallar, a la luz del fundamento de toda belleza, el sentido y la medida de la belleza de todo cuanto existe. Lo que unifica de manera pregnante la doble vía de «ek-stasis» y retorno es el motivo del amor; en realidad, si la belleza tiene tanto poder sobre nosotros, se debe a que nos atrae con vínculos de amor. En las Confesiones se encuentra esta consideración: «Entonces … yo amaba las bellezas inferiores, corría hacia el abismo y decía a mis amigos: ¿acaso no es cierto que 1 Cf. el documentado trabajo de J. Tscholl, Dio e il bello in sant Agostino, Ares, Milano 1996 (original alemán: Lovaina 1967). 2 Confessiones, X, 27,38: «Sero te amavi, pulchritudo tan antiqua et tam nova, sero te amavi!». 3 Ibid. «Et ecce intus eras et ego foris et ibi te quaerebam et in ista formosa, quae fecisti, deformis inruebam. Mecum eras, et tecum non eram. Ea me tenebant longe a te, quae si in te non essent, non essent. Vocasti et clamasti et rupisti surditatem meam, coruscasti, spenduisti et fugasti caecitatem meam, fragasti, et duxi spiritum et anhelo tibi, gustavi et esurio et sitio, tetigisti me, et exarsi in pacem tuam».

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«Quisiera hablar de Dios hablando de esta belleza que salva, de este silencio de amor lleno de presencia. Lo haré en diálogo con dos grandes del pensamiento de la fe, San Agustín y Santo Tomás de Aquino, del cual soy humilde sucesor en la cátedra napolitana de teología», señala Monseñor Bruno Forte.

no amamos sino lo bello?»4 Ulteriormente, San Agustín seguirá firmemente convencido de que no es posible amar otra cosa que lo bello: «Non possumus amare nisi pulchra»5. Entre arrobamiento y correspondencia, el La belleza de lo que es bello no movimiento de la belleza no es más que el movimiento del amor: depende del gusto del sujeto, «ordo amoris» es el mundo de la belleza…6. sino de que esté inscrita en ¿De dónde mana la fuerza de atracción de la belleza? ¿Por qué las cosas, de que posea fuerza lo bello atrae al amor? Si bien San Agustín hace estas preguntas objetiva. ¿En qué consiste esta con extremo rigor, lo hace ciertamente reflexionando sobre el estructura originaria? Agustín propio camino: «¿Qué es lo bello? Y ¿qué la belleza? ¿Qué es lo responderá aún: «Le preguntaré que nos cautiva y atrae de las cosas que amamos? Porque, si en luego por qué son bellas y, si ellas no hubiera decoro y belleza, en absoluto nos atraerían hacia mostrara cualquier vacilación, sí»7. Cabe dar aquí dos respuestas diferentes: según la primera, le sugeriré que quizás sean así la razón formal de la belleza está en las cosas mismas que nos porque las partes son semejantes parecen bellas; según la segunda, la razón de lo bello está en el entre sí y, por una suerte de sujeto que experimenta placer en ello. Dicho con otras palabras: vínculo interno, dan lugar a un ¿es bello lo que es bello o es bello lo que place? ¿Es la belleza la conjunto bien trabado» que atrae o es la propia atracción, y por ende el placer, el origen de la fascinación por la belleza? «Ante todo preguntaré si las cosas son bellas porque placen o si placen porque son bellas»8. Para quien, como San Agustín, ha alcanzado el sólido sentido de la objetividad de lo verdadero que ilumina hasta el fondo el mundo del sujeto, no hay duda ni vacilación a la hora de elegir entre las dos posibilidades: «Al hombre en posesión de un ojo interior y que ve en la invisibilidad, no cesaré de recordarle por qué placen estas cosas, de manera que sea capaz de juzgar el propio deleite humano… Es cierto que a este propósito me responderá que las cosas placen porque son bellas»9. La belleza 4 Ibid. IV, 13,20: «Tunc & amabam pulchra inferiora et ibam in profundum et dicebam amicis meis: «num amamus aliquid nisi pulchrum?». 5 De musica, VI, 13,38. 6 Cf. R. Bodei, Ordo amoris. Conflitti terreni e felicità celeste, Il Mulino, Bologna 1991. 7 Confessiones, IV,13,20: «Quid est ergo pulchrum? Et quid est pulcritudo? Quid est quod nos allicit et conciliat rebus, quas amamus? Nisi enim esset in eis decus et species, nullo modo ad se moverent». 8 De vera religione 32,59: «Et prius quaeram utrum ideo pulchra sint, quia delectant; an ideo delectent, quia pulchra sunt». 9 Ibid.:«At ego virum intrinsecus oculatum, et invisibiliter videntem non desinam commonere cur ista placeant, ut iudex esse audeat ipsius delectionis humanae & Hic mihi sine dubitatione respondebitur, ideo delectare quia pulchra sunt».

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de lo que es bello no depende del gusto del sujeto, sino de que esté inscrita en las cosas, de que posea fuerza objetiva. ¿En qué consiste esta estructura originaria? Agustín responderá aún: «Le preguntaré luego por qué son bellas y, si mostrara cualquier vacilación, le sugeriré que quizás sean así porque las partes son semejantes entre sí y, por una suerte de vínculo interno, dan lugar a un conjunto bien trabado»10. Así pues, bello es aquello que presenta una convenientia íntima y orgánica entre las partes que lo componen, un «con-venir» que emerge desde el fondo, una «forma» que reproduce en sí la proporción y la armonía de los «números del cielo», propios de la concepción griega, pitagórica de la belleza: «Pregúntate qué es lo que te atrae del placer físico y verás que no es otra cosa que la armonía; en efecto, mientras que lo que está en oposición produce dolor, La belleza consiste, pues, en lo que está en armonía produce placer»11. Agustín desarrolla esta que el todo se haga presente en idea tomando a la belleza como el presentarse de la unidad total el fragmento por medio de una en las partes del fragmento, convenientemente dispuestas entre precisa correspondencia entre sí y conectadas en su distinción con las demás: «Observaba y las partes que lo componen, veía que en los seres corpóreos una cosa es el todo y por tanto de forma que reproduzca lo bello, y otra cosa aquello que resulta conveniente por adapla composición armónica tarse a algo distinto de sí, como una parte del cuerpo se adapta de los elementos en la unidad, al conjunto, o un calzado al pie»12. La belleza consiste, pues, en en la cual aparece la esencia que el todo se haga presente en el fragmento por medio de una (o species) de la cosa: «No en precisa correspondencia entre las partes que lo componen, de vano se usa en la alabanza forma que reproduzca la composición armónica de los elementos tanto el término speciosissimum en la unidad, en la cual aparece la esencia (o species) de la cosa: (que tiene la esencia en «No en vano se usa en la alabanza tanto el término speciosissimum grado sumo) como el término (que tiene la esencia en grado sumo) como el término formosissiformosissimum (que tiene la mum (que tiene la forma en grado sumo)»13.

forma en grado sumo)».

El «crucificado Amor»: la Belleza como «resplandor»

En la historia de la teología cristiana la relación entre teología y belleza, junto a la tradición agustiniana, heredera del mundo griego, es pensada según otra gran posibilidad: la de la estética propiamente cristológica, tal y como la desarrolla y asume, con su potente genio, Santo Tomás de Aquino, aunque él no descuide la otra tradición. Esta vía podría resumirse con la simple y densa fórmula de explicar la belleza como «crucificado amor». La clave interpretativa del momento estético no se da aquí en la remisión de una forma a otra, de la referencia mundana a la referencia a lo eterno: no son los «números del cielo» 10 Ibid.: «Quaeram ergo deinceps, quare sint pulchra; et si titubabitur, subiciam, utrum ideo quia similes sibi partes sunt, et aliqua copulatione ad unam convenientiam rediguntur». 11 Ibid., 39,72: «Quaere in corporis voluptate quid teneat, nihil aliud invenies quam convenientiam: nam si resistentia pariant dolorem, convenientia pariunt voluptatem». 12 Confessiones, IV, 13,20: «Et animadvertebam et videbam in ipsis corporibus aliud esse quasi totum et ideo pulchrum, aliud autem, quod ideo deceret, quoniam apte accommodaretur alicui, sicut pars corporis ad universum suum aut calciamentum ad pedem». 13 De vera religione 18,35: «Neque enim frustra tam speciosissimum, quam etiam formosissimum in lauda ponitur».

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«¿Qué relación existe entre la belleza y Dios? La entera existencia de San Agustín responde a esta pregunta: podría decirse que toda su reflexión ha estado regida por los temas Dios-Trinidad, y lo bello; si bien es cierto que en la época anterior a su conversión primaba el segundo sobre el primero, a ambos los consideraría íntima y recíprocamente conectados. El propio San Agustín lo reconoce así en las Confesiones con esa conmovedora exclamación en la que el Tú de la invocación se dirige a Aquel que es la belleza: “¡Tarde Te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde Te amé!”». San Agustín porJosé de Ribera. Salamanca.

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los que, reproducidos, atraen el abismo. La belleza habita aquí en un lugar, en un fragmento; se esconde sub contraria specie en el rostro de Aquel ante el cual uno oculta el rostro, a pesar de que el suyo sea el del más bello hijo de hombre (cf. Is 53,3 y Sal 44,3). Es la vía cristológica, la vía de la meditación sobre la belleza, construida a partir del fragmento que es la Cruz, verdadero verbum abbreviatum de la entera revelación de Dios, donde, de una vez por siempre, el Todo habitó en el fragmento. Es la vía inspiradora, de una manera grandiosa, de la obra de Tomás de Aquino, que parte del apocalipsis de una belleza extática, concentrada en el eros del amor divino como arrobamiento hacia Aquello queestá-por-encima-de-todo y fuera-de-todo, y arriba a la tragicidad del mysterium paschale; en tal misterio, la muerte es muerte, tanto en el mundo como en Dios, a fin de que la vida sea vida. Tomás reconoce el verdadero lugar de la belleza en el Verbo encarnado. En la Pars I de la Summa Theologica14 escribe: «Pulchritudo habet simiTomás ha heredado la litudinem cum propriis Filii» - «La belleza se asemeja a aquello tradición clásica demasiado que es propio del Hijo»; agregando, a modo de explicación, esta profundamente como para no precisa y contundente afirmación: para que exista belleza son percibir el elemento de verdad precisas tres cosas, integritas, proportio y claritas: «Nam ad pulque la cultura griega ha legado chritudinem tria requiruntur. Primo quidem, integritas sive pertambién a la fe cristiana: fectio… Et debita proportio sive consonantia. Et iterum claritas» cuando uno se las ha con lo - «Tres cosas requiere pues la belleza: integridad o perfección…, bello no se contenta con la la debida proporción o armonía, y luminosidad». La presencia interrupción, con el fragmento. de estos tres aspectos Tomás la reconoce precisamente en el La belleza es rapsodia Hijo enviado por el Padre, en el Verbo encarnado y crucificado. evocadora de totalidad. La belleza se asemeja sobre todo a la integritas, a esa perfección que es la cumplida realización de la cosa: «Perfectio est forma totius, quae ex integritate partium consurgit» - «La belleza es la forma del todo, forma que nace de la integridad de las partes»15. En la belleza, lo puesto de relieve es el todo: «La integridad de la obra se aparece únicamente a quien sabe ver el todo en el acto de animación, construcción, solicitación y disposición de las partes»16. Así, es en el Verbo encarnado donde está la totalidad del misterio divino que se revela, donde está la naturaleza divina que se hace accesible en la persona del Hijo, el cual ha asumido la naturaleza humana: «Quantum igitur ad primum, similitudinem habet cum proprio Filii, inquantum est Filius habens in se vere et perfecte naturam Patris» - «Por lo que hace a la integridad, ésta conserva lo que es propio del Hijo, en tanto en cuanto el Hijo tiene en sí, de un modo verdadero y perfecto, la naturaleza del Padre». Tomás ha heredado la tradición clásica demasiado profundamente como para no percibir el elemento de verdad que la cultura griega ha legado también a la fe cristiana: cuando uno se las ha 14 Summa Theologica I q. 39 a. 8 c. Sobre la estética de Santo Tomás, cf. U. Eco, Il problema estetico in Tommaso d’Aquino, Milán 19822, donde el autor vuelve a tomar y evalúa a distancia de años su tesis doctoral publicada en 1956. Sobre la estética medieval sigue siendo preciso E. De Bruyne, Études d’estétique médiévale, 3 vols., Brujas 1946. 15 Summa Theologica, I q. 73 a. 1c. 16 L. Pareyson, Estetica. Turín 1954, 284.

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«En la historia de la teología cristiana la relación entre teología y belleza, junto a la tradición agustiniana, heredera del mundo griego, es pensada según otra gran posibilidad: la de la estética propiamente cristológica, tal y como la desarrolla y asume, con su potente genio, Santo Tomás de Aquino, aunque él no descuide la otra tradición.» Santo Tomás de Aquino, por Fra Angelico. (ci. 1400)

con lo bello no se contenta con la interrupción, con el fragmento. La belleza es rapsodia evocadora de totalidad. El sentido de la integritas, de la perfectio, la fascinación que tò pan ejerce sobre el alma griega continúa viviendo en el ethos de occidente. Tomás lo sabe bien y no tiene dificultad para reconocer la totalidad en el Verbo hecho carne, aun cuando sepa que este reconocimiento modifica fundamentalmente la idea misma del todo: ya no se trata de la cerrada totalidad de una alteridad indecible; aquello con lo que hay que vérselas ¿Cómo puede la totalidad aquí es la abierta totali- habitar el fragmento? También dad hospitalaria, es el aquí recoge Tomás los dos todo capaz de acoger lo mundos, las dos almas de su otro de sí. vida: la pertenencia a la cultura Este todo «abierto» del occidente greco-latino y se manifiesta como tal el fiel testimonio del mensaje cuando se presenta en bíblico hebreo-cristiano. He la historia según dos aquí pues las palabras clave: vías, propias, según To- proportio y claritas. más, de la «re-velatio»: la vía de la proportio y la de la claritas. Al profundizar en estos dos aspectos se dibuja la idea de la belleza según Tomás de Aquino: podría decirse que lo bello es el «Todo en el fragmento» «das Ganze im Fragment» (Hans Urs von Balthasar). No el Todo-Otro, separado y ajeno respecto al fragmento, ni el fragmento aislado y perecedero respecto al Todo, sino la ausente presencia, la presente ausencia designada por el oxímoron. ¿Cómo puede la totalidad habitar el fragmento? También aquí recoge Tomás los dos mundos, las dos almas de su vida: la pertenencia a la cultura del occidente greco-latino y el fiel testimonio del mensaje bíblico hebreo-cristiano. He aquí pues las

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palabras clave: proportio y claritas. Proportio: el Todo está presente en el fragmento cuando éste reproduce la armonía del Todo en la armonía de las partes, en la proporción y consonancia de éstas. Tal es la Vía por la cual la belleza es «forma» y, por ende, armonía de relaciones, hasta tal punto que el latino llama también «formosus», hermoso, a lo que es bello: es la vía agustiniana, heredera igualmente del alma griega: Bello es el fragmento que mantiene en sí la relación entre las partes del Todo, reproduciéndolo de manera análoga, forma a forma, medida a medida: «El aspecto constitutivo de la belleza para Tomás… consiste esencialmente en una condición de organicidad»17. De este modo, es bello el Hijo hecho carne: «Verbum abbreviatum» del «Verbum aeternum», imagen de lo invisible, Palabra que transmite a nuestras palabras un eco fiel del eterno decirse del divino Silencio: la proportio «convenit cum proprio Filii, inquantum est imago expressa Patris. Unde videmus quod aliqua imago dicitur esse pulchra, si perfecte repraesentat rem»; la proporción «conviene a aquello que Para Tomás, la otra vía es propio del Hijo, en cuanto imagen expresa del Padre. De ahí por la que el Todo habita se deduce que puede llamarse bella a cualquier imagen siempre el fragmento y produce el y cuando vuelva-a-presentar y a representar perfectamente el acaecimiento de la belleza objeto». La re-praesentatio del Todo en la forma de fragmento es la claritas: aquí no se se cumple pues en el doble sentido de «volver-a-presentar» las trata ya de la totalidad proporciones del Todo, incluso por lo que hace a la ausencia de presente en la armonía de las la entera Presencia, y a la vez de «representar» su armonía, en partes, sino de su irrupción. cuanto presencia de una Ausencia, en todo caso irrepresentable. Para Tomás, la otra vía por la que el Todo habita el fragmento Es como un resplandor, un brillar en la noche, un y produce el acaecimiento de la belleza es la claritas: aquí no se traspasar el fragmento hecho trata ya de la totalidad presente en la armonía de las partes, transparencia de luz. sino de su irrupción. Es como un resplandor, un brillar en la noche, un traspasar el fragmento hecho transparencia de luz: el Todo ya no se ofrece solamente como proporción reflejada, sino también como irradiación, como abismo que se abre y traspasa, como silencio a donde viene la palabra abriéndose a él. Es lo bello en cuanto resplandor: resplandeciente es lo bello. Es lo bello en cuanto irrupción: fulgente, irradiante, fulgurante es lo bello. Tomás ve realizada esta belleza en el acaecimiento del amor del Hijo encarnado, donde la luz resplandece en las tinieblas: la claritas «convenit cum proprio Filii, inquantum est Verbum, quod quidem lux est, et splendor intellectus»; la luminosidad «conviene a aquello que es propio del Hijo, en cuanto que él es el Verbo, luz y resplandor de la inteligencia». El Todo se hace presente en el Verbo encarnado como «resplandor» de la gloria del Padre, en una circularidad plena —típica por lo demás del pensamiento medieval— entre el «momento estético» y el «momento teofánico»18. La meditación de Tomás sobre la belleza ha unido pues ambos mundos: el alma griega —con su anhelo de conjugar lo múltiple con la ordenada presencia 17 U. Eco, Il problema estetico… , o. c., 116. 18 Cf. U. Eco, Il problema estetico… , o. c., 29.

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«La belleza que salva es el amor que comparte el dolor y que no necesita palabra, es la verdad que expresa a sí misma callándose, por su presencia de amor. Así como el Prisionero frente a Pilato contestó a la pregunta: ¿qué es la verdad? con su simple silenciosa presencia. Por eso los medievales refundían en forma de anagrama la pregunta Quid est veritas? en la afirmación Est vir qui adest, “Es el hombre que está enfrente de ti”». Cristo ante Pilatos, grabado de Rembrandt.

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del Uno— y el alma judeocristiana con su fe en el Dios de la historia, en ese Dios viviente que irrumpe en el tiempo como un fuego devorador, que habla las palabras de los hombres y que, fiel a Sus promesas, establece alianzas con éstos hasta hacerse carne en el Hijo; en Él se destina a sí mismo para siempre a la criatura consciente y libre, llamada a responder al pacto con el pacto. «Ad rationem pulchri… concurrit et claritas et debita proportio». «En la definición de lo bello coinciden tanto la luminosidad como la debida proporción»19. No basta la forma por sí sola, ya que puede degradarse en esteticismo: en una vacua idolatría del fragmento aislado del todo; pero tampoco es suficiente el resplandor por sí solo, dado que sólo traspasando y transfigurando una forma desde dentro le cabe al Todo irrumpir en el tiempo y, al fragmento, convertirse en ventana abierta al misterio más grande: el terreno del acaecimiento de la eternidad. Quizá, en el juego del resplandor y la forma pueda esquematizarse toda la historia de la estética, y no sólo de la Es lo bello en cuanto estética teológica: «En cuanto revelación de la profundidad, resplandor: resplandeciente es aquello que aparece es a la vez indisolublemente presencia real lo bello. Es lo bello en cuanto de la profundidad, del todo; y, yendo más allá de sí mismo, lo irrupción: fulgente, irradiante, que aparece remite realmente a esa profundidad. Es posible fulgurante es lo bello. Tomás que a lo largo de la historia del espíritu se haya subrayado ve realizada esta belleza en unas veces el primer aspecto y otras el segundo; unas veces la el acaecimiento del amor del completud clásica (la forma capaz de encerrar dentro de sí a la Hijo encarnado, donde la luz profundidad) y otras la infinitud romántica (la forma que se resplandece en las tinieblas. trasciende a sí misma, en busca de la profundidad). Se dé uno u otro caso, ambos son empero inseparables y, juntos, constituyen la fundamental figura del ser. Nosotros «entrevemos» la forma, pero cuando la vislumbramos realmente —no sólo como una forma suelta, sino como la profundidad manifiesta en ella—, la vemos entonces como resplandor y gloria del ser. Cuando miramos esa profundidad quedamos «pasmados» y «raptados» por ella, pero nunca (aun cuando se trate de lo bello) de un modo tal que abandonemos la forma (horizontal), para sumergirnos (verticalmente) en la desnuda profundidad»20. Ciertamente, el encuentro entre esas dos almas de la belleza no es ni pacífico ni algo que se dé por descontado, sino que vive más bien de la continua tensión, de la lucha, de la «agonía». El peso del todo denuncia la fragilidad del fragmento: por eso toda experiencia de la belleza está marcada por la melancolía, por este sentido de inexorable caducidad. ¡Mortal es la belleza y vive de su muerte! Por eso, la revelación última de la belleza es la muerte de la Palabra en el silencio de la Cruz y su resurrección en el grito de Pascua: ¡Él vive! La belleza es exilio, retiro: frágil es lo bello y vive de su transgredirse infinitamente. Exige una educación para la lectura de la obra bella, que, especialmente cuando se trata del arte que pretende explicar lo divino, es una real 19 I IIae q. 145 a. 2 c. Cf. También II IIae q. 180 a. 3 ad 3um. 20 H. Urs von Balthasar, Gloria. 1. La percezione della forma, Jaca Book, Milán 1975, 104.

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y verdadera disciplina encaminada a la hermenéutica de la Trascendencia, a la Palabra del Dios, siempre más grande en las formas veladas de Su autocomunicación en la historia.

«In limine»: el apocalipsis de la Belleza La belleza es este amor revelado y oculto, esta «agàpe crucificada», apocalipsis del Todo en el fragmento, totalidad del Misterio divino revelada y oculta en el advenimiento del Abandono del Hijo eterno: la belleza es así adviento simbólico que reúne a la vez resplandor y forma, transgresión y sosiego de la mirada y de la voz, analogía cristológica entre lo último y lo penúltimo, proporcionalidad y participación pen- La meditación de Tomás sobre sadas a partir del descendimiento kenótico de Dios hasta en la belleza ha unido pues ambos las tinieblas del Viernes Santo. Y es precisamente aquí donde mundos: el alma griega — se descubre el sentido más profundo de la reflexión de Santo con su anhelo de conjugar Tomás sobre la belleza, donde se da el encuentro —como ya lo múltiple con la ordenada se ha dicho— entre los dos mundos de su vida, sus dos per- presencia del Uno— y el alma tenencias: la de la inteligencia y la de la fe. En el Verbo hecho judeocristiana con su fe en carne Tomás reconoce la irrupción de lo Otro, el hacerse pre- el Dios de la historia, en ese sente del Silencio en la Palabra hecha carne hasta el supremo Dios viviente que irrumpe grito de la hora nona, el éxtasis del Dios vivo enamorado de en el tiempo como un fuego Su criatura. Y es de este modo como intuye que debe existir devorador, que habla las otra relación entre el Todo y el fragmento aparte de la «griega» palabras de los hombres y que, —que Agustín vuelve a pensar de manera cristiana— entre fiel a Sus promesas, establece proporción y forma. Debe haber una relación de ruptura, de alianzas con éstos hasta escándalo, de transgresión. hacerse carne en el Hijo. Esta concepción de la belleza —por la cual ella es no sólo morada tranquila y hermosa, sino también escandalosa irrupción del Todo en el fragmento, resplandor en el sentido de irradiación que traspasa— revela su matriz profunda, no ya en la epistemología griega que domina el destino de occidente, sino en la epistemología bíblica, judeocristiana, donde la verdad no es la alétheia el levantamiento del velo para dejar ver lo hasta ahora oculto, sino la ’emet: fidelidad, relación. En el término griego, el alpha privativa niega justamente el lanthánein, el acto de ocultar, como en el «lateo» latino; es decir, lo específico de la verdad griega es la evocación de la latencia y la llamada a la evidencia de la visión: victoria de la idea (idea está relacionado con eidos: aspecto, forma, belleza, y con eidón; término que sustituye a horáo nuestro «ver»; de la misma raíz deriva el «video» latino). La alétheia triunfa en la visión: el Griego ve la verdad; ¡incluso desde los abismos de la caverna aspira a la visión! Si la verdad consiste en una exhibición, el conocimiento de lo verdadero será esa «adaequatio» por la que nuestro ver abarca por completo al objeto, a la cosa. Esta es la epistemología que inspira la filosofía occidental, dominada, como el entero ethos de Occidente, por el primado de la idea, por esa sed de visión omnicomprensiva que alcanza su máxima

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celebración en el abrazo total del monismo hegeliano del Espíritu y en sus epígonos ideológicos, totalitarios y violentos. ¿Cuál es la consecuencia de este modo de concebir la verdad sobre la concepción de la belleza? Si la verdad es la idea, si es visión, entonces la verdad limita, dado que ella es inseparable de la necesidad, tal como lo es también la adaequatio intellectus et rei que la constituye. La belleza en cuanto presencia de la verdad será asimismo un ir a parar el todo a una relación susceptible de ser «vista»: la belleza en cuanto forma se da a ver, se ofrece a la posesión total de la mirada. La proporción de las partes, reflejada en el «En la definición de lo bello ojo que mira, y que viene transmitida desde el ojo al pensacoinciden tanto la luminosidad miento, es justamente lo aportado en la alétheia griega: es la como la debida proporción». visión de la belleza, es la verdad como correspondencia plena No basta la forma por sí sola, del objeto y de la mente en el acto omnicomprensivo de la ya que puede degradarse en idea. Tomás hereda ciertamente esta tradición que es la gran esteticismo: en una vacua inspiradora de Occidente, el motor de su fuerza, el secreto idolatría del fragmento aislado de su violencia, la expresión de su alma ávida de dominio. del todo; pero tampoco es En el plano estético es la lección de una belleza hermosa, de suficiente el resplandor por sí una belleza reveladora, de una belleza de visiones: es lo bello solo, dado que sólo traspasando contemplado, y ante el cual se queda uno atónito, admirado, y transfigurando una forma embelesado… Si en la verdad griega el Uno es el que domina, en la verdesde dentro le cabe al Todo dad/fidelidad hebrea aquello que domina es el Dos, es el irrumpir en el tiempo y, al pacto, la relación al otro, porque la fidelidad se da entre los fragmento, convertirse en ventana abierta al misterio Dos. La fidelidad a sí mismo es coherencia, es repetición: sólo más grande: el terreno del la fidelidad dual, la fidelidad al Otro es verdad que libera y acaecimiento de la eternidad. salva. En la epistemología judeocristiana originaria, entonces, la verdad significa relación: no eres tú el que ve la verdad, sino que es la verdad la que te comprende; no eres tú el que abraza la verdad en la idea, sino que, en la escucha, te dejas acoger por la verdad. No es el «cogito ergo sum» el que triunfa aquí, sino el «cogitor ergo sum», el «yo existo» porque Otro me piensa, porque Otro me acoge y me hospeda, porque es en otro regazo donde está mi morada: ¡habito en una casa que no es mía! La morada, el regazo hospitalario del Otro es mi-lugar-no-mío.

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¿Qué será entonces la belleza así concebida? Ya no podrá ser ni poseedora ni dueña de la cosa, aunque sea en la forma de visión: la belleza deberá ser tensión, acaecimiento, dinamismo, el fuego de una relación establecida entre Dos. Cuando la relación se crea, cuando el Otro irrumpe en el fragmento y consigue, al romperla, capturar la identidad cerrada en sí misma —que es siempre «mala», identidad que aprisiona—, es entonces cuando se experimenta la belleza. Belleza es entonces inseparablemente visión y sosiego; es ruptura, laceración y muerte; belleza es ágape: ¡Belleza es Dios, que es amor (1 Jn 4,8. 16)! Con su vida, su obra y la silenciosa elocuencia de sus últimos días, Tomás nos enseña la inseparabilidad de estos momentos, de estas almas. Y lo hace como fiel discípulo —siguiendo la escuela La belleza es exilio, retiro: del Verbo encarnado, del Señor Jesús— allí donde —de una frágil es lo bello y vive de su vez para siempre— el Todo ha habitado plenamente el frag- transgredirse infinitamente. mento, traspasándolo de parte a parte, de cara al abismo de Exige una educación para la divinidad y de cara a las obras y a los días de los hombres. la lectura de la obra bella, Y es posiblemente por el carácter ineludiblemente trágico de que, especialmente cuando la belleza como «amor crucificado» por el que Tomás invoca se trata del arte que pretende una visión más alta de la belleza, propia de otro tiempo, de explicar lo divino, es una otra patria: «Iesu, que velatum nunc aspicio / oro fiat illud real y verdadera disciplina quod tam sitio: / ut, te revelata cernens facie, / visu sim encaminada a la hermenéutica beatus tuae gloriae» - «Oh, Jesús, ahora velado a mi mirada, de la Trascendencia, a la / Te ruego que acaezca aquello que tanto anhelo: / ver tu Palabra del Dios, siempre más rostro sin velos,/ ser dichoso viendo Tu gloria»21. Una invo- grande en las formas veladas cación ésta que podría tenerse como ejemplo de la actitud de de Su autocomunicación una fe educada para leer la belleza y en ella dejarse alcanzar en la historia. por el Misterio santo allí revelado y escondido, sin ceder a la seducción de lo penúltimo, pero también sin traicionar la admirable, si frágil, consistencia y dignidad de ello. Sobre el frágil umbral de la belleza se descubre el «desflorarse de sombras» que une la muerte a la vida, el tiempo a lo eterno: el Todo revela la fragilidad del fragmento, pero también su ineliminable dignidad. Justamente así, la Belleza es Puerta, apocalipsis de lo Último en lo penúltimo…

21 Del Himno eucarístico Adoro Te devote atribuido a Santo Tomás.

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“Querido laico, no

idolatres el ateísmo” —Conversación con Fabrice Hadjadj—

La entrevista con Fabrice Hadjadj, que acogemos en estas páginas, ha sido extractada del volumen “Un’anima per l’Europa” (Un alma para Europa) (Paoline, Milán, 2011, pp. 168), que contiene diez entrevistas a destacados intelectuales del Viejo Continente, en las cuales el autor, el periodista Lorenzo Fazzini, muestra cómo la cuestión de Dios y de la fe, considerada desde hace años prácticamente muerta en el escenario de los principales canales mediáticos, está en realidad viva y pulsante en el ánimo profundo de la sociedad y también de las personalidades más autorizadas del mundo político y cultural, incluyendo muchas que acostumbran definirse como “no creyentes”. Se encuentran entre los entrevistados, además de Hadjadj, el ex Primer Ministro británico Tony Blair, el teólogo Julien Ries, la psicoanalista atea Julia Kristeva y el sociólogo Roger Scruton. “La primera palabra de la hominización —sostiene Mons. Pierangelo Sequeri en el Prefacio— es ‘Dios’. La política es incorrecta cuando nos invita a simular que no hay nada sobre el punto”.

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mini: “Es uno de los mejores n filósofo que escribe Cuando uno cree, es cerebros católicos de Francia”. apreciados libros de arte; un necesario luchar en todo Hijo de judíos tunecinos, pensador que razona sobre momento para no hacer Hadjadj se convirtió al crisel sexo y la muerte, escribe que Dios se convierta en un tianismo siendo adulto y piezas de teatro para la Santa pequeño ídolo doméstico. fue bautizado en la AbaSede y “se bate a duelo” con Este Nombre debería día de Solesmes, “cuna” del los intelectuales budistas. abrirnos la garganta canto gregoriano. Enseña Y en poco tiempo hemos como un abismo. Sin filosofía en el seminario de visto traducirse en el extranembargo, lo pronunciamos Toulon. Entre sus trabajos, jero varios ensayos suyos como una banalidad o recordamos: Farcela con la (poderosísimos). Con su joven como un concepto. ¡Si al morte. Anti-metodo per viveedad (Nanterre, 1971), Fabrimenos lo pronunciásemos re (Tenga usted éxito en su ce Hadjadj corresponde con con el vértigo del muerte. Anti-método para la presentación hecha de él enamorado! vivir) (Cittadella, Grand Prix por Rémi Brague, titular de católico de literatura 2006), La la prestigiosa cátedra “Romano Guardini” en la Ludwig Maximilians fede dei demoni ovvero il superamento dell’ateismo Universität de Munich, cuando aún no había (La fe de los demonios o El ateísmo superado) sido “reclutado” por el Vaticano para llevar su (Marietti, Grand Prix de literatura religiosa Giobbe o la tortura degli amici (Job o la tortura de 2010), Mistica della carne. La profondità dei sessi los amigos) (Marietti) al Patio de los Gentiles (La profundidad de los sexos. Una mística de de París ni era un habitué del Meeting de Ri- la carne) (Medusa). Está por salir, en Edizioni

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«Son conocidas las palabras de Pascal: Desde que abandoné el verdadero bien, es extraño que no haya algo en la naturaleza que no haya sido llamado a hacer las veces de aquel: astros, cielo, tierra, elementos, plantas, repollos, puerros, animales, insectos, terneros, serpientes, fiebre, guerra, carestía, vicios, adulterio, incesto» señala Fabrice Hadjadj.

Lindau, su monumental obra sobre el paraíso, publicada en Francia con el título Le Paradis à la porte: Essai sur une joie qui dérange (Seuil). Son también muy apreciados sus ensayos “artísticos”: L’agneau mystique, Le retable des frères Van Eyck y Le jugement dernier (L’Ouvre Editions). Por este cruce entre el arte y la fe, en 2009 Hadjadj obtuvo el Prix du Cercle Montherlant – Académie des Beaux Arts. Es colaborador en la sección cultural de Le Figaro. En su “debut” intelectual en Italia, sintetizó su pensamiento de manera elocuente: “No es renegando de sí misma, sino permaneciendo fiel a su propio impulso, cómo la razón se abre a la fe. Desde el origen, su deseo de verdad la impulsa más allá del terreno de la demostra-

ción para ir hacia el ámbito del testimonio”. Y además, tal vez deudor en este aliento “carnal” de su pasado “nietzscheano” (trabajó con el novelista nihilista Michel Houellebecq, autor de La posibilidad de una isla): “En el momento en que la razón desencarna, cae en la ideología, y la ideología pretende rehacer al hombre en conformidad con una teoría abstracta, y por lo tanto destruye a los individuos reales. (…) La Razón por excelencia se manifiesta en el rostro del Crucifijo resucitado. Desde ese momento, para el cristiano, la Razón no puede ser simplemente abstracta o sumirse en la ideología. Es siempre personal. La imagen más pura de la razón no se encuentra en una doctrina totalizante ni en un dominio perfecto de las fuerzas de la naturaleza; se encuentra en un rostro que el amor vuelve radioso”1.

Los dogmas son aperturas del Cielo Sólo un no creyente convertido en cristiano ante el Crucifijo puede reconocer la verdadera libertad de la fe: “Los dogmas de la Iglesia no son cierres sino aperturas del Cielo. Abren fracturas y revelan abismos: ser uno y trino, verdadero Dios y verdadero hombre, ser inmaculada y redimida, o la infinita misericordia de Dios y la posibilidad del infierno… Los dogmas expresan una trascendencia que viene a mí con un rostro que no podía inventar. Son como las facciones del rostro de Dios: me impiden confiar en un ídolo que construiría yo mismo”2. —Dios: ¿pueden los creyentes discutir sobre Dios con los ateos? ¿De qué manera? —Es preciso ante todo reconocer que la primera dificultad consiste en hablar de Dios con los creyentes. ¿No es lo que nos enseña el Evangelio? Jesús no se dirige a personas ateas, sino a creyentes, de hecho más bien

1 F. Hadjadj, Le immagini della ragione, en La conoscenza è sempre un avvenimento. I libri del Meeting, A. Savorana a cargo, Mondadori, Milán, 2009, pp. 88 y 92. 2 F. Hadjadj F. Midal, Che cos è la verità?, Lindau, Turín, 2001, p. 71.

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Portadas de algunos libros de Fabrice Hadjadj.Para obtener obras de este autor en castellano remitirse a www.nuevoinicio.es

a especialistas en la fe: los —¿Refleja esta crítica “linescribas y los fariseos, los güística” también algo de su El diablo es puro doctores de la ley y los suexperiencia personal? espíritu, por lo cual mos sacerdotes. Él les habla —Antes de mi conversión, la espiritualidad es de Dios. Quiere revelarles el percibía claramente todo eso. una especialidad suya. misterio del Padre. Y por lo Me decía ateo y no soportaba Demasiado a menudo general ellos no comprenden. que se dijese “Dios”, porque pasamos por alto este dato Y lo que es peor: terminan este nombre era como un code hecho: el demonio no es crucificándolo. Olvidamos modín introducido a esconateo y no comete ningún demasiado fácilmente esta didas durante una partida pecado carnal desde evidencia. Nos resulta fácil al de naipes. Me sonaba como el momento que no tiene leer dos veces esta situación una manera de evitar los un cuerpo. referida en el Evangelio, en problemas, para alejarse del el domingo de ramos y en el drama, para desconocer el Viernes Santo; pero nos cuesta admitir que carácter trágico de la vida. Lo sentía como una son creyentes como nosotros quienes han palabra que cerraba. En cambio, es una paladado muerte al Hijo de Dios… Para decir la bra que abre, que expande hacia el infinito. Y verdad, cuando uno cree, es necesario luchar es una palabra que no anula el drama de la en todo momento para no hacer que Dios se existencia, sino más bien lo consuma. ¿No es convierta en un pequeño ídolo doméstico. Este lo que nos manifiesta el misterio de la Cruz? Nombre debería abrirnos la garganta como Los creyentes ahí crucifican a Dios en lo alto, un abismo. Sin embargo, lo pronunciamos y Dios grita a Dios: ¿Por qué me has abandonado? como una banalidad o como un concepto. ¡Si ¿No representa algo abismal? ¿No es lo que al menos lo pronunciásemos con el vértigo destruye todos nuestros ídolos y nos recuerda del enamorado! Pero es así: decimos “Mónica” el drama del amor fuerte como la muerte, como con emoción, pero pronunciamos este nombre, afirma el Cantar de los cantares? Es por lo tanto “Dios”, con frialdad, como si nada fuese. De- necesario que los creyentes reconozcan este bido a esta dificultad, da la impresión de que abismo y vivan el segundo mandamiento, esa se trata de una especie de recurso. palabra que nos pide no pronunciar el nombre

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de Dios en vano. Entonces los no creyentes de la carne, muestro precisamente que el sexo podrán comprenderlo mejor. nos remite a profundidades que llegan hasta Es lo que me ha ocurrido también a mí. Mi las vísceras de Dios. En el principio, Dios crea conversión fue también lingüística. Descubrí al hombre a su imagen, macho y hembra, de de inmediato que el significante “Dios” co- manera que la relación macho-hembra, el rrespondía con lo que había de verdad en el vínculo sexual con su fecundidad natural, es “Sí” de Nietzsche o en el “Abierto” de Rilke, a imagen de la Trinidad. Los grandes poetas y que no era puramente una actitud poética o lo saben muy bien: de cualquier cosa que haun concepto filosófico, sino la realidad de una blemos, aun cuando sea de una margarita o un Persona que me había precedido en el fondo caracol, al final se termina remontando a Dios, de la oscuridad y de la miseria, de manera que desde el momento que es el Creador de todas las cosas. Esto es importante esta palabra, “Dios”, ya no era para el diálogo: no situar a propia de una solución, sino de Cuando se separa el amor Dios en lo alto, sino hacerlo una aventura: ya no constituía de la verdad, se cae en aparecer abajo, e incluso en el nombre de una respuesta, el sentimentalismo; pero lo más bajo que existe, hasta sino de una llamada. En todo cuando se aparta la en un caracol… El diablo es caso, no debería entenderse lo verdad del amor, se cae en puro espíritu, por lo cual la que estoy diciendo como una el dogmatismo. No sé cuál “espiritualidad” es una espeespecie de estrategia de marde las dos opciones es peor. cialidad suya. Demasiado a keting. Una vez que hayamos En cambio, lo específico de menudo pasamos por alto este encontrado la mejor manera la Verdad cristiana es que dato de hecho: el demonio no de hablar de Dios, no es segununca es una teoría, sino es ateo y no comete ningún ro que el otro nos escuche y una Persona. Y Dios mismo pecado carnal desde el mose convierta. No es una cosa no es una naturaleza mento que no tiene un cuerpo. automática. No estamos en el anónima, sino una Al respecto hay una anécdota ámbito de la manipulación, comunión de Personas. sobre Macario el Grande, que sino del libre encuentro. Cuanme gusta mucho: “Un día el do hablamos de Dios con la misma fuerza de Jesús, algunos se convierten, padre Macario, atravesando un pantano para sin duda, pero otros terminan crucificándonos. dirigirse a su celda, se encuentra con el diablo La Cruz, y no los aplausos, es la señal de que vestido de campesino. El diablo lo seguía porhemos hablado bien… que quería golpearlo. En un momento dado le dice: “Macario, me haces mucho daño porque no logro vencerte. Por lo demás, todo lo que La espiritualidad del orgullo haces, también lo hago yo: tú ayunas y yo no —En sus libros, se encuentran expresiones muy como absolutamente nada; tú eres casto y yo duras contra “la espiritualidad”. En su opinión, no conozco en absoluto el sexo; tú velas y yo se trata del “truco del diablo”. ¿Cuál puede ser nunca duermo. Sólo en una cosa me superas”. entonces un argumento de diálogo entre cristianos “¿En qué?, responde el padre Macario. “En la y no creyentes? Si no es de espiritualidad, ¿de qué humildad: gracias a ésta, no tengo nada en contra tuya”. Sin embargo, Macario no le cree, se puede discutir? —De sexo. Podemos hablar de sexo o de porque sabía que deseando convencerlo de su la belleza de las mujeres, o también del deseo humildad, el diablo quería hacerlo caer en el de hacer fiestas. En mi libro titulado Mística orgullo”.

