Humanitas 64

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R E V I S T A D E A n t r o p o l o g í a y C u lt u r a C r i s t i a n a s / N º 6 4 / A Ñ O X V I

450 AÑOS DE LA ARQUIDIÓCESIS DE SANTIAGO A cinco años del discurso de Benedicto XVI en Ratisbona EL LOGOS PRECEDE AL ETHOS Fabrice Hadjadj ACTUALIDAD DE FRANCISCO DE ASÍS


HUMANITAS Revista de Antropología y Cultura Cristianas Publicación trimestral de la Pontificia Universidad Católica de Chile La revista HUMANITAS nace de la conveniencia de que la Universidad disponga para el servicio de la comunidad universitaria y de la opinión pública en general, de un órgano de pensamiento y estudio que busque reflejar las preocupaciones y enseñanzas del Magisterio Pontificio (Decreto Rectoría No 147/95, visto 2o). DIRECTOR Jaime Antúnez Aldunate COMITÉ EDITORIAL Hernán Corral Talciani Samuel Fernández Eyzaguirre Gabriel Guarda, O.S.B. René Millar Carvacho Pedro Morandé Court Ricardo Riesco Jaramillo Francisco Rosende Ramírez Juan de Dios Vial Correa Juan de Dios Vial Larraín Arturo Yrarrázaval Covarrubias SECRETARIA DE REDACCIÓN Marta Irarrázaval Zegers CONSEJO DE CONSULTORES Y COLABORADORES Presidente Honorario: S.E.R. Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa. Héctor Aguer, Anselmo Álvarez O.S.B., Carl Anderson, Andrés Arteaga, Francisca Alessandri, Antonio Amado, Felipe Bacarreza, Jean-Louis Bruguès O.P., Rocco Buttiglione, Massimo Borghesi, Carlos Francisco Cáceres, Cardenal Carlo Caffarra, Cardenal Antonio Cañizares, Jorge Cauas Lama, Guzmán Carriquiry, William E. Carroll, Alberto Caturelli, Cesare Cavalleri, Fernando Chomalí, Francisco Claro, Ricardo Couyoumdjian, Mario Correa Bascuñán, Francesco D’Agostino, Adriano Dell’Asta, Vittorio di Girolamo, Carmen Domínguez, Carlos José Errázuriz, José María Eyzaguirre, Luis Fernando Figari, Alfredo García Quesada, Juan Ignacio González, Stanislaw Grygiel, Gonzalo Ibáñez Santa-María, Raúl Hasbun, Henri Hude, José Miguel Ibáñez, Raúl Irarrázabal, Paul Johnson, Ricardo Krebs, Jean Laffitte, Nikolaus Lobkowicz, Alfonso López Quintás, Alejandro Llano, Raúl Madrid, Javier Martínez Fernández, Carlos Ignacio Massini Correas, Mauro Matthei O.S.B., Cardenal Jorge Medina, Livio Melina, Augusto Merino, Dominic Milroy O.S.B., Antonio Moreno Casamitjana, Fernando Moreno Valencia, Rodrigo Moreno Jeria, José Miguel Oriol, Máximo Pacheco Gómez, Francisco Petrillo O.M.D., Bernardino Piñera, Aquilino Polaino-Lorente, Cardenal Paul Poupard, Javier Prades, Héctor Riesle, Florián Rodero L.C., Alejandro San Francisco, Romano Scalfi, Cardenal Angelo Scola, David L. Schindler, Josef Seifert, Gisela Silva Encina, Robert Spaemann, Paulina Taboada, William Thayer Arteaga, Olga Ulianova, Luis Vargas Saavedra, Miguel Ángel Velasco, Juan Velarde Fuertes, Aníbal Vial, Pilar Vigil, Richard Yeo O.S.B., Diego Yuuki S.J.


H U M A N I T A S

Humanitas Nº 64 PR IM AVER A 2011 - A ÑO X VI

450 años de la Arquidiócesis de Santiago LA IGLESIA, UN REGALO QUE ACOGEMOS DE RODILLAS Mons. Ricardo Ezzati 710 HONTANAR DE CHILE Amaya Irarrázaval y Marta Irarrázaval 716 Don Rodrigo González Marmolejo EVOCACIÓN DEL PRIMER OBISPO DE SANTIAGO DE CHILE Mauro Matthei O.S.B. 724 EL CEREBRO HUMANO. INSTRUMENTO DE LA MENTE Angelo Serra 736 LA CORPOREIDAD HUMANA Juan Carlos Aguilera 744 Un modelo para tiempos de crisis ACTUALIDAD DE FRANCISCO DE ASÍS Fabrice Hadjadj 752 A cinco años del discurso de Ratisbona EL LOGOS PRECEDE AL ETHOS Benedicto XVI / Cardenal Angelo Scola / Tracey Rowland / Juan de Dios Vial Larraín / Antonio Livi / Pedro Morandé 764 Copatrono de la JMJ Madrid 2011 SAN RAFAEL ARNAIZ BARÓN Giandomenico Mucci S.J. 800 REFLEXIÓN SOCIOPOLÍTICA QUE APUNTA A LO ACTUAL Fernando Moreno 810 Destacamos en NOTAS El colapso de 1989 ¿Un paradigma para hoy? Nikolaus Lobkowicz 816 Hacia el encuentro del 27 octubre en Asís La razones de la paz y el único Logos Cardenal William Joseph Levada 824 Navidad VERBO SE CONVIERTE EN EMMANUEL Textos del Beato John Henry Newman 832 Sumario Editorial Notas La Palabra del Papa Panorama Libros Sobre los Autores

En portada: Imagen de la Virgen del Carmen. Iglesia del Sagrario, anexa a la catedral de Santiago. Contraportada: Nave central catedral de Santiago.

702 706 816 834 852 901 916


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En www.humanitas.cl lea las versiones digitales en español y en inglés, de los anterios números de revista HUMANITAS

HUMANITAS

dieciséis años sirviendo al encuentro de la fe y la cultura

HUMANITAS (ISSN 07172168) recoge los trabajos de sus colaboradores regulares, nacionales y extranjeros. Asimismo, de otros autores cuya temática resulta afín con los objetivos de esta publicación. Toda reproducción total o parcial de los artículos publicados por HUMANITAS requiere de la correspondiente autorización, a excepción de comentarios o citas que se hagan de los mismos. Diseño y Producción: Diseño Corporativo UC Impresión: Suscripciones y correspondencia: HUMANITAS, Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Av. Libertador Bernardo O’Higgins 390, 3er piso, Santiago, Chile. Teléfono (562) 354 6519, Fax (562) 354 3755, E-mail: humanitas@uc.cl Suscripción anual, $26.000; estudiantes, $16.000. Valor por ejemplar, $7.000.

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HUMANITAS Sumario N° 64 (octubre-diciembre 2011)

La Iglesia, un regalo que acogemos de rodillas, por Monseñor Ricardo Ezzati. Se reproduce en estas páginas la homilía pronunciada en la iglesia catedral por Monseñor Ricardo Ezzati Andrello, Arzobispo de Santiago, en la víspera de la festividad del Santo Patrono de la Arquidiócesis, al conmemorarse sus 450 años. El pastor hace una acción de gracias por la tarea asumida por la Iglesia desde los inicios de su peregrinación en Santiago, refiriéndose al papel cumplido por ella en cuánto labor misionera, en relación con la evangelización de los pueblos indígenas, la acogida de los pobres y desvalidos, y la educación y cultura de todo un pueblo. Asimismo se sitúa en la perspectiva actual delineando sus desafíos en vistas al provenir y pide a Dios una Iglesia audaz que anuncie con valentía y orgullo el Evangelio del Señor como el servicio más grande: Iglesia contemplativa de su misterio, que pueda hablar de Dios desde una comunicación profunda con Él para ser signo de la presencia salvadora de Jesucristo en el mundo. Humanitas 2011, LXIV, págs. 710 - 715 Hontanar de Chile, por Amaya Irarrázaval y Marta Irarrázaval. Pedro de Valdivia y sus conquistadores, sabían que las iglesias y ermitas serían signos de la presencia de Dios en el Santiago del Nuevo Extremo aún antes de su fundación. De ello son viva muestra la veneración de sus imágenes religiosas y su temprano nombramiento como diócesis. Las primeras órdenes religiosas –mercedarios, franciscanos, dominicos, agustinos- se instalaron en los límites del entonces nuevo poblado. Su trabajo pastoral se amplió al plano del arte y la arquitectura, y encontró expresiones que muy pronto quedaron incorporados a la visión urbana de la ciudad, a través de innumerables y bellas torres y campanarios que hasta hoy permanecen como íconos de la identidad urbana. En la actualidad, sumidos entre las grandes alturas, son sus imponentes fachadas las que nos hablan de Dios y de su Madre, del culto y del trabajo de tantas generaciones por hacer de esta tierra “una fértil provincia del cielo”. El reportaje fotográfico que aquí se presenta hace un recorrido por las iglesias de Santiago Centro que han traspasado la barrera del tiempo y marcan la historia de la capital desde sus inicios. Humanitas 2011, LXIV, págs 716 - 723 Evocación del primer obispo de Santiago de Chile, por Mauro Matthei O.S.B. Aunque no llegó a consagrarse por falta o por lejanía de obispo consagrante, don Bartolomé Rodrigo González Marmolejo, primer obispo de Santiago de Chile fue un verdadero Padre de la Patria. Puesto por las circunstancias históricas al costado de Pedro de Valdivia da la impresión de ser un personaje de tono menor. Pero, una revisión menos primeriza de los textos antiguos ayuda a dejar atrás un juicio demasiado mezquino acerca del personaje. Aunque don Rodrigo no dejó otros escritos que los estrictamente burocráticos y sabemos de sus sermones sólo por referencias generales, comparte plenamente con don Pedro los padecimientos y honores anejos al rol de forjadores de orígenes y labradores de fundamentos de la realidad histórica del “reino de Chile”. En ese tema ambos eran hermanos. Existía, empero, una diferencia de miras en su común solicitud: si a Valdivia le apasionaba el “reino”, tan propicio para “perpetuarse en él” y para “ganar fama y un nombre que dejar a los herederos”, para González Marmolejo lo primordial eran las “ánimas”, es decir, los habitantes de aquel reino, fuesen españoles o no y eso, para afirmarlos en la paz con Dios y entre ellos mismos. Los testimonios son unánimes sobre su carisma de reconciliar y unir: “El primer obispo de este reino, aunque no se consagró, fue don Rodrigo González Marmolejo, clérigo, que se halló en la conquista de este reino con don Pedro de Valdivia y fue su confesor; afable varón y gran predicador.” Humanitas 2011, LXIV, págs. 724 - 735

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El cerebro humano. Instrumento de la mente, por Angelo Serra. Un aspecto particular y esencial del “Homo sapiens” merece hoy especial atención e interés: la relación entre su cerebro y su mente. El cerebro es “el órgano del pensamiento”, órgano esencial de la persona humana, que recibe informaciones, registra y memoriza. Es evidente la presencia de una energía de la mente construida por inteligencia que piensa y reflexiona y por voluntad que elige y decide. La conciencia examina lo que la mente expresa para juzgar su valor: bien o mal. Ante la revelación de las maravillosas estructuras del cerebro humano, que se desarrollan gradualmente como instrumento indispensable para hacer posible a la persona humana elaborar y expresar los productos de su mente y elegir y ejecutar sus propias decisiones, no puede estar ausente la percepción del goce de un privilegio especial otorgado al ser humano. Es necesario tener en cuenta que: “el cerebro no es la mente. El cerebro es la infraestructura fisiológica de la mente”. La mente y la conciencia son los dos factores característicos esenciales que separan claramente a la especie “Hombre” de todo el resto del mundo animal. En realidad, el enigma de la mente y la conciencia, exclusivo de la especie humana, se resuelve en un nivel inmensamente superior al estrictamente biológico, que no obstante constituye la base indispensable. Con fino sentido, G. Buzsàki reconoce la grandeza y la importancia personal del mismo con estas sencillas y claras expresiones: “El cerebro humano es la maquinaria más complicada creada en la naturaleza. (…) La esperanza reside en que los nuevos conocimientos sobre el cerebro ofrezcan un mejor conocimiento de nosotros mismos”. Humanitas 2011, LXIV, págs. 736 - 743 La corporeidad humana, por Juan Carlos Aguilera. La reivindicación del valor de la corporeidad humana, no es otra cosa que la reivindicación del valor de la persona humana. Por el cuerpo, nos relacionamos con el mundo; nos individuamos, somos esta persona y no otra; nos distinguimos radicalmente en el ámbito de la sexualidad, varones o mujeres; estamos afectados por el tiempo y nos relacionamos con el y de un modo peculiar. Hablamos de cuerpo calificándolo de humano, porque es materia espiritualizada. La persona humana no se compone de una yuxtaposición de dos cosas que se unan, sino de dos co-principios constitutivos que comparecen fundidos en una unidad radical, sustancial y específica, pero no con la misma función. La materialidad es para el alma racional, para cooperar en las acciones más propias del hombre, conocer y amar en libertad. La reflexión acerca del cuerpo es fundamental para conocer qué es el hombre y actuar del modo más humano al que se pueda acceder; de manera inteligente. La invitación a pensar en el significado del la corporeidad humana, es un desafío que debe encararse como una tarea ardua y dificultosa, como toda empresa humana, para de ese modo disfrutar de la “no comprada gracia de la vida”. Humanitas 2011, LXIV, págs. 744 - 751 Actualidad de Francisco de Asís, por Fabrice Hadjadj. Hoy es frecuente oír en el discurso referencias constantes a la crisis financiera, el calentamiento global, la destrucción ecológica y más aún, una crisis general de la cultura. Los pensadores cristianos van más lejos y califican la situación actual como una crisis antropológica, en la que se pone en cuestión incluso el sentido de la estructura del cuerpo humano, la naturaleza elemental de la paternidad y la conveniencia de que los hijos surjan como fruto del amor y no de una fabricación técnica que aspira constituir un hombre como un producto perfecto en el mercado de los hombres. Por su parte Francisco de Asís, desde su época, da una respuesta para los tiempos de crisis. La eternidad para un cristiano ocurre en el tiempo presente, en un amor que ya se manifiesta en la tierra y que consiste en ver al prójimo y a toda la Creación en Dios. El franciscanismo asume esta visión enfrentándose a la realidad de la nada denominada como pobreza, y dirigiéndose a ella como el punto en el cual Dios muestra su poder creador que puede brotar y rebotar en ella. San Francisco llama a hacerse uno con el pobre y en razón de la miseria y la incapacidad de las propias palabras, busca la posibilidad de rendir una alabanza digna del Creador en unidad con las demás criaturas, en vistas a homenajear debidamente a Dios en un cántico que apela al final de los tiempos y acoge el porvenir de la eternidad. Humanitas 2011, LXIV, págs. 752 - 763

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HUMANITAS Sumario N° 64 (octubre-diciembre 2011)

La Iglesia, un regalo que acogemos de rodillas, por Monseñor Ricardo Ezzati. Se reproduce en estas páginas la homilía pronunciada en la iglesia catedral por Monseñor Ricardo Ezzati Andrello, Arzobispo de Santiago, en la víspera de la festividad del Santo Patrono de la Arquidiócesis, al conmemorarse sus 450 años. El pastor hace una acción de gracias por la tarea asumida por la Iglesia desde los inicios de su peregrinación en Santiago, refiriéndose al papel cumplido por ella en cuánto labor misionera, en relación con la evangelización de los pueblos indígenas, la acogida de los pobres y desvalidos, y la educación y cultura de todo un pueblo. Asimismo se sitúa en la perspectiva actual delineando sus desafíos en vistas al provenir y pide a Dios una Iglesia audaz que anuncie con valentía y orgullo el Evangelio del Señor como el servicio más grande: Iglesia contemplativa de su misterio, que pueda hablar de Dios desde una comunicación profunda con Él para ser signo de la presencia salvadora de Jesucristo en el mundo. Humanitas 2011, LXIV, págs. 710 - 715 Hontanar de Chile, por Amaya Irarrázaval y Marta Irarrázaval. Pedro de Valdivia y sus conquistadores, sabían que las iglesias y ermitas serían signos de la presencia de Dios en el Santiago del Nuevo Extremo aún antes de su fundación. De ello son viva muestra la veneración de sus imágenes religiosas y su temprano nombramiento como diócesis. Las primeras órdenes religiosas –mercedarios, franciscanos, dominicos, agustinos- se instalaron en los límites del entonces nuevo poblado. Su trabajo pastoral se amplió al plano del arte y la arquitectura, y encontró expresiones que muy pronto quedaron incorporados a la visión urbana de la ciudad, a través de innumerables y bellas torres y campanarios que hasta hoy permanecen como íconos de la identidad urbana. En la actualidad, sumidos entre las grandes alturas, son sus imponentes fachadas las que nos hablan de Dios y de su Madre, del culto y del trabajo de tantas generaciones por hacer de esta tierra “una fértil provincia del cielo”. El reportaje fotográfico que aquí se presenta hace un recorrido por las iglesias de Santiago Centro que han traspasado la barrera del tiempo y marcan la historia de la capital desde sus inicios. Humanitas 2011, LXIV, págs 716 - 723 Evocación del primer obispo de Santiago de Chile, por Mauro Matthei O.S.B. Aunque no llegó a consagrarse por falta o por lejanía de obispo consagrante, don Bartolomé Rodrigo González Marmolejo, primer obispo de Santiago de Chile fue un verdadero Padre de la Patria. Puesto por las circunstancias históricas al costado de Pedro de Valdivia da la impresión de ser un personaje de tono menor. Pero, una revisión menos primeriza de los textos antiguos ayuda a dejar atrás un juicio demasiado mezquino acerca del personaje. Aunque don Rodrigo no dejó otros escritos que los estrictamente burocráticos y sabemos de sus sermones sólo por referencias generales, comparte plenamente con don Pedro los padecimientos y honores anejos al rol de forjadores de orígenes y labradores de fundamentos de la realidad histórica del “reino de Chile”. En ese tema ambos eran hermanos. Existía, empero, una diferencia de miras en su común solicitud: si a Valdivia le apasionaba el “reino”, tan propicio para “perpetuarse en él” y para “ganar fama y un nombre que dejar a los herederos”, para González Marmolejo lo primordial eran las “ánimas”, es decir, los habitantes de aquel reino, fuesen españoles o no y eso, para afirmarlos en la paz con Dios y entre ellos mismos. Los testimonios son unánimes sobre su carisma de reconciliar y unir: “El primer obispo de este reino, aunque no se consagró, fue don Rodrigo González Marmolejo, clérigo, que se halló en la conquista de este reino con don Pedro de Valdivia y fue su confesor; afable varón y gran predicador.” Humanitas 2011, LXIV, págs. 724 - 735

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El cerebro humano. Instrumento de la mente, por Angelo Serra. Un aspecto particular y esencial del “Homo sapiens” merece hoy especial atención e interés: la relación entre su cerebro y su mente. El cerebro es “el órgano del pensamiento”, órgano esencial de la persona humana, que recibe informaciones, registra y memoriza. Es evidente la presencia de una energía de la mente construida por inteligencia que piensa y reflexiona y por voluntad que elige y decide. La conciencia examina lo que la mente expresa para juzgar su valor: bien o mal. Ante la revelación de las maravillosas estructuras del cerebro humano, que se desarrollan gradualmente como instrumento indispensable para hacer posible a la persona humana elaborar y expresar los productos de su mente y elegir y ejecutar sus propias decisiones, no puede estar ausente la percepción del goce de un privilegio especial otorgado al ser humano. Es necesario tener en cuenta que: “el cerebro no es la mente. El cerebro es la infraestructura fisiológica de la mente”. La mente y la conciencia son los dos factores característicos esenciales que separan claramente a la especie “Hombre” de todo el resto del mundo animal. En realidad, el enigma de la mente y la conciencia, exclusivo de la especie humana, se resuelve en un nivel inmensamente superior al estrictamente biológico, que no obstante constituye la base indispensable. Con fino sentido, G. Buzsàki reconoce la grandeza y la importancia personal del mismo con estas sencillas y claras expresiones: “El cerebro humano es la maquinaria más complicada creada en la naturaleza. (…) La esperanza reside en que los nuevos conocimientos sobre el cerebro ofrezcan un mejor conocimiento de nosotros mismos”. Humanitas 2011, LXIV, págs. 736 - 743 La corporeidad humana, por Juan Carlos Aguilera. La reivindicación del valor de la corporeidad humana, no es otra cosa que la reivindicación del valor de la persona humana. Por el cuerpo, nos relacionamos con el mundo; nos individuamos, somos esta persona y no otra; nos distinguimos radicalmente en el ámbito de la sexualidad, varones o mujeres; estamos afectados por el tiempo y nos relacionamos con el y de un modo peculiar. Hablamos de cuerpo calificándolo de humano, porque es materia espiritualizada. La persona humana no se compone de una yuxtaposición de dos cosas que se unan, sino de dos co-principios constitutivos que comparecen fundidos en una unidad radical, sustancial y específica, pero no con la misma función. La materialidad es para el alma racional, para cooperar en las acciones más propias del hombre, conocer y amar en libertad. La reflexión acerca del cuerpo es fundamental para conocer qué es el hombre y actuar del modo más humano al que se pueda acceder; de manera inteligente. La invitación a pensar en el significado del la corporeidad humana, es un desafío que debe encararse como una tarea ardua y dificultosa, como toda empresa humana, para de ese modo disfrutar de la “no comprada gracia de la vida”. Humanitas 2011, LXIV, págs. 744 - 751 Actualidad de Francisco de Asís, por Fabrice Hadjadj. Hoy es frecuente oír en el discurso referencias constantes a la crisis financiera, el calentamiento global, la destrucción ecológica y más aún, una crisis general de la cultura. Los pensadores cristianos van más lejos y califican la situación actual como una crisis antropológica, en la que se pone en cuestión incluso el sentido de la estructura del cuerpo humano, la naturaleza elemental de la paternidad y la conveniencia de que los hijos surjan como fruto del amor y no de una fabricación técnica que aspira constituir un hombre como un producto perfecto en el mercado de los hombres. Por su parte Francisco de Asís, desde su época, da una respuesta para los tiempos de crisis. La eternidad para un cristiano ocurre en el tiempo presente, en un amor que ya se manifiesta en la tierra y que consiste en ver al prójimo y a toda la Creación en Dios. El franciscanismo asume esta visión enfrentándose a la realidad de la nada denominada como pobreza, y dirigiéndose a ella como el punto en el cual Dios muestra su poder creador que puede brotar y rebotar en ella. San Francisco llama a hacerse uno con el pobre y en razón de la miseria y la incapacidad de las propias palabras, busca la posibilidad de rendir una alabanza digna del Creador en unidad con las demás criaturas, en vistas a homenajear debidamente a Dios en un cántico que apela al final de los tiempos y acoge el porvenir de la eternidad. Humanitas 2011, LXIV, págs. 752 - 763

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El logos precede al ethos. A cinco años del discurso pronunciado por S.S. Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006 titulado: “Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones”, se hace aquí un recuerdo de aquella memorable meditación que enriqueció a la Iglesia y a la cultura contemporánea. El discurso del Pontífice en Ratisbona llamó a abrirse a la amplitud de la razón y planteó un desafío crucial para la universidad y la cultura occidental: “Occidente, desde hace mucho, está amenazado por esta aversión a los interrogantes fundamentales de su razón, y así sólo puede sufrir una gran pérdida. La valentía para abrirse a la amplitud de la razón, y no la negación de su grandeza, es el programa con el que una teología comprometida en la reflexión sobre la fe bíblica entra en el debate de nuestro tiempo. «No actuar según la razón, no actuar con el logos es contrario a la naturaleza de Dios», recordó citando un famoso diálogo del emperador Manuel II Paleologo con un interlocutor persa”. Benedicto XVI planteó a la Universidad que su gran tarea es redescubrir este gran Logos, esta apertura de la razón. En estas páginas se recogen extractos del discurso papal junto con el comentario al mismo desde diferentes perspectivas, desarrolladas por cinco personalidades del mundo cultural católico: el Cardenal Angelo Scola, Tracey Rowland, Juan de Dios Vial Larraín, Antonio Livi y Pedro Morandé Court. Humanitas 2011, LXIV, págs. 764 - 799 San Rafael ArnÁiz BarÓn, por Giandomenico Mucci S.J. En estas páginas se trata la figura del santo español Rafael Arnáiz, canonizado por Benedicto XVI el 11 de octubre de 2009 y nombrado oficialmente como copatrono de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid el mes de agosto de este año. Al delinear los datos bibliográficos de la vida de este joven de inclinaciones místicas que vivió entre los años 1911 y 1938, se vislumbra con claridad aquella que fuera la característica más importante de su existencia: seguir la voluntad de Dios y donarse por completo a Él y a los demás seres humanos. Aquella espiritualidad se mantuvo durante sus años en la Trapa, y brilló más intensamente a través del sufrimiento soportado con heroísmo en medio una grave enfermedad que comprometió una vida breve pero muy fructífera para la vida de la Iglesia. Humanitas 2011, LXIV, págs. 800 - 809

NOTAS ¿Un paradigma para hoy?, por Nikolaus Lobkowicz. A pesar de las similitudes, la comparación entre los acontecimientos ocurridos en África del Norte y el Cercano Oriente, y los de Europa Central y del Este a fines de los ochenta descansan sobre presupuestos diversos que impiden hacer una predicción adecuada del porvenir de la situación actual. Se hace aquí un recorrido por la sucesión histórica que dio origen al fin del comunismo y la del Islam, cuyos regímenes no han sido totalitarios, sino dictatoriales y cuya tradición democrática o constitucional es inexistente, por lo cual se carece de una finalidad que inspire el camino a seguir para reemplazar el régimen. Lo que se presencia hoy no es el colapso de un sistema, sino un fenómeno en el que los ciudadanos descontentos con sus gobiernos comprendieron cómo acabar con ellos por medio de la violencia. La razones de la paz y el único Logos, por Cardenal William Joseph Levada. El 27 de octubre Benedicto XVI peregrinará a Asís para una jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz. El tema elegido para la ocasión, “Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz”, ofrece una indicación sobre la necesidad de poner los criterios en la verdad para poder construir realmente unidos la paz. Instruido por las dolorosas experiencias de las ideologías totalitarias, el Papa rechaza cualquier forma de subordinación de la razón a la praxis y descubre el vínculo fundamental entre ethos y logos, y entre religión y razón en Jesucristo, Logos divino, como raíz original. La maligna división que nos invade, por Javier Martínez Fernández. El mundo contemporáneo está marcado por una división decisiva en la configuración del presente, tanto en el plano del saber como en el de la moral. Ella condiciona la mirada del hombre respecto a sí mismo, a los demás y al mundo. Se trata de la partición entre “lo sagrado” y “lo profano”, o entre lo “religioso” y el resto de la realidad. Ella nace al interior del cristianismo occidental y expresa la fragmentación de la experiencia cristiana en los albores de la modernidad. La presencia de Cristo en la historia no es relevante sólo para lo que se ha llamado “vida espiritual”, sino que revela el hombre al hombre mismo en todas sus dimensiones, descubriéndole su vocación y dándole sentido a toda su existencia. Con esta reflexión el autor introduce la lectura de “El sentido religioso” de Don Luigi Giussani. Humanitas 2011, LXIV, págs. 816 - 831 LIBROS

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REFLEXIÓN sociopolíticA QUE APUNTA A LO ACTUAL, por Fernando Moreno. El autor subraya la importancia del libro de Sebastián Burr –Hacia un nuevo paradigma sociopolítico– publicado al cumplirse el Bicentenario, que propone un nuevo paradigma sociopolítico, tendiente a cubrir, integrar y ensamblar interactivamente los requerimientos y opciones de la vida humana, desde los que se dan en el ámbito privado y familiar hasta aquellos de orden superior. El ensayo, que se sitúa al margen de todo partidismo y de toda ideología política, representa un intento serio de ordenar el colosal rompecabezas sociopolítico, económico, cultural y humano que afecta a nuestro país. Reflexiona sobre el camino a seguir en Chile para llegar un modelo auténticamente humanista, muy distinto a los que propician las actuales corrientes ideológicas (humanismo “progresista”, ecologista, neomarxista, neogramsciano, relativista, economicista, etc.), que han impedido la búsqueda de soluciones más verdaderas y esenciales, reemplazándolos por objetivos falsamente humanos, y a menudo por “agendas” disruptivas, oportunistas, o simplemente veleidosas, algunas de las cuales sólo esconden ansias de poder.

“El rumor inmortal” por Robert Spaemann (Ediciones Rialp); “Uno sguardo su Albino Luciani” por Angelo Scola (Marcianum Press); “El Bicentenario de la Independencia de los países Latinoamericanos. Ayer y Hoy” por Guzmán Carriquiry (Ediciones Encuentro); “¿Quién es el sacerdote? El ministerio ordenado en el pensamiento de Hans Urs von Balthasar” por Marco Aleo (EDICEP); “Jacques Maritain, filósofo cristiano” por Angel C. Correa (Ediciones Humanismo Integral); “Grandes visiones de la historia de De Civitate Dei a Study of History por Bernardino Bravo Lira (Editorial Universitaria);“Tratado en defensa de la traducción de los Setenta intérpretes” traducción de Armando Nieto Vélez y Cesar Olivares Poggi (Vida y Espiritualidad); “Benedicto XVI, el Papa Alemán” por Pablo Blanco Sarto (Editorial Planeta); “Catecismo de la Suma Teológica” por Thomas Pégues O.P. (Homolegens); “¡Indignáos! Un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica” por Stéphane Hesse (Ediciones Destino); “Madre Maravillas. Una llama que arde y enciende” por Carmelitas Descalzas de la Aldehuela (Edibesa); “El beato de la dinastía “piedra”. Vida de Ceferino Namuncurá” por Religiosos del Instituto Verbo Encarnado (Ediciones del Verbo Encarnado).

Humanitas 2011, LXIV, págs. 810 - 814

Humanitas 2011, LXIV, págs. 899 -915

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El logos precede al ethos. A cinco años del discurso pronunciado por S.S. Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006 titulado: “Fe, razón y universidad. Recuerdos y reflexiones”, se hace aquí un recuerdo de aquella memorable meditación que enriqueció a la Iglesia y a la cultura contemporánea. El discurso del Pontífice en Ratisbona llamó a abrirse a la amplitud de la razón y planteó un desafío crucial para la universidad y la cultura occidental: “Occidente, desde hace mucho, está amenazado por esta aversión a los interrogantes fundamentales de su razón, y así sólo puede sufrir una gran pérdida. La valentía para abrirse a la amplitud de la razón, y no la negación de su grandeza, es el programa con el que una teología comprometida en la reflexión sobre la fe bíblica entra en el debate de nuestro tiempo. «No actuar según la razón, no actuar con el logos es contrario a la naturaleza de Dios», recordó citando un famoso diálogo del emperador Manuel II Paleologo con un interlocutor persa”. Benedicto XVI planteó a la Universidad que su gran tarea es redescubrir este gran Logos, esta apertura de la razón. En estas páginas se recogen extractos del discurso papal junto con el comentario al mismo desde diferentes perspectivas, desarrolladas por cinco personalidades del mundo cultural católico: el Cardenal Angelo Scola, Tracey Rowland, Juan de Dios Vial Larraín, Antonio Livi y Pedro Morandé Court. Humanitas 2011, LXIV, págs. 764 - 799 San Rafael ArnÁiz BarÓn, por Giandomenico Mucci S.J. En estas páginas se trata la figura del santo español Rafael Arnáiz, canonizado por Benedicto XVI el 11 de octubre de 2009 y nombrado oficialmente como copatrono de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid el mes de agosto de este año. Al delinear los datos bibliográficos de la vida de este joven de inclinaciones místicas que vivió entre los años 1911 y 1938, se vislumbra con claridad aquella que fuera la característica más importante de su existencia: seguir la voluntad de Dios y donarse por completo a Él y a los demás seres humanos. Aquella espiritualidad se mantuvo durante sus años en la Trapa, y brilló más intensamente a través del sufrimiento soportado con heroísmo en medio una grave enfermedad que comprometió una vida breve pero muy fructífera para la vida de la Iglesia. Humanitas 2011, LXIV, págs. 800 - 809

NOTAS ¿Un paradigma para hoy?, por Nikolaus Lobkowicz. A pesar de las similitudes, la comparación entre los acontecimientos ocurridos en África del Norte y el Cercano Oriente, y los de Europa Central y del Este a fines de los ochenta descansan sobre presupuestos diversos que impiden hacer una predicción adecuada del porvenir de la situación actual. Se hace aquí un recorrido por la sucesión histórica que dio origen al fin del comunismo y la del Islam, cuyos regímenes no han sido totalitarios, sino dictatoriales y cuya tradición democrática o constitucional es inexistente, por lo cual se carece de una finalidad que inspire el camino a seguir para reemplazar el régimen. Lo que se presencia hoy no es el colapso de un sistema, sino un fenómeno en el que los ciudadanos descontentos con sus gobiernos comprendieron cómo acabar con ellos por medio de la violencia. La razones de la paz y el único Logos, por Cardenal William Joseph Levada. El 27 de octubre Benedicto XVI peregrinará a Asís para una jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz. El tema elegido para la ocasión, “Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz”, ofrece una indicación sobre la necesidad de poner los criterios en la verdad para poder construir realmente unidos la paz. Instruido por las dolorosas experiencias de las ideologías totalitarias, el Papa rechaza cualquier forma de subordinación de la razón a la praxis y descubre el vínculo fundamental entre ethos y logos, y entre religión y razón en Jesucristo, Logos divino, como raíz original. La maligna división que nos invade, por Javier Martínez Fernández. El mundo contemporáneo está marcado por una división decisiva en la configuración del presente, tanto en el plano del saber como en el de la moral. Ella condiciona la mirada del hombre respecto a sí mismo, a los demás y al mundo. Se trata de la partición entre “lo sagrado” y “lo profano”, o entre lo “religioso” y el resto de la realidad. Ella nace al interior del cristianismo occidental y expresa la fragmentación de la experiencia cristiana en los albores de la modernidad. La presencia de Cristo en la historia no es relevante sólo para lo que se ha llamado “vida espiritual”, sino que revela el hombre al hombre mismo en todas sus dimensiones, descubriéndole su vocación y dándole sentido a toda su existencia. Con esta reflexión el autor introduce la lectura de “El sentido religioso” de Don Luigi Giussani. Humanitas 2011, LXIV, págs. 816 - 831 LIBROS

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REFLEXIÓN sociopolíticA QUE APUNTA A LO ACTUAL, por Fernando Moreno. El autor subraya la importancia del libro de Sebastián Burr –Hacia un nuevo paradigma sociopolítico– publicado al cumplirse el Bicentenario, que propone un nuevo paradigma sociopolítico, tendiente a cubrir, integrar y ensamblar interactivamente los requerimientos y opciones de la vida humana, desde los que se dan en el ámbito privado y familiar hasta aquellos de orden superior. El ensayo, que se sitúa al margen de todo partidismo y de toda ideología política, representa un intento serio de ordenar el colosal rompecabezas sociopolítico, económico, cultural y humano que afecta a nuestro país. Reflexiona sobre el camino a seguir en Chile para llegar un modelo auténticamente humanista, muy distinto a los que propician las actuales corrientes ideológicas (humanismo “progresista”, ecologista, neomarxista, neogramsciano, relativista, economicista, etc.), que han impedido la búsqueda de soluciones más verdaderas y esenciales, reemplazándolos por objetivos falsamente humanos, y a menudo por “agendas” disruptivas, oportunistas, o simplemente veleidosas, algunas de las cuales sólo esconden ansias de poder.

“El rumor inmortal” por Robert Spaemann (Ediciones Rialp); “Uno sguardo su Albino Luciani” por Angelo Scola (Marcianum Press); “El Bicentenario de la Independencia de los países Latinoamericanos. Ayer y Hoy” por Guzmán Carriquiry (Ediciones Encuentro); “¿Quién es el sacerdote? El ministerio ordenado en el pensamiento de Hans Urs von Balthasar” por Marco Aleo (EDICEP); “Jacques Maritain, filósofo cristiano” por Angel C. Correa (Ediciones Humanismo Integral); “Grandes visiones de la historia de De Civitate Dei a Study of History por Bernardino Bravo Lira (Editorial Universitaria);“Tratado en defensa de la traducción de los Setenta intérpretes” traducción de Armando Nieto Vélez y Cesar Olivares Poggi (Vida y Espiritualidad); “Benedicto XVI, el Papa Alemán” por Pablo Blanco Sarto (Editorial Planeta); “Catecismo de la Suma Teológica” por Thomas Pégues O.P. (Homolegens); “¡Indignáos! Un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica” por Stéphane Hesse (Ediciones Destino); “Madre Maravillas. Una llama que arde y enciende” por Carmelitas Descalzas de la Aldehuela (Edibesa); “El beato de la dinastía “piedra”. Vida de Ceferino Namuncurá” por Religiosos del Instituto Verbo Encarnado (Ediciones del Verbo Encarnado).

Humanitas 2011, LXIV, págs. 810 - 814

Humanitas 2011, LXIV, págs. 899 -915

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EDITORIAL

Asís Y

a al cierre de esta edición, el 27 de octubre pasado, hemos escuchado al Santo Padre dirigirse desde Asís a los jefes religiosos y autoridades reunidos en la ciudad del Poverello, bien como al mundo todo, para referirse a la causa de la paz. Se trata de uno más entre los discursos de Benedicto XVI –como el de Ratisbona y el del Bundestag alemán, abordados ambos en las páginas de esta edición de HUMANITAS– que jalonan los seis años del actual pontificado y que bien merecerían el calificativo de “patrimonio de la humanidad”. El Papa, recordando que pasaron ya 25 años desde que su predecesor, el beato Juan Pablo II, convocara por primera vez a una jornada interreligiosa por la paz en Asís, se ha interrogado acerca del camino seguido por el mundo en este cuarto de siglo en orden a la causa de la paz. La gran amenaza entonces, lo sabemos, la conformaba la macroconfrontación entre los dos bloques armados a cada lado de la Cortina de Hierro. Tres años después de esa convocatoria de Asís, sin ningún derramamiento de sangre, cuando los arsenales que se acumulaban al este del muro dejaron de tener sentido, éste se derrumbó. Sin descartar otras razones, Benedicto XVI apunta que “la causa más profunda de dicho acontecimiento es de carácter espiritual: detrás del poder material ya no había ninguna convicción espiritual”. La urgente cuestión que nos debemos preguntar ahora es qué ha sucedido luego. Pues, constata el Pontífice, aunque no se avizore el peligro de una gran guerra, el mundo está lleno de discordias y la violencia caracteriza la condición actual del planeta. En la raíz de tan nefasta situación está sin duda que el bien de la libertad, el aparente mayor beneficio recibido luego de la caída del muro, se ha depreciado mostrándose en buena parte carente de orientación, siendo muchos los que hoy tergiversan la libertad entendiéndola como libertad también para el abuso de poder y la violencia. Profundizando en su reflexión, Benedicto XVI busca identificar los nuevos rostros de la discordia y la violencia, señalando dos tipologías diferentes, diametralmente opuestas por su motivación, cada una de las cuales manifiesta luego muchas variantes particulares. La primera es el terrorismo, que emplea ataques precisos para golpear destructivamente al adversario, sin reparar siquiera en aquello que mata en su camino. Como ya lo mostró en Ratisbona, estableciendo en esa ocasión un arco entre dos formas de voluntarismo radical –el del extremismo islámico y el de la razón tecnocrática occidental–, al Papa le preocupa la pretendida motivación religiosa de esa violencia, “que cree poder relegar las normas del derecho en razón del «bien» pretendido”. Como en muchos otros textos suyos y ante variados grados de hondura en estas formas de tergiversación –así también por

H 706

ejemplo en la encíclica Caritas in veritate cuando trata del fideísmo–, deja aquí en claro “que ésta no es la verdadera naturaleza de la religión”, sino más bien una deformación, que en este caso contribuye a su destrucción. Invoca en tal sentido la responsabilidad de los cristianos de “purificar constantemente la religión partiendo de su centro interior”, a fin de que ella sea realmente instrumento de la paz de Dios en el mundo. A la anterior tipología se agrega una segunda: la ausencia y la negación de Dios que provoca un decaimiento del hombre y del humanismo. El Papa no quiere referirse en esta ocasión a las formas de ateísmo impuestas por el Estado, pareciéndole entre tanto más grave y peligrosa, por la vía silenciosa a través de la cual se encamina y por el cambio de clima espiritual en que se apoya, la que tipifica con estas categóricas palabras: “La adoración de Mamón, del tener y del poder, se revela una anti-religión, en la cual ya no cuenta el hombre, sino únicamente el beneficio personal”. Sin duda se hace aquí presente, en toda su hondura y gravedad, la depreciación del bien de la libertad antes referida y la pérdida de orientación que ésta sufre a manos de quienes tergiversan su sentido para dar curso al abuso y a la violencia. Una gran y alentadora novedad en el marco de este encuentro ha sido la iniciativa del Santo Padre de convidar a él a personas que viviendo en el agnosticismo, se desmarcan de un ateísmo beligerante y en su fondo sufren por un Dios que no les ha sido dado encontrar. “Son «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz» –los llama el Papa– que “plantean preguntas tanto a una como a la otra parte”. Y agrega enseguida: “Despojan a los ateos combativos de su falsa certeza” y, por otro lado, “buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta”. A más de mil quinientos años, resuena aquí el eco de las palabras de Agustín en relación con la Iglesia, cuando afirmaba que en la presencia de Dios hay muchos que aunque pareciendo estar fuera, están dentro, y muchos que parecen estar dentro, pero están fuera (De bapt. V, 38). Francisco de Asís, una santidad para épocas de crisis es el título de uno de los ensayos de este número de HUMANITAS. Asís, con la presencia y las palabras pronunciadas allí por Benedicto XVI y la figura del Poverello, es una respuesta profunda a la crisis antropológica de un hombre que “quiere salvarse a sí mismo, ser el autor de su alegría más que recibirla de Dios y de todas las demás criaturas a partir de una pobreza fundamental”. (Cf. pág. 752).

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EDITORIAL

Asís Y

a al cierre de esta edición, el 27 de octubre pasado, hemos escuchado al Santo Padre dirigirse desde Asís a los jefes religiosos y autoridades reunidos en la ciudad del Poverello, bien como al mundo todo, para referirse a la causa de la paz. Se trata de uno más entre los discursos de Benedicto XVI –como el de Ratisbona y el del Bundestag alemán, abordados ambos en las páginas de esta edición de HUMANITAS– que jalonan los seis años del actual pontificado y que bien merecerían el calificativo de “patrimonio de la humanidad”. El Papa, recordando que pasaron ya 25 años desde que su predecesor, el beato Juan Pablo II, convocara por primera vez a una jornada interreligiosa por la paz en Asís, se ha interrogado acerca del camino seguido por el mundo en este cuarto de siglo en orden a la causa de la paz. La gran amenaza entonces, lo sabemos, la conformaba la macroconfrontación entre los dos bloques armados a cada lado de la Cortina de Hierro. Tres años después de esa convocatoria de Asís, sin ningún derramamiento de sangre, cuando los arsenales que se acumulaban al este del muro dejaron de tener sentido, éste se derrumbó. Sin descartar otras razones, Benedicto XVI apunta que “la causa más profunda de dicho acontecimiento es de carácter espiritual: detrás del poder material ya no había ninguna convicción espiritual”. La urgente cuestión que nos debemos preguntar ahora es qué ha sucedido luego. Pues, constata el Pontífice, aunque no se avizore el peligro de una gran guerra, el mundo está lleno de discordias y la violencia caracteriza la condición actual del planeta. En la raíz de tan nefasta situación está sin duda que el bien de la libertad, el aparente mayor beneficio recibido luego de la caída del muro, se ha depreciado mostrándose en buena parte carente de orientación, siendo muchos los que hoy tergiversan la libertad entendiéndola como libertad también para el abuso de poder y la violencia. Profundizando en su reflexión, Benedicto XVI busca identificar los nuevos rostros de la discordia y la violencia, señalando dos tipologías diferentes, diametralmente opuestas por su motivación, cada una de las cuales manifiesta luego muchas variantes particulares. La primera es el terrorismo, que emplea ataques precisos para golpear destructivamente al adversario, sin reparar siquiera en aquello que mata en su camino. Como ya lo mostró en Ratisbona, estableciendo en esa ocasión un arco entre dos formas de voluntarismo radical –el del extremismo islámico y el de la razón tecnocrática occidental–, al Papa le preocupa la pretendida motivación religiosa de esa violencia, “que cree poder relegar las normas del derecho en razón del «bien» pretendido”. Como en muchos otros textos suyos y ante variados grados de hondura en estas formas de tergiversación –así también por

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ejemplo en la encíclica Caritas in veritate cuando trata del fideísmo–, deja aquí en claro “que ésta no es la verdadera naturaleza de la religión”, sino más bien una deformación, que en este caso contribuye a su destrucción. Invoca en tal sentido la responsabilidad de los cristianos de “purificar constantemente la religión partiendo de su centro interior”, a fin de que ella sea realmente instrumento de la paz de Dios en el mundo. A la anterior tipología se agrega una segunda: la ausencia y la negación de Dios que provoca un decaimiento del hombre y del humanismo. El Papa no quiere referirse en esta ocasión a las formas de ateísmo impuestas por el Estado, pareciéndole entre tanto más grave y peligrosa, por la vía silenciosa a través de la cual se encamina y por el cambio de clima espiritual en que se apoya, la que tipifica con estas categóricas palabras: “La adoración de Mamón, del tener y del poder, se revela una anti-religión, en la cual ya no cuenta el hombre, sino únicamente el beneficio personal”. Sin duda se hace aquí presente, en toda su hondura y gravedad, la depreciación del bien de la libertad antes referida y la pérdida de orientación que ésta sufre a manos de quienes tergiversan su sentido para dar curso al abuso y a la violencia. Una gran y alentadora novedad en el marco de este encuentro ha sido la iniciativa del Santo Padre de convidar a él a personas que viviendo en el agnosticismo, se desmarcan de un ateísmo beligerante y en su fondo sufren por un Dios que no les ha sido dado encontrar. “Son «peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz» –los llama el Papa– que “plantean preguntas tanto a una como a la otra parte”. Y agrega enseguida: “Despojan a los ateos combativos de su falsa certeza” y, por otro lado, “buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta”. A más de mil quinientos años, resuena aquí el eco de las palabras de Agustín en relación con la Iglesia, cuando afirmaba que en la presencia de Dios hay muchos que aunque pareciendo estar fuera, están dentro, y muchos que parecen estar dentro, pero están fuera (De bapt. V, 38). Francisco de Asís, una santidad para épocas de crisis es el título de uno de los ensayos de este número de HUMANITAS. Asís, con la presencia y las palabras pronunciadas allí por Benedicto XVI y la figura del Poverello, es una respuesta profunda a la crisis antropológica de un hombre que “quiere salvarse a sí mismo, ser el autor de su alegría más que recibirla de Dios y de todas las demás criaturas a partir de una pobreza fundamental”. (Cf. pág. 752).

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En la festividad de Santiago Apóstol

450 años

de la Arquidiócesis

La celebración del pasado 25 de julio, fiesta de Santiago Apóstol, aproxima

a nuestra diócesis primada al medio milenio de existencia. Un tiempo cuya extensión, en el marco de la primera cristiandad, fue de fundación y de indeleble significado para los mil quinientos años que seguirían hasta hoy, cuando el segundo milenio de la redención fuera encabezado el recién pasado año 2000 por Juan Pablo II. Desde la implantación de la Iglesia en Chile bajo la guía inicial de Don Rodrigo González Marmolejo y hasta nuestros días –en ese casi medio milenio– la realidad de la fe católica se ha hecho con la gracia de Dios profunda, marcando contra viento y marea la identidad y cultura de nuestro pueblo, abriendo a su vez con ello un inconmensurable horizonte. Así lo hizo ver con claridad el primer Papa que visitó Chile. En las páginas que siguen, sumándonos a esa acción de gracias, retrocedemos en el tiempo desde la conmemoración encabezada en la pasada fiesta del Apóstol Santiago por el actual arzobispo de Santiago, Monseñor Ricardo Ezzati, hasta el recuerdo de la primera nominación episcopal solicitada 450 años antes por el fundador de Santiago y jefe de la conquista, Pedro de Valdivia, recaída por clamor generalizado de esa primera cristiandad en la persona de Don Rodrigo González Marmolejo. Entre una y otra realidad, nos detenemos en los hontanares de la fe en Santiago de Chile, sus más antiguas iglesias, que marcan hasta hoy el centro de la urbe y donde tantos bienes sobrenaturales recibidos por los habitantes de Santiago y por una inmensa cantidad de chilenos, acompañaron sus fiestas y sus dolores y dieron su fisonomía espiritual a nuestro pueblo.

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En la festividad de Santiago Apóstol

450 años

de la Arquidiócesis

La celebración del pasado 25 de julio, fiesta de Santiago Apóstol, aproxima

a nuestra diócesis primada al medio milenio de existencia. Un tiempo cuya extensión, en el marco de la primera cristiandad, fue de fundación y de indeleble significado para los mil quinientos años que seguirían hasta hoy, cuando el segundo milenio de la redención fuera encabezado el recién pasado año 2000 por Juan Pablo II. Desde la implantación de la Iglesia en Chile bajo la guía inicial de Don Rodrigo González Marmolejo y hasta nuestros días –en ese casi medio milenio– la realidad de la fe católica se ha hecho con la gracia de Dios profunda, marcando contra viento y marea la identidad y cultura de nuestro pueblo, abriendo a su vez con ello un inconmensurable horizonte. Así lo hizo ver con claridad el primer Papa que visitó Chile. En las páginas que siguen, sumándonos a esa acción de gracias, retrocedemos en el tiempo desde la conmemoración encabezada en la pasada fiesta del Apóstol Santiago por el actual arzobispo de Santiago, Monseñor Ricardo Ezzati, hasta el recuerdo de la primera nominación episcopal solicitada 450 años antes por el fundador de Santiago y jefe de la conquista, Pedro de Valdivia, recaída por clamor generalizado de esa primera cristiandad en la persona de Don Rodrigo González Marmolejo. Entre una y otra realidad, nos detenemos en los hontanares de la fe en Santiago de Chile, sus más antiguas iglesias, que marcan hasta hoy el centro de la urbe y donde tantos bienes sobrenaturales recibidos por los habitantes de Santiago y por una inmensa cantidad de chilenos, acompañaron sus fiestas y sus dolores y dieron su fisonomía espiritual a nuestro pueblo.

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“La Iglesia, un don que acogemos de rodillas” Apartes de la homilía pronunciada en la catedral por el Arzobispo de Santiago, Mons. Ricardo Ezzati Andrello, en la víspera de la festividad del Santo Patrono de la Arquidiócesis.

C

«Debajo de nuestros pies se encuentran las tumbas de muchos obispos y de los más recientes arzobispos y cardenales que han servido a la Iglesia de Santiago a lo largo de su historia. La sucesión apostólica es garantía segura de autenticidad en el pasado y para el futuro.»

H 710

HUMANITAS Nº 64 pp. 710 - 715

ontemplando la vocación de Santiago Apóstol, de los demás apóstoles; mirando la misión realizada por ellos en la Iglesia de los comienzos, nos es espontáneo considerar la vocación y la misión de la Iglesia en el territorio de la primera diócesis de Chile, en la Diócesis de Santiago que, en sus comienzos, abarcaba a todo nuestro país. Aquí también, apóstoles generosos, discípulos y discípulas fieles han anunciado la resurrección del Señor y con signos y palabras han dado testimonio de su presencia liberadora en medio de nuestro pueblo. ¡Cómo no contemplar con asombro y gratitud la tarea inmensa llevada a cabo a lo largo de estos 450 años de historia! ¡Cómo no agradecer al Señor la fecundidad de su gracia! ¡Cómo no reconocer la presencia del Espíritu que, desde los primeros discípulos misioneros Ha nacido del corazón llegados a Chile y hasta los de la hora presente, no han cesado de abierto de Cristo; es dar testimonio del gozo de ser cristianos y la alegría de anunciar sacramento del amor el Evangelio! ¡Cómo no reconocer, dando gracias a Dios, la fecunda de Dios a los hombres e presencia del Resucitado en la historia de Chile! Gracias por toda instrumento del amor labor misionera, junto a los pueblos indígenas, junto a los pobres, en que debe animar las las múltiples tareas de caridad con los más desvalidos, en la cultura relaciones humanas. La y en la educación del pueblo. Gracias por la presencia materna de la sabemos don, un regalo Virgen del Carmen que siempre ha acompañado, con amor materno, que acogemos de rodillas, la vida de nuestra Iglesia. Gracias por los santos y santas que han el don más grande de jalonado su peregrinación y por la audacia de tantos testigos que, la Trinidad Santa a la justamente, hemos reconocido en la «Memoria Agradecida» de este humanidad. tiempo de Misión Continental. Gracias por el servicio humilde, sencillo y callado de tantas mujeres y de tantos varones al lado de los hermanos, ayudándolos en el camino de sus vidas con el don de la fe y de la solidaridad. En este día, damos gracias a Dios porque a través de los apóstoles, de Santiago Apóstol, y de la comunidad eclesial de Santiago, la resurrección del Señor Jesús ha sido y es Buena Noticia para nuestra patria, y porque los signos del Reino nunca han dejado de estar presentes en nuestra historia. La lectura de la segunda carta de san Pablo a los Corintios también nos habla del caminar de nuestra Iglesia. Un itinerario no privado de dificultades y de problemas. Al

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

Habla el Arzobispo Mons. Ricardo Ezzati

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“La Iglesia, un don que acogemos de rodillas” Apartes de la homilía pronunciada en la catedral por el Arzobispo de Santiago, Mons. Ricardo Ezzati Andrello, en la víspera de la festividad del Santo Patrono de la Arquidiócesis.

C

«Debajo de nuestros pies se encuentran las tumbas de muchos obispos y de los más recientes arzobispos y cardenales que han servido a la Iglesia de Santiago a lo largo de su historia. La sucesión apostólica es garantía segura de autenticidad en el pasado y para el futuro.»

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HUMANITAS Nº 64 pp. 710 - 715

ontemplando la vocación de Santiago Apóstol, de los demás apóstoles; mirando la misión realizada por ellos en la Iglesia de los comienzos, nos es espontáneo considerar la vocación y la misión de la Iglesia en el territorio de la primera diócesis de Chile, en la Diócesis de Santiago que, en sus comienzos, abarcaba a todo nuestro país. Aquí también, apóstoles generosos, discípulos y discípulas fieles han anunciado la resurrección del Señor y con signos y palabras han dado testimonio de su presencia liberadora en medio de nuestro pueblo. ¡Cómo no contemplar con asombro y gratitud la tarea inmensa llevada a cabo a lo largo de estos 450 años de historia! ¡Cómo no agradecer al Señor la fecundidad de su gracia! ¡Cómo no reconocer la presencia del Espíritu que, desde los primeros discípulos misioneros Ha nacido del corazón llegados a Chile y hasta los de la hora presente, no han cesado de abierto de Cristo; es dar testimonio del gozo de ser cristianos y la alegría de anunciar sacramento del amor el Evangelio! ¡Cómo no reconocer, dando gracias a Dios, la fecunda de Dios a los hombres e presencia del Resucitado en la historia de Chile! Gracias por toda instrumento del amor labor misionera, junto a los pueblos indígenas, junto a los pobres, en que debe animar las las múltiples tareas de caridad con los más desvalidos, en la cultura relaciones humanas. La y en la educación del pueblo. Gracias por la presencia materna de la sabemos don, un regalo Virgen del Carmen que siempre ha acompañado, con amor materno, que acogemos de rodillas, la vida de nuestra Iglesia. Gracias por los santos y santas que han el don más grande de jalonado su peregrinación y por la audacia de tantos testigos que, la Trinidad Santa a la justamente, hemos reconocido en la «Memoria Agradecida» de este humanidad. tiempo de Misión Continental. Gracias por el servicio humilde, sencillo y callado de tantas mujeres y de tantos varones al lado de los hermanos, ayudándolos en el camino de sus vidas con el don de la fe y de la solidaridad. En este día, damos gracias a Dios porque a través de los apóstoles, de Santiago Apóstol, y de la comunidad eclesial de Santiago, la resurrección del Señor Jesús ha sido y es Buena Noticia para nuestra patria, y porque los signos del Reino nunca han dejado de estar presentes en nuestra historia. La lectura de la segunda carta de san Pablo a los Corintios también nos habla del caminar de nuestra Iglesia. Un itinerario no privado de dificultades y de problemas. Al

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

Habla el Arzobispo Mons. Ricardo Ezzati

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mismo tiempo, da cuenta de una Iglesia sostenida por la fuerza del Señor. La sostiene una esperanza que no «quedará defraudada» (cf. Rom 5,5), una esperanza robusta, que permite caminar, con fortaleza, en medio de todos los desafíos. San Pablo contempla una Iglesia atribulada, perpleja, perseguida y derribada, pero no por eso abatida, desesperada, abandonada o aniquilada (cf. 2 Cor 4,8). Una Iglesia creyente y por eso capaz de hablar, una Iglesia llena de esperanza, llena de ardor apostólico para gloria de Dios. Una Iglesia consciente de que su Señor es el pastor que la guía hacia el futuro definitivo que él mismo le ha prometido. A lo largo de estos 450 años de su historia, la Iglesia de Santiago ha encontrado y enfrentado desafíos diferentes. Los que tienen origen en su propia naturaleza: una comunidad santa, porque en ella está presente el Espíritu del Señor, pero al tiempo, frágil y pecadora. Dificultades que vienen también de fuera de la Iglesia, de la cultura, de los intereses y que a lo largo de estos 450 años no han estado ausentes de la historia de nuestra diócesis. Esto nos permite comprender también la hora presente. Nos permite comprender cómo el Señor actúa desde la debilidad para que la fuerza de su resurrección aparezca como la única fuerza de su Iglesia. El Pedimos al Señor ser una mirar las dificultades, los tropiezos, las dificultades que nos vienen Iglesia contemplativa de desde los enemigos de la Iglesia, no debe detener nuestro camino, su misterio; una Iglesia no debe aplastarnos. Siempre, especialmente en las dificultades, que, como ha recordado sentimos y experimentamos la fuerza liberadora del Señor. Él nos el Papa Benedicto XVI, precede. Él nos acompaña. Él nos da fortaleza. Él nos resucita. Él puede hablar de Dios abre el corazón a la esperanza que nadie puede destruir. porque habla con Dios... Queridos hermanos y hermanas, 450 años de historia de nuestra En tus manos, Señor comunidad diocesana nos invitan a ser audaces. Más aún, diría, resucitado, está esta temerarios, en la huella de Santiago Apóstol y de tantos testigos. Iglesia de Santiago. Con Invitan a redoblar la fe, a sentirnos, de verdad, una Iglesia en tu gracia, seamos signo comunión e Iglesia misionera, una Iglesia consciente que el don de tu presencia salvadora recibido de su Señor es para que los hermanos tengan vida y la en el mundo. tengan abundante. Tal vez, la pregunta que debamos hacernos hoy sea la misma que obispos, laicos y laicas, sacerdotes, religiosos y religiosas se propusieron en variados momentos y situaciones que debieron enfrentar, es decir, ¿con qué espíritu y con qué metodología la Iglesia de hoy está llamada a ser luz, levadura, sal de la tierra de nuestra historia? El pasaje del Evangelio según san Mateo, leído hace algunos instantes, es muy iluminador para encontrar la respuesta adecuada. La madre de Santiago y de Juan piensa que la grandeza de sus hijos consistirá en que uno se siente a la derecha y el otro a la izquierda de Jesús, cuando venga en su Reino. Sin embargo, es Jesús mismo quien indica que ese no es el espíritu ni el método. Esa no es la metodología a la que deben acudir sus discípulos. Jesús toma ocasión de la petición de la madre de los hijos de Zebedeo para dejar una lección válida para todos los tiempos de la Iglesia, en su relación con el mundo. La Iglesia no es un poder al igual de los poderes de este mundo. «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser

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mismo tiempo, da cuenta de una Iglesia sostenida por la fuerza del Señor. La sostiene una esperanza que no «quedará defraudada» (cf. Rom 5,5), una esperanza robusta, que permite caminar, con fortaleza, en medio de todos los desafíos. San Pablo contempla una Iglesia atribulada, perpleja, perseguida y derribada, pero no por eso abatida, desesperada, abandonada o aniquilada (cf. 2 Cor 4,8). Una Iglesia creyente y por eso capaz de hablar, una Iglesia llena de esperanza, llena de ardor apostólico para gloria de Dios. Una Iglesia consciente de que su Señor es el pastor que la guía hacia el futuro definitivo que él mismo le ha prometido. A lo largo de estos 450 años de su historia, la Iglesia de Santiago ha encontrado y enfrentado desafíos diferentes. Los que tienen origen en su propia naturaleza: una comunidad santa, porque en ella está presente el Espíritu del Señor, pero al tiempo, frágil y pecadora. Dificultades que vienen también de fuera de la Iglesia, de la cultura, de los intereses y que a lo largo de estos 450 años no han estado ausentes de la historia de nuestra diócesis. Esto nos permite comprender también la hora presente. Nos permite comprender cómo el Señor actúa desde la debilidad para que la fuerza de su resurrección aparezca como la única fuerza de su Iglesia. El Pedimos al Señor ser una mirar las dificultades, los tropiezos, las dificultades que nos vienen Iglesia contemplativa de desde los enemigos de la Iglesia, no debe detener nuestro camino, su misterio; una Iglesia no debe aplastarnos. Siempre, especialmente en las dificultades, que, como ha recordado sentimos y experimentamos la fuerza liberadora del Señor. Él nos el Papa Benedicto XVI, precede. Él nos acompaña. Él nos da fortaleza. Él nos resucita. Él puede hablar de Dios abre el corazón a la esperanza que nadie puede destruir. porque habla con Dios... Queridos hermanos y hermanas, 450 años de historia de nuestra En tus manos, Señor comunidad diocesana nos invitan a ser audaces. Más aún, diría, resucitado, está esta temerarios, en la huella de Santiago Apóstol y de tantos testigos. Iglesia de Santiago. Con Invitan a redoblar la fe, a sentirnos, de verdad, una Iglesia en tu gracia, seamos signo comunión e Iglesia misionera, una Iglesia consciente que el don de tu presencia salvadora recibido de su Señor es para que los hermanos tengan vida y la en el mundo. tengan abundante. Tal vez, la pregunta que debamos hacernos hoy sea la misma que obispos, laicos y laicas, sacerdotes, religiosos y religiosas se propusieron en variados momentos y situaciones que debieron enfrentar, es decir, ¿con qué espíritu y con qué metodología la Iglesia de hoy está llamada a ser luz, levadura, sal de la tierra de nuestra historia? El pasaje del Evangelio según san Mateo, leído hace algunos instantes, es muy iluminador para encontrar la respuesta adecuada. La madre de Santiago y de Juan piensa que la grandeza de sus hijos consistirá en que uno se siente a la derecha y el otro a la izquierda de Jesús, cuando venga en su Reino. Sin embargo, es Jesús mismo quien indica que ese no es el espíritu ni el método. Esa no es la metodología a la que deben acudir sus discípulos. Jesús toma ocasión de la petición de la madre de los hijos de Zebedeo para dejar una lección válida para todos los tiempos de la Iglesia, en su relación con el mundo. La Iglesia no es un poder al igual de los poderes de este mundo. «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser

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podemos olvidar. Ha sido una de sus características constantes: ser una Iglesia cercana a quienes sufren, cercana a los pobres y a quienes están marginados o botados al margen del camino de la vida y del desarrollo integral; una Iglesia que sigue optando por los pobres y que anuncia proféticamente los signos del reino futuro prometido por el Señor, como lo hicieran el P. Hurtado y tantos otros discípulos y discípulas del Maestro. A cuántos seguidores y seguidoras de Jesús debemos agradecer lo que somos. Quisiera simbolizar todo esto con la entrega de la condecoración «Cruz Santiago Apóstol» a algunos hermanos y hermanas que representan a tantos otros de las diversas comunidades cristianas de nuestra arquidiócesis. Son ellos quienes, en el día a día, van construyendo la Iglesia de Jesucristo, signo de Quisiera invitarme e salvación y de esperanza. Entre ellos destaco al obispo y pastor invitar a todos ustedes que nos ha acompañado en los últimos tiempos, al señor cardenal a ser la Iglesia audaz; Francisco Javier Errázuriz O., que en los días pasados ha celebrado la Iglesia que el pueblo los 50 años de su ministerio sacerdotal. A él, el agradecimiento de fiel de Santiago ha nuestra arquidiócesis por su fecundo ministerio sacerdotal, y de hecho presente en manera particular, por su ministerio episcopal en medio de nosotros. cuatro siglos Debajo de nuestros pies se encuentran las tumbas de muchos obispos y medio de historia. y de los más recientes arzobispos y cardenales que han servido a la Iglesia de Santiago a lo largo de su historia. La sucesión apostólica es garantía segura de autenticidad en el pasado y para el futuro. Pastores, consagrados y laicos, queremos ser ese signo eficaz y esa profecía esperanzadora que anuncia el domingo sin ocaso. En las manos de la Virgen del Carmen, que siempre acompañó la historia de esta Iglesia, pongamos el caminar de nuestra arquidiócesis. Amén.

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

grande, que se haga el servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo» (Mt 20, 27-28). Santiago y Juan aprendieron la lección. Entregaron su vida por Jesús y el Evangelio. Comprendieron que la fecundidad y la fuerza del Evangelio en el mundo no estaban en el poder, sino en el testimonio de entrega y de amor. Visitando estos 450 años de la presencia de nuestra diócesis en la historia de Chile, podemos ver cómo la Iglesia ha buscado ser cercana y servidora del pueblo chileno en los diferentes acontecimientos y situaciones de su devenir. Cercana y servidora de los pueblos originarios. Una cercanía tan grande que, en no pocas ocasiones, la llevó a excomulgar a quienes oprimían a los pobres y a los indígenas. Cercana y servidora en el nacimiento y crecimiento de la vida republicana. Cercana y servidora también cuando el poder civil pensó que sería un bien separarse de ella. Cercana y servidora, voz de los sin voz, en los momentos más oscuros... La Iglesia, fiel a las enseñanzas de su Maestro y en su nombre, ha querido estar al lado de los últimos, con un servicio humilde y sencillo. Como los apóstoles Santiago y Juan o como su madre, puede ser que, en algunos momentos, haya consentido a la tentación del poder. También en estas circunstancias, sin embargo, la escucha de la Palabra de Dios le ha permitido volver a su Una Iglesia que anuncia identidad más profunda de Iglesia servidora. Servidora de la vida, con valentía, con fuerza y servidora de los pobres y de los últimos, servidora de esa esperanza con orgullo el Evangelio que anima el caminar de un pueblo entero. Ella no ha tenido miedo del Señor. Que sabe del juicio adverso de quienes pretendían acallarla o de quienes la que su patrimonio es el querían aliada de sus poderes mundanos. Incluso en medio de sus Evangelio del Señor y que fragilidades e inconsecuencias, ha encontrado la fuerza para ser la el servicio más grande Iglesia que Jesucristo ha querido. que puede prestar a la Para terminar esta reflexión de acción de gracias, los invito a consociedad de hoy es el templar el presente y otear el futuro de nuestra Iglesia arquidioceanuncio de la Palabra de sana en clima de oración. Y, en primer lugar, ponerla en las manos vida que es su Señor. del Señor. Ha nacido del corazón abierto de Cristo; es sacramento del amor de Dios a los hombres e instrumento del amor que debe animar las relaciones humanas. La sabemos don, un regalo que acogemos de rodillas, el don más grande de la Trinidad Santa a la humanidad. Por eso pedimos al Señor ser una Iglesia contemplativa de su misterio; una Iglesia que, como ha recordado el Papa Benedicto XVI, puede hablar de Dios porque habla con Dios... En tus manos, Señor resucitado, está esta Iglesia de Santiago. Con tu gracia, seamos signo de tu presencia salvadora en el mundo. Quisiera invitarme e invitar a todos ustedes a ser la Iglesia audaz; la Iglesia que el pueblo fiel de Santiago ha hecho presente en cuatro siglos y medio de historia. Una Iglesia que anuncia con valentía, con fuerza y con orgullo el Evangelio del Señor. Que sabe que su patrimonio es el Evangelio del Señor y que el servicio más grande que puede prestar a la sociedad de hoy es el anuncio de la Palabra de vida que es su Señor. Por eso, nos sentimos comprometidos con la Misión Continental y, por eso, anhelamos que en la Misión Juvenil del próximo año los jóvenes puedan descubrir la riqueza y belleza de ser discípulos de Jesucristo y transformarse en misioneros suyos. Finalmente, los 450 años de la historia de nuestra Diócesis nos deja una lección que no

Santiago 24 de julio de 2011.

H 715


H 714

podemos olvidar. Ha sido una de sus características constantes: ser una Iglesia cercana a quienes sufren, cercana a los pobres y a quienes están marginados o botados al margen del camino de la vida y del desarrollo integral; una Iglesia que sigue optando por los pobres y que anuncia proféticamente los signos del reino futuro prometido por el Señor, como lo hicieran el P. Hurtado y tantos otros discípulos y discípulas del Maestro. A cuántos seguidores y seguidoras de Jesús debemos agradecer lo que somos. Quisiera simbolizar todo esto con la entrega de la condecoración «Cruz Santiago Apóstol» a algunos hermanos y hermanas que representan a tantos otros de las diversas comunidades cristianas de nuestra arquidiócesis. Son ellos quienes, en el día a día, van construyendo la Iglesia de Jesucristo, signo de Quisiera invitarme e salvación y de esperanza. Entre ellos destaco al obispo y pastor invitar a todos ustedes que nos ha acompañado en los últimos tiempos, al señor cardenal a ser la Iglesia audaz; Francisco Javier Errázuriz O., que en los días pasados ha celebrado la Iglesia que el pueblo los 50 años de su ministerio sacerdotal. A él, el agradecimiento de fiel de Santiago ha nuestra arquidiócesis por su fecundo ministerio sacerdotal, y de hecho presente en manera particular, por su ministerio episcopal en medio de nosotros. cuatro siglos Debajo de nuestros pies se encuentran las tumbas de muchos obispos y medio de historia. y de los más recientes arzobispos y cardenales que han servido a la Iglesia de Santiago a lo largo de su historia. La sucesión apostólica es garantía segura de autenticidad en el pasado y para el futuro. Pastores, consagrados y laicos, queremos ser ese signo eficaz y esa profecía esperanzadora que anuncia el domingo sin ocaso. En las manos de la Virgen del Carmen, que siempre acompañó la historia de esta Iglesia, pongamos el caminar de nuestra arquidiócesis. Amén.

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

grande, que se haga el servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo» (Mt 20, 27-28). Santiago y Juan aprendieron la lección. Entregaron su vida por Jesús y el Evangelio. Comprendieron que la fecundidad y la fuerza del Evangelio en el mundo no estaban en el poder, sino en el testimonio de entrega y de amor. Visitando estos 450 años de la presencia de nuestra diócesis en la historia de Chile, podemos ver cómo la Iglesia ha buscado ser cercana y servidora del pueblo chileno en los diferentes acontecimientos y situaciones de su devenir. Cercana y servidora de los pueblos originarios. Una cercanía tan grande que, en no pocas ocasiones, la llevó a excomulgar a quienes oprimían a los pobres y a los indígenas. Cercana y servidora en el nacimiento y crecimiento de la vida republicana. Cercana y servidora también cuando el poder civil pensó que sería un bien separarse de ella. Cercana y servidora, voz de los sin voz, en los momentos más oscuros... La Iglesia, fiel a las enseñanzas de su Maestro y en su nombre, ha querido estar al lado de los últimos, con un servicio humilde y sencillo. Como los apóstoles Santiago y Juan o como su madre, puede ser que, en algunos momentos, haya consentido a la tentación del poder. También en estas circunstancias, sin embargo, la escucha de la Palabra de Dios le ha permitido volver a su Una Iglesia que anuncia identidad más profunda de Iglesia servidora. Servidora de la vida, con valentía, con fuerza y servidora de los pobres y de los últimos, servidora de esa esperanza con orgullo el Evangelio que anima el caminar de un pueblo entero. Ella no ha tenido miedo del Señor. Que sabe del juicio adverso de quienes pretendían acallarla o de quienes la que su patrimonio es el querían aliada de sus poderes mundanos. Incluso en medio de sus Evangelio del Señor y que fragilidades e inconsecuencias, ha encontrado la fuerza para ser la el servicio más grande Iglesia que Jesucristo ha querido. que puede prestar a la Para terminar esta reflexión de acción de gracias, los invito a consociedad de hoy es el templar el presente y otear el futuro de nuestra Iglesia arquidioceanuncio de la Palabra de sana en clima de oración. Y, en primer lugar, ponerla en las manos vida que es su Señor. del Señor. Ha nacido del corazón abierto de Cristo; es sacramento del amor de Dios a los hombres e instrumento del amor que debe animar las relaciones humanas. La sabemos don, un regalo que acogemos de rodillas, el don más grande de la Trinidad Santa a la humanidad. Por eso pedimos al Señor ser una Iglesia contemplativa de su misterio; una Iglesia que, como ha recordado el Papa Benedicto XVI, puede hablar de Dios porque habla con Dios... En tus manos, Señor resucitado, está esta Iglesia de Santiago. Con tu gracia, seamos signo de tu presencia salvadora en el mundo. Quisiera invitarme e invitar a todos ustedes a ser la Iglesia audaz; la Iglesia que el pueblo fiel de Santiago ha hecho presente en cuatro siglos y medio de historia. Una Iglesia que anuncia con valentía, con fuerza y con orgullo el Evangelio del Señor. Que sabe que su patrimonio es el Evangelio del Señor y que el servicio más grande que puede prestar a la sociedad de hoy es el anuncio de la Palabra de vida que es su Señor. Por eso, nos sentimos comprometidos con la Misión Continental y, por eso, anhelamos que en la Misión Juvenil del próximo año los jóvenes puedan descubrir la riqueza y belleza de ser discípulos de Jesucristo y transformarse en misioneros suyos. Finalmente, los 450 años de la historia de nuestra Diócesis nos deja una lección que no

Santiago 24 de julio de 2011.

H 715


Hontanar de Chile

ntes de fundar la ciudad, Pedro de Valdivia y sus conquistadores sabían que las iglesias y ermitas serían signos de la presencia de Dios en el Santiago del Nuevo Extremo. La veneración de sus imágenes religiosas y su temprana creación como diócesis así lo demuestran. Las primeras órdenes religiosas –mercedarios, franciscanos, dominicos, agustinos– instalaron sus iglesias en los límites de la entonces pequeña población. Muy pronto quedaron incorporadas a la visión urbana de la ciudad, caracterizándose por sus innumerables y bellas torres y campanarios. En la actualidad, sumidos entre las grandes alturas, son sus imponentes fachadas las que nos hablan de Dios y de su Madre, del culto y del trabajo de tantas generaciones por hacer de esta tierra «una fértil provincia del cielo».

AMAYA IRARRÁZAVAL y MARTA IRARRÁZAVAL

H 716

H 717

MARCOS MENDIZABAL SANGUINETTI / Libro: Tesoros arquitectónicos del centro de Santiago / Gentileza Santander.

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Hontanar de Chile

ntes de fundar la ciudad, Pedro de Valdivia y sus conquistadores sabían que las iglesias y ermitas serían signos de la presencia de Dios en el Santiago del Nuevo Extremo. La veneración de sus imágenes religiosas y su temprana creación como diócesis así lo demuestran. Las primeras órdenes religiosas –mercedarios, franciscanos, dominicos, agustinos– instalaron sus iglesias en los límites de la entonces pequeña población. Muy pronto quedaron incorporadas a la visión urbana de la ciudad, caracterizándose por sus innumerables y bellas torres y campanarios. En la actualidad, sumidos entre las grandes alturas, son sus imponentes fachadas las que nos hablan de Dios y de su Madre, del culto y del trabajo de tantas generaciones por hacer de esta tierra «una fértil provincia del cielo».

AMAYA IRARRÁZAVAL y MARTA IRARRÁZAVAL

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MARCOS MENDIZABAL SANGUINETTI / Libro: Tesoros arquitectónicos del centro de Santiago / Gentileza Santander.

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450 años de la Arquidiócesis de Santiago

MARCOS MENDIZABAL SANGUINETTI / Libro: Tesoros arquitectónicos del centro de Santiago / Gentileza Santander. MARCOS MENDIZABAL SANGUINETTI / Libro: Tesoros arquitectónicos del centro de Santiago / Gentileza Santander.

PARROQUIA DEL SAGRARIO Santuario Nacional del Carmen Plaza de Armas de Santiago TEMPLO CATEDRAL Plaza de Armas de Santiago La Iglesia Catedral de Santiago se constituye como institución en 1561 cuando el Papa Pío IV funda el obispado. Gracias al entonces gobernador García Hurtado de Mendoza comienza su construcción en 1566. Su primera fachada daba a la calle Catedral y la puerta lateral, llamada del “perdón”, daba hacia la Plaza de Armas. A raíz del terremoto de 1647 hubo que recomenzar su construcción, esta vez en piedra labrada. En 1730 otro terremoto afectó la construcción de la Iglesia, lo que se aprovechó para cambiar la orientación del Templo de oriente a poniente. El proyecto correspondió a Matías Vázquez de Acuña y fue terminado por el arquitecto italiano Joaquín Toesca. Sin embargo, la fachada y aspecto interior que hoy vemos corresponde al interés del arzobispo Mariano Casanova de darle un aspecto contemporáneo, trabajo realizado por al arquitecto italiano Ignacio Cremonesi entre 1898-1906.

H 718

La primera parroquia de Chile nace en el momento mismo de la fundación y trazado de la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo. Pedro de Valdivia le asignó dos solares en el costado poniente de la plaza que albergarían la Iglesia y el Cementerio. Era una humilde construcción de adobe y paja, dependiente del obispado del Cuzco. Con la creación del obispado de Santiago en 1561, la parroquia pasó a depender de éste. A fines del siglo XVIII, Joaquín Toesca al desarrollar la actual Catedral Metropolitana, colocó la capilla del Sagrario en el muro sur, sobre el antiguo cementerio de la ciudad. Posteriormente Eusebio Chelli terminó la construcción de la Iglesia (a principios de la segunda mitad del siglo XIX. Las últimas investigaciones han demostrado que el aspecto actual también corresponde a la intervención del arquitecto Ignacio Cremonesi. Desde 2007 sigue siendo la Parroquia del centro de Santiago y además es Santuario Nacional de Nuestra Señora del Carmen, quien fuera proclamada patrona de Chile por el Papa Pío XI.

H 719


450 años de la Arquidiócesis de Santiago

MARCOS MENDIZABAL SANGUINETTI / Libro: Tesoros arquitectónicos del centro de Santiago / Gentileza Santander. MARCOS MENDIZABAL SANGUINETTI / Libro: Tesoros arquitectónicos del centro de Santiago / Gentileza Santander.

PARROQUIA DEL SAGRARIO Santuario Nacional del Carmen Plaza de Armas de Santiago TEMPLO CATEDRAL Plaza de Armas de Santiago La Iglesia Catedral de Santiago se constituye como institución en 1561 cuando el Papa Pío IV funda el obispado. Gracias al entonces gobernador García Hurtado de Mendoza comienza su construcción en 1566. Su primera fachada daba a la calle Catedral y la puerta lateral, llamada del “perdón”, daba hacia la Plaza de Armas. A raíz del terremoto de 1647 hubo que recomenzar su construcción, esta vez en piedra labrada. En 1730 otro terremoto afectó la construcción de la Iglesia, lo que se aprovechó para cambiar la orientación del Templo de oriente a poniente. El proyecto correspondió a Matías Vázquez de Acuña y fue terminado por el arquitecto italiano Joaquín Toesca. Sin embargo, la fachada y aspecto interior que hoy vemos corresponde al interés del arzobispo Mariano Casanova de darle un aspecto contemporáneo, trabajo realizado por al arquitecto italiano Ignacio Cremonesi entre 1898-1906.

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La primera parroquia de Chile nace en el momento mismo de la fundación y trazado de la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo. Pedro de Valdivia le asignó dos solares en el costado poniente de la plaza que albergarían la Iglesia y el Cementerio. Era una humilde construcción de adobe y paja, dependiente del obispado del Cuzco. Con la creación del obispado de Santiago en 1561, la parroquia pasó a depender de éste. A fines del siglo XVIII, Joaquín Toesca al desarrollar la actual Catedral Metropolitana, colocó la capilla del Sagrario en el muro sur, sobre el antiguo cementerio de la ciudad. Posteriormente Eusebio Chelli terminó la construcción de la Iglesia (a principios de la segunda mitad del siglo XIX. Las últimas investigaciones han demostrado que el aspecto actual también corresponde a la intervención del arquitecto Ignacio Cremonesi. Desde 2007 sigue siendo la Parroquia del centro de Santiago y además es Santuario Nacional de Nuestra Señora del Carmen, quien fuera proclamada patrona de Chile por el Papa Pío XI.

H 719


Su origen se remonta al cumplimiento del voto de Pedro de Valdivia de construirle en un “paraje lejano y peligroso” una ermita para el culto de Nuestra Señora del Socorro, imagen traída por él desde el Perú. Sin embargo fue la orden franciscana la encargada de conservar la imagen en su histórico templo cuya construcción comienza en 1586 a cargo del monje franciscano Fray Antonio. Varios siglos duró la construcción total del conjunto religioso. Con el gran terremoto de mayo de 1647 se derrumbó la parte superior de la torre levantada a fines del siglo XVI. Sólo en 1857 el arquitecto Fermín Vivaceta proyectó y construyó la actual torre de madera sobre los históricos y originales muros de madera. El convento estuvo formado por dos patios principales y siete menores, y sus muros conventuales rodeados por un huerto que se extendía hasta la calle San Diego. En la actualidad el convento, reducido a un gran patio claustral, alberga el Museo de San Francisco con la colección pictórica de cuadros que representan escenas de la vida del santo atribuidos a los pintores cuzqueños Juan Zapaca Inca y Basilio Santa Cruz (s. XVII).

450 años de la Arquidiocésis

IGLESIA Y CONVENTO DE SAN FRANCISCO Calle Alameda

Los primeros mercedarios llegados a Chile fueron los capellanes del ejército que acompañaba al conquistador Pedro de Valdivia. En 1561, después de varias vicisitudes, construyeron su convento en la actual ubicación. Su primera iglesia fue financiada por el gobernador Rodrigo de Quiroga. Tras sucesivos terremotos se construyó la actual. En 1898 el arquitecto suizo Eduardo Inserin, con la colaboración del paisajista Onofre Jarpa, lleva a cabo una total transformación del interior, incorporándosele importantes obras de arte, siendo la más destacada la imagen de la Virgen de Las Mercedes, traída desde el Cuzco por los conquistadores a Chile. En 1922 el Papa Pío XI le concedió al templo de La Merced el título de Basílica menor.

H 720

H 721

Carlos Quiroga / Libro: Iluminando Iglesias en América / Gentileza Grupo Enersis.

BASÍLICA DE LA MERCED Calle Merced


Su origen se remonta al cumplimiento del voto de Pedro de Valdivia de construirle en un “paraje lejano y peligroso” una ermita para el culto de Nuestra Señora del Socorro, imagen traída por él desde el Perú. Sin embargo fue la orden franciscana la encargada de conservar la imagen en su histórico templo cuya construcción comienza en 1586 a cargo del monje franciscano Fray Antonio. Varios siglos duró la construcción total del conjunto religioso. Con el gran terremoto de mayo de 1647 se derrumbó la parte superior de la torre levantada a fines del siglo XVI. Sólo en 1857 el arquitecto Fermín Vivaceta proyectó y construyó la actual torre de madera sobre los históricos y originales muros de madera. El convento estuvo formado por dos patios principales y siete menores, y sus muros conventuales rodeados por un huerto que se extendía hasta la calle San Diego. En la actualidad el convento, reducido a un gran patio claustral, alberga el Museo de San Francisco con la colección pictórica de cuadros que representan escenas de la vida del santo atribuidos a los pintores cuzqueños Juan Zapaca Inca y Basilio Santa Cruz (s. XVII).

450 años de la Arquidiocésis

IGLESIA Y CONVENTO DE SAN FRANCISCO Calle Alameda

Los primeros mercedarios llegados a Chile fueron los capellanes del ejército que acompañaba al conquistador Pedro de Valdivia. En 1561, después de varias vicisitudes, construyeron su convento en la actual ubicación. Su primera iglesia fue financiada por el gobernador Rodrigo de Quiroga. Tras sucesivos terremotos se construyó la actual. En 1898 el arquitecto suizo Eduardo Inserin, con la colaboración del paisajista Onofre Jarpa, lleva a cabo una total transformación del interior, incorporándosele importantes obras de arte, siendo la más destacada la imagen de la Virgen de Las Mercedes, traída desde el Cuzco por los conquistadores a Chile. En 1922 el Papa Pío XI le concedió al templo de La Merced el título de Basílica menor.

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Carlos Quiroga / Libro: Iluminando Iglesias en América / Gentileza Grupo Enersis.

BASÍLICA DE LA MERCED Calle Merced


450 años de la Arquidiócesis de Santiago

LUIS POIROT / Libro: 14 iglesias de Santiago de Chile / Gentileza Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile.

IGLESIA DE SAN AGUSTÍN Calle Estado La orden de San Agustín llega a Chile en 1595, cuando ya se habían establecido otras congregaciones. Para respetar las normas de distanciamiento entre los conventos, se estableció en dos solares que daban a la calle Moneda. Los primeros dos templos se construyeron en las actuales esquinas de Moneda y San Antonio, pero resultaron destruidos por inundaciones e incendios. La nueva construcción, de tres naves, se inició en 1608 en la calle Agustinas esquina de la calle del Rey, principal arteria de la ciudad en ese entonces. Con el terremoto de 1647 se destruye completamente, quedando sólo el famoso “Cristo de la Agonía, o Cristo de Mayo”, intacto. Con él se inauguran las procesiones del Señor de los Temblores, cada 13 de mayo. Varios años después, en 1665, se inicia la reconstrucción, a manos de Juan Lepe, albañil, arquitecto y constructor. El altar mayor fue realizado por Bernardo Godoy. Para la guerra de la independencia, Bernardo O´Higgins instala en el convento el Cuartel y Escuela Militar. En 1849 comienza la transformación del templo a cargo de Fermín Vivaceta, de sólo 20 años de edad: talla el púlpito de la iglesia, diseña la puerta principal y un nuevo frontis de seis columnas y dos torres de madera. Con posterioridad la iglesia ha sido restaurada en numerosas ocasiones.

H 722

IGLESIA Y CONVENTO DE SANTO DOMINGO Calle Santo Domingo Después de los mercedarios y de los franciscanos, la Orden Dominica es la tercera en establecerse en Chile, en el año 1557. Como tantas construcciones en Santiago con el terremoto de 1647 se destruyen las primeras obras correspondientes al convento y al templo de la Orden de Santo Domingo. El cuarto y último, que es el actual, se construyó a partir de 1747. La iglesia se realiza con piedras traídas del cerro Blanco, propiedad de la orden en aquel entonces. En 1963 un enorme incendio afectó al templo destruyendo completamente su interior, a pesar de lo cual sin embargo aún podemos apreciar la calidad de sus muros de piedras y la majestuosidad de sus proporciones espaciales. Una importante colección de imágenes religiosas decora la fachada principal de la iglesia y en el interior es la imagen de Nuestra Señora del Rosario la que preside el retablo mayor.

H 723


450 años de la Arquidiócesis de Santiago

LUIS POIROT / Libro: 14 iglesias de Santiago de Chile / Gentileza Ediciones Pontificia Universidad Católica de Chile.

IGLESIA DE SAN AGUSTÍN Calle Estado La orden de San Agustín llega a Chile en 1595, cuando ya se habían establecido otras congregaciones. Para respetar las normas de distanciamiento entre los conventos, se estableció en dos solares que daban a la calle Moneda. Los primeros dos templos se construyeron en las actuales esquinas de Moneda y San Antonio, pero resultaron destruidos por inundaciones e incendios. La nueva construcción, de tres naves, se inició en 1608 en la calle Agustinas esquina de la calle del Rey, principal arteria de la ciudad en ese entonces. Con el terremoto de 1647 se destruye completamente, quedando sólo el famoso “Cristo de la Agonía, o Cristo de Mayo”, intacto. Con él se inauguran las procesiones del Señor de los Temblores, cada 13 de mayo. Varios años después, en 1665, se inicia la reconstrucción, a manos de Juan Lepe, albañil, arquitecto y constructor. El altar mayor fue realizado por Bernardo Godoy. Para la guerra de la independencia, Bernardo O´Higgins instala en el convento el Cuartel y Escuela Militar. En 1849 comienza la transformación del templo a cargo de Fermín Vivaceta, de sólo 20 años de edad: talla el púlpito de la iglesia, diseña la puerta principal y un nuevo frontis de seis columnas y dos torres de madera. Con posterioridad la iglesia ha sido restaurada en numerosas ocasiones.

H 722

IGLESIA Y CONVENTO DE SANTO DOMINGO Calle Santo Domingo Después de los mercedarios y de los franciscanos, la Orden Dominica es la tercera en establecerse en Chile, en el año 1557. Como tantas construcciones en Santiago con el terremoto de 1647 se destruyen las primeras obras correspondientes al convento y al templo de la Orden de Santo Domingo. El cuarto y último, que es el actual, se construyó a partir de 1747. La iglesia se realiza con piedras traídas del cerro Blanco, propiedad de la orden en aquel entonces. En 1963 un enorme incendio afectó al templo destruyendo completamente su interior, a pesar de lo cual sin embargo aún podemos apreciar la calidad de sus muros de piedras y la majestuosidad de sus proporciones espaciales. Una importante colección de imágenes religiosas decora la fachada principal de la iglesia y en el interior es la imagen de Nuestra Señora del Rosario la que preside el retablo mayor.

H 723


450 años de la Arquidiócesis de Santiago

Don Rodrigo González Marmolejo (1487-1564)

Evocación del primer obispo de Santiago de Chile Por Mauro Matthei O.S.B.

La fuerza de los orígenes

Los testimonios son unánimes sobre su carisma de reconciliar y unir y el mismo Valdivia encargará a Alonso de Aguilera, portador en octubre de 1550 de una carta suya al emperador, aludiendo a don Rodrigo, donde expresa “diréis también todo lo que sabéis de su integridad y de lo que todo lo amamos acá, por sus letras, predicación y buena vida”.

1 Crescente Errázuriz, Los orígenes de la Iglesia chilena (1540-1603), Santiago 1873 2 Domingo Amunátegui Solar, El primer obispo de Chile, Santiago 1901. 3 Reginaldo de Lizárraga (1540-1615), después de la Imperial fue obispo de Asunción, Paraguay, autor de una “Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile, 1605.

H 724

Puesto por las circunstancias históricas al costado de Pedro de Valdivia, conquistador de Chile, Bartolomé Rodrigo González Marmolejo, primer obispo de Santiago de Chile, da la impresión de ser un personaje de tono menor. Sin embargo, una revisión menos primeriza de los textos antiguos que aluden a él y de los trabajos de investigación histórica que a partir de Crescente Errázuriz1 y Domingo Amunátegui Solar en 19012 se han ocupado de él, ayuda a dejar atrás un juicio demasiado mezquino. Aunque don Rodrigo no dejó otros escritos que los estrictamente burocráticos y sabemos de sus sermones sólo por referencias generales, comparte plenamente con don Pedro los padecimientos y honores anejos al rol de forjadores de orígenes y labradores de fundamentos; orígenes y fundamentos nada menos que de la realidad histórica que es Chile o, más nítidamente, el “reino de Chile”. En ese tema ambos eran hermanos, empeñándose hombro a hombro y auxiliándose mano a mano con igual benevolencia. No por ello hay que dejar de mencionar, sin embargo, la diferencia de miras en su común solicitud por Chile: si a Valdivia le apasionaba el “reino”, tan propicio para “perpetuarse en él” y para “ganar fama y un nombre que dejar a los herederos”, para González Marmolejo lo primordial eran las “ánimas”, es decir, los habitantes de aquel reino, fuesen españoles o no y eso, para afirmarlos en la paz con Dios y entre ellos mismos. Los testimonios son unánimes sobre su carisma de reconciliar y unir y el mismo Valdivia encargará a Alonso de Aguilera, portador en octubre de 1550 de una carta suya al emperador, aludiendo a don Rodrigo, donde expresa “diréis también todo lo que sabéis de su integridad y de lo que todo lo amamos acá, por sus letras, predicación y buena vida”. Significativa resulta igualmente la observación de Fray Reginaldo de Lizárraga, segundo obispo de la Imperial3: “El primer obispo de este reino, aunque no se consagró, fue don Rodrigo González Marmolejo, clérigo, que se halló en la conquista de este reino con don Pedro de Valdivia y fue su confesor; afable varón y gran predicador.”

HUMANITAS Nº 64 pp. 724 - 735

«Que si no es por mandárselo S.M. [Rodrigo González Marmolejo] no aceptará el obispado, atento que no es nada presuntuoso de dignidades. En esto diréis también todo lo que sabéis de su integridad y de lo que todo lo amamos acá, por sus letras, predicación y buena vida». (Dibujo de Luis Vargas Saavedra)

Don Rodrigo, futuro “obispo símbolo en la historia de la Iglesia en Chile”, como lo califica Fernando Aliaga Rojas, su más reciente y completo biógrafo, había nacido en el pequeño pueblo de Constantina, diócesis de Carmona, vecina a la arquidiócesis de Sevilla, alrededor del año 1487. Era hermano del deán de la catedral de Sevilla, Diego de Carmona. Joven aún, ingresó a la Orden de Santo Domingo, donde se lo conoció con el nombre de Rodrigo de la Plaza.

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450 años de la Arquidiócesis de Santiago

Don Rodrigo González Marmolejo (1487-1564)

Evocación del primer obispo de Santiago de Chile Por Mauro Matthei O.S.B.

La fuerza de los orígenes

Los testimonios son unánimes sobre su carisma de reconciliar y unir y el mismo Valdivia encargará a Alonso de Aguilera, portador en octubre de 1550 de una carta suya al emperador, aludiendo a don Rodrigo, donde expresa “diréis también todo lo que sabéis de su integridad y de lo que todo lo amamos acá, por sus letras, predicación y buena vida”.

1 Crescente Errázuriz, Los orígenes de la Iglesia chilena (1540-1603), Santiago 1873 2 Domingo Amunátegui Solar, El primer obispo de Chile, Santiago 1901. 3 Reginaldo de Lizárraga (1540-1615), después de la Imperial fue obispo de Asunción, Paraguay, autor de una “Descripción breve de toda la tierra del Perú, Tucumán, Río de la Plata y Chile, 1605.

H 724

Puesto por las circunstancias históricas al costado de Pedro de Valdivia, conquistador de Chile, Bartolomé Rodrigo González Marmolejo, primer obispo de Santiago de Chile, da la impresión de ser un personaje de tono menor. Sin embargo, una revisión menos primeriza de los textos antiguos que aluden a él y de los trabajos de investigación histórica que a partir de Crescente Errázuriz1 y Domingo Amunátegui Solar en 19012 se han ocupado de él, ayuda a dejar atrás un juicio demasiado mezquino. Aunque don Rodrigo no dejó otros escritos que los estrictamente burocráticos y sabemos de sus sermones sólo por referencias generales, comparte plenamente con don Pedro los padecimientos y honores anejos al rol de forjadores de orígenes y labradores de fundamentos; orígenes y fundamentos nada menos que de la realidad histórica que es Chile o, más nítidamente, el “reino de Chile”. En ese tema ambos eran hermanos, empeñándose hombro a hombro y auxiliándose mano a mano con igual benevolencia. No por ello hay que dejar de mencionar, sin embargo, la diferencia de miras en su común solicitud por Chile: si a Valdivia le apasionaba el “reino”, tan propicio para “perpetuarse en él” y para “ganar fama y un nombre que dejar a los herederos”, para González Marmolejo lo primordial eran las “ánimas”, es decir, los habitantes de aquel reino, fuesen españoles o no y eso, para afirmarlos en la paz con Dios y entre ellos mismos. Los testimonios son unánimes sobre su carisma de reconciliar y unir y el mismo Valdivia encargará a Alonso de Aguilera, portador en octubre de 1550 de una carta suya al emperador, aludiendo a don Rodrigo, donde expresa “diréis también todo lo que sabéis de su integridad y de lo que todo lo amamos acá, por sus letras, predicación y buena vida”. Significativa resulta igualmente la observación de Fray Reginaldo de Lizárraga, segundo obispo de la Imperial3: “El primer obispo de este reino, aunque no se consagró, fue don Rodrigo González Marmolejo, clérigo, que se halló en la conquista de este reino con don Pedro de Valdivia y fue su confesor; afable varón y gran predicador.”

HUMANITAS Nº 64 pp. 724 - 735

«Que si no es por mandárselo S.M. [Rodrigo González Marmolejo] no aceptará el obispado, atento que no es nada presuntuoso de dignidades. En esto diréis también todo lo que sabéis de su integridad y de lo que todo lo amamos acá, por sus letras, predicación y buena vida». (Dibujo de Luis Vargas Saavedra)

Don Rodrigo, futuro “obispo símbolo en la historia de la Iglesia en Chile”, como lo califica Fernando Aliaga Rojas, su más reciente y completo biógrafo, había nacido en el pequeño pueblo de Constantina, diócesis de Carmona, vecina a la arquidiócesis de Sevilla, alrededor del año 1487. Era hermano del deán de la catedral de Sevilla, Diego de Carmona. Joven aún, ingresó a la Orden de Santo Domingo, donde se lo conoció con el nombre de Rodrigo de la Plaza.

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Sólo las cartas e informes que escribieron los misioneros jesuitas, que un siglo más tarde comenzaron a misionar estas regiones, pueden proporcionarnos una idea del noviciado espiritual que debió pasar González Marmolejo. Sus penitencias de ninguna manera fueron inferiores a las de los Padres del desierto y con el mérito especial de que su ascesis no fue auto-procurada, sino que impuesta por las circunstancias.

4 Tertuliano, De praescriptione haereticorum, PL 2, 31 ss. 5 Fernando Aliaga, Rodrigo González Marmolejo, en Carlos Oviedo Cavada, Episcopológio chileno I, 97-118,Santiago 1992.

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Trabajoso camino hacia Santiago de Chile Don Rodrigo, futuro “obispo símbolo en la historia de la Iglesia en Chile”, como lo califica Fernando Aliaga Rojas, su más reciente y completo biógrafo5, había nacido en el pequeño pueblo de Constantina, diócesis de Carmona, vecina a la arquidiócesis de Sevilla, alrededor del año 1487. Era hermano del deán de la catedral de Sevilla, Diego de Carmona. Joven aún, ingresó a la Orden de Santo Domingo, donde se lo conoció con el nombre de Rodrigo de la Plaza. En los estudios que hizo en su instituto, entonces en apogeo, avanzó hasta el grado de bachiller en teología. Por razones que ignoramos, obtuvo dispensa de sus votos y pasó al clero diocesano, donde fue ordenado sacerdote. Desde entonces firmaba con el nombre de Rodrigo González. Este cambio del clero regular al secular o diocesano, sería como un presagio del mismo trueque en el futuro arzobispo de Santiago, Mons. Crescente Errázuriz, ex fray Raimundo de la misma Orden de los Predicadores (1839-1918-1931). A los dos esta circunstancia les fue calificada como objeción en los prolegómenos de sus respectivos nombramientos en la Curia romana. En cuanto a González Marmolejo, y considerado su posterior tenor de vida, se podría pensar que en algún momento habría reconocido que, más que hombre de estudio y de vida claustral, su vocación era la de hombre de acción. En 1536 llegó a Lima en el grupo de Alonso de Córdoba y durante cuatro años absorbió el duro noviciado de capellán de conquistadores, primero en el ejército de Francisco Pizarro y después en la expedición del enviado de este último, Pedro de Candía, hacia las regiones selváticas de los indios mojos (o chunchos) y chiquitos en la actual Bolivia. En la práctica esto le reportó interminables marchas, lluvias de flechas envenenadas de los indios hostiles, amotinamiento de españoles, hambre, sed, cansancio, nubes de mosquitos, picaduras de serpientes,

en resumen, una pastoral en medio de indigencias y peligros. Sólo las cartas e informes que escribieron los misioneros jesuitas, que un siglo más tarde comenzaron a misionar estas regiones, pueden proporcionarnos una idea del noviciado espiritual que debió pasar González Marmolejo6. Sus penitencias de ninguna manera fueron inferiores a las de los Padres del desierto y con el mérito especial de que su ascesis no fue auto-procurada, sino que impuesta por las circunstancias. Muy poco sobre don Rodrigo se puede desprender de las crónicas de aquellas experiencias de infierno, pero algo significativo: “sobresalió por su actitud humana y su gran caridad con los enfermos”7 . Como se sabe con seguridad que don Rodrigo estuvo presente en estos lances de conquistadores, aquellas crónicas permiten reconstruir las experiencias del futuro primer obispo de Chile. Esto aún no se ha hecho con la debida acuciosidad. Un ejemplo de lo interesante que resultaría explorar más esta parte del currículum del futuro obispo lo encontramos en una referencia que nos proporciona Gonzalo Vial en su última obra “Chile, cinco siglos de historia”. En la nota 21 de la página 83 comenta respecto de Rodrigo González Marmolejo: “Capellán de la expedición a los chunchos, debió enterrar en la selva sus ornamentos y vasos sagrados, para que no se apoderasen de ellos los indígenas que lo perseguían”8. Aparte de los padecimientos sufridos, esto revela que don Rodrigo tuvo un fuerte sentido de lo sagrado. ¿Cuándo y dónde tuvo lugar el primer encuentro entre Pedro de Valdivia y González Marmolejo? Si se lee a Crescente Errázuriz9 esto habría sucedido en la catedral de Cuzco, en aquel luminoso 20 de enero de 1540 en que Pedro de Valdivia comenzó con un acto consagratorio la misión que henchiría su vida: la creación de Chile como nación y –no podía ser de otro modo- como nación cristiana: “Desplegado el real estandarte por el alférez mayor Pedro de Miranda, entró (Valdivia y sus principales jefes) a la iglesia catedral (de Cuzco). Ahí lo aguardaba el obispo don Vicente de Valverde10, que, como en las grandes solemnidades, había hecho descorrer el velo que cubría la imagen de la Asunción, titular de la iglesia11. Recibió en sus manos el voto hecho por el futuro conquistador de Chile de dedicar a esa sagrada advocación de María el primer templo que levantara y poner bajo el patrocinio del apóstol, también patrono de Cuzco, la primera ciudad que fundara. Dióles en seguida su bendición y nombró al presbítero Rodrigo González capellán castrense y cura vicario de la futura ciudad de Santiago”. El relato da la impresión de que González Marmolejo también se hallaba presente en el histórico momento; pero no fue así. Siguiendo a Fernando Aliaga deducimos el siguiente itinerario: en Tarija, donde estaba en el grupo de la disuelta entrada a los indios del Chaco, González Marmolejo supo de la expedición de Valdivia a Chile y bajo el mando del capitán Diego García de Cáceres, él y un grupo

¿Cuándo y dónde tuvo lugar el primer encuentro entre Pedro de Valdivia y González Marmolejo? Si se lee a Crescente Errázuriz, esto habría sucedido en la catedral de Cuzco, en aquel luminoso 20 de enero de 1540 en que Pedro de Valdivia comenzó con un acto consagratorio la misión que henchiría su vida: la creación de Chile como nación y –no podía ser de otro modo– como nación cristiana.

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

Adelantándonos a los siglos, podríamos decir que fueron una especie de “compañeros de fórmula”. Lealmente intercambiaron el regalo del mutuo aprecio en los días atribulados de los orígenes y los dos tuvieron que someterse a la frustración final, don Pedro con su muerte prematura en Tucapel, en la Navidad de 1553, y don Rodrigo con la imposibilidad de ser consagrado obispo hasta su muerte, hacia fines de 1564. Ahora bien, si es cierta e indiscutida la sentencia de Tertuliano “Omne res ab origine suo discernitur” (Toda cosa se define por sus orígenes)4, en el trabajo de discernimiento de lo que significa y vale Chile, los primeros e ineludibles testigos serían Pedro de Valdivia y Rodrigo González Marmolejo, el primero en lo civil, el segundo en lo eclesiástico. Surge entonces la pregunta ¿les damos de hecho ese honor? Y si no, ¿por qué?

6 Cf.M. Matthei OSB, Cartas e informes de misioneros jesuitas extranjeros en Hispanoamérica, 5 tomos, Santiago 1969-2001, particularmente las cartas del P. Domingo Mayer SJ. 7 F. Aliaga, o.c. pg. 99. 8 Gonzalo Vial, Chile, cinco siglos de historia, Zig-Zag, Santiago 2009, pg. 83. 9 Crescente Errázuriz, Los orígenes de la Iglesia chilena 1540-1603, Santiago 1873, pgs. 50-51. 10 Fray Vicente Valverde O.P. acompañó a Pizarro en la conquista del Perú y fue el que en el primer encuentro con Atahualpa en Cajamarca, le entregó una Biblia que el Inca dejó caer desdeñosamente al suelo. También bautizó a Atahualpa antes de su ejecución. En 1538 fue nombrado primer obispo del Cuzco y como tal se destacó como gran defensor de los indios. Fue muerto por los indios de la isla de Puna, cuando viajaba al encuentro del enviado del rey, Vaca de Castro, en noviembre de 1541, pocos meses después de haber dado su bendición a la expedición de Valdivia. 11 Así se explica que el titular de la catedral de Santiago sea la Asunción de la Virgen María.

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Sólo las cartas e informes que escribieron los misioneros jesuitas, que un siglo más tarde comenzaron a misionar estas regiones, pueden proporcionarnos una idea del noviciado espiritual que debió pasar González Marmolejo. Sus penitencias de ninguna manera fueron inferiores a las de los Padres del desierto y con el mérito especial de que su ascesis no fue auto-procurada, sino que impuesta por las circunstancias.

4 Tertuliano, De praescriptione haereticorum, PL 2, 31 ss. 5 Fernando Aliaga, Rodrigo González Marmolejo, en Carlos Oviedo Cavada, Episcopológio chileno I, 97-118,Santiago 1992.

H 726

Trabajoso camino hacia Santiago de Chile Don Rodrigo, futuro “obispo símbolo en la historia de la Iglesia en Chile”, como lo califica Fernando Aliaga Rojas, su más reciente y completo biógrafo5, había nacido en el pequeño pueblo de Constantina, diócesis de Carmona, vecina a la arquidiócesis de Sevilla, alrededor del año 1487. Era hermano del deán de la catedral de Sevilla, Diego de Carmona. Joven aún, ingresó a la Orden de Santo Domingo, donde se lo conoció con el nombre de Rodrigo de la Plaza. En los estudios que hizo en su instituto, entonces en apogeo, avanzó hasta el grado de bachiller en teología. Por razones que ignoramos, obtuvo dispensa de sus votos y pasó al clero diocesano, donde fue ordenado sacerdote. Desde entonces firmaba con el nombre de Rodrigo González. Este cambio del clero regular al secular o diocesano, sería como un presagio del mismo trueque en el futuro arzobispo de Santiago, Mons. Crescente Errázuriz, ex fray Raimundo de la misma Orden de los Predicadores (1839-1918-1931). A los dos esta circunstancia les fue calificada como objeción en los prolegómenos de sus respectivos nombramientos en la Curia romana. En cuanto a González Marmolejo, y considerado su posterior tenor de vida, se podría pensar que en algún momento habría reconocido que, más que hombre de estudio y de vida claustral, su vocación era la de hombre de acción. En 1536 llegó a Lima en el grupo de Alonso de Córdoba y durante cuatro años absorbió el duro noviciado de capellán de conquistadores, primero en el ejército de Francisco Pizarro y después en la expedición del enviado de este último, Pedro de Candía, hacia las regiones selváticas de los indios mojos (o chunchos) y chiquitos en la actual Bolivia. En la práctica esto le reportó interminables marchas, lluvias de flechas envenenadas de los indios hostiles, amotinamiento de españoles, hambre, sed, cansancio, nubes de mosquitos, picaduras de serpientes,

en resumen, una pastoral en medio de indigencias y peligros. Sólo las cartas e informes que escribieron los misioneros jesuitas, que un siglo más tarde comenzaron a misionar estas regiones, pueden proporcionarnos una idea del noviciado espiritual que debió pasar González Marmolejo6. Sus penitencias de ninguna manera fueron inferiores a las de los Padres del desierto y con el mérito especial de que su ascesis no fue auto-procurada, sino que impuesta por las circunstancias. Muy poco sobre don Rodrigo se puede desprender de las crónicas de aquellas experiencias de infierno, pero algo significativo: “sobresalió por su actitud humana y su gran caridad con los enfermos”7 . Como se sabe con seguridad que don Rodrigo estuvo presente en estos lances de conquistadores, aquellas crónicas permiten reconstruir las experiencias del futuro primer obispo de Chile. Esto aún no se ha hecho con la debida acuciosidad. Un ejemplo de lo interesante que resultaría explorar más esta parte del currículum del futuro obispo lo encontramos en una referencia que nos proporciona Gonzalo Vial en su última obra “Chile, cinco siglos de historia”. En la nota 21 de la página 83 comenta respecto de Rodrigo González Marmolejo: “Capellán de la expedición a los chunchos, debió enterrar en la selva sus ornamentos y vasos sagrados, para que no se apoderasen de ellos los indígenas que lo perseguían”8. Aparte de los padecimientos sufridos, esto revela que don Rodrigo tuvo un fuerte sentido de lo sagrado. ¿Cuándo y dónde tuvo lugar el primer encuentro entre Pedro de Valdivia y González Marmolejo? Si se lee a Crescente Errázuriz9 esto habría sucedido en la catedral de Cuzco, en aquel luminoso 20 de enero de 1540 en que Pedro de Valdivia comenzó con un acto consagratorio la misión que henchiría su vida: la creación de Chile como nación y –no podía ser de otro modo- como nación cristiana: “Desplegado el real estandarte por el alférez mayor Pedro de Miranda, entró (Valdivia y sus principales jefes) a la iglesia catedral (de Cuzco). Ahí lo aguardaba el obispo don Vicente de Valverde10, que, como en las grandes solemnidades, había hecho descorrer el velo que cubría la imagen de la Asunción, titular de la iglesia11. Recibió en sus manos el voto hecho por el futuro conquistador de Chile de dedicar a esa sagrada advocación de María el primer templo que levantara y poner bajo el patrocinio del apóstol, también patrono de Cuzco, la primera ciudad que fundara. Dióles en seguida su bendición y nombró al presbítero Rodrigo González capellán castrense y cura vicario de la futura ciudad de Santiago”. El relato da la impresión de que González Marmolejo también se hallaba presente en el histórico momento; pero no fue así. Siguiendo a Fernando Aliaga deducimos el siguiente itinerario: en Tarija, donde estaba en el grupo de la disuelta entrada a los indios del Chaco, González Marmolejo supo de la expedición de Valdivia a Chile y bajo el mando del capitán Diego García de Cáceres, él y un grupo

¿Cuándo y dónde tuvo lugar el primer encuentro entre Pedro de Valdivia y González Marmolejo? Si se lee a Crescente Errázuriz, esto habría sucedido en la catedral de Cuzco, en aquel luminoso 20 de enero de 1540 en que Pedro de Valdivia comenzó con un acto consagratorio la misión que henchiría su vida: la creación de Chile como nación y –no podía ser de otro modo– como nación cristiana.

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

Adelantándonos a los siglos, podríamos decir que fueron una especie de “compañeros de fórmula”. Lealmente intercambiaron el regalo del mutuo aprecio en los días atribulados de los orígenes y los dos tuvieron que someterse a la frustración final, don Pedro con su muerte prematura en Tucapel, en la Navidad de 1553, y don Rodrigo con la imposibilidad de ser consagrado obispo hasta su muerte, hacia fines de 1564. Ahora bien, si es cierta e indiscutida la sentencia de Tertuliano “Omne res ab origine suo discernitur” (Toda cosa se define por sus orígenes)4, en el trabajo de discernimiento de lo que significa y vale Chile, los primeros e ineludibles testigos serían Pedro de Valdivia y Rodrigo González Marmolejo, el primero en lo civil, el segundo en lo eclesiástico. Surge entonces la pregunta ¿les damos de hecho ese honor? Y si no, ¿por qué?

6 Cf.M. Matthei OSB, Cartas e informes de misioneros jesuitas extranjeros en Hispanoamérica, 5 tomos, Santiago 1969-2001, particularmente las cartas del P. Domingo Mayer SJ. 7 F. Aliaga, o.c. pg. 99. 8 Gonzalo Vial, Chile, cinco siglos de historia, Zig-Zag, Santiago 2009, pg. 83. 9 Crescente Errázuriz, Los orígenes de la Iglesia chilena 1540-1603, Santiago 1873, pgs. 50-51. 10 Fray Vicente Valverde O.P. acompañó a Pizarro en la conquista del Perú y fue el que en el primer encuentro con Atahualpa en Cajamarca, le entregó una Biblia que el Inca dejó caer desdeñosamente al suelo. También bautizó a Atahualpa antes de su ejecución. En 1538 fue nombrado primer obispo del Cuzco y como tal se destacó como gran defensor de los indios. Fue muerto por los indios de la isla de Puna, cuando viajaba al encuentro del enviado del rey, Vaca de Castro, en noviembre de 1541, pocos meses después de haber dado su bendición a la expedición de Valdivia. 11 Así se explica que el titular de la catedral de Santiago sea la Asunción de la Virgen María.

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12 Entre ellos Juan Bohón, el futuro fundador de La Serena; Francisco y Pedro de Villagra, Jerónimo de Alderete, Rodrigo de Quiroga.

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450 años de la Arquidiócesis de Santiago

Él y un grupo de otros soldados fueron a reunirse con Valdivia en el pueblo de Tarapacá. Fue, pues, en aquella quebrada, en que más tarde, el 27 de noviembre de 1879, se enfrentarían las tropas chilenas y peruanas durante la Guerra del Pacífico, en que se saludaron por primera vez don Pedro y don Rodrigo. Este último frisaba los 53 años y, tal como lo representa el único retrato que hay de él, venía con las mejillas hermosamente esculpidas por el hambre, los ojos grandes y llenos de bondad, la frente ancha y pocos cabellos grises.

de otros soldados12 fueron a reunirse con Valdivia en el pueblo de Tarapacá. Fue, pues, en aquella quebrada, en que más tarde, el 27 de noviembre de 1879, se enfrentarían las tropas chilenas y peruanas durante la Guerra del Pacífico, en que se saludaron por primera vez don Pedro y don Rodrigo. Este último frisaba los 53 años y, tal como lo representa el único retrato que hay de él, venía con las mejillas hermosamente esculpidas por el hambre, los ojos grandes y llenos de bondad, la frente ancha y pocos cabellos grises. Aunque la citada obra pictórica es de épocas posteriores, su autor la pintó con los datos proporcionados por los cronistas y de este modo no es del todo ajena al retratado. Presumiblemente venía con la sotana más bien corta, a causa de las botas de montar, de cuero gastado y nada lustroso. En aquella época no se daba el título de “Monseñor”, él tampoco lo parecía. Simplemente era “don Rodrigo”, y quizás por eso los historiadores prefirieron ese título.

El rigor de los primeros tiempos Su tarea consistiría a partir de entonces en vivir y compartir todas las horas difíciles del precario Chile de los orígenes, consolando, animando, reconciliando, celebrando la misa cuando se podía, predicando. Lo primero fue la lenta travesía del desierto más seco del mundo, el de Atacama, por la misma ruta por la que se había retirado Diego de Almagro. Estuvo presente en la toma de posesión en nombre del rey de la tierra de Chile en el valle de Copiapó, el 24 de octubre de 1540; lo estuvo también en la fundación de Santiago, el 12 de febrero de 1541, y en la consiguiente repartición de solares le fue asignado el de la esquina noreste de las actuales calles Catedral y Bandera. Estuvo también en el cabildo abierto del 10 de junio de 1541, en el cual los vecinos le pidieron a Valdivia que aceptase el cargo de gobernador del rey en Chile. El 11 de septiembre de 1541, durante el asedio de los indios de Michimalonco, participó en la defensa de los cincuenta pobladores que Valdivia había dejado entre inseguras estacadas antes de partir con el grueso de la tropa al Cachapoal. Fue la aciaga jornada en que Inés de Suárez mandó cortar las cabezas de siete caciques cautivos y arrojarlas por encima de la empalizada a los atacantes. Don Rodrigo tuvo su trabajo principalmente con los heridos y moribundos. Después de la retirada de los atacantes y del retorno de Valdivia a Santiago comenzó la etapa del hambre y del desánimo, durante la cual, para colmo, don Rodrigo estuvo impedido por meses de celebrar la misa a causa de la falta de vino. En su primera carta al emperador Carlos V, escrita en La Serena, el 4 de septiembre de 1545 la pluma elocuente de Valdivia hizo revivir los difíciles años de 1542 y 1543,

hasta el retorno con hombres y auxilios de Alonso de Monroy en enero de 1544: “Los indios pelearon todo un día en peso con los cristianos y nos mataron veintitrés caballos y cuatro cristianos y quemaron toda la ciudad y comida y ropa y cuanta hacienda teníamos, que no quedamos sino con los andrajos que teníamos para la guerra y con las armas que a cuestas traíamos y dos porquezuelas y un cochinillo y una polla y un pollo y hasta dos almuerzas de trigo”. Más adelante, en la misma carta, tratando ya de los sucesos de 1545, el conquistador vuelve sobre el tema de las dos almuerzas de trigo y de los humildes animalitos que sobrevivieron al terrible combate del 11 de septiembre: “De aquí a tres meses por diciembre, que es el medio verano, se cojerán en esta ciudad diez o doce fanegas de trigo y maíz sin número y de las dos porquezuelas y cochinillo que salvamos cuando los indios quemaron esta ciudad, hay ya ocho o diez mil cabezas y de la polla y el pollo tantas gallinas como hierbas, que verano e invierno se crían en abundancia”. En la última parte de la carta que estamos citando aparece el primer testimonio de Valdivia referente a don Rodrigo y significativamente se relaciona con el tema del buen trato de los indígenas: “A los naturales trato yo conforme a los mandamientos de Vuestra Majestad, por descargar su real conciencia y la mía. Y para ello hay cuatro religiosos sacerdotes, que los tres vinieron conmigo, que se llaman Rodrigo González y Diego Pérez y Juan Lobo13 . Entienden en la

Su tarea consistiría a partir de entonces en vivir y compartir todas las horas difíciles del precario Chile de los orígenes, consolando, animando, reconciliando, celebrando la misa cuando se podía, predicando. Lo primero fue la lenta travesía del desierto más seco del mundo, el de Atacama, por la misma ruta por la que se había retirado Diego de Almagro. (…)

13 El cuarto, cuyo nombre omite, por haber venido posteriormente, era Gonzalo Yánez.

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12 Entre ellos Juan Bohón, el futuro fundador de La Serena; Francisco y Pedro de Villagra, Jerónimo de Alderete, Rodrigo de Quiroga.

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Él y un grupo de otros soldados fueron a reunirse con Valdivia en el pueblo de Tarapacá. Fue, pues, en aquella quebrada, en que más tarde, el 27 de noviembre de 1879, se enfrentarían las tropas chilenas y peruanas durante la Guerra del Pacífico, en que se saludaron por primera vez don Pedro y don Rodrigo. Este último frisaba los 53 años y, tal como lo representa el único retrato que hay de él, venía con las mejillas hermosamente esculpidas por el hambre, los ojos grandes y llenos de bondad, la frente ancha y pocos cabellos grises.

de otros soldados12 fueron a reunirse con Valdivia en el pueblo de Tarapacá. Fue, pues, en aquella quebrada, en que más tarde, el 27 de noviembre de 1879, se enfrentarían las tropas chilenas y peruanas durante la Guerra del Pacífico, en que se saludaron por primera vez don Pedro y don Rodrigo. Este último frisaba los 53 años y, tal como lo representa el único retrato que hay de él, venía con las mejillas hermosamente esculpidas por el hambre, los ojos grandes y llenos de bondad, la frente ancha y pocos cabellos grises. Aunque la citada obra pictórica es de épocas posteriores, su autor la pintó con los datos proporcionados por los cronistas y de este modo no es del todo ajena al retratado. Presumiblemente venía con la sotana más bien corta, a causa de las botas de montar, de cuero gastado y nada lustroso. En aquella época no se daba el título de “Monseñor”, él tampoco lo parecía. Simplemente era “don Rodrigo”, y quizás por eso los historiadores prefirieron ese título.

El rigor de los primeros tiempos Su tarea consistiría a partir de entonces en vivir y compartir todas las horas difíciles del precario Chile de los orígenes, consolando, animando, reconciliando, celebrando la misa cuando se podía, predicando. Lo primero fue la lenta travesía del desierto más seco del mundo, el de Atacama, por la misma ruta por la que se había retirado Diego de Almagro. Estuvo presente en la toma de posesión en nombre del rey de la tierra de Chile en el valle de Copiapó, el 24 de octubre de 1540; lo estuvo también en la fundación de Santiago, el 12 de febrero de 1541, y en la consiguiente repartición de solares le fue asignado el de la esquina noreste de las actuales calles Catedral y Bandera. Estuvo también en el cabildo abierto del 10 de junio de 1541, en el cual los vecinos le pidieron a Valdivia que aceptase el cargo de gobernador del rey en Chile. El 11 de septiembre de 1541, durante el asedio de los indios de Michimalonco, participó en la defensa de los cincuenta pobladores que Valdivia había dejado entre inseguras estacadas antes de partir con el grueso de la tropa al Cachapoal. Fue la aciaga jornada en que Inés de Suárez mandó cortar las cabezas de siete caciques cautivos y arrojarlas por encima de la empalizada a los atacantes. Don Rodrigo tuvo su trabajo principalmente con los heridos y moribundos. Después de la retirada de los atacantes y del retorno de Valdivia a Santiago comenzó la etapa del hambre y del desánimo, durante la cual, para colmo, don Rodrigo estuvo impedido por meses de celebrar la misa a causa de la falta de vino. En su primera carta al emperador Carlos V, escrita en La Serena, el 4 de septiembre de 1545 la pluma elocuente de Valdivia hizo revivir los difíciles años de 1542 y 1543,

hasta el retorno con hombres y auxilios de Alonso de Monroy en enero de 1544: “Los indios pelearon todo un día en peso con los cristianos y nos mataron veintitrés caballos y cuatro cristianos y quemaron toda la ciudad y comida y ropa y cuanta hacienda teníamos, que no quedamos sino con los andrajos que teníamos para la guerra y con las armas que a cuestas traíamos y dos porquezuelas y un cochinillo y una polla y un pollo y hasta dos almuerzas de trigo”. Más adelante, en la misma carta, tratando ya de los sucesos de 1545, el conquistador vuelve sobre el tema de las dos almuerzas de trigo y de los humildes animalitos que sobrevivieron al terrible combate del 11 de septiembre: “De aquí a tres meses por diciembre, que es el medio verano, se cojerán en esta ciudad diez o doce fanegas de trigo y maíz sin número y de las dos porquezuelas y cochinillo que salvamos cuando los indios quemaron esta ciudad, hay ya ocho o diez mil cabezas y de la polla y el pollo tantas gallinas como hierbas, que verano e invierno se crían en abundancia”. En la última parte de la carta que estamos citando aparece el primer testimonio de Valdivia referente a don Rodrigo y significativamente se relaciona con el tema del buen trato de los indígenas: “A los naturales trato yo conforme a los mandamientos de Vuestra Majestad, por descargar su real conciencia y la mía. Y para ello hay cuatro religiosos sacerdotes, que los tres vinieron conmigo, que se llaman Rodrigo González y Diego Pérez y Juan Lobo13 . Entienden en la

Su tarea consistiría a partir de entonces en vivir y compartir todas las horas difíciles del precario Chile de los orígenes, consolando, animando, reconciliando, celebrando la misa cuando se podía, predicando. Lo primero fue la lenta travesía del desierto más seco del mundo, el de Atacama, por la misma ruta por la que se había retirado Diego de Almagro. (…)

13 El cuarto, cuyo nombre omite, por haber venido posteriormente, era Gonzalo Yánez.

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(…) Estuvo presente en la toma de posesión en nombre del rey de la tierra de Chile en el valle de Copiapó, el 24 de octubre de 1540; lo estuvo también en la fundación de Santiago, el 12 de febrero de 1541, y en la consiguiente repartición de solares le fue asignado el de la esquina noreste de las actuales calles Catedral y Bandera.

14 Gonzalo Vial, o.c. I, pg. 63.

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mil pesos oro) y hasta ofreció entregárselas de inmediato… Con la seguridad bastaba, respondió el escribano, momentáneamente aliviado. Pero el mal síquico, inexorable, siguió su curso; corridos unos días, Pinel se ahorcaba”15.

El caso del escribano Juan Pinel

Año 1550: González Marmolejo fracasa en su intento de retornar a España

Don Rodrigo se destaca nuevamente en relación con un episodio trágico del naciente reino. El 13 de diciembre de 1547, sabido el asesinato de Francisco de Pizarro y la rebelión de Gonzalo Pizarro contra la autoridad del rey, Valdivia se embarcó en Valparaíso para afianzar su obra en Chile, poniéndose de parte del enviado del emperador, Pedro de la Gasca, y consiguiendo más gente y recursos. En ese momento crucial de su destino, ensombreció su vida y fama con un acto de vil injusticia contra una quincena de compatriotas y compañeros de conquista. Les había dado el permiso de dejar Chile junto con sus ahorros, que totalizaban una suma de 70.000 pesos oro. Recurriendo a la astucia, los dejó en tierra, zarpando él con los ahorros de ellos y dejándoles sólo la promesa verbal de que más tarde les restituiría aquel forzado préstamo. Según Gonzalo Vial “nadie le creyó. Atónitas y enfurecidas desde la playa, las víctimas del engaño contemplaban impotentes el lejano barco… El más afectado fue un escribano granadino, que iba para los sesenta años: Juan Pinel. En la patria le aguardaban su cónyuge y cinco hijos, incluidas dos mujeres que tendrían dote y, por tanto, marido con el oro indiano. La misma tarde Pinel comenzó a enloquecer”14. El viaje al Perú, con todo, resultó muy afortunado para el conquistador. Se unió inmediatamente con el que representaba la autoridad legítima del rey, Pedro de la Gasca, quien a su vez le entregó toda su confianza, y así en abril de 1548 en la batalla de Jaquijaguana, fueron derrotadas las huestes de Gonzalo Pizarro, quien terminó ajusticiado. Valdivia pudo retornar triunfalmente a Chile, aunque previamente tuvo que responder ante De la Gasca una serie de cargos. Fue absuelto de ellos, pero se le mandó devolver el dinero “expropiado” en forma tan vil en 1547 y separarse de Inés de Suárez. En la devolución el gobernador no avanzó muy rápidamente, porque siempre estaba abrumado de deudas por todos los gastos de la conquista. Nuevamente recurrimos al texto de Gonzalo Vial: “Ya de vuelta don Pedro el trastornado escribano Pinel lo importunaba incesantemente, arrodillándose ante él y aun implorándole escuchar las doloridas cartas que sus hijas sin dote, remitían desde España. Terminó Valdivia, a quien probablemente molestaba el aguijón adicional de la conciencia, por amostazarse con el escribano y echarlo de mala y amenazadora manera. Cayó el infeliz en una depresión todavía peor. Compadecido el clérigo y futuro obispo Rodrigo González, que era un alma de Dios y afortunado, garantizó a Pinel el pago de la suma adeudada (tres

La vida sudamericana del primer obispo de Chile puede separarse en tres etapas: 1536-1540: Participación en expediciones hacia los indios de la selva de la actual Bolivia. 1540-1550: En los años iniciales del reino de Chile. 1550-1564: Vicisitudes en el camino hacia su nombramiento como obispo. Hasta 1552 las parroquias de Chile dependían de la diócesis de Cuzco. Al crearse en ese año la nueva diócesis de Charcas (Chuquisaca, la actual Sucre), la dependencia se cambió a esa sede. Su primer obispo fue Fray Tomás de San Martín O.P., amigo de don Rodrigo, quien lo nombró vicario general para todo el territorio de Chile. Don Rodrigo sentía el peso de los años y el deseo de morir en paz en su patria. Valdivia lo comprendía, pero en su fuero interno tenía otros designios: el que su fiel compañero fuese el obispo de su amado reino. Todo está dicho en su tercera carta al emperador, escrita en Concepción, el 15 de octubre de 1550: “El Reverendo Padre Rodrigo González es natural de la villa de Constantina y hermano de don Diego de Carmona, deán de la santa iglesia de Sevilla. Vino conmigo al tiempo que yo emprendí esta jornada, habiendo salido pocos días antes de otra muy trabajosa y peligrosa por servir a V.M. que hizo el capitán Pedro de Candía en los chunchos, donde murieron muchos cristianos y gran cantidad de los naturales del Perú, que llevaron de servicio y con sus cargas, de hambre: y los que salieron tuvieron bien que hacer en convalecer e tornar en sí por grandes días. “En lo que se ha empleado este reverendo padre en estas partes, es en el servicio de nuestro Dios y honra de sus iglesias y culto divino y principalmente en el de V. M.; en esto y con su religiosa vida y costumbres en su oficio de sacerdocio, administrando los sacramentos a los vasallos de V. M., poniendo en ello toda su eficacia, teniéndolo por su principal interés y riqueza. Ciertas cabezas de yeguas que metió en la tierra con grandes trabajos, multiplicándoselas Dios en cantidad por sus buenas obras, que es la hacienda que más ha aprovechado y aprovecha para el descubrimiento, conquista y población y perpetuación de estas partes, las ha dado y vendido a los conquistadores para este efecto. El oro que ha habido de ellas, siempre que lo he habido menester para el servicio de V.M. y para me ayudar a enviar por los socorros dichos para el beneficio de estas provincias, me lo ha dado y prestado con tan buena voluntad como si no me diera nada; porque su fin ha siempre sido y es en lo espiritual como buen sacerdote, ganar ánimas de los naturales para el cielo e

“...Y para ello hay cuatro religiosos sacerdotes, que los tres vinieron conmigo, que se llaman Rodrigo González y Diego Pérez y Juan Lobo. Entienden en la conversión de los indios y nos administran los sacramentos y usan muy bien su oficio de sacerdocio. El Padre bachiller Rodrigo González hace en todo mucho fruto con sus letras y predicación, porque lo sabe muy bien hacer y todos sirven a Dios y a Vuestra Majestad”. (carta de Pedro de Valdivia al Emperador carlos v de 1545)

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

conversión de los indios y nos administran los sacramentos y usan muy bien su oficio de sacerdocio. El Padre bachiller Rodrigo González hace en todo mucho fruto con sus letras y predicación, porque lo sabe muy bien hacer y todos sirven a Dios y a Vuestra Majestad”.

15 Gonzalo Vial Correa, o.c. I, pg.67.

H 731


(…) Estuvo presente en la toma de posesión en nombre del rey de la tierra de Chile en el valle de Copiapó, el 24 de octubre de 1540; lo estuvo también en la fundación de Santiago, el 12 de febrero de 1541, y en la consiguiente repartición de solares le fue asignado el de la esquina noreste de las actuales calles Catedral y Bandera.

14 Gonzalo Vial, o.c. I, pg. 63.

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mil pesos oro) y hasta ofreció entregárselas de inmediato… Con la seguridad bastaba, respondió el escribano, momentáneamente aliviado. Pero el mal síquico, inexorable, siguió su curso; corridos unos días, Pinel se ahorcaba”15.

El caso del escribano Juan Pinel

Año 1550: González Marmolejo fracasa en su intento de retornar a España

Don Rodrigo se destaca nuevamente en relación con un episodio trágico del naciente reino. El 13 de diciembre de 1547, sabido el asesinato de Francisco de Pizarro y la rebelión de Gonzalo Pizarro contra la autoridad del rey, Valdivia se embarcó en Valparaíso para afianzar su obra en Chile, poniéndose de parte del enviado del emperador, Pedro de la Gasca, y consiguiendo más gente y recursos. En ese momento crucial de su destino, ensombreció su vida y fama con un acto de vil injusticia contra una quincena de compatriotas y compañeros de conquista. Les había dado el permiso de dejar Chile junto con sus ahorros, que totalizaban una suma de 70.000 pesos oro. Recurriendo a la astucia, los dejó en tierra, zarpando él con los ahorros de ellos y dejándoles sólo la promesa verbal de que más tarde les restituiría aquel forzado préstamo. Según Gonzalo Vial “nadie le creyó. Atónitas y enfurecidas desde la playa, las víctimas del engaño contemplaban impotentes el lejano barco… El más afectado fue un escribano granadino, que iba para los sesenta años: Juan Pinel. En la patria le aguardaban su cónyuge y cinco hijos, incluidas dos mujeres que tendrían dote y, por tanto, marido con el oro indiano. La misma tarde Pinel comenzó a enloquecer”14. El viaje al Perú, con todo, resultó muy afortunado para el conquistador. Se unió inmediatamente con el que representaba la autoridad legítima del rey, Pedro de la Gasca, quien a su vez le entregó toda su confianza, y así en abril de 1548 en la batalla de Jaquijaguana, fueron derrotadas las huestes de Gonzalo Pizarro, quien terminó ajusticiado. Valdivia pudo retornar triunfalmente a Chile, aunque previamente tuvo que responder ante De la Gasca una serie de cargos. Fue absuelto de ellos, pero se le mandó devolver el dinero “expropiado” en forma tan vil en 1547 y separarse de Inés de Suárez. En la devolución el gobernador no avanzó muy rápidamente, porque siempre estaba abrumado de deudas por todos los gastos de la conquista. Nuevamente recurrimos al texto de Gonzalo Vial: “Ya de vuelta don Pedro el trastornado escribano Pinel lo importunaba incesantemente, arrodillándose ante él y aun implorándole escuchar las doloridas cartas que sus hijas sin dote, remitían desde España. Terminó Valdivia, a quien probablemente molestaba el aguijón adicional de la conciencia, por amostazarse con el escribano y echarlo de mala y amenazadora manera. Cayó el infeliz en una depresión todavía peor. Compadecido el clérigo y futuro obispo Rodrigo González, que era un alma de Dios y afortunado, garantizó a Pinel el pago de la suma adeudada (tres

La vida sudamericana del primer obispo de Chile puede separarse en tres etapas: 1536-1540: Participación en expediciones hacia los indios de la selva de la actual Bolivia. 1540-1550: En los años iniciales del reino de Chile. 1550-1564: Vicisitudes en el camino hacia su nombramiento como obispo. Hasta 1552 las parroquias de Chile dependían de la diócesis de Cuzco. Al crearse en ese año la nueva diócesis de Charcas (Chuquisaca, la actual Sucre), la dependencia se cambió a esa sede. Su primer obispo fue Fray Tomás de San Martín O.P., amigo de don Rodrigo, quien lo nombró vicario general para todo el territorio de Chile. Don Rodrigo sentía el peso de los años y el deseo de morir en paz en su patria. Valdivia lo comprendía, pero en su fuero interno tenía otros designios: el que su fiel compañero fuese el obispo de su amado reino. Todo está dicho en su tercera carta al emperador, escrita en Concepción, el 15 de octubre de 1550: “El Reverendo Padre Rodrigo González es natural de la villa de Constantina y hermano de don Diego de Carmona, deán de la santa iglesia de Sevilla. Vino conmigo al tiempo que yo emprendí esta jornada, habiendo salido pocos días antes de otra muy trabajosa y peligrosa por servir a V.M. que hizo el capitán Pedro de Candía en los chunchos, donde murieron muchos cristianos y gran cantidad de los naturales del Perú, que llevaron de servicio y con sus cargas, de hambre: y los que salieron tuvieron bien que hacer en convalecer e tornar en sí por grandes días. “En lo que se ha empleado este reverendo padre en estas partes, es en el servicio de nuestro Dios y honra de sus iglesias y culto divino y principalmente en el de V. M.; en esto y con su religiosa vida y costumbres en su oficio de sacerdocio, administrando los sacramentos a los vasallos de V. M., poniendo en ello toda su eficacia, teniéndolo por su principal interés y riqueza. Ciertas cabezas de yeguas que metió en la tierra con grandes trabajos, multiplicándoselas Dios en cantidad por sus buenas obras, que es la hacienda que más ha aprovechado y aprovecha para el descubrimiento, conquista y población y perpetuación de estas partes, las ha dado y vendido a los conquistadores para este efecto. El oro que ha habido de ellas, siempre que lo he habido menester para el servicio de V.M. y para me ayudar a enviar por los socorros dichos para el beneficio de estas provincias, me lo ha dado y prestado con tan buena voluntad como si no me diera nada; porque su fin ha siempre sido y es en lo espiritual como buen sacerdote, ganar ánimas de los naturales para el cielo e

“...Y para ello hay cuatro religiosos sacerdotes, que los tres vinieron conmigo, que se llaman Rodrigo González y Diego Pérez y Juan Lobo. Entienden en la conversión de los indios y nos administran los sacramentos y usan muy bien su oficio de sacerdocio. El Padre bachiller Rodrigo González hace en todo mucho fruto con sus letras y predicación, porque lo sabe muy bien hacer y todos sirven a Dios y a Vuestra Majestad”. (carta de Pedro de Valdivia al Emperador carlos v de 1545)

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

conversión de los indios y nos administran los sacramentos y usan muy bien su oficio de sacerdocio. El Padre bachiller Rodrigo González hace en todo mucho fruto con sus letras y predicación, porque lo sabe muy bien hacer y todos sirven a Dios y a Vuestra Majestad”.

15 Gonzalo Vial Correa, o.c. I, pg.67.

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Hasta 1552 las parroquias de Chile dependían de la diócesis de Cuzco. Al crearse en ese año la nueva diócesis de Charcas (Chuquisaca, la actual Sucre), la dependencia se cambió a esa sede. Su primer obispo fue Fray Tomás de San Martín O.P., amigo de don Rodrigo, quien lo nombró vicario general para todo el territorio de Chile.

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oficio que suelen usar los que lo alcanzan sea empleado en él como buen caballero de Jesucristo. “El cabildo y pueblo de la ciudad de Santiago me escribe que se han echado a sus pies, rogándole de Dios y de V.M. no les deje, poniéndole por delante los trabajos del camino y su ancianidad. Podrá ser que, movido por los ruegos de tantos hijos, él como buen padre los quiera complacer y deje la ida [a España], que yo no lo podré saber tan presto. A V.M. suplico otra y muchas veces que, vaya o no, se nos haga la merced de dárnoslo por prelado, pues la persona que V.M. y los señores de su Real Consejo con tanta voluntad han de mandar buscar por los claustros y conventos de sus reinos y señoríos para tales efectos, que sea de buena vida y costumbres, aquí la tienen hallada y que haga más fruto con sus letras, predicación y experiencia que tiene de estas partes, que todos los religiosos que de allá podrían venir, y así lo certifico yo a V.M.”. El mismo día 15 de octubre y de la misma ciudad de Concepción, el gobernador dirige otra carta a sus apoderados en la Corte del emperador diciendo, entre otros asuntos: “Asimismo que se escriba a S.M. suplicando haga merced a esta tierra y sus vasallos de mandar nombrar por obispo al Padre bachiller Rodrigo González. Y el señor Alonso de Aguilera atenderéis a solicitar esto, que si no es por mandárselo S.M. [Rodrigo González Marmolejo] no aceptará el obispado, atento que no es nada presuntuoso de dignidades. En esto diréis también todo lo que sabéis de su integridad y de lo que todo lo amamos acá, por sus letras, predicación y buena vida”. El último testimonio del gobernador Pedro de Valdivia en favor del nombramiento de Rodrigo González como obispo de Chile se puede leer casi al final de la quinta y última carta a Carlos V, que fue escrita en Santiago, el 26 de octubre de 1552: “A la conversión de los naturales a nuestra santa fe e creencia ha mucho ayudado con su doctrina y predicación el bachiller en teología Rodrigo González, clérigo presbítero, hermano de don Diego de Carmona, Deán de la santa iglesia de Sevilla, como últimamente escribí a V.M. con Alonso de Aguilera. En mi carta suplicaba de parte de todos los vasallos de V.M. y mía, que lo conocemos y tenemos experimentado su buena y honesta vida, fuese servido V.M. de nos lo nombrar por nuestro prelado en esta gobernación. Lo mismo suplicamos ahora, pues las causas y razones que hay para la ascensión de su persona a esta dignidad, siendo V.M. servido de nos hacer esta merced, a todos acá muy notorias”.

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

animar a los cristianos a que no pierdan las suyas por sus codicias, sembrando siempre entre ellos paz e amor que el Hijo de Dios encargó a sus discípulos cuando se partió de este mundo; y en lo temporal como buen vasallo de V.M., ayudar a engrandecer su corona real viribus et posse”. En este punto de su carta Valdivia revela el deseo de González Marmolejo de retornar a España para terminar en paz sus últimos días. Valdivia por ello lo nombra portador de su carta al emperador, pero al mismo tiempo ruega a éste que lo devuelva a Chile con el cargo y título de obispo. De este modo queda claro que ya en 1550 don Rodrigo consideraba terminada su misión en Chile, mientras que don Pedro lo quería para un oficio más alto. La disyuntiva la decidiría la feligresía de la capital. La carta y el testimonio de Valdivia en favor de González Marmolejo continúan después: “La conclusión es en este caso, que [González Marmolejo], después de haber hecho el fruto dicho, por verse tan trabajado y viejo, ha determinado de se ir a morir a España y besar las manos a V. M., siendo Dios servido de le dejar en salvamiento ante su cesáreo acatamiento y darle razón de todo lo de estas partes, que como tan buen testigo de vista la podía dar como yo. “Y por más servir y ver como estaban las ovejas que él había administrado cuando vino a la población e conquista de esta ciudad de la Concepción, habiéndolo [yo] dejado por su ancianidad en la ciudad de Santiago, se metió a la ventura en un pequeño bajel y se vino aquí a nos animar y refocilar a todos en el amor y servicio de nuestro Dios; y hecha esta romería dio la vuelta a la dicha ciudad a hacer en ella su oficio. Yo lo despacho de esta ciudad de la Concepción, porque por mi ocupación y su vejez no nos podemos ver a la despedida. Por las causas dichas y fruto que hemos cogido de las buenas obras y santas doctrinas que entre nosotros ha sembrado en todo este tiempo, todos los vasallos de V. M. lloramos su ausencia y tendríamos necesidad en estas partes de un tal prelado. De parte de todos los vasallos de V.M que acá estábamos y le conocimos, que poder me han dado para ello, y de la mía, como el más humilde súbdito y vasallo de su cesáreo servicio, suplicamos muy húmilmente a V.M. ser servido, llegado que sea en su real presencia, le mande vuelva a estas partes a le servir, mandándole nombrar a la dignidad episcopal de estas provincias, haciéndole merced de su real cédula, para que, presentada en el consistorio a público, nuestro muy Santo Padre le provea de ella, porque yo quedo tan satisfecho según el celo que vendrá a tomar este trabajo sólo por servir a nuestro Dios, mandándoselo V.M. o los señores de su Real Consejo de Indias, diciendo convenir así a su cesáreo servicio y conversión de estos naturales, que por el amor particular que a este tiene, sé yo, obedecerá y cumplirá hasta la muerte y no de otra manera. “Y si acaso estuviese proveído alguna persona del obispado de Chile, puédele V.M. nombrar para el obispado de Arauco y ciudad que poblare en aquella provincia. Aunque dice San Pablo ‘qui episcopatum desiderat, bonum opus desiderat `doy mi fe y palabra a V.M. que sé yo que no lo ama, aunque el

“...Porque su fin ha siempre sido y es en lo espiritual como buen sacerdote, ganar ánimas de los naturales para el cielo e animar a los cristianos a que no pierdan las suyas por sus codicias, sembrando siempre entre ellos paz e amor que el Hijo de Dios encargó a sus discípulos.” (carta de Pedro de Valdivia al Emperador carlos v de 1545)

“La muerte menos temida da más vida” Cuando en el día de Navidad de 1553 el conquistador de Chile con su muerte tuvo que saborear la verdad de este su lema personal, no había alcanzado a ver el fruto de su petición en favor de su amigo y confesor. Este, por su parte, había obedecido a la unánime petición de su feligresía en Santiago y había decidido completar la ofrenda de su

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Hasta 1552 las parroquias de Chile dependían de la diócesis de Cuzco. Al crearse en ese año la nueva diócesis de Charcas (Chuquisaca, la actual Sucre), la dependencia se cambió a esa sede. Su primer obispo fue Fray Tomás de San Martín O.P., amigo de don Rodrigo, quien lo nombró vicario general para todo el territorio de Chile.

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oficio que suelen usar los que lo alcanzan sea empleado en él como buen caballero de Jesucristo. “El cabildo y pueblo de la ciudad de Santiago me escribe que se han echado a sus pies, rogándole de Dios y de V.M. no les deje, poniéndole por delante los trabajos del camino y su ancianidad. Podrá ser que, movido por los ruegos de tantos hijos, él como buen padre los quiera complacer y deje la ida [a España], que yo no lo podré saber tan presto. A V.M. suplico otra y muchas veces que, vaya o no, se nos haga la merced de dárnoslo por prelado, pues la persona que V.M. y los señores de su Real Consejo con tanta voluntad han de mandar buscar por los claustros y conventos de sus reinos y señoríos para tales efectos, que sea de buena vida y costumbres, aquí la tienen hallada y que haga más fruto con sus letras, predicación y experiencia que tiene de estas partes, que todos los religiosos que de allá podrían venir, y así lo certifico yo a V.M.”. El mismo día 15 de octubre y de la misma ciudad de Concepción, el gobernador dirige otra carta a sus apoderados en la Corte del emperador diciendo, entre otros asuntos: “Asimismo que se escriba a S.M. suplicando haga merced a esta tierra y sus vasallos de mandar nombrar por obispo al Padre bachiller Rodrigo González. Y el señor Alonso de Aguilera atenderéis a solicitar esto, que si no es por mandárselo S.M. [Rodrigo González Marmolejo] no aceptará el obispado, atento que no es nada presuntuoso de dignidades. En esto diréis también todo lo que sabéis de su integridad y de lo que todo lo amamos acá, por sus letras, predicación y buena vida”. El último testimonio del gobernador Pedro de Valdivia en favor del nombramiento de Rodrigo González como obispo de Chile se puede leer casi al final de la quinta y última carta a Carlos V, que fue escrita en Santiago, el 26 de octubre de 1552: “A la conversión de los naturales a nuestra santa fe e creencia ha mucho ayudado con su doctrina y predicación el bachiller en teología Rodrigo González, clérigo presbítero, hermano de don Diego de Carmona, Deán de la santa iglesia de Sevilla, como últimamente escribí a V.M. con Alonso de Aguilera. En mi carta suplicaba de parte de todos los vasallos de V.M. y mía, que lo conocemos y tenemos experimentado su buena y honesta vida, fuese servido V.M. de nos lo nombrar por nuestro prelado en esta gobernación. Lo mismo suplicamos ahora, pues las causas y razones que hay para la ascensión de su persona a esta dignidad, siendo V.M. servido de nos hacer esta merced, a todos acá muy notorias”.

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

animar a los cristianos a que no pierdan las suyas por sus codicias, sembrando siempre entre ellos paz e amor que el Hijo de Dios encargó a sus discípulos cuando se partió de este mundo; y en lo temporal como buen vasallo de V.M., ayudar a engrandecer su corona real viribus et posse”. En este punto de su carta Valdivia revela el deseo de González Marmolejo de retornar a España para terminar en paz sus últimos días. Valdivia por ello lo nombra portador de su carta al emperador, pero al mismo tiempo ruega a éste que lo devuelva a Chile con el cargo y título de obispo. De este modo queda claro que ya en 1550 don Rodrigo consideraba terminada su misión en Chile, mientras que don Pedro lo quería para un oficio más alto. La disyuntiva la decidiría la feligresía de la capital. La carta y el testimonio de Valdivia en favor de González Marmolejo continúan después: “La conclusión es en este caso, que [González Marmolejo], después de haber hecho el fruto dicho, por verse tan trabajado y viejo, ha determinado de se ir a morir a España y besar las manos a V. M., siendo Dios servido de le dejar en salvamiento ante su cesáreo acatamiento y darle razón de todo lo de estas partes, que como tan buen testigo de vista la podía dar como yo. “Y por más servir y ver como estaban las ovejas que él había administrado cuando vino a la población e conquista de esta ciudad de la Concepción, habiéndolo [yo] dejado por su ancianidad en la ciudad de Santiago, se metió a la ventura en un pequeño bajel y se vino aquí a nos animar y refocilar a todos en el amor y servicio de nuestro Dios; y hecha esta romería dio la vuelta a la dicha ciudad a hacer en ella su oficio. Yo lo despacho de esta ciudad de la Concepción, porque por mi ocupación y su vejez no nos podemos ver a la despedida. Por las causas dichas y fruto que hemos cogido de las buenas obras y santas doctrinas que entre nosotros ha sembrado en todo este tiempo, todos los vasallos de V. M. lloramos su ausencia y tendríamos necesidad en estas partes de un tal prelado. De parte de todos los vasallos de V.M que acá estábamos y le conocimos, que poder me han dado para ello, y de la mía, como el más humilde súbdito y vasallo de su cesáreo servicio, suplicamos muy húmilmente a V.M. ser servido, llegado que sea en su real presencia, le mande vuelva a estas partes a le servir, mandándole nombrar a la dignidad episcopal de estas provincias, haciéndole merced de su real cédula, para que, presentada en el consistorio a público, nuestro muy Santo Padre le provea de ella, porque yo quedo tan satisfecho según el celo que vendrá a tomar este trabajo sólo por servir a nuestro Dios, mandándoselo V.M. o los señores de su Real Consejo de Indias, diciendo convenir así a su cesáreo servicio y conversión de estos naturales, que por el amor particular que a este tiene, sé yo, obedecerá y cumplirá hasta la muerte y no de otra manera. “Y si acaso estuviese proveído alguna persona del obispado de Chile, puédele V.M. nombrar para el obispado de Arauco y ciudad que poblare en aquella provincia. Aunque dice San Pablo ‘qui episcopatum desiderat, bonum opus desiderat `doy mi fe y palabra a V.M. que sé yo que no lo ama, aunque el

“...Porque su fin ha siempre sido y es en lo espiritual como buen sacerdote, ganar ánimas de los naturales para el cielo e animar a los cristianos a que no pierdan las suyas por sus codicias, sembrando siempre entre ellos paz e amor que el Hijo de Dios encargó a sus discípulos.” (carta de Pedro de Valdivia al Emperador carlos v de 1545)

“La muerte menos temida da más vida” Cuando en el día de Navidad de 1553 el conquistador de Chile con su muerte tuvo que saborear la verdad de este su lema personal, no había alcanzado a ver el fruto de su petición en favor de su amigo y confesor. Este, por su parte, había obedecido a la unánime petición de su feligresía en Santiago y había decidido completar la ofrenda de su

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16 Carlos Silva Cotapos, Don Rodrigo González Marmolejo, pg. 271. 17 Pío IV (1499-1559-1565) Juan Angel Medici pertenecía a la rama milanesa de los Medici. Como Papa se preocupó ante todo del buen término del Concilio de Trento (1563).