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—¿Moral de la anécdota patrística? condenación. Es lo que sucede en la sinagoga —En este pequeño relato, se ve muy bien de Cafarnaún. Jesús habla con autoridad y de que el diablo es un asceta y sólo ve una cosa inmediato el demonio declara: Sé quién eres tú: para que nos condenemos: nuestro orgullo. el Santo de Dios. La apologética ha funcionado Ahora, este último significa querer elevarse perfectamente, ¡pero en un demonio! Cuando hacia Dios sin descender hacia el propio próji- se separa el amor de la verdad, se cae en el senmo. Éste es el orgullo espiritualista. El cristia- timentalismo; pero cuando se aparta la verdad nismo es precisamente lo contrario de eso, es del amor, se cae en el dogmatismo. No sé cuál la espiritualidad de la encarnación: el Verbo de las dos opciones es peor. En cambio, lo esse hizo carne y se da a nosotros mediante un pecífico de la Verdad cristiana es que nunca es acto tanto espiritual como carnal, la eucaristía. una teoría, sino una Persona. Y Dios mismo no Los sacramentos son toques de Cristo. Claro, es una naturaleza anónima, sino una comunión ciertamente: implican algo específico, que para de Personas. La apologética puede convertirse en un modo de recitar una ir hacia Dios debemos dirigirleccioncilla prefabricada y nos a ese sacerdote cuyo rostro evitar el encuentro con el otro. es antipático para nosotros, y El reproche que puede Se pretende entonces someter luego a este otro cristiano que hacerse a los ateos es de esto a una doctrina, mientras nos fastidia porque se mueve no ser lo que pretenden esta última nos dice que las permanentemente en la silla llegar a ser. Un ateo es ideas son menos importanal lado nuestro, y por último por definición alguien tes que los rostros, que los a ese pobre que tiene mal olor, sin dios. Por tanto, debe nombres comunes son menos precisamente para llamarlo a deshacerse de todos los preciosos que los nombres nuestra misma mesa. Pero es ídolos, y por consiguiente propios y que el amor a Dios así como no caemos en el orgudebe esforzarse por no se realiza sino a través del llo espiritual. Decía Tertuliano: no convertir su propio amor al prójimo. Caro salutis cardo, la carne es el ateísmo en ídolo. Muchos juicios filosóficos fundamento de la salvación. Y San Juan escribía: “Quien no pretenden que la realización ama a su hermano, a quien ve, no puede amar del hombre se encuentra en el conocimiento teóa Dios a quien no ve” (1 Jn 4, 20). rico o en un estado de serenidad. El cristianismo no propone un status, sino un encuentro. La felicidad no es presentada como una plenitud La felicidad no es status, sino encuentro solitaria ni como una disolución del yo en el —En su libro La fe de los demonios, usted se océano de la divinidad. ¿Qué dice la celebración refiere en términos ásperos a la apologética católica. de la Misa cuando habla de la belleza celestial? ¿Por qué? ¿No es éste hoy un buen camino para Ésta acumula nombres propios. Tomemos el ejemplo de la tercera plegaria eucarística: “Que presentar el cristianismo? —No tengo nada contra la apologética cris- el Espíritu Santo nos transforme en ofrenda tiana. Lo que estoy procurando hacer en este permanente a tu gloria para que un día gocemos momento es precisamente apologética, pero de tu heredad eterna junto con María, la Virgen, existe en ésta el peligro de permanecer al nivel Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, y de los discursos y del debate de ideas. Se podría todos los santos, etc.”. La lista no es finita. Y muy bien convencer a alguien de que Cristo es sabemos que nosotros mismos y aquel que se el Hijo de Dios y no obstante contribuir a su encuentra al frente nuestro, aun cuando se dice

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un atajo para defenderse contra la herida del asombro. Segunda exigencia moderna: el deseo de plenitud aquí y ahora. En el momento en que comenzamos a romper todo vínculo con el pasado, los modernos llegan a romper con el más allá. Nietzsche, por ejemplo, considera al “después” una invención del resentimiento: nos fabricamos otro mundo para poder escupir sobre el presente. Ahora bien, esta exigencia del aquí y ahora nos impulsa a rechazar el “más allá de la evasión” para entrar en maLos ateos escriben yor medida en el “más allá de —En el libro-entrevista Luz evangelios, construyen la profundización”, aquel del del mundo, Benedicto XVI habla capillas, pronuncian cual habla Jesús: “El Reino de mucho de la necesidad de acerexcomuniones. Por lo Dios ya está entre vosotros” camiento entre modernidad y demás, es muy difícil ser (Lc 17, 21). Por consiguiente, cristianismo. Y explica que hay realmente ateo. Esto yo también estoy para el aquí mucho de bueno en la modernirequeriría no divinizar y ahora. Pero el problema es dad. En su opinión, ¿cuáles son nada, ni siquiera el propio que no estamos aquí ni ahora los aspectos más fecundos para juicio. El verdadero ni nunca. El tiempo huye y la fe en nuestra época moderna? problema, en el momento cuando estamos en alguna —Arthur Rimbaud afirma en que se abandona al parte, ocurre que nos proyecal final de Una temporada en Dios-abismo, al Dios-amor, tamos hacia otro lugar. Fallael infierno: “Es preciso ser toes que se confecciona mos en cuanto a la presencia. talmente modernos”. ¿En qué una multitud de ídolos Nunca estamos enteramente consiste, según él, esta absocomplacientes: la razón, unos con otros. Para estar luta modernidad? Lo enuncia la raza, la revolución, absolutamente presentes, en la última frase de su obra el mercado… sería preciso coincidir con el publicada en vida: “Poseer ser y poder decir: “Yo soy el la verdad en un alma y en un cuerpo”. La modernidad plantea una doble que soy” (Ex 3, 14). Ahora, esto es privilegio exigencia. Es ante todo una exigencia crítica: el del Eterno. Él es el puro “aquí y ahora”. Por lo moderno se niega a recibir algo simplemente tanto, dirigirse hacia el Eterno no es huir del por ser recibido de los padres y transmitido por aquí y ahora; quiere decir en cambio acercarse ellos. La era moderna exige razones. Quiere al mismo y procurar estar más presentes en comprender. Esta instancia crítica es doble- todo y para todos. Es entonces cuando se puede mente tranchant: por una parte conduce a un “poseer la verdad en un alma y en un cuerpo”. repliegue moral en uno mismo, y por otra abre a una mayor inteligencia de la fe. En el primer Cuidado con los sustitutos de Dios caso, la crítica termina por criticarse a sí misma. Su hermenéutica de la sospecha se dirige contra —También en La fe de los demonios usted critica ella porque se da cuenta de que sospechar de a Michel Onfray y su Tratado de ateología en cuanto todo y de todos constituye una manera de pro- ejemplo del ateo que “ya no busca”, como afirma tegerse y erigirse en juez soberano. En suma, es Pascal. ¿Son hoy de este tipo todos los no creyentes? ateo, está allí para entrar en esta lista de presencia para que lo amemos y lo contemplemos de manera eterna. Esto es precisamente, por tanto, lo que sirve para hacer una buena apologética: antes de entrar en el debate de las ideas, maravillarse con el rostro del propio interlocutor, y aun cuando éste nada haya comprendido y al final sólo nos dé un pequeño golpe en la espalda, seguir admirando en él la maravilla que Dios ve y que él mismo, este creyente, ignora.

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—El reproche que puede hacerse a los ateos momento en que no somos Dios, puesto que es de no ser lo que pretenden llegar a ser. Un somos seres de deseo, siempre necesitamos un ateo es por definición alguien “sin dios”. Por principio para polarizar nuestras vidas, un printanto, debe deshacerse de todos los ídolos, y cipio que siempre divinizamos, más o menos por consiguiente debe esforzarse por no con- conscientemente. Por mi parte, procuré ser ateo vertir su propio ateísmo en ídolo. Sería triste lo más posible. Al final, habiéndome deshecho abandonar la religión de Cristo para fabricarse de todos los ídolos, incluyendo el del ateísmo, una religión del ateísmo. Y sin embargo es esto me quedó una especie de disponibilidad. Dislo que sucede en la mayor parte de los casos. ponibilidad para acoger lo que no venía de mí, Los ateos escriben evangelios, lo que yo no había construido, construyen capillas, pronunalgo que algunos llaman trasPor mi parte, procuré cian excomuniones. Por lo cendencia y que el catecismo ser ateo lo más posible. demás, es muy difícil ser realindica como Revelación. Ya no Al final, habiéndome mente ateo. Esto requeriría no se trataba de hacer una propia deshecho de todos los divinizar nada, ni siquiera el síntesis ni de elegir lo que me ídolos, incluyendo el del propio juicio. Pero el verdadeconvenía en el supermercado ateísmo, me quedó una ro problema, en el momento de la religión, porque hacer las especie de disponibilidad. en que se abandona al Diospropias pequeñas elecciones, Disponibilidad para abismo, al Dios-amor, es que tomar lo que nos conviene y acoger lo que no venía se confecciona una multitud dejar el resto, es como permade mí, lo que yo no de ídolos complacientes: la necer dentro de la fábrica de había construido, algo razón, la raza, la revolución, el los ídolos o sucumbir ante la que algunos llaman mercado… Son conocidas las religión del supermercado. Ya trascendencia y que el palabras de Pascal: “Desde que no se trataba de contentarme catecismo indica como abandoné el verdadero bien, es con un sistema teórico. La disRevelación. extraño que no haya algo en la ponibilidad de la cual hablo naturaleza que no haya sido es la apertura a un encuentro, llamado a hacer las veces de aquel: astros, cielo, a lo que Heráclito llamaba “espera de lo no tierra, elementos, plantas, repollos, puerros, ani- esperado”. Una apertura a lo que se ofrece en males, insectos, terneros, serpientes, fiebre, gue- un advenimiento. Ahora, como se sabe, un rra, carestía, vicios, adulterio, incesto”3. Los lla- advenimiento no se puede deducir. No puede mados ateos convencidos viven a menudo con alcanzarnos sino a través de una multitud de un sustituto de Dios. Por otra parte, proyectan testigos, a través de una cadena sin interruplos atributos divinos en artículos comerciales. ción de rostros… Ésta es la llamada tradición Observemos la publicidad: esta salchicha nos apostólica: una serie de encuentros que han proporciona “el verdadero sabor de la vida”, ese tenido lugar desde Jesús hasta mí para que yo automóvil da “la alegría”, con este proveedor vaya una vez más al encuentro de otros y con de Internet “el camino está abierto”, como Dios el fin de que pueda comunicarles la vida que que abre un camino en el Mar Rojo. Desde el he recibido. LORENZO FAZZINI

3 B. Pascal, Pensieri, § 447, Mondadori, Milán, 1984, p. 279.

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NOTAS

“El Señor se buscó un hombre según su corazón” (I Samuel 13,13)

por Monseñor Dominique Rey

La diócesis de Fréjus-Toulon tiene una larga y arraigada tradición josefina poco conocida fuera de la región. En 1560 tuvo lugar en Cotignac, al pie del monte Bessillon, una aparición de san José. Muy pronto, la noticia recorrió rápidamente toda Francia y, reconocida por las autoridades eclesiásticas, dio lugar a que Luis XIV declarara el 19 de marzo fiesta laborable para todo el país y consagrara Francia a san José. En una iniciativa pastoral admirable de monseñor Dominique Rey, obispo de la diócesis francesa de Fréjus-Toulon —para prepararse a la celebración del Año de la Fe que se iniciará el próximo octubre y también con el fin de renovar el fervor apostólico tan necesario para responder a la llamada del Papa a la urgente tarea de nueva evangelización— convocó a familias, movimientos y comunidades religiosas a un solemne acto de consagración de la diócesis a san José, que tuvo lugar en la población de Cotignac, del departamento del Var, en la Provenza, el pasado 17 de marzo. Como recordara monseñor Rey, la presencia de san José en la vida cristiana constituye, la ayuda e intercesión eficaz que toda la Iglesia necesita para poder hacer frente a las dificultes y duras pruebas que sufre el mundo actual. A continuación las palabras de Mons. Rey —quién es miembro del Consejo de revista HUMANITAS— en el acto de consagración de su diócesis a san José:

C uando entramos en contacto con José a través de la Escritura, encontramos el silencio. Un silencio que es, más que una abstención de palabras, la densidad del misterio divino. Como la nube que acompaña al pueblo hebreo en el desierto durante el éxodo, este silencio

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revela y esconde al mismo tiempo. Revela la presencia de Dios, y oculta al juicio humano la profundidad de su presencia. El silencio de José está hecho de escucha, de atención intensa a María y al niño Jesús que le ha sido confiado. Este silencio es el

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Imagen que preside la Fuente de la Aparición de Cotignac

velo que recubre y protege la Encarnación del de sus labios. En el momento del nombraVerbo y la virginidad de María. Este silencio miento del niño, será José el encargado le hace pasar desapercibido, de decir “Se llamará Jesús” y al mismo tiempo es la ex(Mt 1,25). “Jesús”, “Dios salEn 1560 tuvo lugar en presión de la caridad de José. va”, el primer anuncio KerigCotignac, al pie del monte José pone a María y a Jesús mático, fuente de cualquier Bessillon, una aparición en el proscenio de los relatos otra predicación. de san José. Muy pronto, de la infancia. Él se queda El silencio de José nos conla noticia recorrió en retaguardia para dejar a duce al misterio de su propia rápidamente toda Francia Dios la libertad de realizar elección. José es al mismo y, reconocida por las su obra, sin ponerle obstácutiempo padre y virgen; conautoridades eclesiásticas, los. Toda palabra habría sido templat ivo y t rabajador; dio lugar a que Luis XIV deleznable frente al misterio obedecer a Dios y mandar a declarara el 19 de marzo que la Virgen llevaba en ella Jesús. Esta vocación original fiesta laborable para misma, frente al misterio reclama de su parte una fe todo el país y consagrara de Dios hecho niño, frente absoluta, una fe oscura que Francia a san José. al designio escondido del resume el comentario del Señor y que José contempla Evangelio a propósito del con sus ojos. hallazgo de Jesús en el Templo, hablando de El silencio de José es elocuente. Según María y de José, “Ellos no entendieron lo que los Evangelios, una sola palabra brotará les decía” (Lc 2,50). Esta oscuridad de la fe es

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prueba de su perfección porque supera infi- José repudiará a María en secreto, con el fin nitamente la debilidad del espíritu humano y de no ser un obstáculo a la predilección de excede la inteligencia, e incluso cuando ésta Dios hacia ella. es abrumada, no se resigna jamás. Sí, la fe María ensanchó el corazón de José. Le de José es firme. Desarma las dudas. Lleva hizo descubrir la profundidad de su propia a José a “ser de Dios”, a “estar en Dios” en interioridad que es la habitación del Espíritu toda circunstancia, a vivir en la presencia Santo. María le revela que la castidad del amor del misterio los detalles de la vida ordinaria, es darse al otro sin encerrarlo en una relación de la vida de familia y de acaparadora. En estos motrabajo en Nazaret. mentos en que el matrimonio Qué contraste con nuesentre el hombre y la mujer El silencio de José estÁ tra sociedad que exalta las es puesto en duda para sushecho de escucha, de apariencias, que promociona tituirlo por otras formas de atención intensa a María la imagen de sí mismo y la asociación afectiva, en estos y al niño Jesús que le eficiencia. José, doctor del simomentos en que tantas pareha sido confiado. Este lencio, nos abre, al contrario, jas son inestables y hay tantas silencio es el velo que la pequeña vía de Nazaret familias en desintegración, recubre y protege la (como Teresa de Lisieux), el amor conyugal de José y Encarnación del Verbo y hecha de confianza, de abande María testifica la bendila virginidad de María. dono filial, de respeto, de ción de Dios. Subraya que la docilidad a Dios. Los grandes perfección del matrimonio, designios de Dios, con José bendecido por el Señor, abre pasan por la humilde fidelidad en el día a día la castidad recíproca a la fecundidad. La y por el cumplimiento del deber de estado. conyugalidad se vuelve oblativa y se abre a la acogida de la vida. Este es el camino que José ha emprendido y que inaugura en Cristo una La primera vocación de José es ser el alianza nueva entre el hombre y la mujer, una esposo de la Virgen María recreación de la familia original, herida por La primera recompensa de José ha sido vivir el pecado. La Santa Familia es la matriz de la al lado de María, como más tarde el Discípulo Iglesia. Este camino de conversión con María Amado; él recibió a María en su casa. conduce a José a acoger una segunda vocación: La elección de María ha sido sustentada José está llamado a ser padre. por su casto amor por ella. Su belleza interior, su pureza sin defecto, su integridad José ha sido esposo, y también padre moral, su impulso hacia Dios… todo lo que ha encontrado en el alma de María, y sin “Cuando vemos a José, nos ponemos de explicar la causa, ha alegrado el corazón de rodillas para adorar a Dios Padre”, decía de José. Sus ojos veían en María, y hasta en su manera audaz uno de los maestros de la Escarne, la obra del Señor. Todo en ella hablaba cuela francesa, M. Olier. Jesús es para José, y de Dios. Al contacto con María, José ha com- por lo tanto para nosotros, el reflejo del Padre prendido que se puede amar sin poseer, que celestial. desear el bien del otro es ayudarle a entrar En Jesús, Dios ha querido obedecer a un en los proyectos que Dios ha comenzado a hombre. Jesús obedece a José, y éste obedece realizar en él. Esta es la razón por la cual al Padre. José conocía la superioridad de su

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San José, patrono de la Iglesia Católica

Dios omnipotente quiso que el gran patriarca san José, elegido sobre todos los demás santos, fuese con toda verdad en esta tierra esposo de la Inmaculada Virgen María y tenido por padre de su hijo único Jesucristo. Para cumplir con toda perfección misiones tan sublimes lo enriqueció y colmó con gracias completamente singulares. Por esta razón, ahora que está coronado en el cielo, la Iglesia católica le dedica los mayores honores y le dirige los testimonios de la más tierna piedad. Por lo cual los Pontífices Romanos, nuestros predecesores, en orden a aumentar más y más la devoción de los fieles hacia el Santo Patriarca, y moverlos a recurrir llenos de confianza a su intercesión, no omitieron, en toda ocasión, decretar en el culto público de la Iglesia nuevas y siempre crecientes señales de veneración… Por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, que Nos hemos mandado publicar el día 8 de diciembre de 1870, durante la celebración de los sagrados misterios en nuestras basílicas patriarcales de Letrán, del Vaticano y de Santa María la Mayor, hemos declarado solemnemente al esposo de María Inmaculada san José, patrono de la Iglesia católica… Pío IX: Carta apostólica Inclytum Patriarcham (de 7 de julio de 1871)

inferior. Es en el interior de este conocimiento que anida su profunda humildad. No se nace padre, se nace hijo. Y la educación consiste a enseñarle a ser hijo, para que un día, tenga la oportunidad de ser padre. Sí, porque José ha sido totalmente hijo, en la humildad, la confianza, la obediencia a Dios Padre, Dios le ha otorgado el favor y la responsabilidad de ser a su vez padre, padre adoptivo de su Hijo predilecto. ¿Cuáles son los rasgos característicos de la paternidad de José? La paternidad de José es en primer lugar educativa. José ejerce la autoridad parental sobre Jesús. El origen de la palabra “autoridad” significa “hacer crecer”. Esta es la misión que corresponde a los educadores. La autoridad consiste, sin ejercer un dominio, en la búsqueda del bien de aquel que nos es sumiso. La paternidad de José es igualmente patrimonial. Por otra parte, el evangelio de Mateo

evoca la figura de José en el interior de una genealogía. La función del padre es asegurar la inscripción del hijo en un linaje, una tradición, una cultura. El padre da el sentido del antecedente, del ascendente y de la historia. Hace memoria, y por ello, inicia al sentido de la patria (palabra cuya semántica está relacionada con la paternidad). El respeto del cuarto mandamiento es la garantía más segura para conocer y transmitir un patrimonio: “Honra a tu padre y a tu madre”. Siendo un espacio para la experiencia de la alteridad, la célula familiar, estructura fundamental de la sociedad, es un lugar indispensable de memoria y de rito, en un mundo amnésico, sin raíces. La paternidad de José es protectora de la vida. José es testigo del origen divino de Jesús, del carácter sagrado de la vida que le ha sido confiada. Hoy, la voluntad de disponer de la vida, ya sea para suprimirla cuando molesta, cuando no

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corresponde a las normas que se han fijado, o de la Cruz, ofrecerá silenciosamente a Dios el bien sea para fabricarla manipulando embrio- fruto bendito de sus entrañas. Después de Abraham que sacrificó a su hijo nes como material de laboratorio; esta voluntad de demiurgo de creerse el Creador, de preten- Isaac, de David desconsolado frente a la desder dominar el origen, de querer ser el autor, aparición de su hijo Absalón, la paternidad de es la forma pseudocientífica del ateísmo. Esta José es crucificada. José sufre por su hijo y con cultura abortiva, hoy día banalizada, subven- su hijo, ya que Jesús pertenece más al Padre cionada, conduce directamente a la barbarie, celeste que a él mismo. Así, José ha vivido por anticipación la hora del “vía decidiendo arbitrariamente crucis” de Jesús. La muerte a quién tiene derecho a vivir y sí mismo de José prepara la quién merece morir. En Jesús, Dios ha querido de su hijo en el Gólgota. La San José merece el título de obedecer a un hombre. profetiza. “defensor de la vida y de su Jesús obedece a José, y éste Q uer idos her ma nos y misterio” que le atribuía Juan obedece al Padre. José hermanas, al término de la Pablo II. José ha arrancado el conocía la superioridad novena que acabamos de Niño Jesús a la masacre de los de su inferior. Es en vivir, vamos en unos insSantos Inocentes (Mt 2,16s). el interior de este tantes a consagrarnos a san Ha salvado del genocidio a conocimiento que anida su José, o más exactamente a Jesús, autor de la Salvación. profunda humildad. consagrarnos a Dios por la En este salvamento, José inicia mediación de José. Si Dios de cierta manera a Jesús en su le ha elegido como protector misión redentora. José ejerce finalmente una paternidad sa- de su Hijo, cuánto más estaremos nosotros crificial. Los Padres de la Iglesia evocaban el invitados a ponernos bajo su guarda, a inspirarnos en sus virtudes y a entrar, como él, hallazgo de Jesús, como la Pasión de José. El relato del hallazgo (Lc 2,41s) constituye en la santificación del día a día, al lado de una segunda presentación de Jesús en Jeru- Jesús y de su Madre. Acojámosle en este día, salén. Perdiendo a Jesús, José y María experi- como un padre, como un maestro, como un mentan el alejamiento de Dios. Para ellos, de compañero para comprometernos cada vez una cierta manera, se trata de inmolar el hijo más en los caminos de la misión. La Nueva para que continúe su misión. Esta segunda Evangelización comienza por nosotros mispresentación anticipa una tercera presentación, mos. Esta es la gracia de este día. Esta es la la de la muerte de Jesús, cuando María, al pie santidad de san José.

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La Persona en el Corazón del Desarrollo por Ignacio Sánchez Díaz

El día 7 de mayo pasado tuvo lugar en el patio Juan Pablo II de la Casa Central de la Universidad Católica la apertura de un Congreso Social consagrado al tema Persona y Desarrollo. Ante un público compuesto de alumnos, profesores, empresarios, dirigentes sindicales, miembros de la Iglesia, autoridades políticas y de Gobierno, el Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Dr. Ignacio Sánchez, pronunció un discurso inaugural en el que señaló que el objetivo de esta asamblea era el de reflexionar sobre el concepto de desarrollo que impera hoy en Chile y el lugar que ocupa la persona en este proceso, de manera de iluminar una acción eficaz en orden a ubicar al ser humano en el centro de dicho desarrollo. En su trabajo de dos días el Congreso abordó los grandes desafíos que enfrenta el país, reflexionando sobre la persona como centro en la empresa, analizando el tema de la economía moderna a la luz de la fraternidad y del bien común, la responsabilidad social de la empresa, el desarrollo al servicio del bien común y el aporte del sistema universitario. Cada uno de estos temas fue profundizado en las mesas de expertos con la participación de destacados académicos, dirigentes empresariales cristianos y actores sociales relevantes. En sus palabras inaugurales el Rector explicó que el desarrollo no se debe limitar solo al aspecto económico, sino que exige, además, una visión trascendente y espiritual de la persona,

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marco en el cual es de especial importancia el papel de la familia. Subrayó asimismo que una iniciativa de esta naturaleza nace desde el corazón de la universidad y se proyecta hacia el mundo académico, político, económico y social, buscando ser una contribución a la reflexión sobre la persona humana y su dignidad. Una reflexión, reiteró, estrechamente relacionada con la misión de las universidades católicas, cual es la formación de personas integrales, la constante búsqueda de la verdad mediante la investigación y la comunicación del saber para el bien de la sociedad. A continuación un extracto del discurso inaugural pronunciado en la ocasión por el Rector Ignacio Sánchez.

La Universidad está inmersa en la sociedad, y su realización más plena no es en soledad, está llamada, en el ámbito de sino en la donación personal su competencia, a ser un insa la comunidad. Promover trumento eficaz de progreso que el ser humano y su digPara ser auténtico, cultural tanto para las pernidad sean una prioridad nos el desarrollo del hombre sonas como para la sociedad. compromete. La construcción y de los pueblos necesita La investigación se orienta a de una nueva civilización una dimensión espiritual. estudiar en profundidad los empieza por orientar nuestras Para ello, agrega el Papa, problemas de nuestro tiemdecisiones vitales hacia el se necesitan “unos ojos po. La dignidad de la vida bien común. La caridad y la nuevos y un corazón humana, la promoción de la verdad nos plantean un comnuevo, que superen la justicia, la protección de la promiso inédito, en donde visión materialista de los naturaleza, la búsqueda de la Dios ha puesto la semilla en acontecimientos humanos paz y de la estabilidad políticada hombre, en cada pueblo y que vislumbren en el ca, la distribución equitativa y en su cultura. desarrollo ese «algo más» de los recursos y un sistema La frase que ilumina y que la técnica no puede económico y político que otorga su pleno sentido a toda ofrecer”. (…) sirva mejor a la comunidad la encíclica es: “La caridad en humana, son algunos de sus la verdad, de la que Jesucristo temas de estudio. se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre Nuestra reflexión tiene como columna todo, con su muerte y resurrección, es la principal vertebral la encíclica Caritas in veritate. Ella fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada analiza distintos ámbitos de la vida humana persona y de toda la humanidad”. Ella contiene y entrega un concepto de desarrollo que, la respuesta de la Iglesia a los problemas del fundado en la caridad, es humano e integral, desarrollo, la que depende de cada persona tanto de las personas como de los pueblos. y de su forma de concebir la libertad y vivir Es el amor, que tiene su origen en Dios, el su fe. Y a la vez, una visión del desarrollo y que mueve a las personas a comprometerse de la globalización que pone en el centro a con valentía y generosidad en el campo de las personas, como únicas protagonistas de la justicia y la paz. Desde un punto de vista este proceso. social, el hombre descubre que su vocación al Nos dice el Papa que las principales causas amor se concreta en la medida que tiende a del subdesarrollo no son de índole material, un desarrollo humano integral. Él no puede sino que surgen como una consecuencia de estar ajeno a la realidad de su prójimo, pues la falta de fraternidad entre las personas y

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entre los pueblos. El Evangelio de Cristo, en cambio, aporta la dimensión esencial de la fraternidad humana y cristiana, que sí propicia el verdadero desarrollo de todos, sin hacer distingos. Una de sus ideas centrales es que el beneficio material, como objetivo exclusivo, es la mayor fuerza antagónica al auténtico desarrollo humano. El sistema económico y financiero, afirma el Papa, debe basarse en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil. Para “civilizar la economía” es preciso arbitrar formas de economía solidaria y tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco. Se aborda el tema de la economía, destacando que ella necesita de una base ética para su correcto funcionamiento: no de cualquier ética, sino de una ética amiga de la persona. En este sentido, agrega que “la misma centralidad de la persona debe ser el principio guía en las intervenciones para el desarrollo de la cooperación internacional”. Igualmente, solicita garantizar el acceso a la educación y a la formación más completa e integral de la persona como vía insoslayable para el desarrollo y la justicia. La encíclica también analiza el fenómeno de las migraciones, recordando que: “todo emigrante es una persona humana, que posee derechos que deben ser respetados por todos y en toda situación”. Para ser auténtico, el desarrollo del hombre

y de los pueblos necesita una dimensión espiritual. Para ello, agrega el Papa, se necesitan “unos ojos nuevos y un corazón nuevo, que superen la visión materialista de los acontecimientos humanos y que vislumbren en el desarrollo ese «algo más» que la técnica no puede ofrecer”. El riesgo es que la tecnología entregue avances y una propuesta de valor que no se refiere al “por qué” sino al “cómo”, con el peligro de encontrar respuestas sólo a las preguntas por la eficiencia y la utilidad. El Papa nos enseña que para hacer de la humanidad una verdadera familia, cuyas relaciones sean dictadas por la fraternidad, debemos reconsiderar el amor en la verdad como una fuerza social fundamental. De esta manera el Santo Padre nos invita, a cada uno de nosotros, a ser los constructores de un mundo mejor a partir de nuestra propia vida. La tarea que nos propone es inmensa, imposible de realizar sin el auxilio de la gracia. Por eso, en la conclusión de Caritas in veritate, el Santo Padre nos anima a iniciar ese camino, personal y comunitario, recordándonos que: “La conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los pueblos, entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar un recto ordenamiento a las realidades humanas. Dios nos da la fuerza para

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luchar y sufrir por amor al bien común, porque Él algunas directrices para que los gobiernos es nuestro Todo y nuestra esperanza más grande”. buscaran los caminos que pudieran revertir Desde la Universidad, nos interesa promo- esta situación. En el Chile de ese entonces, fue ver en nuestra comunidad el diálogo entre el Arzobispo de Santiago Monseñor Mariano fe y cultura, entre competencia profesional Casanova quien lideró la puesta en práctica y sabiduría cristiana, para influir sobre la del mensaje del papa León XIII. Su voz la realidad e impregnar todo tipo de actividad dirigió no sólo a los fieles católicos, sino que con el espíritu del Evangelio. Pero también a todos los ciudadanos. Monseñor Casanova queremos trascender a la sociedad y com- valoraba la publicación de Rerum novarum por partir con ella los avances obtenidos en el llegar en un momento muy oportuno, en la cultivo del conocimiento. Sobre todo, para hora de una regeneración política y una reorganización social. Como se atender aquellas prioridades puede observar en los docufundamentales de la persona. mentos de la época, Monseñor Aunque el eje central de (…) El riesgo es que la Casanova recomendó a los esta reflexión es la encíclica tecnología entregue poderes públicos la dictación Caritas in veritate, es pertinenavances y una propuesta de leyes protectoras de los te referirse a otras encíclicas de valor que no se trabajadores. Llamó a quieque también han manifesrefiere al “por qué” sino nes tenían acceso a la toma tado su preocupación por al “cómo”, con el peligro de decisiones a fomentar la encontrar la mejor forma de encontrar respuestas organización de fundaciones de iluminar la realidad sosólo a las preguntas por y asociaciones de asistencia cial, política y económica de la eficiencia y social. Desde su publicación la humanidad a la luz del la utilidad. en adelante, Rerum novarum Evangelio. Los pastores de la fue prendiendo con mucha Iglesia nos han ofrecido su mensaje social en diferentes oportunidades, fuerza en toda la cultura cristiana occidental. lo cual se ha ido manifestando cada vez con Ha servido de inspiración a numerosos documayor intensidad en una especial atención y mentos del Magisterio de la Iglesia. En especial, podemos comprobar cómo fue responsabilidad hacia la persona. El propósito siempre ha sido el mismo: en- revitalizada por el beato Juan Pablo II en sus entregar a los cristianos y a todos los hombres cíclicas sociales: Laborem exercens, Sollicitudo rei de buena voluntad principios de reflexión, socialis y Centesimus annus. Y, por supuesto, se criterios de juicio y directrices de acción como constituyó en una fuente de luz en la Encíclica base para promover un cristianismo integral y Caritas in veritate de su santidad el papa Benesolidario. En los últimos dos siglos, podemos dicto XVI, la que he comentado anteriormente. decir que desde aquella histórica Encíclica El Papa peregrino ya nos había planteado a los Rerum novarum del papa León XIII publicada chilenos un gran desafío cuando nos visitó en en 1891 hasta nuestros días, pasando por lo 1987. En esa oportunidad fue claro y tajante. Su tratado en el Concilio Vaticano II, el tema frase «Los pobres no pueden esperar» remeció social ha cobrado cada vez mayor prevalen- las conciencias de todos nosotros. Su palabra cia en la voz de los herederos de Pedro. En en las cartas encíclicas refleja este mismo dicha carta, la Iglesia dio a conocer su posi- llamado a poner especial atención en los más ción frente a las lamentables condiciones de necesitados. Se trata de encíclicas de gran acvida de los trabajadores, además de señalar tualidad, que nos llaman a la acción inmediata

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en aspectos clave para resguardar la dignidad un momento de crisis económica, política y social en el mundo, Juan Pablo II nos recuerda de cada ser humano. El año 2003, el entonces Cardenal Ratzin- que «los pueblos y los individuos aspiran a su ger, hoy Benedicto XVI, nos decía que en liberación: la búsqueda del pleno desarrollo es sus encíclicas sociales el beato Juan Pablo el signo de su deseo de superar los múltiples II subraya la primacía del hombre sobre los obstáculos que les impiden gozar de una vida medios de producción, la primacía del trabajo más humana». Esta liberación, nos dice, se sobre el capital y la primacía de la ética sobre concreta en el ejercicio de la solidaridad. Hacia el final de esta carta, el papa la técnica. En el centro, decía, ofrece a la Santísima Virgen está la dignidad del hombre, El tema del trabajo, las difíciles situaciones que que es siempre un fin y jamás afirma, es clave en la vive el hombre de hoy en un medio. La primera de las cuestión social de los sus aspectos preocupantes llamadas encíclicas sociales tiempos actuales. A su vez, de miseria, desempleo, cade Juan Pablo II, Laborem nos muestra el trabajo rencia de alimentos, carrera exercens, trata sobre el trabahumano a la luz de la armamentista, desprecio de jo. Es a través de él, nos dice cruz y resurrección de los derechos humanos, situaJuan Pablo II, que el hombre Cristo. En la conclusión ciones o peligros de conflicto se ha de procurar el pan cotide esta encíclica, Juan parcial o total. diano, contribuir al continuo pablo ii señala: «A través Por último, con motivo progreso de las ciencias y de él —el trabajo— deben del centenario de Rerum nola técnica, y sobre todo a la multiplicarse sobre la varum, el beato nos regala su incesante elevación cultural tierra no sólo los frutos carta Centesimus annus donde y moral de la sociedad, en la de nuestros esfuerzos, nos invita a los cristianos a que vive en comunidad con sino además la dignidad ser el camino de la Iglesia. sus hermanos. El tema del humana, la unión Nos habla sobre la propietrabajo, afirma, es clave en la fraterna y la libertad» dad privada y el destino cuestión social de los tiemuniversal de los bienes. Nos pos actuales. A su vez, nos muestra el trabajo humano a la luz de la cruz llama a hacernos responsables de la suerte y resurrección de Cristo. En la conclusión de de nuestros hermanos en un compromiso esta encíclica, el beato señala: «A través de concreto de solidaridad y caridad. Persigue él —el trabajo— deben multiplicarse sobre la una relación virtuosa entre Estado y Cultura. tierra no sólo los frutos de nuestros esfuerzos, Toda la actividad humana, dice, tiene lugar sino además la dignidad humana, la unión dentro de una cultura y tiene una recíproca relación con ella. La dignidad de la persona fraterna y la libertad». Juan Pablo II vuelve a tratar el tema social y el derecho a su desarrollo en una sociedad en la carta Sollicitudo rei socialis, que fue publi- justa, equitativa y humana se convierten en el cada en 1987 para conmemorar los 20 años de llamado central de esta carta. En sus encíclicas Populorum progressio del papa Paulo VI. En su sociales, Juan Pablo II nos regala la luz que mensaje, el Papa coloca énfasis en la preocupa- necesitamos para acercarnos al mensaje de la ción social de la Iglesia orientada al desarrollo santidad, la verdad, la solidaridad, la paz. En auténtico del hombre y de la sociedad; una el fondo, es la invitación que Jesús nos plantea inquietud que debe respetar y promover la en el Evangelio y que revive a través de los persona humana en toda su dimensión. En tiempos en la palabra de nuestros pastores.

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John Milbank, orígenes de Radical Orthodoxy

LA SECULARIZACIÓN Y SU MITOLOGÍA

precisamente sobre la base de L a propuesta cultural del esta toma de conciencia. En teólogo y filósofo anglicano El adjetivo radical el curso de los primeros años John Milbank aparece desde —prosigue Milbank— 90, Milbank (en ese momento el comienzo en Theology and expresa ante todo “el reader en teología y filosofía social theory, una de sus obras sentido del retorno (…) en Cambridge y fellow en la más significativas (cuya pria una concepción que Peterhouse) se dio cuenta mera edición se remonta al supera el falso dualismo de cómo la Universidad de año 1990): “Si la teología ya moderno entre fe y razón, Cambridge, junto con tantas no procura ‘colocar’, moderar gracia y naturaleza”. otras universidades inglesas, o criticar los otros discursos todavía estaba dominada por (es decir, el discurso político, económico, cultural, social) —subraya un decidido liberalismo teológico. Este clima Milbank—, inevitablemente estos últimos fue bien descrito por Tom Wright (actual ‘la colocarán’ a ella”. Con esta afirmación, el Obispo anglicano de Durham y en esa época teólogo y filósofo inglés quiere responder a estudiante en Oxford): “Había una especie de ese proceso de secularización que, lejos de sentido de frustración en las universidades y en indicar una progresiva “laicización” del poder las iglesias, como si los teólogos se estuviesen temporal y de la sociedad, oculta en cambio desilusionando, diciendo: «No podemos creer una perspectiva teológica precisa sobre lo en esto, no podemos creer en esto otro»”1. real. El movimiento de Radical Orthodoxy surge Cualquier perspectiva cultural se consideraba

1 R. Shortt, Rowan’s Rule, Londres, 2008, p. 59.

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relativa, como si se tratase de una preferencia, tiva de desarrollar esta visión para pasar por de un gusto o de una opinión personal. Todas un tamiz a la sociedad, la cultura, la política, las posiciones —incluso aquellas opuestas el arte, la ciencia y la filosofía modernas con entre sí— se estimaban igualmente válidas. una valentía sin precedentes”. Según el teóEn semejante clima cultural, las exigencias logo y filósofo inglés, en realidad, “de la gran de la razón y del corazón resultaban profun- crítica cristiana al iluminismo (valorizado damente mortificadas y la persona cada vez por Milbank en otros aspectos) —Christopher más confundida. Smart, Hamann, Jacobi, Kierkegaard, Péguy, Precisamente dentro de este contexto huma- Chesterton y otros— se desprende que el seno y cultural, surge una profunda amistad entre cularismo destruyó y negó de diversos modos el mismo Milbank, Catherine Pickstock, Conor precisamente aquello que aparentemente queCunningham, Graham Ward, ría celebrar: la vida vivida, la Phillip Blond y John Montag, expresión del propio ser, la “de la gran crítica amistad que de inmediato gesexualidad, la experiencia escristiana al iluminismo neró una encendida confrontética, la comunidad política (…) se desprende que el tación cultural y académica, y humana”3. secularismo destruyó y llevando al grupo a formular Según el movimiento de negó de diversos modos una propuesta alternativa con Radical Orthodoxy, “la teoría precisamente aquello que respecto al paradigma entonsecular —sintetiza Milbank— aparentemente quería ces predominante. no sólo toma en préstamo de celebrar: la vida vivida, La publicación del manila religión modalidades de la expresión del propio fiesto del movimiento, el hoexpresión intrínsecamente ser, la sexualidad, mónimo Radical Orthodoxy2, inapropiadas (…), sino que en la experiencia estética, se remonta al año 1999: “¿En realidad está constituida, en su la comunidad política qué sentido ortodoxia y en ser secular, por una «herejía» y humana” (Milbank-Ward). qué sentido radical? —se del cristianismo ortodoxo o pregunta Milbank—. La orpor un rechazo del cristianistodoxia (debe entenderse) mo, rechazo que parece más en el sentido más simple de adhesión a un “neopagano” que puramente antirreligioso”4. cristianismo animado por una fe vivida y al A juicio de Milbank, una de las mutaciones carácter ejemplar de su raíz patrística; pero más radicales que han tenido lugar en el curso la ortodoxia consiste también, en sentido más de la época moderna consiste precisamente en específico, en reafirmar ese cristianismo más el nuevo significado asumido por el término intenso y coherente que se perdió después de saeculum (del cual provienen los términos la Baja Edad Media. En ese sentido, el término “secular” y “secularización”). Mientras en la «ortodoxia» trasciende los límites confesiona- Antigüedad y en la Edad Media la noción de les”. El adjetivo radical —prosigue Milbank— saeculum solía indicar una dimensión temporal, expresa ante todo “el sentido del retorno (…) a que caracteriza el lapso comprendido entre el una concepción que supera el falso dualismo nacimiento y la muerte de una persona, a parmoderno entre fe y razón, gracia y naturale- tir de la modernidad el mismo término quiere za”. “Radical indica en segundo lugar la tenta- describir en cambio una dimensión espacial, 2 J. Milbank, C. Pickstock, G. Ward (a cargo), Radical Orthodoxy, Londres, 1999. 3 Ibidem, pp. 2-3. 4 J. Milbank, Theology and Social Theory, op. cit., p. 3.

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es decir, la realidad secular (y por eso “desa- soberanía absoluta (de acuerdo con el nuevo cralizada”) en oposición a la sagrada. De ese significado asumido por la palabra dominium) modo, con el advenimiento de la modernidad sobre todo aquello de lo cual puede disponer. surge una clara separación entre el ámbito Según el teólogo y filósofo anglicano, la privado del vivir, donde cada individuo goza única posibilidad de superar la razón secular, del derecho a sostener sus propias opiniones y como veremos, consiste en recuperar una a cultivar sus propias convicciones religiosas, experiencia real e informada de la fe en el iny el ámbito público, caracterizado en cambio terior de la Iglesia. Por este motivo, la teología por la centralidad de nuevas formas del saber, siempre debe basarse en la vida de la Iglesia, considerándose que éstas gozan de un mayor en su tradición de pensamiento, en su práctica grado de objetividad (la ciensocial y litúrgica, evitando el cia política, la sociología, la riesgo de perder su propia la lógica impuesta por el economía, etc.). De este modo, identidad. Esto no significa poder dominante, en forma el secularismo establece una en realidad que la teología absolutamente mentirosa separación artificiosa entre se reduzca a una disciplise define como neutral, los hechos —los aspectos de na autorreferente, siendo en a pesar de ejercer una la realidad “susceptibles de cambio verdad lo contrario, soberanía absoluta (de medición” por las ciencias como afirma Milbank recoracuerdo con el nuevo exactas— y los valores: las dando la génesis de Theology significado asumido por la convicciones personales y and Social Theory: “Estaba palabra dominium) sobre las creencias religiosas, de influenciado por la idea (…) todo aquello de lo cual las cuales no se puede tener según la cual la teología no puede disponer. certeza. La gran mentira que tiene un argumento propio caracteriza el secularismo específico, consistiendo más consiste en el hecho de que tanto en la vida bien en una búsqueda de cómo la manifestapersonal como en la vida política y social, ción de Dios hace ser diferente cada cosa”5. A permanentemente se formulan juicios y se juicio del autor, la reducción de la fe y de las toman decisiones, con lo cual siempre se hace obras provenientes de la misma a una dimenreferencia a “valores”. Sin embargo, si estos sión puramente privada y la invención del últimos no provienen de un juicio crítico y de concepto de “espacio público neutral” son por una verificación personal y comunitaria (en consiguiente las consecuencias más relevantes cuanto sólo serían expresión de una preferen- del abandono de esa visión que reconocía el cia “privada” y por tanto “subjetiva”), ¿cuáles origen de toda realidad y de todo saber en Dios. serían los criterios sobre cuya base se formula- Como veremos, precisamente esta perspectiva rán los juicios y tendrán lugar las elecciones? “secularizada”, propia de cierta cultura moderEsos criterios —observa Milbank— reflejarán na, genera una reducción del “don” al “dato” la lógica impuesta por el poder dominante, y obstaculiza el reconocimiento de la vida que en forma absolutamente mentirosa se como don, única dimensión en la cual puede define como “neutral”, a pesar de ejercer una realizarse un auténtico per-dón. A. GEROLIN

5 R. Shortt, Radical Orthodoxy, a conversation, en J. Milbank, S. Oliver (a cargo), The Radical Orthodoxy Reader, Abingdon, 2009, p. 30.

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Razón y Fe por Juan de Dios Vial Larraín

René Descartes (1596 - 1650)

S e me pide muy amablemente ofrecer

a ustedes un testimonio personal, desde mi quehacer académico, acerca del diálogo que se establece entre fe y razón. ¿Cómo dar tono personal a lo que no vacilo en considerar el diálogo esencial de la cultura de Occidente? Agradezco mucho la oportunidad de este desafío. La semana pasada debí ofrecer la lección inaugural de un año académico universitario que titulé Razón de existir. Una Meditación

Metafísica acerca de la Existencia de Dios. Lo dicho entonces está a la sombra del primero de mis libros, escrito el año 1971 y titulado la Metafísica Cartesiana. Es, pues, un testimonio personal. Uno puede enamorarse de sus ideas; esto es bueno, pero peligroso si resbala hacia la ideología. La fidelidad a un pensamiento debe mantener abierto el espíritu a la admiración inicial, pero cultivar las preguntas que suscite. “La pregunta es la piedad del pensamiento”, escribió Heidegger alguna vez.

* Discurso en la ceremonia de premiación del IX Concurso de Investigación que anualmente organiza la Dirección de Pastoral junto a la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Católica de Chile.

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Me interesó Descartes por algo muy pintura es el tiempo de Velázquez, de Rematrevido que dijo y que tiene que ver de la brandt y Vermeer; y en el de la literatura de manera más directa y esencial con el diálogo Cervantes y Shakespeare. En ese momento que cabe establecer entre la razón y la fe. El glorioso, el gran libro de la filosofía, son las principal de sus libros se titula Meditaciones Meditaciones Metafísicas de Descartes. En el atrevido subtítulo que anuncia una Metafísicas y lleva como subtítulo que en ellas se demuestra “la existencia de Dios y demostración de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma se escucha un la inmortalidad del alma”. Se reconoce universalmente que Descartes eco formidable. Cuando el gran padre de sería el fundador de la filosofía moderna. Lo la Iglesia que fue San Agustín escribe en el siglo V de nuestra era sus dijo Hegel, por ejemplo, con Soliloquios, los inicia con mucha autoridad. Temo que una pregunta: ¿Qué deseas esto pueda motivar una gran A partir de los filósofos saber? Y su respuesta fue: sospec ha. ¿No estaremos del siglo XVIII, que inspiran saber de Dios y del alma. aquí en presencia del gran a la Ilustración, a la ¿Sobre qué se apoya, cómo profeta del racionalismo y Revolución francesa y al se edifica, ese arco que va del idealismo, y de los que positivismo de los siglos de San Agustín a Descarse consideran grandes vicios XIX y XX, la filosofía tes: de la contemplación de del mundo moderno, como quedará decapitada la Santísima Trinidad, que serían el subjetivismo, el esde la metafísica, y la San Agustín ofreció, hasta cepticismo, el voluntarismo, verdad es que no por otro la fundación de la filosofía el relativismo? motivo más profundo, moder na, que Descartes Pienso lo contrario. Creo sino justamente por su edifica sobre la existencia que Descartes dijo lo justo pretensión de afirmar que de Dios y la inmortalidad en el diálogo entre la fe y Dios existe y que el alma del alma? la razón. Y, por ende, que es inmortal. Las razones Mi respuesta es breve y a partir de su pensamiento de las ciencias no lo comprometida: ese arco no —fundador, justamente, de autorizarían.(…) es otro que la filosofía en su la filosofía moderna— es dimensión metafísica. Y este posible ofrecer un suelo muy firme a la fe. Hay que saber escuchar el pen- es el contenido de las Meditaciones de Dessamiento que, a primera vista, uno pudiere cartes. Si se me pregunta, entonces, qué cabe considerar ajeno y adverso. Una mala lectura entender por filosofía, yo diría que es aquel cae fácilmente en rutina ideológica. Hay que ejercicio puro de la inteligencia que Sócrates, escucharlo con respeto pero sin blandura, Platón y Aristóteles inauguran, con el que con humildad, pero con coraje. Así enriquece Santo Tomás forja la gran teología católica medieval y con el que Descartes construye la formación del juicio propio. Las Meditaciones Metafísicas se escriben un notable teorema —él fue un gran mateen la mitad del siglo diecisiete, al que Whi- mático— acerca de Dios y del alma. Pero ocurre una paradoja trágica, que está tehead llamara “el siglo del genio” y en el que la ciencia moderna alcanza su apogeo. en el nudo de la modernidad. A partir de Los Principia de Newton, la gran construcción los filósofos del siglo XVIII, que inspiran a de la física clásica, son el emblema de esta la Ilustración, a la Revolución francesa y al nueva visión del Universo. En el campo de la positivismo de los siglos XIX y XX, la filo-

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sofía quedará decapitada de la metafísica, Metafísicas de Descartes y por eso creo que y la verdad es que no por otro motivo más hay en ellas un excepcional punto de partida, profundo, sino justamente por su pretensión de gran originalidad, para recuperar la continuidad del pensamiento de afirmar que Dios existe y filosófico desde sus orígenes que el alma es inmortal. Las greco-cristianos y desde razones de las ciencias no lo una inspiración profunda autorizarían. El racionalismo del pensamiento moderno, de Descartes progresivamenlibre de perversas desviate se convierte, entonces, en ciones. La necesidad de una laicismo agnóstico y ateo. metafísica ha sido un lema Estos filósofos “ilustrados”, del pensamiento de Juan que dicen reconocerse en Pablo II y de Benedicto XVI. Descartes, en realidad solo Voy a destinar los minuse reconocen a sí mismos: tos que me quedan, absoluven a Descartes cuando se tamente insuficientes, a dar miran al espejo. Su lectura a ustedes una idea de cómo descansa sobre la negación quedó pensada la relación de lo que Descartes propone razón-fe en ese momento como el asunto propio de su (…) El racionalismo clave de la modernidad que pensamiento. Y, lo más grave, de Descartes marcan las Meditaciones Meel Dios cuya existencia muesprogresivamente se tafísicas de Descartes. tran las Meditaciones Metafísiconvierte, entonces, Lo que en ellas se preguncas queda desvirtuado en esas en laicismo agnóstico tó es cómo dar un fundamencimas del pensar moderno, y ateo. Estos filósofos to al saber, y específicamente Kant y Hegel, cuya sombra “ilustrados”, que dicen a las ciencias, que eran el ampara absolutamente todo reconocerse en Descartes, gran acontecimiento de la lo que hoy se dice en los doen realidad solo se época, y que probablemente minios del pensamiento filoreconocen a sí mismos: sigue siéndolo. Las ciencias sófico. Todo eso ha dado lugar ven a Descartes cuando aparecen construidas sobre a que, en nuestro tiempo, haya se miran al espejo. Su dos bases: una es la expepodido decirse que Dios ha lectura descansa sobre riencia sensible que forjan muerto, que la religión es el la negación de lo que los sentidos, la memoria, la opio del pueblo o que es una Descartes propone como imaginación. La otra es la neurosis obsesiva, como hicieel asunto propio de su matemática. Pero ninguna ran Nietzsche, Marx y Freud. pensamiento.(…) de esas columnas se sostiene ¿Cómo s e or ig i na est a más allá de sí misma, pese a verdadera paradoja, este trágico suceso? Surge desde las bases de una que pudiera parecer que eso basta, que son modernidad construida a partir de una in- suficientes por sí mismas. Esa pretendida terpretación de la ciencia moderna que tuvo autosuficiencia puede ser irremisiblemente desde el principio el sello del positivismo y falsa, de manera que sus verdades parciales de una teología que, a partir de Lutero, se resulten meras apariencias. La experiencia sensible es básicamente pone de espaldas a la inteligencia. Ninguna de estas cosas ocurre en las Meditaciones obra del cuerpo, de los sentidos, los nervios,

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el cerebro y el organismo físico. Lo que hizo fue la de San Agustín. Pues bien, San AgusDescartes con la duda metódica fue descargar tín, asediado por los escépticos, dijo: puedo toda la batería crítica del escepticismo, que estar engañado. Puede ser falso todo lo que reinaba en su tiempo con Montaigne, contra pienso. Hay, no obstante, algo decisivo y esas pretendidas verdades fundamentales fundamental que es verdad, inclusive en esa que las ciencias predicaban de sí mismas. circunstancia: es verdad que existo, si fallor Se sirvió del escepticismo, sin profesar sus sum. Allí San Agustín ve su pensamiento ideas. Ellas conducen, como es sabido, a la directamente iluminado por la luz de Dios. Cuando Descartes dice cogito ergo sum, afirmación de que es preciso abstenerse de pienso, luego existo, recibe todo juicio, sencillamente la luz natural de la razón porque nada se sabe y por(…) El Dios cuya existencia que es propia de la creatura que no hay verdad. Esa tesis muestran las Meditaciones de Dios, que es el hombre. Y con plena vigencia hasta MetafísicaS, queda no dice: si pienso es porque hoy, pudo salvarse con la desvirtuado en esas cimas soy un pensamiento. Dice afirmación de Galileo: el del pensar moderno, Kant lo contrario: si pienso es Un iverso está escr ito en y Hegel, cuya sombra porque existo. No como una lenguaje matemático, que ampara absolutamente idea, sino como una realidad nada tiene que ver con la todo lo que hoy se dice indesmentible. Como una Naturaleza física, sobre la en los dominios del verdad necesaria. Porque la que se apoya la fragilidad pensamiento filosófico. verdad, en sí misma, es eso: de la experiencia. Todo eso ha dado lugar ser. Lo que la existencia real Ante la formidable defena que, en nuestro tiempo, lleva consigo. sa que la matemática logra haya podido decirse Esto no lo admitieron ni para el saber científico, el que Dios ha muerto, que los empiristas británicos, ni matemático Descartes hecha la religión es el opio los idealistas alemanes. Los mano de otro pensamiento, del pueblo o que es una primeros solo admitieron entonces en boga, que fue el neurosis obsesiva, como ideas que vienen de imprede un par de teólogos britáhicieran Nietzsche, Marx siones sensibles, y cálculos nicos de la época medieval y Freud. matemáticos. Y Kant dijo —Duns Scoto y Occam— luego que ser no es un preque marcarán decisivamente dicado real, sino una entidad el empirismo cultivado hasta hoy en esas tierras. No solo eso: allí anida trascendental que servía para sistematizar el voluntarismo que toca al pensamiento el cuadro constructivo de las ciencias. En alemán de Kant a Fichte, de Schopenhauer su monumental Lógica, Hegel dijo que ser a Nietzsche y Marx. Y, agreguemos, al que y nada eran conceptos igualmente vacíos, Lutero confesó su pertenencia: soy de la llamados a tomar sentido en un épico profacción de Occam, dijo. El pensamiento de ceso lógico-histórico, que culmina en un esos teólogos y filósofos, que condujo hacia la saber absoluto, donde la filosofía supera a omnipotencia de la voluntad, bien pudo afir- la religión. ¿De dónde saca Descartes esa su ontomar que los radios de la circunferencia sean distintos y que tres más dos no sea cinco; es logía, su metafísica realista, que el mismo decir, que la falsedad aloje en la matemática. Hegel en buena medida recogió? SencillaDescartes toma entonces una línea que mente de la tradición central de la Filosofía.

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Platón dijo en el Fedón que el alma no es sino y siempre. De una libertad, pues, radicada en un saber de sí. Y que este saber aprehende la verdad, que es la que afirma mi existencia: lo que es, la ousia, la sustancia. Aristóteles, el verdadero conocimiento de mí mismo. En en su carta magna de la metafísica, fundó este sentido, tengo primero el conocimiento una ciencia, a la que llamó ciencia del ser, de la existencia de Dios que de mí mismo, cuyo prototipo es la sustancia, vale decir, dijo Descartes. Lo que he descubierto no es lo que realmente existe. Sobre esas bases, solo la realidad de mi propia existencia, sino Santo Tomás de Aquino llamará a Dios la realidad infinita que la origina, la sostiene, Ipsum Esse Subsistens, el ser cuya esencia es la posibilita en su verdad. De otra manera mi existencia cae a un vacío que existir. Esta es la tradición la propia razón ignora, porque que Descartes empuña y en Las ciencias aparecen no existe. He descubierto la la que funda una ontología construidas sobre existencia de Dios alojada en de la existencia real, acudos bases: una es la lo más íntimo, personal y, en sada primordialmente por experiencia sensible que definitiva, misterioso, que hay la verdad del pensamiento forjan los sentidos, la en mí. Atención: ésa no es la como la naturaleza misma memoria, la imaginación. esencia de Dios, absolutamendel hombre. La otra es la matemática. te incomprensible para mí. Cuando empiristas e ideaPero ninguna de esas Pero sí es su existencia. listas niegan la realidad del columnas se sostiene La inteligencia filosófiser, y de esa manera cortan el más allá de sí misma, camente cultivada, abre el camino que puede llevar a la pese a que pudiera ca m i no, despeja la selva inteligencia hacia Dios, San parecer que eso basta, salvaje. Cuando Jesús acuAgustín lo abre, pero quien lo que son suficientes por de al Jordán para recibir el ilumina es Dios mismo, y esta sí mismas. Esa pretendida bautismo de Juan, basta que es la luz de la razón, como San autosuficiencia puede ser éste indique al Mesías para Agustín la entiende. Ni uno ni irremisiblemente falsa, de que sus discípulos le sigan, otro es el caso de Descartes. manera que sus verdades absolutamente poseídos por Descartes se apoya exclusivaparciales resulten el amor que esa figura irramente en la luz propia de la meras apariencias. dia. Eso no lo conquista la razón que alcanza una verdad inteligencia, pero ella limpia que la inteligencia conquista la mirada para evitar que se en la libertad del espíritu. Que no es una libertad de indiferencia, ni una vo- alcen serpientes o se fabriquen becerros de luntad seudo autónoma y relativa, sino que da oro, que la obnubilan. Para eliminar la idorazón de la existencia del hombre aquí, ahora latría, los falsos dioses.

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La Palabra del Papa es equivocado contraponer la celebración y la adoración “Una interpretación unilateral del Concilio Vaticano II ha penalizado esta dimensión, restringiendo en la práctica la Eucaristía al momento celebrativo”, señaló S.S. Benedicto XVI durante la homilía de la misa y procesión eucarística de Corpus Christi.

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uerría meditar con vosotros sobre dos aspectos, entre ellos conectados, del Misterio eucarístico: el culto de la Eucaristía y su sacralidad. Es importante volverlos a tomar en consideración para preservarlos de visiones no completas del Misterio mismo, como aquellas que se han dado en el reciente pasado. Sobre todo, una reflexión sobre el valor del culto eucarístico, en particular de la adoración del Santísimo Sacramento. Es la experiencia que también esta tarde viviremos tras la Misa, antes de la procesión, durante su desarrollo y al término. Una interpretación unilateral del Concilio Vaticano II ha penalizado esta dimensión, restringiendo en la práctica la Eucaristía al momento celebrativo. En efecto, ha sido muy importante reconocer la centralidad de la celebración, en la que el Señor convoca a su pueblo, lo reúne en torno a la doble mesa de la Palabra y del Pan de vida, lo nutre y lo une a Sí en la ofrenda del Sacrificio. Esta valorización

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de la asamblea litúrgica, en la que el Señor actúa y realiza su misterio de comunión, sigue siendo naturalmente válida, pero debe resituarse en el justo equilibrio. En efecto –como a menudo sucede—, para subrayar un aspecto se acaba por sacrificar otro. En este caso, la acentuación sobre la celebración de la Eucaristía ha ido en detrimento de la adoración, como acto de fe y de oración dirigido al Señor Jesús, realmente presente en el Sacramento del altar. Este desequilibrio ha tenido repercusiones también sobre la vida espiritual de los fieles. En efecto, concentrando toda la relación con Jesús Eucaristía en el único momento de la Santa Misa, se corre el riesgo de vaciar de su presencia el resto del tiempo y del espacio existenciales. Y así se percibe menos el sentido de la presencia constante de Jesús en medio de nosotros y con nosotros, una presencia concreta, cercana, entre nuestras casas, como “Corazón latiente” de la ciudad, del país, del territorio con sus diversas expresiones y actividades.

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Esta valorización de la asamblea litúrgica, en la que el Señor actúa y realiza su misterio de comunión, sigue siendo naturalmente válida, pero debe resituarse en el justo equilibrio. En efecto –como a menudo sucede—, para subrayar un aspecto se acaba por sacrificar otro. En este caso, la acentuación sobre la celebración de la Eucaristía ha ido en detrimento de la adoración, como acto de fe y de oración dirigido al Señor Jesús, realmente presente en el Sacramento del altar. El Sacramento de la Caridad de Cristo debe permear toda la vida cotidiana. En realidad es equivocado contraponer la celebración y la adoración, como si estuvieran en competencia. Es justo lo contrario: el culto del Santísimo Sacramento es como el “ambiente” espiritual dentro del que la comunidad puede celebrar bien y en verdad la Eucaristía. Sólo si es precedida, acompañada y seguida de esta actitud interior de fe y de adoración, la acción litúrgica puede expresar su pleno significado y valor. El encuentro con Jesús en la Santa Misa se realiza verdadera y plenamente cuando la comunidad es capaz de reconocer que Él, en el Sacramento, habita su casa, nos espera, nos invita a su mesa, y luego, después de que la asamblea se ha disuelto, permanece con nosotros, con su presencia discreta y silenciosa, y nos acompaña con su intercesión, recogiendo nuestros sacrificios espirituales y ofreciéndolos al Padre.

En este sentido, me gusta subrayar la experiencia que viviremos esta tarde juntos. En el momento de la adoración, estamos todos al mismo nivel, de rodillas ante el Sacramento del Amor. El sacerdocio común y el ministerial se encuentran unidos en el culto eucarístico. Es una experiencia muy bella y significativa, que hemos vivido diversas veces en la basílica de San Pedro, y también en las inolvidables vigilias con los jóvenes. Recuerdo por ejemplo las de Colonia, Londres, Zagreb y Madrid. Es evidente a todos que estos momentos de vela eucarística preparan la celebración de la Santa Misa, preparan los corazones al encuentro, de manera que este resulta incluso más fructuoso. Estar todos en silencio prolongado ante el Señor presente en su Sacramento, es una de las experiencias más auténticas de nuestro ser Iglesia, que se acompaña en modo complementario con la de celebrar la Eucaristía, escuchando la Palabra de Dios, cantando, acercándose juntos a la mesa del Pan de vida. Comunión y contemplación no se pueden separar, van juntos. Para comunicar verdaderamente con otra persona debo conocerla, saber estar en silencio cerca de ella, escucharla, mirarla con amor. El verdadero amor y la verdadera amistad viven siempre de

El culto del Santísimo Sacramento es como el “ambiente” espiritual dentro del que la comunidad puede celebrar bien y en verdad la Eucaristía. Sólo si es precedida, acompañada y seguida de esta actitud interior de fe y de adoración, la acción litúrgica puede expresar su pleno significado y valor.

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La novedad cristiana respecto al culto ha sido influenciada por una cierta mentalidad secular de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Es verdad, y sigue siendo siempre válido, que el centro del culto ya no está en los ritos y en los sacrificios antiguos, sino en Cristo mismo, en su persona, en su vida, en su misterio pascual. Y sin embargo de esta novedad fundamental no se debe concluir que lo sacro no exista ya, sino que ha encontrado su cumplimiento en Jesucristo, Amor divino encarnado. esta reciprocidad de miradas, de silencios intensos, elocuentes, plenos de respeto y veneración, de manera que el encuentro se viva profundamente, de modo personal y no superficial. Y lamentablemente, si falta esta dimensión, incluso la misma comunión sacramental puede llegar a ser, por nuestra parte, un gesto superficial. En cambio, en la verdadera comunión, preparada por el coloquio de la oración y de la vida, podemos decir al Señor palabras de confianza, como las que han resonado hace poco en el Salmo responsorial: “Yo soy tu siervo, hijo de tu esclava:/ tú has roto mis cadenas./ Te ofreceré un sacrificio de alabanza/ e invocaré el nombre del señor” (Sal 115,16-17). Ahora querría pasar brevemente al segundo aspecto: la sacralidad de la Eucaristía. También aquí hemos sufrido en el pasado reciente un cierto malentendido del mensaje auténtico de la Sagrada Escritura.

La novedad cristiana respecto al culto ha sido influenciada por una cierta mentalidad secular de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Es verdad, y sigue siendo siempre válido, que el centro del culto ya no está en los ritos y en los sacrificios antiguos, sino en Cristo mismo, en su persona, en su vida, en su misterio pascual. Y sin embargo de esta novedad fundamental no se debe concluir que lo sacro no exista ya, sino que ha encontrado su cumplimiento en Jesucristo, Amor divino encarnado. La Carta a los Hebreos, que hemos escuchado esta tarde en la segunda lectura, nos habla precisamente de la novedad del sacerdocio de Cristo, “sumo sacerdote de los bienes futuros” (Heb 9,11), pero no dice que el sacerdocio se haya acabado. Cristo “es mediador de una alianza nueva” (Heb 9,15), establecida en

Él no ha abolido lo sagrado, sino que lo ha llevado a cumplimiento, inaugurando un nuevo culto, que es sí plenamente espiritual pero que sin embargo, mientras estamos en camino en el tiempo, se sirve todavía de signos y ritos, que desaparecerán sólo al final, en la Jerusalén celeste, donde no habrá ya ningún templo (cfr. Ap 21,22). Gracias a Cristo, la sacralidad es más verdadera, más intensa, y, como sucede para los mandamientos, ¡también más exigente! No basta la observancia ritual, sino que se exige la purificación del corazón y la implicación de la vida.

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su sangre, que purifica “nuestra conciencia de las obras de muerte” (Heb 9,14). Él no ha abolido lo sagrado, sino que lo ha llevado a cumplimiento, inaugurando un nuevo culto, que es sí plenamente espiritual pero que sin embargo, mientras estamos en camino en el tiempo, se sirve todavía de signos y ritos, que desaparecerán sólo al final, en la Jerusalén celeste, donde no habrá ya ningún templo (cf. Ap 21,22). Gracias a Cristo, la sacralidad es más verdadera, más intensa, y, como sucede para los mandamientos, ¡también más exigente! No basta la observancia ritual, sino que se exige la purificación del corazón y la implicación de la vida. Me gusta también subrayar que lo sacro tiene una función educativa, y su desaparición inevitablemente empobrece la cultura, en especial la formación de las nuevas generaciones. Si, por ejemplo, en nombre de una fe secularizada y no necesitada ya de signos sacros, fuera abolida esta procesión

Pensemos en una madre o un padre que, en nombre de una fe desacralizada, privaran a sus hijos de toda ritualidad religiosa: en realidad acabarían por dejar el campo libre a los tantos sucedáneos presentes en la sociedad de los consumos, a otros ritos y otros signos, que más fácilmente podrían convertirse en ídolos. Dios, nuestro Padre, no ha hecho así con la humanidad: ha enviado a su Hijo al mundo no para abolir, sino para dar cumplimiento también a lo sacro.

En el culmen de esta misión, en la Última Cena, Jesús instituyó el Sacramento pascual. Actuando así se puso a sí mismo en el lugar de los sacrificios antiguos, pero lo hizo dentro de un rito, que mandó a los apóstoles perpetuar, como signo supremo del verdadero Sacro, que es El mismo. ciudadana del Corpus Domini, el perfil espiritual de Roma resultaría “aplanado”, y nuestra conciencia personal y comunitaria quedaría debilitada. O pensemos en una madre o un padre que, en nombre de una fe desacralizada, privaran a sus hijos de toda ritualidad religiosa: en realidad acabarían por dejar el campo libre a los tantos sucedáneos presentes en la sociedad de los consumos, a otros ritos y otros signos, que más fácilmente podrían convertirse en ídolos. Dios, nuestro Padre, no ha hecho así con la humanidad: ha enviado a su Hijo al mundo no para abolir, sino para dar cumplimiento también a lo sacro. En el culmen de esta misión, en la Última Cena, Jesús instituyó el Sacramento pascual. Actuando así se puso a sí mismo en el lugar de los sacrificios antiguos, pero lo hizo dentro de un rito, que mandó a los apóstoles perpetuar, como signo supremo del verdadero Sacro, que es Él mismo. Con esta fe, queridos hermanos y hermanas, celebramos hoy y cada día el Misterio eucarístico y lo adoramos como centro de nuestra vida y corazón del mundo. Amén. (Vaticano, 7-VI-2012)

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Atreverse a una nueva partida Mensaje de S.S. Benedicto XVI con ocasión de la 98ª reunión de católicos alemanes (Katholikentag). «

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treverse a una nueva partida» es el tema de vuestro encuentro en Mannheim. ¿Qué nos quieren decir en realidad estas palabras? Partir significa ponerse en movimiento, ponerse en camino. Pero a menudo implica también la decisión de cambiar y renovarse. Sólo puede partir quien está dispuesto a dejar atrás lo viejo y afrontar lo nuevo. Pero, ¿qué significa esto para la comunidad de la Iglesia, que según el apóstol san Pablo es el Cuerpo místico de Cristo? Cristo es la Cabeza y nosotros somos los miembros. No podemos manipular a la Iglesia en su Cabeza; más bien, como miembros, estamos llamados a orientarnos siempre de nuevo hacia la Cabeza, «que inició y completa nuestra fe» (Hb 12, 2). La renovación sólo da fruto si se realiza a partir de lo que es verdaderamente nuevo de Cristo, que es camino, verdad y vida (cf. Jn 14, 6). Por tanto, la partida implica a cada creyente de modo personal e íntimo. A través del Bautismo somos nuevos en Cristo. El Señor ha librado nuestra humanidad de la esclavitud del pecado y la ha «hecho partir» hacia la relación vivificante con Dios. Por eso, esta partida desde Dios debe llegar a ser siempre una partida personal hacia Dios. Cada uno debe preocuparse por su fe personal, por vivirla concretamente y por seguir desarrollándola. Pero en nuestra fe no estamos solos, aislados de los demás. Creemos con y en la comu-

nidad de la Iglesia. La partida de cada bautizado es al mismo tiempo partida en la Iglesia y con ella. En todos los tiempos ha habido personas que se han atrevido a realizar esta partida y a las cuales se ha revelado de modo particularmente claro la presencia de Dios. El testimonio de fe de los santos y de la gran multitud de cristianos que han anunciado, alegres e intrépidos, el mensaje del Evangelio a los demás puede animarnos también hoy a una nueva partida, puede estimularnos a una nueva valentía en la fe. En la Sagrada Escritura y en la historia de la Iglesia ha habido multitud de personas a las que no bastaba, a las que no podía bastar, lo que era común en su tiempo. Con corazón inquieto y abierto, han sido capaces de percibir en su vida y en las exigencias de la cotidianidad la «llamada a salir» de Dios. No ha sido la incoherencia humana lo que las ha hecho partir, sino el anhelo de la verdad y la escucha de la Palabra de Dios. La verdadera partida consiste, como ellas nos lo demuestran, en la obediencia y en la confianza respecto a las indicaciones y a la llamada de Dios. Quien se siente interpelado por Dios y modela su vida a partir de este diálogo con Dios supera las angustias y los miedos y, por tanto, puede «dar razón de su esperanza» (cf. 1 P 3, 15). Un hijo de la ciudad de Mannheim, el padre jesuita Alfred Delp, que después

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fue mártir, en una reflexión escrita pocas semanas antes de su muerte, nos describe a las personas que se atreven a ponerse en camino siguiendo la llamada de Dios: «Son personas —escribe— de una mirada infinita. Tienen hambre y sed de lo definitivo; realmente hambre y sed. Por consiguiente, son capaces de decidir. Su-

bordinan la vida a su índole definitiva. Son personas que buscan, que caminan, porque han creído más en la llamada interior y en el signo exterior —que sin hambre interior y curiosidad atenta jamás habrían notado— que en la estabilidad segura y cómoda» (Im Angesicht des Todes, 97 s). (Vaticano, 14-V-2012)

¿Cómo es posible tener el hombre la libertad, y a la vez no poder hacer nada sin Dios?

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n el día de nuestro bautismo, la Iglesia nos injerta como sarmientos en el misterio pascual de Jesús, en su propia persona. De esta raíz recibimos la preciosa savia para participar en la vida divina. Como discípulos, también nosotros, con la ayuda de los pastores de la Iglesia, crecemos en la viña del Señor unidos por su amor. «Si el fruto que debemos portar es el amor, su premisa es este “permanecer”, que tiene que ver profundamente con aquella fe que no abandona al Señor» (Gesù di Nazaret, Milán 2007, 305). Es indispensable permanecer siempre unidos a Jesús, depender de Él, porque sin Él no podemos hacer nada (cf. Jn. 15,5). En una carta escrita a Juan el profeta, que vivió en el desierto de Gaza en el siglo V, un creyente hacía la pregunta: ¿Cómo es posible tener el hombre la

libertad, y a la vez no poder hacer nada sin Dios? Y el monje responde: Si el hombre inclina su corazón hacia el bien y pide ayuda de Dios, recibe la fuerza necesaria para llevar a cabo su trabajo. Por eso es que la libertad humana y el poder de Dios van juntos. Esto es posible porque el bien viene del Señor, pero se realiza gracias a sus fieles (cf. Ef. 763, SC 468, París 2002, 206). El verdadero «permanecer» en Cristo garantiza la eficacia de la oración, como dice el beato cisterciense Guerrico de Igny: «Oh, Señor Jesús, ... sin ti no podemos hacer nada. Porque tú eres el verdadero jardinero, creador, cultivador y custodio de tu jardín, que plantas con tu palabra, riegas con tu espíritu y haces crecer con tu fuerza» (Sermo ad excitandam devotionem in psalmodia, SC 202, 1973, 522). (Tras el rezo del Regina caeli, Vaticano, 6-V-2012)

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Párrafos seleccionados de la serie de catequesis que S.S. Benedicto XVI ha dedicado al tema de la oración, durante las sucesivas audiencias generales de los días miércoles.

Esta situación cambiaría si toda la comunidad hablase con Dios

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e gustaría hacer hincapié en otro aspecto de la actitud de Pedro en la cárcel; se observa, en efecto, que mientras la comunidad cristiana ora fervientemente por él, Pedro «dormía» (Hch. 12,6). En una situación así, crítica y de serio peligro, es una actitud que puede parecer extraña, pero que denota tranquilidad y confianza; él se fía en Dios, sabe que está rodeado por la solidaridad y la oración de los suyos y se abandona totalmente en las manos de Señor. Así debe ser nuestra oración: asidua, en solidaridad

Pedro se fía en Dios, sabe que está rodeado por la solidaridad y la oración de los suyos y se abandona totalmente en las manos de Señor. Así debe ser nuestra oración: asidua, en solidaridad con los demás, confiando plenamente en que Dios nos conoce en el fondo y cuida de nosotros al punto que —dice Jesús— «hasta los cabellos de sus cabezas están todos contados. Así que no teman...» (Mt. 10, 30-31).

con los demás, confiando plenamente en que Dios nos conoce en el fondo y cuida de nosotros al punto que —dice Jesús— «hasta los cabellos de sus cabezas están todos contados. Así que no teman...» (Mt. 10, 30-31). Pedro vive la noche del cautiverio y de la liberación de la cárcel como un tiempo de su seguimiento al Señor, que vence las tinieblas de la noche y libera de la esclavitud de las cadenas y del peligro de la muerte. Su liberación es prodigiosa, marcada por varios momentos descritos cuidadosamente: guiado por el ángel, a pesar de la vigilancia de los guardias, atraviesa el primero y el segundo puesto de guardia hasta la puerta de hierro que conduce a la ciudad: y la puerta se abre sola frente a ellos (cf. Hch. 12,10). Pedro y el ángel del Señor realizan juntos un largo trecho de camino, hasta que, entrado en sí mismo, el Apóstol es consciente de que el Señor verdaderamente lo ha liberado y, tras haberlo pensado, va a la casa de María, la madre de Marcos, donde muchos de los discípulos están reunidos en oración; una vez más, la respuesta de la comunidad a la dificultad y al peligro es confiar en Dios, fortalecer su relación con Él. Aquí me parece útil recordar otra situación difícil que ha vivido la comunidad cristiana de los orígenes. Santiago habla de ello en su Carta.

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Es una comunidad en crisis, en dificultad, no a causa de la persecución, sino porque en su interior hay celos y contiendas (cf. St. 3,14-16). Y el Apóstol se pregunta la razón de esta situación. Se encuentra con dos razones principales: la primera es el dejarse dominar por las pasiones, por la dictadura de sus propios deseos, del egoísmo (cf. St. 4,1-2a); el segundo es la falta de oración: «no piden» (St. 4, 2b) o la presencia de una

El discurso sobre Dios, de hecho, puede perder su fuerza interior y hasta el testimonio se seca si no están animadas, apoyadas y acompañadas por la oración, por la continuidad de un diálogo vivo con el Señor.

oración que no se puede definir como tal: «Piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus pasiones» (St. 4,3). Esta situación cambiaría, según Santiago, si toda la comunidad hablase con Dios, rezando asiduamente y unánime de verdad. Incluso el discurso sobre Dios, de hecho, puede perder su fuerza interior y hasta el testimonio se seca si no están animadas, apoyadas y acompañadas por la oración, por la continuidad de un diálogo vivo con el Señor. Un recordatorio importante para nosotros y nuestras comunidades, tanto las pequeñas como la familia, así como las más amplias como la parroquia, la diócesis, la Iglesia entera. Me hace pensar que han orado en esta comunidad de Santiago, pero han orado mal, sólo para sus propias pasiones. Continuamente debemos aprender a orar bien, realmente orar, orientarla hacia Dios y no hacia el propio bien.

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La comunidad, en cambio, que acompaña la prisión de Pedro es realmente una comunidad que ora toda la noche, unida. Y es una alegría que llena los corazones de todos, cuando el apóstol llama a la puerta inesperadamente. Es la alegría y el asombro ante la acción de Dios que escucha. Así que de la Iglesia sale la oración por Pedro y a la Iglesia él regresa para contar «cómo el Señor lo había sacado de la cárcel» (Hch. 12,17). En aquella iglesia, donde él es colocado como roca (cf. Mt 16:18), Pedro cuenta su «Pascua» de liberación: él experimenta que en el seguir a Jesús está la verdadera libertad, está rodeado por la luz radiante de la resurrección, y por esto puede testimoniar hasta el martirio que el Señor es el Resucitado y que «realmente envió a su ángel y me libró de las manos de Herodes» (Hch. 12,11). El martirio que sufrirá después en Roma lo unirá definitivamente a Cristo, quien le había dicho: Cuando seas viejo, otro te llevará donde no quieras, para indicar de qué muerte había de glorificar a Dios (cf. Jn. 21,18-19). Queridos hermanos y hermanas, el episodio de la liberación de Pedro contado por Lucas nos dice que la Iglesia, cualquiera de nosotros, atraviesa la noche de la prueba, pero es la incesante vigilancia de la oración la que nos sostiene. Yo también, desde el primer momento de mi elección como Sucesor de San Pedro, me he sentido siempre

Me hace pensar que han orado en esta comunidad, pero han orado mal, sólo para sus propias pasiones. Continuamente debemos aprender a orar bien, realmente orar, orientarla hacia Dios y no hacia el propio bien.