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vida permaneciendo hasta su muerte en Chile. La nueva cristiandad chilena requería necesariamente la presencia de un sucesor de los apóstoles, de un obispo, pero él personalmente no tomó iniciativa alguna. Muy acertadamente el historiador Carlos Silva Cotapos sostiene: “Hasta aquí don Rodrigo había llevado una vida físicamente agitada, pero moralmente tranquila. El acompañar a los descubridores de los extensos territorios que le había tocado visitar le impuso largos y penosos viajes; pero en ellos tuvo ocasión de ostentar sus virtudes sacerdotales y en especial su caridad. Mas, desde que fue investido de la jurisdicción de vicario general (1552) comenzaron los sufrimientos morales, pues hubo de intervenir en cuestiones enojosas que le acarrearon enemistades y sus enemigos hicieron cuanto estuvo de su parte para difamarle y hundirle”16 . La guerra que se le hizo fue tan intensa que Felipe II en 1558 quiso desistir de la presentación de González Marmolejo en Roma para que el Papa lo eligiese obispo, como era la costumbre en el régimen de Patronato. Sin embargo, gracias al prestigio moral de que gozaba el desinteresado y caritativo candidato, prevalecieron los testimonios a su favor. El 10 de marzo de 1561 Felipe II enviaba instrucciones a su embajador en Roma para que solicitase al Papa Pío IV17 la erección del obispado de Santiago de Chile y la aprobación de la presentación de Rodrigo González Marmolejo como obispo. El Papa, en el consistorio del 18 de mayo del mismo año 1561, accedía a ambas peticiones. La bula de erección “Super specula” llegó a Santiago en julio de 1563, pero Felipe II había enviado su real cédula de Ruego y encargo ya antes, el 10 de febrero de 1562. Por fin, el 18 de julio de 1563 el obispo electo, don Rodrigo González Marmolejo, tomó posesión de su ca-

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

«Cuando en el día de Navidad de 1553 el conquistador de Chile con su muerte tuvo que saborear la verdad de este su lema personal “la muerte menos temida da más vida”, no había alcanzado a ver el fruto de su petición en favor de su amigo y confesor. Este, por su parte, había obedecido a la unánime petición de su feligresía en Santiago y había decidido completar la ofrenda de su vida permaneciendo hasta su muerte en Chile.»

tedral por medio de tres apoderados, ya que su edad y achaques no le permitían hacerlo personalmente. Los apoderados eran Fray Gil González de San Nicolás, Prior de los dominicos; el licenciado Agustín de Cisneros, futuro primer obispo de La Imperial, y el presbítero Francisco Jiménez, sobrino del obispo electo. Todo era precario, como siempre: el nombrado obispo, con muchos achaques, en cama; la así llamada catedral, una modesta capilla en el lugar ocupado actualmente por la capilla del Sagrario. Cinco veces en el curso de los siglos la iglesia catedral de Santiago se vendría al suelo, por causa de terremotos, por fallas en la construcción, por otras causas. Sólo la sexta fábrica, comenzada a fines del siglo XVIII por el arquitecto italiano Joaquín Toesca, pero modificada y completada en el siglo XIX, subsiste en la actualidad. El gobernador, Pedro de Villagra (1561-1563), estaba ausente. El primer obispo nunca pudo consagrarse, por falta o por lejanía de obispo consagrante. Nada sabemos de sus últimos días, sólo por cálculos se supone que su partida de este mundo sucedería en septiembre u octubre de 1564. Queda lo mejor: el primer obispo de Chile fue un verdadero Padre de la Patria.

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16 Carlos Silva Cotapos, Don Rodrigo González Marmolejo, pg. 271. 17 Pío IV (1499-1559-1565) Juan Angel Medici pertenecía a la rama milanesa de los Medici. Como Papa se preocupó ante todo del buen término del Concilio de Trento (1563).

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vida permaneciendo hasta su muerte en Chile. La nueva cristiandad chilena requería necesariamente la presencia de un sucesor de los apóstoles, de un obispo, pero él personalmente no tomó iniciativa alguna. Muy acertadamente el historiador Carlos Silva Cotapos sostiene: “Hasta aquí don Rodrigo había llevado una vida físicamente agitada, pero moralmente tranquila. El acompañar a los descubridores de los extensos territorios que le había tocado visitar le impuso largos y penosos viajes; pero en ellos tuvo ocasión de ostentar sus virtudes sacerdotales y en especial su caridad. Mas, desde que fue investido de la jurisdicción de vicario general (1552) comenzaron los sufrimientos morales, pues hubo de intervenir en cuestiones enojosas que le acarrearon enemistades y sus enemigos hicieron cuanto estuvo de su parte para difamarle y hundirle”16 . La guerra que se le hizo fue tan intensa que Felipe II en 1558 quiso desistir de la presentación de González Marmolejo en Roma para que el Papa lo eligiese obispo, como era la costumbre en el régimen de Patronato. Sin embargo, gracias al prestigio moral de que gozaba el desinteresado y caritativo candidato, prevalecieron los testimonios a su favor. El 10 de marzo de 1561 Felipe II enviaba instrucciones a su embajador en Roma para que solicitase al Papa Pío IV17 la erección del obispado de Santiago de Chile y la aprobación de la presentación de Rodrigo González Marmolejo como obispo. El Papa, en el consistorio del 18 de mayo del mismo año 1561, accedía a ambas peticiones. La bula de erección “Super specula” llegó a Santiago en julio de 1563, pero Felipe II había enviado su real cédula de Ruego y encargo ya antes, el 10 de febrero de 1562. Por fin, el 18 de julio de 1563 el obispo electo, don Rodrigo González Marmolejo, tomó posesión de su ca-

450 años de la Arquidiócesis de Santiago

«Cuando en el día de Navidad de 1553 el conquistador de Chile con su muerte tuvo que saborear la verdad de este su lema personal “la muerte menos temida da más vida”, no había alcanzado a ver el fruto de su petición en favor de su amigo y confesor. Este, por su parte, había obedecido a la unánime petición de su feligresía en Santiago y había decidido completar la ofrenda de su vida permaneciendo hasta su muerte en Chile.»

tedral por medio de tres apoderados, ya que su edad y achaques no le permitían hacerlo personalmente. Los apoderados eran Fray Gil González de San Nicolás, Prior de los dominicos; el licenciado Agustín de Cisneros, futuro primer obispo de La Imperial, y el presbítero Francisco Jiménez, sobrino del obispo electo. Todo era precario, como siempre: el nombrado obispo, con muchos achaques, en cama; la así llamada catedral, una modesta capilla en el lugar ocupado actualmente por la capilla del Sagrario. Cinco veces en el curso de los siglos la iglesia catedral de Santiago se vendría al suelo, por causa de terremotos, por fallas en la construcción, por otras causas. Sólo la sexta fábrica, comenzada a fines del siglo XVIII por el arquitecto italiano Joaquín Toesca, pero modificada y completada en el siglo XIX, subsiste en la actualidad. El gobernador, Pedro de Villagra (1561-1563), estaba ausente. El primer obispo nunca pudo consagrarse, por falta o por lejanía de obispo consagrante. Nada sabemos de sus últimos días, sólo por cálculos se supone que su partida de este mundo sucedería en septiembre u octubre de 1564. Queda lo mejor: el primer obispo de Chile fue un verdadero Padre de la Patria.

H 735


El cerebro humano, instrumento de la mente Por Angelo Serra, S.J.

T

h. Dobzhansky, gran investigador y pensador que hizo aportes fundamentales en el tema de la evolución, afirmaba: “Sin duda, la mente humana separa claramente a nuestra especie de los animales no humanos (…). La autoconciencia humana obviamente difiere en gran medida de todo rudimento de mente que pueda estar presente en los animales no humanos. La magnitud de la diferencia tiene relación con el tipo y no con el grado. A raíz de esta diferencia originaria, la humanidad llegó a ser un producto extraordinario y único de la evolución biológica”1. Con esa afirmación seria e indiscutible, se confirmaba definitivamente la verdad del Homo sapiens, un hombre en relación con el cual puede afirmarse con certeza que un aspecto en particular merece seria atención: la relación entre cerebro y mente. En un esmerado estudio sobre la arquitectura del cerebro, L. W. Swanson llegaba a la siguiente conclusión: “La corteza cerebral es la coronación gloriosa de la evolución. Es la parte del sistema nervioso responsable del pensar. (…) Es el órgano del pensamiento”. Y más adelante, después de destacar que “la actual organización de las conexiones intracerebrales puede rebasar en gran medida los límites de la comprensión humana”, señalaba: “Los hemisferios cerebrales parecen constituir una unidad integrada que desde el punto de vista funcional es responsable de la elaboración del conocimiento y la transmisión de influjos cognitivos a los sistemas motores, sensorios y de comportamiento”2. Sin embargo, W. R. Stoeger señalaba justamente en la introducción de un extenso trabajo sobre el problema mente-cerebro: “Al menos en nuestro nivel de comprensión del cerebro y sus procesos –numerosos y detallados como son– no conocemos todavía el modo de correlación entre mente y cerebro”3. En realidad, el cerebro humano adulto, de aproximadamente 1.300 gramos, constituido por alrededor de cien mil millones de neuronas, de las cuales 30 mil millones se encuentran en la corteza cerebral distribuidas en 100.000 tipos distintos4, cada uno de los cuales contribuye a diversos aspectos de la vida mental, no piensa, sino prepara, como destaca N. Chomsky, “la realización física de la vida mental”5.

H 736

HUMANITAS Nº 64 pp. 736 - 743

El cerebro humano adulto, de aproximadamente 1.300 gramos, constituido por alrededor de cien mil millones de neuronas, de las cuales 30 mil millones se encuentran en la corteza cerebral distribuidas en 100.000 tipos distintos, cada uno de los cuales contribuye a diversos aspectos de la vida mental, no piensa, sino prepara, como destaca N. Chomsky, “la realización física de la vida mental”.

1 TH. DOBZHANSKY, Genetics and the origin of species, Nueva York, 1917. 2 L. W. SWANSON, Brain Architecture, Nueva York, Oxford University Press, 2003, 157, 165, 180. 3 W. R. STOEGER, “The mind-brain problem, the laws of nature, and constitutive relationships”, en R. J. RUSSEL ET AL. (eds.), Neuroscience and Person, Berkeley (Ca), Vatican Observatory Foundation, 2002, 129. 4 Ver R. D. FIELDS, “The other half of the brain”, en Scientific American, 290 (2004), n. 4, 27-31. 5 N. CHOMSKY, The Birth of the mind, Gary Marus, Basic Books, 2004, 71 ss.

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El cerebro humano, instrumento de la mente Por Angelo Serra, S.J.

T

h. Dobzhansky, gran investigador y pensador que hizo aportes fundamentales en el tema de la evolución, afirmaba: “Sin duda, la mente humana separa claramente a nuestra especie de los animales no humanos (…). La autoconciencia humana obviamente difiere en gran medida de todo rudimento de mente que pueda estar presente en los animales no humanos. La magnitud de la diferencia tiene relación con el tipo y no con el grado. A raíz de esta diferencia originaria, la humanidad llegó a ser un producto extraordinario y único de la evolución biológica”1. Con esa afirmación seria e indiscutible, se confirmaba definitivamente la verdad del Homo sapiens, un hombre en relación con el cual puede afirmarse con certeza que un aspecto en particular merece seria atención: la relación entre cerebro y mente. En un esmerado estudio sobre la arquitectura del cerebro, L. W. Swanson llegaba a la siguiente conclusión: “La corteza cerebral es la coronación gloriosa de la evolución. Es la parte del sistema nervioso responsable del pensar. (…) Es el órgano del pensamiento”. Y más adelante, después de destacar que “la actual organización de las conexiones intracerebrales puede rebasar en gran medida los límites de la comprensión humana”, señalaba: “Los hemisferios cerebrales parecen constituir una unidad integrada que desde el punto de vista funcional es responsable de la elaboración del conocimiento y la transmisión de influjos cognitivos a los sistemas motores, sensorios y de comportamiento”2. Sin embargo, W. R. Stoeger señalaba justamente en la introducción de un extenso trabajo sobre el problema mente-cerebro: “Al menos en nuestro nivel de comprensión del cerebro y sus procesos –numerosos y detallados como son– no conocemos todavía el modo de correlación entre mente y cerebro”3. En realidad, el cerebro humano adulto, de aproximadamente 1.300 gramos, constituido por alrededor de cien mil millones de neuronas, de las cuales 30 mil millones se encuentran en la corteza cerebral distribuidas en 100.000 tipos distintos4, cada uno de los cuales contribuye a diversos aspectos de la vida mental, no piensa, sino prepara, como destaca N. Chomsky, “la realización física de la vida mental”5.

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HUMANITAS Nº 64 pp. 736 - 743

El cerebro humano adulto, de aproximadamente 1.300 gramos, constituido por alrededor de cien mil millones de neuronas, de las cuales 30 mil millones se encuentran en la corteza cerebral distribuidas en 100.000 tipos distintos, cada uno de los cuales contribuye a diversos aspectos de la vida mental, no piensa, sino prepara, como destaca N. Chomsky, “la realización física de la vida mental”.

1 TH. DOBZHANSKY, Genetics and the origin of species, Nueva York, 1917. 2 L. W. SWANSON, Brain Architecture, Nueva York, Oxford University Press, 2003, 157, 165, 180. 3 W. R. STOEGER, “The mind-brain problem, the laws of nature, and constitutive relationships”, en R. J. RUSSEL ET AL. (eds.), Neuroscience and Person, Berkeley (Ca), Vatican Observatory Foundation, 2002, 129. 4 Ver R. D. FIELDS, “The other half of the brain”, en Scientific American, 290 (2004), n. 4, 27-31. 5 N. CHOMSKY, The Birth of the mind, Gary Marus, Basic Books, 2004, 71 ss.

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«Esta maravillosa estructura compleja que constituye el cerebro, órgano central y esencial de la persona humana, al examinarse con atención resulta ser ciertamente un instrumento sumamente perfeccionado, que recibe, registra y memoriza; pero, como se ha dicho, todavía no podemos conocer cómo es la correlación entre el cerebro y la mente». (Estudio, Leonardo da Vinci)

El cerebro no piensa, pero, como destaca N. Chomsky, prepara “la realización física de la vida mental”. Son esenciales en este proceso la arquitectura y la actividad de la neocorteza cerebral, cuya función en el hombre es ejecutar tareas motoras, como son los movimientos músculoesqueléticos y oculares, la expresión de las emociones y el uso de la palabra.

6 W. R. STOEGER, “The mind-brain problem…”, op. cit., 135 7 C. M. STREETER, “Organism, Psyche, Spirit”, en Advances in Neuroscience, Proceedings of the ITEST Workshop, septiembre de 2002, St. Louis (Missouri), ITEST (Science) Press, 65.

H 738

En este proceso, es esencial la arquitectura y la actividad de la neocorteza, cuyas funciones en el sujeto humano son las siguientes: la ejecución de las tareas motoras, la expresión de las emociones, el uso de la palabra y un activo desarrollo mental propio de la especie humana. Es un instrumento extraordinario, constituido por partes construidas, elaboradas y ordenadas de acuerdo con un proyecto escrito en el ADN propio de cada individuo, que se desempeña gradualmente con el desarrollo y el crecimiento del sujeto mismo. Es un órgano esencial de la persona humana, sumamente perfeccionado, que recibe, registra y memoriza. Con todo, W. R. Stoeger, en un conciso análisis filosófico sobre el problema cerebro-mente, subrayaba: “Sabemos que la materia es necesaria para la experiencia mental y espiritual; pero también sabemos que lo que comprendemos y conocemos sobre la materia neurológicamente organizada no es suficiente para explicar la manifestación de lo mental y lo espiritual”6. A partir de una cuidadosa reflexión se manifiesta con evidencia la presencia de una energía de la mente, constituida por dos fuerzas no materiales, sino espirituales: inteligencia que piensa, y voluntad que elige y decide. Justamente C. M. Streeter afirmaba: “El cerebro no es la mente. El cerebro es la infraestructura fisiológica de la mente. (…). A partir de los continuos descubrimientos científicos sobre las funciones del cerebro, tal vez hemos tenido por primera vez una modesta explicación inicial de cómo funciones empíricas corresponden precisamente al espíritu humano”7. La misteriosa aparición de la palabra en la especie humana resulta ser en realidad un hecho extraordinario: es el medio de la comunicación

del pensamiento elaborado por la mente a través de una intensa y ordenada actividad cerebral. Mente y conciencia son los dos factores característicos esenciales que separan claramente a la especie Homo sapiens de todo el resto del mundo animal. Mente, energía que piensa, reflexiona y se expresa mediante un lenguaje comprensible, inmensamente desarrollado y extraordinariamente guiado por la actividad de miles de millones de neuronas que funcionan ordenadamente sin apoyo en el cerebro. Conciencia, reflexión que examina lo que la mente expresa para juzgar su valor: bien o mal. “Ante la revelación de las estructuras del cerebro humano, que se desarrollan gradualmente como instrumento indispensable para permitir a la persona humana elaborar y expresar los productos de su mente y elegir y ejecutar sus propias decisiones, no puede estar ausente la percepción del gozo de un privilegio especial otorgado a la especie Homo sapiens”8.

Esplendor y sombras del cerebro humano La constitución esencial de un cerebro humano adulto es la estructura crítica para el aprendizaje y la formación de la memoria. Es una verdadera “selva” con alrededor de 100.000 tipos de neuronas, cada uno de los cuales contribuye a distintos aspectos de la vida mental9, alimentada por una densa red de capilares sanguíneos, de los cuales recibe oxígeno y glucosa con un flujo rigurosamente controlado. Con todo, es una selva claramente estructurada en las llamadas organizaciones topológicas tridimensionales, la principal de las cuales es la corteza cerebral, lámina circundante de aproximadamente 1.000 centímetros cuadrados, 35 centímetros de diámetro y entre 2 y 3 milímetros de grosor, constituida por seis capas de células, cada uno de los cuales emite y recibe señales específicas, con una densidad en general de alrededor de 100.000 células por milímetro cuadrado. Es ésta, en realidad, la población más importante; pero se agregan otras no menos importantes, cada una con propiedades y tareas características. Esta selva actualmente se recorre y explora con instrumentos sumamente refinados. El sistema cognitivo merece especial profundización y significado. Con evidente satisfacción, pero también con cierta preocupación, L. W. Swanson afirmaba en su cuidadoso estudio sobre la arquitectura del cerebro: “La corteza cerebral es (…) el órgano del pensamiento. ¿Puede acaso el órgano del pensamiento comprenderse a sí mismo? ¿Podremos alguna vez comprender la base física del pensamiento? (…) ¿Cuál es la biología de la conciencia? ¿A qué punto hemos llegado al menos en nuestros esfuerzos por comprender los substratos celulares del pensamiento?”10. Hoy es posible pensar que en el hombre la corteza cerebral, llamada

C. M. Streeter, al formular una visión antropológica de las neurociencias, afirma: “El cerebro no es la mente. El cerebro es la infraestructura fisiológica de la mente. (…) Tal vez hemos tenido por primera vez, a partir de los descubrimientos científicos continuos de las funciones del cerebro, una modesta explicación inicial de cómo funciones empíricas corresponden propiamente al espíritu humano”.

8 A. SERRA, “L’incanto del cervello e l’enigma della mente”, en Civ. Catt., 2008, IV, 218 y 236 s. 9 Ver N. CHOMSKY, The birth of the mind, Gary Marus, Basic Books, 2004, 7. 10 L. W. SWANSON, Brain Architecture, op. cit., 157.

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«Esta maravillosa estructura compleja que constituye el cerebro, órgano central y esencial de la persona humana, al examinarse con atención resulta ser ciertamente un instrumento sumamente perfeccionado, que recibe, registra y memoriza; pero, como se ha dicho, todavía no podemos conocer cómo es la correlación entre el cerebro y la mente». (Estudio, Leonardo da Vinci)

El cerebro no piensa, pero, como destaca N. Chomsky, prepara “la realización física de la vida mental”. Son esenciales en este proceso la arquitectura y la actividad de la neocorteza cerebral, cuya función en el hombre es ejecutar tareas motoras, como son los movimientos músculoesqueléticos y oculares, la expresión de las emociones y el uso de la palabra.

6 W. R. STOEGER, “The mind-brain problem…”, op. cit., 135 7 C. M. STREETER, “Organism, Psyche, Spirit”, en Advances in Neuroscience, Proceedings of the ITEST Workshop, septiembre de 2002, St. Louis (Missouri), ITEST (Science) Press, 65.

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En este proceso, es esencial la arquitectura y la actividad de la neocorteza, cuyas funciones en el sujeto humano son las siguientes: la ejecución de las tareas motoras, la expresión de las emociones, el uso de la palabra y un activo desarrollo mental propio de la especie humana. Es un instrumento extraordinario, constituido por partes construidas, elaboradas y ordenadas de acuerdo con un proyecto escrito en el ADN propio de cada individuo, que se desempeña gradualmente con el desarrollo y el crecimiento del sujeto mismo. Es un órgano esencial de la persona humana, sumamente perfeccionado, que recibe, registra y memoriza. Con todo, W. R. Stoeger, en un conciso análisis filosófico sobre el problema cerebro-mente, subrayaba: “Sabemos que la materia es necesaria para la experiencia mental y espiritual; pero también sabemos que lo que comprendemos y conocemos sobre la materia neurológicamente organizada no es suficiente para explicar la manifestación de lo mental y lo espiritual”6. A partir de una cuidadosa reflexión se manifiesta con evidencia la presencia de una energía de la mente, constituida por dos fuerzas no materiales, sino espirituales: inteligencia que piensa, y voluntad que elige y decide. Justamente C. M. Streeter afirmaba: “El cerebro no es la mente. El cerebro es la infraestructura fisiológica de la mente. (…). A partir de los continuos descubrimientos científicos sobre las funciones del cerebro, tal vez hemos tenido por primera vez una modesta explicación inicial de cómo funciones empíricas corresponden precisamente al espíritu humano”7. La misteriosa aparición de la palabra en la especie humana resulta ser en realidad un hecho extraordinario: es el medio de la comunicación

del pensamiento elaborado por la mente a través de una intensa y ordenada actividad cerebral. Mente y conciencia son los dos factores característicos esenciales que separan claramente a la especie Homo sapiens de todo el resto del mundo animal. Mente, energía que piensa, reflexiona y se expresa mediante un lenguaje comprensible, inmensamente desarrollado y extraordinariamente guiado por la actividad de miles de millones de neuronas que funcionan ordenadamente sin apoyo en el cerebro. Conciencia, reflexión que examina lo que la mente expresa para juzgar su valor: bien o mal. “Ante la revelación de las estructuras del cerebro humano, que se desarrollan gradualmente como instrumento indispensable para permitir a la persona humana elaborar y expresar los productos de su mente y elegir y ejecutar sus propias decisiones, no puede estar ausente la percepción del gozo de un privilegio especial otorgado a la especie Homo sapiens”8.

Esplendor y sombras del cerebro humano La constitución esencial de un cerebro humano adulto es la estructura crítica para el aprendizaje y la formación de la memoria. Es una verdadera “selva” con alrededor de 100.000 tipos de neuronas, cada uno de los cuales contribuye a distintos aspectos de la vida mental9, alimentada por una densa red de capilares sanguíneos, de los cuales recibe oxígeno y glucosa con un flujo rigurosamente controlado. Con todo, es una selva claramente estructurada en las llamadas organizaciones topológicas tridimensionales, la principal de las cuales es la corteza cerebral, lámina circundante de aproximadamente 1.000 centímetros cuadrados, 35 centímetros de diámetro y entre 2 y 3 milímetros de grosor, constituida por seis capas de células, cada uno de los cuales emite y recibe señales específicas, con una densidad en general de alrededor de 100.000 células por milímetro cuadrado. Es ésta, en realidad, la población más importante; pero se agregan otras no menos importantes, cada una con propiedades y tareas características. Esta selva actualmente se recorre y explora con instrumentos sumamente refinados. El sistema cognitivo merece especial profundización y significado. Con evidente satisfacción, pero también con cierta preocupación, L. W. Swanson afirmaba en su cuidadoso estudio sobre la arquitectura del cerebro: “La corteza cerebral es (…) el órgano del pensamiento. ¿Puede acaso el órgano del pensamiento comprenderse a sí mismo? ¿Podremos alguna vez comprender la base física del pensamiento? (…) ¿Cuál es la biología de la conciencia? ¿A qué punto hemos llegado al menos en nuestros esfuerzos por comprender los substratos celulares del pensamiento?”10. Hoy es posible pensar que en el hombre la corteza cerebral, llamada

C. M. Streeter, al formular una visión antropológica de las neurociencias, afirma: “El cerebro no es la mente. El cerebro es la infraestructura fisiológica de la mente. (…) Tal vez hemos tenido por primera vez, a partir de los descubrimientos científicos continuos de las funciones del cerebro, una modesta explicación inicial de cómo funciones empíricas corresponden propiamente al espíritu humano”.

8 A. SERRA, “L’incanto del cervello e l’enigma della mente”, en Civ. Catt., 2008, IV, 218 y 236 s. 9 Ver N. CHOMSKY, The birth of the mind, Gary Marus, Basic Books, 2004, 7. 10 L. W. SWANSON, Brain Architecture, op. cit., 157.

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A partir de una cuidadosa reflexión se manifiesta con evidencia la presencia de una energía de la mente, constituida por dos fuerzas no materiales, sino espirituales: inteligencia que piensa, y voluntad que elige y decide.

11 Ver TH. D. ALBRIGHT ET AL., “Neural Science: A century of progress and the mysteries that remain”, en Cell Review, Supplement to vol. 100, 18 de febrero de 2010, 1-55. 12 Ver L. CAHILL, “His Brain, Her Brain”, en Scientific American, mayo de 2005, 11-29. 13 Ver G. M. EDELMAN – G. TONONI, Un universo di coscienza. Come la materia diventa immaginazione, Turín, Einaudi, 2000. 14 C. HOLDEN, “The origin of speech”, en Science 303 (2004), 1.3161.319. 15 G. M. EDELMAN – G. TONONI, Un universo di coscienza..., op. cit., 249.

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isocórtex, está constituida por seis capas de neuronas, distinguibles en tres superestratos: 1) las capas supragranulares, que generan la red sumamente compleja de conexiones entre las áreas corticales, verosímilmente responsables del pensar, aprender y memorizar; 2) las capas infragranulares, que constituyen esencialmente la parte motriz de la corteza cerebral; 3) las proyecciones descendentes de las neuronas piramidales en las capas infragranulares. Precisamente, dada su complejidad, W. Swanson subrayaba: “La actual organización de las conexiones intracerebrales bien puede estar más allá de los límites de la comprensión humana”; pero señalaba como conclusión: “Los hemisferios cerebrales parecen formar una unidad integrada, que desde el punto de vista funcional es responsable de la elaboración del conocimiento y la transmisión de influjos cognitivos a los sistemas motores, sensorios y de comportamiento”. Tres observaciones merecen especial atención. La primera, destacada en un amplio estudio de D. Albright y colaboradores11, demuestra que todavía estamos lejos de un conocimiento en profundidad sobre el estado de la actividad neuropsíquica mental, y presenta otras consideraciones que destacan la exigencia de una seria profundización de numerosos aspectos todavía problemáticos del cerebro humano. La segunda, entregada por un trabajo reciente de L. Cahill12, que propone un análisis sintético del cerebro de los dos sexos en la última década, terminaba con la siguiente afirmación: “La existencia de grandes diferencias anatómicas entre el hombre y la mujer indica que el sexo influye en la forma de trabajar el cerebro”. Esta aseveración está confirmada por exámenes de la corteza cerebral de sujetos fallecidos, los cuales han demostrado que de las seis capas presentes en la misma, dos presentan más neuronas por unidad de volumen en las mujeres que en los hombres. Estos datos permitirán explorar si estas diferencias de número están o no en correlación con las capacidades cognitivas. La tercera es el paso decisivo dado por G. M. Edelman13, Premio Nobel de Filosofía y Medicina, quien afirma que todos los conocimientos adquiridos hasta ahora demuestran que “el cerebro es el órgano de la conciencia”, es decir, “que toda tarea consciente implica la activación o destilación de partes muy grandes del cerebro” y “la memoria es el componente esencial de los mecanismos cerebrales generadores de conciencia”. Además, “con la conquista del lenguaje”14 habría surgido en los seres humanos una conciencia de orden superior, seguida a su vez por el pensamiento, que emerge y se mantiene vivo “en su esplendor y su notable complejidad”15. La selección natural es lo que en un largo período de la evolución ha dado origen a este ser, el Hombre, cuyo pensamiento surge de la estructura y las interacciones de su cuerpo. La mente nace del cuerpo y su desarrollo; está radicada en el cuerpo, por lo cual es parte de la naturaleza.

Mente y conciencia son dos factores característicos esenciales que separan claramente a la especie “Hombre” de todo el resto del mundo animal. En realidad, el enigma de la mente y la conciencia, exclusivo de la especie humana, se resuelve en un nivel inmensamente superior al estrictamente biológico, que no obstante constituye en esto la base indispensable.

(Estudio, Leonardo da Vinci)

El cerebro no piensa, pero, como destaca N. Chomsky16, prepara “la realización física de la vida mental”. Son esenciales en este proceso la arquitectura y la actividad de la neocorteza cerebral, cuya función en el hombre es ejecutar tareas motoras, como son los movimientos músculo-esqueléticos y oculares, la expresión de las emociones y el uso de la palabra. Así, la parte anterior de la corteza cerebral, llamada corteza prefrontal, aumenta de tamaño en el curso del desarrollo evolutivo: es 3,5% en el gato, 7,5% en el perro, 10,5 % en el mono y alrededor de 30% en el hombre, sugiriendo este último dato su importancia fisiológica para un desarrollo mental ordenado y activo propio de la especie humana, inmensamente superior a todo cuanto ocurre en el desarrollo cerebral de los primates más evolucionados, los cuales, como lo demuestra un extenso trabajo de E. S. Savage-Rumbaugh17,

16 Ver N. CHOMSKY, The birth of the mind, op. cit., 7. 17 Ver E. S. SAVAGE-RUMBAUGH ET AL., «Language comprehension in ape and child», en Monogr. Soc. Res. Child Devel., 1993, 58.

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A partir de una cuidadosa reflexión se manifiesta con evidencia la presencia de una energía de la mente, constituida por dos fuerzas no materiales, sino espirituales: inteligencia que piensa, y voluntad que elige y decide.

11 Ver TH. D. ALBRIGHT ET AL., “Neural Science: A century of progress and the mysteries that remain”, en Cell Review, Supplement to vol. 100, 18 de febrero de 2010, 1-55. 12 Ver L. CAHILL, “His Brain, Her Brain”, en Scientific American, mayo de 2005, 11-29. 13 Ver G. M. EDELMAN – G. TONONI, Un universo di coscienza. Come la materia diventa immaginazione, Turín, Einaudi, 2000. 14 C. HOLDEN, “The origin of speech”, en Science 303 (2004), 1.3161.319. 15 G. M. EDELMAN – G. TONONI, Un universo di coscienza..., op. cit., 249.

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isocórtex, está constituida por seis capas de neuronas, distinguibles en tres superestratos: 1) las capas supragranulares, que generan la red sumamente compleja de conexiones entre las áreas corticales, verosímilmente responsables del pensar, aprender y memorizar; 2) las capas infragranulares, que constituyen esencialmente la parte motriz de la corteza cerebral; 3) las proyecciones descendentes de las neuronas piramidales en las capas infragranulares. Precisamente, dada su complejidad, W. Swanson subrayaba: “La actual organización de las conexiones intracerebrales bien puede estar más allá de los límites de la comprensión humana”; pero señalaba como conclusión: “Los hemisferios cerebrales parecen formar una unidad integrada, que desde el punto de vista funcional es responsable de la elaboración del conocimiento y la transmisión de influjos cognitivos a los sistemas motores, sensorios y de comportamiento”. Tres observaciones merecen especial atención. La primera, destacada en un amplio estudio de D. Albright y colaboradores11, demuestra que todavía estamos lejos de un conocimiento en profundidad sobre el estado de la actividad neuropsíquica mental, y presenta otras consideraciones que destacan la exigencia de una seria profundización de numerosos aspectos todavía problemáticos del cerebro humano. La segunda, entregada por un trabajo reciente de L. Cahill12, que propone un análisis sintético del cerebro de los dos sexos en la última década, terminaba con la siguiente afirmación: “La existencia de grandes diferencias anatómicas entre el hombre y la mujer indica que el sexo influye en la forma de trabajar el cerebro”. Esta aseveración está confirmada por exámenes de la corteza cerebral de sujetos fallecidos, los cuales han demostrado que de las seis capas presentes en la misma, dos presentan más neuronas por unidad de volumen en las mujeres que en los hombres. Estos datos permitirán explorar si estas diferencias de número están o no en correlación con las capacidades cognitivas. La tercera es el paso decisivo dado por G. M. Edelman13, Premio Nobel de Filosofía y Medicina, quien afirma que todos los conocimientos adquiridos hasta ahora demuestran que “el cerebro es el órgano de la conciencia”, es decir, “que toda tarea consciente implica la activación o destilación de partes muy grandes del cerebro” y “la memoria es el componente esencial de los mecanismos cerebrales generadores de conciencia”. Además, “con la conquista del lenguaje”14 habría surgido en los seres humanos una conciencia de orden superior, seguida a su vez por el pensamiento, que emerge y se mantiene vivo “en su esplendor y su notable complejidad”15. La selección natural es lo que en un largo período de la evolución ha dado origen a este ser, el Hombre, cuyo pensamiento surge de la estructura y las interacciones de su cuerpo. La mente nace del cuerpo y su desarrollo; está radicada en el cuerpo, por lo cual es parte de la naturaleza.

Mente y conciencia son dos factores característicos esenciales que separan claramente a la especie “Hombre” de todo el resto del mundo animal. En realidad, el enigma de la mente y la conciencia, exclusivo de la especie humana, se resuelve en un nivel inmensamente superior al estrictamente biológico, que no obstante constituye en esto la base indispensable.

(Estudio, Leonardo da Vinci)

El cerebro no piensa, pero, como destaca N. Chomsky16, prepara “la realización física de la vida mental”. Son esenciales en este proceso la arquitectura y la actividad de la neocorteza cerebral, cuya función en el hombre es ejecutar tareas motoras, como son los movimientos músculo-esqueléticos y oculares, la expresión de las emociones y el uso de la palabra. Así, la parte anterior de la corteza cerebral, llamada corteza prefrontal, aumenta de tamaño en el curso del desarrollo evolutivo: es 3,5% en el gato, 7,5% en el perro, 10,5 % en el mono y alrededor de 30% en el hombre, sugiriendo este último dato su importancia fisiológica para un desarrollo mental ordenado y activo propio de la especie humana, inmensamente superior a todo cuanto ocurre en el desarrollo cerebral de los primates más evolucionados, los cuales, como lo demuestra un extenso trabajo de E. S. Savage-Rumbaugh17,

16 Ver N. CHOMSKY, The birth of the mind, op. cit., 7. 17 Ver E. S. SAVAGE-RUMBAUGH ET AL., «Language comprehension in ape and child», en Monogr. Soc. Res. Child Devel., 1993, 58.

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El paso decisivo dado por G. M. Edelman, Premio Nobel de Filosofía y Medicina, afirma que todos los conocimientos adquiridos hasta ahora demuestran que “el cerebro es el órgano de la conciencia”, es decir, “que toda tarea consciente implica la activación o destilación de partes muy grandes del cerebro” y “la memoria es el componente esencial de los mecanismos cerebrales generadores de conciencia”.

18 Ver CH. KOCK, La ricerca della coscienza. Una prospettiva neurobiologica, Turín, Utet, 2007. 19 Ver W. R. STOEGER, “The mind-brain problem…”, op. cit., 135.

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no logran aprender a pronunciar, ni siquiera sin conexión alguna, 250 palabras al cabo de muchos años de contacto permanente con sus guardianes. Estas breves alusiones a las conquistas de las neurociencias en continuo y rápido crecimiento demuestran, con absoluta evidencia, que el cerebro humano es un extraordinario instrumento constituido por partes construidas, elaboradas y ordenadas de acuerdo con un proyecto escrito en el ADN de cada individuo: plano-programa que se lleva a cabo gradualmente con el desarrollo y el crecimiento del sujeto mismo. Sin embargo, esta maravillosa estructura compleja que constituye el cerebro, órgano central y esencial de la persona humana, al examinarse con atención resulta ser ciertamente un instrumento sumamente perfeccionado, que recibe, registra y memoriza; pero, como se ha dicho, todavía no podemos conocer cómo es la correlación entre el cerebro y la mente. El enigma de la mente En su prefacio del volumen de Christof Kock18, que define un libro excelente y fuera de lo común, el conocido investigador Francis Crick destaca claramente, refiriéndose al término conciencia, “que ésta constituye la principal interrogante no resuelta en la biología”. Es una observación justa, puesto que la conciencia es “la presencia de la mente en sí misma en el acto de captar y juzgar lo que está actualmente presente en la mente”. Pero la mente no es una estructura biológica. Con un lenguaje audaz, Fr. Crick y Ch. Kock concluían: “Vivimos en un momento único en la historia de la ciencia. Está al alcance de la mano la tecnología para descubrir y caracterizar de qué manera la mente subjetiva surge del cerebro objetivo. Los próximos años revelarán ser decisivos”. Se impone una pregunta inmediata: ¿cómo puede brotar un pensamiento que es expresión de una mente subjetiva del cerebro objetivo, finísimo en su estructura biológica? En realidad, esta maravillosa estructura compleja que constituye el cerebro, órgano central y esencial de la persona humana, al examinarse con atención resulta ser un instrumento sumamente perfeccionado, instrumento que recibe, registra y memoriza; pero, como observa W. R. Stoeger19, surge con evidencia la exigencia y la presencia de una energía llamada “mente”. Ante la revelación de las maravillosas estructuras del cerebro humano, que se desarrollan gradualmente como instrumento indispensable para hacer posible a la persona humana elaborar y expresar los productos de su mente y elegir y ejecutar sus propias decisiones, no puede estar ausente la percepción del goce de un privilegio especial otorgado a la especie Homo sapiens sapiens. Justamente C. M. Streeter,

al formular una visión antropológica de las neurociencias, afirma: “El cerebro no es la mente. El cerebro es la infraestructura fisiológica de la mente. (…) Tal vez hemos tenido por primera vez, a partir de los descubrimientos científicos continuos de las funciones del cerebro, una modesta explicación inicial de cómo funciones empíricas corresponden propiamente al espíritu humano”20. De hecho, mente y conciencia son dos factores característicos esenciales que separan claramente a la especie “Hombre” de todo el resto del mundo animal. En realidad, el enigma de la mente y la conciencia, exclusivo de la especie humana, se resuelve en un nivel inmensamente superior al estrictamente biológico, que no obstante constituye en esto la base indispensable. Con fino sentido, G. Buzsàki, en un cuidadoso y amplio volumen sobre el cerebro humano, reconoce la grandeza y la importancia personal del mismo con estas sencillas y claras expresiones: “El cerebro humano es la maquinaria más complicada creada en la naturaleza. (…) La esperanza reside en que los nuevos conocimientos sobre el cerebro ofrezcan un mejor conocimiento de nosotros mismos”.

Stoeger, en un conciso análisis filosófico sobre el problema cerebromente, subrayaba: “Sabemos que la materia es necesaria para la experiencia mental y espiritual; pero también sabemos que lo que comprendemos y conocemos sobre la materia neurológicamente organizada no es suficiente para explicar la manifestación de lo mental y lo espiritual”.

20 C. M. STREETER, “Organism, Psyche, Spirit…”, op. cit., 65. 21 G. BUZSAKI, Rhythms of the brain, Oxford, University Press, 2006, XI.

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El paso decisivo dado por G. M. Edelman, Premio Nobel de Filosofía y Medicina, afirma que todos los conocimientos adquiridos hasta ahora demuestran que “el cerebro es el órgano de la conciencia”, es decir, “que toda tarea consciente implica la activación o destilación de partes muy grandes del cerebro” y “la memoria es el componente esencial de los mecanismos cerebrales generadores de conciencia”.

18 Ver CH. KOCK, La ricerca della coscienza. Una prospettiva neurobiologica, Turín, Utet, 2007. 19 Ver W. R. STOEGER, “The mind-brain problem…”, op. cit., 135.

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no logran aprender a pronunciar, ni siquiera sin conexión alguna, 250 palabras al cabo de muchos años de contacto permanente con sus guardianes. Estas breves alusiones a las conquistas de las neurociencias en continuo y rápido crecimiento demuestran, con absoluta evidencia, que el cerebro humano es un extraordinario instrumento constituido por partes construidas, elaboradas y ordenadas de acuerdo con un proyecto escrito en el ADN de cada individuo: plano-programa que se lleva a cabo gradualmente con el desarrollo y el crecimiento del sujeto mismo. Sin embargo, esta maravillosa estructura compleja que constituye el cerebro, órgano central y esencial de la persona humana, al examinarse con atención resulta ser ciertamente un instrumento sumamente perfeccionado, que recibe, registra y memoriza; pero, como se ha dicho, todavía no podemos conocer cómo es la correlación entre el cerebro y la mente. El enigma de la mente En su prefacio del volumen de Christof Kock18, que define un libro excelente y fuera de lo común, el conocido investigador Francis Crick destaca claramente, refiriéndose al término conciencia, “que ésta constituye la principal interrogante no resuelta en la biología”. Es una observación justa, puesto que la conciencia es “la presencia de la mente en sí misma en el acto de captar y juzgar lo que está actualmente presente en la mente”. Pero la mente no es una estructura biológica. Con un lenguaje audaz, Fr. Crick y Ch. Kock concluían: “Vivimos en un momento único en la historia de la ciencia. Está al alcance de la mano la tecnología para descubrir y caracterizar de qué manera la mente subjetiva surge del cerebro objetivo. Los próximos años revelarán ser decisivos”. Se impone una pregunta inmediata: ¿cómo puede brotar un pensamiento que es expresión de una mente subjetiva del cerebro objetivo, finísimo en su estructura biológica? En realidad, esta maravillosa estructura compleja que constituye el cerebro, órgano central y esencial de la persona humana, al examinarse con atención resulta ser un instrumento sumamente perfeccionado, instrumento que recibe, registra y memoriza; pero, como observa W. R. Stoeger19, surge con evidencia la exigencia y la presencia de una energía llamada “mente”. Ante la revelación de las maravillosas estructuras del cerebro humano, que se desarrollan gradualmente como instrumento indispensable para hacer posible a la persona humana elaborar y expresar los productos de su mente y elegir y ejecutar sus propias decisiones, no puede estar ausente la percepción del goce de un privilegio especial otorgado a la especie Homo sapiens sapiens. Justamente C. M. Streeter,

al formular una visión antropológica de las neurociencias, afirma: “El cerebro no es la mente. El cerebro es la infraestructura fisiológica de la mente. (…) Tal vez hemos tenido por primera vez, a partir de los descubrimientos científicos continuos de las funciones del cerebro, una modesta explicación inicial de cómo funciones empíricas corresponden propiamente al espíritu humano”20. De hecho, mente y conciencia son dos factores característicos esenciales que separan claramente a la especie “Hombre” de todo el resto del mundo animal. En realidad, el enigma de la mente y la conciencia, exclusivo de la especie humana, se resuelve en un nivel inmensamente superior al estrictamente biológico, que no obstante constituye en esto la base indispensable. Con fino sentido, G. Buzsàki, en un cuidadoso y amplio volumen sobre el cerebro humano, reconoce la grandeza y la importancia personal del mismo con estas sencillas y claras expresiones: “El cerebro humano es la maquinaria más complicada creada en la naturaleza. (…) La esperanza reside en que los nuevos conocimientos sobre el cerebro ofrezcan un mejor conocimiento de nosotros mismos”.

Stoeger, en un conciso análisis filosófico sobre el problema cerebromente, subrayaba: “Sabemos que la materia es necesaria para la experiencia mental y espiritual; pero también sabemos que lo que comprendemos y conocemos sobre la materia neurológicamente organizada no es suficiente para explicar la manifestación de lo mental y lo espiritual”.

20 C. M. STREETER, “Organism, Psyche, Spirit…”, op. cit., 65. 21 G. BUZSAKI, Rhythms of the brain, Oxford, University Press, 2006, XI.

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La corporeidad humana Por Juan Carlos Aguilera

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uien visite el museo de Historia de Washington encontrará una sala dedicada “al hombre”; en una de sus paredes hay una lámina que representa una figura humana de setenta y siete kilogramos. Vasijas de diversos tamaños contienen los productos naturales y químicos que se encuentran en un organismo humano de proporciones semejantes. Así tenemos, cuarenta kilos de agua, diez y siete de grasa, cuatro de fosfato de cal, uno y medio de albúminas, cinco de gelatina. Otros frascos de menor capacidad corresponden a carbonato de calcio, almidón, azúcar, cloruro de sodio y calcio. Carl Sagan, frente a tal descripción del hombre, habría estado completamente de acuerdo; de hecho él se consideraba a sí mismo como el conjunto de agua, de calcio, de moléculas orgánicas, o sea, una máquina molecular. Más microscópico opina Demócrito, filósofo presocrático, para quien el hombre consiste en un paquete de átomos. El avance de la ciencia en el ámbito de la biología ha llegado a descubrir la unidad más elemental de un ser vivo, el gen. Dowrkin, convencido de que los seres humanos nos reducimos a ello, afirma sin contemplaciones que la mujer es Por el cuerpo nos una máquina para producirlos. Pero si a alguno de los futuros relacionamos con el médicos que se encuentran aquí, le dijeran que su polola, novio, mundo; nos individuamos, madre; en definitiva aquellas personas que queremos, resultan ser somos esta persona y no una especie de kilos más o menos, de grasa, agua, o un conjunto de otra; nos distinguimos genes, probablemente le cause cierto escepticismo. Pedro Salinas, radicalmente en el ámbito poeta español del siglo XX, nos ayuda a entender que el hombre es de la sexualidad, varones o más que materia en esos versos insuperables, dirigidos a su musa, mujeres; estamos afectados que ha dejado en el poema La materia no pesa: “El mundo material por el tiempo y nos nace cuando te marchas. (….) Devuelto ya a la ley del metal, de la relacionamos con él y de roca, de la carne. Tu forma corporal, tu dulce peso rosa, es lo que un modo peculiar. me volvía el mundo más ingrávido. Pero lo insoportable, lo que me está agobiando, llamándome a la tierra, sin ti que me defiendas, es la distancia, es el hueco de tu cuerpo.” La valoración que da al cuerpo el poeta, parece que se encuentra en una situación más humana, más personal, que la que los filósofos y científicos aludidos más arriba ofrecían a la inteligencia. Y es que el cuerpo humano no es solo Körper, cuerpo orgánico, objeto de estudio, es más que eso, es Lieb, sujeto de vida y de relación. El hombre, varón y mujer es cuerpo, aunque no exclusivamente. Somos nuestro cuerpo y al mismo tiempo lo tenemos. Por eso, cuando el médico o el estudiante de medicina, se aproxima al cuerpo del enfermo, en realidad se aproxima a la persona, y el cuerpo del enfermo no es propiamente un objeto de intervención médico o quirúrgico, es un sujeto personal. Tener en cuenta esto, por ejemplo, en relación al problema del inicio de la vida, de la salud, de la enfermedad y de la muerte, permite adentrarse en el valor intangible de la vida humana, puesto

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La corporeidad humana Por Juan Carlos Aguilera

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uien visite el museo de Historia de Washington encontrará una sala dedicada “al hombre”; en una de sus paredes hay una lámina que representa una figura humana de setenta y siete kilogramos. Vasijas de diversos tamaños contienen los productos naturales y químicos que se encuentran en un organismo humano de proporciones semejantes. Así tenemos, cuarenta kilos de agua, diez y siete de grasa, cuatro de fosfato de cal, uno y medio de albúminas, cinco de gelatina. Otros frascos de menor capacidad corresponden a carbonato de calcio, almidón, azúcar, cloruro de sodio y calcio. Carl Sagan, frente a tal descripción del hombre, habría estado completamente de acuerdo; de hecho él se consideraba a sí mismo como el conjunto de agua, de calcio, de moléculas orgánicas, o sea, una máquina molecular. Más microscópico opina Demócrito, filósofo presocrático, para quien el hombre consiste en un paquete de átomos. El avance de la ciencia en el ámbito de la biología ha llegado a descubrir la unidad más elemental de un ser vivo, el gen. Dowrkin, convencido de que los seres humanos nos reducimos a ello, afirma sin contemplaciones que la mujer es Por el cuerpo nos una máquina para producirlos. Pero si a alguno de los futuros relacionamos con el médicos que se encuentran aquí, le dijeran que su polola, novio, mundo; nos individuamos, madre; en definitiva aquellas personas que queremos, resultan ser somos esta persona y no una especie de kilos más o menos, de grasa, agua, o un conjunto de otra; nos distinguimos genes, probablemente le cause cierto escepticismo. Pedro Salinas, radicalmente en el ámbito poeta español del siglo XX, nos ayuda a entender que el hombre es de la sexualidad, varones o más que materia en esos versos insuperables, dirigidos a su musa, mujeres; estamos afectados que ha dejado en el poema La materia no pesa: “El mundo material por el tiempo y nos nace cuando te marchas. (….) Devuelto ya a la ley del metal, de la relacionamos con él y de roca, de la carne. Tu forma corporal, tu dulce peso rosa, es lo que un modo peculiar. me volvía el mundo más ingrávido. Pero lo insoportable, lo que me está agobiando, llamándome a la tierra, sin ti que me defiendas, es la distancia, es el hueco de tu cuerpo.” La valoración que da al cuerpo el poeta, parece que se encuentra en una situación más humana, más personal, que la que los filósofos y científicos aludidos más arriba ofrecían a la inteligencia. Y es que el cuerpo humano no es solo Körper, cuerpo orgánico, objeto de estudio, es más que eso, es Lieb, sujeto de vida y de relación. El hombre, varón y mujer es cuerpo, aunque no exclusivamente. Somos nuestro cuerpo y al mismo tiempo lo tenemos. Por eso, cuando el médico o el estudiante de medicina, se aproxima al cuerpo del enfermo, en realidad se aproxima a la persona, y el cuerpo del enfermo no es propiamente un objeto de intervención médico o quirúrgico, es un sujeto personal. Tener en cuenta esto, por ejemplo, en relación al problema del inicio de la vida, de la salud, de la enfermedad y de la muerte, permite adentrarse en el valor intangible de la vida humana, puesto

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de manifiesto por Hipócrates y Galeno; permite ir más allá de la mera consideración instrumental de la corporeidad. No podemos desconocer que por el cuerpo estamos sometidos, al igual que la materia, a las leyes físicas, al desgaste –las arrugas son prueba de ello pero que no somos pura materia lo confirma el deseo de eliminarlas, en un afán, a veces exagerado, de permanecer siempre jóvenes, que el tiempo no pase, y eso es lo eterno, lo que escapa a la materia–, corrupción. Por el cuerpo el hombre es un ser que ocupa un lugar en el espacio, pero de un modo distinto a lo puramente material, ya que el hombre cuando ocupa un lugar es un ser arraigado en el mundo; por eso somos habitantes. Habitar es estar en un lugar teniéndolo. Antropológicamente, el cuerpo afecta a la perfección humana en todos los sentidos, en el del ser y del obrar humanos. Por el cuerpo nos relacionamos con el mundo; nos individuamos, somos esta persona y no otra; nos distinguimos radicalmente en el ámbito de la sexualidad, varones o mujeres; estamos afectados por el tiempo y nos relacionamos con él y de Hablamos de cuerpo un modo peculiar. El tiempo llamado ontológico, que no depende calificándolo de humano, de nosotros, y el tiempo psicológico, que consiste en el modo de porque es materia vivir el tiempo ontológico, están en cierto modo en nuestras maespiritualizada. Aquí está nos y así experimentamos que una clase poco interesante dura el secreto de este cuerpo. una eternidad y el encuentro con la amada, apenas un instante. La persona humana Un aspecto verdaderamente interesante en el modo como nos no se compone de una relacionamos con el tiempo consiste en la adquisición de ciertos yuxtaposición de dos modos de ser habituales, virtudes se les denomina en el ámbito de cosas que se unan, de dos la ética: paciencia, serenidad, perseverancia, constancia, esperanza, sustancias, como pensaba son modos de vivir el tiempo que nos afecta por poseer cuerpo. Descartes. Se trata de dos Aunque la rapidez y lo entretenido sean ahora lo más valorado co-principios constitutivos, en una sociedad que ha llegado a ser un espectáculo y, como dice el material y el espiritual, Alejandro Llano, una ficción inhabitable. Probablemente para el los dos comparecen ciudadano de la sociedad de la información, mas no del saber, fundidos en una unidad resulte inesperado sacar consecuencias como las descritas y es radical, sustancial y que ¿acaso el modo de concebir y vivir la corporeidad humana, no específica, pero no con la tiene consecuencias en el modo de relacionarnos con los demás, misma función. comprender nuestra condición personal constitutiva de ser varón o mujer, es decir, de la sexualidad humana y, en fin, de entender la enfermedad y la muerte? Ocurre que por poseer cuerpo la persona está sometida a la fatiga, enfermedad y la muerte. ¿En el fondo, el cuerpo no es expresión de la persona? El significado del cuerpo por ser expresión de la persona, la hace visible a los demás. “El cuerpo, decide no sólo la individualidad somática del hombre, sino que define al mismo tiempo su personal identidad y ser concreto. Y precisamente en esta identidad y ser concreto, como irrepetible, ‘yo’ femenino y masculino, el hombre es ‘conocido’”, es decir, amado. El avance en nuestras consideraciones nos ha llevado a descubrir que el cuerpo humano a diferencia de los cuerpos físicos, no es una realidad aislada, un ente entre los demás del mundo, un cuerpo sin más. Por eso hablamos de cuerpo calificándolo de humano, porque es materia espiritualizada. Aquí está el secreto de este cuerpo.

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La persona humana no se compone de una yuxtaposición de dos cosas que se unan, de dos sustancias, como pensaba Descartes. Se trata de dos co-principios constitutivos, el material y el espiritual, los dos comparecen fundidos en una unidad radical, sustancial y específica, pero no con la misma función. La materia es la potencia y hace de sujeto de la forma que es el alma. Esta da el ser, y lo da en el doble sentido de comunicar al compuesto el acto de ser que ella ha recibido y el ser específico que hace del todo un ser humano. Así la corporeidad humana se explica desde el alma. Es decir, el cuerpo es para el alma. O sea, para ser materia del alma racional, para cooperar en las acciones más propias del hombre, conocer y amar en libertad. Todo en el hombre es humano, su estructura anatómica es expresión de un ser inteligente, por eso el hombre no simplemente ve sino que mira, no simplemente oye, sino que escucha. “El cuerpo es la obra maestra de la creación.” Por el cuerpo el hombre, ya hemos dicho, se individua, es este hombre y no otro. La materia espiritualizada es la raíz de la individuación, la causa que exista en el mundo un nuevo individuo. Donde no haya cuerpo no hay hombre. La diversidad es La materia es la potencia y característica de los seres más perfectos, los cuales mientras más se hace de sujeto de la forma elevan en la escala del ser tienen mayor diversidad, así se explica que es el alma. Esta da que vista una vaca se han visto todas, visto un hombre… La sor- el ser, y lo da en el doble presa que causa siempre el nacimiento de una persona es debida a sentido de comunicar al su diversidad, a su distinción, a su novedad; cada hombre que nace compuesto el acto de ser es una auténtica novedad, original e irrepetible, razón por la que que ella ha recibido y el no hay enfermedades en un sentido genérico, sino enfermos. Cada ser específico que hace del uno de nosotros tiene un motivo poderoso para enorgullecerse; no todo un ser humano. Así ha habido, no hay, ni habrá, en todo el universo, otro como yo. Pero la corporeidad humana se al mismo tiempo es un desafío y una responsabilidad, porque, si explica desde el alma. Es eso es así, estoy llamado (vocación) a aportar a la sociedad lo que decir, el cuerpo es para nadie más puede hacer por mí. el alma. O sea, para ser Tenemos entonces que la individuación y multiplicidad de los seres materia del alma racional, humanos procede de la materia espiritualizada. Así, en todos los para cooperar en las individuos, varones y mujeres, se realiza lo humano del hombre y acciones más propias del se realiza por la aportación de la materia corporal. Desde el naci- hombre, conocer y amar en miento a la muerte, la persona lo es por su condición corporal, no libertad. hay persona fuera de esta realidad. En cada uno de los momentos humanos el cuerpo tiene su parte. Aun en los actos que exceden lo corporal está implicada la presencia de lo corporal de una manera inevitable; así por ejemplo el regalo es materia espiritualizada. En el regalo, el valor material de lo que se da, no comparece de manera plena, sino el significado que le damos, el regalo, lo material, es expresión del cariño y amor que tenemos por la persona amada. Sin embargo, la forma más sublime de regalar consiste en darnos nosotros mismos; por eso el cuerpo tiene un carácter esponsal y “el amor es el regalo esencial”. El hombre, varón y mujer, no simplemente regala, sino que se regala, se da a otro. La incapacidad de darse, es decir, de amar, lo expresa de una manera admirable Dostoyevski en Los Hermanos Karamazov: “¿Qué es el infierno? La incapacidad de poder amar. Esta es la densidad óntica del ser humano. Si a esta densidad intensiva se añade la multiplicidad de

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de manifiesto por Hipócrates y Galeno; permite ir más allá de la mera consideración instrumental de la corporeidad. No podemos desconocer que por el cuerpo estamos sometidos, al igual que la materia, a las leyes físicas, al desgaste –las arrugas son prueba de ello pero que no somos pura materia lo confirma el deseo de eliminarlas, en un afán, a veces exagerado, de permanecer siempre jóvenes, que el tiempo no pase, y eso es lo eterno, lo que escapa a la materia–, corrupción. Por el cuerpo el hombre es un ser que ocupa un lugar en el espacio, pero de un modo distinto a lo puramente material, ya que el hombre cuando ocupa un lugar es un ser arraigado en el mundo; por eso somos habitantes. Habitar es estar en un lugar teniéndolo. Antropológicamente, el cuerpo afecta a la perfección humana en todos los sentidos, en el del ser y del obrar humanos. Por el cuerpo nos relacionamos con el mundo; nos individuamos, somos esta persona y no otra; nos distinguimos radicalmente en el ámbito de la sexualidad, varones o mujeres; estamos afectados por el tiempo y nos relacionamos con él y de Hablamos de cuerpo un modo peculiar. El tiempo llamado ontológico, que no depende calificándolo de humano, de nosotros, y el tiempo psicológico, que consiste en el modo de porque es materia vivir el tiempo ontológico, están en cierto modo en nuestras maespiritualizada. Aquí está nos y así experimentamos que una clase poco interesante dura el secreto de este cuerpo. una eternidad y el encuentro con la amada, apenas un instante. La persona humana Un aspecto verdaderamente interesante en el modo como nos no se compone de una relacionamos con el tiempo consiste en la adquisición de ciertos yuxtaposición de dos modos de ser habituales, virtudes se les denomina en el ámbito de cosas que se unan, de dos la ética: paciencia, serenidad, perseverancia, constancia, esperanza, sustancias, como pensaba son modos de vivir el tiempo que nos afecta por poseer cuerpo. Descartes. Se trata de dos Aunque la rapidez y lo entretenido sean ahora lo más valorado co-principios constitutivos, en una sociedad que ha llegado a ser un espectáculo y, como dice el material y el espiritual, Alejandro Llano, una ficción inhabitable. Probablemente para el los dos comparecen ciudadano de la sociedad de la información, mas no del saber, fundidos en una unidad resulte inesperado sacar consecuencias como las descritas y es radical, sustancial y que ¿acaso el modo de concebir y vivir la corporeidad humana, no específica, pero no con la tiene consecuencias en el modo de relacionarnos con los demás, misma función. comprender nuestra condición personal constitutiva de ser varón o mujer, es decir, de la sexualidad humana y, en fin, de entender la enfermedad y la muerte? Ocurre que por poseer cuerpo la persona está sometida a la fatiga, enfermedad y la muerte. ¿En el fondo, el cuerpo no es expresión de la persona? El significado del cuerpo por ser expresión de la persona, la hace visible a los demás. “El cuerpo, decide no sólo la individualidad somática del hombre, sino que define al mismo tiempo su personal identidad y ser concreto. Y precisamente en esta identidad y ser concreto, como irrepetible, ‘yo’ femenino y masculino, el hombre es ‘conocido’”, es decir, amado. El avance en nuestras consideraciones nos ha llevado a descubrir que el cuerpo humano a diferencia de los cuerpos físicos, no es una realidad aislada, un ente entre los demás del mundo, un cuerpo sin más. Por eso hablamos de cuerpo calificándolo de humano, porque es materia espiritualizada. Aquí está el secreto de este cuerpo.

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La persona humana no se compone de una yuxtaposición de dos cosas que se unan, de dos sustancias, como pensaba Descartes. Se trata de dos co-principios constitutivos, el material y el espiritual, los dos comparecen fundidos en una unidad radical, sustancial y específica, pero no con la misma función. La materia es la potencia y hace de sujeto de la forma que es el alma. Esta da el ser, y lo da en el doble sentido de comunicar al compuesto el acto de ser que ella ha recibido y el ser específico que hace del todo un ser humano. Así la corporeidad humana se explica desde el alma. Es decir, el cuerpo es para el alma. O sea, para ser materia del alma racional, para cooperar en las acciones más propias del hombre, conocer y amar en libertad. Todo en el hombre es humano, su estructura anatómica es expresión de un ser inteligente, por eso el hombre no simplemente ve sino que mira, no simplemente oye, sino que escucha. “El cuerpo es la obra maestra de la creación.” Por el cuerpo el hombre, ya hemos dicho, se individua, es este hombre y no otro. La materia espiritualizada es la raíz de la individuación, la causa que exista en el mundo un nuevo individuo. Donde no haya cuerpo no hay hombre. La diversidad es La materia es la potencia y característica de los seres más perfectos, los cuales mientras más se hace de sujeto de la forma elevan en la escala del ser tienen mayor diversidad, así se explica que es el alma. Esta da que vista una vaca se han visto todas, visto un hombre… La sor- el ser, y lo da en el doble presa que causa siempre el nacimiento de una persona es debida a sentido de comunicar al su diversidad, a su distinción, a su novedad; cada hombre que nace compuesto el acto de ser es una auténtica novedad, original e irrepetible, razón por la que que ella ha recibido y el no hay enfermedades en un sentido genérico, sino enfermos. Cada ser específico que hace del uno de nosotros tiene un motivo poderoso para enorgullecerse; no todo un ser humano. Así ha habido, no hay, ni habrá, en todo el universo, otro como yo. Pero la corporeidad humana se al mismo tiempo es un desafío y una responsabilidad, porque, si explica desde el alma. Es eso es así, estoy llamado (vocación) a aportar a la sociedad lo que decir, el cuerpo es para nadie más puede hacer por mí. el alma. O sea, para ser Tenemos entonces que la individuación y multiplicidad de los seres materia del alma racional, humanos procede de la materia espiritualizada. Así, en todos los para cooperar en las individuos, varones y mujeres, se realiza lo humano del hombre y acciones más propias del se realiza por la aportación de la materia corporal. Desde el naci- hombre, conocer y amar en miento a la muerte, la persona lo es por su condición corporal, no libertad. hay persona fuera de esta realidad. En cada uno de los momentos humanos el cuerpo tiene su parte. Aun en los actos que exceden lo corporal está implicada la presencia de lo corporal de una manera inevitable; así por ejemplo el regalo es materia espiritualizada. En el regalo, el valor material de lo que se da, no comparece de manera plena, sino el significado que le damos, el regalo, lo material, es expresión del cariño y amor que tenemos por la persona amada. Sin embargo, la forma más sublime de regalar consiste en darnos nosotros mismos; por eso el cuerpo tiene un carácter esponsal y “el amor es el regalo esencial”. El hombre, varón y mujer, no simplemente regala, sino que se regala, se da a otro. La incapacidad de darse, es decir, de amar, lo expresa de una manera admirable Dostoyevski en Los Hermanos Karamazov: “¿Qué es el infierno? La incapacidad de poder amar. Esta es la densidad óntica del ser humano. Si a esta densidad intensiva se añade la multiplicidad de

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individuos, tenemos el panorama de la riqueza de lo humano. La persona concreta es inefable en su singularidad e inabarcable en su amplitud. Así la perfección que el cuerpo aporta a lo humano en este campo es de orden entitativo. Es decir, afecta a la perfección sustancial. No hay una corporeidad en abstracto, como no hay hombre en abstracto, sino esta corporeidad, con sus dotes de vida, de sensibilidad, de actos, de dignidad, en suma. El cuerpo es así de esencial; por eso en cada persona se juega la suerte de la humanidad y es que “no hay futuro si no hay hombres”. La banalización del cuerpo, sobre todo el de la mujer, tal como hoy día presenciamos en la moda, el cine, la publicidad, y en el fenómeno menos humano de la pornografía, consiste en un desprecio del valor no cuantificable de la persona, una especie de abolición del hombre, como lo expresara, aunque en un contexto distinto, el pensador cristiano inglés C.S. Lewis. Y en el ámbito del arte y de la ciencia de la medicina, la tentación de reducir al enfermo –al débil, porque eso es lo significa enfermedad–, a un cuerpo puramente físico, objetivo, que se expresa en los llamados signos de la enfermedad, exámenes de laboratorio, análisis y cifras cuantificables, sin tomar en cuenta los síntomas y vivencias de la persona, conlleva la tentación de convertir a quienes ejercen la profesión en pequeños dioses del mundo, como llama el Fausto de Todo en el hombre es Ghoethe al hombre, y con ello la desnaturalización de la medicina. humano, su estructura La existencia de la persona humana es siempre singular, gracias anatómica es expresión a la materia corporal, que la realiza en concreto y hace posible la de un ser inteligente; multiplicación de los seres dentro de la especie. El singular en por eso el hombre no que consiste la persona humana se verifica de modo dual gracias simplemente ve, sino que al cuerpo, es decir, se diferencia en uno de los dos sexos, varón o mira; no simplemente mujer. La fuente biológica de esta realidad proviene de los médioye, sino que escucha. cos griegos, de la escuela hipocrática. En ella se descubre el papel de los sexos en orden a la generación. Sin embargo, es reciente el análisis más profundo de lo que significa la corporeidad humana, a nivel antropológico y metafísico. Fue Juan Pablo II, quien desde 1979, comenzó a tratar este tema, sugiriendo ideas originales, que se orientan a la reivindicación de la corporeidad desde una perspectiva personalista. Ser varón o mujer afecta a la persona en su totalidad, ambos pertenecen a la esencia de la especie y participan por igual de su dignidad. Son dos modos de ser persona humana, masculina y femenina, respectivamente. Así el género humano es más perfecto y la igualdad del varón y la mujer se constata en que ambos tienen la misma constitución esencial, de alma y cuerpo, ambos participan de la naturaleza racional, cada uno, sin embargo, a su modo. Dicho de otra manera, “no hay más que una única e idéntica condición esencial de persona, porque el sustrato personal es el mismo en ambos y eso es lo que nos permite decir que, en el plano personal, varón y mujer son igualmente personas, igualmente dignos y poseedores, en cuanto personas, de idénticos derechos y deberes.” Alexis Carrel, biólogo y cirujano, que obtuvo el premio Nobel, viene en ayuda nuestra para explicar, desde una perspectiva distinta, lo que deseamos expresar. “Las diferencias que existen entre el hombre y la mujer no provienen de la forma particular de sus órganos, de la presencia de útero, de la gestación o el modo de educación. Son de naturaleza más fundamental, determinada por la estructura misma de los tejidos y

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por la impregnación de todo el organismo de sustancias químicas específicas secretadas por el ovario… En realidad, la mujer difiere profundamente del hombre. Cada una de las células de su cuerpo lleva la marca de su sexo. Lo mismo ocurre con sus órganos y, sobre todo, con su sistema nervioso”. Femineidad y masculinidad están inscritas en el ser de la persona, la dimensión sexual del cuerpo no se agota en el plano físico, sino que penetra en las más altas esferas de la persona. Elevarnos por sobre la dimensión física de la sexualidad, nos permite entender la esencia espiritual de la masculinidad y feminidad y comprender el carácter esponsalicio del cuerpo. Que el cuerpo sea esponsalicio “supone que lleva siempre impreso sus características femeninas y masculinas, es decir, pertenece siempre a un varón o a una mujer”. De ahí que el sexo no pueda tratarse y comprenderse separadamente de la persona; si tratamos el sexo sin considerar a la persona, en cierto sentido, la estamos tratando como un puro objeto físico, utilizable e incluso desechable, un mero instrumento para mis caprichos, en fin, lo que se ha venido en llamar la mujer y el hombre objetos. Fue Platón quien en el diálogo, siempre actual, Fedro, encara el problema del llamado sexo sin amor. La sexualidad humana no es el sexo de la persona, no somos varones o mujeres por el hecho de poseer determinados órganos genitales, poseemos la genitalidad por ser personas masculinas o femeninas. “El cuerpo es la obra La sexualidad humana es una condición constitutiva del varón o maestra de la creación.” mujer. En realidad el carácter esponsalicio, o sea, personal, del Por el cuerpo el hombre, cuerpo, significa ser “capaz de expresar el amor” y “la capacidad ya hemos dicho se y la profunda disponibilidad para la afirmación de la persona.” “El individua, es este hombre cuerpo, que expresa la feminidad ‘para’ la masculinidad, y vicever- y no otro. La materia sa, la masculinidad ‘para’ la feminidad, manifiesta la reciprocidad espiritualizada es la raíz de y la comunión de personas”. En el fondo, el significado esponsalicio la individuación, la causa del cuerpo es la expresión de la persona como don, regalo. “Es el que exista en el mundo un modo de manifestar la libertad del don y expresar toda la riqueza nuevo individuo. Donde interior de la persona como sujeto.” no haya cuerpo no hay Hemos dicho que cada persona es una novedad en el universo, hombre. inefable, única; en este sentido el cuerpo tiene un papel singular. La manifestación de la persona es el mostrarse, expresarse a sí misma y a las novedades que ella saca de sí. Por el cuerpo la persona se hace visible a los demás. La manifestación de la intimidad personal se realiza a través del cuerpo y gracias a este a través del lenguaje y de la acción. El cuerpo comparece en toda la estructura de la actividad humana en su triple despliegue: teórico, práxico o ético y poiético o artístico-técnico. El cuerpo es el mediador entre el dentro y el fuera. El cuerpo es la condición de posibilidad de la manifestación de la persona humana y está configurado para expresarla. El rostro, por ejemplo, es la singular abreviatura de la realidad personal en su integridad, el rostro expresa externamente a la persona. Como dice Leonardo Polo, sólo el hombre tiene rostro, los animales tienen Jeta. Por eso se dice que la cara es el espejo del alma, en la cara se asoma la persona, el quién, no sólo en lo que es y aparece, sino en lo que mira, escucha y dice, puesto que estas tres cosas se hacen con el rostro. El recientemente fallecido Julián Marías comentaba que “en la cara, abreviada y resumida en los ojos, es donde sorprendemos a la persona, donde

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individuos, tenemos el panorama de la riqueza de lo humano. La persona concreta es inefable en su singularidad e inabarcable en su amplitud. Así la perfección que el cuerpo aporta a lo humano en este campo es de orden entitativo. Es decir, afecta a la perfección sustancial. No hay una corporeidad en abstracto, como no hay hombre en abstracto, sino esta corporeidad, con sus dotes de vida, de sensibilidad, de actos, de dignidad, en suma. El cuerpo es así de esencial; por eso en cada persona se juega la suerte de la humanidad y es que “no hay futuro si no hay hombres”. La banalización del cuerpo, sobre todo el de la mujer, tal como hoy día presenciamos en la moda, el cine, la publicidad, y en el fenómeno menos humano de la pornografía, consiste en un desprecio del valor no cuantificable de la persona, una especie de abolición del hombre, como lo expresara, aunque en un contexto distinto, el pensador cristiano inglés C.S. Lewis. Y en el ámbito del arte y de la ciencia de la medicina, la tentación de reducir al enfermo –al débil, porque eso es lo significa enfermedad–, a un cuerpo puramente físico, objetivo, que se expresa en los llamados signos de la enfermedad, exámenes de laboratorio, análisis y cifras cuantificables, sin tomar en cuenta los síntomas y vivencias de la persona, conlleva la tentación de convertir a quienes ejercen la profesión en pequeños dioses del mundo, como llama el Fausto de Todo en el hombre es Ghoethe al hombre, y con ello la desnaturalización de la medicina. humano, su estructura La existencia de la persona humana es siempre singular, gracias anatómica es expresión a la materia corporal, que la realiza en concreto y hace posible la de un ser inteligente; multiplicación de los seres dentro de la especie. El singular en por eso el hombre no que consiste la persona humana se verifica de modo dual gracias simplemente ve, sino que al cuerpo, es decir, se diferencia en uno de los dos sexos, varón o mira; no simplemente mujer. La fuente biológica de esta realidad proviene de los médioye, sino que escucha. cos griegos, de la escuela hipocrática. En ella se descubre el papel de los sexos en orden a la generación. Sin embargo, es reciente el análisis más profundo de lo que significa la corporeidad humana, a nivel antropológico y metafísico. Fue Juan Pablo II, quien desde 1979, comenzó a tratar este tema, sugiriendo ideas originales, que se orientan a la reivindicación de la corporeidad desde una perspectiva personalista. Ser varón o mujer afecta a la persona en su totalidad, ambos pertenecen a la esencia de la especie y participan por igual de su dignidad. Son dos modos de ser persona humana, masculina y femenina, respectivamente. Así el género humano es más perfecto y la igualdad del varón y la mujer se constata en que ambos tienen la misma constitución esencial, de alma y cuerpo, ambos participan de la naturaleza racional, cada uno, sin embargo, a su modo. Dicho de otra manera, “no hay más que una única e idéntica condición esencial de persona, porque el sustrato personal es el mismo en ambos y eso es lo que nos permite decir que, en el plano personal, varón y mujer son igualmente personas, igualmente dignos y poseedores, en cuanto personas, de idénticos derechos y deberes.” Alexis Carrel, biólogo y cirujano, que obtuvo el premio Nobel, viene en ayuda nuestra para explicar, desde una perspectiva distinta, lo que deseamos expresar. “Las diferencias que existen entre el hombre y la mujer no provienen de la forma particular de sus órganos, de la presencia de útero, de la gestación o el modo de educación. Son de naturaleza más fundamental, determinada por la estructura misma de los tejidos y

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por la impregnación de todo el organismo de sustancias químicas específicas secretadas por el ovario… En realidad, la mujer difiere profundamente del hombre. Cada una de las células de su cuerpo lleva la marca de su sexo. Lo mismo ocurre con sus órganos y, sobre todo, con su sistema nervioso”. Femineidad y masculinidad están inscritas en el ser de la persona, la dimensión sexual del cuerpo no se agota en el plano físico, sino que penetra en las más altas esferas de la persona. Elevarnos por sobre la dimensión física de la sexualidad, nos permite entender la esencia espiritual de la masculinidad y feminidad y comprender el carácter esponsalicio del cuerpo. Que el cuerpo sea esponsalicio “supone que lleva siempre impreso sus características femeninas y masculinas, es decir, pertenece siempre a un varón o a una mujer”. De ahí que el sexo no pueda tratarse y comprenderse separadamente de la persona; si tratamos el sexo sin considerar a la persona, en cierto sentido, la estamos tratando como un puro objeto físico, utilizable e incluso desechable, un mero instrumento para mis caprichos, en fin, lo que se ha venido en llamar la mujer y el hombre objetos. Fue Platón quien en el diálogo, siempre actual, Fedro, encara el problema del llamado sexo sin amor. La sexualidad humana no es el sexo de la persona, no somos varones o mujeres por el hecho de poseer determinados órganos genitales, poseemos la genitalidad por ser personas masculinas o femeninas. “El cuerpo es la obra La sexualidad humana es una condición constitutiva del varón o maestra de la creación.” mujer. En realidad el carácter esponsalicio, o sea, personal, del Por el cuerpo el hombre, cuerpo, significa ser “capaz de expresar el amor” y “la capacidad ya hemos dicho se y la profunda disponibilidad para la afirmación de la persona.” “El individua, es este hombre cuerpo, que expresa la feminidad ‘para’ la masculinidad, y vicever- y no otro. La materia sa, la masculinidad ‘para’ la feminidad, manifiesta la reciprocidad espiritualizada es la raíz de y la comunión de personas”. En el fondo, el significado esponsalicio la individuación, la causa del cuerpo es la expresión de la persona como don, regalo. “Es el que exista en el mundo un modo de manifestar la libertad del don y expresar toda la riqueza nuevo individuo. Donde interior de la persona como sujeto.” no haya cuerpo no hay Hemos dicho que cada persona es una novedad en el universo, hombre. inefable, única; en este sentido el cuerpo tiene un papel singular. La manifestación de la persona es el mostrarse, expresarse a sí misma y a las novedades que ella saca de sí. Por el cuerpo la persona se hace visible a los demás. La manifestación de la intimidad personal se realiza a través del cuerpo y gracias a este a través del lenguaje y de la acción. El cuerpo comparece en toda la estructura de la actividad humana en su triple despliegue: teórico, práxico o ético y poiético o artístico-técnico. El cuerpo es el mediador entre el dentro y el fuera. El cuerpo es la condición de posibilidad de la manifestación de la persona humana y está configurado para expresarla. El rostro, por ejemplo, es la singular abreviatura de la realidad personal en su integridad, el rostro expresa externamente a la persona. Como dice Leonardo Polo, sólo el hombre tiene rostro, los animales tienen Jeta. Por eso se dice que la cara es el espejo del alma, en la cara se asoma la persona, el quién, no sólo en lo que es y aparece, sino en lo que mira, escucha y dice, puesto que estas tres cosas se hacen con el rostro. El recientemente fallecido Julián Marías comentaba que “en la cara, abreviada y resumida en los ojos, es donde sorprendemos a la persona, donde

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«Femineidad y masculinidad están inscritas en el ser de la persona, la dimensión sexual del cuerpo no se agota en el plano físico sino que penetra en las más altas esferas de la persona». (Estudio, Leonardo da Vinci)

niza y ordena a él. La cultura en este sentido es expresión del ser del hombre, y ello es posible en cierto sentido por el cuerpo. El cuerpo expresa nuestra intimidad, porque la persona es cuerpo. La tendencia espontánea a proteger la intimidad de miradas ajenas envuelve también al cuerpo que soy. Este no se muestra a cualquiera, por eso el hombre se viste. El hombre se viste, cubre su cuerpo, para proteger su indigencia corporal del medio externo, pero también lo hace, y esto es lo decisivo, porque su cuerpo forma parte de su intimidad; no sólo la expresa. El vestido me identifica como persona. La personalidad, la visibilidad de la persona, se refleja en el modo de vestir y eso constituye el estilo, el modo de ser, ya sea armónico, fino o zafio, feo. El vestido mantiene al cuerpo dentro de la intimidad, por eso el nudismo no es natural al hombre, porque no es natural renunciar a la intimidad; a la vida o riqueza del espíritu. La reivindicación del valor de la corporeidad humana no es otra cosa que la reivindicación del valor de la persona humana, más aún, de los débiles, enfermos, con quienes deben tratar continuamente los profesionales de la salud. Conocer qué es el hombre, permite actuar del modo más humano al que pueden acceder; de manera inteligente. La invitación a pensar en el significado de la corporeidad humana es un desafío que debe encararse como una tarea ardua y dificultosa, como toda empresa humana, para de ese modo disfrutar de la no comprada gracia de la vida.

la descubrimos y hallamos por primera vez”. El romántico Hörderlin, en su Si desde Lejos nos permite gustar la realidad de dicha afirmación: “había en tu mirada un brillo, rayo serenado, cuando al alejarte, de repente giraste hacia mí como con alegría, hombre tan reservado y de sombrío rostro”. Y es que con el rostro La sorpresa que causa nos hacemos visibles en nuestra intimidad más profunda: la risa, siempre el nacimiento de el llanto, la tristeza, la alegría, el odio, la indiferencia y el espanto. una persona es debida a su Y a los que se aman, no les basta acaso con sólo mirarse o escuchar diversidad, a su distinción, decir siempre lo mismo ¡te quiero! a su novedad; cada La expresión de la intimidad se realiza también mediante un hombre que nace es una conjunto de acciones que se llaman expresivas; a través de ello el auténtica novedad, original hombre habla el lenguaje de los cuerpos. A través de los gestos e irrepetible, razón por la expresa sensaciones, imaginaciones, fantasías, sentimientos, afecque no hay enfermedades tos, pensamientos y deseos e incluso la conciencia que tiene de sí en un sentido genérico, mismo; un enfermo que no puede hablar asiente con la mirada. sino enfermos. Reír, llorar, tener mala cara, son manifestaciones de lo que llevamos dentro. El hablar es otra forma de manifestación de la intimidad, lo que primero se hace público, de modo que puede ser comprendido por otros. La palabra nació para ser compartida. Además el hombre encauza la creatividad de su intimidad a través de la acción, mediante la cual trabaja, modifica el medio, lo huma-

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«Femineidad y masculinidad están inscritas en el ser de la persona, la dimensión sexual del cuerpo no se agota en el plano físico sino que penetra en las más altas esferas de la persona». (Estudio, Leonardo da Vinci)

niza y ordena a él. La cultura en este sentido es expresión del ser del hombre, y ello es posible en cierto sentido por el cuerpo. El cuerpo expresa nuestra intimidad, porque la persona es cuerpo. La tendencia espontánea a proteger la intimidad de miradas ajenas envuelve también al cuerpo que soy. Este no se muestra a cualquiera, por eso el hombre se viste. El hombre se viste, cubre su cuerpo, para proteger su indigencia corporal del medio externo, pero también lo hace, y esto es lo decisivo, porque su cuerpo forma parte de su intimidad; no sólo la expresa. El vestido me identifica como persona. La personalidad, la visibilidad de la persona, se refleja en el modo de vestir y eso constituye el estilo, el modo de ser, ya sea armónico, fino o zafio, feo. El vestido mantiene al cuerpo dentro de la intimidad, por eso el nudismo no es natural al hombre, porque no es natural renunciar a la intimidad; a la vida o riqueza del espíritu. La reivindicación del valor de la corporeidad humana no es otra cosa que la reivindicación del valor de la persona humana, más aún, de los débiles, enfermos, con quienes deben tratar continuamente los profesionales de la salud. Conocer qué es el hombre, permite actuar del modo más humano al que pueden acceder; de manera inteligente. La invitación a pensar en el significado de la corporeidad humana es un desafío que debe encararse como una tarea ardua y dificultosa, como toda empresa humana, para de ese modo disfrutar de la no comprada gracia de la vida.

la descubrimos y hallamos por primera vez”. El romántico Hörderlin, en su Si desde Lejos nos permite gustar la realidad de dicha afirmación: “había en tu mirada un brillo, rayo serenado, cuando al alejarte, de repente giraste hacia mí como con alegría, hombre tan reservado y de sombrío rostro”. Y es que con el rostro La sorpresa que causa nos hacemos visibles en nuestra intimidad más profunda: la risa, siempre el nacimiento de el llanto, la tristeza, la alegría, el odio, la indiferencia y el espanto. una persona es debida a su Y a los que se aman, no les basta acaso con sólo mirarse o escuchar diversidad, a su distinción, decir siempre lo mismo ¡te quiero! a su novedad; cada La expresión de la intimidad se realiza también mediante un hombre que nace es una conjunto de acciones que se llaman expresivas; a través de ello el auténtica novedad, original hombre habla el lenguaje de los cuerpos. A través de los gestos e irrepetible, razón por la expresa sensaciones, imaginaciones, fantasías, sentimientos, afecque no hay enfermedades tos, pensamientos y deseos e incluso la conciencia que tiene de sí en un sentido genérico, mismo; un enfermo que no puede hablar asiente con la mirada. sino enfermos. Reír, llorar, tener mala cara, son manifestaciones de lo que llevamos dentro. El hablar es otra forma de manifestación de la intimidad, lo que primero se hace público, de modo que puede ser comprendido por otros. La palabra nació para ser compartida. Además el hombre encauza la creatividad de su intimidad a través de la acción, mediante la cual trabaja, modifica el medio, lo huma-

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Un modelo para tiempos de crisis

Actualidad de Francisco de Asís Por Fabrice HadjadJ

E

Cuando uno es cristiano, sabe que la eternidad es causa del tiempo, que la eternidad consiste en ver al prójimo y a toda la creación en Dios, de manera que la eternidad ocurre aquí y ahora en un amor que se manifiesta en la tierra y en la duración (no es una huida al más allá). ¡Es aquí donde Francisco es nuestro hombre!

* Intervención del autor durante la reunión celebrada en Lourdes con motivo del 8º centenario de la Orden de San Francisco.

H 752

n la introducción de mi ponencia* –que titulo “Francisco de Asís, una santidad para épocas de crisis”– voy a hablar de este discurso que actualmente se escucha sobre la crisis. Es un discurso de moda. Se habla de la crisis financiera, del calentamiento climático, que es una crisis ecológica grave, y de la crisis de la cultura. Los pensadores cristianos dicen que básicamente estamos en mayor medida en una situación de crisis antropológica, puesto que se objeta incluso la estructura del cuerpo humano, la estructura elemental de la paternidad, hasta el punto que es posible imaginar la producción mediante la técnica de un hombre como un producto puro, sin defectos y con miras a una especie de perfección en el mercado de los hombres. Este discurso sobre la crisis es bastante peculiar para un cristiano. ¿No es un discurso negativo sobre el progreso? ¿No correspondería al último sobresalto de un progresismo moribundo? Si creemos que la crisis es una excepción, eso significa que todavía creemos en una sociedad perfecta aquí abajo o en un progreso que nos conducirá en definitiva a una sociedad absolutamente fraternal. Pero ese es, por su parte, un discurso que ha producido grandes totalitarismos: el Reich milenario con un humanismo únicamente para los arios; el comunismo con la idea de producir una sociedad internacional y sin clases; luego el liberalismo que quiere administrar la sociedad con exclusión de la ideología, lo cual, piensa, permitiría producir la paz con una coexistencia de los individuos en una sociedad pluralista. Queda así un horizonte de progreso donde la crisis se nos manifiesta como un algo excepcional, de la que sería necesario salir atando de nuevo los cabos rotos. El problema, empero, es que ya los jóvenes no creen en esto. Nuestra condición es siempre crítica. La Iglesia misma, mediante su anuncio, pone al mundo en crisis. Cuando todo podría estar bien en un mundo absolutamente apacible, el discurso de la Iglesia vendría a generar en él una crisis y provocaría el desencadenamiento de las fuerzas de las tinieblas. Es lo que ocurre con Cristo y su anuncio. Provoca una crisis porque le impide al mundo cerrarse en sí mismo como desean los totalitarismos y obliga a cada uno a decidirse,

HUMANITAS Nº 64 pp. 752 - 763

«(…) pone la existencia al desnudo quitándole las escorias, las placas mundanas, para volver a la fuente del ser, para ver la propia existencia brotar del seno de Dios. Es por eso que a partir de la pobreza Francisco resolverá tres grandes antinomias: entre el ser y el tener, entre fraternidad y jerarquía y entre la cruz y la alegría». (Talla de San Francisco por Pedro Mena. 1653, Catedral de Toledo)

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Un modelo para tiempos de crisis

Actualidad de Francisco de Asís Por Fabrice HadjadJ

E

Cuando uno es cristiano, sabe que la eternidad es causa del tiempo, que la eternidad consiste en ver al prójimo y a toda la creación en Dios, de manera que la eternidad ocurre aquí y ahora en un amor que se manifiesta en la tierra y en la duración (no es una huida al más allá). ¡Es aquí donde Francisco es nuestro hombre!

* Intervención del autor durante la reunión celebrada en Lourdes con motivo del 8º centenario de la Orden de San Francisco.

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n la introducción de mi ponencia* –que titulo “Francisco de Asís, una santidad para épocas de crisis”– voy a hablar de este discurso que actualmente se escucha sobre la crisis. Es un discurso de moda. Se habla de la crisis financiera, del calentamiento climático, que es una crisis ecológica grave, y de la crisis de la cultura. Los pensadores cristianos dicen que básicamente estamos en mayor medida en una situación de crisis antropológica, puesto que se objeta incluso la estructura del cuerpo humano, la estructura elemental de la paternidad, hasta el punto que es posible imaginar la producción mediante la técnica de un hombre como un producto puro, sin defectos y con miras a una especie de perfección en el mercado de los hombres. Este discurso sobre la crisis es bastante peculiar para un cristiano. ¿No es un discurso negativo sobre el progreso? ¿No correspondería al último sobresalto de un progresismo moribundo? Si creemos que la crisis es una excepción, eso significa que todavía creemos en una sociedad perfecta aquí abajo o en un progreso que nos conducirá en definitiva a una sociedad absolutamente fraternal. Pero ese es, por su parte, un discurso que ha producido grandes totalitarismos: el Reich milenario con un humanismo únicamente para los arios; el comunismo con la idea de producir una sociedad internacional y sin clases; luego el liberalismo que quiere administrar la sociedad con exclusión de la ideología, lo cual, piensa, permitiría producir la paz con una coexistencia de los individuos en una sociedad pluralista. Queda así un horizonte de progreso donde la crisis se nos manifiesta como un algo excepcional, de la que sería necesario salir atando de nuevo los cabos rotos. El problema, empero, es que ya los jóvenes no creen en esto. Nuestra condición es siempre crítica. La Iglesia misma, mediante su anuncio, pone al mundo en crisis. Cuando todo podría estar bien en un mundo absolutamente apacible, el discurso de la Iglesia vendría a generar en él una crisis y provocaría el desencadenamiento de las fuerzas de las tinieblas. Es lo que ocurre con Cristo y su anuncio. Provoca una crisis porque le impide al mundo cerrarse en sí mismo como desean los totalitarismos y obliga a cada uno a decidirse,

HUMANITAS Nº 64 pp. 752 - 763

«(…) pone la existencia al desnudo quitándole las escorias, las placas mundanas, para volver a la fuente del ser, para ver la propia existencia brotar del seno de Dios. Es por eso que a partir de la pobreza Francisco resolverá tres grandes antinomias: entre el ser y el tener, entre fraternidad y jerarquía y entre la cruz y la alegría». (Talla de San Francisco por Pedro Mena. 1653, Catedral de Toledo)

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preadelantándose, ya sea por el paraíso o por el infierno. Toda vida individual, por muy pequeña que sea, está destinada a esta especie de absoluto que la conduce a la crisis, porque se trata inevitablemente de elegir el bien eterno o la perdición eterna. A este respecto Francisco siempre fue radical. Sin embargo, dentro de esta crisis general de la historia -desde la caída y considerada nuestra redención- quisiera destacar una particularidad de la época actual. Es muy importante considerar el momento especial en el cual nos encontramos, momento calificado por un filósofo como «tiempo del fin» (¡que no es lo mismo que el fin de los tiempos!). ¿Por qué? La explicación se vincula a tres nombres propios, que son nombres de ciudades: Kolyma – Auschwitz – Hiroshima. Se dice que Dios creó a partir de la nada. En Francisco, cuando no hay nada, es mejor. Se trata de no tener nada para ser mejor, ir hacia esa nada a partir de la cual Dios se hace creador y recreador; ir hacia esa nada donde la potencia creadora puede brotar y rebrotar en nosotros. Ahí está el carácter específico franciscano: donde está el sentido de la nada en el cual va a brotar la potencia divina que Francisco llama la pobreza.

H 754

1. El Gulag, es decir, el abismo de la utopía política que creyó en la liberación del género humano mediante un poder político fuerte, capaz de producir la igualdad: este poder produjo la destrucción masiva de los individuos, puesto que todos los que se oponían al mismo eran condenados por la historia, de manera que, por su propio bien, era preciso eliminarlos. A partir de entonces ya no creemos que la política pueda conducir a una sociedad feliz. 2. Auschwitz. Los campos de exterminio de judíos de Europa no provienen de una locura furiosa y sanguinaria, sino que son producto de una élite cultural. Hitler y su entorno tenían numerosas obras literarias, no sólo antisemitas, y tenían también todo Wagner, del que el Fuhrer vio muchas veces «Tristán e Isolda». Esta gran historia de amor va a abrasar el espíritu mismo del nazismo, profundamente vinculado con la cultura y con cierta forma de estetismo. Para fabricar el “mundo bello” de los SS había que eliminar la “fealdad” de lo judío. Durante mucho tiempo se creyó que la cultura y la técnica podían salvarnos. 3. Hiroshima. La posibilidad de una destrucción total. No construimos refugios antinucleares en nuestros jardines, ya no tenemos ese temor, pero esa posibilidad está interiorizada. Tomamos conciencia de que estábamos amenazados. Hoy en día cualquier adolescente tiene conciencia del carácter finito del ser humano, conciencia reforzada por la cuestión ecológica, más aún con la ideología darwinista, que presenta la evolución de la especie con posibilidades de desaparecer para dejar sitio a otras especies. Vivimos en ese nihilismo. Nótese por otra parte cómo las fábulas para niños son cada vez más ecológicas. Los hombres son los malos, los animales se entienden bien sin comerse entre ellos y están bajo la amenaza de los hombres. En la enseñanza ha dejado por su parte de haber memoria histórica. ¡Se recuerda la

prehistoria, pero ya no a los reyes que gobernaron Francia y Europa! Y mientras nuestra memoria se vuelve hacia lo prehumano, nuestros proyectos se vuelven hacia lo posthumano. Creemos poder salir de la humanidad, pero ahora por abajo. La especie humana sería una especie terminada. Ya no creemos en la posteridad. Es el contexto actual. Por consiguiente, estamos en la urgencia, queremos éxito rápido. En política, estamos en la mera gestión, en las artes queremos éxito inmediato porque ya no creemos en el largo plazo. Hablamos de las generaciones futuras, pero no sabemos si va a haberlas. De eso estamos conscientes hoy. Es el fin de todas las esperanzas mundanas. Es la caída del progresismo, y eso... ¡es una maravilla! Porque eso muestra que hay urgencia de refundarlo todo, pero no apoyándose en el mundo, sino en las promesas de Dios, es decir, refundando todo a partir de la esperanza teologal, con lo cual no se espera que el mundo cree las condiciones de posibilidad, sino que éstas nos son dadas por la eternidad. Podemos entonces tener confianza en la tierra a partir de lo que el cielo nos da. Y en ese sentido hay contemporáneamente una verdadera espera. Tal vez hoy el gran peligro es el fundamentalismo. La gente va a percibir en tan gran medida la vanidad del mundo que procurará escapar hacia el más allá. Cuando uno es cristiano, sabe que la eternidad es causa del tiempo, que la eternidad consiste en ver al prójimo y a toda la creación en Dios, de manera que la eternidad ocurre aquí y ahora en un amor que se manifiesta en la tierra y en la duración (no es una huida al más allá). ¡Es aquí donde Francisco es nuestro hombre! ¿Cuál es el carácter específico del franciscanismo? ¿Existe dicho carácter o Francisco es de tal manera un alter-Christus que desborda toda especificidad? Me parece que hay una especificidad. Francisco es el santo de la crisis, no sólo porque entra al fuego, convierte a los lobos y expulsa a los demonios de Arezzo, sino porque partió de nada y llegó… ¡a nada!, lo cual es aún mejor. Se dice que Dios creó a partir de la nada. En Francisco, cuando no hay nada, es mejor. Se trata de no tener nada para ser mejor, ir hacia esa nada a partir de la cual Dios se hace creador y recreador; ir hacia esa nada donde la potencia creadora puede brotar y rebrotar en nosotros. Ahí está el carácter específico franciscano: donde está el sentido de la nada en el cual va a brotar la potencia divina que Francisco llama la pobreza. Este término es el más persistente en san Francisco y santa Clara. En los dominicos, sería transmitir; en los benedictinos, el opus Dei, la liturgia; en los cistercienses, el trabajo y la penitencia; en los carmelitas, la oración; en los jesuitas, la evangelización por lo alto de la sociedad, pero en los franciscanos es la pobreza lo que va a primar.

Hay un peligro al poner la propia pobreza como estandarte, al posar de pobre, al jactarse de cierta pobreza. Francisco se abstuvo de denunciar a los ricos malos. Él no está en la teología de la liberación, no es marxista. En la segunda regla, aconseja llevar hábitos bastos... pero también no juzgar... y que cada uno se juzgue y se desprecie a sí mismo.

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preadelantándose, ya sea por el paraíso o por el infierno. Toda vida individual, por muy pequeña que sea, está destinada a esta especie de absoluto que la conduce a la crisis, porque se trata inevitablemente de elegir el bien eterno o la perdición eterna. A este respecto Francisco siempre fue radical. Sin embargo, dentro de esta crisis general de la historia -desde la caída y considerada nuestra redención- quisiera destacar una particularidad de la época actual. Es muy importante considerar el momento especial en el cual nos encontramos, momento calificado por un filósofo como «tiempo del fin» (¡que no es lo mismo que el fin de los tiempos!). ¿Por qué? La explicación se vincula a tres nombres propios, que son nombres de ciudades: Kolyma – Auschwitz – Hiroshima. Se dice que Dios creó a partir de la nada. En Francisco, cuando no hay nada, es mejor. Se trata de no tener nada para ser mejor, ir hacia esa nada a partir de la cual Dios se hace creador y recreador; ir hacia esa nada donde la potencia creadora puede brotar y rebrotar en nosotros. Ahí está el carácter específico franciscano: donde está el sentido de la nada en el cual va a brotar la potencia divina que Francisco llama la pobreza.

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1. El Gulag, es decir, el abismo de la utopía política que creyó en la liberación del género humano mediante un poder político fuerte, capaz de producir la igualdad: este poder produjo la destrucción masiva de los individuos, puesto que todos los que se oponían al mismo eran condenados por la historia, de manera que, por su propio bien, era preciso eliminarlos. A partir de entonces ya no creemos que la política pueda conducir a una sociedad feliz. 2. Auschwitz. Los campos de exterminio de judíos de Europa no provienen de una locura furiosa y sanguinaria, sino que son producto de una élite cultural. Hitler y su entorno tenían numerosas obras literarias, no sólo antisemitas, y tenían también todo Wagner, del que el Fuhrer vio muchas veces «Tristán e Isolda». Esta gran historia de amor va a abrasar el espíritu mismo del nazismo, profundamente vinculado con la cultura y con cierta forma de estetismo. Para fabricar el “mundo bello” de los SS había que eliminar la “fealdad” de lo judío. Durante mucho tiempo se creyó que la cultura y la técnica podían salvarnos. 3. Hiroshima. La posibilidad de una destrucción total. No construimos refugios antinucleares en nuestros jardines, ya no tenemos ese temor, pero esa posibilidad está interiorizada. Tomamos conciencia de que estábamos amenazados. Hoy en día cualquier adolescente tiene conciencia del carácter finito del ser humano, conciencia reforzada por la cuestión ecológica, más aún con la ideología darwinista, que presenta la evolución de la especie con posibilidades de desaparecer para dejar sitio a otras especies. Vivimos en ese nihilismo. Nótese por otra parte cómo las fábulas para niños son cada vez más ecológicas. Los hombres son los malos, los animales se entienden bien sin comerse entre ellos y están bajo la amenaza de los hombres. En la enseñanza ha dejado por su parte de haber memoria histórica. ¡Se recuerda la

prehistoria, pero ya no a los reyes que gobernaron Francia y Europa! Y mientras nuestra memoria se vuelve hacia lo prehumano, nuestros proyectos se vuelven hacia lo posthumano. Creemos poder salir de la humanidad, pero ahora por abajo. La especie humana sería una especie terminada. Ya no creemos en la posteridad. Es el contexto actual. Por consiguiente, estamos en la urgencia, queremos éxito rápido. En política, estamos en la mera gestión, en las artes queremos éxito inmediato porque ya no creemos en el largo plazo. Hablamos de las generaciones futuras, pero no sabemos si va a haberlas. De eso estamos conscientes hoy. Es el fin de todas las esperanzas mundanas. Es la caída del progresismo, y eso... ¡es una maravilla! Porque eso muestra que hay urgencia de refundarlo todo, pero no apoyándose en el mundo, sino en las promesas de Dios, es decir, refundando todo a partir de la esperanza teologal, con lo cual no se espera que el mundo cree las condiciones de posibilidad, sino que éstas nos son dadas por la eternidad. Podemos entonces tener confianza en la tierra a partir de lo que el cielo nos da. Y en ese sentido hay contemporáneamente una verdadera espera. Tal vez hoy el gran peligro es el fundamentalismo. La gente va a percibir en tan gran medida la vanidad del mundo que procurará escapar hacia el más allá. Cuando uno es cristiano, sabe que la eternidad es causa del tiempo, que la eternidad consiste en ver al prójimo y a toda la creación en Dios, de manera que la eternidad ocurre aquí y ahora en un amor que se manifiesta en la tierra y en la duración (no es una huida al más allá). ¡Es aquí donde Francisco es nuestro hombre! ¿Cuál es el carácter específico del franciscanismo? ¿Existe dicho carácter o Francisco es de tal manera un alter-Christus que desborda toda especificidad? Me parece que hay una especificidad. Francisco es el santo de la crisis, no sólo porque entra al fuego, convierte a los lobos y expulsa a los demonios de Arezzo, sino porque partió de nada y llegó… ¡a nada!, lo cual es aún mejor. Se dice que Dios creó a partir de la nada. En Francisco, cuando no hay nada, es mejor. Se trata de no tener nada para ser mejor, ir hacia esa nada a partir de la cual Dios se hace creador y recreador; ir hacia esa nada donde la potencia creadora puede brotar y rebrotar en nosotros. Ahí está el carácter específico franciscano: donde está el sentido de la nada en el cual va a brotar la potencia divina que Francisco llama la pobreza. Este término es el más persistente en san Francisco y santa Clara. En los dominicos, sería transmitir; en los benedictinos, el opus Dei, la liturgia; en los cistercienses, el trabajo y la penitencia; en los carmelitas, la oración; en los jesuitas, la evangelización por lo alto de la sociedad, pero en los franciscanos es la pobreza lo que va a primar.

Hay un peligro al poner la propia pobreza como estandarte, al posar de pobre, al jactarse de cierta pobreza. Francisco se abstuvo de denunciar a los ricos malos. Él no está en la teología de la liberación, no es marxista. En la segunda regla, aconseja llevar hábitos bastos... pero también no juzgar... y que cada uno se juzgue y se desprecie a sí mismo.

H 755


desposa con la crisis. Llevando a cabo una crítica interior permanente. Francisco es un salteador de caminos, un bandido de grandes avenidas; viene a ayudarnos, pero a despojarnos (vean en Las Florecillas al portero en «La perfecta alegría»: tiene razón cuando le dice que roba la limosna de los pobres). Francisco no es un humanitario, no ayuda a los pobres ; adopta la pobreza. Si uno es pobre, lo empobrece aún más. ¿Por qué? Porque sabe que el Espíritu Santo es el padre de los pobres. Pone la existencia al desnudo quitándole las escorias, las placas mundanas, para volver a la fuente del ser, para ver la propia existencia brotar del seno de Dios. Es por eso que a partir de la pobreza Francisco resolverá tres grandes antinomias: entre el ser y el tener, entre fraternidad y jerarquía y entre la cruz y la alegría.

Entre ser y tener:

«Francisco es el primer estigmatizado de la historia. Lo que verán en él los primeros hermanos es en primer lugar el estigmatizado, y no el Francisco hermano de las criaturas, muy de moda hoy en día, sino el segundo crucificado».

Francisco no es un hombre del desarrollo personal de tipo psicologizante. No es la confianza en uno mismo lo que en él predomina, sino descansar en la confianza en Dios, eventualmente en uno, pero mediante Dios y no mediante las propias fuerzas naturales. Y en esto es que se desposa con la crisis. Llevando a cabo una crítica interior permanente.

H 756

En una carta al hermano León, Francisco escribe: «Seguir las huellas de Cristo y su pobreza». En un discurso que nos transmite Santa Clara, dice: «Yo, pequeño hermano Francisco, quiero seguir la vida y la pobreza de Nuestro Señor Jesucristo y su muy santa Madre... y ruego a usted… vivir siempre en esta vida muy santa y en la pobreza...» ¿Qué pobreza? Hay un peIigro al poner la propia pobreza como estandarte, al posar de pobre, al jactarse de cierta pobreza. Francisco se abstuvo de denunciar a los ricos malos. Él no está en la teología de la liberación, no es marxista. En la segunda regla, aconseja llevar hábitos bastos... pero también no juzgar... y que cada uno se juzgue y se desprecie a sí mismo. Francisco no es un hombre del desarrollo personal de tipo psicologizante. No es la confianza en uno mismo lo que en él predomina, sino descansar en la confianza en Dios, eventualmente en uno, pero mediante Dios y no mediante las propias fuerzas naturales. Y en esto es que se

La experiencia del dinero es fundamental en Francisco. Es un burgués, hijo de la clase en ascenso que practica la usura. Recordarán los tres frescos de Giotto, tres escenas cómicas (el don de la capa, el sueño del palacio de armas y el llamado del Cristo de San Damián) y crueles al mismo tiempo, porque ante el llamado de Dios a favor del prójimo, por la urgencia del mundo, y en relación al seno mismo de la Iglesia, Francisco da una respuesta que es buena, pero que está fuera de su vocación: responde mediante el dinero, es una respuesta incorrecta. Gracias al dinero, la nobleza ya no cuenta: ¡no se arma solemnemente al caballero en la nobleza, sino en la nueva jerarquía del dinero! Su limosna es ambigua: ¿es una revancha después de haber perdido la guerra contra la nobleza de Perugia? En efecto, ante el llamado –«Sé mi soldado»– ¡compra armas! (felizmente pronto enferma…). Luego cuando escucha «Repara mi Iglesia», hace todo al revés: roba las telas del padre y su caballo, ¡y ofrece su bolsa! Siempre con el poder del dinero. Se dio cuenta de que el dinero podía quebrar las grandes jerarquías tradicionales, de que el dinero podía llegar a ser un medio de cierta caridad. Esas respuestas no están en la radicalidad evangélica de su vocación. ¿A qué conduciría a la larga lo que acaba de hacer Francisco? A decir, en términos generales: «trabajar más para dar más». Lo cual es siempre una tentación para los mismos jefes de empresa cristianos, que con dificultad vuelven a sus hogares, pretendiendo incluso ya no poder respetar el domingo porque tienen ese horizonte de limosna por concretar: siempre hay que dar y por lo tanto siempre hay que producir más… ¡y se acabó el shabbat! ¡Se acabó el reposo dominical! Eso es lo que ordenará el dinero: esta lógica en la cual se puede dar con el dinero, entrar en comunicación, una especie de igualdad mediante el dinero; pero en la cual uno permanece en el nivel del tener, de la producción, y se pierde de vista el ser.

Francisco no es un humanitario, no ayuda a los pobres; adopta la pobreza. Si uno es pobre, lo empobrece aún más. ¿Por qué? Porque sabe que el Espíritu Santo es el padre de los pobres. (…)

H 757


desposa con la crisis. Llevando a cabo una crítica interior permanente. Francisco es un salteador de caminos, un bandido de grandes avenidas; viene a ayudarnos, pero a despojarnos (vean en Las Florecillas al portero en «La perfecta alegría»: tiene razón cuando le dice que roba la limosna de los pobres). Francisco no es un humanitario, no ayuda a los pobres ; adopta la pobreza. Si uno es pobre, lo empobrece aún más. ¿Por qué? Porque sabe que el Espíritu Santo es el padre de los pobres. Pone la existencia al desnudo quitándole las escorias, las placas mundanas, para volver a la fuente del ser, para ver la propia existencia brotar del seno de Dios. Es por eso que a partir de la pobreza Francisco resolverá tres grandes antinomias: entre el ser y el tener, entre fraternidad y jerarquía y entre la cruz y la alegría.

Entre ser y tener:

«Francisco es el primer estigmatizado de la historia. Lo que verán en él los primeros hermanos es en primer lugar el estigmatizado, y no el Francisco hermano de las criaturas, muy de moda hoy en día, sino el segundo crucificado».

Francisco no es un hombre del desarrollo personal de tipo psicologizante. No es la confianza en uno mismo lo que en él predomina, sino descansar en la confianza en Dios, eventualmente en uno, pero mediante Dios y no mediante las propias fuerzas naturales. Y en esto es que se desposa con la crisis. Llevando a cabo una crítica interior permanente.

H 756

En una carta al hermano León, Francisco escribe: «Seguir las huellas de Cristo y su pobreza». En un discurso que nos transmite Santa Clara, dice: «Yo, pequeño hermano Francisco, quiero seguir la vida y la pobreza de Nuestro Señor Jesucristo y su muy santa Madre... y ruego a usted… vivir siempre en esta vida muy santa y en la pobreza...» ¿Qué pobreza? Hay un peIigro al poner la propia pobreza como estandarte, al posar de pobre, al jactarse de cierta pobreza. Francisco se abstuvo de denunciar a los ricos malos. Él no está en la teología de la liberación, no es marxista. En la segunda regla, aconseja llevar hábitos bastos... pero también no juzgar... y que cada uno se juzgue y se desprecie a sí mismo. Francisco no es un hombre del desarrollo personal de tipo psicologizante. No es la confianza en uno mismo lo que en él predomina, sino descansar en la confianza en Dios, eventualmente en uno, pero mediante Dios y no mediante las propias fuerzas naturales. Y en esto es que se

La experiencia del dinero es fundamental en Francisco. Es un burgués, hijo de la clase en ascenso que practica la usura. Recordarán los tres frescos de Giotto, tres escenas cómicas (el don de la capa, el sueño del palacio de armas y el llamado del Cristo de San Damián) y crueles al mismo tiempo, porque ante el llamado de Dios a favor del prójimo, por la urgencia del mundo, y en relación al seno mismo de la Iglesia, Francisco da una respuesta que es buena, pero que está fuera de su vocación: responde mediante el dinero, es una respuesta incorrecta. Gracias al dinero, la nobleza ya no cuenta: ¡no se arma solemnemente al caballero en la nobleza, sino en la nueva jerarquía del dinero! Su limosna es ambigua: ¿es una revancha después de haber perdido la guerra contra la nobleza de Perugia? En efecto, ante el llamado –«Sé mi soldado»– ¡compra armas! (felizmente pronto enferma…). Luego cuando escucha «Repara mi Iglesia», hace todo al revés: roba las telas del padre y su caballo, ¡y ofrece su bolsa! Siempre con el poder del dinero. Se dio cuenta de que el dinero podía quebrar las grandes jerarquías tradicionales, de que el dinero podía llegar a ser un medio de cierta caridad. Esas respuestas no están en la radicalidad evangélica de su vocación. ¿A qué conduciría a la larga lo que acaba de hacer Francisco? A decir, en términos generales: «trabajar más para dar más». Lo cual es siempre una tentación para los mismos jefes de empresa cristianos, que con dificultad vuelven a sus hogares, pretendiendo incluso ya no poder respetar el domingo porque tienen ese horizonte de limosna por concretar: siempre hay que dar y por lo tanto siempre hay que producir más… ¡y se acabó el shabbat! ¡Se acabó el reposo dominical! Eso es lo que ordenará el dinero: esta lógica en la cual se puede dar con el dinero, entrar en comunicación, una especie de igualdad mediante el dinero; pero en la cual uno permanece en el nivel del tener, de la producción, y se pierde de vista el ser.

Francisco no es un humanitario, no ayuda a los pobres; adopta la pobreza. Si uno es pobre, lo empobrece aún más. ¿Por qué? Porque sabe que el Espíritu Santo es el padre de los pobres. (…)

H 757


(…) Pone la existencia al desnudo quitándole las escorias, las placas mundanas, para volver a la fuente del ser, para ver la propia existencia brotar del seno de Dios. Es por eso que a partir de la pobreza Francisco resolverá tres grandes antinomias: entre el ser y el tener, entre fraternidad y jerarquía y entre la cruz y la alegría.

H 758

Esta lógica tiene dos límites: por una parte, permanecer en el orden del tener, y por otra quedarnos en el límite del dar y no del recibir. En mi libro «La foi des démons» (La fe de los demonios) [N.del E: Cfr. Humanitas 60, pág. 827 ], explico que el don es lo que más atrae al demonio, porque siempre quiere dar, pero a partir de su propio fondo, de sus propias fuerzas, sin haber recibido antes por la gracia de Dios. Cuando se es una criatura, es preciso en primer lugar aprender a recibir, la receptividad es fundamental. Es necesario reconocer que nada somos por nosotros mismos. No podemos dar a partir de nuestro propio fondo (San Juan, cap .8, dice que el demonio es mentiroso porque habla de su propio fondo, ha olvidado la receptividad fundamental de la criatura; ciertamente sabe mejor que nosotros que nada es por sí mismo, pero quisiera actuar con el mínimo de comunión con Dios y por consiguiente sobre todo sin la gracia). Si queremos dar en el orden del ser, como no somos la causa primera del ser, sólo podemos hacerlo habiendo recibido previamente de Dios. Lo que sí podemos dar creyendo ser nosotros la causa primera es, en cambio, la nada. Cuando se trata de destruir, somos la causa primera, podemos hacerlo solos. Una lógica del don que esté desconectada de una receptividad inicial es una lógica destructiva. El hombre va a querer transformar todo a partir de sus propios planes. Y es por eso que va a decapitar, a poner en el Gulag o en las cámaras de gas. Así, Francisco nada tiene para dar. En eso es fiel a la primera misión de los apóstoles después de Pentecostés: ante el paralítico de la Puerta hermosa, Pedro dice: «Nada tengo para darte... pero en nombre de Jesús... » Francisco nos enseña un arte mucho más fundamental que el de dar, cual es el arte de recibir: recibir en la mendicidad, en la hospitalidad, en la gratitud. Es un hombre profundamente sabático. Yo pienso aquí en ese pasaje de Las Florecillas donde Francisco, frente a las migas recibidas, declara que se encuentran ante un magnífico festín, al escuchar lo cual el hermano León replica: «¡Pero no hay que exagerar!». Es importante que haya un hermano León ; sin él nuestro santo parecería una especie de romántico que embellece las cosas. Respuesta de Francisco: «Lo hemos recibido de la mano de Dios». ¡La providencia pura!, y por tanto es maravilloso. Esas migas son traídas por la eternidad, envueltas por la ternura del infinito, de manera que es algo aún más grande que el festín que habríamos preparado con nuestras manos. Es la posición radical de pobreza para ser más receptivo al don de Dios. Y precisamente en eso hay una respuesta a la crisis económica. Hoy nos encontramos en una lógica del crecimiento y el consumo. Si personas pobres han adquirido créditos, es porque han creído en el paraíso del consumo: había que tener casas... obtener créditos sumamente caros... Ellos no se encontraron en su camino con Francisco,

Lo dice San Buenaventura a propósito de Francisco: «De tanto remontarse al primer origen de todas las cosas, concibió para todas ellas una amistad desbordante y llamó hermanos y hermanas a las criaturas, hasta las más pequeñas, porque sabía que ellas y él procedían del mismo y único principio.» (Óleo de Francisco de Zurbarán)

que les habría dicho que el acceso a la propiedad es importante, pero es necesario prestar atención a la ilusión, ya que esas personas que ofrecen créditos van a someterlos a esclavitud. Él está en cambio en una lógica que sería de un decrecimiento, no afín al orden económico. Simplemente dice que no se trata de comenzar por acrecentar las riquezas, sino de recibir lo que es. El sentido del shabbat es bendito, porque es el día en que el hombre no trabaja, ya que es el día en que cosecha. Se puede producir interminablemente hasta llegar a no saber usar las cosas, las pequeñas cosas. La pobreza nos enseña el uso de las cosas, la maravilla ante las pequeñas cosas. Por ese motivo, para los franciscanos, ser señal profética hoy día es ser fiel a su regla de pobreza.

ÉI se da cuenta de que el dinero permite esa especie de nivelación, crea nuevas desigualdades al tenerlo y es además algo sumamente peligroso, puesto que otorga poder, pero el más efímero posible de los poderes.

H 759


(…) Pone la existencia al desnudo quitándole las escorias, las placas mundanas, para volver a la fuente del ser, para ver la propia existencia brotar del seno de Dios. Es por eso que a partir de la pobreza Francisco resolverá tres grandes antinomias: entre el ser y el tener, entre fraternidad y jerarquía y entre la cruz y la alegría.

H 758

Esta lógica tiene dos límites: por una parte, permanecer en el orden del tener, y por otra quedarnos en el límite del dar y no del recibir. En mi libro «La foi des démons» (La fe de los demonios) [N.del E: Cfr. Humanitas 60, pág. 827 ], explico que el don es lo que más atrae al demonio, porque siempre quiere dar, pero a partir de su propio fondo, de sus propias fuerzas, sin haber recibido antes por la gracia de Dios. Cuando se es una criatura, es preciso en primer lugar aprender a recibir, la receptividad es fundamental. Es necesario reconocer que nada somos por nosotros mismos. No podemos dar a partir de nuestro propio fondo (San Juan, cap .8, dice que el demonio es mentiroso porque habla de su propio fondo, ha olvidado la receptividad fundamental de la criatura; ciertamente sabe mejor que nosotros que nada es por sí mismo, pero quisiera actuar con el mínimo de comunión con Dios y por consiguiente sobre todo sin la gracia). Si queremos dar en el orden del ser, como no somos la causa primera del ser, sólo podemos hacerlo habiendo recibido previamente de Dios. Lo que sí podemos dar creyendo ser nosotros la causa primera es, en cambio, la nada. Cuando se trata de destruir, somos la causa primera, podemos hacerlo solos. Una lógica del don que esté desconectada de una receptividad inicial es una lógica destructiva. El hombre va a querer transformar todo a partir de sus propios planes. Y es por eso que va a decapitar, a poner en el Gulag o en las cámaras de gas. Así, Francisco nada tiene para dar. En eso es fiel a la primera misión de los apóstoles después de Pentecostés: ante el paralítico de la Puerta hermosa, Pedro dice: «Nada tengo para darte... pero en nombre de Jesús... » Francisco nos enseña un arte mucho más fundamental que el de dar, cual es el arte de recibir: recibir en la mendicidad, en la hospitalidad, en la gratitud. Es un hombre profundamente sabático. Yo pienso aquí en ese pasaje de Las Florecillas donde Francisco, frente a las migas recibidas, declara que se encuentran ante un magnífico festín, al escuchar lo cual el hermano León replica: «¡Pero no hay que exagerar!». Es importante que haya un hermano León ; sin él nuestro santo parecería una especie de romántico que embellece las cosas. Respuesta de Francisco: «Lo hemos recibido de la mano de Dios». ¡La providencia pura!, y por tanto es maravilloso. Esas migas son traídas por la eternidad, envueltas por la ternura del infinito, de manera que es algo aún más grande que el festín que habríamos preparado con nuestras manos. Es la posición radical de pobreza para ser más receptivo al don de Dios. Y precisamente en eso hay una respuesta a la crisis económica. Hoy nos encontramos en una lógica del crecimiento y el consumo. Si personas pobres han adquirido créditos, es porque han creído en el paraíso del consumo: había que tener casas... obtener créditos sumamente caros... Ellos no se encontraron en su camino con Francisco,

Lo dice San Buenaventura a propósito de Francisco: «De tanto remontarse al primer origen de todas las cosas, concibió para todas ellas una amistad desbordante y llamó hermanos y hermanas a las criaturas, hasta las más pequeñas, porque sabía que ellas y él procedían del mismo y único principio.» (Óleo de Francisco de Zurbarán)

que les habría dicho que el acceso a la propiedad es importante, pero es necesario prestar atención a la ilusión, ya que esas personas que ofrecen créditos van a someterlos a esclavitud. Él está en cambio en una lógica que sería de un decrecimiento, no afín al orden económico. Simplemente dice que no se trata de comenzar por acrecentar las riquezas, sino de recibir lo que es. El sentido del shabbat es bendito, porque es el día en que el hombre no trabaja, ya que es el día en que cosecha. Se puede producir interminablemente hasta llegar a no saber usar las cosas, las pequeñas cosas. La pobreza nos enseña el uso de las cosas, la maravilla ante las pequeñas cosas. Por ese motivo, para los franciscanos, ser señal profética hoy día es ser fiel a su regla de pobreza.

ÉI se da cuenta de que el dinero permite esa especie de nivelación, crea nuevas desigualdades al tenerlo y es además algo sumamente peligroso, puesto que otorga poder, pero el más efímero posible de los poderes.

H 759


Francisco no es un humanista en el sentido estricto del término. La fraternidad de la cual habla es una fraternidad con todas las criaturas. E irá más allá de la «deep ecology», que habla de fraternidad con los animales y las plantas: para él es también “mi hermano el fuego”, “mi hermano el viento” e incluso “nuestra hermana la muerte”. (…)

H 760

Dicho esto, debemos también decir que el tener es propio del hombre. Los animales no tienen. El hombre produce y tiene. Francisco está consciente de ello. Pero alguien puede asimismo convertirse en señal profética en el sentido de que la pobreza del tener puede hacer entrar en la riqueza del ser y ese alguien puede arrancar a la gente de la locura de tener cada vez más, para entrar a un ser cada vez más. La vocación a la estricta observancia de los hermanos menores no es la misma que la de sus amigos espirituales que tienen que saber usar el dinero. Hay una diferencia entre la vocación del religioso y la del laico. Los franciscanos fueron los primeros en escribir tratados sobre el tema de los préstamos, para salir de la lógica de la usura, que desearon que el dinero circulara para una mejor distribución, pero ellos mismos no deben entrar en esa lógica. Ellos son como ajenos a eso; son más bien los hombres de la renuncia al dinero y a la propiedad para estar en la desnudez del ser.

Fraternidad y jerarquía: Al final de la batalla de Perugia, en que los nobles son expulsados de Asís, se suscribe un pacto con los burgueses de esta ciudad para que tengan cierto poder en el gobierno de ella. Se ve aparecer la palabra «minores» para calificar a los burgueses, siendo los nobles los «maiores». Los burgueses son ciudadanos menores. Francisco fundará los hermanos menores. Él se da cuenta de que el dinero permite esa especie de nivelación, crea nuevas desigualdades al tenerlo y es además algo sumamente peligroso, puesto que otorga poder, pero el más efímero posible de los poderes. Alguien llega a ser muy rico y luego todo cae, siendo que, por añadidura, puede quedar atado por la fascinación del dinero. Cuando la jerarquía eclesiástica ha tendido a convertirse en jerarquía mundana y se ha volcado hacia el dinero, al mismo tiempo que adquirió un mayor poder, se debilitó. Francisco advirtió bien esa fragilidad, reforzada por la lógica del dinero. Por eso, no va a pensar en la nivelación en el ámbito del tener, como lo haría un marxista, sino en una fraternidad en el ser. La fraternidad es tener sentido de la paternidad divina. No hay fraternidad sin padre. Es preciso tener cuidado de no caer en la lógica “republicana” de la fraternidad, que desearía que seamos una fraternidad sin padre. Por lo demás, eso no funciona. No se sabe bien lo que puede ser esa fraternidad “republicana” en el lema de Francia. Libertad, sí, igualdad, sí, pero la fraternidad, tal como hoy se entiende (sin paternidad), equivaldría más bien a laicidad. Lo dice San Buenaventura a propósito de Francisco: «De tanto remontarse al primer origen de todas las cosas, concibió para todas ellas una amistad desbordante y llamó hermanos y hermanas

a las criaturas, hasta las más pequeñas, porque sabía que ellas y él procedían del mismo y único principio.» Francisco no es un humanista en el sentido estricto del término. La fraternidad de la cual habla es una fraternidad con todas las criaturas. E irá más allá de la «deep ecology», que habla de fraternidad con los animales y las plantas: para él es también “mi hermano el fuego”, “mi hermano el viento” e incluso “nuestra hermana la muerte”. La radicalidad de la fraternidad franciscana es única precisamente porque entiende que nuestro ser es recibido de Dios del mismo modo que cualquier otra criatura y en esa pobreza radical de la criatura. Pero Francisco tampoco va a estar en esa fraternidad informe. Si nuestra fraternidad se constituye a partir de nuestra madre, la tierra, el material informe, todo es entonces igual y entraríamos en la lógica de la «deep ecology» de Peter Singer (movimiento para la liberación animal), que vuelve a crear una jerarquía a partir de la utilidad y llega a sotener, por ejemplo, que una buena vaca lechera es más útil que un discapacitado, que nada puede hacer y sólo cava el orificio de la seguridad social. Dicha vaca tendría para Singer una dignidad que puede ser superior a la de esa persona inutilizada. En tal perspectiva, por lo tanto, esa vaca sería también superior a Francisco de Asís, que voluntariamente quiere ser un minusválido, un pobre entre los pobres, y mendigar. Como aquí la fraternidad proviene del Padre ordenador de todas las cosas, va a existir un orden, y la fraternidad no va a estar contra la jerarquía, sino que va a ser repensada de nuevo en la jerarquía de los seres, en mayor profundidad. Cuando Tomás de Aquino se pregunta si Dios ama igualmente a todas las criaturas, vuelve a la definición de Aristóteles y dice: «Amar es desear el bien a alguien y lo más o lo menos puede darse ya sea en el ámbito del querer (con mayor o menor intensidad) o en el ámbito del bien otorgado (un bien de mayor o menor envergadura)». A lo que Tomás agrega que hay desigualdad en los bienes que Dios da, pero que eso no significa que cada uno no esté colmado, sino que cada uno se encuentra en un grado diferente al de otro. Por consiguiente, el bien comunicado es desigual. Pero después Tomás va a añadir algo acerca de lo cual Francisco tenía una intuición profunda. Que en el querer de Dios hay un solo acto de voluntad en Él; es el mismo y único amor infinito, lo cual es sumamente asombroso. Hay igualdad en el amor infinito, en su intensidad, pero hay desigualdad por cuanto se da a cada uno según lo que puede y debe recibir. Por ese motivo existimos realmente en un sentido no económico ni ecológico, sino en un sentido creatural, que es ordenado, jerarquizado como algo dado para cada uno de acuerdo con lo que necesita. Eso es fundamental. Eso rige también para la relación con la jerarquía eclesiástica. A menudo se ha pretendido presentar la fraternidad universal de Francisco

(…) La radicalidad de la fraternidad franciscana es única precisamente porque entiende que nuestro ser es recibido de Dios del mismo modo que cualquier otra criatura y en esa pobreza radical de la criatura.

H 761


Francisco no es un humanista en el sentido estricto del término. La fraternidad de la cual habla es una fraternidad con todas las criaturas. E irá más allá de la «deep ecology», que habla de fraternidad con los animales y las plantas: para él es también “mi hermano el fuego”, “mi hermano el viento” e incluso “nuestra hermana la muerte”. (…)

H 760

Dicho esto, debemos también decir que el tener es propio del hombre. Los animales no tienen. El hombre produce y tiene. Francisco está consciente de ello. Pero alguien puede asimismo convertirse en señal profética en el sentido de que la pobreza del tener puede hacer entrar en la riqueza del ser y ese alguien puede arrancar a la gente de la locura de tener cada vez más, para entrar a un ser cada vez más. La vocación a la estricta observancia de los hermanos menores no es la misma que la de sus amigos espirituales que tienen que saber usar el dinero. Hay una diferencia entre la vocación del religioso y la del laico. Los franciscanos fueron los primeros en escribir tratados sobre el tema de los préstamos, para salir de la lógica de la usura, que desearon que el dinero circulara para una mejor distribución, pero ellos mismos no deben entrar en esa lógica. Ellos son como ajenos a eso; son más bien los hombres de la renuncia al dinero y a la propiedad para estar en la desnudez del ser.

Fraternidad y jerarquía: Al final de la batalla de Perugia, en que los nobles son expulsados de Asís, se suscribe un pacto con los burgueses de esta ciudad para que tengan cierto poder en el gobierno de ella. Se ve aparecer la palabra «minores» para calificar a los burgueses, siendo los nobles los «maiores». Los burgueses son ciudadanos menores. Francisco fundará los hermanos menores. Él se da cuenta de que el dinero permite esa especie de nivelación, crea nuevas desigualdades al tenerlo y es además algo sumamente peligroso, puesto que otorga poder, pero el más efímero posible de los poderes. Alguien llega a ser muy rico y luego todo cae, siendo que, por añadidura, puede quedar atado por la fascinación del dinero. Cuando la jerarquía eclesiástica ha tendido a convertirse en jerarquía mundana y se ha volcado hacia el dinero, al mismo tiempo que adquirió un mayor poder, se debilitó. Francisco advirtió bien esa fragilidad, reforzada por la lógica del dinero. Por eso, no va a pensar en la nivelación en el ámbito del tener, como lo haría un marxista, sino en una fraternidad en el ser. La fraternidad es tener sentido de la paternidad divina. No hay fraternidad sin padre. Es preciso tener cuidado de no caer en la lógica “republicana” de la fraternidad, que desearía que seamos una fraternidad sin padre. Por lo demás, eso no funciona. No se sabe bien lo que puede ser esa fraternidad “republicana” en el lema de Francia. Libertad, sí, igualdad, sí, pero la fraternidad, tal como hoy se entiende (sin paternidad), equivaldría más bien a laicidad. Lo dice San Buenaventura a propósito de Francisco: «De tanto remontarse al primer origen de todas las cosas, concibió para todas ellas una amistad desbordante y llamó hermanos y hermanas

a las criaturas, hasta las más pequeñas, porque sabía que ellas y él procedían del mismo y único principio.» Francisco no es un humanista en el sentido estricto del término. La fraternidad de la cual habla es una fraternidad con todas las criaturas. E irá más allá de la «deep ecology», que habla de fraternidad con los animales y las plantas: para él es también “mi hermano el fuego”, “mi hermano el viento” e incluso “nuestra hermana la muerte”. La radicalidad de la fraternidad franciscana es única precisamente porque entiende que nuestro ser es recibido de Dios del mismo modo que cualquier otra criatura y en esa pobreza radical de la criatura. Pero Francisco tampoco va a estar en esa fraternidad informe. Si nuestra fraternidad se constituye a partir de nuestra madre, la tierra, el material informe, todo es entonces igual y entraríamos en la lógica de la «deep ecology» de Peter Singer (movimiento para la liberación animal), que vuelve a crear una jerarquía a partir de la utilidad y llega a sotener, por ejemplo, que una buena vaca lechera es más útil que un discapacitado, que nada puede hacer y sólo cava el orificio de la seguridad social. Dicha vaca tendría para Singer una dignidad que puede ser superior a la de esa persona inutilizada. En tal perspectiva, por lo tanto, esa vaca sería también superior a Francisco de Asís, que voluntariamente quiere ser un minusválido, un pobre entre los pobres, y mendigar. Como aquí la fraternidad proviene del Padre ordenador de todas las cosas, va a existir un orden, y la fraternidad no va a estar contra la jerarquía, sino que va a ser repensada de nuevo en la jerarquía de los seres, en mayor profundidad. Cuando Tomás de Aquino se pregunta si Dios ama igualmente a todas las criaturas, vuelve a la definición de Aristóteles y dice: «Amar es desear el bien a alguien y lo más o lo menos puede darse ya sea en el ámbito del querer (con mayor o menor intensidad) o en el ámbito del bien otorgado (un bien de mayor o menor envergadura)». A lo que Tomás agrega que hay desigualdad en los bienes que Dios da, pero que eso no significa que cada uno no esté colmado, sino que cada uno se encuentra en un grado diferente al de otro. Por consiguiente, el bien comunicado es desigual. Pero después Tomás va a añadir algo acerca de lo cual Francisco tenía una intuición profunda. Que en el querer de Dios hay un solo acto de voluntad en Él; es el mismo y único amor infinito, lo cual es sumamente asombroso. Hay igualdad en el amor infinito, en su intensidad, pero hay desigualdad por cuanto se da a cada uno según lo que puede y debe recibir. Por ese motivo existimos realmente en un sentido no económico ni ecológico, sino en un sentido creatural, que es ordenado, jerarquizado como algo dado para cada uno de acuerdo con lo que necesita. Eso es fundamental. Eso rige también para la relación con la jerarquía eclesiástica. A menudo se ha pretendido presentar la fraternidad universal de Francisco

(…) La radicalidad de la fraternidad franciscana es única precisamente porque entiende que nuestro ser es recibido de Dios del mismo modo que cualquier otra criatura y en esa pobreza radical de la criatura.

H 761


Fabrice Hadjadj Fabrice Hadjadj nació en Nanterre en 1971 de padres de ascendencia judía e ideología maoísta. Vivió su infancia entre Túnez y Francia. Ahora reside en la Provenza francesa, donde ejerce como profesor de Filosofía y Literatura. Es colaborador habitual del diario Le Figaro de París. Convertido al catolicismo en 1998, a veces se presenta a sí mismo como “un judío de nombre árabe y de confesión católica”. Es ensayista y dramaturgo, está casado con la actriz de teatro Siffreine Michel, de la que tiene cinco hijos. Actualmente enseña en el instituto privado Sainte-Jeanne d’Arc y en el Seminario de Toulon. El presente texto corresponde a una transcripción literal, traducida, editada y revisada por su autor, de las palabras que pronunció en la asamblea de la Orden de San Francisco realizada en Lourdes, Francia, con ocasión del 8º centenario de la orden. Al abrir su discurso Hadjadj señaló:

“En primer lugar, quisiera decir que soy un perfecto ignorante; no tengo Totum alguno donde vivo. Pero es tradición franciscana acoger a los pobres, de manera que me presento a ustedes como un pobre, como una persona sin autoridad alguna en la materia. “Será un enfoque personal y mi mirada será doblemente externa, ya que pertenezco más bien a la familia benedictina (soy oblato de Solesmes) y además soy de tradición teológica tomista, por lo tanto más bien del lado dominico. En todo caso, ni la figura de San Benito ni la figura de Santo Domingo me marcaron tanto como la de San Francisco. Como ven, San Francisco siempre tuvo una irradiación más allá de su orden. Es una de sus grandes particularidades.”

Es la alegría lo que principalmente exige la cruz en la condición actual del mundo, porque la alegría, la beatitud se recibe de Dios de manera que viene a crucificar nuestro orgullo. Francisco habla de vencerse a uno mismo.

H 762

en conflicto con el papado. El respeto a los sacerdotes y especialmente al Papa es fundamental en Francisco porque él sabe que los grados de jerarquía son para grados de santidad. En la Iglesia hay una jerarquía, no de poder, sino de servicio. El Papa es el siervo de los siervos de Dios y por consiguiente Francisco muestra que la jerarquía está ordenada a la fraternidad universal y no es una fraternidad proletaria, sometida a una jerarquía de dominio. Se trata de la grandeza de una muy elevada pobreza, receptiva a Dios, corazón de la santidad.

La cruz y la alegría: Francisco es el primer estigmatizado de la historia. Lo que verán en él los primeros hermanos es en primer lugar el estigmatizado, y no el Francisco hermano de las criaturas, muy de moda hoy en día, sino el segundo crucificado. Esto es fundamental para no entrar en un romanticismo o en el olvido del drama de la historia. La fraternidad

no es sólo un dato, sino algo que también se hace a través de la cruz. Es dada, pero también a través de los sufrimientos, porque somos pecadores y debemos convertirnos. Francisco suele ser duro, porque sabe que habla de una fraternidad en Dios y que lo que está contra Dios debe echarse al fuego y desaparecer. Por lo tanto, puede usar de una fuerza tremenda en la corrección fraterna. No es «nos sonreímos, estamos juntos en una complacencia mutua, bien acomodados en el calor mientras los malos están afuera.» No, más bien es que vamos a ir delante de los malos porque se sabe que sin la gracia de Dios habríamos sido peores que ellos. La cruz es tanto obra de la injusticia como obra de la alegría (Cfr. Las Florecillas, capítulo «La alegría perfecta»). Es la alegría lo que principalmente exige la cruz en la condición actual del mundo, porque la alegría, la beatitud se recibe de Dios de manera que viene a crucificar nuestro orgullo. Francisco habla de vencerse a uno mismo. Por consiguiente, está en primer lugar ese sufrimiento del orgullo, de la criatura que está cerrada y debe rasgarse, cuya caparazón tiene que romperse para acoger la luz divina y por tanto la verdadera alegría, separándose de todos los placeres mezquinos. En segundo lugar, no sólo se recibe la alegría, sino que ésta se desea comunicar. ¿Qué sería una alegría guardada para uno en forma estrecha y egoísta? No hay mejor definición del infierno que la de un pequeño placer encogido sobre sí mismo. Luego es preciso sufrir para transmitir la alegría. Es la alegría quien va a pedir la cruz. No hay dualidad. Así, Francisco crucificado es el mismo que Francisco alegre, porque es este crucificado quien recibe la alegría de Dios y la comunica a sus hermanos entrando en su aflicción, identificándose con su aflicción. No es lo suyo la ayuda a los pobres, ya que de ese modo su obra sólo sería una obra social, del mundo, como las hay otras muy buenas. Es esencialmente hacerse uno con el pobre. Cristo quiso salvarnos haciéndose uno de nosotros. El franciscano va delante del pobre haciéndose pobre él mismo. Aquí hay una respuesta profunda a la crisis antropológica, porque si el hombre se destruye es porque quiere salvarse a sí mismo, ser el autor de su alegría más que recibirla de Dios y de todas las demás criaturas a partir de una pobreza fundamental. Francisco nos llama nuevamente a esta receptividad y llama a ella en la alabanza, palabra pobre por excelencia y también hospitalaria. Cuando alabo a Dios, le digo que no lo alabo todavía o que lo alabo insuficientemente. Es una palabra herida, pobre. Ella llama a todas las demás criaturas: «Alabad conmigo al Señor», para poder acercarse con una alabanza digna de Dios. Y además se llama al futuro. La alabanza es siempre eclesial, pero además apela al fin de los tiempos. «Cantaré al Señor». Ella acoge el porvenir de la eternidad. Por ese motivo también, en esta entrada radical al misterio de la pobreza, Francisco nos abre a la más elevada alabanza.

No sólo se recibe la alegría, sino que ésta se desea comunicar. ¿Qué sería una alegría guardada para uno en forma estrecha y egoísta? No hay mejor definición del infierno que la de un pequeño placer encogido sobre sí mismo. Luego es preciso sufrir para transmitir la alegría. Es la alegría quien va a pedir la cruz.

H 763


Fabrice Hadjadj Fabrice Hadjadj nació en Nanterre en 1971 de padres de ascendencia judía e ideología maoísta. Vivió su infancia entre Túnez y Francia. Ahora reside en la Provenza francesa, donde ejerce como profesor de Filosofía y Literatura. Es colaborador habitual del diario Le Figaro de París. Convertido al catolicismo en 1998, a veces se presenta a sí mismo como “un judío de nombre árabe y de confesión católica”. Es ensayista y dramaturgo, está casado con la actriz de teatro Siffreine Michel, de la que tiene cinco hijos. Actualmente enseña en el instituto privado Sainte-Jeanne d’Arc y en el Seminario de Toulon. El presente texto corresponde a una transcripción literal, traducida, editada y revisada por su autor, de las palabras que pronunció en la asamblea de la Orden de San Francisco realizada en Lourdes, Francia, con ocasión del 8º centenario de la orden. Al abrir su discurso Hadjadj señaló:

“En primer lugar, quisiera decir que soy un perfecto ignorante; no tengo Totum alguno donde vivo. Pero es tradición franciscana acoger a los pobres, de manera que me presento a ustedes como un pobre, como una persona sin autoridad alguna en la materia. “Será un enfoque personal y mi mirada será doblemente externa, ya que pertenezco más bien a la familia benedictina (soy oblato de Solesmes) y además soy de tradición teológica tomista, por lo tanto más bien del lado dominico. En todo caso, ni la figura de San Benito ni la figura de Santo Domingo me marcaron tanto como la de San Francisco. Como ven, San Francisco siempre tuvo una irradiación más allá de su orden. Es una de sus grandes particularidades.”

Es la alegría lo que principalmente exige la cruz en la condición actual del mundo, porque la alegría, la beatitud se recibe de Dios de manera que viene a crucificar nuestro orgullo. Francisco habla de vencerse a uno mismo.

H 762

en conflicto con el papado. El respeto a los sacerdotes y especialmente al Papa es fundamental en Francisco porque él sabe que los grados de jerarquía son para grados de santidad. En la Iglesia hay una jerarquía, no de poder, sino de servicio. El Papa es el siervo de los siervos de Dios y por consiguiente Francisco muestra que la jerarquía está ordenada a la fraternidad universal y no es una fraternidad proletaria, sometida a una jerarquía de dominio. Se trata de la grandeza de una muy elevada pobreza, receptiva a Dios, corazón de la santidad.

La cruz y la alegría: Francisco es el primer estigmatizado de la historia. Lo que verán en él los primeros hermanos es en primer lugar el estigmatizado, y no el Francisco hermano de las criaturas, muy de moda hoy en día, sino el segundo crucificado. Esto es fundamental para no entrar en un romanticismo o en el olvido del drama de la historia. La fraternidad

no es sólo un dato, sino algo que también se hace a través de la cruz. Es dada, pero también a través de los sufrimientos, porque somos pecadores y debemos convertirnos. Francisco suele ser duro, porque sabe que habla de una fraternidad en Dios y que lo que está contra Dios debe echarse al fuego y desaparecer. Por lo tanto, puede usar de una fuerza tremenda en la corrección fraterna. No es «nos sonreímos, estamos juntos en una complacencia mutua, bien acomodados en el calor mientras los malos están afuera.» No, más bien es que vamos a ir delante de los malos porque se sabe que sin la gracia de Dios habríamos sido peores que ellos. La cruz es tanto obra de la injusticia como obra de la alegría (Cfr. Las Florecillas, capítulo «La alegría perfecta»). Es la alegría lo que principalmente exige la cruz en la condición actual del mundo, porque la alegría, la beatitud se recibe de Dios de manera que viene a crucificar nuestro orgullo. Francisco habla de vencerse a uno mismo. Por consiguiente, está en primer lugar ese sufrimiento del orgullo, de la criatura que está cerrada y debe rasgarse, cuya caparazón tiene que romperse para acoger la luz divina y por tanto la verdadera alegría, separándose de todos los placeres mezquinos. En segundo lugar, no sólo se recibe la alegría, sino que ésta se desea comunicar. ¿Qué sería una alegría guardada para uno en forma estrecha y egoísta? No hay mejor definición del infierno que la de un pequeño placer encogido sobre sí mismo. Luego es preciso sufrir para transmitir la alegría. Es la alegría quien va a pedir la cruz. No hay dualidad. Así, Francisco crucificado es el mismo que Francisco alegre, porque es este crucificado quien recibe la alegría de Dios y la comunica a sus hermanos entrando en su aflicción, identificándose con su aflicción. No es lo suyo la ayuda a los pobres, ya que de ese modo su obra sólo sería una obra social, del mundo, como las hay otras muy buenas. Es esencialmente hacerse uno con el pobre. Cristo quiso salvarnos haciéndose uno de nosotros. El franciscano va delante del pobre haciéndose pobre él mismo. Aquí hay una respuesta profunda a la crisis antropológica, porque si el hombre se destruye es porque quiere salvarse a sí mismo, ser el autor de su alegría más que recibirla de Dios y de todas las demás criaturas a partir de una pobreza fundamental. Francisco nos llama nuevamente a esta receptividad y llama a ella en la alabanza, palabra pobre por excelencia y también hospitalaria. Cuando alabo a Dios, le digo que no lo alabo todavía o que lo alabo insuficientemente. Es una palabra herida, pobre. Ella llama a todas las demás criaturas: «Alabad conmigo al Señor», para poder acercarse con una alabanza digna de Dios. Y además se llama al futuro. La alabanza es siempre eclesial, pero además apela al fin de los tiempos. «Cantaré al Señor». Ella acoge el porvenir de la eternidad. Por ese motivo también, en esta entrada radical al misterio de la pobreza, Francisco nos abre a la más elevada alabanza.

No sólo se recibe la alegría, sino que ésta se desea comunicar. ¿Qué sería una alegría guardada para uno en forma estrecha y egoísta? No hay mejor definición del infierno que la de un pequeño placer encogido sobre sí mismo. Luego es preciso sufrir para transmitir la alegría. Es la alegría quien va a pedir la cruz.

H 763


Esta ilustración y las que siguen en las páginas dedicadas al discurso de Ratisbona corresponden a obras del pintor norteamericano William Congdon (1912-1998).

A cinco años del discurso de Ratisbona:

El Logos precede al Ethos

H 764

Se cumplieron este pasado mes de septiembre –casi coincidiendo con una nueva visita de Benedicto XVI a su Alemania natal– cinco años desde que el 12 de ese mismo mes, del año 2006, el Papa pronunciara en la Universidad de Ratisbona, lugar de una de sus cátedras como maestro en teología, su célebre discurso apelando a una decidida apertura de la razón al gran logos, texto que por su inmensa trascendencia quedó bautizado con el nombre de la universidad anfitriona. Luego, otras intervenciones, como la de Verona (octubre 2006), dirigiéndose a la Conferencia Episcopal italiana; la de la Universidad La Sapienza (discurso no leído, enero 2008), la de Le Collège des Bernardins (septiembre 2008) en París ante los constructores de la sociedad, fueron espléndidas ocasiones para que el Pontífice profundizara el mismo planteamiento. Más allá de la estruendosa bulla artificialmente provocada en los medios por una cita del emperador bizantino Manuel II Paleólogo a que acudiera Benedicto XVI HUMANITAS Nº 64 pp. 764 - 799

en la ocasión, resultó bien claro que su discurso se dirigía a los pueblos occidentales cuyo desarrollo cultural ha hecho abandono de una razón que busque e inquiera a la realidad por el sentido último de la existencia del hombre mismo. Reflexión tan central en el magisterio del Papa Benedicto XVI y asimismo tan enlazada con su pensamiento teológico-filosófico de largos años de docencia, nos impulsó a una nueva revisión y profundización en ella. A tal efecto reproducimos los párrafos del discurso que nos parecen infaltables para entrar en el meollo de este determinante llamado a extender el espacio de la razón moderna, seguido por el comentario de cuatro autorizados observadores de esta perspectiva filosófica: el Cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán y ex Rector de la Pontificia Universidad Lateranense; el ex decano de Filosofía de esa misma Universidad profesor Antonio Livi; los académicos chilenos profesores Juan de Dios Vial Larraín y Pedro Morandé Court; la decano del Pontificio Instituto Juan Pablo II, sede Melbourne.

H 765


Esta ilustración y las que siguen en las páginas dedicadas al discurso de Ratisbona corresponden a obras del pintor norteamericano William Congdon (1912-1998).

A cinco años del discurso de Ratisbona:

El Logos precede al Ethos

H 764

Se cumplieron este pasado mes de septiembre –casi coincidiendo con una nueva visita de Benedicto XVI a su Alemania natal– cinco años desde que el 12 de ese mismo mes, del año 2006, el Papa pronunciara en la Universidad de Ratisbona, lugar de una de sus cátedras como maestro en teología, su célebre discurso apelando a una decidida apertura de la razón al gran logos, texto que por su inmensa trascendencia quedó bautizado con el nombre de la universidad anfitriona. Luego, otras intervenciones, como la de Verona (octubre 2006), dirigiéndose a la Conferencia Episcopal italiana; la de la Universidad La Sapienza (discurso no leído, enero 2008), la de Le Collège des Bernardins (septiembre 2008) en París ante los constructores de la sociedad, fueron espléndidas ocasiones para que el Pontífice profundizara el mismo planteamiento. Más allá de la estruendosa bulla artificialmente provocada en los medios por una cita del emperador bizantino Manuel II Paleólogo a que acudiera Benedicto XVI HUMANITAS Nº 64 pp. 764 - 799

en la ocasión, resultó bien claro que su discurso se dirigía a los pueblos occidentales cuyo desarrollo cultural ha hecho abandono de una razón que busque e inquiera a la realidad por el sentido último de la existencia del hombre mismo. Reflexión tan central en el magisterio del Papa Benedicto XVI y asimismo tan enlazada con su pensamiento teológico-filosófico de largos años de docencia, nos impulsó a una nueva revisión y profundización en ella. A tal efecto reproducimos los párrafos del discurso que nos parecen infaltables para entrar en el meollo de este determinante llamado a extender el espacio de la razón moderna, seguido por el comentario de cuatro autorizados observadores de esta perspectiva filosófica: el Cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán y ex Rector de la Pontificia Universidad Lateranense; el ex decano de Filosofía de esa misma Universidad profesor Antonio Livi; los académicos chilenos profesores Juan de Dios Vial Larraín y Pedro Morandé Court; la decano del Pontificio Instituto Juan Pablo II, sede Melbourne.

H 765


Benedicto XVI:

EXTRACTO DEL DISCURSO DE RATISBONA *** A este propósito se presenta un dilema en la comprensión de Dios, y por tanto en la realización concreta de la religión, que hoy nos plantea un desafío muy directo. La convicción de que actuar contra la razón está en contradicción con la naturaleza de Dios, ¿es solamente un pensamiento griego o vale siempre y por sí mismo? Pienso que en este punto se manifiesta la profunda consonancia entre lo griego en su mejor sentido y lo que es fe en Dios según la Biblia. Modificando el primer versículo del libro del Génesis, el primer versículo de toda la sagrada Escritura, san Juan comienza el prólogo de su Evangelio con las palabras: «En el principio ya existía el Logos». (…)

*** (…) Logos significa tanto razón como palabra, una razón que es creadora y capaz de comunicarse, pero precisamente como razón. De este modo, san Juan nos ha brindado la palabra conclusiva sobre el concepto bíblico de Dios, la palabra con la que todos los caminos de la fe bíblica, a menudo arduos y tortuosos, alcanzan su meta, encuentran su síntesis. En el principio existía el logos, y el logos es Dios, nos dice el evangelista. El encuentro entre el mensaje bíblico y el pensamiento griego no era una simple casualidad. (…)

*** (…) En la Baja Edad Media, hubo en la teología tendencias que rompen esta síntesis entre espíritu griego y espíritu cristiano. En contraste con el llamado intelectualismo agustiniano y tomista, Juan Duns Escoto introdujo un planteamiento voluntarista que, tras sucesivos desarrollos, llevó finalmente a afirmar que sólo conocemos de Dios la voluntas ordinata. Más allá de ésta existiría la libertad de Dios, en virtud de la cual habría podido crear y hacer incluso lo contrario de todo lo que efectivamente ha hecho. Aquí se perfilan posiciones que (…) podrían llevar incluso a una imagen de Dios-Arbitrio, que no está vinculado ni siquiera con la verdad y el bien. La trascendencia y la diversidad de Dios se acentúan de una manera tan exagerada, que incluso nuestra razón, nuestro sentido de la verdad y del bien, dejan de ser un auténtico espejo de Dios, cuyas posibilidades abismales permanecen para nosotros eternamente inaccesibles y escondidas tras sus decisiones efectivas. En contraste con esto, la fe de la Iglesia se ha atenido siempre a la convicción de que entre Dios y nosotros, entre su eterno Espíritu creador

H 766

Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona (12 de septiembre. 2006).

y nuestra razón creada, existe una verdadera analogía, en la que ciertamente –como dice el IV concilio de Letrán en 1215– las diferencias son infinitamente más grandes que las semejanzas, pero sin llegar por ello a abolir la analogía y su lenguaje. Dios no se hace más divino por el hecho de que lo alejemos de nosotros con un voluntarismo puro e impenetrable, sino que, más bien, el Dios verdaderamente divino es el Dios que se ha manifestado como logos y ha actuado y actúa como logos lleno de amor por nosotros. Ciertamente el amor, como dice san Pablo, «rebasa» el conocimiento y por eso es capaz de percibir más que el simple pensamiento (cf. ef 3, 19); sin embargo, sigue siendo el amor del Dios-Logos, por lo cual el culto cristiano, como dice también san Pablo, es «lógico» λογικη, un culto que concuerda con el Verbo eterno y con nuestra razón (cf. Rm 12, 1)

H 767


Benedicto XVI:

EXTRACTO DEL DISCURSO DE RATISBONA *** A este propósito se presenta un dilema en la comprensión de Dios, y por tanto en la realización concreta de la religión, que hoy nos plantea un desafío muy directo. La convicción de que actuar contra la razón está en contradicción con la naturaleza de Dios, ¿es solamente un pensamiento griego o vale siempre y por sí mismo? Pienso que en este punto se manifiesta la profunda consonancia entre lo griego en su mejor sentido y lo que es fe en Dios según la Biblia. Modificando el primer versículo del libro del Génesis, el primer versículo de toda la sagrada Escritura, san Juan comienza el prólogo de su Evangelio con las palabras: «En el principio ya existía el Logos». (…)

*** (…) Logos significa tanto razón como palabra, una razón que es creadora y capaz de comunicarse, pero precisamente como razón. De este modo, san Juan nos ha brindado la palabra conclusiva sobre el concepto bíblico de Dios, la palabra con la que todos los caminos de la fe bíblica, a menudo arduos y tortuosos, alcanzan su meta, encuentran su síntesis. En el principio existía el logos, y el logos es Dios, nos dice el evangelista. El encuentro entre el mensaje bíblico y el pensamiento griego no era una simple casualidad. (…)

*** (…) En la Baja Edad Media, hubo en la teología tendencias que rompen esta síntesis entre espíritu griego y espíritu cristiano. En contraste con el llamado intelectualismo agustiniano y tomista, Juan Duns Escoto introdujo un planteamiento voluntarista que, tras sucesivos desarrollos, llevó finalmente a afirmar que sólo conocemos de Dios la voluntas ordinata. Más allá de ésta existiría la libertad de Dios, en virtud de la cual habría podido crear y hacer incluso lo contrario de todo lo que efectivamente ha hecho. Aquí se perfilan posiciones que (…) podrían llevar incluso a una imagen de Dios-Arbitrio, que no está vinculado ni siquiera con la verdad y el bien. La trascendencia y la diversidad de Dios se acentúan de una manera tan exagerada, que incluso nuestra razón, nuestro sentido de la verdad y del bien, dejan de ser un auténtico espejo de Dios, cuyas posibilidades abismales permanecen para nosotros eternamente inaccesibles y escondidas tras sus decisiones efectivas. En contraste con esto, la fe de la Iglesia se ha atenido siempre a la convicción de que entre Dios y nosotros, entre su eterno Espíritu creador

H 766

Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona (12 de septiembre. 2006).

y nuestra razón creada, existe una verdadera analogía, en la que ciertamente –como dice el IV concilio de Letrán en 1215– las diferencias son infinitamente más grandes que las semejanzas, pero sin llegar por ello a abolir la analogía y su lenguaje. Dios no se hace más divino por el hecho de que lo alejemos de nosotros con un voluntarismo puro e impenetrable, sino que, más bien, el Dios verdaderamente divino es el Dios que se ha manifestado como logos y ha actuado y actúa como logos lleno de amor por nosotros. Ciertamente el amor, como dice san Pablo, «rebasa» el conocimiento y por eso es capaz de percibir más que el simple pensamiento (cf. ef 3, 19); sin embargo, sigue siendo el amor del Dios-Logos, por lo cual el culto cristiano, como dice también san Pablo, es «lógico» λογικη, un culto que concuerda con el Verbo eterno y con nuestra razón (cf. Rm 12, 1)

H 767


*** (…) A la tesis según la cual el patrimonio griego, críticamente purificado, forma parte integrante de la fe cristiana se opone la pretensión de la deshelenización del cristianismo, la cual domina cada vez más las discusiones teológicas desde el inicio de la época moderna. Si se analiza con atención, en el programa de la deshelenización pueden observarse tres etapas que, aunque vinculadas entre sí, se distinguen claramente una de otra por sus motivaciones y sus objetivos.

*** La deshelenización surge inicialmente en conexión con los postulados de la Reforma del siglo XVI. Respecto a la tradición teológica escolástica, los reformadores se vieron ante una sistematización de la teología totalmente dominada por la filosofía, es decir, por una articulación de la fe basada en un pensamiento ajeno a la fe misma. Así, la fe ya no aparecía como palabra histórica viva, sino como un elemento insertado en la estructura de un sistema filosófico. El principio de la sola Scriptura, en cambio, busca la forma pura primordial de la fe, tal como se encuentra originariamente en la Palabra bíblica. La metafísica se presenta como un presupuesto que proviene de otra fuente y del cual se debe liberar a la fe para que ésta vuelva a ser totalmente ella misma. Kant, con su afirmación de que había tenido que renunciar a pensar para dejar espacio a la fe, desarrolló este programa con un radicalismo no previsto por los reformadores. De este modo, ancló la fe exclusivamente en la razón práctica, negándole el acceso a la realidad plena.

*** La teología liberal de los siglos XIX y XX supuso una segunda etapa en el programa de la deshelenización, cuyo representante más destacado es Adolf von Harnack. En mis años de estudiante y en los primeros de mi actividad académica, este programa ejercía un gran influjo también en la teología católica. Se utilizaba como punto de partida la distinción de Pascal entre el Dios de los filósofos y el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. En mi discurso inaugural en Bonn, en 1959, traté de afrontar este asunto y no quiero repetir aquí todo lo que dije en aquella ocasión. Sin embargo, me gustaría tratar de poner de relieve, al menos brevemente, la novedad que caracterizaba esta segunda etapa de deshelenización respecto a la primera. La idea central de Harnack era simplemente volver al hombre Jesús y a su mero mensaje, previo a todas las elucubraciones de la teología y, precisamente, también de las helenizaciones: este mensaje sin añadidos constituiría la verdadera culminación del desarrollo religioso de la humanidad. Jesús habría acabado con el culto sustituyéndolo con la moral. En definitiva, se presentaba a Jesús como padre de un mensaje moral humanitario. En el fondo, el objetivo de Harnack era hacer que el cristianismo estuviera en armonía con la razón moderna, librándolo precisamente de

H 768

elementos aparentemente filosóficos y teológicos, como por ejemplo la fe en la divinidad de Cristo y en la trinidad de Dios. En este sentido, la exégesis histórico-crítica del Nuevo Testamento, según su punto de vista, vuelve a dar a la teología un puesto en el cosmos de la universidad: para Harnack, la teología es algo esencialmente histórico y, por tanto, estrictamente científico. Lo que investiga sobre Jesús mediante la crítica es, por decirlo así, expresión de la razón práctica y, por consiguiente, puede estar presente también en el conjunto de la universidad. En el trasfondo de todo esto subyace la autolimitación moderna de la razón, clásicamente expresada en las «críticas» de Kant, aunque radicalizada ulteriormente entre tanto por el pensamiento de las ciencias naturales. Este concepto moderno de la razón se basa, por decirlo brevemente, en una síntesis entre platonismo (cartesianismo) y empirismo, una síntesis corroborada por el éxito de la técnica. Por una parte, se presupone la estructura matemática de la materia, su racionalidad intrínseca, por decirlo así, que hace posible comprender cómo funciona y puede ser utilizada: este presupuesto de fondo es en cierto modo el elemento platónico en la comprensión moderna de la naturaleza. Por otra, se trata de la posibilidad de explotar la naturaleza para nuestros propósitos, en cuyo caso sólo la posibilidad de verificar la verdad o falsedad mediante la experimentación ofrece la certeza decisiva. El peso entre los dos polos puede ser mayor o menor entre ellos, según las circunstancias. Un pensador tan drásticamente positivista como J. Monod se declaró platónico convencido.

*** Esto implica dos orientaciones fundamentales decisivas para nuestra cuestión. Sólo el tipo de certeza que deriva de la sinergia entre matemática y método empírico puede considerarse científica. Todo lo que pretenda ser ciencia ha de atenerse a este criterio. También las ciencias humanas, como la historia, la psicología, la sociología y la filosofía, han tratado de aproximarse a este canon de valor científico. Además, es importante para nuestras reflexiones constatar que este método en cuanto tal excluye el problema de Dios, presentándolo como un problema a-científico o pre-científico. Pero de este modo nos encontramos ante una reducción del ámbito de la ciencia y de la razón que es preciso poner en discusión.

*** Volveré más tarde sobre este argumento. Por el momento basta tener presente que, desde esta perspectiva, cualquier intento de mantener la teología como disciplina «científica» dejaría del cristianismo únicamente un minúsculo fragmento. Pero hemos de añadir más: si la ciencia en su conjunto es sólo esto, entonces el hombre mismo sufriría una reducción, pues los interrogantes propiamente humanos, es decir, de dónde viene y a dónde va, los interrogantes de la religión y de la ética, no pueden encontrar lugar en el espacio de la razón común descrita por la «ciencia» entendida de este modo y tie-

H 769


*** (…) A la tesis según la cual el patrimonio griego, críticamente purificado, forma parte integrante de la fe cristiana se opone la pretensión de la deshelenización del cristianismo, la cual domina cada vez más las discusiones teológicas desde el inicio de la época moderna. Si se analiza con atención, en el programa de la deshelenización pueden observarse tres etapas que, aunque vinculadas entre sí, se distinguen claramente una de otra por sus motivaciones y sus objetivos.

*** La deshelenización surge inicialmente en conexión con los postulados de la Reforma del siglo XVI. Respecto a la tradición teológica escolástica, los reformadores se vieron ante una sistematización de la teología totalmente dominada por la filosofía, es decir, por una articulación de la fe basada en un pensamiento ajeno a la fe misma. Así, la fe ya no aparecía como palabra histórica viva, sino como un elemento insertado en la estructura de un sistema filosófico. El principio de la sola Scriptura, en cambio, busca la forma pura primordial de la fe, tal como se encuentra originariamente en la Palabra bíblica. La metafísica se presenta como un presupuesto que proviene de otra fuente y del cual se debe liberar a la fe para que ésta vuelva a ser totalmente ella misma. Kant, con su afirmación de que había tenido que renunciar a pensar para dejar espacio a la fe, desarrolló este programa con un radicalismo no previsto por los reformadores. De este modo, ancló la fe exclusivamente en la razón práctica, negándole el acceso a la realidad plena.

*** La teología liberal de los siglos XIX y XX supuso una segunda etapa en el programa de la deshelenización, cuyo representante más destacado es Adolf von Harnack. En mis años de estudiante y en los primeros de mi actividad académica, este programa ejercía un gran influjo también en la teología católica. Se utilizaba como punto de partida la distinción de Pascal entre el Dios de los filósofos y el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. En mi discurso inaugural en Bonn, en 1959, traté de afrontar este asunto y no quiero repetir aquí todo lo que dije en aquella ocasión. Sin embargo, me gustaría tratar de poner de relieve, al menos brevemente, la novedad que caracterizaba esta segunda etapa de deshelenización respecto a la primera. La idea central de Harnack era simplemente volver al hombre Jesús y a su mero mensaje, previo a todas las elucubraciones de la teología y, precisamente, también de las helenizaciones: este mensaje sin añadidos constituiría la verdadera culminación del desarrollo religioso de la humanidad. Jesús habría acabado con el culto sustituyéndolo con la moral. En definitiva, se presentaba a Jesús como padre de un mensaje moral humanitario. En el fondo, el objetivo de Harnack era hacer que el cristianismo estuviera en armonía con la razón moderna, librándolo precisamente de

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elementos aparentemente filosóficos y teológicos, como por ejemplo la fe en la divinidad de Cristo y en la trinidad de Dios. En este sentido, la exégesis histórico-crítica del Nuevo Testamento, según su punto de vista, vuelve a dar a la teología un puesto en el cosmos de la universidad: para Harnack, la teología es algo esencialmente histórico y, por tanto, estrictamente científico. Lo que investiga sobre Jesús mediante la crítica es, por decirlo así, expresión de la razón práctica y, por consiguiente, puede estar presente también en el conjunto de la universidad. En el trasfondo de todo esto subyace la autolimitación moderna de la razón, clásicamente expresada en las «críticas» de Kant, aunque radicalizada ulteriormente entre tanto por el pensamiento de las ciencias naturales. Este concepto moderno de la razón se basa, por decirlo brevemente, en una síntesis entre platonismo (cartesianismo) y empirismo, una síntesis corroborada por el éxito de la técnica. Por una parte, se presupone la estructura matemática de la materia, su racionalidad intrínseca, por decirlo así, que hace posible comprender cómo funciona y puede ser utilizada: este presupuesto de fondo es en cierto modo el elemento platónico en la comprensión moderna de la naturaleza. Por otra, se trata de la posibilidad de explotar la naturaleza para nuestros propósitos, en cuyo caso sólo la posibilidad de verificar la verdad o falsedad mediante la experimentación ofrece la certeza decisiva. El peso entre los dos polos puede ser mayor o menor entre ellos, según las circunstancias. Un pensador tan drásticamente positivista como J. Monod se declaró platónico convencido.

*** Esto implica dos orientaciones fundamentales decisivas para nuestra cuestión. Sólo el tipo de certeza que deriva de la sinergia entre matemática y método empírico puede considerarse científica. Todo lo que pretenda ser ciencia ha de atenerse a este criterio. También las ciencias humanas, como la historia, la psicología, la sociología y la filosofía, han tratado de aproximarse a este canon de valor científico. Además, es importante para nuestras reflexiones constatar que este método en cuanto tal excluye el problema de Dios, presentándolo como un problema a-científico o pre-científico. Pero de este modo nos encontramos ante una reducción del ámbito de la ciencia y de la razón que es preciso poner en discusión.

*** Volveré más tarde sobre este argumento. Por el momento basta tener presente que, desde esta perspectiva, cualquier intento de mantener la teología como disciplina «científica» dejaría del cristianismo únicamente un minúsculo fragmento. Pero hemos de añadir más: si la ciencia en su conjunto es sólo esto, entonces el hombre mismo sufriría una reducción, pues los interrogantes propiamente humanos, es decir, de dónde viene y a dónde va, los interrogantes de la religión y de la ética, no pueden encontrar lugar en el espacio de la razón común descrita por la «ciencia» entendida de este modo y tie-

H 769


nen que desplazarse al ámbito de lo subjetivo. El sujeto, basándose en su experiencia, decide lo que considera admisible en el ámbito religioso y la «conciencia» subjetiva se convierte, en definitiva, en la única instancia ética. Pero, de este modo, el ethos y la religión pierden su poder de crear una comunidad y se convierten en un asunto totalmente personal. La situación que se crea es peligrosa para la humanidad, como se puede constatar en las patologías que amenazan a la religión y a la razón, patologías que irrumpen por necesidad cuando la razón se reduce hasta el punto de que ya no le interesan las cuestiones de la religión y de la ética. Lo que queda de esos intentos de construir una ética partiendo de las reglas de la evolución, de la psicología o de la sociología, es simplemente insuficiente.

*** Antes de llegar a las conclusiones a las que conduce todo este razonamiento, quiero referirme brevemente a la tercera etapa de la deshelenización, que se está difundiendo actualmente. Teniendo en cuenta el encuentro entre múltiples culturas, se suele decir hoy que la síntesis con el helenismo en la Iglesia antigua fue una primera inculturación, que no debería ser vinculante para las demás culturas. Éstas deberían tener derecho a volver atrás, hasta el momento previo a dicha inculturación, para descubrir el mensaje puro del Nuevo Testamento e inculturarlo de nuevo en sus ambientes respectivos. Esta tesis no es del todo falsa, pero sí rudimentaria e imprecisa. En efecto, el Nuevo Testamento fue escrito en griego e implica el contacto con el espíritu griego, un contacto que había madurado en el desarrollo precedente del Antiguo Testamento. Ciertamente, en el proceso de formación de la Iglesia antigua hay elementos que no deben integrarse en todas las culturas. Sin embargo, las opciones fundamentales que atañen precisamente a la relación entre la fe y la búsqueda de la razón humana forman parte de la fe misma, y son un desarrollo acorde con su propia naturaleza.

*** Llego así a la conclusión. Este intento de crítica de la razón moderna desde su interior, expuesto sólo a grandes rasgos, no comporta de manera alguna la opinión de que hay que regresar al período anterior a la Ilustración, rechazando de plano las convicciones de la época moderna. Se debe reconocer sin reservas lo que tiene de positivo el desarrollo moderno del espíritu: todos nos sentimos agradecidos por las maravillosas posibilidades que ha abierto al hombre y por los progresos que se han logrado en la humanidad. Por lo demás, la ética de la investigación científica (…) debe implicar una voluntad de obediencia a la verdad y, por tanto, expresar una actitud que forma parte de los rasgos esenciales del espíritu cristiano. La intención no es retroceder o hacer una crítica negativa, sino ampliar nuestro concepto de razón y de su uso. Porque, a la vez que nos alegramos por las nuevas posibilidades abiertas a la humanidad, vemos también los peligros que

H 770

surgen de estas posibilidades y debemos preguntarnos cómo podemos evitarlos. Sólo lo lograremos si la razón y la fe se reencuentran de un modo nuevo, si superamos la limitación que la razón se impone a sí misma de reducirse a lo que se puede verificar con la experimentación, y le volvemos a abrir sus horizontes en toda su amplitud. En este sentido, la teología, no sólo como disciplina histórica y ciencia humana, sino como teología auténtica, es decir, como ciencia que se interroga sobre la razón de la fe, debe encontrar espacio en la universidad y en el amplio diálogo de las ciencias.

*** Sólo así seremos capaces de entablar un auténtico diálogo entre las culturas y las religiones, del cual tenemos urgente necesidad. En el mundo occidental está muy difundida la opinión según la cual sólo la razón positivista y las formas de la filosofía derivadas de ella son universales. Pero las culturas profundamente religiosas del mundo consideran que precisamente esta exclusión de lo divino de la universalidad de la razón constituye un ataque a sus convicciones más íntimas. Una razón que sea sorda a lo divino y relegue la religión al ámbito de las subculturas, es incapaz de entrar en el diálogo de las culturas. Con todo, como he tratado de demostrar, la razón moderna propia de las ciencias naturales, con su elemento platónico intrínseco, conlleva un interrogante que va más allá de sí misma y que trasciende las posibilidades de su método. La razón científica moderna ha de aceptar simplemente la estructura racional de la materia y la correspondencia entre nuestro espíritu y las estructuras racionales que actúan en la naturaleza como un dato de hecho, en el cual se basa su método. Ahora bien, la pregunta sobre el por qué existe este dato de hecho la deben plantear las ciencias naturales a otros ámbitos más amplios y altos del pensamiento, como son la filosofía y la teología. Para la filosofía y, de modo diferente, para la teología, escuchar las grandes experiencias y convicciones de las tradiciones religiosas de la humanidad, especialmente las de la fe cristiana, constituye una fuente de conocimiento; oponerse a ella sería una grave limitación de nuestra escucha y de nuestra respuesta. Aquí me vienen a la mente unas palabras que Sócrates dijo a Fedón. En los diálogos anteriores se habían expuesto muchas opiniones filosóficas erróneas; y entonces Sócrates dice: «Sería fácilmente comprensible que alguien, a quien le molestaran todas estas opiniones erróneas, desdeñara durante el resto de su vida y se burlara de toda conversación sobre el ser; pero de esta forma renunciaría a la verdad de la existencia y sufriría una gran pérdida». Occidente, desde hace mucho, está amenazado por esta aversión a los interrogantes fundamentales de su razón, y así sólo puede sufrir una gran pérdida. La valentía para abrirse a la amplitud de la razón, y no la negación de su grandeza, es el programa con el que una teología comprometida en la reflexión sobre la fe bíblica entra en el debate de nuestro tiempo. (…) En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a este gran logos, a esta amplitud de la razón. Redescubrirla constantemente por nosotros mismos es la gran tarea de la universidad.

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nen que desplazarse al ámbito de lo subjetivo. El sujeto, basándose en su experiencia, decide lo que considera admisible en el ámbito religioso y la «conciencia» subjetiva se convierte, en definitiva, en la única instancia ética. Pero, de este modo, el ethos y la religión pierden su poder de crear una comunidad y se convierten en un asunto totalmente personal. La situación que se crea es peligrosa para la humanidad, como se puede constatar en las patologías que amenazan a la religión y a la razón, patologías que irrumpen por necesidad cuando la razón se reduce hasta el punto de que ya no le interesan las cuestiones de la religión y de la ética. Lo que queda de esos intentos de construir una ética partiendo de las reglas de la evolución, de la psicología o de la sociología, es simplemente insuficiente.

*** Antes de llegar a las conclusiones a las que conduce todo este razonamiento, quiero referirme brevemente a la tercera etapa de la deshelenización, que se está difundiendo actualmente. Teniendo en cuenta el encuentro entre múltiples culturas, se suele decir hoy que la síntesis con el helenismo en la Iglesia antigua fue una primera inculturación, que no debería ser vinculante para las demás culturas. Éstas deberían tener derecho a volver atrás, hasta el momento previo a dicha inculturación, para descubrir el mensaje puro del Nuevo Testamento e inculturarlo de nuevo en sus ambientes respectivos. Esta tesis no es del todo falsa, pero sí rudimentaria e imprecisa. En efecto, el Nuevo Testamento fue escrito en griego e implica el contacto con el espíritu griego, un contacto que había madurado en el desarrollo precedente del Antiguo Testamento. Ciertamente, en el proceso de formación de la Iglesia antigua hay elementos que no deben integrarse en todas las culturas. Sin embargo, las opciones fundamentales que atañen precisamente a la relación entre la fe y la búsqueda de la razón humana forman parte de la fe misma, y son un desarrollo acorde con su propia naturaleza.

*** Llego así a la conclusión. Este intento de crítica de la razón moderna desde su interior, expuesto sólo a grandes rasgos, no comporta de manera alguna la opinión de que hay que regresar al período anterior a la Ilustración, rechazando de plano las convicciones de la época moderna. Se debe reconocer sin reservas lo que tiene de positivo el desarrollo moderno del espíritu: todos nos sentimos agradecidos por las maravillosas posibilidades que ha abierto al hombre y por los progresos que se han logrado en la humanidad. Por lo demás, la ética de la investigación científica (…) debe implicar una voluntad de obediencia a la verdad y, por tanto, expresar una actitud que forma parte de los rasgos esenciales del espíritu cristiano. La intención no es retroceder o hacer una crítica negativa, sino ampliar nuestro concepto de razón y de su uso. Porque, a la vez que nos alegramos por las nuevas posibilidades abiertas a la humanidad, vemos también los peligros que

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surgen de estas posibilidades y debemos preguntarnos cómo podemos evitarlos. Sólo lo lograremos si la razón y la fe se reencuentran de un modo nuevo, si superamos la limitación que la razón se impone a sí misma de reducirse a lo que se puede verificar con la experimentación, y le volvemos a abrir sus horizontes en toda su amplitud. En este sentido, la teología, no sólo como disciplina histórica y ciencia humana, sino como teología auténtica, es decir, como ciencia que se interroga sobre la razón de la fe, debe encontrar espacio en la universidad y en el amplio diálogo de las ciencias.

*** Sólo así seremos capaces de entablar un auténtico diálogo entre las culturas y las religiones, del cual tenemos urgente necesidad. En el mundo occidental está muy difundida la opinión según la cual sólo la razón positivista y las formas de la filosofía derivadas de ella son universales. Pero las culturas profundamente religiosas del mundo consideran que precisamente esta exclusión de lo divino de la universalidad de la razón constituye un ataque a sus convicciones más íntimas. Una razón que sea sorda a lo divino y relegue la religión al ámbito de las subculturas, es incapaz de entrar en el diálogo de las culturas. Con todo, como he tratado de demostrar, la razón moderna propia de las ciencias naturales, con su elemento platónico intrínseco, conlleva un interrogante que va más allá de sí misma y que trasciende las posibilidades de su método. La razón científica moderna ha de aceptar simplemente la estructura racional de la materia y la correspondencia entre nuestro espíritu y las estructuras racionales que actúan en la naturaleza como un dato de hecho, en el cual se basa su método. Ahora bien, la pregunta sobre el por qué existe este dato de hecho la deben plantear las ciencias naturales a otros ámbitos más amplios y altos del pensamiento, como son la filosofía y la teología. Para la filosofía y, de modo diferente, para la teología, escuchar las grandes experiencias y convicciones de las tradiciones religiosas de la humanidad, especialmente las de la fe cristiana, constituye una fuente de conocimiento; oponerse a ella sería una grave limitación de nuestra escucha y de nuestra respuesta. Aquí me vienen a la mente unas palabras que Sócrates dijo a Fedón. En los diálogos anteriores se habían expuesto muchas opiniones filosóficas erróneas; y entonces Sócrates dice: «Sería fácilmente comprensible que alguien, a quien le molestaran todas estas opiniones erróneas, desdeñara durante el resto de su vida y se burlara de toda conversación sobre el ser; pero de esta forma renunciaría a la verdad de la existencia y sufriría una gran pérdida». Occidente, desde hace mucho, está amenazado por esta aversión a los interrogantes fundamentales de su razón, y así sólo puede sufrir una gran pérdida. La valentía para abrirse a la amplitud de la razón, y no la negación de su grandeza, es el programa con el que una teología comprometida en la reflexión sobre la fe bíblica entra en el debate de nuestro tiempo. (…) En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a este gran logos, a esta amplitud de la razón. Redescubrirla constantemente por nosotros mismos es la gran tarea de la universidad.

H 771


A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso La capacidad receptiva de la razón humana abarca la totalidad de la realidad. En esta perspectiva se requiere una acción educativa constante que permita a cada persona crecer en el saber y en el testimonio de la verdad.

La razón completa Por Angelo Card. Scola

Existe el camino para la superación de la oposición entre búsqueda y posesión de la verdad. Está trazado claramente desde los orígenes del pensamiento cristiano, del cual la civilización occidental es profundamente deudora.

H 772

L

a figura literaria de la quête, la indomable búsqueda inmortalizada por los ciclos caballerescos medievales, conserva intacta su fascinación, también para nosotros, europeos ya adentrados en el tercer milenio. El secreto de semejante atractivo podría encontrarse en la famosa afirmación de Lessing (1729-1781), una de las voces más penetrantes del Iluminismo alemán: “El valor de un hombre no reside en la verdad que posee o presume de poseer, sino en el sincero cansancio experimentado para alcanzarla, ya que es la búsqueda y

HUMANITAS Nº 64 pp. 772 - 775

no la posesión de la verdad lo que aumenta la perfectibilidad humana. La posesión nos hace ser quietos e indolentes, mientras sólo en la búsqueda el hombre encuentra la posibilidad de un progreso constante hacia la perfección”1. Pero es peligroso oponer búsqueda y posesión de la verdad, y a la larga puede resultar letal para la razón misma. Si en realidad, como sostiene Lessing, el único acceso a la perfección estuviera dado por la prórroga indefinida de la búsqueda de la verdad, la razón, hechizada por un interminable juego de espejos, terminaría siendo prisionera de una especie de solipsismo idólatra, según la amarga confesión de un agudo intérprete de la sensibilidad contemporánea, Paul Valéry (1871-1945): “Confieso que he convertido en ídolo a mi propio espíritu”2. Y sin embargo existe el camino para la superación de la oposición entre búsqueda y posesión de la verdad. Está trazado claramente desde los orígenes del pensamiento cristiano, del cual la civilización occidental es profundamente deudora. Toda la patrística, in primis los escritos de Agustín, constituye una mina de indicaciones en ese sentido. “Encontrar a Dios consiste en buscarlo sin descanso”, escribía antes que él Gregorio de Nisa3.

1 G. E. LESSING, Eine duplik an J.H. Heß (1778), en Werke t. 23, hg. Von Julius Petersen, Hildesheim, 1970, 58. 2 P. Valéry, Monsieur Teste, en Oeuvres II, Pléiade, París, 1960, 37. 3 Gregorio de Nisa, Omelia VI sulle Beatitudini.

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A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso La capacidad receptiva de la razón humana abarca la totalidad de la realidad. En esta perspectiva se requiere una acción educativa constante que permita a cada persona crecer en el saber y en el testimonio de la verdad.

La razón completa Por Angelo Card. Scola

Existe el camino para la superación de la oposición entre búsqueda y posesión de la verdad. Está trazado claramente desde los orígenes del pensamiento cristiano, del cual la civilización occidental es profundamente deudora.

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a figura literaria de la quête, la indomable búsqueda inmortalizada por los ciclos caballerescos medievales, conserva intacta su fascinación, también para nosotros, europeos ya adentrados en el tercer milenio. El secreto de semejante atractivo podría encontrarse en la famosa afirmación de Lessing (1729-1781), una de las voces más penetrantes del Iluminismo alemán: “El valor de un hombre no reside en la verdad que posee o presume de poseer, sino en el sincero cansancio experimentado para alcanzarla, ya que es la búsqueda y

HUMANITAS Nº 64 pp. 772 - 775

no la posesión de la verdad lo que aumenta la perfectibilidad humana. La posesión nos hace ser quietos e indolentes, mientras sólo en la búsqueda el hombre encuentra la posibilidad de un progreso constante hacia la perfección”1. Pero es peligroso oponer búsqueda y posesión de la verdad, y a la larga puede resultar letal para la razón misma. Si en realidad, como sostiene Lessing, el único acceso a la perfección estuviera dado por la prórroga indefinida de la búsqueda de la verdad, la razón, hechizada por un interminable juego de espejos, terminaría siendo prisionera de una especie de solipsismo idólatra, según la amarga confesión de un agudo intérprete de la sensibilidad contemporánea, Paul Valéry (1871-1945): “Confieso que he convertido en ídolo a mi propio espíritu”2. Y sin embargo existe el camino para la superación de la oposición entre búsqueda y posesión de la verdad. Está trazado claramente desde los orígenes del pensamiento cristiano, del cual la civilización occidental es profundamente deudora. Toda la patrística, in primis los escritos de Agustín, constituye una mina de indicaciones en ese sentido. “Encontrar a Dios consiste en buscarlo sin descanso”, escribía antes que él Gregorio de Nisa3.

1 G. E. LESSING, Eine duplik an J.H. Heß (1778), en Werke t. 23, hg. Von Julius Petersen, Hildesheim, 1970, 58. 2 P. Valéry, Monsieur Teste, en Oeuvres II, Pléiade, París, 1960, 37. 3 Gregorio de Nisa, Omelia VI sulle Beatitudini.

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“La valentía de abrirse a la amplitud de la razón”, a lo cual el Santo Padre invitó con fuerza en Ratisbona, requiere un sujeto personal y comunitario con conciencia crítica de su capacidad y de su tarea de intencionar lo real.

4 K. Wojtyla, Fratello del nostro Dio, en Id., Tutte le opere letterarie , Bompiani, Milán, 2001, 713.

H 774

ciencias, y especialmente las empírico-experimentales, nos darían el conocimiento de lo que es. En cambio, receptividad de la razón, como señala agudamente Von Balthasar, “significa tener ventanas para todo cuanto existe y es verdadero. La receptividad implica el poder y la posibilidad de recibir en la propia casa una realidad extraña y por así decir, hospedarla”5. Captando con agudeza la vena profunda de todo conocimiento que es siempre relacional, el teólogo de Basilea la define sintéticamente como “capacidad de hacerse regalar, de esto existente, su propia verdad”6. Por consiguiente, como es evidente en toda donación, esta receptividad se revela como la actividad más poderosa, expresión dinámica del “intelecto vivo del hombre”, para utilizar una eficaz fórmula del Cardenal Newman.

Dimensiones y formas de la razón

Educar la razón

“No se puede pensar únicamente con un fragmento de verdad; es preciso pensar con toda la verdad”, escribe el joven Wojtyla en el drama Fratello del nostro Dio (Hermano de nuestro Dios)4. La “capacidad” de la razón humana abarca la totalidad de la realidad. Al restringirse la apertura de 360 grados de la razón a la realidad, se mortifica su natural receptividad y se vuelve inaccesible la verdad. Por este motivo, es necesario respetar todas las posibles articulaciones de la razón misma. Sintéticamente, considerando el debate contemporáneo sobre razón/verdad, que se ha hecho cargo de la decisiva y crítica reflexión de la modernidad sobre estos temas, es posible identificar al menos cinco formas teóricas, prácticas y expresivas, diferenciadas e irreductibles de racionalidad. Mediante ellas, el logos humano, como ya afirmaba Aristóteles, aun siendo uno, se ejercita y es productivo: se trata de la razón teórico-científica (ciencia), teórico-especulativa (filosofía/teología), práctico-científica (tecnología), práctico-moral (ética) y teórico-práctico expresiva (poética). La razón articulada en la pluralidad de sus capacidades y funciones no es por lo tanto arbitraria, ni es indiferenciada pena la caída en la fragmentación del sentido. Únicamente el respeto por esta amplitud permitirá evitar el riesgo, que toda auténtica “empresa científica” debe en cambio conjurar, de una nueva forma de reduccionismo (no de correcta “reducción”) que termina por producir poderosas variantes inéditas del cientismo, que en cada una de sus formas, desde las más burdas hasta las más refinadas, se basa en una triple injustificada identificación: “lo que es” es “lo que es cognoscible”; “lo que es cognoscible” es “lo que es cognoscible científicamente”; “lo que es cognoscible científicamente” es “lo que es cognoscible mediante la ciencia empírica”. Por lo tanto, en definitiva, sólo las

En las dos propiedades señaladas, se manifiesta uno de los recursos fundamentales de los cuales está dotada la razón humana: la “capacidad” de recurrir a un principio sintético vital –se agrega el segundo adjetivo para evitar la reducción intelectualista del término– con el cual hacer frente a la totalidad de lo real. Precisamente en virtud de ese principio un niño tiene la posibilidad de aprender –mediante las relaciones primarias, las costumbres y las tradiciones culturales– los primeros rudimentos del saber sobre sí mismo y la realidad, que después perfeccionará a lo largo de toda su existencia. La educación puede describirse precisamente como el lugar, insustituible y delicado, en el cual se ofrece concretamente a la libertad de cada persona este principio sintético en su contenido (categorial), de cuya forma ella es en sí misma “capaz” (trascendental). Sin embargo, como enseña la experiencia elemental, la educación tiene lugar únicamente dentro de una trama precisa y sólida de relaciones: ante todo las relaciones primarias y constitutivas de la familia, y luego, en círculos concéntricos, todas las demás, desde los cuerpos intermedios hasta la totalidad de la sociedad civil. En la relación con el maestro, y más en general con una comunidad educadora viva, el discípulo conociendo se re-conoce: “Dios no quiere administrar solo la verdad, y llama a los hombres para administrarla juntos. En el punto de cruce entre naturaleza y libertad se encuentra el testimonio. El hombre es llamado a ser testigo de la verdad”7. Me parece que es ésta la vía maestra para esa expansión de la razón que el Santo Padre indicó como una urgencia prioritaria para todo lugar de transmisión y elaboración del saber.

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

En la profunda e indivisible unidad de posesión y búsqueda de la verdad se libera el insustituible protagonista de todo conocimiento, ese sujeto al cual el juicio de Lessing había precisamente asignado un rol de primer plano. En realidad, lejos de ser una mera tabula rasa en la cual lo real se imprimiría, el sujeto tiene el rol activo de acoger lo real que se le da. “La valentía de abrirse a la amplitud de la razón”, a lo cual el Santo Padre invitó con fuerza en Ratisbona, requiere un sujeto personal y comunitario con conciencia crítica de su capacidad y de su tarea de intencionar lo real. Repitiendo varias veces el tema de la “vastedad de la razón”, Benedicto XVI nos ha restituido su fisonomía integral. No me parece inoportuno al respecto hacer una señal a dos rasgos fundamentales de la razón misma: la apertura integral y la receptividad.

Receptividad de la razón, como señala agudamente von Balthasar, “significa tener ventanas para todo cuanto existe y es verdadero. La receptividad implica el poder y la posibilidad de recibir en la propia casa una realidad extraña y por así decir, hospedarla”.

5 H. U. von Balthasar, Teologica, I, Jaca Book, Milán, 1987, 48. 6 Ibid., 123. 7 Ibid., 49.

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“La valentía de abrirse a la amplitud de la razón”, a lo cual el Santo Padre invitó con fuerza en Ratisbona, requiere un sujeto personal y comunitario con conciencia crítica de su capacidad y de su tarea de intencionar lo real.

4 K. Wojtyla, Fratello del nostro Dio, en Id., Tutte le opere letterarie , Bompiani, Milán, 2001, 713.

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ciencias, y especialmente las empírico-experimentales, nos darían el conocimiento de lo que es. En cambio, receptividad de la razón, como señala agudamente Von Balthasar, “significa tener ventanas para todo cuanto existe y es verdadero. La receptividad implica el poder y la posibilidad de recibir en la propia casa una realidad extraña y por así decir, hospedarla”5. Captando con agudeza la vena profunda de todo conocimiento que es siempre relacional, el teólogo de Basilea la define sintéticamente como “capacidad de hacerse regalar, de esto existente, su propia verdad”6. Por consiguiente, como es evidente en toda donación, esta receptividad se revela como la actividad más poderosa, expresión dinámica del “intelecto vivo del hombre”, para utilizar una eficaz fórmula del Cardenal Newman.

Dimensiones y formas de la razón

Educar la razón

“No se puede pensar únicamente con un fragmento de verdad; es preciso pensar con toda la verdad”, escribe el joven Wojtyla en el drama Fratello del nostro Dio (Hermano de nuestro Dios)4. La “capacidad” de la razón humana abarca la totalidad de la realidad. Al restringirse la apertura de 360 grados de la razón a la realidad, se mortifica su natural receptividad y se vuelve inaccesible la verdad. Por este motivo, es necesario respetar todas las posibles articulaciones de la razón misma. Sintéticamente, considerando el debate contemporáneo sobre razón/verdad, que se ha hecho cargo de la decisiva y crítica reflexión de la modernidad sobre estos temas, es posible identificar al menos cinco formas teóricas, prácticas y expresivas, diferenciadas e irreductibles de racionalidad. Mediante ellas, el logos humano, como ya afirmaba Aristóteles, aun siendo uno, se ejercita y es productivo: se trata de la razón teórico-científica (ciencia), teórico-especulativa (filosofía/teología), práctico-científica (tecnología), práctico-moral (ética) y teórico-práctico expresiva (poética). La razón articulada en la pluralidad de sus capacidades y funciones no es por lo tanto arbitraria, ni es indiferenciada pena la caída en la fragmentación del sentido. Únicamente el respeto por esta amplitud permitirá evitar el riesgo, que toda auténtica “empresa científica” debe en cambio conjurar, de una nueva forma de reduccionismo (no de correcta “reducción”) que termina por producir poderosas variantes inéditas del cientismo, que en cada una de sus formas, desde las más burdas hasta las más refinadas, se basa en una triple injustificada identificación: “lo que es” es “lo que es cognoscible”; “lo que es cognoscible” es “lo que es cognoscible científicamente”; “lo que es cognoscible científicamente” es “lo que es cognoscible mediante la ciencia empírica”. Por lo tanto, en definitiva, sólo las

En las dos propiedades señaladas, se manifiesta uno de los recursos fundamentales de los cuales está dotada la razón humana: la “capacidad” de recurrir a un principio sintético vital –se agrega el segundo adjetivo para evitar la reducción intelectualista del término– con el cual hacer frente a la totalidad de lo real. Precisamente en virtud de ese principio un niño tiene la posibilidad de aprender –mediante las relaciones primarias, las costumbres y las tradiciones culturales– los primeros rudimentos del saber sobre sí mismo y la realidad, que después perfeccionará a lo largo de toda su existencia. La educación puede describirse precisamente como el lugar, insustituible y delicado, en el cual se ofrece concretamente a la libertad de cada persona este principio sintético en su contenido (categorial), de cuya forma ella es en sí misma “capaz” (trascendental). Sin embargo, como enseña la experiencia elemental, la educación tiene lugar únicamente dentro de una trama precisa y sólida de relaciones: ante todo las relaciones primarias y constitutivas de la familia, y luego, en círculos concéntricos, todas las demás, desde los cuerpos intermedios hasta la totalidad de la sociedad civil. En la relación con el maestro, y más en general con una comunidad educadora viva, el discípulo conociendo se re-conoce: “Dios no quiere administrar solo la verdad, y llama a los hombres para administrarla juntos. En el punto de cruce entre naturaleza y libertad se encuentra el testimonio. El hombre es llamado a ser testigo de la verdad”7. Me parece que es ésta la vía maestra para esa expansión de la razón que el Santo Padre indicó como una urgencia prioritaria para todo lugar de transmisión y elaboración del saber.

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

En la profunda e indivisible unidad de posesión y búsqueda de la verdad se libera el insustituible protagonista de todo conocimiento, ese sujeto al cual el juicio de Lessing había precisamente asignado un rol de primer plano. En realidad, lejos de ser una mera tabula rasa en la cual lo real se imprimiría, el sujeto tiene el rol activo de acoger lo real que se le da. “La valentía de abrirse a la amplitud de la razón”, a lo cual el Santo Padre invitó con fuerza en Ratisbona, requiere un sujeto personal y comunitario con conciencia crítica de su capacidad y de su tarea de intencionar lo real. Repitiendo varias veces el tema de la “vastedad de la razón”, Benedicto XVI nos ha restituido su fisonomía integral. No me parece inoportuno al respecto hacer una señal a dos rasgos fundamentales de la razón misma: la apertura integral y la receptividad.

Receptividad de la razón, como señala agudamente von Balthasar, “significa tener ventanas para todo cuanto existe y es verdadero. La receptividad implica el poder y la posibilidad de recibir en la propia casa una realidad extraña y por así decir, hospedarla”.

5 H. U. von Balthasar, Teologica, I, Jaca Book, Milán, 1987, 48. 6 Ibid., 123. 7 Ibid., 49.

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A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

La lógica islámica supone que la revelación en sí misma “no viene requerida por la propia verdad de Dios”, y consecuentemente elimina toda causalidad secundaria que atribuya un orden inherente a cosas no divinas. Lo que es no tiene ningún fundamento de su propia veracidad en el ser. La realidad se vuelve misteriosa e intrínsecamente arbitraria. El Papa detecta este mismo problema en el pensamiento occidental actual. Ésta es sin duda una de las razones que lo llevó a colocar este asunto en un primer plano en su discurso de Ratisbona.

Un mensaje a Occidente POR tracey rowland

C

on mucho, el encuentro más dramático de Ratzinger con el mundo islámico ocurrió con motivo del discurso que pronunció en la Universidad de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006. Su análisis adoptaba la forma de una discusión acerca de la relación entre la fe y la razón en las tradiciones judía, cristiana e islámica. Incluía una llamada de atención a un elemento que comparten el islamismo militante y el liberalismo occidental contemporáneo –el hecho de que ambas ideologías tengan un fundamento filosófico en el voluntarismo–. Ratzinger citaba al teólogo musulmán Ibn Hazm, que sostenía que Dios no estaba limitado ni siquiera por su propia palabra y que nada tenía por qué obligarlo a revelarles la verdad a unos simples humanos y que, además, si la voluntad de Dios fuera tal, los humanos tendrían incluso que practicar la idolatría. En su reflexión sobre esta parte del Discurso de Ratisbona, James V. Schall escribía lo siguiente: La lógica de esta posición es que la obediencia a Alá es absoluta aun cuando sea irrazonable. La revelación en sí misma “no viene requerida por la propia verdad de Dios”. Esta posición afirma que Dios no está limitado por Su propia verdad. Imponerle cualquier tipo de restricción, aun la de la no contradicción, equivaldría a limitar Su gloria. La consecuencia de este punto de vista es la eliminación de toda causalidad secundaria que atribuyera un orden inherente a cosas no divinas. Así, en principio, todo

H 776

HUMANITAS Nº 64 pp. 776 - 779

EN EL DISCURSO QUE PRONUNCIÓ EN LA UNIVERSIDAD DE RATISBONA, SU ANÁLISIS ADOPTABA LA FORMA DE UNA DISCUSIÓN ACERCA DE LA RELACIÓN ENTRE LA FE Y LA RAZÓN EN LAS TRADICIONES JUDÍA, CRISTIANA E ISLÁMICA.

* Del libro Benedicto XVI. Guía para perplejos, Tracey Rowland. Editorial Nuevo Inicio, Granada, 2011. Con la autorización de su editor reproducimos el presente texto.

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A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

La lógica islámica supone que la revelación en sí misma “no viene requerida por la propia verdad de Dios”, y consecuentemente elimina toda causalidad secundaria que atribuya un orden inherente a cosas no divinas. Lo que es no tiene ningún fundamento de su propia veracidad en el ser. La realidad se vuelve misteriosa e intrínsecamente arbitraria. El Papa detecta este mismo problema en el pensamiento occidental actual. Ésta es sin duda una de las razones que lo llevó a colocar este asunto en un primer plano en su discurso de Ratisbona.

Un mensaje a Occidente POR tracey rowland

C

on mucho, el encuentro más dramático de Ratzinger con el mundo islámico ocurrió con motivo del discurso que pronunció en la Universidad de Ratisbona el 12 de septiembre de 2006. Su análisis adoptaba la forma de una discusión acerca de la relación entre la fe y la razón en las tradiciones judía, cristiana e islámica. Incluía una llamada de atención a un elemento que comparten el islamismo militante y el liberalismo occidental contemporáneo –el hecho de que ambas ideologías tengan un fundamento filosófico en el voluntarismo–. Ratzinger citaba al teólogo musulmán Ibn Hazm, que sostenía que Dios no estaba limitado ni siquiera por su propia palabra y que nada tenía por qué obligarlo a revelarles la verdad a unos simples humanos y que, además, si la voluntad de Dios fuera tal, los humanos tendrían incluso que practicar la idolatría. En su reflexión sobre esta parte del Discurso de Ratisbona, James V. Schall escribía lo siguiente: La lógica de esta posición es que la obediencia a Alá es absoluta aun cuando sea irrazonable. La revelación en sí misma “no viene requerida por la propia verdad de Dios”. Esta posición afirma que Dios no está limitado por Su propia verdad. Imponerle cualquier tipo de restricción, aun la de la no contradicción, equivaldría a limitar Su gloria. La consecuencia de este punto de vista es la eliminación de toda causalidad secundaria que atribuyera un orden inherente a cosas no divinas. Así, en principio, todo

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HUMANITAS Nº 64 pp. 776 - 779

EN EL DISCURSO QUE PRONUNCIÓ EN LA UNIVERSIDAD DE RATISBONA, SU ANÁLISIS ADOPTABA LA FORMA DE UNA DISCUSIÓN ACERCA DE LA RELACIÓN ENTRE LA FE Y LA RAZÓN EN LAS TRADICIONES JUDÍA, CRISTIANA E ISLÁMICA.

* Del libro Benedicto XVI. Guía para perplejos, Tracey Rowland. Editorial Nuevo Inicio, Granada, 2011. Con la autorización de su editor reproducimos el presente texto.

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Al establecer la comparación entre el islamismo militante y el liberalismo secular militante, Ratzinger pretendía poner de manifiesto que ambos descuidan la búsqueda de la verdad (…)

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tisbona, el viaje apostólico de Ratzinger a Turquía en noviembre de 2006 no fue, como algunos lo calificaron, una “operación de control de daños”. Había sido planeado mucho antes del Discurso de Ratisbona y la intención principal del Papa era participar en la delegación de la Santa Sede que celebra anualmente el día de San Andrés en el barrio ortodoxo del Fanar en Estambul. El mensaje básico de esta visita era el apoyo papal a aquellos musulmanes y cristianos que viven en un ambiente de política cultural profundamente imbuido de ideologías seculares y opuesto a cualquier expresión religiosa en la plaza pública. En un encuentro con miembros del Cuerpo Diplomático en la República de Turquía, Benedictino XVI señaló que “cristianos y musulmanes, siguiendo sus respectivas religiones, apuntan a la verdad del carácter sagrado y de la dignidad de la persona”. Como muchos líderes mundiales, Ratzinger distingue entre fanáticos religiosos violentos y personas piadosas de buena voluntad e implora a los miembros del mundo islámico que no sigan a quienes forman parte de la primera categoría. En resumen, se podría decir que cuando se dirige a los miembros de la tradición islámica, Ratzinger apela a la razón y a la creencia común en que los hombres han sido creados por Dios; cuando se dirige a los miembros de la tradición judía, apela a los elementos teológicos comunes de las tradiciones judía y cristiana, tales como la expiación, el sacrificio, el sacerdocio y la alianza; y cuando se enfrenta a las diversas versiones de los “proyectos de praxis”, su discurso tiene resonancias de MacIntyre, sobre todo cuando afirma que algunas nociones, como la de justicia, dependen de las diferentes tradiciones, y contiene observaciones que recuerdan a Milbank cuando observa que los presupuestos filosóficos liberales occidentales del siglo XVIII dormitan bajo los fundamentos de esas mismas nociones.

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

podría ser de otra manera. Lo que es no tiene ningún fundamento, ninguna garantía de su propia veracidad en el ser. La realidad se convierte en enormemente misteriosa y a la vez en intrínsecamente arbitraria. El Papa detecta exactamente este mismo problema en el pensamiento occidental actual, y ésta es sin duda una de las razones que lo llevaron a colocar este asunto en un primer plano. El término que usa Ratzinger para calificar la versión occidental del voluntarismo es el de “deshelenización” –la tendencia, que comienza en la Reforma y llega al siglo XVIII y más allá, a desgajar la relación simbiótica entre la fe y la razón mediante el rechazo de la concepción griega de la filosofía y de las síntesis medievales clásico-teístas–. En el Discurso de Ratisbona, señalaba Ratzinger que, a pesar de todo, el voluntarismo occidental no comenzó en el siglo XVIII cuando los filósofos comenzaron a reconstruir conscientemente las relaciones entre la fe y la razón, sino que sus orígenes se pueden ir rastreando hasta llegar a las ideas de Duns Escoto (c. 1266-1308). Muchos expertos en teoría política consideran a Escoto como el padre del liberalismo occidental por su insistencia en la libertad de la voluntad humana. Al establecer la comparación entre el islamismo militante y el liberalismo secular militante, Ratzinger pretendía poner de manifiesto que ambos descuidan la búsqueda de la verdad. Para el islamista militante, la verdad es lo que Alá decida que es verdad; para el militante liberal secular o bien no existe la verdad como tal, existe simplemente “mi voluntad” y “mis propios valores personales”, o bien existe una “verdad”, pero es lo que yo decido que sea verdad. Esa verdad se construye personalmente; no está “dada” en un orden de la realidad divinamente creado. A pesar de las protestas islámicas y de las acciones indiscriminadas de violencia contra los cristianos que siguieron al Discurso de Ra-

(…) Para el islamista militante, la verdad es lo que Alá decida que es verdad, para el militante liberal secular o bien no existe la verdad como tal, existe simplemente “mi voluntad” y “mis propios valores personales”, o bien existe una “verdad”, pero es lo que yo decido que sea verdad. Esa verdad se construye personalmente; no está “dada” en un orden de la realidad divinamente creado.

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Al establecer la comparación entre el islamismo militante y el liberalismo secular militante, Ratzinger pretendía poner de manifiesto que ambos descuidan la búsqueda de la verdad (…)

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tisbona, el viaje apostólico de Ratzinger a Turquía en noviembre de 2006 no fue, como algunos lo calificaron, una “operación de control de daños”. Había sido planeado mucho antes del Discurso de Ratisbona y la intención principal del Papa era participar en la delegación de la Santa Sede que celebra anualmente el día de San Andrés en el barrio ortodoxo del Fanar en Estambul. El mensaje básico de esta visita era el apoyo papal a aquellos musulmanes y cristianos que viven en un ambiente de política cultural profundamente imbuido de ideologías seculares y opuesto a cualquier expresión religiosa en la plaza pública. En un encuentro con miembros del Cuerpo Diplomático en la República de Turquía, Benedictino XVI señaló que “cristianos y musulmanes, siguiendo sus respectivas religiones, apuntan a la verdad del carácter sagrado y de la dignidad de la persona”. Como muchos líderes mundiales, Ratzinger distingue entre fanáticos religiosos violentos y personas piadosas de buena voluntad e implora a los miembros del mundo islámico que no sigan a quienes forman parte de la primera categoría. En resumen, se podría decir que cuando se dirige a los miembros de la tradición islámica, Ratzinger apela a la razón y a la creencia común en que los hombres han sido creados por Dios; cuando se dirige a los miembros de la tradición judía, apela a los elementos teológicos comunes de las tradiciones judía y cristiana, tales como la expiación, el sacrificio, el sacerdocio y la alianza; y cuando se enfrenta a las diversas versiones de los “proyectos de praxis”, su discurso tiene resonancias de MacIntyre, sobre todo cuando afirma que algunas nociones, como la de justicia, dependen de las diferentes tradiciones, y contiene observaciones que recuerdan a Milbank cuando observa que los presupuestos filosóficos liberales occidentales del siglo XVIII dormitan bajo los fundamentos de esas mismas nociones.

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

podría ser de otra manera. Lo que es no tiene ningún fundamento, ninguna garantía de su propia veracidad en el ser. La realidad se convierte en enormemente misteriosa y a la vez en intrínsecamente arbitraria. El Papa detecta exactamente este mismo problema en el pensamiento occidental actual, y ésta es sin duda una de las razones que lo llevaron a colocar este asunto en un primer plano. El término que usa Ratzinger para calificar la versión occidental del voluntarismo es el de “deshelenización” –la tendencia, que comienza en la Reforma y llega al siglo XVIII y más allá, a desgajar la relación simbiótica entre la fe y la razón mediante el rechazo de la concepción griega de la filosofía y de las síntesis medievales clásico-teístas–. En el Discurso de Ratisbona, señalaba Ratzinger que, a pesar de todo, el voluntarismo occidental no comenzó en el siglo XVIII cuando los filósofos comenzaron a reconstruir conscientemente las relaciones entre la fe y la razón, sino que sus orígenes se pueden ir rastreando hasta llegar a las ideas de Duns Escoto (c. 1266-1308). Muchos expertos en teoría política consideran a Escoto como el padre del liberalismo occidental por su insistencia en la libertad de la voluntad humana. Al establecer la comparación entre el islamismo militante y el liberalismo secular militante, Ratzinger pretendía poner de manifiesto que ambos descuidan la búsqueda de la verdad. Para el islamista militante, la verdad es lo que Alá decida que es verdad; para el militante liberal secular o bien no existe la verdad como tal, existe simplemente “mi voluntad” y “mis propios valores personales”, o bien existe una “verdad”, pero es lo que yo decido que sea verdad. Esa verdad se construye personalmente; no está “dada” en un orden de la realidad divinamente creado. A pesar de las protestas islámicas y de las acciones indiscriminadas de violencia contra los cristianos que siguieron al Discurso de Ra-

(…) Para el islamista militante, la verdad es lo que Alá decida que es verdad, para el militante liberal secular o bien no existe la verdad como tal, existe simplemente “mi voluntad” y “mis propios valores personales”, o bien existe una “verdad”, pero es lo que yo decido que sea verdad. Esa verdad se construye personalmente; no está “dada” en un orden de la realidad divinamente creado.

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A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

El cristianismo es razonable por el realismo con que mira la realidad del ser humano y del mundo desde la revelación de un Cristo-Logos que asume la naturaleza humana. La Revelación no anula en absoluto las preguntas de la razón, sino que las proyecta en su dimensión sapiencial a la búsqueda del sentido último de todo.

Amplitud de la razón: una tarea de la universidad POR PEDRO MORANDÉ Court

L

a conferencia de Benedicto XVI en Ratisbona es, sin duda, un texto mayor, no ciertamente por su extensión, sino por el núcleo esencial de su exposición, resumida en la frase pronunciada por el emperador bizantino del siglo XIV Manuel II: “No actuar según la razón, no actuar con el logos, es contrario a la naturaleza de Dios”. La frase procede de un coloquio sobre la Biblia y el Corán y está referida de modo inmediato al argumento de que “la difusión de la fe mediante la violencia es irracional”. Sin embargo, el alcance de la afirmación trasciende esta discusión específica, proyectándose a todos los aspectos involucrados en la relación de la fe y la razón. Repitiendo un argumento que ha usado desde sus primeros escritos teológicos, señala aquí también que “Modificando el primer versículo del Génesis, el primer versículo de toda la Sagrada Escritura, San Juan comenzó el prólogo de su Evangelio con las palabras En el principio existía el Logos y el logos es Dios”, con lo que selló un principio de síntesis entre la fe bíblica y la filosofía griega, que ha sido “un dato de importancia decisiva no sólo desde el punto de vista de la historia de las religiones, sino también desde el de la historia universal, un dato que se nos impone también hoy”, como la base para un diálogo fructífero entre las culturas y entre los distintos saberes de nuestro tiempo. Después de referirse a distintos momentos históricos en que se intentó deshelenizar el cristianismo, con la consecuencia de que la razón y la fe fueron consideradas incompatibles entre sí, o al menos, como extrínsecas una a la otra, la conferencia aborda este mismo problema en la cultura actual, particularmente en relación a las ciencias naturales, cuya razón se basa, a su juicio, en “una síntesis entre platonismo (en cuanto presupone la estructura matemática de la materia) y empirismo” (en cuanto a su orientación hacia la eficacia práctica y técnica). “Sólo el tipo de certeza que deriva de la sinergia de matemática y método empírico puede considerarse científica”. Con posterioridad, las ciencias hu-

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HUMANITAS Nº 64 pp. 780 - 785

Lo razonable, es que las ciencias naturales dejen a la filosofía y a la teología responder lo que ellas sólo pueden presuponer: “la estructura racional de la materia y la correspondencia entre nuestro espíritu y las estructuras racionales que actúan en la naturaleza”.

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A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

El cristianismo es razonable por el realismo con que mira la realidad del ser humano y del mundo desde la revelación de un Cristo-Logos que asume la naturaleza humana. La Revelación no anula en absoluto las preguntas de la razón, sino que las proyecta en su dimensión sapiencial a la búsqueda del sentido último de todo.

Amplitud de la razón: una tarea de la universidad POR PEDRO MORANDÉ Court

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a conferencia de Benedicto XVI en Ratisbona es, sin duda, un texto mayor, no ciertamente por su extensión, sino por el núcleo esencial de su exposición, resumida en la frase pronunciada por el emperador bizantino del siglo XIV Manuel II: “No actuar según la razón, no actuar con el logos, es contrario a la naturaleza de Dios”. La frase procede de un coloquio sobre la Biblia y el Corán y está referida de modo inmediato al argumento de que “la difusión de la fe mediante la violencia es irracional”. Sin embargo, el alcance de la afirmación trasciende esta discusión específica, proyectándose a todos los aspectos involucrados en la relación de la fe y la razón. Repitiendo un argumento que ha usado desde sus primeros escritos teológicos, señala aquí también que “Modificando el primer versículo del Génesis, el primer versículo de toda la Sagrada Escritura, San Juan comenzó el prólogo de su Evangelio con las palabras En el principio existía el Logos y el logos es Dios”, con lo que selló un principio de síntesis entre la fe bíblica y la filosofía griega, que ha sido “un dato de importancia decisiva no sólo desde el punto de vista de la historia de las religiones, sino también desde el de la historia universal, un dato que se nos impone también hoy”, como la base para un diálogo fructífero entre las culturas y entre los distintos saberes de nuestro tiempo. Después de referirse a distintos momentos históricos en que se intentó deshelenizar el cristianismo, con la consecuencia de que la razón y la fe fueron consideradas incompatibles entre sí, o al menos, como extrínsecas una a la otra, la conferencia aborda este mismo problema en la cultura actual, particularmente en relación a las ciencias naturales, cuya razón se basa, a su juicio, en “una síntesis entre platonismo (en cuanto presupone la estructura matemática de la materia) y empirismo” (en cuanto a su orientación hacia la eficacia práctica y técnica). “Sólo el tipo de certeza que deriva de la sinergia de matemática y método empírico puede considerarse científica”. Con posterioridad, las ciencias hu-

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HUMANITAS Nº 64 pp. 780 - 785

Lo razonable, es que las ciencias naturales dejen a la filosofía y a la teología responder lo que ellas sólo pueden presuponer: “la estructura racional de la materia y la correspondencia entre nuestro espíritu y las estructuras racionales que actúan en la naturaleza”.

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pensar y que descubre su libertad. Como señala Heidegger con mucha profundidad, “lo que nos llama al pensamiento, nos da por primera vez la libertad de lo libre, para que allí pueda habitar lo humanamente libre. La esencia inicial de la libertad se esconde en el mandato que da a pensar a los mortales lo más merecedor de pensarse”1. Esta es la “amplitud de la razón” y “su grandeza”, como dice Benedicto XVI, y si en su primera encíclica, siguiendo a San Juan, este llamado inicial que moviliza toda la capacidad de comprensión del ser humano lo identifica con el Amor, en esta conferencia lo precisa del siguiente modo: “Ciertamente el amor, como dice San Pablo, ‘rebasa’ el conocimiento y por eso es capaz de percibir más que el simple pensamiento (cf. ef 3, 19); sin embargo, sigue siendo el amor del Dios-Logos”. Es decir, amor y verdad no se contraponen, y podría decirse del mismo modo que Fides et ratio lo hace de la razón y de la fe, que uno está dentro del otro donde encuentran cada cual su espacio propio de crecimiento. El amor a la verdad y la verdad del amor son dos realidades que se corresponden y se llaman recíprocamente en la unidad del ser personal tanto La cultura es, de Dios como de los seres humanos. Quien ama sólo lo puede hacer precisamente, ese con la totalidad y unicidad de su ser personal y la verdad que busca espacio abierto a la la sabiduría “en el principio”, ilumina la totalidad del significado de amplitud de la razón la realidad en el conjunto de todos sus factores. en las circunstancias Como cientista social quisiera señalar que la misma problemática históricas específicas que el Papa analiza en relación al pensamiento moderno se desplie- de cada vida humana ga en el seno de la organización social misma. Desde los inicios del y de cada sociedad. Si mundo moderno, pasando por la revolución industrial y la revolución los pueblos pierden esa postindustrial de las comunicaciones, la sociedad ha comenzado a referencia esencial a organizarse con criterios funcionales para delimitar los riesgos y la tradición sapiencial operar establemente, no obstante los niveles de alta contingencia que los ha constituido, e incertidumbre que surgen del entorno y de la complejidad de la debilitan la solidaridad sociedad misma así organizada. Esta forma de codificación de las intergeneracional que comunicaciones al interior de la sociedad, que resulta, por una par- sostiene la vida (…) te, razonable por su eficiencia y especialización muestra, por otra, altos niveles de irracionalidad cuando se quiere reducir la realidad social y humana sólo a aquello que se acomoda a los parámetros funcionales. El principio básico de la organización funcional es que todo elemento de la realidad es sustituible en su función por algún tipo de equivalente funcional. El valor de la eficiencia depende justamente de esta sustituibilidad. Cuando esta forma de observar la realidad se hace dominante, lo que desaparece de su ángulo de visión es la realidad personalizada del ser humano insustituible, como también el equilibrio ecológico necesario para la preservación de recursos naturales no renovables y también insustituibles. La despersonalización de las relaciones sociales, la crisis demográfica que trae consigo la caída de la fertilidad y el envejecimiento de la población y la depredación del entorno natural se corresponden y se amplifican recíprocamente. Mientras nos esforzamos por definir reglas procedimentales en el plano jurídico, político, económico, educacional, y tantos otros, que garanticen el funcionamiento de la sociedad con pluralismo, diversidad y tolerancia tanto en el plano nacional como inter-

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

manas y sociales también habrían intentado aproximarse a este mismo canon científico, con la consiguiente exclusión del “problema de Dios, presentándolo como un problema a-científico o pre-científico”. Desde esta posición reductivista de la razón no puede surgir un diálogo entre las culturas y las religiones del mundo, puesto que a su juicio, “precisamente esta exclusión de lo divino de la universalidad de la razón constituye un ataque a sus convicciones más íntimas”. A su vez, las mismas ciencias quedan privadas de pensar sus fundamentos, puesto que el elemento platónico que asume su racionalidad “conlleva un interrogante que la trasciende, como trasciende las posibilidades de su método”. Lo razonable, en consecuencia, es que las ciencias naturales dejen a la filosofía y a la teología responder lo que ellas sólo pueden presuponer: “la estructura racional de la materia y la correspondencia entre nuestro espíritu y las estructuras racionales que actúan en la naturaleza”. La condición para ello, agrega, es tener “la valentía para abrirse a la amplitud de la razón y no a la negación de su grandeza”. Me parece que estas Y concluye su conferencia diciendo en relación a esta amplitud de afirmaciones están en la razón que “redescubrirla constantemente nosotros mismos es la perfecta continuidad con gran tarea de la universidad”. el camino abierto por Me parece que estas afirmaciones están en perfecta continuidad con Juan Pablo II en Fides el camino abierto por Juan Pablo II en Fides et ratio, especialmente, con et ratio, especialmente su sorprendente afirmación “No hay, pues, motivo de competitividad con su sorprendente alguna entre la razón y la fe: una está dentro de la otra, y cada una afirmación “No hay, pues, tiene su propio espacio de realización” (n.17). Sin embargo, no he motivo de competitividad encontrado entre los comentaristas de esta encíclica una explicación alguna entre la razón y suficiente respecto a qué significa este estar “dentro” de la razón la fe: una está dentro de en la fe y de la fe en la razón y, no obstante, cada una con su propio la otra, y cada una tiene espacio. No tengo, ciertamente, la competencia filosófica ni teológica su propio espacio de para dar una respuesta inequívoca a esta pregunta. Pero la lectura de realización”. esta conferencia del Papa Benedicto XVI me sugiere que este “dentro” bien podría definirse como “la correspondencia entre nuestro espíritu y las estructuras racionales que actúan en la naturaleza”, donde la expresión “naturaleza” bien podría sustituirse por la expresión “realidad”, para incluir no sólo aquella realidad que es dada al ser humano en su ser biofísico, sino también aquella que es descubierta, creada, transmitida, y constantemente recreada por la cultura. En efecto, me parece que lo que el Papa quisiera transmitirnos es que el cristianismo es razonable por el realismo con que mira la realidad del ser humano y del mundo desde la revelación de un Cristo-Logos que asume la naturaleza humana. Por una parte, porque esta Sabiduría de Dios hecha carne corresponde y satisface sobreabundantemente las exigencias más hondas de verdad, de bondad, de belleza y de justicia que surgen de la condición racional del espíritu humano. Por otra, porque esta misma Sabiduría se manifiesta “en el principio” como el Espíritu creador que llama a toda realidad desde la nada a la existencia, sosteniéndola en ella en virtud “de las estructuras racionales que actúan” en su interior. En consecuencia, la fe en la Revelación no anula en absoluto las preguntas de la razón ni tampoco las censura; antes por el contrario, las proyecta en su dimensión sapiencial a la búsqueda del sentido último de todo. Tal sentido último se corresponde, justamente, con ese llamado interior o exhortación inicial que nos pone en el camino del

1 Heidegger Martin, “¿Qué significa pensar?”, Editorial Trotta, Madrid 2005, pg. 207

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pensar y que descubre su libertad. Como señala Heidegger con mucha profundidad, “lo que nos llama al pensamiento, nos da por primera vez la libertad de lo libre, para que allí pueda habitar lo humanamente libre. La esencia inicial de la libertad se esconde en el mandato que da a pensar a los mortales lo más merecedor de pensarse”1. Esta es la “amplitud de la razón” y “su grandeza”, como dice Benedicto XVI, y si en su primera encíclica, siguiendo a San Juan, este llamado inicial que moviliza toda la capacidad de comprensión del ser humano lo identifica con el Amor, en esta conferencia lo precisa del siguiente modo: “Ciertamente el amor, como dice San Pablo, ‘rebasa’ el conocimiento y por eso es capaz de percibir más que el simple pensamiento (cf. ef 3, 19); sin embargo, sigue siendo el amor del Dios-Logos”. Es decir, amor y verdad no se contraponen, y podría decirse del mismo modo que Fides et ratio lo hace de la razón y de la fe, que uno está dentro del otro donde encuentran cada cual su espacio propio de crecimiento. El amor a la verdad y la verdad del amor son dos realidades que se corresponden y se llaman recíprocamente en la unidad del ser personal tanto La cultura es, de Dios como de los seres humanos. Quien ama sólo lo puede hacer precisamente, ese con la totalidad y unicidad de su ser personal y la verdad que busca espacio abierto a la la sabiduría “en el principio”, ilumina la totalidad del significado de amplitud de la razón la realidad en el conjunto de todos sus factores. en las circunstancias Como cientista social quisiera señalar que la misma problemática históricas específicas que el Papa analiza en relación al pensamiento moderno se desplie- de cada vida humana ga en el seno de la organización social misma. Desde los inicios del y de cada sociedad. Si mundo moderno, pasando por la revolución industrial y la revolución los pueblos pierden esa postindustrial de las comunicaciones, la sociedad ha comenzado a referencia esencial a organizarse con criterios funcionales para delimitar los riesgos y la tradición sapiencial operar establemente, no obstante los niveles de alta contingencia que los ha constituido, e incertidumbre que surgen del entorno y de la complejidad de la debilitan la solidaridad sociedad misma así organizada. Esta forma de codificación de las intergeneracional que comunicaciones al interior de la sociedad, que resulta, por una par- sostiene la vida (…) te, razonable por su eficiencia y especialización muestra, por otra, altos niveles de irracionalidad cuando se quiere reducir la realidad social y humana sólo a aquello que se acomoda a los parámetros funcionales. El principio básico de la organización funcional es que todo elemento de la realidad es sustituible en su función por algún tipo de equivalente funcional. El valor de la eficiencia depende justamente de esta sustituibilidad. Cuando esta forma de observar la realidad se hace dominante, lo que desaparece de su ángulo de visión es la realidad personalizada del ser humano insustituible, como también el equilibrio ecológico necesario para la preservación de recursos naturales no renovables y también insustituibles. La despersonalización de las relaciones sociales, la crisis demográfica que trae consigo la caída de la fertilidad y el envejecimiento de la población y la depredación del entorno natural se corresponden y se amplifican recíprocamente. Mientras nos esforzamos por definir reglas procedimentales en el plano jurídico, político, económico, educacional, y tantos otros, que garanticen el funcionamiento de la sociedad con pluralismo, diversidad y tolerancia tanto en el plano nacional como inter-

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

manas y sociales también habrían intentado aproximarse a este mismo canon científico, con la consiguiente exclusión del “problema de Dios, presentándolo como un problema a-científico o pre-científico”. Desde esta posición reductivista de la razón no puede surgir un diálogo entre las culturas y las religiones del mundo, puesto que a su juicio, “precisamente esta exclusión de lo divino de la universalidad de la razón constituye un ataque a sus convicciones más íntimas”. A su vez, las mismas ciencias quedan privadas de pensar sus fundamentos, puesto que el elemento platónico que asume su racionalidad “conlleva un interrogante que la trasciende, como trasciende las posibilidades de su método”. Lo razonable, en consecuencia, es que las ciencias naturales dejen a la filosofía y a la teología responder lo que ellas sólo pueden presuponer: “la estructura racional de la materia y la correspondencia entre nuestro espíritu y las estructuras racionales que actúan en la naturaleza”. La condición para ello, agrega, es tener “la valentía para abrirse a la amplitud de la razón y no a la negación de su grandeza”. Me parece que estas Y concluye su conferencia diciendo en relación a esta amplitud de afirmaciones están en la razón que “redescubrirla constantemente nosotros mismos es la perfecta continuidad con gran tarea de la universidad”. el camino abierto por Me parece que estas afirmaciones están en perfecta continuidad con Juan Pablo II en Fides el camino abierto por Juan Pablo II en Fides et ratio, especialmente, con et ratio, especialmente su sorprendente afirmación “No hay, pues, motivo de competitividad con su sorprendente alguna entre la razón y la fe: una está dentro de la otra, y cada una afirmación “No hay, pues, tiene su propio espacio de realización” (n.17). Sin embargo, no he motivo de competitividad encontrado entre los comentaristas de esta encíclica una explicación alguna entre la razón y suficiente respecto a qué significa este estar “dentro” de la razón la fe: una está dentro de en la fe y de la fe en la razón y, no obstante, cada una con su propio la otra, y cada una tiene espacio. No tengo, ciertamente, la competencia filosófica ni teológica su propio espacio de para dar una respuesta inequívoca a esta pregunta. Pero la lectura de realización”. esta conferencia del Papa Benedicto XVI me sugiere que este “dentro” bien podría definirse como “la correspondencia entre nuestro espíritu y las estructuras racionales que actúan en la naturaleza”, donde la expresión “naturaleza” bien podría sustituirse por la expresión “realidad”, para incluir no sólo aquella realidad que es dada al ser humano en su ser biofísico, sino también aquella que es descubierta, creada, transmitida, y constantemente recreada por la cultura. En efecto, me parece que lo que el Papa quisiera transmitirnos es que el cristianismo es razonable por el realismo con que mira la realidad del ser humano y del mundo desde la revelación de un Cristo-Logos que asume la naturaleza humana. Por una parte, porque esta Sabiduría de Dios hecha carne corresponde y satisface sobreabundantemente las exigencias más hondas de verdad, de bondad, de belleza y de justicia que surgen de la condición racional del espíritu humano. Por otra, porque esta misma Sabiduría se manifiesta “en el principio” como el Espíritu creador que llama a toda realidad desde la nada a la existencia, sosteniéndola en ella en virtud “de las estructuras racionales que actúan” en su interior. En consecuencia, la fe en la Revelación no anula en absoluto las preguntas de la razón ni tampoco las censura; antes por el contrario, las proyecta en su dimensión sapiencial a la búsqueda del sentido último de todo. Tal sentido último se corresponde, justamente, con ese llamado interior o exhortación inicial que nos pone en el camino del

1 Heidegger Martin, “¿Qué significa pensar?”, Editorial Trotta, Madrid 2005, pg. 207

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cidos y manejables. Pero si esta delimitación lleva como consecuencia dejar de atender a la totalidad de la experiencia humana, a su sentido trascendente, al valor cultural que se despliega en el diálogo intergeneracional que sustenta la vida en el mediano y largo plazo, a la dimensión personalizada que busca cada vida humana que quiere vivirse en primera persona y de modo insustituible, entonces la delimitación funcional se vuelve irrazonable para el conjunto de todos estos factores. Cuando las culturas hablan de Dios, refieren la experiencia humana a la totalidad de la realidad, a su origen y destino. Buscan aquella sabiduría que es capaz de considerar el conjunto de todos los factores, incluida la sabiduría del propio saber acerca del mundo y de la sabiduría. Buscan aquella dimensión esencial de la libertad humana determinada por el acto de escuchar la exhortación primera e inicial del ser de todo lo que existe y que pone a las personas en el camino del pensar y del actuar conforme a la naturaleza racional del espíritu humano. Cuando por cualquier motivo se censura este acto fundacional de la libertad del espíritu, se oscurece inevitablemente la razonabilidad de alguna dimensión de la experiencia. Lo que el Papa Benedicto nos recuerda en su conferencia es que el cristianismo, como religión del Dios-Logos, es una pasión por la realidad humana tal como ella es, tal como ha sido diseñada por la Inteligencia y Sabiduría primera que está en el origen de todo y que se revela como el Misterio que nos asombra y nos pone en camino hacia nuestra propia autorrealización y cumplimiento. Como universitarios, nos da que pensar su frase conclusiva: “En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a este gran logos, a esta amplitud de la razón. Redescubrirla constantemente nosotros mismos es la gran tarea de la universidad”.

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

nacional, descuidamos la originalidad histórica de cada pueblo y cultura, su identidad, su soberanía, su patrimonio, su tradición y, en última instancia, su libertad para valorar y respetar su experiencia original en la realización de la común vocación humana. La cultura es, precisamente, ese espacio abierto a la amplitud de la razón en las circunstancias históricas específicas de cada vida humana y de cada sociedad. Si los pueblos pierden esa referencia esencial a la tradición sapiencial que los ha constituido, debilitan la solidaridad intergeneracional que sostiene la vida. La organización funcional de los asuntos humanos puede resultar muy eficaz y razonable en la distribución de los riesgos en el corto plazo, pero es algo miope para el mediano y casi ciega para el largo plazo. La actual estructura demográfica de Occidente así lo demuestra de manera irrefutable. No existe ningún algoritmo, ni ningún arreglo funcional capaz de dotar a las personas de un significado que traiga consigo tal gusto por la vida que el deseo más íntimo de ellas sea transmitirla a otros como don y bendición. Antes por el contrario, como parece generalizarse en nuestra época, la vida de cada ser humano es considerada como un difícil problema a resolver desde el punto de vista del trabajo que significa (…) La organización sostenerla, del esfuerzo que representa educarla, de la constante funcional de los asuntos atención preventiva que significa la aparición de enfermedades y de humanos puede resultar la muerte. Y mientras la sociedad se esfuerza por mejorar cada vez muy eficaz y razonable más las condiciones sanitarias para aumentar la esperanza de vida en la distribución de los al nacer, el cambio en la estructura demográfica representado por el riesgos en el corto plazo, aumento de los ancianos y la disminución de los jóvenes, augura para pero es algo miope para el futuro una creciente vejez solitaria y abandonada. el mediano y casi ciega La estrechez de una visión poco razonable que motiva el uso de la para el largo plazo. violencia intencional en el caso de la difusión de la fe religiosa, no es La actual estructura distinta de la estrechez del saber que reduce todo el conocimiento a demográfica de Occidente su valor de información en el presente y que provoca mil formas de así lo demuestra de violencia y exclusión social: la corrupción de los espacios públicos, el manera irrefutable. tráfico de drogas, la esclavitud de la prostitución y de la pornografía, la violencia intrafamiliar, el abandono de los hijos en hogares de padre ausente o desconocido, la delincuencia, la pobreza y tantas otras lacras sociales que la sociedad se esfuerza apenas por controlar puesto que parece ya resignada a no poder superar. Mientras se despliegan toda clase de esfuerzos técnicos sobre estos problemas, se descuida el único esfuerzo razonable que no es otro que proporcionar a las personas una cultura viva, en la cual los valores derivados de la dignidad humana sean el patrimonio más valioso que ella transmite y que puedan ser verificados cotidianamente por la experiencia de cada una de las personas que se integran a una comunidad de pertenencia que las acoge y las invita a trascender sus necesidades y deseos en el servicio al bien común de todos quienes la integran. Lo que recuerda Benedicto XVI de la apreciación del emperador bizantino del siglo XIV a propósito de la difusión del Islam, está dirigido propiamente a la cultura de los pueblos occidentales y a su inquietante abandono de la confianza en la razón que busca e interroga a la realidad por el sentido último de la existencia humana en el mundo. Ciertamente, no se puede negar la utilidad que representa delimitar los problemas que enfrenta una vida social cada vez más compleja y de gran escala en contextos funcionalmente redu-

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cidos y manejables. Pero si esta delimitación lleva como consecuencia dejar de atender a la totalidad de la experiencia humana, a su sentido trascendente, al valor cultural que se despliega en el diálogo intergeneracional que sustenta la vida en el mediano y largo plazo, a la dimensión personalizada que busca cada vida humana que quiere vivirse en primera persona y de modo insustituible, entonces la delimitación funcional se vuelve irrazonable para el conjunto de todos estos factores. Cuando las culturas hablan de Dios, refieren la experiencia humana a la totalidad de la realidad, a su origen y destino. Buscan aquella sabiduría que es capaz de considerar el conjunto de todos los factores, incluida la sabiduría del propio saber acerca del mundo y de la sabiduría. Buscan aquella dimensión esencial de la libertad humana determinada por el acto de escuchar la exhortación primera e inicial del ser de todo lo que existe y que pone a las personas en el camino del pensar y del actuar conforme a la naturaleza racional del espíritu humano. Cuando por cualquier motivo se censura este acto fundacional de la libertad del espíritu, se oscurece inevitablemente la razonabilidad de alguna dimensión de la experiencia. Lo que el Papa Benedicto nos recuerda en su conferencia es que el cristianismo, como religión del Dios-Logos, es una pasión por la realidad humana tal como ella es, tal como ha sido diseñada por la Inteligencia y Sabiduría primera que está en el origen de todo y que se revela como el Misterio que nos asombra y nos pone en camino hacia nuestra propia autorrealización y cumplimiento. Como universitarios, nos da que pensar su frase conclusiva: “En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a este gran logos, a esta amplitud de la razón. Redescubrirla constantemente nosotros mismos es la gran tarea de la universidad”.

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nacional, descuidamos la originalidad histórica de cada pueblo y cultura, su identidad, su soberanía, su patrimonio, su tradición y, en última instancia, su libertad para valorar y respetar su experiencia original en la realización de la común vocación humana. La cultura es, precisamente, ese espacio abierto a la amplitud de la razón en las circunstancias históricas específicas de cada vida humana y de cada sociedad. Si los pueblos pierden esa referencia esencial a la tradición sapiencial que los ha constituido, debilitan la solidaridad intergeneracional que sostiene la vida. La organización funcional de los asuntos humanos puede resultar muy eficaz y razonable en la distribución de los riesgos en el corto plazo, pero es algo miope para el mediano y casi ciega para el largo plazo. La actual estructura demográfica de Occidente así lo demuestra de manera irrefutable. No existe ningún algoritmo, ni ningún arreglo funcional capaz de dotar a las personas de un significado que traiga consigo tal gusto por la vida que el deseo más íntimo de ellas sea transmitirla a otros como don y bendición. Antes por el contrario, como parece generalizarse en nuestra época, la vida de cada ser humano es considerada como un difícil problema a resolver desde el punto de vista del trabajo que significa (…) La organización sostenerla, del esfuerzo que representa educarla, de la constante funcional de los asuntos atención preventiva que significa la aparición de enfermedades y de humanos puede resultar la muerte. Y mientras la sociedad se esfuerza por mejorar cada vez muy eficaz y razonable más las condiciones sanitarias para aumentar la esperanza de vida en la distribución de los al nacer, el cambio en la estructura demográfica representado por el riesgos en el corto plazo, aumento de los ancianos y la disminución de los jóvenes, augura para pero es algo miope para el futuro una creciente vejez solitaria y abandonada. el mediano y casi ciega La estrechez de una visión poco razonable que motiva el uso de la para el largo plazo. violencia intencional en el caso de la difusión de la fe religiosa, no es La actual estructura distinta de la estrechez del saber que reduce todo el conocimiento a demográfica de Occidente su valor de información en el presente y que provoca mil formas de así lo demuestra de violencia y exclusión social: la corrupción de los espacios públicos, el manera irrefutable. tráfico de drogas, la esclavitud de la prostitución y de la pornografía, la violencia intrafamiliar, el abandono de los hijos en hogares de padre ausente o desconocido, la delincuencia, la pobreza y tantas otras lacras sociales que la sociedad se esfuerza apenas por controlar puesto que parece ya resignada a no poder superar. Mientras se despliegan toda clase de esfuerzos técnicos sobre estos problemas, se descuida el único esfuerzo razonable que no es otro que proporcionar a las personas una cultura viva, en la cual los valores derivados de la dignidad humana sean el patrimonio más valioso que ella transmite y que puedan ser verificados cotidianamente por la experiencia de cada una de las personas que se integran a una comunidad de pertenencia que las acoge y las invita a trascender sus necesidades y deseos en el servicio al bien común de todos quienes la integran. Lo que recuerda Benedicto XVI de la apreciación del emperador bizantino del siglo XIV a propósito de la difusión del Islam, está dirigido propiamente a la cultura de los pueblos occidentales y a su inquietante abandono de la confianza en la razón que busca e interroga a la realidad por el sentido último de la existencia humana en el mundo. Ciertamente, no se puede negar la utilidad que representa delimitar los problemas que enfrenta una vida social cada vez más compleja y de gran escala en contextos funcionalmente redu-

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R azón y Fe en Benedicto XVI Por Juan de Dios Vial Larraín

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

El Papa busca lo que llama una “ampliación de la razón”. Una apertura que permita a la razón superar los límites que le han sido impuestos y abrir una interrogación más viva, más actual, más madura sobre la razón de la fe. En tiempos nihilistas, Benedicto XVI retorna al logocentrismo.

E

El Papa enuncia desde el principio de su lección magistral en la universidad de Ratisbona la respuesta a la cuestión que en ella plantea: “No actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”. Dicho de otra manera: solo en la medida en que el hombre actúe desde sí mismo estará en concordancia con la naturaleza de Dios.

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l Papa enuncia desde el principio de su lección magistral en la universidad de Ratisbona la respuesta a la cuestión que en ella plantea: “No actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”. Dicho de otra manera: solo en la medida en que el hombre actúe desde sí mismo estará en concordancia con la naturaleza de Dios. ¿En qué se funda el Papa para hacer tan vigorosa afirmación? En dos textos decisivos de la Biblia, uno del Antiguo Testamento y otro del Nuevo Testamento. El Génesis, el primero de los libros de la Biblia, se inicia con las palabras “En el principio creó Dios el cielo y la tierra” (I,1). Y el Evangelio de San Juan se inicia, a su vez, con las palabras “En el principio existía el Logos y el Logos estaba en Dios” (I,1). La concordancia es visible y particularmente significativa. El Dios Creador es el Logos, es la palabra de Dios, de la que el hombre es imagen. El Dios Creador es el mismo Verbo de Dios hecho carne en la persona de Cristo. Y en Él está la figura humana esencial. El fundamento de la tesis del Papa sobre la relación entre la fe y la razón radica, pues, en esa relación entre Dios Creador y Verbo de Dios como el puente que enlaza el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, el Génesis y el Evangelio de San Juan, la naturaleza de Dios y la naturaleza humana. El Papa pregunta entonces: la correlación entre la razón del hombre y la naturaleza de Dios en virtud de la cual un actuar irracional fuera contrario tanto a la naturaleza de Dios como a la del hombre ¿es fruto, acaso, del pensamiento griego o tiene valor en sí mismo y con independencia de aquel? A esta pregunta que él se hace el Papa responde de manera neta: ha sido San Juan quien dio la respuesta conclusiva sobre el concepto bíblico de Dios. Por consiguiente, no ha sido algo así como una casualidad histórica el encuentro del mensaje bíblico con el pensamiento griego que condujo a decir: “En el principio existía el Logos”. Esta tesis del Papa me parece estupenda y atrevida. Creo que ella abre

HUMANITAS Nº 64 pp. 786 - 791

El fundamento de la tesis del Papa sobre la relación entre la fe y la razón radica en la relación entre Dios Creador y Verbo de Dios como el puente que enlaza el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, el Génesis y el Evangelio de San Juan, la naturaleza de Dios y la naturaleza humana.

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R azón y Fe en Benedicto XVI Por Juan de Dios Vial Larraín

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

El Papa busca lo que llama una “ampliación de la razón”. Una apertura que permita a la razón superar los límites que le han sido impuestos y abrir una interrogación más viva, más actual, más madura sobre la razón de la fe. En tiempos nihilistas, Benedicto XVI retorna al logocentrismo.

E

El Papa enuncia desde el principio de su lección magistral en la universidad de Ratisbona la respuesta a la cuestión que en ella plantea: “No actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”. Dicho de otra manera: solo en la medida en que el hombre actúe desde sí mismo estará en concordancia con la naturaleza de Dios.

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l Papa enuncia desde el principio de su lección magistral en la universidad de Ratisbona la respuesta a la cuestión que en ella plantea: “No actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios”. Dicho de otra manera: solo en la medida en que el hombre actúe desde sí mismo estará en concordancia con la naturaleza de Dios. ¿En qué se funda el Papa para hacer tan vigorosa afirmación? En dos textos decisivos de la Biblia, uno del Antiguo Testamento y otro del Nuevo Testamento. El Génesis, el primero de los libros de la Biblia, se inicia con las palabras “En el principio creó Dios el cielo y la tierra” (I,1). Y el Evangelio de San Juan se inicia, a su vez, con las palabras “En el principio existía el Logos y el Logos estaba en Dios” (I,1). La concordancia es visible y particularmente significativa. El Dios Creador es el Logos, es la palabra de Dios, de la que el hombre es imagen. El Dios Creador es el mismo Verbo de Dios hecho carne en la persona de Cristo. Y en Él está la figura humana esencial. El fundamento de la tesis del Papa sobre la relación entre la fe y la razón radica, pues, en esa relación entre Dios Creador y Verbo de Dios como el puente que enlaza el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, el Génesis y el Evangelio de San Juan, la naturaleza de Dios y la naturaleza humana. El Papa pregunta entonces: la correlación entre la razón del hombre y la naturaleza de Dios en virtud de la cual un actuar irracional fuera contrario tanto a la naturaleza de Dios como a la del hombre ¿es fruto, acaso, del pensamiento griego o tiene valor en sí mismo y con independencia de aquel? A esta pregunta que él se hace el Papa responde de manera neta: ha sido San Juan quien dio la respuesta conclusiva sobre el concepto bíblico de Dios. Por consiguiente, no ha sido algo así como una casualidad histórica el encuentro del mensaje bíblico con el pensamiento griego que condujo a decir: “En el principio existía el Logos”. Esta tesis del Papa me parece estupenda y atrevida. Creo que ella abre

HUMANITAS Nº 64 pp. 786 - 791

El fundamento de la tesis del Papa sobre la relación entre la fe y la razón radica en la relación entre Dios Creador y Verbo de Dios como el puente que enlaza el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, el Génesis y el Evangelio de San Juan, la naturaleza de Dios y la naturaleza humana.

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El Logos de que habla San Juan transfiguró la originaria palabra griega –Logos– de la que ya Platón en el Fedón había dicho que nombra la misma esencia del alma. Ni el puro conceptualismo racional, ni las operaciones de un cálculo formal que una máquina también puede realizar, ni impulsos vitales fantásticamente revestidos. Logos habla de la más auténtica profundidad del hombre, de su naturaleza. Del carácter divino de la creatura humana.

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de la fe con la inteligencia filosófica. Pero cuando dice que no fue una casualidad el encuentro originario de la fe con el pensamiento griego lo que está diciendo, pienso, es algo de gran alcance. Está concediendo a la historia humana un peso y una significación que si bien están inscritos ya en la Encarnación de Cristo y en su Pasión bajo Poncio Pilatos, como reza el Credo, pero en la forma como el Papa lo propone lleva a concebir que la historia de la salvación se prolonga a todo lo largo de la historia del hombre y se gesta a la par de ella. Sobre esta base el Papa no sólo justifica la helenización del cristianismo, sino puede afirmar que “el cristianismo desarrolla su huella históricamente decisiva en Europa”, tanto como su origen se halla en el Oriente. El proceso de asimilación de un pensamiento por la verdad cristiana no es, entonces, un azar, una casualidad, algo de lo cual pueda deshacerse y borrar a voluntad. Es algo real, vivo, histórico que pertenece tanto a la naturaleza de Dios como a la del hombre. El acercamiento entre el mensaje bíblico y el pensamiento griego se produce ya en el episodio de la zarza ardiente que se lee en el Éxodo. El nombre del Dios bíblico se escucha en las palabras Yo Soy. Estas palabras diferencian al Dios de la Biblia de otros dioses. Le apartan del mito y de la idolatría. El Papa ve aquí una íntima analogía con el intento de Sócrates de vencer y superar al mito. Inclusive lo llama una “ilustración” que rompe con divinidades que no son sino obra de las manos del hombre, como dice el Salmo 115. En la literatura sapiencial tardía se dará ese acercamiento, ese recíproco contacto entre la Biblia y la filosofía de los griegos. Pero, como se ha dicho, es en la propia cultura cristiana de la tardía Edad Media donde surge un planteamiento –“voluntarista” lo llama el Papa–, según el cual a Dios se lo conoce nada más que como una voluntad infinita “cuyas posibilidades abismales, afirma Benedicto XVI, permanecen para nosotros eternamente inalcanzables y escondidas”. El Papa menciona en esta línea a Duns Scoto, como creo que pudo también mencionar a Guillermo de Occam y al nominalismo. Obsérvese una extraña paradoja que pareciera ligar en lo profundo, aunque no lo sea históricamente, la trascendencia absoluta de Dios predicada en el Corán y el carácter abismal de la voluntad en el pensamiento de Duns Scoto. O en el de Occam, según el cual bueno es lo que Dios quiere y sin otra razón que su voluntad, de tal manera que no puede decirse que Dios quiera lo que es bueno, sino que es bueno nada más que porque lo quiere. La teología del Islam pareciera concordar con la filosofía nominalista. En cambio, la filosofía de un filósofo musulmán, como es Avicena, de proveniencia aristotélica, pudo ser asimilada en profundidad en la teología cristiana de Santo Tomás de Aquino. De una verdad del Islam a una filosofía nominalista de teólogos cristianos, pero de la

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

un camino que es al que Benedicto XVI invita hoy a los cristianos. Pero voy más allá: invita a todos los hombres porque habla acerca del hombre mismo, en nombre de todos, pues. Permítanme tratar de justificar el sentido de lo que afirmo en la lectura de las palabras del Papa. Califiqué de atrevida su afirmación porque ciertamente él sabe muy bien que al decirla se expone a que se le llame tributario de Santo Tomás de Aquino, por ende, de Aristóteles y del simple logocentrismo griego. Pero esto no debiera hacerse en tiempos que proclaman la eliminación de la metafísica, como han dicho los positivistas de Viena, o de superación de la metafísica, como ha dicho Heidegger. En tiempos nihilistas, por otra parte, carentes de centro o en los que el centro sería nada, nihil, ¿cómo puede pretender el Papa retornar a un logocentrismo? Se expone, además, a que se le impute un pensar meramente europeo en un mundo global en el que, contra toda unidad espiritual, reina un pluralismo relativista de corte puramente político. Se expone, en fin, a que se le impute querer rescatar la verdad contra los sofistas, una vez más después de Sócrates y Platón, pero después que toda la filosofía habría caído con la muerte de Dios, según el juicio de Nietzsche. Difícilmente alguien sabe mejor que el Papa por qué él está dispuesto a exponerse a todas estas críticas. Sencillamente porque son nuestro pan ideológico de cada día en el mundo actual y porque es ahí justamente donde la verdad ha de clavar su bandera. ¿No ha sido el sello de la Iglesia desde su fundación, y aun la suerte de quien la fundó, recibir todo eso y muchísimo más justo por decir lo que dijeron, por decir algo que era nuevo y navegar contra corriente? La comprensión del pobre en el planteo de la cuestión social; la comprensión del amor en el planteo de la moral sexual, ¿no han sido navegaciones contra corriente que ha debido emprender la Iglesia por lo menos en los dos últimos siglos? Reinstaurar el valor de la razón al interior de la fe es la atrevida empresa de Benedicto XVI que se atreve a ella, valga la redundancia si es que la hay, como lo hiciera San Anselmo en el inicio de la más esplendorosa teología cristiana bajo el lema fides quaerens intellectum. Pero este atrevimiento del Papa Benedicto XVI al proclamar la relación viva entre Fe y Razón adquiere una dimensión especial, que es seguramente la más grave, cuando denuncia lo ocurrido a la verdad de la fe y la inteligencia, al interior del propio cristianismo que, en definitiva, ha puesto en pugna al hombre con la verdad, al hombre consigo mismo. El Papa se sirve de una vigorosa metáfora para describir ese proceso que vendría ya desde la crisis de la teología medieval que gesta el nominalismo y que se proyecta en el mundo moderno. El Papa habla de tres oleadas, trayendo a nuestra mente catástrofes de la naturaleza. Habla de una deshelenización del cristianismo que marca la ruptura

Reinstaurar el valor de la razón al interior de la fe es la atrevida empresa de Benedicto XVI que se atreve a ella, valga la redundancia si es que la hay, como lo hiciera San Anselmo en el inicio de la más esplendorosa teología cristiana bajo el lema fides quaerens intellectum (...)

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El Logos de que habla San Juan transfiguró la originaria palabra griega –Logos– de la que ya Platón en el Fedón había dicho que nombra la misma esencia del alma. Ni el puro conceptualismo racional, ni las operaciones de un cálculo formal que una máquina también puede realizar, ni impulsos vitales fantásticamente revestidos. Logos habla de la más auténtica profundidad del hombre, de su naturaleza. Del carácter divino de la creatura humana.

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de la fe con la inteligencia filosófica. Pero cuando dice que no fue una casualidad el encuentro originario de la fe con el pensamiento griego lo que está diciendo, pienso, es algo de gran alcance. Está concediendo a la historia humana un peso y una significación que si bien están inscritos ya en la Encarnación de Cristo y en su Pasión bajo Poncio Pilatos, como reza el Credo, pero en la forma como el Papa lo propone lleva a concebir que la historia de la salvación se prolonga a todo lo largo de la historia del hombre y se gesta a la par de ella. Sobre esta base el Papa no sólo justifica la helenización del cristianismo, sino puede afirmar que “el cristianismo desarrolla su huella históricamente decisiva en Europa”, tanto como su origen se halla en el Oriente. El proceso de asimilación de un pensamiento por la verdad cristiana no es, entonces, un azar, una casualidad, algo de lo cual pueda deshacerse y borrar a voluntad. Es algo real, vivo, histórico que pertenece tanto a la naturaleza de Dios como a la del hombre. El acercamiento entre el mensaje bíblico y el pensamiento griego se produce ya en el episodio de la zarza ardiente que se lee en el Éxodo. El nombre del Dios bíblico se escucha en las palabras Yo Soy. Estas palabras diferencian al Dios de la Biblia de otros dioses. Le apartan del mito y de la idolatría. El Papa ve aquí una íntima analogía con el intento de Sócrates de vencer y superar al mito. Inclusive lo llama una “ilustración” que rompe con divinidades que no son sino obra de las manos del hombre, como dice el Salmo 115. En la literatura sapiencial tardía se dará ese acercamiento, ese recíproco contacto entre la Biblia y la filosofía de los griegos. Pero, como se ha dicho, es en la propia cultura cristiana de la tardía Edad Media donde surge un planteamiento –“voluntarista” lo llama el Papa–, según el cual a Dios se lo conoce nada más que como una voluntad infinita “cuyas posibilidades abismales, afirma Benedicto XVI, permanecen para nosotros eternamente inalcanzables y escondidas”. El Papa menciona en esta línea a Duns Scoto, como creo que pudo también mencionar a Guillermo de Occam y al nominalismo. Obsérvese una extraña paradoja que pareciera ligar en lo profundo, aunque no lo sea históricamente, la trascendencia absoluta de Dios predicada en el Corán y el carácter abismal de la voluntad en el pensamiento de Duns Scoto. O en el de Occam, según el cual bueno es lo que Dios quiere y sin otra razón que su voluntad, de tal manera que no puede decirse que Dios quiera lo que es bueno, sino que es bueno nada más que porque lo quiere. La teología del Islam pareciera concordar con la filosofía nominalista. En cambio, la filosofía de un filósofo musulmán, como es Avicena, de proveniencia aristotélica, pudo ser asimilada en profundidad en la teología cristiana de Santo Tomás de Aquino. De una verdad del Islam a una filosofía nominalista de teólogos cristianos, pero de la

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

un camino que es al que Benedicto XVI invita hoy a los cristianos. Pero voy más allá: invita a todos los hombres porque habla acerca del hombre mismo, en nombre de todos, pues. Permítanme tratar de justificar el sentido de lo que afirmo en la lectura de las palabras del Papa. Califiqué de atrevida su afirmación porque ciertamente él sabe muy bien que al decirla se expone a que se le llame tributario de Santo Tomás de Aquino, por ende, de Aristóteles y del simple logocentrismo griego. Pero esto no debiera hacerse en tiempos que proclaman la eliminación de la metafísica, como han dicho los positivistas de Viena, o de superación de la metafísica, como ha dicho Heidegger. En tiempos nihilistas, por otra parte, carentes de centro o en los que el centro sería nada, nihil, ¿cómo puede pretender el Papa retornar a un logocentrismo? Se expone, además, a que se le impute un pensar meramente europeo en un mundo global en el que, contra toda unidad espiritual, reina un pluralismo relativista de corte puramente político. Se expone, en fin, a que se le impute querer rescatar la verdad contra los sofistas, una vez más después de Sócrates y Platón, pero después que toda la filosofía habría caído con la muerte de Dios, según el juicio de Nietzsche. Difícilmente alguien sabe mejor que el Papa por qué él está dispuesto a exponerse a todas estas críticas. Sencillamente porque son nuestro pan ideológico de cada día en el mundo actual y porque es ahí justamente donde la verdad ha de clavar su bandera. ¿No ha sido el sello de la Iglesia desde su fundación, y aun la suerte de quien la fundó, recibir todo eso y muchísimo más justo por decir lo que dijeron, por decir algo que era nuevo y navegar contra corriente? La comprensión del pobre en el planteo de la cuestión social; la comprensión del amor en el planteo de la moral sexual, ¿no han sido navegaciones contra corriente que ha debido emprender la Iglesia por lo menos en los dos últimos siglos? Reinstaurar el valor de la razón al interior de la fe es la atrevida empresa de Benedicto XVI que se atreve a ella, valga la redundancia si es que la hay, como lo hiciera San Anselmo en el inicio de la más esplendorosa teología cristiana bajo el lema fides quaerens intellectum. Pero este atrevimiento del Papa Benedicto XVI al proclamar la relación viva entre Fe y Razón adquiere una dimensión especial, que es seguramente la más grave, cuando denuncia lo ocurrido a la verdad de la fe y la inteligencia, al interior del propio cristianismo que, en definitiva, ha puesto en pugna al hombre con la verdad, al hombre consigo mismo. El Papa se sirve de una vigorosa metáfora para describir ese proceso que vendría ya desde la crisis de la teología medieval que gesta el nominalismo y que se proyecta en el mundo moderno. El Papa habla de tres oleadas, trayendo a nuestra mente catástrofes de la naturaleza. Habla de una deshelenización del cristianismo que marca la ruptura

Reinstaurar el valor de la razón al interior de la fe es la atrevida empresa de Benedicto XVI que se atreve a ella, valga la redundancia si es que la hay, como lo hiciera San Anselmo en el inicio de la más esplendorosa teología cristiana bajo el lema fides quaerens intellectum (...)

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(...) Pero este atrevimiento al proclamar la relación viva entre Fe y Razón adquiere una dimensión especial, que es seguramente la más grave, cuando denuncia lo ocurrido a la verdad de la fe y la inteligencia, al interior del propio cristianismo que, en definitiva, ha puesto en pugna al hombre con la verdad, al hombre consigo mismo.

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operaciones de un cálculo formal que una máquina también puede realizar, ni impulsos vitales fantásticamente revestidos. Logos habla de la más auténtica profundidad del hombre, de su naturaleza. Del carácter divino de la creatura humana. La tercera oleada que el Papa denuncia bloquea la posibilidad de encuentro entre las culturas, un gran ideal político y moral de nuestro tiempo, al proclamar la ruptura de la fe cristiana con la cultura que primero la albergó, como si hubiera sido algo así como un pecado original. Semejante despojamiento no es purificador. En él late, quizá, la secreta soberbia de querer tenerse la fe sola a sí misma. Esto no la purifica, la corroe, la desintegra. Criticar las corrientes que en el mundo moderno han amenazado la unidad esencial de la razón y la fe no es desconocer los bienes de este mundo. El Papa desmentiría sus palabras si lo hiciera. Su posición es otra: es una mirada hacia adelante, una invitación. El Papa busca lo que llama una “ampliación de la razón”. Una apertura que permita a la razón superar los límites que le han sido impuestos y abrir una interrogación más viva, más actual, más madura sobre la razón de la fe. Permítaseme recordar a este respecto algo que escuché decir hace varios años a un eminente conocedor de la filosofía griega en los orígenes del cristianismo, el jesuita Paul Henry: la ortodoxia ha sido la aventura de la inteligencia a través de las herejías. A esta tarea llama el Papa a la Universitas Scientiarum, como él dice, a la Universidad.

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

filosofía de un musulmán a una teología católica. La clave está en que la filosofía del musulmán y la teología del católico están articuladas en el logos griego de Aristóteles que establece una continuidad que los nominalistas han roto. Por cierto, las diferencias entre Dios y el hombre son infinitamente mayores que las semejanzas, como estableció el Concilio de Letrán en el siglo XIII, pero Dios no se hace más divino por el hecho de que lo alejemos de nosotros. El Dios verdaderamente divino, dice el Papa, “es el Dios que se ha manifestado como logos y ha actuado y actúa como logos lleno de amor por nosotros”. La primera oleada que cae sobre esa esencial verdad es la deshelenización postulada por la Reforma en el siglo XVI que busca la forma primordial de la fe en la sola Escritura sagrada, completamente libre del logos de la filosofía. Lutero llegó a decir que la filosofía de Aristóteles era la prostituta del demonio y en otro lugar dijo: soy de la facción de Occam. La poderosa vivencia religiosa del fraile germano no se andaba con eufemismos. Pero la filosofía del idealismo alemán se lo tomó muy en serio aunque irónicamente, pues, una vez más, es la filosofía la que hablará de Dios, ahora en las formas del idealismo subjetivista inducido por la razón moderna de índole matemática y tecnológica. Kant en el siglo XVIII radicaliza esa posición cuando en la Crítica de la Razón Pura afirmó la necesidad de renunciar al pensamiento teórico de la filosofía para dar lugar a la fe. De ahí a la teología liberal de los siglos XIX y XX no hay más que un paso en el que la fe se vierte en una moral y Jesús se convierte en una figura humanitaria, nada más. La razón práctica de Kant alcanza toda su altura teológica haciendo de Dios solo un postulado para sostener esa moral. Así se levanta la segunda oleada que denuncia el Papa. Esta ola, me permitiría añadir, conduce a ver en Dios y la religión la más fundamental alienación del hombre, como dijo Marx en el Prólogo a la Filosofía del Derecho de Hegel y a ver el cristianismo inmerso en el nihilismo y llamado a caer bajo su voluntad de poder, como predicó Nietzsche. Esta oleada salvaje barre todavía la conciencia contemporánea. La autolimitación moderna de la razón expresada en las Críticas de Kant y proyectada en las ciencias, reduciendo su ámbito, ha excluido el problema de Dios. El sujeto, entonces, decide lo que considera sostenible acerca de Dios, y la conciencia subjetiva se convierte en la única instancia ética. Como consecuencia, ética y religión pierden su poder de crear una comunidad. El Logos de que habla San Juan transfiguró la originaria palabra griega –logos– de la que ya Platón en el Fedón había dicho que nombra la misma esencia del alma. Ni el puro conceptualismo racional, ni las

Criticar las corrientes que en el mundo moderno han amenazado la unidad esencial de la razón y la fe no es desconocer los bienes de este mundo. El Papa desmentiría sus palabras si lo hiciera. Su posición es otra: es una mirada hacia adelante, una invitación.

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(...) Pero este atrevimiento al proclamar la relación viva entre Fe y Razón adquiere una dimensión especial, que es seguramente la más grave, cuando denuncia lo ocurrido a la verdad de la fe y la inteligencia, al interior del propio cristianismo que, en definitiva, ha puesto en pugna al hombre con la verdad, al hombre consigo mismo.

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operaciones de un cálculo formal que una máquina también puede realizar, ni impulsos vitales fantásticamente revestidos. Logos habla de la más auténtica profundidad del hombre, de su naturaleza. Del carácter divino de la creatura humana. La tercera oleada que el Papa denuncia bloquea la posibilidad de encuentro entre las culturas, un gran ideal político y moral de nuestro tiempo, al proclamar la ruptura de la fe cristiana con la cultura que primero la albergó, como si hubiera sido algo así como un pecado original. Semejante despojamiento no es purificador. En él late, quizá, la secreta soberbia de querer tenerse la fe sola a sí misma. Esto no la purifica, la corroe, la desintegra. Criticar las corrientes que en el mundo moderno han amenazado la unidad esencial de la razón y la fe no es desconocer los bienes de este mundo. El Papa desmentiría sus palabras si lo hiciera. Su posición es otra: es una mirada hacia adelante, una invitación. El Papa busca lo que llama una “ampliación de la razón”. Una apertura que permita a la razón superar los límites que le han sido impuestos y abrir una interrogación más viva, más actual, más madura sobre la razón de la fe. Permítaseme recordar a este respecto algo que escuché decir hace varios años a un eminente conocedor de la filosofía griega en los orígenes del cristianismo, el jesuita Paul Henry: la ortodoxia ha sido la aventura de la inteligencia a través de las herejías. A esta tarea llama el Papa a la Universitas Scientiarum, como él dice, a la Universidad.

A cinco años de Ratisbona Comentarios al discurso

filosofía de un musulmán a una teología católica. La clave está en que la filosofía del musulmán y la teología del católico están articuladas en el logos griego de Aristóteles que establece una continuidad que los nominalistas han roto. Por cierto, las diferencias entre Dios y el hombre son infinitamente mayores que las semejanzas, como estableció el Concilio de Letrán en el siglo XIII, pero Dios no se hace más divino por el hecho de que lo alejemos de nosotros. El Dios verdaderamente divino, dice el Papa, “es el Dios que se ha manifestado como logos y ha actuado y actúa como logos lleno de amor por nosotros”. La primera oleada que cae sobre esa esencial verdad es la deshelenización postulada por la Reforma en el siglo XVI que busca la forma primordial de la fe en la sola Escritura sagrada, completamente libre del logos de la filosofía. Lutero llegó a decir que la filosofía de Aristóteles era la prostituta del demonio y en otro lugar dijo: soy de la facción de Occam. La poderosa vivencia religiosa del fraile germano no se andaba con eufemismos. Pero la filosofía del idealismo alemán se lo tomó muy en serio aunque irónicamente, pues, una vez más, es la filosofía la que hablará de Dios, ahora en las formas del idealismo subjetivista inducido por la razón moderna de índole matemática y tecnológica. Kant en el siglo XVIII radicaliza esa posición cuando en la Crítica de la Razón Pura afirmó la necesidad de renunciar al pensamiento teórico de la filosofía para dar lugar a la fe. De ahí a la teología liberal de los siglos XIX y XX no hay más que un paso en el que la fe se vierte en una moral y Jesús se convierte en una figura humanitaria, nada más. La razón práctica de Kant alcanza toda su altura teológica haciendo de Dios solo un postulado para sostener esa moral. Así se levanta la segunda oleada que denuncia el Papa. Esta ola, me permitiría añadir, conduce a ver en Dios y la religión la más fundamental alienación del hombre, como dijo Marx en el Prólogo a la Filosofía del Derecho de Hegel y a ver el cristianismo inmerso en el nihilismo y llamado a caer bajo su voluntad de poder, como predicó Nietzsche. Esta oleada salvaje barre todavía la conciencia contemporánea. La autolimitación moderna de la razón expresada en las Críticas de Kant y proyectada en las ciencias, reduciendo su ámbito, ha excluido el problema de Dios. El sujeto, entonces, decide lo que considera sostenible acerca de Dios, y la conciencia subjetiva se convierte en la única instancia ética. Como consecuencia, ética y religión pierden su poder de crear una comunidad. El Logos de que habla San Juan transfiguró la originaria palabra griega –logos– de la que ya Platón en el Fedón había dicho que nombra la misma esencia del alma. Ni el puro conceptualismo racional, ni las

Criticar las corrientes que en el mundo moderno han amenazado la unidad esencial de la razón y la fe no es desconocer los bienes de este mundo. El Papa desmentiría sus palabras si lo hiciera. Su posición es otra: es una mirada hacia adelante, una invitación.

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La verdad revelada por Dios no se opone a la verdad alcanzada por el hombre, sino la presupone. De aquí surge la posibilidad de una evangelización que interpela a la racionalidad propia de la criatura humana, no exclusiva, sino inclusiva, y por lo tanto auténtica.

Justificación epistémica de la fe cristiana

La racionalidad

del cristianismo Por Antonio Livi

S

i se compara la lección de Benedicto XVI del 12 de septiembre de 2006, en la Universidad de Ratisbona, con el discurso que habría debido pronunciar en la Universidad de Roma “La Sapienza” en el 2007 y con numerosas otras intervenciones suyas desde el inicio de su pontificado, se constata que el actual Pontífice ha advertido como prioridad de su ministerio la reivindicación del fundamento racional de la fe cristiana. Este proyecto doctrinal, que por otra parte confirma un aspecto no secundario del magisterio de Juan Pablo II1, interesa ad intra a la Iglesia misma, en cuanto pretende refrenar la dirección fideísta de gran parte del pensamiento católico; pero se dirige también ad extra, a los no creyentes, que razonan de acuerdo con los esquemas conceptuales de esa cultura escolástica que se cerró al anuncio cristiano, ya sea porque concede la exclusividad de la racionalidad a las ciencias positivas o porque ha perdido toda esperanza de que alguna verdad sea alcanzable. Todos aquellos que se interesan en el reforzamiento y la propagación de la fe cristiana deberían estar de acuerdo en reconocer que hoy como nunca la pastoral debe saber destacar la racionalidad del cristianismo, lo cual implica también el cotejo crítico –comprometedor, a veces insidioso, pero siempre fecundo– con la razón filosófica y científica del propio tiempo.

«El actual Pontífice ha advertido como prioridad de su ministerio la reivindicación del fundamento racional de la fe cristiana».

1 Ver Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio, 14 de septiembre de 1998. Sobre las enseñanzas teológicas y las orientaciones pastorales contenidas en este importante documento pontificio, ver los ensayos recopilados en el volumen de Antonio Livi y Giuseppe Lorizio (edd). “Il desiderio di conoscere la verità. Filosofia e teologia a cinque anni da “Fides et ratio”, Lateran University Press, Ciudad del Vaticano.

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HUMANITAS Nº 64 pp. 792 - 799

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La verdad revelada por Dios no se opone a la verdad alcanzada por el hombre, sino la presupone. De aquí surge la posibilidad de una evangelización que interpela a la racionalidad propia de la criatura humana, no exclusiva, sino inclusiva, y por lo tanto auténtica.

Justificación epistémica de la fe cristiana

La racionalidad

del cristianismo Por Antonio Livi

S

i se compara la lección de Benedicto XVI del 12 de septiembre de 2006, en la Universidad de Ratisbona, con el discurso que habría debido pronunciar en la Universidad de Roma “La Sapienza” en el 2007 y con numerosas otras intervenciones suyas desde el inicio de su pontificado, se constata que el actual Pontífice ha advertido como prioridad de su ministerio la reivindicación del fundamento racional de la fe cristiana. Este proyecto doctrinal, que por otra parte confirma un aspecto no secundario del magisterio de Juan Pablo II1, interesa ad intra a la Iglesia misma, en cuanto pretende refrenar la dirección fideísta de gran parte del pensamiento católico; pero se dirige también ad extra, a los no creyentes, que razonan de acuerdo con los esquemas conceptuales de esa cultura escolástica que se cerró al anuncio cristiano, ya sea porque concede la exclusividad de la racionalidad a las ciencias positivas o porque ha perdido toda esperanza de que alguna verdad sea alcanzable. Todos aquellos que se interesan en el reforzamiento y la propagación de la fe cristiana deberían estar de acuerdo en reconocer que hoy como nunca la pastoral debe saber destacar la racionalidad del cristianismo, lo cual implica también el cotejo crítico –comprometedor, a veces insidioso, pero siempre fecundo– con la razón filosófica y científica del propio tiempo.

«El actual Pontífice ha advertido como prioridad de su ministerio la reivindicación del fundamento racional de la fe cristiana».

1 Ver Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio, 14 de septiembre de 1998. Sobre las enseñanzas teológicas y las orientaciones pastorales contenidas en este importante documento pontificio, ver los ensayos recopilados en el volumen de Antonio Livi y Giuseppe Lorizio (edd). “Il desiderio di conoscere la verità. Filosofia e teologia a cinque anni da “Fides et ratio”, Lateran University Press, Ciudad del Vaticano.

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HUMANITAS Nº 64 pp. 792 - 799

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Es preciso considerar que todos los temas teológicos vinculados con la revelación y la fe implican la clara conciencia de la estructura lógica básica que hace posible, por parte de un ente racional como es el hombre, la apertura al evento salvador de la revelación divina, entendida ésta como Palabra de Dios que interpela a todos los hombres y a cada uno pide una libre respuesta de fe. Consideremos también que semejante estructura lógica básica no puede comprenderse debidamente sino a la luz de la reflexión filosófica, es decir, de la lógica epistémica, y más específicamente de la lógica alética. Es preciso tener cuidado, sin embargo, de no confundir el instrumento científico de la indagación, que es precisamente la filosofía, con el objeto de la investigación misma, que no es la racionalidad científica propia de la filosofía, sino la racionalidad esencial que es patrimonio común de la conciencia humana, aquella que la filosofía moderna denomina “sentido común”2, mientras el magisterio eclesiástico prefiere hablar de “filosofía implícita”3.

Los antecedentes en la reflexión teológica de Ratzinger La necesidad teológica de reconocer la compatibilidad de la fe cristiana con las exigencias de la razón filosófica es una convicción que Joseph Ratzinger tuvo desde joven. Esto se puede documentar recordando su lectio magistralis en la Universidad de Bonn, cuando fue nombrado Profesor ordinario de Teología Fundamental: Se trata de un documento era el día 24 de junio de 1959, y el Profesor Ratzinger, de treinta y especialmente dos años, iniciaba entonces un intenso recorrido académico que lo significativo, ya que ahí llevará a enseñar también en Münster (desde 1963), luego en Tubinga se pueden advertir los (desde 1966) y por último en Ratisbona (desde 1969). Eligió como fundamentos filosóficos de tema El Dios de la fe y el Dios de los filósofos4. Se trata del tema que ya la enseñanza del actual lo apasionaba durante los estudios en Munich y que posteriormente Pontífice sobre la fe. nunca dejó de profundizar: “Las interrogantes planteadas en ese momento –escribió– siguieron siendo hasta hoy, por así decir, el hilo conductor de mi pensamiento”5. También en el 2006, en la Universidad de Ratisbona, el Papa Benedicto XVI quiso retomar expresamente este discurso suyo juvenil. Se trata por tanto de un documento especialmente significativo, ya que ahí se pueden advertir los fundamentos filosóficos

2 Ver a propósito Antonio Livi, Filosofia del senso comune. Logica della scienza e della fede, Ares, Milán, 1990; id., Verità del pensiero. Fondamenti di logica aletica, Lateran University Press, Ciudad del Vaticano, 2002; id., Senso comune e logica epistemica, Casa editrice Leonardo da Vinci, Roma, 2005; id., Metafisica e senso comune, Casa editrice Leonardo da Vinci, Roma, 2007. 3 Ver Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio, 14 de septiembre de 1998, n. 14. Para un examen filosófico de esta noción, ver: Antonio Livi, “El sentido común en la encíclica Fides et ratio”, en Tópicos, 19 (2000), pp. 123-130; Ralph McInerny, “Implicit Philosophy”, en Tópicos, 19 (2000), pp. 155-169; Antonio Livi, “Juan Pablo II y la ‘filosofía implícita’ (Fides et ratio § 14)”, en Aquinas, 47 (2004), pp. 153-171. 4 Ver Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, Der Gott des Glaubens und der Gott der Philosophen. Ein Beitrag zum Problem der theologia naturalis, ed. Heino Sonnemanns, Johannes Verlag, Leutesdorf, 20052; trad. it.: Il Dio della fede e il Dio dei filosofi, Marcianum Press, Venecia, 2007. Los años de enseñanza académica son fecundos en publicaciones: un lugar especial ocupan la recopilación de clases universitarias con el título Einführung in das Christentum, publicada en 1968, y la antología de ensayos Dogma e Rivelazione, editada en 1973. Luego publicará Rapporto sulla fede (1985), y once años después Il sale della terra. 5 Joseph Ratzinger, Il Dio della fede e il Dio dei filosofi, ed. cit., p. 7. Estas palabras están extractadas del prefacio que Ratzinger escribió para la última edición alemana del libro, un año antes de ser elegido Papa.

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de la enseñanza del actual Pontífice sobre la fe. En la prolusión de Bonn, de hecho, Joseph Ratzinger partía de Pascal y su famosa distinción entre “el Dios de los filósofos” y “el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob”, entre el Dios que habla al hombre y el Dios de Descartes, que Pascal considera “vago”, en cuanto postulado por un sistema racionalista únicamente para garantizar su plenitud formal, y también “inútil”, porque a los hombres les interesa el conocimiento del verdadero Dios, que se revela en Jesucristo como Amor y misericordia. El joven docente no pretende en todo caso seguir a Pascal en conformidad con la habitual (y arbitraria) interpretación fideísta: él no acepta relegar la religión a la esfera del sentimiento ni situar la fe cristiana fuera de la racionalidad.

La experiencia histórica del encuentro entre fe cristiana y filosofía griega En el discurso en la Universidad de Ratisbona, Benedicto XVI, en apoyo de su planteamiento fundamental, que es la racionalidad del cristianismo, vuelve a la vexata quaestio de la asimilación de la filosofía griega por parte del cristianismo de los primeros siglos. Sin dar demasiado peso al falso problema de una necesaria “deshelenización” del cristianismo, el Papa interpreta el dato histórico como nueva prueba de que el cristianismo siempre tuvo conciencia de su propia naturaleza racional. Confirmando una vez más su estimación sin reservas de las opciones culturales adoptadas por las primeras generaciones de cristianos, el Papa Ratzinger quiere hacer comprender que la experiencia histórica confirma la El joven docente no orientación doctrinal y pastoral que él quiere dar a la Iglesia de pretende en todo caso hoy. La Iglesia de hecho siempre ha tenido conciencia de tener que seguir a Pascal en anunciar la verdad a hombres que están en busca de la verdad. Eso conformidad con la significa en realidad que la verdad revelada por Dios no se opone habitual (y arbitraria) y más bien presupone la verdad alcanzada por el hombre: si ésta interpretación fideísta: es posible gracias a los recursos racionales con los cuales Dios ha él no acepta relegar la abastecido al hombre creado “a su imagen y semejanza”, aquella religión a la esfera del es posible gracias a la intervención de Dios en la historia para la sentimiento ni situar la redención del hombre y su incorporación a Cristo. fe cristiana fuera de la Se trata, en ambos casos, de verdad: si bien el modo de alcanzarla racionalidad. es distinto (en el caso de la verdad conquistada por el hombre es la experiencia y el razonamiento, mientras en el caso de la verdad de Dios es el testimonio), no es diferente la facultad que la adquiere, la razón. Si desde hace siglos se habla de “razón” para indicar de manera exclusiva la verdad conquistada por el hombre y de “fe” para señalar de manera exclusiva la verdad revelada por Dios, Benedicto XVI quiso superar los numerosos equívocos de un lenguaje ya inevitable, pero inadecuado, hablando de “racionalidad humana abierta a la luz del Logos divino y a su perfecta revelación que es Jesucristo”.

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Es preciso considerar que todos los temas teológicos vinculados con la revelación y la fe implican la clara conciencia de la estructura lógica básica que hace posible, por parte de un ente racional como es el hombre, la apertura al evento salvador de la revelación divina, entendida ésta como Palabra de Dios que interpela a todos los hombres y a cada uno pide una libre respuesta de fe. Consideremos también que semejante estructura lógica básica no puede comprenderse debidamente sino a la luz de la reflexión filosófica, es decir, de la lógica epistémica, y más específicamente de la lógica alética. Es preciso tener cuidado, sin embargo, de no confundir el instrumento científico de la indagación, que es precisamente la filosofía, con el objeto de la investigación misma, que no es la racionalidad científica propia de la filosofía, sino la racionalidad esencial que es patrimonio común de la conciencia humana, aquella que la filosofía moderna denomina “sentido común”2, mientras el magisterio eclesiástico prefiere hablar de “filosofía implícita”3.

Los antecedentes en la reflexión teológica de Ratzinger La necesidad teológica de reconocer la compatibilidad de la fe cristiana con las exigencias de la razón filosófica es una convicción que Joseph Ratzinger tuvo desde joven. Esto se puede documentar recordando su lectio magistralis en la Universidad de Bonn, cuando fue nombrado Profesor ordinario de Teología Fundamental: Se trata de un documento era el día 24 de junio de 1959, y el Profesor Ratzinger, de treinta y especialmente dos años, iniciaba entonces un intenso recorrido académico que lo significativo, ya que ahí llevará a enseñar también en Münster (desde 1963), luego en Tubinga se pueden advertir los (desde 1966) y por último en Ratisbona (desde 1969). Eligió como fundamentos filosóficos de tema El Dios de la fe y el Dios de los filósofos4. Se trata del tema que ya la enseñanza del actual lo apasionaba durante los estudios en Munich y que posteriormente Pontífice sobre la fe. nunca dejó de profundizar: “Las interrogantes planteadas en ese momento –escribió– siguieron siendo hasta hoy, por así decir, el hilo conductor de mi pensamiento”5. También en el 2006, en la Universidad de Ratisbona, el Papa Benedicto XVI quiso retomar expresamente este discurso suyo juvenil. Se trata por tanto de un documento especialmente significativo, ya que ahí se pueden advertir los fundamentos filosóficos

2 Ver a propósito Antonio Livi, Filosofia del senso comune. Logica della scienza e della fede, Ares, Milán, 1990; id., Verità del pensiero. Fondamenti di logica aletica, Lateran University Press, Ciudad del Vaticano, 2002; id., Senso comune e logica epistemica, Casa editrice Leonardo da Vinci, Roma, 2005; id., Metafisica e senso comune, Casa editrice Leonardo da Vinci, Roma, 2007. 3 Ver Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio, 14 de septiembre de 1998, n. 14. Para un examen filosófico de esta noción, ver: Antonio Livi, “El sentido común en la encíclica Fides et ratio”, en Tópicos, 19 (2000), pp. 123-130; Ralph McInerny, “Implicit Philosophy”, en Tópicos, 19 (2000), pp. 155-169; Antonio Livi, “Juan Pablo II y la ‘filosofía implícita’ (Fides et ratio § 14)”, en Aquinas, 47 (2004), pp. 153-171. 4 Ver Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, Der Gott des Glaubens und der Gott der Philosophen. Ein Beitrag zum Problem der theologia naturalis, ed. Heino Sonnemanns, Johannes Verlag, Leutesdorf, 20052; trad. it.: Il Dio della fede e il Dio dei filosofi, Marcianum Press, Venecia, 2007. Los años de enseñanza académica son fecundos en publicaciones: un lugar especial ocupan la recopilación de clases universitarias con el título Einführung in das Christentum, publicada en 1968, y la antología de ensayos Dogma e Rivelazione, editada en 1973. Luego publicará Rapporto sulla fede (1985), y once años después Il sale della terra. 5 Joseph Ratzinger, Il Dio della fede e il Dio dei filosofi, ed. cit., p. 7. Estas palabras están extractadas del prefacio que Ratzinger escribió para la última edición alemana del libro, un año antes de ser elegido Papa.

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de la enseñanza del actual Pontífice sobre la fe. En la prolusión de Bonn, de hecho, Joseph Ratzinger partía de Pascal y su famosa distinción entre “el Dios de los filósofos” y “el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob”, entre el Dios que habla al hombre y el Dios de Descartes, que Pascal considera “vago”, en cuanto postulado por un sistema racionalista únicamente para garantizar su plenitud formal, y también “inútil”, porque a los hombres les interesa el conocimiento del verdadero Dios, que se revela en Jesucristo como Amor y misericordia. El joven docente no pretende en todo caso seguir a Pascal en conformidad con la habitual (y arbitraria) interpretación fideísta: él no acepta relegar la religión a la esfera del sentimiento ni situar la fe cristiana fuera de la racionalidad.

La experiencia histórica del encuentro entre fe cristiana y filosofía griega En el discurso en la Universidad de Ratisbona, Benedicto XVI, en apoyo de su planteamiento fundamental, que es la racionalidad del cristianismo, vuelve a la vexata quaestio de la asimilación de la filosofía griega por parte del cristianismo de los primeros siglos. Sin dar demasiado peso al falso problema de una necesaria “deshelenización” del cristianismo, el Papa interpreta el dato histórico como nueva prueba de que el cristianismo siempre tuvo conciencia de su propia naturaleza racional. Confirmando una vez más su estimación sin reservas de las opciones culturales adoptadas por las primeras generaciones de cristianos, el Papa Ratzinger quiere hacer comprender que la experiencia histórica confirma la El joven docente no orientación doctrinal y pastoral que él quiere dar a la Iglesia de pretende en todo caso hoy. La Iglesia de hecho siempre ha tenido conciencia de tener que seguir a Pascal en anunciar la verdad a hombres que están en busca de la verdad. Eso conformidad con la significa en realidad que la verdad revelada por Dios no se opone habitual (y arbitraria) y más bien presupone la verdad alcanzada por el hombre: si ésta interpretación fideísta: es posible gracias a los recursos racionales con los cuales Dios ha él no acepta relegar la abastecido al hombre creado “a su imagen y semejanza”, aquella religión a la esfera del es posible gracias a la intervención de Dios en la historia para la sentimiento ni situar la redención del hombre y su incorporación a Cristo. fe cristiana fuera de la Se trata, en ambos casos, de verdad: si bien el modo de alcanzarla racionalidad. es distinto (en el caso de la verdad conquistada por el hombre es la experiencia y el razonamiento, mientras en el caso de la verdad de Dios es el testimonio), no es diferente la facultad que la adquiere, la razón. Si desde hace siglos se habla de “razón” para indicar de manera exclusiva la verdad conquistada por el hombre y de “fe” para señalar de manera exclusiva la verdad revelada por Dios, Benedicto XVI quiso superar los numerosos equívocos de un lenguaje ya inevitable, pero inadecuado, hablando de “racionalidad humana abierta a la luz del Logos divino y a su perfecta revelación que es Jesucristo”.

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Perspectivas para la catequesis y la evangelización No son éstas, ciertamente, cuestiones secundarias ni de hecho ajenas a la pastoral; son, por el contrario, las convicciones que hoy pueden otorgar eficacia tanto a la catequesis como a la evangelización, y me parece que precisamente es éste el criterio que debemos desprender de las enseñanzas y el ejemplo de Benedicto XVI. Comprender en su valor pastoral estas enseñanzas suyas y este ejemplo que nos da servirá para hacernos revisar la fe que profesamos y debemos propagar, redescubriendo en términos actuales cuál es en su verdad la Palabra de Dios y cuál es en su verdad la respuesta de fe que Dios espera de todo aquel que sea interpelado por su Palabra6. De Benedicto XVI podemos entonces obtener este fundamental criterio pastoral: que una adecuada presentación de la racionalidad de la fe constituye el requisito esencial de la predicación cristiana, no sólo entre los intelectuales, sino en todo ambiente social; no sólo en la obra de evangelización, o sea, de diálogo con los “no creyentes”, a los cuales es preciso comunicar el Evangelio de tal manera que Eso significa en realidad resulte comprensible y creíble7, sino también en la catequesis a las que la verdad revelada diversas categorías de fieles, porque es preciso consolidar la fe crispor Dios no se opone y tiana de tantas personas que no pueden experimentar el influjo de más bien presupone la una cultura secularizada perjudicialmente hostil a la fe cristiana, verdad alcanzada por el precisamente porque no comprende sus razones8. hombre: si ésta es posible Podemos por último señalar que en las enseñanzas de Benedicto gracias a los recursos XVI sobre la racionalidad del cristianismo son dos los aspectos que racionales con los cuales en mayor medida llaman a la reflexión al pensamiento creyente: 1) Dios ha abastecido al en positivo, los argumentos teológicos a favor de una consideración hombre creado “a su de la fe cristiana como capaz de plena justificación epistémica9, de imagen y semejanza”. donde surge la necesidad de un cotejo crítico con las proposiciones de la filosofía y la ciencia; 2) en negativo, la crítica del fideísmo en todas sus formas, no sin haber tomado las debidas distancias también con el racionalismo. Procuraré indicar, por partes, pero sucintamente, los temas de esta reflexión. La justificación epistémica del cristianismo debe entenderse en dos sentidos distintos, pero vinculados entre sí: ante todo con referencia a los enunciados de verdad contenidos en la revelación divina (fides quae creditur), pero luego también con referencia al acto de fe, es decir, del asentimiento ante la verdad revelada por parte de quienes han conocido

6 Ver Antonio Livi, L’annuncio della fede e la “retta ragione”. Prospettive della pastorale alla luce della “Fides et ratio”, en Graziano Borgonovo y Krzysztof Charamsa (edd.), Percorsi di formazione sacerdotale, vol. I: Perché si generi la “Forma Christi”, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano, 2005, pp. 33-61; id., “Le ragioni cristiane del credere e i paradossi della polemica neopagana”, en Sacerdos, septiembre-octubre de 2007, pp. 30-33. 7 Ver las orientaciones y recomendaciones pastorales del Papa Pablo VI (ver Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, (8 de diciembre de 1975), y más recientemente de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ver Nota doctrinal sobre algunos aspectos de la evangelización, 3 de diciembre de 2007). 8 Ver Antonio Livi, Humanismo, cultura y evangelización, en Lucas Mateo Seco (ed.), La formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales, Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona, 1990, pp. 811-824. 9 Sobre la justificación epistémica, ver: William P. Alston, Epistemic Justification. Essays in the Theory of Knowledge, Cornell University Press, Ithaca, 1989; Antonio Livi, Il principio di coerenza. Senso comune e logica epistemica, Armando, Roma, 1997; Robert Swinburne, Epistemic Justification, Cistendon Press, Oxford, 2001; Laurence Bonjour-Ernest Sosa, Epistemic Justification Internalism vs. Externalism. Foundations vs. Virtues, Blackwell, Oxford, 2004.

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y acogido libremente el Evangelio en la Iglesia de Cristo (fides qua creditur). En ambos sentidos, este aspecto esencial del cristianismo interesa de manera especial a Benedicto XVI, el cual, con agudeza de teólogo, pero sobre todo con sensibilidad de Pastor, ha advertido claramente, desde antes de la elevación al Trono de Pedro, la necesidad de insertar el discurso sobre las razones intrínsecas del acto de fe en la revelación en un discurso más amplio sobre la necesaria búsqueda de la verdad por parte de todos los hombres10. De este modo, la reivindicación de la racionalidad de la fe está vinculada de manera absolutamente coherente con la plena aceptación de la instancia moderna de la racionalidad como esencia constitutiva de la naturaleza humana y como fundamento de la dignidad de todos los hombres y de su libertad de conciencia. Por este motivo, Benedicto XVI, en perfecta continuidad con el magisterio de su antecesor, quiso reivindicar en la catequesis y en la evangelización la plena racionalidad de la fe, evitando siempre el equívoco de hablar de una “lógica de la fe” como algo distinto a la lógica como tal. En efecto, si se tiene presente que en general la lógica epistémica (que es la lógica relativa al asentimiento ante cualquier hipótesis que se presente como una verdad) exige que el sujeto tenga clara La justificación conciencia de los motivos por los cuales personalmente “considera epistémica del verdadera” una aseveración, es preciso admitir que la “lógica de la cristianismo debe fe” no es sino la inevitable aplicación de la lógica epistémica al caso entenderse en dos sentidos distintos, pero particular del acto de fe. Por consiguiente, si la “lógica de la fe” fuese algo distinto a la lógica vinculados entre sí: qua talis, ya no sería en absoluto una “lógica”, y de este modo ya no ante todo con referencia se podría reivindicar en el cristianismo una racionalidad en sentido a los enunciados de propio. Precisamente por esto Benedicto XVI, considerando el ma- verdad contenidos en la gisterio eclesiástico de los últimos dos siglos (desde la constitución revelación divina (fides dogmática Dei Filius del Concilio Vaticano I hasta la Encíclica Fides quae creditur) (…) et ratio), ha insistido en el rechazo al fideísmo en todas sus formas. Él bien sabe que las razones para creer (la credibilidad del mensaje cristiano y sobre todo la credibilidad de Cristo mismo, “el Testigo digno de fe”) son razones válidas (tanto en la conciencia del creyente en particular como en la obra de evangelización que compete a toda la Iglesia) únicamente si se entienden y presentan no como “imperativos categóricos” meramente formales, ni como un “deber creer” infundado, sino precisamente como razones, o sea, como argumentos capaces de interpelar a la racionalidad propia de la criatura humana. Esta racionalidad no se entiende, ciertamente, en sentido reductivo, y de hecho Benedicto XVI, denunciando los límites de un racionalismo arbitrario que reduce la razón a la comprensión conceptual, a la función demostrativa o a la comprobación empírica, siempre ha procurado mostrar cómo la racionalidad está constituida también por la

10 En una de las Audiencias generales de los miércoles, dedicadas a la figura y a la doctrina de San Agustín, Benedicto XVI insistió en este punto adhiriendo a las enseñanzas de su antecesor, no sólo en lo vinculado en general con el “deseo de conocer la verdad” (ver Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio), sino también en relación explícita con el obispo de Hipona: «En la conclusión de la carta apostólica Augustinium Hipponensem, Juan Pablo II quiso preguntar al mismo santo qué tiene que decir a los hombres de hoy, y responde ante todo con las palabras que Agustín confió en una carta dictada poco después de su conversión: “Me parece que es preciso conducir nuevamente a los hombres a la esperanza de encontrar la verdad” (Epistulae, 1, 1)» (Benedicto XVI, Discurso sobre San Agustín, maestro de la relación entre fe y razón, 30 de enero de 2008).

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Perspectivas para la catequesis y la evangelización No son éstas, ciertamente, cuestiones secundarias ni de hecho ajenas a la pastoral; son, por el contrario, las convicciones que hoy pueden otorgar eficacia tanto a la catequesis como a la evangelización, y me parece que precisamente es éste el criterio que debemos desprender de las enseñanzas y el ejemplo de Benedicto XVI. Comprender en su valor pastoral estas enseñanzas suyas y este ejemplo que nos da servirá para hacernos revisar la fe que profesamos y debemos propagar, redescubriendo en términos actuales cuál es en su verdad la Palabra de Dios y cuál es en su verdad la respuesta de fe que Dios espera de todo aquel que sea interpelado por su Palabra6. De Benedicto XVI podemos entonces obtener este fundamental criterio pastoral: que una adecuada presentación de la racionalidad de la fe constituye el requisito esencial de la predicación cristiana, no sólo entre los intelectuales, sino en todo ambiente social; no sólo en la obra de evangelización, o sea, de diálogo con los “no creyentes”, a los cuales es preciso comunicar el Evangelio de tal manera que Eso significa en realidad resulte comprensible y creíble7, sino también en la catequesis a las que la verdad revelada diversas categorías de fieles, porque es preciso consolidar la fe crispor Dios no se opone y tiana de tantas personas que no pueden experimentar el influjo de más bien presupone la una cultura secularizada perjudicialmente hostil a la fe cristiana, verdad alcanzada por el precisamente porque no comprende sus razones8. hombre: si ésta es posible Podemos por último señalar que en las enseñanzas de Benedicto gracias a los recursos XVI sobre la racionalidad del cristianismo son dos los aspectos que racionales con los cuales en mayor medida llaman a la reflexión al pensamiento creyente: 1) Dios ha abastecido al en positivo, los argumentos teológicos a favor de una consideración hombre creado “a su de la fe cristiana como capaz de plena justificación epistémica9, de imagen y semejanza”. donde surge la necesidad de un cotejo crítico con las proposiciones de la filosofía y la ciencia; 2) en negativo, la crítica del fideísmo en todas sus formas, no sin haber tomado las debidas distancias también con el racionalismo. Procuraré indicar, por partes, pero sucintamente, los temas de esta reflexión. La justificación epistémica del cristianismo debe entenderse en dos sentidos distintos, pero vinculados entre sí: ante todo con referencia a los enunciados de verdad contenidos en la revelación divina (fides quae creditur), pero luego también con referencia al acto de fe, es decir, del asentimiento ante la verdad revelada por parte de quienes han conocido

6 Ver Antonio Livi, L’annuncio della fede e la “retta ragione”. Prospettive della pastorale alla luce della “Fides et ratio”, en Graziano Borgonovo y Krzysztof Charamsa (edd.), Percorsi di formazione sacerdotale, vol. I: Perché si generi la “Forma Christi”, Libreria Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano, 2005, pp. 33-61; id., “Le ragioni cristiane del credere e i paradossi della polemica neopagana”, en Sacerdos, septiembre-octubre de 2007, pp. 30-33. 7 Ver las orientaciones y recomendaciones pastorales del Papa Pablo VI (ver Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, (8 de diciembre de 1975), y más recientemente de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ver Nota doctrinal sobre algunos aspectos de la evangelización, 3 de diciembre de 2007). 8 Ver Antonio Livi, Humanismo, cultura y evangelización, en Lucas Mateo Seco (ed.), La formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales, Ediciones Universidad de Navarra, Pamplona, 1990, pp. 811-824. 9 Sobre la justificación epistémica, ver: William P. Alston, Epistemic Justification. Essays in the Theory of Knowledge, Cornell University Press, Ithaca, 1989; Antonio Livi, Il principio di coerenza. Senso comune e logica epistemica, Armando, Roma, 1997; Robert Swinburne, Epistemic Justification, Cistendon Press, Oxford, 2001; Laurence Bonjour-Ernest Sosa, Epistemic Justification Internalism vs. Externalism. Foundations vs. Virtues, Blackwell, Oxford, 2004.

H 796

y acogido libremente el Evangelio en la Iglesia de Cristo (fides qua creditur). En ambos sentidos, este aspecto esencial del cristianismo interesa de manera especial a Benedicto XVI, el cual, con agudeza de teólogo, pero sobre todo con sensibilidad de Pastor, ha advertido claramente, desde antes de la elevación al Trono de Pedro, la necesidad de insertar el discurso sobre las razones intrínsecas del acto de fe en la revelación en un discurso más amplio sobre la necesaria búsqueda de la verdad por parte de todos los hombres10. De este modo, la reivindicación de la racionalidad de la fe está vinculada de manera absolutamente coherente con la plena aceptación de la instancia moderna de la racionalidad como esencia constitutiva de la naturaleza humana y como fundamento de la dignidad de todos los hombres y de su libertad de conciencia. Por este motivo, Benedicto XVI, en perfecta continuidad con el magisterio de su antecesor, quiso reivindicar en la catequesis y en la evangelización la plena racionalidad de la fe, evitando siempre el equívoco de hablar de una “lógica de la fe” como algo distinto a la lógica como tal. En efecto, si se tiene presente que en general la lógica epistémica (que es la lógica relativa al asentimiento ante cualquier hipótesis que se presente como una verdad) exige que el sujeto tenga clara La justificación conciencia de los motivos por los cuales personalmente “considera epistémica del verdadera” una aseveración, es preciso admitir que la “lógica de la cristianismo debe fe” no es sino la inevitable aplicación de la lógica epistémica al caso entenderse en dos sentidos distintos, pero particular del acto de fe. Por consiguiente, si la “lógica de la fe” fuese algo distinto a la lógica vinculados entre sí: qua talis, ya no sería en absoluto una “lógica”, y de este modo ya no ante todo con referencia se podría reivindicar en el cristianismo una racionalidad en sentido a los enunciados de propio. Precisamente por esto Benedicto XVI, considerando el ma- verdad contenidos en la gisterio eclesiástico de los últimos dos siglos (desde la constitución revelación divina (fides dogmática Dei Filius del Concilio Vaticano I hasta la Encíclica Fides quae creditur) (…) et ratio), ha insistido en el rechazo al fideísmo en todas sus formas. Él bien sabe que las razones para creer (la credibilidad del mensaje cristiano y sobre todo la credibilidad de Cristo mismo, “el Testigo digno de fe”) son razones válidas (tanto en la conciencia del creyente en particular como en la obra de evangelización que compete a toda la Iglesia) únicamente si se entienden y presentan no como “imperativos categóricos” meramente formales, ni como un “deber creer” infundado, sino precisamente como razones, o sea, como argumentos capaces de interpelar a la racionalidad propia de la criatura humana. Esta racionalidad no se entiende, ciertamente, en sentido reductivo, y de hecho Benedicto XVI, denunciando los límites de un racionalismo arbitrario que reduce la razón a la comprensión conceptual, a la función demostrativa o a la comprobación empírica, siempre ha procurado mostrar cómo la racionalidad está constituida también por la

10 En una de las Audiencias generales de los miércoles, dedicadas a la figura y a la doctrina de San Agustín, Benedicto XVI insistió en este punto adhiriendo a las enseñanzas de su antecesor, no sólo en lo vinculado en general con el “deseo de conocer la verdad” (ver Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio), sino también en relación explícita con el obispo de Hipona: «En la conclusión de la carta apostólica Augustinium Hipponensem, Juan Pablo II quiso preguntar al mismo santo qué tiene que decir a los hombres de hoy, y responde ante todo con las palabras que Agustín confió en una carta dictada poco después de su conversión: “Me parece que es preciso conducir nuevamente a los hombres a la esperanza de encontrar la verdad” (Epistulae, 1, 1)» (Benedicto XVI, Discurso sobre San Agustín, maestro de la relación entre fe y razón, 30 de enero de 2008).

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experiencia vital, por percepciones de los valores, por comunicación del saber, por una criba de los testimonios históricos, por el arraigo en una tradición reconocida: una racionalidad en suma no exclusiva, sino inclusiva (comprehensive rationality), y no obstante eso, más bien precisamente por este motivo, una racionalidad auténtica11. Precisamente por esto Benedicto XVI ha podido vincular fácilmente la reivindicación de la racionalidad del cristianismo con la recuperación de las verdades de orden “natural”, sobre todo aquellas vinculadas con el orden moral (que fundamenta el necesario consenso sobre los principios de la ley natural) y con la búsqueda de Dios (que fundamenta el derecho de toda persona y todo pueblo a la libertad religiosa). Estas verdades sobre la naturaleza humana, si bien están necesariamente presentes en la conciencia de todos los hombres, corren hoy riesgo de ser ofuscadas por la presión de las ideologías relativistas, y proceden debidamente los Pastores (…) pero luego también cuando se esmeran por replantearlas y por ilustrar sus razones, con referencia al acto incluso mediante una sabia aplicación de la doctrina social de la de fe, es decir, del Iglesia a las circunstancias concretas del momento. Con todo, es asentimiento ante la preciso decir claramente a todos (creyentes y no creyentes) que verdad revelada por parte ésta no es una operación de tipo político –casi como si la Iglesia de quienes han conocido quisiera imponer “su” moral a una sociedad secularizada, en un y acogido libremente el Estado celoso de su “laicidad”– sino una irrenunciable exigencia Evangelio en la Iglesia de pastoral: en realidad, sólo reincorporando en la conciencia común Cristo (fides qua creditur). las normas de la moral natural, la Iglesia puede esperar que la inteligencia de los hombres de nuestro tiempo se abra a las verdades sobrenaturales. Si “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen a la conciencia de la verdad”, la Iglesia debe esmerarse, hoy como siempre, por que todos los hombres –cada uno con sus intereses y su nivel de cultura– perciban la racionalidad del cristianismo, comprendan que la “verdad revelada” no contradice, sino presupone y perfecciona la verdad de la recta razón en cuanto a la dignidad de la persona humana, el derecho a la tutela social de la vida y la responsabilidad de cada uno en relación con los demás para la edificación de una sociedad justa. Es precisamente por esto –para evitar por tanto que la doctrina social cristiana se considere una especie de “injerencia” indebida de la Iglesia en la vida de la sociedad civil– que a Benedicto XVI le interesa acercar el término “laicidad” (término ético, jurídico y político en el centro del debate contemporáneo) a la expresión “ley natural” (que es propiamente filosófica en el sentido que sólo en un contexto filosófico puede tener sentido y adecuada justificación). Vale la pena mostrar al respecto que las expresiones icásticas que más a menudo reaparecen en las intervenciones doctrinales del Cardenal Ratzinger inicialmente

11 Sé muy bien que esta expresión es a menudo empleada por teólogos de conocida fama y segura ortodoxia; pero con todo siempre viene a ser –más allá de las ciertamente apreciables intenciones dialécticas– una expresión carente de significado en un contexto teológico, es decir, en un contexto en el cual no se puede despojar a la profesión de la fe cristiana de la dimensión veraz, y respecto a la verdad, la lógica es una sola, en el sentido que sus reglas se aplican de manera unívoca a todos los campos del saber. Si alguien quisiera sostener lo contrario, terminaría por teorizar el irracionalismo, que en teología es sinónimo de fideísmo.

H 798

y luego en el magisterio de Benedicto XVI –como, por ejemplo, la “dictadura del relativismo” y la “canonización del relativismo”12– no pueden entenderse sino por lo que son: expresiones de carácter filosófico que sirven para referir el anuncio de fe y la catequesis sobre los misterios sobrenaturales a sus premisas epistémicas, entre las cuales se encuentran precisamente los principios de la recta razón natural, no sólo los de orden metafísico, sino también los de orden moral. Benedicto XVI recurre a estas expresiones sintéticas e icásticas, convencido de que sirven para mantener y desarrollar el diálogo pastoral con esa cultura que hoy goza de una posición dominante en los ambientes científicos y académicos y que orienta decididamente, mediante la divulgación llevada a cabo por los mass media, la cultura de masas. Esta cultura, que en nuestros días se puede considerar “globalizada” en sentido secularista, manifiesta cada vez más una actitud escéptica hacia los valores religiosos. Sabiendo que en todo caso la conciencia de los individuos nunca es La racionalidad de la totalmente sorda ante los llamados de la verdad sobre el mundo, fe está vinculada de el alma y Dios (las certezas que Kant considera meros “postula- manera absolutamente dos” y en cambio tienen el valor fundacional que Vico atribuye al coherente con la “sentido común”), Benedicto XVI se dirige a la conciencia de cada plena aceptación de la persona y a sus convicciones de fondo, con la mediación de los instancia moderna de filósofos hoy más escuchados, o incluso a pesar de que se cierren la racionalidad como al diálogo. Porque el background o terreno de encuentro, o sea –en esencia constitutiva de términos estrictamente lógicos–, las premisas del diálogo están la naturaleza humana en la razón natural. y como fundamento de Catequesis y evangelización están unidas en esta búsqueda de las la dignidad de todos los premisas comunicantes y comunicables: comunicantes en cuanto hombres y de su libertad ya están presentes y operando en la conciencia de todos los hom- de conciencia. bres, y constituyen esa sabiduría natural, esa “filosofía implícita” que la filosofía “explícita”, es decir, la sabiduría que se expresa en forma de ciencia sistemática, capaz de autojustificación, debería asumir como punto de partida y por consiguiente formalizar (lo cual no siempre ocurre), y luego comunicables en cuanto la referencia a estas premisas permite el entendimiento y el consenso, o sea, precisamente la comunicación entre personas y culturas o sistemas de pensamiento.