Cualquiera de nosotros atraviesa la noche de la prueba, pero es la incesante vigilancia de la oración la que nos sostiene. Yo también, desde el primer momento de mi elección como Sucesor de San Pedro, me he sentido siempre sostenido por las oraciones de ustedes, la oración de la Iglesia, especialmente en los momentos más difíciles. sostenido por las oraciones de ustedes, la oración de la Iglesia, especialmente en los momentos más difíciles. Gracias. Con la oración constante y confiada, el Señor nos libera de las cadenas, nos guía para atravesar cualquier noche de prisión que pueda atenazar nuestro corazón, nos da la paz del corazón para hacer frente a las dificultades de la vida, incluso el rechazo, la oposición, la persecución. El episodio de Pedro muestra el poder de la oración. Y el Apóstol, aunque en cadenas, se siente confiado, en la certeza de no estar nunca solo: la comunidad está orando por él, el Señor está cerca; él sabe que «el poder de Cristo triunfa en la debilidad» (2 Cor. 12,9). La oración unánime y constante es una valiosa herramienta para superar las pruebas que puedan surgir en el camino de la vida, porque es el estar profundamente unidos con Dios, lo que nos permite también estar profundamente unidos a los demás. (Vaticano, 9-V-2012)

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para que la oración se convierta en la respiración diaria de nuestra alma

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n primer elemento que el Apóstol quiere hacernos comprender es que la oración no se debe ver como una simple obra buena realizada por nosotros para Dios, una acción nuestra. Es ante todo un don, fruto de la presencia viva, vivificante del Padre y de Jesucristo en nosotros. En la Carta a los Romanos escribe: «Del mismo modo el Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos orar como conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables» (8, 26). Y sabemos que es verdad lo que dice el Apóstol: «No sabemos orar como conviene». Queremos orar, pero Dios está lejos, no tenemos las palabras, el lenguaje para hablar con Dios, ni siquiera el pensamiento. Sólo podemos abrirnos, poner nuestro tiempo a disposición de Dios, esperar que él nos ayude a entrar en el verdadero diálogo. El

Precisamente esta falta de palabras, esta ausencia de palabras, incluso este deseo de entrar en contacto con Dios, es oración que el Espíritu Santo no sólo comprende, sino que lleva, interpreta ante Dios. Precisamente esta debilidad nuestra se transforma, a través del Espíritu Santo, en verdadera oración, en verdadero contacto con Dios

Apóstol dice: precisamente esta falta de palabras, esta ausencia de palabras, incluso este deseo de entrar en contacto con Dios, es oración que el Espíritu Santo no sólo comprende, sino que lleva, interpreta ante Dios. Precisamente esta debilidad nuestra se transforma, a través del Espíritu Santo, en verdadera oración, en verdadero contacto con Dios. El Espíritu Santo es, en cierto modo, intérprete que nos hace comprender a nosotros mismos y a Dios lo que queremos decir. En la oración, más que en otras dimensiones de la existencia, experimentamos nuestra debilidad, nuestra pobreza, nuestro ser criaturas, pues nos encontramos ante la omnipotencia y la trascendencia de Dios. Y cuanto más progresamos en la escucha y en el diálogo con Dios, para que la oración se convierta en la respiración diaria de nuestra alma, tanto más percibimos incluso el sentido de nuestra limitación, no sólo ante las situaciones concretas de cada día, sino también en la misma relación con el Señor. Entonces aumenta en nosotros la necesidad de fiarnos, de abandonarnos cada vez más a él; comprendemos que «no sabemos orar como conviene» (Rm 8, 26). Y el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra incapacidad, ilumina nuestra mente y calienta nuestro corazón, guiando nuestra oración a Dios. Para san Pablo la oración es sobre todo obra del Espíritu en nuestra humanidad, para hacerse cargo de nuestra debilidad y transformarnos de hombres vinculados a las realidades materiales en hombres espirituales. En la Primera Carta

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a los Corintios dice: «Nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos los dones que de Dios recibimos. Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las

exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu» (2, 12-13). Al habitar en nuestra fragilidad humana, el Espíritu Santo nos cambia, intercede por nosotros y nos conduce hacia las alturas de Dios (cf. Rm 8, 26). (Vaticano, 16-V-2012)

Para él no somos seres anónimos, sino que tenemos un nombre

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al vez el hombre de hoy no percibe la belleza, la grandeza y el consuelo profundo que se contienen en la palabra «padre» con la que podemos dirigirnos a Dios en la oración, porque hoy a menudo no está suficientemente presente la figura paterna, y con frecuencia incluso no es suficientemente positiva en la vida diaria. La ausencia del padre, el problema de un padre que no está presente en la vida del niño, es un gran problema de nuestro tiempo, porque resulta

Él es el Amor, y también nosotros, en nuestra oración de hijos, entramos en este circuito de amor, amor de Dios que purifica nuestros deseos, nuestras actitudes marcadas por la cerrazón, por la autosuficiencia, por el egoísmo típico del hombre viejo.

difícil comprender en su profundidad qué quiere decir que Dios es Padre para nosotros. De Jesús mismo, de su relación filial con Dios, podemos aprender qué significa propiamente «padre», cuál es la verdadera naturaleza del Padre que está en los cielos. Algunos críticos de la religión han dicho que hablar del «Padre», de Dios, sería una proyección de nuestros padres al cielo. Pero es verdad lo contrario: en el Evangelio, Cristo nos muestra quién es padre y cómo es un verdadero padre; así podemos intuir la verdadera paternidad, aprender también la verdadera paternidad. Pensemos en las palabras de Jesús en el Sermón de la montaña, donde dice: «Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial» (Mt 5, 44-45). Es precisamente el amor de Jesús, el Hijo unigénito —que llega hasta el don de sí mismo en la cruz—, el que revela la verdadera naturaleza del Padre: Él es el Amor, y también nosotros, en nuestra oración de hijos, entramos en este circuito de amor, amor de Dios que purifica nuestros

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Ciertamente, nuestro ser hijos de Dios no tiene la plenitud de Jesús: nosotros debemos llegar a serlo cada vez más, a lo largo del camino de toda nuestra existencia cristiana, creciendo en el seguimiento de Cristo, en la comunión con él para entrar cada vez más íntimamente en la relación de amor con Dios Padre, que sostiene la nuestra. deseos, nuestras actitudes marcadas por la cerrazón, por la autosuficiencia, por el egoísmo típico del hombre viejo. Así pues, podríamos decir que en Dios el ser Padre tiene dos dimensiones. Ante todo, Dios es nuestro Padre, porque es nuestro Creador. Cada uno de nosotros, cada hombre y cada mujer, es un milagro de Dios, es querido por él y es conocido personalmente por él. Cuando en el Libro del Génesis se dice que el ser humano es creado a imagen de Dios (cf. 1, 27), se quiere expresar precisamente esta realidad: Dios es nuestro padre, para él no somos seres anónimos, impersonales, sino que tenemos un nombre. Hay unas palabras en los Salmos que me conmueven siempre

cuando las rezo: «Tus manos me hicieron y me formaron» (Sal 119, 73), dice el salmista. Cada uno de nosotros puede decir, en esta hermosa imagen, la relación personal con Dios: «Tus manos me hicieron y me formaron. Tú me pensaste, me creaste, me quisiste». Pero esto todavía no basta. El Espíritu de Cristo nos abre a una segunda dimensión de la paternidad de Dios, más allá de la creación, pues Jesús es el «Hijo» en sentido pleno, «de la misma naturaleza del Padre», como profesamos en el Credo. Al hacerse un ser humano como nosotros, con la encarnación, la muerte y la resurrección, Jesús a su vez nos acoge en su humanidad y en su mismo ser Hijo, de modo que también nosotros podemos entrar en su pertenencia específica a Dios. Ciertamente, nuestro ser hijos de Dios no tiene la plenitud de Jesús: nosotros debemos llegar a serlo cada vez más, a lo largo del camino de toda nuestra existencia cristiana, creciendo en el seguimiento de Cristo, en la comunión con él para entrar cada vez más íntimamente en la relación de amor con Dios Padre, que sostiene la nuestra. Esta realidad fundamental se nos revela cuando nos abrimos al Espíritu Santo y él nos hace dirigirnos a Dios diciéndole «¡Abba, Padre!». Realmente, más allá de la creación, hemos entrado en la adopción con Jesús; unidos, estamos realmente en Dios, somos hijos de un modo nuevo, en una nueva dimensión. (Vaticano, 23-V-2012)

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El Amén

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an Pablo vive en gran tribulación; son muchas las dificultades y las aflicciones que ha tenido que atravesar, pero nunca ha cedido al desaliento, sostenido por la gracia y la cercanía del Señor Jesucristo, para el cual se había convertido en apóstol y testigo poniendo en sus manos toda su existencia. Precisamente por esto, san Pablo comienza esta Carta con una oración de bendición y de acción de gracias a Dios, porque en ningún momento de su vida de apóstol de Cristo sintió que le faltara el apoyo del Padre misericordioso, del Dios de todo consuelo. Sufrió terriblemente, lo dice en esta Carta, pero en todas esas situaciones, donde parecía que ya no se abría un camino ulterior, recibió de Dios consuelo y fortaleza. Por anunciar a Cristo sufrió incluso persecuciones, hasta el punto de ser encarcelado, pero siempre se sintió libre interiormente, animado por la presencia de Cristo, deseoso de anunciar la palabra de esperanza del Evangelio. Desde la cárcel, encadenado, escribe a Timoteo, su fiel colaborador: «La Palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús» (2 Tm 2, 9b-10). Al sufrir por Cristo, experimenta el

consuelo de Dios. Escribe: «Lo mismo que abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, abunda también nuestro consuelo gracias a Cristo» (2 Co 1, 5). (…) Queridos hermanos y hermanas, nuestra vida y nuestro camino a menudo están marcados por dificultades, incomprensiones y sufrimientos. Todos lo sabemos. En la relación fiel con el Señor, en la oración constante, diaria, también nosotros podemos sentir concretamente el consuelo que proviene de Dios. Y esto refuerza nuestra fe, porque nos hace experimentar de modo concreto el «sí» de Dios al hombre, a nosotros, a mí, en Cristo; hace sentir la fidelidad de su amor, que llega hasta el don de su Hijo en la cruz. San Pablo afirma: «El Hijo de Dios, Jesucristo, que fue anunciado entre vosotros por mí, por Silvano y por Timoteo, no fue “sí” y “no”, sino que en él sólo hubo “sí”. Pues todas las promesas de Dios han alcanzado su “sí” en él. Así, por medio de él, decimos nuestro “amén” a Dios, para gloria suya a través de nosotros» (2 Co 1, 19-20). El «sí» de Dios no es parcial, no pasa del «sí» al «no», sino que es un sencillo y seguro «sí». Y a este «sí» nosotros correspondemos con nuestro «sí», con nuestro «amén», y así estamos seguros en el «sí» de Dios. (Vaticano, 30-V-2012)

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PANORAMA VII Encuentro Mundial de las Familias MILÁN 2012 25 mayo-3 junio

“La familia, el trabajo y la fiesta” Cero dialéctica, todo testimonio

Las tres jornadas de Benedicto XVI en Milán han mostrado de nuevo la verdadera imagen de la Iglesia. Un pueblo de gente necesitada, con sus debilidades y esperanzas, que ha encontrado a Jesucristo y camina sostenido por su gracia a despecho de cualquier tormenta. Un pueblo al que Jesús quiso dar pastores que lo confortaran en su travesía, y al que quiso dotar de una misteriosa piedra basal, un centro que anudase con seguridad la tupida red de la Iglesia extendida por los cinco continentes.

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En este caso el motivo inmediato del encuentro era la familia, su significado y valor, sus heridas y su curación. A fin de cuentas la familia cristiana es una concreción de la Iglesia, una iglesia doméstica; y la Iglesia se puede ver como la gran familia de los hijos de Dios, una red inmensa de familias. Lo más sorprendente de las intervenciones del Papa ha sido, por un lado, el modo en que él mismo se ha puesto en juego frente a problemas y situaciones concretas y difíciles; por otro, que todo ha pivotado sobre

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Cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán, saluda reverencialmente al Santo Padre.

el testimonio de una vida buena, grande y bella, que se impone por su propia elocuencia en la plaza del mundo a pesar de todos los vientos de doctrina, de todas las falsas ilusiones y los desmontajes culturales programados. Cero dialéctica, cero abstracción, todo razón y afecto encarnados. Es la vía de Benedicto, que podemos sorprender en cuatro imágenes. Primera imagen en La Scala de Milán. No era un acto refinado para deleitar al Papa melómano, era un signo potente de que la belleza no es un lujo, sino una necesidad, especialmente para quienes sufren. El Himno a la alegría incluido en la Novena de Beethoven refleja la aspiración de felicidad y fraternidad del corazón del hombre, pero esa aspiración choca frecuentemente con la dureza de la vida: es una paradoja que recorre como un hilo rojo la historia de cada familia. El Papa toma la palabra, pero deja de lado su profunda erudición musical y afronta la gran cuestión: piensa en las víctimas del terremoto de Emilia-Romagna y lanza su gran desafío: ¿acaso podemos hablar de un Misterio bueno, de un Dios que es Padre, después de ver este horror? Y entonces Benedicto XVI reconoce que sólo nos sirve un Dios que ha atravesado las nubes, que se ha hecho carne para compartir nuestros padecimientos, que con su compañía nos sostiene para ayudarnos unos a otros. Esa es la nostalgia última a la que apunta Beethoven, ese es el horizonte al que tiende cada historia de amor. En el Parque de Bresso el Papa Ratzinger se pone delante de las familias, algunas las tiene muy cerca, puede ver sus ojos cuando le hablan. Segunda imagen. Una chica vietnamita le pide simplemente que hable de

su propia familia y Benedicto afina, no quiere sólo dar cuenta de bellos recuerdos. Relata cómo el amor entre sus padres y de estos hacia sus hijos ha sido el primer reflejo consciente del amor de Dios, cómo el tejido de las relaciones familiares hizo crecer en él la certeza de que la vida es un gran bien que merece ser vivido a pesar de todas sus penalidades. Y el Papa anciano, casi como en una confidencia, les dice que cuando camine «hacia la otra parte del mundo» será un poco como ir a casa. Tercera escena: le preguntan sobre el dolor de tantos católicos divorciados y vueltos a casar, que no pueden recibir la eucaristía. Quizás es la primera vez que un Papa afronta de modo semejante la cuestión, sin papeles, a campo abierto. Reconoce que éste es uno de los grandes sufrimientos de la Iglesia de hoy y que no existen recetas simples. El mensaje que lanza a estas personas es «que no están fuera», más aún, que su sufrimiento aceptado y ofrecido les coloca en el corazón de la Iglesia. Insta a las parroquias y comunidades a mostrar su acogida a estas personas, a acompañarlas y guiarlas para que sientan que forman parte de esta comunión de vida. El Papa insiste: «deben saberlo, que precisamente así (aceptando el sufrimiento de su condición) sirven a la Iglesia. Llega la mañana del domingo, la Misa de clausura de este Encuentro Mundial de las Familias. Se calcula que un millón de personas se han congregado para escuchar al Papa. Cuarta escena. De nuevo una ocasión para polemizar con el nihilismo, Benedicto sabe hacerlo, y con acerado filo, por cierto. Pero de nuevo elige otra vía. La fiesta de la Santísima Trinidad le ofrece la ocasión de explicar el misterio del amor humano como imagen del Dios uno y

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trino. Habla de la relación única entre el hombre y la mujer, de la fecundidad del amor esponsal, que es también un patrimonio de bien para la sociedad entera. Pero el amor fiel y total, que es el horizonte de esta relación, se topa cada día con la fragilidad humana y requiere la gracia del sacramento para ser sostenido: «vuestra vocación no es fácil de vivir, especialmente hoy, pero el amor es una realidad maravillosa, es la única fuerza que puede verdaderamente transformar el cosmos, el mundo». El Papa no lanza anatemas ni afirma valores como pedradas, marca un camino. El camino que ya recorren miles de familias cristianas, y esa es su primera recomendación: «ante vosotros está el testimonio de tantas familias que señalan los caminos para crecer en

el amor». De nuevo la fuerza del testimonio, el sostén de esta amistad animada por la gracia de Cristo. Les invita a mantener una relación constante con Dios y a participar en la vida eclesial, les alienta a vivir la gratuidad, a tener paciencia con los defectos de los demás, a perdonar y pedir perdón, a aceptar el riesgo de educar a los hijos... y también a los amigos. Les pide que no se encierren en las cuatro paredes de un hogar cálido y falsamente autosuficiente, porque el horizonte de cada familia cristiana es la inmensidad del mundo con todos sus reclamos. Y entonces llega la gran promesa, «en la medida en que viváis el amor recíproco y hacia todos, con ayuda de la gracia divina, os convertiréis en evangelio vivo, en una verdadera Iglesia doméstica». JOSÉ LUIS RESTÁN

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“Resígnense, la gente ama al Papa” Un evento que ha legado una «gran responsabilidad». Así se expresó el cardenal arzobispo de Milán, Angelo Scola, durante la rueda de prensa de clausura del VII Encuentro Mundial de las Familias. El cardenal hizo un recorrido por lo más destacado de los cinco días en que Milán acogió a las familias de todo el mundo, con más de un millón de peregrinos el domingo 3 de junio para la misa final en el aeródromo de Bresso, presidida por el Papa Benedicto XVI. Al santo padre, de acuerdo con el arzobispo de Milán, se le vio en buena forma durante todo lo que duró la visita. «El Papa —confió Scola— me dijo cuando nos despedimos en el aeropuerto, que estaba más consolado que cansado, y está convencido de que estos viajes, así de laboriosos, son para él una gracia especial». El séptimo Encuentro Mundial de las Familias «puso de manifiesto la gran tradición y la gran capacidad de iniciativa de la Iglesia Ambrosiana», añadió el cardenal. El encuentro del Papa con los confirmandos en el estadio San Siro, por ejemplo, es «un evento que no se improvisa», y se ha podido realizar «porque se lleva a cabo durante muchos años, y detrás está la experiencia de la colaboración entre la familia y la Iglesia, a través de las parroquias y los oratorios de nuestra diócesis», dijo Scola. El arzobispo de Milán también se mostró franco con los periodistas que habían hablado del poco éxito del

Encuentro Mundial, la baja popularidad del Papa y la fría acogida en los eventos. «Ustedes deben resignarse a un hecho: el pueblo de Dios ama al Papa y la opinión del público italiano no coincide con la opinión mediática italiana», dijo el cardenal dirigiéndose a la prensa allí presente. «Hay una gran distancia —continuó— entre lo que ustedes informaron y lo que sintieron las personas. El público ama al Papa, la gente lo ama por la potencia iluminante de su humildad, que se une a una inteligencia de la fe y del hombre realmente superior. Es un hecho que todos reconocen. El Papa es amado por eso y lo hemos visto. Concluido el Encuentro Mundial «depende de todos nosotros» mantener el espíritu vivo, «porque un evento es importante cuando recoge y eleva lo común», observó Scola, anunciando que en tal sentido, la diócesis de Milán «ha decidido reinventar la vieja sociedad de ‘ayuda mutua’». Por su parte, el cardenal Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, dijo: «El Papa nos ha hecho ver lo bien que uno se siente al estar dentro de esta iglesia viva. La Iglesia está viva gracias a la gente». Antonelli también fue contundente con los periodistas: «Ustedes deben prestar más atención a esta Iglesia viva, antes que detenerse en cuestiones marginales.» El purpurado dijo que estaba sorprendido, pero también

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satisfecho, con la decisión del Papa para la próxima sede del Encuentro Mundial de las Familias: «En la terna de las ciudades propuestas, pensé que Filadelfia sería excluida —dijo—. Sin embargo, casi todos los obispos de los Estados Unidos se han dado cuenta durante sus visitas de que las familias viven grandes dificultades y deben afrontar serios desafíos. Y, al mismo tiempo, que esta tiene una gran vitalidad, gracias a la contribución de la Iglesia estadounidense». También se expresó con satisfacción monseñor Erminio De Scalzi, obispo auxiliar de Milán y presidente de la Fundación Familias 2012, según el cual la ciudad ha dado a Benedicto XVI «un abrazo grande, vigoroso. Le ha hecho regresar la sonrisa, le hemos dado alegría al Papa». Durante la conferencia de prensa se informó de las principales estadísticas del VII Encuentro Mundial de las Familias: • Fueron 1.000.000 los participantes en la Misa en Bresso con el Papa, el domingo 3 de junio. • La gente se volcó en las calles para saludar al Papa en todos sus trayectos, alcanzado la suma total de 450.000 fieles. • Los participantes en el Festival de los Testimonios en Bresso, del sábado 2 de junio, fueron 350.000. • Acudieron 95 autoridades el mismo sábado 2 al discurso que el santo padre les dirigió en la Curia arzobispal. • También el sábado 2, el Papa se reunió con 80.000 candidatos a la Confirmación, en el estadio de San Siro. • Fueron 5.500 los sacerdotes, religiosos, diáconos y seminaristas que asistieron a la Catedral el mismo sábado 2 de junio para rezar con el Papa y escuchar su mensaje. • Al concierto en el Teatro Alla Scala del viernes 1 de junio, fueron 1.880 personas. • En el saludo a la ciudad de Benedicto XVI, realizado en la Piazza Duomo el primer día de la visita, acudieron 60.000 almas.

Otras cifras relevantes • 80.000 visitantes llegaron hasta el centro de exposiciones para la Expo del libro de la Familia en la feria Milano City, desarrollada del 30 de mayo al 1 de junio. • Los delegados de todo el mundo para el Congreso Internacional Teológico Pastoral de la feria Milano City fueron 6.900. • Otros participantes en el Congreso Internacional Teológico Pastoral, en las sedes ubicadas en las ciudades de Lombardía y en el centro de Milán, fueron 5.000. • Los voluntarios Family2012, activos durante la semana del 30 de mayo al 3 de junio, alcanzaron la cantidad de 5.300. • Los pequeños que participaron en el Congreso de los Niños de la feria Milano City fueron 900. Números del mundo • Fueron 153 las naciones de origen de las familias presentes en VII Encuentro Mundial. • Los telespectadores que siguieron la misa del domingo 3 de junio por RaiUno fueron 2.097.000, mientras que los que sintonizaron la Fiesta de los Testimonios el sábado en la tarde alcanzaron la importante cifra de3.082.000 • 80.000 fueron los que siguieron la transmisión televisiva de RaiTre, durante la reunión entre el Papa y los chicos de la Confirmación en San Siro el sábado 2 de junio. • Otros eventos como el discurso del Papa Benedicto XVI en la Plaza de la Catedral del Duomo y el concierto de La Scala, ambos del viernes 1 de junio, tuvieron 1.490.000 y 1.200.000 espectadores respectivamente, siempre vía la Radio Televisión Italiana (RAI), que presentó estudios de medición de la empresa Auditel. • Finalmente, los organizadores aseguran que el sitio web oficial www.family2012.com, recibió 122.305 visitas entre el 31 de mayo y el 3 de junio. LUCA MARCOLIVIO

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“Aunque alguna vez se pueda pensar que la barca de Pedro se encuentra realmente a merced de los vientos contrarios difíciles, vemos que el Señor está presente, vivo; que el Resucitado está realmente vivo y tiene en su mano el gobierno del mundo y el corazón de los hombres. Esta experiencia de que la Iglesia está viva, que vive por el amor de Dios, que vive por Cristo Resucitado, es —podemos decir— el don de estos días. Por eso, demos gracias ante todo al Señor”. (Palabras de Benedicto XVI, durante el almuerzo familiar realizado con siete familias de diferentes países tras clausurar el VII E. M. F)

“Cristo, con un don especial del Espíritu Santo, os hace partícipes de su amor esponsal” En la mañana del domingo 3 de junio, el Santo Padre presidió, en el Parque de Bresso, la Eucaristía conclusiva del VII Encuentro Mundial de las Familias. Ésta es parte de su homilía:

La familia, fundada sobre el matrimonio entre el hombre y la mujer, está también llamada al igual que la Iglesia a ser imagen del Dios Único en Tres Personas. Al principio, en efecto, «creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: “Creced, multiplicaos”» (Gn 1, 27-28). Dios creó el ser humano hombre y mujer, con la misma dignidad, pero también con características propias y complementarias,

para que los dos fueran un don el uno para el otro, se valoraran recíprocamente y realizaran una comunidad de amor y de vida. El amor es lo que hace de la persona humana la auténtica imagen de la Trinidad, imagen de Dios. Queridos esposos, viviendo el matrimonio no os dais cualquier cosa o actividad, sino la vida entera. Y vuestro amor es fecundo, en primer lugar, para vosotros mismos, porque deseáis y realizáis el bien el uno al otro,

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experimentando la alegría del recibir y del dar. Es fecundo también en la procreación, generosa y responsable, de los hijos, en el cuidado esmerado de ellos y en la educación metódica y sabia. Es fecundo, en fin, para la sociedad, porque la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales, como el respeto de las personas, la gratuidad, la confianza, la responsabilidad, la solidaridad, la cooperación. Queridos esposos, cuidad a vuestros hijos y, en un mundo dominado por la técnica, transmitidles, con serenidad y confianza, razones para vivir, la fuerza de la fe, planteándoles metas altas y sosteniéndolos en las debilidades. Pero también vosotros, hijos, procurad mantener siempre una relación de afecto profundo y de cuidado diligente hacia vuestros padres, y también que las relaciones entre hermanos y hermanas sean una oportunidad para crecer en el amor. El proyecto de Dios sobre la pareja humana encuentra su plenitud en Jesucristo, que elevó el matrimonio a sacramento. Queridos esposos, Cristo, con un don especial del Espíritu Santo, os hace partícipes de su amor esponsal, haciéndoos signo de su amor por la Iglesia: un amor fiel y total. Si, con la fuerza que viene de la gracia del sacramento, sabéis acoger este

don, renovando cada día, con fe, vuestro «sí», también vuestra familia vivirá del amor de Dios, según el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret. Queridas familias, pedid con frecuencia en la oración la ayuda de la Virgen María y de san José, para que os enseñen a acoger el amor de Dios como ellos lo acogieron. Vuestra vocación no es fácil de vivir, especialmente hoy, pero el amor es una realidad maravillosa, es la única fuerza que puede verdaderamente transformar el mundo. Ante vosotros está el testimonio de tantas familias, que señalan los caminos para crecer en el amor: mantener una relación constante con Dios y participar en la vida eclesial, cultivar el diálogo, respetar el punto de vista del otro, estar dispuestos a servir, tener paciencia con los defectos de los demás, saber perdonar y pedir perdón, superar con inteligencia y humildad los posibles conflictos, acordar las orientaciones educativas, estar abiertos a las demás familias, atentos con los pobres, responsables en la sociedad civil. Todos estos elementos construyen la familia. Vividlos con valentía, con la seguridad de que en la medida en que viváis el amor recíproco y hacia todos, con la ayuda de la gracia divina, os convertiréis en evangelio vivo, una verdadera Iglesia doméstica (cf. Exh. ap. Familiaris consortio, 49).

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Quisiera dirigir unas palabras también a los fieles que, aun compartiendo las enseñanzas de la Iglesia sobre la familia, están marcados por las experiencias dolorosas del fracaso y la separación. Sabed que el Papa y la Iglesia os sostienen en vuestro sufrimiento y dificultad. Os animo a permanecer unidos a vuestras comunidades, al mismo tiempo que espero que las diócesis pongan en marcha adecuadas iniciativas de acogida y cercanía. En el libro del Génesis, Dios confía su creación a la pareja humana, para que la guarde, la cultive, la encamine según su proyecto (cf. 1,27-28; 2,15). En esta indicación de la Sagrada Escritura, podemos comprender la tarea del hombre y la mujer como colaboradores de Dios para transformar el mundo, a través del trabajo, la ciencia y la técnica. El hombre y la mujer son imagen de Dios también en esta obra preciosa, que han de cumplir con el mismo amor del Creador. Vemos que, en las modernas teorías económicas, prevalece con frecuencia una concepción utilitarista del trabajo, la producción y el mercado. El proyecto de Dios y la experiencia misma muestran, sin embargo, que no es la lógica unilateral del provecho propio y del máximo beneficio lo que contribuye a un desarrollo armónico, al bien de la familia y a edificar una sociedad justa, ya que supone una competencia exasperada, fuertes desigualdades, degradación del medio ambiente, carrera consumista, pobreza en las

familias. Es más, la mentalidad utilitarista tiende a extenderse también a las relaciones interpersonales y familiares, reduciéndolas a simples convergencias precarias de intereses individuales y minando la solidez del tejido social. Un último elemento. El hombre, en cuanto imagen de Dios, está también llamado al descanso y a la fiesta.(…) (…) Familia, trabajo, fiesta: tres dones de Dios, tres dimensiones de nuestra existencia que han de encontrar un equilibrio armónico. Armonizar el tiempo del trabajo y las exigencias de la familia, la profesión y la maternidad, el trabajo y la fiesta, es importante para construir una sociedad de rostro humano.

2015 en Filadelfia Próximo Encuentro Mundial de las Familias

Al término de la celebración eucarística conclusiva del VII Encuentro Mundial de las Familias, el santo padre Benedicto XVI dirigió el rezo del Angelus con los fieles presentes en el Parque de Bresso, y en las palabras dirigidas antes del rezo de la oración mariana anunció que el próximo Encuentro Mundial de las Familias tendrá lugar en el año 2015, en Filadelfia, Estados Unidos de América. Para leer más sobre el VII Encuentro Mundial de las Familias, ver www.humanitas.cl

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2 mil años de Resurrección de Cristo El Papa bendice cruz que recorrerá el mundo

El Papa Benedicto XVI bendijo, en mayo pasado, una gran cruz de madera que recorrerá las capitales del mundo para celebrar en el año 2033 los 2 mil años de la Resurrección de Cristo. La cruz mide cuatro metros de altura y es un «signo de gratitud a Dios» que ya ha recorrido Ucrania, Polonia,

Lituania, Letonia, Estonia, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Suecia, Alemania, Islandia, Francia, Países Bajos, Bélgica, Austria, Hungría, Eslovaquia y República Checa. La iniciativa parte de un grupo de fieles ucranianos de la localidad de Leópolis (Lviv). De 1918 a 1941 fue una ciudad polaca y desde 1941 a 1944 de Alemania. Su paso a Ucrania se dio en 1945. En su estadía en Roma, la cruz ya ha estado en las cuatro basílicas papales: San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo. Ahora volverá con su periplo alrededor del mundo. El diario vaticano L’Osservatore Romano señaló que «esta iniciativa tiene un valor ecuménico» como la del Padre Vladimiro Timoshenko, Párroco de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, en Rusia, quien presentó al Papa el icono de San Olaf para su bendición. La imagen será colocada en la iglesia en sustitución de un antiguo icono que fue destruido.

Belén Existía siete siglos antes de Jesús

Arqueólogos de Israel han descubierto la primera evidencia física de que la ciudad de Belén (Bethlehem) existía siglos antes de ser conocida como el lugar de nacimiento de Jesús, tal y como revela el Antiguo Testamento. La prueba ha sido hallada en un sello de arcilla desenterrado cerca de las murallas de la Antigua Ciudad de Jerusalén e impresa con tres líneas escritas en hebreo antiguo en las que se puede leer la palabra ‘Bethlehem’. El director de la excavación, Eli Shukron, en nombre de la Autoridad de Antigüedades de Israel, ha explicado que el sello había sido estampado aparentemente en un envío de productos de plata o agricultura desde Bethlehem al

Rey de Judá cerca de Jerusalem en el siglo VII u VIII antes de Cristo. «Es la primera vez que el término Bethlehem aparece fuera de la Biblia en una inscripción del período del Primer Templo», ha remarcado Shukron en referencia a los años comprendidos entre el 1006 y el 586 antes de Cristo. Además, ha indicado que el tamaño de moneda que presenta el sello encontrado prueba que la ciudad de Bethlehem —mencionada por primera vez en el Libro del Génesis y ubicada al sur de Jerusalem— era de hecho una ciudad en el Reino de Judah y posiblemente también en períodos anteriores.

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Cartas robadas

Presentaron a Benedicto XVI los resultados de la investigación El caso dejó en evidencia la gran dedicación del Papa en su tarea de pastor Los tres cardenales encargados de escuchar a Paolo Gabriele, el ayudante de cámara del Papa encontrado con fotocopias de correspondencia privada, entregaron el 16 de junio pasado a Benedicto XVI los primeros resultados de la investigación. Los tres purpurados —el eslovaco Jozef Tomko, el italiano Salvatore De Giorgi y el español Julián Herranz— tienen una edad superior a la necesaria para participar en un futuro cónclave, de manera que no quedarán dudas sobre su rol super partes. Son cardenales que recubrieron cargos de gran responsabilidad y con la facultad de convocar incluso a los jefes de dicasterios para recoger la mayor cantidad posible de informaciones. El informe contiene las confesiones de Gabriele, detenido y quien parece ha colaborado ampliamente con las autoridades vaticanas. Con discreción fueron recogidos también testimonios de algunos cardenales, no como investigados sino en cuanto personas informadas sobre lo que sucede en el Vaticano. Entre ellos el cardenal Giovanni Battista Re, por su experiencia de veinte años en la Curia, antes en la Secretaría de Estado y después como prefecto de la Congregación de los Obispos. Las investigaciones dispuestas por los magistrados del Vaticano fueron confiadas a la Gendarmería, que arrestó a Gabriele con la acusación de hurto de documentos reservados en el departamento pontificio. Los documentos sustraídos a Gabriele son muchos, como comprobó la Gendarmería en el registro domiciliario en su casa en donde el mayordomo vivía con su esposa y tres hijos. Algunos de los documentos ya fueron publicados y otros, según consideró el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi, seguirán saliendo en los medios de comunicación. Gabriele, de 46 años, entró en el Vaticano cuando era joven, hacía la limpieza en la Secretaría de Estado. Su fortuna fue la de entrar a servicio del prefecto de la Casa Pontificia, el estadounidense monseñor James Harvey, y en 2006 le fue confiado el cargo de ayudante de cámara del pontífice. Por el hurto agravado de la correspondencia del Papa, Gabriele podría sufrir una pena de hasta ocho años. Pero desde cuando comenzó a colaborar con los investigadores, su posición judicial se ha aligerado. Si se muestra sincero y dice todo lo que sabe, la pena podría ser menos pesada, y el Papa incluso tiene la facultad de indultarlo. Es evidente que el mayordomo del Papa actuó por pedido de alguien, cuya identidad el público no conoce. Los medios hipotizaron todo tipo de escenarios sobre organizaciones o grupos de poder a los cuales Gabriele habría servido y se presume que las investigaciones darán respuesta a estos y otros interrogantes. Por su parte Benedicto XVI en la audiencia general del 30 de mayo rechazó “ilaciones gratuitas” formuladas por los medios de comunicación y reiteró la confianza en sus colaboradores”. “Se han multiplicado —dijo el Papa— ilaciones, amplificadas por algunos medios de comunicación, absolutamente gratuitas y que fueron mucho más allá de los hechos, ofreciendo una imagen de la Santa Sede que no corresponde a la realidad”. “Deseo por ello —concluyó Benedicto XVI— renovar mi confianza, mi apoyo a los colaboradores más cercanos y a todos aquellos que cotidianamente con fidelidad, espíritu de sacrificio y en el silencio me ayudan a cumplir mi ministerio”.

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En una entrevista a L’Osservatore Romano, el cardenal Ángelo Sodano explicó: “La insinuación de maniobras varias me ha maravillado, porque diversidad de opinión no significa división. Cuántas veces he votado en reuniones de cardenales, sin nunca asombrarme porque un hermano votara a favor y otro en contra. Amigos éramos y amigos quedábamos. Al final, a la luz de los varios votos, el Santo Padre podía entonces decidir libremente con los elementos de juicio que le eran ofrecidos. Esto sucede también en los consistorios, en los que participan todos los purpurados del mundo”. Concepto reiterado por el cardenal argentino Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales. El exsustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado indicó que vivió las últimas semanas “en gran unión con el santo padre, con una adhesión total como le he prometido el día que me hicieron cardenal: estar con él usque ad effusionem sanguinis (hasta derramar la sangre). La polvareda levantada parece destinada a chantajear al Papa, quien está dando una gran demostración de solidez, coraje y deseo de cambio y transparencia. Baste recordar las palabras que el cardenal Ratzinger pronunció en el Vía Crucis del 2005, antes de ser elegido Papa. “Cuanta suciedad —dijo— hay en la Iglesia, incluso entre aquellos que en el sacerdocio deberían pertenecer enteramente a Él. ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia!” Las cartas robadas que han publicado no demuestran faltas del Papa, como querrían algunos medios ideológicamente alineados, sino que, por el contrario, dejan en evidencia la gran dedicación del Papa en su tarea de pastor. H. SERGIO MORA Agencia Zenit

Anselm Grün Enseñanzas del monje benedictino cuestionadas

El director de ACI Prensa, Alejandro Bermúdez Rosell, afirmó en su podcast Punto de Vista del 23 de mayo, que en sus conferencias y libros, Grün ha reducido las Sagradas Escrituras a «un manual de terapia psicológica». «El P. Grün, en vez de ofrecer una alternativa a la autoayuda New Age, se incorpora a ella», indicó. Bermúdez explicó que el problema no son las buenas intenciones o

la persona misma de Anselm Grün, sino que este monje benedictino que estuvo hace poco en Colombia, a través de su enseñanza, está «empujando a todos sus lectores por un camino que es presentado como si fuera doctrina de la Iglesia, cuando es completamente lo contrario». El director de ACI Prensa señaló que, en su interpretación de diversos pasajes bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento, Grün les resta «todo sentido sobrenatural y religioso, pretendiendo que son simplemente metáforas psicológicas». El sacerdote Gabino Tabossi también criticó el acercamiento de Grün a teorías psicológicas contrarias a la enseñanza de la Iglesia. Como ejemplo, el P. Tabossi señaló que, en una de sus obras, Grün considera la relación entre Abraham e Isaac como «despótica y la que tiene con Dios neurótica y ficticia». «Tal interpretación, además de psicologista, es poco ecuménica: ¡que no se enteren nuestros hermanos mayores que un católico trató de enfermo y desquiciado al progenitor del judaísmo!». El P. Tabossi denunció que el monje benedictino, en

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sus textos, «relativiza el catolicismo cuando augura que la fidelidad a la propia conciencia, más allá de cualquier religión, es camino seguro para la salvación». El sacerdote también destacó que mientras la Iglesia enseña que Jesús fue Dios desde su concepción, «la teología de Grün enseña al parecer que Jesús se fue haciendo Dios sobre todo a partir de la iluminación que recibió el día de su bautismo». De acuerdo al P. Tabossi, la ética del P. Grün enseña que «para salvarse y ser feliz hay que pecar, o al menos, evadir el deseo de erradicación de lo que nuestros preconceptos culturales consideran como conductas ‘anormales’». «Nuestro autor cree que el pecado original fue una cosa necesaria y loable en cuanto que, tras él, los primeros padres pudieron ‘conocer el bien y el mal’, ganar en conciencia, aumentar la propia ciencia moral». Por su parte, el Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, calificó de «perniciosísimo» a Anselm Grün, por ser un eco de la cultura New Age. Mons. Aguer indicó que toda la espiritualidad difundida por Grün está basada en las teorías del psicoanálisis de Carl Jung, abundantes en gnosticismo. Para el Prelado, el trabajo del monje benedictino «es una especie de transcripción pseudoespirtual de la simbología de Jung. Eso va a acabar mal». Manuscritos e incunables Biblioteca vaticana digitaliza un millón de páginas

El prefecto de la Biblioteca Apostólica Vaticana, Mons. Cesare Pasini, anunció en abril pasado que, en los próximos cinco años, serán digitalizadas un millón y medio de páginas de manuscritos e incunables de la institución que dirige y de las Bodleian Libraries de Oxford. Se trata de la mayor iniciativa de digitalización de las emprendidas hasta ahora por la Biblioteca Vaticana, y se llevará a cabo gracias a la Polonsky Foundation. Dos tercios de los volúmenes a digitalizar —alrededor de un millón de páginas, equivalentes a unos 2.500 libros— serán escogidos entre los manuscritos griegos y hebraicos y los incunables de la Biblioteca Apostólica Vaticana. La Biblioteca posee 8.900 incunables, la cuarta colección más importante del mundo en cuanto a número. Recientemente, se ha puesto en internet el catálogo informático de los incunables; gracias al nuevo proyecto de digitalización, se espera poner a disposición de todos

los internautas más de 800 ejemplares completamente digitalizados, entre ellos el famoso incunable “De Europa”, de Pío II Piccolomini, impreso por Albrecht Kunne en Memmingen antes de 1491; y la Biblia latina de 42 líneas de Johann Gutenberg, el primer libro impreso con caracteres móviles entre 1454 y 1455. De la colección de manuscritos hebraicos, se digitalizarán algunos de especial valor histórico, como el “Sifra”, escrito entre el final del s. IX y la mitad del s. X, probablemente el códice hebreo más antiguo de los que han llegado hasta la actualidad; una Biblia escrita en Italia alrededor del año 1100; comentarios bíblicos y talmúdicos; Halakhah y Kabbalah; y escritos filosóficos, médicos y astronómicos. Respecto a los manuscritos griegos, serán digitalizadas obras de Homero, Sófocles, Platón e Hipócrates, además de códices del Nuevo Testamento y de los Padres de la Iglesia, muchos de ellos decorados con miniaturas bizantinas. Como se recordará, la Biblioteca Vaticana posee más de 80.000 manuscritos y los ya mencionados 8.900 incunables. Según Mons. Cesare Pasini, digitalizarlos significa “conservar mejor los bienes culturales, haciendo que los originales sean consultados con menos asiduidad y garantizando una reproducción de alta calidad antes de un posible deterioro del original; además, se hacen accesibles inmediatamente, en la red, a muchas más personas”. Hace dos años, se habló por primera vez de un proyecto global de digitalización de la Biblioteca Apostólica Vaticana. El número de los manuscritos digitalizados crece poco a poco gracias a la actividad del Laboratorio de reproducción de la Biblioteca; y gracias también a proyectos concretos en colaboración con instituciones culturales, como la actual digitalización de los manuscritos Palatinos latinos realizada con la Universidad de Heidelberg.

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EN EL Á M BITO DE

HUM A NITAS

Arzobispos de Santiago (de Chile) y Boston (Massachusetts) recomiendan y apoyan difusión de revista HUMANITAS en inglés Carta abierta del Arzobispo de Santiago de Chile Re.: Versión digital gratuita de la revista HUMANITAS en inglés Estimado lector, He estado familiarizado y además he sido lector de HUMANITAS, Revista de Antropología y Cultura Cristianas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, desde su creación hace diecisiete años. En calidad de Gran Canciller de la Universidad durante los últimos dos años, sigo con mucho agrado el desarrollo de esta publicación, como servicio al magisterio de la Iglesia y especialmente del Soberano Pontífice. HUMANITAS es una revista que ha logrado agrupar, a través de la Universidad Católica, a las mentes más brillantes del universo intelectual católico, en una publicación de calidad excepcional, realzada por la belleza y esmero de su impresión y su diseño gráfico. No me sorprende, por lo tanto, que HUMANITAS haya lanzado una nueva e importante iniciativa en la misma Santa Sede, editando su primer número en idioma inglés y al alcance de todos mediante el sitio www.review.humanitas.cl de la web. Como lo han mostrado las últimas estadísticas, muchos lectores de habla inglesa se han ya registrado haciendo uso de los sistemas de operación más recientes, gracias a esta edición digital. Sólo puedo bendecir este nuevo emprendimiento al servicio de la Iglesia y la cristiandad, y recomendarlo encarecidamente a los lectores norteamericanos, así como a todas las personas de habla inglesa. + Riccardo Ezzati Andrello Arzobispo de Santiago de Chile

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Mayo de 2012 Queridos amigos en Cristo, Concédanme esta oportunidad de ofrecer mi recomendación personal y mi apoyo a HUMANITAS, Revista de Antropología y Cultura Cristianas de la Pontificia Universidad Católica de Chile. HUMANITAS fue establecida en 1995 como publicación en lengua española y ha lanzado recientemente una edición en inglés con el fin de expandir la misión de servicio a la Iglesia Católica, al Santo Padre y al Magisterio. Esta importante revista reúne a un grupo excepcional de autores católicos de diversas nacionalidades, cuyos trabajos apuntan al encuentro de la fe y la cultura en el mundo actual. Además de proporcionar excepcionales ensayos y reflexiones, HUMANITAS se distingue por su gran esmero en el diseño y por una presentación de calidad superior. La edición recientemente lanzada en inglés se ofrece en formato digital, fácil de ver en pantallas de computadoras de escritorio y plataformas portátiles, en cualquier lugar del mundo. Esta versión online se encuentra disponible de manera inmediata, sin cargo, en el sitio www.review.humanitas.cl de la web. La revista constituye un medio de fácil acceso para enriquecer la perspectiva de la fe en el pueblo católico, sustentada siempre por fuentes autorizadas que presentan con exactitud el magisterio actual y tradicional de la Iglesia. Es muy recomendable para quienes tienen responsabilidad en el ministerio, en campus universitarios y en la formación de la fe en adultos, en las diócesis de los Estados Unidos. HUMANITAS puede además constituir un recurso importante y sumamente útil para las universidades y seminarios católicos en sus debates sobre las formas de encuentro entre la fe y la razón en la época contemporánea. Quiero manifestar a ustedes mi agradecimiento por visitar el sitio de HUMANITAS en la web y por considerar las oportunidades que esta revista ofrece de asistencia a nuestro trabajo en respuesta al llamado del Santo Padre a una nueva evangelización. Con la certeza de mis oraciones por ustedes y todos sus seres queridos, quedo De ustedes atentamente, en Cristo, + Seán O’Malley, OFM Cap Arzobispo de Boston

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Curso de Extensión, I semestre Actualidad doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica

Con gran asistencia de público se realizó durante el primer semestre de 2012, el curso, organizado por revista HUMANITAS, “Actualidad doctrinal del Catecismo de la Iglesia Católica”, que conmemoró los 20 años de su promulgación. Tuvo lugar los días lunes, desde el 28 de mayo al 25 de junio. El Catecismo de la Iglesia católica constituye un resumen para los fieles de la doctrina del Concilio Vaticano II, de cuya realización se celebran ahora 50 años. Las conferencias fueron impartidas por el profesor Antonio Amado, profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes y miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista HUMANITAS. Los temas de las cinco sesiones fueron: El Catecismo del Concilio Vaticano II, Profesión de la fe cristiana, La celebración del misterio cristiano, La vida en Cristo y La oración en la fe cristiana.

Congreso Social “La persona en el corazón del desarrollo”

Con la participación de más de diez universidades nacionales, se desarrolló el Congreso Social “La persona en el corazón del desarrollo”, organizado por la Pastoral de la Universidad Católica. El encuentro convocó a 700 personas del ámbito académico, estudiantil, sindical, empresarial, de la Iglesia y el Gobierno, quienes, preocupadas por el desarrollo humano integral de Chile, reflexionaron sobre la realidad nacional en los planos social, político y económico. En el congreso se hizo una lectura actualizada de los desafíos sociales de nuestro país a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia y de la noción de desarrollo humano integral que propone la Encíclica Caritas in Veritate (2009). Para el Vice Gran Canciller de la UC, Padre Cristián Roncagliolo, este congreso buscó inspirar una nueva conciencia social. “Nosotros asumimos un desafío de ir promoviendo, en las diferentes instancias, algo tan propio de la catolicidad: la preocupación por la justicia social y la responsabilidad de los distintos actores en la realización del bien común, desde una mirada interdisciplinaria, que involucra todo el quehacer de la vida universitaria y en vista del bien del país, no como un conocimiento abstracto, sino que se proyecte en una acción concreta en la historia y que tenga un efecto transformador”.

El congreso tuvo como duración dos días, el 8 y 9 de mayo, donde en el primero se profundizó en la temática “El desarrollo al servicio de la persona”, y en el segundo día “La persona y la economía del bien común”. La conferencia inaugural fue dictada por Flaminia Giovanelli, subsecretaria del Consejo Pontificio Justicia y Paz del Vaticano. En esta edición de revista HUMANITAS, pág. 513 se pueden leer las palabras de apertura del Rector de esta universidad, Dr. Ignacio Sánchez. El cuaderno HUMANITAS nº 25, “Reflexiones en torno a la Encíclica Caritas in veritate”, fue repartido a los asistentes. En él se contienen trabajos de tres autores estrechamente vinculados al ámbito en que fue pensada la Caritas in veritate, el Cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán; el Cardenal

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Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal italiana, y el profesor Stefano Zamagni. Se pueden leer allí mismo las ponencias de los profesores Pedro Morandé Court y Samuel Fernández, decanos respectivamente de la Facultad de Ciencias Sociales y teología de esta Universidad, en el Seminario “Los desafíos de la Caritas in veritate”, organizado por revista HUMANITAS, tres años atrás, cuando S.S. Benedicto XVI, firmó esta carta Encíclica. (bajar en formato PDF en www.humanitas.cl) Asimismo se encuentran disponibles en la página web del congreso www.congresosocial.cl todas las ponencias y mesas de expertos en formato video. También es posible encontrar las ponencias en texto. Las conclusiones del congreso se darán a conocer a través de una publicación en septiembre de 2012. Inés Futten de Cassagne Premio Estatuilla “Padre Leonardo Castellani”

El Comité Ejecutivo de la Exposición del Libro Católico de Argentina le otorgará en septiembre próximo la “Estatuilla Padre Leonardo Castellani 2012” a la destacada doctora en filosofía y letras Inés Futten de Cassagne El acto de premiación se realizará durante la inauguración de la XXIV Exposición del Libro Católico y será presidido por Su Excelencia Reverendísima monseñor Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata y Presidente Honorario de la Exposición. La distinción, se entrega anualmente desde el año 1998 “a aquellas personas que contribuyen con su producción, obra, aplicación y trabajo a la difusión de los valores intelectuales católicos, con una conciencia de servicio y un anclaje en la realidad argentina”. El Comité Ejecutivo de la Exposición del Libro Católico de Argentina en carta enviada a la galardonada le señaló: “Al considerar la distinción a que nos referimos, hemos tenido muy en cuenta su magnífica labor de muchísimos años en la paciente, perseverante y prolífica tarea en la evangelización de la cultura y en la educación en nuestra patria”.

Alexandra de Habsburgo Condecoración Orden Bernardo O’Higgins en el grado de Gran Cruz El subsecretario de Relaciones Exteriores, Embajador Fernando Schmidt Ariztía, entregó la “Condecoración con la Orden Bernardo O’Higgins en el grado de Gran Cruz” a la Embajadora de la Orden de Malta, Excma. Sra. Alexandra de Habsburgo. En sus palabras el subsecretario destacó su relevante obra social llevada a cabo en Chile, a través de la presidencia de la Fundación Auxilio Maltés.

Ricardo Riesco Jaramillo Miembro de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales El jueves 5 de julio se incorporó como nuevo miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile el profesor Ricardo Riesco Jaramillo, ex Vicerrector Académico de esta Universidad y actualmente Rector de la Universidad San Sebastián. Su discurso de incorporación se tituló «Una nueva e inédita estructura demográfica desafía al mundo». El nuevo miembro de número fue recibido por el académico de esa corporación, don Carlos Cáceres. El profesor Ricardo Riesco es miembro del Comité Editorial de Revista Humanitas desde su fundación y don Carlos Cáceres pertenece asimismo al Consejo de Consutores y Colaboradores de esta revista.

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Agencias católicas nortemericanas difunden entrevista al director de Humanitas e informan la existencia del subdominio review.humanitas.cl a través del cual se accede gratuitamente a la versión en inglés de esta revista. La respuesta de lectores principalmente de los Estados Unidos, pero también de Inglaterra, Canadá e Irlanda no se ha dejado esperar.

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Presentación en Madrid «La Edad Media de Chile», del P. Gabriel Guarda OSB

Guzmán Carriquiry Lecour Doctorado Honoris Causa

En un acto convocado por la Directora de la Fundación Universitaria Española, Lydia Jiménez y el Director de HUMANITAS, Jaime Antúnez, tuvo lugar en en el Salón de Actos de la Fundación Universitaria Española, en Madrid, el 3 de mayo pasado, la presentación del libro «La Edad Media de Chile» cuyo autor es el Premio Nacional de Historia Pe. Gabriel Guarda OSB. Ante la concurrencia de miembros de las Reales Academias, de investigadores de la Fundación, y de un público compuesto de chilenos y españoles, presentaron la obra y a su autor —quien luego dictó una amena conferencia sobre el tema del libro— el director del semanario Alfa y Omega, Miguel Ángel Velasco, y el director de revista HUMANITAS. Concluyó el acto con una improvisada intervención del embajador de Chile en España, Sergio Romero. Ese mismo día, las páginas centrales del semanario Alfa y Omega que circula con el diario ABC en toda España, cubrieron a través de un amplio y hermosamente ilustrado artículo el libro «La Edad Media de Chile», subtitulado Historia de la Iglesia. Desde la fundación de Santiago, a la incorporación de Chiloé. 1541-1826. Un aviso invitaba al público a la presentación del libro esa tarde en la Fundación Universitaria Española. El libro aborda la epopeya gloriosa de la evangelización de Chile en un período que, con notable originalidad, el autor ha definido La Edad Media de Chile. Fue un inmenso empeño histórico, en el que el papel primordial correspondió a la Iglesia en España

La Comisión Pontificia para América Latina emitió un comunicado firmado por su Presidente, el Cardenal Marc Ouellet, en el que se felicita por el conferimiento del “doctorado honoris causa» al Prof. Guzmán Carriquiry Lecour —Secretario de esa Comisión— por parte de la Pontificia Universidad Católica de Argentina, la cual lo define como un “constante defensor de la integración de América Latina y de sus valores culturales», Con motivo de este homenaje, a fines de marzo pasado, la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires organizó un acto en su sede central, en el que el Prof. Guzmán Carriquiry Lecour pronunció una conferencia magistral con el título: «Una nueva apuesta por América Latina». El galardonado también fue invitado tanto por la Universidad Católica de Uruguay «Damaso A. Larrafiaga» como por la Facultad de Teología, a pronunciar la lectio inauguralis del año académico 2012, en la sede de la Universidad en Montevideo. En esa ocasión, el Prof. Carriquiry reflexionó sobre «La dignidad, razonabilidad y belleza de ser cristiano. Implicaciones para la Universidad». Al término de la conferencia, por resolución del Consejo Directivo de la Universidad Católica de Uruguay, se otorgó al Dr. Carriquiry la Gran Medalla «Ad Honorem» de la misma Universidad, destinada «a honrar personalidades de alta jerarquía dentro de la Iglesia». La visita del Prof. Carriquiry al Río de la Plata también incluyó otras conferencias públicas, así como encuentros con Obispos, autoridades académicas y responsables de otras instancias eclesiásticas. Guzmán Carriquiry es miembro del Consejo de Revista HUMANITAS desde su fundación.

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La incomodidad del martirio Elocuentes palabras pronunciadas por el Arzobispo de Bolonia, Cardenal Carlo Caffarra, para la fiesta de San Biagio, sobre el mártir como modelo de libertad.

«Quien se avergüence de mí y de mis palabras, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre». La amenaza de vergüenza hecha por Cristo, que recaerá en el momento del juicio definitivo sobre quien haya tenido miedo o vergüenza de proclamarse discípulo suyo, nos llama a la seriedad incomparable de la profesión cristiana. Precisamente de la posición adoptada por el hombre ante Cristo depende su destino eterno; la gloria terrenal, aun cuando proviniese de haberse «ganado el mundo entero», no impediría en quien se avergonzase de Él la pérdida irreparable de la propia persona. El martirio cristiano nace de esta íntima certeza: nada debe anteponerse a la fidelidad a Cristo, a su secuela. La preferencia otorgada a Cristo hasta la muerte se genera en el mártir por haber descubierto la verdad cristiana central, es decir, que en Jesucristo se manifestó la revelación definitiva del amor de Dios al hombre. «Yo estoy ciertamente convencido —dice el mártir— de que ni la muerte ni la vida … ni criatura alguna jamás podrán separarnos del amor de Dios, en Jesucristo, nuestro Señor». Sin embargo, hoy se mira el martirio cristiano con ojos sospechosos. ¿Acaso el martirio cristiano, precisamente en su esencia de testimonio de la verdad cristiana hasta la muerte, no está tal vez en contradicción con uno de los fundamentos de nuestra civilización, la tolerancia? Afirmar, como lo hace el mártir con su muerte, que se ha encontrado una verdad no acechada por duda alguna, ¿no constituye quizás una peligrosa presunción que es preciso abandonar si se quiere superar la violenta intolerancia que ha caracterizado las relaciones entre las personas convencidas de conocer verdades absolutas? El mártir es hoy un estorbo porque en su aparente derrota, y siendo también él víctima de la intolerancia, niega radicalmente la difundida opinión según la cual para anular las tensiones basta con anular las diferencias. Es suficiente que todos nos convenzamos de que no existe nada absoluto por lo cual valga la pena vivir y por consiguiente morir; de que en la vida no hay una verdad que buscar, y por lo tanto no hay motivo alguno para combatir unos contra otros. El mártir replantea ante nuestra conciencia la pregunta fundamental para todos los hombres: ¿existe

In Memoriam Máximo Pacheco Gómez

A los 87 años murió don Máximo Pacheco Gómez, quien tuvo una amplia trayectoria política, docente y diplomática. HUMANITAS, que siempre pudo contar con su amistad y cercanía, se honra de su pertenencia al Consejo

de Consultores y Colaboradores de la Revista desde su fundación en 1995. El último cargo público que desempeño Máximo Pacheco en su dilatada carrera, fue el de embajador de Chile ante la Santa Sede, habiéndole correspondido servir este cargo ante los pontífices Juan Pablo II y Benedicto XVI. Profesor de las Facultades de Derecho de la Universidad de Chile y de la Universidad Católica, fue miembro de número de la Academia de Ciencias Políticas y Morales del Instituto de Chile. Fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Bolonia. En el gobierno de Frei Montalva sirvió como Embajador en Moscú y como ministro de Educación. Durante los gobiernos de la Concertación fue senador por la VII Región Norte. Máximo Pacheco fue autor de más de 16 libros sobre temas jurídicos, doctrina social cristiana, derechos humanos y de relatos testimoniales donde narra su experiencia como diplomático.

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una verdad por la cual realmente valga la pena vivir y por consiguiente también morir? Y si existe, ¿qué lugar ocupa en mi vida? El mártir nos enseña que el reconocimiento de la verdad es la condición más profunda de la libertad ante cualquier poder de turno: “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” [Jn 8, 32]. Es la verdad la que nos hace ser libres ante el poder y da fuerza al martirio. Así ocurrió con Cristo, modelo y causa de todo martirio, cuando llevado ante Pilato dijo: “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad” [Jn 18, 37]. Que sólo la verdad nos hace ser libres está demostrado por el hecho de que si no existe verdad, tampoco existe una verdadera distinción entre bien y mal. Sólo queda la diferencia entre lo que es útil y lo que es perjudicial para mí: el hombre se convierte en esclavo del utilitarismo y de quienes tienen el poder de decidir qué es lo útil. El testimonio otorgado por el mártir a la verdad coincide en definitiva con el testimonio al bien intangible de la persona humana; al bien intangible que es la persona humana. La negación de la existencia de la verdad [sobre el bien] trasladaría la vida al plano del juego. Puede ser suficiente para quienes debaten a nivel académico, pero no para quienes se preguntan si existe un sentido en su vivir, en su sufrir, en su morir. CARLO CARD. CAFFARRA www.caffarra.it

In Memorian Reverendo padre Abelardo Lobato o.p. Dominico fiel a Dios, a la Iglesia y, por lo mismo al Papa y a su Magisterio.

Y esto, asumiendo, sin claudicaciones ni ambigüedades, la Doctrina del Doctor Angelico y Común, es decir de Santo Tomás de Aquino; desde su conocimiento confirmado ya hacia 1318, por el Papa Juan XXIII, como la Doctrina milagrosa que ilumina la Iglesia; y que a través de sus fieles e insignes discípulos no cesa ni ha cesado de iluminarla. Es en esta dinámica espiritual, intelectual, doctrinal y pastoral, que el infatigable Dominico (aún físicamente…), el Reverendo Padre Lobato, O.P., como Apóstol de los gentiles se entregó por entero a su misión (y tarea…), bendita y personalmente y animado por el mismo Papa, Juan Pablo II1, de comunicar

“El Martirio de San Pedro” por Caravaggio.

Padre Abelardo Lobato (1925 - 2012)

y predicar las Verdades de la Fe y la Razón, Urbe et Orbi. Es así como nuestro Santo y sabio Agente Secreto de la Gracia2, llegó a Chile, luego de fundar la Sociedad Internacional de (Santo) Tomás de Aquino (SITA); desde su inicio presente también en Chile. ¡Con la justa expresión de León Bloy, también Abelardo fue un peregrino de lo absoluto! FERNANDO MORENO VALENCIA

1 Cuyo afecto y amistad hacia nuestro fiel Dominico fue en cierto sentido, privilegiada. / 2 En la expresión de Raïssa Maritain. (Las Grandes Amistades).

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El padre Félix Varela Forjador de la nación cubana

El pasado 6 de marzo se reconocieron las virtudes heroicas del padre Félix Varela, considerado un hombre que vivió en santidad y luchó por la identidad del pueblo cubano, tanto dentro como fuera de la isla. En abril pasado, el Santo Padre Benedicto XVI proclamó Venerable al Siervo de Dios Padre Félix Varela Morales “Si se pregunta a cualquier cubano que conozca la historia de su patria, quién era Félix Varela, te dirá: Es aquel que nos enseñó en qué pensar». Así define al padre Varela el Postulador de su Causa de beatificación, el Hermano Rodolfo Meoli, tras la aprobación del Decreto sobre sus virtudes heroicas, el pasado 6 de marzo. El disidente Oswaldo Payá, cuyo Proyecto Varela le debe el nombre al padre Félix, señala que «si bien falta profundizar en el conocimiento de su historia —reconoce Payá—, identificamos al Padre Varela como uno de los formadores de nuestra identidad nacional, el hombre que nos habló en contra de la esclavitud y a favor de la independencia», continúa Payá. «El padre Félix Varela es un ejemplo de santidad, de sacerdote y de patriota. Para nosotros, que lanzamos una campaña de cambio pacífico por la reconciliación y a favor de los derechos de las personas, es también nuestro maestro, nuestro inspirador», afirma. «El padre Varela nos enseñó que no hay pueblo soberano si las personas no son libres», continúa Payá, que recuerda la «voz tan actual de su mensaje en la actual situación de Cuba». A los 23 años, en 1811, es ordenado sacerdote en la catedral de La Habana. Un año más tarde, ya era profesor de Filosofía, Física y Ética en el Seminario habanero, donde preparó el primer laboratorio de Física y Química del país. La reflexión fue su trinchera El padre Varela daba una importancia capital a los métodos de aprendizaje, y utilizó sistemas innovadores. Su objetivo fundamental era que los alumnos aprendiesen a pensar, y no a repetir de memoria lo que se les enseñaba:

«Aprender de memoria es el mayor de los absurdos, pues, si falla la memoria, falla todo lo estudiado; por ello, la constancia en el estudio consolida los conocimientos», decía. Aunque su extensa labor no se limitó a la enseñanza: también fundó la primera Sociedad Filarmónica de La Habana, formó parte y trabajó para la Sociedad Económica de Amigos del País, y escribió obras de teatro y de filosofía. En 1821, fundó, en el Seminario de La Habana, la primera Cátedra de Derecho de Iberoamérica. Allí se enseñó, por primera vez, Legalidad y Responsabilidad Civil, a la que Varela definió como «la Cátedra de la libertad y de los derechos humanos, la fuente de las virtudes cívicas y la base del gran edificio de nuestra felicidad». «Su dedicación a la política debe interpretarse dentro del contexto de su vocación al servicio de Dios y de su tierra», afirma el Postulador de su Causa, para explicar una extensa labor en la defensa de las libertades de los cubanos. Política al servicio de Dios. Cuba El Viernes Santo será día festivo

El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, S.I., realizó en abril pasado la siguiente declaración a propósito de la decisión de las autoridades cubanas de declarar jornada no laboral el próximo Viernes Santo: “El hecho de que las autoridades cubanas hayan acogido tempestivamente la petición del Santo Padre al presidente Raúl Castro, declarando el próximo Viernes Santo como día no laboral, es ciertamente un signo muy positivo”. “La Santa Sede espera que ello favorezca la participación en las celebraciones religiosas y unas felices festividades pascuales; y que la visita del Santo Padre continúe produciendo los frutos deseados para el bien de la Iglesia y de todos los cubanos”.

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Reto permanente para la Iglesia

Cuidado de las vocaciones sacerdotales

A fines de junio pasado, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede tuvo lugar la Conferencia de Prensa para la presentación del documento “Orientaciones pastorales para la promoción de las vocaciones al ministerio sacerdotal”. Intervinieron el cardenal Zenon Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica; el arzobispo Jean-Louis Brugués O.P., y monseñor Angelo Vincenzo Zani, respectivamente, secretario y subsecretario del mismo dicasterio. En su intervención, el cardenal ilustró el documento, solicitado tras la Asamblea Plenaria de esa congregación en 2005 y elaborado, a partir de 2008, gracias a las respuestas y sugerencias de las diversas conferencias episcopales que se tradujeron en el texto actual, cuya publicación fue autorizada por el Santo Padre el 25 de marzo de 2012, vigésimo aniversario de la exhortación apostólica “Pastores dabo vobis”. El documento consta de tres partes: la primera, examina la situación actual de las vocaciones al sacerdocio en el mundo y la pastoral encargada de ellas; Monseñor Jean Louis la segunda analiza la identidad del ministerio sacerdotal, y la tercera propone Bruguès, arzobispo emérito sugerencias para la animación pastoral de las vocaciones. de Angers y hasta ahora El arzobispo Bruguès explicó que en la segunda parte se abordan “algunos secretario de la Congregación elementos específicos que se deben resaltar en nuestra época, ya que se ven para la Educación Católica, amenazados u oscurecidos, tanto por las dificultades de la vida de la Iglesia. recién nombrado por el como por la cultura contemporánea, que pueden causar desviaciones en la Papa Benedicto XVI en el alto cargo de Archivista y ‘figura de valor’ de la vocación al sacerdocio ministerial”. Bibliotecario de la Santa Entre ellos están “la tendencia a una transformación progresiIglesia Romana. va del sacerdocio en profesión u oficio” que puede llevar aparejada la “peligrosidad del activismo exasperado; el creciente individualismo que, no con poca frecuencia, encierra al sacerdote en una soledad negativa y deprimente; la confusión de funciones en la Iglesia que se determina cuando se pierde el sentido de la diferencia de competencias y de responsabilidades y no se aúnan los esfuerzos para la colaboración en la única misión confiada al Pueblo de Dios”. El segundo apartado subraya que la vocación al sacerdocio ministerial se enmarca “en el ámbito del diálogo de amor entre Dios y el ser humano. Un diálogo que, si por una parte es el mismo de cualquier vocación cristiana, por otra asume los rasgos característicos de la llamada a una relación típica, estable y muy exigente con Jesús mismo, único modelo del sacerdocio del Nuevo Testamento (...) Esta relación, nueva y específica con Jesús, hace entrar al llamado en una relación igualmente nueva y específica con la comunidad cristiana”. Por último, el capítulo describe algunas características para la formación al ministerio sacerdotal, entre ellas “una prolongada experiencia de vida comunitaria para evitar nuevas formas de clericalismo, centralismo pastoral, o de servicios pastorales a tiempo parcial, o según las necesidades individuales; una plena integración y madurez afectiva, porque hay que evitar propuestas vocacionales a los sujetos marcados por profundas fragilidades humanas; amplia y dócil participación en el contexto eclesial caracterizada por un amor concreto por la propia Iglesia particular y por (...) una apertura generosa a la dimensión universal de la misión; el papel decisivo de los ‘acompañantes vocacionales’; la propuesta de figuras sacerdotales ejemplares”.

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PANORAMA

Censurada la Caperucita Roja

Quién lo diría. La caperucita Roja es políticamente incorrecta, Hansel y Gretel hacen daño a los corazones infantiles, Blancanieves fomenta conductas maldadosas en los niños. De Inglaterra nos llegó la noticia. Hay apoderados y pedagogos que son partidarios de retirar de la circulación los cuentos de los hermanos Grimm, de Perrault, de La Fontaine y quizá de otros próceres de la recopilación o de la creación del mismo género —¿tal vez Saint-Exupéry, Carroll, Wilde, Kipling, Calvino, Lewis?—, porque serían un peligro para la educación de los párvulos, cuya imaginación pueblan con seres despiadados, feas brujas, fagocitación de abuelitas crudas, secuestros: ¡violencia! Quizá el hecho no pase de ser una anécdota, pero no deja de ser un síntoma del doblez que reina en ciertos sectores de nuestra cultura pedagógica. El primer argumento contra esa beatería se ha levantado en nombre de la realidad, la del mundo en que ya viven los infantes, harto más despiadado, procaz y cruel que aquellos cuentos: desintegración de la familia, violencia intrafamiliar y escolar, consumismo precoz… Más aún: es en el propio mundo de la entretención infantil donde compite con las lecturas tradicionales —en competencia desleal— esa subrealidad que desfila por las pantallas, pantallitas y demases electrónicos al alcance de criaturas sin número, que se impregnan de violencia, sexo bruto, estupidez, sin que padres y educadores pierdan el sueño. Si el asunto es educar, habría que comenzar la limpieza por esos programas, canales, videojuegos, y no por los textos ya clásicos de la literatura universal. Habría que filtrar, en seguida, esos abundantes “cuentos para niños” de baja calidad imaginativa y ver-

JMJ Río 2013 “Los jóvenes necesitan enraizarse en la fe para contribuir más y mejor a la sociedad”

En abril pasado se presentó durante una conferencia la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro (Brasil, 23 al 28 de julio de 2013). En el

acto el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, subrayó que “la JMJ fue verdaderamente una intuición profética del beato Juan Pablo II que ha operado una revolución en el campo de la pastoral juvenil”; el Papa Benedicto XVI ha afirmado que “la JMJ abre un nuevo modo de ser cristiano”. De ahí el esfuerzo que toda la Iglesia realiza para preparar estas jornadas. Con el evento de Río, la JMJ vuelve a América Latina, 26 años después del primer encuentro internacional, celebrado en Buenos Aires. Río 2013, “se sitúa en el contexto de la misión continental querida por los obispos del CELAM reunidos en Aparecida en 2007. En el ámbito de la Iglesia universal, está también ligada al sínodo de los obispos de octubre de 2012 sobre la nueva evangelización”. Además, tendrá lugar en el año de la fe. “La JMJ —ha destacado el cardenal Rylko— tiene como finalidad el crecimiento de la fe de los jóvenes del mundo para la misión. Los jóvenes de hoy necesitan, antes que nada, enraizarse en la fe y en la gran familia de la Iglesia para contribuir más y mejor a la vida de la sociedad”.

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bal, cuyo presupuesto básico parece ser éste: que los niños son tontos, que se entretienen con cualquier necedad puesta por escrito y expurgada de todo mal, un mundo niñoide y color de rosa. Pero lo que de veras educa y entretiene a un niño, es decir, un buen cuento para niños, es en primer lugar un buen cuento a secas, capaz de ser apreciado por un adulto exigente, y eso en virtud de su misma dialéctica entre el bien y el mal. El peligro no es un cuento que describe el mal, sino un mal cuento. Los relatos clásicos, leyendas, consejas, fábulas y apólogos del caso vienen avalados por dos cualidades insuperables: su origen remoto —inmemorial— y su raigambre popular. Esas narraciones han sido y son para los niños una incipiente reserva de humanismo, de encantamiento, de magia, hoy más necesaria que nunca como antídoto frente al asalto de una tecnología desoladora que padecemos desde la cuna hasta la tumba: ¡el Nuevo Mundo Feliz! Frente a él se alzan las voces elegíacas de quienes claman por el reencantamiento del mundo. ¿De qué reencantamiento nos hablan, cuando se ha criado a los pequeños en el desencanto de un temprano tecnicismo mecanicista? Los dragones, hechiceras, monstruos y demonios del género clásico nunca inquietaron a nadie en épocas y culturas de un sentido más recio que el nuestro. Al contrario, se sabía que esos barrabases eran altamente educativos, porque —entre otras razones— sin ellos no podía haber tampoco hadas ni héroes. De cara a las tragedias de Sófocles o Esquilo, Aristóteles forjó el concepto de “catarsis”: la purificación que sufren las pasiones, las desgracias y los horrores a su paso por la belleza artística, por la imaginación creadora, por el gozo de la contemplación. Es por esta misma transfiguración emotiva y moral que el lobo, la bruja o el dragón —en suma, el mal— hacen bien al corazón del niño y lo educan. En otra parte están los males que lo malean, y de ellos deberían preocuparse los padres y educadores de Inglaterra y de todo el mundo. IGNACIO VALENTE Este artículo fue publicado originalmente en El Mercurio. 11-III-12.

Centro de Estudios Tomistas I Congreso Internacional de Filosofía Tomista

Convocados en torno a “La Persona: divina, angélica, humana”, más de trescientos expertos y estudiosos de la Filosofía de Santo Tomás de Aquino se reunieron en el I Congreso Internacional de Filosofía Tomista, del 4 al 6 de julio, en la Universidad Santo Tomás – Santiago, Chile. El Centro de Estudios Tomistas, junto a la Sociedad Internacional Tomás de Aquino, invitó a reconocidos filósofos de Italia, España, Estados Unidos, Argentina, Uruguay, Brasil, Perú y Chile a compartir sus enseñanzas a la luz de la metafísica y teología del Aquinate, así como su vigencia y actual proyección. Eleonore Stump, John Knasas, Tomás Melendo, Enrique Alarcón, Félix Adolfo Lamas, Antonio Amado, Juan Antonio Widow, Fernando Moreno y Vicenzo Benetollo, O.P. protagonizaron las conferencias magistrales. Por otro lado, unas sesenta comunicaciones de alto nivel fueron presentadas en cuatro sesiones simultáneas durante los tres días del Congreso y en tres mesas redondas se reflexionó en

conjunto sobre la centralidad de la persona desde la teología, metafísica, derecho y educación. La numerosa convocatoria y la calidad de las reflexiones, mostraron la oportunidad y futuro del Congreso. La Santa Misa, presidida por Monseñor Contreras, Obispo auxiliar de Santiago, representando a Mons. Ezzati, inauguró el Congreso, y fue el centro vital de cada jornadas, como lo fuera para el gran místico Tomás.

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www.americalatina.va Nueva web de la Pontificia Comisión para América Latina

www.doctrinafidei.va Nuevo sitio de la Congregación para la Doctrina de la Fe

Con el fin de intensificar las relaciones con toda América, creando puentes de comunicación cada vez más efectivos, la Pontificia Comisión para América Latina (CAL) inauguró en mayo pasado, un sitio web para llevar las enseñanzas del Santo Padre al “Continente de la Esperanza” y a la vez recoger el palpitar de la Iglesia que peregrina en la tierra de santos como Juan Diego, Fray Galvão o Rosa de Lima, entre otros. Con una presentación vistosa y moderna, la web ofrece secciones que serán de gran utilidad para los usuarios, como son las dedicadas al magisterio de los papas y de los obispos latinoamericanos, así como de la propia CAL. Destacan también las secciones de experiencias y testimonios, la de reseñas bibliográficas, así como la de actualidad y noticias. Mención aparte merece el enlace con la documentada historia de los 50 años de la CAL (1958-2008), obra del presbítero Carlos Alberto Pérez Méndez, del clero de la Arquidiócesis de Villavicencio y doctor en Historia de la Iglesia, quien trabajó en Roma con información de los archivos de la CAL y de otras instituciones eclesiásticas.

El pasado 16 de marzo se inauguró el nuevo sitio en Internet de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Los documentos adjuntos son todos los publicados desde que, en la vigilia de las conclusiones del Vaticano II, Pablo VI, con la Carta Apostólica Motu Proprio Integrae Servandae del 7 de diciembre de 1965, redefinió la competencia, la estructura y el nombre de la Congregación. Cuando nos referimos a la presencia de la Santa Sede en Internet, no se debe pensar únicamente en el sitio vatican.va, sino en toda la familia de sitios con el sufijo va, que señala de modo oficial las diversas realidades de la sede apostólica. El sitio es una especie de archivo que cuenta ya con más de cinco millones de páginas, es de fácil acceso, está siempre abierto al público y tiene como objetivo la simplicidad de acceso y de consulta.

www.rio2013.com Encuentro Mundial de la Juventud –Río 2013 Informaciones relativas a la Jornada Mundial de la Juventud, que se realizará del 23 al 28 de julio del 2013, en Río de Janeiro, pueden consultarse en cinco idiomas en el sitio web creado para este evento. La red social de la Jornada en Facebook y Twitter cuenta ya con 600.000 seguidores. La inscripción de los grupos de peregrinos estará abierta a partir del mes de julio de 2012.

www.romanicodigital.com Macro portal digital: 60.000 fotografías de 4.000 edificios España es un país rico en arte románico, un estilo esencialmente religioso, predominante en Europa durante los siglos XI, XII y parte del XIII. La Fundación Santa María la Real, que preside el arquitecto y dibujante José María Pérez —Peridis—, ha puesto en marcha en Internet un portal —romanicodigital.com— que quiere convertirse en la mayor base de datos del mundo sobre arte románico Románico Digital cuenta ya con más de 60.000 fotografías digitalizadas, documentación histórica, planos y mapas de localización de 4.000 edificios románicos españoles. Según sus promotores, en 2015, el portal contará con 330.000 fotografías de alta resolución, e información completa de los más de 9.000 monumentos románicos españoles. El nuevo portal está estrechamente relacionado con la Enciclopedia del románico de la Península Ibérica, obra que pretende ser un catálogo de todos los testimonios artísticos del románico existentes en España. Románico Digital cuenta con una herramienta, denominada Enciclopedia

on-line, que permite la visualización flash de algunos volúmenes de la Enciclopedia del románico de la Península Ibérica. En concreto, los correspondientes a las provincias de León, Zamora, Salamanca, Palencia y Madrid. Combinando sus dos bases de datos con un tesauro compuesto por más de 3.200 términos, el nuevo portal permite realizar cinco tipos de búsqueda: desde la más general, a búsquedas avanzadas por palabras clave o índices, que guían al usuario y le permiten un rastreo temático preciso. www.annusfidei.va Año de la Fe 2012-2013 El presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella, presentó en junio pasado en la Santa Sede el Año de la Fe, convocado por el Papa Benedicto XVI del 11 de octubre de 2012 al 24 de noviembre de 2013. En la oportunidad, Mons. Fisichella recordó que el Santo Padre, en su carta apostólica Porta Fidei, habló «de la exigencia de volver a descubrir el camino de la fe para resaltar cada vez más la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo», razón por la cual convocó a este año especial, cuyo inicio coincide con el 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II y 20 aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. «La crisis de fe es la expresión dramática de una crisis antropológica que ha dejado al ser humano abandonado a sí mismo (...) Es necesario ir más allá de la pobreza espiritual en que se encuentran muchos contemporáneos, que ya no perciben la ausencia de Dios en su vida como una carencia que debe ser colmada. El Año de la Fe quiere ser un camino que la comunidad cristiana brinda a los que viven con nostalgia de Dios y con el deseo de encontrarlo de nuevo», afirmó. Finalmente, se indicó que los fieles podrán consultar un sitio web creado para el Año de la Fe —www.annusfidei.va—, el mismo que podrá ser revisado desde todos los dispositivos móviles y en diversos idiomas.

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Año de la Fe 2012-2013 Calendario del Año de la Fe Eventos con la presencia del Papa

La Santa Sede ha hecho público el calendario de los eventos relativos a la celebración del Año de la Fe, que se extenderá del 11 de octubre del presente año al 24 de noviembre del 2013. Presentamos aquellos en los que estará presente el Papa Benedicto XVI. • La solemne apertura del Año de la Fe en la plaza de San Pedro el 11 de octubre de 2012, con motivo de los cincuenta años del inicio del Vaticano II: será una misa concelebrada por todos los padres sinodales, los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo y los padres conciliares aún vivos que puedan participar. • El 21 de octubre de 2012 tendrá lugar la canonización de seis mártires y confesores de la fe: Jacques Barthieu, sacerdote jesuita, mártir misionero en Madagascar (1896); Pedro Calungsod, laico catequista, mártir en Filipinas (1672); Giovanni Battista Piamarta, sacerdote testigo de la fe en la educación de la juventud (1913); madre Marianne (Barbara Cope), testigo de la fe en el leprosario de Molokai (1918); María del Monte Carmelo, religiosa en España (1911), Catalina Tekakwitha, laica indígena mohawk de Canadá, primera santa piel roja, convertida a la fe católica (1680), y Anna Schäffer, laica bávara, testigo del amor de Cristo desde su lecho de sufrimiento (1925). • 25 de enero de 2013. Será la celebración ecuménica en la basílica de San Pablo extramuros con un carácter solemne. • Sábado 2 de febrero, celebración para los consagrados al Señor en religión, en la basílica de san Pedro. • Domingo de Ramos, el 24 de marzo, celebración dedicada a los jóvenes que se preparan a la Jornada Mundial de la Juventud. • Domingo 28 de abril, dedicada a todos los jóvenes que recibieron la Confirmación. El santo padre la conferirá a un pequeño grupo de jóvenes. • Domingo 5 de mayo. Será dedicado a la fe en la piedad popular, una forma peculiar de fe de pueblo y la vida de las cofradías. • La vigilia de Pentecostés, el 18 de mayo, está dedicada a todos los movimientos, antiguos y nuevos, con la peregrinación a la tumba de san Pedro.

«En la plaza de San Pedro pediremos al Señor nos envíe aún y con tanta abundancia, su Espíritu para que se renueven los prodigios como en los primeros tiempos de la Iglesia naciente». • La fiesta del Corpus Christi, domingo 2 de junio, con una solemne adoración eucarística que será simultánea en todo el mundo. • El domingo 16 de junio: el testimonio del ‘evangelio de la vida’ en defensa de la dignidad de la persona desde la concepción hasta su muerte natural. • Domingo 7 de julio. En San Pedro, conclusión de la peregrinación de los seminaristas, las novicias y novicios y los que están en camino. • Del 23 al 28 de julio. La Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. • El 29 de septiembre, dedicado a los catequistas, recordará también los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. • Domingo 13 de octubre, con la presencia de todas las realidades marianas, para indicar que la Virgen María, madre de Dios, puede realizar auténticas maravillas. • Domingo 24 de noviembre. Será celebrada la jornada conclusiva del Año de la Fe. Una barca, imagen de la Iglesia, cuyo mástil es una cruz con las velas desplegadas y el trigrama de Cristo (IHS). El sol, en el fondo, recuerda la Eucaristía.

Se realizarán muchas otras iniciativas, como las de los dicasterios que celebrarán los cincuenta años del Concilio Vaticano II con diversos congresos e iniciativas culturales. No faltarán grandes eventos de carácter cultural, en el arte, la literatura y en la música, donde tantos hombres y mujeres han expresado su genialidad y su fe. Entre estos la exposición en el Castillo del Santo Ángel del 7 de febrero al 1 de mayo con obras particulares sobre la figura del apóstol Pedro y un gran concierto en la plaza de San Pedro el sábado 22 de junio.