12 Ver Benedicto XVI, Discorso ai membri della Curia e della Prelatura Romana per la presentazione degli auguri natalizi, 22 de diciembre de 2005, AAS 98 (2006), p. 50: “Si la libertad religiosa se considera expresión de la incapacidad del hombre de encontrar la verdad y por consiguiente se convierte en canonización del relativismo, entonces, por necesidad social e histórica, es elevada de manera impropia a nivel metafísico y así es despojada de su verdadero sentido, a raíz de lo cual no puede ser aceptada por aquel que cree que el hombre es capaz de conocer la verdad de Dios y sobre la base de la dignidad interior de la verdad está ligado a dicho conocimiento”.

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experiencia vital, por percepciones de los valores, por comunicación del saber, por una criba de los testimonios históricos, por el arraigo en una tradición reconocida: una racionalidad en suma no exclusiva, sino inclusiva (comprehensive rationality), y no obstante eso, más bien precisamente por este motivo, una racionalidad auténtica11. Precisamente por esto Benedicto XVI ha podido vincular fácilmente la reivindicación de la racionalidad del cristianismo con la recuperación de las verdades de orden “natural”, sobre todo aquellas vinculadas con el orden moral (que fundamenta el necesario consenso sobre los principios de la ley natural) y con la búsqueda de Dios (que fundamenta el derecho de toda persona y todo pueblo a la libertad religiosa). Estas verdades sobre la naturaleza humana, si bien están necesariamente presentes en la conciencia de todos los hombres, corren hoy riesgo de ser ofuscadas por la presión de las ideologías relativistas, y proceden debidamente los Pastores (…) pero luego también cuando se esmeran por replantearlas y por ilustrar sus razones, con referencia al acto incluso mediante una sabia aplicación de la doctrina social de la de fe, es decir, del Iglesia a las circunstancias concretas del momento. Con todo, es asentimiento ante la preciso decir claramente a todos (creyentes y no creyentes) que verdad revelada por parte ésta no es una operación de tipo político –casi como si la Iglesia de quienes han conocido quisiera imponer “su” moral a una sociedad secularizada, en un y acogido libremente el Estado celoso de su “laicidad”– sino una irrenunciable exigencia Evangelio en la Iglesia de pastoral: en realidad, sólo reincorporando en la conciencia común Cristo (fides qua creditur). las normas de la moral natural, la Iglesia puede esperar que la inteligencia de los hombres de nuestro tiempo se abra a las verdades sobrenaturales. Si “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen a la conciencia de la verdad”, la Iglesia debe esmerarse, hoy como siempre, por que todos los hombres –cada uno con sus intereses y su nivel de cultura– perciban la racionalidad del cristianismo, comprendan que la “verdad revelada” no contradice, sino presupone y perfecciona la verdad de la recta razón en cuanto a la dignidad de la persona humana, el derecho a la tutela social de la vida y la responsabilidad de cada uno en relación con los demás para la edificación de una sociedad justa. Es precisamente por esto –para evitar por tanto que la doctrina social cristiana se considere una especie de “injerencia” indebida de la Iglesia en la vida de la sociedad civil– que a Benedicto XVI le interesa acercar el término “laicidad” (término ético, jurídico y político en el centro del debate contemporáneo) a la expresión “ley natural” (que es propiamente filosófica en el sentido que sólo en un contexto filosófico puede tener sentido y adecuada justificación). Vale la pena mostrar al respecto que las expresiones icásticas que más a menudo reaparecen en las intervenciones doctrinales del Cardenal Ratzinger inicialmente

11 Sé muy bien que esta expresión es a menudo empleada por teólogos de conocida fama y segura ortodoxia; pero con todo siempre viene a ser –más allá de las ciertamente apreciables intenciones dialécticas– una expresión carente de significado en un contexto teológico, es decir, en un contexto en el cual no se puede despojar a la profesión de la fe cristiana de la dimensión veraz, y respecto a la verdad, la lógica es una sola, en el sentido que sus reglas se aplican de manera unívoca a todos los campos del saber. Si alguien quisiera sostener lo contrario, terminaría por teorizar el irracionalismo, que en teología es sinónimo de fideísmo.

H 798

y luego en el magisterio de Benedicto XVI –como, por ejemplo, la “dictadura del relativismo” y la “canonización del relativismo”12– no pueden entenderse sino por lo que son: expresiones de carácter filosófico que sirven para referir el anuncio de fe y la catequesis sobre los misterios sobrenaturales a sus premisas epistémicas, entre las cuales se encuentran precisamente los principios de la recta razón natural, no sólo los de orden metafísico, sino también los de orden moral. Benedicto XVI recurre a estas expresiones sintéticas e icásticas, convencido de que sirven para mantener y desarrollar el diálogo pastoral con esa cultura que hoy goza de una posición dominante en los ambientes científicos y académicos y que orienta decididamente, mediante la divulgación llevada a cabo por los mass media, la cultura de masas. Esta cultura, que en nuestros días se puede considerar “globalizada” en sentido secularista, manifiesta cada vez más una actitud escéptica hacia los valores religiosos. Sabiendo que en todo caso la conciencia de los individuos nunca es La racionalidad de la totalmente sorda ante los llamados de la verdad sobre el mundo, fe está vinculada de el alma y Dios (las certezas que Kant considera meros “postula- manera absolutamente dos” y en cambio tienen el valor fundacional que Vico atribuye al coherente con la “sentido común”), Benedicto XVI se dirige a la conciencia de cada plena aceptación de la persona y a sus convicciones de fondo, con la mediación de los instancia moderna de filósofos hoy más escuchados, o incluso a pesar de que se cierren la racionalidad como al diálogo. Porque el background o terreno de encuentro, o sea –en esencia constitutiva de términos estrictamente lógicos–, las premisas del diálogo están la naturaleza humana en la razón natural. y como fundamento de Catequesis y evangelización están unidas en esta búsqueda de las la dignidad de todos los premisas comunicantes y comunicables: comunicantes en cuanto hombres y de su libertad ya están presentes y operando en la conciencia de todos los hom- de conciencia. bres, y constituyen esa sabiduría natural, esa “filosofía implícita” que la filosofía “explícita”, es decir, la sabiduría que se expresa en forma de ciencia sistemática, capaz de autojustificación, debería asumir como punto de partida y por consiguiente formalizar (lo cual no siempre ocurre), y luego comunicables en cuanto la referencia a estas premisas permite el entendimiento y el consenso, o sea, precisamente la comunicación entre personas y culturas o sistemas de pensamiento.

12 Ver Benedicto XVI, Discorso ai membri della Curia e della Prelatura Romana per la presentazione degli auguri natalizi, 22 de diciembre de 2005, AAS 98 (2006), p. 50: “Si la libertad religiosa se considera expresión de la incapacidad del hombre de encontrar la verdad y por consiguiente se convierte en canonización del relativismo, entonces, por necesidad social e histórica, es elevada de manera impropia a nivel metafísico y así es despojada de su verdadero sentido, a raíz de lo cual no puede ser aceptada por aquel que cree que el hombre es capaz de conocer la verdad de Dios y sobre la base de la dignidad interior de la verdad está ligado a dicho conocimiento”.

H 799


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Para el perfil biográfico y las apreciaciones teológicas, recurrimos a la documentación recopilada por la Congregación para las Causas de los Santos: Palentina. Canonizationis Servi Dei Raphaelis Arnáiz Barón Ordinis Cisterciensium Reformatorum Oblati (1911-1938). Positio super virtutibus, Roma, 1987; Palentina. Canonizationis Servi Dei Raphaelis Arnáiz Barón Ordinis Cisterciensium Reformatorum seu Strictiouis Observantiae (1911-1938). Relatio et Vota Congressus Peculiaris super virtutibus die 11 Maii An. 1989 habiti, ivi, 1989.

1 Ver D. BARSOTTI, Elogio della santità cristiana, Treviso, Santi Quaranta, 1990, 9 s. 2 D. MONDRONE, I santi ci sono ancora, vol. VI, Roma, Pro Sanctitate, 1981, 8. 3 Ver P. BELTRAME QUATTROCCHI, Nel fascino dell’Assoluto, Nápoles, Ed. del Deserto, 19922. 4 Ver FRA RAFAEL, Opere complete, Siena, Cantagalli, 2009. 5 Ver G.B. CHAUTARD, L’anima di ogni apostolato , Roma, Ed. Paoline, 1989, 13.

H 800

HUMANITAS Nº 64 pp. 800 - 809

H 801


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Para el perfil biográfico y las apreciaciones teológicas, recurrimos a la documentación recopilada por la Congregación para las Causas de los Santos: Palentina. Canonizationis Servi Dei Raphaelis Arnáiz Barón Ordinis Cisterciensium Reformatorum Oblati (1911-1938). Positio super virtutibus, Roma, 1987; Palentina. Canonizationis Servi Dei Raphaelis Arnáiz Barón Ordinis Cisterciensium Reformatorum seu Strictiouis Observantiae (1911-1938). Relatio et Vota Congressus Peculiaris super virtutibus die 11 Maii An. 1989 habiti, ivi, 1989.

1 Ver D. BARSOTTI, Elogio della santità cristiana, Treviso, Santi Quaranta, 1990, 9 s. 2 D. MONDRONE, I santi ci sono ancora, vol. VI, Roma, Pro Sanctitate, 1981, 8. 3 Ver P. BELTRAME QUATTROCCHI, Nel fascino dell’Assoluto, Nápoles, Ed. del Deserto, 19922. 4 Ver FRA RAFAEL, Opere complete, Siena, Cantagalli, 2009. 5 Ver G.B. CHAUTARD, L’anima di ogni apostolato , Roma, Ed. Paoline, 1989, 13.

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HUMANITAS Nº 64 pp. 800 - 809

H 801


«En los veranos de 1930 y 1931, visitó la Trapa de Dueñas, y en junio de 1932 hizo ahí los Ejercicios espirituales. Se estima que el conocimiento de la Trapa y el influjo que ésta ejerció en él fueron producto de los coloquios sostenidos por Rafael con su tío Leopoldo Barón, duque de Máqueda».

Nadie alude a esos santos que no dieron que hablar sobre ellos y vivieron ocultos, en cierto modo como recolectores de las energías secretas de la gracia para todos los hombres. Y sin embargo también ellos fueron espejos de la inconmensurable riqueza de la vida y la doctrina de Cristo,

H 802

Lo dicho sobre un famoso abad trapense, JeanBaptiste Chautard, al parecer hoy se puede repetir –y con mayor razón– en el caso de Rafael. Nunca abandonó a Dios para dirigirse hacia las almas; pero las almas, atraídas por él, se dirigieron a él para pedirle ser llevadas a Dios.

H 803


«En los veranos de 1930 y 1931, visitó la Trapa de Dueñas, y en junio de 1932 hizo ahí los Ejercicios espirituales. Se estima que el conocimiento de la Trapa y el influjo que ésta ejerció en él fueron producto de los coloquios sostenidos por Rafael con su tío Leopoldo Barón, duque de Máqueda».

Nadie alude a esos santos que no dieron que hablar sobre ellos y vivieron ocultos, en cierto modo como recolectores de las energías secretas de la gracia para todos los hombres. Y sin embargo también ellos fueron espejos de la inconmensurable riqueza de la vida y la doctrina de Cristo,

H 802

Lo dicho sobre un famoso abad trapense, JeanBaptiste Chautard, al parecer hoy se puede repetir –y con mayor razón– en el caso de Rafael. Nunca abandonó a Dios para dirigirse hacia las almas; pero las almas, atraídas por él, se dirigieron a él para pedirle ser llevadas a Dios.

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Pensamientos de San Rafael Arnáiz Yo veo la creación muy hermosa. Gozo con las almas de los hombres que aman a Dios… la vida no es triste cuando se posee a Dios… El sol brilla, me gustan las flores, los pájaros y los niños. Todo es motivo de alabanza al Criador… En las criaturas o sea, lo mismo en los hombres que en los seres irracionales, también veo a Dios. En la grandeza de las almas para alabarle, y en la miseria de los cuerpos para implorarle.

Qué suerte el que de veras se considera extranjero en el mundo y sólo sueña con Dios y con su verdadera patria. Su vida será una serena paz, pues sólo hay paz en el corazón desprendido. Trabajará con la mira puesta en Dios y su trabajo será bendecido.

***

***

Sólo Dios, sólo Dios. No busques otra cosa, y ya verás como al verte en el séquito de Jesús en los campos de Galilea, tu alma se inunda de algo que yo no te sé explicar. Ya verás como no te acuerdas ni de tus penas y alegrías, ni de ti mismo te ocupas, y verás como también se te pega la locura. Ni te importará andar al sol, ni el dormir al sereno. ¡Es tan dulce Jesús! ¡Se está tan bien en su compañía! No importará que el camino sea duro, ni áspero, ni largo…, va Jesús delante; no miraremos dónde ponemos los pies…, es Jesús el que guía. Callaremos cuando Él hable y guardaremos en silencio sus palabras. Seguiremos, lo mismo de noche que de día, ebrios, locos de alegría, sin escuchar al mundo, sin comer, sin dormir, sin nada. Sólo Dios…, sólo Dios gritará con berridos nuestro corazón, ya que los labios no pueden abrirse para gritar por calles y plazas el nombre de Jesús, las maravillas de Dios, su grandeza, su misericordia, su amor.

Bendita enfermedad que en Dios me hace pensar y me separa de los hombres. Qué grande es el Señor que hace cambiar las lágrimas en risas, y lo que a nosotros nos parecen males, no son generalmente más que fuentes de riqueza… ¡Feliz el que sepa aprovecharse! Feliz el que vea la mano de Dios en todo lo que suceda. Feliz y mil veces feliz el que ame entrañablemente todo lo que el Señor le envíe… Soy feliz con lo que tengo; a nada aspiro que no sea Dios, y a Dios le tengo en la pequeña cruz de mi enfermedad. ¡Cuánta alegría se puede encerrar en los muros de una enfermería! ¡Qué felicidad en el poder amar a Dios en la inutilidad de todo y viéndose incapaz de nada!

*** Bien sabe el Señor que cuando más débil me siento, cuando más lucho con la materia que tira hacia abajo, cuando el corazón se ve sujeto a tantas cosas, y mi alma sufre con un dolor más humano que divino, entonces es cuando arrodillado delante del Sagrario, y en el silencio de la noche, gimo y lloro como el ciervo sediento. Entonces es cuando veo que sólo en Cristo se halla descanso… Lo que únicamente puede apagar nuestra sed: Cristo… ¡Hermano, hermano, ama a Cristo! Lo demás ¿qué más te da? *** Bienaventurados los que lloran, dijo Jesús en la tierra, a las orillas del lago, y una turba de enfermos, tullidos, pobres y pecadores… le seguían, y yo creo que al posar en Jesús los ojos teñidos antes por el llanto, ahora reían gozosos y bendecían sus lacras y sus miserias, que era lo que les unía a Jesús. Y Jesús les miraba con esa dulzura que conquistó un mundo, y se dejaba querer por los pobres, por los afligidos, por los enfermos, y por los pecadores. Y Jesús curaba, y Jesús consolaba, y Jesús, el tierno Jesús, perdonaba. La escena se repite. Nada ha cambiado, excepto que Jesús no está en persona en el lago de Tiberíades. Jesús está en el Sagrario, allí recibe a sus amigos, allí los consuela, los cura y los perdona. En la oración de esta mañana he hecho un voto. He hecho el voto de amar siempre a Jesús… Me he dado cuenta de mi vocación. No soy religioso…, no soy seglar…, no soy nada… No soy nada más que un alma enamorada de Cristo. Él no quiere más que mi amor… Amar a Jesús, en todo, por todo y siempre… Sólo amor. Amor humilde, generoso, desprendido, mortificado, en silencio… Que mi vida no sea más que un acto de amor… Vida de amor, he aquí mi Regla…, mi voto… He aquí la única razón de vivir. *** Madre… lo que no debes hacer es preocuparte de si mis manos manejan el pincel o el azadón… a los ojos de Dios es lo mismo, con tal que se manejen para mayor gloria suya…, y con todo se puede alabar. En el campo con el azadón, en casa con la pluma…, en la iglesia con el incensario; la cuestión es no tenerlas paradas… y así algún día poder presentarse delante de Dios y, enseñándole las manos llenas de callos y sabañones, decirle: “Señor, las obras ejecutadas por mí son pobres y despreciables, mis manos han trabajado mal… pero, Señor, hacía todo en tu nombre, y cada vez que el cuerpo se inclinaba en tierra, para ganarme el pan, mi corazón se elevaba a Ti para poder algún día ganar el cielo”. Es un gran consuelo tener callos para el amor a Dios.

H 804

***

*** Esté siempre, Señor, a la sombra del duro madero. Ponga allí, a tus pies, mi celda, mi lecho… Tenga yo, Señor, allí mis delicias, mis descansos en el sufrir… Qué alegría tan grande es poder vivir al pie de la Cruz. Allí encuentro a María, a san Juan y a todos tus amadores. Allí no hay dolor, pues al ver el tuyo Señor ¿quién se atreve a sufrir? Allí todo se olvida, no hay deseo de gozar, ni nadie piensa en penar… Al ver tus llagas, Señor, sólo un pensamiento domina el alma…, amor…, sí, amor para enjugar tu sudor; amor para endulzar tus heridas; amor para aliviar tanto y tan inmenso dolor. Déjame vivir al pie de tu Cruz sin pensar en mí, sin nada querer ni desear, más que mirar enloquecido la sangre divina que inunda la tierra… déjame, Señor, vivir al pie de tu Cruz…, de día, de noche, en el trabajo, en el descanso, en la oración, en el estudio, en el comer, en el dormir…, siempre…, siempre… Qué dulce y tranquilo es el sufrimiento pasado en compañía de Jesús crucificado. Llevo muy poco tiempo desde que conocí la dulzura de los caminos de Cristo, pero es en la Cruz donde siempre he hallado consuelo. Es en la Cruz donde he aprendido lo poco que sé… Es en la Cruz donde he hecho siempre mi oración y mis meditaciones… En realidad no sé otro sitio mejor, ni acierto a encontrarlo…, pues quieto. *** Hoy he ofrecido a Dios lo único que me quedaba… la vida. He puesto a sus pies para que Él la acepte y la emplee en lo que quiera y la tome cuando quiera, y para lo que quiera… mi vida… Te abrazaste desde un principio a la Cruz de Cristo, pero en algún momento desfallecías… al ver que tu vida aquí en la Trapa, la acortabas a sabiendas, al ver que por voluntad de Dios (y no de los hombres), sentías más el peso de la enfermedad incurable, aquí que en el mundo, donde todo está a tu servicio. Al Señor esta mañana, le he ofrecido mi vida. Ésta ya no es mía… Que Él la cuide si quiere, que yo ya no pienso preocuparme. Sí, ocuparme, porque Él me la presta, pero… nada más. Si Él quiere me enviará los remedios necesarios. Si Él no quiere, pasaré tan contento sin ellos… Tomaré lo que me den, haré lo que me manden, obedeceré en todo. Trataré a mi cuerpo como si fuera de otro. Buscaré solamente la voluntad de Dios. Amaré sus deseos y haré de ellos mi única ley. Si Él la quiere tomar esta noche…, sea. Lo mismo hoy que mañana… mi vida es suya, mi cuerpo es suyo, mi salud, buena o mala, es suya. Que Él sea el responsable de lo que me suceda. Le he pedido a la Virgen María interceda delante de Jesús, para que acepte mi oblación. ¡Qué alegría tan grande si Dios la aceptara!

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Pensamientos de San Rafael Arnáiz Yo veo la creación muy hermosa. Gozo con las almas de los hombres que aman a Dios… la vida no es triste cuando se posee a Dios… El sol brilla, me gustan las flores, los pájaros y los niños. Todo es motivo de alabanza al Criador… En las criaturas o sea, lo mismo en los hombres que en los seres irracionales, también veo a Dios. En la grandeza de las almas para alabarle, y en la miseria de los cuerpos para implorarle.

Qué suerte el que de veras se considera extranjero en el mundo y sólo sueña con Dios y con su verdadera patria. Su vida será una serena paz, pues sólo hay paz en el corazón desprendido. Trabajará con la mira puesta en Dios y su trabajo será bendecido.

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Sólo Dios, sólo Dios. No busques otra cosa, y ya verás como al verte en el séquito de Jesús en los campos de Galilea, tu alma se inunda de algo que yo no te sé explicar. Ya verás como no te acuerdas ni de tus penas y alegrías, ni de ti mismo te ocupas, y verás como también se te pega la locura. Ni te importará andar al sol, ni el dormir al sereno. ¡Es tan dulce Jesús! ¡Se está tan bien en su compañía! No importará que el camino sea duro, ni áspero, ni largo…, va Jesús delante; no miraremos dónde ponemos los pies…, es Jesús el que guía. Callaremos cuando Él hable y guardaremos en silencio sus palabras. Seguiremos, lo mismo de noche que de día, ebrios, locos de alegría, sin escuchar al mundo, sin comer, sin dormir, sin nada. Sólo Dios…, sólo Dios gritará con berridos nuestro corazón, ya que los labios no pueden abrirse para gritar por calles y plazas el nombre de Jesús, las maravillas de Dios, su grandeza, su misericordia, su amor.

Bendita enfermedad que en Dios me hace pensar y me separa de los hombres. Qué grande es el Señor que hace cambiar las lágrimas en risas, y lo que a nosotros nos parecen males, no son generalmente más que fuentes de riqueza… ¡Feliz el que sepa aprovecharse! Feliz el que vea la mano de Dios en todo lo que suceda. Feliz y mil veces feliz el que ame entrañablemente todo lo que el Señor le envíe… Soy feliz con lo que tengo; a nada aspiro que no sea Dios, y a Dios le tengo en la pequeña cruz de mi enfermedad. ¡Cuánta alegría se puede encerrar en los muros de una enfermería! ¡Qué felicidad en el poder amar a Dios en la inutilidad de todo y viéndose incapaz de nada!

*** Bien sabe el Señor que cuando más débil me siento, cuando más lucho con la materia que tira hacia abajo, cuando el corazón se ve sujeto a tantas cosas, y mi alma sufre con un dolor más humano que divino, entonces es cuando arrodillado delante del Sagrario, y en el silencio de la noche, gimo y lloro como el ciervo sediento. Entonces es cuando veo que sólo en Cristo se halla descanso… Lo que únicamente puede apagar nuestra sed: Cristo… ¡Hermano, hermano, ama a Cristo! Lo demás ¿qué más te da? *** Bienaventurados los que lloran, dijo Jesús en la tierra, a las orillas del lago, y una turba de enfermos, tullidos, pobres y pecadores… le seguían, y yo creo que al posar en Jesús los ojos teñidos antes por el llanto, ahora reían gozosos y bendecían sus lacras y sus miserias, que era lo que les unía a Jesús. Y Jesús les miraba con esa dulzura que conquistó un mundo, y se dejaba querer por los pobres, por los afligidos, por los enfermos, y por los pecadores. Y Jesús curaba, y Jesús consolaba, y Jesús, el tierno Jesús, perdonaba. La escena se repite. Nada ha cambiado, excepto que Jesús no está en persona en el lago de Tiberíades. Jesús está en el Sagrario, allí recibe a sus amigos, allí los consuela, los cura y los perdona. En la oración de esta mañana he hecho un voto. He hecho el voto de amar siempre a Jesús… Me he dado cuenta de mi vocación. No soy religioso…, no soy seglar…, no soy nada… No soy nada más que un alma enamorada de Cristo. Él no quiere más que mi amor… Amar a Jesús, en todo, por todo y siempre… Sólo amor. Amor humilde, generoso, desprendido, mortificado, en silencio… Que mi vida no sea más que un acto de amor… Vida de amor, he aquí mi Regla…, mi voto… He aquí la única razón de vivir. *** Madre… lo que no debes hacer es preocuparte de si mis manos manejan el pincel o el azadón… a los ojos de Dios es lo mismo, con tal que se manejen para mayor gloria suya…, y con todo se puede alabar. En el campo con el azadón, en casa con la pluma…, en la iglesia con el incensario; la cuestión es no tenerlas paradas… y así algún día poder presentarse delante de Dios y, enseñándole las manos llenas de callos y sabañones, decirle: “Señor, las obras ejecutadas por mí son pobres y despreciables, mis manos han trabajado mal… pero, Señor, hacía todo en tu nombre, y cada vez que el cuerpo se inclinaba en tierra, para ganarme el pan, mi corazón se elevaba a Ti para poder algún día ganar el cielo”. Es un gran consuelo tener callos para el amor a Dios.

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*** Esté siempre, Señor, a la sombra del duro madero. Ponga allí, a tus pies, mi celda, mi lecho… Tenga yo, Señor, allí mis delicias, mis descansos en el sufrir… Qué alegría tan grande es poder vivir al pie de la Cruz. Allí encuentro a María, a san Juan y a todos tus amadores. Allí no hay dolor, pues al ver el tuyo Señor ¿quién se atreve a sufrir? Allí todo se olvida, no hay deseo de gozar, ni nadie piensa en penar… Al ver tus llagas, Señor, sólo un pensamiento domina el alma…, amor…, sí, amor para enjugar tu sudor; amor para endulzar tus heridas; amor para aliviar tanto y tan inmenso dolor. Déjame vivir al pie de tu Cruz sin pensar en mí, sin nada querer ni desear, más que mirar enloquecido la sangre divina que inunda la tierra… déjame, Señor, vivir al pie de tu Cruz…, de día, de noche, en el trabajo, en el descanso, en la oración, en el estudio, en el comer, en el dormir…, siempre…, siempre… Qué dulce y tranquilo es el sufrimiento pasado en compañía de Jesús crucificado. Llevo muy poco tiempo desde que conocí la dulzura de los caminos de Cristo, pero es en la Cruz donde siempre he hallado consuelo. Es en la Cruz donde he aprendido lo poco que sé… Es en la Cruz donde he hecho siempre mi oración y mis meditaciones… En realidad no sé otro sitio mejor, ni acierto a encontrarlo…, pues quieto. *** Hoy he ofrecido a Dios lo único que me quedaba… la vida. He puesto a sus pies para que Él la acepte y la emplee en lo que quiera y la tome cuando quiera, y para lo que quiera… mi vida… Te abrazaste desde un principio a la Cruz de Cristo, pero en algún momento desfallecías… al ver que tu vida aquí en la Trapa, la acortabas a sabiendas, al ver que por voluntad de Dios (y no de los hombres), sentías más el peso de la enfermedad incurable, aquí que en el mundo, donde todo está a tu servicio. Al Señor esta mañana, le he ofrecido mi vida. Ésta ya no es mía… Que Él la cuide si quiere, que yo ya no pienso preocuparme. Sí, ocuparme, porque Él me la presta, pero… nada más. Si Él quiere me enviará los remedios necesarios. Si Él no quiere, pasaré tan contento sin ellos… Tomaré lo que me den, haré lo que me manden, obedeceré en todo. Trataré a mi cuerpo como si fuera de otro. Buscaré solamente la voluntad de Dios. Amaré sus deseos y haré de ellos mi única ley. Si Él la quiere tomar esta noche…, sea. Lo mismo hoy que mañana… mi vida es suya, mi cuerpo es suyo, mi salud, buena o mala, es suya. Que Él sea el responsable de lo que me suceda. Le he pedido a la Virgen María interceda delante de Jesús, para que acepte mi oblación. ¡Qué alegría tan grande si Dios la aceptara!

H 805


Hermano Rafael ArnÁiz, modelo de juventud y patrono de la JMJ 2011

Para leer la carta pastoral dedicada a los jóvenes Buscad el rostro de Dios, escrita y firmada por siete obispos españoles con motivo de la canonización del Hermano Rafael Arnáiz, ver:

www.humanitas.cl (JMJ,Madrid 2011).

La espiritualidad eucarística, el carácter central de Jesús en la vida y la inclinación contemplativa de su alma lo educaron para esa totalidad de donación y amor que hicieron de él, hijo de la sociedad del bello mundo, un seguidor apasionado de aquello que Jesús amó y propuso: la oración, el sufrimiento expiatorio, el amor a los más pequeños. Como dijo Benedicto XVI en la ceremonia pontificia solemne de su canonización, el 11 de octubre de 2009, Rafael quiso amar y seguir a Jesús en forma inmediata y decidida, sin límites ni condiciones. Ése fue su heroísmo.

H 806

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Hermano Rafael ArnÁiz, modelo de juventud y patrono de la JMJ 2011

Para leer la carta pastoral dedicada a los jóvenes Buscad el rostro de Dios, escrita y firmada por siete obispos españoles con motivo de la canonización del Hermano Rafael Arnáiz, ver:

www.humanitas.cl (JMJ,Madrid 2011).

La espiritualidad eucarística, el carácter central de Jesús en la vida y la inclinación contemplativa de su alma lo educaron para esa totalidad de donación y amor que hicieron de él, hijo de la sociedad del bello mundo, un seguidor apasionado de aquello que Jesús amó y propuso: la oración, el sufrimiento expiatorio, el amor a los más pequeños. Como dijo Benedicto XVI en la ceremonia pontificia solemne de su canonización, el 11 de octubre de 2009, Rafael quiso amar y seguir a Jesús en forma inmediata y decidida, sin límites ni condiciones. Ése fue su heroísmo.

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Fechas memorables en la vida de san Rafael Arnáiz 1911 9 abril: nace en Burgos. 21 abril: recibe el bautismo en la iglesia de Santa Águeda. 1913 1 diciembre: recibe la confirmación en el colegio del Niño Jesús. 1919 25 octubre: hace la primera comunión en la iglesia del monasterio de la Visitación (Salesas). 1922 Don Rafael, su padre, ingeniero de montes, se traslada a Oviedo con toda su familia. 1926 Comienza las lecciones de pintura fuera del colegio, con don Eugenio Tamayo, pero sin dejar de asistir a él. 1930 26 abril: es admitido en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. 23 septiembre: hace su primera visita al monasterio cisterciense (Trapa) de San Isidro de Dueñas (Palencia). 1934 15 enero: ingresa en el noviciado del monasterio Cisterciense de San Isidro de Dueñas (Palencia). 26 mayo: tiene que salir de la Trapa gravemente enfermo. 1936 11 enero: vuelve al monasterio en condición de oblato. 29 septiembre: sale de nuevo del monasterio con ocasión de la guerra española 1936-1939. 6 diciembre: después de haber sido declarado inútil total para el servicio de las armas, vuelve a la Trapa.

1937 7 febrero: agravada su enfermedad, tiene que abandonar de nuevo el monasterio. 15 diciembre: ingresa por cuarta y última vez en la Trapa. 1938 26 abril: muere santamente en el monasterio de San Isidro de Dueñas. 1962 10 mayo: apertura del proceso ordinario de beatificación de Fray María Rafael Arnáiz Barón.

La señal más evidente de que se sometió al amor es su alegría. En el colegial alegre, que agrupaba a su alrededor a los compañeros de fiesta, maduró progresivamente, transformándose en alegría evangélica, la alegría irreflexiva que ciertamente en él provenía también del bienestar, de los amigos que admiraban sus dotes, de la familia acomodada y unida.

1967 30 abril: clausura del proceso diocesano de beatificación del Hermano Rafael. 1989 7 septiembre: promulgación del decreto sobre la heroicidad de las virtudes del Hermano Rafael por el Papa Juan Pablo II. Es declarado venerable. 1992 27 septiembre: es beatificado por el papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro de Roma. 2009 11 octubre: es canonizado por el papa Benedicto XVI, en la Basílica de San Pedro de Roma.

7 Ver A. GUILLERAND, Écrits spirituels, vol. II, Roma, Benedettine di Priscilla, 1966-1967, 255 s. 8 Ver L. BOUYER, Introduzione alla vita spirituale, ivi, Borla, 1965, 234-238.

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Fechas memorables en la vida de san Rafael Arnáiz 1911 9 abril: nace en Burgos. 21 abril: recibe el bautismo en la iglesia de Santa Águeda. 1913 1 diciembre: recibe la confirmación en el colegio del Niño Jesús. 1919 25 octubre: hace la primera comunión en la iglesia del monasterio de la Visitación (Salesas). 1922 Don Rafael, su padre, ingeniero de montes, se traslada a Oviedo con toda su familia. 1926 Comienza las lecciones de pintura fuera del colegio, con don Eugenio Tamayo, pero sin dejar de asistir a él. 1930 26 abril: es admitido en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. 23 septiembre: hace su primera visita al monasterio cisterciense (Trapa) de San Isidro de Dueñas (Palencia). 1934 15 enero: ingresa en el noviciado del monasterio Cisterciense de San Isidro de Dueñas (Palencia). 26 mayo: tiene que salir de la Trapa gravemente enfermo. 1936 11 enero: vuelve al monasterio en condición de oblato. 29 septiembre: sale de nuevo del monasterio con ocasión de la guerra española 1936-1939. 6 diciembre: después de haber sido declarado inútil total para el servicio de las armas, vuelve a la Trapa.

1937 7 febrero: agravada su enfermedad, tiene que abandonar de nuevo el monasterio. 15 diciembre: ingresa por cuarta y última vez en la Trapa. 1938 26 abril: muere santamente en el monasterio de San Isidro de Dueñas. 1962 10 mayo: apertura del proceso ordinario de beatificación de Fray María Rafael Arnáiz Barón.

La señal más evidente de que se sometió al amor es su alegría. En el colegial alegre, que agrupaba a su alrededor a los compañeros de fiesta, maduró progresivamente, transformándose en alegría evangélica, la alegría irreflexiva que ciertamente en él provenía también del bienestar, de los amigos que admiraban sus dotes, de la familia acomodada y unida.

1967 30 abril: clausura del proceso diocesano de beatificación del Hermano Rafael. 1989 7 septiembre: promulgación del decreto sobre la heroicidad de las virtudes del Hermano Rafael por el Papa Juan Pablo II. Es declarado venerable. 1992 27 septiembre: es beatificado por el papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro de Roma. 2009 11 octubre: es canonizado por el papa Benedicto XVI, en la Basílica de San Pedro de Roma.

7 Ver A. GUILLERAND, Écrits spirituels, vol. II, Roma, Benedettine di Priscilla, 1966-1967, 255 s. 8 Ver L. BOUYER, Introduzione alla vita spirituale, ivi, Borla, 1965, 234-238.

H 808

H 809


Reflexión sociopolítica que apunta a lo actual Por Fernando Moreno Valencia

Principio del formulario

«El autor considera que todos los conceptos y valores generados por la cultura deben ser conceptualizados en relación al bien humano y no a cualquier cosa. Esa investigación constituye el desciframiento más crucial del libro, pues el hombre es el fin supremo del orden sociopolítico, y no podrá cumplir ese destino si ignoramos quién de verdad es y cómo se desarrolla a plenitud, es decir, en todas sus dimensiones y posibilidades.» (Remeros en Argenteuil. Óleo de Gustave Caillebotte)

H 810

Se intenta abrir una gran expectativa de esperanza para el futuro del país y de todos los chilenos con el libro* de Burr, publicado al cumplirse el Bicentenario. Para cumplir esa expectativa, el autor propone un nuevo paradigma sociopolítico, que permita cubrir, integrar y ensamblar interactivamente todos los requerimientos y opciones de la vida humana, desde los que se dan en el ámbito privado y familiar junto a aquellos de orden superior y que pertenecen al orden sociopolítico. El diagnóstico que hace Burr de las diversas instituciones que componen nuestro actual orden político, sobre todo desde la perspectiva del desarrollo superior de las mayorías, revela que ese “equilibrio” institucional y las “soluciones” que el sistema entrega son más aparentes que reales, que hay una contracara humana estancada en toda clase de subdesarrollos, atravesada de frustraciones e impedida de acceder a mejores opciones y experiencias reales de vida. De esta manera el reclamo (no racionalizado) de los más postergados no se refiere a lo que les pasa, sino más bien a todo aquello que no les pasa, directamente ligado a un antidesarrollo cognoscitivo, emocional, económico y sociopolítico. Un sistema político que les hace casi imposible cumplir con aspiraciones que su misma condición humana les demanda. Esa imposibilidad de desarrollar su inteligencia espiritual les impide generar su propia autosuficiencia y entrar de lleno en el mundo de las oportunidades, y enfrentar un mundo de crecientes y expectantes exigencias. Basta revisar algunos antecedentes para advertir que estamos inmersos en una crisis de vastos alcances y proporciones. Los ingresos de la inmensa mayoría de los trabajadores aún no alcanzan un nivel que dignifique su existencia, sobre todo desde una perspectiva dignificadora dada su condición de asalariados y la diferenciación social que esa condición genera. Las mediciones internacionales señalan que un 80 por ciento de nuestros trabajadores asalariados son “analfabetos funcionales”, y no entienden lo que leen. La desigualdad socioeconómica se mantiene sin variaciones, e incluso tiende a em-

HUMANITAS Nº 64 pp. 810 - 814

Sebastián Burr propone un nuevo paradigma sociopolítico, que permita cubrir, integrar y ensamblar interactivamente todos los requerimientos y opciones de la vida humana, desde los que se dan en el ámbito privado y familiar junto a aquellos de orden superior y que pertenecen al orden sociopolítico.

* BURR CERDA, Sebastián, “Hacia un nuevo paradigma sociopolítico”. Editorial Instituto Democracia y Mercado. Santiago de Chile. 2010, 587 págs.

H 811


Reflexión sociopolítica que apunta a lo actual Por Fernando Moreno Valencia

Principio del formulario

«El autor considera que todos los conceptos y valores generados por la cultura deben ser conceptualizados en relación al bien humano y no a cualquier cosa. Esa investigación constituye el desciframiento más crucial del libro, pues el hombre es el fin supremo del orden sociopolítico, y no podrá cumplir ese destino si ignoramos quién de verdad es y cómo se desarrolla a plenitud, es decir, en todas sus dimensiones y posibilidades.» (Remeros en Argenteuil. Óleo de Gustave Caillebotte)

H 810

Se intenta abrir una gran expectativa de esperanza para el futuro del país y de todos los chilenos con el libro* de Burr, publicado al cumplirse el Bicentenario. Para cumplir esa expectativa, el autor propone un nuevo paradigma sociopolítico, que permita cubrir, integrar y ensamblar interactivamente todos los requerimientos y opciones de la vida humana, desde los que se dan en el ámbito privado y familiar junto a aquellos de orden superior y que pertenecen al orden sociopolítico. El diagnóstico que hace Burr de las diversas instituciones que componen nuestro actual orden político, sobre todo desde la perspectiva del desarrollo superior de las mayorías, revela que ese “equilibrio” institucional y las “soluciones” que el sistema entrega son más aparentes que reales, que hay una contracara humana estancada en toda clase de subdesarrollos, atravesada de frustraciones e impedida de acceder a mejores opciones y experiencias reales de vida. De esta manera el reclamo (no racionalizado) de los más postergados no se refiere a lo que les pasa, sino más bien a todo aquello que no les pasa, directamente ligado a un antidesarrollo cognoscitivo, emocional, económico y sociopolítico. Un sistema político que les hace casi imposible cumplir con aspiraciones que su misma condición humana les demanda. Esa imposibilidad de desarrollar su inteligencia espiritual les impide generar su propia autosuficiencia y entrar de lleno en el mundo de las oportunidades, y enfrentar un mundo de crecientes y expectantes exigencias. Basta revisar algunos antecedentes para advertir que estamos inmersos en una crisis de vastos alcances y proporciones. Los ingresos de la inmensa mayoría de los trabajadores aún no alcanzan un nivel que dignifique su existencia, sobre todo desde una perspectiva dignificadora dada su condición de asalariados y la diferenciación social que esa condición genera. Las mediciones internacionales señalan que un 80 por ciento de nuestros trabajadores asalariados son “analfabetos funcionales”, y no entienden lo que leen. La desigualdad socioeconómica se mantiene sin variaciones, e incluso tiende a em-

HUMANITAS Nº 64 pp. 810 - 814

Sebastián Burr propone un nuevo paradigma sociopolítico, que permita cubrir, integrar y ensamblar interactivamente todos los requerimientos y opciones de la vida humana, desde los que se dan en el ámbito privado y familiar junto a aquellos de orden superior y que pertenecen al orden sociopolítico.

* BURR CERDA, Sebastián, “Hacia un nuevo paradigma sociopolítico”. Editorial Instituto Democracia y Mercado. Santiago de Chile. 2010, 587 págs.

H 811


El diagnóstico que hace el autor de las diversas instituciones que componen nuestro actual orden político, revela que hay una contracara humana estancada en toda clase de subdesarrollos, atravesada de frustraciones e impedida de acceder a mejores opciones y experiencias reales de vida.

H 812

peorar. Las pymes se debaten entre la supervivencia y la bancarrota; el sistema educacional hace agua por todas partes; un 27 por ciento de los jóvenes están cesantes, y el 71 por ciento de ellos rechazan el actual sistema de democracia representativa. Los índices de salud han alcanzado niveles más que preocupantes, y su proyección futura es escalofriante. Los relativos a la salud mental van en creciente aumento, al punto que Chile, a nivel nacional, registra una tasa de un 28 por ciento de depresivos, fenómeno que ha comenzado a afectar a niños de corta edad. Las estadísticas de delincuencia muestran que esa “actividad” se ha transformado en un “oficio estable” para una buena cantidad de chilenos (adolescentes y menores). La droga y el alcohol se han convertido en el gran “escape” a través del cual miles y miles intentan evadirse de una vida que no les ofrece casi ninguna expectativa real, frustración que muchos de ellos ven confirmada en sus propios padres, familiares y amigos. Por último, nos encontramos con que nuestras instituciones, ante situaciones críticas o emblemáticas, demuestran increíbles vacíos y falencias una y otra vez, pese a que sus presupuestos operativos crecen año a año. Así, todo ello nos revela una gigantesca crisis sistémico-política. Esa crisis perpetúa una descomposición moral y división social, cuyos factores la ciudadanía percibe día a día, pero de un modo difuso, sin identificarlos exactamente, y sin advertir del todo sus múltiples efectos. Y lo peor es que nuestra clase política tampoco logra “leerlos”, dada su múltiple e intrincada sintomatología, y por lo tanto tampoco logra revertirlos. La consecuencia final –que desmiente la creencia de que el país se está desenvolviendo con relativa “normalidad”– es un estado de abatimiento y desesperanza que recorre a muchos sectores de nuestra población. A juicio del autor la desintegración humana y sociopolítica ha llegado a tal punto, que tampoco el nuevo gobierno ni los que sucesivamente tomen el control del Estado, pese a sus buenas intenciones y a los eventuales aciertos de su respectiva gestión, lograrán solucionar el problema de fondo, porque se trata de una crisis sistémica, cuyos orígenes y ramificaciones sobrepasan por completo el marco de acción de nuestro actual sistema político. Sin dejar de reconocer que nuestra macroeconomía, ciertas instituciones como las AFP, Isapres, concesiones privadas, e incluso el aumento de los ingresos generales han funcionado relativamente bien. En resumen, es el modelo el que está fracasado, porque se basa en prejuicios ideológicos sumamente arraigados y de ahí se ha derivado una equivocada y disruptiva configuración de las instituciones fundamentales para el desarrollo de la persona –familia, educación, trabajo, salud y bien común político–, que impide contar con un sentido serio de unidad social, orientación ética y avanzar de un modo serio en

el desarrollo de nuestra democracia. Y mientras no reemplacemos el modelo actual por otro más democrático y participativo, continuaremos marcando el paso, esperando “salidas” y “despegues” que no se producirán. La mejor prueba de ello, salvo algunas excepciones, es la trayectoria sociopolítica de nuestro país durante casi toda su vida independiente. El libro “Hacia un Nuevo Paradigma Sociopolítico” se hace cargo de la encrucijada que nos tiene entrampados. Y más allá de los diagnósticos que entrega en la primera parte, en un segundo abordamiento pone al descubierto las causas de fondo de la falla intersistémica. Y muestra que la causa, quizás la más inadvertida, es la desintegración y degradación de la cultura occidental contemporánea, y la consecuente distorsión de casi toda la institucionalidad política que se sigue de todo ello. El desquiciamiento de nuestro sistema político liberal-socialista es el resultado visible de erróneas ideologías puestas en escena durante los últimos cuatro siglos por las filosofías materialistas de la modernidad y que han dejado fuera del escenario a su actor esencial: la persona humana. Se ha instaurado así una impostura moral contra natura, que desfigura la visión del hombre y trastoca todos los valores, que está condicionando incluso nuestros actuales modos de vida, y que hace cada vez más difícil encontrar una salida coherente para nuestro país, que involucre y beneficie a todos los chilenos. De una u otra manera, esa impostura ha difundido en nuestros líderes políticos (de izquierda, centro y derecha), y en casi todos los ciudadanos, tal cantidad de equívocos, desconfianzas y prejuicios, en todos los planos del quehacer nacional, que han llegado a configurar una especie de síndrome que nos impide entendernos en ciertos puntos fundamentales que nos permitirían avanzar de verdad. El tercer recorrido del libro investiga la condición humana, tanto desde el punto de vista científico como filosófico, pues el autor considera que todos los conceptos y valores generados por la cultura deben ser conceptualizados en relación al bien humano y no a cualquier cosa. Esa investigación constituye el desciframiento más crucial del libro, pues el hombre es el fin supremo del orden sociopolítico, y no podrá cumplir ese destino si ignoramos quién de verdad es y cómo se desarrolla a plenitud, es decir, en todas sus dimensiones y posibilidades. Pero el modernismo cultural lo ha convertido en la mayor incógnita de nuestro tiempo, y más aún, lo ha reducido a un mero fenómeno de la materia y a un engranaje del proceso colectivo de “mejoramiento espontáneo del mundo”. Un proceso exclusivamente tecnocrático, utilitario y relativista, centrado en los logros materiales del “progreso”. Esa visión mutilada no ha sido revisada y menos erradicada por el poder político y económico, lo cual ha perpetuado a las grandes mayorías en los estancamientos del subdesarrollo, haciéndolas incapaces de

El reclamo (no racionalizado) de los más postergados no se refiere a lo que les pasa, sino más bien a todo aquello que no les pasa, directamente ligado a un anti desarrollo cognoscitivo, emocional, económico y sociopolítico.

H 813


El diagnóstico que hace el autor de las diversas instituciones que componen nuestro actual orden político, revela que hay una contracara humana estancada en toda clase de subdesarrollos, atravesada de frustraciones e impedida de acceder a mejores opciones y experiencias reales de vida.

H 812

peorar. Las pymes se debaten entre la supervivencia y la bancarrota; el sistema educacional hace agua por todas partes; un 27 por ciento de los jóvenes están cesantes, y el 71 por ciento de ellos rechazan el actual sistema de democracia representativa. Los índices de salud han alcanzado niveles más que preocupantes, y su proyección futura es escalofriante. Los relativos a la salud mental van en creciente aumento, al punto que Chile, a nivel nacional, registra una tasa de un 28 por ciento de depresivos, fenómeno que ha comenzado a afectar a niños de corta edad. Las estadísticas de delincuencia muestran que esa “actividad” se ha transformado en un “oficio estable” para una buena cantidad de chilenos (adolescentes y menores). La droga y el alcohol se han convertido en el gran “escape” a través del cual miles y miles intentan evadirse de una vida que no les ofrece casi ninguna expectativa real, frustración que muchos de ellos ven confirmada en sus propios padres, familiares y amigos. Por último, nos encontramos con que nuestras instituciones, ante situaciones críticas o emblemáticas, demuestran increíbles vacíos y falencias una y otra vez, pese a que sus presupuestos operativos crecen año a año. Así, todo ello nos revela una gigantesca crisis sistémico-política. Esa crisis perpetúa una descomposición moral y división social, cuyos factores la ciudadanía percibe día a día, pero de un modo difuso, sin identificarlos exactamente, y sin advertir del todo sus múltiples efectos. Y lo peor es que nuestra clase política tampoco logra “leerlos”, dada su múltiple e intrincada sintomatología, y por lo tanto tampoco logra revertirlos. La consecuencia final –que desmiente la creencia de que el país se está desenvolviendo con relativa “normalidad”– es un estado de abatimiento y desesperanza que recorre a muchos sectores de nuestra población. A juicio del autor la desintegración humana y sociopolítica ha llegado a tal punto, que tampoco el nuevo gobierno ni los que sucesivamente tomen el control del Estado, pese a sus buenas intenciones y a los eventuales aciertos de su respectiva gestión, lograrán solucionar el problema de fondo, porque se trata de una crisis sistémica, cuyos orígenes y ramificaciones sobrepasan por completo el marco de acción de nuestro actual sistema político. Sin dejar de reconocer que nuestra macroeconomía, ciertas instituciones como las AFP, Isapres, concesiones privadas, e incluso el aumento de los ingresos generales han funcionado relativamente bien. En resumen, es el modelo el que está fracasado, porque se basa en prejuicios ideológicos sumamente arraigados y de ahí se ha derivado una equivocada y disruptiva configuración de las instituciones fundamentales para el desarrollo de la persona –familia, educación, trabajo, salud y bien común político–, que impide contar con un sentido serio de unidad social, orientación ética y avanzar de un modo serio en

el desarrollo de nuestra democracia. Y mientras no reemplacemos el modelo actual por otro más democrático y participativo, continuaremos marcando el paso, esperando “salidas” y “despegues” que no se producirán. La mejor prueba de ello, salvo algunas excepciones, es la trayectoria sociopolítica de nuestro país durante casi toda su vida independiente. El libro “Hacia un Nuevo Paradigma Sociopolítico” se hace cargo de la encrucijada que nos tiene entrampados. Y más allá de los diagnósticos que entrega en la primera parte, en un segundo abordamiento pone al descubierto las causas de fondo de la falla intersistémica. Y muestra que la causa, quizás la más inadvertida, es la desintegración y degradación de la cultura occidental contemporánea, y la consecuente distorsión de casi toda la institucionalidad política que se sigue de todo ello. El desquiciamiento de nuestro sistema político liberal-socialista es el resultado visible de erróneas ideologías puestas en escena durante los últimos cuatro siglos por las filosofías materialistas de la modernidad y que han dejado fuera del escenario a su actor esencial: la persona humana. Se ha instaurado así una impostura moral contra natura, que desfigura la visión del hombre y trastoca todos los valores, que está condicionando incluso nuestros actuales modos de vida, y que hace cada vez más difícil encontrar una salida coherente para nuestro país, que involucre y beneficie a todos los chilenos. De una u otra manera, esa impostura ha difundido en nuestros líderes políticos (de izquierda, centro y derecha), y en casi todos los ciudadanos, tal cantidad de equívocos, desconfianzas y prejuicios, en todos los planos del quehacer nacional, que han llegado a configurar una especie de síndrome que nos impide entendernos en ciertos puntos fundamentales que nos permitirían avanzar de verdad. El tercer recorrido del libro investiga la condición humana, tanto desde el punto de vista científico como filosófico, pues el autor considera que todos los conceptos y valores generados por la cultura deben ser conceptualizados en relación al bien humano y no a cualquier cosa. Esa investigación constituye el desciframiento más crucial del libro, pues el hombre es el fin supremo del orden sociopolítico, y no podrá cumplir ese destino si ignoramos quién de verdad es y cómo se desarrolla a plenitud, es decir, en todas sus dimensiones y posibilidades. Pero el modernismo cultural lo ha convertido en la mayor incógnita de nuestro tiempo, y más aún, lo ha reducido a un mero fenómeno de la materia y a un engranaje del proceso colectivo de “mejoramiento espontáneo del mundo”. Un proceso exclusivamente tecnocrático, utilitario y relativista, centrado en los logros materiales del “progreso”. Esa visión mutilada no ha sido revisada y menos erradicada por el poder político y económico, lo cual ha perpetuado a las grandes mayorías en los estancamientos del subdesarrollo, haciéndolas incapaces de

El reclamo (no racionalizado) de los más postergados no se refiere a lo que les pasa, sino más bien a todo aquello que no les pasa, directamente ligado a un anti desarrollo cognoscitivo, emocional, económico y sociopolítico.

H 813


Nos encontramos con que nuestras instituciones, ante situaciones críticas o emblemáticas, demuestran increíbles vacíos y falencias una y otra vez, pese a que sus presupuestos operativos crecen año a año. Todo ello nos revela una gigantesca crisis sistémico-política.

H 814

pensar por sí mismas y de autogenerar su propio crecimiento humano. Este capítulo dilucida asimismo otras dimensiones fundamentales de la condición humana: el dualismo cuerpo-espíritu y su metabolismo interactivo en pos de la felicidad, el carácter moral y ético-social del hombre, los funcionamientos operativos del entendimiento y la voluntad, los dinamismos extrínsecos e intrínsecos de la libertad, la dignidad absoluta de la persona dado su carácter único, la autoconciencia y la autodeterminación, la función de los sentimientos y las emociones, etc., etc. El último gran propósito del libro lo señalan las propuestas de acción orientadas a reformular el futuro del país, que se sustentan en todos los recorridos anteriores, y que cubren cada uno de los mencionados ámbitos de nuestro orden sociopolítico, pero esta vez integrando lo cognoscitivo, lo económico y lo sociopolítico de una manera solidaria e igual para todos. No se trata de propuestas mágicas, que pretendan resolverlo todo de la noche a la mañana. Al contrario, demandarán el esfuerzo conjunto de gobernantes y ciudadanos, y cambios de rumbo a los que muchos de nosotros no estamos acostumbrados. Tampoco intentan constituirse en soluciones únicas e infalibles, pero sí señalar los itinerarios fundamentales que necesitamos recorrer para diseñar el gran país que todos anhelamos. Esos itinerarios no han sido establecidos arbitrariamente por el autor; emanan de la condición humana natural y de los códigos de la realidad, que todos podemos indagar y verificar a través de nuestra propia experiencia. En definitiva, se puede decir que el ensayo, si bien se plantea con mucho carácter en un sinnúmero de materias e intenta situarse al margen de todo partidismo y de toda ideología política, representa un intento serio de armar el colosal rompecabezas sociopolítico, económico, cultural y humano que afecta a nuestro país. Y busca establecer en Chile un modelo sociopolítico auténticamente humanista, muy distinto a los que propician las actuales corrientes ideológicas (humanismo “progresista”, ecologista, neomarxista, neogramsciano, relativista, economicista, etc.), que han impedido la búsqueda de soluciones más verdaderas y esenciales, reemplazándolos por objetivos falsamente humanos, y a menudo por “agendas” disruptivas, oportunistas, o simplemente veleidosas, muchas de las cuales sólo esconden ansias de poder.

H 815


Nos encontramos con que nuestras instituciones, ante situaciones críticas o emblemáticas, demuestran increíbles vacíos y falencias una y otra vez, pese a que sus presupuestos operativos crecen año a año. Todo ello nos revela una gigantesca crisis sistémico-política.

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pensar por sí mismas y de autogenerar su propio crecimiento humano. Este capítulo dilucida asimismo otras dimensiones fundamentales de la condición humana: el dualismo cuerpo-espíritu y su metabolismo interactivo en pos de la felicidad, el carácter moral y ético-social del hombre, los funcionamientos operativos del entendimiento y la voluntad, los dinamismos extrínsecos e intrínsecos de la libertad, la dignidad absoluta de la persona dado su carácter único, la autoconciencia y la autodeterminación, la función de los sentimientos y las emociones, etc., etc. El último gran propósito del libro lo señalan las propuestas de acción orientadas a reformular el futuro del país, que se sustentan en todos los recorridos anteriores, y que cubren cada uno de los mencionados ámbitos de nuestro orden sociopolítico, pero esta vez integrando lo cognoscitivo, lo económico y lo sociopolítico de una manera solidaria e igual para todos. No se trata de propuestas mágicas, que pretendan resolverlo todo de la noche a la mañana. Al contrario, demandarán el esfuerzo conjunto de gobernantes y ciudadanos, y cambios de rumbo a los que muchos de nosotros no estamos acostumbrados. Tampoco intentan constituirse en soluciones únicas e infalibles, pero sí señalar los itinerarios fundamentales que necesitamos recorrer para diseñar el gran país que todos anhelamos. Esos itinerarios no han sido establecidos arbitrariamente por el autor; emanan de la condición humana natural y de los códigos de la realidad, que todos podemos indagar y verificar a través de nuestra propia experiencia. En definitiva, se puede decir que el ensayo, si bien se plantea con mucho carácter en un sinnúmero de materias e intenta situarse al margen de todo partidismo y de toda ideología política, representa un intento serio de armar el colosal rompecabezas sociopolítico, económico, cultural y humano que afecta a nuestro país. Y busca establecer en Chile un modelo sociopolítico auténticamente humanista, muy distinto a los que propician las actuales corrientes ideológicas (humanismo “progresista”, ecologista, neomarxista, neogramsciano, relativista, economicista, etc.), que han impedido la búsqueda de soluciones más verdaderas y esenciales, reemplazándolos por objetivos falsamente humanos, y a menudo por “agendas” disruptivas, oportunistas, o simplemente veleidosas, muchas de las cuales sólo esconden ansias de poder.

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NOTAS El colapso de 1989

¿Un paradigma para hoy? por Nikolaus Lobkowicz Caída del Muro de Berlín, noviembre 1989.

E

xpongo aquí, a solicitud de los directivos A pesar de algunas similitudes, los prede Oasis*, observaciones y reflexiones que supuestos de estos dos procesos fueron y ponen en comparación aquello que ocurrió serán tan diferentes que es casi imposible, y sigue ocurriendo en África del Norte y el en todo caso extremadamente difícil y por cercano Oriente con los acontecimientos en tanto riesgoso, predecir con probabilidad los resultados de lo acaecido en Europa Central y del Este el norte del continente afridurante los años ochenta Mientras Rusia y, de Bismarck cano y en el cercano Oriente. de la pasada centuria. En la en adelante, Alemania A fin de entender lo que superficie, la legitimidad de aún más, persiguieron una ocurrió en los años ochenta semejante comparación puepolítica de rusificación del siglo pasado en Europa de parecer bastante obvia: y de germanización, la Central y del Este, uno debe una parte significativa de la monarquía de los Habsburgo retrotraerse al final de la Sepoblación de varios países estaba orgullosa de su gunda Guerra Mundial y aun vecinos se rebela contra carácter multinacional y a las consecuencias de la Prisus gobernantes y los ahua menudo incluso fomentó mera Guerra Mundial. Hasta yenta. Siendo ciudadanos explícitamente la identidad 1918, Europa Central y del de democracias sólidas, los cultural de sus numerosas Este estuvieron más o menos observadores del así llamado nacionalidades. divididas en tres imperios: el Mundo Libre simpatizan con Imperio Alemán, que incluía los rebeldes, ya que esperan grandes segmentos de lo que que esos países también se conviertan en democracias liberales. Tras más adelante se convertiría en la República un examen más profundo, la parte más Polaca; el Imperio Ruso, que incluía otra importante del título de mi reflexión será, considerable parte de la Polonia de nuestros sin embargo, el signo de interrogación al final días, y la Monarquía Austro-Húngara, que además de partes de Polonia, Hungría y la del mismo.

* Exposición del autor durante el pasado Congreso de Oasis (Venecia, 20.06.11).

H 816

HUMANITAS Nº 64 pp. 816 - 823

posterior Checoslovaquia, vínculos consanguíneos con incluía sectores sustanciales las aristocracias alemana y Otra consecuencia fue de la posterior Yugoslavia y, austro-húngara e, incluso, que desaparecieron los durante un tiempo, incluso el con sus familias imperiales. emperadores: el emperador norte de Italia. Estos tres imDespués de finalizada la alemán emigró, el ruso fue perios fueron entidades transPrimera Guerra Mundial – fusilado junto a toda su nacionales, aunque trataron cuyos perdedores fueron los familia, y el austriaco, que el asunto de la nacionalidad imperios alemán y austrohabía intentado mantenerse de modos diferentes: mienhúngaro- Polonia (que en el al menos como emperador tras Rusia y, de Bismarck en siglo XVIII había desaparede Hungría, fue expulsado adelante, Alemania aún más, cido como estado indepenjunto a su familia a una isla persiguieron una política de diente) fue restaurada, y el portuguesa, donde murió un rusificación y de germaniimperio Austro-Húngaro año más tarde, a la edad de zación, la monarquía de los desintegrado en un número 35 años –un hombre santo Habsburgo estaba orgullosa de naciones-estado indeque trató desesperadamente de su carácter multinacional pendientes, por sobre todo de alcanzar la paz y salvar y a menudo incluso fomentó Checoslovaquia (que se consu imperio, pero que fracasó explícitamente la identidad virtió en un estado rico por(fue beatificado por Juan cultural de sus numerosas que había sido la parte más Pablo II en 2004, al igual que nacionalidades. Solamente industrializada del Imperio), el Zar ruso lo fuera por la en el sudeste de Europa había Hungría y Yugoslavia, y por Iglesia Ortodoxa Rusa dos tres reinos independientes: supuesto, la propia Austria. años antes). Serbia y Bulgaria, que hasta Además, algunas partes del alrededor de mediados del occidente y del sur del Impesiglo XIX formaron parte del Imperio Otoma- rio Ruso: la Rusia Blanca, Ucrania, Georgia, no, y Rumania. Sin embargo, los gobernantes Azerbaiyán y Armenia se convirtieron en de estos tres países solían tener estrechos estados independientes por unos pocos años

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NOTAS El colapso de 1989

¿Un paradigma para hoy? por Nikolaus Lobkowicz Caída del Muro de Berlín, noviembre 1989.

E

xpongo aquí, a solicitud de los directivos A pesar de algunas similitudes, los prede Oasis*, observaciones y reflexiones que supuestos de estos dos procesos fueron y ponen en comparación aquello que ocurrió serán tan diferentes que es casi imposible, y sigue ocurriendo en África del Norte y el en todo caso extremadamente difícil y por cercano Oriente con los acontecimientos en tanto riesgoso, predecir con probabilidad los resultados de lo acaecido en Europa Central y del Este el norte del continente afridurante los años ochenta Mientras Rusia y, de Bismarck cano y en el cercano Oriente. de la pasada centuria. En la en adelante, Alemania A fin de entender lo que superficie, la legitimidad de aún más, persiguieron una ocurrió en los años ochenta semejante comparación puepolítica de rusificación del siglo pasado en Europa de parecer bastante obvia: y de germanización, la Central y del Este, uno debe una parte significativa de la monarquía de los Habsburgo retrotraerse al final de la Sepoblación de varios países estaba orgullosa de su gunda Guerra Mundial y aun vecinos se rebela contra carácter multinacional y a las consecuencias de la Prisus gobernantes y los ahua menudo incluso fomentó mera Guerra Mundial. Hasta yenta. Siendo ciudadanos explícitamente la identidad 1918, Europa Central y del de democracias sólidas, los cultural de sus numerosas Este estuvieron más o menos observadores del así llamado nacionalidades. divididas en tres imperios: el Mundo Libre simpatizan con Imperio Alemán, que incluía los rebeldes, ya que esperan grandes segmentos de lo que que esos países también se conviertan en democracias liberales. Tras más adelante se convertiría en la República un examen más profundo, la parte más Polaca; el Imperio Ruso, que incluía otra importante del título de mi reflexión será, considerable parte de la Polonia de nuestros sin embargo, el signo de interrogación al final días, y la Monarquía Austro-Húngara, que además de partes de Polonia, Hungría y la del mismo.

* Exposición del autor durante el pasado Congreso de Oasis (Venecia, 20.06.11).

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HUMANITAS Nº 64 pp. 816 - 823

posterior Checoslovaquia, vínculos consanguíneos con incluía sectores sustanciales las aristocracias alemana y Otra consecuencia fue de la posterior Yugoslavia y, austro-húngara e, incluso, que desaparecieron los durante un tiempo, incluso el con sus familias imperiales. emperadores: el emperador norte de Italia. Estos tres imDespués de finalizada la alemán emigró, el ruso fue perios fueron entidades transPrimera Guerra Mundial – fusilado junto a toda su nacionales, aunque trataron cuyos perdedores fueron los familia, y el austriaco, que el asunto de la nacionalidad imperios alemán y austrohabía intentado mantenerse de modos diferentes: mienhúngaro- Polonia (que en el al menos como emperador tras Rusia y, de Bismarck en siglo XVIII había desaparede Hungría, fue expulsado adelante, Alemania aún más, cido como estado indepenjunto a su familia a una isla persiguieron una política de diente) fue restaurada, y el portuguesa, donde murió un rusificación y de germaniimperio Austro-Húngaro año más tarde, a la edad de zación, la monarquía de los desintegrado en un número 35 años –un hombre santo Habsburgo estaba orgullosa de naciones-estado indeque trató desesperadamente de su carácter multinacional pendientes, por sobre todo de alcanzar la paz y salvar y a menudo incluso fomentó Checoslovaquia (que se consu imperio, pero que fracasó explícitamente la identidad virtió en un estado rico por(fue beatificado por Juan cultural de sus numerosas que había sido la parte más Pablo II en 2004, al igual que nacionalidades. Solamente industrializada del Imperio), el Zar ruso lo fuera por la en el sudeste de Europa había Hungría y Yugoslavia, y por Iglesia Ortodoxa Rusa dos tres reinos independientes: supuesto, la propia Austria. años antes). Serbia y Bulgaria, que hasta Además, algunas partes del alrededor de mediados del occidente y del sur del Impesiglo XIX formaron parte del Imperio Otoma- rio Ruso: la Rusia Blanca, Ucrania, Georgia, no, y Rumania. Sin embargo, los gobernantes Azerbaiyán y Armenia se convirtieron en de estos tres países solían tener estrechos estados independientes por unos pocos años

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(de 1918 a 1921). Otra consecuencia fue que grandes minorías húngara y ucraniana. desaparecieron los emperadores: el empera- En cierto modo, la disolución del antiguo dor alemán emigró, el ruso fue fusilado junto carácter transnacional, especialmente de la a toda su familia, y el austriaco, que había monarquía Habsburgo, resultó en estados intentado mantenerse al menos como empe- nacionales con sustanciales minorías de otras rador de Hungría, fue expulsado junto a su naciones, cuyos miembros habrían prefefamilia a una isla portuguesa, donde murió rido ser ciudadanos de otros países. Dicha un año más tarde, a la edad de 35 años –un situación habitualmente se veía agravada hombre santo que trató desesperadamente de por el hecho de que, debido a su ideología alcanzar la paz y salvar su imperio, pero que nacionalista, los nuevos estados usualmente fracasó (fue beatificado por Juan Pablo II en no trataban bien a sus minorías. Esto se hizo 2004, al igual que el Zar ruso lo fuera por la del todo visible durante la crisis económica Iglesia Ortodoxa Rusa dos años antes). mundial de los años veinte: muchas de las Si bien los imperios transnacionales habían minorías vivían principalmente en áreas desaparecido y un número de nuevas repú- fronterizas que no preocupaban mayormenblicas había nacido, la nueva te a los gobiernos y por ello estructura de Europa tal vez debieron atravesar por un En los tardíos años treinta podría haber sido estable período de desempleo y aun y comienzos de los cuarenta y pacífica; no fue por azar hambruna. del pasado siglo, ciertos que el movimiento pan-euPor otra parte, dos ideologías observadores previeron una ropeo fundado por el Conde totalitarias habían tomado constelación política en Coudenhoven-Kalergi (cuya el poder: el comunismo en que toda Europa al este de madre fue japonesa y cuya Rusia y, una década más tarFrancia quedaría dividida hermana fue la influyente de, el nazismo en Alemania. en dos estados totalitarios escritora católica Ida GoeEn los tardíos años treinta y –esta vez completamente rres) comenzara sus activicomienzos de los cuarenta despiadados–, uno dades unos pocos años desdel pasado siglo, ciertos gobernado por Hitler y el pués de concluir la Primera observadores previeron una otro por Stalin Guerra Mundial. Pronto, sin constelación política en que embargo, se manifestaron toda Europa al este de Frandos problemas. Por una parcia quedaría dividida en dos te, si bien la principal ideología política de estados totalitarios –esta vez completamente esos días fuera el nacionalismo, los nuevos despiadados–, uno gobernado por Hitler y estados estaban lejos de cualquier cosa que el otro por Stalin. evocara una homogeneidad nacional. En Uno de los resultados de la Segunda Guerra particular, casi en todas partes de Europa Mundial fue que Polonia, Checoslovaquia, Central y del Este existían grandes minorías Hungría y Alemania del Este, así como en el que hablaban alemán y ninguna de ellas se sudeste de Europa Yugoslavia, Bulgaria, Rusentía a gusto ni era particularmente apre- mania y Albania se convirtieron en satélites ciada en estados que proclamaban ser una de la comunista Unión Soviética. Si bien Yuunidad de naciones no-germanas. El ejemplo goslavia se retiró ya en 1950 de esta comunimás sorprendente fue Checoslovaquia, don- dad y Tito se convirtió en el fundador de una de alrededor del 25 por ciento de la población asociación de estados no-alineados, todos los hablaba alemán y donde, más aún, existían restantes países mencionados dependieron

H 818

más o menos completamente durante los sesenta del siglo pasado, se me encargó la siguientes 25 años de lo que decidiera y parte concerniente a ideología y filosofía. permitiera el presidente del partido comu- Mirando en retrospectiva esos primeros nista de la Unión Soviética. Hasta después tiempos del llamado bloque comunista, en de unos pocos años de la muerte de Stalin, a la actualidad es todo, menos fácil, decir en comienzos de 1953, esto surtía consecuencias qué medida la mayoría de la población de casi risibles. No sólo que las autoridades de esos países apoyaba los regímenes comula Unión Soviética, habitualmente Stalin nistas. De una extraña manera, la situación mismo, decidieran quién sería el presidente recordaba la Alemania nazi de los tardíos de un partido comunista nacional y quién años treinta e iniciales cuarenta del pasado debía ser depuesto, condenado a muerte y siglo. Era una singular mezcla de entusiasmo ejecutado; virtualmente todos los que vivían y temor. Entusiasmo porque el Ejército Rojo en el bloque comunista debían aprender ruso había vencido y expulsado a los odiados a fin de familiarizarse con los fundamentos nazis alemanes; temor porque quienquiera de la doctrina marxista-leninista y para en- se hiciera sospechoso de no estar de acuerdo con el régimen arriesgaba salzar a importantes figuras al menos desaparecer en de la historia de Rusia (por Uno de los resultados de la las mazmorras. Esto último supuesto solamente aquellas Segunda Guerra Mundial fue era particularmente notorio que placían a Moscú). que Polonia, Checoslovaquia, entre los católicos; como el Mirando en retrospectiva, Hungría y Alemania del marxismo-leninismo, a didurante esos extraños tiemEste, así como en el sudeste ferencia de la ideología nazi, pos, cuyo comienzo experide Europa Yugoslavia, no sólo era una ideología menté personalmente, uno Bulgaria, Rumania y Albania totalitaria sino que explíen ocasiones se pregunta se convirtieron en satélites cita y agresivamente atea, cuáles eran realmente órde la comunista Unión denes de Moscú y qué se la mayoría de los obispos y Soviética. debía al servilismo de los muchos sacerdotes y monjas, dirigentes comunistas de aunque también muchos lailos países satélite. Como la cos católicos comprometidos, mayoría de ellos había pasado la Segunda desaparecieron en campos de concentración o Guerra Mundial en Rusia, sabían con qué fueron sentenciados a muchos años de trabafacilidad uno podía ser fusilado o acabar en jos forzados, a menudo en minas de uranio. un Gulag. Eran casi sin excepción persona- Solamente Polonia marcó la excepción: como lidades quebradas, cuyo poder era garanti- los polacos tenían una experiencia de casi dos zado por la presencia del Ejército Rojo. Para siglos de opresión, tanto bajo la protestante sólo agregar una observación respecto de mi Alemania como bajo la ortodoxa Rusia, la Iglepropia experiencia: éste fue el modo como sia Católica se había convertido en un símbolo personalmente aprendí suficiente ruso en mi de identidad nacional. Por lo tanto, y al revés liceo de Praga para más tarde convertirme de, por ejemplo, Checoslovaquia o Alemania en una autoridad en ideología soviética. del Este, en Polonia los comunistas nunca Así, por ejemplo, cuando la Editorial Herder realmente tuvieron éxito en marginalizar a preparó los ocho grandes volúmenes de su los obispos y sacerdotes católicos. Es más que enciclopedia sobre El Sistema Soviético y la mera coincidencia que Juan Pablo II haya sido Sociedad Democrática, publicada en los años el primer Papa no alemán en siglos y que fuera

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(de 1918 a 1921). Otra consecuencia fue que grandes minorías húngara y ucraniana. desaparecieron los emperadores: el empera- En cierto modo, la disolución del antiguo dor alemán emigró, el ruso fue fusilado junto carácter transnacional, especialmente de la a toda su familia, y el austriaco, que había monarquía Habsburgo, resultó en estados intentado mantenerse al menos como empe- nacionales con sustanciales minorías de otras rador de Hungría, fue expulsado junto a su naciones, cuyos miembros habrían prefefamilia a una isla portuguesa, donde murió rido ser ciudadanos de otros países. Dicha un año más tarde, a la edad de 35 años –un situación habitualmente se veía agravada hombre santo que trató desesperadamente de por el hecho de que, debido a su ideología alcanzar la paz y salvar su imperio, pero que nacionalista, los nuevos estados usualmente fracasó (fue beatificado por Juan Pablo II en no trataban bien a sus minorías. Esto se hizo 2004, al igual que el Zar ruso lo fuera por la del todo visible durante la crisis económica Iglesia Ortodoxa Rusa dos años antes). mundial de los años veinte: muchas de las Si bien los imperios transnacionales habían minorías vivían principalmente en áreas desaparecido y un número de nuevas repú- fronterizas que no preocupaban mayormenblicas había nacido, la nueva te a los gobiernos y por ello estructura de Europa tal vez debieron atravesar por un En los tardíos años treinta podría haber sido estable período de desempleo y aun y comienzos de los cuarenta y pacífica; no fue por azar hambruna. del pasado siglo, ciertos que el movimiento pan-euPor otra parte, dos ideologías observadores previeron una ropeo fundado por el Conde totalitarias habían tomado constelación política en Coudenhoven-Kalergi (cuya el poder: el comunismo en que toda Europa al este de madre fue japonesa y cuya Rusia y, una década más tarFrancia quedaría dividida hermana fue la influyente de, el nazismo en Alemania. en dos estados totalitarios escritora católica Ida GoeEn los tardíos años treinta y –esta vez completamente rres) comenzara sus activicomienzos de los cuarenta despiadados–, uno dades unos pocos años desdel pasado siglo, ciertos gobernado por Hitler y el pués de concluir la Primera observadores previeron una otro por Stalin Guerra Mundial. Pronto, sin constelación política en que embargo, se manifestaron toda Europa al este de Frandos problemas. Por una parcia quedaría dividida en dos te, si bien la principal ideología política de estados totalitarios –esta vez completamente esos días fuera el nacionalismo, los nuevos despiadados–, uno gobernado por Hitler y estados estaban lejos de cualquier cosa que el otro por Stalin. evocara una homogeneidad nacional. En Uno de los resultados de la Segunda Guerra particular, casi en todas partes de Europa Mundial fue que Polonia, Checoslovaquia, Central y del Este existían grandes minorías Hungría y Alemania del Este, así como en el que hablaban alemán y ninguna de ellas se sudeste de Europa Yugoslavia, Bulgaria, Rusentía a gusto ni era particularmente apre- mania y Albania se convirtieron en satélites ciada en estados que proclamaban ser una de la comunista Unión Soviética. Si bien Yuunidad de naciones no-germanas. El ejemplo goslavia se retiró ya en 1950 de esta comunimás sorprendente fue Checoslovaquia, don- dad y Tito se convirtió en el fundador de una de alrededor del 25 por ciento de la población asociación de estados no-alineados, todos los hablaba alemán y donde, más aún, existían restantes países mencionados dependieron

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más o menos completamente durante los sesenta del siglo pasado, se me encargó la siguientes 25 años de lo que decidiera y parte concerniente a ideología y filosofía. permitiera el presidente del partido comu- Mirando en retrospectiva esos primeros nista de la Unión Soviética. Hasta después tiempos del llamado bloque comunista, en de unos pocos años de la muerte de Stalin, a la actualidad es todo, menos fácil, decir en comienzos de 1953, esto surtía consecuencias qué medida la mayoría de la población de casi risibles. No sólo que las autoridades de esos países apoyaba los regímenes comula Unión Soviética, habitualmente Stalin nistas. De una extraña manera, la situación mismo, decidieran quién sería el presidente recordaba la Alemania nazi de los tardíos de un partido comunista nacional y quién años treinta e iniciales cuarenta del pasado debía ser depuesto, condenado a muerte y siglo. Era una singular mezcla de entusiasmo ejecutado; virtualmente todos los que vivían y temor. Entusiasmo porque el Ejército Rojo en el bloque comunista debían aprender ruso había vencido y expulsado a los odiados a fin de familiarizarse con los fundamentos nazis alemanes; temor porque quienquiera de la doctrina marxista-leninista y para en- se hiciera sospechoso de no estar de acuerdo con el régimen arriesgaba salzar a importantes figuras al menos desaparecer en de la historia de Rusia (por Uno de los resultados de la las mazmorras. Esto último supuesto solamente aquellas Segunda Guerra Mundial fue era particularmente notorio que placían a Moscú). que Polonia, Checoslovaquia, entre los católicos; como el Mirando en retrospectiva, Hungría y Alemania del marxismo-leninismo, a didurante esos extraños tiemEste, así como en el sudeste ferencia de la ideología nazi, pos, cuyo comienzo experide Europa Yugoslavia, no sólo era una ideología menté personalmente, uno Bulgaria, Rumania y Albania totalitaria sino que explíen ocasiones se pregunta se convirtieron en satélites cita y agresivamente atea, cuáles eran realmente órde la comunista Unión denes de Moscú y qué se la mayoría de los obispos y Soviética. debía al servilismo de los muchos sacerdotes y monjas, dirigentes comunistas de aunque también muchos lailos países satélite. Como la cos católicos comprometidos, mayoría de ellos había pasado la Segunda desaparecieron en campos de concentración o Guerra Mundial en Rusia, sabían con qué fueron sentenciados a muchos años de trabafacilidad uno podía ser fusilado o acabar en jos forzados, a menudo en minas de uranio. un Gulag. Eran casi sin excepción persona- Solamente Polonia marcó la excepción: como lidades quebradas, cuyo poder era garanti- los polacos tenían una experiencia de casi dos zado por la presencia del Ejército Rojo. Para siglos de opresión, tanto bajo la protestante sólo agregar una observación respecto de mi Alemania como bajo la ortodoxa Rusia, la Iglepropia experiencia: éste fue el modo como sia Católica se había convertido en un símbolo personalmente aprendí suficiente ruso en mi de identidad nacional. Por lo tanto, y al revés liceo de Praga para más tarde convertirme de, por ejemplo, Checoslovaquia o Alemania en una autoridad en ideología soviética. del Este, en Polonia los comunistas nunca Así, por ejemplo, cuando la Editorial Herder realmente tuvieron éxito en marginalizar a preparó los ocho grandes volúmenes de su los obispos y sacerdotes católicos. Es más que enciclopedia sobre El Sistema Soviético y la mera coincidencia que Juan Pablo II haya sido Sociedad Democrática, publicada en los años el primer Papa no alemán en siglos y que fuera

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«Lo que hoy presenciamos no es el colapso de un “sistema”, sino más bien un fenómeno que uno podría describir como una infección: ciudadanos de diferentes países que no gustaban del modo cómo eran gobernados aprendieron unos de otros qué hacer en orden a remover a sus gobernantes». (Plaza Tahrir, El Cairo, febrero 2011)

ya en ese momento se hizo un hijo de la nación polaca y obvio que Moscú no tendría no un francés o un alemán. Uno de los resultados de la indefinidamente éxito en manTras la muerte de Stalin, el Segunda Guerra Mundial fue tener a sus satélites tan sólo poder de Moscú sobre los que Polonia, Checoslovaquia, por la fuerza. Entonces siguió países satélite comenzó a Hungría y Alemania del un período de liberalización decrecer. Una de las razones Este, así como en el sudeste gradual, en que los goberciertamente fue que los sude Europa Yugoslavia, nantes comunistas intentaron cesores de Stalin se temían Bulgaria, Rumania y Albania ganarse a los habitantes de sus los unos a los otros y por se convirtieron en satélites respectivos países mediantanto no podían actuar de un de la comunista Unión te un determinado mejoramodo tan despiadado como el Soviética. miento económico, el llamado “camarada generalísimo”. Sin “comunismo gulash”, una embargo, durante un número de años Moscú continuó aplicando una política expresión que parece haber sido acuñada por de acuerdo con la cual a ningún estado satélite Nikita Krushov tras el levantamiento húngaro. se le permitía tomar su propia senda en lo Sin embargo, la liberación gradual, a menudo concerniente a la política del Pacto de Varsovia: descrita como “afabilidad”, también permitió en 1956, el Ejército Rojo aplastó brutalmente el obtener mejor información acerca de lo que levantamiento de Hungría, doce años después ocurría en el Occidente –y todos en el mundo los ejércitos del Pacto de Varsovia reprimieron comunista fueron crecientemente conscientes la llamada primavera de Praga. Sin embargo, del hecho que, en comparación con los países

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del Pacto de Varsovia, el mundo occidental bien esa época: el alivio sentido frente al casi era, desde el punto de vista de la prosperidad milagroso fin de una era terrible; cómo por las económica, algo cercano al paraíso. tardes en ciertos lugares uno podía presenciar Mientras Brezhnev intentó recuperar al acha- extrañas fiestas, en que representantes del anticoso imperio siguiendo una suerte de política guo sistema estaban sentados medio borrachos neo-estalinista y Andropov y Chernienko ya a la misma mesa con aquellos que sus anteceestaban prácticamente desahuciados cuando sores habían enviado a prisión o a los campos a su turno asumieron por muy breve tiempo de concentración. No había odio, nada de sed el poder, Gorbachov intentó seguir un rum- de venganza, ni calumnias: sencillamente bo totalmente diferente con miras a salvar una profunda alegría ante el hecho de que la el sistema soviético. Proclamó la glasnost, un pesadilla hubiese terminado –para aquellos nuevo tipo de liberalidad, y la perestroika, una antiguamente perseguidos, la pesadilla de la reorganización; luego y con la persecución o la supresión esperanza de que continuaran física; para los antiguos re(…) Si bien Yugoslavia cooperando, concedió explípresentantes del sistema, la se retiró ya en 1950 de citamente la independencia a pesadilla de que ahora había esta comunidad y Tito se los países satélite, terminando, llegado el momento de su convirtió en el fundador así, con la doctrina subyacenpersecución. El hecho de que de una asociación de te al Pacto de Varsovia. Con en Rumania y Yugoslavia la estados no-alineados, certeza su intención no fue desaparición del comunismo todos los restantes países abolir el sistema soviético; no fuera pacífica tuvo razones mencionados dependieron pero al introducir esa nueva muy específicas: en Rumania, más o menos completamente liberalización de hecho sí aquellos que depusieron a durante los siguientes 25 lo destruyó. Un país tras de Ceausescu eran ex comunisaños de lo que decidiera otro, primero Polonia, luego tas que esperaban salvar su y permitiera el presidente Checoslovaquia, en seguida pellejo deshaciéndose de él, del partido comunista de la Hungría y todos los demás mientras que Yugoslavia era Unión Soviética. países satélite y, al final, la proun estado multinacional y pia Unión Soviética, dejaron multi-religioso que se desinde ser países comunistas y se volvieron más o tegró en una sangrienta guerra civil debido al menos estables, convirtiéndose más o menos en deseo de los serbios de mantener su tradicional democracias liberales constitucionales. supremacía. Observando desde aquí este fascinante desarro- Claro que esa armoniosa alegría no duró más llo, incluso hoy uno tiene dificultades para en- que unos pocos meses; pronto emergieron tender lo que ocurrió: no hubo –con la excepción partidos políticos que, como es característico de Rumania y, a partir de 1991, la ex Yugoslavia– de las democracias, lucharon enconadamente violencia, ni siquiera un disparo de escopeta; no entre ellos. En la mayoría de los casos, los hubo castigo, ni siquiera un juicio contra aquellos diversos países restauraron sus sistemas políque habían detentado el poder; los gobernantes ticos de antes de la Segunda Guerra Mundial, comunistas sencillamente renunciaron y se fue- muchas veces recuperando con ello también ron con toda la cantidad posible de lo que otrora tradiciones dudosas (en Hungría y Polonia, había sido propiedad del Estado. por ejemplo, el antisemitismo). Sólo que había Como durante esos años a menudo estuve en dos diferencias radicales en comparación a Polonia y en Checoslovaquia, recuerdo muy los tiempos previos al comunismo: los judíos

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«Lo que hoy presenciamos no es el colapso de un “sistema”, sino más bien un fenómeno que uno podría describir como una infección: ciudadanos de diferentes países que no gustaban del modo cómo eran gobernados aprendieron unos de otros qué hacer en orden a remover a sus gobernantes». (Plaza Tahrir, El Cairo, febrero 2011)

ya en ese momento se hizo un hijo de la nación polaca y obvio que Moscú no tendría no un francés o un alemán. Uno de los resultados de la indefinidamente éxito en manTras la muerte de Stalin, el Segunda Guerra Mundial fue tener a sus satélites tan sólo poder de Moscú sobre los que Polonia, Checoslovaquia, por la fuerza. Entonces siguió países satélite comenzó a Hungría y Alemania del un período de liberalización decrecer. Una de las razones Este, así como en el sudeste gradual, en que los goberciertamente fue que los sude Europa Yugoslavia, nantes comunistas intentaron cesores de Stalin se temían Bulgaria, Rumania y Albania ganarse a los habitantes de sus los unos a los otros y por se convirtieron en satélites respectivos países mediantanto no podían actuar de un de la comunista Unión te un determinado mejoramodo tan despiadado como el Soviética. miento económico, el llamado “camarada generalísimo”. Sin “comunismo gulash”, una embargo, durante un número de años Moscú continuó aplicando una política expresión que parece haber sido acuñada por de acuerdo con la cual a ningún estado satélite Nikita Krushov tras el levantamiento húngaro. se le permitía tomar su propia senda en lo Sin embargo, la liberación gradual, a menudo concerniente a la política del Pacto de Varsovia: descrita como “afabilidad”, también permitió en 1956, el Ejército Rojo aplastó brutalmente el obtener mejor información acerca de lo que levantamiento de Hungría, doce años después ocurría en el Occidente –y todos en el mundo los ejércitos del Pacto de Varsovia reprimieron comunista fueron crecientemente conscientes la llamada primavera de Praga. Sin embargo, del hecho que, en comparación con los países

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del Pacto de Varsovia, el mundo occidental bien esa época: el alivio sentido frente al casi era, desde el punto de vista de la prosperidad milagroso fin de una era terrible; cómo por las económica, algo cercano al paraíso. tardes en ciertos lugares uno podía presenciar Mientras Brezhnev intentó recuperar al acha- extrañas fiestas, en que representantes del anticoso imperio siguiendo una suerte de política guo sistema estaban sentados medio borrachos neo-estalinista y Andropov y Chernienko ya a la misma mesa con aquellos que sus anteceestaban prácticamente desahuciados cuando sores habían enviado a prisión o a los campos a su turno asumieron por muy breve tiempo de concentración. No había odio, nada de sed el poder, Gorbachov intentó seguir un rum- de venganza, ni calumnias: sencillamente bo totalmente diferente con miras a salvar una profunda alegría ante el hecho de que la el sistema soviético. Proclamó la glasnost, un pesadilla hubiese terminado –para aquellos nuevo tipo de liberalidad, y la perestroika, una antiguamente perseguidos, la pesadilla de la reorganización; luego y con la persecución o la supresión esperanza de que continuaran física; para los antiguos re(…) Si bien Yugoslavia cooperando, concedió explípresentantes del sistema, la se retiró ya en 1950 de citamente la independencia a pesadilla de que ahora había esta comunidad y Tito se los países satélite, terminando, llegado el momento de su convirtió en el fundador así, con la doctrina subyacenpersecución. El hecho de que de una asociación de te al Pacto de Varsovia. Con en Rumania y Yugoslavia la estados no-alineados, certeza su intención no fue desaparición del comunismo todos los restantes países abolir el sistema soviético; no fuera pacífica tuvo razones mencionados dependieron pero al introducir esa nueva muy específicas: en Rumania, más o menos completamente liberalización de hecho sí aquellos que depusieron a durante los siguientes 25 lo destruyó. Un país tras de Ceausescu eran ex comunisaños de lo que decidiera otro, primero Polonia, luego tas que esperaban salvar su y permitiera el presidente Checoslovaquia, en seguida pellejo deshaciéndose de él, del partido comunista de la Hungría y todos los demás mientras que Yugoslavia era Unión Soviética. países satélite y, al final, la proun estado multinacional y pia Unión Soviética, dejaron multi-religioso que se desinde ser países comunistas y se volvieron más o tegró en una sangrienta guerra civil debido al menos estables, convirtiéndose más o menos en deseo de los serbios de mantener su tradicional democracias liberales constitucionales. supremacía. Observando desde aquí este fascinante desarro- Claro que esa armoniosa alegría no duró más llo, incluso hoy uno tiene dificultades para en- que unos pocos meses; pronto emergieron tender lo que ocurrió: no hubo –con la excepción partidos políticos que, como es característico de Rumania y, a partir de 1991, la ex Yugoslavia– de las democracias, lucharon enconadamente violencia, ni siquiera un disparo de escopeta; no entre ellos. En la mayoría de los casos, los hubo castigo, ni siquiera un juicio contra aquellos diversos países restauraron sus sistemas políque habían detentado el poder; los gobernantes ticos de antes de la Segunda Guerra Mundial, comunistas sencillamente renunciaron y se fue- muchas veces recuperando con ello también ron con toda la cantidad posible de lo que otrora tradiciones dudosas (en Hungría y Polonia, había sido propiedad del Estado. por ejemplo, el antisemitismo). Sólo que había Como durante esos años a menudo estuve en dos diferencias radicales en comparación a Polonia y en Checoslovaquia, recuerdo muy los tiempos previos al comunismo: los judíos

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habían sido casi completamente exterminados Para ser bien honestos, encuentro extremay las minorías alemanas habían sido casi com- damente difícil juzgar como correcto lo que sucede en los países islámicos. Obviamente, pletamente expulsadas. Ahora bien, si se compara este proceso con lo en Egipto, en Libia, en Siria y en otros países, que al presente sucede en el norte de África y el muchos, o en todo caso un importante número cercano Oriente, saltarán a la vista las siguien- de ciudadanos, no gustaban de la forma como tes diferencias: para empezar, estos países eran gobernados y posiblemente (repito: posimusulmanes pueden haber sido dictatoriales blemente) detestaban a sus gobernantes. Por pero no fueron totalitarios; sus gobernantes no un lado, sin embargo, es casi imposible decir si actuaron en el marco de una ideología que lo acaso y en qué medida los revolucionarios exabarca todo, sino que más bien (o solamente) presan los deseos de la enorme mayoría de los aseguraron y extendieron su dominio una vez habitantes de los países en cuestión; después que lo alcanzaron. Ciertamente puede compa- de todo, Egipto y Libia eran comparativamente rarse a estos gobernantes con los dictadores ricos, en todo caso países prósperos. Por el otro sudamericanos, pero es muy poco apropiado lado, estar en contra de un gobernante o de un sistema político no implica, en compararlos con Hitler, Stalin cuanto tal, una respuesta clara o, para el caso, con neo-estalia la pregunta de por qué tipo nistas como Brezhnev. SegunComo la mayoría de ellos de ordenamiento político han do, los países en cuestión no había pasado la Segunda de ser reemplazados. El princifueron satélites de alguno de Guerra Mundial en Rusia, pal problema de los mencionaesos estados, sino que entidasabían con qué facilidad uno dos países islámicos consiste, des políticas independientes podía ser fusilado o acabar a mi parecer, en que no poseen con regímenes vagamente en un Gulag. Eran casi sin una tradición democrática o, similares. Por tanto, y este es excepción personalidades siquiera, constitucional, en mi tercer punto, lo que hoy quebradas, cuyo poder que basarse. Por sobre todo y presenciamos no es el colapera garantizado por la a diferencia de la situación en so de un “sistema”, sino más presencia del Ejército Rojo. Europa Central y del Este en bien un fenómeno que uno los años ochenta del pasado podría describir como una infección: ciudadanos de diferentes países que siglo, la enorme mayoría de las poblaciones no no gustaban del modo como eran gobernados posee una idea clara acerca de en qué consiste aprendieron unos de otros qué hacer en orden y qué presupone una sólida democracia liberal a remover a sus gobernantes o, más bien y más capaz de funcionar. específicamente, al observar que en Egipto Como éste es un punto importante, concluyo Mubarak abandonaba la lucha, esperaban la proponiendo la siguiente reflexión: las demoremoción de sus propios gobernantes. Es digno cracias exitosas presuponen una población de tomarse en cuenta cómo gobiernos de paí- cuya enorme mayoría esté más o menos conses que –como la China comunista– no tienen tenta con la situación general del país; con las casi nada en común con el universo islámico palabras “más o menos” quiero recordarles el se pusieron nerviosos y siguen nerviosos; lo hecho de que aquellos que no están contenque acontece en el norte de África y el cercano tos esperan cambiar su situación mediante Oriente fácilmente podría suceder en cualquier la próxima elección. Ésta es la razón de por otro país autoritario: un levantamiento contra qué las elecciones regulares (y libres) son tan importantes: hacen de las revoluciones una sus gobernantes.

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suerte de acontecimiento que parece no valer de desarrollo y, por otra, el hecho de que al el esfuerzo ni el riesgo. Países como Suiza menos ocho de cada diez habitantes de Atenas nos sugieren que la población no necesita ser eran esclavos. Que incluso los más pobres de homogénea en lo que concierne a cultura, idio- entre los atenienses tuvieran un relativo buen ma y religión. Pero deben ser en alta medida pasar se debía a que casi todo ciudadano tenía homogéneos en lo concerniente a su situación a su disposición uno o varios esclavos que se económica: algunos pueden ser bastante ricos, encargaban de casi todas las labores físicas. otros más bien pobres, pero la gran mayoría, Por otro lado, tendemos a pasar por alto cuántos siglos tomó producir más bien la enorme mayoría, la democracia ateniense que debe pertenecer a una clase Al revés de, por ejemplo, muchos admiran. Y nosotros media que instintivamente checoslovaquia o alemania vivimos en un tiempo en que, considere cualquier tipo de de este, en polonia debido nada menos que a la desorden radical como una los comunistas nunca Cristiandad, la esclavitud amenaza para la calidad de realmente tuvieron éxito en ha desaparecido casi por su estilo de vida. Todo esto no marginalizar a los obispos completo. Una democracia supone necesariamente una y sacerdotes católicos. Es moderna presupone que casi constitución (Inglaterra, por más que mera coincidencia todos la apoyen y nadie luche ejemplo, carece de una); pero que juan pablo ii haya sido seriamente en contra de ella. presupone un sistema legal el primer papa no alemán en A mi entender, al presente con que cada cual pueda estar siglos y que fuera un hijo es ésa la principal dificultad más o menos de acuerdo. de la nación polaca y no un para los países islámicos Una democracia que funcione francés o un alemán. en cuestión: no solamente tampoco presupone convicexisten allí muchas ideas ciones religiosas. Ciertamente ayuda cuando los ciudadanos adhieren a completamente diferentes acerca de cuál sería una religión que se opone a la violencia; ese un futuro satisfactorio; también ha habido un es el caso de los países que emergieron del exceso de histérico e innecesario derramamien“universo cristiano”. Pero la democracia de to de sangre, no sólo entre los gobernantes y la Grecia antigua, más exactamente, aquella los revolucionarios, sino que también entre de Atenas, sugiere que algo es todavía más im- aquellos que deseaban o desean deponer a portante. Aquellos que alaban a la democracia sus gobernantes. Habitualmente, allí donde ateniense a menudo pasaron y siguen pasando se ha derramado mucha sangre toma mucho por alto que el estilo humano de Atenas tenía tiempo para que surja un desarrollo pacífico dos supuestos: por una parte, varios siglos sin violencia adicional.

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habían sido casi completamente exterminados Para ser bien honestos, encuentro extremay las minorías alemanas habían sido casi com- damente difícil juzgar como correcto lo que sucede en los países islámicos. Obviamente, pletamente expulsadas. Ahora bien, si se compara este proceso con lo en Egipto, en Libia, en Siria y en otros países, que al presente sucede en el norte de África y el muchos, o en todo caso un importante número cercano Oriente, saltarán a la vista las siguien- de ciudadanos, no gustaban de la forma como tes diferencias: para empezar, estos países eran gobernados y posiblemente (repito: posimusulmanes pueden haber sido dictatoriales blemente) detestaban a sus gobernantes. Por pero no fueron totalitarios; sus gobernantes no un lado, sin embargo, es casi imposible decir si actuaron en el marco de una ideología que lo acaso y en qué medida los revolucionarios exabarca todo, sino que más bien (o solamente) presan los deseos de la enorme mayoría de los aseguraron y extendieron su dominio una vez habitantes de los países en cuestión; después que lo alcanzaron. Ciertamente puede compa- de todo, Egipto y Libia eran comparativamente rarse a estos gobernantes con los dictadores ricos, en todo caso países prósperos. Por el otro sudamericanos, pero es muy poco apropiado lado, estar en contra de un gobernante o de un sistema político no implica, en compararlos con Hitler, Stalin cuanto tal, una respuesta clara o, para el caso, con neo-estalia la pregunta de por qué tipo nistas como Brezhnev. SegunComo la mayoría de ellos de ordenamiento político han do, los países en cuestión no había pasado la Segunda de ser reemplazados. El princifueron satélites de alguno de Guerra Mundial en Rusia, pal problema de los mencionaesos estados, sino que entidasabían con qué facilidad uno dos países islámicos consiste, des políticas independientes podía ser fusilado o acabar a mi parecer, en que no poseen con regímenes vagamente en un Gulag. Eran casi sin una tradición democrática o, similares. Por tanto, y este es excepción personalidades siquiera, constitucional, en mi tercer punto, lo que hoy quebradas, cuyo poder que basarse. Por sobre todo y presenciamos no es el colapera garantizado por la a diferencia de la situación en so de un “sistema”, sino más presencia del Ejército Rojo. Europa Central y del Este en bien un fenómeno que uno los años ochenta del pasado podría describir como una infección: ciudadanos de diferentes países que siglo, la enorme mayoría de las poblaciones no no gustaban del modo como eran gobernados posee una idea clara acerca de en qué consiste aprendieron unos de otros qué hacer en orden y qué presupone una sólida democracia liberal a remover a sus gobernantes o, más bien y más capaz de funcionar. específicamente, al observar que en Egipto Como éste es un punto importante, concluyo Mubarak abandonaba la lucha, esperaban la proponiendo la siguiente reflexión: las demoremoción de sus propios gobernantes. Es digno cracias exitosas presuponen una población de tomarse en cuenta cómo gobiernos de paí- cuya enorme mayoría esté más o menos conses que –como la China comunista– no tienen tenta con la situación general del país; con las casi nada en común con el universo islámico palabras “más o menos” quiero recordarles el se pusieron nerviosos y siguen nerviosos; lo hecho de que aquellos que no están contenque acontece en el norte de África y el cercano tos esperan cambiar su situación mediante Oriente fácilmente podría suceder en cualquier la próxima elección. Ésta es la razón de por otro país autoritario: un levantamiento contra qué las elecciones regulares (y libres) son tan importantes: hacen de las revoluciones una sus gobernantes.

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suerte de acontecimiento que parece no valer de desarrollo y, por otra, el hecho de que al el esfuerzo ni el riesgo. Países como Suiza menos ocho de cada diez habitantes de Atenas nos sugieren que la población no necesita ser eran esclavos. Que incluso los más pobres de homogénea en lo que concierne a cultura, idio- entre los atenienses tuvieran un relativo buen ma y religión. Pero deben ser en alta medida pasar se debía a que casi todo ciudadano tenía homogéneos en lo concerniente a su situación a su disposición uno o varios esclavos que se económica: algunos pueden ser bastante ricos, encargaban de casi todas las labores físicas. otros más bien pobres, pero la gran mayoría, Por otro lado, tendemos a pasar por alto cuántos siglos tomó producir más bien la enorme mayoría, la democracia ateniense que debe pertenecer a una clase Al revés de, por ejemplo, muchos admiran. Y nosotros media que instintivamente checoslovaquia o alemania vivimos en un tiempo en que, considere cualquier tipo de de este, en polonia debido nada menos que a la desorden radical como una los comunistas nunca Cristiandad, la esclavitud amenaza para la calidad de realmente tuvieron éxito en ha desaparecido casi por su estilo de vida. Todo esto no marginalizar a los obispos completo. Una democracia supone necesariamente una y sacerdotes católicos. Es moderna presupone que casi constitución (Inglaterra, por más que mera coincidencia todos la apoyen y nadie luche ejemplo, carece de una); pero que juan pablo ii haya sido seriamente en contra de ella. presupone un sistema legal el primer papa no alemán en A mi entender, al presente con que cada cual pueda estar siglos y que fuera un hijo es ésa la principal dificultad más o menos de acuerdo. de la nación polaca y no un para los países islámicos Una democracia que funcione francés o un alemán. en cuestión: no solamente tampoco presupone convicexisten allí muchas ideas ciones religiosas. Ciertamente ayuda cuando los ciudadanos adhieren a completamente diferentes acerca de cuál sería una religión que se opone a la violencia; ese un futuro satisfactorio; también ha habido un es el caso de los países que emergieron del exceso de histérico e innecesario derramamien“universo cristiano”. Pero la democracia de to de sangre, no sólo entre los gobernantes y la Grecia antigua, más exactamente, aquella los revolucionarios, sino que también entre de Atenas, sugiere que algo es todavía más im- aquellos que deseaban o desean deponer a portante. Aquellos que alaban a la democracia sus gobernantes. Habitualmente, allí donde ateniense a menudo pasaron y siguen pasando se ha derramado mucha sangre toma mucho por alto que el estilo humano de Atenas tenía tiempo para que surja un desarrollo pacífico dos supuestos: por una parte, varios siglos sin violencia adicional.

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el encuentro del 27 de octubre en Asís

Las razones de la paz y el único Logos por William Joseph Card. Levada Carta del cardenal William J. Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe –publicada el 6 de julio en L’Osservatore Romano–, en la cual, con motivo del encuentro interreligioso de Asís (27 de octubre), reflexiona sobre cómo entiende la Iglesia el diálogo con las demás religiones.

E

l anuncio de que el próximo 27 de octubre y acción son universales, sin límite alguno ni Benedicto XVI peregrinará hacia Asís para una de espacio ni de tiempo”. Refiriéndose al Con“Jornada de reflexión, diálogo y oración por la cilio Vaticano II, recordaba que “la acción del paz y la justicia en el mundo”, muestra que la Espíritu en el corazón del hombre, mediante las experiencia religiosa en sus distintas formas es ‘semillas de la Palabra’, incluso en las iniciatiobjeto de la atención de la Iglesia en el tercer mi- vas religiosas, en los esfuerzos de la actividad lenio. Frente a la actual difusión del ateísmo y humana encaminados a la verdad, al bien y a Dios” que prepara “a madurar del agnosticismo, es necesario en Cristo” (nº28). En la misma ayudar al hombre a salvaguarEn la encíclica Redemptoris encíclica Redemptoris missio, dar o a reencontrar la concienmissio, contrastaba después, no sólo reafirmaba cia de su vínculo elemental fuertemente una la necesidad y la urgencia del (re-ligio) con el origen del que “mentalidad indiferentista, anuncio de la Buena Noticia proviene. Esta conciencia, que ampliamente difundida, por de Jesús, sino que la contrasse hace naturalmente orante, desgracia, incluso entre taba fuertemente con una es una condición de la paz y de los cristianos, enraizada “mentalidad indiferentista, la justicia en el mundo. a menudo en concepciones ampliamente difundida, por En su libro-entrevista de 1994, teológicas no correctas y desgracia, incluso entre los el beato Juan Pablo II recormarcada por un relativismo cristianos, enraizada a menudaba el encuentro de Asís de religioso que termina por do en concepciones teológicas 1986, afirmando que éste, pensar que ‘una religión no correctas y marcada por junto a las numerosas visitas vale la otra’” (nº36). un relativismo religioso que a países de Extremo Oriente, termina por pensar que ‘una lo había convencido, más que nunca, de que “el Espíritu Santo trabaja eficaz- religión vale la otra’” (nº36). mente incluso fuera del organismo visible de la En plena sintonía con esta preocupación está Iglesia”. Sin embargo, consciente de la delicade- también la reflexión teológica y pastoral de Joza del argumento, poco después de aquel en- seph Ratzinger: ya en 1964 manifestó el intento cuentro, el 7 de diciembre de 1990, enseñaba en de “definir con mayor precisión la posición del su encíclica Redemptoris missio, que el Espíritu cristianismo en la historia de las religiones y “se manifiesta de modo particular en la Iglesia así conferir de nuevo un sentido más concreto y en sus miembros; sin embargo, su presencia a las enunciaciones teológicas sobre la unicidad

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HUMANITAS Nº 64 pp. 824 - 827

«¿Se puede hacer esto? ¿No será que se le da a la mayoría de la gente la ilusión de una comunión que en realidad no existe?¿No se favorece así el relativismo, la opinión de que en el fondo sólo están las diferencias penúltimas que se interponen entre las religiones?¿No se debilita así la seriedad de la fe y de este modo se aleja a Dios de nosotros?»

y lo absoluto del cristianismo” (J. Ratzinger, Fe, Verdad, Tolerancia. El Cristianismo y las religiones del mundo, 17). La Congregación para la Doctrina de la Fe, por él dirigida, retomará este tema con la declaración Dominus Iesus sobre la unicidad y la universalidad de Jesucristo y de la Iglesia. El documento, publicado el 6 de agosto de 2000, no pretendía sólo refutar la idea de una coexistencia interreligiosa en la que varias “creencias” serían reconocidas como vías complementarias a la fundamental que es Jesucristo (cfr. Juan 14, 6); pretendía, más profundamente, establecer las bases doctrinales de una reflexión sobre la relación entre el cristianismo y las religiones. Por su relación única con el Padre, la persona del Verbo encarnado es absolutamente única; la obra salvífica de Jesucristo que se prolonga en su Cuerpo, la Iglesia, y también esta es única con respecto a la salvación de todos los hombres. Para ejercitar esta obra, tanto en los cristianos como en los no cristianos, está siempre y sólo el Espíritu de Cristo que el Padre da a la Iglesia “sacramento de salvación”: por esto, no hay, en orden a la salvación, vías comple-

mentarias a la única economía universal del Hijo hecho carne, aunque fuera de la Iglesia de Cristo se encuentran elementos de verdad y de bondad (Nostra aetate, 2; Ad gentes, 9). El encuentro de Asís tuvo una segunda edición el 24 de enero de 2002. En aquella ocasión el cardenal Ratzinger sintió la necesidad de aclarar ulteriormente el significado, haciéndose intérprete de los que se interrogan seriamente a este propósito: ¿“Se puede hacer esto? ¿No será que se le da a la mayoría de la gente la ilusión de una comunión que en realidad no existe? ¿No se favorece así el relativismo, la opinión de que en el fondo sólo están las diferencias penúltimas que se interponen entre las religiones? ¿No se debilita así la seriedad de la fe y de este modo se aleja a Dios de nosotros? ¿No se refuerza el sentimiento de haber sido abandonados?” (Fe, Verdad, Tolerancia, 111). El lector podrá hacerse sus propias puntualizaciones, que no han perdido actualidad. Aquí queremos, sobre todo, preguntarnos: ¿por qué, si estaba tan atento a las posibles interpretaciones erróneas de su beato predecesor, Benedicto XVI ha considerado oportuno peregrinar a Asís en ocasión de un nuevo

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el encuentro del 27 de octubre en Asís

Las razones de la paz y el único Logos por William Joseph Card. Levada Carta del cardenal William J. Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe –publicada el 6 de julio en L’Osservatore Romano–, en la cual, con motivo del encuentro interreligioso de Asís (27 de octubre), reflexiona sobre cómo entiende la Iglesia el diálogo con las demás religiones.

E

l anuncio de que el próximo 27 de octubre y acción son universales, sin límite alguno ni Benedicto XVI peregrinará hacia Asís para una de espacio ni de tiempo”. Refiriéndose al Con“Jornada de reflexión, diálogo y oración por la cilio Vaticano II, recordaba que “la acción del paz y la justicia en el mundo”, muestra que la Espíritu en el corazón del hombre, mediante las experiencia religiosa en sus distintas formas es ‘semillas de la Palabra’, incluso en las iniciatiobjeto de la atención de la Iglesia en el tercer mi- vas religiosas, en los esfuerzos de la actividad lenio. Frente a la actual difusión del ateísmo y humana encaminados a la verdad, al bien y a Dios” que prepara “a madurar del agnosticismo, es necesario en Cristo” (nº28). En la misma ayudar al hombre a salvaguarEn la encíclica Redemptoris encíclica Redemptoris missio, dar o a reencontrar la concienmissio, contrastaba después, no sólo reafirmaba cia de su vínculo elemental fuertemente una la necesidad y la urgencia del (re-ligio) con el origen del que “mentalidad indiferentista, anuncio de la Buena Noticia proviene. Esta conciencia, que ampliamente difundida, por de Jesús, sino que la contrasse hace naturalmente orante, desgracia, incluso entre taba fuertemente con una es una condición de la paz y de los cristianos, enraizada “mentalidad indiferentista, la justicia en el mundo. a menudo en concepciones ampliamente difundida, por En su libro-entrevista de 1994, teológicas no correctas y desgracia, incluso entre los el beato Juan Pablo II recormarcada por un relativismo cristianos, enraizada a menudaba el encuentro de Asís de religioso que termina por do en concepciones teológicas 1986, afirmando que éste, pensar que ‘una religión no correctas y marcada por junto a las numerosas visitas vale la otra’” (nº36). un relativismo religioso que a países de Extremo Oriente, termina por pensar que ‘una lo había convencido, más que nunca, de que “el Espíritu Santo trabaja eficaz- religión vale la otra’” (nº36). mente incluso fuera del organismo visible de la En plena sintonía con esta preocupación está Iglesia”. Sin embargo, consciente de la delicade- también la reflexión teológica y pastoral de Joza del argumento, poco después de aquel en- seph Ratzinger: ya en 1964 manifestó el intento cuentro, el 7 de diciembre de 1990, enseñaba en de “definir con mayor precisión la posición del su encíclica Redemptoris missio, que el Espíritu cristianismo en la historia de las religiones y “se manifiesta de modo particular en la Iglesia así conferir de nuevo un sentido más concreto y en sus miembros; sin embargo, su presencia a las enunciaciones teológicas sobre la unicidad

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HUMANITAS Nº 64 pp. 824 - 827

«¿Se puede hacer esto? ¿No será que se le da a la mayoría de la gente la ilusión de una comunión que en realidad no existe?¿No se favorece así el relativismo, la opinión de que en el fondo sólo están las diferencias penúltimas que se interponen entre las religiones?¿No se debilita así la seriedad de la fe y de este modo se aleja a Dios de nosotros?»

y lo absoluto del cristianismo” (J. Ratzinger, Fe, Verdad, Tolerancia. El Cristianismo y las religiones del mundo, 17). La Congregación para la Doctrina de la Fe, por él dirigida, retomará este tema con la declaración Dominus Iesus sobre la unicidad y la universalidad de Jesucristo y de la Iglesia. El documento, publicado el 6 de agosto de 2000, no pretendía sólo refutar la idea de una coexistencia interreligiosa en la que varias “creencias” serían reconocidas como vías complementarias a la fundamental que es Jesucristo (cfr. Juan 14, 6); pretendía, más profundamente, establecer las bases doctrinales de una reflexión sobre la relación entre el cristianismo y las religiones. Por su relación única con el Padre, la persona del Verbo encarnado es absolutamente única; la obra salvífica de Jesucristo que se prolonga en su Cuerpo, la Iglesia, y también esta es única con respecto a la salvación de todos los hombres. Para ejercitar esta obra, tanto en los cristianos como en los no cristianos, está siempre y sólo el Espíritu de Cristo que el Padre da a la Iglesia “sacramento de salvación”: por esto, no hay, en orden a la salvación, vías comple-

mentarias a la única economía universal del Hijo hecho carne, aunque fuera de la Iglesia de Cristo se encuentran elementos de verdad y de bondad (Nostra aetate, 2; Ad gentes, 9). El encuentro de Asís tuvo una segunda edición el 24 de enero de 2002. En aquella ocasión el cardenal Ratzinger sintió la necesidad de aclarar ulteriormente el significado, haciéndose intérprete de los que se interrogan seriamente a este propósito: ¿“Se puede hacer esto? ¿No será que se le da a la mayoría de la gente la ilusión de una comunión que en realidad no existe? ¿No se favorece así el relativismo, la opinión de que en el fondo sólo están las diferencias penúltimas que se interponen entre las religiones? ¿No se debilita así la seriedad de la fe y de este modo se aleja a Dios de nosotros? ¿No se refuerza el sentimiento de haber sido abandonados?” (Fe, Verdad, Tolerancia, 111). El lector podrá hacerse sus propias puntualizaciones, que no han perdido actualidad. Aquí queremos, sobre todo, preguntarnos: ¿por qué, si estaba tan atento a las posibles interpretaciones erróneas de su beato predecesor, Benedicto XVI ha considerado oportuno peregrinar a Asís en ocasión de un nuevo

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encuentro por la paz y la justicia en el mundo? Cristo” (ibidem). Y esta paz es una plenitud no Una primera indicación la encontramos en el sólo ofrecida y transmitida (cfr. Juan 20,19), sino recuerdo del cardenal Ratzinger con respecto al desde siempre acogida por la “Ecclesia sancta et encuentro de 2002. A raíz de la manifestación, él immaculata” (Ef 5,27), como don y como deber evocaba la figura del hombre vestido de blanco, respecto del mundo, que “es teatro de la historia ya anciano, sentado junto a los demás en el tren del género humano” (Gaudium et spes, 2). Nos hacia Asís: “Hombres y mujeres, que en la vida lo recuerda el Concilio Vaticano II: “obediente cotidiana, a menudo se enfrentan los unos a los al mandato de Cristo y movida por la caridad otros con hostilidad y parecen divididos por ba- del Espíritu Santo, se hace plena y actualmente rreras infranqueables, saludaban al Papa, que, presente a todos los hombres y pueblos para con la fuerza de su personalidad, la profundi- conducirlos a la fe, la libertad y a la paz de dad de su fe, la pasión que destilaba por la paz Cristo” (Ad gentes, 5). Ya que “todos los hombres y la reconciliación, logró lo imposible gracias al están llamados a la unidad con Cristo” (Lumen gentium, 3), la Iglesia debe ser carisma de su oficio: convocar, fermento de esta unidad para unidos en una peregrinación La Congregación para la la humanidad entera: no sólo por la paz, a representantes Doctrina de la Fe, por él con el anuncio de la Palabra de la cristiandad dividida y dirigida, retomará este tema de Dios, sino con el testimonio representantes de diversas recon la declaración Dominus vivido de la íntima unión de ligiones” (30 Giorni, 1/2002). La Iesus sobre la unicidad los cristianos con Dios. Y esta religión está muy lejos de disy la universalidad de es la auténtica vía de la paz. traer de la edificación de la ciuJesucristo y de la Iglesia. El El tema elegido para la próxidad terrena, sino que empuja documento, publicado el 6 de ma Jornada de Asís –Peregrinos al compromiso por ella. Para agosto de 2000, no pretendía de la verdad, peregrinos de la nosotros los cristianos, esto sólo refutar la idea de una paz– nos ofrece una segunda significa, sobre todo, intercecoexistencia interreligiosa indicación: para que se pueda der a Dios, dejando que los en la que varias “creencias” esperar realmente construir, demás, a pesar de su diversiserían reconocidas como unidos, la paz, es necesario podad –creyentes y no creyentes, vías complementarias a ner los criterios en la verdad. también invitados al próximo la fundamental que es “El ethos sin el logos no existe” encuentro en Asís–, se unan a Jesucristo (cfr. Juan 14, 6) (...) (J. Ratzinger, Os he llamado nosotros en la búsqueda de la amigos. La compañía en el camino paz y de la justicia en el mundo. Y, añadía el entonces cardenal, “si nosotros de la fe, 71). Instruido por las dolorosas experiencomo cristianos emprendemos el camino hacia cias de las ideologías totalitarias, el Papa aborrela paz, al ejemplo de San Francisco, no debemos ce toda forma se subordinación de la razón a la temer el perder nuestra identidad: es entonces praxis. Pero hay más. El vínculo original entre cuando la encontramos” (ibidem). No se trata, el ethos y el logos, y entre religión y razón, tiene en resumen, de esconder la fe para encontrar su raíz fundamental en Cristo, el Logos divino: la ventaja de una unidad superficial, sino de Exactamente por esto el cristianismo es capaz confesar –como entonces hizo Juan Pablo II y el de restituir al mundo este vínculo, participando Patriarca ecuménico– que nuestra paz es Cristo, como signo veraz y eficaz de Jesucristo, en su y que por esto el camino de la paz es el camino única misión de salvación (cfr. Lumen gentium, de la Iglesia. El rostro del “Dios de la paz” (Rm 9). Y por tanto, hay que rechazar decididamente 15,33), dice el entonces Joseph Ratzinger, “se ha “este relativismo que afecta en mayor o menor hecho visible a nosotros cristianos por la fe en grado a la doctrina de la fe y a la profesión de

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fe” (Os he llamado amigos, 71). Pero esto, lejos de constituir un desprecio de las diversas expresiones religiosas o de la dimensión ética, es una apreciación: “Debemos intentar encontrar una nueva paciencia –sin indiferencia– los unos con los otros y por los otros; una nueva capacidad de dejar de ser lo que es el otro y la otra persona; una nueva disponibilidad para diferenciar los

planos de la unidad y, por tanto, llevar a cabo los elementos de unidad que en este momento son posibles” (ibidem). No es posible la paz sin la verdad y viceversa: la actitud hacia la paz constituye un auténtico “criterio de verdad” (J.Ratzinger, Europa. Sus fundamentos hoy y mañana, 79).

El Papa en Asís 2011 El Papa Benedicto XVI viajó el 27 de octubre pasado, a la ciudad italiana de Asís con ocasión de la Jornada de reflexión, oración y diálogo titulada «Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz» con representantes de distintas religiones. Al llegar a la Basílica de Santa María de los Ángeles de Asís, el Papa fue recibido por una delegación de los franciscanos. Posteriormente, el Presidente Pontificio Consejo Justicia y Paz, Cardenal Peter Turkson, saludó a los participantes y presentó un video conmemorativo del primer encuentro de Asís en 1986 promovido por el Beato Juan Pablo II. Entre los líderes religiosos que intervinieron en el encuentro están Bartolomé I, Arzobispo ortodoxo de Constantinopla; el arzobispo de Canterbury y Primado de la Comunión Anglicana, Rowan Douglas Williams; el secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias, Olav Fykse Tveit; el rabino del Gran Rabinato de Israel, David Rosen; el representante de la hinduistas, Acharya Shri Shrivatsa Goswami; y el Secretario general de la Conferencia Internacional de las Escuelas Islámicas, Kyai Haji Hasyim Muzadi. En su discurso, el Papa Benedicto XVI señaló que aunque actualmente «no haya a la vista amenazas de una gran guerra, el mundo está desafortunadamente lleno de discordia. No se trata sólo de que haya guerras frecuentemente aquí o allá; es que la violencia en cuanto tal siempre está potencialmente presente, y caracteriza la condición de nuestro mundo». Benedicto XVI explicó luego que existen dos formas de violencia. La primera de ellas es el terrorismo, que «es a menudo motivado religiosamente y que, precisamente el carácter religioso de los ataques sirve como justificación para una crueldad despiadada, que cree poder relegar las normas del derecho en razón del ‘bien’ pretendido. Aquí, la religión no está al servicio de la paz, sino de la justificación de la violencia». Sobre este tema el Santo Padre admitió que «también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza» pero precisó luego que «es absolutamente claro que éste ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza». Por ello, dijo, «es tarea de todos los que tienen alguna responsabilidad de la fe cristiana el purificar constantemente la religión de los cristianos partiendo de su centro interior, para que –no obstante la debilidad del hombre– sea realmente instrumento de la paz de Dios en el mundo». Benedicto XVI explicó luego que un segundo tipo de violencia nace como «consecuencia de la ausencia de Dios, de su negación, que va a la par con la pérdida de humanidad». «El ‘no’ a Dios ha producido una crueldad y una violencia sin medida, que ha sido posible sólo porque el hombre ya no reconocía norma alguna ni juez alguno por encima de sí, sino que tomaba como norma solamente a sí mismo. Los horrores de los campos de concentración muestran con toda claridad las consecuencias de la ausencia de Dios». La decadencia del hombre se manifiesta, prosiguió, en «la adoración de Mamón, del tener y del poder, se revela una anti-religión, en la cual ya no cuenta el hombre, sino únicamente el beneficio personal». «El deseo de felicidad degenera, por ejemplo, en un afán desenfrenado e inhumano, como se manifiesta en el sometimiento a la droga en sus diversas formas. Hay algunos poderosos que hacen con ella sus negocios, y después muchos otros seducidos y arruinados por (Continua en pág. 878) ella, tanto en el cuerpo como en el ánimo».

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encuentro por la paz y la justicia en el mundo? Cristo” (ibidem). Y esta paz es una plenitud no Una primera indicación la encontramos en el sólo ofrecida y transmitida (cfr. Juan 20,19), sino recuerdo del cardenal Ratzinger con respecto al desde siempre acogida por la “Ecclesia sancta et encuentro de 2002. A raíz de la manifestación, él immaculata” (Ef 5,27), como don y como deber evocaba la figura del hombre vestido de blanco, respecto del mundo, que “es teatro de la historia ya anciano, sentado junto a los demás en el tren del género humano” (Gaudium et spes, 2). Nos hacia Asís: “Hombres y mujeres, que en la vida lo recuerda el Concilio Vaticano II: “obediente cotidiana, a menudo se enfrentan los unos a los al mandato de Cristo y movida por la caridad otros con hostilidad y parecen divididos por ba- del Espíritu Santo, se hace plena y actualmente rreras infranqueables, saludaban al Papa, que, presente a todos los hombres y pueblos para con la fuerza de su personalidad, la profundi- conducirlos a la fe, la libertad y a la paz de dad de su fe, la pasión que destilaba por la paz Cristo” (Ad gentes, 5). Ya que “todos los hombres y la reconciliación, logró lo imposible gracias al están llamados a la unidad con Cristo” (Lumen gentium, 3), la Iglesia debe ser carisma de su oficio: convocar, fermento de esta unidad para unidos en una peregrinación La Congregación para la la humanidad entera: no sólo por la paz, a representantes Doctrina de la Fe, por él con el anuncio de la Palabra de la cristiandad dividida y dirigida, retomará este tema de Dios, sino con el testimonio representantes de diversas recon la declaración Dominus vivido de la íntima unión de ligiones” (30 Giorni, 1/2002). La Iesus sobre la unicidad los cristianos con Dios. Y esta religión está muy lejos de disy la universalidad de es la auténtica vía de la paz. traer de la edificación de la ciuJesucristo y de la Iglesia. El El tema elegido para la próxidad terrena, sino que empuja documento, publicado el 6 de ma Jornada de Asís –Peregrinos al compromiso por ella. Para agosto de 2000, no pretendía de la verdad, peregrinos de la nosotros los cristianos, esto sólo refutar la idea de una paz– nos ofrece una segunda significa, sobre todo, intercecoexistencia interreligiosa indicación: para que se pueda der a Dios, dejando que los en la que varias “creencias” esperar realmente construir, demás, a pesar de su diversiserían reconocidas como unidos, la paz, es necesario podad –creyentes y no creyentes, vías complementarias a ner los criterios en la verdad. también invitados al próximo la fundamental que es “El ethos sin el logos no existe” encuentro en Asís–, se unan a Jesucristo (cfr. Juan 14, 6) (...) (J. Ratzinger, Os he llamado nosotros en la búsqueda de la amigos. La compañía en el camino paz y de la justicia en el mundo. Y, añadía el entonces cardenal, “si nosotros de la fe, 71). Instruido por las dolorosas experiencomo cristianos emprendemos el camino hacia cias de las ideologías totalitarias, el Papa aborrela paz, al ejemplo de San Francisco, no debemos ce toda forma se subordinación de la razón a la temer el perder nuestra identidad: es entonces praxis. Pero hay más. El vínculo original entre cuando la encontramos” (ibidem). No se trata, el ethos y el logos, y entre religión y razón, tiene en resumen, de esconder la fe para encontrar su raíz fundamental en Cristo, el Logos divino: la ventaja de una unidad superficial, sino de Exactamente por esto el cristianismo es capaz confesar –como entonces hizo Juan Pablo II y el de restituir al mundo este vínculo, participando Patriarca ecuménico– que nuestra paz es Cristo, como signo veraz y eficaz de Jesucristo, en su y que por esto el camino de la paz es el camino única misión de salvación (cfr. Lumen gentium, de la Iglesia. El rostro del “Dios de la paz” (Rm 9). Y por tanto, hay que rechazar decididamente 15,33), dice el entonces Joseph Ratzinger, “se ha “este relativismo que afecta en mayor o menor hecho visible a nosotros cristianos por la fe en grado a la doctrina de la fe y a la profesión de

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fe” (Os he llamado amigos, 71). Pero esto, lejos de constituir un desprecio de las diversas expresiones religiosas o de la dimensión ética, es una apreciación: “Debemos intentar encontrar una nueva paciencia –sin indiferencia– los unos con los otros y por los otros; una nueva capacidad de dejar de ser lo que es el otro y la otra persona; una nueva disponibilidad para diferenciar los

planos de la unidad y, por tanto, llevar a cabo los elementos de unidad que en este momento son posibles” (ibidem). No es posible la paz sin la verdad y viceversa: la actitud hacia la paz constituye un auténtico “criterio de verdad” (J.Ratzinger, Europa. Sus fundamentos hoy y mañana, 79).

El Papa en Asís 2011 El Papa Benedicto XVI viajó el 27 de octubre pasado, a la ciudad italiana de Asís con ocasión de la Jornada de reflexión, oración y diálogo titulada «Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz» con representantes de distintas religiones. Al llegar a la Basílica de Santa María de los Ángeles de Asís, el Papa fue recibido por una delegación de los franciscanos. Posteriormente, el Presidente Pontificio Consejo Justicia y Paz, Cardenal Peter Turkson, saludó a los participantes y presentó un video conmemorativo del primer encuentro de Asís en 1986 promovido por el Beato Juan Pablo II. Entre los líderes religiosos que intervinieron en el encuentro están Bartolomé I, Arzobispo ortodoxo de Constantinopla; el arzobispo de Canterbury y Primado de la Comunión Anglicana, Rowan Douglas Williams; el secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias, Olav Fykse Tveit; el rabino del Gran Rabinato de Israel, David Rosen; el representante de la hinduistas, Acharya Shri Shrivatsa Goswami; y el Secretario general de la Conferencia Internacional de las Escuelas Islámicas, Kyai Haji Hasyim Muzadi. En su discurso, el Papa Benedicto XVI señaló que aunque actualmente «no haya a la vista amenazas de una gran guerra, el mundo está desafortunadamente lleno de discordia. No se trata sólo de que haya guerras frecuentemente aquí o allá; es que la violencia en cuanto tal siempre está potencialmente presente, y caracteriza la condición de nuestro mundo». Benedicto XVI explicó luego que existen dos formas de violencia. La primera de ellas es el terrorismo, que «es a menudo motivado religiosamente y que, precisamente el carácter religioso de los ataques sirve como justificación para una crueldad despiadada, que cree poder relegar las normas del derecho en razón del ‘bien’ pretendido. Aquí, la religión no está al servicio de la paz, sino de la justificación de la violencia». Sobre este tema el Santo Padre admitió que «también en nombre de la fe cristiana se ha recurrido a la violencia en la historia. Lo reconocemos llenos de vergüenza» pero precisó luego que «es absolutamente claro que éste ha sido un uso abusivo de la fe cristiana, en claro contraste con su verdadera naturaleza». Por ello, dijo, «es tarea de todos los que tienen alguna responsabilidad de la fe cristiana el purificar constantemente la religión de los cristianos partiendo de su centro interior, para que –no obstante la debilidad del hombre– sea realmente instrumento de la paz de Dios en el mundo». Benedicto XVI explicó luego que un segundo tipo de violencia nace como «consecuencia de la ausencia de Dios, de su negación, que va a la par con la pérdida de humanidad». «El ‘no’ a Dios ha producido una crueldad y una violencia sin medida, que ha sido posible sólo porque el hombre ya no reconocía norma alguna ni juez alguno por encima de sí, sino que tomaba como norma solamente a sí mismo. Los horrores de los campos de concentración muestran con toda claridad las consecuencias de la ausencia de Dios». La decadencia del hombre se manifiesta, prosiguió, en «la adoración de Mamón, del tener y del poder, se revela una anti-religión, en la cual ya no cuenta el hombre, sino únicamente el beneficio personal». «El deseo de felicidad degenera, por ejemplo, en un afán desenfrenado e inhumano, como se manifiesta en el sometimiento a la droga en sus diversas formas. Hay algunos poderosos que hacen con ella sus negocios, y después muchos otros seducidos y arruinados por (Continua en pág. 878) ella, tanto en el cuerpo como en el ánimo».

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Prólogo del arzobispo de Granada a “El sentido religioso” de Luigi Giussani

LA MALIGNA DIVISIÓN QUE NOS INVADE por Javier Martínez Fernández

E

l mundo en que vivimos está marcado, desde hace siglos, por una división. Esa división no es el único factor que determina el presente, pero es un factor decisivo en la configuración del presente, tanto en el plano del conocimiento y del saber como en el plano de la vida moral. Esa división invade todo: el pensamiento y la memoria, las relaciones humanas, las obras que producimos los hombres, y las que dejamos de producir. Condiciona en gran medida nuestra comprensión y nuestro uso de las cosas, nuestra estética, nuestra ética y nuestra política. Condiciona nuestra mirada sobre nosotros, sobre los demás y sobre el mundo. Esa división es la división entre “lo sagrado” y “lo profano”, o si se quiere, entre lo “religioso” y (el resto de) la realidad. La división nace en el interior del cristianismo occidental (a partir quizá de Duns Escoto y por la vía del nominalismo), aunque hay quien atribuye su origen al influjo de Avicena, y por lo tanto, a un empobrecimiento del cristianismo por influencia del Islam. En todo caso, es expresión, y a la vez causa, de la fragmentación de la experiencia cristiana en los albores de la modernidad. En el contexto en que ha nacido, esa división se corresponde en gran medida con una división análoga –y no del todo separable de la anterior– entre lo “sobrenatural” y lo “natural”, o si se quiere formular de una manera menos precisa y menos técnica, pero más accesible, una división entre lo “cristiano” y lo humano. Lo cristiano designaría no sólo a una experiencia humana concreta, y dotada, como no podía ser de otro modo, de sus categorías

Don Luigi Giussani, fundador del movimiento Comunión y Liberación.

“propias”, sino más bien a un mundo particular cerrado en sí mismo, mientras que lo humano sin Cristo sería lo “universal”. La división se corresponde también en buena medida con otras “divisiones” que se fraguan en el mismo contexto, y que separan y contraponen realidades que, antes de esa fragmentación de la experiencia cristiana, existían la una dentro de la otra, o en todo caso se relacionaban entre sí de un modo radicalmente distinto a como lo han empezado a hacer en la modernidad. Los ejemplos más característicos de ello son la división que contrapone la “fe” y la “razón”, o la “gracia” y la “libertad”. Es frecuente referirse a estas divisiones o a algunas de ellas con el nombre de “dualismo”1.

* El presente texto corresponde al Prefacio escrito Mons. Javier Martínez, Arzobispo de Granada (España), para la 10° edición del libro de Don Luigi Giussani, El sentido religioso (Ediciones Encuentro, Madrid). Agradecemos al editor su autorización. La titulación del texto es del editor y no del autor.

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HUMANITAS Nº 64 pp. 828 - 831

He dicho “división” y no distinción. Y ello del corazón. Y aun así, como la división parece porque es la división, y no sólo una distinción el punto de apoyo sobre el que se sostiene el razonable y justa, lo que constituye un factor de- mundo, como es el dogma intangible y el precisivo en la construcción y en la deconstrucción supuesto nunca cuestionado de la cultura en la de la modernidad. Pero es que en el contexto que hemos nacido, y en la que vivimos, como cultural actual, además, la distinción –salvo que está detrás (o dentro) de las instituciones, las se hagan mil matizaciones y aclaraciones– sólo transacciones y las liturgias seculares en las que se entiende como división: y cuando se apela necesariamente participamos, apenas uno se a la necesidad de mantener la distinción, en descuida, el “yo” vuelve a la división, vuelve a la inmensa mayoría de los casos es sólo para pensar desde ella, a mirar desde ella, a decidir o a obrar desde ella. En cuanto nos distraemos, en justificar la división y sus consecuencias. Es notable que la división, en muchos casos, cuanto la presencia que nos ha rescatado para la no constituye un pensamiento elaborado, libertad se nubla, o no es seguida con sencillez, la división se vuelve a instalar hecho explícitamente objeto en el corazón, en la mirada y de discernimiento y de juicio, El mundo en que vivimos en la mente, en las palabras y asumido con conciencia y está marcado, desde hace y en las obras. La división con libertad. Es más bien una siglos, por una división. afecta, por tanto, también a la categoría desde la que pensaEsa división no es el único tarea educativa en todas sus mos las cosas, desde la que las factor que determina el expresiones (desde la escuela organizamos y desde la que presente, pero es un factor y la familia a los medios de obramos. Condiciona nuestro decisivo en la configuración comunicación), y por medio conocimiento y nuestro obrar, del presente, tanto en el de ella se perpetúa. pero no es un pensamiento plano del conocimiento El sentido religioso, de Don elegido por su carácter de peny del saber como en el Luigi Giussani, fundador del samiento persuasivo (de hecho plano de la vida moral. movimiento Comunión y Lies muy frágil frente a una críEsa división invade todo: el beración, es un libro que trata tica racional seria). La división pensamiento y la memoria, de educar. Y educar es introestá como instalada en nuestro las relaciones humanas, las ducir a lo real. Cuando uno pensamiento previamente a obras que producimos los se aproxima a lo real con una cualquier acto consciente de hombres, y las que dejamos razón abierta, que no ha perla inteligencia. Es como si la de producir. (…) dido su capacidad de sorpresa, adquiriéramos por ósmosis. que no está ideológicamente Es, podríamos decir, una esdominada, ni la naturaleza pecie de a priori cultural. Y por eso es en buena medida invisible. Y una buena de la razón humana ni la naturaleza de lo real parte del poder que ejerce sobre nosotros radica toleran la división de que hemos hablado. Por eso, El sentido religioso es un libro que se sitúa precisamente en su “invisibilidad”. Hasta tal punto la división constituye un a más allá de la división, no ignorándola como priori cultural, que es el pensar u obrar contra la hecho cultural, ni ignorando sus consecuencias división, o el mero hecho de resistirse a ella, lo dramáticas, ni reaccionando contra ella, sino que requiere un acto consciente y libre. Ese acto situándose culturalmente después de ella. No la ha de ser constantemente repetido, y es preciso describe, ni la analiza, ni trata de situarla en el renovar las razones para repetirlo, para que marco de la evolución de la cultura occidental. pueda llegar a hacerse un hábito, una especie Pero se sitúa después de ella. Puede decirse de costumbre del pensamiento, de la mirada y con verdad que es una de las obras cristianas

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Prólogo del arzobispo de Granada a “El sentido religioso” de Luigi Giussani

LA MALIGNA DIVISIÓN QUE NOS INVADE por Javier Martínez Fernández

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l mundo en que vivimos está marcado, desde hace siglos, por una división. Esa división no es el único factor que determina el presente, pero es un factor decisivo en la configuración del presente, tanto en el plano del conocimiento y del saber como en el plano de la vida moral. Esa división invade todo: el pensamiento y la memoria, las relaciones humanas, las obras que producimos los hombres, y las que dejamos de producir. Condiciona en gran medida nuestra comprensión y nuestro uso de las cosas, nuestra estética, nuestra ética y nuestra política. Condiciona nuestra mirada sobre nosotros, sobre los demás y sobre el mundo. Esa división es la división entre “lo sagrado” y “lo profano”, o si se quiere, entre lo “religioso” y (el resto de) la realidad. La división nace en el interior del cristianismo occidental (a partir quizá de Duns Escoto y por la vía del nominalismo), aunque hay quien atribuye su origen al influjo de Avicena, y por lo tanto, a un empobrecimiento del cristianismo por influencia del Islam. En todo caso, es expresión, y a la vez causa, de la fragmentación de la experiencia cristiana en los albores de la modernidad. En el contexto en que ha nacido, esa división se corresponde en gran medida con una división análoga –y no del todo separable de la anterior– entre lo “sobrenatural” y lo “natural”, o si se quiere formular de una manera menos precisa y menos técnica, pero más accesible, una división entre lo “cristiano” y lo humano. Lo cristiano designaría no sólo a una experiencia humana concreta, y dotada, como no podía ser de otro modo, de sus categorías

Don Luigi Giussani, fundador del movimiento Comunión y Liberación.

“propias”, sino más bien a un mundo particular cerrado en sí mismo, mientras que lo humano sin Cristo sería lo “universal”. La división se corresponde también en buena medida con otras “divisiones” que se fraguan en el mismo contexto, y que separan y contraponen realidades que, antes de esa fragmentación de la experiencia cristiana, existían la una dentro de la otra, o en todo caso se relacionaban entre sí de un modo radicalmente distinto a como lo han empezado a hacer en la modernidad. Los ejemplos más característicos de ello son la división que contrapone la “fe” y la “razón”, o la “gracia” y la “libertad”. Es frecuente referirse a estas divisiones o a algunas de ellas con el nombre de “dualismo”1.

* El presente texto corresponde al Prefacio escrito Mons. Javier Martínez, Arzobispo de Granada (España), para la 10° edición del libro de Don Luigi Giussani, El sentido religioso (Ediciones Encuentro, Madrid). Agradecemos al editor su autorización. La titulación del texto es del editor y no del autor.

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HUMANITAS Nº 64 pp. 828 - 831

He dicho “división” y no distinción. Y ello del corazón. Y aun así, como la división parece porque es la división, y no sólo una distinción el punto de apoyo sobre el que se sostiene el razonable y justa, lo que constituye un factor de- mundo, como es el dogma intangible y el precisivo en la construcción y en la deconstrucción supuesto nunca cuestionado de la cultura en la de la modernidad. Pero es que en el contexto que hemos nacido, y en la que vivimos, como cultural actual, además, la distinción –salvo que está detrás (o dentro) de las instituciones, las se hagan mil matizaciones y aclaraciones– sólo transacciones y las liturgias seculares en las que se entiende como división: y cuando se apela necesariamente participamos, apenas uno se a la necesidad de mantener la distinción, en descuida, el “yo” vuelve a la división, vuelve a la inmensa mayoría de los casos es sólo para pensar desde ella, a mirar desde ella, a decidir o a obrar desde ella. En cuanto nos distraemos, en justificar la división y sus consecuencias. Es notable que la división, en muchos casos, cuanto la presencia que nos ha rescatado para la no constituye un pensamiento elaborado, libertad se nubla, o no es seguida con sencillez, la división se vuelve a instalar hecho explícitamente objeto en el corazón, en la mirada y de discernimiento y de juicio, El mundo en que vivimos en la mente, en las palabras y asumido con conciencia y está marcado, desde hace y en las obras. La división con libertad. Es más bien una siglos, por una división. afecta, por tanto, también a la categoría desde la que pensaEsa división no es el único tarea educativa en todas sus mos las cosas, desde la que las factor que determina el expresiones (desde la escuela organizamos y desde la que presente, pero es un factor y la familia a los medios de obramos. Condiciona nuestro decisivo en la configuración comunicación), y por medio conocimiento y nuestro obrar, del presente, tanto en el de ella se perpetúa. pero no es un pensamiento plano del conocimiento El sentido religioso, de Don elegido por su carácter de peny del saber como en el Luigi Giussani, fundador del samiento persuasivo (de hecho plano de la vida moral. movimiento Comunión y Lies muy frágil frente a una críEsa división invade todo: el beración, es un libro que trata tica racional seria). La división pensamiento y la memoria, de educar. Y educar es introestá como instalada en nuestro las relaciones humanas, las ducir a lo real. Cuando uno pensamiento previamente a obras que producimos los se aproxima a lo real con una cualquier acto consciente de hombres, y las que dejamos razón abierta, que no ha perla inteligencia. Es como si la de producir. (…) dido su capacidad de sorpresa, adquiriéramos por ósmosis. que no está ideológicamente Es, podríamos decir, una esdominada, ni la naturaleza pecie de a priori cultural. Y por eso es en buena medida invisible. Y una buena de la razón humana ni la naturaleza de lo real parte del poder que ejerce sobre nosotros radica toleran la división de que hemos hablado. Por eso, El sentido religioso es un libro que se sitúa precisamente en su “invisibilidad”. Hasta tal punto la división constituye un a más allá de la división, no ignorándola como priori cultural, que es el pensar u obrar contra la hecho cultural, ni ignorando sus consecuencias división, o el mero hecho de resistirse a ella, lo dramáticas, ni reaccionando contra ella, sino que requiere un acto consciente y libre. Ese acto situándose culturalmente después de ella. No la ha de ser constantemente repetido, y es preciso describe, ni la analiza, ni trata de situarla en el renovar las razones para repetirlo, para que marco de la evolución de la cultura occidental. pueda llegar a hacerse un hábito, una especie Pero se sitúa después de ella. Puede decirse de costumbre del pensamiento, de la mirada y con verdad que es una de las obras cristianas

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del siglo XX, en primer lugar, más consciente mentaristas muy autorizados reconocen a Don de la profundidad de las raíces del problema, Giussani como una figura que marca una época y luego, escrita desde esa conciencia con la in- en la educación cristiana2. Pero sería un error tención de superarlo, no en el sentido de criticar pensar que este clásico ha florecido aislado en simplemente algunas de las posiciones que se mitad de un desierto. No, las cosas humanas derivan de él, sino en el sentido de trascender nunca suceden así, y tampoco las cosas de Dios. las premisas que lo causan. La genialidad educativa de Don Giussani, su Precisamente porque las trasciende, El sentido inmensa capacidad de paternidad en la guía y religioso no es una obra antimoderna, no es una el acompañamiento de las personas, tienen un obra reaccionaria. Las obras antimodernas, las contexto, emergen en un momento preciso de reacciones contra la modernidad, han sido uno la historia de la Iglesia. de los factores más característicos de la “reli- Para empezar, Giussani nace y crece en una giosidad” moderna. Y todas esas reacciones tradición cristiana viva, realista y concreta, contribuían a consolidar la modernidad, com- con una marcada presencia social, como es la partían –en la reacción– sus de la Lombardía heredera de presupuestos fundamentales, San Ambrosio y de San Carlos (…) Condiciona en gran eran y son más un síntoma de Borromeo. Una tradición que medida nuestra comprensión la enfermedad que una posibiél había asimilado a través de y nuestro uso de las cosas, lidad de remediarla. su madre3. Él mismo había nuestra estética, nuestra Las notas que constituyen el sido luego formado en las cerética y nuestra política. núcleo de este libro iban oricanías de Milán en una escueCondiciona nuestra mirada ginalmente dirigidas a unos la teológica de gran riqueza, sobre nosotros, sobre los jóvenes a los que Don Giussani la escuela del Seminario de demás y sobre el mundo. Esa trataba de ayudar a afrontar la Venegono, con maestros como división es la división entre vida de un modo plenamente Gaetano Corti, Carlo Figini o “lo sagrado” y “lo profano”, humano, esto es, racionalmenGiovanni Colombo4. A finales o si se quiere, entre lo te consistente y libre, sin más de los años 50 Don Giussani “religioso” y (el resto de) fidelidad que la que todo ser había publicado sus primeros la realidad. humano ha de tener a la veropúsculos con el nihil obstat dad y a la compañía humana de los teólogos milaneses. Esa que ayuda a descubrirla y hace escuela se caracterizaba por el posible amarla. Y al hacer esto, Don Giussani esfuerzo intelectual de recuperar para el penestaba desbrozando caminos que la fe cristiana samiento teológico cristiano la centralidad de ha de recorrer inevitablemente en los albores la figura de Cristo en la historia y en el cosmos; del siglo XXI. Son caminos que la Iglesia ha de y por tanto, y al mismo tiempo, de recuperar recorrer siempre, que en cierto modo siempre la conexión sustantiva entre Cristo y el orden ha recorrido, pero que la confusión sembrada creado, entre Cristo y la existencia humana, de en las conciencias como consecuencia de la di- modo que se vuelva a poner de manifiesto en el visión convierte de nuevo, en las circunstancias pensamiento y en la vida de la Iglesia que toda actuales, en absolutamente imprescindibles. la creación, que toda la existencia, está constiPuesto que este libro ha educado ya a varias tutivamente orientada hacia Cristo. Tampoco generaciones de jóvenes y de adultos, y sigue hay que olvidar que la familiaridad de Don siendo un punto de referencia decisivo para Giussani con la gran tradición ortodoxa y con miles y miles de personas en todo el mundo, la teología protestante americana, sobre la que podemos decir que estamos ante un clásico. Co- escribió su tesis doctoral5, le hacía sin duda más

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sensible a las fracturas creadas por la división y a la necesidad de superarlas. También en su formación teológica habían influido las mejores figuras de la renovación católica del siglo XIX, como Johann Adam Möhler y John Henry Newman, y del siglo XX, como Romano Guardini. Y había leído algunas obras de Henri de Lubac6 que le aproximan al círculo de pensadores que hicieron posibles los puntos más decisivos y duraderos de la enseñanza del Concilio Vaticano II: que la revelación de Dios no es simplemente la revelación de un conjunto de nociones, sino que es un acontecimiento dramático que culmina en la persona de Cristo, cuya presencia permanece en la Iglesia por el don del Espíritu; que la fe es el asentimiento de la persona entera (razón

y libertad) a esa presencia; que la persona de Cristo no es relevante sólo para eso que, en el contexto de la división, se llama “la vida espiritual”, sino que revela el hombre al mismo hombre, y le descubre la sublimidad de su vocación; y que todo el sentido de la existencia y de la vida de la Iglesia es “ser sacramento” de Cristo, o lo que es lo mismo, hacer presente a Cristo en la historia, y haciendo presente a Cristo, generar la plenitud de humanidad que todo ser humano anhela. Estas verdades elementales, constitutivas del núcleo de la existencia cristiana pero oscurecidas bajo el efecto de la división, constituyen el contenido de los tres volúmenes del Percorso, o como se llama en la versión española, el Curso básico de cristianismo. De ese Percorso, Cristo constituye el centro. Pero el fruto más extraordinario y más inmediato de la redención de Cristo es, justamente, el reconocimiento sin censuras del Misterio que constituye lo real, y del anhelo de ese Misterio que nos constituye a nosotros como seres humanos. Frente a ese Misterio nos sitúa El sentido religioso.

1 No sería difícil multiplicar los ejemplos de divisiones y contraposiciones análogas, que pertenecen todas ellas a constelaciones de conceptos articuladas en la modernidad, y que remiten todas ellas de maneras diversas a la misma división de fondo: la ruptura de una conexión constitutiva entre el testimonio del que la Iglesia es portadora y la humanidad del hombre. Así, por ejemplo, la división determina el modo de la relación entre teología y filosofía, o entre “fe” y “cultura”, o entre fe y moral, o entre liturgia y ontología, o entre Iglesia y “mundo”, o entre “privado” y “público”. En la raíz de todas esas manifestaciones, está la percepción de Dios, que se abrirá camino desde finales de lo que suele llamarse (absurdamente) “la Edad Media”, como un “ser” separado del mundo (a eso queda reducida su trascendencia), pero “un” ser más, al fin y al cabo. Desde ese momento, Dios y el mundo se relacionan de un modo determinado fundamentalmente por la categoría de poder. Concebido como un “ser”, Dios, a la larga, no podrá dejar de convertirse en una proyección de lo humano. Será también inevitable que ambos “seres”, Dios y el mundo, se destaquen en el escenario sobre un fondo oscuro que sólo puede ser “la nada”. Y la nada misma viene también a ser concebida como otro “ser”, y justamente como el trasfondo último de todo lo que es. Por ello, la división no preserva lo religioso, sino que entrega lo real en los brazos de la nada. 2 Remito a la obra colectiva: E. BUZZI (ed.), A Generative Thought. An Introduction to the Works of Luigi Giussani, Montréal & Kingston, London, Ithaca, McGill-Queen’s University Press, 2003. 3 Se leerá con utilidad un perfil biográfico en: Massimo Camisasca, Comunión y Liberación/1 (Los orígenes 1954-1968), Encuentro, Madrid, 2002. 4 Sobre la “Escuela de Venegono” se puede consultar: ISTRA, Annuario del Dipartimento Teologico (1984), Edit, Milano, 1985. 5 Luigi Giussani, Grandi linee della teologia protestante americana. Profilo storico dalle origine agli anni ’50, Jaca Book, Milano, 1988. 6 De las obras de Henri de Lubac habría que señalar sobre todo Catolicismo. Más adelante Giussani conoció también a Hans Urs von Balthasar, que expresaría en distintas ocasiones su curiosidad e interés por la realidad eclesial que nacía del sacerdote lombardo. En general, las obras de estos dos autores señalan caminos en el desierto y los abren para más allá del desierto. La diferencia fundamental entre ellos y la obra de Luigi Giussani es que ellos tratan de ayudar a comprender intelectualmente las causas de la división, o sus consecuencias, o tratan de ayudarnos a ver cómo era la “tradición” cristiana antes de la quiebra, y por tanto, como podría entenderse y vivirse la vida si la quiebra se superase. Don Giussani, en cambio, escribe un texto todo él orientado hacia el futuro, y hacia la construcción del sujeto que ha de hacer la historia, movido por la preocupación educativa que guía toda su vida. Hasta en esto, El sentido religioso, aunque es una obra plenamente actual, ya no es una obra moderna.

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del siglo XX, en primer lugar, más consciente mentaristas muy autorizados reconocen a Don de la profundidad de las raíces del problema, Giussani como una figura que marca una época y luego, escrita desde esa conciencia con la in- en la educación cristiana2. Pero sería un error tención de superarlo, no en el sentido de criticar pensar que este clásico ha florecido aislado en simplemente algunas de las posiciones que se mitad de un desierto. No, las cosas humanas derivan de él, sino en el sentido de trascender nunca suceden así, y tampoco las cosas de Dios. las premisas que lo causan. La genialidad educativa de Don Giussani, su Precisamente porque las trasciende, El sentido inmensa capacidad de paternidad en la guía y religioso no es una obra antimoderna, no es una el acompañamiento de las personas, tienen un obra reaccionaria. Las obras antimodernas, las contexto, emergen en un momento preciso de reacciones contra la modernidad, han sido uno la historia de la Iglesia. de los factores más característicos de la “reli- Para empezar, Giussani nace y crece en una giosidad” moderna. Y todas esas reacciones tradición cristiana viva, realista y concreta, contribuían a consolidar la modernidad, com- con una marcada presencia social, como es la partían –en la reacción– sus de la Lombardía heredera de presupuestos fundamentales, San Ambrosio y de San Carlos (…) Condiciona en gran eran y son más un síntoma de Borromeo. Una tradición que medida nuestra comprensión la enfermedad que una posibiél había asimilado a través de y nuestro uso de las cosas, lidad de remediarla. su madre3. Él mismo había nuestra estética, nuestra Las notas que constituyen el sido luego formado en las cerética y nuestra política. núcleo de este libro iban oricanías de Milán en una escueCondiciona nuestra mirada ginalmente dirigidas a unos la teológica de gran riqueza, sobre nosotros, sobre los jóvenes a los que Don Giussani la escuela del Seminario de demás y sobre el mundo. Esa trataba de ayudar a afrontar la Venegono, con maestros como división es la división entre vida de un modo plenamente Gaetano Corti, Carlo Figini o “lo sagrado” y “lo profano”, humano, esto es, racionalmenGiovanni Colombo4. A finales o si se quiere, entre lo te consistente y libre, sin más de los años 50 Don Giussani “religioso” y (el resto de) fidelidad que la que todo ser había publicado sus primeros la realidad. humano ha de tener a la veropúsculos con el nihil obstat dad y a la compañía humana de los teólogos milaneses. Esa que ayuda a descubrirla y hace escuela se caracterizaba por el posible amarla. Y al hacer esto, Don Giussani esfuerzo intelectual de recuperar para el penestaba desbrozando caminos que la fe cristiana samiento teológico cristiano la centralidad de ha de recorrer inevitablemente en los albores la figura de Cristo en la historia y en el cosmos; del siglo XXI. Son caminos que la Iglesia ha de y por tanto, y al mismo tiempo, de recuperar recorrer siempre, que en cierto modo siempre la conexión sustantiva entre Cristo y el orden ha recorrido, pero que la confusión sembrada creado, entre Cristo y la existencia humana, de en las conciencias como consecuencia de la di- modo que se vuelva a poner de manifiesto en el visión convierte de nuevo, en las circunstancias pensamiento y en la vida de la Iglesia que toda actuales, en absolutamente imprescindibles. la creación, que toda la existencia, está constiPuesto que este libro ha educado ya a varias tutivamente orientada hacia Cristo. Tampoco generaciones de jóvenes y de adultos, y sigue hay que olvidar que la familiaridad de Don siendo un punto de referencia decisivo para Giussani con la gran tradición ortodoxa y con miles y miles de personas en todo el mundo, la teología protestante americana, sobre la que podemos decir que estamos ante un clásico. Co- escribió su tesis doctoral5, le hacía sin duda más

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sensible a las fracturas creadas por la división y a la necesidad de superarlas. También en su formación teológica habían influido las mejores figuras de la renovación católica del siglo XIX, como Johann Adam Möhler y John Henry Newman, y del siglo XX, como Romano Guardini. Y había leído algunas obras de Henri de Lubac6 que le aproximan al círculo de pensadores que hicieron posibles los puntos más decisivos y duraderos de la enseñanza del Concilio Vaticano II: que la revelación de Dios no es simplemente la revelación de un conjunto de nociones, sino que es un acontecimiento dramático que culmina en la persona de Cristo, cuya presencia permanece en la Iglesia por el don del Espíritu; que la fe es el asentimiento de la persona entera (razón

y libertad) a esa presencia; que la persona de Cristo no es relevante sólo para eso que, en el contexto de la división, se llama “la vida espiritual”, sino que revela el hombre al mismo hombre, y le descubre la sublimidad de su vocación; y que todo el sentido de la existencia y de la vida de la Iglesia es “ser sacramento” de Cristo, o lo que es lo mismo, hacer presente a Cristo en la historia, y haciendo presente a Cristo, generar la plenitud de humanidad que todo ser humano anhela. Estas verdades elementales, constitutivas del núcleo de la existencia cristiana pero oscurecidas bajo el efecto de la división, constituyen el contenido de los tres volúmenes del Percorso, o como se llama en la versión española, el Curso básico de cristianismo. De ese Percorso, Cristo constituye el centro. Pero el fruto más extraordinario y más inmediato de la redención de Cristo es, justamente, el reconocimiento sin censuras del Misterio que constituye lo real, y del anhelo de ese Misterio que nos constituye a nosotros como seres humanos. Frente a ese Misterio nos sitúa El sentido religioso.

1 No sería difícil multiplicar los ejemplos de divisiones y contraposiciones análogas, que pertenecen todas ellas a constelaciones de conceptos articuladas en la modernidad, y que remiten todas ellas de maneras diversas a la misma división de fondo: la ruptura de una conexión constitutiva entre el testimonio del que la Iglesia es portadora y la humanidad del hombre. Así, por ejemplo, la división determina el modo de la relación entre teología y filosofía, o entre “fe” y “cultura”, o entre fe y moral, o entre liturgia y ontología, o entre Iglesia y “mundo”, o entre “privado” y “público”. En la raíz de todas esas manifestaciones, está la percepción de Dios, que se abrirá camino desde finales de lo que suele llamarse (absurdamente) “la Edad Media”, como un “ser” separado del mundo (a eso queda reducida su trascendencia), pero “un” ser más, al fin y al cabo. Desde ese momento, Dios y el mundo se relacionan de un modo determinado fundamentalmente por la categoría de poder. Concebido como un “ser”, Dios, a la larga, no podrá dejar de convertirse en una proyección de lo humano. Será también inevitable que ambos “seres”, Dios y el mundo, se destaquen en el escenario sobre un fondo oscuro que sólo puede ser “la nada”. Y la nada misma viene también a ser concebida como otro “ser”, y justamente como el trasfondo último de todo lo que es. Por ello, la división no preserva lo religioso, sino que entrega lo real en los brazos de la nada. 2 Remito a la obra colectiva: E. BUZZI (ed.), A Generative Thought. An Introduction to the Works of Luigi Giussani, Montréal & Kingston, London, Ithaca, McGill-Queen’s University Press, 2003. 3 Se leerá con utilidad un perfil biográfico en: Massimo Camisasca, Comunión y Liberación/1 (Los orígenes 1954-1968), Encuentro, Madrid, 2002. 4 Sobre la “Escuela de Venegono” se puede consultar: ISTRA, Annuario del Dipartimento Teologico (1984), Edit, Milano, 1985. 5 Luigi Giussani, Grandi linee della teologia protestante americana. Profilo storico dalle origine agli anni ’50, Jaca Book, Milano, 1988. 6 De las obras de Henri de Lubac habría que señalar sobre todo Catolicismo. Más adelante Giussani conoció también a Hans Urs von Balthasar, que expresaría en distintas ocasiones su curiosidad e interés por la realidad eclesial que nacía del sacerdote lombardo. En general, las obras de estos dos autores señalan caminos en el desierto y los abren para más allá del desierto. La diferencia fundamental entre ellos y la obra de Luigi Giussani es que ellos tratan de ayudar a comprender intelectualmente las causas de la división, o sus consecuencias, o tratan de ayudarnos a ver cómo era la “tradición” cristiana antes de la quiebra, y por tanto, como podría entenderse y vivirse la vida si la quiebra se superase. Don Giussani, en cambio, escribe un texto todo él orientado hacia el futuro, y hacia la construcción del sujeto que ha de hacer la historia, movido por la preocupación educativa que guía toda su vida. Hasta en esto, El sentido religioso, aunque es una obra plenamente actual, ya no es una obra moderna.

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«Quienquiera seas, Dios te mira de manera totalmente especial; “te llama por tu nombre”; te ve y te comprende, porque es Él quien te ha creado. Conoce todo lo que hay en ti, cada uno de tus sentimientos y pensamientos personales, tus inclinaciones y tus preferencias, tu fuerza y tu debilidad. Te ve en el día de la alegría y en el día de la aflicción. Comparte

«Que cada nueva Navidad…»

tus esperanzas y tus tentaciones. Se interesa en todos tus afanes y en todas tus aflicciones, en todos los altos y bajos de tu espíritu. Dios ha contado hasta los cabellos de tu cabeza y los codos de tu estatura. Él te rodea y te lleva en sus brazos, te levanta y te baja al suelo. Observa también el aspecto de tu rostro, ya sea que sonrías o llores, que estés con buena salud o enfermo. Él vigila amorosamente tus manos y tus pies; oye tu voz, el latido de tu corazón y hasta tu respiración. Tú no logras amarte a ti mismo más de lo que Él te ama, no puedes ser más reacio al dolor de cuanto Él lamenta que tú lo sufras, y si te lo pone sobre los hombros es como si tú mismo lo asumieras, si eres sabio, para luego tener un bien más grande. «Tú no eres puramente una criatura suya (…) eres un hombre redimido y santificado, su hijo adoptivo, favorecido por un rayo de esa gloria y bendición que de él desciende sin interrupción sobre el Unigénito (…). Tú eres uno de aquellos por los cuales Cristo ofreció su última plegaria, sellándola con su sangre preciosa» (Beato J.H. Newman -Sermón del 5 de abril de 1835: A particular Providence as Revealed in the Gosple).

“Que cada nueva Navidad siempre nos encuentre más parecidos a Aquel que en este tiempo se convirtió en niño por amor a nosotros; que cada nueva Navidad nos encuentre más sencillos, más humildes, más santos, más caritativos, más resignados, más alegres, más llenos de Dios”. (Beato J.H. Newman - Discurso de agosto de 1826: Holiness Necessary for Future Blessedness).

H 832

«Con la Encarnación –repite Newman– tiene lugar “una nueva e invisible creación”: el Verbo se convierte en el Emmanuel, el Dioscon-nosotros. Ya no estamos solos».

Niño Jesús, por Francisco de Rivas. (Sevilla 1644)

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«Quienquiera seas, Dios te mira de manera totalmente especial; “te llama por tu nombre”; te ve y te comprende, porque es Él quien te ha creado. Conoce todo lo que hay en ti, cada uno de tus sentimientos y pensamientos personales, tus inclinaciones y tus preferencias, tu fuerza y tu debilidad. Te ve en el día de la alegría y en el día de la aflicción. Comparte

«Que cada nueva Navidad…»

tus esperanzas y tus tentaciones. Se interesa en todos tus afanes y en todas tus aflicciones, en todos los altos y bajos de tu espíritu. Dios ha contado hasta los cabellos de tu cabeza y los codos de tu estatura. Él te rodea y te lleva en sus brazos, te levanta y te baja al suelo. Observa también el aspecto de tu rostro, ya sea que sonrías o llores, que estés con buena salud o enfermo. Él vigila amorosamente tus manos y tus pies; oye tu voz, el latido de tu corazón y hasta tu respiración. Tú no logras amarte a ti mismo más de lo que Él te ama, no puedes ser más reacio al dolor de cuanto Él lamenta que tú lo sufras, y si te lo pone sobre los hombros es como si tú mismo lo asumieras, si eres sabio, para luego tener un bien más grande. «Tú no eres puramente una criatura suya (…) eres un hombre redimido y santificado, su hijo adoptivo, favorecido por un rayo de esa gloria y bendición que de él desciende sin interrupción sobre el Unigénito (…). Tú eres uno de aquellos por los cuales Cristo ofreció su última plegaria, sellándola con su sangre preciosa» (Beato J.H. Newman -Sermón del 5 de abril de 1835: A particular Providence as Revealed in the Gosple).

“Que cada nueva Navidad siempre nos encuentre más parecidos a Aquel que en este tiempo se convirtió en niño por amor a nosotros; que cada nueva Navidad nos encuentre más sencillos, más humildes, más santos, más caritativos, más resignados, más alegres, más llenos de Dios”. (Beato J.H. Newman - Discurso de agosto de 1826: Holiness Necessary for Future Blessedness).

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«Con la Encarnación –repite Newman– tiene lugar “una nueva e invisible creación”: el Verbo se convierte en el Emmanuel, el Dioscon-nosotros. Ya no estamos solos».

Niño Jesús, por Francisco de Rivas. (Sevilla 1644)

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La Palabra del Papa

EL DEBER FUNDAMENTAL DEL POLÍTICO “Donde rige el dominio exclusivo de la razón positivista –y este es en gran parte el caso de nuestra conciencia pública– las fuentes clásicas de conocimiento del ethos y del derecho quedan fuera de juego. Ésta es una situación dramática que interesa a todos y sobre la cual es necesaria una discusión pública; una intención esencial de este discurso es invitar urgentemente a ella”, señaló S.S. Benedicto XVI en el discurso que pronunció ante los miembros del Parlamento Federal Alemán y las máximas autoridades del Estado, en el Aula del Bundestag el 22 de septiembre pasado.

D

esde mi responsabilidad internacional, quisiera proponerles algunas consideraciones sobre los fundamentos del estado liberal de derecho. Permítanme que comience mis reflexiones sobre los fundamentos del derecho con un breve relato tomado de la Sagrada Escritura. En el primer Libro de los Reyes, se dice que Dios concedió al joven rey Salomón, con ocasión de su entronización, formular una petición. ¿Qué pedirá el joven soberano en este importante momento? ¿Éxito, riqueza, una larga vida, la eliminación de los enemigos? Nada pide de todo esto. Suplica en cambio: «Concede a tu siervo un corazón dócil, para que sepa juzgar a tu pueblo y distinguir entre el bien y mal» (1 R

H 834

3,9). Con este relato, la Biblia quiere indicarnos lo que debe ser importante en definitiva para un político. Su criterio último y la motivación para su trabajo como político no debe ser el éxito y mucho menos el beneficio material. La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. Naturalmente, un político buscará el éxito, que de por sí le abre la posibilidad a la actividad política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia. «Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue al Estado de una gran tienda de bandidos?», dijo HUMANITAS Nº 64 pp. 834 - 845

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La Palabra del Papa

EL DEBER FUNDAMENTAL DEL POLÍTICO “Donde rige el dominio exclusivo de la razón positivista –y este es en gran parte el caso de nuestra conciencia pública– las fuentes clásicas de conocimiento del ethos y del derecho quedan fuera de juego. Ésta es una situación dramática que interesa a todos y sobre la cual es necesaria una discusión pública; una intención esencial de este discurso es invitar urgentemente a ella”, señaló S.S. Benedicto XVI en el discurso que pronunció ante los miembros del Parlamento Federal Alemán y las máximas autoridades del Estado, en el Aula del Bundestag el 22 de septiembre pasado.

D

esde mi responsabilidad internacional, quisiera proponerles algunas consideraciones sobre los fundamentos del estado liberal de derecho. Permítanme que comience mis reflexiones sobre los fundamentos del derecho con un breve relato tomado de la Sagrada Escritura. En el primer Libro de los Reyes, se dice que Dios concedió al joven rey Salomón, con ocasión de su entronización, formular una petición. ¿Qué pedirá el joven soberano en este importante momento? ¿Éxito, riqueza, una larga vida, la eliminación de los enemigos? Nada pide de todo esto. Suplica en cambio: «Concede a tu siervo un corazón dócil, para que sepa juzgar a tu pueblo y distinguir entre el bien y mal» (1 R

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3,9). Con este relato, la Biblia quiere indicarnos lo que debe ser importante en definitiva para un político. Su criterio último y la motivación para su trabajo como político no debe ser el éxito y mucho menos el beneficio material. La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. Naturalmente, un político buscará el éxito, que de por sí le abre la posibilidad a la actividad política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia. «Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue al Estado de una gran tienda de bandidos?», dijo HUMANITAS Nº 64 pp. 834 - 845

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en cierta ocasión San Agustín1. Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera. Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, se enfrentó contra el derecho; cómo se ha pisoteado el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho; se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar al mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo. Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político. En un momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber se convierte en algo particularmente urgente. El hombre tiene la capacidad de destruir el mundo. Se puede manipular a sí mismo. Puede, por decirlo así, hacer seres humanos y privar de su humanidad a otros seres humanos que sean hombres. ¿Cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente? La petición salomónica sigue siendo la cuestión decisiva ante la que se encuentra también hoy el político y la política misma. Para gran parte de la materia que se ha de regular jurídicamente, el criterio de la mayoría puede ser un criterio suficiente. Pero es evidente que en las cuestiones fundamentales del derecho, en las cuales está en juego la dignidad del hombre y de la humanidad, el principio de la mayoría no basta: en el proceso de formación del derecho, una persona responsable debe buscar los criterios de su orientación. En el siglo III, el gran teólogo Orígenes justificó así la resistencia de los cristianos a determinados ordenamientos jurídicos en vigor: «Si uno se encontrara entre los escitas, cuyas leyes van contra la ley divina, y se viera obligado a vivir entre ellos…, con razón formaría por amor a

La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. Naturalmente, un político buscará el éxito, que de por sí le abre la posibilidad a la actividad política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia.

la verdad, que, para los escitas, es ilegalidad, alianza con quienes sintieran como él contra lo que aquellos tienen por ley…»2 Basados en esta convicción, los combatientes de la resistencia han actuado contra el régimen nazi y contra otros regímenes totalitarios, prestando así un servicio al derecho y a toda la humanidad. Para ellos era evidente, de modo irrefutable, que el derecho vigente era en realidad una injusticia. Pero en las decisiones de un político democrático no es tan evidente la cuestión sobre lo que ahora corresponde a la ley de la verdad, lo que es verdaderamente justo y puede transformarse en ley. Hoy no es de modo alguno evidente de por sí lo que es justo respecto a las cuestiones antropológicas fundamentales y pueda convertirse en dere-

1 De civitate Dei, IV, 4, 1. 2 Contra Celsum GCS Orig. 428 (Koetschau); cf. A. Fürst, Monotheismus und Monarchie. Zum Zusammenhang von Heil und Herrschaft in der Antike. En: Theol. Phil. 81 (2006) 321 – 338; citación p. 336; cf. también J. Ratzinger, Die Einheit der Nationen. Eine Vision der Kirchenväter (Salzburg – München 1971) 60

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cho vigente. A la pregunta de cómo se puede reconocer lo que es verdaderamente justo, y servir así a la justicia en la legislación, nunca ha sido fácil encontrar la respuesta y hoy, con la abundancia de nuestros conocimientos y de nuestras capacidades, dicha cuestión se ha hecho todavía más difícil. ¿Cómo se reconoce lo que es justo? En la historia, los ordenamientos jurídicos han estado casi siempre motivados en modo religioso: sobre la base de una referencia a la voluntad divina, se decide aquello que es justo entre los hombres. Contrariamente a otras grandes religiones, el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación.

”Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue al Estado de una gran tienda de bandidos?”, dijo en cierta ocasión San Agustín. Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera. Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, se enfrentó contra el derecho; cómo se ha pisoteado el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho.(…)

En cambio, se ha referido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho, se ha referido a la armonía entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que, sin embargo, presupone que ambas esferas estén fundadas en la Razón creadora de Dios. Así, los teólogos cristianos se sumaron a un movimiento filosófico y jurídico que se había formado en el siglo II a. C. En la primera mitad del siglo segundo precristiano, se produjo un encuentro entre el derecho natural social desarrollado por los filósofos estoicos y notorios maestros del derecho romano3. De este contacto, nació la cultura jurídica occidental, que ha sido y sigue siendo de una importancia determinante para la cultura jurídica de la humanidad. A partir de este vínculo precristiano entre derecho y filosofía se inicia el camino que lleva, a través de la Edad Media cristiana, al desarrollo jurídico del Iluminismo, hasta la Declaración de los derechos humanos y hasta nuestra Ley Fundamental Alemana, con la que nuestro pueblo reconoció en 1949 «los inviolables e inalienables derechos del hombre como fundamento de toda comunidad humana, de la paz y de la justicia en el mundo». Para el desarrollo del derecho, y para el desarrollo de la humanidad, ha sido decisivo que los teólogos cristianos hayan tomado posición contra el derecho religioso, requerido de la fe en la divinidad, y se hayan puesto de parte de la filosofía, reconociendo la razón y la naturaleza en su mutua relación como fuente jurídica válida para todos. Esta opción la había tomado ya san Pablo cuando, en su Carta a los Romanos, afirma: «Cuando los paganos, que no tienen ley [la Torá de Israel], cumplen naturalmente las exigencias de la ley, ellos… son ley para sí mismos. Esos tales muestran que tienen escrita en su corazón las exigencias de la ley; contando con el testimonio de su conciencia…» (Rm 2,14s). Aquí aparecen los

3 Cf. W. Waldstein, Ins Herz geschrieben. Das Naturrecht als Fundament einer menschlichen Gesellschaft (Augsburg 2010) 11ss; 31 – 61.

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en cierta ocasión San Agustín1. Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera. Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, se enfrentó contra el derecho; cómo se ha pisoteado el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho; se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar al mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo. Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político. En un momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber se convierte en algo particularmente urgente. El hombre tiene la capacidad de destruir el mundo. Se puede manipular a sí mismo. Puede, por decirlo así, hacer seres humanos y privar de su humanidad a otros seres humanos que sean hombres. ¿Cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente? La petición salomónica sigue siendo la cuestión decisiva ante la que se encuentra también hoy el político y la política misma. Para gran parte de la materia que se ha de regular jurídicamente, el criterio de la mayoría puede ser un criterio suficiente. Pero es evidente que en las cuestiones fundamentales del derecho, en las cuales está en juego la dignidad del hombre y de la humanidad, el principio de la mayoría no basta: en el proceso de formación del derecho, una persona responsable debe buscar los criterios de su orientación. En el siglo III, el gran teólogo Orígenes justificó así la resistencia de los cristianos a determinados ordenamientos jurídicos en vigor: «Si uno se encontrara entre los escitas, cuyas leyes van contra la ley divina, y se viera obligado a vivir entre ellos…, con razón formaría por amor a

La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. Naturalmente, un político buscará el éxito, que de por sí le abre la posibilidad a la actividad política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia.

la verdad, que, para los escitas, es ilegalidad, alianza con quienes sintieran como él contra lo que aquellos tienen por ley…»2 Basados en esta convicción, los combatientes de la resistencia han actuado contra el régimen nazi y contra otros regímenes totalitarios, prestando así un servicio al derecho y a toda la humanidad. Para ellos era evidente, de modo irrefutable, que el derecho vigente era en realidad una injusticia. Pero en las decisiones de un político democrático no es tan evidente la cuestión sobre lo que ahora corresponde a la ley de la verdad, lo que es verdaderamente justo y puede transformarse en ley. Hoy no es de modo alguno evidente de por sí lo que es justo respecto a las cuestiones antropológicas fundamentales y pueda convertirse en dere-

1 De civitate Dei, IV, 4, 1. 2 Contra Celsum GCS Orig. 428 (Koetschau); cf. A. Fürst, Monotheismus und Monarchie. Zum Zusammenhang von Heil und Herrschaft in der Antike. En: Theol. Phil. 81 (2006) 321 – 338; citación p. 336; cf. también J. Ratzinger, Die Einheit der Nationen. Eine Vision der Kirchenväter (Salzburg – München 1971) 60

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cho vigente. A la pregunta de cómo se puede reconocer lo que es verdaderamente justo, y servir así a la justicia en la legislación, nunca ha sido fácil encontrar la respuesta y hoy, con la abundancia de nuestros conocimientos y de nuestras capacidades, dicha cuestión se ha hecho todavía más difícil. ¿Cómo se reconoce lo que es justo? En la historia, los ordenamientos jurídicos han estado casi siempre motivados en modo religioso: sobre la base de una referencia a la voluntad divina, se decide aquello que es justo entre los hombres. Contrariamente a otras grandes religiones, el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación.

”Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue al Estado de una gran tienda de bandidos?”, dijo en cierta ocasión San Agustín. Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera. Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, se enfrentó contra el derecho; cómo se ha pisoteado el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho.(…)

En cambio, se ha referido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho, se ha referido a la armonía entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que, sin embargo, presupone que ambas esferas estén fundadas en la Razón creadora de Dios. Así, los teólogos cristianos se sumaron a un movimiento filosófico y jurídico que se había formado en el siglo II a. C. En la primera mitad del siglo segundo precristiano, se produjo un encuentro entre el derecho natural social desarrollado por los filósofos estoicos y notorios maestros del derecho romano3. De este contacto, nació la cultura jurídica occidental, que ha sido y sigue siendo de una importancia determinante para la cultura jurídica de la humanidad. A partir de este vínculo precristiano entre derecho y filosofía se inicia el camino que lleva, a través de la Edad Media cristiana, al desarrollo jurídico del Iluminismo, hasta la Declaración de los derechos humanos y hasta nuestra Ley Fundamental Alemana, con la que nuestro pueblo reconoció en 1949 «los inviolables e inalienables derechos del hombre como fundamento de toda comunidad humana, de la paz y de la justicia en el mundo». Para el desarrollo del derecho, y para el desarrollo de la humanidad, ha sido decisivo que los teólogos cristianos hayan tomado posición contra el derecho religioso, requerido de la fe en la divinidad, y se hayan puesto de parte de la filosofía, reconociendo la razón y la naturaleza en su mutua relación como fuente jurídica válida para todos. Esta opción la había tomado ya san Pablo cuando, en su Carta a los Romanos, afirma: «Cuando los paganos, que no tienen ley [la Torá de Israel], cumplen naturalmente las exigencias de la ley, ellos… son ley para sí mismos. Esos tales muestran que tienen escrita en su corazón las exigencias de la ley; contando con el testimonio de su conciencia…» (Rm 2,14s). Aquí aparecen los

3 Cf. W. Waldstein, Ins Herz geschrieben. Das Naturrecht als Fundament einer menschlichen Gesellschaft (Augsburg 2010) 11ss; 31 – 61.

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dos conceptos fundamentales de naturaleza y conciencia, en los que conciencia no es otra cosa que el «corazón dócil» de Salomón, la razón abierta al lenguaje del ser. Si con esto, hasta la época del Iluminismo, de la Declaración de los derechos humanos, después de la Segunda Guerra mundial, y hasta la formación de nuestra Ley Fundamental, la cuestión sobre los fundamentos de la legislación parecía clara, en el último medio siglo se dio un cambio dramático de la situación. La idea del derecho natural se considera hoy una doctrina católica más bien singular, sobre la que no vale la pena discutir fuera del ámbito católico, de modo que casi nos avergüenza hasta la sola mención del término. Quisiera indicar brevemente cómo se llegó a esta situación. Es fundamental, sobre todo, la tesis según la cual entre ser y deber ser existe un abismo infranqueable. Del ser no se

(…) Se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar al mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo. Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político. En un momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber se convierte en algo particularmente urgente. 4 Waldstein, op. cit. 15-21.

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podría derivar un deber, porque se trataría de dos ámbitos absolutamente distintos. La base de dicha opinión es la concepción positivista, adoptada hoy casi generalmente, de naturaleza y razón. Si se considera la naturaleza –con palabras de Hans Kelsen– «un conjunto de datos objetivos, unidos los unos a los otros como causas y efectos», entonces no se puede derivar de ella realmente ninguna indicación que sea de modo alguno de carácter ético4. Una concepción positivista de la naturaleza, que comprende la naturaleza en modo puramente funcional, como las ciencias naturales la explican, no puede crear ningún puente hacia el Ethos y el derecho, sino suscitar nuevamente sólo respuestas funcionales. Sin embargo, lo mismo vale también para la razón en una visión positivista, que muchos consideran como la única visión científica. En ella, aquello que no es verificable o falsificable no entra en el ámbito de la razón en sentido estricto. Por eso, el ethos y la religión se deben reducir al ámbito de lo subjetivo y caen fuera del ámbito de la razón en sentido estricto de la palabra. Donde rige el dominio exclusivo de la razón positivista –y este es en gran parte el caso de nuestra conciencia pública– las fuentes clásicas de conocimiento del ethos y del derecho quedan fuera de juego. Ésta es una situación dramática que interesa a todos y sobre la cual es necesaria una discusión pública; una intención esencial de este discurso es invitar urgentemente a ella. El concepto positivista de naturaleza y razón, la visión positivista del mundo es en su conjunto una parte grandiosa del conocimiento humano y de la capacidad humana, a la cual de modo alguno debemos renunciar en ningún caso. Pero ella misma, en su conjunto, no es una cultura que corresponda y sea suficiente al ser hombres en toda su amplitud. Donde la razón positivista se retiene como la única cultura suficiente, relegando todas las otras realidades culturales a la condición de subculturas, ésta reduce al hombre, más todavía, amenaza su

El hombre tiene la capacidad de destruir el mundo. Se puede manipular a sí mismo. Puede, por decirlo así, hacer seres humanos y privar de su humanidad a otros seres humanos que sean hombres. ¿Cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente? La petición salomónica sigue siendo la cuestión decisiva ante la que se encuentra también hoy el político y la política misma.

humanidad. Lo digo especialmente mirando a Europa, donde en muchos ambientes se trata de reconocer solamente el positivismo como cultura común o como fundamento común para la formación del derecho, mientras que todas las otras convicciones y los otros valores de nuestra cultura quedan reducidos al nivel de subcultura. Con esto, Europa se sitúa, ante otras culturas del mundo, en una condición de falta de cultura y se suscitan, al mismo tiempo, corrientes extremistas y radicales. La razón positivista, que se presenta de modo exclusivista y que no es capaz de percibir nada más que aquello que es funcional, se parece a los edificios de cemento armado sin ventanas, en los que logramos el clima y la luz por nosotros mismos, y sin querer recibir ya ambas cosas del gran mundo de Dios. Y, sin embargo, no podemos negar que en este mundo auto-

construido recurrimos en secreto igualmente a los «recursos» de Dios, que transformamos en productos nuestros. Es necesario volver a abrir las ventanas, hemos de ver nuevamente la inmensidad del mundo, el cielo y la tierra, y aprender a usar todo esto de modo justo. Pero ¿cómo se lleva a cabo esto? ¿Cómo encontramos la entrada a la inmensidad, o la globalidad? ¿Cómo puede la razón volver a encontrar su grandeza sin deslizarse en lo irracional? ¿Cómo puede la naturaleza aparecer nuevamente en su profundidad, con sus exigencias y con sus indicaciones? Recuerdo un fenómeno de la historia política reciente, esperando no ser demasiado malentendido ni suscitar excesivas polémicas unilaterales. Diría que la aparición del movimiento ecologista en la política alemana a partir de los años setenta, aunque quizás no haya abierto las ventanas, ha sido y es sin embargo un grito que anhela aire fresco, un grito que no se puede ignorar ni relegar porque se perciba en él demasiada irracionalidad. Gente joven se dio cuenta que en nuestras relaciones con la naturaleza existía algo que no funcionaba; que la materia no es solamente un material para nuestro uso, sino que la tierra tiene en sí misma su dignidad y nosotros debemos seguir sus indicaciones. Es evidente que no hago propaganda por un determinado partido político, nada me es más lejano a eso. Cuando en nuestra relación con la realidad hay algo que no funciona, entonces debemos reflexionar todos seriamente sobre el conjunto, y todos estamos invitados a volver sobre la cuestión sobre los fundamentos de nuestra propia cultura. Permitidme detenerme todavía un momento sobre este punto. La importancia de la ecología es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente. Sin embargo, quisiera afrontar todavía seriamente un punto que, tanto hoy como ayer, se ha olvidado demasiado: existe también la ecología del hombre. También el hombre posee una naturaleza que

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dos conceptos fundamentales de naturaleza y conciencia, en los que conciencia no es otra cosa que el «corazón dócil» de Salomón, la razón abierta al lenguaje del ser. Si con esto, hasta la época del Iluminismo, de la Declaración de los derechos humanos, después de la Segunda Guerra mundial, y hasta la formación de nuestra Ley Fundamental, la cuestión sobre los fundamentos de la legislación parecía clara, en el último medio siglo se dio un cambio dramático de la situación. La idea del derecho natural se considera hoy una doctrina católica más bien singular, sobre la que no vale la pena discutir fuera del ámbito católico, de modo que casi nos avergüenza hasta la sola mención del término. Quisiera indicar brevemente cómo se llegó a esta situación. Es fundamental, sobre todo, la tesis según la cual entre ser y deber ser existe un abismo infranqueable. Del ser no se

(…) Se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar al mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo. Servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político. En un momento histórico, en el cual el hombre ha adquirido un poder hasta ahora inimaginable, este deber se convierte en algo particularmente urgente. 4 Waldstein, op. cit. 15-21.

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podría derivar un deber, porque se trataría de dos ámbitos absolutamente distintos. La base de dicha opinión es la concepción positivista, adoptada hoy casi generalmente, de naturaleza y razón. Si se considera la naturaleza –con palabras de Hans Kelsen– «un conjunto de datos objetivos, unidos los unos a los otros como causas y efectos», entonces no se puede derivar de ella realmente ninguna indicación que sea de modo alguno de carácter ético4. Una concepción positivista de la naturaleza, que comprende la naturaleza en modo puramente funcional, como las ciencias naturales la explican, no puede crear ningún puente hacia el Ethos y el derecho, sino suscitar nuevamente sólo respuestas funcionales. Sin embargo, lo mismo vale también para la razón en una visión positivista, que muchos consideran como la única visión científica. En ella, aquello que no es verificable o falsificable no entra en el ámbito de la razón en sentido estricto. Por eso, el ethos y la religión se deben reducir al ámbito de lo subjetivo y caen fuera del ámbito de la razón en sentido estricto de la palabra. Donde rige el dominio exclusivo de la razón positivista –y este es en gran parte el caso de nuestra conciencia pública– las fuentes clásicas de conocimiento del ethos y del derecho quedan fuera de juego. Ésta es una situación dramática que interesa a todos y sobre la cual es necesaria una discusión pública; una intención esencial de este discurso es invitar urgentemente a ella. El concepto positivista de naturaleza y razón, la visión positivista del mundo es en su conjunto una parte grandiosa del conocimiento humano y de la capacidad humana, a la cual de modo alguno debemos renunciar en ningún caso. Pero ella misma, en su conjunto, no es una cultura que corresponda y sea suficiente al ser hombres en toda su amplitud. Donde la razón positivista se retiene como la única cultura suficiente, relegando todas las otras realidades culturales a la condición de subculturas, ésta reduce al hombre, más todavía, amenaza su

El hombre tiene la capacidad de destruir el mundo. Se puede manipular a sí mismo. Puede, por decirlo así, hacer seres humanos y privar de su humanidad a otros seres humanos que sean hombres. ¿Cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos distinguir entre el bien y el mal, entre el derecho verdadero y el derecho sólo aparente? La petición salomónica sigue siendo la cuestión decisiva ante la que se encuentra también hoy el político y la política misma.

humanidad. Lo digo especialmente mirando a Europa, donde en muchos ambientes se trata de reconocer solamente el positivismo como cultura común o como fundamento común para la formación del derecho, mientras que todas las otras convicciones y los otros valores de nuestra cultura quedan reducidos al nivel de subcultura. Con esto, Europa se sitúa, ante otras culturas del mundo, en una condición de falta de cultura y se suscitan, al mismo tiempo, corrientes extremistas y radicales. La razón positivista, que se presenta de modo exclusivista y que no es capaz de percibir nada más que aquello que es funcional, se parece a los edificios de cemento armado sin ventanas, en los que logramos el clima y la luz por nosotros mismos, y sin querer recibir ya ambas cosas del gran mundo de Dios. Y, sin embargo, no podemos negar que en este mundo auto-

construido recurrimos en secreto igualmente a los «recursos» de Dios, que transformamos en productos nuestros. Es necesario volver a abrir las ventanas, hemos de ver nuevamente la inmensidad del mundo, el cielo y la tierra, y aprender a usar todo esto de modo justo. Pero ¿cómo se lleva a cabo esto? ¿Cómo encontramos la entrada a la inmensidad, o la globalidad? ¿Cómo puede la razón volver a encontrar su grandeza sin deslizarse en lo irracional? ¿Cómo puede la naturaleza aparecer nuevamente en su profundidad, con sus exigencias y con sus indicaciones? Recuerdo un fenómeno de la historia política reciente, esperando no ser demasiado malentendido ni suscitar excesivas polémicas unilaterales. Diría que la aparición del movimiento ecologista en la política alemana a partir de los años setenta, aunque quizás no haya abierto las ventanas, ha sido y es sin embargo un grito que anhela aire fresco, un grito que no se puede ignorar ni relegar porque se perciba en él demasiada irracionalidad. Gente joven se dio cuenta que en nuestras relaciones con la naturaleza existía algo que no funcionaba; que la materia no es solamente un material para nuestro uso, sino que la tierra tiene en sí misma su dignidad y nosotros debemos seguir sus indicaciones. Es evidente que no hago propaganda por un determinado partido político, nada me es más lejano a eso. Cuando en nuestra relación con la realidad hay algo que no funciona, entonces debemos reflexionar todos seriamente sobre el conjunto, y todos estamos invitados a volver sobre la cuestión sobre los fundamentos de nuestra propia cultura. Permitidme detenerme todavía un momento sobre este punto. La importancia de la ecología es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente. Sin embargo, quisiera afrontar todavía seriamente un punto que, tanto hoy como ayer, se ha olvidado demasiado: existe también la ecología del hombre. También el hombre posee una naturaleza que

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él debe respetar y que no puede manipular a su antojo arbitrariamente. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando escucha la naturaleza, la respeta y cuando se acepta como lo que es, y que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana. Volvamos a los conceptos fundamentales de naturaleza y razón, de los cuales habíamos partido. El gran teórico del positivismo jurídico, Kelsen, a la edad de 84 años –en 1965– abandonó el dualismo de ser y de deber ser. Había dicho que las normas podían derivar solamente de la voluntad. En consecuencia, la naturaleza podría contener en sí normas sólo si una voluntad hubiese puesto estas normas en ella. Esto, por otra parte, supondría un Dios creador, cuya voluntad ha entrado en la naturaleza. «Discutir sobre la verdad de esta fe es algo absolutamente vano», afirma a este respecto5. ¿Lo es verdaderamente?, quisiera preguntar. ¿Carece verdaderamente de sentido reflexionar sobre si la razón objetiva que se manifiesta en la naturaleza no presuponga una razón creativa, un Creator Spiritus? A este punto, debería venir en nuestra ayuda el patrimonio cultural de Europa. Sobre la base de la convicción de la existencia de un Dios creador, se ha desarrollado el concepto de los derechos humanos, la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley, la conciencia de la inviolabilidad de la dignidad humana de cada persona y el reconocimiento de la responsabilidad de los hombres por su conducta. Estos conocimientos de la razón constituyen nuestra memoria cultural. Ignorarla o considerarla como mero pasado sería una amputación de nuestra cultura en su conjunto y la privaría de su totalidad. La cultura de Europa nació del 5 Citado según Waldstein, op. cit. 19.

H 840

Para gran parte de la materia que se ha de regular jurídicamente, el criterio de la mayoría puede ser un criterio suficiente. Pero es evidente que en las cuestiones fundamentales del derecho, en las cuales está en juego la dignidad del hombre y de la humanidad, el principio de la mayoría no basta: en el proceso de formación del derecho, una persona responsable debe buscar los criterios de su orientación.

encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma, del encuentro entre la fe en el Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. Este triple encuentro configura la íntima identidad de Europa. Con la certeza de la responsabilidad del hombre ante Dios y reconociendo la dignidad inviolable del hombre, de cada hombre, este encuentro ha fijado los criterios del derecho; defenderlos es nuestro deber en este momento histórico. Al joven rey Salomón, a la hora de asumir el poder, se le concedió lo que pedía. ¿Qué sucedería si a nosotros, legisladores de hoy, se nos concediese formular una petición? ¿Qué pediríamos? En último término, pienso que, también hoy, no podríamos desear otra cosa que un corazón dócil: la capacidad de distinguir el bien del mal, y así establecer un verdadero derecho, de servir a la justicia y la paz.

¿SON VERDadeRAMENTE TAN PEQUEÑAS NUESTRAS FALTAS? Discurso de S.S. Benedicto XVI ante los representantes del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania. El encuentro se llevó a cabo el 22 de septiembre en el Augustinerkloster de Erfurt, convento en el que Martín Lutero estudió teología.

C

omo Obispo de Roma, es para mí un momento emocionante encontrarme en el antiguo convento agustino de Erfurt con los representantes del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania. Aquí, Lutero estudió teología. Aquí, en 1507, fue ordenado sacerdote. Contra los deseos de su padre, no continuó los estudios de derecho, sino que estudió teología y se encaminó hacia el sacerdocio en la Orden de San Agustín. En este camino, no le interesaba esto o aquello. Lo que le quitaba la paz era la cuestión de Dios, que fue la pasión profunda y el centro de su vida y de su camino. «¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?»: Esta pregunta le penetraba el corazón y estaba detrás de toda su investigación teológica y de toda su lucha interior. Para él, la teología no era una cuestión académica, sino una lucha interior consigo mismo, y luego esto se convertía en una lucha sobre Dios y con Dios. «¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?» No deja de sorprenderme que esta pregunta haya sido la fuerza motora de su camino. ¿Quién se ocupa actualmente de esta cuestión, incluso entre los cristianos? ¿Qué significa la cuestión de Dios en nuestra vida, en nuestro anuncio? La mayor parte de la gente, también de los cristianos, da hoy por descontado que, en último término, Dios no se interesa por nuestros pecados y virtudes. Él sabe, en efecto, que todos somos solamente carne. Si hoy se cree aún en un más allá y en un juicio de Dios, en la práctica,

«¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?». No deja de sorprenderme que esta pregunta [de Lutero] haya sido la fuerza motora de su camino. ¿Quién se ocupa actualmente de esta cuestión, incluso entre los cristianos? ¿Qué significa la cuestión de Dios en nuestra vida, en nuestro anuncio? La mayor parte de la gente, también de los cristianos, da hoy por descontado que, en último término, Dios no se interesa por nuestros pecados y virtudes.

casi todos presuponemos que Dios deba ser generoso y, al final, en su misericordia, no tendrá en cuenta nuestras pequeñas faltas. Pero, ¿son verdaderamente tan pequeñas nuestras faltas? ¿Acaso no se destruye el mundo a causa de la corrupción de los grandes, pero también de los pequeños, que sólo piensan en su propio

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él debe respetar y que no puede manipular a su antojo arbitrariamente. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando escucha la naturaleza, la respeta y cuando se acepta como lo que es, y que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana. Volvamos a los conceptos fundamentales de naturaleza y razón, de los cuales habíamos partido. El gran teórico del positivismo jurídico, Kelsen, a la edad de 84 años –en 1965– abandonó el dualismo de ser y de deber ser. Había dicho que las normas podían derivar solamente de la voluntad. En consecuencia, la naturaleza podría contener en sí normas sólo si una voluntad hubiese puesto estas normas en ella. Esto, por otra parte, supondría un Dios creador, cuya voluntad ha entrado en la naturaleza. «Discutir sobre la verdad de esta fe es algo absolutamente vano», afirma a este respecto5. ¿Lo es verdaderamente?, quisiera preguntar. ¿Carece verdaderamente de sentido reflexionar sobre si la razón objetiva que se manifiesta en la naturaleza no presuponga una razón creativa, un Creator Spiritus? A este punto, debería venir en nuestra ayuda el patrimonio cultural de Europa. Sobre la base de la convicción de la existencia de un Dios creador, se ha desarrollado el concepto de los derechos humanos, la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley, la conciencia de la inviolabilidad de la dignidad humana de cada persona y el reconocimiento de la responsabilidad de los hombres por su conducta. Estos conocimientos de la razón constituyen nuestra memoria cultural. Ignorarla o considerarla como mero pasado sería una amputación de nuestra cultura en su conjunto y la privaría de su totalidad. La cultura de Europa nació del 5 Citado según Waldstein, op. cit. 19.

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Para gran parte de la materia que se ha de regular jurídicamente, el criterio de la mayoría puede ser un criterio suficiente. Pero es evidente que en las cuestiones fundamentales del derecho, en las cuales está en juego la dignidad del hombre y de la humanidad, el principio de la mayoría no basta: en el proceso de formación del derecho, una persona responsable debe buscar los criterios de su orientación.

encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma, del encuentro entre la fe en el Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. Este triple encuentro configura la íntima identidad de Europa. Con la certeza de la responsabilidad del hombre ante Dios y reconociendo la dignidad inviolable del hombre, de cada hombre, este encuentro ha fijado los criterios del derecho; defenderlos es nuestro deber en este momento histórico. Al joven rey Salomón, a la hora de asumir el poder, se le concedió lo que pedía. ¿Qué sucedería si a nosotros, legisladores de hoy, se nos concediese formular una petición? ¿Qué pediríamos? En último término, pienso que, también hoy, no podríamos desear otra cosa que un corazón dócil: la capacidad de distinguir el bien del mal, y así establecer un verdadero derecho, de servir a la justicia y la paz.

¿SON VERDadeRAMENTE TAN PEQUEÑAS NUESTRAS FALTAS? Discurso de S.S. Benedicto XVI ante los representantes del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania. El encuentro se llevó a cabo el 22 de septiembre en el Augustinerkloster de Erfurt, convento en el que Martín Lutero estudió teología.

C

omo Obispo de Roma, es para mí un momento emocionante encontrarme en el antiguo convento agustino de Erfurt con los representantes del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania. Aquí, Lutero estudió teología. Aquí, en 1507, fue ordenado sacerdote. Contra los deseos de su padre, no continuó los estudios de derecho, sino que estudió teología y se encaminó hacia el sacerdocio en la Orden de San Agustín. En este camino, no le interesaba esto o aquello. Lo que le quitaba la paz era la cuestión de Dios, que fue la pasión profunda y el centro de su vida y de su camino. «¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?»: Esta pregunta le penetraba el corazón y estaba detrás de toda su investigación teológica y de toda su lucha interior. Para él, la teología no era una cuestión académica, sino una lucha interior consigo mismo, y luego esto se convertía en una lucha sobre Dios y con Dios. «¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?» No deja de sorprenderme que esta pregunta haya sido la fuerza motora de su camino. ¿Quién se ocupa actualmente de esta cuestión, incluso entre los cristianos? ¿Qué significa la cuestión de Dios en nuestra vida, en nuestro anuncio? La mayor parte de la gente, también de los cristianos, da hoy por descontado que, en último término, Dios no se interesa por nuestros pecados y virtudes. Él sabe, en efecto, que todos somos solamente carne. Si hoy se cree aún en un más allá y en un juicio de Dios, en la práctica,

«¿Cómo puedo tener un Dios misericordioso?». No deja de sorprenderme que esta pregunta [de Lutero] haya sido la fuerza motora de su camino. ¿Quién se ocupa actualmente de esta cuestión, incluso entre los cristianos? ¿Qué significa la cuestión de Dios en nuestra vida, en nuestro anuncio? La mayor parte de la gente, también de los cristianos, da hoy por descontado que, en último término, Dios no se interesa por nuestros pecados y virtudes.

casi todos presuponemos que Dios deba ser generoso y, al final, en su misericordia, no tendrá en cuenta nuestras pequeñas faltas. Pero, ¿son verdaderamente tan pequeñas nuestras faltas? ¿Acaso no se destruye el mundo a causa de la corrupción de los grandes, pero también de los pequeños, que sólo piensan en su propio

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beneficio? ¿No se destruye a causa del poder de la droga que se nutre, por una parte, del ansia de vida y de dinero, y por otra, de la avidez de placer de quienes son adictos a ella? ¿Acaso no está amenazado por la creciente tendencia a la violencia que se enmascara a menudo con la apariencia de una religiosidad? Si fuese más vivo en nosotros el amor de Dios, y a partir de Él, el amor por el prójimo, por las creaturas de Dios, por los hombres, ¿podrían el hambre y la pobreza devastar zonas enteras del mundo? Las preguntas en ese sentido podrían continuar. No, el mal no es una nimiedad. No podría ser tan poderoso si nosotros pusiéramos a Dios realmente en el centro de nuestra vida. La pregunta: ¿Cómo se sitúa Dios respecto a mí, cómo me posiciono yo ante Dios? Esta pregunta candente de Martín Lutero debe convertirse otra vez, y ciertamente de un modo nuevo, también en una pregunta nuestra. Pienso que esto sea la primera cuestión que nos interpela al encontrarnos con Martín Lutero. Y después es importante: Dios, el único Dios, el Creador del cielo y de la tierra, es algo distinto de una hipótesis filosófica sobre el origen del cosmos. Este Dios tiene un rostro y nos ha hablado, en Jesucristo hecho hombre, se hizo uno de nosotros; Dios verdadero y verdadero hombre a la vez. El pensamiento de Lutero y toda su espiritualidad eran completamente cristocéntricos. Para Lutero, el criterio hermenéutico decisivo en la interpretación de la Sagrada Escritura era: «Lo que conduce a la causa de Cristo». Sin embargo, esto presupone que Jesucristo sea el centro de nuestra espiritualidad y que su amor, la intimidad con Él, oriente nuestra vida. Quizás, ustedes podrían decir ahora: De acuerdo. Pero, ¿qué tiene esto que ver con nuestra situación ecuménica? ¿No será todo esto solamente un modo de eludir con muchas palabras los problemas urgentes en los que esperamos progresos prácticos, resultados concretos? A este respecto les digo: Lo más necesario para

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el ecumenismo es sobre todo que, presionados por la secularización, no perdamos casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellas que de por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea. Fue un error de la edad confesional haber visto mayormente aquello que nos separa, y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes pautas de la Sagrada Escritura y en las profesiones de fe del cristianismo antiguo. Éste ha sido el gran progreso ecuménico de los últimos decenios: nos dimos cuenta de esta comunión y, en el orar y cantar juntos, en la tarea común por el ethos cristiano ante el mundo, en el testimonio común del Dios de Jesucristo en este mundo, reconocemos esta comunión como nuestro fundamento imperecedero. Por desgracia, el riesgo de perderla es real. Quisiera señalar aquí dos aspectos. En los úl-

Si hoy se cree aún en un más allá y en un juicio de Dios, en la práctica, casi todos presuponemos que Dios deba ser generoso y, al final, en su misericordia, no tendrá en cuenta nuestras pequeñas faltas. Pero, ¿son verdaderamente tan pequeñas nuestras faltas? ¿Acaso no se destruye el mundo a causa de la corrupción de los grandes, pero también de los pequeños, que sólo piensan en su propio beneficio?

Lo más necesario para el ecumenismo es sobre todo que, presionados por la secularización, no perdamos casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellas que de por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea. (…) La ausencia de Dios en nuestra sociedad se nota cada vez más, la historia de su revelación, de la que nos habla la Escritura, parece relegada a un pasado que se aleja cada vez más. ¿Acaso es necesario ceder a la presión de la secularización, llegar a ser modernos adulterando la fe?

timos tiempos, la geografía del cristianismo ha cambiado profundamente y sigue cambiando todavía. Ante una nueva forma de cristianismo, que se difunde con un inmenso dinamismo misionero, a veces preocupante en sus formas, las Iglesias confesionales históricas se quedan frecuentemente perplejas. Es un cristianismo de escasa densidad institucional, con poco bagaje racional, menos aún dogmático, y con poca estabilidad. Este fenómeno mundial nos pone a todos ante la pregunta: ¿Qué nos transmite, positiva y negativamente, esta nueva forma de cristianismo? Sea lo que fuere, nos sitúa

nuevamente ante la pregunta sobre qué es lo que permanece siempre válido y qué pueda o deba cambiarse ante la cuestión de nuestra opción fundamental en la fe. Más profundo, y en nuestro país, más candente, es el segundo desafío para todo el cristianismo; quisiera hablar de ello: se trata del contexto del mundo secularizado en el cual debemos vivir y dar testimonio hoy de nuestra fe. La ausencia de Dios en nuestra sociedad se nota cada vez más, la historia de su revelación, de la que nos habla la Escritura, parece relegada a un pasado que se aleja cada vez más. ¿Acaso es necesario ceder a la presión de la secularización, llegar a ser modernos adulterando la fe? Naturalmente, la fe tiene que ser nuevamente pensada y, sobre todo, vivida, hoy de modo nuevo, para que se convierta en algo que pertenece al presente. Ahora bien, a ello no ayuda su adulteración, sino vivirla íntegramente en nuestro hoy. Esto es una tarea ecuménica central. En esto debemos ayudarnos mutuamente, a creer cada vez más viva y profundamente. No serán las tácticas las que nos salven, las que salven el cristianismo, sino una fe pensada y vivida de un modo nuevo, mediante la cual Cristo, y con Él, el Dios viviente, entre en nuestro mundo. Como los mártires de la época nazi propiciaron nuestro acercamiento recíproco, suscitando la primera apertura ecuménica, del mismo modo también hoy la fe, vivida a partir de lo íntimo de nosotros mismos, en un mundo secularizado, será la fuerza ecuménica más poderosa que nos congregará, guiándonos a la unidad en el único Señor.

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beneficio? ¿No se destruye a causa del poder de la droga que se nutre, por una parte, del ansia de vida y de dinero, y por otra, de la avidez de placer de quienes son adictos a ella? ¿Acaso no está amenazado por la creciente tendencia a la violencia que se enmascara a menudo con la apariencia de una religiosidad? Si fuese más vivo en nosotros el amor de Dios, y a partir de Él, el amor por el prójimo, por las creaturas de Dios, por los hombres, ¿podrían el hambre y la pobreza devastar zonas enteras del mundo? Las preguntas en ese sentido podrían continuar. No, el mal no es una nimiedad. No podría ser tan poderoso si nosotros pusiéramos a Dios realmente en el centro de nuestra vida. La pregunta: ¿Cómo se sitúa Dios respecto a mí, cómo me posiciono yo ante Dios? Esta pregunta candente de Martín Lutero debe convertirse otra vez, y ciertamente de un modo nuevo, también en una pregunta nuestra. Pienso que esto sea la primera cuestión que nos interpela al encontrarnos con Martín Lutero. Y después es importante: Dios, el único Dios, el Creador del cielo y de la tierra, es algo distinto de una hipótesis filosófica sobre el origen del cosmos. Este Dios tiene un rostro y nos ha hablado, en Jesucristo hecho hombre, se hizo uno de nosotros; Dios verdadero y verdadero hombre a la vez. El pensamiento de Lutero y toda su espiritualidad eran completamente cristocéntricos. Para Lutero, el criterio hermenéutico decisivo en la interpretación de la Sagrada Escritura era: «Lo que conduce a la causa de Cristo». Sin embargo, esto presupone que Jesucristo sea el centro de nuestra espiritualidad y que su amor, la intimidad con Él, oriente nuestra vida. Quizás, ustedes podrían decir ahora: De acuerdo. Pero, ¿qué tiene esto que ver con nuestra situación ecuménica? ¿No será todo esto solamente un modo de eludir con muchas palabras los problemas urgentes en los que esperamos progresos prácticos, resultados concretos? A este respecto les digo: Lo más necesario para

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el ecumenismo es sobre todo que, presionados por la secularización, no perdamos casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellas que de por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea. Fue un error de la edad confesional haber visto mayormente aquello que nos separa, y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes pautas de la Sagrada Escritura y en las profesiones de fe del cristianismo antiguo. Éste ha sido el gran progreso ecuménico de los últimos decenios: nos dimos cuenta de esta comunión y, en el orar y cantar juntos, en la tarea común por el ethos cristiano ante el mundo, en el testimonio común del Dios de Jesucristo en este mundo, reconocemos esta comunión como nuestro fundamento imperecedero. Por desgracia, el riesgo de perderla es real. Quisiera señalar aquí dos aspectos. En los úl-

Si hoy se cree aún en un más allá y en un juicio de Dios, en la práctica, casi todos presuponemos que Dios deba ser generoso y, al final, en su misericordia, no tendrá en cuenta nuestras pequeñas faltas. Pero, ¿son verdaderamente tan pequeñas nuestras faltas? ¿Acaso no se destruye el mundo a causa de la corrupción de los grandes, pero también de los pequeños, que sólo piensan en su propio beneficio?

Lo más necesario para el ecumenismo es sobre todo que, presionados por la secularización, no perdamos casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellas que de por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea. (…) La ausencia de Dios en nuestra sociedad se nota cada vez más, la historia de su revelación, de la que nos habla la Escritura, parece relegada a un pasado que se aleja cada vez más. ¿Acaso es necesario ceder a la presión de la secularización, llegar a ser modernos adulterando la fe?

timos tiempos, la geografía del cristianismo ha cambiado profundamente y sigue cambiando todavía. Ante una nueva forma de cristianismo, que se difunde con un inmenso dinamismo misionero, a veces preocupante en sus formas, las Iglesias confesionales históricas se quedan frecuentemente perplejas. Es un cristianismo de escasa densidad institucional, con poco bagaje racional, menos aún dogmático, y con poca estabilidad. Este fenómeno mundial nos pone a todos ante la pregunta: ¿Qué nos transmite, positiva y negativamente, esta nueva forma de cristianismo? Sea lo que fuere, nos sitúa

nuevamente ante la pregunta sobre qué es lo que permanece siempre válido y qué pueda o deba cambiarse ante la cuestión de nuestra opción fundamental en la fe. Más profundo, y en nuestro país, más candente, es el segundo desafío para todo el cristianismo; quisiera hablar de ello: se trata del contexto del mundo secularizado en el cual debemos vivir y dar testimonio hoy de nuestra fe. La ausencia de Dios en nuestra sociedad se nota cada vez más, la historia de su revelación, de la que nos habla la Escritura, parece relegada a un pasado que se aleja cada vez más. ¿Acaso es necesario ceder a la presión de la secularización, llegar a ser modernos adulterando la fe? Naturalmente, la fe tiene que ser nuevamente pensada y, sobre todo, vivida, hoy de modo nuevo, para que se convierta en algo que pertenece al presente. Ahora bien, a ello no ayuda su adulteración, sino vivirla íntegramente en nuestro hoy. Esto es una tarea ecuménica central. En esto debemos ayudarnos mutuamente, a creer cada vez más viva y profundamente. No serán las tácticas las que nos salven, las que salven el cristianismo, sino una fe pensada y vivida de un modo nuevo, mediante la cual Cristo, y con Él, el Dios viviente, entre en nuestro mundo. Como los mártires de la época nazi propiciaron nuestro acercamiento recíproco, suscitando la primera apertura ecuménica, del mismo modo también hoy la fe, vivida a partir de lo íntimo de nosotros mismos, en un mundo secularizado, será la fuerza ecuménica más poderosa que nos congregará, guiándonos a la unidad en el único Señor.

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La razón y su apertura a lo divino

E

(…) xiste, según se dice, la violentia rationis, el despotismo de la razón, que se convierte en juez supremo y último de todo. Este tipo de razón es ciertamente inviable en el ámbito de la fe. ¿Qué entiende con ello Buenaventura? Una expresión del Salmo 95 puede mostrarnos de qué se trata. Dice allí Dios a su pueblo: “...en el desierto (…) vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras”. Se alude aquí a un doble encuentro con Dios: ellos han “visto”. Pero no les basta, por lo que ponen a Dios “a prueba”. Quieren someterlo a experimento. Se le somete, por así decir, a un interrogatorio, y a un procedimiento de prueba experimental. Esta modalidad de uso de la razón ha alcanzado la cumbre de su desarrollo durante la Edad Moderna, en el ámbito de las ciencias naturales. La razón experimental se presenta hoy ampliamente como la única forma de racionalidad declarada científica. Lo que no pueda verificarse o falsificarse científicamente cae fuera del ámbito científico. Con este planteamiento se han realizado, como es sabido, obras grandiosas, y nadie se atreverá seriamente a dudar de que sea justo y necesario en el ámbito del conocimiento de la naturaleza y de sus leyes. Pero semejante uso de la razón tiene un límite: Dios no es un objeto de la experimentación humana. Él es Sujeto y se manifiesta tan sólo en la relación de persona a persona, lo que forma parte de la esencia de la persona. Desde esta perspectiva, Buenaventura alude a un segundo uso de la razón, válido para el ámbito de lo “personal”, para las grandes cuestiones del mismo ser hombre. El amor quiere conocer mejor a aquel que ama. El amor, el amor verdadero, no vuelve ciego, sino vidente. De ello forma parte, precisamente, la sed de conocimiento, de un conocimiento auténtico del otro. De ahí que los Padres de la Iglesia hallaran precursores y adelantados del cristianismo, fue-

H 844

ra del mundo de la revelación de Israel, no ya en el ámbito de la religión consuetudinaria, sino en los hombres que buscaban a Dios, que buscaban la verdad: en los “filósofos”, en personas que estaban sedientas de verdad y que, por lo tanto, estaban en camino hacia Dios. Cuando falta este uso de la razón, las grandes cuestiones de la Humanidad caen fuera del ámbito de la razón y quedan abandonadas a la irracionalidad. De ahí la importancia de una teología auténtica. La fe recta orienta a la razón hacia su apertura a lo divino, para que ésta, guiada por el amor a la verdad, pueda conocer a Dios más de cerca. La iniciativa de este camino la tiene Dios, que ha puesto en el corazón del hombre la búsqueda de su rostro. Por lo tanto, forman parte de la teología, por un lado, la humildad que se deja “tocar” por Dios, y, por otro, la disciplina que se vincula al orden de la razón, que preserva al amor de ceguera y que ayuda a desarrollar su fuerza visual. Soy muy consciente de que con todo esto no se ha dado respuesta a la cuestión acerca de la posibilidad y el cometido de la recta teología, sino que sólo se ha puesto de relieve la grandeza del reto inherente a la naturaleza de la teología. Sin embargo, el hombre necesita precisamente este reto, ya que nos impulsa a abrir nuestra razón interrogándonos acerca de la verdad misma, acerca del rostro de Dios.

que lleva consigo para el delicado deber de la dirección espiritual. Como siempre ha hecho, todavía hoy la Iglesia continúa recomendando la práctica de la dirección espiritual, no sólo a los que deseen seguir al Señor de cerca, sino para todo cristiano que quiera vivir con responsabilidad el propio Bautismo, es decir la vida nueva en Cristo. Todos, de hecho, y en modo particular los que han acogido la llamada divina para seguirlo más de cerca, necesitan ser acompañados por una guía segura en la doctrina y experta en las cosas de Dios; esta puede ayudar a defenderse de subjetivismos fáciles, poniendo a disposición sus conocimientos y experiencias en el seguimiento a Jesús. Se trata de instaurar la misma relación personal que el Señor tenía con sus discípulos, el especial lazo con el que Él les condujo, tras de sí, para abrazar la voluntad del Padre (cfr. Lc 22,42), para abrazar, esto es, la cruz. También vosotros, queridos amigos, en la medida en la que seáis llamados a este deber insustituible, haced un tesoro de todo lo que habéis aprendido durante estos años de estudio, para acompañar a todos los que la providencia os confíe, ayudándoles en el discernimiento de los espíritus y en la capacidad de secundar los impulsos del Espíritu Santo, con el objetivo de conducirlos a la plenitud de la gracia “hasta alcanzar –como dice san Pablo– la medida de la plenitud de Cristo” (Ef 4,13).

(Discurso en la entrega del “Premio Ratzinger” de Teología, 30-VI-2011)

(Discurso en el Pontificio Ateneo Teresianum, 19-V-2011)

LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

R eviste gran importancia, en el contexto

actual, el estudio que profundiza la espiritualidad cristiana a partir de sus presupuestos antropológicos. La preparación específica que proporciona esto es especialmente importante porque hace idóneos y habilita la enseñanza de esta disciplina, pero constituye una gracia todavía más grande por el bagaje sapiencial

El auténtico sujeto de la Liturgia

D

(…) eseo poner de relieve a este propósito cómo desde san Pío X hasta hoy se percibe, a pesar de la natural evolución, la sustancial continuidad del Magisterio sobre la música sacra en la Liturgia. En particular, los Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, a la luz de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, quisieron reafirmar

el fin de la música sacra, es decir, «la gloria de Dios y la santificación de los fieles» (n. 112), y los criterios fundamentales de la tradición, que me limito a recordar: el sentido de la oración, de la dignidad y de la belleza; la plena adhesión a los textos y a los gestos litúrgicos; la implicación de la asamblea y, finalmente, la legítima adaptación a la cultura local, conservando al mismo tiempo la universalidad del lenguaje; la primacía del canto gregoriano, como modelo supremo de música sacra, y la sabia valoración de las demás formas expresivas, que forman parte del patrimonio histórico-litúrgico de la Iglesia, especialmente, pero no solo, la polifonía; la importancia de la schola cantorum, en particular en las iglesias catedrales. Son criterios importantes, que hay que considerar atentamente también hoy. A veces, de hecho, estos elementos, que se encuentran en la Sacrosanctum Concilium, como, precisamente, el valor del gran patrimonio eclesial de la música sacra o la universalidad que es característica del canto gregoriano, se consideraron expresiones de una concepción que respondía a un pasado que superar y descuidar, porque limitaba la libertad y la creatividad del individuo y de las comunidades. Pero tenemos que preguntarnos siempre de nuevo: ¿quién es el auténtico sujeto de la Liturgia? La respuesta es sencilla: la Iglesia. No es el individuo o el grupo el que celebra la Liturgia, sino que es ante todo acción de Dios a través de la Iglesia, que tiene su historia, su rica tradición y su creatividad. La Liturgia, y en consecuencia la música sacra, «vive de una relación correcta y constante entre sana traditio y legitima progressio, teniendo bien presente que estos dos conceptos –que los Padres conciliares claramente subrayaban– se integran mutuamente porque “la tradición es una realidad viva, que por ello incluye en sí misma el principio del desarrollo, del progreso”. (Discurso ante el Pontificio Instituto de Música Sacra, 13-V-2011)

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La razón y su apertura a lo divino

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(…) xiste, según se dice, la violentia rationis, el despotismo de la razón, que se convierte en juez supremo y último de todo. Este tipo de razón es ciertamente inviable en el ámbito de la fe. ¿Qué entiende con ello Buenaventura? Una expresión del Salmo 95 puede mostrarnos de qué se trata. Dice allí Dios a su pueblo: “...en el desierto (…) vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras”. Se alude aquí a un doble encuentro con Dios: ellos han “visto”. Pero no les basta, por lo que ponen a Dios “a prueba”. Quieren someterlo a experimento. Se le somete, por así decir, a un interrogatorio, y a un procedimiento de prueba experimental. Esta modalidad de uso de la razón ha alcanzado la cumbre de su desarrollo durante la Edad Moderna, en el ámbito de las ciencias naturales. La razón experimental se presenta hoy ampliamente como la única forma de racionalidad declarada científica. Lo que no pueda verificarse o falsificarse científicamente cae fuera del ámbito científico. Con este planteamiento se han realizado, como es sabido, obras grandiosas, y nadie se atreverá seriamente a dudar de que sea justo y necesario en el ámbito del conocimiento de la naturaleza y de sus leyes. Pero semejante uso de la razón tiene un límite: Dios no es un objeto de la experimentación humana. Él es Sujeto y se manifiesta tan sólo en la relación de persona a persona, lo que forma parte de la esencia de la persona. Desde esta perspectiva, Buenaventura alude a un segundo uso de la razón, válido para el ámbito de lo “personal”, para las grandes cuestiones del mismo ser hombre. El amor quiere conocer mejor a aquel que ama. El amor, el amor verdadero, no vuelve ciego, sino vidente. De ello forma parte, precisamente, la sed de conocimiento, de un conocimiento auténtico del otro. De ahí que los Padres de la Iglesia hallaran precursores y adelantados del cristianismo, fue-

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ra del mundo de la revelación de Israel, no ya en el ámbito de la religión consuetudinaria, sino en los hombres que buscaban a Dios, que buscaban la verdad: en los “filósofos”, en personas que estaban sedientas de verdad y que, por lo tanto, estaban en camino hacia Dios. Cuando falta este uso de la razón, las grandes cuestiones de la Humanidad caen fuera del ámbito de la razón y quedan abandonadas a la irracionalidad. De ahí la importancia de una teología auténtica. La fe recta orienta a la razón hacia su apertura a lo divino, para que ésta, guiada por el amor a la verdad, pueda conocer a Dios más de cerca. La iniciativa de este camino la tiene Dios, que ha puesto en el corazón del hombre la búsqueda de su rostro. Por lo tanto, forman parte de la teología, por un lado, la humildad que se deja “tocar” por Dios, y, por otro, la disciplina que se vincula al orden de la razón, que preserva al amor de ceguera y que ayuda a desarrollar su fuerza visual. Soy muy consciente de que con todo esto no se ha dado respuesta a la cuestión acerca de la posibilidad y el cometido de la recta teología, sino que sólo se ha puesto de relieve la grandeza del reto inherente a la naturaleza de la teología. Sin embargo, el hombre necesita precisamente este reto, ya que nos impulsa a abrir nuestra razón interrogándonos acerca de la verdad misma, acerca del rostro de Dios.

que lleva consigo para el delicado deber de la dirección espiritual. Como siempre ha hecho, todavía hoy la Iglesia continúa recomendando la práctica de la dirección espiritual, no sólo a los que deseen seguir al Señor de cerca, sino para todo cristiano que quiera vivir con responsabilidad el propio Bautismo, es decir la vida nueva en Cristo. Todos, de hecho, y en modo particular los que han acogido la llamada divina para seguirlo más de cerca, necesitan ser acompañados por una guía segura en la doctrina y experta en las cosas de Dios; esta puede ayudar a defenderse de subjetivismos fáciles, poniendo a disposición sus conocimientos y experiencias en el seguimiento a Jesús. Se trata de instaurar la misma relación personal que el Señor tenía con sus discípulos, el especial lazo con el que Él les condujo, tras de sí, para abrazar la voluntad del Padre (cfr. Lc 22,42), para abrazar, esto es, la cruz. También vosotros, queridos amigos, en la medida en la que seáis llamados a este deber insustituible, haced un tesoro de todo lo que habéis aprendido durante estos años de estudio, para acompañar a todos los que la providencia os confíe, ayudándoles en el discernimiento de los espíritus y en la capacidad de secundar los impulsos del Espíritu Santo, con el objetivo de conducirlos a la plenitud de la gracia “hasta alcanzar –como dice san Pablo– la medida de la plenitud de Cristo” (Ef 4,13).

(Discurso en la entrega del “Premio Ratzinger” de Teología, 30-VI-2011)

(Discurso en el Pontificio Ateneo Teresianum, 19-V-2011)

LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL

R eviste gran importancia, en el contexto

actual, el estudio que profundiza la espiritualidad cristiana a partir de sus presupuestos antropológicos. La preparación específica que proporciona esto es especialmente importante porque hace idóneos y habilita la enseñanza de esta disciplina, pero constituye una gracia todavía más grande por el bagaje sapiencial

El auténtico sujeto de la Liturgia

D

(…) eseo poner de relieve a este propósito cómo desde san Pío X hasta hoy se percibe, a pesar de la natural evolución, la sustancial continuidad del Magisterio sobre la música sacra en la Liturgia. En particular, los Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, a la luz de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, quisieron reafirmar

el fin de la música sacra, es decir, «la gloria de Dios y la santificación de los fieles» (n. 112), y los criterios fundamentales de la tradición, que me limito a recordar: el sentido de la oración, de la dignidad y de la belleza; la plena adhesión a los textos y a los gestos litúrgicos; la implicación de la asamblea y, finalmente, la legítima adaptación a la cultura local, conservando al mismo tiempo la universalidad del lenguaje; la primacía del canto gregoriano, como modelo supremo de música sacra, y la sabia valoración de las demás formas expresivas, que forman parte del patrimonio histórico-litúrgico de la Iglesia, especialmente, pero no solo, la polifonía; la importancia de la schola cantorum, en particular en las iglesias catedrales. Son criterios importantes, que hay que considerar atentamente también hoy. A veces, de hecho, estos elementos, que se encuentran en la Sacrosanctum Concilium, como, precisamente, el valor del gran patrimonio eclesial de la música sacra o la universalidad que es característica del canto gregoriano, se consideraron expresiones de una concepción que respondía a un pasado que superar y descuidar, porque limitaba la libertad y la creatividad del individuo y de las comunidades. Pero tenemos que preguntarnos siempre de nuevo: ¿quién es el auténtico sujeto de la Liturgia? La respuesta es sencilla: la Iglesia. No es el individuo o el grupo el que celebra la Liturgia, sino que es ante todo acción de Dios a través de la Iglesia, que tiene su historia, su rica tradición y su creatividad. La Liturgia, y en consecuencia la música sacra, «vive de una relación correcta y constante entre sana traditio y legitima progressio, teniendo bien presente que estos dos conceptos –que los Padres conciliares claramente subrayaban– se integran mutuamente porque “la tradición es una realidad viva, que por ello incluye en sí misma el principio del desarrollo, del progreso”. (Discurso ante el Pontificio Instituto de Música Sacra, 13-V-2011)

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saludos y comentarios recibidos con HUMANITAS 63, dedicada a la persona

H 846

ocasi贸n de la publicaci贸n de y obra del Beato Juan Pablo II

H 847


saludos y comentarios recibidos con HUMANITAS 63, dedicada a la persona

H 846

ocasi贸n de la publicaci贸n de y obra del Beato Juan Pablo II

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Verdadero patrimonio para la historia de la Iglesia

Estimado Sr. Director: Cada ejemplar que recibo durante el año de la revista HUMANITAS, lo leo con mucho interés por la profundidad y selección de sus temas, todos de gran importancia para una cultura cristiana viva y actualizada. Como pastor de la Iglesia, al interés de su lectura, sumo la gratitud en nombre de ella, porque sus líneas y reflexión la muestran más nítida y cercana, más hermosa y verdadera, y se escucha más acuciante la voz de Cristo invitando a una visión y conducta más coherente con la condición: «Discípulos y misioneros». Pero particularmente, he vivido ese interés y esa gratitud, al leer el Nº 63 de HUMANITAS dedicado a la persona y obra del Beato Juan Pablo II. Lo felicito a Ud. y a su equipo por la acabada visión que entregan de ese Papa «Magno», que cumplió en forma heroica el mandamiento, según Jesús, más importante: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu Espíritu y amarás a tu prójimo como a ti mismo». (Cfr. Mt. 22,34-40). Es un esfuerzo que constituye un verdadero patrimonio para la historia de la Iglesia, al destacar la luz brillante que irradia ese hombre de Dios y que viene a iluminar a un mundo donde se percibe un «eclipse de Dios, una cierta amnesia...» (Benedicto XVI). Pido al Señor que la semilla que Uds. siembran, llegue a buena tierra y dé el ciento por uno. Su atento servidor. PATRICO INFANTE ALFONSO Arzobispo Emérito de Antofagasta Antofagasta, Chile.

Alimenta el espíritu y fortalece nuestra fe

Querido Director: A pesar de que han pasado algunas semanas, me dirijo a Ud. para saludarle y felicitarle por el excelente número de Invierno 2011 dedicado íntegramente al amado y recordado Beato Juan Pablo II. Si cada edición de la revista HUMANITAS nos reconforta, nos alimenta el espíritu y fortalece nuestra fe con la profundidad de los artículos y reflexiones, junto a las magníficas reproducciones de obras de arte de todas las épocas y fotografías de interés, en esta edición nos hemos reencontrado con la herencia del Papa Magno, en toda la amplitud y vastedad de su Magisterio y ejemplaridad de su santa vida, inmolada como la de Cristo por el bien de la Iglesia y del mundo. Ciertamente su revista es un faro luminoso en tiempos de dolorosa crisis de fe, de ese cierto olvido de Dios y de la tiranía del relativismo que nos recuerda el Papa Benedicto XVI. Gracias y que el Señor les ilumine y sostenga en este noble empeño de ser un lugar de encuentro y difusión de los valores del Evangelio hechos cultura y luz para el mundo. Gracias y fortaleza para perseverar en esta senda, a pesar de las dificultades y obstáculos que una tarea como esta llevan inherentes. Particularmente les felicito también por la feliz iniciativa de publicar HUMANITAS en idioma inglés, lo que ciertamente le permitirá tener una mayor difusión al más alto nivel de la cultura cristiana mundial. Felicitaciones y cuente con mi modesta oración y apoyo. A Jesús por María, TOMISLAV KOLJATIC M. Obispo de Linares Linares, Chile.

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Verdadero patrimonio para la historia de la Iglesia

Estimado Sr. Director: Cada ejemplar que recibo durante el año de la revista HUMANITAS, lo leo con mucho interés por la profundidad y selección de sus temas, todos de gran importancia para una cultura cristiana viva y actualizada. Como pastor de la Iglesia, al interés de su lectura, sumo la gratitud en nombre de ella, porque sus líneas y reflexión la muestran más nítida y cercana, más hermosa y verdadera, y se escucha más acuciante la voz de Cristo invitando a una visión y conducta más coherente con la condición: «Discípulos y misioneros». Pero particularmente, he vivido ese interés y esa gratitud, al leer el Nº 63 de HUMANITAS dedicado a la persona y obra del Beato Juan Pablo II. Lo felicito a Ud. y a su equipo por la acabada visión que entregan de ese Papa «Magno», que cumplió en forma heroica el mandamiento, según Jesús, más importante: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu Espíritu y amarás a tu prójimo como a ti mismo». (Cfr. Mt. 22,34-40). Es un esfuerzo que constituye un verdadero patrimonio para la historia de la Iglesia, al destacar la luz brillante que irradia ese hombre de Dios y que viene a iluminar a un mundo donde se percibe un «eclipse de Dios, una cierta amnesia...» (Benedicto XVI). Pido al Señor que la semilla que Uds. siembran, llegue a buena tierra y dé el ciento por uno. Su atento servidor. PATRICO INFANTE ALFONSO Arzobispo Emérito de Antofagasta Antofagasta, Chile.

Alimenta el espíritu y fortalece nuestra fe

Querido Director: A pesar de que han pasado algunas semanas, me dirijo a Ud. para saludarle y felicitarle por el excelente número de Invierno 2011 dedicado íntegramente al amado y recordado Beato Juan Pablo II. Si cada edición de la revista HUMANITAS nos reconforta, nos alimenta el espíritu y fortalece nuestra fe con la profundidad de los artículos y reflexiones, junto a las magníficas reproducciones de obras de arte de todas las épocas y fotografías de interés, en esta edición nos hemos reencontrado con la herencia del Papa Magno, en toda la amplitud y vastedad de su Magisterio y ejemplaridad de su santa vida, inmolada como la de Cristo por el bien de la Iglesia y del mundo. Ciertamente su revista es un faro luminoso en tiempos de dolorosa crisis de fe, de ese cierto olvido de Dios y de la tiranía del relativismo que nos recuerda el Papa Benedicto XVI. Gracias y que el Señor les ilumine y sostenga en este noble empeño de ser un lugar de encuentro y difusión de los valores del Evangelio hechos cultura y luz para el mundo. Gracias y fortaleza para perseverar en esta senda, a pesar de las dificultades y obstáculos que una tarea como esta llevan inherentes. Particularmente les felicito también por la feliz iniciativa de publicar HUMANITAS en idioma inglés, lo que ciertamente le permitirá tener una mayor difusión al más alto nivel de la cultura cristiana mundial. Felicitaciones y cuente con mi modesta oración y apoyo. A Jesús por María, TOMISLAV KOLJATIC M. Obispo de Linares Linares, Chile.

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Auténtico tesoro He recibido el nº 63 de HUMANITAS. Verdaderamente precioso. Sobre todo para quienes hemos tenido la dicha de tratar de cerca al Beato Juan Pablo II es un auténtico tesoro tanto en los artículos y aportaciones que nos ofrecen en la revista. Felicidades por lo bien que trabajáis y por estar en esa encrucijada cultural que es la Universidad, aunque no falten problemas. Con los mejores saludos y deseos. FRANCISCO GIL HELLIN Arzobispo de Burgos Burgos, España

... Ciertamente vuestra revista es un excelente instrumento de evangelización y de propagación de la Verdad Encarnada del cristianismo. Ruego al Señor para que puedan continuar realizando tan encomiable labor”. DOMINIQUE REY Obispo de Fréjus, Toulon Toulon, Francia.

Querido Jaime: “… Lo que usted realiza con Humanitas es una obra extraordinaria: mantener viva y actual una parte importante de nuestra Iglesia que lleva consigo lo mejor de nuestra tradición y lo mejor de nuestra “jerarquía”, los sucesores de los apóstoles. Que Dios lo acompañe y lo bendiga siempre. Con mucho afecto Bernardino Piñera C., Arzobispo Emérito de La Serena. La Serena, Chile. … El último Nº de HUMANITAS es sencillamente espléndido.

…Con mucha gratitud recibo vuestra revista. Valoro enormemente su contenido y agradezco el envío que me hacen. CARLOS MARÍA COLLAZZI, S.D.B. Obispo de Mercedes Presidente de la Conferencia Episcopal de Uruguay Montevideo, Uruguay.

… Enviaré al Seminario Mayor “Jesús Maestro” para su conocimiento y lectura de los seminaristas y visitantes. Felicidades por su presentación, contenido y diagramación”. MONS. JESÚS JUÁREZ PÁRRAGA Obispo de la Diócesis de El Alto, Bolivia La Paz, Bolivia.

... Admiramos vuestro trabajo ya que a través de HUMANITAS pueden reflejar al mundo de hoy los valores cristianos y gracias a esta última edición dedicada a nuestro querido Beato Juan Pablo II, “Regalo de la Divina Misericordia”, muchos podrán descubrir aún su testimonio de vida. Rezamos especialmente por ustedes y la comunnio de personas que reunidas en torno a la publicación de HUMANITAS trabajan por el Reino. Presentamos diariamente a cada uno ante el altar del Señor, Sus hermanas de Belén del Monasterio de París París, Francia.

Querido Don Jaime: “…Avanzamos todos unidos en el don incomparable de ser cristianos, permanecemos unidos en la acogida del Espíritu Santo, que nos quiere configurar con Jesús. Nos seguimos confiando a su oración y pedimos fuertemente por usted y toda la Iglesia en Chile”.

Querido Señor Director,

Prezados Senhores, Acuso o recebimento do numero HUMANITAS Nº 63, pelo qual agradeço de coraçao. Colho a ocasito para assegurarIhes minhas oraçoes pelo vosso precioso trabalho. Fraternalmente em Cristo Nosso Senhor. GERALDO CARD. MAJELLA AGNELO Cardenal Arzobispo Emérito de Sao Salvador da Bahia, sede primada de Brasil Salvador, Brasil.

H 850

ANSELMO ÁLVAREZ O.S.B. Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos Madrid, España.

Sus hermanas de Iesu communio Burgos, España. … Le agradezco profundamente haya tenido la gentileza de enviarme el número 63 de Humanitas, revista de antropología y cultura cristianas, dedicado muy integralmente a la persona y obra de Su Santidad Juan Pablo II, que leeré con singular interés. ENRIQUE SILVA CIMMA Profesor Emérito, Universidad de Chile. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Santiago, Chile.

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Auténtico tesoro He recibido el nº 63 de HUMANITAS. Verdaderamente precioso. Sobre todo para quienes hemos tenido la dicha de tratar de cerca al Beato Juan Pablo II es un auténtico tesoro tanto en los artículos y aportaciones que nos ofrecen en la revista. Felicidades por lo bien que trabajáis y por estar en esa encrucijada cultural que es la Universidad, aunque no falten problemas. Con los mejores saludos y deseos. FRANCISCO GIL HELLIN Arzobispo de Burgos Burgos, España

... Ciertamente vuestra revista es un excelente instrumento de evangelización y de propagación de la Verdad Encarnada del cristianismo. Ruego al Señor para que puedan continuar realizando tan encomiable labor”. DOMINIQUE REY Obispo de Fréjus, Toulon Toulon, Francia.

Querido Jaime: “… Lo que usted realiza con Humanitas es una obra extraordinaria: mantener viva y actual una parte importante de nuestra Iglesia que lleva consigo lo mejor de nuestra tradición y lo mejor de nuestra “jerarquía”, los sucesores de los apóstoles. Que Dios lo acompañe y lo bendiga siempre. Con mucho afecto Bernardino Piñera C., Arzobispo Emérito de La Serena. La Serena, Chile. … El último Nº de HUMANITAS es sencillamente espléndido.

…Con mucha gratitud recibo vuestra revista. Valoro enormemente su contenido y agradezco el envío que me hacen. CARLOS MARÍA COLLAZZI, S.D.B. Obispo de Mercedes Presidente de la Conferencia Episcopal de Uruguay Montevideo, Uruguay.

… Enviaré al Seminario Mayor “Jesús Maestro” para su conocimiento y lectura de los seminaristas y visitantes. Felicidades por su presentación, contenido y diagramación”. MONS. JESÚS JUÁREZ PÁRRAGA Obispo de la Diócesis de El Alto, Bolivia La Paz, Bolivia.

... Admiramos vuestro trabajo ya que a través de HUMANITAS pueden reflejar al mundo de hoy los valores cristianos y gracias a esta última edición dedicada a nuestro querido Beato Juan Pablo II, “Regalo de la Divina Misericordia”, muchos podrán descubrir aún su testimonio de vida. Rezamos especialmente por ustedes y la comunnio de personas que reunidas en torno a la publicación de HUMANITAS trabajan por el Reino. Presentamos diariamente a cada uno ante el altar del Señor, Sus hermanas de Belén del Monasterio de París París, Francia.

Querido Don Jaime: “…Avanzamos todos unidos en el don incomparable de ser cristianos, permanecemos unidos en la acogida del Espíritu Santo, que nos quiere configurar con Jesús. Nos seguimos confiando a su oración y pedimos fuertemente por usted y toda la Iglesia en Chile”.

Querido Señor Director,

Prezados Senhores, Acuso o recebimento do numero HUMANITAS Nº 63, pelo qual agradeço de coraçao. Colho a ocasito para assegurarIhes minhas oraçoes pelo vosso precioso trabalho. Fraternalmente em Cristo Nosso Senhor. GERALDO CARD. MAJELLA AGNELO Cardenal Arzobispo Emérito de Sao Salvador da Bahia, sede primada de Brasil Salvador, Brasil.

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ANSELMO ÁLVAREZ O.S.B. Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos Madrid, España.

Sus hermanas de Iesu communio Burgos, España. … Le agradezco profundamente haya tenido la gentileza de enviarme el número 63 de Humanitas, revista de antropología y cultura cristianas, dedicado muy integralmente a la persona y obra de Su Santidad Juan Pablo II, que leeré con singular interés. ENRIQUE SILVA CIMMA Profesor Emérito, Universidad de Chile. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Santiago, Chile.

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PANORAMA Viaje apostólico Viaje apostólicoXVI de a de Benedicto BenedictoAlemania XVI a Alemania

Señor, el cual rezó y reza siempre por la unidad de sus discípulos”. “Sólo Cristo –subrayó– puede darnos esta unidad y estaremos cada vez más unidos en la medida en que volvamos a Él y nos dejemos transformar por Él”.

(22-25 (22-25dedeseptiembre septiembredede2011) 2011)

El Papa evoca sus “momentos” en el viaje a Alemania

Memoria viva Para el Papa, un “momento particularmente emocionante” lo constituyó la celebración de las vísperas marianas en el santuario de Etzelsbach. “Ya de joven oí hablar de la región de Eichsfeld –zona que continuó siendo católica en las distintas vicisitudes de la historia– y de sus habitantes que se opusieron valerosamente a las dictaduras del nazismo y del comunismo”, reconoció el Papa. “Por esto me alegré mucho de poder visitar Eichsfeld y a su gente en una peregrinación a la imagen milagrosa de la Virgen Dolorosa de Etzelsbach, donde durante siglos los fieles han confiado a María sus propias peticiones, preocupaciones, sufrimientos, donde han recibido consuelo, gracias y bendiciones”. El Papa subrayó la importancia de la misa celebrada en Erfurt, en la memoria de los santos patronos de Turingia - santa Isabel, san Bonifacio y san Kilian. Recordando el “ejemplo luminoso de los fieles que han testimoniado el Evangelio durante los sistemas totalitarios, invité a los fieles a ser los santos de hoy, testigos válidos de Cristo, y a

Como es costumbre tras una visita apostólica, el Papa Benedicto XVI dedicó la audiencia general del miércoles 28 de septiembre a subrayar los momentos más importantes vividos en su país natal. En una plaza de San Pedro llena de peregrinos, el Papa quiso recordar uno a uno los encuentros mantenidos durante este viaje a Alemania “de norte a sur, del este al oeste: desde Berlín a Erfurt y de Eichsfeld hasta, finalmente, Friburgo”, que ha supuesto, afirmó, “realmente una fiesta de la fe”. Este viaje a su país, reconoció, “ha sido un gran regalo para mí y ha suscitado alegría, esperanza y un nuevo empuje en la fe y de compromiso para el futuro”. De su paso por la capital, Berlín, el Papa recordó su encuentro con el Presidente Federal, Christian Wulff, y sobre todo su discurso en el Bundestag, que, afirmó, “ha sido uno de los momentos más importantes de mi viaje”, pues “por primera vez un Papa dio un discurso delante de los miembros del Parlamento alemán”. “En esa ocasión quise exponer el fundamento del derecho y del libre estado de derecho, es decir, la medida de todo derecho, inscrito por el Creador en el mismo ser de su creación. Es necesario ampliar nuestro concepto de naturaleza, comprendiéndola no sólo como un conjunto de funciones, sino, más allá de esto, como un lenguaje del Creador para ayudarnos a discernir el bien del mal”, afirmó. Recordando también sus encuentros con las comunidades judías y musulmanas, el Pontífice destacó la Misa en el estadio olímpico de Berlín: “¡Me alegró mucho la numerosa participación de la gente!”, afirmó.

contribuir en la construcción de nuestra sociedad”. Destacó también el “conmovedor encuentro” con monseñor Hermann Scheipers, el último sacerdote alemán superviviente del campo de concentración de Dachau. “En Erfurt tuve también la ocasión de reunirme con algunas víctimas de los abusos sexuales por parte de religiosos, a los que he querido asegurar mi dolor y mi cercanía con su sufrimiento”.

Empuje al ecumenismo De su etapa de Erfurt (Turingia), el Papa destacó la importancia del encuentro con la comunidad luterana evangélica. Turingia, explicó Benedicto XVI, “es la tierra de la reforma protestante. Por tanto, desde el principio quise, ardientemente, dar una particular importancia al ecumenismo en el marco de este viaje y fue mi fuerte deseo el vivir un momento ecuménico en Erfurt, porque en esa ciudad Martín Lutero entró en la comunidad de los Agustinos y fue ordenado sacerdote”. El Papa destacó la cordialidad de su encuentro con los miembros del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania y del acto ecuménico en el ex convento de los agustinos: “Vimos de nuevo lo importante que era nuestro testimonio común de la fe en Jesucristo en el mundo actual, que a menudo ignora a Dios o no se interesa por Él”. “Es necesario nuestro esfuerzo común en el camino hacia la total unidad, pero somos muy conscientes de que no podemos ‘hacer’ ni la fe ni la unidad tan esperada. Una fe creada por nosotros mismos no tiene ningún valor y la verdadera unidad es sobre todo un don del

Rostro joven De Friburgo, Benedicto XVI destacó el ambiente festivo que rodeó su estancia allí. “Pude experimentarlo también en la vigilia de oración con millares de jóvenes. Me sentí feliz de ver que la fe en mi patria alemana tiene un rostro joven, que está viva y que tiene un futuro”, aseguró. Otro momento “singular” para él fue el encuentro con los seminaristas en el Seminario de Friburgo, en el que improvisó un discurso sobre “la belleza y grandeza de la llamada del Señor y ofrecerles alguna ayuda para seguir su camino con alegría y en profunda comunión con Cristo”. “Siempre en el Seminario, pude reunirme, en una atmósfera fraterna, con algunos representantes de las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales, a las que nosotros, católicos, nos sentimos muy cercanos”, añadió. El Papa concluyó recordando que su mensaje de confianza en el futuro no se dirigió sólo a los católicos, sino “a todo el pueblo alemán, para invitarlos a mirar con confianza al futuro. Es verdad: Donde está Dios, allí hay futuro”. Inma Álvarez

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HUMANITAS Nº 64 pp. 852 - 879

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PANORAMA Viaje apostólico Viaje apostólicoXVI de a de Benedicto BenedictoAlemania XVI a Alemania

Señor, el cual rezó y reza siempre por la unidad de sus discípulos”. “Sólo Cristo –subrayó– puede darnos esta unidad y estaremos cada vez más unidos en la medida en que volvamos a Él y nos dejemos transformar por Él”.

(22-25 (22-25dedeseptiembre septiembredede2011) 2011)

El Papa evoca sus “momentos” en el viaje a Alemania

Memoria viva Para el Papa, un “momento particularmente emocionante” lo constituyó la celebración de las vísperas marianas en el santuario de Etzelsbach. “Ya de joven oí hablar de la región de Eichsfeld –zona que continuó siendo católica en las distintas vicisitudes de la historia– y de sus habitantes que se opusieron valerosamente a las dictaduras del nazismo y del comunismo”, reconoció el Papa. “Por esto me alegré mucho de poder visitar Eichsfeld y a su gente en una peregrinación a la imagen milagrosa de la Virgen Dolorosa de Etzelsbach, donde durante siglos los fieles han confiado a María sus propias peticiones, preocupaciones, sufrimientos, donde han recibido consuelo, gracias y bendiciones”. El Papa subrayó la importancia de la misa celebrada en Erfurt, en la memoria de los santos patronos de Turingia - santa Isabel, san Bonifacio y san Kilian. Recordando el “ejemplo luminoso de los fieles que han testimoniado el Evangelio durante los sistemas totalitarios, invité a los fieles a ser los santos de hoy, testigos válidos de Cristo, y a

Como es costumbre tras una visita apostólica, el Papa Benedicto XVI dedicó la audiencia general del miércoles 28 de septiembre a subrayar los momentos más importantes vividos en su país natal. En una plaza de San Pedro llena de peregrinos, el Papa quiso recordar uno a uno los encuentros mantenidos durante este viaje a Alemania “de norte a sur, del este al oeste: desde Berlín a Erfurt y de Eichsfeld hasta, finalmente, Friburgo”, que ha supuesto, afirmó, “realmente una fiesta de la fe”. Este viaje a su país, reconoció, “ha sido un gran regalo para mí y ha suscitado alegría, esperanza y un nuevo empuje en la fe y de compromiso para el futuro”. De su paso por la capital, Berlín, el Papa recordó su encuentro con el Presidente Federal, Christian Wulff, y sobre todo su discurso en el Bundestag, que, afirmó, “ha sido uno de los momentos más importantes de mi viaje”, pues “por primera vez un Papa dio un discurso delante de los miembros del Parlamento alemán”. “En esa ocasión quise exponer el fundamento del derecho y del libre estado de derecho, es decir, la medida de todo derecho, inscrito por el Creador en el mismo ser de su creación. Es necesario ampliar nuestro concepto de naturaleza, comprendiéndola no sólo como un conjunto de funciones, sino, más allá de esto, como un lenguaje del Creador para ayudarnos a discernir el bien del mal”, afirmó. Recordando también sus encuentros con las comunidades judías y musulmanas, el Pontífice destacó la Misa en el estadio olímpico de Berlín: “¡Me alegró mucho la numerosa participación de la gente!”, afirmó.

contribuir en la construcción de nuestra sociedad”. Destacó también el “conmovedor encuentro” con monseñor Hermann Scheipers, el último sacerdote alemán superviviente del campo de concentración de Dachau. “En Erfurt tuve también la ocasión de reunirme con algunas víctimas de los abusos sexuales por parte de religiosos, a los que he querido asegurar mi dolor y mi cercanía con su sufrimiento”.

Empuje al ecumenismo De su etapa de Erfurt (Turingia), el Papa destacó la importancia del encuentro con la comunidad luterana evangélica. Turingia, explicó Benedicto XVI, “es la tierra de la reforma protestante. Por tanto, desde el principio quise, ardientemente, dar una particular importancia al ecumenismo en el marco de este viaje y fue mi fuerte deseo el vivir un momento ecuménico en Erfurt, porque en esa ciudad Martín Lutero entró en la comunidad de los Agustinos y fue ordenado sacerdote”. El Papa destacó la cordialidad de su encuentro con los miembros del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania y del acto ecuménico en el ex convento de los agustinos: “Vimos de nuevo lo importante que era nuestro testimonio común de la fe en Jesucristo en el mundo actual, que a menudo ignora a Dios o no se interesa por Él”. “Es necesario nuestro esfuerzo común en el camino hacia la total unidad, pero somos muy conscientes de que no podemos ‘hacer’ ni la fe ni la unidad tan esperada. Una fe creada por nosotros mismos no tiene ningún valor y la verdadera unidad es sobre todo un don del

Rostro joven De Friburgo, Benedicto XVI destacó el ambiente festivo que rodeó su estancia allí. “Pude experimentarlo también en la vigilia de oración con millares de jóvenes. Me sentí feliz de ver que la fe en mi patria alemana tiene un rostro joven, que está viva y que tiene un futuro”, aseguró. Otro momento “singular” para él fue el encuentro con los seminaristas en el Seminario de Friburgo, en el que improvisó un discurso sobre “la belleza y grandeza de la llamada del Señor y ofrecerles alguna ayuda para seguir su camino con alegría y en profunda comunión con Cristo”. “Siempre en el Seminario, pude reunirme, en una atmósfera fraterna, con algunos representantes de las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales, a las que nosotros, católicos, nos sentimos muy cercanos”, añadió. El Papa concluyó recordando que su mensaje de confianza en el futuro no se dirigió sólo a los católicos, sino “a todo el pueblo alemán, para invitarlos a mirar con confianza al futuro. Es verdad: Donde está Dios, allí hay futuro”. Inma Álvarez

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HUMANITAS Nº 64 pp. 852 - 879

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Citas clave de la peregrinación de Benedicto XVI a Alemania Reflexiones para no olvidar Selección de significativas frases pronunciadas por el Papa Benedicto XVI durante su viaje a Alemania, recopiladas por el blog Il Sismógrafo (http://ilsismografo.blogspot.com). Permanecer en Cristo Algunos miran a la Iglesia quedándose en su apariencia exterior. De este modo, la Iglesia aparece únicamente como una organización más en una sociedad democrática, a tenor de cuyas normas y leyes se juzga y se trata una figura tan difícil de comprender como es la «Iglesia». Si a esto se añade también la experiencia dolorosa de que en la Iglesia hay peces buenos y malos, grano y cizaña, y si la mirada se fija sólo en las cosas negativas, entonces ya no se revela el misterio grande y profundo de la Iglesia. (…) Permanecer en Cristo significa, como ya hemos visto, permanecer también en la Iglesia. Toda la comunidad de los creyentes está firmemente unida en Cristo, la vid. En Cristo, todos nosotros estamos unidos. En esta comunidad, Él nos sostiene y, al mismo tiempo, todos los miembros se sostienen recíprocamente. Ellos resisten juntos a las tempestades y se protegen mutuamente. Nosotros no creemos solos, sino que creemos con toda la Iglesia. Santa Misa en el Estadio Olímpico de Berlín, 22 de septiembre de 2011. La dimensión pública de la religión Muchos musulmanes atribuyen gran importancia a la dimensión religiosa. Esto, en ocasiones, se interpreta como una provocación en una sociedad que tiende a marginar este aspecto o a admitirlo, como mucho, en la esfera de las opciones individuales de cada uno. La Iglesia católica está firmemente comprometida para que se otorgue el justo reconocimiento a la dimensión pública de la afiliación religiosa. Se trata de una exigencia de no poco relieve en el contexto de una sociedad mayoritariamente pluralista. Sin embargo, es necesario estar atentos para que el respeto hacia el otro se mantenga siempre. El respeto recíproco crece solamente sobre la base de un entendimiento sobre ciertos valores inalienables, propios de la naturaleza humana, sobre todo la inviolable dignidad de toda persona. Este entendimiento no limita la expresión de cada una de las religiones; al contrario, permite a cada uno dar testimonio de forma propositiva de aquello en lo que cree, sin sustraerse al debate con el otro. Encuentro con los representantes de la comunidad musulmana en la Nunciatura apostólica, Berlín 22 de septiembre de 2011. Las cosas importantes para el verdadero ecumenismo Lo más necesario para el ecumenismo es sobre todo que, presionados por la secularización, no perdamos casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellas que de por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea. Fue un error de la edad confesional haber visto mayormente aquello que nos separa, y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes pautas de la Sagrada Escritura y en las profesiones de fe del cristianismo antiguo. Éste ha sido el gran progreso ecuménico de los últimos decenios: nos dimos cuenta de esta comunión y, en el orar y cantar juntos, en la tarea común por el ethos cristiano ante el mundo, en el testimonio común del Dios de Jesucristo en este mundo, reconocemos esta comunión como nuestro fundamento imperecedero. Por desgracia, el riesgo de perderla es real. Encuentro con representantes del Consejo de la “Iglesia Evangélica en Alemania” en el convento de los agustinos, Erfurt, 23 de septiembre de 2011. El ecumenismo no se basa en ventajas o desventajas En la vigilia de la visita del Papa, se ha hablado varias veces de que se espera de esta visita un don ecuménico del huésped. No es necesario que yo especifique los dones mencionados en tal contexto. A este respecto, quisiera decir que esto constituye un malentendido político de la fe y del ecumenismo. Cuando un jefe de estado visita un país amigo, generalmente preceden contactos entre las instancias, que preparan la estipulación de uno o más acuerdos entre los dos estados: en la ponderación de las ventajas

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y desventajas se llega al compromiso que, al fin, aparece ventajoso para ambas partes, de manera que el tratado puede ser firmado. Pero la fe de los cristianos no se basa en una ponderación de nuestras ventajas y desventajas. Una fe autoconstruida no tiene valor. La fe no es una cosa que nosotros excogitamos o concordamos. Celebración ecuménica en la iglesia del antiguo convento de los agustinos, Erfurt, 23 de septiembre de 2011. En el corazón de María Una particularidad de la imagen milagrosa de Etzelsbach es la posición del Crucificado. En la mayor parte de las representaciones de la Piedad, el cuerpo sin vida de Jesús yace con la cabeza vuelta hacia la izquierda. De esta forma, el que lo contempla puede ver su herida del costado. Aquí en Etzelsbach, en cambio, la herida del costado está escondida, ya que el cadáver está orientado hacia el otro lado. Creo que dicha representación encierra un profundo significado, que se revela solamente en una atenta contemplación: en la imagen milagrosa de Etzelsbach, los corazones de Jesús y de su Madre se dirigen uno al otro, se acercan el uno al otro. Se intercambian recíprocamente su amor. Sabemos que el corazón es también el órgano de la sensibilidad más delicada para el otro, así como el órgano de la íntima compasión. En el corazón de María encuentra cabida el amor que su divino Hijo quiere ofrecer al mundo. Vísperas marianas en la Wallfahrtskapelle, Erfurt - Etzelsbach, 23 de septiembre de 2011. Creer junto a los demás La fe es siempre, y esencialmente, un creer junto con otros. El hecho de poder creer lo debo sobre todo a Dios que se dirige a mí y, por decirlo así, «enciende» mi fe. Pero, más concretamente, debo mi fe también a los que están cerca de mí y que han creído antes que yo y creen conmigo. Este «con», sin el cual no es posible una fe personal, es la Iglesia. Y esta Iglesia franquea las fronteras de los países como lo demuestran las nacionalidades de los santos que he mencionado anteriormente: Hungría, Inglaterra, Irlanda e Italia. En este sentido, se resalta lo importante que es el intercambio espiritual que se extiende a través de toda la Iglesia universal. Si nos abrimos a toda fe, en la historia entera y en los testimonios de toda la Iglesia, entonces la fe católica tiene futuro también como fuerza pública en Alemania. Al mismo tiempo, las figuras de los santos que he recordado nos muestran la gran fecundidad de una vida santa, de ese amor radical por Dios y por el prójimo. Los santos, aunque sólo sean pocos, también cambian el mundo. Santa Misa en la Domplatz, Erfurt, 23 de septiembre de 2011. Dios y el futuro del hombre «Donde está Dios, allí hay futuro»; así reza el lema de esta Visita Pastoral. Como Sucesor del Apóstol Pedro, al que el Señor encomendó el encargo de confirmar a los hermanos (cf. Lc 22,32), vengo gustoso a estar con vosotros para rezar juntos, para proclamar la Palabra de Dios y celebrar la Eucaristía. Os pido que recéis para que estos días sean fructíferos, de modo que Dios confirme nuestra fe, fortalezca nuestra esperanza y acreciente nuestro amor. Que en estos días, lleguemos a ser nuevamente conscientes del amor que Dios nos tiene y de su bondad, de forma que, con fe plena, nos pongamos a nosotros mismos en sus manos, así como todo lo que motiva nuestro corazón y es importante para nosotros. En Él, nuestro futuro está asegurado. Él da sentido a nuestra vida y puede llevarla a plenitud. El Señor os acompañe en la paz y os haga mensajeros de la alegría. Saludo a la población en la Münsterplatz de Friburgo, 24 de septiembre de 2011.

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Citas clave de la peregrinación de Benedicto XVI a Alemania Reflexiones para no olvidar Selección de significativas frases pronunciadas por el Papa Benedicto XVI durante su viaje a Alemania, recopiladas por el blog Il Sismógrafo (http://ilsismografo.blogspot.com). Permanecer en Cristo Algunos miran a la Iglesia quedándose en su apariencia exterior. De este modo, la Iglesia aparece únicamente como una organización más en una sociedad democrática, a tenor de cuyas normas y leyes se juzga y se trata una figura tan difícil de comprender como es la «Iglesia». Si a esto se añade también la experiencia dolorosa de que en la Iglesia hay peces buenos y malos, grano y cizaña, y si la mirada se fija sólo en las cosas negativas, entonces ya no se revela el misterio grande y profundo de la Iglesia. (…) Permanecer en Cristo significa, como ya hemos visto, permanecer también en la Iglesia. Toda la comunidad de los creyentes está firmemente unida en Cristo, la vid. En Cristo, todos nosotros estamos unidos. En esta comunidad, Él nos sostiene y, al mismo tiempo, todos los miembros se sostienen recíprocamente. Ellos resisten juntos a las tempestades y se protegen mutuamente. Nosotros no creemos solos, sino que creemos con toda la Iglesia. Santa Misa en el Estadio Olímpico de Berlín, 22 de septiembre de 2011. La dimensión pública de la religión Muchos musulmanes atribuyen gran importancia a la dimensión religiosa. Esto, en ocasiones, se interpreta como una provocación en una sociedad que tiende a marginar este aspecto o a admitirlo, como mucho, en la esfera de las opciones individuales de cada uno. La Iglesia católica está firmemente comprometida para que se otorgue el justo reconocimiento a la dimensión pública de la afiliación religiosa. Se trata de una exigencia de no poco relieve en el contexto de una sociedad mayoritariamente pluralista. Sin embargo, es necesario estar atentos para que el respeto hacia el otro se mantenga siempre. El respeto recíproco crece solamente sobre la base de un entendimiento sobre ciertos valores inalienables, propios de la naturaleza humana, sobre todo la inviolable dignidad de toda persona. Este entendimiento no limita la expresión de cada una de las religiones; al contrario, permite a cada uno dar testimonio de forma propositiva de aquello en lo que cree, sin sustraerse al debate con el otro. Encuentro con los representantes de la comunidad musulmana en la Nunciatura apostólica, Berlín 22 de septiembre de 2011. Las cosas importantes para el verdadero ecumenismo Lo más necesario para el ecumenismo es sobre todo que, presionados por la secularización, no perdamos casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellas que de por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea. Fue un error de la edad confesional haber visto mayormente aquello que nos separa, y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes pautas de la Sagrada Escritura y en las profesiones de fe del cristianismo antiguo. Éste ha sido el gran progreso ecuménico de los últimos decenios: nos dimos cuenta de esta comunión y, en el orar y cantar juntos, en la tarea común por el ethos cristiano ante el mundo, en el testimonio común del Dios de Jesucristo en este mundo, reconocemos esta comunión como nuestro fundamento imperecedero. Por desgracia, el riesgo de perderla es real. Encuentro con representantes del Consejo de la “Iglesia Evangélica en Alemania” en el convento de los agustinos, Erfurt, 23 de septiembre de 2011. El ecumenismo no se basa en ventajas o desventajas En la vigilia de la visita del Papa, se ha hablado varias veces de que se espera de esta visita un don ecuménico del huésped. No es necesario que yo especifique los dones mencionados en tal contexto. A este respecto, quisiera decir que esto constituye un malentendido político de la fe y del ecumenismo. Cuando un jefe de estado visita un país amigo, generalmente preceden contactos entre las instancias, que preparan la estipulación de uno o más acuerdos entre los dos estados: en la ponderación de las ventajas

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y desventajas se llega al compromiso que, al fin, aparece ventajoso para ambas partes, de manera que el tratado puede ser firmado. Pero la fe de los cristianos no se basa en una ponderación de nuestras ventajas y desventajas. Una fe autoconstruida no tiene valor. La fe no es una cosa que nosotros excogitamos o concordamos. Celebración ecuménica en la iglesia del antiguo convento de los agustinos, Erfurt, 23 de septiembre de 2011. En el corazón de María Una particularidad de la imagen milagrosa de Etzelsbach es la posición del Crucificado. En la mayor parte de las representaciones de la Piedad, el cuerpo sin vida de Jesús yace con la cabeza vuelta hacia la izquierda. De esta forma, el que lo contempla puede ver su herida del costado. Aquí en Etzelsbach, en cambio, la herida del costado está escondida, ya que el cadáver está orientado hacia el otro lado. Creo que dicha representación encierra un profundo significado, que se revela solamente en una atenta contemplación: en la imagen milagrosa de Etzelsbach, los corazones de Jesús y de su Madre se dirigen uno al otro, se acercan el uno al otro. Se intercambian recíprocamente su amor. Sabemos que el corazón es también el órgano de la sensibilidad más delicada para el otro, así como el órgano de la íntima compasión. En el corazón de María encuentra cabida el amor que su divino Hijo quiere ofrecer al mundo. Vísperas marianas en la Wallfahrtskapelle, Erfurt - Etzelsbach, 23 de septiembre de 2011. Creer junto a los demás La fe es siempre, y esencialmente, un creer junto con otros. El hecho de poder creer lo debo sobre todo a Dios que se dirige a mí y, por decirlo así, «enciende» mi fe. Pero, más concretamente, debo mi fe también a los que están cerca de mí y que han creído antes que yo y creen conmigo. Este «con», sin el cual no es posible una fe personal, es la Iglesia. Y esta Iglesia franquea las fronteras de los países como lo demuestran las nacionalidades de los santos que he mencionado anteriormente: Hungría, Inglaterra, Irlanda e Italia. En este sentido, se resalta lo importante que es el intercambio espiritual que se extiende a través de toda la Iglesia universal. Si nos abrimos a toda fe, en la historia entera y en los testimonios de toda la Iglesia, entonces la fe católica tiene futuro también como fuerza pública en Alemania. Al mismo tiempo, las figuras de los santos que he recordado nos muestran la gran fecundidad de una vida santa, de ese amor radical por Dios y por el prójimo. Los santos, aunque sólo sean pocos, también cambian el mundo. Santa Misa en la Domplatz, Erfurt, 23 de septiembre de 2011. Dios y el futuro del hombre «Donde está Dios, allí hay futuro»; así reza el lema de esta Visita Pastoral. Como Sucesor del Apóstol Pedro, al que el Señor encomendó el encargo de confirmar a los hermanos (cf. Lc 22,32), vengo gustoso a estar con vosotros para rezar juntos, para proclamar la Palabra de Dios y celebrar la Eucaristía. Os pido que recéis para que estos días sean fructíferos, de modo que Dios confirme nuestra fe, fortalezca nuestra esperanza y acreciente nuestro amor. Que en estos días, lleguemos a ser nuevamente conscientes del amor que Dios nos tiene y de su bondad, de forma que, con fe plena, nos pongamos a nosotros mismos en sus manos, así como todo lo que motiva nuestro corazón y es importante para nosotros. En Él, nuestro futuro está asegurado. Él da sentido a nuestra vida y puede llevarla a plenitud. El Señor os acompañe en la paz y os haga mensajeros de la alegría. Saludo a la población en la Münsterplatz de Friburgo, 24 de septiembre de 2011.

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Ortodoxos: nuestra cercanía Me alegra mucho que hoy estemos aquí reunidos. Les agradezco de todo corazón su presencia y la posibilidad de este encuentro amistoso. Agradezco en particular al Metropolita Augoustinos sus palabras llenas de confianza. En este contexto, repito lo que ya he dicho en otras ocasiones: entre las Iglesias y las comunidades cristianas, teológicamente, la Ortodoxia es la más cercana a nosotros; católicos y ortodoxos poseen la misma estructura de la Iglesia de los orígenes. Por ello, podemos esperar que no esté muy lejano el día en que de nuevo podamos celebrar juntos la Eucaristía (cf. Luz del Mundo. Una conversación con Peter Seewald, pp. 99s). La Iglesia católica sigue con interés y simpatía el desarrollo de las comunidades ortodoxas en Europa occidental, que han tenido un notable crecimiento. Encuentro con representantes de la Iglesias ortodoxas en la Hörsaal del Seminario de Friburgo de Brisgovia, 24 de septiembre de 2011.

El corazón abierto La Iglesia en Alemania tiene muchas instituciones sociales y caritativas, en las que el amor por el prójimo se ejercita, incluso de forma socialmente eficaz y hasta los confines de la tierra. A todos los que se comprometen con la Cáritas alemana o en otras organizaciones, o incluso que ponen a disposición su tiempo y sus fuerzas en encargos de voluntariado en la Iglesia, quisiera expresar mi gratitud y mi aprecio. Tal servicio exige, antes que nada, una competencia objetiva y profesional. Pero en el espíritu de la enseñanza de Jesús es necesario más: el corazón abierto, que se deja tocar por el amor de Cristo, y así da al prójimo, que necesita de nosotros, más que un servicio técnico: el amor, en el que al otro se le hace presente el Dios que ama, Cristo. Encuentro con católicos comprometidos en la Iglesia y en la sociedad en el Konzerthaus. Friburgo, 25 de septiembre de 2011.

Insidias del relativismo subliminal Vivimos en un tiempo caracterizado en gran parte por un relativismo subliminal que penetra todos los ambientes de la vida. A veces, este relativismo llega a ser batallador, dirigiéndose contra quienes afirman saber dónde se encuentra la verdad o el sentido de la vida. Y notamos cómo este relativismo ejerce cada vez más un influjo sobre las relaciones humanas y sobre la sociedad. Esto se manifiesta en la inconstancia y discontinuidad de tantas personas y en un excesivo individualismo. Hay quien parece capaz de renunciar a nada en absoluto o a sacrificarse por los demás. También está disminuyendo el compromiso altruista por el bien común, en el campo social y cultural, o a favor de los necesitados. Otros ya no son idóneos para unirse de manera incondicional a un partner. Ya casi no se encuentra el valor de prometer fidelidad para toda la vida; el valor de optar y decir: «yo ahora te pertenezco totalmente», o de buscar con sinceridad la solución de los problemas comprometiéndose con decisión por la fidelidad y la veracidad. Encuentro con el Consejo del Comité Central de los católicos alemanes en la Hörsaal del Seminario de Friburgo de Brisgovia, 24 de septiembre de 2011.

Cómo, cuándo y por qué cambiar la Iglesia A la beata Madre Teresa le preguntaron una vez cuál sería, según ella, lo primero que se debería cambiar en la Iglesia. Su respuesta fue: usted y yo. Este pequeño episodio pone de relieve dos cosas: por un lado, la Religiosa quiere decir a su interlocutor que la Iglesia no son sólo los demás, la jerarquía, el Papa y los obispos; la Iglesia somos todos nosotros, los bautizados. Por otro lado, parte del presupuesto de que efectivamente hay motivo para un cambio, de que existe esa necesidad. Cada cristiano y la comunidad de los creyentes están llamados a una conversión continua. ¿Cómo se debe configurar concretamente este cambio? ¿Se trata tal vez de una renovación como la que realiza, por ejemplo, un propietario mediante una reestructuración o la pintura de su edificio? ¿O acaso se trata de una corrección, para retomar el rumbo y recorrer de modo más directo y expeditivo un camino? Ciertamente, estos y otros aspectos tienen importancia. Pero por lo que respecta a la Iglesia, el motivo fundamental del cambio es la misión apostólica de los discípulos y de la Iglesia misma (…) Digámoslo con otras palabras: la fe cristiana es para el hombre siempre un escándalo, no sólo en nuestro tiempo. Creer que el Dios eterno se preocupe de los seres humanos, que nos conozca; que el Inasequible se haya convertido en un momento dado en accesible; que el Inmortal haya sufrido y muerto en la cruz; que a los mortales se nos haya prometido la resurrección y la vida eterna; para nosotros los hombres, todo esto es verdaderamente una osadía. Este escándalo, que no puede ser suprimido si no se quiere anular el cristianismo, ha sido desgraciadamente ensombrecido recientemente por los dolorosos escándalos de los anunciadores de la fe. Se crea una situación peligrosa, cuando estos escándalos ocupan el puesto del skandalon primario de la Cruz, haciéndolo así inaccesible; esto es cuando esconden la verdadera exigencia cristiana detrás de la ineptitud de sus mensajeros. Encuentro con católicos comprometidos en la Iglesia y en la sociedad en el Konzerthaus. Friburgo, 25 de septiembre de 2011.

Cristo, la luz verdadera Puede haber en nuestro entorno tiniebla y oscuridad y, sin embargo, vemos una luz: una pequeña llama, minúscula, que es más fuerte que la oscuridad, en apariencia poderosa e insuperable. Cristo, resucitado de entre los muertos, brilla en el mundo, y lo hace de la forma más clara, precisamente allí donde según el juicio humano todo parece sombrío y sin esperanza. Él ha vencido a la muerte, vive, y la fe en Él, como una pequeña luz, penetra todo lo que es oscuridad y zozobra. Ciertamente, quien cree en Jesús no siempre ve solamente el sol en la vida, casi como si pudiera ahorrarse sufrimientos y dificultades; ahora bien, tiene siempre una luz clara que le muestra el camino hacia la vida en abundancia (cf. Jn 10, 10). Los ojos de los que creen en Cristo vislumbran aun en la noche más oscura una luz, y ven ya la claridad de un nuevo día. Vigilia de oración con los jóvenes en la Feria de Friburgo de Brisgovia, 24 de septiembre de 2011.

Rezo por Alemania Animo a la Iglesia en Alemania a seguir con fuerza y confianza el camino de la fe, que hace volver a las personas a las raíces, al núcleo esencial de la Buena Noticia de Cristo. Surgirán pequeñas comunidades de creyentes, y ya existen, que con el propio entusiasmo difundan rayos de luz en la sociedad pluralista, suscitando en otros la inquietud de buscar la luz que da la vida en abundancia. «Nada hay más bello que conocerlo y comunicar a los otros la amistad con él» (Homilía en el inicio solemne del Pontificado, 24 de abril de 2005). De esta experiencia crece al final la certeza: «Donde está Dios, allí hay futuro». Donde Dios está presente, allí hay esperanza y allí se abren nuevas perspectivas y con frecuencia insospechadas, que van más allá del hoy y de las cosas efímeras. En este sentido acompaño, con el pensamiento y la oración, el camino de la Iglesia en Alemania. Ceremonia de despedida en el aeropuerto de Lahr, 25 de septiembre de 2011.

Conjugar fe y razón La preparación al sacerdocio prevé sobre todo la formación, que no es una eventualidad académica sino un aspecto esencial. “Estad preparados en todo momento –explica el Papa recordando las palabras de San Pedro– a dar, a quien os la pide, la razón, el “logo” de vuestra fe”. “Es importante –añade el Santo Padre que exhortó a los seminaristas estudiosos, atentos y humildes– estar informados, comprender, tener una capacidad racional abierta, aprender. Estudiando se contribuye a hacer resplandecer la luz de Dios en el pensamiento, a conjugar fe y razón”. Encuentro con los seminaristas en la Capilla de San Carlos de Borromeo del Seminario de Friburgo de Brisgovia, 24 de septiembre de 2011.

Todos los discursos de Benedicto XVI en su visita a Alemania pueden leerse en su versión completa, en www.humanitas.cl. La presente selección de citas excluye el discurso del Bundestag, que se lee en la sección Palabra del Papa (pág 832)

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Ortodoxos: nuestra cercanía Me alegra mucho que hoy estemos aquí reunidos. Les agradezco de todo corazón su presencia y la posibilidad de este encuentro amistoso. Agradezco en particular al Metropolita Augoustinos sus palabras llenas de confianza. En este contexto, repito lo que ya he dicho en otras ocasiones: entre las Iglesias y las comunidades cristianas, teológicamente, la Ortodoxia es la más cercana a nosotros; católicos y ortodoxos poseen la misma estructura de la Iglesia de los orígenes. Por ello, podemos esperar que no esté muy lejano el día en que de nuevo podamos celebrar juntos la Eucaristía (cf. Luz del Mundo. Una conversación con Peter Seewald, pp. 99s). La Iglesia católica sigue con interés y simpatía el desarrollo de las comunidades ortodoxas en Europa occidental, que han tenido un notable crecimiento. Encuentro con representantes de la Iglesias ortodoxas en la Hörsaal del Seminario de Friburgo de Brisgovia, 24 de septiembre de 2011.

El corazón abierto La Iglesia en Alemania tiene muchas instituciones sociales y caritativas, en las que el amor por el prójimo se ejercita, incluso de forma socialmente eficaz y hasta los confines de la tierra. A todos los que se comprometen con la Cáritas alemana o en otras organizaciones, o incluso que ponen a disposición su tiempo y sus fuerzas en encargos de voluntariado en la Iglesia, quisiera expresar mi gratitud y mi aprecio. Tal servicio exige, antes que nada, una competencia objetiva y profesional. Pero en el espíritu de la enseñanza de Jesús es necesario más: el corazón abierto, que se deja tocar por el amor de Cristo, y así da al prójimo, que necesita de nosotros, más que un servicio técnico: el amor, en el que al otro se le hace presente el Dios que ama, Cristo. Encuentro con católicos comprometidos en la Iglesia y en la sociedad en el Konzerthaus. Friburgo, 25 de septiembre de 2011.

Insidias del relativismo subliminal Vivimos en un tiempo caracterizado en gran parte por un relativismo subliminal que penetra todos los ambientes de la vida. A veces, este relativismo llega a ser batallador, dirigiéndose contra quienes afirman saber dónde se encuentra la verdad o el sentido de la vida. Y notamos cómo este relativismo ejerce cada vez más un influjo sobre las relaciones humanas y sobre la sociedad. Esto se manifiesta en la inconstancia y discontinuidad de tantas personas y en un excesivo individualismo. Hay quien parece capaz de renunciar a nada en absoluto o a sacrificarse por los demás. También está disminuyendo el compromiso altruista por el bien común, en el campo social y cultural, o a favor de los necesitados. Otros ya no son idóneos para unirse de manera incondicional a un partner. Ya casi no se encuentra el valor de prometer fidelidad para toda la vida; el valor de optar y decir: «yo ahora te pertenezco totalmente», o de buscar con sinceridad la solución de los problemas comprometiéndose con decisión por la fidelidad y la veracidad. Encuentro con el Consejo del Comité Central de los católicos alemanes en la Hörsaal del Seminario de Friburgo de Brisgovia, 24 de septiembre de 2011.

Cómo, cuándo y por qué cambiar la Iglesia A la beata Madre Teresa le preguntaron una vez cuál sería, según ella, lo primero que se debería cambiar en la Iglesia. Su respuesta fue: usted y yo. Este pequeño episodio pone de relieve dos cosas: por un lado, la Religiosa quiere decir a su interlocutor que la Iglesia no son sólo los demás, la jerarquía, el Papa y los obispos; la Iglesia somos todos nosotros, los bautizados. Por otro lado, parte del presupuesto de que efectivamente hay motivo para un cambio, de que existe esa necesidad. Cada cristiano y la comunidad de los creyentes están llamados a una conversión continua. ¿Cómo se debe configurar concretamente este cambio? ¿Se trata tal vez de una renovación como la que realiza, por ejemplo, un propietario mediante una reestructuración o la pintura de su edificio? ¿O acaso se trata de una corrección, para retomar el rumbo y recorrer de modo más directo y expeditivo un camino? Ciertamente, estos y otros aspectos tienen importancia. Pero por lo que respecta a la Iglesia, el motivo fundamental del cambio es la misión apostólica de los discípulos y de la Iglesia misma (…) Digámoslo con otras palabras: la fe cristiana es para el hombre siempre un escándalo, no sólo en nuestro tiempo. Creer que el Dios eterno se preocupe de los seres humanos, que nos conozca; que el Inasequible se haya convertido en un momento dado en accesible; que el Inmortal haya sufrido y muerto en la cruz; que a los mortales se nos haya prometido la resurrección y la vida eterna; para nosotros los hombres, todo esto es verdaderamente una osadía. Este escándalo, que no puede ser suprimido si no se quiere anular el cristianismo, ha sido desgraciadamente ensombrecido recientemente por los dolorosos escándalos de los anunciadores de la fe. Se crea una situación peligrosa, cuando estos escándalos ocupan el puesto del skandalon primario de la Cruz, haciéndolo así inaccesible; esto es cuando esconden la verdadera exigencia cristiana detrás de la ineptitud de sus mensajeros. Encuentro con católicos comprometidos en la Iglesia y en la sociedad en el Konzerthaus. Friburgo, 25 de septiembre de 2011.

Cristo, la luz verdadera Puede haber en nuestro entorno tiniebla y oscuridad y, sin embargo, vemos una luz: una pequeña llama, minúscula, que es más fuerte que la oscuridad, en apariencia poderosa e insuperable. Cristo, resucitado de entre los muertos, brilla en el mundo, y lo hace de la forma más clara, precisamente allí donde según el juicio humano todo parece sombrío y sin esperanza. Él ha vencido a la muerte, vive, y la fe en Él, como una pequeña luz, penetra todo lo que es oscuridad y zozobra. Ciertamente, quien cree en Jesús no siempre ve solamente el sol en la vida, casi como si pudiera ahorrarse sufrimientos y dificultades; ahora bien, tiene siempre una luz clara que le muestra el camino hacia la vida en abundancia (cf. Jn 10, 10). Los ojos de los que creen en Cristo vislumbran aun en la noche más oscura una luz, y ven ya la claridad de un nuevo día. Vigilia de oración con los jóvenes en la Feria de Friburgo de Brisgovia, 24 de septiembre de 2011.

Rezo por Alemania Animo a la Iglesia en Alemania a seguir con fuerza y confianza el camino de la fe, que hace volver a las personas a las raíces, al núcleo esencial de la Buena Noticia de Cristo. Surgirán pequeñas comunidades de creyentes, y ya existen, que con el propio entusiasmo difundan rayos de luz en la sociedad pluralista, suscitando en otros la inquietud de buscar la luz que da la vida en abundancia. «Nada hay más bello que conocerlo y comunicar a los otros la amistad con él» (Homilía en el inicio solemne del Pontificado, 24 de abril de 2005). De esta experiencia crece al final la certeza: «Donde está Dios, allí hay futuro». Donde Dios está presente, allí hay esperanza y allí se abren nuevas perspectivas y con frecuencia insospechadas, que van más allá del hoy y de las cosas efímeras. En este sentido acompaño, con el pensamiento y la oración, el camino de la Iglesia en Alemania. Ceremonia de despedida en el aeropuerto de Lahr, 25 de septiembre de 2011.

Conjugar fe y razón La preparación al sacerdocio prevé sobre todo la formación, que no es una eventualidad académica sino un aspecto esencial. “Estad preparados en todo momento –explica el Papa recordando las palabras de San Pedro– a dar, a quien os la pide, la razón, el “logo” de vuestra fe”. “Es importante –añade el Santo Padre que exhortó a los seminaristas estudiosos, atentos y humildes– estar informados, comprender, tener una capacidad racional abierta, aprender. Estudiando se contribuye a hacer resplandecer la luz de Dios en el pensamiento, a conjugar fe y razón”. Encuentro con los seminaristas en la Capilla de San Carlos de Borromeo del Seminario de Friburgo de Brisgovia, 24 de septiembre de 2011.

Todos los discursos de Benedicto XVI en su visita a Alemania pueden leerse en su versión completa, en www.humanitas.cl. La presente selección de citas excluye el discurso del Bundestag, que se lee en la sección Palabra del Papa (pág 832)

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Misa en Berlín “Vivan unidos a Cristo y a la Iglesia para dar alegría y amor al mundo”

Ante un Estadio Olímpico totalmente lleno –con una capacidad para 75 mil personas– y en medio de un ambiente de fiesta, el Papa Benedicto XVI alentó a los católicos a permanecer siempre unidos a Cristo en la Iglesia, que es «el don más bello que Dios ha regalado a los hombres», para dar alegría y amor al mundo. En su homilía, el Papa recordó brevemente a Juan Pablo II que visitó Berlín hace 15 años y luego inició su meditación acerca de la parábola de la vid y los sarmientos del Evangelio de San Juan. «En la parábola de la vid, Jesús no dice: ‘Vosotros sois la vid’, sino: ‘Yo soy la vid, vosotros los sarmientos’. Y esto significa: ‘Así como los sarmientos están unidos a la vid, de igual modo vosotros me pertenecéis. Pero, perteneciendo a mí, pertenecéis también unos a otros’. Y este pertenecerse uno a otro y a Él, no entraña un tipo cualquiera de relación teórica, imaginaria, simbólica, sino casi me atrevería a decir, un pertenecer a Jesucristo en sentido biológico,

Abandonemos cualquier táctica, sólo sirve la fe

Es cierto que el discurso de Benedicto XVI ante el Bundestag está llamado a hacer historia. Pero visto en perspectiva el viaje a Alemania en su conjunto, bien podríamos decir que el leit-motiv ha sido la Iglesia, esa realidad misteriosa que gran parte de los medios maneja con notable embarazo cuando no con agria hostilidad. Esa realidad, «el don más bello de Dios», se atrevió a decir el Papa en Berlín, en cuyo interior cunden a veces el mal humor y el desasosiego. Esa barca en la que parecen pugnar los diseñadores de estrategias y los preocupados tan sólo por un discurso correcto, mientras el pueblo fiel vive en la intemperie de un mundo crecientemente alejado de Dios. Desde que hace treinta años me cautivó la «Meditación sobre la Iglesia» de Henri de Lubac, no había escuchado una sinfonía semejante a la que ha compuesto el Papa Ratzinger precisamente en su tierra, uno de los lugares en los que la barca atraviesa océanos más agitados en esta hora. El Papa de las cumbres teológicas ha querido recordar en Friburgo una alegre canción que generaciones de católicos han entonado con convicción: «doy gracias al Señor porque inmerecidamente me ha llamado a su Iglesia». Para muchos ha cesado hoy ese alegre canto. Para muchos la Iglesia se reduce ahora a una barca herrumbrosa, al campo de los escándalos, a una maquinaria pesada que coarta la libertad, a una organización a la que cada cual querría dar forma según su personal inclinación. Y Alemania, para dolor del Papa, descuella en estos asuntos. Por eso es realmente conmovedor que el hombre que no ha temido exponer las llagas del cuerpo eclesial al aire libre, se haya lanzado a pecho descubierto a mostrar la belleza eterna de la Iglesia, esa que no pueden oscurecer ni los escándalos internos ni los acosos exteriores. Esa belleza que brilla incluso a través de la debilidad evidente de sus miembros, porque procede de otro origen. «¡En la medida en que uno ama a la Iglesia de Cristo, posee el Espíritu Santo!», decía San Agustín, y Benedicto XVI se lo ha recordado a los que siempre invocan la libertad del Espíritu (que sopla donde quiere) en oposición a la supuesta rigidez del cuerpo. No se puede seguir al Espíritu cuando se aborrece al cuerpo en el que habita. En muchos pasajes reconocemos la emoción del pastor que busca apasionadamente a cada uno de sus hijos, que les llama a permanecer, que les recuerda el pan caliente sobre la mesa y el techo abrigador en medio de la tormenta. A veces en forma de súplica, otras de severa pero afectuosa admonición. Y el pueblo ha reconocido su voz. La reconocieron en el Olympiastadion de la descreída Berlín, en la Turingia hija de la Reforma, donde ha perseverado una heroica comunidad, y en la refinada Friburgo, donde se desbordó el afecto de la multitud. Al Comité Central de los Católicos Alemanes le habló sin tapujos de una desproporción entre la eficiencia de las estructuras y la debilidad de la fe en

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plenamente vital». «La Iglesia –explicó el Papa– es esa comunidad de vida con Él y de uno para con el otro, que está fundada en el Bautismo y se profundiza cada vez más en la Eucaristía. ‘Yo soy la verdadera vid’, significa en realidad propiamente: ‘Yo soy vosotros y vosotros sois yo’; una identificación inaudita del Señor con nosotros, su Iglesia». Tras recordar que es «Jesús quien sufre las persecuciones contra su Iglesia. Y, al mismo tiempo, no estamos solos cuando nos oprimen a causa de nuestra fe. Jesús está con nosotros», Benedicto XVI resaltó que «Dios quiere arrancar de nuestro pecho el corazón muerto, de piedra, para darnos un corazón vivo, de carne». El Papa se refirió luego a la mirada de algunos de la Iglesia como una «organización más en una sociedad democrática» que muchas veces

es sólo vista por lo negativo con lo que «ya no se revela el misterio grande y profundo de la Iglesia». El Pontífice dijo luego que ante la posibilidad de estar unido o no a Cristo, cada uno debe tomar una decisión. «La opción que se plantea nos hace comprender de forma insistente el significado existencial de nuestras decisiones de vida. Al mismo tiempo, la imagen de la vid es un signo de esperanza y confianza». En medio de los desafíos actuales como el hecho de que ahora «la fidelidad del amor en el matrimonio y en la amistad es frágil y efímera», el Señor «nos ofrece aquí un refugio, un lugar de luz, de esperanza y confianza, de paz y seguridad». «Donde la aridez y la muerte amenazan a los sarmientos, allí en Cristo hay futuro, vida y alegría», aseguró. Finalmente el Santo Padre expresó su deseo de que «todos descubráis cada vez más profundamente la alegría de estar unidos a Cristo en la Iglesia, que podáis encontrar en vuestras necesidades consuelo y redención y lleguéis a ser cada vez más el vino delicioso de la alegría y del amor de Cristo para este mundo».

el Dios vivo. Y a quienes son portavoces de buena parte de la interminable retahíla de peticiones de reforma, les repitió que «la verdadera crisis de la Iglesia en el mundo occidental es una crisis de fe... si no llegamos a una verdadera renovación en la fe, toda reforma estructural será baldía». Pero seguramente ha sido el discurso ante un grupo de católicos alemanes comprometidos en diversas iniciativas sociales donde Benedicto XVI ha trazado con más precisión su propuesta para la renovación de la Iglesia hoy. Y esta ruta vale para todo el mundo (especialmente el mundo occidental), no sólo para Alemania. Ciertamente, existe la necesidad de un cambio, de una conversión continua, cuyo motivo fundamental y cuya regla de medida es sólo la fidelidad a la misión encomendada por Cristo a los apóstoles. Este cambio no consiste en adaptarse al mundo para acompañarle dejándolo intacto. «La Iglesia, precisa el Papa, debe hacer una y otra vez el esfuerzo para separarse de lo mundano del mundo». Y en ese sentido, las épocas duras de la historia, las de persecución o secularización, contribuyen providencialmente a que la Iglesia se purifique y se reforme interiormente. «Liberada de su fardo material y político, la Iglesia puede verdaderamente estar abierta al mundo... puede vivir con más soltura su tarea misionera, su ministerio de adoración a Dios y de servicio al prójimo». La parte final de este discurso es una auténtica intensificación de la sinfonía. Primero, al recordar que la Iglesia no debe buscar aumentar su propio poder ni su propia influencia, sino ayudar a los hombres a reconocerse a sí mismos y conducirlos a quien es su Señor. Y después advierte contra la tentación de buscar tácticas para relanzar a la Iglesia: lo que es necesario es «abandonar todo lo que es mera táctica y buscar una total sinceridad que viva plenamente la fe en el presente, despojada de lo aparente, de lo que es mero hábito o convención». Pero hay otra joya imprescindible sobre la Iglesia en este viaje. La respuesta que el Papa da a los seminaristas de Friburgo que le preguntan sobre el movimiento «Nosotros somos Iglesia», que desde hace años desafía a los obispos y a Roma con una estrategia de lucha revolucionaria. Merece la pena transcribir este pasaje pronunciado por Benedicto XVI sin papeles, directamente desde el corazón: «nosotros somos Iglesia, sí, es verdad... pero el «nosotros» es más amplio que el grupo que lo está diciendo; el «nosotros» es la entera comunidad de los fieles, de hoy, de todos los lugares y de todos los tiempos. En la comunidad de los fieles... no puede jamás darse una mayoría contra los apóstoles y contra los santos: esa sería una falsa mayoría. Nosotros somos Iglesia, ¡seámoslo!, ¡seámoslo precisamente en el abrirnos y en el andar más allá de nosotros mismos, siéndolo junto a todos los demás!» José Luis Restán Paginasdigital

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Misa en Berlín “Vivan unidos a Cristo y a la Iglesia para dar alegría y amor al mundo”

Ante un Estadio Olímpico totalmente lleno –con una capacidad para 75 mil personas– y en medio de un ambiente de fiesta, el Papa Benedicto XVI alentó a los católicos a permanecer siempre unidos a Cristo en la Iglesia, que es «el don más bello que Dios ha regalado a los hombres», para dar alegría y amor al mundo. En su homilía, el Papa recordó brevemente a Juan Pablo II que visitó Berlín hace 15 años y luego inició su meditación acerca de la parábola de la vid y los sarmientos del Evangelio de San Juan. «En la parábola de la vid, Jesús no dice: ‘Vosotros sois la vid’, sino: ‘Yo soy la vid, vosotros los sarmientos’. Y esto significa: ‘Así como los sarmientos están unidos a la vid, de igual modo vosotros me pertenecéis. Pero, perteneciendo a mí, pertenecéis también unos a otros’. Y este pertenecerse uno a otro y a Él, no entraña un tipo cualquiera de relación teórica, imaginaria, simbólica, sino casi me atrevería a decir, un pertenecer a Jesucristo en sentido biológico,

Abandonemos cualquier táctica, sólo sirve la fe

Es cierto que el discurso de Benedicto XVI ante el Bundestag está llamado a hacer historia. Pero visto en perspectiva el viaje a Alemania en su conjunto, bien podríamos decir que el leit-motiv ha sido la Iglesia, esa realidad misteriosa que gran parte de los medios maneja con notable embarazo cuando no con agria hostilidad. Esa realidad, «el don más bello de Dios», se atrevió a decir el Papa en Berlín, en cuyo interior cunden a veces el mal humor y el desasosiego. Esa barca en la que parecen pugnar los diseñadores de estrategias y los preocupados tan sólo por un discurso correcto, mientras el pueblo fiel vive en la intemperie de un mundo crecientemente alejado de Dios. Desde que hace treinta años me cautivó la «Meditación sobre la Iglesia» de Henri de Lubac, no había escuchado una sinfonía semejante a la que ha compuesto el Papa Ratzinger precisamente en su tierra, uno de los lugares en los que la barca atraviesa océanos más agitados en esta hora. El Papa de las cumbres teológicas ha querido recordar en Friburgo una alegre canción que generaciones de católicos han entonado con convicción: «doy gracias al Señor porque inmerecidamente me ha llamado a su Iglesia». Para muchos ha cesado hoy ese alegre canto. Para muchos la Iglesia se reduce ahora a una barca herrumbrosa, al campo de los escándalos, a una maquinaria pesada que coarta la libertad, a una organización a la que cada cual querría dar forma según su personal inclinación. Y Alemania, para dolor del Papa, descuella en estos asuntos. Por eso es realmente conmovedor que el hombre que no ha temido exponer las llagas del cuerpo eclesial al aire libre, se haya lanzado a pecho descubierto a mostrar la belleza eterna de la Iglesia, esa que no pueden oscurecer ni los escándalos internos ni los acosos exteriores. Esa belleza que brilla incluso a través de la debilidad evidente de sus miembros, porque procede de otro origen. «¡En la medida en que uno ama a la Iglesia de Cristo, posee el Espíritu Santo!», decía San Agustín, y Benedicto XVI se lo ha recordado a los que siempre invocan la libertad del Espíritu (que sopla donde quiere) en oposición a la supuesta rigidez del cuerpo. No se puede seguir al Espíritu cuando se aborrece al cuerpo en el que habita. En muchos pasajes reconocemos la emoción del pastor que busca apasionadamente a cada uno de sus hijos, que les llama a permanecer, que les recuerda el pan caliente sobre la mesa y el techo abrigador en medio de la tormenta. A veces en forma de súplica, otras de severa pero afectuosa admonición. Y el pueblo ha reconocido su voz. La reconocieron en el Olympiastadion de la descreída Berlín, en la Turingia hija de la Reforma, donde ha perseverado una heroica comunidad, y en la refinada Friburgo, donde se desbordó el afecto de la multitud. Al Comité Central de los Católicos Alemanes le habló sin tapujos de una desproporción entre la eficiencia de las estructuras y la debilidad de la fe en

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plenamente vital». «La Iglesia –explicó el Papa– es esa comunidad de vida con Él y de uno para con el otro, que está fundada en el Bautismo y se profundiza cada vez más en la Eucaristía. ‘Yo soy la verdadera vid’, significa en realidad propiamente: ‘Yo soy vosotros y vosotros sois yo’; una identificación inaudita del Señor con nosotros, su Iglesia». Tras recordar que es «Jesús quien sufre las persecuciones contra su Iglesia. Y, al mismo tiempo, no estamos solos cuando nos oprimen a causa de nuestra fe. Jesús está con nosotros», Benedicto XVI resaltó que «Dios quiere arrancar de nuestro pecho el corazón muerto, de piedra, para darnos un corazón vivo, de carne». El Papa se refirió luego a la mirada de algunos de la Iglesia como una «organización más en una sociedad democrática» que muchas veces

es sólo vista por lo negativo con lo que «ya no se revela el misterio grande y profundo de la Iglesia». El Pontífice dijo luego que ante la posibilidad de estar unido o no a Cristo, cada uno debe tomar una decisión. «La opción que se plantea nos hace comprender de forma insistente el significado existencial de nuestras decisiones de vida. Al mismo tiempo, la imagen de la vid es un signo de esperanza y confianza». En medio de los desafíos actuales como el hecho de que ahora «la fidelidad del amor en el matrimonio y en la amistad es frágil y efímera», el Señor «nos ofrece aquí un refugio, un lugar de luz, de esperanza y confianza, de paz y seguridad». «Donde la aridez y la muerte amenazan a los sarmientos, allí en Cristo hay futuro, vida y alegría», aseguró. Finalmente el Santo Padre expresó su deseo de que «todos descubráis cada vez más profundamente la alegría de estar unidos a Cristo en la Iglesia, que podáis encontrar en vuestras necesidades consuelo y redención y lleguéis a ser cada vez más el vino delicioso de la alegría y del amor de Cristo para este mundo».

el Dios vivo. Y a quienes son portavoces de buena parte de la interminable retahíla de peticiones de reforma, les repitió que «la verdadera crisis de la Iglesia en el mundo occidental es una crisis de fe... si no llegamos a una verdadera renovación en la fe, toda reforma estructural será baldía». Pero seguramente ha sido el discurso ante un grupo de católicos alemanes comprometidos en diversas iniciativas sociales donde Benedicto XVI ha trazado con más precisión su propuesta para la renovación de la Iglesia hoy. Y esta ruta vale para todo el mundo (especialmente el mundo occidental), no sólo para Alemania. Ciertamente, existe la necesidad de un cambio, de una conversión continua, cuyo motivo fundamental y cuya regla de medida es sólo la fidelidad a la misión encomendada por Cristo a los apóstoles. Este cambio no consiste en adaptarse al mundo para acompañarle dejándolo intacto. «La Iglesia, precisa el Papa, debe hacer una y otra vez el esfuerzo para separarse de lo mundano del mundo». Y en ese sentido, las épocas duras de la historia, las de persecución o secularización, contribuyen providencialmente a que la Iglesia se purifique y se reforme interiormente. «Liberada de su fardo material y político, la Iglesia puede verdaderamente estar abierta al mundo... puede vivir con más soltura su tarea misionera, su ministerio de adoración a Dios y de servicio al prójimo». La parte final de este discurso es una auténtica intensificación de la sinfonía. Primero, al recordar que la Iglesia no debe buscar aumentar su propio poder ni su propia influencia, sino ayudar a los hombres a reconocerse a sí mismos y conducirlos a quien es su Señor. Y después advierte contra la tentación de buscar tácticas para relanzar a la Iglesia: lo que es necesario es «abandonar todo lo que es mera táctica y buscar una total sinceridad que viva plenamente la fe en el presente, despojada de lo aparente, de lo que es mero hábito o convención». Pero hay otra joya imprescindible sobre la Iglesia en este viaje. La respuesta que el Papa da a los seminaristas de Friburgo que le preguntan sobre el movimiento «Nosotros somos Iglesia», que desde hace años desafía a los obispos y a Roma con una estrategia de lucha revolucionaria. Merece la pena transcribir este pasaje pronunciado por Benedicto XVI sin papeles, directamente desde el corazón: «nosotros somos Iglesia, sí, es verdad... pero el «nosotros» es más amplio que el grupo que lo está diciendo; el «nosotros» es la entera comunidad de los fieles, de hoy, de todos los lugares y de todos los tiempos. En la comunidad de los fieles... no puede jamás darse una mayoría contra los apóstoles y contra los santos: esa sería una falsa mayoría. Nosotros somos Iglesia, ¡seámoslo!, ¡seámoslo precisamente en el abrirnos y en el andar más allá de nosotros mismos, siéndolo junto a todos los demás!» José Luis Restán Paginasdigital

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Rafael y el misterio

Desde el 6 de septiembre pasado está abierta en Dresde “Esplendor celeste. Rafael, Durero y Grünewald pintan a la Virgen”, una exposición conjunta de los Museos Vaticano y de las Staatliche Kunstsammlungen organizada en la ciudad alemana con ocasión de la reciente visita apostólica de Benedicto XVI a Alemania. Pasajes del discurso –en la inauguración– del cardenal Giovanni Lajolo, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano hasta el 1 de octubre, cuando fue sustituido por el arzobispo Giuseppe Bertello. “Con gusto he aceptado la invitación que se me ha dirigido para participar en la apertura de la presente exposición por diversos motivos, en particular por los vínculos que unen muchos años de mi vida con Alemania, pero más aún ante la inminente visita de Benedicto XVI a Alemania. En efecto, con esta ocasión, la gran pintura del altar de Rafael, la “Virgen de Foligno”, se expone ahora en Dresde junto al otro cuadro, más famoso todavía, de la “Virgen Sixtina”, conocido también como la “Virgen de Dresde”. La “Virgen de Foligno” es una pieza fuerte de los Museos Vaticanos, situada precisamente en la misma sala de la “Transfiguración”, de Rafael. La decisión de privar a los Museos Vaticanos por algunos meses de una obra tan importante no podía tomarse a la ligera. A mí, como presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, y al profesor Antonio Paolucci, como director de los Museos, nos pareció que podíamos compartir la idea del director general de las “Colecciones de arte estatales” de Dresde de llevar a cabo, con ocasión de la visita de Benedicto XVI a su patria alemana, una confrontación entre la mayor y más importante pintura de Rafael en Alemania, la “Virgen Sixtina” de Dresde, y su “hermana” vaticana, la “Virgen de Foligno”.

Peter Seewald El Papa triunfó con humildad sobre guerra mediática

E n una entrevista concedida a la agencia católica kath.net y ofrecida a ACI Prensa para su publicación, el periodista católico alemán Peter Seewald, amigo del Papa Benedicto XVI y autor del libro-entrevista con el Pontífice «La Luz del Mundo», señaló que el reciente viaje a Alemania fue una victoria de la humildad y el mensaje del Papa sobre la guerra mediática. En la entrevista, Seewald describe la visita del Papa como «un pequeño milagro», porque «poco antes hubo una muy agresiva falange mediática de tipo anticlerical, muchas condenas adelantadas y un verdadero terrorismo de opinión. Todo hace recordar a la obra de George Orwell ‘1984’ en que se construye un enemigo imaginario, una pesadilla, para azuzar a la gente». «Y sin embargo», continúa Seewald, «a pesar de todo este increíble trabajo mediático, se puso de pie una innumerable cantidad de gente, que no se dejó engañar». «Se decía que los alemanes le darían la espalda y todas esas tonterías. Nada parece más ofensivo en nuestros tiempos que permanecer católicos. Como escribía la revista ‘Stern’ ‘a la breve euforia de los inicios siguió para la mayoría de alemanes un irre-

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parable distanciamiento de su connacional’. Es como si se dijera que el mundo estaría muy bien y en orden, si es que el Vaticano dejara de existir». Sin embargo, dice el periodista, cuya conversión al catolicismo se debió a un encuentro con el entonces Cardenal Ratzinger, «todos fuimos testigos de algo mucho mejor. ¿Dónde quedaron las masas de críticos y de los que protestarían? Nunca aparecieron. En cambio más de 350 mil personas sobrellevaron grandes sacrificios con tal de poder escuchar personalmente al Papa y participar con él en la Misa». «Millones le siguieron por televisión. Los libros del Papa son solicitados como nunca antes. El programa ‘La palabra del domingo’ esta vez dirigida por el Papa, se convirtió por primera vez en la historia en un verdadero éxito de rating. Y de seguro pocas veces antes se ha escuchado en Alemania tanto de inteligente, sabio y verdadero, tanto de lo fundamental». Según Seewald, hoy en día «ya no es posible pasar por alto estas palabras. Son la medida, la piedra de toque para los subsiguientes debates y para la renovación de la Iglesia católica en Alemania». Interrogado sobre las «sombras» del viaje del Papa a Alemania el periodista insistió en la masiva campaña de los medios en su contra. «No pocas veces se recordó al pueblo de Nazaret, que no deseaba escuchar al Profeta de su propia tierra. ‘Es que no hace ningún milagro’, fue el lamento de muchos medios. Ellos trabajan como locos en una indisposición anímica contra el Papa, predican una nueva fe sin valores, y al mismo tiempo vienen con quejas de que las personas le están dando las espaldas a la Iglesia Católica.