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Homilía de Benedicto XVI en el día de su cumpleaños

En la Capilla Paolina del Palacio Apostólico, tuvo lugar una Santa Misa de Acción de Gracias por los dos aniversarios que el Santo Padre celebró en abril pasado: su cumpleaños (16 de abril, 85 años) y su elección al solio pontificio hace siete años (el 19 de abril). A la Misa asistieron los miembros del colegio cardenalicio y una amplia representación del episcopado de la tierra natal de Benedicto XVI. En su homilía, el Papa recordó que, en el día de su nacimiento y de su bautismo, la liturgia de la Iglesia ha colocado tres hitos que, dijo, “me indican a dónde lleva el camino y que me ayudan a encontrarlo”: la memoria de santa Bernadette Soubirous, la vidente de Lourdes; la de San Benedicto José Labre; y, el Sábado Santo, que en el año de su nacimiento fue el 16 de abril. Santa Bernadette, crecida en medio de una pobreza “difícilmente imaginable (…) sabía mirar con corazón puro y genuino. María le indica un manantial, (…) agua pura e incontaminada, agua que es vida, que da pureza y salud. (…) Pienso que podemos considerar esta agua como una imagen de la verdad que nos viene al encuentro en la fe: la verdad incontaminada. (…) Esta pequeña santa ha sido siempre para mí un signo que me ha indicado de dónde procede el agua viva que necesitamos —el agua que nos purifica y da la vida—, y un signo de cómo deberíamos ser: con todo el saber y todas las capacidades, que son necesarias, no debemos perder (...) la mirada simple del corazón, capaz de ver lo esencial; debemos rogar al Señor para que podamos conservar siempre la humildad que permite al corazón ver lo que es simple y esencial, la belleza y la bondad de Dios, y encontrar así el manantial del que brota el agua que da la vida y purifica”. El Papa recordó a continuación que Benedicto José Labre, que vivió en el siglo XVIII, “fue un santo un tanto particular que, mendigando, peregrinó de un santuario a otro y no quiso hacer otra cosa que rezar, y con ello dar testimonio de lo que cuenta de verdad en esta vida: Dios. (…) Nos muestra que (…) más allá de lo que puede haber en este mundo, más allá de nuestras necesidades y capacidades, lo esencial, es conocer a Dios. Él solo basta”. La vida del santo, que recorrió toda Europa viajando santuario en santuario, “hace evidente que quien se abre a Dios no se aleja del mundo y de los hombres, sino que encuentra hermanos; (…) solo Dios puede eliminar las fronteras, porque gracias a Él somos todos hermanos”. “Por último —continuó Benedicto XVI— está el Misterio Pascual. El día en que nací, gracias a la atención de mis padres, renací también en el agua y en el Espíritu (...) La vida biológica de por sí es un don, y sin embargo está rodeada por una gran pregunta. Se convierte en un don verdadero sólo si, junto con ella,

Nuevos Doctores de la Iglesia Santa Hildegarda de Bingen y San Juan de Ávila

El Papa ha autorizado a la Congregación de las Causas de los Santos promulgar 17 nuevos Decretos, entre los que se encuentran el reconocimiento oficial de santidad de la monja alemana Hildegarda de Bingen y las virtudes heroicas de un sacerdote y una religiosa españoles, que fundaron dos Congregaciones, a finales del siglo XIX. En la audiencia de Benedicto XVI al cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, el 10 de mayo pasado, el Papa extendió a la Iglesia universal el culto litúrgico en honor de santa

Hildegarda de Bingen, «inscribiéndola en el Catálogo de los santos», lo que supone una declaración formal equivalente a una canonización. Además, será declarada Doctora de la Iglesia el próximo 7 de octubre junto a san Juan de Ávila. (Cfr. HUMANITAS 66, 2012) Si bien los Papas habían permitido en Alemania el culto de santa Hildegarda (Cfr. HUMANITAS 42, 2006) ,perteneciente a la Orden de San Benito, que nació en 1089 y murió en 1179, la mística —famosa por sus visiones y profecías— nunca había sido propiamente canonizada, porque el proceso abierto medio siglo después de su muerte fue interrumpido. Benedicto XVI, que la ha citado en varias ocasiones y dedicó a su figura dos catequesis de sus audiencias

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hay una promesa que es más fuerte que cualquier desventura que nos amenace, si se sumerge en una fuerza que asegura que es bueno ser hombre, que para esta persona es un bien cualquier cosa que el futuro traiga. Por lo tanto, al nacimiento se asocia el renacimiento, la certeza de que, en verdad, es bueno existir, porque la promesa es más fuerte que la amenaza. Este es el sentido de la regeneración por el agua y el Espíritu (…) Ahora, el renacimiento se nos da en el bautismo, pero tenemos que seguir creciendo en la fe, tenemos que seguir dejándonos sumergir en la promesa de Dios para nacer realmente de nuevo en la grande y nueva familia de Dios, que es más fuerte que todas las debilidades y todas las potencias negativas que nos amenazan”. “El día que me bautizaron (…) era Sábado Santo. Entonces se solía anticipar la Vigilia Pascual a la mañana, a la que habría seguido todavía la oscuridad del Sábado Santo sin el Aleluya. Me parece que esta singular paradoja, esta anticipación singular de la luz en un día oscuro, puede ser casi una imagen de la historia de nuestros tiempos. Por un lado, todavía permanecen el silencio de Dios y su ausencia; pero en la resurrección de Cristo está ya la anticipación del ‘sí’ de Dios; y, basándonos en esta anticipación, vivimos y a través del silencio de Dios, escuchamos su palabra, y por medio de la oscuridad de su ausencia entrevemos su luz. La anticipación de la resurrección en medio de una historia que evoluciona es la fuerza que nos muestra el camino y que nos ayuda a seguir adelante”. “Me encuentro en la recta final del viaje de mi vida y no sé qué me espera —concluyó el Papa—. Sé, sin embargo, que la luz de Dios existe, que Él ha resucitado, que su luz es más fuerte que cualquier oscuridad; que la bondad de Dios es más fuerte que cualquier mal de este mundo. Y esto me ayuda a seguir adelante con seguridad. Esto nos ayuda a seguir adelante, y en esta hora doy las gracias a todos aquellos que constantemente me hacen sentir el ‘sí’ de Dios a través de su fe”.

generales, define a Hildegarda como una «importante figura femenina de la Edad Media, que se caracterizó por su sabiduría espiritual y santidad de vida», cuyas «visiones místicas se parecen a las de los profetas del Antiguo Testamento: al expresarse con las categorías culturales y religiosas de su tiempo, interpretaba a la luz de Dios las Sagradas Escrituras, aplicándolas a las circunstancias de la vida». Volumen 29 Anuario de Historia de la Iglesia en Chile

En abril pasado, en la Facultad de Historia, Geografía y Ciencias Políticas, Instituto de Historia de la Pontificia

Universidad Católica de Chile, se realizó la presentación del volumen 29 del Anuario de Historia de la Iglesia en Chile, publicación del Seminario Pontificio Mayor del Arzobispado de Santiago con los aportes de la Sociedad de Historia de la Iglesia en Chile. La presentación fue realizada por Monseñor Fernando Ramos, rector del Seminario Pontificio Mayor de los Santos Ángeles Custodios, y participaron en ella Juan Ricardo Kouyoumdjian, Secretario Académico del Instituto de Historia; Fernando Aliaga, presidente de la Sociedad de Historia de la Iglesia en Chile, y María José Castillo, Secretaria General de la misma institución. Estuvieron presentes en el acto varios de los socios activos, además de investigadores y amantes de la historia.

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Muestra itinerante La Túnica Santa

Arte religioso «Siete Palabras, El Divino Descubrir del Arte»

Miles de peregrinos acudieron en mayo pasado, a la ca-

El Arzobispado de Santiago y la Municipalidad de Pro-

tedral de Tréveris (Alemania), con motivo del V centenario de la primera ostensión pública de la Túnica Santa. Dicha túnica es la que Jesús habría usado antes de la crucifixión y que, como se lee en el evangelio de San Juan, los soldados romanos echaron a suertes. Según la tradición, esa túnica llegó a manos de la emperatriz Elena, madre de Constantino el Grande, que la habría entregado al arzobispo de Tréveris, san Agricio. Los fieles pudieron ver la reliquia, por primera vez, en el año 1512, gracias al emperador Maximiliano I, que pidió al entonces arzobispo Richard von Greiffenklau que la mostrase al público. La última vez que fue expuesta fue en 1996. El 13 de abril, con motivo del inicio de la peregrinación — que duró hasta el 13 de mayo—, el Papa Benedicto XVI envió un mensaje al actual obispo de Tréveris, monseñor Stephan Ackermann. El Santo Padre recuerda que el evangelio de San Juan nos dice que la túnica era de una sola pieza; por eso, los soldados no quisieron rasgarla, y la echaron a suertes. «Los Padres de la Iglesia —escribe el Papa— ven en este hecho la unidad de la Iglesia, fundada como comunidad única e indivisible del amor de Cristo. El amor del Salvador une lo que está dividido. [...] La túnica, además, está tejida enteramente de arriba a abajo. Ésta también es una imagen de la Iglesia, que no vive gracias a sus propias fuerzas, sino a la acción de Dios».

videncia, en días previos a la celebración de Semana Santa, presentaron el proyecto «Siete Palabras. El Divino Descubrir del Arte», en el Parque Santa María, ubicado en Av. Santa María frente a la Plaza de la India. Esta muestra representa a siete bastidores en forma de cruz, de 3,5 metros de altura, que fueron pintados por siete artistas con las últimas siete palabras de Jesucristo. Los artistas y su inspiración o frase asignada fueron: Roberto Di Girólamo (Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen); Ernesto Barreda (De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso); Gerardo Zenteno (Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre); Manuel Antonio Aguirre (Dios mío, Dios mío porque me has abandonado); Maya de Rodt (Tengo Sed); Claudio Di Girólamo (Todo está consumado); y Concepción Balmes (Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu). En la ceremonia de inauguración, estuvieron presentes entre otros, Monseñor Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago, y Cristián Labbé, alcalde de Providencia, además de más de 100 niños de la Fundación Regazo, quienes pintaron y dibujaron en torno al sentido de Semana Santa. Finalizada la exposición, las obras se presentarán a modo de peregrinación por distintas capitales del país, para quedar finalmente instaladas a un costado y a los pies de la Virgen del Santuario de la Inmaculada Concepción del cerro San Cristóbal.

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La cicatrización complicada de un cisma Las heridas nunca son fáciles de cicatrizar. Y la cicatrización del cisma provocado, el 2 de julio de 1988, por el arzobispo Marcel Lefebvre, quien ordenó sin el permiso del Papa a cuatro obispos, se está convirtiendo en una de las misiones más complicadas para Benedicto XVI.

La cuestión de fondo, en cierto sentido, es bastante sencilla. Los sucesores de monseñor Lefebvre, unidos en la Fraternidad de San Pío X, con pocas decenas de miles de fieles esparcidos por el mundo, se niegan a aceptar conclusiones del Concilio Vaticano II, celebrado, en cuatro sesiones, entre 1962 y 1965. El problema no es su amor por la liturgia en latín, precedente al Concilio Vaticano II, algo ya superado, pues el Papa Benedicto XVI la ha reconocido para las comunidades que pidan su celebración en el seno de la Iglesia católica. La cuestión de fondo es que sucesores de monseñor Lefebvre rechazan, con frecuencia, conclusiones conciliares como el ecumenismo (el diálogo con las demás confesiones cristianas en búsqueda de la unidad plena), el diálogo interreligioso y la misma libertad religiosa. Sin embargo, la perseverancia del Papa está dando sus frutos. Para que puedan regresar a la comunión plena con la Iglesia católica, el Santo Padre ha pedido a los obispos de la Hermandad Sacerdotal San Pío X que firmen un documento en el que, reconociendo que los documentos del Vaticano II tienen un margen de interpretación, sin embargo su magisterio forma parte del magisterio de la Iglesia. Este documento, que no se ha hecho todavía público, ha suscitado reacciones diferentes entre los sucesores de monseñor Lefebvre. El obispo Bernard Fellay, Superior de la Fraternidad de San Pío X, tras pacientes reuniones con la Santa Sede, ha anunciado que está dispuesto a firmar el documento que superaría la división. El 11 de mayo, en una entrevista en vídeo, concedida en la sede de su Seminario en Écône (Suiza), monseñor Fellay ha anunciado su disposición para regresar a la Iglesia: «Personalmente me hubiera gustado esperar para ver las cosas de una manera más clara. Pero sí estoy dispuesto, si el Santo Padre considera que debe suceder ahora. Si este reconocimiento tiene lugar, se debe gracias a él y sólo gracias a él». Sin embargo, los otros tres obispos que, junto a Fellay, fueron consagrados ilícitamente, entre quienes se encuentra el polémico Richard Williamson, autor de un escándalo mundial por su negación del Holocausto judío, no parecen compartir esta decisión. Los tres enviaron una carta a monseñor Fellay para prevenirle y evitar la reconciliación con Roma. Ante esta situación, el 16 de mayo tuvo lugar, en el Vaticano, una reunión de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la que se estableció que la reconciliación no tendrá lugar en bloque, sino que se realizará teniendo en cuenta lo que piensa cada uno de los obispos. Cada uno de ellos tendrá que decidir si acepta el magisterio de la Iglesia y regresar a la plena comunión. El cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en una declaración concedida a la agencia Rome Reports, ha dicho: «No podemos ser católicos y no aceptar el Concilio Vaticano II, o el Magisterio de la Iglesia católica, nacido después del Concilio Vaticano II». La Santa Sede ha propuesto a los sucesores de Lefebvre ser acogidos por una institución jurídica, que puede ser una Prelatura (una diócesis sin territorio geográfico), para que puedan mantener, dentro de la Iglesia, su propia tradición e identidad. Según la nueva disposición, corresponderá a cada uno de los obispos decidir si aceptan pasar a esta realidad, tras aceptar el magisterio de la Iglesia católica. La solución sería similar a la que el Papa adoptó para los anglicanos que quieren regresar a la comunión con la Iglesia católica, siendo acogidos por un Ordinariato (institución parecida a una Prelatura). Con ello, se deja claro que la reconciliación es una decisión personal, y no simplemente una decisión de grupo. Fe y razón, una vez más, es el criterio aplicado por este Pontífice en su gobierno. JESÚS COLINA

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Mons. Bruno Forte

Entre ateos y creyentes, el camino del pensamiento

“Sólo hay dos opciones: la de quienes viven el sufrimiento de la búsqueda y la de quienes ya no piensan. Por lo tanto, debemos encontrarnos [con los ateos] en el terreno de la reflexión. De lo contrario, también el cristiano transforma la fe en ideología”, señala el teólogo y arzobispo de Chieti-Vasto, Mons. Bruno Forte, en “Una teologia per la vita” (Una teología para la vida), libro-entrevista de Marco Roncalli. Seleccionamos algunas preguntas: —¿Quién es el verdadero ateo, en su opinión? ¿Es el agnóstico? —No es ciertamente el que dice con displicencia no creer en Dios, el que es indiferente tout court, sino aquel que piensa hasta el fondo en el drama de la fe, vive en estado de investigación y sufrimiento y denuncia el dolor de no creer… Cada experiencia no trivial del no creer es indisociable del infinito dolor de la ausencia, de un sentido de orfandad y abandono, como sólo la muerte de Dios puede producir en el corazón del hombre, en la historia del mundo. Por lo tanto, el ser pensante es a su manera un creyente en ciertos aspectos, aun cuando no confiese una fe; es al menos una persona que está más cerca de ser un creyente de lo que ella misma piensa… En suma, es alguien que no niega a Dios con presunción, sino que experimenta con dolor su ausencia. Agnóstico es quien piensa no poder conocer a Dios, no poder decir nada sobre el misterio. En sí mismo, el ateísmo implica una negación más radical. Precisamente por eso pienso que no puede existir. Después del pensamiento débil, con su visión de un ser que no es, pero ocurre, siempre extendido en el abismo de la nada, después de la crisis de las ideologías, considero difícil negar a Dios, al menos sustraerse al desafío del misterio. Si se quiere, también el creyente es un agnóstico, alguien a quien ciertamente no le basta la “gnosis” vulgar de las soluciones baratas del problema más elevado… Todos estamos en una búsqueda hacia el Misterio que nos sobrepasa. En el interior del creer o no creer hay dos actitudes radicales posibles: aquella del que piensa, plantea verdaderas interrogantes y vive el sufrimiento de la búsqueda, y aquella del que ya no piensa. Creo entonces que debemos encontrarnos en el pensar, aun cuando esto implica cansancio o sufrimiento… De lo contrario, el creyente se convierte en una especie de ateo, cuando, por ejemplo, transforma su fe en una especie de ideología, sin vivir la inquietud sufriente y apasionada de una búsqueda, de una lucha propiamente tal con Dios. Precisamente por esto, siendo o no creyentes, siempre estamos bajo el umbral.

33 edición del Meeting de Rimini “La naturaleza del hombre es la relación con el infinito”

L a 33 edición del Meeting de la amistad entre los pueblos, el encuentro anual organizado por Comunión y Liberación que este año se realizará del 19 al 25 de agosto en la ciudad balnearia italiana de Rimini, este año lleva el título “La naturaleza del hombre es la relación con el infinito”. “Testimoniar que se puede ser verdadero hombre en cualquier circunstancia, este es el desafío —indican los organizadores—, especialmente en este período de crisis en el que no sólo parece que todo se derrumba, sino más aún que es difícil levantarse”.

Este año el encuentro dedicará también un espacio a una muestra sobre el bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos, más allá de la visión oficial de los hechos, que las pone como hija de la Revolución Francesa. Partiendo para ello del deseo de sus protagonistas de una novedad capaz de cambiar el mundo, chocándose con el límite y la desproporción que la realidad les imponía. Una ocasión para redescubrir la propia historia y tradición, con una pregunta: ¿Cuáles son los fundamentos a partir de los cuales debemos enfrentar el presente? El meeting que fue presentado en la embajada de Italia ante la Santa Sede, contó entre sus oradores con el cardenal argentino Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales. “Como siempre a partir del título, el meeting captura

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—Siempre bajo el umbral, pero también siempre en la misma balsa de la condición humana, que aparentemente, si uno no cree, se estrella contra la orilla de la muerte. Esto significa dolor cada vez que atañe a alguien que uno ha amado… —Sí, pero en realidad sólo con una mirada inmediata, superficial. Ciertamente, no niego la pregunta sobre el dolor. Sin la muerte, no existiría el pensamiento, la vida, la vida del pensamiento, la dignidad del vivir. Es la muerte la que deja abierta la necesidad de sentido. Y es el dolor lo que revela la vida a sí misma más vigorosamente Cristo expulsa a los mercaderes del templo, óleo sobre tela, que la muerte: la aventura humana re- El Greco (1541-1614). side enteramente en admitir el carácter trágico de la muerte, no huyendo de ella, no exorcizándola ni ocultándola. Reconocerla no significa solamente aprender a morir, sino luchar por dar sentido a la vida, a la belleza de existir. Como decía Maritain, es preciso reconocernos “mendigos del cielo”, buscando gestos y palabras que venzan aquello que parece ser el último horizonte. Por eso, la condición del ser humano es la del peregrino, siempre en viaje, en búsqueda de una patria lejana, que tiene en el corazón la nostalgia de un Más Allá. Nuestra época parece vivir a veces con la ilusión de metas alcanzadas, en la saciedad del día, en el cumplimiento de los propios recorridos: en esto reside la “enfermedad mortal”. Estás muerto cuando tu corazón ya no vive la inquietud y la pasión del preguntar. Y esto vale también para el camino de Dios: en la experiencia del encuentro con Él, la gran tentación es detener la vida… Cuando ya no se tiene el deseo de buscar, uno se aleja de Dios. Y éste es el sentido más profundo de la ley de la Cruz.

la curiosidad interna que está radicada en el espíritu humano –indicó Sandri– y que testimonia el núcleo religioso constitutivo de nuestro ser”. El título: “La naturaleza del hombre y su relación con el infinito —añadió el cardenal— que está tomado del primer capítulo del libro ‘El sentido religioso’ de Luis Giussani, fundador de Comunión y Liberación, es una afirmación clara y convencida, no una duda, y por esto abre la mirada y el pensamiento que casi suena escandaloso en relación con el relativismo típico de nuestros días”. Y subrayó que “el hombre y su relación con el infinito, esta es su identidad y su relación con la historia, así como la meta final que le espera más allá del tiempo y del espacio. Porque si bien el tiempo y el espacio son naturales al hombre, su verdadera naturaleza es lo infinito que lo

abre a lo eterno”. Y porque “lo Eterno tomó un rostro, y en la revelación cristiana se hizo evento, y Persona con una naturaleza indivisiblemente divina y humana”. Si bien indicó que el hombre cuando profesa una fe, encuentra un dilema, pues la conciencia ve certezas que no explican todo e incertezas que no pueden considerarse ni probadas y absolutas. Por ello indicó que el meeting invita como una voz profética a la conversión personal y comunitaria. Y agradeció también el apoyo del Meeting de Rimini con su horizonte internacional y perspectiva universal que indica bien cómo en la Iglesia la catolicidad es esencial. Y el apoyo al diálogo ecuménico que nunca faltó en el encuentro y la ayuda que ha dado para sostener a las Iglesias Orientales.

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Una conversación entre Grünewald y Abdessemed

Bautizada con el título Décor, la obra de Adel Abdessemed, recientemente expuesta en Nueva York y adquirida en dos millones de euros por François Pinault, ha sido prestada por el coleccionista al museo Unterlinden de Colmar, hasta el 16 de septiembre, con ocasión del 500 aniversario del muy famoso retablo d’Issenheim, obra de Grünewald. La operación fue llevada a cabo por Jean-Jacques Aillagon, ex ministro de Cultura francés, que pidió este favor al mecenas. Adel Abdessemed tuvo un encuentro con el Cristo de Grünewald en 1995, un año después de haber abandonado Algeria. Entumido de frío llegó “a dedo” desde Lyon a Colmar un día de nieve y neblina, cuenta él todavía conmovido: “yo era como un invisible, completamente desesperado, permanecí por un largo tiempo (frente al la obra de Grünewald) y ella me recargó. El grito es lo esencial de mi trabajo. Yo vengo del sur, el sol ha quemado mis palabras”. Con los ojos húmedos en frente de este Cristo, François Pinault no se calla. “Cuando yo vi esta obra de Abdessemed, me quedé sin voz, es una obra maestra del arte del siglo XXI. Lo que me impactó es el sufrimiento que Abdessemed lleva en sí, este ardor de energía, de angustia permanente. Su voluntad de avanzar, el soporte en la confrontación con Grünewald, él se sostiene sólo y por sí mismo. Es el sufrimiento de un hombre, de los hombres de hoy”. Este es el mensaje que el coleccionista quiso expresar.

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Vigencia del ideal universitario Con motivo de su nombramiento en abril pasado, como Profesor Emérito de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el ex rector de esta casa de estudios Dr. Pedro Pablo Rosso, expuso algunos lineamientos que rescatan el sentido genuino de este concepto en la cultura occidental. No se trata de revertir la historia, sino de rescatar el sentido genuino de universidad.

Existe un ideal que, con distintos acentos, busca encarnar los grandes proyectos de universidad propuestos en los últimos siglos: la universidad científica, concebida por Von Humboldt; la universidad humanista, imaginada por el cardenal Newman; la universidad constructora de cultura, de Ortega y Gasset; la universidad que cultiva un saber unitario, de Karl Jaspers; la universidad al servicio de la verdad, de Romano Guardini, y, más recientemente, la universidad forjadora de un nuevo humanismo, propuesta por Juan Pablo II. ¿En qué medida ese ideal universitario mantiene su vigencia? Esa es la pregunta que plantean los enormes cambios que han experimentado los sistemas universitarios del mundo durante las últimas décadas. Me refiero a la masificación de los mismos debido a la creación de una multitud de nuevas instituciones universitarias, muchas de ellas concebidas primariamente como empresas. Aunque estas universidades han permitido dar respuesta a una gran demanda insatisfecha por estudios superiores, contribuyendo así a «democratizar» los sistemas universitarios, es evidente que, en la mayoría de los casos, sus sostenedores han actuado con pocos miramientos por la calidad de esos proyectos educativos. Actuando por presencia, puesto que en muchos países en vías de desarrollo representan un alto porcentaje de la oferta de educación terciaria, estos nuevos actores están legitimando socialmente un nuevo modelo universitario, aquel centrado, casi exclusivamente, en la formación de profesionales. En efecto, ya sea por falta de capacidad académica o por conveniencia económica, en estas universidades no se realiza o tiene escasa presencia la investigación, una actividad que debiera ser medular en una institución que se dice universitaria. En uno de sus «Tres escritos sobre la universidad», Guardini, en aparente alusión al «otro mundo» platónico del Fedón, afirma que la institución universitaria que renuncia a la investigación se cierra al ámbito supravital, permanente y luminoso de lo trascendente. Con ello desvirtúa lo que debiera ser su principal finalidad. En sus palabras: «Se transforma en una escuela profesional, que ciertamente tiene un significado práctico, pero que carece de un significado espiritualmente esencial». Obviamente, adentrarse en un tema con tantas facetas, como la naturaleza y fin de la universidad, excede los propósitos de este acto. En consecuencia, me limitaré a compartir con ustedes mi preocupación por el hecho de que la aceptación social que está alcanzando el nuevo modelo ha debilitado y menoscabado el ideal universitario tradicional, erosionando sus valores. Siguiendo el análisis de Guardini, eso me lleva a plantear que la crisis que afecta al sistema universitario de nuestro país no es simplemente consecuencia de un problema estructural, como suponen algunos, sino que se trata de algo más profundo, verdaderamente de tipo existencial. Ha comenzado a eclipsarse el sentido original del ser y del quehacer universitario. Lamentablemente, lo mismo ocurre en muchos otros países con escasa tradición académica. Prueba de lo que afirmo es la prevalencia en nuestra cultura de una mirada utilitarista, que concibe a la educación superior como mero commodity y a la universidad como una fábrica de profesionales y «capital

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humano avanzado», o que sólo valora la investigación universitaria que conduce a la innovación competitiva. No faltan tampoco quienes consideran un gran avance la gravitación social del nuevo modelo universitario, porque habría puesto fin al «elitismo» académico de los sistemas. Finalmente, en el mismo plano de ideas, hay quienes pretenden usar la universidad como ariete para proyectarse políticamente, o la victimizan mediante huelgas y otras acciones, en aras de lograr ciertos beneficios estudiantiles. Al respecto, el hecho de que las movilizaciones y «tomas» sean ahora parte del «folclor universitario» nacional, sólo puede reflejar la imagen empobrecida o espuria de universidad que muchas instituciones ofrecen a sus estudiantes. En ese contexto, el debate sobre el futuro de nuestro sistema universitario, además de estar extremadamente ideologizado, resulta superficial, utilitario y cortoplacista. Por lo mismo, sostengo que para poder abordar adecuadamente los aspectos más problemáticos del sistema universitario chileno es necesario que primero calemos más hondo en nuestras reflexiones y nos preguntemos: ¿Qué es o debiera ser una universidad? ¿Qué instituciones deben llevar el nombre de tales? ¿Cuáles son las grandes metas morales, sociales, culturales y económicas que debieran ordenar la actividad universitaria de nuestro país? Son interrogantes equivalentes a la cuestión de «¿Para qué existe, está ahí y tiene que estar la Universidad?» planteada por Ortega y Gasset como el tema básico a dilucidar, previo a iniciar acciones tendientes a reformar la institución universitaria. Responder estas preguntas, idealmente alcanzar un consenso nacional sobre los diversos aspectos que ellas plantean, aportaría el marco conceptual, hoy ausente, a partir del cual podemos definir nuestras prioridades nacionales en el campo de la educación universitaria, sin confusión de medios y fines... No se trata de revertir la historia, sino de rescatar el sentido genuino de universidad y proclamar la vigencia de su misión e ideales, incluyendo la exigencia de calidad académica. Mientras tanto, las universidades que han nacido y se desarrollan orientadas por esos nobles ideales, que aspiran a ser las alma máter de sus estudiantes, sean añosas o jóvenes, tienen la responsabilidad de mantener encendidas las luces de la auténtica Universidad, aquella fiel a sus fuentes platónicas: la búsqueda de la verdad, el bien y la belleza.

Vía Crucis Más grande del mundo de tamaño natural

En la Plaza de la Constitución, frente al Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, se presentó en abril pasado el Vía Crucis considerado el más grande del mundo en tamaño natural. La muestra, conformada por cincuenta y tres estatuas de 2 a 2,20 metros de altura y once cruces de tres metros y medio, con la representación de las escenas que recuerdan las quince estaciones de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, fueron encargadas por la Municipalidad de Coquimbo y la Fundación Cruz del Tercer Milenio, en Italia. La elaboración del Vía Crucis se inició en 2002, y los artistas a cargo usaron más de 33 toneladas de cobre en las obras. La muestra fue bendecida por Benedicto XVI y se mantuvo en exhibición por una larga temporada en Roma, en la Vía de la Conciliación, calle que conduce al Vaticano.

Actualmente este Vía Crucis se encuentra en Coquimbo, ciudad en que dará vida a un parque espiritual que se construirá alrededor del monumento Cruz del Tercer Milenio, en el cual se instalarán las imágenes.

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Nigeria Los católicos no tienen derechos humanos

Cristianos quemados vivos en Nigeria. Un holocausto monstruoso. (Fotografía enviada por el departamento de comunicaciones de la Diócesis de Talca, Chile)

Aunque asustados y enfadados, los cristianos de Nigeria deben resistir los llamamientos a vengarse contra los extremistas que realizan atentados con bombas en sus iglesias, afirman los obispos católicos. En declaraciones a la fundación católica Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), el arzobispo de la capital Abuja, monseñor John Onaiyekan, y el obispo Martin Igwe Uzoukwu, de la cercana Minna, hicieron un llamamiento al gobierno para que detenga la violencia. Los obispos hicieron estas declaraciones después que los jefes de seguridad del gobierno advirtieran de otra oleada de explosiones con bomba suicidas, tras los estallidos del pasado domingo 17 de junio en tres iglesias de Kaduna, que causaron más de 30 muertos. El atentado a la Iglesia pentecostal Shalom, en Kaduna ―en la tensa línea divisoria entre el norte y el sur― provocó una venganza violenta de cristianos en la que murieron 11 musulmanes, y dos mezquitas fueron objeto de ataques, una quemada hasta los cimientos. Comentando estas venganzas en una entrevista a AIN, el arzobispo John Onaiyekan habló sobre la creciente impaciencia de la comunidad cristiana ante la violencia. Dijo: “Se está haciendo cada vez más difícil

predicar paz y llamar a la calma. Es más fácil tocar los tambores de guerra. Cada vez más gente dice que al menos debemos luchar si siguen atacándonos. Pero esta es una actitud muy preocupante y no una solución práctica al problema. Los musulmanes que fueron asesinados en Kaduna eran de un enclave musulmán y eran inocentes”. Tanto él como el obispo Igwe citaron pasajes evangélicos mostrando la oposición de Cristo a la violencia. El obispo Igwe dijo: “Estoy diciendo a mi gente que conserve la calma. Dos errores no hacen algo correcto”. Los obispos hicieron los comentarios después que el papa Benedicto XVI, en la audiencia general del miércoles, dijera: “Es mi esperanza que los diversos componentes de la sociedad nigeriana colaboren de manera que no emprendan el camino de la venganza”. El arzobispo Onaiyekan habló de los problemas de seguridad por una ausencia de inteligencia sobre los grupos terroristas y añadió que ha llamado a las comunidades musulmanas a que ayuden a infiltrarse en sus estructuras y extirpar a sus líderes. Incluso fue más allá diciendo que el gobierno debería pedir a los musulmanes que ayuden a “infiltrarse” en grupos terroristas.

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Condenando la actuación del gobierno en la lucha contra la violencia, el arzobispo Onaiyekan dijo: “El gobierno es débil, no puede combatir el problema de modo serio. Lo que tenemos ante nosotros es un débil gobierno que no puede proteger a su pueblo”. El obispo Igwe llamó a los cristianos de todo el mundo a hacer presión ante sus gobiernos para que adviertan a la administración del presidente Jonathan de que detenga la violencia. Dijo: “Los cristianos no sólo en Nigeria sino en todas partes no deberían permanecer callados. El silencio sugeriría que ellos aprueban la violencia. Si quieren dejar claro que no la aprueban, deberían hablar”. En una crítica implícita al manejo de la crisis por parte del gobierno, el obispo Igwe dijo: “Si tenemos que morir por Cristo, moriremos por Cristo, ¿pero por qué deberíamos vernos forzados a hacer esta elección?”. Cardenal Jozsef Mindszenty Hungría: rehabilitación legal, moral y política

el Tribunal Popular de Budapest contra el Cardenal József Mindszenty, que lo acusó de alta traición. Mediante la Ley N º XXVI. de 1990, el Parlamento ordenó la reparación de dicho proceso-farsa y, por lo tanto, de la condenación ilegítima. La ordenanza actual concluye oficialmente el proceso de revisión, al mismo tiempo que declara la plena rehabilitación legal, moral y política del cardenal József Mindszenty. El Cardenal Péter Erdö afirmó que este es “el fin de una larga historia, llena de sufrimiento”, que “contribuirá al conocimiento de la verdad de nuestro pasado, a la restauración espiritual y a la elevación moral de nuestro pueblo.” “Esta decisión —concluyó el purpurado— demuestra claramente que nuestra legislación ha roto con la pesada herencia de los juicios-farsa y se compromete seriamente con hacer valer las exigencias fundamentales y humanas de la justicia”. Día del “Niño por Nacer” en Perú Más de 50 mil personas marcharon por Lima, Piura y Cuzco

Alrededor de 36.000 personas de Lima y Callao se dieron

El sitio web de la arquidiócesis de Esztergom-Budapest informó de la plena rehabilitación legal, moral y política del cardenal Jozsef Mindszenty. El proceso de rehabilitación del Siervo de Dios, el cardenal Mindszenty, se concluyó oficialmente por solicitud de su sucesor, el cardenal Péter Erdö, por orden del Fiscal General. A finales de 1989, el Fiscal General había ordenado la revisión del proceso N º IX. 254/1949, instruido por

cita para celebrar los 10 años de la Ley 27654 que declara en Perú el 25 de marzo como el Día Niño por Nacer y 17 años de la Encíclica Evangelium Vitae, dada en el año 17 del Pontificado del Beato Juan Pablo II, en la Avenida Juan Pablo II. Participaron delegaciones de más de 50 Colegios y 5 universidades, además de delegaciones de parroquias de las diócesis del Callao, Carabayllo y Lima, que asistieron junto con sus Obispos, monseñores Del Palacio, Lino Paniza y Adriano Pacífico Tomasi, respectivamente. Asimismo, estuvieron presentes representantes de los principales movimientos católicos del país. El discurso de orden estuvo a cargo del ex Premier y principal promotor de la Ley, Dr. Luis Solari de la Fuente, quien se refirió a la importancia de amar y proteger la vida de toda persona humana desde la concepción hasta la muerte natural, a la vez que alertó contra las estrategias que buscan despenalizar el aborto con el pretexto de “Reglamentar el Aborto Terapéutico”. En Piura, miles de pancartas, globos de colores y pañuelos prepararon el ambiente de celebración que congregó a madres gestantes, niños, jóvenes, familias, ins-

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tituciones educativas, autoridades civiles y militares, fieles católicos y personas de buena voluntad de la ciudad, quienes desde temprano se congregaron en los alrededores del Atrio de la Basílica Catedral para participar en la Santa Misa presidida por Monseñor José Antonio Eguren, S.C.V., concelebrada por sacerdotes de la Arquidiócesis, y en la que estuvieron presentes autoridades civiles y militares. Monseñor Eguren señaló que la vida humana desde su inicio hasta su término con la muerte natural “tiene un valor sagrado y cada ser humano tiene derecho a ver respetado totalmente este bien primero suyo”. Asimismo, aseguró que si hoy permitimos que el crimen del aborto se legalice en el Perú “mañana aberraciones como el terrorismo, la violencia contra la mujer, el infanticidio, el desprecio de los ancianos y los discapacitados con la eutanasia, la clonación, etc., se pueden terminar aprobando. O se defiende la vida de una manera absoluta desde la concepción o la cultura de la muerte nos destruirá. Y es que si negamos el derecho a la vida desde su origen, después podemos hacer de cualquier persona algo utilizable a nuestro capricho y conveniencia y tomar decisiones sobre su vida a nuestro antojo y parecer”. Monseñor Eguren pidió a los responsables de la política, de la economía y de los medios de comunicación social hacer “todo cuanto esté dentro de sus posibilidades para promover una cultura siempre respetuosa de la vida humana. Que todos, por grande o pequeña que sea nuestra responsabilidad, seamos valientes a la hora de rechazar cualquier intento por legalizar el crimen del aborto en el Perú y despertemos en los demás, especialmente en los jóvenes y en los esposos, el respeto y la generosa acogida de toda vida humana naciente, viendo en el fruto del vientre materno la admirable obra del Creador”.

Beatas norteamericanas Benedicto XVI recuerda próxima canonización

El Papa Benedicto XVI recordó la próxima canonización de las beatas Catalina Tekakwitha, que se convertirá en la primera santa de la tribu piel roja, y Marianne Cope, y destacó el importante papel desempeñado por la mujer en la Iglesia. Al recibir a cerca de 120 miembros de Papal Foundation, asociación caritativa estadounidense que peregrinan a Roma cada año, el Santo Padre señaló que ambas beatas “nos recuerdan el papel histórico desempeñado por la mujer en la edificación de la Iglesia en América”. El Papa Benedicto XVI señaló que tanto la Beata Catalina Tekakwitha como la Beata Marianne Cope “son ejemplos de santidad y de heroica caridad”. “Que con su ejemplo y su intercesión, todos puedan ser confirmados en la búsqueda de la santidad y en sus esfuerzos para contribuir al crecimiento del Reino de Dios en los corazones de la gente de hoy”, expresó. Benedicto XVI, quien también destacó la misión de Papal Foundation, instituida en Filadelfia (Estados Unidos) en 1990. “Me alegra tener esta oportunidad, para agradecerles personalmente por su ayuda, en la amplia variedad de apostolados que están en el corazón del Sucesor de Pedro”. El Papa les pidió que en este tiempo “sigan rezando por las necesidades de la Iglesia universal y, en especial, por la libertad de los cristianos de proclamar el Evangelio, llevando su luz a los apremiantes problemas morales de nuestro tiempo”.

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Iquique Escultura de la Virgen más grande de Chile

Una gran escultura de la Santísima Virgen María será emplazada próximamente en el nuevo Parque Histórico y Cultural de Punta Gruesa. Este nuevo espacio está emplazado en un terreno de 8 ha y 4.500 m² de construcción, que incluye un museo destinado a la tradición mariana y a los bailes religiosos del norte de Chile. La imagen dedicada a la Virgen del Carmen, patrona de Chile, estará orientada hacia la ciudad de Iquique y medirá 18 m de alto, con lo que superará en altura a la Virgen que corona el Santuario de la Inmaculada Concepción del cerro San Cristóbal, en Santiago. Esta última, inaugurada en 1908, tiene una altura de 14 m y se levanta sobre un pedestal de 8,3 m. La pieza fue trabajada en arcilla por un equipo de cinco artistas, además del escultor peruano Fredy Luque Sonco, y un historiador del arte del Museo de Arte Contemporáneo de Arequipa. Para llegar a la pieza final el artista diseñó la maqueta, a escala humana, tomando todos los antecedentes históricos, culturales, artísticos (registro fotográfico) y elementos estéticos que conforman la imagen religiosa del monumento. Junto al impresionante trabajo escultórico, Fredy Luque desarrolló una valiosa técnica de composición a partir de estructuras internas que van articulando las formas para generar la naturalidad en la obra, principalmente en el retrato de la Virgen y de su Hijo que con ternura sostiene en sus brazos, añadiendo perfección al movimiento de articulaciones y en el detalle de la vestimenta. Este proyecto Bicentenario fue impulsado y desarrollado por la Municipalidad de Iquique como un homenaje de esta ciudad nortina a la historia religiosa y cultural que une a nuestro país con la Patrona de Chile.

A partir de agosto se podrá visitar la nueva imagen de la Virgen.

Canadá Dos obispos anglicanos solicitaron su entrada en la iglesia católica

En abril pasado, en la fiesta litúrgica de la Divina Misericordia, los obispos anglicanos canadienses, Peter Wilkinson y Carl Reid, solicitaron su admisión en la plena comunión con la Iglesia Católica. A los dos líderes religiosos hay que añadir a dos ministros anglicanos y un diácono, al igual que una parte de los fieles de sus comunidades en las ciudades de Ottawa y Victoria. En una entrevista a Radio Vaticano, el arzobispo de Ottawa, monseñor Terrence Prendergast, expresó que “este es el feliz desenlace de un proceso de acercamiento comenzado hace varios años”. “Respondimos a un llamamiento de un grupo de anglicanos que deseaban estar en comunión completa con la Iglesia —explicó monseñor Prendergast—. Es un grupo pequeño, pero significativo”. El arzobispo calificó este hecho como un ejemplo de fortalecimiento de la unidad y “un signo positivo para otros”. Explicó que estas comunidades recibirán el apoyo de sacerdotes católicos y estarán bajo una jurisdicción especial. Por el momento, estas comunidades no contarán con sacerdotes propios, mientras los ministros que pidieron ser admitidos al orden sacerdotal realizan estudios de teología y reciben la aprobación de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El arzobispo Prendergast también explicó que los católicos provenientes del anglicanismo pueden celebrar la Eucaristía celebrada con el rito especial admitido por la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetibus, o tomar parte en cualquiera de las celebraciones y comunidades católicas, según su conveniencia. De igual forma, las celebraciones de estas comunidades admitidas son válidas para todos los católicos, al encontrarse en plena comunión con el papa. La Eucaristía de la Divina Misericordia, celebrada para admitir formalmente a los obispos y sus comunidades dentro de la Iglesia, fue llevada a cabo bajo esta forma específica autorizada por la Santa Sede. “Aprendí a celebrar la Santa Misa en la tradición anglicana aprobada para este grupo”, comentó monseñor Prendergast, quien aclaró que es muy similar a una forma extraordinaria utilizada por la Iglesia Católica en ciertas ocasiones. “El sacerdote que trabajó con ellos aprendió esta liturgia también, y creo que esto los animará y confortará”, concluyó.