La “Virgen de Foligno”, tras su inclusión en las colecciones vaticanas en 1816, jamás se ha cedido en préstamo. Su traslado ahora a Dresde requería una decisión del Papa, que tomó Benedicto XVI. El cuadro de la “Virgen de Foligno” lo pintó Rafael poco antes de la “Virgen Sixtina”, en los años 1511-1512. La “Virgen Sixtina” fue labor del pintor en los años 1513-1514. De María, en el cuadro de Dresde, se puede decir que está representada como en una “epifanía”, una aparición: se abre el cortinaje y aparece la mujer, muy sólida, verdadera señora romana, y tan ligera en su figura apenas movida por el viento, con la mirada atenta, dirigida a quien la contempla; tan escultural –Mulier fortis, Virgo intemerata– y tan viva. Aparece, y está presente. Ella con su Niño, no tan pequeño y ya crecido: el Hijo de Dios que es verdadero hombre. Más que una aparición, la Virgen de Foligno se presenta casi como una visión que emerge del nimbo solar, entre un paisaje encantado y la corona de ángeles etéreos casi formados por la vaporosa sustancia de las nubes. En el oval ideal que la circunscribe, es una mujer toda dulzura en la sinuosidad de su actitud –Virgo sapiens, Mater amabilis– atenta al Niño todavía pequeño, el Dios partícipe de la fragilidad humana que parece quererse refugiar bajo su velo. Por primera vez se nos permite admirar a las dos mayores Vírgenes de Rafael expuestas juntas por algunos meses en Dresde, junto a las obras de otros celebérrimos pintores alemanes de vísperas de la reforma luterana: Alberto Durero, Matías Grünewald y Lucas Cranach el Viejo. Obras todas estupendas que revelan a la mirada de los visitantes, en la diversidad de la propia configuración estilística, la unidad en la misma fe.

Cuando en realidad sucede que son porcentualmente bastante menos los que se separan de ella, si lo comparamos con los partidos, industrias, asociaciones. O incluso con la Iglesia protestante». Fue impresionante, en cambio, según Seewald, ver a Benedicto XVI «atravesar la brava jauría mediática, sin perder siquiera por un segundo la compostura». «Sí resulta penoso», agrega, «que hayan sido muchos los que no aprovecharon esta oportunidad para siquiera por una vez mostrar una auténtica fraternidad cristiana. Una parte del protestantismo sigue todavía entendiéndose a sí mismo sobre todo como un partido anti-papal». «Antes se consideraba al hombre de Roma el anti-Cristo, hoy se le considera el anti-moderno. Sin embargo mucho más significativo es esto: que después del encuentro con el Papa se mostraron sumamente contentos no sólo los representantes ortodoxos, judíos y musulmanes, sino también el presidente de la Iglesia evangélica en Alemania, quien luego del encuentro con Benedicto XVI, afirmó textualmente: ‘Estoy satisfecho’». El entrevistador de kath.net pregunta al periodista a quién se refería el Papa Benedicto cuando en la vigilia con los jóvenes decía que «el daño a la Iglesia no viene de sus oponentes, sino de los cristianos mediocres». Seewald responde «probablemente a usted y a mí. El Papa es un alentador y un constructor de puentes, pero también uno que advierte. Todo cristiano necesita siempre nuevos impulsos para no detenerse en su desarrollo, en su camino, su testimonio, su conducta cristiana». Seewald dice más adelante en la entrevista que el Papa llegó a

Alemania a evidenciar los problemas, porque «él no desea una paz ficticia sino una que sea verdadera. Así que es todo menos uno que adorne la situación con palabras bonitas y pretenda maquillar la seriedad de la situación con eventos masivos, como el teólogo (Hans) Küng y sus compañeros afirman». El periodista lamentó también que, como preámbulo del encuentro juvenil en Friburgo, los organizadores locales dieron oportunidad para que los jóvenes votaran sobre diversas preguntas tales como el sacerdocio femenino y homosexualidad, eliminando cualquier actividad de preparación espiritual. «Quien hace algo así», dice Seewald, «no ha entendido cómo son las cosas hoy en día. Tampoco ha percibido lo serio de la situación. Con estas cosas uno se convierte en aliado de los líderes de opinión que con temas de segunda o tercera categoría vienen desde hace decenios conduciendo a la Iglesia a su antojo habiendo ocasionado con ello básicamente un estancamiento espiritual. Hoy las cosas están de tal modo, que son muchas las personas que no conocen en absoluto su fe. No saben del Evangelio, los Sacramentos». Sin embargo, considera Seewald, «el Papa dio las pautas apropiadas. La suerte de la fe y de la Iglesia, dijo claramente, se decide en el contexto de la liturgia y la Eucaristía. El verdadero cambio es posible sólo mediante la transformación del corazón». «Para decirlo de manera simple: el Sucesor de Pedro quiere conducir a las fuentes. Y estas no son las suyas propias o las del Vaticano, sino aquellas en las que mana el ‘agua viva’. Y que exista una Iglesia que protege y cuida estas fuentes nos debe hacer sentir felices y seguros».

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Rafael y el misterio

Desde el 6 de septiembre pasado está abierta en Dresde “Esplendor celeste. Rafael, Durero y Grünewald pintan a la Virgen”, una exposición conjunta de los Museos Vaticano y de las Staatliche Kunstsammlungen organizada en la ciudad alemana con ocasión de la reciente visita apostólica de Benedicto XVI a Alemania. Pasajes del discurso –en la inauguración– del cardenal Giovanni Lajolo, presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano hasta el 1 de octubre, cuando fue sustituido por el arzobispo Giuseppe Bertello. “Con gusto he aceptado la invitación que se me ha dirigido para participar en la apertura de la presente exposición por diversos motivos, en particular por los vínculos que unen muchos años de mi vida con Alemania, pero más aún ante la inminente visita de Benedicto XVI a Alemania. En efecto, con esta ocasión, la gran pintura del altar de Rafael, la “Virgen de Foligno”, se expone ahora en Dresde junto al otro cuadro, más famoso todavía, de la “Virgen Sixtina”, conocido también como la “Virgen de Dresde”. La “Virgen de Foligno” es una pieza fuerte de los Museos Vaticanos, situada precisamente en la misma sala de la “Transfiguración”, de Rafael. La decisión de privar a los Museos Vaticanos por algunos meses de una obra tan importante no podía tomarse a la ligera. A mí, como presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, y al profesor Antonio Paolucci, como director de los Museos, nos pareció que podíamos compartir la idea del director general de las “Colecciones de arte estatales” de Dresde de llevar a cabo, con ocasión de la visita de Benedicto XVI a su patria alemana, una confrontación entre la mayor y más importante pintura de Rafael en Alemania, la “Virgen Sixtina” de Dresde, y su “hermana” vaticana, la “Virgen de Foligno”.

Peter Seewald El Papa triunfó con humildad sobre guerra mediática

E n una entrevista concedida a la agencia católica kath.net y ofrecida a ACI Prensa para su publicación, el periodista católico alemán Peter Seewald, amigo del Papa Benedicto XVI y autor del libro-entrevista con el Pontífice «La Luz del Mundo», señaló que el reciente viaje a Alemania fue una victoria de la humildad y el mensaje del Papa sobre la guerra mediática. En la entrevista, Seewald describe la visita del Papa como «un pequeño milagro», porque «poco antes hubo una muy agresiva falange mediática de tipo anticlerical, muchas condenas adelantadas y un verdadero terrorismo de opinión. Todo hace recordar a la obra de George Orwell ‘1984’ en que se construye un enemigo imaginario, una pesadilla, para azuzar a la gente». «Y sin embargo», continúa Seewald, «a pesar de todo este increíble trabajo mediático, se puso de pie una innumerable cantidad de gente, que no se dejó engañar». «Se decía que los alemanes le darían la espalda y todas esas tonterías. Nada parece más ofensivo en nuestros tiempos que permanecer católicos. Como escribía la revista ‘Stern’ ‘a la breve euforia de los inicios siguió para la mayoría de alemanes un irre-

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parable distanciamiento de su connacional’. Es como si se dijera que el mundo estaría muy bien y en orden, si es que el Vaticano dejara de existir». Sin embargo, dice el periodista, cuya conversión al catolicismo se debió a un encuentro con el entonces Cardenal Ratzinger, «todos fuimos testigos de algo mucho mejor. ¿Dónde quedaron las masas de críticos y de los que protestarían? Nunca aparecieron. En cambio más de 350 mil personas sobrellevaron grandes sacrificios con tal de poder escuchar personalmente al Papa y participar con él en la Misa». «Millones le siguieron por televisión. Los libros del Papa son solicitados como nunca antes. El programa ‘La palabra del domingo’ esta vez dirigida por el Papa, se convirtió por primera vez en la historia en un verdadero éxito de rating. Y de seguro pocas veces antes se ha escuchado en Alemania tanto de inteligente, sabio y verdadero, tanto de lo fundamental». Según Seewald, hoy en día «ya no es posible pasar por alto estas palabras. Son la medida, la piedra de toque para los subsiguientes debates y para la renovación de la Iglesia católica en Alemania». Interrogado sobre las «sombras» del viaje del Papa a Alemania el periodista insistió en la masiva campaña de los medios en su contra. «No pocas veces se recordó al pueblo de Nazaret, que no deseaba escuchar al Profeta de su propia tierra. ‘Es que no hace ningún milagro’, fue el lamento de muchos medios. Ellos trabajan como locos en una indisposición anímica contra el Papa, predican una nueva fe sin valores, y al mismo tiempo vienen con quejas de que las personas le están dando las espaldas a la Iglesia Católica.

La “Virgen de Foligno”, tras su inclusión en las colecciones vaticanas en 1816, jamás se ha cedido en préstamo. Su traslado ahora a Dresde requería una decisión del Papa, que tomó Benedicto XVI. El cuadro de la “Virgen de Foligno” lo pintó Rafael poco antes de la “Virgen Sixtina”, en los años 1511-1512. La “Virgen Sixtina” fue labor del pintor en los años 1513-1514. De María, en el cuadro de Dresde, se puede decir que está representada como en una “epifanía”, una aparición: se abre el cortinaje y aparece la mujer, muy sólida, verdadera señora romana, y tan ligera en su figura apenas movida por el viento, con la mirada atenta, dirigida a quien la contempla; tan escultural –Mulier fortis, Virgo intemerata– y tan viva. Aparece, y está presente. Ella con su Niño, no tan pequeño y ya crecido: el Hijo de Dios que es verdadero hombre. Más que una aparición, la Virgen de Foligno se presenta casi como una visión que emerge del nimbo solar, entre un paisaje encantado y la corona de ángeles etéreos casi formados por la vaporosa sustancia de las nubes. En el oval ideal que la circunscribe, es una mujer toda dulzura en la sinuosidad de su actitud –Virgo sapiens, Mater amabilis– atenta al Niño todavía pequeño, el Dios partícipe de la fragilidad humana que parece quererse refugiar bajo su velo. Por primera vez se nos permite admirar a las dos mayores Vírgenes de Rafael expuestas juntas por algunos meses en Dresde, junto a las obras de otros celebérrimos pintores alemanes de vísperas de la reforma luterana: Alberto Durero, Matías Grünewald y Lucas Cranach el Viejo. Obras todas estupendas que revelan a la mirada de los visitantes, en la diversidad de la propia configuración estilística, la unidad en la misma fe.

Cuando en realidad sucede que son porcentualmente bastante menos los que se separan de ella, si lo comparamos con los partidos, industrias, asociaciones. O incluso con la Iglesia protestante». Fue impresionante, en cambio, según Seewald, ver a Benedicto XVI «atravesar la brava jauría mediática, sin perder siquiera por un segundo la compostura». «Sí resulta penoso», agrega, «que hayan sido muchos los que no aprovecharon esta oportunidad para siquiera por una vez mostrar una auténtica fraternidad cristiana. Una parte del protestantismo sigue todavía entendiéndose a sí mismo sobre todo como un partido anti-papal». «Antes se consideraba al hombre de Roma el anti-Cristo, hoy se le considera el anti-moderno. Sin embargo mucho más significativo es esto: que después del encuentro con el Papa se mostraron sumamente contentos no sólo los representantes ortodoxos, judíos y musulmanes, sino también el presidente de la Iglesia evangélica en Alemania, quien luego del encuentro con Benedicto XVI, afirmó textualmente: ‘Estoy satisfecho’». El entrevistador de kath.net pregunta al periodista a quién se refería el Papa Benedicto cuando en la vigilia con los jóvenes decía que «el daño a la Iglesia no viene de sus oponentes, sino de los cristianos mediocres». Seewald responde «probablemente a usted y a mí. El Papa es un alentador y un constructor de puentes, pero también uno que advierte. Todo cristiano necesita siempre nuevos impulsos para no detenerse en su desarrollo, en su camino, su testimonio, su conducta cristiana». Seewald dice más adelante en la entrevista que el Papa llegó a

Alemania a evidenciar los problemas, porque «él no desea una paz ficticia sino una que sea verdadera. Así que es todo menos uno que adorne la situación con palabras bonitas y pretenda maquillar la seriedad de la situación con eventos masivos, como el teólogo (Hans) Küng y sus compañeros afirman». El periodista lamentó también que, como preámbulo del encuentro juvenil en Friburgo, los organizadores locales dieron oportunidad para que los jóvenes votaran sobre diversas preguntas tales como el sacerdocio femenino y homosexualidad, eliminando cualquier actividad de preparación espiritual. «Quien hace algo así», dice Seewald, «no ha entendido cómo son las cosas hoy en día. Tampoco ha percibido lo serio de la situación. Con estas cosas uno se convierte en aliado de los líderes de opinión que con temas de segunda o tercera categoría vienen desde hace decenios conduciendo a la Iglesia a su antojo habiendo ocasionado con ello básicamente un estancamiento espiritual. Hoy las cosas están de tal modo, que son muchas las personas que no conocen en absoluto su fe. No saben del Evangelio, los Sacramentos». Sin embargo, considera Seewald, «el Papa dio las pautas apropiadas. La suerte de la fe y de la Iglesia, dijo claramente, se decide en el contexto de la liturgia y la Eucaristía. El verdadero cambio es posible sólo mediante la transformación del corazón». «Para decirlo de manera simple: el Sucesor de Pedro quiere conducir a las fuentes. Y estas no son las suyas propias o las del Vaticano, sino aquellas en las que mana el ‘agua viva’. Y que exista una Iglesia que protege y cuida estas fuentes nos debe hacer sentir felices y seguros».

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Viaje apostólico a Madrid con motivo de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (18-21 de agosto de 2011)

La JMJ de Madrid, una “cascada de luz”

Intervención del Papa Benedicto XVI el 24 de agosto pasado en la Audiencia General celebrada en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, al retorno de las JMJ.

Queridos hermanos y hermanas, hoy quisiera volver a recorrer brevemente con el pensamiento y con el corazón los extraordinarios días transcurridos en Madrid para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud. Fue, y lo sabéis, un acontecimiento eclesial emocionante; casi dos millones de jóvenes de todos los continentes vivieron, con alegría, una formidable experiencia de fraternidad, de encuentro con el Señor, de compartir y de crecimiento en la fe: una verdadera cascada de luz. Doy gracias a Dios por este don precioso, que da esperanza para el futuro de la Iglesia: jóvenes con el deseo firme y sincero de arraigar sus vidas en Cristo, permanecer firmes en la fe, caminar juntos en la Iglesia. Un gracias a cuantos han trabajado generosamente por esta Jornada: el cardenal arzobispo de Madrid, sus auxiliares, los demás obispos de España y de otras partes del mundo, el Consejo Pontificio para los Laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos. Renuevo mi reconocimiento a las autoridades españolas, a las instituciones y asociaciones, a los voluntarios y a cuantos han ofrecido el apoyo de la oración. No puedo olvidar la calurosa acogida de sus Majestades los Reyes de España, como también de todo el país. Naturalmente, en pocas palabras no puedo describir los momentos tan intensos que hemos vivido. Tengo en la mente el entusiasmo incontenible con el que los jóvenes me recibieron, el primer día, en la Plaza de Cibeles, sus palabras ricas de esperanzas, su fuerte deseo de orientarse a la verdad más profunda y de arraigarse en ella, esa verdad que Dios nos ha dado conocer en Cristo. En el imponente Monasterio de El Escorial, rico de historia, de espiritualidad y de cultura, encontré a las jóvenes religiosas y a los jóvenes profesores universitarios. A las primeras, a las jóvenes religiosas, les recordé la belleza de su vocación vivida con fidelidad, y la importancia de su servicio apostólico y de su testimonio profético. Y queda en mí la impresión de su entusiasmo, de una fe joven, y llena de valor para el futuro, de voluntad de servir así a la humanidad. A los profesores les recordé que sean verdaderos formadores de las nuevas generaciones, guiándoles en la búsqueda de la verdad no sólo con las palabras sino también con la vida, conscientes de que la Verdad es Cristo mismo. Encontrando a Cristo encontramos la verdad. Por la noche, en la celebración del Vía Crucis, una multitud variada de jóvenes revivió con intensa participación las escenas de la pasión y muerte de Cristo: la cruz de Cristo da mucho más de lo que exige, lo da todo, porque nos conduce a Dios. El día siguiente, la Santa Misa en la Catedral de la Almudena, en Madrid, con los seminaristas: jóvenes que quieren arraigarse en Cristo para hacerlo presente un mañana, como sus ministros. ¡Auguro que crezcan las vocaciones al sacerdocio! Entre los presentes

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había más de uno que había oído la llamada del Señor precisamente en las precedentes Jornadas de la Juventud; estoy seguro de que también en Madrid el Señor ha llamado a la puerta del corazón de muchos jóvenes para que le sigan con generosidad en el misterio sacerdotal o en la vida religiosa. La visita a un centro para los jóvenes discapacitados me hizo ver el gran respeto y amor que se nutre hacia cada persona y me dio la ocasión de dar las gracias a los miles de voluntarios que dan testimonio silenciosamente del Evangelio de la caridad y de la vida. La Vigilia de oración por la noche y la gran Celebración eucarística conclusiva del día después fueron dos momentos muy intensos: por la noche una multitud de jóvenes en fiesta, para nada atemorizados por la lluvia y por el viento, permaneció en adoración silenciosa de Cristo presente en la Eucaristía, para alabarlo, darle gracias, pedir ayuda y luz; y después, el domingo, los jóvenes manifestaron su exuberancia y su alegría de celebrar al Señor en la Palabra y en la Eucaristía, para insertarse cada vez más en Él y reforzar su fe y vida cristiana. En un clima de entusiasmo encontré a los voluntarios a quienes di las gracias por su generosidad y con la ceremonia de despedida dejé el país llevando en el corazón estos días como un gran don. Queridos amigos, el encuentro de Madrid ha sido una estupenda manifestación de fe para España y para el mundo ante todo. Para la multitud de jóvenes, procedentes de todos los rincones de la tierra, ha sido una ocasión especial para reflexionar, dialogar, intercambiarse experiencias positivas y, sobre todo, rezar juntos y renovar el compromiso de arraigar la propia vida en Cristo, Amigo fiel. Estoy seguro de que han vuelto a sus casas y vuelven con el firme propósito de ser levadura en la masa, llevando la esperanza que nace de la fe. Por mi parte sigo acompañándolos con la oración, para que permanezcan fieles a los compromisos asumidos. A la intercesión maternal de María, confío los frutos de esta Jornada. Y ahora deseo anunciar los temas de las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud. La del año próximo, que tendrá lugar en cada diócesis, tendrá como lema “¡Estad alegres en el Señor!” tomado de la Carta a los Filipenses (4,4); mientras que en la Jornada Mundial de la Juventud de 2013 en Río de Janeiro, el lema será el mandato de Jesús “¡Id y haced discípulos a todos los pueblos!” (cfr Mt 28,19). Desde ahora confío a la oración de todos la preparación de estas citas muy importantes. Gracias.

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Viaje apostólico a Madrid con motivo de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (18-21 de agosto de 2011)

La JMJ de Madrid, una “cascada de luz”

Intervención del Papa Benedicto XVI el 24 de agosto pasado en la Audiencia General celebrada en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, al retorno de las JMJ.

Queridos hermanos y hermanas, hoy quisiera volver a recorrer brevemente con el pensamiento y con el corazón los extraordinarios días transcurridos en Madrid para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud. Fue, y lo sabéis, un acontecimiento eclesial emocionante; casi dos millones de jóvenes de todos los continentes vivieron, con alegría, una formidable experiencia de fraternidad, de encuentro con el Señor, de compartir y de crecimiento en la fe: una verdadera cascada de luz. Doy gracias a Dios por este don precioso, que da esperanza para el futuro de la Iglesia: jóvenes con el deseo firme y sincero de arraigar sus vidas en Cristo, permanecer firmes en la fe, caminar juntos en la Iglesia. Un gracias a cuantos han trabajado generosamente por esta Jornada: el cardenal arzobispo de Madrid, sus auxiliares, los demás obispos de España y de otras partes del mundo, el Consejo Pontificio para los Laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos. Renuevo mi reconocimiento a las autoridades españolas, a las instituciones y asociaciones, a los voluntarios y a cuantos han ofrecido el apoyo de la oración. No puedo olvidar la calurosa acogida de sus Majestades los Reyes de España, como también de todo el país. Naturalmente, en pocas palabras no puedo describir los momentos tan intensos que hemos vivido. Tengo en la mente el entusiasmo incontenible con el que los jóvenes me recibieron, el primer día, en la Plaza de Cibeles, sus palabras ricas de esperanzas, su fuerte deseo de orientarse a la verdad más profunda y de arraigarse en ella, esa verdad que Dios nos ha dado conocer en Cristo. En el imponente Monasterio de El Escorial, rico de historia, de espiritualidad y de cultura, encontré a las jóvenes religiosas y a los jóvenes profesores universitarios. A las primeras, a las jóvenes religiosas, les recordé la belleza de su vocación vivida con fidelidad, y la importancia de su servicio apostólico y de su testimonio profético. Y queda en mí la impresión de su entusiasmo, de una fe joven, y llena de valor para el futuro, de voluntad de servir así a la humanidad. A los profesores les recordé que sean verdaderos formadores de las nuevas generaciones, guiándoles en la búsqueda de la verdad no sólo con las palabras sino también con la vida, conscientes de que la Verdad es Cristo mismo. Encontrando a Cristo encontramos la verdad. Por la noche, en la celebración del Vía Crucis, una multitud variada de jóvenes revivió con intensa participación las escenas de la pasión y muerte de Cristo: la cruz de Cristo da mucho más de lo que exige, lo da todo, porque nos conduce a Dios. El día siguiente, la Santa Misa en la Catedral de la Almudena, en Madrid, con los seminaristas: jóvenes que quieren arraigarse en Cristo para hacerlo presente un mañana, como sus ministros. ¡Auguro que crezcan las vocaciones al sacerdocio! Entre los presentes

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había más de uno que había oído la llamada del Señor precisamente en las precedentes Jornadas de la Juventud; estoy seguro de que también en Madrid el Señor ha llamado a la puerta del corazón de muchos jóvenes para que le sigan con generosidad en el misterio sacerdotal o en la vida religiosa. La visita a un centro para los jóvenes discapacitados me hizo ver el gran respeto y amor que se nutre hacia cada persona y me dio la ocasión de dar las gracias a los miles de voluntarios que dan testimonio silenciosamente del Evangelio de la caridad y de la vida. La Vigilia de oración por la noche y la gran Celebración eucarística conclusiva del día después fueron dos momentos muy intensos: por la noche una multitud de jóvenes en fiesta, para nada atemorizados por la lluvia y por el viento, permaneció en adoración silenciosa de Cristo presente en la Eucaristía, para alabarlo, darle gracias, pedir ayuda y luz; y después, el domingo, los jóvenes manifestaron su exuberancia y su alegría de celebrar al Señor en la Palabra y en la Eucaristía, para insertarse cada vez más en Él y reforzar su fe y vida cristiana. En un clima de entusiasmo encontré a los voluntarios a quienes di las gracias por su generosidad y con la ceremonia de despedida dejé el país llevando en el corazón estos días como un gran don. Queridos amigos, el encuentro de Madrid ha sido una estupenda manifestación de fe para España y para el mundo ante todo. Para la multitud de jóvenes, procedentes de todos los rincones de la tierra, ha sido una ocasión especial para reflexionar, dialogar, intercambiarse experiencias positivas y, sobre todo, rezar juntos y renovar el compromiso de arraigar la propia vida en Cristo, Amigo fiel. Estoy seguro de que han vuelto a sus casas y vuelven con el firme propósito de ser levadura en la masa, llevando la esperanza que nace de la fe. Por mi parte sigo acompañándolos con la oración, para que permanezcan fieles a los compromisos asumidos. A la intercesión maternal de María, confío los frutos de esta Jornada. Y ahora deseo anunciar los temas de las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud. La del año próximo, que tendrá lugar en cada diócesis, tendrá como lema “¡Estad alegres en el Señor!” tomado de la Carta a los Filipenses (4,4); mientras que en la Jornada Mundial de la Juventud de 2013 en Río de Janeiro, el lema será el mandato de Jesús “¡Id y haced discípulos a todos los pueblos!” (cfr Mt 28,19). Desde ahora confío a la oración de todos la preparación de estas citas muy importantes. Gracias.

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Palabras de Benedicto XVI en Madrid Los textos completos de los siguientes discursos y homilías del Papa durante la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, pueden leerse en www.humanitas.cl • Rueda de prensa durante el vuelo hacia Madrid (18 de agosto de 2011) • Ceremonia de bienvenida en el aeropuerto internacional de Madrid Barajas (18 de agosto de 2011) • Fiesta de acogida de los jóvenes en la Plaza de Cibeles: saludo (Madrid, 18 de agosto de 2011) • Fiesta de acogida de los jóvenes en la Plaza de Cibeles (Madrid, 18 de agosto de 2011) • Encuentro con las jóvenes religiosas en el Patio de los Reyes de El Escorial (19 de agosto de 2011)

10 Consejos de S. S. Benedicto XVI a los Jóvenes

“Edifiquen su vida en Cristo y plantéense seriamente UNA meta de santidad” “Hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o es malo, lo justo o lo injusto, decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias…” 1° Dialogar con Dios “Alguno de vosotros podría tal vez identificarse con la descripción que Edith Stein hizo de su propia adolescencia, ella, que vivió después en el Carmelo de Colonia: “Había perdido consciente y deliberadamente la costumbre de rezar”. Durante estos días podréis recobrar la experiencia vibrante de la oración como diálogo con Dios, del que sabemos que nos ama y al que, a la vez, queremos amar”. 2° Contarle las penas y alegrías “Abrid vuestro corazón a Dios. Dejaos sorprender por Cristo. Dadle el “derecho a hablaros” durante estos días. Abrid las puertas de vuestra libertad a su amor misericordioso. Presentad vuestras alegrías y vuestras penas a Cristo, dejando que él ilumine con su luz vuestra mente y toque con su gracia vuestro corazón”. 3° No desconfiar de Cristo “Queridos jóvenes, la felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía. Sólo él da plenitud de vida a la humanidad. Decid, con María, vuestro “sí” al Dios que quiere entregarse a vosotros. Os repito hoy lo que dije al principio de mi pontificado: ‘Quien deja entrar a Cristo en la propia vida no pierde nada, nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren de par en par las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera’. Estad plenamente convencidos: Cristo no quita nada de lo que hay de hermoso y grande en vosotros, sino que lleva todo a la perfección para la gloria de Dios, la felicidad de los hombres y la salvación del mundo”.

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• Encuentro con los jóvenes profesores universitarios en la Basílica de San Lorenzo de El Escorial (19 de agosto de 2011) • Vía Crucis con los jóvenes en la Plaza de Cibeles (Madrid, 19 de agosto de 2011) • Santa Misa con los seminaristas en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena (Madrid, 20 de agosto de 2011) • Encuentro con el Comité mixto organizador de la XXVI JMJ (Nunciatura apostólica de Madrid, 20 de agosto de 2011) • Visita a la Fundación Instituto San José (Madrid, 20 de agosto de 2011) • Vigilia de oración con los jóvenes en el aeródromo Cuatro Vientos de Madrid (20 de agosto de 2011) • Santa Misa de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud en el aeródromo Cuatro Vientos de Madrid (21 de agosto de 2011) • Rezo del Angelus Domini en el aeródromo Cuatro Vientos de Madrid (21 de agosto de 2011) • Encuentro con los voluntarios de la XXVI JMJ en el pabellón 9 de la Feria de Madrid-IFEMA (21 de agosto de 2011) • Ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de Madrid Barajas (21 de agosto de 2011)

4° Estar alegres: querer ser santos “Más allá de las vocaciones de especial consagración, está la vocación propia de todo bautizado: también es esta una vocación a aquel ‘alto grado’ de la vida cristiana ordinaria que se expresa en la santidad. Cuando se encuentra a Jesús y se acoge su Evangelio, la vida cambia y uno es empujado a comunicar a los demás la propia experiencia (…). La Iglesia necesita santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad. Os invito a que os esforcéis estos días por servir sin reservas a Cristo, cueste lo que cueste. El encuentro con Jesucristo os permitirá gustar interiormente la alegría de su presencia viva y vivificante, para testimoniarla después en vuestro entorno”. 5° Dios: tema de conversación con los amigos “Son tantos nuestros compañeros que todavía no conocen el amor de Dios, o buscan llenarse el corazón con sucedáneos insignificantes. Por lo tanto, es urgente ser testigos del amor contemplado en Cristo. Queridos jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás”. 6° El domingo, ir a Misa No os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía dominical y ayudad también a los demás a descubrirla. Ciertamente, para que de esa emane la alegría que necesitamos, debemos aprender a comprenderla cada vez más profundamente, debemos

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Palabras de Benedicto XVI en Madrid Los textos completos de los siguientes discursos y homilías del Papa durante la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, pueden leerse en www.humanitas.cl • Rueda de prensa durante el vuelo hacia Madrid (18 de agosto de 2011) • Ceremonia de bienvenida en el aeropuerto internacional de Madrid Barajas (18 de agosto de 2011) • Fiesta de acogida de los jóvenes en la Plaza de Cibeles: saludo (Madrid, 18 de agosto de 2011) • Fiesta de acogida de los jóvenes en la Plaza de Cibeles (Madrid, 18 de agosto de 2011) • Encuentro con las jóvenes religiosas en el Patio de los Reyes de El Escorial (19 de agosto de 2011)

10 Consejos de S. S. Benedicto XVI a los Jóvenes

“Edifiquen su vida en Cristo y plantéense seriamente UNA meta de santidad” “Hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o es malo, lo justo o lo injusto, decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias…” 1° Dialogar con Dios “Alguno de vosotros podría tal vez identificarse con la descripción que Edith Stein hizo de su propia adolescencia, ella, que vivió después en el Carmelo de Colonia: “Había perdido consciente y deliberadamente la costumbre de rezar”. Durante estos días podréis recobrar la experiencia vibrante de la oración como diálogo con Dios, del que sabemos que nos ama y al que, a la vez, queremos amar”. 2° Contarle las penas y alegrías “Abrid vuestro corazón a Dios. Dejaos sorprender por Cristo. Dadle el “derecho a hablaros” durante estos días. Abrid las puertas de vuestra libertad a su amor misericordioso. Presentad vuestras alegrías y vuestras penas a Cristo, dejando que él ilumine con su luz vuestra mente y toque con su gracia vuestro corazón”. 3° No desconfiar de Cristo “Queridos jóvenes, la felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía. Sólo él da plenitud de vida a la humanidad. Decid, con María, vuestro “sí” al Dios que quiere entregarse a vosotros. Os repito hoy lo que dije al principio de mi pontificado: ‘Quien deja entrar a Cristo en la propia vida no pierde nada, nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren de par en par las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera’. Estad plenamente convencidos: Cristo no quita nada de lo que hay de hermoso y grande en vosotros, sino que lleva todo a la perfección para la gloria de Dios, la felicidad de los hombres y la salvación del mundo”.

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• Encuentro con los jóvenes profesores universitarios en la Basílica de San Lorenzo de El Escorial (19 de agosto de 2011) • Vía Crucis con los jóvenes en la Plaza de Cibeles (Madrid, 19 de agosto de 2011) • Santa Misa con los seminaristas en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena (Madrid, 20 de agosto de 2011) • Encuentro con el Comité mixto organizador de la XXVI JMJ (Nunciatura apostólica de Madrid, 20 de agosto de 2011) • Visita a la Fundación Instituto San José (Madrid, 20 de agosto de 2011) • Vigilia de oración con los jóvenes en el aeródromo Cuatro Vientos de Madrid (20 de agosto de 2011) • Santa Misa de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud en el aeródromo Cuatro Vientos de Madrid (21 de agosto de 2011) • Rezo del Angelus Domini en el aeródromo Cuatro Vientos de Madrid (21 de agosto de 2011) • Encuentro con los voluntarios de la XXVI JMJ en el pabellón 9 de la Feria de Madrid-IFEMA (21 de agosto de 2011) • Ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de Madrid Barajas (21 de agosto de 2011)

4° Estar alegres: querer ser santos “Más allá de las vocaciones de especial consagración, está la vocación propia de todo bautizado: también es esta una vocación a aquel ‘alto grado’ de la vida cristiana ordinaria que se expresa en la santidad. Cuando se encuentra a Jesús y se acoge su Evangelio, la vida cambia y uno es empujado a comunicar a los demás la propia experiencia (…). La Iglesia necesita santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad. Os invito a que os esforcéis estos días por servir sin reservas a Cristo, cueste lo que cueste. El encuentro con Jesucristo os permitirá gustar interiormente la alegría de su presencia viva y vivificante, para testimoniarla después en vuestro entorno”. 5° Dios: tema de conversación con los amigos “Son tantos nuestros compañeros que todavía no conocen el amor de Dios, o buscan llenarse el corazón con sucedáneos insignificantes. Por lo tanto, es urgente ser testigos del amor contemplado en Cristo. Queridos jóvenes, la Iglesia necesita auténticos testigos para la nueva evangelización: hombres y mujeres cuya vida haya sido transformada por el encuentro con Jesús; hombres y mujeres capaces de comunicar esta experiencia a los demás”. 6° El domingo, ir a Misa No os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía dominical y ayudad también a los demás a descubrirla. Ciertamente, para que de esa emane la alegría que necesitamos, debemos aprender a comprenderla cada vez más profundamente, debemos

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Reposando la JMJ aprender a amarla. Comprometámonos a ello, ¡vale la pena! Descubramos la íntima riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza: no somos nosotros los que hacemos fiesta para nosotros, sino que es, en cambio, el mismo Dios viviente el que prepara una fiesta para nosotros. Con el amor a la Eucaristía redescubriréis también el sacramento de la Reconciliación, en el cual la bondad misericordiosa de Dios permite siempre iniciar de nuevo nuestra vida. 7° Demostrar que Dios no es triste Quien ha descubierto a Cristo debe llevar a otros hacia él. Una gran alegría no se puede guardar para uno mismo. Es necesario transmitirla. En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo marche igualmente sin él. Pero al mismo tiempo existe también un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: ¡No es posible que la vida sea así! Verdaderamente no. 8° Conocer la fe Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el camino: Jesucristo. Tratemos nosotros mismos de conocerlo cada vez mejor para poder guiar también, de modo convincente, a los demás hacia él. Por esto es tan importante el amor a la sagrada Escritura y, en consecuencia, conocer la fe de la Iglesia que nos muestra el sentido de la Escritura. 9° Ayudar: ser útil Si pensamos y vivimos en virtud de la comunión con Cristo, entonces se nos abren los ojos. Entonces no nos adaptaremos más a seguir viviendo preocupados solamente por nosotros mismos, sino que veremos dónde y cómo somos necesarios. Viviendo y actuando así nos daremos cuenta bien pronto que es mucho más bello ser útiles y estar a disposición de los demás que preocuparse sólo de las comodidades que se nos ofrecen. Yo sé que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis comprometeros por un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres, demostrádselo al mundo, que espera exactamente este testimonio de los discípulos de Jesucristo y que, sobre todo mediante vuestro amor, podrá descubrir la estrella que como creyentes seguimos. 10° Leer la Biblia El secreto para tener un “corazón que entienda” es formarse un corazón capaz de escuchar. Esto se consigue meditando sin cesar la palabra de Dios y permaneciendo enraizados en ella, mediante el esfuerzo de conocerla siempre mejor. Queridos jóvenes, os exhorto a adquirir intimidad con la Biblia, a tenerla a mano, para que sea para vosotros como una brújula que indica el camino a seguir. Leyéndola, aprenderéis a conocer a Cristo. San Jerónimo observa al respecto: “El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo”. En resumen… Construir la vida sobre Cristo, acogiendo con alegría la palabra y poniendo en práctica la doctrina: ¡he aquí, jóvenes del tercer milenio, cuál debe ser vuestro programa! Es urgente que surja una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo que os pide el Señor, a esto os invita la Iglesia, esto es lo que el mundo –aun sin saberlo– espera de vosotros! Y si Jesús os llama, no tengáis miedo de responderle con generosidad, especialmente cuando os propone seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. No tengáis miedo; fiaos de Él y no quedaréis decepcionados.

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Balance realizado por monseñor José Ignacio Munilla, obispo responsable –junto al de Solsona, monseñor Xavier Novell– del departamento de pastoral de juventud de la Conferencia Episcopal Española, sobre la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011

Han pasado varias semanas desde que terminó la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Madrid. En su transcurso, el evento generó 54.000 noticias en los teletipos de 108 países, a lo que se añade la gran cantidad de artículos posteriores. En una lectura demasiado ligera, algunos han juzgado que este tipo de iniciativas sólo sirven para entusiasmar a los convencidos, y para encrespar más todavía a los contrarios… Sin embargo, pienso que una mirada más profunda nos ayuda a ver las cosas mucho más matizadas, hasta el punto de reconocer que “algo” se ha movido en nuestra sociedad con motivo de la celebración de la JMJ. Es cierto que algunos de los medios de comunicación se han centrado en las reacciones más viscerales; algunas de las cuales, por cierto, nos han parecido más propias de la famosa “niña del exorcista” retorciéndose al contacto con el agua bendita… Pero aun siendo cierta la existencia de estos círculos virulentamente anticlericales, pienso que el fruto principal de la JMJ no es perceptible desde las crónicas de brocha gorda. En efecto, me han llamado la atención algunos artículos de calado, como el de Vargas Llosa, quien reconoce el signo transmitido en la JMJ, y concluye que en su día fue un error pensar que la evolución cultural hacia la modernidad resultaría incompatible con la fe religiosa. También me ha impresionado comprobar cómo algún periodista de crónica religiosa, que se había caracterizado por denostar de forma indisimulada la JMJ (“pastoral triunfalista”, “fuegos de artificio”, etc.), ha reconocido públicamente su equivocación, al comprobar los frutos producidos (según la encuesta de la consultora GAD3, el 81 por ciento de los participantes reconoce haber reforzado su relación con Dios, y el 55 por ciento afirma haber avanzado en el discernimiento de su vocación). Yo también puedo dar testimonio de más de un sacerdote y religioso que había juzgado críticamente la JMJ y que había optado por no implicarse en su convocatoria, que se ha sentido positivamente “tocado” por una juventud admirable. Uno de ellos decía: “He visto de cerca a estos jóvenes, y tengo que reconocer que fuimos injustos al acusarles de ‘papalatría’”. Ya antes de acudir a Madrid, los peregrinos de todos los rincones del mundo que convivieron unos días entre nosotros, fueron capaces de arrastrar a muchos jóvenes, e incluso a familias, camino de la JMJ. No olvidemos que los meses y las semanas previas a la JMJ, no era previsible una movilización de jóvenes españoles tan grande como la que finalmente se produjo. El número de inscripciones de peregrinos de los demás países era muy grande, pero no así el de los españoles. Pues bien, una de las explicaciones de esa asistencia de cerca de

dos millones de jóvenes en Cuatro Vientos –como apunte orientativo, las compañías telefónicas han servido el dato de que en el recinto de Cuatro Vientos, fueron 1.560.000 las terminales telefónicas que estuvieron activas–, que a todos nos ha dejado sorprendidos, la tenemos que buscar, entre otros factores, en la gran animación que los peregrinos venidos de todas las partes del mundo realizaron entre los españoles, los días previos a la JMJ. ¡¡Su alegría y madurez nos habían conquistado!! Una vez más, como en tantos otros momentos de la historia de la Iglesia, comprobamos cómo la “catolicidad” (universalidad) de la Iglesia es sanadora de nuestras crisis locales. Un día fuimos nosotros quienes llevamos la fe al Nuevo Mundo. Ahora llega el momento de abrirnos humildemente a todos los carismas que puedan rejuvenecernos. Si se me permite destacar una anécdota de mi estancia en Madrid, me llamó la atención que los taxistas con los que tuve ocasión de charlar durante esos días, subrayasen su asombro y alegría. (¡Siempre he pensado que el gremio de los taxistas es uno de los que más sentido común suele demostrar, por aquello de conocer la realidad social a pie de calle!). Me decía uno de ellos: “Yo soy testigo de la degeneración progresiva que se ha producido en los últimos años, en la forma como los jóvenes viven el ocio por las noches… y sólo puedo decir que esta juventud que estamos viendo estos días me llena de esperanza… ¡Me gustaría que mis hijos recibiesen ese tipo de educación moral!”. Yo le apunté que la clave de los valores de esa juventud no estaba tanto en la moral en sí misma, sino en haber descubierto a la persona de Jesucristo. ¡Sin Jesucristo y sin su Evangelio, es imposible una juventud así! El taxista calló y me señaló la imagen del Cristo de Medinaceli que tenía puesta en el salpicadero… No quiero concluir sin hacer referencia a la imponente presencia del Orfeón Donostiarra en la JMJ. No olvidaremos nunca aquella tormenta de Cuatro Vientos, que nos dejó empapados en la celebración de la Vigilia nocturna, a la que siguió un impresionante silencio en el que adoramos a Jesucristo presente en la Eucaristía... Un suave y precioso canto se elevó en aquel momento: “¡Ave verum Corpus natum de Maria Virgine!” (¡Salve, verdadero Cuerpo nacido de María Virgen!)… ¿Cantaba el Orfeón Donostiarra o era el coro de los ángeles cuyas voces llegaban hasta nosotros?

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Reposando la JMJ aprender a amarla. Comprometámonos a ello, ¡vale la pena! Descubramos la íntima riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza: no somos nosotros los que hacemos fiesta para nosotros, sino que es, en cambio, el mismo Dios viviente el que prepara una fiesta para nosotros. Con el amor a la Eucaristía redescubriréis también el sacramento de la Reconciliación, en el cual la bondad misericordiosa de Dios permite siempre iniciar de nuevo nuestra vida. 7° Demostrar que Dios no es triste Quien ha descubierto a Cristo debe llevar a otros hacia él. Una gran alegría no se puede guardar para uno mismo. Es necesario transmitirla. En numerosas partes del mundo existe hoy un extraño olvido de Dios. Parece que todo marche igualmente sin él. Pero al mismo tiempo existe también un sentimiento de frustración, de insatisfacción de todo y de todos. Dan ganas de exclamar: ¡No es posible que la vida sea así! Verdaderamente no. 8° Conocer la fe Ayudad a los hombres a descubrir la verdadera estrella que nos indica el camino: Jesucristo. Tratemos nosotros mismos de conocerlo cada vez mejor para poder guiar también, de modo convincente, a los demás hacia él. Por esto es tan importante el amor a la sagrada Escritura y, en consecuencia, conocer la fe de la Iglesia que nos muestra el sentido de la Escritura. 9° Ayudar: ser útil Si pensamos y vivimos en virtud de la comunión con Cristo, entonces se nos abren los ojos. Entonces no nos adaptaremos más a seguir viviendo preocupados solamente por nosotros mismos, sino que veremos dónde y cómo somos necesarios. Viviendo y actuando así nos daremos cuenta bien pronto que es mucho más bello ser útiles y estar a disposición de los demás que preocuparse sólo de las comodidades que se nos ofrecen. Yo sé que vosotros como jóvenes aspiráis a cosas grandes, que queréis comprometeros por un mundo mejor. Demostrádselo a los hombres, demostrádselo al mundo, que espera exactamente este testimonio de los discípulos de Jesucristo y que, sobre todo mediante vuestro amor, podrá descubrir la estrella que como creyentes seguimos. 10° Leer la Biblia El secreto para tener un “corazón que entienda” es formarse un corazón capaz de escuchar. Esto se consigue meditando sin cesar la palabra de Dios y permaneciendo enraizados en ella, mediante el esfuerzo de conocerla siempre mejor. Queridos jóvenes, os exhorto a adquirir intimidad con la Biblia, a tenerla a mano, para que sea para vosotros como una brújula que indica el camino a seguir. Leyéndola, aprenderéis a conocer a Cristo. San Jerónimo observa al respecto: “El desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo”. En resumen… Construir la vida sobre Cristo, acogiendo con alegría la palabra y poniendo en práctica la doctrina: ¡he aquí, jóvenes del tercer milenio, cuál debe ser vuestro programa! Es urgente que surja una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo que os pide el Señor, a esto os invita la Iglesia, esto es lo que el mundo –aun sin saberlo– espera de vosotros! Y si Jesús os llama, no tengáis miedo de responderle con generosidad, especialmente cuando os propone seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. No tengáis miedo; fiaos de Él y no quedaréis decepcionados.

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Balance realizado por monseñor José Ignacio Munilla, obispo responsable –junto al de Solsona, monseñor Xavier Novell– del departamento de pastoral de juventud de la Conferencia Episcopal Española, sobre la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011

Han pasado varias semanas desde que terminó la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Madrid. En su transcurso, el evento generó 54.000 noticias en los teletipos de 108 países, a lo que se añade la gran cantidad de artículos posteriores. En una lectura demasiado ligera, algunos han juzgado que este tipo de iniciativas sólo sirven para entusiasmar a los convencidos, y para encrespar más todavía a los contrarios… Sin embargo, pienso que una mirada más profunda nos ayuda a ver las cosas mucho más matizadas, hasta el punto de reconocer que “algo” se ha movido en nuestra sociedad con motivo de la celebración de la JMJ. Es cierto que algunos de los medios de comunicación se han centrado en las reacciones más viscerales; algunas de las cuales, por cierto, nos han parecido más propias de la famosa “niña del exorcista” retorciéndose al contacto con el agua bendita… Pero aun siendo cierta la existencia de estos círculos virulentamente anticlericales, pienso que el fruto principal de la JMJ no es perceptible desde las crónicas de brocha gorda. En efecto, me han llamado la atención algunos artículos de calado, como el de Vargas Llosa, quien reconoce el signo transmitido en la JMJ, y concluye que en su día fue un error pensar que la evolución cultural hacia la modernidad resultaría incompatible con la fe religiosa. También me ha impresionado comprobar cómo algún periodista de crónica religiosa, que se había caracterizado por denostar de forma indisimulada la JMJ (“pastoral triunfalista”, “fuegos de artificio”, etc.), ha reconocido públicamente su equivocación, al comprobar los frutos producidos (según la encuesta de la consultora GAD3, el 81 por ciento de los participantes reconoce haber reforzado su relación con Dios, y el 55 por ciento afirma haber avanzado en el discernimiento de su vocación). Yo también puedo dar testimonio de más de un sacerdote y religioso que había juzgado críticamente la JMJ y que había optado por no implicarse en su convocatoria, que se ha sentido positivamente “tocado” por una juventud admirable. Uno de ellos decía: “He visto de cerca a estos jóvenes, y tengo que reconocer que fuimos injustos al acusarles de ‘papalatría’”. Ya antes de acudir a Madrid, los peregrinos de todos los rincones del mundo que convivieron unos días entre nosotros, fueron capaces de arrastrar a muchos jóvenes, e incluso a familias, camino de la JMJ. No olvidemos que los meses y las semanas previas a la JMJ, no era previsible una movilización de jóvenes españoles tan grande como la que finalmente se produjo. El número de inscripciones de peregrinos de los demás países era muy grande, pero no así el de los españoles. Pues bien, una de las explicaciones de esa asistencia de cerca de

dos millones de jóvenes en Cuatro Vientos –como apunte orientativo, las compañías telefónicas han servido el dato de que en el recinto de Cuatro Vientos, fueron 1.560.000 las terminales telefónicas que estuvieron activas–, que a todos nos ha dejado sorprendidos, la tenemos que buscar, entre otros factores, en la gran animación que los peregrinos venidos de todas las partes del mundo realizaron entre los españoles, los días previos a la JMJ. ¡¡Su alegría y madurez nos habían conquistado!! Una vez más, como en tantos otros momentos de la historia de la Iglesia, comprobamos cómo la “catolicidad” (universalidad) de la Iglesia es sanadora de nuestras crisis locales. Un día fuimos nosotros quienes llevamos la fe al Nuevo Mundo. Ahora llega el momento de abrirnos humildemente a todos los carismas que puedan rejuvenecernos. Si se me permite destacar una anécdota de mi estancia en Madrid, me llamó la atención que los taxistas con los que tuve ocasión de charlar durante esos días, subrayasen su asombro y alegría. (¡Siempre he pensado que el gremio de los taxistas es uno de los que más sentido común suele demostrar, por aquello de conocer la realidad social a pie de calle!). Me decía uno de ellos: “Yo soy testigo de la degeneración progresiva que se ha producido en los últimos años, en la forma como los jóvenes viven el ocio por las noches… y sólo puedo decir que esta juventud que estamos viendo estos días me llena de esperanza… ¡Me gustaría que mis hijos recibiesen ese tipo de educación moral!”. Yo le apunté que la clave de los valores de esa juventud no estaba tanto en la moral en sí misma, sino en haber descubierto a la persona de Jesucristo. ¡Sin Jesucristo y sin su Evangelio, es imposible una juventud así! El taxista calló y me señaló la imagen del Cristo de Medinaceli que tenía puesta en el salpicadero… No quiero concluir sin hacer referencia a la imponente presencia del Orfeón Donostiarra en la JMJ. No olvidaremos nunca aquella tormenta de Cuatro Vientos, que nos dejó empapados en la celebración de la Vigilia nocturna, a la que siguió un impresionante silencio en el que adoramos a Jesucristo presente en la Eucaristía... Un suave y precioso canto se elevó en aquel momento: “¡Ave verum Corpus natum de Maria Virgine!” (¡Salve, verdadero Cuerpo nacido de María Virgen!)… ¿Cantaba el Orfeón Donostiarra o era el coro de los ángeles cuyas voces llegaban hasta nosotros?

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Benedicto XVI y las JMJ, según Vargas Llosa

Gran resonancia ha tenido la columna del escritor peruano y Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, publicada en el diario El País, que saluda festivamente este evento señalando de entrada: “Todas las razas, lenguas, culturas, tradiciones, se mezclaban en una gigantesca fiesta de muchachas y muchachos adolescentes, estudiantes, jóvenes profesionales venidos de todos los rincones del mundo a cantar, bailar, rezar y proclamar su adhesión a la Iglesia católica y su «adicción» al Papa («Somos adictos a Benedicto» fue uno de los estribillos más coreados). Hay dos lecturas posibles de este acontecimiento, que EL PAÍS ha llamado «la mayor concentración de católicos en la historia de España». La primera ve en él un festival más de superficie que de entraña religiosa, en el que jóvenes de medio mundo han aprovechado la ocasión para viajar, hacer turismo, divertirse, conocer gente, vivir alguna aventura, [sentir] la experiencia intensa pero pasajera de unas vacaciones de verano. La segunda la interpreta como un rotundo mentís a las predicciones de una retracción del catolicismo en el mundo de hoy, la prueba de que la Iglesia de Cristo mantiene su pujanza y su vitalidad, de que la nave de San Pedro sortea sin peligro las tempestades que quisieran hundirla”. Refiriéndose a continuación a las tensiones de la Iglesia católica con el gobierno actual de Rodriguez Zapatero y a la merma en la observancia religiosa en España, añade: “Desde mi punto de vista esta paulatina declinación del número de fieles de la Iglesia católica, en vez de ser un síntoma de su inevitable ruina y extinción es, más bien, fermento de la vitalidad y energía que lo que queda de ella –decenas de millones de personas– ha venido mostrando, sobre todo bajo los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI”. Luego, contrastando estilos, continúa: “Es difícil imaginar dos personalidades más distintas que las de los dos últimos Papas. El anterior era un líder carismático, un agitador de multitudes, un extraordinario orador, un pontífice en el que la emoción, la pasión, los sentimientos prevalecían sobre la pura razón. El actual es un hombre de ideas, un intelectual, alguien cuyo entorno natural son la biblioteca, el aula universitaria, el salón de conferencias. Su timidez ante las muchedumbres aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa

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fragilidad es engañosa pues se trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros un agnóstico como yo puede leer sin bostezar (su breve autobiografía es hechicera y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes)”. Confirmando antiguas predicciones suyas de los años ochenta, agregó: “El sueño de los católicos progresistas de hacer de la Iglesia una institución democrática es eso, nada más: un sueño. Ninguna iglesia podría serlo sin renunciar a sí misma y desaparecer. En todo caso, prescindiendo del contexto teológico, atendiendo únicamente a su dimensión social y política, la verdad es que, aunque pierda fieles y se encoja, el catolicismo está hoy día más unido, activo y beligerante que en los años en que parecía a punto de desgarrarse y dividirse por las luchas ideológicas internas”. Saliendo al paso de viejas supercherías ilustradas y explicando su juicio sobre la cultura de hoy, dice: “Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que esa era otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los librepensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, esta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha transformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias, y, en otro, en una cábala de especialistas incomprensibles y arrogantes, confinados en fortines de jerga y jerigonza y a años luz del común de los mortales”. Por fin, descartando que religión y democracia sean términos antagónicos, expresó: “Y, por más que tantos brillantísimos intelectuales traten de convencernos de que el ateísmo es la única consecuencia lógica y racional del conocimiento y la experiencia acumuladas por la historia de la civilización, la idea de la extinción definitiva [de la religión] seguirá siendo intolerable para el ser humano común y corriente, que seguirá encontrando en la fe aquella esperanza de una supervivencia más allá de la muerte a la que nunca ha podido renunciar. Mientras no tome el poder político y este sepa preservar su independencia y neutralidad frente a ella, la religión no sólo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática”. “Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos por eso de lo ocurrido en Madrid en estos días en que Dios parecía existir [y] el catolicismo ser la religión única y verdadera”, concluye Vargas Llosa.

Entrevista al teólogo Javier Prades JMJ: “La diferencia es evidente”

— Algunos señalan que en la JMJ de Madrid se percibía un tono diferente a otros acontecimientos similares, un tono más esencial. ¿Está de acuerdo? — En primer lugar hay que decir que la JMJ ha sido un hecho eclesial de primera magnitud. Ha ofrecido a la ciudad de Madrid, a España y al resto del mundo un testimonio ejemplar de vida cristiana y de su conveniencia para nuestra sociedad. En esta JMJ efectivamente hay algunas características que la hacen singular. Por ejemplo, se han celebrado los grandes misterios de la fe de una manera sobria y profunda: la Eucaristía y la Reconciliación, la Cruz de Jesucristo, el ministerio y la persona del Papa, poniendo ante todos el origen misterioso del que nace la capacidad de los cristianos para servir a los demás, para construir obras, para colaborar en la sociedad. La JMJ ha sabido dirigir esta propuesta a los jóvenes sin necesidad de recurrir a un tono superficial falsamente juvenil. En las catequesis ha sucedido algo parecido. Han sido gestos de anuncio con una participación masiva en los que se ha profundizado en todas las dimensiones de la experiencia cristiana. Otra característica propia de esta JMJ ha sido la dignidad civil de las propuestas culturales. Durante varios días antes de la llegada del Papa, en Madrid se podía participar en centenares de eventos culturales, algunos de tanta calidad como la exposición del Prado sobre los Misterios de Cristo, o la del Thyssen, el concierto del Orfeón Donostiarra, el espectáculo flamenco en el Templo de Debod, así como otros conciertos, proyecciones de cine y exposiciones con gran valor histórico, artístico y catequético, como han sido la de las Reducciones del Paraguay, o las dedicadas a la Madre Teresa, a Gaudí o al Pórtico de la Gloria, o la dedicada por «Ayuda a la Iglesia Necesitada» a los mártires. Por otra parte, esta JMJ ha tenido por primera vez un acto específico del Papa con jóvenes profesores universitarios en El Escorial, para subrayar el interés de Benedicto XVI hacia el mundo académico e intelectual. Son ejemplos de una forma de estar en el ámbito público sin ninguna rebaja del contenido de la fe y con la posibilidad de que la sociedad plural pueda entender la relevancia humana de la fe y su máxima conveniencia. — ¿Qué ha significado para la vida de la Iglesia la presencia de casi dos millones de personas siguiendo al Papa? — Es de un valor extraordinario. En primer lugar, destacan los grandes protagonistas de la JMJ que han sido, junto al Papa y los obispos, los propios peregrinos y los voluntarios. El buen eco que han dejado los centenares de miles de jóvenes en Madrid durante la semana, pero también en todos los lugares de España por donde han ido

pasando la semana previa, producirá grandes frutos. Los comentarios sorprendidos y agradecidos sobre estos jóvenes han sido unánimes, desde quienes están acostumbrados a las grandes concentraciones, como policías, taxistas, limpiadores urbanos, etc... que reconocían la diferencia evidente en su modo de comportarse, hasta periodistas y figuras públicas que han acogido con respeto y admiración esta forma de presencia de los peregrinos en Madrid. Algo similar cabe decir del trabajo enorme y a veces en condiciones nada fáciles de miles de voluntarios que han sabido improvisar con rapidez, y atender con inteligencia y humanidad a los peregrinos. El relato de los encuentros entre unos y otros sería interminable. Este tejido de encuentros no es tan visible como los actos centrales, pero constituye una parte esencial de la riqueza de la JMJ. De este modo se ha roto el tópico de que la Iglesia no consigue dirigirse a los jóvenes o que su propuesta no suscita atractivo. La jornada de Cuatro Vientos ha mostrado una preciosa sintonía y complicidad entre los jóvenes y Benedicto XVI, en torno al misterio de la Eucaristía. Estos días hemos podido ver la belleza del anuncio cristiano y el interés que tiene para la vida concreta de los jóvenes.

— ¿Qué reto y qué tarea suscita un acontecimiento de este tipo? — Para la Iglesia es sobre todo un reto educativo y cultural. El gran desafío educativo es acompañar de modo sistemático el camino de la fe de los cientos de miles de jóvenes que han respondido a la llamada del Papa. Necesitamos un método de educación en la fe a la altura del acontecimiento que hemos vivido. No debemos olvidar que en la fe cristiana hay una profunda correspondencia entre contenido y método. Desde el punto de vista cultural, hay que aprender una profunda lección de esta JMJ porque hemos podido comprobar lo que significa una propuesta completa e inteligente de los contenidos de la fe, con un tono sereno y constructivo, hasta llegar a todas sus implicaciones para la vida de los hombres. Así se cumplirá lo que nos pedía el Papa: una inteligencia de la fe que se convierte en inteligencia de la realidad. — ¿Qué incidencia histórica ha tenido la JMJ? — Es muy difícil medir los procesos históricos en el instante. La historia es el ámbito del diálogo misterioso entre Dios y el hombre, y no podemos aferrar sus consecuencias como si se tratase de un conocimiento instrumental. Por tanto, más allá del primer impacto, que sin duda ha sido muy positivo, debemos esperar pacientemente a que vayan aflorando los hechos en los que se reconozca lo que ha sucedido estos días en Madrid y en España. Los cambios en la historia están relacionados con los cambios en el corazón del hombre, y por eso la mayor incidencia histórica de la JMJ será la de reconocer a hombres que han cambiado en lo profundo de su corazón. Son estos los protagonistas de acciones verdaderamente nuevas en la historia.

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Benedicto XVI y las JMJ, según Vargas Llosa

Gran resonancia ha tenido la columna del escritor peruano y Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, publicada en el diario El País, que saluda festivamente este evento señalando de entrada: “Todas las razas, lenguas, culturas, tradiciones, se mezclaban en una gigantesca fiesta de muchachas y muchachos adolescentes, estudiantes, jóvenes profesionales venidos de todos los rincones del mundo a cantar, bailar, rezar y proclamar su adhesión a la Iglesia católica y su «adicción» al Papa («Somos adictos a Benedicto» fue uno de los estribillos más coreados). Hay dos lecturas posibles de este acontecimiento, que EL PAÍS ha llamado «la mayor concentración de católicos en la historia de España». La primera ve en él un festival más de superficie que de entraña religiosa, en el que jóvenes de medio mundo han aprovechado la ocasión para viajar, hacer turismo, divertirse, conocer gente, vivir alguna aventura, [sentir] la experiencia intensa pero pasajera de unas vacaciones de verano. La segunda la interpreta como un rotundo mentís a las predicciones de una retracción del catolicismo en el mundo de hoy, la prueba de que la Iglesia de Cristo mantiene su pujanza y su vitalidad, de que la nave de San Pedro sortea sin peligro las tempestades que quisieran hundirla”. Refiriéndose a continuación a las tensiones de la Iglesia católica con el gobierno actual de Rodriguez Zapatero y a la merma en la observancia religiosa en España, añade: “Desde mi punto de vista esta paulatina declinación del número de fieles de la Iglesia católica, en vez de ser un síntoma de su inevitable ruina y extinción es, más bien, fermento de la vitalidad y energía que lo que queda de ella –decenas de millones de personas– ha venido mostrando, sobre todo bajo los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI”. Luego, contrastando estilos, continúa: “Es difícil imaginar dos personalidades más distintas que las de los dos últimos Papas. El anterior era un líder carismático, un agitador de multitudes, un extraordinario orador, un pontífice en el que la emoción, la pasión, los sentimientos prevalecían sobre la pura razón. El actual es un hombre de ideas, un intelectual, alguien cuyo entorno natural son la biblioteca, el aula universitaria, el salón de conferencias. Su timidez ante las muchedumbres aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa

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fragilidad es engañosa pues se trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros un agnóstico como yo puede leer sin bostezar (su breve autobiografía es hechicera y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes)”. Confirmando antiguas predicciones suyas de los años ochenta, agregó: “El sueño de los católicos progresistas de hacer de la Iglesia una institución democrática es eso, nada más: un sueño. Ninguna iglesia podría serlo sin renunciar a sí misma y desaparecer. En todo caso, prescindiendo del contexto teológico, atendiendo únicamente a su dimensión social y política, la verdad es que, aunque pierda fieles y se encoja, el catolicismo está hoy día más unido, activo y beligerante que en los años en que parecía a punto de desgarrarse y dividirse por las luchas ideológicas internas”. Saliendo al paso de viejas supercherías ilustradas y explicando su juicio sobre la cultura de hoy, dice: “Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que esa era otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los librepensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, esta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha transformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias, y, en otro, en una cábala de especialistas incomprensibles y arrogantes, confinados en fortines de jerga y jerigonza y a años luz del común de los mortales”. Por fin, descartando que religión y democracia sean términos antagónicos, expresó: “Y, por más que tantos brillantísimos intelectuales traten de convencernos de que el ateísmo es la única consecuencia lógica y racional del conocimiento y la experiencia acumuladas por la historia de la civilización, la idea de la extinción definitiva [de la religión] seguirá siendo intolerable para el ser humano común y corriente, que seguirá encontrando en la fe aquella esperanza de una supervivencia más allá de la muerte a la que nunca ha podido renunciar. Mientras no tome el poder político y este sepa preservar su independencia y neutralidad frente a ella, la religión no sólo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática”. “Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos por eso de lo ocurrido en Madrid en estos días en que Dios parecía existir [y] el catolicismo ser la religión única y verdadera”, concluye Vargas Llosa.

Entrevista al teólogo Javier Prades JMJ: “La diferencia es evidente”

— Algunos señalan que en la JMJ de Madrid se percibía un tono diferente a otros acontecimientos similares, un tono más esencial. ¿Está de acuerdo? — En primer lugar hay que decir que la JMJ ha sido un hecho eclesial de primera magnitud. Ha ofrecido a la ciudad de Madrid, a España y al resto del mundo un testimonio ejemplar de vida cristiana y de su conveniencia para nuestra sociedad. En esta JMJ efectivamente hay algunas características que la hacen singular. Por ejemplo, se han celebrado los grandes misterios de la fe de una manera sobria y profunda: la Eucaristía y la Reconciliación, la Cruz de Jesucristo, el ministerio y la persona del Papa, poniendo ante todos el origen misterioso del que nace la capacidad de los cristianos para servir a los demás, para construir obras, para colaborar en la sociedad. La JMJ ha sabido dirigir esta propuesta a los jóvenes sin necesidad de recurrir a un tono superficial falsamente juvenil. En las catequesis ha sucedido algo parecido. Han sido gestos de anuncio con una participación masiva en los que se ha profundizado en todas las dimensiones de la experiencia cristiana. Otra característica propia de esta JMJ ha sido la dignidad civil de las propuestas culturales. Durante varios días antes de la llegada del Papa, en Madrid se podía participar en centenares de eventos culturales, algunos de tanta calidad como la exposición del Prado sobre los Misterios de Cristo, o la del Thyssen, el concierto del Orfeón Donostiarra, el espectáculo flamenco en el Templo de Debod, así como otros conciertos, proyecciones de cine y exposiciones con gran valor histórico, artístico y catequético, como han sido la de las Reducciones del Paraguay, o las dedicadas a la Madre Teresa, a Gaudí o al Pórtico de la Gloria, o la dedicada por «Ayuda a la Iglesia Necesitada» a los mártires. Por otra parte, esta JMJ ha tenido por primera vez un acto específico del Papa con jóvenes profesores universitarios en El Escorial, para subrayar el interés de Benedicto XVI hacia el mundo académico e intelectual. Son ejemplos de una forma de estar en el ámbito público sin ninguna rebaja del contenido de la fe y con la posibilidad de que la sociedad plural pueda entender la relevancia humana de la fe y su máxima conveniencia. — ¿Qué ha significado para la vida de la Iglesia la presencia de casi dos millones de personas siguiendo al Papa? — Es de un valor extraordinario. En primer lugar, destacan los grandes protagonistas de la JMJ que han sido, junto al Papa y los obispos, los propios peregrinos y los voluntarios. El buen eco que han dejado los centenares de miles de jóvenes en Madrid durante la semana, pero también en todos los lugares de España por donde han ido

pasando la semana previa, producirá grandes frutos. Los comentarios sorprendidos y agradecidos sobre estos jóvenes han sido unánimes, desde quienes están acostumbrados a las grandes concentraciones, como policías, taxistas, limpiadores urbanos, etc... que reconocían la diferencia evidente en su modo de comportarse, hasta periodistas y figuras públicas que han acogido con respeto y admiración esta forma de presencia de los peregrinos en Madrid. Algo similar cabe decir del trabajo enorme y a veces en condiciones nada fáciles de miles de voluntarios que han sabido improvisar con rapidez, y atender con inteligencia y humanidad a los peregrinos. El relato de los encuentros entre unos y otros sería interminable. Este tejido de encuentros no es tan visible como los actos centrales, pero constituye una parte esencial de la riqueza de la JMJ. De este modo se ha roto el tópico de que la Iglesia no consigue dirigirse a los jóvenes o que su propuesta no suscita atractivo. La jornada de Cuatro Vientos ha mostrado una preciosa sintonía y complicidad entre los jóvenes y Benedicto XVI, en torno al misterio de la Eucaristía. Estos días hemos podido ver la belleza del anuncio cristiano y el interés que tiene para la vida concreta de los jóvenes.

— ¿Qué reto y qué tarea suscita un acontecimiento de este tipo? — Para la Iglesia es sobre todo un reto educativo y cultural. El gran desafío educativo es acompañar de modo sistemático el camino de la fe de los cientos de miles de jóvenes que han respondido a la llamada del Papa. Necesitamos un método de educación en la fe a la altura del acontecimiento que hemos vivido. No debemos olvidar que en la fe cristiana hay una profunda correspondencia entre contenido y método. Desde el punto de vista cultural, hay que aprender una profunda lección de esta JMJ porque hemos podido comprobar lo que significa una propuesta completa e inteligente de los contenidos de la fe, con un tono sereno y constructivo, hasta llegar a todas sus implicaciones para la vida de los hombres. Así se cumplirá lo que nos pedía el Papa: una inteligencia de la fe que se convierte en inteligencia de la realidad. — ¿Qué incidencia histórica ha tenido la JMJ? — Es muy difícil medir los procesos históricos en el instante. La historia es el ámbito del diálogo misterioso entre Dios y el hombre, y no podemos aferrar sus consecuencias como si se tratase de un conocimiento instrumental. Por tanto, más allá del primer impacto, que sin duda ha sido muy positivo, debemos esperar pacientemente a que vayan aflorando los hechos en los que se reconozca lo que ha sucedido estos días en Madrid y en España. Los cambios en la historia están relacionados con los cambios en el corazón del hombre, y por eso la mayor incidencia histórica de la JMJ será la de reconocer a hombres que han cambiado en lo profundo de su corazón. Son estos los protagonistas de acciones verdaderamente nuevas en la historia.

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Entrevista al vicepresidente de la Comunidad Judía de Madrid Reacción judía a la JMJ: habla David Hatchwell “Éxito absoluto”, “gente sana”, “energía positiva”, “retorno a los valores”. Con esta contundencia se expresa en esta entrevista a agencia Zenit, David Hatchwell, vicepresidente de la Comunidad Judía de Madrid, cuando se le pregunta sobre la Jornada Mundial de la Juventud 2011.

— Usted dio su apoyo a la JMJ mucho antes de que esta se celebrara. ¿Por qué esta alianza con un evento católico de esta envergadura? — Los que pensamos las mismas cosas tenemos que estar juntos. Los católicos, como otros grupos, tienen derecho a expresarse, aunque haya protestas contra esto. Tienen derecho a creer en lo que creen, y por este motivo tenemos esta cercanía, porque nosotros los judíos sabemos bien qué es ser vilipendiados. Entendemos lo que es ser deslegitimados, y yo lo vivo constantemente en carne propia. Soy muy sensible, y no sólo me preocupan sino que me molestan las tendencias a deslegitimar a la gente. Uno puede no estar de acuerdo con alguien, pero no se tienen que dar ataques a colectivos de manera injustificada y descontextualizando. En este sentido nuestro apoyo a un acto como la JMJ es claro. Celebro que se haya realizado esta JMJ y de ahí la proximidad con el evento. — Detecto que le ha gustado, el encuentro. — Sin lugar a dudas ha sido un éxito absoluto este viaje del Papa. Es el mayor acontecimiento en las últimas décadas: yo no recuerdo algo así. Ver Madrid con todo tipo de gente joven en las calles, gente que se nota muy sana, con energía positiva, ha sido increíble, y una delicia verlo. La valoración sólo puede ser positiva. Todos los días, en la multitud de eventos que se han sucedido, se ha demostrado que lo que se quería era un momento espiritual muy potente, y esto ocurrió. — Hubo críticas, también. — Sólo algún incidente de pocos miles de personas, cuando al otro lado había hasta dos millones. Desafortunadamente algunos medios descontextualizan y enseñan lo marginal. Pero para mí, insisto, ha sido un éxito absoluto. De lo que he leído, me consta que una empresa internacional como PriceWaterhouseCoopers hace una auditoría, lo cual me parece muy sensato por parte de la Iglesia esta transparencia. Además, las Jornadas han aportado muchísimo a la ciudad de

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Madrid, con lo cual no entiendo esos intentos de criticarla. Más allá de informaciones de titular, lo que está claro es que Madrid ha estado en el mapa del mundo varios días, y ha sido muy positivo para España.

— Qué aspecto del mensaje del Papa le ha llamado más la atención? — Sin duda el mensaje ha sido muy importante, especialmente la reconexión con una serie de valores. Este llamado transciende a un credo específico, no son sólo mensajes cristianos, sino universales. El Papa ha pedido a los jóvenes que sean muy valientes con sus convicciones. Estamos ante un relativismo ético muy profundo, con una tendencia a quitarles valor a las cosas que mucha gente tiene como principios básicos de su educación. En esto estamos totalmente de acuerdo con el Papa: en una sociedad moderna son necesarios valores para enfrentarse al relativismo y seguir creyendo en las convicciones morales que la gente quiere. Otro aspecto llamativo del mensaje ha sido que no vivimos en la tiranía del individuo, no hay un yo absoluto, sino que hoy se exigen valores comunes colectivos espirituales y el servicio al otro. — ¿Estos valores son compartidos entre judíos y cristianos? — Absolutamente. Judíos y cristianos compartimos valores comunes troncales. Jesús era judío, y los primeros cristianos también, de ahí los valores compartidos que sin duda alguna siguen siendo los mismos. — Desde el Concilio Vaticano II las relaciones entre la Iglesia Católica y el judaísmo han mejorado sustancialmente. — Sabemos que durante siglos la relación entre la Iglesia y el judaísmo no era para nada la que tenemos ahora, ha mejorado desde hace 40 años. Yo me siento privilegiado de vivir hoy en día, en un momento en que la Iglesia percibe de manera totalmente distinta a los judíos. San Juan de Ávila Nuevo Doctor de la Iglesia universal

San Juan de Ávila, gran predicador y místico, patrono del clero secular español, será declarado próximamente doctor de la Iglesia universal. Lo anunció Benedicto XVI al final de la misa celebrada el sábado 20 de agosto, en la catedral de la Almudena, de Madrid. Doctor de la Iglesia es el título que el Papa otorga oficialmente a ciertos santos, reconociéndolos como eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos. El Papa Pío V, en el siglo XVI, definió formalmente las tres condiciones fundamentales: eminens doctrina,

es decir, la eminencia doctrinal en materia de teología y culto; la insignis vitae sanctitas, es decir, un elevado grado de santidad; y la Ecclesiae declaratio, es decir, una proclamación formal por parte de

la Iglesia. Los últimos doctores de la Iglesia fueron declarados por Pablo VI, en 1970: santa Teresa de Jesús y santa Catalina de Siena; y por Juan Pablo II: santa Teresa de Lisieux, en 1997.

Entrevista al padre Antonio Spadaro, nuevo director de La Civiltà Cattolica

“Buscar y encontrar a Dios en todas las cosas”

Cuarenta y cinco años, escritor prolífico y buen teólogo. Estamos hablando del padre Antonio Spadaro, que el 6 de septiembre pasado fue nombrado por el Padre General de la Compañía de Jesús como nuevo director de La Civiltà Cattolica, la más antigua y respetable revista italiana. El nuevo Director comenzó a escribir en La Civiltà Cattolica en 1994. Se ocupó sobre todo de crítica literaria, en particular la vinculada a los autores contemporáneos. Para comprender de qué modo La Civiltà Cattolica pretende renovar culturalmente el mensaje católico en el complejo mundo de los medios de comunicación, Antonio Gaspari ha entrevistado para Zenit al padre Antonio Spadaro. — ¿Qué se siente al convertirse en director de una revista con una historia tan prestigiosa como “La Civiltà Cattolica”? — Escribo en La Civiltà Cattolica desde 1994, pero asumir la dirección de la misma ha significado un cambio de perspectiva. Siento ante mí un desafío muy difícil porque me encuentro frente a la dirección de la revista activa más antigua de Italia: tiene 162 años de vida. La Civiltà Cattolica ha sido siempre un punto de referencia muy autorizado por la calidad de su periodismo. Por tanto siento un gran temor y a la vez un gran deseo de hacerlo lo mejor posible junto a los demás jesuitas de la redacción. He recibido muchos mensajes de felicitaciones y de apoyo. Esto ayuda mucho a los escritores, al experimentar una gran confianza por parte de los lectores, aunque también la altura de sus expectativas. — Los tiempos en los que vivimos parecen muy distintos de aquellos en los que la revista fue pensada y fundada. ¿Con qué ideas y novedades piensa poder afrontar al mundo moderno? — Desde 1850 hasta hoy la revista ha atravesado épocas en las que el mismo significado de la comunicación, además de sus modalidades, se ha transformado. Sin embargo la larga tradición de la revista ya contiene en sí misma el germen de la innovación. Pensemos que hace 160 años la misma idea de una revista “nacional”, cuando todavía Italia no existía, y el uso del italiano y no del latín ya eran elementos de una gran innovación. Más que hablar de novedad me gusta hablar de “ADN”, es decir, del código genético de la revista, capaz de darle vida en tiempos y épocas distintas. — ¿Qué les diría a los lectores de hoy para explicar el sentido y el porqué de una “Civilización Católica”? — Lo que La Civiltà Cattolica pretende ofrecer a sus lectores es el compartir una experiencia iluminada por la fe cristiana y profundamente arraigada en la vida cultural, social, económica y política de nuestros días. Por tradición y naturaleza nuestra revista expresa una forma “alta” de periodismo cultural. Su enfoque es amplio en cuanto a la cultura, por el lenguaje y los temas (desde la política a la historia, de la literatura a la psicología, del cine a la economía, de la filosofía a la teología, de la moda a la ciencia...) y esto hace que se adapte a nuestros tiempos. La complejidad y la fragmentación de la vida moderna exigen un esfuerzo particular de comprensión y de recomposición de los fragmentos del saber. Gracias a la multiplicidad y a la amplitud de los argumentos tratados, nuestro lector podrá tener material y enfoques para poder crearse una opinión personal, teniendo a disposición análisis agudos pero no demasiado complejos y para interesados en el tema.

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Entrevista al vicepresidente de la Comunidad Judía de Madrid Reacción judía a la JMJ: habla David Hatchwell “Éxito absoluto”, “gente sana”, “energía positiva”, “retorno a los valores”. Con esta contundencia se expresa en esta entrevista a agencia Zenit, David Hatchwell, vicepresidente de la Comunidad Judía de Madrid, cuando se le pregunta sobre la Jornada Mundial de la Juventud 2011.

— Usted dio su apoyo a la JMJ mucho antes de que esta se celebrara. ¿Por qué esta alianza con un evento católico de esta envergadura? — Los que pensamos las mismas cosas tenemos que estar juntos. Los católicos, como otros grupos, tienen derecho a expresarse, aunque haya protestas contra esto. Tienen derecho a creer en lo que creen, y por este motivo tenemos esta cercanía, porque nosotros los judíos sabemos bien qué es ser vilipendiados. Entendemos lo que es ser deslegitimados, y yo lo vivo constantemente en carne propia. Soy muy sensible, y no sólo me preocupan sino que me molestan las tendencias a deslegitimar a la gente. Uno puede no estar de acuerdo con alguien, pero no se tienen que dar ataques a colectivos de manera injustificada y descontextualizando. En este sentido nuestro apoyo a un acto como la JMJ es claro. Celebro que se haya realizado esta JMJ y de ahí la proximidad con el evento. — Detecto que le ha gustado, el encuentro. — Sin lugar a dudas ha sido un éxito absoluto este viaje del Papa. Es el mayor acontecimiento en las últimas décadas: yo no recuerdo algo así. Ver Madrid con todo tipo de gente joven en las calles, gente que se nota muy sana, con energía positiva, ha sido increíble, y una delicia verlo. La valoración sólo puede ser positiva. Todos los días, en la multitud de eventos que se han sucedido, se ha demostrado que lo que se quería era un momento espiritual muy potente, y esto ocurrió. — Hubo críticas, también. — Sólo algún incidente de pocos miles de personas, cuando al otro lado había hasta dos millones. Desafortunadamente algunos medios descontextualizan y enseñan lo marginal. Pero para mí, insisto, ha sido un éxito absoluto. De lo que he leído, me consta que una empresa internacional como PriceWaterhouseCoopers hace una auditoría, lo cual me parece muy sensato por parte de la Iglesia esta transparencia. Además, las Jornadas han aportado muchísimo a la ciudad de

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Madrid, con lo cual no entiendo esos intentos de criticarla. Más allá de informaciones de titular, lo que está claro es que Madrid ha estado en el mapa del mundo varios días, y ha sido muy positivo para España.

— Qué aspecto del mensaje del Papa le ha llamado más la atención? — Sin duda el mensaje ha sido muy importante, especialmente la reconexión con una serie de valores. Este llamado transciende a un credo específico, no son sólo mensajes cristianos, sino universales. El Papa ha pedido a los jóvenes que sean muy valientes con sus convicciones. Estamos ante un relativismo ético muy profundo, con una tendencia a quitarles valor a las cosas que mucha gente tiene como principios básicos de su educación. En esto estamos totalmente de acuerdo con el Papa: en una sociedad moderna son necesarios valores para enfrentarse al relativismo y seguir creyendo en las convicciones morales que la gente quiere. Otro aspecto llamativo del mensaje ha sido que no vivimos en la tiranía del individuo, no hay un yo absoluto, sino que hoy se exigen valores comunes colectivos espirituales y el servicio al otro. — ¿Estos valores son compartidos entre judíos y cristianos? — Absolutamente. Judíos y cristianos compartimos valores comunes troncales. Jesús era judío, y los primeros cristianos también, de ahí los valores compartidos que sin duda alguna siguen siendo los mismos. — Desde el Concilio Vaticano II las relaciones entre la Iglesia Católica y el judaísmo han mejorado sustancialmente. — Sabemos que durante siglos la relación entre la Iglesia y el judaísmo no era para nada la que tenemos ahora, ha mejorado desde hace 40 años. Yo me siento privilegiado de vivir hoy en día, en un momento en que la Iglesia percibe de manera totalmente distinta a los judíos. San Juan de Ávila Nuevo Doctor de la Iglesia universal

San Juan de Ávila, gran predicador y místico, patrono del clero secular español, será declarado próximamente doctor de la Iglesia universal. Lo anunció Benedicto XVI al final de la misa celebrada el sábado 20 de agosto, en la catedral de la Almudena, de Madrid. Doctor de la Iglesia es el título que el Papa otorga oficialmente a ciertos santos, reconociéndolos como eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos. El Papa Pío V, en el siglo XVI, definió formalmente las tres condiciones fundamentales: eminens doctrina,

es decir, la eminencia doctrinal en materia de teología y culto; la insignis vitae sanctitas, es decir, un elevado grado de santidad; y la Ecclesiae declaratio, es decir, una proclamación formal por parte de

la Iglesia. Los últimos doctores de la Iglesia fueron declarados por Pablo VI, en 1970: santa Teresa de Jesús y santa Catalina de Siena; y por Juan Pablo II: santa Teresa de Lisieux, en 1997.

Entrevista al padre Antonio Spadaro, nuevo director de La Civiltà Cattolica

“Buscar y encontrar a Dios en todas las cosas”

Cuarenta y cinco años, escritor prolífico y buen teólogo. Estamos hablando del padre Antonio Spadaro, que el 6 de septiembre pasado fue nombrado por el Padre General de la Compañía de Jesús como nuevo director de La Civiltà Cattolica, la más antigua y respetable revista italiana. El nuevo Director comenzó a escribir en La Civiltà Cattolica en 1994. Se ocupó sobre todo de crítica literaria, en particular la vinculada a los autores contemporáneos. Para comprender de qué modo La Civiltà Cattolica pretende renovar culturalmente el mensaje católico en el complejo mundo de los medios de comunicación, Antonio Gaspari ha entrevistado para Zenit al padre Antonio Spadaro. — ¿Qué se siente al convertirse en director de una revista con una historia tan prestigiosa como “La Civiltà Cattolica”? — Escribo en La Civiltà Cattolica desde 1994, pero asumir la dirección de la misma ha significado un cambio de perspectiva. Siento ante mí un desafío muy difícil porque me encuentro frente a la dirección de la revista activa más antigua de Italia: tiene 162 años de vida. La Civiltà Cattolica ha sido siempre un punto de referencia muy autorizado por la calidad de su periodismo. Por tanto siento un gran temor y a la vez un gran deseo de hacerlo lo mejor posible junto a los demás jesuitas de la redacción. He recibido muchos mensajes de felicitaciones y de apoyo. Esto ayuda mucho a los escritores, al experimentar una gran confianza por parte de los lectores, aunque también la altura de sus expectativas. — Los tiempos en los que vivimos parecen muy distintos de aquellos en los que la revista fue pensada y fundada. ¿Con qué ideas y novedades piensa poder afrontar al mundo moderno? — Desde 1850 hasta hoy la revista ha atravesado épocas en las que el mismo significado de la comunicación, además de sus modalidades, se ha transformado. Sin embargo la larga tradición de la revista ya contiene en sí misma el germen de la innovación. Pensemos que hace 160 años la misma idea de una revista “nacional”, cuando todavía Italia no existía, y el uso del italiano y no del latín ya eran elementos de una gran innovación. Más que hablar de novedad me gusta hablar de “ADN”, es decir, del código genético de la revista, capaz de darle vida en tiempos y épocas distintas. — ¿Qué les diría a los lectores de hoy para explicar el sentido y el porqué de una “Civilización Católica”? — Lo que La Civiltà Cattolica pretende ofrecer a sus lectores es el compartir una experiencia iluminada por la fe cristiana y profundamente arraigada en la vida cultural, social, económica y política de nuestros días. Por tradición y naturaleza nuestra revista expresa una forma “alta” de periodismo cultural. Su enfoque es amplio en cuanto a la cultura, por el lenguaje y los temas (desde la política a la historia, de la literatura a la psicología, del cine a la economía, de la filosofía a la teología, de la moda a la ciencia...) y esto hace que se adapte a nuestros tiempos. La complejidad y la fragmentación de la vida moderna exigen un esfuerzo particular de comprensión y de recomposición de los fragmentos del saber. Gracias a la multiplicidad y a la amplitud de los argumentos tratados, nuestro lector podrá tener material y enfoques para poder crearse una opinión personal, teniendo a disposición análisis agudos pero no demasiado complejos y para interesados en el tema.

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— ¿De qué modo la revista publicada se relacionará con la comunicación en red? — Creo que hoy mismo está cambiando el concepto de “revista”, que ya no es sólo la de papel, sino que está relacionada con su capacidad de transmitir cultura, valores, ideas de distintas maneras y en diversas plataformas comunicativas. Una consecuencia posible: La Civiltà Cattolica se identificará siempre por el pensamiento que expresa y que encontrará su expresión en varios canales y soportes, entre los cuales ya no será exclusivo el de papel. De esta forma nuestra producción cultural estará más abierta al disfrute, al compartir, al comentario y al debate. Será un proceso que exigirá tiempo, pero tengo muchas esperanzas al respecto. — ¿Cómo y por qué la espiritualidad y el carisma de San Ignacio podría fascinar al hombre del Tercer Milenio? — Nuestra redacción, por estatuto pontificio, está compuesta exclusivamente de jesuitas. Y nuestro “tesoro” como tales es la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, una espiritualidad encarnada, humanista, curiosa y atenta a la búsqueda de la presencia de Dios en el mundo, que, durante siglos, ha forjado santos, intelectuales, científicos y formadores. El principio inspirador de esta espiritualidad es un criterio muy simple: “buscar y encontrar a Dios en todas las cosas”, como escribe San Ignacio. Y esta es la razón por la que la creatividad del Espíritu trabaja en todas partes, en todas las dimensiones del crecimiento del mundo, en la diversidad de sus culturas y en la variedad de sus experiencias espirituales. Este enfoque es fascinante porque permite descubrir a Dios, que actúa en la vida de las personas, de la sociedad y de la cultura; y discernir cómo Él continuará su obra. Es este instinto curioso y atento el que nos empuja a escribir y a compartir nuestra experiencia intelectual con los lectores.

India Ataque y devastación en templo católico

Preocupación y desconcierto son las reacciones al ataque y a la devastación sufridos por una iglesia católica de la diócesis de Quilon, al sur del estado indio de Kerala. El 4 de septiembre por la noche, unos veinte hombres enmascarados se introdujeron en el templo, dedicado a Nuestra Señora de Vailankanni, en el pueblo de Kottenkulangara, forzando puertas y ventanas, según informa la agencia vaticana Fides. Los asaltantes destruyeron el altar, los ornamentos sagrados y los confesionarios, expulsando y amenazando a los fieles que habían acudido al lugar tras escuchar ruidos. Monseñor Stanley Roman, obispo de Quilon, confesó a Fides su preocupación, “porque como cristianos estamos expuestos al crecimiento de los diversos extremismos religiosos, sobre todo el de matriz hindú, pero también el islámico”. En la zona, explicó el prelado, “hay una comunidad católica muy viva y numerosa. Por esto tendríamos intenciones de construir una iglesia más grande. Quizás este proyecto ha alarmado a los grupos extremistas hindúes, que ya, indirectamente, intentan intimidarnos”. Monseñor Roman explicó que en los últimos años en Kerala han aumentado los grupos extremistas hindúes, y que, “de rebote, están proliferando pequeños grupos integristas islámicos”.

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“Todo esto podría poner en riesgo la paz social y religiosa que desde siempre caracteriza a Kerala”, advirtió. Tras el ataque a la iglesia, el prelado visitó a la comunidad, invitando a los fieles a la calma, “a no reaccionar, a soportar con paciencia violencias y persecuciones”. “Actuaremos según la ley –subrayó–: hemos denunciado lo sucedido a la policía, confiamos en la actuación de las fuerzas del orden y esperamos que pronto se pueda identificar a los culpables y se les conduzca ante la justicia”. “En lo que nos respecta, seguiremos nuestro trabajo pastoral y el anuncio de Cristo a través del testimonio alegre del Evangelio y el servicio al prójimo”, concluyó. Kerala es el estado indio con el porcentaje más alto de cristianos, cerca del 20 por ciento de la población. Los musulmanes son el 25 por ciento, el resto de los habitantes profesa el hinduismo.

Viena “Llamamiento a la unidad”

El cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, ha respondido al “llamamiento a la desobediencia” lanzado por sacerdotes que no comparten la teología y disciplina de la Iglesia con un “llamamiento a la unidad”. El purpurado y reconocido teólogo ha respondido de múltiples maneras ante la “Pfarrer-Initiative”, un manifiesto publicado el 19 de junio, firmado por más de trescientos sacerdotes, de los dos mil que hay en Austria, en el que hacen un “llamamiento a la desobediencia”, dado que el Papa y los obispos no han acogido sus reivindicaciones. Entre estas reivindicaciones, se encuentran la ordenación sacerdotal de mujeres, la ordenación sacerdotal de hombres casados en la Iglesia de rito latino, la comunión para los divorciados, la posibilidad de que haya un presidente laico al frente de las parroquias. El cardenal Schönborn ha ofrecido entrevistas para explicar que el “llamado a la desobediencia” contra la jerarquía legítima de la Iglesia no sólo no está justificado, sino que además constituye un motivo de escándalo para los católicos. “Muchos trabajadores se preguntan cómo es posible que la Iglesia incite a propagar y a practicar la desobediencia, cuando saben ciertamente que si ellos lanzasen un llamado similar en los lugares de trabajo desde hace tiempo habrían perdido su empleo”, se

Escocia Primer sacerdote ordenado para el ordinariato

El Ordinariato Personal de Nuestra Señora de Walsingham ha dado la bienvenida al primer sacerdote escocés. El padre Len Black, de 61 años, fue ordenado en julio pasado en la iglesia de Santa María de Greenock. Monseñor Philip Tartaglia de Paisley fue el obispo ordenante. El padre Black fue ministro episcopaliano durante 30 años. Fue también el deán de Forward en Faith, un grupo de anglicanos que tenían el deseo de adherirse a la enseñanza tradicional de la Comunión. Una docena de fieles está esperando para unirse al ordinariato con él, informó el Scotsman. Hablando sobre la ceremonia, dijo: “El regalo de la ordenación es un gran privilegio y un honor, y para mí también es la culminación

pregunta el cardenal en una carta en la que ha respondido a los autores de la iniciativa. “No es necesario estar siempre de acuerdo con cada decisión eclesiástica, sobre todo en ámbito disciplinar; y es también lícito tomar en algunos casos decisiones diversas por parte de la curia –reconoce el purpurado–. Pero cuando el Papa indica repetidamente pautas claras, recordando también la enseñanza en vigor –por ejemplo, en lo que respecta a los papeles–, entonces el llamado a la desobediencia pone, de hecho, en discusión la comunidad eclesiástica en su conjunto”. “Porque en última instancia, cada sacerdote, así como todos nosotros, debemos decidir si queremos continuar recorriendo el camino junto al Papa, al obispo y a la Iglesia, o no. Ciertamente, es siempre difícil renunciar a algunas ideas y visiones. Pero quien declara nulo el principio de la obediencia, disuelve la unidad”, afirma el purpurado. Schönborn hace notar a los promotores de la “Pfarrer-Initiative” algunas contradicciones en su “Programa de desobediencia”, entre estas, por ejemplo, el concepto de una “fiesta de la Eucaristía sin sacerdote” y todavía más la definición inaceptable de “festivales litúrgicos”. “Soy obispo desde ya casi veinte años –concluye el cardenal–. La tarea del obispo es la de unidad: la unidad en la propia diócesis, la unidad con el Papa, la unidad con la Iglesia. Y yo asumo esta tarea con gran felicidad. Vivo muchos momentos bellos, pero también momentos de dolorosas heridas. Una de estas heridas es el ‘Llamamiento a la desobediencia’”. Por eso, hace “un llamamiento a la unidad, a esa unidad pedida por Jesucristo al Padre, y por la que Jesús estuvo dispuesto a sacrificar la vida”.

de un largo viaje hacia la comunión total con la Iglesia Católica, gracias a la generosidad del Papa Benedicto XVI”. De acuerdo con el Scotsman, monseñor Tartaglia, que está supervisando los asuntos relacionados con el ordinariato en Escocia, consideró la ordenación como un signo de progreso ecuménico. “A pesar de que el grupo de Escocia es muy pequeño, cuando se toma en consideración con los grupos más considerables de Inglaterra y Gales –y los próximos acuerdos que tendrán lugar pronto en Estados Unidos y posiblemente después en Australia– esto comienza a parecerse a un nuevo y visionario modo de recrear la unidad de la Cristiandad después de muchos años de estancamiento ecuménico”, dijo. “Está marcado por la sorprendente originalidad, sencillez y generosidad de la iniciativa del Papa Benedicto XVI”.

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— ¿De qué modo la revista publicada se relacionará con la comunicación en red? — Creo que hoy mismo está cambiando el concepto de “revista”, que ya no es sólo la de papel, sino que está relacionada con su capacidad de transmitir cultura, valores, ideas de distintas maneras y en diversas plataformas comunicativas. Una consecuencia posible: La Civiltà Cattolica se identificará siempre por el pensamiento que expresa y que encontrará su expresión en varios canales y soportes, entre los cuales ya no será exclusivo el de papel. De esta forma nuestra producción cultural estará más abierta al disfrute, al compartir, al comentario y al debate. Será un proceso que exigirá tiempo, pero tengo muchas esperanzas al respecto. — ¿Cómo y por qué la espiritualidad y el carisma de San Ignacio podría fascinar al hombre del Tercer Milenio? — Nuestra redacción, por estatuto pontificio, está compuesta exclusivamente de jesuitas. Y nuestro “tesoro” como tales es la espiritualidad de San Ignacio de Loyola, una espiritualidad encarnada, humanista, curiosa y atenta a la búsqueda de la presencia de Dios en el mundo, que, durante siglos, ha forjado santos, intelectuales, científicos y formadores. El principio inspirador de esta espiritualidad es un criterio muy simple: “buscar y encontrar a Dios en todas las cosas”, como escribe San Ignacio. Y esta es la razón por la que la creatividad del Espíritu trabaja en todas partes, en todas las dimensiones del crecimiento del mundo, en la diversidad de sus culturas y en la variedad de sus experiencias espirituales. Este enfoque es fascinante porque permite descubrir a Dios, que actúa en la vida de las personas, de la sociedad y de la cultura; y discernir cómo Él continuará su obra. Es este instinto curioso y atento el que nos empuja a escribir y a compartir nuestra experiencia intelectual con los lectores.

India Ataque y devastación en templo católico

Preocupación y desconcierto son las reacciones al ataque y a la devastación sufridos por una iglesia católica de la diócesis de Quilon, al sur del estado indio de Kerala. El 4 de septiembre por la noche, unos veinte hombres enmascarados se introdujeron en el templo, dedicado a Nuestra Señora de Vailankanni, en el pueblo de Kottenkulangara, forzando puertas y ventanas, según informa la agencia vaticana Fides. Los asaltantes destruyeron el altar, los ornamentos sagrados y los confesionarios, expulsando y amenazando a los fieles que habían acudido al lugar tras escuchar ruidos. Monseñor Stanley Roman, obispo de Quilon, confesó a Fides su preocupación, “porque como cristianos estamos expuestos al crecimiento de los diversos extremismos religiosos, sobre todo el de matriz hindú, pero también el islámico”. En la zona, explicó el prelado, “hay una comunidad católica muy viva y numerosa. Por esto tendríamos intenciones de construir una iglesia más grande. Quizás este proyecto ha alarmado a los grupos extremistas hindúes, que ya, indirectamente, intentan intimidarnos”. Monseñor Roman explicó que en los últimos años en Kerala han aumentado los grupos extremistas hindúes, y que, “de rebote, están proliferando pequeños grupos integristas islámicos”.

H 872

“Todo esto podría poner en riesgo la paz social y religiosa que desde siempre caracteriza a Kerala”, advirtió. Tras el ataque a la iglesia, el prelado visitó a la comunidad, invitando a los fieles a la calma, “a no reaccionar, a soportar con paciencia violencias y persecuciones”. “Actuaremos según la ley –subrayó–: hemos denunciado lo sucedido a la policía, confiamos en la actuación de las fuerzas del orden y esperamos que pronto se pueda identificar a los culpables y se les conduzca ante la justicia”. “En lo que nos respecta, seguiremos nuestro trabajo pastoral y el anuncio de Cristo a través del testimonio alegre del Evangelio y el servicio al prójimo”, concluyó. Kerala es el estado indio con el porcentaje más alto de cristianos, cerca del 20 por ciento de la población. Los musulmanes son el 25 por ciento, el resto de los habitantes profesa el hinduismo.

Viena “Llamamiento a la unidad”

El cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, ha respondido al “llamamiento a la desobediencia” lanzado por sacerdotes que no comparten la teología y disciplina de la Iglesia con un “llamamiento a la unidad”. El purpurado y reconocido teólogo ha respondido de múltiples maneras ante la “Pfarrer-Initiative”, un manifiesto publicado el 19 de junio, firmado por más de trescientos sacerdotes, de los dos mil que hay en Austria, en el que hacen un “llamamiento a la desobediencia”, dado que el Papa y los obispos no han acogido sus reivindicaciones. Entre estas reivindicaciones, se encuentran la ordenación sacerdotal de mujeres, la ordenación sacerdotal de hombres casados en la Iglesia de rito latino, la comunión para los divorciados, la posibilidad de que haya un presidente laico al frente de las parroquias. El cardenal Schönborn ha ofrecido entrevistas para explicar que el “llamado a la desobediencia” contra la jerarquía legítima de la Iglesia no sólo no está justificado, sino que además constituye un motivo de escándalo para los católicos. “Muchos trabajadores se preguntan cómo es posible que la Iglesia incite a propagar y a practicar la desobediencia, cuando saben ciertamente que si ellos lanzasen un llamado similar en los lugares de trabajo desde hace tiempo habrían perdido su empleo”, se

Escocia Primer sacerdote ordenado para el ordinariato

El Ordinariato Personal de Nuestra Señora de Walsingham ha dado la bienvenida al primer sacerdote escocés. El padre Len Black, de 61 años, fue ordenado en julio pasado en la iglesia de Santa María de Greenock. Monseñor Philip Tartaglia de Paisley fue el obispo ordenante. El padre Black fue ministro episcopaliano durante 30 años. Fue también el deán de Forward en Faith, un grupo de anglicanos que tenían el deseo de adherirse a la enseñanza tradicional de la Comunión. Una docena de fieles está esperando para unirse al ordinariato con él, informó el Scotsman. Hablando sobre la ceremonia, dijo: “El regalo de la ordenación es un gran privilegio y un honor, y para mí también es la culminación

pregunta el cardenal en una carta en la que ha respondido a los autores de la iniciativa. “No es necesario estar siempre de acuerdo con cada decisión eclesiástica, sobre todo en ámbito disciplinar; y es también lícito tomar en algunos casos decisiones diversas por parte de la curia –reconoce el purpurado–. Pero cuando el Papa indica repetidamente pautas claras, recordando también la enseñanza en vigor –por ejemplo, en lo que respecta a los papeles–, entonces el llamado a la desobediencia pone, de hecho, en discusión la comunidad eclesiástica en su conjunto”. “Porque en última instancia, cada sacerdote, así como todos nosotros, debemos decidir si queremos continuar recorriendo el camino junto al Papa, al obispo y a la Iglesia, o no. Ciertamente, es siempre difícil renunciar a algunas ideas y visiones. Pero quien declara nulo el principio de la obediencia, disuelve la unidad”, afirma el purpurado. Schönborn hace notar a los promotores de la “Pfarrer-Initiative” algunas contradicciones en su “Programa de desobediencia”, entre estas, por ejemplo, el concepto de una “fiesta de la Eucaristía sin sacerdote” y todavía más la definición inaceptable de “festivales litúrgicos”. “Soy obispo desde ya casi veinte años –concluye el cardenal–. La tarea del obispo es la de unidad: la unidad en la propia diócesis, la unidad con el Papa, la unidad con la Iglesia. Y yo asumo esta tarea con gran felicidad. Vivo muchos momentos bellos, pero también momentos de dolorosas heridas. Una de estas heridas es el ‘Llamamiento a la desobediencia’”. Por eso, hace “un llamamiento a la unidad, a esa unidad pedida por Jesucristo al Padre, y por la que Jesús estuvo dispuesto a sacrificar la vida”.

de un largo viaje hacia la comunión total con la Iglesia Católica, gracias a la generosidad del Papa Benedicto XVI”. De acuerdo con el Scotsman, monseñor Tartaglia, que está supervisando los asuntos relacionados con el ordinariato en Escocia, consideró la ordenación como un signo de progreso ecuménico. “A pesar de que el grupo de Escocia es muy pequeño, cuando se toma en consideración con los grupos más considerables de Inglaterra y Gales –y los próximos acuerdos que tendrán lugar pronto en Estados Unidos y posiblemente después en Australia– esto comienza a parecerse a un nuevo y visionario modo de recrear la unidad de la Cristiandad después de muchos años de estancamiento ecuménico”, dijo. “Está marcado por la sorprendente originalidad, sencillez y generosidad de la iniciativa del Papa Benedicto XVI”.

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Presentación y bendición del libro

“Gustad y ved qué bueno es el Señor”

Un regalo “para el fortalecimiento de nuestra vida de fe, tan necesario hoy día para la Iglesia”, es el que preparó la Fundación Centro la Providencia en el mes de octubre. Se trata del libro “Gustad y Ved qué bueno es el Señor”, que fue presentado por el arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati. La fundación acoge, desde el año 1983, a quienes quieren profundizar su fe a través de un trabajo espiritual que se realiza con la metodología de talleres vivenciales, cuyos carismas fundamentales son: la oración de Alabanza, el Perdón y la oración con la Sagrada Escritura (Lectio Divina). A través de estos años de experiencia, el Centro la Providencia ha constatado cómo estos carismas permiten experimentar en la vida de quienes participan de los talleres, un profundo encuentro con Dios y una fecunda transformación interior de sólidos frutos espirituales. Se trata de “tres tesoros que la Iglesia nos ofrece y que sin embargo están poco difundidos”, señalan en la fundación. El proyecto, en su primera etapa, consiste en un libro que responde al anhelo de muchos laicos comprometidos para ayudar a transmitir, como testigos, el regalo inmenso del amor de Dios en sus vidas. El libro va acompañado de 2 CD con música de Alabanza y un cancionero como complemento para disponer el corazón a la apertura para el encuentro personal con Cristo.

La Cruz de Cristóbal Colón Declarada Monumento Nacional en Cuba

Al finalizar una eucaristía de acción de gracias, el 15 de agosto, por la fundación, hace quinientos años, de la primera villa en la Isla, el arzobispo de Santiago de Cuba, levantó en alto la Cruz de la Parra, plantada por Cristóbal Colón el 1 de diciembre de 1492 en el extremo oriental de la Isla, y bendijo con ella a unos dos mil fieles congregados en la plaza. Minutos antes, la multitud había prorrumpido en aplausos al conocer que la Comisión Nacional Cubana de Monumentos declaraba a la Cruz de la Parra como Monumento Nacional. Esta cruz se conserva en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa. El historiador de La Habana Eusebio Leal resaltó la labor del fraile

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Bartolomé de las Casas, “un dominico, como Antonio de Montesinos, que elevó su voz por los indios, por los indígenas, en la Isla Española y, particularmente, en Santo Domingo”. Recordó que el gran poeta cubano José Martí le había descrito “como el apóstol de los indios”, y calificó al fraile Las Casas como “uno de los autores del humanismo moderno, uno que supo discutir en el debate de Valladolid la existencia de un alma inmortal en los aborígenes”. Dijo de él que “supo impregnar el corazón de la reina católica para que, en todo, escribiese las nuevas leyes y que fueron la causa de la profunda preocupación testamentaria que está todavía en nosotros”. Esta preocupación, afirmó, se ha mantenido viva a lo largo de la historia cubana. Refiriéndose a la Cruz de la Parra aclaró que la Comisión Nacional de Monumentos había hecho una lectura de la historia, reconocido la tradición, la demostrada antigüedad del leño y los estudios realizados por la doctora Raquel Carreras para demostrar “de manera irrefutable la antigüedad de la Cruz”, por lo que se declaraba también como Tesoro de la Nación cubana. En su discurso, recordó el que días antes había pronunciado el general presidente Raúl Castro, “al presentar el tema de la fe como un tema cardinal de la libertad”. El historiador dijo que dicho discurso “fue tan importante para nosotros como el Edicto de Milán”, por el que el emperador Constantino, en el siglo cuarto, permitió a los cristianos practicar su fe libremente. “Era realmente un derecho”, expresó Leal ante la multitud reunida en la plaza.

Monseñor Ezzati, quien no sólo agradeció y valoró la iniciativa, sino que comprometió su participación en el lanzamiento del proyecto y lo presenta a la comunidad con una carta introductoria en él, de la cual reproducimos los siguientes apartes: “Con alegría presento este libro, fruto de la experiencia orante de la Fundación Centro La Providencia, que por más de dos décadas ha buscado a través de sus talleres, hacer crecer a muchas personas, en la vivencia de la oración de alabanza, el crecimiento en la lectura orante de la Palabra (lectio divina) y en el trabajo del perdón (…) “En una de sus páginas el libro señala que “la experiencia de la alabanza es una continua llamada a la vida, nos saca de nosotros mismos y de nuestra pequeña realidad para llevarnos al corazón de Dios, que es donde somos plenamente felices y donde nos sentimos en nuestro verdadero hogar, junto al Padre”. Para algunos puede parecer como divergente una oración que invita a la intimidad con Dios y que por otra sea una llamada a la vida, pero para quien ha experimentado la gracia del Espíritu en la oración, sabe que ella conduce a la unión con Dios, y en Él a una mirada distinta a lo que nos rodea.(…) “Finalmente el tema del perdón nos recuerda algo fundamental: la paz del corazón. Paz con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Trabajar el perdón es trabajar, como nos lo recuerda el texto, “el camino para salir del resentimiento, abrirnos a la gracia de Dios y permitir al Señor que transforme nuestro corazón endurecido por el rencor”. Esto nos trae a la memoria una hermosa plegaria que se usa en la Eucaristía, acción de gracias y alabanza por excelencia, y que agradece a Dios, por medio de Jesucristo, porque “con tu acción eficaz consigues que las luchas se apacigüen y crezca el deseo de la paz; que el perdón venza al odio y la indulgencia a la venganza”. Ese perdón es el que los cristianos estamos llamados a vivir”. Para mayor información, llamar al 243 08 53 centrolaprovidencia@manquehue.net - www.centrolaprovidencia.cl

Misa papal en San Pedro Por bicentenario independencia países latinoamericanos

En la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de América Latina, Benedicto XVI celebrará el lunes 12 de diciembre, a las 17:30 hrs. en la basílica vaticana, la misa con ocasión del bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos. Acogiendo la propuesta de la Comisión Pontificia para América Latina, el Papa se une de este modo a las celebraciones que tienen lugar en las diversas partes del “continente de la esperanza”. Esta iniciativa es una expresión más de la solicitud pastoral con que el Santo Padre Benedicto XVI abraza a los pueblos en los que está presente el 40 por ciento de los bautizados de la Iglesia católica del mundo entero, unidos en filial devoción a la santísima Virgen María y en fiel comunión de sus Iglesias locales con la Sede de Pedro. 50 aniversario del Vaticano II Año de la fe

La Iglesia celebrará un “Año de la fe” entre el 11 de octubre de 2012 —50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II— y el 24 de noviembre de 2013, anunció el Papa recientemente, durante la misa conclusiva del primer encuentro internacional de nuevos evangelizadores. “He decidido declarar un “Año de la fe” que ilustraré con una

especial Carta apostólica, dijo Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro, ante los participantes del encuentro promovido por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. La iniciativa de celebrar el “Año de la fe” tendrá lugar “precisamente para dar renovado impulso a la misión de toda la Iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto en el que a menudo se encuentran hacia el lugar de la vida, la amistad con Cristo que nos da su vida en plenitud”, explicó el Papa. Ese “Año de la fe”, continuó, “será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo”. El Pontífice recordó que “la misión de la Iglesia, como la de Cristo, es esencialmente hablar de Dios, recordar su soberanía, recordar a todos, especialmente a los cristianos que han perdido su identidad, el derecho de Dios sobre lo que le pertenece, es decir, nuestra vida”. También indicó que “la teología de la historia es un aspecto importante, esencial, de la nueva evangelización, porque los hombres de nuestro tiempo, tras el nefasto periodo de los imperios totalitarios del siglo XX, necesitan reencontrar una visión global del mundo y del tiempo”. Sobre esa necesaria visión, “verdaderamente libre, pacífica”, destacó que es la “visión que el Concilio Vaticano II ha transmitido en sus Documentos, y que mis Predecesores, el siervo de Dios Pablo VI y el beato Juan Pablo II, han ilustrado con su Magisterio”. Benedicto XVI añadió que la nueva evangelización está “en armonía con la de la misión ad gentes”.

H 875


Presentación y bendición del libro

“Gustad y ved qué bueno es el Señor”

Un regalo “para el fortalecimiento de nuestra vida de fe, tan necesario hoy día para la Iglesia”, es el que preparó la Fundación Centro la Providencia en el mes de octubre. Se trata del libro “Gustad y Ved qué bueno es el Señor”, que fue presentado por el arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati. La fundación acoge, desde el año 1983, a quienes quieren profundizar su fe a través de un trabajo espiritual que se realiza con la metodología de talleres vivenciales, cuyos carismas fundamentales son: la oración de Alabanza, el Perdón y la oración con la Sagrada Escritura (Lectio Divina). A través de estos años de experiencia, el Centro la Providencia ha constatado cómo estos carismas permiten experimentar en la vida de quienes participan de los talleres, un profundo encuentro con Dios y una fecunda transformación interior de sólidos frutos espirituales. Se trata de “tres tesoros que la Iglesia nos ofrece y que sin embargo están poco difundidos”, señalan en la fundación. El proyecto, en su primera etapa, consiste en un libro que responde al anhelo de muchos laicos comprometidos para ayudar a transmitir, como testigos, el regalo inmenso del amor de Dios en sus vidas. El libro va acompañado de 2 CD con música de Alabanza y un cancionero como complemento para disponer el corazón a la apertura para el encuentro personal con Cristo.

La Cruz de Cristóbal Colón Declarada Monumento Nacional en Cuba

Al finalizar una eucaristía de acción de gracias, el 15 de agosto, por la fundación, hace quinientos años, de la primera villa en la Isla, el arzobispo de Santiago de Cuba, levantó en alto la Cruz de la Parra, plantada por Cristóbal Colón el 1 de diciembre de 1492 en el extremo oriental de la Isla, y bendijo con ella a unos dos mil fieles congregados en la plaza. Minutos antes, la multitud había prorrumpido en aplausos al conocer que la Comisión Nacional Cubana de Monumentos declaraba a la Cruz de la Parra como Monumento Nacional. Esta cruz se conserva en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa. El historiador de La Habana Eusebio Leal resaltó la labor del fraile

H 874

Bartolomé de las Casas, “un dominico, como Antonio de Montesinos, que elevó su voz por los indios, por los indígenas, en la Isla Española y, particularmente, en Santo Domingo”. Recordó que el gran poeta cubano José Martí le había descrito “como el apóstol de los indios”, y calificó al fraile Las Casas como “uno de los autores del humanismo moderno, uno que supo discutir en el debate de Valladolid la existencia de un alma inmortal en los aborígenes”. Dijo de él que “supo impregnar el corazón de la reina católica para que, en todo, escribiese las nuevas leyes y que fueron la causa de la profunda preocupación testamentaria que está todavía en nosotros”. Esta preocupación, afirmó, se ha mantenido viva a lo largo de la historia cubana. Refiriéndose a la Cruz de la Parra aclaró que la Comisión Nacional de Monumentos había hecho una lectura de la historia, reconocido la tradición, la demostrada antigüedad del leño y los estudios realizados por la doctora Raquel Carreras para demostrar “de manera irrefutable la antigüedad de la Cruz”, por lo que se declaraba también como Tesoro de la Nación cubana. En su discurso, recordó el que días antes había pronunciado el general presidente Raúl Castro, “al presentar el tema de la fe como un tema cardinal de la libertad”. El historiador dijo que dicho discurso “fue tan importante para nosotros como el Edicto de Milán”, por el que el emperador Constantino, en el siglo cuarto, permitió a los cristianos practicar su fe libremente. “Era realmente un derecho”, expresó Leal ante la multitud reunida en la plaza.

Monseñor Ezzati, quien no sólo agradeció y valoró la iniciativa, sino que comprometió su participación en el lanzamiento del proyecto y lo presenta a la comunidad con una carta introductoria en él, de la cual reproducimos los siguientes apartes: “Con alegría presento este libro, fruto de la experiencia orante de la Fundación Centro La Providencia, que por más de dos décadas ha buscado a través de sus talleres, hacer crecer a muchas personas, en la vivencia de la oración de alabanza, el crecimiento en la lectura orante de la Palabra (lectio divina) y en el trabajo del perdón (…) “En una de sus páginas el libro señala que “la experiencia de la alabanza es una continua llamada a la vida, nos saca de nosotros mismos y de nuestra pequeña realidad para llevarnos al corazón de Dios, que es donde somos plenamente felices y donde nos sentimos en nuestro verdadero hogar, junto al Padre”. Para algunos puede parecer como divergente una oración que invita a la intimidad con Dios y que por otra sea una llamada a la vida, pero para quien ha experimentado la gracia del Espíritu en la oración, sabe que ella conduce a la unión con Dios, y en Él a una mirada distinta a lo que nos rodea.(…) “Finalmente el tema del perdón nos recuerda algo fundamental: la paz del corazón. Paz con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Trabajar el perdón es trabajar, como nos lo recuerda el texto, “el camino para salir del resentimiento, abrirnos a la gracia de Dios y permitir al Señor que transforme nuestro corazón endurecido por el rencor”. Esto nos trae a la memoria una hermosa plegaria que se usa en la Eucaristía, acción de gracias y alabanza por excelencia, y que agradece a Dios, por medio de Jesucristo, porque “con tu acción eficaz consigues que las luchas se apacigüen y crezca el deseo de la paz; que el perdón venza al odio y la indulgencia a la venganza”. Ese perdón es el que los cristianos estamos llamados a vivir”. Para mayor información, llamar al 243 08 53 centrolaprovidencia@manquehue.net - www.centrolaprovidencia.cl

Misa papal en San Pedro Por bicentenario independencia países latinoamericanos

En la memoria litúrgica de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de América Latina, Benedicto XVI celebrará el lunes 12 de diciembre, a las 17:30 hrs. en la basílica vaticana, la misa con ocasión del bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos. Acogiendo la propuesta de la Comisión Pontificia para América Latina, el Papa se une de este modo a las celebraciones que tienen lugar en las diversas partes del “continente de la esperanza”. Esta iniciativa es una expresión más de la solicitud pastoral con que el Santo Padre Benedicto XVI abraza a los pueblos en los que está presente el 40 por ciento de los bautizados de la Iglesia católica del mundo entero, unidos en filial devoción a la santísima Virgen María y en fiel comunión de sus Iglesias locales con la Sede de Pedro. 50 aniversario del Vaticano II Año de la fe

La Iglesia celebrará un “Año de la fe” entre el 11 de octubre de 2012 —50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II— y el 24 de noviembre de 2013, anunció el Papa recientemente, durante la misa conclusiva del primer encuentro internacional de nuevos evangelizadores. “He decidido declarar un “Año de la fe” que ilustraré con una

especial Carta apostólica, dijo Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro, ante los participantes del encuentro promovido por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. La iniciativa de celebrar el “Año de la fe” tendrá lugar “precisamente para dar renovado impulso a la misión de toda la Iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto en el que a menudo se encuentran hacia el lugar de la vida, la amistad con Cristo que nos da su vida en plenitud”, explicó el Papa. Ese “Año de la fe”, continuó, “será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo”. El Pontífice recordó que “la misión de la Iglesia, como la de Cristo, es esencialmente hablar de Dios, recordar su soberanía, recordar a todos, especialmente a los cristianos que han perdido su identidad, el derecho de Dios sobre lo que le pertenece, es decir, nuestra vida”. También indicó que “la teología de la historia es un aspecto importante, esencial, de la nueva evangelización, porque los hombres de nuestro tiempo, tras el nefasto periodo de los imperios totalitarios del siglo XX, necesitan reencontrar una visión global del mundo y del tiempo”. Sobre esa necesaria visión, “verdaderamente libre, pacífica”, destacó que es la “visión que el Concilio Vaticano II ha transmitido en sus Documentos, y que mis Predecesores, el siervo de Dios Pablo VI y el beato Juan Pablo II, han ilustrado con su Magisterio”. Benedicto XVI añadió que la nueva evangelización está “en armonía con la de la misión ad gentes”.

H 875


Las iglesias Cristianas de Chile

Carta acerca de los Valores Fundamentales sobre la Vida, el Matrimonio y la Familia

6. Considerando que más de un 85 % de la comunidad nacional se declara de convicciones cristianas, invitamos a nuestras autoridades y legisladores a una seria reflexión acerca de las consecuencias que legislaciones como las señaladas pueden importar para el futuro de Chile. Estamos ante proyectos que amenazan grandes valores de la ética cristiana, que son la base de la vida y de la sociedad que buscamos legar a las generaciones venideras.

Carta enviada por las diferentes iglesias cristianas de Chile al Presidente de la República de Chile, a los miembros del Poder Legislativo y del Poder Judicial con motivo de los procesos legislativos que se encuentran en trámite y que atentan contra los valores de la vida, el matrimonio y la familia.

7. Nos importan los valores de la diversidad y el respeto en una sociedad libre y democrática. Pero a la autoridad le corresponde reconocer que existen principios y valores inmutables que han alimentado el alma y los cimientos de nuestra nación, cristiana desde sus inicios. Quienes no los acepten tienen todo el derecho de hacerlo, pero la ley es una ordenación social, moral y ética para todos y no puede imponerse contrariando la naturaleza de las cosas y vulnerando, creemos, el sentir mayoritario del país.

Mirando por el supremo bien de Chile y los valores fun-

8. En diversos momentos, como entidades cristianas hemos hecho presente nuestra mirada sobre estas iniciativas. Ahora, en conjunto, pensando sólo en el bien de Chile, de sus hombres y mujeres, y especialmente de la juventud, expresamos formal y públicamente nuestra opinión, solicitando fervientemente a quienes tienen responsabilidades de legislar, que escuchen y acojan estos planteamientos.

damentales que inspiran una cosmovisión cristiana del ser humano y de la sociedad en que vivimos, las Iglesias y comunidades eclesiales abajo firmantes, conjuntamente y en unidad de intenciones, venimos a plantear ante ustedes, autoridades del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, con respeto, lo siguiente:

1. Afirmamos con toda claridad que la Vida, el Matrimonio y la Familia, constituidos por la unión de un hombre y una mujer, son el fundamento y la base de la sociedad, y que es obligación de Estado promoverlas y evitar aquello que dificulte su desarrollo. La salud o enfermedad de una sociedad y de su Estado se refleja en la situación de sus familias. 2. Respetamos profundamente a quienes piensan de manera diversa en estos temas, sin embargo ello no legitima que se introduzcan cambios conceptuales drásticos en la legislación que afecten las profundas convicciones arraigadas en nuestro pueblo. De la misma manera, creemos que las leyes que emanan del poder legislativo deben respetar siempre el designio creador sobre el ser humano y lo que la misma naturaleza nos enseña acerca del amor humano, la vida y la familia. 3. Por estas razones nos parece completamente improcedente que se legisle para introducir en nuestra patria el aborto, es decir la facultad de poner fin a la vida humana en el seno materno. No existe ninguna razón que haga lícita una intervención directa con el propósito de privar de la vida al más inocente de todos los seres. 4. De la misma manera expresamos nuestro rechazo a la legislación que pretende incluir en el ordenamiento jurídico las uniones de hecho, especialmente entre personas del mismo sexo. Creemos que aprobar estas iniciativas, tal como se proponen en los proyectos legislativos presentados al Parlamento, implica por sí mismo discriminaciones atentatorias contra el bien de la institución matrimonial e injustas en contra de la vida. 5. Las Iglesias Cristianas en Chile rechazamos que en la redacción del actual proyecto de ley que establece medidas contra la discriminación se use el término “orientación sexual”, un concepto cuya ambigüedad ha derivado, en otras naciones, en una distorsión de la sexualidad y de las bases de la familia, así como en un serio peligro para el ejercicio de numerosas libertades, entre otras la religiosa, que son los fundamentos de una sociedad libre. Tampoco quisiéramos que, en virtud de este pretexto, se llegue a permitir el matrimonio y la adopción de niños y jóvenes por personas del mismo sexo unidas legalmente.

H 876

9. Hacemos un llamado fraternal para que nuestras autoridades del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial comprendan que estas iniciativas de ley, actualmente en estado de tramitación, son atentatorias al desarrollo de valores e instituciones fundamentales como la vida, el matrimonio y la familia. 10. Todos juntos, elevamos a Dios nuestras oraciones para que la sabiduría ilumine a nuestros gobernantes, legisladores y jueces, avancemos por los caminos de la paz y la concordia en nuestra patria y tengamos leyes que afirmen estos valores e instituciones sobre los cuales se ha levantado la grandeza de nuestra nación. Respetuosamente y en la confianza de que estos planteamientos sean acogidos para el bien de nuestra patria, pedimos la bendición para ustedes.

Monseñor Ricardo Ezzati Presidente Conferencia Episcopal Católica

Arzobispo Héctor Zavala Iglesia Anglicana de Chile

Arzobispo Sergio Abad Iglesia Ortodoxa de Chile

Obispo Roberto López Iglesia Metodista Pentecostal de Chile

Obispo Emiliano Soto Mesa Ampliada de Organizaciones Evangélicas

Obispo Francisco Anabalón Iglesia Pentecostal Apostólica

Santiago, 3 de Octubre 2011

H 877


Las iglesias Cristianas de Chile

Carta acerca de los Valores Fundamentales sobre la Vida, el Matrimonio y la Familia

6. Considerando que más de un 85 % de la comunidad nacional se declara de convicciones cristianas, invitamos a nuestras autoridades y legisladores a una seria reflexión acerca de las consecuencias que legislaciones como las señaladas pueden importar para el futuro de Chile. Estamos ante proyectos que amenazan grandes valores de la ética cristiana, que son la base de la vida y de la sociedad que buscamos legar a las generaciones venideras.

Carta enviada por las diferentes iglesias cristianas de Chile al Presidente de la República de Chile, a los miembros del Poder Legislativo y del Poder Judicial con motivo de los procesos legislativos que se encuentran en trámite y que atentan contra los valores de la vida, el matrimonio y la familia.

7. Nos importan los valores de la diversidad y el respeto en una sociedad libre y democrática. Pero a la autoridad le corresponde reconocer que existen principios y valores inmutables que han alimentado el alma y los cimientos de nuestra nación, cristiana desde sus inicios. Quienes no los acepten tienen todo el derecho de hacerlo, pero la ley es una ordenación social, moral y ética para todos y no puede imponerse contrariando la naturaleza de las cosas y vulnerando, creemos, el sentir mayoritario del país.

Mirando por el supremo bien de Chile y los valores fun-

8. En diversos momentos, como entidades cristianas hemos hecho presente nuestra mirada sobre estas iniciativas. Ahora, en conjunto, pensando sólo en el bien de Chile, de sus hombres y mujeres, y especialmente de la juventud, expresamos formal y públicamente nuestra opinión, solicitando fervientemente a quienes tienen responsabilidades de legislar, que escuchen y acojan estos planteamientos.

damentales que inspiran una cosmovisión cristiana del ser humano y de la sociedad en que vivimos, las Iglesias y comunidades eclesiales abajo firmantes, conjuntamente y en unidad de intenciones, venimos a plantear ante ustedes, autoridades del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, con respeto, lo siguiente:

1. Afirmamos con toda claridad que la Vida, el Matrimonio y la Familia, constituidos por la unión de un hombre y una mujer, son el fundamento y la base de la sociedad, y que es obligación de Estado promoverlas y evitar aquello que dificulte su desarrollo. La salud o enfermedad de una sociedad y de su Estado se refleja en la situación de sus familias. 2. Respetamos profundamente a quienes piensan de manera diversa en estos temas, sin embargo ello no legitima que se introduzcan cambios conceptuales drásticos en la legislación que afecten las profundas convicciones arraigadas en nuestro pueblo. De la misma manera, creemos que las leyes que emanan del poder legislativo deben respetar siempre el designio creador sobre el ser humano y lo que la misma naturaleza nos enseña acerca del amor humano, la vida y la familia. 3. Por estas razones nos parece completamente improcedente que se legisle para introducir en nuestra patria el aborto, es decir la facultad de poner fin a la vida humana en el seno materno. No existe ninguna razón que haga lícita una intervención directa con el propósito de privar de la vida al más inocente de todos los seres. 4. De la misma manera expresamos nuestro rechazo a la legislación que pretende incluir en el ordenamiento jurídico las uniones de hecho, especialmente entre personas del mismo sexo. Creemos que aprobar estas iniciativas, tal como se proponen en los proyectos legislativos presentados al Parlamento, implica por sí mismo discriminaciones atentatorias contra el bien de la institución matrimonial e injustas en contra de la vida. 5. Las Iglesias Cristianas en Chile rechazamos que en la redacción del actual proyecto de ley que establece medidas contra la discriminación se use el término “orientación sexual”, un concepto cuya ambigüedad ha derivado, en otras naciones, en una distorsión de la sexualidad y de las bases de la familia, así como en un serio peligro para el ejercicio de numerosas libertades, entre otras la religiosa, que son los fundamentos de una sociedad libre. Tampoco quisiéramos que, en virtud de este pretexto, se llegue a permitir el matrimonio y la adopción de niños y jóvenes por personas del mismo sexo unidas legalmente.

H 876

9. Hacemos un llamado fraternal para que nuestras autoridades del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial comprendan que estas iniciativas de ley, actualmente en estado de tramitación, son atentatorias al desarrollo de valores e instituciones fundamentales como la vida, el matrimonio y la familia. 10. Todos juntos, elevamos a Dios nuestras oraciones para que la sabiduría ilumine a nuestros gobernantes, legisladores y jueces, avancemos por los caminos de la paz y la concordia en nuestra patria y tengamos leyes que afirmen estos valores e instituciones sobre los cuales se ha levantado la grandeza de nuestra nación. Respetuosamente y en la confianza de que estos planteamientos sean acogidos para el bien de nuestra patria, pedimos la bendición para ustedes.

Monseñor Ricardo Ezzati Presidente Conferencia Episcopal Católica

Arzobispo Héctor Zavala Iglesia Anglicana de Chile

Arzobispo Sergio Abad Iglesia Ortodoxa de Chile

Obispo Roberto López Iglesia Metodista Pentecostal de Chile

Obispo Emiliano Soto Mesa Ampliada de Organizaciones Evangélicas

Obispo Francisco Anabalón Iglesia Pentecostal Apostólica

Santiago, 3 de Octubre 2011

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HUNGRÍA: LA CONSTITUCIÓN DE UN PUEBLO CONSECUENTE

El Papa en Asís 2011 (viene de la pág. 827)

De esta forma, «la violencia se convierte en algo normal y amenaza con destruir nuestra juventud en algunas partes del mundo. Puesto que la violencia llega a hacerse normal, se destruye la paz y, en esta falta de paz, el hombre se destruye a sí mismo». El Papa se refirió también a quienes, por no haber recibido el don de poder creer, buscan honestamente la verdad y cuestionan a ateos y creyentes. «Despojan a los ateos combativos de su falsa certeza, con la cual pretenden saber que no hay un Dios, y los invitan a que, en vez de polémicos, se conviertan en personas en búsqueda, que no pierden la esperanza de que la verdad exista y que nosotros podemos y debemos vivir en función de ella». Pero también, dijo el Papa, «llaman en causa a los seguidores de las religiones, para que no consideren a Dios como una propiedad que les pertenece a ellos hasta el punto de sentirse autorizados a la violencia respecto a los demás. Estas personas buscan la verdad, buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta». El Santo Padre señaló que esta búsqueda de los que están tras la verdad es «también una llamada a los creyentes a purificar su propia fe, para que Dios –el verdadero Dios– se haga accesible». «Por eso he invitado de propósito a representantes de este tercer grupo a nuestro encuentro en Asís, que no sólo reúne representantes de instituciones religiosas. Se trata más bien del estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia destructora del derecho». Finalmente el Papa aseguró que «la Iglesia Católica no cejará en la lucha contra la violencia, en su compromiso por la paz en el mundo. Estamos animados por el deseo común de ser ‘peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz’. Para leer el discurso completo de Benedicto XVI en Asís, ingrese a www.humanitas.cl

Congregación para la doctrina de la fe Encuentro con la Fraternidad sacerdotal San Pío X

El 14 de septiembre pasado, mantuvieron un encuentro, en la sede de la Congregación para la doctrina de la fe, el cardenal prefecto William Levada, presidente de la Comisión pontificia “Ecclesia Dei”, el arzobispo secretario Luis Ladaria, s.j., monseñor Guido Pozzo, secretario de la Comisión pontificia “Ecclesia Dei”, con su excelencia monseñor Bernard Fellay, superior general de la Fraternidad sacerdotal San Pío X, y los reverendos Niklaus Pfluger y Alain-Marc Nély, respectivamente primer y segundo asistente general de la misma. Tras la súplica enviada por parte del superior general de la Fraternidad sacerdotal San Pío X el 15 de diciembre de 2008 a Benedicto XVI, el Papa había decidido levantar la excomunión a los cuatro obispos consagrados por el arzobispo Lefebvre y, al mismo tiempo, abrir las conversaciones doctrinales con dicha Fraternidad a fin de clarificar los problemas de orden doctrinal y llegar a la superación de la fractura existente. Observando las disposiciones del Pontífice, una comisión mixta de estudio, formada por expertos de la Fraternidad sacerdotal San Pío X y por expertos de la Congregación para la doctrina de la fe, se reunió en ocho encuentros celebrados en Roma entre el mes de octubre

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de 2009 y el mes de abril de 2011. Estos coloquios, cuyo objetivo era exponer y profundizar en las dificultades doctrinales esenciales sobre temas controvertidos, lograron la finalidad de aclarar las respectivas posturas y motivaciones al respecto. Teniendo asimismo en cuenta las preocupaciones y las instancias presentadas por la Fraternidad sacerdotal San Pío X en orden a la custodia de la integridad de la fe católica frente a la hermenéutica de la ruptura del concilio Vaticano II respecto a la tradición, de lo que hizo mención Benedicto XVI en el discurso a la Curia romana del 22 de diciembre de 2005, la Congregación para la doctrina de la fe considera como base fundamental para la consecución de la plena reconciliación con la Sede Apostólica la aceptación del texto del Preámbulo doctrinal que fue entregado durante el encuentro del 14 de septiembre. Tal Preámbulo enuncia algunos principios doctrinales y criterios de interpretación de la doctrina católica, necesarios para garantizar la fidelidad al magisterio de la Iglesia y el sentire cum Ecclesia, dejando al mismo tiempo al legítimo debate el estudio y la explicación teológica de expresiones determinadas o formulaciones presentes en los documentos del concilio Vaticano II y del magisterio sucesivo. En la misma reunión se propusieron algunos elementos de una solución canónica para la Fraternidad sacerdotal San Pío X, consecutiva a la eventual y deseada reconciliación.

Con miembros elegidos el 25 de abril de 2010, el Parlamento húngaro aprobó una nueva Constitución el 18 de abril de 2011. Es la Constitución de un pueblo consecuente con su identidad e historia. El Preámbulo señala: “Estamos orgullosos que nuestro rey San Esteban construyera el Estado Húngaro sobre una sólida base como parte de la Europa Cristiana hace mil años”….”Reconocemos el rol de cristianismo al preservar la nacionalidad. Valoramos las distintas tradiciones religiosas de nuestro pueblo….”Creemos que nuestra cultura nacional es una rica contribución a la diversidad de la unidad europea”. Después de señalar que la existencia humana está basada en la dignidad humana, proclama que “la familia y la nación constituyen el marco estructural de nuestra coexistencia, y los valores que nos cohesionan son fidelidad, fe y amor”…”Honramos la Santa Corona, que encarna la continuidad constitucional del estado húngaro y la unidad nacional”. Después de recordar los crímenes inhumanos cometidos por las dictaduras nazi y comunista desde Marzo de 1944 a Mayo de 1990 sostiene que “después de décadas del siglo veinte que condujeron a una situación de decadencia moral, tenemos una necesidad permanente de despertar espiritual e intelectual”. Algunos artículos han causado escozor en Europa. El artículo I expresa: (1) Hungría protegerá la institución del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer establecida por decisión voluntaria, y la familia como base de la supervivencia de la nación (2) Hungría apoyará el compromiso de tener hijos; (3) La protección de las familias será regulada por una Ley Cardinal”. El artículo VII garantiza la libertad de pensamiento, conciencia y religión. Su número 2 dice: “El Estado y las Iglesias están separados. Las Iglesias serán autónomas. El Estado colaborará con las Iglesias para fines comunitarios”. El artículo XI proclama 1) “Cada ciudadano húngaro tiene derecho a la educación. 2) Hungría asegura este derecho extendiendo y generalizando la educación pública, proveyendo una libre y obligatoria educación primaria, una libre y generalmente alcanzable educación secundaria, y una educación superior que sea alcanzable a toda persona, conforme a sus habilidades, proveyendo un apoyo financiero normativamente establecido a los beneficiarios de la educación”. El artículo XV asegura la igualdad ante la ley y su numeral 2 expresa:”Hungría asegurará sus derechos fundamentales a cada persona sin ninguna discriminación que esté basada en raza, color, género, discapacidad de lenguaje, religión, política o otras ideas, origen nacional o social, situación económica, nacimiento y otras circunstancias similares”, el numeral 3 dice: “Mujeres y hombres tendrán iguales derechos: El artículo XVII proclama los derechos del niño y los derechos de los padres”. Cabe resaltar, en especial el artículo 2º: “La dignidad humana será inviolables. Cada ser humano tendrá el derecho a la vida y a su dignidad; la vida embrionaria y fetal estará sujeta a protección desde el momento de la concepción”. La Constitución fue aprobada por 262 votos a favor, 44 en contra y una abstención. El largo sacrificio del Cardenal József Mindszenty, ejemplo de fidelidad y fortaleza no ha sido en vano. JORGE PRECHT PIZARRO

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HUNGRÍA: LA CONSTITUCIÓN DE UN PUEBLO CONSECUENTE

El Papa en Asís 2011 (viene de la pág. 827)

De esta forma, «la violencia se convierte en algo normal y amenaza con destruir nuestra juventud en algunas partes del mundo. Puesto que la violencia llega a hacerse normal, se destruye la paz y, en esta falta de paz, el hombre se destruye a sí mismo». El Papa se refirió también a quienes, por no haber recibido el don de poder creer, buscan honestamente la verdad y cuestionan a ateos y creyentes. «Despojan a los ateos combativos de su falsa certeza, con la cual pretenden saber que no hay un Dios, y los invitan a que, en vez de polémicos, se conviertan en personas en búsqueda, que no pierden la esperanza de que la verdad exista y que nosotros podemos y debemos vivir en función de ella». Pero también, dijo el Papa, «llaman en causa a los seguidores de las religiones, para que no consideren a Dios como una propiedad que les pertenece a ellos hasta el punto de sentirse autorizados a la violencia respecto a los demás. Estas personas buscan la verdad, buscan al verdadero Dios, cuya imagen en las religiones, por el modo en que muchas veces se practican, queda frecuentemente oculta». El Santo Padre señaló que esta búsqueda de los que están tras la verdad es «también una llamada a los creyentes a purificar su propia fe, para que Dios –el verdadero Dios– se haga accesible». «Por eso he invitado de propósito a representantes de este tercer grupo a nuestro encuentro en Asís, que no sólo reúne representantes de instituciones religiosas. Se trata más bien del estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia destructora del derecho». Finalmente el Papa aseguró que «la Iglesia Católica no cejará en la lucha contra la violencia, en su compromiso por la paz en el mundo. Estamos animados por el deseo común de ser ‘peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz’. Para leer el discurso completo de Benedicto XVI en Asís, ingrese a www.humanitas.cl

Congregación para la doctrina de la fe Encuentro con la Fraternidad sacerdotal San Pío X

El 14 de septiembre pasado, mantuvieron un encuentro, en la sede de la Congregación para la doctrina de la fe, el cardenal prefecto William Levada, presidente de la Comisión pontificia “Ecclesia Dei”, el arzobispo secretario Luis Ladaria, s.j., monseñor Guido Pozzo, secretario de la Comisión pontificia “Ecclesia Dei”, con su excelencia monseñor Bernard Fellay, superior general de la Fraternidad sacerdotal San Pío X, y los reverendos Niklaus Pfluger y Alain-Marc Nély, respectivamente primer y segundo asistente general de la misma. Tras la súplica enviada por parte del superior general de la Fraternidad sacerdotal San Pío X el 15 de diciembre de 2008 a Benedicto XVI, el Papa había decidido levantar la excomunión a los cuatro obispos consagrados por el arzobispo Lefebvre y, al mismo tiempo, abrir las conversaciones doctrinales con dicha Fraternidad a fin de clarificar los problemas de orden doctrinal y llegar a la superación de la fractura existente. Observando las disposiciones del Pontífice, una comisión mixta de estudio, formada por expertos de la Fraternidad sacerdotal San Pío X y por expertos de la Congregación para la doctrina de la fe, se reunió en ocho encuentros celebrados en Roma entre el mes de octubre

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de 2009 y el mes de abril de 2011. Estos coloquios, cuyo objetivo era exponer y profundizar en las dificultades doctrinales esenciales sobre temas controvertidos, lograron la finalidad de aclarar las respectivas posturas y motivaciones al respecto. Teniendo asimismo en cuenta las preocupaciones y las instancias presentadas por la Fraternidad sacerdotal San Pío X en orden a la custodia de la integridad de la fe católica frente a la hermenéutica de la ruptura del concilio Vaticano II respecto a la tradición, de lo que hizo mención Benedicto XVI en el discurso a la Curia romana del 22 de diciembre de 2005, la Congregación para la doctrina de la fe considera como base fundamental para la consecución de la plena reconciliación con la Sede Apostólica la aceptación del texto del Preámbulo doctrinal que fue entregado durante el encuentro del 14 de septiembre. Tal Preámbulo enuncia algunos principios doctrinales y criterios de interpretación de la doctrina católica, necesarios para garantizar la fidelidad al magisterio de la Iglesia y el sentire cum Ecclesia, dejando al mismo tiempo al legítimo debate el estudio y la explicación teológica de expresiones determinadas o formulaciones presentes en los documentos del concilio Vaticano II y del magisterio sucesivo. En la misma reunión se propusieron algunos elementos de una solución canónica para la Fraternidad sacerdotal San Pío X, consecutiva a la eventual y deseada reconciliación.

Con miembros elegidos el 25 de abril de 2010, el Parlamento húngaro aprobó una nueva Constitución el 18 de abril de 2011. Es la Constitución de un pueblo consecuente con su identidad e historia. El Preámbulo señala: “Estamos orgullosos que nuestro rey San Esteban construyera el Estado Húngaro sobre una sólida base como parte de la Europa Cristiana hace mil años”….”Reconocemos el rol de cristianismo al preservar la nacionalidad. Valoramos las distintas tradiciones religiosas de nuestro pueblo….”Creemos que nuestra cultura nacional es una rica contribución a la diversidad de la unidad europea”. Después de señalar que la existencia humana está basada en la dignidad humana, proclama que “la familia y la nación constituyen el marco estructural de nuestra coexistencia, y los valores que nos cohesionan son fidelidad, fe y amor”…”Honramos la Santa Corona, que encarna la continuidad constitucional del estado húngaro y la unidad nacional”. Después de recordar los crímenes inhumanos cometidos por las dictaduras nazi y comunista desde Marzo de 1944 a Mayo de 1990 sostiene que “después de décadas del siglo veinte que condujeron a una situación de decadencia moral, tenemos una necesidad permanente de despertar espiritual e intelectual”. Algunos artículos han causado escozor en Europa. El artículo I expresa: (1) Hungría protegerá la institución del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer establecida por decisión voluntaria, y la familia como base de la supervivencia de la nación (2) Hungría apoyará el compromiso de tener hijos; (3) La protección de las familias será regulada por una Ley Cardinal”. El artículo VII garantiza la libertad de pensamiento, conciencia y religión. Su número 2 dice: “El Estado y las Iglesias están separados. Las Iglesias serán autónomas. El Estado colaborará con las Iglesias para fines comunitarios”. El artículo XI proclama 1) “Cada ciudadano húngaro tiene derecho a la educación. 2) Hungría asegura este derecho extendiendo y generalizando la educación pública, proveyendo una libre y obligatoria educación primaria, una libre y generalmente alcanzable educación secundaria, y una educación superior que sea alcanzable a toda persona, conforme a sus habilidades, proveyendo un apoyo financiero normativamente establecido a los beneficiarios de la educación”. El artículo XV asegura la igualdad ante la ley y su numeral 2 expresa:”Hungría asegurará sus derechos fundamentales a cada persona sin ninguna discriminación que esté basada en raza, color, género, discapacidad de lenguaje, religión, política o otras ideas, origen nacional o social, situación económica, nacimiento y otras circunstancias similares”, el numeral 3 dice: “Mujeres y hombres tendrán iguales derechos: El artículo XVII proclama los derechos del niño y los derechos de los padres”. Cabe resaltar, en especial el artículo 2º: “La dignidad humana será inviolables. Cada ser humano tendrá el derecho a la vida y a su dignidad; la vida embrionaria y fetal estará sujeta a protección desde el momento de la concepción”. La Constitución fue aprobada por 262 votos a favor, 44 en contra y una abstención. El largo sacrificio del Cardenal József Mindszenty, ejemplo de fidelidad y fortaleza no ha sido en vano. JORGE PRECHT PIZARRO

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DE

Benedicto XVI

Curso de Extensión, II semestre 2011 Persona, Cultura y Sociedad en el Magisterio del Beato Juan Pablo II

Profesor José Granados Curso “La familia en su tarea educadora”

En vista de la reciente beatificación de Juan Pablo II, revista

La presencia en Santiago del Vicepre-

HUMANITAS en conjunto con la Pastoral de la Universidad Católica presentó durante el segundo semestre (agosto, septiembre, octubre) el curso Cruzando el umbral de la esperanza. Persona, Cultura y Sociedad en el Magisterio del Beato Juan Pablo II. Este curso, que ya se había realizado durante tres años consecutivos en vísperas del jubileo (1998, 1999, 2000), fue replicado con nuevos conferencistas que trataron parte importante del magisterio pontificio, a través de encíclicas y documentos publicados durante los 26 años de su pontificado. Numeroso público asistió a la conferencia inaugural, realizada en el Salón de Honor de la Casa Central de esta Universidad y que estuvo a cargo de monseñor Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago con el tema Juan Pablo II visto por Benedicto XVI. Las sesiones siguientes del curso fueron: Juan Pablo II irrumpe en la historia de la modernidad, por Jaime Antúnez Aldunate, director de revista HUMANITAS; El hombre y la cultura, por Pedro Morandé, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUC; Fe y razón: dos alas para ascender a la verdad, por Antonio Amado, profesor de Metafisica de la Universidad de los Andes; Verdad: entidad que incomoda, por monseñor Francisco Javier Stegmeier, obispo de Villarrica; La Eucaristía y la Virgen María, por monseñor Juan Ignacio González, obispo de San Bernardo; La esperanza en la historia, por Antonio Amado; Vida y familia, por monseñor Fernando Chomali, arzobispo de Concepción; Verdad y dignidad de la persona: fundamento de la democracia, por Josef Seifert, presidente de la Academia Internacional de Filosofía Liechtenstein, y para el cierre del curso el rector de la Universidad Católica de Chile, Dr. Ignacio Sánchez Díaz, se refirió al tema La Iglesia y las Universidades católicas.

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“Silencio y soledad son esenciales para encontrar a Dios”

Al celebrar las Vísperas en la cartuja de los santos Esteban y Bruno el 9 de octubre pasado, en la región de Calabria (Italia), el

sidente del Pontificio Istituto Giovanni Paolo II, Profesor José Granados, fue ocasión para que, organizado por el Centro UC de la Familia en conjunto con la Vicaría de la Familia y revista Humanitas, se desarrollase en tres días un curso sobre el tema La familia en su tarea educadora. Las tres conferencias impartidas en el curso por el profesor Granados fueron: “La vocación al amor y al matrimonio”; “¿Qué significa educar?” y “Cómo la familia contribuye a esta misión”. El vicepresidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II (sede Roma) impartió además una conferencia sobre el tema “Matrimonio un bien para la sociedad”, El acto se realizó en la Sala Colorada del Centro de Extensión de esta Universidad y asistieron diversas .personalidades, entre las que se encontraban el cardenal Francisco Javier Errázuriz, el vicario para la Familia padre Marcos Burzawa, profesores, alumnos de la UC, y público en general.

Rodrigo Moreno Jeria Nuevo miembro de la Academia Chilena de la Historia

El 23 de agosto pasado la Academia Chilena de la Historia recibió como miembro de número a don Rodrigo Moreno Jeria. El discurso de incorporación se tituló Los jesuitas en Chiloé: los hombres de la misión (1608-1768) y fue recibido en nombre de la Academia por el R.P. Gabriel Guarda, O.S.B, miembro de número de dicha Academia. El profesor Moreno, que reemplaza al historiador don Gonzalo Vial Correa, es licenciado en Historia de la Universidad Católica de Valparaíso y doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla. Sus principales líneas de investigación se orientan a la Historia de la Iglesia en América y Chile, a la Compañía de Jesús y a la Cartografía Chilena. El nuevo académico es autor del libro Misiones en Chile Austral: Los jesuitas en Chiloé, distinguido con premio Accésit Nuestra América y publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y la Diputación de Sevilla (2007), y coautor de Monumenta Cartographica Chiloensia (2009) y Monumenta Cartographica Valdiviensae (2010) El profesor Moreno también es miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS.

HUMANITAS Nº 64 pp. 880 - 900

Papa Benedicto XVI señaló que cuando el hombre se retira al silencio y la soledad, es capaz de encontrarse con lo más esencial de la vida, con Dios. En su homilía de las Vísperas que presidió, el Santo Padre resaltó el núcleo de la vida de la cartuja: “el fuerte deseo de entrar en unión de vida con Dios abandonando todo lo demás, todo lo que impide esta comunión, dejándose aferrar por el inmenso amor de Dios para vivir sólo de este amor”, mediante la soledad y el silencio. El Papa dijo luego el progreso técnico ha hecho la vida del hombre más cómoda, pero también “más agitada, a veces convulsa”. El desarrollo de los medios de comunicación hace que hoy se corra el riesgo de que lo virtual domine sobre lo real. “Cada vez más, incluso sin darse cuenta, las personas están inmersas en una dimensión virtual, a causa de los mensajes audiovisuales que acompañan su vida desde la mañana hasta la noche. Los más jóvenes, que han nacido ya en esta condición, parecen querer llenar de música y de imágenes cada momento vacío, casi por miedo a sentir, precisamente, este vacío. (…) Algunas personas ya no son capaces de permanecer largo tiempo en silencio y soledad”. Esta condición sociocultural “pone de relieve el carisma específico de la Cartuja como un don precioso para la Iglesia y para el mundo, un don que contiene un mensaje profundo para nuestra vida y para toda la humanidad”. “Lo resumiría así: retirándose en el silencio y la soledad, el hombre, por así decir, se ‘expone’ a ese aparente ‘vacío’ al que aludía antes, para experimentar en cambio la Plenitud, la presencia de Dios, de la Realidad más real que hay”. El monje, prosiguió el Santo Padre, “abandonando todo (…), se expone a la soledad y al silencio para no vivir de otra cosa que de lo esencial, y precisamente viviendo de lo esencial encuentra también una profunda comunión con los hermanos, con cada hombre”. Esta vocación “halla respuesta en un camino, en la búsqueda de toda una vida. (…) Llegar a ser monje requiere tiempo, ejercicio, paciencia (…) Pero en esto consiste la belleza de toda vocación en la Iglesia: en dar tiempo a Dios para que actúe con su Espíritu, y a la propia humanidad para formarse, para crecer según la medida de la madurez de Cristo, en un particular estado de vida”. “En Cristo está el todo, la plenitud; nosotros tenemos necesidad de tiempo para hacer nuestra una de las dimensiones de su misterio. (…) A veces, a los ojos del mundo, parece imposible permanecer durante toda la vida en un monasterio, pero en realidad toda una vida es apenas suficiente para entrar en esta unión con Dios, en esa Realidad esencial y profunda que es Jesucristo”. Finalmente el Papa Benedicto XVI subrayó que “la Iglesia tiene necesidad de vosotros, y vosotros necesitáis a la Iglesia. También vosotros, que vivís en un aislamiento voluntario, estáis en realidad en el corazón de la Iglesia, y hacéis correr por sus venas la sangre pura de la contemplación y del amor de Dios”.

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Curso de Extensión, II semestre 2011 Persona, Cultura y Sociedad en el Magisterio del Beato Juan Pablo II

Profesor José Granados Curso “La familia en su tarea educadora”

En vista de la reciente beatificación de Juan Pablo II, revista

La presencia en Santiago del Vicepre-

HUMANITAS en conjunto con la Pastoral de la Universidad Católica presentó durante el segundo semestre (agosto, septiembre, octubre) el curso Cruzando el umbral de la esperanza. Persona, Cultura y Sociedad en el Magisterio del Beato Juan Pablo II. Este curso, que ya se había realizado durante tres años consecutivos en vísperas del jubileo (1998, 1999, 2000), fue replicado con nuevos conferencistas que trataron parte importante del magisterio pontificio, a través de encíclicas y documentos publicados durante los 26 años de su pontificado. Numeroso público asistió a la conferencia inaugural, realizada en el Salón de Honor de la Casa Central de esta Universidad y que estuvo a cargo de monseñor Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago con el tema Juan Pablo II visto por Benedicto XVI. Las sesiones siguientes del curso fueron: Juan Pablo II irrumpe en la historia de la modernidad, por Jaime Antúnez Aldunate, director de revista HUMANITAS; El hombre y la cultura, por Pedro Morandé, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUC; Fe y razón: dos alas para ascender a la verdad, por Antonio Amado, profesor de Metafisica de la Universidad de los Andes; Verdad: entidad que incomoda, por monseñor Francisco Javier Stegmeier, obispo de Villarrica; La Eucaristía y la Virgen María, por monseñor Juan Ignacio González, obispo de San Bernardo; La esperanza en la historia, por Antonio Amado; Vida y familia, por monseñor Fernando Chomali, arzobispo de Concepción; Verdad y dignidad de la persona: fundamento de la democracia, por Josef Seifert, presidente de la Academia Internacional de Filosofía Liechtenstein, y para el cierre del curso el rector de la Universidad Católica de Chile, Dr. Ignacio Sánchez Díaz, se refirió al tema La Iglesia y las Universidades católicas.

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“Silencio y soledad son esenciales para encontrar a Dios”

Al celebrar las Vísperas en la cartuja de los santos Esteban y Bruno el 9 de octubre pasado, en la región de Calabria (Italia), el

sidente del Pontificio Istituto Giovanni Paolo II, Profesor José Granados, fue ocasión para que, organizado por el Centro UC de la Familia en conjunto con la Vicaría de la Familia y revista Humanitas, se desarrollase en tres días un curso sobre el tema La familia en su tarea educadora. Las tres conferencias impartidas en el curso por el profesor Granados fueron: “La vocación al amor y al matrimonio”; “¿Qué significa educar?” y “Cómo la familia contribuye a esta misión”. El vicepresidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II (sede Roma) impartió además una conferencia sobre el tema “Matrimonio un bien para la sociedad”, El acto se realizó en la Sala Colorada del Centro de Extensión de esta Universidad y asistieron diversas .personalidades, entre las que se encontraban el cardenal Francisco Javier Errázuriz, el vicario para la Familia padre Marcos Burzawa, profesores, alumnos de la UC, y público en general.

Rodrigo Moreno Jeria Nuevo miembro de la Academia Chilena de la Historia

El 23 de agosto pasado la Academia Chilena de la Historia recibió como miembro de número a don Rodrigo Moreno Jeria. El discurso de incorporación se tituló Los jesuitas en Chiloé: los hombres de la misión (1608-1768) y fue recibido en nombre de la Academia por el R.P. Gabriel Guarda, O.S.B, miembro de número de dicha Academia. El profesor Moreno, que reemplaza al historiador don Gonzalo Vial Correa, es licenciado en Historia de la Universidad Católica de Valparaíso y doctor en Historia de América por la Universidad de Sevilla. Sus principales líneas de investigación se orientan a la Historia de la Iglesia en América y Chile, a la Compañía de Jesús y a la Cartografía Chilena. El nuevo académico es autor del libro Misiones en Chile Austral: Los jesuitas en Chiloé, distinguido con premio Accésit Nuestra América y publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y la Diputación de Sevilla (2007), y coautor de Monumenta Cartographica Chiloensia (2009) y Monumenta Cartographica Valdiviensae (2010) El profesor Moreno también es miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS.

HUMANITAS Nº 64 pp. 880 - 900

Papa Benedicto XVI señaló que cuando el hombre se retira al silencio y la soledad, es capaz de encontrarse con lo más esencial de la vida, con Dios. En su homilía de las Vísperas que presidió, el Santo Padre resaltó el núcleo de la vida de la cartuja: “el fuerte deseo de entrar en unión de vida con Dios abandonando todo lo demás, todo lo que impide esta comunión, dejándose aferrar por el inmenso amor de Dios para vivir sólo de este amor”, mediante la soledad y el silencio. El Papa dijo luego el progreso técnico ha hecho la vida del hombre más cómoda, pero también “más agitada, a veces convulsa”. El desarrollo de los medios de comunicación hace que hoy se corra el riesgo de que lo virtual domine sobre lo real. “Cada vez más, incluso sin darse cuenta, las personas están inmersas en una dimensión virtual, a causa de los mensajes audiovisuales que acompañan su vida desde la mañana hasta la noche. Los más jóvenes, que han nacido ya en esta condición, parecen querer llenar de música y de imágenes cada momento vacío, casi por miedo a sentir, precisamente, este vacío. (…) Algunas personas ya no son capaces de permanecer largo tiempo en silencio y soledad”. Esta condición sociocultural “pone de relieve el carisma específico de la Cartuja como un don precioso para la Iglesia y para el mundo, un don que contiene un mensaje profundo para nuestra vida y para toda la humanidad”. “Lo resumiría así: retirándose en el silencio y la soledad, el hombre, por así decir, se ‘expone’ a ese aparente ‘vacío’ al que aludía antes, para experimentar en cambio la Plenitud, la presencia de Dios, de la Realidad más real que hay”. El monje, prosiguió el Santo Padre, “abandonando todo (…), se expone a la soledad y al silencio para no vivir de otra cosa que de lo esencial, y precisamente viviendo de lo esencial encuentra también una profunda comunión con los hermanos, con cada hombre”. Esta vocación “halla respuesta en un camino, en la búsqueda de toda una vida. (…) Llegar a ser monje requiere tiempo, ejercicio, paciencia (…) Pero en esto consiste la belleza de toda vocación en la Iglesia: en dar tiempo a Dios para que actúe con su Espíritu, y a la propia humanidad para formarse, para crecer según la medida de la madurez de Cristo, en un particular estado de vida”. “En Cristo está el todo, la plenitud; nosotros tenemos necesidad de tiempo para hacer nuestra una de las dimensiones de su misterio. (…) A veces, a los ojos del mundo, parece imposible permanecer durante toda la vida en un monasterio, pero en realidad toda una vida es apenas suficiente para entrar en esta unión con Dios, en esa Realidad esencial y profunda que es Jesucristo”. Finalmente el Papa Benedicto XVI subrayó que “la Iglesia tiene necesidad de vosotros, y vosotros necesitáis a la Iglesia. También vosotros, que vivís en un aislamiento voluntario, estáis en realidad en el corazón de la Iglesia, y hacéis correr por sus venas la sangre pura de la contemplación y del amor de Dios”.

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Emergencia del sentido común

Muchos quienes observan los hechos en curso en el país coinciden en algunas apreciaciones relevantes. Primero, que la confusión producida por el movimiento estudiantil es generalizada y alcanza a todos los actores. Segundo, que la impericia del Ejecutivo para ordenar la discusión y encauzar los hechos ejerciendo así la autoridad que el país le entregó es indiscutible. Tercero, que ante la marea montante de la sorpresa y la perplejidad, Alianza y Concertación figuran emparejadas como esos dibujos casi idénticos en los que hay que descubrir las cinco diferencias. Cuarto, que las causas de lo que vemos se arrastran desde décadas atrás, que tienen un trasfondo cultural similar al que se expresa actualmente en otras partes del mundo bajo banderas distintas de la cuestión educacional, que ha sido su punto de partida en Chile. Si pretendemos acotar este último aspecto, el más relevante –sin dar la espalda a su agobiante factor financiero, que exige urgente atención– podemos sin dificultad fijar la mirada en realidades duras e indesmentibles que arrastran la atención a un problema mayor. Ante todo, que el tema de la crisis educacional no es en absoluto privativo de Chile. Que los expertos lo vinculan con un natural efecto de la masificación de la educación en la sociedad contemporánea. Que lo padecen y reconocen como suyo las autoridades de naciones de antigua cultura y de eminentes maestros, así Francia, España e Italia, entre otras. Que el problema alcanza a la más antigua institución educacional de Occidente, la Iglesia católica, siendo el propio Benedicto XVI quien acuñara para Roma e Italia como diagnóstico de la situación, el significativo concepto de “emergencia educativa”. Esto constatado, para atisbar lo que sucede y lo que viene hacia adelante habría que detenerse en aquella cuarta cuestión, la del trasfondo cultural. También al respecto son muchas las autorizadas voces que coinciden desde distintos lugares. El tema aparece directamente relacionado con la crisis de la familia tradicional y con los modelos proyectados por la cultura mediática dominante y globalizada, que favorecen el egocentrismo y la excentricidad, al tiempo que minan una equilibrada relación entre sexos opuestos y generaciones. Cierto “nihilismo” instalado por esta vía entre los jóvenes penetra sus sentimientos, confunde sus pensamientos, castra sus horizontes, cansa y entristece. Aquí y allá, psiquiatras que trabajan en el campo de la infancia y la adolescencia, registran la creciente falta de deseos profundos y estables en una generación que ha visto desvanecerse paulatinamente las razones para la confianza y que, por primera vez, mira el futuro más como una amenaza que una promesa, situación que de suyo anestesia el reclamo ontológico ínsito en toda alma humana hacia lo divino y trascendente. Si educar nunca ha sido fácil –siendo que profesores y alumnos más que en el aula se encuentran instalados en la sociedad en que viven– bien se comprende cómo la tarea se hace hoy difícil. Todo lo cual, en su conjunto, contribuye a que el daño más grande, el de perderse a sí mismo (a veces más imperceptible, apuntó Kierkegaard, que perder un brazo o a un ser querido), se transforme para cada cual en una realidad perfectamente al alcance.

H 882

El fenómeno de descarga afectiva y dificultad en adherirse a la realidad que esta situación conlleva ha sido anotado incluso por testigos insospechados, así por ejemplo el conocido director del ultraliberal periódico La Republica, Eugenio Scalfari, según quien “la herida en estos jóvenes ha sido el aburrimiento invencible y existencial, que ha matado el tiempo y la historia, las pasiones y las esperanzas”. Luego, por cierto, habría que preguntar al propio Scalfari y a quienes sostienen la misma conducta ideológica, si acaso el subjetivismo de todas las opiniones y la “dictadura del relativismo”, materias en que se muestra tan aventajado adalid, no son el fruto existencial venenoso que retroalimenta ese letargo y desconexión que precisamente él lamenta. Si intelectualmente son muchísimos los peldaños que hay que descender desde la “náusea” de Jean Paul Sartre a la “indignación” de Stéphane Hessel, son muchos también los que observan –y a la luz de lo anterior parece bien verosímil– que las aguas profundas que se mueven en diversas latitudes del globo anuncian hoy algo semejante en su envergadura con el movimiento estudiantil nacido en la Francia de los sesenta, cuyas huellas se hicieron sentir fuertemente en todo el mundo occidental. Si esto es efectivamente así, hay importantes previsiones a tomar para salvar positivamente el curso de los acontecimientos. Todos los actores –incluidos las autoridades y los estudiantes– deberían no confundir el escenario de unas reivindicaciones concretas y subsanables con un “tsunami cultural” capaz de operar en el trasfondo, no sólo chileno. En la fuerza imprevisible de esas corrientes subterráneas deberían reparar asimismo los actores políticos y sindicales que aprovechan la circunstancia para intentar transformar el movimiento estudiantil en un movimiento “multipropósito”, sin advertir los peligros del aprendiz de brujo. Cada cual, por fin –padres, hijos, maestros, alumnos– tendríamos que tener las mentes abiertas a las consecuencias personales últimas de lo que está entrando en juego. “Facultad en huelga: los teólogos cerramos nuestras Biblias”, leí recién en un cartel al cruzar frente a una Facultad de Teología. Clausurar las fuentes de la Sabiduría: paradigma de la aberración a evitar. Más que una “emergencia educativa”, verdadera emergencia del sentido común. JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE

Artículo publicado en El Mercurio (18.VIII.11) Puntos de referencia en una sociedad quebradiza e inestable Bajo este título se pueden leer en www.humanitas.cl diversos artículos publicados en la prensa nacional que ilustran el cuadro social y político que vive el país.

Nueva revista Diálogos Pastoral UC realiza lanzamiento

El miércoles 28 de septiembre, la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana de la Pontificia Universidad Católica de Chile, realizó el lanzamiento de la revista Diálogos, una publicación cuatrimestral cuyo núcleo son artículos de proyectos financiados por el concurso de investigación que anualmente organiza la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana y la Vicerrectoría de Investigación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. «Hemos dado el nombre de Diálogos a nuestra revista porque expresa no solo la

fisonomía de sus líneas, sino también el espíritu que está en el corazón de esta publicación: nada de lo que comprendemos sobre la base de la razón aparece contradiciendo a lo que creemos sobre la base de la fe», señala en la editorial, José Luis Romero, director de la revista y de la Pastoral de Académicos. La ceremonia comenzó con una misa en el Templo del Sagrado Corazón del Campus San Joaquín, presidida por el Vice Gran Canciller de la UC, Presbítero Cristián Roncagliolo, quién luego se unió al panel de académicos que presentaron la publicación: el teólogo padre Martino de Carli y el decano de

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Emergencia del sentido común

Muchos quienes observan los hechos en curso en el país coinciden en algunas apreciaciones relevantes. Primero, que la confusión producida por el movimiento estudiantil es generalizada y alcanza a todos los actores. Segundo, que la impericia del Ejecutivo para ordenar la discusión y encauzar los hechos ejerciendo así la autoridad que el país le entregó es indiscutible. Tercero, que ante la marea montante de la sorpresa y la perplejidad, Alianza y Concertación figuran emparejadas como esos dibujos casi idénticos en los que hay que descubrir las cinco diferencias. Cuarto, que las causas de lo que vemos se arrastran desde décadas atrás, que tienen un trasfondo cultural similar al que se expresa actualmente en otras partes del mundo bajo banderas distintas de la cuestión educacional, que ha sido su punto de partida en Chile. Si pretendemos acotar este último aspecto, el más relevante –sin dar la espalda a su agobiante factor financiero, que exige urgente atención– podemos sin dificultad fijar la mirada en realidades duras e indesmentibles que arrastran la atención a un problema mayor. Ante todo, que el tema de la crisis educacional no es en absoluto privativo de Chile. Que los expertos lo vinculan con un natural efecto de la masificación de la educación en la sociedad contemporánea. Que lo padecen y reconocen como suyo las autoridades de naciones de antigua cultura y de eminentes maestros, así Francia, España e Italia, entre otras. Que el problema alcanza a la más antigua institución educacional de Occidente, la Iglesia católica, siendo el propio Benedicto XVI quien acuñara para Roma e Italia como diagnóstico de la situación, el significativo concepto de “emergencia educativa”. Esto constatado, para atisbar lo que sucede y lo que viene hacia adelante habría que detenerse en aquella cuarta cuestión, la del trasfondo cultural. También al respecto son muchas las autorizadas voces que coinciden desde distintos lugares. El tema aparece directamente relacionado con la crisis de la familia tradicional y con los modelos proyectados por la cultura mediática dominante y globalizada, que favorecen el egocentrismo y la excentricidad, al tiempo que minan una equilibrada relación entre sexos opuestos y generaciones. Cierto “nihilismo” instalado por esta vía entre los jóvenes penetra sus sentimientos, confunde sus pensamientos, castra sus horizontes, cansa y entristece. Aquí y allá, psiquiatras que trabajan en el campo de la infancia y la adolescencia, registran la creciente falta de deseos profundos y estables en una generación que ha visto desvanecerse paulatinamente las razones para la confianza y que, por primera vez, mira el futuro más como una amenaza que una promesa, situación que de suyo anestesia el reclamo ontológico ínsito en toda alma humana hacia lo divino y trascendente. Si educar nunca ha sido fácil –siendo que profesores y alumnos más que en el aula se encuentran instalados en la sociedad en que viven– bien se comprende cómo la tarea se hace hoy difícil. Todo lo cual, en su conjunto, contribuye a que el daño más grande, el de perderse a sí mismo (a veces más imperceptible, apuntó Kierkegaard, que perder un brazo o a un ser querido), se transforme para cada cual en una realidad perfectamente al alcance.

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El fenómeno de descarga afectiva y dificultad en adherirse a la realidad que esta situación conlleva ha sido anotado incluso por testigos insospechados, así por ejemplo el conocido director del ultraliberal periódico La Republica, Eugenio Scalfari, según quien “la herida en estos jóvenes ha sido el aburrimiento invencible y existencial, que ha matado el tiempo y la historia, las pasiones y las esperanzas”. Luego, por cierto, habría que preguntar al propio Scalfari y a quienes sostienen la misma conducta ideológica, si acaso el subjetivismo de todas las opiniones y la “dictadura del relativismo”, materias en que se muestra tan aventajado adalid, no son el fruto existencial venenoso que retroalimenta ese letargo y desconexión que precisamente él lamenta. Si intelectualmente son muchísimos los peldaños que hay que descender desde la “náusea” de Jean Paul Sartre a la “indignación” de Stéphane Hessel, son muchos también los que observan –y a la luz de lo anterior parece bien verosímil– que las aguas profundas que se mueven en diversas latitudes del globo anuncian hoy algo semejante en su envergadura con el movimiento estudiantil nacido en la Francia de los sesenta, cuyas huellas se hicieron sentir fuertemente en todo el mundo occidental. Si esto es efectivamente así, hay importantes previsiones a tomar para salvar positivamente el curso de los acontecimientos. Todos los actores –incluidos las autoridades y los estudiantes– deberían no confundir el escenario de unas reivindicaciones concretas y subsanables con un “tsunami cultural” capaz de operar en el trasfondo, no sólo chileno. En la fuerza imprevisible de esas corrientes subterráneas deberían reparar asimismo los actores políticos y sindicales que aprovechan la circunstancia para intentar transformar el movimiento estudiantil en un movimiento “multipropósito”, sin advertir los peligros del aprendiz de brujo. Cada cual, por fin –padres, hijos, maestros, alumnos– tendríamos que tener las mentes abiertas a las consecuencias personales últimas de lo que está entrando en juego. “Facultad en huelga: los teólogos cerramos nuestras Biblias”, leí recién en un cartel al cruzar frente a una Facultad de Teología. Clausurar las fuentes de la Sabiduría: paradigma de la aberración a evitar. Más que una “emergencia educativa”, verdadera emergencia del sentido común. JAIME ANTÚNEZ ALDUNATE

Artículo publicado en El Mercurio (18.VIII.11) Puntos de referencia en una sociedad quebradiza e inestable Bajo este título se pueden leer en www.humanitas.cl diversos artículos publicados en la prensa nacional que ilustran el cuadro social y político que vive el país.

Nueva revista Diálogos Pastoral UC realiza lanzamiento

El miércoles 28 de septiembre, la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana de la Pontificia Universidad Católica de Chile, realizó el lanzamiento de la revista Diálogos, una publicación cuatrimestral cuyo núcleo son artículos de proyectos financiados por el concurso de investigación que anualmente organiza la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana y la Vicerrectoría de Investigación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. «Hemos dado el nombre de Diálogos a nuestra revista porque expresa no solo la

fisonomía de sus líneas, sino también el espíritu que está en el corazón de esta publicación: nada de lo que comprendemos sobre la base de la razón aparece contradiciendo a lo que creemos sobre la base de la fe», señala en la editorial, José Luis Romero, director de la revista y de la Pastoral de Académicos. La ceremonia comenzó con una misa en el Templo del Sagrado Corazón del Campus San Joaquín, presidida por el Vice Gran Canciller de la UC, Presbítero Cristián Roncagliolo, quién luego se unió al panel de académicos que presentaron la publicación: el teólogo padre Martino de Carli y el decano de

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Medicina, Dr. Luis Ibáñez. Éste señaló que la revista “toca temas candentes y constituye un medio útil para aportar el diálogo entre la ciencia y la fe en nuestra sociedad”. Junto con esto, el médico destacó los escritos sobre algunos temas centrales del primer número, como la experiencia de padres de hijos con malformaciones congénita letales, estudiada por el Dr. Jorge Neira y su equipo; y cuestiones éticas sobre la sedación paliativa, a cargo de la Dra. Paulina Taboada. «Esta es una forma inteligente, didáctica y científica de profundizar en estos temas… que ayuda a iluminar a una sociedad exitista donde se quiere evitar el sufrimiento físico o moral a cualquier costo», sostuvo Ibáñez. Por su parte, el padre De Carli describió algunos hechos de su vida que le permitieron comprender mejor el sentido de diversas situaciones humanas, como fue su paso por la Universidad de Pavia, al norte de Italia, donde sus estudios de medicina lo acercaron a la experiencia del dolor. El grito (de dolor) me remitía a ese misterio de nuestro ser, a esa fragilidad, a esa finitud que ningún cientificismo utópico puede eliminar y que exige la búsqueda de un sentido”, señaló.

Beata Laura Vicuña Actualizó la infancia de Jesús

E n la sección Cartas al Director del diario El Mercurio, el Padre Pedro De La Noi, quien trató el tema del nuevo rostro de Laurita Vicuña en Humanitas 59, se refiere nuevamente a este tema: “A propósito del encuentro que hubo el 2 de septiembre pasado en el Santuario de la Beata Laurita Vicuña para dar a conocer su verdadero rostro, deseo hacer la siguiente precisión: Si fuera para dar a conocer si era de rasgos mapuches o españoles, no tendría ninguna importancia; si fuera para saber si era de pelo rubio o de otro color, tampoco; si fuera para saber que fue una niñita muy hermosa o feíta, tampoco; pero si fuera para confirmar que se trata de una niñita y no de una señorita, sería muy importante. ¿Por qué? Porque entonces estaríamos frente a lo original de esta beata chilena. No lo es el haber vivido su bautismo, porque esto fue propio también de San Francisco de Asís, de Santa Teresa y de todos los santos; tampoco haber conocido a Jesús, porque fue también propio de Santa Catalina, de San Alberto Hurtado y de todos los santos. Lo original de la Beata es haber sido niñita,

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que actualizó la infancia de Jesús y que por ello es buena noticia para todos los niños, que no son ya futuro de la Iglesia o de la patria, sino presente de la Iglesia y de la Patria”.

La alegría de ser católico

En Plaza Italia, simbólico lugar santiaguino, tuvo lugar la marcha “La Liechtenstein Rechaza el aborto con un referéndum

Con el 52,3 por ciento del “no” y el 47,7 por ciento del “sí”, el pasado 18 de septiembre, los ciudadanos de Liechtenstein rechazaron el referéndum que pedía la despenalización del aborto. No obstante una campaña internacional a favor del aborto y las encuestas que preveían una victoria del frente favorable a la liberalización de la interrupción voluntaria del embarazo, los ciudadanos de Liechtenstein se han opuesto por mayoría. Actualmente en el Principado el aborto está prohibido y castigado con una pena hasta de un año de cárcel, aunque se practique en el extranjero. No ha habido condenas por este motivo desde hace años. El texto de ley propuesto en el referéndum proponía la despenalización de la interrupción del embarazo en las 12 primeras semanas con una modificación del código penal en este sentido. Pedía también, el derecho a abortar después de este plazo si el feto presentaba un grave peligro de discapacidad física o mental. En el Parlamento sólo una minoría había aceptado la iniciativa para legalizar el aborto. En agosto, el príncipe heredero Alois se había manifestado contra la liberalización de la interrupción del embarazo. También el arzobispo de Vaduz, monseñor Wolfang Haas, se negó a oficiar la misa como signo de protesta contra el aborto. Ahora que el referéndum ha sido rechazado, los dos partidos de gobierno, Unión Patriótica y el Partido Burgués Progresista, han anunciado que propondrán una modificación del Código Penal. El aborto se prohibirá, pero no se castigará penalmente a quien lo practique en el extranjero. El Principado de Liechtenstein cuenta con más de 35.446 habitantes (datos de 2008), con una densidad demográfica de 209 personas por km², y tiene una renta per cápita de las más altas de Europa.

alegría de ser católico” el pasado 15 de octubre. El evento, que buscó reunir al mundo católico chileno para manifestar alegremente su fe, tuvo un rotundo éxito, llegando a convocar a la caminata alrededor de 40 mil personas. Este evento, que viene a ser un reflejo de lo que fue la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, es un fiel testimonio de que el catolicismo en Chile sigue siendo parte de nuestra esencia como nación, y que una de sus positivas consecuencias es la “alegría”. La fiesta no hizo diferencias, y participaron personas de diversas partes de Santiago, de diversas edades y carismas, en familia y en grupos de amigos. El motivo central de reunión era simplemente uno, Jesucristo, y la alegría de ser hijos de la Iglesia Santa que Él mismo fundó. El mismo Benedicto XVI mandó sus saludos desde Roma con ocasión de este gran evento, a través de una carta enviada por el Cardenal Tarcisio Bertone (secretario de Estado de su Santidad) señalando que “el gozo que nace de haber encontrado a Cristo se transforme en una fuerza misionera, que toque el corazón de los hombres, suscitando en ellos el deseo de descubrir a Dios y conducir una vida dichosa según su voluntad”. Desde la Plaza Italia hasta la Iglesia San Francisco empezaron la caminata los fieles en torno a lienzos y símbolos que identificaban a sus comunidades, en conjunto con las batucadas. Las oraciones a la Virgen eran sostenidas a medida que se avanzaba. También personas en zancos con vestimentas de ángeles y grupos de bailes religiosos participaron en el centro de Santiago para manifestar gozosamente su fe. Era un verdadero carnaval que cumplía su objetivo: mostrar la alegría que produce el conocer a Cristo. Era el gozo profundo que produce el Amor, similar al gozo que sentía el rey David cuando dejaba el palacio para salir a danzar de alegría por amor a Dios. En la Iglesia San Francisco el encuentro tuvo su desarrollo y final. Se contó con la presencia de Mons. Ricardo Ezzati, de Mons. Cristián Contreras Villarroel, Obispo Auxiliar de Santiago, monseñor Héctor Gallardo, Vicario General de Pastoral y el cardenal Francisco Javier Errázuriz. El show estuvo marcado igualmente por cantantes católicos como Romina González, Tere Larraín y los Hermanos Valdivia. Las palabras del arzobispo de Santiago a los miles de católicos presentes fueron de gran motivación para continuar con el evento. “Queridos amigos: Con una alegría muy grande en el corazón los saludo a todos y todas y agradezco que un grupo de jóvenes haya tenido la iniciativa de convocarlos a este encuentro que quiere manifestar lo que hay en el corazón de cada católico: la alegría de sentir que Jesús está con nosotros y Él es nuestro pastor… Los obispos reunidos en Aparecida nos han dicho que el gozo más grande que tenemos los católicos es haber encontrado a Jesucristo y que la alegría más grande es poder comunicarlo a los demás. Ustedes son testigos de que haber encontrado a Jesucristo llena el corazón de felicidad y yo quisiera invitarlos a ser misioneros para anunciarlo a todas las personas de nuestra ciudad”. Así, con el corazón lleno de alegría luego del mensaje de Mons. Ezzati, se prosiguió, esta vez con las canciones de los diversos artistas invitados, demostrándole al país que es posible hacer una marcha cálida y sin destrozos. La alegría es un estado interior fresco y luminoso, generador de bienestar general, de altos niveles de energía y una poderosa disposición a la acción constructiva, que puede ser percibida en toda persona, siendo así que quien la experimenta, la revela en su apariencia, lenguaje, decisiones y actos. Es esto lo que siente el católico en el descubrimiento íntimo de lo que significa ser hijo de Dios, hermano de Cristo e hijo de la Santa Iglesia Católica. El lema “la alegría de ser católico” y el exitoso desarrollo de la camina demuestran que el gozo católico no se acaba. Demuestran que existen miles de católicos dispuestos a luchar contra los males de la sociedad, a luchar a favor de la vida, a favor del matrimonio y la familia. Una lucha que debe llevar adelante con un testimonio de fe y de alegría, tal como el sábado pasado. Gonzalo Carrasco

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Medicina, Dr. Luis Ibáñez. Éste señaló que la revista “toca temas candentes y constituye un medio útil para aportar el diálogo entre la ciencia y la fe en nuestra sociedad”. Junto con esto, el médico destacó los escritos sobre algunos temas centrales del primer número, como la experiencia de padres de hijos con malformaciones congénita letales, estudiada por el Dr. Jorge Neira y su equipo; y cuestiones éticas sobre la sedación paliativa, a cargo de la Dra. Paulina Taboada. «Esta es una forma inteligente, didáctica y científica de profundizar en estos temas… que ayuda a iluminar a una sociedad exitista donde se quiere evitar el sufrimiento físico o moral a cualquier costo», sostuvo Ibáñez. Por su parte, el padre De Carli describió algunos hechos de su vida que le permitieron comprender mejor el sentido de diversas situaciones humanas, como fue su paso por la Universidad de Pavia, al norte de Italia, donde sus estudios de medicina lo acercaron a la experiencia del dolor. El grito (de dolor) me remitía a ese misterio de nuestro ser, a esa fragilidad, a esa finitud que ningún cientificismo utópico puede eliminar y que exige la búsqueda de un sentido”, señaló.

Beata Laura Vicuña Actualizó la infancia de Jesús

E n la sección Cartas al Director del diario El Mercurio, el Padre Pedro De La Noi, quien trató el tema del nuevo rostro de Laurita Vicuña en Humanitas 59, se refiere nuevamente a este tema: “A propósito del encuentro que hubo el 2 de septiembre pasado en el Santuario de la Beata Laurita Vicuña para dar a conocer su verdadero rostro, deseo hacer la siguiente precisión: Si fuera para dar a conocer si era de rasgos mapuches o españoles, no tendría ninguna importancia; si fuera para saber si era de pelo rubio o de otro color, tampoco; si fuera para saber que fue una niñita muy hermosa o feíta, tampoco; pero si fuera para confirmar que se trata de una niñita y no de una señorita, sería muy importante. ¿Por qué? Porque entonces estaríamos frente a lo original de esta beata chilena. No lo es el haber vivido su bautismo, porque esto fue propio también de San Francisco de Asís, de Santa Teresa y de todos los santos; tampoco haber conocido a Jesús, porque fue también propio de Santa Catalina, de San Alberto Hurtado y de todos los santos. Lo original de la Beata es haber sido niñita,

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que actualizó la infancia de Jesús y que por ello es buena noticia para todos los niños, que no son ya futuro de la Iglesia o de la patria, sino presente de la Iglesia y de la Patria”.

La alegría de ser católico

En Plaza Italia, simbólico lugar santiaguino, tuvo lugar la marcha “La Liechtenstein Rechaza el aborto con un referéndum

Con el 52,3 por ciento del “no” y el 47,7 por ciento del “sí”, el pasado 18 de septiembre, los ciudadanos de Liechtenstein rechazaron el referéndum que pedía la despenalización del aborto. No obstante una campaña internacional a favor del aborto y las encuestas que preveían una victoria del frente favorable a la liberalización de la interrupción voluntaria del embarazo, los ciudadanos de Liechtenstein se han opuesto por mayoría. Actualmente en el Principado el aborto está prohibido y castigado con una pena hasta de un año de cárcel, aunque se practique en el extranjero. No ha habido condenas por este motivo desde hace años. El texto de ley propuesto en el referéndum proponía la despenalización de la interrupción del embarazo en las 12 primeras semanas con una modificación del código penal en este sentido. Pedía también, el derecho a abortar después de este plazo si el feto presentaba un grave peligro de discapacidad física o mental. En el Parlamento sólo una minoría había aceptado la iniciativa para legalizar el aborto. En agosto, el príncipe heredero Alois se había manifestado contra la liberalización de la interrupción del embarazo. También el arzobispo de Vaduz, monseñor Wolfang Haas, se negó a oficiar la misa como signo de protesta contra el aborto. Ahora que el referéndum ha sido rechazado, los dos partidos de gobierno, Unión Patriótica y el Partido Burgués Progresista, han anunciado que propondrán una modificación del Código Penal. El aborto se prohibirá, pero no se castigará penalmente a quien lo practique en el extranjero. El Principado de Liechtenstein cuenta con más de 35.446 habitantes (datos de 2008), con una densidad demográfica de 209 personas por km², y tiene una renta per cápita de las más altas de Europa.

alegría de ser católico” el pasado 15 de octubre. El evento, que buscó reunir al mundo católico chileno para manifestar alegremente su fe, tuvo un rotundo éxito, llegando a convocar a la caminata alrededor de 40 mil personas. Este evento, que viene a ser un reflejo de lo que fue la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, es un fiel testimonio de que el catolicismo en Chile sigue siendo parte de nuestra esencia como nación, y que una de sus positivas consecuencias es la “alegría”. La fiesta no hizo diferencias, y participaron personas de diversas partes de Santiago, de diversas edades y carismas, en familia y en grupos de amigos. El motivo central de reunión era simplemente uno, Jesucristo, y la alegría de ser hijos de la Iglesia Santa que Él mismo fundó. El mismo Benedicto XVI mandó sus saludos desde Roma con ocasión de este gran evento, a través de una carta enviada por el Cardenal Tarcisio Bertone (secretario de Estado de su Santidad) señalando que “el gozo que nace de haber encontrado a Cristo se transforme en una fuerza misionera, que toque el corazón de los hombres, suscitando en ellos el deseo de descubrir a Dios y conducir una vida dichosa según su voluntad”. Desde la Plaza Italia hasta la Iglesia San Francisco empezaron la caminata los fieles en torno a lienzos y símbolos que identificaban a sus comunidades, en conjunto con las batucadas. Las oraciones a la Virgen eran sostenidas a medida que se avanzaba. También personas en zancos con vestimentas de ángeles y grupos de bailes religiosos participaron en el centro de Santiago para manifestar gozosamente su fe. Era un verdadero carnaval que cumplía su objetivo: mostrar la alegría que produce el conocer a Cristo. Era el gozo profundo que produce el Amor, similar al gozo que sentía el rey David cuando dejaba el palacio para salir a danzar de alegría por amor a Dios. En la Iglesia San Francisco el encuentro tuvo su desarrollo y final. Se contó con la presencia de Mons. Ricardo Ezzati, de Mons. Cristián Contreras Villarroel, Obispo Auxiliar de Santiago, monseñor Héctor Gallardo, Vicario General de Pastoral y el cardenal Francisco Javier Errázuriz. El show estuvo marcado igualmente por cantantes católicos como Romina González, Tere Larraín y los Hermanos Valdivia. Las palabras del arzobispo de Santiago a los miles de católicos presentes fueron de gran motivación para continuar con el evento. “Queridos amigos: Con una alegría muy grande en el corazón los saludo a todos y todas y agradezco que un grupo de jóvenes haya tenido la iniciativa de convocarlos a este encuentro que quiere manifestar lo que hay en el corazón de cada católico: la alegría de sentir que Jesús está con nosotros y Él es nuestro pastor… Los obispos reunidos en Aparecida nos han dicho que el gozo más grande que tenemos los católicos es haber encontrado a Jesucristo y que la alegría más grande es poder comunicarlo a los demás. Ustedes son testigos de que haber encontrado a Jesucristo llena el corazón de felicidad y yo quisiera invitarlos a ser misioneros para anunciarlo a todas las personas de nuestra ciudad”. Así, con el corazón lleno de alegría luego del mensaje de Mons. Ezzati, se prosiguió, esta vez con las canciones de los diversos artistas invitados, demostrándole al país que es posible hacer una marcha cálida y sin destrozos. La alegría es un estado interior fresco y luminoso, generador de bienestar general, de altos niveles de energía y una poderosa disposición a la acción constructiva, que puede ser percibida en toda persona, siendo así que quien la experimenta, la revela en su apariencia, lenguaje, decisiones y actos. Es esto lo que siente el católico en el descubrimiento íntimo de lo que significa ser hijo de Dios, hermano de Cristo e hijo de la Santa Iglesia Católica. El lema “la alegría de ser católico” y el exitoso desarrollo de la camina demuestran que el gozo católico no se acaba. Demuestran que existen miles de católicos dispuestos a luchar contra los males de la sociedad, a luchar a favor de la vida, a favor del matrimonio y la familia. Una lucha que debe llevar adelante con un testimonio de fe y de alegría, tal como el sábado pasado. Gonzalo Carrasco

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“El arte está enfermo por haber perdido el silencio” por Henri Guérin*

Evidentemente, mi fe es fuente preponderante en mi obra, pero debe sumergirse para dar frutos. Creo haber recibido la vocación de la alabanza a raíz de las auroras y los ocasos que en mi infancia me manifestaban claramente la obra del Creador, autor de todas las cosas visibles. La belleza de la creación son como piedrecillas que Dios siembra para guiarnos hacia Él con el fin de que lo reconozcamos libremente en esa belleza silenciosa que nos tiende por delicadeza. Es algo así como esa visita del Eterno a Elías, cuando se revela más en el soplo imperceptible del céfiro que en el estruendo del huracán. Dios no quiere imponerse a nosotros; es el amor lo que Él desea. Su belleza es la forma perfecta de la encarnación del amor. Es el rostro velado, que a través de la Luz visible manifiesta la luz prometida. Sin luz, el mundo es apagado y sin brillo. La imagen se ha vuelto charlatana Hasta estos últimos tiempos, el artista, con esa mirada singular que dirigía al mundo, permitía ver, a través de las apariencias, la manifestación del Espíritu invisible que anima todas las cosas. Y la luz es ciertamente el elemento inasible y misterioso que sin embargo nos permite penetrar en este mundo opaco. El arte de hoy está enfermo por haber perdido el silencio fecundo que emanaba de sus imágenes, ya que ahora casi todas nuestras imágenes son subtituladas, animadas y parlanchinas. Ya no sabemos ir hacia ellas. Con su viejo silencio enmudecido, han perdido esa distancia que nos llamaba libremente a ir hacia ellas. El arte contemporáneo se conceptualiza cada vez más, expresando cada vez menos un pensamiento simbólico encarnado a través de verdaderas obras. Prolifera así una verborrea que procura enmascarar el vacío de una obra que en lo sucesivo es casi o totalmente inmaterial. La publicidad y la moda han invadido las artes plásticas de las técnicas mediáticas. De este modo, el “día a día” arrasa lo intemporal.

Beatificación Mística italiana tuvo estigmas de Cristo y anunció caída de Mussolini

Vitral de Henri Guérin en Grand Saint-Bernard, Suiza.

El artista puede reanimar la vida profunda ¿Sirve de algo gemir al comprobar la caída de las culturas constatada en todas partes? Creo que la acción personal de una obra en sus contemporáneos, incluso en dosis ínfima, tiene tanto poder como las constataciones y los análisis, sino más. Cada vez que un artista, escritor, músico, filósofo o profeta, sin olvidar a los santos, se ha elevado por encima de las convenciones establecidas, ha fecundado milagrosamente su tiempo para reanimar la vida profunda de sus contemporáneos. A veces uno solo ha sido suficiente. Es preciso tener esperanza de que haya uno de ellos, si bien en estos tiempos de escasez podemos preguntarnos de dónde puede surgir. Sólo soy un artista entre otros, y creo que mis hermanos artistas, llamados contemporáneos, son tal vez más testigos que yo, con sus obras de abandono, del reflejo de las ignominias que nos acometen, de las cuales son esas obras un eco desordenado, pero clamoroso. Pienso que los más sinceros no son cómplices aun cuando se expresen con los medios de la infamia. Todo está sumamente mezclado en el hombre, incluso cuando el Salmo 51 hace entreabrir los ojos y el corazón a los creyentes. Tengo la suerte de trabajar, en medio de la confianza y la alegría del taller, en numerosos pedidos de vidrieras. Esto me da la posibilidad de permanecer independiente del influjo cultural de un arte oficial al servicio de una sola corriente del mismo, arte conceptual que no tendría existencia sin este apoyo de la Administración. Acepto la virtud purificadora de este ostracismo en * Henri Guérin (1929-2009). Su última obra es una vidriera para la cripta de la Catedral de Chartres.

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mi trabajo, ya que si bien la reputación parece útil para trabajar, puede socavar la alteridad del artista. El valor positivo del espíritu de una obra puede, por comparación, designar en mayor medida la inanidad evidente de una cantidad de manifestaciones contemporáneas. La polémica remite a cada uno de los oponentes a sus certidumbres más que a las evidencias comparadas de las obras si somos honestos intelectualmente; pero es necesario que ciertos espíritus lúcidos y cultos hagan un balance de lo que nuestra época produce con el fin de iluminar un poco el juicio de nuestros contemporáneos ante la impostura establecida. Pero, ¿es posible iluminar a ciegos satisfechos con su ceguera?

En la fiesta de la Exaltación de la Cruz, el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato, beatificó a la italiana Elena Aiello, una religiosa que tuvo los estigmas de Cristo, diversas revelaciones místicas y el don de profecía que le permitió anunciar la caída de Benito Mussolini. En la multitudinaria misa que presidió el 14 de septiembre en Calabria, de donde era originaria la religiosa, el cardenal Amato resaltó que su vida y obras “edificaron la tierra calabresa con un testimonio evangélico heroico”. El purpurado dijo que esta religiosa, fallecida a los 66 años de edad, enseñó a los fieles que “es posible vivir el Evangelio en grado heroico, es posible entonces ser santos (…) ya que esta tierra necesita de la belleza espiritual de los santos”. El cardenal Amato resaltó que Elena Aiello fundó la congregación de las Hermanas Mínimas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, su experiencia de la “vía mínima” hacia la santidad, y su participación mística en el misterio pascual con “los ojos siempre fijos en el Crucifijo”. A quienes le decían que su “caridad era exagerada” en su labor con los más necesitados y con las personas con discapacidad, Elena decía que “los pobres, los desadaptados y los sufrientes son los mejores amigos de Jesús y haciendo el bien a ellos se ama concretamente al Señor”. Sor Elena Aiello murió en 1961. En marzo de 1922 mientras practicaba en privado la devoción de los “13 viernes” de San Francisco de Paula, recibió los estigmas al tiempo que su rostro sudaba sangre. Desde entonces la efusión de sangre se repitió cada viernes de marzo y especialmente en Viernes Santo; al fenómeno físico del sangrado se unía el dolor, la privación de los sentidos, el hablar proféticamente en nombre de Jesús, María o San Francisco de Paula. En 1928 con Gina Mazza dan inicio en Cosenza a las Hermanas Mínimas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, que busca

Beata Elena Aiello, religiosa italiana que tuvo los estigmas de Cristo.

honrar la Pasión del Señor y socorrer espiritual y materialmente a los pobres, especialmente a los niños necesitados. Entre sus muchas profecías y avisos, Sor Elena advirtió el trágico fin de Mussolini. El dictador italiano murió fusilado el 28 de abril de 1945 tras ser detenido cuando trataba de escapar de Italia disfrazado de soldado alemán. “¿Os acordáis cuando el 7 de julio del año pasado me preguntabais qué le podría ocurrir al Duce, y que yo os respondí que si no permanecía unido al Papa, tendría un fin peor que el de Napoleón? Ahora os repito las mismas palabras: si el Duce no salva Italia haciendo todo cuanto diga y haga el Santo Padre, pronto caerá”, decía la profecía. Sin embargo, su profecía más conocida es la del Viernes Santo de 1954 en la que, entre otras cosas, advirtió los escándalos en la Iglesia por los pecados de los sacerdotes: “Escucha bien lo que digo y comunícalo a todos: Mi corazón está triste por los muchos sufrimientos que amenazan a este mundo. La justicia de nuestro Padre Celestial está ofendida gravemente. El mundo está inundado por una crecida de corrupción. Los gobiernos de los pueblos se han levantado como demonios en carne humana, y mientras hablan de paz, preparan la guerra con instrumentos devastadores, para aniquilar pueblos y naciones. Innumerables escándalos llevan las almas a la ruina, especialmente de la juventud”.

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“El arte está enfermo por haber perdido el silencio” por Henri Guérin*

Evidentemente, mi fe es fuente preponderante en mi obra, pero debe sumergirse para dar frutos. Creo haber recibido la vocación de la alabanza a raíz de las auroras y los ocasos que en mi infancia me manifestaban claramente la obra del Creador, autor de todas las cosas visibles. La belleza de la creación son como piedrecillas que Dios siembra para guiarnos hacia Él con el fin de que lo reconozcamos libremente en esa belleza silenciosa que nos tiende por delicadeza. Es algo así como esa visita del Eterno a Elías, cuando se revela más en el soplo imperceptible del céfiro que en el estruendo del huracán. Dios no quiere imponerse a nosotros; es el amor lo que Él desea. Su belleza es la forma perfecta de la encarnación del amor. Es el rostro velado, que a través de la Luz visible manifiesta la luz prometida. Sin luz, el mundo es apagado y sin brillo. La imagen se ha vuelto charlatana Hasta estos últimos tiempos, el artista, con esa mirada singular que dirigía al mundo, permitía ver, a través de las apariencias, la manifestación del Espíritu invisible que anima todas las cosas. Y la luz es ciertamente el elemento inasible y misterioso que sin embargo nos permite penetrar en este mundo opaco. El arte de hoy está enfermo por haber perdido el silencio fecundo que emanaba de sus imágenes, ya que ahora casi todas nuestras imágenes son subtituladas, animadas y parlanchinas. Ya no sabemos ir hacia ellas. Con su viejo silencio enmudecido, han perdido esa distancia que nos llamaba libremente a ir hacia ellas. El arte contemporáneo se conceptualiza cada vez más, expresando cada vez menos un pensamiento simbólico encarnado a través de verdaderas obras. Prolifera así una verborrea que procura enmascarar el vacío de una obra que en lo sucesivo es casi o totalmente inmaterial. La publicidad y la moda han invadido las artes plásticas de las técnicas mediáticas. De este modo, el “día a día” arrasa lo intemporal.

Beatificación Mística italiana tuvo estigmas de Cristo y anunció caída de Mussolini

Vitral de Henri Guérin en Grand Saint-Bernard, Suiza.

El artista puede reanimar la vida profunda ¿Sirve de algo gemir al comprobar la caída de las culturas constatada en todas partes? Creo que la acción personal de una obra en sus contemporáneos, incluso en dosis ínfima, tiene tanto poder como las constataciones y los análisis, sino más. Cada vez que un artista, escritor, músico, filósofo o profeta, sin olvidar a los santos, se ha elevado por encima de las convenciones establecidas, ha fecundado milagrosamente su tiempo para reanimar la vida profunda de sus contemporáneos. A veces uno solo ha sido suficiente. Es preciso tener esperanza de que haya uno de ellos, si bien en estos tiempos de escasez podemos preguntarnos de dónde puede surgir. Sólo soy un artista entre otros, y creo que mis hermanos artistas, llamados contemporáneos, son tal vez más testigos que yo, con sus obras de abandono, del reflejo de las ignominias que nos acometen, de las cuales son esas obras un eco desordenado, pero clamoroso. Pienso que los más sinceros no son cómplices aun cuando se expresen con los medios de la infamia. Todo está sumamente mezclado en el hombre, incluso cuando el Salmo 51 hace entreabrir los ojos y el corazón a los creyentes. Tengo la suerte de trabajar, en medio de la confianza y la alegría del taller, en numerosos pedidos de vidrieras. Esto me da la posibilidad de permanecer independiente del influjo cultural de un arte oficial al servicio de una sola corriente del mismo, arte conceptual que no tendría existencia sin este apoyo de la Administración. Acepto la virtud purificadora de este ostracismo en * Henri Guérin (1929-2009). Su última obra es una vidriera para la cripta de la Catedral de Chartres.

H 886

mi trabajo, ya que si bien la reputación parece útil para trabajar, puede socavar la alteridad del artista. El valor positivo del espíritu de una obra puede, por comparación, designar en mayor medida la inanidad evidente de una cantidad de manifestaciones contemporáneas. La polémica remite a cada uno de los oponentes a sus certidumbres más que a las evidencias comparadas de las obras si somos honestos intelectualmente; pero es necesario que ciertos espíritus lúcidos y cultos hagan un balance de lo que nuestra época produce con el fin de iluminar un poco el juicio de nuestros contemporáneos ante la impostura establecida. Pero, ¿es posible iluminar a ciegos satisfechos con su ceguera?

En la fiesta de la Exaltación de la Cruz, el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, cardenal Angelo Amato, beatificó a la italiana Elena Aiello, una religiosa que tuvo los estigmas de Cristo, diversas revelaciones místicas y el don de profecía que le permitió anunciar la caída de Benito Mussolini. En la multitudinaria misa que presidió el 14 de septiembre en Calabria, de donde era originaria la religiosa, el cardenal Amato resaltó que su vida y obras “edificaron la tierra calabresa con un testimonio evangélico heroico”. El purpurado dijo que esta religiosa, fallecida a los 66 años de edad, enseñó a los fieles que “es posible vivir el Evangelio en grado heroico, es posible entonces ser santos (…) ya que esta tierra necesita de la belleza espiritual de los santos”. El cardenal Amato resaltó que Elena Aiello fundó la congregación de las Hermanas Mínimas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, su experiencia de la “vía mínima” hacia la santidad, y su participación mística en el misterio pascual con “los ojos siempre fijos en el Crucifijo”. A quienes le decían que su “caridad era exagerada” en su labor con los más necesitados y con las personas con discapacidad, Elena decía que “los pobres, los desadaptados y los sufrientes son los mejores amigos de Jesús y haciendo el bien a ellos se ama concretamente al Señor”. Sor Elena Aiello murió en 1961. En marzo de 1922 mientras practicaba en privado la devoción de los “13 viernes” de San Francisco de Paula, recibió los estigmas al tiempo que su rostro sudaba sangre. Desde entonces la efusión de sangre se repitió cada viernes de marzo y especialmente en Viernes Santo; al fenómeno físico del sangrado se unía el dolor, la privación de los sentidos, el hablar proféticamente en nombre de Jesús, María o San Francisco de Paula. En 1928 con Gina Mazza dan inicio en Cosenza a las Hermanas Mínimas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, que busca

Beata Elena Aiello, religiosa italiana que tuvo los estigmas de Cristo.

honrar la Pasión del Señor y socorrer espiritual y materialmente a los pobres, especialmente a los niños necesitados. Entre sus muchas profecías y avisos, Sor Elena advirtió el trágico fin de Mussolini. El dictador italiano murió fusilado el 28 de abril de 1945 tras ser detenido cuando trataba de escapar de Italia disfrazado de soldado alemán. “¿Os acordáis cuando el 7 de julio del año pasado me preguntabais qué le podría ocurrir al Duce, y que yo os respondí que si no permanecía unido al Papa, tendría un fin peor que el de Napoleón? Ahora os repito las mismas palabras: si el Duce no salva Italia haciendo todo cuanto diga y haga el Santo Padre, pronto caerá”, decía la profecía. Sin embargo, su profecía más conocida es la del Viernes Santo de 1954 en la que, entre otras cosas, advirtió los escándalos en la Iglesia por los pecados de los sacerdotes: “Escucha bien lo que digo y comunícalo a todos: Mi corazón está triste por los muchos sufrimientos que amenazan a este mundo. La justicia de nuestro Padre Celestial está ofendida gravemente. El mundo está inundado por una crecida de corrupción. Los gobiernos de los pueblos se han levantado como demonios en carne humana, y mientras hablan de paz, preparan la guerra con instrumentos devastadores, para aniquilar pueblos y naciones. Innumerables escándalos llevan las almas a la ruina, especialmente de la juventud”.

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Cardenal eslovaco Ján Chryzostom Korec

Entrevista con el Cardenal Burke

Obispo entre cárceles y fábricas

Cuando amor y verdad se encuentran

El cardenal jesuita eslovaco Ján Chryzostom Korec celebró el pasado 24 de agosto el 60° aniversario de su ordenación episcopal. Con esta ocasión, el Papa Benedicto XVI le envió una afectuosa carta de felicitación. La tarde del 24 de agosto de 1951, en un apartamento de Bratislava, Ján Chryzostom Korec, de veintisiete años, hoy cardenal, se convirtió en el obispo más joven del mundo. Una ordenación episcopal clandestina, «realizada de prisa –recuerda–, con el miedo de que la policía irrumpiera de un momento a otro»; por lo demás, sólo un año antes, también secretamente, había sido ordenado sacerdote. Es singular su «diócesis» de los primeros nueve años de episcopado: una fábrica donde trabaja como obrero y luego como guardián nocturno. Sin dejar de actuar como obispo, obviamente. «Hijo de obreros, crecido en una familia pobre», Korec desde luego no se asusta. En 1960, sin embargo, cambia de «diócesis». Arrestado y procesado, es condenado a doce años de cárcel y encerrado en un exmonasterio transformado en cárcel: allí se encuentra con seis obispos y doscientos sacerdotes. Durante dos años no logra celebrar la misa y en el aislamiento sobrevive gracias a un método de oración construido al estilo de los ejercicios espirituales. En 1968 el viento de libertad de la primavera de Praga le abre las puertas de la prisión: trabaja en la limpieza de jardines públicos y luego como cargador de barriles de brea en una fábrica. Por primera vez celebra la misa en público. Llega incluso la rehabilitación que, en 1969, le permite obtener un pasaporte para Roma, donde se encuentra con Pablo VI, el cual le entrega las insignias episcopales. «Un encuentro conmovedor», recuerda el cardenal. «Pablo VI —narra— quiso que le contara toda mi historia. Se echó a llorar cuando le dije que incluso en la cárcel se puede hacer el bien y que un joven criminal se había convertido gracias a mi amistad. Al final de la audiencia me regaló su anillo, la cruz pectoral y dos mitras que llevaba cuando era arzobispo de Milán». En Roma visita también las catacumbas de San Calixto. «Me impresionó profundamente esa experiencia, que me enriqueció desde el punto de vista espiritual. Evidentemente —recuerda con el humor que nunca lo ha abandonado— los comunistas lo supieron y decidieron ser buenos conmigo y hacer que reviviera la experiencia de las catacumbas modernas…». De hecho, al volver a su patria, le revocan la rehabilitación y acaba en la cárcel para cumplir otros cuatro años de condena. En pocas palabras, una misión episcopal vivida entre la cárcel y las fábricas. Pero no por eso de poco valor; al contrario. En 1976, con ocasión de su 25° aniversario de episcopado, escriben acerca de él los periódicos internacionales: «Hay un hombre en Bratislava que da miedo al partido ateo checoslovaco. Se llama Ján Korec y trabaja como obrero en una gran fábrica. Aunque sufre de asma pulmonar, se ve obligado a realizar trabajos pesados: cargar y descargar todo el día grandes barriles de brea. Cuando las fuerzas lo abandonan no puede esperar ninguna compasión, porque es un ciudadano de tercera categoría: en sus documentos lleva el sello del condenado por “traición a la patria”». Para el Estado, el obrero Korec se jubila en 1984, después de haber trabajado también en el mantenimiento de ascensores. Su modesto apartamento en Petrzalka, zona industrial en la periferia de Bratislava, se transforma en uno de los puntos de referencia para la supervivencia de la vida cristiana en Eslovaquia. Incluso inventa mecanismos ingeniosos para huir de las microespías que llenan su casa. Sólo en 1989 puede vestir públicamente sus insignias episcopales, las que le había regalado el Papa Montini. Luego, en 1990, Juan Pablo II lo nombra obispo de Nitra, la más antigua diócesis de Europa centro-oriental (fundada en el año 880 cuando aún vivía san Metodio), y en 1991 lo crea cardenal. En 1998, lo llama al Vaticano para predicar los ejercicios espirituales cuaresmales. Tres veces –en 1990, 1995 y 2003– acoge a Juan Pablo II en Eslovaquia. «Sin el vínculo con el Papa –reconoce– no hubiéramos podido resistir a la persecución». A los ochenta y un años, en 2005, deja el gobierno pastoral de Nitra después de haber ordenado a su sucesor. «Siempre he seguido –dice– las indicaciones que recibí en 1951 de Pío XII». A quien le recuerda su testimonio responde: «Ningún dictador, sea Hitler, sea Stalin, tiene la última palabra en la historia. La última palabra corresponde a Dios. Nos pueden arrestar, torturar, pegar, incluso matar, pero al final venceremos nosotros. ¡Nuestra fuerza no es personal, es la fuerza de Dios, de Cristo resucitado!». No hay rencor en sus palabras. «Los que me condenaron, los que mataron a mis hermanos en el sacerdocio, a mis amigos, están delante de Dios, ven el rostro de Dios. Que él les tenga misericordia». Por sus perseguidores Korec volvió en 1996 a las catacumbas de Roma, precisamente a las de Domitila, y encendió una vela en la basílica subterránea dedicada a los dos soldados romanos, Nereo y Aquileo, «mártires porque se negaron a matar».

Procedente de la última promoción de cardenales, designados en noviembre de 2010, el Cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, de 63 años, contribuyó al desarrollo de la liturgia tradicional y al respeto por la vida en la política cuando era obispo de San Luis (Misuri). A continuación párrafos seleccionados de entrevista realizada para “Famille Chrétienne” por Aymeric Pourbaix.

Giampaolo Mattei L’Osservatore Romano

H 888

— Más de tres años después del motu proprio Summorum pontificum, ¿cuál es el objetivo de esta instrucción? — Entregar respuestas a las preguntas sobre la aplicación de Summorum pontificum, preguntas que no podían tratarse en el motu proprio mismo. El Santo Padre indicó, en la época de la promulgación, que habría una instrucción. Eso demoró mucho tiempo. Mientras no se hubiese dado una orientación específica, podía haber desacuerdos en la aplicación… En lo sucesivo, dispondremos de una orientación práctica que garantice la aplicación de este motu proprio. — ¿Qué dificultades hay en cuanto a la aplicación en las parroquias? — Dificultades, por ejemplo, en la administración de los sacramentos (bautizos, matrimonios…), en conformidad con los derechos que fueron reforzados en 1962; en la coordinación de las celebraciones de la misa de acuerdo con las formas ordinaria y extraordinaria, para las fiestas, etc. Son preguntas muy prácticas que se presentan debido a la coexistencia de dos formas del mismo rito. — ¿Cómo juzgará el Tribunal Supremo los casos más complicados? ¿De acuerdo con qué principios? — Todo recurso vinculado con la aplicación del motu proprio debe dirigirse en primer lugar a la Comisión Pontificia Ecclesia Dei. Si una de las partes no está satisfecha con la decisión, llega hasta nosotros; pero nuestro juicio será limitado, ya que trataremos el asunto en un marco estrictamente jurídico. Examinaremos si ha habido violación de la ley canónica, ya sea en el procedimiento aplicado, en la decisión tomada o incluso en el contenido de la decisión misma. — El derecho canónico no es muy conocido en el seno de la Iglesia. ¿Por qué es tan importante? — La Iglesia es una sociedad. Está compuesta por una comunidad de personas y por lo tanto necesita disciplina, para que las relaciones internas estén correctamente ordenadas y para que la Iglesia en cuanto jerarquía sea respetada; pero también es preciso que se resguarden los derechos de todos y que las iniciativas propuestas estén en armonía con la naturaleza de la Iglesia misma. Por ejemplo, el derecho canónico permite que la celebración de los sacramentos se haga de la forma más perfecta posible. Todos los aspectos de la vida de la Iglesia son objeto, por tanto, del derecho canónico. — ¿Cómo se articula este derecho con el mandamiento del amor? — ¡No hay contradicción, a pesar de lo que muchos piensan! ¿Cómo se puede amar a alguien sin ser justo? La justicia es el ingrediente mínimo, pero indispensable, de una relación de amor. Para la Iglesia, sería hipócrita hablar de amor, lo cual es su obligación, y no garantizar al mismo tiempo la justicia para sus miembros. — El Tribunal Supremo que usted dirige interviene en las declaraciones de nulidad matrimonial. ¿Piensa usted que la Iglesia debe ampliar la posibilidad de esta nulidad, como algunos lo piden? — Este Tribunal interviene únicamente en una cantidad muy restringida de casos, contra ciertas decisiones del Tribunal de la Rota Romana,

H 889


Cardenal eslovaco Ján Chryzostom Korec

Entrevista con el Cardenal Burke

Obispo entre cárceles y fábricas

Cuando amor y verdad se encuentran

El cardenal jesuita eslovaco Ján Chryzostom Korec celebró el pasado 24 de agosto el 60° aniversario de su ordenación episcopal. Con esta ocasión, el Papa Benedicto XVI le envió una afectuosa carta de felicitación. La tarde del 24 de agosto de 1951, en un apartamento de Bratislava, Ján Chryzostom Korec, de veintisiete años, hoy cardenal, se convirtió en el obispo más joven del mundo. Una ordenación episcopal clandestina, «realizada de prisa –recuerda–, con el miedo de que la policía irrumpiera de un momento a otro»; por lo demás, sólo un año antes, también secretamente, había sido ordenado sacerdote. Es singular su «diócesis» de los primeros nueve años de episcopado: una fábrica donde trabaja como obrero y luego como guardián nocturno. Sin dejar de actuar como obispo, obviamente. «Hijo de obreros, crecido en una familia pobre», Korec desde luego no se asusta. En 1960, sin embargo, cambia de «diócesis». Arrestado y procesado, es condenado a doce años de cárcel y encerrado en un exmonasterio transformado en cárcel: allí se encuentra con seis obispos y doscientos sacerdotes. Durante dos años no logra celebrar la misa y en el aislamiento sobrevive gracias a un método de oración construido al estilo de los ejercicios espirituales. En 1968 el viento de libertad de la primavera de Praga le abre las puertas de la prisión: trabaja en la limpieza de jardines públicos y luego como cargador de barriles de brea en una fábrica. Por primera vez celebra la misa en público. Llega incluso la rehabilitación que, en 1969, le permite obtener un pasaporte para Roma, donde se encuentra con Pablo VI, el cual le entrega las insignias episcopales. «Un encuentro conmovedor», recuerda el cardenal. «Pablo VI —narra— quiso que le contara toda mi historia. Se echó a llorar cuando le dije que incluso en la cárcel se puede hacer el bien y que un joven criminal se había convertido gracias a mi amistad. Al final de la audiencia me regaló su anillo, la cruz pectoral y dos mitras que llevaba cuando era arzobispo de Milán». En Roma visita también las catacumbas de San Calixto. «Me impresionó profundamente esa experiencia, que me enriqueció desde el punto de vista espiritual. Evidentemente —recuerda con el humor que nunca lo ha abandonado— los comunistas lo supieron y decidieron ser buenos conmigo y hacer que reviviera la experiencia de las catacumbas modernas…». De hecho, al volver a su patria, le revocan la rehabilitación y acaba en la cárcel para cumplir otros cuatro años de condena. En pocas palabras, una misión episcopal vivida entre la cárcel y las fábricas. Pero no por eso de poco valor; al contrario. En 1976, con ocasión de su 25° aniversario de episcopado, escriben acerca de él los periódicos internacionales: «Hay un hombre en Bratislava que da miedo al partido ateo checoslovaco. Se llama Ján Korec y trabaja como obrero en una gran fábrica. Aunque sufre de asma pulmonar, se ve obligado a realizar trabajos pesados: cargar y descargar todo el día grandes barriles de brea. Cuando las fuerzas lo abandonan no puede esperar ninguna compasión, porque es un ciudadano de tercera categoría: en sus documentos lleva el sello del condenado por “traición a la patria”». Para el Estado, el obrero Korec se jubila en 1984, después de haber trabajado también en el mantenimiento de ascensores. Su modesto apartamento en Petrzalka, zona industrial en la periferia de Bratislava, se transforma en uno de los puntos de referencia para la supervivencia de la vida cristiana en Eslovaquia. Incluso inventa mecanismos ingeniosos para huir de las microespías que llenan su casa. Sólo en 1989 puede vestir públicamente sus insignias episcopales, las que le había regalado el Papa Montini. Luego, en 1990, Juan Pablo II lo nombra obispo de Nitra, la más antigua diócesis de Europa centro-oriental (fundada en el año 880 cuando aún vivía san Metodio), y en 1991 lo crea cardenal. En 1998, lo llama al Vaticano para predicar los ejercicios espirituales cuaresmales. Tres veces –en 1990, 1995 y 2003– acoge a Juan Pablo II en Eslovaquia. «Sin el vínculo con el Papa –reconoce– no hubiéramos podido resistir a la persecución». A los ochenta y un años, en 2005, deja el gobierno pastoral de Nitra después de haber ordenado a su sucesor. «Siempre he seguido –dice– las indicaciones que recibí en 1951 de Pío XII». A quien le recuerda su testimonio responde: «Ningún dictador, sea Hitler, sea Stalin, tiene la última palabra en la historia. La última palabra corresponde a Dios. Nos pueden arrestar, torturar, pegar, incluso matar, pero al final venceremos nosotros. ¡Nuestra fuerza no es personal, es la fuerza de Dios, de Cristo resucitado!». No hay rencor en sus palabras. «Los que me condenaron, los que mataron a mis hermanos en el sacerdocio, a mis amigos, están delante de Dios, ven el rostro de Dios. Que él les tenga misericordia». Por sus perseguidores Korec volvió en 1996 a las catacumbas de Roma, precisamente a las de Domitila, y encendió una vela en la basílica subterránea dedicada a los dos soldados romanos, Nereo y Aquileo, «mártires porque se negaron a matar».

Procedente de la última promoción de cardenales, designados en noviembre de 2010, el Cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, de 63 años, contribuyó al desarrollo de la liturgia tradicional y al respeto por la vida en la política cuando era obispo de San Luis (Misuri). A continuación párrafos seleccionados de entrevista realizada para “Famille Chrétienne” por Aymeric Pourbaix.

Giampaolo Mattei L’Osservatore Romano

H 888

— Más de tres años después del motu proprio Summorum pontificum, ¿cuál es el objetivo de esta instrucción? — Entregar respuestas a las preguntas sobre la aplicación de Summorum pontificum, preguntas que no podían tratarse en el motu proprio mismo. El Santo Padre indicó, en la época de la promulgación, que habría una instrucción. Eso demoró mucho tiempo. Mientras no se hubiese dado una orientación específica, podía haber desacuerdos en la aplicación… En lo sucesivo, dispondremos de una orientación práctica que garantice la aplicación de este motu proprio. — ¿Qué dificultades hay en cuanto a la aplicación en las parroquias? — Dificultades, por ejemplo, en la administración de los sacramentos (bautizos, matrimonios…), en conformidad con los derechos que fueron reforzados en 1962; en la coordinación de las celebraciones de la misa de acuerdo con las formas ordinaria y extraordinaria, para las fiestas, etc. Son preguntas muy prácticas que se presentan debido a la coexistencia de dos formas del mismo rito. — ¿Cómo juzgará el Tribunal Supremo los casos más complicados? ¿De acuerdo con qué principios? — Todo recurso vinculado con la aplicación del motu proprio debe dirigirse en primer lugar a la Comisión Pontificia Ecclesia Dei. Si una de las partes no está satisfecha con la decisión, llega hasta nosotros; pero nuestro juicio será limitado, ya que trataremos el asunto en un marco estrictamente jurídico. Examinaremos si ha habido violación de la ley canónica, ya sea en el procedimiento aplicado, en la decisión tomada o incluso en el contenido de la decisión misma. — El derecho canónico no es muy conocido en el seno de la Iglesia. ¿Por qué es tan importante? — La Iglesia es una sociedad. Está compuesta por una comunidad de personas y por lo tanto necesita disciplina, para que las relaciones internas estén correctamente ordenadas y para que la Iglesia en cuanto jerarquía sea respetada; pero también es preciso que se resguarden los derechos de todos y que las iniciativas propuestas estén en armonía con la naturaleza de la Iglesia misma. Por ejemplo, el derecho canónico permite que la celebración de los sacramentos se haga de la forma más perfecta posible. Todos los aspectos de la vida de la Iglesia son objeto, por tanto, del derecho canónico. — ¿Cómo se articula este derecho con el mandamiento del amor? — ¡No hay contradicción, a pesar de lo que muchos piensan! ¿Cómo se puede amar a alguien sin ser justo? La justicia es el ingrediente mínimo, pero indispensable, de una relación de amor. Para la Iglesia, sería hipócrita hablar de amor, lo cual es su obligación, y no garantizar al mismo tiempo la justicia para sus miembros. — El Tribunal Supremo que usted dirige interviene en las declaraciones de nulidad matrimonial. ¿Piensa usted que la Iglesia debe ampliar la posibilidad de esta nulidad, como algunos lo piden? — Este Tribunal interviene únicamente en una cantidad muy restringida de casos, contra ciertas decisiones del Tribunal de la Rota Romana,

H 889


Desde 1993, unos locales empezaron a funcionar como seminario mayor diocesano. Los católicos empezaron entonces una dura lucha por obtener la restitución de toda la iglesia, todavía ocupada ilegalmente por una fábrica. El edificio no fue evacuado hasta el 13 de enero de 1996 y la catedral fue consagrada en diciembre de 1999. En la carta, el Pontífice escribe: “Exhorto al pueblo a una devoción constante a la santa Madre de Dios para que Ella pueda obtener para los de Cristo Señor una vida recta, el mayor respeto a la ley divina, una caridad sincera y una coexistencia pacífica con los demás pueblos”.

en el tratamiento de una causa de nulidad, o también contra un juez de la Rota. Son casos muy poco comunes. La Iglesia tiene conciencia de que cada persona debe tener acceso a un proceso de nulidad si lo desea. Por consiguiente, nosotros estimulamos la creación de oficialidades (organismo jurídico dependiente de la diócesis) cuando éstas no existen, con el fin de abrir esta posibilidad en la forma más amplia posible.

— ¿Eso puede parecer absurdo cuando una pareja vinculada con la nulidad tiene hijos? — En realidad, cuando un matrimonio se declara nulo, hay quienes podrían pensar que los hijos son ilegítimos, pero no es así. Cuando la Iglesia instruye un caso de nulidad del matrimonio, se presume que éste se ha vivido de buena fe durante el conjunto de años compartidos, y por consiguiente los hijos son considerados perfectamente legítimos. La declaración de nulidad no tiene un efecto en la condición de los hijos en la Iglesia. — En cuanto a los abusos sexuales cometidos por los miembros del clero, ¿cómo habría servido el derecho canónico para tratar esos asuntos? — El abuso sexual de un sacerdote con un menor no es específico de nuestra época, y desgraciadamente ha ocurrido antes en la historia de la Iglesia. Y la Iglesia tenía una disciplina interior, un proceso, para tratar ese tipo de casos con el fin de salvaguardar los derechos de todas las personas implicadas, tanto la víctima como el acusado, miembro del clero. Eso permitía castigar a quienes habían cometido esos crímenes. Hasta fines de los años 1960, la Iglesia se rigió por este derecho. Luego se produjo en la sociedad en general y en la Iglesia en particular un rechazo de la ley y la autoridad, simbolizado por las agitaciones de mayo de 1968. Hoy muchas personas creen que la Iglesia no estuvo a la altura requerida para tratar esos asuntos. Personalmente, después de estudiar el derecho vinculado con este tema, pienso que era adecuado, pero no se aplicó. — El derecho canónico es muy severo con aquellos que políticamente apoyan el aborto. ¿Por qué? — Porque no se puede recibir la sagrada comunión si se persiste públicamente en un pecado grave. Es lo que ocurre con los hombres políticos católicos que apoyan el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo. Quienquiera preste atención pastoral a una de esas personas, debe explicarle que mientras mantenga públicamente una posición contraria a la ley moral natural, no deberá presentarse ante el altar, porque no se puede recibir a Cristo en la hostia si se rechazan sus enseñanzas sobre el bien y el mal. Luego, si esos hombres políticos recibiesen la comunión en estado de pecado grave después de ser advertidos, correrían un riesgo aún mayor para su salvación, ya que cometerían un sacrilegio. La gente podría decir: “¡Ese personaje público apoya el aborto y sin embargo va a comulgar!”. Y se llegaría a la conclusión de que tal vez ya no es condenable actuar de ese modo… Benedicto XVI recordó vigorosamente esta exigencia.

Cómo zanja la Iglesia sus litigios

Junto con el Código de Derecho Canónico, la Iglesia se ha dotado de tribunales con el fin de resolver los casos litigiosos o delictuales en materia eclesiástica. Los procesos son juzgados por tribunales diocesanos de primera y segunda instancia (las causas matrimoniales, presentadas para el reconocimiento de la nulidad de un matrimonio, constituyen la mayoría de las causas juzgadas), y por dos tribunales de la Sede Apostólica: - El Tribunal de la Rota, así llamado porque sus jueces rotan en el ejercicio de sus funciones, en grupos de tres. - El Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, que ejerce simultáneamente los roles de Corte de casación para ciertas causas juzgadas por la Rota, Consejo de Estado, tribunal en los conflictos entre dicasterios, Consejo superior de la magistratura y guardián de la buena administración de la justicia eclesiástica.

H 890

Catedral de Moscú Centenario de su consagración a la Virgen

Benedicto XVI animó al cardenal Jozef Tomko, su enviado especial a la celebración por el centenario de la consagración de la catedral de la Inmaculada Concepción de Moscú, a reforzar la devoción a María entre los católicos rusos. Lo muestra la carta en latín enviada por el Papa al prefecto emérito de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos con motivo de la celebración que tuvo lugar el 25 de septiembre pasado. En esta fiesta, el cardenal estará acompañado por una misión compuesta por el director nacional de Obras Misionales Pontificias en Eslovaquia y ex director espiritual y prefecto del seminario interdiocesano Reina de los Apóstoles de San Petersburgo,Viktor Jakubov, y por el responsable de la catedral de la Inmaculada Concepción de Moscú, Josif Zanevsky, SDB. En la carta, el Papa recuerda la fe y la devoción mariana floreciente durante siglos en el pueblo cristiano gracias al testimonio y a la confirmación de favores celestiales concedidos por la Madre de Dios. Y destaca en particular que la catedral de la Inmaculada Concepción de Moscú constituye “un monumento especial” desde este punto de vista. La iglesia es obra del arquitecto Tomash Bogdanovich sobre un modelo neogótico inspirado en la abadía de Westminster de Inglaterra. Su construcción empezó en 1898, y en diciembre de 1911 tuvo lugar la primera dedicación. Confiscada en 1935 por orden de Stalin, recuerda el Papa, fue la primera iglesia católica de Moscú que cerraron los bolcheviques, en 1937. Transformada a continuación en fábrica, fue brutalmente desfigurada y saqueada. El día de la Inmaculada, 8 de diciembre, de 1990, el capellán de los católicos polacos en Moscú, el padre Tadeusz Pikus, celebró la misa por primera vez desde hacía 60 años. En abril de 1991, monseñor Tadeusz Kondrusiewicz instituyó la parroquia de la Inmaculada Concepción y desde el mes de junio del mismo año, sus fieles se reunieron regularmente en el coro de la iglesia para celebrar misa.

México Victoria pro-vida: Corte Suprema no logra aprobar aborto

La Corte Suprema no alcanzó la mayoría legal de votos para derribar las reformas constitucionales que blindaron la vida ante el aborto en México. Con cuatro votos en contra, el proyecto abortista del juez Fernando Franco fue descartado en una histórica jornada el 28 de septiembre pasado, para la defensa de la vida en el país. En el tercer día del debate sobre el proyecto de Franco, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) escuchó la decisiva opinión del juez Jorge Pardo, quien manifestó su oposición a la iniciativa anti-vida y sumó el cuarto voto en contra. El proyecto necesitaba ocho de once votos para imponer el aborto en el país, incluso hasta el noveno mes de gestación. En los días anteriores se pronunciaron ocho ministros: cinco a favor del proyecto abortista y tres en contra. Según informa el diario Milenio, Pardo dijo que el debate no debe centrarse en la despenalización del aborto, sino en la constitucionalidad de una norma a nivel estatal. Además, precisó que la Constitución federal otorga derechos al “concebido no-nacido” y negó que se estén creando “derechos nuevos”. Pardo también dijo que una legislatura local (estatal) puede precisar un derecho reconocido por la Constitución: “Las entidades federativas en uso de su libertad de configuración pueden establecer este punto de inicio del derecho a la vida”, explicó. En total son 18 los estados que han reformado sus constituciones para blindar el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, ante amenazas como el aborto. Además de Baja California y San Luis Potosí, los estados que han hecho estas modificaciones son Chiapas, Veracruz, Querétaro, Chihuahua, Campeche, Colima, Puebla, Durango, Jalisco, Nayarit, Quintana Roo, Guanajuato, Yucatán, Sonora, Morelos y Oaxaca.

H 891


Desde 1993, unos locales empezaron a funcionar como seminario mayor diocesano. Los católicos empezaron entonces una dura lucha por obtener la restitución de toda la iglesia, todavía ocupada ilegalmente por una fábrica. El edificio no fue evacuado hasta el 13 de enero de 1996 y la catedral fue consagrada en diciembre de 1999. En la carta, el Pontífice escribe: “Exhorto al pueblo a una devoción constante a la santa Madre de Dios para que Ella pueda obtener para los de Cristo Señor una vida recta, el mayor respeto a la ley divina, una caridad sincera y una coexistencia pacífica con los demás pueblos”.

en el tratamiento de una causa de nulidad, o también contra un juez de la Rota. Son casos muy poco comunes. La Iglesia tiene conciencia de que cada persona debe tener acceso a un proceso de nulidad si lo desea. Por consiguiente, nosotros estimulamos la creación de oficialidades (organismo jurídico dependiente de la diócesis) cuando éstas no existen, con el fin de abrir esta posibilidad en la forma más amplia posible.

— ¿Eso puede parecer absurdo cuando una pareja vinculada con la nulidad tiene hijos? — En realidad, cuando un matrimonio se declara nulo, hay quienes podrían pensar que los hijos son ilegítimos, pero no es así. Cuando la Iglesia instruye un caso de nulidad del matrimonio, se presume que éste se ha vivido de buena fe durante el conjunto de años compartidos, y por consiguiente los hijos son considerados perfectamente legítimos. La declaración de nulidad no tiene un efecto en la condición de los hijos en la Iglesia. — En cuanto a los abusos sexuales cometidos por los miembros del clero, ¿cómo habría servido el derecho canónico para tratar esos asuntos? — El abuso sexual de un sacerdote con un menor no es específico de nuestra época, y desgraciadamente ha ocurrido antes en la historia de la Iglesia. Y la Iglesia tenía una disciplina interior, un proceso, para tratar ese tipo de casos con el fin de salvaguardar los derechos de todas las personas implicadas, tanto la víctima como el acusado, miembro del clero. Eso permitía castigar a quienes habían cometido esos crímenes. Hasta fines de los años 1960, la Iglesia se rigió por este derecho. Luego se produjo en la sociedad en general y en la Iglesia en particular un rechazo de la ley y la autoridad, simbolizado por las agitaciones de mayo de 1968. Hoy muchas personas creen que la Iglesia no estuvo a la altura requerida para tratar esos asuntos. Personalmente, después de estudiar el derecho vinculado con este tema, pienso que era adecuado, pero no se aplicó. — El derecho canónico es muy severo con aquellos que políticamente apoyan el aborto. ¿Por qué? — Porque no se puede recibir la sagrada comunión si se persiste públicamente en un pecado grave. Es lo que ocurre con los hombres políticos católicos que apoyan el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo. Quienquiera preste atención pastoral a una de esas personas, debe explicarle que mientras mantenga públicamente una posición contraria a la ley moral natural, no deberá presentarse ante el altar, porque no se puede recibir a Cristo en la hostia si se rechazan sus enseñanzas sobre el bien y el mal. Luego, si esos hombres políticos recibiesen la comunión en estado de pecado grave después de ser advertidos, correrían un riesgo aún mayor para su salvación, ya que cometerían un sacrilegio. La gente podría decir: “¡Ese personaje público apoya el aborto y sin embargo va a comulgar!”. Y se llegaría a la conclusión de que tal vez ya no es condenable actuar de ese modo… Benedicto XVI recordó vigorosamente esta exigencia.

Cómo zanja la Iglesia sus litigios

Junto con el Código de Derecho Canónico, la Iglesia se ha dotado de tribunales con el fin de resolver los casos litigiosos o delictuales en materia eclesiástica. Los procesos son juzgados por tribunales diocesanos de primera y segunda instancia (las causas matrimoniales, presentadas para el reconocimiento de la nulidad de un matrimonio, constituyen la mayoría de las causas juzgadas), y por dos tribunales de la Sede Apostólica: - El Tribunal de la Rota, así llamado porque sus jueces rotan en el ejercicio de sus funciones, en grupos de tres. - El Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, que ejerce simultáneamente los roles de Corte de casación para ciertas causas juzgadas por la Rota, Consejo de Estado, tribunal en los conflictos entre dicasterios, Consejo superior de la magistratura y guardián de la buena administración de la justicia eclesiástica.

H 890

Catedral de Moscú Centenario de su consagración a la Virgen

Benedicto XVI animó al cardenal Jozef Tomko, su enviado especial a la celebración por el centenario de la consagración de la catedral de la Inmaculada Concepción de Moscú, a reforzar la devoción a María entre los católicos rusos. Lo muestra la carta en latín enviada por el Papa al prefecto emérito de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos con motivo de la celebración que tuvo lugar el 25 de septiembre pasado. En esta fiesta, el cardenal estará acompañado por una misión compuesta por el director nacional de Obras Misionales Pontificias en Eslovaquia y ex director espiritual y prefecto del seminario interdiocesano Reina de los Apóstoles de San Petersburgo,Viktor Jakubov, y por el responsable de la catedral de la Inmaculada Concepción de Moscú, Josif Zanevsky, SDB. En la carta, el Papa recuerda la fe y la devoción mariana floreciente durante siglos en el pueblo cristiano gracias al testimonio y a la confirmación de favores celestiales concedidos por la Madre de Dios. Y destaca en particular que la catedral de la Inmaculada Concepción de Moscú constituye “un monumento especial” desde este punto de vista. La iglesia es obra del arquitecto Tomash Bogdanovich sobre un modelo neogótico inspirado en la abadía de Westminster de Inglaterra. Su construcción empezó en 1898, y en diciembre de 1911 tuvo lugar la primera dedicación. Confiscada en 1935 por orden de Stalin, recuerda el Papa, fue la primera iglesia católica de Moscú que cerraron los bolcheviques, en 1937. Transformada a continuación en fábrica, fue brutalmente desfigurada y saqueada. El día de la Inmaculada, 8 de diciembre, de 1990, el capellán de los católicos polacos en Moscú, el padre Tadeusz Pikus, celebró la misa por primera vez desde hacía 60 años. En abril de 1991, monseñor Tadeusz Kondrusiewicz instituyó la parroquia de la Inmaculada Concepción y desde el mes de junio del mismo año, sus fieles se reunieron regularmente en el coro de la iglesia para celebrar misa.

México Victoria pro-vida: Corte Suprema no logra aprobar aborto

La Corte Suprema no alcanzó la mayoría legal de votos para derribar las reformas constitucionales que blindaron la vida ante el aborto en México. Con cuatro votos en contra, el proyecto abortista del juez Fernando Franco fue descartado en una histórica jornada el 28 de septiembre pasado, para la defensa de la vida en el país. En el tercer día del debate sobre el proyecto de Franco, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) escuchó la decisiva opinión del juez Jorge Pardo, quien manifestó su oposición a la iniciativa anti-vida y sumó el cuarto voto en contra. El proyecto necesitaba ocho de once votos para imponer el aborto en el país, incluso hasta el noveno mes de gestación. En los días anteriores se pronunciaron ocho ministros: cinco a favor del proyecto abortista y tres en contra. Según informa el diario Milenio, Pardo dijo que el debate no debe centrarse en la despenalización del aborto, sino en la constitucionalidad de una norma a nivel estatal. Además, precisó que la Constitución federal otorga derechos al “concebido no-nacido” y negó que se estén creando “derechos nuevos”. Pardo también dijo que una legislatura local (estatal) puede precisar un derecho reconocido por la Constitución: “Las entidades federativas en uso de su libertad de configuración pueden establecer este punto de inicio del derecho a la vida”, explicó. En total son 18 los estados que han reformado sus constituciones para blindar el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, ante amenazas como el aborto. Además de Baja California y San Luis Potosí, los estados que han hecho estas modificaciones son Chiapas, Veracruz, Querétaro, Chihuahua, Campeche, Colima, Puebla, Durango, Jalisco, Nayarit, Quintana Roo, Guanajuato, Yucatán, Sonora, Morelos y Oaxaca.

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Evolución, creación y fe Pontificio Consejo de la Cultura presenta documental sobre origen del hombre

Bajo los auspicios del Pontificio Consejo para la Cultura, y como parte del Proyecto STOQ (Science, Theology and the Ontological Quest), acaba de ver la luz la versión trilingüe, italiana, española e inglesa del DVD “El Origen del Hombre”. Se trata de una serie de nueve documentales en torno a la evolución, la creación y la fe, elaborados con el asesoramiento de profesores de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y de otras universidades. Recogen opiniones de más de treinta científicos, entre ellos los premios nobel Christian De Duve y Werner Arber. Algunos de ellos son creyentes, católicos, protestantes o judíos, y otros no. Estos documentales, realizados por Goya Producciones, investigan el desarrollo del Universo desde el “Big Bang” hasta los primates, los homínidos, y el triunfo del “Homo sapiens”. Responden a las preguntas ¿cómo nació el universo?, ¿surgimos por azar?, ¿hubo una inteligencia que guió la evolución? El premio nobel Christian de Duve afirma que la teoría de que el mundo es eterno, inventada por Fred Hoyle, demostró ser falsa y tuvo razón su maestro Lemaitre al descubrir la teoría del “Big Bang”, la explosión que dio origen al universo. El profesor belga Michel Ghins cree que la teoría de “los universos múltiples” fue ideada para escapar a la hipótesis de que Dios creó nuestro mundo. Pero esto no es una escapatoria porque “es imaginable que Dios Todopoderoso crease esta profusión de múltiples universos”. Para el profesor italiano Evandro Agazzi, el azar no explica la existencia del mundo. Los que creen explicarlo todo a partir de alguna ciencia positiva caen en una “actitud reduccionista anticientífica”. El profesor de Boston Thomas Glick cree que estos fundamentalistas del materialismo se fabrican una especie de religión o metafísica, “pero nadie confunde esto con ciencia”. Para el profesor Arana, de la Universidad de Sevilla, “nunca hubo oposición entre fe y razón. Pero siempre hubo oposición entre dos ‘fes’: la fe cientista, por decirlo así, y la fe religiosa”. ¿Es pues la Biblia compatible con la ciencia? El premio nobel suizo Werner Arber responde: “Yo puedo leer en el Génesis, al comienzo del Antiguo Testamento, que el mundo fue creado en varios periodos, y para mí, esos varios periodos son precisamente evolución”. En opinión del investigador holandés Cees Dekker “el método de la ciencia por sí mismo no es cristiano ni es ateo. Ciencia y religión

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no están en conflicto. Y la ciencia en sí misma encaja muy bien con la visión cristiana del mundo”. La serie “El Origen del Hombre”, afirma la productora, “pone al desnudo una cierta explotación ideológica de la ciencia, y en particular del darwinismo. Darwin fue manipulado a favor del racismo, tanto por parte del marxismo como en la Alemania nazi y en Estados Unidos. La Iglesia católica, por su parte, no condenó a Darwin. La evolución podría haberse dado dentro de la creación”. Esta serie audiovisual, añade, expone “la inconsistencia de posiciones ateas como las de Stephen Hawking o Richard Dawkins en un extremo, y la de los fundamentalistas bíblicos y creacionistas en el otro”. Concluye que “no es científico negar lo sobrenatural. La ciencia natural no capta lo que cae fuera de la esfera material”. Más información en: www.goyaproducciones.com.

Iniciativa de “La Razón” Contra la publicidad del mercado del sexo

Para la Jornada mundial de las comunicaciones sociales, realizada en julio pasado, la Conferencia episcopal española, a través de la comisión para los medios de comunicación, difundió un mensaje para poner en guardia contra los peligros de la publicidad del mercado del sexo. La Iglesia española dio así su apoyo a la campaña lanzada por el diario madrileño “La Razón” para eliminar este tipo de publicidad de las páginas de los periódicos. Pero la Iglesia da un paso más y condena de modo explícito este tipo de anuncios, subrayando además los cambios aportados por las nuevas tecnologías, como Internet. La red –se lee en el mensaje– “no puede ser un terreno franco a una consideración ética o moral de la comunicación humana, que dispense de las más elementales normas de adecuado comportamiento en las relaciones personales y sociales, basadas en la dignidad de la persona y en la búsqueda del bien común”. Siguiendo esta línea, la comisión episcopal se expresa sobre los anuncios por palabras publicados en algunos periódicos: para la Iglesia “los anuncios de comercio sexual no sólo atentan a la dignidad de la persona, especialmente de la mujer, sino también menoscaban la de quienes los promueven o permiten, basándose en una malentendida libertad de expresión y de mercado”. No se debe comunicar ni vender o comprar todo lo que se puede, añaden los obispos españoles. Actualmente, el Ministerio de salud, política social e igualdad está buscando fórmulas para reglamentar estos anuncios en los medios de comunicación social, aunque algunos editores de diarios hayan manifestado su discrepancia. Ahora la Iglesia ha expresado su apoyo “a quienes llevan a cabo la campaña de reivindicación de una prensa libre de reclamos y anuncios de comercio sexual”. Y entre ellos está también “La Razón”.

Reflexiones sobre celibato y matrimonio

UN ÚNICO AMOR

La vocación al celibato por el reino de los cielos y la llamada al matrimonio se perciben a menudo, si no en oposición, al menos como de difícil armonización. De hecho, por una parte, la renuncia del célibe al amor conyugal se ve como una renuncia al amor en general y, por otra, la decisión de unirse en matrimonio a veces se presenta como una disminución de la pureza del amor. San Pablo, en su carta a los cristianos de Éfeso, usa una expresión que ofrece una visión resolutiva de la aparente antinomia entre amor virginal y amor esponsal. Hablando del deber del amor mutuo entre marido y mujer, el Apóstol exalta la vocación originaria del hombre a dejar a su padre y a su madre para unirse a su mujer de forma que «los dos sean una sola carne» (cf. Gn 2, 24), pero añade enseguida: «Es este un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia» (Ef 5, 32). Este repentino cambio de los términos de comparación revela una nueva perspectiva: ciertamente se reafirma en su plenitud la grandeza del amor conyugal, pero se pone en relación de dependencia con el amor de Cristo a la Iglesia. Aquí surgen algunos interrogantes recurrentes también con respecto al magisterio de la Iglesia: «¿Cómo puede Cristo célibe ser modelo de los esposos? ¿Cómo podéis vosotros, célibes, indicar y dar reglas sobre el matrimonio, del cual no tenéis experiencia?». Pues bien, precisamente las palabras de san Pablo indican la respuesta. El amor de Cristo a la Iglesia es, ciertamente, a la vez amor virginal y esponsal, porque es amor que, con palabras de Benedicto XVI, «puede ser calificado sin duda como eros que, no obstante, es también totalmente agapé» (Deus caritas est, 9). Un amor que es gratuito y preveniente («En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó»: 1 Jn 4, 10); incondicional y misericordioso («Siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros»: Rm 5, 8); y sacrificado («Ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, heredada de vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin mancha, Cristo»: 1 P 1, 18-19). Estas características aparentemente no parecen referirse al amor conyugal, tal como se entiende comúnmente, que sí es entrega de sí, pero en una reciprocidad que conlleva una ayuda mutua y una gratificación recíproca. Con todo, precisamente para que el amor conyugal pueda realizarse no como experiencia exaltante, pero temporal, sino perseverar como proyecto para toda la vida, es necesario que también los cónyuges sean capaces de un amor preveniente y gratuito, de forma que al menos uno sea capaz de amar incluso cuando el otro no lo ame; de un amor incondicional y misericordioso, para que al menos uno sea capaz de perdón cuando el cónyuge, superada su debilidad, se arrepienta; de un amor sacrificado, para que al menos uno sepa soportar los sufrimientos de la espera sin resignarse a la derrota. Y en todo esto el modelo es precisamente Cristo, que así amó a su Iglesia como esposa y «se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada» (Ef 5, 26-27). Así pues, tiene razón Benedicto XVI cuando afirma que «en el fondo, el amor es una única realidad, si bien con diversas dimensiones» (Deus caritas est, 8). En su pleno significado, el amor es amor agápico, es decir, amor capaz de integrar la pasión (eros) y la donación (agape) de modo que pueda satisfacer el corazón humano, cualquiera que sea su vocación. En este sentido, el amor virginal y el amor conyugal no pueden menos de brotar de una única fuente, y de tener un único modelo, que es Cristo. Ciertamente, la modalidad de las dos vocaciones es distinta, pero precisamente la fuente común garantiza su complementariedad. El carisma del celibato por el Reino puede ayudar a los esposos a no absolutizar el amor humano y, en espera de la comunión definitiva con Dios-Amor, a soportar el peso y el precio del don de sí, a pesar de las debilidades de la experiencia conyugal. También quien, ya aquí en la tierra, está llamado a consagrarse al amor indiviso de Dios puede aprender de los esposos la concreción y la actualidad del amor que no puede dirigirse sólo a Dios, a quien no ve, sino que debe manifestarse como efecto también hacia el prójimo, a quien ve. De este modo no se cae en la falsa ilusión de que para amar a Dios es necesario no amar a nadie con el amor con que Cristo nos ha amado. La recíproca iluminación enriquece a ambas vocaciones y embellece a toda la Iglesia en su misión de testimoniar en el mundo el amor de Dios. Monseñor Giuseppe Versaldi Obispo de Alessandria (Italia)

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Evolución, creación y fe Pontificio Consejo de la Cultura presenta documental sobre origen del hombre

Bajo los auspicios del Pontificio Consejo para la Cultura, y como parte del Proyecto STOQ (Science, Theology and the Ontological Quest), acaba de ver la luz la versión trilingüe, italiana, española e inglesa del DVD “El Origen del Hombre”. Se trata de una serie de nueve documentales en torno a la evolución, la creación y la fe, elaborados con el asesoramiento de profesores de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y de otras universidades. Recogen opiniones de más de treinta científicos, entre ellos los premios nobel Christian De Duve y Werner Arber. Algunos de ellos son creyentes, católicos, protestantes o judíos, y otros no. Estos documentales, realizados por Goya Producciones, investigan el desarrollo del Universo desde el “Big Bang” hasta los primates, los homínidos, y el triunfo del “Homo sapiens”. Responden a las preguntas ¿cómo nació el universo?, ¿surgimos por azar?, ¿hubo una inteligencia que guió la evolución? El premio nobel Christian de Duve afirma que la teoría de que el mundo es eterno, inventada por Fred Hoyle, demostró ser falsa y tuvo razón su maestro Lemaitre al descubrir la teoría del “Big Bang”, la explosión que dio origen al universo. El profesor belga Michel Ghins cree que la teoría de “los universos múltiples” fue ideada para escapar a la hipótesis de que Dios creó nuestro mundo. Pero esto no es una escapatoria porque “es imaginable que Dios Todopoderoso crease esta profusión de múltiples universos”. Para el profesor italiano Evandro Agazzi, el azar no explica la existencia del mundo. Los que creen explicarlo todo a partir de alguna ciencia positiva caen en una “actitud reduccionista anticientífica”. El profesor de Boston Thomas Glick cree que estos fundamentalistas del materialismo se fabrican una especie de religión o metafísica, “pero nadie confunde esto con ciencia”. Para el profesor Arana, de la Universidad de Sevilla, “nunca hubo oposición entre fe y razón. Pero siempre hubo oposición entre dos ‘fes’: la fe cientista, por decirlo así, y la fe religiosa”. ¿Es pues la Biblia compatible con la ciencia? El premio nobel suizo Werner Arber responde: “Yo puedo leer en el Génesis, al comienzo del Antiguo Testamento, que el mundo fue creado en varios periodos, y para mí, esos varios periodos son precisamente evolución”. En opinión del investigador holandés Cees Dekker “el método de la ciencia por sí mismo no es cristiano ni es ateo. Ciencia y religión

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no están en conflicto. Y la ciencia en sí misma encaja muy bien con la visión cristiana del mundo”. La serie “El Origen del Hombre”, afirma la productora, “pone al desnudo una cierta explotación ideológica de la ciencia, y en particular del darwinismo. Darwin fue manipulado a favor del racismo, tanto por parte del marxismo como en la Alemania nazi y en Estados Unidos. La Iglesia católica, por su parte, no condenó a Darwin. La evolución podría haberse dado dentro de la creación”. Esta serie audiovisual, añade, expone “la inconsistencia de posiciones ateas como las de Stephen Hawking o Richard Dawkins en un extremo, y la de los fundamentalistas bíblicos y creacionistas en el otro”. Concluye que “no es científico negar lo sobrenatural. La ciencia natural no capta lo que cae fuera de la esfera material”. Más información en: www.goyaproducciones.com.

Iniciativa de “La Razón” Contra la publicidad del mercado del sexo

Para la Jornada mundial de las comunicaciones sociales, realizada en julio pasado, la Conferencia episcopal española, a través de la comisión para los medios de comunicación, difundió un mensaje para poner en guardia contra los peligros de la publicidad del mercado del sexo. La Iglesia española dio así su apoyo a la campaña lanzada por el diario madrileño “La Razón” para eliminar este tipo de publicidad de las páginas de los periódicos. Pero la Iglesia da un paso más y condena de modo explícito este tipo de anuncios, subrayando además los cambios aportados por las nuevas tecnologías, como Internet. La red –se lee en el mensaje– “no puede ser un terreno franco a una consideración ética o moral de la comunicación humana, que dispense de las más elementales normas de adecuado comportamiento en las relaciones personales y sociales, basadas en la dignidad de la persona y en la búsqueda del bien común”. Siguiendo esta línea, la comisión episcopal se expresa sobre los anuncios por palabras publicados en algunos periódicos: para la Iglesia “los anuncios de comercio sexual no sólo atentan a la dignidad de la persona, especialmente de la mujer, sino también menoscaban la de quienes los promueven o permiten, basándose en una malentendida libertad de expresión y de mercado”. No se debe comunicar ni vender o comprar todo lo que se puede, añaden los obispos españoles. Actualmente, el Ministerio de salud, política social e igualdad está buscando fórmulas para reglamentar estos anuncios en los medios de comunicación social, aunque algunos editores de diarios hayan manifestado su discrepancia. Ahora la Iglesia ha expresado su apoyo “a quienes llevan a cabo la campaña de reivindicación de una prensa libre de reclamos y anuncios de comercio sexual”. Y entre ellos está también “La Razón”.

Reflexiones sobre celibato y matrimonio

UN ÚNICO AMOR

La vocación al celibato por el reino de los cielos y la llamada al matrimonio se perciben a menudo, si no en oposición, al menos como de difícil armonización. De hecho, por una parte, la renuncia del célibe al amor conyugal se ve como una renuncia al amor en general y, por otra, la decisión de unirse en matrimonio a veces se presenta como una disminución de la pureza del amor. San Pablo, en su carta a los cristianos de Éfeso, usa una expresión que ofrece una visión resolutiva de la aparente antinomia entre amor virginal y amor esponsal. Hablando del deber del amor mutuo entre marido y mujer, el Apóstol exalta la vocación originaria del hombre a dejar a su padre y a su madre para unirse a su mujer de forma que «los dos sean una sola carne» (cf. Gn 2, 24), pero añade enseguida: «Es este un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia» (Ef 5, 32). Este repentino cambio de los términos de comparación revela una nueva perspectiva: ciertamente se reafirma en su plenitud la grandeza del amor conyugal, pero se pone en relación de dependencia con el amor de Cristo a la Iglesia. Aquí surgen algunos interrogantes recurrentes también con respecto al magisterio de la Iglesia: «¿Cómo puede Cristo célibe ser modelo de los esposos? ¿Cómo podéis vosotros, célibes, indicar y dar reglas sobre el matrimonio, del cual no tenéis experiencia?». Pues bien, precisamente las palabras de san Pablo indican la respuesta. El amor de Cristo a la Iglesia es, ciertamente, a la vez amor virginal y esponsal, porque es amor que, con palabras de Benedicto XVI, «puede ser calificado sin duda como eros que, no obstante, es también totalmente agapé» (Deus caritas est, 9). Un amor que es gratuito y preveniente («En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó»: 1 Jn 4, 10); incondicional y misericordioso («Siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros»: Rm 5, 8); y sacrificado («Ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, heredada de vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin mancha, Cristo»: 1 P 1, 18-19). Estas características aparentemente no parecen referirse al amor conyugal, tal como se entiende comúnmente, que sí es entrega de sí, pero en una reciprocidad que conlleva una ayuda mutua y una gratificación recíproca. Con todo, precisamente para que el amor conyugal pueda realizarse no como experiencia exaltante, pero temporal, sino perseverar como proyecto para toda la vida, es necesario que también los cónyuges sean capaces de un amor preveniente y gratuito, de forma que al menos uno sea capaz de amar incluso cuando el otro no lo ame; de un amor incondicional y misericordioso, para que al menos uno sea capaz de perdón cuando el cónyuge, superada su debilidad, se arrepienta; de un amor sacrificado, para que al menos uno sepa soportar los sufrimientos de la espera sin resignarse a la derrota. Y en todo esto el modelo es precisamente Cristo, que así amó a su Iglesia como esposa y «se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada» (Ef 5, 26-27). Así pues, tiene razón Benedicto XVI cuando afirma que «en el fondo, el amor es una única realidad, si bien con diversas dimensiones» (Deus caritas est, 8). En su pleno significado, el amor es amor agápico, es decir, amor capaz de integrar la pasión (eros) y la donación (agape) de modo que pueda satisfacer el corazón humano, cualquiera que sea su vocación. En este sentido, el amor virginal y el amor conyugal no pueden menos de brotar de una única fuente, y de tener un único modelo, que es Cristo. Ciertamente, la modalidad de las dos vocaciones es distinta, pero precisamente la fuente común garantiza su complementariedad. El carisma del celibato por el Reino puede ayudar a los esposos a no absolutizar el amor humano y, en espera de la comunión definitiva con Dios-Amor, a soportar el peso y el precio del don de sí, a pesar de las debilidades de la experiencia conyugal. También quien, ya aquí en la tierra, está llamado a consagrarse al amor indiviso de Dios puede aprender de los esposos la concreción y la actualidad del amor que no puede dirigirse sólo a Dios, a quien no ve, sino que debe manifestarse como efecto también hacia el prójimo, a quien ve. De este modo no se cae en la falsa ilusión de que para amar a Dios es necesario no amar a nadie con el amor con que Cristo nos ha amado. La recíproca iluminación enriquece a ambas vocaciones y embellece a toda la Iglesia en su misión de testimoniar en el mundo el amor de Dios. Monseñor Giuseppe Versaldi Obispo de Alessandria (Italia)

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Franz Liszt Benedicto XVI recuerda al compositor húngaro

Con motivo del bicentenario del nacimiento del compositor húngaro Franz Liszt, Benedicto XVI asistió a un concierto ofrecido en su honor en el Aula Pablo VI, del Vaticano, por el Presidente de la República de Hungría, Pál Schmitt. Al terminar el concierto, el Santo Padre dio las gracias al tenor István Horváth, a la Orquesta Filarmónica Nacional de Hungría y al Grupo Coral Nacional, que interpretaron composiciones de Liszt: el Festmarsch zur Goethejubiläumsfeier, la Vallée d’Obermann y el Ave Maria-Die Glocken von Rom inspirada en un salmo. Benedicto XVI destacó que las tres piezas “han suscitado en

nosotros una amplia gama de sentimientos: desde la alegría y el tono festivo de la marcha, pasando por la meditación de la segunda pieza con una insistente y conmovedora melodía, hasta la actitud orante a la cual nos ha invitado el Ave María”. Refiriéndose al Salmo XIII, el Papa explicó que esta pieza “nos ha dado la idea de la calidad y de la profundidad de la fe” de Liszt. “Es un salmo en el cual el que ora se encuentra en dificultad, el enemigo lo rodea, lo asedia, y Dios parece ausente, parece haberlo olvidado. Y la plegaria se hace angustiosa ante esta situación de abandono: “¿Hasta cuándo, Señor?”, repite cuatro veces el Salmista”. “Es –continuó el Papa– el grito del hombre y de la humanidad, que siente el peso del mal que hay en el mundo; y la música de Liszt nos ha transmitido este sentido de peso, de angustia. Pero Dios no abandona. El salmista lo sabe y también Liszt como hombre de fe. Desde la angustia nace una súplica llena de confianza que desemboca en el gozo: “Mi corazón exultará en tu salvación; cantaré al Señor que me colmó de bienes”. Y aquí, la música de Liszt se transforma: tenor, coro y orquesta elevan un himno de plena confianza en Dios, que nunca traiciona, nunca se olvida, nunca nos deja solos”.

Mons. Jean-Louis Bruguès Ética y construcción de sí

En entrevista realizada por la revista Heraldos del Evangelio Mons. Jean-Louis Bruguès, secretario para la Congregación de la Educación Católica, concluye con una pregunta que da lugar a una ilustrada actualización de la enseñanza moral, para las Universidades católicas y seminarios, que reproducimos a continuación: — ¿Cómo debería ser abordada hoy la enseñanza de la Teología Moral en los seminarios y a nivel pastoral? — Me parece que estamos pasando de un modelo a otro. Se dice a veces que la moral cristiana está en crisis. No creo que se trate de una crisis, pues la crisis marca un paroxismo tras el cual las cosas se restablecen. Ahora bien, lo que aquí se denomina “crisis” es en realidad un fenómeno que viene de largo, de varios decenios… Prefiero hablar de ruptura. A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII se instaló –primero

en la Iglesia, después en otras confesiones cristianas, pero también más tarde, con Kant, en las sociedades– un modelo, llamado el modelo de las morales de obligación: “¿Por qué proceder de tal o cual manera?”. “Porque eso es necesario en nombre del Bien”. Me parece que ese modelo –el cual, repito, reinó tanto en la Iglesia como en las sociedades modernas– está desapareciendo, y andamos a la búsqueda de uno nuevo. Si retomase expresiones de Michel Foucault, diría que estamos pasando de una ética del código a una ética de la construcción de sí. En el fondo, la moral es aquello que permite al hombre aceptarse a sí mismo, construirse, después darse, en una sociedad más justa y fraterna. Y creo que vivimos un período difícil, pero al mismo tiempo apasionante, pues cambiamos de modelo y, evidentemente, es necesario tiempo y tacto para aprovechar ese nuevo modelo. Por lo tanto, desearía que en los seminarios se presentase la moral no sólo bajo el prisma de las obligaciones, sino también bajo el del arte de vivir, de una estética de la existencia, digamos, de una sabiduría.

12° Jornada de estudio

Libertad, Responsabilidad y Sexualidad

“La castidad ¿es posible? Sí, pero sólo al precio de sacrificios. Quien no quiera afrontarlos no tendrá la dicha de ser plenamente hombre”. Estas palabras de san Alberto Hurtado, cargadas de profundidad y de máxima significación, son una invitación a vivir la virtud de la castidad, de la llamada “santa pureza”, para lograr una realización integral del hombre. Este es uno de los motivos que convocó la 12° Jornada de Libertad, Sexualidad y Responsabilidad organizada por el ISFEM (Investigación, Formación, Estudios de la Mujer) y por el Centro de Estudios para el Derecho y la Ética Aplicada que tuvo lugar en la Pontificia Universidad Católica, realizada en agosto pasado. La primera exposición estuvo a cargo de Vicente Cordero, quien con una gran lucidez tocó la temática de la sexualidad del hombre y la trascendencia que ésta tiene. Insistió en analizar el orden natural de la condición humana, para poder reflexionar correctamente sobre la función de la sexualidad en el plano humano y volver a revalorizar la conciencia de la grandeza que hay en la responsabilidad personal. En la Suma Teológica, el Santo señala que “yo soy hombre por mi voluntad, porque en efecto quiero ser hombre”. Así, recordando estas palabras, Vicente Cordero señalaba que el hombre no sólo es, sino que debe hacerse hombre, ya que se puede terminar en no serlo. Estas consideraciones, en consecuencia, no están ajenas a la sexualidad y a la educación de la castidad. La antropología cristiana ha reflexionado sobre el tema, demostrando que el hombre ha de ser reconocido por su condición sexual, varón o mujer. Así lo recuerda el beato Juan Pablo II en una exegesis sobre el génesis, cuando Dios crea al hombre como varón y mujer. La Jornada continuó con un panel de propuestas de diversos programas de educación sexual y afectiva. La primera propuesta, llamada “Aprendiendo a Querer”, estuvo a cargo del médico Cristian Vargas, quien ilustró al auditorio con los objetivos y temáticas de este programa, que se ha impartido desde hace ya 5 años y que nace para dar una respuesta a los padres y a los jóvenes sobre la formación integral de la persona humana, bajo el fortalecimiento de costumbres necesarias para un proyecto de vida sano y feliz, puesto en la práctica a través de doce libros destinados a los alumnos de diversas edades. “Proyecto Pas” es otro programa, explicado por la doctora Verónica Valenzuela, que nace al igual que el anterior, para dar una respuesta a las problemáticas de la juventud en el plano afectivo y sexual. Lo que se busca es una capacitación rigurosa para los docentes, con el fin de educar al niño o adolescente de manera total. El objetivo principal de este programa es generar en los jóvenes un comportamiento

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responsable, una madurez emocional y una autorregulación para que de esta forma aumente su autoestima y se fortalezca el carácter, promoviendo igualmente la abstinencia hasta el matrimonio. El MINEDUC también se hizo presente en esta Jornada a través de la coordinadora nacional de la Unidad de Transversalidad, quien realizó una breve exposición sobre los siete programas con los que cuenta el Ministerio de Educación, que tratan sobre la educación sexual, desde distintos puntos de vista, tanto laicos como religiosos, de manera que el colegio a través de una reflexión propia elija el programa que más se adecue a su visión de formación. Posteriormente se dio inicio al panel de análisis, compuesto por María Domeyko Matte (Directora académica de Red Educa UC), por M. Inés Ross Amunátegui (Directora estratégica de la Protectora Nacional de la Infancia) y por el doctor Pablo Verdier Mazzara. El análisis fue hecho desde el punto de vista de la educación, de la medicina y desde la práctica misma. Por último, la Jornada finalizó con la exposición de Pedro Pérez Cárdenas, quien a través de una argumentación muy rica intelectualmente, mostró como en España y en Inglaterra se han implementado programas de educación sexual totalmente ideologizados, limitando el ámbito de la sexualidad a una extrema autonomía de la voluntad, a una reducción al mero campo biológico y a una “prevención de embarazo”, que muchas veces termina en el uso de la píldora del día después y el aborto indiscriminado. A través de esta Jornada queda claro que existen dos líneas a seguir en materia de educación sexual, una destinada a promover el inicio temprano de la sexualidad pero “cuidándose” y aquella línea que propone la abstinencia, educando la afectividad, la voluntad y conseguir así una persona integral y realizada con respecto a sus valores. Está claro que esta segunda línea de educación sexual está orientada a educar en el amor, pero en el amor verdadero, no en aquel amor reduccionista que hoy se identifica con una sensación agradable y únicamente placentera. El amor es más que eso, y es totalmente correcto afirmar que el amor es una mezcla de esfuerzo, capacidad y sacrificio. Esta Jornada de Libertad, Responsabilidad y Sexualidad es un aporte a la enseñanza del amor en los colegios y en los hogares. Queda mucho por avanzar, pero queda claro que cuando se enseña a amar cultivando la inteligencia, la afectividad y la voluntad, se permite alcanzar relaciones sanas, estables y maduras. Viva Chile.org.

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Franz Liszt Benedicto XVI recuerda al compositor húngaro

Con motivo del bicentenario del nacimiento del compositor húngaro Franz Liszt, Benedicto XVI asistió a un concierto ofrecido en su honor en el Aula Pablo VI, del Vaticano, por el Presidente de la República de Hungría, Pál Schmitt. Al terminar el concierto, el Santo Padre dio las gracias al tenor István Horváth, a la Orquesta Filarmónica Nacional de Hungría y al Grupo Coral Nacional, que interpretaron composiciones de Liszt: el Festmarsch zur Goethejubiläumsfeier, la Vallée d’Obermann y el Ave Maria-Die Glocken von Rom inspirada en un salmo. Benedicto XVI destacó que las tres piezas “han suscitado en

nosotros una amplia gama de sentimientos: desde la alegría y el tono festivo de la marcha, pasando por la meditación de la segunda pieza con una insistente y conmovedora melodía, hasta la actitud orante a la cual nos ha invitado el Ave María”. Refiriéndose al Salmo XIII, el Papa explicó que esta pieza “nos ha dado la idea de la calidad y de la profundidad de la fe” de Liszt. “Es un salmo en el cual el que ora se encuentra en dificultad, el enemigo lo rodea, lo asedia, y Dios parece ausente, parece haberlo olvidado. Y la plegaria se hace angustiosa ante esta situación de abandono: “¿Hasta cuándo, Señor?”, repite cuatro veces el Salmista”. “Es –continuó el Papa– el grito del hombre y de la humanidad, que siente el peso del mal que hay en el mundo; y la música de Liszt nos ha transmitido este sentido de peso, de angustia. Pero Dios no abandona. El salmista lo sabe y también Liszt como hombre de fe. Desde la angustia nace una súplica llena de confianza que desemboca en el gozo: “Mi corazón exultará en tu salvación; cantaré al Señor que me colmó de bienes”. Y aquí, la música de Liszt se transforma: tenor, coro y orquesta elevan un himno de plena confianza en Dios, que nunca traiciona, nunca se olvida, nunca nos deja solos”.

Mons. Jean-Louis Bruguès Ética y construcción de sí

En entrevista realizada por la revista Heraldos del Evangelio Mons. Jean-Louis Bruguès, secretario para la Congregación de la Educación Católica, concluye con una pregunta que da lugar a una ilustrada actualización de la enseñanza moral, para las Universidades católicas y seminarios, que reproducimos a continuación: — ¿Cómo debería ser abordada hoy la enseñanza de la Teología Moral en los seminarios y a nivel pastoral? — Me parece que estamos pasando de un modelo a otro. Se dice a veces que la moral cristiana está en crisis. No creo que se trate de una crisis, pues la crisis marca un paroxismo tras el cual las cosas se restablecen. Ahora bien, lo que aquí se denomina “crisis” es en realidad un fenómeno que viene de largo, de varios decenios… Prefiero hablar de ruptura. A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII se instaló –primero

en la Iglesia, después en otras confesiones cristianas, pero también más tarde, con Kant, en las sociedades– un modelo, llamado el modelo de las morales de obligación: “¿Por qué proceder de tal o cual manera?”. “Porque eso es necesario en nombre del Bien”. Me parece que ese modelo –el cual, repito, reinó tanto en la Iglesia como en las sociedades modernas– está desapareciendo, y andamos a la búsqueda de uno nuevo. Si retomase expresiones de Michel Foucault, diría que estamos pasando de una ética del código a una ética de la construcción de sí. En el fondo, la moral es aquello que permite al hombre aceptarse a sí mismo, construirse, después darse, en una sociedad más justa y fraterna. Y creo que vivimos un período difícil, pero al mismo tiempo apasionante, pues cambiamos de modelo y, evidentemente, es necesario tiempo y tacto para aprovechar ese nuevo modelo. Por lo tanto, desearía que en los seminarios se presentase la moral no sólo bajo el prisma de las obligaciones, sino también bajo el del arte de vivir, de una estética de la existencia, digamos, de una sabiduría.

12° Jornada de estudio

Libertad, Responsabilidad y Sexualidad

“La castidad ¿es posible? Sí, pero sólo al precio de sacrificios. Quien no quiera afrontarlos no tendrá la dicha de ser plenamente hombre”. Estas palabras de san Alberto Hurtado, cargadas de profundidad y de máxima significación, son una invitación a vivir la virtud de la castidad, de la llamada “santa pureza”, para lograr una realización integral del hombre. Este es uno de los motivos que convocó la 12° Jornada de Libertad, Sexualidad y Responsabilidad organizada por el ISFEM (Investigación, Formación, Estudios de la Mujer) y por el Centro de Estudios para el Derecho y la Ética Aplicada que tuvo lugar en la Pontificia Universidad Católica, realizada en agosto pasado. La primera exposición estuvo a cargo de Vicente Cordero, quien con una gran lucidez tocó la temática de la sexualidad del hombre y la trascendencia que ésta tiene. Insistió en analizar el orden natural de la condición humana, para poder reflexionar correctamente sobre la función de la sexualidad en el plano humano y volver a revalorizar la conciencia de la grandeza que hay en la responsabilidad personal. En la Suma Teológica, el Santo señala que “yo soy hombre por mi voluntad, porque en efecto quiero ser hombre”. Así, recordando estas palabras, Vicente Cordero señalaba que el hombre no sólo es, sino que debe hacerse hombre, ya que se puede terminar en no serlo. Estas consideraciones, en consecuencia, no están ajenas a la sexualidad y a la educación de la castidad. La antropología cristiana ha reflexionado sobre el tema, demostrando que el hombre ha de ser reconocido por su condición sexual, varón o mujer. Así lo recuerda el beato Juan Pablo II en una exegesis sobre el génesis, cuando Dios crea al hombre como varón y mujer. La Jornada continuó con un panel de propuestas de diversos programas de educación sexual y afectiva. La primera propuesta, llamada “Aprendiendo a Querer”, estuvo a cargo del médico Cristian Vargas, quien ilustró al auditorio con los objetivos y temáticas de este programa, que se ha impartido desde hace ya 5 años y que nace para dar una respuesta a los padres y a los jóvenes sobre la formación integral de la persona humana, bajo el fortalecimiento de costumbres necesarias para un proyecto de vida sano y feliz, puesto en la práctica a través de doce libros destinados a los alumnos de diversas edades. “Proyecto Pas” es otro programa, explicado por la doctora Verónica Valenzuela, que nace al igual que el anterior, para dar una respuesta a las problemáticas de la juventud en el plano afectivo y sexual. Lo que se busca es una capacitación rigurosa para los docentes, con el fin de educar al niño o adolescente de manera total. El objetivo principal de este programa es generar en los jóvenes un comportamiento

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responsable, una madurez emocional y una autorregulación para que de esta forma aumente su autoestima y se fortalezca el carácter, promoviendo igualmente la abstinencia hasta el matrimonio. El MINEDUC también se hizo presente en esta Jornada a través de la coordinadora nacional de la Unidad de Transversalidad, quien realizó una breve exposición sobre los siete programas con los que cuenta el Ministerio de Educación, que tratan sobre la educación sexual, desde distintos puntos de vista, tanto laicos como religiosos, de manera que el colegio a través de una reflexión propia elija el programa que más se adecue a su visión de formación. Posteriormente se dio inicio al panel de análisis, compuesto por María Domeyko Matte (Directora académica de Red Educa UC), por M. Inés Ross Amunátegui (Directora estratégica de la Protectora Nacional de la Infancia) y por el doctor Pablo Verdier Mazzara. El análisis fue hecho desde el punto de vista de la educación, de la medicina y desde la práctica misma. Por último, la Jornada finalizó con la exposición de Pedro Pérez Cárdenas, quien a través de una argumentación muy rica intelectualmente, mostró como en España y en Inglaterra se han implementado programas de educación sexual totalmente ideologizados, limitando el ámbito de la sexualidad a una extrema autonomía de la voluntad, a una reducción al mero campo biológico y a una “prevención de embarazo”, que muchas veces termina en el uso de la píldora del día después y el aborto indiscriminado. A través de esta Jornada queda claro que existen dos líneas a seguir en materia de educación sexual, una destinada a promover el inicio temprano de la sexualidad pero “cuidándose” y aquella línea que propone la abstinencia, educando la afectividad, la voluntad y conseguir así una persona integral y realizada con respecto a sus valores. Está claro que esta segunda línea de educación sexual está orientada a educar en el amor, pero en el amor verdadero, no en aquel amor reduccionista que hoy se identifica con una sensación agradable y únicamente placentera. El amor es más que eso, y es totalmente correcto afirmar que el amor es una mezcla de esfuerzo, capacidad y sacrificio. Esta Jornada de Libertad, Responsabilidad y Sexualidad es un aporte a la enseñanza del amor en los colegios y en los hogares. Queda mucho por avanzar, pero queda claro que cuando se enseña a amar cultivando la inteligencia, la afectividad y la voluntad, se permite alcanzar relaciones sanas, estables y maduras. Viva Chile.org.

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Las últimas frágiles jugadas del neodarwinismo

Una individualidad no reducible al conjunto de nuestros genes

En 1976, al escribir un libro con el provocativo título The selfish gene (es decir, “El gen egoísta”), destinado a un éxito notable, Richard Dawkins amplió el horizonte del darwinismo, procurando convencernos de que todos los seres vivos (por consiguiente también los seres humanos) sólo existirían como máquinas reproductivas al servicio de su genoma, interesado únicamente en producir réplicas de sí mismo y sus “informaciones”. Semejante tesis ciertamente no provocaba demasiada simpatía por nuestro genoma, y reforzaba la idea según la cual los valores y los principios éticos eran absolutamente irrelevantes para la teoría evolucionista. Actualmente, sin embargo, pareciera que las cosas no son así precisamente, y que Dawkins habría calumniado a nuestro genoma. Ésta es la opinión de genetistas y neurocientíficos fronterizos, asociados para liberar al darwinismo de este antipático aspecto. Tampoco sería verdad que la evolución favorecería en la “lucha por la vida” a los individuos con un genoma más fuerte y “egoísta”, sacrificando a los sujetos más débiles y altruistas. Gracias a nuevas investigaciones, hoy estamos descubriendo que los motores esenciales y determinantes son el altruismo, la solidaridad y la benevolencia, y no el egoísmo, en la evolución del homo sapiens, única especie viviente que habría “interiorizado” genómicamente al factor “cooperación”. Por consiguiente, en lo sucesivo sería inútil seguir recurriendo a dimensiones metadarwinianas, como los valores espirituales, morales y religiosos, para convencer a las personas de que más bien deben amarse que odiarse. La benevolencia tendría una raíz evolutiva y los moralistas deberían resignarse a no elaborar los elogios con sus acostumbradas y añejas argumentaciones filosóficas, sino utilizando los aportes más recientes del saber científico. Considerando el incesante espacio que estas teorías obtienen en los mass media y las cautivantes modalidades con las cuales se presentan al público, además de la curiosidad con que son acogidas, podemos pensar que la guerra emprendida desde hace algún tiempo por el cientismo contra toda antropología no empirista y no reduccionista, no dispuesta a acogerlo como el evangelio del hombre secularizado, se está enriqueciendo con un nuevo y engañoso frente de lucha. Más que refutar la ética, como tendía a hacer el darwinismo clásico, el neodarwinismo, apoyado por las neurociencias, pretende convencernos de que estamos genéticamente determinados a comportarnos éticamente y que cada valor moral tiene una ubicación específica en una parte de nuestro cerebro. Es ésta una tesis nada inquietante para quienes, no aceptando la rígida distinción cartesiana entre pensamiento y materia, dan por sentada la existencia de una conexión sumamente estrecha entre nuestra dimensión física y la dimensión espiritual. En todo caso, si se utiliza esta tesis para despersonalizar la esencia del bien moral, resulta ser tan burda como aquella que para dar cuenta de la esencia de la música, la reduce a mera transmisión de sonidos al cerebro a través del oído. Es otra la esencia de la cuestión. Independientemente de que estemos regidos por genes egoístas o altruistas, es indudable que nuestra individualidad no es reducible al conjunto de nuestros genes, del mismo modo que es mucho más que la suma de las células que constituyen nuestro cuerpo. El altruismo dotado de peso moral no se identifica con el impulso emotivo, localizable neurológicamente y genéticamente determinado, que nos lleva a responder a quienes piden ayuda (impulso por lo demás admirable), sino con la decisión responsable mediante la cual ponemos en ejecución opciones altruistas, y no egoístas, porque asumimos esa responsabilidad. Prueba de esto es el hecho de que es perfectamente posible, y trágicamente frecuente, decir no al altruismo (¡aun cuando sea genéticamente determinado!). El horizonte de los valores morales es mucho más amplio y complejo que todo lo percibido por los genetistas y los neurocientíficos. Lo demuestra, paradojalmente, la paciencia misma con la cual quienes reflexionan sobre el bien y el mal procuran explicar su naturaleza, incluso teniendo la amarga conciencia de que se trata de una práctica altruista con muy pocas esperanzas de éxito para hombres de ciencia con demasiada frecuencia arrogantes y absortos. Francesco D’Agostino

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Psicología y Psiquiatría en el Magisterio pontificio

Bien valió la pena el esfuerzo realizado por el Dr. Pablo Verdier Mazzara, médico psiquiatra de vasta experiencia clínica y docente, en recopilar, seleccionar y editar un conjunto de discursos de los Pontífices, fundamentalmente desde Pío XII hasta Benedicto XVI, relacionados con las enfermedades mentales, adicciones y el quehacer de la psiquiatría y la psicología, y entregarnos el libro titulado Psicología y psiquiatría. Textos del Magisterio pontificio. El autor, acompañado por las psicólogas Carolina Barriga Polo y Daniela Castro Blanco, ha hecho un exhaustivo recorrido de más de sesenta años por los pronunciamientos papales. Ya desde ese punto de vista estamos frente a un trabajo titánico que bien vale la pena destacar. Otro elemento interesante de este estudio es apreciar que los papas hablan de estas materias a los más variados grupos. Algunos muy vinculados a la Iglesia católica, como, por ejemplo, el Tribunal de la Rota Romana, la Academia Pontificia para la Ciencia, la Pastoral Sanitaria. Otros pertenecen al ámbito típicamente civil: congresos científicos de psiquiatría, psicología, neurología, pedagogía, obstetricia y ginecología. Es notable destacar los discursos de los sucesores de Pedro a las personas vinculadas al trabajo en torno tanto de los males del alcoholismo como de la drogadicción. La mera lectura de estos documentos constituye un valioso enriquecimiento personal para los que se dedican a trabajar en temas vinculados a la salud mental. La motivación del autor al darse este trabajo va mucho más allá de una mera curiosidad intelectual. Él ha comprendido, con cada vez mayor nitidez, que el hombre es un ser de una dignidad tal que para comprenderlo en toda su amplitud se requiere de la luz que aporta la Iglesia, como depositaria de la Revelación divina y autorizada voz en materia de fe y moral. Él, desde su quehacer médico, no puede obviar esta luz que, lejos de opacar la razón humana, la abre a nuevos horizontes, la enriquece y la sitúa en el contexto de una antropología que responde con mayor profundidad a lo que el hombre es. Un sinnúmero de tópicos se encontrarán en estas páginas. Quisiera dar algunos elementos que me parecen del todo fundamentales a la hora de acercarse a estos textos magisteriales. En primer lugar, todos los escritos entregados al lector en esta obra parten de una antropología, es decir, de una visión del hombre que integra todos los aportes que hacen las ciencias humanas, pero leídos desde la Verdad revelada, que ve en cada ser humano una criatura excelsa de Dios, creado a imagen y semejanza suya, llamado a una vocación trascendente y cuya vocación fundamental es el amor, que se manifiesta en comprenderse como un don de Dios llamado a convertirse en un don para los demás. Este hombre, que difiere sustancialmente del resto de las criaturas, es una unidad corporal y espiritual, dotado de facultades que trascienden su corporeidad, para situarse en el orden del espíritu, como son su inteligencia, su voluntad y su libertad. Es desde esta realidad como se debe comprender la aportación que realiza la medicina en el ámbito de la psiquiatría, neurología, psicología y todas las ciencias humanas que tratan con el hombre. Desde esta realidad que le confiere al hombre una dignidad del todo especial, se ha de proceder con las terapias, cuyo único fin es el bien del hombre considerado integralmente. En segundo lugar, todos los documentos alientan el trabajo que se realiza en estos campos. Ven a la ciencia médica y a los médicos y psicólogos como grandes aliados del hombre y de su progreso, postulando la dimensión ética que ha de llevar grabado su actuar. La Iglesia reconoce en sus pastores que no son de su competencia los elementos propiamente científicos de sus investigaciones; sin embargo, reconoce que tiene una voz importante que proclamar, dado que todo acto humano tiene una dimensión ética fundamental, y que debe ser tenida en cuenta a la hora de realizar investigaciones en las cuales está involucrado el ser humano, así como en el curso de las terapias. Allí radica el aporte fundamental de estos textos al constituirse en una guía extraordinariamente útil para quienes sostienen que el ser humano, en su calidad de persona, ha de ser siempre respetado en sí mismo, independiente de su estado de desarrollo así como de su estado de salud. Dicha dignidad brota del hecho de ser persona y no se pierde bajo ninguna circunstancia de la vida. De ahí que siempre se ha de valorar a la persona sobre las cosas o los logros científicos, la ética sobre la técnica, los valores espirituales sobre los materiales.

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Las últimas frágiles jugadas del neodarwinismo

Una individualidad no reducible al conjunto de nuestros genes

En 1976, al escribir un libro con el provocativo título The selfish gene (es decir, “El gen egoísta”), destinado a un éxito notable, Richard Dawkins amplió el horizonte del darwinismo, procurando convencernos de que todos los seres vivos (por consiguiente también los seres humanos) sólo existirían como máquinas reproductivas al servicio de su genoma, interesado únicamente en producir réplicas de sí mismo y sus “informaciones”. Semejante tesis ciertamente no provocaba demasiada simpatía por nuestro genoma, y reforzaba la idea según la cual los valores y los principios éticos eran absolutamente irrelevantes para la teoría evolucionista. Actualmente, sin embargo, pareciera que las cosas no son así precisamente, y que Dawkins habría calumniado a nuestro genoma. Ésta es la opinión de genetistas y neurocientíficos fronterizos, asociados para liberar al darwinismo de este antipático aspecto. Tampoco sería verdad que la evolución favorecería en la “lucha por la vida” a los individuos con un genoma más fuerte y “egoísta”, sacrificando a los sujetos más débiles y altruistas. Gracias a nuevas investigaciones, hoy estamos descubriendo que los motores esenciales y determinantes son el altruismo, la solidaridad y la benevolencia, y no el egoísmo, en la evolución del homo sapiens, única especie viviente que habría “interiorizado” genómicamente al factor “cooperación”. Por consiguiente, en lo sucesivo sería inútil seguir recurriendo a dimensiones metadarwinianas, como los valores espirituales, morales y religiosos, para convencer a las personas de que más bien deben amarse que odiarse. La benevolencia tendría una raíz evolutiva y los moralistas deberían resignarse a no elaborar los elogios con sus acostumbradas y añejas argumentaciones filosóficas, sino utilizando los aportes más recientes del saber científico. Considerando el incesante espacio que estas teorías obtienen en los mass media y las cautivantes modalidades con las cuales se presentan al público, además de la curiosidad con que son acogidas, podemos pensar que la guerra emprendida desde hace algún tiempo por el cientismo contra toda antropología no empirista y no reduccionista, no dispuesta a acogerlo como el evangelio del hombre secularizado, se está enriqueciendo con un nuevo y engañoso frente de lucha. Más que refutar la ética, como tendía a hacer el darwinismo clásico, el neodarwinismo, apoyado por las neurociencias, pretende convencernos de que estamos genéticamente determinados a comportarnos éticamente y que cada valor moral tiene una ubicación específica en una parte de nuestro cerebro. Es ésta una tesis nada inquietante para quienes, no aceptando la rígida distinción cartesiana entre pensamiento y materia, dan por sentada la existencia de una conexión sumamente estrecha entre nuestra dimensión física y la dimensión espiritual. En todo caso, si se utiliza esta tesis para despersonalizar la esencia del bien moral, resulta ser tan burda como aquella que para dar cuenta de la esencia de la música, la reduce a mera transmisión de sonidos al cerebro a través del oído. Es otra la esencia de la cuestión. Independientemente de que estemos regidos por genes egoístas o altruistas, es indudable que nuestra individualidad no es reducible al conjunto de nuestros genes, del mismo modo que es mucho más que la suma de las células que constituyen nuestro cuerpo. El altruismo dotado de peso moral no se identifica con el impulso emotivo, localizable neurológicamente y genéticamente determinado, que nos lleva a responder a quienes piden ayuda (impulso por lo demás admirable), sino con la decisión responsable mediante la cual ponemos en ejecución opciones altruistas, y no egoístas, porque asumimos esa responsabilidad. Prueba de esto es el hecho de que es perfectamente posible, y trágicamente frecuente, decir no al altruismo (¡aun cuando sea genéticamente determinado!). El horizonte de los valores morales es mucho más amplio y complejo que todo lo percibido por los genetistas y los neurocientíficos. Lo demuestra, paradojalmente, la paciencia misma con la cual quienes reflexionan sobre el bien y el mal procuran explicar su naturaleza, incluso teniendo la amarga conciencia de que se trata de una práctica altruista con muy pocas esperanzas de éxito para hombres de ciencia con demasiada frecuencia arrogantes y absortos. Francesco D’Agostino

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Psicología y Psiquiatría en el Magisterio pontificio

Bien valió la pena el esfuerzo realizado por el Dr. Pablo Verdier Mazzara, médico psiquiatra de vasta experiencia clínica y docente, en recopilar, seleccionar y editar un conjunto de discursos de los Pontífices, fundamentalmente desde Pío XII hasta Benedicto XVI, relacionados con las enfermedades mentales, adicciones y el quehacer de la psiquiatría y la psicología, y entregarnos el libro titulado Psicología y psiquiatría. Textos del Magisterio pontificio. El autor, acompañado por las psicólogas Carolina Barriga Polo y Daniela Castro Blanco, ha hecho un exhaustivo recorrido de más de sesenta años por los pronunciamientos papales. Ya desde ese punto de vista estamos frente a un trabajo titánico que bien vale la pena destacar. Otro elemento interesante de este estudio es apreciar que los papas hablan de estas materias a los más variados grupos. Algunos muy vinculados a la Iglesia católica, como, por ejemplo, el Tribunal de la Rota Romana, la Academia Pontificia para la Ciencia, la Pastoral Sanitaria. Otros pertenecen al ámbito típicamente civil: congresos científicos de psiquiatría, psicología, neurología, pedagogía, obstetricia y ginecología. Es notable destacar los discursos de los sucesores de Pedro a las personas vinculadas al trabajo en torno tanto de los males del alcoholismo como de la drogadicción. La mera lectura de estos documentos constituye un valioso enriquecimiento personal para los que se dedican a trabajar en temas vinculados a la salud mental. La motivación del autor al darse este trabajo va mucho más allá de una mera curiosidad intelectual. Él ha comprendido, con cada vez mayor nitidez, que el hombre es un ser de una dignidad tal que para comprenderlo en toda su amplitud se requiere de la luz que aporta la Iglesia, como depositaria de la Revelación divina y autorizada voz en materia de fe y moral. Él, desde su quehacer médico, no puede obviar esta luz que, lejos de opacar la razón humana, la abre a nuevos horizontes, la enriquece y la sitúa en el contexto de una antropología que responde con mayor profundidad a lo que el hombre es. Un sinnúmero de tópicos se encontrarán en estas páginas. Quisiera dar algunos elementos que me parecen del todo fundamentales a la hora de acercarse a estos textos magisteriales. En primer lugar, todos los escritos entregados al lector en esta obra parten de una antropología, es decir, de una visión del hombre que integra todos los aportes que hacen las ciencias humanas, pero leídos desde la Verdad revelada, que ve en cada ser humano una criatura excelsa de Dios, creado a imagen y semejanza suya, llamado a una vocación trascendente y cuya vocación fundamental es el amor, que se manifiesta en comprenderse como un don de Dios llamado a convertirse en un don para los demás. Este hombre, que difiere sustancialmente del resto de las criaturas, es una unidad corporal y espiritual, dotado de facultades que trascienden su corporeidad, para situarse en el orden del espíritu, como son su inteligencia, su voluntad y su libertad. Es desde esta realidad como se debe comprender la aportación que realiza la medicina en el ámbito de la psiquiatría, neurología, psicología y todas las ciencias humanas que tratan con el hombre. Desde esta realidad que le confiere al hombre una dignidad del todo especial, se ha de proceder con las terapias, cuyo único fin es el bien del hombre considerado integralmente. En segundo lugar, todos los documentos alientan el trabajo que se realiza en estos campos. Ven a la ciencia médica y a los médicos y psicólogos como grandes aliados del hombre y de su progreso, postulando la dimensión ética que ha de llevar grabado su actuar. La Iglesia reconoce en sus pastores que no son de su competencia los elementos propiamente científicos de sus investigaciones; sin embargo, reconoce que tiene una voz importante que proclamar, dado que todo acto humano tiene una dimensión ética fundamental, y que debe ser tenida en cuenta a la hora de realizar investigaciones en las cuales está involucrado el ser humano, así como en el curso de las terapias. Allí radica el aporte fundamental de estos textos al constituirse en una guía extraordinariamente útil para quienes sostienen que el ser humano, en su calidad de persona, ha de ser siempre respetado en sí mismo, independiente de su estado de desarrollo así como de su estado de salud. Dicha dignidad brota del hecho de ser persona y no se pierde bajo ninguna circunstancia de la vida. De ahí que siempre se ha de valorar a la persona sobre las cosas o los logros científicos, la ética sobre la técnica, los valores espirituales sobre los materiales.

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Un tercer elemento que me parece relevante es que los pontífices, reconociendo por cierto la complejidad de las situaciones, vinculan muchas enfermedades mentales, y de modo especial el alcoholismo y la drogadicción, con estilos de vida propios de la modernidad, que hacen que la vida se presente muchas veces carente de sentido. Los papas creen firmemente que la familia es la célula de la sociedad y la base para una educación en valores y la gran promotora de un sentido de la vida trascendente. La gran pregunta que nos dejan los pontífices es si la organización social, tal cual se ha ido configurando, ayuda o no a que tengamos una vida auténticamente humana, centrada en las personas y no en las cosas. Además, no pueden dejar de ver, en las situaciones de pobreza extrema, violencia, guerra y tantos males que nos aquejan, un terreno fértil para las enfermedades mentales. Un cuarto elemento que está muy presente es el respeto que se le debe al enfermo y al santuario de su conciencia y su libertad. Desde este punto de vista, los médicos que se internen en estas páginas encontrarán una ayuda insustituible a la hora de discernir sobre la licitud o no de ciertos actos que merecen mayor estudio desde el punto de vista ético. Estos temas son especialmente relevantes en virtud de las nuevas posibilidades que se abren en el campo farmacológico, quirúrgico y psicoterapéutico. Un quinto elemento, que en mi opinión es la síntesis de todo cuanto se lee en estos magníficos textos, es que al ser humano no se le puede considerar como un ser exclusivamente biológico o psicológico. Estos elementos son reales, pero no agotan al hombre en toda su realidad. Es muy importante que estén sanos dado que son la condición de posibilidad para que el hombre se eleve a los máximos umbrales de su naturaleza de orden espiritual y de su condición de ser moral en virtud de su libertad, que se constituye en un signo eminente de su dignidad. Estos textos ayudan a comprender de manera admirable que todo terapeuta, en el nivel que esté actuando, no puede prescindir de esta realidad admirable, la condición espiritual del ser humano, que se constituye, según palabras del Concilio Vaticano II, en la única criatura que Dios ha amado por sí misma y que no encuentra la sublimidad de su vocación sino en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Monseñor Fernando ChomalI Obispo de Concepción * Prólogo del libro “Psicología y psiquiatría. Textos del Magisterio pontificio”, editado por Pablo Verdier Mazzara y publicado por BAC (www.bac-editorial.com/

Nueva evangelización Redescubrir la belleza de la fe

El Santo Padre rezó el 18 de septiembre pasado el Angelus junto a los fieles presentes en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo. Previamente, introdujo la oración mariana explicando la segunda lectura de la liturgia del día, la carta de San Pablo a los filipenses. Benedicto XVI recordó que San Pablo viajó a la ciudad de Filipos (Grecia) unos veinte años después de la muerte y resurrección de Cristo, y que aquélla fue la primera vez que el Evangelio llegó a Europa. Partiendo de Jerusalén, la Buena Noticia estaba destinada a “alcanzar a todos los hombres y pueblos, y a transformar desde dentro todas las culturas, abriéndolas a la verdad fundamental: Dios es amor, se ha hecho hombre en Jesús y con su sacrificio ha rescatado la humanidad de la esclavitud del mal, dándole una esperanza segura”. San Pablo comprendía en sí los tres principales mundos de la

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época: el hebreo, el griego y el romano. Por ello, “Dios le confió la misión de llevar el Evangelio desde Asia Menor a Grecia y después a Roma, estableciendo un puente que proyectó el cristianismo hasta los confines de la tierra”. “Hoy vivimos una época de nueva evangelización”, aseguró el Pontífice. “Vastos horizontes se abren al anuncio del Evangelio, mientras que las regiones de antigua tradición cristiana están llamadas a redescubrir la belleza de la fe”. Los protagonistas de la misión evangelizadora son “personas, familias, comunidades que aceptan trabajar en la viña del Señor (...) Operarios humildes y generosos que no piden otra recompensa sino participar en la misión de Jesús y de la Iglesia. (...) El Evangelio ha transformado el mundo, y aún lo está transformando”. Benedicto XVI finalizó rogando a la Virgen María “para que en toda la Iglesia maduren vocaciones sacerdotales, religiosas y laicas al servicio de la nueva evangelización”.

Albania

Cara a cara con una Iglesia mártir

L a Iglesia de Albania sufrió una persecución masiva y violenta bajo el dictador comunista Enver Hoxa. Aun así, el comunismo –a diferencia del laicismo– no fue capaz de sacar a Dios del corazón de la gente, afirma un asesor del Vaticano que ha comenzado su ministerio sacerdotal en Albania. Monseñor Segundo Tejado Muñoz, subsecretario del Pontificio Consejo Cor Unum , recuerda su primer destino como sacerdote en Albania como la mejor época de su vida, refiriéndola en el programa de televisión “Dios llora en la Tierra” de la Catholic Radio and Television Network (CRTN), en colaboración con Ayuda a la Iglesia Necesitada, sobre lo que un sacerdote debe aprender al ejercer su ministerio entre quienes han arriesgado sus vidas por la fe. — Usted llegó a Albania justo después de la muerte de Enver Hoxa. ¿Cuál fue su experiencia de entonces? — Fui a Albania a trabajar y para ayudar en las primeras etapas de establecimiento de la Iglesia justo después de la caída del comunismo. No sabía nada de Albania porque España tenía poca relación con los Balcanes. Mi experiencia fue maravillosa, difícil pero maravillosa. Comprendí que el Señor me había llamado a ir a Albania. Albania es muy pobre y encontré a gente necesitada; en los países comunistas muchas veces la gente está contra la fe, pero no en Albania. La gente respetaba mi condición sacerdotal. Fue el inicio de la Iglesia. El Papa llegó allí en 1994 y consagró a los primeros obispos. Fue una experiencia muy buena, pero muy difícil también, porque se persiguió a la Iglesia, y así se tuvo que empezar de nuevo, comenzar a hablar sobre Jesús, a hablar sobre el Señor y organizar toda la Iglesia. — ¿Qué le llamó la atención cuando llegó a Albania? — Vi una población y una Iglesia que había sufrido mucho durante la época comunista, pero la persecución no destruyó algo en sus corazones. Ese algo venía del cielo. Durante la era comunista decían que el cielo estaba cerrado. — El país era totalmente ateo. ¿Cómo es que todavía quedan semillas de fe? — El comunismo no pudo destruir la esperanza en la gente. En nuestros países, la secularización ha destruido esta esperanza en nuestros corazones. En estos países, bajo el comunismo, el sentido de Dios se mantuvo. Se puede hablar de Dios con esta gente de una forma que no se puede en nuestras sociedades secularizadas, en las que la gente no encuentra ni en Dios ni en su fe nada importante o interesante. La gente que estuvo bajo los regímenes comunistas es capaz de discutir y estar abiertos, con sus corazones, a Dios. — ¿Los católicos albanos sufrieron una dura persecución? — Sí, la Iglesia en Albania es una Iglesia mártir. Permanecieron en unión con San Pedro, con el Papa y eso fue muy importante para ellos. Enver Hoxa pidió a la Iglesia católica en Albania que se convirtiera en una iglesia nacional, como en China, pero

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Un tercer elemento que me parece relevante es que los pontífices, reconociendo por cierto la complejidad de las situaciones, vinculan muchas enfermedades mentales, y de modo especial el alcoholismo y la drogadicción, con estilos de vida propios de la modernidad, que hacen que la vida se presente muchas veces carente de sentido. Los papas creen firmemente que la familia es la célula de la sociedad y la base para una educación en valores y la gran promotora de un sentido de la vida trascendente. La gran pregunta que nos dejan los pontífices es si la organización social, tal cual se ha ido configurando, ayuda o no a que tengamos una vida auténticamente humana, centrada en las personas y no en las cosas. Además, no pueden dejar de ver, en las situaciones de pobreza extrema, violencia, guerra y tantos males que nos aquejan, un terreno fértil para las enfermedades mentales. Un cuarto elemento que está muy presente es el respeto que se le debe al enfermo y al santuario de su conciencia y su libertad. Desde este punto de vista, los médicos que se internen en estas páginas encontrarán una ayuda insustituible a la hora de discernir sobre la licitud o no de ciertos actos que merecen mayor estudio desde el punto de vista ético. Estos temas son especialmente relevantes en virtud de las nuevas posibilidades que se abren en el campo farmacológico, quirúrgico y psicoterapéutico. Un quinto elemento, que en mi opinión es la síntesis de todo cuanto se lee en estos magníficos textos, es que al ser humano no se le puede considerar como un ser exclusivamente biológico o psicológico. Estos elementos son reales, pero no agotan al hombre en toda su realidad. Es muy importante que estén sanos dado que son la condición de posibilidad para que el hombre se eleve a los máximos umbrales de su naturaleza de orden espiritual y de su condición de ser moral en virtud de su libertad, que se constituye en un signo eminente de su dignidad. Estos textos ayudan a comprender de manera admirable que todo terapeuta, en el nivel que esté actuando, no puede prescindir de esta realidad admirable, la condición espiritual del ser humano, que se constituye, según palabras del Concilio Vaticano II, en la única criatura que Dios ha amado por sí misma y que no encuentra la sublimidad de su vocación sino en la entrega sincera de sí mismo a los demás. Monseñor Fernando ChomalI Obispo de Concepción * Prólogo del libro “Psicología y psiquiatría. Textos del Magisterio pontificio”, editado por Pablo Verdier Mazzara y publicado por BAC (www.bac-editorial.com/

Nueva evangelización Redescubrir la belleza de la fe

El Santo Padre rezó el 18 de septiembre pasado el Angelus junto a los fieles presentes en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo. Previamente, introdujo la oración mariana explicando la segunda lectura de la liturgia del día, la carta de San Pablo a los filipenses. Benedicto XVI recordó que San Pablo viajó a la ciudad de Filipos (Grecia) unos veinte años después de la muerte y resurrección de Cristo, y que aquélla fue la primera vez que el Evangelio llegó a Europa. Partiendo de Jerusalén, la Buena Noticia estaba destinada a “alcanzar a todos los hombres y pueblos, y a transformar desde dentro todas las culturas, abriéndolas a la verdad fundamental: Dios es amor, se ha hecho hombre en Jesús y con su sacrificio ha rescatado la humanidad de la esclavitud del mal, dándole una esperanza segura”. San Pablo comprendía en sí los tres principales mundos de la

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época: el hebreo, el griego y el romano. Por ello, “Dios le confió la misión de llevar el Evangelio desde Asia Menor a Grecia y después a Roma, estableciendo un puente que proyectó el cristianismo hasta los confines de la tierra”. “Hoy vivimos una época de nueva evangelización”, aseguró el Pontífice. “Vastos horizontes se abren al anuncio del Evangelio, mientras que las regiones de antigua tradición cristiana están llamadas a redescubrir la belleza de la fe”. Los protagonistas de la misión evangelizadora son “personas, familias, comunidades que aceptan trabajar en la viña del Señor (...) Operarios humildes y generosos que no piden otra recompensa sino participar en la misión de Jesús y de la Iglesia. (...) El Evangelio ha transformado el mundo, y aún lo está transformando”. Benedicto XVI finalizó rogando a la Virgen María “para que en toda la Iglesia maduren vocaciones sacerdotales, religiosas y laicas al servicio de la nueva evangelización”.

Albania

Cara a cara con una Iglesia mártir

L a Iglesia de Albania sufrió una persecución masiva y violenta bajo el dictador comunista Enver Hoxa. Aun así, el comunismo –a diferencia del laicismo– no fue capaz de sacar a Dios del corazón de la gente, afirma un asesor del Vaticano que ha comenzado su ministerio sacerdotal en Albania. Monseñor Segundo Tejado Muñoz, subsecretario del Pontificio Consejo Cor Unum , recuerda su primer destino como sacerdote en Albania como la mejor época de su vida, refiriéndola en el programa de televisión “Dios llora en la Tierra” de la Catholic Radio and Television Network (CRTN), en colaboración con Ayuda a la Iglesia Necesitada, sobre lo que un sacerdote debe aprender al ejercer su ministerio entre quienes han arriesgado sus vidas por la fe. — Usted llegó a Albania justo después de la muerte de Enver Hoxa. ¿Cuál fue su experiencia de entonces? — Fui a Albania a trabajar y para ayudar en las primeras etapas de establecimiento de la Iglesia justo después de la caída del comunismo. No sabía nada de Albania porque España tenía poca relación con los Balcanes. Mi experiencia fue maravillosa, difícil pero maravillosa. Comprendí que el Señor me había llamado a ir a Albania. Albania es muy pobre y encontré a gente necesitada; en los países comunistas muchas veces la gente está contra la fe, pero no en Albania. La gente respetaba mi condición sacerdotal. Fue el inicio de la Iglesia. El Papa llegó allí en 1994 y consagró a los primeros obispos. Fue una experiencia muy buena, pero muy difícil también, porque se persiguió a la Iglesia, y así se tuvo que empezar de nuevo, comenzar a hablar sobre Jesús, a hablar sobre el Señor y organizar toda la Iglesia. — ¿Qué le llamó la atención cuando llegó a Albania? — Vi una población y una Iglesia que había sufrido mucho durante la época comunista, pero la persecución no destruyó algo en sus corazones. Ese algo venía del cielo. Durante la era comunista decían que el cielo estaba cerrado. — El país era totalmente ateo. ¿Cómo es que todavía quedan semillas de fe? — El comunismo no pudo destruir la esperanza en la gente. En nuestros países, la secularización ha destruido esta esperanza en nuestros corazones. En estos países, bajo el comunismo, el sentido de Dios se mantuvo. Se puede hablar de Dios con esta gente de una forma que no se puede en nuestras sociedades secularizadas, en las que la gente no encuentra ni en Dios ni en su fe nada importante o interesante. La gente que estuvo bajo los regímenes comunistas es capaz de discutir y estar abiertos, con sus corazones, a Dios. — ¿Los católicos albanos sufrieron una dura persecución? — Sí, la Iglesia en Albania es una Iglesia mártir. Permanecieron en unión con San Pedro, con el Papa y eso fue muy importante para ellos. Enver Hoxa pidió a la Iglesia católica en Albania que se convirtiera en una iglesia nacional, como en China, pero

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los obispos y sacerdotes se negaron: “Permaneceremos en unión con Pedro, con el Papa”, y por eso fueron perseguidos y sufrieron una situación terrible.