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17 años en el puente de Brooklyn

Esa cruz que ha vencido la fuerza de la costumbre

Diecisiete años. Desde hace diecisiete años la comunidad de Comunión y Liberación de Nueva York, el Viernes Santo, sigue la cruz de Jesús por el puente de Brooklyn. Desde los veinticinco que, con atrevimiento ingenuo, empezaron en el año 96 hasta los miles de hoy, Nueva York ha visto nacer y consolidarse una tradición. Un antiguo gesto de veneración y piedad popular que algunos de nosotros, desde niños, redescubrimos gracias a don Giussani, y que en estos años también Nueva York ha empezado a redescubrir. Cada año en este emblemático puente, la larga fila de peregrinos avanza como un río silencioso y recogido entre multitud de gente, turistas y transeúntes... alguno que otro se suma, alguno da las gracias, otros se quedan mirando sorprendidos o perplejos, pero nadie puede quedar indiferente. Diecisiete años. Después de diecisiete años, por primera vez, tanto el obispo de Brooklyn/Queens, Di Marzio, como el cardenal Manhattan/Bronx/Staten Island, Dolan, han estado con nosotros. Han querido estar presentes en St. James, la catedral de Brooklyn, lugar de reunión. Nos han acompañado con su bendición y nos han recordado que el camino del Viernes Santo representa el camino de la vida. Y que vivirlo en el corazón de nuestra ciudad es el testimonio de fe que la ciudad necesita. Diecisiete años, y cada año se nos dona algo nuevo, algo que casi nos obliga a estar vigilantes, a superar la tentación de la costumbre o del éxito del gesto. Siempre recordaré algo que me dijo Giussani en 2002, el primer año que llevamos la cruz a la Zona Cero. Aquel año nos reunimos, algo que nunca nos había sucedido antes, con miles de personas. Por teléfono, el «Giuss» respondía a mi excitación con gran contención, y me dijo: «No te preocupes por los números. Hace dos mil años, en un día como hoy, no eran tantos los que seguían a Jesús. Fue precisamente la fidelidad de aquellos pocos lo que hizo posible lo que ahora está sucediendo». Los «números»... es cierto que ver aquella riada de gente es algo que toca el corazón... no éramos más en St. James ni en St. Peter (la iglesia donde termina nuestra Way of the Cross). Ni más que en ese largo puente (1,8 kilómetros). Ciertamente, los números no importan, igual que no importan los diecisiete años, muchos para la vida de un hombre, nada para la historia de la humanidad. Lo que cuenta es que hoy yo haya seguido la cruz de Jesús. A mí, por la misteriosa historia de mi vida, me toca hacerlo una vez más en el Brooklyn Bridge. RIRO MANISCALCO Páginas Digital - Il Sussidiario

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Monseñor Martínez Camino:

«Dios nos pide a todos el martirio de la vida»

Miles de españoles tienen entre sus familiares algún mártir de la persecución religiosa de los años 30. Monseñor Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, es uno de esos españoles. En esta entrevista rescata el testimonio de estos testigos de la fe, modelo de vida también para todos nosotros hoy: «Dios pide a algunos el martirio de sangre, pero a todos el martirio de la vida», asegura. —Parece que, en los últimos años, coincidiendo con un mayor número de beatificaciones, se está prestando una mayor atención al testimonio de nuestros mártires. ¿A qué se debe este fenómeno? —La Iglesia siempre ha sido muy devota de sus mártires. Basta recordar las catacumbas de Roma o, aquí en España, el cuidado con que se veneró y se sigue venerando, por ejemplo, a san Fructuoso de Tarragona y sus diáconos, o a santa Eulalia de Mérida, de aquella misma época. En los mártires se realiza de modo eminente la vocación de todos los bautizados, que es la configuración con Cristo. Como el Señor, tampoco ellos han guardado nada para sí, porque todo lo tenían para el Padre Dios: han dado la vida por el amor mayor, sin temor alguno a las amenazas del mundo y sin sucumbir a sus engaños. No es extraño que también hoy prestemos la atención debida a esos extraordinarios testigos del Evangelio. —Pocos sabrán que, entre los cerca de 10.000 mártires de la persecución religiosa de los años 30, hay doce obispos... —La sangrienta persecución de los años treinta del siglo pasado en nuestra nación tuvo como objetivo la aniquilación de la Iglesia, por el exterminio de sus líderes y la destrucción de sus lugares de culto y de sus símbolos. Pero ni fue la mayor persecución de la Historia, ni tampoco una peculiaridad o una rareza de nuestra historia, como a veces se afirma errónea o ideológicamente. Fue el régimen soviético el que puso en marcha y el que perpetró la mayor persecución del cristianismo. Piénsese que, si en España fueron 12 los obispos asesinados, en Rusia fueron 250 los obispos ortodoxos a los que se dio muerte. Si en España fueron unos 7.000 los sacerdotes, religiosas y religiosos asesinados, en Rusia las cifras son verdaderamente escalofriantes: 200.000 miembros del clero ortodoxo fueron condenados a muerte entre 1917 y 1980. Sólo entre 1937 y 1938, fueron asesinados 105.000 de ellos. Lo que sucedió en España en los años treinta no puede entenderse más que formando parte de la gran persecución desatada en el siglo XX contra el cristianismo por ideologías ateas de cuño marxista, y luego también nacionalsocialista. —¿Qué les debemos los católicos españoles a nuestros mártires? ¿Qué podemos aprender de ellos? —A los mártires del siglo XX les debemos el testimonio del amor más grande. Ellos son testigos de la gran causa de Dios, como decía Juan Pablo II. Ellos murieron perdonando. De ese modo, muestran la belleza de la fe católica y la falsedad de las ideologías ateas. La fe engrandece al hombre, porque lo diviniza

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y lo hace casi omnipotente en la misericordia, a imagen de Dios. En cambio, el ateísmo empequeñece al ser humano, porque lo encierra en su finitud y lo priva del aliento de la gracia. La luminosa historia de los mártires y del martirio del siglo XX merece ser mejor conocida. —Ellos resistieron con fortaleza y confianza en Dios una persecución creciente a lo largo de varios años. ¿Cree que se pueden reproducir de algún modo estas actitudes hostiles en la España de hoy? —La historia muestra que el martirio ha acompañado siempre el camino de la Iglesia. No parece razonable pensar que esa compañía vaya a terminar. Hoy, los cristianos son perseguidos en muchos lugares de modo violento. Hay que rezar para que la violencia no se apodere de nadie. Pero debemos estar preparados para todo: No es el siervo mayor que su Señor. —En la actualidad, están en vigor leyes que, sin duda, atentan contra las creencias de los fieles españoles y contra la misma ley natural. ¿Qué podemos hacer ante esta situación? —Hay leyes que no protegen de modo adecuado derechos fundamentales como son el derecho a la vida, los derechos del matrimonio y de la familia, o el derecho de los padres como primeros educadores de sus hijos. Los pastores tenemos la obligación de ayudar al discernimiento de las situaciones injustas por medio del magisterio. Los fieles laicos, según su capacidad y su vocación profesional concreta, han de utilizar todos los medios legítimos para que se legisle de modo justo. Hay muchos caminos para ello. Además, todos nosotros, pastores y laicos, tenemos una tarea muy hermosa y de gran influencia a medio y largo plazo: vivir nuestra fe y transmitirla en nuestro entorno de acuerdo con nuestras responsabilidades. En la parroquia, en la familia, en la escuela católica, etc., se juega el futuro de una sociedad que se dote de leyes justas. Dios concede a algunos el martirio de sangre, pero nos pide a todos el martirio de la vida. Tanto aquél como éste son expresiones de la alegría de la fe. JUAN LUIS VÁZQUEZ DÍAZ-MAYORDOMO Alfa y Omega

Tráfico de seres humanos Por motivos sexuales o para trasplantes de órganos

Con motivo del VII congreso mundial de Pastoral del Turismo, realizado en abril pasado, en la ciudad mexicana de Cancún, el Santo Padre escribió un mensaje dirigido al cardenal Antonio María Veglió, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes; y al obispo-prelado de Cancún-Chetumal, Mons. Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L.C. “El turismo (…) al igual que toda realidad humana, debe ser iluminado y transformado por la Palabra de Dios —escribe Benedicto XV—. (…) El turismo, junto con las vacaciones y el tiempo libre, aparece como un espacio privilegiado para la restauración física y espiritual, posibilita el encuentro de quienes pertenecen a culturas diversas, y

es ocasión de acercamiento a la naturaleza, favoreciendo por todo ello la escucha y la contemplación, la tolerancia y la paz, el diálogo y la armonía en medio de la diversidad”. “El viaje es manifestación de nuestro ser homo viator, al mismo tiempo que refleja ese otro itinerario, más profundo y significativo, que estamos llamados a recorrer: el que nos conduce al encuentro con Dios. La posibilidad que nos brindan los viajes de admirar la belleza de los pueblos, de las culturas y de la naturaleza, nos puede conducir a Dios, favoreciendo la experiencia de fe, «pues por la grandeza y hermosura de las criaturas se llega por analogía a contemplar a su creador» (Sb 13,5)”. “Por otra parte el turismo, como toda realidad humana, no está exento de peligros ni elementos negativos. Se trata de males que hay que afrontar urgentemente, ya que conculcan los derechos y la dignidad de millones de hombres y mujeres, especialmente de los pobres, los

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menores y los discapacitados. El turismo sexual es una de las formas más abyectas de estas desviaciones que devastan, desde el punto de vista moral, psicológico y sanitario, la vida de las personas, de tantas familias y, a veces, de comunidades enteras. La trata de seres humanos por motivos sexuales o para trasplantes de órganos, así como la explotación de menores, su abandono en manos de personas sin escrúpulos, el abuso, la tortura, se producen tristemente en muchos contextos turísticos. Todo esto ha de inducir a aquellos que se dedican pastoralmente o por motivos de trabajo al mundo del turismo, y a toda la comunidad internacional, a aumentar la vigilancia, a prevenir y contrastar estas aberraciones”. (...) “Deseo destacar tres ámbitos en los que la pastoral del turismo debe centrar su atención. En primer lugar, iluminar este fenómeno con la doctrina social de la Iglesia, promoviendo una cultura del turismo ético y responsable, de modo que llegue a ser respetuoso con la dignidad de las personas y de los pueblos, accesible a todos, justo, sostenible y ecológico. El disfrute del tiempo libre y las vacaciones periódicas son una oportunidad, así como un derecho. La Iglesia desea seguir ofreciendo su sincera colaboración, desde el ámbito que le es propio, para hacer que este derecho sea una realidad para todos los seres humanos, especialmente para los colectivos más desfavorecidos”. Mensaje del Papa En el jubileo de la reina Isabel II de Inglaterra

El Santo Padre Benedicto XVI envió un mensaje a Su Majestad la Reina Isabel II de Reino Unido, con motivo de la celebración de su Jubileo de Diamante (60 años de reinado). El texto, que sigue a continuación, está fechado el 23 de mayo. “Le escribo para ofrecer mis más sinceras felicitaciones a Su Majestad en la feliz ocasión del Jubileo de Diamante de su reinado. Durante los últimos sesenta años ha ofrecido a sus súbditos y al mundo entero un ejemplo inspirador de la dedicación al deber y al compromiso de mantener los principios de la libertad, la justicia y la

democracia, de acuerdo con la noble visión de la función de un monarca cristiano”. “Conservo gratos recuerdos de la afable acogida que me dispensó Su Majestad en Holyroodhouse en Edimburgo al principio de mi viaje apostólico al Reino Unido en septiembre de 2010, y renuevo mi agradecimiento por la hospitalidad que recibí a lo largo de esos cuatro días. Su compromiso personal con la cooperación y el respeto mutuo entre los seguidores de diferentes tradiciones religiosas ha contribuido en no poca medida a la mejora de las relaciones ecuménicas e interreligiosas en todos sus dominios”. “Encomiendo a Vuestra Majestad y a toda la Familia Real a la protección de Dios Todopoderoso; le renuevo de todo corazón mis mejores deseos en esta feliz ocasión y le aseguro mis oraciones por su salud y su prosperidad” Monseñor Gerhard Ludwig MüllerNuevo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de Fe

El Papa ha llamado a suceder al cardenal William Joseph Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei, de la Comisión Pontificia Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional, a monseñor Gerhard Ludwig Müller, hasta ahora obispo de Regensburg. En 1986 Mons. Müller recibió una llamada de la cátedra de teología dogmática en la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich, donde sigue siendo profesor honorario. El Papa Juan Pablo II el 1 de octubre 2002 le nombró obispo de Ratisbona. Para su lema episcopal, Müller optó Dominus Iesus (Jesús es el Señor, Romanos 10:9). En Alemania, Müller tiene reputación de defensor de la ortodoxia católica. Como amigo personal de Benedicto XVI, ha sido encargado de preparar la publicación de la Opera Omnia, colección que recoge, en una sola edición, todos los escritos del actual Papa.

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Nombran a monseñor Pedro Ossandón como nuevo obispo auxiliar de Santiago Benedicto XVI ha nombrado obispo auxilar de la Arquidiócesis de Santiago de Chile a monseñor Pedro Ossandón Buljevic, hasta ahora Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Concepción. Monseñor Ossandón, recibió la ordenación sacerdotal el 20 de diciembre de 1986. Desde 2006 hasta fines de 2008 fue Vicario Episcopal de la Zona Norte de la Arquidiócesis de Santiago. El 4 de noviembre de 2008 fue nombrado obispo auxiliar de Concepción. Fue consagrado Obispo y tomó posesión de su cargo el 12 de diciembre del mismo año.

Reforma tributaria y familia

Uno de los fines del proyecto de reforma tributaria del Gobierno es conseguir mayor equidad impositiva con los sectores de clase media. Dentro de las medidas, hay una especialmente relevante para apoyar a la familia: el descuento de los gastos de educación. La medida ha sido criticada porque beneficiaría a los que pueden pagar los colegios de sus niños y que, en el contexto global, son un grupo reducido. La crítica no toma en cuenta que las rebajas sólo pueden aplicarse a quienes pagan impuestos y no a quienes están exentos de ellos. Estos sectores, los de menos recursos, gozan de ayudas y subsidios que se financian con cargo a los impuestos que pagan los de mayores ingresos. En cambio, las personas que, no siendo millonarias ni mucho menos, ganan sueldos propios de clase media, no califican prácticamente para ningún subsidio estatal y son proporcionalmente más impactadas por la carga impositiva; mucho más que los titulares de grandes fortunas que tributan a través de sociedades. En vez de criticar esta medida de mayor justicia tributaria, habría que recomendar su ampliación. Pueden añadirse otros incentivos que, sin mayor impacto en la recaudación, pueden reconocer el aporte que hacen las familias a la sociedad. En España y otros países europeos existen, por ejemplo, rebajas por los mayores gastos que para un matrimonio representa un mayor número de hijos: reducción de impuesto a las familias numerosas. Una iniciativa como ésta podría contribuir (sin ser determinante, se entiende), a que nuestra tasa de natalidad no siga descendiendo. Otra medida sería terminar con la discriminación que existe contra el régimen de sociedad conyugal. Resulta increíble que se siga manteniendo un castigo tributario para quienes se casan en comunidad de bienes. Hoy día en el Congreso se tramita un proyecto que moderniza y hace más igualitaria la sociedad conyugal. Estamos, entonces, en el momento propicio para incluir en la reforma tributaria una modificación a la norma que establece que el cónyuge que administra se entiende dueño exclusivo de todo el patrimonio social, que en realidad pertenece a ambos. En suma, debe terminarse con la situación absurda que se da en el presente, de que tributariamente conviene más estar separados de bienes o convivir sin casarse que optar por el régimen de sociedad conyugal, siendo éste el que mejor refleja la comunidad de vida que implica el matrimonio. Queda claro que hay mucho terreno para avanzar hacia un mejor tratamiento tributario de las personas de ingresos medios y en beneficios que impulsen a las familias. El Ejecutivo y los parlamentarios pueden hacer que la valoración de éstas no se quede en los discursos y se traduzca en hechos efectivos. HERNÁN CORRAL TALCIANI Este artículo fue publicado originalmente por el diario La Segunda 24.V.12.

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Libros Los orígenes de la pretensión cristiana Este libro* está escrito por un testigo, pues cada palabra está avalada por la propia experiencia religiosa de su autor. No contiene argumentos especulativos, abstractos o hipotéticos, sino que todos ellos remiten a la profundidad de la experiencia humana, cuya inteligencia busca apasionadamente el significado de todo lo que existe y que descubre en la cercanía del misterio divino revelado en la humanidad de Cristo la plenitud y el cumplimiento de la vocación humana. La manera cómo va desplegando los argumentos pareciera reflejar el profundo diálogo interior que caracterizó su vida y que lo llevó al descubrimiento de su humanidad redimida. Por ello, es también el libro escrito por un padre que revela paso a paso y persuasivamente las dimensiones de su encuentro con el acontecimiento cristiano como un don ofrecido para alcanzar la madurez de la vida y el crecimiento sin límites de su libertad.

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l dinamismo de la inteligencia humana que busca el significado último de la realidad con libertad de espíritu alcanza un umbral que reconoce no puede atravesar. Intuye la existencia del misterio en el origen de toda la realidad y del ser humano en ella, pero conocerlo trasciende la capacidad de su inteligencia, a menos que el misterio quiera revelarse. Esta es una hipótesis que la inteligencia no puede descartar, pero que tampoco está en sus manos aprehender. Reconocer esta desproporción entre su deseo de saber y su incapacidad de conseguirlo queda documentado en los dos primeros capítulos de este libro

donde el autor nos habla de la creatividad religiosa del hombre con un profundo respeto a todas las religiones y de la exigencia de la revelación, como iniciativa que no está en manos del ser humano forzar, pero que puede constantemente solicitar y mendigar. La hipótesis de la revelación produce, sin embargo, un cambio radical en el método religioso, cuestión que se analiza en el tercer capítulo y que constituye la novedad del cristianismo respecto a otras religiones. Señala: “En la hipótesis de que el misterio haya penetrado en la existencia del hombre hablándole en términos humanos, la relación

* Luigi Giussani, Los orígenes de la pretensión cristiana, Ediciones Encuentro, Madrid 2012, 132 págs.

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hombre-destino ya no se basará en el esfuerzo humano, entendido como construcción e imaginación, como estudio dirigido a una cosa lejana, enigmática, como tensión de espera hacia algo ausente. Será, en cambio, dar con alguien presente” (p.39). Por ello, no se comunica a los sabios y poderosos, sino a los sencillos y humildes de corazón. La religión ya no constituiría un problema filosófico, sino un problema histórico. La pregunta sería: ¿sucedió o no sucedió? Y agrega “la pregunta: «¿Es cierto que Dios ha intervenido en la historia?» se ve entonces reducida sobre todo a referirse a esa pretensión sin parangón posible que constituye el contenido de un mensaje muy claro; se ve obligada a convertirse en esta otra pregunta: «¿Quién es Jesús?». El cristianismo surge como respuesta a esta pregunta” (p. 41) y los capítulos siguientes quieren familiarizarnos con ella. La pretensión cristiana no es otra que la pretensión de Jesús de revelarse como hijo de Dios, a quien llama su Padre. El punto de partida que se ofrece a la inteligencia humana es que “el Misterio eligió entrar en la historia del hombre con una historia idéntica a la de cualquier hombre; entró, por consiguiente, de forma imperceptible, sin que nadie lo pudiese observar ni registrar. En un determinado momento se descubrió, y para quien lo encontró fue el instante más grande de su vida y de toda la historia” (p.54). En Cristo se combinan el poder extraordinario sobre todos los elementos de la naturaleza y la bondad sin límites sobre las personas que lo encuentran, como queda documentado en los Evangelios. Sin embargo, esta combinación la interpreta Don Giussani del siguiente modo: “El mayor milagro, el que sorprendía cada día a sus discípulos, no era el de las piernas enderezadas, la piel restaurada o la vista recuperada. El mayor milagro era el ya mencionado: una mirada reveladora de lo humano a la que nadie podía sustraerse: No hay nada que convenza tanto al hombre como una mirada que aferre y reconozca lo que él es, que haga que el hombre

se descubra a sí mismo” (p.65). Por ello recomienda a sus discípulos la actitud de los niños para entrar al Reino de los Cielos, “esa actitud de positiva dependencia de lo real” (p. 67). A continuación, el texto expone la pedagogía que siguió Jesús para revelarse a sus discípulos. Primero “pide ante todo que se le siga” (p.76). “Pero. A medida que pasa el tiempo, Jesús agrava su invitación… unida a la necesidad de «renunciar a sí mismos»” (p.77). Deben seguir el proyecto de Otro. En tercer lugar. Les pide que den testimonio de Él ante los demás, ante la sociedad en su conjunto. La etapa culminante de su pedagogía nos dice el texto es que “poco a poco Jesús va poniendo su persona en el centro de la afectividad y de la libertad del hombre” (p.79). «El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará». Tanto los propios discípulos como sus enemigos fuerzan finalmente la declaración explícita de Jesús como Hijo de Dios, y es de lo que trata el siguiente capítulo, donde se plantean tres momentos de esta declaración. Concluye el autor este capítulo refiriéndose a la exigencia de libertad que plantea al ser humano. “El problema cristiano se resuelve en los mismos términos con los que se plantea: o se encuentra uno ante una locura, o aquel hombre que dice ser Dios, es Dios. El problema de la divinidad de Cristo se reduce a esto: una alternativa en la que cuenta más que en ninguna otra ocasión la decisión de la libertad. El papel que tiene la libertad en este momento decisivo de la conciencia religiosa motiva el capítulo siguiente, en que el autor nos habla de la concepción que Jesús tiene de la vida. La consecuencia que tiene la relación con Dios para la libertad humana se expresa en la siguiente disyuntiva: “La elección del hombre radica en concebirse como libre de todo el universo y sólo dependiente de Dios, o como libre de Dios, y entonces se hace esclavo de cualquier circunstancia” (p.107). La conciencia de esta dependencia es la que se expresa en la oración,

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particularmente en la súplica, en la petición. Don Giussani escoge el texto de la oración de Cristo en la Última Cena El libro termina recapitulando el significado del misterio de la Encarnación del Verbo. Señala: “En cuanto obra divina, la encarnación es un misterio, pero de manera particular es misterio por su resultado: en cuanto que el acontecimiento que de ella resulta trasciende los límites de los acontecimientos naturales… Es deber de nuestra conciencia, además de aceptarlo como el hecho más significativo de la historia de la humanidad, aún sin poderlo comprender, el de captarlo claramente en sus términos, cosa que, en cambio, sí es posible”. Y agrega: “Tomar en serio la pretensión de Cristo es profundamente racional, puesto que entró como hecho en la historia, y como un hecho creador de un «nuevo ser», de una nueva creación” (p. 125). Por ello concluye Don Giussani su exposi-

ción señalando que “El hecho de la Encarnación, la inconcebible pretensión cristiana, ha permanecido en la historia en su integridad substancial: un hombre que es Dios —que, por tanto, conoce al hombre y a quien el hombre debe seguir para tener el verdadero conocimiento de sí mismo y de las cosas—. La experiencia inicial de los que vivieron con Jesús y le siguieron, transmitida por los Evangelios, tiene un significado inequívoco: el destino no ha dejado solo al hombre. El cristianismo es un acontecimiento que fue anunciado hace siglos y que nos alcanza todavía hoy. El verdadero problema es que el hombre lo reconozca con amor” (p.132). O como lo ha expresado el Papa Benedicto XVI: “No existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor”. (CIV n.30). PEDRO MORANDÉ COURT Adquirir vía Internet en http://www.ediciones-encuentro.es

Una experiencia de lectio divina Son muchas las facetas que llaman la atención en las casi 500 páginas de este libro* dignas de destacarse por su fuerza en orden a enriquecer la lectura de la Sagrada Escritura, las que nos hacen entrar paso a paso en una auténtica antropología del “hombre bíblico”.

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l presente volumen constituye un valioso complemento del libro “Un claustro en el mundo” de Dom Patrick Barry OSB, abad emérito del Monasterio de Ampleforth (York, GB), publicado originalmente en inglés (cfr. edición en inglés Humanitas Year I / N°2, april 2012) y luego en castellano (cfr. Humanitas 58, abril-junio 2010). Como se advierte en una inicial Nota al Lector (p. XXI), se trata

aquí de conversaciones con el fundador del Movimiento Apostólico Manquehue (MAM), José Manuel Eguiguren, editadas con mucho esmero por oblatos pertenecientes a dicho Movimiento, que saben mantener siempre el tono coloquial que caracteriza a su autor. Si dichas conversaciones tuvieron lugar para acompañar la lectura de la Biblia, a idéntico fin se destina también este libro.

* José Manuel Eguiguren Guzmán, Despertar a la realidad de Dios, Editorial San Juan S.A., Santiago 2010, 481 págs.

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La obra se divide en tres partes y se abre con una Presentación de Dom Richard Yeo OSB, Abad Presidente de la Congregación Benedictina Inglesa —con la que el MAM mantiene una consociedad—, y con un Prólogo del autor. En tanto el abad inglés nos hace presente el don que ha significado la enseñanza y la vida de oración del MAM así para la Iglesia en Chile como para la propia Congregación Benedictina inglesa —destacando el carácter teológico “sapiencial” que se desprende de esta experiencia de lectio divina (en la línea, podemos agregar, de la balthasariana “teología de rodillas” que ha enfatizado Benedicto XVI)—, el autor nos explica el hilo conductor que entraba las distintas partes de la obra, tomando base en la frase inicial del Evangelio de San Juan (1, 14): “Y la Palabra” (1ª parte dedicada a la lectio propiamente tal) “se hizo carne” (2ª parte, ordenada a la encarnación de la Palabra en la vida personal, comunitaria, cultural y de evangelización) “y puso su Morada entre nosotros” (3ª parte, donde se muestra la Palabra de Dios habitando en su Iglesia a través de su vida, magisterio, liturgia y sacramentos). Sin enunciarse académicamente (a lo mejor sin que el autor mismo lo haya pensado), conservándose en todas sus líneas ese tono coloquial propio del filósofo y del teólogo según se calificó en el primer milenio de la Iglesia a muchos hijos espirituales de San Benito, se bosquejan en estas tres partes lo que en términos técnicos contemporáneos podríamos propiamente llamar un estudio cristológico y uno eclesiológico, precedido por su fundamento bíblico.

En la primera de ellas —sobre todo para quien no haya leído “Un claustro en el mundo”— se encuentra el lector con una Introducción que relata, en veinte sucintas páginas, la enjundiosa experiencia vivida por el autor y por quienes llegaron a formar el MAM, de la que antes diera cuenta la extensa obra de Dom Barry. Aparecen aquí los hitos que van dando forma en el tiempo a esta familia espiritual, las diversas aprobaciones recibidas de parte de la autoridad de la Iglesia, su proyección hacia el carisma educacional a través de los colegios que fundan (San Benito, San Anselmo, San Lorenzo) con su ulterior apoyo a otros establecimientos fuera de Chile, su vinculación con el monacato benedictino a través de las abadías de la Santísima Trinidad de Las Condes y de Ampleforth principalmente, hasta su participación en la Comisión Internacional de Educadores Benedictinos (ICBE), instituida por el actual Abad Primado, Notker Wolf OSB. Son muchas las facetas que llaman la atención en estas casi 500 páginas, dignas de destacarse por su fuerza en orden a enriquecer la lectura de la Sagrada Escritura, las que nos hacen entrar paso a paso en una auténtica antropología del “hombre bíblico”. Sólo cabe aquí la elección un tanto arbitraria de algunas. En tiempos marcados por “una dictadura del relativismo” (cf. Joseph RatzingerBenedicto XVI, homilía previa al Cónclave, 18.IV.2005) que no se limita sólo a los espacios socio-políticos, es grato saber que la piedra miliar en que se funda este edificio antropológico es tenida como tal con muy firme

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y declarada certeza. En efecto, sintonizando con documentos del Concilio como la Constitución Dogmática Dei Verbum o con las enseñanzas del actual Papa (cfr. Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini), se nos muestra de entrada que la experiencia de lectio divina vivida por los miembros del MAM en la Iglesia “se basa en la certeza de que Jesucristo, la Palabra de Dios, está presente en la Biblia por obra del Espíritu Santo, haciendo que ella sea efectivamente un lugar de encuentro con Dios”. Cuando abrimos la Biblia, se recuerda siguiendo lo dicho sobre la lectio por los obispos latinoamericanos en Aparecida, “no nos encontramos con algo del Mesías, sino con el mismo Mesías” (p. 23). Diversas y penetrantes afirmaciones recogidas de la Escritura, de los dichos de los santos y de la tradición van reafirmándonos en esta fe que contempla adorativamente en la Biblia al mismo “Jesucristo envuelto en lienzos de pergamino” —según sentencia de un antiguo monje—, actitud que por su parte abre a una meditación “sacramental” de la Biblia (en el sentido de eficaz en el orden de la gracia) y de tonalidad mariana, pues nadie como la Virgen, con amor a la vez de madre y esposa, supo envolver y tomar al Niño en sus brazos. Todo lo que se dice sobre María como “Madre de la lectio divina”, como mujer bíblica en cuyo Magnificat resuenan los más variados acordes del Antiguo Testamento y también sobre el rosario como oración que acompaña la lectio, aunque no se cite al doctor mariano, tiene fuertes resonancias monfortianas (pp. 79-85). Particularmente elocuentes y pedagógicas son asimismo las páginas que el autor dedica en esta primera parte a la Sagrada Tradición en su relación complementaria con la Sagrada Escritura (pp. 28-42) y a las siete modalidades que acompañan la forma específica

de leer la Palabra en orden a la lectio (p. 46 ss). La parte segunda, con apoyo en el concepto de revolución desarrollado por Benedicto XVI en las JMJ de Colonia 2005 (“sólo de los santos, sólo de Dios, proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo”) —siguiendo un camino que afronta la visión típicamente fragmentada de la contemporánea cultura posmoderna—, aborda dicho concepto en forma sucesiva como conversión personal, comunión entre los que se han encontrado con Cristo, independencia de la cultura mundana (la Palabra de Dios “rompe sus esquemas”) y conformación de focos de irradiación. La verdadera conversión en la que consiste esta revolución interior (“que mana hacia el exterior”) radica en escuchar con la obediencia de la fe lo que Dios va diciendo a través de su Palabra, lo cual, cumplido, evita “transar el Evangelio” por lo que a cambio ofrecen el mundo o los criterios puramente humanos, despertando así al alma “al gobierno de Cristo Rey”. La tercera parte muestra en qué consiste la renovación del amor a la Iglesia —punto por punto magisterio y doctrina, liturgia y sacramentos— concluyendo con el hermoso capítulo once del libro que nos lleva a la “visión eclesiológica” que brota de la riqueza de la familia (la Iglesia doméstica como la llamó Juan Pablo II) —confrontada hoy a sinnúmero de obstáculos— y de la riqueza del celibato católico. Muy bien editado por lo que se refiere a los diversos índices que facilitan su lectura, trátase de una obra que sumerge al lector en una genuina atmósfera de lectio divina, constituyéndose en un provechoso ejercicio inicial para la misma. JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE Adquirir vía Internet en www.csb.cl

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Nadar contra corriente. El Papa más sincero y más íntimo Benedicto XVI Ediciones Planeta Barcelona, 2011 352 págs

En este compendio de entrevistas periodísticas realizadas tanto antes como después de ser ungido Papa, Benedicto XVI aborda todos los temas que preocupan al hombre contemporáneo. Editados temáticamente, los encuentros periodísticos permiten conocer al Santo Padre en su dimensión humana, en la soledad del cargo, pero también la obra permite adentrarse en el mensaje pontificio. Las entrevistas realizadas por diversos medios en momentos distintos ocurren en diferentes contextos. En un lenguaje sencillo y directo que solo el trabajo periodístico permite, se abordan temas tan cruciales para la sociedad internacional actual como el terrorismo o la relación del occidente cristiano con el Islam; algunos tan personales como el matrimonio, la sexualidad y otros; institucionales, como el rol de la mujer y de los obispos en la Iglesia. El entonces cardenal y más tarde el Papa contestan desde el fondo del corazón, a la luz de la Fe y de la convicción. Entre las numerosas entrevistas, realizadas mayoritariamente por medios alemanes e italianos, se incluye la concedida a Jaime Antúnez, director de esta publicación, y, al decir del editor del libro, “una de las revistas culturales católicas más prestigiosas del mundo”. En la conversación, el cardenal Ratzinger analiza los desafíos que enfrenta la sociedad tras la caída del comunismo. “Después de que las profecías del marxismo han demostrado que son mentiras, la tentación del relativismo se ha tornado aún más radical”. Y junto a ello, el ateísmo, que hace sentirse

al hombre similar a Dios y capaz de prescindir de la norma ética. Dice el entonces cardenal Ratzinger: “El bien es reemplazado por ‘lo mejor’, vale decir, por el cálculo de las consecuencias de una acción”. “(…) se favorece lo útil”. De gran interés resulta la reproducción de las respuestas entregadas por Su Santidad, el Viernes Santo del año pasado, a preguntas planteadas por personas de diferentes creencias, orígenes y lugares del mundo. Una madre con un hijo en estado vegetativo, un cristiano perseguido en Irak, una mujer musulmana de Costa de Marfil plantean interrogantes que encuentran un mensaje que apela a la esperanza, al respeto a la diversidad, a la tolerancia, a la vida eterna. Con emoción, Joseph Ratzinger recuerda sus encuentros habituales con el entonces pontífice Juan Pablo II, “tal vez la experiencia más bella porque allí se habla de corazón a corazón”. “El Papa —continúa Ratzinger— es, sobre todo, muy bueno”. Ser prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe junto a Juan Pablo II, cargo que ocupó por más de dos décadas, le significó un gran desafío y le tocó —en otros asuntos— hacer frente a la embestida de la teología de la liberación, “donde hemos buscado el camino justo”. Confiesa que “no me gusta verme como un rigorista, pues me gustaría mantener el principio de la caridad, pero sí me veo como alguien que no le importa nadar contra corriente y resistir su empuje”. Respecto de la aparente incomprensión entre el mundo moderno y la Iglesia, el entonces cardenal se detiene en la visión individualista de nuestra época, en la cual se glorifica el cuerpo y los placeres, exaltando la libertad sexual. “Desde el momento en que se considera la sexualidad como un fenómeno puramente biológico, deja de tener sentido una moral sexual”. Y agrega que “la convivencia de hombre, mujer e hijos es sagrada”. De allí la importancia del matrimonio que “no es un asunto exclusivamente privado, sino que tiene carácter público, social”. Se pregunta Ratzinger “¿Cómo hacer frente a la situación creada por un mundo occidental que duda, que ya no reconoce un fundamento racional en una fe común, un mundo abandonado, por tanto, al subjetivismo y al relativismo? ¿Y además, el Islam y el budismo, los dos grandes desafíos que tendrá que afrontar el mundo occidental?” La respuesta está en el diálogo inspirado por las enseñanzas de Jesucristo. Ese es el mensaje que entrega Benedicto XVI en sus sabias y directas respuestas. Sus palabras apelan a la fe, pero también a la razón, a la esperanza en un mundo a ratos agobiado por el conflicto

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y por la búsqueda del éxito y de la satisfacción inmediata. Son un llamado a no dejarse llevar por la falsedad y la maldad de la magia, los poderes ocultos y otras prácticas supersticiosas. Sus respuestas recuerdan que el hombre debe confiar en su recta conciencia ante los dilemas de su vida. Su mensaje es también una exhortación humilde a confirmar la pertenencia a la Iglesia, pese a las muestras de debilidad de algunos de sus miembros. Se asiste —afirma— a la pérdida silenciosa de la fe en gran parte del mundo cristiano, abatido por el relativismo en un mal concebido sentido de la tolerancia. La compilación de entrevistas de prensa realizada por Manglano entrega respuestas a las numerosas interrogantes que se plantean el hombre y la mujer de nuestro tiempo, quienes, a menudo, se ven también compelidos a “nadar contra corriente”. Francisca Alessandri Adquirir vía internet en www.planetadelibros.com

El Pensamiento de John Milbank. Una introducción a la ‘Radical Orthodoxy’ John Milbank y Adrian Pabst Editorial Nuevo Inicio Granada, 2011 175 págs.

Uno de los movimientos o corrientes intelectuales provocadores y polémicos que han surgido en el contexto de la teología cristiana contemporánea es la llamada Radical Orthodoxy (en adelante RO). La controversia aún no se extingue, a pesar que fue suscitada hace ya más de veinte años. Continúa en círculos académicos más bien

especializados. Promete aún mucha más reflexión, diálogo, polémica e intercambio; e invita también a una informada toma de posición Este libro pretende ser una guía para los lectores que busca introducirlos y ubicarlos donde se sitúa este aporte, según sus autores, en el contexto del panorama teológico actual. Este movimiento teológico nace en ámbitos anglocatólicos con la publicación del manifiesto Radical Orthodoxy: A New Theology, escrito en el año 1999 por John Milbank, Catherine Pickstock y Graham Ward. Uno de sus líderes y fundadores es el teólogo laico anglicano John Milbank, nacido en Londres el año 1952. Es actualmente profesor de Religión, Política y Ética en la Universidad de Nottingham. Allí dirige el Centro de Teología y Filosofía. Se formó en Oxford, Cambridge y Birmingham. Ha enseñado anteriormente en la Universidad de Virginia en los Estados Unidos y en Cambridge. Uno de sus aportes clave es el estudio de la relación ente la teología y las ciencias sociales. Escribió ya en el año 1990 sobre ese tema un erudito y grueso volumen: Theology and Social Theory: Beyond Secular Reason (en español editado con el título Teología y teoría social. Más allá de la razón secular (Herder, Barcelona 2004). Formula en esa obra, una fuerte crítica a la modernidad, y una crítica a una teología que muchas veces, abandonando la filosofía y en particular la metafísica, adopta acríticamente las ciencias sociales para fundamentar su reflexión. En sus palabras: “El pathos de la teología moderna es su falsa humildad. Y esto debe ser por fuerza para ella una enfermedad mortal, porque cuando renuncia a su pretensión de metadiscurso, no puede ya expresar claramente la palabra del Dios creador, sino que se ve forzada a convertirse en la voz oracular de algún ídolo finito, de alguna escuela teológica histórica, de alguna psicología humanista o de alguna filosofía trascendental, por citar algunos ejemplos”. El libro que ahora se presenta recoge cuatro ensayos de John Milbank, y uno de Adrian Pabst (economista que enseña actualmente Teoría Política en la Universidad de Kent, anteriormente profesor en Nottingham). De los cinco ensayos, los dos primeros, uno de Milbank y otro de Pabst. son panoramas globales. El resto son estudios más bien monográficos realizados sí en la perspectiva de este movimiento. El primer ensayo es El programa de la “Radical Orthodoxy” (pp. 9-28). En este trabajo Milbank toma postura y responde algunas reacciones frente al movimiento. Se lo define como ‘un movimiento de mediación intelectual, ecuménica y cultural’, a la vez moderado y extremo. Donde ‘lo

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sacro lo permea todo, y si bien es cierto que desciende desde lo alto, este descenso se manifiesta también por medio de su ascensión desde abajo’. Comporta un ‘giro teológico’ contra el nihilismo, ‘aunque opuesta a lo moderno, trata también de salvarlo’, ‘se desposa no con lo pre-moderno, sino con una versión alternativa de la modernidad’. El segundo es el excelente texto de Pabst, Introducción a la teología de John Milbank y a la “Radical Orthodoxy” (pp. 29-65), quien describe el aporte como intento de ‘reconfigurar la verdad teológica frente al hundimiento de la verdad secular’. De allí la controversia poco común que han generado al hacer una crítica a la lógica secular y la restauración de la teología como discurso ‘dominante’. El trabajo espera que el lector pueda ‘sacar a la luz la lógica que subyace a la crítica ortodoxo-radical’, por una parte (pp. 33-44: ruptura teológica con toda lógica secular); y por otra ‘la visión teológica que informa su proyecto’ (pp. 45-54: giros lingüísticos, fenomenológicos y doxológicos de la teología; pp. 55-65: hacia una teo-logía y una teopraxis de la participación). Para Milbank sólo el cristianismo puede superar las aporías del pensamiento antiguo y descubre que el secularismo moderno tiene su origen en las teologías medievales de Escoto y Occam, cuando ‘la teología cae en la idolatría de la onto-teología’. El aporte es la elaboración de una teología ‘resueltamente posmoderna que establece la tradición patrística y medieval y profundiza en ella’. De tal manera es necesario romper con la lógica secular y la violencia que suscita y transitar a una teología de la participación, de la mediación y del don. El tercer ensayo Liberalidad contra liberalismo (pp. 6794) saca algunas consecuencias sociales y políticas del movimiento. Al final una conclusión: “Pues donde no hay reconocimiento público de la primacía de un bien absoluto como fundamentado en algo supra-humano, la democracia se vuelve entonces imposible…” (p. 89ss). Los textos que siguen, sin perder el interés de las reflexiones propuestas, son más largos que los anteriores y se refieren a temas particulares. Como proyecciones, una al exterior y otra al interior de la teología y reflexión de la RO. El cuarto trabajo de Milbank, El telescopio tomista: Verdad e identidad (pp. 95-148), es algo más complejo, abstracto y especializado. Finalmente el último ensayo: Fe, razón e imaginación: El estudio de la teología y de la filosofía en el siglo XXI (pp. 149-175), postula que hoy existe un acercamiento más de corte posmoderno fragmentado y orientado por los comentarios. Más que secularizados, los estudios teológicos se han laicizado. “Lo que hace falta ahora en Occidente es un humanismo cristiano más desarrollado, que, como lo

ha señalado el Papa Benedicto, permita una imbricación mayor aún de fe y razón” (p. 152). Para eso no sólo hay que estudiar filosofía y teología, sino que también literatura. En definitiva es una buena introducción y muestra de sus resultados en campos específicos. Para acercarse por vez primera a Milbank y a la RO, o bien entender algo más su postura desde voces autorizadas, si ya se ha tenido algún contacto. Monseñor Andrés Arteaga Adquirir vía Internet en www.nuevoinicio.es

Una Nueva Teología Política Denis Sureau Editorial Nuevo Inicio Granada, 2010 144 págs.