— ¿Influyeron estos testigos en su vocación como sacerdote? — ¡Sí! Cuando se habla con los perseguidos, algo se queda contigo. Te encuentras cara a cara con una persona que ha arriesgado su vida por el Señor; esto es muy importante para un sacerdote, arriesgar la vida por el Señor y por la Iglesia. — ¿Qué riesgos corrieron por el Señor? — Cada día de sacerdote estoy llamado a arriesgar mi vida por el Señor; a hacer su voluntad. Se trata de una experiencia espiritual. Si se conoce a una persona que ha corrido riesgos no sólo un día sino una vida, por el Señor, te preguntas por qué no puedes hacer lo mismo y ofrecer tu vida por completo al Señor. Estos es muy importante para un sacerdote, no sólo para un sacerdote sino para todo cristiano. — ¿Ha dejado una parte de sí mismo en Albania? — La mitad de mi corazón. Estuve allí nueve años. Fue mi primer destino como sacerdote y, al ser mi primer destino, lo recuerdo con mucho cariño. Fue un período muy bonito de mi vida, el mejor, creo, de verdad, y también por las dificultades, las cruces, que el Señor permitió en mi vida. Me hizo humilde y ser humilde, ya se sabe... — La Madre Teresa vino de Albania. ¿Hasta qué punto es importante para la Iglesia católica allí? — La Madre Teresa es una figura muy importante para todos nosotros. Nació en Skopje, la parte albanesa de Macedonia. Para los albaneses, ella es muy especial porque, tras la caída del comunismo, los albaneses estaban perdiendo la esperanza. El mensaje de la Madre Teresa, “nada es imposible para Dios”, es un mensaje que me traje de allí, y es un mensaje también para todas las personas. Si tenemos este tipo de modelos en nuestras vidas, nada es imposible para nosotros si estamos con el Señor. La visita del Papa y la Madre Teresa fue, como dicen los albaneses, como si el cielo se abriera de nuevo. La era comunista había cerrado el cielo a la gente, la Madre Teresa y el Papa abrieron el cielo otra vez.

Libros El rumor inmortal El libro que presentamos* reúne diez ensayos del autor, publicados entre 1985 y 2006. En sus artículos, el autor insiste en que los intentos de ofrecer una explicación a los problemas que suscita la modernidad, prescindiendo de la luz de la fe, en definitiva no dan razón del problema de fondo: el problema del ser, la razón de lo existente; y el hombre tiene una necesidad innata de comprender el porqué y el para qué de las cosas, del universo y de sí mismo. Pero, al mismo tiempo, Spaemann subraya que el creyente también tiene la necesidad de la reflexión filosófica; porque, participando también de la necesidad de saber, propia de todo ser humano, no puede aceptar por pura fe algo que sea contradictorio o carezca de sentido.

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l libro que presentamos reúne diez ensayos del autor, publicados entre 1985 y 2006. En ellos ha ido abordando los grandes temas que preocupan a la filosofía contemporánea y los interrogantes que plantean al cristianismo, en un constante diálogo con los filósofos que más han influido y están influyendo en la “mentalidad moderna”. Por sus páginas desfilan Descartes, Occam, Hobbes, Leibniz, Hume, Kant, Hegel, Fichte, Nietzsche, Wittgenstein, Foucault, Rorty, y otros. El tema es Dios. “Alguien” que, desde que el hombre tiene capacidad de conocimiento, ha estado en el centro de su preocupación por entender el mundo en que vive y de entenderse a sí mismo; pero cuya incognoscibilidad, inutilidad incluso de su muerte, han sido declaradas por representantes destacados de la filosofía

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moderna, marcando la manera de pensar y la cultura de los últimos siglos. Sin embargo, advierte el autor –y pese a Nietzsche–, parece que la necesidad de seguir ocupándose de Él es “inextinguible”. De ahí el título del libro. En cada uno de sus artículos, Spaemann se muestra convencido de que este diálogo filosófico tiene algo que decir al hombre de hoy, y que quienes participan en él, deben hacerlo con “buena voluntad”, es decir, con voluntad de verdad y “dispuestos a escuchar con benevolencia el discurso del otro”. Lo que él llama “la virtud de la racionalidad”. En sus artículos, el autor insiste en que los intentos de ofrecer una explicación a los problemas que suscita la modernidad, prescindiendo de la luz de la fe, en definitiva no dan razón del problema de fondo: el problema del ser, la razón de lo existente; y el hombre tiene una necesidad

* Spaemann, Robert. El rumor inmortal, Editorial Rialp, Madrid, 210,240 págs. / La diceria immortale. La cuestione di Dio l l’inganno della modernita. Edizioni Cantagalli. Siena, 2008. trad. Del alemán; Das unsterbliche Gerücht. Die Frage nach Gott und die Täuschung der Moderne. Klett-Cotta, 2007.

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los obispos y sacerdotes se negaron: “Permaneceremos en unión con Pedro, con el Papa”, y por eso fueron perseguidos y sufrieron una situación terrible.

— ¿Influyeron estos testigos en su vocación como sacerdote? — ¡Sí! Cuando se habla con los perseguidos, algo se queda contigo. Te encuentras cara a cara con una persona que ha arriesgado su vida por el Señor; esto es muy importante para un sacerdote, arriesgar la vida por el Señor y por la Iglesia. — ¿Qué riesgos corrieron por el Señor? — Cada día de sacerdote estoy llamado a arriesgar mi vida por el Señor; a hacer su voluntad. Se trata de una experiencia espiritual. Si se conoce a una persona que ha corrido riesgos no sólo un día sino una vida, por el Señor, te preguntas por qué no puedes hacer lo mismo y ofrecer tu vida por completo al Señor. Estos es muy importante para un sacerdote, no sólo para un sacerdote sino para todo cristiano. — ¿Ha dejado una parte de sí mismo en Albania? — La mitad de mi corazón. Estuve allí nueve años. Fue mi primer destino como sacerdote y, al ser mi primer destino, lo recuerdo con mucho cariño. Fue un período muy bonito de mi vida, el mejor, creo, de verdad, y también por las dificultades, las cruces, que el Señor permitió en mi vida. Me hizo humilde y ser humilde, ya se sabe... — La Madre Teresa vino de Albania. ¿Hasta qué punto es importante para la Iglesia católica allí? — La Madre Teresa es una figura muy importante para todos nosotros. Nació en Skopje, la parte albanesa de Macedonia. Para los albaneses, ella es muy especial porque, tras la caída del comunismo, los albaneses estaban perdiendo la esperanza. El mensaje de la Madre Teresa, “nada es imposible para Dios”, es un mensaje que me traje de allí, y es un mensaje también para todas las personas. Si tenemos este tipo de modelos en nuestras vidas, nada es imposible para nosotros si estamos con el Señor. La visita del Papa y la Madre Teresa fue, como dicen los albaneses, como si el cielo se abriera de nuevo. La era comunista había cerrado el cielo a la gente, la Madre Teresa y el Papa abrieron el cielo otra vez.

Libros El rumor inmortal El libro que presentamos* reúne diez ensayos del autor, publicados entre 1985 y 2006. En sus artículos, el autor insiste en que los intentos de ofrecer una explicación a los problemas que suscita la modernidad, prescindiendo de la luz de la fe, en definitiva no dan razón del problema de fondo: el problema del ser, la razón de lo existente; y el hombre tiene una necesidad innata de comprender el porqué y el para qué de las cosas, del universo y de sí mismo. Pero, al mismo tiempo, Spaemann subraya que el creyente también tiene la necesidad de la reflexión filosófica; porque, participando también de la necesidad de saber, propia de todo ser humano, no puede aceptar por pura fe algo que sea contradictorio o carezca de sentido.

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l libro que presentamos reúne diez ensayos del autor, publicados entre 1985 y 2006. En ellos ha ido abordando los grandes temas que preocupan a la filosofía contemporánea y los interrogantes que plantean al cristianismo, en un constante diálogo con los filósofos que más han influido y están influyendo en la “mentalidad moderna”. Por sus páginas desfilan Descartes, Occam, Hobbes, Leibniz, Hume, Kant, Hegel, Fichte, Nietzsche, Wittgenstein, Foucault, Rorty, y otros. El tema es Dios. “Alguien” que, desde que el hombre tiene capacidad de conocimiento, ha estado en el centro de su preocupación por entender el mundo en que vive y de entenderse a sí mismo; pero cuya incognoscibilidad, inutilidad incluso de su muerte, han sido declaradas por representantes destacados de la filosofía

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moderna, marcando la manera de pensar y la cultura de los últimos siglos. Sin embargo, advierte el autor –y pese a Nietzsche–, parece que la necesidad de seguir ocupándose de Él es “inextinguible”. De ahí el título del libro. En cada uno de sus artículos, Spaemann se muestra convencido de que este diálogo filosófico tiene algo que decir al hombre de hoy, y que quienes participan en él, deben hacerlo con “buena voluntad”, es decir, con voluntad de verdad y “dispuestos a escuchar con benevolencia el discurso del otro”. Lo que él llama “la virtud de la racionalidad”. En sus artículos, el autor insiste en que los intentos de ofrecer una explicación a los problemas que suscita la modernidad, prescindiendo de la luz de la fe, en definitiva no dan razón del problema de fondo: el problema del ser, la razón de lo existente; y el hombre tiene una necesidad

* Spaemann, Robert. El rumor inmortal, Editorial Rialp, Madrid, 210,240 págs. / La diceria immortale. La cuestione di Dio l l’inganno della modernita. Edizioni Cantagalli. Siena, 2008. trad. Del alemán; Das unsterbliche Gerücht. Die Frage nach Gott und die Täuschung der Moderne. Klett-Cotta, 2007.

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innata de comprender el porqué y el para qué de las cosas, del universo y de sí mismo. Pero, al mismo tiempo, Spaemann subraya que el creyente también tiene la necesidad de la reflexión filosófica; porque, participando también de la necesidad de saber, propia de todo ser humano, no puede aceptar por pura fe algo que sea contradictorio o carezca de sentido. Esto supone una recta postura intelectual frente a la realidad, cosa que las filosofías procedentes del idealismo, del subjetivismo y del pragmatismo hacen más difícil. Cuando se pregunta “¿por qué existimos?”, la mentalidad moderna, hasta hoy, se contenta con el recurso a la evolución que, por azar, ha culminado en lo que somos. Pero es claro que la “evolución”, como condición propia de lo existente, no explica lo existente en cuanto tal. Y por otra parte, en esa hipótesis, el ser humano, no tiene por qué ser considerado la culminación de la evolución, es decir, quien le da sentido a toda la realidad existente, como lo afirma la revelación judeocristiana. Ahí está el mal, el sufrimiento, la muerte; realidades que requieren una explicación que les dé sentido. ¿Podemos contentarnos seriamente con esperar que la evolución y el azar llevarán, dentro de miles o millones de años, a una explicación que nosotros, como seres que pensamos, necesitamos ahora? ¿Es inevitable vivir sin sentido pese a tanto desarrollo científico? Los filósofos con quienes Spaemann entra en diálogo no se conforman, en realidad, con esa perspectiva. Pero sus construcciones filosóficas –es la afirmación de nuestro filósofo– no consiguen tranquilizar verdaderamente los espíritus, sino que envejecen y pronto pasan a la “historia de la filosofía” (con contribuciones, sin duda importantes) o, lo que es peor, producen efectos desastrosos que, en sus formas más agresivas, ha sido necesario detener con decisión, para restablecer una convivencia humana razonable. Los creyentes vivimos de la fe. Pero vivir la fe en este mundo obliga a entrar en el gran diálo-

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go filosófico de los que buscan entender para poder vivir humanamente. De ahí la necesidad de una filosofía cristiana en la que el creyente, que vive en este mundo y es consciente de los desafíos que plantea a la razón, procura demostrar cómo las verdades de fe cristianas nos permiten comprender, respondiendo a las exigencias de la razón, la necesidad de un primer principio que no es de este mundo sino su creador. Y de esta manera nos evita también caer en las falsas religiones que –ellas sí– contradicen las exigencias del discurso racional: retorno a los mitos, veneración de la “naturaleza”, dualismo, etc.; o, más modernamente, la búsqueda de experiencias “místicas” provocadas por el hombre mismo. Es aquí donde el dogma del “pecado original” ofrece –según Spaemann– una invitación clara y coherente a mirar hacia nuestro origen como seres humanos, si queremos comprender las contradicciones y sufrimientos característicos de la humanidad; y no al futuro, imaginándonos un superhombre que aparecerá algún día por efecto de capacidades encerradas en el hombre mismo (en la materia misma) y desarrolladas por la “evolución” de manera sorprendente, bajo las formas de la ciencia, la tecnología, la política, etc. Los efectos de esta postura “futurológica” ya han aparecido sin tener que esperar al superhombre. Este permanece siempre como futuro. (No hay que olvidar que la tentación de la serpiente remite al futuro: “seréis como dioses”, pero los efectos de esa fe en el futuro –porque a la serpiente en último hay que creerle– se manifiestan inmediatamente: “se vieron desnudos” Gn 3,5.7). Hoy, advierte el autor, se habla de “adaptación a los tiempos”, y es verdad que se debe ser consciente del espíritu que anima cada época. Pero la palabra “adaptarse” puede entenderse de diversos modos. San Pablo, en relación con su época, exhorta a examinarlo todo y quedarse con lo que es bueno (1 Tes 5, 21); y es sin duda contra el trasfondo del pecado original, que

exhorta a los cristianos de Éfeso a estar atentos a la manera como viven, a “redimir el tiempo presente, porque los días (todo el tiempo de la Iglesia en este mundo) son malos” (Ef 5, 15s). Lo que importa en definitiva (concluye Spaemann) es lo que hace que una vida sea “buena” aquí y ahora, porque Dios, está en el “aquí y ahora”. En este punto, Spaemann hace una crítica a los medios de comunicación. Es cierto que ellos nos informan (y superabundantemente) acerca de lo que está sucediendo, pero esa misma avalancha heterogénea de noticias no permite discernir (ni los medios lo intentan) lo que es antropológicamente bueno de lo que es malo o dañino. Ellos informan acerca de los usos, costumbres, criterios imperantes, estadísticamente. La manera de pensar y de vivir que se hace común, define lo que se “debe hacer y pensar”, la manera cómo se debe vivir. Este clima cierra la posibilidad de comprender algo que está en la base misma de la moral judía y cristiana: la conversión, que es la respuesta a un llamado urgente a discernir los “hábitos” (las maneras de ser) buenos de los que son malos. Ya el Deuteronomio pone como condición básica para entrar en la Alianza con el Dios del Sinaí: “Mira, yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal… Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia”…” (Deut 30, 15.19). Se trata, dice el autor, de la existencia de una “atmósfera” en la que tenemos que vivir en este mundo. Una atmósfera que tiende a atrofiar o a matar los órganos que perciben el mundo invisible. Es una mutilación de la condición humana que trastorna la verdad y los valores, en quien la padece, y que hace imposible la vida santa. Lo dicho por Spaemann en sus diversos artículos se encuentra sintetizado en una entrevista concedida al periodista David Seeber, de Herder Korrespondenz, en abril de 1998. Al final de esta densa conversación se plantea la pregunta: ¿acaso la iglesia, al menos en Europa que se

descristianiza, se verá llevada a vivir en una especie de “espléndido ghetto”? No se trata de eso, responde el autor. Al contrario, se tratará, tal vez, de ser “la ciudad elevada sobre un alto monte”, visible desde todas partes, para cumplir desde ahí, la misión que es lo que Cristo le encomendó hasta que Él vuelva. Es decir lo contrario de encerrarse. En fin, un libro para leerlo y meditarlo. Antonio Moreno Casamitjana Adquirir vía Internet en www.edizionicantagalli.com

Una mirada sobre Albino Luciani Uno sguardo su Albino Luciani Angelo Scola Marcianum Press Venecia, 2009 45 págs.

«Hoy el hombre, que vive en una situación cargada de fascinación pero a menudo confusa, necesita volver a encontrar los “fundamentales” para saber amar, trabajar y descansar, en una palabra para poder participar en la edificación de una comunidad eclesial más vital, como de una vida civil más digna. En el Papa Luciani los hombres y las mujeres de hoy pueden encontrar el testimonio logrado de estos “fundamentales”». Con estas palabras se concluye “Uno sguardo su Albino Luciani” (“Una mirada sobre Albino Luciani”; Marcianum Press 2009), escrito por Angelo Scola en un idioma italiano muy agradable y capaz

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innata de comprender el porqué y el para qué de las cosas, del universo y de sí mismo. Pero, al mismo tiempo, Spaemann subraya que el creyente también tiene la necesidad de la reflexión filosófica; porque, participando también de la necesidad de saber, propia de todo ser humano, no puede aceptar por pura fe algo que sea contradictorio o carezca de sentido. Esto supone una recta postura intelectual frente a la realidad, cosa que las filosofías procedentes del idealismo, del subjetivismo y del pragmatismo hacen más difícil. Cuando se pregunta “¿por qué existimos?”, la mentalidad moderna, hasta hoy, se contenta con el recurso a la evolución que, por azar, ha culminado en lo que somos. Pero es claro que la “evolución”, como condición propia de lo existente, no explica lo existente en cuanto tal. Y por otra parte, en esa hipótesis, el ser humano, no tiene por qué ser considerado la culminación de la evolución, es decir, quien le da sentido a toda la realidad existente, como lo afirma la revelación judeocristiana. Ahí está el mal, el sufrimiento, la muerte; realidades que requieren una explicación que les dé sentido. ¿Podemos contentarnos seriamente con esperar que la evolución y el azar llevarán, dentro de miles o millones de años, a una explicación que nosotros, como seres que pensamos, necesitamos ahora? ¿Es inevitable vivir sin sentido pese a tanto desarrollo científico? Los filósofos con quienes Spaemann entra en diálogo no se conforman, en realidad, con esa perspectiva. Pero sus construcciones filosóficas –es la afirmación de nuestro filósofo– no consiguen tranquilizar verdaderamente los espíritus, sino que envejecen y pronto pasan a la “historia de la filosofía” (con contribuciones, sin duda importantes) o, lo que es peor, producen efectos desastrosos que, en sus formas más agresivas, ha sido necesario detener con decisión, para restablecer una convivencia humana razonable. Los creyentes vivimos de la fe. Pero vivir la fe en este mundo obliga a entrar en el gran diálo-

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go filosófico de los que buscan entender para poder vivir humanamente. De ahí la necesidad de una filosofía cristiana en la que el creyente, que vive en este mundo y es consciente de los desafíos que plantea a la razón, procura demostrar cómo las verdades de fe cristianas nos permiten comprender, respondiendo a las exigencias de la razón, la necesidad de un primer principio que no es de este mundo sino su creador. Y de esta manera nos evita también caer en las falsas religiones que –ellas sí– contradicen las exigencias del discurso racional: retorno a los mitos, veneración de la “naturaleza”, dualismo, etc.; o, más modernamente, la búsqueda de experiencias “místicas” provocadas por el hombre mismo. Es aquí donde el dogma del “pecado original” ofrece –según Spaemann– una invitación clara y coherente a mirar hacia nuestro origen como seres humanos, si queremos comprender las contradicciones y sufrimientos característicos de la humanidad; y no al futuro, imaginándonos un superhombre que aparecerá algún día por efecto de capacidades encerradas en el hombre mismo (en la materia misma) y desarrolladas por la “evolución” de manera sorprendente, bajo las formas de la ciencia, la tecnología, la política, etc. Los efectos de esta postura “futurológica” ya han aparecido sin tener que esperar al superhombre. Este permanece siempre como futuro. (No hay que olvidar que la tentación de la serpiente remite al futuro: “seréis como dioses”, pero los efectos de esa fe en el futuro –porque a la serpiente en último hay que creerle– se manifiestan inmediatamente: “se vieron desnudos” Gn 3,5.7). Hoy, advierte el autor, se habla de “adaptación a los tiempos”, y es verdad que se debe ser consciente del espíritu que anima cada época. Pero la palabra “adaptarse” puede entenderse de diversos modos. San Pablo, en relación con su época, exhorta a examinarlo todo y quedarse con lo que es bueno (1 Tes 5, 21); y es sin duda contra el trasfondo del pecado original, que

exhorta a los cristianos de Éfeso a estar atentos a la manera como viven, a “redimir el tiempo presente, porque los días (todo el tiempo de la Iglesia en este mundo) son malos” (Ef 5, 15s). Lo que importa en definitiva (concluye Spaemann) es lo que hace que una vida sea “buena” aquí y ahora, porque Dios, está en el “aquí y ahora”. En este punto, Spaemann hace una crítica a los medios de comunicación. Es cierto que ellos nos informan (y superabundantemente) acerca de lo que está sucediendo, pero esa misma avalancha heterogénea de noticias no permite discernir (ni los medios lo intentan) lo que es antropológicamente bueno de lo que es malo o dañino. Ellos informan acerca de los usos, costumbres, criterios imperantes, estadísticamente. La manera de pensar y de vivir que se hace común, define lo que se “debe hacer y pensar”, la manera cómo se debe vivir. Este clima cierra la posibilidad de comprender algo que está en la base misma de la moral judía y cristiana: la conversión, que es la respuesta a un llamado urgente a discernir los “hábitos” (las maneras de ser) buenos de los que son malos. Ya el Deuteronomio pone como condición básica para entrar en la Alianza con el Dios del Sinaí: “Mira, yo pongo hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal… Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia”…” (Deut 30, 15.19). Se trata, dice el autor, de la existencia de una “atmósfera” en la que tenemos que vivir en este mundo. Una atmósfera que tiende a atrofiar o a matar los órganos que perciben el mundo invisible. Es una mutilación de la condición humana que trastorna la verdad y los valores, en quien la padece, y que hace imposible la vida santa. Lo dicho por Spaemann en sus diversos artículos se encuentra sintetizado en una entrevista concedida al periodista David Seeber, de Herder Korrespondenz, en abril de 1998. Al final de esta densa conversación se plantea la pregunta: ¿acaso la iglesia, al menos en Europa que se

descristianiza, se verá llevada a vivir en una especie de “espléndido ghetto”? No se trata de eso, responde el autor. Al contrario, se tratará, tal vez, de ser “la ciudad elevada sobre un alto monte”, visible desde todas partes, para cumplir desde ahí, la misión que es lo que Cristo le encomendó hasta que Él vuelva. Es decir lo contrario de encerrarse. En fin, un libro para leerlo y meditarlo. Antonio Moreno Casamitjana Adquirir vía Internet en www.edizionicantagalli.com

Una mirada sobre Albino Luciani Uno sguardo su Albino Luciani Angelo Scola Marcianum Press Venecia, 2009 45 págs.

«Hoy el hombre, que vive en una situación cargada de fascinación pero a menudo confusa, necesita volver a encontrar los “fundamentales” para saber amar, trabajar y descansar, en una palabra para poder participar en la edificación de una comunidad eclesial más vital, como de una vida civil más digna. En el Papa Luciani los hombres y las mujeres de hoy pueden encontrar el testimonio logrado de estos “fundamentales”». Con estas palabras se concluye “Uno sguardo su Albino Luciani” (“Una mirada sobre Albino Luciani”; Marcianum Press 2009), escrito por Angelo Scola en un idioma italiano muy agradable y capaz

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de rescatar las etimologías de las palabras con sus fascinantes significados. El Cardenal Angelo Scola, actual arzobispo de Milán, era en ese entonces Patriarca de Venecia y el libreto recoge sus reflexiones e intervenciones con ocasión de los aniversarios de Luciani y del inicio del proceso canónico de beatificación y canonización del Siervo de Dios Papa Juan Pablo I. En las palabras de Scola vislumbramos su agradecida conmoción por haber sido llamado a la sede patriarcal de Venecia de la que han surgido, durante el siglo XX, tres grandes pontífices, a saber: Pío X, santo; Juan XXIII, beato; Juan Pablo I, siervo de Dios. De este último dice que «en toda la Iglesia, en efecto, está creciendo la conciencia que la aventura cristiana de Albino Luciani representa un paso particularmente significativo en el cumplirse del designio salvador de Dios en la historia». Scola ha estructurado su “mirada a Luciani” de manera temática; el primer capítulo se titula «Albino Luciani, el Pastor»; el segundo «Somos el estupor de Dios» y finalmente «Un extraordinario “párroco veneto”». Además de retomar los escritos de Luciani y algunas de las problemáticas que motivaron sus intervenciones, dictadas por el amoroso cuidado del pastor y que no le ahorraron incomprensiones, Scola afina su mirada hasta sorprender cuáles han sido, a su juicio, los “fundamentales” de Luciani: «Papa Luciani ha sido un hombre que ha ejercido en modo cotidiano y decidido la humildad y la obediencia. Humildad, en su sentido etimológico, entendida como el estar adheridos a la tierra y por ello esperarlo todo de lo alto, y obediencia como el secreto de esta espera. Se aprehende esto muy claramente retomando sus escritos, sobre todo aquellos catequísticos y pastorales. Estos dejan emerger como el cemento que tiene unidas la humildad y la obediencia, la libertad de los hijos de Dios. Humildad, obediencia y libertad: estas son las coordenadas que vuelven posible el estupor frente a la presencia dulce y amable de Jesús». Sin embargo, no solamente Scola, sino también Luciani nos propone una mirada, esta vez sobre nosotros, una mirada que parece moldear su sonrisa bondadosa y comprensiva, pacificada: «Nosotros los cristianos -decía Luciani- somos los hijos de la esperanza, somos el estupor de Dios». Mario L. Grignani Adquirir vía Internet en http://www.marcianum.it/

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El Bicentenario de la Independencia de los países latinoamericanos. Ayer y Hoy Guzmán Carriquiry Prólogo del Cardenal Jorge Mario Bergoglio Ediciones Encuentro Madrid, 2011 132 págs.

“La Iglesia, en el Documento final de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, asume esta concepción histórica de los pueblos del continente, consistente en que ‘lo concreto católico’, que responde a la Encarnación del Verbo, es constitutivo de nuestra realidad latinoamericana. Carriquiry entiende muy bien este planteamiento y lo plasma con rigor intelectual en esta obra que no elude las problemáticas ni los variados fracasos a lo largo de estos doscientos años”, escribe el Cardenal y Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, en el prólogo de “El Bicentenario de la Independencia de los países Latinoamericanos. Ayer y Hoy”. Publicado por Ediciones Encuentro, el libro del Dr. Guzmán Carriquiry –quien desde hace 40 años que trabaja en la Santa Sede, y que actualmente se desempeña como secretario de la Comisión Pontificia para América Latina– sintetiza a la luz de la tradición católica de América Latina las ideas y grandes tareas históricas que han marcado a nuestra región a partir del legado que dejó la Independencia. Esto en el marco de una necesaria reflexión realizada en la atmósfera conmemorativa de los bicentenarios, que un número importante de países latinoamericanos celebra desde el 2010 en adelante. Argumenta el autor y profesor que ha sido lo ‘concreto católico’ lo que le ha dado unidad y originalidad a la identidad latinoamericana. “Lo sorprendente es que esta sabiduría católica sigue vigente y presente en los pueblos latinoamericanos, no obstante

el desmantelamiento eclesial durante los procesos de independencia, las persecuciones sufridas por la Iglesia durante el siglo XIX y bien entrado el siglo XX, la falta de atención pastoral durante décadas, e incluso, hasta el presente. (…) Ni siquiera han podido disgregarla, por una parte, las enormes transformaciones sufridas por las cristiandades rurales bajo el impacto de la urbanización, del trabajo industrial, de los medios de comunicación de masas, de los intentos de manipulación de las ideologías del mundo bipolar. (…) Todas las encuestas de opinión realizadas en los últimos años en diversos países latinoamericanos muestran a la Iglesia católica gozando de la mayor credibilidad, consenso y confianza por parte de los pueblos latinoamericanos”. Citando a su amigo y maestro, también uruguayo, Methol Ferré, el Dr. Carriquiry explica que en el tiempo presente la amenaza que enfrenta América Latina y su tradición católica proviene de la corriente “hedonista nihilista” en la que desembocaron las crisis de los credos ideológicos. “No hace más que socavar la tradición católica de nuestros pueblos, erosionando su temple humano, dificultar una auténtica educación de la persona, multiplicar individualismos invertebrados sin conciencia de pueblo, fomentar el consumo (cuando nos es capital crecer en la laboriosidad y productividad), anestesiar el espíritu de sacrificio sin el cual no hay amor, ni amistad, ni grandes causas que se llevan adelante”, señala. Una de las características de este trabajo es que se aleja de las versiones oficiales en torno a la historia de los procesos de Independencia de los países de América Latina. Carriquiry, doctor en Derecho y Ciencias Sociales, explica que la Independencia no trajo consigo la implantación de la libertad y la democracia, ni tampoco las condiciones de una auténtica autonomía; al contrario, fue causante de una serie de “costos” que se pagan, inclusive, hasta el día de hoy. En primer lugar, la economía fue devastada a causa de las largas guerras: la fuerza de trabajo quedó diezmada, las haciendas saqueadas, las minas inundadas, etc. Así, tras la Independencia, cada país latinoamericano tendió a depender de su monocultivo de exportación, trayendo consigo una nueva dependencia, esta vez en condiciones neocoloniales bajo el dominio del Imperio Inglés. Otro costo, señala el autor, fue el de la “balcanización”. La ruptura con el vínculo unificador de la monarquía española desembocó en el nacimiento de una veintena de Estados “parroquiales”, separados e incomunicados, ignorantes de su historia común, y muchos de ellos inviables como potencial político y como mercado. A los anteriores, el profesor Carriquiry suma también los “costos” causados por la misma Independencia; así por ejemplo el empeoramiento de la situación de los indígenas, que perdieron reconocimientos y derechos brindados por la monarquía. En esta misma línea considera la creación de “polis oligárquicas” (concepto acuñado por el académico Pedro Morandé), en donde una minoría

de comerciantes y hacendados acaudalados, concentrados en las ciudades capitales, cultivaron sus propios intereses, promulgando constituciones censitarias que dejaron fuera de toda participación en la vida pública a las grandes mayorías de los nuevos países. A partir de allí resulta más fácil comprender la tradición revolucionaria, de conflicto social e inestabilidad política, que caracteriza a América Latina. Explicados los costos que tuvo la Independencia, Carriquiry centra su afán en las tareas pendientes que le quedan a la región. “Se trata de crear las condiciones de una segunda independencia”, señala. A este propósito, hace hincapié en diferentes asuntos tales como promover un desarrollo económico sólido y persistente, la necesidad de una reforma al Estado, invertir en capital social y humano, afrontar la cuestión crucial de la inequidad, construir auténticas democracias, etc. En este sentido, tiene palabras para los “Socialismos del siglo XXI”, que tan fuertemente han hecho su aparición en América Latina en los últimos lustros. Si bien esta nueva consigna, advierte, se debe en parte a los fracasos del “neoliberalismo salvaje” de la década de los noventa, “su credibilidad tendría que comenzar por un ajuste de cuentas radical con las premisas teóricas del marxismo-leninismo y con la devastación humana provocada por los regímenes del ‘socialismo real´ y su totalitarismo ateo, y proseguir en una ardua tarea histórica de fundación ideal y realización original de otro modelo de desarrollo y sociedad, muy diferente. La retórica no puede sustituir tales exigencias”. En las páginas finales de esta obra, su autor señala como una tarea pendiente la necesidad de una “nueva evangelización” de los pueblos latinoamericanos, debido a que el patrimonio que ha sido el catolicismo para nuestra región “está sujeto a fuerte erosión capilar por descuidos y deficiencias de la evangelización y catequesis, por la difusión de una cultura dominante global cada vez más alejada y por la expansión proselitista de otras comunidades cristianas, así como realidades sectarias, que se difunden en lugares y ambientes donde la presencia de la Iglesia católica es muy frágil o está ausente u ofrece respuestas insuficientes debido a la propia secularización”. En este sentido, Carriquiry recalca que es imposible concebir un verdadero y definitivo desarrollo social, económico y cultural para América Latina sin su patrimonio católico, fuente de su identidad y su originalidad. Francisco Javier Tagle Montt Adquirir vía Internet en www.ediciones-encuentro.es

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de rescatar las etimologías de las palabras con sus fascinantes significados. El Cardenal Angelo Scola, actual arzobispo de Milán, era en ese entonces Patriarca de Venecia y el libreto recoge sus reflexiones e intervenciones con ocasión de los aniversarios de Luciani y del inicio del proceso canónico de beatificación y canonización del Siervo de Dios Papa Juan Pablo I. En las palabras de Scola vislumbramos su agradecida conmoción por haber sido llamado a la sede patriarcal de Venecia de la que han surgido, durante el siglo XX, tres grandes pontífices, a saber: Pío X, santo; Juan XXIII, beato; Juan Pablo I, siervo de Dios. De este último dice que «en toda la Iglesia, en efecto, está creciendo la conciencia que la aventura cristiana de Albino Luciani representa un paso particularmente significativo en el cumplirse del designio salvador de Dios en la historia». Scola ha estructurado su “mirada a Luciani” de manera temática; el primer capítulo se titula «Albino Luciani, el Pastor»; el segundo «Somos el estupor de Dios» y finalmente «Un extraordinario “párroco veneto”». Además de retomar los escritos de Luciani y algunas de las problemáticas que motivaron sus intervenciones, dictadas por el amoroso cuidado del pastor y que no le ahorraron incomprensiones, Scola afina su mirada hasta sorprender cuáles han sido, a su juicio, los “fundamentales” de Luciani: «Papa Luciani ha sido un hombre que ha ejercido en modo cotidiano y decidido la humildad y la obediencia. Humildad, en su sentido etimológico, entendida como el estar adheridos a la tierra y por ello esperarlo todo de lo alto, y obediencia como el secreto de esta espera. Se aprehende esto muy claramente retomando sus escritos, sobre todo aquellos catequísticos y pastorales. Estos dejan emerger como el cemento que tiene unidas la humildad y la obediencia, la libertad de los hijos de Dios. Humildad, obediencia y libertad: estas son las coordenadas que vuelven posible el estupor frente a la presencia dulce y amable de Jesús». Sin embargo, no solamente Scola, sino también Luciani nos propone una mirada, esta vez sobre nosotros, una mirada que parece moldear su sonrisa bondadosa y comprensiva, pacificada: «Nosotros los cristianos -decía Luciani- somos los hijos de la esperanza, somos el estupor de Dios». Mario L. Grignani Adquirir vía Internet en http://www.marcianum.it/

H 904

El Bicentenario de la Independencia de los países latinoamericanos. Ayer y Hoy Guzmán Carriquiry Prólogo del Cardenal Jorge Mario Bergoglio Ediciones Encuentro Madrid, 2011 132 págs.

“La Iglesia, en el Documento final de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, asume esta concepción histórica de los pueblos del continente, consistente en que ‘lo concreto católico’, que responde a la Encarnación del Verbo, es constitutivo de nuestra realidad latinoamericana. Carriquiry entiende muy bien este planteamiento y lo plasma con rigor intelectual en esta obra que no elude las problemáticas ni los variados fracasos a lo largo de estos doscientos años”, escribe el Cardenal y Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, en el prólogo de “El Bicentenario de la Independencia de los países Latinoamericanos. Ayer y Hoy”. Publicado por Ediciones Encuentro, el libro del Dr. Guzmán Carriquiry –quien desde hace 40 años que trabaja en la Santa Sede, y que actualmente se desempeña como secretario de la Comisión Pontificia para América Latina– sintetiza a la luz de la tradición católica de América Latina las ideas y grandes tareas históricas que han marcado a nuestra región a partir del legado que dejó la Independencia. Esto en el marco de una necesaria reflexión realizada en la atmósfera conmemorativa de los bicentenarios, que un número importante de países latinoamericanos celebra desde el 2010 en adelante. Argumenta el autor y profesor que ha sido lo ‘concreto católico’ lo que le ha dado unidad y originalidad a la identidad latinoamericana. “Lo sorprendente es que esta sabiduría católica sigue vigente y presente en los pueblos latinoamericanos, no obstante

el desmantelamiento eclesial durante los procesos de independencia, las persecuciones sufridas por la Iglesia durante el siglo XIX y bien entrado el siglo XX, la falta de atención pastoral durante décadas, e incluso, hasta el presente. (…) Ni siquiera han podido disgregarla, por una parte, las enormes transformaciones sufridas por las cristiandades rurales bajo el impacto de la urbanización, del trabajo industrial, de los medios de comunicación de masas, de los intentos de manipulación de las ideologías del mundo bipolar. (…) Todas las encuestas de opinión realizadas en los últimos años en diversos países latinoamericanos muestran a la Iglesia católica gozando de la mayor credibilidad, consenso y confianza por parte de los pueblos latinoamericanos”. Citando a su amigo y maestro, también uruguayo, Methol Ferré, el Dr. Carriquiry explica que en el tiempo presente la amenaza que enfrenta América Latina y su tradición católica proviene de la corriente “hedonista nihilista” en la que desembocaron las crisis de los credos ideológicos. “No hace más que socavar la tradición católica de nuestros pueblos, erosionando su temple humano, dificultar una auténtica educación de la persona, multiplicar individualismos invertebrados sin conciencia de pueblo, fomentar el consumo (cuando nos es capital crecer en la laboriosidad y productividad), anestesiar el espíritu de sacrificio sin el cual no hay amor, ni amistad, ni grandes causas que se llevan adelante”, señala. Una de las características de este trabajo es que se aleja de las versiones oficiales en torno a la historia de los procesos de Independencia de los países de América Latina. Carriquiry, doctor en Derecho y Ciencias Sociales, explica que la Independencia no trajo consigo la implantación de la libertad y la democracia, ni tampoco las condiciones de una auténtica autonomía; al contrario, fue causante de una serie de “costos” que se pagan, inclusive, hasta el día de hoy. En primer lugar, la economía fue devastada a causa de las largas guerras: la fuerza de trabajo quedó diezmada, las haciendas saqueadas, las minas inundadas, etc. Así, tras la Independencia, cada país latinoamericano tendió a depender de su monocultivo de exportación, trayendo consigo una nueva dependencia, esta vez en condiciones neocoloniales bajo el dominio del Imperio Inglés. Otro costo, señala el autor, fue el de la “balcanización”. La ruptura con el vínculo unificador de la monarquía española desembocó en el nacimiento de una veintena de Estados “parroquiales”, separados e incomunicados, ignorantes de su historia común, y muchos de ellos inviables como potencial político y como mercado. A los anteriores, el profesor Carriquiry suma también los “costos” causados por la misma Independencia; así por ejemplo el empeoramiento de la situación de los indígenas, que perdieron reconocimientos y derechos brindados por la monarquía. En esta misma línea considera la creación de “polis oligárquicas” (concepto acuñado por el académico Pedro Morandé), en donde una minoría

de comerciantes y hacendados acaudalados, concentrados en las ciudades capitales, cultivaron sus propios intereses, promulgando constituciones censitarias que dejaron fuera de toda participación en la vida pública a las grandes mayorías de los nuevos países. A partir de allí resulta más fácil comprender la tradición revolucionaria, de conflicto social e inestabilidad política, que caracteriza a América Latina. Explicados los costos que tuvo la Independencia, Carriquiry centra su afán en las tareas pendientes que le quedan a la región. “Se trata de crear las condiciones de una segunda independencia”, señala. A este propósito, hace hincapié en diferentes asuntos tales como promover un desarrollo económico sólido y persistente, la necesidad de una reforma al Estado, invertir en capital social y humano, afrontar la cuestión crucial de la inequidad, construir auténticas democracias, etc. En este sentido, tiene palabras para los “Socialismos del siglo XXI”, que tan fuertemente han hecho su aparición en América Latina en los últimos lustros. Si bien esta nueva consigna, advierte, se debe en parte a los fracasos del “neoliberalismo salvaje” de la década de los noventa, “su credibilidad tendría que comenzar por un ajuste de cuentas radical con las premisas teóricas del marxismo-leninismo y con la devastación humana provocada por los regímenes del ‘socialismo real´ y su totalitarismo ateo, y proseguir en una ardua tarea histórica de fundación ideal y realización original de otro modelo de desarrollo y sociedad, muy diferente. La retórica no puede sustituir tales exigencias”. En las páginas finales de esta obra, su autor señala como una tarea pendiente la necesidad de una “nueva evangelización” de los pueblos latinoamericanos, debido a que el patrimonio que ha sido el catolicismo para nuestra región “está sujeto a fuerte erosión capilar por descuidos y deficiencias de la evangelización y catequesis, por la difusión de una cultura dominante global cada vez más alejada y por la expansión proselitista de otras comunidades cristianas, así como realidades sectarias, que se difunden en lugares y ambientes donde la presencia de la Iglesia católica es muy frágil o está ausente u ofrece respuestas insuficientes debido a la propia secularización”. En este sentido, Carriquiry recalca que es imposible concebir un verdadero y definitivo desarrollo social, económico y cultural para América Latina sin su patrimonio católico, fuente de su identidad y su originalidad. Francisco Javier Tagle Montt Adquirir vía Internet en www.ediciones-encuentro.es

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¿Quién es el sacerdote? El ministerio ordenado en el pensamiento de Hans Urs von Balthasar Marco Aleo EDICEP Valencia, 2010 233 págs.

El autor es sacerdote de la Fraternidad de los Misioneros de San Carlos Borromeo y el texto corresponde a su tesis de licenciatura en Teología. Es conocida la complejidad de la obra de Von Balthasar y la amplitud de la misma. De un modo notable el padre Aleo sale en busca de la teología ministerial esparcida por toda la obra del teólogo suizo, privilegiando los textos Sponsa Verbi, Pneuma e Institución, Estados de vida del cristiano, El complejo antirromano, el tercer volumen de la Teológica, más el volumen primero y sexto de Gloria. El autor de este libro ha preferido hacer hablar directamente a Von Balthasar, de modo que ha renunciado a la literatura secundaria, como también a las controversias suscitadas por su pensamiento, evitando comparaciones con otros autores. Dividido en tres partes, la primera aborda “La naturaleza del ministerio sacerdotal en su marco cristológico y eclesiológico”; la segunda estudia el tema “Trasfondo antropológico y preparación en el antiguo pacto del sacerdocio ministerial”, y la tercera, “El ministerio cristológico en el horizonte del Espíritu”. A lo largo de la obra busca mostrar la unidad de las dimensiones subjetiva y objetiva del sacerdocio de Jesucristo, que es parte esencial de la reflexión de Von Balthasar, y cómo esa unidad es participada a la Iglesia a través del sacerdocio real y ministerial. El libro se concentra especialmente en este último, pero muchas de sus páginas se aplican también, de modo general, a todos los bautizados. La pregunta “¿Quién es el sacerdote?” tiene como única respuesta “Jesucristo”. Pero “es la communio eclesial el sacramentum donde la misión de Jesucristo sigue participándose y por lo tanto suscitando personalidades. Es la Catholica donde el cristiano, por el poder del Espíritu Santo, puede ser identificado progresivamente con la identidad de misión y persona que Jesucristo encarna. Tal identidad en Jesucristo se expresa de forma suprema en su sacerdocio, por el cual a la objetividad del ofrecimiento corresponde perfectamente la subjetividad de lo ofrecido” (pg. 15). Conocido es el papel central que Von Balthasar asigna a la kénosis divina. El padre Aleo lo recuerda con estas palabras: “Nuestro autor es un enamorado de la Gestalt de la omnipotencia de Dios

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que se hace siervo que muere en impotencia, como un mendigo, sediento de la libertad del hombre. Su rostro es el rostro del más bello de los hombres, como dice Isaías, precisamente cuando es desfigurado y escupido, sumamente partícipe de la vicisitud de los seres humanos” (pg.13). Es el modo en que la libertad infinita de Dios se ofrece a la libertad finita del ser humano, núcleo de la teodramática, como llama a uno de sus más importantes textos. Esta revelación, sin embargo, no es un acontecimiento aislado, sino la lógica que gobierna la libertad infinita del Dios trinitario. Por ello, el padre Aleo señala: “Se puede afirmar que la palabra que el Padre le dirige a Jesucristo en su bautismo (‘Tú eres mi hijo predilecto’) desvela en el escenario del mundo un vórtice de caridad desbordante que gobierna la vida íntima de Dios y a la vez el hecho de que cada hombre ha sido pensado desde el seno materno, es decir desde la eternidad de Dios, dentro de esta generación del Hijo, la cual se expresa en llamada y en misión” (pg. 14). De esto se desprende una decisiva implicación antropológica. Señala el padre Aleo: “La epifanía total de la libertad infinita, a la que corresponde el pleno desvelamiento del rostro del hombre, se ofrece en el ‘sígueme’ de Jesucristo y en toda su vicisitud que apunta al misterio pascual. Revelándose en la historia, Dios respeta la estructura de la experiencia y de la libertad humana: el origen y el destino a imagen del cual ha sido creado el hombre se le hace compañero de camino dentro de su vicisitud histórica, permitiendo que la persona se le adhiera, adhiriéndose de tal manera a lo más verdadero de sí. Aunque Jesucristo desata el enigma del hombre, no decide de antemano su drama, sino que más bien lo acentúa, ya que provoca cada acto de libertad humana a una decisión a favor de él y por lo tanto a favor de los eventos que en la historia prolongan su ‘forma” (pg. 14). Me parece que este libro del padre Aleo, que evidentemente es complejo como toda tesis de teología, está escrito sin excesivos tecnicismos, lo que permite su comprensión a cualquier persona ilustrada. Las notas al pie de página son siempre aclaratorias. No sólo ayuda a comprender el sacerdocio ministerial, sino también la vocación y misión de todos los cristianos. Ayuda a comprender también el misterio eucarístico, donde se “realiza la inmanencia recíproca del sacerdocio común y del ministerial en el sacerdocio de Cristo” (pg.17). Pedro Morandé Adquirir vía Internet en http://www.edicep.com/

Jacques Maritain, filósofo cristiano Ángel C. Correa Ediciones Humanismo Integral Miami, 2010 416 págs.

Ya en 1971 la revista “Política y Espíritu”, que expresó el pensamiento de una corriente humanista cristiana en Chile durante más de 50 años, se quejaba que para los latinoamericanos de ese entonces era difícil conocer la obra de Maritain, “porque sus libros han desaparecido desde hace tiempo de las librerías. Las nuevas generaciones que descubren el cristianismo y se sienten impulsadas a realizar su fe en la acción política, no conocen del viejo maestro más que los denuestos de sus adversarios y el respeto impotente de quienes, en algún momento, se inspiraron en su obra Esta afirmación de hace años sigue siendo en parte exacta, a pesar del esfuerzo de divulgación que realizan diversos Institutos de inspiración maritainiana y algunas universidades católicas, en América Latina. Impresiona pues que un abogado chileno, residente en EE.UU., nos entregue en nuestro idioma una obra tan completa sobre el filósofo francés, en la que se hace un repaso prolijo, bien documentado, entusiasta pero riguroso, de la vida y del pensamiento maritainiano. Viene a satisfacer una gran necesidad. Angel Correa nos recuerda que Maritain fue sospechoso para los teólogos, por ser filósofo, y para los filósofos, porque su filosofía tiene en cuenta las cosas de la fe. Pero nos presenta un Maritain plenamente vigente, recordándonos cómo el filósofo dejó una impronta en su tiempo y un legado que facilitó el diálogo de teólogos y filósofos, abrió cauce a la filosofía personalista y permitió la reconciliación entre cristianismo y democracia. Ciertamente la inteligencia católica post conciliar no se llena solo con Maritain, muchos otros pensadores han trabajado en ese mismo surco, abriendo nuevas sendas en la búsqueda de la verdad… pero sin duda la obra de Maritain tiene un sentido fundacional. El autor aceptó el complejo desafío de no quedarse en alguno de los aspectos del pensamiento del filósofo, sino intentar la difícil tarea de dar una visión completa de su obra, presentándonos una reseña biográfica y un buen retrato de quienes más influyeron en sus primeros pasos, incluyendo naturalmente a Raïssa, sin cuya compañía no es posible explicar la aventura espiritual e intelectual de ambos. Luego nos presenta su obra, previa una acuciosa clasificación, que se basa en las opiniones del propio Maritain. Siguiendo un criterio cronológico, se refiere a sus primeros combates intelectuales, (Antimoderno, Tres reformadores etc.), pero procura a continuación reseñar toda la obra del filósofo, separándola en filosofía especulativa, ética, estética, filosofía y religión y obras de testimonio. Su método es un análisis histórico y conceptual de sus escritos, pero aprovecha también opiniones y testimonios de otros autores.

Presenta a Maritain ante todo como un filósofo tomista, enfatizando que “el tomismo es la antítesis misma de todos los fundamentalismos”. No elude pues explicar algunos conceptos básicos del tomismo –muy olvidados en el mundo actual– y aborda también las cuestiones acerca de la ciencia, el arte y la filosofía. Explica con precisión la forma como Maritain enfrentó la conocida controversia sobre la idea de una filosofía cristiana, y su permanente inquietud sobre la carencia de una filosofía “vitalmente cristiana.” Reseña también los escritos y el rol del filósofo durante la guerra; naturalmente se explaya sobre el concepto de “fe” secular democrática, y en general sobre la filosofía política de Maritain. Precisa, con razón, que “Humanismo Integral”, su texto más famoso, nunca estuvo dirigido a enfrentar la contingencia inmediata, como si fuere una ideología de acción política en lucha con otras corrientes vigentes, en un determinado momento histórico, sino que se ocupa de la posibilidad de una nueva cristiandad, “a título de un ideal histórico de largo plazo, dentro de un porvenir todavía indeterminado (y sin duda bastante lejano)” (J. Maritain, Problemas Espirituales y Temporales de una Nueva Cristiandad). En “El Hombre y el Estado” Maritain precisó su aspiración a una nueva democracia, ya no bajo sello individualista y liberal de tipo rousseauniano –un mero sistema de gobierno–, sino también un ideal de vida en común, basado en valores de origen cristiano. El libro que comentamos se refiere también a la filosofía maritainiana de la historia y a su visión del tema educacional. Nos recuerda así mismo los últimos años del filósofo, su influencia en el Concilio Vaticano II y sus escritos post concilio –que fueron discutidos– junto a sus postreras “incursiones” en teología. Esta apretada síntesis de las más de 400 páginas de este libro –muy bien editado– permite presentarlo como un trabajo serio, bien documentado, que ayudará a formarse una visión de conjunto del pensamiento de Maritain a quienes no han tenido oportunidad de leerlo ordenada y sistemáticamente. Y naturalmente para quienes conocen bien solo algunos aspectos de su filosofía, será un libro de consulta de la mayor utilidad. Quizás se pueda reprochar al autor un tono algo militante. A. Correa no ha pretendido hacer un estudio crítico, no oculta su fervor por la persona del filósofo y desea dar a conocer y explicar su pensamiento. Quienes lo conocemos hace ya tiempo sabemos que adhirió en su juventud a esa filosofía, la que inspiró su actividad político-social de aquella época, y que se ha convertido con los años en un grande y riguroso difusor de estas ideas. Deseamos que este texto, sea en su primera edición como libro, sea a través de medios digitales, supere las dificultades para lograr una buena distribución, y pueda llegar al amplio público de la lengua que nació en Castilla, pero que hoy se habla en tantos países y continentes. Sergio Fernández Aguayo Adquirir vía Internet en www.humanismointegral.com

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¿Quién es el sacerdote? El ministerio ordenado en el pensamiento de Hans Urs von Balthasar Marco Aleo EDICEP Valencia, 2010 233 págs.

El autor es sacerdote de la Fraternidad de los Misioneros de San Carlos Borromeo y el texto corresponde a su tesis de licenciatura en Teología. Es conocida la complejidad de la obra de Von Balthasar y la amplitud de la misma. De un modo notable el padre Aleo sale en busca de la teología ministerial esparcida por toda la obra del teólogo suizo, privilegiando los textos Sponsa Verbi, Pneuma e Institución, Estados de vida del cristiano, El complejo antirromano, el tercer volumen de la Teológica, más el volumen primero y sexto de Gloria. El autor de este libro ha preferido hacer hablar directamente a Von Balthasar, de modo que ha renunciado a la literatura secundaria, como también a las controversias suscitadas por su pensamiento, evitando comparaciones con otros autores. Dividido en tres partes, la primera aborda “La naturaleza del ministerio sacerdotal en su marco cristológico y eclesiológico”; la segunda estudia el tema “Trasfondo antropológico y preparación en el antiguo pacto del sacerdocio ministerial”, y la tercera, “El ministerio cristológico en el horizonte del Espíritu”. A lo largo de la obra busca mostrar la unidad de las dimensiones subjetiva y objetiva del sacerdocio de Jesucristo, que es parte esencial de la reflexión de Von Balthasar, y cómo esa unidad es participada a la Iglesia a través del sacerdocio real y ministerial. El libro se concentra especialmente en este último, pero muchas de sus páginas se aplican también, de modo general, a todos los bautizados. La pregunta “¿Quién es el sacerdote?” tiene como única respuesta “Jesucristo”. Pero “es la communio eclesial el sacramentum donde la misión de Jesucristo sigue participándose y por lo tanto suscitando personalidades. Es la Catholica donde el cristiano, por el poder del Espíritu Santo, puede ser identificado progresivamente con la identidad de misión y persona que Jesucristo encarna. Tal identidad en Jesucristo se expresa de forma suprema en su sacerdocio, por el cual a la objetividad del ofrecimiento corresponde perfectamente la subjetividad de lo ofrecido” (pg. 15). Conocido es el papel central que Von Balthasar asigna a la kénosis divina. El padre Aleo lo recuerda con estas palabras: “Nuestro autor es un enamorado de la Gestalt de la omnipotencia de Dios

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que se hace siervo que muere en impotencia, como un mendigo, sediento de la libertad del hombre. Su rostro es el rostro del más bello de los hombres, como dice Isaías, precisamente cuando es desfigurado y escupido, sumamente partícipe de la vicisitud de los seres humanos” (pg.13). Es el modo en que la libertad infinita de Dios se ofrece a la libertad finita del ser humano, núcleo de la teodramática, como llama a uno de sus más importantes textos. Esta revelación, sin embargo, no es un acontecimiento aislado, sino la lógica que gobierna la libertad infinita del Dios trinitario. Por ello, el padre Aleo señala: “Se puede afirmar que la palabra que el Padre le dirige a Jesucristo en su bautismo (‘Tú eres mi hijo predilecto’) desvela en el escenario del mundo un vórtice de caridad desbordante que gobierna la vida íntima de Dios y a la vez el hecho de que cada hombre ha sido pensado desde el seno materno, es decir desde la eternidad de Dios, dentro de esta generación del Hijo, la cual se expresa en llamada y en misión” (pg. 14). De esto se desprende una decisiva implicación antropológica. Señala el padre Aleo: “La epifanía total de la libertad infinita, a la que corresponde el pleno desvelamiento del rostro del hombre, se ofrece en el ‘sígueme’ de Jesucristo y en toda su vicisitud que apunta al misterio pascual. Revelándose en la historia, Dios respeta la estructura de la experiencia y de la libertad humana: el origen y el destino a imagen del cual ha sido creado el hombre se le hace compañero de camino dentro de su vicisitud histórica, permitiendo que la persona se le adhiera, adhiriéndose de tal manera a lo más verdadero de sí. Aunque Jesucristo desata el enigma del hombre, no decide de antemano su drama, sino que más bien lo acentúa, ya que provoca cada acto de libertad humana a una decisión a favor de él y por lo tanto a favor de los eventos que en la historia prolongan su ‘forma” (pg. 14). Me parece que este libro del padre Aleo, que evidentemente es complejo como toda tesis de teología, está escrito sin excesivos tecnicismos, lo que permite su comprensión a cualquier persona ilustrada. Las notas al pie de página son siempre aclaratorias. No sólo ayuda a comprender el sacerdocio ministerial, sino también la vocación y misión de todos los cristianos. Ayuda a comprender también el misterio eucarístico, donde se “realiza la inmanencia recíproca del sacerdocio común y del ministerial en el sacerdocio de Cristo” (pg.17). Pedro Morandé Adquirir vía Internet en http://www.edicep.com/

Jacques Maritain, filósofo cristiano Ángel C. Correa Ediciones Humanismo Integral Miami, 2010 416 págs.

Ya en 1971 la revista “Política y Espíritu”, que expresó el pensamiento de una corriente humanista cristiana en Chile durante más de 50 años, se quejaba que para los latinoamericanos de ese entonces era difícil conocer la obra de Maritain, “porque sus libros han desaparecido desde hace tiempo de las librerías. Las nuevas generaciones que descubren el cristianismo y se sienten impulsadas a realizar su fe en la acción política, no conocen del viejo maestro más que los denuestos de sus adversarios y el respeto impotente de quienes, en algún momento, se inspiraron en su obra Esta afirmación de hace años sigue siendo en parte exacta, a pesar del esfuerzo de divulgación que realizan diversos Institutos de inspiración maritainiana y algunas universidades católicas, en América Latina. Impresiona pues que un abogado chileno, residente en EE.UU., nos entregue en nuestro idioma una obra tan completa sobre el filósofo francés, en la que se hace un repaso prolijo, bien documentado, entusiasta pero riguroso, de la vida y del pensamiento maritainiano. Viene a satisfacer una gran necesidad. Angel Correa nos recuerda que Maritain fue sospechoso para los teólogos, por ser filósofo, y para los filósofos, porque su filosofía tiene en cuenta las cosas de la fe. Pero nos presenta un Maritain plenamente vigente, recordándonos cómo el filósofo dejó una impronta en su tiempo y un legado que facilitó el diálogo de teólogos y filósofos, abrió cauce a la filosofía personalista y permitió la reconciliación entre cristianismo y democracia. Ciertamente la inteligencia católica post conciliar no se llena solo con Maritain, muchos otros pensadores han trabajado en ese mismo surco, abriendo nuevas sendas en la búsqueda de la verdad… pero sin duda la obra de Maritain tiene un sentido fundacional. El autor aceptó el complejo desafío de no quedarse en alguno de los aspectos del pensamiento del filósofo, sino intentar la difícil tarea de dar una visión completa de su obra, presentándonos una reseña biográfica y un buen retrato de quienes más influyeron en sus primeros pasos, incluyendo naturalmente a Raïssa, sin cuya compañía no es posible explicar la aventura espiritual e intelectual de ambos. Luego nos presenta su obra, previa una acuciosa clasificación, que se basa en las opiniones del propio Maritain. Siguiendo un criterio cronológico, se refiere a sus primeros combates intelectuales, (Antimoderno, Tres reformadores etc.), pero procura a continuación reseñar toda la obra del filósofo, separándola en filosofía especulativa, ética, estética, filosofía y religión y obras de testimonio. Su método es un análisis histórico y conceptual de sus escritos, pero aprovecha también opiniones y testimonios de otros autores.

Presenta a Maritain ante todo como un filósofo tomista, enfatizando que “el tomismo es la antítesis misma de todos los fundamentalismos”. No elude pues explicar algunos conceptos básicos del tomismo –muy olvidados en el mundo actual– y aborda también las cuestiones acerca de la ciencia, el arte y la filosofía. Explica con precisión la forma como Maritain enfrentó la conocida controversia sobre la idea de una filosofía cristiana, y su permanente inquietud sobre la carencia de una filosofía “vitalmente cristiana.” Reseña también los escritos y el rol del filósofo durante la guerra; naturalmente se explaya sobre el concepto de “fe” secular democrática, y en general sobre la filosofía política de Maritain. Precisa, con razón, que “Humanismo Integral”, su texto más famoso, nunca estuvo dirigido a enfrentar la contingencia inmediata, como si fuere una ideología de acción política en lucha con otras corrientes vigentes, en un determinado momento histórico, sino que se ocupa de la posibilidad de una nueva cristiandad, “a título de un ideal histórico de largo plazo, dentro de un porvenir todavía indeterminado (y sin duda bastante lejano)” (J. Maritain, Problemas Espirituales y Temporales de una Nueva Cristiandad). En “El Hombre y el Estado” Maritain precisó su aspiración a una nueva democracia, ya no bajo sello individualista y liberal de tipo rousseauniano –un mero sistema de gobierno–, sino también un ideal de vida en común, basado en valores de origen cristiano. El libro que comentamos se refiere también a la filosofía maritainiana de la historia y a su visión del tema educacional. Nos recuerda así mismo los últimos años del filósofo, su influencia en el Concilio Vaticano II y sus escritos post concilio –que fueron discutidos– junto a sus postreras “incursiones” en teología. Esta apretada síntesis de las más de 400 páginas de este libro –muy bien editado– permite presentarlo como un trabajo serio, bien documentado, que ayudará a formarse una visión de conjunto del pensamiento de Maritain a quienes no han tenido oportunidad de leerlo ordenada y sistemáticamente. Y naturalmente para quienes conocen bien solo algunos aspectos de su filosofía, será un libro de consulta de la mayor utilidad. Quizás se pueda reprochar al autor un tono algo militante. A. Correa no ha pretendido hacer un estudio crítico, no oculta su fervor por la persona del filósofo y desea dar a conocer y explicar su pensamiento. Quienes lo conocemos hace ya tiempo sabemos que adhirió en su juventud a esa filosofía, la que inspiró su actividad político-social de aquella época, y que se ha convertido con los años en un grande y riguroso difusor de estas ideas. Deseamos que este texto, sea en su primera edición como libro, sea a través de medios digitales, supere las dificultades para lograr una buena distribución, y pueda llegar al amplio público de la lengua que nació en Castilla, pero que hoy se habla en tantos países y continentes. Sergio Fernández Aguayo Adquirir vía Internet en www.humanismointegral.com

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Grandes visiones de la historia de De Civitate Dei a Study of History Bernardino Bravo Lira Editorial Universitaria Santiago, 2010 154 págs.

La pregunta por el sentido de la historia –entendiendo sentido tanto en cuanto significado como en cuanto a dirección– parece responder a profundas inquietudes humanas. ¿Hacia dónde se dirige la historia? ¿Cuál es el significado, cuáles las causas del desenvolvimiento histórico? Aunque actualmente las filosofías de la historia no gocen de mucha popularidad en el mundo intelectual, este libro da cuenta de varias visiones y propuestas sobre el devenir temporal del hombre. El libro que reseñamos busca ofrecer al lector un recorrido por las principales filosofías de la historia, entregando tanto pequeñas introducciones explicativas como selecciones de fuentes que permiten acercarse a los autores sin mediación alguna. El autor del libro, Bernardino Bravo Lira, ha consagrado su carrera académica a los estudios sobre la historia del derecho. Ganador del premio nacional de historia el año 2010 y catedrático de la Universidad de Chile, entre sus obras se destacan De Portales a Pinochet (1985), El estado de derecho en la historia de Chile (1996) y Constitución y reconstitución: Historia del Estado en Iberoamérica (Siglos XVI al XXI) (2010). En esta nueva obra sobre las visiones de la historia, Bravo se aleja de sus investigaciones sobre el derecho para dar cabida a un tema del cual siempre se ha preocupado, aunque no siempre ocupado. Tras una presentación y un prefacio del autor, en la introducción se presenta el problema de estudio y se tratan brevemente las visiones del libro de Daniel contenidas en la Biblia y de Eusebio de Cesarea. Luego, y ya dentro de la primera parte, el libro se detiene con mayor detalle en la figura de Agustín de Hipona. En su obra De Civitate Dei, san Agustín presenta una visión que combina una mirada racional con la revelación cristiana. De ahí que su propuesta constituya “más bien una teología de la historia que una visión meramente racional o filosófica” de ella (p. 26). La selección de textos aquí presentada cuenta con una gran virtud: no sólo se entregan pasajes significativos de la obra del autor, sino también el texto original en latín, permitiendo cotejar en el original las traducciones entregadas. Aquí podemos aplicar con propiedad el adagio latino que Bravo señala en su introducción como justificación para ir a las fuentes: traduttore, traditore. Luego de pasar por Joaquín de Fiore, el libro comienza su segunda parte, llamada “Modernidad barroca: visiones multicausales”. Por medio de figuras como Bossuet y Vico, el autor nos ofrece dos

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ejemplos de cómo la historia profana se entromete en desmedro de la revelación en las lecturas que se ofrecen de la historia. Más que análisis, nos encontramos con largas selecciones de fuentes que buscan enfrentar al lector directamente con la visión dramática de Bossuet y la cíclica de Vico. La tercera parte es la más larga y la que contiene mayor trabajo interpretativo. En ella se busca mostrar el cambio hacia las visiones monocausales producto de la relevancia que cobra la razón. Las visiones de la historia de los siglos XVIII y XIX se ven permeadas por el nuevo criterio de certeza definido, entre otros, por Descartes, además del auge del racionalismo y la ilustración. Así, nacen grandes sistemas como los de Hegel, Comte y Marx que buscan enmarcar en una serie de patrones y agentes el devenir humano. Hegel, por ejemplo, propuso que la historia se regía por un espíritu absoluto, una razón suprema que la guiaba hacia la realización plena. Marx, por su parte, puso el acento en los factores económicos y en las relaciones de producción, concluyendo que la historia terminaría por dejar atrás las diferencias sociales y económicas. La cuarta y última parte del libro trata dos visiones del siglo XX: la de Oswald Spengler y la de Arnold Toynbee. Luego de pequeñas introducciones, se da paso a importantes selecciones de las obras de estos pensadores. El libro cuenta con algunas irregularidades. Por ejemplo, más allá de la promesa inicial, sólo las selecciones de san Agustín se encuentran en latín y castellano. Para los demás autores quedamos en manos de los “traidores” traductores. Si bien agregando el alemán de Marx o el inglés de Toynbee el libro se hubiera alargado en páginas, se habría cumplido mejor con la oferta. Puede observarse también que quedan fuera autores importantes como Polibio —cuyas ideas fueron sumamente influyentes en la antigüedad— y Kant. Un último detalle: la bibliografía pudo haber sido más actualizada. En resumen, es loable el esfuerzo por publicar un libro acerca de este tema en Chile, pues abre una gran ventana en un campo importante en la historia del pensamiento occidental, que ha sido olvidado en nuestro país. Al mismo tiempo, es destacable la participación de ayudantes del profesor Bravo en la realización del libro. Por último, este libro es una muy buena invitación a todos los lectores interesados en acercarse a las visiones de la historia. Felipe Soza Larraín Adquirir vía Internet en http://www.universitaria.cl/

Tratado en defensa de la traducción de los Setenta intérpretes

Ha sido publicada, por primera vez, una traducción al castellano de esta pequeña obra�* compuesta por San Juan Fisher (1469-1535), Obispo de Rochester, Inglaterra, mártir en tiempos de Enrique VIII. Es un tratado para defender la ‘inspiración’ de la traducción al griego del Antiguo Testamento, realizada entre los siglos III y II a.C., en Egipto, noticia transmitida por un texto poco posterior, llamado Carta de Aristea a Filócrates, en el que se hace eco de una leyenda en torno a esa traducción. ¿Qué importancia puede tener una publicación así? Dos cosas. En primer lugar, nos recuerda un hecho histórico acaecido en los siglos anteriores al nacimiento del cristianismo. El pueblo judío se había dispersado alrededor de la cuenca oriental del mar Mediterráneo, en tiempos de la helenización de ese entorno. Como ocurre con la mayoría de los inmigrantes, pronto las nuevas generaciones no conocen la lengua y la cultura de sus padres y abuelos, y esto es siempre un desafío a la identidad y a la sobrevivencia como pueblo. En el siglo III a.C., el pueblo judío hablaba arameo, que era una lengua semita bien semejante al hebreo, idioma de los textos sagrados. Por eso, en el territorio de la Palestina no era difícil encontrar traductores que leyeran y explicaran la Biblia a sus contemporáneos en su propio idioma. Más difícil era para el número cada vez creciente de judíos que se encontraba en muchas de las ciudades de lengua griega y cultura helénica de la cuenca oriental del Mediterráneo, particularmente en Egipto, importante centro judío en la diáspora. Allí surgió la necesidad vital de traducir el texto bíblico al griego, si se quería continuar adorando al Dios de los Padres y se quería conservar la cultura de sus antepasados. Fue en Alejandría –centro cultural de primer orden en aquel entonces– donde se tradujo paulatinamente la Biblia. Primero, durante el siglo III a.C., el Pentateuco; luego, a lo largo del siglo II a.C., los Profetas y demás Escritos. Probablemente la traducción tuvo su origen en una iniciativa del Rey Tolomeo I Lágida, en torno al 290 a.C., pero respondía, en primero lugar, a la necesidad de la comunidad judía, como también a la curiosidad intelectual de los alejandrinos y a la necesidad de los funcionarios reales de conocer la Ley judía, a fin de hacérsela cumplir. También sirvió para que los paganos pudieran conocer el monoteísmo judío y su moral muy avanzada, que coincidía en muchos puntos con lo que proponían los filósofos. Junto a la traducción de los textos, fueron incorporados al grupo de libros sagrados algunas otras obras escritas en griego por autores religiosos de esta época helenística, como el libro del Eclesiástico, los Libros de los Macabeos o el Libro de la Sabiduría. Todo ese conjunto del libros es lo que se conoce como la versión alejandrina de la Biblia, o la Biblia de los LXX, y es el Antiguo Testamento que conocemos en todas las Biblias católicas. Esa versión tuvo una rápida difusión en todo el mundo helénico y fue ‘la Biblia’ que el cristianismo primitivo conoció, leyó e interpretó de manera cristiana. Terminó siendo la Biblia de los cristianos, que en su grandísima mayoría provenían de un judaísmo helenístico o del paganismo. El nombre de los LXX se debe a una vieja tradición, o leyenda, nacida de la necesidad de dar un carácter sagrado a ese texto, que había llegado a ser indispensable en la diáspora helénica y que incluía textos nacidos en ese mundo. Surgió así este escrito llamado Carta de Aristea a Filócrates, en el cual se narra una leyenda en donde 72 sabios de Jerusalén, llamados a Alejandría por Tolomeo II Filadelfo, a mediados del siglo III, tradujeron el texto sagrado al griego en sólo 72 días. Más adelante creció la leyenda con otros fenómenos admirables como, por ejemplo, que cada uno de los sabios tradujo sólo y sin consultas el texto, y que, admirablemente, las 72 traducciones coincidieron en cada una de las palabras. En síntesis, esa traducción fue considerada de carácter sagrado, es decir, fue llevada a cabo con la asistencia del Espíritu Santo. En torno al año 100 d.C., luego de la destrucción de Jerusalén, debido a la necesidad de afirmar la identidad propia y en controversia con el cristianismo naciente, que utilizaba la versión de los LXX –la única que poseía en la diáspora con los greco parlantes– para probar los anuncios acerca de Jesucristo, el judaísmo rabínico fijó el canon de los libros sagrados limitándolo sólo a los textos escritos en hebreo, además de determinar el texto hebreo de base, no siempre coincidente con el utilizado en Alejandría en los años de la traducción. Durante ese siglo I d.C. y, especialmente durante el siglo II d.C., el mundo rabínico revisó la traducción al griego y realizó tres nuevas versiones, las llamadas versiones de Teodoción, Áquila y Símaco. Por lo tanto, el canon hebreo posterior difiere del canon utilizado por el cristianismo primitivo, porque no posee los textos escritos en griego –que sí se utilizaban en la diáspora helénica anterior–, y en algunos pasajes determinados, ya que el texto de base * San Juan Fisher, Tratado en defensa de la traducción de los Setenta intérpretes. Traducción de Armando Nieto Vélez y César Olivares Poggi, Vida y Espiritualidad, Lima 2010, 111 pág..

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Grandes visiones de la historia de De Civitate Dei a Study of History Bernardino Bravo Lira Editorial Universitaria Santiago, 2010 154 págs.

La pregunta por el sentido de la historia –entendiendo sentido tanto en cuanto significado como en cuanto a dirección– parece responder a profundas inquietudes humanas. ¿Hacia dónde se dirige la historia? ¿Cuál es el significado, cuáles las causas del desenvolvimiento histórico? Aunque actualmente las filosofías de la historia no gocen de mucha popularidad en el mundo intelectual, este libro da cuenta de varias visiones y propuestas sobre el devenir temporal del hombre. El libro que reseñamos busca ofrecer al lector un recorrido por las principales filosofías de la historia, entregando tanto pequeñas introducciones explicativas como selecciones de fuentes que permiten acercarse a los autores sin mediación alguna. El autor del libro, Bernardino Bravo Lira, ha consagrado su carrera académica a los estudios sobre la historia del derecho. Ganador del premio nacional de historia el año 2010 y catedrático de la Universidad de Chile, entre sus obras se destacan De Portales a Pinochet (1985), El estado de derecho en la historia de Chile (1996) y Constitución y reconstitución: Historia del Estado en Iberoamérica (Siglos XVI al XXI) (2010). En esta nueva obra sobre las visiones de la historia, Bravo se aleja de sus investigaciones sobre el derecho para dar cabida a un tema del cual siempre se ha preocupado, aunque no siempre ocupado. Tras una presentación y un prefacio del autor, en la introducción se presenta el problema de estudio y se tratan brevemente las visiones del libro de Daniel contenidas en la Biblia y de Eusebio de Cesarea. Luego, y ya dentro de la primera parte, el libro se detiene con mayor detalle en la figura de Agustín de Hipona. En su obra De Civitate Dei, san Agustín presenta una visión que combina una mirada racional con la revelación cristiana. De ahí que su propuesta constituya “más bien una teología de la historia que una visión meramente racional o filosófica” de ella (p. 26). La selección de textos aquí presentada cuenta con una gran virtud: no sólo se entregan pasajes significativos de la obra del autor, sino también el texto original en latín, permitiendo cotejar en el original las traducciones entregadas. Aquí podemos aplicar con propiedad el adagio latino que Bravo señala en su introducción como justificación para ir a las fuentes: traduttore, traditore. Luego de pasar por Joaquín de Fiore, el libro comienza su segunda parte, llamada “Modernidad barroca: visiones multicausales”. Por medio de figuras como Bossuet y Vico, el autor nos ofrece dos

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ejemplos de cómo la historia profana se entromete en desmedro de la revelación en las lecturas que se ofrecen de la historia. Más que análisis, nos encontramos con largas selecciones de fuentes que buscan enfrentar al lector directamente con la visión dramática de Bossuet y la cíclica de Vico. La tercera parte es la más larga y la que contiene mayor trabajo interpretativo. En ella se busca mostrar el cambio hacia las visiones monocausales producto de la relevancia que cobra la razón. Las visiones de la historia de los siglos XVIII y XIX se ven permeadas por el nuevo criterio de certeza definido, entre otros, por Descartes, además del auge del racionalismo y la ilustración. Así, nacen grandes sistemas como los de Hegel, Comte y Marx que buscan enmarcar en una serie de patrones y agentes el devenir humano. Hegel, por ejemplo, propuso que la historia se regía por un espíritu absoluto, una razón suprema que la guiaba hacia la realización plena. Marx, por su parte, puso el acento en los factores económicos y en las relaciones de producción, concluyendo que la historia terminaría por dejar atrás las diferencias sociales y económicas. La cuarta y última parte del libro trata dos visiones del siglo XX: la de Oswald Spengler y la de Arnold Toynbee. Luego de pequeñas introducciones, se da paso a importantes selecciones de las obras de estos pensadores. El libro cuenta con algunas irregularidades. Por ejemplo, más allá de la promesa inicial, sólo las selecciones de san Agustín se encuentran en latín y castellano. Para los demás autores quedamos en manos de los “traidores” traductores. Si bien agregando el alemán de Marx o el inglés de Toynbee el libro se hubiera alargado en páginas, se habría cumplido mejor con la oferta. Puede observarse también que quedan fuera autores importantes como Polibio —cuyas ideas fueron sumamente influyentes en la antigüedad— y Kant. Un último detalle: la bibliografía pudo haber sido más actualizada. En resumen, es loable el esfuerzo por publicar un libro acerca de este tema en Chile, pues abre una gran ventana en un campo importante en la historia del pensamiento occidental, que ha sido olvidado en nuestro país. Al mismo tiempo, es destacable la participación de ayudantes del profesor Bravo en la realización del libro. Por último, este libro es una muy buena invitación a todos los lectores interesados en acercarse a las visiones de la historia. Felipe Soza Larraín Adquirir vía Internet en http://www.universitaria.cl/

Tratado en defensa de la traducción de los Setenta intérpretes

Ha sido publicada, por primera vez, una traducción al castellano de esta pequeña obra�* compuesta por San Juan Fisher (1469-1535), Obispo de Rochester, Inglaterra, mártir en tiempos de Enrique VIII. Es un tratado para defender la ‘inspiración’ de la traducción al griego del Antiguo Testamento, realizada entre los siglos III y II a.C., en Egipto, noticia transmitida por un texto poco posterior, llamado Carta de Aristea a Filócrates, en el que se hace eco de una leyenda en torno a esa traducción. ¿Qué importancia puede tener una publicación así? Dos cosas. En primer lugar, nos recuerda un hecho histórico acaecido en los siglos anteriores al nacimiento del cristianismo. El pueblo judío se había dispersado alrededor de la cuenca oriental del mar Mediterráneo, en tiempos de la helenización de ese entorno. Como ocurre con la mayoría de los inmigrantes, pronto las nuevas generaciones no conocen la lengua y la cultura de sus padres y abuelos, y esto es siempre un desafío a la identidad y a la sobrevivencia como pueblo. En el siglo III a.C., el pueblo judío hablaba arameo, que era una lengua semita bien semejante al hebreo, idioma de los textos sagrados. Por eso, en el territorio de la Palestina no era difícil encontrar traductores que leyeran y explicaran la Biblia a sus contemporáneos en su propio idioma. Más difícil era para el número cada vez creciente de judíos que se encontraba en muchas de las ciudades de lengua griega y cultura helénica de la cuenca oriental del Mediterráneo, particularmente en Egipto, importante centro judío en la diáspora. Allí surgió la necesidad vital de traducir el texto bíblico al griego, si se quería continuar adorando al Dios de los Padres y se quería conservar la cultura de sus antepasados. Fue en Alejandría –centro cultural de primer orden en aquel entonces– donde se tradujo paulatinamente la Biblia. Primero, durante el siglo III a.C., el Pentateuco; luego, a lo largo del siglo II a.C., los Profetas y demás Escritos. Probablemente la traducción tuvo su origen en una iniciativa del Rey Tolomeo I Lágida, en torno al 290 a.C., pero respondía, en primero lugar, a la necesidad de la comunidad judía, como también a la curiosidad intelectual de los alejandrinos y a la necesidad de los funcionarios reales de conocer la Ley judía, a fin de hacérsela cumplir. También sirvió para que los paganos pudieran conocer el monoteísmo judío y su moral muy avanzada, que coincidía en muchos puntos con lo que proponían los filósofos. Junto a la traducción de los textos, fueron incorporados al grupo de libros sagrados algunas otras obras escritas en griego por autores religiosos de esta época helenística, como el libro del Eclesiástico, los Libros de los Macabeos o el Libro de la Sabiduría. Todo ese conjunto del libros es lo que se conoce como la versión alejandrina de la Biblia, o la Biblia de los LXX, y es el Antiguo Testamento que conocemos en todas las Biblias católicas. Esa versión tuvo una rápida difusión en todo el mundo helénico y fue ‘la Biblia’ que el cristianismo primitivo conoció, leyó e interpretó de manera cristiana. Terminó siendo la Biblia de los cristianos, que en su grandísima mayoría provenían de un judaísmo helenístico o del paganismo. El nombre de los LXX se debe a una vieja tradición, o leyenda, nacida de la necesidad de dar un carácter sagrado a ese texto, que había llegado a ser indispensable en la diáspora helénica y que incluía textos nacidos en ese mundo. Surgió así este escrito llamado Carta de Aristea a Filócrates, en el cual se narra una leyenda en donde 72 sabios de Jerusalén, llamados a Alejandría por Tolomeo II Filadelfo, a mediados del siglo III, tradujeron el texto sagrado al griego en sólo 72 días. Más adelante creció la leyenda con otros fenómenos admirables como, por ejemplo, que cada uno de los sabios tradujo sólo y sin consultas el texto, y que, admirablemente, las 72 traducciones coincidieron en cada una de las palabras. En síntesis, esa traducción fue considerada de carácter sagrado, es decir, fue llevada a cabo con la asistencia del Espíritu Santo. En torno al año 100 d.C., luego de la destrucción de Jerusalén, debido a la necesidad de afirmar la identidad propia y en controversia con el cristianismo naciente, que utilizaba la versión de los LXX –la única que poseía en la diáspora con los greco parlantes– para probar los anuncios acerca de Jesucristo, el judaísmo rabínico fijó el canon de los libros sagrados limitándolo sólo a los textos escritos en hebreo, además de determinar el texto hebreo de base, no siempre coincidente con el utilizado en Alejandría en los años de la traducción. Durante ese siglo I d.C. y, especialmente durante el siglo II d.C., el mundo rabínico revisó la traducción al griego y realizó tres nuevas versiones, las llamadas versiones de Teodoción, Áquila y Símaco. Por lo tanto, el canon hebreo posterior difiere del canon utilizado por el cristianismo primitivo, porque no posee los textos escritos en griego –que sí se utilizaban en la diáspora helénica anterior–, y en algunos pasajes determinados, ya que el texto de base * San Juan Fisher, Tratado en defensa de la traducción de los Setenta intérpretes. Traducción de Armando Nieto Vélez y César Olivares Poggi, Vida y Espiritualidad, Lima 2010, 111 pág..

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rabínico, difería a veces del utilizado en la traducción alejandrina. Lutero, durante la reforma, en su deseo de volver a los textos originales, tomó el canon hebreo, es decir, con menos libros (son los que las biblias modernas llaman deuterocanónicos), lo cual obligó al Concilio de Trento a definir el canon de la Biblia, reafirmando el que trae la versión de los LXX, porque fue la que usaron los apóstoles (DH 1501-1505). Sobre todo esto se puede leer R. Trevijano, Orígenes del cristianismo. El trasfondo judío del cristianismo primitivo (Publicaciones Universidad Pontificia Salamanca, Salamanca 1996), pp.123-130. Se comprende ahora la importancia que tuvo en su época la obra de San Juan Fisher que presentamos. No se trataba de defender una leyenda, ni una simple traducción, sino de afirmar el canon de la Biblia frente a la Reforma que proponía un cambio, luego de 15 siglos de tradición ininterrumpida en el cristianismo. Finalmente, una segunda cosa importante: las traducciones. El precioso y difícil arte de traducir es de vital importancia para la transmisión de la cultura y de la fe. La Iglesia se ha visto siempre muy beneficiada de ese trabajo casi invisible. Lo fue con la traducción de los tesoros hebreos al griego; luego, con la traducción de la cultura griega al latín, en donde quedó plasmada la Biblia Vulgata. Lo fue, de manera relevante, en toda la expansión del cristianismo en el mundo oriental, en donde tenemos hasta el día de hoy, los ritos litúrgicos, las culturas, las teologías y las lenguas orientales como las familias alejandrinas, antioquenas, sirias orientales o bizantinas, que son profundas y ricas formas de vivir, pensar y celebrar la fe. Lo fue igualmente en la evangelización de los llamados pueblos bárbaros europeos, sea con los pueblos eslavos y sus grandes luminarias Cirilo y Metodio; sea con los pueblos francos y celtas, de donde proviene también parte importante de la forma de nuestro cristianismo latino. Podemos mencionar también la obra monumental de Santo Tomás de Aquino, la cual hubiera sido absolutamente imposible de hacer, de no haber contado con los traductores de Aristóteles, que luego de siglos prácticamente desconocido en Occidente, se comenzó a traducir en esos años, primero del árabe –cultura que lo conocía y había conservado– y, luego, directamente del griego. Así podríamos continuar con la importancia de los catecismos en lengua originaria de América, pedidos por el III Concilio de Lima, y llevados a cabo bajo la conducción de santo Toribio de Mogrovejo, entre otros. Hoy día sería muy necesario continuar con la tarea de traducir todo lo bueno y clásico que se tenga y escriba, todo lo que representa belleza y verdad permanente, pero para eso, primero, hay que conocer bien aquello que se quiere traducir. Lo cual toma tiempo, sacrificio y silencio. Rodrigo Polanco Pbro. Adquirir vía Internet en http://www.vidayespiritualidad.com/

Benedicto XVI, el Papa Alemán Pablo Blanco Sarto Editorial Planeta Madrid, 2010 592 págs.

Más que biografía de un papa alemán, esta es la historia de un Papa que confía en la razón por considerar que la fe es razonable. Claro que una razón filosófica y teológica de cariz germano, que como el propio Cardenal Ratzinger escribiera en su “Introducción al Cristianismo”, lo llevará “a realizar el sueño de todo teólogo: decirse a sí mismo y a todos los demás, en forma personalmente válida e intelectualmente legítima, qué es el cristianismo”. Adelantemos esta observación a la biografía del Papa, que el padre Blanco Sarto ofrece en 600 claras y bien documentadas páginas,

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que revelan una larga investigación en que hallan voz los hechos y también la detracción. Pero no se trata de un trabajo sólo erudito; nos sumerge con mirada profunda en el alma de un gran hombre. El libro es también una informada historia de la Europa cristiana que comienza a acrisolarse como cultura con San Benito, alrededor del 500 d.C. A decir de Viollet le Duc, citado por Cuthbert Butler, “...la regla de San Benito puede considerarse la obra principal del Medioevo”. Cuando Ratzinger asume el trono de San Pedro, elige el nombre del santo patrono de Europa, que lo fue también de Benedicto XV, el Papa de la paz durante el período atroz de la primera guerra mundial. Este y mil detalles apuntan a la esencia histórica que asume un cardenal alemán, amante de la tradición que, para él, implica siempre una corriente viva y guiada por el Espíritu Divino, cuando es elegido Papa. El camino es largo hasta aquel día. Blanco Sarto ocupa muchas páginas en entregarnos el perfil infantil, adolescente y luego académico del Santo Padre. “En el Reino de Dios todo tiene un

tan magnífico sentido, mucho más acá de lo que creen aquellos que pensando piensan vaciar el mar con una calcárea concha”. Esta reminiscencia de San Agustín apunta a unos de los grandes maestros de Joseph Ratzinger. Nacido en una Alemania convulsa, más bien en una Baviera que es casi forzosamente parte de un país destruido tras la primera gran guerra, hijo de un policía de pueblo profundamente católico y decididamente anti-nazi en tiempos no propicios para serlo, se educa como todo chico y llegada la edad de las decisiones, opta por el sacerdocio, al igual que su hermano. Las desdichas nacionalsocialistas impiden por de pronto cumplir con la vocación, que, finalmente, se verifica con el fin de la guerra. El significado profundo del acceso al papado por un alemán (no han sido muchos los Papas alemanes en la historia de la Iglesia), las contradicciones que produjo, la utilización propagandística de esa característica suya, en fin, el revuelo en torno a prejuicios y resentimientos, ha sido uno más de los problemas que ha debido encarar Benedicto XVI. En cuanto a sus detractores en este nivel, zanjemos el asunto mediante la siguiente escena: De visita en Auschwitz, donde oró y pidió perdón (en nombre del mundo, cabría decir) por el Holocausto, fue increpado con la frase: “¿Y dónde estaba Dios en Auschwitz?”. Benedicto XVI respondió: “Im Kreuz” (“en la Cruz”). El profundo significado de estas palabras y de tantas otras de sus enseñanzas, llevó a un periodista italiano a escribir que Lutero y Benedicto XVI son los dos alemanes que más han impactado sobre la Iglesia Católica. El Papa Ratzinger es un maestro del pensamiento teológico y también de la bondad del corazón. Veamos. Su carrera como teólogo fue académica y autoral. Su obra es bien conocida. Sus luchas al interior de las universidades alemanas, donde destacó desde muy joven, menos. Siempre fue hombre de diálogo y no de confrontaciones. Pero aquellos eran años de confrontaciones. Agustiniano en esencia, su maestro fue, entre otros, Henri de Lubac. Su gran admiración por San Buenaventura, especialmente en cuanto a su principio de “alabar a Dios en todas y por medio de todas las creaturas”, lo llevó tanto al ecumenismo que ha marcado su papado, como también a su compromiso con la ecología y el mundo de la naturaleza. Pero no siempre era comprendido y los debates arreciaban en los claustros alemanes.

Sus confrontaciones con Hans Küng han hecho época. Pero la fortaleza interior y amistades como la de Hans Urs von Balthasar, sus diálogos internos con Guardini y Newman y su apego al principio de que la fe bautismal es la medida de toda teología, le valieron encontrar camino y reconocimiento, que fructificó cuando fue llamado como consultor al Concilio Vaticano II. De ahí en adelante se perfiló cada vez más como el hombre que sabía mostrar la fe como lo más razonable. Esa fe que nace y sólo puede nacer de la libertad, esa idea central de que es libre quien se ha identificado con su propia esencia y con la verdad misma de ser hijo de Dios. El cardenal Ratzinger comienza a orientar, especialmente en materia de liturgia, respecto de la cual afirma que lo importante no es lo que hacemos, sino lo que “allí acontece”, poniendo especial énfasis en la ¡belleza! de los actos litúrgicos. El mensaje de Benedicto XVI es cristocéntrico. Su denuncia permanente es de la dictadura del relativismo. Un nuevo momento benedictino en la historia de la Iglesia: no por nada tantos detractores secularizados, tanta incordia y tanto cinismo. Como de aquellos que intentan menoscabarlo en una imposible comparación con Juan Pablo II. La respuesta a ésta es dada por un experto de la escena romana, quien señaló que Juan Pablo II abrió los corazones contemporáneos, pero que Benedicto XVI los llena. El Papa maestro enseña y seguirá haciéndolo. Sus múltiples viajes, esforzados a menudo, tanto por su innata fragilidad física como por los asedios insidiosos de muchos (Barcelona, por ejemplo), han sido lecciones. Cada ciudad o país por él visitado ha sido por él amado y como padre que ama, no ha escatimado palabras para sentar claridades. No ha escatimado esfuerzos tampoco para lidiar con heridas internas de la Iglesia, purificando y afrontando. Benedicto XVI ha calificado al mundo actual como cruel y a la vez esperanzado. De allí su énfasis constante en la necesidad de la evangelización. “Conociendo a Cristo, conocemos a Dios, y sólo conociendo a Dios comprendemos al hombre y al mundo, que de otro modo no tendría sentido”. En Estados Unidos, donde hay 800 mil estudiantes en universidades católicas, señaló: “Creemos realmente que sólo en el misterio del verbo encarnado se esclarece verdaderamente el misterio del hombre”. En sus viajes, Benedicto XVI también ha llamado reiteradamente al acercamiento entre las iglesias cristianas, con aproximaciones de grandes proyecciones a la Iglesia Ortodoxa de Oriente y la Iglesia Anglicana. Actualmente, Benedicto XVI viaja menos. Cabe imaginar que su trabajo teológico es incesante. Lo expuesto y contado por Pablo Blanco Sarto permite imaginarlo. Excelente libro, el suyo, que nos muestra el corazón de un hombre que piensa. Martín Bruggendieck Adquirir vía Internet en http://www.planetadelibros.com

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rabínico, difería a veces del utilizado en la traducción alejandrina. Lutero, durante la reforma, en su deseo de volver a los textos originales, tomó el canon hebreo, es decir, con menos libros (son los que las biblias modernas llaman deuterocanónicos), lo cual obligó al Concilio de Trento a definir el canon de la Biblia, reafirmando el que trae la versión de los LXX, porque fue la que usaron los apóstoles (DH 1501-1505). Sobre todo esto se puede leer R. Trevijano, Orígenes del cristianismo. El trasfondo judío del cristianismo primitivo (Publicaciones Universidad Pontificia Salamanca, Salamanca 1996), pp.123-130. Se comprende ahora la importancia que tuvo en su época la obra de San Juan Fisher que presentamos. No se trataba de defender una leyenda, ni una simple traducción, sino de afirmar el canon de la Biblia frente a la Reforma que proponía un cambio, luego de 15 siglos de tradición ininterrumpida en el cristianismo. Finalmente, una segunda cosa importante: las traducciones. El precioso y difícil arte de traducir es de vital importancia para la transmisión de la cultura y de la fe. La Iglesia se ha visto siempre muy beneficiada de ese trabajo casi invisible. Lo fue con la traducción de los tesoros hebreos al griego; luego, con la traducción de la cultura griega al latín, en donde quedó plasmada la Biblia Vulgata. Lo fue, de manera relevante, en toda la expansión del cristianismo en el mundo oriental, en donde tenemos hasta el día de hoy, los ritos litúrgicos, las culturas, las teologías y las lenguas orientales como las familias alejandrinas, antioquenas, sirias orientales o bizantinas, que son profundas y ricas formas de vivir, pensar y celebrar la fe. Lo fue igualmente en la evangelización de los llamados pueblos bárbaros europeos, sea con los pueblos eslavos y sus grandes luminarias Cirilo y Metodio; sea con los pueblos francos y celtas, de donde proviene también parte importante de la forma de nuestro cristianismo latino. Podemos mencionar también la obra monumental de Santo Tomás de Aquino, la cual hubiera sido absolutamente imposible de hacer, de no haber contado con los traductores de Aristóteles, que luego de siglos prácticamente desconocido en Occidente, se comenzó a traducir en esos años, primero del árabe –cultura que lo conocía y había conservado– y, luego, directamente del griego. Así podríamos continuar con la importancia de los catecismos en lengua originaria de América, pedidos por el III Concilio de Lima, y llevados a cabo bajo la conducción de santo Toribio de Mogrovejo, entre otros. Hoy día sería muy necesario continuar con la tarea de traducir todo lo bueno y clásico que se tenga y escriba, todo lo que representa belleza y verdad permanente, pero para eso, primero, hay que conocer bien aquello que se quiere traducir. Lo cual toma tiempo, sacrificio y silencio. Rodrigo Polanco Pbro. Adquirir vía Internet en http://www.vidayespiritualidad.com/

Benedicto XVI, el Papa Alemán Pablo Blanco Sarto Editorial Planeta Madrid, 2010 592 págs.

Más que biografía de un papa alemán, esta es la historia de un Papa que confía en la razón por considerar que la fe es razonable. Claro que una razón filosófica y teológica de cariz germano, que como el propio Cardenal Ratzinger escribiera en su “Introducción al Cristianismo”, lo llevará “a realizar el sueño de todo teólogo: decirse a sí mismo y a todos los demás, en forma personalmente válida e intelectualmente legítima, qué es el cristianismo”. Adelantemos esta observación a la biografía del Papa, que el padre Blanco Sarto ofrece en 600 claras y bien documentadas páginas,

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que revelan una larga investigación en que hallan voz los hechos y también la detracción. Pero no se trata de un trabajo sólo erudito; nos sumerge con mirada profunda en el alma de un gran hombre. El libro es también una informada historia de la Europa cristiana que comienza a acrisolarse como cultura con San Benito, alrededor del 500 d.C. A decir de Viollet le Duc, citado por Cuthbert Butler, “...la regla de San Benito puede considerarse la obra principal del Medioevo”. Cuando Ratzinger asume el trono de San Pedro, elige el nombre del santo patrono de Europa, que lo fue también de Benedicto XV, el Papa de la paz durante el período atroz de la primera guerra mundial. Este y mil detalles apuntan a la esencia histórica que asume un cardenal alemán, amante de la tradición que, para él, implica siempre una corriente viva y guiada por el Espíritu Divino, cuando es elegido Papa. El camino es largo hasta aquel día. Blanco Sarto ocupa muchas páginas en entregarnos el perfil infantil, adolescente y luego académico del Santo Padre. “En el Reino de Dios todo tiene un

tan magnífico sentido, mucho más acá de lo que creen aquellos que pensando piensan vaciar el mar con una calcárea concha”. Esta reminiscencia de San Agustín apunta a unos de los grandes maestros de Joseph Ratzinger. Nacido en una Alemania convulsa, más bien en una Baviera que es casi forzosamente parte de un país destruido tras la primera gran guerra, hijo de un policía de pueblo profundamente católico y decididamente anti-nazi en tiempos no propicios para serlo, se educa como todo chico y llegada la edad de las decisiones, opta por el sacerdocio, al igual que su hermano. Las desdichas nacionalsocialistas impiden por de pronto cumplir con la vocación, que, finalmente, se verifica con el fin de la guerra. El significado profundo del acceso al papado por un alemán (no han sido muchos los Papas alemanes en la historia de la Iglesia), las contradicciones que produjo, la utilización propagandística de esa característica suya, en fin, el revuelo en torno a prejuicios y resentimientos, ha sido uno más de los problemas que ha debido encarar Benedicto XVI. En cuanto a sus detractores en este nivel, zanjemos el asunto mediante la siguiente escena: De visita en Auschwitz, donde oró y pidió perdón (en nombre del mundo, cabría decir) por el Holocausto, fue increpado con la frase: “¿Y dónde estaba Dios en Auschwitz?”. Benedicto XVI respondió: “Im Kreuz” (“en la Cruz”). El profundo significado de estas palabras y de tantas otras de sus enseñanzas, llevó a un periodista italiano a escribir que Lutero y Benedicto XVI son los dos alemanes que más han impactado sobre la Iglesia Católica. El Papa Ratzinger es un maestro del pensamiento teológico y también de la bondad del corazón. Veamos. Su carrera como teólogo fue académica y autoral. Su obra es bien conocida. Sus luchas al interior de las universidades alemanas, donde destacó desde muy joven, menos. Siempre fue hombre de diálogo y no de confrontaciones. Pero aquellos eran años de confrontaciones. Agustiniano en esencia, su maestro fue, entre otros, Henri de Lubac. Su gran admiración por San Buenaventura, especialmente en cuanto a su principio de “alabar a Dios en todas y por medio de todas las creaturas”, lo llevó tanto al ecumenismo que ha marcado su papado, como también a su compromiso con la ecología y el mundo de la naturaleza. Pero no siempre era comprendido y los debates arreciaban en los claustros alemanes.

Sus confrontaciones con Hans Küng han hecho época. Pero la fortaleza interior y amistades como la de Hans Urs von Balthasar, sus diálogos internos con Guardini y Newman y su apego al principio de que la fe bautismal es la medida de toda teología, le valieron encontrar camino y reconocimiento, que fructificó cuando fue llamado como consultor al Concilio Vaticano II. De ahí en adelante se perfiló cada vez más como el hombre que sabía mostrar la fe como lo más razonable. Esa fe que nace y sólo puede nacer de la libertad, esa idea central de que es libre quien se ha identificado con su propia esencia y con la verdad misma de ser hijo de Dios. El cardenal Ratzinger comienza a orientar, especialmente en materia de liturgia, respecto de la cual afirma que lo importante no es lo que hacemos, sino lo que “allí acontece”, poniendo especial énfasis en la ¡belleza! de los actos litúrgicos. El mensaje de Benedicto XVI es cristocéntrico. Su denuncia permanente es de la dictadura del relativismo. Un nuevo momento benedictino en la historia de la Iglesia: no por nada tantos detractores secularizados, tanta incordia y tanto cinismo. Como de aquellos que intentan menoscabarlo en una imposible comparación con Juan Pablo II. La respuesta a ésta es dada por un experto de la escena romana, quien señaló que Juan Pablo II abrió los corazones contemporáneos, pero que Benedicto XVI los llena. El Papa maestro enseña y seguirá haciéndolo. Sus múltiples viajes, esforzados a menudo, tanto por su innata fragilidad física como por los asedios insidiosos de muchos (Barcelona, por ejemplo), han sido lecciones. Cada ciudad o país por él visitado ha sido por él amado y como padre que ama, no ha escatimado palabras para sentar claridades. No ha escatimado esfuerzos tampoco para lidiar con heridas internas de la Iglesia, purificando y afrontando. Benedicto XVI ha calificado al mundo actual como cruel y a la vez esperanzado. De allí su énfasis constante en la necesidad de la evangelización. “Conociendo a Cristo, conocemos a Dios, y sólo conociendo a Dios comprendemos al hombre y al mundo, que de otro modo no tendría sentido”. En Estados Unidos, donde hay 800 mil estudiantes en universidades católicas, señaló: “Creemos realmente que sólo en el misterio del verbo encarnado se esclarece verdaderamente el misterio del hombre”. En sus viajes, Benedicto XVI también ha llamado reiteradamente al acercamiento entre las iglesias cristianas, con aproximaciones de grandes proyecciones a la Iglesia Ortodoxa de Oriente y la Iglesia Anglicana. Actualmente, Benedicto XVI viaja menos. Cabe imaginar que su trabajo teológico es incesante. Lo expuesto y contado por Pablo Blanco Sarto permite imaginarlo. Excelente libro, el suyo, que nos muestra el corazón de un hombre que piensa. Martín Bruggendieck Adquirir vía Internet en http://www.planetadelibros.com

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Catecismo de la Suma Teológica Thomas Pègues O.P. Introducción, traducción y notas de Eudaldo Forment Homolegens Madrid, 2011 655 págs.

El amor y el ingenio unidos hacen maravillas. Este libro es una prueba de ello. El amor por la verdad da origen a nuevas formas y métodos de encontrarla. ¿Quién podía pensar que la obra cumbre de Tomás sería transmitida con el mismo método que el Credo de los apóstoles mediante la catequesis con preguntas y respuestas? El historiador y periodista Prof. Javier Paredes propuso al Prof. Eudaldo Forment publicar en Homolegens, la editorial que dirige, el Catecismo de la Suma de Teologia de Santo Tomás. Este ensayo era obra de un tomista eminente, el dominico Thomas Pègues, profesor de moral en el Angelicum de Roma del año 1909 al 1921. La obra de Tomás se presenta con el método catequético de preguntas y respuestas del “Sic et non”, como se proponía la doctrina cristiana. El Prof. Forment aceptó el encargo, y le dedicó tempus et oleum. El fruto de esta tarea es el libro el Catecismo de la Suma Teológica Estas líneas se proponen dar una breve noticia del libro del P. Pègues actualizado por Forment para lectores de lengua castellana. Tres personajes concurren en esta tarea de catequizar la Suma de Teología, autor, traductor y glosador. Ya la cubierta es enigmática. Presenta un portal gótico con tres columnas y sus arcos correspondientes: El espacio de la fachada se concentra en la entrada sin puertas, oscura, mera invitación a penetrar, dejando en la periferia una sinfonía de colores de las hojas de hiedra que cubren el muro. Así el lector o mejor, el homolegens es invitado a pasar y descifrar lo escrito. El Profesor Eudaldo For-

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ment lo espera adentro con la Suma de Teología de Santo Tomás de Aquino en la mano. Ese libro aún no tiene par. Es el libro por excelencia de la teología. En las catequesis de los miércoles del año pasado el Papa le dedicó tres para presentarlo como el teólogo que sigue hablando de Dios y con Dios y su obra en el mundo. Y en estos días la Iglesia, ante la crisis cultural que sacude a Occidente, recomienda el retorno a la metafísica y a Tomás de modo especial. No es fácil reducir la obra de Tomás y proponerla in nuce. Pero nunca fue mal año por mucho trigo. La Suma era una cantera inagotable. Se verificó lo que describe el poeta: «a un panal de rica miel dos mil moscas acudieron». Uno de esos viajes a la fuente con un cántaro es el del dominico francés Thomas Pègues. Él era el profesor mejor preparado para escribir ese añorado resumen. En el año 1907 inició una obra monumental, un comentario literal de la Suma en francés. En el año 1932 llegaba a escribir el vol. 21. En el año 1918 escribió el resumen añorado: La Somme theologique de saint Thomas d’Aquin en forme de chatechisme pour tous les fideles. Este método era una novedad. Los dos mil ejemplares de la primera edición se agotaron muy pronto. En 1922 se publicó la traducción inglesa y sólo en 1945 aparece la traducción al español. El Prof. Eudaldo Forment ha aceptado la propuesta de la Editorial Homolegens y nos ofrece este libro con vestidura nueva, mejorada la traducción y “aggiornata” la aplicación. La edición española nos presenta al Prof. Thomas Pègues, cuida la traducción y advierte todo lo que resta o ha cambiado en la vida de la Iglesia en el siglo XXI. No se trata de abrir las puertas y presentar un museo, sino una senda que ha dado óptimos resultados en el Catecismo abreviado. El Prof. Thomas Pègues es un dominico nacido el 2 de agosto de 1866 y muerto el 28 de abril de 1936. Es uno de los “grandes dominicos” al lado de Coconnier, Sertillanges, Mandonnet, Lagrange, Cormier, Garrigou. Es uno de los Profesores que han dado nombre y peso cultural a la Revue Thomiste y al Angelicum de Roma, donde fue Profesor de teología moral desde 1909 a 1921. Era un excelente orador, maestro, y conferenciante. Con paciencia benedictina elaboró 28 tratados de la Suma y con fecundas intuiciones redujo a compendio los tratados tomistas. El Prof Forment para facilitar el uso del Catecismo de la Suma le dio una numeración por párrafos. El resultado es sorprendente. La Suma tiene Tres partes, 28 tratados en la primera, 20 en la I-II, 59 en la II-II, y 53 en la III, las preguntas son 1.942. Las Notas reunidas al final 257. El catecismo de la Suma de teología es un método de gran valor para la fe y la razón en el vuelo de las dos alas del cristiano. A nivel eclesial ocurre algo semejante. En el año 1983 se publicó el Catecismo de la Iglesia católica. Resultó una obra preciosa para el anuncio de la Palabra y la confesión de la fe. Muy pronto los catequistas pidieron una nueva redacción más breve.

El texto de la Suma “catequizada” es el francés en su origen. Pero hay en las culturas un cierto proceso de desgaste paulatim et pedetentim como decía Tomás, y de Untergang o Sunset. El inglés ha conquistado la cultura de la informática y las sorpresas de la técnica. Descartes buscando la claridad topaba con el mauvais génie, y Heidegger sospecha que la técnica tiene su “demonio”. El latín es la lengua de Tomás y en la Suma logra su cometido de ser signo de los pensamientos y de las cosas. Traducir bien a Tomás no es fácil. Las notas del Prof. Forment son muy valiosas a la hora de la compresión del texto. No puede pasar de largo en las cuestiones de teología. Tiene en cuenta los documentos del magisterio eclesial, del Vaticano II, de las encíclicas y la orientación hacia los valores perennes que la fe católica mantiene, aún cuando se queda sola en el frente de las razones que dan sentido a la vida y a la muerte. La catequesis es compendio y es estímulo. La catequesis está “aggiornata”, puesta al día en las audiencias de Benedicto XVI. Podemos acercarnos al texto evocando el principio y el final de la Suma. El incipit es primero Si Dios existe (q. 2). El final explicit nº 1.942 es una plegaria a Jesucristo Sabiduría, Bondad y Poder Supremo. Entre esos dos extremos el homolegens recorre toda la Suma de teología que ya lleva siete siglos hablando de Dios y de su obra de modos muy diversos. La síntesis catequética del Prof. Thomas Pègues y la presentación del Prof Forment son un apax legomenon. Pocos comentadores le igualan en la amplitud y supera a todos en la apretada síntesis catequética. Ninguna de las ediciones y traducciones puede cotejarse con la que acoge Homolegens y prepara el Prof. Forment. Todo ello es motivo de alegría y signo de la fecundidad sorprendente de la obra de Tomás de Aquino, doctor humanitatis. El motto de esta nueva tarea puede ser: “Suma, catequiza y sigue” Abelardo Lobato O.P. Adquirir vía Internet en http://www.homolegens.com/

¡Indignáos! Un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica Stéphane Hessel Ediciones Destino Barcelona, 2011 60 págs.

Cuando he concluido la lectura de este brevísimo alegato de Stéphane Hessel –porque de esas 60 págs., hay que restar las págs. 9-15 del prólogo de Sampedro, así como las notas adicionales del editor y del epílogo firmado por Sylvie Crossman (págs. 49-60), he quedado

asombrado. Se ha difundido la noticia de que su edición francesa ha tenido más de un millón de lectores, y que la española supera la cifra de los cien mil. Y, ¿por qué ese asombro? Desde luego por la falta de rigor que plantea en algo que centra buena parte de su alegato: la economía. Para empezar, los financieros, para Hessel y para quienes, al parecer, han pasado a ensalzarle, son los culpables de la crisis actual. Nadie serio –sí los demagogos– sostiene eso. Veamos, por un lado como causantes, a la pléyade de economistas que lanzaron ideas equivocadas, y que se hallan en el impresionante catálogo de las págs. 55-130 de la, por otro lado, imprescindible obra de Guillermo de la Dehesa, “La primera gran crisis financiera del siglo XXI. Orígenes, detonantes y efectos, respuestas y remedios” (Alianza, 2009). Pero, claro, el enterarse de eso exige trabajo y no simplismos. Y al lado de la formidable influencia que tuvieron sus alegatos, se encuentran, también equivocados radicalmente, políticos situados en puestos de responsabilidad en esa etapa. Concretamente, en Estados Unidos, a mi juicio, está muy claro lo que sostiene Axel Leijonhufvud en su artículo “Two systemic problems”, en “Policy Insight”, enero 2009. Para este importante economista, la crisis financiera se debió a una falta de regulación financiera enlazada con una mala política monetaria, y de ninguna manera a la avaricia de los financieros. El personaje clave que señala como responsable de estas equivocaciones fue, en Estados Unidos, Alan Greenspan, cuya política en la presidencia del Consejo de la Reserva Federal, quizá para ocultar problemas de distribución muy desigual de la renta norteamericana, provocó un caos financiero claro. En España, por lo mismo, la responsabilidad, en parte notable, corresponde a Pedro Solbes. Los financieros, los denostados banqueros, hicieron lo que hacen siempre. Traduzco de la obra de Keynes famosa, “The General Theory of Employment Interest and Money” (Macmillan, 1936), de sus págs. 156-157: “La sabiduría de este mundo nos enseña que es mejor, para mantener la reputación, equivocarse como hacen todos, que triunfar contra la conducta general”, porque quien no actúa así, “si tiene éxito, confirma la creencia general de que se trata de un temerario, y si fracasa a corto plazo, lo que es harto probable, no habrá compasión para él”. Ignorar todo esto, tan sabido, es lamentable.

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Catecismo de la Suma Teológica Thomas Pègues O.P. Introducción, traducción y notas de Eudaldo Forment Homolegens Madrid, 2011 655 págs.

El amor y el ingenio unidos hacen maravillas. Este libro es una prueba de ello. El amor por la verdad da origen a nuevas formas y métodos de encontrarla. ¿Quién podía pensar que la obra cumbre de Tomás sería transmitida con el mismo método que el Credo de los apóstoles mediante la catequesis con preguntas y respuestas? El historiador y periodista Prof. Javier Paredes propuso al Prof. Eudaldo Forment publicar en Homolegens, la editorial que dirige, el Catecismo de la Suma de Teologia de Santo Tomás. Este ensayo era obra de un tomista eminente, el dominico Thomas Pègues, profesor de moral en el Angelicum de Roma del año 1909 al 1921. La obra de Tomás se presenta con el método catequético de preguntas y respuestas del “Sic et non”, como se proponía la doctrina cristiana. El Prof. Forment aceptó el encargo, y le dedicó tempus et oleum. El fruto de esta tarea es el libro el Catecismo de la Suma Teológica Estas líneas se proponen dar una breve noticia del libro del P. Pègues actualizado por Forment para lectores de lengua castellana. Tres personajes concurren en esta tarea de catequizar la Suma de Teología, autor, traductor y glosador. Ya la cubierta es enigmática. Presenta un portal gótico con tres columnas y sus arcos correspondientes: El espacio de la fachada se concentra en la entrada sin puertas, oscura, mera invitación a penetrar, dejando en la periferia una sinfonía de colores de las hojas de hiedra que cubren el muro. Así el lector o mejor, el homolegens es invitado a pasar y descifrar lo escrito. El Profesor Eudaldo For-

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ment lo espera adentro con la Suma de Teología de Santo Tomás de Aquino en la mano. Ese libro aún no tiene par. Es el libro por excelencia de la teología. En las catequesis de los miércoles del año pasado el Papa le dedicó tres para presentarlo como el teólogo que sigue hablando de Dios y con Dios y su obra en el mundo. Y en estos días la Iglesia, ante la crisis cultural que sacude a Occidente, recomienda el retorno a la metafísica y a Tomás de modo especial. No es fácil reducir la obra de Tomás y proponerla in nuce. Pero nunca fue mal año por mucho trigo. La Suma era una cantera inagotable. Se verificó lo que describe el poeta: «a un panal de rica miel dos mil moscas acudieron». Uno de esos viajes a la fuente con un cántaro es el del dominico francés Thomas Pègues. Él era el profesor mejor preparado para escribir ese añorado resumen. En el año 1907 inició una obra monumental, un comentario literal de la Suma en francés. En el año 1932 llegaba a escribir el vol. 21. En el año 1918 escribió el resumen añorado: La Somme theologique de saint Thomas d’Aquin en forme de chatechisme pour tous les fideles. Este método era una novedad. Los dos mil ejemplares de la primera edición se agotaron muy pronto. En 1922 se publicó la traducción inglesa y sólo en 1945 aparece la traducción al español. El Prof. Eudaldo Forment ha aceptado la propuesta de la Editorial Homolegens y nos ofrece este libro con vestidura nueva, mejorada la traducción y “aggiornata” la aplicación. La edición española nos presenta al Prof. Thomas Pègues, cuida la traducción y advierte todo lo que resta o ha cambiado en la vida de la Iglesia en el siglo XXI. No se trata de abrir las puertas y presentar un museo, sino una senda que ha dado óptimos resultados en el Catecismo abreviado. El Prof. Thomas Pègues es un dominico nacido el 2 de agosto de 1866 y muerto el 28 de abril de 1936. Es uno de los “grandes dominicos” al lado de Coconnier, Sertillanges, Mandonnet, Lagrange, Cormier, Garrigou. Es uno de los Profesores que han dado nombre y peso cultural a la Revue Thomiste y al Angelicum de Roma, donde fue Profesor de teología moral desde 1909 a 1921. Era un excelente orador, maestro, y conferenciante. Con paciencia benedictina elaboró 28 tratados de la Suma y con fecundas intuiciones redujo a compendio los tratados tomistas. El Prof Forment para facilitar el uso del Catecismo de la Suma le dio una numeración por párrafos. El resultado es sorprendente. La Suma tiene Tres partes, 28 tratados en la primera, 20 en la I-II, 59 en la II-II, y 53 en la III, las preguntas son 1.942. Las Notas reunidas al final 257. El catecismo de la Suma de teología es un método de gran valor para la fe y la razón en el vuelo de las dos alas del cristiano. A nivel eclesial ocurre algo semejante. En el año 1983 se publicó el Catecismo de la Iglesia católica. Resultó una obra preciosa para el anuncio de la Palabra y la confesión de la fe. Muy pronto los catequistas pidieron una nueva redacción más breve.

El texto de la Suma “catequizada” es el francés en su origen. Pero hay en las culturas un cierto proceso de desgaste paulatim et pedetentim como decía Tomás, y de Untergang o Sunset. El inglés ha conquistado la cultura de la informática y las sorpresas de la técnica. Descartes buscando la claridad topaba con el mauvais génie, y Heidegger sospecha que la técnica tiene su “demonio”. El latín es la lengua de Tomás y en la Suma logra su cometido de ser signo de los pensamientos y de las cosas. Traducir bien a Tomás no es fácil. Las notas del Prof. Forment son muy valiosas a la hora de la compresión del texto. No puede pasar de largo en las cuestiones de teología. Tiene en cuenta los documentos del magisterio eclesial, del Vaticano II, de las encíclicas y la orientación hacia los valores perennes que la fe católica mantiene, aún cuando se queda sola en el frente de las razones que dan sentido a la vida y a la muerte. La catequesis es compendio y es estímulo. La catequesis está “aggiornata”, puesta al día en las audiencias de Benedicto XVI. Podemos acercarnos al texto evocando el principio y el final de la Suma. El incipit es primero Si Dios existe (q. 2). El final explicit nº 1.942 es una plegaria a Jesucristo Sabiduría, Bondad y Poder Supremo. Entre esos dos extremos el homolegens recorre toda la Suma de teología que ya lleva siete siglos hablando de Dios y de su obra de modos muy diversos. La síntesis catequética del Prof. Thomas Pègues y la presentación del Prof Forment son un apax legomenon. Pocos comentadores le igualan en la amplitud y supera a todos en la apretada síntesis catequética. Ninguna de las ediciones y traducciones puede cotejarse con la que acoge Homolegens y prepara el Prof. Forment. Todo ello es motivo de alegría y signo de la fecundidad sorprendente de la obra de Tomás de Aquino, doctor humanitatis. El motto de esta nueva tarea puede ser: “Suma, catequiza y sigue” Abelardo Lobato O.P. Adquirir vía Internet en http://www.homolegens.com/

¡Indignáos! Un alegato contra la indiferencia y a favor de la insurrección pacífica Stéphane Hessel Ediciones Destino Barcelona, 2011 60 págs.

Cuando he concluido la lectura de este brevísimo alegato de Stéphane Hessel –porque de esas 60 págs., hay que restar las págs. 9-15 del prólogo de Sampedro, así como las notas adicionales del editor y del epílogo firmado por Sylvie Crossman (págs. 49-60), he quedado

asombrado. Se ha difundido la noticia de que su edición francesa ha tenido más de un millón de lectores, y que la española supera la cifra de los cien mil. Y, ¿por qué ese asombro? Desde luego por la falta de rigor que plantea en algo que centra buena parte de su alegato: la economía. Para empezar, los financieros, para Hessel y para quienes, al parecer, han pasado a ensalzarle, son los culpables de la crisis actual. Nadie serio –sí los demagogos– sostiene eso. Veamos, por un lado como causantes, a la pléyade de economistas que lanzaron ideas equivocadas, y que se hallan en el impresionante catálogo de las págs. 55-130 de la, por otro lado, imprescindible obra de Guillermo de la Dehesa, “La primera gran crisis financiera del siglo XXI. Orígenes, detonantes y efectos, respuestas y remedios” (Alianza, 2009). Pero, claro, el enterarse de eso exige trabajo y no simplismos. Y al lado de la formidable influencia que tuvieron sus alegatos, se encuentran, también equivocados radicalmente, políticos situados en puestos de responsabilidad en esa etapa. Concretamente, en Estados Unidos, a mi juicio, está muy claro lo que sostiene Axel Leijonhufvud en su artículo “Two systemic problems”, en “Policy Insight”, enero 2009. Para este importante economista, la crisis financiera se debió a una falta de regulación financiera enlazada con una mala política monetaria, y de ninguna manera a la avaricia de los financieros. El personaje clave que señala como responsable de estas equivocaciones fue, en Estados Unidos, Alan Greenspan, cuya política en la presidencia del Consejo de la Reserva Federal, quizá para ocultar problemas de distribución muy desigual de la renta norteamericana, provocó un caos financiero claro. En España, por lo mismo, la responsabilidad, en parte notable, corresponde a Pedro Solbes. Los financieros, los denostados banqueros, hicieron lo que hacen siempre. Traduzco de la obra de Keynes famosa, “The General Theory of Employment Interest and Money” (Macmillan, 1936), de sus págs. 156-157: “La sabiduría de este mundo nos enseña que es mejor, para mantener la reputación, equivocarse como hacen todos, que triunfar contra la conducta general”, porque quien no actúa así, “si tiene éxito, confirma la creencia general de que se trata de un temerario, y si fracasa a corto plazo, lo que es harto probable, no habrá compasión para él”. Ignorar todo esto, tan sabido, es lamentable.

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Asimismo aparecen expresiones sin rigor, como (pág. 25): “Nunca había sido tan importante la distancia entre los más pobres y los más ricos”. Se trata de una típica exageración anticientífica y, por ello, criticable. Acaba de publicarse por el INSEE francés –apareció el 28 de abril de 2011 un estudio sobre esto: “Inégalités de niveau de vie et pauvreté de 1996 à 2009”. En él se observa que, de 2004 a 2008, “las desigualdades de nivel de vida tienen tendencia a aumentar”, lo que confirma estudios previos en este sentido de Camille Landais y de Julie Solard. Y se explica que esto se debe, en buena parte, a que han aumentado las rentas derivadas del patrimonio, lo que se liga a que la población ha envejecido y que éstas son las rentas que la gente de más edad percibe esencialmente. Deja claro el estudio que la ampliación del número de las familias monoparentales incrementa el grupo de quienes perciben menos rentas. Como contraste, las familias normales, con dos o más hijos, han visto mejorar su situación económica en el periodo. ¿Para qué seguir? Dejemos a un lado que ese apóstrofe del título, esa indignación, no afecta a Cuba ni a China, pero sí a Estados Unidos. Añádase que algo en este documento (pág. 39), incluso justifica al terrorismo. Como catálogo de simplismos seudoprogresistas, no está mal.

años dolorosos de abandono y agonía, sin que al parecer ninguno de sus sufrimientos morales alterara su carácter ni sus relaciones con las hermanas colocadas bajo su autoridad. En otro aspecto, este trabajo nos aporta una información valiosa. No tengo estadísticas a mano, pero creo que la Orden Carmelitana es la que ha aportado a la Iglesia mayor número de santos. Pues bien, comentando la rapidez con que Santa Maravillas llegó a la canonización, el padre Matías del Niño Jesús o.c.d. nos informa que en esa fecha (1980) había más de 100 religiosos o religiosas de la Orden, en proceso de beatificación o de canonización. Esta cifra es impresionante y se suma a la larga nómina de santos que ha entregado al mundo la más antigua de las órdenes contemplativas con que cuenta la Iglesia. El trabajo que supone esta prolija recolección de documentos será sin duda en el futuro un valioso aporte para los historiadores que investiguen la vida de esta nueva Santa Teresa que fue la Madre Maravillas. Gisela Silva Encina Adquirir vía Internet en http://www.edibesa.com/

Juan Velarde Fuertes Adquirir vía Internet en http://www.planetadelibros.com

Madre Maravillas. Una llama que arde y enciende Carmelitas Descalzas de la Aldehuela Edibesa Madrid 2010 295 págs

Fieles al recuerdo de la gran santa que las fundó, las Carmelitas de la Aldehuela han recogido en este libro todos los testimonios aparecidos en la prensa acerca de Santa Maravillas, desde lejanas crónicas sociales que comentan su ingreso como religiosa, hasta comentarios recientes posteriores a su canonización. Es inevitable que la suma de artículos sobre la vida y milagros de una santa, contenga temas repetidos. Pero la reiteración de algunas opiniones consolida con fuerza el testimonio que ellas aportan. Así ocurre por ejemplo con el carácter de la santa, a quien todos –laicos o religiosos que la conocieron, y en especial quienes convivieron con ella– coinciden en calificar como “de extraordinario equilibrio y serenidad”. Esta característica resulta sorprendente porque es bien sabido que Santa Maravillas fue una gran mística, y vivió por lo tanto

H 914

El beato de la dinastía “piedra”. Vida de Ceferino Namuncurá Religiosos del Instituto Verbo Encarnado Ediciones del Verbo Encarnado San Rafael, 2007 310 págs.

San Juan Bosco fue famoso por sus sueños proféticos. Una vez soñó que estaba encaramado en un nicho de la Basílica de San Pedro, a gran altura, y no tenía cómo bajar de allí. Cuando su angustia llegó al grado máximo, despertó. Años después de su muerte, Don Bosco ya canonizado tuvo una estatua en San Pedro, colocada en el nicho que él había visto en sueños. Lo que no alcanzó a ver fue que no está solo. Lo acompañan dos niños. Uno es Domingo Savio y otro un pequeño indígena, vestido de pieles y con el pelo largo. Representa a Ceferino Namuncurá, recientemente beatificado. La estatua, sin embargo, no se parece en nada al mapuche de la Patagonia argentina. El artista se dejó llevar por el estereotipo indígena de su imaginación y no consultó las muchas fotos que hay de Ceferino, con los pómulos salientes, el pelo liso, corto y repeinado y unos ojos de dulce expresión. Ceferino soñaba con ser sacerdote salesiano y evangelizar a su pueblo, pero enfermó de tuberculosis y murió a los 19 años en

1905. Cuarenta años después se inició el proceso de estudio de sus virtudes y en 2007 fue beatificado en la localidad argentina de Chimpay. El libro sobre su vida está compuesto de manera singular. Tiene cuatro partes. La primera está dedicada a la Patagonia indígena y la segunda al interés de don Bosco por esas tierras remotas, que también habían aparecido en sus sueños. Después, el relato se centra en los años colegiales de Ceferino con los salesianos y finalmente su breve estadía en Roma donde conoció a San Pío X y su muerte, con fama de santidad. El estilo del libro es un poco rebuscado, pero este defecto se compensa sobradamente con la cantidad de datos interesantísimos que presenta. De partida, la semblanza de los indios de la pampa, cuyas diversas tribus más débiles fueron “araucanizadas” por un pueblo más guerrero que venía de Chile, empujado por la conquista española. El abuelo de Ceferino fue el gran cacique Juan Cafulcurá que dominó la pampa por cuarenta años. Uno de sus 15 hijos, Namuncurá, heredó la jefatura, pero no el poder porque fueron quedando acorralados por el ejército argentino. Finalmente rindió las armas y como premio fue nombrado coronel de ejército. Aparece en las fotos vestido de militar. Su hijo fue Ceferino, que vivió una época de hambre y pobreza. A él se le ocurrió tomar otro camino: ¿Por qué no me llevas a Buenos Aires a estudiar?- dijo a su padre. Así podré algún día ser útil a mi raza. A los 11 años se quedó estudiando con los salesianos, aprendió rápido, porque era muy inteligente y sobre todo se fascinó con el descubrimiento de la fe. Había sido bautizado, pero no tenía ninguna instrucción religiosa. Lo absorbió todo como una esponja, permaneciendo muy unido a su tierra. Le gustaba contar relatos interminables sobre la Patagonia y soñaba con volver a ella como sacerdote misionero. Un día que estaba relatando las aventuras heroicas de los indios de la pampa un compañero le gastó una broma: “Ceferino, ¿qué gusto tiene la carne humana?” Al principio no entendió, pero después se le llenaron los ojos de lágrimas y se quedó en silencio.

Naturalmente tuvo que soportar muchas alusiones pesadas por ser indio, pero también se vio rodeado prontamente de respeto y después de admiración. Su vocación sacerdotal se veía muy clara, tenía un gran amor por la Eucaristía y se emocionaba ante la lamparilla del Sagrario. Sus biógrafos resaltan que pasó por encima de muchas dificultades. Tenía un carácter fuerte, que dominó para aceptar la disciplina escolar, él que se había criado en la pampa y no entendía la necesidad de hacer una fila. Se conservan muchas cartas suyas, algunas dirigidas a su familia, que la italiana dueña de un boliche les leía a los Namuncurá, en ese tiempo todos analfabetos. La tuberculosis lo atacó en plena adolescencia, pero en un principio se creyó que podía recuperarse. El era muy optimista al respecto. Los salesianos lo llevaron a Roma y participó en un encuentro con el Papa san Pío X. Es de notar que Ceferino impactó al Papa, al decirle un discursito en italiano y preguntarle con toda ingenuidad por un nombramiento papal en la iglesia argentina. De todo esto escribía a Argentina, mandando además fotos, medallas, rosarios “para las niñas más pequeñas de mi casa”, amén de una indulgencia papal y otros tesoros. En una carta se maravilla de todas las iglesias que ve en Italia y echa a volar la imaginación: “Ay, si en la Patagonia tuviéramos tantas iglesias…” En su corta vida brilla la impronta que dejó San Juan Bosco en sus hijos y además, su condición de hijo de la pampa. Es un referente para todos los indígenas argentinos, no así para los chilenos, aunque en ambos países se llamen mapuches. Sin embargo, los Namuncurá son netamente argentinos y es en esa tierra donde se admiraba o se temía a la familia “Piedra” o curá de la cual Ceferino es su mejor exponente. Elena Vial Adquirir vía Internet en http://www.edicionesive.org.ar/

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Asimismo aparecen expresiones sin rigor, como (pág. 25): “Nunca había sido tan importante la distancia entre los más pobres y los más ricos”. Se trata de una típica exageración anticientífica y, por ello, criticable. Acaba de publicarse por el INSEE francés –apareció el 28 de abril de 2011 un estudio sobre esto: “Inégalités de niveau de vie et pauvreté de 1996 à 2009”. En él se observa que, de 2004 a 2008, “las desigualdades de nivel de vida tienen tendencia a aumentar”, lo que confirma estudios previos en este sentido de Camille Landais y de Julie Solard. Y se explica que esto se debe, en buena parte, a que han aumentado las rentas derivadas del patrimonio, lo que se liga a que la población ha envejecido y que éstas son las rentas que la gente de más edad percibe esencialmente. Deja claro el estudio que la ampliación del número de las familias monoparentales incrementa el grupo de quienes perciben menos rentas. Como contraste, las familias normales, con dos o más hijos, han visto mejorar su situación económica en el periodo. ¿Para qué seguir? Dejemos a un lado que ese apóstrofe del título, esa indignación, no afecta a Cuba ni a China, pero sí a Estados Unidos. Añádase que algo en este documento (pág. 39), incluso justifica al terrorismo. Como catálogo de simplismos seudoprogresistas, no está mal.

años dolorosos de abandono y agonía, sin que al parecer ninguno de sus sufrimientos morales alterara su carácter ni sus relaciones con las hermanas colocadas bajo su autoridad. En otro aspecto, este trabajo nos aporta una información valiosa. No tengo estadísticas a mano, pero creo que la Orden Carmelitana es la que ha aportado a la Iglesia mayor número de santos. Pues bien, comentando la rapidez con que Santa Maravillas llegó a la canonización, el padre Matías del Niño Jesús o.c.d. nos informa que en esa fecha (1980) había más de 100 religiosos o religiosas de la Orden, en proceso de beatificación o de canonización. Esta cifra es impresionante y se suma a la larga nómina de santos que ha entregado al mundo la más antigua de las órdenes contemplativas con que cuenta la Iglesia. El trabajo que supone esta prolija recolección de documentos será sin duda en el futuro un valioso aporte para los historiadores que investiguen la vida de esta nueva Santa Teresa que fue la Madre Maravillas. Gisela Silva Encina Adquirir vía Internet en http://www.edibesa.com/

Juan Velarde Fuertes Adquirir vía Internet en http://www.planetadelibros.com

Madre Maravillas. Una llama que arde y enciende Carmelitas Descalzas de la Aldehuela Edibesa Madrid 2010 295 págs

Fieles al recuerdo de la gran santa que las fundó, las Carmelitas de la Aldehuela han recogido en este libro todos los testimonios aparecidos en la prensa acerca de Santa Maravillas, desde lejanas crónicas sociales que comentan su ingreso como religiosa, hasta comentarios recientes posteriores a su canonización. Es inevitable que la suma de artículos sobre la vida y milagros de una santa, contenga temas repetidos. Pero la reiteración de algunas opiniones consolida con fuerza el testimonio que ellas aportan. Así ocurre por ejemplo con el carácter de la santa, a quien todos –laicos o religiosos que la conocieron, y en especial quienes convivieron con ella– coinciden en calificar como “de extraordinario equilibrio y serenidad”. Esta característica resulta sorprendente porque es bien sabido que Santa Maravillas fue una gran mística, y vivió por lo tanto

H 914

El beato de la dinastía “piedra”. Vida de Ceferino Namuncurá Religiosos del Instituto Verbo Encarnado Ediciones del Verbo Encarnado San Rafael, 2007 310 págs.

San Juan Bosco fue famoso por sus sueños proféticos. Una vez soñó que estaba encaramado en un nicho de la Basílica de San Pedro, a gran altura, y no tenía cómo bajar de allí. Cuando su angustia llegó al grado máximo, despertó. Años después de su muerte, Don Bosco ya canonizado tuvo una estatua en San Pedro, colocada en el nicho que él había visto en sueños. Lo que no alcanzó a ver fue que no está solo. Lo acompañan dos niños. Uno es Domingo Savio y otro un pequeño indígena, vestido de pieles y con el pelo largo. Representa a Ceferino Namuncurá, recientemente beatificado. La estatua, sin embargo, no se parece en nada al mapuche de la Patagonia argentina. El artista se dejó llevar por el estereotipo indígena de su imaginación y no consultó las muchas fotos que hay de Ceferino, con los pómulos salientes, el pelo liso, corto y repeinado y unos ojos de dulce expresión. Ceferino soñaba con ser sacerdote salesiano y evangelizar a su pueblo, pero enfermó de tuberculosis y murió a los 19 años en

1905. Cuarenta años después se inició el proceso de estudio de sus virtudes y en 2007 fue beatificado en la localidad argentina de Chimpay. El libro sobre su vida está compuesto de manera singular. Tiene cuatro partes. La primera está dedicada a la Patagonia indígena y la segunda al interés de don Bosco por esas tierras remotas, que también habían aparecido en sus sueños. Después, el relato se centra en los años colegiales de Ceferino con los salesianos y finalmente su breve estadía en Roma donde conoció a San Pío X y su muerte, con fama de santidad. El estilo del libro es un poco rebuscado, pero este defecto se compensa sobradamente con la cantidad de datos interesantísimos que presenta. De partida, la semblanza de los indios de la pampa, cuyas diversas tribus más débiles fueron “araucanizadas” por un pueblo más guerrero que venía de Chile, empujado por la conquista española. El abuelo de Ceferino fue el gran cacique Juan Cafulcurá que dominó la pampa por cuarenta años. Uno de sus 15 hijos, Namuncurá, heredó la jefatura, pero no el poder porque fueron quedando acorralados por el ejército argentino. Finalmente rindió las armas y como premio fue nombrado coronel de ejército. Aparece en las fotos vestido de militar. Su hijo fue Ceferino, que vivió una época de hambre y pobreza. A él se le ocurrió tomar otro camino: ¿Por qué no me llevas a Buenos Aires a estudiar?- dijo a su padre. Así podré algún día ser útil a mi raza. A los 11 años se quedó estudiando con los salesianos, aprendió rápido, porque era muy inteligente y sobre todo se fascinó con el descubrimiento de la fe. Había sido bautizado, pero no tenía ninguna instrucción religiosa. Lo absorbió todo como una esponja, permaneciendo muy unido a su tierra. Le gustaba contar relatos interminables sobre la Patagonia y soñaba con volver a ella como sacerdote misionero. Un día que estaba relatando las aventuras heroicas de los indios de la pampa un compañero le gastó una broma: “Ceferino, ¿qué gusto tiene la carne humana?” Al principio no entendió, pero después se le llenaron los ojos de lágrimas y se quedó en silencio.

Naturalmente tuvo que soportar muchas alusiones pesadas por ser indio, pero también se vio rodeado prontamente de respeto y después de admiración. Su vocación sacerdotal se veía muy clara, tenía un gran amor por la Eucaristía y se emocionaba ante la lamparilla del Sagrario. Sus biógrafos resaltan que pasó por encima de muchas dificultades. Tenía un carácter fuerte, que dominó para aceptar la disciplina escolar, él que se había criado en la pampa y no entendía la necesidad de hacer una fila. Se conservan muchas cartas suyas, algunas dirigidas a su familia, que la italiana dueña de un boliche les leía a los Namuncurá, en ese tiempo todos analfabetos. La tuberculosis lo atacó en plena adolescencia, pero en un principio se creyó que podía recuperarse. El era muy optimista al respecto. Los salesianos lo llevaron a Roma y participó en un encuentro con el Papa san Pío X. Es de notar que Ceferino impactó al Papa, al decirle un discursito en italiano y preguntarle con toda ingenuidad por un nombramiento papal en la iglesia argentina. De todo esto escribía a Argentina, mandando además fotos, medallas, rosarios “para las niñas más pequeñas de mi casa”, amén de una indulgencia papal y otros tesoros. En una carta se maravilla de todas las iglesias que ve en Italia y echa a volar la imaginación: “Ay, si en la Patagonia tuviéramos tantas iglesias…” En su corta vida brilla la impronta que dejó San Juan Bosco en sus hijos y además, su condición de hijo de la pampa. Es un referente para todos los indígenas argentinos, no así para los chilenos, aunque en ambos países se llamen mapuches. Sin embargo, los Namuncurá son netamente argentinos y es en esa tierra donde se admiraba o se temía a la familia “Piedra” o curá de la cual Ceferino es su mejor exponente. Elena Vial Adquirir vía Internet en http://www.edicionesive.org.ar/

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Sobre los Autores RICARDO EZZATI. Arzobispo de Santiago, y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile. AMAYA IRARRÁZAVAL. Especialista en restauración arquitectónica. Presidenta de la Corporación Identidad Patrimonial. Consejera Nacional de la Cámara Chilena de la Construcción. MARTA IRARRÁZAVAL. Secretaria de Redacción de HUMANITAS. MAURO MATTHEI O.S.B. Monje benedictino de la Abadía de la Santísima Trinidad de Las Condes. Historiador y Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. ANGELO SERRA S. J. Profesor Emérito de Genética Humana en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Pontificia Universidad del Sacro Cuore. Fue Director del Departamento de Genética de la Clínica Gemelli de en Roma. Miembro Honorario de la Pontificia Academia pro Vita. JUAN CARLOS AGUILERA. Director de Estudios Programa de Bachillerato, Universidad de los Andes. FABRICE HADJADJ. Profesor de Filosofía y Literatura en el instituto privado Sainte-Jeanne d’Arc y en el Seminario de Toulon. Es colaborador habitual de Le Fígaro. CARDENAL ANGELO SCOLA. Patriarca de Venecia del 2002 al 2011 y actualmente Arzobispo de Milán. Ex Rector de la Pontificia Universidad Lateranense. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. TRACEY ROWLAND. Teóloga australiana. Decano del Pontificio Instituto Juan Pablo II (Melbourne). Miembro del Centro para la Teología y Filosofía de la Universidad de Nottingham y miembro del consejo editorial de la edición en inglés de Communio . JUAN DE DIOS VIAL LARRAÍN. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Ex rector de la Universidad de Chile. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. ANTONIO LIVI. Sacerdote romano. Profesor emérito de Filosofia del conocimiento en la Universidad Lateranense de Roma. Presidente de la International “Sensus communis” Association. Director Editorial de la Casa Editrice Leonardo da Vinci.

PEDRO MORANDÉ. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. GIANDOMENICO MUCCI. Sacerdote jesuita. Redactor de la revista La Civiltà Cattolica. FERNANDO MORENO VALENCIA. Director del Instituto de Filosofía Universidad Gabriela Mistral. Miembro Ordinario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista HUMANITAS. NIKOLAUS LOBKOWICZ. Director del Instituto de Estudios de Europa del Este y Central de la Universidad de Eichstätt, Alemania. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. CARDENAL WILLIAM JOSEPH LEVADA. Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. JAVIER MARTÍNEZ FERNÁNDEZ. Arzobispo de Granada. España. AUTORES EN PANORAMA Y LIBROS ANTONIO MORENO. Arzobispo Emérito de Concepción. JOSÉ IGNACIO MUNILLA. Obispo de San Sebastián. Responsable pastoral de la juventud JMJ 2011. JAVIER PRADES. Decano de la Facultad de Teología “San Dámaso” de Madrid. JAIME ANTÚNEZ. Director de revista HUMANITAS. ABELARDO LOBATO O.P. Presidente Emerito Pontificia Academia Santo Tomás. FRANCESCO D’AGOSTINO. Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Tor Vergata de Roma. Ex Presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. JOSÉ LUIS RESTÁN. Redactor de Páginasdigital. RODRIGO POLANCO. Doctor en Teología. Profesor Universidad Católica de Chile. JORGE PRECHT PIZARRO. Profesor de Derecho Público, Universidad Católica de Chile.

COMITÉ EDITORIAL DE HUMANITAS Jaime Antúnez. Director de Revista HUMANITAS. Doctor en Filosofía. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Hernán Corral. Doctor en Derecho. Ex decano y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes. Samuel Fernández. Doctor en Teología. Ex decano y profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Director del Centro de Estudios Padre Alberto Hurtado. Gabriel Guarda O.S.B. Abad emérito del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes. Premio Nacional de Historia 1984. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. René Millar. Doctor en Historia. Ex decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la P.U.C. y profesor titular del Instituto de Historia. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. Pedro Morandé. Doctor en Sociología. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la P.U.C. Miembro de de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Ricardo Riesco. Doctor en Geografía. Rector de la Universidad San Sebastián. Francisco Rosende. Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Católica de Chile. Master of Arts en Economía, Chicago. Juan de Dios Vial Correa. Ex Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex Presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Miembro de Número de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile. Juan de Dios Vial Larraín. Ex Rector de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Arturo Yrarrázaval. Doctor en Derecho. Ex Decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Sobre los Autores RICARDO EZZATI. Arzobispo de Santiago, y presidente de la Conferencia Episcopal de Chile. AMAYA IRARRÁZAVAL. Especialista en restauración arquitectónica. Presidenta de la Corporación Identidad Patrimonial. Consejera Nacional de la Cámara Chilena de la Construcción. MARTA IRARRÁZAVAL. Secretaria de Redacción de HUMANITAS. MAURO MATTHEI O.S.B. Monje benedictino de la Abadía de la Santísima Trinidad de Las Condes. Historiador y Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. ANGELO SERRA S. J. Profesor Emérito de Genética Humana en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Pontificia Universidad del Sacro Cuore. Fue Director del Departamento de Genética de la Clínica Gemelli de en Roma. Miembro Honorario de la Pontificia Academia pro Vita. JUAN CARLOS AGUILERA. Director de Estudios Programa de Bachillerato, Universidad de los Andes. FABRICE HADJADJ. Profesor de Filosofía y Literatura en el instituto privado Sainte-Jeanne d’Arc y en el Seminario de Toulon. Es colaborador habitual de Le Fígaro. CARDENAL ANGELO SCOLA. Patriarca de Venecia del 2002 al 2011 y actualmente Arzobispo de Milán. Ex Rector de la Pontificia Universidad Lateranense. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. TRACEY ROWLAND. Teóloga australiana. Decano del Pontificio Instituto Juan Pablo II (Melbourne). Miembro del Centro para la Teología y Filosofía de la Universidad de Nottingham y miembro del consejo editorial de la edición en inglés de Communio . JUAN DE DIOS VIAL LARRAÍN. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Ex rector de la Universidad de Chile. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. ANTONIO LIVI. Sacerdote romano. Profesor emérito de Filosofia del conocimiento en la Universidad Lateranense de Roma. Presidente de la International “Sensus communis” Association. Director Editorial de la Casa Editrice Leonardo da Vinci.

PEDRO MORANDÉ. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Miembro del Comité Editorial de revista HUMANITAS. GIANDOMENICO MUCCI. Sacerdote jesuita. Redactor de la revista La Civiltà Cattolica. FERNANDO MORENO VALENCIA. Director del Instituto de Filosofía Universidad Gabriela Mistral. Miembro Ordinario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de Revista HUMANITAS. NIKOLAUS LOBKOWICZ. Director del Instituto de Estudios de Europa del Este y Central de la Universidad de Eichstätt, Alemania. Miembro del Consejo de Consultores y Colaboradores de revista HUMANITAS. CARDENAL WILLIAM JOSEPH LEVADA. Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. JAVIER MARTÍNEZ FERNÁNDEZ. Arzobispo de Granada. España. AUTORES EN PANORAMA Y LIBROS ANTONIO MORENO. Arzobispo Emérito de Concepción. JOSÉ IGNACIO MUNILLA. Obispo de San Sebastián. Responsable pastoral de la juventud JMJ 2011. JAVIER PRADES. Decano de la Facultad de Teología “San Dámaso” de Madrid. JAIME ANTÚNEZ. Director de revista HUMANITAS. ABELARDO LOBATO O.P. Presidente Emerito Pontificia Academia Santo Tomás. FRANCESCO D’AGOSTINO. Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Tor Vergata de Roma. Ex Presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. JOSÉ LUIS RESTÁN. Redactor de Páginasdigital. RODRIGO POLANCO. Doctor en Teología. Profesor Universidad Católica de Chile. JORGE PRECHT PIZARRO. Profesor de Derecho Público, Universidad Católica de Chile.

COMITÉ EDITORIAL DE HUMANITAS Jaime Antúnez. Director de Revista HUMANITAS. Doctor en Filosofía. Miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Hernán Corral. Doctor en Derecho. Ex decano y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes. Samuel Fernández. Doctor en Teología. Ex decano y profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Director del Centro de Estudios Padre Alberto Hurtado. Gabriel Guarda O.S.B. Abad emérito del Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes. Premio Nacional de Historia 1984. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. René Millar. Doctor en Historia. Ex decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la P.U.C. y profesor titular del Instituto de Historia. Miembro de número de la Academia de la Historia, del Instituto de Chile. Pedro Morandé. Doctor en Sociología. Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la P.U.C. Miembro de de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y miembro de número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Ricardo Riesco. Doctor en Geografía. Rector de la Universidad San Sebastián. Francisco Rosende. Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Católica de Chile. Master of Arts en Economía, Chicago. Juan de Dios Vial Correa. Ex Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ex Presidente de la Pontificia Academia para la Vida. Miembro de Número de la Academia de Ciencias del Instituto de Chile. Juan de Dios Vial Larraín. Ex Rector de la Universidad de Chile. Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 1997. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Arturo Yrarrázaval. Doctor en Derecho. Ex Decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Consejo de Consultores y Colaboradores NACIONALES

EXTRANJEROS

Andrés Arteaga: Obispo Auxiliar de Santiago. Profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica. (UC) Francisca Alessandri: Profesora de la Facultad de Periodismo, U.C. Antonio Amado: Profesor de Metafísica de la Universidad de los Andes. Felipe Bacarreza: Obispo de Los Ángeles, Chile Carlos Francisco Cáceres: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Jorge Cauas Lama: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Fernando Chomali: Obispo Auxiliar de Santiago. Miembro de la P. Academia Pro Vita. Francisco Claro: Decano Facultad de Educación, UC. Ricardo Couyoumdjian: Profesor del Instituto de Historia, UC. De la Academia de la Historia del Instituto de Chile. Mario Correa Bascuñán: Secretario General de la Pontificia Universidad Católica. Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Carmen Domínguez: Abogado, Directora del Centro UC para la Familia. Vittorio di Girólamo: Profesor de la Universidad Gabriela Mistral. Carlos José Errázuriz: Consultor Congregación para la Doctrina de la Fe. Profesor de la Pontificia Università della Santa Croce. José María Eyzaguirre: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Juan Ignacio González: Obispo de San Bernardo, Chile. Raúl Hasbun: Sacerdote de Schöenstatt. Profesor del Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Gonzalo Ibáñez Santa-María: Profesor y ex rector de la Universidad Adolfo Ibáñez. José Miguel Ibáñez Langlois: Teólogo y poeta. Raúl Irarrázabal Covarrubias: Arquitecto. Presidente de la Asociación Chilena de la Orden de Malta. Ricardo Krebs: Premio Nacional de Historia 1982. Raúl Madrid: Profesor de la Facultad de Derecho, UC. Mauro Matthei, O.S.B: Sacerdote y monje benedictino. Historiador. Cardenal Jorge Medina: Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Augusto Merino: Cientista político, profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez. Antonio Moreno: Arzobispo Emérito de Concepción. Fernando Moreno: Filósofo, director del programa de Ciencia Política de la Universidad Gabriela Mistral. Rodrigo Moreno Jeria: De la Academia Chilena de la Historia. Máximo Pacheco Gómez: Ex ministro de Estado. Embajador de Chile ante la Santa Sede. De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Bernardino Piñera: Arzobispo Emérito de La Serena. Héctor Riesle: Ex Embajador de Chile ante la Santa Sede y la UNESCO. Alejandro San Francisco: Profesor del Instituto de Historia, UC. Gisela Silva Encina: Escritora. Paulina Taboada: médico. Miembro de la P. Academia Pro Vita. William Thayer Arteaga: De la Academia de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile. Olga Uliánova: Doctora en Historia por la Universidad de Lomonosov, Moscú. Investigadora de la Universidad de Santiago. Luis Vargas Saavedra: Profesor de la Facultad de Letras de la UC Aníbal Vial: Ex rector Universidad Santo Tomás. Pilar Vigil: Médico. Miembro de la P. Academia Pro Vita.

Héctor Aguer: Arzobispo de la Plata, Argentina. Anselmo Álvarez, O.S.B: Abad de Santa Cruz del Valle de los Caídos. Carl Anderson: Caballero Supremo de los Caballeros de Colón. Jean-Louis Bruguès, O.P: Secretario de la Congregación para la Educación Católica. Obispo emérito de Angers, Francia. Massimo Borghesi: Filósofo italiano. Catedrático de la Universidad de Perugia. Rocco Buttiglione: filósofo político italiano. Cardenal Carlo Caffarra: Arzobispo de Bolonia. Cardenal Antonio Cañizares: Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Guzmán Carriquiry: Secretario de la Comisión Pontificia para América Latina. William E. Carroll: Profesor en la Facultad de Teología de la Universidad de Oxford. Alberto Caturelli: Filósofo argentino. Cesare Cavalleri: Director de Studi Cattolici, Milán. Francesco D’Agostino: Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Tor Vergata de Roma. Ex Presidente del Comité Nacional de Bioética en Italia. Adriano Dell’Asta: Profesor de la Universidad Católica de Milán. Luis Fernando Figari: Fundador del Sodalicio de Vida Cristiana, Lima. Alfredo García Quesada: Consultor Pontificio Consejo de la Cultura. Profesor de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Stanislaw Grygiel: Filósofo polaco. Titular de la Cátedra Juan Pablo II en la Universidad Lateranense (Roma). Henri Hude: Filósofo francés. Ex rector del Colegio Stanislas, París. Paul Johnson: Historiador inglés. Jean Laffitte: Obispo de Entrevaux. Secretario del Consejo Pontificio para la Familia. Nikolaus Lobkowicz: Director del Instituto de Estudios de Europa del Este y Central de la Universidad de Eichstätt, Alemania. Alfonso López Quintás: Filósofo español. Miembro de Número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Alejandro Llano: Filósofo español, ex-rector de la Universidad de Navarra. Javier Martínez Fernández: Arzobispo de Granada, España. Carlos Ignacio Massini Correas: Catedrático de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. Livio Melina: Presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el Matrimonio y la Familia. Dominic Milroy, O.S.B: Monje de Ampleforth, ex-rector de Ampleforth College, York (G.B) José Miguel Oriol: Presidente de Editorial Encuentro, Madrid. Francesco Petrillo, O.M.D: Superior General de la Orden de la Madre de Dios. Aquilino Polaino-Lorente: Psiquiatra español. Cardenal Paul Poupard: Presidente emérito del Pontificio Consejo de Cultura. Javier Prades: Decano de la Facultad de Teología San Dámaso, Madrid. Miembro de la Comisión Teológica Internacional. Florián Rodero L.C: Profesor de Teología del Ateneo Regina Apostolorum en Roma. Romano Scalfi: Director del Centro Rusia Cristiana, Milán. Cardenal Angelo Scola: Arzobispo de Milán. Josef Seifert: Presidente de la Academia Internacional de Filosofía (Liechtenstein, Granada. David L. Schindler: Director del Instituto Juan Pablo II para estudios sobre Matrimonio y Familia, Washington D.C. Robert Spaemann: Filósofo alemán. Miguel Ángel Velasco: Director de Alfa y Omega, Madrid. Juan Velarde Fuertes: De la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales (1992). Richard Yeo, O.S.B: Abad Presidente de la Congregación Benedictina de Inglaterra Diego Yuuki, S.J: Ex director del Museo de los 26 Mártires de Japón, Nagasaki



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