En esta original obra, el autor presenta y comenta la tarea que un grupo de profesores anglosajones ha emprendido desde ya hace algunos años en la intención de recuperar las bases conceptuales más importantes de la tradición cristiana y sobre las cuales se ha edificado nuestra civilización. Entre varios más, destacan los aportes de Alasdair MacIntyre, Stanley Hauerwas, Jane Porter, y el de los integrantes del movimiento Radical Orthodoxy de la Universidad de Cambridge, John Milbank y Catherine Pickstock. Casi todos ellos profesores de Teología y Filosofía, muchos de ellos católicos, pero también los hay anglicanos. El punto de partida lo ha constituido la verificación de cómo, sobre todo a partir del Concilio Vaticano II, amplios sectores, muchos de ellos ligados a diferentes centros religiosos, han ensayado torcer la reflexión cristiana para

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ponerla al servicio de una cultura construida de espaldas a Dios en la cual la inteligencia de cada uno venga a ser autónoma en la determinación de la verdad, y la voluntad y la libertad lo vengan a ser en la determinación del bien, hasta el punto de que la única norma que puede regir a estas últimas sólo puede provenir de la libre determinación de ellas mismas. Por cierto, no es una preocupación sólo académica la que mueve a estos profesores, sino el convencimiento de que de triunfar estas ideas, ellas provocarán la ruina tanto de las personas como de las sociedades que ellas constituyen: “Por su exaltación de la razón individual autónoma, el individualismo liberal destruye no sólo el bien común, sino la condición misma de la acción moral”. Y, por eso, añade Sureau comentando a MacIntyre, “El Estado liberal sobrevive gracias a la persistencia de tradiciones no liberales (como el patriotismo) que, sin embargo, mina progresivamente” (p. 114). Una de las tareas más importantes abordadas por este grupo de profesores, en especial por los católicos, ha sido la de rescatar el sentido propio de las Constituciones y Decretos del Concilio Vaticano II que durante décadas han intentado ser empleados para convencernos de que, a partir de ellos, nace una nueva Iglesia diametralmente opuesta a la anterior; una Iglesia donde el subjetivismo filosófico y teológico, por una parte, y el relativismo moral, por otra, encontrarían plena cabida. En este combate, este grupo de profesores sigue, como no podía ser menos, el magisterio de Juan Pablo II como, asimismo, el de Joseph Ratzinger; en el caso de éste, tanto el de su época de profesor y de Cardenal como el de ahora en que rige los destinos de la Iglesia bajo el nombre de S.S. Benedicto XVI (Ver el capítulo 2). Sin duda, uno de los episodios más importantes en este intento fue el que protagonizó la denominada Teología de la Liberación en su versión más radical como se conoció en América Latina durante las décadas de 1960 a 1980 y cuyo objetivo era sumergir la Revelación Cristiana en una interpretación y en un lenguaje enteramente acordes con el marxismo. Después de la caída del Muro de Berlín, pudo pensarse que el cristianismo, vencedor del marxismo ateo, podía aspirar a una pausa de descanso. Falsa ilusión: este espejismo de una libertad desvinculada de todo orden que no provenga de ella misma “constituye un peligro aun mayor que el comunismo en la medida en que, al avanzar enmascarado, apenas suscita resistencia” (p.10); peligro para las mismas personas, amenazadas por el uso irracional de la libertad, y para las sociedades humanas, donde todo orden queda expuesto a ser arruinado por el nihilismo subyacente que él contiene.

En definitiva, una obra que, en su traducción española, pone a disposición del mundo hispanoparlante una reseña del esfuerzo que en este otro mundo anglosajón, tan alejado a veces del nuestro, se lleva adelante para defender, reforzar y promover los fundamentos de lo que ha sido y es nuestra cultura de raíz esencialmente cristiana. Gonzalo Ibáñez Santa María Adquirir vía internet en www.nuevoinicio.es

Camus en diálogo con cristianos sobre temas esenciales Inés de Cassagne Editorial UCALP Buenos Aires, 2011 385 págs.

La crítica católica ha realizado numerosos juicios sobre la obra de Camus. Así p. ej. Charles Moeller, R. Verneaux, C. Fabro, R. Troisfontaines y G. Marcel entre otros grandes autores. De estos últimos podemos decir que sus juicios habrían requerido quizás un estudio integral previo para llegar a una ponderación de todos los aspectos de la obra de Camus. Sin desmerecer estas valoraciones, es justo señalar que otros pensadores católicos no menos importantes han determinado la centralidad del pensamiento de Camus en el siglo XX. Así, Augusto del Noce dice que L’homme révolté marca un cambio decisivo en el itinerario de Camus “como inicio de un proceso de recuperación de una metafísica religiosa”. Y si esta obra no tuvo difusión fue porque cayó “bajo la censura del tribunal inquisitorial progresista” (op. cit., p.341). Con este status questionis resultaba necesario un

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juicio detenido y ecuánime sobre Albert Camus. Es cierto también que la crítica católica ha frecuentado en muchos temas un estilo concesivo, que se tradujo en un discurso sintácticamente inestable, desbordante de conjunciones adversativas. Se intentó conciliar lo inconciliable (Hegel, Feuerbach, Marx, T. de Chardin, etc.), anteponiendo el acuerdo por sobre la verdad de las posiciones. La crítica requiere previa visión y cierta benevolencia respecto de lo juzgado. La autora del libro que presentamos, Inés Futten de Cassagne, tiene una larga amistad benevolente con Camus, a la par que una preparación inigualable respecto de temas católicos. Es por ello que difícilmente encontraríamos alguien más capacitado para retomar ese diálogo entre Camus y el catolicismo que se inició con Moeller. La autora encarna así el “puente” necesario para comunicar ambas orillas: la de Camus y la del pensamiento católico. Inés de Cassagne recorre la obra de Camus desde su infancia, su tesis “Entre Plotino y San Agustín”, su lectura de Gilson y Guitton. Al paso que nos comenta los esfuerzos de Camus en su búsqueda personal y filosófica, la autora señala sus límites: “Evidentemente Camus piensa que la propuesta cristiana de una vida sobrenatural implica desentenderse de lo natural. Por el contrario, lo sobrenatural asume lo natural y lo perfecciona. Es más, la Revelación enseña lo que también la experiencia hace sentir y que no pudieron dejar de sentir ni siquiera los griegos de la época clásica —los trágicos y Platón: que no existe de hecho esa naturaleza humana sana, íntegra y autosuficiente en que Camus cree, sino una naturaleza humana venida a menos”. “Al no tener la vivencia cristiana de la fe y en cambio sí una experiencia religiosa suscitada por una naturaleza que lo conmovía (tal como se ve en su ensayo lírico juvenil Bodas), con ello ya tendía a asimilar la fe a un sentimiento y a concebir la Encarnación como una mera “noción” que constituiría su objeto”. “Esto nos lleva al segundo error de Camus: pretender juzgar la fe y la historia del Cristianismo sólo desde la razón, si bien es lógico que lo pretenda, ya que ni sospecha que todo lo que la fe implica lo desborda, y desborda toda filosofía. Lo que le objetamos, pues, se inscribe en un diálogo ‘ideal’ que podríamos haber tenido con él para hacerle entrever algo, y, sobre todo, en un diálogo “ideal” con sus lectores, que pueden ser hombres de buena voluntad” (Cap. I). “Este es uno de los casos en que se ve la dificultad del diálogo entre el incrédulo y el creyente cuando se trata de asuntos que se fundamentan en la Revelación. Camus,

falto de fe e idoneidad teológica, ha hecho una interpretación simplificada de la doctrina agustiniana de la miseria del hombre sin la gracia, considerándola demasiado “pesimista” por no estar en condiciones de aceptar ni la doctrina de la Creación ni la doctrina del pecado original con su incidencia en la condición humana. El creyente, en cambio, sabe que el desorden que todo hombre encuentra en sí mismo proviene del desorden que implicó haberse rebelado el “hijo” contra su “Padre”. En el pecado del primer hombre —,hijo de Dios, tan cercano a Dios— hubo por eso mismo ingratitud, rebelión y traición. Y este pecado, que lo aleja de Dios, lo aleja asimismo de la primigenia armonía interior de que gozaba.” (Cap. IV, p. 101) Estos son algunos puntos que constituyen el aspecto “limitativo” respecto del diálogo con Camus. En lo que respecta al aspecto “positivo” o de encuentro con él, la autora señala sucesivamente en el libro el “diálogo fe-razón”, la contemplación, la búsqueda de la verdad, el problema del mal y su relación con el ateísmo y el nihilismo, el diálogo Camus-Dostoievsky y, en el capítulo final, la imaginería cristiana y la temática cristiana en las obras de Camus. A lo largo de estos capítulos no se recorre simplemente la obra de Camus, sino buena parte de la cultura moderna, sus problemas y la filosofía que la inspira. Así, entre otros puntos, se trata la cuestión de la “naturaleza humana” en Camus —aspecto central que lo enfrentó a Sartre—, el sentido de la rebeldía-rebeldía que, lejos de negar el orden, lo reivindica, y el del absurdo, punto de partida y no de llegada. En el orden histórico se destacan el estudio en torno a Plotino y San Agustín (Cap. I), la Filosofía Cristiana, Camus ni existencialista ni esencialista (Cap. III), los libertinos y su actualidad, la Revolución Francesa y Nietzsche (Cap. IV). La búsqueda honesta de Camus es estudiada y puesta de relieve de una manera que no se encuentra en ninguno de los autores citados anteriormente. Cuando se habla de su “pensamiento en evolución” debe entendérselo quizás en la doble referencia de aquel que peregrina hacia la verdad y de la diferenciación de los “pensadores topos” que meditan en su cueva sin salir al sol. La autora lleva su exposición de la mano de grandes pensadores católicos (Gilson, Guardini, Pieper, Danielou, Cottier) a cuya autoridad recurre, a la vez que dialoga con Platón, Pascal, Dostoievsky y tantos otros. El panorama que se abre es inmenso y debemos agradecerle la mano magistral con la que nos guía en los caminos de la historia de la cultura occidental. Si aún después de todo lo dicho, un objetor alzara las

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palabras de Gabriel Marcel referidas a Camus: “(…) Conviene atacar más directamente todavía la posición que es defendida aquí con algo más que talento, con una especie de áspera exaltación que no puede dejar de intimidar a los espíritus mal defendidos, y hasta de abrir brechas en las conciencias que han reflexionado imperfectamente las convicciones de las que creen nutrirse”. ¿Qué responderíamos a ello? Llegado ese caso diríamos que Inés de Cassagne ha seguido una tradición que se inicia, al menos, en Santo Tomás, y que consiste en ver en el interlocutor lo mejor de su intentio. Por otra parte, creemos que, con la obra de Inés de Cassagne sobre “Camus en diálogo con cristianos”, la cuestión queda agotada no porque no se pueda agregar algo más, ya que trata sobre “temas esenciales” y no sobre todos los temas, sino porque lo fundamental ya quedó dicho. Finalmente, señalemos que la obra de Inés de Cassagne ayuda a esclarecer no sólo la posición de Camus, sino que, al ser un verdadero diá-logo, ilumina también la propia posición católica. Por ello es que la lectura del libro es recomendable no sólo a los amigos de Camus, sino a todos lo que aprecian la verdad universal, “católica”.(386 pp) Juan Andrés Levermann Adquirir vía Internet en www.ucalp.edu.ar

Santidad, falsa santidad y posesiones demoníacas en Perú y Chile en los siglos XVI y XVII, estudios sobre mentalidad religiosa René Millar Ediciones UC Santiago de Chile, 2010 456 págs.

La presente obra es la culminación de un largo recorrido de investigación que se materializa en un libro magnífico al que el trabajo de la editorial concurre con muchos méritos. René Millar, con talento de narrador, presenta casos de hombres y mujeres que viven experiencias extraordinarias sea en el ámbito de la vivencia de las virtudes en grado heroico, sea en el del terreno del desvarío, el delirio o la obsesión por la santidad y las situaciones excepcionales en el ámbito religioso. Como expresa el propio autor, “en todo este tipo de situaciones —es decir en la santidad, la falsa santidad y las posesiones demoníacas— siempre

estaba presente la idea de la búsqueda de la perfección espiritual, ya fuese de manera auténtica, fingida o inducida por circunstancias diversas”. Lleno de preocupación por la humanidad, René Millar explora el ámbito de la mentalidad religiosa transitando las experiencias de lo extraordinario, de la desmesura y de las manifestaciones algo mórbidas de las obsesiones religiosas de los siglos XVI y XVII en estas lejanas regiones del mundo occidental, en esta periferia del imperio español, que el autor sabe relacionar muy acertadamente con los sucesos y ambientes europeos dando cuenta de que este tipo de fenómenos subrayan la integración a una cultura europea extendida al continente americano. El profesor Millar ha establecido relaciones atractivas entre centro y periferia, entre los procesos romanos y las vicisitudes locales y las mediaciones obligadas por el patronato, de manera tal que el conjunto de ocho capítulos que integran el volumen nos trasmite un dinamismo y una idea de circulación muy viva y rica, desmintiendo aquellas ideas de la quietud y la intrascendencia que desde hace tiempo se han dejado de lado. Se destaca el carácter dialogante y políglota que presenta, pues es al mismo tiempo el testimonio de un recorrido personal que el investigador comparte con los lectores, actuando como mediador entre estos y la mejor y más actualizada literatura sobre los temas abordados, de modo tal que nos transporta con sus páginas al epicentro de la discusión historiográfica sobre la santidad y sus territorios adyacentes, acompañándonos por sus meandros y presentándonos a sus principales actores. El autor ha restituido a la vida a personas que ya hace mucho habían dejado este mundo, haciéndolos nuestros contemporáneos. Estos hombres y mujeres se nos presentan no como datos fríos y estadísticos, sino

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por el contrario, como seres apasionados, afligidos, entusiastas, temerosos, rabiosos en ocasiones y deseosos de alcanzar la santidad en la mayor parte de los casos. En este sentido interpreta de manera muy justa a Robert Darnton que propone que “La reconstrucción de mundos es una de las tareas más importantes del historiador. Éste emprende dicha tarea no por un extraño impulso que lo lleva a bucear en los archivos y a mirar papeles viejos, sino porque quiere conversar con los muertos. Interrogando los documentos y escuchando las respuestas puede sondear las almas de los que ya han pasado de este mundo y dar forma a las sociedades que ellos habitaron”. Personajes como el doctor Castillo o Jerónima de Esquivel, las visionarias limeñas o las posesas de Trujillo, los Pedros estudiados aquí, de Urraca y Bardesi, se nos presentan de un modo fascinante contextualizando sus vidas y afanes en el marco de sus ciudades, de las instituciones y de las costumbres de la época. El autor tiene una mirada valiente y construye un discurso sólido en torno a temas muy delicados guiado por la voluntad de comprender a otros. El estudio de los fenómenos de santidad, falsa santidad y posesiones demoníacas de siglos pasados es, como siempre en historia, también un tema contemporáneo. Este libro logra enriquecer nuestra mirada sobre mundos lejanos que se hacen próximos, que un mundo perdido sea visitado de nuevo, que podamos dialogar con los muertos y los más capaces historiadores de nuestro tiempo en estas materias. Claudio Rolle Adquirir vía Internet en www.ediciones.uc.cl

importante es el desarrollo de esta temática por parte de Benedicto XVI y cuán deseable sería una traducción de sus reflexiones al castellano. En una primera parte, titulada “Música sacra, Biblia y Concilio”, el Papa discurre acerca del fundamento teológico de la música sacra, relacionándolo con las discusiones postconciliares sobre este tema. Se completa este primer subcapítulo con los temas vecinos de la transposición artística de la fe y unas directivas bíblicas para la música sacra. En una segunda parte el Papa entrega sus pensamientos sobre la música litúrgica y en la tercera parte, sobre la espiritualidad de la música. El punto de partida de estas disquisiciones estriba en el inquietante abismo que se ha abierto con el tiempo entre la música sacra propiamente tal (canto gregoriano y polifonía clásica), que exige un alto nivel técnico, y la música en uso en las iglesias actualmente predominante, que, por adaptarse mejor a la deseable participación activa de los fieles, debe ser “fácil” y corresponder a la sensibilidad musical del público. En otras palabras: la música sacra es cultivada preferentemente por especialistas fuera de las iglesias y lo que prevalece en las iglesias ya no es música sacra. Peor aún: la preferencia en la pastoral actual por lo “útil” y el destierro de lo bello no utilitario han llevado a lo que el Papa llama una “espantosa depauperación” del culto divino, de tal manera que “la liturgia no se ha hecho más clara, sino tan solo más pobre”. En esta frustración toma pie la extrapolada indignación de círculos tradicionalistas de la Iglesia contra el Concilio Vaticano II en general y la Constitución Sacrosanctum Concilium en especial. Los llamados lefebristas no son, por cierto, los únicos críticos. Sin embargo, el problema no es nuevo. Ya Pío X había tenido que condenar el uso de las arias de ópera en las

Lodate Dio con arte Joseph Ratzinger- Benedetto XVI Marcianum Press Venecia, 2010 266 págs.

La presente obra reúne varias reflexiones de Benedicto XVI sobre temas de liturgia y música sacra, pertenecientes a su época de Regensburg (Ratisbona) y editadas allí en 2008. El título original es “En presencia de los ángeles te alabaré” y en la edición italiana se agregó una última parte sobre “Música sacra y profana”. No es necesario decir cuán

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misas y los historiadores de la Iglesia podrían atestiguar diversas otras acciones desvirtuantes del culto divino a lo largo de los siglos. Para remedio de estos males quieren servir las profundizaciones que busca Benedicto XVI en la teología, la historia y el arte. Al hilo de lo enseñado por Sto. Tomás de Aquino en la Suma Teológica (II,II,91), el Papa analiza y justifica como elemento “purificador” del culto divino las diversas tendencias espiritualizantes que se detectan en la teología patrística y que por sí mismas pueden conducir a la condenación de todo elemento sensible en la devoción cristiana. En las Iglesias de Oriente este primado de lo meramente espiritual ha terminado por producir el iconoclasmo y en las de Occidente todas las reformas puritanas e ilustradas del culto, tan destructivos los unos como los otros. En contra de esto Benedicto XVI aduce que las raíces de la liturgia cristiana se sitúan, en el tiempo, del paso de la sinagoga a la Iglesia y, por consiguiente, en el primado litúrgico de los salmos. Ahora bien, los salmos expresan la plenitud de la alegría y de la glorificación de Dios, debida a su grandeza y belleza. Con ello quedó justificado no sólo el canto, sino también el uso de instrumentos musicales. Esto último, que las Iglesias de Oriente nunca se atrevieron a admitir, llevó en las de Occidente a una magnífica floración, aunque el canto gregoriano y la polifonía clásica siguieran adhiriendo a la tesis tradicional de que sólo la voz humana es digna de expresar la glorificación de Dios. A estas constataciones de principios seguros el Papa añade cinco conclusiones que podrían servir para superar la crisis actual de la liturgia católica (pp. 44 - 48). Tan profundos cuanto brillantes como estas primeras consideraciones de carácter teológico son los dos acápites siguientes, sobre “La transposición artística de la fe” y “Directivas bíblicas para la música sacra”. Benedicto XVI tiene la bella y útil costumbre de citar las contribuciones de otros autores e incluso de remitir a ellos, realzando sus méritos. De este modo la lectura de sus tesis adquiere una riqueza un tanto densa para el lector común y corriente. Por otra parte tal lectura parece totalmente imprescindible para lograr una comprensión de todo lo que está en juego en los problemas litúrgicos de nuestro tiempo. Para una edición española de esta obra podría sugerirse que se aliviara la cantidad de los textos. La acumulación de prácticamente todos los escritos ratzingerianos referentes a la relación entre liturgia y música obra en contra de la incisividad de sus textos propiamente magisteriales. Tan sólo en el comienzo del libro hay que digerir una “Introducción”, una “Presentación” y un “Prefacio”,

aunque se trate de textos nada desdeñables y de autores de nota. Mas son los pronunciamientos papales los que verdaderamente pueden importar para lograr el remedio contra el malestar que afecta gran parte de la praxis litúrgica de la Iglesia. Mauro Matthei OSB Adquirir vía Internet en www.marcianum.it

Hermann Cohen, apóstol de la Eucaristía Charles Sylvain Fundación Gratis Date Pamplona, 2005 90 págs.

El eximio pianista, judío converso y luego monje carmelita es el fundador de la Cofradía de la adoración nocturna al Santísimo Sacramento, una devoción que se ha extendido en todo el mundo, y que está presente en Chile. Nació en Hamburgo en el año 1820, en el seno de una familia sacerdotal de Aarón, de la tribu de Levi. Desde niño buscaba al Mesías a través de la armonía de los cánticos y de la música en la sinagoga. Fue en París el mejor alumno de Franz Liszt, y llevó una vida desordenada hasta que a los 27 años entró a la Iglesia de Santa Valesa en la misma ciudad, y providencialmente le tocó una bendición con el Santísimo. Un rayo de luz llegó hasta la custodia con la hostia blanca, experimentó una emoción muy profunda, y recibió la gracia de la Fe, siendo bautizado más tarde. Se llamaba a sí mismo: “convertido por la Eucaristía”. En su búsqueda de la armonía, había encontrado “el Cielo en la Tierra”, y al Mesías de los judíos.

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Dos años después ingresó como novicio de los Carmelitas Descalzos, tomando el nombre de Agustín María del Santísimo Sacramento. Compone numerosos cánticos al Santísimo Sacramento, se ordena como sacerdote en 1851, y su primera homilía es sobre la Comunión frecuente. Se dedicó a fundar monasterios carmelitas en las ciudades del sur de Francia, en Londres, en Alemania y en Bélgica, propagando la Misa diaria, la adoración nocturna, y la acción de gracias, convirtiendo a muchos judíos y protestantes. Decía en sus homilías: “Me siento débil y pobre. Tengo hambre y sed, ¡El pórtico del Cielo está en la Eucaristía!” (…) “Hay un manantial cuyas frescas aguas nos calma la sed en el desierto de esta vida, una estrella que nos conduce hasta el término luminoso de nuestro viaje, un árbol cuya sombra nos protege contra el poder devorador de la existencia terrestre”. Relacionado con las Conferencias de San Vicente de Paúl, amigo del Santo Cura de Ars, fue uno de los primeros peregrinos que acudieron a Lourdes, ayudando a extender la hermosa devoción del Mes de María, que en Europa se celebra en mayo, en plena primavera. Decía: “Mes de María, mes de las flores, mes de gracia, mes de bendiciones, mes de mi conversión, yo te saludo”. Incansable misionero, recorrió Europa predicando la Buena Nueva. Alguien le preguntó dónde vivía, y él respondió simplemente: “En los trenes”. Como San Pablo, fue un moderno judío errante. Tuvo la alegría de encontrarse con su antiguo maestro, Franz Liszt, después de la conversión de este último. Para celebrar y agradecer la llegada de la Luz, se turnaron tocando el órgano de una iglesia italiana. También tuvo la bendición de la conversión, primero de sus hermanos y luego de su querida madre. Se sentía muy unido a la bella Francia, hija primogénita de la Iglesia y en la Guerra franco-prusiana se dedicó como enfermero a cuidar a los prisioneros franceses en Spandau, cerca de Berlín. Se contagió con la viruela, y murió en 1871. Hijo de judíos, nuestros hermanos mayores, finalmente había llegado al Espacio infinito, a la Luz eterna, a la Armonía plena, que tanto buscaba. Donde se oye el perpetuo concierto de la alabanza divina, posiblemente con la participación en el piano de Franz Liszt y de Hermann Cohen. Raúl Irarrázabal Adquirir vía Internet en www.gratisdate.org

La dignidad de la persona Jesús González Pérez Editorial Civitas Pamplona, 2011 344 págs

E sta segunda edición obedece a un deseo de hacer justicia. El autor —reconocido abogado, registrador de la propiedad y catedrático universitario de Derecho administrativo— quiere delatar —de forma políticamente incorrecta— los atentados a la dignidad humana perpetrados, en los últimos años, en virtud de un falso progresismo de orientación positivista. Al no aceptar que el hombre, todo hombre, está dotado de una dignidad inquebrantable por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, el Tribunal Constitucional español no dudó en negarle algunos derechos inalienables que se derivan de su dignidad originaria. Para dejar bien clara su posición, el autor pone al frente de su obra esta frase de la primera encíclica de Benedicto XVI: “El ser humano no es un átomo perdido en un universo casual, sino una criatura de Dios, a quien Él ha querido dar un alma inmortal y al que ha amado desde siempre” (Caritas in veritate, 29). Queda claro desde el principio que el autor no se contenta con fundamentar la dignidad humana en declaraciones realizadas por parlamentos nacionales u organizaciones supranacionales. Quiere basarse en principios inmutables, que, por ser superiores a todo Ordenamiento jurídico positivo, constituyen un baluarte frente a la diversidad de orientaciones y al sectarismo de grupos extremistas (p. 22). Buscar este fundamento último es hoy una tarea dramática y urgente, pues “las dos concepciones latentes en la Constitución del consenso, el equívoco texto de alguna de las normas y la politización de los miembros

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de la institución que había de interpretarla, ha dado lugar en más de un momento a interpretaciones que suponen graves atentados a la dignidad de la persona” (p. 23). Para asentar su posición en bases sólidas, el Prof. González Pérez se propone colmar la grave laguna que presenta la Declaración Universal de Derechos Humanos (Naciones Unidas, 1948), que fue proclamada solemnemente sin el apoyo de una fundamentación adecuada. Para ello alude a la doctrina de la dignidad de la persona expuesta por grandes autoridades de la tradición cristiana —desde San Agustín al Concilio Vaticano II y las grandes encíclicas sociales de los últimos papas—, y confirmada en diversos Convenios, Cartas sociales, Conferencias, Declaraciones y Pactos realizados por prestigiosas instituciones en los últimos tiempos. En el cap. II estudia ampliamente la dignidad de la persona humana en el ordenamiento constitucional español (pp. 83 ss). Los hombres, por el hecho de serlo, somos iguales en dignidad. A este principio se oponen las desigualdades injustas que padecen innumerables personas. Para superar tal injusticia no debemos caer “en un modelo de uniformidad que trate de acabar con toda individualidad creadora”, debido a lo que Gonzalo Fernández de la Mora denominó certeramente “envidia igualitaria” (p. 126). “No hay que cultivar el odio —escribe— sino el respeto al mejor; no el rebajamiento de los superiores, sino la autorrealización propia. (…) En lugar de la tóxica envidia igualitaria, la creadora emulación jerárquica”. El autor no se limita a destacar los grandes derechos y libertades del hombre; subraya diversos aspectos de la vida humana en que puede resultar atacada la dignidad del hombre, a veces bajo pretexto de liberalidad y progresismo. Así, en el apartado sobre “La dignidad de la persona y el derecho a la vida y a la integridad física” (pp. 131 ss), alude a la posibilidad de quebrantar el respeto a la dignidad humana en las prácticas de fecundación in vitro, del aborto y diferentes formas de tortura; en los atentados contra el honor (p. 137ss), el derecho a la intimidad (pp.150 ss), a la libertad ideológica y religiosa, y a la consiguiente objeción de conciencia (pp.153 ss). Para clarificar a fondo la serie de sutiles cuestiones que plantea la dignidad de la persona, establece el autor una serie de criterios generales sumamente lúcidos acerca del trato con las personas (pp. 163-170). En el cap. III muestra en pormenor cómo se proyecta la norma constitucional en los distintos sectores del ordenamiento jurídico (pp. 171 ss). Aquí se tratan temas tan vitales como las relaciones familiares (pp. 182 ss.), las re-

laciones laborales (pp. 190 ss.), la dignidad de la persona en el campo administrativo (pp. 198 ss), militar (pp. 206 ss.), escolar (pp. 211 ss.) y penitenciario (pp. 215 ss.); en los servicios públicos (pp. 221 ss)., el derecho penal (pp. 235 ss.), el derecho procesal (pp. 245 ss.) El cap IV expone la protección jurisdiccional de la dignidad personal: amparo constitucional, hábeas corpus… ( pp. 255 ss.). En un vibrante Epílogo, el autor delata la contradicción que existe entre las solemnes declaraciones oficiales de los derechos humanos y el sometimiento de la persona a múltiples vejaciones de todo orden, abiertas o solapadas, mediante los recursos arteros de la manipulación. La angustia que provoca al hombre actual el estado de indefensión que padece de hecho, a menudo sólo se trocará en seguridad y confianza “cuando vuelva a tener conciencia de que su dignidad es intangible, no porque así lo haya decidido una Asamblea internacional, un dictador o un Parlamento, sino porque así lo prescribe la ley eterna. Es intangible porque, dimanando directamente de Dios, nada ni nadie se la podrá arrebatar” (p. 298). El autor ha cumplido estrictamente lo que ha prometido en la Introducción: abordar el tema propuesto “desde la perspectiva jurídica”, pero elevándose “a la esencia y fundamento de la dignidad humana” (p. 22). Con pulcro estilo trata un tema complejo de forma maestra, apoyándose en amplia y selecta bibliografía y ahondando en los fundamentos de la ética para delatar los fallos actuales respecto al cuidado de los derechos humanos. Estamos ante un libro lúcido en los planteamientos teóricos, y certero al señalar pautas de conducta.

Alfonso López Quintás

Karl Marx y la tradición del pensamiento occidental Hannah Arendt Ediciones Encuentro Madrid, 2007 124 págs

Como en muchos otros filósofos, las traumáticas experiencias de la vida de Hannah Arendt, judía en la Alemania nazi, influyeron en gran medida en el curso de lo más interesante de su pensamiento posterior: el estudio del totalitarismo.

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Este libro editado por Agustín Serrano de Haro incluye dos ensayos de esta autora, el primero sobre Karl Marx, que forma parte de su libro «Los orígenes del totalitarismo» (segunda edición, 1958), y el segundo, sobre la revolución húngara. Las reflexiones sobre la revolución húngara constituyen un ensayo que interesará sobre todo a los eruditos en la obra de Arendt, escrito inmediatamente después del fin del alzamiento en Hungría en la década de 1950. Mayor y más permanente interés tiene el ensayo sobre Marx y la tradición política occidental, tema sobre el que la autora escribe con agudeza dejando, no obstante, a la vista algunas curiosas incomprensiones de cosas que ella, lo mismo que Marx, también de origen judío, deberían haber captado mejor precisamente por su común ascendencia cultural. En Karl Marx y la tradición del pensamiento político occidental, Arendt se esfuerza por destacar el error de considerar el pensamiento de Marx como causa del totalitarismo que se implantó en su nombre, así como la línea que une dicho pensamiento con los orígenes mismos de aquella tradición y las rupturas entre ambos. En este último punto, sin embargo, el texto de Arendt merece reparos porque, para identificar la tradición «occidental», se remite, casi exclusivamente, al pensamiento de Platón y Aristóteles; pero, ¿es sólo su apoyo en esos dos filósofos lo que da su carácter a la tradición filosófica de Occidente, particularmente en lo que se refiere a la política? Arendt no concede gran importancia a las contribuciones que los romanos o los pueblos germánicos puedan haber realizado ni a lo que hayan aportado al cristianismo Así, pues, sostiene Arendt que, en continuidad con la tradición «occidental», la concepción que Marx tiene de la futura sociedad comunista equivale, casi punto por punto, a lo que se dio en la Grecia del siglo V antes de Cristo, o sea, una sociedad en que los ciudadanos están

liberados del trabajo gracias a la esclavitud sobre la que Atenas está construida. La concepción de Marx no sería, pues, estrictamente «utópica», puesto que ya ha tenido una realización histórica, y no debería nada al gnosticismo, con el cual su pensamiento ha sido vinculado. Arendt plantea que la visión de la futura sociedad comunista de Marx es —y pensamos que correctamente— la clave de todo el pensamiento del filósofo alemán. Pero, por otra parte, Arendt sostiene que Marx incurriría en una profunda contradicción con la tradición, en una «ruptura de su hilo», puesto que mientras la concepción —más que «occidental», habrá que decir «griega»— supone que el hombre se define por su libertad, Marx cree que éste se define por el trabajo, o sea, por la necesidad. De ahí que, para alcanzar esa libertad futura, será necesario abolir absolutamente todo trabajo, incluso el creativo de los artistas y artesanos y no sólo el trabajo pesado, repetitivo, mecánico de los esclavos. La dificultad puede reconducirse, en último término, al tema de la concepción del trabajo como una maldición, como el peso agobiante de la necesidad sobre el hombre. Sin duda, ésta es la idea griega —y por ello el polites no trabaja— y es también la de Marx. Pero no se puede, sin más, confundir esta concepción con la occidental, puesto que en ésta, por influjo del cristianismo, el trabajo es concebido no como una maldición o castigo, sino como el propósito de la vida humana en cuanto el hombre participa de la obra creadora de Dios y la culmina: la maldición o castigo consiste no en tener que trabajar, sino en tener que hacerlo con dolor y esfuerzo. Es éste el punto en que tanto Marx como Arendt, ambos judíos, debieran haber advertido la superación que la tradición filosófica occidental opera sobre la idea griega de trabajo, puesto que, al cabo, el trabajo como misión propia del hombre en la creación es un concepto enunciado en el libro del Génesis. Para el cristianismo el trabajo no es, pues, un castigo —aunque la concepción vulgar lo haya, a veces, entendido así—: que el propio Jesús, el Mesías, haya sido trabajador fue suficiente mensaje —además de los muchísimos y expresos que hay en las Escrituras— para los primeros cristianos, que comprendieron que todo trabajo honesto era noble y acorde con la esencia del hombre, por mucho que se distinguieran diversos tipos de él («laboriosa», «artificiosa» y «gloriosa» es la terminología de algunos Padres para tratar el tema). A la luz de esta incomprensión por parte de Marx del concepto bíblico de trabajo, fundante de la tradición occidental, la contradicción en Marx, subrayada por Arendt, no parece ser tan clara, después de todo: si los griegos y

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Marx entienden el trabajo del mismo modo como un peso impuesto por la necesidad y un obstáculo para la libertad, parece lógico que Marx haya considerado la supresión del trabajo como requisito de la libertad. Lo que sí es fundamental subrayar en este aspecto —cosa que Arendt no hace— es que la concepción del hombre que tienen tanto los griegos como Marx, relacionada de modo íntimo con la apuntada concepción pagana del trabajo, es radicalmente diferente de la occidental. Como el editor aclara, este ensayo es una especie de subproducto de las investigaciones de la autora encaminadas a desarrollar otros proyectos intelectuales, y se entrecruzan en él numerosas líneas de análisis, como el ya indicado de la igualdad política y otras. En fin, cualesquiera sean las críticas que puedan hacerse a este ensayo, sin duda su lectura resulta estimulante, cosa que, tratándose de Hannah Arendt, no podía ser de otro modo. Augusto Merino Medina Adquirir vía Internet en http://www.ediciones-encuentro.es

Irene Nemirovsky. El Mirador. Memorias Soñadas. Elizabeth Gille Editorial Circe Barcelona, 1995 296 págs.

Este libro se escribió antes de que Irene Nemirovsky alcanzara la fama que hoy tiene en lengua castellana y cuando quizás estaba medio apagada en su original francés. Es la biografía de la autora rusa judía muerta en Auschwitz a los 39 años. Lo escribió su hija, Elizabeth Gille, permitiéndose usar la primera persona en nombre de su madre. De vez en cuando en estas memorias, Elizabeth asume en nombre propio los dramáticos recuerdos de su infancia.

Desde luego los lectores de Nemirovsky se apasionarán con esta biografía. Como se sabe Irene tuvo una relación traumática con su madre. En este libro se van perfilando año a año los episodios dolorosos que más tarde se transfiguraron a medias en “El vino de la soledad”. Hay un contraste muy grande entre la familia original judía que el padre no pudo cohesionar a pesar de sus esfuerzos y la propia familia que después formó Irene con Michael Epstein y sus dos niñas. Fueron años luminosos que desembocaron en la tragedia del campo de concentración. Las hijas de Michael e Irene no volvieron a ver a sus padres y crecieron amparadas por una institutriz, después de ser repudiadas por la abuela en una escena que parece sacada de los libros de Irene. Un contraste brutal es el cariño que tomó Irene Nemirovsky a Francia, su patria de adopción, que le dio la fama literaria frente a la realidad de la segunda guerra. El campo de concentración se veía venir en la Francia ocupada, a través de leyes cada vez más persecutorias contra los judíos. Es un ambiente muy bien descrito en su creciente horror. Irene se sentía más francesa que rusa, judía o ucraniana. Sin embargo, estas “memorias” abundan también en recuerdos rusos: ciudades como Kiev y San Petersburgo, el terror de la naciente revolución, la violencia, los especuladores —entre los que destaca el padre de Irene—, la huida a Finlandia, la extraña vida de los rusos en París, algunos reducidos a la miseria y otros con negocios florecientes. Retazos de estos recuerdos aparecen en “David Golder”, “El baile”, “El vino de la soledad”, pero aquí están ordenados y referidos todos a Irene, también con su adolescencia desenfrenada, sus locos años 20 y su vertiginosa carrera literaria. Elizabeth Gille hace honor a la herencia literaria de su madre, con un estilo intenso, que mantiene siempre el interés, combinando los datos históricos con la vivencia de los personajes. Otros libros suyos que recuerdan su propia infancia y más tarde su lucha contra el cáncer no están traducidos al castellano. Elena Vial

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Sobre los Autores TRACEY ROWLAND. Teóloga australiana. Profesor Asociado y Decano de Filosofía Política y Teología en el Instituto Juan Pablo II para estudios del Matrimonio y la Familia en su sede de Melbourne, Australia. Miembro del Centro para la Teología y Filosofía de la Universidad de Nottingham. Miembro del Consejo Editorial de la edición en inglés de revista Communio.

FABRICE HADJADJ. Profesor de Filosofía y Literatura en el instituto privado Sainte-Jeanne d’Arc y en el Seminario de Toulon. Es colaborador habitual de Le Fígaro.

RINO FISICHELLA. Presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización. Ex rector de la Pontificia Universidad Lateranense.

IGNACIO SÁNCHEZ DÍAZ. Médico. Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

PEDRO MORANDÉ. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. GIOVANNI CUCCI. Sacerdote jesuita. Redactor de la revista italiana La Civiltà Cattolica. El presente artículo fue originalmente publicado en el Nº 3841 de esa revista. SAMUEL FERNÁNDEZ. Sacerdote diocesano. Ex decano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. BRUNO FORTE. Arzobispo de Chieti-Vasto.

DOMINIQUE REY. Obispo de la diócesis de Fréjus-Toulon, Francia. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS.

JUAN DE DIOS VIAL LARRAÍN. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Ex rector de la Universidad de Chile. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. AUTORES EN PANORAMA Y LIBROS CARDENAL CARLO CAFFARRA. Arzobispo de Bolonia. PEDRO PABLO ROSSO. Médico. Ex rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. JAIME ANTÚNEZ. Director de revista HUMANITAS JESÚS COLINA. Director de Aleteia. ALFONSO LÓPEZ QUINTÁS. Filósofo español. FRANCISCA ALESSANDRI. Periodista y profesora UC. AUGUSTO MERINO. Cientista político. GONZALO IBÁÑEZ SANTA MARÍA. Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. RAÚL IRARRÁZABAL. Presidente de la Asociación Chilena de la Orden de Malta.

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Jaime Antúnez. Director de Revista HUMANITAS. Doctor en Filosofía. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Hernán Corral. Doctor en Derecho. Ex decano y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes. Samuel Fernández. Doctor en Teología. Ex decano y profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Director del Centro de Estudios Padre Alberto Hurtado. Gabriel Guarda O.S.B. Abad emérito del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes. Premio Nacional de Historia 1984. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. René Millar. Doctor en Historia. Ex decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la P.U.C. y profesor titular del Instituto de Historia. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. Pedro Morandé. Doctor en Sociología. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la P.U.C. Miembro de de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Ricardo Riesco. Doctor en Geografía. Rector de la Universidad San Sebastián. Francisco Rosende. Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Católica de Chile. Master of Arts en Economía, Chicago. Juan de Dios Vial Correa. Ex Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex Presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Miembro de Número de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile. Juan de Dios Vial Larraín. Ex Rector de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Arturo Yrarrázaval. Doctor en Derecho. Ex Decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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